Jhon Locke
Jhon Locke
Jhon Locke
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ABST RACT Although the fact has passed unremarked by the general academic community, John
Locke is, to a great extent, a Protestant theologian. From a Calvinist origin, the transition from
Puritanism to the philosophy of Enlightenment is clearly marked in his thinking. The article is
presented in two parts. In the first, the main theological topics in Locke’s writings are analyzed.
In the second, the context of his theology is studied: British Puritanism, Dutch Arminian (or Re-
monstrant) theology, British theological latitudinarianism and the Socinian movement.
Sozzini, Wiszowaty.
I. PL ANTEA M IE NT O G EN E RAL
R E V I S TA E S PA Ñ O L A D E T E O L O G Í A 7 2 ( 2 0 1 2 ) 2 9 - 8 4
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losofía política). Sin embargo, como este trabajo pretende poner de manifiesto,
Locke es, en buena medida, un teólogo. Más exactamente, se puede decir, sin
temor a errar, que Locke es un teólogo protestante heterodoxo.
De un lado es un teólogo protestante. De origen calvinista, hijo de un
capitán del ejército republicano del Parlamento, Locke es una figura
emblemática que simboliza el paso que en Europa se va a producir de la
teología protestante al pensamiento de las luces. En su pensamiento se advierte
de un modo nítido el cambio acontecido en la Inglaterra del siglo XVII, carac-
terizado por G. Cragg como la transición del puritanismo a la edad de la razón
(from Puritanism to the Age of Reason)1.
De otro lado, la teología protestante de Locke es heterodoxa (se entien-
de, en cuanto protestante). La heterodoxia protestante de Locke tiene su origen
en dos fuentes que, aunque diferenciadas en un principio, tienden progresi-
vamente a confundirse. Tales fuentes son el arminianismo calvinista (una re-
acción liberal frente a los excesos del dogmatismo calvinista) y el socinianismo,
un movimiento antitrinitario, heredero del humanismo renacentista y de los
grandes movimientos antieclesiásticos medievales, que hundía sus raíces en la
filosofía y teología nominalistas. A partir de la segunda mitad del siglo XVII,
los últimos defensores del socinianismo polaco (donde hasta entonces había
estado asentado), emigraron a Holanda, donde entraron en contacto, hasta
confundirse, con los movimientos teológicos heterodoxos de Holanda (armi-
nianos y menonitas). Allí, en su exilio holandés, conocerá y experimentará
Locke la atracción de sus ideas, a la vez teológicas y políticas.
En las palabras de la Epistle to the Reader, que dan inicio al Essay
concerning Human Understanding, confiesa Locke que la razón que le llevó a
escribir la magna obra que suponen los cuatro gruesos libros del Essay es la cla-
rificación de la naturaleza y límites del entendimiento humano. “Si fuera el caso
de aburrirte con la historia de este Ensayo, podría decirte que cinco o seis amigos
que, reunidos en mi habitación, discurrían sobre un argumento bastante alejado
de lo aquí tratado, se encontraron rápidamente en un punto muerto, a causa de
las dificultades que surgían por todas partes. Después de grandes esfuerzos sin
obtener la solución de aquellas dudas que los dejaban perplejos, se me ocurrió
pensar que nos hallábamos en un camino equivocado; y que antes de emprender
investigaciones de aquella índole, era necesario examinar nuestra facultad [de
2 Cf. The Works of John Locke in ten volumes (London 1823), printed for Thomas Tegg.
3 Una edición crítica de la obra ha sido realizada por a. W. Wainwright y publicada en oxford (1987) en dos volúmenes por
la editorial Clarendon Press con el título A Paraphrase and Notes on the Epistles of Saint Paul. en esta edición se incluye
el Essay for the Understanding of St Paul’s Epistles como prefacio general de la obra.
32 Leopoldo José Prieto López
4 J. LoCke, “rules of a society, which met once a Week, for their improvement in useful knowledge, and for the promoting of
Truth and Christian Charity”, en: The Works of John Locke, X, 313: “ii. That no person be admitted into this society, without
the suffrage of two thirds of the parties present, after the person, desiring such admission, hath subscribed to the rules con-
tained in this paper, and answered in the affirmative to the following questions: 1. Whether he loves all men, of what pro-
fession or religion soever?; 2. Whether he thinks no person ought to be harmed in his body, name, or goods, for mere spec-
ulative opinions, or his external way of worship?; 3. Whether he loves and seeks truth for truth’s sake; and will endeavour
impartially to find and receive it himself, and to communicate it to others?”.
5 Cf. “Preface by the editor”, en: The Works of John Locke, i, XXi.
6 Cf. J. Harrison – P. LasLeTT, The Library of John Locke (oxford 1965).
La teología de John Locke 33
para quien no conozca lo suficiente la figura de Locke. Del total de 3.641 libros
de que disponía su biblioteca, la materia más dotada es la teología, con 870
libros, lo que representa el 24% del total. Le sigue la medicina y farmacia, con
402 libros (11% del total). No se olvide que la única titulación universitaria ob-
tenida por Locke fue la de bachiller en medicina (physician, según la termi-
nología británica del momento). En tercer lugar se hallaban los libros de
política y derecho, con 390 ejemplares (un 10’7 %). A continuación, venían los
libros de literatura clásica, latín y griego, con 366 volúmenes (un 10%).
Después, en quinto lugar, los libros de geografía y viajes: 275 ejemplares
(un 7’5%). Por fin, en sexto lugar, los libros de filosofía, con un total de 269
libros (7’4%). Le seguían, en séptimo lugar, los libros de ciencia natural (240,
un 6’6%); en octavo, los de literatura moderna (210, un 5’8%); en noveno, los
de historia y biografía (187, un 5’1%); en décimo, los de economía (127, 3’5%);
seguido de libros de bibliografía, referencia y diccionarios (101, 2’7%). Una
cantidad final de libros de otras materias (204, 5’6%) cerraban el catálogo com-
pleto de la biblioteca de un hombre de letras en la que los libros de teología
tenían un volumen casi cuatro veces superior al de filosofía7.
En definitiva, no se trata de minusvalorar la evidente importancia de
Locke como filósofo, sino de llamar la atención sobre un aspecto destacado de
los intereses y de la obra de Locke, poco conocido por la cultura académica
no especializada, que nos permite hablar con verdad de Locke como teólogo.
* * *
10 Cf. nUovo, “Locke’s Theology 1694-1704”, en: m. a. sTeWarT (ed.), English Philosophy in the Age of Locke (oxford 2000)
184-194.
11 v. nUovo, 188.
12 Cf. J. marsHaLL, “Locke, socinianism, “socinianism” and Unitarianism”, en: m. a. sTeWarT (ed.), 111-182.
La teología de John Locke 35
13 Cf. m. sina, Introduzione a Locke (roma – Bari 2006). entre otros escritos de este mismo autor sobre la temática religiosa
de Locke se encuentran también: m. sina (ed.), J. Locke: Scritti filosofici e religiosi (milano 1979); m. sina (ed.), J. Locke,
Scritti etico-religiosi (Torino 2000); L’avvento della ragione: “Reason” e “above Reason” dal razionalismo teologico inglese
al deismo (milano 1976). relacionados con esta temática, dada la relación teológica instaurada en Holanda entre Le Clerc
y Locke, cf. también m. sina (ed.), Vico e Le Clerc: tra filosofia e filologia (napoli 1978); m. sina – m. G. ZaCCone (eds.), J. Le
Clerc: Epistolario (firenze 1987-1997) 4 vols.
14 Cf. J. LoUGH (ed.), Locke’s Travels in France 1675-1679, as related in his Journals, Correspondance and other Papers (Cam-
bridge 1953).
15 La polémica teológica Locke-edwards la componen los siguientes escritos: J. edWards, Some thoughts concerning the se-
veral causes and occasions of Atheism, especially in the present age, with some brief reflections on Socinianism, and on
a late book entitled, The reasonableness of Christianity as delivered in the Scriptures [...], London, printed for J. robinson
and J. Wyat, 1695; J. LoCke, A Vindication of the Reasonableness of Christianity, &c. from Mr. Edwards’s Reflections; J. ed-
Wards, Socinianism unmask’d: A discourse shewing the unreasonableness of a late writer’s opinion concerning the neces-
sity of only one article of Christian faith, and of his other assertions in his late book, entituled, The reasonableness of Chris-
tianity as deliver’d in the Scriptures, and in his vindication of it [...], London, printed for J. robinson and J. Wyat, 1696;
J. LoCke, A second Vindication of the Reasonableness of Christianity. otras obras de John edwards de temática antisocinia-
na son las siguientes: The Socinian Creed, or, A brief account of the professed tenents and doctrines of the foreign and En-
glish Socinians [...], London, printed for J. robinson and J. Wyat, 1697; Preservative against Socinianism, shewing the direct
opposition between it and the Christian religion, particularly in those two great fundamental articles of our faith, concerning
original sin, and the redemption of the world by the death and sufferings of our blessed Saviour, oxon, printed at the Thea-
ter for H. Clements, 1698.
16 La polémica teológica Locke-stillingfleet se contiene en dos escritos de Locke y otros dos de stillingfleet: J. LoCke, A Letter
to the right reverend Edward, Lord Bishop of Worcester, concerning some passages relating to Mr. Locke’s Essay of human
Understanding, in a late Discourse of his lordship’s, in Vindication of the Trinity (1696); e. sTiLLinGfLeeT, The Bishop of Worces-
ter’s Answer to Mr. Locke’s Letter concerning some Passages relating to this Essay of Human Understanding, London, prin-
ted by J. H. for Henry mortlock at the Phoenix in st. Paul’s Church Yard, 1697; J. LoCke, Mr. Locke’s Reply to the right re-
verend the Lord Bishop of Worcester’s Answer to his Letter, concerning some passages relating to Mr. Locke’s Essay of
human Enderstanding, in a late Discourse of his Lordship’s, in Vindication of the Trinity (1697); e. sTiLLinGfLeeT, The bishop
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san Pablo. Además de las obras propiamente dichas, hay que considerar asi-
mismo los manuscritos inéditos de contenido teológico, cuyas temáticas van
desde la Sagrada Escritura, teología fundamental, cuestiones de Trinidad
(según el punto de vista de los unitarios), cristología, eclesiología, hasta la an-
tropología teológica, ética y escatología17.
A la vista de tal cantidad de temáticas18 y escritos varios de contenido
teológico no cabe sino asentir a la afirmación de Sina sobre la centralidad de
la teología en la obra de Locke: “Quien escribe ha llegado a la convicción, des-
pués del examen de la amplia producción tanto impresa como inédita de
Locke, de la centralidad del problema teológico en la especulación del filósofo
inglés como también en la cultura anglo-holandesa del tiempo. Siguiendo, ade-
más, las etapas sucesivas de la maduración del pensamiento filosófico y
of Worcester’s answer to Mr. Locke’s second letter, wherein his notion of ideas is prov’d to be inconsistent with itself, and
with the articles of the Christian faith, London, printed by J. H. for Henry mortlock ..., 1698. otras obras de e. stillingfleet,
de contenido teológico, escritas en el contexto del naciente deísmo británico, son las siguientes: A letter to a Deist, in an-
swer to several objections against the truth and authority of the scriptures, London, printed by W.G., 1677; Origines sacræ,
or, A rational account of the grounds of Christian faith, as to the truth and divine authority of the Scriptures, and the matters
therein contained, London, printed by J. H. for Henry mortlock, 1680; The doctrine of the Trinity and transubstantiation com-
pared as to Scripture, reason, and tradition, in a new dialogue between a protestant and a papist, London, printed by J. d.
for W. rogers, 1687; A discourse concerning the nature and grounds of the certainty of faith, in answer to J. S., his Catholick
letters [...], London, printed for Henry mortlock, 1688; The mysteries of the Christian faith […], London, Printed by J. H. for
Henry mortlock, 1691; A discourse in vindication of the Doctrine of the Trinity, with an answer to the late Socinian objec-
tions against it from Scripture, antiquity and reason, and a preface concerning the different explications of the Trinity, and
the tendency of the present Socinian controversie [...], London, printed by J. H. for Henry mortlock, 1697.
17 Los principales manuscritos de Locke de contenido teológico son los siguientes: Of Ethick in general (c. 1686-1687?); Ethica
(1692); Sacerdos (1698); Adversaria theologica (1694); De S. Scripturae authoritate (1685); Immediate Inspiration (1687);
Scriptura sacra (1692); Essay on infallibility (1661); Queries Popery (1675); Ecclesia (1682); Error (1698); Philanthropy or The
Christian Philosopher’s (1675); An inward inspiration or revelation (december 1687); Pacifick Christians (1688); Newton’s
Two notable corruptions of Scripture [antes del 14 de noviembre 1690; con revisiones, 1691]; Peccatum originale (1692);
Scriptura Sacra (1692); Anima [antes de 1694]; Homo ante et post lapsum [antes de 1694]; Adam ante lapsum immortalis
[antes de 1695]; Life, Death (1695); Rewards [of] life & death (1695); Unitarian [1695]; Who righteous man (1696); Critique
of Bentley Of the revelation and the Messias [antes de 1696]; Redemption, Death [mayo de 1697 o después]; Prophetia
(1697); Spirit, soul, and body [1697 o después]; Resurrectio et quae sequuntur [1699?] ; Christianae religionis synopsis
(1702); An essay for the understanding St Pauls Epistles by consulting St Paul himself (esbozo, 1703); Synopsis Epistolarum
Pauli [1703 o 1704]; Volkelii Hypothesis lib. de vera religione (1704).
18 en definitiva, si hubiera de hacerse una relación de las temáticas teológicas que han interesado a Locke a lo largo de su
vida, encontraríamos: cuestiones de teología fundamental (razón y fe, así como Biblia y milagros), Trinidad (naturaleza,
esencia, persona e identidad personal), cristología (Cristo es el mesías prometido); cuestiones de antropología teológica
(pecado original), de soteriología (redención), de eclesiología y de escatología.
La teología de John Locke 37
* * *
23 J. LoCke, “Journal, 24 august 1676”, en: Essays on the Law of Nature, 415: “for every sect, as far as reason will help them,
makes use of it gladly, and where it fails them, they cry out that it is matter of faith and above reason”. La cita aparecerá
literalmente repetida en el Essay concerning human Understanding, iv, 18, 2.
24 es la posición exactamente contraria a la afirmación de Tomás de aquino en el Adoro te devote: “visus, gustus, tactus in
te fallitur, sed auditu solo tuto creditur”.
La teología de John Locke 39
de manera que confíen en el conocimiento de sus sentidos, que son “el fun-
damento más seguro que podemos tener de la certeza”. Y no es posible que
Dios haga uso de milagros para contradecir el dato del conocimiento natural
(sensible o racional). Tal cosa, piensa Locke, equivaldría a “destruir todo nuestro
conocimiento y confundir toda medida de fe y de razón”25.
Otra obra de Locke, poco conocida, a tomar en cuenta en el catálogo
de obras de temática (al menos en parte) teológica es La conducta del enten-
dimiento. Publicada tras su muerte por Anthony Collins (discípulo y amigo de
Locke) y por su sobrino Sir Peter King en 1706 en las Posthumous Works of Mr.
John Locke, la obra afronta muchas de las temáticas ya consideradas en el
Ensayo sobre el entendimiento humano, pero con la salvedad de que, en lugar
de presentar una fisiología del entendimiento humano, como hacía en el
Ensayo, aquí realiza un estudio sobre las patologías y las desviaciones del en-
tendimiento y los remedios para corregirlas. De especial importancia resultan
los capítulos octavo (Religion), décimo (Prejudice), vigésimo tercero (Theology)
y vigésimo cuarto (Partiality). En esta obra se presenta la teología como “una
ciencia incomparablemente más alta que las demás”, cuyo contenido es “el co-
nocimiento de Dios y sus criaturas, nuestros deberes hacia Él y las criaturas
y la consideración de nuestro presente y futuro estado”. La teología es “el con-
junto de todos nuestros conocimientos dirigidos a su fin verdadero, que no es
otro que el honor y la veneración del Creador y la felicidad del hombre”26. La
auténtica teología, dice Locke, es “la ciencia que ensancharía la mente de los
hombres, si se la estudiara o se la permitiera estudiar con la libertad, amor a
la verdad y caridad que ella enseña; y no se hiciera de ella, contrariamente
a su naturaleza, un motivo de luchas, alborotos, malignidad y estrechas impo-
siciones”27. La alusión a las actitudes morales (libertad, amor a la verdad y ca-
ridad) que el estudio de la verdadera teología suscita abre el camino a la
25 LoCke, “Journal, 26 agosto 1676”, en: Essays on the Law of Nature, 421-424.
26 LoCke, Of the Conduct of the Understanding, cap. XXiii: Theology: “There is indeed one science (as they are now distin-
guished) incomparably above all the rest, where it is not by corruption narrowed into a trade or faction, for mean or ill ends
and secular interests; i mean theology, which, containing the knowledge of God and His creatures, our duty to him and our
fellow-creatures, and a view of our present and future state, is the comprehension of all other knowledge directed to its
true end, i.e. the honour and veneration of the Creator and the happiness of mankind”.
27 LoCke, Of the Conduct of the Understanding, cap. XXiii: Theology: “This is that science which would truly enlarge men’s
minds, were it studied, or permitted to be studied, every where with that freedom, love of truth and charity, which it
teaches, and were not made, contrary to its nature, the occasion of strife, faction, malignity, and narrow impositions”.
40 Leopoldo José Prieto López
* * *
28 Las citas de esta obra se toman de la edición latina-inglesa de r. kLiBanskY – J.W. GoUGH (eds.), Epistola de tolerantia/A
letter on toleration (oxford 1968).
29 J. LoCke, Epistola de tolerantia (Edt), 58: “Quaerenti tibi, vir clarissime, quid existimem de mutua inter Christianos tolerantia,
breviter respondeo hoc mihi videri praecipuum verae ecclesiae criterium”. Las cursivas son mías.
La teología de John Locke 41
30 Cf. Edt, 58: “Quicquid enim alii jactant de locorum et nominum antiquitate vel cultus splendore, alii de disciplinae reforma-
tione, omnes denique de fide orthodoxa (nam sibi quisque orthodoxus est): haec et hujusmodi possunt esse hominum de
potestate et imperio contendentium potius quam ecclesiae Christi notae”.
31 Cf. Edt, 58.
32 Edt, 58.
33 Cf. Edt, 58: “an vero illi qui religionis praetextu alios vexant, lacerant, spoliant, jugulant, id amico et benigno animo agant,
ipsorum testor conscientiam”.
34 Cf. Edt 60.
35 Edt, 62.
36 Cf. Edt, 64.
42 Leopoldo José Prieto López
37 Edt, 64: “respublica mihi videtur societas hominum solummodo ad bona civilia conservanda promovendaque constituta.
Bona civilia voco vitam, libertatem, corporis integritatem et indolentiam, et rerum externarum possessiones, ut sunt lati-
fundia, pecunia, et cetera”.
38 Edt, 66.
39 Edt, 70.
40 Edt, 70: “ecclesia mihi videtur societas libera hominum sponte sua coeuntium, ut deum publice colant eo modo quem cre-
dunt numini acceptum fore ad salutem animarum”.
La teología de John Locke 43
* * *
43 Edt, 74.
44 J. LoCke, The Reasonableness of Christianity (RC), Preface, 3: “The little satisfaction and consistency that is to be found in
most of the systems of divinity i have met with, made me betake myself to the sole reading of the scriptures (to which they
all appeal) for the understanding the Christian Religion […]”. Las cursivas son mías. Las citas de esta obra están tomadas
de: J. HiGGins-BiddLe (ed.), John Locke, The Reasonableness of Christianity (oxford 1999).
45 Cf. sina, Introduzione a Locke, 114.
La teología de John Locke 45
46 RC, Preface, 3: “The little satisfaction and consistency that is to be found in most of the systems of divinity i have met with,
made me betake myself to the sole reading of the Scriptures […]”. Las cursivas son mías.
47 H. GroTiUs, “de dogmatis utilibus [más tarde, ritibus] et gubernatione ecclesiae Christianae”, en: Hugonis Grotii Opera
omnia teologica in tres tomos divisa, apud mosem Pitt, Londini 1679, iii, 752.
48 RC, 112: “These two, faith and repentance, i. e. believing Jesus to be the messiah, and a good life, are the indispensable
conditions of the new covenant, to be performed by all those who would obtain eternal life. The reasonableness, or rather
necessity of which, that we may the better comprehend, we must a little look back to what was said in the beginning”.
46 Leopoldo José Prieto López
49 RC, 139.
50 RC, 141.
51 Cf. RC, 141-164.
52 RC, 169: “These are articles that the labouring and illiterate man may comprehend”.
53 Cf. RC, 118-119.
La teología de John Locke 47
* * *
humanos y como perspectiva fundamental desde la que Locke afronta los pro-
blemas políticos y religiosos que preocupan a la sociedad inglesa de su tiempo.
Una razón que para Locke es una suerte de revelación, una revelación natural,
con la que “el eterno Padre de la luz y fuente de todo conocimiento comunica
a la humanidad la parte de verdad puesta por Él en el ámbito de sus facultades
naturales”. A su lado, la revelación propiamente dicha es la razón natural (o
revelación natural) extendida (natural reason enlarged). La idea aparece ex-
presada así en el Ensayo: “La revelación es la razón natural extendida por una
nueva serie de descubrimientos, comunicados inmediatamente por Dios y de
los que la razón garantiza la verdad mediante los testimonios y las pruebas,
presentadas por ésta, de que tales descubrimientos vienen de Dios”. Estando
así las cosas, “quien abandona la razón para dar paso a la revelación, apaga
la luz de ambas y hace como quien persuadiera a un hombre de arrancarse
los ojos para mejor percibir, por medio de un telescopio, la luz lejana de una
estrella invisible”56.
He aquí un texto que expresa claramente la concepción de Locke sobre
la relación de lo natural y lo sobrenatural. La fe, el conocimiento sobrenatural,
no es sino la extensión de nuevos descubrimientos de la única luz que brilla
en el hombre, la razón. Lo sobrenatural, por tanto, es el aumento en cantidad
y extensión de la luz natural y no comporta transición alguna a otro plano de
realidad, como sería, en efecto, el ámbito del misterio. Por eso no existen los
misterios. La fe se racionaliza. Y la fe racional previene y cura las viejas ten-
dencias aberrantes del género humano: el entusiasmo (o fanatismo, que “de-
jando de lado la razón, querría establecer la revelación sin ésta, viniendo, sin
embargo, a anular ambas, al sustituir ésta por las absurdas fantasías de su
propio cerebro”57) y la intolerancia. Así, eliminando del plano religioso el irra-
cionalismo, se hace posible una razonable tolerancia.
56 J. LoCke, Essay concerning human Understanding, iv, 19, 4. La aparente semejanza de la fórmula de Locke (“so that he that
takes away reason, to make way for revelation”, “quien abandona la razón para dejar paso a la fe [revelación]”) a la de kant
(“ich mußte also das Wissen aufheben, um zum Glauben Platz zu bekommen” [krv, B XiX], “debí superar la razón para dejar
espacio a la fe”) sobre el tipo de relación que se entabla entre fe y razón, esconde una solución diametralmente opuesta:
para Locke quien apaga la luz de la razón, apaga igualmente la luz de la fe; mientras que para kant apagar la luz del enten-
dimiento, como facultad de conocimiento de objetos, es condición necesaria para encender la luz de la fe.
57 Essay concerning human Understanding, iv, 19, 3.
La teología de John Locke 49
58 H. r. mCadoo, The Spirit of Anglicanism (London 1965) 5: “The disagreement between Anglican and Puritan began with
questions of church order and not of teaching, and it has been said that there was hardly one of the elizabetan bishops who
was not a Calvinist”.
59 G. r. CraGG, From Puritanism of the Age of Reason (Cambridge 1966) 14.
50 Leopoldo José Prieto López
60 Cf. m. mieGGe, voz “Puritanisme”, en: P. GiseL, Encyclopédie du protestantisme (Paris – Genève 1995) 1234: “surgido bajo
el reinado de isabel i, el movimiento puritano se propuso ir más allá del compromiso que había dado origen a la iglesia de
inglaterra. Pretendía la purificación de los todavía abundantes residuos de catolicismo presentes en la iglesia anglicana en
los ritos, en la práctica de los sacramentos y en la constitución episcopal. el proyecto puritano suscitó la hostilidad creciente
del alto clero y de la corona. el sucesor de isabel i, Jaime i, pensaba con razón que la abolición del episcopado habría en-
trañado la caída de la monarquía (No bishop, no king). La previsión se realizó, en efecto, algunos años más tarde, en 1649,
después de la victoria del Parlamento y de la New Model Army de olivier Cromwell sobre el rey Carlos i. Pero en el apogeo
de la revolución inglesa, el proyecto de reforma puritano fracasó. a los presbiterianos, partidarios de una iglesia nacional,
solidamente organizada y homogénea en el plano doctrinal, opusieron los independientes y los baptistas los principios de
la libertad religiosa y de la separación entre iglesia y estado. Puesta en jaque por sus divisiones internas, y después por la
restauración monárquica (1660) y de la iglesia episcopaliana (Acta de uniformidad, 1660), el proyecto puritano debió desa-
rrollarse en norteamérica, ejerciendo un influjo decisivo sobre la formación moral y política de la nueva inglaterra y, en fin,
sobre la constitución republicana y federal de los estados Unidos”.
61 John knox (1513-1572), reformador religioso escocés, fundó la iglesia presbiteriana en escocia. sacerdote católico fasci-
nado por la predicación del reformador escocés George Wishart, cuando éste fue ajusticiado por herejía, él mismo tomó su
lugar como predicador de la iglesia protestante local. se unió al ministerio de la iglesia de inglaterra y participó en la re-
dacción de Book of Common Prayer. Cuando maría Tudor, católica, subió al trono de inglaterra con el nombre de maría i
(1553), knox huyó a Ginebra. allí conoció a Calvino. a su regreso en escocia en 1559, knox apoyó una revuelta protestante
contra la regente, sostenida por las tropas francesas. Con la ayuda de la nueva reina de inglaterra, isabel i, el partido pro-
testante asumió el control del gobierno escocés.
62 Cf. e. Léonard, Storia del protestantesimo (milano 1971), ii, 104-105.
63 el absolutismo del que hicieron gala los estuardo y, en particular, Jaime i encontró una decidida oposición en las tendencias
democráticas, fuertemente arraigadas entre calvinistas y puritanos. así, la tradición política monarcómaca (antiabsolutista)
del calvinismo, que tomaba cuerpo en Holanda en la Politica methodice digesta (1603) de Johannes althaus (altusius), venía
a fortalecer las ideas democrático-constitucionalistas inglesas de origen medieval.
La teología de John Locke 51
tismo, “un soberano inglés no podía nutrir simpatía alguna hacia una iglesia
fundada sobre congregaciones bien organizadas, celosas de su propia
autonomía y dirigidas por asambleas democráticas en las que dominaban laicos
pertenecientes a la clase media”64.
El término puritano se emplea frecuentemente de un modo equívoco.
No indica tanto una orientación moral, como con frecuencia se cree, cuanto
la radicalidad protestante dirigida a la Iglesia de Inglaterra, considerada con-
descendiente con determinadas formas de liturgia y doctrina católicas. Se con-
sidera que el movimiento puritano fue fundado por un grupo de clérigos pro-
testantes ingleses, que, exiliados bajo el reinado de María Tudor y retornados
a Inglaterra a la llegada de Isabel I (1558), se constituyó en un activo movimien-
to dentro de la Iglesia de Inglaterra. En alianza con el creciente poder de las
clases de comerciantes, con la oposición parlamentaria a las prerrogativas
reales y, tras el 1630, con el presbiterianismo escocés, el puritanismo se convir-
tió pronto en la mayor fuerza política de Inglaterra. Tras la primera guerra civil
(1642-1646) conquistó el poder, abolió la monarquía y creó la república (Com-
momwealth). Después de la Restauración monárquica (1660) y del Acta de
uniformidad (1662), la mayor parte de los clérigos puritanos abandonó la
Iglesia de Inglaterra.
H. Hauser, reconocido estudioso del puritanismo, ha descrito bien el
contexto social e ideológico de este movimiento religioso. “El puritanismo sig-
nificaba también una tendencia, una actitud espiritual y no sólo un credo o un
partido, que no había llegado todavía [en el tiempo de Jaime I] a una abierta
hostilidad con el episcopado. Pero sobre todo, significaba una adhesión a la
letra de la Escritura, al culto en espíritu y en verdad, una disposición calvinista
a considerar superfluo, y frecuentemente contaminado de idolatrías papistas,
todo aquello que los hombres habían añadido a la Palabra de Dios. En la clase
media y en el artesanado; entre los comerciantes de las ciudades marítimas
para los cuales la lucha contra la España católica constituía un aspecto huma-
namente rentable de la fe protestante; entre la gentry que se había enriquecido
bajo los Tudor; y también entre la mayor parte de los Comunes, aumentaba
la simpatía hacia el más rígido calvinismo. Contra estos, la Iglesia de Inglaterra
se apoyaba en aquellos que, por razones de carrera, estaban interesados en
la conservación del edificio eclesiástico, así como en aquellos otros que se
sentían atraídos tanto por las ceremonias del ritual católico como por las fiestas
populares del old merry England, por aquellos que preferían las distracciones
paganizantes del tradicional domingo inglés y las representaciones dramáticas
al sábado triste y austero de los predicadores de ‘voz nasal’”65.
2. EL AR MINIA NI SM O HO L AN DÉ S: L OS RE M OST R A N TE S
sumario podríamos llamar racionalistas, como eran John Hales y los compo-
nentes del círculo de Tew: Lucius Cary, vizconde de Falkland y William Chi-
llingworth. Pero tras la muerte del príncipe Mauricio de Orange en 1625
cambió la suerte para el arminianismo en los Países Bajos. A partir de esta
fecha el movimiento fue no solo tolerado, sino autorizado a erigir iglesias y
escuelas. Fue entonces fundado el seminario de los arminianos o remostrantes
en Amsterdam, cuyo primer rector fue Episcopio y donde igualmente, al final
del siglo XVII, enseñaron van Limborch y Le Clerc, que tanta y tan profunda
influencia llegarían a ejercer sobre John Locke durante su larga estancia en
tierras holandesas.
Arminio, desde su cátedra de Leyden (1604-1609), polemizando contra
Gomar y los defensores del calvinismo más riguroso, se opuso no sólo a las
rígidas consecuencias del dogma de la predestinación, sino que rechazó im-
plícitamente la tesis de la interpretación infalible de la Biblia realizada por las
autoridades eclesiásticas, invocando al mismo tiempo el derecho de acudir di-
rectamente a la sagrada Escritura. Episcopio, discípulo de Arminio y sucesor
suyo al frente del naciente grupo arminiano, fue acusado ante los Estados Ge-
nerales holandeses de heterodoxia y perturbación del orden social. En defensa
de su ortodoxia respondió con los cinco artículos de su Confessio remostran-
tium, redactada en 1610, que se apoyaba en las dos ideas fundamentales de
Arminio, que se acaban de enunciar: defensa de la libertad humana (frente al
rígido predestinacionismo de la ortodoxia calvinista) y derecho personal de
acceso inmediato y de interpretación libre y racional de la Sagrada Escritura.
La Confessio remonstrantium no era, en realidad, una regla de fe pro-
puesta por Episcopio como guía necesaria, ni como único modo de recta com-
prensión o de formulación vinculante del mensaje cristiano67. Era una indica-
ción útil para la constitución de un cuerpo orgánico de verdades salvíficas.
Retornando a la meditación de los credos primitivos de las primeras iglesias y
a sus diversas formulaciones dogmáticas, la Confessio justificaba, por un lado,
la posibilidad de armonizar la presencia de un credo fundamental con la bús-
queda racional de sus artículos de fe, y, de otro lado, rechazaba la autoridad
eclesial en la constitución de las verdades de la fe. A modo de consideración
histórica, dice Episcopio: “Si se consultan los documentos antiguos de la Iglesia
67 Cf. s. ePisCoPiUs, “Confessio, sive declaratio, sententiæ pastorum, qui in foederato Belgio remonstrantes vocantur [Confessio
remonstrantium]”, en: S. Episcopius Opera teologica, ii, apud arnoldum Leers, roterodami 1665.
54 Leopoldo José Prieto López
se constata que no tuvieron otro consejo ni otro propósito o fin que, por medio
de los primeros Símbolos, Cánones eclesiásticos, Confesiones y declaraciones
de fe, dar a conocer no lo que debía ser creído, sino lo que de hecho creían”68.
De este modo, si como indica Episcopio, se considera la enseñanza eclesiástica
como expresión de la fe vivida (y no como regula fidei, que es una imposición
contraria a la libertad de examen y de adhesión racional de cada persona),
serán definitivamente cortados de raíz la intolerancia religiosa, el dogmatismo
sectario y las inútiles controversias. La propia Confessio Remonstrantium ma-
nifestaba abiertamente carecer de carácter vinculante stricto sensu. “Esta de-
claración no ha sido publicada con la intención de poner un nuevo lazo a las
conciencias o para prescribir por su medio una norma inamovible de fe o una
regla doctrinal en virtud de la cual las conciencias de los hombres queden con
detalle [praecise] obligadas ante Dios y de la que, por tanto, nadie, ni siquiera
levísimamente, pueda alejarse, así en las cosas y en las palabras como en el
método o en el modo de enseñar”69.
En breve, los aspectos centrales de la teología subyacente a la Confessio
remonstrantium eran los tres siguientes:
a) La prioridad de la caridad sobre las disputas teológicas, junto con la
insistente invitación a la tolerancia teológica (“!Ya es hora de que se tengan
por sagradas la concordia, la mansedumbre y la caridad cristianas¡”)70.
b) La exhortación a la paz y a la tolerancia (y el rechazo de toda ana-
tematización teológica, tan común entres las diversas facciones religiosas del
siglo XVII, como considerada gravemente contraria a la enseñanza evangélica)
tenía su justificación en la convicción de que la naturaleza y el fin de la teología
son esencialmente prácticos, no teóricos71.
68 ePisCoPiUs, ii, 71: “si priscos ecclesiae annales consulamus, non aliud fuit consilium, non alius scopus aut finis eorum, qui
primi ejusmodi symbola, Canones ecclesiasticos, Confessiones ac declarationes fidei suae ediderunt, quam ut per eas te-
statum facerent, non quid credendum esset, sed quid ipsi crederent”.
69 ePisCoPiUs, ii, 73: “non enim eo editur haec declaratio, ut novus conscientiarum laqueus hinc paretur, aut immota fidei norma
seu doctrinae regula per eam cuiquam praescribatur, quae scilicet conscientias hominum coram deo praecise obliget, et
proinde a qua nemini unquam vel levissime discedere liceat, puta neque in rebus neque in phrasibus, imo neque in methodo
aut modo docendi”.
70 ePisCoPiUs, ii, 73: “Tempus est, ut Christianae concordiae, mansuetudini et charitati sacra faciamus!”.
71 Cf. ePisCoPiUs, ii, 73: “Quippe veram Theologiam credimus mere practicam esse, non autem vel simpliciter, vel maxima et
potiore sui parte speculativam, et proinde quaecunque in ea traduntur, eo unice referenda, ut ad officium suum sedulo fa-
ciendum, et mandata Jesu Christi observandum acrius aptiusque homo inflammetur, atque animetur […] Qui enim dicit, se
Deum nosse, et mandata ejus non servat, mendax est et in eo Veritas non est. i ioa. 2,4”.
La teología de John Locke 55
forma”72. Entre ellos se John Hales, Jeremy Taylor y, sobre todo, William Chi-
llingworth.
William Chillingworth, el gran representante del liberalismo teológico
inglés en el período previo a la guerra civil, frecuentó con asiduidad la casa
de Falkland. La amistad con Laud, obispo de Londres, que se convirtió durante
un cierto tiempo en colaboración política, no le impidió oponerse ideológi-
camente a las convicciones eclesiales de los teólogos anglicanos. Tras una efí-
mera conversión al catolicismo ocurrida durante su estancia en Francia, regresó
en 1631 a Oxford, donde continuó ocupándose del estudio de los problemas
teológicos y escriturísticos. Chillingworth había abandonado la Iglesia católica,
pero no por ello su retorno a la Iglesia de Inglaterra fue incondicional. Sin una
oposición directa y específica a las exigencias del anglicanismo, rechazó
siempre suscribir los Treinta y nueve Artículos, la regla de fe fundamental de
la Iglesia anglicana, porque no estaba convencido de su validez, o sea de su
conexión con la sagrada Escritura. Los años de su permanencia en Tew, del
1635 al 1637, fueron los años de la gestación de su obra fundamental, The Re-
ligion of the Protestants (1638)73. Los encuentros, las discusiones y los estudios
allí realizados lo confirmaron en su convicción fundamental, a saber: se debe
prestar fe a la Escritura interpretada por la razón y no tratar de formular a
priori ningún sistema de fe o de moral.
La superación de la estrechez confesional era preconizada en la obra
de Chillingworth por medio del retorno a la sagrada Escritura, a la que se debía
acceder sin prejuicios de escuela. La Escritura debe ser la regla única de
conducta y única fuente de fe de todo cristiano. La auténtica actitud religiosa
protestante no estaba determinada por la conformidad a los decretos de un
concilio o a los estatutos de una confesión, sino por la aceptación integral del
texto sagrado: “The Bible, I say, the Bible only, is the religion of protestants”74.
La Biblia, no la Iglesia, es el órgano de la verdad y la única regla de fe. Frente
al libro sagrado se coloca el hombre únicamente con su inteligencia y con su
anhelo de búsqueda de la verdad. Sólo él es con su razón juez último en el
ámbito de la religión. La palabra de Dios se le ha dirigido a él personalmente
y él deberá escucharla con cuidado y descubrir su sentido y valor auténticos.
72 mCadoo, 12-13.
73 Cf. W. CHiLLinGWorTH, The Religion of Protestants: A safe Way to Salvation, printed by Leonard Lichfield (oxford 1638).
74 CHiLLinGWorTH, vi, n. 56.
La teología de John Locke 57
75 CHiLLinGWorTH, i, n. 5.
76 CHiLLinGWorTH, v, n. 96.
77 CHiLLinGWorTH, iv, n. 16.
58 Leopoldo José Prieto López
retiró a Eton, donde se dedicó por completo a un estudio profundo, sin dejar
por ello el trato con amigos y estudiosos, especialmente con los del círculo de
Tew, y en particular con Falkland y Chillingworth.
En torno al 1636 compuso un breve tratado, titulado Tract concerning
Schism and Schismaticks, que circuló en forma de manuscrito hasta la edición
anónima del 1642. Define el cisma como la innecesaria separación de los cris-
tianos de aquella porción de la iglesia visible de la que un tiempo atrás
formaban parte. Analizados algunos cismas occidentales, Hales denuncia como
causa de los mismos no sólo la diversidad de las opiniones, sino también la
ambición de los obispos y los abusos de la jerarquía eclesiástica78. Las ideas
recibidas de los círculos arminianos de Dordrecht se hallaban implícitamente
en este opúsculo, en particular las que propugnaban, de un lado, un irenismo
inspirado en la división entre dogmas fundamentales y dogmas colaterales de
la doctrina cristiana, y de otro, las que denunciaban la falta de competencia
de la autoridad eclesiástica para proponer la genuina verdad religiosa,
expresada en las Escrituras.
En definitiva, el racionalismo de Hales, como en el fondo el de los
demás miembros del círculo de Tew, se asentaba sobre los principios del hu-
manismo erasmiano, a saber: 1) insistencia en la necesidad de un examen
crítico y docto de la Escritura; 2) convicción de que las doctrinas fundamentales
de la religión están contenidas en pocos y fáciles pasajes de la Escritura; 3) ac-
titud escéptica sobre las doctrinas teológicas complejas y detalladas; 4) opti-
mismo sobre la capacidad moral y racional del hombre para alcanzar la propia
salvación; 5) convicción de que el mantenimiento de la paz y de la caridad es
más importante que la doctrina. Ideas todas ellas, como puede verse, que no
eran sino el eco inglés de la Confessio remonstrantium de Episcopio.
En 1647, en los momentos culminantes de la guerra civil y de la revo-
lución religiosa puritana, cuando la intransigencia puritana reformulaba del
modo más rígido la dogmática calvinista, Jeremy Taylor publicó su principal
obra, A Discourse of the Liberty of Prophesying (cuyo subtítulo añade: Showing
78 Cf. J. HaLes, “a Tract concerning schism and schismaticks”, en: The Works of the ever Memorable Mr. John Hales of Eton,
printed by robert and andrew foulis (Glasgow 1765), i, 131: “They do but abuse themselves and others that would perswade
us that bishops by Christ’s institution have any superiority over other men further than of reverence, or that any bishop is su-
perior to another further than positive order as agreed upon amongst Christians hath prescribed”. Cf. también J. TULLoCH, Ra-
tional Theology and Christian Philosophy in England in the Seventeenth Century (edinburgh – London 1874), i, 230.
La teología de John Locke 59
79 La Asamblea de Westminster celebró 1123 sesiones desde 1643 a 1648 en las que fueron elaborados cuatro grandes libros:
una nueva Confesión de fe (en Treinta y tres Artículos), un Catecismo (con una redacción mayor basada sobre Compendium
Theologiae de T. Wolleb, pastor de Basilea, y en una menor para uso de la juventud), un ordenamiento disciplinar (la Form
of Presbyterial Church Government and of Ordination of Ministers), y el Directory of the Public Workship of God. La asam-
blea había comenzado revisando y modificando en profundidad los XXXIX Artículos. La nueva confesión, que constaba de
XXXIII Artículos, suponía –en opinión de Léonard– “el más completo y más claro símbolo calvinista, por su decisión en de-
finir minuciosamente todo”: la predestinación era extendida incluso a los ángeles; la suerte póstuma de las almas dejaba
de contener misterio alguno, describiéndose con detalle el estadio y situación de éstas a la espera del juicio final y la re-
conjunción con sus respectivos cuerpos; la libertad de conciencia no podría ser contrapuesta a la “libertad cristiana” “ga-
nada por Cristo para los creyentes”. Para la historia de la asamblea de Westminster, cf. s. W. CarrUTHers, The Everyday
Work of the Westminster Assembly (Philadelphia 1943); a. f. miTCHeL – J. sTrUTHers, Minutes of the Sessions of the West-
minster Assembly of Divines (edinburgh-London 1874). Para el conocimiento de los aspectos teológicos y políticos son de
útil lectura: J. n. THomas, “The Contribution of the Westminster assembly to Christian Thought”: Union Seminary Quartely
Review (1943) 342-351; W. HaLLer, “The Word of God in the Westminster assembly”: Church History (1949) 199-219;
J. r. JoHnsTon, “a study in the Westminster doctrine of the relation of the Civil magistrate to the Church”: Westminster
Theological Journal (1949-1950) 13-20 y 121-136. entre los estudios generales sobra la revolución puritana, recordamos so-
lamente: W. a. sHaW, A History of the English Church during the Civil Wars and under the Commonwealth (London 1900);
J. B. TaTHam, The Puritans in Power (Cambridge 1913).
60 Leopoldo José Prieto López
80 HerBerT de CHerBUrY, De Veritate, prout distinguitur a Revelatione, a Verisimili et a Falso (Paris 1624), ed. fotost., Günther
Gawlick [ed.] (stuttgart – Bad Cannstat 1967) 220.
62 Leopoldo José Prieto López
82 e. foWLer, The Principles and Practices of Certain Moderate Divines of the Church of England, (greatly mis-understood) Truly
Represented and Defended; wherein some Controversies, of no mean Importance, are Succinctly Discussed: in a Free Dis-
course between two Intimate Friends, printed for L. Lloyd (London 1670) 41-42.
83 foWLer, 66.
La teología de John Locke 65
84 J. WiLkins, Of the Principles and Duties of Natural Religion, printed by a. maxwell (London 1675) 18.
85 J. GLanviLL, Essays on Several and Important Subjects in Philosophy and Religion, printed by J. d. for John Baker (London
1676) v, 6.
86 GLanviLL, i, 1.
66 Leopoldo José Prieto López
humana, sino su recto uso. Enseñando al hombre una prudente reserva y mo-
destia en las opiniones, desea que la razón no afirme como dogmáticamente
verdaderas lo que son especulaciones dudosas, es decir, que evite el dogma-
tizar (dogmatizing). La confianza en las conclusiones de una filosofía incierta
y fundada en prejuicios, como era para Glanvill el aristotelismo oxoniense, era
indicio de una grosera y estúpida ignorancia. La filosofía especulativa de la
escolástica no estaba en condiciones de proporcionar una aportación a nuestro
conocimiento, a diferencia de la nueva filosofía experimental, la real philo-
sophy. Nuestra razón, entonces, una vez bien dirigida, alejada de las especu-
laciones vanas y enderezada al estudio de la realidad física, estará en condicio-
nes de librarse del error y de conducir al hombre, también ella, a la verdad
religiosa. El cuarto Essay, dedicado a demostrar The Usefulness of Real Philoso-
phy to Religion, afirma que la razón, entendida ahora como facultad humana,
capaz del conocimiento del mundo sensible, es capaz de proceder más allá
de éste y de llegar al conocimiento de Dios y de las verdades de la religión.
De este modo Glanvill muestra su acuerdo con la teología física que se está
difundiendo por estos años en Inglaterra.
Con todo la obra más significativa de la teología anglicana de este pe-
ríodo es la perteneciente a John Tillotson, primado de Canterbury y el pre-
dicador por excelencia del Londres de la restauración. Más preocupado de
defender los derechos de los no-conformistas y de los librepensadores que
los privilegios de la iglesia anglicana, debió su fortuna sobre todo a la
claridad con la que supo percibir la nueva sensibilidad que se estaba impo-
niendo en su época. La obra de Tillotson como predicador y pastor está, en
efecto, en continuidad perfecta con las exigencias y las soluciones de los
principales representantes de la teología anglicana de la segunda mitad del
siglo XVII. Recibió el influjo de John Wilkins, de cuya obra Of the Principles
and Duties of Natural Religion, realizó la edición póstuma y escribió un Pre-
face. En él muestra su completa adhesión a las soluciones propuestas por
Wilkins, afirmando que “los grandes principios de la religión, la existencia
de Dios y de una vida futura encuentran firme y estable fundamento en la
naturaleza y en la razón humana”87 e indicando cómo la enseñanza ética de
Cristo, a saber el amor a Dios y al prójimo, está ya “inscrita en nuestro co-
razones y es sentida por la conciencia de todo hombre como obligación se-
87 J. TiLLoTson, Preface to J. WiLkins, Of the Principles and Duties of Natural Religion, iii.
La teología de John Locke 67
88 TiLLoTson, iv.
68 Leopoldo José Prieto López
89 PH. van LimBorCH, Theologia Christiana ad praxim pietatis ac promotionem pacis Christianae unice directa, apud H. Wetste-
nium (amstelaedami 1686).
90 Cf. Mémoires pour l’Histoire des Sciences et des beaux Arts (MT), Trévoux, Juillet-août 1701, 37-44.
La teología de John Locke 71
91 Cf. MT, 39: “il rejette toutes sortes de Traditions, et s’attache uniquement à l’ecriture sainte. Cependant quand il est ques-
tion de décider quels sont les livres saints et de distinguer les livres Canoniques de ceux qu’on traitte apocryphes, l’auteur
oublie pour un moment ce qu’il s’étoit proposé; et il a recours malgré qu’il en ait, à l’autorité des Peres et à la tradition de
l’eglise”.
92 Cf. MT, 39-40: “il ne met au nombre des livres de l’ancien Testament que les vingt-deux qui se trouvent dans l’ancien Canon
des Juifs. Pour les autres qui n’ont pas été reconnus si-tôt, il n’oblige point les Chrétiens à les recevoir: il prétend même
que ces livres contiennent des faussetez et des contradictions. il n’en use pas ainsi au regard des livres .du nouveau Tes-
tament: il leur fait grace à tous, sans en excepter ny ceux Luther et ses sectateurs ont retranchez, ny ceux qui n’ont pas
d’abord été reçus par toutes les eglises: en quoy mr. de Limborch ne s’accorde gueres avec luy-même”.
93 Cf. MT, 40: “L’auteur met uniquement au nombre des articles fondamentaux de la religion, ceux que l’ecriture sainte dit en
termes formels être nécessaires au salut, ou qui suivent de ceux-cy par des consequences si claires, qu’elles ne puissent
être contestées de personne. d’où l’on peut inférer, comme mr. de Limborch le reconnoît luy-même, que les points fonda-
mentaux de la foy et les articles nécessaires au salut sont en bien petit nombre. mais avec tout cela la difficulté est de les
déterminer chacun en particulier, et c’est ce qu’on ne fera jamais dans les principes des Tolerans. il prétend que tous ceux
qui respectent l’ecriture et qui croyent les articles fondamentaux sont dans la voye de salut, et qu’on ne doit point se sé-
parer de leur communion”.
94 Cf. van LimBorCH, 432 : “objectum fidei Christianae in specie est omne verum ad salutem aeternam creditu necessarium:
Quia autem illud unica veritate nititur, Jesum esse Christum, ideo illud communiter fidei Christianae objectum in scriptura
dicitur, quasi praeter id nihil a nobis credendum exigatur”. Tras una larga serie de citas bíblicas concluye Limborch: “Cre-
dere, ergo, Jesum esse Christum, seu filium dei aliud nihil denotat, quam Jesum esse salvatorem illum eximium et diu pro-
missum, cui homines salvandi munus a Patre impositum est, quique ut muneri illi inauguretur a Patre suo spiritu sancto
unctus est”.
72 Leopoldo José Prieto López
95 Cf. van LimBorCH, 432 : “fides operum bonorum sterilis esse nequit”.
96 van LimBorCH, 441.
97 Cf. van LimBorCH, Historia Inquisitionis, apud H. Wetstenium (amstelodami 1692). en la página 3ª de Epistola dedicatoria de
esta Historia Inquisitionis se puede leer: “volui in ea inquisitionem, non fuco incrustatam, nec alienis et tetris coloribus detur-
patane, sed vivis ac genuinis depinctam rappraesentare; hoc est, ex variis, non a romana ecclesia dissidentium, sed ne ullus
calumniae fit locus, Pontificiorum doctorum, quin et inquisitorum scriptis, horrendi illius Tribunalis, quod se sanctitatis titulo
maxime jactat, vivam exibere delineationem, qua amplissima illa inquisitoribus concessa potestas, crudelissimae illius legis,
et iniusta procedendi ratio, ab omnium tribunalium ratione recedens, toti pateret orbi”. La obra de Limborch fue modificada en
una traducción al inglés en 1826 cuyo título es significativo: The history of the Inquisition, as it has subsisted in France, Italy,
Spain, Portugal, Venice, Sicily, Sardinia, Milan, Poland, Flanders, &c. &c. with a particular description of its Secret Prisons,
La teología de John Locke 73
modes of torture, style of accusation, trial, &c. Abridged from the work of Philip Limborch, professor of divinity at Amsterdam.
Introduced by an historical survey of the Christian Church and illustrated by extracts from various writers, and original
manuscript. Interesting particulars of persons who have suffered the terrors of that dark and sanguinary tribunal, and political
reflections on its revival in Spain, by the decree of Ferdinand VII, printed for W. simpkin and r. marshall (London 1816).
98 van LimBorCH, Theologia Christiana, 898-899.
99 Cf. van LimBorCH, 899-900: “dices: Qui unum dogma solvit, totam doctrinam solvit; perinde ut qui unum annulum solvit in-
tegram catenam dissolvit. resp.: similitudo admodum dissimilis; non enim eo modo doctrinae christianae dogmata connec-
tuntur, ut uno ignorato tota doctrina dissolvatur; alias dicendum, qui in minimo errat, eum etiam totam religionem abnegare.
melius huc applicatur similitudo a vita hominis desumta, quam ex Gregorio nysseno proponit, latiusque diducit et amplifìcat
archiepiscopus armachanus: Alia membra comparata sunt προς το ζην [...] absque quibus foret, homo non viver et; Alia
vero προς το ευ ζην ad jucunde vivendum: quae videlicet honorum sint velut additamen-tum profecta de benigna largitate
naturae, efficientis per haec ut jucunde homo viveret”.
100 se cita el pasaje 1 Cor 3,10-11.
101 Cf. van LimBorCH, 900: “maxima est praesumptio, definire omnes errores esse fundamentales. 1. aut enim ipsis dicendum
est, se in nullo, ne minimo quidem dogmate errare; quod summae praesumtionis est, et humanam excedit sortem: aut si,
homines cum sint, nihil humanum a se alienum fateantur, suopte judicio e regno coelorum excluduntur. 2. necesse est ut
omnes, etiam in minimis errantes, aeternae damnationis reos pronuntient”.
74 Leopoldo José Prieto López
Así pues, si como la Escritura misma nos permite afirmar, las verdades de fe no
son todas igualmente necesarias para la salvación, se podrá defender dentro de
la religión cristiana la pluralidad de confesiones: “entre aquellos que disienten en
artículos no necesarios, debe ser puesta en práctica la mutua tolerancia” (inter di-
sidentes in articulis non necessariis, mutuam colendam esse tolerantiam)102. Así
pues, la distinción entre verdades fundamentales y verdades no fundamentales es,
según van Limborch, la raíz teológica de la doctrina de la tolerancia103. También
aquí encontramos unas ideas que han sido recibidas por Locke prácticamente sin
modificación alguna.
Por tanto, la justificación de tolerancia encuentra en Locke, como antes
lo hacía en van Limborch, motivos no sólo jurídico-políticos, sino sobre todo bí-
blicos y teológicos. El concepto mismo de tolerancia adquiere en ambos teólogos
un estricto valor teológico. Locke había escrito sobre la tolerancia un manuscrito
en el que delineaba la fisonomía espiritual de los Cristianos pacíficos (Pacifick
Christians). En este texto, escrito un año antes de la primera edición de la
Epistola de Tolerantia, en estrecha consonancia con las ideas de van Limborch,
después de haber tratado de limitar la amplitud del credo a la extensión esencial
de aquellas verdades estrictamente indispensables a la salvación, y después de
haber interpretado el cristianismo como una religión de caridad y de imitación
de Cristo y no en el sentido de una ciencia nocional, propone un código de
comportamiento religioso, que es la plasmación concreta de la concordia y de
la tolerancia. Las palabras de van Limborch que exhortaban a la concordia
religiosa no sólo a los magistrados y a los sacerdotes, sino también a los fieles,
eran retomadas y propuestas nuevamente por Locke: “Consideramos que es un
deber indispensable de todos los cristianos mantener el amor y la caridad, aún
dentro de la diversidad de opiniones. Y esta caridad es entendida por nosotros
no como una palabra vacía, sino como indulgencia efectiva y como esfuerzo de
buena voluntad para conducir a los hombres a la comunión, a la amistad y a la
mutua asistencia tanto en las cosas externas como en las espirituales”104.
7. EL M OVIMI E NTO S O CI NI A NO
nuestro Señor Jesucristo, es aquel Dios Uno de Israel, y que al hombre, Jesús
Nazareno, que nació de la virgen, y a ningún otro después o antes de él, re-
conocen y confiesan como Hijo unigénito de Dios” (Catechesis Ecclesiarum
quae in Regno Poloniae et magno Ducatu Lithuaniae, et aliis ad istud Regnum
pertinentibus provinciis, affirmant, neminem alium, praeter Patrem Domini
nostri Iesu Christi, esse illum unum Deum Israëlis: hominem autem illum Iesum
Nazarenum, qui ex virgine natus est, nec alium, praeter aut ante ipsum, Dei
Filium unigenitum et agnoscunt et confitentur). Pero fuese más o menos ex-
tremista, la actitud antitrinitaria no era la única nota de la doctrina de los Her-
manos polacos. Eran, también anabaptistas. Atribuían por ello una particular
importancia al bautismo de los adultos. Ya en el campo político, no reconocían
la legitimidad del Estado, del que rechazaban las obligaciones militares y el ju-
ramento. Las dificultades internas y externas que debió soportar esta forma de
protestantismo disidente de la Europa oriental lo habrían llevado a su desapa-
rición si no hubiera encontrado en el italiano Fausto Sozzini un jefe enérgico
y circunspecto, que lo hizo sobrevivir muchos años.
Harnack ha hecho un interesante análisis del origen del socinianismo
en su Dogmengeschichte. El socinianismo es, en su opinión, herencia del hu-
manismo y de los grandes movimientos antieclesiásticos medievales (con raíces
en la filosofía y teología nominalistas), influida posteriormente por la reforma
protestante. Tres elementos se hallan presentes en su seno: un elemento crí-
tico-humanístico, otro escotista-pelagiano y otro, finalmente, anabaptista. En
el socinianismo se despliegan libremente las ideas críticas y racionalistas de
la teología eclesiástica de los siglos XIV y XV, al tiempo que se hacen presentes
los impulsos de la reforma y de la edad moderna (renacimiento), que proba-
blemente llegan a ser los elementos más relevantes105.
El antitrinitarismo llegaba a su consecuencia más palpable con la ne-
gación de la divinidad de Cristo, especialmente clara entre un grupo de autores
del Renacimiento italiano. El vínculo entre humanismo y nominalismo produjo
en Italia un antitrinitarismo adopcionista o arriano, que consideraba la elimi-
nación de las doctrinas de la divinidad de Cristo y de la Trinidad como puri-
ficación y aligeramiento necesarios de la religión. En su lugar aparecía un
Cristo creado y un Dios único de cuya existencia se quiere dar prueba
apelando a la Escritura. De estas ideas es aquel grupo de teólogos que salen
105 Cf. a. von HarnaCk, Storia del dogma (Torino 2006) 431.
La teología de John Locke 77
de Italia durante el siglo XVI fuera de sus fronteras: Camillo Renato, Giorgio
Blandrata, Giovanni Valentino Gentile, Bernardino Occhino y, finalmente, los
hermanos Sozzini, Lelio y Fausto.
Tras una larga historia de dramáticos episodios, el socinianismo, inicial-
mente asentado en Polonia, entró en estrecha relación con el arminianismo
holandés, desembarcó en Inglaterra y más tarde emigró a los Estados Unidos.
* * *
106 Cf s. PrZYPkoWski, “dissertatio super hisce operibus”, en: Bibliotheca Fratrum Polonorum, i: Fausti Socini Senenesis Opera
omnia, in duos tomos distincta, irenopoli, post annum domini 1656. Los folios de la introducción no están numerados. La
atribución a Przypkowski es segura porque este escrito se encuentra reproducido en la edición completa de sus obras, “Co-
gitationes sacrae ad inituium evangelio matthaei et omnes epistolas apostolicas”, eleutheropoli, anno salutis 1692, en: Bi-
bliotheca Fratrum Polonorum, iX, 429-436.
107 Para la biografía de a. Wiszowaty, cf. f. s. BoCk, Historia Antitrinitariorum, maxime Socinianismi et Socinianorum, i, re-
giomonti et Lipsiae 1774, 1010-1029; e. m. WiLBUr, A History of Unitarianism: Socinianism and its Antecedents, i (Berkeley
[California] 1945) 510-521.
La teología de John Locke 79
108 el título completo es Religio rationalis seu de rationis iudicio, in controversiis etiam Theologicis, ac religiosis adhibendo,
tractatus. La obra fue publicada por primera vez en 1685, sin indicación del lugar de edición. Una edición crítica moderna,
a la que se reenvía en todas las citas, fue publicada en varsovia en 1960 por Ludwik Chmaj, daniela Gromska y victor
Wasik.
109 a. WisZoWaTY, Religio rationalis, 2: “veritatis divinae, praesertim salutaris, cum pietate coniuncta notitia magnum est ge-
neris humani bonum, ideoque magna cura quaerendum, ne veluti coeci in tenebris versantes, ab erroribus intellectus ad
errores morum, quod pronum est, delabamur. Praeter coetera, experientia docet, homines qui erroneas circa religionem opi-
niones fovent, facile alios a se dissidentes pro haereticis damnare, tum vexare atque affligere, ac postquam contra rationem
credere assueverunt, etiam aliis in rebus contra rationem ut agant assuescere”.
80 Leopoldo José Prieto López
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110 WisZoWaTY, 65-66: “Haec igitur cum ita se habeant, quid restât, nisi ut tandem aliquando in diversis Christianorum sectis ho-
mines, si modo vere homines id est rationalia animalia esse velint, oculos animi ac rationis aperiant, nec eos sibi a quoquam
occludi aut obnubilati sinant, quorum ductu usi ipsi in religionis verae ac rationi consentaneae luce, non in errorum ac supers-
titionum sub mysteriorum titulo latentium; caligine ambulent; ne quorundam hominum parum sani cerebri figmenta quasi di-
vina oracula mordicus teneant neve religionem Christianam rationali cultu decoram, irrationalium absurdorum mistura infamem
reddant, atque hominibus ab ipsa alienis, non solum atheis, sed tum ethnicis, tum deistis, tum iudaeis, tum mahometanis, abo-
minandam ac deridendam praebeant, eosque ab ea suscipienda scandalo dato avertant”. Las cursivas son mías.
La teología de John Locke 81
el poder. Sus Twelve Arguments aganist the Deity of the Holy Spirit (1647) fueron
condenados a las llamas. Desafiando la pena de muerte que, desde 1648, ame-
nazaba a los socinianos, publicó ese mismo año una Confesión de fe y unos
Testimonios de Padres de la Iglesia que, salvando la Trinidad, hacían de Cristo
un hijo subordinado a Dios y del Espíritu Santo la cabeza de los ángeles.
Liberado momentáneamente en 1651, formó la primera comunidad sociniana
de Inglaterra. Su acción fue proseguida en Chelteham por John Cooper y en
Londres por John Knowless y, sobre todo, por el industrial y filántropo Thomas
Firmin, conocido benefactor de los hugonotes refugiados en Inglaterra.
Protector y sucesor de Biddle, Firmin (1632-1697) no había roto con la
iglesia anglicana más liberal. Fue amigo personal de Tillotson, de quien se sos-
pechaban ideas socinianas. Tillotson, el futuro primado de Canterbury, escribía
al arzobispo Burnet que “estaría contento si la Iglesia se desembarazase de
una vez del Credo de Atanasio”. En cualquier caso, Firmin proveyó a los gastos
de las ediciones de obras socinianas (la colección de los Old Unitarian Tracts,
a partir de 1691, la traducción del De uno Deo patre, de John Crell de 1665,
y el The Naked Gospel, de Arthur Bury, de 1689).
Finalmente, la historia de Daniel Whitby y de William Whiston mostrará
cómo se produce el paso de la ortodoxia al unitarismo sociniano. Ex fellow
del Trinity College de Oxford, Daniel Whitby (1638-1726) se dio a conocer con
la polémica anticatólica, con el unionismo entre los protestantes y con la
perfecta ortodoxia anglicana, defendida en 1691 en un Tractatus de vera Christi
Deitate. Pero el trabajo como crítico del dogma lo llevó en breve a combatir
también la confusa noción de Trinidad, cuestión imposible y llena de absurdos
y de las más groseras contradicciones.
Con William Whiston (1667-1752) la exégesis bíblica culmina en la ne-
gación del cristianismo tradicional. Sucesor de la cátedra lucasiana de mate-
máticas ocupada por Newton en Cambridge, divulgó el antitrinitarismo, hasta
que en 1710 perdió la cátedra por sus ideas, que abogaban por el retorno a
cristianismo anterior a las definiciones teológicas. Su obra en cinco volú-
menes, Primitive Christianity revived (1711-1715) atacaba abiertamente la di-
vinidad de Cristo. En la Primitive Eucharist revived (1717) se expresaba contra
la Eucaristía. En el Primitive New Testamet in english (1745) añadía al canon
una treintena de apócrifos y de otros textos antiguos. Intentó formar, sin salir
de la iglesia, una efímera Society for promoting Primitive Chritsianity. Final-
mente, fuera ya del anglicanismo, promovió una comunidad cristiana
82 Leopoldo José Prieto López
primitiva y redactó una liturgia para la misma (1750). Al igual que Newton,
era milenarista111.
* * *
Aunque la acusación de socinianismo se dirigió contra bastantes pen-
sadores, en ninguno de ellos cobró tanta fuerza como en el caso de John
Locke. Una serie de autores, con el pastor calvinista John Edwards a la cabeza,
declararon The Reasonableness of Christianity una obra de inspiración
sociniana. Leibniz lo creía inclinado al socinianismo por admitir la posibilidad
de que la materia pudiera pensar, lo que haría imposible la prueba de la in-
mortalidad natural del alma112. El obispo de Worcester, Edward Stillingfleet, re-
criminaba a Locke favorecer al socinianismo con su epistemología, que limitaba
el conocimiento de la sustancia, lo que imposibilitaba a priori la admisión de
diversas personas divinas en el seno de la unidad consustancial de Dios.
La acusación ganaba credibilidad porque la biblioteca de Locke contenía
abundantes publicaciones socinianas, algunas de ellas estudiadas cuidadosa-
mente. The Reasonableness of Christianity puede ser considerada de inspiración
sociniana bajo varios aspectos: la caída de Adán no introduce la corrupción en
la naturaleza humana, que es participada por su posteridad; la misión de Cristo
es esencialmente profética y real, no sacerdotal; se omite, en consecuencia, toda
mención de la satisfacción vicaria de Cristo; se afirma reiteradas veces que la in-
mortalidad se alcanza por medio de la gracia, que Dios confiere a los que están
unidos a Cristo; y finalmente, y sobre todo, se mantiene un credo minimalista ba-
sado en un único artículo, según el cual Jesús es el Mesías prometido en el
Antiguo Testamento, sin mención alguna de la Trinidad ni de la divinidad de
113 r.s. WesTfaLL, Never at Rest: A Biography of Isaac Newton (Cambridge – new York 2006) 489.
114 Cf. J. LoCke, Carta a Peter King, 30 abril 1703, en: e. s. de Beer (ed.), The Correspondence of John Locke (oxford 2003) 773:
“mr. newton is really a very valuable man not only for his wonderfull skill in methematics but in divinity too and his great
knowledge in the scirpures where in i know few his equals”. Cf. también P. kinG, The Life of John Locke (London 1830) 39.
115 Cf. P. BaYLe, voz “socin”, en: Dictionnaire historique et critique, iii (rotterdam 1720) 2610: “Leur principe, de ne rien admettre
qui choquât directement les lumières de leur raison [... ] avilit la religion, et la convertit en Philosophie”. Cf. también
J.-a. naiGeon, voz Unitaires, en: Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers, Xvii (neufchas-
tel 1765) 388: “on a toujours regardés les Unitaires comme des théologiens chrétiens qui n’avoient fait que briser et arracher
quelques branches de l’arbre, mais qui tenaient toujours au tronc; tandis qu’il falloit les considérer comme une secte de phi-
losophes, qui, pour ne point choquer trop directement le culte et les opinions vraies ou fausses reçues alors, ne vouloient
point afficher ouvertement le déisme pur”. finalmente, también voltaire trata de los socinianos en la 7ª de sus Cartas filosó-
ficas (1734), poniendo de manifiesto que su doctrina encontraba seguidores en inglaterra. dice así: “sea como fuere, el par-
tido de arrio comienza a revivir en inglaterra, tantopm como en Jolanda y en Polonia. el gran señor newton hacía a esta opi-
nión el honor de favocererla. este filósofo pensaba que los Unitarios razonan más geométricamente que nosotros. Pero el
más ilustre patrón de la doctrina arriana es el ilustre doctor Clarke” (voLTaire, Cartas filosóficas [madrid 1998] 67).