Tema 5 Derecho Constitucional
Tema 5 Derecho Constitucional
Tema 5 Derecho Constitucional
En la actualidad, desde una perspectiva general equipararíamos a la ley con el conjunto del
Derecho entendido como un todo general y abstracto; desde una perspectiva más concreta,
entenderíamos la ley como la norma escrita emanada del Parlamento.
La Constitución no define la ley, limitándose a señalar en su artículo 66.2 que "las Cortes
Generales ejercen la potestad legislativa del Estado".
Si bien, podríamos definir la ley, como la expresión de la voluntad popular manifestada a través
de la potestad legislativa del Estado, ejercida por medio de las Cortes Generales siguiendo el
procedimiento establecido en el Capítulo II del Título III de la Constitución Española (artículos
81 a 92 C.E.). O, por la potestad legislativa autonómica, ejercida por las Asambleas
Legislativas de las Comunidades Autónomas.
Ley ordinaria es la norma aprobada por las Cortes Generales por medio del procedimiento
legislativo común, regulado en Capítulo 2o del Título III de la Constitución, bajo la rúbrica "De la
elaboración de las leyes" (arts. 81 a 92); y desarrollado en el Título V del Reglamento del
Congreso (arts. 108 a 150), y en el Título IV del Reglamento del Senado (arts.104 a 151).
1) FASE DE INICIATIVA:
a. El Gobierno: En este caso, el texto que se somete a las Cortes Generales recibe el
nombre de "proyecto de ley" (según el art. 88 de la Constitución, el Gobierno es el
único que presenta Proyectos de Ley, el resto de legitimados para iniciar el
procedimiento legislativo presentan Proposiciones de Ley). Los Proyectos de Ley han
de ser aprobados previamente por el Consejo de Ministros. Tienen prioridad en su
tramitación parlamentaria.
Una vez ejercida la iniciativa por alguno de los órganos legitimados para ello, comienza la fase
de la discusión y aprobación de la ley, dentro de la cual pueden diferenciarse varios momentos.
La Constitución apenas si regula esta fase, la cual es dejada casi por completo a los
Reglamentos de las Cámaras.
Los proyectos o proposiciones de ley son presentados ante la Mesa de la Cámara (Congreso
menos en el caso de que provenga del Senado), quien examinará si se cumplen o no los
requisitos legales. Si es así ordenará su publicación en el Boletín de la Cámara.
Si se trata de una proposición de ley, la remitirá al Gobierno, al que la Constitución faculta para
oponerse a su tramitación si supone un aumento de créditos o una disminución de ingresos
presupuestarios.
Seguidamente las proposiciones se remiten al Pleno de la Cámara de que se trate, para que se
pronuncie sobre su toma en consideración, esto es, han de decidir si se tramitan o no. Los
proyectos de ley no se sujetan a este examen.
Una vez finalizado el debate de totalidad, si lo hubiera habido, y en todo caso una vez
finalizado el plazo de presentación de enmiendas, la Comisión que corresponda designará una
Ponencia, que debe emitir un Informe en el plazo de quince días, sobre el proyecto y las
enmiendas.
El debate en el Pleno finalizará con la oportuna votación, y para que el proyecto se entienda
aprobado bastará la mayoría simple.
Una vez aprobado el texto por el Congreso, el mismo es remitido al Senado, en donde, con la
limitación del plazo de dos meses, se vuelve a reproducir prácticamente el mismo proceso
seguido en el Congreso.
El Senado puede:
- aprobar el proyecto en los mismos términos en que fue aprobado por el Congreso de
los Diputados, quedando con ello definitivamente aprobada la Ley.
El Senado, como puede verse, ocupa una posición secundaria en el proceso legislativo, pues
en definitiva la última palabra corresponde al Congreso por mayoría simple.
3) FASE DE INTEGRACION:
Tras haber sido fijado de manera definitiva el texto de la ley, se pasa a la fase denominada "de
integración de la eficacia de la norma", que comprende los actos de sanción, promulgación y
publicación de la ley.
Así el artículo 91 de la C. afirma que "El Rey sancionará en el plazo de quince días las leyes
aprobadas por las Cortes Generales y las promulgará y ordenará su inmediata publicación". Y
por su parte, el artículo 62 a), atribuye al Rey la función de sancionar y promulgar las leyes.
La sanción o firma del Rey es una cuestión de mera formalidad, mientras que la promulgación
implica la proclamación y difusión publica de la norma para que se tenga conocimiento de la
misma. La fórmula que se utiliza es la siguiente: "Don Felipe VI, Rey de España. A todos los
que la presente vieren y entendieren. Sabed: Que las Cortes Generales han aprobado y yo
vengo en sancionar la siguiente Ley ... Por tanto, mando a todos los españoles, particulares y
autoridades, que guarden y hagan guardar la presente Ley".
En las leyes de las Comunidades Autónomas no hay sanción. Las promulga el Presidente de la
Comunidad Autónoma en nombre del Rey.
Finalmente se procede a la publicación de la ley, en el Boletín Oficial del Estado. Este acto es
muy importante, ya que para que la ley sea obedecida tiene que darse la posibilidad de ser
conocida.
Posteriormente a la publicación viene el periodo conocido como "vacatio legis", que va desde
la publicación de la ley en el Boletín Oficial del Estado hasta su entrada en vigor. Según el art.
2.1 del Código Civil: “Las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa publicación
en el Boletín Oficial del Estado, si en ellas no se dispone otra cosa”.
La ley orgánica es un tipo nuevo de ley, introducida en la Constitución de 1978 por influencia
francesa.
La Constitución Española regula la ley orgánica en su artículo 81. La cual es definida mediante
la combinación de dos criterios:
- uno, material, mediante el cual la Constitución establece una materias que han de ser
reguladas por Ley Orgánica.
- otro, formal por el cual se exige una mayoría cualificada para su aprobación.
Las materias que la Constitución reserva a la Ley Orgánica son las siguientes:
Desde un punto de vista formal la Ley Orgánica se caracteriza por la exigencia de aprobación
por mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados en una votación final sobre el conjunto
del Proyecto.
Señalar también que el artículo 87.3 prohíbe la iniciativa popular sobre materias que deban
regularse mediante ley orgánica.
Y por último decir, que las Comunidades Autónomas no pueden aprobar leyes orgánicas.
La Constitución prevé otros tipos de leyes especiales, definidas por las materias que regulan o
por el procedimiento especifico de aprobación. Así, principalmente encontramos: las Leyes de
Comisión, las Leyes de Armonización y la Ley de Presupuestos Generales del Estado.
La Constitución, en su artículo 75.2, prevé la posibilidad de que las Cámaras puedan delegar
en las Comisiones Legislativas Permanentes la aprobación de proyectos o proposiciones de
ley, con dos limitaciones:
El artículo 150.3 de la Constitución dispone expresamente que el "Estado podrá dictar leyes
que establezcan los principios necesarios para armonizar las disposiciones normativas de las
Comunidades Autónomas, aun en el caso de materias atribuidas a la competencia de éstas,
cuando así lo exija el interés general. Corresponde a las Cortes, por mayoría absoluta de cada
Cámara, la apreciación de esta necesidad".
El ámbito de proyección de la ley de armonización puede ser cualquiera de los que sea
competencia autonomía. Su objeto, por tanto, serán las disposiciones normativas de las
Comunidades Autónomas, que puedan poner en riesgo, el interés general. Las Cortes
Generales serán las encargadas de apreciar la necesidad de armonización y la afectación al
interés general por mayoría absoluta.
Las leyes de armonización son leyes de principios, que no agotan por sí mismas la regulación
general de la materia.
Las leyes de armonización deben de ser utilizadas de forma excepcional, es preciso que el
interés general exija hacerle frente. Y es preciso también que los principios contenidos en la ley
de armonización se ajusten efectivamente a esa necesidad.
En primer lugar, en el apartado primero del artículo 134 se atribuye al Gobierno la "elaboración"
del presupuesto y a las Cortes Generales su "examen, enmienda y aprobación". A este
respecto el artículo 134. 3 dispone que el Gobierno deberá presentar ante el Congreso, los
Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año
anterior. Por su parte, la fase de aprobación, que corresponde a las Cortes.
El Gobierno está habilitado por la Constitución para dictar normas. Las normas que puede
dictar son:
Es un acto normativo que se produce en virtud de una delegación expresa de las Cortes
Generales en favor del Gobierno para legislar sobre una materia concreta y en un plazo
determinado para su ejercicio.
El artículo 82.1 de la Constitución establece que “las Cortes podrán delegar en el Gobierno la
potestad de dictar normas con rango de ley”.
Mediante esta delegación, el titular de la potestad legislativa, las Cortes Generales, atribuye a
otro órgano del Estado, el Gobierno, la potestad de dictar normas con la misma fuerza que las
leyes, para una materia, con unos limites y con unos determinados criterios.
Por lo tanto, nos encontramos ante dos normas: 1º) la ley de delegación, que formalmente
reviste forma de ley parlamentaria y que recoge la habilitación del poder Legislativo al Ejecutivo
y sus condiciones; 2º) la ley delegada, que es el acto normativo que produce el Gobierno en
realización de su habilitación legislativa.
La Constitución establece una serie de limites que se encaminan, de una parte, a evitar que el
legislador haga dejación de su función mediante una habilitación en blanco; y, de otra, a evitar
que el Gobierno pueda utilizar la delegación para fines distintos de los previstos.
Asi, en primer lugar, la delegación legislativa debe ser expresa. No caben, delegaciones
implícitas ni sobreentendidas.
Por último, se debe fijar un plazo para su ejercicio. La ley de delegación habrá de fijar el plazo
máximo dentro del cual habrá de ejercerse la potestad delegada, que se extingue trascurrido el
plazo sin haberse ejercitado. Además, dentro de ese plazo sólo podrá ejercitarse una vez, pues
la delegación se agota cuando el Gobierno hace uso de ella publicando la norma
correspondiente.
La Constitución distingue dos modalidades de delegación legislativa, según dispone el art. 82.2
CE:
1. Leyes de bases para la formación de textos articulados (art. 82.4 CE): La ley de
delegación establece unas bases, principios o directrices sobre la materia que luego
tendrá que concretar el decreto legislativo, respetando siempre la materia que acota la
ley de delegación y siguiente las pautas por ella marcadas.
2. Leyes de refundición de varios textos legales en uno solo (art. 82.5 CE). La ley de
delegación confía en el Gobierno la potestad de integrar en un texto único varias
disposiciones diversas sobre la misma materia. La ley de delegación determinará al
ámbito normativo de la delegación, indicando con celeridad y concreción suficientes los
textos a refundir.
La Constitución permite, en su art. 86, que “en caso de extraordinaria y urgente necesidad”, el
Gobierno pueda dictar disposiciones legislativas provisionales que adoptarán la forma de
Decretos-Leyes. La justificación es acortar los plazos de elaboración de las leyes, que son
relativamente largos en el procedimiento ordinario para dar respuesta a situaciones
excepcionales.
Pero, la Constitución somete esa potestad del Gobierno de dictar Decretos Leyes, a una serie
de limitaciones.
Asi, el artículo 86.1 de la Constitución establece que el Gobierno solo podrá dictar decretos-
leyes en caso de “extraordinaria y urgente necesidad”. Por “necesidad extraordinaria”
debemos entender aquel supuesto de hecho no ordinario, inusual o infrecuente, que es de
difícil o imposible previsión y que reviste cierta gravedad o importancia singular. Por “necesidad
urgente” entenderemos que exige medidas legislativas inmediatas para evitar perjuicios o
daños mayores en intereses públicos o privados, sin que se pueda aplazar la toma de
decisiones.
Desde el punto de vista material, asimismo el art. 86.1 de la Constitución establece que los
Decretos Leyes tienen prohibidas determinadas materias o bloques de asuntos que, en ningún
caso, podrá regular; ni siquiera cuando el hacerlo estuviera justificado por la extraordinaria y
urgente necesidad.
Las materias excluidas del ámbito del Decreto-Ley son las siguientes:
Desde el momento de su entrada en vigor, el decreto-ley tiene fuerza de ley en todos los
sentidos de este término. Pero, la definitiva vigencia del decreto-ley se encuentra condicionada
a que sea convalidado por las Cortes Generales.
Por su parte, la derogación produce efectos de nulidad desde el mismo día en que se produzca
el acuerdo de derogación, pero mantiene vigentes todos los efectos producidos con
anterioridad a dicha fecha.
Por Reglamento se entiende toda disposición jurídica de carácter general y con valor inferior a
la ley, dictado por el Gobierno o por la Administración, en virtud de su propia competencia.
Los Reglamentos Parlamentarios son una fuente de derecho sui generis, que tienen por objeto
la regulación de la organización y el funcionamiento de las Cámaras.
Estamos ante un tipo de normas calificables como necesarias, puesto que sin ellas seria
imposible el funcionamiento del poder legislativo.
En nuestra Constitución, el artículo 72 señala que: “Las Cámaras establecen sus propios
Reglamentos”, exigiendo tanto para su aprobación como para su reforma que sean sometidos
a una votación final sobre la totalidad, que requerirá mayoría absoluta.
Si bien, y teniendo en cuenta la materia que ahora nos ocupa, la jurisprudencia constitucional
comprende el criterio adoptado por el Tribunal Constitucional en la resolución de los conflictos
planteados ante dicho órgano.
En sentido estricto, la Jurisprudencia no es fuente del derecho, pero se admite que pueda
considerarse fuente supletoria, esencialmente en el ámbito judicial, para la correcta
interpretación de las normas.
Podemos definir el Tratado Internacional, como un acuerdo celebrado por escrito, entre
Estados, regido por el Derecho Internacional, que genera derechos y obligaciones para los
sujetos que lo han acordado.
La Constitución Española dedica a los tratados internacionales el Capítulo III del Título III
(artículos 93 a 96), y distingue tres tipos diferenciados por su procedimiento de elaboración y
por su contenido.
La Constitución prevé dos tipos de Tratados por razón de la materia, para unos los más
importantes, exige la manifestación de voluntad de las Cortes Generales (Congreso y Senado),
mientras que para los otros se habilita en exclusiva al Gobierno para su celebración.
De esta forma en el párrafo 1º del artículo 94 se exige la autorización previa de las Cortes
Generales para los siguientes casos:
c) Tratados que afecten a la integridad territorial del Estado o a los derechos y deberes
fundamentales establecidos en el Título I.
Para los demás Tratados, la Constitución se limita a afirmar, en el párrafo segundo del
referido artículo 94, que la competencia para celebrarlos corresponde al Gobierno, quien
deberá informar de la conclusión de los mismos a las Cortes Generales.
Esta exigencia se ve completada por lo dispuesto en el párrafo 2º del referido artículo 95,
donde se prevé el llamado control preventivo de constitucional, al señalar que "el Gobierno o
cualquiera de las Cámaras puede requerir al Tribunal Constitucional para que declare si existe
o no esa contradicción". El Tribunal Constitucional, por tanto, a través de este control previo,
habrá de indicar a las Cortes Generales y al Gobierno que pasos tiene que seguir para que el
Tratado pueda celebrarse e incorporarse válidamente al ordenamiento español.
Por último, baste añadir que, de acuerdo con el artículo 96.1 de la Constitución, "los tratados
internacionales, validamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán
parte del ordenamiento interno", por lo tanto, únicamente se exige la publicación del Tratado
internacional en el Boletín Oficial del Estado para su incorporación plena al Derecho interno sin
necesidad de ningún acto adicional por parte del Estado. Por tanto, son directamente aplicables
y despliegan toda su eficacia desde ese momento.
De esta forma, las normas del Tratado se convierten de manera automática en normas
internas, que vinculan a los ciudadanos y a los poderes públicos exactamente igual que
aquellas que son producto exclusivo de los órganos del Estado.
Por tanto, los tratados son fuente del Derecho, dada su incorporación automática al
ordenamiento español una vez que se produce su publicación.
De otra parte, el párrafo 1 del artículo 96 establece que "Sus disposiciones sólo podrán ser
derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de
acuerdo con las normas generales del Derecho Internacional". No hay, por tanto, posibilidad de
que el Estado modifique, suspenda o derogue el tratado por su propia voluntad, ya que se trata
de normas convencionales en las que el acuerdo entre las partes no sólo es necesario para su
formalización sino también para su alteración.
Por otro lado, el Estado no puede ampararse en motivos internos para incumplir el tratado, ya
que constituye un principio fundamental del Derecho internacional, el que las obligaciones
internacionales no pueden ser incumplidas por motivos internos. Si el Estado incumple el
tratado, incurre en responsabilidad.
5. EL DERECHO COMUNITARIO.
Para promover sus valores y alcanzar sus objetivos, la Unión Europea se ha dotado de
diversas instituciones, como son: el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo, el Consejo, la
Comisión, Europea, el Tribunal de Justicia de la unión Europea, el Banco Central Europeo y el
Tribunal de Cuentas Europeo.
El Consejo (también conocido como Consejo de Ministros) está compuesto por representantes
de cada estado miembros de rango ministerial, ejerce la función legislativa y la función
presupuestaria. Asimismo, desempeña funciones de definición de políticas y de coordinación
de la Unión.
El Consejo Europeo, es el órgano de impulso político y está compuesto por los Jefes de Estado
o de Gobierno de los Estados miembros, así como por el Presidente/a de la Comisión Europea.
La Comisión Europea está compuesta por un número de miembros correspondiente a los dos
tercios del número de Estados miembros, incluyendo a su Presidente y al Alto Representante
de la Unión para Asuntos Exteriores y de Política de Seguridad, con un mandato de cinco años,
es el órgano ejecutivo de la Unión Europea, siendo la única instancia que presenta propuestas
legislativas al Parlamento y al Consejo para su aprobación.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo, está integrado por dos
órganos jurisdiccionales, el Tribunal de Justicia propiamente dicho (compuesto por tantos
jueces y juezas como Estados miembros) y el Tribunal General, que es el encargado de
garantizar el respeto del Derecho por los Estados y las propias instituciones europeas en la
interpretación y aplicación del Derecho de la Unión Europea.
El Banco Central Europeo es el encargado de formular y aplicar la política económica y
monetaria de la Unión Europea. Mientras que el Tribunal de Cuentas Europeo actúa de auditor
externo independiente de la Unión Europea.
• Derecho Originario.
• Derecho Derivado.
1. Derecho originario.
Está constituido por los tres tratados constitutivos de la Unión Europea (CECA, CEE, CEEA), y
los posteriores tratados que complementan, modifican o adaptan esos tratados constitutivos
(Tratado de Maastrich, Tratado de Amsterdam, Tratado de Niza, etc). Asimismo forman parte
del Derecho originario, las Actas de adhesión de los nuevos estados miembros.
2. Derecho derivado:
Además de las referidas normas, las instituciones europeas cuentan con otros actos
que también forman parte de su ordenamiento jurídico, destacando: las Resoluciones,
las Declaraciones y los Programas de Acción.