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1 Bakewell (1975: 93-95; 1984: 105-106); Cole (1985: 120); González Casasnovas
(2000: 53-86).
2 Juan Gutiérrez Flores al rey, Lima, 2 de diciembre de 1627, AGI, Lima 276.
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1. Los eventos
La guerra de los vicuñas contra los vascongados empezó en 1622, y
después de haber cobrado docenas de vidas, menguaría lentamente a
partir de 1625. No fue un evento singular, sino un episodio más de una
cadena de incidentes sangrientos que caracterizan la historia andina
colonial. La brutalidad entre vicuñas y vascos fue producto y parte
de una cultura de violencia que se había desarrollado en el virreina-
to del Perú durante la conquista y las sangrientas guerras civiles del
siglo XVI, cuando los españoles emprendieron una encarnizada lucha
por el control sobre el territorio andino, extremamente rico en metales
preciosos. Aunque la Corona impuso su ley formalmente a los con-
quistadores, encomenderos, inmigrantes aventureros y a los indígenas
y sus jefes étnicos, no se logró la pacificación del país (Lorandi 2002).
Por el lado de las autoridades reales persistió una desconfianza pro-
funda, una obsesión por la amenaza perpetua de un levantamiento, y
todo el tiempo se persiguieron conspiraciones, cuyos responsables se
ejecutaron rigurosamente. Por el lado de los colonizadores, la derrota
dejaba tras de sí a toda una clase de españoles con la amargura de
habérseles arrebatado el premio a su esfuerzo –o al esfuerzo de sus
padres y abuelos– en la conquista del país. Entre los frentes se movía
Paisanos, soldados y bandidos 285
5 Historia de huérfano, por Andrés de León, s.f. [1621], RAH, Col. Muñoz 9/4807,
f. 197r.
6 La Audiencia de Charcas al rey, La Plata, 9 de junio de 1599, AGI, Charcas 17,
r. 10, n° 64; La Audiencia de la Plata al rey, La Plata, 24 de enero de 1613, AGI,
Charcas 19, r. 3, n° 47. Véase también Ramírez del Águila (1978 [1639]: 136-
138).
7 Edicto de Felipe Manrique, Potosí, 3 de agosto de 1623, ANB, VV 8; Crespo R.
(31975: 94-95).
8 Felipe Manrique al rey, Potosí, 6 de septiembre 1623, ANB, CACh, 1623,
n° 1274 (= VV 10).
Paisanos, soldados y bandidos 287
9 Jorge Manrique de Lara al rey, La Plata, 10 de marzo de 1624, AGI, Charcas 53.
10 Diego Muñoz de Cuéllar a la Audiencia, Potosí, 4 de enero de 1624, ANB, CACh
1624, n° 1298 (= VV 60).
11 Compárese la descripción pintoresca que da Arzáns de Orsúa y Vela (1976 [ca.
1700], I: 332) de los vicuñas.
12 Diego Muñoz de Cuéllar a la Audiencia, Potosí, 3 de noviembre de 1623, ANB,
CACh 1623, n° 1292bis (= VV 40).
13 Diego Muñoz de Cuéllar a la Audiencia, Potosí, 29 de noviembre de 1623, ANB,
VV 53.
288 Bernd Hausberger
“[...] dijo que la doctrina del señor Juan es infalible cuando la tierra
está quieta y la justicia con fuerzas para hacerla, pero no en el estado
presente”.14 Y así Luis de Barja fue degollado cuatro días después
(Crespo R. 31975: 153).
Esto no significó el final de los vicuñas, quienes se dispersaron
por el territorio. Hacia finales de 1626, se presentó un tal Luis de Aya-
la Lariz confidencialmente en la casa del oidor Jorge Manrique de
Lara, “con la seguridad que se le dio respecto de la importancia del
caso, de que no se procedería contra él por una muerte de que tiene
pleito pendiente en esta real Audiencia”, para delatar a un grupo de
vicuñas perseguidos por la justicia que se había refugiado en los valles
de Cochabamba, y después “volvió llevando orden de procurar pren-
derlos o matarlos”.15 En un momento fue sorprendido durmiendo por
el fugitivo Pedro Gallegos, quien le puso la escopeta en el pecho para
pegarle unos balazos por haber aceptado la comisión de capturarlo.
Sin embargo, dejó con vida a su indefenso enemigo.16 Así, el 22 de
febrero de 1628 se cumplió el destino del rebelde proscrito:
[...] habiéndose quedado el dicho Luis de Ayala emboscado en una mon-
tañuela de matas de monte [...] se arronjó de golpe en un ranchuelo don-
de estaba sentado el dicho Pedro Gallegos y habiéndole puesto la espada
desnuda en los pechos le dijo con voz alta y acelerada: “¡date a la justi-
cia, traidor!”, y el dicho Pedro Gallegos dijo: “¡mentís!”, y entonces el
dicho Luis de Ayala le dio una estocada en los pechos de que lo atravesó
y habiéndose aferrado de su escopeta el dicho Pedro Gallegos que la te-
nía junto a sí, le acudió el dicho Luis de Ayala con otra estocada diciendo
a voces a este testigo y al dicho Moreno: “muera este traidor, ¿qué
hacéis?”, y este testigo le tiró al dicho Pedro Gallegos con una maceta de
macetear azúcar que tenía en la mano a cuyo tiempo cayó en el suelo
tendido boca abajo, diciendo: “traidores que me habéis muerto”, y el di-
cho Luis de Ayala mandó que no le llegasen y dentro de tres horas poco
más o menos espiró el susodicho.17
Pedro Sayago del Hoyo, uno de los favorecedores acomodados de los
vicuñas, que a principios de 1625 había ofrecido a las autoridades su
colaboración, en octubre del mismo año abandonó Potosí yéndose
26 Véase p.e.: Tratado breve de una disputa y diferencia que hubo entre dos amigos,
el uno castellano de Burgos y el otro vascongado en la villa de Potosí, reino del
Perú, Potosí, 1º de julio de 1624, BNM, Ms. 20134, 82 pp. (Se trata de una copia,
al parecer, del siglo XIX). También: Acuerdo, Potosí, 22 de abril de 1599, ANB,
CPLA 8, f. 196r.
27 Libro de la hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu [...] desde primero de
enero de 1655, f. 1r, AHP, Iglesias y Conventos 16.
28 Relación del visitador general fray Ambrosio Maldonado al virrey marqués de
Montesclaros, s. l., 3 de agosto de 1613, BNM, Ms. 2010, f. 187r.
29 José Sáez de Elorduy al rey, Potosí, 12 de marzo de 1625, AGI, Charcas 36.
30 Tratado [...], Potosi, 1º de julio de 1624, BNM, Ms. 20134, p. 11.
Paisanos, soldados y bandidos 293
57 Por ejemplo: Tratado [...], Potosi, 1º de julio de 1624, BNM, Ms. 20134, p. 11.
58 Relación, 23 de noviembre de 1623, AGI, Charcas 134, n° 18, f. 1v; Tratado [...],
Potosí, 1º de julio de 1624, BNM, Ms. 20134, pp. 4-5.
59 Relación, 23 de noviembre de 1623, AGI, Charcas 134, n° 18, f. 2r-3v.
60 Ibíd., f. 1r.
Paisanos, soldados y bandidos 299
61 “[...] démosles este nombre de gordos a los ricos que han concitado la plebe y
gente perdida a estos alborotos [...] estos ricos (que llaman vicuñas gordos) han
repartido dineros y armas”; Relación segunda [...], Potosí, 1 de marzo de 1624,
AGI, Charcas 53.
62 Ibíd.; Copia de carta del factor y del tesorero Bartolomé Astete de Ulloa y Tomás
de Horna Alvarado, Potosí, 23 de marzo de 1624, AGI, Lima 40, libro 4, f. 94v.
63 Información de Pedro de Andrade y Sotomayor, Pedro de Ballesteros y Luis de
Ribera, Potosí, 19 de abril de 1618, ANB, CPLA 16, f. 21-22r.
300 Bernd Hausberger
70 Alonso Martínez Pastrana al rey, Potosí, 15 del enero de 1622, AGI, Charcas, 32,
n° 99.
71 Testimonio de la elección de alcaldes ordinarios que hizo el Cabildo de Potosí,
1 de enero de 1622, AGI, Charcas 32, n° 97, ff. 1r-9v.
72 Bartolomé Astete de Ulloa al rey, Potosí, 10 de enero de 1622, AGI, Charcas 32,
no 98a.
73 Carta a la provincia de Guipúzcoa, La Plata, marzo de 1623, AGG, JD,
IT 4063,5.
302 Bernd Hausberger
5. Consideraciones finales
En la guerra de los vicuñas intervinieron las fuerzas y los motivos más
diversos, producto de una situación embrollada que caracterizó al
espacio andino de la época. La etnización extendida de los conflictos
sociales y de los discursos tiene uno de sus orígenes en este enredo.
Los protagonistas recurrían a las categorías étnicas, sin duda simplis-
tas, aunque promovidas por las estrategias usadas por algunos grupos,
para orientarse tanto en sus acciones como en sus emociones, en un
mundo que se escapaba a su comprensión y que había dejado a mu-
chos con una profunda amargura por sus frustradas ilusiones. Pero
cabe recordar que el representante más famoso de tal resentimiento,
similar al ostentado por los vicuñas, fue el guipuzcoano Lope de Agui-
rre, lo que demuestra la fragilidad de toda adscripción étnica a los
conflictos que se daban entre los españoles que habitaban los Andes
coloniales. El antagonismo con los vascos tampoco era el único fenó-
meno de tal etnización y tampoco el más duradero. Con frecuencia –y
también en Potosí, en un momento del conflicto– estallaba la agresión
contra los portugueses.82 Al mismo tiempo se desarrolló la conciencia
criolla en la América hispánica (Lavallé 1993), la cual reivindicaba
derechos no muy diferentes a los demandados por los vicuñas, aunque
éstos fueran peninsulares.
Lo que puede verse con alguna claridad es que la lucha contra los
vascongados de Potosí se dividía en dos fases. Empezó como una
pelea entre grupos de poder que habían formado redes mediante lazos
–verticales y horizontales– de interés, de amistad, de parentesco y de
paisanaje, pero adoptando un punto de vista funcional, cada integrante
recurría a las relaciones que en el momento dado le parecieron más
adecuadas, lo que significa que la pertenencia étnica pudo con fre-
cuencia pasar a un segundo plano u olvidarse del todo (Wallman
1983: 69), si no existe un discurso etnicista que la resalte insistente-
mente porque explica todo en sus términos. Más adelante, el conflicto
se convirtió en una lucha de los españoles desprivilegiados contra los
ricos, sin que por esto se perdiera el discurso étnico. En 1625, Barto-
lomé Astete de Ulloa resumía los eventos: “[...] los alborotos e inquie-
tudes que ha habido en esta villa de tres años a esta parte, causados en
su principio entre naciones y después por soldados sueltos forajidos
salteadores”.83
Tal juicio ilustra también cómo esta transformación llevó a la pro-
gresiva criminalización del movimiento antivasco, o talvez sea más
correcto decir, a la recriminalización. Los grupos de soldados, muchas
veces denominados étnicamente, habían sido descritos con anteriori-
dad como bandos “que por juegos, mujeres y otras ocasiones han
hecho hartos daños e insolencias. Salen a veces a matarse en cuadrillas
82 Por ejemplo: Tratado [...], Potosí, 1º de julio de 1624, BNM, Ms. 20134, p. 29.
83 Certificación de Bartolomé Astete de Ulloa, Potosí, 1 de octubre de 1625, AGI,
Charcas 54.
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84 Historia de huérfano, por Andrés de León, s.f. [1621], RAH, Col. Muñoz 9/4807,
f. 197r.
85 Relación, 23 de noviembre de 1623, AGI, Charcas 134, n° 18, f. 1r.
86 Acuerdo, Ciudad de la Plata, 4 de mayo de 1623, ANB, AChLA 7, ff. 1r-4r
(= VV 2, S. 1-6).
87 Jorge Manrique de Lara al rey, La Plata, 10 de marzo de 1624, AGI, Charcas 53.
Paisanos, soldados y bandidos 307
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