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El Duelo

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EL DUELO

El duelo es el proceso psicológico al que nos enfrentamos tras las pérdidas,


algo que todos, tarde o temprano, viviremos a lo largo de la vida.
Por definición, la pérdida de cualquier objeto de apego provoca un duelo, si bien la
intensidad y las características de éste pueden variar en gran medida en función
del grado de vinculación emocional con el objeto, de la propia naturaleza de la
pérdida y de la forma de ser y la historia previa de cada persona.

 Aquí define Freud al duelo así: "es la reacción frente a la pérdida de una persona
amada, o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un
ideal, etc." No se considera un estado patológico, se lo supera pasado cierto
tiempo "y juzgamos inoportuno y aún dañino perturbarlo".

Aunque el duelo se asocia inmediatamente a la muerte, las pérdidas pueden ser


muy diversas: rupturas de pareja, cambios de domicilio, cambios de estatus
profesional, procesos de enfermedad o de merma funcional, entre otros.

Las fases del duelo


La psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross identifica cinco estadios que tienen
lugar, en mayor o menor grado, siempre que sufrimos una pérdida. Aunque
pueden darse sucesivamente, no siempre tiene por qué ser así. Cada proceso,
como cada persona, es único.

1. Negación

La negación es una reacción que se produce de forma muy habitual


inmediatamente después de una pérdida. No es infrecuente que, cuando
experimentamos una pérdida súbita, tengamos una sensación de irrealidad o de
incredulidad que puede verse acompañada de una congelación de las emociones.
Se puede manifestar con expresiones tales como: “aún no me creo que sea
verdad”, “es como si estuviera viviendo una pesadilla” e incluso con actitudes de
aparente “entereza emocional” o de actuar “como si no hubiera pasado nada”.
La negación puede ser más sutil y presentarse de un modo difuso o abstracto,
restando importancia a la gravedad de la pérdida o no asumiendo que sea
irreversible, cuando en muchos casos lo es.

2. Ira

A menudo, el primer contacto con las emociones tras la negación puede ser en


forma de ira. Se activan sentimientos de frustración y de impotencia que pueden
acabar en atribuir la responsabilidad de una pérdida irremediable a un tercero. En
casos extremos, las personas no pueden ir elaborando el duelo porque quedan
atrapadas en una reclamación continua que les impide despedirse
adecuadamente del objeto amado.
3. Negociación

En la fase de negociación, se comienza a contactar con la realidad de la


pérdida al tiempo que se empiezan a explorar qué cosas hacer para revertir
la situación. Por ejemplo, cuando a alguien se le diagnostica una enfermedad
terminal y comienza a explorar opciones de tratamiento pese a haber sido
informado de que no hay cura posible, o quien cree que podrá recuperar una
relación de pareja ya definitivamente rota si empieza a comportarse de otra
manera.
4. Depresión

A medida que avanza el proceso de duelo y se va asumiendo la realidad de la


pérdida, se comienza a contactar con lo que implica emocionalmente la ausencia,
lo que se manifiesta de diversos modos: pena, nostalgia, tendencia al aislamiento
social y pérdida de interés por lo cotidiano. Aunque se denomina a esta fase
“depresión”, sería más correcto denominarla “pena” o “tristeza”, perdiendo así la
connotación de que se trata de algo patológico. De algún modo, sólo doliéndonos
de la pérdida puede empezar el camino para seguir viviendo a pesar de ella.
5. Aceptación

Supone la llegada de un estado de calma asociado a la comprensión, no sólo


racional sino también emocional, de que la muerte y otras pérdidas son
fenómenos inherentes a la vida humana. Se podría aplicar la metáfora de una
herida que acaba cicatrizando, lo que no implica dejar de recordar sino poder
seguir viviendo con ello.

Aunque el duelo es un proceso personal, también es importante su vertiente


social. Todas las culturas han ido desarrollando formas de canalizar ese dolor a
través de los lazos comunitarios (compartir el dolor con los otros) y con
elaboraciones simbólicas que a menudo dan un sentido trascendente a la pérdida.

TIPOS DE DUELO

Duelo patológico El duelo anormal aparece en varias formas y se le han dado


diferentes nombres. Se le llama patológico, no resuelto, complicado, crónico,
retrasado o exagerado. En la versión más reciente del Manual Diagnóstico y
Estadístico de la Asociación Psiquiátrica Americana se hace referencia a las
reacciones anormales de duelo como “duelo complicado”. Como sea que se llame,
es la intensificación del duelo al nivel en que la persona está desbordada, recurre
a conductas desadaptativas o permanece en este estado sin avanzar en el
proceso del duelo hacia su resolución. Esto implica procesos que llevan a
repeticiones estereotipadas o a interrupciones frecuentes de la curación. Se tiende
a considerar que hay riesgo de duelo patológico cuando el dolor moral se prolonga
considerablemente en el tiempo; cuando su intensidad no coincide con la
personalidad previa del deudo; cuando impide amar a otras personas o interesarse
por ellas y cuando el sujeto se ve invalidado en su vida diaria, sin más ocupación
que la rememoración del muerto.
Duelo anticipado El duelo no comienza en el momento de la muerte, sino mucho
tiempo antes. Cuando se emite un pronóstico de incurabilidad, se produce tristeza
en el familiar, pero también una adaptación más o menos inconsciente a la nueva
situación que se acaba de crear. A partir de ese momento se crea lo que se ha
llamado el duelo anticipado, que ofrece a las personas involucradas la oportunidad
de compartir sus sentimientos y prepararse para la despedida.

Preduelo Es un duelo completo en sí mismo que consiste en creer que el ser


querido ha muerto definitivamente “en estado de salud”. El que está ahora a
nuestro lado ha sido transformado por la enfermedad a tal punto, que en algunos
casos no se le reconoce más.

Duelo inhibido o negado Se niega la expresión del duelo porque la persona no


afronta la realidad de la pérdida. Puede prevalecer una falsa euforia, que sugiere
la tendencia patológica de la aflicción.

Duelo crónico Es el que tiene una duración excesiva y nunca llega a una
conclusión satisfactoria. Un duelo crónico puede llegar a ocupar toda una vida.
Cobo Medina dice que existen personas estructuradas existencialmente por el
duelo, en las que éste determina el núcleo constitutivo de su existencia.

INTERVENCIÓN Y APOYO A LAS PERSONAS EN DUELO

Sea cual fuere la relación de los deudos con el difunto, sólo puede lograrse una
recuperación si aquéllos llevan a cabo el trabajo de duelo. Esto exige que un
deudo se desprenda de la relación e interacción con el difunto, con el fin de
liberarse de ellas para desarrollar relaciones por otro lado. Los objetivos de la
intervención con las personas en duelo pueden esquematizarse en cinco puntos:
1. Mejorar la calidad de vida del sufriente
2. Disminuir el aislamiento social
3. Aumentar la autoestima
4. Disminuir el estrés
5. Mejorar la salud mental (prevención de enfermedades

Cuándo pedir ayuda especializada


El duelo es parte de la vida y, por tanto, es importante no patologizarlo. No
obstante, a veces puede acabar complicándose, de manera que la persona queda
atrapada en ese dolor que le impide seguir adelante. Puede ocurrir de muchas
formas: a) cuadros depresivos intensos o cronificados; b) conductas de huida de
las emociones que el duelo genera a través del uso de alcohol u otras drogas; c)
reaparición en una pérdida presente de emociones y sentimientos de un duelo no
resuelto en el pasado, y d) presencia de fantasías de reunirse con el ser querido
buscando la muerte de forma pasiva o activa.

Cuando el duelo se complica, es importante pedir ayuda al entorno y, si es


preciso, recabar la ayuda de los profesionales de salud mental.

Existen dos signos que indican que la persona está recuperándose de una
pérdida: la capacidad de recordar y de hablar de la persona amada sin llorar ni
desconcertarse; y la capacidad de establecer nuevas relaciones y de aceptar los
retos de la vida. Una forma de confirmar la recuperación es comprobar cuánto
tiempo se ocupa en pensar en el ser perdido. El objetivo global del asesoramiento
en procesos de duelo es ayudar al sobreviviente a completar cualquier
problemática, aumentar la realidad de la pérdida, ayudar a la persona asesorada a
tratar las emociones expresadas y las latentes, ayudarle a superar los diferentes
obstáculos para reajustarse luego de la pérdida, animarla a decir un adiós
apropiado y a sentirse cómoda volviendo otra vez a la vida.

CONCLUSIONES

El duelo es un proceso normal de adaptación ante las pérdidas. Aunque se ha


estimado que 12 meses es el tiempo aceptable para concluir este proceso, lo
importante es transitar y resolver cada etapa del duelo. Existen formas patológicas
del duelo que requieren apoyo profesional para resolverse.

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