Manual de Calidad y Gestion Publica
Manual de Calidad y Gestion Publica
Manual de Calidad y Gestion Publica
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Autoridades
Presidencia de la Nación
Dr. Alberto Fernández
Vicepresidencia de la Nación
Dra. Cristina Fernández de Kirchner
Jefatura de Gabinete de Ministros
Dr. Juan Luis Manzur
Secretaría de Gestión y Empleo Público
Dra. Ana Gabriela Castellani
Subsecretaría de Fortalecimiento Institucional
Mg. Beatriz de Anchorena
Dirección Nacional de Mejora de los Servicios a la Ciudadanía
Dr. Maximiliano Rey
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Contenido
Introducción ........................................................................................................................................3
1. ¿Qué es la Calidad Estatal? Capacidad estatal para crear valor público .................................. 7
1.I. Definición de Calidad Estatal: Mirando más allá del output… hacia el outcome ............... 7
1.II. Dimensiones de la Calidad Estatal: Trámites sí, resultados políticos también ............... 10
1.III. Vínculo entre valores y principios administrativos-herramientas .................................. 12
2. Construyendo Calidad Estatal: Sus ejes componentes ............................................................ 13
2.I. La relación con la sociedad y la ciudadanía .......................................................................... 14
A. La autonomía estatal para garantizar el Proyecto de Gobierno ..................................... 16
B. La capacidad de conocer, explicar y deliberar con los colectivos sociales...................... 18
C. Rol performativo del Estado ................................................................................................25
2.II. Estructuración y funcionamiento de las organizaciones estatales ................................. 26
D. Organización ordenada, sistemática y vinculada con la voluntad política ................... 28
E. Compromiso de las/os funcionarias/os y agentes estatales con los valores públicos ..33
F. Vínculos de la organización con el conjunto de la administración pública .................... 38
G. Utilización socialmente inclusiva y administrativamente eficaz de las nuevas
tecnologías ................................................................................................................................. 42
La generación y el manejo de los datos ........................................................................................ 46
Cuadro 1 - Resumen ........................................................................................................................ 49
Bibliografía ........................................................................................................................................52
2
Introducción
Sin pretender crear nada de cero, pero siendo conscientes de que los modelos de
gestión pública y sus instrumentos no son neutros ni a-históricos, creemos necesario
repensarlos a la luz de los desafíos actuales para el Estado y la gestión pública (no
solamente los de corto plazo, como la pandemia), de las cuestiones que definen
el interés general en los contextos presentes, y de la orientación político-administrativa
del gobierno democráticamente electo.
3
Desde las últimas décadas del siglo pasado, la tradicional dicotomía política-
administración mostró un fuerte sesgo hacia el segundo término (tanto en los debates
teóricos como en los aspectos instrumentales). Por ejemplo, el debate sobre modelos
que han adquirido una suerte de “valor universal”, como la Nueva Gestión Pública,
terminan de hecho obviando su dimensión de proyecto político, concentrándose en sus
aspectos operativos, como si los mismos fueran de raíz exclusivamente tecnológica (o
tecnocrática) y, por lo tanto, políticamente neutros1.
En consecuencia, creemos que para repensar la Calidad Estatal hay que reconsiderar
esa perspectiva, poniendo sobre la mesa los resultados concretos que se alcanzaron,
analizándolos no solamente desde la propia perspectiva organizacional o administrativa,
sino también —y sobre todo— desde el punto de vista político que nos interesa:
¿Cuánto de esa deriva instrumentalista se concretó en resultados sociales que
aumentaron la inclusión, el desarrollo y fortalecieron la democracia? Y ¿cómo debe ser
el instrumental metodológico y práctico que nos permita captar, sistematizar y evaluar
los impactos en esos ámbitos?
Esto implica recuperar la dimensión política del debate sobre la gestión pública, para
articular así las dos dimensiones que, en definitiva, conforman el Estado: la política y
la organizacional (o administrativa).
1 La ola neoliberal de los años 90 del siglo pasado, en el marco del Consenso de Washington, inundó de “recetas infalibles”
el discurso y la acción sobre el Estado, recetas únicas para todos los casos, que no distinguían las especificidades de
los países. Así, privatización, agencialización, desregulación, descentralización y otras, formaron parte de las agendas
de los gobiernos neoliberales, y sus resultados, en general, supusieron desarmar capacidades estatales históricamente
construidas sin construir alternativas provechosas.
4
Antes de comenzar esta tarea, debemos completar la perspectiva expuesta hasta aquí
con algunas consideraciones generales que la vinculan con la Calidad Estatal:
• Aunque suene obvio, el Estado no solo brinda bienes y servicios, sino que también
desarrolla una multiplicidad de otras tareas: establecer regulaciones y controlar
su cumplimiento, extraer recursos y redistribuirlos, intervenir directamente en
la producción, acumular capital físico mediante obras de infraestructura económica
y social, mediar entre actores en pugna y construir sentido, por lo cual todos estas
acciones —y sus particularidades— deben ser tomadas en cuenta a la hora de
proponer una mirada sobre la calidad.
Precisamente por ello en este texto presentamos un marco general, que debe
diferenciarse en su aplicación según los tipos de actividades que emprenda el
Estado, haciendo hincapié en dimensiones diferentes cuando las organizaciones
brinden servicios o ejerzan la potestad pública. Al ser principios generales (y por
ende transversales) están pensados como norte, como escenarios hacia los que
transitar, más que como instrucciones precisas y, por lo tanto, deberán adoptarse
con matices, énfasis y herramientas diversas.
5
• Si bien los mejores modelos de calidad especifican algunas acciones a realizar pero
dejan a cada organización cómo hacerlo, por lo general esto remite a cuestiones
procedimentales (como por ejemplo, documentar). Nuestro modelo, al colocar en
rol preponderante al Proyecto de Gobierno, agrega cuestiones sustantivas: valores
como la igualdad o la justicia social, o enfoques como el de derechos, que derivan
en postulados para acciones concretas como “ir a buscar a los más desprotegidos”.
De todas formas, cabe marcar que si se construye esa mirada sin incluir
a los actores intra-organizacionales, se corre el riesgo de que “lo situado” o
lo contingente sea interpretado por ellos como discrecionalidad política —en
el mal sentido— con lo cual estaremos reforzando –en lugar de superarlo—
la desarticulación entre el nivel de la política y el de la administración.
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1. ¿Qué es la Calidad Estatal? Capacidad estatal para crear valor público
_________________________________________________________________________________________
1.I. Definición de Calidad Estatal: Mirando más allá del output… hacia el outcome
Sin dejar de considerar diversos modelos de calidad existentes (por ejemplo las Normas
ISO IRAM, o la propia Carta del CLAD) como valiosas herramientas adaptables y
asequibles, se plantean aquí los fundamentos de un modelo de calidad que resulte
representativo de nuestra trayectoria como sociedad y de los valores que conforman un
tipo de Estado distintivo, destinado a fortalecer la democracia y a construir desarrollo con
inclusión social. Empezaremos por establecer algunas definiciones.
2 Nassera Touati: “La gestion de la qualité dans le secteur public: a-t-on fait le tour de la question? En: La Revue
de l´innovation: La Revue de l’innovation dans le secteur public, Vol. 14(3), 2009, article 1. Rescatado de:
https://www.innovation.cc/francais/2009_14_3_1_touati_qualitity-admin.pdf
3 Ibidem
4 Por ejemplo, en su Carta Iberoamericana de Calidad en la gestión Pública (2008), el CLAD dice que constituye “una cultura
transformadora que impulsa a la Administración Pública a su mejora permanente para satisfacer progresivamente
las necesidades y expectativas de la ciudadanía, al servicio público, con justicia, equidad, objetividad y eficiencia en el uso
de los recursos públicos. La calidad en la gestión pública debe medirse en función de la capacidad para satisfacer
las necesidades y expectativas de los ciudadanos, de acuerdo a metas preestablecidas alineadas con los fines y propósitos
superiores de la Administración Pública y de acuerdo a resultados cuantificables que tengan en cuenta el interés y
las necesidades de la sociedad”.
7
En nuestra visión, las iniciativas estatales son/tienen calidad cuando logran el mayor
impacto alcanzable sobre las condiciones de vida social. De tal modo, la calidad se
construye con y en las políticas públicas, y cuando cristaliza produce impactos tanto
en los organismos (cultura, procesos, reglas de juego, normativas internas) como en
la tarea política central del Estado: gobernar la sociedad.
Esto implica que la Calidad Estatal es bastante más amplia que satisfacer necesidades
de ciudadano/as y que debe ser interpretada en sentido dinámico y no “estático”, porque
adquiere “sentido estatal, público” en el nivel de la política pública y no solamente al
interior de cada organismo.
5 En tanto se trata de un concepto inserto en importantes debates teóricos y su definición es eminentemente política, en
el marco de este Modelo de Calidad Estatal se hará referencia a la noción de Interés General vinculándola a principios
fundamentales, validados tanto por la Constitución Nacional como por Tratados Internacionales suscriptos por nuestro
país, en particular, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Se trata de los principios de la vida y la igualdad, del
goce de la libertad, así como del deber de reconocer y respetar los términos de la sociedad democrática. En nuestro modelo
se hará referencia a los valores de democracia, desarrollo e inclusión social, para visibilizar la brecha social existente, como
deuda pendiente de nuestras sociedades en términos de alcanzar una verdadera igualdad.
8
El núcleo del modelo lo constituye la denominada cadena de producción pública, para
la cual el sector público puede ser entendido como un conjunto de instituciones dedicadas
a generar productos —regulaciones, producciones económicas, acumulaciones de
capital, bienes, servicios, etc.— que se brindan a la población. Estos productos constituyen
la razón de ser de una organización ya que, a través de ellos, contribuyen en forma
directa al logro de objetivos de políticas. Estos, a su vez, se operacionalizan en resultados
e impactos esperados; ambos cotejables y susceptibles de seguimiento.6
En esta línea, desde la CEPAL se propone un enfoque diferente a los convencionales, que
están más centrados en administración, o sea, perspectivas que tienden a enfocarse
en las actividades y las entregas, sin necesariamente responder por el valor creado como
consecuencia de esas actividades y entregas. Así, se genera valor público tanto en
las respuestas a problemas relevantes para los ciudadano/as y usuario/as, como
en la apertura de nuevas posibilidades para las generaciones actuales y futuras,
y en el despliegue de procesos que construyen desarrollo, comunidad, ciudadanía,
democracia y capital social, tales como deliberación, participación, etc.7
6 Aníbal Jorge Sotelo Maciel (2012): “La cadena de valor público: un principio ordenador que previene la colisión
metodológica”. 80 - Revista Internacional de Presupuesto Público - ASIP, N° 80, Buenos Aires, NOVIEMBRE/DICIEMBRE
2012. Rescatado de: https://asip.org.ar/80-revista-internacional-de-presupuesto-publico-asip/
7 Marco Moreno (2009): Curso Planificación y Gestión Estratégica para las Políticas Públicas, ILPES-AECID, Santa Cruz,
Bolivia, 4-15 Mayo. Rescatado de: Valor Público – Cepal www.cepal.org › noticias › paginas › C16_Valor_Publico
8 Thoenig, Jean-Claude (2026). El rescate de la publicness en los estudios de la organización. Gestión y Política Pública Vol.
XV. N° 2 II. México D.F.
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Así, desde este marco, no hay intervención del Estado que se pueda evaluar —por
ejemplo en su calidad o en su generación de valor público— solamente en función de
una de las dos dimensiones.
Estas dos dimensiones se pueden expresar, en términos de la Calidad Estatal, en dos planos.
En el primer caso, los rasgos a identificar son similares a los que se definen, por ejemplo,
en los criterios y herramientas del Programa Carta Compromiso con la Ciudadanía:
cumplimiento de características y plazos; tiempo de espera para ser atendido/a;
respuesta uniforme por diversos canales de comunicación; canales y tiempos para
reclamo; disponibilidad y tiempos de respuesta de las aplicaciones; la claridad, simpleza,
amigabilidad o lo intuitivo de las mismas. En definitiva, un compromiso con una buena
"experiencia de usuario/a" aseguraría la calidad.
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El sujeto implicado en la forma de provisión (modo en que el servicio le llega al/a
destinatario/a) de los servicios es el/a individuo/a-usuario/a (presencial o virtual), por lo
que en este caso valdría la pena adaptar cada prestación hasta el nivel más desagregado
posible (siempre que no se habiliten por esa vía la cooptación o la puerta giratoria).
Cuando lo que entra en juego es la política pública, la calidad pasa a ser política.
Los-as individuos-as/ciudadanos-as pasan a ser parte del conjunto social, y la cuestión
de la satisfacción individual se relativiza a favor de una perspectiva universalista. Y
entonces la información necesaria sobre la sociedad y sus demandas no se obtiene
solamente mapeando a los-as beneficiarios-as/usuarios/as directos/as sino también a
aquellos/as a los/as que se pudiera llegar a afectar indirectamente.
Tómese como ejemplo el tan citado caso de la madre que se entera de que su hija está
embarazada mediante los vouchers del supermercado que le llegan a su domicilio como
promoción. Sea este mecanismo algorítmico u otro más tradicional, este caso aplicado
a la política pública ejemplifica que la recolección de información en otro nivel de
análisis, quizás más compleja, permite hoy a la conducción política evaluar mejor
las acciones estatales que merecen modificaciones; ya no solamente sobre la base
de la eficacia de la propia política (a través del monitoreo y evaluación de las políticas)
sino también interpretando los cambios en la sociedad a través de fuentes diversas.
Obviamente, en el caso de las organizaciones estatales que brindan servicios,
la información sobre deseos concretos de las/los usuarias/os, accesibles a través de
estas nuevas fuentes, también contribuye a la mejor forma de producirlos/entregarlos y
genera, a su vez, una fuerte responsabilidad sobre las variables éticas de su uso y su
correcto resguardo.
11
1.III. Vínculo entre valores y principios administrativos-herramientas
Son las políticas públicas las que despliegan visiones deseables del mundo (Müller
2006), valores e intereses sobre el entorno, sobre la sociedad, y la transforman. Y en
las políticas públicas actúan —explícita o implícitamente— conjuntos de organismos
que son interdependientes. Así, la calidad de la gestión estatal remite siempre a
la articulación entre lo político y lo organizacional, y por lo tanto al plano de
las políticas públicas; si la centramos exclusivamente en la dimensión organizacional,
corremos el riesgo de reproducir una gestión pública “centrípeta” —la organización como
“locus exclusivo” de la calidad— y en el límite, “desgajada” o “big-banizada”.
Como el entorno es variable, lo que sigue son criterios orientadores, planteados con
un alto grado de generalidad, que de ninguna manera se deben traducir en
instrumentos estandarizados rígidos e inmodificables.
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2. Construyendo Calidad Estatal: Sus ejes componentes
_________________________________________________________________________________________
Que una política tenga/sea de calidad supone que genera valor público en la línea
marcada por el proyecto de gobierno y el interés general. Y si una política es/tiene
calidad, es algo que se conoce luego de que ha sido desarrollada.
Si bien en la práctica forman parte del mismo conjunto, en términos analíticos, y para
hacer más claro el proceso de elaboración y análisis de iniciativas de Calidad Estatal,
estos ejes pueden separarse en dos niveles: por un lado, I) el del vínculo del Estado con
la sociedad y la ciudadanía, y por otro, II) el de la estructuración y funcionamiento interno
de las organizaciones estatales.
9 Se hace referencia a los diferentes actores sociales —privados y públicos— como ser asociaciones sindicales,
instituciones educativas y de investigación, movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil, empresas, etc.
10 La literatura de calidad del sector privado entiende por calidad de diseño la capacidad de diseñar un modelo de producto
cuyas características se ajusten a las necesidades del cliente, y por calidad de concordancia o conformidad, la adecuación
del producto fabricado a los rasgos que el diseño había pensado.
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Insistimos en que esta distinción es analítica, para hacer más clara la presentación, pero
no debe hacer pensar que son dos procesos separados: por ejemplo, en cualquier
momento o etapa de la política el vínculo con la ciudadanía también puede dar lugar a
repensar los lineamientos generales y los acuerdos originales entre actores, que en esta
presentación —separada en momentos— ubica en la “conducción estatal” o en la de
“concertación con los/as sujetos/as y actores sociales”.
Por ejemplo, y solo para graficar el argumento: los requerimientos que el Proyecto de
Gobierno tenga sobre la situación de la cuenta comercial del país es central para
decidir si cabe brindar todas las facilidades posibles al sector importador. Si bien este
es el principal destinatario de las políticas y herramientas administrativas de comercio
exterior (sin contar la parte de exportaciones), existen otros sectores y sujetos que
también se pudieran ver afectados, como por ejemplo las empresas nacionales
que fabriquen productos similares a los importados, y la ciudadanía en general, en
función del impacto económico global de esa política. Por estas externalidades y
muchas otras posibles es que la Calidad Estatal no se juega exclusivamente en
el vínculo con el destinatario inmediato o con quien tenga capacidad de presión.
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Por otra parte, incluso si cupiese generar facilidades cercanas a las expectativas del
sector importador, al mismo tiempo debieran alejarse lo suficiente de brindar lugar a
la sobrefacturación o adelantamiento irresponsable de operaciones y la consecuente
excesiva solicitud de divisas. En términos herramentales, facilitar las importaciones
puede suponer implementar una ventanilla única y simplificar al máximo posible
los trámites para ingresar mercaderías al país, pero supone al mismo tiempo un
control férreo (ejercido exclusivamente por funcionarios estatales) sobre el cumplimiento
de las reglas sobre importaciones, cosa que no siempre es del agrado de quienes
las realizan; reglas que en la configuración de su detalle puede contar con la consulta a
los actores interesados, por ejemplo si se va a establecer precios de referencia, se
puede armar una mesa de consultas con los importadores, pero siempre con la decisión
final en manos de un actor estatal autónomo.
En este sentido, es una perspectiva centrada en la demanda, que no puede ser trasladada
acríticamente a la gestión estatal. La construcción —discursiva y en la práctica— de una
oferta específica de acciones estatales es la particularidad y la base de un gobierno, y uno
de los desafíos principales en la gestión es conseguir que dicha mirada sobre la oferta
articule mayorías. Por ello, nuestro modelo de calidad enfatiza la articulación entre oferta
estatal y demandas ciudadanas, en el marco de una mirada específica sobre el interés
general, expresada en los conceptos de democracia, desarrollo e inclusión social.
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Sin embargo, ninguno de estos actores —ni organizaciones ni individuos/as— deben tener
o conseguir, en el proceso, la preeminencia en las decisiones, puesto que es el Estado
—a través del gobierno— el que tiene la responsabilidad de sopesar las diferentes
necesidades dentro del conjunto y los impactos sobre este de las demandas particulares.
Por ejemplo, y solo para graficar el argumento: en una ciudad, un proceso participativo
puede derivar en que los vecinos de un barrio, por razones de seguridad, decidan cerrarlo,
de modo que accedan solamente quienes viven allí. Desde el punto de vista de satisfacción
acrítica de las demandas, correspondería apoyarlos. Sin embargo, trasladado al conjunto
de los barrios, el resultado sería una ciudad compartimentada, en la que el derecho a
la circulación estaría limitado. El gobierno de la ciudad debería evaluar esa demanda
contra el interés general (los derechos generales que vulnera) y por lo tanto desestimarla.
De tal forma, para nuestro modelo de Calidad Estatal, la relación con la ciudadanía por
definición debe ser diferente —más amplia— que la que se refiere cuando se habla de
calidad en el ámbito empresarial, aunque ello no necesariamente implica descartar
todos sus componentes. Por eso, en lo que hace al vínculo con la sociedad, nuestro
Modelo de Calidad Estatal debe contener instrumentos y herramientas que aseguren:
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Es necesario entonces garantizar la Autonomía estatal. Esta supone un escenario, un
esquema de articulación virtuosa de procesos, normativas, mecanismos y actitudes de
funcionarios/as y trabajadores/as que impida la toma de decisiones sesgadas hacia
algunos intereses sectoriales en detrimento del interés general.
Garantizar dicha autonomía es una tarea ardua, difícil de lograr enteramente. Para
intentarlo, deben erigirse mecanismos y condiciones que, desde el costado estatal,
tiendan a fortalecer la cultura de lo público, del valor público, como forma de desterrar
la “porosidad” estatal; y que regulen a la vez el poder de aquellos actores del ámbito
privado acostumbrados a desarrollar la cooptación estatal como estrategia política.
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(“empezar por los últimos para llegar a todo/as”11). A estos obviamente hay que sumarles
otros alineados con los derechos constitucionales y legales, y los derivados de
compromisos internacionales, como el caso de los Objetivos para el Desarrollo
Sustentable (ODS), el Pacto de San José de Costa Rica sobre Derechos Humanos, etc.
Estos lineamientos políticos sustantivos deben ser transversales a todas las políticas
públicas y a los bienes y servicios regulares que presta el Estado, y además reflejarse
en el plano organizacional —la dimensión administrativa— según la tarea de cada
organismo, de modo que permitan, por ejemplo, facilitar el acceso de los sectores más
vulnerados a través de un enfoque comunitario, territorializar las acciones estatales,
asegurar la omnicanalidad en la interacción de la ciudadanía con la administración
pública, simplificar la tramitación y lograr efectividad en la prestación.
- Proyecto de Gobierno: La guía que orienta el accionar estatal, explicitando los vínculos
entre la política pública a tratar y los lineamientos generales del gobierno,
operativizándolos en objetivos concretos.
Para ello existen métodos directos que apuntan a que los actores sociales expresen
su voz y métodos indirectos, que buscan recopilar la información de otra forma.
11 Palabras del Presidente Alberto Fernández en la Inauguración del Periodo de Sesiones Ordinarias del Congreso de
la Nación 2019.
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A los primeros, que en la práctica pueden plasmarse de múltiples formas, los llamaremos
participación o protagonismo social (A). Denominaremos a los segundos, sistema de
información sobre las características de la sociedad (B).
Por participación social se pueden significar muchas cosas. Acaso una de sus
características salientes sea precisamente la variedad de formas, actores, ámbitos, etc. a
los que se puede referir cualquier etiqueta genérica del mismo. Por lo tanto, lo necesario
es definirlo genéricamente pero con orientaciones valorativas concretas, que como ya se
ha dicho largamente, luego cada organismo debe adecuar a su tarea.
En primer lugar, debemos ampliar la mirada que entiende que la participación social
solo sirve para ejercer “control” sobre el Estado. Por el contrario, es principalmente un
modo en el que los actores sociales acompañan y se comprometen con las políticas
públicas, lo que excede largamente tanto las perspectivas más tradicionales, que
le asignan el rol específico de seguimiento/control ciudadano de las acciones del Estado
(o de accountability cuando se trata de las autoridades estatales) como las novedosas
miradas del paradigma colaborativo que sitúa en la sociedad saberes diferentes (más
amplios) que los estatales.
12 Parte del texto está basado en el Documento De los Conflictos de Intereses a la Captura de la Decisión Pública: Aportes
para un abordaje integral, Colección INTEGRIDAD Y TRANSPARENCIA, Serie SABER REFLEXIONAR. Año 1. 2021. Dirección
Nacional de Integridad y Transparencia. Subsecretaría de Fortalecimiento Institucional-SEyEP-JGM.
19
Así, las políticas de participación social que no tomen en cuenta esta situación de
inequidad pueden propiciar el efecto opuesto al que enuncian querer alcanzar:
reproducir o profundizar la desigualdad, generando modalidades de participación en
las que los sectores más vulnerables de la sociedad no estén involucrados.
Las sociedades civiles de esta parte del mundo están permanentemente amenazadas
en su pluralismo, en tanto concentran bolsones de desigualdades que a su vez
producen anomia y el retiro de la dinámica social, lo que aumenta el desequilibrio de
poder entre actores. En ese marco, muchos de esos sectores pueden quedar presos
de enormes fragilidades económicas y exigencias burocráticas que podrían comprometer
su capacidad e independencia respecto del Estado y del mercado (García Linera 2011;
Piqueras 2001, citado en Cao y Bultman 2019).
Surgen así dos cuestiones de suma importancia para nuestro modelo de Calidad Estatal:
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• La participación social resulta también clave para fomentar herramientas que
garanticen reciprocidad. En este sentido, la participación no debe ser entendida
como un fin en sí mismo sino como una de las condiciones centrales para
que las políticas que el Estado despliega alcancen un nivel de realización
satisfactorio de cara al conjunto de la sociedad. Tampoco como un espacio que
abre el Estado y en el que solo comunica lo que se va a hacer. Reciprocidad
significa que los actores sociales que se embarcan en procesos participativos de
políticas públicas sostengan un lugar importante en su desarrollo y posterior
legitimación. Ciertamente, el protagonismo social aquí adquiere también una
dimensión de construcción de una visión compartida.
De esta forma, la participación social no es un fin en sí mismo, algo que “hay que
hacer” por moda o corrección política, sino que se convierte en un elemento para
el fortalecimiento de las capacidades de gobierno de un Estado presente, activo,
resguardado de la presión de intereses particulares o parciales que lo desvíen de su
propósito último: garantizar el interés general desde un enfoque que privilegia el desarrollo
inclusivo, la democracia, la igualdad y la justicia social.
Aunque con un lenguaje que denota su cercanía con las ideas de la “gobernanza” y
haciendo referencia explícita a “personas” y a los aportes colaborativos más que al
compromiso con la política, la Declaración de Gobierno Abierto del CLAD, de septiembre
de 2011, señala algo similar: “La participación pública, incluida la plena participación de
las mujeres, aumenta la efectividad de los gobiernos, que se benefician del conocimiento,
las ideas y la capacidad de las personas”.
13 Debe notarse también que la normativa nacional da cuenta de la participación social, ya sea sobre sectores específicos
o reglando ciertos mecanismos. La reforma de la Constitución Nacional ocurrida en 1994, aportó innovaciones para
el marco jurídico de la República Argentina en materia de participación social:
-En materia de consumidores y usuarios de bienes y servicios, se garantiza la constitución de asociaciones de ese
carácter y se dispone que la legislación establecerá procedimientos y los marcos regulatorios de los servicios públicos
de competencia nacional, "previendo la necesaria participación de las asociaciones de consumidores y usuarios y de
las provincias interesadas, en los organismos de control”, según el art. 42 de la Constitución Nacional.
21
Por ello, se puede hacer una primera diferenciación respecto de los tipos de participación:
1) En la formulación de políticas; 2) En la co-producción de bienes y servicios públicos,
y 3) En el contralor de los resultados (outputs y outcomes) de la acción estatal. Cada uno
de estos tipos supone distintos niveles y formas de involucramiento, diferentes
estrategias y técnicas, y diversos objetivos a alcanzar.
Criterio de reciprocidad, por el que los actores sociales que se embarcan en procesos
participativos de políticas públicas sostienen un lugar importante en el desarrollo y
posterior legitimación de la misma.
- Entre las atribuciones del Congreso se señala respecto a los Pueblos indígenas la necesidad de asegurar "su participación
en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten" y en relación a la sanción de
leyes de organización y base de la educación del país que las mismas deberán asegurar entre otras consideraciones
"la responsabilidad indelegable del Estado, la participación de la familia y la sociedad, la promoción de los valores
democráticos y la igualdad de oportunidades y posibilidades sin discriminación alguna...", según el art. 75 de la C.N.
- En su artículo 39 establece la modalidad de la Iniciativa Popular, posteriormente reglamentada por la Ley 24.747 del 27 de
noviembre de 1996. El Artículo 40 habilita la Consulta Popular, reglamentada luego por la ley 25.432, sancionada en mayo
del año 2001, que regula el procedimiento de Consulta Popular vinculante y no vinculante.
Asimismo, una de las normas pioneras en materia de participación ciudadana, integridad y transparencia es el Decreto
1172/03, de diciembre de 2003, a través del cual se aprueban herramientas institucionales que promueven la participación
ciudadana y el ejercicio del derecho de acceso a la información pública, entre otras. Por medio de este decreto se aprobaron:
- los reglamentos generales de Audiencias Públicas para el Poder Ejecutivo Nacional;
- el Reglamento para Gestión de Intereses en el ámbito del Poder Ejecutivo Nacional;
- el Reglamento para la Elaboración Participativa de normas;
- el Reglamento de Acceso a la Información pública para el Poder Ejecutivo Nacional;
- el Reglamento de Reuniones Abiertas de los entes reguladores de los servicios públicos, formularios de inscripciones,
registro y presentación de opiniones y propuestas.
Asimismo se establece el acceso libre y gratuito vía internet a la edición diaria del Boletín Oficial de la República Argentina.
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B2. Sistema de información sobre la sociedad
Tan importantes como los canales de participación ciudadana son los sistemas de
información que brinden a las/os tomadoras/es de decisiones los datos necesarios
para conocer las características centrales de la sociedad. Respecto del tema que nos
ocupa, esto incluye tanto necesidades y expectativas de las/os destinatarias/os
directas/os de las políticas, como al contexto social más amplio.
Uno de los mecanismos que se han generalizado/legitimado desde que se discute el tema
de la calidad es el de las consultas a los-as usuarios-as/beneficiarios-as sobre su
satisfacción respecto de lo que hacen o dejan de hacer, lo que hacen bien o hacen mal,
los organismos estatales. Este mecanismo ya es de uso corriente en los instrumentos
que evalúan calidad en el sector público (cartas ciudadanas, premios a la calidad), y en
algunos casos se ha transformado casi en el oráculo en el que basan sus decisiones
los funcionarios. Sin embargo, algunos estudios han concluido que estas consultas tienen
puntos débiles cuando se las enfoca desde la perspectiva de la democracia, el desarrollo
y la inclusión social.
23
Por todas estas razones, cada vez más algunos autores proponen reemplazar
la noción de cliente por la de parte interesado (“partie prenante”), para dar cuenta de
la complejidad de los desafíos y sobre todo de la pluralidad de representaciones
sobre la calidad que existe en la sociedad 14
Por ello y por lo que venimos exponiendo, dar cuenta de las demandas del/a usuario/a
no supone validarlas como única guía para (re)elaborar los objetivos de la acción estatal.
Por ende, no aplica la consigna de que “el cliente siempre tiene la razón”. Ya los manuales
de calidad para el sector privado alertan: “La prestación del servicio debe ser coherente
con la capacidad de la empresa y con las restricciones que se le presentan. No debemos
pretender ir más lejos de lo que podemos o nos perderemos” (Nebrera Herrera, s/f:30).
También hay casos en que quien recibe un servicio no sabe, más que en términos
genéricos, cómo debe ser el mismo. En el ámbito público, a ello se le suma que la/el
usuaria/o directa/o no es la/el única/o destinataria/o de la acción estatal y muchas veces
es dificultoso asociar sus deseos directos con el bienestar general (vgr. sistema
penitenciario, agencias recaudatorias, organismos reguladores). Por eso la información
sobre las preferencias sustantivas de las/os usuarias/os debe ser tomada no como
el objetivo a alcanzar, sino como un insumo entre otros para la toma de decisiones.
14
Nassera Touati: “La gestion de la qualité dans le secteur public: a-t-on fait le tour de la question? En: La Revue
de l´innovation: La Revue de l’innovation dans le secteur public, Vol. 14(3), 2009, article 1. Rescatado de:
https://www.innovation.cc/francais/2009_14_3_1_touati_qualitity-admin.pdf
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- Canales de participación ciudadana
Los mecanismos que lo concreticen deben poner especial cuidado, por un lado, en
fomentar la organización de los colectivos sociales, especialmente de los sectores
vulnerados, y por otro lado en aprovechar el potencial social para fortalecer la
implementación de las políticas, construyendo sinergias entre las organizaciones sociales,
otros actores y el gobierno. Asimismo, si bien los dispositivos que permiten vehiculizar
el protagonismo social son diversos, debemos hacer una mención especial a
la planificación político-estratégica, entendida como un sistema de conversación política
con la sociedad, que tiene la ventaja de inscribirse en lo ya dicho sobre la necesaria
conducción estatal del proceso social e incorporando en particular, como parte del debate
político, la desigualdad social y/o las contradicciones políticas.
- Sistemas de información
25
En definitiva, la relación entre Estado y sociedad no puede ser unidireccional —ni del/la
ciudadano/a al Estado ni viceversa— sino de influencia mutua. Así como la “voz” de
los actores sociales es importante para que el Estado tenga registro de sus necesidades,
así también es central que la perspectiva global con la que decide y actúa el Estado pueda,
además de satisfacerlas, orientar la construcción de las preferencias ciudadanas.
- En el ámbito micro: Existen instrumentos que apuntan a lograr que la ciudadanía opte
por ciertos comportamientos socialmente más beneficiosos que otros. Por ejemplo,
la Economía del comportamiento ha hecho famosos los “pequeños empujoncitos”. Otros
ejemplos son las disposiciones a favor de la alimentación saludable, la conducción
responsable vehículos o los cuidados sanitarios.
26
Así como vimos en la relación con la ciudadanía, existe una serie muy diversa de
herramientas a las cuales se puede recurrir, y algunos lineamientos a tener en cuenta:
planificar, sistematizar, hacer seguimiento sobre las políticas y trazable el funcionamiento
del aparato administrativo para asegurar la racionalidad sustantiva de sus acciones y
el apego a las decisiones políticas, a la vez que propender al involucramiento de sus
integrantes —funcionarias/os y trabajadoras/es— para cumplir con las misiones estatales
y mejorarlas en el caso que así se requiera.
Aun recordando que las distinciones entre política y administración son difusas, el párrafo
anterior asigna ciertas prioridades: el Proyecto de Gobierno y las relaciones políticas de
concertación con la sociedad establecen los lineamientos generales (de qué ocuparse y
con qué acciones) y la administración amolda esa decisión a las especificidades de cada
ámbito concreto. De allí que sea importante asegurar el apego de quienes implementen
las acciones a lo prefigurado, respondiendo a la normativa y a las disposiciones que
emergen de la conducción política en lo sustantivo, pero también adaptando la acción a
las particularidades del terreno. Esto último es más factible con una administración
pública no rigidizada pero sistemática, comprometida con el valor público y el servicio
público, con liderazgos fuertes y alineados con dichos valores.
Como ya afirmamos, si bien la Calidad Estatal tiene un componente que se juega en cada
organización, es también necesario pensar en las acciones estatales desde el conjunto
del aparato organizacional estatal y sus articulaciones. Así, asoma una característica
que no está en el modelo de calidad gerencial: otorgarle un fuerte énfasis a la noción de
“conjunto de gobierno” ('whole-of-government' approach), que recupera la importancia
de la integralidad del Estado, ocupándose tanto de los vínculos entre las diversas
organizaciones estatales como de las cuestiones específicas de cada una.
27
D. Funcionamiento organizacional ordenado, sistemático y respetuoso de
la voluntad política,
E. Compromiso de la/os funcionaria/os y agentes estatales con los valores públicos,
F. Vinculación con el conjunto de la administración pública, y
G. Utilización socialmente inclusiva y administrativamente eficaz de
las nuevas tecnologías.
Cada una de estas dimensiones deberá adoptar en cada organismo las herramientas que
el contexto y la situación entiendan más pertinentes.
Como nos recuerda Olsen (2005:3) “existe una tensión potencial entre funcionarios
electos, burócratas y ciudadanos, y la cadena que va desde la orden hasta su real
cumplimiento puede ser larga e incierta. La organización burocrática puede producir
múltiples y contradictorios resultados [...]”.
28
garantizando que los recursos financieros estén asignados adecuadamente para
la adquisición de los insumos necesarios y que se los pueda gestionar de manera ágil y
efectiva durante la implementación de las políticas públicas.15
II. Implica adoptar una mirada horizontal de la organización que empieza por las y
los destinatarios de los servicios. De este modo se evitan los compartimentos
estancos, la fragmentación y la individualización de la gestión y se pone en valor
el trabajo colectivo, colaborativo y en pos de un fin común, otorgándole además un
sentido a la labor cotidiana.
III. Existe un viejo debate que contrapone la gestión por procesos a la gestión
por resultados, que refleja las pujas entre el modelo burocrático y el gerencial.
15 Guía de Planificación y Seguimiento de Gestión de Políticas Públicas (2020). Dirección Nacional de Fortalecimiento de
las Capacidades de Gestión. Subsecretaría de Fortalecimiento Institucional, Secretaría de Gestión y Empleo Público,
Jefatura de Gabinete de Ministros. Rescatado de:
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/final_guia_de_planificacion_y_seguimiento_de_gestion_de_politicas_publi
cas.pdf
16 Los procesos pueden distinguirse como actividades recurrentes que movilizan y dan continuidad a la organización,
cuando se la considera como un sistema social abierto, como un conjunto en marcha. Los procesos no funcionan aislados,
se conectan entre sí, dentro de una función más amplia de mantenimiento y desarrollo de la organización. Etkin, Jorge
(2000): Política, gobierno y gerencia de las organizaciones. Prentice Hall, Pearson educations. Rescatado de:
https://contaduriagral.rionegro.gov.ar/download/archivos/00002659.pdf
29
Sin pretender descalificar la importancia de los “resultados”, coincidimos con
Hintze (2003:22) en que “la gestión pública debe rendir cuentas tanto por haber
hecho las cosas bien como por haber logrado resultados. Por lo tanto, la buena
gestión de los procesos puede ser tratada como uno de los resultados más
importantes de la acción estatal”.
Profundizando el tema, creemos que ambas miradas/modelos no son —no deberían ser—
incompatibles. No hay forma de evaluar si se han hecho las cosas bien fuera del marco
del proyecto de gobierno y, en un nivel más agregado, del aporte a la construcción de valor
público. No se pueden autonomizar los procesos organizacionales (que son productos
históricos, situados) de los cambios contextuales (incluso de los cambios políticos)
para refugiarse en los mismos como el único o el más importante parámetro de
evaluación de la calidad de la gestión. Los productos/resultados (outcomes los llamamos
en este trabajo, para enfatizar la dimensión de construcción/transformación social que
tienen los productos estatales) colocan a la dimensión organizacional (y sus procesos)
en un marco más amplio, el del conjunto del aparato estatal —del que es parte— y su
relación con la dinámica real de la sociedad.
En la misma senda de ampliar la mirada, hay que distinguir entre dos ámbitos en el cual
aplicar el enfoque de procesos. Dos ámbitos que no son excluyentes; por el contrario, uno
debiera ser parte de la construcción del otro. En concreto, un ámbito individual, que se
limita a una organización particular y un ámbito interorganizacional, donde los procesos
que conforman una política incluyen a más de un organismo. Ambos son importantes.
En una mirada incremental, comenzar por el primero debiera llevar al conjunto, lo que en
la práctica supone que las organizaciones deban ampliar su marco de referencia. O sea,
ya no alcanza “la perfección interna” de un organismo para asegurar la calidad, excepto
obviamente en los casos de las políticas en que los procesos se generan y resuelven en
un mismo organismo.
17
Metcalfe, Les (1996): “Gestión pública: de la imitación a la innovación”, en Quim Brugué y Joan Subirats (selección de
textos): Lecturas de gestión pública, Ministerio de Administraciones Públicas, Serie Administración General, Madrid.
30
Un aparato estatal estructurado —en los términos en que lo plantea Metcalfe— debería
ser menos “cooptable”; lo cual significa más garantías de resguardar el interés general,
reduciendo la posibilidad de que se impongan intereses sectoriales o particulares.
Así, por ejemplo, la “Calidad de conformidad”, con origen en los modelos de calidad
gerencialistas y de la que hablamos oportunamente, se vería reforzada en el marco de
una gestión por procesos, por varias razones:
31
El enfoque gerencial utilizó dichos conceptos como instrumento para avanzar en
la lógica neoliberal de facilitar la actividad mercantil de las empresas, “liberándolas”
de controles estatales. En este sentido, es conocido el Índice Doing Business del
Banco Mundial, que busca medir una serie de variables que harían más sencillo
realizar negocios. En esta senda, cuantos menos obstáculos deban atravesarse
para conseguir permisos, certificados y/o sortear toda norma estatal establecida,
mejor. Debemos agregar que hoy en día, una buena utilización de las nuevas
tecnologías permite regular la complejidad. Los sistemas inteligentes lo permiten
sin que esto signifique ni tiempos ni costos extras, por un lado, ni relajar el control,
por el otro.
Siguiendo con la tecnología, otra cuestión importante a destacar es que nuestra mirada
sobre los procesos incluye evaluar su incorporación, aspecto que hoy, en una época de
informacionalización acentuada, es central para discutir la calidad en el sector público.
Esta incorporación debe ser planteada en función de los objetivos políticos, que son
los que deben guiar la acción de la administración pública. Por supuesto que también
habrá que considerar la dimensión organizacional, su especificidad; al fin y al cabo,
los procesos involucran organismos, no son abstractos.
Para consolidar un aparato estatal ordenado, con sus organizaciones articuladas con
la autoridad política alrededor del valor público y el interés general, puede ser útil
que la planificación político-estratégica mencionada más arriba tenga su capítulo de
planificación organizacional, respetando la construcción participativa y negociada. Esa
planificación podría apuntar, entre otros, a consensuar los indicadores de calidad más
pertinentes para evaluar este aspecto de la gestión pública. De la misma manera debería
funcionar un adecuado sistema de monitoreo y evaluación.
32
Gestión por procesos (metodologías y herramientas concretas que mapeen, registren,
controlen y estandaricen la cadena de valor de las políticas); Simplificación de trámites
Mintzberg llama organizaciones misionales, a aquellas en las cuales una ideología permea
la conducta de sus miembros y de esa forma guía el funcionamiento y la coordinación
de la organización:
Por lo tanto, es importante poner en el centro de la discusión sobre calidad este par
“ideología/misión”, sin el cual la dimensión tecnocrática queda sin orientación. Y esa
misión, en nuestro modelo de Calidad Estatal, remite a un estado comprometido con
la democracia, el desarrollo y la inclusión social, operacionalizados, por ejemplo, en y a
través del concepto de valor público.
33
Por tanto, la profesionalización de las/os trabajadora/es estatales, a la que está
indudablemente ligada la Calidad Estatal, no es una profesionalización en abstracto,
neutral, puramente técnica, sino que debe pensarse en el marco del compromiso político
de la administración pública; no con un partido político determinado, sino con la creación
de valor público a través del que se materializa el interés general.
El propio Convenio Colectivo de Trabajo en el sector público (Decreto 214/06) plantea que
“…entre otros factores que hacen a la calidad y mejor actuación de la Administración
Pública Nacional en su conjunto, los miles de mujeres y hombres que componen
el personal a su servicio configuran uno de los actores más trascendentes en estas
cuestiones.” Y a partir de allí se señalan los ítems a profundizar, entre ellos “una cultura
de trabajo competente, honesto, austero y eficaz que materialice la organización y
funcionamiento de una Administración Pública moderna y de calidad.”.
Lo que estamos poniendo en discusión son precisamente los conceptos “moderna” y “de
calidad”, en tanto los modelos de gestión hegemónicos priorizaron la mirada tecnológica
—o tecnologicista— para definir “lo moderno” y la tecnocrática —o tecnoburocrática—
para definir la calidad también en esta temática del empleo público. En ambos casos,
la dimensión política queda ausente o relegada a un segundo plano, con lo cual se plantea
de hecho –al igual que sucedió con las privatizaciones, por ejemplo, o más recientemente
con los programas público/privados- que la sola aplicación de “una receta”, importada
acríticamente de otros contextos, llevará fluidamente a los escenarios buscados. En este
sentido, el modelo de la Nueva Gestión Pública (NGP) contribuyó, con sus prácticas
concretas pero también a partir de sus bases teóricas (resultado quizás no
necesariamente buscado), a romper con la articulación necesaria entre el interés general,
lo público y el conocimiento técnico. Como bien dice Cunill:
34
En estas circunstancias aflora la pregunta que formula Gregory (2007: 228): ¿Por qué
el personal debiera estar preocupado con una idea del interés público mientras
su desempeño individual y organizacional está siendo medido contra objetivos
específicos? Y además, cuando se asocian compensaciones pecuniarias que
suelen convertirse en los verdaderos objetivos a perseguir…. El problema, en este
sentido, es que tales premisas desafían por completo la ética pública y en especial
uno de los pilares básicos sobre los que se asienta la lógica del sector público:
la creencia en el servicio público. Con ello es derrumbada, en la práctica, la validez
de servir a los intereses públicos como motivación clave del personal público.
La consecuencia tal vez más gravitante a largo plazo es la desvalorización misma
de la noción de lo público.”
18 Documento “Principios y recomendaciones para una carrera profesional administrativa en las administraciones
provinciales de la República Argentina”, Comisión de Empleo Público y Carrera. 3° Asamblea Anual del Consejo Federal de
la Función Pública. Mendoza, 23 y24 de noviembre de 2006.
35
Las primeras “están definidas por el compromiso con los valores de un Proyecto de
Gobierno con vocación democrática. La actitud militante, expresión de ese compromiso,
es la variable “desconocida” y escurridiza que escapa a los sistemas tradicionales de
medición del comportamiento y supera los estrechos márgenes de una carrera o
trayectoria individual: los compromisos se asumen colectivamente, en el marco de
la conformación de equipos de trabajo” (Bernazza y Ronis, 2013: 10-11).
Al respecto, plantea Cormick19: “Si bien la valoración de esta dimensión [un fuerte
compromiso con los valores democráticos y con los objetivos institucionales de
la administración] puede ser compleja, su identificación es un desafío para el diseño
de los procesos de selección.” Lo que este autor plantea para el proceso de selección,
nosotros podemos extenderlo al desarrollo general de las prácticas laborales dentro del
Estado, si queremos ampliar la mirada hegemónica sobre calidad.
Entonces, pensar la calidad en la función pública con este marco conceptual supone
encuadrar en el mismo sus dimensiones principales, tanto en el aspecto estructural como
en la gestión de los recursos humanos.
19 Hugo T. Cormick: “Una mirada sobre el empleo público”, en Más y mejor estado. Una administración pública al servicio
del proyecto nacional. Rescatado de https://www.institutopatria.com.ar/wp-content/uploads/2019/09/Mas-y-mejor-
Estado.pdf
36
En cuanto al mérito en el desempeño, se trata de considerar no solamente
la acumulación de credenciales formales, sino también los aportes individuales
y grupales a los objetivos políticos y organizacionales y a la construcción de
lazos de pertenencia. Respecto de los niveles más altos, una conducción
de calidad priorizará, además de lo técnico, la convocatoria a la participación,
tanto por la vía sindical como en el plano individual.
37
Respecto de los niveles altos de la función pública (directivos públicos), es importante
sostener la idea del carácter funcional y no estructural de las responsabilidades directivas,
así como la asignación de funciones que conjuguen capacidades técnicas y compromiso
político-institucional (no debe confundirse con compromiso político partidario). Una
función pública de calidad deberá también establecer una relación salarial razonable entre
la función directiva y el resto de las categorías administrativas, evitando tanto la elitización
como la ausencia de diferenciación en el ejercicio de las funciones. En la misma línea,
promover la incorporación a la función pública nacional de directivos públicos
provenientes de diferentes regiones del país, para lo cual será importante avanzar en
el desarrollo de una red de formación federal, que articule sin homogeneizar.
- Alta función pública con formación política y de gestión, y con representación federal
Si bien la visión clásica de calidad la aplica a cada acción estatal puntual, nuestra
perspectiva no se limita a esta mirada ni la asimila a lo que haga cada organismo. Por
el contrario, planteamos que la calidad también está ligada a cómo cada acción estatal
impacta en la funcionalidad y legitimidad del conjunto del aparato estatal. Esto no implica
que los objetivos de cada ente estatal no sean importantes, sino de que se entiendan y
piensen en un marco más amplio.
38
Como dice Vilas (2005:8), cada organismo debiera poseer un compromiso con
la estatalidad: servir al Estado en su carácter de “unidad de sentido y de propósito”.
En esta senda, el peor escenario posible es que un organismo estatal realice acciones que
tengan impacto negativo (se supone que indirecto, de allí la dificultad natural de este
escenario) sobre otros organismos y/o sobre la resolución de otros problemas públicos.
Por ello los Análisis de Riesgo son un buen mecanismo para identificar los efectos de
las acciones propias para otras organizaciones o sectores estatales.
- Uso de la tierra: Como contrapartida de la política del PROCREAR, el valor del suelo se
elevó exponencialmente. Los sectores especuladores de siempre resultaron ganadores de
esta dinámica en la que Estado fue sucesivas veces responsable de un fastuoso negocio
privado: “verdaderas políticas de suelo que resolvieran la esquizofrenia de un Estado neo-
desarrollista en las respuestas habitacionales, pero neoliberal en la política de tierra”.
Generó las condiciones estructurales para que esas tierras elevasen su valor inmobiliario,
a partir de la inversión pública. Una vez puestas al mercado, el Estado no recuperó
la inversión pública en favor de rebajar los precios del nuevo suelo urbano o de
favorecer la producción social del hábitat.
https://www.elcohetealaluna.com/la-tierra-siempre-la-tierra/
39
En este sentido se ubica el concepto de intersectorialidad, que como plantea Cunill20, en
tanto relación entre distintos sectores gubernamentales, provoca que el foco ya no esté
exclusivamente en la mejora del desempeño en la provisión de servicios públicos (como
en el caso de la relación sector púbico-sector privado). Aunque el desempeño puede
estar presente, la mirada tiene otro alcance y se coloca expresamente en lo que se
necesita para solucionar el problema que se busca enfrentar; si el problema es
multicausal, la integración sectorial puede mejorar su abordaje integral.
Para ello es importante “mapear” los vínculos existentes o posibles, formales e informales, que
sirvan para identificar o construir (o deconstruir) los espacios de interacción entre organismos.
Una posibilidad para ello es el análisis de Déficit de Capacidades Institucionales22, que
sugiere una metodología para armarlos; lo interesante es que los construye no en función
de misiones y funciones “estáticas” sino relativos a programas y proyectos concretos y
en marcha, con lo cual se lo puede utilizar en el plano de las políticas públicas.
20 Nuria Cunill-Grau: “La intersectorialidad en las nuevas políticas sociales: Un acercamiento analítico-conceptual”. En:
Gestión y política pública, versión impresa ISSN 1405-1079, vol.23 no.1 México ene. 2014. Rescatado de:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-10792014000100001
40
Y la dimensión organizacional, que trata las barreras culturales y de lenguaje para
garantizar la colaboración de todas las partes involucradas.
La dimensión organizacional está presente desde dos ópticas diferentes. Por un lado,
debe ser una mirada introspectiva, de cómo funciona la organización hacia adentro. Es
decir, si sus diferentes áreas trabajan de forma colaborativa y tienen procesos y
protocolos de interacción bien conocidos y entendidos, entre otras características
deseables. Por otro lado, debe mostrar cómo se relaciona el organismo con otros
organismos, la forma de vincularse (consensuada o no), si desarrolla procesos muy
complejos que hacen muy difícil la interacción, etc.
- Fortalecer los vínculos entre organismos estatales a través de: Mapas de relaciones
interinstitucionales y Análisis de riesgos
41
G. Utilización socialmente inclusiva y administrativamente eficaz de
las nuevas tecnologías23
Sobre este auge se encuentran dos grandes lecturas encontradas. Por un lado,
las corrientes hegemónicas enfatizan en las supuestas virtudes: las TI como motores
de la transparencia, de la participación social, de la colaboración y, por ende, del
gobierno abierto, todo lo cual redundaría por default en más democracia (liberal). Así
como pasó con las privatizaciones en su momento, por ejemplo, esos resultados se
dan por supuestos; de alternativa se pasa rápidamente a receta. En la mayoría de
la literatura que abona a esta línea se encuentra el mismo eje argumental: la apertura
estatal permite el trabajo conjunto estado-ciudadano/a, lo que sería el motor de
la restauración de la confianza social en los mecanismos de gobierno, y de su eficacia
y eficiencia.
Por otro lado, las perspectivas críticas intentan plantear un escenario más complejo,
desnudando algunas de las consecuencias que genera el tránsito por el sendero de estos
procesos. En estas perspectivas críticas confluyen, como mínimo, dos linajes diferentes:
uno económico-productivo y otro filosófico-político.
42
“gubernamentalidad25 algorítmica”; por el otro, y más sustantivo si se quiere, la hegemonía
de la racionalidad instrumental sobre la política.
En todo caso, estas dos miradas (la optimista y la pesimista) tienen parte de realidad:
dificultosamente se puedan negar las ventajas de la digitalización, pero tampoco es
recomendable menospreciar sus desventajas, cuando se abordan sus riesgos y no se
adopta una mirada desde lo público.
25 La noción de gubernamentalidad excede a la de gobierno estatal, extendiéndose a toda práctica y dispositivo que
conduce las conductas, por ende comprende aquellas que se dan en el sector privado.
43
Como se lee en “Actuando en un mundo incierto”, de Michel Callon, Pierre Lascoumes y
Yannick Barthe (Seuil, 2001) una de las reglas para sobrevivir —y no solo progresar— es
“desmalezar” al máximo el abanico de las innovaciones y discutir todo cuidadosamente.
Esta es la forma en que se juzga la calidad de una civilización”.
Por ello, siguiendo a Morozov (op. cit.), hay una gran cantidad de problemas que no se
adecuan a la caja de herramientas del solucionismo, y además, muchos problemas que
los solucionistas dicen que hay que resolver, no son problemas en absoluto.
Entonces lo que hay que discutir primero son los problemas que hay que abordar, y en
función de ello debatir las mejores herramientas. Salirse del corsé de la existencia de
la solución para hacer encajar el problema.
III. Preferencias: muchas personas prefieren el canal presencial, en parte por los tres
impedimentos anteriores y en parte por el deseo de contacto humano.
44
La primera afirma que es menester brindar diferentes canales de vínculo con la
ciudadanía, para que cada quien utilice la que mejor le resulta y de maximizar
el rendimiento de cada canal, aprovechando al máximo las características únicas de
cada tipo de comunicación. Un elemento a destacar, que será retomado en el punto
siguiente, es la brecha digital, por lo cual la posibilidad de atención humana en tiempo
real debe tender a ser considerado un criterio central de la multicanalidad.
Por ello, al mismo tiempo debe lograrse la omnicanalidad, que tiende a la coordinación
entre los canales, poniendo al/la usuario/a en el centro de la estrategia, en la búsqueda
de crear un contacto coherente y efectivo. Por ejemplo, asegurando la identidad de
respuestas no importa la vía por la que se la ofrezca.
45
La generación y el manejo de los datos
“Los talibanes de los datos” creen que big data reemplazará a todo tipo de conocimiento
y sólo ven su parte exitosa. Los escépticos, por el contrario, creen que es una moda
pasajera y únicamente relatan su costado negativo. A nosotros nos toca contar toda
la historia, de éxitos y fracasos, de aciertos y aprendizajes, de revoluciones y fiascos, de
muertes y resurrecciones. E inferir la que todavía no hemos visto”. (Walter Sosa
Escudero, Big Data)26
Esta situación involucra varios de los puntos vistos previamente. Tanto en el sistema
de información sobre la sociedad, como en el funcionamiento ordenado de
las organizaciones y en la cuestión tecnológica está de una forma u otra
presente la compleja temática del tratamiento de los datos para su aprovechamiento.
En términos generales, esto es conocido como Gobierno de Datos e incluye, entre
otras cosas, la medición de calidad y gestión de riesgos asociados a los datos,
los procesamientos e integración de los mismos, su seguridad y su protección, garantizar
el cumplimiento de las regulaciones centradas en estos, estandarizar los procesos y
homologar los conceptos comunes, etc.
Ahora bien, estos elementos, para tratar los datos dentro de los organismos, deben darse
en el marco de una mirada conceptual de su utilidad. Como plantea Sosa Escudero27, la
irrupción del big data, la profusión de datos que se generan sin intención, por la sola actividad
en redes, interacciones en y con sistemas (tarjetas de crédito, etc.) más que big es new.
26 Walter Sosa Escudero (2019), Big data. Colección Ciencia que ladra. Siglo Veintiuno editores
27 Walter Sosa Escudero (2020), Borges, big data y yo. Colección Ciencia que ladra. Siglo Veintiuno editores
46
Es decir que hay datos nuevos a disposición, pero el problema principal es de “señal y
ruido”: o sea, más datos son una mejor opción siempre que contribuyan a mejorar
la calidad de la señal y no a aumentar el ruido, si es capaz de proveer información útil
ahí donde antes había sólo silencio y oscuridad.
47
En nuestra perspectiva, “sistema” es un concepto que puede hoy abarcar varios formatos,
no necesariamente algo que alude a “lo físico”. Un sistema de información puede ser, por
ejemplo, un conjunto de acuerdos intra-estatal, inter-estatal o público-privado para
conseguir, resguardar, abrir, procesar e interpretar datos que permitan mejorar la eficacia
del Estado al intervenir sobre la agenda de cuestiones comprometida en las elecciones.
O sobre cuestiones “de Estado”, como la seguridad o la defensa. También puede/debe
incluir un conjunto de algoritmos pensados desde la mirada del valor público, que se
encarguen de producir y actualizar la información necesaria para seguir la marcha de
las políticas en tiempo real.
Aunque la tentación “solucionista” está presente —la tecnología disponible— vale recordar
que lo sustantivo de un sistema informático está en la definición/construcción de
los conceptos, variables, indicadores, etc., que lo organizan, y que permitirán
interpretar los datos y transformarlos en información. Y, sobre todo, en la amplitud,
fortaleza y dinámica del acuerdo político que lo sostenga. Esta es nuestra mirada —en
líneas generales— sobre cómo encarar la gobernabilidad algorítimica.
- Multicanalidad y Onmicanalidad
48
Cuadro 1 - Resumen
_________________________________________________________________________________________
Elementos de
Instrumentos Objetivos
la calidad estatal
Explicitar los vínculos entre la política
Proyecto de
- Guía del gobierno pública y los lineamientos generales
gobierno
del gobierno
- Instrumentos para
la formación,
sensibilización e
información de
los sectores con
Rol performativo del menores recursos Influir sobre las preferencias
Estado - Nuevos mecanismos y ciudadanas
modalidades de acceso a
la Información
- Herramientas
de la economía del
conocimiento
49
- Acuerdos de trabajo
Favorecer una dinámica
entre funcionarios políticos
organizacional (en lo interno y en
y la línea
sus inter-relaciones) más eficaz
- Gestión por procesos en la gestión de las políticas públicas.
- Simplificación de trámites Regular la complejidad sin que esto
Funcionamiento
signifique tiempos y costos extras, ni
organizacional - Tecnologías de
relajar la función de control.
ordenado, la información/Sistemas
sistemático y inteligentes Hacer visible la mirada desde
respetuoso de los territorios, para evitar que todas
- Articulación centro-
las decisiones de funcionamiento y
la autoridad política territorio
de cambio queden reservadas al
- Planificación nivel central.
organizacional
Construir participativa y
- Monitoreo y evaluación negociadamente los indicadores de
calidad más pertinentes.
- Registros administrativos
- Consolidar la estabilidad
en la función pública y
el Convenio Colectivo
de Trabajo como marco Fortalecimiento de la representación
general sindical y de sus responsabilidades
Compromiso de
- Formación y compromiso de contraparte, sin que eso suponga
las/os co-gobierno.
con los valores de
funcionarias/os y
la democracia, el desarrollo Ampliar la mirada de la calidad
agentes estatales
e inclusión y el valor centrada en la tecnología y lo
con los valores público, y no solamente tecnocrático, incluyendo la mirada
públicos con el mérito individual política de los/as funcionarios/as y
- Formación y compromiso trabajadores/as estatales.
con los objetivos
institucionales de
la Administración Pública
- Mapas de relaciones
interinstitucionales.
- Análisis de riesgos.
Estimular y fortalecer la acción
Integralidad en la - Ferias de datos integral e intersectorial del conjunto de
gestión, - Organización de una red
los organismos de la Administración
interoperabilidad y Pública alrededor de los objetivos
de sistemas de
Articulación entre del proyecto de gobierno,
información y bases de
organismos la democracia, el desarrollo e
datos interoperables,
inclusión social y el valor público.
estatales coordinada por la autoridad
política y con criterios de Avanzar en la interoperabilidad.
seguridad y privacidad
asegurados en su
funcionamiento
50
- Racionalidad política
como guía en
la incorporación y
utilización de tecnología,
y en el diseño conceptual Sistemas de información orientados
de los sistemas de a la producción de valor público,
Utilización
información la democratización de la información,
socialmente
inclusiva y - Gobernabilidad el desarrollo e inclusión social.
administrativamente algorítmica basada en Ofrecer al ciudadano un esquema de
eficaz de las nuevas acuerdos político-sociales acceso coherente, simple y eficiente
sobre recopilación y uso para su acceso al estado.
tecnologías.
de datos
Soberanía tecnológica.
- Omnicanalidad
multicanalidad
- Uso de estándares
abiertos
51
Bibliografía
_________________________________________________________________________________________
Hintze, Jorge (2003). Gestión por procesos y por resultados en la gestión estatal: Una
cuestión abierta. Ponencia presentada en el SEGUNDO CONGRESO ARGENTINO DE
ADMINISTRACIÓN PÚBLICA - Sociedad, Gobierno y Administración Pública
"Reconstruyendo la estatalidad: Transición, instituciones y gobernabilidad", Córdoba, 27,
28 y 29 de noviembre, República Argentina.
Mazzucato, Mariana y Ryan-Collins, Josh (2019) Putting value creation back into ‘public
value’: From market fixing to market shaping. UCL Institute for Innovation and
Public Purpose, Working Paper Series (IIPP WP 2019-05).
https://www.ucl.ac.uk/bartlett/public-purpose/wp2019-05
Muller, Pierre (2006): Las políticas públicas. Universidad Externado de Colombia, Bogotá.
https://cursodeposgrado.files.wordpress.com/2011/08/muller.pdf
Nebrera Herera, Jaime (s/f) Introducción a la calidad/Curso de Calidad por Internet – CCI,
mimeo. Disponible en
http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/infodir/introduccion_a_la_calidad.pdf
52
53