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PEPE RODRÍGUEZ

Adicción a

Pautas para el análisis,


prevención y tratamiento

®Q©
SINEQUANON
SINEQUANON

PEPE RODRÍGUEZ
Adicción a sectas
Pautas para el análisis, prevención y tratamiento
PEPE RODRÍGUEZ
Adicción a sectas
Pautas para el análisis, prevención y tratamiento

1.' edición: marzo 2000


© Pepe Rodríguez, 2000
© Ediciones B, S.A., 2000
Bailen, 84 - 08009 Barcelona (España)
tvww. ediciones h. com
Printed in Spain
ISBN: 84-406-9730-9
Depósito legal: B. 5.965-2000
Impreso por PURESA, S.A.
Girona, 206 - 08203 Sabadell
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas
en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización
escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial
de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos
la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución
de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
INTRODUCCIÓN

Durante las últimas tres décadas se ha hablado mucho de


«sectas» aunque, lamentablemente, el fuerte impacto emo-
cional que va asociado a la problemática que generan ha he-
cho extraviar, en gran medida, el camino de la comprensión.
Ante el hecho real y doloroso de las «sectas», suele adop-
tarse la actitud de satanizar al grupo —así como al líder y las
técnicas de manipulación empleadas— haciéndole único res-
ponsable de cuantos males afectan a un adepto y a su entor-
no; esta postura, humanamente comprensible, sin embargo,
tal como demostraremos en este libro, no aborda la cuestión
desde el punto de vista correcto, equivoca el verdadero ori-
gen y causas del problema y, por ello, impide acercarse a una
comprensión adecuada de la situación que permita encarar la
búsqueda de soluciones razonables y posibles.
Con frecuencia, entre quienes acuden a mi consulta en
busca de asesoramiento, me encuentro frente a personas em-
peñadas en convencerme de cuan malvada es la «secta» que
«se ha apoderado» de su familiar y que sólo se muestran inte-
resadas por saber de qué manera pueden «acabar» con ella.
MÍ respuesta, en estos casos, suele ser la de inducirles a re-
flexionar sobre la siguiente pregunta:
—¿Quiere usted tener razón o solucionar su problema?
No cabe duda de que buena parte de los afectados —aun-
que no todos, ni mucho menos— llevan razón en sus críticas
contra el grupo que les aflige, pero estar en lo cierto respec- progresivamente hasta anular la dependencia del grupo m.m
to a las manifestaciones externas de un problema no implica tenida hasta entonces. En suma, no hay que romperle el ohjc
estarlo también en relación a sus causas. Así, por ejemplo, to de su devoción sino ayudarle a ver que existen otros dife-
describir el comportamiento de una persona dependiente rentes en los que se puede apoyar sin tanto riesgo.
del alcohol o del juego y/o enumerar los problemas que su En mis conferencias sobre la problemática sectaria sue-
adicción le reporta a ella y a su entorno, no sirve para poder lo recurrir a una metáfora que considero muy elocuente. Se
comprender las verdaderas motivaciones de su comporta- basa en un experimento que realizó el estadista y científico
miento ni, menos aún, para iniciar un abordaje.terapéutico, norteamericano Benjamín Franklin (1706-1790) hace algo
puesto que, para ambas intenciones, antes deberán identifi- más de un par de siglos. El inventor del pararrayos y las gafas
carse las causas de índole psicosocial que indujeron a esa per- bifocales le encargó a un carpintero que, de una misma pieza
sona en concreto a beber o jugar en exceso y hacer de ello el de madera, elaborase veinte estacas idénticas. Acto seguido
centro de su vida. Por otra parte, identificar los lugares don- las hizo pintar usando todo el espectro cromático que con-
de, aparentemente, se origina la conducta alcohólica o juga- forma la luz blanca —eso es violeta, azul, verde, amarillo,
dora —el bar de la esquina de casa, por ejemplo— y preten- anaranjado y rojo— y con diferentes gamas de cada color. Fi-
der que tal problema es responsabilidad del dueño del bar y nalmente, por la mañana, temprano, antes de salir el sol,
que desaparecería si se cerrase su establecimiento —y/o to- Franklin clavó cuidadosamente las veinte estacas sobre el
dos los bares del país— sería tan absurdo, injusto e inútil suelo nevado del jardín de su casa, procurando que guarda-
como lo es hacer lo propio respecto a un sectario y el grupo sen la misma distancia entre ellas, igual orientación y que no
del que se ha vuelto dependiente. se hundiesen más allá de una marca que les era común.
—No hay que luchar contra la «secta» —aconsejo a me- Cuando llegó el mediodía, tras unas horas de acción solar,
nudo—, sino maniobrar a favor del sectario. Franklin fue a observar su obra y se encontró con un peque-
Una persona sectadependiente —en el capítulo III perfi- ño caos. Nada era igual. Unas estacas se habían humillado
laremos con toda su fuerza este concepto— necesita de modo hasta tocar el suelo, otras se habían hundido más o menos en
imperioso la relación intensa y absorbente que ha establecido la nieve, algunas se inclinaban hacia delante mientras que
con su «secta», igual que le ocurre a un alcohólico y a cual- otras caían hacia atrás... Si todas las estacas eran similares en
quier otro tipo de adicto en relación a la sustancia y/o com- todo y aguantaron condiciones exteriores idénticas ¿qué ha-
portamiento del que dependen, de modo que todo ataque al bía sucedido? La respuesta era sencilla: cada color absorbe de
objeto de su adicción se convertirá automáticamente en una forma diferente el calor del sol y, por tanto, la temperatura
agresión a su núcleo de bienestar (que es, precisamente, el alcanzada por cada estaca varió, fundiendo más o menos la
sentimiento que le proporciona su estado de dependencia) y, nieve —causa de sus movimientos— de forma proporcional
por ello, producirá el efecto contrario al deseado. Cuanta al calor acumulado.
más presión se ejerza sobre un sectario y su grupo, más pro- Si convertimos este experimento en metáfora y la aplica-
fundo se sumergirá a aquél en éste. Por el contrario, si, ob- mos a los humanos, veremos que aunque todos somos apa-
viando a la «secta», logramos encontrar estímulos ajenos al rentemente iguales —de la misma madera—, dado que no te-
^i upo que ayuden al sectario a sentirse bien, la necesidad de- nemos exactamente el mismo color—que sería el equivalente
s<-spcrad.\e afiliación que éste experimenta se irá diluyendo a la personalidad, puesto que las gamas cromáticas dctermi-
las reacciones a los estímulos externos—, tampoco tor de ansiedad, igual que hacemos todos, aunque en esos f.t
toilos nos comportarnos de la misma manera ante las \ncle- sos, al carecer, en mayor o menor medida —por deticiend.is
nit'Hfias de la vida. Unos tienen la fortaleza suficiente para psicosociales que veremos en su momento—, de la habilidad
poder soportar el sol sin más, otros tienen la habilidad de po- que permite recurrir a los protectores habituales —eso es es-
der emplear algún tipo de protector —crema, sombrero, som- trategias psicológicas de afrontamiento de problemas— aca-
brilla...— para enfrentarse a él y no resultar perjudicados, ban cayendo en reductores de ansiedad extremos como son
pero otros, en fin, no disponen de la fortaleza ni de la habili- los comportamientos adictivos.
dad necesaria para enfrentarse con las dificultades de la vida y Por todo ello, cuando se pretende que una persona supere
resultan achicharrados vivos. Estos últimos son los que aca- su sectadependencia, lo más adecuado no será «luchar contra
ban conformando la legión de los adictos a sustancias y com- la secta» sino, por el contrario, apoyar y ayudar al sectario a
portamientos, entre los que está el sectarismo. fin de que encuentre algún tipo de parasol alternativo y no le-
El acbicbarramiento vital, siguiendo con nuestra metáfo- sivo que pueda reemplazar la función que cumple su adicción
ra, genera mucha ansiedad 1 en los sujetos que lo padecen y, al grupo. No es algo fácil, ni mucho menos, pero eso es debi-
por ello, debido a que estamos biológicamente preparados do a que el origen y fondo de la problemática sectaria son
para intentar escapar del dolor, buscan algún tipo de reduc- mucho más complejos de lo que la mayoría imagina.
En la concepción de este libro se ha partido de una premi-
1. Dado que, a lo largo de todo el libro, el concepto de ansiedad será sa que debería ser de puro sentido común: para intentar pre-
fundamental y estará siempre presente, será oportuno apuntar aquí que la venir y/o resolver un problema se requiere, primero, tener
ansiedad es un conjunto de respuestas psicológicas y/o biológicas al estrés
que engloban aspectos subjetivos o cogmtivos de carácter displacentero
previamente una consciencia adecuada de los factores que lo
—preocupación; inseguridad; miedo o temor; aprensión; pensamientos determinan y, segundo, actuar seguidamente en la dirección
negativos (de inferioridad, incapacidad, etc.); anticipación del peligro o apropiada para tratar de eliminarlos o minimizarlos. De am-
amenaza; dificultad para concentrarse; dificultad para tomar decisiones; bas fases nos ocuparemos en este trabajo, estructurado en
sensación general de desorganización o pérdida de control sobre el entor-
no, acompañada de dificultad para pensar con claridad, etc.—, aspectos
base a dos grandes bloques. Uno, más académico —y con
corporales o fisiológicos caracterizados por un alto grado de activación aspectos absolutamente novedosos en el abordaje del sectaris-
del sistema nervioso autónomo, y aspectos observables o motores, que mo—, abarca los aspectos que permiten comprender en toda
suelen implicar comportamientos poco ajustados y escasamente adaptati- su profundidad esta problemática —parte I del libro—; el otro,
vos. La reacción de ansiedad puede ser provocada tanto por estímulos ex-
ternos como internos —pensamientos, ideas, imágenes mentales, etc., que
redactado como un texto de autoayuda —partes II y III—, fa-
son percibidos por el sujeto de forma amenazante—. Los estímulos inter- cilita las guías básicas que posibilitan prevenir y tratar con efi-
nos capaces de evocar la reacción de ansiedad están determinados en gran cacia el sectarismo2.
parte por el perfil de personalidad del sujeto, que conformaría lo que se
llama un «rasgo de ansiedad». La ansiedad, de hecho, es una respuesta sa-
ludable y natural ante las experiencias de la vida, pero, sin embargo, una 2. De hecho, la parte que se ocupa de la prevención y tratamiento del
respuesta exagerada o una ansiedad crónica suelen indicar la presencia de sectarismo es la ampliación y/o actualización de un libro anterior —Ro-
un trastorno de ansiedad. Los trastornos derivados de la ansiedad son tan dríguez, P. (1994). Tu hijo y las sectas. Madrid: Temas de Hoy—, que fue
importantes que han convertido a ésta en uno de los elementos centrales eí primer texto publicado que abordó esta cuestión centrándola en los fac-
de la psicopatología actual. La ansiedad, entre otras cosas, desempeña un tores psicosociales del sujeto y en la incidencia de las ínterrelaciones intra-
papel fundamental en los procesos adictivos a drogas, alcohol, comida y, familiares y que propuso un manual básico de estrategias preventivas,
sin duda, sectas. asistcnciales y terapéuticas.
Este libro es fruto de la experiencia acumulada por este profesionalmente esta cuestión desde la óptica terapéutíd v
autor desde que, allá por el año 1974, comenzó a trabajar en educativa.
este ámbito de la problemática sectaria, un campo que ha tra- Por otra parte, tomando en cuenta a los afectados por sir
tado desde todas las perspectivas posibles —psicosocial, jurí- tas y, principalmente, a sus familiares, destacaremos que una
dica, legislativa, policial, académica, divulgativo/preventiva, de las intenciones básicas de este libro es que la lectura y aná-
asistencial, terapéutica, etc.— y que hace ya años aborda des- lisis de su contenido pueda hacer innecesaria, en no pocas
de la dirección del EMAAPS (Equipo Multidisciplinar para ocasiones, la consulta a un especialista o, al menos, pueda ser
el Asesoramiento y Asistencia en Problemas Sectarios), que suficientemente útil para permitir evaluar el tipo de proble-
es un equipo asistencial privado, de orientación sistémíca, ra- ma concreto que subyace en cada caso y sirva para orientar la
dicado en Barcelona e integrado por un grupo de especialis- búsqueda de una ayuda profesional directa y adecuada, que
tas —básicamente psicólogos, psiquiatras y abogados, aun- muy a menudo no debería ser la de un «experto en sectas»
que hay consultores en otros campos— que intervienen de dado que, como veremos, la «secta» no es apenas sino la eti-
manera más o menos activa en función del diagnóstico, nece- queta que le ponemos a un problema multicausal que debe
sidades y características de cada caso3. intentar resolverse por cauces ajenos a los propiamente es-
En estas páginas encontrarán muchas respuestas quienes tructurales del sectarismo.
se interesen por la comprensión global del fenómeno sectario Para acabar esta breve introducción, añadiremos cuatro
—así como todos aquellos que estudien, trabajen o se preo- frases brillantes que pueden aportarnos puntos de partida
cupen por las dinámicas adictivas en general—, pero también importantes para reflexionar:
se ofrecen las pautas fundamentales para poder abordar «Uno es, esencialmente, lo que ha comido de niño» (Ed-
gard Morin, 1921, sociólogo francés).
3. De los casos atendidos por este autor y su equipo —que son un «Los conflictos existen siempre; no tratéis sólo de evitar-
47 % de todas las peticiones recibidas—, el 65 % de las consultas se refie- los, debéis procurar entenderlos» (Lin Yutang, 1895-1976,
re a hijos afectados por sectas y el 35 % a parejas en la misma situación; el
54 % de los afectados son varones y el resto, mujeres (46 %). La mayoría
escritora norteamericana).
de las demandas de asistencia han sido iniciadas por mujeres (62%) y se «El único error real es aquel del que no aprendemos
refieren en un 59 % a sus hijos, en un 39 % a su pareja y en un 2 % a otros nada» (John Powell, 1834-1902, geólogo y etnólogo estadou-
(los varones han consultado en un 70 % por su pareja, en un 27 % por sus nidense).
hijos y en un 3 % por otros). La demanda inicial de la práctica totalidad de
los casos era la de «sacar de la secta» al familiar afectado. El 68 % de las
«Todos los problemas tienen solución; el problema está
consultas se refería a grupos poco o nada conocidos públicamente. La en dar con ella» (Noel Clarasó, 1905-1985, escritor español).
intervención sólo se ha formalizado en el 56 % de los casos estudiados
—y en un 22 % del total no se aceptó intervenir por faltar las condiciones
sociofamiliares básicas e imprescindibles en la parte demandante y/o por
carecer de una actitud adecuada para afrontar la situación—, lográndose
resultados satisfactorios para todas las partes implicadas en el 78 % de los
casos tratados. La ayuda psicológica —terapia individual, de pareja o fa-
miliar— ha sido necesaria, a muy diferentes niveles, en el 62 % de los ca-
sos tratados. En un 5% de los casos ha sido precisa asistencia psiquiátrica
por la presencia de un proceso psicótico en el sectario, y en otro 2% se ha
necesitado psicofármacos para controlar procesos depresivos o ansiosos.
PARTE I
ASPECTOS BÁSICOS
PARA PODER COMPRENDER
LA PROBLEMÁTICA SECTARIA
I
¿De qué estamos hablando cuando decimos
secta, secta destructiva y religión?

1. Definición clásica de «secta»

El sectarismo, como antesala de totalitarismos y fanatis-


mos diversos, se ha convertido en una dinámica cada vez más
presente en nuestra sociedad. Una parte fundamental de su
etiología hay que buscarla entre los factores de crisis psicoso-
cial y estructural que han eclosionado con virulencia —muy
especialmente durante las tres últimas décadas— en el seno
del modelo cultural occidental e industrializado, y entre sus
efectos más llamativos cabe destacar la potenciación de diná-
micas patógenas y/o delictivas en diferentes grados.
La crítica fundamentada a las «sectas» se dirige hacia
grupos muy cerrados —eso es replegados sobre sí mismos,
maniqueos, autorreferenciales, con dogmas/reglamentos es-
pecíficos y excluyentes, etc.— y/o que protagonizan com-
portamientos susceptibles de ser descritos o tipificados como
ilícitos o delictivos. Pero, de hecho, algunos antropólogos
opinan que cuando se habla de «sectas» es imposible saber
con claridad a qué tipo de entidad se hace alusión. ¿Partimos
de la dicotomía Iglesia/secta propuesta por Max Weber o por
Troeltsch? ¿Nos basamos en los criterios definitorios de Wil-
son (1970), Rodríguez (1984), o en los del congreso de Wis-
consin(1985)?

17
Las conceptualizaciones acerca de lo que debe entenderse dos sectas, Bryan Wilson propuso definir el término «s
por «secta» parecen ser muy divergentes, pero no sólo porque en base a ocho características, a saber4:
los distintos autores parten desde perspectivas y modelos di- 1. Voluntariedad: las sectas son agrupaciones de carácter
ferentes, sino porque, en buena medida, tratan de realidades voluntario en las que los individuos tienen cierta posibilidad
distintas —a menudo complementarias o paralelas, pero difícil- de decidir con respecto a su adhesión a los dogmas de la secta,
mente asimilables— y persiguen objetivos de análisis divergen- aunque se tiende a que los hijos de los sectarios abracen la
tes. Será indispensable, pues, comenzar este trabajo definiendo misma fe de sus padres.
con la máxima claridad posible los límites y características del 2. Exclusivismo: una de las características esenciales de
objeto de estudio que lo justifica. una secta es la de exigir a sus fieles un sometimiento absoluto;
El término «secta», etimológicamente apareció alrededor la secta se convierte en el aspecto más importante de su vida.
de los siglos XIII-XIV y parece basarse en la raíz latina se- Según Wilson, cuando los seguidores de una secta chocan
quor —que significa «marchar detrás de», «tomar por guía con alguna hostilidad y necesitan saber quiénes son los
a», eso es, seguir las doctrinas u opiniones de alguien—, en miembros de confianza —o quiénes son los cristianos que
secedo —«apartarse», «alejarse»—, o en la derivación seco puede admitirse en el culto o con los que puede establecerse
secui sectum —«cortar», «trinchar», «partir», «amputar» o un intercambio social—, se delimitan unas fronteras claras y
«mutilar»—. Una vieja discusión académica clásica ha pre- la secta adquiere así su verdadero perfil.
tendido diferenciar entre secta e Iglesia enfrentando una a la 3. Méritos: para ser aceptado como miembro se requiere
otra. Así, Max Weber definió una Iglesia como una institu- alguna prueba de méritos; el individuo ha de ser digno de
ción de salvación que privilegia la extensión de su influencia, pertenecer a la secta, con lo que ésta acentúa un fuerte senti-
mientras que una secta es un grupo contractual que pone el do de identidad.
acento sobre la intensidad de vida de sus miembros. 4. Autoidentificación: enlazando con la característica an-
Ernst Troeltsch, siguiendo la senda de Weber, subrayó terior, Wilson afirma que aquel que es admitido se convierte
que una Iglesia, para extenderse, está dispuesta a adaptarse a en «uno de los nuestros» y ese «los nuestros» se pone por en-
la sociedad y adoptar compromisos con los Estados, mien- cima de todos los demás «nuestros», y ello es tanto más así
tras que una secta, por el contrario, se coloca separada res- debido a que las sectas recaban para sí un acceso especial y
pecto de la sociedad global y tiende a rechazar todo lazo con exclusivo a las «verdades sobrenaturales». La secta es una
ella e incluso el diálogo; dado que una secta también adop- agrupación que exige a sus miembros un sometimiento pleno
ta esta actitud con respecto al resto de religiones, Troeltsch y consciente que, si no llega a eliminar todos los demás com-
propuso que la presencia o no de sentido ecuménico podría promisos, debe situarse, al menos, por encima de ellos, ya se
ser un criterio válido para diferenciar entre Iglesias y sectas. refieran al grupo familiar, al clan, a la clase o al Estado.
Sin embargo, hace mucho ya que los sociólogos de la religión 5. Estatus de élite: presencia de un sentimiento de «pue-
no admiten como correcta esta dicotomía Iglesia/secta en blo elegido por Dios» que varía en función de factores con-
nuestra sociedad moderna. cretos tales como la tradición escatológica recibida y el carác-
Buscando un nuevo instrumento defmitorio que se ajus-
tara con más exactitud a los elementos fundamentales que
4. C/r. Wilson, B. (1970). Sociología de las sectas religiosas. Madrid:
conforman la estructura y dinámica de los grupos denomina- Guadarrama, pp. 22-35.


ter de las relaciones que los miembros de la secta mantienen 2. Definiciones criticas de «secta»
con el mundo ajeno a su grupo.
6. Expulsión: dado el rigor de los atributos diferenciales El problema de llegar a una definición consensuada que
de la pertenencia a una secta, de los elitistas en especial, resul- pueda identificar a los grupos a los que comúnmente nos re-
ta lógico que la gran mayoría de grupos —al ser de afiliación ferimos bajo el término de «secta» es todavía una cuestión
voluntaria, tener una vida muy intensa y urgir a sus miem- abierta. La primera dificultad estriba en que entre los millares
bros unos determinados méritos— cuente también con pro- de «sectas» que existen—tomarnos el concepto de «secta» en
cedimientos explícitos para expulsar a los miembros desca- su acepción más amplia— las hay de muchos tipos, de modo
rriados que duden o no cumplan sus rígidos preceptos. que «sectas» como, por ejemplo, Iglesia de la Cienciología,
7. Conciencia: a diferencia de las grandes religiones e Ceis, Familia del Amor, Iglesia de la Unificación, Testigos de
Iglesias, las sectas, según Wilson, no son asociaciones que se Jehová, Iglesia de Filadelfia, Gnosís..., el amplio conglomera-
consideren a sí mismas como una unidad natural. La secta do formado por miles de sectas cristianas —fundamentalistas
tiene conciencia de sí misma y su formación y reclutamiento o no—, los cientos de grupos aglutinados en torno a creen-
son procesos conscientes y deliberados; por ello posee un cias esotéricas, extraterrestres, new age, y un casi infinito
sentido de su propia integridad y piensa que esa integridad etcétera, son notablemente diferentes entre sí en cuanto a su
puede verse amenazada por los miembros despreocupados o concepción, funcionamiento y estructura. Por otra parte, los
insuficientemente comprometidos. comportamientos sectarios atribuibles a ese tipo de grupos
8. Legitimación: aunque las sectas profesan una serie de —que, en todo caso, resulta más exacto referirlos a cada
enseñanzas, mandamientos y prácticas diferentes de la «orto- miembro concreto de cada grupo específico— abarcan mati-
doxia», esa alternativa no supone jamás un rechazo absoluto ces y dinámicas psicosociales muy diversas que van desde la
de todos los elementos que componen la «tradición orto- identificación sana y positiva con un ideario/grupo hasta los
doxa». Para proponer su alternativa, la secta debe recurrir a comportamientos más patológicos que rodean los fenóme-
algún principio de autoridad distinto del que es inherente a la nos del fanatismo y la adicción.
tradición ortodoxa, defendiendo, al mismo tiempo, su supre- Durante los últimos treinta años han sido propuestas mu-
macía; la mayoría de los grupos invocan como autoridad la chas etiquetas para diferenciar las sectas criticables de las so-
suprema revelación de su líder carismático. cialmente aceptables —un ejercicio delicado si pensamos
Esta definición, particularmente apropiada para analizar que, por ejemplo, en Estados Unidos, país pionero en la de-
el magma casi infinito de las sectas cristianas, también pue- nuncia y el estudio de los efectos del sectarismo, existen cen-
de aportar conclusiones interesantes cuando se la aplica a los tenares de grupos religiosos que son aceptados como «Igle-
grupos de cariz religioso surgidos durante las últimas décadas, sias» mientras que a ojos europeos no parecen sino «vulgares
especialmente si se tiene en cuenta que, tal como el propio Wil- sectas»—, pero hoy apenas sobreviven unas pocas denomi-
son ya advirtió, la configuración de las sectas es dinámica y naciones, entre las que cabe destacar: «sectas carismáticas»,
«algunos atributos pueden ir perdiendo peso, y otros, en cam- «nuevos movimientos religiosos» (NMR), «sectas coerciti-
bio, ir ganando importancia en determinados momentos de vas» (SC) y «sectas destructivas» (SD).
la historia de una secta». Si cuando buscamos alguna etiqueta con la que denominar
a las «sectas» pretendemos diferenciar conccptualmcntc las
sectas socialmentc aceptables de aquellas que —por motivos tá asociado a lo «religioso», lleva indefectiblemente ,1 v.ilou
diversos y, en cualquier caso, ajenos a los puramente ideoló- ciones apriorísticas-y lesivas desde quienes lanzan las sij;l.is
gicos— no lo son, resulta indiscutible que en algunos de los NMR contra determinados grupos, puesto que sibilinamentl
grupos citados anteriormente encontramos una incidencia asocian lo que es «de siempre», la «tradición», a lo corrcctu y
negativa y lesiva —de intensidad variable— sobre la persona- verdadero, mientras que lo nuevo se presenta como sinónimo
lidad, relaciones sociales y patrimonio de sus adeptos, que re- de herejía, irracionalidad, explotación, etc., se disfrace como
sulta demasiado fuerte y evidente para ser ignorada, aunque se disfrace. El marco definitorio de «secta» en el que se m u e -
no es menos cierto que esos mismos grupos también aportan ven los expertos oficiales de la Iglesia católica es un modelo
una sene de efectos beneficiosos a sus miembros. de intolerancia, relativismo interesado y falta de rigor acadé-
Acogiéndonos a la primera etiqueta definitoria, la de mico difícilmente superable6.
«secta carismática», vemos que sí bien el concepto de lideraz- En cualquier caso, la Iglesia católica en sí misma es nue-
go cansmático es muy importante para comprender, e inclu- va en relación al judaismo y cristianismo del que se escindió
so justificar, una parte notable de la dinámica interna de una cuando no era sino una secta —o, más bien, una herejía, to-
«secta», se queda muy corto a la hora de definir, puesto que mando este término en el sentido original de aíresis, que indi-
una «secta» es muchísimo más que un líder con carisma y, ca el hecho de adoptar una determinada opinión o punto de
además, cientos de líderes carismátícos no están al frente de vista para sostener algo— entre las más de cien sectas judeo-
ninguna secta y, obviamente, seguir a un líder carismático no crístianas de los primeros siglos; y es novísima en relación a
implica nada —ni en lo personal ni en lo social— que deba las religiones documentadas —dichas paganas— que la pre-
ser estigmatizado a priori. El carisma de decenas de líderes cedieron y de las que acabó absorbiendo sus mitos, ritos y
políticos, religiosos, sociales o científicos resulta tan incues- símbolos fundamentales 7 .
tionable como absurdo sería confundir con una secta el apa-
rato —eso es la estructura gestora— que maneja y administra 6. Así, por ejemplo, en el documento Sectas o nuevos movimientos
religiosos. Desafíos pastorales, elaborado, en 1986, por el Secretariado para
la influencia y poder que aglutinan esos dirigentes. la Unidad de los Cristianos, se afirma que «Ayudará [a diferenciar entre
Otra etiqueta, la de «nuevos movimientos religiosos» sectas aceptables o no] a hacer una distinción entre las sectas que tienen su
(NMR), que se ha convertido en la más comúnmente em- origen en la Religión cristiana y las que se basan en otras religiones o fuen-
pleada por los autores católicos actuales5, ofrece, a nuestro tes humanitarias. El problema se vuelve más delicado cuando estos grupos
tienen un origen cristiano. Es importante, pues, hacer esta distinción. Sin
criterio, varios problemas. El ser «nuevo» no indica otra co- embargo, algunas mentalidades o actitudes de secta, por ejemplo la intole-
sa que cercanía relativa en el tiempo y, cuando, además, es- rancia o el proselitismo agresivo, no constituyen ni caracterizan necesaria-
mente una secta. Estas actitudes se pueden encontrar también en grupos
5. í'.jr. Morilla, A. (1990). Sectas y derecho en España: un estudio en cristianos o dentro de algunas iglesias o comunidades eclcsiales». O, dicho
turno ,t ¡a posición de los nuevos movimientos en el ordenamiento jurídico. de otro modo, resulta que la «santa coacción» que predicó José María Es-
Mftdríd: Editoriales de Derecho Reunidas; Guerra Gómez, M. (1993). Los crivá de Balaguer —y que sigue siendo norma dentro del Opus Dc¡, así
lífíivm movimientos religiosos. Pamplona: Ediciones de la Universidad de como en todos los grupos católicos ultraconservadores— no es criticable
N , i \1 i.i; V.í/.qiK'/J. M. (1994). Familia y sectas. Madrid: Instituto de So- ní delictiva si se ejerce bajo el manto vaticano pero sí lo es en cualquier
i íomgía Aplicada tic Madrid; etc. De hecho, uno de los primeros estudio- otro tipo de grupo.
|M| Al.iin Woodrow, ya en 1977 las había denominado «nuevas sectas» 7. Cfr. Rodríguez, P. (1997). Mentiras fundamentales de la iglesia ca-
11 11 Woodrow, A. (1979). Las nuevas sectas. México: Fondo de Cultura tólica. Barcelona: Ediciones B; Rodríguez, P. (1997). Mitos y ritos de ¡a
Navidad. Barcelona: Ediciones B.
Por otra parte, entre los NMR se sitúa a grupos creados trarse ante una SC, pero ¿cómo diferenciar con objetividad
hace un par de siglos junto a otros que apenas tienen una de- los procesos por los que debe atravesar un menor dentro tic
cena de años de vida8, ¿cuál es, pues, el límite temporal para su familia o en la escuela, o los meses de servicio militar, o el
ser considerado «nuevo» o no? Además, incluir el término adoctrinamiento en un seminario o convento, de aquello tan
«religioso» excluye a cientos de «sectas» que nada tienen que negativo que quiere significarse con el concepto de SC? Ade-
ver con el hecho religioso; sin olvidar que se instaura una su- más, la coerción, a pesar de su gran influencia, no es el pivote
til discriminación al definirlos como «movimiento» —una de todos los actos de una «secta», ni la encontramos en todas
etiqueta con un significado muy claro entre los científicos so- las fases de formación y vida del sectario, ni explica la mayo-
ciales y que no cabe aplicar a ninguna «secta» en concreto, tal ría de sus comportamientos, ni tampoco sirve para compren-
como analizaremos en el apartado 13— frente a otros colec- der o clasificar lo fundamental de la gama de elementos que
tivos que son tomados por «religión» o «Iglesia»: el primer apreciamos observando a sectas y sectarios.
concepto se hace aparecer como sinónimo de un fenómeno En el informe parlamentario Les sectes en France (Assem-
pasajero, como una moda de escasa entidad y nada recomen- blée Nationale, 1995), la Commission d'Enquéte mr les Sec-
dable; los otros dos representan lo eterno, verdadero y apro- tes, tras reconocer la imposibilidad —evidente y lógica desde
piado. siempre— de dar una definición jurídica de «secta», seña-
El concepto de «secta coercitiva» (SC), propuesto por el ló que:
psicólogo social Alvaro Rodríguez9, es substancialmente «Entre los índices que permiten suponer la eventual reali-
adecuado ya que las dinámicas de persuasión coercitiva son el dad de sospechas conducentes a calificar de secta a un mo-
núcleo de buena parte de los elementos estructurales diferen- vimiento que se presenta como religioso, la Comisión ha
ciales de una «secta» criticable y mediatizan una parte nota- retenido, haciendo suyos los criterios utilizados por los Ren-
ble de sus consecuencias, pero, a nuestro criterio, a este con- seignements généraux [Servicios de Investigación de la Poli-
cepto le falta fuerza definitoria y clarificadora. Si coerción es cía] en los análisis del fenómeno sectario a los que ha pro-
imponer algo por la fuerza, mediante apremio físico o psico- cedido este servicio y que han sido puestos en conocimiento
lógico, ¿es una SC la familia?, ¿lo es el ejército?, ¿lo son todas de esta Comisión, los siguientes: 1) desestabilización mental;
las religiones sin excepción?, ¿lo es la judicatura, que impone 2) carácter exorbitante de las exigencias financieras; 3) ruptu-
reglas muy estrictas a todos sus miembros?, ¿lo es la universi- ra inducida con el entorno de origen; 4) atentados a la integri-
dad, que impone unas obligaciones inapelables para obtener dad física; 5) captación de menores; 6) discurso más o menos
unos determinados logros diseñados y fijados por la «autori- antisocial; 7) disturbios del orden público; 8) importancia de
dad académica»? las querellas judiciales; 9) eventual desviación fraudulenta de
La cuestión residirá, sin duda, en las diferentes gradientes los circuitos económicos tradicionales; y 10) tentativas de in-
coactivas que puedan darse en cada entorno, eso es que cuan- filtración en los poderes públicos.»
ta más coerción se aplique más posibilidad habrá de encon- Estos criterios adoptados por el Parlamento de Francia
no sólo son tremendamente ambiguos, relativos y propios de
8. C/r. García Hernando, J. (Ed.) (1993). Pluralismo religioso H: Sectas un pensamiento único alarmante —¿es una secta la Hacienda
y Nuevos Movimientos Religiosos. Madrid : Sociedad de Educación Atenas. pública, dado lo «exorbitante de las exigencias financieras» a
9. C/r. Rodríguez, A. (1992). El lavado de cerebro. Barcelona: Boixa-
reu Editores. que nos somete?, ¿lo es una universidad privada por el precio
de sus cursos?, ¿qué es un discurso «más o menos antiso- les, pero no peligrosas, también—, aunque, de nuevo, cube
cial»?, ¿es una secta quien afirme que la sociedad de consumo señalar igualmente que la inmensa mayoría de las fecnorítl
es insolidaria e inviable para el planeta... y, por tanto, un ob- que se cometen en una sociedad no son atribuibles a «sectas».
jetivo a abatir?, ¿es una secta Pinochet y los suyos dada la Más difícil es ponerle un contenido claro a comportamictHos
«importancia de las querellas judiciales»?—, sino que están que «perjudican a los individuos o a la sociedad o dañan la
vacíos de contenido real y no sirven para definir ninguna en- dignidad humana»: ¿Es una «organización sectaria peligro-
tidad o estructura concreta, sea «secta» o no. sa» la sociedad capitalista que, de modo estructural y como
Por otra parte, resulta prácticamente imposible encontrar necesidad para sus móviles económicos, condena al paro —o
una «secta» que cumpla con esos diez criterios —salvo algu- al trabajo precario— a millones de personas, con lo que per-
na excepción, en las «sectas» que suponen un riesgo estima- judica «a los individuos y a la sociedad y daña la dignidad hu-
ble para sus adeptos no suelen darse más que entre 2 y 4, o a mana» de los afectados?
lo sumo 6, de esos indicadores—, mientras que, por el con- El trabajo de los miembros de las dos comisiones parla-
trario, en cualquier sociedad, quienes cumplen mejor y de mentarias citadas —que fueron directa y plenamente orien-
forma más alarmante los requisitos apuntados son grupos y tados por destacados miembros del «movimiento antisecta-
personas que nada tienen que ver con el mundo de las sectas. rio internacional», particularmente por el lobby francés"—,
En la misma línea cabe situar la actitud definitoria del in- adolece de casi todos los defectos metodológicos que pueden
forme Enquéte parlementaire visant a élahorer une politique cometerse y, en cuanto al aspecto definitorio o aclaratorio de
en vue de lutter contre lespratiques ¿llégales des sectes et les la cuestión, no sirven absolutamente para nada, máxime
dangers qu'elles représentent pour la société et pour les per- cuando sus planteos definitorios están entre los peores que se
sonnes, particuliérement les mineurs d'áge10, realizado por la han presentado hasta hoy.
Commission d'Enquéte de la Chambre des Représentants de Para mayor despropósito, algunos autores católicos clasi-
Belgique(1997). fican las «sectas» en función de unos demenciales «grados de
El informe parlamentario belga estableció que una «or- peligrosidad». A saber: Grado A: «sectas que no dañan eco-
ganización sectaria peligrosa» es «un grupo con vocación nómica ni físicamente a sus miembros. Sus características son
filosófica o religiosa, o que pretende ser tal, que en su organi- indiscutiblemente sectarias pero su influencia es casi inocua
zación y en su práctica se dedica a actividades ilegales peli- sobre los adeptos». Grado B: «sectas que ocasionan daños
grosas, perjudican a los individuos o a la sociedad o dañan la económicos a sus miembros, les suscriben dietas o tratamien-
dignidad humana». Para llegar a una conclusión de este tenor tos médicos específicos, tienen métodos de captación solapa-
es evidente que no hacía falta una comisión parlamentaria ni dos y han sido enjuiciadas en alguna ocasión. En la mayoría
las alforjas de 670 páginas que tiene este documento.
Resulta obvio que todo grupo que se dedique a «activida-
11. Resulta muy clarificadora la lectura del opúsculo Carta abierta a
des ilegales peligrosas» debe ser perseguido —y si son ilega- la secta de los adversarios de las sectas, escrito por Anne Morelli, profeso-
ra de Historia de las Iglesias cristianas contemporáneas en el Instituto de
10. Investigación parlamentaria dirigida a elaborar una política con historia de las religiones de la Universidad Libre de Bruselas y participan-
vistas a luchar contra las prácticas ilegales de las sectas y los peligros que te, como experta, en la Comisión de investigación parlamentaria sobre las
ellas representan para la sociedadypara las personas, particularmente para sectas [C/r. Morelli, A. (1997). Lettre ouverte a la secte des adversares des
los menores de edad (traducción del autor). sectes. Bruselas: Labor].
de los casos utilizan métodos de presión para evitar la marcha sentan comportamientos lícitos y aceptables —según los v.i
de sus miembros desengañados con la secta». Grado C: «sec- lores y normas mayoritarios de una determinada sociedad i-n
tas que a algunas de las notas de los grados A y B añaden un momento histórico concreto— y las que mantienen din.í
alguna relación con la violencia física y/o la fabricación de micas estructurales más o menos abusivas, ilícitas —o delicti-
armas»12. vas— y patógenas. Este calificativo no pretende tanto etique-
En cualquier caso, todas las definiciones críticas de «sec- tar a grupos concretos como identificar dinámicas grupales
ta», con sus aciertos y desaciertos, pretenden una misma muy específicas; así, SD será sinónimo de «sectarismo des-
cosa: poder ayudar a distinguir entre grupos socíalmente tructivo» antes que de «secta destructiva», eso es de un con-
aceptables y otros que no deben serlo; una intención lícita y junto de comportamientos que pueden darse tanto en grupos
necesaria aunque siempre puedan ser discutibles los paráme- reconocidos —eso es estigmatizados— socialmente como
tros empleados para diferenciar unos de otros. «sectas», como en otros que no son identificados ni identifi-
Dada la evidente dificultad —qui/.á imposibilidad— de cables como tales.
poder encontrar una etiqueta satisfactoria que pueda diferen- Desde este planteamiento inicial, proponemos reconocer
ciar adecuadamente aspectos tan distintos como los que están lo que hemos dado en llamar SD basándonos en tres tipos de
implicados en el sectarismo, el autor de este libro, en 1982, actuaciones lesivas: en el ámbito psicológico, en el social y en
propuso el concepto de «secta destructiva» (SD) definido en el jurídico. Así pues, para identificar a grupos o dinámicas
base a los efectos externos observables que se derivan de la grupales de riesgo, en este trabajo, al igual que venimos ha-
actuación de determinadas dinámicas grupales que, entre ciendo desde hace casi dos décadas, mantendremos la defini-
otras cosas, emplean estrategias de persuasión coercitiva has- ción siguiente13:
ta más allá de límites ética y socialmente aceptables e, incluso, Una «secta destructiva» (SD) será todo aquel grupo o di-
jurídicamente permisibles. námica grupal que, en su proceso de captación y/o adoctrina-
miento, utilice técnicas de persuasión coercitiva que propi-
cien la destrucción (desestructuración) de la personalidad
3. Parámetros definitorios de «secta destructiva» previa del adepto o la dañen severamente. El que, por su di-
námica vital, ocasione la destrucción total o severa de los la-
La definición de «secta destructiva» (SD) propuesta por zos afectivos y de comunicación efectiva del sectario con su
este autor es suficientemente operativa y permite diferenciar, entorno social habitual y consigo mismo. Y, por último, el
al menos, entre dos grandes grupos de «sectas»; las que pre- que su dinámica de funcionamiento le lleve a destruir, a con-
culcar, derechos jurídicos inalienables en un Estado de De-
recho.
12. Esta clasificación —que hasta García Hernando señala como «in-
Esta propuesta definitoria, que hoy está ya muy consen-
correcta» pero que de forma errónea e indocumentada él mismo atribuye
a la «Comisión Parlamentaria e Interministerial, que investigó las sectas»
[C/r. García Hernando, J. (Ed.) (1993). Op. aí.,p. 79]—fue elaborada por 13. C/r. Rodríguez, P. (1984). Esclavos de un mesías (sectas y lavado
su colega César Vidal Manzanares y afloró en algún medio de comunica- de cerebro). Barcelona: Elfos; Rodríguez, P. (1985). Las sectas hoy y aquí,
ción a partir de un informe remitido por la Asociación 1JZYS, dirigida por Barcelona: Tibídabo Ediciones; Rodríguez, P. (1989). El poder de las sec-
Vidal [C/r. Vidal Manzanares, C. (1987). Informe sobre las sectas en Espa- tas. Barcelona: Ediciones B; Rodríguez, P. (1994). Tu hijo y las sectas. Ma-
ña, p.14]. drid: Temas de Hoy.
suada —siendo la denominación más comúnmente adopta- pretende ser la misma divinidad o'un elegido por ella, o Im-n
da en informes gubernamentales14, policiales y judiciales, y la un poseedor de la Verdad Absoluta en cualquier á m b i i n
que se ha impuesto entre la mayoría de expertos, medios de social.
comunicación y lenguaje de la calle—, obvia celosamente 2. Tener una estructura teocrática, vertical y totalitaria,
cualquier elemento calificador que se base en considerandos donde la palabra de los dirigentes es dogma de fe. Los líderes
religiosos, filosóficos, políticos o, simplemente, de orden mo- intervienen hasta en los detalles más íntimos y personales de-
ral, para apoyarse fundamentalmente en criterios de Dere- sús adeptos y exigen que sus órdenes sean ejecutadas sin la
chos Humanos. menor crítica.
Complementariamente, pata lograr una mayor claridad 3. Exigir una adhesión total al grupo y obligar —bajo
práctica, en 1984 propuse diez puntos definitorios que po- presión psicológica— a distanciarse de todas o parte de las
drían constituirse en elementos de análisis para detectar si al- relaciones sociales y lazos afectivos —padres, pareja, ami-
gún determinado grupo hubiese adoptado ya una dinámica gos...— y/o de las actividades —trabajo, estudios, ocio, etc.—
de SD o estuviese en camino de hacerlo. De este modo, cual- anteriores al ingreso en la secta. Cuando cualquier relación
quier grupo —con absoluta independencia de su doctrina- personal deviene crítica contra el grupo, el distanciamiento
rio— en el que se den todos estos puntos podrá ser un campo inicial suele acabar en ruptura absoluta.
abonado, bajo las condiciones apropiadas, para que pueda 4. Vivir en una comunidad cerrada o en total dependen-
imponerse la persuasión coercitiva, el lavado de cerebro. Y cia del grupo (a diferencia de décadas anteriores, hoy muchas
cuanto más intensamente se dé cada uno de los elementos SD ya no obligan a sus adeptos a vivir de forma comunitaria
enunciados, tanto más destructiva podrá llegar a ser la estruc- y les permiten vivir con sus familias, pero conservan el con-
tura sectaria en cuestión para el ámbito psicosocial del adepto trol sobre ellos mediante frecuentes y obligados contactos
(particularmente para quienes presenten un mayor perfil de personales —a menudo diarios— en los centros de la secta y,
fragilidad). también, telefónicos).
Los diez puntos básicos que caracterizan a una dinámica 5. Suprimir en mayor o menor medida —y bajo diferen-
de SD son los siguientes15: tes subterfugios doctrinales— las libertades individuales y el
1. Ser un grupo cohesionado por una doctrina —reli- derecho a la intimidad.
giosa o socio-trascendente en general— transmitida de for- 6. Controlar la información que llega hasta los adeptos
ma demagógica y encabezado por un líder carismático que —a través del correo, teléfono, prensa, libros...— ocultándo-
la y/o manipulándola a su conveniencia, y prohibiendo toda
14. Entre los muchos estudios oficiales que han adoptado la defini- relación con los ex adeptos que son críticos con el grupo.
ción de «secta destructiva» propuesta por este autor destacan los realiza-
7. Utilizar un conjunto de técnicas de manipulación, de
dos por el grupo de trabajo sobre sectas de la Comisión Interministerial
de la Juventud [C/r. Informe Asociacionismo y libertad individual: los mo- persuasión coercitiva, enmascaradas bajo actividades tan líci-
vimientos religioso-sectarios, tomo I, pp. 283-287, Ministerio de Justicia, tas y neutrales como la meditación o el renacimiento espiri-
Madrid, diciembre de 1988] y por la Comisión parlamentaria de Estudio tual^ que propician el deterioro de la voluntad y capacidad de
de las sectas en España [C/r. Diario de Sesiones del Congreso de los Dipu- reflexión y razonamiento de los adeptos y pueden desenca-
tados (173), pp. 10.130-10.142; Sesión Plenaria 166, celebrada el 2 de mar-
zo de 1989]. denar problemas psicológicos más o menos graves.
15. C/r. Rodríguez, P. (1984). Op. ai., pp. 25-27. 8. Propugnar un rechazo total de la sociedad y de sus ins-

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tituciones. Fuera del grupo todos son enemigos —polariza- para dañar al individuo es idéntica y, por tanto, debe ser
ción entre el Bien/secta y el Mal/sociedad—, la sociedad es igualmente criticable y, en su caso, perseguible.
basura y las personas que viven en ella sólo interesan en la Tomando una dirección parecida a la que acabamos di-
medida en que puedan servir al grupo y sus intereses. ver, en el congreso de especialistas en sectas celebrado en Rá-
9. Tener como actividades primordiales el proselitismo eme, Wisconsin, en septiembre de 1985, se acordó definir co-
—lograr el ingreso de nuevos adeptos—, practicado median- mo «secta destructiva» a todo «movimiento totalitario, presen-
te estrategias encubiertas y/o ilegítimas, y la recaudación de tado bajo la forma de asociación o grupo religioso, cultural o
dinero —por medio de cuestaciones callejeras, cursos, activi- de otro tipo, que exige una absoluta devoción o dedicación de
dades comerciales e industriales e incluso, en algunos grupos, sus miembros a alguna persona o idea, empleando técnicas de
claramente delictivas—. En el caso de las sectas multinacio- manipulación, persuasión y control destinadas a conseguir
nales, buena parte del dinero recaudado es enviado a las cen- los objetivos del líder del grupo, en detrimento de su entorno
trales de cada grupo. familiar y social».
10. Obtener, bajo coacción psicológica, la entrega a la Aunque pueda parecer una obviedad, debe resaltarse que
secta del patrimonio personal de los adeptos o de considera- cualquier definición de «secta» o «secta destructiva», ya sea
bles sumas de dinero en concepto de cursillos, auditaciones, actual o futura, no puede ni debe tener connotación de tipifi-
terapias, donaciones, etc. Los miembros que trabajan en el cación jurídica. Tal como veremos en el capítulo XIV, mu-
exterior del grupo tienen que entregar todo o gran parte de su chas personas, desde afectados hasta abogados y políticos, se
salario a la secta y los que lo hacen en empresas propiedad del empeñan en basar la fuerza de sus argumentos legales en que
grupo no cobran salarios (las nóminas de esas empresas sec- el contrario es una «secta» o pertenece a ella, cometiendo así
tarias sólo son una cobertura legal, ya que para sus adeptos/ una formidable torpeza que resulta tan anticonstitucional
mano de obra nunca llegan a hacerse efectivas o, de hacerse, como inútil para sus pretensiones.
éstos devuelven luego su paga a la secta, ya sea bajo forma de La definición de «secta» o «secta destructiva» resulta im-
donación —a una entidad sectaria legalizada como «no lucra- portante sólo a efectos de conceptualización de un conjunto
tiva»— o, más comúnmente, como dinero negro). coherente de actuaciones lesivas y, a pesar de que la etiqueta
Estos puntos, naturalmente, describen situaciones detec- de SD contempla la presencia estructural de diversas dinámi-
tables por cualquier observador pero, de hecho, casi todos cas delictivas, aplicarla a un grupo o a uno de sus miembros
ellos representan trasgresiones a la legalidad vigente. Si se no debe significar nada punible dentro del ámbito judicial,
utilizan como pautas para analizar los grupos que puedan pa- del mismo modo que no lo son conceptos genéricos como
recer sospechosos, podrá disponerse de un buen barómetro «equipo de fútbol», «banquero», «religión» y tantos otros.
para intuir situaciones de riesgo. De hecho, lo que aquí he- Lo perseguible no puede ser jamás la etiqueta que identifica a
mos definido como una dinámica de sectarismo destructivo un conjunto de comportamientos sino, muy al contrario,
no es exclusiva de aquellos grupos que popularmente se til- esas actuaciones por sí mismas —cuando sean delictivas y es-
dan de «sectas», antes al contrario, también es posible —y tén individualizadas y probadas— y con total independencia
frecuente— que se dé en el seno de grupos socialmente acep- del ámbito en que se den. Dicho de otro modo, la valoración
tados y/o pertenecientes a instituciones respetables. Pero, sea jurídica de un hecho concreto sólo cabe hacerla desde su tipi-
donde fuere que se dé el sectarismo destructivo, su capacidad ficación penal específica, aunque también sea cierto que una
etiqueta definitoria —«SD», «banquero», «religión», etc.— sotros ha cambiado mucho, está muy distante, como ¡do-;
pueda tener una mayor o menor importancia subsidiaria, «hace cosas extrañas que antes no hacía»; «no logro com-
para el enjuiciamiento, debido a su capacidad para contextua- prender por qué piensa de esa manera»; «se ha vuelto muy ra-
lizar mediante el conjunto de elementos denotatorios intrín- dical en sus convicciones»; «éramos una pareja feliz y ahora
seco a todo concepto. no estamos de acuerdo en nada»... pero en la mayoría de es-
tos casos no existe realmente ningún problema de «secta»,
¡aunque sí hay un sectario!
Se puede ser sectario sin ser adepto Iremos viendo a lo largo de este libro que cuando en una
de ninguna secta sociedad se incrementa rápida y progresivamente los niveles
de complejidad, competitividad, desarraigo, aculturación y
Las noticias contrarias a las sectas que han inundado los deshumanización —aspectos que, junto a otros no menos
medios de comunicación durante las últimas décadas, al igual lesivos, son inherentes a la moderna sociedad urbana e in-
que ha sucedido con las referidas a toxicomanías, han provo- dustrializada—, sin prever y/o desarrollar mecanismos com-
cado resultados contradictorios. Por una parte, las informa- pensatorios, van generándose también niveles crecientes de
ciones serias, contrastadas y serenas han tenido una función insolidaridad, aislamiento, confusión, estrés, depresión, ca-
positiva al favorecer la concienciación social y contribuir a la rencias afectivas, inseguridad y ansiedad. Este doloroso cua-
prevención; pero la superior avalancha de noticias sesgadas, dro llega a resultar tan insoportable para muchas personas
sensacionalistas y alarmistas, ha actuado en sentido contra- —jóvenes y adultos inmaduros especialmente— que las fuer-
rio, aportando más tensión y confusión a una faceta del com- za a refugiarse en actitudes mentales de cerrazón alrededor
portamiento humano que ya es especialmente compleja de de cualquier causa, persona, grupo, comportamiento o creen-
por sí. cia —-sean del tipo que sean—, que ni son estructuralmente
Los medios de comunicación han acabado por transmi- sectarios, ni generan tal actitud en la inmensa mayoría de las
tirnos una imagen tan estereotipada y distorsionada de lo que personas que se les asocian.
es una «secta» y un «sectario», que en un número creciente En este sentido, sería más exacto y adecuado hablar de la
de familias se producen episodios de terror ante la posibili- existencia de sectarios que de sectas; y guardar en la memoria
dad de que los cambios que creen observar en hijos, pareja o la lamentable constatación de que mucha gente, en una socie-
parientes, se deban a la acción de alguna «secta maligna». La dad como la nuestra, necesita colgarse, y no supone más que
angustia que desencadena esa situación suele llevar a buscar un matiz anecdótico el hecho de que terminen por hacerlo de
el problema donde no está y a repartir culpas en el lugar equi- una droga, una secta o una viga. Lo que debería merecer aten-
vocado, por lo que se comienza a tomar un montón de deci- ción prioritaria no es el síntoma —el comportamiento—,
siones equivocadas que, a menudo, deterioran progresiva- sino sus desencadenantes psicosociales, eso es las razones por
mente las relaciones intrafamiliares. las que uno puede llegar a necesitar hacerse dependiente de
Entre las consultas que atendemos en el EMAAPS, cada una sustancia o de un grupo, o suicidarse, por mera incapaci-
día son más frecuentes los casos en los que se cuestiona la po- dad para poder resistir adecuadamente la vivencia de sus pro-
sible pertenencia de un familiar a alguna secta partiendo de pias circunstancias.
apreciaciones tan subjetivas como: «su actitud para con no- El comportamiento sectario —que describiremos en los
próximos capítulos—, en esos casos, al ofrecer un mecanis- De hecho, incluso el ámbito académico de los estudiosos
mo emocional apto para sumergirse en una experiencia afec- de la religión está repleto de paradojas poco menos que irroso
tiva intensa, que actúa como armadura ante el dolor generado hables. Por una parte, un porcentaje notable de expertos son
por el propio proceso biográfico —particularmente en situa- creyentes que militan abiertamente en una religión determina-
ciones de crisis sociopersonal—, se manifiesta como una pul- da —generalmente catolicismo, cristianismo o judaismo—, y
sión latente realmente notable, que anida en el mismísimo ello les mantiene atrapados entre una disparidad de frentes:
núcleo de la fragilidad personal del sujeto y es alimentada por defienden como una forma superior de religión el esquema de
la propia angustia que le produce el sentirse vulnerable. su creencia personal y, en consecuencia, juzgan desde sus par-
Así pues, ante un supuesto caso de sectarismo, debe ex- ticulares parámetros socio-teológicos a las demás formas de
tremarse la precaución ya que, aunque en la práctica —y no- manifestación religiosa; pero, superada la época de la impo-
tablemente para su entorno familiar—, no parece haber dife- sición de una religión única por parte de los gobiernos, esos
rencias sustanciales entre un «sectario» y un adepto de una expertos se ven obligados a apoyar la libertad de creencias
«secta destructiva», hay que saber distinguir con objetividad sin restricciones —no puede haber ninguna religión mejor o
entre ambas posibilidades para no adoptar actitudes erróneas peor— aunque, eso sí, pretendiendo reservarse el derecho a
que dificulten las vías de solución del conflicto. Esta distin- determinar lo que es o no una «auténtica religión», eso es, en
ción, en cualquier caso, deberá haber quedado completamen- definitiva, a repartir etiquetas de ortodoxia y legitimidad.
te aclarada antes de poder plantearse alguna estrategia te- De esta tendencia y necesidad, y dado que no todos los
rapéutica encaminada a restablecer las relaciones entre el grupos podían ser tildados de «sectas» —usando aquí el tér-
«sectario» y su entorno socio-familiar. mino en su connotación deslegitimadora y peyorativa—, los
expertos católicos y cristianos, tal como ya mencionamos,
optaron por la denominación de «nuevos movimientos reli-
4. ¿Qué es «religión»? giosos» (NMR) o «nueva religión» (NR), que, en el fondo, no
es más que una forma vergonzante —aunque más elegante—
Cuando nos ocupamos de las «sectas», con mucha fre- de etiquetar a las «sectas» y seguir restándoles legitimidad y
cuencia nos encontramos ante creencias y prácticas de tipo credibilidad en base a que son «nuevas» y, por tanto, suscepti-
religioso que, al ser diferentes a las mayoritarias en la propia bles, a lo sumo, de ser tratadas como niños bien intencionados,
cultura, suelen ser despreciadas, infravaloradas o tachadas de aunque mal encaminados.
pseudorreligión. Parece obvio que todo el mundo tiene muy
claro qué es una «religión», aunque lo cierto es que la opi-
nión general limita su elección al ámbito de las grandes reli- 5. «Nueva religión» como eufemismo de «secta»
giones reconocidas —siendo lo más habitual que los miem-
bros de cada una de esas grandes creencias no acepten como En Europa, especialmente durante las dos últimas déca-
«verdadera religión» más que a la suya; despreciando incluso das, se han formulado una gran variedad de definiciones y
a las sectas que apenas difieren de su tronco de fe común—, y clasificaciones para intentar diferenciar a las grandes religio-
esta tendencia tampoco les es ajena a los expertos en materia nes instituidas de las «sectas» (término peyorativo) o «nuevas
religiosa. religiones» (término que se pretende neutral).
Algunos expertos, como Massimo Introvigne, director Resulta obvio que las religiones nacen y se conlorni.tit
del CESNUR (Centro de Estudio sobre las Nuevas Religio- dentro de un contexto histórico y cultural determinado y que
nes), han propuesto siete características para definir una su supervivencia futura depende, básicamente, de su capaci-
«nueva religión». A saber"': dad adaptativa —entendiendo por tal la habilidad de la pro-
1. La importancia atribuida al líder, que es venerado pia estructura religiosa para amoldarse a los cambios socio-
como una divinidad. culturales y su aptitud para seguir aportando parámetros que
2. Relación con el mundo de los espíritus —enraizada en ayuden a sus creyentes a adaptarse mejor a su realidad psico-
la religiosidad popular y el chamanismo—, capaces de pene- social—, pero distinguir entre religión «nueva» o «vieja» re-
trar en los seres vivos y producir enfermedades físicas o psico- sulta un despropósito descomunal: el cristianismo, hasta el
lógicas para las que, naturalmente, el grupo ofrece solución. siglo IV, fue una «nueva religión»17 que, además, fue rechaza-
3. La promesa de beneficios concretos, hasta el punto de da por la mayoría de la sociedad de entonces y recibió las
prometer a los adhcrentes la felicidad y el éxito permanentes. mismas acusaciones que la Iglesia católica le lanza hoy a las
4. El milcnarismo, puesto que cada fundador de una «sectas».
«nueva religión» se erige en depositario de revelaciones sobre Si abrimos un paréntesis para observar un contexto tan di-
el fin probable de este mundo y el advenimiento de una nue- ferente al occidental como es el japonés, comprobaremos que
va era o «edad de oro». el problema definitorio planteado por la eclosión de grupos
5. Una organización rígida, basada sobre una estructura religiosos durante el último medio siglo ha llevado a una solu-
piramidal que prima al fundador, dando lugar a una sociedad ción parecida. Con el mismo enfoque subjetivo y sesgado que
recreada, jerarquizada en extremo hasta parecerse a una es- ha caracterizado a los sociólogos de la religión europeos y
tructura paramilitar. americanos, sus colegas japoneses, hasta finales de la Primera
6. La peregrinación hasta la sede central del movimiento, Guerra Mundial, denominaron ruijishükyó (pseudorreligio-
que en estos grupos se hace aparecer asociada a un sentido es- nes) a los grupos con estructura religiosa que no encajaban
piritual profundo. dentro de las kiseisbükyó o religiones establecidas —sintoís-
7. El sincretismo, adoptando creencias y doctrinas pro- mo, budismo y cristianismo— y que, lógicamente, aún no
cedentes de diferentes marcos filosóficos y religiosos. eran aceptados por el conjunto de la sociedad.
Pero, si se quiere ser objetivo, cualquier conocedor de la En ese contexto nació la denominación shinkó shükyó
historia, estructura y creencias del cristianismo en general y que pretendía significar a los nuevos movimientos religiosos
de la Iglesia católica en particular deberá admitir que éstos que emergían llenos de vitalidad y energía, eso es de shinkó,
también cumplen absolutamente todos los requisitos defini- Muy pronto, tras su popularización, el término se convirtió
torios para ser considerados como una «nueva religión», cir- en peyorativo —equivalente al nuestro de «secta»— y los
cunstancia que los autores católicos, entre los que se cuenta
Introvigne, pasan siempre por alto. 17. C/r. Puech, H-C (Ed.) (1979). Historia de las Religiones Si-
glo XXI; Las religiones en el mundo mediterráneo y en Oriente Próximo.,
(I), vol. 5. Madrid: Siglo XXI; Deschner, K. (1990). Historia criminal del
16. C/r. Introvigne, M. (1996). Les veilleurs de l'apocalypse (Milléna- cristianismo. Los orígenes, desde el paleocrutianismo hasta el final de la
risme et nouveües religions au senil de Van 2000). París: Claire Vigne Edí- era contantiniana, vol. I. Barcelona: Martínez Roca; Rodríguez, P. (1997).
trice. Mentiras fundamentales de la Iglesia católica. Barcelona: Ediciones V>.
sociólogos, desde 1963, adoptaron el más neutral de shin dispuesta a ver como iguales —o, al menos, como respeta-
shükyo para distinguir entre las nuevas religiones y las ya ins- bles— a sus nuevos competidores en el mercado de lo espiri-
titucionalizadas o kisei shükyo. Posteriormente, los grupos tual, antes al contrario.
nacidos a partir de la década de 1970 pasaron a ser designados Será adecuado, pues, dejar de lado los apriorismos —poco
como shin shin shükyo (nuevas nuevas religiones) y no tarda- menos que inevitables—propios de nuestro marco sociocul-
ron en recibir desde los medios de comunicación japoneses tural judeocristiano, si queremos basarnos en algún instru-
las mismas acusaciones que se dirigen desde los media occi- mento definitorio que presente la máxima objetividad y, al
dentales contra las «sectas». Según los expertos japoneses, las mismo tiempo, sea escrupulosamente respetuoso con todas
tres características generales de esos grupos son: 1) tener un las evoluciones históricas y formas de entender y enfocar el
fundador investido de una verdad esencial que es urgente im- hecho religioso.
poner y que está recogida a través de una ascética específica o
una revelación divina; 2) desarrollar un pensamiento milena-
rista que promete una vida mejor en el mundo actual; y 6. Parámetros definitorios de «religión»
3) emplear los medios de difusión más modernos al servicio
del ideal propuesto. Debido a la propia naturaleza del hecho religioso y a la car-
De acuerdo al Shin Shükyo Jiten —Diccionario de las ga emocional que conlleva, el concepto de lo que es o no «reli-
Nuevas Religiones (1994)—, para que un grupo pueda ser gión» aún sigue despertando desacuerdos definitorios entre
considerado como shin shükyo o «nueva religión» debe cum- los expertos académicos. Sin embargo, a pesar de las discre-
plir los siguientes requisitos: 1) ser una organización religio- pancias, lo cierto es que los sociólogos de la religión contem-
sa, registrada jurídicamente como tal, que venere a una divini- poráneos más importantes y representativos hace ya tiempo
dad o Buda; 2) estar establecido, eso es, tener enseñanzas, una que han dejado de medir el hecho religioso con la vara defini-
práctica y formar un grupo estructurado; 3) afirmar su inde- toria exclusiva y excluyente que caracteriza la estructura ca-
pendencia en relación a las religiones constituidas; y 4) ser tólica o cristiana. Una religión puede ser una dinámica social
una religión salida de la masa, cuyos adeptos procedan de la que se parezca a la católica, pero también puede serlo cual-
clase popular y no de círculos intelectuales. quier otra estructura que sea divergente en todas sus formas.
Tanto en oriente como en occidente, lo «nuevo», en ma- Siguiendo a uno de los mayores expertos actuales en este
teria religiosa, siempre resulta sospechoso y, en consecuen- campo, el Dr. Bryan R. Wilson, señalaremos que, aunque no
cia, se le exige todo aquello que las religiones instituidas no exista una única definición consensuada sobre el concepto
suelen cumplir y, además, se le adjudican como rasgos defini- «religión», sí resulta patente que entre el conjunto de las defi-
torios —con connotación negativa— lo que no son sino se- niciones propuestas por los especialistas hay mucha coinci-
ñas de identidad estructural de las grandes religiones. Este dencia en tomar como elementos característicos del hecho re-
absurdo resulta coherente si tenemos en cuenta que la legiti- ligioso la presencia de:
mación de cualquier grupo sólo se logra cuando éste alcanza 1. Creencias, prácticas, relaciones e instituciones relacio-
una cota de poder elevada y/o cuando el poder instituido se nadas con:
la adjudica, siendo lógico, por tanto, que la estructura reli- a. fuerzas, seres o metas sobrenaturales;
giosa preponderante en una determinada sociedad jamás esté b. un poder —o poderes— invisible y superior;
c. la preocupación por los fines últimos del ser humano; Según este especialista en sociología de la religión, entre
d. aspectos sagrados (elementos reservados y/o prohi- las principales características que definen lo que es «religión»
bidos); —en términos abstractos y generales, tal como se precisan
e. un objeto de devoción espiritual; para poder enfocar la variedad religiosa actual— se encuen-
f. una entidad que controla el destino del ser humano; tran los elementos y funciones siguientes1":
g. el ámbito del ser; 1. Creencia en una entidad —o entidades— que trascien-
h. una fuente de conocimientos y de sabiduría trascen- de la percepción normal de los sentidos;
dental. 2. creencia en que tal entidad no sólo afecta al mundo na-
2. Prácticas que suponen comportamientos de obedien- tural y al orden social, sino que actúa directamente desde de-
cia, reverencia o culto. trás del mismo; siendo, además, su probable creador;
3. Carácter colectivo o grupal de la expresión de la vida 3. creencia en que en algún momento del pasado tuvo lu-
religiosa. gar una intervención sobrenatural explícita en los asuntos
Por otra parte, las definiciones de los especialistas coinci- humanos;
den en señalar que entre las consecuencias y funciones de la 4. consideración de que las entidades sobrenaturales han
religión debe encontrarse: supervisado la historia y el destino humano; cuando a esas
1. el mantenimiento de una comunidad moral; entidades se las representa antropomorfizadas, casi siempre
2. la obtención de una identidad de grupo y/o individual; se les atribuyen fines últimos;
3. un marco de orientación; 5. mantenimiento de la creencia en que la suerte del ser
4. un universo de significado construido desde la pers- humano en esta vida y en una existencia —o varias— por ve-
pectiva humana; nir depende de las relaciones establecidas con, o de acuerdo
5. confianza y alivio respecto a la perspectiva de la ayuda con, estas entidades trascendentales;
y la salvación. 6. consideración habitual —aunque no siempre necesa-
Aunque una religión siempre es normativa, la tremenda riamente— de que si bien las entidades trascendentales pue-
diversidad de estructuras aptas para aproximarse a lo religio- den dictar el destino de un individuo de modo arbitrario,
so o lo sacro que se han generado en la sociedad secularizada éste, si se comporta según maneras prescritas, puede influir
moderna obliga a mantener una concepción definitoría de en su experiencia, ya sea en esta vida o en una existencia —o
«religión» que sea neutral, abierta, no excluyeme y, sobre varias— futura, o en ambas posibilidades a la vez;
todo, carente de prejuicios etnocéntricos, razón por la que 7. existencia de acciones prescritas para efectuar ritos in-
deberá optarse por modelos de clasificación que respeten es- dividuales, colectivos o representativos, es decir, ceremonias;
tas necesidades. 8. persistencia de elementos de acción aplacadora —inclu-
Nosotros adoptamos el modelo de trabajo propuesto por so en religiones avanzadas— mediante los cuales los individuos
Bryan Wilson para identificar una posible «religión», ya que o grupos pueden suplicar algún tipo de asistencia especial de las
se ajusta perfectamente a las necesidades conceptuales de la fuentes sobrenaturales;
sociedad actual, verdaderamente rica y variada en formas re-
ligiosas (que, además, gozan de idéntica protección constitu-
18. C/r. Wilson, B. (1982). Religión in Sociological Pcrspccthc.
cional todas ellas por igual). Oxford: Oxford University Press.
9. presencia de expresiones de devoción, gratitud, reve- clase especial de funcionarios religiosos que actúan como
rencia u obediencia que son ofrecidas —o, en algunos casos, custodios de los objetos sagrados, las escrituras y los lugares;
exigidas— por los creyentes casi siempre ante la presencia de siendo especialistas en la doctrina, las ceremonias y en la guía
representaciones simbólicas de la/s entidad/es sobrenatural/ pastoral;
es propia/s de cada religión; 17. remuneración a tales especialistas por sus servicios,
10. práctica según la cual el lenguaje, los objetos, los lu- ya sea mediante tributo, compensación por servicios específi-
gares, los edificios o los tiempos —de conmemoración— que cos, o por medio de un estipendio instituido;
se identifican particularmente con lo sobrenatural, pueden 18. cuando los especialistas citados se dedican a la sis-
llegar a ser santificados y pueden convertirse ellos mismos en tematización de la doctrina, se suele afirmar que los co-
objeto de reverencia; nocimientos religiosos proveen soluciones para todos los
11. práctica regular de ceremonias o exposiciones, expre- problemas y explican el significado y finalidad de la vida, in-
siones de devoción, celebraciones, ayunos, penitencia colec- cluyendo a menudo explicaciones acerca del supuesto origen
tiva, peregrinaciones y representaciones o conmemoraciones y modo de operar del universo físico y de la psicología hu-
de episodios referidos a la vida terrenal de deidades, profetas mana;
o grandes maestros; 19. proclamación de la legitimidad de los conocimientos
12. presencia experiencial de un sentido de comunidad y y de las instituciones religiosas mediante la referencia a la re-
de relaciones de buena voluntad, fraternidad e identidad com- velación y la tradición; a la innovación, generalmente, se la
partida como consecuencia de las manifestaciones de culto y justifica como restauración; y
de las reuniones en torno a la exposición de las enseñanzas de 20. la afirmación de verdad en la enseñanza y la procla-
cada religión; mación de eficacia de las ceremonias no se someten a pruebas
13. imposición de reglas morales a los creyentes —aun- empíricas, ya que las metas, en definitiva, son trascendentes,
que el área que éstas puedan afectar puede variar mucho— y se exige fe tanto respecto a las metas como a los medios ar-
que pueden ser expresadas en términos legalistas o ritualistas, bitrarios recomendados para lograrlas.
o pueden ser presentadas más bien en conformidad con el es- Tal como observa el propio Wilson, estas veinte caracte-
píritu de una ética menos específica y más elevada; rísticas no deben ser consideradas como sine qua non, sino
14. adopción, como requisitos normativos, de seriedad como un inventario de probabilidades construido a partir de
de propósito, compromiso firme y devoción de por vida; la observación empírica de movimientos religiosos de todo
15. presencia de una economía moral de recompensa y tipo. En la medida en que un grupo determinado cumpla un
castigo adscrita al comportamiento de los creyentes según mayor número de estas características y lo haga de la forma
acumulen méritos o deméritos. El nexo preciso entre las ac- más ajustada posible, tanto más derecho tendrá a ser conside-
ciones y las consecuencias varía desde los efectos automáti- rado socialmente como «religión», a ser tenido como una op-
cos con consecuencias determinadas hasta la creencia en que ción religiosa tan lícita como cualquiera de las grandes reli-
el demérito personal puede ser anulado por actos de devo- giones institucionalizadas.
ción y rituales, mediante la confesión o el arrepentimiento, o Sin embargo, dicho lo anterior, también debe destacarse
por intercesión especial de entidades sobrenaturales; que el hecho de ser «religión» no presupone otra cosa que la
16. existencia —en la mayor parte de los casos— de una asimilación a un determinado marco conceptual que engloba
un conjunto de actividades psicosociales que deben gozar
siempre de protección constitucional, pero que, en todo caso,
no deberían disfrutar privilegios específicos y, claro está, de-
ben estar sometidas y sujetas a la legislación vigente en cada
momento y lugar. La historia y la realidad cotidiana prueban
sin lugar a dudas que ser «religión» o «religioso» no es óbice
para cometer abusos, atropellos y delitos. Si no se diferencia
el ámbito de las creencias del de los comportamientos, se co- II
rre el riesgo de acabar justificando delitos en nombre de
creencias y proscribiendo creencias en defensa de alguna fe La clave del problema: elementos de
que se pretende superior. Desde la perspectiva antropológi- fragilidad personal que hacen posible la
ca, psicosocial y jurídica, no hay ni puede haber ninguna reli- captación sectaria
gión que sea mejor o peor que cualquier otra.
Abriendo nuestras miras respecto a lo que es «religión»,
según los parámetros apuntados, no sólo podremos ser más 7. Condiciones necesarias para ser captado
justos y respetuosos a la hora de enjuiciar y comprender las por una secta
creencias ajenas, sino que incrementaremos la capacidad para
poder valorar de una forma más objetiva y distendida uno de Los expertos en problemática sectaria solemos repetir
los aspectos formales básicos del fenómeno sectario. Todos, que prácticamente cualquier persona puede ser captada por
pero en especial familiares y adeptos, tienen mucho que ga- una secta si es abordada en el momento oportuno. Y este
nar en las relaciones interpersonales si se adopta una perspec- «momento oportuno» es la resultante de diversidad de ele-
tiva más abierta para verse los unos a los otros. mentos de predisposición caracterológica y, muy especial-
En un número notable de los casos que hemos asesorado mente, de una serie de circunstancias sociales que sobrecar-
en el EMAAPS, el problema fundamental no radicaba en que gan, momentáneamente, los niveles de ansiedad y/o estrés
el sujeto objeto de la consulta estuviese en una «secta», sino del sujeto, haciéndole más vulnerable a la manipulación emo-
en que sus familiares —habitualmente católicos estrictos— se cional. Así pues, aunque no todo el mundo es vulnerable
habían cerrado a todo diálogo y le satanizaban por practicar siempre ni a cualquier ataque proselitista sectario, la existen-
«una pseudorreligión falsa». En estas circunstancias, siempre cia de situaciones y factores de riesgo determina la probabili-
que ha sido posible hacer reflexionar a los familiares implica- dad de que sí seamos vulnerables en muy diversas circunstan-
dos —a todos o parte de ellos— sobre los innumerables pun- cias y ante determinados mensajes sectarios.
tos en común que tiene cualquier práctica religiosa con las —Por el cargo que yo tenía en la secta —me relataba una
demás, la tensión intrafamiliar ha acabado por esfumarse y ex miembro de Cienciología—, como registradora [vendedo-
los supuestos «problemas sectarios» que habían motivado la ra de cursos a los recién captados], pude ver que las personas
petición de ayuda desaparecieron. que entraban en la secta se pueden dividir en varios grupos.
Los marginados, personas que han tenido problemas de dro-
gas y están hechas polvo y los cazan [esta secta en concreto

A7
ofrece también un método para «dejar las drogas»]. Otro 4. Que el mensaje sectario propuesto encaje con las nece-
grupo que está compuesto por gente normal, estudiantes o sidades, intereses y mentalidad del sujeto.
jóvenes que tienen problemas en su casa. En otro estarían las Si falta una sola de estas condiciones, la probabilidad de
personas tímidas, con problemas de comunicación, personas ser captado por alguna SD se reduce drásticamente hasta ha-
introvertidas a las que les gustaría tener un grupo de amigos o cerse prácticamente imposible. Pero también es verdad que,
les gustaría comunicarse mejor. Y, finalmente, están los que teniendo el primer factor —que persiste de por vida si no me-
sufren una crisis, que se sienten solos, muchos de ellos divor- dia un proceso terapéutico adecuado—, es más fácil que las
ciados. siempre cambiantes circunstancias de una vida acaben por
Una observación como la anterior, aunque pueda ajustar- hacerlo coincidir con los otros tres factores desencadenantes
se a buena parte de los adeptos de Cienciología y de algunas de la adicción sectaria.
otras sectas, no debe tomarse, sin embargo, como una defini- —Yo era muy joven y tenía muchos miedos e insegurida-
ción de perfiles clásicos. Hay muchos sectarios que estaban des —me contaba un ex sectario—, me acababa de separar de
en alguna de las situaciones descritas antes de vincularse a su mi mujer y estaba destrozado. Me sentía muy solo y, además,
grupo, pero otros tantos no. Los entornos conflictivos, ob- estaba a punto de quedarme sin trabajo. Conocía a una chica
viamente, no afectan a todos de la misma forma y, en conse- de la secta y la llamé. Creo que yo busqué introducirme en
cuencia, no mueven a buscar idénticas vías de solución; aun- aquel mundo, no quería estar solo, quería conocer gente nue-
que también es cierto que quienes recurren a determinadas va y me interesaba el contacto con el líder del grupo, porque
estrategias para superar sus problemas —particularmente si yo creía en todo esto de la parapsicología y los extraterrestres
nos referimos a conductas adictivas a sustancias y sectas— lo [que es el doctrinario de esa secta].
hacen siempre desde situaciones psicosociales que pueden re- Con todo, a pesar de que en las sectas más diversas encon-
sultar comparables entre sí. El desencadenante que posibilita tramos adeptos con circunstancias biográficas muy similares,
ser seducido por una secta—o, más bien, por una SD— no es no parece haber un perfil psicológico, sociológico y actitu-
una situación determinada sino un conjunto de elementos de dinal que, de modo excluyente y por sí solo, identifique al
diferente etiología que deben actuar de forma conjunta. prosectario, aunque, no obstante, a partir de diversidad de
Por todo ello, para que pueda darse la captación sectaria investigaciones19, sí se ha podido definir un conjunto de ten-
deben coincidir a un mismo tiempo —el «momento oportu- dencias o factores de predisposición que incrementan la vul-
no»— las cuatro condiciones siguientes:
1. Tener un perfil de personalidad presectaria.
2. Estar atravesando un momento de crisis —derivado 19. Entre los que destacan trabajos pioneros como los de Clark, J. G.
y otros (1981). Destrttctive cult conversión: tbeory, research and treatment.
de una circunstancia puntual y anómala y/o de algún proble-
Boston (MA): American Family Foundation; Galanter, M. (1982). «Cha-
ma largo tiempo sostenido— especialmente grave y doloroso rismatic Religious Sects and Psychiatry: an overview.» American Journal
que haga rebosar la capacidad del sujeto para resistir el estrés of Psychiatry, vol. 12 (139), pp. 1539-1548; Spero, M. (1982). «Psychothe-
y la ansiedad. rapeutic procedure wíth religious cult devores.» Journal ofNervous and
Mental Diseases, vol. 6 (170), pp. 332-344; Langone, M. D. (1983). Coun-
3. Ser contactado de un modo adecuado —que pueda ser
seling individuáis andfamilies troubled by cult involment. Boston (M A):
tenido en cuenta por el sujeto— por un reclutador sectario American Family Foundation; y Ash, S. M. (1985). «Cult-induced psy-
(conocido o no de la víctima). chopatology.» Cultic StudiesJournal, voí. 2 (1), pp.31-90.
nerabilidad de un sujeto ante los procesos de captación de vio que hay adolescentes que presentan un perfil de
una SD y que, por tanto, determinan lo que podemos deno- personalidad sólido y maduro mientras que muchos
minar como personalidad presectaria. adultos arrastran personalidades frágiles y se compor-
tan como eternos adolescentes, por lo que el riesgo ata-
ñe a éstos, no a los más jóvenes.
8. Factores de predisposición: la personalidad presectaria
B. Problemas derivados de un sistema familiar
Los factores de predisposición al sectarismo son múltiples, disfuncional:
no excluyentes entre sí y susceptibles de actuar de forma com- • Empleo de pautas educativas extremas (excesivamente
binada, y tienen su origen en diferentes aspectos del proceso autoritarias o laxas).
biográfico de un sujeto —que aquí hemos esquematizado en • Malos tratos físicos y/o psíquicos en general.
seis bloques: edad; sistema familiar disfuncional; trastornos de • Generación de vínculos sobreprotectores (derivados de
personalidad; dificultades de adaptación social; búsqueda re- la actuación materna especialmente).
ligioso-espiritual; y desconocimiento de los factores de vulne- • Síndrome de «ausencia del padre» (por ausencia real,
rabilidad personal ante la manipulación—. Entre los facto- presencia mínima, o débil relación padre/hijo).
res de predisposición que pueden decantar una personalidad • Carencia de dirección paterna y/o incapacidad para
presectaria merecen ser destacados los siguientes: guiar la maduración del hijo y dotarle de estructura y
límites que le capaciten para ser un ente autónomo e in-
A. Problemas derivados de la edad: dependiente.
• Adolescencia/juventud. Éste es el período más crítico • Carencias afectivas y falta de atención paternas que im-
por el que atraviesa cualquier ser humano durante su pidan fortalecer y/o reafirmar el vínculo paterno-filial
proceso de maduración: se intenta consolidar una iden- y el sentimiento de seguridad.
tidad; se lucha por ajustarse y adaptarse al medio social • Pobre comunicación familiar y/o empleo de pautas de
donde se vive; se buscan modelos a imitar y pautas de comunicación doble-vinculantes20 por parte de los pa-
enfrentamiento con todo aquello que se vivencia como dres hacia los hijos.
una realidad opresiva y/o adversa; se experimenta con • Desconocimiento de la realidad evolutiva y psicosocial
crudeza el dolor del proceso de crecer (fracasos, frus- del hijo y, por ello, incapacidad para ayudarle a superar
traciones, responsabilidad, miedos, estrés...). La gran sus problemas y a contener sus conflictos emocionales.
cantidad de conflictos y la inmadurez propia de la • Situación de conflicto permanente (reconocido o no)
edad se convierten en factores que incrementan la vul- entre la pareja paterna.
nerabilidad ante situaciones que se presentan como re- Estos factores pueden acabar dañando severamente los
ductoras de la ansiedad (drogas, sectas, bandas juveni- procesos de maduración y socialización de los hijos, creando
les, etc.).
De todos modos, para evitar confusiones, debe re- 20. Por doble vínculo puede entenderse elresultado de transmitir un
mensaje contradictorio en sí mismo, en un entorno altamente afectivo que
calcarse que el sectarismo no es un problema de «jóve-
impide que el receptor pueda eludir el responder al mensaje y, al mismo
nes» sino de inmaduros de cualquier edad. Resulta ob- tiempo, que pueda poner en evidencia la incongruencia del mismo.
una serie de pautas de dependencia, carencias para el autogo- sistema familiar como las ya citadas y del empleo de pautas
bierno, inseguridad, inmadurez afectiva, desadaptación, hos- lesivas durante los procesos de maduración y socialización.
tilidad... que convertirán a un sujeto en altamente vulnerable Otras, en cambio, son consustanciales con las etapas de ado-
a la manipulación por la vía emocional, que es la empleada lescencia y juventud y/o con la inmadurez psicoafectiva. En
por las sectas —y también por cualquier otro que, mediante general, tenderán a impulsar al sujeto hacia la búsqueda de
instrumentos como la publicidad, propaganda política, me- refugios afectivos de cariz grupal y de algún ideario demagó-
dios de comunicación, etc., aspire a controlar los comporta- gico —«que dé respuesta a todo y de forma fácil e inmedia-
mientos y recursos ajenos—, haciendo víctimas tanto más ta»—, al tiempo que reducirán en mayor o menor medida sus
fáciles cuanto mayor haya sido el debilitamiento de cada capacidades para poder juzgar con objetividad, para oponer-
individuo en el seno de su propia familia. se críticamente o para defender los intereses propios, e incre-
mentarán la facilidad y posibilidades de caer en el engaño, la
C. Problemas derivados de trastornos sumisión y la explotación.
de la personalidad:
• Tendencia a la soledad y la depresión. D. Problemas derivados de dificultades de adaptación a
• Dificultad para comunicarse y establecer relaciones. la realidad social:
• Inseguridad, incertidumbre, confusión y ambivalencia. • Insatisfacción con la vida cotidiana.
• Tendencia a la ansiedad. • Depresión y/o rebeldía ante la realidad social.
• Inmadurez afectiva. • Sentimiento de alienación.
• Necesidad de afecto y/o sobrevaloración de la esfera • Dificultades de adaptación a las estructuras y/o norma-
afectivo-sentimental y de las expectativas que cabe es- tivas sociales mayoritarias.
perar de ella. • Desarraigo generalizado.
• Dependencia y falta de autoconfianza. • Carencia de un sistema de valores y/o de marcos nor-
• Baja autoestima. mativos o autonormativos sólidos.
• Sentimiento de soledad y/o abandono. • Tendencia a conceptualizar e interpretar los problemas
• Tendencia a la autoculpabilización. cotidianos desde perspectivas religiosas.
• Tendencia al idealismo ingenuo. • Sentimiento de falta de plenitud.
• Tendencia a la credulidad. • Desilusión y/o frustración ante las ofertas del ámbito
• Dificultad para expresar ideas de forma crítica. sociocultural y sus expectativas.
• Falta de asertividad. Resulta evidente que las personas más jóvenes y/o inma-
• Baja tolerancia a la ambigüedad. duras son siempre las que sufren con más fuerza el cúmulo de
• Baja tolerancia a la frustración. situaciones lesivas que caracteriza a nuestra estructura social
• Necesidad de valores y/o respuestas absolutos. —falta de coherencia, valores, humanismo, expectativas de
• Búsqueda de la satisfacción inmediata (impaciencia por futuro, solidaridad, justicia... e incremento de desigualdades,
obtener resultados). hipocresía, competitividad, estrés, agresividad, mediocridad,
Muchas de estas características suelen ser fruto de trastor- sensación de vacío y de hastío, alienación, ansiedad...— y, al
nos psicológicos prolongados derivados de disfunciones del intentar enfrentarse a ellas, durante el transcurso de su bús-
queda de identidad y de coherencia y adaptación grupal, ter- F. Problemas derivados del desconocimiento
minan por ser víctimas fáciles de la frustración, del desarrai- de los factores de vulnerabilidad personal
go generalizado y del deseo/necesidad de huir de ese entorno ante los procesos persuasivo-manipuladores:
psicosocial para salir al encuentro de soluciones alternativas • Desconocimiento de la propia fragilidad psicológica.
(que sectas y manipuladores en general saben ofrecer de mo- • Desconocimiento del modus operandí de las técnicas
do tan atractivo como convincente). de manipulación emocional (persuasión coercitiva) y
de sus resultados.
E. Problemas derivados de una búsqueda • Desconocimiento de las situaciones psicosociales que
religioso-espiritual: incrementan el riesgo de vulnerabilidad.
• Aspiración de perfección y trascendencia espiritual. • Desconocimiento de la realidad y riesgos de las SD.
• Preponderancia del pensamiento mágico sobre el pen- Nadie puede prevenirse contra lo que desconoce y, tal
samiento racional. como ya apuntaba hace muchos años en mi primer libro so-
• Susceptibilidad y/o atracción hacia los estados de tran- bre las sectas, la mayor fuerza del ser humano reside en cono-
ce y similares. cer sus propias debilidades, ya que sólo de esa forma podrá
• Apetencia por experimentar nuevos estados alterados evitar dejarse arrastrar por ellas hacia el pozo sin fondo de la
de conciencia. irracionalidad y el fanatismo; una vía óptima para intentar lo-
Las aspiraciones de perfección y trascendencia están muy grar el máximo de libertad posible consiste en conocer quién,
ligadas a las fantasías juveniles de omnipotencia, por lo que, cómo, cuándo, dónde y por qué nos está manipulando.
ante situaciones de crisis sociopersonal, adquieren valor de
refugio liberador y protector y, por ello, suponen una puerta Es obvio que todos los factores de vulnerabilidad apunta-
abierta a los mensajes de tipo salvífico que caracterizan a las dos —que retomaremos y analizaremos más ampliamente en
sectas de índole religiosa. Por otra parte, la atracción por ex- la II parte de este libro, dedicada a la prevención— son gené-
perimentar estados alterados de conciencia y de trance —que ricos, y que su presencia o no, así como su intensidad, varia-
actúan como las drogas al permitir alejarse de la realidad y rán en cada sujeto analizado. La virtud de este listado, en cual-
penetrar en sensaciones placenteras y reconfortantes—, y la quier caso, consiste en su utilidad para aflorar, estructurar y
búsqueda de soluciones mediante la vía del pensamiento má- relacionar una serie de actitudes, estados de ánimo, caren-
gico21 —hoy muy influido por creencias que van desde el cias, problemas psicosociales, tendencias y comportamientos
ocultismo y esoterismo hasta el contactismo extraterres- —muy habituales, todos ellos, en nuestra sociedad— que se
tre—, convierten a los sujetos en mucho más sugestionables erigen en los factores debilitadores clave que, de modo necesa-
y fáciles de manipular. rio, posibilitarán, en su momento, la acción manipuladora de
alguna SD o de cualquier otro interés ajeno al sujeto. Cuanto
más extensa e intensa sea la lista de factores de vulnerabilidad
21. Acerca de las peculiares características y funciones del pensa- detectados en un sujeto determinado, más probable y fácil re-
miento mágico en relación a la búsqueda de seguridad emocional, puede
sultará que un tercero incida sobre su personalidad con tácticas
resultar altamente ilustrativa la lectura de los capítulos 2 y 3 de otro ensa-
yo de este mismo autor: Rodríguez, P. (1999). Dios nació mujer. Barcelo- manipuladoras y acabe transformándole en un ser más o menos
na: Ediciones B, pp. 69-139. dependiente, en un sectario sumiso a la voluntad de un líder.
Rasgos sociológicos y actitudinales del sectario aficionados al campo y partidarios de vivir solos fuera del
ámbito familiar.
Como complemento del perfil psicosocial de riesgo que En la investigación que venimos citando se muestra tam-
acabamos de describir, será interesante apuntar los factores bién con claridad que el perfil psicosocial del grupo de ries-
de vulnerabilidad que detectamos en la única investigación go23 coincide genéricamente con el de los jóvenes que se
sociológica ad hoc que se ha realizado hasta hoy tomando declararon como actualmente adscritos a sectas, aunque se
como objetivo la población global de todo un país22. Entre aprecian algunas divergencias en sus estados anímicos (debi-
los resultados aportados por esta investigación exploratoria, das, ciertamente, a que la pertenencia a la secta había reduci-
pudimos obtener los rasgos sociológicos y actitudinales que, do su nivel de ansiedad e insatisfacción). Esto confirma el he-
en determinadas circunstancias, pueden favorecer el ser cap- cho de que los parámetros de atracción y/o captación de las
tado por alguna secta. sectas son invariables dentro de una misma población.
El perfil del grupo de riesgo detectado por el equipo de A pesar de que el grupo de jóvenes que, en esta investi-
expertos de la Comisión Interministerial para la Juventud fue gación, se definieron como miembros actuales de alguna
el siguiente: psicológicamente está caracterizado por su in- asociación de carácter religioso-sectario —un 0,50 % de la
adaptación e insatisfacción social; su religiosidad, necesidad población encuestada— pertenecen a familias poco acomo-
de trascendencia y atracción por lo sobrenatural; sus caren- dadas —el perfil sociodemográfico está compuesto por más
cias afectivas, soledad y elevada emocionalidad; su baja mujeres que varones, mayores de 18 años, solteros, hijos de
autoestima, depresión, insatisfacción y sentimiento de infeli- padres con estudios primarios e ingresos familiares entre las
cidad; su idealismo, búsqueda de absolutos y de soluciones 80.000 y 100.000 pesetas mensuales—, la experiencia que
revolucionarias; y por su independencia y bajo deseo de afi- tenemos quienes trabajamos en este campo indica que el sec-
liación y compromiso. Respecto a la dinámica social, los pro- tarismo no es ajeno, ni mucho menos, a las clases sociales más
blemas que le afectan más que al resto de la población son: acomodadas.
desorientación, aburrimiento, falta de dinero, paro, desenga- Si bien las condiciones que se dan, en general, en las clases
ños amorosos, fracaso escolar, malas relaciones familiares y medias bajas pueden ser susceptibles de generar personalida-
consumo de drogas. Actitudinalmente aparecen como paci- des presectarias, no es menos cierto que el deterioro de las
fistas, algo autoritarios, partidarios de la educación sexual, pautas de relación padres-hijos que, cada día más, se da entre

22. Esta investigación, realizada en España, en 1988, por el grupo de 23. En España, este grupo de riesgo, eso es el de jóvenes que poseen
trabajo sobre sectas de la Comisión Interministerial para la Juventud (Mi- un perfil psicosocial que les hace potencíalmente más vulnerables a la ac-
nisterio de Justicia), fue diseñada por Andrés Canteras, Pepe Rodríguez y ción proselitista de las sectas, afectaría a un 13 % de los jóvenes de entre
Alvaro Rodríguez y la encuesta social, realizada por el Instituto de Estu- 14 a 29 años, que es tanto como decir que 1.307.441 jóvenes poseen los fac-
dios de la Opinión Pública Española, se llevó a cabo sobre una muestra tores de riesgo necesarios para que, de darse las cuatro condiciones apun-
representativa de los jóvenes entre 14 y 29 años cumplidos y residentes en tadas en el apartado 7, puedan ser captados fácilmente por alguna secta
zonas urbanas de más de 10.000 habitantes. El error muestral máximo destructiva. Aunque no existen datos rigurosos de otros países que per-
admitido fue de ± 2,5 %, con un nivel de confianza del 95 % en las condi- mitan comparar este tipo de resultados entre-sí, no parece demasiado
ciones habituales de muestreo. Cfr. Canteras, A., Rodríguez, P. y Rodrí- descabellado especular que en países con estructura socíocultural pareci-
guez, A. (1992). Jóvenes y sectas: un análisis del fenómeno religioso-secta- da a la española podría darse un porcentaje equivalente de jóvenes con
rio en España. Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales. perfil de riesgo.
las familias de clase media alta y alta, es también un inmejora- frente a un posible riesgo, lo inteligente es preocuparse un
ble caldo de cultivo para fabricar futuros sectarios. La gene- poco y, acto seguido, pasar a ocuparse un mucho. Poder pre-
ración de personalidades de riesgo no deriva tanto de una de- venir y/o resolver un problema requiere tener consciencia de
terminada posición socioeconómica o cultural como de la los factores que lo determinan y actuar con firmeza para eli-
calidad de las relaciones afectivas paternofiliales y de su capa- minarlos o minimizarlos, dos pasos sucesivos y complemen-
cidad para establecer procesos de maduración, formación y tarios que, como ya se dijo, orientan toda la estructura de este
socialización adecuados. Contra las sectas —como respecto a libro.
las drogas y otros comportamientos adictivos— no está in- A pesar de todas las técnicas de persuasión coercitiva que
munizada ninguna clase social, aunque, eso sí, puede haber emplean las SD —y que describiremos sucintamente en el ca-
sectas y/o drogas que atraigan más a los miembros de uno u pítulo V—, cuando una secta comienza a aplicarlas sobre
otro segmento social, pero eso es pura anécdota, ya que los alguna persona ¡y logra sus propósitos!, no nos engañemos,
problemas causados por un comportamiento dependiente buena parte del daño que hizo vulnerable a esc nuevo secta-
suelen ser similares. Por último, si tenemos en cuenta que rio llevaba ya muchos años minándole la vida. La secta no
uno de los factores clave de vulnerabilidad ante la manipula- hizo sino ahondar con destreza en las heridas abiertas previa-
ción es la inmadurez psicoemocional, y que ésta se encuentra mente por procesos de maduración psicoafcctiva lesivos e in-
igualmente presente, aunque con otro entorno psicosocial, capacitantes, por pautas formativas y educativas erróneas, y
en el segmento de población de edades superiores a las es- por dinámicas socializadoras frustrantes.
tudiadas —14 a 29 años— por la investigación aquí aludida, —En la secta descubrí todo un mundo de afectos, de apo-
podremos extender la validez de buena parte de los facto- yos y de posibilidades que nunca tuve en mi casa, ni en nin-
res de riesgo mencionados en este apartado al conjunto de la guna otra parte. Yo no quiero decir que mis padres tengan la
población. culpa de los dos años que he pasado en el grupo, pero sí que
estoy segura de que la forma en que me criaron me ha hecho
una sectaria en potencia. Ahora me he salido de una [secta]
Incidencia de la familia en la génesis porque ya no podía soportar más la vida que me obligaban a
de una personalidad sectaria llevar, pero siento que sigo necesitando depender de algún
grupo, me hace falta la seguridad que se respira cuando te
Si he logrado explicarme con suficiente claridad, es posi- conviertes en uno con todo el grupo. Sé que soy carne de sec-
ble que el lector ya intuya que buena parte de los factores que ta y, seguramente, sin darme cuenta, acabaré metida en algu-
determinan el comportamiento sectario de un sujeto tienen na otra —me confesaba una joven ex sectaria llena de confu-
relación directa con una serie de procesos psicosociales acae- sión, culpabilidad y temor.
cidos en el pasado dentro de su propia familia. Pero, en cual- Hace veinticinco años, cuando comencé a tratar el pro-
quier caso, ser consciente de esta posibilidad no debe llevar a blema de las sectas contemporáneas, no faltaron quienes pen-
nadie —esté afectado o no por el problema— a culpabilizarse saron que la realidad que denunciaba era una exageración —y
o asustarse, dos reacciones muy habituales que no sólo resul- hasta una invención— o, en cualquier caso, que no era más

;
tan absolutamente inútiles sino que siempre agravan la situa- que una moda pasajera o algo que les ocurría sólo a los norte-
ción c impiden lograr soluciones. Cuando uno se encuentra americanos y que se circunscribía a su desquiciada y vario-
pinta sociedad. Pero, sin embargo, hoy, las sectas todavía si- pótesis de mero sentido común— que postula24 la existencia
guen aquí y han multiplicado notablemente su número y el de unidades básicas de socialización —la familia y la escuela
de los adeptos que las conforman; algo lógico, por otra parte, en la infancia y, posteriormente, el grupo de iguales— desde
ya que el progresivo deterioro del tejido social —consecuen- las que se mediatiza el aprendizaje de pautas de comporta-
cia de las necesidades y características de la llamada sociedad miento que pueden ser prosociales o antisociales (situando
industrial moderna—, lleva irremediablemente a la implanta- entre éstas el abuso de drogas).
ción de dinámicas de refugio/dependencia —capaces de ac- «Este enfoque plantea cómo en la dinámica de transmi-
tuar a modo de reductores de ansiedad— como las sectas o sión de pautas, actitudes, valores y referentes educacionales,
las drogas. De hecho, los datos disponibles indican que estas la familia ejerce de modo competente o no sus funciones de
últimas han seguido un desarrollo y evolución paralelo y formación de futuros individuos diestros y autónomos para
equivalente al de las sectas, aunque explicitado bajo com- el control de su propia vida y suficientes para la adaptación
portamientos sociales más evidentes y ruidosos que, preci- personal y social. Esta perspectiva de la familia como instan-
samente por ello, forzaron la aparición de políticas asisten- cia moduladora de aprendizajes prosociales reúne a la vez las
ciales específicas destinadas a aminorar su impacto social; la dos perspectivas de riesgo/protección. El nivel de desarrollo
adicción al sectarismo, que victimiza de un modo silencioso, madurativo y de capacidades que la familia sea capaz de pro-
está todavía muy lejos de ser abordada de una manera si- mover y troquelar en los hijos, condicionará estados pre-
milar. cedentes y niveles de vulnerabilidad para la incidencia de las
Respecto a las drogas, puede —y debe— discutirse la variables de riesgo implicadas en el consumo [de drogas] y
mayor o menor eficacia que han tenido las campañas de pre- propias de la interdinámica persona-entorno.»25 Lo recién
vención y la política represiva y asistencial —plagadas, sin apuntado a propósito de la familia y la vulnerabilidad de los
duda alguna, de errores conceptuales, metodológicos y es- hijos al abuso de drogas es plenamente aplicable al riesgo de
tructurales que han llevado a dilapidar ingentes recursos con dependencia sectaria.
resultados más bien insignificantes—, pero resulta incuestio- Desconocer la verdadera etiología de un problema psico-
nable la necesidad social de campañas informativo-preventi- social, o atribuirlo a causas que, en el mejor de los casos, no
vas y la de algún tipo de estructura asistencial ad hoc. En- son sino subsidiarías, impide actuar con eficacia. Imputar la
frentarse a la problemática de la adicción a las sectas requiere «culpa» de la adicción de un familiar a una droga o a una sec-
un planteo básicamente equivalente al de las drogas, pero lo ta al efecto de la sustancia/traficante o al grupo que le ha cap-
cierto es que, hasta el día de hoy, no se ha elaborado nin- tado, puede tranquilizar la conciencia de quienes ven las co-
guna política preventiva dirigida a incidir en los ámbitos sas de ese modo —aporta un cierto consuelo pensar que «era
que, de una u otra forma, generan y/o cronifican las dinámi- inevitable... la droga es muy mala... las sectas tienen un poder
cas adictivas, y que, por orden de importancia, son: el siste- de manipulación irresistible... no pudimos hacer nada para
ma familiar, la estructura escolar y el marco social en ge-
neral. 24. Cfr. Hawkins, J. D. y WeisJ. G. (1985). «The Social Develop-
ment Model: An Integrated approach to delinquency prevention.»/o«r-
En el diseño actual de planes de intervención en toxico-
nal ofPrimary Preventíon (6).
manías se tienen en cuenta marcos teóricos como la Teoría de 25. Cfr. Acero, A. (1997). «Familia y factores de protección: una es-
Desarrollo Social —una etiqueta rimbombante para una hi- trategia preventiva.» Revista de Estudios de Juventud (40), pp. 65-66.
apartarle de las malas compañías... es una desgracia que se
nos ha venido encima...»—, pero ello, por humano y com-
prensible que pueda parecemos, no enmienda la situación
particular ni impide que, en nuestra sociedad —en todas las
sociedades occidentales—, vaya en incremento progresivo
la cifra de adictos a sectas y que, mucho más grave todavía,
aumenten de forma exponencial las actitudes y personalida-
des sectarias en el conjunto de la sociedad. lll
Esta tendencia hacia la sectarización sólo puede detenerse
e invertirse si adoptamos —y comenzamos a aplicar— pautas La sectadependencia, otra forma de adicción
preventivas adecuadas desde los distintos estamentos respon-
sables de la formación integral del individuo: familia, sistema
de enseñanza e instituciones encargadas de la acción social 9. Conductas adjetivas y supervivencia emocional
directa.
De estos tres estamentos, el familiar es el que tiene mayor La mayoría de la gente sigue pensando todavía que una
peso y responsabilidad en los aspectos básicos de la forma- adicción es el resultado «inevitable» de consumir alguna sus-
ción de un sujeto, tanto por su posible incidencia en la genera- tancia satanizada —una «droga»— que, por su composición,
ción de estructuras de personalidad frágiles o problemáticas, acaba enfermando y degradando al sujeto que se la adminis-
como por su posición privilegiada para poder suministrar tra. Pero tal concepción está trasnochada y resulta demasiado
pautas formativas indispensables para que los hijos puedan limitada y peligrosamente errónea, dado que, entre otras co-
superar con éxito la amplia gama de dificultades psicosociales sas, pone todo el énfasis en culpar del problema a una deter-
con las que deberán enfrentarse en el futuro. En cualquier minada sustancia —en la Grecia clásica ya se sabía perfecta-
caso, siendo indiscutible la incidencia que puede tener el mar- mente que el veneno no radica en la propia sustancia sino en
co familiar en la génesis de personalidades sectarias, también la dosis que de ella se emplea—, ignorando que un proceso
resulta obvio que las posibilidades de actuación intrafamiliar adictivo puede sustentarse tan sólo en la repetición de una
positiva y/o correctora pueden ser muchas y tan variadas conducta sin que medie ningún consumo de una sustancia, y
como decisorias; de ellas nos ocuparemos en la II y III parte olvidándose de las fundamentales causas psicosociales que
de este libro, dedicadas íntegramente a la única estrategia que generan y potencian la necesidad de convertirse en adicto.
resulta verdaderamente eficaz ante la problemática sectaria: la Bien es cierto, también, que, incluso entre el grueso de los
prevención. especialistas en adicciones, no se ha comenzado a aceptar sino
muy recientemente que las emociones —tal como se funda-
mentará más adelante— pueden ser tan o más adictivas que la
peor de esas sustancias que denominamos genéricamente
como «drogas». Cuando empecé a plantear que algunas diná-
micas sectarias —que configuran un mundo emocional por
excelencia— debían ser vistas básicamente como conductas
adictivas, como una sectadependencia originada en factores síntomas patológicos del adepto y en los elementos coactivos
psicosociales de riesgo presentes en el sujeto, no fue una pro- y/o delictivos de la estructura sectaria, corriendo un tupido
puesta bien acogida por el stahlisbment antisectario —ya que velo sobre la problemática psicosocial previa del sujeto que,
contradecía la clásica visión maniquea de la secta (malísima) en suma, representaba el principal dinamizador del proceso
que victimiza al sujeto (buenísimo)— ni aun después de que el de afiliación y subsiguiente dependencia de la «secta»29.
Instituto Complutense de Drogodependencias (F.A.D./Fa- En adelante, cuando hablemos de adicción y dependencia
cultad de Medicina de la Universidad Complutense de Ma- lo haremos entendiendo éstas en el sentido apuntado por Ro-
drid), en 1987, me encargara impartir una asignatura sobre zanne W. Faulkner, que propuso definir la adicción como
dependencia sectaria en los cursos del master en drogodepen- «un trastorno serio y progresivo que implica la autoadminis-
dencias más importante de España26. tración repetitiva de una sustancia o un proceso para evitar
Abordar la adscripción a una «secta» desde la perspectiva las percepciones de la realidad a través de la manipulación de
de una adicción o dependencia 27 aporta vías de comprensión los procesos del sistema nervioso, produciéndose, en con-
y sugiere estrategias de tratamiento mucho más ajustadas y secuencia, un daño en el equilibrio del funcionamiento bio-
eficaces que los abordajes clásicos y excesivamente medicali- químico del organismo y una pérdida de habilidad para rela-
zados sobre los que se ha basado, desde sus comienzos, el es- cionarse con el mundo exterior sin el uso de la sustancia o
tudio de la problemática sectaria28, que —al igual que sucedió proceso seleccionado»30.
con el abordaje de las toxicomanías— se concentró en los La propuesta de Faulkner, aunque no es del todo original,
tiene la virtud de aglutinar en una misma definición y en un
26. Y no fue menos importante para Latinoamérica, ya que en sus único planteo de abordaje terapéutico los dos tipos básicos
aulas de Madrid completaron su formación una parte notable de los actua- de dinámicas adictivas: las adicciones a sustancias y las adie-
les técnicos en drogodependencias sudamericanos. De hecho, fue la prime-
ra vez que, tanco dentro como fuera del marco universitario español, se da-
ba un curso específico sobre todos los aspectos —psicosociales, clínicos, tes. » Journal ofNervous and Mental Diseases, vol. 6 (170), pp. 332-344;
técnicos, asistenciales y jurídicos— que engloba el fenómeno sectario, y Langone, M. D. (1983). Counseling individuáis andfamilies troubled by
fue también el único especializado durante los diez años que fui profesor cult involment. Boston (MA): American Family Foundation; Ash, S. M.
del I.C.D. (hasta que dejó de impartirse el master). Actualmente, ese cur- (1985). «Cult-induced psychopatology.» Cultic StudiesJournal, Vol. 2 (1),
so, que imparto en diferentes ámbitos académicos, todavía sigue siendo el pp.31-90.
único que aborda integralmente esta problemática. 29. No resultará baladí señalar que las primeras explicaciones teóri-
27. C/r. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Edi- cas del «problema sectario» fueron desarrolladas por psiquiatras nortea-
ciones B; Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos (El mericanos que trabajaban a sueldo de familias que deseaban «salvar a sus
drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B; Rodríguez, P. hijos de las garras de sectas manipuladoras», por ello —idénticamente a lo
(1994). Tu hijo y las sectas. Madrid: Temas de Hoy; Rodríguez, P. (1996). sucedido con las drogas—, el punto de partida de esos estudios fue mani-
«Sectas y rehabilitación psicosocial, un problema pendiente.» La rehabili- queo y complaciente para con familiares y víctimas, buscando fundamen-
tado psícosocial integral a la comunitat i amh la comunitat (2). Barcelona: tos —correctos, en lo que a tácticas manipuladoras se refiere— para soste-
ARAPDIS. ner las tesis victimistas de las familias afectadas y poder descargar todas las
28. C/r. Clark, J. G. y otros (1981). Destructive cult conversión: culpas en el bando sectario y su «lavado de cerebro», pero obviando pia-
theory, research and treatment. Boston (MA): American Family Founda- dosamente la parte de responsabilidad de sus clientes en el conflicto final.
tion; Galanter, M. (1982). «Charismatic Religious Sects and Psychíatry: an 30. C/r. Faulkner, R. W. (1991). Therapeutic Recreation Protocolfor
overview.» American Journal of Psychiatry, vol. 12 (139), pp. 1539-1548; Treatment ofSubstance Addictions. State College (PA): Venture Publish-
Spero, M. (1982). «Psychotherapeutic procedure with religious cult devo- ing, p. 42.
clones a procesos. De este modo quedan emparentados los y, muy especialmente, en sus circunstancias sociales y en el
comportamientos básicos de toxicómanos —tomando el vo- modo que tenga de relacionarse, enfrentarse o dialogar con
cablo en su sentido más clásico y socialmente restrictivo—, ellas.
alcohólicos, adictos al tabaco, a la comida, al trabajo, a los Esta misma dirección es la que sugirió este autor cuando
juegos de azar, a los ordenadores, a Internet, a los videojue- propuso conceptualizar como menor autodestructivo a toda
gos, a las compras/paseos en grandes superficies, a los juegos estructura de personalidad —construida desde la infancia—
de riesgo, al sexo, a las sectas, al coleccionismo y a un sinfín debilitada por diversidad de pautas formativas y educativas
de conductas. Tal como mostraremos más adelante, todo lo erróneas que, ante condiciones sociales vividas como adver-
que pueda ser capaz de evocar la producción de betaendorfi- sas, lanza al sujeto hacia la búsqueda de reductores de ansie-
nas en el cerebro puede acabar generando adicción, aunque dad extremos, haciéndole perder el control de los mismos
también es verdad que las características psicosociales de hasta caer en dinámicas de dependencia más o menos profun-
cada sujeto son las que predeterminan y modulan la vía hacia das y autodestructivas33. Las características psicosocialcs pre-
la dependencia. vias que presenta un adepto de una dinámica sectaria destruc-
Ángeles González resumió bien esta cuestión al postular tiva encajan plenamente en este planteamiento.
que «la adicción sólo es una y su finalidad es única, aunque Con una lúcida visión del mundo de las adicciones, el es-
varíen sus medios»31 y Gaeta no iba desencaminado cuando pecialista Stanton Peele afirmó en uno de sus trabajos que
comenzó a sostener que bajo las conductas adictivas existían «Todos los datos apuntan al hecho de que la adicción es un
mecanismos neuroquímicos similares, provocados por exo- estilo de vida, una forma de arreglárselas con el mundo y con
tóxicos —en los consumos de sustancias externas— y por en- nosotros mismos, una forma de interpretar nuestra experien-
dotóxicos —drogas endógenas segregadas en respuesta a es- cia —incluyendo las experiencias producidas por sustancias
tímulos psicológicos— que oscilan entre la excitación y la psicoactivas—. La heroína y el alcohol tienen un poderoso
relajación y que acaban transportando al sujeto a un cierto impacto tanto en el cuerpo de la persona como en sus emo-
estado transitorio de nirvana32. ciones, pero estos efectos no causan adicción en y por sí mis-
En los procesos adictivos, en general, parece evidente que mos. Es la manera en que la persona interpreta y responde al
la relación entre sustancia/conducta y adicción/adicto sólo impacto de una droga lo que está en el núcleo de una adic-
puede representarse mediante una ecuación no lineal y que ción. Y esto viene determinado por las sensaciones, emocio-
—dejando al margen posibles causas genéticas que predis- nes y sentimientos del propio individuo respecto a sí mismo
pongan a ciertas respuestas y/o carencias bioquímicas— las y respecto a la vida, y éstos están, a su vez, determinados por
razones por las que unas sustancias y/o conductas resultan las experiencias de la infancia, la personalidad y el entorno
adictivas para algunos, aunque no para otros, hay que bus- social actual (...) A lo que somos adictos es a la experiencia
carlas en la estructura de personalidad del sujeto dependiente que la droga crea para nosotros (...)
»¿Qué hay en estas actividades que crean adicción en al-
31. Cfr. González, A. (\9$8).Jocpatológic: una nova addicdó. Barce-
lona: Tíbidabo.
32. Cfr. Gaeta, S. (1978). «Contribución antropológica al estudio de 33. Cfr. Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos
la ludomanía y su relación con las toxicomanías.» Revista Chilena de Neu- (El drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B; Rodrigue?:, P.
ropsiqitiatria (16). (1994). Tu hijo y las sectas. Madrid: Temas de Hoy.
gunas personas —de hecho en muchas personas—? Todas empezar a afrontarlos antes de que adquieran un carácter de-
ellas ofrecen la aliviadora oportunidad de ser absorbidos en rrotista.»34
una sensación arrolladora que elimina la consciencia de los En suma, lo apuntado sugiere que una dinámica de de-
problemas cotidianos. Pero lo que hace de cualquier activi- pendencia está en función de las posibilidades que tenga un
dad una adicción es la persona que la emprende: persona- determinado sujeto para lograr un marco de supervivencia
lidad, situación, motivaciones. Si un individuo comienza a emocional adecuado o, dicho de otra manera, que puede ac-
implicarse en una actividad para escapar del dolor (físico o de tuar como una estrategia destinada a intentar compensar las
cualquier otro tipo) y recurre a ella cada vez más para sentir carencias, sensación de fracaso, ansiedad, etc., de un sujeto
alivio, y experimenta ansiedad y culpa cuando está fuera de con insuficientes recursos emocionales para poder controlar
ella, entonces esta persona devendrá adicta, independien- su propia vida y circunstancias. El consumo abusivo de dro-
temente de cuál sea la actividad en la que se halle impli- gas puede ser una vía, pero resulta obvio que los procesos
cado (...). toxicomanógenos instalan a «las conductas patológicas como
»Si reconocemos que la adicción puede aparecer en cual- un nuevo objeto generador de dependencias, ya que son ca-
quier tipo de implicación, tenemos que reconocer también paces, también, de ostentar un potencial adictivo, sin requerir
que ninguna actividad —incluyendo el consumo de drogas— el consumo de sustancias químicas exógenas»3\n este últi-
es necesariamente adictiva. Lo que hace que una implicación mo caso estarían los sectadependientes.
no sea adictiva es el hecho de ser capaz de controlarla e intro- Dado que los seres vivos, en definitiva, somos sistemas
ducirla y acomodarla en el resto de la propia vida. Eso signi- nerviosos que interaccionamos con estímulos medioambien-
fica saber cuándo hay que parar de hacer algo que se está con- tales y socioculturales, produciendo respuestas que, a su vez,
virtiendo en perjudicial; lo cual nos lleva, a su vez, hacia lo condicionan las futuras pautas para enfrentarnos a nuevos es-
que podríamos denominar las características de la no adic- tímulos, las conductas adictivas o dependientes pasan a tener
ción. Las personas pueden resistirse a la adicción cuando ob- un papel de autoterapia cuando las condiciones externas al
tienen suficiente satisfacción de sus vidas como para garan- sujeto amenazan su homeostasis36.
tizar que no tengan que buscar algo que, por sí solo, deba Bajo la conducta adictiva subyace la necesidad de depen-
proporcionarles toda esa satisfacción. Si la gente tiene impli- dencia propia de un sujeto que no se cree capaz de conseguir
caciones que signifiquen algo para ellos, existe una menor por sí mismo aquello a lo que aspira y, para intentar ocultar
probabilidad de que una implicación destructiva los domine, su sensación de fracaso y mantener una imagen aceptable de
porque existirán otras actividades y personas que no estarán
dispuestos a sacrificar. Las personas necesitan sentirse bien 34. C/r. Peele, S. (1980). «The addicrion experience.» Center City,
consigo mismas de forma que conscientemente no puedan MN: Hazelden. [Modified from two-part article that appeared inAddic-
tions (Ontario Addiction Research Foundation), Summer, 1977, pp 21-41;
hacerse daño; necesitan estar orgullosas de sí mismas de ma- Fall, 1977, 36-57.] Ver también Peele, S. (1985). The Meanmg of Addic-
nera que no deseen perder el control, tanto por su propio tion. Lexington: Lexington Books.
interés, como por el de los demás. Necesitan aceptarse a sí 35. C/r. Ridruejo, P. (1994). Hacia un modelo integral de la adicción.
mismas para combatir la culpa y la ansiedad, elementos que En Casas, M., Gutiérrez, M., San Molina, L. (Ed.). Psicopatología y Alco-
holismo. Barcelona: Ediciones en Neurociencias, p. 514.
constituyen el núcleo del ciclo adictivo. Finalmente, las per- 36. C/r. Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos
sonas necesitan ser capaces de reconocer sus problemas para (El drama del menor en España}. Barcelona: Ediciones B.
sí mismo, renuncia a intentarlo. Este tipo de personas, a tra- can la baja autoestima, escasa tolerancia a la ambigüedad y la
vés del uso abusivo o patológico de una sustancia o de una frustración, o la tendencia a la ansiedad —además de otras
conducta, obtienen percepciones agradables que sustituyen a muchas características básicas de la personalidad presecta-
las del mundo real y que, mejor aún, ante cualquier dificultad ria—; y al analizar sus estructuras familiares encontramos di-
cotidiana acuden a calmar su aflicción de forma segura e in- námicas de sobreexigencia mantenidas desde la infancia —por
mediata —la sustancia o la conducta adictiva produce el efec- uno o ambos padres— que han cronificado su sensación de
to buscado siempre, con rapidez y sin esfuerzo—, con lo que «incapacidad» ante la vida. Esos individuos, lógicamente,
eluden la posibilidad de fracasar y las situaciones generado- necesitaron encontrar un reductor de ansiedad a su medi-
ras de ansiedad. da y la «secta» —la dependencia de ella— solucionó su pro-
«El paralelismo entre la conducta de alto temor al fracaso blema.
y la adicción es exacto cuando —según afirma Stanton Pee- En general, el entorno sectario es predecible —está alta-
le—, para evitar la ansiedad personal, una persona toma el mente rituaíizado—, de acceso inmediato, proporciona sen-
camino más seguro para evitar el fracaso. El adicto, ante el te- saciones gratificantes y permite eludir el riesgo de fracasar
mor de un reto o de cualquier novedad, escoge o bien hacer (ya que el dependiente, escudado bajo su sumisión a los dic-
las cosas de forma tan constante y predecible como sea posi- tados de un líder, doctrina o dios, no se percibe a sí mismo
ble, o bien arriesgarse de tal forma que no tenga opción de te- como responsable de su destino). Por otra parte, el fracaso
ner éxito. Puede parecer extraño que sea la seguridad de lo resulta también imposible si uno dedica todo su esfuerzo vi-
predecible lo que causa que un adicto recaiga en el consumo tal a un objetivo ciclópeo que, por definición, jamás podrá
(...) pero es lo predecible de una sensación, la seguridad de obtenerse. Las utopías sectarias son la coartada perfecta para
obtener siempre el mismo efecto, lo que el adicto busca a través un dependiente; a nadie se le puede tildar de fracasado por no
de la heroína o el alcohol [o de cualquier otra sustancia o con- haber logrado alcanzar la «perfección espiritual» o la «libera-
ducta capaz de generarle dependencia]. Al mismo tiempo, ser ción», o por no haber podido «salvar el mundo», máxime si
adicto proporciona una excusa para justificar los fracasos y para día y noche persiste en pos de tal empeño y para ello deja de
no realizar ni el esfuerzo de adaptarse al resto de su vida.»37 lado cualquier otra actividad o interés ajenos al foco de su
Cuando se trabaja con sujetos sectadependientes —ca- sectadependencia, es decir, propios de una vida normalizada.
tegoría que no debe confundirse con cualquier miembro de La conducta adictiva impide el fracaso, puesto que la de-
una «secta»38— puede apreciarse con claridad meridiana esta pendencia —también la sectadependencia— evita que uno
observación de Peele. Entre sus rasgos de personalidad desta- tenga que responsabilizarse de los cambios que debería in-
troducir en su vida para sentirla como suficientemente satis-
factoria; la adicción, aunque no sirve para transformar las cir-
37. C/r. Peeíe, S. (1980). «The addiction experience.» Center City
(MN): Hazelden. [Modified from two-part article that appeared mAddic-
cunstancias que le hacen fracasar a uno, sí es altamente eficaz
tions (Ontario Addiction Research Foundation), Summer, 1977, pp 21-41;
Fall, 1977,36-57.] su incidencia en el individuo variará en función de sus condicionantes psi-
38. En el proceso de relación con una secta se pasa por diferentes es- cosociales previos. Sólo una parte más o menos notable de los sectarios
tadios que pueden resumirse en estas cuatro fases progresivas: interés, fas- que pasan por este proceso llegan al cuarto estadio, a la sectadependencia,
cinación, enamoramiento y sectadependencia. En la segunda y tercera fa- que es cuando ya se está ante una situación y comportamientos que son
scs tiene lugar el proceso manipulador dentro del contexto sectario, pero problemáticos tanto para el sujeto como para su entorno.
para anular la ansiedad que conlleva el creerse incapaz de sensibilidad y credibilidad— los máximos estímulos posibles
controlar las riendas de la propia existencia. Por eso, un sec- —relaciones personales y actividades que puedan despertar
tadependiente —como un toxicómano— se siente bien a pe- su interés— a fin de intentar compensar progresivamente su
sar de que el entorno en que se manifiesta su conducta adicti- tendencia a sentir que sólo a través de la conducta adictiva
va pueda ser un camino de explotación y degradación. No puede alcanzar «bienestar»40.
hay casi nada que un toxicómano o un sectadependiente no No debe olvidarse que, tal como aprecia Ridruejo, «la
fuesen capaces de hacer o soportar con tal de poder seguir conducta adictiva no es, propiamente hablando, una modali-
disfrutando de la experiencia liberadora que asocian a su con- dad comportamental, sino que constituye, por el contrario,
sumo o conducta adictiva. un ejemplo convincente de reducción conductual. Tal ejem-
Señala, con razón, Peele, que «los adictos se sienten incó- plo sigue la ruta de los procesos estereotípicos, en los que, a
modos con ellos mismos y con su mundo. Carecen del tipo causa de una pérdida de elasticidad y espontaneidad creativa,
de vida completa que normalmente proporciona a la gente se cae en rutinas que minimizan la capacidad de adaptación.
suficientes motivaciones y suficiente satisfacción de su entor- Es algo así como si invocáramos la categoría de "rigidez con-
no corno para hacer que una adicción no sea nada atrayente. ductual" (...) Si siguiéramos el razonamiento de Cattel y Ti-
La ausencia de estos elementos permite que la adicción crez- ner sobre los factores de rigidez disposicional y la inercia
ca, cada vez en mayor proporción, en la vida de esas perso- ideacional que entraña, podríamos advertir que el adicto su-
nas, porque no existe nada que pueda compensar la necesidad fre como un secuestro de la conducta posible, una restricción
de droga [o, en general, de conducta adictiva]. Esta es la rela- de sus virtualidades competenciales y una progresiva rudi-
ción de la tolerancia con el estilo de vida adictivo»39. mentarización de los mecanismos motivacionales»41.
Esta observación, de pura lógica, la hemos apuntado ya Efectivamente, la conducta adictiva, más que «buscar
en apartados anteriores y trataremos ampliamente sus con- algo» —una nueva sensación o un placer intenso, por ejem-
tornos a lo largo del capítulo IV. Cuanto más pobre en estí- plo— pretende «dejar de encontrarse con algo», por eso su-
mulos e insatisfactoria sea la vida de un sujeto, tanto más pone una reducción conductual. Coincidimos también con
atrayente será una «secta» y satisfactoria su sectadependencia Stanton Peele cuando apunta que «la adicción no es una ex-
—si éste es el camino compensatorio elegido— y, cerrando el periencia que pretende el placer. Una adicción elimina el do-
argumento por el otro extremo, cuanto más persista esta si-
tuación psicosocial lesiva, más se incrementará la dependen-
40. Entre los casos que asesoramos en el EMAAPS abundan las oca-
cia y la tolerancia al comportamiento adictivo. Tampoco será siones en que no llegamos a conocer directamente al «sectario», pero bas-
difícil comprender —eso confío, al menos— que, cuando nos ta trabajar con los miembros de su entorno —ayudándoles a cambiar algu-
encontramos ante alguien que está flirteando con una «secta» nas dinámicas intrafamiliares, a restablecer o mejorar la comunicación con
y/o que está cayendo en sectadependencia, lo único que no el sujeto y a programar actividades interesantes para comenzar a compar-
tirlas con él— para que el «problema sectario» vaya diluyéndose progresi-
debe hacerse es acorralarle —le encierra todavía más en el vamente hasta acabar desapareciendo. Las relaciones familiares pueden
grupo— y/o ignorarle —ratifica su aislamiento—, antes al terminar normalizándose incluso sin haber trabajado con el sujeto su rela-
contrario, deberían ponerse a su alcance —con sentido común, ción con la «secta»; si las modificaciones en el entorno psicosocial de un
sectadependiente se planifican y llevan a cabo adecuadamente, pueden
atenuar o contrarrestar su conducta adictiva.
3V. Ibíd. 41. C/r. Ridruejo, P. (1994). Op. ot-, pp. 543-544.
lor. Los adictos llegan a ella por motivaciones negativas —te- túan sobre un conjunto de áreas cerebrales interconectadas
mor, ansiedad, culpa, malestar—, empleando la sustancia o que conforman el sistema de recompensa cerebral.
la implicación conductuaí para aliviarlas durante algún tiem- El descubrimiento de los mecanismos cerebrales de re-
po. Aunque pueden haber experimentado anteriormente una fuerzo se debe a un hallazgo fortuito de Olds y Milner que, a
respuesta placentera mediante el objeto de su adicción, di- mediados de la década de los cincuenta, mientras investigaban
cha respuesta, a través del tiempo de conducta adictiva, se ha sobre las estructuras nerviosas relacionadas con el sueño, ob-
desvanecido gradualmente en el fondo de su pasado. La eufo- servaron cómo una de las ratas de laboratorio, a la que habían
ria que drogas como el alcohol o la heroína o barbitúricos introducido electrodos en el cerebro, presionaba frenética-
pueden causar en una persona es la euforia de una repentina mente, una vez tras otra, la palanca que hacía llegar una pe-
liberación de sus inquietudes. Por este motivo los adictos no queña corriente eléctrica hasta su cerebro; aquella rata, al
están excesivamente interesados por la calidad o tipo de sus- igual que todas las demás que repitieron el experimento,
tancia [y/o conducta] que puedan conseguir (...); simplemen- mientras pudiera seguir autoadministrándose estimulación
te agradecen sus efectos intoxicantes. En el sentido en que un cerebral en el punto de implante del electrodo dejaba de ocu-
adicto utiliza algo para paliar la consciencia del dolor, todas parse de su propia supervivencia —perdiendo el interés por
las adicciones son indistintas»42. Dado que todas ellas, cabría comer, beber y reproducirse—, hasta acabar muriendo junto
añadir, sirven igualmente como estrategias de supervivencia a la palanca que la había convertido en adicta43.
emocional. Una parte fundamental de los circuitos de recompensa
está constituida por neuronas dopaminérgicas44 cuyos cuer-
pos celulares se localizan en el mesencéfalo y envían sus axo-
Bioquímica cerebral y procesos adjetivos nes hacia delante, a lugares del sistema límbico y del córtex
frontal. Normalmente, los circuitos de recompensa cerebra-
Antes de seguir adentrándonos por la senda de lo psico- les son estimulados por las conductas que tienen un valor de
social, será útil repasar muy sucintamente unos cuantos con- supervivencia como, por ejemplo, ingerir alimentos, beber
ceptos fisiológicos y bioquímicos que pueden ayudarnos a agua, mantener actividad sexual, etc. Sin embargo, las sus-
comprender mejor algunas de las bases en que se apoyan los tancias y conductas adictivas estimulan intensamente estos
procesos adictivos y el parentesco existente entre dependen- circuitos sin requerir comportamientos que sean esenciales
cias de sustancias y de conductas. para la supervivencia del organismo. Sustancias y conductas
En las últimas décadas se ha comenzado a desvelar pro- ejercen sus efectos reforzadores al actuar sobre diferentes re-
gresivamente
o el modo como se vinculan los mecanismos neu-
rales y los de refuerzo en el cerebro; así, investigando los pro- 43. Cfr. Olds, J. y Milner, P. (1954). «Positive reinforcement produ-
cesos bioquímicos relacionados con el abuso de drogas o con ced by eléctrica! stimulation of septal área and other regions of the rat braín.»
diferentes trastornos psíquicos —ansiedad, depresión, esqui- Journal of Comparative and Physiological Psychology (47), pp. 419-427.
44. La dopamina es una hormona y neurotransmisor (catecolami-
zofrenia, etc.—, se ha visto que los efectos reforzantes de las
na) que interviene en funciones fundamentales, aunque muy diversas, del
drogas y la especificidad biológica de los psicofármacos ac- sistema nervioso, tales como el control motriz, la cognición y la recompen-
sa; regula los niveles de endorfina —opiáceo endógeno que inhibe la per-
42. C/r.Peele,S.(1980).Op.aí. cepción del dolor— y las sensaciones de placer.
giones cerebrales interconectadas por una diversidad de sis- tacto, interacción y consumo del estímulo reforzante en sí
temas de neurotransmisores que conforman los circuitos de mismo—; ambos aspectos son placenteros si provocan un es-
refuerzo45. tado emocional positivo, y ambos son necesarios para que los
El sistema de recompensas cerebral está constituido por refuerzos naturales sean plenamente reforzantes.
cuatro regiones distintas del sistema nervioso central: el haz «Las propiedades de incentivo —señala José Luis Grana
prosencefálico medial, el área tegmental ventral, el hipotála- Gómez— son esenciales en el aprendizaje de una respuesta
mo lateral y algunas áreas de la corteza prefrontal. En el siste- conductual dirigida a lograr un estímulo reforzante en sí mis-
ma de recompensa cerebral debe destacarse el papel central mo. En este supuesto, el neurotransmisor implicado en el
que juega el núcleo accumbens, considerado como un trans- fenómeno de reforzamiento sería la dopamina. Las caracte-
formador de información entre las diversas regiones cerebra- rísticas sensoriales distintivas de los refuerzos naturales esti-
les; al proyectarse hacia el hipotálamo lateral, influye en las mulan la transmisión de dopamina en el circuito cerebral
secreciones neuroendocrinológicas, y también está relaciona- mesolímbico, implicado en la conversión de emociones en
do con la actividad autónoma, ya que interrelaciona con los acciones motivadas que dan lugar a conductas motoras. Ésta
núcleos simpático y parasimpático del tronco cerebral y de la podría ser una explicación sobre la relación existente entre el
médula espinal. deseo y la conducta compulsiva característica del drogadicto.
Las conductas adictivas se conforman en base a patrones »E1 sistema de refuerzo de la dopamina a nivel cerebral ge-
de condicionamiento operante, que fundamentalmente son el nera tres efectos: 1} induce un estado de activación y da lugar
reforzamiento positivo y el negativo, que están presentes a una conducta motora para obtener el estímulo reforzante;
también en todos los actos ligados a la supervivencia —co- 2) los estímulos neutros adquieren propiedades reforzantes y
mer, beber, relaciones sexuales...—, que son reforzadores na- condicionadas; y 3) la activación de las propiedades de incenti-
turales que acceden al sistema de recompensa cerebral a tra- vo de otros estímulos ambientales relacionados con la misma o
vés de las vías sensoriales corrientes46. En esos reforzadores con otras recompensas, es decir que los estímulos relacionados
naturales destacan su aspecto de incentivo —dado por las con la recompensa vuelven a adquirir sus propiedades de in-
propiedades distintivas y de identificación sensorial del re- centivo una vez que hayan disminuido después de la extinción
fuerzo (sabor, color, textura, etc.)— y el consumatorio —que (esto se da en el caso de la recaída).
implica las consecuencias fisiológicas y metabólicas del con- »Mientras que la activación de la transmisión de dopami-
na en los circuitos cerebrales mesolímbicos explicaría la ma-
45. C/r. Grana Gómez,]. L. (Ed.)(1994). Conductas adictivas. Teo- yoría de las propiedades de incentivo de los refuerzos natura-
ría, Evaluación y Tratamiento. Madrid: Debate, pp. 60-61. les, el aspecto consumatorio implicaría la activación de los
46. Por el contrarío, las sustancias y conductas adictivas son capaces neuropéptidos opiáceos endógenos (endorfinas). La activa-
de estimular directamente el circuito de reforzamiento positivo cerebral
sin pasar por dichas vías sensoriales. En estos casos, el efecto de recom-
ción de este segundo sistema se vincularía a los aspectos seda-
pensa se logra mediante la vía dopaminérgica, que se origina en el área teg- tivos, anabólicos y de reducción de la actividad típicos de los
mental ventral y alcanza el núcleo accumbens y el córtex prefrontal. La aspectos consumatorios de los refuerzos naturales y explica-
administración de opiáceos y otras sustancias y/o conductas desencadena ría las distintas propiedades de los opiáceos.»47
una liberación selectiva de dopamina en el núcleo accumbens y cuanto
mayor es la cantidad de dopamina liberada, superior resulta la acción re-
forzadora que pone en marcha. 47. C/r. Grana Gómez,]. L. (Ed.) (1994). Op. oí., p. 63.
La dopamina, por lo que sabemos hasta hoy, no está tan gustia que sólo desaparece con un nuevo consumo —en el
implicada en la mediación del placer como en hacer que las cual, el acto de administrárselo, incluso en el caso de uso de
sustancias y/o conductas de abuso —las que pueden susten- drogas, es percibido como más placentero que el propio efec-
tar una adicción— tengan la capacidad de generar en el sujeto to directo de la sustancia implicada—; y así sucesivamente
estados emocionales que otorgan propiedades reforzantes e hasta llegar a la pérdida de control que caracteriza la conduc-
incentivadoras a estímulos ambientales relacionados con el ta adictiva (recordemos el ejemplo de la rata de Olds y Mil-
momento del consumo. El incremento de dopamina en el nú- ner, incapaz de dejar de apretar la palanca —conducta adicti-
cleo accumbens realza de tal modo el contexto en el que se va— que daba paso a la estimulación eléctrica de su cerebro
administra la conducta adictiva que éste queda asociado aun de la cual se había hecho dependiente).
estado emotivo muy gratificante y capaz, por sí mismo, de Entre los estados emocionales que favorecen la conducta
generar una expectativa incentivadora intensa que, claro está, adictiva destacan las situaciones de disforia —caracterizadas
motiva fuertemente la repetición de la conducta adictiva una por provocar ansiedad, estrés, apatía, irritabilidad, etc.—, en
vez tras otra. las que un sujeto, al ser incapaz de encontrar motivación en
Resulta bien sabido que el consumo de drogas como las los reforzadores naturales, estará más predispuesto a sucum-
anfetaminas y la cocaína incrementa el nivel de dopamina en bir ante el efecto de una diversidad de reforzadores artificia-
el cerebro, pero no es menos cierto que el aumento de este les —sustancias y/o conductas— que provoquen una rápida
neurotransmisor puede producirse igualmente en el trans- y potente sensación positiva a través de la vía dopaminérgica.
curso de una diversidad de circunstancias sociales —juegos, Lo anterior es tanto más factible a medida que en una perso-
actos participativos, rituales, situaciones de riesgo, etc.— na se incrementa su grado de aislamiento social, presenta una
que, de esta manera, se convierten en conductas altamente re- deficiente integración en el núcleo familiar, carece de estímu-
forzantes, eso es potencialmente adictivas. También es muy los socioculturales, padece alguna psicopatoíogía, etc. Como
significativo que, tal como se ha comprobado en muchos es- soporte neurobiológico de las manifestaciones afectivas cita-
tudios, el aislamiento social reduzca precisamente la libera- das juega un papel central la amígdala cerebral.
ción de dopamina43. En medio de estas pautas contradictorias La amígdala, como parte del sistema límbico, es la res-
—situaciones psicosociales de aislamiento que restringen el ponsable de dotar de entidad bioquímica a las emociones ne-
aporte de dopamina y conductas que elicitan su presencia— gativas, que es tanto como decir que las genera49, y tiene una
podremos encontrar la vía que lleva hacia la sectadepen- actuación relevante en las respuestas adaptativas a las situa-
dencia. ciones de estrés a través de la secreción de CRF —factor de
A medida que los sistemas neuronales afectados por el liberación corticotropina—, una hormona que, a su vez, libe-
consumo se adaptan a él, surge un estado aversivo —reforza- ra otra de gran importancia, la hormona adrenocorticotropa
miento negativo— que genera una dolorosa sensación de an- (ACTH), en el núcleo paraventral del hipotálamo.

49. De hecho, el estar concentrado en tareas mentales carentes de


48. Cfr. Andreas, K., Dienel, A., Fischer, H. D., Oehler, J. y Schmidt, emoción inhibe a la amígdala, dando así fundamento a la afirmación po-
|. (1985). «Influence of social isolation on ethanol preference behavior and pular de que la actividad es la fuente de la felicidad (tomada ésta como el
dopamiiK reléase in telencephalon slices in mice.» Polish Journal of Phar- resultado de la ausencia de emociones negativas) y que invita a mantener-
»i<icolu}>y and Pharmacy, vol. 37(6), pp. 851-854. se ocupado a fin de evitar los conflictos y sufrimientos.

7Q
«A la liberación de ACTH le sigue la activación del esta- tes emocionalmente como la propia droga y pueden provo-
do de alerta —según exponen Miguel Navarro y Fernando car recaídas, aunque hayan transcurrido meses desde la des-
Rodríguez de Fonseca—, unido al disparo de múltiples nú- intoxicación.
cleos autónomos y la activación de la glándula adrenal me- »También se conocen otras estructuras que participan en
diante la liberación de glucocorticoides (eje hipotálamo-hi- este estado neuroadaptativo (anhedónico), como son el hipo-
pófiso-adrenal, HHA)50. Los glucocorticoides representan campo, que a través de la activación del eje HHA citado mar-
un papel crucial en el efecto adictivo de las drogas de abuso y ca estímulos asociados que evocan nítidamente los estímulos
potencian la acción de la dopamina (...) El estado aversivo ge- premonitorios del síndrome de abstinencia, o el córtex cin-
nerado por la adicción provoca el condicionamiento pavlo- gular, que establece la atribución emocional del estímulo
viano de múltiples estímulos ambientales, capaces de desen- aversivo (...) se ha implicado al córtex cingular en la desapari-
cadenar las características recaídas que definen la enfermedad ción completa de la sensación desagradable de dolor; por lo
y explica que el adicto tome precauciones para evitarlas (aco- cual, la atribución emocional de un estímulo puede ser de
pio de droga). Los estímulos asociados pueden ser tan poten- gran relevancia y marcar una importante división en la indi-
vidualización adictiva de la sensación emocional de las dro-
50. Las dos porciones del sistema nervioso autónomo, sistema para- gas de abuso.
simpático y simpático, encargadas de regir las funciones viscerales del »Por último, el córtex prcfrontal puede representar un
cuerpo, ejercen funciones de control complementarias (en relación a la papel importante en el flujo de la polarización de nuestra
fuerza y frecuencia de los latidos cardíacos, dilatación de las pupilas, co-
atención a la información sensorial —a través de la activación
ronarias y bronquios, movimiento intestinal y función de la vesícula biliar); el
primero relaja las visceras citadas liberando acetilcolína, pero el segundo, sensorial conducida a través de estructuras del tronco encefá-
que tiene la función de preparar el cuerpo para la acción, excita su actividad lico, como en el locus coeruleus—, y en el control del estado
liberando en el flujo sanguíneo, desde las glándulas adrenales, epinefrina y de consciencia —por sus múltiples interacciones asociati-
norepinefrina. Tanto la epinefrina —o adrenalina— como la norepínefrina
vas—, estableciéndose una lógica en el ordenamiento tempo-
—o noradrenaüna— tienen la misión de preparar el cuerpo para las situa-
ciones de emergencia denominadas «de lucha o de huida» [Cfr. Clark, J. ral, espacial, emocional, motivacional, etc., de los estímulos
(1985). The nervous system: Circuits of communication. New York: Tors- externos e internos; este ordenamiento lógico se ve drástica-
tar Books.], pero mientras la primera actúa sobre el sistema nervioso peri- mente alterado en el estado adictivo, y explica el grado de de-
férico y no parece tener efectos notables sobre el cerebro, la norepinefrina terioro en la respuesta de afrontamiento ante un hipotético
produce efectos por todo el organismo incluido el cerebro. En el cuerpo,
la norepinefrina actúa constríñendo los vasos sanguíneos, dilatando las conflicto.»51
pupilas, los bronquios y los pulmones, y acelerando el ritmo cardíaco; Los procesos adictivos, por tanto, dependen de esta serie
mientras que en el cerebro parece tener un papel importante como fun- de sistemas cerebrales y de los neurotransmisores que media-
ción reguladora de necesidades básicas como el hambre, la sed y el sexo tizan sus funciones. Pero debe tenerse presente que, en este
[Cfr. Julien, R. M. (1981). A Primer ofDmg Action. San Francisco (CA):
W. 11. Freeman & Co.]. Las glándulas adrenales pueden ser estimuladas campo, a menudo nos movemos dentro de círculos en los que
por la hormona adrenocorticotropa (ACTH) —liberada desde un precur- causa y consecuencia interactúan indefinidamente hasta con-
sor al mismo tiempo que baja el nivel de endorfinas en el cerebro— para ducir a la dinámica dependiente. Por las implicaciones que
producir dopamina, hormona y neurotransmisor que, en este proceso,
puede ser utili/.ada como un precursor de la norepinefrina [Cfr. Davis, J.
(19H4). lindoYphins: New Waves in Brain Chemistry. Carden City (NY): 51. Cfr. Navarro, M. y Rodríguez, F. (1999). «Estudio de la adicción al
The Dial Pres.s/Duublt-day Se Co.]. cánnabis como droga de abuso.» Proyecto Hombre (29), pp. 32-33.
tiene en nuestra propia vida cotidiana, nunca se insiste dema- yor secreción de endorfina y cuando se reduce la acción de la
siado al recordar que, cuando los niveles de estrés superan los dopamina también lo hacen las endorfinas, por eso, cuando el
que una determinada persona puede manejar, comienza a exceso de estrés ocasiona una disminución de dopamina, el
alterarse seriamente el funcionamiento de tres hormonas y sujeto pierde su anestésico natural. Dado que la dopamina di-
neurotransmisores básicos —serotonina, noradrenalina y rige el sistema de recompensa cerebral o «centro del placer»,
dopamina— que actúan a modo de «mensajeros del bie- cuando el estrés interfiere con la función dopaminérgica este
nestar». sistema de recompensa se vuelve inoperante y, en consecuen-
El nivel de serotonina es muy importante para sentirse cia, las actividades cotidianas capaces de despertar sensacio-
bien ya que interviene en la fisiología del sueño, apetito, di- nes placenteras ya no producen bienestar. Una disfunción se-
gestión, vasoconstricción, depresión y trastornos de ansie- vera de la dopamina y de la endorfina convierte la vida de una
dad y pánico. La noradrenalina —o norepinefrina—, parien- persona en un continuum doloroso y carente de satisfacción.
te cercano de la adrenalina52, tiene muchas funciones básicas Cuando se tienen niveles normales de «mensajeros del
en el sistema nervioso, una de las cuales es el establecimiento bienestar», cualquier estimulación adicional —que afecte a
de los niveles de energía; de su buen funcionamiento depende cualquier sentido de forma placentera— no pasará de ser una
que nos sintamos con energía o, si su nivel es deficiente, que experiencia agradable que se mezclará con el resto de viven-
estemos cansados, exhaustos, sin energías —con la batería cias cotidianas sin más; pero cuando un sujeto presenta nive-
descargada— ni ganas de hacer nada, cayendo progresiva- les bajos de esos mensajeros —ya sea por estrés excesivo o de-
mente hacia un estado letárgico. Tal como apuntamos ante- bido a causas genéticas—, su sistema de recompensa cerebral
riormente, cuando baja el nivel de endorfinas en el cerebro, se encuentra en un estado muy debilitado y, por ello, cual-
las glándulas adrenales, estimuladas por la hormona adreno- quier estimulación que reciba —vía administración de sustan-
corticotropa, pueden producir dopamina y usarla como un cias y/o conductas— tendrá un efecto extraordinariamente
precursor de la noradrenalina; un mecanismo que explica la impactante. Las personas que carecen de estos mensajeros
razón por la cual muchas personas buscan provocarse un su- tienden a autoestimularse recurriendo a determinadas sustan-
bidón de adrenalina para levantarse el ánimo (en el extremo cias y/o conductas que, al igual que les ocurría a las ratas
de este comportamiento encontramos a los adictos al juego, de laboratorio de Olds y Milner —que se autoestimulaban
al trabajo, al riesgo y a muchas otras conductas, entre las que presionando la palanca hasta llegar a dejarse morir de inani-
están algunas pautas básicas del sectarismo). ción—, pueden desembocar en dinámicas autodestructivas.
La dopamina, tal como se ha dicho ya, parece concentrar- La autoadministración de sustancias y/o conductas capa-
se en áreas del cerebro contiguas a las que producen una ma- ces de incrementar la producción de estos «mensajeros del
bienestar», tal como vimos, produce un efecto de condicio-
52. La adrenalina o epinefrina, al igual que la dopamina y la noradre- namiento —por vía dopaminérgica— que asocia la sensación
nalina, pertenece a la familia de las catecolaminas —hormonas monoami- de placer/ausencia de dolor al propio momento —circuns-
nas y neurotransmisores involucrados en muchas funciones como la acti- tancias psicosociales en las que se muestra necesaria y eficaz
vación del sistema autónomo, las respuestas ante el estrés provocado por
la autoadministración, como, por ejemplo, cuando uno se
situaciones de lucha/huida y las relacionadas con el sistema de recompen-
s.i y es producida por la glándula adrenal; cuando sus niveles son anor- siente angustiado ante alguna dificultad— y al acto y entorno
males pueden causar ataques de ansiedad y pánieo. en el que se realiza el consumo y/o la conducta, de forma que
basta la simple presencia de una dificultad y/o de ese entorno Mientras que los procesos relacionados con el pensa-
para disparar automáticamente la necesidad incontrolable de miento racional ocurren en las áreas más superficiales del
autoadministrarse la sustancia y/o conducta correspondien- cerebro, en la denominada corteza cerebral 51 , el proceso de
te. Eso les ocurre a los adictos al alcohol, tabaco, café, drogas condicionamiento que conduce a las dinámicas dependientes
ilegales, fármacos, comida, etc., que consumen la sustancia de tiene lugar en un área profunda y primitiva del cerebro, en la
la que se han hecho dependientes para reducir su ansiedad subcorteza, que es la encargada de los automatismos que re-
—que, en un círculo vicioso, se la ocasiona buena parte de las gulan las funciones básicas de nuestro organismo —respira-
situaciones vitales cotidianas (por eso comenzaron el consu- ción, circulación de la sangre, temperatura, coordinación de
mo) y, al fin, también la propia falta de consumo de la sustan- movimientos para mantener el equilibrio y permitir los des-
cia y, a más abundamiento, también cualquier entorno que le plazamientos, etc.—; las respuestas condicionadas son auto-
recuerde el acto de su administración—, pero es igualmente máticas y no hace falta un acto de pensamiento racional para
la razón que subyace bajo la conducta de adictos al juego, desencadenarías, una ventaja que resulta obvia a efectos de
trabajo, Internet, sectas, etc. supervivencia, pero que tiene su punto débil en que —tal
El sectadependiente pasó a depender de su secta para re- como demostró Pavlov con sus perros que salivaban con sólo
ducir su angustia vital y aprendió a servirse de los usos secta- escuchar el sonido de una campana que había sido asociada a
rios —dogmas y prácticas ritualizadas, que le incrementan la comida— la subcorteza cerebral es muy fácil de condicio-
los niveles de «mensajeros del bienestar»— para mejorar su nar a través de estímulos externos.
estado anímico; pero se angustia de nuevo si no practica esos En esa fragilidad intenta apoyarse la publicidad, asocian-
usos —ya que decrece su nivel de neurotransmisores del do consumos a determinados sentimientos gratificantes; y en
bienestar—, por eso necesita el contacto, o más bien inmer- ella se basa también el condicionamiento que se produce en el
sión, con el ámbito sectario y el refuerzo positivo derivado marco de cualquier grupo, sea «secta» o no. Cuando un auto-
de la conducta ritualizada; y pone en práctica esos usos siem- matismo está implantado, su mera evocación incidirá sobre
pre, ante cada situación cotidiana que le agobia, precisamente los niveles de «mensajeros del bienestar» y repercutirá en fa-
por eso, y al hacerlo —dado que suben sus niveles de «men- vor de la dinámica adictiva tantas veces citada. Sólo desde
sajeros del bienestar»— se refuerza su dependencia de la sec- esta perspectiva neurofisiológica podremos comprender las
ta, que a su vez refuerza la conducta sectaria... quedando en- bases del núcleo comportamental que hace que un sectade-
cerrado en el círculo vicioso de la adicción. Además, dado pendiente, al igual que los perros de Pavlov, comience a sa-
que toda dinámica sectaria establece una gradiente de estados livar (anticipando una conducta gratificante) ante cualquier
superiores —más «perfección», «pureza», «santidad», etc.—, estímulo asociado a su «secta» y que, como las ratas de Olds
el hecho de no lograrlos —es imposible alcanzar metas tan re- y Milner, pueda ser capaz incluso de llegar a la autodestruc-
lativas, ambiguas y nebulosas— es generador de más ansiedad ción antes que abandonar la palanca que le suministra su ya
que, claro está, potencia el uso de las dinámicas adictivas secta-
rias, y así ad infinitum. Un sectadependiente se mueve dentro 53. La corteza cerebral es una estructura de gran superficie que cabe
de una diversidad de conductas en espiral que, al aumentar y en la limitada caja craneal gracias a que está configurada en base a plega-
mientos que conforman un gran número de surcos y circunvoluciones.
disminuir sin cesar sus niveles de «mensajeros del bienestar», Sus cuatro zonas principales son los lóbulos frontal, parietal, temporal y
le mantienen atado a la dinámica sectaria. occipital.
imprescindible reductor de ansiedad vía dependencia secta- dolorosos tan variados como puedan serlo una herida o con-
ria. Cuando la sectadependencia ya está bien implantada a tusión, un conflicto emocional que la mente concibe como
través de automatismos, el sujeto no es consciente de las ra- amenazante para la situación del organismo, la pérdida de al-
zones que le impulsan a hacer lo que hace, sólo siente en lo guna persona u objeto, etc. La presencia de sustancia P pro-
más profundo de su alma que necesita seguir repitiendo su voca una progresiva relajación del sistema del dolor, al tiem-
conducta sectaria una y otra vez para poder alcanzar un esta- po que pone en marcha el sistema de lucha/huida, medíante
do de «bienestar» suficiente. la activación de axones neuronales de la médula que elicitan
Se ha dicho —y lo repetiremos a menudo— que el adicto la liberación de opiáceos endógenos que, al actuar sobre los
en general y el sectadependiente en particular, necesitan huir, receptores del sistema opioide cerebral, reducen la sensación
desesperadamente, de situaciones personales y/o sociales que de dolor y disminuyen, obviamente, el nivel de sustancia P
les generan pautas de ansiedad muy elevadas. Al analizar el en- (portadora de la información del dolor).
torno psicosocial previo de los sectarios encontramos siempre Es de sobra conocido por todos que la morfina —y cual-
una constante de «dolor emocional» como sentimiento deri- quier otro opiáceo— detiene o reduce la acción de la sustan-
vado de rutinas cotidianas escasamente satisfactorias, por eso cia P55, y está demostrado desde hace años que las endorfmas,
será útil recordar aquí unas pocas precisiones básicas acerca como opiáceos endógenos que son, actúan de igual modo
de los mecanismos bioquímicos de transmisión del dolor. que la morfina; de hecho, la betaendorfina y la dinorfina tie-
Una peculiaridad a tener en cuenta es que, mientras en un nen un efecto todavía más poderoso que la morfina 56 y, por
episodio de dolor físico puede recordarse fácilmente la situa- ello, comparten sus características adictivas. En cualquier
ción concreta en que se produjo pero no la experiencia del caso, la percepción del dolor tiende a extinguirse a partir de la
dolor sentido propiamente dicho, en un incidente que gene- activación de los opiáceos endógenos.
re dolor emocional pueden recordarse perfectamente tanto Dado que el pensamiento puro y las emociones pueden
las circunstancias como la intensidad y características del su- activar la producción de endorfinas, aspecto bien documen-
frimiento padecido que, además, puede ser rememorado con tado en los estudios de Ornstein y Sobel sobre el efecto
viveza —eso es experimentado de nuevo— mediante un sim- placebo57, resulta evidente, en principio, que ambos procesos
ple acto de la voluntad, es decir, concentrándose en el recuerdo —pensamiento y emociones—, al ser capaces de evocar la
de las causas que lo motivaron. Es más, si uno decide rememo- producción de betaendorfinas, pueden resultar adictivos; y, a
rar circunstancias productoras de dolor psicológico, el dolor pesar de ser productos endógenos, las endorfinas tienen el
que se recupera puede ser incluso más intenso que el padecido mismo potencial adictivo que la morfina y la heroína58. Pode-
realmente durante la experiencia original.
Desde el punto de vista bioquímico, los impulsos del do-
55. C/r. Ornstein, R. y Sobel, D. (1987). The Healing Brain:
lor se transmiten mediante un neurotransmisor denominado Breaktbougb Discoveries About How tbe Brain Keeps Us Healtby. New
sustancia P, que es un péptido que se encuentra en varias par- York: Simón & Schuster.
tes del sistema nervioso central54 y es activado por estímulos 56. Davis, J. (1984). Op. cit.
57. C/r. Ornstein, R. y Sobel, D. (1987). Op. cit.
58. Tras el descubrimiento de las encefalinas —sinónimo del genérico
54. C/r. Davis, J. (1984). Endorphim: New Waves in Brain Chemis- cndorfinas— y la síntesis de sus derivados químicos, se observó que su
try. Carden City (NY): The Dial Press/Doubleday & Co. administración como fármaco (para aliviar el dolor) generaba la misma
mos concluir, pues, que todo aquello que pueda ser capaz de la de buscar el placer (consecuencia de las endorfinas segrega-
evocar la producción de betaendorfinas podrá ser adictivo, y das). Desde esta óptica, convertirse en adicto o dependiente
parece claro que el marco protector que ofrecen las «sectas» pasa a ser un tipo de conducta necesaria, para la propia super-
—y especialmente las sectas destructivas— es perfecto para vivencia emocional.
incrementar los niveles de dopamina, noradrenalina y be- En plena era de la ingeniería genética, no puede dejarse de
taendorfinas en sujetos que presentaban previamente la serie tener en cuenta una visión como la aportada por los genetis-
de problemas psicosociales ya descritos y las necesidades que tas norteamericanos Kenneth Blum y David Comings, que
analizaremos en el capítulo IV. han definido el «síndrome de déficit de recompensa» como
Algunas actividades, como el ejercicio físico, la jardinería, un tipo de manifestación ansiosa bajo la cual podrían agru-
la meditación y otras muchas, activan la producción de be- parse la diversidad de conductas adictivas. En función de la
taendorfinas y, en ciertos casos, desembocan en conductas parte del sistema de recompensa cerebral que csfl¿ más afecta-
adictivas; pero también es cierto que no todas estas activida- do, un sujeto puede presentar una gradación de síntomas que
des pueden hacer segregar endorfinas siempre y en todas las van desde una angustia leve o irritabilidad, hasta la búsqueda
personas; de hecho pueden activar también la producción de de situaciones de riesgo, trastornos en los hábitos alimenta-
dopamina o noradrenalina —igualmente relacionadas con las rios, adicción a sustancias, al juego, trabajo, compras y a un
bases del proceso adictivo, como ya vimos— en lugar de en- sinfín de conductas que generan dependencia. Los afectados
dorfinas. Pero, en cualquier caso, aunque los conocimientos por este síndrome son incapaces de obtener satisfacción de su
actuales sobre los opiáceos endógenos son aún incompletos, vida cotidiana y necesitan otras fuentes de estimulación anó-
la evidencia científica muestra sin lugar a dudas que las con- malas59.
ductas o procesos pueden ser tan adictívos como cualquiera Algunos estudios cifran en un 25 % del total de la pobla-
de esas sustancias que denominamos «drogas». ción el número de personas afectadas en alguna medida por
La adicción —a una sustancia, grupo, conducta, situación este síndrome60, y destacan que los estados más intensos son
de riesgo, etc.—, al evocar la producción de betaendorfinas, difíciles de tratar debido a que implican prácticamente a to-
se convierte en un vehículo compensatorio que aleja, tempo- dos los niveles cerebrales y desencadenan conductas muy
ralmente —en función de la clase de sustancia o conducta complejas que acaban por convertirse ellas mismas en una
autoadministrada—, la sensación de dolor derivada de situa- necesidad. La mayor o menor incidencia de los genes en estas
ciones sociales y emocionales vividas como lesivas y angus- conductas es todavía una vía de estudio que está en sus co-
tiantes. En el mecanismo adictivo es más importante la nece- mienzos. De momento, Blum y Comings afirman haber
sidad de huir del dolor (generado por el entorno social) que identificado un alelo —eso es una variante de un gen nor-
mal—, el D2R2, que se encuentra en el 50 a 80 % de los toxi-
cómanos, alcohólicos y jugadores y comedores compulsivos
adicción que la morfina, algo que no sucede cuando las encefalínas son
producidas por el propio cerebro. «Las encefalinas naturales del cuerpo
investigados. El gen D2R2 impide que la dopamina se acople
—observa Solomon H. Snyder, uno de los primeros investigadores que
identificó este neurotransmisor— no son adiccionantes porque, tan pron- 59. C/r. Blum, K., Comings, D. y otros (1996). «Reward deficiency
to como actúan en los receptores de opiáceos, se degradan con rapidez en syndrome.» American Scientíst (84).
el cerebro» [C/r. Snyder, S. H. (1992). Drogas y cerebro. Barcelona: Pren- 60. C/r. Ratey, J. J. y Johnson, C. (Eds.) (1997). Sbadow Syndromes.
sa Científica, pp. 61-62]. I .ondres: Bantam Press.
a los receptores celulares en el sistema de recompensa y, en base bioquímica, disminuye la percepción del dolor, particu-
consecuencia, anula la sensación de bienestar que produce larmente del derivado de situaciones psicosociales insatisfac-
este neurotransmisor al liberarse, impeliendo a los sujetos torias—, pero también desemboca en conductas adictivas con
afectados a conductas compulsivas que nunca logran saciar lo su correspondiente síndrome de abstinencia —razón por la
que Blum y Comings denominan «hambre de dopamina» y cual duele la ausencia del amado/a y basta su presencia real o
señalan como la causa de la mayoría de los comportamientos simbólica (que dispara la producción de endorfinas) para re-
neuróticos y autodestructivos tan frecuentes en nuestra so- cuperar el bienestar—; por todo ello, este estado no suele du-
ciedad. rar más de un año o año y medio, al final del cual se normali-
En cierta medida, vale la pena reflexionar sobre una de las za el nivel de endorfinas y se entra en una fase de «amor» que,
frases características de la filosofía del pesimismo creada por todavía con un conjunto de hormonas alteradas, dura unos
el alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860): «El hombre cuatro años.
puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quie- Este ciclo bioquímico es básico para la supervivencia de la
re.» Los humanos somos la resultante de dos poderosas fuer- especie: dos humanos se atraen, copulan, se ayudan mutua-
zas generadoras, la biológica y la cultural, y no podemos sus- mente en la crianza del hijo y no disminuye la manipulación
traernos a ninguna de ellas. bioquímica hasta que el nuevo ser ya está suficientemente de-
Nuestro estado bioquímico, especialmente en lo tocante a sarrollado. No es casualidad que buena parte de las parejas
hormonas y neurotransmisores, determina estados de ánimo que comienzan a funcionar como tales se rompan hacia los
y necesidades y, por tanto, desencadena conductas impulsivas cuatro años de haberse formado. Nuestras creencias y cultu-
acordes a cada estado y aptas para satisfacer las necesidades ra pueden cambiar el destino básico que nos sugiere nuestra
sentidas. También es cierto que nuestras complejas y podero- bioquímica, pero ésta sigue siempre ahí, actuando por debajo
sas habilidades psicosociales son capaces de incidir sobre la de nuestros sentimientos porque, en realidad, es el único so-
bioquímica cerebral, alterándola en una u otra dirección —sal- porte de «nuestros sentimientos».
vo en los casos con problemas bioquímicos de orden genético Un sectadependiente es un sujeto profundamente enamo-
y/o patológico— y actuando por tanto como mediadoras o mo- rado de todo cuanto se relaciona con su «secta». A lo largo de
duladoras de sentimientos y comportamientos, pero no debe- su proceso de dependencia, obviamente, se ha visto influido
mos olvidar que, a fin de cuentas, el tablero sobre el que se juegan por una amplia gama de elementos psicosociaíes, tal como se
todos y cada uno de nuestros sentimientos es bioquímico. ha dicho y ampliaremos más adelante, que deberemos tener
Algo tan sublime como el «amor», por ejemplo, no sería en cuenta a la hora de comprender y abordar sus conductas,
nada sin la acción silenciosa de un conjunto de hormonas y pero no debemos olvidar jamás la base bioquímica que sus-
neurotransmisores. La maravillosa sensación del enamora- tenta su adicción. En todo caso, actuar sobre los aspectos
miento —con o sin flechazo—, no se debe tanto a las presun- psicosociales, más tangibles, identificables y concretos, nos
tas cualidades de nuestra pareja como a la acción de las en- podrá servir de palanca para incidir sobre los esquivos ele-
dorfinas propias. Cuando estamos enamorados vivimos en mentos bioquímicos que lastran de modo ciego una parte de
un estado de toxicomanía generado por nuestros opiáceos sus comportamientos.
endógenos, de ahí todo lo que somos capaces de sentir, dis-
frutar y, también, «no sentir» —el enamoramiento, por su
10. Síntomas que delatan una conducta adictiva muñes que caracterizan las conductas adictivas a consumos y
conductas, remarcan como prototípicos los siguientes:
La conducta adictiva no es sencilla de delimitar, puesto a. El nivel de «exceso» —en cantidad para las sustancias y
que no es algo concreto y aislable del resto de comporta- en frecuencia para las conductas— o el grado de «compul-
mientos realizados por un sujeto determinado, sino que, por sión»; indicativos que perfilan la irracionalidad de la conduc-
el contrarío, se encaja dentro de un continuum de actuacio- ta adictiva.
nes vitales en el que no hay separación entre las conductas b. La inundación o rebase del engaging o «enganche», en
adictivas y las que no lo son. el sentido de un mayor consumo del previsto en la adicción a
Todos presentamos algún tipo de conducta más o menos sustancias y de un tiempo de dedicación superior al pretendi-
adictiva respecto a alguna actividad o consumo —que no tie- do en la adicción a conductas.
ne que referirse a una «droga» necesariamente—, pero lo más c. Los intentos o deseos de abandonar el hábito, que fra-
habitual es que esa conducta adictiva no se convierta en el casan en ambos tipos de adicción.
centro y único objetivo de nuestra vida sino que, más bien, d. La negación del sujeto a reconocer la existencia de una
complemente, refuerce, compense o contraste el conjunto de dependencia, ya sea de una sustancia o conducta, cuando ya
nuestros comportamientos habituales. La adicción estricto es muy evidente para todo su entorno familiar y/o social.
sensH aparecería cuando un hábito —el que fuere— llegase a e. Las obsesiones recurrentes —eso es procesos repetiti-
alcanzar una dimensión patológica. Por tanto, seremos más o vos— en torno a las sustancias o conductas adictivas y los ri-
menos adictos en la medida en que esa conducta adictiva tuales que se relacionan o asocian con sus consumos.
—orientada hacia la administración de una actividad o sus- f. Las variaciones en la tolerancia a la sustancia o a la con-
tancia— acabe controlando en mayor o menor medida el ducta que aparecen a medida que avanza el proceso de adic-
conjunto de nuestros comportamientos cotidianos. ción.
Quienes fuman, beben o juegan por placer —como una g. Las crisis de abstinencia que emergen cuando no se
actividad más, que tiene su momento y su lugar— no son puede consumir la sustancia o realizar la conducta de la que
adictos, pero sí lo son aquellos que necesitan hacerlo de se depende.
modo compulsivo. Quienes participan en las actividades de h. La dificultad o imposibilidad de manejar las situacio-
una «secta» y las integran con normalidad entre el conjunto nes conflictivas derivadas de la dependencia y, a la inversa, la
de sus comportamientos e intereses vitales no son adictos, imposibilidad de manejar situaciones conflictivas sin ayuda
pero quienes sitúan a la «secta» en el centro de su vida y de la sustancia o de la conducta.
orientan ésta en función de aquélla, subordinando y/o rele- i. El desprecio por las posibles consecuencias graves —a
gando casi cualquier otra cosa en favor del contexto sectario, menudo ya evidentes— derivadas del comportamiento de-
se han convertido en sujetos adictos, en sectadependientes pendiente.
(con total independencia de las actividades del grupo y de Quienes hemos trabajado tanto con toxicómanos como
que éste sea o no una secta destructiva). con sectarios, podemos reconocer fácilmente en los nue-
Algunos expertos, como Daley61, al señalar los puntos co- ve puntos precedentes un conjunto de actitudes que se dan
habitualmente en unos y otros. Aunque, lógicamente, pue-
61. Cfr. Daley, D. (1991). Kicking addíctive habits. Lexington: Mass. de haber diferencias de grado en estos ítems para cada su-
jeto, no cabe duda de que la presencia de todos ellos es in- do, la adicción sólo puede ser evaluada y tratada por el pro-
dicativa de la existencia de una dependencia, ya sea respec- pio individuo»62.
to de una sustancia o un comportamiento (o de ambos a No obstante a pesar de ser acertada la última observación
la vez). de Peele, él mismo la cuestiona o, al menos, condiciona, al ad-
Cuando tengo delante a un sujeto «sectario» y/o a sus fa- vertir, con igual razón, que «la adicción es la incapacidad de
miliares, una de las primeras baterías de preguntas que suelo escoger no hacer algo. Con las características y los criterios
plantear —a fin de mesurar el «problema»— va orientada a ya descritos de la adicción, comprendemos que los adictos no
comparar el grado de implicación que tiene ese sujeto con la sean capaces de tomar la decisión de dejar de hacer algo cuan-
«secta» y con el resto de actividades que son comunes y co- do empieza a perjudicarles o cuando cesa de ser placentero.
rrientes en cualquier persona. A medida que las actividades En cambio, son conducidos por varias motivaciones que no
cotidianas de un sujeto, en cantidad y calidad, se concentren pueden controlar, para seguir con la implicación hasta que
en torno al ámbito de lo «sectario» —en detrimento del con- sean físicamente incapaces de ir más lejos, o hasta que alguna
junto de pautas vitales que conforman una «vida normaliza- fuerza externa se lo impida. Otro criterio de la adicción deri-
da»— y que el sentimiento de satisfacción que sea capaz de va de este aspecto de su definición —eso es si una persona es
obtener por todos sus actos también esté básicamente ligado capaz o no de ejercer su capacidad de decisión respecto a una
a lo «sectario» —viviendo como anodino lo demás—, tanto implicación—. ¿Puede afirmar de verdad que bajo una sene
mayor será el grado de sectadependencia del sujeto y, por de circunstancias va a rechazar consumir esa droga o dedicar-
tanto, más complejo el problema a enfrentar. se a esa actividad?; ¿existen otras actividades a las que se
Stanton Peele afirma lo obvio cuando señala que «para otorgue valor y que a veces puedan hacer descartar la impli-
determinar si una actividad es adictiva, es necesario decidir si cación?; ¿puede la persona evitar la implicación en medio de
es perjudicial —perjudicial en el sentido de que disminuya a una situación normalmente asociada a ella?; ¿es capaz de afir-
la persona, la haga menos capaz, le socave la propia vida— mar: "Esto no me beneficia. Voy a dejarlo"? La respuesta ne-
(...) En el núcleo del concepto de adicción se encuentra la idea gativa a todas estas preguntas significa que, dada una deter-
de reducción del campo de actuación en la vida, hasta que minada serie de estímulos recurrentes, una persona actuará
sólo resta un único foco para la persona, eso es el objeto de la siempre de la misma manera y realizará la misma elección. Es
adicción. Esto nos conduce al criterio central de toda adic- decir, no existe elección. Esto es la adicción»63.
ción: llegado el punto en que una adicción limite los otros Al abordar el proceso terapéutico de un sectadependien-
ámbitos de la vida de una persona de forma que exista una te hay que controlar un riesgo muy común en el mundo de
menor capacidad y un menor interés en ocuparse de algo las adicciones: que el sujeto pase a convertirse en dependien-
más, entonces, en este punto, la implicación es adictiva para te del terapeuta y/o del grupo terapéutico, cambiando una
la persona. Cuando el individuo no puede ocuparse de nada o adicción por otra. Esta situación no resulta fácil de resolver
no puede obtener satisfacción de nada si no es de su impli-
cación única o sin la constante referencia a ésta, existe una 62. Cfr. Peele, S. (1980). The addiction experience. Cerner City, MN:
Hazelden. [Modified from two-part artícle that appeared in Addictions
adicción hecha y derecha. Evidentemente, a ciertos niveles (Ontario Addiction Research Foundation), Summer, 1977, pp. 21-41; Fall,
sólo el propio individuo puede determinar lo mucho que al- 1977, pp. 36-57.]
go está afectando a su mundo, y esto es así porque, en el fon- 63. Ibíd.
ya que la personalidad adictiva que subyace en la base del en su consumo anterior, ya que su necesidad de dependencia
sujeto en tratamiento prevalece sobre cualquier otra inten- no había sido modificada64.
ción. Con los sectadependientes se da el mismo proceso, y si
Para intervenir sobre la problemática de un adicto con bien el apoyo terapéutico grupal puede ser muy positivo para
alguna esperanza de éxito no basta con desengancharle —eso su recuperación, también es cierto que son altamente influcn-
es aislarle e impedirle entrar en contacto con la sustancia o ciables por las creencias de su entorno —manipulación que
grupo del que dependía—, ya que, salvo en casos con muy muchos grupos antisectas católicos, y cristianos en general,
buen pronóstico inicial, tal cosa resulta inútil al fin; de ahí el usan sin recato, forzando al «sectario» a convertirse a su fe
monumental índice de fracasos acumulado —y ocultado a la como paso previo para su «curación», que, de producirse,
opinión pública— por las políticas sanitarias de abordaje de achacarán «al poder de su religión verdadera frente a las men-
las toxicomanías, ya que, si bien logran desenganchar a la tiras sectarias» en lugar de a un cambio de dependencia—,
mayoría de sus pacientes —hacerlo es relativamente fácil—, tienden a manifestar dependencia por quienes les ayudan y,
éstos no pasan demasiado tiempo sin volver a recaer de lleno en especial, a enquistarse en una personalidad falsa y absurda
en su adicción anterior. Para vencer una adicción, cualquie- como es la del «ex sectario» —que, al igual que los toxicóma-
ra de ellas, debe acometerse una intervención terapéutica nos, acaban convirtiendo en su excusa para todo y su modus
que reestructure totalmente al individuo —centrándose mu- vivendi—, casi siempre creada y alimentada por quienes di-
cho más en sus deficiencias psicosociales previas que en su cen ayudarle a «salir de la secta».
anecdótico consumo actual— y tal empresa resulta siempre Al adicto a un proceso o grupo terapéutico se le reconoce,
larga, compleja y, con demasiada frecuencia —debido a con- entre otros síntomas, por rechazar radicalmente la posibili-
dicionantes sociofamiliares del sujeto—, imposible de com- dad de que otros abordajes diferentes al que centra su euforia
pletar. puedan ser también eficaces para solucionar su problema.
El individuo dependiente que se sumerge en este proceso, Cuando nos encontramos ante el caso, muy frecuente, de
dada su propia dinámica emocional (que ya fue causa de su grupos sectarios que ofrecen prácticas relacionadas con la sa-
adicción), tiende a filtrar todas sus nuevas vivencias a través lud, terapias, nutrición, «crecimiento personal» y similares,
del ámbito terapéutico y a limitar su nivel de actividades y re- la conducta recién mencionada será también un serio indicio
laciones a ese entorno, con lo que vuelve a construirse un de sectadependencia.
universo protector que le aisla del sufrimiento por el solo he-
cho de pasar a depender de él y, claro está, sin cambiar ningu- 64. C/r. Rodríguez, P. (1991). Traficantes de esperanzas. Barcelona:
na de las bases de su personalidad que generan el conflicto. Ediciones B. En este libro se resumen las investigaciones realizadas por
En este mecanismo tramposo reside el aparente éxito tera- este autor, bajo encargo del Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de
Sanidad y Consumo, acerca de la estructura, métodos aplicados y resulta-
péutico de comunidades y sectas que se dedican al negocio de
dos obtenidos por grupos dedicados a la «rehabilitación de toxicómanos»
la «rehabilitación de toxicómanos»; el amparo grupal le da como El Patriarca, Narconón y otros. Los resultados evidencian de modo
al adicto una nueva vía de adicción y éste se limita a cambiar incuestionable que su escasísima eficacia terapéutica está en función del
—a veces con una rapidez milagrosa— su dependencia de hecho de forzar un cambio de dependencia —reemplazando la dependen-
cia de sustancias por la del grupo— y que la inmensa mayoría de sus clien-
una sustancia por la del grupo. En la inmensa mayoría de los
tes, aun los dados por «rehabilitados», retoman su adicción anterior tras
casos, cuando el sujeto abandona el grupo recae de inmediato abandonar el grupo terapéutico.
IV
El poderoso encanto de las sectas

11. ¿Por qué resultan atractivas las sectas?

Las posturas críticas contra las «sectas» suelen fijarse ex-


clusivamente en los problemas que éstas parecen generar y,
en consecuencia, concentran su mirada sobre el sinfín de apa-
rentes incoherencias y situaciones lesivas que envuelven a los
adeptos. Pero aunque este tipo de actitud pueda ser perfecta-
mente lícita desde la perspectiva del afectado —de quien de-
manda «justicia» ¿o tal vez venganza?—, resulta miope si
lo que se pretende es analizar una determinada situación con
ecuanimidad.
Con independencia de los aspectos criticables que carac-
terizan al sectarismo —que no son pocos—, será necesario
reconocerle también su innegable capacidad para atraer y
enamorar a muchos ofreciéndoles «soluciones» que la socie-
dad no sectaria es incapaz de proporcionarles o, mejor dicho,
que los aspirantes a sectarios no han logrado encontrar en su
entorno social cotidiano. Por eso, aceptar, de entrada, que al-
guien pueda sentirse bien en una secta —incluso mejor que
en su propia casa— será un sano ejercicio de comprensión
que ayudará a matizar posturas extremistas y, sobre todo, a
ser críticos con ese entorno pretendidamente no sectario que
tanto defendemos y presentamos como «lo normal y ópti-
mo». Pero, normal y óptimo ¿para qué?, ¿para quién?, o ¿para
cuándo? Resulta altamente saludable poner en tela de juicio Por tanto, debido a esta búsqueda de elementos subjetivos de
todo aquello que, desde la propia idiosincrasia, se cree inne- seguridad y felicidad, será más acertado hablar de marcos
gociable, y muy especialmente cuando hay que enfrentarse a ideológico/emocionales que de creencias en el sentido clásico
comportamientos y creencias diferentes de los mayoritarios. del término. Las creencias, en definitiva, no son más que un
Los nuevos puntos de vista a los que se llega tras este ejerci- espejismo para buscadores de seguridad. Son el faro que ilu-
cio de relativismo abren vías muy positivas para el entendi- mina y justifica, pero sus seguidores, en todo caso, son cauti-
miento y la búsqueda de soluciones. vados por la intensidad del marco emocional que esconden.
Para intentar comprender a un «sectario» debe asumirse —Te encuentras en un momento en que el mundo que te
previamente que su nueva perspectiva ideológica y sus com- rodea te desborda —me contaba un ex sectario— y, en lugar
portamientos —por disparatados que parezcan a sus críti- de asumirlo, necesitas una explicación o algo más pequeño, a
cos— son consecuencia de un proceso biográfico determina- tu medida. Entonces te metes en estos grupos cerrados en
do y cubren de forma útil una serie de necesidades vitales que donde sabes qué gente hay, o aunque no lo sepas, y obtienes
el sujeto siente corno prioritarias y básicas en ese momento. una explicación para todo. Te organizan el mundo y te lo ex-
Se suele juzgar y/o menospreciar a los sectarios tomando por plican, te quitan la sensación de caos. Allí te dan mucha segu-
rasero sus creencias y modos de vivir cuando éstos resultan ridad, la gente se siente muy segura. Vives situaciones muy
extraños a lo «socialmente aceptado» pero, tal como ya solidarias, la gente se abraza en los rituales y sientes que te
apuntábamos en un libro anterior65, debería tenerse en cuen- apoyan, que estás en un mundo afectuoso, todo lo contrario
ta que las características de nuestra sociedad actual —tanto del mundo externo, que te hacen ver como hostil. Por eso,
por sus aspectos negativos, generadores de ansiedad, des- cuando ves lo que es el grupo y te sales, se produce como un
arraigo, inseguridad, etc., como por sus elementos potencial- desgarro. El desengaño es muy grande al ver cómo te han es-
mente positivos, entre los que cabe mencionar la libertad de tado engañando y utilizando. En realidad es como sentirte
elección y expresión así como la pluralidad ideológica y la di- violado.
versidad cultural— han conducido inevitablemente hacia una Esta comunión intensa de sentimientos, de comunicación
progresiva demanda de marcos de creencias, tomando este humana, es patrimonio funcional exclusivo de los pequeños
término en un sentido sumamente amplio y práctico que grupos. Por eso las «sectas», en su sentido más amplio, y las
abarca todo el espectro de los instrumentos emocionales ap- sectas destructivas en particular, son dinámicas increíble-
tos para favorecer la sensación de seguridad personal in- mente atractivas para los individuos más frágiles, para todos
tegral. aquellos que, en un momento dado de su vida, necesitan en-
Se buscan, sin duda alguna, creencias trascendentales contrar un mundo a su medida.
—aunque no necesariamente religiosas—, pero con más ur- El dogma, la creencia particular de cada grupo, es lo de
gencia aún se demanda la adscripción a grupos «que le hagan menos. Lo que engancha a un individuo a una secta no es lo
sentirse bien a uno», que aporten al sujeto una carga de afec- que cree sino el cómo lo cree, tal como mostramos ya al abor-
tividad, relaciones humanas y objetivo vital que «le llenen». dar la sectadependencia. Los dogmas no son más que una
pantalla que sirve de coartada para autojustificarse la necesi-
65. C/r. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Edi- dad de administrarse —en el sentido dado al término en rela-
ciones B, pp. 25-30. ción a las conductas adictivas— una experiencia emocional
intensa. Sentirse creyente de tal o cual deidad o ideario, al este cuadro —propuestos como mero ejercicio ejemplifica-
margen de servir de soporte para tejer la sensación subjetiva dor basado en un conjunto de observaciones empíricas—
de formar parte de «algo» trascendental, parece más honora- permiten intuir, al menos, cuan diferentes pueden llegar a vi-
ble que sentirse adicto, sin más, a un grupo de gente que, por virse las situaciones cotidianas según sea el lado de \.\a en
su dinámica de relación, hace que uno se sienta francamente que se esté.
bien. Lo primero pasa por religiosidad sublime, lo segundo Cabría añadir, no obstante, que una dinámica de sectaris-
pertenece al campo de las denostadas —aunque siempre bus- mo destructivo no puede aportar soluciones sólidas y/o de-
cadas— pasiones mundanas. El autoengaño es una tendencia finitivas a sus angustiados clientes, pero cometeríamos un
general que caracteriza todas las actuaciones emocionales del grave error si no tuviésemos en cuenta que sus «soluciones»
ser humano. atraen y enganchan a muchos, a la par que reducen y com-
Si tenemos en cuenta que los actos de los seres vivos se ri- pensan estados de ansiedad y, en definitiva, reparten equili-
gen, entre otros, por los principios de búsqueda de economía brios de cartón piedra que sólo se mantienen en la medida en
—mínimo esfuerzo— y placer —mínimo dolor—, podremos que el sujeto que los disfruta sigue seducido por el marco sec-
estar absolutamente seguros de que nadie se adhiere a una tario. De todos modos, no nos engañemos, cuando nos refe-
«secta» para empeorar su situación psicosocial previa al in- rimos a personas con un perfil presectario —en la línea del
greso en el grupo. Antes al contrario, la fase sectaria —con in- descrito en el apartado 8—, que necesitan desesperadamente
dependencia de la calidad de las condiciones objetivas que de- un determinado tipo de soporte social y emocional para se-
finan y delimiten la nueva realidad del sujeto— parece aportar guir adelante, debemos tener presente que las «soluciones»
un equilibrio inédito en la estructura de personalidad del neó- que provee una «secta» no serán ni más ni menos útiles y/o
fito. Esta apreciación —aparentemente contradictoria— se provisionales que cualesquiera otras alcanzadas a través de
explica y justifica gracias a la particular configuración de toda cualquier otra vía (exceptuando la psicoterapéutica). En estos
estructura sectaria bajo la forma de universo protector. casos, ya lo hemos dejado bien claro, la clave del problema
Los humanos —y muy particularmente quienes tienen un reside en la necesidad de dependencia que presenta un deter-
perfil de personalidad presectaria— precisamos alcanzar una minado sujeto antes que en la estructura de que se sirve éste
parcela suficiente de seguridad para sentirnos equilibrados, y para encubrir y compensar su fragilidad; aunque, con todo,
esa seguridad se adquiere de modo gradual a través de una inte- también es verdad que el precio personal a pagar por la con-
racción positiva con el entorno social. Pero si el balance es ne- ducta adictiva podrá variar mucho en función de las caracte-
gativo surge el desequilibrio, el descontento angustioso que rísticas del grupo del que se pase a depender.
empuja a buscar—y encontrar— nuevos marcos sociales acor- El contenido de este cuadro, que se comenta suficiente-
des con las necesidades sentidas y capaces de darles satisfacción. mente por sí mismo, puede ser útil para conocer algunas
En el cuadro que figura en la página siguiente resumimos de las percepciones subjetivas que llevan a un «sectario» a
algunos de los aspectos que conforman la imagen publicitaria sentirse más protegido y cómodo dentro de su «secta» que al
y subjetiva del universo protector sectario que, precisamen- margen de ella. No debería realizarse ninguna aproximación
te por actuar como tal, se constituye en un atractivo y eficaz a un «sectario» —máxime si se pretende con finalidad des-
gancho para la captación de nuevos adeptos. Sin pretensión condicionadora y terapéutica— sin tener muy en cuenta la lí-
de ser exhaustivos, los elementos comparativos que ofrece nea de reflexión que abre este conjunto de apreciaciones.
Situaciones sociales confHctivas Situaciones sociales conflíctivas
y sus correspondientes ofertas sectarias y sus correspondientes ofertas sectarias

Situación vivenciada como Situación sentida como real y Situación vivenciada como Situación sentida como real y
negativa en la sociedad deseable dentro del marco negativa en la sociedad deseable dentro del marco
protector sectario protector sectario

El racionalismo no aporta res- El dogma y lo no racional El trabajo —o el desempleo— El trabajo para una estructura
puestas simples y satisfacto- —pensamiento mágico y dis- para una estructura social «ex- «desinteresada» que pone sus
rias a las demandas emociona- curso pseudocientífico— ex- plotadora y egoísta» que no recursos al servicio de un «idea-
les básicas del ser humano. plican y resuelven de modo persigue otro fin que el lucro rio salvador» y, por ello, que
«seguro» y simple la naturaleza de sus dirigentes. ayuda a la humanidad.
y los misterios del hombre y La desesperanza ante un futu- La total esperanza en la salva-
del universo. ro personal y social incierto ción personal terrena y ultrate-
El lucro personal y el consu- El esfuerzo desinteresado y el (agravada por el descrédito de rrena a través de la práctica del
mismo fácil y sin límites toma- sacrificio personal como norte las ofertas de esperanza clási- dogma.
dos como prioritarios motores de los intereses vitales. cas: religión, política, etc).
vitales. La angustia e inseguridad de- La seguridad absoluta al haber
El individualismo que poten- La fusión en un grupo/unidad rivadas de la dinámica del libre renunciado a la gestión de la
cia la indefensión ante la so- biológica que, a cambio de re- albedrío y de la asunción de la propia autonomía y dejar los
ciedad y ante uno mismo y nunciar a la propia individuali- propia responsabilidad de to- actos personales exentos de
que, en suma, genera sufri- dad, aisla y protege al sujeto de dos los actos. responsabilidad al ser ésta asu-
miento. su propia realidad. mida por el líder/dogma.
La incoherencia manifiesta en- La coherencia absoluta entre lo La burocratización y ritualis- La sacramentahzación y ritua-
tre los idearios que se declaran que se cree y lo que se hace. El mo sin sentido de las organi- lismo mtegrador llevado hasta
y la forma en que se viven, es dogma marca los límites de la zaciones religiosas, políticas o los actos más nimios del queha-
decir, los actos que se hacen. rutina diaria. cívicas. cer diario.
La falta de puntos de referen- El dogma como faro visible y El dolor generado por la sen- El placer y la seguridad deriva-
cia claros y seguros en los que eterno que señala, infalible, lo sación de ser algo sin valor en dos de estar integrados en un
uno pueda basar su persona- que es y lo que no debe ser. la sociedad, un número margi- grupo en el que ser parte de él
lidad. nado e incomprendido que na- es infinitamente más importan-
die toma en consideración. te que ser individuo, en el que
La falta de objetivos concre- Los renovados, simples y cla- todos se sienten piezas impor-
tos, sociales e individuales, ros objetivos diarios que mue- tantes de un gran cuerpo con
que muevan al trabajo o acti- ven hacia el esfuerzo común un gran objetivo.
vidad conjunta, grupal. con tanta o más energía cuanto
más cueste alcanzarlos.
Fuente; © Rodríguez, Pepe. El poder de las sectas. Ediciones B, Barcelo-
La estructura familiar, anqui- La presentación de una «nue- na, 1989.
losada, deteriorada e hipócri- va» familia, «pura y auténtica»,
ta, que ha ínfíacíonado el valor como díametralmente opuesta
de conceptos como «familia» a la clásica, y de un hogar —la
y «hogar». comunidad— radiante de paz,
amor y comprensión.
En definitiva, la cuestión a retener es que cuando se inten- rogénicas y secundarias o psicogénicas; las primarias se funda-
tan comprender comportamientos y actitudes individuales mentan en nuestra naturaleza biológica —comida, agua, aire,
debe tenerse bien presente que éstos materializan siempre sexo, evitación del dolor, etc.— y las secundarias —afilia-
una vía encaminada a la satisfacción de alguna o algunas de ción, logro, poder, etc.— derivan de éstas o son inherentes a
las necesidades básicas que tenemos los humanos. Aunque nuestra estructura psicológica. Las influencias externas tam-
pueda discreparse de la fórmula elegida por otros con el fin bién pueden incidir sobre las necesidades mediante lo que
de mejorar sus circunstancias, no cabe olvidar que el com- Murray conceptuahzó como «presión», eso es una condición
portamiento que llama la atención en ellos obedece, pre- estímulo externa al sujeto que crea el deseo de lograr y/o evi-
cisamente, a que su elección fue el camino que creyeron tar algo y que ejerce así una influencia motivacional más o
más indicado —y/o el único que fueron capaces de encon- menos intensa.
trar— para intentar colmar necesidades sentidas de modo La pujanza de una necesidad sentida i n f l u y e en la intensi-
acuciante. dad de la conducta con la que se relaciona; cuanto mas fuerte
sea una necesidad, más intensas serán las acciones, encua-
drando dentro del concepto de «intensidad» características
12. Necesidades básicas y comportamiento individual de conducta como el entusiasmo, minuciosidad o vigor apli-
cados a la acción que se realiza y, también, la prionzación de
Detrás de los pensamientos y acciones de cada persona las actuaciones —cuanto más fuerte sea una necesidad más
siempre encontramos necesidades y motivos. Aunque resulte rápidamente se transformará en una acción dirigida a satisfa-
obvio que no todos sentimos las mismas necesidades, ni lo cerla— según una jerarquización temporal sometida al im-
hacemos con idéntica intensidad y/o al mismo tiempo o bajo pulso dominante en cada momento.
parecidas circunstancias, así como que tampoco nos mueven a Un presectario, según lo ya dicho hasta aquí, es una per-
la acción motivaciones similares —ni incluso a un mismo su- sona con «un estado interno no satisfactorio» y, por ende,
jeto a lo largo de su vida—, parece indiscutible que la influen- sujeta a un conjunto de necesidades emocionales sentidas de
cia de necesidades y motivos es de tal magnitud que la moti- forma perentoria e imaginadas como aptas para lograr mejo-
vación define a la persona en un momento dado. rar una situación psicosocial que le agobia y le hace sufrir. En
Una necesidad viene concretada como el resultado de un un momento determinado, la «presión» ejercida por el estí-
estado interno no satisfactorio, es lo que subjetivamente se mulo externo que le llega a ese sujeto desde una «secta» —o
echa en falta para alcanzar el bienestar. Henry Murray66, pio- desde cualquier otra vía reductora de ansiedad— acaba por
nero en el estudio de este campo, definió la necesidad como generarle y/o fortalecerle la necesidad de lograr y/o evitar
una fuerza directriz interna que determina la manera en la una serie de situaciones «no satisfactorias» mediante la adop-
que las personas deciden responder a los objetos y/o a las ción de las nuevas conductas que se le proponen.
situaciones que conforman su entorno. En una primera clasi- Dado que cuanto más apremiante sea una necesidad más
ficación, Murray dividió las necesidades en primarias o visee- intensas serán las acciones destinadas a satisfacerla—tal como
vimos en el capítulo dedicado a la sectadependencia, un enfo-
Íí6. C/r. Murray, H. A. (1938). Explorations in personality. New que y datos que debemos tener presentes a lo largo de todo el
York: Oxford Univcrsity Press. libro, aunque a partir de ahora recuperemos un lenguaje más
psicosocial y dejemos en segundo plano el bioquímico—, el ellos, saber que todavía me querían a pesar de que yo aparen-
sujeto con un perfil presectario volcará con más o menos ra- taba ignorarles. Siempre me gustó la «vida mundana», dentro
pidez y entusiasmo su motivación y energía hacia la conse- de un orden, claro, y el no poder hacer la vida normal que ha-
cución del estado de homeostasis que le promete la «secta». cían todas las chicas de mi edad, ni poder verme con mis ami-
Independientemente de las estrategias manipuladoras que gas de toda la vida o vestir a mi estilo, que no era nada del
pueda emplear el grupo al que se afilie, el estado de necesidad otro mundo, me hacía sentir mal. Cuando me hice del Opus
en que estaba previamente este sujeto habrá sido el motor estaba atravesando una larga crisis y no sabía muy bien qué
fundamental de su conversión en «sectario». hacer, ellos me abrieron un camino que parecía encajar con
Las necesidades, de todas formas, conforman un todo mis necesidades psicológicas y me tiré a él sin pensármelo
muy complejo en el que algunas se pueden fundir en un mis- dos veces. Creía sinceramente que la Obra me había salvado
mo comportamiento; otras pueden convertirse en subsidia- de un futuro vacío y sin sentido, pero nunca pude casar del
rias o soportes de terceras; pueden entrar en conflicto abierto todo el agradecimiento que les tenía por lo que me ofrecían
entre sí—como, por ejemplo, la necesidad de autonomía y de con el resentimiento que también sentía por lo que me quita-
afiliación, que un «sectario» acaba resolviendo en favor de la ban de un modo absurdo y arbitrario. Yo era, y sigo siendo,
segunda—; interrelacionan de forma positiva o negativa fren- una buena católica, pero la lucha entre mis sentimientos con-
te a las presiones externas, etc. Por todo ello, cuando se trata trapuestos y mis necesidades incompatibles acabó por con-
de un sectario, la interacción entre el conjunto de necesidades vencerme de que yo no valía para esclava. Gracias a Dios
básicas que dominan su comportamiento permite muy dife- supe discernir cuáles eran mis necesidades verdaderas y volví
rentes pronósticos en cuanto a su relación de dependencia del a mi vida normal, junto a los míos, con menos santidad pero
grupo y posibilidades de recuperar una vida normalizada. con más humanidad. ¡Qué fácil resulta confundir lo que ne-
—Cuando estaba en la Obra —me confesaba una joven cesitas cuando estás pasando por un bache en tu vida! Y qué
que pasó algo más de dos años en el Opus Dei— sentía que raro resulta verte a ti misma realizando comportamientos
todas mis necesidades estaban cubiertas, que mis miedos ha- que ahora te parecen inconcebibles pero que en su momento
bían sido controlados y que mis esperanzas se irían materiali- sentías como lo único bueno y deseable. ¿Por qué podemos
zando poco a poco; creía que había encontrado el único buen ser tan cambiantes las personas?
camino posible y que hacía lo que debía para ser feliz, pero Responder a esta pregunta de modo amplio y documen-
algo dentro de mí no acababa de encajar. Ellos eran mi fami- tado rebasaría las pretensiones y el espacio disponible en este
lia y me tranquilizaba saber que dirigían mi vida por el cami- apartado, pero sirva recordar que las teorías motivacionales
no de Dios, pero me costaba ser lo sumisa que pretendían de la personalidad sostienen que la conducta es reflejo de un
porque me sentía languidecer; me dolía mucho no poder ver conjunto de necesidades básicas y que a medida que una ne-
a mis padres y hermano —de hecho no podía ni hablar por cesidad concreta se vuelve más intensa aumenta la probabili-
teléfono con ellos ya que la directora de mi centro lo había dad de que influya en la conducta que manifiesta un sujeto
prohibido porque ellos, ahora veo que con razón, no acepta- determinado —aunque debe tenerse en cuenta que la fuerza
ban como normal el cambio tan radical que yo había experi- de las necesidades y presiones externas varían con el tiempo y
mentado en la Obra—, no podía creer que fuesen tan egoístas que las personas nos diferenciamos por presentar diferentes
y horribles como me decían y necesitaba relacionarme con patrones de intensidad y cronicidad en las necesidades—; di-
cho de otro modo, cuando las necesidades y los motivos son Según la estructura jerárquica de las necesidades humanas
fuertes se reflejan en el tipo de conducta que suele conside- propuesta por Maslow67, cuanto más abajo se encuentre una
rarse relacionada con la personalidad de un sujeto (por ese necesidad dentro de dicha jerarquía, tanto antes aparece en el
motivo, un individuo con personalidad presectaria —que proceso de desarrollo filogenético y ontogenético del indivi-
está ligada a un marco concreto de necesidades psicosociales duo —así, las necesidades fisiológicas aparecen con la vida;
básicas—, tenderá a realizar una línea de comportamientos las de protección y seguridad son características de niños, jó-
que solemos tildar de «sectarios» antes que emprender cual- venes y animales inferiores; las de valoración son propias de
quier otra conducta igualmente apta para satisfacer sus nece- adultos y exclusivas de los humanos, etc.—; por otra parte,
sidades). las necesidades se satisfacen secuencialmcnte de abajo hacia
Muchos estudiosos han intentado dar con una clasifica- arriba, de las «inferiores» a las «superiores», eso es haciendo
ción generalizable de las necesidades humanas, pero tal em- bueno el aserto popular, pragmático y sanchopanziano, de
peño siempre ha arrojado resultados parciales. Uno de los «primero comer, luego filosofar».
marcos teóricos más populares es el que aportó la «jerarquía Las necesidades fisiológicas, de protección y seguridad,
de necesidades humanas» propuesta por Abraham Maslow y de amor y pertenencia y las de valoración, conforman en
expuesta como una pirámide con cinco niveles en cuya base conjunto las denominadas «necesidades de carencia», postu-
radican las necesidades fisiológicas indispensables para la ho- ladas como una especie de vitaminas puesto que su carencia
meostasis corporal, el equilibrio y la supervivencia, mientras —su falta de satisfacción— impide el crecimiento y desarro-
que en los escalones superiores se suceden necesidades de na- llo de un individuo. Maslow afirma también que los huma-
turaleza psicológica. nos tienden siempre a lograr un estado de satisfacción, pero
que lo consiguen pocas veces o por muy poco tiempo; y, en
JERARQUÍA DE NECESIDADES DE MASLOW esa búsqueda, a medida que se satisfacen unas «necesidades
de carencia» van surgiendo otras y otras más. El tener «nece-
Necesidades orientadas sidades de carencia», según Maslow, lleva a la persona hacia
hacía el crecimiento
un estado de privación, característica básica de la «enfer-
Necesidades
de medad humana» que él veía como la «incapacidad de acercar-
autorrealización se al crecimiento y a la actualización». Cuando las «necesida-
des de carencia» van siendo satisfechas empiezan a aflorar las
«necesidades orientadas hacia el crecimiento», originando
Necesidades Necesidades de amor y pertenencia la sensación de inquietud y descontento. El sujeto tiende a
orientadas cumplir con su destino, «un hombre —en palabras de Mas-
hacia la
supervivencia
Necesidades de protección y seguridad low— es lo que debe ser, esto es lo que se podría llamar auto-
rrealización»68.
Necesidades fisiológicas
Cabe advertir al lector que este teórico, al igual que Cari

67. C/r. Maslow, A. H. (1954). Motivatíon and personality. New 68. C/r. Maslow, A. H. (1971). Thefarther reacbes of human nature.
York: Harper & Row. New York: Víkíng Press.
Rogers y el resto de colegas que abordan la cuestión de la de un reductor de ansiedad, sus necesidades y el modo de sa-
personalidad desde las perspectivas humanista o fenómeno- tisfacerlas nos darán la única llave que permite acercarnos y
lógica, parte de la suposición de que los seres humanos son relacionarnos con ellos bajo las máximas garantías de éxito
intrínsecamente buenos y que tienden a la perfección dado posibles.
que en su naturaleza está implícito un progreso constante ha-
cia una mayor salud, autosuficiencia y madurez. Esta visión
tan optimista de lo humano no es compartida por este autor Qué buscan adolescentes y jóvenes y no encuentran
—ni por la gran mayoría de estudiosos de la personalidad—
ya que, por desgracia, no encuentra confirmación ninguna en Hemos señalado que las necesidades determinan nuestros
los datos que retratan nuestra historia ni en las investigacio- comportamientos pero que éstas no son estables, sino que
nes psicológicas científicas realizadas hasta hoy. van cambiando a lo largo de nuestra existencia en función de
Debido a que las necesidades humanas se interrelacionan las propias vivencias. Sin embargo, cuando nos fijamos en co-
de un modo más complejo y menos lineal que el modelo su- lectivos delimitados por la edad —niñez, adolescencia, ju-
gerido por los cinco niveles de necesidades de Maslow, éste ventud, tercera edad, etc.— solemos tender a suponer que en
no ha sido confirmado por las investigaciones empíricas, cada fase vital compartimos una base de necesidades comu-
aunque, en cambio, sí se ha encontrado base empírica para nes con los coetáneos. No vamos desencaminados del todo
sostener, al menos, la existencia de una jerarquía más amplia ya que participamos de un mismo proceso biológico de ma-
y menos definida conformada por dos niveles y que engloba, duración y ello conlleva la similitud en una parte notable de
con interrelaciones más ricas y caóticas, las ya citadas necesi- nuestras necesidades básicas, aunque tras la apariencia habita
dades de carencia y las de crecimiento. Por esta razón, y a pe- la diferencia, lo que nos hace parecidos —miembros de una
sar de lo dicho, el esquema de necesidades de Maslow sigue generación— y distintos —dueños de una personalidad— a
siendo usado en muchos campos de estudio como un punto un mismo tiempo.
de referencia para la reflexión. Todos buscamos colmar necesidades acuciantes a cada es-
En definitiva, tal como ya vimos al principio de este apar- calón de nuestra biografía, y hasta es posible que todos ten-
tado, las necesidades, sea el que fuere el modo en que se es- gamos las mismas, pero sin duda no las sentimos en el mismo
tructuren y relacionen, modelan nuestros comportamientos orden, intensidad ni momento, por eso, entre otras cosas, nos
y, en suma, nuestra personalidad; en consecuencia, intentar percibimos y comportamos tan distintos los unos de los
comprenderlas dentro de su contexto psicosocial será un otros. Si nos centramos en el objetivo del enunciado de este
ejercicio fundamental para poder entender las actuaciones y apartado —«qué buscan adolescentes y jóvenes y no encuen-
razones de los demás (aunque no las compartamos). Por otra tran»—, e intentamos averiguar las posibles causas de insatis-
parte, propiciar y fomentar que uno mismo comprenda las facción comunes en una etapa vital que será clave para nues-
necesidades —el mecanismo para cubrirlas— que subyacen tro futuro como adultos, descubriremos con estupor cuan
bajo sus actos, será una vía indispensable para poder cambiar poco se ajustan nuestras presunciones a la realidad.
sus modos de proceder hacia situaciones menos lesivas —en Para empezar, conviene recordar que, a pesar de la creen-
caso de que lo fuesen— para él y los demás. Cuando nos ocu- cia popular, eso que etiquetamos como «adolescentes» y
pamos de sectarios o de toxicómanos, eso es de dependientes «jóvenes» no es un colectivo uniforme, sino todo lo contra-
rio. De hecho, dado que la adolescencia es una etapa de con- Que estimule y ENSEÑE A CONVIVIR a los asociados
formación de la personalidad altamente influida por una di- (93,7%).
versidad de procesos miméticos, de imitación y de enfrenta- Que permita experimentar NUEVAS EXPERIENCIAS
miento respecto a su entorno más inmediato —el mundo de (93,4 %).
los adultos—, podrá haber tantos tipos diferentes de adoles- Que permita realizar muchas y DIFERENTES
centes como diversidad de entornos sociales pueda encon- ACTIVIDADES (93 %).
trarse. Que haga SENTIRSE FELIZ (92,9 %).
Sin embargo, a pesar de que algunas necesidades y moti- Que potencie el SENTIDO DE RESPONSABILIDAD
vaciones pueden ser muy singulares, la estadística —con su (91,1 %).
capacidad para homogeneizar lo que es distinto y, a pesar de Que sirva de ORIENTACIÓN PARA RESOLVER
ello, extraer conclusiones válidas— podrá sernos de utilidad PROBLEMAS (90,5 %).
para acercarnos de forma global al segmento más joven de Que haga SENTIRSE QUERIDO (87,7 %).
nuestra sociedad. A tal fin, nos remitiremos a la investigación Que practique y potencie la VIDA AL AIRE LIBRE
sobre la población de jóvenes de entre 14 y 29 años69 que rea- (85,9 %).
lizamos en 1988, en el seno de la Comisión Interministerial Que permita la participación de AMBOS SEXOS
de la Juventud, y que aportó hallazgos muy clarificadores (85,8 %).
para el asunto que nos ocupa. Que tenga algún tipo de ESTRUCTURA
Entre los temas investigados, al preguntar a los encuesta- ORGANIZADORA (85,4 %).
dos acerca de las características positivas que debería tener un Que ayude a CONFORMAR LA PERSONALIDAD de sus
grupo o asociación para ser apetecible, pudo perfilarse el di- miembros (85,4 %).
bujo de lo que, para los jóvenes, vendría a representar el mo- Que ayude realmente en los PROBLEMAS
delo asociativo ideal, un marco grupal que, al menos, debería PERSONALES (84,6 %).
ofertar las demandas que relacionamos a continuación, orde- Que NO SEA JERÁRQUICA ni se rija por las decisiones
nadas según la prioridad —o porcentaje de coincidencia en la de un líder (80,5%).
demanda— expresada: Que tenga DIRIGENTES BIEN PREPARADOS (79,8 %).
Que tenga IDEALES PROPIOS que la hagan diferente
• Que den la oportunidad de CONOCER GENTE Y (70,6 %).
HACER AMIGOS (96,2 %). Que sea ABIERTA Y NO ELITISTA (61,7 %).
• Que permitan participar directamente y SENTIRSE Que haya cierta HOMOGENEIDAD DE PENSAMIENTO
ÚTIL (95,7%). (50,1 %).
• Que las decisiones sean tomadas entre TODOS POR
IGUAL (93,9 %). Si repasamos con atención este listado de necesidades
prioritarias a encontrar en un grupo, veremos que adolescen-
69. C/r. Canceras, A., Rodríguez, P. y Rodríguez, A. (1992). Jóvenes tes y jóvenes están demandando más comunicación, amis-
y sectas: un análisis del fenómeno religioso-sectario en España. Madrid: tad, sentirse útil, querido, feliz y responsable, ser tomado en
Ministerio de Asuntos Sociales. consideración, profundizar en la convivencia, acceder a aven-

— 114-
turas y actividades interesantes, orientación y apoyo frente a fundamentales —y las más lesivas si no llegan a cubrirse sufi-
los problemas personales... es decir, que se patentizan necesi- cientemente—, existen otras lagunas que, en algún momen-
dades impregnadas de una fuerte connotación emotivo-afec- to de su proceso biográfico —generalmente coincidente con
tiva. etapas depresivas y/o dominadas por la ansiedad—, buscarán
Bueno será, pues, reflexionar sobre este particular y plan- llenarse donde sea y como sea. Los temas relacionados con el
tearse seriamente si sabemos cubrir suficientemente las necesi- «más allá» y lo «trascendental» parecen ir en cabeza en el lis-
dades afectivas, de orientación y de protección de los hijos. Sus tado de los vacíos existenciales.
demandas afirman que no es así. Y las cifras sobre la realidad El estudio ya citado de la Comisión Interministerial mues-
del menor en España70 —que no difieren substancialmente de tra que, entre los jóvenes actuales, hay un elcvadísimo índice
las del resto de países occidentales desarrollados— confirman de creyentes en la existencia de Dios (86,1 %, eso es 9 de ca-
esta lamentable situación: un 16,50 % del total de menores da 10; de los que un 45,5 % cree «algo» en su existencia y un
(que en España supone 1.640.344 sujetos) vive en hogares 40,6 % lo hace «firmemente»), frente al 13,4 % que no cree
con padres que presentan una acusada tendencia al empleo de para nada en tal posibilidad. Es notable resaltar que la mayoría
algún tipo de violencia física y psicológica; un 42,50 % de los de los creyentes (un 60,3 %) percibe la idea de Dios como «una
menores (unos 4.225.130) está bajo la tutela de padres que fuerza vital sin apariencia humana», mientras que un 31,9 % si-
tienden a emplear pautas educativas extremas —demasiado gue aceptando la ideación del dios antropomórfico cristiano.
rígidas/autoritarias o absolutamente permisivas— y, por ello, En contrapartida, los jóvenes manifiestan un fuerte recha-
lesivas para el proceso de formación de su personalidad; en el zo por la religión clásica, de la que temen su carácter de ente
22 % de los nacimientos habidos hasta 1985 —que afectan a incontrolable, despersonalizante y limitador de la autonomía
3.203.005 sujetos— los hijos no eran deseados, un aspecto personal. Esta oposición a lo religioso institucional explicaría
que incide negativamente en el desarrollo psicosocial del me- el hecho de que la práctica religiosa no figure entre las necesi-
nor; el 18 % de los escolares de entre 11 y 15 años considera dades prioritarias manifestadas por los jóvenes y, también, la
difícil o muy difícil hablar de temas que les preocupan con su razón por la que éstos, salvo excepciones más bien selectivas,
madre, y un 36 % apunta el mismo problema para hablar con- no resulten receptivos al mensaje religioso emitido desde el
fiadamente con su padre... y así un largo y amplio catálogo de ámbito eclesiástico institucional o desde el religioso-sectario.
situaciones problemáticas que afectan a prácticamente todos Complementariamente, en el mismo trabajo se averiguó
los ámbitos de la vida. que un 73,5 % de los jóvenes cree en la astrología, un 54 % en la
Pero no son sólo necesidades afectivas y soportes para existencia de otra vida después de la muerte, un 50,7 % en los
poder formarse y madurar adecuadamente lo que buscan los ovnis, un 46 % en el curanderismo71, un 34,3 % en la reencar-
adolescentes y jóvenes. Aun siendo éstas sus carencias más nación y un 31,3 % en las prácticas espiritistas como medio de

70. Cfr. Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos 71. Cfr. Rodríguez, P. (1992). Curanderos: viaje hada el milagro.
(El drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B. En esta investi- Madrid: Temas de Hoy, pp. 154-156. En esta amplia investigación sobre el
gación se analizan todos los aspectos, familiares y sociales, que resultan mundo del curanderismo se incluye una encuesta ad hoc, realizada en Es-
lesivos para los menores, y se recogen las cifras de los mejores estudios, paña, a nivel estatal, que muestra que son los más jóvenes, los que tienen
oficiales y técnicos, que se han ocupado de cuantificar esta dura realidad un mejor nivel profesional y más cultura, quienes más apoyan la labor de
los curanderos.

t t /.
comunicación ultraterrena con los muertos a través de mé- ma, y en algunos casos, una nueva alternativa de vida ante un
diums. Tan altos porcentajes resultan francamente espectacu- proceso de incomunicación y crisis personal o, simplemente,
lares si los comparamos con la idea apriorista —y evidente- ser una vía accesible para emprender una deseada —y nunca
mente equivocada— de que los jóvenes de hoy son cultos, antes lograda— emancipación familiar (ya sea de los padres o
racionalistas y materialistas. del cónyuge).
De todo ello cabría deducir que, actualmente, no parece También en que —y ello es fundamental— en las «sectas»
estar en crisis el sentimiento religioso de la juventud —ya que convergen una gran cantidad de las características ideales que
la necesidad de trascender («traspasar los límites de la expe- los jóvenes —tal como ya vimos— desearían encontrar en un
riencia posible», según la definición kantiana) permanece la- grupo (amistad, participación, convivencia, comunicación,
tente y solapada en la inmensa mayoría de ellos— sino más tener nuevas experiencias, realizar actividades diferentes, po-
bien las formas clásicas de expresión social de lo religioso. sibilidad de sentirse feliz y querido, orientación para resolver
Hoy se tiende hacia formas más privadas, personales, sincréti- problemas, etc.). Y, finalmente, en que las «sectas» realizan
cas y ligbts de vivir aspectos tradícíonalmente reservados a las su proselitismo bajo dos vías de atracción sumamente de-
grandes vías religiosas tradicionales; desde esta perspectiva, mandadas por los jóvenes. Una es la que cubre aspectos rela-
quien hoy practica los ritos techno-pop prescritos por los cionados con la utilidad —relajación, concentración, mejora
apóstoles de la Nueva Era, o por cualquier «secta», no hace de técnicas de estudio, comunicación, habilidades sociales,
nada sustancialmente diferente a lo que han realizado durante etc.— y el ocio —excursiones, charlas, fiestas, etc.—; y la otra
siglos los creyentes católicos al practicar su liturgia. Otra cosa es la que posibilita alcanzar conocimientos dentro del am-
bien distinta será, por supuesto, dictaminar sobre la licitud de biguo campo del «ocultismo» y «esoterismo», temas por los
las prácticas y fines —que no de las creencias— que puedan es- que la juventud actual, a juzgar por los datos ya comentados,
conderse detrás de cada oficiante, ya sea éste sectario o clérigo. siente una verdadera y evidente fascinación.
Otro dato a tener en cuenta es que, según la investigación Como colofón de la reflexión de este apartado cabe seña-
de referencia, a pesar del genérico rechazo que motiva lo sec- lar que, dado que las carencias que acumulamos de jóvenes
tario-religioso, casi la mitad de los jóvenes encuestados (un suelen acompañarnos en la etapa adulta, será atinado pensar
44,5 %) no se posicionó decididamente contra las «sectas» y que las necesidades y los factores de atracción hacia las «sec-
un 25,8 % las aprobaba de modo expreso. El atractivo de las tas» recién citados podrán aplicarse con validez —sin apenas
«sectas», como posible vía utilitaria, está innegablemente cer- retoques, aunque con las reservas debidas— al conjunto de la
tificado por el gran porcentaje de jóvenes que apoyan su exis- población.
tencia.
Así pues, algunas de las razones subyacentes que explican
la potencial atracción que las «sectas» ejercen sobre los jóve- 13. Comportamiento colectivo, movimientos sociales
nes hay que buscarlas en motivantes, susceptibles de actuar y sectas
simultáneamente, como puedan ser el que ambos —jóvenes y
«sectas»— coincidan en la manifestación de un patente senti- La Sección de Comportamiento Colectivo y Movimien-
miento de oposición hacia lo eclesiástico e institucional. En tos Sociales de la American Sociológica! Ássociation, en sus
el hecho de que la oferta sectaria puede constituir en sí mis- estatutos, define el comportamiento colectivo como «formas
sociales emergentes y extra-institucionales de comporta- recién aludidos —colectividad, continuidad y cambio so-
miento», una visión que implica, tal como reconocen autores cial— antes de que el colectivo llegase a organizarse como un
como Lofland o Michener72, conductas espontáneas y a me- grupo formal e institucionalizado. Y, tal como sostienen
nudo sujetas a normas creadas por los propios partícipes y Turner y Kilian, «aun en el caso de que un movimiento social
que no se derivan de las normas mayoritarias de la sociedad (a tenga un carácter religioso de autotransformación, como
las que con frecuencia se oponen). Dentro del comportamien- ocurre en una secta, existe un objetivo más amplio de trans-
to colectivo no episódico estarían los movimientos sociales. formación de la sociedad»75.
Turner y Kilian 73 propusieron que un movimiento social Según lo expresado, las «sectas» —o una parte muy nota-
fuese definido como «una colectividad que actúa con cierta ble de ellas— podrían ser vistas como un movimiento social,
continuidad para promover o resistir un cambio en la so- pero, sin embargo, parecen incumplir otras características
ciedad o grupo de la que forma parte». En este enunciado definitorias de los movimientos sociales: no afectan a una
aparecen tres elementos esenciales para detectar un posible gran parte de la sociedad, no tienen contornos difusos —sino
movimiento social: colectividad (grupo relativamente desor- todo lo contrario—, no hay corrientes diversas en su seno,
ganizado en el que existe interacción y sentido de unidad y en etc. Si tomamos en consideración estos aspectos, parece ob-
el que tiende a desarrollarse un comportamiento colectivo no vio que Testigos de Jehová, Ciencia Cristiana, Templo del
institucional), continuidad (su actuación se desarrolla con Pueblo, Ceis y tantos otros no conforman ningún movimien-
sentido histórico, implicando algún tipo de organización, es- to social, pero ¿y si nos alejamos un poco de cada grupo para
trategias, continuidad de la identidad grupa!, etc. que se man- poder enfocarlos desde una distancia suficiente que nos per-
tienen a pesar del paso del tiempo y de sufrir variaciones en mita verlos a todos ellos dentro del contexto social global?
sus integrantes), y cambio social (ya sea propiciándolo o re- En ese caso, la percepción que podremos tener del conjunto
sistiéndose a él; teniendo como objetivo claro la transforma- variará substancialmente.
ción de la sociedad en la dirección que se propone desde el El físico Fritjoff Capra76 afirma que «estamos siendo tes-
movimiento social, al margen de que tal aspiración pueda tigos del comienzo de un tremendo movimiento evoluciona-
servir también para solucionar determinadas necesidades de rio que parece ilustrar el antiguo aserto chino que dice: "El
sus miembros). yang, habiendo alcanzado su punto culminante, se retira en
Si se analiza el proceso que ha dado origen a algunas de
las sectas y sectas destructivas más notables de la actualidad74,
secretas a través de la Historia. Barcelona: Antonio Virgili Editor; Zweig,
puede verse con claridad la presencia de los tres elementos S. (1935). La curación por el espíritu. Barcelona: Apolo; Ynf ante, J. (1970).
La prodigiosa aventura del Opus Dei. París: Ruedo Ibérico; Hebert, G.
(1973). Los Testigos de Jehová, su historia y su doctrina. Madrid: La Casa
72. C/r. Lofland, J. (1981). «Collective behavíor: the elementary
de la Biblia/PPC; Cameron, C. (1974). Quién es Gurú Maharajji. Barce-
forms.» En Rosemberg, M. y Turner, R. H. (Eds.). Social Psychology: so-
lona: Bruguera; Rodríguez, P. (1985). Las sectas hoy y aquí. Barcelona: Ti-
ciological perspectives. New York: Basic Books, pp. 411-446; Michener,
bidabo Ediciones; Reiterman, T. (1986). El cuervo. Barcelona: Planeta;
H. A., De Lamater, J. D. y Schwartz, S. H. (1986). Social Psychology. San
Rodríguez, P. (1988). La conspiración Moon. Barcelona: Ediciones B; Rea,
Diego (CA): Jovanovich.
W. T. (1988). La mentira White. Zaragoza: INO-Reproducciones.
73. C/r. Turner, R. H. y Killian, L. M. (1987). Collective hehavior.
75. C/r. Turner, R. H. y Killian, L. M. (1987). Op. cit.
Englcwood Cliff (NJ): Prentice-Hall.
76. C/r. Capra, F. (1975). The Tao ofPhysics. Berkeley (CA): Sham-
74. C/r. Valentí, S. y Massaguer, E. (1912). Las sectas y las sociedades
bhala.
favor del yin." Los años 60 y 70 han generado toda una serie aparecido —o perdido su fuerza y/o eficacia para la conten-
de movimientos sociales que parecen ir todos ellos en la mis- ción de la ansiedad— de la sociedad no sectaria; etc. Además,
ma dirección. La creciente preocupación por la ecología, el las «sectas», tomadas en conjunto y sin distinción, han hecho
fuerte interés por el misticismo, el aumento de la conciencia nacer un notable contramovimiento antiscctario —nacional e
feminista y el redescubrimiento de los acercamientos holísti- internacional— muy bien definido y del que no caben dudas
cos a la salud y a la curación son todas ellas manifestaciones acerca de su identificación como movimiento social.
de la misma onda evolucionaría. Todas contrarrestan el exce- En este aspecto no se discrepa del enfoque dado a los nue-
so de énfasis de lo racional, de las actitudes y valores masculi- vos movimientos sociales por los científicos sociales euro-
nos y tratan de recuperar el equilibrio entre los lados mascu- peos, que consideran que movimientos tales corno el feminis-
lino y femenino de la naturaleza humana». ta, el ecologista o el pacifista constituyen una reacción
Para este físico cuántico, empeñado en hacer confluir la vinculada a los procesos de modernización en las sociedades
física moderna con la metafísica oriental, el concepto de industrializadas 77 . Las «sectas» —el sectarismo, más bien—
«movimiento [evolucionarlo]» es, sin duda, muy diferente al son, sin duda alguna, una respuesta defensiva —estructurada
de movimiento social manejado por los científicos sociales, y ofertada como una dinámica ofensiva en lo social, de super-
pero aceptando su punto de vista holístico podemos pasar a vivencia psicológica en lo personal y aspirativa (que aspira a
ver la cuestión de las «sectas» como un conjunto de manifes- cambiar/mejorar aspectos sentidos como fundamentales) en
taciones diversas, más o menos institucionalizadas, que lo global— nacida e impulsada en y desde una parte del co-
arrancan de una misma situación estructural de nuestra so- lectivo social que reacciona ante una realidad que, progresi-
ciedad y que se mueven en torno a parecidas necesidades y vamente, ha ido convirtiéndose en más y más inhóspita a pe-
objetivos, cosa que nos devuelve otra vez ante la posible pre- sar de caminar por la senda del progreso material. Por esta
sencia de un gran movimiento social —nuevo según la termi- razón, entre otras, el sectarismo —que no las «sectas» necesa-
nología en boga, pero tan viejo como lo son las crisis psicoso- riamente— avanza en nuestra sociedad de forma imparable.
ciales en la historia humana y las estrategias culturales para Las motivaciones de las «sectas» —al igual que sucede
obviarlas— que cumple perfectamente, ahora sí, con todos con las estudiadas respecto a los nuevos movimientos socia-
los elementos definitorios para ser considerado como tal. les— no encajan en paradigmas clásicos como los de lucha de
Si movimientos como el ecologista o feminista son teni- clases, defensa de valores étnicos, aspiraciones de mejo-
dos por tales a pesar de albergar en su seno decenas de sectas ras económicas o materiales en general, etc. Lo que se busca
diferentes, incluso enfrentadas entre sí, y más o menos insti- al ingresar en un movimiento sectario no es gratificación
tucionalizadas, ¿por qué no considerar en su conjunto un —aunque los humanos la pretendemos en cada cosa que ha-
movimiento multifacetado cuyas caras tienen mucho más pa- cemos—, ni cobertura de necesidades básicas de superviven-
recido entre sí que diferencias ? Las «sectas», por ejemplo, co- cia que, en nuestro entorno sociocultural, suelen estar satis-
inciden en ser radicalmente críticas y/o desafiantes ante el sis- fechas de modo suficiente —aunque a veces bajo mínimos—;
tema social dominante; en ofrecer alternativas que se postulan lo que se busca al asociarse a una «secta» son una serie de va-
como universales para la salvación holística —la de todo el
mundo y, de paso, la de uno mismo—; en ofrecer marcos de 77. C/r. Melucci, A. (1980). «The new social movements: A theoreti-
identidad, utopía y vivencia afectivo-emocional que han des- cal .ipproach.» Social Science Information (19).
'
lores inmateriales capaces de colmar aspiraciones o, más bien, miento social para conseguir identidad colectiva, tal como ya
necesidades, de tipo emocional —según lo dicho en el aparta- sostuvo Klapp79 al afirmar que la identidad colectiva encon-
do anterior—, «espiritual» o «humanitario», es decir, aspec- trada compensa la anomia de la sociedad de masas. En los
tos biológicamente innecesarios —que no se dan en el resto movimientos sectarios, tal como ya apuntamos, esta necesi-
de nuestros parientes animales, salvo en algunos primates—, dad se manifiesta con más intensidad debido, entre otros, a
pero culturalmente imprescindibles para los seres humanos. las características psicosociales previas —personalidad prc-
Estas necesidades emocionales «no biológicas» aparecen sectaria— de sus integrantes.
también, más o menos priorizadas, en el seno de las culturas Tal como afirma Henry Tajfel80, al aplicar su teoría de la
grupales de todos los primates, especialmente en las de póngi- identidad social a las minorías que se organizan como movi-
dos (orangutanes) y pánidos (chimpancés y gorilas) y, obvia- mientos sociales, todo individuo y todo grupo buscan una
mente, han sido uno de los motores fundamentales de nuestro identidad positiva, eso es, una forma de lograr y conservar la
largo y complejo proceso de hominización, tal como demues- propia estima y de afirmar una imagen de sí mismo tan favo-
tran los datos conocidos acerca de la evolución de nuestra es- rable como sea posible. La aparente contradicción que surge
pecie —desde Q\Ardipithecus ramidus de hace 4,4 millones de del hecho de que el miembro de una minoría logre una iden-
años hasta el Homo sapiens moderno— y queda patente al tidad positiva precisamente cuando suele ser despreciado por
analizar sus producciones culturales, particularmente las de- pertenecer a ella, Tajfel la explica señalando que la minoría
sarrolladas desde el Paleolítico Superior [c. 35000 a 8000 a.C.] despreciada puede encerrarse en sí misma creando una mini-
hasta hoy78. cultura en el seno de la cual cada sujeto tiene un lugar digno y
Entre estos valores no materiales destaca la búsqueda de no es despreciado, o bien, adoptando otro tipo de estrategia,
identidad y sentido puesta de manifiesto en gran parte de los puede pasar a la acción conformando un movimiento social.
comportamientos humanos. El sujeto se adhiere a un movi- De ambas posibilidades —construcción de un refugio emo-
cional o evolución hacia un movimiento social—, aunque
78. C/r. Rodríguez, P. (1999). Dios nació mujer. Barcelona: Edicio-
fundamentalmente de la primera, encontramos sobrados
nes B. En esta investigación, en la que se analiza en profundidad lo funda- ejemplos dentro del amplio y vanado mundo de las «sectas».
mental del proceso de evolución biológica y psicosocial que nos llevó En cualquier caso, para el ámbito del sectarismo esta bús-
desde los primeros homínidos hasta el hombre moderno, se pone especial queda de valores no materiales tiene poco que ver con la «re-
énfasis en documentar —mediante pruebas paleoantropológicas, arqueo-
lógicas, etnográficas, etológicas y otras— el protagonismo que tuvieron
volución silenciosa» de los valores postmateriales que preco-
una serie de necesidades emocionales para poder llegar a elaborar un concep- niza Inglehart01 que, por el contrario, sí podemos encontrar
to cultural tan útil y poderoso como el de «dios» —aparecido hace unos con mucha probabilidad entre los estímulos básicos que con-
30.000 años, al tiempo que desarrollamos el pensamiento lógico-verbal, y
concebido exclusivamente como femenino hasta hace apenas seis mile-
nios—, base de las estructuras míticas y rituales que dieron origen a los 79. C/r. Klapp, O. E. (1972). Cúrrente ofunrest. An introduction to
fundamentos de la organización sociocultural que todavía tenemos. Co- collective behavior. New York: Holt, Rinehart and Winston.
nocer el trayecto evolutivo que configuró los esquemas psicosociales que 80. C/r. Tajfel, H. (1981). Human groups and social categories. Cam-
aún determinan buena parte de nuestros comportamientos emocionales, bridge: Cambridge University Press.
ayudará muchísimo a poder comprender los mecanismos básicos que sub- 81. C/r. Inglehart, R. (1977). The silent revolution: changing valúes
yacen bajo estrategias reductoras de la ansiedad como son la afiliación a ¡tnd political styles among -western publics. Princenton (NJ): Princenton
grupos/prácticas de corte religioso, el «sectarismo» y algunas otras. University Press.
tribuyen a ía configuración de otros tipos de movimientos perfectamente esperable de la confluencia entre un modelo
sociales que, a diferencia de las «sectas», no se caracterizan de organización social como el que tenemos y unas necesida-
por estar muy replegados sobre sí mismos y manifestar una des/fragilidades humanas como las que presentamos.
desbordante emocionalidad intragrupal. 3. Surgimiento y difusión de una creencia (o sistema de
El sociólogo y economista Smelser, desde su perspectiva creencias) generalizada: El sectarismo y su éxito se basan en
socioestructural, considera que para que un comportamieri- - la extensión de dos perfiles de creencias complementarias
to colectivo aflore y se desarrolle debe existir un contexto de que, al surgir, cuentan ya con una base de arraigo social. Por
desorganización social —tensiones entre grupos, problemas una parte, el sectarismo suele protegerse bajo el paraguas de
económicos, mecanismos de control social débiles, difusión creencias clásicas —religiosas, científicas, filosóficas, etc.—
de ideologías radicales, etc.—, puesto que las tensiones es- que gozan de amplia aceptación social y respecto a las cuales,
tructurales facilitan la conductividad del sistema social. Pero, como máximo, se posicíona como motor reformador posi-
además, deben darse una serie de puntos que el mismo Smel- tivo enfrentado a quienes —siempre señalados por su dedo
ser82, en su teoría del «valor añadido», definió como las varia- acusador— han «deteriorado» la doctrina inicial y la han
bles estructurales previas que son necesarias para que pueda «debilitado» hasta el punto de volverla ineficaz para los pre-
originarse un comportamiento colectivo o movimiento so- suntos fines salvíficos que se le supone inherentes.
cial. Si nos atenemos a esta tesis, veremos que la génesis secta- En segundo lugar, el sectarismo se ocupa en expandir una
ria se ha producido siempre en entornos donde se han dado serie de ideas/creencias negativas —del tipo «esto se hun-
previamente los seis elementos siguientes: de»— cuya percepción subjetiva ya está bastante generaliza-
1. Proclividad estructural del sistema social: Una caracte- da debido a la anomia, sensación de fracaso, aislamiento so-
rística que es consustancial a toda sociedad heterogénea cial, etc., derivados de un marco social altamente conflictuado
como la actual, en la que el conflicto es inevitable. A más como es el actual, al tiempo que contrasta su visión apocalíp-
abundamiento, en movimientos sectarios —pero también en tica con un paquete de ideas/creencias positivas —«esto se
todas las religiones y organizaciones altamente ideologiza- hunde... pero aquí tenemos el barco para salvarnos todos»—
das— que llevan en marcha el tiempo suficiente, la homoge- que se pretenden específicas, diferenciales y únicas. En fun-
neidad inicial que evitaba conflictos intragrupales fue per- ción del momento y del entorno social tendrán más éxito
diendo fuerza hasta fomentar una nueva proclividad dentro unas propuestas sectarias que otras, ya que empezar a predi-
del subsistema que, finalmente, potenció el nacimiento de car en el momento justo y en el lugar adecuado es la clave
nuevas «sectas», y en éstas probablemente sucederá otro tan- para poder lograr una expansión y aceptación social impor-
to. De hecho, éste es un comportamiento iterativo que podría tantes83. A principios de este siglo, las primeras feministas o
modelizarse perfectamente mediante la matemática fractal. los ecologistas no pasaban de ser meros predicadores sectarios
2. Tensión estructural: Una situación que agudiza la pro-
clividad y fomenta el «mal estar» o la «efervescencia» y que, 83. Esta confluencia de momento justo y lugar adecuado es lo que
por lo ya apuntado con anterioridad, es una consecuencia explica en buena medida el gran poder de penetración social y acumula-
ción de recursos logrados por organizaciones religiosas surgidas en tiem-
po reciente como la Ciencia Cristiana [C/r. Zweig, S. (1935). La curación
82. C/r. Smelser, N. J. (1962). Theory of collective bebavior. New por el espíritu. Barcelona: Apolo]; Iglesia Adventista del Séptimo Día
York: Frce Press. [ C/r. Rea, W. T. (1988). La mentira White. Zaragoza: INO-Reproduccio-
o algo aún peor, pero hoy los científicos sociales los etique- como una vía inútil para intentar materializar sus necesidades
tan bajo el concepto de movimiento social. De todos modos, y esperanzas, viéndose forzados, por tanto, a buscar reducto-
no debe perderse de vista las profundas implicaciones que res de ansiedad alternativos —«sectas»— tras un Chernobil
subyacen bajo la afirmación de que «las ideologías son má- que ha ido desmantelando en gran medida el anterior soporte
quinas de construir injusticias»; no cabe duda respecto a que social y religioso católico.
los «problemas sociales» se construyen socialmente o, dicho 5. Movilización de los participantes a la acción: Esta
más llanamente, que la realidad se percibe, interpreta y abor- determinante es una simple consecuencia de fenómenos de
da de muy diferente forma según sea el color del cristal liderazgo y de comunicación y, en el sectarismo, por propia
—creencia— a través del que se mire. definición estructural, estos dos factores están incluso sobre-
4. Factores precipitadores: Parece claro que en el secta- dimensionados.
rismo no hay factores precipitadores tan claros y concretos 6. Control social ineficaz; Tal como lo estableció Smel-
como puedan encontrarse, por ejemplo, en los movimientos ser, el control social es un contradetcrminante y es su debili-
feminista, pacifista, ecologista o antirracista. Un grupo de mu- dad o su ausencia relativas lo que hace factible la conducta
jeres masacradas, una guerra en Vietnam, un accidente nu- social. En la posibilidad de surgimiento y expresión del sec-
clear en Chernobil, o un negro asesinado por blancos, son tarismo es evidente que este factor tiene una influencia final
hechos que no tienen parangón con los factores que, por notable como elemento modulador de los comportamientos
ejemplo, han propiciado en Latinoamérica el ingreso de una que pueden aflorar, de sus expresiones y de las estructuras
parte notable de su población en una miríada de sectas cris- organizativas que pueden llegar a conformarse. Teniendo en
tianas fundamentalistas; pero, si analizamos las característi- cuenta que el control social siempre es mucho menor o «in-
cas psicosociales básicas de esa población, podremos encon- eficaz» en una sociedad democrática que en una de corte
trar factores precipitadores con peso suficiente para explicar autoritario, podrá comprenderse una de las causas por las que
este fenómeno social, máxime cuando la actitud de la Iglesia las «sectas» florecen en las primeras mientras que en las se-
católica —reprimiendo enfoques como el de la Teología de la gundas son dificultadas y reprimidas, casi siempre en benefi-
Liberación y abordando las cuestiones sociales más canden- cio de organizaciones ideológicas monolíticas y acordes al
tes y lacerantes con dogmatismo y falta absoluta de sensibili- régimen dominante.
dad y realismo— ha sido percibida desde buena parte de los
miembros de las clases bajas —su base social tradicional—
Las sectas como movimiento social
nes]; Opus Dei [C/r. Ynfante, J. (1970). La prodigiosa aventura del Opus
Dei. París: Ruedo Ibérico]; Iglesia de la Unificación [C/r. Rodríguez, P. Basándonos en lo apuntado hasta aquí, resulta factible
(1988). La conspiración Moon. Barcelona: Ediciones B]; etc. Y la misma poder analizar la multiplicidad de «sectas» que observamos
observación resulta válida para explicar, desde la perspectiva histórica y
sociológica, el proceso de adquisición de poder temporal protagonizado en nuestra sociedad como expresiones diversificadas del aflo-
por religiones tradicionales como la propia Iglesia católica [C/r. Puech, ramiento más o menos institucionalizado de un movimiento
H-C (Ed.) (1979). Historia, de las Religiones Siglo XXI: Las religiones en el social de miras más amplias y límites más borrosos que los
mundo mediterráneo y en Oriente Próximo, (I), vol. 5. Madrid: Siglo XXI; movimientos sociales clásicos (feminista, ecologista, pacifis-
o Rodríguez, P. (1997). Mentiras fundamentales de la Iglesia católica. Bar-
celona: Ediciones B].
ta, etc.). El concepto de «sectarismo defensivo» que propusi-
mos en libros anteriores84, visto desde este ángulo, no parece de la página siguiente, en el que esquematizamos la dinámi-
estar tan alejado de los movimientos sociales reconocidos, ca de la que surgen los movimientos sectarios y sus respectivos
dado que, además, comparte con ellos bastantes estrategias contramovimientos en el seno de la sociedad.
proselitistas y métodos de adoctrinamiento y conversión, así Según se esquematiza en dicho gráfico, de entre los múltiples
como algunos esquemas organizativos básicos. comportamientos colectivos que se generan dentro de un deter-
Las «sectas» no son simples movimientos expresivos que minado contexto social, una parte de ellos acaba expresándose a
tratan de transformar al individuo, ya que sus postulados doc- través de una diversidad de agrupaciones, más o menos institu-
trinales y objetivos fundamentales se dirigen, antes que nada, a cionalizadas, que denominamos «sectas» y éstas, a su ve/, con-
lograr una intervención positiva sobre el conjunto de la socie- formarán en su conjunto un movimiento social sectario.
dad con el fin de forzar una serie de cambios globales que se La interacción de las «sectas» —al menos de un cierto nú-
postulan como deseables, irrenunciables y universales. En este mero de ellas— con algunos sectores de la sociedad provo-
sentido, las «sectas» están muy próximas a los movimientos de ca inevitablemente comportamientos colectivos críticos y/o
protesta orquestados contra cualesquiera dinámicas imperan- contrarios a sus actuaciones, eso es «antisectarios», y una
tes en el contexto social en el que aflora la contestación. parte de éstos —los más directamente afectados por las «sec-
Si evitamos hacer análisis de corte etnocéntrico y valora- tas»— acaban organizándose a través de un movimiento so-
ciones éticas, parece obvio que sectas como, por ejemplo, cial antisectario que, en defensa de lo que postula como «sus
Haré Krisna, Cienciología, Testigos de Jehová o Ceis, no legítimos intereses», ejerce presión contra las «sectas», ya sea
postulan menos cambios sociales ni de menor calado que directa o indirectamente, a través de los familiares de adep-
Greenpeace —o el conjunto del movimiento ecologista— u tos, medios de comunicación social y diversidad de institu-
otros movimientos sociales. Lo que ocurre es que, al igual ciones públicas y privadas. La reacción a este conjunto de
que a principios de siglo algunos autores tildaban de «sectas» presiones combinadas es la aparición de comportamientos
a movimientos como el socialismo, el sindicalismo, el anar- colectivos favorables a las «sectas» y contrarios a los «anti-
quismo, el librepensamiento y un largo etcétera85, en el modo sectas» que pueden acabar aflorando bajo la forma de un mo-
de enfocar la realidad de no pocos estudiosos actuales persis- vimiento social específico que, obviamente, también se esfor-
ten enquistadas viejas tendencias prejuiciosas que mueven a zará por ejercer presiones de forma paralela, aunque en
legitimar o deslegitimar comportamientos grupales en fun- sentido inverso, a las manifestadas por el movimiento social
ción del tamaño de cada colectivo, de su éxito y aceptación antisectario. En la última sección de este apartado nos ocu-
social, del arraigo tradicional de su doctrina, de la «ética» o paremos con más detalle de esta realidad.
«nobleza» de las causas que sostienen, etc. La emergencia del movimiento social sectario, al igual
Pero, antes de proseguir, será oportuno revisar el gráfico que sucede con cualquier otro movimiento, ha sido facilitada
por una constelación de condiciones socioestructurales, psi-
84. Cfr. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Edi- cosociales y psicológicas, entre las que a continuación desta-
ciones B; Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos (El caremos algunas de las más notables.
drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B; Rodríguez, P. (1994).
Tu hijo y las sectas. Madrid: Temas de Hoy. 1. Condiciones socioestructurales:
85. Cfr. Valentí, S. y Massaguer, E. (1912). Las sectas y las sociedades a. Contexto político apropiado: El advenimiento de regí-
secretas a través de la Historia. Barcelona: Antonio Virgili Kditor. menes democráticos, en los que no hay represión, favorece y
Gráfico 1: Dinámica de los movimientos sectarios y sus contramovimientos

DINÁMICA SOCIAL

MS CC
MS PRO SECTARIO
SECTARIO PRO SECTARIO
Y CONTRA Y CONTRA
ANTISECTARIOS ANTISECTARIOS
fortalece el nacimiento y desarrollo de la actividad sectaria
que, con bastante frecuencia, llega a actuar directamente en
el campo político mediante el apoyo a determinados parti-
ce MS
dos, la formación de partidos propios, o ejerciendo presio-
ANTISECTARIO ANTISECTARIO
nes diversas para intentar implantar sus iniciativas o pro-
yectosKíl.
CC (comportamiento colectivo); MS (movimiento social). b. Marco económico de prosperidad: La abundancia de
© Pepe Rodríguez
recursos — estructurales, institucionales e individuales — fa-
vorece la organización en todos sus aspectos y facilita la rápi-
da y eficaz expansión de las ideas sectarias; los aspirantes a lí-
deres tienen más oportunidades y medios para lograr realizar
sus deseos; y el llamado «estado del bienestar», apoyado so-
3 c fi bre la cobertura social pública — sanidad, pensiones, etc. —
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o que asegura la satisfacción de las necesidades básicas de su-
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pervivencia, facilita y potencia sobremanera la búsqueda de
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valores no materiales aptos para cubrir la gama de necesida-
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86. C/r. Ynfante,]. (1970). La prodigiosa aventura del Opus Dei. Pa-
rís: Kuedo Ibérico; Reiterman, T. (1986). El cuervo. Barcelona: Planeta;
Rodríguez, P. (1988). La conspiración Moon. Barcelona: Ediciones B; Ro-
dríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Ediciones B.
búsqueda de identidad88, la creencia en que es factible un
pió de sectarios como de antisectarios—, cuando es acepta-
da socialmente, fortalece la dinámica de la organización que mundo más justo, u otros con menor influencia que los ante-
riores, como la elección racional89. En los movimientos socia-
la gestiona y deja establecido «su problema» como algo
les sectarios no parecen incidir factores también clásicos
que afecta y debe preocupar y ocupar al conjunto de la po-
como las actitudes previas a la participación90, o la frustración
blación.
repentina91. En cualquier caso, en el reclutamiento de nuevos
d. Mejora de las condiciones culturales: El sectarismo, a
pesar de lo que cabría suponer, no decrece o desaparece nece- miembros sectarios siempre tiene un peso decisivo la resul-
tante biográfica de lo que en su día definimos como menor
sariamente en función directa del incremento del nivel cultu-
autodestructivo1*2 y que veremos con algún detalle en el capí-
ral —puesto que es una dinámica psicológica profundamente
tulo VIL
entroncada con las estructuras de fragilidad personal—; an-
b. Factores psicosociales: Entre los factores reseñados en
tes al contrario, en personas con un perfil presectario, un
aumento de la accesibilidad a los medios de cultura puede fa- la literatura científica sobre los movimientos sociales y que
pueden favorecer el reclutamiento sectario puede reseñarse el
cilitar el sectarismo al producirse una mayor capacidad para
contacto con las redes sociales del movimiento93, un aspecto
percibir incongruencias sociales —sin incrementarse al mis-
resaltado también en toda la literatura especializada en «sec-
mo tiempo la capacidad para poder elaborarlas y/o resistirlas,
tas»; el atractivo de la ideología; las circunstancias biográficas
una estrategia que no se logra con cultura sino con madurez
(o terapia)— y, también, una mayor facilidad para entrar en propicias (relacionadas con estados de crisis psicosocial); y la
ausencia de identificaciones en conflicto94, un hecho común
contacto con diversidad de mensajes/grupos críticos y/o al-
ternativos que ofrecen soluciones a esas incongruencias y sa-
tisfacción a las nuevas necesidades sentidas. Por otra parte, el
Millennial Dreams in Action: Essays in Comparative Stady. La Haya:
aumento de la presión mediática publicitando los llamados Mouton.
valores postmateriales —ideales como producto de consumo 88. C/r. Turner, R. H. y KilHan, L. M. (1957, 1987). Collective beha-
a ofertar por las «sectas»— aporta otro factor decisivo a la vior. Englewood Cliff (NJ): Prentice-Hall; Klapp, O. E. (1972). Currents
ofunrest. An introduction to collective behavior. New York: Holt, Rine-
hora de potenciar el movimiento social sectario.
hart and Winston.
2. Condiciones personales que favorecen el reclutamien- 89. C/r. Oberschall, A. (1973). Social conflict and social movements.
to de nuevos miembros: Englewood Cliffs (NJ): Prentice-Hall.
a. Factores personales: En el apartado 8, al perfilar la per- 90. C/r. Flacks, R. (1967). «The liberated generation: an exploration
of the roots of student protest.» Journal of Social Issues (23), pp. 52-75.
sonalidad presectaria, ya enumeramos una larga serie de as-
91. C/r. Walsh, E. J. (1981). Resource mobilizatíon and citizen
pectos psicosociales que favorecen el ingreso en «sectas». Los protcst in communities around Three Mile Island. Social Problems (29),
factores enunciados comprenden y amplían factores clásicos pp.1-21.
ya muy estudiados, y muy influyentes en el aspecto que nos 92. C/r. Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos (El
drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B.
ocupa, tales como la necesidad de afiliarse a un grupo87, la
93. C/r. McAdam, D., McCarthy, J. D. y Zald, M. N. (1988). «Social
Movements.» En Smelser, N. J. (Ed.). Handbook ofSociology. Newburg
87. C/r. Cohn, N. {1957,1981). En pos de I milenio. Madrid: Alianza
(CA): Sage.
Editorial; Kornhauser, W. (1959). Thepolitics ofmass society. New York:
94. C/r. Kornhauser, W. (1959). The politics of mass society. New
Free Press; y Aberle, D. F. (1962). «A note on relative deprivation theory as
York: I-'ree Press.
applied to millenarian and other cult movements.» F^n Thrupp, S.L. (lid.).
en los aspirantes a sectarios debido a su propia situación de religioso, etc.— en el que están inmersas y ante el que reac-
aislamiento y fracaso social más o menos notable. cionan; a los medios de comunicación —que pueden llegar a
Una vez que ha emergido un movimiento social, tal co- manejar de forma muy eficaz y rentable, ya sean éstos pro-
mo apunta Federico Javaloy, éste «centra sus intereses en pios o ajenos—; y a los contramovimientos, con los que están
descubrir procedimientos para generar recursos y asegurar inevitablemente unidas.
una infraestructura que le permita sobrevivir. Al mismo En este tipo de movimiento social, el éxito o el fracaso de-
tiempo que se organiza el movimiento social, se reclutan penderá de su flexibilidad para adaptarse a las condiciones
nuevos miembros, se ofrecen incentivos, se intenta el respal- externas que, por definición, siempre le son adversas, y de su
do de otras organizaciones y de líderes de la comunidad. Así capacidad para movilizar recursos y adeptos. Algunas «sec-
mismo, va desarrollándose una ideología que justifica la ac- tas» —en tanto que OMS— logran triunfar en mayor o me-
ción emprendida, señala quién es el enemigo y especifica nor medida, pero otras muchas quedan reducidas a grupús-
las metas y las estrategias». Con ligeras diferencias de ma- culos marginales con tendencia a la extinción a medio plazo
tiz, esta dinámica es también la misma que puede observarse (de no mediar cambios sociales o intragrupales suficientes
en los movimientos sociales sectarios, tal como cabría es- para lograr invertir esa tendencia entrópica). Cuando alguna
perar. parte del movimiento social sectario triunfa puede llegar a
Respecto a la organización de un movimiento social es propiciar transformaciones en el sistema —modificaciones
muy importante tener en cuenta el concepto de OMS (Orga- en la opinión pública y/o en las conductas de la gente— y sus
nizaciones de los Movimientos Sociales) propuesto, en 1966, metas y valores son incorporados por el orden social domi-
por Zald y Ash95, al darse cuenta de que los movimientos so- nante hasta institucionalizarse (tal como ocurrió, por ejem-
ciales, para asegurar su mantenimiento, creaban organizacio- plo, con los valores propugnados por el cristianismo o, más
nes o grupos formales que asumían la dirección centralizada modestamente, con la importantísima contribución de los
del movimiento, antaño en manos de grupos informales; una Testigos de Jehová en favor de la implantación de la objeción
observación claramente influida por los clásicos trabajos de de conciencia frente al ejército).
Weber acerca de la tendencia de los líderes y grupos a la insti- En algunos casos, y el movimiento social sectario es uno
tucionalizacíón, y los de Troeltsch sobre la propensión de las de ellos, el triunfo lleva aparejado el efecto bumerán índesea-
sectas a convertirse en iglesias. do de la aparición de contramovimientos robustos que pue-
Este paso del liderazgo carismático dentro de una estruc- den llegar a dificultar, e incluso hacer peligrar, algunos de sus
tura informal al liderazgo administrativo en el seno de una objetivos y/o su propia supervivencia.
OMS —con sus matices intermedios— es perfectamente visi-
ble en la evolución de cualquier «secta» que lleve en marcha
un período suficiente de tiempo. Y resulta tanto más visible si Los procesos psicosociales en el movimiento social
se analizan los comportamientos de las organizaciones secta- sectario desde el paradigma de la identidad social
rias en relación a las estructuras de poder social —político,
En un trabajo anterior apuntaba que el ser humano, nece-
95. Zald, M. N. y Ash, R. (1966). «Social movements organi/ations: sariamente gregario para poder sobrevivir como especie, pre-
growth, decay and change.» SocialForces (44), pp. 327-341. cisa también de algún marco cultural para lograr su supcrvi-
ción y de la publicidad. Del hecho de que una etnia puede
vencía emocional96. La cultura es el elemento fundamental
programarse habla bien a las claras el trabajo de los especia-
que define y posibilita la existencia de cualquier sociedad, ya
listas en «cultura de empresa», capaces de lograr que los em-
sea en el pasado, presente o futuro; por tanto, este marco so-
pleados de una corporación acepten una. determinada identi-
cioculturaí mediatizará necesariamente todo intento de com-
dad cultural creada ex profeso para maximizar la rentabilidad
prender los comportamientos colectivos humanos en general
de su trabajo (ya que la eficacia de una organización grupal
y la llamada «conducta étnica» en particular.
depende de la existencia de una cultura y del grado de identi-
Una etnia puede definirse a partir de tres indicadores cul-
ficación de sus miembros con ésta). El mismo efecto manipu-
turales básicos97: el territorio (que ocupa), el grupo (su cultu-
lador de los mass media y de la publicidad puede explicar
ra o identidad cultural) y la adscripción psicológica («verse
también buena parte de los mecanismos que sostienen las
en» o «sentirse como parte de» un grupo específico). Así, por
modas y, con frecuencia, el propio nacimiento y desarrollo
ejemplo, desde esta perspectiva, lo que a menudo denomina-
de algunas culturas o etnias urbanas modernas.
mos «sectas», «grupos marginales» o «tribus urbanas» ad-
Entre los pilares básicos que aseguran el éxito de una cul-
quieren una significación bien distinta si pasamos a conside-
tura figuran los rituales que, tal como afirma Isabel Badillol)1',
rarles como etnias que gestionan unos valores culturales
son actos pautados repetitivos, que cohesionan y vertebran al
específicos que, sin duda alguna, se muestran útiles para su
grupo, y de cuya ejecución se derivan actos de afirmación de
particular supervivencia (aunque, a menudo, ésta puede cho-
identidad. Los rituales, pues, son mecanismos imprescindi-
car con los valores, necesidades y límites de otras etnias urba-
bles para la formación y la supervivencia de un grupo y pue-
nas, incluida la de la cultura dominante en cada momento y
den adquirir formas y significados muy variados como, por
lugar).
ejemplo, los rituales de acceso o iniciáticos, los de jerarquía,
El proceso de formación de una etnia es dinámico y pro-
los de celebración festiva y los de salida.
gresivo; es el resultado exitoso de alguna de las infinitas bi-
La estructura y función social de los rituales ha sido estu-
furcaciones y posteriores iteraciones98 que tienen lugar en el
diada casi exclusivamente en referencia al contexto religioso
seno de cualquier contexto social. Sus elementos desencade-
o en relación a culturas primitivas^ pero de las conclusiones
nantes pueden ser muy diversos y, hoy, no cabe excluir de
antropológicas obtenidas en estos campos pueden extraerse
entre ellos el efecto manipulador de los medios de comunica-
muchas reflexiones aplicables a la sociedad laica y moderna.
Así, por ejemplo, partiendo de la evidencia de que, en una re-
96. Cfr. Rodríguez, P. (1999). Dios nació mujer. Barcelona: Edicio- ligión, cuanto menor sea su evolución —en el sentido de no
nes B, pp. 103-137, y particularmente el apartado titulado «Mitos y ritos:
haber desarrollado una estructura teológica dogmática cen-
una senda de la inteligencia hacia la seguridad emocional».
97. Cfr. Barth, F. (1969, 1976). Los grupos étnicos y sus fronteras. tral—, mayor será la subordinación de las creencias de sus
México: Fondo Cultura Económica; Aguirre, A. (1993). La identidad ét- fieles a las prácticas rituales, podremos inferir con fundamen-
nica. Barcelona: Reial Academia de Doctors. to que, en cualquier colectivo humano, cuanto más primarios
98. El concepto «iteración» define una realimentación que implica la
continua reabsorción de lo que ocurrió antes. Es un término básico dentro
de la matemática fractal y de la Teoría del Caos que permite modclizar y 99. Cfr. Badillo, I. (1994). Los ritos iniciáticos en la adolescencia. En
analizar, mediante ecuaciones no lineales, sucesos sumamente complejos Aguirre, A. (Ed.). Psicología de la adolescencia. Barcelona: Marcombo,
como fenómenos meteorológicos, dinámicas biológicas, procesos socia- pp. 115-127.
les, etc.

-1VJ-
sean sus miembros tanto mayor será su necesidad de recurrir vados de la identidad social los que probablemente pueden lle-
a los rituales para lograr su vertebración grupal y su afirma- gar a adquirir mayor intensidad en el ser humano, una fuerza
ción de identidad. incluso mayor que el sentido de la identidad personal. Ello se
En este sentido resulta patente observar cómo en una reli- basa tanto en la naturaleza esencialmente social del ser huma-
gión evolucionada, tal como la católica, se concentra la aten- no como en la existencia de mecanismos de refuerzo grupal y
ción en imponer un dogma complejo y excesivo (es orto- soporte colectivo con que cuenta la identidad social, mecanis-
doxa) con escasa vivencia ritual; mientras que en una «secta» mos que se intensifican cuando el endogrupo se siente amena-
—vista como institución religiosa en vías de evolución— se zado por el exogrupo (...) La condición radicalmente social del
invierten ambos términos (es orto-praxis). Podemos deducir, ser humano conlleva que sea más insoportable la pérdida de la
por tanto, que las etnias urbanas sectarias necesitan un modo identidad social que la renuncia a la identidad personal. Prue-
de vida mucho más ritualizado que las otras etnias vecinas ba de ello es que, en determinadas condiciones, como en cier-
basadas en sistemas culturales más ricos y complejos. La ne- tos movimientos sociales revolucionarios o en algunas sectas,
cesidad de rituales, tal como se ha dicho, se fundamenta en su haya participantes que están dispuestos a prescindir de todo
tremenda capacidad para coadyuvar la afirmación de la iden- interés individual en beneficio de la causa común»102.
tidad; pero, además, recordemos que las prácticas ritualiza- En el caso de los movimientos sociales sectarios, y muy
das sirven para incrementar los niveles de «mensajeros del especialmente en los que adquieren dinámicas de sectarismo
bienestar» —ver el capítulo III— y, por ello, están directa- destructivo, lo dicho en el párrafo anterior no sólo puede
mente implicadas en el desarrollo de los procesos de sectade- comprobarse en las conductas sumisas, dependientes y ma-
pendencia. niqueas de buena parte de sus adeptos, sino también en los
Por todo lo anterior, cuando Epstein100 habla de la «fuer- problemas emocionales103 que afloran en los adeptos al aban-
te carga emocional que parece rodear o subyacer a gran parte donar —por las causas que fuere— su grupo de pertenen-
de la conducta étnica» y Tajfel101 ve en ese contenido emocio- cia. Dichas dificultades emocionales, algunas de las cuales ya
nal la fuerza de la identidad social, debería entenderse por vimos al tratar el «Síndrome de Secta Destructiva», son deri-
«étnico», fundamentalmente, el concepto de adscripción psi- vadas, básicamente, de la pérdida de apoyo grupal —agrava-
cológica defendida, entre otros, por los ya citados Barth y do por la dinámica adictiva del sectario, expuesta ya en la
Aguirre. parte III de este libro— y, en según qué casos, complicadas
La identidad social, irrenunciable por definición, es la cla- por el efecto acumulativo de los procesos manipuladores y
ve fundamental para poder entender la intensidad de emocio-
nes y acciones que caracterizan a todos los movimientos socia-
les, pero particularmente al movimiento social sectario. Por 102. C/r. Javaloy, F., Rodríguez, A. y Espelt, E. (2000). Comporta-
miento colectivo y movimientos sociales. Un enfoque psicosocial. Barcelo-
ello es muy acertada la afirmación de Federico Javaloy al
na: PPU.
apuntar que «es posible afirmar que son los sentimientos deri- 103. C/r. Singer, M. T. (1978). «Therapy wíth ex-cults members.»
Journal of tbe National Association of Prívales Psychiatric Hospitals,
vol. 9 (13); Singer, M. T. (1979, january). «Corning out the cults.» Psycholo-
100. Epstein, A. L. (1978). Etbos and identity. Londres: Tavistock. gy Today, pp. 72-82; Rodríguez, P. (1984). Esclavos de un mesías (sectas
101. C/r. Tajfel, H. (1981). Human groups and social categorics. y lavado de cerebro). Barcelona: Elfos; Rodríguez, P. (1994). Tu hijo y
Cambridge; Cambridge Univcrsity Press. las sectas. Madrid: Temas de Hoy.

un —
despersonalizadores empleados por la secta destructiva a la vimientos sociales sectarios. Tal como señala Melucci108, la
que se haya estado afiliado. identidad colectiva que construyen los participantes en mo-
Es clásico y extraordinariamente adecuado el concepto de vimientos sociales les permite «llegar a reconocerse a sí mis-
miedo a la libertad, postulado por Erich Fromm'04, en relación mos», compartir unos marcos cognitivos y realizar inversio-
a la dicotomía identidad personal/identidad social; y comparti- nes emocionales, convirtiéndose en un fin que trasciende los
mos con Eríkson105 el relacionar la emergencia de las ideologías cálculos beneficios/costos, por lo que «la identidad colectiva
totalitarias —y las sectarias lo son— con la frustración colecti- nunca es enteramente negociable». Ciertamente, la adscrip-
va del sentimiento de identidad; y aunque tal dinámica, en opi- ción de los miembros de movimientos sociales sectarios no se
nión de ese autor americano, afecte «especialmente a la juven- debe a planteamientos puramente instrumentales, al menos
tud», lo cierto es que no siempre es así ni tiene por qué serlo. En no tal como los define la teoría de la movilización de recursos
referencia a los movimientos sociales sectarios, la «juventud», de Olson109, pero también es evidente —y lamentable— que
tal como ya comentamos, puede ser un elemento de riesgo aña- el enfoque neo-humanista de los nuevos movimientos socia-
dido106 aunque no definitorio. Los datos conocidos indican les pasa absolutamente por alto la riqueza y rigurosidad de
que, por ejemplo, entre el total de adeptos españoles de sec- datos que aporta un enfoque biologista del ser humano; des-
tas destructivas, la mitad aproximadamente tienen menos de de las perspectivas bioquímica y etológica, muchas conductas
29 años y el resto sobrepasan con creces esta edad. De hecho, en dichas humanas adquieren matices y explicaciones tan nota-
la década de los años 90 se ha producido un incremento muy bles que resulta grave obviarlos cuando se intenta compren-
elevado del ingreso de personas adultas —de edad superior der el comportamiento colectivo.
a los 30 años— en sectas destructivas, mientras que ha descen- No obstante la crítica anterior, parece muy obvio que la
dido relativamente el flujo de adeptos más jóvenes (que fue- identidad social es una clave fundamental para analizar los
ron el segmento social que alimentó, en gran medida, este tipo movimientos sociales, sean o no sectarios y, también, que
de grupos en la década de los años 60, 70 y primeros 80). ésta subyace en la raíz del sentido de legitimidad que le es in-
El enfoque europeo del llamado «paradigma de la identi- dispensable a cualquier colectivo humano.
dad», adoptado para analizar los nuevos movimientos socia- Para que se logre una «movilización del consenso», en
les107, es particularmente acertado para acercarse a los mo- término de Klandermans y Tarrow110, es preciso adquirir
previamente un sentido de legitimidad que, por definición,
104. Cfr. Fromm, E. (1941, 1978). El miedo a la libertad. Barcelona: deberá declarar «ilegítimo» el orden social dominante ya que
Paidós. el comportamiento colectivo se conformará oponiéndose a
105. Cfr. Erikson, E. H. (1968). Identity, youth, and crisis. New
York: Norton.
106. Cfr. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Edi- 108. Cfr. Melucci, A. (1989). Nomads of tbe Present: Social Move-
ciones B; Rodríguez, A. (1992). El lavado de cerebro. Barcelona: Boixareu ments & Individual Needs in Contemporary Society. Londres: Hutchins-
Editores; Canteras, A., Rodríguez, P. y Rodríguez, A. (1992). Jóvenes y ton Radins.
sectas: un análisis del fenómeno religioso-sectario en España. Madrid: Mi- 109. Cfr. Olson, M. (1965). The logic ofcollectíve action. Cambridge
nisterio de Asuntos Sociales; Rodríguez, P. (1994). Tu hijo y las sectas. (MASS): Harvard University Press.
Madrid: Temas de Hoy. 110. Cfr. Klandermans, B. y Tarrow, S. (1988). «Movilization into so-
107. Cfr. Cohén, J. L. (Ed.) (1985). «Social Movements.» Social Re- cial movements: Synthesizing european and american approaches.» ¡ntcr-
search (52), pp. 663-890. national social movement rcsearch (1), pp. 1-40.

I Al
él111. En este aspecto son muy interesantes los estudios re- fuentes de legitimidad que Weber114 definió como carismá-
lacionados con el sentido de justicia, comparación social y ticas.
privación relativa'12, que aportan visiones teóricas comple- Siendo razonable la distinción de Turner y Killian"5 entre
mentarias. la legitimidad interna —que otorga convicción a un grupo de
Coincidimos con Tajfel" 3 cuando afirma que la ilegiti- que tiene razón y de que sus pretensiones son justas— y la
midad es percibida en relación a ciertos patrones o princi- legitimidad externa —exigencia de que los demás (especial-
pios generales que sirven de comparación con la situación mente las autoridades) reconozcan como correctas las pre-
real, pero, respecto a los movimientos sociales sectarios, será tensiones del grupo—, en el caso de los movimientos sociales
una cuestión fundamental poder discernir entre los diferen- sectarios no es adecuado analizarlos en base a la «psicología
tes procesos que llevan a definir esos patrones. En las «sec- del mundo justo» de Lerner —que postula que la percepción
tas» se entremezclan, como mínimo, patrones de ética natu- de la legitimidad de un movimiento social va ligada al éxito o
ral, de valor universal; patrones de moral —entendida ésta fracaso de sus propuestas y/o demandas1"'—, ya que aunque
como ética definida e impuesta desde un poder social ideo- este tipo de apreciación puede ser válida para un observador
lógicamente dominante— más o menos reelaborados y, por exterior al grupo —tendemos a darle credibilidad y legitimi-
supuesto, no universalizables; y, finalmente, patrones para- dad a quienes triunfan; recuérdese, por ejemplo, el antes y
noides —típicos de la personalidad psicopatológica que sue- después de movimientos sociales como el feminista o el eco-
len presentar la mayoría de los fundadores/líderes carismá- logista—, jamás podrá llegar a ser un indicativo aceptable
ticos de SD— que normalmente sólo pueden ser asumidos para un miembro de una «secta» o secta destructiva mientras
por el propio grupo (ejemplos de ello los encontramos en el siga formando parte de ella.
hecho corriente de declarar ilegítima toda posesión personal Para un sectario, el no ver triunfar los objetivos de su
y forzar su entrega al líder/grupo; en la imposición de deter- grupo no implica falta de legitimidad sino todo lo contra-
minadas conductas sexuales como «vías liberadoras»; en rio. La intensísima vivencia emocional comunitaria pro-
definir como pautas de creencia universal concepciones cla- pia del sectario convierte en actos de autoafirmación tan-
ramente delirantes... elementos todos ellos que, en suma, to sus logros —supuesta demostración de que «\zfuerza de
sirven para diferenciar lo «justo», eso es su propuesta, de lo la razón y la verdad está en nosotros»— como sus fracasos
«injusto» o «ilegítimo», que es lo que hace el resto de la hu- —interpretados en el sentido de que «el enemigo es dema-
manidad). En cualquier caso, en las «sectas» dominan las siado poderoso, pero nosotros tenemos la fuerza suficiente
para derrotarle si perseveramos hasta el fin»—; en este as-
111. C/r. Blumer, H. (1978). Social unrest and collectíve protest. En pecto, la dinámica sectaria coincide con lo observado por
Denzín, N. (Ed.). Studíes ín Symbolic Interaction (1), pp. 1-54.
112. C/r. Martin, J. (1986). «The toleranceof injustice.» EnOlson,].,
Blumer y Lofland en sus análisis de la «multitud expresi-
Hermán, P. y Zanna, M. (Eds.). Relative deprivation and social compari-
son: The Ontario Symposium. Hillsdale (NJ): Lawrence Erlbaum Asso- 114. C/r. Weber, M. (1992, 1969). Economía y sociedad. México:
ciates (4), pp. 217-242; Crosby, F. y González-Intal, M. (1984). «Relative Fondo Cultura Económica.
deprivation and equity theories: Felt injustice and the undeserved benefits 115. C/r. Turner, R. H. y Killian, L. M. (1957, 1987). Collective be-
of others.» En Folger, R. (Ed.). The sense ofinjmüce: Social Psychological havior. Englewood Cliff (NJ): Prentice-Hall.
Perspecthes. New York: Plenum Press, pp. 141-163. 116. C/r. Lerner, M.J. (1971). «Justice, guilt, and veridical perception.»
113. C/r. Tajfel, H. (1981). Op. cit. Journal of 'Pcrsonality and Social Psychology (20), pp. 127-135.
va»"7. Esta autodefinición frente al enemigo, que cimenta la A cada grado de identificación con el movimiento social pa-
ideología y el sentimiento de legitimidad, tal como afirma rece corresponderle un determinado nivel de compromiso,
Federico Javaloy, no es otra cosa que la afirmación de la identi- eso es de disposición a actuar en favor del movimiento social.
dad social, de la distintividad positiva del grupo. Para Tur- El concepto de compromiso es análogo al de «moral»
ner y Killian la legitimación ideológica convierte la causa en propuesto por Blumer 121 , que lo define como el sentimiento
una misión moral y otorga al grupo un «sentido de rectitud», de lealtad e implicación con el movimiento que brota de la
un aspecto fundamental ampliamente detectado en todo tipo convicción en la rectitud de sus objetivos y de la fe en que
de «sectas»118. éstos serán alcanzados. Esta moral, según Blumer, tiende a
Desde la óptica de la identidad social pueden estudiarse adoptar la forma de «una actitud sectaria y una fe religiosa».
también algunos de los procesos psicosocíales básicos de los En la misma línea, Bittner 122 , al hablar de los «grupos caris-
movimientos sociales sectarios como son el compromiso, la máticos», sostiene que el carisma, o don de acceso directo a la
conversión, la resocialización y las relaciones intragrupales. verdad que creen poseer, les lleva a acentuar fuertemente la
El compromiso con un movimiento social, tal como diferenciación con los exogrupos y a monopolizar la fideli-
apunta Javaloy, se refiere al grado de identificación, cognitiva dad de los militantes, «no aceptándose que ningún interés y
y afectiva, de los participantes con el movimiento social al obligación personales puedan ser admitidos como fuente de
que pertenecen. La implicación de la propia acción personal oposición legítima a cualquier exigencia derivada de la par-
a favor del movimiento es una consecuencia directa de esa ticipación en el movimiento», que tiende a absorber la vida
identificación. El nivel de identificación con el movimiento entera, produciéndose «la despersonalización de los miem-
social varía en un continuum que va desde una total identifi- bros en nombre de algún ideal heroico».
cación con el movimiento social —como ocurre con el perfil En la literatura específica sobre «sectas» se describen has-
que Hoffer denominó «verdadero creyente»" 9 y con el que ta el hastío situaciones de compromiso que, aunque varían de
Javaloy mostró en su tesis sobre el fanatismo120— hasta la dé- grado —básicamente en función de la estructura de persona-
bil vinculación del simpatizante. O lo que es lo mismo, des- lidad de cada sujeto previa a la adhesión grupal—, pueden lle-
de la máxima despersonalización y altruismo del individuo gar a los extremos lacerantes propios de la sectadependencia
—dominio exclusivo de la identidad social— hasta el claro y despersonalización que se dan en muchos miembros de sec-
predominio de su identidad personal e intereses particulares. tas destructivas.
Desde los trabajos de James123 y Jung 124 , o los de Erik-
117. C/r. Blumer, H. (1951). «Collective behavior.» En Lee, A. M. son125, sobre el proceso de conversión de Saulo de Tarso y
(Ed.). Principies of sociology, pp. 167-233; y Lofland, J. (1985). Protest:
studies of collective bebamor and social movements. New Brunswick 121. C/r. Blumer, H. (1951). «Coilective behavior.» En Lee, A.M.
(NJ): Transaction Books. (Ed.). Principies ofsociology, pp. 167-233.
118. C/r. Wilson, B. (1970). Sociología de las sectas religiosas. Madrid: 122. C/r. Bittner, E. (1963). «Radicalism and the organization of radi-
Guadarrama; Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas, Barcelona: Edi- cáis movements.» American Sociological Review, vol. 28, pp. 928-940.
ciones B. 123. C/r. James, W. (1916,1986). Las variedades de la experiencia re-
119. Cfr. Hoffer, E. (1951). Thetrue heliever. Tkoughtsto thenature ligiosa. Estudio de la naturaleza humana. Barcelona: Península.
ofmass movements. New York: Harper. 124. C/r. Jung, C. G. (1949). Psicología y religión. Barcelona: Paidós.
120. C/r. Javaloy, F. (1984). Introducción al estudio del fanatismo. 125. C/r. Erikson, E. H. (1958, 1968). Luther avant Luther, psycba-
Barcelona: Universitat de Barcelona. fhilyse ct histoirc. París: Flamarion.

(¿17
Lucero, respectivamente, otros muchos estudiosos se han cepción que tenga el adepto de su propia calidad de vida
sentido atraídos por un fenómeno que, desde su mismo con- —cuanto más negativa sea (o parezca) la vivencia de su vi-
cepto —la palabra conversión deriva etimológicamente de da anterior, más positiva parecerá la que le ofrece el grupo—,
conversio^ eso es «revolución», «metamorfosis», «mutación» dos aspectos que repercutirán directamente en la mayor o
o «trastorno», y de converso, que significa «girar en todos menor permanencia de cada miembro en el seno del movi-
los sentidos»—, parece desconcertante. En suma, la conver- miento social al que está adscrito. La resocialización, en resu-
sión implica una profunda transformación de los valores, ac- midas cuentas, aporta una nueva identidad social positiva a
titudes y creencias de un sujeto, que pasa así a ser «un des- quienes antes naufragaban en la sensación de fracaso y/o pre-
conocido» para los demás y «un ser humano nuevo» para sí sentaban un autoconcepto con balance negativo.
mismo y para sus correligionarios. Este es, precisamente, Por último, cabe mencionar la importancia de las relacio-
uno de los aspectos que más llaman la atención a los familia- nes intragrupales en la construcción y mantenimiento de la
res y amigos de sectarios y suele darse como consecuencia nueva identidad social del integrante de un movimiento so-
de una «renuncia a sí mismo»126, en la que una persona susti- cial, sectario o no. En este aspecto fue pionera la apreciación
tuye su identidad individual por la identidad colectiva del de Blumer12s cuando estableció el «espíritu de cuerpo» como
grupo al que se vincula. En casos de sectarismo destructivo, resultado de la conciencia compartida de pertenecer a un mis-
el sujeto, después de pasar por un proceso de persuasión mo grupo y dibujó su construcción a través de tres elementos:
coercitiva127 en el que se rompen todos sus lazos de apoyo la creación de una relación endogrupo/exogrupo —dinámica
social con grupos de pertenencia/referencia anteriores, acaba maniquea, lo «bueno» (el grupo) frente a lo «malo» (el resto),
modificando severamente su identidad social en relación a que desarrolla identidad positiva y discrimina marcando lími-
los parámetros de «normalidad» asumibles por su entorno tes, con lo que, consecuentemente, aporta autodefinición—;
sociocultural. el desarrollo de un compañerismo informal; y la participación
Realizada la conversión, el proceso de afiliación requiere en la conducta ceremonial formal; aspectos, estos últimos,
una resocialización, eso es sustituir unos determinados mo- que facilitan al sujeto la adquisición de «un sentido de acepta-
delos interiorizados durante la socialización —en el ámbito ción social y de apoyo (...) alimentando sentimientos de iden-
familiar, escolar y social en general— por los que son propios tidad y simpatía común». Tal como ya mencionamos, el papel
de cada movimiento social, sea éste sectario o no. El proceso, de los ritos en el endogrupo son fundamentales como medios
obviamente, conlleva cambios substanciales en la identidad de activación de la identidad social y la solidaridad129; a este
social del sujeto y, para culminarlos, en los movimientos so- respecto, no estará de más recordar que si algo está sobredi-
ciales sectarios son particularmente intensas y cuidadas las mensionado en las «sectas» eso es el ritualismo, dado que en
reuniones y las estrategias de adoctrinamiento, puesto que de ellas cualquier actividad cotidiana —lavarse, cocinar, trabajar,
ello dependerá tanto la cohesión grupal —unidad, homoge-
neidad, colaboración, finalidad común, etc.— como la per- 128. C/r. Blumer, H. (1951). Op. cit.
129. C/r. Edelman, B. (1981), L'home des foules. París: Payot; Piz-
126. C/r. Turner, R. H. y Killian, L. M. (1957, 1987). Collective be- /.orno, A. (1986). «Sur la rationalité du choix dérnocratique.» En Birnbaum,
bavior. Englewood Clíff (NJ): Prentice-Hall. P. y Leca, J. (Eds.). Sur Vmdimdualisme. París: Presses de la Fondation
127. C/r. Schein, E. (1961). Coercitive persuasión. New York: Nationalc des Sciences Politiques; Mann, P. (1991). L'action coilcctivc.
Norton. París: Colín.
ganar dinero, leer, hablar...— puede estar —y de hecho está—
hecho diferencial que permite distinguirse de los demás —los
altamente ritualizada.
«otros»— al poder identificarse como «seguidores de...»
La figura del líder, en los movimientos sociales sectarios,
—un rasgo que resulta fundamental y altamente influyente en
es también otro lugar común en la literatura especializada en
las sectas cuyo cuerpo doctrinal está configurado, en mayor o
«sectas» y, dejando al margen la muy habitual presencia de
menor medida, en torno a supuestas «revelaciones» recibidas
características psicopatológicas en esos sujetos —que estu-
directamente por su líder y/o a su interpretación particular de
diaremos en el apartado 14 de este libro—, es bien conocido
textos clásicos dichos sagrados, o no menos supuestos «descu-
que el perfil más abundante es el del líder carismático —que a
brimientos» en cualquier ámbito social—; y para los adeptos
menudo resulta el propio fundador del grupo sectario—,
representa un modelo de «perfección» a seguir e imitar por
aunque en ocasiones, tal como atestiguan casos como los de
todos.
la organización Moon130, Testigos de Jehová131, Opus Dei132,
No cabe duda de que los humanos —particularmente los
El Palmar de Troya133 y otras muchas «sectas» con estructu-
de personalidad más frágil— necesitamos caminos y prome-
ras desarrolladas, al líder carismático se le unen, por debajo
sas de identidad y utopía para poder sobrellevar las situacio-
de él, claro está, líderes de tipo intelectual y democrático, en
nes de anomia que tanto propicia nuestro entorno sociocul-
terminología de Turner134, que llevan sobre sí el peso de la es-
tural. Las «sectas», nos gusten o no —y con independencia
tructuración organizativa y del control ideológico que per-
del coste psicosocial y económico que pueda suponer el vin-
miten al grupo evolucionar y desarrollarse dentro de su mar-
cularse a algunas de ellas—, satisfacen ambas necesidades.
co de acción y en pos de sus fines.
Entre los muchos roles que juega el líder en el seno de una
secta destructiva, destaca el de erigirse en una vía propiciado-
El contramovimiento antisectario
ra de identidad, tanto para el grupo en sí como para cada uno
de sus componentes, que auna diferentes perspectivas y cu-
Apuntamos anteriormente que todo movimiento social
bre necesidades complementarias. Para el grupo supone un
provoca la aparición de contramovimientos, y el movimiento
social sectario no iba a ser una excepción. A este respecto,
130. Cfr. Rodríguez, P. (1988). La conspiración Moon. Barcelona: Federico Javaloy sostiene que «es característico del contra-
Ediciones B. movimiento que sus acciones y despliegue, dirigidos a con-
131. Cfr. Hebert, G. (1973). Los Testigos de Jehová, su historia y su quistar espacios ocupados por el movimiento social al que
doctrina. Madrid: La Casa de la Biblia/PPC.
se oponen, dependan de la dinámica del movimiento social
132. Cfr. Ynfante, J. (1970). La prodigiosa aventura del Opus Dei.
París: Ruedo Ibérico; Carandeíl, L. (1975). Vida y milagros de monseñor Es- antagonista, hallándose implicados el movimiento y el con-
crivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Barcelona: Laia; Tapia, M. C. tramovimiento en una "danza interactiva" (Zald y Useem,
(1992). Tras el umbral. Una vida en el Opus Dei. Barcelona: Ediciones B; 1987). La ideología defensiva del contramovimiento tiende a
Albas, C. (1992). Opus Dei o chapuza del Diablo. Barcelona: Planeta.
133. Cfr. Rodríguez, P. (1985). Las sectas hoy y aquí. Barcelona: Ti-
incurrir en contradicciones lógicas, tal como ha notado He-
bidabo Ediciones. berle (1977), pues suele incorporar ideas del adversario y re-
134. Cfr. Turner, R. H. (1976). «Comportamiento colectivo.» En Fa- currir a cualquier argumento que pueda resultar útil para sus
ris, R. E. L. (Ed.). Tratado de Sociología. La vida social. Barcelona: Hispa- metas. Esta falta de autonomía del contramovimiento, que
no Europea, vol. III, pp. 381-459.
construye su ideología y su acción en dependencia de un mo-
vimiento social determinado, es una fuente intrínseca de de- —particularmente desde instituciones públicas—, destaquen
bilidad que pondrá en peligro su supervivencia»135. miembros del catolicismo más ultraconservador y, claro está,
Si nos ceñimos al caso del movimiento social antisectario del Opus Dei13fi.
español —aglutinado, básicamente, en torno a la Asociación Pro Juventud/AIS y sus aliados católicos han incurrido en
Pro Juventud/AIS—, la frase anterior resulta exacta en lo defi- prácticamente todos los aspectos negativos de un contramo-
nitorio y premonitoria en cuanto a su debilidad progresiva. vimiento y han acabado reproduciendo los mismos esquemas
Este grupo, conformado en 1977 por unos cuantos padres ca- de actuación que pretendieron combatir. Dado que, como
tólicos que coincidían en tener hijos/as en los Niños de Dios, movimiento social, su fuerza e identidad depende de que la
fue refundado en 1979 y, hasta la actualidad, ha pasado por percepción social del «problema de las sectas» las señale como
una larga serie de vicisitudes —imposibles de detallar aquí a una especie de «peligro» omnímodo, su peculiar «listado de
efectos de esta breve reflexión— que, de modo progresivo sectas» no para de crecer, incorporando cualquier colectivo al
—especialmente a partir de 1985—, forzaron la discrepancia y que se le suponga comportamientos que no encajen dentro de
consiguiente distancíamiento de la mayor parte de sus colabo- su subjetivismo. Este abuso —de corte típicamente sectario—,
radores más cualificados para, finalmente, caer en una vía in- que ya les ha reportado algunos problemas, es también el de-
quisitorial —caracterizada por una frecuente y lamentable fal- tonante que ha llevado a que algunos expertos, incluso sien-
ta de rigor, fundamento y pruebas en sus denuncias— que ha do muy críticos con las «sectas» —como es el caso de este
minado ostensiblemente su credibilidad ante muchos sectores autor—, tomen público partido en defensa de grupos injusta-
sociales, notablemente frente a aquellos miembros de los ám- mente atacados por el movimiento antisectario137.
bitos académico, político y judicial españoles que se han ocu- Los casos en que miembros del movimiento antisectario
pado con un mínimo de seriedad de esta problemática. han perjudicado con sus acusaciones a personas o grupos que
En el movimiento social antisectario actual se ha produci-
do un peculiar maridaje entre los intereses de familias afecta- 136. Recordemos que el Opus Dei fue señalado como una «secta»
das por «sectas» —representados desde hace algo más de dos más, protagonista de prácticas recriminables, en el informe parlamentario
décadas por Pro Juventud/AIS— y los de la Iglesia católica belga ad hoc, y ello a pesar del claro sesgo católico que dominó dicho tra-
bajo [C/r. Chambre des Représentants de Belgíque (1997). Enquéteparle-
que, viendo firmemente amenazada su clientela por el fenó- mentaire visant a élahorer une politique en vtte de lutter contre les prati-
meno creciente e imparable de las «sectas» cristianas, ha po- ques illégalcs des sectes et les dangers qu 'elles représententpour la sodété et
tenciado expertos que, salvo honrosas excepciones, no pasan POHY lespersonnes, particuliérement les mineurs d'agc. Bruselas: Chambre
de ser meros predicadores que anatematizan a grupos sin fin des Représentants].
137. Dentro de esos «listados de sectas» puede encontrarse grupos ya
basándose en informaciones magnificadas y manipuladas, desaparecidos hace años, otros que jamás han existido y, por supuesto, un
cuando no totalmente falsas, a fin de poder encajarlas en sus indigesto batiburrillo de organizaciones que nada tienen que ver con las
intenciones evangelizadoras. No deja de ser una fina ironía el «sectas» ni, menos aún, ías unas con las otras. Suele bastar con que alguien
hecho de que entre los antisectarios actualmente más activos relate —«denuncie»— a un grupo antisectario su visión subjetiva acerca
de un colectivo determinado para que éste, sin comprobación ninguna,
acabe engrosando el listado de las «sectas a perseguir». Este modo de
135. C/r. Javaloy, F., Rodríguez, A. y Espelt, E. (2000). Comporta- proceder resulta especialmente grave dado que, entre los relatos de «ex
miento colectivo y movimientos sociales. Un enfoque psicosodal. Barcelo- sectarios», abundan las apreciaciones subjetivas o exageradas que no se
na: Í'PU. corresponden con la realidad —debidas al resentimiento y/o a recuerdos
nada tenían que ver con sus desvarios inquisitoriales son ya —("S. Y.")138— corno secta destructiva. El principio del "be-
demasiados, y este autor ha sido requerido en numerosas neficio del menor" ha de ser la base de cualquier pronuncia-
ocasiones para elaborar dictámenes dirigidos a diferentes ins- miento en esta materia—artículo 92.2 del Código Civil—; lo
tancias administrativas y judiciales. Sin contar los casos de anterior exige que el niño se encuentre rodeado de un am-
«sectas» difamadas con datos falsos en medios de comunica- biente de normalidad que resulta incompatible con la ads-
ción, o implicadas por «error» —a veces cometido también cripción de la madre a posiciones que pueden llegar a poner
desde la propia Policía— en circunstancias delictivas que les en peligro su libertad personal. Por ello, se estima que la cus-
eran absolutamente ajenas, abundan las situaciones en las que todia del hijo común se debe otorgar al padre. Las visitas en
a grupos perfectamente legítimos se les impide acceder a sub- favor de la madre han de venir condicionadas necesariamente
venciones, realizar tareas docentes, actividades comerciales o por lo anterior; por ello, se va a establecer un sistema restric-
abrir nuevas sedes, por el mero hecho de aparecer como «sec-
tivo en tanto persista la situación que se ha apuntado» 1 ".
tas» en un listado —claramente absurdo a simple vista— dis- El susodicho informe, redactado en dos folios con el mem-
tribuido por el movimiento antisectario. brete de Asociación Pro Juventud/AIS, dirigido al Juzgado de
Un ejemplo especialmente vergonzoso y doloroso arroja- Primera Instancia n.° 2 de Granollcrs, y firmado por la presi-
rá luz sobrada sobre los abusos a los que puede llegar un anti- denta de dicha asociación, decía textualmente lo siguiente:
sectarismo fuera de mesura, control y razón. Francisco O. S.
quería separarse de su pareja Montserrat S. P. y contrató los
servicios de Pro Juventud/AIS para obtener la guardia y cus- INFORMÉIS. Y.»)
todia del hijo de ambos.
Objeto de la consulta: Idoneidad o no, en orden a la separación
En el proceso judicial subsiguiente, el magistrado Carlos
matrimonial y ala tutela de un menor, por la adscripción al gru-
García Mata, tomando como base un informe emitido por po («S. Y.») de uno de los cónyuges.
AIS —que dio por válido sin efectuar ninguna comprobación
ni someterlo a contradicción, a pesar de que no se acompa- Se consulta al centro AIS (Asesoramiento e Información sobre
ñaba de la menor base analítica y/o probatoria, ni siquiera Sectas) sobre el grado de influencia que sobre un adscrito al gru-
po («S. Y,») puede tener la referida secta y la posible repercusión,
indiciaria—, dictó un Auto en el que, en su razonamiento
positiva o negativa, en el hijo de éste.
jurídico segundo, instituyó que «El informe de la Asocia-
ción de Información sobre Sectas cataloga dicho grupo
138. En este caso, omitiremos el nombre del grupo implicado y lo
sustituiremos por las siglas («S. Y.»).'
contaminados y deformados por informaciones antisectarias—, y no son
139. C/r. Auto del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción núme-
pocas las fabulaciones, eso es descripciones detalladas de hechos falsos,
ro 2 de Granollers (Barcelona), fechado el 17 de junio de 1996, en relación
que sujetos con notables problemas emocionales y/o aquejados de tras-
al expediente de Jurisdicción Voluntaria número 210/96. En su parte dis-
tornos psicopatológicos dan por reales. Este autor, en dictámenes realiza-
positiva, el Auto ordena: «1.- El hijo común,]., quedará bajo la guarda y
dos para causas judiciales, ha documentado en diversas ocasiones cómo el
custodia del señor O. S. 2.- Se atribuye el uso del domicilio familiar al pa-
relato delirante de una sola persona —que, en dos de los casos, ya había
dre y al hijo. 3.- En cuanto a visitas en favor de doña Montserrat S., podrá
sido diagnosticada previamente como psicótica— constituía toda la base
tenerlo consigo (...) Tales visitas y estancias [del hijo con la madre] se lle-
probatoria de los antisectarios para acusar de «secta peligrosa» a un grupo
varán a cabo bajo la tutela de una tercera persona de confianza de ambos
que no lo era.
padres...»
modo de poder valorar los motivos y el alcance de su presunta
1) Se puede afirmar que el grupo («S. Y.») está considerado como «rehabilitación»—; descalifica con generalidades y vaguedades
una secta destructiva o grupo totalitario. a todos los sectarios, aplicando etiquetas genéricas en un terre-
2) («S. Y.») es un grupo cerrado con características autoritarias, no en el que únicamente puede individualizarse —la conducta
cambiando la realidad existente por la del grupo y que para ads- de un «sectario» debe estudiarse en cada sujeto concreto, ya
cribirse, sus adeptos deben renunciar a toda su vida anterior. que los presumibles trazos comunes suelen estar minimizados
Cultiva prácticas poco aceptables en el entorno social actual (re- o maximizados por las características psicosociales del ¿idcp-
chazo de la familia y de ¿a sociedad). El yoga es utilizado como to— y se permite avalar la «incapacidad» de Montserrat S. P.
método para la subordinación del individuo y sumisión a la secta
en un proceso de reorientación educacional (lavado de cerebro). para cuidar de su hijo sin siquiera haber visto jamás a ningu-
no de los dos, ni, mucho menos, haber realizado algún tipo de
3) Podemos testificar que hemos logrado rehabilitar a personas exploración psicológica directa, tal como debe ser preceptivo.
integradas a («S. Y.»). Cuando la citada Montserrat S. P. acudió al EMAAPS para
recabar el asesoramiento de este autor, el Auto judicial que le
La convivencia con el sectario es difícil, ya que constantemente se
entra en conflicto con la realidad impuesta por el grupo. En todo había quitado la guardia y custodia de su hijo y le había restrin-
grupo sectario destructivo, más que la creencia particular del mis- gido las visitas era ya firme e inapelable (dado que, todo hay que
mo, lo verdaderamente dañino son los métodos utilizados por el decirlo, no fue recurrido a causa de un más que sospechoso
líder, tantopara conseguir sus fines, comopara mantener la fide- error de su letrado). Tras analizar todas las circunstancias del
lidad y permanencia del adepto. Tanto es así, que el adepto cam-
bia radicalmente con respecto a todo su entorno, y aquellas perso- caso vimos que, a pesar de la injusticia cometida, poco podía
nas (familiares y amigos) que conocía hasta antes de entrar en el hacerse, salvo comenzar un nuevo pleito a fin de recuperar la
grupo, pasan a ser excluidos de su vida a no ser que también en- guardia y custodia del menor, una posibilidad remota ya que, si
tren a formar parte de la secta. bien la práctica judicial habitual suele dar siempre la custodia
de los hijos pequeños a la madre —salvo que se demuestre
Por todas estas causas, la integración de menores, puede resultar
altamente per judicial y a que, la realidad en la que están sometidos fehacientemente que ésta no puede atender a sus necesida-
no es normal. Siendo el grupo cerrado, la integridad psíquica de los des—, también es cierto que, en lógico beneficio del menor, no
menores y el aislamiento a que muchas veces están sometidos, se se accede a cambiarle de entorno si se encuentra en una situa-
corre el riesgo de que sufran daños que a la larga son irreparables. ción positiva para él. En esta ocasión la dificultad era mayor, si
cabe, dado que el Juzgado que debía dirimir la cuestión sería el
Este escrito de Pro Juventud/AIS rebosa irresponsabilidad mismo que ya la había juzgado y sancionado anteriormente.
en cada párrafo. Afirma sin pruebas que («S. Y.») es «una secta Tras emitir nuestro dictamen sobre el caso, la nueva letra-
destructiva o grupo totalitario» y le atribuye comportamien- do de Montserrat S. P. inició el trámite judicial. En el resu-
tos que le son ajenos —de hecho son lugares comunes que el men de conclusiones del estudio de 21 folios elaborado por el
movimiento antisectario le atribuye indiscriminadamente a to- KMAAPS 140 se hizo constar lo que sigue:
dos los que considera «sectas»—; dice haber «rehabilitado» a «Conclusión 1.a: En la exploración de las circunstancias
miembros del grupo, pero sin que pueda saberse exactamente
qué significa tal cosa—no se aporta ningún resumen de las his- 140. C/r. Informe pericial de 21 folios sobre la personalidad y cir-
torias psicosociales de sus supuestos clientes, que sería el único amstancias de M. S. P., elaborado por el EMAAPS y firmado por sus res-
psicosociales de Montserrat S. no se ha hallado el conjunto de «Conclusión 5.a: De acuerdo con los resultados obtenidos
criterios mínimos que, según lo expuesto en A.2, podrían ha- en el Cuestionario de Personalidad MMPI, Montserrat S. no
berla hecho susceptible de caer en una situación de dependen- presenta ninguna patología psicológica ni psiquiátrica a rese-
cia sectaria. Ni su personalidad previa presenta rasgos de ries- ñar. Está perfectamente adaptada tanto a nivel familiar como
go (personalidadpresectaria) significativos, ni, en el momento social y posee un grado de madurez y seguridad personal que
de su corta relación con («S. Y.»), sus circunstancias vitales y la capacitan y le permiten cumplir con sus responsabilidades
familiares podían ser consideradas como especialmente ad- cotidianas con absoluta normalidad y eficacia.
versas o incontrolables para la mencionada Montserrat S, «Conclusión 6.a: Los datos sobre la personalidad de
(a pesar de las dificultades derivadas de su crisis de pareja). Montserrat S., que se desprenden de los resultados hallados
»Conclusión 2.a: Montserrat S. ha mantenido durante mediante el cuestionario MMPI, descartan la existencia en
muchos años una relación legítima, útil y constructiva con ésta de un perfil de personalidadpresectaria.
diferentes filosofías orientales y su práctica, entre la que se «Conclusión 7.a: Analizando la Asociación («S. Y.») de
incluye la meditación, una técnica que no sólo tiene acredita- España desde la definición y características enunciadas en
dos científicamente sus efectos positivos para el cuerpo y la A.l, y a tenor de la información disponible al respecto, se
mente, sino que supone un ejercicio legítimo e irrenunciable evidencia que ésta no cumple los requisitos básicos para ser
de sus derechos constitucionales como ciudadana. definida como una secta destructiva.»
«Conclusión 3.a: La relación de Montserrat S. con («S. Y.») Durante el trámite judicial, el magistrado César González
no sólo ha sido esporádica y efímera sino que se ha caracteri- Castro solicitó las pertinentes exploraciones psicosociales
zado, precisamente, por estar en las antípodas de cualquier forenses de ambos padres y del menor —que, inexplicable-
modelo de relación sectaria. En todo momento la señora S. mente, se habían omitido en el primer proceso judicial; y que,
controló absolutamente su relación con el grupo, usando de él en lo que a la madre se refiere, ratificaron el informe del
lo que creyó de utilidad para sus intereses, eso es tomando su EMAAPS—, para finalmente, tras analizar las pruebas apor-
local de meditación (como si de un gimnasio u otra instalación tadas por ambas partes, sentenciar que «ha resultado acredi-
se tratase) como una vía para poder relajarse, y rechazando tado que ambos progenitores se encuentran capacitados y re-
todo aquello que según su criterio le resultaba dudoso, ridícu- sultan personas válidas para ostentar la custodia y ejercer
lo, forzado o inútil. Si algo define este comportamiento es una activamente sus funciones parentales, que J. ha establecido
evidente y total falta de sectarismo. Puede afirmarse, por tan- unas bases afectivas sólidas y estrechas con ambos progenito-
to, que la incidencia de la Asociación («S. Y.») de España sobre res y que actualmente no existe ninguna vinculación de la seño-
la personalidad y actitudes de Montserrat S. ha sido nula. ra S. con el grupo («S. Y.»), y que posiblemente la relación
«Conclusión 4.a: Montserrat S. nunca dejó ni solo ni des- que mantuvo con anterioridad con el mismo no tuvo las ca-
atendido a su hijo J. para asistir a sus esporádicas sesiones de racterísticas de sectaria y que no iba a incidir negativamente
meditación en el centro de («S. Y.»). en el desarrollo psicoafectivo del menor»141.
Sin embargo, a pesar de lo acreditado, el magistrado aña-

ponsables en fecha 8/1/97. Incorporado a los autos del juicio declarativo 141. Cfr. Sentencia número 240, de 30/7/98, autos del juicio declara-
ordinario de menor cuantía número 231/97 del Juzgado de Primera Ins- tivo ordinario de menor cuantía número 231/97 del Juzgado de Primera
tancia e Instrucción número 2 de Granollers (Barcelona). Instancia e Instrucción número 2 de Granollers (Barcelona).

i E; u
de que «procede mantener a D. Francisco O. S. en la atribu- sectas destructivas o no, que se desvíen de las pautas sociales ma-
ción de la guardia y custodia de su hijo menor J. O. S., ya que: yoritarias. Esta actitud no sólo vulnera el ordenamiento jurídi-
1.- Tal y como se ha afirmado, el niño J. se encuentra bien co y lesiona a colectivos inocuos sino que, por su componente
adaptado a la actual dinámica familiar (...) La perturbación de inquisición irracional, contribuye a proteger a las sectas real-
que en el niño, dada su edad, puede producir un cambio en su mente criticables al difuminar sus abusos reales en medio de un
sistema de vida, ambiental y de relación, hace inoportuno ex- alud de mensajes confusos, falaces —las generalizaciones corren
traerle del cuadro o entorno social que ahora mantiene» 142 . siempre el riesgo de serlo— y claramente intolerantes.
En resumidas cuentas, una madre perdió la guardia y custo- c. La exageración de la dimensión del «problema secta-
dia de su hijo en base a un informe absolutamente falaz, emi- rio», equivocando su etiología y potenciando una visión victi-
tido, de forma irresponsable e impune, por el movimiento mista del adepto. Un comportamiento que se traduce en el in-
antisectario. No es el único caso, ni mucho menos. cremento de la tensión, desconfianza e incomunicación entre
En fin, tras este largo aunque explícito paréntesis, añadi- los miembros de «sectas» y sus familiares, con lo que se agra-
remos que lo dicho para la situación española puede exten- van y cronífican situaciones que, en su origen, no eran siquie-
derse a la escena internacional, ya que el movimiento antisec- ra un problema, o que podrían haberse resucito con facilidad.
tario está perfectamente cohesionado y coordinado a través d. El inicio de acciones judiciales y/o políticas que acaban
de un organismo internacional que engloba a la práctica tota- finalmente desvirtuadas. La causa de ello suele radicar en que
lidad de las «asociaciones de afectados» que han surgido en el se partió desde postulados viciados y maniqueos, propios del
mundo. También en cada uno de los países se ha dado una antisectarismo radical, y/o fundamentó actuaciones en pre-
dinámica parecida a la española, produciéndose —especial- sunciones y datos falsos —algunos de los cuales, como las
mente en la última década— una radicalización y encona- acusaciones de corrupción de menores, prostitución o induc-
miento de las posturas antisectarias que ha llevado a extre- ción al suicidio colectivo, son ya lugares comunes converti-
mos nada deseables, entre los que cabe reseñar: dos en bandera genérica por el movimiento antisectario—; los
a. El incremento de la alarma social a partir de publica- fracasos consiguientes, ya sean judiciales o legislativos, generan
ciones periodísticas falaces y/o que deforman, exageran o frustración y desconfianza en los afectados (que, indudable-
equivocan hechos con alguna base real. Esta táctica antisecta- mente, sí tienen un problema) y en el conjunto de una sociedad
ria resulta errónea ya que en lugar de incrementar la concien- que había sido alimentada periodísticamente con expectativas
cia social del problema lo caricaturiza y, al maximizarlo y sa- totalmente ajenas a la realidad143.
tanizarlo, le resta credibilidad. Éste es también el motivo por Ampliando el campo de visión hasta la otra parte de la
el que un número creciente de expertos en «sectas» y religio- cuestión, debe destacarse que, desde hace algunos años —es-
nes, en defensa de la libertad ideológica, acaba enfrentándose
a los antísectarios, produciéndose la paradoja de que, preten-
143. Puede resultar ciertamente frustrante para la opinión pública
diendo ser neutrales, acaban instrumentalizados en favor del que, por ejemplo, una petición fiscal de 200 años de prisión para vanos
movimiento sectario (con el que tampoco comulgan). adeptos de los Niños de Dios, ampliamente publicitada por los medios de
b. El ataque indiscriminado hacia todo tipo de grupos, sean comunicación, acabase finalmente con la absolución de los implicados;
pero, aunque para el movimiento antisectario fue «un error achacable a
que los jueces no son conscientes del peligro de las sectas», la verdad fue
142. Ibid. radicalmente diferente. En los 43 folios de la sentencia de este caso, modc-

i/.n
pecialmente desde 1989—, sectas como la Iglesia de la Cien-
ciología se han encargado de organizar un «movimiento sec-
tario antisectario», reuniendo y coordinando a grupos sus-
ceptibles de crítica y asociándose también con otras «sectas»
de tipo no destructivo —para ganar fuerza y credibilidad en
sus argumentos defensivos, dado que se dicen víctimas de un
ataque organizado contra la libertad de creencia y religión—,
a fin de constituir un frente común contra el movimiento so-
cial antisectario.
Gracias a sus abundantes medios económicos y humanos, Estructura y dinámica
el «movimiento sectario antisectario», camuflado tras orga- de una secta destructiva
nizaciones de «defensa de los derechos humanos» y de «pro-
moción de la libertad religiosa», intenta reunir datos aptos
para perjudicar la reputación de sus críticos —y/o para aca- 14. Génesis de una secta destructiva
llar a sus adversarios mediante la coacción—; contratan bu- y personalidad del líder
fetes de abogados poderosos para forzar el amparo de las
autoridades; pagan a especialistas en diferentes campos por Mucha gente cree —y no faltan presuntos expertos que lo
realizar informes favorables a sus pretensiones; presentan sostienen— que una secta destructiva es algo así como la obra
figuras populares como avaladores de su bondad? y editan lu- corporativa de un sujeto avispado que la creó con la preten-
josas publicaciones como soporte de campañas de relaciones sión de lograr dinero y poder mediante la manipulación de
públicas diseñadas para mejorar su imagen negativa... El círcu- sus seguidores, pero la génesis de un grupo de estas caracte-
lo parece cerrarse sobre sí mismo: del sectarismo singular al rísticas obedece a causas bien diferentes.
sectarismo plural pasando por el sectarismo antisectario. Para hacer una primera aproximación a una «secta», del
tipo que sea, resulta fundamental tener en cuenta la persona-
lidad y biografía de su fundador y/o líder actual, dado que
lica en cuanto a sus razonamientos jurídicos y procesales en defensa de los
toda dinámica sectaria se genera, adquiere identidad, se desa-
derechos individuales [C/r. Sentencia de la Sección Tercera de la Audien-
cia Provincial de Barcelona, Rollo n." 8977/92, Procedimiento abreviado rrolla y se mantiene en función y como reflejo de la voluntad,
n." 126/92, de fecha 29-6-93], se dejó bien establecido que no se probó necesidades y creencias de la figura que detenta el líderazgo
ninguno de los presuntos delitos de que fueron acusados los sectarios; de- grupa!. Cuando se tiene experiencia en este campo, conocer
litos que, sinceramente, en este caso concreto, no existieron más que en el
con suficiente detalle el perfil biográfico y de personalidad de
ánimo de la acusación. Otro tanto podría decirse de muchas iniciativas
políticas —del Parlamento Europeo y de los parlamentos de sus Estados un líder sectario aporta una guía que permite intuir los es-
miembros, así como de no pocas cámaras legislativas del continente ame- quemas de comportamiento intragrupal básicos —incluso los
ricano— que, aun siendo necesarias y razonables, han terminado siendo más ocultos y/o lesivos— del colectivo que éste domina y,
tergiversadas y sobreponderadas, desde el movimiento antisectario y los
más importante todavía, permite valorar el nivel de riesgo
medios de comunicación, insuflando en la sociedad unas expectativas
—«leyes antiscctas» y similares— que nunca podrán cumplirse, ni deben potencial, actual y futuro, que representa la dinámica grupal
admitirse, en países democráticos. que Hdera, tanto para sus adeptos como para la sociedad en
general. En las «sectas», como en cualquier grupo muy reple- impulsos salvíficos irrefrenables, empeñados en salvar a las
gado sobre sí mismo, la evolución colectiva depende en gran masas aunque sea contra su voluntad— son carnpo habitual
medida de la deriva psicológica de su líder. para la acción de visionarios de cualquier ralea.
Parece claro que los fundadores de religiones, sectas y Las «sectas» son proyectos de visionarios que pretenden
otros grupos fuertemente ideologizados pueden ser conside- encaminarse hacia la gloria actuando más o menos como lo
rados en alguna medida como «visionarios», un tipo de suje- hicieron y hacen todos los visionarios religiosos o políticos
tos que, si bien no son muy recomendables según el dicciona- que en el mundo han sido, eso es apoyándose en su carisma
rio144, suelen tener la habilidad de abrir nuevos horizontes y para dominar a sus seguidores y abusar de los demás sin otro
esperanzas a quienes les toman en seno. Teniendo en cuenta límite que el dictado por su propio capricho. Las semejanzas
que los humanos somos mamíferos tan frágiles que necesita- entre visionarios políticos, religiosos y sectarios —distinción
mos de quimeras, no queda más remedio que asumir el papel baladí, ya que los dos primeros tipos son tan sectarios como
social que desempeñan los visionarios de ayer, hoy y maña- los líderes de cualquier «secta»— son muchas más y de ma-
na, aunque ello nos lleve también a un callejón de difícil sali- yor peso que sus diferencias, aunque, obviamente, en cada
da al abocarnos a una disyuntiva peliaguda: ¿puede distin- caso concreto el visionario debe actuar dentro de un marco
guirse un visionario de un desequilibrado? Aun admitiendo social determinado que acaba modulando el resultado final,
que «desequilibrio» es un concepto con demasiados grados y frenando o exacerbando sus tendencias idiosincrásicas.
matices como para referirse a algo concreto145, la respuesta a En definitiva, hay líderes cuya personalidad es de alto nes-
nuestra pregunta será negativa en la inmensa mayoría de los go, pero no debe olvidarse que también pueden ser de riesgo
casos. ciertas características psicosociales de sus seguidores y de-
Los trastornos de la personalidad y la genialidad parece terminadas condiciones históricas, eso es socioeconómi-
que se dan la mano en algún salón ignorado de nuestro cere- cas. Hitler es un ejemplo bien conocido de líder de alto ries-
bro; quizá ambos estados se alimenten de la misma fuerza go, pero cabe tener muy presente que no hubiese pasado de
pero no actúen con la misma estrategia. Quizá el visionario ser el payaso del que se burlaron todos al principio sin la su-
que la sociedad aplaude no sea más que un desequilibrado misión voluntaria de gran parte del pueblo alemán. Su fuerza
que logró su propósito, mientras que el demente que denos- indiscutible no le venía de sí mismo —antes al contrario, ya
tamos no es sino un visionario sin éxito. Los ámbitos de la que había sido un sujeto frustrado, fracasado y cargado de
religión y la política —que están estructuralmente ligados a complejos e inseguridades— sino que la vampirizó de una
sociedad angustiada y desesperada que no veía salida a la mi-
144. El diccionario de la Real Academia Española define visionario serable situación socioeconómica a la que fue abocada por los
como «el que, por su fantasía exaltada, se figura y cree con facilidad cosas
quiméricas».
aliados tras el terrible e injusto Tratado de Versalles de 1919.
145. Desde la perspectiva psicológica, ser una persona equilibrada Otro tanto podría decirse del radicalismo islámico y de sus
supone «mantener una cierta estabilidad en lo que se refiere al humor, fanáticos líderes, un fenómeno que sólo ha sido posible gra-
emociones y sentimientos; reaccionar psicológicamente con moderación cias a que los intereses occidentales mantuvieron países ente-
ante los diversos estímulos externos, de una forma proporcionada; y man-
tener un cierto autocontrol de los impulsos y de la vida instintiva» [C/r.
ros bajo dictaduras corruptas que los empobrecieron hasta el
Vallejo-Nágera, J. A. y otros (1988). Guía práctica de psicología. Madrid: límite de la desesperación, un estado de ánimo extremo que,
Teínas de Hoy, p. 391]. cuando se apodera de las muchedumbres, desemboca siem-
pre en el encumbramiento de los iluminados más radicales cisista de la personalidad 147 y/o a un trastorno paranoide 148
que aparecen en escena. Centrándonos en el delirio paranoide, coincidimos con
Las «sectas», tal como ya mencionamos, son producto de el psiquiatra Enrique González Duro cuando afirma que «el
esta misma dinámica que impele a los más angustiados de hecho de que el hombre perciba el mundo que le rodea desde
cualquier sociedad a depositar toda su esperanza y hasta su su subjetividad, que sea imaginativo y empático en la inter-
propia vida en manos del primer visionario que les haga vi- pretación de la realidad, implica infinidad de posibilidades
brar. Pero, debido a que los niveles de ansiedad —o desespe-
ración—, necesidades y pautas de adicción no son iguales en go 297.1), el DSM-IV establece que el subtipo de «grandiosidad» debe
todos los «sectarios» —aunque sería más exacto decir que su aplicarse «cuando el tema central de la idea delirante es la convicción de-
tener algún extraordinario (aunque no reconocido) talento o intuición, o
evolución no suele ser coincidente en tiempo y lugar aunque
de haber hecho un descubrimiento importante. Con menor frecuencia,
siga un proceso similar—, el abanico de «sectas» y perfiles de el sujeto puede tener la idea delirante de mantener una relación especial
liderazgo también resulta variado, si bien más en lo formal con alguien importante (p. ej., un consejero del Presidente) o de ser una
que-en lo estructural, puesto que bajo apariencias muy dis- persona importante (en cuyo caso la persona real puede ser vista como
tintas se conforman dinámicas de liderazgo y grupales pare- un impostor). Las ideas delirantes grandiosas pueden tener un contenido
religioso (p. ej., la persona cree que ha recibido un mensaje especial de una
cidas que pueden resumirse en apenas un puñado de cate- divinidad)» [Ibíd., p. 304]. El trastorno delirante suele iniciar su curso a
gorías. mediados de la edad adulta o algo después, aunque también puede apare-
Dado que nuestro principal foco de interés en este libro cer a una edad más temprana, y puede asociarse a otros trastornos como el
paranoide, esquizoide, etc.
son las dinámicas de sectarismo destructivo, decantaremos la
147. El trastorno narcisista de la personalidad (código 301.81), según
atención hacia el perfil de personalidad que caracteriza a los el DSM-IV, consiste en un patrón de comportamiento caracterizado por
líderes de este tipo específico de grupos como paso previo expresiones de grandeza, con un sentido grandioso de autoimportancia;
para intentar comprender su génesis. Tomando en conside- exageración en la atribución de méritos propios (conocimientos y cualida-
ración la complejidad de la personalidad humana, sería una des) con mfravaloración de los ajenos; falta de generosidad y de sensibili-
dad para los deseos y necesidades de los otros —que, de reconocerse, sue-
simpleza afirmar que todos los líderes de sectas destructivas len menospreciarse como signos de debilidad—; explotación de los demás
presentan un carácter parecido, pero, tras haber analizado y para su provecho (siendo habitual el convencimiento de que las vidas aje-
comparado los datos biográficos conocidos de una cincuen- nas sólo están interesadas en contribuir al bienestar de la propia); hipcr-
tena de fundadores de sectas destructivas —entre las que se sensibiüdad a las críticas (reaccionando con humillación, vergüenza, rabia
o negación); arrogancia, engreimiento, egoísmo y envidia de los éxitos aje-
cuentan los grupos más destacados de la escena internacional nos; fantasías de grandeza, logro y poder; incapacidad de asumir los pro-
actual—, resulta indiscutible que en todos ellos subyace, al pios errores por lo que constantemente proyectan en los demás la culpa de
menos, una base psicopatológica delirante de tipo gran- sus fracasos; tendencia a hacer amistades o mantener relaciones sólo si la
dioso14'1 que frecuentemente va asociada a un trastorno nar- otra persona parece dispuesta a plegarse a sus designios o a hacerle mejo-
rar de alguna forma su autoestima; usurpación frecuente de privilegios es-
peciales y recursos extra por creerse merecedor de los mismos por ser tan
146. Las ideas delirantes de tipo grandioso, o ideas de grandeza, lle- especial; etc. Es frecuente que este trastorno se asocie a otros trastor-
van al sujeto a atribuirse un valor, poder, conocimientos o identidad exa- nos de personalidad como el paranoide, histriónico, antisocial, etc. [Ibíd.,,
gerados, o una relación especial con una deidad o una persona famosa pp. 674-676].
[C/r. American Psychiatric Association (1995). DSM-IV: Manual diag- 148. El trastorno paranoide de la personalidad (código 301.0), según
nóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Masson, p. 783 ]. el DSM-IV, se caracteriza por «un patrón de desconfianza y suspicacia
Al describir las características diagnósticas del trastorno delirante (cóol- general hacia los otros, de forma que las intenciones de éstos son interpre-
proyectivas. La proyección típicamente paranoide le ofre- nada de la realidad, que no por eso deja de percibirse de
ce la ventaja defensiva de transformar una amenaza interna modo correcto»149. En este sentido, añade González Duro,
—tal como la inseguridad intolerable o inaceptable que le «por lo general, el pensamiento es suficientemente flexible
producen sus pulsiones— en un peligro externo, siempre me- como para aceptar las críticas ajenas, contrastar las ideas pro-
nos angustioso y bastante más manejable. La proyección su- pias con las de los demás, corregir las conclusiones erróneas y
pone una interpretación subjetivamente desviada y distorsio- orientarse hacia otras nuevas. El pensamiento paranoide, por
el contrario, es rígido e incorregible: no tiene en cuenta las
tadas como maliciosas (...); suelen albergar rencores y son incapaces de ol- razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confir-
vidar los insultos, injurias o desprecios —reales o no— recibidos, que, a men el prejuicio, para convertirlo en convicción. Así, fácil-
menudo, les lleva a reaccionar con gran hostilidad y contraatacar con rapi- mente cae en interpretaciones delirantes de la realidad» 150 .
dez (...) Puesto que están excesivamente atentos a las posibles amenazas,
pueden comportarse de forma cautelosa, reservada o tortuosa y aparentan
El delirio paranoide, ya sea en un líder o en un adepto,
ser "fríos" y no tener sentimientos de compasión. Aunque a veces parecen supone una estrategia de supervivencia emocional equipara-
objetivos, racionales y no emotivos, con mayor frecuencia muestran una ble a las que ya mencionamos en los capítulos II, III y IV al
gama afectiva lábil en la que predominan las expresiones de hostilidad, definir la personalidad presectaria y la sectadcpcndencia. «El
obstinación y sarcasmo. Su naturaleza combativa y suspicaz puede provo-
car en los demás una respuesta hostil, que, a su vez, sirve para confirmar al
paranoico —señala González Duro— está "desangustiada-
sujeto sus expectativas iniciales. Como los individuos con trastorno para- mente" solo frente al mundo, de cuyas incitaciones y agresio-
noide de la personalidad no confían en los demás, tienen una necesidad nes se defiende de manera eficaz con un sistema delirante
excesiva de ser autosuficientes y un fuerte sentido de autonomía. También cada vez más cerrado, que le hace casi invulnerable y le dis-
necesitan contar con un alto grado de control sobre quienes les rodean. A
menudo son rígidos, críticos con los demás e incapaces de colaborar, aun-
tancia de quienes, al aproximarse, pudieran herirle, agredirle
que tienen muchas dificultades para aceptar las críticas. Son capaces de o criticarle. Por otra parte, el encapsulamiento del delirio im-
culpar a los demás de sus propios errores (...) Los sujetos con este trastor- pide la involución regresiva de toda su personalidad, que se
no tratan de confirmar sus concepciones negativas preconcebidas respecto mantiene indemne, lo que le permite andar por el mundo con
a la gente o las situaciones que les rodean atribuyendo malas intenciones a
soltura y aparente normalidad.»151
los demás que son proyecciones de sus propios miedos. Pueden mostrar
fantasías de grandiosidad no realistas y escasamente disimuladas, suelen Entre los sujetos con trastorno paranoide, tal como anota-
estar pendientes de los temas de poder y jerarquía y tienden a desarrollar mos al reseñar la descripción diagnóstica delDSM-IV, abundan
estereotipos negativos de los otros, en especial de los grupos de población los que de menores fueron «raros» o «excéntricos» y tuvieron
distintos al suyo propio. Se sienten atraídos por las formulaciones simplis-
adolescencias caracterizadas por «actitudes y comportamien-
tas del mundo y frecuentemente recelan de las situaciones ambiguas. Pue-
den ser vistos como "fanáticos" y formar parte de grupos de "culto" fuer- tos solitarios, relaciones escasas con los compañeros, ansiedad
temente cohesionados, junto a otros que compartan su sistema de social, bajo rendimiento escolar, hipersensibilidad, pensamien-
creencias paranoides» [Ibíd., pp. 650-651]. Este trastorno se manifiesta al to y lenguaje peculiares y fantasías idiosincrásicas».
principio de la edad adulta, aunque también puede mostrarse en la infan-
Por eso, entre los líderes sectarios, al analizar sus datos bio-
cia y adolescencia «a través de actitudes y comportamientos solitarios, re-
laciones escasas con los compañeros, ansiedad social, bajo rendimiento es- gráficos reales —no los oficiales, que son la resultante de tre-
colar, hipersensibilidad, pensamiento y lenguaje peculiares y fantasías
idiosincrásicas. Estos niños pueden parecer "raros" o "excéntricos" y 149. C/r. González Duro, E. (1991). Laparanoia. Delirios persecutorios,
atraer las burlas de los otros» [Ihíd., p. 652]. Es frecuente que este trastor- Je grandeza y otras locuras de los cnerdos. Madrid: Temas de Hoy, p. 48.
no se asocie a otros trastornos de personalidad como el narcisista, esqui- 150. Ihid.,p.5\.
zotípico, esquizoide, etc. [Ihtd.y p. 652]. 151. Ibíd.,p. 54.
mcndas manipulaciones y fabulaciones nacidas de sus ideas de- de todo aquello que soñaron alcanzar, tener y protagonizar,
lirantes de grandeza y/o de un trastorno narcisista—, encontra- pero que su pertinaz fracaso vital les privó sin compasión. Sus
mos una mayoría de casos que describen a sujetos que han cre- biografías oficiales son cúmulos de mentiras urdidas con fili-
cido en el seno de familias altamente conflictivas, maltratados grana que sus adeptos proclaman con actitud ciertamente des-
psíquica y físicamente por sus padres, con bajísima autoestima, cerebrada. «El delirio de grandeza —apunta Enrique González
graves carencias afectivas —muy a menudo también económi- Duro— no es sino la reconstrucción, la deformación patológi-
cas— y déficits educativos y madurativos, solitarios y con no- ca, de episodios que son comunes en la vida de cualquier perso-
torio fracaso psicosocial y escolar desde su preadolescencia, na y que se marcan en su pensamiento y en sus tendencias (...)
tendentes a vivir con realismo sus fantasías mentales... y buena El megalómano se cree sus fantasías narcisistas y las transforma
parte de los líderes religiosos, no por casualidad, alrededor de en delirios, por los que imagina, fábula y se siente alguien muy
los 14-16 años han protagonizado el episodio delirante de importante. Su sentimiento de grandeza es la expresión directa
creerse «iluminados» por el mismísimo Dios, que les habló de un narcisismo reactivado, como sobrecompensación a un
y mostró su personalidad especial y/o divina, les prometió reiterado fracaso en la vida adulta.»153
una vida llena de poder y riqueza, y les encargó la misión de Aunque el retrato sucintamente descrito hasta aquí es el
hacer «su» voluntad en la tierra de una vez por todas. que más se aproxima al de la inmensa mayoría de líderes de
Los delirios de esos sujetos se irán estructurando progre- sectas destructivas, debe tenerse presente que nos estamos re-
sivamente y finalmente acabarán engendrando un sistema firiendo al perfil del «fundador» de uno de esos grupos —que
personal de creencias que impondrán a sus seguidores. Al es- en muchos casos coincide con el líder actualmente vivo, pero
tudiar las normas de vida y doctrinas peculiares —sobre cues- no es así siempre— y que al fallecer éste, a pesar de que la di-
tiones sociales, religiosas, políticas, científicas, etc.— que námica paranoide impresa por él en el funcionamiento grupal
cada uno de esos líderes impone en su «secta», vemos que el puede sobrevivirle durante años, no es seguro —ni necesa-
núcleo básico de su doctrinario se compone de elementos que rio— que sus sucesores tengan un perfil psicopatológico se-
pretenden compensar sus déficits pasados y presentes senti- mejante. Los líderes de segunda generación y siguientes —así
dos como más lesivos y convertir en camino de santidad todo como los subsidiarios del «fundador» mientras éste mantiene
aquello de sí mismos que viven con angustia y/o culpabilidad. todavía las riendas del poder— tienden a adoptar la tipología
Tiene razón González Duro cuando afirma que «los delirios de «líder administrativo» propuesta por Turner154, aunque
místicos, muy a menudo, contienen ideas de salvación del
mundo que no son sino el reflejo de las necesidades [del suje- 153. Ihíd.,pp. 136-137.
to delirante] de ser salvado del caos y de la nada»152; y es que 154. Según lo describe Turner en sus trabajos sobre el liderazgo en
en nadie es tan cierto como en este tipo de personajes el refrán movimientos sociales, el «líder administrativo» organiza el trabajo, distri-
buye los roles, coordina y cohesiona al movimiento social, es pragmático
popular de «dime lo que decantas y te diré lo que te falta». v calculador; planea estrategias, recauda fondos, se preocupa por la comu-
No menos delirante es la fabulación de las grandiosas cua- nicación con la sociedad, moviliza y organiza los recursos necesarios para
lidades, conocimientos y experiencias que afirman tener los l.i acción; desconfía de los gestos dramáticos y no está dispuesto a llevar
líderes de sectas destructivas y que no son sino la flor y nata los valores hasta sus últimas consecuencias ya que prefiere negociar y ha-
ctT concesiones con respecto a dichos valores [C/r. Turner, R. H. (1976).
-(\importamiento colectivo.» En Faris, R. E. L. (Ed.). Tratado de Socio-
152. Ibid,, p. 148. logía, ¡.a vida social. Barcelona: Hispano Europea, vol. III, pp. 381 -459].
ello no obsta para que quienes acceden a los puestos de lide- suficientemente los criterios de perfil de riesgo ya expuestos.
razgo puedan presentar también psicopatologías bien flori- En el azaroso juego de relaciones que puede reunir a futuros
das; a fin de cuentas, no olvidemos que éstos comenzaron su líderes y adeptos habrá mucha menos oferta que demanda,
carrera, como presectarios, pasaron a sectadependientes y por lo que la concreción de sectas destructivas siempre resul-
acabaron en la cúpula de su propio reductor de ansiedad, ta un proceso lento, complejo y ajeno a toda voluntad inten-
liderando una dinámica más o menos delirante que asu- cionada en tal sentido.
men y defienden como el único camino posible para la «sal- Afortunadamente, los sujetos competentes para generar
vación». una secta destructiva son relativamente pocos155 y, de todos
Siempre he sostenido —y veinticinco años de trabajo en ellos, sólo una ínfima minoría se encontrará ante las condi-
este campo me han afirmado en mi criterio— que una sec- ciones sociales adecuadas para lograr una parroquia suficien-
ta destructiva no puede ser de ninguna manera obra de un te que sea permeable a su personalidad, mensaje y necesida-
charlatán, farsante, impostor, embaucador, estafador, o de des. Su dificultad no estribará en la falta de clientela potencial
cualquier otro tipejo que practique el viejo arte de bribones —ya vimos que la población susceptible de necesitar reduc-
y camanduleros, por el simple hecho de que la intensa diná- tores de ansiedad más o menos extremos, así como la que
mica emocional que se da en este tipo de sectas obliga a que cumple el perfil presectario, es muy amplia— sino, más bien,
su líder sea el primer y máximo convencido de la fabulación en el exceso de ofertas sectarias no destructivas que atomizan
delirante que contagia a todos sus seguidores. Hace falta un el mercado y acaparan la atención del consumidor medio de
sujeto con un trastorno de personalidad como los descritos ese tipo de servicio, obstaculizando así la propagación de las
para propiciar el nacimiento de una secta destructiva, pero ofertas más radicales.
también es verdad que aunque sólo este tipo de individuo El hecho de que una gran parte —¿quizá todos?— de los
encarnará y dominará el grupo en formación, no es infre- miembros de sectas destructivas hayan sido previamente
cuente encontrar a su lado algún perfil más próximo al bri- buscadores que curiosearon en una diversidad de grupos y
bón que al desequilibrado ocupado en organizar la estruc- sectas con los que mantuvieron niveles más o menos intensos
tura colectiva desde su puesto de segundón. Mientras aquél de implicación, indicaría, a nuestro criterio, que los candida-
es el alma, corazón, centro y condición sine qua non pa- tos a sectadependientes acuden primero a los grupos más co-
ra la existencia de «su» secta, siendo todo su fundamento; nocidos —que también suelen ser los más próximos y accesi-
éste se limita a optimizar rentablemente los delirios de su bles— y sólo si éstos defraudan sus expectativas —eso es si
jefe, una tarea que acelera el éxito del grupo, pero que po- no son sentidos como el reductor de ansiedad que necesitan
dría ser desempeñada por muchos otros, pero no así la del (ver los capítulos III y IV)— comienzan a deslizarse por la
fundador. pendiente que puede llevarles hacia algún líder/colectivo con
Retengamos, pues, que la génesis de una secta destructiva
dependerá de la actividad de algún sujeto con una base psico- 155. Según las estimaciones estadísticas adoptadas por el DSM-IV, la
patológica delirante de tipo grandioso y/o con un trastorno prcvalcncia de los trastornos de personalidad que venimos citando como
los más habituales entre los fundadores de sectas destructivas es la siguien-
de la personalidad narcisista y/o paranoide... y, naturalmen-
te: los trastornos paranoides afectan a entre un 0,5 y 2,5 % de la población
te, de una serie de circunstancias sociales más o menos fortui- general, los narcisistas a menos del 1 %, y el trastorno delirante a alrede-
tas que faciliten su interrelación con personas que cumplan dor del 0,03 % del total.
perfil sectario destructivo156. Puede afirmarse que las «sectas» que devendrá el líder/fundador del grupo y un siempre redu-
se nutren de los decepcionados por las organizaciones no cido grupo de personas que comiencen a mostrarse recepti-
sectarias y que las sectas destructivas se dan un festín con los vas a sus ideas y proyectos.
desencantados de unas y otras. Ese encuentro podrá darse en diferentes circunstancias,
El sectarismo destructivo actúa como un depredador si- pero lo más común es que se derive de la actividad social lle-
tuado al final de la cadena trófica de un sistema social incapaz vada a cabo por el sujeto delirante en el seno de colectivos
de subsistir sin convertir en víctimas a una parte de sus más o menos amplios —orientados hacia lo religioso, esotéri-
miembros; a él sólo se le hacen accesibles los sujetos más des- co, «vida extraterrestre», «terapias alternativas», filosofías
protegidos, mientras que el gran pastel humano de buscado- orientales, etc.— que están relacionados de alguna manera
res y demás menesterosos de guía se lo reparte la marabunta con su delirio central. El rol inicial de ese individuo puede
de las «sectas», por esa razón afirmamos que su desarrollo es oscilar desde el mero papel de miembro de un colectivo hasta
lento y dificultoso. Dicho esto, no vayamos a forjarnos ahora el de conferenciante o profesor de los cursos más pintorescos;
fáciles expectativas creyendo que el incremento de «sectas» plataformas, estas últimas, frecuentes entre la oferta dirigida
inocuas puede ser un arma eficaz contra el sectarismo des- a la riada de indocumentados que buscan «algo» en los ámbi-
tructivo, ya que, si bien parece que la presencia de grupos tos recién citados. Si el sujeto, por ejemplo, cree ser un profe-
normalizados disminuye las posibilidades de desarrollo de ta o un mesías enviado por el mismísimo Dios, pululará du-
los más extremistas, la cuestión no está en ocupar lugar sino rante años por diferentes colectivos religiosos publicitando
en cumplir adecuadamente la función que se espera de cada su identidad y misión divinas y, aunque la práctica totalidad
cual y, fundamentalmente, tal como mostramos a lo largo de de los adeptos de esos grupos no le tomarán en serio —es ha-
todo este libro, en evitar la formación de personalidades pre- bitual también que termine siendo expulsado de tales colecti-
sectarias que, a fin de cuentas, dada su necesidad apremiante vos a causa de sus enfrentamientos con sus líderes y doctri-
de dependencia, no podrán evitar convertirse en la cera que nas, a los que denosta por creerlos muy por debajo de sus
moldeará y hará arder a su gusto algún iluminado. propios méritos e inspiraciones—, suele acabar encontrando
Una vez esbozados los dos actores principales del drama un puñado de crédulos buscadores de prodigios que comen-
que nos ocupa, intentaremos resumir esquemáticamente el zarán a dar pábulo a sus Tabulaciones157.
desarrollo global de la función. Al igual que cualquier otro
proceso social, la formación de una dinámica sectaria des- 157. A este respecto, debemos hacer notar una realidad más bien de-
tructiva no es lineal, aunque para intentar comprenderla po- salentadora: hasta hace un par de décadas eran relativamente pocos los ilu-
damos secuenciar sus aspectos más básicos. Lo primero que minados que lograban encarrilar su proyecto sectario, pero actualmente,
por el contrario, el porcentaje de éxito de esos sujetos es tan elevado que
deberá acontecer será el encuentro entre el sujeto delirante los grupos que conforman aumentan sin cesar la nómina sectaria. Dado
que el porcentaje de psicopatologías relacionadas con la fundación de sec-
156. El proceso es parecido al derivado del uso inadecuado de algu- tas se mantiene más o menos estable en relación al conjunto de la pobla-
nas drogas sedantes o estimulantes que, en sujetos que necesitan consu- ción —no hay más iluminados hoy que ayer—, resulta obvio que las cau-
mirlas para escapar y/o modificar la percepción de su situación psico- sas de su éxito son atribuiblcs, entre otras, a: 1) deterioro —más bien
social, puede conducir al abuso y dependencia de esas mismas u otras ruina— de los grandes grupos tradicionales de apoyo, guía y contención
sustancias, con el consiguiente descenso hacia una mayor o menor degra- social (organizaciones religiosas, políticas y sociales); 2) acentuación del
-derecho a elegir» y de la «libertad de oferta», inherentes a una sociedad
Independientemente del ámbito temático que enmarque ellos— tenderá a tensar excesivamente y/o demasiado pronto
el caso y de la forma en que se haya producido el primer en- el sedal, con lo que irá perdiendo a los adeptos más fuertes,
cuentro, la interacción entre uno y otros comenzará a tomar dado que éstos no se dejarán doblegar y romperán la línea.
cuerpo en reuniones informales celebradas en domicilios En la práctica, la metáfora del pescador se traducirá en la
particulares. Una vez conformado ese primer grupito, sus formación de dos o más círculos de adeptos diferenciados en
miembros se ocuparán de invitar a sus actividades a quienes torno al líder. Conforme el aspirante a líder vaya incremen-
consideren posibles correligionarios. En este período consti- tando su control sobre el grupo inicial de sus seguidores —y/o
tuyente —que suele prolongarse durante varios años y no es deje entrever con más claridad su estructura delirante—, éstos
infrecuente que acabe naufragando— se organizarán progre- se irán posicionando respecto a él. Unos, los que más se ajus-
sivamente tres bases fundamentales para la futura secta des- ten a las características del perfil de personalidad presectario y
tructiva: las características esenciales de la relación intragru- presenten comportamientos dependientes, tenderán a acatar
pal, la figura mitificada del líder y el cuerpo doctrinal. de forma acrítica las ideas y deseos de un sujeto que intuirán
La estructura de relación intragrupal es una creación di- como la clave para su supervivencia emocional y acabarán por
námica y progresiva que dependerá, en gran medida, de las cederle un mayor y más amplio control de los diferentes ám-
características de personalidad del líder y de sus adeptos ya bitos de su autonomía personal. Otros, en el extremo contra-
que será la resultante de la interrelación entre las necesidades rio, abandonarán el grupo alarmados y/o defraudados ante la
de uno y otros. Cuando partimos de una figura de liderazgo actitud adoptada por el líder. En medio de ambos, un tercer
con rasgos psicopatológicos como los ya descritos, la rela- colectivo, más amplio y difuso, se mantendrá expectante du-
ción con sus primeros seguidores se parecerá bastante al tira rante un tiempo más o menos largo antes de someterse o mar-
y afloja del pescador que pretende atrapar un pez engancha- charse.
do a su sedal. El aspirante a líder —que, por su personalidad, Los primeros conformarán el grupo de los «privilegia-
necesita dominar a los demás y ser adorado y servido por dos», de los «más próximos al maestro», de los «iniciados en
la senda salvífica», de los más adictos —recordemos lo dicho
consumista y de libre mercado, en campos —antaño monopolísticos— en el apartado sobre la bioquímica cerebral y los procesos
orientados hacia necesidades tan emocionales y sensibles a la manipu- adictivos— y, por tanto, de los más felices o protegidos de sus
lación como son las espirituales, de salud, etc.; 3) incremento constante propios problemas psícosociales cotidianos. Sobre ellos se
de las causas sociales productoras de estrés, ansiedad... y, en definitiva, de
fracaso psícosocial (base que propicia la generación del perfil de riesgo construirá la futura secta y desde ellos se presionará a los in-
presectario y de personalidades dependientes, tal como ya vimos, en un decisos para incluirse o excluirse de su paraíso. Cuanto más
sector de población cada vez mayor); y 4) aumento del sentimiento de cedan ante la insaciable ansia de dominio de su líder, tanto
desesperanza entre la población al tiempo que ha disminuido la capacidad más imparable y desbordado se volverá éste, hasta llegar a al-
crítica (la «sociedad de la información» en la que nos movemos facilita el
acceso a todo tipo de datos, pero ha castrado en la mayoría de la gente canzar los extremos aberrantes que se dan en algunas sectas
el deseo de buscarlos y analizarlos con ojos críticos; en una sociedad tan destructivas.
compleja como la occidental, se nos bombardea continuamente con tanta El ya citado Enrique González Duro apunta que «el pa-
información que somos incapaces de asimilarla y de elaborar conocimien-
ranoico plantea sus relaciones interpersonales en términos de
tos y pensamiento reflexivo con ella). En definitiva, que quienes preten-
dan fundar una secta de cualquier tipo lo tendrán muy fácil en el presente dominio o sumisión, superioridad o inferioridad, ganancia o
y también durante las próximas décadas. pérdida, triunfo o derrota, concibiendo la vida como una lu-

i ~7(.
cha incesante (...) su mayor preocupación es no quedar sujeto oportunos160, es el máximo y mejor ejemplo para documentar
a ningún control y no someterse a ningún compromiso»158. y comprender este tipo de procesos, tan humanos como in-
Tal como demuestran decenas de casos perfectamente es- evitables en la evolución de los grupos.
tudiados y documentados acerca de líderes sectarios contem- Si nos centramos ahora en el cuerpo doctrinal propiamente
poráneos159, una vez puesta en marcha una dinámica interna dicho de cualquier grupo sectario destructivo veremos que —al
abusiva, manipuladora y explotadora —que será justificada igual que el de la mayoría de «sectas» y religiones— está con-
y potenciada por las diferentes elaboraciones doctrinales ad formado por dos fuentes distintas, aunque complementarias,
hoc— no podrá ser detenida mientras el líder siga al frente del que ya en un trabajo anterior describí como «Doctrina del
grupo y, en la mayoría de los casos, sobrevivirá un más o me- Mito Personal» (DMP) y «Doctrina Revelada» (DR)1M.
nos largo período a la muerte del fundador sectario aunque La Doctrina del Mito Personal es, obviamente, el resulta-
los dirigentes que le sigan no presenten un perfil psicopatoló- do de un clásico proceso psicopatológico de fabulación,
gico. De hecho, cuando un «líder administrativo» sucede a construido —tal como ya apuntamos anteriormente— desde
uno paranoide al frente de una dinámica sectaria destructiva, las ideas delirantes de grandeza —y/o un trastorno narcisista
ésta tiende a emprender una lenta y progresiva deriva hacia y/o paranoide— del líder, que, a más abundamiento, acaban
la normalidad, transformándose en una «secta» más, aunque siendo magnificadas, si cabe, por adeptos papanatas converti-
con comportamientos lícitos y no abusivos. Pero también dos en apologistas incansables e irreductibles. La DMP se
es cierto que en este proceso suele aflorar algún extremista conforma lenta y progresivamente en el marco de interrela-
—con perfil psicopatológico próximo al del fundador des- ción del líder —o futuro líder— con su primer círculo de de-
aparecido— que cuestiona el nuevo estilo de liderazgo y, se- votos; como regla general, este proceso se caracteriza por un
gún los casos, lo desplaza e impide la normalización del gru- crecimiento exponencial de los datos irreales, eso es que a
po, o lleva a una escisión que conduce a la formación de una medida que se incrementa la cantidad de elaboración biográ-
nueva secta destructiva... y así hasta el infinito. La historia fica fantástica que los seguidores acatan del líder, más rápida
global del cristianismo, con los matices que cada uno estime e intensamente sigue creciendo la DMP de éste (hasta llegar a
un límite que varía en función del desequilibrio de uno y la
158. C/r. González Duro, E. (1991). La paranoia. Delirios persecu- cretinez de los otros). La credulidad de los parroquianos
torios, de grandeza y otras locuras de los cnerdos. Madrid: Temas de Hoy, p. 55.
159. Entre los autores que han presentado estudios detallados y fun-
siempre es un acicate para la necesidad de fabulación de los
damentados sobre diferentes líderes sectarios y los grupos que conforma- sujetos delirantes y, para cerrar el círculo, resulta que tanto el
ron, destacan ios siguientes: Zweig, S. (1935). La curación por el espíritu. líder como sus seguidores precisan de una DMP bien ex-
Barcelona: Apolo; Ynfantc, J. (1970). La prodigiosa aventura del Qpus
Dei. París: Ruedo Ibérico; Hebert, G. (1973). Los Testigos de Jehová, su
historia y su doctrina. Madrid: La Casa de la Biblia/PPG; Cameron, C. 160. C/r. Puech, H-C (Ed.) (1979). Historia, de las Religiones Si-
(1974). Quién es Gurú Maharaj Ji. Barcelona: Bruguera; Bugliosi, V. glo XXI: Las religiones en el mundo mediterráneo y en Oriente Próxi-
y Gentry, C. (1976). Manson. Retrato de una "familia". Barcelona: Bru- mo, (I), vol. 5. Madrid: Siglo XXI; Toynbee, A. y otros (1993). El crisol del
guera; Rodríguez, P. (1985). Las sectas hoy y aquí. Barcelona: Tibídabo cristianismo. Barcelona: Labor; Rodríguez, P. (1997). Mentiras fundamen-
Ediciones; Reiterman, T. (1986). El cuervo. Barcelona: Planeta; Rodrí- tales de la Iglesia católica. Barcelona: Ediciones B; Johnson, P. (1999).
guez, P. (1988). La conspiración Moon. Barcelona: Ediciones B; Rea, W. T. Historia del cristianismo. Buenos Aires: Vcrgara.
(1988). La mentira White. Zaragoza: INOReproduecioncs; Rodrigue/,, 161. C/r. Rodríguez, P. (1984). Esclavos de un mesías (Sectas y lavado
P. (1991). Traficantes de esperanzas. Barcelona: Ediciones B. de cerebro). Barcelona: Elfos, pp. 44-52.
traordinaria para poder sentirse importante y poderoso el impone el sectarismo destructivo, no es infrecuente que los lí-
primero y seguros y bien encaminados los segundos. deres de segundo orden, a fin de ver fortalecido el ejercicio de
Una vez establecido por el propio líder el sustrato básico su autoridad, gocen también de una especie de DMP oral, de-
de su biografía delirante, suele institucionalizarse la figura de forma que cada uno de ellos sea glorificado por sus inferiores.
los «primeros discípulos», encarnada en algunos de los pri- Una de las consecuencias prácticas más rentables de cual-
meros adeptos —sujetos tan sumisos como crédulos— que, quier DMP es la de situar al líder en una posición tan elevada
dentro del relato apologético global, ocuparán una doble —física, intelectual, moral y espiritualmente— que ningún
función: 1) tener la virtud de haber creído en el líder cuando adepto podrá siquiera soñar en alcanzar jamás; por eso, una
éste todavía no había manifestado su «misión» y/o «persona- vez aceptada su «perfección sin igual» y la nadería de quienes
lidad de elegido», con lo que se justifica tanto su posición je- están por debajo de él, sus seguidores tenderán a someterse a
rárquica y «espiritual» más elevada respecto al resto de la sus dictados sin reservas ni críticas; un comportamiento, éste,
grey como su poder real —por representación— dentro del que siempre viene impuesto y reforzado por el contenido de
grupo; y 2) actuar de testigos directos y notarios de algunos la Doctrina Revelada.
de los «hechos prodigiosos» del líder que acabarán dándose La Doctrina Revelada (DR) es la segunda fuente del cuer-
por ciertos (y que, aunque ellos jamás presenciaron, en su re- po doctrinal sectario y constituye el «texto sagrado», es la
cuerdo manipulado seguirán apareciendo tal como el líder se «Verdad Absoluta» alcanzada por el líder —por sus propios
los relató en su momento)162. méritos intelectuales, por «inspiración divina», como emana-
A pesar de que en cualquier secta no suele haber más ción de su propia divinidad, etc.— y que no admite discu-
DMP escrita que la que ensalza a su fundador y primer líder, sión, dudas, ni cambios. El contenido de una DR depende
dada la estructura piramidal y fuertemente jerarquizada que de la estructura de personalidad y base delirante de su autor,
así que puede ser muy variado y casi siempre sincrético,
162. Los humanos construimos los recuerdos apoyándonos en dife-
mezclando, por ejemplo, textos religiosos tradicionales con
rentes modelos de memoria que pueden ser —y de hecho son— modifica-
dos por el paso del tiempo, la interacción de emociones y sentimientos, los nuevas y peculiares «revelaciones divinas» personalizadas;
acontecimientos estresantes y/o traumáticos, el influjo manipulador de si- o ensamblando conceptos científicos, pseudocientíficos, de
tuaciones prolongadas de persuasión coercitiva (el clásico «lavado de cere- ciencia ficción, sociales, históricos, etc. hasta perpetrar arma-
bro» que puede producirse en determinadas estructuras de personalidad
zones rebosantes de todo tipo de majaderías, que, precisa-
tras el secuestro por un grupo extremista o la pertenencia a una secta des-
tructiva), etc. Basta con que una figura con prestigio —y el líder sectario mente, son el escaparate que más atrae a los sujetos angustia-
lo es para sus adeptos— relate un hecho supuestamente acaecido y/o in- dos y/o buscadores de prodigios.
terprete desde su punto de vista delirante algo que sucede ante la presencia Esta somera mirada en torno a los rasgos de personalidad
de varios, para que uno o más de los receptores de su mensaje lo adopten
de los líderes sectarios y las consecuencias que se derivan para
como real y propio, eso es que se conviertan en testigos convencidos de
aquello que jamás observaron con sus propios ojos. La sucesiva repetición
de esos hechos manipulados ayudará a fijarlos en el recuerdo de los testigos ter extraordinario de su adorado líder. Las biografías de los líderes secta-
como una experiencia cierta, e incluso hará que cada uno le añada detalles rios —ver algunas de las más significativas en los libros propuestos en la
personales (hechos concomitantes reales, aunque insignificantes) que real- nota 159— y de algunos religiosos o políticos (en el caso de dirigentes to-
zarán su veracidad. Con el paso del tiempo y el incremento del prestigio talitarios), así como las famosas «vidas de santos», le deben su fuerza na-
del líder, esos recuerdos inexistentes se convertirán en indiscutibles para el rrativa e impacto emocional a las tabulaciones y a procesos como los cí-
sujeto que cree recordarlos...y, claro está, en prueba irrefutable del carác- l.ulos.
los grupos que llegan a controlar, puede ayudarnos a com- social —de su fragilidad— antes que de las técnicas y estrate-
prender mejor la génesis de las sectas, pero también el verdade- gias que se le apliquen163.
ro origen y la causa de su estructura y dinámica internas. Del Ello no obstante, desde inicios de la década de 1970, la
perfil de personalidad de un aspirante a líder dependen tanto el mayoría de expertos en sectas han atribuido buena parte de
motor que pone en marcha las mterrelacíones que darán lugar los problemas observados en los adeptos a la dinámica mani-
a una secta, como las concepciones estructurales y funcionales puladora que incidió sobre ellos, y éste es, en efecto, el enfo-
que mediatizarán su desarrollo. Así, pues, el diagnóstico co- que que todavía prima actualmente. Basándome en mi larga y
rrecto de la personalidad de un líder nos dará una medida bas- amplia experiencia en este campo y en los conocimientos que
tante exacta de la posible evolución del grupo que controla y poseemos actualmente sobre este particular, creo que este
de los riesgos que pueden afectar a sus adeptos. modelo explicativo no sólo es muy incompleto sino que re-
sulta obsoleto, falaz —engaña acerca de las causas principales
del problema— e ineficaz para abordar la búsqueda de solu-
15. Estrategias básicas para captar y adoctrinar ciones. Por eso, desde finales de los años 80, en todos mis tra-
a los adeptos bajos, cursos y conferencias, el bloque de «técnicas de mani-
pulación sectaria» ocupa un plano menor y muy secundario;
Si imaginamos que un determinado vendedor es también aunque, en cualquier caso, considero necesario tener algunos
un buen manipulador, podremos pensar, con razón, que su conocimientos básicos acerca de la dinámica manipuladora
eficacia comercial se incrementará y sus ingresos serán su- típica del sectarismo. Esc será el objetivo de este apartado.
periores a los percibidos por los colegas de profesión que —Mi hijo me dijo que yo no era más que una casualidad
sean honestos en el trato con sus clientes. Pero, siguiendo en en su proceso evolutivo y que si me oponía a su permanencia
la misma hipótesis, también nos daremos cuenta de que, en la secta sufriría el castigo en mi próxima vida. ¿Cómo pue-
por muy buen manipulador que sea ese sujeto, poco o nada de decir esta idiotez un estudiante de biológicas?
logrará si en el mercado al que se dirige no existe la nece- —Cuando murió su abuela, mi hija, que la adoraba, se
sidad/demanda que afirma cubrir y/o su producto no es per- negó a asistir al funeral bajo la excusa de que estaba en medio
cibido como adecuado para satisfacer la o las necesidades de un cursillo de gran contenido espiritual, que era funda-
sentidas por su clientela potencial. mental para su futuro, y que no lo podía abandonar así por
Algo muy parecido al ejemplo del vendedor ocurre con las buenas. ¡Le habían quitado todos sus sentimientos!
los procesos manipuladores que se ejercen en el marco de una —Mi esposa me amenazó con que si tenía que elegir entre
secta destructiva. La presión manipuladora dentro de un de- la secta y yo se iría con la secta y me abandonaría a mí y los
terminado grupo podrá ser intensa, bien planificada y teóri- niños. ¿Qué les hacen o les dan en esos sitios para transfor-
camente eficaz, pero servirá de bien poco si el sujeto al que se mar a las personas en robots?
intenta víctimizar no precisa comprar la oferta sectaria que se
le presenta y/o no la encuentra adecuada para colmar sus ne- 163. Máxime cuando en las sectas no se recurre —salvo poquísimas
cesidades prioritarias de ese momento. Tal como hemos excepciones— al adoctrinamiento forzado en condiciones de cautiverio,
una situación en la que, por el contrario, sí se encuentran algunos secues-
mostrado ya hasta la saciedad, la vulnerabilidad a la manipu- trados por grupos terroristas o prisioneros en campos de concentración
lación de un individuo concreto depende de su perfil psico- que son víctimas de procesos de «lavado de cerebro».
Estas frases, elegidas al azar entre las cientos que he oído muy gráfico los elementos más notables que intervienen en
pronunciar a los afectados más diversos, patentizan crudos el proceso de captación, sometimiento y despersonalización
interrogantes que llenan de angustia a las personas que sufren de un adepto sectario.
estas dramáticas situaciones sin llegar a comprenderlas ade- El camino hacía una secta comienza siempre con un suje-
cuadamente, razón por la cual la práctica totalidad de los afec- to agobiado por una pesada carga de problemas psicosociales
tados tiende a culpar a la «secta» y a la «manipulación» del ser —inmadurez, ansiedad, depresión, culpabilidad, inseguri-
extraño y monstruoso en que se ha convertido su familiar. dad, pérdida de referencias, soledad, carencias afectivas, mie-
Quieren saber «quién», pero, sobre todo, «cómo», para en- do al futuro, insatisfacción, crisis sociopersonal...—, atrave-
contrar una respuesta que rebaje su ansiedad y sentimiento de sando un momento en el que coinciden alguna situación
culpa —buscan algo que les permita ratificarse en un pensa- estresante que desborda su capacidad de aguante —una rup-
miento del tipo: «la manipulación es tan demoledora que no tura afectiva, pérdida de empleo, enfermedad, fracaso en los
podíamos hacer nada... mi [pariente] era una persona modélica, estudios, muerte de algún ser querido...— y la presencia de
pero la secta le ha sorbido los sesos y le ha destrozado la algún reclutador sectario que le ofrece calor, esperanza y, so-
vida...»—, aunque a quienes acuden a mi gabinete profesional bre todo, una vía para reducir su ansiedad y lograr el refugio
les intento hacer comprender en primer lugar «por qué» su pa- vital y la seguridad que no encuentra en su realidad cotidiana.
riente ha llegado al estado en que se encuentra y qué ventajas De esta forma tan sumamente simple, aprovechando la situa-
halla permaneciendo en él. Mucho más tarde, si acaso, aborda- ción de fragilidad de la persona, se inicia un proceso de se-
mos sucintamente el «cómo», el modus operandi que la secta ducción que intentará conducir al sujeto hacia una dinámica
ha empleado para apoderarse del control de su personalidad. de adoctrinamiento que, progresivamente, acabará por atra-
En suma, la fragilidad psicosocial es lo esencial, ya que ofrece la parle y hacerle dependiente del grupo mediante diversas es-
única puerta de entrada a cualquier proceso manipulador para trategias coactivas y técnicas de control.
que éste, cuando ya ha inundado y desbordado al sujeto, se El proselitismo sectario suele efectuarse de forma encu-
convierta en la cerradura y la llave que controlará es&puerta a bierta, ya sea a través de contactos personales en los que se
fin de que no pueda abrirse a nadie salvo al manipulador. hace prevalecer la relación de amistad/confianza para atraer a
Vayamos, pues, a echar un vistazo a los procesos de per- los neófitos —a menudo partiendo de la oferta inicial de al-
suasión coercitiva que caracterizan la dinámica funcional de gún tipo de apoyo o servicio cuando el sujeto está atravesan-
las sectas destructivas y, aunque en este trabajo no cabe des- do una situación conflictiva—, o bien mediante reclutadores
cribirlos de forma pormenorizada —para ello remitimos al que, obrando desde entidades tapadera —que con frecuencia
lector a la bibliografía recomendada—, sí será oportuno, resultan difícilmente asociables con el grupo al que pertene-
al menos, dar una pincelada del tema resumiendo algunos as- cen , ofrecen todo tipo de actividades y cursos a fin de po-
pectos básicos que ya fueron tratados en un libro anterior de der aproximarse con más probabilidades de éxito a sus objeti-
este autor164. vos; un caso habitual es el de sectarios que aprovechan sus
En el esquema 1, en la página 186, puede verse de un modo puestos laborales —particularmente en el campo de la docen-
cia—, y/o la imagen que les da el cargo que ocupan, para inten-
164. C/r. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Hdi- tar captar adictos a su grupo. El engaño, el fraude y la presión
ciones B, pp. 43-98. psicológica, empleados con mayor o menor astucia, concicn-
Esquema 1: Elementos que intervienen en el proceso de captación cía, perfidia e intensidad, son siempre pilares inevitables del
y despersonalización de un sujeto dentro de una dinámica proselitismo efectuado por las sectas destructivas (aunque no
de sectarismo destructivo.
así del practicado por la mayoría de las «sectas»).
El proceso desintegrador de la personalidad se basa en una
Inmadurez, ansiedad, depresión, culpabilidad, Inseguridad, soledad, falta de afecto,
perdida de referencias, miedo al futuro, insatisfacción, crisis sociopersonal... dinámica vital tendente a primar lo emocional sobre lo racional
—exacerbando el funcionamiento del sistema límbico en detri-
mento del área cortical del cerebro165—, es decir, que fomenta y
SUJETO CON potencia las conductas de tipo emocional, dominadas por los
PROBLEMAS sentimientos y por respuestas automáticas no controlables por
el sujeto, al tiempo que dificulta y/o impide los comportamien-
1i
tos y actitudes racionales, eso es, reflexivos, analíticos y críti-
Proceso de Oferta de refugio/seguridad
seducción •* (reductor de ansiedad) cos. Y se complementa con la aplicación rigurosa de principios
conductuales bien conocidos, como el doble mecanismo de
\
premio y castigo —popularizado a partir de los experimentos
Dinámica de Ingreso dentro del marco
adoctrinamiento de la secta
de Pavlov con perros—, unido a condiciones estresantes y a la
repetición machacona de consignas simples y claras.
\S COACTIVAS Para comprender mejor el alcance de lo recién apuntado,
ESTRATEGIAS DE CONTROL
debemos recordar especialmente lo dicho en el apartado de-
Aislamiento: corte de lazos afectivos, control de las actividades dicado a la bioquímica cerebral y los procesos adictivos. La
personales y sociales, supresión de la información objetiva, maniqueísmo, mayor concentración de neuronas dopaminérgicas, parte
control de las comunicaciones, expolio de los recursos económicos...
fundamental del sistema de recompensa cerebral —soporte
Pérdida de la individualidad al ser absorbido por una dinámica grupa! biológico de las conductas adictivas y, por tanto, de la secta-
despersonalizantc
dependencia— se encuentra localizada en el sistema límbico
—particularmente en la amígdala y el hipotálamo—, que es
Debilitamiento físico y mental
(empleo de estrategias estresantes) un conjunto de regiones primitivas, desde el punto de vista
evolutivo, que controlan la conducta emocional, el placer y el
Generación de un estado de culpa permanente dolor y diversas funciones de la memoria y del sistema vege-
tativo (responsable de las funciones viscerales del cuerpo).
Favorecimiento del comportamiento emocional en detrimento de las El conjunto de comportamientos peculiares que se obser-
pautas racionales (crítica, análisis, reflexión,..)
van en cualquier sectadependiente —e incluso algunas de sus
posibles alteraciones orgánicas de base hormonal— adquie-
Empleo del miedo y la violencia como factores cohesionantes del grupo
ren una explicación razonable si tenemos en cuenta que los
estímulos que se transmiten mediante el sistema dopaminér-
Manipulación y control de la sexualidad

165. C/r. Rodríguez, P. (1984). Esclavos de un mesías (sectasy lavado


CONVERSIÓN EN ADEPTO SUMISO AL LÍDER tic cerebro). Barcelona: Elfos, pp. 65-69.
gico —y el marco sectario, tal como ya vimos, puede actuar mentalmente, eso es forzándole a cortar los lazos naturales de
por esta vía en determinados perfiles psicosociales— inciden relación e interés respecto a las personas y sucesos cotidianos
en el cuerpo estriado (encargado de regular la actividad mo- de su entorno y llevándole hasta una especie de desconexión
tora), en el sistema límbico (responsable de las emociones), de la realidad. Esta segunda estrategia es la más habitual entre
en el hipotálamo (regulador de la secreción de hormonas de el sectarismo destructivo, mientras que el aislamiento físico
la glándula hipofisiaria) y repercuten sobre la corteza frontal sólo suele emplearse en los estadios iniciales del adoctrina-
(motor y gestor de la personalidad)166, activando conductas y miento —que es cuando hace falta concentrar la manipula-
creencias emocionales que no son filtradas ni controladas por ción para romper todas las defensas del neófito— y/o para re-
el sistema racional. El sectadependiente está subordinado a forzar la dependencia del adepto hacia el grupo.
su propia actividad bioquímica, tal como ésta es causa y re- El aislamiento total del aspirante a sectario —durante un
sultado de sus necesidades de orden emocional, pero también fin de semana o un plazo superior, habitualmente camuflado
es cierto que el empleo de tácticas de persuasión coercitiva bajo algún tipo de curso y/o actividad lúdica a celebrar en un
facilitará el desarrollo del proceso adictivo al grupo y estable- lugar apartado y/o cerrado a las influencias externas— se em-
cerá la vía que permitirá explotar al sujeto una vez convertido plea cuando se observa que éste está «maduro», que su interés
en dependiente del líder y/o grupo. comienza a sobrepasar la curiosidad para entrar en la necesi-
Siguiendo el esquema 1, que acabamos de ver, daremos dad, y se escenifica lo que en el argot de ventas se denomina
un somero repaso a algunos de los aspectos funcionales sobre «dar el cierre», forzar por la vía emocional la decisión de com-
los que se fundamenta la persuasión coercitiva que coadyuva pra. Para lograr este fin, se sumerge al candidato dentro de un
a la adhesión de un sujeto a una secta destructiva y, en último ambiente totalmente manipulado, en el que no falta detalle al-
término, le lleva hasta la sectadependencia. guno para generarle una atrayente sensación de seguridad, con-
Entre el conjunto de estrategias coactivas y de control a fianza, calor humano, perspectivas de realización Íntegra!... sin
las que se recurre con más frecuencia en un ámbito de secta- olvidarse de reforzarle el sentimiento de culpa y fracaso si no
rismo destructivo, destacaremos las siguientes: elige el camino que le está ofreciendo la secta.
1. Aislamiento del mundo exterior y/o ajeno a la secta. Cuando el aislamiento tiene por objetivo reforzar la de-
Esta reclusión puede materializarse físicamente, obligando al pendencia del adepto hacia el grupo, suele imponerse a inter-
adepto a vivir en algún lugar apartado de la sociedad, y/o valos regulares y regulados, que toman la forma de cursos o
seminarios de obligada asistencia, en particular para quienes
166. El córtex frontal es el núcleo director de las funciones cerebrales muestran un cierto distanciamiento del grupo o tibieza en sus
y, por tanto, de la personalidad de cada uno. Controla, entre otras funcio- actitudes y creencias167.
nes, la adquisición de conocimientos, el aprendizaje, la inteligencia y la
memoria. En él se asientan procesos tan fundamentales como el razona-
miento, el enjuiciamiento, la capacidad de relación y previsión, el control 167. El modelo básico de estos «cursos» se inspira en los famosos
de las emociones o la conciencia. Su desarrollo y actividad se ven muy in- «Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola», bien estudiados por
fluidos por el entorno y los procesos educativos, englobando en este últi- especialistas como William Sargant, que ya en 1959 se ocupó de investigar
mo concepto los procesos manipuladores, que no son sino vías de educa- sobre el lavado de cerebro en el campo de la política y la religión, y, al res-
ción o reeducación. Manipular, domar y educar son procedimientos que pecto, concluyó que «métodos de este tipo pueden ser empleados para ha-
se basan en estrategias similares, aunque su intencionalidad pueda ser bien cer nacer los sentimientos más nobles del alma humana, pero también
diferente. pueden ser utilizados para fines destructivos».
El concepto de aislamiento engloba una diversidad de estra-
tegias que favorecen en mayor o menor grado la manipulación cientemente elocuente como para poder ¡lustrar lo que veni-
de los adeptos y posibilitan su postración como sectadependien- mos comentando.
tes. Algunas de las más influyentes son las siguientes: a) corte El firmante de esta peculiar orden"'*, que obliga a un ma-
de los lazos afectivos del neófito, b) cancelación y/o control rido a «desconectar» —eso es romper todo tipo de relación—
de sus actividades sociales, c) supresión de toda información de su propia esposa —declarada «supresiva» por no seguir
ajena a la emitida por la propia secta, d) control de la comu- fielmente los dictados de la secta—, ¡es hermano de la «su-
nicación del adepto con su entorno, e) manipulación del len- presiva» y cuñado del implicado! Parece evidente que el afec-
guaje, f) incorporación de algún ritual de interiorización, to desaparece absolutamente bajo el imperativo doctrinal de
g) imposición de alguna marca de distinción, h) inmersión en la secta, ya sea de ésta o de cualquier otra secta destructiva.
una dinámica maniquea e i) supresión y/o control de las pro- La secta cienciológica declaró a la tal Conchi «supresiva»
piedades y recursos. —un epíteto que identifica a quienes son críticos respecto a la
a. El corte de los lazos afectivos del neófito con el mundo secta y les convierte en susceptibles de ser «caza no vedada»,
ajeno a la secta —familia, pareja, amigos, etc.— conduce a és- eso es que pueden y deben ser perseguidos y hostigados por
te hacia un estado en el que sólo aprecia y toma en considera- cualquier medio, incluyendo los ilícitos— y automáticamen-
ción aquello que procede de su grupo, despreciando todo lo te, empleando una argucia coercitiva, conminó a su marido a
ajeno. Cualquier afecto o consejo externo es rechazado y/o que la abandonase. ¿Qué fuerza tenía la secta para lograrlo?
considerado interesado, equivocado y hasta peligroso. Pues, simplemente, la que se deriva del mecanismo de la de-
La observación que reproduciremos a continuación, he- pendencia: al declarar al marido como PTS o «Fuente Poten-
cha por una ex adepta de Cienciología/Dianética, dibuja per- cial de Problemas» —para la secta, claro— se le prohibía su
fectamente este tipo de actitud manipuladora que es común a acceso a los cursos y rituales pseudoterapéuticos de Ciencio-
todo tipo de sectas destructivas. logía, de modo que, en el supuesto de que éste ya estuviese
—Primero te crean problemas con tu familia, absorbién- enganchado a la secta —y tal como haría cualquier depen-
dote como te absorben; una vez que ya han creado el proble- diente de una droga al que se le diese a escoger entre ésta y
ma con la familia, entre el individuo y su familia, ellos [la sec- cualquier otra cosa o persona—, la elección no podría ser más
ta] te dicen: «Aquí te acogemos. ¿Para qué los quieres a ellos ? que una. Con estrategias similares, el conjunto de las sectas
Ellos no te comprenden, nosotros sí. Nosotros te ofrecemos destructivas fuerza la ruptura de un sinnúmero de parejas.
la salvación, te ofrecemos amistad, te ofrecemos todo.» Es b. La cancelación y/o control de las actividades sociales
una forma de acaparar y separar. del neófito —estudios, trabajo, hobbies, etcétera—, pondrá el
Pero esta oferta tan atractiva y desinteresada, al menos en conjunto de ocupaciones que permiten relacionarnos con los
apariencia, suele implicar que quienes se la creen pueden aca- demás en manos de la secta, que pasará así a convertirse en el
bar pagando un alto precio por nada, o, más exactamente, por centro único y objetivo último de la actividad vital del adepto.
empeorar su propia situación personal y familiar. El texto c. La supresión de toda información ajena a la emitida
que mostramos en la página siguiente, reproducción literal de por la propia secta, unido al control y rernterpretación —por
uno de los cientos de documentos originales de la secta de la
Cienciología que obran en poder de este autor, parece s u f i - U.S. C/r. Rodrigue?,, P . ( l 989). El poder de las sectas. Barcelona: Edi-
lunes B, p. 90.
parte de los líderes grupales— del contenido y significado de
ORG CENTRAL DE MADRID la procedente de fuentes ajenas, corta el flujo de información
ASOCIACIÓN CIVIL DE DIANÉTICA vanada e independiente que llega hasta el sujeto y, por tanto,
le impide adquirir nuevos datos y conocimientos y/o actuali-
ORDEN DE ÉTICAS HCO 111
zar los que ya tiene; procesos, ambos, que resultan indispen-
MADRID 30 JULIO 86
BPI
sables para poder reflexionar y tomar decisiones en las mejo-
res condiciones posibles para cada uno. El limitar la fuente de
DECLARACIÓN DE PTS PARA JOSÉ A. ÁLVAREZ información y contraste a un solo foco, empequeñece la rea-
lidad del sujeto, empobrece su capacidad para analizar y re-
José A. Álvarez, estudiante de Madrid, está por la presente de- flexionar —tanto respecto a lo general como a lo particular o
clarado PTS [Fuente Potencial de Problemas]. referido a la propia esfera personal y cotidiana— y le mantie-
José Antonio está actualmente asociado [a la secta] y es el mari- ne atado a un solo universo monocolor que provee todas las
do de Conchi Coll la cual recientemente ha sido declarada per- respuestas. Esta especie de quintaesencia del pensamiento
sona supresiva por una FLEU HCO ETHICS ORDER 514 y él ha único —una amenaza bien presente hoy en día entre las ar-
mostrado su interés de no desconectar de ella. mas políticas que pretenden controlarnos desde los medios
de comunicación— abre una vía hacia la sectadependencia,
Según la HCO PL 23 dic 65 RA ACTOS SUPRESIVOS, es un
acto supresivo la continua adherencia a una persona o grupo de-
máxime cuando se da en grupos pequeños y/o muy replega-
clarado supresivo por la HCO. dos sobre sí mismos.
d. El control de la comunicación del adepto con su en-
«Cualquier PTS que falla ya sea en manejar o en desconectarse torno puede variar de una secta a otra, pero siempre es muy
de un SP que le está haciendo a él estar PTS es culpable de un estricto, cuando no absoluto, en los ámbitos de sectarismo
acto supresivo.» destructivo. En general, al sectario se le controla la corres-
pondencia y llamadas telefónicas, y/o se le asigna un acom-
LHR HCO PL 23.12.65RA ALTOS CRÍMENES.
pañante que le filtra permanentemente sufeedback —inter-
José Antonio debe manejar esta situación ya que hasta que no la cambio de información— con la sociedad. En algunas sectas
maneje le queda prohibido el entrenamiento y procesamiento en se emplea lo que se conoce como «bombardeo de amor», una
cualquier org. de Ciencíología. estrategia consistente en proporcionar una incesante sobre-
carga de afectividad al neófito a fin de exacerbar su conducta
SSIII ENRIQUE COLL
emocional y, en consecuencia, dificultarle el uso de sus pro-
DIR I&R MAD
Autorizado por el cesos racionales para poder analizar su propia vivencia, cosa
LRH COMM MAD que, en definitiva, entorpece la comunicación del adepto
ASOCIACIÓN CIVIL DIANÉTICA consigo mismo y favorece su aislamiento y posterior depen-
dencia del grupo.
ACD:FM:EC:ec e. La manipulación del lenguaje es un aspecto aparente-
(c)1986ACD
mente menor pero que resulta clave en el proceso de aisla-
todos los derechos reservados
miento sectario. Es una práctica habitual del sectarismo des-
I..1S .u'l.u.u'iimi's i'M t-ursiv.i y mtu 1 corclit'U's son ilcl .uiior.
tructivo el generar un lenguaje peculiar específico, que no manirás, letanías, repetición de versículos memorizados,
significa nada fuera del grupo en cuestión —los neologismos etc.—, tiene como finalidad dificultar la aprehensión cotidia-
de Cienciología, por ejemplo, se cuentan por cientos—, y el na de la realidad, especialmente durante los momentos de
cargar con impulsos emocionales intensos algunas palabras ocio, y encerrar al adepto entre los muros mentales de su
del vocabulario normal para variar radicalmente su signifi- propio mundo sectario.
cado. g. La imposición de alguna marca de distinción, eso es de
Usar un tipo de expresión no comprensible por los demás adoptar un aspecto externo —vestimenta, corte de pelo, etc.—
—tanto por sus conceptos como por sus significados—, y diferenciado del entorno social, que es común a muchas sec-
máxime si incorpora un plus de carga emocional169, propicia tas, supone un elemento coadyuvante para el aislamiento al
el aislamiento del adepto de su entorno social ya que éste sólo marcar una distancia sociocultural evidente que pone barre-
se siente realmente bien cuando emplea el lenguaje sectario, ras a las relaciones entre sectarios y quienes no lo son170.
mientras que el normal no supone más que una forma rutina- h. La inmersión en una dinámica maniquea, que arrastra
ria y vacua de «intercambiar palabras —según me lo expresó al adepto a percibirse a sí mismo como uno solo frente al res-
un ex sectario— con gente de la que no te importa ni interesa to del mundo, fomenta el aislamiento y la incomunicación
absolutamente nada», practicando lo que yo defino como un entre los mundos artificialmente enfrentados del Bien/Secta
«monólogo a dúo», algo que poco o nada tiene que ver con la y el Mal/Sociedad. Todas las sectas tienen epítetos descalifi-
comunicación eficaz. Además, tener una jerga común da una cadores para distinguir a los puros, ellos mismos, de los im-
sensación de exclusividad, unidad, protección y fortaleza, as- puros, el resto de la sociedad. Los Niños de Dios —o más
pectos que tienden a encerrar todavía más al adepto en su bien los grupos que han heredado su doctrina, ya que la secta
propio grupo, pero, al tratarse de un tipo de lenguaje muy como tal ha desaparecido— llaman «sistemitas» (pertene-
restrictivo —en cuanto al número de palabras usadas cotidia- cientes al sistema), a los no sectarios; los Haré Krísna los de-
namente—, también disminuye la capacidad para pensar, nominan «karmis» (apegados al disfrute material y, por ello,
sentir y reflexionar (cuantos menos conceptos y matices em- condenados a pagar un alto karma}\a Iglesia Fénica los de-
pleamos en nuestro vocabulario habitual, menos afinamos en nomina «humanos»; Raschimura los define como «mundo
nuestra percepción de la realidad y, en consecuencia, peor la par»; Moon lo hace como «mundo caído»; la Iglesia de la
analizamos y comprendemos). Cienciología contrapone cienciólogo y «wok» (perteneciente
f. La incorporación de algún ritual de interiorización, tal a la sociedad materialista); etc. La idea es bien simple: sólo el
como se hace en bastantes sectas —recurriendo a oraciones, mundo de la secta es deseable, todo lo demás es despreciable,
cuando no peligroso.
i. La supresión y/o control de las propiedades y recursos
169. Todos los conceptos relacionados con consumos y conductas
adjetivas van cargados con un fuerte componente emocional que se dispa-
ra en el interioi del adicto con sólo mencionarlos, produciendo el efecto 170. Estas barreras serán más o menos infranqueables en función de
de recordar y reforzar la necesidad de repetir el consumo o la conducta de la imagen pública de cada grupo en cuestión —cuanto peor sea su fama,
la que se es dependiente. Y lo mismo le ocurre a un sectadependiente con mayor será la distancia social y psicológica que impondrá la diferencia-
decenas de palabras y actos específicos pertenecientes al ritualizado uni- ción externa— y de la mayor o menor cerrazón de los miembros de la so-
verso de la secta destructiva a la que pertenece. ciedad con la que interactúen.
del adepto, eso es de sus fuentes de supervivencia, deja a éste que redunda en favor del manipulador y, aunque es una es-
sumido en un marco de inseguridad y de total dependencia, trategia propia de los grupos más extremistas, no es infre-
actual y futura, de la secta, viéndose forzado a permanecer cuente. Este debilitamiento puede ser causado por estados
aislado en ella ya que no cuenta con otros recursos para po- agudos de estrés, dietas alimenticias insuficientes —en las
der sobrevivir. Las sectas destructivas, una vez que han aisla- sectas destructivas comunitarias son corrientes la ingesta ex-
do al sujeto de su entorno social y le han hecho cortar los la- cesiva de energizantes como azúcares e hidratos de carbono y
zos con su gente, tienden a adueñarse de sus propiedades las deficiencias en proteínas y algunas vitaminas—, períodos
mobiliarias e inmobiliarias —objetivo que logran con estra- de descanso también insuficientes —pocas horas de sueño y/
tegias muy diversas: contraprestaciones, donaciones, inver- o en situaciones harto incómodas—, excesivas horas de acti-
siones, cesiones...— y hacen otro tanto con sus ingresos lí- vidad desenfrenada —laboral, ritual, etc.— y, en algunas sec-
quidos —sueldos, pensiones, etc.—, de los que se pueden tas, agresiones sensoriales conducentes a estadios de trance
apropiar total o parcialmente, en función de circunstancias más o menos profundo que acaban reduciendo la percepción
muy diversas, aunque tampoco es infrecuente que fuercen su y voluntad del sujeto.
supresión —haciendo renunciar a un empleo o al cobro de En general, puede decirse que al incrementarse el nivel de
una pensión o subsidio— a fin de que el adepto pase a depen- estrés decrece el control de la actividad sensorial y, con él, se
der exclusivamente del grupo y no mantenga lazos exteriores produce un deterioro del intelecto. Además, tal como ya vi-
de ningún tipo. mos, cuando los niveles de estrés superan los que un individuo
2. La supresión de la individualidad es otro aspecto bási- es capaz de controlar, comienza a alterarse el funcionamiento
co del proceso manipulador que venimos esquematizando. de los tres neurotransmisores del «bienestar» —serotonina,
Bajo este enunciado queremos significar el hecho de que la noradrenalina y dopamina— y se tiende a desembocar en con-
identidad individual acaba perdiendo toda o gran parte de su ductas adictivas, de ahí que el tipo de debilitamiento orgánico
fuerza y queda relegada, si no sustituida, por una poderosa y citado pueda favorecer la sectadependencia.
omnipresente identidad social, que es la conformada por y 4. La prohibición de razonar, hecha de forma implícita o
desde el propio grupo y que se referencia a él en exclusividad. explícita, pero siempre de manera efectiva, impide la crítica
En el apartado 13 ya tratamos con más amplitud esta cues- del dogma sectario y de las conductas —a menudo poco o
tión de la búsqueda de identidad social. Cuando se elimina la nada aceptables— de los dirigentes. En la práctica totalidad
personalidad individualizada se produce una notable pérdida de las sectas se han desarrollado imposiciones como el clásico
de referencias que deja al sujeto en manos de sus manipula- «cuarto principio regulativo» de los Haré Krisna, de obli-
dores; pero, también, en virtud del funcionamiento de las di- gado cumplimiento, que prohibe la «especulación mental»
námicas de grupo, al fundirlo en una unidad biológica —la sec- —un concepto que en los últimos años suele interpretarse de
ta, fuente de su identidad social— de la que pasa a ser parte una manera menos restrictiva que durante las dos primeras dé-
integrante —como un músculo dentro de un organismo vi- cadas de vida del grupo—, o el artículo 10° del Reglamento para
vo—, se amplificará su comportamiento emocional en detri- miembros de Nueva Acrópolis, que ordena, «abstenerse [en to-
mento del racional, una conducta que, como ya sabemos, pone dos los casos] de toda crítica a los Dirigentes e Instructores».
el fundamento principal de todo proceso manipulador. Este modo de proceder —amordazando la mente de los
3. El debilitamiento orgánico del adepto es otro factor adeptos—, es uno de los sellos que caracterizan al sectarismo
desde la noche de los tiempos. Yendo un poco hacia atrás en 5. La culpabilización continuada del adepto es uno de los
la historia, pero sin necesidad de remontarnos hasta sectaris- aspectos más demoledores que actúan en el proceso manipu-
mos medievales, podemos encontrar perlas de irracionalidad lador. Genera una ansiedad existencial que provoca la pérdi-
sectaria tan evidentes como la que figura en las actas de un da de referencias, dificulta alcanzar un estado equilibrado y
proceso judicial contra los Testigos de Jehová —caso Dou- hace del adepto un ser fácil de dominar y someter por quie-
glas Walsh, Escocia, 1954—, donde se transcribe el interroga- nes —líderes y adeptos más antiguos— se han arrogado un
O •* ' *-*

torio realizado a Hayden C. Covington, consejero jurídico estándar de pureza o perfección más elevado que el suyo. La
de la secta, en estos términos; culpa y la ansiedad, tal como mostramos en el capítulo III,
—¿Si un miembro de los Testigos de Jehová se daba cuen- son el núcleo de cualquier proceso adictivo.
ta por sí mismo de que esa profecía [la segunda venida del Se- 6. Otra estrategia habitual en las sectas destructivas con-
ñor en 1874] estaba equivocada y así lo decía debía ser des- siste en la utilización de los denominados «clichés» a modo de
asociado? —se le preguntó al abogado de la secta. filtros que interfieren en la apreciación de una parte determina-
—Sí, si así lo decía —respondió, seguro, Covington— y da de la realidad cotidiana. Los clichés son frases cortas, con-
continuaba persistiendo en crear desorden, porque si toda la tundentes y claras, diseñadas en base a los límites ideológicos
organización cree una cosa, incluso aunque sea errónea, y al- de la secta, que pueden sustituir los elaborados procesos de ra-
guien más comienza, por sí mismo, a tratar de imponer sus ciocinio empleados habitualmente para aprehender y analizar
ideas, entonces hay desunión y desorden... Nuestro propósi- los acontecimientos que nos rodean. El contenido de un cliché
to es que haya unidad. aporta las supuestas causas explicativas de algún hecho e impo-
—¿Unidad a toda costa? ne una determinada posición y/o reacción ante el mismo. Por
—Unidad a toda costa —ratificó Covington. absurdo que pueda parecer el contenido de un cliché y la reac-
—¿Una unidad basada en una aceptación forzada de la ción que alienta, la conducta desarrollada por un adepto ante
falsa profecía? —siguió interrogando el fiscal. una circunstancia determinada —que esté contemplada en su
—Ésta se reconoce como verdad —atajó Covington. correspondiente cliché— seguirá las pautas fijadas por éste an-
Un comportamiento tan cerrilmente acrítico como el que tes que las derivadas del proceso de análisis y reflexión que
delata la posición del tal Covington —y que sigue priman- empleamos normalmente para tomar decisiones.
do entre los Testigos de Jehová actuales—, es prototípico de 7. El empleo del miedo y la violencia como elementos co-
todo fanatismo sectario sin excepción. La crítica lleva al adep- hesionantes del grupo es también un factor común en los pro-
to hasta un estado de duda o «pecado» que se aparece como la cesos de persuasión coercitiva que se dan dentro de las sectas
antepuerta de la inseguridad y de la ansiedad de la que quiso destructivas. Existen muy diversos grados y fórmulas para
huir al vincularse a la secta; y siente que no hay otra forma de ejercer la coacción sobre los adeptos de una secta, pero en to-
eludir el dolor que le depara su cotidianidad que no sea asu- dos los casos sirven para cerrar filas sobre el grupo, evitar de-
miendo todo lo que le ordena el grupo. Este asentimiento sin serciones y/o denuncias, e incrementar el nivel de rendimien-
crítica posibilita que cualquier sectadependiente pueda reali- to de los adeptos, tanto en cuanto a su actividad proselitista
zar casi todo tipo de actividades —incluso delictivas— en be- como respecto a su productividad laboral ó económica en gene-
neficio del líder/grupo sin que asome en su mente ni sombra ral. En algunos grupos, y respecto a determinadas estructuras de
de duda acerca de su conducta y/o de sus consecuencias. personalidad, se llega a desencadenar la aparición de fobias con-
tra el mundo externo ajeno a la secta; estos comportamientos fó-
bicos materializan la respuesta no consciente al miedo que la secta
infunde en sus adeptos ante cualquier expectativa de abandonar
el grupo o vincularse a personas ajenas a él, y sirven al fin inte-
resado de dificultar enormemente las posibilidades del sujeto
para elegir libremente su vida y para poder abandonar el grupo
opresor.
8. La manipulación y control de la sexualidad de los
VI
adeptos, ya sea reprimiéndola o fomentando la promiscui-
dad, es, finalmente, otro de los elementos indispensables para
Problemas que pueden derivarse de la
poder amplificar los efectos neurotizantes del proceso adoc-
afiliación a una secta destructiva
trinador sectario. Mucho se ha escrito ya sobre los efectos de
la manipulación de la sexualidad y su incidencia en la genera-
ción de personalidades neuróticas y sumisas, así es que no va-
16. Toda dependencia exige pagar un precio
mos a insistir aquí en ello171.
Conocer la forma en que todos los elementos descritos
Estar sometido continuamente a una dinámica de persua-
han podido actuar sobre un sujeto sectario nos ilustrará acer-
sión coercitiva y vivir en un estado de dependencia, tal como
ca de «cómo» se produjo su proceso de claudicación en favor
es el caso de buena parte de los adeptos de sectas destructivas
de la secta que le patronea, pero, insistimos en ello, el «por
—pero no así del de cualquier adepto de una «secta»—, pue-
qué», las razones fundamentales que le llevaron hasta su sec-
de llegar a causar una serie de trastornos psicosociales más o
tadependencia, no las encontraremos en la operativa manipu-
menos importantes que, básicamente, estarán en función de
ladora del grupo sino, precisamente, en todo aquello que la
tres factores variables:
secta ya se encontró hecho cuando topó con su víctima, eso
a) El perfil psicosocial previo del sujeto.
es en el perfil de personalidad previo del sujeto, en los ele-
b) Su grado de integración en algún marco de sectarismo
mentos psicosocíales que le hicieron particularmente frágil
destructivo.
ante los avatares de la vida y, por ello, que le convirtieron en
c) Las características de la secta y de la dinámica manipu-
un ser vulnerable a la manipulación y susceptible de caer en
ladora empleada por ésta.
conductas dependientes.
Así pues, una misma secta destructiva podrá causar efec-
tos diferentes y/o de distinta consideración y gravedad en
adeptos distintos; en otros miembros no llegará a ocasionar
171. Dado el peso que tiene la esfera de lo afectivo-sexual en la vida ningún tipo de alteración significativa; y, en sujetos con pro-
humana, el lector que quiera conocer más detalles sobre este ámbito puede
consultar una amplia bibliografía especializada. En relación al tema par-
blemáticas psicosociales específicas, puede acabar convirtién-
ticular que nos ocupa, puede ser de interés la consulta de obras como: dose, incluso, en un marco positivo para ellos.
Reich, W. (1974). La función del orgasmo. Buenos Aires: Paidós; Rodrí- En los casos, relativamente frecuentes, en los que el secta-
guez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Ediciones B; o Rodrigue/., rio ya padecía previamente algún tipo de patología psíquica
P. (1995). La vida sexual del clero. Barcelona: Ediciones B.
notable —generalmente no aflorada aún con síntomas que la
delatasen y/o no diagnosticada—, la dinámica grupal de la quiátrico. En la primera versión del DSM-III de la Sociedad
secta destructiva —en particular su entorno delirante— pue- Psiquiátrica Americana, publicado en 1980, en su epígrafe
de actuar en un doble sentido: como marco contenedor de la 300.15 ya aparecía descrito el denominado «Desorden Disocia-
psicopatología, contribuyendo positivamente a mantener al tivo Atípico»173. Actualmente, el DSM-IV, en su última revi-
sujeto controlado y equilibrado o, hecho más habitual, como sión, cataloga el «Trastorno disociativo no especificado» como
desencadenante que activa la psicopatología previa y lleva al «una categoría para los trastornos en los que la característica
sectario, sumido en una crisis psicótica, hasta un centro psi- predominante es un síntoma disociativo (p. cj., alteración de las
quiátrico. funciones normalmente integradas de la conciencia, memoria,
Conviene no olvidar estas observaciones cuando haya identidad, o de la percepción del entorno) que no cumple los
que valorar el estado y/o riesgo que puede correr algún criterios para el diagnóstico de trastorno disociativo específi-
miembro de una secta. Ni se pueden generalizar los síntomas co. Los siguientes ejemplos incluyen: (...) 3. Estados disociati-
y/o alteraciones que describiremos; ni debe crearse un alar- vos que pueden presentarse en individuos que han estado so-
mismo perjudicial y falto de fundamento —básicamente por metidos a períodos de prolongada e intensa persuasión
parte de supuestos expertos que ven peligros por todas partes coercitiva (p. ej., lavados de cerebro, modificación del pensa-
y asustan a las familias afectadas anunciándoles males sin miento o indoctrinación en sujetos cautivos)»174.
fin—; ni se debe atribuir a una secta destructiva los efectos Resulta muy clarificador el hermanamiento de síntomas
que sólo son debidos a una psicopatología —tanto por razo- entre las víctimas de distintos tipos de cautiverio —que el
nes de exactitud diagnóstica como por la necesidad imperio- DSM-III especificaba con más claridad al añadir «mientras han
sa de no equivocar y/o retrasar el tratamiento preceptivo—. estado en poder de terroristas o sectas»— ya que, en definitiva,
Son ya demasiadas las ocasiones en las que, ante familiares patentiza la equivalencia de resultados finales de dos procesos
empeñados en culpar del estado de su hijo/a, pareja o parien- que violentan a la persona, la despojan de sus derechos, y la
te a una «secta», he tenido que adoptar una actitud enérgica sumergen en un universo cerrado y coaccionante donde la pro-
para convencerles de que debían dejar de ver a su pariente pia supervivencia depende únicamente de la voluntad/magna-
como a un «sectario» —y cejar en su empeño de querer so- nimidad de los captores y de la capacidad de sumisión a todos
meterle a una terapia específica— y enfocar el problema des-
de una perspectiva psiquiátrica, ya que la conducta anómala 173. El «Desorden Disociativo Atípico» figuraba definido en ese ma-
observada era debida a una psicosis172 y no a la «manipula- nual normativo como «una categoría residual a utilizar para aquellos su-
ción sectaria». jetos que demuestren tener una Perturbación Disociativa, pero que no
se ajustan a los criterios de una Perturbación Disociativa específica. Los
En cualquier caso, puntualizado lo anterior, debemos to-
ejemplos comprenden los estados parecidos al trance, desrealización no
mar en consideración también que hace ya años que algunas acompañada de despersonalización y aquellos estados disociados más
de las consecuencias psicopatológícas de la pertenencia a una prolongados que pueden darse en personas que han estado sujetas a perío-
secta destructiva están catalogadas como un trastorno psi- dos de prolongada e intensa persuasión coercitiva (lavado de cerebro, re-
forma del pensamiento y adoctrinamiento, mientras han estado en poder
de terroristas o sectas}».
172. La psicosis es un trastorno psíquico grave que afecta de un 174. C/r. American Psychiatric Associatíon (1995). DSM-IV: Ma-
modo total a la personalidad y conducta del sujeto, con perturbación del nual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Mas-
juicio, de la voluntad y de la afectividad. son, pp. 502-503, epígrafe F44.9 [300.15].
sus deseos y consignas por parte de la víctima que, finalmente, adeptos de sectas destructivas suelen darse alguno/os de los
rompe sus resistencias y mecanismos defensivos y es trans- trastornos que, en lenguaje gráfico y comprensible, relaciono
formada en un ser vitalmente identificado con las ideas y obje- a continuación:
tivos de los terroristas —es lo que se conoce también como
«Síndrome de Estocolmo»— o con las de los sectarios. Incremento de las pautas de rigidez en el carácter.
Las diferencias entre ambos procesos, en todo caso, no Disminución drástica del sentido del humor.
van mucho más allá del simple matiz: en los grupos terroris- Tendencia al reduccionismo maniqueo de la realidad.
tas se utiliza abiertamente la violencia física y las amenazas de Incremento de la pasividad personal y de la dependen-
muerte, además de la tortura psicológica, para lograr la des- cia de terceras personas.
personalización de sus víctimas, mientras que en las sectas Deterioro progresivo de la emocionalidad, que se vuel-
destructivas no suele emplearse más que tácticas de presión ve lábil, distante, achatada, falta de espontaneidad y os-
emocional y sutiles amenazas contra valores y conceptos cilante entre la depresión y la euforia.
subjetivos, tales como «segundad», «expectativas de futuro», Alteración de las pautas habituales de atención y per-
«verdad», «esperanza», «amor», «salvación», «proyecto», cepción al estar selectivamente focalizadas por el estre-
etc., que representan necesidades emocionales básicas, y/o cho —y emocionalmente intenso— marco doctrinal de
que la coacción manipuladora ha hecho interiorizar como la secta.
imprescindibles para la supervivencia propia y ajena. Transformación de la propia personalidad con pérdida
Al margen de los problemas que pueden englobarse bajo la progresiva de rasgos caracteriales definitorios en favor
etiqueta diagnóstica del «trastorno disociativo», cabe recor- de pautas de identidad dominantes en el grupo sectario
dar que estamos tratando con conductas dependientes y que («robotización»).
—tal como podemos intuir fácilmente basándonos en proble- Dificultad para tomar decisiones.
máticas más conocidas como las de las adicciones a drogas o al Dificultad para expresar necesidades de forma con-
juego— cualquier tipo de adicción acaba pasando una factura creta.
psicológica y social elevada. A veces demasiado elevada. Dificultad para concentrarse y para fijar la atención so-
bre algo concreto.
Deterioro de la capacidad para realizar juicios objeti-
17. Trastornos psíquicos y físicos vos e independientes.
Capacidad intelectual más o menos mermada (se satu-
El conjunto de alteraciones que, con múltiples combina- ran muy fácil y rápidamente las facultades de percep-
ciones en cuanto a cantidad y calidad, dibujan el amplio y no ción y análisis).
siempre bien definido perfil mórbido de sectarios y ex secta- Problemas de memoria.
rios, conforman lo que en 1982 comencé a denominar como Pérdidas del sentido de realidad.
SSD (Síndrome de Secta Destructiva)175. En general, entre los Alteración severa de la jerarquía de valores anteriores
al ingreso en la secta.
175. C/r. Rodríguez, P. (1984). Esclavos de un mesías (sectas y lavado Desidentificación severa con el propio pasado biográ-
de cerebro). Barcelona: Elfos, pp. 131-142. fico.

in/1
• Regresión infantil (infantilización de rasgos del carác- 18. Deterioro de la dinámica social
ter, actitudes y hábitos, retroceso en la calidad de la es- y de las relaciones interpersonales
critura e, incluso, aniñamiento de algunos rasgos del
rostro). —Durante los tres años que he pasado en la secta dejé mis
• Ralentización del proceso evolutivo personal (se corta estudios universitarios, perdí un chollo de trabajo que tenía,
y/o dificulta extremadamente el proceso de madura- me pulí todos mis ahorros, me peleé con mi novia y amigos,
ción y se instala al sujeto en la inmadurez). me enfrenté con toda mi familia y hasta me he puesto gordo y
• Incremento de las tendencias narcisistas (presunción, fofo de las porquerías que comíamos allí —se lamentaba un
vanidad, falta de autocrítica, despreocupación, egola- ex sectario al poco de dejar su grupo—. Ahora me encuentro
tría, etc.). absolutamente solo, desorientado, ante un mundo que me
• Aparición de estados alterados de conciencia (flotacio- parece que ha cambiado horrores sin darme yo cuenta, y con
nes), junto a episodios de disociación, alucinaciones, una familia que intenta apoyarme pero que no entiende nada
ideación delirante o paranoide, obsesiones, etc. de nada de lo que me ha pasado durante todo ese tiempo en
• Desarrollo de cuadros netamente psicopatológicos. que anduve de salvador de la humanidad.
• Trastornos del apetito, peso y vitalidad. La experiencia de vincularse estrechamente a una secta
• Trastornos hormonales. destructiva no sólo puede afectar al equilibrio psíquico y
• Trastornos de la conducta sexual. emocional y a las capacidades intelectuales del sectario, tam-
bién puede dañar de forma considerable todo su proceso so-
Todas estas alteraciones no son fruto de una causa mórbi- cializador y sus relaciones interpersonales.
da única —salvo si tomamos por tal el propio concepto de La propia dinámica aislante, que es consustancial a toda
secta destructiva—, sino que son el resultado combinado de secta destructiva, lleva a minar y/o romper —todos o buena
diferentes procesos lesivos que, para un terapeuta, tienen parte de ellos— los canales de comunicación y lazos afectivos
etiologías, diagnósticos y tratamientos diversos y específicos. básicos de cualquier sujeto: familia, amigos y pareja.
A estos problemas, además, debe añadirse los que suelen apa- Pertenecer plenamente a una secta destructiva es incom-
recer al abandonar la secta, debidos a diferentes causas que patible con el mantenimiento de relaciones y afectos norma-
veremos en el capítulo XIV —y que, en ocasiones, están aso- lizados con personas ajenas al grupo —máxime si se mues-
ciados o pueden derivarse de un trastorno por estrés postrau- tran críticas respecto a la secta—, ya que esta doble militancia
mático17^—. En la III parte de este libro analizaremos con afectiva y comunicativa del neófito le mantendría en contacto
más detalle los posibles abordajes terapéuticos del SSD. con la realidad —es decir, con las dinámicas más o menos ra-
cionales y lógicas que caracterizan la vida cotidiana—, le res-
taría tiempo y fuerza para dedicarse a la secta —puesto que
pasaría buena parte de su tiempo haciendo actividades diver-
sas con familiares, pareja, amigos o compañeros—, le obliga-
ría a mantener una jerarquía de valores y prioridades en la
176. C/r. American Psychiatric Association (1995). DSM-fV: Ma- que el grupo perdería su omnipresencia y su exclusividad y,
nual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Mas-
son, pp. 434-440, epígrafe F43.1 [309.81]. en definitiva, supondría un obstáculo insalvable para que la

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secta destructiva pudiese adueñarse del control de la perso- cionales dentro de la propia secta: el líder pasa a ser único y
nalidad del sujeto y pasase a manipularle y explotarle a su auténtico «padre» —y así se le denomina y considera en infini-
conveniencia. dad de sectas—, el propio grupo asume el papel de madre —o
Por estas razones, lo primero que hace cualquier dinámi- seno materno—, los compañeros ascienden a la categoría de
ca de sectarismo destructivo es intentar dominar y controlar «hermanos» y «amigos» —los únicos posibles y deseables—
todo el entorno afectivo del sujeto mediante estrategias tales y, entre ellos, tiempo después, podrá encontrarse una pareja
como: «digna»... toda la gente de fuera del grupo ya no contará para
a. Forzarle progresivamente a que sólo se reúna e inter- nada; a lo sumo, si las relaciones no son demasiado tensas, los
cambie criterios con los miembros de la secta, e intentar que familiares podrán ser merecedores de alguna visita somera,
pase la mayor parte del tiempo acompañado por algún adep- pero si se oponen a la secta ¡ni saludarles por la calle!
to convencido que actúe como filtro y atempere sus relacio- Los perjuicios que se derivan de este aislamiento afectivo
nes con los no sectarios. sistemático son tan obvios que no merecen más comentarios.
b. Asociar progresivamente a todas las personas ajenas al Siendo todavía más graves cuando al sectario, además, se le
grupo a conceptos negativos —«son materialistas», «están en conmina a abandonar sus estudios, trabajo, actividades de
el error», «son ateos», «son católicos practicantes», «son in- ocio, etc.; o en el caso de mujeres, amas de casa en particular,
capaces de conocer y querer la verdad», «sólo quieren tu mal, que ya de por sí tenían pocos o nulos contactos e intereses
puesto que desean que seas como ellos para que no pongas en fuera de los de su propia secta, familiar.
evidencia su hipocresía»...— y, en consecuencia, dañar su —No me di cuenta de que mi mujer estaba en contacto
credibilidad hasta hacerles perder cualquier posible influen- con la secta hasta pasados dos años, entonces, de repente, em-
cia sobre el neófito. pecé a no comprender nada. Ya no era ella, estaba fría, distan-
c. Ahogar progresivamente los sentimientos de afecto y te, decía cosas raras, pegaba a los niños, cosa que antes nun-
amor existentes con las personas ajenas al grupo —«el amor de ca había hecho, salvo en alguna ocasión merecida; se negó a
tus padres no es más que puro egoísmo», «ellos no te quieren, mantener relaciones sexuales porque decía que aquello era
te poseen», «tus padres no son más que un accidente biológico «fornicación» y a Dios no le gustaba... no hubo forma de sa-
para que tu estés hoy aquí», «tus padres nunca han hecho nada carla de su estado. La separación fue muy dura para mí, pero
importante por ti, sólo te han dado dinero, pero nunca se han fue inevitable.
ocupado de tu alma», «tu pareja sólo está contigo por la segu- Cuando uno de los miembros de una pareja es adepto de
ndad económica que le das, pero es un lastre para ti y para tu una secta destructiva y el otro no, o bien uno convence al
evolución», «tus amigos son gente vacía, que sólo piensa en otro para dejar la secta o para entrar ambos en ella, o la convi-
pasarlo bien y en utilizarte, pero no te aportan nada»...—para, vencia se va tornando tan tensa e imposible que suele acabar
tras quedar congelados*77, ser sustituidos por objetivos emo- por romperse definitivamente.

177. Nótese que empleo a propósito el concepto «congelados» al re- neo-sentimientos forzados que le inculca la secta. En diferentes momen-
ferirme a los sentimientos del sectario hacia su mundo afectivo anterior, y tos, durante su vida en el grupo, o durante el proceso terapéutico de recu-
no sin motivo. Durante el proceso manipulador y de dependencia, los sen- peración, esos sentimientos congelados afloran parcialmente —por moti-
timientos previos no llegan a destruirse del todo, sino que van siendo en- vos muy variados— y pueden ser restaurados —descongelados— si se dan
cerrados bajo pesadas losas de resentimiento y su lugar es ocupado por los las circunstancias adecuadas.
El mundo de la secta destructiva va estrangulando pro- Vivir con penurias, en una situación más o menos lace-
gresivamente la dinámica social del adepto, dejándole sin rante de marginación, o enfocar el suicidio, son posibilidades
apoyos personales y afectivos al margen de sus compañeros a las que pueden verse abocadas algunas personas que, inca-
sectarios —que sólo seguirán apoyándole en la medida en paces de seguir dentro de la secta, por los motivos que sean, o
que éste acate los deseos del líder; en caso contrario, le volve- expulsados de ella, intentan rehacer sus vidas sin los apoyos
rán la espalda y le dejarán absolutamente solo y abandona- externos a los que tiempo atrás renunciaron cuando fueron
do—, haciéndole perder años preciosos para su formación captados por una secta destructiva.
—al conminarle a dejar sus estudios y/o alejarse de cualquier Sin embargo, para quienes puedan recuperar todos o par-
otra actividad cultural o formativa—, y limitándole sus posi- te de esos apoyos, la situación no será tan grave, ni mucho
bilidades de supervivencia económica —al hacerle dejar su menos, aunque habrán pagado un precio altísimo y siempre
trabajo habitual, renunciar a la pensión del marido (en casos excesivo por una experiencia sectaria que, si bien pudo ser
de mujeres separadas y con niños; a fin de evitar que el ex enriquecedora en algunos aspectos, al fin y al cabo no hizo
marido pueda tener noticias de la vida y del lugar de residen- más que sacarles de la angustia para instalarles en el vacío.
cia de la sectaria y sus hijos), al forzarle a vender sus posesio-
nes (particularmente bienes inmobiliarios y fincas rústicas)
y/o donarlas al líder/grupo, al forzarle a dilapidar sus aho- 19. Problemática de los menores insertos
rros en beneficio de la secta, etc.—. El empobrecimiento en sectas
afectivo y social del adepto crece en proporción directa al
tiempo de afiliación al grupo. Los menores pueden pasar a estar bajo el control de algu-
Todo este cúmulo de dificultades no sólo serán una ba- na secta en la medida en que sus padres o tutores legales se
rrera para poder abandonar la secta, sino que, igualmente vinculen a algún grupo de esta naturaleza, de forma que sean
grave, se convertirán en problemas más o menos terribles insertos en él a edades más o menos tempranas o que ya naz-
cuando el sectario haya dejado el grupo e intente rehacer su can dentro del mismo. Hoy en día las sectas destructivas ya
vida en la sociedad normal y corriente. no captan menores de edad al margen de sus padres —aun-
—Cuando yo me fui a trabajar para la secta tuve que re- que no resulta imposible que reclutadores sectarios puedan
nunciar —ni siquiera me dejaron solicitar una excedencia— a entrar en contacto con ellos y mentalizarles para ingresar en
un puesto fijo que tenía en xxx [una entidad bancada]. Du- el grupo tras la mayoría de edad—, pero, ello no obstante, en
rante los cinco años que pasé en la secta trabajé como un bu- nuestro entorno sociocultural encontramos numerosas ex-
rro, no gané nada y gasté todos mis ahorros. Hoy, tres años cepciones en algunos grupos católicos sectarios que sí lo ha-
después de haber abandonado la secta, me paso el día en casa, cen habitualmente, maniobrando a espaldas de los padres
aburrido y angustiado. No hay forma de encontrar trabajo. para manipular a los menores más frágiles a fin de que aban-
Mis amigos y mi novia de antes, y hasta mis propios herma- donen sus familias y se unan a ellos al llegar a su mayoría de
nos, no quieren saber nada de mí, y yo casi les comprendo edad; este tipo de actuación suele realizarse, con total impu-
porque en mi estupidez sectaria les traté muy mal y les des- dicia e impunidad, desde centros de enseñanza y/o de ocio
precié. Tengo 30 años y mi futuro es tan desesperante que un gestionados directa o indirectamente por esos grupos reli-
día de éstos voy a hacer alguna locura. giosos.
Son muchos y vanados los problemas que pueden afectar ción de su propio perfil de personalidad previa). Y a la in-
a los menores sectarios y, como es lógico suponer, su valora- versa: cuanto más normalizado sea un núcleo familiar, me-
ción y gravedad dependerá de la edad del menor, de las con- nos problemas supondrá la integración dentro de cualquier
diciones socio-afectivas en que se desarrolle, de su proceso secta.
evolutivo/formativo y socializador y de la dinámica interna A fin de cuentas, en las familias sectarias ocurre exacta-
propia de cada secta destructiva. Pero, sin ningún género de mente lo mismo que en las que no lo son, siendo norma en
dudas, tal como está evidenciando la compleja investigación, ambas tipologías el hecho de que a medida que se incrementa
todavía en curso, que sustenta el trabajo para la tesis doctoral el nivel de conflicto y desestructuración dentro de un núcleo
en Psicología de este autor178, el elemento más influyente a la familiar, peores tienden a ser las condiciones disponibles por
hora de valorar los problemas de un sujeto criado en un con- ios hijos para poder madurar y socializarse adecuadamente
texto sectario será, precisamente, el perfil psicosocial de sus en su seno; un proceso lesivo que, al lastrar a los sujetos afec-
padres y el tipo de interrelación que ha caracterizado al nú- tados con pautas y mecanismos psicosociales deficientes,
cleo familiar en cuestión. Los datos obtenidos y analizados incrementa sobremanera en ellos —tal como ya vimos en
hasta la fecha demuestran que los problemas descritos por los apartados anteriores— el riesgo de sucumbir ante procesos
sujetos investigados, en relación a sus épocas de infancia/ado- manipuladores, dinámicas adictivas o frente a meras circuns-
lescencia —vividas en un entorno familiar sectario—, así co- tancias personales y/o sociales que no suponen apenas pro-
mo los percibidos respecto a su edad adulta, se relacionan, blemas para la mayoría.
básicamente, con efectos derivados y atribuibles a los dife- Si recogemos en un solo listado el conjunto de dificulta-
rentes modelos de interacción familiar vividos, que, a su vez, des más frecuentes que suele encontrarse entre los menores
dependieron, fundamentalmente, del perfil psicosocial de los insertos en sectas destructivas, veremos que, al margen de la
padres. Una secta determinada podrá tener una estructura, relación de trastornos derivados del SSD —ya citada ante-
prácticas e imposiciones objetivamente lesivas, pero, en cual- riormente—, los menores pueden verse afectados también
quier caso, el que éstas lo sean más o menos para el desarrollo por una serie de problemas, mucho más específicos, entre los
de un menor en concreto dependerá del papel jugado por los que destacaremos los siguientes:
padres.
En general, cuanto más desestructurado y/o disfuncional • Dependencia muy acusada del grupo, generada y refor-
sea un núcleo familiar, más deficiente podrá llegar a ser el zada al diluir las figuras de los padres biológicos y per-
proceso de maduración y socialización de los hijos y, justo sonificarlas en el líder (que juega el rol paterno) y en el
por esto, más incidirá, para bien o para mal, la doctrina y propio grupo o líder consorte (que adquiere la función
dinámica de la secta a la que se pertenezca (que también in- materna).
fluirán más o menos negativamente en los padres en fun- • Falta de estímulos cognitivos suficientes.
• Carencias afectivas.
178. Esta Tesis Doctoral se desarrolla en el Departamento de Psico- • Baja autoestima.
logía Social de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona.
• Dificultades para adaptar las reacciones emocionales al
La investigación, titulada Procesos de maduración y socialización de los hi-
jos dentro de un contexto familiar sectario urbano, está dirigida por los entorno.
doctores Ferran Casas Aznar y José Manuel Cornejo Álvarez. • Tendencia acusada hacia la inestabilidad emocional.
• Represión de los sentimientos, con tendencia hacia la toda prevención será poca179. Durante el embarazo, la mala
frialdad emocional. dieta, el agotamiento y el estrés de la madre sectaria —facto-
• Falta de sensibilidad o hipersensibilidad. res que se dan en algunas sectas de tipo comunitario—, uni-
• Frecuentes pautas de ansiedad anómala y poca capaci- dos a la insuficiencia de controles médicos —un aspecto fre-
dad para contenerla. cuente en no pocos grupos de muy diferentes ideologías—,
• Tendencia a la depresión.
• Hiperactividad e hiperexcitabilidad.
179. Para ampliar información al respecto puede consultarse el capí-
• Sumisión extrema y patológica. tulo titulado «Jóvenes y menores en sectas» en Rodríguez, P. (1989). El
• Inhibición social incapacitante. poder de las sectas. Barcelona: Ediciones B, pp. 99-123; la ponencia de
• Tendencia a la irritabilidad. Shírley Landa «Niños en sectas. Sus relaciones familiares y su educación»
en Asociación Pro Juventud (1988). Las sectas como problema social. Po-
• Exceso de realismo.
nencias presentadas y comunicados. Actas del Primer Congreso Inter-
• Pérdida de identidad personal. nacional sobre Sectas y Sociedad. Barcelona: Asociación Pro Juventud,
• Proceso de aprendizaje y adaptación al medio social pp. 77-83; o el capítulo «Rescatar a los niños» en Sínger, M. T. y Lalich, J.
mediante pautas de tipo autoritario/inhibitorio exclu- (1997). Las sectas entre nosotros. Barcelona: Gedisa, pp. 249-267. Entre la
bibliografía en inglés que trata el tema de menores en sectas, sugerimos la
sivamente.
lectura de: Marón, N. (1988). «Family environment as a factor in vulnera-
• Deficiente y/o anormal proceso de socialización. biüty to cult involvement.» CultícStudies Journal, vol. 5 (1), pp. 23-43; Ke-
• Falta de aprendizaje de una serie de habilidades básicas lley,S.J. (1988). «Ritualístic abuse ofchildren: Dynamics andimpact.» Cul-
para sobrevivir en una sociedad abierta. tic Studies Journal, vol. 5 (2), pp. 228-236; Greene, F. (1989). «Litigating
child custodywithreligious cults.» Cultíc Studies Journal, vol. 6(1), pp. 69-
• Relación problemática con el entorno social (miedos u
75; Halperin, D. A. (1989). «Cults and children: The role of the psychothe-
odios genéricos e infundados hacia él, etc.). rapist.» CulticStudiesJournal^ol. 6(l),pp. 76-85; Anderson, C. L. (1990).
• Baja integración social. «The adolescent ex-cultist: A nursing staff challenge.» hsues in Compre-
• Carencias educativas y aculturación más o menos severas. bensive Pediatric Nttrsing, vol. 13 (3), pp. 231-237; Van-Dam, H. (1991).
«Vulnerability of adolescents and young adults to "cult" phenomena.» En
• Fracaso escolar.
Greenspan, S. I. (Ed.), Pollock, G. H. (Ed.) y otros (1991). The course of
• Educación en pautas de conducta anticonstitucionales Ufe: Adolescence, vol. IV. Madison: International Universitíes Press,
(sexistas, clasistas, racistas, discriminatorias en general, pp. 301-311;Jones, D. P. (1991). «Ritualism and chüd sexual abuse.» Child
contrarias a las libertades protegidas, promotoras de Abuse andNeglect, vol. 15 (3), pp. 163-170; Maléame, V. L. y Burchard,
J. D. (1992). «Investigations of child abuse/neglect allegations in religious
violencia...).
cults: A case study in Vermont.» Behavioral Sciences and the Law, vol. 10
• Pautas de conducta sexual anormales para una determi- (1), pp. 75-88; Lloyd, D. W. (1992): «Ritual child abuse: Definitions and
nada edad. ,\ssumpúons.» Journal of Child Sexual Abuse, vol. 1 (3), pp. l-14;Lango-
• Lesiones diversas debidas a malos tratos por acción u ne, M. D. y Eisenberg, G. (1993): «Children and cults.» En Langone,
M. D. (Ed.) y otros (1993). Recoveryfrom cults (help for victíms ofpsycbolo-
omisión (palizas, abandono afectivo, dieta inadecuada
gical and spiritual abuse). New York: W. W. Norton & Co., pp. 327-342;
y/o insuficiente, estrés, falta de higiene y/o de cuidados Mcl-'arland, R. B. y Lockerbie, G. (1994). «Difficulties in treating ritually
médicos u otros, etc.). .ihused children.» Journal of Psychobistory, vol. 21 (4),pp. 429-434; Kelley,
S. J. (1996). «Ritualistíc abuse of children.» En Briere, J. (Ed.), Berliner,
I,, (luí.) y otros (1996). The APSAChandbook on childmaltreatment. Thou-
Los niveles en los que una secta destructiva puede afectar
s.uid Oaks (CA): Sage Publications, pp. 90-99; Halperin, D. A. (1996).
la vida y futuro de un menor son tantos y tan delicados que -(luli.s and children: A group dynamic perspective on child abuse withm
podrán incidir negativamente en el desarrollo final del feto. enísimo las posibilidades de supervivencia y autonomía del
En los primeros años de vida, las carencias afectivas, la futuro adulto.
insuficiencia de estímulos cognitivos para desarrollar las fa- Cuando los medios de comunicación y/o algunos exper-
cultades intelectivas, el sometimiento a pautas formativas ex- tos —particularmente religiosos— abordan la situación de
tremas —autoritario-inhibitorias o demasiado laxas—, los los menores insertos en sectas, suelen afirmar que los abusos
malos tratos físicos y/o psicológicos, las condiciones estre- sexuales son poco menos que una norma dentro de este ti-
santes y generadoras de neurosis y ansiedad, la mala nutri- po de grupos, pero, afortunadamente, esta presunción no es
ción, etc., llevarán a desarrollar personitas con alteraciones cierta. Los casos en los que se han detectado abusos sexuales
emocionales y deficiencias intelectivas —puede que también a menores dentro de sectas son escasísimos y siempre consti-
orgánicas— de diferente gravedad que, en cualquier caso, tuyen una excepción —conducta aislada de algún sujeto en
acabarán conformando adultos inmaduros, con insuficientes concreto— dentro de la dinámica general del grupo. Habi-
habilidades sociales, y con problemas de estabilidad emo- tualmente se presenta como «corrupción de menores» lo que
cional. no es sino un tipo de educación sexual que choca con la re-
Las limitaciones —prohibiciones, de hecho— que las sec- presiva visión católica dominante, o se extiende hasta los me-
tas destructivas imponen a sus miembros para forzar que los nores, sin ninguna razón, prácticas sexuales que sólo son
hijos no se relacionen —eso es jueguen, compartan lecturas, propias de los adultos180.
fiestas, cine, ocio...—, o lo hagan apenas, con otros menores Es verdad que, en nuestro contexto sociocultural, hay un
ajenos al grupo, acaban por generar aislamiento, tensiones, altísimo porcentaje de menores que sufren abusos sexuales
traumas —a menudo se sienten y son señalados como «niños —entre un 28 % y un 33 % de las mujeres son víctimas de
diferentes», sin llegar a comprender la visión maniquea de la ellos antes de llegar a los 15 años y alrededor de un 10% de
vida que les imponen sus padres— y deficiencias notables en los hombres pasa por lo mismo—-, pero también está demos-
el proceso de socialización que, a la postre, les limitará en trado que entre un 75 % y un 80 % de esos delitos sexuales
mayor o menor medida sus posibilidades de futuro. son cometidos por adultos conocidos del menor, que en la
El hecho, habitual en muchas sectas destructivas, de que mayoría de los casos son familiares suyos181.
se conmine a los adolescentes a abandonar sus estudios cuan- Por otra parte, los críticos católicos de las sectas harían bien
do cumplen los 16 años —eso en el supuesto de que lo hicie- en mirar hacia dentro de su propio colectivo ya que, según da-
sen hasta esa edad, que en algunos grupos se evita la escolari-
zación exterior y los menores no obtienen sino enseñanzas 180. Aunque también es cierto que, en determinadas sectas comu-
nitarias, esas prácticas sexuales de los adultos pueden realizarse con insu-
internas muy básicas e insuficientes—, y se les impida acce- ficiente discreción —por problemas de espacio— y ser observadas por
der a niveles de estudios universitarios o especializados, su- algunos menores —una posibilidad que ocurre también en millones de
pondrá también un hándicap fundamental que reducirá mu- hogares no sectarios—, dando lugar a los pocos casos en que se ha obser-
vado conductas sexuales precoces entre menores que «jugaban a lo mismo
que sus padres». Sin duda eso indica una dinámica de formación de los hi-
cults.» En Kymissis, P. (Ed.), Halperin, D. A. (Ed.), y otros (1996). Group
jos poco cuidadosa, pero no implica, ni mucho menos, episodios de co-
therapy with chitaren and adolescents. Washington: American Psychiatric
rrupción y/o uso sexual de los menores por parte de los adultos.
Press, pp. 353-366; Stein, A. (1997). «Mothers in cults: The influence of
181. Cfr. Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos
cults on the relationship of mothers to their children.» Cultic Studícs Jour-
nal,vo\. 14(1), pp. 40-57. (El drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B.
tos referidos a España, procedentes de una investigación reali- En fin, retomando el hilo de este apartado, sea como fue-
zada desde la Universidad de Salamanca182, el 9 % del total de re —y aun reconociendo el derecho que tiene todo padre a
los abusos sexuales cometidos sobre varones y el 1 % de los su- educar a sus hijos según sus creencias—, la formación de un
fridos por mujeres ha tenido como protagonista a un sacer- menor dentro de un marco de sectarismo destructivo, por lo
dote. El clero católico, a juzgar por estos y otros muchos datos apuntado anteriormente, resulta siempre inadecuado y a me-
similares procedentes de países distintos, es el colectivo pro- nudo inadmisible, puesto que conculca buena parte de sus
fesional que protagoniza más abusos sexuales a menores183. derechos reconocidos y violenta una personalidad absoluta-
No cabe duda de que podemos y debemos acusar a las mente frágil e indefensa ante las negligencias —inevitables
sectas de muchos comportamientos criticables, cuando no cuando se da una situación de sectadependencia en los proge-
delictivos, pero los abusos sexuales a menores no suelen es- nitores— y los abusos manipuladores de los adultos.
tar, de momento, entre sus hábitos cotidianos. Y esto es algo
que debe quedar claro para acabar, de una vez por todas, con
el pánico que algunos expertos inducen en quienes, separa-
dos de su cónyuge sectario, reciben el anuncio de que los hi-
jos que conviven con el otro progenitor están en riesgo de ser
corrompidos sexualmente. Puede ser que esos hijos corran
riesgos notables en parcelas fundamentales para su desarrollo
—una posibilidad que debe corregirse y evitarse—, pero difí-
cilmente van a convertirse en objetos sexuales.

182. C/r. López, F. (1994). Abusos sexuales a menores. Lo que recuer-


dan de mayores. Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales.
183. C/r. Rodríguez, P. (1995). La vida sexual del clero. Barcelona:
Ediciones B. En este estudio, a partir del análisis de una gran base de datos
sobre sacerdotes españoles actuales de los que se tienen datos ciertos acer-
ca del tipo de relaciones sexuales que han mantenido —un conjunto que
representa una muestra de algo más del 1 % del total del clero español, un
tamaño muestral que la hace más que adecuada y significativa para poder
extraer una aproximación estadística generalízable—, se evidencian los si-
guientes comportamientos sexuales: un 60 % del total del clero mantiene
relaciones sexuales y, dentro de este conjunto, un 26 % soba a menores,
un 20 % realiza prácticas homosexuales, un 12 % son homosexuales y un
7 % comete abusos graves a menores. Las preferencias de los sacerdotes
que mantienen actividad sexual se distribuye como sigue: un 53 % se rela-
ciona sexualmente con mujeres adultas, un 21 % con varones adultos, un
14% lo hace con varones menores de edad y un 12 % con mujeres meno-
res de edad. Las razones de esta realidad obedecen a una serie de causas
estructurales de la Iglesia que repercuten negativamente en la estructura
psicosocial del clero; remitimos al lector interesado en profundizar en este
aspecto al estudio citado y a la bibliografía que se reseña en el mismo.
PARTE II
ESTRATEGIAS PARA
PREVENIR EL SECTARISMO
Vil

Cómo pueden actuar los padres para evitar


que algún hijo se convierta en sectario

20. Menores autodestructivos

«Si no sabes adonde vas, acabarás en otra parte.»


Suelo citar a menudo esta frase, que fue famosa allá por la
bulliciosa década de los años sesenta, para significar algo que
es de mero sentido común: cualquier actividad que se realice
sin conocer bien lo que se lleva entre manos no puede condu-
cir más que a logros casuales y/o a situaciones no deseadas. Y
eso es, precisamente, lo que les ocurre a muchísimas familias,
que actúan a ciegas con sus hijos y acaban por encontrarse
ante adolescentes, jóvenes y adultos tan alejados de las expec-
tativas paternas que surge necesariamente la pregunta terri-
ble: ¿Pero, qué hemos hecho mal? Y la respuesta —si no que-
remos engañarnos a nosotros mismos desviando las culpas a
terceros—, no será menos terrible: ¡Se cometieron excesivos
errores en demasiados aspectos fundamentales!
—Yo he pasado toda mi vida volcada en ayudar a mis dos
hijos —me contaba una madre—, les he educado lo mejor
que he sabido, les he dado muchas de las cosas que mis pa-
dres nunca me dieron a mí y, sin embargo, el mayor se metió
en una secta y no quiere saber nada de nosotros. ¿Cómo pue-
de ser que me haya salido un hijo así, tan diferente a su otro
hermano?
Esta pregunta —fruto de una situación muy común entre jes que coinciden, poco más o menos, con los de los países de
familias afectadas por problemas de drogas, sectas, suicidio y nuestro entorno socioeconómico y cultural— nos lleva a la
otras tendencias autodestructivas—, no tiene una respuesta paradoja de una sociedad que, incluso siendo muy consciente
única ni fácil, aunque, en todo caso, sí estará relacionada, al de la incapacidad del sistema familiar para asumir global y
menos, con las tres realidades complementarias que apunta- correctamente sus obligaciones, en su inmensa mayoría no
mos seguidamente. hace nada —ni a nivel individual ni social— para mejorar esta
1. Cada individuo tiene una sensibilidad diferente que, lamentable situación. Y, si bien es cierto que no suele prepa-
ante los estímulos ambientales en que está sumergido —co- rarse a la gente para ser padres, cuando alguien asume serlo
mo, por ejemplo, todo lo que un hijo recibe de sus padres y debería adquirir también el compromiso y la responsabilidad
las vías y maneras que caracterizan esos aportes (afectivos, de hacerse cargo de su nuevo rol de la mejor manera posible,
materiales, conocimientos, pautas, etc.)—, le lleva a reaccio- eso es formándose para ello.
nar de un modo distinto al del resto de personas —herma- Durante años he conocido a innumerables padres, con
nos— sometidas al mismo marco de relaciones interpersona- problemas graves en uno o varios hijos, que, al preguntarles
les; y éste es un aspecto fundamental para poder explicar las si alguna vez habían leído algún libro o revista especializados
diferentes estructuras de personalidad que se decantan a par- sobre el mundo de los hijos o habían asistido a algún curso o
tir de pautas formativo-educativas formalmente idénticas. conferencia sobre el tema, me han dado un rotundo no por
2. Aunque sea a un nivel no consciente, los padres suelen respuesta. «Los libros buenos son caros y no se encuentran
tratar a cada uno de los hijos de forma muy diferente (discri- fácilmente», «trabajamos mucho y no tenemos tiempo para ir
minando individualmente preferencias, apoyos, presiones y a conferencias»... suelen decir, pero la lógica de un pequeño
rechazos más o menos intensos y evidentes, etc.). cálculo matemático les deja en evidencia inmediatamente: un
3. La falta de una preparación suficiente en los padres les «buen» libro es más barato que un aperitivo dominical, y con
impide darse cuenta de sus pautas formativo-educativas erró- lo que gastan anualmente en tabaco y revistas —de puro coti-
neas y de los efectos negativos que producen sobre cada uno lleo— podrían comprar más de un centenar de libros; por
de sus hijos, al tiempo que les priva de poder controlar las di- otra parte, cualquiera de los dos progenitores pasa al menos
ferencias entre hermanos que quizá ellos mismos, inadverti- unas mil horas al año sin hacer nada de nada. ¿Cuestión de
damente, están creando y potenciando; en consecuencia, se dinero?, ¿no hay tiempo?, les vuelvo a preguntar, ¿o es que
pierde la oportunidad de poder prevenir, evitar o corregir pensaban que un hijo es como un geranio, al que basta con
unos efectos lesivos que sólo se verán al cabo de algunos regar, abonar, podar y fumigar de vez en cuando, para que dé
años, cuando afloren junto a algún comportamiento conflic- flores regularmente?
tivo. Evidentemente, un hijo no es una planta de jardín, pero en
Datos procedentes de diferentes encuestas oficiales mues- muchísimas familias, en su práctica cotidiana, los hijos tienen
tran que alrededor de un 60 % de la población española con- un trato similar, si no peor, al que recibe cualquier inquilina
sidera que las personas que tienen su primer hijo no están de maceta. Los padres suelen azorarse ante este ejemplo, ya
preparadas para ser padres o madres; y un 50 % piensa que, que les lleva directamente hasta una dimensión de responsa-
en general, los padres no están suficientemente preparados bilidad personal que, hasta entonces, habían eludido culpan-
para ejercer su función. Esta apreciación —en unos porcenta- do a terceros —la secta, el traficante de drogas, las malas com-
pañías,...— del estado de su hijo/a. Pero no se trata, en ningún de alto riesgo, drogas o sectas —que actualmente van en
caso, de culpabiiizar a los padres —cosa que no serviría más aumento progresivo— no son hechos aislados e independien-
que para empeorar una situación familiar que ya de por sí no tes entre sí; antes bien al contrario, no pueden comprenderse
es demasiado buena—, sino de volver a situar en su punto adecuadamente si no se los interrelaciona a partir de una si-
adecuado las diferentes responsabilidades que han generado tuación previa —y común— profundamente carencial y lesi-
el problema que les aflige. Sólo cuando se es consciente de los va respecto a la formación de la personalidad de sus prota-
errores puede llegarse a remontarlos y subsanarlos. Darse gonistas, y de la inmersión permanente de éstos en un estado
cuenta de que uno «le falló» a sus propios hijos es muy duro de conflicto social generalizado; que serían ios elementos bási-
de asumir, pero es la única vía adecuada para intentar resolver cos para conformar lo que denomino un «menor autodestruc-
los comportamientos lesivos que muchos —casi siempre por tivo», que ya definimos anteriormente como una estructura de
ignorancia— perpetran contra su progenie. personalidad —construida desde la infancia— debilitada por
En general, la situación en ta que se desarrollan los meno- diversidad de pautas formativas y educativas erróneas que lan-
res actuales es mala sin paliativos, tal como demostré en un zan al sujeto hacia la búsqueda de reductores de ansiedad ex-
estudio que analizaba globalmente la problemática del mun- tremos, haciéndole perder el control de los mismos hasta caer
do infanto-juvenil 184 , y a cuyas páginas remito al lector que en dinámicas de dependencia más o menos profundas y auto-
desee comprender en profundidad esta lamentable realidad destructivas.
que ayudamos a conformar entre todos los adultos. Será ob-
vio, por tanto, que la diversidad de actuaciones familiares —y
sociales— lesivas acabarán repercutiendo muy negativamen- Nada es inevitable si se actúa del modo adecuado
te en la maduración de la personalidad de los hijos y, sin duda
alguna, serán el punto de arranque de una diversidad de si- Los errores paternos, máxime cuando son muchos, gra-
tuaciones autodestructivas que aparecerán durante la adoles- ves y sostenidos en el tiempo, conducen siempre, de forma
cencia o juventud —principalmente— a partir de desencade- inevitable, hacia daños más o menos importantes en la es-
nantes psicosociales diversos. tructura de personalidad de los hijos. En unos casos confor-
Los episodios de violencia, suicidio, adicciones a juegos marán menores autodestructivos que estallarán en diversidad
de conflictos de mayor o menor envergadura cuando lleguen
184. C/r. Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos
a la adolescencia y juventud; en otros, conducirán hacia adul-
(El drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B. En esta investi- tos con diferentes carencias, problemas y limitaciones para
gación se analizan todos los tipos de maltrato paterno (físico, psicológico, poder vivir de una forma suficientemente autónoma y plena.
alimentario, huidas del hogar, etc.), sus causas y características de los Pero, sea como sea, lo cierto es que este posible cuadro de
autores; los conflictos y abusos sexuales sobre menores dentro y fuera de
la familia; la explotación infanto-juvenil a través del consumismo, la publi-
perjuicios y desventuras siempre puede evitarse —o minimi-
cidad, los medios de comunicación, el trabajo ilegal o la venta de meno- zar sus efectos negativos— si se hace algo al respecto.
res para adopción; los graves problemas que se derivan de un mal uso Debe empezarse a actuar desde el mismo momento en
del ocio, la televisión y los juguetes; y la incidencia que tiene todo ello que uno se vuelve consciente del problema, pero hay que ha-
en la generación de lo que se perfila como un «menor autodestructivo» y
en sus comportamientos característicos: suicidio, violencia, toxicomanías,
cerlo con unas mínimas garantías y bajo algunas pautas y es-
sectarismo, juegos de alto riesgo y delincuencia. trategias a seguir, es decir, después de haber adquirido unos
conocimientos suficientes para poder entender, valorar y 21. Cualquier familia no es un hogar
cambiar las actitudes inadecuadas dentro de las relaciones pa-
terno-filiales. Es preciso tener siempre muy presente que el ser huma-
Dado que en este trabajo —por límites de espacio— sólo no, desde su nacimiento, va configurando su personalidad
nos centramos en la problemática sectaria, no será posible su- —que se forma y madura— y sus estrategias para enfrentarse
gerir pautas adecuadas y específicas para la prevención de las con la realidad a través de una constante interacción con el
otras conductas autodestructivas que hemos mencionado medio ambiente que le circunda, siendo el familiar el primero
como interrelacionadas —en su génesis— con el conflicto y más importante de todos. Por tanto, de la calidad de ese en-
que nos ocupa; por ello, creemos indicado recomendar al lec- torno social pasará a depender, en buena parte, el equilibrio
tor que busque y consulte libros que puedan aportarle una de su vida futura y de ciertas parcelas clave para la supervi-
guía básica interesante acerca de los problemas que sean de su vencia, como, por ejemplo, la sociabilidad y la adaptabilidad
interés o incumbencia185, y/o que se asesore mediante exper- a las condiciones cambiantes y/o estresantes que caracterizan
tos en campos concretos si el problema ya es suficientemente cualquier dinámica humana. Un menor que se desarrolle en
evidente e importante. un ambiente afectivo correcto evolucionará mucho mejor
En todo caso, conviene recordar que no basta con reco- que otro que lo haga en una situación deficitaria. Madurará
nocerse responsable de algún que otro desaguisado formati- más deprisa en los aspectos intelectivos y de control motor, y
vo y educativo para que las cosas empiecen a cambiar auto- hasta se desarrollará mejor en diversidad de aspectos pura-
máticamente. Para evitar lo inevitable hay que ponerse a mente biológicos186.
trabajar a muchos niveles y de forma continuada y prolonga- La inmensa mayoría de los padres están convencidos de
da. No es difícil hacerlo, pero requiere comenzar por hacer que su relación afectiva con los hijos es correcta, pero esa ilu-
cambios en uno mismo y en la forma como percibe y trata a sión no siempre se corresponde con la realidad. No basta con
los demás. Sólo los cambios asumidos íntima y sinceramente desear o creer que se ama a un hijo/a, lo fundamental es ha-
por uno mismo podrán tener la facultad de inducir cambios cerlo de forma que el hijo/a tenga efectivamente la certeza o
de actitud en los demás. la sensación de ser querido/a, cosa que no sucede tan a menu-
do como cabría esperar. Y los hijos del desamor son los que
acaban engrosando la amplia nómina de sectarios, toxicóma-
nos y demás dependientes de cualquier sociedad.
185. A título de sugerencia, puede ser de utilidad la lectura de libros Parir no es necesariamente un sinónimo de amor mater-
como los que se relacionan a continuación: Bayard, R. T. y Bayard, J. no, ni implica siempre la presencia de éste. De hecho, cuando
(1988). ¡Socorro! tengo un hijo adolescente. Madrid: Temas de Hoy; Fu-
nes, J. (1990). Nosotros, los adolescentes y las drogas. Madrid: Ministerio un hijo/a nace sin ser deseado/a —y ésta es la situación de
de Sanidad y Consumo; Spock, B. (1990). Cómo ser padres hoy. Barcelo- casi un cuarto de la población española—, por mucho que sus
na: Martínez Roca; Herbert, M. (1992). Entre la toleranciay la disciplina.
Barcelona: Paidós; Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros 186. Cfr. Rodríguez, P. (1993). Qtté hacemos mal con nuestros hijos
hijos (El drama del menor en España,). Barcelona: Ediciones B (en la bi- (/•'.I drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B, pp. 27-49. En el
bliografía de este libro se indican más de 150 trabajos sobre el mundo del CApftulo titulado «La violencia psicológica deja las peores cicatrices» se
menor); Curian, M. (1999). De niños a hombres: cómo acompañara nues- estudia a fondo la influencia de diversidad de disarmonías afectivas fami-
tros hijos en su crecimiento. Buenos Aires: Javier Vergara Editor. li.u't's sobre la personalidad de los hijos.
progenitores se empeñen en simular lo contrario, la criatura de relación interpersonal que existen entre todos los miem-
percibirá desde muy temprano el rechazo materno y/o pater- bros de la familia nuclear y, en su caso, comenzar las modifi-
no y ello afectará a su desarrollo afectivo y motor, marcándo- caciones necesarias. Obtener ayuda externa de un terapeuta
le indeleblemente para siempre. familiar —preferiblemente de orientación sistcmica— podrá
Los menores deficitarios de afecto experimentan muchas facilitar bastante la tarea cuando los comportamientos le-
decepciones y viven en un conflicto interno y externo casi sivos ya están muy enquistados dentro de la dinámica fa-
continuo, ya que han tenido grandes dificultades para mani- miliar.
festar sus impulsos y para poder expresarse en su entorno de
modo armónico y espontáneo. Por esta causa puede darse en
ellos una superior confusión y un mayor desajuste entre el 22. Con la mirada puesta en la prevención
plano de los deseos y el de la realidad concreta, originándose
un desequilibrio básico permanente que les puede llevar a —Mi hijo mayor está metido en una secta, pero sigue vi-
instalarse en conductas psicopatológicas. viendo en casa y hace que nuestra vida familiar sea una espe-
La personalidad de los padres, por otra parte, es un factor cie de infierno continuo. Yo ya tengo pocas esperanzas de
crítico para la maduración integral de los hijos, ya que repre- poder sacarlo de ahí, pero me aterroriza que haga entrar en la
senta el modelo más cercano e importante que tiene el menor secta a su hermana, la mediana, que siempre le ha idolatrado
en sus primeros niveles de desarrollo. Por eso, cuantas más y que ahora, incluso con todo lo que estamos pasando, sigue
deficiencias presenten los padres —pautas elevadas de auto- estando de su parte —se lamentaba un padre, carcomido por
ritarismo, laxitud, hostilidad, baja autoestima, incapacidad el miedo y la incertidumbre.
afectiva, bajo control emocional, etc.— mayor riesgo de fra- Cuando nos referimos al comportamiento humano no se
gilidad correrá la personalidad de los hijos. puede hablar de fórmulas infalibles y generalizabas para to-
Las crisis permanentes dentro de la pareja —hostilidad, do el mundo, ya que los conflictos se desencadenan a partir
peleas, gritos, falta de afecto, etc.— son también otro de los de una multiplicidad de elementos que se combinan de forma
elementos que repercuten muy desfavorablemente sobre la peculiar y con diferentes resultados en cada sujeto, pero sí
personalidad de los hijos. De hecho, diferentes estudios han pueden relacionarse una serie de pautas y actitudes que, en
demostrado que los hijos de parejas separadas padecen me- general, son propiciatorias de problemas —genéricos o especí-
nos trastornos psicológicos que los de parejas en crisis que ficos— o, por el contrario, causa de soluciones y/o de normas
permanecen unidas a pesar de sus cotidianas desavenencias y preventivas amplias o puntuales. Es evidente, por tanto, que
disputas. cuanto más evitemos las conductas lesivas y más fomentemos
Debería descartarse, en principio, la común idea de que las constructivas, mayores posibilidades tendremos de que las
cualquier estructura familiar es ya un hogar por el simple he- cosas vayan de la mejor manera posible para todos.
cho de ser tal. Los sistemas familiares disfuncionales compar- Para la prevención del sectarismo debemos basarnos ne-
ten un espacio común, evidentemente, pero los hijos difícil- cesariamente en todos los elementos de predisposición o
mente podrán tomar por un «hogar» el cúmulo de sinsabores riesgo que conforman la personalidad presectaria —descrita
que tienen que sufrir cotidianamente. en el apartado 8— y, sobre ellos, adoptar los cambios de acti-
Lo primero que habrá que revisar, pues, serán las pautas t u d que sean necesarios para corregir los errores formativos
que lesionan la personalidad de los hijos, y/o emprender las 1. Evitar cualquier tipo de maltrato a los hijos, ya sea
actuaciones oportunas para evitar que daños ya causados éste físico o psicológico, entendiéndose por este último
puedan arrastrar a un hijo/a, en el futuro, hasta alguna situa- «tanto las muestras de hostilidad verbal crónica, en forma de
ción autodestructiva como la sectadependencia. insulto, burla, desprecio, crítica o amenaza de abandono y/o
Como un primer acercamiento a la mentalidad preventiva, constante bloqueo de las iniciativas infantiles por parte
sugerimos al lector que retroceda unas páginas y vuelva a leer de los miembros adultos de la familia, como el vacío emo-
—lo más pausadamente posible— los apartados 8, 11 y 12, cional creado por una persistente falta de respuestas pa-
prestando especial atención al listado de elementos que confi- ternas a las demandas de afecto y proximidad hechas por el
guran la personalidad presectaria y al de demandas que dibu- menor»188.
jan el perfil de una asociación ideal. Después de hacerlo, de- 2. Evitar las carencias afectivas y la falta de atenciones
téngase a reflexionar un rato sobre todo ello en relación a su paternas, implícitas o explícitas, que distancien física y/o
propia situación y la de sus hijos —y/o la de su parej a—, y for- emocionalmente al hijo/a del entorno de sus progenitores,
múlese algunas preguntas acerca del conocimiento real que impidiendo así que se forme o fortalezca el vínculo paterno-
tiene acerca de ellos en el momento actual: ¿sabe cómo son y filial y el sentimiento de seguridad que le va asociado. Tam-
cómo se ven a sí mismos ?, ¿ qué piensan de la vida, del futuro, bién debe impedirse el extremo contrario, que lleva a mimar
de su familia, de su situación, de sus estudios, de sus amigos, de excesivamente al hijo/a y suele desembocar en actitudes so-
los acontecimientos de actualidad...?, ¿está al tanto de sus pro- breprotectoras igualmente lesivas.
blemas cotidianos y de cómo intentan resolverlos?, ¿puede 3. Evitar ía generación de vínculos sobreprotectores en el
imaginarse cuál sería su reacción ante diferentes situaciones hijo/a (las madres son especialmente proclives a ello) —que
estresantes y/o que les causen un disgusto profundo?... Haga acaban dañando su capacidad de autonomía e incrementan su
un primer balance, saque conclusiones provisionales y pónga- necesidad de dependencia—, estimulando con buen criterio
se nota (no se preocupe si suspende, pero no caiga en la tenta- sus iniciativas; responsabilizándole, según su edad, de dife-
ción de la autocomplacencia puesto que engañarse a sí mismo rentes actividades que le competan —tareas del hogar, deci-
es infinitamente peor). Luego, siga leyendo desde este punto. siones en compras, gestiones administrativas menores, etc.—;
dándole un margen de autonomía suficiente para que pueda
aprender de sus propias experiencias —y de sus fracasos, cla-
23. Veinticinco actitudes para la prevención integral ro está—; alentando sus éxitos; etc.
4. Evitar, sobre todo durante los primeros años de vida,
Cualquier familia puede prevenir en gran medida —por la dilución de las figuras materna y/o paterna —que son fun-
no decir totalmente— el riesgo de sectarismo de sus hijos si damentales para la adquisición de modelos de conducta du-
adopta con ellos, desde su niñez, las 25 actitudes que relacio- rante el proceso de maduración—, ya sea por ausencia física
namos a continuación,187.
1 real, por presencia mínima en el hogar y/o junto al hijo/a, o
por existir una relación paterno-filial muy débil o de escaso
187. Las estrategias de prevención que se exponen en este capítulo y
los siguientes están basadas en la experiencia profesional de este autor y
fueron sistematizadas como tales para servir de base a un curso de preven- I K 8 . C/r. Rodrigue?,, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos
ción integral, dirigido a padres y educadores, desarrollado en el año 1987. (/•'/ drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B, pp. 31.
peso. Lo más habitual es que sea deficitaria la presencia del caracteriza el medio social en general y el escolar en par-
padre, generando el llamado síndrome de «ausencia del pa- ticular.
dre», que se traduce en notables problemas de madurez psi- 9. Fomentar desde un buen principio la existencia de una
co-emocional. comunicación fluida entre padres e hijos, potenciando las re-
5. Evitar el empleo de pautas educativas extremas, ya laciones de confianza mutua que permitan estar al lado del
sean éstas excesivamente autoritarias o laxas —habitualmente hijo/a —sin adoptar actitudes policiales que siempre resultan
asociadas a padres con problemas personales, inseguros e in- muy contraproducentes— cuando surgen en éstc/a las pri-
capaces de gestionar su propio entorno y el de sus hijos—, y meras dificultades, no cuando los problemas ya se han des-
sustituirlas por dinámicas más dialogantes y, al tiempo, su- bordado y/o cronificado. Cualquier situación que para un
ficientemente robustas como para ser capaces de servir de menor represente un problema, ya es objetivamente un pro-
soporte y guía para que el hijo/a adquiera una estructura de blema, aunque a los adultos pueda parecerles una tontería o
personalidad y límites que le capaciten para ser un ente autó- una nimiedad. Los menores deben tener la sensación de que
nomo e independiente. Es decir, proveer de un sistema de va- sus padres les comprenden y de que son lo suficientemente
lores, referencias y normas que sea sólido, coherente, razona- importantes para ellos como para que les escuchen y deseen
ble y socializador, que evite las dificultades de adaptación al estar a su lado en los momentos difíciles. Es preciso escuchar
medio social y/o la tendencia al desarraigo socio-cultural ge- y compartir más y mejor entre padres e hijos, ya que con ello
neralizado. no sólo se ayuda muchísimo a madurar a éstos, sino que,
6. Evitar educar a los hijos dentro de marcos ideológicos también, se hace prácticamente imposible que un hijo/a se re-
extremistas y/o excluyentes, ya sean éstos políticos, religio- lacione, aunque sea de modo superficial, con cualquier diná-
sos o de cualquier otro tipo. Y, en la misma línea, evitar toda mica autodestructiva o de riesgo sin que sus padres se den
tendencia a conceptualizar e interpretar los problemas coti- cuenta de la situación y, en consecuencia, puedan intervenir
dianos desde la perspectiva única de esas ideologías (siendo la para atajarla.
más habitual la focalización de índole religiosa). 10. Contribuir a que el hijo/a pueda conformar su propia
7. Evitar incrementar sistemáticamente las exigencias pa- identidad, ayudándole a reducir y resolver los problemas que
ternas —en los ámbitos escolar, deportivo, social, etc.— so- le asedian cotidianamente, y apoyándole para que sea capaz
bre los hijos y lanzarles hacia pautas competitivas desme- de sobrellevar las profundas contradicciones del mundo de
suradas que sobrepasen sus capacidades. Los padres deben los adultos. Un adolescente se pasa muchos años intentando
ajustar las expectativas que tienen de sus hijos, tratando de dar sentido a sus experiencias y encontrar coherencia en su
verlos tal como son en realidad y no tal como se desearía que entorno social; si fracasa en este intento, todo su mundo y su
fuesen. Forzar a los hijos más allá de sus posibilidades reales personalidad se tambalean, volviéndose más vulnerable a los
les conducirá a fracasos que dañarán su segundad y autoes- reductores de ansiedad, eso es a refugios como las sectas o las
tima. drogas.
8. Prevenir el fracaso vital y escolar de los hijos fortale- 11. Conocer las diferentes realidades y necesidades de
ciendo su nivel de autoestima, su segundad y su indepen- cada una de las fases evolutivas de los hijos para estar en con-
dencia, ayudándoles a formarse criterios que les permi- diciones de darles un apoyo apropiado y poder ayudarles a
tan eludir y soportar la dinámica de competitividad que contener sus conflictos emocionales (en especial durante la
adolescencia, etapa en la que son muy frecuentes los episo- los propios sentimientos, opiniones y deseos sin ofender al
dios de depresión, ansiedad, inseguridad, incertidumbre, con- otro 190
fusión, autoculpabilización, sentimientos de soledad o aban- 16. Enseñar a los hijos a saber negociar con su realidad,
dono, etc.)189. es decir, aprender a manejar el precepto no escrito que es-
12. Potenciar que los hijos apliquen habitualmente el ra- tablece que para ganar alguna cosa siempre se debe renunciar
ciocinio, la reflexión, el análisis y la crítica en todas las facetas a otra u otras. La vida es una sucesión de1 elecciones sin fin y
y momentos de la vida. hay que estar en disposición de aceptarlas sin sufrir por ello.
13. Enseñar a los hijos a construir, argumentar y mante- 17. Enseñar a los hijos a tolerar las frustraciones, por do-
ner sus propios criterios y opiniones ante sí mismos y los de- lorosas que sean, y a superarlas; templando así su paciencia e
más y, en su caso, a ser capaces de modificarlos —ante argu- impidiendo, al mismo tiempo, la aparición de una inmadura
mentaciones más sólidas que las propias— sin que por ello y peligrosa necesidad de buscar la satisfacción inmediata en
tenga que ponerse en cuestión toda su personalidad y/o su las actuaciones cotidianas.
concepción de la realidad (algo que puede lograrse sin difi- 18. Enseñar a soportar y obviar la inevitable ambigüedad
cultades si se enseña a vivir y modelizar la realidad que nos que caracteriza la existencia humana, educando a los hijos
envuelve en función de certezas y no de creencias). para que sepan vivir en —y con— los matices, no en los ex-
14. Enseñar a los hijos los pasos necesarios para la toma tremos; capacitándoles para saber distinguir, aceptar y dis-
de decisiones y las estrategias que permiten controlar la an- frutar la amplia gama de grises que existe entre los extremos
siedad que puede generar la sola perspectiva del riesgo a del blanco y el negro, que será tanto como exorcizar la nece-
equivocarse y/o fracasar. sidad patológica de encontrar valores y/o respuestas de tipo
15. Enseñar a los hijos a ser asertivos, eso es a comportar- absoluto y/o maniqueo.
se tal como uno es, ni mejor ni peor, sin herir a los demás y 19. Educar en libertad y para la libertad, enseñando a los
sin dejarse llevar por los deseos ajenos, y sabiendo expresar hijos a diferenciar los compromisos vitales y sociales lícitos y
deseables de los yugos ideológicos que esclavizan a unos en
189. Para ello puede ser necesario el consejo de un experto —en la in- favor de otros. Enseñar las diferencias que existen entre ser
mensa mayoría de los colegios lo hay, y está a disposición de padres y solidario y ser un idealista ingenuo y crédulo.
alumnos— y/o la lectura de algunos libros especializados como los si- 20. Fomentar en los hijos la tolerancia y el diálogo con
guientes: Toesca,]. (1987). El niño de 2 a 10 años. Guia práctica para pa-
dres. Madrid: Visor; Gesell, A. (1977). Psicología evolutiva de 1 a 16 años.
todas las ideas o creencias, sean o no compartidas por ellos
Buenos Aires: Paidós. O la serie de 14 libritos, de orientación psicodíná- mismos y/o por su entorno sociocultural.
mica, escritos por diversos autores relacionados con la Clínica Tavistock 21. Potenciar que los hijos se sientan útiles en todo mo-
de Londres, y editados por Ediciones Paidós dentro de su colección «Pai- mento, y que se integren responsablemente, en la medida de
dós Educador»; los títulos y autores de esta serie son: Su bebé (Diana
Rosenbluth), Su hijo de 1 año (Daiys Daws), Su hijo de 2 años (Diana Ro-
sus posibilidades, a lo que esté sucediendo a su alrededor; es
senbluth), Su hijo de 3 años (Diana Rosenbluth), Su hijo de 4 años (Elsíe L. muy importante que sean consultados y escuchados antes de
Osborne), Su hijo de 5 años (Elsie L. Osborne), Su hijo de 6 años (Christo- decidir cualquier cosa que les afecte directamente.
pher Daré), Su hijo de 7 años (Elsie L. Osborne), Su hijo de 8 años (Edna
O'Shangnessy), Su hijo de 9 años (Edna O'Shangnessy), Su hijo de 10 años 190. Sobre la asertividad puede ser de interés la lectura de libros
{Edna O'Shangnessy), Su hijo de 11 años (Marta Harris), Su hijo de 12 a 14 años como: Smith, M. J. (1977). Cuando digo no, me siento culpable. Barcelona:
(Marta Harris), Su hijo adolescente (Mana Harris). í ¡rijalbo.
22. Potenciar la integración de los hijos en grupos, aso- antes al contrario debe encajarse dentro de descripciones y
ciaciones y proyectos que tengan algún tipo de incidencia so- valoraciones de un contexto social —en crisis permanente—
cial, estén formados por iguales —personas de edades poco más amplio y referido, entre otros, a los procesos y dificulta-
dispares—, y tengan un funcionamiento estructural lo más des que pueden darse en su seno para gestionar la individuali-
participativo posible. Si no se encuentra ningún grupo que dad, la autonomía y la libertad personal.
reúna estas condiciones... es recomendable hablar con los hi- 25. Buscar ayuda terapéutica adecuada para el hijo/a si
jos, grupo de amigos, familias vecinas, colegio, etc., e intentar observamos síntomas persistentes —del tipo de los descritos
motivarlos para poner en marcha cualquier proyecto que se en el bloque C del perfil de personalidad presectario, en el
decida por mayoría (de los hijos, claro está). Funcionará muy apartado 8— que puedan deberse a problemas emocionales
bien y se ahorrarán muchos disgustos en el futuro. y/o trastornos de la personalidad. Una buena atención tera-
23. Enriquecer y proveer de experiencias interesantes péutica a tiempo puede corregir los problemas antes de que
—en el sentido de que despierten interés— el mundo de los se cronifiquen y agraven, por lo que evitará en gran medida
hijos, en especial el de los adolescentes, que hoy día parece las situaciones de riesgo a las que podrían verse abocados los
dominado por el aburrimiento, el tedio y el vacío de un pe- hijos afectados.
ríodo vital en el que aún no se es nada, cada vez se puede estar Nada más ¡y nada menos!
menos seguro de que se va a llegar a ser algo/alguien, y en el Adoptar estas 25 actitudes para la prevención integral no
que uno se ve altamente afectado por un entorno social como sólo servirá para evitar una posible sectadependencia de los
el actual que incrementa progresivamente su carga de absur- hijos en el futuro sino que, igualmente, alejará también la po-
didad, vacuidad y alienación. Entre las muchas posibilidades, sibilidad de que puedan verse atrapados en el resto de diná-
será óptimo —y urgente— modificar el enfoque y contenido micas dependientes y autodestructivas que venimos mencio-
del ocio familiar y personal para convertirlo en un espacio nando.
socializador, formativo, creativo, divertido, capaz de aportar Aunque algunas de estas 25 actitudes puedan parecer algo
dosis de aventura y nuevas experiencias, etc.; aspectos todos complicadas de abordar, la verdad es que todas ellas están al
ellos muy necesarios pero que hoy apenas figuran entre las alcance de cualquier padre que tenga un mediano sentido co-
ofertas de ocio industrializado y consumista que se han apo- mún, ganas de mejorar las relaciones con sus hijos, deseos de
derado de nuestro tiempo de descanso. prevenir problemas como los enunciados, que esté dispues-
24. Discutir franca y abiertamente con los hijos de todos to a invertir un poco de su valioso tiempo en incrementar sus
los temas que —a instancia de hijos y/o de padres— se consi- conocimientos sobre el mundo en que vive él y sus hijos
deren importantes y/o que puedan suponer, en ciertas cir- —que a menudo no parece el mismo— y, eso sí, que tome la
cunstancias, riesgos de diversa consideración. Educar acerca resolución de pulir suficientemente aquellos rasgos de perso-
de los límites y fragilidades del ser humano que lo hacen vul- nalidad que le dificulten —o, incluso, incapaciten— el ser un
nerable a los riesgos apuntados, y aportar razones fundamen- mejor padre o madre191.
tadas antes que esgrimir simples, autoritarias e inútiles pro-
191. Sobre la mejora de las actitudes personales puede ser interesante
hibiciones. Para el caso que nos ocupa, el de las sectas, será l,i lectura de libros como: Dyer, W. W. (1978). Tus zonas erróneas. Barce-
preceptivo dar información adecuada y suficiente sobre su lona: Grijalbo; o Ratey, J. y Johnson, C. (1999). Nuestras zonas ocultas.
realidad, pero nunca anunciándola como un peligro, sin más; liut'iios Aires: Vergara.
24. Las tres preguntas mágicas

Cuando la relación con los hijos es buena y existen pre-


viamente unas mínimas bases de confianza mutua —requisi-
tos que, lamentablemente, no se dan en todas las familias, ni
mucho menos—, ante cualquier situación nueva que pueda
plantearse, y siempre que se considere oportuno, puede arro-
jar mucha luz, y contribuir a prevenir no pocos conflictos fu- VIII
turos, algo tan aparentemente simple como plantearle a los
hijos las tres preguntas siguientes: Cómo educar desde la escuela para dotar
• ¿Cómo estás? de armas contra el sectarismo
• ¿Cómo lo ves?
• ¿Qué piensas hacer al respecto?
Si uno es capaz de preguntar con afecto e interés —sin 25. Educación para la salud integral
presionar para nada a su hijo/a—, y sabe escuchar, las res-
puestas que se obtendrán al hacer estas tres preguntas facili- Aunque la familia siempre será el núcleo de influencia
tarán en buena medida las claves que permitirán poder preve- más decisivo que actúe durante el proceso de maduración y
nir a tiempo casi cualquier problema, ya que aportarán una socialización de cualquier individuo, el sistema escolar tiene
completa radiografía del estado de ánimo en que se encuen- también un peso fundamental en dicho proceso y, según los
tran los hijos, de los problemas que atraviesan y de los recur- casos, puede apoyar y reforzar las pautas de una buena edu-
sos de cualquier tipo que disponen para enfrentarse a sus cación familiar, puede atemperar y/o corregir algunos de sus
dificultades. Éste es un pequeño truco que he enseñado a mu- errores, y hasta puede suplir —aunque no sea su misión espe-
chos padres y ha obrado maravillas en su dinámica de rela- cífica— unas cuantas carencias familiares. Pero, sea como
ción con los hijos. fuere, el sistema escolar puede pulir y mejorar buena parte de
los diamantes que se le confían, pero de ninguna manera pue-
de fabricarlos puesto que esta tarea le corresponde única-
mente al sistema familiar.
Con lo anterior quiere remarcarse dos tipos de errores de
diferente signo, aunque complementarios: ni las familias pue-
den eludir sus responsabilidades en cuanto a la formación y
maduración de los hijos y delegarlas en el sistema escolar; ni
debe olvidarse —o dejar de utilizarse— la tremenda capaci-
dad que puede tener la estructura escolar para acercar a sus
alumnos hasta el mundo real en que están inmersos y ayudar-
les a adquirir estrategias adecuadas para poder comprender-
lo, controlarlo en la medida de sus necesidades y/o defen-
derse de sus agresiones cotidianas. Es decir, que si bien la fa- ne que «si la escuela permite que los niños desarrollen y ejer-
milia tiene la obligación de ayudar a sus hijos para que pue- zan una responsabilidad dentro de la institución, entonces
dan «ser» y «saber estar» en las mejores condiciones posibles, éstos aprenderán mejor cómo desarrollar y ejercer un control
el sistema escolar tiene que ir más allá del simple reparto de sobre sus propias vidas»'93.
conocimientos estereotipados —y necesarios, claro está— y El sistema escolar, como dinámica socializadora por ex-
dotar de pautas que capaciten para poder «ser» y «saber es- celencia que es, puede proveer a sus alumnos no sólo de co-
tar» con el mayor conocimiento posible de las reglas de juego nocimientos, sino, también, de patrones de conducta capaces
de una sociedad cada vez más compleja y desquiciada. de orientar sus actuaciones presentes y futuras hacia com-
Por eso, junto a las materias curriculares del programa es- portamientos más sanos, que permitan mantener de la mejor
colar, resulta imprescindible la inclusión de un temario am- manera posible una relación homeostásica, racional, adulta y
plio y flexible que abarque lo que podría denominarse como ecológica con uno mismo y con el entorno social en que se
«educación para la salud integral», con un enfoque que aune vive.
dos de las premisas que deberían exigirse a todo sistema de Desde esta perspectiva, una educación para la salud inte-
enseñanza: que sea capaz de dar conocimientos; y que los gral puede abarcar campos tan distintos —aunque estén pro-
proporcione de manera que puedan ser utilizables de modo fundamente interrelacionados— como aprender a relacionar-
activo, pasivo y/o preventivo. se ecológicamente con el entorno, a buscar vías de solución
Coincidimos con el ya tantas veces citado Stanton Peele alternativas y creativas, a gestionar adecuadamente la propia
cuando, a propósito de las dependencias, observa que «los autonomía y libertad, a adquirir pautas defensivas contra el
adictos son personas que están tan descontentos de sí mismos consumismo, a mejorar los hábitos alimentarios y de ocio, a
debido a su incapacidad de conseguir lo que desean, que utili- limitar y controlar los usos abusivos y/o dependientes de sus-
zan la droga [y/o conducta adictiva] para olvidar los fracasos tancias y conductas, a fomentar la cooperación, la solidaridad
que les incomodan (...) Es por la fuerza de la orientación de y la tolerancia...
nuestra cultura hacia el logro o éxito individual y la respon- Se trata, en definitiva, de dotar a niños y adolescentes —a
sabilidad, que tantas personas están atrapadas por sentimien- cada uno según su nivel— de todo un arsenal de conocimien-
tos de inadecuación o incapacidad. Al mismo tiempo, en una tos y estrategias que les permitan poder actuar como futuros
sociedad crecientemente institucionalizada donde cada vez es adultos con plena capacidad de autoconservación y no como
más difícil para uno mismo controlar su propia vida, estos neuróticos y serviles clientes de una sociedad industrializada
sentimientos van en aumento. Así pues, es por estos motivos insensible e insaciable.
que la adicción es un problema tan extendido en nuestra cul- Frente a la práctica habitual del sistema educativo actual,
tura, y es un problema en expansión constante ya que perso- que es, en buena medida, una fábrica de personalidades neu-
nas cada vez más jóvenes no parecen estar preparadas para róticas —que desde los primeros años de escolanzación
afrontar la complejidad del mundo que afrontan»192 y propo- doma a los menores para que acaten sin rechistar lo que pos-
192. Cfr. Peele, S. (1980). «The addíction experience.» Center City
teriormente la sociedad industrial les va a exigir: obediencia,
(MN): Hazelden. [Modified from two-part article that appeared mAddic- puntualidad y trabajo mecánico y repetitivo—, debe intro-
tíons (Ontario Addiction Research Foundation), Summer, 1977, pp. 21-41;
Fall, 1977, pp. 36-57.]
193. Ibíd.
ducirse buenas dosis de imaginación, creatividad, libertad, obtienen mejores y más persistentes resultados educativos
relativismo y sentido común. —y preventivos—, ya que al implicarse en la búsqueda de da-
Dentro de este marco general de educación para la salud tos y en las reflexiones ulteriores acaban enriqueciéndose con
integral, el riesgo del sectarismo, eso es de la sectadependen- una gama de matices y horizontes nuevos muy superior a la
cia, debería ser uno más entre los aspectos psicosociales im- que permite adquirir la mejor de las conferencias posibles.
portantes susceptibles de mover a la reflexión y el análisis; En estos casos, la función complementaria de una charla-co-
aunque su abordaje, tal como ya se dijo, nunca debe orientar- loquio conducida por un experto debería consistir en contex-
se hacia la denuncia de un supuesto «peligro» puntual que tualizar globalmente la problemática sectaria, abrir todavía
«ataca» a los jóvenes de modo traicionero, repentino, injusti- más el campo de análisis trabajado por los alumnos, corregir
ficado y general. Dar esta imagen falaz y terrorista de la pro- sus enfoques erróneos y fijar las ideas básicas que puedan te-
blemática sectaria no es eficaz para prevenir y, en algunos su- ner efectos preventivos en el futuro.
jetos, puede incluso despertar su interés hacia las «sectas»; de Dentro de la dinámica general del sistema escolar, y foca-
hecho, debe evitarse caer en los mismos errores y extremis- lizado específicamente a la prevención del sectarismo, será
mos que han fundamentado decenas de costosas «campañas también de suma importancia trabajar con los alumnos, des-
contra las drogas» que no han servido absolutamente para de ángulos diferentes, los aspectos que se han reseñado en los
nada a efectos preventivos, o que incluso han estimulado el puntos 12 al 24 del apartado 23 —«Veinticinco actitudes para
consumo en determinados sectores de la juventud. El secta- la prevención integral»— de este libro. Eso es: potenciar el
rismo debe tratarse como un elemento más dentro del con- pensamiento racional y crítico; fortalecer los mecanismos de
junto de riesgos asociados a las dinámicas de crisis social y toma de decisiones y la asertividad; incrementar la tolerancia
personal y en relación a los procesos que se dan en torno a la a la frustración y la ambigüedad; educar para la libertad, la
gestión de la autonomía personal. tolerancia y el diálogo; alimentar el sentimiento de utilidad,
A lo largo de los muchos años que este autor lleva dan- pertenencia e integración; proveer de experiencias interesan-
do conferencias en centros escolares de todo tipo, tratando tes; y facilitar información adecuada sobre los temas impor-
con alumnos de todas las edades y clases sociales, se ha com- tantes que resalten en cada momento y contexto social y/o
probado palmariamente que éstos reaccionan infinitamente sobre las situaciones de riesgo que se pretenda prevenir. Des-
mejor, mantienen más interés y sacan aprendizajes más ricos, de las asociaciones de padres de alumnos, conformadas en cada
cuando el tema de las «sectas» se aborda desde una perspecti- centro escolar, puede realizarse también un excelente trabajo
va psicosocial amplia y con un enfoque indirecto y abierto. preventivo organizando seminarios —sobre los temas relacio-
En la medida de lo posible, es recomendable que no se in- nados con este enfoque de la educación para la salud integral—,
vite a ningún experto a comparecer ante los alumnos si éstos dirigidos a los propios padres y/o educadores del centro. En
—o una parte notable de ellos— no han trabajado previa- ellos pueden abordarse y trabajarse los diferentes aspectos —ya
mente el tema de las «sectas» dentro del marco de alguna sean familiares, personales o sociales— que inciden en cada
asignatura (una buena forma de hacerlo es a través de semina- problemática específica —siendo el sectarismo una más— y,
rios y/o dividiendo a los alumnos en diferentes equipos que, en consecuencia, será factible activar medidas correctoras que
tras indagar sobre distintos aspectos de la cuestión, deben ex- redunden en beneficio de las familias, de sus hijos, de su futu-
poner sus conclusiones al resto de la clase). De esta manera se ro, y de la propia dinámica docente.
Así pues, en resumen, la estrategia escolar que parece
más apropiada para ayudar a prevenir el sectarismo debería
ser doble: reforzar el trabajo paterno destinado a conformar
personalidades sólidas y resistentes —y/o aminorar en lo po-
sible los efectos negativos de sus déficits—; y facilitar infor-
mación suficiente y del modo adecuado para aproximar las
claves del sectarismo y sus riesgos hasta la realidad psícoso-
cial de preadolescentes y adolescentes. IX

Cómo vivir en pareja y evitar la «necesidad


de sectarismo» del otro cónyuge

26. Cuando la pareja se convierte en alguien desconocido

—Mi esposa ya no es la que era. Desde que conoció a la


gente de la secta en la que está apenas para en casa, se ha des-
preocupado mucho de los hijos, sólo se interesa por lo que le
dicen en ese grupo y hasta les da cuanto dinero puede conse-
guir. Su relación conmigo se ha distanciado tanto que hasta
creo que me odia, especialmente desde que he comenzado a
oponerme a sus contactos diarios con la secta y la he adverti-
do que me divorciaré de ella si no vuelve a ser una persona
normal —me relataba un marido, incapaz de controlar la si-
tuación que se había desatado en su propia casa.
—Resulta angustioso ver cuánto ha cambiado mi marido
—se lamentaba una abogada, sin poder contener unas lágri-
mas—; antes era atento, tierno, generoso, divertido, adora-
ble, pero al poco tiempo de comenzar a hacer cursos con la
maldita secta se transformó en una especie de sombra, siem-
pre está fuera de casa, o se encierra en el cuarto de invitados
para meditar o hacer no sé qué cosas raras, ha perdido el in-
terés por todo, no quiere verse con los amigos, ha dejado de
jugar al tenis, no le apetece leer ni viajar, no me hace el me-
nor caso y sólo me habla de patrañas de la secta que me
resultan incomprensibles. Nuestra relación de pareja se ha
muerto de repente y yo no soy capaz de comprender qué ha una necesidad de dependencia sectaria que podrá colmar cual-
sucedido y, para colmo, me siento fatal por no haber podido quier grupo que cumpla los criterios adecuados para cada
evitarlo. caso.
—Mi mujer hace ya varios años que está con una secta Esa necesidad de sectadependencia —o de otros tipos de
—me consultaba un profesor de instituto— y, aunque la con- adicciones— suele crecer lentamente, al tiempo que se va
vivencia es prácticamente imposible, seguimos juntos por los acumulando la inevitable frustración que dimana de una
dos hijos que tenemos. Hasta el año pasado ella jamás intentó vida conyugal rutinaria y yerma, hasta que, finalmente, tras
llevar a su secta a los niños, pero ahora no deja de presionar- algún incidente estresante que actúa a modo de desencade-
les para que asistan a sus reuniones y les come el coco para nante —y que no tiene por qué estar relacionado con la vida
que estudien sus doctrinas y se bauticen. No sé si puede ha- de pareja—, acaba por eclosionar de un modo inequívoco.
cerse algo, pero estoy dispuesto a lo que haga falta con tal de Una vez concretada la adscripción sectaria, el grupo acabará
evitar que mis hijos acaben metidos en esa secta. polarizando toda la atención del cónyuge captado y las re-
Los casos en que un cónyuge ingresa en una secta y gene- laciones de pareja tenderán a deteriorarse con una rapidez
ra un sinfín de problemas al otro —si éste no se convierte inusitada.
también en sectario— son prácticamente tan comunes y fre- Las causas apuntadas pueden ayudar a comprender el
cuentes como los episodios de conversiones de hijos y su co- importante volumen de captaciones sectarias —y también su
rrespondiente problemática familiar. La razón de ello es bien incremento relativo durante la última década— que se pro-
simple: lo que decanta hacia la dependencia sectaria no es la ducen en la franja de edades comprendidas entre los 35-40 a
edad ni el estado civil, sino la situación de fragilidad previa 45-50 años, especialmente entre mujeres, ya que a esta altura
derivada de poseer un perfil psicosocial presectario actuando de su ciclo vital suelen darse conflictos más o menos graves
junto a los otros tres desencadenantes circunstanciales que ya en la convivencia —muchos de los cuales acaban en rupturas
describimos al hablar del «momento oportuno» para poder de pareja y/o desembocan en etapas de soledad—; senti-
ser captado por una secta destructiva. mientos de pérdida de atractivo para el cónyuge; sensación
No cabe duda de que una relación de pareja satisfactoria de abandono originada en la actitud de mandos demasiado
—al igual que sucede con una vida social y laboral enriquece- volcados en su trabajo; sentimientos de inutilidad al encon-
dora— puede contribuir a que los factores de predisposición trarse con unos hijos ya crecidos y, en el caso de amas de
para el sectarismo de un sujeto determinado no pasen de ahí, casa, sin nada que hacer —salvo las tareas del hogar— ni na-
eso es que permanezcan larvados al no tener que enfrentarse die a quien serle útil; trastornos asociados al inicio de la me-
a circunstancias estresantes que, ante la insuficiencia de re- nopausia... Entre los hombres de esas mismas edades, en
cursos psicológicos, acaben arrastrando a esa persona hacia cambio, suelen tener una mayor incidencia los factores rela-
dinámicas dependientes. Pero también será obvio que con- cionados con algún tipo de fracaso personal, profesional o
forme vaya apareciendo la monotonía —o el deterioro— en social.
la relación de pareja se incrementará progresivamente el ma- Cabe advertir, sin embargo, que no son pocos los casos en
lestar y, en consecuencia, podrán dispararse algunos factores los que el comportamiento anómalo que se atribuye a la in-
de fragilidad hasta extremos que pueden hacer deseable algún lluencia de alguna «secta» no es sino la manifestación de al-
reductor de ansiedad, abriendo así la puerta, entre otros, a gún trastorno psicopatológico que ya existía, en forma larva-
da, desde mucho antes de la entrada del cónyuge en el grupo —en especial los relacionados en los bloques C, D, E y F del
bajo sospecha. perfil de personalidad presectaria— y, en caso de darse —se-
—¿Puede una secta hacer que una persona que esté intro- gún su apreciación subjetiva, claro—, lo adecuado será co-
ducida en ella llegue a aborrecer a sus hijos y esposa hasta in- mentar esa preocupación con la pareja y valorar juntos la
cluso darles malos tratos? —me consulta una mujer, coinci- posibilidad de buscar ayuda terapéutica para —si así lo reco-
diendo con la redacción de este apartado. mienda el psicólogo/a que se consulte— abordar los aspectos
En éste, como en todos los casos similares que he visto a de riesgo que pudieran existir.
lo largo de muchos años, la respuesta debe ser negativa, aun- Pero, de todos modos, es preciso no olvidar que los ras-
que con matices. Cuando se da una situación de deterioro de gos de personalidad presectaria no son más que uno de los
la convivencia familiar tan notable como la descrita por esta factores que pueden inducir al sectarismo, y que para que una
consultante, que llega al maltrato de los hijos, debe buscarse pareja pueda subsistir y evolucionar como tal deben darse
las causas en los problemas emocionales o trastornos de per- una serie de pautas de relación, afecto y comunicación1''4 que
sonalidad que ya padecía previamente el sectario antes de no son tan comunes como se cree.
vincularse al grupo en cuestión. Independientemente de las De hecho, en buena parte de los casos que me han consul-
causas fundamentales, que radican siempre en la estructura tado, la intromisión de una «secta» dentro del mundo de la
de personalidad previa del sujeto, puede darse el caso —po- pareja no había hecho sino poner en evidencia y agravar la re-
co frecuente— de que el cuadro de deterioro y malos tratos lación disfuncional que ya existía previamente entre los cón-
haya sido desencadenado —aunque no creado— por el con- yuges. Por ello, la responsabilidad de los problemas funda-
tacto con alguna dinámica delirante sectaria (aunque, insisti- mentales de la pareja recaía en esa dinámica de relación
mos, tal eventualidad sólo puede darse cuando ya existe una msatisfactoria y no en la actividad de la «secta». Según la ex-
personalidad premórbida en el sujeto), pero lo más habitual, periencia de los casos abordados, cuando el sectarismo del
en cualquier caso, es que no exista siquiera grupo alguno en cónyuge aún es moderado —y la pareja sigue teniendo de-
el origen del conflicto. En estas ocasiones, lo adecuado será seos de proseguir un proyecto común—, basta con cambiar
olvidarse del presunto sectarismo del cónyuge y recabar con algunas de las pautas de relación entre ambos para que acabe
urgencia una adecuada ayuda terapéutica, y/o tomar las deci- desapareciendo la «amenaza sectaria» del horizonte familiar,
siones legales oportunas para protegerse a sí mismo y a los y ello sucede sin haber tenido que tratar para nada la cuestión
hijos de sus actuaciones lesivas. específica de la «secta».
Dejando bien sentado, de entrada, que [Aparanoia —en- En este tipo de casos, lo más habitual es que un cónyuge
tendida aquí en el sentido coloquial de creer ver más cosas de culpe a una «secta» de convertir al otro en alguien desconoci-
las que hay en realidad— siempre dificulta enormemente las do, pero la realidad es que tal cambio, por radical que parez-
relaciones, precisamente porque tendemos a situar en el otro
conductas e intenciones que no existen sino en nuestros pro- 194. Es recomendable leer alguno de los muchos libros que se han
pios temores, señalaremos también que, de querer adoptar publicado sobre el mundo de la pareja y las relaciones interpersonales. Por
i'jemplo: Powel, B. (1988). Las relaciones personales. Barcelona: Urano;
una actitud preventiva dentro de la pareja, puede ser útil in- (!ray,J. (1991). Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus. Barcelo-
tentar averiguar si en su cónyuge se dan de forma inquietante na: Grijalbo; Gray, J. (1996). Marte y Venus en el dormitorio (amor y pa-
los factores de predisposición al sectarismo ya enumerados WÍÍH duraderos en la vida de pareja). Barcelona: Grijalbo.
ca, está siempre más relacionado con los conflictos persona- con la «secta» fue debilitándose progresivamente hasta que se
les e intrafamiliares de ambos que con la actuación sectaria cortó de forma natural, sin presión alguna. La pareja, que ha-
propiamente dicha; aunque ésta, ciertamente, pueda poten- bía estado a un paso de la ruptura, supo encontrar nuevas vías
ciar y agravar las situaciones conflictivas previas. para que sus existencias individuales y en común volviesen a
tener sentido de nuevo. Ella expresó con claridad meridiana
la catarsis por la que pasaron: «mi marido me pidió perdón y
27. El otro también aspira a sentirse vivo se me puso otra vez de novio; poco a poco volví a sentirme
querida y deseada, y eso me permitió encontrar mil cosas más
—Lo que mi marido llama «la secta» ha sido lo único im- interesantes que la secta en la que me había metido».
portante que me ha sucedido en muchos años —afirmaba una El mundo de la pareja es como un ecosistema y, en él,
mujer durante la sesión de counseling que mantuvimos junto cualquier cosa que se haga mal —o deje de hacerse— acaba
con su esposo—. Los compañeros del grupo me han abierto por arrojar consecuencias insospechadas sobre ambos cón-
los ojos sobre muchas cosas que ignoraba y que ahora me im- yuges. Una pareja es una dinámica viva que necesita alimen-
portan. Él [su marido] lo tiene todo, se pasa el día haciendo tarse, día a día, tanto del entorno sociocultural en el que vive
cosas en su trabajo [es informático], se relaciona con mucha como de los aportes positivos de cada una de las partes. Por
gente, viaja, almuerza siempre en buenos restaurantes... y eso, cuando la relación conyugal se transforma en algo ruti-
cuando lleea
O
a casa,' o está agotado,
o *
o son las tantas de la no- nario, monótono, vacuo, estéril y limitador, se está abonando
che, o se encierra en su despacho a leer o trabajar. Yo, en el campo para el crecimiento de todo tipo de malas hierbas,
cambio, me paso el día haciendo las tareas de la casa y bata- en particular de los problemas emocionales que pueden des-
llando con los crios. Si quiero algo de distracción, no me que- encadenar procesos adictivos tales como la sectadependencia.
da más opción que enchufar la tele o pudrirme de asco, ¡y ya Las cosas nunca ocurren sin que haya poderosas razones
no soporto hacer ninguna de las dos cosas! Necesito sentirme que lo justifiquen. Cuando una pareja se separa —y es muy
viva, participar en algo de lo que está pasando en el mundo, normal, sano y lógico que eso suceda cuando la convivencia
encontrar nuevas cosas que puedan hacerme vibrar, poder ya no tiene sentido— es porque ambos miembros, sin excep-
compartir inquietudes y sentimientos con alguien a quien le ción alguna, habían contribuido con responsabilidad com-
interesen y que no esté cansado o demasiado ocupado ante la partida al desenlace final. Cuando un cónyuge se hace «secta-
pantalla de un ordenador. Yo le quiero [al marido], pero ne- rio» la situación no es diferente y, tal como suele ocurrir en
cesito que mi vida tenga algún sentido y lo que ahora creo [el las separaciones, quien más las sufre es quien más las forzó
ideario de la secta] me lo está dando como nada ni nadie lo (aunque no fuese consciente del alcance de sus errores).
hizo antes. Por regla general, el cónyuge que acabará siendo «secta-
Tras decenas de reproches mutuos, ambos decidieron, fi- rio» es aquel que vivía de una forma más victimista la relación
nalmente, concederse un período de tiempo para comenzar a tic pareja195, pero la intromisión de la «secta» —eso es de una
trabajar todas las incomprensiones y diferencias acumuladas
durante doce años de matrimonio. Al cabo de unos meses, y 195. Cabe señalar que la cuestión del victimismo es siempre muy re-
de algunos esfuerzos por ambas partes para introducir cam- l.uiva y falaz. Aunque en esta frase utilicemos los términos víctima y ver-
bios sustanciales en sus vidas, la relación que tenía la mujer (en cursiva) para designar dos roles en la pareja, en realidad no puede
dinámica adictiva y manipuladora— en la intimidad del ho- sociedad en la que ambos integrantes tienen derechos y obli-
gar no sólo acabará por invertir los términos de la relación gaciones equivalentes, y que, por tanto, en su seno todo pue-
—dando amparo emocional a la víctima y potenciando el en- de y debe ser negociado sin que nadie esté permanentemente
frentamiento con su pareja—, sino que llegará a convertir por encima del otro.
también al otro cónyuge —involuntario verdugo de ayer— La vida en pareja requiere que cada uno de los cónyuges
en una víctima de la nueva situación que afecta al núcleo fa- procure observar una serie de normas elementales y básicas
miliar. En la mayoría de los casos suele ser la mujer —por las en su relación cotidiana: mantener una buena y estrecha co-
causas ya citadas— quien entra en contacto con una «secta», municación en todos los aspectos; apoyarse mutuamente en
pero no son infrecuentes las ocasiones en que lo hace prime- las diversas facetas y vicisitudes de la vida; darse afecto a dia-
ro el cónyuge varón. rio; hacer sentir que el uno cuenta para el otro; tener intereses
—El grupo al que pertenezco me permite buscar caminos —culturales o de cualquier otro tipo— comunes y/o que
para perfeccionarme —me contaba un mecánico que llevaba puedan compartirse; realizar conjuntamente, pero sin ago-
casi quince años casado—, pero también me da conocimien- bios, el mayor número posible de actividades —asistir al cine,
tos que me sirven para poder aislarme de la presión constante teatro u otros espectáculos, practicar deportes y/o ir a ver
a que me somete mi mujer, que es muy celosa y dominante y competiciones, viajar, ir de compras y/o de visita, leer, escu-
querría que yo pasara todo el día en casa, dedicándome a mi- char música y pasar ratos de ocio en general, hacer bricolaje,
rar el techo junto a ella. No entiende que yo necesito hacer lo ocuparse de las tareas de la casa y de las necesidades de los hi-
que hago para sentirme bien, y sé que mi mujer se lo está pa- jos, etc.—; respetar la individualidad del otro y evitar invadir
sando muy mal, que monta unos dramones terribles y que lo que cada uno considere como sus espacios propios de in-
está creándome problemas con mis propios hijos, pero yo no dependencia; intentar introducir con regularidad algunos
puedo ceder una vez más. Es ella quien debe cambiar un poco elementos de sorpresa y experiencias novedosas en la diná-
para que podamos entendernos de nuevo. mica conyugal...
Prevenir este tipo de situaciones dentro de la pareja siem- Si un cónyuge logra que el otro se sienta realmente vivo a
pre es posible, obviamente, pero para ello hace falta cambiar su lado —y viceversa— las sectas no tendrán ninguna opor-
la mentalidad con la que mucha gente encara su vida en co- tunidad con ellos. Tendrán que llamar a otra puerta.
mún. Es preciso comprender y asumir que una pareja es una

haber tales si comprendemos que la convivencia común es el resultado de


dos voluntades y personalidades independientes que actúan con el mismo
grado de responsabilidad en el resultado final y que, haga lo que haga el
otro, el único causante real de nuestra felicidad o desgracia es uno mismo
(y la forma que tenemos de relacionarnos con el mundo que nos rodea).
Dicho lo cual, podremos mati?,ar asumiendo que, efectivamente, hay per-
sonas más frágiles o débiles que otras y que corren el riesgo de ser victimi-
zadas, pero no olvidemos que el rol de víctima* dentro de la pareja, es
también una estrategia de supervivencia que tiene sus ventajas para quien
lo desempeña. En ningún caso puede ser adecuado ni justo el señalar a uno
de los cónyuges como el culpable de «todo».
PARTE
ABORDAJE DEL PROBLEMA
Y VÍAS DE SOLUCIÓN
Cómo darse cuenta de que un hijo, la pareja,
un familiar o un amigo está en contacto
con una secta

28. Crónica de una adicción anunciada

Los familiares de sectarios no suelen darse cuenta de lo


que está sucediendo hasta que ya es demasiado tarde para po-
der aplicar algún remedio fácil. Pero su tardanza en percibir
la adscripción sectaria de su pariente no implica, ni mucho
menos, que éste haya maniobrado a sus espaldas. Parafra-
seando el título de una de las novelas de Gabriel García Már-
quez, puede decirse que siempre nos encontramos ante la
crónica de una adicción anunciada, ya que todo candidato a
sectario hace patente su propensión a través de conductas
harto elocuentes. Por lo general, siempre existe un período
de tiempo más o menos largo de noviazgo, de contactos fre-
cuentes entre el futuro adepto y su grupo, durante el cual va
aflorando progresivamente una diversidad de cambios, bien
visibles, en la personalidad y actitudes del familiar o amigo en
proceso de ser captado por una secta destructiva.
Aunque, sin embargo, para poder detectar esos cambios
se1 precisan unas habilidades mínimas que muchos —desde
los diferentes roles sociales que debemos adoptar: padres, es-
posos, amigos, etc.— no tienen en grado suficiente. Estas pe-
queñas cualidades previas son: a) conocer a fondo el modo de
ser de la persona afectada; b) tener con ella una comunicación dad presectario, una de las primeras cosas que podrá obser-
fluida, estrecha y frecuente; y c) mantener una relación de varse será, curiosamente, la aparición de cambios positivos
confianza mutua entre ambos. Son tres conductas y modos en la conducta del sujeto. Así, por ejemplo, personas que ha-
de relacionarse que no pueden improvisarse —ni sustituirse bitualmente tendían a estados depresivos y se mostraban so-
por un control policial de la vida del hijo/a o pareja—, sino litarias, inseguras e incapaces de vincularse activamente a
que nacen de una dinámica de relación saludable y plena ningún proyecto —rasgos patológicos que debieron haberse
mantenida desde el comienzo (inicio de la vida, en el caso de tratado en su día—, cambian de repente y se las ve ilusiona-
los hijos, o de la relación, cuando se trata de la pareja). das, activas, con nuevas relaciones, llenas de energía... El mi-
Dicho lo anterior, queda aún por formular la pregunta del lagro, en estos casos, puede explicarse fácilmente si cono-
millón de dólares; ¿Qué elementos denuncian el contacto de cemos la capacidad de estimulación y motivación que una
una persona con una secta? La respuesta deberá contener ne- dinámica de sectarismo destructivo —recordemos lo dicho a
cesariamente cierto relativismo ya que en cada individuo, se- propósito de la bioquímica cerebral de los procesos adicti-
gún sea su personalidad, circunstancias sociales y la secta en vos— puede generar, incluso desde los inicios de la fase de
que esté implicado, se darán procesos adaptativos sustancial- captación/seducción, en un sujeto con problemas emociona-
mente diferentes que se traducirán en manifestaciones exter- les notables y sumergido en una situación socio-familiar in-
nas más o menos dispares. Los indicios que delatarán el con- satisfactona y generadora de ansiedad.
tacto sectario son siempre muy evidentes, pero lo que resulta El hecho de creer haber encontrado una especie de paraí-
difícil es interpretarlos correctamente, sin caer en errores so perdido, siempre buscado, pero nunca hallado, al igual
—una misma conducta, particularmente entre adolescentes, que ocurre cuando uno se enamora perdidamente de otra
puede denotar la posible existencia de un montón de proble- persona, provee una energía aparentemente inagotable y ca-
mas distintos o, también, implicar una normalidad absoluta— paz de posibilitar cualquier proeza, al tiempo que sumerge al
ni en excesos alarmistas, que resultan tanto o más perjudicia- sujeto en un marco acogedor que hace disminuir el estrés, la
les que mantenerse al margen de la situación problemática. ansiedad y la percepción del sufrimiento, e incrementa, entre
La pauta más general en la que debemos fijarnos es en otras, la seguridad, la autoestima, el nivel de satisfacción ge-
la presencia de cambios drásticos, intensos y bruscos, en las neral, la habilidad para relacionarse con otros, el interés y el
conductas y actitudes cotidianas del sujeto y en la composi- ánimo para emprender actividades —notablemente sí están
ción de su círculo de relaciones personales. El contacto estre- relacionadas con esta nueva situación emocional—...; tan-
cho con una secta destructiva conlleva siempre estos sín- 10 bueno —intermediado por la variación de los niveles de
tomas, pero debe tenerse en cuenta que su presencia no los neurotransmisores del «bienestar» ya citados—, sin em-
denotará necesariamente una intromisión sectaria, puesto bargo, no dejará de esconder un proceso de riesgo que, de
que, con frecuencia, la causa radicará en algún otro tipo de si- conducir al extremo de la sectadependencia, será causa de
tuación problemática —importante, eso sí— por la que esté problemas para el sujeto y fuente de conflictos para su en-
atravesando el sujeto (y que también será fundamental detec- lomo.
tar a tiempo para poder suministrar la ayuda, consejos y apo- Por tanto, deberá tenerse en cuenta que todos los cambios
yo externos que sean menester). positivos que pueden apreciarse en los demás no implicarán,
Si tomamos en cuenta el bloque C del perfil de personali- necesariamente, la ausencia de algún tipo de riesgo en la cau-
sa que los provoca y, claro está, esta norma también deberá pueden denotar desde una normalidad total hasta la presen-
aplicarse a la inversa. Por otra parte, a la hora de valorar cam- cia de diversidad de conflictos o, incluso, de posibles trastor-
bios no debería pasarse por alto algo tan fundamental como nos psicológicos u orgánicos.
es el hecho cultural de que «positivo» y «negativo» son con- En cualquier caso, lo que deberá valorarse con los ele-
ceptos que, en muchas de sus aplicaciones, están fuertemente mentos sugeridos será todo un vasto contexto de conductas
influidos por el marco moral e idiosincrásico de cada uno y en el que ninguna de ellas tendrá valor por sí misma, aunque
por las costumbres de cada lugar y época196. sí podrán convertirse en indicios conforme vayan sumándose
un número considerable de ellas. Como regla general, será
más revelador la forma y la intensidad con que se adopte un
29. Veintiún síntomas que facilitan la detección cambio determinado que la propia sustancia de éste.
de un sectario Así pues, realizadas las anteriores advertencias, pasare-
mos a relacionar una serie de modificaciones de la conducta
Partiendo de la experiencia acumulada después de haber que, sumadas entre sí y valoradas con buen criterio, podrán
examinado un número ingente de casos, este autor está en ser indicativas de las primeras fases de relación estrecha de
condiciones de poder proponer un listado de conductas sus- una persona con alguna dinámica de sectarismo destructivo.
ceptibles de inducir sospechas acerca del posible contacto de Para mejorar la operatividad de las pautas que describiremos,
un sujeto con una secta destructiva, aunque no sin antes ad- las hemos clasificado en cinco campos de modificaciones dis-
vertir del riesgo que supone tomar esos indicios —altamente cintos. A saber: modificaciones en los hábitos, en la forma de
relativos por sí mismos— como pruebas de cargo indiscu- expresión verbal, en el carácter, en el organismo y en las rela-
tibles. ciones sociales.
Desde la defensa sin paliativos del derecho que cada per- A. Modificaciones en los hábitos:
sona tiene para poder cambiar tal como le venga en gana, es 1. Cambios radicales en la manera de vestir: pasando, por
obligado remarcar que la gran mayoría de los cambios de lo general, de estilos despreocupados a maneras más atildadas
conducta que se apuntarán no son negativos en —ni por— sí que no se corresponden con las necesidades de las actividades
mismos, sino todo lo contrario —siendo positivos y desea- sociales y profesionales habituales del sujeto, ni con su per-
bles bastantes de ellos—, y tampoco son indicadores específi- sonalidad hasta el momento del cambio.
cos de sectarismo, dado que son criterios tan amplios que 2. Cambios repentinos y radicales en la dieta: adoptando
de forma rígida algún tipo de dieta concreta y/o llevando a
196. Veamos un ejemplo: rezar una hora diaria, asistir a misa cada extremos anormales e injustificados el consumo de determi-
mañana y mantener relaciones sexuales sólo con finalidad procreadora y nados productos y/o el rechazo de otros.
dentro del matrimonio, sería un cambio visto como muy «positivo» por
un cierto tipo de católicos; pero a otros católicos les parecería más bien 3. Cambios drásticos en los hábitos higiénicos y sanita-
«negativo»; y los no creyentes podrían considerarlo una conducta no só- rios: adoptando de forma compulsiva o maníaca pautas de
lo «negativa» sino patológica. A más abundamiento, la valoración podrá limpieza corporal atípicas —justificadas por supuestas nece-
ser también distinta si se hace desde una comunidad rural o urbana, desde sidades de «purificación»—, alterando el cuidado del cabello,
una cultura europea, africana o latinoamericana, desde un nivel sociocul-
tural alto o bajo, desde una convicción situada a uno u otro extremo del vello y/o uñas —dejando que crezcan mucho y a su aire, o
arco ideológico... lodo lo contrario—, rechazando cualquier tratamiento de la
medicina científica, etc. En este terreno hay que ser especial- agrado la música propia de la edad del sujeto —o su preferi-
mente cautos y no tildar de sectarios tratamientos y medidas da— a rechazarla totalmente y encerrarse absorto en músicas
higiénicas procedentes de la medicina naturista o del yoga de corte místico, ritual o incitadoras a la introspección en ge-
que, incluso siendo muy atípicos pueden ser altamente efica- neral (un hábito que, en cambio, es muy recomendable y po-
ces y recomendables; la alarma, en todo caso, debería saltar sitivo si se adopta al margen de cualquier presión grupal o
más bien por el cómo se hace (actitud del sujeto) que por el ideológica).
qué se hace (método empleado). 8. Cambios extremos en los hábitos del tiempo de ocio:
4. Cambios tajantes en el uso de sustancias adictivas: dejando de ir a determinados espectáculos como el cine o el
abandonando sin más —y/o argumentando razones religio- teatro, o de frecuentar locales de diversión —propios de su
sas para ello— el consumo de tabaco, alcohol, fármacos u edad y ambiente y vistos con agrado anteriormente—, ale-
otras drogas. gando razones absurdas y muy ajenas a la idiosincrasia previa
5. Cambios bruscos en el comportamiento sexual: pu- del sujeto, y/o dedicando el tiempo «recuperado» a asistir
diendo adoptar frente a la pareja —sin que medie ningún a diversidad de «cursos» nocturnos o de fin de semana y/o a
proceso de cambio de actitudes coherente— todo tipo de escuchar, durante largas horas, grabaciones de charlas rela-
pautas, desde el rechazo total de la sexualidad —postulando cionadas con ellos.
o no la necesidad de la castidad por razones religiosas o eso- 9. Cambios radicales en las aficiones: abandonando to-
téricas—, hasta demandas no habituales en las relaciones talmente prácticas —deportivas, culturales, de ocio, etc.—
amorosas del sujeto, tales corno realizar el coito intentando que anteriormente eran muy importantes para el sujeto, sin
no eyacular—un requisito proveniente del Tantra-yoga pero que medien razones lógicas que lo justifiquen.
que muchos sectarios e ignorantes imponen a sus adeptos sin 10. Cambios repentinos en el interés por los sucesos de
criterio ninguno—, hacer el amor en ciertas condiciones, lu- actualidad: dejando de leer periódicos y revistas, ver televi-
gares o fechas, imposición de criterios promiscuos, bisexua- sión o escuchar radio, y eludiendo cualquier conversación
les u otros a la pareja recurriendo al mandato de algún dog- que se centre en las noticias del momento.
ma, etc. Será apropiado recordar aquí que, entre una pareja B. Modificaciones en la forma de expresión verbal:
adulta, es válida cualquier práctica sexual que acepten ambos, 11. Cambios importantes en la estructura discursiva: de-
pero no es aceptable ninguna que venga impuesta por uno en icctables a partir del empleo frecuente de neologismos; de la
contra del deseo manifestado por el otro. reducción del vocabulario usado; de la simplificación progre-
6. Cambios muy sesgados y focalizados en los temas de siva de las frases —un síntoma relacionado con el empobreci-
lectura: encerrándose en lecturas referidas a un solo campo miento de la capacidad de reflexión—; de los cambios nota-
temático —generalmente asociado a dinámicas dogmáticas bles en la entonación —el sectario suele hablar adoptando la
de tipo religioso, metafísico, esotérico, político u otros—, manera peculiar y característica que es propia de cada gru-
procedentes de un único autor y/u orientación, y que son jió—; de la pérdida de expresividad; del uso de un tipo de dis-
consumidas con más afán devocional que sana curiosidad in- curso anormalmente monótono y ceñido casi exclusivamente
telectual. ,\\a de sus nuevos amigos, ideas y/o proyectos; del recur-
7. Cambios radicales y persistentes en los gustos musi- so continuo a muletillas o frases nada corrientes y/o que de-
cales: pasando, por ejemplo, de escuchar con normalidad y notan una forma de pensamiento muy diferente del que le era
habitual al sujeto; del empleo asiduo de versículos bíblicos o de pensamiento mágico, entendido éste como la creencia en
equivalentes para aludir o justificar hechos y comportamien- que medíante los propios pensamientos, palabras o acciones
tos de la vida cotidiana; del abandono del uso de tacos y pa- se puede o podría, de algún modo, provocar o prevenir un de-
labras malsonantes como recursos habituales en medio de terminado acontecimiento, a pesar de que dicha creencia se
cualquier conversación; etc. oponga a las leyes propias de la lógica y de las relaciones cau-
C. Modificaciones en el carácter: sa-efecto. Este tipo de pensamiento suele concretizarse en ri-
12. Cambios afectivos: distanciándose de forma visible y tuales estereotipados y creencias supersticiosas.
progresiva del entorno afectivo habitual —familia, amigos, D. Modificaciones en el organismo:
novio/a—; el desapego suele ser más remarcado con respecto 18. Cambios físicos en el organismo: adopción de una
a los familiares más directos, al tiempo que se incrementa el postura rígida o envarada y rasgos faciales tensos —a veces
grado de desconfianza hacia ellos. con ojos vidriosos y mirada perdida (denominada «mirada de
13. Cambios muy acusados de temperamento: incremen- las mil millas»)—, especialmente cuando se le recrimina por
tándose enormemente los niveles de susceptibilidad, irritabi- alguna acción cometida o se le discuten sus nuevas ideas o
lidad, ensimismamiento, mutismo, insensibilidad, entusias- creencias; adelgazamiento anormal y sin causa aparente; etc.
mo, actividad, períodos de tiempo pasado fuera del hogar E. Modificaciones en las relaciones sociales:
—que no suele justificarse con claridad—, descenso del ren- 19. Cambios bruscos en el círculo de amistades: apartán-
dimiento laboral o escolar, etc. dose rápida y progresivamente de los amigos que se frecuen-
14. Cambios en las formas de expresión: volviéndose taba hasta un determinado momento, y pasando a relacionar-
más inexpresivo; perdiendo buena parte del sentido del hu- se, de forma preferente y/o exclusiva, con un círculo de gente
mor; dando la sensación de que se actúa de un modo artifi- nueva con la que se mantiene un trato intensamente emotivo
cioso, falso y evasivo; etc. y próximo a pesar de que eran perfectos desconocidos hasta
15. Cambios radicales en los intereses vitales: dejando de hace bien poco y que parecen surgidos repentinamente de la
lado metas anteriores que habían significado mucho para el nada. En todo caso, el alejamiento de las amistades habituales
sujeto —acabar una carrera, trabajar en alguna profesión o será tanto más intenso y rápido cuanto más critiquen o con-
lugar determinado, comprarse un bien concreto, hacer un tradigan las nuevas ideas, creencias, relaciones o actuaciones
viaje, ser voluntario de alguna organización, etc.—, sin más del sujeto.
justificación que argumentos del tipo de «eso son cosas del 20. Cambios tajantes en las actividades sociales: aban-
pasado», «ya no son importantes para mí», «he encontrado donando sin más los estudios o el trabajo —o solicitando al-
metas más altas», etc. gún cambio de turno, traslado o excedencia no justificado—
16. Cambios ideológicos extremos: pasando de un tipo y/o bajando muchísimo el nivel de rendimiento habitual en
de posicionamiento o militancia ideológica al extremo con- ellos (cansancio, falta de atención, dificultad de concentra-
trario (los más frecuentes son los cambios que convierten a ción, etc.).
una persona abierta y liberal en cerril y reaccionaria, o a una 21. Cambios inexplicables en el cumplimiento de com-
atea, agnóstica o indiferente en creyente a machamartillo). promisos sociales: negándose a asistir, por ejemplo, a aconte-
17. Cambios profundos en la dinámica de raciocinio: dan- cimientos familiares —o de amistades— importantes, tales
do lugar, por ejemplo, al desarrollo e implantación de pautas auno bodas, bautizos, fiestas de aniversario, visitas a cnfcr-
mos, funerales, etc., argumentando razones de índole religio- mados por la casa —no hará falta, pues, vulnerar ninguna in-
sa o excusándose a partir de la necesidad de asistir a algún timidad—, señalarán sin error de quién se trata.
tipo de cursillo, viaje, reunión o actividad imposible de ob- En los casos en los que el presunto aspirante a sectario
viar. La frecuencia y calidad de este comportamiento puede mantiene habitualmente una buena comunicación con su fa-
ser un indicio del grado de dependencia del sujeto hacia la milia —padres o pareja—, es más que seguro que habrá men-
secta. cionado en muchas ocasiones su relación con el grupo bajo
sospecha y comentado lo fundamental de su interés por él. Si
se ha sabido —y/o se sabe— escuchar, éstas son oportunida-
30. Cómo actuar durante la fase de primeros contactos des inmejorables para poder indagar acerca de lo que el suje-
to conoce sobre el grupo, sus actividades, sus fines y la gente
Cuando se han revisado con sentido común los veintiún que lo conforma. Pero, en este trance, no se debe menospre-
síntomas recién apuntados, y se llega a la conclusión de que ciar —o despreciar— lo que se oye, sino que, por el contra-
«algo raro» está pasando, ha llegado la hora de ponerse ma- rio, será óptimo aprovechar la coyuntura para interesarse
nos a la obra: ya sea una «secta», o cualquier otro tipo de cir- sinceramente por ello. Si la relación con el candidato a secta-
cunstancia, la causa aparente de las modificaciones de conducta rio es de confianza y respeto mutuo, será factible y deseable
observadas en un sujeto, habrá que averiguar qué sucede, en qué analizar y sopesar conjuntamente —con mentalidad abierta y
intensidad y condiciones, con qué riesgos, qué posibilidades de sin apnorismos— los datos aportados por éste, y, en cual-
abordaje existen y, con toda esa información, deberá comenzar- quier caso, si ello es posible, será una buena idea el dejarse
se a elaborar una estrategia que pueda ser adecuada para enfren- —o hacerse— invitar para conocer directamente al grupo y
tarse al caso. participar en algunas de sus actividades.
Resulta obvio que cuanto antes se actúe tanto mejor será Quien realice este proceso junto a su familiar sectario, de-
para todo y para todos; pero no debe olvidarse que una inter- bería extraer conclusiones fundamentadas lo antes posible
vención precipitada y/o errónea puede llegar a ser tan o más para poder compartir su opinión con el sujeto de una forma
nefasta que el no hacer nada en absoluto. clara y didáctica y sin dogmatismo ni autoritarismo. Si se ac-
Lo primero que debe procurarse es no agobiarse sin sen- túa de esta manera, mostrando interés y respeto por la vida,
tido. Ni tampoco agobiarse aunque haya razones para ello, intereses y necesidades del otro, es muy posible que pueda
puesto que hacerlo sólo sirve para estresarse, complicarle la abortarse definitivamente su ingreso en esa «secta». Final-
vida a todo el mundo e incapacitarse progresivamente para mente, aunque no siempre está indicado —e incluso puede
poder dar con las soluciones más oportunas. Así pues, lo in- ser contraproducente— este buen trabajo podría completarse
dicado será tranquilizarse, no apresurarse y actuar con pru- animando al sujeto —despertando su curiosidad, no impo-
dencia y método. niéndole consejos— a conocer algo acerca de los riesgos del
Habrá que intentar averiguar el origen del problema y, en sectarismo y de las causas que lo originan.
caso de ser una «secta», descubrir cuál es. En la inmensa ma- Sea el que fuere el modo de conocer la identidad de la
yoría de los casos no se precisará ser un Sherlock Holmes «secta» bajo sospecha, el paso siguiente será buscar —y en-
para conocer la identidad del grupo que se busca: libros, fo- contrar— la máxima información posible sobre ella —ver el
lletos, revistas, apuntes, carteles, discos o casetes, desparra- capítulo XI—, valorar sus riesgos en base a los datos disponi-
bles sobre el grupo, a los elementos definitorios de una secta muy común intentar obtener información sobre el grupo
destructiva y, especialmente, en función de las características para «hacérsela leer» al sectario a fin de que «se dé cuenta de
psicosociales del sujeto —que ya vimos que son el auténtico dónde está metido en realidad». La intención es buena, pero
meollo del conflicto, con una incidencia e importancia su- la estrategia no. La opción de entregarle al sujeto, sin más, to-
perior a las características de la «secta»— para, finalmente, dos los datos sobre la «secta» que se ha logrado reunir debe
cuantificar la gravedad del problema. Si la situación parece di- valorarse siempre con muy buen criterio, ya que en la inmen-
fícil será recomendable buscar asesoramiento especializado. sa mayoría de los casos será contraproducente hacerlo —sal-
Resulta siempre de gran ayuda comentar la situación con vo que se intente dentro de una estrategia perfectamente me-
el resto de la familia y solicitar su opinión, apoyo y ayuda. dida y planificada para lograr que el sectario primerizo esté
Con la prudencia necesaria, también puede recurrirse a algu- en condiciones de analizar por su propio deseo y voluntad el
nos amigos/as del sujeto; cuando uno entra en contacto con material acumulado—. La razón básica para actuar de esta
alguna «secta» suele comentarle su situación a quienes le son forma reside en la manera como actúa la vacuna que toda sec-
más próximos, por eso el círculo de amistades puede ser im- ta destructiva instala en la mente de sus adeptos durante la
portante en muchos sentidos. Casi siempre ocurre que par- primera etapa de relación estrecha.
te de la familia y/o de los amigos no ven clara la situación Apuntamos en su momento que en el proceso de relación
—suele aparecer un posicionamiento rotundo hacia alguna con una secta se pasa por cuatro fases progresivas, que identi-
de las partes cuando se sabe de la existencia de una relación ficamos como interés, fascinación, enamoramiento y sectade-
previa conflictiva entre padres/hijos o en la pareja—, o no pendencia, pues bien, en algún momento de la primera fase
quieren traicionar la confianza del amigo, y se niegan a cola- —o quizá de la segunda, ya que se puede pasar de una a otra
borar; en esas circunstancias, facilitar información aséptica y en muy poco tiempo—, cuando ya se han recorrido los pri-
documentada sobre la «secta» y/o acerca del riesgo de secta- meros estadios de la dinámica manipuladora y el sujeto se en-
dependencia de ese sujeto en particular será, sin duda, una cuentra repleto de energía e ilusión por creer haber hallado
buena vía para intentar modificar su actitud. un refugio contra su ansiedad, en la secta se le dice alguna fra-
En cualquier caso, cuando se descubre que un familiar está se inocente de este estilo: «Tú ves lo que somos y qué hace-
en contacto con una «secta», hay una serie de actuaciones que mos, ¿no? Te das cuenta de que aquí puedes encontrar lo que
nunca jamás deben realizarse so pena de empeorar todavía te hace falta, ¿verdad? Pues si le cuentas todo esto a cualquier
más el conflicto. Así, por ejemplo, hay que evitar enfadarse persona que no nos conozca te dirá enseguida que esto es una
con él, amenazarle, forzarle imperiosamente a dar explicacio- secta y que nosotros somos gente muy peligrosa que te va-
nes, culpabilizarle, aislarle, menospreciarle, castigarle, prohi- mos a comer el coco. La gente no está dispuesta a hacer na-
birle la relación con el grupo, o entrar en confrontaciones dia- da para salir de su realidad miserable, y no le gusta tampoco
lécticas duras y rígidas sobre los pormenores de la «secta». que quienes están a su lado lo hagan. Por eso todos intenta-
Cualquiera de estas conductas no sólo no logrará separar al rán que tú te quedes junto a ellos y sus problemas y te pedi-
sujeto de su «secta» sino que le arrojará todavía con más fuer- rán que no pierdas el tiempo con sectas como ésta.» El neófito
za e intensidad a sus brazos y le alejará de su familia y de las sonreirá, no le dará mayor importancia a la frase y la archiva-
posibilidades de volver a normalizar su vida. rá en algún rincón de su mente. La vacuna ha sido ya implan-
Tras descubrir que un familiar pertenece a una «secta», es tada y activada.
A partir de ese momento, la visión de la realidad comen- resulta extremadamente difícil saber usarla con eficacia. La
zará a ser sutilmente deformada. Cada vez que esa persona mejor información posible resultará absolutamente inútil si
intente contarle a alguien próximo el «importante» hallaz- no se la administra en el marco de una estrategia que pueda
go que acaba de hacer, su interlocutor —que no habrá estado controlar cuándo, cómo y dónde se usa. No hacerlo así será
sometido a la dinámica manipuladora ni tiene sus mismas como poseer un excelente violín y no saber tocarlo. Por eso
necesidades apremiantes y, por ello, verá la situación más será útil tomar en cuenta al menos dos cosas: 1) nunca debe
objetivamente— le advertirá acerca de la posibilidad de malgastarse una buena información presentándola de forma
encontrarse metido en una secta. Pero el sujeto, que —por te- inadecuada; lo óptimo será aguardar hasta el «momento más
ner un perfil de personalidad presectario y encontrarse sumi- propicio» que pueda llegar y/o que uno sea capaz de provo-
do en alguno de los desencadenantes psicosociales ya descri- car —aunque quizá para ello falte el concurso de un exper-
tos— necesita creer desesperadamente en la veracidad de las to—; y 2} siempre debe tenerse presente que cualquier infor-
promesas del paraíso sectario, no sólo no se pondrá en guar- mación llegará más eficazmente a un sectario si éste está
dia sino que recuperará la vacuna, y pensará algo así corno: sinceramente interesado en ella —hay que despertar su cu-
«Claro, es cierto, ellos [la secta] tenían razón. La gente no riosidad, no apelar a su deber—, y/o se la ofrece alguna per-
quiere salir de su pozo y desean que yo me pudra en él.» De sona de su confianza y sin ejercer presiones; además, ob-
esta forma, poco a poco, el sectario irá levantando un muro viamente, cuanto mejor fuera la calidad de la relación y
que sólo será permeable a lo dicho por la «secta» —que se comunicación existente previamente entre el adepto y sus fa-
perfila ya como la única depositaría de toda verdad y de «su» miliares y amigos, más credibilidad podrá tener lo que ex-
salvación—, e impedirá que las opiniones de familiares, ami- pongan éstos.
gos o expertos tengan alguna influencia en él. En resumen, si un familiar se encuentra todavía en la pri-
Por eso, tal como advertíamos, muchas familias fracasan mera fase de contacto sectario, será recomendable aplicarse
estrepitosamente cuando, sin estrategia ninguna, intentan en intentar estrechar las relaciones con él, interesarse sincera-
confrontar al sujeto con un montón de información contraria mente por sus nuevas ideas y proponerle elementos de con-
a la «secta» en la que está adscrito. En esos casos, lo habitual traste sin ánimo imperativo o inquisitivo, actuar en la línea de
es que el sujeto se niegue en redondo a considerar siquiera lo que acabamos de sugerir y, aunque sea ya algo tarde para
esos datos, o que los atienda —-o finja hacerlo— y declare ello —nunca lo es del todo—, aplicar algunas de las «veinti-
acto seguido, convencido e irritado, que todo son mentiras cinco actitudes para la prevención integral» que relaciona-
sin fundamento, al tiempo que, en su interior, podrá ratifi- mos en el apartado 23. Cuando uno no se ve capaz de abor-
carse y fortalecerse la idea delirante de que sus familiares dar el conflicto y/o la sectadependencia del sujeto es ya
y amigos están endemoniados —o cualquier otro concepto intensa, puede ser de utilidad consultar a un experto de con-
equivalente que utilice su «secta»—, eso es que son «enemi- I i.inza.
gos» que no merecen ningún crédito ni confianza.
La información es un instrumento fundamental para en-
frentarse a una secta, pero, cuando un sujeto ya es sectario
—cuando ya está sumergido en las fases de fascinación y, más
concretamente, de enamoramiento o sectadependencia—,

77? —
XI

Dónde buscar ayuda y cómo aprovecharla

31. Ponerse manos a la obra

Cuando en el seno de una familia surge eí problema de la


afiliación de alguno de sus miembros a una secta destructiva,
ha llegado el momento de tener que plantearse seriamente
muchas cosas que no van a resultar cómodas ni fáciles para
nadie. Habrá que analizar el pasado para remontar y corregir
errores. Deberá valorarse el momento presente y medir el al-
cance de la situación, los pasos que se está dispuesto a dar y el
coste a pagar para buscar soluciones. Convendrá meditar so-
bre el futuro y prever qué se estará dispuesto a sacrificar y a
ofrecer.
La primera decisión de partida tendrá que ser la de asumir
o no el notable costo en energía, tiempo y dinero que puede
requerir el intentar encontrar vías de solución. Lo que no se
hizo en su momento deberá emprenderse ahora mediante un
esfuerzo mayor en todos los sentidos, y si el núcleo familiar
no se muestra dispuesto a ello, no cabrá esperar milagros.
Abordar una problemática sectaria —tal como sucede con
cualquier otra adicción: alcoholismo, toxicomanías, ludopa-
tía, etc.— requiere la implicación absoluta del círculo familiar
—y también del de amistades, si es posible— del sujeto. Hay
trabajo para todos y nadie puede, ni debe, hacerlo por ellos.
Es importante destacar que el esfuerzo que debe hacer una
familia para resolver un conflicto de esta naturaleza será un bre la personalidad y entorno social del sectario que no la re-
paso necesario para su propio proceso terapéutico, sirviendo ferida a la «secta» en sí misma; y lo mismo reza para las actua-
para ayudar a regenerar las estructuras de relación entre sus ciones directas, que deberán concentrarse más en apoyar al
miembros en general y entre éstos y el sectario en particular. sujeto que en presionar contra el grupo. De todos modos,
Dentro de los esfuerzos que considero imprescindibles desta- siempre será mejor tener el máximo de datos posible sobre la
can la búsqueda de información, realizar contactos, entrevistas «secta» de referencia ya que ello puede ayudar a diseñar algu-
y reuniones con las personas necesarias, participar en sesiones nas estrategias con mejor base.
de terapia familiar específicas para resolver los conflictos intra- La información, por tanto, podrá ser un instrumento im-
familiares anteriores y posteriores al hecho sectario, e impli- portante en el abordaje de la problemática sectaria, pero no
carse en las actuaciones que sean precisas para mejorar las re- cualquier información será adecuada para servir a nuestros
laciones con el adepto. propósitos. Resulta imprescindible que los datos que se va-
Buscar ayuda ante un problema «sectario» nunca es fácil, yan a emplear sean ciertos y objetivos, y que conformen un
particularmente porque los expertos son pocos y, muy espe- conjunto bien documentado, contrastado y veraz.
cialmente, porque no existen, de momento, instituciones pú- Informar con veracidad es un deber, pero no sólo por éti-
blicas adonde poder dirigirse para solicitar información y ca —que ya es razón más que suficiente—, sino por pura es-
asesoramiento objetivos. Hará falta, pues, bastante esfuerzo, trategia. Un sectadependiente, por poderosa que sea su adic-
algo de ingenio, mucho criterio para saber elegir... y un poco ción a un grupo, está en condiciones de saber distinguir entre
de suerte. En este capítulo intentaremos ofrecer algunas pís- lo que puede ser posible o no respecto de su «secta», pero,
tas y sugerencias de interés para poder emprender este cami- sobretodo, es perfectamente capaz de poder diferenciar una
no con algo de base. información bien documentada de una vulgar patraña. Otra
cosa bien distinta será que esa persona pueda detectar las
mentiras y contradicciones que rodean su propia vida dentro
32. La información y fuera de la secta, ya que la dinámica manipuladora grupal y
el proceso adictivo en que está atrapada le impiden verlas
La utilidad de la información sobre una «secta» puede ser como tales o, en caso de ser consciente de ellas, le fuerzan a
mucha o poca en función del objetivo perseguido en cada asumirlas como buenas y deseables dentro del marco de co-
momento. En principio, será adecuada para poder valorar herencia que necesita mantener a fin de que su particular re-
globalmente la situación, posibilidades y riesgos que puede ductor de ansiedad siga siendo eficaz.
correr un sectario, puesto que no todos los grupos tienen Debe tenerse siempre muy presente que un sectario, tal
igual incidencia sobre la dinámica psicosocial, ni la misma como ya vimos, basa su identidad —en un alto grado o total-
voracidad sobre los bienes de sus adeptos, etc. Pero, dado mente— en el hecho de la pertenencia a su grupo y ello, ven-
que, tal como ya hemos mostrado, los conflictos sectarios, tajas de supervivencia emocional al margen, le lleva a cerrarse
que van desde la mera afiliación a la sectadependencia, no tie- absolutamente —e incluso a reaccionar con ira o violencia—
nen su causa básica en el perfil de la «secta» sino en el perfil .inte cualquier dato que afecte negativamente a su colectivo
psicosocial previo del adepto, para plantearse un abordaje te- v, en consecuencia, a su mismísimo núcleo de personalidad.
rapéutico será infinitamente más necesaria la información so- Además, sabemos también que parte del proceso manipula-
dor sectario consiste en controlar los mecanismos para la ad- emana de cualquier figura investida de liderazgo, en el estado
quisición de información, forzando que un sujeto sólo admi- de sumisión y dependencia que embarga a la mayoría de los
ta los inpiits procedentes de la secta —y/o aquellos externos adeptos, en su necesidad de seguir creyendo que están en «el
relacionados con pautas de supervivencia cotidiana que, claro buen lugar», y en la desconexión de éstos respecto a buena
está, no contradigan los dogmas sectarios— y rechace todos parte de la dinámica social general.
los ajenos y/o que cuestionen la imagen del grupo y/o su per- Entre las muchas estratagemas que utiliza el sectarismo
manencia en él. destructivo para invalidar los informes que le son desfavora-
Cualquier dinámica de sectarismo destructivo programa bles, destacan las tres siguientes: a) sacar algunas frases de su
las claves generales de interpretación de las percepciones a la contexto original para desvirtuarlas y hacerlas aparecer como
luz de su doctrina —ver los clichés en el apartado 15—, de ridiculas, injustas y exageradas; b) exaltar cualquier detalle
modo que, en el aspecto concreto que tratamos, sus adeptos erróneo y contaminar todo el conjunto con el —«aquí se dice
sólo puedan ver como «mentiras» o «difamaciones» todas las que nosotros poseemos una finca en Sevilla y todos sabéis
informaciones contrarias a su grupo y líder. Para que la ma- que no es nuestra, sino que está arrendada, ¡pues así es todo
nipulación sectaria sea coherente —no olvidemos que inclu- este artículo, lleno de mentiras como ésta, pura basura, es una
so el más cretino de los humanos sabe que nadie ataca a otro demostración más de que la prensa siempre miente!»— y, al
sin motivo—, la miopía de la grey se acuna sobre un armazón mismo tiempo, claro está, omitiendo el comentar los hechos
conspiranoico que lleva a considerar las críticas como ata- irrefutables del texto analizado:, y c) aplicarse a uno mismo,
ques organizados y tramados desde «oscuros intereses» —de de forma interesada y manipuladora, conceptos y frases
políticos, ateos, católicos, judíos, comunistas, fascistas, pe- generales y/o referidas a otros —«aquí se habla de que hay
riodistas, psiquiatras.,,, es decir, de cualquier colectivo que el sectas en las que se prostituye a los adeptos, pero eso es men-
líder sectario y sus intereses señalen como «el enemigo»— a tira, en nuestro grupo no hacemos tales cosas, por eso no so-
fin de acabar con el grupo y su misión —que representan en mos una secta y eso demuestra cómo mienten todos los que
ese momento la única vía de supervivencia emocional de sus nos atacan»—, que en ningún momento les han sido adjudi-
adeptos— y dañar de forma alevosa y dolosa a cada uno de cadas.
sus miembros (personalizando así el peligro para provocar Así pues, debe tenerse por seguro que cualquier informa-
más visceralidad en la respuesta de rechazo del sujeto). ción que cuestione a una «secta» —pero también a cualquier
Por otra parte, las informaciones críticas publicadas que institución religiosa, política o de alto contenido emocio-
afecten de forma directa y notable a una «secta», suelen ser nal— siempre será tildada de falsedad por ella y sus acólitos.
comentadas en grupo por los responsables locales —habitual- Valga como ejemplo mi propia experiencia: por los datos pu-
mente en medio de alguna sesión ritual o de formación— y blicados en mis libros he sufrido alrededor de un centenar de
reinterpretadas hasta demostrar su «falsedad»; aunque, lógi- procesos judiciales iniciados por dirigentes de sectas y, a pe-
camente, los líderes sectarios sólo se toman la molestia en ha- sar de haber ganado todos los pleitos —demostrando sin lu-
cer tal cosa cuando lo publicado es cierto y tiene suficiente gar a dudas que mis informaciones son veraces— y, a más
entidad como para poder generar dudas y conflictos entre los abundamiento, de haber hecho procesar y condenar a algu-
miembros. Las estrategias empleadas para este menester se nos de esos responsables sectarios, éstas siguen contando a
fundamentan, básicamente, en el poder y credibilidad que sus adeptos que yo falto a la verdad... Y, lamentablemente, en
la misma tesitura me he tenido que ver a partir de la publica- webs específicas en Internet, informaciones periodísticas,
ción de mis libros críticos sobre la Iglesia católica, aunque en material de las propias sectas, documentos administrativos o
este caso, dada la radical contundencia de mis datos, nadie se judiciales, etc.—, pero hay que saber seleccionarlas según sus
atrevió a demandarme, aunque sí a difamarme desde los me- diferentes grados de interés y estar en condiciones de superar
dios eclesiales197. El sectarismo, ya lo dijimos, no sólo es pa- las dificultades de acceso que puedan presentar cada una de
trimonio de las «sectas». ellas.
En cualquier caso, sea la que fuere la opinión de los secta- Los libros son herramientas imprescindibles para poder
rios, debo insistir en que solamente debe emplearse informa- adquirir una visión de conjunto, rigurosa, amplia y ordenada,
ción basada en hechos reales y pruebas tangibles. Saber dónde de la problemática sectaria y, también, quizá, para acceder a
encontrarla y cómo distinguirla será tan fundamental como informaciones ya elaboradas sobre el grupo específico que
difícil, pero no imposible. En potencia existen muchas fuen- interese en cada caso particular.
tes para poder documentarse —libros, revistas y opúsculos A la hora de elegir un libro, particularmente si no se tie-
especializados, ya sean de carácter científico o divulgativo, nen referencias sobre su posible calidad, puede ser útil dejar-
se guiar un poco por los datos biográficos del autor que fi-
guren en una pestaña de su cubierta u otro lugar, por la
197. Libros como La vida sexual del clero —que no sólo supone un
ensayo riguroso sobre la cuestión del celibato católico y de la vida afectí- estructura y contenido del índice, y por la editorial (las hay
vo-sexual del clero, sino que denuncia, con nombres, apellidos y profusión más o menos serias, o que están adscritas a determinadas
de pruebas incontestables, a sacerdotes y altos prelados actuales implica- creencias —generalmente religiosas— que le confieren un
dos en escándalos y delitos sexuales, casi siempre encubiertos— o Menti-
sesgo muy notable a todo lo que publican; así, por ejemplo,
ras fundamentales de la Iglesia católica —que evidencia las tremendas ma-
nipulaciones y falsificaciones que dieron origen al dogma católico—, han los autores de orientación católica, que suelen referirse a las
sido prohibidos (para los creyentes) por la cúpula católica española, pero «sectas» bajo la denominación de «Nuevos Movimientos Re-
jamás han sido rebatidos. De hecho, desde la mediocre y ultraconservado- ligiosos» o NMR, con frecuencia parten de supuestos de
ra cúpula eclesial católica, se ha llegado a decir que tales libros eran la
supremacía de su fe que son incompatibles tanto con la ob-
punta de lanza de «una campaña anticlerical para preparar una situación
parecidas la que dio origen a la Guerra civil española» ¡¡¡¿?!ü, verdadera- jetividad y neutralidad que se requiere para abordar un pro-
mente demencial; o, en el periódico conservador ABC, Santiago Marín, en blema psicosocial como el de las «sectas», como con el respeto
marzo de 1995, escribió que «Hay, no me cabe duda, una fortísima cam- y trato igualitario que se le debe a todas las creencias).
paña contra la Iglesia. Se trata de hacer salir a la luz los defectos de los
En la bibliografía final de este trabajo se reseñan decenas
eclesiásticos, especialmente relacionados con asuntos sexuales. Son libros,
denuncias, programas de televisión o de radio. Va dirigida a minar el pres- de libros y artículos de revistas científicas que pueden ser de
tigio de la jerarquía, presentándola como una oligarquía hipócrita que interés, pero no son los únicos, ni mucho menos, ya que los
mantiene una fachada de elevada doctrina para los demás que no cumple textos que tratan esta cuestión se pueden contar por miles
ella misma. Destapada la campaña habría que preguntar por qué existe y (otro asunto bien distinto será su rigor y calidad).
quién la mueve...». Esta misma filosofía y estructura de texto es la que en-
contramos en todos los panfletos de sectas destructivas cuando se defien- Algo tan aparentemente simple como es buscar un libro,
den de las críticas que se les formulan, ¿casualidad? Frente a tal sectarismo puede convertirse en un calvario, incluso para quienes, como
institucional, algunos obispos y teólogos, cientos de sacerdotes y miles de este autor, trabajan con libros y compran varios cientos cada
creyentes han leído, avalado y apoyado ambos libros, convertidos en best- año. ¿Cómo saber que un libro sobre un determinado tema o
sellers, a pesar de tratarse de ensayos, en todos los países europeos y lati-
noamericanos donde se han publicado. de un cierto autor existe? Un recurso es hacer búsquedas es-
pecíficas sobre la base de datos del ISBN (en España), que es En las bibliotecas públicas no están todos los libros, cier-
un registro oficial en el que aparecen las fichas de absoluta- tamente, pero quizá se encuentren los suficientes. Puede faci-
mente todos los libros editados en el país; puede consultarse litar las cosas el pedirle consejo al bibliotecario/a acerca de lo
a través de un librero o directamente en Internet. Lo mismo que se está buscando; los hay muy amables, tanto, que no po-
puede hacerse con los registros similares de cada país. Las li- cas veces toman nota del libro que no tienen en existencia, lo
brerías virtuales, las webs de algunas editoriales y otras espe- compran y lo ponen a disposición de sus lectores.
cializadas en temas concretos, también ofrecen un amplio ca- De todos modos, no resulta recomendable leer exclusiva-
tálogo informatizado de rápido y cómodo acceso a través de mente libros críticos con las «sectas», lo mejor será ampliar
la red. El mismo tipo de acceso electrónico permite bucear horizontes leyendo textos que permitan comprender mejor
también en las librerías públicas y universitarias (éstas, a su los contornos del problema que nos atañe. Algunos textos
vez, permiten localizar artículos científicos)... Cuando uno se bien seleccionados sobre psicología, religiones —en especial
encuentra con cientos de títulos en la pantalla del ordenador tratados sobre religiones comparadas—, filosofía —oriental
comienza a arrepentirse de haber iniciado la búsqueda... aho- y occidental—, yoga, metafísica o —¿por qué no?— esoteris-
ra hay que seleccionar los que más se ajusten a las necesidades tno..., ayudarán a formarse una base de conocimientos que
de cada momento. podrá mejorar la comunicación y entendimiento con un sec-
Con el comercio electrónico ya se pueden comprar fácil- tario (al tiempo que mejorará la comprensión y la tolerancia
mente libros en todo el mundo, a través de Internet, desde los con las creencias ajenas).
propios catálogos que han permitido localizarlos. Si nos ate- Una fuente de datos muy notable que no puede dejar de
nemos al método tradicional, ir a la librería de la esquina, nos usarse es la propia literatura editada por la secta —libros, re-
encontraremos casi seguro con un primer problema cuando vistas, folletos, etc.—, puesto que servirá tanto para saber qué
se busque un libro que no sea «novedad», eso es que se haya y cómo piensa el familiar sectario —y, por tanto, permitirá
publicado hace algunos meses o años; la mayoría de esos tex- aproximarse más íntimamente al núcleo de su mundo perso-
tos ya no existe en los estantes de las librerías —por un evi- nal—, como para detectar incongruencias, promesas incum-
dente problema de espacio y comercialización que prima a plidas, falsedades, abusos, actitudes irracionales y/o delicti-
los últimos libros editados— y los malos libreros suelen vas, puntos razonables en los que puede estarse de acuerdo y
sacarse de encima al cliente diciéndole que «está agotado», un largo etcétera de elementos que sin duda serán importan-
pero, en realidad, ese texto que no tiene el vendedor en su tes a la hora de intentar abordar la salida del sectario de su
mesa lo mantiene el editor en su almacén y, por tanto, se pue- grupo.
de conseguir. Los caminos para hacerse con él son muchos; No conviene, por tanto, caer en ninguna de las dos actitu-
por ejemplo, pedirle al librero habitual, o a la librería más im- des —habituales en las familias afectadas— siguientes: a) rom-
portante y que dé mejor servicio en la ciudad, que lo encar- |KT cuanto papel de la secta se localice (antes al contrario, hay
gue a la empresa editora o a su distribuidor local; también se que guardarlos todos en un lugar seguro, ya sea el original
puede llamar por teléfono directamente a la editorial —o co- o en lotocopia); y b) perseguir al sectario para confrontarlo
municarse con ella a través de su página web o e-mail— a fin Continuamente con sus propios textos (según los casos, será
de que suministre el libro ella misma o indique dónde poder Inicuo discutir suavemente sobre ellos, pero nunca adoptar
conseguirlo. posturas radicales contra ellos).
La literatura más interesante será siempre aquella que esas pistas suele acabar arrojando resultados bien sorpren-
está reservada para uso de los adeptos y, mucho más aún, la dentes.
que es de uso exclusivo de los dirigentes y/o sólo puede ser La búsqueda de informaciones ya publicadas en archivos
consultada dentro de los centros sectarios; en este tipo de y hemerotecas no es sencilla. Los buenos archivos sobre el
documentos suele encontrarse parte de la dinamita que ayu- mundo de las «sectas» son privados y su acceso está limitado;
dará, en el momento adecuado, a abrir el camino hacia el las hemerotecas públicas y las de los medios de comunicación
abandono de la secta. Los textos propagandistas y públicos, no suelen tener aún índices temáticos informatizados —o
aunque aportan menos datos, también pueden tener diferen- son muy recientes o incompletos— y resulta prácticamente
tes usos: informar sobre actividades y relaciones de la secta, imposible encontrar una noticia determinada si no se sabe de
mostrar cambios importantes de actitud y/o de imagen a lo antemano en qué medio y fecha fue publicada.
largo del tiempo, acreditar incumplimientos de promesas, Hoy en día, Internet es una fuente obligatoria a la que
etc. Todo, hasta lo más nimio, puede ser de alguna utilidad debe acudirse para casi todo y, cómo no, también para reca-
en manos de un buen experto. Resulta siempre una buena bar información sobre «sectas». En la red de redes hay cente-
idea el abrir un archivo propio —en algún lugar que no sea nares de webs dedicadas a este tema y empleando un busca-
accesible para el sectario— para guardar todos los datos que dor —es aconsejable usar varios, ya que no todos encuentran
se encuentren a propósito del caso; un día, en el futuro, ha- lo mismo— y tecleando las palabras clave que se conside-
rán un gran servicio. re oportunas —genéricas como «secta» y su equivalente en
Las noticias de prensa también pueden ser una fuente de otros idiomas, o particulares como el nombre del grupo que
información interesante, pero, lamentablemente, debido a las se busca— se localizan sin problemas. Las webs tienen los
prisas y superficialidad —y/o falta de profesionalidad— que contenidos más diversos: recopilaciones de artículos de pren-
domina el trabajo periodístico de actualidad, son habituales sa, testimonios de ex adeptos, informes públicos y privados,
los errores de bulto y los disparates de alto riesgo. Es aconse- bibliografía, consejos, direcciones, links para acceder a otras
jable, en principio, poner en cuestión cualquier información páginas relacionadas; las hay generales y específicas; riguro-
que no aparezca suficientemente acreditada y, en todo caso, sas y panfletarías; particulares y de asociaciones o institucio-
debería intentarse seguir el hilo de las noticias más notables nes, tanto favorables como contrarias a las «sectas»; y, claro
para conocer cómo acaban, dado que son corrientes los titu- está, todas las sectas más o menos importantes tienen tam-
lares sensacionalistas que, tiempo después, se quedan en nada bién su propia web propagandística (a la que siempre es reco-
(y los propios medios de comunicación ya no se ocupan de mendable acceder porque suele encontrarse información in-
corregir). teresante para comprender mejor la conducta del familiar o
De todas maneras, para un buen lector, las noticias de .imigo sectario). También hay muchos chais de ex miembros
prensa facilitan una cantidad de información suplementaria Je diferentes sectas con los que se puede dialogar.
que resulta fundamental para trabajar con rigor: se menciona Pero será necesario remarcar con toda la fuerza posible
a personas relacionadas con el asunto que quizá valga la pena que, de las miles de informaciones sobre «sectas» que circu-
localizar y contactar, se apuntan hechos —acciones judicia- lan por Internet, una parte muy importante de ellas son ine-
les, etc.— que puede resultar importante ampliar, o lugares a xactas, cuando no simples rumores, intoxicaciones o burdas
los que puede ser conveniente ir... tomar en consideración mentiras, a menudo propiciadas por el deseo de venganza de
ex miembros defraudados y avaladas por expertos sin escrú- Otra forma de conseguir información es contratando los
pulos. Debe extremarse muchísimo el cuidado cuando se ma- servicios de un investigador privado, pero esta medida sólo
neja información procedente de la red. es aconsejable en unos pocos casos muy concretos y teniendo
Alrededor de la problemática de las «sectas» se ha instala- en cuenta las dos premisas siguientes: a) las tarifas que suelen
do una especie de camarilla internacional de «expertos» que cobrarse en este sector son elevadas y, con frecuencia, muy
ha llegado a conformar una espiral que se retroalimenta de sí desproporcionadas respecto al trabajo entregado; y b) si bien
misma, propiciando un extendido comportamiento acrítico existen excelentes profesionales, este sector está trufado de
en el que se da por cierta cualquier información que circu- sujetos con pocos o ningún escrúpulo que sangran econó-
le por ese circuito de «expertos» que, a su vez, se avalan a sí micamente a sus clientes y, a menudo, les engañan con datos
mismos en la misma medida con que encuentran creyentes absolutamente falsos. Si uno está en condiciones de llamar a
para sus denuncias que, al ser aceptadas, adquieren cada vez la puerta de un detective de confianza, es probable que le
más credibilidad por sí mismas y, a través de sucesivas repeti- aporte algo interesante; pero, si tiene que dejarse guiar por el
ciones endogámicas, en diferentes medios y ámbitos, se for- azar, mejor pensarlo dos veces antes de hacerlo. En todo
talecen y se erigen en valedoras capaces de autentificar cual- caso, la prudencia recomienda solicitar siempre informes por
quier nuevo dato que confirme las presunciones iniciales... y escrito de sus trabajos y no pagar nada si no es contra la en-
así hasta el infinito. trega de una factura válida. Conviene informarse bien antes
En este sin sentido, Internet —como fuente primaria de de contratar los servicios de un detective y, ante las dudas,
datos básicos— aporta las pruebas indiscutibles a los medios siempre puede acudirse al departamento de la Policía encar-
de comunicación, y éstos, al publicarlas, configuran una es- gado de controlar este sector profesional198.
pecie de aval que acaba por confirmar la veracidad de la in- De ser necesario, debe tomarse todo el tiempo que haga
formación propagada desde la red. Si uno recorre con aten- falta para adquirir la mayor cantidad posible de información
ción las diferentes webs que tratan sobre «sectas», puede acerca de la «secta» bajo sospecha, pero, sobre todo, debe
darse cuenta del apoyo viciado que se produce entre datos procurarse por todos los medios separar los hechos reales y
—falsos— procedentes de la red que son publicados en un probados de aquellos que carecen de fundamento, sólo así
medio de comunicación y recogidos luego, por la misma web, podrá evitarse caer en un alarmismo infundado que siempre
desde el trabajo periodístico, con el fin de consolidar y dar acaba complicando la situación familiar y, en ocasiones, llega
credibilidad a sus propios datos iniciales, que eran incorrec- ,\r un conflicto en irreversible, o poco menos. Si se
tos. El mecanismo viene a ser más o menos así: en la web W recurre solamente a informaciones correctas y veraces, todos,
se publica una información falsa sobre la secta S; un periodis- familiares y sectarios, saldrán ganando con ello.
ta accede a ella y la publica en el periódico P dándola por ve-
raz al proceder de W; finalmente, la web W recoge lo dicho
por el periódico P y presenta sus propios datos falsos sobre S
como veraces dado que los ha publicado P. En el futuro esa
mentira «avalada» correrá como la pólvora por todos los me- 198. Los interesados en conocer la legislación que controla esta prác-
tica profesional en España, pueden consultar la completa recopilación le-
dios de comunicación, webs y «expertos» que se ocupen del gislativa que se recoge en Morales, F. y Marco, F. (1999). Código de segtt-
asunto concreto. >itiíiciprivada. Pamplona: Aranzadi.
33. Los expertos tervención psiquiátrica, siempre coordinada con el psicólo-
go/a de referencia, sólo será imprescindible para abordar los
Ante un caso de sectarismo pueden intervenir diferentes cuadros psicopatológicos graves y controlar las necesidades
clases y niveles de expertos: consejeros especializados en pro- farmacológicas coadyuvantes para el tratamiento psicotera-
blemática sectaria, terapeutas, abogados, ex miembros de sec- péutico de algunos procesos depresivos, ansiosos u otros. En
tas y consultores en diferentes disciplinas específicas. función de la amplia experiencia de este autor en el ámbito
Acudir desde el principio a un buen consejero especiali- que nos ocupa, consideramos —y así trabajamos desde el
zado en problemática sectaria puede ahorrar muchas angus- EMAAPS— que la orientación terapéutica que ofrece más
tias, actuaciones erróneas y lesivas y situaciones confhctivas posibilidades es la sístémíca.
de todo tipo. Un consejero puede ayudar a los afectados a Los profesionales formados en terapia familiar sistémíca
poner en orden sus problemas, valorar la situación, colaborar estudian a la persona teniendo en cuenta su «red interaccio-
en la recogida de información, diseñar estrategias adecuadas, nal» con su entorno inmediato —que normalmente es la fami-
proponer tratamientos específicos, derivar el caso a otros lia—, pero también en relación con otros contextos o grupos
profesionales cualificados cuando sea necesario, etc. Llegado que pueden estar influyendo en ella (contextos sociocultura-
el momento, un buen consejero sabrá también cómo organi- les, religiosos, económicos, etc.). En esta orientación clínica,
zar encuentros con el sectario a fin de intentar rebajar y/o la familia, o el entorno, o la «secta», no son vistos como «los
anular su nivel de sectadependencia y ayudarle a recuperar la culpables» o «los causantes de la situación» (es decir, como
normalidad. causalidad lineal), sino que tienen en cuenta la dinámica de re-
En el caso de que se decida acudir a algún consejero, debe laciones que se ha establecido y las influencias recíprocas en-
tenerse en cuenta, antes que nada, su experiencia en este cam- tre la persona y su contexto (causalidad circular).
po, su independencia ideológica y su objetividad y capacidad En el abordaje sistémico se considera que los problemas
profesional. Se da con frecuencia el hecho de que personas nacen en la familia y afectan en mayor o menor grado a todos
que acuden en busca de ayuda a un grupo antisectario salen sus miembros. La conducta de una persona no puede enten-
de él aterrorizadas —ya que les generan un miedo infundado derse si no es en relación al resto de las conductas de los otros
hacia la «secta» y las posibles consecuencias para su fami- miembros del sistema familiar, ya que cada conducta de uno
liar—, mucho más confusas y sin pautas de actuación útiles influye y mantiene la de los demás. La psicóloga con la que
para poder encarar la resolución de su problema; en otros ca- lubitualmente atiendo los casos en el EMAAPS sostiene
sos, se atribuyen causas sectarias a conflictos que son absolu- —coincidiendo con la tesis que vengo manteniendo desde
tamente ajenos a ellas, o se confunde por «síntomas secta- hace muchos años— que «no se puede entender a un sectario
rios» lo que son evidentes trastornos psicopatológicos, con si no se tienen en cuenta todos los elementos o situaciones
lo que se retrasa el tratamiento clínico adecuado y se ocasio- que le influyen y que hacen que el estar en una secta tenga
nan perjuicios fácilmente evitables. sentido para él».
La inmensa mayoría de los conflictos y trastornos que gi- En muchas ocasiones habrá que decidir sobre cuestiones
ran alrededor de la problemática sectaria deberían ser trata- que requieren algún tipo de asesoramiento legal. Un conseje-
dos por algún psicólogo/a cualificado/a y/o por un equipo ro bien formado podrá aportar una primera orientación, pero
multidisciplinar en el que prime el papel del psicólogo. La in- i on frecuencia será necesaria la consulta a un buen abogado y
la contratación de sus servicios. Con los abogados pasa algo El ingreso de un sujeto en una «secta» suele repercutir
parecido a lo que ya comentamos respecto a los detectives, de forma muy negativa en su círculo familiar —máxime si,
así que hay que procurar elegir a un buen profesional que sea tal como es habitual, ya existían previamente disfunciones
de confianza —y tanto mejor si ya ha trabajado anteriormen- graves en la relación entre los miembros—, por lo que la
te en asuntos de «sectas»— y no olvidar que las minutas por primera medida a tomar será, precisamente, restablecer el
asuntos legales son elevadas, por lo que conviene meditar equilibrio entre los componentes de la familia —en su con-
mucho lo que se vaya a emprender antes de darle carta blanca junto— restaurando su estructura de interrclaciones, elimi-
a un letrado (ver el capítulo XIV). nando los focos de estrés y rebajando los niveles de ansiedad
Los ex miembros de sectas pueden ser necesarios en el y, al mismo tiempo, si ello fuere considerado necesario, tra-
momento en que se aborde la salida de un sujeto del grupo al tar individualmente a los miembros más alterados para so-
que pertenece. En esa tesitura pueden adquirir un papel de lucionar posibles conflictos emocionales y/o trastornos de
cierta relevancia frente a determinados perfiles de sectario, personalidad que, de no mediar una actuación terapéutica,
pero en la mayoría de casos no resulta indicado recurrir a esta siempre inciden agravando el cuadro general.
figura de referencia. En cualquier caso, será preciso que cual- Nunca debería intentarse recuperar a un adepto sectario
quier ex miembro que se implique en un tratamiento haya si antes no se ha trabajado suficientemente el medio familiar
sido formado previamente para asumir un rol próximo al de y sus disfunciones, ya que éstas, en gran medida, fueron la
co-terapeuta y deberá actuar siempre bajo la dirección de un causa de la buida sectaria del miembro afectado. Para todo
consultor experto. De ser necesaria su presencia, será el pro- ello, tal como apuntaba en el apartado anterior, creo que el
pio consultor quien se encargará de localizar a los más apro- abordaje más apropiado será el de la terapia familiar sistémi-
piados para cada caso. ca, sin perjuicio de otros enfoques psicológicos —como el
Por último, ante situaciones anormalmente complejas, no constructivista o el conductual, por ejemplo— que también
debe perderse de vista que existe la posibilidad de recurrir a pueden mostrarse muy eficaces en algunos aspectos de esta
consultores en diferentes disciplinas específicas —yoga, nu- problemática.
trición, religión, medicina...— y ajenas al ámbito particular En cuanto al sectario, sus necesidades terapéuticas van a
de las «sectas», que pueden abrir nuevas vías de solución o variar bastante en función de su estructura de personalidad
aportar posturas sólidas y novedosas a cualquier discusión previa y de la calidad e intensidad de su experiencia en rela-
relacionada con sus respectivos campos de competencia. ción al grupo. En general, serán susceptibles de tratamiento
sus posibles trastornos presectarios, los problemas desenca-
denados por su permanencia dentro del universo sectario, y
34. Las terapias los conflictos que suelen aparecer al abandonar una «secta»
V perder el apoyo del grupo. En los capítulos XII y XIII re-
Para intentar solucionar un problema de sectarismo hay lomaremos esta cuestión. Lo más recomendable será que el
que prever la posibilidad de recurrir a diferentes niveles tera- propio terapeuta familiar se encargue de orientar acerca de
péuticos que se ajusten a cada uno de los cuadros que, en ge- l.is necesidades que pueda tener cada sujeto.
neral, suelen darse en el conjunto familiar y en el propio suje-
to sectadependiente.
35. Los medios de comunicación decir, cuando la situación entre los familiares y el hijo/a o
cónyuge está ya tan deteriorada e imposible de reconducir
Bastantes familias afectadas por «sectas» presentan una que no hay nada que perder y, si acaso, una guerra frontal no
tendencia excesiva a buscar el concurso de los medios de co- podría sino abrir nuevos canales de comunicación —aunque
municación para plantear una guerra frontal contra el grupo sólo sea para pactar una tregua—; y, en segundo lugar, cuan-
que, según su opinión, «retiene» a su familiar. Pero, en buena do un sectario ya ha superado con éxito su sectadependencia
parte de los casos, ésta no es, según mi criterio, una actitud y él —no la presión de su familia— decide dar fe pública de
acertada ni razonable. Los medios de comunicación sólo re- su desafortunada experiencia pasada. En ambos casos, la in-
sultan útiles si se acude a ellos con inteligencia y dentro del formación en la que se basen las críticas y acusaciones verti-
marco de alguna estrategia previa. das contra el grupo deberán ser rigurosamente reales y de-
Aunque pueda ser comprensible por el nivel de angustia e mostrables.
impotencia que acumulan, no son de recibo los padres y/o Por otra parte, hay que saber elegir el medio de comuni-
cónyuges que se presentan ante la Prensa relatando historias cación más apropiado para cada caso, ya que no todos tienen
victimistas y maniqueas, acusando a alguna «secta» de actua- la misma fuerza o ámbito de impacto. Unas veces será prefe-
ciones que les son ajenas y/o de delitos que están muy lejos rible usar prensa y radio locales antes que los grandes medios
de ser reales en esos casos concretos (son frecuentes las de- de alcance nacional, otras a la inversa. En ocasiones será más
nuncias sobre prostitución, tráfico de drogas y malos tratos indicada un tipo de prensa escrita específica, en otras la tele-
que no tienen mis fundamento que la desesperación paterna visión —aunque no cualquier programa o cadena—... La for-
o conyugal). ma en que se contacta con un medio también puede tener su
Al margen de la injusticia que supone verse acusado pú- importancia para ser atendido o no. Y no debe olvidarse que
blicamente de delitos que no se han cometido —y no es excu- hay historias que interesan fácilmente a una clase de prensa
sa que la secta destructiva afectada cometa realmente otra se- pero no a otra, o que resultan muy sensibles para una orien-
rie de delitos distintos—, esta conducta familiar conduce a tación ideológica —todos los medios se mueven bajo alguna
resultados muy opuestos a los que se pretendía: la «secta» ideología dominante, hasta los que presumen de indepen-
gana en fuerza, ya que puede demostrar que es acusada injus- dientes— aunque no así para otras.
tamente por padres o cónyuges «histéricos» y faltos de ra- A las «sectas», como a cualquier otro tipo de organiza-
zón; y los familiares pierden toda credibilidad e influencia ción, no les agrada salir con sus miserias al aire en los medios
sobre el hijo/a o cónyuge, que se separa todavía más —o cor- de comunicación, así que, cuando se dispone de pruebas im-
ta las relaciones radicalmente— de ellos al verse en el ojo del portantes contra el grupo y/o líder, es normal usarlas para
huracán, lo cual conlleva, a su vez, que las posibilidades de obligar a pactar el futuro del familiar sectadependiente bajo
recuperarlo se esfumarán por mucho tiempo. 1.x advertencia de que, en caso de no llegar a un acuerdo, se
Mi consejo a las familias afectadas es que no recurran harán públicas y/o se acudirá a los tribunales de Justicia. La
nunca a la Prensa mientras tengan abierto algún buen canal estrategia puede funcionar en determinados casos, pero no
de comunicación con el sectario y/o se esté en vías de aproxi- hay que olvidar que la sectadependencia y los problemas que
marse a él. La denuncia pública sólo tiene sentido cuando ya le van asociados dependen del sujeto, no del grupo, así que
no puede hacerse otra cosa o cuando ya se ha hecho todo. Es puede darse perfectamente la circunstancia de que se expulse
de la «secta» al familiar en negociación pero que éste prosiga
con su proceso de dependencia y/o, incluso, que se agraven
sus circunstancias psicosociales.
Durante la negociación con una «secta» puede llegarse a
todos los pactos de caballeros que haga falta, pero jamás debe
cometerse la imprudencia de dejar en manos del grupo las
pruebas de que se dispone, so pena de querer perderlas, ni,
por la misma razón, guardarlas al alcance de un familiar sec- XII
tario. En estas circunstancias deben usarse siempre fotoco-
pias y fotografías, guardando a buen recaudo los originales, Qué hacer cuando una persona ya es
ya que son la única fuerza de que se dispone. Si se llega a un sectaria (y se pretende que deje de serlo)
acuerdo con una «secta», la honestidad obliga a cumplirlo sin
ambages, pero no debe entregarse nunca jamás a un grupo de
estas características las pruebas de que se dispone, puesto que 36. Nunca es tarde
conservarlas será la única garantía de que el pacto se va a se-
guir manteniendo. Si el familiar, hijo/a o cónyuge, causa de preocupación
Sea cual sea la intención de una persona cuando se plantee ha superado ya hace tiempo la fase de primeros contactos
acudir a algún medio de comunicación, no podrá dejar de te- con la «secta», es probable que se esté ante un problema se-
ner muy presente que, su historia y necesidades, para la pren- rio, que tendrá mayor o menor envergadura en función de
sa, no serán más que carnaza informativa —quizá media pá- las muchas variables descritas a lo largo de este trabajo.
eina en la sección de sociedad, o una entrevista lacrimógena
<j ' O
Convendrá recapitular lo dicho hasta aquí, tenerlo en cuen-
en algún reality show televisivo—, en cambio, para el afecta- ta, y pasar a diseñar nuevas estrategias adaptadas a una situa-
do supondrá poner en marcha un factor fundamental que ción que, en principio, parece ya irreversible. Prohibido des-
aproximará o alejará todavía rnás a su familiar sectario. Siem- animarse. Casi todo puede cambiarse si se actúa paciente e
pre debe actuarse con prudencia y sensatez, pero particular- inteligentemente.
mente en estos casos y, sobre todo, cuando se decida correr el De momento, será muy adecuado tomar en consideración
riesgo de aparecer en un medio de comunicación, deberá ha- la observación brindada por James Baldwin (1861-1934), psi-
cerse, además, en el ámbito de alguna estrategia bien clara y cólogo y filósofo norteamericano, cuando dijo que «no todo
diseñada. puede cambiarse haciéndole frente, pero no se puede cambiar
nada hasta que uno no le hace frente».
En primer lugar, y si no se había hecho antes, deben reu-
nirse todos los datos que permitan analizar la situación de
una manera secuencial, selectiva, lógica y global: característi-
cas de la «secta» implicada, riesgos objetivos conocidos, ras-
gos de personalidad previa y circunstancias del sectario y de
su entorno social y familiar, evolución temporal del caso has-
ta el momento presente... tras reflexionar sobre todo ello ha- ber el momento, la manera y las condiciones en que podrá
brá que ponerse manos a la obra. hacerlo cuando llegue la ocasión.
En segundo lugar, debe olvidarse, de entrada, el empeño 4. Variar las conductas y condiciones lesivas del propio
en «sacar» al sujeto de la «secta»; el proceso que deberá em- círculo familiar para crear un nuevo ambiente que sea más
prenderse es mucho más sutil y complejo que cambiar un acogedor para todos, incluido para el sectario, en el caso de
mueble de lugar. Para lograr algún resultado positivo no de- que se conviva con él y/o para cuando éste decida volver a
berá aplicarse fuerza sino una buena dosis de afecto y com- iniciar la vida en común. Podrá ser positivo e indicado que la
prensión. Tendrá que comenzarse por ayudar al sectario a familia asista a las sesiones de terapia familiar que fueren pre-
que madure y cambie, progresivamente, los enfoques desde cisas para limar los problemas que pudieren existir.
los que se percibe a sí mismo y a la realidad que le rodea. Tal 5. Reunir a toda la familia para explicarles con todo tipo
como afirma Steven Hassan en su libro: «las personas aban- de detalles la situación en la que se encuentran, vencer cuan-
donan las sectas destructivas como una consecuencia natural tos temores, dudas o resquemores puedan surgir y solicitar su
del cambio y la maduración»199. En el próximo apartado rela- colaboración a diferentes niveles. Hacer lo mismo con los
cionaremos los pasos fundamentales que convendrá dar para amigos más íntimos del sectario. En estas circunstancias no
acercarse hacia algún tipo de desenlace positivo para todos. sobra nunca nadie, antes al contrario. Será preciso que todos
formen pina alrededor del conflicto y que se den apoyo emo-
cional mutuamente. El camino será largo y todos van a desfa-
37. Veinticinco pasos para encaminarse llecer en más de una ocasión; sólo el apoyo de los demás evitará
hacia ta solución tirar la toalla. Pero hay que evitar presionar en demasía: cada
persona tiene su propia vida y, por más que se comprometan
1. Asumir abiertamente el hecho de que el familiar causa con el objetivo de ayudar al sectario a replantearse su situa-
de preocupación está en una «secta» y no ocultárselo a uno ción, dejarán el barco —con toda la razón— cuando alguno
mismo ni a los demás (sería peor). Debe aceptarse que no de los padres o el cónyuge convierta el fin común en una ob-
supone ningún demérito o vergüenza tener un conflicto de sesión que empiece a coartar sus existencias cotidianas.
esta naturaleza en casa, le sucede lo mismo a miles de fa- 6. Seguir con la vida personal y familiar normal. No aban-
milias. donarse interna y/o externamente, ni dejar de satisfacer las
2. Diseñar un plan global para abordar la situación en las propias necesidades en todos los ámbitos de la vida, ya que
mejores condiciones posibles. Si uno no se considera capaz cuanto mejor esté uno mismo y los suyos, más atractiva se
de hacerlo por sí mismo, ni de sacar adelante las sugerencias volverá para el sectario la familia a la que un día decidió volver
que le indicaremos, debería plantearse contratar el asesora- la espalda. A nadie le gusta lo más mínimo ir a visitar a su fa-
miento de algún experto que merezca confianza. milia y encontrarse ante una madre descuidada y lánguida y/o
3. Dar por sentado que el familiar puede abandonar la un padre abúlico o malcarado. Si uno no se siente plenamente
«secta» en la que está, aunque no haya manera humana de sa- vivo, no logrará convencer a nadie de que merece la pena estar
.1 su lado.
199. C/r. Hassan, S. (1990). Las técnicas de control mental de las sec- 7. No hacer dramas, ni dejarse arrastrar por la tristeza ni
tas. Barcelona: Urano, p. 215. l.i desesperación. El mundo no va a acabarse por más que un
hijo/a o la pareja permanezcan afiliados a una «secta». Ocu- 9. No debe descuidarse material y emocionalmente a los
rra lo que ocurra, la vida continúa para todos y hay que vivir- otros hijos para concentrarse en el sectario, so pena de querer
la —y dejarla vivir— lo mejor posible. Debe hacerse todo correr el riesgo de perderlos a ellos también. Tener un hijo/a
cuanto esté dentro de las propias posibilidades, pero si se in- sectadependiente es un problema, ciertamente, pero si los pa-
tenta ir más allá para lograr lo que está fuera de alcance, se dres sólo se vuelcan en procurar su regreso, desatendiendo
acabará por arruinar la propia vida y la de los demás. las habituales relaciones y obligaciones con los demás hijos,
8. Evitar por todos los medios obsesionarse —recabando éstos, según la edad, pueden acabar desarrollando algunos
ayuda clínica y farmacológica si es preciso—, ya que hacerlo trastornos derivados de las carencias afectivas y del senti-
perjudicará a todos y cada uno de los miembros de la familia, miento de frustración, resentimiento e inseguridad que inva-
incluido el sectario. He conocido a muchas familias que em- dirá sus vidas. No es infrecuente, tampoco, que uno o varios
pezaron a vivir obsesivamente —en especial la madre— la ne- de los hijos acaben odiando a su hermano sectario por la si-
cesidad de «rescatar» a un hijo/a y acabaron absolutamente tuación a la que ha abocado a toda la familia, con lo que se di-
destrozadas y desintegradas. El sentimiento de culpabilidad, ficultará todavía más la posibilidad de establecer buenas rela-
con su gran carga neurotizante y autodestructiva, es una de ciones entre ambos lados del conflicto.
las vías para llegar al comportamiento obsesivo y, por ello, —Yo no entiendo dónde está metida mi hermana —se la-
debe intentarse evitar con todas las fuerzas. mentaba un niño de diez años, el menor de una familia a la
Sirva como ejemplo el caso de una familia con la que co- que asesoré—, pero estoy seguro de que no debe ser nada
laboré en 1986 cuando desapareció su hija sin dejar rastro algu- bueno porque hace sufrir mucho a mamá.
no. Nunca se la encontró y, después de analizar todos los hechos 10. Procurar restablecer y/o reforzar las relaciones afec-
e indicios, yo siempre descarté absolutamente la posibilidad tivas y la comunicación —por parte de la familia y los ami-
de que estuviese en alguna «secta», pero los padres se obsesio- gos— con el sectario. Hacer que se sienta cómodo y seguro
naron con esta idea y, durante años, recorrieron el país, como en su relación con los no «sectarios»; avivar en su recuerdo
posesos, en su busca. La madre se sentía muy culpable por las las cosas que le gustaban en el pasado —comidas, viajes, jue-
pésimas relaciones que había mantenido con su hija e hizo de gos, cine, deportes...—, y que la «secta» le conminó a aban-
su localización el único objetivo de su vida. La vorágine arras- donar, invitándole, con sumo tacto, a reencontrarlas cuando
tró también al padre e invirtieron sus vidas y bienes en el em- visita la casa paterna. El disfrute de esos momentos será un
peño. El estado de trastorno continuo en que vivían fue el arma muy eficaz para impedir que el grupo triunfe totalmen-
desencadenante de un accidente de tráfico en el que la madre te en su afán de borrar del adepto los sentimientos positivos
murió y el padre quedó parapléjico. Aunque he vivido algu- hacia el mundo externo y, en particular, hacia el núcleo fami-
nas situaciones extremas como ésta, lo más normal y frecuen- liar. Restablecer conexiones emocionales con el pasado bio-
te es que la obsesión de uno de los progenitores acabe destro- gráfico del adepto —respecto a cosas, actividades, hechos,
zando el matrimonio, provocando la huida de los otros hijos animales y personas— debilita el control de la «secta» y la
de un hogar inhabitable, y cimentando la pérdida definitiva dependencia que orienta, al tiempo que abre vías apropiadas
del hijo/a sectario (y lo propio sucede cuando la vivencia ob- para poder conectar con su identidad más íntima y no secta-
sesiva es protagonizada por un cónyuge en relación a su pare- ria. Pero no debe abusarse de esta estrategia o acabará produ-
ja sectaria). ciendo el efecto contrario.
11. No debe intentarse que un sujeto sectario abandone Lo más probable es que tal proceder no sirva para nada y que,
su relación con el grupo adoptando simplemente, sin más, además, desencadene efectos totalmente opuestos a los de-
una actitud condescendiente o antagónica con él. Ninguna de seados. En el apartado 32 ya se mencionó la forma como
estas dos posturas extremas aportará solución alguna, antes actúa la vacuna sectaria contra la información crítica y se ad-
bien empeorará la situación. El proceso de abandono de una virtió acerca de la forma adecuada para manejar los datos
«secta» requiere una fase previa, más o menos larga, de lima- recopilados. Nunca debe entregarse a un sectario una infor-
do de asperezas, afirmación de las relaciones y fortalecimien- mación —libro, artículo de prensa, etc.— contraria a su gru-
to de la comprensión mutua. po si previamente no ha mostrado deseos de leerla y la ha so-
12. No hay que enfrentarse abiertamente o enemistar- licitado de forma bien explícita. Si se desea que un sujeto lea
se con el sectario por sus ideas o conductas; aunque, a veces, alguna información concreta, habrá que actuar indirectamen-
puede ser apropiado mostrarse algo crítico al mismo tiempo te, despertando su curiosidad e interés —sin llegar a ofrecerle
que respetuoso. No se trata, en absoluto, de halagarle sin más para nada el material— y proponiéndole —o poniendo como
o de seguirle la corriente en todo —que sería contraprodu- condición— discutir juntos dicha información una vez que haya
cente—, sino de mantener una relación adulta en la que se sido estudiada por él.
pueda discrepar uno de otro, pero dentro de un marco de 16. Evitar las reacciones emocionales negativas, y muy
comprensión, respeto e interés mutuos por las respectivas especialmente si son desproporcionadas, frente o contra un
posiciones. sectario, ya que llevarán a éste a alejarse más de su familia y
13. En general, no será adecuado ni eficaz intentar con- amigos y le lanzarán a integrarse con renovada intensidad en
vencer a un sectario por la vía directa de los argumentos su «secta».
racionales; dado que buena parte de sus pautas de pensa- 17. No es aconsejable, cuando se habla con un familiar
miento y conducta son esencialmente emocionales, se re- sectario, utilizar continuamente, ni de forma machacona, gra-
quieren unas estrategias de comunicación indirectas y sutiles tuita y despectiva, conceptos como los de «secta» y «lavado
para lograr que alguna argumentación de peso —crítica con de cerebro» para referirse al grupo y situación en que éste se
la «secta», claro está— llegue a calar en su ofuscada persona- encuentra. Usarlos tan a menudo y sin fundamento —dado
lidad. Se hará necesario, pues, aprender algunas habilidades que acaban siendo meras expresiones de impotencia— desvir-
básicas antes de poder asumir con éxito las estrategias comu- túa y devalúa unos conceptos que el sectadependiente, en su
nicativas más delicadas. día, necesitará recuperar, dotados de significado y entidad,
14. No hay que intentar forzar ningún cambio de actitud para poder reflexionar sobre su propia experiencia vital.
en el sectario puesto que se sentiría amenazado en su seguri- 18. Evitar culpabilizar o avergonzar a un sectario por su
dad e integridad, antes bien, al contrario, deberá ayudársele a propia situación y, mucho más todavía, conjurar la tentación
madurar y a cambiar progresivamente su manera de enfocar —en la que suelen caer casi todas las familias— de señalarle a
las cosas para que esté en la mejor disposición posible para él como el culpable de todo cuanto acontece de malo dentro
poder elegir por sí mismo desde nuevas —y no sectarias— del desbarajuste familiar del momento (sufrimiento paterno
perspectivas de una misma realidad. o del cónyuge, dificultades económicas o de cualquier otra
15. No debe facilitarse aun sectario toda cuanta informa- índole, trastornos emocionales o enfermedades de origen psi-
ción se haya reunido «contra» el grupo del que forma parte. cosomí tico, etc.).
19. Evitar todo lo posible el recurso a algún tipo de ulti- bién, como mínimo, de poder asegurarse su propia subsis-
mátum —expulsión del hogar, divorcio, exclusión de la he- tencia.
rencia,...— contra un familiar sectario; aunque no cabe des- 21. Impedir o dificultar al máximo el acceso de un secta-
echar tal posibilidad puesto que, algunas veces, cuando la rio a vías que puedan capitalizarle y, por ello, incrementar el
situación es muy extrema —y siempre tras valorar y medir dinero que entrega a la «secta» y/o el tiempo que puede ser
muy bien sus posibles consecuencias—, podrá dar un resul- capaz de permanecer dedicándose exclusivamente a ella. Será
tado positivo sorprendente. En todas las ocasiones que he oportuno realizar las gestiones adecuadas para evitar su acce-
aconsejado usar esta táctica, dentro de una estrategia más so incontrolado a cuentas bancarias y tarjetas de crédito de
compleja, se ha logrado abrir un frente de negociación con el uso conjunto, certificados de depósito, fondos de inversión,
sujeto que ha desembocado en su abandono del grupo. seguros, valores, acciones u otros bienes negociables y con-
20. Ser moderadamente generoso con el familiar sectario vertibles en dinero efectivo. Si el sujeto trabaja en algún ne-
puede estar bien, pero sin permitir los abusos en beneficio de gocio familiar, debe controlarse con mucha regularidad la
la secta. Los miembros de dinámicas de sectarismo destructi- caja. Sin duda no será bueno negarle la presunción de inocen-
vo viven bajo la presión continua de tener que aportar a sus cia en la cuestión del dinero, pero, tal como advierte el refrán,
dirigentes la mayor cantidad posible de dinero y objetos de hombre precavido vale por dos. Son ya demasiados los casos
valor y/o utilidad que sean capaces de conseguir y, obvia- en los que he visto cómo se esfumaban, en beneficio de una
mente, su mejor banco suele ser la familia. Por esta razón secta destructiva, depósitos bancarios, propiedades, recauda-
nunca es aconsejable darles dinero en efectivo —irá a parar ciones de caja, créditos bancarios —concedidos irregular-
inmediatamente al grupo por mucho que el familiar jure lo mente por un empleado sectario a un correligionario, y/o
contrario—; si tiene cualquier necesidad personal razonable, avalados por terceras personas que son quienes deberán
será un gesto positivo el correr con sus gastos, pero habrá afrontar, finalmente, su impago—, o sumas importantes de
que abonar la cuenta personalmente —ya que si le entrega el dinero hurtadas de cuentas de la empresa en la que trabaja el
dinero es más que probable que no compre lo que necesita y sectario. Nada diferente, en suma, de lo que puede hacer un
entregue el dinero a la «secta», o lo use para fines que la bene- adicto a las drogas o al juego.
fician sólo a ella; recordemos que estamos tratando con un 22. Intentar por todos los medios posibles que el familiar
adicto—; por el mismo motivo habrá que evitar comprarle o sectario no abandone su trabajo, estudios, u otras actividades
entregarle objetos de valor que puedan ser vendidos o empe- sociales. Mientras conserve estas ocupaciones, su dependen-
ñados, o que pueden tener utilidad para la «secta» (herra- cia de la «secta» será algo menor, su vida mejor, y muy supe-
mientas, fincas rústicas o urbanas, vehículos, ajuar, etc.)- De riores las posibilidades para su recuperación.
todos modos, ser generoso no significa ser manirroto y acce- 23. Procurar no demostrar al familiar sectario —ya sea
der a todas sus supuestas necesidades; debe hacérsele saber abiertamente o, mucho menos aún, de forma culpabilizado-
que, aunque se está en disposición de auxiliarle, sólo se le ra— que se desconfía de él, pero debe tenerse siempre muy
ayudará cuando sus peticiones estén realmente justificadas y, presente que toda persona sectadependiente miente con fre-
de paso, no debe perderse ocasión de hacerle notar, sutilmen- cuencia e intensidad para intentar ocultar muchas de las face-
te, que cuando alguien defiende su derecho a estar en alguna tas de su vida cotidiana. Aunque resulta algo delicado hacer-
parte —una «secta», en este caso—, debería ser capa/, tam- lo, no estará de más hacerle notar -—con suma diplomacia y
en el momento más oportuno— alguna de las contradiccio- jo terapéutico orientado a eliminar su dependencia del grupo
nes graves en las que suelen caer habitualmente. y ponerle en disposición de poder recuperar la capacidad de
24. Acostumbrarse a soportar, y saber diferenciar, las dos gestionar de nuevo su autonomía personal. Aunque, sin em-
identidades que, en muchos casos, coexisten dentro de la mis- bargo, el hecho de que sea un reto muy complejo no implica
ma persona y que pueden sucederse de modo intermitente y de que deba ser una especie de misión imposible. Por otra parte,
forma aparentemente inopinada. La primera es la identidad en muchos casos será recomendable que las posibles aproxi-
sectaria, caracterizada habitualmente por aspectos como la fal- maciones terapéuticas puestas en marcha estén bajo la super-
ta de afectividad, de expresividad y de sentido del humor, la visión de algún experto en este tipo de problemática.
adopción de posturas físicas más rígidas y actitudes de gran in- De cualquier modo, antes de poder plantearse alguna
transigencia y susceptibilidad, etc. La otra corresponde a la intervención terapéutica —se sea experto o no—, debería es-
identidad que manifestaba antes de su sectadependencia, y sue- tarse en condiciones de poder tomar decisiones sobre tres as-
le adoptar pautas opuestas a la anterior, dando sensación de pectos fundamentales: familia, sujeto y estrategias. Será im-
normalidad plena y permitiendo una relaciones familia/secta- prescindible, por tanto, contar con un gran volumen de datos
rio óptimas en todos los sentidos. La identidad sectaria suele —procedentes de fuentes directas o indirectas— que se ajus-
dominar cuando el entorno social, ya sea el familiar o cualquier ten lo máximo posible a la realidad.
otro, es tenso y/o manifiestamente contrario a la «secta». La
segunda aflora preferentemente cuando el sujeto se halla en
medio de un ambiente relajado, afectuoso y de confianza, que La familia
no cuestiona su sectarismo. En ambos casos son posturas reac-
tivas que le sirven al sectario para definir los límites que mejor Debe conocerse —mediante entrevistas a fondo con to-
pueden preservar su homeostasis. No debe dársele más impor- dos sus miembros— la estructura y calidad de la comunica-
tancia que la que tiene, ni asustarse cuando este cambio sucede ción y de las relaciones intrafamiliares; la personalidad de los
de improviso. Transformando algunas circunstancias externas padres, sus relaciones entre sí y con cada uno de los hijos; las
puede modificarse en buena medida la prevalencia de una u relaciones de los hermanos entre sí; la presencia o no de dis-
otra identidad (excepto en el caso de que los cambios se deban funciones graves y situaciones mórbidas, etc.
a la presencia de algún trastorno psicopatológico). Es relativamente frecuente, por ejemplo, encontrarse an-
25. Comenzar a prepararse para asumir los conflictos en te familias cuyos padres conforman una pareja íntimamente
los que estará inmerso el familiar sectario cuando, finalmente, rota pero que se mantienen unidos gracias a la presencia de
abandone su grupo (ver el capítulo XIII). uno o varios hijos «problemáticos» —sectarios, toxicóma-
nos...—; en estos casos, cualquier posible acción terapéutica
positiva sobre los hijos se verá boicoteada por los propios
38. Las aproximaciones terapéuticas padres, que ven amenazada su supervivencia como pareja y
familia si se extingue el problema que les permite «luchar»
Si estrechar el contacto eficaz con un sectario plantea ya juntos. En otras ocasiones, el hijo/a sectadependiente se con-
muchos y serios problemas, tanto más difícil resulta poder vierte en la excusa para una cruzada personal —de uno o am-
abordarlo en las condiciones necesarias para iniciar un trába- bos cónyuges— que pasa a ser el único elemento vitalizante
de sus vidas, por lo que también será inútil cualquier inter- que llevaron al hijo/a o cónyuge a ver como deseable el mun-
vención dado que la persistencia del problema es la única ra- do de la «secta». Un especialista o terapeuta que actúe desde la
zón que da sentido a la vida del progenitor implicado. No fal- más estricta honestidad, estará obligado a no aceptar interve-
tan tampoco familias en las que la presencia de algún hijo/a nir en casos en que se incumpla esta premisa, ya que no sólo se
sectario es usada por uno de los cónyuges como arma arroja- arriesga a un fracaso seguro, sino que, sin duda alguna, acaba-
diza contra el otro —generalmente como estratagema (pato- rá por perjudicarse al sectario. Por otra parte, si la denegación
lógica) dentro de los mecanismos de control de la pareja— y, de ayuda se justifica adecuadamente, puede convertirse en el
por ello, el estado de postración del hijo/a se convierte en ne- primer paso positivo para que la familia afectada comience a
cesario... Por increíble que parezca, en nuestra sociedad hay corregir sus conflictos.
miles de familias normales en las que, con diferentes intensi-
dades, se dan situaciones como las descritas. Ante estos casos,
yo siempre advierto con claridad de los riesgos que conlleva El sujeto
para el núcleo familiar el juego tramposo que llevan entre ma-
nos y, obviamente, me niego a intervenir en la problemática Nunca debe perderse de vista que la justificación de una
motivo de consulta si antes la familia no se pone a resolver sus intervención terapéutica en «sectas» se centra únicamente en
graves disfunciones mediante un tratamiento psicológico ayudar a recuperar la autonomía personal a un sujeto y, por
adecuado. En general, la terapia familiar también es el primer ello, nunca debe orientarse a «sacar» a una persona de un
requisito que propongo a los afectados cuya dinámica intrafa- grupo para «entregársela» —como si fuese un paquete— a su
miliar encaja dentro de las pautas generadoras de personalida- familia. Será preciso, pues, intentar conocer en profundidad
des presectarias. —a partir de entrevistas con familiares y amigos— la perso-
En todo caso, algún tipo de abordaje terapéutico —fami- nalidad y el mundo cotidiano del sectario antes de su vincula-
liar o individual— siempre podrá ser recomendable para su- ción a la «secta» y, también, los cambios que se hayan produ-
perar mejor la angustiosa marea de sentimientos ambiguos cido durante su adscripción a ella.
y aun contrapuestos —impotencia, rabia contenida, agresi- Conocer quién y cómo era el sectario antes de llegar a ser-
vidad, miedo, culpabilidad o inseguridad— y los trastor- lo, saber qué percepción tenía de su universo cotidiano y de
nos emocionales —agresividad, cambios drásticos de humor, sí mismo, cuáles eran sus puntos fuertes y débiles en los dife-
pérdida del apetito, insomnio, languidez, depresión, com- rentes ámbitos de la vida, qué intereses y necesidades tenía y
portamientos obsesivos, etc.— que puede generar, en algunas cuáles llegó a satisfacer o no... arrojará un primer perfil de
personas, el estrés causado por el hecho de estar inmerso en personalidad repleto de claves para entender los motivos de
este tipo de problemática. Lo dicho hasta aquí respecto a los su adscripción a una dinámica de sectarismo destructivo y
padres de un hijo/a sectadependiente, es también aplicable a para encontrar los resortes que le posibilitarán, en su día,
las situaciones que pueden darse en conflictos de pareja en abandonarla. En no pocas ocasiones, los datos podrán aflorar
los que uno de ambos cónyuges es miembro de una «secta». la sospecha de la existencia de algún trastorno psicopatológi-
Será absolutamente inútil pensar —o esforzarse— en «res- co —que haría desaconsejable cualquier intervención que no
catar» a un sectario si previamente su familia o pareja no se ha fuese la puramente clínica—, o, quizá, evidenciar que un su-
reeducado para evitar todos los comportamientos erróneos jeto determinado, por causas que ya citamos en el capítu-
lo VI, está mucho mejor dentro de la «secta» a la que está vin- lidad que sean precisas para introducir los giros necesarios
culado que fuera de ella y, por tanto, que no debe intervenir- para no perjudicar a ninguna de las partes implicadas, ni soca-
se en ningún sentido. var logros anteriores ya consolidados.
Conocer cómo piensa un sujeto desde su actual identidad La clave principal de una buena estrategia reside en su
sectaria y qué esquemas mentales encuadran su visión de la oportunidad: saber elegir el mejor momento y la forma más
realidad, será imprescindible para poder establecer una vía de idónea para actuar. Un buen momento será cualquier situa-
comunicación fluida y eficaz con él, que permita una buena ción en la que el sujeto esté maduro, eso es que se encuentre
proximidad discursiva y emocional y posibilite entender sus en un ambiente tranquilo, relajado y que infunda confianza,
reacciones (no sólo para comprenderlas, sino para poder pre- con algunas dudas acerca de la situación personal en la que se
verlas y ser capaces de evitar las conductas que desencadenen halla, con ganas de escuchar opiniones distintas a las suyas,
actitudes adversas por su parte). Resulta obvio, también, que con suficiente tiempo por delante para poder discutirlas con
cuanto mayor sea el conocimiento que se tenga de la realidad calma... Para llegar a encontrarse con un «buen momento»
más íntima de la «secta» —sus dogmas y prácticas— mejor será necesario haber trabajado previamente en el sentido
preparado se estará para confrontarse con un adepto. apuntado en los capítulos anteriores, y tener preparada de
Averiguar cómo y en qué condiciones está un sujeto, ac- antemano una estrategia de comunicación que pueda hacerse
tualmente, respecto a su «secta», saber qué cosas tuvo que coincidir, de forma rápida y creíble, con algún hecho impre-
abandonar de su vida anterior al ingresar en ella y ahora año- visible que protagonice el sectario (aprovechando, por ejem-
ra, etc., serán informaciones que aportarán algunas claves de- plo, el momento de una visita, vacaciones, viaje, convalecen-
cisivas para prever estrategias aptas para acercarse al tipo de cia, momento bajo, etc., del sujeto para, de una forma lógica
abordaje más idóneo para cada caso. y aceptable por él, ponerle en contacto con un consejero ex-
perto y amigo de la familia).
El abordaje y la aproximación terapéutica podrá hacerse
Las estrategias de una forma directa o encubierta, según lo que recomiende
la valoración del caso en el momento apropiado. Ninguna
Cuando el análisis de los datos referentes a la familia y al de las dos estrategias es netamente superior a la otra en lo que
sujeto —dando ya por acreditado que éste está inmerso en respecta a ventajas e inconvenientes. Por ello, lo más correc-
una dinámica de sectarismo destructivo— permiten pensar en to, al menos desde mi experiencia profesional, es que se com-
iniciar alguna intervención, habrá llegado el momento de binen y refuercen mutuamente para maximizar su eficacia.
plantearse las estrategias que más convengan a cada circuns- Durante la década de los años setenta y hasta mediados de
tancia. La única norma fija es que no debe haber ninguna nor- los ochenta, el método que más se empleó para intentar el
ma fija. Las estrategias específicas deben diseñarse en función «desbloqueo mental» de adeptos de «sectas» fue la contro-
de las características peculiares de cada caso —sujeto, familia vertida «desprogramación» 200 , pero hoy ya ha quedado en
y «secta»—, del momento en que se esté y las posibilidades desuso debido a su elevado coste económico y riesgo —la fa-
globales; de hecho, lo habitual es que haya que ir modificando
y/o corrigiendo algunas estrategias sobre la marcha. Hay que 200. C/r. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Edi-
saber combinar metas bien definidas con la agilidad y flexibi- iones II, pp. 94-96.
milia casi siempre debía retener al sectario en contra de su la familia o similar, pero con el que acepta de buen grado la
voluntad, cometiendo así, de modo formal, un delito de de- discusión— y/o recibe de él informaciones indirectas, apa-
tención ilegal—, y ha sido sustituida por otros métodos más rentemente ajenas a su situación, que, finalmente, acaban por
sutiles y totalmente respetuosos con las libertades ajenas. En envolverle y hacerle reflexionar sobre su experiencia per-
todo caso, los cientos de desprogramados que lograron recu- sonal.
perar las riendas de su propia vida gracias a este agresivo mé- Si una familia ha hecho bien su trabajo durante la fase de
todo le están todavía muy agradecidos. restablecimiento de la comunicación y confianza con el secta-
Una desprogramación consistía, básicamente, en una con- rio, siempre será posible encontrar —más bien preparar con-
frontación dialéctica entre un sectario y uno o varios especia- cienzudamente— una o varias oportunidades para intentar
listas y/o ex adeptos. Bajo un esquema muy simple, pero con algún tipo de aproximación terapéutica.
una realización harto compleja, se trataba de poner en discu- Tanto si es directa como encubierta, el resultado de la in-
sión y analizar una serie de datos sobre la «secta» en cuestión tervención dependerá mucho del papel jugado por la familia
y, a través de ello, llegar a provocar una brecha en el bloque y de la sinceridad de sus sentimientos hacia el sujeto (que
de seguridad monolítico e irracional —por emocional o no debe sentir que el afecto, interés, confianza, apoyo y ganas de
racional— que caracteriza al sectadependiente. Con su prime- superar los errores del pasado, son auténticos y no una pose
ra duda, el adepto retomaba sus, en cierta medida, olvidados para engatusarle; un sectario es sumamente sensible al ámbito
mecanismos críticos y analizaba lo que le ofrecía el desprogra- emocional y capta rápidamente, aunque no sea muy cons-
mador a la luz del sentido común, lejos del dogmatismo de la ciente de ello, su autenticidad o fingimiento, reaccionando en
«secta» (de ahí la necesidad de mantenerle alejado de ella, tal consecuencia).
como se hace con un toxicómano respecto al traficante/sustan- Cuando se está asesorando un caso nunca debe trabajarse
cia). A través de la duda —por eso todas las dinámicas de secta- con ninguna idea preconcebida para realizar una aproxima-
rismo destructivo, sin excepción, prohiben que sus adeptos ción terapéutica, de hecho, casi cualquier recurso puede ser
duden de los líderes y de la doctrina—, por medio de la infor- válido si se emplea con buen criterio y en su justo momento.
mación objetiva —que impiden igualmente todos los grupos Hay situaciones en las que es posible —y se está exento de
de este tipo—, era el propio adepto quien se desprogramaba a riesgos— una intervención más o menos directa, pero, siem-
sí mismo. El técnico no pasaba de ser un director de orquesta pre habrá que usar algunas estrategias encubiertas al mismo
más o menos hábil201. tiempo. Uno de los secretos del éxito dependerá, en buena
Volviendo a las aproximaciones terapéuticas actuales, se- medida, de la manera como se aborde al sectario para provo-
ñalaremos como directas aquellas intervenciones en las que el car que el encuentro deseado tenga lugar.
sectario sabe que va a confrontar su situación —y accede a Una estrategia factible consiste en hablarle al sectario
ello— con un experto que tiene un punto de vista dispar al acerca de la preocupación familiar que genera «el estado en
suyo; y denominaremos encubiertas a las intervenciones en que se encuentra» y rogarle su aprobación para organizar una
las que el sujeto no es consciente en absoluto del hecho de es- reunión con algún experto que pueda ayudar a comprender y
tar confrontándose con un técnico —al que cree un amigo de aceptar los puntos de vista de cada uno. Todos los casos en
que puede hacerse este abordaje suelen tener buen pronósti-
201. /£«*., p. 96. co —en un plazo corto o medio—, ya que el hecho de que el
sujeto acceda a la confrontación indica —aunque no siem- turas intrafamiliares y, en el caso del sujeto, intentar desper-
pre— su disposición a poner en cuestión sus ideas y, por ello, tar algunas dudas en su mente, ayudarle a adoptar nuevas
que puede estar dispuesto a modificarlas si se encuentra ante perspectivas para ver la misma realidad que hasta ese mo-
argumentos razonables; muestra también que su dependen- mento sólo juzgaba desde el dogma sectario, incitarle a des-
cia de la «secta» es relativamente manejable en ese momento; cubrir que el mundo no sectario es sustancialmente diferente
y señala que su relación con la familia es buena e importante de la imagen maniquea que le ha implantado su «secta» y, si
para él, puesto que está dispuesto a mejorarla. cabe, ayudarle y apoyarle para que reflexione abiertamente
Este tipo de «reuniones familiares» pueden plantearse sobre su pasado, presente y futuro.
de muchas maneras y realizarse con estructuras bien diferen- En el contacto con un sectario, el experto debe saber esta-
tes. El lugar indicado para celebrarlas, que determinará la es- blecer un flujo de simpatía y confianza mutua desde el prin-
tructura y dinámica de la intervención, podrá ser un gabinete cipio. Para lograrlo, es muy importante estar en condiciones
profesional o una casa familiar que cumpla con unos requi- de poder controlar tanto el lenguaje verbal —el qué se dice y
sitos mínimos de espacio y comodidad. Cuando se realizan cómo se dice; no usando, por ejemplo, un tono de voz agresi-
en un gabinete profesional, las sesiones siguen las pautas más vo ni inquisitorial sino uno que denote interés y curiosidad
o menos habituales de una terapia familiar sistémica. Si tie- sinceros—, como el corporal o no verbal —gestos y posturas,
nen lugar en un hogar, el experto deberá ajustar siempre su que jamás deben dejar traslucir tensión, agresividad, insegu-
método de trabajo a las posibilidades reales del espacio dis- ridad, hastío, repulsión, falta de interés, etc.—. Será siempre
ponible. una buena ayuda que, antes de emprender una aproximación
Aunque no puede generalizarse, cabe apuntar que en este terapéutica directa, el sectario esté de acuerdo en pasar con el
tipo de intervenciones hay que combinar las reuniones ple- experto de dos a tres días seguidos (un fin de semana en una
narias —con todos los miembros del núcleo familiar implica- casa familiar tranquila y cómoda resultará idóneo, aunque no
do—, las parciales —habitualmente con un par de miembros sea la única opción válida).
que presentan relaciones conflictivas entre ellos— y las sesio- Durante este tipo de intervenciones, no es aconsejable
nes individuales. que el experto saque a colación —al menos durante las pri-
La experiencia, así como la lógica, sugieren comenzar con meras horas— datos críticos sobre la «secta» en cuestión, e
una o varias sesiones plenarias —que sirven para plantear las incluso será adecuado que, con habilidad, aplace abiertamen-
reglas generales del juego, eso es de la dinámica grupal que va te la discusión de lo que algún familiar pueda lanzar sobre la
a ponerse en marcha, materializar las posturas individuales, mesa. Si ha podido lograrse lo apuntado en párrafos anterio-
detectar los puntos de contacto y divergencia entre las partes res, será el propio sujeto quien, en el momento que lo crea
(que serán uno de los instrumentos clave del director de la se- oportuno, solicitará la opinión del experto sobre el grupo al
sión para poder llegar a buen puerto), etc.—, a las que segui- que está adscrito y, si acaso, pedirá analizar las pruebas que
rán, según el criterio del experto, otras más íntimas en las que demuestren la realidad de las críticas vertidas.
sólo participarán uno o dos miembros del grupo, ya sea el Nunca debe ejercerse presión para imponer ningún crite-
sectario u otro familiar, o éste con alguno más que el conseje- rio, antes al contrario, hay que maniobrar con suma sutileza.
ro, por muy diferentes motivos, crea oportuno involucrar. De hecho, en varias ocasiones he llegado a realizar con éxito
Lo fundamental de esta intervención será aproximar las pos- este tipo de intervención incluso en medio de una situación
tan desfavorable como es estando presente en el grupo algún otras y le obligarán a cuestionarse en alguna medida su pro-
responsable de la «secta». En uno de los casos, a la reunión pia realidad actual.
en la casa familiar asistían, como parte activa, dos líderes del El dominio que mantiene una dinámica de sectarismo
grupo al que pertenecía el sectario, que en esta ocasión era destructivo sobre un sujeto, que se patentiza a través de es-
una mujer casada. Después de cinco horas de hacer preguntas quemas psicológicos muy rígidos o fanáticos, puede debili-
inocentes a los líderes presentes —en pocas ocasiones me di- tarse momentáneamente si se logra que esa persona analice la
rigí a la mujer, que se limitaba a escuchar—, el mundo propi- realidad desde otras perspectivas ajenas a la suya. Hacer que
ciado por la «secta» dio automáticamente un vuelco especta- se ponga en el lugar de sus padres, cónyuge o de una persona
cular en la mente de una persona cuya sectadependencia la no sectaria, para juzgar alguna de sus propias conductas coti-
había puesto a un milímetro del divorcio. Ella misma pidió dianas, o situarle en el lugar de su líder para hacerle sentir y
un tiempo para poder analizar el grupo y su doctrina desde justificar alguna de sus actuaciones conocidas, le ayudará a
fuera, sin presiones de nadie. Ese mismo día, en una reunión ver todo su entorno con un significado muy distinto y reple-
individual, hablamos en profundidad acerca de su situación to de matices que merece la pena tener en cuenta. Si se sabe
personal, pero me negué a abordar el tema de la «secta» y a controlar bien el impacto emocional de esta estrategia, la vida
proporcionarle las pruebas que deseaba leer, aunque, eso sí, del sectario ya no volverá a ser como antes; en su interior ha-
le indiqué dónde podría encontrarlas ella misma. Consideré brá anidado el sano germen de la comprensión y el relativis-
que sólo creería aquello que lograse por sí misma y, además, mo. Si a ello le unimos el refuerzo emocional que puede su-
que el esfuerzo de buscar datos le sería terapéutico. Así fue, y poner el avivar de nuevo los recuerdos positivos y los deseos
tres semanas después decidió no volver a relacionarse con la anteriores a su ingreso en el grupo, y el comprometerle en
«secta» que tantos sufrimientos le provocó a su marido y a ensoñaciones para el futuro, habremos logrado interponer
ella misma. un impedimento muy considerable entre el sujeto y la diná-
Cuando se emplean estrategias de aproximación indirecta mica que le esclaviza.
o encubierta se logra eludir con más facilidad algunas de las Con algunas personas puede funcionar una actitud de
más poderosas barreras defensivas que antepone cualquier reto moderado: «Si estás tan seguro de que lo que tú piensas
sectario a las influencias exteriores (no sectarias). Así, por es la verdad, no deberías tener ningún problema en confron-
ejemplo, el clásico cortocircuito o bloqueo cognitivo que sue- tar tu versión con otras que sean diferentes, ¿no es así?», se le
le producirse en un sectadependiente cuando se le enfrenta a puede preguntar. Si la respuesta es positiva, podrá argumen-
datos o situaciones que atacan el mundo de la «secta» —y que tarse, con razón, que bien débiles deben de ser sus creencias
tiene por objeto, precisamente, cortocircuitar o impedir el cuando no se atreve a discutirlas con nadie. Si es negativa, se
paso de todas las informaciones que cuestionen su identidad le podrá proponer un encuentro, con las reservas y condicio-
sectaria—, puede evitarse si no se critica directamente a su nes que estime oportunas, con algún experto que conozca a
grupo y situación personal; mediante una estratagema como fondo la realidad de su «secta».
la de hablar de otras «sectas» —grupos que él sí considere Dado que es evidente que el ingreso de un sujeto en una
como tales— y de otras situaciones personales, el sujeto no se dinámica de sectarismo destructivo ha creado tensiones e in-
siente nunca amenazado y, en cambio, va asumiendo datos comprensiones dentro del ámbito familiar, una estrategia que
que, finalmente, le harán comparar su experiencia con las puede mostrarse eficaz será solicitar al sectario su colabora-
ción para lograr «comprender qué está sucediendo». Para en el sectario la curiosidad e interés por leer algo que, en
ello podrá llegarse a un pacto sumamente razonable: la fami- principio, no merece su atención y, sobre todo, debe dársele
lia escuchará todo lo que el sujeto quiera contarles acerca de un buen motivo para hacerlo; lo más recomendable es que la
su grupo, asistirá incluso a sus reuniones, leerá sus textos y razón para la lectura tenga siempre que ver con la necesidad
hablará con sus líderes y compañeros si es preciso; pero, he- de un tercero —contrastar pareceres para despejar las dudas
cho todo esto, el sectario escuchará lo que su familia tenga que tiene la familia respecto al grupo, por ejemplo—, pero
que decirle sobre el grupo en cuestión, estudiará cuanta in- nunca hacerla recaer —error muy común— en intenciones
formación le faciliten éstos y hablará con las personas que como que «te va a interesar mucho» o «te servirá para darte
crean oportunas. Acabado este proceso, que debe realizarse cuenta de que estás metido en una secta peligrosa».
en este orden y no al revés, la familia deberá acatar cualquier En determinados casos, en especial cuando el núcleo de
decisión que tome libremente el sectario^ ése será eí precio a los problemas intrafamiliares reside en la mala relación de
pagar por ambas partes, y el riesgo a correr si no se hacen uno de los progenitores con el sectario, y siempre que consi-
bien las cosas. dere que el padre afectado está capacitado para ello, reco-
Entre la montaña de cartas que suelo recibir —y que no miendo una especie de sesión catártica entre ambos, sin ter-
siempre puedo atender— son frecuentes los relatos en los ceras personas en la casa —o en el lugar donde vaya a tener
que alguna persona dice haber abandonado la «secta» en la lugar la reunión—, en la que el padre deberá ser capaz de des-
que se encontraba después de haber leído alguno de mis li- nudarse psicológica y emocional mente, reconocer errores
bros. En estos casos, es evidente que el sectario ya mantenía pasados, disculparse sinceramente por ellos y solicitar la ayu-
algunas dudas y/o estaba muy abierto a todo tipo de infor- da del hijo/a para rehacer las relaciones en una buena direc-
maciones —aspecto que le hace mucho menos sectario— ya ción. Y lo mismo puede hacerse entre cónyuges. Esta es una
que, de lo contrario, no hubiese leído ningún libro que fuese estrategia dura y difícil, pero muy eficaz si se desarrolla bien.
crítico con el ámbito sectario. Esta circunstancia, al sumarse a Como mínimo servirá para poder retomar o estrechar el con-
un texto repleto de datos bien documentados y testimonios tacto y la proximidad emocional con el sujeto. En ocasiones
impactantes, escrito, además, con una estructura y lenguaje también servirá de excusa para que ambos acudan a la consul-
que no son nada casuales, se convierte por sí misma en una ta de un psicólogo en busca de ayuda, para el progenitor se
intervención indirecta eficaz. entiende —ya que el sectario, de entrada, difícilmente reco-
Es por lo anterior que, en algunos casos muy específicos, nocerá que la necesita—, aunque, finalmente, si se obra co-
recomiendo a la familia afectada que le pida al sectario que lea rrectamente, será el sujeto quien recibirá el apoyo y orienta-
alguno de mis libros a fin de poder comentarlo con él poste- ción que le ayudarán a aclarar sus ideas.
riormente. Muchas veces esta lectura actúa como un cataliza- Sea cual fuere el tipo de aproximación terapéutica que
dor, y las conversaciones que siempre deben seguirla —con pueda llegarse a emplear, toda familia afectada debe saber
miembros de la familia y, cuando es necesario, con el propio que, para estar en condiciones de intentar un abordaje como
autor— desembocan en el abandono del grupo. Naturalmen- los descritos, se requerirá, salvo en casos excepcionales, un
te, tal como ocurre con cualquier otra información, no debe UtrgO trabajo previo que podrá prolongarse durante meses o,
forzarse a nadie a leer un libro, ni puede entregársele en cual- incluso, años. La paciencia, y el actuar acumulando aciertos
quier momento. Insistimos en que será preciso hacer nacer i-n lugar de errores, será la única vía para llegar a buen puerto.
Llegados a este punto, quizá será conveniente apuntar
también que —al menos como resultado de la forma en la que
trabajamos en el EMAAPS— muchos casos de «sectarismo»
se resuelven perfectamente sin que el equipo consultor llegue
a conocer siquiera a la persona que estuvo integrada en la
«secta». En estas ocasiones, el especialista capacita a los pa-
dres, cónyuge y/o sistema familiar para que puedan aplicar
correctamente las estrategias más apropiadas en función del XIII
análisis de cada circunstancia. Valga este dato para dejar bien
sentado que un especialista no puede ni debe hacer milagros; Cómo actuar cuando alguien próximo acaba
su contribución fundamental deberá ser la de poner su expe- de abandonar una secta
riencia a disposición de los afectados para que éstos, y sólo
éstos, realicen todos los cambios necesarios para desandar lo
andado y controlar y eliminar el conflicto que motivó su de- 39. ¿Y ahora qué?
manda de ayuda.
Por otra parte, este tipo de aproximación terapéutica, Cuando un miembro de una dinámica de sectarismo des-
cuando resulta exitosa, no es sino la base del proceso de recu- tructivo abandona su grupo, lo hace por alguna de estas tres
peración global. Si bien ésta es la etapa más difícil, delicada y razones: por iniciativa propia, porque ha sido expulsado, o
fundamental para poder normalizar la vida de un sectario y porque ha recibido algún tipo de ayuda exterior para superar
ayudarle a recuperar el control de la gestión de su propia su dependencia del grupo. En los tres casos, el ex adepto ten-
autonomía, no deberá perderse de vista que, en bastantes drá que enfrentarse a una diversidad de problemas que, en
ocasiones, el ex sectario necesitará un apoyo psicológico función de su perfil psicosocial previo y del tipo de experien-
profesional para superar algunos de los problemas que le ase- cia sectaria pasada, no siempre estará en condiciones de su-
diarán al abandonar su grupo. De ellos nos ocuparemos en el perar —o siquiera de comprender— para poder adaptarse a
apartado siguiente. unas nuevas condiciones vitales que no le resultarán fáciles.
Salirse de un grupo de estas características, con ser mucho,
no suele ser el fin del proceso, ya que, con frecuencia, se pre-
cisará alguna ayuda adecuada para superar los últimos con-
flictos y trastornos derivados de la sectadependencia que se
está dejando atrás.
Una de las más notables sectas de cariz hinduista de los
años setenta y ochenta advertía a sus adeptos, en un texto
doctrinal, que «aquella persona que no culmine en el Yoga
| término empleado aquí como sinónimo de la permanencia
perpetua del sujeto dentro del grupo y del acatamiento total
ilc sus normas] quedará como una nube devastada». La meta-
fora de una «nube devastada» es una imagen excelente para Los adeptos que son expulsados de su grupo suelen tener
definir el estado de confusión más o menos profundo y la los mismos problemas que son comunes a la mayoría de ex
merma de facultades intelectivas en que se encuentran algu- miembros de sectas, pero con síntomas que pueden verse
nas personas durante la etapa inmediatamente posterior a su agravados o complicados por las circunstancias en las que se
abandono de una dinámica de sectarismo destructivo. produjo su salida del grupo. En una dinámica de sectarismo
Alrededor de una tercera parte de los sujetos que se mar- destructivo puede expulsarse a un adepto por motivos como
chan de una secta destructiva, después de haber formado par- los siguientes: actuar de forma que se ponga en cuestión la
te de ella durante un tiempo notable, lo hace por iniciativa autoridad y/o normas estrictas de la secta (discutir el lideraz-
propia. En general, la deserción voluntaria tiene su origen en go, incumplir pautas de conducta que son básicas para man-
causas como el progresivo debilitamiento —debido a la dis- tener el control grupal, hablar con ex miembros, expresar crí-
tancia u otros factores— del control sectario sobre el sujeto; ticas o dudas acerca de la doctrina, etc.); estar muy quemado
el hastío y desilusión por los fines y/o métodos de la secta; el y no rendir lo suficiente; enfermar y precisar de un trata-
proceso de tomar conciencia del estado de deterioro personal miento caro; adquirir un grado notable de incapacidad física
en el que uno se encuentra; los contactos con personas ajenas o psíquica; dificultar o amenazar la supervivencia del grupo
al grupo y en la curiosidad intelectual que lleva a estar al tan- (por haber realizado, por ejemplo, alguna actuación delictiva
to de la realidad mundana y a emplear pautas de análisis más —por mandato del líder y en su único beneficio, claro está—
independientes; el descubrimiento de realidades imposibles que, al ser descubierta públicamente, necesitará hacerse pasar
de asumir y/o justificar para la idiosincrasia de un sujeto en por un acto personal y fuera de control, atribuible sólo al
particular; crisis de estrés —por haber sido explotado hasta adepto expulsado); para evitar las presiones de algún familiar
más allá del agotamiento, por ejemplo—; enfremamientos afectado especialmente militante contra el grupo; etc.
con algún responsable; el rechazo a ser forzado a vivir entre La propia naturaleza de las circunstancias que provocan
circunstancias personales demasiado dolorosas; la negativa a la expulsión suele hacer que el sujeto se sienta traicionado
soportar castigos excesivos y/o injustos; etc. por todos aquellos a quienes dedicó su vida y recursos; que se
Con ayuda o sin ella, la práctica totalidad de esos ex sec- vea a sí mismo como un estigmatizado —asumiendo, por
tarios logran, finalmente, rehacer sus vidas; pero no son in- ejemplo, una enfermedad como un castigo de su dios particu-
frecuentes los casos en que, tal como les ocurre a los ex to- lar por ser unpecador incapaz de trabajar lo suficiente para la
xicómanos en su primer tiempo de abstinencia, elementos secta, o viviendo su salida del grupo como una clara demos-
emocionales relacionados con su sectadependencia permane- tración de la pérdida del «amor divino» y, por ello, como la
cen en el sujeto por un tiempo indefinido y en condiciones de evidencia de su «condena eterna», etc.—, incrementando pe-
poder activarse en cualquier momento y bajo una diversidad ligrosamente su carga de culpabilidad y ansiedad; y que se
de estímulos cotidianos (que recuerdan y están asociados a encuentre solo y desvalido ante un mundo que, por obra del
pasadas vivencias grupales). Aunque estos restos de «progra- adoctrinamiento sectario, ve como nefasto y siempre dis-
mación sectaria» sólo llegan a ocasionar problemas notables puesto a agredirle. Ante un cúmulo de situaciones insoporta-
en algunos sujetos, será oportuno tenerlos en cuenta y adop- bles, en las personalidades más frágiles son frecuentes los
tar las medidas que sean más idóneas para su neutralización, trastornos psiquiátricos y no faltan las tentativas de autolisis
tal como veremos en el siguiente apartado. (suicidio), por lo que debe extremarse las precauciones cuan-
do se trata con un ex adepto expulsado, valorando los posi- reintegración social lo más constructivo y menos doloroso
bles riesgos en función de su perfil psicosocial, de su nivel ac- posible.
tual de depresión, culpabilidad y pensamientos irracionales, Dado que lo fundamental de la problemática sectaria no
y de su mayor o menor aislamiento social y tiempo vivido es sino la consecuencia de un proceso adictivo, similar en su
dentro del grupo (particularmente en sectas comunitarias). estructura a las adicciones al alcohol y demás drogas, juego,
De entre todos los ex miembros de dinámicas de sectaris- compras, trabajo, etc., no debería extrañar que, tal como
mo destructivo, los sujetos que menos problemas suelen apuntamos en su momento, la sectadependencia tenga tam-
padecer son aquellos que abandonan su grupo de un modo bién su correspondiente síndrome de abstinencia cuando el
progresivo y con el concurso de una ayuda exterior bien or- sujeto, por los motivos que sean, se ve apartado de su reduc-
ganizada; pero, a pesar de ello —y aunque sea en un grado tor de ansiedad grupal.
más o menos inferior al que afectará a sus compañeros evadi- Al reflexionar sobre el síndrome de abstinencia, Stanton
dos por iniciativa propia o expulsados—, también deberán Peele apuntó que «cuando alguien ha mantenido artificial-
superar la vanada serie de conflictos derivados del «síndrome mente a flote la propia identidad y creado un mundo menos
postsecta». En muchos casos bastará con la ayuda del círculo amenazante para vivir mediante el consumo de droga [o de
familiar y de amigos para poder normalizar la nueva situa- conductas adictivas], entonces, cuando se ve despojado de
ción del sujeto, pero, en otros, además, será indicado recurrir este aislamiento y forzado a reorientar su existencia hacia una
a una intervención terapéutica especializada. En cualquier dura y largamente evitada realidad, esta reorientación bien
circunstancia siempre habrá mucho que hacer. puede ser angustiante y dolorosa. Así es porque algunas per-
sonas, las que son vulnerables a la adicción y a sus consecuen-
cias, reaccionan ante la ausencia de droga [o de la secta, en
40. La ayuda familiar y terapéutica nuestro caso] con una sensación de abandono e indefensión
ante el síndrome postsecta que otras personas, más enteras en sí mismas, no parecen ex-
perimentar» 202 .
Al abandonar una dinámica de sectarismo destructivo Ajustando un poco más la lupa sobre este aspecto de la
suelen aparecer una serie de conflictos que conforman lo que conducta adictíva, compartimos la observación del doctor
se ha dado en llamar el «síndrome postsecta». Este conjunto Ridruejo cuando afirma que «En nuestros días, gana fuerza
de alteraciones se da en la práctica totalidad de los ex miem- una interpretación del síndrome de abstinencia según la cual,
bros de sectas destructivas —salvando las singularidades que, y dado que el cerebro cuenta con recursos neuroquímicos
claro está, estarán en función de la estructura de personalidad propios en el desempeño de sus funciones, cuando se le habi-
previa de cada sujeto, de su nivel de sectadependencia y, en túa al consumo de sustancias artificiales, suplantadoras de
menor medida, de las características de cada grupo— duran- esos recursos propios, acaba por acusar cualquier merma o
te, al menos, los primeros seis a doce meses de vida al margen disminución de ellas. Por lo que respecta a las conductas
de la secta. Tener presente el estado anímico que generan es-
tos conflictos será fundamental para poder plantear adecua- 202. Cfr. Peele, S. (1980). «The addiction experience.» Center City
damente un enfoque terapéutico que ayude a normalizar la (MN): Hazelden. [Modified from two-part articlc that appeared in Addií'-
vida del sujeto y, en definitiva, que le facilite un proceso de lions (Ontario Addiction Research Foundation), Summer, 1977, pp 21-41.]
adictivas, se viene advirtiendo que su interrupción es sufi- de algunos mecanismos de autogobierno, agravados por el
ciente para crear unos cuadros paralelos a los de la abstinen- proceso manipulador sectario, cualquier problema de la vi-
cia, donde se producen, consecuentemente, disregulaciones da cotidiana que plantee dificultades, por pequeñas que sean
psíquicas como la inestabilidad del humor, ánimo decaído, —tener que decidir respecto a qué ropa ponerse, qué película
dificultad de concentración, insomnio, excesiva recurrencia ver, qué menú apetece más, si desea o no proseguir alguna ac-
del pensamiento, etc. Junto a estos efectos psíquicos se hacen tividad abandonada al ingresar en el grupo, etc.—. puede de-
presentes, además, trastornos vegetativos tales como tem- primir enormemente.
blor, sudoración, náuseas, vómitos y astenia»203. Por otra parte, además de las circunstancias cotidianas que
En el trabajo habitual con sectadependientes —una cate- actúan como estresantes puntuales, casi todos los sujetos son
goría que, como ya se dijo, representa el extremo más lesivo susceptibles de caer en estados depresivos más o menos acu-
del sectarismo, la cumbre del proceso adictivo a la que sólo sados cuando tienen que hacer frente a las consecuencias lógi-
llega una parte de todos los adeptos sectarios— que están en cas del abandono de su grupo. Entre las más comunes, desta-
proceso de reinserción, tras haber abandonado su adscrip- caremos las siguientes:
ción grupal, suelen observarse todos estos síntomas psíqui- a) al hundirse el motivo central —entorno afectivo, ritual
cos recién mencionados y, en los casos más extremos, son vi- e ideológico sectario— de la última época de su existencia,
sibles también algunos de los síntomas físicos señalados. que, recordémoslo, actuó a modo de reductor de ansiedad, al
Durante los primeros meses de reajuste a la vida normal, en la sujeto le invade un profundo sentimiento de falta de signifi-
mayoría de los sectadependientes se entremezclan los efectos cado de la vida y de vacío existencial;
propios del síndrome de abstinencia con una serie de conflic- b) al comenzar a comprender los elementos que configu-
tos emocionales y/o patologías psiquiátricas más serias —en- ran la experiencia de la adicción y manipulación sectaria por
troncadas con la personalidad previa— que vienen a dibujar la que acaba de pasar, el sujeto se siente como «violado» y
el perfil global del «síndrome postsecta», cuyas característi- tiende a culpabilizarse y despreciarse, particularmente por-
cas definitorias más notables vienen relacionadas en los doce que tiende a sobredimensionar lo que él vive como una «de-
puntos que enunciamos a continuación204. bilidad psicológica» vergonzosa y poco menos que imposible
de superar;
1°. Depresión: c) la reaparición de la mayoría de los problemas no re-
Un ex adepto de una dinámica de sectarismo destructivo sueltos que ya angustiaban al sujeto con anterioridad a su in-
puede caer en crisis depresivas con suma facilidad. Sus causas greso en el grupo sectario;
básicas hay que buscarlas en el proceso ligado al síndrome de d) el tener que afrontar de nuevo las relaciones con la fa-
abstinencia y en la componente depresiva que ya anidaba en milia, amigos y sociedad en general;
la personalidad previa del sujeto. Además, dada la fragilidad e) la perspectiva de tener que enfrentarse a un futuro que
parece todavía demasiado desdibujado y, por ello, complejo
203. C/r. Ridruejo, P. (1994). «Hacia un modelo integral de la adic- y angustiante;
ción.» En Casas, M., Gutiérrez, M., San Molina, L. (Ed.)- Psicopatología y
f) el sentimiento de haber sido «estafado» durante los
Alcoholismo. Barcelona: Ediciones en Neurociencias, pp. 535-536.
204. C/r. Rodríguez, P. (1984). Esclavos de un mesías (sectas y lavado años que «perdió» estando en el grupo —y que puede llegar a
de cerebro). Barcelona: Elfos, pp. 169-172. considerar como no vividos para su cómputo biográfico—,
un período que en este momento se ve como exclusivamente c) apoyándole para que pueda encontrar nuevos puntos
negativo, amplificando así el sentimiento de pérdida absurda de interés vital que llenen el vacío que le ha dejado la desapa-
e irrecuperable. rición del mundo sectario, que le proveía de amigos, afecto,
Ayudar a superar los estados depresivos de un ex sectario apoyo, planes, objetivos, segundad, normas, creencias... y era
deberá ser uno de los objetivos más importantes del círculo fa- su único reductor de ansiedad;
miliar con el que conviva, ya que, por la propia dinámica de la d) ayudándole a fortalecer su autoestima y rebajar su ni-
depresión, el sujeto queda atrapado en una especie de pozo de vel de culpabilidad dándole argumentos que le permitan com-
desesperanza —desde el que no se ve salida ni futuro para uno prender que «eso» le puede ocurrir a cualquiera, que el ingre-
mismo, ni por uno mismo— que impedirá cualquier progreso so en una dinámica de sectarismo destructivo no es cuestión
para rehacer su vida y, finalmente, podría llevarlo de nuevo de ser más débil o menos inteligente que los demás (en este as-
hasta la secta —o, en casos muy graves, conducirle al suici- pecto, funciona muy bien el tener oportunidad de poder ha-
dio—, tal como ocurre con las recaídas de los toxicómanos. blar con otros ex adeptos que hayan pasado por experiencias
En cualquier caso, cuando nos encontramos ante una de- semejantes);
presión —no ante la situación menor que coloquialmente de- e) orientándole para que pueda asumir, reelaborar y su-
finimos como «estar deprimido»— siempre debe tenerse muy perar los problemas estructurales de personalidad que arras-
en cuenta que es una enfermedad grave para la que resulta im- traba desde mucho antes de su sectadependencia;
prescindible buscar ayuda clínica específica. En bastantes ca- f) facilitándole la recuperación de una dinámica normali-
sos será necesaria la administración de psicofármacos, pe- zada en sus relaciones sociales evitando los agobios;
ro debe evitarse caer en la rutina de muchos psiquiatras que g) ayudándole a construirse una perspectiva de futuro
prescriben sólo fármacos y desprecian los tratamientos psico- concreta y atractiva (volver a retomar los estudios, buscar un
lógicos. Los antidepresivos —aunque son un fármaco de nes- nuevo trabajo...);
go— son fundamentales para el tratamiento de la enfermedad, h) haciéndole valorar los aspectos provechosos de su
pero la psicoterapia, con la reestructuración cognitiva y mo- paso por el grupo —haber aprendido otros idiomas o viajado
dificaciones de conducta que conlleva, será la única vía para por países a los que difícilmente hubiese ido de no estar en
superar, a medio o largo plazo, este grave problema de modo esa secta, ampliar sus conocimientos de informática, técnicas
definitivo. de venta, etc.—, en lugar de considerar la experiencia como
En general, tanto la familia como el terapeuta, podrán algo vacío, inútil o, simplemente, como un mal recuerdo y
ayudar enormemente al ex sectario si actúan dentro del mar- una pérdida total de tiempo;
co de pautas próximas a las que sugerimos a continuación: i) tratando de convencerle de que no debe angustiarse si
a) dándole apoyo y fuerzas para poder enfrentarse a las se ve a sí mismo como sumido en una especie de «invalidez»,
situaciones conflictivas con que se encuentre (repasar las li- ni tener prisas por recobrar la normalidad; cuando se sale de
mitaciones que pueden afectar a un sujeto al salir de una sec- una experiencia de sectadependencia prolongada, siempre
ta destructiva en el capítulo VI); es necesario pasar un período de tiempo más o menos largo
b) conduciéndole a que reflexione sobre el lado positivo —un año suele ser el promedio más común— para recuperar-
de las cosas —experiencia sectaria incluida— en vez de que- se totalmente y recobrar las habilidades que se tenían ante-
darse atascado en lo negativo; riormente.
2.° Soledad: 3.° Autovaloración negativa:
Abandonar un grupo sectario significa, para el ex miem- El ex adepto de una dinámica de sectarismo destructivo
bro, separarse de la gente con la que se convivió durante más acaba asumiendo la imagen deformada de que fue brutalmen-
o menos tiempo y, especialmente, con la que se compartió te engañado y equivocó totalmente su vida, y eso le hace sen-
una experiencia vital y emocionalmente muy intensa —senti- tirse incapaz de velar por su propia existencia futura. Se ve a
miento que le lleva a una sensación de desgarro o amputación sí mismo como a un ser débil, sin carácter y fácilmente in-
afectiva muy profunda y dolorosa—. No será fácil volver a fluenciable. Duda de que en adelante pueda elegir el camino
recuperar los amigos que se abandonó al ingresar en el grupo que más le convenga sin ser otra vez engañado y explotado;
o hacer otros nuevos. Habrá que tener en cuenta que sus ha- en consecuencia, empieza a desconfiar de sí mísmo —de sus
bilidades para poder establecer nuevas relaciones de tipo cualidades y habilidades— y de los demás —de sus intencio-
amistoso, afectivo o sexual, aún estarán, durante un tiempo, nes—, entrando así en una dinámica que oscila entre la ansie-
demasiado influenciadas por los clichés sectarios como para dad y la depresión, que se refuerza con la propia sensación de
ser normales y fluidas. fracaso e impotencia y se cierra sobre sí misma hasta aprisio-
El sentimiento de soledad, en contraste con el recuerdo nar al sujeto dentro de sus propios temores.
del soporte grupal que tenía en la secta, podrá llevar al sujeto Será básico reforzar la autoestima del sujeto para que
hacia la depresión —o de regreso al grupo—, y dificultará en vuelva a confiar en sí mismo, y ayudarle a reconstruir sus ha-
muchos aspectos el proceso de normalizar su vida. Sin caer bilidades para saber tomar decisiones de forma responsable y
en el extremo de organizarle una fiesta cada día, será bueno razonada, así como para estar en condiciones de relacionarse
que sus antiguos amigos/as se esfuercen en aproximarse de con los demás de una manera abierta y confiada pero, al tiem-
nuevo a él, invitándole a salir y conocer gente nueva, involu- po, capaz de analizar críticamente y valorar las actitudes, de-
crándole en diferentes proyectos e inquietudes, etc. mandas e intenciones del entorno social con respecto a uno
En todo caso, convendrá no olvidar que el sujeto, duran- mismo.
te su pertenencia a la dinámica de sectarismo destructivo, Al margen de iniciar un abordaje terapéutico específico
pudo estar totalmente desconectado del mundo exterior y, para ello, contribuirá también a lograr el fin enunciado esta-
por ello, puede ignorar buena parte de los puntos de conver- blecer una posición de apoyo que lleve al ex sectario a ver las
sación habituales —música, moda, deportes, política...— que facetas positivas de su pasada experiencia y a extraer de ella
animan cualquier reunión social. Esta posibilidad hace que el todos los elementos de aprendizaje —sobre su propia fragili-
ex adepto se avergüence de sus limitaciones y que se conside- dad y acerca de los métodos de manipulación emocional—
re a sí mismo —o que lo hagan abiertamente otros— como que, desde ese momento, le permitirán ser un individuo más
un pésimo compañero de mesa, con lo que se retraerá todavía precavido y fuerte —o lo que viene a ser lo mismo, menos
más y su soledad se acrecentará y cronificará. Así pues, el pri- vulnerable— ante la incidencia interesada de terceros (sectas,
mer círculo de amistades de un ex sectario deberá darle el su- embaucadores de cualquier pelaje, publicidad engañosa, etc.).
ficiente tiempo para que se adapte a su nueva realidad, y ser
muy comprensivo y diplomático con él. 4.° Sentimiento de culpa:
Durante las primeras semanas —o incluso meses— des-
pués de alejarse de una dinámica de sectarismo destructivo, el
ex adepto experimenta un fuerte sentimiento de culpabilidad 5.° Bajo nivel de autonomía y de la capacidad de
por el hecho de haber abandonado al grupo y que, en alguna adaptación a la vida cotidiana:
medida, viene agravado por los clichés sectarios que todavía Las dificultades de autonomía que pueda tener un ex
subsisten en su mente y controlan parte de sus emociones. adepto de una dinámica de sectarismo destructivo estarán en
Pero también se culpabiliza por los compañeros que hizo in- relación directa con el listado de trastornos psíquicos citados
gresar en el grupo y que tras su marcha quedaron «atrapa- en el capítulo VI. En función de factores tales como las carac-
dos» en él; por las actividades ilegales que, en algunos casos, terísticas de personalidad previas de cada sujeto y la intensi-
tuvo que realizar para conseguir dinero para la secta; por las dad de su sectadependencia, en un ex adepto podrá darse una
normas éticas y sociales que transgredió; por los perjuicios capacidad para tomar decisiones por sí mismo bastante mer-
que ocasionó a su familia, etc. mada; presentar deficiencias más o menos graves en los me-
El sentimiento de culpa, si no se controla, tiene una tre- canismos de análisis y crítica; dificultad para poder contras-
menda fuerza para hundir a la persona que lo sufre en la neu- tar sus creencias y percepciones con la realidad que le
rosis y postrarla en una posición de sumisión ante todo y to- circunda; conductas caracterizadas por una tremenda pasivi-
dos ya que, al verse a uno mismo como un gran pecador, el dad —que suele resultar desesperante para su entorno fami-
sujeto acaba por despreciarse a sí mismo y se convierte en un liar—, que le llevan a acatar una simple sugerencia con el
ser dependiente, apático, angustiado y deprimido. valor de una orden incuestionable; mostrar una acentuada
En otros casos, al intentar reaccionar contra este senti- sugestionabilidad; incapacidad para manejar la flexibilidad
miento de culpa, el ex adepto se enzarza en una cruzada con- necesaria para poder tolerar las inevitables ambigüedades e
tra su anterior grupo e intenta desesperadamente «liberar» a incertidumbres de la vida cotidiana; presentar deficiencias
sus compañeros de él. Esta actitud no es mucho mejor que la notables en las respuestas dadas ante las exigencias de la con-
anterior y suele conducir a problemas diversos, incluido el vivencia social, etc.
caer de nuevo en la dependencia sectaria. Controlar estos aspectos requerirá emprender una pa-
Los familiares y amigos deben ayudar al sujeto a relativi- ciente reeducación de algunas habilidades cognitivas y socia-
zar su responsabilidad en los hechos de su pasado sectario les olvidadas, estimular la autoestima y confianza en sí mis-
haciéndole ver que, en esos días, él era también una víctima mo para superar la tendencia a la dependencia y, en función
más —pero cuidado con el victimismo, que puede convertir- del nivel de intensidad y complejidad de los problemas detec-
se en un refugio igualmente patológico— que actuaba bajo tados, buscar ayuda terapéutica para superarlos.
unas pautas disminuidas por la sectadependencia y la persua-
sión coercitiva que se le aplicó. También se le deberá conven- 6.° Embotamiento de la agudeza mental:
cer para que posponga su cruzada contra su ex grupo y líder A causa, entre otras, de la mecánica de razonamiento im-
durante un tiempo, al menos el suficiente para poder fortale- puesta por las dinámicas de sectarismo destructivo, un ex
cerse y recuperar la confianza en sí mismo. Si el nivel de culpa adepto puede encontrar serias dificultades para concentrar su
y ansiedad del ex miembro es intenso —con depresión, pesa- atención y expresar sus necesidades prácticas de una forma
dillas, apatía, dificultad de concentración, trastornos vegeta- concreta; también puede verse incapacitado para elaborar o
tivos, etc.—, será necesario buscar ayuda psicoterapéutica. juzgar pensamientos abstractos. Leer una novela, por ejem-
plo, puede convertirse en una inusitada dificultad para un ex
adepto con estudios universitarios, que no puede dejar de di- nerar estados emocionales que otorgan propiedades refor-
vagar por las páginas, teniendo que releer los párrafos para fi- zantes e incentivadoras a estímulos ambientales relacionados
jar la atención y lograr su comprensión, quedándose atorado con el momento del consumo.
en palabras o conceptos cuyo significado parece borrado de Ante determinadas circunstancias cotidianas —como es-
su mente... Ésta es una de las razones por las que un buen nú- trés, un pequeño problema o depresión, una frase o idea es-
mero de ex adeptos de este tipo de grupos, durante los prime- pecialmente cargada de «significado sectario», etc.— puede
ros días o semanas tras su abandono, no pueden realizar con activarse no sólo la sensación de bienestar que se tenía dentro
seguridad más que trabajos y/o actividades intelectuales rela- del entorno sectario sino, también, un estado similar a los
tivamente sencillas. episodios disociativos o de trance que, en su caso, experi-
Afortunadamente, éste es un problema que suele remitir mentaba el sujeto cuando estaba en el grupo —meditación
con rapidez, ya que el sujeto recupera su anterior nivel de compulsiva, recitados o cánticos rítmicos, «hablar en len-
capacidades tras el mero esfuerzo de ejercitarlas de nuevo; guas»205, etc.— y, momentáneamente, la persona que sufre
pero, de todos modos, debe advertirse al ex miembro de esta este episodio pasa a ser «controlada» por su anterior identi-
posibilidad para evitar que se angustie al darse cuenta de que dad sectaria.
su agudeza mental está algo mermada. El sujeto que flota se encuentra a merced de dos identida-
des —que puede convenirse en identificar como «la suya»
7.° Tendencia a caer en estados alterados propia, o anterior al ingreso en el grupo, y «la impuesta» por
de conciencia (flotación): la secta— muy dispares en cuanto a su forma de percibir y
Lo que se denomina «flotación» en el argot especializado juzgar la realidad, y atrapado dentro de un torbellino de cul-
consiste en un episodio en el cual, el ex adepto, de forma súbi- pabilidad por haber «traicionado» al grupo, a su líder, doctri-
ta e involuntaria, tiene la sensación de que comienza a. flotar na y fines y, claro está, a su dios particular.
en el tiempo hasta que recupera parte de su anterior identidad Los episodios de flotación pueden ser frecuentes en la
sectaria y se sumerge en un estado alterado de conciencia, in- época inmediatamente posterior al abandono de una dinámi-
tensamente emocional, que, al igual que elflash-back de los ca de sectarismo destructivo, pero lo habitual es que dis-
consumidores de alucinógenos, le rememora vivencias del pa- minuyan con el paso del tiempo —eso es a medida que van
sado y le desencadena una imperiosa necesidad de reencon- debilitándose los lazos de control emocional que unen al
trarse con el ámbito de su sectadependencia.
Es una reacción que suele desencadenarse cuando el ex 205. Dentro de la infinita ignorancia y manipulación que caracteriza
miembro de una dinámica de sectarismo destructivo entra en a las sectas cristianas más extremistas, se confunde el farfullar sonidos
ininteligibles, por parte de los adeptos con un perfil más psicopatológico,
contacto con algún estímulo —visual o auditivo y/o interno con el «don de lenguas» que supuestamente anunció Jesús cuando se apa-
o externo— que estuvo intensamente asociado a algún pro- reció a los once «Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio
ceso de condicionamiento durante la fase sectaria. Bajo esta a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, se salvará, mas el que no
conducta puede adivinarse la actividad del sistema de recom- creyere se condenará. A los que creyeren les acompañarán estas señales: en
mi nombre echarán los demonios, hablarán lenguas nuevas [la cursiva es
pensa cerebral y, más específicamente, la acción de la dopa- nuestra], tomarán en las manos las serpientes, y si bebieren ponzoña, no
mina que, como ya se dijo, está implicada en hacer que las les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos, y estos se encontrarán
sustancias y/o conductas adictivas tengan la capacidad de ge- bien» (Me 16,15-18).
grupo—, hasta desaparecer por completo. No obstante, son mica de sectarismo destructivo, puede correr el riesgo de re-
también relativamente frecuentes los casos en que se repro- gresar al grupo, a fin de intentar eliminar la ansiedad que le
ducen con cierta intensidad aun años después de que el sujeto provoca el sentirse flotar, y recaer de nuevo, con intensidad
haya cortado toda relación con el grupo y esté haciendo una renovada, en la misma sectadependencia que estaba en trance
de superar.
vida normalizada. Este estado causa una gran alarma y ten-
sión emocional en la persona que lo sufre, pero, por lo gene-
8.° Fin del complejo de «elegido»:
ral, puede llegar a controlarse rápidamente si, por ejemplo, se
entabla inmediatamente conversación con un interlocutor Muchos adeptos, mientras están ligados a una dinámica
adecuado —será preferible cualquier familiar o amistad que de sectarismo destructivo, mantienen la íntima convicción de
conozca suficientemente las características de la fase por la ser un «elegido» de la divinidad y/o del destino, de pertene-
que se está atravesando— y, fundamental, se emplea un len- cer a una élite que podía estar por encima del Bien y del Mal
guaje muy preciso, que no haga concesiones a la vaguedad. —y, por supuesto, por encima de todas las leyes humanas—;
En la medida en que el propio afectado tenga también al- y una creencia similar, lógicamente, no podía menos que mo-
delar una peculiar percepción/reacción frente a la realidad.
gunos conocimientos acerca de los mecanismos y conse-
Pero, desde el momento en que se abandona la secta, el sujeto
cuencias relacionados con la sectadependencia y las tácticas
manipuladoras, tanto más fácil le resultará poder superar comenzará a soltarse de la tabla de náufrago que le suponía su
complejo de «elegido» para volver a ser un humano de carne
estas crisis.
A menudo puede ser apropiado tratar de identificar los y hueso, cosa que para algunos representa dar un paso difícil
de asimilar y, tras perder el apoyo de su creencia, caen en
estímulos que provocan la crisis y, estando la persona en una
profundas crisis depresivas, o viven la pérdida con gran cul-
situación de relax, provocarlos intencionadamente pero aso-
pabilidad —interpretando que han dejado de ser una persona
ciándolos a algo distinto —por ejemplo, si el sonido de una
elegida precisamente por haber «traicionado» a su grupo y
campanilla está ligado a un determinado aspecto de la secta-
divinidad—. Otros, en cambio, intentarán llegar a compen-
dependencia, hacerla sonar pero esta vez asociándola a una
sarse en el extremo opuesto, queriendo ser demasiado nor-
llamada para la merienda infantil o a cualquier otra cosa, aje-
males y huyendo de todo aquello que pueda parecer elitista o
na a la secta y sus ritos, que le resulte agradable al sujeto—;
después de un tiempo de practicar este ejercicio, el estímulo que les haga sentirse mejores o superiores en algún sentido.
El círculo afectivo que apoye a un ex sectario deberá ale-
en cuestión perderá su capacidad invalidante.
En los casos más persistentes o graves, será preciso el larle de ambos comportamientos extremos y, en cualquier
concurso de un terapeuta que sea capaz de ayudar a localizar caso, ayudarle a comprender que el concepto de elegido no es
más que una sutil estrategia que emplean todas las dinámicas
los estímulos que desencadenan la flotación y dirija su desar-
tic sectarismo destructivo y grupos totalitarios —políticos,
me mediante técnicas corno la desensibilización sistemática,
religiosos, etc.— para poder captar, adoctrinar, manipular y
usada para controlar fobias, o estrategias psicológicas simi-
dominar de una manera más eficaz a sus adeptos. Creerse un
lares.
«elegido» es uno de los logros más elaborados dentro de un
La flotación es un estado inquietante y muy delicado,
proceso de persuasión coercitiva y, de hecho, se convierte en
puesto que el sujeto que no pueda controlarla, especialmente
durante las primeras semanas después de abandonar la diná- HM.i de las cadenas más sólidas que pueden atar a una persona

I — 335 —
a un grupo; supone una característica de las personalidades ta206, en muchos ex adeptos surge un temor ambiguo —preña-
fanáticas y, con frecuencia, suele denotar trastornos psicopa- do de inseguridad— a encontrarse eventualmente cara a cara
tológicos graves y profundos. con algún ex compañero todavía sectario. El sujeto sabe que el
grupo empleará la culpabilización para intentar reconducirle al
9.° Rencor hacia la secta: redil y no está seguro de poder resistir ese ataque emocional.
Supone una reacción habitual y normal en cualquier ex Sólo después de un tiempo de rehabilitación el ex sectario recu-
adepto y suele desencadenarse cuando el sujeto se percibe a sí perará su control emocional y dejará de ser vulnerable, razón
mismo como víctima de abusos y ultrajes cometidos durante por la cual será muy recomendable evitar que un recién salido
el tiempo de su adscripción a la dinámica de sectarismo des- de una dinámica de sectarismo destructivo mantenga contacto
tructivo; otro de los factores que espolea el rencor es el re- personal o telefónico con algún miembro de esc grupo, ni aun
cuerdo de los compañeros que aún siguen en el grupo y so- si éste fue su mejor amigo/a o, incluso, su pareja.
metidos a las mismas condiciones que fueron propias. Esta Pero, de todos modos, éste no es el único temor irracional
reacción suele ir acompañada de un vivo deseo de querer al que debe enfrentarse un ex adepto de una dinámica de sec-
«abrir los ojos» a los ex compañeros e intentar «sacarles de la tarismo destructivo dado que, como medida protectora, sue-
secta» a toda costa. len programar en los miembros una serie de clichés que ac-
En este sentido, el ex adepto se comporta de igual manera tuarán como una especie de bomba de relojería o virus
que cualquier otro adicto en proceso de rehabilitación, que, informático cuando el sujeto pretenda abandonar el grupo, o
como es bien sabido, están siempre prontos a convertirse en lo haya hecho ya, y/o quiera hacer pública la realidad del
radicales cruzados contra el alcohol, la heroína, el tabaco, el grupo. Mediante esos clichés se implantan creencias irracio-
juego... o cualquier otra sustancia o conducta de la que hu- nales en el sustrato no consciente del sujeto y, al activarse, le
biesen sido adictos. impedirán enfrentarse abiertamente con la secta y analizar
Dado que el rencor es un sentimiento que daña al sujeto debidamente la propia experiencia personal vivida en ella; en
que lo alberga y no le sirve para nada positivo, será útil atem- bastantes casos quedarán enquistadas en la mente del ex sec-
perar los ánimos del ex adepto y, en todo caso, ayudarle a tario —provocándole fobias, pesadillas, dolores sin causa
transmutar su lícito deseo de justicia en planes a medio o lar- aparente, ataques de ansiedad o pánico...— y le privarán de
go plazo para actuar contra el grupo en las debidas condicio- hacer una vida normal en algunos aspectos.
nes y con las garantías adecuadas; aunque, una vez pasado el Estos «virus de culpabilidad» contienen informaciones
tiempo, dichos planes no se lleven a cabo jamás, habrán servi- coactivas que aseguran algún tipo de daño importante para el
do como una estrategia terapéutica más, apta para canalizar y adepto que traicione al grupo o lo abandone y/o para quienes
contener un sentimiento difícil de controlar y que puede re- le ayuden —como, por ejemplo, morir en accidente, ya sea el
sultar bastante autodestructivo, para el ex sectario, en sus pri- propio adepto o sus padres o hermanos, enloquecer, fracasar
meras etapas de reinserción social. en todo, no poder tener hijos, volverse toxicómano, ser la
causa de catástrofes con muchos muertos, tales como acci-
10.° Temor irracional hacia la secta:
Dejando de lado los casos en que pueda haber motivos 206. Cfr. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Edi-
fundados para temer posibles represalias por parte de una sec- ciones B, pp. 60-78.
dentes de avión, autobús, tren o barco, tifones, terremotos, 11.° Dificultad de justificación:
inundaciones..., o de la pérdida del puesto de trabajo del padre, Cuando un ex adepto comienza a reintegrarse a la vida so-
de una enfermedad de la madre o de cualquier otro familiar cial, todo el mundo le pide explicaciones sobre su pasada expe-
cercano...— y se activan cada vez que el sujeto pretende salirse riencia y, naturalmente, no se tiene en cuenta que, si al propio
del control de la dinámica de sectarismo destructivo. sujeto ya le resulta bastante inexplicable lo sucedido, ¿cuánto
Por difícil que parezca de creer, especialmente para aque- más incomprensible no le parecerá a quienes no conocen nada
llos que no los han sufrido o que no han trabajado estrecha- de la sectadependencia ni de las razones que conducen a ella?
mente con sectarios, los «virus de culpabilidad» tienen un Justificar el ingreso en una dinámica de sectarismo destructivo
poder de control enorme sobre las actuaciones y decisiones —desde el punto de vista del hombre de la calle— no es fácil,
del sujeto en que han sido implantados. Aunque el paso del pero mucho menos lo es justificar la imposibilidad de abando-
tiempo y la información crítica con el grupo los elimina en su narla por propia voluntad. Hará falta algún tiempo y algunas
mayor parte, en algunas personas quedan activados durante lecturas apropiadas para que un ex adepto pueda superar la an-
años y, al irse reafirmando con cualquier suceso negativo que siedad que le generan dos demandas: la justificación ante sí
ocurra en el entorno del ex miembro —que se interpreta mismo y la justificación ante los demás. Resultará apropiado,
como una señal de la autenticidad de la advertencia sectaria y pues, que la persona que dirija el proceso de recuperación del
del poder para castigar a sus enemigos que tiene el grupo y su ex sectario le enseñe algunas estrategias y habilidades básicas
divinidad particular—, acaban por arrastrar al sujeto hasta para saber responder adecuadamente, y de forma cortés y sin
conflictos emocionales y comportamientos de tipo fóbico sentirse presionado o agobiado, a los requerimientos de veci-
verdaderamente incapacitantes. nos y conocidos curiosos. Obviamente, durante los primeros
Para prevenir al máximo este riesgo, es aconsejable que días, cuanto menos se le interrogue mucho mejor le irá en su
el sujeto pueda hablar con ex miembros de la misma sec- proceso de normalización.
ta —ellos más que nadie conocen el catálogo de virus secta- Pero, en cualquier caso, el ex sectario siempre debe hacer
rios—; que se informe al máximo acerca de la naturaleza y el esfuerzo de tratar de comprender la experiencia que ha
funcionamiento de los procesos manipuladores y de la diná- protagonizado y conocer con suficiente profundidad las ba-
mica y características específicas del grupo al que se estuvo ses de la sectadependencia y de las técnicas de persuasión
integrado; que se esté muy atento para solicitar ayuda ade- coercitiva. Asumir la experiencia, analizarla, comprenderla y
cuada al menor síntoma de eclosión de algún pensamiento extraer de ella lo máximo posible, será el mejor y más eficaz
irracional del tipo descrito —especialmente si es persisten- camino para superarla. El mayor error que puede hacer un ex
te— y/o se sufre alguna fobia; y, finalmente, que tenga bien adepto es intentar olvidar sin más su experiencia y confiar
presente que ninguna secta, líder o divinidad ha demostrado que el paso del tiempo resolverá sus conflictos.
jamás que pueda tener ningún poder que no sea el derivado Una de las primeras cosas que suelo pedirle a buena parte
del dinero que maneje: los dioses vengadores no existen más de los ex miembros que acuden a mi consulta —cuando lo
allá del reflejo de la mente de hombres enfermos y malvados considero adecuado, claro—, es que escriban su experiencia
que precisan dominar a los demás para poder parasitarias y con el mayor lujo de detalles posible. Sobre el papel los fan-
explotarlos. tasmas del pasado pierden su poder de confundir y amedren-
tar, las situaciones difusas se concretizan y se hacen susccpti-
bles de ser abordadas y solucionadas, y las experiencias más 1) Evaluación correcta y objetiva del «problema».
alucinantes o irracionales acaban por encajar perfectamente 2) Evaluación del sistema familiar.
dentro de la identidad actual del sujeto y no dejan conflictos 3) Evaluación global de la personalidad y circunstancias
larvados para la posteridad. Entender el pasado da fuerzas del sectario.
para poder superar el recuerdo de las experiencias más amar- 4) Abordaje terapéutico del sistema familiar.
gas y, sobre todo, para no volver a caer en ellas. 5) Diseño y puesta en práctica de las estrategias de aproxi-
mación con finalidad descondicionadora y terapéutica.
12.° Complejo de «jarrón exótico»: 6) Abordaje específico para ayudar al sujeto a superar su
Durante los primeros días después de haber abandonado sectadependencia.
una dinámica de sectarismo destructivo, el sujeto suele tener 7) Abordaje terapéutico del síndrome postsecta.
la sensación de que todo el mundo, a su alrededor, le está 8) Abordaje terapéutico de los conflictos originados en
vigilando para detectar en él cualquier anomalía; o que le es- el perfil de personalidad presectaría.
tán observando como a algo exótico, anacrónico o digno de 9) Apoyo para el reajuste a la vida fuera del grupo y la
compasión. Es una sensación nada agradable que, cuando se adquisición de nuevos compromisos vitales para el futuro.
lleva hasta la presión angustiosa —cosa que sucede en mu- Trabajar estos nueve pasos de forma ordenada y bajo un
chas familias que se desviven para evitar los problemas que buen asesoramiento profesional ayudará a evitar las decenas
hemos enunciado en este apartado— puede originar algún de errores que cometen habitual mente las familias que se en-
tipo de reacción contraproducente, especialmente durante la cuentran frente a esta problemática.
primera fase de la recuperación del sujeto. Finalmente, no debe olvidarse que el trato con un ex sec-
La norma más recomendable, en todo caso, siempre de- tario viene condicionado, en buena medida, por su notable
berá ser la que dicte el sentido común: es preciso tener un fragilidad psicológica. Un aspecto que no sólo convierte en
control de las reacciones del ex sectario durante sus primeros algo más complejo, difícil y delicado el relacionarse con él,
días fuera de la secta —para poder prevenir, detectar y tratar sino que, además, obliga a poner un especial énfasis en el
sus situaciones de riesgo y conflictos—, pero debe evitarse cumplimiento de preceptos éticos generales como, por ejem-
igualmente someterle a un control tan férreo como el que le plo, no abocar a un recién salido de una secta, bajo ningún
atenazaba durante su etapa de sectadependiente. concepto, a que practique, asuma o se comprometa con un
Cuanto mejor se superen estos doce puntos relacionados, marco de creencias determinado —por importantes que éstas
tanto más óptimo será el proceso de recuperación del sujeto le puedan parecer a su círculo familiar y/o terapéutico— ya
y su retorno a una vida normalizada. Pero no debe olvidarse, que, en su estado, cualquier inducción doctrinal forzaría su
en ningún caso, que el resultado de esta fase dependerá del personalidad del mismo modo que lo hizo anteriormente la
mayor o menor acierto con que se haya actuado en todas las dinámica de sectarismo destructivo; y, por la misma razón,
anteriores. también debe evitarse radicalmente toda práctica terapéutica
Recogiendo un poco todo lo fundamental que se ha dicho que genere dependencia entre el sujeto y el profesional, o que
hasta aquí, podría resumirse el proceso cronológico para el este último se valga de su posición de prevalencia para forzar
abordaje de un «problema sectario» en los nueve puntos que en el ex sectario la aceptación de ideas, valores o creencias
esquematizamos seguidamente: que sólo son exclusivamente personales.
XIV

Abordaje jurídico de las sectas destructivas

41. La creencia no delinque, la acción que provoca


quizá sí

Las sectas destructivas, como todo sujeto físico o jurídi-


co, deben actuar en el seno de cualquier sociedad acatando el
ordenamiento legal vigente en cada momento. Por otra parte,
ni las sectas destructivas ni sus miembros, como sujetos pasi-
vos de Derecho que son, deben ser merecedoras de ninguna
legislación específica, basta con el marco jurídico en vigor
para que todos los ciudadanos, sectarios o no, puedan verse
protegidos de posibles actuaciones lesivas para sus intereses
y derechos207.
He venido sosteniendo, desde hace más de dos décadas,
que el supuesto «vacío legal» —que teóricamente impedía
toda acción de control de las sectas destructivas—, denuncia-
do por algunos sectores sociales, no era debido a la falta de
instrumental jurídico sino a la falta de voluntad para aplicar-
lo, a la existencia de una estructura judicial colapsada y al
desconocimiento de la dinámica procesal por parte de los

207. El presente capítulo es una actualización y ampliación de la po-


nencia Abordaje jurídico de la problemática de las Sectas Destructivas,
presentada por este autor en las Jornadas dedicadas a la «Persona, avenaos
tecnológics i drct», organizadas por el Centre d'Estudis Jurídics i Forma-
do Especializada de la Generalitat de Catalunya (Barcelona, 6-3-91).
afectados cuando deciden emprender la defensa de sus intere- los registros oficiales, siempre he defendido que, por el con-
ses frente a sectas destructivas208. trario, no debe ponerse objeciones a las peticiones de regis-
Con respecto a las sectas destructivas existen dos aparta- tro de nadie, ni aunque sean sectas destructivas, siempre que
dos muy bien diferenciados a tener en cuenta: su situación éstas cumplan con todos los requisitos legales previstos. Las
jurídica y registral, y sus presuntas trasgresiones de la legali- razones son varias y bien claras: debe respetarse escrupulosa-
dad vigente. mente el mandato constitucional de la libertad de asociación
El primer aspecto no debería llevar a demasiados des- —Artículo 22 de la Constitución Española— y el ordena-
acuerdos ya que su marco está suficientemente claro en el miento legal que impide disolver una entidad con personali-
amparo constitucional y las legislaciones específicas que re- dad jurídica si antes no ha sido declarada ilícita por una sen-
gulan la libertad de creencias y de asociación. tencia judicial firme; pero incluso en este último supuesto
En España, como en cualquier otro país del mundo, las no es deseable la ¿legalización por la lógica constatación de
sectas destructivas que están registradas oficialmente son tan que ninguna sentencia puede acabar realmente con un grupo
sólo una parte de las que existen en realidad; y, de ellas, sólo —que seguirá su actividad bajo otra nueva denominación—
una parte están inscritas como asociaciones religiosas, mien- y, peor aún, que mal se puede tutelar a quien no tiene existen-
tras que la mayoría lo están como asociaciones culturales209, cia legal. Tener personalidad jurídica es un instrumento que
fundaciones, entidades industriales y comerciales de diversa puede ser usado, en el marco de acciones administrativas ajus-
configuración e, incluso, como partido político. tadas a Derecho, como un eficaz medio de control de las ac-
En cuanto a la situación registral de las sectas destructivas, tividades presuntamente nocivas de las sectas destructivas.
y frente a las peticiones de determinados estamentos sociales Otra cosa bien distinta será que no use o no se sepa emplear
en el sentido de que sean ¡legalizadas las ya inscritas y/o que adecuadamente.
se instauren impedimentos diversos para dificultar su acceso a Resulta obvio también que las sectas destructivas que
estén constituidas en entidades comerciales o industriales
208. En este capítulo vamos a abordar la cuestión jurídica de las sectas podrán ser fiscalizadas en virtud de la legislación que les es
destructivas a la luz de la legislación española, pero, su autor, siendo cons- específica; y, por otra parte, las que estén registradas legal-
ciente de que este libro se distribuirá por todos los países de Latinoaméri- mente como asociaciones de distinto tipo, también podrán
ca y por algunos europeos, se circunscribirá a describir situaciones socia- serlo mediante el control de las finalidades declaradas en sus
les, profesionales y estructurales que son generalizabas a todos los países,
y aportará reflexiones que son de aplicación a todos los marcos jurídicos estatutos.
de naciones democráticas. Para no complicar el texto hasta extremos que Una parte de las sectas destructivas se acoge a la protec-
lo alargarían en exceso o lo volverían poco operativo, se ha descartado in- ción de la libertad religiosa y de expresión reconocidas, entre
troducir un marco de derecho comparado, pero, se ha tenido en cuenta otros textos, en la Declaración Universal de los Derechos
que todos los artículos específicos de la legislación española que se citan,
salvo indicación en contra, tienen su equivalente en las legislaciones pro- Humanos (Arts. 18 y 19), adoptada por la Asamblea General
pias de cada país. de las Naciones Unidas en 1948, y en la Constitución Espa-
209. En España, la entrada en los registros oficiales se ha realizado ñola de 1978 (Arts. 16 y 20).
mayoritariamente a través de la Ley Reguladora del Derecho de Asocia- Pero, es de sentido común, ningún texto legal puede pro-
ción de 24 de diciembre de 1964, o de la Ley Orgánica de Libertad Reli-
giosa de 5 de julio de 1980 (que derogó a la anterior Ley 44/1967 de 28 de teger de forma unívoca. Es decir, que el hecho de garantizar
junio de 1967). la libertad de creencias no significa también que legitime las
acciones o actividades que se desprendan de la aplicación o mó el jurista Rodríguez Mourullo—, sí puede hacerlo a tra-
expresión pública de esas mismas creencias. vés del modo cómo lo cree —y, también, de la manera corno
De este modo, en España, por ejemplo, la propia Ley de se constriñe a los fieles de una creencia para acatarla y perma-
Libertad Religiosa, en su Artículo 3/1, reconoce que «El ejer- necer en ella—; en este último aspecto entramos de lleno en el
cicio de los derechos dimanantes de la libertad religiosa y de perfil del sectarismo destructivo, tal como veremos seguida-
culto tiene como único límite la protección del derecho de mente.
los demás al ejercicio de sus libertades públicas y derechos
fundamentales, así como la salvaguardia de la seguridad, de la
salud y de la moralidad pública, elementos constitutivos del 42. Vulneración de los derechos personales
orden público protegido por la Ley en el ámbito de una so- por el sectarismo destructivo
ciedad democrática»; mientras que el apartado 3/2 de la mis-
ma Ley es claro al señalar que «Quedan fuera del ámbito de La particular estructura de interrelaciones que se estable-
protección de la presente Ley las actividades, finalidades y ce en el seno de las dinámicas de sectarismo destructivo, así
Entidades relacionadas con el estudio y experimentación de como las peculiares características psicosociales de las per-
los fenómenos psíquicos o parapsíquicos o la difusión de va- sonas que se ven envueltas en ellas, tal como ha quedado acre-
lores humanísticos o espiritualistas u otros fines análogos ditado a lo largo de este libro, lleva aparejado, de modo na-
ajenos a los religiosos». Quizá cabría retomar aquí la discu- tural e inevitable^ que se cometan una serie de atropellos
sión que abrimos en el capítulo I acerca de lo que, desde más o menos graves de los derechos individuales de sus
la perspectiva sociológica, debe ser considerado o no «reli- adeptos.
gión», pero, al menos, parece lógico admitir que no toda Por citar algunos ejemplos de aplicación general o casi, y
creencia organizada lo hace bajo el esquema de «religión»210. sin ánimo de ser exhaustivos, señalaremos que cualquier mi-
Resulta claro, por tanto, que nos movemos dentro de una rada mínimamente avisada podrá detectar en las dinámicas de
sociedad en la que todo el mundo tiene el derecho irrenun- sectarismo destructivo la transgresión de buena parte de los
ciable de poder creer en lo que quiera, pero, al mismo tiem- siguientes marcos legales:
po, todos deben respetar también unos límites bien definidos • Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948:
y concretos en las maneras con que cualquier creencia acaba Artículos 3 (derecho a la vida, libertad y segundad perso-
expresando su práctica. Así, aunque nadie puede delinquir en nal); 4 (prohibición de la esclavitud y de la servidumbre);
función de lo que cree —«el pensamiento no delinque», afir- 5 (prohibición de torturas y tratos crueles); 12 (defensa de la
intimidad, vida privada, domicilio, correspondencia y repu-
tación); 16 (derecho a contraer matrimonio y fundar libre-
210. Otro punto a discutir sería la común aceptación de que una
mente una familia); 17 (derecho a la propiedad); 18 (libertad
«creencia religiosa», por el mero hecho de ser tal, tiene derecho a una pro-
tección superior y diferente de la de cualquier otra creencia «no religiosa», un de pensamiento, conciencia y religión); 19 (libertad de opi-
abuso de derecho que vulnera el principio de igualdad, asienta posiciones y nión y de expresión); 24 (derecho al descanso); 26 —notable-
privilegios económicos abusivos e inaceptables en sociedades democráti- mente el 26/2— (derecho a la educación); y, finalmente,
cas, resulta discriminatorio para la inmensa mayoría de creencias minorita-
27 —notablemente el 27/1— (derecho a la participación en
rias y que sólo se explica, que no justifica, por la presión de la cultura reli-
giosa (católica) en la materialización de la reglamentación social. la vida cultural).
• Declaración de los Derechos del Niño de 1959: 43. Vulneración de la legislación penal
Artículos, en este caso Principios, 2 (derecho a protección por el sectarismo destructivo
especial para su desarrollo integral); 4 (derecho a segundad
social, atención prenatal y postnatal); 7 (derecho a la educa- Debe dejarse bien claro, de entrada, que cada dinámica de
ción gratuita y obligatoria, derecho al juego); 8 (protección sectarismo destructivo tiene y puede tener muy diferentes
preferencial en todas las circunstancias); 9 (protección contra maneras de vulnerar la legalidad penal vigente en una deter-
el abandono, crueldad y explotación); y 10 (protección con- minada sociedad y que, por tanto, no cabe jamás generalizar
tra las prácticas discriminatorias; educación para la paz y la la presunción de comportamientos delictivos que, por el con-
fraternidad universal). trario, deben ser individualizados. No obstante, puede ser de
• Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos utilidad presentar una especie de catálogo que recoja la suma
de 1966: de las presumibles conductas punibles que pueden llegar a
Artículos 17 (defensa de la intimidad de la vida privada, cometerse en este tipo de dinámicas grupales tomadas en su
inviolabilidad del domicilio, correspondencia y reputación); conjunto.
18 (libertad de pensamiento, conciencia y religión); 19 (liber- Adoptaremos como base de referencia una selección del
tad de opinión y expresión); 20 —notablemente el 20/2— articulado del Código Penal español que —a juzgar por los
(prohibición de la propaganda en favor de la guerra y de la datos extraídos de denuncias y condenas— se infringe en
f O

apología del odio); 23 —notablemente el 23/1 y 23/3— (pro- alguna medida dentro del amplio conglomerado del sectaris-
tección de la familia y derecho a fundarla); y 24 —notable- mo destructivo. Evidentemente, esta relación no significa que
mente el 24/1— (derechos del niño). cada grupo infrinja todos los artículos apuntados, sino que
• Constitución Española de 1978: representa el abanico por el que suelen moverse las activida-
Artículos 10 (derechos y deberes fundamentales); 15 (vida des presuntamente delictivas propias del sectarismo destruc-
e integridad); 16 —notablemente el 16/1— (libertad ideológi- tivo.
ca y religiosa); 17 —notablemente el 1711 — (libertad y segu- Partiendo del Código Penal español aprobado en 1995,
ridad); 18 (honor, intimidad de la vida privada, inviolabilidad juzgamos oportuno relacionar los artículos siguientes:
del domicilio, secreto de las comunicaciones); 20 (libertad de • 142.1 (tipifica el homicidio por imprudencia);
expresión); 22 —notablemente los 22/2 y 22/5— (derecho de • 143.1 (inducción al suicidio);
asociación); 24 —notablemente 24/1— (derecho a la defensa • 147.1 (sobre «el que, por cualquier medio o procedi-
jurídica); 27 —notablemente los 27/1 y 27/2— (derecho a la miento, causare en otro una lesión que menoscabe su
educación); 35 (derecho al trabajo); y 43 (derecho a la salud). integridad corporal o su salud física o mental»; «[148.1]
Además, lógicamente, deben tomarse en consideración si en la agresión se hubieren utilizado... medios, méto-
todas las legislaciones particulares que se han desarrollado a dos o formas concretamente peligrosas para la vida o
partir de estos y otros marcos de derechos mínimos universa- salud, física o psíquica»);
les. Queda patente, por tanto, que sí existe un amplio marco • 149 («el que causare a otro, por cualquier medio o pro-
legal para poder actuar sobre las dinámicas de sectarismo cedimiento... una grave enfermedad somática o psí-
destructivo. Pero eso no es todo, ni mucho menos. quica»);
• 163 (detención ilegal);
• 172 (coacción; «el que... impidiere a otro con violencia • 305 (delitos contra la Hacienda Pública y la Seguridad
hacer lo que la Ley no prohibe, o le compeliere a efec- Social);
tuar lo que no quiere...»); • 311 (delitos contra los derechos de los trabajadores);
•173 («el que infligiere a otra persona un trato degra- • 392 y 395 (falsedades documentales);
dante, menoscabando gravemente su integridad mo- • 464.1 («el que con violencia o intimidación intentare
ral...»); influir directa o indirectamente en quien sea denun-
•178 («el que atentare contra la libertad sexual de otra ciante, parte... testigo en un procedimiento para que
persona, con violencia o intimidación...»); modifique su actuación procesal...»);
• 181 (abusos sexuales; «el que, sin violencia o intimida- • 510.1 («los que provocaren a la discriminación, alodio
ción y sin que medie consentimiento, realizare actos o a la violencia contra grupos o asociaciones, por moti-
que atenten contra la libertad sexual de otra perso- vos... referentes a la ideología, religión o creencias, si-
na...»); tuación familiar... orientación sexual...»);
• 187.1 («el que induzca, promueva... la prostitución») y • 515 (asociaciones ilícitas); 513.3 (serán reputadas ilíci-
188.1 («el que determine, coactivamente, mediante en- tas «las que, aun teniendo por objeto un fin lícito, em-
gaño o abusando de una situación de necesidad o supe- pleen medios violentos o de alteración o control de la
rioridad... ejercer la prostitución»); personalidad para su consecución»; 513.4 (las de «ca-
• 1 9 7 («el que, para descubrir secretos o vulnerar la inti- rácter paramilitar»); 513.5 («las que promuevan a la
midad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus discriminación...»);
papeles, cartas... o cualesquiera otros efectos persona- • 522.2 («los que por medio de violencia, intimidación,
les o intercepte sus telecomunicaciones...»); fuerza o cualquier apremio ilegítimo... fuercen a otro u
• 205 (calumnias); otros a practicar o concurrir a actos de culto o ritos, o a
• 208 y 209 (injurias); realizar actos reveladores de profesar o no profesar una
• 226 (abandono de familia y menores); religión, o de mudar la que profesen»);
• 243 (extorsión); • 563 (tenencia de armas prohibidas).
• 245 («el que con violencia o intimidación en las perso-
nas ocupare una cosa inmueble o usurpare un derecho De este listado cabe destacar particularmente la inclusión,
real inmobiliario...»); en el artículo 513.3, del concepto de asociaciones que «empleen
• 248 («cometen estafa los que, con ánimo de lucro, uti- medios... de alteración o control de la personalidad» para lo-
lizaren engaño bastante para producir error en otro, in- grar sus fines, que supone una alusión directa al sectarismo
duciéndolo a realizar un acto de disposición en perjui- destructivo, aunque quizá éste—un artículo definitorio de los
cio propio o ajeno»); motivos de ilegitimidad de una asociación— no sea el mejor lu-
• 252 («los que en perjuicio de otro se apropiaren o dis- gar para especificar este tipo de conducta lesiva, que hubiese
trajeren dinero, efectos, valores o cualquier otra cosa sido preferible emplear para reforzar particularmente muchos
mueble o activo patrimonial que hayan recibido en de- de los otros artículos que se relacionan directamente con ac-
pósito, comisión o administración...»); tuaciones que pueden ser desencadenadas y/o controladas por
• 290 (delitos cometidos por sociedades); esos «medios de alteración o control de la personalidad».
Abundando en este concepto, que denota agresión contra o confesión o para desviarlos de ella», que presentaba un re-
la personalidad, cabe recordar el contenido del Artículo 15 dactado más claro y perfilado que el actual. Aunque, sin em-
de la Constitución Española que, como sus equivalentes en bargo, a pesar de haber desaparecido los conceptos de ame-
las cartas magnas de otros países, establece que «Todos tie- naza, dádiva y engaño, del texto vigente, este tipo penal sigue
nen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que manteniendo en su definición las características de uso de la
en ningún caso puedan ser sometidos a tortura ni a pena o violencia y de actuaciones que le guardan relación como son
tratos inhumanos o degradantes». Dado que integridad mo- la intimidación, la fuerza y el uso de cualquier apremio ilegí-
ral y psicológica son conceptos equivalentes, y que los tratos timo.
degradantes son una constante dentro de las dinámicas de Si, tal como interpreta el eminente catedrático de Dere-
sectarismo destructivo, resulta evidente que este tipo de co- cho Penal Juan Córdoba Roda, en su tratado Comentarios al
lectivos vulnera uno de los derechos fundamentales básicos Código Penal, «violencia equivale a la aplicación de fuerza
que le asiste a todo ciudadano. sobre las personas, aun cuando dicha palabra tolere perfec-
tamente la inclusión de la violencia moral o psíquica» y,
según el diccionario, «intimidar» es «causar miedo, atemori-
Proselitismo ilegítimo en las sectas destructivas zar; ejercer presión sobre otra persona recurriendo al temor;
coaccionar» y «apremiar» es «dar prisa», el tipo penal 522.2
Una de las claves de la expansión del sectarismo destruc- se ajusta perfectamente a los elementos básicos que intervie-
tivo radica en su incansable orientación hacia el proselitismo, nen en el proceso de captación de un nuevo adepto por parte
un empeño loable en cualquier tipo de grupo pero que, en de una dinámica de sectarismo destructivo.
cambio, debe ser puesto en la picota cuando se emplea de ma- Para poder aplicar este tipo penal al caso de las sectas des-
nera agresiva, engañosa o, en suma, ilegítima. tructivas, tal como vengo sosteniendo desde hace muchos
Del articulado penal recién citado, señalaremos uno en años, y adoptando el criterio de Juan Córdoba, será suficien-
particular, el 522.2, que resulta apto para enfocar jurídica- te con que la acción punible haya afectado a una sola persona.
mente los abusos que pueden cometerse durante el proceso Existe, por tanto, un instrumental jurídico suficiente para en-
de captación de nuevos adeptos por una dinámica de sectaris- carar el proselitismo delictivo propio y estructural del secta-
mo destructivo. Incluido en la sección de delitos contra la li- rismo destructivo.
bertad de conciencia del Código Penal español, este texto La libertad de conciencia está debidamente protegida, en
hace reos de pena a «los que por medio de violencia, intimi- su concepto más amplio, sin restricciones ideológicas de nin-
dación, fuerza o cualquier apremio ilegítimo... fuercen a otro gún tipo, en todos los ordenamientos democráticos actuales,
u otros a practicar o concurrir a actos de culto o ritos, o a rea- por ello, no sólo deben ser penados los actos atentatorios
lizar actos reveladores de profesar o no profesar una religión, contra un tipo determinado de creencia —la religiosa211—
o de mudar la que profesen».
Este tipo penal procede de una modificación del conteni- 211. El artículo 522 del Código Penal español castiga igualmente a
«los que por medio de violencia, intimidación, fuerza o cualquier apremio
do del Artículo 205.2 del anterior Código Penal, que se refe- ilegítimo impidan a un miembro o miembros de una confesión religiosa
ría a «los que emplearen amenaza, violencia, dádiva o enga- practicar los actos propios de las creencias que profesen, o asistir a los
ño, con el fin de ganar adeptos para una determinada creencia mismos
sino que, con igual fundamento, deben ser castigados tam- el material probatorio que sea preciso para documentar el
bién todos los actos de una determinada creencia que sean le- presunto riesgo que representa esa dinámica de sectarismo
sivos para la formación de criterios éticos propios y para la destructivo para los menores; entre la documentación que
libre actuación de acuerdo con los mismos, que ése es, podría ser de Ínteres sugerimos: informes sólidos y veraces
precisamente, el problema que plantea el sectarismo destruc- sobre el grupo en cuestión; sus antecedentes judiciales, en
tivo. caso de haberlos; textos internos del grupo que expliciten de-
formaciones educativas y/o conductas atentatorias contra los
derechos de los menores; material requisado al cónyuge sec-
44. Qué hacer cuando un cónyuge (divorciado o no) tario que sea indicativo de lo anterior; pruebas de cualquier
mantiene a hijos menores de edad dentro de una secta tipo que acrediten algún tipo de incumplimiento paterno,
desamparo, escolarización nula o deficiente, explotación la-
En medio del gran número de rupturas conyugales que boral o sexual, etc.
se producen anualmente en cualquier país, son cada día más Por regla general, en línea con las tesis de este libro y la
frecuentes los casos en los que uno de los miembros de la forma de trabajo de su autor, el principal núcleo de riesgo
pareja acusa al otro de «pertenecer a una secta» y pleitea para un menor, en principio, no será tanto la «secta» como el
para lograr la custodia de los hijos comunes. Este tipo de perfil psicosocial del progenitor encargado de su tutela, esté
circunstancias suele tener, en general, un buen abordaje jurí- o no en una «secta». Desde el EMAAPS emitimos frecuentes
dico para poder lograr lo fundamental, eso es el mejor am- dictámenes sobre este tipo de situaciones familiares y, por
paro posible para los menores en litigio. Tal como es fácil norma, salvo, quizá, en casos de grupos minoritarios muy ex-
suponer, estos conflictos presentan matices bien distintos tremistas, siempre centramos el peso de la valoración en el
según sean uno o ambos los padres sectarios que mantienen perfil psicosocial del cónyuge sectario y su forma de relacio-
a los hijos en el seno de alguna dinámica de sectarismo des- narse con los hijos en particular y el entorno social en gene-
tructivo, y en función del tipo de vínculo existente entre los ral. Resulta obvio, también, que el riesgo estructural de un
progenitores —convivencia plena, separación de hecho o di- determinado perfil paterno se incrementará en función del
vorcio— y de la mejor o peor calidad de sus relaciones per- nivel de su sectadependencia —que, recordémoslo, depende
sonales. más del sujeto que del grupo que le haya generado la adic-
Ante un caso de esta naturaleza, el primer paso debe con- ción—, tal como sucede en los casos de toxicomanías u otras
sistir en encontrar la máxima información —contrastada y conductas adictivas desarrolladas por parte de uno o ambos
veraz— que sea posible sobre el grupo en cuestión, a fin de cónyuges.
averiguar sus características estructurales, dinámica de fun- Dado el paso anterior, el siguiente dependerá de la situa-
cionamiento y, en definitiva, sus posibles factores de riesgo, ción familiar y de la posibilidad de diálogo entre —o con—
tanto para los adultos como para los menores. En caso de que los cónyuges. Si el entendimiento es imposible —y es muy
la conclusión del análisis fuese alarmante —y, afortunada- habitual que la relación ya se haya deteriorado hasta este gra-
mente, no siempre lo es cuando se analizan las circunstancias do cuando se decide buscar «una solución» y/o solicitar ase-
con rigor y objetividad—, habrá que prepararse para una soramiento—, será preciso consultar con un buen abogado
pronta actuación —personal y jurídica— recopilando todo civilista ya que, finalmente, en caso de ser apropiado y facti-
ble, no quedará otro recurso que solicitar el amparo judicial afectividad, formación integral, etc. Esta acción se ve facilita-
para dirimir la tutela y la guarda y custodia de los hijos me- da por el enunciado del Artículo 172 del Código Civil que
nores. Lograr una sentencia que modifique la patria potestad establece que «la entidad pública a la cual, en el respectivo te-
de uno o ambos cónyuges no resulta nada fácil, pero puede rritorio, esté encargada la protección de los menores, tiene
conseguirse si se presentan suficientes pruebas acerca de la por ministerio de la ley la tutela de los que se encuentran en
gravedad del estado en que están o pueden estar los menores situación de desamparo, la cual se da de hecho a causa del in-
inmersos en una dinámica de sectarismo destructivo y, en su cumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de las
caso, se documentan los cambios presumiblemente patológi- tareas de protección establecidas por las leyes para la tutela
cos y/o incapacitantes que ha experimentado el progenitor de menores, cuando éstos queden privados de la necesaria
sectario debido a su sectadependencia. asistencia moral o material»212.
En cualquier caso, en España y demás países con parecido Digamos, de paso, dado que a veces un cónyuge quiere
desarrollo del marco jurídico, las situaciones de desamparo incidir también, dentro de una misma iniciativa legal, sobre
flagrante de un menor pueden ser denunciadas por cualquier su pareja sectadependiente, que la legislación de cualquier
familiar —o simple ciudadano que conozca la circunstan- país sólo protege a los mayores de edad que explícitamente se
cia— ante las autoridades, especialmente ante las institucio- acojan a ella, situación que, naturalmente, no suele darse en
nes públicas encargadas de la protección a la infancia, ante la
Fiscalía de Menores de cada Audiencia, o en las comisarías de
menores habilitadas en las policías estatal o autonómicas. 212. Por otra parte, en el caso español, se han legislado marcos espe-
cíficos sobre el ámbito del menor, algunos de carácter estatal, como la Ley
Hasta la fecha, los organismos encargados de la protec- Orgánica 1/1996 de 15 de enero de Protección Jurídica del Menor, de mo-
ción de los menores —antes Tribunales Tutelares de Meno- dificación parcial del Código Civil y de Ley de Enjuiciamiento Civil, y
res—, han dictaminado en diferentes ocasiones la retirada de otros de alcance autonómico, como la catalana Llei 8/1995, de 27 de juliol,
la guarda y custodia sobre un menor a padres integrantes de d'atenció i protecció deis infants i els adolescents i de modificació de la
Lleí 37/1991, de 30 de desembre, sobre mesures de protecció deis menors
dinámicas de sectarismo destructivo —que presentaban in- desamparáis i d'adopció. Esta última ley dedica su Artículo 53 a la «Preven-
dicios claros de actuaciones lesivas para el menor en cues- ción de los efectos nocivos de las sectas» y su contenido, traducido por
tión— para dársela a algún familiar próximo que la había so- este autor, es el siguiente: «1. El Gobierno de la Generalitat ha de em-
licitado. También son abundantes los juzgados de Familia prender programas de información y de prevención dirigidos a: A) Adver-
tir de los efectos perjudiciales en los ámbitos educativo, cultural y social
que han incluido, en sus autos y sentencias, medidas cautela- de la actividad de las sectas y otros grupos que tengan finalidades de alte-
res y/o restrictivas para proteger a un menor de la presunta rar el equilibrio psíquico o empleen medios para alterarlo. B) Educar a los
influencia «lesiva» del cónyuge sectario. niños y los adolescentes en el consumo de bienes y servicios, y también en
En España, la Ley 21/87, de 11 de noviembre de reforma el uso de los medios de comunicación y el acceso a éstos. 2. Las institucio-
nes públicas han de promover las iniciativas privadas en estas labores pre-
del Código Civil, hizo cambiar sustancialmente el marco de ventivas y darles soporte.» Lamentablemente, este añadido a la ley es un
actuación de los poderes públicos ante los menores desprote- absurdo jurídico —no define qué debe entenderse por «sectas», algo im-
gidos. La situación actual permite una actuación ágil ante los posible en derecho—, que no sirve para casi nada a efectos de prevención
casos de menores integrados en dinámicas de sectarismo des- de la sectadependencia, y cuya inclusión, inspirada por el principal grupo
antiscctas español, obedece a la necesidad de disponer de un soporte justi-
tructivo siempre que su entorno implique alguna sustracción ficativo para las subvenciones públicas que se dan a una asociación privada
en sus necesidades fundamentales; alimentación, educación, que, además, cobra por sus servicios.
sectarios que, a consecuencia de su propio proceso de con- 45. Consideraciones a tener en cuenta antes de iniciar
versión y adicción, ignoran vivir en una situación de dere- una vía judicial
chos fundamentales conculcados. No obstante, esa falta de
protección jurídica sobre los mayores de edad adscritos a Llegados al punto en que una persona está dispuesta a
dinámicas de sectarismo destructivo podría carecer de fun- abrir vías judiciales para enfrentarse con algún grupo secta-
damento legítimo si, tal como sostienen muchos juristas, el rio, en defensa de los derechos vulnerados y/o en demanda
consentimiento individual resulta ineficaz siempre que vul- de indemnizaciones por los daños sufridos, será muy conve-
nere algún principio constitucional, como el de la dignidad niente detenerse a reflexionar desapasionadamente acerca de
de la persona o el pleno desarrollo de la personalidad, que es, la conveniencia o no de iniciar dichas acciones legales.
precisamente, el caso que ponen sobre la mesa las dinámicas Personalmente, después de haber tenido que defenderme
sectarias extremas. de un centenar de pleitos interpuestos por sectas destructi-
Volviendo al terreno del conflicto matrimonial, es bien vas —y de ganarlos todos sin excepción—, de haber hecho
sabido que cuando se da una confrontación entre un progeni- procesar, juzgar y condenar a varios dirigentes sectarios, de
tor, sea sectario o no, y otro que se le opone, los hijos suelen ser parte en diversos procesos judiciales contra sectas, y de
convertirse en el campo de batalla y ambos los emplean a haber asesorado a muchos afectados y a sus abogados, creo
modo de balas de cañón disparadas entre los cónyuges. Esto estar en condiciones de conocer un poco la trastienda de ese
es algo a evitar, naturalmente, pero también debe prevenirse mundo tan formalista que denominamos Administración de
una dinámica, corriente en estos casos, que resulta muy lesiva Justicia.
y difícil de detener una vez puesta en marcha, eso es que, el Antes de lanzarse hacia el laberinto kafkiano de la Admi-
cónyuge sectario, de forma subrepticia y progresiva, manipu- nistración de Justicia debe tenerse perfectamente claro qué se
le emocionalmente a los hijos hasta generarles una profun- pretende lograr, en qué condiciones, por qué vía y contra
da animadversión hacia el otro progenitor no sectario que, quién; qué elementos probatorios podrá usarse para docu-
cuando intenta reaccionar —casi siempre tarde—, acaba en- mentar la acción judicial; qué cantidad de dinero, paciencia y
contrándose aislado frente a un núcleo familiar que le hace el capacidad de frustración se está dispuesto a gastar para llegar
vacío o le detesta abiertamente213. hasta un final muy lejano y aún mucho más incierto; y, final-
La forma de prevenir este tipo de situaciones ya quedó mente, qué capacidad de respuesta puede tener la secta des-
bien explícita en los capítulos VII y IX, y las diferentes estra- tructiva en cuestión, tanto para defenderse como para, en su
tegias posibles para actuar frente a un sectario fueron descri- caso, poder resarcir a la víctima por los daños ocasionados.
tas en los capítulos X y XII, a los que remitimos al lector. Tener un objetivo es básico. ¿Para qué pleitear contra una
secta?, ¿por venganza?, ¿por justicia?, ¿por deber de buen
ciudadano?, ¿por conseguir una indemnización económica?
Ponga una cruz en la casilla correspondiente y siga adelante.
Pero debe tenerse muy presente que un proceso judicial puede
213. En la práctica, esta situación suele afectar más a los varones, que
tienen menos relación directa con sus hijos, y es particularmente grave
llegar a ser tan desesperante que amargará cualquier posible
cuando se da la circunstancia, bastante común, de que la esposa y su ma- alegría a un buscador de venganza —«¡pleitos tengas... y los
dre comparten la misma scctadcpendencia. ganes!», dicen que reza una despiadada maldición— y minará
la moral del ciudadano más comprometido en la defensa de la sus equivalentes en cualquier país— pero, a pesar del espíritu
justicia. de la Ley, lo cierto es que la inmensa mayoría de las denun-
Conocer la identidad de la persona o personas contra las cias no pasan del archivo. Para que una denuncia contra una
que se dirigirá una acción judicial es muy importante —ya «secta» llegue a buen puerto hay que documentarla muy bien
que permite valorar su entorno y posibilidades, al tiempo que y saber cómo, cuándo y dónde hay que formalizarla —ya que
se facilita su identificación a las autoridades—, pero lo será tomará un curso muy diferente en función de su contexto y
muchísimo más la fuerza de las pruebas de que pueda dispo- de la época y lugar en que se presente y, en cada caso, depen-
nerse para inculpar a los acusados de la comisión de los pre- derá mucho de quién se encargue de su trámite—; por tanto,
suntos delitos que motivan la actuación judicial. Si no se dis- dado que al ciudadano corriente le resulta imposible contro-
pone de pruebas sólidas y/o no se sabe construir sobre ellas lar todos estos elementos, será mejor que no espere gran cosa
una acusación adecuada, se fracasará estrepitosamente. de la presentación de una denuncia.
Es preferible retrasar una acción judicial durante mucho Sí será útil denunciar, en cambio, las situaciones de ame-
tiempo —hasta que se tenga una buena base probatoria—, nazas o apremios ilegítimos que provengan de cualquier
que empezarla con suposiciones carentes de cualquier sopor- dinámica de sectarismo destructivo (o de cualquier otra fuen-
te riguroso. Además, siempre que sea posible, lo aconsejable te, naturalmente). El escrito de denuncia no suele conducir al
es que uno mismo se encargue de conseguir las pruebas que castigo de quienes han amenazado a un ex sectario —es un
necesite, ya sea por sí o contratando a un profesional privado caso relativamente común— y/o a sus familiares —salvo que
para ello. Por la naturaleza de los delitos que cometen las di- se consigan pruebas grabadas o escritas del delito que sean
námicas de sectarismo destructivo y la de sus víctimas —ciu- imputables de forma indubitada a una persona concreta—,
dadanos particulares—, resulta una tremenda ingenuidad pero sí servirá para poder llamarles al orden y hacerles desis-
pensar que alguien va a molestarse en investigar para que uno tir de su comportamiento mañoso. Nunca debe dejarse de
pueda probar sus afirmaciones. Todos los casos judiciales denunciar a los responsables de una dinámica de sectarismo
que tienen éxito se han basado en el aporte de pruebas —ante destructivo por miedo a sus posibles represalias, ya que, en
la policía o el juzgado— realizado por la parte actora (parti- cualquier caso, será precisamente la denuncia y el enfrenta-
cular) y/o perjudicada, ni más ni menos. miento público lo que incrementará la protección de la vícti-
Saber qué vía tomar es una de las claves para intentar te- ma ante las amenazas. Los líderes sectarios suelen acobardar-
ner algún éxito en el complejo ámbito jurídico —y asesorar se cuando quien tienen enfrente está dispuesto a fugar tan o
sobre ello es la clave del negocio de los abogados—; habrá más fuerte que ellos.
que decidir si se presenta una simple denuncia o se insta una Las denuncias fundamentadas realizadas ante las instan-
acción judicial —por la vía penal (querella) y/o por la civil cias oficiales encargadas de las inspecciones laborales, sanita-
(demanda)— que permita ser parte personada o actuante du- rias y fiscales, o de la protección de menores, también son
rante toda la tramitación del proceso. una muy buena manera de luchar, dentro del marco legal,
Para presentar una denuncia no hace falta contratar ni contra los abusos de las dinámicas de sectarismo destructivo
abogado ni procurador —y tampoco hay obligación legal de y, al tiempo, de limitar la impunidad en la que viven gracias a
probar los hechos imputados, tal como señala, por ejemplo, el la desidia de la Administración (de todas y cada una de las
Artículo 264 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal español y administraciones públicas conocidas).
Cuando se cree tener razón, pruebas, suficiente dinero y puede aspirarse a obtener justicia sin dinero —o a un precio
paciencia, y quiere meterse baza en un proceso judicial —sien- moderado— es tan legítimo como creer en los Reyes Magos
do parte personada en él—, hay que optar por contratar abo- de Oriente, aunque, desgraciadamente, ambas creencias tie-
gado y procurador y presentar una querella o una demanda. nen una probabilidad más o menos similar de ser veraces.
Por lo pronto tendrá que adelantarse una suma de dinero con- Debe medirse también, antes de comenzar un pleito, la
siderable en concepto de provisión de fondos para ambos capacidad de respuesta que va a tener el oponente contra el
profesionales del derecho, y nadie, ni el letrado —a no ser que que se pretende litigar. De entrada, dado que cualquier ciu-
mienta o sea adivino—, podrá garantizar que se lograrán los dadano gana su dinero —y el de Hacienda— de un sueldo o
propósitos fijados. Un buen abogado hablará de mayores o negocio limitado, y que las dinámicas de sectarismo destruc-
menores probabilidades de éxito, eso es todo (y también de- tivo, por el contrario, obtienen sus recursos —sin darle la
bería dejar claros los posibles problemas que surgirán si las parte del león a Hacienda— por medios peculiares, cuando
cosas no salen según se desea). no ilícitos, y poco menos que inagotables —siempre pueden
Dentro de la maquinaria judicial todo es muy complejo, exprimir un poco más a su grey—, la primera conclusión se-
lento, caro, largo y sin garantías. Los recursos sucesivos de rá obvia: una secta destructiva siempre dispondrá de más di-
las partes obligan a pleitear en diferentes instancias; así que nero, más tiempo y más recursos que uno cualquiera de sus
cada vez hay que añadir más dinero a la provisión de fondos afectados (al que, conviene no olvidarlo, pueden acabar por
y cada día se está tan lejos —o poco menos— de llegar a una arruinar económica y moralmente sumergiéndole entre pro-
solución definitiva como se estaba aquel otro día, años atrás, cedimientos interminables).
en que se decidió iniciar el pleito. Si, al fin, se llega a una sen- Por otra parte, incluso suponiendo que se puede ganar el
tencia firme desfavorable o, cansado y arruinado, uno se re- proceso a iniciar contra una dinámica de sectarismo destruc-
tira sin haber concluido la ronda infernal de los recursos y tivo, será preciso plantearse si valdrá la pena andar tanto ca-
contra-recursos, gana la otra parte, se pierde todo lo inverti- mino para llegar a un resultado frustrante. En España, como
do y hasta se puede acabar siendo condenado a pagar las cos- en muchos otros países, el cumplimiento de las sentencias
tas, eso es los gastos que ha tenido el contrario en su defensa se retrasa durante años y, aunque sean firmes, muchas veces
(que deberán sumarse a las minutas de los abogados propios). tampoco llegan a ejecutarse. Cabe preguntarse si merece la
Los perjudicados por alguna dinámica de sectarismo des- pena gastar uno o varios millones de pesetas para lograr una
tructivo que no dispongan de recursos para poder entablar un pequeña condena de cárcel que no va a cumplirse dado que el
pleito, pueden solicitar ante un juzgado el llamado «beneficio sectario, pongamos por caso, no tiene antecedentes penales,
de pobreza» —según lo que se establece en el Título V de la es de edad avanzada, o se habrá fugado a Brasil cuando se
Ley de Enjuiciamiento Criminal española— para que se le de- produzca la condena firme. Por otra parte, es absolutamente
signe un abogado y un procurador de oficio. Pero el optimis- corriente que, después de lograr una sentencia indemnizato-
mo ante esta vía legítima y posible debe ser más bien escaso. ria, el condenado se declare insolvente y no pueda recuperar-
El mundo de la Justicia, a pesar de su honorabilidad, se se de él ni los gastos del pleito. También será habitual que, si
reduce a un pulso entre diferentes habilidades; y los más há- acaso, sea finalmente condenado un simple adepto —tan víc-
biles, dentro de una partida donde cualquier envite está ta- tima como el propio querellante— en lugar del líder que se
sado económicamente, suelen cotizarse bastante. Creer que benefició de los delitos cometidos por mandato suyo...
Las cárceles del mundo están repletas, pero si nos pregun-
tamos acerca de cuántos de esos reos condenados han resarcido
a sus víctimas por los daños causados, deberemos contestar-
nos que ¡casi ninguno de ellos lo ha hecho ni lo hará jamás!
Que nadie se llame a engaño.
Cuando un ciudadano privado tiene un problema privado
—y el sectarismo destructivo tiene esa consideración—, suele
ser mucho más eficaz y barato recurrir a métodos extrajudi-
ciales. La práctica totalidad de los asuntos resueltos satisfac-
toriamente que conozco, lo han sido por esta vía. Los líderes BIBLIOGRAFÍA
sectarios, como buena parte de la gente que considera que tie-
ne algo que perder si se arriesga demasiado, casi siempre acce-
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Zweig, S. (1935). La curación por el espíritu. Barcelona: Apolo. 6. Parámetros definitorios de «religión» . . . . 41

II. La clave del problema: elementos de fragilidad


personal que hacen posible la captación sectaria 47
7. Condiciones necesarias para ser captado
por una secta 47
8. Factores de predisposición:
la personalidad presectaria 50
Rasgos sociológicos y actitudinales 18. Deterioro de la dinámica MU ni
del sectario 56 y de las relaciones intcrpcrNtinálll
Incidencia de la familia en la génesis 19. Problemática de los mcnoics IICM MUÍ
de una personalidad sectaria 58 en sectas Jl

III. La sectadependencia, otra forma de adicción 63


9. Conductas adictivas y supervivencia PARTE II
emocional 63 ESTRATEGIAS PARA PREVENIR EL SECTARISMO
• Bioquímica cerebral y procesos acUctivos 74
VII. Cómo pueden actuar los padres p.ii .1 r \I .u
10. Síntomas que delatan una conducta
92
que algún hijo se-convierta en m-hu In ' '\M
adictiva
20. Menores autodestructivos ....... ,
• Nada es inevitable si se .H'liM del
IV. El poderoso encanto de las sectas 99
adecuado ................... ,,,, .' p
11. ¿ Por qué resultan atractivas las sectas ? . . . 99
21. Cualquier familia no es un lio|;.n ' "i
12. Necesidades básicas y comportamiento
22. Con la mirada puesta en la pivvnu u n í J\
individual 106
• Qué buscan adolescentes y jóvenes 23. Veinticinco actitudes para la prcvcín u n í
integral }\)
y no encuentran 113
24. Las tres preguntas mágicas .Mu
13. Comportamiento colectivo, movimientos
sociales y sectas 119
VIII. Cómo educar desde la escuela para doi.u
• Las sectas como movimiento social . . . 129
de armas contra el sectarismo .MI
• Los procesos psicosociales
25. Educación para la salud integral .MI
en el movimiento social sectario desde
el paradigma de la identidad social . . . . 137 IX. Cómo vivir en pareja y evitar la
• El contramovimiento antisectario 151 de sectarismo» del otro cónyuge ...........
26. Cuando la pareja se convierte cu ftltullfl
V. Estructura y dinámica de una secta destructiva 163 desconocido ......................... '•( '
14. Génesis de una secta destructiva 27. El otro también aspira a sentirse vivo . , , .
y personalidad del líder 163
15. Estrategias básicas para captar
y adoctrinar a los adeptos 182 PARTE III
ABORDAJE DEL PROBLEMA Y VÍAS DE SOLUCIÓN
VI. Problemas que pueden derivarse de la afiliación
a una secta destructiva 201 X. Cómo darse cuenta de que un hijo, la pareja,
16. Toda dependencia exige pagar un precio . 201 un familiar o un amigo está en contacto con
17. Trastornos psíquicos y físicos 204 una secta 259
28. Crónica de una adicción anunciada 259 • Proselitismo ilegítimo en las sectas
29. Veintiún síntomas que facilitan destructivas isa
la detección de un sectario 262 44 Qué hacer cuando un cónyuge
30. Cómo actuar durante la fase de primeros (divorciado o no) mantiene a hijos
contactos , 268 menores de edad dentro de una secta . .
45. Consideraciones a tener en cuenta antes
XI. Dónde buscar ayuda y cómo aprovecharla .. 275
de iniciar una vía judicial
31. Ponerse manos a la obra 275
32. La información 276 Bibliografía *(,<
33. Los expertos 288
34. Las terapias 290
35. Los medios de comunicación 292

XII. Qué hacer cuando una persona ya es sectaria


(y se pretende que deje de serlo) 295

36. Nunca es tarde 295


37. Veinticinco pasos para encaminarse
hacia la solución 296
38. Las aproximaciones terapéuticas 304
• La familia 305
• El sujeto 307
• Las estrategias 308

XIII. Cómo actuar cuando alguien próximo acaba


de abandonar una secta 319
39. ¿Y ahora qué? 319
40. La ayuda familiar y terapéutica ante
el síndrome postsecta 322

XIV. Abordaje jurídico de las sectas destructivas .. 343


41. La creencia no delinque, la acción
que provoca quizá sí 343
42. Vulneración de los derechos personales
por el sectarismo destructivo 347
43. Vulneración de la legislación penal por
el sectarismo destructivo 349
SINEQUANON

ADICCIÓN A SECTAS
Pepe Rodríguez
Entrar en una secta y acabar "enganchándose" a ella o convertirse en
una persona dependiente de algún grupo es una dinámica que por pri-
mera vez se aborda como una forma de adicción más, similar a la pro-
ducida por el alcohol, las drogas ilegales, el juego y otros procesos
más o menos autodestructivos con los que la sectadependencia com-
parte parecidos desencadenantes psicológicos y sociales, además de
los mismos procesos bioquímicos cerebrales.
Pepe Rodríguez, uno de los mejores especialistas en la investigación
y tratamiento global de la problemática sectaria, reúne en este libro
lo fundamental de su vasta experiencia profesional adquirida tras 25
años de trabajo en este campo.
Con rigor académico y lenguaje divulgatívo, el autor aporta los conoci-
mientos precisos para que el lector comprenda en toda su profundidad
las verdaderas causas de la sectadependencia, más influida por las
características previas de la personalidad y el entorno social del adep-
to que por la "manipulación sectaria" propiamente dicha.
Tomando en .cuenta las necesidades de los afectados, familias,
padres y parejas, desvela las claves y estrategias que permiten pre-
venir, reconocer y abordar esta dependencia en cada una de sus
fases, proporciona las pautas para encauzar de forma eficaz y, en su
caso, terapéutica, todos los problemas que surgen, y orienta los
pasos que hay que dar en cada momento para acercarse al éxito final.

1.900 ptas. 11,42 €


ISBN 84-406-9730-9

"788440"69730l' EDK IOM.S B

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