Adiccion A Sectas Pepe Rodriguez - Compressed
Adiccion A Sectas Pepe Rodriguez - Compressed
Adiccion A Sectas Pepe Rodriguez - Compressed
Adicción a
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SINEQUANON
SINEQUANON
PEPE RODRÍGUEZ
Adicción a sectas
Pautas para el análisis, prevención y tratamiento
PEPE RODRÍGUEZ
Adicción a sectas
Pautas para el análisis, prevención y tratamiento
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Las conceptualizaciones acerca de lo que debe entenderse dos sectas, Bryan Wilson propuso definir el término «s
por «secta» parecen ser muy divergentes, pero no sólo porque en base a ocho características, a saber4:
los distintos autores parten desde perspectivas y modelos di- 1. Voluntariedad: las sectas son agrupaciones de carácter
ferentes, sino porque, en buena medida, tratan de realidades voluntario en las que los individuos tienen cierta posibilidad
distintas —a menudo complementarias o paralelas, pero difícil- de decidir con respecto a su adhesión a los dogmas de la secta,
mente asimilables— y persiguen objetivos de análisis divergen- aunque se tiende a que los hijos de los sectarios abracen la
tes. Será indispensable, pues, comenzar este trabajo definiendo misma fe de sus padres.
con la máxima claridad posible los límites y características del 2. Exclusivismo: una de las características esenciales de
objeto de estudio que lo justifica. una secta es la de exigir a sus fieles un sometimiento absoluto;
El término «secta», etimológicamente apareció alrededor la secta se convierte en el aspecto más importante de su vida.
de los siglos XIII-XIV y parece basarse en la raíz latina se- Según Wilson, cuando los seguidores de una secta chocan
quor —que significa «marchar detrás de», «tomar por guía con alguna hostilidad y necesitan saber quiénes son los
a», eso es, seguir las doctrinas u opiniones de alguien—, en miembros de confianza —o quiénes son los cristianos que
secedo —«apartarse», «alejarse»—, o en la derivación seco puede admitirse en el culto o con los que puede establecerse
secui sectum —«cortar», «trinchar», «partir», «amputar» o un intercambio social—, se delimitan unas fronteras claras y
«mutilar»—. Una vieja discusión académica clásica ha pre- la secta adquiere así su verdadero perfil.
tendido diferenciar entre secta e Iglesia enfrentando una a la 3. Méritos: para ser aceptado como miembro se requiere
otra. Así, Max Weber definió una Iglesia como una institu- alguna prueba de méritos; el individuo ha de ser digno de
ción de salvación que privilegia la extensión de su influencia, pertenecer a la secta, con lo que ésta acentúa un fuerte senti-
mientras que una secta es un grupo contractual que pone el do de identidad.
acento sobre la intensidad de vida de sus miembros. 4. Autoidentificación: enlazando con la característica an-
Ernst Troeltsch, siguiendo la senda de Weber, subrayó terior, Wilson afirma que aquel que es admitido se convierte
que una Iglesia, para extenderse, está dispuesta a adaptarse a en «uno de los nuestros» y ese «los nuestros» se pone por en-
la sociedad y adoptar compromisos con los Estados, mien- cima de todos los demás «nuestros», y ello es tanto más así
tras que una secta, por el contrario, se coloca separada res- debido a que las sectas recaban para sí un acceso especial y
pecto de la sociedad global y tiende a rechazar todo lazo con exclusivo a las «verdades sobrenaturales». La secta es una
ella e incluso el diálogo; dado que una secta también adop- agrupación que exige a sus miembros un sometimiento pleno
ta esta actitud con respecto al resto de religiones, Troeltsch y consciente que, si no llega a eliminar todos los demás com-
propuso que la presencia o no de sentido ecuménico podría promisos, debe situarse, al menos, por encima de ellos, ya se
ser un criterio válido para diferenciar entre Iglesias y sectas. refieran al grupo familiar, al clan, a la clase o al Estado.
Sin embargo, hace mucho ya que los sociólogos de la religión 5. Estatus de élite: presencia de un sentimiento de «pue-
no admiten como correcta esta dicotomía Iglesia/secta en blo elegido por Dios» que varía en función de factores con-
nuestra sociedad moderna. cretos tales como la tradición escatológica recibida y el carác-
Buscando un nuevo instrumento defmitorio que se ajus-
tara con más exactitud a los elementos fundamentales que
4. C/r. Wilson, B. (1970). Sociología de las sectas religiosas. Madrid:
conforman la estructura y dinámica de los grupos denomina- Guadarrama, pp. 22-35.
1«
ter de las relaciones que los miembros de la secta mantienen 2. Definiciones criticas de «secta»
con el mundo ajeno a su grupo.
6. Expulsión: dado el rigor de los atributos diferenciales El problema de llegar a una definición consensuada que
de la pertenencia a una secta, de los elitistas en especial, resul- pueda identificar a los grupos a los que comúnmente nos re-
ta lógico que la gran mayoría de grupos —al ser de afiliación ferimos bajo el término de «secta» es todavía una cuestión
voluntaria, tener una vida muy intensa y urgir a sus miem- abierta. La primera dificultad estriba en que entre los millares
bros unos determinados méritos— cuente también con pro- de «sectas» que existen—tomarnos el concepto de «secta» en
cedimientos explícitos para expulsar a los miembros desca- su acepción más amplia— las hay de muchos tipos, de modo
rriados que duden o no cumplan sus rígidos preceptos. que «sectas» como, por ejemplo, Iglesia de la Cienciología,
7. Conciencia: a diferencia de las grandes religiones e Ceis, Familia del Amor, Iglesia de la Unificación, Testigos de
Iglesias, las sectas, según Wilson, no son asociaciones que se Jehová, Iglesia de Filadelfia, Gnosís..., el amplio conglomera-
consideren a sí mismas como una unidad natural. La secta do formado por miles de sectas cristianas —fundamentalistas
tiene conciencia de sí misma y su formación y reclutamiento o no—, los cientos de grupos aglutinados en torno a creen-
son procesos conscientes y deliberados; por ello posee un cias esotéricas, extraterrestres, new age, y un casi infinito
sentido de su propia integridad y piensa que esa integridad etcétera, son notablemente diferentes entre sí en cuanto a su
puede verse amenazada por los miembros despreocupados o concepción, funcionamiento y estructura. Por otra parte, los
insuficientemente comprometidos. comportamientos sectarios atribuibles a ese tipo de grupos
8. Legitimación: aunque las sectas profesan una serie de —que, en todo caso, resulta más exacto referirlos a cada
enseñanzas, mandamientos y prácticas diferentes de la «orto- miembro concreto de cada grupo específico— abarcan mati-
doxia», esa alternativa no supone jamás un rechazo absoluto ces y dinámicas psicosociales muy diversas que van desde la
de todos los elementos que componen la «tradición orto- identificación sana y positiva con un ideario/grupo hasta los
doxa». Para proponer su alternativa, la secta debe recurrir a comportamientos más patológicos que rodean los fenóme-
algún principio de autoridad distinto del que es inherente a la nos del fanatismo y la adicción.
tradición ortodoxa, defendiendo, al mismo tiempo, su supre- Durante los últimos treinta años han sido propuestas mu-
macía; la mayoría de los grupos invocan como autoridad la chas etiquetas para diferenciar las sectas criticables de las so-
suprema revelación de su líder carismático. cialmente aceptables —un ejercicio delicado si pensamos
Esta definición, particularmente apropiada para analizar que, por ejemplo, en Estados Unidos, país pionero en la de-
el magma casi infinito de las sectas cristianas, también pue- nuncia y el estudio de los efectos del sectarismo, existen cen-
de aportar conclusiones interesantes cuando se la aplica a los tenares de grupos religiosos que son aceptados como «Igle-
grupos de cariz religioso surgidos durante las últimas décadas, sias» mientras que a ojos europeos no parecen sino «vulgares
especialmente si se tiene en cuenta que, tal como el propio Wil- sectas»—, pero hoy apenas sobreviven unas pocas denomi-
son ya advirtió, la configuración de las sectas es dinámica y naciones, entre las que cabe destacar: «sectas carismáticas»,
«algunos atributos pueden ir perdiendo peso, y otros, en cam- «nuevos movimientos religiosos» (NMR), «sectas coerciti-
bio, ir ganando importancia en determinados momentos de vas» (SC) y «sectas destructivas» (SD).
la historia de una secta». Si cuando buscamos alguna etiqueta con la que denominar
a las «sectas» pretendemos diferenciar conccptualmcntc las
sectas socialmentc aceptables de aquellas que —por motivos tá asociado a lo «religioso», lleva indefectiblemente ,1 v.ilou
diversos y, en cualquier caso, ajenos a los puramente ideoló- ciones apriorísticas-y lesivas desde quienes lanzan las sij;l.is
gicos— no lo son, resulta indiscutible que en algunos de los NMR contra determinados grupos, puesto que sibilinamentl
grupos citados anteriormente encontramos una incidencia asocian lo que es «de siempre», la «tradición», a lo corrcctu y
negativa y lesiva —de intensidad variable— sobre la persona- verdadero, mientras que lo nuevo se presenta como sinónimo
lidad, relaciones sociales y patrimonio de sus adeptos, que re- de herejía, irracionalidad, explotación, etc., se disfrace como
sulta demasiado fuerte y evidente para ser ignorada, aunque se disfrace. El marco definitorio de «secta» en el que se m u e -
no es menos cierto que esos mismos grupos también aportan ven los expertos oficiales de la Iglesia católica es un modelo
una sene de efectos beneficiosos a sus miembros. de intolerancia, relativismo interesado y falta de rigor acadé-
Acogiéndonos a la primera etiqueta definitoria, la de mico difícilmente superable6.
«secta carismática», vemos que sí bien el concepto de lideraz- En cualquier caso, la Iglesia católica en sí misma es nue-
go cansmático es muy importante para comprender, e inclu- va en relación al judaismo y cristianismo del que se escindió
so justificar, una parte notable de la dinámica interna de una cuando no era sino una secta —o, más bien, una herejía, to-
«secta», se queda muy corto a la hora de definir, puesto que mando este término en el sentido original de aíresis, que indi-
una «secta» es muchísimo más que un líder con carisma y, ca el hecho de adoptar una determinada opinión o punto de
además, cientos de líderes carismátícos no están al frente de vista para sostener algo— entre las más de cien sectas judeo-
ninguna secta y, obviamente, seguir a un líder carismático no crístianas de los primeros siglos; y es novísima en relación a
implica nada —ni en lo personal ni en lo social— que deba las religiones documentadas —dichas paganas— que la pre-
ser estigmatizado a priori. El carisma de decenas de líderes cedieron y de las que acabó absorbiendo sus mitos, ritos y
políticos, religiosos, sociales o científicos resulta tan incues- símbolos fundamentales 7 .
tionable como absurdo sería confundir con una secta el apa-
rato —eso es la estructura gestora— que maneja y administra 6. Así, por ejemplo, en el documento Sectas o nuevos movimientos
religiosos. Desafíos pastorales, elaborado, en 1986, por el Secretariado para
la influencia y poder que aglutinan esos dirigentes. la Unidad de los Cristianos, se afirma que «Ayudará [a diferenciar entre
Otra etiqueta, la de «nuevos movimientos religiosos» sectas aceptables o no] a hacer una distinción entre las sectas que tienen su
(NMR), que se ha convertido en la más comúnmente em- origen en la Religión cristiana y las que se basan en otras religiones o fuen-
pleada por los autores católicos actuales5, ofrece, a nuestro tes humanitarias. El problema se vuelve más delicado cuando estos grupos
tienen un origen cristiano. Es importante, pues, hacer esta distinción. Sin
criterio, varios problemas. El ser «nuevo» no indica otra co- embargo, algunas mentalidades o actitudes de secta, por ejemplo la intole-
sa que cercanía relativa en el tiempo y, cuando, además, es- rancia o el proselitismo agresivo, no constituyen ni caracterizan necesaria-
mente una secta. Estas actitudes se pueden encontrar también en grupos
5. í'.jr. Morilla, A. (1990). Sectas y derecho en España: un estudio en cristianos o dentro de algunas iglesias o comunidades eclcsiales». O, dicho
turno ,t ¡a posición de los nuevos movimientos en el ordenamiento jurídico. de otro modo, resulta que la «santa coacción» que predicó José María Es-
Mftdríd: Editoriales de Derecho Reunidas; Guerra Gómez, M. (1993). Los crivá de Balaguer —y que sigue siendo norma dentro del Opus Dc¡, así
lífíivm movimientos religiosos. Pamplona: Ediciones de la Universidad de como en todos los grupos católicos ultraconservadores— no es criticable
N , i \1 i.i; V.í/.qiK'/J. M. (1994). Familia y sectas. Madrid: Instituto de So- ní delictiva si se ejerce bajo el manto vaticano pero sí lo es en cualquier
i íomgía Aplicada tic Madrid; etc. De hecho, uno de los primeros estudio- otro tipo de grupo.
|M| Al.iin Woodrow, ya en 1977 las había denominado «nuevas sectas» 7. Cfr. Rodríguez, P. (1997). Mentiras fundamentales de la iglesia ca-
11 11 Woodrow, A. (1979). Las nuevas sectas. México: Fondo de Cultura tólica. Barcelona: Ediciones B; Rodríguez, P. (1997). Mitos y ritos de ¡a
Navidad. Barcelona: Ediciones B.
Por otra parte, entre los NMR se sitúa a grupos creados trarse ante una SC, pero ¿cómo diferenciar con objetividad
hace un par de siglos junto a otros que apenas tienen una de- los procesos por los que debe atravesar un menor dentro tic
cena de años de vida8, ¿cuál es, pues, el límite temporal para su familia o en la escuela, o los meses de servicio militar, o el
ser considerado «nuevo» o no? Además, incluir el término adoctrinamiento en un seminario o convento, de aquello tan
«religioso» excluye a cientos de «sectas» que nada tienen que negativo que quiere significarse con el concepto de SC? Ade-
ver con el hecho religioso; sin olvidar que se instaura una su- más, la coerción, a pesar de su gran influencia, no es el pivote
til discriminación al definirlos como «movimiento» —una de todos los actos de una «secta», ni la encontramos en todas
etiqueta con un significado muy claro entre los científicos so- las fases de formación y vida del sectario, ni explica la mayo-
ciales y que no cabe aplicar a ninguna «secta» en concreto, tal ría de sus comportamientos, ni tampoco sirve para compren-
como analizaremos en el apartado 13— frente a otros colec- der o clasificar lo fundamental de la gama de elementos que
tivos que son tomados por «religión» o «Iglesia»: el primer apreciamos observando a sectas y sectarios.
concepto se hace aparecer como sinónimo de un fenómeno En el informe parlamentario Les sectes en France (Assem-
pasajero, como una moda de escasa entidad y nada recomen- blée Nationale, 1995), la Commission d'Enquéte mr les Sec-
dable; los otros dos representan lo eterno, verdadero y apro- tes, tras reconocer la imposibilidad —evidente y lógica desde
piado. siempre— de dar una definición jurídica de «secta», seña-
El concepto de «secta coercitiva» (SC), propuesto por el ló que:
psicólogo social Alvaro Rodríguez9, es substancialmente «Entre los índices que permiten suponer la eventual reali-
adecuado ya que las dinámicas de persuasión coercitiva son el dad de sospechas conducentes a calificar de secta a un mo-
núcleo de buena parte de los elementos estructurales diferen- vimiento que se presenta como religioso, la Comisión ha
ciales de una «secta» criticable y mediatizan una parte nota- retenido, haciendo suyos los criterios utilizados por los Ren-
ble de sus consecuencias, pero, a nuestro criterio, a este con- seignements généraux [Servicios de Investigación de la Poli-
cepto le falta fuerza definitoria y clarificadora. Si coerción es cía] en los análisis del fenómeno sectario a los que ha pro-
imponer algo por la fuerza, mediante apremio físico o psico- cedido este servicio y que han sido puestos en conocimiento
lógico, ¿es una SC la familia?, ¿lo es el ejército?, ¿lo son todas de esta Comisión, los siguientes: 1) desestabilización mental;
las religiones sin excepción?, ¿lo es la judicatura, que impone 2) carácter exorbitante de las exigencias financieras; 3) ruptu-
reglas muy estrictas a todos sus miembros?, ¿lo es la universi- ra inducida con el entorno de origen; 4) atentados a la integri-
dad, que impone unas obligaciones inapelables para obtener dad física; 5) captación de menores; 6) discurso más o menos
unos determinados logros diseñados y fijados por la «autori- antisocial; 7) disturbios del orden público; 8) importancia de
dad académica»? las querellas judiciales; 9) eventual desviación fraudulenta de
La cuestión residirá, sin duda, en las diferentes gradientes los circuitos económicos tradicionales; y 10) tentativas de in-
coactivas que puedan darse en cada entorno, eso es que cuan- filtración en los poderes públicos.»
ta más coerción se aplique más posibilidad habrá de encon- Estos criterios adoptados por el Parlamento de Francia
no sólo son tremendamente ambiguos, relativos y propios de
8. C/r. García Hernando, J. (Ed.) (1993). Pluralismo religioso H: Sectas un pensamiento único alarmante —¿es una secta la Hacienda
y Nuevos Movimientos Religiosos. Madrid : Sociedad de Educación Atenas. pública, dado lo «exorbitante de las exigencias financieras» a
9. C/r. Rodríguez, A. (1992). El lavado de cerebro. Barcelona: Boixa-
reu Editores. que nos somete?, ¿lo es una universidad privada por el precio
de sus cursos?, ¿qué es un discurso «más o menos antiso- les, pero no peligrosas, también—, aunque, de nuevo, cube
cial»?, ¿es una secta quien afirme que la sociedad de consumo señalar igualmente que la inmensa mayoría de las fecnorítl
es insolidaria e inviable para el planeta... y, por tanto, un ob- que se cometen en una sociedad no son atribuibles a «sectas».
jetivo a abatir?, ¿es una secta Pinochet y los suyos dada la Más difícil es ponerle un contenido claro a comportamictHos
«importancia de las querellas judiciales»?—, sino que están que «perjudican a los individuos o a la sociedad o dañan la
vacíos de contenido real y no sirven para definir ninguna en- dignidad humana»: ¿Es una «organización sectaria peligro-
tidad o estructura concreta, sea «secta» o no. sa» la sociedad capitalista que, de modo estructural y como
Por otra parte, resulta prácticamente imposible encontrar necesidad para sus móviles económicos, condena al paro —o
una «secta» que cumpla con esos diez criterios —salvo algu- al trabajo precario— a millones de personas, con lo que per-
na excepción, en las «sectas» que suponen un riesgo estima- judica «a los individuos y a la sociedad y daña la dignidad hu-
ble para sus adeptos no suelen darse más que entre 2 y 4, o a mana» de los afectados?
lo sumo 6, de esos indicadores—, mientras que, por el con- El trabajo de los miembros de las dos comisiones parla-
trario, en cualquier sociedad, quienes cumplen mejor y de mentarias citadas —que fueron directa y plenamente orien-
forma más alarmante los requisitos apuntados son grupos y tados por destacados miembros del «movimiento antisecta-
personas que nada tienen que ver con el mundo de las sectas. rio internacional», particularmente por el lobby francés"—,
En la misma línea cabe situar la actitud definitoria del in- adolece de casi todos los defectos metodológicos que pueden
forme Enquéte parlementaire visant a élahorer une politique cometerse y, en cuanto al aspecto definitorio o aclaratorio de
en vue de lutter contre lespratiques ¿llégales des sectes et les la cuestión, no sirven absolutamente para nada, máxime
dangers qu'elles représentent pour la société et pour les per- cuando sus planteos definitorios están entre los peores que se
sonnes, particuliérement les mineurs d'áge10, realizado por la han presentado hasta hoy.
Commission d'Enquéte de la Chambre des Représentants de Para mayor despropósito, algunos autores católicos clasi-
Belgique(1997). fican las «sectas» en función de unos demenciales «grados de
El informe parlamentario belga estableció que una «or- peligrosidad». A saber: Grado A: «sectas que no dañan eco-
ganización sectaria peligrosa» es «un grupo con vocación nómica ni físicamente a sus miembros. Sus características son
filosófica o religiosa, o que pretende ser tal, que en su organi- indiscutiblemente sectarias pero su influencia es casi inocua
zación y en su práctica se dedica a actividades ilegales peli- sobre los adeptos». Grado B: «sectas que ocasionan daños
grosas, perjudican a los individuos o a la sociedad o dañan la económicos a sus miembros, les suscriben dietas o tratamien-
dignidad humana». Para llegar a una conclusión de este tenor tos médicos específicos, tienen métodos de captación solapa-
es evidente que no hacía falta una comisión parlamentaria ni dos y han sido enjuiciadas en alguna ocasión. En la mayoría
las alforjas de 670 páginas que tiene este documento.
Resulta obvio que todo grupo que se dedique a «activida-
11. Resulta muy clarificadora la lectura del opúsculo Carta abierta a
des ilegales peligrosas» debe ser perseguido —y si son ilega- la secta de los adversarios de las sectas, escrito por Anne Morelli, profeso-
ra de Historia de las Iglesias cristianas contemporáneas en el Instituto de
10. Investigación parlamentaria dirigida a elaborar una política con historia de las religiones de la Universidad Libre de Bruselas y participan-
vistas a luchar contra las prácticas ilegales de las sectas y los peligros que te, como experta, en la Comisión de investigación parlamentaria sobre las
ellas representan para la sociedadypara las personas, particularmente para sectas [C/r. Morelli, A. (1997). Lettre ouverte a la secte des adversares des
los menores de edad (traducción del autor). sectes. Bruselas: Labor].
de los casos utilizan métodos de presión para evitar la marcha sentan comportamientos lícitos y aceptables —según los v.i
de sus miembros desengañados con la secta». Grado C: «sec- lores y normas mayoritarios de una determinada sociedad i-n
tas que a algunas de las notas de los grados A y B añaden un momento histórico concreto— y las que mantienen din.í
alguna relación con la violencia física y/o la fabricación de micas estructurales más o menos abusivas, ilícitas —o delicti-
armas»12. vas— y patógenas. Este calificativo no pretende tanto etique-
En cualquier caso, todas las definiciones críticas de «sec- tar a grupos concretos como identificar dinámicas grupales
ta», con sus aciertos y desaciertos, pretenden una misma muy específicas; así, SD será sinónimo de «sectarismo des-
cosa: poder ayudar a distinguir entre grupos socíalmente tructivo» antes que de «secta destructiva», eso es de un con-
aceptables y otros que no deben serlo; una intención lícita y junto de comportamientos que pueden darse tanto en grupos
necesaria aunque siempre puedan ser discutibles los paráme- reconocidos —eso es estigmatizados— socialmente como
tros empleados para diferenciar unos de otros. «sectas», como en otros que no son identificados ni identifi-
Dada la evidente dificultad —qui/.á imposibilidad— de cables como tales.
poder encontrar una etiqueta satisfactoria que pueda diferen- Desde este planteamiento inicial, proponemos reconocer
ciar adecuadamente aspectos tan distintos como los que están lo que hemos dado en llamar SD basándonos en tres tipos de
implicados en el sectarismo, el autor de este libro, en 1982, actuaciones lesivas: en el ámbito psicológico, en el social y en
propuso el concepto de «secta destructiva» (SD) definido en el jurídico. Así pues, para identificar a grupos o dinámicas
base a los efectos externos observables que se derivan de la grupales de riesgo, en este trabajo, al igual que venimos ha-
actuación de determinadas dinámicas grupales que, entre ciendo desde hace casi dos décadas, mantendremos la defini-
otras cosas, emplean estrategias de persuasión coercitiva has- ción siguiente13:
ta más allá de límites ética y socialmente aceptables e, incluso, Una «secta destructiva» (SD) será todo aquel grupo o di-
jurídicamente permisibles. námica grupal que, en su proceso de captación y/o adoctrina-
miento, utilice técnicas de persuasión coercitiva que propi-
cien la destrucción (desestructuración) de la personalidad
3. Parámetros definitorios de «secta destructiva» previa del adepto o la dañen severamente. El que, por su di-
námica vital, ocasione la destrucción total o severa de los la-
La definición de «secta destructiva» (SD) propuesta por zos afectivos y de comunicación efectiva del sectario con su
este autor es suficientemente operativa y permite diferenciar, entorno social habitual y consigo mismo. Y, por último, el
al menos, entre dos grandes grupos de «sectas»; las que pre- que su dinámica de funcionamiento le lleve a destruir, a con-
culcar, derechos jurídicos inalienables en un Estado de De-
recho.
12. Esta clasificación —que hasta García Hernando señala como «in-
Esta propuesta definitoria, que hoy está ya muy consen-
correcta» pero que de forma errónea e indocumentada él mismo atribuye
a la «Comisión Parlamentaria e Interministerial, que investigó las sectas»
[C/r. García Hernando, J. (Ed.) (1993). Op. aí.,p. 79]—fue elaborada por 13. C/r. Rodríguez, P. (1984). Esclavos de un mesías (sectas y lavado
su colega César Vidal Manzanares y afloró en algún medio de comunica- de cerebro). Barcelona: Elfos; Rodríguez, P. (1985). Las sectas hoy y aquí,
ción a partir de un informe remitido por la Asociación 1JZYS, dirigida por Barcelona: Tibídabo Ediciones; Rodríguez, P. (1989). El poder de las sec-
Vidal [C/r. Vidal Manzanares, C. (1987). Informe sobre las sectas en Espa- tas. Barcelona: Ediciones B; Rodríguez, P. (1994). Tu hijo y las sectas. Ma-
ña, p.14]. drid: Temas de Hoy.
suada —siendo la denominación más comúnmente adopta- pretende ser la misma divinidad o'un elegido por ella, o Im-n
da en informes gubernamentales14, policiales y judiciales, y la un poseedor de la Verdad Absoluta en cualquier á m b i i n
que se ha impuesto entre la mayoría de expertos, medios de social.
comunicación y lenguaje de la calle—, obvia celosamente 2. Tener una estructura teocrática, vertical y totalitaria,
cualquier elemento calificador que se base en considerandos donde la palabra de los dirigentes es dogma de fe. Los líderes
religiosos, filosóficos, políticos o, simplemente, de orden mo- intervienen hasta en los detalles más íntimos y personales de-
ral, para apoyarse fundamentalmente en criterios de Dere- sús adeptos y exigen que sus órdenes sean ejecutadas sin la
chos Humanos. menor crítica.
Complementariamente, pata lograr una mayor claridad 3. Exigir una adhesión total al grupo y obligar —bajo
práctica, en 1984 propuse diez puntos definitorios que po- presión psicológica— a distanciarse de todas o parte de las
drían constituirse en elementos de análisis para detectar si al- relaciones sociales y lazos afectivos —padres, pareja, ami-
gún determinado grupo hubiese adoptado ya una dinámica gos...— y/o de las actividades —trabajo, estudios, ocio, etc.—
de SD o estuviese en camino de hacerlo. De este modo, cual- anteriores al ingreso en la secta. Cuando cualquier relación
quier grupo —con absoluta independencia de su doctrina- personal deviene crítica contra el grupo, el distanciamiento
rio— en el que se den todos estos puntos podrá ser un campo inicial suele acabar en ruptura absoluta.
abonado, bajo las condiciones apropiadas, para que pueda 4. Vivir en una comunidad cerrada o en total dependen-
imponerse la persuasión coercitiva, el lavado de cerebro. Y cia del grupo (a diferencia de décadas anteriores, hoy muchas
cuanto más intensamente se dé cada uno de los elementos SD ya no obligan a sus adeptos a vivir de forma comunitaria
enunciados, tanto más destructiva podrá llegar a ser la estruc- y les permiten vivir con sus familias, pero conservan el con-
tura sectaria en cuestión para el ámbito psicosocial del adepto trol sobre ellos mediante frecuentes y obligados contactos
(particularmente para quienes presenten un mayor perfil de personales —a menudo diarios— en los centros de la secta y,
fragilidad). también, telefónicos).
Los diez puntos básicos que caracterizan a una dinámica 5. Suprimir en mayor o menor medida —y bajo diferen-
de SD son los siguientes15: tes subterfugios doctrinales— las libertades individuales y el
1. Ser un grupo cohesionado por una doctrina —reli- derecho a la intimidad.
giosa o socio-trascendente en general— transmitida de for- 6. Controlar la información que llega hasta los adeptos
ma demagógica y encabezado por un líder carismático que —a través del correo, teléfono, prensa, libros...— ocultándo-
la y/o manipulándola a su conveniencia, y prohibiendo toda
14. Entre los muchos estudios oficiales que han adoptado la defini- relación con los ex adeptos que son críticos con el grupo.
ción de «secta destructiva» propuesta por este autor destacan los realiza-
7. Utilizar un conjunto de técnicas de manipulación, de
dos por el grupo de trabajo sobre sectas de la Comisión Interministerial
de la Juventud [C/r. Informe Asociacionismo y libertad individual: los mo- persuasión coercitiva, enmascaradas bajo actividades tan líci-
vimientos religioso-sectarios, tomo I, pp. 283-287, Ministerio de Justicia, tas y neutrales como la meditación o el renacimiento espiri-
Madrid, diciembre de 1988] y por la Comisión parlamentaria de Estudio tual^ que propician el deterioro de la voluntad y capacidad de
de las sectas en España [C/r. Diario de Sesiones del Congreso de los Dipu- reflexión y razonamiento de los adeptos y pueden desenca-
tados (173), pp. 10.130-10.142; Sesión Plenaria 166, celebrada el 2 de mar-
zo de 1989]. denar problemas psicológicos más o menos graves.
15. C/r. Rodríguez, P. (1984). Op. ai., pp. 25-27. 8. Propugnar un rechazo total de la sociedad y de sus ins-
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tituciones. Fuera del grupo todos son enemigos —polariza- para dañar al individuo es idéntica y, por tanto, debe ser
ción entre el Bien/secta y el Mal/sociedad—, la sociedad es igualmente criticable y, en su caso, perseguible.
basura y las personas que viven en ella sólo interesan en la Tomando una dirección parecida a la que acabamos di-
medida en que puedan servir al grupo y sus intereses. ver, en el congreso de especialistas en sectas celebrado en Rá-
9. Tener como actividades primordiales el proselitismo eme, Wisconsin, en septiembre de 1985, se acordó definir co-
—lograr el ingreso de nuevos adeptos—, practicado median- mo «secta destructiva» a todo «movimiento totalitario, presen-
te estrategias encubiertas y/o ilegítimas, y la recaudación de tado bajo la forma de asociación o grupo religioso, cultural o
dinero —por medio de cuestaciones callejeras, cursos, activi- de otro tipo, que exige una absoluta devoción o dedicación de
dades comerciales e industriales e incluso, en algunos grupos, sus miembros a alguna persona o idea, empleando técnicas de
claramente delictivas—. En el caso de las sectas multinacio- manipulación, persuasión y control destinadas a conseguir
nales, buena parte del dinero recaudado es enviado a las cen- los objetivos del líder del grupo, en detrimento de su entorno
trales de cada grupo. familiar y social».
10. Obtener, bajo coacción psicológica, la entrega a la Aunque pueda parecer una obviedad, debe resaltarse que
secta del patrimonio personal de los adeptos o de considera- cualquier definición de «secta» o «secta destructiva», ya sea
bles sumas de dinero en concepto de cursillos, auditaciones, actual o futura, no puede ni debe tener connotación de tipifi-
terapias, donaciones, etc. Los miembros que trabajan en el cación jurídica. Tal como veremos en el capítulo XIV, mu-
exterior del grupo tienen que entregar todo o gran parte de su chas personas, desde afectados hasta abogados y políticos, se
salario a la secta y los que lo hacen en empresas propiedad del empeñan en basar la fuerza de sus argumentos legales en que
grupo no cobran salarios (las nóminas de esas empresas sec- el contrario es una «secta» o pertenece a ella, cometiendo así
tarias sólo son una cobertura legal, ya que para sus adeptos/ una formidable torpeza que resulta tan anticonstitucional
mano de obra nunca llegan a hacerse efectivas o, de hacerse, como inútil para sus pretensiones.
éstos devuelven luego su paga a la secta, ya sea bajo forma de La definición de «secta» o «secta destructiva» resulta im-
donación —a una entidad sectaria legalizada como «no lucra- portante sólo a efectos de conceptualización de un conjunto
tiva»— o, más comúnmente, como dinero negro). coherente de actuaciones lesivas y, a pesar de que la etiqueta
Estos puntos, naturalmente, describen situaciones detec- de SD contempla la presencia estructural de diversas dinámi-
tables por cualquier observador pero, de hecho, casi todos cas delictivas, aplicarla a un grupo o a uno de sus miembros
ellos representan trasgresiones a la legalidad vigente. Si se no debe significar nada punible dentro del ámbito judicial,
utilizan como pautas para analizar los grupos que puedan pa- del mismo modo que no lo son conceptos genéricos como
recer sospechosos, podrá disponerse de un buen barómetro «equipo de fútbol», «banquero», «religión» y tantos otros.
para intuir situaciones de riesgo. De hecho, lo que aquí he- Lo perseguible no puede ser jamás la etiqueta que identifica a
mos definido como una dinámica de sectarismo destructivo un conjunto de comportamientos sino, muy al contrario,
no es exclusiva de aquellos grupos que popularmente se til- esas actuaciones por sí mismas —cuando sean delictivas y es-
dan de «sectas», antes al contrario, también es posible —y tén individualizadas y probadas— y con total independencia
frecuente— que se dé en el seno de grupos socialmente acep- del ámbito en que se den. Dicho de otro modo, la valoración
tados y/o pertenecientes a instituciones respetables. Pero, sea jurídica de un hecho concreto sólo cabe hacerla desde su tipi-
donde fuere que se dé el sectarismo destructivo, su capacidad ficación penal específica, aunque también sea cierto que una
etiqueta definitoria —«SD», «banquero», «religión», etc.— sotros ha cambiado mucho, está muy distante, como ¡do-;
pueda tener una mayor o menor importancia subsidiaria, «hace cosas extrañas que antes no hacía»; «no logro com-
para el enjuiciamiento, debido a su capacidad para contextua- prender por qué piensa de esa manera»; «se ha vuelto muy ra-
lizar mediante el conjunto de elementos denotatorios intrín- dical en sus convicciones»; «éramos una pareja feliz y ahora
seco a todo concepto. no estamos de acuerdo en nada»... pero en la mayoría de es-
tos casos no existe realmente ningún problema de «secta»,
¡aunque sí hay un sectario!
Se puede ser sectario sin ser adepto Iremos viendo a lo largo de este libro que cuando en una
de ninguna secta sociedad se incrementa rápida y progresivamente los niveles
de complejidad, competitividad, desarraigo, aculturación y
Las noticias contrarias a las sectas que han inundado los deshumanización —aspectos que, junto a otros no menos
medios de comunicación durante las últimas décadas, al igual lesivos, son inherentes a la moderna sociedad urbana e in-
que ha sucedido con las referidas a toxicomanías, han provo- dustrializada—, sin prever y/o desarrollar mecanismos com-
cado resultados contradictorios. Por una parte, las informa- pensatorios, van generándose también niveles crecientes de
ciones serias, contrastadas y serenas han tenido una función insolidaridad, aislamiento, confusión, estrés, depresión, ca-
positiva al favorecer la concienciación social y contribuir a la rencias afectivas, inseguridad y ansiedad. Este doloroso cua-
prevención; pero la superior avalancha de noticias sesgadas, dro llega a resultar tan insoportable para muchas personas
sensacionalistas y alarmistas, ha actuado en sentido contra- —jóvenes y adultos inmaduros especialmente— que las fuer-
rio, aportando más tensión y confusión a una faceta del com- za a refugiarse en actitudes mentales de cerrazón alrededor
portamiento humano que ya es especialmente compleja de de cualquier causa, persona, grupo, comportamiento o creen-
por sí. cia —-sean del tipo que sean—, que ni son estructuralmente
Los medios de comunicación han acabado por transmi- sectarios, ni generan tal actitud en la inmensa mayoría de las
tirnos una imagen tan estereotipada y distorsionada de lo que personas que se les asocian.
es una «secta» y un «sectario», que en un número creciente En este sentido, sería más exacto y adecuado hablar de la
de familias se producen episodios de terror ante la posibili- existencia de sectarios que de sectas; y guardar en la memoria
dad de que los cambios que creen observar en hijos, pareja o la lamentable constatación de que mucha gente, en una socie-
parientes, se deban a la acción de alguna «secta maligna». La dad como la nuestra, necesita colgarse, y no supone más que
angustia que desencadena esa situación suele llevar a buscar un matiz anecdótico el hecho de que terminen por hacerlo de
el problema donde no está y a repartir culpas en el lugar equi- una droga, una secta o una viga. Lo que debería merecer aten-
vocado, por lo que se comienza a tomar un montón de deci- ción prioritaria no es el síntoma —el comportamiento—,
siones equivocadas que, a menudo, deterioran progresiva- sino sus desencadenantes psicosociales, eso es las razones por
mente las relaciones intrafamiliares. las que uno puede llegar a necesitar hacerse dependiente de
Entre las consultas que atendemos en el EMAAPS, cada una sustancia o de un grupo, o suicidarse, por mera incapaci-
día son más frecuentes los casos en los que se cuestiona la po- dad para poder resistir adecuadamente la vivencia de sus pro-
sible pertenencia de un familiar a alguna secta partiendo de pias circunstancias.
apreciaciones tan subjetivas como: «su actitud para con no- El comportamiento sectario —que describiremos en los
próximos capítulos—, en esos casos, al ofrecer un mecanis- De hecho, incluso el ámbito académico de los estudiosos
mo emocional apto para sumergirse en una experiencia afec- de la religión está repleto de paradojas poco menos que irroso
tiva intensa, que actúa como armadura ante el dolor generado hables. Por una parte, un porcentaje notable de expertos son
por el propio proceso biográfico —particularmente en situa- creyentes que militan abiertamente en una religión determina-
ciones de crisis sociopersonal—, se manifiesta como una pul- da —generalmente catolicismo, cristianismo o judaismo—, y
sión latente realmente notable, que anida en el mismísimo ello les mantiene atrapados entre una disparidad de frentes:
núcleo de la fragilidad personal del sujeto y es alimentada por defienden como una forma superior de religión el esquema de
la propia angustia que le produce el sentirse vulnerable. su creencia personal y, en consecuencia, juzgan desde sus par-
Así pues, ante un supuesto caso de sectarismo, debe ex- ticulares parámetros socio-teológicos a las demás formas de
tremarse la precaución ya que, aunque en la práctica —y no- manifestación religiosa; pero, superada la época de la impo-
tablemente para su entorno familiar—, no parece haber dife- sición de una religión única por parte de los gobiernos, esos
rencias sustanciales entre un «sectario» y un adepto de una expertos se ven obligados a apoyar la libertad de creencias
«secta destructiva», hay que saber distinguir con objetividad sin restricciones —no puede haber ninguna religión mejor o
entre ambas posibilidades para no adoptar actitudes erróneas peor— aunque, eso sí, pretendiendo reservarse el derecho a
que dificulten las vías de solución del conflicto. Esta distin- determinar lo que es o no una «auténtica religión», eso es, en
ción, en cualquier caso, deberá haber quedado completamen- definitiva, a repartir etiquetas de ortodoxia y legitimidad.
te aclarada antes de poder plantearse alguna estrategia te- De esta tendencia y necesidad, y dado que no todos los
rapéutica encaminada a restablecer las relaciones entre el grupos podían ser tildados de «sectas» —usando aquí el tér-
«sectario» y su entorno socio-familiar. mino en su connotación deslegitimadora y peyorativa—, los
expertos católicos y cristianos, tal como ya mencionamos,
optaron por la denominación de «nuevos movimientos reli-
4. ¿Qué es «religión»? giosos» (NMR) o «nueva religión» (NR), que, en el fondo, no
es más que una forma vergonzante —aunque más elegante—
Cuando nos ocupamos de las «sectas», con mucha fre- de etiquetar a las «sectas» y seguir restándoles legitimidad y
cuencia nos encontramos ante creencias y prácticas de tipo credibilidad en base a que son «nuevas» y, por tanto, suscepti-
religioso que, al ser diferentes a las mayoritarias en la propia bles, a lo sumo, de ser tratadas como niños bien intencionados,
cultura, suelen ser despreciadas, infravaloradas o tachadas de aunque mal encaminados.
pseudorreligión. Parece obvio que todo el mundo tiene muy
claro qué es una «religión», aunque lo cierto es que la opi-
nión general limita su elección al ámbito de las grandes reli- 5. «Nueva religión» como eufemismo de «secta»
giones reconocidas —siendo lo más habitual que los miem-
bros de cada una de esas grandes creencias no acepten como En Europa, especialmente durante las dos últimas déca-
«verdadera religión» más que a la suya; despreciando incluso das, se han formulado una gran variedad de definiciones y
a las sectas que apenas difieren de su tronco de fe común—, y clasificaciones para intentar diferenciar a las grandes religio-
esta tendencia tampoco les es ajena a los expertos en materia nes instituidas de las «sectas» (término peyorativo) o «nuevas
religiosa. religiones» (término que se pretende neutral).
Algunos expertos, como Massimo Introvigne, director Resulta obvio que las religiones nacen y se conlorni.tit
del CESNUR (Centro de Estudio sobre las Nuevas Religio- dentro de un contexto histórico y cultural determinado y que
nes), han propuesto siete características para definir una su supervivencia futura depende, básicamente, de su capaci-
«nueva religión». A saber"': dad adaptativa —entendiendo por tal la habilidad de la pro-
1. La importancia atribuida al líder, que es venerado pia estructura religiosa para amoldarse a los cambios socio-
como una divinidad. culturales y su aptitud para seguir aportando parámetros que
2. Relación con el mundo de los espíritus —enraizada en ayuden a sus creyentes a adaptarse mejor a su realidad psico-
la religiosidad popular y el chamanismo—, capaces de pene- social—, pero distinguir entre religión «nueva» o «vieja» re-
trar en los seres vivos y producir enfermedades físicas o psico- sulta un despropósito descomunal: el cristianismo, hasta el
lógicas para las que, naturalmente, el grupo ofrece solución. siglo IV, fue una «nueva religión»17 que, además, fue rechaza-
3. La promesa de beneficios concretos, hasta el punto de da por la mayoría de la sociedad de entonces y recibió las
prometer a los adhcrentes la felicidad y el éxito permanentes. mismas acusaciones que la Iglesia católica le lanza hoy a las
4. El milcnarismo, puesto que cada fundador de una «sectas».
«nueva religión» se erige en depositario de revelaciones sobre Si abrimos un paréntesis para observar un contexto tan di-
el fin probable de este mundo y el advenimiento de una nue- ferente al occidental como es el japonés, comprobaremos que
va era o «edad de oro». el problema definitorio planteado por la eclosión de grupos
5. Una organización rígida, basada sobre una estructura religiosos durante el último medio siglo ha llevado a una solu-
piramidal que prima al fundador, dando lugar a una sociedad ción parecida. Con el mismo enfoque subjetivo y sesgado que
recreada, jerarquizada en extremo hasta parecerse a una es- ha caracterizado a los sociólogos de la religión europeos y
tructura paramilitar. americanos, sus colegas japoneses, hasta finales de la Primera
6. La peregrinación hasta la sede central del movimiento, Guerra Mundial, denominaron ruijishükyó (pseudorreligio-
que en estos grupos se hace aparecer asociada a un sentido es- nes) a los grupos con estructura religiosa que no encajaban
piritual profundo. dentro de las kiseisbükyó o religiones establecidas —sintoís-
7. El sincretismo, adoptando creencias y doctrinas pro- mo, budismo y cristianismo— y que, lógicamente, aún no
cedentes de diferentes marcos filosóficos y religiosos. eran aceptados por el conjunto de la sociedad.
Pero, si se quiere ser objetivo, cualquier conocedor de la En ese contexto nació la denominación shinkó shükyó
historia, estructura y creencias del cristianismo en general y que pretendía significar a los nuevos movimientos religiosos
de la Iglesia católica en particular deberá admitir que éstos que emergían llenos de vitalidad y energía, eso es de shinkó,
también cumplen absolutamente todos los requisitos defini- Muy pronto, tras su popularización, el término se convirtió
torios para ser considerados como una «nueva religión», cir- en peyorativo —equivalente al nuestro de «secta»— y los
cunstancia que los autores católicos, entre los que se cuenta
Introvigne, pasan siempre por alto. 17. C/r. Puech, H-C (Ed.) (1979). Historia de las Religiones Si-
glo XXI; Las religiones en el mundo mediterráneo y en Oriente Próximo.,
(I), vol. 5. Madrid: Siglo XXI; Deschner, K. (1990). Historia criminal del
16. C/r. Introvigne, M. (1996). Les veilleurs de l'apocalypse (Milléna- cristianismo. Los orígenes, desde el paleocrutianismo hasta el final de la
risme et nouveües religions au senil de Van 2000). París: Claire Vigne Edí- era contantiniana, vol. I. Barcelona: Martínez Roca; Rodríguez, P. (1997).
trice. Mentiras fundamentales de la Iglesia católica. Barcelona: Ediciones V>.
sociólogos, desde 1963, adoptaron el más neutral de shin dispuesta a ver como iguales —o, al menos, como respeta-
shükyo para distinguir entre las nuevas religiones y las ya ins- bles— a sus nuevos competidores en el mercado de lo espiri-
titucionalizadas o kisei shükyo. Posteriormente, los grupos tual, antes al contrario.
nacidos a partir de la década de 1970 pasaron a ser designados Será adecuado, pues, dejar de lado los apriorismos —poco
como shin shin shükyo (nuevas nuevas religiones) y no tarda- menos que inevitables—propios de nuestro marco sociocul-
ron en recibir desde los medios de comunicación japoneses tural judeocristiano, si queremos basarnos en algún instru-
las mismas acusaciones que se dirigen desde los media occi- mento definitorio que presente la máxima objetividad y, al
dentales contra las «sectas». Según los expertos japoneses, las mismo tiempo, sea escrupulosamente respetuoso con todas
tres características generales de esos grupos son: 1) tener un las evoluciones históricas y formas de entender y enfocar el
fundador investido de una verdad esencial que es urgente im- hecho religioso.
poner y que está recogida a través de una ascética específica o
una revelación divina; 2) desarrollar un pensamiento milena-
rista que promete una vida mejor en el mundo actual; y 6. Parámetros definitorios de «religión»
3) emplear los medios de difusión más modernos al servicio
del ideal propuesto. Debido a la propia naturaleza del hecho religioso y a la car-
De acuerdo al Shin Shükyo Jiten —Diccionario de las ga emocional que conlleva, el concepto de lo que es o no «reli-
Nuevas Religiones (1994)—, para que un grupo pueda ser gión» aún sigue despertando desacuerdos definitorios entre
considerado como shin shükyo o «nueva religión» debe cum- los expertos académicos. Sin embargo, a pesar de las discre-
plir los siguientes requisitos: 1) ser una organización religio- pancias, lo cierto es que los sociólogos de la religión contem-
sa, registrada jurídicamente como tal, que venere a una divini- poráneos más importantes y representativos hace ya tiempo
dad o Buda; 2) estar establecido, eso es, tener enseñanzas, una que han dejado de medir el hecho religioso con la vara defini-
práctica y formar un grupo estructurado; 3) afirmar su inde- toria exclusiva y excluyente que caracteriza la estructura ca-
pendencia en relación a las religiones constituidas; y 4) ser tólica o cristiana. Una religión puede ser una dinámica social
una religión salida de la masa, cuyos adeptos procedan de la que se parezca a la católica, pero también puede serlo cual-
clase popular y no de círculos intelectuales. quier otra estructura que sea divergente en todas sus formas.
Tanto en oriente como en occidente, lo «nuevo», en ma- Siguiendo a uno de los mayores expertos actuales en este
teria religiosa, siempre resulta sospechoso y, en consecuen- campo, el Dr. Bryan R. Wilson, señalaremos que, aunque no
cia, se le exige todo aquello que las religiones instituidas no exista una única definición consensuada sobre el concepto
suelen cumplir y, además, se le adjudican como rasgos defini- «religión», sí resulta patente que entre el conjunto de las defi-
torios —con connotación negativa— lo que no son sino se- niciones propuestas por los especialistas hay mucha coinci-
ñas de identidad estructural de las grandes religiones. Este dencia en tomar como elementos característicos del hecho re-
absurdo resulta coherente si tenemos en cuenta que la legiti- ligioso la presencia de:
mación de cualquier grupo sólo se logra cuando éste alcanza 1. Creencias, prácticas, relaciones e instituciones relacio-
una cota de poder elevada y/o cuando el poder instituido se nadas con:
la adjudica, siendo lógico, por tanto, que la estructura reli- a. fuerzas, seres o metas sobrenaturales;
giosa preponderante en una determinada sociedad jamás esté b. un poder —o poderes— invisible y superior;
c. la preocupación por los fines últimos del ser humano; Según este especialista en sociología de la religión, entre
d. aspectos sagrados (elementos reservados y/o prohi- las principales características que definen lo que es «religión»
bidos); —en términos abstractos y generales, tal como se precisan
e. un objeto de devoción espiritual; para poder enfocar la variedad religiosa actual— se encuen-
f. una entidad que controla el destino del ser humano; tran los elementos y funciones siguientes1":
g. el ámbito del ser; 1. Creencia en una entidad —o entidades— que trascien-
h. una fuente de conocimientos y de sabiduría trascen- de la percepción normal de los sentidos;
dental. 2. creencia en que tal entidad no sólo afecta al mundo na-
2. Prácticas que suponen comportamientos de obedien- tural y al orden social, sino que actúa directamente desde de-
cia, reverencia o culto. trás del mismo; siendo, además, su probable creador;
3. Carácter colectivo o grupal de la expresión de la vida 3. creencia en que en algún momento del pasado tuvo lu-
religiosa. gar una intervención sobrenatural explícita en los asuntos
Por otra parte, las definiciones de los especialistas coinci- humanos;
den en señalar que entre las consecuencias y funciones de la 4. consideración de que las entidades sobrenaturales han
religión debe encontrarse: supervisado la historia y el destino humano; cuando a esas
1. el mantenimiento de una comunidad moral; entidades se las representa antropomorfizadas, casi siempre
2. la obtención de una identidad de grupo y/o individual; se les atribuyen fines últimos;
3. un marco de orientación; 5. mantenimiento de la creencia en que la suerte del ser
4. un universo de significado construido desde la pers- humano en esta vida y en una existencia —o varias— por ve-
pectiva humana; nir depende de las relaciones establecidas con, o de acuerdo
5. confianza y alivio respecto a la perspectiva de la ayuda con, estas entidades trascendentales;
y la salvación. 6. consideración habitual —aunque no siempre necesa-
Aunque una religión siempre es normativa, la tremenda riamente— de que si bien las entidades trascendentales pue-
diversidad de estructuras aptas para aproximarse a lo religio- den dictar el destino de un individuo de modo arbitrario,
so o lo sacro que se han generado en la sociedad secularizada éste, si se comporta según maneras prescritas, puede influir
moderna obliga a mantener una concepción definitoría de en su experiencia, ya sea en esta vida o en una existencia —o
«religión» que sea neutral, abierta, no excluyeme y, sobre varias— futura, o en ambas posibilidades a la vez;
todo, carente de prejuicios etnocéntricos, razón por la que 7. existencia de acciones prescritas para efectuar ritos in-
deberá optarse por modelos de clasificación que respeten es- dividuales, colectivos o representativos, es decir, ceremonias;
tas necesidades. 8. persistencia de elementos de acción aplacadora —inclu-
Nosotros adoptamos el modelo de trabajo propuesto por so en religiones avanzadas— mediante los cuales los individuos
Bryan Wilson para identificar una posible «religión», ya que o grupos pueden suplicar algún tipo de asistencia especial de las
se ajusta perfectamente a las necesidades conceptuales de la fuentes sobrenaturales;
sociedad actual, verdaderamente rica y variada en formas re-
ligiosas (que, además, gozan de idéntica protección constitu-
18. C/r. Wilson, B. (1982). Religión in Sociological Pcrspccthc.
cional todas ellas por igual). Oxford: Oxford University Press.
9. presencia de expresiones de devoción, gratitud, reve- clase especial de funcionarios religiosos que actúan como
rencia u obediencia que son ofrecidas —o, en algunos casos, custodios de los objetos sagrados, las escrituras y los lugares;
exigidas— por los creyentes casi siempre ante la presencia de siendo especialistas en la doctrina, las ceremonias y en la guía
representaciones simbólicas de la/s entidad/es sobrenatural/ pastoral;
es propia/s de cada religión; 17. remuneración a tales especialistas por sus servicios,
10. práctica según la cual el lenguaje, los objetos, los lu- ya sea mediante tributo, compensación por servicios específi-
gares, los edificios o los tiempos —de conmemoración— que cos, o por medio de un estipendio instituido;
se identifican particularmente con lo sobrenatural, pueden 18. cuando los especialistas citados se dedican a la sis-
llegar a ser santificados y pueden convertirse ellos mismos en tematización de la doctrina, se suele afirmar que los co-
objeto de reverencia; nocimientos religiosos proveen soluciones para todos los
11. práctica regular de ceremonias o exposiciones, expre- problemas y explican el significado y finalidad de la vida, in-
siones de devoción, celebraciones, ayunos, penitencia colec- cluyendo a menudo explicaciones acerca del supuesto origen
tiva, peregrinaciones y representaciones o conmemoraciones y modo de operar del universo físico y de la psicología hu-
de episodios referidos a la vida terrenal de deidades, profetas mana;
o grandes maestros; 19. proclamación de la legitimidad de los conocimientos
12. presencia experiencial de un sentido de comunidad y y de las instituciones religiosas mediante la referencia a la re-
de relaciones de buena voluntad, fraternidad e identidad com- velación y la tradición; a la innovación, generalmente, se la
partida como consecuencia de las manifestaciones de culto y justifica como restauración; y
de las reuniones en torno a la exposición de las enseñanzas de 20. la afirmación de verdad en la enseñanza y la procla-
cada religión; mación de eficacia de las ceremonias no se someten a pruebas
13. imposición de reglas morales a los creyentes —aun- empíricas, ya que las metas, en definitiva, son trascendentes,
que el área que éstas puedan afectar puede variar mucho— y se exige fe tanto respecto a las metas como a los medios ar-
que pueden ser expresadas en términos legalistas o ritualistas, bitrarios recomendados para lograrlas.
o pueden ser presentadas más bien en conformidad con el es- Tal como observa el propio Wilson, estas veinte caracte-
píritu de una ética menos específica y más elevada; rísticas no deben ser consideradas como sine qua non, sino
14. adopción, como requisitos normativos, de seriedad como un inventario de probabilidades construido a partir de
de propósito, compromiso firme y devoción de por vida; la observación empírica de movimientos religiosos de todo
15. presencia de una economía moral de recompensa y tipo. En la medida en que un grupo determinado cumpla un
castigo adscrita al comportamiento de los creyentes según mayor número de estas características y lo haga de la forma
acumulen méritos o deméritos. El nexo preciso entre las ac- más ajustada posible, tanto más derecho tendrá a ser conside-
ciones y las consecuencias varía desde los efectos automáti- rado socialmente como «religión», a ser tenido como una op-
cos con consecuencias determinadas hasta la creencia en que ción religiosa tan lícita como cualquiera de las grandes reli-
el demérito personal puede ser anulado por actos de devo- giones institucionalizadas.
ción y rituales, mediante la confesión o el arrepentimiento, o Sin embargo, dicho lo anterior, también debe destacarse
por intercesión especial de entidades sobrenaturales; que el hecho de ser «religión» no presupone otra cosa que la
16. existencia —en la mayor parte de los casos— de una asimilación a un determinado marco conceptual que engloba
un conjunto de actividades psicosociales que deben gozar
siempre de protección constitucional, pero que, en todo caso,
no deberían disfrutar privilegios específicos y, claro está, de-
ben estar sometidas y sujetas a la legislación vigente en cada
momento y lugar. La historia y la realidad cotidiana prueban
sin lugar a dudas que ser «religión» o «religioso» no es óbice
para cometer abusos, atropellos y delitos. Si no se diferencia
el ámbito de las creencias del de los comportamientos, se co- II
rre el riesgo de acabar justificando delitos en nombre de
creencias y proscribiendo creencias en defensa de alguna fe La clave del problema: elementos de
que se pretende superior. Desde la perspectiva antropológi- fragilidad personal que hacen posible la
ca, psicosocial y jurídica, no hay ni puede haber ninguna reli- captación sectaria
gión que sea mejor o peor que cualquier otra.
Abriendo nuestras miras respecto a lo que es «religión»,
según los parámetros apuntados, no sólo podremos ser más 7. Condiciones necesarias para ser captado
justos y respetuosos a la hora de enjuiciar y comprender las por una secta
creencias ajenas, sino que incrementaremos la capacidad para
poder valorar de una forma más objetiva y distendida uno de Los expertos en problemática sectaria solemos repetir
los aspectos formales básicos del fenómeno sectario. Todos, que prácticamente cualquier persona puede ser captada por
pero en especial familiares y adeptos, tienen mucho que ga- una secta si es abordada en el momento oportuno. Y este
nar en las relaciones interpersonales si se adopta una perspec- «momento oportuno» es la resultante de diversidad de ele-
tiva más abierta para verse los unos a los otros. mentos de predisposición caracterológica y, muy especial-
En un número notable de los casos que hemos asesorado mente, de una serie de circunstancias sociales que sobrecar-
en el EMAAPS, el problema fundamental no radicaba en que gan, momentáneamente, los niveles de ansiedad y/o estrés
el sujeto objeto de la consulta estuviese en una «secta», sino del sujeto, haciéndole más vulnerable a la manipulación emo-
en que sus familiares —habitualmente católicos estrictos— se cional. Así pues, aunque no todo el mundo es vulnerable
habían cerrado a todo diálogo y le satanizaban por practicar siempre ni a cualquier ataque proselitista sectario, la existen-
«una pseudorreligión falsa». En estas circunstancias, siempre cia de situaciones y factores de riesgo determina la probabili-
que ha sido posible hacer reflexionar a los familiares implica- dad de que sí seamos vulnerables en muy diversas circunstan-
dos —a todos o parte de ellos— sobre los innumerables pun- cias y ante determinados mensajes sectarios.
tos en común que tiene cualquier práctica religiosa con las —Por el cargo que yo tenía en la secta —me relataba una
demás, la tensión intrafamiliar ha acabado por esfumarse y ex miembro de Cienciología—, como registradora [vendedo-
los supuestos «problemas sectarios» que habían motivado la ra de cursos a los recién captados], pude ver que las personas
petición de ayuda desaparecieron. que entraban en la secta se pueden dividir en varios grupos.
Los marginados, personas que han tenido problemas de dro-
gas y están hechas polvo y los cazan [esta secta en concreto
A7
ofrece también un método para «dejar las drogas»]. Otro 4. Que el mensaje sectario propuesto encaje con las nece-
grupo que está compuesto por gente normal, estudiantes o sidades, intereses y mentalidad del sujeto.
jóvenes que tienen problemas en su casa. En otro estarían las Si falta una sola de estas condiciones, la probabilidad de
personas tímidas, con problemas de comunicación, personas ser captado por alguna SD se reduce drásticamente hasta ha-
introvertidas a las que les gustaría tener un grupo de amigos o cerse prácticamente imposible. Pero también es verdad que,
les gustaría comunicarse mejor. Y, finalmente, están los que teniendo el primer factor —que persiste de por vida si no me-
sufren una crisis, que se sienten solos, muchos de ellos divor- dia un proceso terapéutico adecuado—, es más fácil que las
ciados. siempre cambiantes circunstancias de una vida acaben por
Una observación como la anterior, aunque pueda ajustar- hacerlo coincidir con los otros tres factores desencadenantes
se a buena parte de los adeptos de Cienciología y de algunas de la adicción sectaria.
otras sectas, no debe tomarse, sin embargo, como una defini- —Yo era muy joven y tenía muchos miedos e insegurida-
ción de perfiles clásicos. Hay muchos sectarios que estaban des —me contaba un ex sectario—, me acababa de separar de
en alguna de las situaciones descritas antes de vincularse a su mi mujer y estaba destrozado. Me sentía muy solo y, además,
grupo, pero otros tantos no. Los entornos conflictivos, ob- estaba a punto de quedarme sin trabajo. Conocía a una chica
viamente, no afectan a todos de la misma forma y, en conse- de la secta y la llamé. Creo que yo busqué introducirme en
cuencia, no mueven a buscar idénticas vías de solución; aun- aquel mundo, no quería estar solo, quería conocer gente nue-
que también es cierto que quienes recurren a determinadas va y me interesaba el contacto con el líder del grupo, porque
estrategias para superar sus problemas —particularmente si yo creía en todo esto de la parapsicología y los extraterrestres
nos referimos a conductas adictivas a sustancias y sectas— lo [que es el doctrinario de esa secta].
hacen siempre desde situaciones psicosociales que pueden re- Con todo, a pesar de que en las sectas más diversas encon-
sultar comparables entre sí. El desencadenante que posibilita tramos adeptos con circunstancias biográficas muy similares,
ser seducido por una secta—o, más bien, por una SD— no es no parece haber un perfil psicológico, sociológico y actitu-
una situación determinada sino un conjunto de elementos de dinal que, de modo excluyente y por sí solo, identifique al
diferente etiología que deben actuar de forma conjunta. prosectario, aunque, no obstante, a partir de diversidad de
Por todo ello, para que pueda darse la captación sectaria investigaciones19, sí se ha podido definir un conjunto de ten-
deben coincidir a un mismo tiempo —el «momento oportu- dencias o factores de predisposición que incrementan la vul-
no»— las cuatro condiciones siguientes:
1. Tener un perfil de personalidad presectaria.
2. Estar atravesando un momento de crisis —derivado 19. Entre los que destacan trabajos pioneros como los de Clark, J. G.
y otros (1981). Destrttctive cult conversión: tbeory, research and treatment.
de una circunstancia puntual y anómala y/o de algún proble-
Boston (MA): American Family Foundation; Galanter, M. (1982). «Cha-
ma largo tiempo sostenido— especialmente grave y doloroso rismatic Religious Sects and Psychiatry: an overview.» American Journal
que haga rebosar la capacidad del sujeto para resistir el estrés of Psychiatry, vol. 12 (139), pp. 1539-1548; Spero, M. (1982). «Psychothe-
y la ansiedad. rapeutic procedure wíth religious cult devores.» Journal ofNervous and
Mental Diseases, vol. 6 (170), pp. 332-344; Langone, M. D. (1983). Coun-
3. Ser contactado de un modo adecuado —que pueda ser
seling individuáis andfamilies troubled by cult involment. Boston (M A):
tenido en cuenta por el sujeto— por un reclutador sectario American Family Foundation; y Ash, S. M. (1985). «Cult-induced psy-
(conocido o no de la víctima). chopatology.» Cultic StudiesJournal, voí. 2 (1), pp.31-90.
nerabilidad de un sujeto ante los procesos de captación de vio que hay adolescentes que presentan un perfil de
una SD y que, por tanto, determinan lo que podemos deno- personalidad sólido y maduro mientras que muchos
minar como personalidad presectaria. adultos arrastran personalidades frágiles y se compor-
tan como eternos adolescentes, por lo que el riesgo ata-
ñe a éstos, no a los más jóvenes.
8. Factores de predisposición: la personalidad presectaria
B. Problemas derivados de un sistema familiar
Los factores de predisposición al sectarismo son múltiples, disfuncional:
no excluyentes entre sí y susceptibles de actuar de forma com- • Empleo de pautas educativas extremas (excesivamente
binada, y tienen su origen en diferentes aspectos del proceso autoritarias o laxas).
biográfico de un sujeto —que aquí hemos esquematizado en • Malos tratos físicos y/o psíquicos en general.
seis bloques: edad; sistema familiar disfuncional; trastornos de • Generación de vínculos sobreprotectores (derivados de
personalidad; dificultades de adaptación social; búsqueda re- la actuación materna especialmente).
ligioso-espiritual; y desconocimiento de los factores de vulne- • Síndrome de «ausencia del padre» (por ausencia real,
rabilidad personal ante la manipulación—. Entre los facto- presencia mínima, o débil relación padre/hijo).
res de predisposición que pueden decantar una personalidad • Carencia de dirección paterna y/o incapacidad para
presectaria merecen ser destacados los siguientes: guiar la maduración del hijo y dotarle de estructura y
límites que le capaciten para ser un ente autónomo e in-
A. Problemas derivados de la edad: dependiente.
• Adolescencia/juventud. Éste es el período más crítico • Carencias afectivas y falta de atención paternas que im-
por el que atraviesa cualquier ser humano durante su pidan fortalecer y/o reafirmar el vínculo paterno-filial
proceso de maduración: se intenta consolidar una iden- y el sentimiento de seguridad.
tidad; se lucha por ajustarse y adaptarse al medio social • Pobre comunicación familiar y/o empleo de pautas de
donde se vive; se buscan modelos a imitar y pautas de comunicación doble-vinculantes20 por parte de los pa-
enfrentamiento con todo aquello que se vivencia como dres hacia los hijos.
una realidad opresiva y/o adversa; se experimenta con • Desconocimiento de la realidad evolutiva y psicosocial
crudeza el dolor del proceso de crecer (fracasos, frus- del hijo y, por ello, incapacidad para ayudarle a superar
traciones, responsabilidad, miedos, estrés...). La gran sus problemas y a contener sus conflictos emocionales.
cantidad de conflictos y la inmadurez propia de la • Situación de conflicto permanente (reconocido o no)
edad se convierten en factores que incrementan la vul- entre la pareja paterna.
nerabilidad ante situaciones que se presentan como re- Estos factores pueden acabar dañando severamente los
ductoras de la ansiedad (drogas, sectas, bandas juveni- procesos de maduración y socialización de los hijos, creando
les, etc.).
De todos modos, para evitar confusiones, debe re- 20. Por doble vínculo puede entenderse elresultado de transmitir un
mensaje contradictorio en sí mismo, en un entorno altamente afectivo que
calcarse que el sectarismo no es un problema de «jóve-
impide que el receptor pueda eludir el responder al mensaje y, al mismo
nes» sino de inmaduros de cualquier edad. Resulta ob- tiempo, que pueda poner en evidencia la incongruencia del mismo.
una serie de pautas de dependencia, carencias para el autogo- sistema familiar como las ya citadas y del empleo de pautas
bierno, inseguridad, inmadurez afectiva, desadaptación, hos- lesivas durante los procesos de maduración y socialización.
tilidad... que convertirán a un sujeto en altamente vulnerable Otras, en cambio, son consustanciales con las etapas de ado-
a la manipulación por la vía emocional, que es la empleada lescencia y juventud y/o con la inmadurez psicoafectiva. En
por las sectas —y también por cualquier otro que, mediante general, tenderán a impulsar al sujeto hacia la búsqueda de
instrumentos como la publicidad, propaganda política, me- refugios afectivos de cariz grupal y de algún ideario demagó-
dios de comunicación, etc., aspire a controlar los comporta- gico —«que dé respuesta a todo y de forma fácil e inmedia-
mientos y recursos ajenos—, haciendo víctimas tanto más ta»—, al tiempo que reducirán en mayor o menor medida sus
fáciles cuanto mayor haya sido el debilitamiento de cada capacidades para poder juzgar con objetividad, para oponer-
individuo en el seno de su propia familia. se críticamente o para defender los intereses propios, e incre-
mentarán la facilidad y posibilidades de caer en el engaño, la
C. Problemas derivados de trastornos sumisión y la explotación.
de la personalidad:
• Tendencia a la soledad y la depresión. D. Problemas derivados de dificultades de adaptación a
• Dificultad para comunicarse y establecer relaciones. la realidad social:
• Inseguridad, incertidumbre, confusión y ambivalencia. • Insatisfacción con la vida cotidiana.
• Tendencia a la ansiedad. • Depresión y/o rebeldía ante la realidad social.
• Inmadurez afectiva. • Sentimiento de alienación.
• Necesidad de afecto y/o sobrevaloración de la esfera • Dificultades de adaptación a las estructuras y/o norma-
afectivo-sentimental y de las expectativas que cabe es- tivas sociales mayoritarias.
perar de ella. • Desarraigo generalizado.
• Dependencia y falta de autoconfianza. • Carencia de un sistema de valores y/o de marcos nor-
• Baja autoestima. mativos o autonormativos sólidos.
• Sentimiento de soledad y/o abandono. • Tendencia a conceptualizar e interpretar los problemas
• Tendencia a la autoculpabilización. cotidianos desde perspectivas religiosas.
• Tendencia al idealismo ingenuo. • Sentimiento de falta de plenitud.
• Tendencia a la credulidad. • Desilusión y/o frustración ante las ofertas del ámbito
• Dificultad para expresar ideas de forma crítica. sociocultural y sus expectativas.
• Falta de asertividad. Resulta evidente que las personas más jóvenes y/o inma-
• Baja tolerancia a la ambigüedad. duras son siempre las que sufren con más fuerza el cúmulo de
• Baja tolerancia a la frustración. situaciones lesivas que caracteriza a nuestra estructura social
• Necesidad de valores y/o respuestas absolutos. —falta de coherencia, valores, humanismo, expectativas de
• Búsqueda de la satisfacción inmediata (impaciencia por futuro, solidaridad, justicia... e incremento de desigualdades,
obtener resultados). hipocresía, competitividad, estrés, agresividad, mediocridad,
Muchas de estas características suelen ser fruto de trastor- sensación de vacío y de hastío, alienación, ansiedad...— y, al
nos psicológicos prolongados derivados de disfunciones del intentar enfrentarse a ellas, durante el transcurso de su bús-
queda de identidad y de coherencia y adaptación grupal, ter- F. Problemas derivados del desconocimiento
minan por ser víctimas fáciles de la frustración, del desarrai- de los factores de vulnerabilidad personal
go generalizado y del deseo/necesidad de huir de ese entorno ante los procesos persuasivo-manipuladores:
psicosocial para salir al encuentro de soluciones alternativas • Desconocimiento de la propia fragilidad psicológica.
(que sectas y manipuladores en general saben ofrecer de mo- • Desconocimiento del modus operandí de las técnicas
do tan atractivo como convincente). de manipulación emocional (persuasión coercitiva) y
de sus resultados.
E. Problemas derivados de una búsqueda • Desconocimiento de las situaciones psicosociales que
religioso-espiritual: incrementan el riesgo de vulnerabilidad.
• Aspiración de perfección y trascendencia espiritual. • Desconocimiento de la realidad y riesgos de las SD.
• Preponderancia del pensamiento mágico sobre el pen- Nadie puede prevenirse contra lo que desconoce y, tal
samiento racional. como ya apuntaba hace muchos años en mi primer libro so-
• Susceptibilidad y/o atracción hacia los estados de tran- bre las sectas, la mayor fuerza del ser humano reside en cono-
ce y similares. cer sus propias debilidades, ya que sólo de esa forma podrá
• Apetencia por experimentar nuevos estados alterados evitar dejarse arrastrar por ellas hacia el pozo sin fondo de la
de conciencia. irracionalidad y el fanatismo; una vía óptima para intentar lo-
Las aspiraciones de perfección y trascendencia están muy grar el máximo de libertad posible consiste en conocer quién,
ligadas a las fantasías juveniles de omnipotencia, por lo que, cómo, cuándo, dónde y por qué nos está manipulando.
ante situaciones de crisis sociopersonal, adquieren valor de
refugio liberador y protector y, por ello, suponen una puerta Es obvio que todos los factores de vulnerabilidad apunta-
abierta a los mensajes de tipo salvífico que caracterizan a las dos —que retomaremos y analizaremos más ampliamente en
sectas de índole religiosa. Por otra parte, la atracción por ex- la II parte de este libro, dedicada a la prevención— son gené-
perimentar estados alterados de conciencia y de trance —que ricos, y que su presencia o no, así como su intensidad, varia-
actúan como las drogas al permitir alejarse de la realidad y rán en cada sujeto analizado. La virtud de este listado, en cual-
penetrar en sensaciones placenteras y reconfortantes—, y la quier caso, consiste en su utilidad para aflorar, estructurar y
búsqueda de soluciones mediante la vía del pensamiento má- relacionar una serie de actitudes, estados de ánimo, caren-
gico21 —hoy muy influido por creencias que van desde el cias, problemas psicosociales, tendencias y comportamientos
ocultismo y esoterismo hasta el contactismo extraterres- —muy habituales, todos ellos, en nuestra sociedad— que se
tre—, convierten a los sujetos en mucho más sugestionables erigen en los factores debilitadores clave que, de modo necesa-
y fáciles de manipular. rio, posibilitarán, en su momento, la acción manipuladora de
alguna SD o de cualquier otro interés ajeno al sujeto. Cuanto
más extensa e intensa sea la lista de factores de vulnerabilidad
21. Acerca de las peculiares características y funciones del pensa- detectados en un sujeto determinado, más probable y fácil re-
miento mágico en relación a la búsqueda de seguridad emocional, puede
sultará que un tercero incida sobre su personalidad con tácticas
resultar altamente ilustrativa la lectura de los capítulos 2 y 3 de otro ensa-
yo de este mismo autor: Rodríguez, P. (1999). Dios nació mujer. Barcelo- manipuladoras y acabe transformándole en un ser más o menos
na: Ediciones B, pp. 69-139. dependiente, en un sectario sumiso a la voluntad de un líder.
Rasgos sociológicos y actitudinales del sectario aficionados al campo y partidarios de vivir solos fuera del
ámbito familiar.
Como complemento del perfil psicosocial de riesgo que En la investigación que venimos citando se muestra tam-
acabamos de describir, será interesante apuntar los factores bién con claridad que el perfil psicosocial del grupo de ries-
de vulnerabilidad que detectamos en la única investigación go23 coincide genéricamente con el de los jóvenes que se
sociológica ad hoc que se ha realizado hasta hoy tomando declararon como actualmente adscritos a sectas, aunque se
como objetivo la población global de todo un país22. Entre aprecian algunas divergencias en sus estados anímicos (debi-
los resultados aportados por esta investigación exploratoria, das, ciertamente, a que la pertenencia a la secta había reduci-
pudimos obtener los rasgos sociológicos y actitudinales que, do su nivel de ansiedad e insatisfacción). Esto confirma el he-
en determinadas circunstancias, pueden favorecer el ser cap- cho de que los parámetros de atracción y/o captación de las
tado por alguna secta. sectas son invariables dentro de una misma población.
El perfil del grupo de riesgo detectado por el equipo de A pesar de que el grupo de jóvenes que, en esta investi-
expertos de la Comisión Interministerial para la Juventud fue gación, se definieron como miembros actuales de alguna
el siguiente: psicológicamente está caracterizado por su in- asociación de carácter religioso-sectario —un 0,50 % de la
adaptación e insatisfacción social; su religiosidad, necesidad población encuestada— pertenecen a familias poco acomo-
de trascendencia y atracción por lo sobrenatural; sus caren- dadas —el perfil sociodemográfico está compuesto por más
cias afectivas, soledad y elevada emocionalidad; su baja mujeres que varones, mayores de 18 años, solteros, hijos de
autoestima, depresión, insatisfacción y sentimiento de infeli- padres con estudios primarios e ingresos familiares entre las
cidad; su idealismo, búsqueda de absolutos y de soluciones 80.000 y 100.000 pesetas mensuales—, la experiencia que
revolucionarias; y por su independencia y bajo deseo de afi- tenemos quienes trabajamos en este campo indica que el sec-
liación y compromiso. Respecto a la dinámica social, los pro- tarismo no es ajeno, ni mucho menos, a las clases sociales más
blemas que le afectan más que al resto de la población son: acomodadas.
desorientación, aburrimiento, falta de dinero, paro, desenga- Si bien las condiciones que se dan, en general, en las clases
ños amorosos, fracaso escolar, malas relaciones familiares y medias bajas pueden ser susceptibles de generar personalida-
consumo de drogas. Actitudinalmente aparecen como paci- des presectarias, no es menos cierto que el deterioro de las
fistas, algo autoritarios, partidarios de la educación sexual, pautas de relación padres-hijos que, cada día más, se da entre
22. Esta investigación, realizada en España, en 1988, por el grupo de 23. En España, este grupo de riesgo, eso es el de jóvenes que poseen
trabajo sobre sectas de la Comisión Interministerial para la Juventud (Mi- un perfil psicosocial que les hace potencíalmente más vulnerables a la ac-
nisterio de Justicia), fue diseñada por Andrés Canteras, Pepe Rodríguez y ción proselitista de las sectas, afectaría a un 13 % de los jóvenes de entre
Alvaro Rodríguez y la encuesta social, realizada por el Instituto de Estu- 14 a 29 años, que es tanto como decir que 1.307.441 jóvenes poseen los fac-
dios de la Opinión Pública Española, se llevó a cabo sobre una muestra tores de riesgo necesarios para que, de darse las cuatro condiciones apun-
representativa de los jóvenes entre 14 y 29 años cumplidos y residentes en tadas en el apartado 7, puedan ser captados fácilmente por alguna secta
zonas urbanas de más de 10.000 habitantes. El error muestral máximo destructiva. Aunque no existen datos rigurosos de otros países que per-
admitido fue de ± 2,5 %, con un nivel de confianza del 95 % en las condi- mitan comparar este tipo de resultados entre-sí, no parece demasiado
ciones habituales de muestreo. Cfr. Canteras, A., Rodríguez, P. y Rodrí- descabellado especular que en países con estructura socíocultural pareci-
guez, A. (1992). Jóvenes y sectas: un análisis del fenómeno religioso-secta- da a la española podría darse un porcentaje equivalente de jóvenes con
rio en España. Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales. perfil de riesgo.
las familias de clase media alta y alta, es también un inmejora- frente a un posible riesgo, lo inteligente es preocuparse un
ble caldo de cultivo para fabricar futuros sectarios. La gene- poco y, acto seguido, pasar a ocuparse un mucho. Poder pre-
ración de personalidades de riesgo no deriva tanto de una de- venir y/o resolver un problema requiere tener consciencia de
terminada posición socioeconómica o cultural como de la los factores que lo determinan y actuar con firmeza para eli-
calidad de las relaciones afectivas paternofiliales y de su capa- minarlos o minimizarlos, dos pasos sucesivos y complemen-
cidad para establecer procesos de maduración, formación y tarios que, como ya se dijo, orientan toda la estructura de este
socialización adecuados. Contra las sectas —como respecto a libro.
las drogas y otros comportamientos adictivos— no está in- A pesar de todas las técnicas de persuasión coercitiva que
munizada ninguna clase social, aunque, eso sí, puede haber emplean las SD —y que describiremos sucintamente en el ca-
sectas y/o drogas que atraigan más a los miembros de uno u pítulo V—, cuando una secta comienza a aplicarlas sobre
otro segmento social, pero eso es pura anécdota, ya que los alguna persona ¡y logra sus propósitos!, no nos engañemos,
problemas causados por un comportamiento dependiente buena parte del daño que hizo vulnerable a esc nuevo secta-
suelen ser similares. Por último, si tenemos en cuenta que rio llevaba ya muchos años minándole la vida. La secta no
uno de los factores clave de vulnerabilidad ante la manipula- hizo sino ahondar con destreza en las heridas abiertas previa-
ción es la inmadurez psicoemocional, y que ésta se encuentra mente por procesos de maduración psicoafcctiva lesivos e in-
igualmente presente, aunque con otro entorno psicosocial, capacitantes, por pautas formativas y educativas erróneas, y
en el segmento de población de edades superiores a las es- por dinámicas socializadoras frustrantes.
tudiadas —14 a 29 años— por la investigación aquí aludida, —En la secta descubrí todo un mundo de afectos, de apo-
podremos extender la validez de buena parte de los facto- yos y de posibilidades que nunca tuve en mi casa, ni en nin-
res de riesgo mencionados en este apartado al conjunto de la guna otra parte. Yo no quiero decir que mis padres tengan la
población. culpa de los dos años que he pasado en el grupo, pero sí que
estoy segura de que la forma en que me criaron me ha hecho
una sectaria en potencia. Ahora me he salido de una [secta]
Incidencia de la familia en la génesis porque ya no podía soportar más la vida que me obligaban a
de una personalidad sectaria llevar, pero siento que sigo necesitando depender de algún
grupo, me hace falta la seguridad que se respira cuando te
Si he logrado explicarme con suficiente claridad, es posi- conviertes en uno con todo el grupo. Sé que soy carne de sec-
ble que el lector ya intuya que buena parte de los factores que ta y, seguramente, sin darme cuenta, acabaré metida en algu-
determinan el comportamiento sectario de un sujeto tienen na otra —me confesaba una joven ex sectaria llena de confu-
relación directa con una serie de procesos psicosociales acae- sión, culpabilidad y temor.
cidos en el pasado dentro de su propia familia. Pero, en cual- Hace veinticinco años, cuando comencé a tratar el pro-
quier caso, ser consciente de esta posibilidad no debe llevar a blema de las sectas contemporáneas, no faltaron quienes pen-
nadie —esté afectado o no por el problema— a culpabilizarse saron que la realidad que denunciaba era una exageración —y
o asustarse, dos reacciones muy habituales que no sólo resul- hasta una invención— o, en cualquier caso, que no era más
;
tan absolutamente inútiles sino que siempre agravan la situa- que una moda pasajera o algo que les ocurría sólo a los norte-
ción c impiden lograr soluciones. Cuando uno se encuentra americanos y que se circunscribía a su desquiciada y vario-
pinta sociedad. Pero, sin embargo, hoy, las sectas todavía si- pótesis de mero sentido común— que postula24 la existencia
guen aquí y han multiplicado notablemente su número y el de unidades básicas de socialización —la familia y la escuela
de los adeptos que las conforman; algo lógico, por otra parte, en la infancia y, posteriormente, el grupo de iguales— desde
ya que el progresivo deterioro del tejido social —consecuen- las que se mediatiza el aprendizaje de pautas de comporta-
cia de las necesidades y características de la llamada sociedad miento que pueden ser prosociales o antisociales (situando
industrial moderna—, lleva irremediablemente a la implanta- entre éstas el abuso de drogas).
ción de dinámicas de refugio/dependencia —capaces de ac- «Este enfoque plantea cómo en la dinámica de transmi-
tuar a modo de reductores de ansiedad— como las sectas o sión de pautas, actitudes, valores y referentes educacionales,
las drogas. De hecho, los datos disponibles indican que estas la familia ejerce de modo competente o no sus funciones de
últimas han seguido un desarrollo y evolución paralelo y formación de futuros individuos diestros y autónomos para
equivalente al de las sectas, aunque explicitado bajo com- el control de su propia vida y suficientes para la adaptación
portamientos sociales más evidentes y ruidosos que, preci- personal y social. Esta perspectiva de la familia como instan-
samente por ello, forzaron la aparición de políticas asisten- cia moduladora de aprendizajes prosociales reúne a la vez las
ciales específicas destinadas a aminorar su impacto social; la dos perspectivas de riesgo/protección. El nivel de desarrollo
adicción al sectarismo, que victimiza de un modo silencioso, madurativo y de capacidades que la familia sea capaz de pro-
está todavía muy lejos de ser abordada de una manera si- mover y troquelar en los hijos, condicionará estados pre-
milar. cedentes y niveles de vulnerabilidad para la incidencia de las
Respecto a las drogas, puede —y debe— discutirse la variables de riesgo implicadas en el consumo [de drogas] y
mayor o menor eficacia que han tenido las campañas de pre- propias de la interdinámica persona-entorno.»25 Lo recién
vención y la política represiva y asistencial —plagadas, sin apuntado a propósito de la familia y la vulnerabilidad de los
duda alguna, de errores conceptuales, metodológicos y es- hijos al abuso de drogas es plenamente aplicable al riesgo de
tructurales que han llevado a dilapidar ingentes recursos con dependencia sectaria.
resultados más bien insignificantes—, pero resulta incuestio- Desconocer la verdadera etiología de un problema psico-
nable la necesidad social de campañas informativo-preventi- social, o atribuirlo a causas que, en el mejor de los casos, no
vas y la de algún tipo de estructura asistencial ad hoc. En- son sino subsidiarías, impide actuar con eficacia. Imputar la
frentarse a la problemática de la adicción a las sectas requiere «culpa» de la adicción de un familiar a una droga o a una sec-
un planteo básicamente equivalente al de las drogas, pero lo ta al efecto de la sustancia/traficante o al grupo que le ha cap-
cierto es que, hasta el día de hoy, no se ha elaborado nin- tado, puede tranquilizar la conciencia de quienes ven las co-
guna política preventiva dirigida a incidir en los ámbitos sas de ese modo —aporta un cierto consuelo pensar que «era
que, de una u otra forma, generan y/o cronifican las dinámi- inevitable... la droga es muy mala... las sectas tienen un poder
cas adictivas, y que, por orden de importancia, son: el siste- de manipulación irresistible... no pudimos hacer nada para
ma familiar, la estructura escolar y el marco social en ge-
neral. 24. Cfr. Hawkins, J. D. y WeisJ. G. (1985). «The Social Develop-
ment Model: An Integrated approach to delinquency prevention.»/o«r-
En el diseño actual de planes de intervención en toxico-
nal ofPrimary Preventíon (6).
manías se tienen en cuenta marcos teóricos como la Teoría de 25. Cfr. Acero, A. (1997). «Familia y factores de protección: una es-
Desarrollo Social —una etiqueta rimbombante para una hi- trategia preventiva.» Revista de Estudios de Juventud (40), pp. 65-66.
apartarle de las malas compañías... es una desgracia que se
nos ha venido encima...»—, pero ello, por humano y com-
prensible que pueda parecemos, no enmienda la situación
particular ni impide que, en nuestra sociedad —en todas las
sociedades occidentales—, vaya en incremento progresivo
la cifra de adictos a sectas y que, mucho más grave todavía,
aumenten de forma exponencial las actitudes y personalida-
des sectarias en el conjunto de la sociedad. lll
Esta tendencia hacia la sectarización sólo puede detenerse
e invertirse si adoptamos —y comenzamos a aplicar— pautas La sectadependencia, otra forma de adicción
preventivas adecuadas desde los distintos estamentos respon-
sables de la formación integral del individuo: familia, sistema
de enseñanza e instituciones encargadas de la acción social 9. Conductas adjetivas y supervivencia emocional
directa.
De estos tres estamentos, el familiar es el que tiene mayor La mayoría de la gente sigue pensando todavía que una
peso y responsabilidad en los aspectos básicos de la forma- adicción es el resultado «inevitable» de consumir alguna sus-
ción de un sujeto, tanto por su posible incidencia en la genera- tancia satanizada —una «droga»— que, por su composición,
ción de estructuras de personalidad frágiles o problemáticas, acaba enfermando y degradando al sujeto que se la adminis-
como por su posición privilegiada para poder suministrar tra. Pero tal concepción está trasnochada y resulta demasiado
pautas formativas indispensables para que los hijos puedan limitada y peligrosamente errónea, dado que, entre otras co-
superar con éxito la amplia gama de dificultades psicosociales sas, pone todo el énfasis en culpar del problema a una deter-
con las que deberán enfrentarse en el futuro. En cualquier minada sustancia —en la Grecia clásica ya se sabía perfecta-
caso, siendo indiscutible la incidencia que puede tener el mar- mente que el veneno no radica en la propia sustancia sino en
co familiar en la génesis de personalidades sectarias, también la dosis que de ella se emplea—, ignorando que un proceso
resulta obvio que las posibilidades de actuación intrafamiliar adictivo puede sustentarse tan sólo en la repetición de una
positiva y/o correctora pueden ser muchas y tan variadas conducta sin que medie ningún consumo de una sustancia, y
como decisorias; de ellas nos ocuparemos en la II y III parte olvidándose de las fundamentales causas psicosociales que
de este libro, dedicadas íntegramente a la única estrategia que generan y potencian la necesidad de convertirse en adicto.
resulta verdaderamente eficaz ante la problemática sectaria: la Bien es cierto, también, que, incluso entre el grueso de los
prevención. especialistas en adicciones, no se ha comenzado a aceptar sino
muy recientemente que las emociones —tal como se funda-
mentará más adelante— pueden ser tan o más adictivas que la
peor de esas sustancias que denominamos genéricamente
como «drogas». Cuando empecé a plantear que algunas diná-
micas sectarias —que configuran un mundo emocional por
excelencia— debían ser vistas básicamente como conductas
adictivas, como una sectadependencia originada en factores síntomas patológicos del adepto y en los elementos coactivos
psicosociales de riesgo presentes en el sujeto, no fue una pro- y/o delictivos de la estructura sectaria, corriendo un tupido
puesta bien acogida por el stahlisbment antisectario —ya que velo sobre la problemática psicosocial previa del sujeto que,
contradecía la clásica visión maniquea de la secta (malísima) en suma, representaba el principal dinamizador del proceso
que victimiza al sujeto (buenísimo)— ni aun después de que el de afiliación y subsiguiente dependencia de la «secta»29.
Instituto Complutense de Drogodependencias (F.A.D./Fa- En adelante, cuando hablemos de adicción y dependencia
cultad de Medicina de la Universidad Complutense de Ma- lo haremos entendiendo éstas en el sentido apuntado por Ro-
drid), en 1987, me encargara impartir una asignatura sobre zanne W. Faulkner, que propuso definir la adicción como
dependencia sectaria en los cursos del master en drogodepen- «un trastorno serio y progresivo que implica la autoadminis-
dencias más importante de España26. tración repetitiva de una sustancia o un proceso para evitar
Abordar la adscripción a una «secta» desde la perspectiva las percepciones de la realidad a través de la manipulación de
de una adicción o dependencia 27 aporta vías de comprensión los procesos del sistema nervioso, produciéndose, en con-
y sugiere estrategias de tratamiento mucho más ajustadas y secuencia, un daño en el equilibrio del funcionamiento bio-
eficaces que los abordajes clásicos y excesivamente medicali- químico del organismo y una pérdida de habilidad para rela-
zados sobre los que se ha basado, desde sus comienzos, el es- cionarse con el mundo exterior sin el uso de la sustancia o
tudio de la problemática sectaria28, que —al igual que sucedió proceso seleccionado»30.
con el abordaje de las toxicomanías— se concentró en los La propuesta de Faulkner, aunque no es del todo original,
tiene la virtud de aglutinar en una misma definición y en un
26. Y no fue menos importante para Latinoamérica, ya que en sus único planteo de abordaje terapéutico los dos tipos básicos
aulas de Madrid completaron su formación una parte notable de los actua- de dinámicas adictivas: las adicciones a sustancias y las adie-
les técnicos en drogodependencias sudamericanos. De hecho, fue la prime-
ra vez que, tanco dentro como fuera del marco universitario español, se da-
ba un curso específico sobre todos los aspectos —psicosociales, clínicos, tes. » Journal ofNervous and Mental Diseases, vol. 6 (170), pp. 332-344;
técnicos, asistenciales y jurídicos— que engloba el fenómeno sectario, y Langone, M. D. (1983). Counseling individuáis andfamilies troubled by
fue también el único especializado durante los diez años que fui profesor cult involment. Boston (MA): American Family Foundation; Ash, S. M.
del I.C.D. (hasta que dejó de impartirse el master). Actualmente, ese cur- (1985). «Cult-induced psychopatology.» Cultic StudiesJournal, Vol. 2 (1),
so, que imparto en diferentes ámbitos académicos, todavía sigue siendo el pp.31-90.
único que aborda integralmente esta problemática. 29. No resultará baladí señalar que las primeras explicaciones teóri-
27. C/r. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Edi- cas del «problema sectario» fueron desarrolladas por psiquiatras nortea-
ciones B; Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos (El mericanos que trabajaban a sueldo de familias que deseaban «salvar a sus
drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B; Rodríguez, P. hijos de las garras de sectas manipuladoras», por ello —idénticamente a lo
(1994). Tu hijo y las sectas. Madrid: Temas de Hoy; Rodríguez, P. (1996). sucedido con las drogas—, el punto de partida de esos estudios fue mani-
«Sectas y rehabilitación psicosocial, un problema pendiente.» La rehabili- queo y complaciente para con familiares y víctimas, buscando fundamen-
tado psícosocial integral a la comunitat i amh la comunitat (2). Barcelona: tos —correctos, en lo que a tácticas manipuladoras se refiere— para soste-
ARAPDIS. ner las tesis victimistas de las familias afectadas y poder descargar todas las
28. C/r. Clark, J. G. y otros (1981). Destructive cult conversión: culpas en el bando sectario y su «lavado de cerebro», pero obviando pia-
theory, research and treatment. Boston (MA): American Family Founda- dosamente la parte de responsabilidad de sus clientes en el conflicto final.
tion; Galanter, M. (1982). «Charismatic Religious Sects and Psychíatry: an 30. C/r. Faulkner, R. W. (1991). Therapeutic Recreation Protocolfor
overview.» American Journal of Psychiatry, vol. 12 (139), pp. 1539-1548; Treatment ofSubstance Addictions. State College (PA): Venture Publish-
Spero, M. (1982). «Psychotherapeutic procedure with religious cult devo- ing, p. 42.
clones a procesos. De este modo quedan emparentados los y, muy especialmente, en sus circunstancias sociales y en el
comportamientos básicos de toxicómanos —tomando el vo- modo que tenga de relacionarse, enfrentarse o dialogar con
cablo en su sentido más clásico y socialmente restrictivo—, ellas.
alcohólicos, adictos al tabaco, a la comida, al trabajo, a los Esta misma dirección es la que sugirió este autor cuando
juegos de azar, a los ordenadores, a Internet, a los videojue- propuso conceptualizar como menor autodestructivo a toda
gos, a las compras/paseos en grandes superficies, a los juegos estructura de personalidad —construida desde la infancia—
de riesgo, al sexo, a las sectas, al coleccionismo y a un sinfín debilitada por diversidad de pautas formativas y educativas
de conductas. Tal como mostraremos más adelante, todo lo erróneas que, ante condiciones sociales vividas como adver-
que pueda ser capaz de evocar la producción de betaendorfi- sas, lanza al sujeto hacia la búsqueda de reductores de ansie-
nas en el cerebro puede acabar generando adicción, aunque dad extremos, haciéndole perder el control de los mismos
también es verdad que las características psicosociales de hasta caer en dinámicas de dependencia más o menos profun-
cada sujeto son las que predeterminan y modulan la vía hacia das y autodestructivas33. Las características psicosocialcs pre-
la dependencia. vias que presenta un adepto de una dinámica sectaria destruc-
Ángeles González resumió bien esta cuestión al postular tiva encajan plenamente en este planteamiento.
que «la adicción sólo es una y su finalidad es única, aunque Con una lúcida visión del mundo de las adicciones, el es-
varíen sus medios»31 y Gaeta no iba desencaminado cuando pecialista Stanton Peele afirmó en uno de sus trabajos que
comenzó a sostener que bajo las conductas adictivas existían «Todos los datos apuntan al hecho de que la adicción es un
mecanismos neuroquímicos similares, provocados por exo- estilo de vida, una forma de arreglárselas con el mundo y con
tóxicos —en los consumos de sustancias externas— y por en- nosotros mismos, una forma de interpretar nuestra experien-
dotóxicos —drogas endógenas segregadas en respuesta a es- cia —incluyendo las experiencias producidas por sustancias
tímulos psicológicos— que oscilan entre la excitación y la psicoactivas—. La heroína y el alcohol tienen un poderoso
relajación y que acaban transportando al sujeto a un cierto impacto tanto en el cuerpo de la persona como en sus emo-
estado transitorio de nirvana32. ciones, pero estos efectos no causan adicción en y por sí mis-
En los procesos adictivos, en general, parece evidente que mos. Es la manera en que la persona interpreta y responde al
la relación entre sustancia/conducta y adicción/adicto sólo impacto de una droga lo que está en el núcleo de una adic-
puede representarse mediante una ecuación no lineal y que ción. Y esto viene determinado por las sensaciones, emocio-
—dejando al margen posibles causas genéticas que predis- nes y sentimientos del propio individuo respecto a sí mismo
pongan a ciertas respuestas y/o carencias bioquímicas— las y respecto a la vida, y éstos están, a su vez, determinados por
razones por las que unas sustancias y/o conductas resultan las experiencias de la infancia, la personalidad y el entorno
adictivas para algunos, aunque no para otros, hay que bus- social actual (...) A lo que somos adictos es a la experiencia
carlas en la estructura de personalidad del sujeto dependiente que la droga crea para nosotros (...)
»¿Qué hay en estas actividades que crean adicción en al-
31. Cfr. González, A. (\9$8).Jocpatológic: una nova addicdó. Barce-
lona: Tíbidabo.
32. Cfr. Gaeta, S. (1978). «Contribución antropológica al estudio de 33. Cfr. Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos
la ludomanía y su relación con las toxicomanías.» Revista Chilena de Neu- (El drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B; Rodrigue?:, P.
ropsiqitiatria (16). (1994). Tu hijo y las sectas. Madrid: Temas de Hoy.
gunas personas —de hecho en muchas personas—? Todas empezar a afrontarlos antes de que adquieran un carácter de-
ellas ofrecen la aliviadora oportunidad de ser absorbidos en rrotista.»34
una sensación arrolladora que elimina la consciencia de los En suma, lo apuntado sugiere que una dinámica de de-
problemas cotidianos. Pero lo que hace de cualquier activi- pendencia está en función de las posibilidades que tenga un
dad una adicción es la persona que la emprende: persona- determinado sujeto para lograr un marco de supervivencia
lidad, situación, motivaciones. Si un individuo comienza a emocional adecuado o, dicho de otra manera, que puede ac-
implicarse en una actividad para escapar del dolor (físico o de tuar como una estrategia destinada a intentar compensar las
cualquier otro tipo) y recurre a ella cada vez más para sentir carencias, sensación de fracaso, ansiedad, etc., de un sujeto
alivio, y experimenta ansiedad y culpa cuando está fuera de con insuficientes recursos emocionales para poder controlar
ella, entonces esta persona devendrá adicta, independien- su propia vida y circunstancias. El consumo abusivo de dro-
temente de cuál sea la actividad en la que se halle impli- gas puede ser una vía, pero resulta obvio que los procesos
cado (...). toxicomanógenos instalan a «las conductas patológicas como
»Si reconocemos que la adicción puede aparecer en cual- un nuevo objeto generador de dependencias, ya que son ca-
quier tipo de implicación, tenemos que reconocer también paces, también, de ostentar un potencial adictivo, sin requerir
que ninguna actividad —incluyendo el consumo de drogas— el consumo de sustancias químicas exógenas»3\n este últi-
es necesariamente adictiva. Lo que hace que una implicación mo caso estarían los sectadependientes.
no sea adictiva es el hecho de ser capaz de controlarla e intro- Dado que los seres vivos, en definitiva, somos sistemas
ducirla y acomodarla en el resto de la propia vida. Eso signi- nerviosos que interaccionamos con estímulos medioambien-
fica saber cuándo hay que parar de hacer algo que se está con- tales y socioculturales, produciendo respuestas que, a su vez,
virtiendo en perjudicial; lo cual nos lleva, a su vez, hacia lo condicionan las futuras pautas para enfrentarnos a nuevos es-
que podríamos denominar las características de la no adic- tímulos, las conductas adictivas o dependientes pasan a tener
ción. Las personas pueden resistirse a la adicción cuando ob- un papel de autoterapia cuando las condiciones externas al
tienen suficiente satisfacción de sus vidas como para garan- sujeto amenazan su homeostasis36.
tizar que no tengan que buscar algo que, por sí solo, deba Bajo la conducta adictiva subyace la necesidad de depen-
proporcionarles toda esa satisfacción. Si la gente tiene impli- dencia propia de un sujeto que no se cree capaz de conseguir
caciones que signifiquen algo para ellos, existe una menor por sí mismo aquello a lo que aspira y, para intentar ocultar
probabilidad de que una implicación destructiva los domine, su sensación de fracaso y mantener una imagen aceptable de
porque existirán otras actividades y personas que no estarán
dispuestos a sacrificar. Las personas necesitan sentirse bien 34. C/r. Peele, S. (1980). «The addicrion experience.» Center City,
consigo mismas de forma que conscientemente no puedan MN: Hazelden. [Modified from two-part article that appeared inAddic-
tions (Ontario Addiction Research Foundation), Summer, 1977, pp 21-41;
hacerse daño; necesitan estar orgullosas de sí mismas de ma- Fall, 1977, 36-57.] Ver también Peele, S. (1985). The Meanmg of Addic-
nera que no deseen perder el control, tanto por su propio tion. Lexington: Lexington Books.
interés, como por el de los demás. Necesitan aceptarse a sí 35. C/r. Ridruejo, P. (1994). Hacia un modelo integral de la adicción.
mismas para combatir la culpa y la ansiedad, elementos que En Casas, M., Gutiérrez, M., San Molina, L. (Ed.). Psicopatología y Alco-
holismo. Barcelona: Ediciones en Neurociencias, p. 514.
constituyen el núcleo del ciclo adictivo. Finalmente, las per- 36. C/r. Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos
sonas necesitan ser capaces de reconocer sus problemas para (El drama del menor en España}. Barcelona: Ediciones B.
sí mismo, renuncia a intentarlo. Este tipo de personas, a tra- can la baja autoestima, escasa tolerancia a la ambigüedad y la
vés del uso abusivo o patológico de una sustancia o de una frustración, o la tendencia a la ansiedad —además de otras
conducta, obtienen percepciones agradables que sustituyen a muchas características básicas de la personalidad presecta-
las del mundo real y que, mejor aún, ante cualquier dificultad ria—; y al analizar sus estructuras familiares encontramos di-
cotidiana acuden a calmar su aflicción de forma segura e in- námicas de sobreexigencia mantenidas desde la infancia —por
mediata —la sustancia o la conducta adictiva produce el efec- uno o ambos padres— que han cronificado su sensación de
to buscado siempre, con rapidez y sin esfuerzo—, con lo que «incapacidad» ante la vida. Esos individuos, lógicamente,
eluden la posibilidad de fracasar y las situaciones generado- necesitaron encontrar un reductor de ansiedad a su medi-
ras de ansiedad. da y la «secta» —la dependencia de ella— solucionó su pro-
«El paralelismo entre la conducta de alto temor al fracaso blema.
y la adicción es exacto cuando —según afirma Stanton Pee- En general, el entorno sectario es predecible —está alta-
le—, para evitar la ansiedad personal, una persona toma el mente rituaíizado—, de acceso inmediato, proporciona sen-
camino más seguro para evitar el fracaso. El adicto, ante el te- saciones gratificantes y permite eludir el riesgo de fracasar
mor de un reto o de cualquier novedad, escoge o bien hacer (ya que el dependiente, escudado bajo su sumisión a los dic-
las cosas de forma tan constante y predecible como sea posi- tados de un líder, doctrina o dios, no se percibe a sí mismo
ble, o bien arriesgarse de tal forma que no tenga opción de te- como responsable de su destino). Por otra parte, el fracaso
ner éxito. Puede parecer extraño que sea la seguridad de lo resulta también imposible si uno dedica todo su esfuerzo vi-
predecible lo que causa que un adicto recaiga en el consumo tal a un objetivo ciclópeo que, por definición, jamás podrá
(...) pero es lo predecible de una sensación, la seguridad de obtenerse. Las utopías sectarias son la coartada perfecta para
obtener siempre el mismo efecto, lo que el adicto busca a través un dependiente; a nadie se le puede tildar de fracasado por no
de la heroína o el alcohol [o de cualquier otra sustancia o con- haber logrado alcanzar la «perfección espiritual» o la «libera-
ducta capaz de generarle dependencia]. Al mismo tiempo, ser ción», o por no haber podido «salvar el mundo», máxime si
adicto proporciona una excusa para justificar los fracasos y para día y noche persiste en pos de tal empeño y para ello deja de
no realizar ni el esfuerzo de adaptarse al resto de su vida.»37 lado cualquier otra actividad o interés ajenos al foco de su
Cuando se trabaja con sujetos sectadependientes —ca- sectadependencia, es decir, propios de una vida normalizada.
tegoría que no debe confundirse con cualquier miembro de La conducta adictiva impide el fracaso, puesto que la de-
una «secta»38— puede apreciarse con claridad meridiana esta pendencia —también la sectadependencia— evita que uno
observación de Peele. Entre sus rasgos de personalidad desta- tenga que responsabilizarse de los cambios que debería in-
troducir en su vida para sentirla como suficientemente satis-
factoria; la adicción, aunque no sirve para transformar las cir-
37. C/r. Peeíe, S. (1980). «The addiction experience.» Center City
(MN): Hazelden. [Modified from two-part article that appeared mAddic-
cunstancias que le hacen fracasar a uno, sí es altamente eficaz
tions (Ontario Addiction Research Foundation), Summer, 1977, pp 21-41;
Fall, 1977,36-57.] su incidencia en el individuo variará en función de sus condicionantes psi-
38. En el proceso de relación con una secta se pasa por diferentes es- cosociales previos. Sólo una parte más o menos notable de los sectarios
tadios que pueden resumirse en estas cuatro fases progresivas: interés, fas- que pasan por este proceso llegan al cuarto estadio, a la sectadependencia,
cinación, enamoramiento y sectadependencia. En la segunda y tercera fa- que es cuando ya se está ante una situación y comportamientos que son
scs tiene lugar el proceso manipulador dentro del contexto sectario, pero problemáticos tanto para el sujeto como para su entorno.
para anular la ansiedad que conlleva el creerse incapaz de sensibilidad y credibilidad— los máximos estímulos posibles
controlar las riendas de la propia existencia. Por eso, un sec- —relaciones personales y actividades que puedan despertar
tadependiente —como un toxicómano— se siente bien a pe- su interés— a fin de intentar compensar progresivamente su
sar de que el entorno en que se manifiesta su conducta adicti- tendencia a sentir que sólo a través de la conducta adictiva
va pueda ser un camino de explotación y degradación. No puede alcanzar «bienestar»40.
hay casi nada que un toxicómano o un sectadependiente no No debe olvidarse que, tal como aprecia Ridruejo, «la
fuesen capaces de hacer o soportar con tal de poder seguir conducta adictiva no es, propiamente hablando, una modali-
disfrutando de la experiencia liberadora que asocian a su con- dad comportamental, sino que constituye, por el contrario,
sumo o conducta adictiva. un ejemplo convincente de reducción conductual. Tal ejem-
Señala, con razón, Peele, que «los adictos se sienten incó- plo sigue la ruta de los procesos estereotípicos, en los que, a
modos con ellos mismos y con su mundo. Carecen del tipo causa de una pérdida de elasticidad y espontaneidad creativa,
de vida completa que normalmente proporciona a la gente se cae en rutinas que minimizan la capacidad de adaptación.
suficientes motivaciones y suficiente satisfacción de su entor- Es algo así como si invocáramos la categoría de "rigidez con-
no corno para hacer que una adicción no sea nada atrayente. ductual" (...) Si siguiéramos el razonamiento de Cattel y Ti-
La ausencia de estos elementos permite que la adicción crez- ner sobre los factores de rigidez disposicional y la inercia
ca, cada vez en mayor proporción, en la vida de esas perso- ideacional que entraña, podríamos advertir que el adicto su-
nas, porque no existe nada que pueda compensar la necesidad fre como un secuestro de la conducta posible, una restricción
de droga [o, en general, de conducta adictiva]. Esta es la rela- de sus virtualidades competenciales y una progresiva rudi-
ción de la tolerancia con el estilo de vida adictivo»39. mentarización de los mecanismos motivacionales»41.
Esta observación, de pura lógica, la hemos apuntado ya Efectivamente, la conducta adictiva, más que «buscar
en apartados anteriores y trataremos ampliamente sus con- algo» —una nueva sensación o un placer intenso, por ejem-
tornos a lo largo del capítulo IV. Cuanto más pobre en estí- plo— pretende «dejar de encontrarse con algo», por eso su-
mulos e insatisfactoria sea la vida de un sujeto, tanto más pone una reducción conductual. Coincidimos también con
atrayente será una «secta» y satisfactoria su sectadependencia Stanton Peele cuando apunta que «la adicción no es una ex-
—si éste es el camino compensatorio elegido— y, cerrando el periencia que pretende el placer. Una adicción elimina el do-
argumento por el otro extremo, cuanto más persista esta si-
tuación psicosocial lesiva, más se incrementará la dependen-
40. Entre los casos que asesoramos en el EMAAPS abundan las oca-
cia y la tolerancia al comportamiento adictivo. Tampoco será siones en que no llegamos a conocer directamente al «sectario», pero bas-
difícil comprender —eso confío, al menos— que, cuando nos ta trabajar con los miembros de su entorno —ayudándoles a cambiar algu-
encontramos ante alguien que está flirteando con una «secta» nas dinámicas intrafamiliares, a restablecer o mejorar la comunicación con
y/o que está cayendo en sectadependencia, lo único que no el sujeto y a programar actividades interesantes para comenzar a compar-
tirlas con él— para que el «problema sectario» vaya diluyéndose progresi-
debe hacerse es acorralarle —le encierra todavía más en el vamente hasta acabar desapareciendo. Las relaciones familiares pueden
grupo— y/o ignorarle —ratifica su aislamiento—, antes al terminar normalizándose incluso sin haber trabajado con el sujeto su rela-
contrario, deberían ponerse a su alcance —con sentido común, ción con la «secta»; si las modificaciones en el entorno psicosocial de un
sectadependiente se planifican y llevan a cabo adecuadamente, pueden
atenuar o contrarrestar su conducta adictiva.
3V. Ibíd. 41. C/r. Ridruejo, P. (1994). Op. ot-, pp. 543-544.
lor. Los adictos llegan a ella por motivaciones negativas —te- túan sobre un conjunto de áreas cerebrales interconectadas
mor, ansiedad, culpa, malestar—, empleando la sustancia o que conforman el sistema de recompensa cerebral.
la implicación conductuaí para aliviarlas durante algún tiem- El descubrimiento de los mecanismos cerebrales de re-
po. Aunque pueden haber experimentado anteriormente una fuerzo se debe a un hallazgo fortuito de Olds y Milner que, a
respuesta placentera mediante el objeto de su adicción, di- mediados de la década de los cincuenta, mientras investigaban
cha respuesta, a través del tiempo de conducta adictiva, se ha sobre las estructuras nerviosas relacionadas con el sueño, ob-
desvanecido gradualmente en el fondo de su pasado. La eufo- servaron cómo una de las ratas de laboratorio, a la que habían
ria que drogas como el alcohol o la heroína o barbitúricos introducido electrodos en el cerebro, presionaba frenética-
pueden causar en una persona es la euforia de una repentina mente, una vez tras otra, la palanca que hacía llegar una pe-
liberación de sus inquietudes. Por este motivo los adictos no queña corriente eléctrica hasta su cerebro; aquella rata, al
están excesivamente interesados por la calidad o tipo de sus- igual que todas las demás que repitieron el experimento,
tancia [y/o conducta] que puedan conseguir (...); simplemen- mientras pudiera seguir autoadministrándose estimulación
te agradecen sus efectos intoxicantes. En el sentido en que un cerebral en el punto de implante del electrodo dejaba de ocu-
adicto utiliza algo para paliar la consciencia del dolor, todas parse de su propia supervivencia —perdiendo el interés por
las adicciones son indistintas»42. Dado que todas ellas, cabría comer, beber y reproducirse—, hasta acabar muriendo junto
añadir, sirven igualmente como estrategias de supervivencia a la palanca que la había convertido en adicta43.
emocional. Una parte fundamental de los circuitos de recompensa
está constituida por neuronas dopaminérgicas44 cuyos cuer-
pos celulares se localizan en el mesencéfalo y envían sus axo-
Bioquímica cerebral y procesos adjetivos nes hacia delante, a lugares del sistema límbico y del córtex
frontal. Normalmente, los circuitos de recompensa cerebra-
Antes de seguir adentrándonos por la senda de lo psico- les son estimulados por las conductas que tienen un valor de
social, será útil repasar muy sucintamente unos cuantos con- supervivencia como, por ejemplo, ingerir alimentos, beber
ceptos fisiológicos y bioquímicos que pueden ayudarnos a agua, mantener actividad sexual, etc. Sin embargo, las sus-
comprender mejor algunas de las bases en que se apoyan los tancias y conductas adictivas estimulan intensamente estos
procesos adictivos y el parentesco existente entre dependen- circuitos sin requerir comportamientos que sean esenciales
cias de sustancias y de conductas. para la supervivencia del organismo. Sustancias y conductas
En las últimas décadas se ha comenzado a desvelar pro- ejercen sus efectos reforzadores al actuar sobre diferentes re-
gresivamente
o el modo como se vinculan los mecanismos neu-
rales y los de refuerzo en el cerebro; así, investigando los pro- 43. Cfr. Olds, J. y Milner, P. (1954). «Positive reinforcement produ-
cesos bioquímicos relacionados con el abuso de drogas o con ced by eléctrica! stimulation of septal área and other regions of the rat braín.»
diferentes trastornos psíquicos —ansiedad, depresión, esqui- Journal of Comparative and Physiological Psychology (47), pp. 419-427.
44. La dopamina es una hormona y neurotransmisor (catecolami-
zofrenia, etc.—, se ha visto que los efectos reforzantes de las
na) que interviene en funciones fundamentales, aunque muy diversas, del
drogas y la especificidad biológica de los psicofármacos ac- sistema nervioso, tales como el control motriz, la cognición y la recompen-
sa; regula los niveles de endorfina —opiáceo endógeno que inhibe la per-
42. C/r.Peele,S.(1980).Op.aí. cepción del dolor— y las sensaciones de placer.
giones cerebrales interconectadas por una diversidad de sis- tacto, interacción y consumo del estímulo reforzante en sí
temas de neurotransmisores que conforman los circuitos de mismo—; ambos aspectos son placenteros si provocan un es-
refuerzo45. tado emocional positivo, y ambos son necesarios para que los
El sistema de recompensas cerebral está constituido por refuerzos naturales sean plenamente reforzantes.
cuatro regiones distintas del sistema nervioso central: el haz «Las propiedades de incentivo —señala José Luis Grana
prosencefálico medial, el área tegmental ventral, el hipotála- Gómez— son esenciales en el aprendizaje de una respuesta
mo lateral y algunas áreas de la corteza prefrontal. En el siste- conductual dirigida a lograr un estímulo reforzante en sí mis-
ma de recompensa cerebral debe destacarse el papel central mo. En este supuesto, el neurotransmisor implicado en el
que juega el núcleo accumbens, considerado como un trans- fenómeno de reforzamiento sería la dopamina. Las caracte-
formador de información entre las diversas regiones cerebra- rísticas sensoriales distintivas de los refuerzos naturales esti-
les; al proyectarse hacia el hipotálamo lateral, influye en las mulan la transmisión de dopamina en el circuito cerebral
secreciones neuroendocrinológicas, y también está relaciona- mesolímbico, implicado en la conversión de emociones en
do con la actividad autónoma, ya que interrelaciona con los acciones motivadas que dan lugar a conductas motoras. Ésta
núcleos simpático y parasimpático del tronco cerebral y de la podría ser una explicación sobre la relación existente entre el
médula espinal. deseo y la conducta compulsiva característica del drogadicto.
Las conductas adictivas se conforman en base a patrones »E1 sistema de refuerzo de la dopamina a nivel cerebral ge-
de condicionamiento operante, que fundamentalmente son el nera tres efectos: 1} induce un estado de activación y da lugar
reforzamiento positivo y el negativo, que están presentes a una conducta motora para obtener el estímulo reforzante;
también en todos los actos ligados a la supervivencia —co- 2) los estímulos neutros adquieren propiedades reforzantes y
mer, beber, relaciones sexuales...—, que son reforzadores na- condicionadas; y 3) la activación de las propiedades de incenti-
turales que acceden al sistema de recompensa cerebral a tra- vo de otros estímulos ambientales relacionados con la misma o
vés de las vías sensoriales corrientes46. En esos reforzadores con otras recompensas, es decir que los estímulos relacionados
naturales destacan su aspecto de incentivo —dado por las con la recompensa vuelven a adquirir sus propiedades de in-
propiedades distintivas y de identificación sensorial del re- centivo una vez que hayan disminuido después de la extinción
fuerzo (sabor, color, textura, etc.)— y el consumatorio —que (esto se da en el caso de la recaída).
implica las consecuencias fisiológicas y metabólicas del con- »Mientras que la activación de la transmisión de dopami-
na en los circuitos cerebrales mesolímbicos explicaría la ma-
45. C/r. Grana Gómez,]. L. (Ed.)(1994). Conductas adictivas. Teo- yoría de las propiedades de incentivo de los refuerzos natura-
ría, Evaluación y Tratamiento. Madrid: Debate, pp. 60-61. les, el aspecto consumatorio implicaría la activación de los
46. Por el contrarío, las sustancias y conductas adictivas son capaces neuropéptidos opiáceos endógenos (endorfinas). La activa-
de estimular directamente el circuito de reforzamiento positivo cerebral
sin pasar por dichas vías sensoriales. En estos casos, el efecto de recom-
ción de este segundo sistema se vincularía a los aspectos seda-
pensa se logra mediante la vía dopaminérgica, que se origina en el área teg- tivos, anabólicos y de reducción de la actividad típicos de los
mental ventral y alcanza el núcleo accumbens y el córtex prefrontal. La aspectos consumatorios de los refuerzos naturales y explica-
administración de opiáceos y otras sustancias y/o conductas desencadena ría las distintas propiedades de los opiáceos.»47
una liberación selectiva de dopamina en el núcleo accumbens y cuanto
mayor es la cantidad de dopamina liberada, superior resulta la acción re-
forzadora que pone en marcha. 47. C/r. Grana Gómez,]. L. (Ed.) (1994). Op. oí., p. 63.
La dopamina, por lo que sabemos hasta hoy, no está tan gustia que sólo desaparece con un nuevo consumo —en el
implicada en la mediación del placer como en hacer que las cual, el acto de administrárselo, incluso en el caso de uso de
sustancias y/o conductas de abuso —las que pueden susten- drogas, es percibido como más placentero que el propio efec-
tar una adicción— tengan la capacidad de generar en el sujeto to directo de la sustancia implicada—; y así sucesivamente
estados emocionales que otorgan propiedades reforzantes e hasta llegar a la pérdida de control que caracteriza la conduc-
incentivadoras a estímulos ambientales relacionados con el ta adictiva (recordemos el ejemplo de la rata de Olds y Mil-
momento del consumo. El incremento de dopamina en el nú- ner, incapaz de dejar de apretar la palanca —conducta adicti-
cleo accumbens realza de tal modo el contexto en el que se va— que daba paso a la estimulación eléctrica de su cerebro
administra la conducta adictiva que éste queda asociado aun de la cual se había hecho dependiente).
estado emotivo muy gratificante y capaz, por sí mismo, de Entre los estados emocionales que favorecen la conducta
generar una expectativa incentivadora intensa que, claro está, adictiva destacan las situaciones de disforia —caracterizadas
motiva fuertemente la repetición de la conducta adictiva una por provocar ansiedad, estrés, apatía, irritabilidad, etc.—, en
vez tras otra. las que un sujeto, al ser incapaz de encontrar motivación en
Resulta bien sabido que el consumo de drogas como las los reforzadores naturales, estará más predispuesto a sucum-
anfetaminas y la cocaína incrementa el nivel de dopamina en bir ante el efecto de una diversidad de reforzadores artificia-
el cerebro, pero no es menos cierto que el aumento de este les —sustancias y/o conductas— que provoquen una rápida
neurotransmisor puede producirse igualmente en el trans- y potente sensación positiva a través de la vía dopaminérgica.
curso de una diversidad de circunstancias sociales —juegos, Lo anterior es tanto más factible a medida que en una perso-
actos participativos, rituales, situaciones de riesgo, etc.— na se incrementa su grado de aislamiento social, presenta una
que, de esta manera, se convierten en conductas altamente re- deficiente integración en el núcleo familiar, carece de estímu-
forzantes, eso es potencialmente adictivas. También es muy los socioculturales, padece alguna psicopatoíogía, etc. Como
significativo que, tal como se ha comprobado en muchos es- soporte neurobiológico de las manifestaciones afectivas cita-
tudios, el aislamiento social reduzca precisamente la libera- das juega un papel central la amígdala cerebral.
ción de dopamina43. En medio de estas pautas contradictorias La amígdala, como parte del sistema límbico, es la res-
—situaciones psicosociales de aislamiento que restringen el ponsable de dotar de entidad bioquímica a las emociones ne-
aporte de dopamina y conductas que elicitan su presencia— gativas, que es tanto como decir que las genera49, y tiene una
podremos encontrar la vía que lleva hacia la sectadepen- actuación relevante en las respuestas adaptativas a las situa-
dencia. ciones de estrés a través de la secreción de CRF —factor de
A medida que los sistemas neuronales afectados por el liberación corticotropina—, una hormona que, a su vez, libe-
consumo se adaptan a él, surge un estado aversivo —reforza- ra otra de gran importancia, la hormona adrenocorticotropa
miento negativo— que genera una dolorosa sensación de an- (ACTH), en el núcleo paraventral del hipotálamo.
7Q
«A la liberación de ACTH le sigue la activación del esta- tes emocionalmente como la propia droga y pueden provo-
do de alerta —según exponen Miguel Navarro y Fernando car recaídas, aunque hayan transcurrido meses desde la des-
Rodríguez de Fonseca—, unido al disparo de múltiples nú- intoxicación.
cleos autónomos y la activación de la glándula adrenal me- »También se conocen otras estructuras que participan en
diante la liberación de glucocorticoides (eje hipotálamo-hi- este estado neuroadaptativo (anhedónico), como son el hipo-
pófiso-adrenal, HHA)50. Los glucocorticoides representan campo, que a través de la activación del eje HHA citado mar-
un papel crucial en el efecto adictivo de las drogas de abuso y ca estímulos asociados que evocan nítidamente los estímulos
potencian la acción de la dopamina (...) El estado aversivo ge- premonitorios del síndrome de abstinencia, o el córtex cin-
nerado por la adicción provoca el condicionamiento pavlo- gular, que establece la atribución emocional del estímulo
viano de múltiples estímulos ambientales, capaces de desen- aversivo (...) se ha implicado al córtex cingular en la desapari-
cadenar las características recaídas que definen la enfermedad ción completa de la sensación desagradable de dolor; por lo
y explica que el adicto tome precauciones para evitarlas (aco- cual, la atribución emocional de un estímulo puede ser de
pio de droga). Los estímulos asociados pueden ser tan poten- gran relevancia y marcar una importante división en la indi-
vidualización adictiva de la sensación emocional de las dro-
50. Las dos porciones del sistema nervioso autónomo, sistema para- gas de abuso.
simpático y simpático, encargadas de regir las funciones viscerales del »Por último, el córtex prcfrontal puede representar un
cuerpo, ejercen funciones de control complementarias (en relación a la papel importante en el flujo de la polarización de nuestra
fuerza y frecuencia de los latidos cardíacos, dilatación de las pupilas, co-
atención a la información sensorial —a través de la activación
ronarias y bronquios, movimiento intestinal y función de la vesícula biliar); el
primero relaja las visceras citadas liberando acetilcolína, pero el segundo, sensorial conducida a través de estructuras del tronco encefá-
que tiene la función de preparar el cuerpo para la acción, excita su actividad lico, como en el locus coeruleus—, y en el control del estado
liberando en el flujo sanguíneo, desde las glándulas adrenales, epinefrina y de consciencia —por sus múltiples interacciones asociati-
norepinefrina. Tanto la epinefrina —o adrenalina— como la norepínefrina
vas—, estableciéndose una lógica en el ordenamiento tempo-
—o noradrenaüna— tienen la misión de preparar el cuerpo para las situa-
ciones de emergencia denominadas «de lucha o de huida» [Cfr. Clark, J. ral, espacial, emocional, motivacional, etc., de los estímulos
(1985). The nervous system: Circuits of communication. New York: Tors- externos e internos; este ordenamiento lógico se ve drástica-
tar Books.], pero mientras la primera actúa sobre el sistema nervioso peri- mente alterado en el estado adictivo, y explica el grado de de-
férico y no parece tener efectos notables sobre el cerebro, la norepinefrina terioro en la respuesta de afrontamiento ante un hipotético
produce efectos por todo el organismo incluido el cerebro. En el cuerpo,
la norepinefrina actúa constríñendo los vasos sanguíneos, dilatando las conflicto.»51
pupilas, los bronquios y los pulmones, y acelerando el ritmo cardíaco; Los procesos adictivos, por tanto, dependen de esta serie
mientras que en el cerebro parece tener un papel importante como fun- de sistemas cerebrales y de los neurotransmisores que media-
ción reguladora de necesidades básicas como el hambre, la sed y el sexo tizan sus funciones. Pero debe tenerse presente que, en este
[Cfr. Julien, R. M. (1981). A Primer ofDmg Action. San Francisco (CA):
W. 11. Freeman & Co.]. Las glándulas adrenales pueden ser estimuladas campo, a menudo nos movemos dentro de círculos en los que
por la hormona adrenocorticotropa (ACTH) —liberada desde un precur- causa y consecuencia interactúan indefinidamente hasta con-
sor al mismo tiempo que baja el nivel de endorfinas en el cerebro— para ducir a la dinámica dependiente. Por las implicaciones que
producir dopamina, hormona y neurotransmisor que, en este proceso,
puede ser utili/.ada como un precursor de la norepinefrina [Cfr. Davis, J.
(19H4). lindoYphins: New Waves in Brain Chemistry. Carden City (NY): 51. Cfr. Navarro, M. y Rodríguez, F. (1999). «Estudio de la adicción al
The Dial Pres.s/Duublt-day Se Co.]. cánnabis como droga de abuso.» Proyecto Hombre (29), pp. 32-33.
tiene en nuestra propia vida cotidiana, nunca se insiste dema- yor secreción de endorfina y cuando se reduce la acción de la
siado al recordar que, cuando los niveles de estrés superan los dopamina también lo hacen las endorfinas, por eso, cuando el
que una determinada persona puede manejar, comienza a exceso de estrés ocasiona una disminución de dopamina, el
alterarse seriamente el funcionamiento de tres hormonas y sujeto pierde su anestésico natural. Dado que la dopamina di-
neurotransmisores básicos —serotonina, noradrenalina y rige el sistema de recompensa cerebral o «centro del placer»,
dopamina— que actúan a modo de «mensajeros del bie- cuando el estrés interfiere con la función dopaminérgica este
nestar». sistema de recompensa se vuelve inoperante y, en consecuen-
El nivel de serotonina es muy importante para sentirse cia, las actividades cotidianas capaces de despertar sensacio-
bien ya que interviene en la fisiología del sueño, apetito, di- nes placenteras ya no producen bienestar. Una disfunción se-
gestión, vasoconstricción, depresión y trastornos de ansie- vera de la dopamina y de la endorfina convierte la vida de una
dad y pánico. La noradrenalina —o norepinefrina—, parien- persona en un continuum doloroso y carente de satisfacción.
te cercano de la adrenalina52, tiene muchas funciones básicas Cuando se tienen niveles normales de «mensajeros del
en el sistema nervioso, una de las cuales es el establecimiento bienestar», cualquier estimulación adicional —que afecte a
de los niveles de energía; de su buen funcionamiento depende cualquier sentido de forma placentera— no pasará de ser una
que nos sintamos con energía o, si su nivel es deficiente, que experiencia agradable que se mezclará con el resto de viven-
estemos cansados, exhaustos, sin energías —con la batería cias cotidianas sin más; pero cuando un sujeto presenta nive-
descargada— ni ganas de hacer nada, cayendo progresiva- les bajos de esos mensajeros —ya sea por estrés excesivo o de-
mente hacia un estado letárgico. Tal como apuntamos ante- bido a causas genéticas—, su sistema de recompensa cerebral
riormente, cuando baja el nivel de endorfinas en el cerebro, se encuentra en un estado muy debilitado y, por ello, cual-
las glándulas adrenales, estimuladas por la hormona adreno- quier estimulación que reciba —vía administración de sustan-
corticotropa, pueden producir dopamina y usarla como un cias y/o conductas— tendrá un efecto extraordinariamente
precursor de la noradrenalina; un mecanismo que explica la impactante. Las personas que carecen de estos mensajeros
razón por la cual muchas personas buscan provocarse un su- tienden a autoestimularse recurriendo a determinadas sustan-
bidón de adrenalina para levantarse el ánimo (en el extremo cias y/o conductas que, al igual que les ocurría a las ratas
de este comportamiento encontramos a los adictos al juego, de laboratorio de Olds y Milner —que se autoestimulaban
al trabajo, al riesgo y a muchas otras conductas, entre las que presionando la palanca hasta llegar a dejarse morir de inani-
están algunas pautas básicas del sectarismo). ción—, pueden desembocar en dinámicas autodestructivas.
La dopamina, tal como se ha dicho ya, parece concentrar- La autoadministración de sustancias y/o conductas capa-
se en áreas del cerebro contiguas a las que producen una ma- ces de incrementar la producción de estos «mensajeros del
bienestar», tal como vimos, produce un efecto de condicio-
52. La adrenalina o epinefrina, al igual que la dopamina y la noradre- namiento —por vía dopaminérgica— que asocia la sensación
nalina, pertenece a la familia de las catecolaminas —hormonas monoami- de placer/ausencia de dolor al propio momento —circuns-
nas y neurotransmisores involucrados en muchas funciones como la acti- tancias psicosociales en las que se muestra necesaria y eficaz
vación del sistema autónomo, las respuestas ante el estrés provocado por
la autoadministración, como, por ejemplo, cuando uno se
situaciones de lucha/huida y las relacionadas con el sistema de recompen-
s.i y es producida por la glándula adrenal; cuando sus niveles son anor- siente angustiado ante alguna dificultad— y al acto y entorno
males pueden causar ataques de ansiedad y pánieo. en el que se realiza el consumo y/o la conducta, de forma que
basta la simple presencia de una dificultad y/o de ese entorno Mientras que los procesos relacionados con el pensa-
para disparar automáticamente la necesidad incontrolable de miento racional ocurren en las áreas más superficiales del
autoadministrarse la sustancia y/o conducta correspondien- cerebro, en la denominada corteza cerebral 51 , el proceso de
te. Eso les ocurre a los adictos al alcohol, tabaco, café, drogas condicionamiento que conduce a las dinámicas dependientes
ilegales, fármacos, comida, etc., que consumen la sustancia de tiene lugar en un área profunda y primitiva del cerebro, en la
la que se han hecho dependientes para reducir su ansiedad subcorteza, que es la encargada de los automatismos que re-
—que, en un círculo vicioso, se la ocasiona buena parte de las gulan las funciones básicas de nuestro organismo —respira-
situaciones vitales cotidianas (por eso comenzaron el consu- ción, circulación de la sangre, temperatura, coordinación de
mo) y, al fin, también la propia falta de consumo de la sustan- movimientos para mantener el equilibrio y permitir los des-
cia y, a más abundamiento, también cualquier entorno que le plazamientos, etc.—; las respuestas condicionadas son auto-
recuerde el acto de su administración—, pero es igualmente máticas y no hace falta un acto de pensamiento racional para
la razón que subyace bajo la conducta de adictos al juego, desencadenarías, una ventaja que resulta obvia a efectos de
trabajo, Internet, sectas, etc. supervivencia, pero que tiene su punto débil en que —tal
El sectadependiente pasó a depender de su secta para re- como demostró Pavlov con sus perros que salivaban con sólo
ducir su angustia vital y aprendió a servirse de los usos secta- escuchar el sonido de una campana que había sido asociada a
rios —dogmas y prácticas ritualizadas, que le incrementan la comida— la subcorteza cerebral es muy fácil de condicio-
los niveles de «mensajeros del bienestar»— para mejorar su nar a través de estímulos externos.
estado anímico; pero se angustia de nuevo si no practica esos En esa fragilidad intenta apoyarse la publicidad, asocian-
usos —ya que decrece su nivel de neurotransmisores del do consumos a determinados sentimientos gratificantes; y en
bienestar—, por eso necesita el contacto, o más bien inmer- ella se basa también el condicionamiento que se produce en el
sión, con el ámbito sectario y el refuerzo positivo derivado marco de cualquier grupo, sea «secta» o no. Cuando un auto-
de la conducta ritualizada; y pone en práctica esos usos siem- matismo está implantado, su mera evocación incidirá sobre
pre, ante cada situación cotidiana que le agobia, precisamente los niveles de «mensajeros del bienestar» y repercutirá en fa-
por eso, y al hacerlo —dado que suben sus niveles de «men- vor de la dinámica adictiva tantas veces citada. Sólo desde
sajeros del bienestar»— se refuerza su dependencia de la sec- esta perspectiva neurofisiológica podremos comprender las
ta, que a su vez refuerza la conducta sectaria... quedando en- bases del núcleo comportamental que hace que un sectade-
cerrado en el círculo vicioso de la adicción. Además, dado pendiente, al igual que los perros de Pavlov, comience a sa-
que toda dinámica sectaria establece una gradiente de estados livar (anticipando una conducta gratificante) ante cualquier
superiores —más «perfección», «pureza», «santidad», etc.—, estímulo asociado a su «secta» y que, como las ratas de Olds
el hecho de no lograrlos —es imposible alcanzar metas tan re- y Milner, pueda ser capaz incluso de llegar a la autodestruc-
lativas, ambiguas y nebulosas— es generador de más ansiedad ción antes que abandonar la palanca que le suministra su ya
que, claro está, potencia el uso de las dinámicas adictivas secta-
rias, y así ad infinitum. Un sectadependiente se mueve dentro 53. La corteza cerebral es una estructura de gran superficie que cabe
de una diversidad de conductas en espiral que, al aumentar y en la limitada caja craneal gracias a que está configurada en base a plega-
mientos que conforman un gran número de surcos y circunvoluciones.
disminuir sin cesar sus niveles de «mensajeros del bienestar», Sus cuatro zonas principales son los lóbulos frontal, parietal, temporal y
le mantienen atado a la dinámica sectaria. occipital.
imprescindible reductor de ansiedad vía dependencia secta- dolorosos tan variados como puedan serlo una herida o con-
ria. Cuando la sectadependencia ya está bien implantada a tusión, un conflicto emocional que la mente concibe como
través de automatismos, el sujeto no es consciente de las ra- amenazante para la situación del organismo, la pérdida de al-
zones que le impulsan a hacer lo que hace, sólo siente en lo guna persona u objeto, etc. La presencia de sustancia P pro-
más profundo de su alma que necesita seguir repitiendo su voca una progresiva relajación del sistema del dolor, al tiem-
conducta sectaria una y otra vez para poder alcanzar un esta- po que pone en marcha el sistema de lucha/huida, medíante
do de «bienestar» suficiente. la activación de axones neuronales de la médula que elicitan
Se ha dicho —y lo repetiremos a menudo— que el adicto la liberación de opiáceos endógenos que, al actuar sobre los
en general y el sectadependiente en particular, necesitan huir, receptores del sistema opioide cerebral, reducen la sensación
desesperadamente, de situaciones personales y/o sociales que de dolor y disminuyen, obviamente, el nivel de sustancia P
les generan pautas de ansiedad muy elevadas. Al analizar el en- (portadora de la información del dolor).
torno psicosocial previo de los sectarios encontramos siempre Es de sobra conocido por todos que la morfina —y cual-
una constante de «dolor emocional» como sentimiento deri- quier otro opiáceo— detiene o reduce la acción de la sustan-
vado de rutinas cotidianas escasamente satisfactorias, por eso cia P55, y está demostrado desde hace años que las endorfmas,
será útil recordar aquí unas pocas precisiones básicas acerca como opiáceos endógenos que son, actúan de igual modo
de los mecanismos bioquímicos de transmisión del dolor. que la morfina; de hecho, la betaendorfina y la dinorfina tie-
Una peculiaridad a tener en cuenta es que, mientras en un nen un efecto todavía más poderoso que la morfina 56 y, por
episodio de dolor físico puede recordarse fácilmente la situa- ello, comparten sus características adictivas. En cualquier
ción concreta en que se produjo pero no la experiencia del caso, la percepción del dolor tiende a extinguirse a partir de la
dolor sentido propiamente dicho, en un incidente que gene- activación de los opiáceos endógenos.
re dolor emocional pueden recordarse perfectamente tanto Dado que el pensamiento puro y las emociones pueden
las circunstancias como la intensidad y características del su- activar la producción de endorfinas, aspecto bien documen-
frimiento padecido que, además, puede ser rememorado con tado en los estudios de Ornstein y Sobel sobre el efecto
viveza —eso es experimentado de nuevo— mediante un sim- placebo57, resulta evidente, en principio, que ambos procesos
ple acto de la voluntad, es decir, concentrándose en el recuerdo —pensamiento y emociones—, al ser capaces de evocar la
de las causas que lo motivaron. Es más, si uno decide rememo- producción de betaendorfinas, pueden resultar adictivos; y, a
rar circunstancias productoras de dolor psicológico, el dolor pesar de ser productos endógenos, las endorfinas tienen el
que se recupera puede ser incluso más intenso que el padecido mismo potencial adictivo que la morfina y la heroína58. Pode-
realmente durante la experiencia original.
Desde el punto de vista bioquímico, los impulsos del do-
55. C/r. Ornstein, R. y Sobel, D. (1987). The Healing Brain:
lor se transmiten mediante un neurotransmisor denominado Breaktbougb Discoveries About How tbe Brain Keeps Us Healtby. New
sustancia P, que es un péptido que se encuentra en varias par- York: Simón & Schuster.
tes del sistema nervioso central54 y es activado por estímulos 56. Davis, J. (1984). Op. cit.
57. C/r. Ornstein, R. y Sobel, D. (1987). Op. cit.
58. Tras el descubrimiento de las encefalinas —sinónimo del genérico
54. C/r. Davis, J. (1984). Endorphim: New Waves in Brain Chemis- cndorfinas— y la síntesis de sus derivados químicos, se observó que su
try. Carden City (NY): The Dial Press/Doubleday & Co. administración como fármaco (para aliviar el dolor) generaba la misma
mos concluir, pues, que todo aquello que pueda ser capaz de la de buscar el placer (consecuencia de las endorfinas segrega-
evocar la producción de betaendorfinas podrá ser adictivo, y das). Desde esta óptica, convertirse en adicto o dependiente
parece claro que el marco protector que ofrecen las «sectas» pasa a ser un tipo de conducta necesaria, para la propia super-
—y especialmente las sectas destructivas— es perfecto para vivencia emocional.
incrementar los niveles de dopamina, noradrenalina y be- En plena era de la ingeniería genética, no puede dejarse de
taendorfinas en sujetos que presentaban previamente la serie tener en cuenta una visión como la aportada por los genetis-
de problemas psicosociales ya descritos y las necesidades que tas norteamericanos Kenneth Blum y David Comings, que
analizaremos en el capítulo IV. han definido el «síndrome de déficit de recompensa» como
Algunas actividades, como el ejercicio físico, la jardinería, un tipo de manifestación ansiosa bajo la cual podrían agru-
la meditación y otras muchas, activan la producción de be- parse la diversidad de conductas adictivas. En función de la
taendorfinas y, en ciertos casos, desembocan en conductas parte del sistema de recompensa cerebral que csfl¿ más afecta-
adictivas; pero también es cierto que no todas estas activida- do, un sujeto puede presentar una gradación de síntomas que
des pueden hacer segregar endorfinas siempre y en todas las van desde una angustia leve o irritabilidad, hasta la búsqueda
personas; de hecho pueden activar también la producción de de situaciones de riesgo, trastornos en los hábitos alimenta-
dopamina o noradrenalina —igualmente relacionadas con las rios, adicción a sustancias, al juego, trabajo, compras y a un
bases del proceso adictivo, como ya vimos— en lugar de en- sinfín de conductas que generan dependencia. Los afectados
dorfinas. Pero, en cualquier caso, aunque los conocimientos por este síndrome son incapaces de obtener satisfacción de su
actuales sobre los opiáceos endógenos son aún incompletos, vida cotidiana y necesitan otras fuentes de estimulación anó-
la evidencia científica muestra sin lugar a dudas que las con- malas59.
ductas o procesos pueden ser tan adictívos como cualquiera Algunos estudios cifran en un 25 % del total de la pobla-
de esas sustancias que denominamos «drogas». ción el número de personas afectadas en alguna medida por
La adicción —a una sustancia, grupo, conducta, situación este síndrome60, y destacan que los estados más intensos son
de riesgo, etc.—, al evocar la producción de betaendorfinas, difíciles de tratar debido a que implican prácticamente a to-
se convierte en un vehículo compensatorio que aleja, tempo- dos los niveles cerebrales y desencadenan conductas muy
ralmente —en función de la clase de sustancia o conducta complejas que acaban por convertirse ellas mismas en una
autoadministrada—, la sensación de dolor derivada de situa- necesidad. La mayor o menor incidencia de los genes en estas
ciones sociales y emocionales vividas como lesivas y angus- conductas es todavía una vía de estudio que está en sus co-
tiantes. En el mecanismo adictivo es más importante la nece- mienzos. De momento, Blum y Comings afirman haber
sidad de huir del dolor (generado por el entorno social) que identificado un alelo —eso es una variante de un gen nor-
mal—, el D2R2, que se encuentra en el 50 a 80 % de los toxi-
cómanos, alcohólicos y jugadores y comedores compulsivos
adicción que la morfina, algo que no sucede cuando las encefalínas son
producidas por el propio cerebro. «Las encefalinas naturales del cuerpo
investigados. El gen D2R2 impide que la dopamina se acople
—observa Solomon H. Snyder, uno de los primeros investigadores que
identificó este neurotransmisor— no son adiccionantes porque, tan pron- 59. C/r. Blum, K., Comings, D. y otros (1996). «Reward deficiency
to como actúan en los receptores de opiáceos, se degradan con rapidez en syndrome.» American Scientíst (84).
el cerebro» [C/r. Snyder, S. H. (1992). Drogas y cerebro. Barcelona: Pren- 60. C/r. Ratey, J. J. y Johnson, C. (Eds.) (1997). Sbadow Syndromes.
sa Científica, pp. 61-62]. I .ondres: Bantam Press.
a los receptores celulares en el sistema de recompensa y, en base bioquímica, disminuye la percepción del dolor, particu-
consecuencia, anula la sensación de bienestar que produce larmente del derivado de situaciones psicosociales insatisfac-
este neurotransmisor al liberarse, impeliendo a los sujetos torias—, pero también desemboca en conductas adictivas con
afectados a conductas compulsivas que nunca logran saciar lo su correspondiente síndrome de abstinencia —razón por la
que Blum y Comings denominan «hambre de dopamina» y cual duele la ausencia del amado/a y basta su presencia real o
señalan como la causa de la mayoría de los comportamientos simbólica (que dispara la producción de endorfinas) para re-
neuróticos y autodestructivos tan frecuentes en nuestra so- cuperar el bienestar—; por todo ello, este estado no suele du-
ciedad. rar más de un año o año y medio, al final del cual se normali-
En cierta medida, vale la pena reflexionar sobre una de las za el nivel de endorfinas y se entra en una fase de «amor» que,
frases características de la filosofía del pesimismo creada por todavía con un conjunto de hormonas alteradas, dura unos
el alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860): «El hombre cuatro años.
puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quie- Este ciclo bioquímico es básico para la supervivencia de la
re.» Los humanos somos la resultante de dos poderosas fuer- especie: dos humanos se atraen, copulan, se ayudan mutua-
zas generadoras, la biológica y la cultural, y no podemos sus- mente en la crianza del hijo y no disminuye la manipulación
traernos a ninguna de ellas. bioquímica hasta que el nuevo ser ya está suficientemente de-
Nuestro estado bioquímico, especialmente en lo tocante a sarrollado. No es casualidad que buena parte de las parejas
hormonas y neurotransmisores, determina estados de ánimo que comienzan a funcionar como tales se rompan hacia los
y necesidades y, por tanto, desencadena conductas impulsivas cuatro años de haberse formado. Nuestras creencias y cultu-
acordes a cada estado y aptas para satisfacer las necesidades ra pueden cambiar el destino básico que nos sugiere nuestra
sentidas. También es cierto que nuestras complejas y podero- bioquímica, pero ésta sigue siempre ahí, actuando por debajo
sas habilidades psicosociales son capaces de incidir sobre la de nuestros sentimientos porque, en realidad, es el único so-
bioquímica cerebral, alterándola en una u otra dirección —sal- porte de «nuestros sentimientos».
vo en los casos con problemas bioquímicos de orden genético Un sectadependiente es un sujeto profundamente enamo-
y/o patológico— y actuando por tanto como mediadoras o mo- rado de todo cuanto se relaciona con su «secta». A lo largo de
duladoras de sentimientos y comportamientos, pero no debe- su proceso de dependencia, obviamente, se ha visto influido
mos olvidar que, a fin de cuentas, el tablero sobre el que se juegan por una amplia gama de elementos psicosociaíes, tal como se
todos y cada uno de nuestros sentimientos es bioquímico. ha dicho y ampliaremos más adelante, que deberemos tener
Algo tan sublime como el «amor», por ejemplo, no sería en cuenta a la hora de comprender y abordar sus conductas,
nada sin la acción silenciosa de un conjunto de hormonas y pero no debemos olvidar jamás la base bioquímica que sus-
neurotransmisores. La maravillosa sensación del enamora- tenta su adicción. En todo caso, actuar sobre los aspectos
miento —con o sin flechazo—, no se debe tanto a las presun- psicosociales, más tangibles, identificables y concretos, nos
tas cualidades de nuestra pareja como a la acción de las en- podrá servir de palanca para incidir sobre los esquivos ele-
dorfinas propias. Cuando estamos enamorados vivimos en mentos bioquímicos que lastran de modo ciego una parte de
un estado de toxicomanía generado por nuestros opiáceos sus comportamientos.
endógenos, de ahí todo lo que somos capaces de sentir, dis-
frutar y, también, «no sentir» —el enamoramiento, por su
10. Síntomas que delatan una conducta adictiva muñes que caracterizan las conductas adictivas a consumos y
conductas, remarcan como prototípicos los siguientes:
La conducta adictiva no es sencilla de delimitar, puesto a. El nivel de «exceso» —en cantidad para las sustancias y
que no es algo concreto y aislable del resto de comporta- en frecuencia para las conductas— o el grado de «compul-
mientos realizados por un sujeto determinado, sino que, por sión»; indicativos que perfilan la irracionalidad de la conduc-
el contrarío, se encaja dentro de un continuum de actuacio- ta adictiva.
nes vitales en el que no hay separación entre las conductas b. La inundación o rebase del engaging o «enganche», en
adictivas y las que no lo son. el sentido de un mayor consumo del previsto en la adicción a
Todos presentamos algún tipo de conducta más o menos sustancias y de un tiempo de dedicación superior al pretendi-
adictiva respecto a alguna actividad o consumo —que no tie- do en la adicción a conductas.
ne que referirse a una «droga» necesariamente—, pero lo más c. Los intentos o deseos de abandonar el hábito, que fra-
habitual es que esa conducta adictiva no se convierta en el casan en ambos tipos de adicción.
centro y único objetivo de nuestra vida sino que, más bien, d. La negación del sujeto a reconocer la existencia de una
complemente, refuerce, compense o contraste el conjunto de dependencia, ya sea de una sustancia o conducta, cuando ya
nuestros comportamientos habituales. La adicción estricto es muy evidente para todo su entorno familiar y/o social.
sensH aparecería cuando un hábito —el que fuere— llegase a e. Las obsesiones recurrentes —eso es procesos repetiti-
alcanzar una dimensión patológica. Por tanto, seremos más o vos— en torno a las sustancias o conductas adictivas y los ri-
menos adictos en la medida en que esa conducta adictiva tuales que se relacionan o asocian con sus consumos.
—orientada hacia la administración de una actividad o sus- f. Las variaciones en la tolerancia a la sustancia o a la con-
tancia— acabe controlando en mayor o menor medida el ducta que aparecen a medida que avanza el proceso de adic-
conjunto de nuestros comportamientos cotidianos. ción.
Quienes fuman, beben o juegan por placer —como una g. Las crisis de abstinencia que emergen cuando no se
actividad más, que tiene su momento y su lugar— no son puede consumir la sustancia o realizar la conducta de la que
adictos, pero sí lo son aquellos que necesitan hacerlo de se depende.
modo compulsivo. Quienes participan en las actividades de h. La dificultad o imposibilidad de manejar las situacio-
una «secta» y las integran con normalidad entre el conjunto nes conflictivas derivadas de la dependencia y, a la inversa, la
de sus comportamientos e intereses vitales no son adictos, imposibilidad de manejar situaciones conflictivas sin ayuda
pero quienes sitúan a la «secta» en el centro de su vida y de la sustancia o de la conducta.
orientan ésta en función de aquélla, subordinando y/o rele- i. El desprecio por las posibles consecuencias graves —a
gando casi cualquier otra cosa en favor del contexto sectario, menudo ya evidentes— derivadas del comportamiento de-
se han convertido en sujetos adictos, en sectadependientes pendiente.
(con total independencia de las actividades del grupo y de Quienes hemos trabajado tanto con toxicómanos como
que éste sea o no una secta destructiva). con sectarios, podemos reconocer fácilmente en los nue-
Algunos expertos, como Daley61, al señalar los puntos co- ve puntos precedentes un conjunto de actitudes que se dan
habitualmente en unos y otros. Aunque, lógicamente, pue-
61. Cfr. Daley, D. (1991). Kicking addíctive habits. Lexington: Mass. de haber diferencias de grado en estos ítems para cada su-
jeto, no cabe duda de que la presencia de todos ellos es in- do, la adicción sólo puede ser evaluada y tratada por el pro-
dicativa de la existencia de una dependencia, ya sea respec- pio individuo»62.
to de una sustancia o un comportamiento (o de ambos a No obstante a pesar de ser acertada la última observación
la vez). de Peele, él mismo la cuestiona o, al menos, condiciona, al ad-
Cuando tengo delante a un sujeto «sectario» y/o a sus fa- vertir, con igual razón, que «la adicción es la incapacidad de
miliares, una de las primeras baterías de preguntas que suelo escoger no hacer algo. Con las características y los criterios
plantear —a fin de mesurar el «problema»— va orientada a ya descritos de la adicción, comprendemos que los adictos no
comparar el grado de implicación que tiene ese sujeto con la sean capaces de tomar la decisión de dejar de hacer algo cuan-
«secta» y con el resto de actividades que son comunes y co- do empieza a perjudicarles o cuando cesa de ser placentero.
rrientes en cualquier persona. A medida que las actividades En cambio, son conducidos por varias motivaciones que no
cotidianas de un sujeto, en cantidad y calidad, se concentren pueden controlar, para seguir con la implicación hasta que
en torno al ámbito de lo «sectario» —en detrimento del con- sean físicamente incapaces de ir más lejos, o hasta que alguna
junto de pautas vitales que conforman una «vida normaliza- fuerza externa se lo impida. Otro criterio de la adicción deri-
da»— y que el sentimiento de satisfacción que sea capaz de va de este aspecto de su definición —eso es si una persona es
obtener por todos sus actos también esté básicamente ligado capaz o no de ejercer su capacidad de decisión respecto a una
a lo «sectario» —viviendo como anodino lo demás—, tanto implicación—. ¿Puede afirmar de verdad que bajo una sene
mayor será el grado de sectadependencia del sujeto y, por de circunstancias va a rechazar consumir esa droga o dedicar-
tanto, más complejo el problema a enfrentar. se a esa actividad?; ¿existen otras actividades a las que se
Stanton Peele afirma lo obvio cuando señala que «para otorgue valor y que a veces puedan hacer descartar la impli-
determinar si una actividad es adictiva, es necesario decidir si cación?; ¿puede la persona evitar la implicación en medio de
es perjudicial —perjudicial en el sentido de que disminuya a una situación normalmente asociada a ella?; ¿es capaz de afir-
la persona, la haga menos capaz, le socave la propia vida— mar: "Esto no me beneficia. Voy a dejarlo"? La respuesta ne-
(...) En el núcleo del concepto de adicción se encuentra la idea gativa a todas estas preguntas significa que, dada una deter-
de reducción del campo de actuación en la vida, hasta que minada serie de estímulos recurrentes, una persona actuará
sólo resta un único foco para la persona, eso es el objeto de la siempre de la misma manera y realizará la misma elección. Es
adicción. Esto nos conduce al criterio central de toda adic- decir, no existe elección. Esto es la adicción»63.
ción: llegado el punto en que una adicción limite los otros Al abordar el proceso terapéutico de un sectadependien-
ámbitos de la vida de una persona de forma que exista una te hay que controlar un riesgo muy común en el mundo de
menor capacidad y un menor interés en ocuparse de algo las adicciones: que el sujeto pase a convertirse en dependien-
más, entonces, en este punto, la implicación es adictiva para te del terapeuta y/o del grupo terapéutico, cambiando una
la persona. Cuando el individuo no puede ocuparse de nada o adicción por otra. Esta situación no resulta fácil de resolver
no puede obtener satisfacción de nada si no es de su impli-
cación única o sin la constante referencia a ésta, existe una 62. Cfr. Peele, S. (1980). The addiction experience. Cerner City, MN:
Hazelden. [Modified from two-part artícle that appeared in Addictions
adicción hecha y derecha. Evidentemente, a ciertos niveles (Ontario Addiction Research Foundation), Summer, 1977, pp. 21-41; Fall,
sólo el propio individuo puede determinar lo mucho que al- 1977, pp. 36-57.]
go está afectando a su mundo, y esto es así porque, en el fon- 63. Ibíd.
ya que la personalidad adictiva que subyace en la base del en su consumo anterior, ya que su necesidad de dependencia
sujeto en tratamiento prevalece sobre cualquier otra inten- no había sido modificada64.
ción. Con los sectadependientes se da el mismo proceso, y si
Para intervenir sobre la problemática de un adicto con bien el apoyo terapéutico grupal puede ser muy positivo para
alguna esperanza de éxito no basta con desengancharle —eso su recuperación, también es cierto que son altamente influcn-
es aislarle e impedirle entrar en contacto con la sustancia o ciables por las creencias de su entorno —manipulación que
grupo del que dependía—, ya que, salvo en casos con muy muchos grupos antisectas católicos, y cristianos en general,
buen pronóstico inicial, tal cosa resulta inútil al fin; de ahí el usan sin recato, forzando al «sectario» a convertirse a su fe
monumental índice de fracasos acumulado —y ocultado a la como paso previo para su «curación», que, de producirse,
opinión pública— por las políticas sanitarias de abordaje de achacarán «al poder de su religión verdadera frente a las men-
las toxicomanías, ya que, si bien logran desenganchar a la tiras sectarias» en lugar de a un cambio de dependencia—,
mayoría de sus pacientes —hacerlo es relativamente fácil—, tienden a manifestar dependencia por quienes les ayudan y,
éstos no pasan demasiado tiempo sin volver a recaer de lleno en especial, a enquistarse en una personalidad falsa y absurda
en su adicción anterior. Para vencer una adicción, cualquie- como es la del «ex sectario» —que, al igual que los toxicóma-
ra de ellas, debe acometerse una intervención terapéutica nos, acaban convirtiendo en su excusa para todo y su modus
que reestructure totalmente al individuo —centrándose mu- vivendi—, casi siempre creada y alimentada por quienes di-
cho más en sus deficiencias psicosociales previas que en su cen ayudarle a «salir de la secta».
anecdótico consumo actual— y tal empresa resulta siempre Al adicto a un proceso o grupo terapéutico se le reconoce,
larga, compleja y, con demasiada frecuencia —debido a con- entre otros síntomas, por rechazar radicalmente la posibili-
dicionantes sociofamiliares del sujeto—, imposible de com- dad de que otros abordajes diferentes al que centra su euforia
pletar. puedan ser también eficaces para solucionar su problema.
El individuo dependiente que se sumerge en este proceso, Cuando nos encontramos ante el caso, muy frecuente, de
dada su propia dinámica emocional (que ya fue causa de su grupos sectarios que ofrecen prácticas relacionadas con la sa-
adicción), tiende a filtrar todas sus nuevas vivencias a través lud, terapias, nutrición, «crecimiento personal» y similares,
del ámbito terapéutico y a limitar su nivel de actividades y re- la conducta recién mencionada será también un serio indicio
laciones a ese entorno, con lo que vuelve a construirse un de sectadependencia.
universo protector que le aisla del sufrimiento por el solo he-
cho de pasar a depender de él y, claro está, sin cambiar ningu- 64. C/r. Rodríguez, P. (1991). Traficantes de esperanzas. Barcelona:
na de las bases de su personalidad que generan el conflicto. Ediciones B. En este libro se resumen las investigaciones realizadas por
En este mecanismo tramposo reside el aparente éxito tera- este autor, bajo encargo del Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de
Sanidad y Consumo, acerca de la estructura, métodos aplicados y resulta-
péutico de comunidades y sectas que se dedican al negocio de
dos obtenidos por grupos dedicados a la «rehabilitación de toxicómanos»
la «rehabilitación de toxicómanos»; el amparo grupal le da como El Patriarca, Narconón y otros. Los resultados evidencian de modo
al adicto una nueva vía de adicción y éste se limita a cambiar incuestionable que su escasísima eficacia terapéutica está en función del
—a veces con una rapidez milagrosa— su dependencia de hecho de forzar un cambio de dependencia —reemplazando la dependen-
cia de sustancias por la del grupo— y que la inmensa mayoría de sus clien-
una sustancia por la del grupo. En la inmensa mayoría de los
tes, aun los dados por «rehabilitados», retoman su adicción anterior tras
casos, cuando el sujeto abandona el grupo recae de inmediato abandonar el grupo terapéutico.
IV
El poderoso encanto de las sectas
Situación vivenciada como Situación sentida como real y Situación vivenciada como Situación sentida como real y
negativa en la sociedad deseable dentro del marco negativa en la sociedad deseable dentro del marco
protector sectario protector sectario
El racionalismo no aporta res- El dogma y lo no racional El trabajo —o el desempleo— El trabajo para una estructura
puestas simples y satisfacto- —pensamiento mágico y dis- para una estructura social «ex- «desinteresada» que pone sus
rias a las demandas emociona- curso pseudocientífico— ex- plotadora y egoísta» que no recursos al servicio de un «idea-
les básicas del ser humano. plican y resuelven de modo persigue otro fin que el lucro rio salvador» y, por ello, que
«seguro» y simple la naturaleza de sus dirigentes. ayuda a la humanidad.
y los misterios del hombre y La desesperanza ante un futu- La total esperanza en la salva-
del universo. ro personal y social incierto ción personal terrena y ultrate-
El lucro personal y el consu- El esfuerzo desinteresado y el (agravada por el descrédito de rrena a través de la práctica del
mismo fácil y sin límites toma- sacrificio personal como norte las ofertas de esperanza clási- dogma.
dos como prioritarios motores de los intereses vitales. cas: religión, política, etc).
vitales. La angustia e inseguridad de- La seguridad absoluta al haber
El individualismo que poten- La fusión en un grupo/unidad rivadas de la dinámica del libre renunciado a la gestión de la
cia la indefensión ante la so- biológica que, a cambio de re- albedrío y de la asunción de la propia autonomía y dejar los
ciedad y ante uno mismo y nunciar a la propia individuali- propia responsabilidad de to- actos personales exentos de
que, en suma, genera sufri- dad, aisla y protege al sujeto de dos los actos. responsabilidad al ser ésta asu-
miento. su propia realidad. mida por el líder/dogma.
La incoherencia manifiesta en- La coherencia absoluta entre lo La burocratización y ritualis- La sacramentahzación y ritua-
tre los idearios que se declaran que se cree y lo que se hace. El mo sin sentido de las organi- lismo mtegrador llevado hasta
y la forma en que se viven, es dogma marca los límites de la zaciones religiosas, políticas o los actos más nimios del queha-
decir, los actos que se hacen. rutina diaria. cívicas. cer diario.
La falta de puntos de referen- El dogma como faro visible y El dolor generado por la sen- El placer y la seguridad deriva-
cia claros y seguros en los que eterno que señala, infalible, lo sación de ser algo sin valor en dos de estar integrados en un
uno pueda basar su persona- que es y lo que no debe ser. la sociedad, un número margi- grupo en el que ser parte de él
lidad. nado e incomprendido que na- es infinitamente más importan-
die toma en consideración. te que ser individuo, en el que
La falta de objetivos concre- Los renovados, simples y cla- todos se sienten piezas impor-
tos, sociales e individuales, ros objetivos diarios que mue- tantes de un gran cuerpo con
que muevan al trabajo o acti- ven hacia el esfuerzo común un gran objetivo.
vidad conjunta, grupal. con tanta o más energía cuanto
más cueste alcanzarlos.
Fuente; © Rodríguez, Pepe. El poder de las sectas. Ediciones B, Barcelo-
La estructura familiar, anqui- La presentación de una «nue- na, 1989.
losada, deteriorada e hipócri- va» familia, «pura y auténtica»,
ta, que ha ínfíacíonado el valor como díametralmente opuesta
de conceptos como «familia» a la clásica, y de un hogar —la
y «hogar». comunidad— radiante de paz,
amor y comprensión.
En definitiva, la cuestión a retener es que cuando se inten- rogénicas y secundarias o psicogénicas; las primarias se funda-
tan comprender comportamientos y actitudes individuales mentan en nuestra naturaleza biológica —comida, agua, aire,
debe tenerse bien presente que éstos materializan siempre sexo, evitación del dolor, etc.— y las secundarias —afilia-
una vía encaminada a la satisfacción de alguna o algunas de ción, logro, poder, etc.— derivan de éstas o son inherentes a
las necesidades básicas que tenemos los humanos. Aunque nuestra estructura psicológica. Las influencias externas tam-
pueda discreparse de la fórmula elegida por otros con el fin bién pueden incidir sobre las necesidades mediante lo que
de mejorar sus circunstancias, no cabe olvidar que el com- Murray conceptuahzó como «presión», eso es una condición
portamiento que llama la atención en ellos obedece, pre- estímulo externa al sujeto que crea el deseo de lograr y/o evi-
cisamente, a que su elección fue el camino que creyeron tar algo y que ejerce así una influencia motivacional más o
más indicado —y/o el único que fueron capaces de encon- menos intensa.
trar— para intentar colmar necesidades sentidas de modo La pujanza de una necesidad sentida i n f l u y e en la intensi-
acuciante. dad de la conducta con la que se relaciona; cuanto mas fuerte
sea una necesidad, más intensas serán las acciones, encua-
drando dentro del concepto de «intensidad» características
12. Necesidades básicas y comportamiento individual de conducta como el entusiasmo, minuciosidad o vigor apli-
cados a la acción que se realiza y, también, la prionzación de
Detrás de los pensamientos y acciones de cada persona las actuaciones —cuanto más fuerte sea una necesidad más
siempre encontramos necesidades y motivos. Aunque resulte rápidamente se transformará en una acción dirigida a satisfa-
obvio que no todos sentimos las mismas necesidades, ni lo cerla— según una jerarquización temporal sometida al im-
hacemos con idéntica intensidad y/o al mismo tiempo o bajo pulso dominante en cada momento.
parecidas circunstancias, así como que tampoco nos mueven a Un presectario, según lo ya dicho hasta aquí, es una per-
la acción motivaciones similares —ni incluso a un mismo su- sona con «un estado interno no satisfactorio» y, por ende,
jeto a lo largo de su vida—, parece indiscutible que la influen- sujeta a un conjunto de necesidades emocionales sentidas de
cia de necesidades y motivos es de tal magnitud que la moti- forma perentoria e imaginadas como aptas para lograr mejo-
vación define a la persona en un momento dado. rar una situación psicosocial que le agobia y le hace sufrir. En
Una necesidad viene concretada como el resultado de un un momento determinado, la «presión» ejercida por el estí-
estado interno no satisfactorio, es lo que subjetivamente se mulo externo que le llega a ese sujeto desde una «secta» —o
echa en falta para alcanzar el bienestar. Henry Murray66, pio- desde cualquier otra vía reductora de ansiedad— acaba por
nero en el estudio de este campo, definió la necesidad como generarle y/o fortalecerle la necesidad de lograr y/o evitar
una fuerza directriz interna que determina la manera en la una serie de situaciones «no satisfactorias» mediante la adop-
que las personas deciden responder a los objetos y/o a las ción de las nuevas conductas que se le proponen.
situaciones que conforman su entorno. En una primera clasi- Dado que cuanto más apremiante sea una necesidad más
ficación, Murray dividió las necesidades en primarias o visee- intensas serán las acciones destinadas a satisfacerla—tal como
vimos en el capítulo dedicado a la sectadependencia, un enfo-
Íí6. C/r. Murray, H. A. (1938). Explorations in personality. New que y datos que debemos tener presentes a lo largo de todo el
York: Oxford Univcrsity Press. libro, aunque a partir de ahora recuperemos un lenguaje más
psicosocial y dejemos en segundo plano el bioquímico—, el ellos, saber que todavía me querían a pesar de que yo aparen-
sujeto con un perfil presectario volcará con más o menos ra- taba ignorarles. Siempre me gustó la «vida mundana», dentro
pidez y entusiasmo su motivación y energía hacia la conse- de un orden, claro, y el no poder hacer la vida normal que ha-
cución del estado de homeostasis que le promete la «secta». cían todas las chicas de mi edad, ni poder verme con mis ami-
Independientemente de las estrategias manipuladoras que gas de toda la vida o vestir a mi estilo, que no era nada del
pueda emplear el grupo al que se afilie, el estado de necesidad otro mundo, me hacía sentir mal. Cuando me hice del Opus
en que estaba previamente este sujeto habrá sido el motor estaba atravesando una larga crisis y no sabía muy bien qué
fundamental de su conversión en «sectario». hacer, ellos me abrieron un camino que parecía encajar con
Las necesidades, de todas formas, conforman un todo mis necesidades psicológicas y me tiré a él sin pensármelo
muy complejo en el que algunas se pueden fundir en un mis- dos veces. Creía sinceramente que la Obra me había salvado
mo comportamiento; otras pueden convertirse en subsidia- de un futuro vacío y sin sentido, pero nunca pude casar del
rias o soportes de terceras; pueden entrar en conflicto abierto todo el agradecimiento que les tenía por lo que me ofrecían
entre sí—como, por ejemplo, la necesidad de autonomía y de con el resentimiento que también sentía por lo que me quita-
afiliación, que un «sectario» acaba resolviendo en favor de la ban de un modo absurdo y arbitrario. Yo era, y sigo siendo,
segunda—; interrelacionan de forma positiva o negativa fren- una buena católica, pero la lucha entre mis sentimientos con-
te a las presiones externas, etc. Por todo ello, cuando se trata trapuestos y mis necesidades incompatibles acabó por con-
de un sectario, la interacción entre el conjunto de necesidades vencerme de que yo no valía para esclava. Gracias a Dios
básicas que dominan su comportamiento permite muy dife- supe discernir cuáles eran mis necesidades verdaderas y volví
rentes pronósticos en cuanto a su relación de dependencia del a mi vida normal, junto a los míos, con menos santidad pero
grupo y posibilidades de recuperar una vida normalizada. con más humanidad. ¡Qué fácil resulta confundir lo que ne-
—Cuando estaba en la Obra —me confesaba una joven cesitas cuando estás pasando por un bache en tu vida! Y qué
que pasó algo más de dos años en el Opus Dei— sentía que raro resulta verte a ti misma realizando comportamientos
todas mis necesidades estaban cubiertas, que mis miedos ha- que ahora te parecen inconcebibles pero que en su momento
bían sido controlados y que mis esperanzas se irían materiali- sentías como lo único bueno y deseable. ¿Por qué podemos
zando poco a poco; creía que había encontrado el único buen ser tan cambiantes las personas?
camino posible y que hacía lo que debía para ser feliz, pero Responder a esta pregunta de modo amplio y documen-
algo dentro de mí no acababa de encajar. Ellos eran mi fami- tado rebasaría las pretensiones y el espacio disponible en este
lia y me tranquilizaba saber que dirigían mi vida por el cami- apartado, pero sirva recordar que las teorías motivacionales
no de Dios, pero me costaba ser lo sumisa que pretendían de la personalidad sostienen que la conducta es reflejo de un
porque me sentía languidecer; me dolía mucho no poder ver conjunto de necesidades básicas y que a medida que una ne-
a mis padres y hermano —de hecho no podía ni hablar por cesidad concreta se vuelve más intensa aumenta la probabili-
teléfono con ellos ya que la directora de mi centro lo había dad de que influya en la conducta que manifiesta un sujeto
prohibido porque ellos, ahora veo que con razón, no acepta- determinado —aunque debe tenerse en cuenta que la fuerza
ban como normal el cambio tan radical que yo había experi- de las necesidades y presiones externas varían con el tiempo y
mentado en la Obra—, no podía creer que fuesen tan egoístas que las personas nos diferenciamos por presentar diferentes
y horribles como me decían y necesitaba relacionarme con patrones de intensidad y cronicidad en las necesidades—; di-
cho de otro modo, cuando las necesidades y los motivos son Según la estructura jerárquica de las necesidades humanas
fuertes se reflejan en el tipo de conducta que suele conside- propuesta por Maslow67, cuanto más abajo se encuentre una
rarse relacionada con la personalidad de un sujeto (por ese necesidad dentro de dicha jerarquía, tanto antes aparece en el
motivo, un individuo con personalidad presectaria —que proceso de desarrollo filogenético y ontogenético del indivi-
está ligada a un marco concreto de necesidades psicosociales duo —así, las necesidades fisiológicas aparecen con la vida;
básicas—, tenderá a realizar una línea de comportamientos las de protección y seguridad son características de niños, jó-
que solemos tildar de «sectarios» antes que emprender cual- venes y animales inferiores; las de valoración son propias de
quier otra conducta igualmente apta para satisfacer sus nece- adultos y exclusivas de los humanos, etc.—; por otra parte,
sidades). las necesidades se satisfacen secuencialmcnte de abajo hacia
Muchos estudiosos han intentado dar con una clasifica- arriba, de las «inferiores» a las «superiores», eso es haciendo
ción generalizable de las necesidades humanas, pero tal em- bueno el aserto popular, pragmático y sanchopanziano, de
peño siempre ha arrojado resultados parciales. Uno de los «primero comer, luego filosofar».
marcos teóricos más populares es el que aportó la «jerarquía Las necesidades fisiológicas, de protección y seguridad,
de necesidades humanas» propuesta por Abraham Maslow y de amor y pertenencia y las de valoración, conforman en
expuesta como una pirámide con cinco niveles en cuya base conjunto las denominadas «necesidades de carencia», postu-
radican las necesidades fisiológicas indispensables para la ho- ladas como una especie de vitaminas puesto que su carencia
meostasis corporal, el equilibrio y la supervivencia, mientras —su falta de satisfacción— impide el crecimiento y desarro-
que en los escalones superiores se suceden necesidades de na- llo de un individuo. Maslow afirma también que los huma-
turaleza psicológica. nos tienden siempre a lograr un estado de satisfacción, pero
que lo consiguen pocas veces o por muy poco tiempo; y, en
JERARQUÍA DE NECESIDADES DE MASLOW esa búsqueda, a medida que se satisfacen unas «necesidades
de carencia» van surgiendo otras y otras más. El tener «nece-
Necesidades orientadas sidades de carencia», según Maslow, lleva a la persona hacia
hacía el crecimiento
un estado de privación, característica básica de la «enfer-
Necesidades
de medad humana» que él veía como la «incapacidad de acercar-
autorrealización se al crecimiento y a la actualización». Cuando las «necesida-
des de carencia» van siendo satisfechas empiezan a aflorar las
«necesidades orientadas hacia el crecimiento», originando
Necesidades Necesidades de amor y pertenencia la sensación de inquietud y descontento. El sujeto tiende a
orientadas cumplir con su destino, «un hombre —en palabras de Mas-
hacia la
supervivencia
Necesidades de protección y seguridad low— es lo que debe ser, esto es lo que se podría llamar auto-
rrealización»68.
Necesidades fisiológicas
Cabe advertir al lector que este teórico, al igual que Cari
67. C/r. Maslow, A. H. (1954). Motivatíon and personality. New 68. C/r. Maslow, A. H. (1971). Thefarther reacbes of human nature.
York: Harper & Row. New York: Víkíng Press.
Rogers y el resto de colegas que abordan la cuestión de la de un reductor de ansiedad, sus necesidades y el modo de sa-
personalidad desde las perspectivas humanista o fenómeno- tisfacerlas nos darán la única llave que permite acercarnos y
lógica, parte de la suposición de que los seres humanos son relacionarnos con ellos bajo las máximas garantías de éxito
intrínsecamente buenos y que tienden a la perfección dado posibles.
que en su naturaleza está implícito un progreso constante ha-
cia una mayor salud, autosuficiencia y madurez. Esta visión
tan optimista de lo humano no es compartida por este autor Qué buscan adolescentes y jóvenes y no encuentran
—ni por la gran mayoría de estudiosos de la personalidad—
ya que, por desgracia, no encuentra confirmación ninguna en Hemos señalado que las necesidades determinan nuestros
los datos que retratan nuestra historia ni en las investigacio- comportamientos pero que éstas no son estables, sino que
nes psicológicas científicas realizadas hasta hoy. van cambiando a lo largo de nuestra existencia en función de
Debido a que las necesidades humanas se interrelacionan las propias vivencias. Sin embargo, cuando nos fijamos en co-
de un modo más complejo y menos lineal que el modelo su- lectivos delimitados por la edad —niñez, adolescencia, ju-
gerido por los cinco niveles de necesidades de Maslow, éste ventud, tercera edad, etc.— solemos tender a suponer que en
no ha sido confirmado por las investigaciones empíricas, cada fase vital compartimos una base de necesidades comu-
aunque, en cambio, sí se ha encontrado base empírica para nes con los coetáneos. No vamos desencaminados del todo
sostener, al menos, la existencia de una jerarquía más amplia ya que participamos de un mismo proceso biológico de ma-
y menos definida conformada por dos niveles y que engloba, duración y ello conlleva la similitud en una parte notable de
con interrelaciones más ricas y caóticas, las ya citadas necesi- nuestras necesidades básicas, aunque tras la apariencia habita
dades de carencia y las de crecimiento. Por esta razón, y a pe- la diferencia, lo que nos hace parecidos —miembros de una
sar de lo dicho, el esquema de necesidades de Maslow sigue generación— y distintos —dueños de una personalidad— a
siendo usado en muchos campos de estudio como un punto un mismo tiempo.
de referencia para la reflexión. Todos buscamos colmar necesidades acuciantes a cada es-
En definitiva, tal como ya vimos al principio de este apar- calón de nuestra biografía, y hasta es posible que todos ten-
tado, las necesidades, sea el que fuere el modo en que se es- gamos las mismas, pero sin duda no las sentimos en el mismo
tructuren y relacionen, modelan nuestros comportamientos orden, intensidad ni momento, por eso, entre otras cosas, nos
y, en suma, nuestra personalidad; en consecuencia, intentar percibimos y comportamos tan distintos los unos de los
comprenderlas dentro de su contexto psicosocial será un otros. Si nos centramos en el objetivo del enunciado de este
ejercicio fundamental para poder entender las actuaciones y apartado —«qué buscan adolescentes y jóvenes y no encuen-
razones de los demás (aunque no las compartamos). Por otra tran»—, e intentamos averiguar las posibles causas de insatis-
parte, propiciar y fomentar que uno mismo comprenda las facción comunes en una etapa vital que será clave para nues-
necesidades —el mecanismo para cubrirlas— que subyacen tro futuro como adultos, descubriremos con estupor cuan
bajo sus actos, será una vía indispensable para poder cambiar poco se ajustan nuestras presunciones a la realidad.
sus modos de proceder hacia situaciones menos lesivas —en Para empezar, conviene recordar que, a pesar de la creen-
caso de que lo fuesen— para él y los demás. Cuando nos ocu- cia popular, eso que etiquetamos como «adolescentes» y
pamos de sectarios o de toxicómanos, eso es de dependientes «jóvenes» no es un colectivo uniforme, sino todo lo contra-
rio. De hecho, dado que la adolescencia es una etapa de con- Que estimule y ENSEÑE A CONVIVIR a los asociados
formación de la personalidad altamente influida por una di- (93,7%).
versidad de procesos miméticos, de imitación y de enfrenta- Que permita experimentar NUEVAS EXPERIENCIAS
miento respecto a su entorno más inmediato —el mundo de (93,4 %).
los adultos—, podrá haber tantos tipos diferentes de adoles- Que permita realizar muchas y DIFERENTES
centes como diversidad de entornos sociales pueda encon- ACTIVIDADES (93 %).
trarse. Que haga SENTIRSE FELIZ (92,9 %).
Sin embargo, a pesar de que algunas necesidades y moti- Que potencie el SENTIDO DE RESPONSABILIDAD
vaciones pueden ser muy singulares, la estadística —con su (91,1 %).
capacidad para homogeneizar lo que es distinto y, a pesar de Que sirva de ORIENTACIÓN PARA RESOLVER
ello, extraer conclusiones válidas— podrá sernos de utilidad PROBLEMAS (90,5 %).
para acercarnos de forma global al segmento más joven de Que haga SENTIRSE QUERIDO (87,7 %).
nuestra sociedad. A tal fin, nos remitiremos a la investigación Que practique y potencie la VIDA AL AIRE LIBRE
sobre la población de jóvenes de entre 14 y 29 años69 que rea- (85,9 %).
lizamos en 1988, en el seno de la Comisión Interministerial Que permita la participación de AMBOS SEXOS
de la Juventud, y que aportó hallazgos muy clarificadores (85,8 %).
para el asunto que nos ocupa. Que tenga algún tipo de ESTRUCTURA
Entre los temas investigados, al preguntar a los encuesta- ORGANIZADORA (85,4 %).
dos acerca de las características positivas que debería tener un Que ayude a CONFORMAR LA PERSONALIDAD de sus
grupo o asociación para ser apetecible, pudo perfilarse el di- miembros (85,4 %).
bujo de lo que, para los jóvenes, vendría a representar el mo- Que ayude realmente en los PROBLEMAS
delo asociativo ideal, un marco grupal que, al menos, debería PERSONALES (84,6 %).
ofertar las demandas que relacionamos a continuación, orde- Que NO SEA JERÁRQUICA ni se rija por las decisiones
nadas según la prioridad —o porcentaje de coincidencia en la de un líder (80,5%).
demanda— expresada: Que tenga DIRIGENTES BIEN PREPARADOS (79,8 %).
Que tenga IDEALES PROPIOS que la hagan diferente
• Que den la oportunidad de CONOCER GENTE Y (70,6 %).
HACER AMIGOS (96,2 %). Que sea ABIERTA Y NO ELITISTA (61,7 %).
• Que permitan participar directamente y SENTIRSE Que haya cierta HOMOGENEIDAD DE PENSAMIENTO
ÚTIL (95,7%). (50,1 %).
• Que las decisiones sean tomadas entre TODOS POR
IGUAL (93,9 %). Si repasamos con atención este listado de necesidades
prioritarias a encontrar en un grupo, veremos que adolescen-
69. C/r. Canceras, A., Rodríguez, P. y Rodríguez, A. (1992). Jóvenes tes y jóvenes están demandando más comunicación, amis-
y sectas: un análisis del fenómeno religioso-sectario en España. Madrid: tad, sentirse útil, querido, feliz y responsable, ser tomado en
Ministerio de Asuntos Sociales. consideración, profundizar en la convivencia, acceder a aven-
— 114-
turas y actividades interesantes, orientación y apoyo frente a fundamentales —y las más lesivas si no llegan a cubrirse sufi-
los problemas personales... es decir, que se patentizan necesi- cientemente—, existen otras lagunas que, en algún momen-
dades impregnadas de una fuerte connotación emotivo-afec- to de su proceso biográfico —generalmente coincidente con
tiva. etapas depresivas y/o dominadas por la ansiedad—, buscarán
Bueno será, pues, reflexionar sobre este particular y plan- llenarse donde sea y como sea. Los temas relacionados con el
tearse seriamente si sabemos cubrir suficientemente las necesi- «más allá» y lo «trascendental» parecen ir en cabeza en el lis-
dades afectivas, de orientación y de protección de los hijos. Sus tado de los vacíos existenciales.
demandas afirman que no es así. Y las cifras sobre la realidad El estudio ya citado de la Comisión Interministerial mues-
del menor en España70 —que no difieren substancialmente de tra que, entre los jóvenes actuales, hay un elcvadísimo índice
las del resto de países occidentales desarrollados— confirman de creyentes en la existencia de Dios (86,1 %, eso es 9 de ca-
esta lamentable situación: un 16,50 % del total de menores da 10; de los que un 45,5 % cree «algo» en su existencia y un
(que en España supone 1.640.344 sujetos) vive en hogares 40,6 % lo hace «firmemente»), frente al 13,4 % que no cree
con padres que presentan una acusada tendencia al empleo de para nada en tal posibilidad. Es notable resaltar que la mayoría
algún tipo de violencia física y psicológica; un 42,50 % de los de los creyentes (un 60,3 %) percibe la idea de Dios como «una
menores (unos 4.225.130) está bajo la tutela de padres que fuerza vital sin apariencia humana», mientras que un 31,9 % si-
tienden a emplear pautas educativas extremas —demasiado gue aceptando la ideación del dios antropomórfico cristiano.
rígidas/autoritarias o absolutamente permisivas— y, por ello, En contrapartida, los jóvenes manifiestan un fuerte recha-
lesivas para el proceso de formación de su personalidad; en el zo por la religión clásica, de la que temen su carácter de ente
22 % de los nacimientos habidos hasta 1985 —que afectan a incontrolable, despersonalizante y limitador de la autonomía
3.203.005 sujetos— los hijos no eran deseados, un aspecto personal. Esta oposición a lo religioso institucional explicaría
que incide negativamente en el desarrollo psicosocial del me- el hecho de que la práctica religiosa no figure entre las necesi-
nor; el 18 % de los escolares de entre 11 y 15 años considera dades prioritarias manifestadas por los jóvenes y, también, la
difícil o muy difícil hablar de temas que les preocupan con su razón por la que éstos, salvo excepciones más bien selectivas,
madre, y un 36 % apunta el mismo problema para hablar con- no resulten receptivos al mensaje religioso emitido desde el
fiadamente con su padre... y así un largo y amplio catálogo de ámbito eclesiástico institucional o desde el religioso-sectario.
situaciones problemáticas que afectan a prácticamente todos Complementariamente, en el mismo trabajo se averiguó
los ámbitos de la vida. que un 73,5 % de los jóvenes cree en la astrología, un 54 % en la
Pero no son sólo necesidades afectivas y soportes para existencia de otra vida después de la muerte, un 50,7 % en los
poder formarse y madurar adecuadamente lo que buscan los ovnis, un 46 % en el curanderismo71, un 34,3 % en la reencar-
adolescentes y jóvenes. Aun siendo éstas sus carencias más nación y un 31,3 % en las prácticas espiritistas como medio de
70. Cfr. Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos 71. Cfr. Rodríguez, P. (1992). Curanderos: viaje hada el milagro.
(El drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B. En esta investi- Madrid: Temas de Hoy, pp. 154-156. En esta amplia investigación sobre el
gación se analizan todos los aspectos, familiares y sociales, que resultan mundo del curanderismo se incluye una encuesta ad hoc, realizada en Es-
lesivos para los menores, y se recogen las cifras de los mejores estudios, paña, a nivel estatal, que muestra que son los más jóvenes, los que tienen
oficiales y técnicos, que se han ocupado de cuantificar esta dura realidad un mejor nivel profesional y más cultura, quienes más apoyan la labor de
los curanderos.
t t /.
comunicación ultraterrena con los muertos a través de mé- ma, y en algunos casos, una nueva alternativa de vida ante un
diums. Tan altos porcentajes resultan francamente espectacu- proceso de incomunicación y crisis personal o, simplemente,
lares si los comparamos con la idea apriorista —y evidente- ser una vía accesible para emprender una deseada —y nunca
mente equivocada— de que los jóvenes de hoy son cultos, antes lograda— emancipación familiar (ya sea de los padres o
racionalistas y materialistas. del cónyuge).
De todo ello cabría deducir que, actualmente, no parece También en que —y ello es fundamental— en las «sectas»
estar en crisis el sentimiento religioso de la juventud —ya que convergen una gran cantidad de las características ideales que
la necesidad de trascender («traspasar los límites de la expe- los jóvenes —tal como ya vimos— desearían encontrar en un
riencia posible», según la definición kantiana) permanece la- grupo (amistad, participación, convivencia, comunicación,
tente y solapada en la inmensa mayoría de ellos— sino más tener nuevas experiencias, realizar actividades diferentes, po-
bien las formas clásicas de expresión social de lo religioso. sibilidad de sentirse feliz y querido, orientación para resolver
Hoy se tiende hacia formas más privadas, personales, sincréti- problemas, etc.). Y, finalmente, en que las «sectas» realizan
cas y ligbts de vivir aspectos tradícíonalmente reservados a las su proselitismo bajo dos vías de atracción sumamente de-
grandes vías religiosas tradicionales; desde esta perspectiva, mandadas por los jóvenes. Una es la que cubre aspectos rela-
quien hoy practica los ritos techno-pop prescritos por los cionados con la utilidad —relajación, concentración, mejora
apóstoles de la Nueva Era, o por cualquier «secta», no hace de técnicas de estudio, comunicación, habilidades sociales,
nada sustancialmente diferente a lo que han realizado durante etc.— y el ocio —excursiones, charlas, fiestas, etc.—; y la otra
siglos los creyentes católicos al practicar su liturgia. Otra cosa es la que posibilita alcanzar conocimientos dentro del am-
bien distinta será, por supuesto, dictaminar sobre la licitud de biguo campo del «ocultismo» y «esoterismo», temas por los
las prácticas y fines —que no de las creencias— que puedan es- que la juventud actual, a juzgar por los datos ya comentados,
conderse detrás de cada oficiante, ya sea éste sectario o clérigo. siente una verdadera y evidente fascinación.
Otro dato a tener en cuenta es que, según la investigación Como colofón de la reflexión de este apartado cabe seña-
de referencia, a pesar del genérico rechazo que motiva lo sec- lar que, dado que las carencias que acumulamos de jóvenes
tario-religioso, casi la mitad de los jóvenes encuestados (un suelen acompañarnos en la etapa adulta, será atinado pensar
44,5 %) no se posicionó decididamente contra las «sectas» y que las necesidades y los factores de atracción hacia las «sec-
un 25,8 % las aprobaba de modo expreso. El atractivo de las tas» recién citados podrán aplicarse con validez —sin apenas
«sectas», como posible vía utilitaria, está innegablemente cer- retoques, aunque con las reservas debidas— al conjunto de la
tificado por el gran porcentaje de jóvenes que apoyan su exis- población.
tencia.
Así pues, algunas de las razones subyacentes que explican
la potencial atracción que las «sectas» ejercen sobre los jóve- 13. Comportamiento colectivo, movimientos sociales
nes hay que buscarlas en motivantes, susceptibles de actuar y sectas
simultáneamente, como puedan ser el que ambos —jóvenes y
«sectas»— coincidan en la manifestación de un patente senti- La Sección de Comportamiento Colectivo y Movimien-
miento de oposición hacia lo eclesiástico e institucional. En tos Sociales de la American Sociológica! Ássociation, en sus
el hecho de que la oferta sectaria puede constituir en sí mis- estatutos, define el comportamiento colectivo como «formas
sociales emergentes y extra-institucionales de comporta- recién aludidos —colectividad, continuidad y cambio so-
miento», una visión que implica, tal como reconocen autores cial— antes de que el colectivo llegase a organizarse como un
como Lofland o Michener72, conductas espontáneas y a me- grupo formal e institucionalizado. Y, tal como sostienen
nudo sujetas a normas creadas por los propios partícipes y Turner y Kilian, «aun en el caso de que un movimiento social
que no se derivan de las normas mayoritarias de la sociedad (a tenga un carácter religioso de autotransformación, como
las que con frecuencia se oponen). Dentro del comportamien- ocurre en una secta, existe un objetivo más amplio de trans-
to colectivo no episódico estarían los movimientos sociales. formación de la sociedad»75.
Turner y Kilian 73 propusieron que un movimiento social Según lo expresado, las «sectas» —o una parte muy nota-
fuese definido como «una colectividad que actúa con cierta ble de ellas— podrían ser vistas como un movimiento social,
continuidad para promover o resistir un cambio en la so- pero, sin embargo, parecen incumplir otras características
ciedad o grupo de la que forma parte». En este enunciado definitorias de los movimientos sociales: no afectan a una
aparecen tres elementos esenciales para detectar un posible gran parte de la sociedad, no tienen contornos difusos —sino
movimiento social: colectividad (grupo relativamente desor- todo lo contrario—, no hay corrientes diversas en su seno,
ganizado en el que existe interacción y sentido de unidad y en etc. Si tomamos en consideración estos aspectos, parece ob-
el que tiende a desarrollarse un comportamiento colectivo no vio que Testigos de Jehová, Ciencia Cristiana, Templo del
institucional), continuidad (su actuación se desarrolla con Pueblo, Ceis y tantos otros no conforman ningún movimien-
sentido histórico, implicando algún tipo de organización, es- to social, pero ¿y si nos alejamos un poco de cada grupo para
trategias, continuidad de la identidad grupa!, etc. que se man- poder enfocarlos desde una distancia suficiente que nos per-
tienen a pesar del paso del tiempo y de sufrir variaciones en mita verlos a todos ellos dentro del contexto social global?
sus integrantes), y cambio social (ya sea propiciándolo o re- En ese caso, la percepción que podremos tener del conjunto
sistiéndose a él; teniendo como objetivo claro la transforma- variará substancialmente.
ción de la sociedad en la dirección que se propone desde el El físico Fritjoff Capra76 afirma que «estamos siendo tes-
movimiento social, al margen de que tal aspiración pueda tigos del comienzo de un tremendo movimiento evoluciona-
servir también para solucionar determinadas necesidades de rio que parece ilustrar el antiguo aserto chino que dice: "El
sus miembros). yang, habiendo alcanzado su punto culminante, se retira en
Si se analiza el proceso que ha dado origen a algunas de
las sectas y sectas destructivas más notables de la actualidad74,
secretas a través de la Historia. Barcelona: Antonio Virgili Editor; Zweig,
puede verse con claridad la presencia de los tres elementos S. (1935). La curación por el espíritu. Barcelona: Apolo; Ynf ante, J. (1970).
La prodigiosa aventura del Opus Dei. París: Ruedo Ibérico; Hebert, G.
(1973). Los Testigos de Jehová, su historia y su doctrina. Madrid: La Casa
72. C/r. Lofland, J. (1981). «Collective behavíor: the elementary
de la Biblia/PPC; Cameron, C. (1974). Quién es Gurú Maharajji. Barce-
forms.» En Rosemberg, M. y Turner, R. H. (Eds.). Social Psychology: so-
lona: Bruguera; Rodríguez, P. (1985). Las sectas hoy y aquí. Barcelona: Ti-
ciological perspectives. New York: Basic Books, pp. 411-446; Michener,
bidabo Ediciones; Reiterman, T. (1986). El cuervo. Barcelona: Planeta;
H. A., De Lamater, J. D. y Schwartz, S. H. (1986). Social Psychology. San
Rodríguez, P. (1988). La conspiración Moon. Barcelona: Ediciones B; Rea,
Diego (CA): Jovanovich.
W. T. (1988). La mentira White. Zaragoza: INO-Reproducciones.
73. C/r. Turner, R. H. y Killian, L. M. (1987). Collective hehavior.
75. C/r. Turner, R. H. y Killian, L. M. (1987). Op. cit.
Englcwood Cliff (NJ): Prentice-Hall.
76. C/r. Capra, F. (1975). The Tao ofPhysics. Berkeley (CA): Sham-
74. C/r. Valentí, S. y Massaguer, E. (1912). Las sectas y las sociedades
bhala.
favor del yin." Los años 60 y 70 han generado toda una serie aparecido —o perdido su fuerza y/o eficacia para la conten-
de movimientos sociales que parecen ir todos ellos en la mis- ción de la ansiedad— de la sociedad no sectaria; etc. Además,
ma dirección. La creciente preocupación por la ecología, el las «sectas», tomadas en conjunto y sin distinción, han hecho
fuerte interés por el misticismo, el aumento de la conciencia nacer un notable contramovimiento antiscctario —nacional e
feminista y el redescubrimiento de los acercamientos holísti- internacional— muy bien definido y del que no caben dudas
cos a la salud y a la curación son todas ellas manifestaciones acerca de su identificación como movimiento social.
de la misma onda evolucionaría. Todas contrarrestan el exce- En este aspecto no se discrepa del enfoque dado a los nue-
so de énfasis de lo racional, de las actitudes y valores masculi- vos movimientos sociales por los científicos sociales euro-
nos y tratan de recuperar el equilibrio entre los lados mascu- peos, que consideran que movimientos tales corno el feminis-
lino y femenino de la naturaleza humana». ta, el ecologista o el pacifista constituyen una reacción
Para este físico cuántico, empeñado en hacer confluir la vinculada a los procesos de modernización en las sociedades
física moderna con la metafísica oriental, el concepto de industrializadas 77 . Las «sectas» —el sectarismo, más bien—
«movimiento [evolucionarlo]» es, sin duda, muy diferente al son, sin duda alguna, una respuesta defensiva —estructurada
de movimiento social manejado por los científicos sociales, y ofertada como una dinámica ofensiva en lo social, de super-
pero aceptando su punto de vista holístico podemos pasar a vivencia psicológica en lo personal y aspirativa (que aspira a
ver la cuestión de las «sectas» como un conjunto de manifes- cambiar/mejorar aspectos sentidos como fundamentales) en
taciones diversas, más o menos institucionalizadas, que lo global— nacida e impulsada en y desde una parte del co-
arrancan de una misma situación estructural de nuestra so- lectivo social que reacciona ante una realidad que, progresi-
ciedad y que se mueven en torno a parecidas necesidades y vamente, ha ido convirtiéndose en más y más inhóspita a pe-
objetivos, cosa que nos devuelve otra vez ante la posible pre- sar de caminar por la senda del progreso material. Por esta
sencia de un gran movimiento social —nuevo según la termi- razón, entre otras, el sectarismo —que no las «sectas» necesa-
nología en boga, pero tan viejo como lo son las crisis psicoso- riamente— avanza en nuestra sociedad de forma imparable.
ciales en la historia humana y las estrategias culturales para Las motivaciones de las «sectas» —al igual que sucede
obviarlas— que cumple perfectamente, ahora sí, con todos con las estudiadas respecto a los nuevos movimientos socia-
los elementos definitorios para ser considerado como tal. les— no encajan en paradigmas clásicos como los de lucha de
Si movimientos como el ecologista o feminista son teni- clases, defensa de valores étnicos, aspiraciones de mejo-
dos por tales a pesar de albergar en su seno decenas de sectas ras económicas o materiales en general, etc. Lo que se busca
diferentes, incluso enfrentadas entre sí, y más o menos insti- al ingresar en un movimiento sectario no es gratificación
tucionalizadas, ¿por qué no considerar en su conjunto un —aunque los humanos la pretendemos en cada cosa que ha-
movimiento multifacetado cuyas caras tienen mucho más pa- cemos—, ni cobertura de necesidades básicas de superviven-
recido entre sí que diferencias ? Las «sectas», por ejemplo, co- cia que, en nuestro entorno sociocultural, suelen estar satis-
inciden en ser radicalmente críticas y/o desafiantes ante el sis- fechas de modo suficiente —aunque a veces bajo mínimos—;
tema social dominante; en ofrecer alternativas que se postulan lo que se busca al asociarse a una «secta» son una serie de va-
como universales para la salvación holística —la de todo el
mundo y, de paso, la de uno mismo—; en ofrecer marcos de 77. C/r. Melucci, A. (1980). «The new social movements: A theoreti-
identidad, utopía y vivencia afectivo-emocional que han des- cal .ipproach.» Social Science Information (19).
'
lores inmateriales capaces de colmar aspiraciones o, más bien, miento social para conseguir identidad colectiva, tal como ya
necesidades, de tipo emocional —según lo dicho en el aparta- sostuvo Klapp79 al afirmar que la identidad colectiva encon-
do anterior—, «espiritual» o «humanitario», es decir, aspec- trada compensa la anomia de la sociedad de masas. En los
tos biológicamente innecesarios —que no se dan en el resto movimientos sectarios, tal como ya apuntamos, esta necesi-
de nuestros parientes animales, salvo en algunos primates—, dad se manifiesta con más intensidad debido, entre otros, a
pero culturalmente imprescindibles para los seres humanos. las características psicosociales previas —personalidad prc-
Estas necesidades emocionales «no biológicas» aparecen sectaria— de sus integrantes.
también, más o menos priorizadas, en el seno de las culturas Tal como afirma Henry Tajfel80, al aplicar su teoría de la
grupales de todos los primates, especialmente en las de póngi- identidad social a las minorías que se organizan como movi-
dos (orangutanes) y pánidos (chimpancés y gorilas) y, obvia- mientos sociales, todo individuo y todo grupo buscan una
mente, han sido uno de los motores fundamentales de nuestro identidad positiva, eso es, una forma de lograr y conservar la
largo y complejo proceso de hominización, tal como demues- propia estima y de afirmar una imagen de sí mismo tan favo-
tran los datos conocidos acerca de la evolución de nuestra es- rable como sea posible. La aparente contradicción que surge
pecie —desde Q\Ardipithecus ramidus de hace 4,4 millones de del hecho de que el miembro de una minoría logre una iden-
años hasta el Homo sapiens moderno— y queda patente al tidad positiva precisamente cuando suele ser despreciado por
analizar sus producciones culturales, particularmente las de- pertenecer a ella, Tajfel la explica señalando que la minoría
sarrolladas desde el Paleolítico Superior [c. 35000 a 8000 a.C.] despreciada puede encerrarse en sí misma creando una mini-
hasta hoy78. cultura en el seno de la cual cada sujeto tiene un lugar digno y
Entre estos valores no materiales destaca la búsqueda de no es despreciado, o bien, adoptando otro tipo de estrategia,
identidad y sentido puesta de manifiesto en gran parte de los puede pasar a la acción conformando un movimiento social.
comportamientos humanos. El sujeto se adhiere a un movi- De ambas posibilidades —construcción de un refugio emo-
cional o evolución hacia un movimiento social—, aunque
78. C/r. Rodríguez, P. (1999). Dios nació mujer. Barcelona: Edicio-
fundamentalmente de la primera, encontramos sobrados
nes B. En esta investigación, en la que se analiza en profundidad lo funda- ejemplos dentro del amplio y vanado mundo de las «sectas».
mental del proceso de evolución biológica y psicosocial que nos llevó En cualquier caso, para el ámbito del sectarismo esta bús-
desde los primeros homínidos hasta el hombre moderno, se pone especial queda de valores no materiales tiene poco que ver con la «re-
énfasis en documentar —mediante pruebas paleoantropológicas, arqueo-
lógicas, etnográficas, etológicas y otras— el protagonismo que tuvieron
volución silenciosa» de los valores postmateriales que preco-
una serie de necesidades emocionales para poder llegar a elaborar un concep- niza Inglehart01 que, por el contrario, sí podemos encontrar
to cultural tan útil y poderoso como el de «dios» —aparecido hace unos con mucha probabilidad entre los estímulos básicos que con-
30.000 años, al tiempo que desarrollamos el pensamiento lógico-verbal, y
concebido exclusivamente como femenino hasta hace apenas seis mile-
nios—, base de las estructuras míticas y rituales que dieron origen a los 79. C/r. Klapp, O. E. (1972). Cúrrente ofunrest. An introduction to
fundamentos de la organización sociocultural que todavía tenemos. Co- collective behavior. New York: Holt, Rinehart and Winston.
nocer el trayecto evolutivo que configuró los esquemas psicosociales que 80. C/r. Tajfel, H. (1981). Human groups and social categories. Cam-
aún determinan buena parte de nuestros comportamientos emocionales, bridge: Cambridge University Press.
ayudará muchísimo a poder comprender los mecanismos básicos que sub- 81. C/r. Inglehart, R. (1977). The silent revolution: changing valúes
yacen bajo estrategias reductoras de la ansiedad como son la afiliación a ¡tnd political styles among -western publics. Princenton (NJ): Princenton
grupos/prácticas de corte religioso, el «sectarismo» y algunas otras. University Press.
tribuyen a ía configuración de otros tipos de movimientos perfectamente esperable de la confluencia entre un modelo
sociales que, a diferencia de las «sectas», no se caracterizan de organización social como el que tenemos y unas necesida-
por estar muy replegados sobre sí mismos y manifestar una des/fragilidades humanas como las que presentamos.
desbordante emocionalidad intragrupal. 3. Surgimiento y difusión de una creencia (o sistema de
El sociólogo y economista Smelser, desde su perspectiva creencias) generalizada: El sectarismo y su éxito se basan en
socioestructural, considera que para que un comportamieri- - la extensión de dos perfiles de creencias complementarias
to colectivo aflore y se desarrolle debe existir un contexto de que, al surgir, cuentan ya con una base de arraigo social. Por
desorganización social —tensiones entre grupos, problemas una parte, el sectarismo suele protegerse bajo el paraguas de
económicos, mecanismos de control social débiles, difusión creencias clásicas —religiosas, científicas, filosóficas, etc.—
de ideologías radicales, etc.—, puesto que las tensiones es- que gozan de amplia aceptación social y respecto a las cuales,
tructurales facilitan la conductividad del sistema social. Pero, como máximo, se posicíona como motor reformador posi-
además, deben darse una serie de puntos que el mismo Smel- tivo enfrentado a quienes —siempre señalados por su dedo
ser82, en su teoría del «valor añadido», definió como las varia- acusador— han «deteriorado» la doctrina inicial y la han
bles estructurales previas que son necesarias para que pueda «debilitado» hasta el punto de volverla ineficaz para los pre-
originarse un comportamiento colectivo o movimiento so- suntos fines salvíficos que se le supone inherentes.
cial. Si nos atenemos a esta tesis, veremos que la génesis secta- En segundo lugar, el sectarismo se ocupa en expandir una
ria se ha producido siempre en entornos donde se han dado serie de ideas/creencias negativas —del tipo «esto se hun-
previamente los seis elementos siguientes: de»— cuya percepción subjetiva ya está bastante generaliza-
1. Proclividad estructural del sistema social: Una caracte- da debido a la anomia, sensación de fracaso, aislamiento so-
rística que es consustancial a toda sociedad heterogénea cial, etc., derivados de un marco social altamente conflictuado
como la actual, en la que el conflicto es inevitable. A más como es el actual, al tiempo que contrasta su visión apocalíp-
abundamiento, en movimientos sectarios —pero también en tica con un paquete de ideas/creencias positivas —«esto se
todas las religiones y organizaciones altamente ideologiza- hunde... pero aquí tenemos el barco para salvarnos todos»—
das— que llevan en marcha el tiempo suficiente, la homoge- que se pretenden específicas, diferenciales y únicas. En fun-
neidad inicial que evitaba conflictos intragrupales fue per- ción del momento y del entorno social tendrán más éxito
diendo fuerza hasta fomentar una nueva proclividad dentro unas propuestas sectarias que otras, ya que empezar a predi-
del subsistema que, finalmente, potenció el nacimiento de car en el momento justo y en el lugar adecuado es la clave
nuevas «sectas», y en éstas probablemente sucederá otro tan- para poder lograr una expansión y aceptación social impor-
to. De hecho, éste es un comportamiento iterativo que podría tantes83. A principios de este siglo, las primeras feministas o
modelizarse perfectamente mediante la matemática fractal. los ecologistas no pasaban de ser meros predicadores sectarios
2. Tensión estructural: Una situación que agudiza la pro-
clividad y fomenta el «mal estar» o la «efervescencia» y que, 83. Esta confluencia de momento justo y lugar adecuado es lo que
por lo ya apuntado con anterioridad, es una consecuencia explica en buena medida el gran poder de penetración social y acumula-
ción de recursos logrados por organizaciones religiosas surgidas en tiem-
po reciente como la Ciencia Cristiana [C/r. Zweig, S. (1935). La curación
82. C/r. Smelser, N. J. (1962). Theory of collective bebavior. New por el espíritu. Barcelona: Apolo]; Iglesia Adventista del Séptimo Día
York: Frce Press. [ C/r. Rea, W. T. (1988). La mentira White. Zaragoza: INO-Reproduccio-
o algo aún peor, pero hoy los científicos sociales los etique- como una vía inútil para intentar materializar sus necesidades
tan bajo el concepto de movimiento social. De todos modos, y esperanzas, viéndose forzados, por tanto, a buscar reducto-
no debe perderse de vista las profundas implicaciones que res de ansiedad alternativos —«sectas»— tras un Chernobil
subyacen bajo la afirmación de que «las ideologías son má- que ha ido desmantelando en gran medida el anterior soporte
quinas de construir injusticias»; no cabe duda respecto a que social y religioso católico.
los «problemas sociales» se construyen socialmente o, dicho 5. Movilización de los participantes a la acción: Esta
más llanamente, que la realidad se percibe, interpreta y abor- determinante es una simple consecuencia de fenómenos de
da de muy diferente forma según sea el color del cristal liderazgo y de comunicación y, en el sectarismo, por propia
—creencia— a través del que se mire. definición estructural, estos dos factores están incluso sobre-
4. Factores precipitadores: Parece claro que en el secta- dimensionados.
rismo no hay factores precipitadores tan claros y concretos 6. Control social ineficaz; Tal como lo estableció Smel-
como puedan encontrarse, por ejemplo, en los movimientos ser, el control social es un contradetcrminante y es su debili-
feminista, pacifista, ecologista o antirracista. Un grupo de mu- dad o su ausencia relativas lo que hace factible la conducta
jeres masacradas, una guerra en Vietnam, un accidente nu- social. En la posibilidad de surgimiento y expresión del sec-
clear en Chernobil, o un negro asesinado por blancos, son tarismo es evidente que este factor tiene una influencia final
hechos que no tienen parangón con los factores que, por notable como elemento modulador de los comportamientos
ejemplo, han propiciado en Latinoamérica el ingreso de una que pueden aflorar, de sus expresiones y de las estructuras
parte notable de su población en una miríada de sectas cris- organizativas que pueden llegar a conformarse. Teniendo en
tianas fundamentalistas; pero, si analizamos las característi- cuenta que el control social siempre es mucho menor o «in-
cas psicosociales básicas de esa población, podremos encon- eficaz» en una sociedad democrática que en una de corte
trar factores precipitadores con peso suficiente para explicar autoritario, podrá comprenderse una de las causas por las que
este fenómeno social, máxime cuando la actitud de la Iglesia las «sectas» florecen en las primeras mientras que en las se-
católica —reprimiendo enfoques como el de la Teología de la gundas son dificultadas y reprimidas, casi siempre en benefi-
Liberación y abordando las cuestiones sociales más canden- cio de organizaciones ideológicas monolíticas y acordes al
tes y lacerantes con dogmatismo y falta absoluta de sensibili- régimen dominante.
dad y realismo— ha sido percibida desde buena parte de los
miembros de las clases bajas —su base social tradicional—
Las sectas como movimiento social
nes]; Opus Dei [C/r. Ynfante, J. (1970). La prodigiosa aventura del Opus
Dei. París: Ruedo Ibérico]; Iglesia de la Unificación [C/r. Rodríguez, P. Basándonos en lo apuntado hasta aquí, resulta factible
(1988). La conspiración Moon. Barcelona: Ediciones B]; etc. Y la misma poder analizar la multiplicidad de «sectas» que observamos
observación resulta válida para explicar, desde la perspectiva histórica y
sociológica, el proceso de adquisición de poder temporal protagonizado en nuestra sociedad como expresiones diversificadas del aflo-
por religiones tradicionales como la propia Iglesia católica [C/r. Puech, ramiento más o menos institucionalizado de un movimiento
H-C (Ed.) (1979). Historia, de las Religiones Siglo XXI: Las religiones en el social de miras más amplias y límites más borrosos que los
mundo mediterráneo y en Oriente Próximo, (I), vol. 5. Madrid: Siglo XXI; movimientos sociales clásicos (feminista, ecologista, pacifis-
o Rodríguez, P. (1997). Mentiras fundamentales de la Iglesia católica. Bar-
celona: Ediciones B].
ta, etc.). El concepto de «sectarismo defensivo» que propusi-
mos en libros anteriores84, visto desde este ángulo, no parece de la página siguiente, en el que esquematizamos la dinámi-
estar tan alejado de los movimientos sociales reconocidos, ca de la que surgen los movimientos sectarios y sus respectivos
dado que, además, comparte con ellos bastantes estrategias contramovimientos en el seno de la sociedad.
proselitistas y métodos de adoctrinamiento y conversión, así Según se esquematiza en dicho gráfico, de entre los múltiples
como algunos esquemas organizativos básicos. comportamientos colectivos que se generan dentro de un deter-
Las «sectas» no son simples movimientos expresivos que minado contexto social, una parte de ellos acaba expresándose a
tratan de transformar al individuo, ya que sus postulados doc- través de una diversidad de agrupaciones, más o menos institu-
trinales y objetivos fundamentales se dirigen, antes que nada, a cionalizadas, que denominamos «sectas» y éstas, a su ve/, con-
lograr una intervención positiva sobre el conjunto de la socie- formarán en su conjunto un movimiento social sectario.
dad con el fin de forzar una serie de cambios globales que se La interacción de las «sectas» —al menos de un cierto nú-
postulan como deseables, irrenunciables y universales. En este mero de ellas— con algunos sectores de la sociedad provo-
sentido, las «sectas» están muy próximas a los movimientos de ca inevitablemente comportamientos colectivos críticos y/o
protesta orquestados contra cualesquiera dinámicas imperan- contrarios a sus actuaciones, eso es «antisectarios», y una
tes en el contexto social en el que aflora la contestación. parte de éstos —los más directamente afectados por las «sec-
Si evitamos hacer análisis de corte etnocéntrico y valora- tas»— acaban organizándose a través de un movimiento so-
ciones éticas, parece obvio que sectas como, por ejemplo, cial antisectario que, en defensa de lo que postula como «sus
Haré Krisna, Cienciología, Testigos de Jehová o Ceis, no legítimos intereses», ejerce presión contra las «sectas», ya sea
postulan menos cambios sociales ni de menor calado que directa o indirectamente, a través de los familiares de adep-
Greenpeace —o el conjunto del movimiento ecologista— u tos, medios de comunicación social y diversidad de institu-
otros movimientos sociales. Lo que ocurre es que, al igual ciones públicas y privadas. La reacción a este conjunto de
que a principios de siglo algunos autores tildaban de «sectas» presiones combinadas es la aparición de comportamientos
a movimientos como el socialismo, el sindicalismo, el anar- colectivos favorables a las «sectas» y contrarios a los «anti-
quismo, el librepensamiento y un largo etcétera85, en el modo sectas» que pueden acabar aflorando bajo la forma de un mo-
de enfocar la realidad de no pocos estudiosos actuales persis- vimiento social específico que, obviamente, también se esfor-
ten enquistadas viejas tendencias prejuiciosas que mueven a zará por ejercer presiones de forma paralela, aunque en
legitimar o deslegitimar comportamientos grupales en fun- sentido inverso, a las manifestadas por el movimiento social
ción del tamaño de cada colectivo, de su éxito y aceptación antisectario. En la última sección de este apartado nos ocu-
social, del arraigo tradicional de su doctrina, de la «ética» o paremos con más detalle de esta realidad.
«nobleza» de las causas que sostienen, etc. La emergencia del movimiento social sectario, al igual
Pero, antes de proseguir, será oportuno revisar el gráfico que sucede con cualquier otro movimiento, ha sido facilitada
por una constelación de condiciones socioestructurales, psi-
84. Cfr. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Edi- cosociales y psicológicas, entre las que a continuación desta-
ciones B; Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos (El caremos algunas de las más notables.
drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B; Rodríguez, P. (1994).
Tu hijo y las sectas. Madrid: Temas de Hoy. 1. Condiciones socioestructurales:
85. Cfr. Valentí, S. y Massaguer, E. (1912). Las sectas y las sociedades a. Contexto político apropiado: El advenimiento de regí-
secretas a través de la Historia. Barcelona: Antonio Virgili Kditor. menes democráticos, en los que no hay represión, favorece y
Gráfico 1: Dinámica de los movimientos sectarios y sus contramovimientos
DINÁMICA SOCIAL
MS CC
MS PRO SECTARIO
SECTARIO PRO SECTARIO
Y CONTRA Y CONTRA
ANTISECTARIOS ANTISECTARIOS
fortalece el nacimiento y desarrollo de la actividad sectaria
que, con bastante frecuencia, llega a actuar directamente en
el campo político mediante el apoyo a determinados parti-
ce MS
dos, la formación de partidos propios, o ejerciendo presio-
ANTISECTARIO ANTISECTARIO
nes diversas para intentar implantar sus iniciativas o pro-
yectosKíl.
CC (comportamiento colectivo); MS (movimiento social). b. Marco económico de prosperidad: La abundancia de
© Pepe Rodríguez
recursos — estructurales, institucionales e individuales — fa-
vorece la organización en todos sus aspectos y facilita la rápi-
da y eficaz expansión de las ideas sectarias; los aspirantes a lí-
deres tienen más oportunidades y medios para lograr realizar
sus deseos; y el llamado «estado del bienestar», apoyado so-
3 c fi bre la cobertura social pública — sanidad, pensiones, etc. —
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o que asegura la satisfacción de las necesidades básicas de su-
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pervivencia, facilita y potencia sobremanera la búsqueda de
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c. Mejora de las condiciones organizacionales: Las facili-
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86. C/r. Ynfante,]. (1970). La prodigiosa aventura del Opus Dei. Pa-
rís: Kuedo Ibérico; Reiterman, T. (1986). El cuervo. Barcelona: Planeta;
Rodríguez, P. (1988). La conspiración Moon. Barcelona: Ediciones B; Ro-
dríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Ediciones B.
búsqueda de identidad88, la creencia en que es factible un
pió de sectarios como de antisectarios—, cuando es acepta-
da socialmente, fortalece la dinámica de la organización que mundo más justo, u otros con menor influencia que los ante-
riores, como la elección racional89. En los movimientos socia-
la gestiona y deja establecido «su problema» como algo
les sectarios no parecen incidir factores también clásicos
que afecta y debe preocupar y ocupar al conjunto de la po-
como las actitudes previas a la participación90, o la frustración
blación.
repentina91. En cualquier caso, en el reclutamiento de nuevos
d. Mejora de las condiciones culturales: El sectarismo, a
pesar de lo que cabría suponer, no decrece o desaparece nece- miembros sectarios siempre tiene un peso decisivo la resul-
tante biográfica de lo que en su día definimos como menor
sariamente en función directa del incremento del nivel cultu-
autodestructivo1*2 y que veremos con algún detalle en el capí-
ral —puesto que es una dinámica psicológica profundamente
tulo VIL
entroncada con las estructuras de fragilidad personal—; an-
b. Factores psicosociales: Entre los factores reseñados en
tes al contrario, en personas con un perfil presectario, un
aumento de la accesibilidad a los medios de cultura puede fa- la literatura científica sobre los movimientos sociales y que
pueden favorecer el reclutamiento sectario puede reseñarse el
cilitar el sectarismo al producirse una mayor capacidad para
contacto con las redes sociales del movimiento93, un aspecto
percibir incongruencias sociales —sin incrementarse al mis-
resaltado también en toda la literatura especializada en «sec-
mo tiempo la capacidad para poder elaborarlas y/o resistirlas,
tas»; el atractivo de la ideología; las circunstancias biográficas
una estrategia que no se logra con cultura sino con madurez
(o terapia)— y, también, una mayor facilidad para entrar en propicias (relacionadas con estados de crisis psicosocial); y la
ausencia de identificaciones en conflicto94, un hecho común
contacto con diversidad de mensajes/grupos críticos y/o al-
ternativos que ofrecen soluciones a esas incongruencias y sa-
tisfacción a las nuevas necesidades sentidas. Por otra parte, el
Millennial Dreams in Action: Essays in Comparative Stady. La Haya:
aumento de la presión mediática publicitando los llamados Mouton.
valores postmateriales —ideales como producto de consumo 88. C/r. Turner, R. H. y KilHan, L. M. (1957, 1987). Collective beha-
a ofertar por las «sectas»— aporta otro factor decisivo a la vior. Englewood Cliff (NJ): Prentice-Hall; Klapp, O. E. (1972). Currents
ofunrest. An introduction to collective behavior. New York: Holt, Rine-
hora de potenciar el movimiento social sectario.
hart and Winston.
2. Condiciones personales que favorecen el reclutamien- 89. C/r. Oberschall, A. (1973). Social conflict and social movements.
to de nuevos miembros: Englewood Cliffs (NJ): Prentice-Hall.
a. Factores personales: En el apartado 8, al perfilar la per- 90. C/r. Flacks, R. (1967). «The liberated generation: an exploration
of the roots of student protest.» Journal of Social Issues (23), pp. 52-75.
sonalidad presectaria, ya enumeramos una larga serie de as-
91. C/r. Walsh, E. J. (1981). Resource mobilizatíon and citizen
pectos psicosociales que favorecen el ingreso en «sectas». Los protcst in communities around Three Mile Island. Social Problems (29),
factores enunciados comprenden y amplían factores clásicos pp.1-21.
ya muy estudiados, y muy influyentes en el aspecto que nos 92. C/r. Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos (El
drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B.
ocupa, tales como la necesidad de afiliarse a un grupo87, la
93. C/r. McAdam, D., McCarthy, J. D. y Zald, M. N. (1988). «Social
Movements.» En Smelser, N. J. (Ed.). Handbook ofSociology. Newburg
87. C/r. Cohn, N. {1957,1981). En pos de I milenio. Madrid: Alianza
(CA): Sage.
Editorial; Kornhauser, W. (1959). Thepolitics ofmass society. New York:
94. C/r. Kornhauser, W. (1959). The politics of mass society. New
Free Press; y Aberle, D. F. (1962). «A note on relative deprivation theory as
York: I-'ree Press.
applied to millenarian and other cult movements.» F^n Thrupp, S.L. (lid.).
en los aspirantes a sectarios debido a su propia situación de religioso, etc.— en el que están inmersas y ante el que reac-
aislamiento y fracaso social más o menos notable. cionan; a los medios de comunicación —que pueden llegar a
Una vez que ha emergido un movimiento social, tal co- manejar de forma muy eficaz y rentable, ya sean éstos pro-
mo apunta Federico Javaloy, éste «centra sus intereses en pios o ajenos—; y a los contramovimientos, con los que están
descubrir procedimientos para generar recursos y asegurar inevitablemente unidas.
una infraestructura que le permita sobrevivir. Al mismo En este tipo de movimiento social, el éxito o el fracaso de-
tiempo que se organiza el movimiento social, se reclutan penderá de su flexibilidad para adaptarse a las condiciones
nuevos miembros, se ofrecen incentivos, se intenta el respal- externas que, por definición, siempre le son adversas, y de su
do de otras organizaciones y de líderes de la comunidad. Así capacidad para movilizar recursos y adeptos. Algunas «sec-
mismo, va desarrollándose una ideología que justifica la ac- tas» —en tanto que OMS— logran triunfar en mayor o me-
ción emprendida, señala quién es el enemigo y especifica nor medida, pero otras muchas quedan reducidas a grupús-
las metas y las estrategias». Con ligeras diferencias de ma- culos marginales con tendencia a la extinción a medio plazo
tiz, esta dinámica es también la misma que puede observarse (de no mediar cambios sociales o intragrupales suficientes
en los movimientos sociales sectarios, tal como cabría es- para lograr invertir esa tendencia entrópica). Cuando alguna
perar. parte del movimiento social sectario triunfa puede llegar a
Respecto a la organización de un movimiento social es propiciar transformaciones en el sistema —modificaciones
muy importante tener en cuenta el concepto de OMS (Orga- en la opinión pública y/o en las conductas de la gente— y sus
nizaciones de los Movimientos Sociales) propuesto, en 1966, metas y valores son incorporados por el orden social domi-
por Zald y Ash95, al darse cuenta de que los movimientos so- nante hasta institucionalizarse (tal como ocurrió, por ejem-
ciales, para asegurar su mantenimiento, creaban organizacio- plo, con los valores propugnados por el cristianismo o, más
nes o grupos formales que asumían la dirección centralizada modestamente, con la importantísima contribución de los
del movimiento, antaño en manos de grupos informales; una Testigos de Jehová en favor de la implantación de la objeción
observación claramente influida por los clásicos trabajos de de conciencia frente al ejército).
Weber acerca de la tendencia de los líderes y grupos a la insti- En algunos casos, y el movimiento social sectario es uno
tucionalizacíón, y los de Troeltsch sobre la propensión de las de ellos, el triunfo lleva aparejado el efecto bumerán índesea-
sectas a convertirse en iglesias. do de la aparición de contramovimientos robustos que pue-
Este paso del liderazgo carismático dentro de una estruc- den llegar a dificultar, e incluso hacer peligrar, algunos de sus
tura informal al liderazgo administrativo en el seno de una objetivos y/o su propia supervivencia.
OMS —con sus matices intermedios— es perfectamente visi-
ble en la evolución de cualquier «secta» que lleve en marcha
un período suficiente de tiempo. Y resulta tanto más visible si Los procesos psicosociales en el movimiento social
se analizan los comportamientos de las organizaciones secta- sectario desde el paradigma de la identidad social
rias en relación a las estructuras de poder social —político,
En un trabajo anterior apuntaba que el ser humano, nece-
95. Zald, M. N. y Ash, R. (1966). «Social movements organi/ations: sariamente gregario para poder sobrevivir como especie, pre-
growth, decay and change.» SocialForces (44), pp. 327-341. cisa también de algún marco cultural para lograr su supcrvi-
ción y de la publicidad. Del hecho de que una etnia puede
vencía emocional96. La cultura es el elemento fundamental
programarse habla bien a las claras el trabajo de los especia-
que define y posibilita la existencia de cualquier sociedad, ya
listas en «cultura de empresa», capaces de lograr que los em-
sea en el pasado, presente o futuro; por tanto, este marco so-
pleados de una corporación acepten una. determinada identi-
cioculturaí mediatizará necesariamente todo intento de com-
dad cultural creada ex profeso para maximizar la rentabilidad
prender los comportamientos colectivos humanos en general
de su trabajo (ya que la eficacia de una organización grupal
y la llamada «conducta étnica» en particular.
depende de la existencia de una cultura y del grado de identi-
Una etnia puede definirse a partir de tres indicadores cul-
ficación de sus miembros con ésta). El mismo efecto manipu-
turales básicos97: el territorio (que ocupa), el grupo (su cultu-
lador de los mass media y de la publicidad puede explicar
ra o identidad cultural) y la adscripción psicológica («verse
también buena parte de los mecanismos que sostienen las
en» o «sentirse como parte de» un grupo específico). Así, por
modas y, con frecuencia, el propio nacimiento y desarrollo
ejemplo, desde esta perspectiva, lo que a menudo denomina-
de algunas culturas o etnias urbanas modernas.
mos «sectas», «grupos marginales» o «tribus urbanas» ad-
Entre los pilares básicos que aseguran el éxito de una cul-
quieren una significación bien distinta si pasamos a conside-
tura figuran los rituales que, tal como afirma Isabel Badillol)1',
rarles como etnias que gestionan unos valores culturales
son actos pautados repetitivos, que cohesionan y vertebran al
específicos que, sin duda alguna, se muestran útiles para su
grupo, y de cuya ejecución se derivan actos de afirmación de
particular supervivencia (aunque, a menudo, ésta puede cho-
identidad. Los rituales, pues, son mecanismos imprescindi-
car con los valores, necesidades y límites de otras etnias urba-
bles para la formación y la supervivencia de un grupo y pue-
nas, incluida la de la cultura dominante en cada momento y
den adquirir formas y significados muy variados como, por
lugar).
ejemplo, los rituales de acceso o iniciáticos, los de jerarquía,
El proceso de formación de una etnia es dinámico y pro-
los de celebración festiva y los de salida.
gresivo; es el resultado exitoso de alguna de las infinitas bi-
La estructura y función social de los rituales ha sido estu-
furcaciones y posteriores iteraciones98 que tienen lugar en el
diada casi exclusivamente en referencia al contexto religioso
seno de cualquier contexto social. Sus elementos desencade-
o en relación a culturas primitivas^ pero de las conclusiones
nantes pueden ser muy diversos y, hoy, no cabe excluir de
antropológicas obtenidas en estos campos pueden extraerse
entre ellos el efecto manipulador de los medios de comunica-
muchas reflexiones aplicables a la sociedad laica y moderna.
Así, por ejemplo, partiendo de la evidencia de que, en una re-
96. Cfr. Rodríguez, P. (1999). Dios nació mujer. Barcelona: Edicio- ligión, cuanto menor sea su evolución —en el sentido de no
nes B, pp. 103-137, y particularmente el apartado titulado «Mitos y ritos:
haber desarrollado una estructura teológica dogmática cen-
una senda de la inteligencia hacia la seguridad emocional».
97. Cfr. Barth, F. (1969, 1976). Los grupos étnicos y sus fronteras. tral—, mayor será la subordinación de las creencias de sus
México: Fondo Cultura Económica; Aguirre, A. (1993). La identidad ét- fieles a las prácticas rituales, podremos inferir con fundamen-
nica. Barcelona: Reial Academia de Doctors. to que, en cualquier colectivo humano, cuanto más primarios
98. El concepto «iteración» define una realimentación que implica la
continua reabsorción de lo que ocurrió antes. Es un término básico dentro
de la matemática fractal y de la Teoría del Caos que permite modclizar y 99. Cfr. Badillo, I. (1994). Los ritos iniciáticos en la adolescencia. En
analizar, mediante ecuaciones no lineales, sucesos sumamente complejos Aguirre, A. (Ed.). Psicología de la adolescencia. Barcelona: Marcombo,
como fenómenos meteorológicos, dinámicas biológicas, procesos socia- pp. 115-127.
les, etc.
-1VJ-
sean sus miembros tanto mayor será su necesidad de recurrir vados de la identidad social los que probablemente pueden lle-
a los rituales para lograr su vertebración grupal y su afirma- gar a adquirir mayor intensidad en el ser humano, una fuerza
ción de identidad. incluso mayor que el sentido de la identidad personal. Ello se
En este sentido resulta patente observar cómo en una reli- basa tanto en la naturaleza esencialmente social del ser huma-
gión evolucionada, tal como la católica, se concentra la aten- no como en la existencia de mecanismos de refuerzo grupal y
ción en imponer un dogma complejo y excesivo (es orto- soporte colectivo con que cuenta la identidad social, mecanis-
doxa) con escasa vivencia ritual; mientras que en una «secta» mos que se intensifican cuando el endogrupo se siente amena-
—vista como institución religiosa en vías de evolución— se zado por el exogrupo (...) La condición radicalmente social del
invierten ambos términos (es orto-praxis). Podemos deducir, ser humano conlleva que sea más insoportable la pérdida de la
por tanto, que las etnias urbanas sectarias necesitan un modo identidad social que la renuncia a la identidad personal. Prue-
de vida mucho más ritualizado que las otras etnias vecinas ba de ello es que, en determinadas condiciones, como en cier-
basadas en sistemas culturales más ricos y complejos. La ne- tos movimientos sociales revolucionarios o en algunas sectas,
cesidad de rituales, tal como se ha dicho, se fundamenta en su haya participantes que están dispuestos a prescindir de todo
tremenda capacidad para coadyuvar la afirmación de la iden- interés individual en beneficio de la causa común»102.
tidad; pero, además, recordemos que las prácticas ritualiza- En el caso de los movimientos sociales sectarios, y muy
das sirven para incrementar los niveles de «mensajeros del especialmente en los que adquieren dinámicas de sectarismo
bienestar» —ver el capítulo III— y, por ello, están directa- destructivo, lo dicho en el párrafo anterior no sólo puede
mente implicadas en el desarrollo de los procesos de sectade- comprobarse en las conductas sumisas, dependientes y ma-
pendencia. niqueas de buena parte de sus adeptos, sino también en los
Por todo lo anterior, cuando Epstein100 habla de la «fuer- problemas emocionales103 que afloran en los adeptos al aban-
te carga emocional que parece rodear o subyacer a gran parte donar —por las causas que fuere— su grupo de pertenen-
de la conducta étnica» y Tajfel101 ve en ese contenido emocio- cia. Dichas dificultades emocionales, algunas de las cuales ya
nal la fuerza de la identidad social, debería entenderse por vimos al tratar el «Síndrome de Secta Destructiva», son deri-
«étnico», fundamentalmente, el concepto de adscripción psi- vadas, básicamente, de la pérdida de apoyo grupal —agrava-
cológica defendida, entre otros, por los ya citados Barth y do por la dinámica adictiva del sectario, expuesta ya en la
Aguirre. parte III de este libro— y, en según qué casos, complicadas
La identidad social, irrenunciable por definición, es la cla- por el efecto acumulativo de los procesos manipuladores y
ve fundamental para poder entender la intensidad de emocio-
nes y acciones que caracterizan a todos los movimientos socia-
les, pero particularmente al movimiento social sectario. Por 102. C/r. Javaloy, F., Rodríguez, A. y Espelt, E. (2000). Comporta-
miento colectivo y movimientos sociales. Un enfoque psicosocial. Barcelo-
ello es muy acertada la afirmación de Federico Javaloy al
na: PPU.
apuntar que «es posible afirmar que son los sentimientos deri- 103. C/r. Singer, M. T. (1978). «Therapy wíth ex-cults members.»
Journal of tbe National Association of Prívales Psychiatric Hospitals,
vol. 9 (13); Singer, M. T. (1979, january). «Corning out the cults.» Psycholo-
100. Epstein, A. L. (1978). Etbos and identity. Londres: Tavistock. gy Today, pp. 72-82; Rodríguez, P. (1984). Esclavos de un mesías (sectas
101. C/r. Tajfel, H. (1981). Human groups and social categorics. y lavado de cerebro). Barcelona: Elfos; Rodríguez, P. (1994). Tu hijo y
Cambridge; Cambridge Univcrsity Press. las sectas. Madrid: Temas de Hoy.
un —
despersonalizadores empleados por la secta destructiva a la vimientos sociales sectarios. Tal como señala Melucci108, la
que se haya estado afiliado. identidad colectiva que construyen los participantes en mo-
Es clásico y extraordinariamente adecuado el concepto de vimientos sociales les permite «llegar a reconocerse a sí mis-
miedo a la libertad, postulado por Erich Fromm'04, en relación mos», compartir unos marcos cognitivos y realizar inversio-
a la dicotomía identidad personal/identidad social; y comparti- nes emocionales, convirtiéndose en un fin que trasciende los
mos con Eríkson105 el relacionar la emergencia de las ideologías cálculos beneficios/costos, por lo que «la identidad colectiva
totalitarias —y las sectarias lo son— con la frustración colecti- nunca es enteramente negociable». Ciertamente, la adscrip-
va del sentimiento de identidad; y aunque tal dinámica, en opi- ción de los miembros de movimientos sociales sectarios no se
nión de ese autor americano, afecte «especialmente a la juven- debe a planteamientos puramente instrumentales, al menos
tud», lo cierto es que no siempre es así ni tiene por qué serlo. En no tal como los define la teoría de la movilización de recursos
referencia a los movimientos sociales sectarios, la «juventud», de Olson109, pero también es evidente —y lamentable— que
tal como ya comentamos, puede ser un elemento de riesgo aña- el enfoque neo-humanista de los nuevos movimientos socia-
dido106 aunque no definitorio. Los datos conocidos indican les pasa absolutamente por alto la riqueza y rigurosidad de
que, por ejemplo, entre el total de adeptos españoles de sec- datos que aporta un enfoque biologista del ser humano; des-
tas destructivas, la mitad aproximadamente tienen menos de de las perspectivas bioquímica y etológica, muchas conductas
29 años y el resto sobrepasan con creces esta edad. De hecho, en dichas humanas adquieren matices y explicaciones tan nota-
la década de los años 90 se ha producido un incremento muy bles que resulta grave obviarlos cuando se intenta compren-
elevado del ingreso de personas adultas —de edad superior der el comportamiento colectivo.
a los 30 años— en sectas destructivas, mientras que ha descen- No obstante la crítica anterior, parece muy obvio que la
dido relativamente el flujo de adeptos más jóvenes (que fue- identidad social es una clave fundamental para analizar los
ron el segmento social que alimentó, en gran medida, este tipo movimientos sociales, sean o no sectarios y, también, que
de grupos en la década de los años 60, 70 y primeros 80). ésta subyace en la raíz del sentido de legitimidad que le es in-
El enfoque europeo del llamado «paradigma de la identi- dispensable a cualquier colectivo humano.
dad», adoptado para analizar los nuevos movimientos socia- Para que se logre una «movilización del consenso», en
les107, es particularmente acertado para acercarse a los mo- término de Klandermans y Tarrow110, es preciso adquirir
previamente un sentido de legitimidad que, por definición,
104. Cfr. Fromm, E. (1941, 1978). El miedo a la libertad. Barcelona: deberá declarar «ilegítimo» el orden social dominante ya que
Paidós. el comportamiento colectivo se conformará oponiéndose a
105. Cfr. Erikson, E. H. (1968). Identity, youth, and crisis. New
York: Norton.
106. Cfr. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Edi- 108. Cfr. Melucci, A. (1989). Nomads of tbe Present: Social Move-
ciones B; Rodríguez, A. (1992). El lavado de cerebro. Barcelona: Boixareu ments & Individual Needs in Contemporary Society. Londres: Hutchins-
Editores; Canteras, A., Rodríguez, P. y Rodríguez, A. (1992). Jóvenes y ton Radins.
sectas: un análisis del fenómeno religioso-sectario en España. Madrid: Mi- 109. Cfr. Olson, M. (1965). The logic ofcollectíve action. Cambridge
nisterio de Asuntos Sociales; Rodríguez, P. (1994). Tu hijo y las sectas. (MASS): Harvard University Press.
Madrid: Temas de Hoy. 110. Cfr. Klandermans, B. y Tarrow, S. (1988). «Movilization into so-
107. Cfr. Cohén, J. L. (Ed.) (1985). «Social Movements.» Social Re- cial movements: Synthesizing european and american approaches.» ¡ntcr-
search (52), pp. 663-890. national social movement rcsearch (1), pp. 1-40.
I Al
él111. En este aspecto son muy interesantes los estudios re- fuentes de legitimidad que Weber114 definió como carismá-
lacionados con el sentido de justicia, comparación social y ticas.
privación relativa'12, que aportan visiones teóricas comple- Siendo razonable la distinción de Turner y Killian"5 entre
mentarias. la legitimidad interna —que otorga convicción a un grupo de
Coincidimos con Tajfel" 3 cuando afirma que la ilegiti- que tiene razón y de que sus pretensiones son justas— y la
midad es percibida en relación a ciertos patrones o princi- legitimidad externa —exigencia de que los demás (especial-
pios generales que sirven de comparación con la situación mente las autoridades) reconozcan como correctas las pre-
real, pero, respecto a los movimientos sociales sectarios, será tensiones del grupo—, en el caso de los movimientos sociales
una cuestión fundamental poder discernir entre los diferen- sectarios no es adecuado analizarlos en base a la «psicología
tes procesos que llevan a definir esos patrones. En las «sec- del mundo justo» de Lerner —que postula que la percepción
tas» se entremezclan, como mínimo, patrones de ética natu- de la legitimidad de un movimiento social va ligada al éxito o
ral, de valor universal; patrones de moral —entendida ésta fracaso de sus propuestas y/o demandas1"'—, ya que aunque
como ética definida e impuesta desde un poder social ideo- este tipo de apreciación puede ser válida para un observador
lógicamente dominante— más o menos reelaborados y, por exterior al grupo —tendemos a darle credibilidad y legitimi-
supuesto, no universalizables; y, finalmente, patrones para- dad a quienes triunfan; recuérdese, por ejemplo, el antes y
noides —típicos de la personalidad psicopatológica que sue- después de movimientos sociales como el feminista o el eco-
len presentar la mayoría de los fundadores/líderes carismá- logista—, jamás podrá llegar a ser un indicativo aceptable
ticos de SD— que normalmente sólo pueden ser asumidos para un miembro de una «secta» o secta destructiva mientras
por el propio grupo (ejemplos de ello los encontramos en el siga formando parte de ella.
hecho corriente de declarar ilegítima toda posesión personal Para un sectario, el no ver triunfar los objetivos de su
y forzar su entrega al líder/grupo; en la imposición de deter- grupo no implica falta de legitimidad sino todo lo contra-
minadas conductas sexuales como «vías liberadoras»; en rio. La intensísima vivencia emocional comunitaria pro-
definir como pautas de creencia universal concepciones cla- pia del sectario convierte en actos de autoafirmación tan-
ramente delirantes... elementos todos ellos que, en suma, to sus logros —supuesta demostración de que «\zfuerza de
sirven para diferenciar lo «justo», eso es su propuesta, de lo la razón y la verdad está en nosotros»— como sus fracasos
«injusto» o «ilegítimo», que es lo que hace el resto de la hu- —interpretados en el sentido de que «el enemigo es dema-
manidad). En cualquier caso, en las «sectas» dominan las siado poderoso, pero nosotros tenemos la fuerza suficiente
para derrotarle si perseveramos hasta el fin»—; en este as-
111. C/r. Blumer, H. (1978). Social unrest and collectíve protest. En pecto, la dinámica sectaria coincide con lo observado por
Denzín, N. (Ed.). Studíes ín Symbolic Interaction (1), pp. 1-54.
112. C/r. Martin, J. (1986). «The toleranceof injustice.» EnOlson,].,
Blumer y Lofland en sus análisis de la «multitud expresi-
Hermán, P. y Zanna, M. (Eds.). Relative deprivation and social compari-
son: The Ontario Symposium. Hillsdale (NJ): Lawrence Erlbaum Asso- 114. C/r. Weber, M. (1992, 1969). Economía y sociedad. México:
ciates (4), pp. 217-242; Crosby, F. y González-Intal, M. (1984). «Relative Fondo Cultura Económica.
deprivation and equity theories: Felt injustice and the undeserved benefits 115. C/r. Turner, R. H. y Killian, L. M. (1957, 1987). Collective be-
of others.» En Folger, R. (Ed.). The sense ofinjmüce: Social Psychological havior. Englewood Cliff (NJ): Prentice-Hall.
Perspecthes. New York: Plenum Press, pp. 141-163. 116. C/r. Lerner, M.J. (1971). «Justice, guilt, and veridical perception.»
113. C/r. Tajfel, H. (1981). Op. cit. Journal of 'Pcrsonality and Social Psychology (20), pp. 127-135.
va»"7. Esta autodefinición frente al enemigo, que cimenta la A cada grado de identificación con el movimiento social pa-
ideología y el sentimiento de legitimidad, tal como afirma rece corresponderle un determinado nivel de compromiso,
Federico Javaloy, no es otra cosa que la afirmación de la identi- eso es de disposición a actuar en favor del movimiento social.
dad social, de la distintividad positiva del grupo. Para Tur- El concepto de compromiso es análogo al de «moral»
ner y Killian la legitimación ideológica convierte la causa en propuesto por Blumer 121 , que lo define como el sentimiento
una misión moral y otorga al grupo un «sentido de rectitud», de lealtad e implicación con el movimiento que brota de la
un aspecto fundamental ampliamente detectado en todo tipo convicción en la rectitud de sus objetivos y de la fe en que
de «sectas»118. éstos serán alcanzados. Esta moral, según Blumer, tiende a
Desde la óptica de la identidad social pueden estudiarse adoptar la forma de «una actitud sectaria y una fe religiosa».
también algunos de los procesos psicosocíales básicos de los En la misma línea, Bittner 122 , al hablar de los «grupos caris-
movimientos sociales sectarios como son el compromiso, la máticos», sostiene que el carisma, o don de acceso directo a la
conversión, la resocialización y las relaciones intragrupales. verdad que creen poseer, les lleva a acentuar fuertemente la
El compromiso con un movimiento social, tal como diferenciación con los exogrupos y a monopolizar la fideli-
apunta Javaloy, se refiere al grado de identificación, cognitiva dad de los militantes, «no aceptándose que ningún interés y
y afectiva, de los participantes con el movimiento social al obligación personales puedan ser admitidos como fuente de
que pertenecen. La implicación de la propia acción personal oposición legítima a cualquier exigencia derivada de la par-
a favor del movimiento es una consecuencia directa de esa ticipación en el movimiento», que tiende a absorber la vida
identificación. El nivel de identificación con el movimiento entera, produciéndose «la despersonalización de los miem-
social varía en un continuum que va desde una total identifi- bros en nombre de algún ideal heroico».
cación con el movimiento social —como ocurre con el perfil En la literatura específica sobre «sectas» se describen has-
que Hoffer denominó «verdadero creyente»" 9 y con el que ta el hastío situaciones de compromiso que, aunque varían de
Javaloy mostró en su tesis sobre el fanatismo120— hasta la dé- grado —básicamente en función de la estructura de persona-
bil vinculación del simpatizante. O lo que es lo mismo, des- lidad de cada sujeto previa a la adhesión grupal—, pueden lle-
de la máxima despersonalización y altruismo del individuo gar a los extremos lacerantes propios de la sectadependencia
—dominio exclusivo de la identidad social— hasta el claro y despersonalización que se dan en muchos miembros de sec-
predominio de su identidad personal e intereses particulares. tas destructivas.
Desde los trabajos de James123 y Jung 124 , o los de Erik-
117. C/r. Blumer, H. (1951). «Collective behavior.» En Lee, A. M. son125, sobre el proceso de conversión de Saulo de Tarso y
(Ed.). Principies of sociology, pp. 167-233; y Lofland, J. (1985). Protest:
studies of collective bebamor and social movements. New Brunswick 121. C/r. Blumer, H. (1951). «Coilective behavior.» En Lee, A.M.
(NJ): Transaction Books. (Ed.). Principies ofsociology, pp. 167-233.
118. C/r. Wilson, B. (1970). Sociología de las sectas religiosas. Madrid: 122. C/r. Bittner, E. (1963). «Radicalism and the organization of radi-
Guadarrama; Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas, Barcelona: Edi- cáis movements.» American Sociological Review, vol. 28, pp. 928-940.
ciones B. 123. C/r. James, W. (1916,1986). Las variedades de la experiencia re-
119. Cfr. Hoffer, E. (1951). Thetrue heliever. Tkoughtsto thenature ligiosa. Estudio de la naturaleza humana. Barcelona: Península.
ofmass movements. New York: Harper. 124. C/r. Jung, C. G. (1949). Psicología y religión. Barcelona: Paidós.
120. C/r. Javaloy, F. (1984). Introducción al estudio del fanatismo. 125. C/r. Erikson, E. H. (1958, 1968). Luther avant Luther, psycba-
Barcelona: Universitat de Barcelona. fhilyse ct histoirc. París: Flamarion.
(¿17
Lucero, respectivamente, otros muchos estudiosos se han cepción que tenga el adepto de su propia calidad de vida
sentido atraídos por un fenómeno que, desde su mismo con- —cuanto más negativa sea (o parezca) la vivencia de su vi-
cepto —la palabra conversión deriva etimológicamente de da anterior, más positiva parecerá la que le ofrece el grupo—,
conversio^ eso es «revolución», «metamorfosis», «mutación» dos aspectos que repercutirán directamente en la mayor o
o «trastorno», y de converso, que significa «girar en todos menor permanencia de cada miembro en el seno del movi-
los sentidos»—, parece desconcertante. En suma, la conver- miento social al que está adscrito. La resocialización, en resu-
sión implica una profunda transformación de los valores, ac- midas cuentas, aporta una nueva identidad social positiva a
titudes y creencias de un sujeto, que pasa así a ser «un des- quienes antes naufragaban en la sensación de fracaso y/o pre-
conocido» para los demás y «un ser humano nuevo» para sí sentaban un autoconcepto con balance negativo.
mismo y para sus correligionarios. Este es, precisamente, Por último, cabe mencionar la importancia de las relacio-
uno de los aspectos que más llaman la atención a los familia- nes intragrupales en la construcción y mantenimiento de la
res y amigos de sectarios y suele darse como consecuencia nueva identidad social del integrante de un movimiento so-
de una «renuncia a sí mismo»126, en la que una persona susti- cial, sectario o no. En este aspecto fue pionera la apreciación
tuye su identidad individual por la identidad colectiva del de Blumer12s cuando estableció el «espíritu de cuerpo» como
grupo al que se vincula. En casos de sectarismo destructivo, resultado de la conciencia compartida de pertenecer a un mis-
el sujeto, después de pasar por un proceso de persuasión mo grupo y dibujó su construcción a través de tres elementos:
coercitiva127 en el que se rompen todos sus lazos de apoyo la creación de una relación endogrupo/exogrupo —dinámica
social con grupos de pertenencia/referencia anteriores, acaba maniquea, lo «bueno» (el grupo) frente a lo «malo» (el resto),
modificando severamente su identidad social en relación a que desarrolla identidad positiva y discrimina marcando lími-
los parámetros de «normalidad» asumibles por su entorno tes, con lo que, consecuentemente, aporta autodefinición—;
sociocultural. el desarrollo de un compañerismo informal; y la participación
Realizada la conversión, el proceso de afiliación requiere en la conducta ceremonial formal; aspectos, estos últimos,
una resocialización, eso es sustituir unos determinados mo- que facilitan al sujeto la adquisición de «un sentido de acepta-
delos interiorizados durante la socialización —en el ámbito ción social y de apoyo (...) alimentando sentimientos de iden-
familiar, escolar y social en general— por los que son propios tidad y simpatía común». Tal como ya mencionamos, el papel
de cada movimiento social, sea éste sectario o no. El proceso, de los ritos en el endogrupo son fundamentales como medios
obviamente, conlleva cambios substanciales en la identidad de activación de la identidad social y la solidaridad129; a este
social del sujeto y, para culminarlos, en los movimientos so- respecto, no estará de más recordar que si algo está sobredi-
ciales sectarios son particularmente intensas y cuidadas las mensionado en las «sectas» eso es el ritualismo, dado que en
reuniones y las estrategias de adoctrinamiento, puesto que de ellas cualquier actividad cotidiana —lavarse, cocinar, trabajar,
ello dependerá tanto la cohesión grupal —unidad, homoge-
neidad, colaboración, finalidad común, etc.— como la per- 128. C/r. Blumer, H. (1951). Op. cit.
129. C/r. Edelman, B. (1981), L'home des foules. París: Payot; Piz-
126. C/r. Turner, R. H. y Killian, L. M. (1957, 1987). Collective be- /.orno, A. (1986). «Sur la rationalité du choix dérnocratique.» En Birnbaum,
bavior. Englewood Clíff (NJ): Prentice-Hall. P. y Leca, J. (Eds.). Sur Vmdimdualisme. París: Presses de la Fondation
127. C/r. Schein, E. (1961). Coercitive persuasión. New York: Nationalc des Sciences Politiques; Mann, P. (1991). L'action coilcctivc.
Norton. París: Colín.
ganar dinero, leer, hablar...— puede estar —y de hecho está—
hecho diferencial que permite distinguirse de los demás —los
altamente ritualizada.
«otros»— al poder identificarse como «seguidores de...»
La figura del líder, en los movimientos sociales sectarios,
—un rasgo que resulta fundamental y altamente influyente en
es también otro lugar común en la literatura especializada en
las sectas cuyo cuerpo doctrinal está configurado, en mayor o
«sectas» y, dejando al margen la muy habitual presencia de
menor medida, en torno a supuestas «revelaciones» recibidas
características psicopatológicas en esos sujetos —que estu-
directamente por su líder y/o a su interpretación particular de
diaremos en el apartado 14 de este libro—, es bien conocido
textos clásicos dichos sagrados, o no menos supuestos «descu-
que el perfil más abundante es el del líder carismático —que a
brimientos» en cualquier ámbito social—; y para los adeptos
menudo resulta el propio fundador del grupo sectario—,
representa un modelo de «perfección» a seguir e imitar por
aunque en ocasiones, tal como atestiguan casos como los de
todos.
la organización Moon130, Testigos de Jehová131, Opus Dei132,
No cabe duda de que los humanos —particularmente los
El Palmar de Troya133 y otras muchas «sectas» con estructu-
de personalidad más frágil— necesitamos caminos y prome-
ras desarrolladas, al líder carismático se le unen, por debajo
sas de identidad y utopía para poder sobrellevar las situacio-
de él, claro está, líderes de tipo intelectual y democrático, en
nes de anomia que tanto propicia nuestro entorno sociocul-
terminología de Turner134, que llevan sobre sí el peso de la es-
tural. Las «sectas», nos gusten o no —y con independencia
tructuración organizativa y del control ideológico que per-
del coste psicosocial y económico que pueda suponer el vin-
miten al grupo evolucionar y desarrollarse dentro de su mar-
cularse a algunas de ellas—, satisfacen ambas necesidades.
co de acción y en pos de sus fines.
Entre los muchos roles que juega el líder en el seno de una
secta destructiva, destaca el de erigirse en una vía propiciado-
El contramovimiento antisectario
ra de identidad, tanto para el grupo en sí como para cada uno
de sus componentes, que auna diferentes perspectivas y cu-
Apuntamos anteriormente que todo movimiento social
bre necesidades complementarias. Para el grupo supone un
provoca la aparición de contramovimientos, y el movimiento
social sectario no iba a ser una excepción. A este respecto,
130. Cfr. Rodríguez, P. (1988). La conspiración Moon. Barcelona: Federico Javaloy sostiene que «es característico del contra-
Ediciones B. movimiento que sus acciones y despliegue, dirigidos a con-
131. Cfr. Hebert, G. (1973). Los Testigos de Jehová, su historia y su quistar espacios ocupados por el movimiento social al que
doctrina. Madrid: La Casa de la Biblia/PPC.
se oponen, dependan de la dinámica del movimiento social
132. Cfr. Ynfante, J. (1970). La prodigiosa aventura del Opus Dei.
París: Ruedo Ibérico; Carandeíl, L. (1975). Vida y milagros de monseñor Es- antagonista, hallándose implicados el movimiento y el con-
crivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Barcelona: Laia; Tapia, M. C. tramovimiento en una "danza interactiva" (Zald y Useem,
(1992). Tras el umbral. Una vida en el Opus Dei. Barcelona: Ediciones B; 1987). La ideología defensiva del contramovimiento tiende a
Albas, C. (1992). Opus Dei o chapuza del Diablo. Barcelona: Planeta.
133. Cfr. Rodríguez, P. (1985). Las sectas hoy y aquí. Barcelona: Ti-
incurrir en contradicciones lógicas, tal como ha notado He-
bidabo Ediciones. berle (1977), pues suele incorporar ideas del adversario y re-
134. Cfr. Turner, R. H. (1976). «Comportamiento colectivo.» En Fa- currir a cualquier argumento que pueda resultar útil para sus
ris, R. E. L. (Ed.). Tratado de Sociología. La vida social. Barcelona: Hispa- metas. Esta falta de autonomía del contramovimiento, que
no Europea, vol. III, pp. 381-459.
construye su ideología y su acción en dependencia de un mo-
vimiento social determinado, es una fuente intrínseca de de- —particularmente desde instituciones públicas—, destaquen
bilidad que pondrá en peligro su supervivencia»135. miembros del catolicismo más ultraconservador y, claro está,
Si nos ceñimos al caso del movimiento social antisectario del Opus Dei13fi.
español —aglutinado, básicamente, en torno a la Asociación Pro Juventud/AIS y sus aliados católicos han incurrido en
Pro Juventud/AIS—, la frase anterior resulta exacta en lo defi- prácticamente todos los aspectos negativos de un contramo-
nitorio y premonitoria en cuanto a su debilidad progresiva. vimiento y han acabado reproduciendo los mismos esquemas
Este grupo, conformado en 1977 por unos cuantos padres ca- de actuación que pretendieron combatir. Dado que, como
tólicos que coincidían en tener hijos/as en los Niños de Dios, movimiento social, su fuerza e identidad depende de que la
fue refundado en 1979 y, hasta la actualidad, ha pasado por percepción social del «problema de las sectas» las señale como
una larga serie de vicisitudes —imposibles de detallar aquí a una especie de «peligro» omnímodo, su peculiar «listado de
efectos de esta breve reflexión— que, de modo progresivo sectas» no para de crecer, incorporando cualquier colectivo al
—especialmente a partir de 1985—, forzaron la discrepancia y que se le suponga comportamientos que no encajen dentro de
consiguiente distancíamiento de la mayor parte de sus colabo- su subjetivismo. Este abuso —de corte típicamente sectario—,
radores más cualificados para, finalmente, caer en una vía in- que ya les ha reportado algunos problemas, es también el de-
quisitorial —caracterizada por una frecuente y lamentable fal- tonante que ha llevado a que algunos expertos, incluso sien-
ta de rigor, fundamento y pruebas en sus denuncias— que ha do muy críticos con las «sectas» —como es el caso de este
minado ostensiblemente su credibilidad ante muchos sectores autor—, tomen público partido en defensa de grupos injusta-
sociales, notablemente frente a aquellos miembros de los ám- mente atacados por el movimiento antisectario137.
bitos académico, político y judicial españoles que se han ocu- Los casos en que miembros del movimiento antisectario
pado con un mínimo de seriedad de esta problemática. han perjudicado con sus acusaciones a personas o grupos que
En el movimiento social antisectario actual se ha produci-
do un peculiar maridaje entre los intereses de familias afecta- 136. Recordemos que el Opus Dei fue señalado como una «secta»
das por «sectas» —representados desde hace algo más de dos más, protagonista de prácticas recriminables, en el informe parlamentario
décadas por Pro Juventud/AIS— y los de la Iglesia católica belga ad hoc, y ello a pesar del claro sesgo católico que dominó dicho tra-
bajo [C/r. Chambre des Représentants de Belgíque (1997). Enquéteparle-
que, viendo firmemente amenazada su clientela por el fenó- mentaire visant a élahorer une politique en vtte de lutter contre les prati-
meno creciente e imparable de las «sectas» cristianas, ha po- ques illégalcs des sectes et les dangers qu 'elles représententpour la sodété et
tenciado expertos que, salvo honrosas excepciones, no pasan POHY lespersonnes, particuliérement les mineurs d'agc. Bruselas: Chambre
de ser meros predicadores que anatematizan a grupos sin fin des Représentants].
137. Dentro de esos «listados de sectas» puede encontrarse grupos ya
basándose en informaciones magnificadas y manipuladas, desaparecidos hace años, otros que jamás han existido y, por supuesto, un
cuando no totalmente falsas, a fin de poder encajarlas en sus indigesto batiburrillo de organizaciones que nada tienen que ver con las
intenciones evangelizadoras. No deja de ser una fina ironía el «sectas» ni, menos aún, ías unas con las otras. Suele bastar con que alguien
hecho de que entre los antisectarios actualmente más activos relate —«denuncie»— a un grupo antisectario su visión subjetiva acerca
de un colectivo determinado para que éste, sin comprobación ninguna,
acabe engrosando el listado de las «sectas a perseguir». Este modo de
135. C/r. Javaloy, F., Rodríguez, A. y Espelt, E. (2000). Comporta- proceder resulta especialmente grave dado que, entre los relatos de «ex
miento colectivo y movimientos sociales. Un enfoque psicosodal. Barcelo- sectarios», abundan las apreciaciones subjetivas o exageradas que no se
na: Í'PU. corresponden con la realidad —debidas al resentimiento y/o a recuerdos
nada tenían que ver con sus desvarios inquisitoriales son ya —("S. Y.")138— corno secta destructiva. El principio del "be-
demasiados, y este autor ha sido requerido en numerosas neficio del menor" ha de ser la base de cualquier pronuncia-
ocasiones para elaborar dictámenes dirigidos a diferentes ins- miento en esta materia—artículo 92.2 del Código Civil—; lo
tancias administrativas y judiciales. Sin contar los casos de anterior exige que el niño se encuentre rodeado de un am-
«sectas» difamadas con datos falsos en medios de comunica- biente de normalidad que resulta incompatible con la ads-
ción, o implicadas por «error» —a veces cometido también cripción de la madre a posiciones que pueden llegar a poner
desde la propia Policía— en circunstancias delictivas que les en peligro su libertad personal. Por ello, se estima que la cus-
eran absolutamente ajenas, abundan las situaciones en las que todia del hijo común se debe otorgar al padre. Las visitas en
a grupos perfectamente legítimos se les impide acceder a sub- favor de la madre han de venir condicionadas necesariamente
venciones, realizar tareas docentes, actividades comerciales o por lo anterior; por ello, se va a establecer un sistema restric-
abrir nuevas sedes, por el mero hecho de aparecer como «sec-
tivo en tanto persista la situación que se ha apuntado» 1 ".
tas» en un listado —claramente absurdo a simple vista— dis- El susodicho informe, redactado en dos folios con el mem-
tribuido por el movimiento antisectario. brete de Asociación Pro Juventud/AIS, dirigido al Juzgado de
Un ejemplo especialmente vergonzoso y doloroso arroja- Primera Instancia n.° 2 de Granollcrs, y firmado por la presi-
rá luz sobrada sobre los abusos a los que puede llegar un anti- denta de dicha asociación, decía textualmente lo siguiente:
sectarismo fuera de mesura, control y razón. Francisco O. S.
quería separarse de su pareja Montserrat S. P. y contrató los
servicios de Pro Juventud/AIS para obtener la guardia y cus- INFORMÉIS. Y.»)
todia del hijo de ambos.
Objeto de la consulta: Idoneidad o no, en orden a la separación
En el proceso judicial subsiguiente, el magistrado Carlos
matrimonial y ala tutela de un menor, por la adscripción al gru-
García Mata, tomando como base un informe emitido por po («S. Y.») de uno de los cónyuges.
AIS —que dio por válido sin efectuar ninguna comprobación
ni someterlo a contradicción, a pesar de que no se acompa- Se consulta al centro AIS (Asesoramiento e Información sobre
ñaba de la menor base analítica y/o probatoria, ni siquiera Sectas) sobre el grado de influencia que sobre un adscrito al gru-
po («S. Y,») puede tener la referida secta y la posible repercusión,
indiciaria—, dictó un Auto en el que, en su razonamiento
positiva o negativa, en el hijo de éste.
jurídico segundo, instituyó que «El informe de la Asocia-
ción de Información sobre Sectas cataloga dicho grupo
138. En este caso, omitiremos el nombre del grupo implicado y lo
sustituiremos por las siglas («S. Y.»).'
contaminados y deformados por informaciones antisectarias—, y no son
139. C/r. Auto del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción núme-
pocas las fabulaciones, eso es descripciones detalladas de hechos falsos,
ro 2 de Granollers (Barcelona), fechado el 17 de junio de 1996, en relación
que sujetos con notables problemas emocionales y/o aquejados de tras-
al expediente de Jurisdicción Voluntaria número 210/96. En su parte dis-
tornos psicopatológicos dan por reales. Este autor, en dictámenes realiza-
positiva, el Auto ordena: «1.- El hijo común,]., quedará bajo la guarda y
dos para causas judiciales, ha documentado en diversas ocasiones cómo el
custodia del señor O. S. 2.- Se atribuye el uso del domicilio familiar al pa-
relato delirante de una sola persona —que, en dos de los casos, ya había
dre y al hijo. 3.- En cuanto a visitas en favor de doña Montserrat S., podrá
sido diagnosticada previamente como psicótica— constituía toda la base
tenerlo consigo (...) Tales visitas y estancias [del hijo con la madre] se lle-
probatoria de los antisectarios para acusar de «secta peligrosa» a un grupo
varán a cabo bajo la tutela de una tercera persona de confianza de ambos
que no lo era.
padres...»
modo de poder valorar los motivos y el alcance de su presunta
1) Se puede afirmar que el grupo («S. Y.») está considerado como «rehabilitación»—; descalifica con generalidades y vaguedades
una secta destructiva o grupo totalitario. a todos los sectarios, aplicando etiquetas genéricas en un terre-
2) («S. Y.») es un grupo cerrado con características autoritarias, no en el que únicamente puede individualizarse —la conducta
cambiando la realidad existente por la del grupo y que para ads- de un «sectario» debe estudiarse en cada sujeto concreto, ya
cribirse, sus adeptos deben renunciar a toda su vida anterior. que los presumibles trazos comunes suelen estar minimizados
Cultiva prácticas poco aceptables en el entorno social actual (re- o maximizados por las características psicosociales del ¿idcp-
chazo de la familia y de ¿a sociedad). El yoga es utilizado como to— y se permite avalar la «incapacidad» de Montserrat S. P.
método para la subordinación del individuo y sumisión a la secta
en un proceso de reorientación educacional (lavado de cerebro). para cuidar de su hijo sin siquiera haber visto jamás a ningu-
no de los dos, ni, mucho menos, haber realizado algún tipo de
3) Podemos testificar que hemos logrado rehabilitar a personas exploración psicológica directa, tal como debe ser preceptivo.
integradas a («S. Y.»). Cuando la citada Montserrat S. P. acudió al EMAAPS para
recabar el asesoramiento de este autor, el Auto judicial que le
La convivencia con el sectario es difícil, ya que constantemente se
entra en conflicto con la realidad impuesta por el grupo. En todo había quitado la guardia y custodia de su hijo y le había restrin-
grupo sectario destructivo, más que la creencia particular del mis- gido las visitas era ya firme e inapelable (dado que, todo hay que
mo, lo verdaderamente dañino son los métodos utilizados por el decirlo, no fue recurrido a causa de un más que sospechoso
líder, tantopara conseguir sus fines, comopara mantener la fide- error de su letrado). Tras analizar todas las circunstancias del
lidad y permanencia del adepto. Tanto es así, que el adepto cam-
bia radicalmente con respecto a todo su entorno, y aquellas perso- caso vimos que, a pesar de la injusticia cometida, poco podía
nas (familiares y amigos) que conocía hasta antes de entrar en el hacerse, salvo comenzar un nuevo pleito a fin de recuperar la
grupo, pasan a ser excluidos de su vida a no ser que también en- guardia y custodia del menor, una posibilidad remota ya que, si
tren a formar parte de la secta. bien la práctica judicial habitual suele dar siempre la custodia
de los hijos pequeños a la madre —salvo que se demuestre
Por todas estas causas, la integración de menores, puede resultar
altamente per judicial y a que, la realidad en la que están sometidos fehacientemente que ésta no puede atender a sus necesida-
no es normal. Siendo el grupo cerrado, la integridad psíquica de los des—, también es cierto que, en lógico beneficio del menor, no
menores y el aislamiento a que muchas veces están sometidos, se se accede a cambiarle de entorno si se encuentra en una situa-
corre el riesgo de que sufran daños que a la larga son irreparables. ción positiva para él. En esta ocasión la dificultad era mayor, si
cabe, dado que el Juzgado que debía dirimir la cuestión sería el
Este escrito de Pro Juventud/AIS rebosa irresponsabilidad mismo que ya la había juzgado y sancionado anteriormente.
en cada párrafo. Afirma sin pruebas que («S. Y.») es «una secta Tras emitir nuestro dictamen sobre el caso, la nueva letra-
destructiva o grupo totalitario» y le atribuye comportamien- do de Montserrat S. P. inició el trámite judicial. En el resu-
tos que le son ajenos —de hecho son lugares comunes que el men de conclusiones del estudio de 21 folios elaborado por el
movimiento antisectario le atribuye indiscriminadamente a to- KMAAPS 140 se hizo constar lo que sigue:
dos los que considera «sectas»—; dice haber «rehabilitado» a «Conclusión 1.a: En la exploración de las circunstancias
miembros del grupo, pero sin que pueda saberse exactamente
qué significa tal cosa—no se aporta ningún resumen de las his- 140. C/r. Informe pericial de 21 folios sobre la personalidad y cir-
torias psicosociales de sus supuestos clientes, que sería el único amstancias de M. S. P., elaborado por el EMAAPS y firmado por sus res-
psicosociales de Montserrat S. no se ha hallado el conjunto de «Conclusión 5.a: De acuerdo con los resultados obtenidos
criterios mínimos que, según lo expuesto en A.2, podrían ha- en el Cuestionario de Personalidad MMPI, Montserrat S. no
berla hecho susceptible de caer en una situación de dependen- presenta ninguna patología psicológica ni psiquiátrica a rese-
cia sectaria. Ni su personalidad previa presenta rasgos de ries- ñar. Está perfectamente adaptada tanto a nivel familiar como
go (personalidadpresectaria) significativos, ni, en el momento social y posee un grado de madurez y seguridad personal que
de su corta relación con («S. Y.»), sus circunstancias vitales y la capacitan y le permiten cumplir con sus responsabilidades
familiares podían ser consideradas como especialmente ad- cotidianas con absoluta normalidad y eficacia.
versas o incontrolables para la mencionada Montserrat S, «Conclusión 6.a: Los datos sobre la personalidad de
(a pesar de las dificultades derivadas de su crisis de pareja). Montserrat S., que se desprenden de los resultados hallados
»Conclusión 2.a: Montserrat S. ha mantenido durante mediante el cuestionario MMPI, descartan la existencia en
muchos años una relación legítima, útil y constructiva con ésta de un perfil de personalidadpresectaria.
diferentes filosofías orientales y su práctica, entre la que se «Conclusión 7.a: Analizando la Asociación («S. Y.») de
incluye la meditación, una técnica que no sólo tiene acredita- España desde la definición y características enunciadas en
dos científicamente sus efectos positivos para el cuerpo y la A.l, y a tenor de la información disponible al respecto, se
mente, sino que supone un ejercicio legítimo e irrenunciable evidencia que ésta no cumple los requisitos básicos para ser
de sus derechos constitucionales como ciudadana. definida como una secta destructiva.»
«Conclusión 3.a: La relación de Montserrat S. con («S. Y.») Durante el trámite judicial, el magistrado César González
no sólo ha sido esporádica y efímera sino que se ha caracteri- Castro solicitó las pertinentes exploraciones psicosociales
zado, precisamente, por estar en las antípodas de cualquier forenses de ambos padres y del menor —que, inexplicable-
modelo de relación sectaria. En todo momento la señora S. mente, se habían omitido en el primer proceso judicial; y que,
controló absolutamente su relación con el grupo, usando de él en lo que a la madre se refiere, ratificaron el informe del
lo que creyó de utilidad para sus intereses, eso es tomando su EMAAPS—, para finalmente, tras analizar las pruebas apor-
local de meditación (como si de un gimnasio u otra instalación tadas por ambas partes, sentenciar que «ha resultado acredi-
se tratase) como una vía para poder relajarse, y rechazando tado que ambos progenitores se encuentran capacitados y re-
todo aquello que según su criterio le resultaba dudoso, ridícu- sultan personas válidas para ostentar la custodia y ejercer
lo, forzado o inútil. Si algo define este comportamiento es una activamente sus funciones parentales, que J. ha establecido
evidente y total falta de sectarismo. Puede afirmarse, por tan- unas bases afectivas sólidas y estrechas con ambos progenito-
to, que la incidencia de la Asociación («S. Y.») de España sobre res y que actualmente no existe ninguna vinculación de la seño-
la personalidad y actitudes de Montserrat S. ha sido nula. ra S. con el grupo («S. Y.»), y que posiblemente la relación
«Conclusión 4.a: Montserrat S. nunca dejó ni solo ni des- que mantuvo con anterioridad con el mismo no tuvo las ca-
atendido a su hijo J. para asistir a sus esporádicas sesiones de racterísticas de sectaria y que no iba a incidir negativamente
meditación en el centro de («S. Y.»). en el desarrollo psicoafectivo del menor»141.
Sin embargo, a pesar de lo acreditado, el magistrado aña-
ponsables en fecha 8/1/97. Incorporado a los autos del juicio declarativo 141. Cfr. Sentencia número 240, de 30/7/98, autos del juicio declara-
ordinario de menor cuantía número 231/97 del Juzgado de Primera Ins- tivo ordinario de menor cuantía número 231/97 del Juzgado de Primera
tancia e Instrucción número 2 de Granollers (Barcelona). Instancia e Instrucción número 2 de Granollers (Barcelona).
i E; u
de que «procede mantener a D. Francisco O. S. en la atribu- sectas destructivas o no, que se desvíen de las pautas sociales ma-
ción de la guardia y custodia de su hijo menor J. O. S., ya que: yoritarias. Esta actitud no sólo vulnera el ordenamiento jurídi-
1.- Tal y como se ha afirmado, el niño J. se encuentra bien co y lesiona a colectivos inocuos sino que, por su componente
adaptado a la actual dinámica familiar (...) La perturbación de inquisición irracional, contribuye a proteger a las sectas real-
que en el niño, dada su edad, puede producir un cambio en su mente criticables al difuminar sus abusos reales en medio de un
sistema de vida, ambiental y de relación, hace inoportuno ex- alud de mensajes confusos, falaces —las generalizaciones corren
traerle del cuadro o entorno social que ahora mantiene» 142 . siempre el riesgo de serlo— y claramente intolerantes.
En resumidas cuentas, una madre perdió la guardia y custo- c. La exageración de la dimensión del «problema secta-
dia de su hijo en base a un informe absolutamente falaz, emi- rio», equivocando su etiología y potenciando una visión victi-
tido, de forma irresponsable e impune, por el movimiento mista del adepto. Un comportamiento que se traduce en el in-
antisectario. No es el único caso, ni mucho menos. cremento de la tensión, desconfianza e incomunicación entre
En fin, tras este largo aunque explícito paréntesis, añadi- los miembros de «sectas» y sus familiares, con lo que se agra-
remos que lo dicho para la situación española puede exten- van y cronífican situaciones que, en su origen, no eran siquie-
derse a la escena internacional, ya que el movimiento antisec- ra un problema, o que podrían haberse resucito con facilidad.
tario está perfectamente cohesionado y coordinado a través d. El inicio de acciones judiciales y/o políticas que acaban
de un organismo internacional que engloba a la práctica tota- finalmente desvirtuadas. La causa de ello suele radicar en que
lidad de las «asociaciones de afectados» que han surgido en el se partió desde postulados viciados y maniqueos, propios del
mundo. También en cada uno de los países se ha dado una antisectarismo radical, y/o fundamentó actuaciones en pre-
dinámica parecida a la española, produciéndose —especial- sunciones y datos falsos —algunos de los cuales, como las
mente en la última década— una radicalización y encona- acusaciones de corrupción de menores, prostitución o induc-
miento de las posturas antisectarias que ha llevado a extre- ción al suicidio colectivo, son ya lugares comunes converti-
mos nada deseables, entre los que cabe reseñar: dos en bandera genérica por el movimiento antisectario—; los
a. El incremento de la alarma social a partir de publica- fracasos consiguientes, ya sean judiciales o legislativos, generan
ciones periodísticas falaces y/o que deforman, exageran o frustración y desconfianza en los afectados (que, indudable-
equivocan hechos con alguna base real. Esta táctica antisecta- mente, sí tienen un problema) y en el conjunto de una sociedad
ria resulta errónea ya que en lugar de incrementar la concien- que había sido alimentada periodísticamente con expectativas
cia social del problema lo caricaturiza y, al maximizarlo y sa- totalmente ajenas a la realidad143.
tanizarlo, le resta credibilidad. Éste es también el motivo por Ampliando el campo de visión hasta la otra parte de la
el que un número creciente de expertos en «sectas» y religio- cuestión, debe destacarse que, desde hace algunos años —es-
nes, en defensa de la libertad ideológica, acaba enfrentándose
a los antísectarios, produciéndose la paradoja de que, preten-
143. Puede resultar ciertamente frustrante para la opinión pública
diendo ser neutrales, acaban instrumentalizados en favor del que, por ejemplo, una petición fiscal de 200 años de prisión para vanos
movimiento sectario (con el que tampoco comulgan). adeptos de los Niños de Dios, ampliamente publicitada por los medios de
b. El ataque indiscriminado hacia todo tipo de grupos, sean comunicación, acabase finalmente con la absolución de los implicados;
pero, aunque para el movimiento antisectario fue «un error achacable a
que los jueces no son conscientes del peligro de las sectas», la verdad fue
142. Ibid. radicalmente diferente. En los 43 folios de la sentencia de este caso, modc-
i/.n
pecialmente desde 1989—, sectas como la Iglesia de la Cien-
ciología se han encargado de organizar un «movimiento sec-
tario antisectario», reuniendo y coordinando a grupos sus-
ceptibles de crítica y asociándose también con otras «sectas»
de tipo no destructivo —para ganar fuerza y credibilidad en
sus argumentos defensivos, dado que se dicen víctimas de un
ataque organizado contra la libertad de creencia y religión—,
a fin de constituir un frente común contra el movimiento so-
cial antisectario.
Gracias a sus abundantes medios económicos y humanos, Estructura y dinámica
el «movimiento sectario antisectario», camuflado tras orga- de una secta destructiva
nizaciones de «defensa de los derechos humanos» y de «pro-
moción de la libertad religiosa», intenta reunir datos aptos
para perjudicar la reputación de sus críticos —y/o para aca- 14. Génesis de una secta destructiva
llar a sus adversarios mediante la coacción—; contratan bu- y personalidad del líder
fetes de abogados poderosos para forzar el amparo de las
autoridades; pagan a especialistas en diferentes campos por Mucha gente cree —y no faltan presuntos expertos que lo
realizar informes favorables a sus pretensiones; presentan sostienen— que una secta destructiva es algo así como la obra
figuras populares como avaladores de su bondad? y editan lu- corporativa de un sujeto avispado que la creó con la preten-
josas publicaciones como soporte de campañas de relaciones sión de lograr dinero y poder mediante la manipulación de
públicas diseñadas para mejorar su imagen negativa... El círcu- sus seguidores, pero la génesis de un grupo de estas caracte-
lo parece cerrarse sobre sí mismo: del sectarismo singular al rísticas obedece a causas bien diferentes.
sectarismo plural pasando por el sectarismo antisectario. Para hacer una primera aproximación a una «secta», del
tipo que sea, resulta fundamental tener en cuenta la persona-
lidad y biografía de su fundador y/o líder actual, dado que
lica en cuanto a sus razonamientos jurídicos y procesales en defensa de los
toda dinámica sectaria se genera, adquiere identidad, se desa-
derechos individuales [C/r. Sentencia de la Sección Tercera de la Audien-
cia Provincial de Barcelona, Rollo n." 8977/92, Procedimiento abreviado rrolla y se mantiene en función y como reflejo de la voluntad,
n." 126/92, de fecha 29-6-93], se dejó bien establecido que no se probó necesidades y creencias de la figura que detenta el líderazgo
ninguno de los presuntos delitos de que fueron acusados los sectarios; de- grupa!. Cuando se tiene experiencia en este campo, conocer
litos que, sinceramente, en este caso concreto, no existieron más que en el
con suficiente detalle el perfil biográfico y de personalidad de
ánimo de la acusación. Otro tanto podría decirse de muchas iniciativas
políticas —del Parlamento Europeo y de los parlamentos de sus Estados un líder sectario aporta una guía que permite intuir los es-
miembros, así como de no pocas cámaras legislativas del continente ame- quemas de comportamiento intragrupal básicos —incluso los
ricano— que, aun siendo necesarias y razonables, han terminado siendo más ocultos y/o lesivos— del colectivo que éste domina y,
tergiversadas y sobreponderadas, desde el movimiento antisectario y los
más importante todavía, permite valorar el nivel de riesgo
medios de comunicación, insuflando en la sociedad unas expectativas
—«leyes antiscctas» y similares— que nunca podrán cumplirse, ni deben potencial, actual y futuro, que representa la dinámica grupal
admitirse, en países democráticos. que Hdera, tanto para sus adeptos como para la sociedad en
general. En las «sectas», como en cualquier grupo muy reple- impulsos salvíficos irrefrenables, empeñados en salvar a las
gado sobre sí mismo, la evolución colectiva depende en gran masas aunque sea contra su voluntad— son carnpo habitual
medida de la deriva psicológica de su líder. para la acción de visionarios de cualquier ralea.
Parece claro que los fundadores de religiones, sectas y Las «sectas» son proyectos de visionarios que pretenden
otros grupos fuertemente ideologizados pueden ser conside- encaminarse hacia la gloria actuando más o menos como lo
rados en alguna medida como «visionarios», un tipo de suje- hicieron y hacen todos los visionarios religiosos o políticos
tos que, si bien no son muy recomendables según el dicciona- que en el mundo han sido, eso es apoyándose en su carisma
rio144, suelen tener la habilidad de abrir nuevos horizontes y para dominar a sus seguidores y abusar de los demás sin otro
esperanzas a quienes les toman en seno. Teniendo en cuenta límite que el dictado por su propio capricho. Las semejanzas
que los humanos somos mamíferos tan frágiles que necesita- entre visionarios políticos, religiosos y sectarios —distinción
mos de quimeras, no queda más remedio que asumir el papel baladí, ya que los dos primeros tipos son tan sectarios como
social que desempeñan los visionarios de ayer, hoy y maña- los líderes de cualquier «secta»— son muchas más y de ma-
na, aunque ello nos lleve también a un callejón de difícil sali- yor peso que sus diferencias, aunque, obviamente, en cada
da al abocarnos a una disyuntiva peliaguda: ¿puede distin- caso concreto el visionario debe actuar dentro de un marco
guirse un visionario de un desequilibrado? Aun admitiendo social determinado que acaba modulando el resultado final,
que «desequilibrio» es un concepto con demasiados grados y frenando o exacerbando sus tendencias idiosincrásicas.
matices como para referirse a algo concreto145, la respuesta a En definitiva, hay líderes cuya personalidad es de alto nes-
nuestra pregunta será negativa en la inmensa mayoría de los go, pero no debe olvidarse que también pueden ser de riesgo
casos. ciertas características psicosociales de sus seguidores y de-
Los trastornos de la personalidad y la genialidad parece terminadas condiciones históricas, eso es socioeconómi-
que se dan la mano en algún salón ignorado de nuestro cere- cas. Hitler es un ejemplo bien conocido de líder de alto ries-
bro; quizá ambos estados se alimenten de la misma fuerza go, pero cabe tener muy presente que no hubiese pasado de
pero no actúen con la misma estrategia. Quizá el visionario ser el payaso del que se burlaron todos al principio sin la su-
que la sociedad aplaude no sea más que un desequilibrado misión voluntaria de gran parte del pueblo alemán. Su fuerza
que logró su propósito, mientras que el demente que denos- indiscutible no le venía de sí mismo —antes al contrario, ya
tamos no es sino un visionario sin éxito. Los ámbitos de la que había sido un sujeto frustrado, fracasado y cargado de
religión y la política —que están estructuralmente ligados a complejos e inseguridades— sino que la vampirizó de una
sociedad angustiada y desesperada que no veía salida a la mi-
144. El diccionario de la Real Academia Española define visionario serable situación socioeconómica a la que fue abocada por los
como «el que, por su fantasía exaltada, se figura y cree con facilidad cosas
quiméricas».
aliados tras el terrible e injusto Tratado de Versalles de 1919.
145. Desde la perspectiva psicológica, ser una persona equilibrada Otro tanto podría decirse del radicalismo islámico y de sus
supone «mantener una cierta estabilidad en lo que se refiere al humor, fanáticos líderes, un fenómeno que sólo ha sido posible gra-
emociones y sentimientos; reaccionar psicológicamente con moderación cias a que los intereses occidentales mantuvieron países ente-
ante los diversos estímulos externos, de una forma proporcionada; y man-
tener un cierto autocontrol de los impulsos y de la vida instintiva» [C/r.
ros bajo dictaduras corruptas que los empobrecieron hasta el
Vallejo-Nágera, J. A. y otros (1988). Guía práctica de psicología. Madrid: límite de la desesperación, un estado de ánimo extremo que,
Teínas de Hoy, p. 391]. cuando se apodera de las muchedumbres, desemboca siem-
pre en el encumbramiento de los iluminados más radicales cisista de la personalidad 147 y/o a un trastorno paranoide 148
que aparecen en escena. Centrándonos en el delirio paranoide, coincidimos con
Las «sectas», tal como ya mencionamos, son producto de el psiquiatra Enrique González Duro cuando afirma que «el
esta misma dinámica que impele a los más angustiados de hecho de que el hombre perciba el mundo que le rodea desde
cualquier sociedad a depositar toda su esperanza y hasta su su subjetividad, que sea imaginativo y empático en la inter-
propia vida en manos del primer visionario que les haga vi- pretación de la realidad, implica infinidad de posibilidades
brar. Pero, debido a que los niveles de ansiedad —o desespe-
ración—, necesidades y pautas de adicción no son iguales en go 297.1), el DSM-IV establece que el subtipo de «grandiosidad» debe
todos los «sectarios» —aunque sería más exacto decir que su aplicarse «cuando el tema central de la idea delirante es la convicción de-
tener algún extraordinario (aunque no reconocido) talento o intuición, o
evolución no suele ser coincidente en tiempo y lugar aunque
de haber hecho un descubrimiento importante. Con menor frecuencia,
siga un proceso similar—, el abanico de «sectas» y perfiles de el sujeto puede tener la idea delirante de mantener una relación especial
liderazgo también resulta variado, si bien más en lo formal con alguien importante (p. ej., un consejero del Presidente) o de ser una
que-en lo estructural, puesto que bajo apariencias muy dis- persona importante (en cuyo caso la persona real puede ser vista como
tintas se conforman dinámicas de liderazgo y grupales pare- un impostor). Las ideas delirantes grandiosas pueden tener un contenido
religioso (p. ej., la persona cree que ha recibido un mensaje especial de una
cidas que pueden resumirse en apenas un puñado de cate- divinidad)» [Ibíd., p. 304]. El trastorno delirante suele iniciar su curso a
gorías. mediados de la edad adulta o algo después, aunque también puede apare-
Dado que nuestro principal foco de interés en este libro cer a una edad más temprana, y puede asociarse a otros trastornos como el
paranoide, esquizoide, etc.
son las dinámicas de sectarismo destructivo, decantaremos la
147. El trastorno narcisista de la personalidad (código 301.81), según
atención hacia el perfil de personalidad que caracteriza a los el DSM-IV, consiste en un patrón de comportamiento caracterizado por
líderes de este tipo específico de grupos como paso previo expresiones de grandeza, con un sentido grandioso de autoimportancia;
para intentar comprender su génesis. Tomando en conside- exageración en la atribución de méritos propios (conocimientos y cualida-
ración la complejidad de la personalidad humana, sería una des) con mfravaloración de los ajenos; falta de generosidad y de sensibili-
dad para los deseos y necesidades de los otros —que, de reconocerse, sue-
simpleza afirmar que todos los líderes de sectas destructivas len menospreciarse como signos de debilidad—; explotación de los demás
presentan un carácter parecido, pero, tras haber analizado y para su provecho (siendo habitual el convencimiento de que las vidas aje-
comparado los datos biográficos conocidos de una cincuen- nas sólo están interesadas en contribuir al bienestar de la propia); hipcr-
tena de fundadores de sectas destructivas —entre las que se sensibiüdad a las críticas (reaccionando con humillación, vergüenza, rabia
o negación); arrogancia, engreimiento, egoísmo y envidia de los éxitos aje-
cuentan los grupos más destacados de la escena internacional nos; fantasías de grandeza, logro y poder; incapacidad de asumir los pro-
actual—, resulta indiscutible que en todos ellos subyace, al pios errores por lo que constantemente proyectan en los demás la culpa de
menos, una base psicopatológica delirante de tipo gran- sus fracasos; tendencia a hacer amistades o mantener relaciones sólo si la
dioso14'1 que frecuentemente va asociada a un trastorno nar- otra persona parece dispuesta a plegarse a sus designios o a hacerle mejo-
rar de alguna forma su autoestima; usurpación frecuente de privilegios es-
peciales y recursos extra por creerse merecedor de los mismos por ser tan
146. Las ideas delirantes de tipo grandioso, o ideas de grandeza, lle- especial; etc. Es frecuente que este trastorno se asocie a otros trastor-
van al sujeto a atribuirse un valor, poder, conocimientos o identidad exa- nos de personalidad como el paranoide, histriónico, antisocial, etc. [Ibíd.,,
gerados, o una relación especial con una deidad o una persona famosa pp. 674-676].
[C/r. American Psychiatric Association (1995). DSM-IV: Manual diag- 148. El trastorno paranoide de la personalidad (código 301.0), según
nóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Masson, p. 783 ]. el DSM-IV, se caracteriza por «un patrón de desconfianza y suspicacia
Al describir las características diagnósticas del trastorno delirante (cóol- general hacia los otros, de forma que las intenciones de éstos son interpre-
proyectivas. La proyección típicamente paranoide le ofre- nada de la realidad, que no por eso deja de percibirse de
ce la ventaja defensiva de transformar una amenaza interna modo correcto»149. En este sentido, añade González Duro,
—tal como la inseguridad intolerable o inaceptable que le «por lo general, el pensamiento es suficientemente flexible
producen sus pulsiones— en un peligro externo, siempre me- como para aceptar las críticas ajenas, contrastar las ideas pro-
nos angustioso y bastante más manejable. La proyección su- pias con las de los demás, corregir las conclusiones erróneas y
pone una interpretación subjetivamente desviada y distorsio- orientarse hacia otras nuevas. El pensamiento paranoide, por
el contrario, es rígido e incorregible: no tiene en cuenta las
tadas como maliciosas (...); suelen albergar rencores y son incapaces de ol- razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confir-
vidar los insultos, injurias o desprecios —reales o no— recibidos, que, a men el prejuicio, para convertirlo en convicción. Así, fácil-
menudo, les lleva a reaccionar con gran hostilidad y contraatacar con rapi- mente cae en interpretaciones delirantes de la realidad» 150 .
dez (...) Puesto que están excesivamente atentos a las posibles amenazas,
pueden comportarse de forma cautelosa, reservada o tortuosa y aparentan
El delirio paranoide, ya sea en un líder o en un adepto,
ser "fríos" y no tener sentimientos de compasión. Aunque a veces parecen supone una estrategia de supervivencia emocional equipara-
objetivos, racionales y no emotivos, con mayor frecuencia muestran una ble a las que ya mencionamos en los capítulos II, III y IV al
gama afectiva lábil en la que predominan las expresiones de hostilidad, definir la personalidad presectaria y la sectadcpcndencia. «El
obstinación y sarcasmo. Su naturaleza combativa y suspicaz puede provo-
car en los demás una respuesta hostil, que, a su vez, sirve para confirmar al
paranoico —señala González Duro— está "desangustiada-
sujeto sus expectativas iniciales. Como los individuos con trastorno para- mente" solo frente al mundo, de cuyas incitaciones y agresio-
noide de la personalidad no confían en los demás, tienen una necesidad nes se defiende de manera eficaz con un sistema delirante
excesiva de ser autosuficientes y un fuerte sentido de autonomía. También cada vez más cerrado, que le hace casi invulnerable y le dis-
necesitan contar con un alto grado de control sobre quienes les rodean. A
menudo son rígidos, críticos con los demás e incapaces de colaborar, aun-
tancia de quienes, al aproximarse, pudieran herirle, agredirle
que tienen muchas dificultades para aceptar las críticas. Son capaces de o criticarle. Por otra parte, el encapsulamiento del delirio im-
culpar a los demás de sus propios errores (...) Los sujetos con este trastor- pide la involución regresiva de toda su personalidad, que se
no tratan de confirmar sus concepciones negativas preconcebidas respecto mantiene indemne, lo que le permite andar por el mundo con
a la gente o las situaciones que les rodean atribuyendo malas intenciones a
soltura y aparente normalidad.»151
los demás que son proyecciones de sus propios miedos. Pueden mostrar
fantasías de grandiosidad no realistas y escasamente disimuladas, suelen Entre los sujetos con trastorno paranoide, tal como anota-
estar pendientes de los temas de poder y jerarquía y tienden a desarrollar mos al reseñar la descripción diagnóstica delDSM-IV, abundan
estereotipos negativos de los otros, en especial de los grupos de población los que de menores fueron «raros» o «excéntricos» y tuvieron
distintos al suyo propio. Se sienten atraídos por las formulaciones simplis-
adolescencias caracterizadas por «actitudes y comportamien-
tas del mundo y frecuentemente recelan de las situaciones ambiguas. Pue-
den ser vistos como "fanáticos" y formar parte de grupos de "culto" fuer- tos solitarios, relaciones escasas con los compañeros, ansiedad
temente cohesionados, junto a otros que compartan su sistema de social, bajo rendimiento escolar, hipersensibilidad, pensamien-
creencias paranoides» [Ibíd., pp. 650-651]. Este trastorno se manifiesta al to y lenguaje peculiares y fantasías idiosincrásicas».
principio de la edad adulta, aunque también puede mostrarse en la infan-
Por eso, entre los líderes sectarios, al analizar sus datos bio-
cia y adolescencia «a través de actitudes y comportamientos solitarios, re-
laciones escasas con los compañeros, ansiedad social, bajo rendimiento es- gráficos reales —no los oficiales, que son la resultante de tre-
colar, hipersensibilidad, pensamiento y lenguaje peculiares y fantasías
idiosincrásicas. Estos niños pueden parecer "raros" o "excéntricos" y 149. C/r. González Duro, E. (1991). Laparanoia. Delirios persecutorios,
atraer las burlas de los otros» [Ihíd., p. 652]. Es frecuente que este trastor- Je grandeza y otras locuras de los cnerdos. Madrid: Temas de Hoy, p. 48.
no se asocie a otros trastornos de personalidad como el narcisista, esqui- 150. Ihid.,p.5\.
zotípico, esquizoide, etc. [Ihtd.y p. 652]. 151. Ibíd.,p. 54.
mcndas manipulaciones y fabulaciones nacidas de sus ideas de- de todo aquello que soñaron alcanzar, tener y protagonizar,
lirantes de grandeza y/o de un trastorno narcisista—, encontra- pero que su pertinaz fracaso vital les privó sin compasión. Sus
mos una mayoría de casos que describen a sujetos que han cre- biografías oficiales son cúmulos de mentiras urdidas con fili-
cido en el seno de familias altamente conflictivas, maltratados grana que sus adeptos proclaman con actitud ciertamente des-
psíquica y físicamente por sus padres, con bajísima autoestima, cerebrada. «El delirio de grandeza —apunta Enrique González
graves carencias afectivas —muy a menudo también económi- Duro— no es sino la reconstrucción, la deformación patológi-
cas— y déficits educativos y madurativos, solitarios y con no- ca, de episodios que son comunes en la vida de cualquier perso-
torio fracaso psicosocial y escolar desde su preadolescencia, na y que se marcan en su pensamiento y en sus tendencias (...)
tendentes a vivir con realismo sus fantasías mentales... y buena El megalómano se cree sus fantasías narcisistas y las transforma
parte de los líderes religiosos, no por casualidad, alrededor de en delirios, por los que imagina, fábula y se siente alguien muy
los 14-16 años han protagonizado el episodio delirante de importante. Su sentimiento de grandeza es la expresión directa
creerse «iluminados» por el mismísimo Dios, que les habló de un narcisismo reactivado, como sobrecompensación a un
y mostró su personalidad especial y/o divina, les prometió reiterado fracaso en la vida adulta.»153
una vida llena de poder y riqueza, y les encargó la misión de Aunque el retrato sucintamente descrito hasta aquí es el
hacer «su» voluntad en la tierra de una vez por todas. que más se aproxima al de la inmensa mayoría de líderes de
Los delirios de esos sujetos se irán estructurando progre- sectas destructivas, debe tenerse presente que nos estamos re-
sivamente y finalmente acabarán engendrando un sistema firiendo al perfil del «fundador» de uno de esos grupos —que
personal de creencias que impondrán a sus seguidores. Al es- en muchos casos coincide con el líder actualmente vivo, pero
tudiar las normas de vida y doctrinas peculiares —sobre cues- no es así siempre— y que al fallecer éste, a pesar de que la di-
tiones sociales, religiosas, políticas, científicas, etc.— que námica paranoide impresa por él en el funcionamiento grupal
cada uno de esos líderes impone en su «secta», vemos que el puede sobrevivirle durante años, no es seguro —ni necesa-
núcleo básico de su doctrinario se compone de elementos que rio— que sus sucesores tengan un perfil psicopatológico se-
pretenden compensar sus déficits pasados y presentes senti- mejante. Los líderes de segunda generación y siguientes —así
dos como más lesivos y convertir en camino de santidad todo como los subsidiarios del «fundador» mientras éste mantiene
aquello de sí mismos que viven con angustia y/o culpabilidad. todavía las riendas del poder— tienden a adoptar la tipología
Tiene razón González Duro cuando afirma que «los delirios de «líder administrativo» propuesta por Turner154, aunque
místicos, muy a menudo, contienen ideas de salvación del
mundo que no son sino el reflejo de las necesidades [del suje- 153. Ihíd.,pp. 136-137.
to delirante] de ser salvado del caos y de la nada»152; y es que 154. Según lo describe Turner en sus trabajos sobre el liderazgo en
en nadie es tan cierto como en este tipo de personajes el refrán movimientos sociales, el «líder administrativo» organiza el trabajo, distri-
buye los roles, coordina y cohesiona al movimiento social, es pragmático
popular de «dime lo que decantas y te diré lo que te falta». v calculador; planea estrategias, recauda fondos, se preocupa por la comu-
No menos delirante es la fabulación de las grandiosas cua- nicación con la sociedad, moviliza y organiza los recursos necesarios para
lidades, conocimientos y experiencias que afirman tener los l.i acción; desconfía de los gestos dramáticos y no está dispuesto a llevar
líderes de sectas destructivas y que no son sino la flor y nata los valores hasta sus últimas consecuencias ya que prefiere negociar y ha-
ctT concesiones con respecto a dichos valores [C/r. Turner, R. H. (1976).
-(\importamiento colectivo.» En Faris, R. E. L. (Ed.). Tratado de Socio-
152. Ibid,, p. 148. logía, ¡.a vida social. Barcelona: Hispano Europea, vol. III, pp. 381 -459].
ello no obsta para que quienes acceden a los puestos de lide- suficientemente los criterios de perfil de riesgo ya expuestos.
razgo puedan presentar también psicopatologías bien flori- En el azaroso juego de relaciones que puede reunir a futuros
das; a fin de cuentas, no olvidemos que éstos comenzaron su líderes y adeptos habrá mucha menos oferta que demanda,
carrera, como presectarios, pasaron a sectadependientes y por lo que la concreción de sectas destructivas siempre resul-
acabaron en la cúpula de su propio reductor de ansiedad, ta un proceso lento, complejo y ajeno a toda voluntad inten-
liderando una dinámica más o menos delirante que asu- cionada en tal sentido.
men y defienden como el único camino posible para la «sal- Afortunadamente, los sujetos competentes para generar
vación». una secta destructiva son relativamente pocos155 y, de todos
Siempre he sostenido —y veinticinco años de trabajo en ellos, sólo una ínfima minoría se encontrará ante las condi-
este campo me han afirmado en mi criterio— que una sec- ciones sociales adecuadas para lograr una parroquia suficien-
ta destructiva no puede ser de ninguna manera obra de un te que sea permeable a su personalidad, mensaje y necesida-
charlatán, farsante, impostor, embaucador, estafador, o de des. Su dificultad no estribará en la falta de clientela potencial
cualquier otro tipejo que practique el viejo arte de bribones —ya vimos que la población susceptible de necesitar reduc-
y camanduleros, por el simple hecho de que la intensa diná- tores de ansiedad más o menos extremos, así como la que
mica emocional que se da en este tipo de sectas obliga a que cumple el perfil presectario, es muy amplia— sino, más bien,
su líder sea el primer y máximo convencido de la fabulación en el exceso de ofertas sectarias no destructivas que atomizan
delirante que contagia a todos sus seguidores. Hace falta un el mercado y acaparan la atención del consumidor medio de
sujeto con un trastorno de personalidad como los descritos ese tipo de servicio, obstaculizando así la propagación de las
para propiciar el nacimiento de una secta destructiva, pero ofertas más radicales.
también es verdad que aunque sólo este tipo de individuo El hecho de que una gran parte —¿quizá todos?— de los
encarnará y dominará el grupo en formación, no es infre- miembros de sectas destructivas hayan sido previamente
cuente encontrar a su lado algún perfil más próximo al bri- buscadores que curiosearon en una diversidad de grupos y
bón que al desequilibrado ocupado en organizar la estruc- sectas con los que mantuvieron niveles más o menos intensos
tura colectiva desde su puesto de segundón. Mientras aquél de implicación, indicaría, a nuestro criterio, que los candida-
es el alma, corazón, centro y condición sine qua non pa- tos a sectadependientes acuden primero a los grupos más co-
ra la existencia de «su» secta, siendo todo su fundamento; nocidos —que también suelen ser los más próximos y accesi-
éste se limita a optimizar rentablemente los delirios de su bles— y sólo si éstos defraudan sus expectativas —eso es si
jefe, una tarea que acelera el éxito del grupo, pero que po- no son sentidos como el reductor de ansiedad que necesitan
dría ser desempeñada por muchos otros, pero no así la del (ver los capítulos III y IV)— comienzan a deslizarse por la
fundador. pendiente que puede llevarles hacia algún líder/colectivo con
Retengamos, pues, que la génesis de una secta destructiva
dependerá de la actividad de algún sujeto con una base psico- 155. Según las estimaciones estadísticas adoptadas por el DSM-IV, la
patológica delirante de tipo grandioso y/o con un trastorno prcvalcncia de los trastornos de personalidad que venimos citando como
los más habituales entre los fundadores de sectas destructivas es la siguien-
de la personalidad narcisista y/o paranoide... y, naturalmen-
te: los trastornos paranoides afectan a entre un 0,5 y 2,5 % de la población
te, de una serie de circunstancias sociales más o menos fortui- general, los narcisistas a menos del 1 %, y el trastorno delirante a alrede-
tas que faciliten su interrelación con personas que cumplan dor del 0,03 % del total.
perfil sectario destructivo156. Puede afirmarse que las «sectas» que devendrá el líder/fundador del grupo y un siempre redu-
se nutren de los decepcionados por las organizaciones no cido grupo de personas que comiencen a mostrarse recepti-
sectarias y que las sectas destructivas se dan un festín con los vas a sus ideas y proyectos.
desencantados de unas y otras. Ese encuentro podrá darse en diferentes circunstancias,
El sectarismo destructivo actúa como un depredador si- pero lo más común es que se derive de la actividad social lle-
tuado al final de la cadena trófica de un sistema social incapaz vada a cabo por el sujeto delirante en el seno de colectivos
de subsistir sin convertir en víctimas a una parte de sus más o menos amplios —orientados hacia lo religioso, esotéri-
miembros; a él sólo se le hacen accesibles los sujetos más des- co, «vida extraterrestre», «terapias alternativas», filosofías
protegidos, mientras que el gran pastel humano de buscado- orientales, etc.— que están relacionados de alguna manera
res y demás menesterosos de guía se lo reparte la marabunta con su delirio central. El rol inicial de ese individuo puede
de las «sectas», por esa razón afirmamos que su desarrollo es oscilar desde el mero papel de miembro de un colectivo hasta
lento y dificultoso. Dicho esto, no vayamos a forjarnos ahora el de conferenciante o profesor de los cursos más pintorescos;
fáciles expectativas creyendo que el incremento de «sectas» plataformas, estas últimas, frecuentes entre la oferta dirigida
inocuas puede ser un arma eficaz contra el sectarismo des- a la riada de indocumentados que buscan «algo» en los ámbi-
tructivo, ya que, si bien parece que la presencia de grupos tos recién citados. Si el sujeto, por ejemplo, cree ser un profe-
normalizados disminuye las posibilidades de desarrollo de ta o un mesías enviado por el mismísimo Dios, pululará du-
los más extremistas, la cuestión no está en ocupar lugar sino rante años por diferentes colectivos religiosos publicitando
en cumplir adecuadamente la función que se espera de cada su identidad y misión divinas y, aunque la práctica totalidad
cual y, fundamentalmente, tal como mostramos a lo largo de de los adeptos de esos grupos no le tomarán en serio —es ha-
todo este libro, en evitar la formación de personalidades pre- bitual también que termine siendo expulsado de tales colecti-
sectarias que, a fin de cuentas, dada su necesidad apremiante vos a causa de sus enfrentamientos con sus líderes y doctri-
de dependencia, no podrán evitar convertirse en la cera que nas, a los que denosta por creerlos muy por debajo de sus
moldeará y hará arder a su gusto algún iluminado. propios méritos e inspiraciones—, suele acabar encontrando
Una vez esbozados los dos actores principales del drama un puñado de crédulos buscadores de prodigios que comen-
que nos ocupa, intentaremos resumir esquemáticamente el zarán a dar pábulo a sus Tabulaciones157.
desarrollo global de la función. Al igual que cualquier otro
proceso social, la formación de una dinámica sectaria des- 157. A este respecto, debemos hacer notar una realidad más bien de-
tructiva no es lineal, aunque para intentar comprenderla po- salentadora: hasta hace un par de décadas eran relativamente pocos los ilu-
damos secuenciar sus aspectos más básicos. Lo primero que minados que lograban encarrilar su proyecto sectario, pero actualmente,
por el contrario, el porcentaje de éxito de esos sujetos es tan elevado que
deberá acontecer será el encuentro entre el sujeto delirante los grupos que conforman aumentan sin cesar la nómina sectaria. Dado
que el porcentaje de psicopatologías relacionadas con la fundación de sec-
156. El proceso es parecido al derivado del uso inadecuado de algu- tas se mantiene más o menos estable en relación al conjunto de la pobla-
nas drogas sedantes o estimulantes que, en sujetos que necesitan consu- ción —no hay más iluminados hoy que ayer—, resulta obvio que las cau-
mirlas para escapar y/o modificar la percepción de su situación psico- sas de su éxito son atribuiblcs, entre otras, a: 1) deterioro —más bien
social, puede conducir al abuso y dependencia de esas mismas u otras ruina— de los grandes grupos tradicionales de apoyo, guía y contención
sustancias, con el consiguiente descenso hacia una mayor o menor degra- social (organizaciones religiosas, políticas y sociales); 2) acentuación del
-derecho a elegir» y de la «libertad de oferta», inherentes a una sociedad
Independientemente del ámbito temático que enmarque ellos— tenderá a tensar excesivamente y/o demasiado pronto
el caso y de la forma en que se haya producido el primer en- el sedal, con lo que irá perdiendo a los adeptos más fuertes,
cuentro, la interacción entre uno y otros comenzará a tomar dado que éstos no se dejarán doblegar y romperán la línea.
cuerpo en reuniones informales celebradas en domicilios En la práctica, la metáfora del pescador se traducirá en la
particulares. Una vez conformado ese primer grupito, sus formación de dos o más círculos de adeptos diferenciados en
miembros se ocuparán de invitar a sus actividades a quienes torno al líder. Conforme el aspirante a líder vaya incremen-
consideren posibles correligionarios. En este período consti- tando su control sobre el grupo inicial de sus seguidores —y/o
tuyente —que suele prolongarse durante varios años y no es deje entrever con más claridad su estructura delirante—, éstos
infrecuente que acabe naufragando— se organizarán progre- se irán posicionando respecto a él. Unos, los que más se ajus-
sivamente tres bases fundamentales para la futura secta des- ten a las características del perfil de personalidad presectario y
tructiva: las características esenciales de la relación intragru- presenten comportamientos dependientes, tenderán a acatar
pal, la figura mitificada del líder y el cuerpo doctrinal. de forma acrítica las ideas y deseos de un sujeto que intuirán
La estructura de relación intragrupal es una creación di- como la clave para su supervivencia emocional y acabarán por
námica y progresiva que dependerá, en gran medida, de las cederle un mayor y más amplio control de los diferentes ám-
características de personalidad del líder y de sus adeptos ya bitos de su autonomía personal. Otros, en el extremo contra-
que será la resultante de la interrelación entre las necesidades rio, abandonarán el grupo alarmados y/o defraudados ante la
de uno y otros. Cuando partimos de una figura de liderazgo actitud adoptada por el líder. En medio de ambos, un tercer
con rasgos psicopatológicos como los ya descritos, la rela- colectivo, más amplio y difuso, se mantendrá expectante du-
ción con sus primeros seguidores se parecerá bastante al tira rante un tiempo más o menos largo antes de someterse o mar-
y afloja del pescador que pretende atrapar un pez engancha- charse.
do a su sedal. El aspirante a líder —que, por su personalidad, Los primeros conformarán el grupo de los «privilegia-
necesita dominar a los demás y ser adorado y servido por dos», de los «más próximos al maestro», de los «iniciados en
la senda salvífica», de los más adictos —recordemos lo dicho
consumista y de libre mercado, en campos —antaño monopolísticos— en el apartado sobre la bioquímica cerebral y los procesos
orientados hacia necesidades tan emocionales y sensibles a la manipu- adictivos— y, por tanto, de los más felices o protegidos de sus
lación como son las espirituales, de salud, etc.; 3) incremento constante propios problemas psícosociales cotidianos. Sobre ellos se
de las causas sociales productoras de estrés, ansiedad... y, en definitiva, de
fracaso psícosocial (base que propicia la generación del perfil de riesgo construirá la futura secta y desde ellos se presionará a los in-
presectario y de personalidades dependientes, tal como ya vimos, en un decisos para incluirse o excluirse de su paraíso. Cuanto más
sector de población cada vez mayor); y 4) aumento del sentimiento de cedan ante la insaciable ansia de dominio de su líder, tanto
desesperanza entre la población al tiempo que ha disminuido la capacidad más imparable y desbordado se volverá éste, hasta llegar a al-
crítica (la «sociedad de la información» en la que nos movemos facilita el
acceso a todo tipo de datos, pero ha castrado en la mayoría de la gente canzar los extremos aberrantes que se dan en algunas sectas
el deseo de buscarlos y analizarlos con ojos críticos; en una sociedad tan destructivas.
compleja como la occidental, se nos bombardea continuamente con tanta El ya citado Enrique González Duro apunta que «el pa-
información que somos incapaces de asimilarla y de elaborar conocimien-
ranoico plantea sus relaciones interpersonales en términos de
tos y pensamiento reflexivo con ella). En definitiva, que quienes preten-
dan fundar una secta de cualquier tipo lo tendrán muy fácil en el presente dominio o sumisión, superioridad o inferioridad, ganancia o
y también durante las próximas décadas. pérdida, triunfo o derrota, concibiendo la vida como una lu-
i ~7(.
cha incesante (...) su mayor preocupación es no quedar sujeto oportunos160, es el máximo y mejor ejemplo para documentar
a ningún control y no someterse a ningún compromiso»158. y comprender este tipo de procesos, tan humanos como in-
Tal como demuestran decenas de casos perfectamente es- evitables en la evolución de los grupos.
tudiados y documentados acerca de líderes sectarios contem- Si nos centramos ahora en el cuerpo doctrinal propiamente
poráneos159, una vez puesta en marcha una dinámica interna dicho de cualquier grupo sectario destructivo veremos que —al
abusiva, manipuladora y explotadora —que será justificada igual que el de la mayoría de «sectas» y religiones— está con-
y potenciada por las diferentes elaboraciones doctrinales ad formado por dos fuentes distintas, aunque complementarias,
hoc— no podrá ser detenida mientras el líder siga al frente del que ya en un trabajo anterior describí como «Doctrina del
grupo y, en la mayoría de los casos, sobrevivirá un más o me- Mito Personal» (DMP) y «Doctrina Revelada» (DR)1M.
nos largo período a la muerte del fundador sectario aunque La Doctrina del Mito Personal es, obviamente, el resulta-
los dirigentes que le sigan no presenten un perfil psicopatoló- do de un clásico proceso psicopatológico de fabulación,
gico. De hecho, cuando un «líder administrativo» sucede a construido —tal como ya apuntamos anteriormente— desde
uno paranoide al frente de una dinámica sectaria destructiva, las ideas delirantes de grandeza —y/o un trastorno narcisista
ésta tiende a emprender una lenta y progresiva deriva hacia y/o paranoide— del líder, que, a más abundamiento, acaban
la normalidad, transformándose en una «secta» más, aunque siendo magnificadas, si cabe, por adeptos papanatas converti-
con comportamientos lícitos y no abusivos. Pero también dos en apologistas incansables e irreductibles. La DMP se
es cierto que en este proceso suele aflorar algún extremista conforma lenta y progresivamente en el marco de interrela-
—con perfil psicopatológico próximo al del fundador des- ción del líder —o futuro líder— con su primer círculo de de-
aparecido— que cuestiona el nuevo estilo de liderazgo y, se- votos; como regla general, este proceso se caracteriza por un
gún los casos, lo desplaza e impide la normalización del gru- crecimiento exponencial de los datos irreales, eso es que a
po, o lleva a una escisión que conduce a la formación de una medida que se incrementa la cantidad de elaboración biográ-
nueva secta destructiva... y así hasta el infinito. La historia fica fantástica que los seguidores acatan del líder, más rápida
global del cristianismo, con los matices que cada uno estime e intensamente sigue creciendo la DMP de éste (hasta llegar a
un límite que varía en función del desequilibrio de uno y la
158. C/r. González Duro, E. (1991). La paranoia. Delirios persecu- cretinez de los otros). La credulidad de los parroquianos
torios, de grandeza y otras locuras de los cnerdos. Madrid: Temas de Hoy, p. 55.
159. Entre los autores que han presentado estudios detallados y fun-
siempre es un acicate para la necesidad de fabulación de los
damentados sobre diferentes líderes sectarios y los grupos que conforma- sujetos delirantes y, para cerrar el círculo, resulta que tanto el
ron, destacan ios siguientes: Zweig, S. (1935). La curación por el espíritu. líder como sus seguidores precisan de una DMP bien ex-
Barcelona: Apolo; Ynfantc, J. (1970). La prodigiosa aventura del Qpus
Dei. París: Ruedo Ibérico; Hebert, G. (1973). Los Testigos de Jehová, su
historia y su doctrina. Madrid: La Casa de la Biblia/PPG; Cameron, C. 160. C/r. Puech, H-C (Ed.) (1979). Historia, de las Religiones Si-
(1974). Quién es Gurú Maharaj Ji. Barcelona: Bruguera; Bugliosi, V. glo XXI: Las religiones en el mundo mediterráneo y en Oriente Próxi-
y Gentry, C. (1976). Manson. Retrato de una "familia". Barcelona: Bru- mo, (I), vol. 5. Madrid: Siglo XXI; Toynbee, A. y otros (1993). El crisol del
guera; Rodríguez, P. (1985). Las sectas hoy y aquí. Barcelona: Tibídabo cristianismo. Barcelona: Labor; Rodríguez, P. (1997). Mentiras fundamen-
Ediciones; Reiterman, T. (1986). El cuervo. Barcelona: Planeta; Rodrí- tales de la Iglesia católica. Barcelona: Ediciones B; Johnson, P. (1999).
guez, P. (1988). La conspiración Moon. Barcelona: Ediciones B; Rea, W. T. Historia del cristianismo. Buenos Aires: Vcrgara.
(1988). La mentira White. Zaragoza: INOReproduecioncs; Rodrigue/,, 161. C/r. Rodríguez, P. (1984). Esclavos de un mesías (Sectas y lavado
P. (1991). Traficantes de esperanzas. Barcelona: Ediciones B. de cerebro). Barcelona: Elfos, pp. 44-52.
traordinaria para poder sentirse importante y poderoso el impone el sectarismo destructivo, no es infrecuente que los lí-
primero y seguros y bien encaminados los segundos. deres de segundo orden, a fin de ver fortalecido el ejercicio de
Una vez establecido por el propio líder el sustrato básico su autoridad, gocen también de una especie de DMP oral, de-
de su biografía delirante, suele institucionalizarse la figura de forma que cada uno de ellos sea glorificado por sus inferiores.
los «primeros discípulos», encarnada en algunos de los pri- Una de las consecuencias prácticas más rentables de cual-
meros adeptos —sujetos tan sumisos como crédulos— que, quier DMP es la de situar al líder en una posición tan elevada
dentro del relato apologético global, ocuparán una doble —física, intelectual, moral y espiritualmente— que ningún
función: 1) tener la virtud de haber creído en el líder cuando adepto podrá siquiera soñar en alcanzar jamás; por eso, una
éste todavía no había manifestado su «misión» y/o «persona- vez aceptada su «perfección sin igual» y la nadería de quienes
lidad de elegido», con lo que se justifica tanto su posición je- están por debajo de él, sus seguidores tenderán a someterse a
rárquica y «espiritual» más elevada respecto al resto de la sus dictados sin reservas ni críticas; un comportamiento, éste,
grey como su poder real —por representación— dentro del que siempre viene impuesto y reforzado por el contenido de
grupo; y 2) actuar de testigos directos y notarios de algunos la Doctrina Revelada.
de los «hechos prodigiosos» del líder que acabarán dándose La Doctrina Revelada (DR) es la segunda fuente del cuer-
por ciertos (y que, aunque ellos jamás presenciaron, en su re- po doctrinal sectario y constituye el «texto sagrado», es la
cuerdo manipulado seguirán apareciendo tal como el líder se «Verdad Absoluta» alcanzada por el líder —por sus propios
los relató en su momento)162. méritos intelectuales, por «inspiración divina», como emana-
A pesar de que en cualquier secta no suele haber más ción de su propia divinidad, etc.— y que no admite discu-
DMP escrita que la que ensalza a su fundador y primer líder, sión, dudas, ni cambios. El contenido de una DR depende
dada la estructura piramidal y fuertemente jerarquizada que de la estructura de personalidad y base delirante de su autor,
así que puede ser muy variado y casi siempre sincrético,
162. Los humanos construimos los recuerdos apoyándonos en dife-
mezclando, por ejemplo, textos religiosos tradicionales con
rentes modelos de memoria que pueden ser —y de hecho son— modifica-
dos por el paso del tiempo, la interacción de emociones y sentimientos, los nuevas y peculiares «revelaciones divinas» personalizadas;
acontecimientos estresantes y/o traumáticos, el influjo manipulador de si- o ensamblando conceptos científicos, pseudocientíficos, de
tuaciones prolongadas de persuasión coercitiva (el clásico «lavado de cere- ciencia ficción, sociales, históricos, etc. hasta perpetrar arma-
bro» que puede producirse en determinadas estructuras de personalidad
zones rebosantes de todo tipo de majaderías, que, precisa-
tras el secuestro por un grupo extremista o la pertenencia a una secta des-
tructiva), etc. Basta con que una figura con prestigio —y el líder sectario mente, son el escaparate que más atrae a los sujetos angustia-
lo es para sus adeptos— relate un hecho supuestamente acaecido y/o in- dos y/o buscadores de prodigios.
terprete desde su punto de vista delirante algo que sucede ante la presencia Esta somera mirada en torno a los rasgos de personalidad
de varios, para que uno o más de los receptores de su mensaje lo adopten
de los líderes sectarios y las consecuencias que se derivan para
como real y propio, eso es que se conviertan en testigos convencidos de
aquello que jamás observaron con sus propios ojos. La sucesiva repetición
de esos hechos manipulados ayudará a fijarlos en el recuerdo de los testigos ter extraordinario de su adorado líder. Las biografías de los líderes secta-
como una experiencia cierta, e incluso hará que cada uno le añada detalles rios —ver algunas de las más significativas en los libros propuestos en la
personales (hechos concomitantes reales, aunque insignificantes) que real- nota 159— y de algunos religiosos o políticos (en el caso de dirigentes to-
zarán su veracidad. Con el paso del tiempo y el incremento del prestigio talitarios), así como las famosas «vidas de santos», le deben su fuerza na-
del líder, esos recuerdos inexistentes se convertirán en indiscutibles para el rrativa e impacto emocional a las tabulaciones y a procesos como los cí-
sujeto que cree recordarlos...y, claro está, en prueba irrefutable del carác- l.ulos.
los grupos que llegan a controlar, puede ayudarnos a com- social —de su fragilidad— antes que de las técnicas y estrate-
prender mejor la génesis de las sectas, pero también el verdade- gias que se le apliquen163.
ro origen y la causa de su estructura y dinámica internas. Del Ello no obstante, desde inicios de la década de 1970, la
perfil de personalidad de un aspirante a líder dependen tanto el mayoría de expertos en sectas han atribuido buena parte de
motor que pone en marcha las mterrelacíones que darán lugar los problemas observados en los adeptos a la dinámica mani-
a una secta, como las concepciones estructurales y funcionales puladora que incidió sobre ellos, y éste es, en efecto, el enfo-
que mediatizarán su desarrollo. Así, pues, el diagnóstico co- que que todavía prima actualmente. Basándome en mi larga y
rrecto de la personalidad de un líder nos dará una medida bas- amplia experiencia en este campo y en los conocimientos que
tante exacta de la posible evolución del grupo que controla y poseemos actualmente sobre este particular, creo que este
de los riesgos que pueden afectar a sus adeptos. modelo explicativo no sólo es muy incompleto sino que re-
sulta obsoleto, falaz —engaña acerca de las causas principales
del problema— e ineficaz para abordar la búsqueda de solu-
15. Estrategias básicas para captar y adoctrinar ciones. Por eso, desde finales de los años 80, en todos mis tra-
a los adeptos bajos, cursos y conferencias, el bloque de «técnicas de mani-
pulación sectaria» ocupa un plano menor y muy secundario;
Si imaginamos que un determinado vendedor es también aunque, en cualquier caso, considero necesario tener algunos
un buen manipulador, podremos pensar, con razón, que su conocimientos básicos acerca de la dinámica manipuladora
eficacia comercial se incrementará y sus ingresos serán su- típica del sectarismo. Esc será el objetivo de este apartado.
periores a los percibidos por los colegas de profesión que —Mi hijo me dijo que yo no era más que una casualidad
sean honestos en el trato con sus clientes. Pero, siguiendo en en su proceso evolutivo y que si me oponía a su permanencia
la misma hipótesis, también nos daremos cuenta de que, en la secta sufriría el castigo en mi próxima vida. ¿Cómo pue-
por muy buen manipulador que sea ese sujeto, poco o nada de decir esta idiotez un estudiante de biológicas?
logrará si en el mercado al que se dirige no existe la nece- —Cuando murió su abuela, mi hija, que la adoraba, se
sidad/demanda que afirma cubrir y/o su producto no es per- negó a asistir al funeral bajo la excusa de que estaba en medio
cibido como adecuado para satisfacer la o las necesidades de un cursillo de gran contenido espiritual, que era funda-
sentidas por su clientela potencial. mental para su futuro, y que no lo podía abandonar así por
Algo muy parecido al ejemplo del vendedor ocurre con las buenas. ¡Le habían quitado todos sus sentimientos!
los procesos manipuladores que se ejercen en el marco de una —Mi esposa me amenazó con que si tenía que elegir entre
secta destructiva. La presión manipuladora dentro de un de- la secta y yo se iría con la secta y me abandonaría a mí y los
terminado grupo podrá ser intensa, bien planificada y teóri- niños. ¿Qué les hacen o les dan en esos sitios para transfor-
camente eficaz, pero servirá de bien poco si el sujeto al que se mar a las personas en robots?
intenta víctimizar no precisa comprar la oferta sectaria que se
le presenta y/o no la encuentra adecuada para colmar sus ne- 163. Máxime cuando en las sectas no se recurre —salvo poquísimas
cesidades prioritarias de ese momento. Tal como hemos excepciones— al adoctrinamiento forzado en condiciones de cautiverio,
una situación en la que, por el contrario, sí se encuentran algunos secues-
mostrado ya hasta la saciedad, la vulnerabilidad a la manipu- trados por grupos terroristas o prisioneros en campos de concentración
lación de un individuo concreto depende de su perfil psico- que son víctimas de procesos de «lavado de cerebro».
Estas frases, elegidas al azar entre las cientos que he oído muy gráfico los elementos más notables que intervienen en
pronunciar a los afectados más diversos, patentizan crudos el proceso de captación, sometimiento y despersonalización
interrogantes que llenan de angustia a las personas que sufren de un adepto sectario.
estas dramáticas situaciones sin llegar a comprenderlas ade- El camino hacía una secta comienza siempre con un suje-
cuadamente, razón por la cual la práctica totalidad de los afec- to agobiado por una pesada carga de problemas psicosociales
tados tiende a culpar a la «secta» y a la «manipulación» del ser —inmadurez, ansiedad, depresión, culpabilidad, inseguri-
extraño y monstruoso en que se ha convertido su familiar. dad, pérdida de referencias, soledad, carencias afectivas, mie-
Quieren saber «quién», pero, sobre todo, «cómo», para en- do al futuro, insatisfacción, crisis sociopersonal...—, atrave-
contrar una respuesta que rebaje su ansiedad y sentimiento de sando un momento en el que coinciden alguna situación
culpa —buscan algo que les permita ratificarse en un pensa- estresante que desborda su capacidad de aguante —una rup-
miento del tipo: «la manipulación es tan demoledora que no tura afectiva, pérdida de empleo, enfermedad, fracaso en los
podíamos hacer nada... mi [pariente] era una persona modélica, estudios, muerte de algún ser querido...— y la presencia de
pero la secta le ha sorbido los sesos y le ha destrozado la algún reclutador sectario que le ofrece calor, esperanza y, so-
vida...»—, aunque a quienes acuden a mi gabinete profesional bre todo, una vía para reducir su ansiedad y lograr el refugio
les intento hacer comprender en primer lugar «por qué» su pa- vital y la seguridad que no encuentra en su realidad cotidiana.
riente ha llegado al estado en que se encuentra y qué ventajas De esta forma tan sumamente simple, aprovechando la situa-
halla permaneciendo en él. Mucho más tarde, si acaso, aborda- ción de fragilidad de la persona, se inicia un proceso de se-
mos sucintamente el «cómo», el modus operandi que la secta ducción que intentará conducir al sujeto hacia una dinámica
ha empleado para apoderarse del control de su personalidad. de adoctrinamiento que, progresivamente, acabará por atra-
En suma, la fragilidad psicosocial es lo esencial, ya que ofrece la parle y hacerle dependiente del grupo mediante diversas es-
única puerta de entrada a cualquier proceso manipulador para trategias coactivas y técnicas de control.
que éste, cuando ya ha inundado y desbordado al sujeto, se El proselitismo sectario suele efectuarse de forma encu-
convierta en la cerradura y la llave que controlará es&puerta a bierta, ya sea a través de contactos personales en los que se
fin de que no pueda abrirse a nadie salvo al manipulador. hace prevalecer la relación de amistad/confianza para atraer a
Vayamos, pues, a echar un vistazo a los procesos de per- los neófitos —a menudo partiendo de la oferta inicial de al-
suasión coercitiva que caracterizan la dinámica funcional de gún tipo de apoyo o servicio cuando el sujeto está atravesan-
las sectas destructivas y, aunque en este trabajo no cabe des- do una situación conflictiva—, o bien mediante reclutadores
cribirlos de forma pormenorizada —para ello remitimos al que, obrando desde entidades tapadera —que con frecuencia
lector a la bibliografía recomendada—, sí será oportuno, resultan difícilmente asociables con el grupo al que pertene-
al menos, dar una pincelada del tema resumiendo algunos as- cen , ofrecen todo tipo de actividades y cursos a fin de po-
pectos básicos que ya fueron tratados en un libro anterior de der aproximarse con más probabilidades de éxito a sus objeti-
este autor164. vos; un caso habitual es el de sectarios que aprovechan sus
En el esquema 1, en la página 186, puede verse de un modo puestos laborales —particularmente en el campo de la docen-
cia—, y/o la imagen que les da el cargo que ocupan, para inten-
164. C/r. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Hdi- tar captar adictos a su grupo. El engaño, el fraude y la presión
ciones B, pp. 43-98. psicológica, empleados con mayor o menor astucia, concicn-
Esquema 1: Elementos que intervienen en el proceso de captación cía, perfidia e intensidad, son siempre pilares inevitables del
y despersonalización de un sujeto dentro de una dinámica proselitismo efectuado por las sectas destructivas (aunque no
de sectarismo destructivo.
así del practicado por la mayoría de las «sectas»).
El proceso desintegrador de la personalidad se basa en una
Inmadurez, ansiedad, depresión, culpabilidad, Inseguridad, soledad, falta de afecto,
perdida de referencias, miedo al futuro, insatisfacción, crisis sociopersonal... dinámica vital tendente a primar lo emocional sobre lo racional
—exacerbando el funcionamiento del sistema límbico en detri-
mento del área cortical del cerebro165—, es decir, que fomenta y
SUJETO CON potencia las conductas de tipo emocional, dominadas por los
PROBLEMAS sentimientos y por respuestas automáticas no controlables por
el sujeto, al tiempo que dificulta y/o impide los comportamien-
1i
tos y actitudes racionales, eso es, reflexivos, analíticos y críti-
Proceso de Oferta de refugio/seguridad
seducción •* (reductor de ansiedad) cos. Y se complementa con la aplicación rigurosa de principios
conductuales bien conocidos, como el doble mecanismo de
\
premio y castigo —popularizado a partir de los experimentos
Dinámica de Ingreso dentro del marco
adoctrinamiento de la secta
de Pavlov con perros—, unido a condiciones estresantes y a la
repetición machacona de consignas simples y claras.
\S COACTIVAS Para comprender mejor el alcance de lo recién apuntado,
ESTRATEGIAS DE CONTROL
debemos recordar especialmente lo dicho en el apartado de-
Aislamiento: corte de lazos afectivos, control de las actividades dicado a la bioquímica cerebral y los procesos adictivos. La
personales y sociales, supresión de la información objetiva, maniqueísmo, mayor concentración de neuronas dopaminérgicas, parte
control de las comunicaciones, expolio de los recursos económicos...
fundamental del sistema de recompensa cerebral —soporte
Pérdida de la individualidad al ser absorbido por una dinámica grupa! biológico de las conductas adictivas y, por tanto, de la secta-
despersonalizantc
dependencia— se encuentra localizada en el sistema límbico
—particularmente en la amígdala y el hipotálamo—, que es
Debilitamiento físico y mental
(empleo de estrategias estresantes) un conjunto de regiones primitivas, desde el punto de vista
evolutivo, que controlan la conducta emocional, el placer y el
Generación de un estado de culpa permanente dolor y diversas funciones de la memoria y del sistema vege-
tativo (responsable de las funciones viscerales del cuerpo).
Favorecimiento del comportamiento emocional en detrimento de las El conjunto de comportamientos peculiares que se obser-
pautas racionales (crítica, análisis, reflexión,..)
van en cualquier sectadependiente —e incluso algunas de sus
posibles alteraciones orgánicas de base hormonal— adquie-
Empleo del miedo y la violencia como factores cohesionantes del grupo
ren una explicación razonable si tenemos en cuenta que los
estímulos que se transmiten mediante el sistema dopaminér-
Manipulación y control de la sexualidad
torio realizado a Hayden C. Covington, consejero jurídico estándar de pureza o perfección más elevado que el suyo. La
de la secta, en estos términos; culpa y la ansiedad, tal como mostramos en el capítulo III,
—¿Si un miembro de los Testigos de Jehová se daba cuen- son el núcleo de cualquier proceso adictivo.
ta por sí mismo de que esa profecía [la segunda venida del Se- 6. Otra estrategia habitual en las sectas destructivas con-
ñor en 1874] estaba equivocada y así lo decía debía ser des- siste en la utilización de los denominados «clichés» a modo de
asociado? —se le preguntó al abogado de la secta. filtros que interfieren en la apreciación de una parte determina-
—Sí, si así lo decía —respondió, seguro, Covington— y da de la realidad cotidiana. Los clichés son frases cortas, con-
continuaba persistiendo en crear desorden, porque si toda la tundentes y claras, diseñadas en base a los límites ideológicos
organización cree una cosa, incluso aunque sea errónea, y al- de la secta, que pueden sustituir los elaborados procesos de ra-
guien más comienza, por sí mismo, a tratar de imponer sus ciocinio empleados habitualmente para aprehender y analizar
ideas, entonces hay desunión y desorden... Nuestro propósi- los acontecimientos que nos rodean. El contenido de un cliché
to es que haya unidad. aporta las supuestas causas explicativas de algún hecho e impo-
—¿Unidad a toda costa? ne una determinada posición y/o reacción ante el mismo. Por
—Unidad a toda costa —ratificó Covington. absurdo que pueda parecer el contenido de un cliché y la reac-
—¿Una unidad basada en una aceptación forzada de la ción que alienta, la conducta desarrollada por un adepto ante
falsa profecía? —siguió interrogando el fiscal. una circunstancia determinada —que esté contemplada en su
—Ésta se reconoce como verdad —atajó Covington. correspondiente cliché— seguirá las pautas fijadas por éste an-
Un comportamiento tan cerrilmente acrítico como el que tes que las derivadas del proceso de análisis y reflexión que
delata la posición del tal Covington —y que sigue priman- empleamos normalmente para tomar decisiones.
do entre los Testigos de Jehová actuales—, es prototípico de 7. El empleo del miedo y la violencia como elementos co-
todo fanatismo sectario sin excepción. La crítica lleva al adep- hesionantes del grupo es también un factor común en los pro-
to hasta un estado de duda o «pecado» que se aparece como la cesos de persuasión coercitiva que se dan dentro de las sectas
antepuerta de la inseguridad y de la ansiedad de la que quiso destructivas. Existen muy diversos grados y fórmulas para
huir al vincularse a la secta; y siente que no hay otra forma de ejercer la coacción sobre los adeptos de una secta, pero en to-
eludir el dolor que le depara su cotidianidad que no sea asu- dos los casos sirven para cerrar filas sobre el grupo, evitar de-
miendo todo lo que le ordena el grupo. Este asentimiento sin serciones y/o denuncias, e incrementar el nivel de rendimien-
crítica posibilita que cualquier sectadependiente pueda reali- to de los adeptos, tanto en cuanto a su actividad proselitista
zar casi todo tipo de actividades —incluso delictivas— en be- como respecto a su productividad laboral ó económica en gene-
neficio del líder/grupo sin que asome en su mente ni sombra ral. En algunos grupos, y respecto a determinadas estructuras de
de duda acerca de su conducta y/o de sus consecuencias. personalidad, se llega a desencadenar la aparición de fobias con-
tra el mundo externo ajeno a la secta; estos comportamientos fó-
bicos materializan la respuesta no consciente al miedo que la secta
infunde en sus adeptos ante cualquier expectativa de abandonar
el grupo o vincularse a personas ajenas a él, y sirven al fin inte-
resado de dificultar enormemente las posibilidades del sujeto
para elegir libremente su vida y para poder abandonar el grupo
opresor.
8. La manipulación y control de la sexualidad de los
VI
adeptos, ya sea reprimiéndola o fomentando la promiscui-
dad, es, finalmente, otro de los elementos indispensables para
Problemas que pueden derivarse de la
poder amplificar los efectos neurotizantes del proceso adoc-
afiliación a una secta destructiva
trinador sectario. Mucho se ha escrito ya sobre los efectos de
la manipulación de la sexualidad y su incidencia en la genera-
ción de personalidades neuróticas y sumisas, así es que no va-
16. Toda dependencia exige pagar un precio
mos a insistir aquí en ello171.
Conocer la forma en que todos los elementos descritos
Estar sometido continuamente a una dinámica de persua-
han podido actuar sobre un sujeto sectario nos ilustrará acer-
sión coercitiva y vivir en un estado de dependencia, tal como
ca de «cómo» se produjo su proceso de claudicación en favor
es el caso de buena parte de los adeptos de sectas destructivas
de la secta que le patronea, pero, insistimos en ello, el «por
—pero no así del de cualquier adepto de una «secta»—, pue-
qué», las razones fundamentales que le llevaron hasta su sec-
de llegar a causar una serie de trastornos psicosociales más o
tadependencia, no las encontraremos en la operativa manipu-
menos importantes que, básicamente, estarán en función de
ladora del grupo sino, precisamente, en todo aquello que la
tres factores variables:
secta ya se encontró hecho cuando topó con su víctima, eso
a) El perfil psicosocial previo del sujeto.
es en el perfil de personalidad previo del sujeto, en los ele-
b) Su grado de integración en algún marco de sectarismo
mentos psicosocíales que le hicieron particularmente frágil
destructivo.
ante los avatares de la vida y, por ello, que le convirtieron en
c) Las características de la secta y de la dinámica manipu-
un ser vulnerable a la manipulación y susceptible de caer en
ladora empleada por ésta.
conductas dependientes.
Así pues, una misma secta destructiva podrá causar efec-
tos diferentes y/o de distinta consideración y gravedad en
adeptos distintos; en otros miembros no llegará a ocasionar
171. Dado el peso que tiene la esfera de lo afectivo-sexual en la vida ningún tipo de alteración significativa; y, en sujetos con pro-
humana, el lector que quiera conocer más detalles sobre este ámbito puede
consultar una amplia bibliografía especializada. En relación al tema par-
blemáticas psicosociales específicas, puede acabar convirtién-
ticular que nos ocupa, puede ser de interés la consulta de obras como: dose, incluso, en un marco positivo para ellos.
Reich, W. (1974). La función del orgasmo. Buenos Aires: Paidós; Rodrí- En los casos, relativamente frecuentes, en los que el secta-
guez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Ediciones B; o Rodrigue/., rio ya padecía previamente algún tipo de patología psíquica
P. (1995). La vida sexual del clero. Barcelona: Ediciones B.
notable —generalmente no aflorada aún con síntomas que la
delatasen y/o no diagnosticada—, la dinámica grupal de la quiátrico. En la primera versión del DSM-III de la Sociedad
secta destructiva —en particular su entorno delirante— pue- Psiquiátrica Americana, publicado en 1980, en su epígrafe
de actuar en un doble sentido: como marco contenedor de la 300.15 ya aparecía descrito el denominado «Desorden Disocia-
psicopatología, contribuyendo positivamente a mantener al tivo Atípico»173. Actualmente, el DSM-IV, en su última revi-
sujeto controlado y equilibrado o, hecho más habitual, como sión, cataloga el «Trastorno disociativo no especificado» como
desencadenante que activa la psicopatología previa y lleva al «una categoría para los trastornos en los que la característica
sectario, sumido en una crisis psicótica, hasta un centro psi- predominante es un síntoma disociativo (p. cj., alteración de las
quiátrico. funciones normalmente integradas de la conciencia, memoria,
Conviene no olvidar estas observaciones cuando haya identidad, o de la percepción del entorno) que no cumple los
que valorar el estado y/o riesgo que puede correr algún criterios para el diagnóstico de trastorno disociativo específi-
miembro de una secta. Ni se pueden generalizar los síntomas co. Los siguientes ejemplos incluyen: (...) 3. Estados disociati-
y/o alteraciones que describiremos; ni debe crearse un alar- vos que pueden presentarse en individuos que han estado so-
mismo perjudicial y falto de fundamento —básicamente por metidos a períodos de prolongada e intensa persuasión
parte de supuestos expertos que ven peligros por todas partes coercitiva (p. ej., lavados de cerebro, modificación del pensa-
y asustan a las familias afectadas anunciándoles males sin miento o indoctrinación en sujetos cautivos)»174.
fin—; ni se debe atribuir a una secta destructiva los efectos Resulta muy clarificador el hermanamiento de síntomas
que sólo son debidos a una psicopatología —tanto por razo- entre las víctimas de distintos tipos de cautiverio —que el
nes de exactitud diagnóstica como por la necesidad imperio- DSM-III especificaba con más claridad al añadir «mientras han
sa de no equivocar y/o retrasar el tratamiento preceptivo—. estado en poder de terroristas o sectas»— ya que, en definitiva,
Son ya demasiadas las ocasiones en las que, ante familiares patentiza la equivalencia de resultados finales de dos procesos
empeñados en culpar del estado de su hijo/a, pareja o parien- que violentan a la persona, la despojan de sus derechos, y la
te a una «secta», he tenido que adoptar una actitud enérgica sumergen en un universo cerrado y coaccionante donde la pro-
para convencerles de que debían dejar de ver a su pariente pia supervivencia depende únicamente de la voluntad/magna-
como a un «sectario» —y cejar en su empeño de querer so- nimidad de los captores y de la capacidad de sumisión a todos
meterle a una terapia específica— y enfocar el problema des-
de una perspectiva psiquiátrica, ya que la conducta anómala 173. El «Desorden Disociativo Atípico» figuraba definido en ese ma-
observada era debida a una psicosis172 y no a la «manipula- nual normativo como «una categoría residual a utilizar para aquellos su-
ción sectaria». jetos que demuestren tener una Perturbación Disociativa, pero que no
se ajustan a los criterios de una Perturbación Disociativa específica. Los
En cualquier caso, puntualizado lo anterior, debemos to-
ejemplos comprenden los estados parecidos al trance, desrealización no
mar en consideración también que hace ya años que algunas acompañada de despersonalización y aquellos estados disociados más
de las consecuencias psicopatológícas de la pertenencia a una prolongados que pueden darse en personas que han estado sujetas a perío-
secta destructiva están catalogadas como un trastorno psi- dos de prolongada e intensa persuasión coercitiva (lavado de cerebro, re-
forma del pensamiento y adoctrinamiento, mientras han estado en poder
de terroristas o sectas}».
172. La psicosis es un trastorno psíquico grave que afecta de un 174. C/r. American Psychiatric Associatíon (1995). DSM-IV: Ma-
modo total a la personalidad y conducta del sujeto, con perturbación del nual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Mas-
juicio, de la voluntad y de la afectividad. son, pp. 502-503, epígrafe F44.9 [300.15].
sus deseos y consignas por parte de la víctima que, finalmente, adeptos de sectas destructivas suelen darse alguno/os de los
rompe sus resistencias y mecanismos defensivos y es trans- trastornos que, en lenguaje gráfico y comprensible, relaciono
formada en un ser vitalmente identificado con las ideas y obje- a continuación:
tivos de los terroristas —es lo que se conoce también como
«Síndrome de Estocolmo»— o con las de los sectarios. Incremento de las pautas de rigidez en el carácter.
Las diferencias entre ambos procesos, en todo caso, no Disminución drástica del sentido del humor.
van mucho más allá del simple matiz: en los grupos terroris- Tendencia al reduccionismo maniqueo de la realidad.
tas se utiliza abiertamente la violencia física y las amenazas de Incremento de la pasividad personal y de la dependen-
muerte, además de la tortura psicológica, para lograr la des- cia de terceras personas.
personalización de sus víctimas, mientras que en las sectas Deterioro progresivo de la emocionalidad, que se vuel-
destructivas no suele emplearse más que tácticas de presión ve lábil, distante, achatada, falta de espontaneidad y os-
emocional y sutiles amenazas contra valores y conceptos cilante entre la depresión y la euforia.
subjetivos, tales como «segundad», «expectativas de futuro», Alteración de las pautas habituales de atención y per-
«verdad», «esperanza», «amor», «salvación», «proyecto», cepción al estar selectivamente focalizadas por el estre-
etc., que representan necesidades emocionales básicas, y/o cho —y emocionalmente intenso— marco doctrinal de
que la coacción manipuladora ha hecho interiorizar como la secta.
imprescindibles para la supervivencia propia y ajena. Transformación de la propia personalidad con pérdida
Al margen de los problemas que pueden englobarse bajo la progresiva de rasgos caracteriales definitorios en favor
etiqueta diagnóstica del «trastorno disociativo», cabe recor- de pautas de identidad dominantes en el grupo sectario
dar que estamos tratando con conductas dependientes y que («robotización»).
—tal como podemos intuir fácilmente basándonos en proble- Dificultad para tomar decisiones.
máticas más conocidas como las de las adicciones a drogas o al Dificultad para expresar necesidades de forma con-
juego— cualquier tipo de adicción acaba pasando una factura creta.
psicológica y social elevada. A veces demasiado elevada. Dificultad para concentrarse y para fijar la atención so-
bre algo concreto.
Deterioro de la capacidad para realizar juicios objeti-
17. Trastornos psíquicos y físicos vos e independientes.
Capacidad intelectual más o menos mermada (se satu-
El conjunto de alteraciones que, con múltiples combina- ran muy fácil y rápidamente las facultades de percep-
ciones en cuanto a cantidad y calidad, dibujan el amplio y no ción y análisis).
siempre bien definido perfil mórbido de sectarios y ex secta- Problemas de memoria.
rios, conforman lo que en 1982 comencé a denominar como Pérdidas del sentido de realidad.
SSD (Síndrome de Secta Destructiva)175. En general, entre los Alteración severa de la jerarquía de valores anteriores
al ingreso en la secta.
175. C/r. Rodríguez, P. (1984). Esclavos de un mesías (sectas y lavado Desidentificación severa con el propio pasado biográ-
de cerebro). Barcelona: Elfos, pp. 131-142. fico.
in/1
• Regresión infantil (infantilización de rasgos del carác- 18. Deterioro de la dinámica social
ter, actitudes y hábitos, retroceso en la calidad de la es- y de las relaciones interpersonales
critura e, incluso, aniñamiento de algunos rasgos del
rostro). —Durante los tres años que he pasado en la secta dejé mis
• Ralentización del proceso evolutivo personal (se corta estudios universitarios, perdí un chollo de trabajo que tenía,
y/o dificulta extremadamente el proceso de madura- me pulí todos mis ahorros, me peleé con mi novia y amigos,
ción y se instala al sujeto en la inmadurez). me enfrenté con toda mi familia y hasta me he puesto gordo y
• Incremento de las tendencias narcisistas (presunción, fofo de las porquerías que comíamos allí —se lamentaba un
vanidad, falta de autocrítica, despreocupación, egola- ex sectario al poco de dejar su grupo—. Ahora me encuentro
tría, etc.). absolutamente solo, desorientado, ante un mundo que me
• Aparición de estados alterados de conciencia (flotacio- parece que ha cambiado horrores sin darme yo cuenta, y con
nes), junto a episodios de disociación, alucinaciones, una familia que intenta apoyarme pero que no entiende nada
ideación delirante o paranoide, obsesiones, etc. de nada de lo que me ha pasado durante todo ese tiempo en
• Desarrollo de cuadros netamente psicopatológicos. que anduve de salvador de la humanidad.
• Trastornos del apetito, peso y vitalidad. La experiencia de vincularse estrechamente a una secta
• Trastornos hormonales. destructiva no sólo puede afectar al equilibrio psíquico y
• Trastornos de la conducta sexual. emocional y a las capacidades intelectuales del sectario, tam-
bién puede dañar de forma considerable todo su proceso so-
Todas estas alteraciones no son fruto de una causa mórbi- cializador y sus relaciones interpersonales.
da única —salvo si tomamos por tal el propio concepto de La propia dinámica aislante, que es consustancial a toda
secta destructiva—, sino que son el resultado combinado de secta destructiva, lleva a minar y/o romper —todos o buena
diferentes procesos lesivos que, para un terapeuta, tienen parte de ellos— los canales de comunicación y lazos afectivos
etiologías, diagnósticos y tratamientos diversos y específicos. básicos de cualquier sujeto: familia, amigos y pareja.
A estos problemas, además, debe añadirse los que suelen apa- Pertenecer plenamente a una secta destructiva es incom-
recer al abandonar la secta, debidos a diferentes causas que patible con el mantenimiento de relaciones y afectos norma-
veremos en el capítulo XIV —y que, en ocasiones, están aso- lizados con personas ajenas al grupo —máxime si se mues-
ciados o pueden derivarse de un trastorno por estrés postrau- tran críticas respecto a la secta—, ya que esta doble militancia
mático17^—. En la III parte de este libro analizaremos con afectiva y comunicativa del neófito le mantendría en contacto
más detalle los posibles abordajes terapéuticos del SSD. con la realidad —es decir, con las dinámicas más o menos ra-
cionales y lógicas que caracterizan la vida cotidiana—, le res-
taría tiempo y fuerza para dedicarse a la secta —puesto que
pasaría buena parte de su tiempo haciendo actividades diver-
sas con familiares, pareja, amigos o compañeros—, le obliga-
ría a mantener una jerarquía de valores y prioridades en la
176. C/r. American Psychiatric Association (1995). DSM-fV: Ma- que el grupo perdería su omnipresencia y su exclusividad y,
nual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Mas-
son, pp. 434-440, epígrafe F43.1 [309.81]. en definitiva, supondría un obstáculo insalvable para que la
-207-
secta destructiva pudiese adueñarse del control de la perso- cionales dentro de la propia secta: el líder pasa a ser único y
nalidad del sujeto y pasase a manipularle y explotarle a su auténtico «padre» —y así se le denomina y considera en infini-
conveniencia. dad de sectas—, el propio grupo asume el papel de madre —o
Por estas razones, lo primero que hace cualquier dinámi- seno materno—, los compañeros ascienden a la categoría de
ca de sectarismo destructivo es intentar dominar y controlar «hermanos» y «amigos» —los únicos posibles y deseables—
todo el entorno afectivo del sujeto mediante estrategias tales y, entre ellos, tiempo después, podrá encontrarse una pareja
como: «digna»... toda la gente de fuera del grupo ya no contará para
a. Forzarle progresivamente a que sólo se reúna e inter- nada; a lo sumo, si las relaciones no son demasiado tensas, los
cambie criterios con los miembros de la secta, e intentar que familiares podrán ser merecedores de alguna visita somera,
pase la mayor parte del tiempo acompañado por algún adep- pero si se oponen a la secta ¡ni saludarles por la calle!
to convencido que actúe como filtro y atempere sus relacio- Los perjuicios que se derivan de este aislamiento afectivo
nes con los no sectarios. sistemático son tan obvios que no merecen más comentarios.
b. Asociar progresivamente a todas las personas ajenas al Siendo todavía más graves cuando al sectario, además, se le
grupo a conceptos negativos —«son materialistas», «están en conmina a abandonar sus estudios, trabajo, actividades de
el error», «son ateos», «son católicos practicantes», «son in- ocio, etc.; o en el caso de mujeres, amas de casa en particular,
capaces de conocer y querer la verdad», «sólo quieren tu mal, que ya de por sí tenían pocos o nulos contactos e intereses
puesto que desean que seas como ellos para que no pongas en fuera de los de su propia secta, familiar.
evidencia su hipocresía»...— y, en consecuencia, dañar su —No me di cuenta de que mi mujer estaba en contacto
credibilidad hasta hacerles perder cualquier posible influen- con la secta hasta pasados dos años, entonces, de repente, em-
cia sobre el neófito. pecé a no comprender nada. Ya no era ella, estaba fría, distan-
c. Ahogar progresivamente los sentimientos de afecto y te, decía cosas raras, pegaba a los niños, cosa que antes nun-
amor existentes con las personas ajenas al grupo —«el amor de ca había hecho, salvo en alguna ocasión merecida; se negó a
tus padres no es más que puro egoísmo», «ellos no te quieren, mantener relaciones sexuales porque decía que aquello era
te poseen», «tus padres no son más que un accidente biológico «fornicación» y a Dios no le gustaba... no hubo forma de sa-
para que tu estés hoy aquí», «tus padres nunca han hecho nada carla de su estado. La separación fue muy dura para mí, pero
importante por ti, sólo te han dado dinero, pero nunca se han fue inevitable.
ocupado de tu alma», «tu pareja sólo está contigo por la segu- Cuando uno de los miembros de una pareja es adepto de
ndad económica que le das, pero es un lastre para ti y para tu una secta destructiva y el otro no, o bien uno convence al
evolución», «tus amigos son gente vacía, que sólo piensa en otro para dejar la secta o para entrar ambos en ella, o la convi-
pasarlo bien y en utilizarte, pero no te aportan nada»...—para, vencia se va tornando tan tensa e imposible que suele acabar
tras quedar congelados*77, ser sustituidos por objetivos emo- por romperse definitivamente.
177. Nótese que empleo a propósito el concepto «congelados» al re- neo-sentimientos forzados que le inculca la secta. En diferentes momen-
ferirme a los sentimientos del sectario hacia su mundo afectivo anterior, y tos, durante su vida en el grupo, o durante el proceso terapéutico de recu-
no sin motivo. Durante el proceso manipulador y de dependencia, los sen- peración, esos sentimientos congelados afloran parcialmente —por moti-
timientos previos no llegan a destruirse del todo, sino que van siendo en- vos muy variados— y pueden ser restaurados —descongelados— si se dan
cerrados bajo pesadas losas de resentimiento y su lugar es ocupado por los las circunstancias adecuadas.
El mundo de la secta destructiva va estrangulando pro- Vivir con penurias, en una situación más o menos lace-
gresivamente la dinámica social del adepto, dejándole sin rante de marginación, o enfocar el suicidio, son posibilidades
apoyos personales y afectivos al margen de sus compañeros a las que pueden verse abocadas algunas personas que, inca-
sectarios —que sólo seguirán apoyándole en la medida en paces de seguir dentro de la secta, por los motivos que sean, o
que éste acate los deseos del líder; en caso contrario, le volve- expulsados de ella, intentan rehacer sus vidas sin los apoyos
rán la espalda y le dejarán absolutamente solo y abandona- externos a los que tiempo atrás renunciaron cuando fueron
do—, haciéndole perder años preciosos para su formación captados por una secta destructiva.
—al conminarle a dejar sus estudios y/o alejarse de cualquier Sin embargo, para quienes puedan recuperar todos o par-
otra actividad cultural o formativa—, y limitándole sus posi- te de esos apoyos, la situación no será tan grave, ni mucho
bilidades de supervivencia económica —al hacerle dejar su menos, aunque habrán pagado un precio altísimo y siempre
trabajo habitual, renunciar a la pensión del marido (en casos excesivo por una experiencia sectaria que, si bien pudo ser
de mujeres separadas y con niños; a fin de evitar que el ex enriquecedora en algunos aspectos, al fin y al cabo no hizo
marido pueda tener noticias de la vida y del lugar de residen- más que sacarles de la angustia para instalarles en el vacío.
cia de la sectaria y sus hijos), al forzarle a vender sus posesio-
nes (particularmente bienes inmobiliarios y fincas rústicas)
y/o donarlas al líder/grupo, al forzarle a dilapidar sus aho- 19. Problemática de los menores insertos
rros en beneficio de la secta, etc.—. El empobrecimiento en sectas
afectivo y social del adepto crece en proporción directa al
tiempo de afiliación al grupo. Los menores pueden pasar a estar bajo el control de algu-
Todo este cúmulo de dificultades no sólo serán una ba- na secta en la medida en que sus padres o tutores legales se
rrera para poder abandonar la secta, sino que, igualmente vinculen a algún grupo de esta naturaleza, de forma que sean
grave, se convertirán en problemas más o menos terribles insertos en él a edades más o menos tempranas o que ya naz-
cuando el sectario haya dejado el grupo e intente rehacer su can dentro del mismo. Hoy en día las sectas destructivas ya
vida en la sociedad normal y corriente. no captan menores de edad al margen de sus padres —aun-
—Cuando yo me fui a trabajar para la secta tuve que re- que no resulta imposible que reclutadores sectarios puedan
nunciar —ni siquiera me dejaron solicitar una excedencia— a entrar en contacto con ellos y mentalizarles para ingresar en
un puesto fijo que tenía en xxx [una entidad bancada]. Du- el grupo tras la mayoría de edad—, pero, ello no obstante, en
rante los cinco años que pasé en la secta trabajé como un bu- nuestro entorno sociocultural encontramos numerosas ex-
rro, no gané nada y gasté todos mis ahorros. Hoy, tres años cepciones en algunos grupos católicos sectarios que sí lo ha-
después de haber abandonado la secta, me paso el día en casa, cen habitualmente, maniobrando a espaldas de los padres
aburrido y angustiado. No hay forma de encontrar trabajo. para manipular a los menores más frágiles a fin de que aban-
Mis amigos y mi novia de antes, y hasta mis propios herma- donen sus familias y se unan a ellos al llegar a su mayoría de
nos, no quieren saber nada de mí, y yo casi les comprendo edad; este tipo de actuación suele realizarse, con total impu-
porque en mi estupidez sectaria les traté muy mal y les des- dicia e impunidad, desde centros de enseñanza y/o de ocio
precié. Tengo 30 años y mi futuro es tan desesperante que un gestionados directa o indirectamente por esos grupos reli-
día de éstos voy a hacer alguna locura. giosos.
Son muchos y vanados los problemas que pueden afectar ción de su propio perfil de personalidad previa). Y a la in-
a los menores sectarios y, como es lógico suponer, su valora- versa: cuanto más normalizado sea un núcleo familiar, me-
ción y gravedad dependerá de la edad del menor, de las con- nos problemas supondrá la integración dentro de cualquier
diciones socio-afectivas en que se desarrolle, de su proceso secta.
evolutivo/formativo y socializador y de la dinámica interna A fin de cuentas, en las familias sectarias ocurre exacta-
propia de cada secta destructiva. Pero, sin ningún género de mente lo mismo que en las que no lo son, siendo norma en
dudas, tal como está evidenciando la compleja investigación, ambas tipologías el hecho de que a medida que se incrementa
todavía en curso, que sustenta el trabajo para la tesis doctoral el nivel de conflicto y desestructuración dentro de un núcleo
en Psicología de este autor178, el elemento más influyente a la familiar, peores tienden a ser las condiciones disponibles por
hora de valorar los problemas de un sujeto criado en un con- ios hijos para poder madurar y socializarse adecuadamente
texto sectario será, precisamente, el perfil psicosocial de sus en su seno; un proceso lesivo que, al lastrar a los sujetos afec-
padres y el tipo de interrelación que ha caracterizado al nú- tados con pautas y mecanismos psicosociales deficientes,
cleo familiar en cuestión. Los datos obtenidos y analizados incrementa sobremanera en ellos —tal como ya vimos en
hasta la fecha demuestran que los problemas descritos por los apartados anteriores— el riesgo de sucumbir ante procesos
sujetos investigados, en relación a sus épocas de infancia/ado- manipuladores, dinámicas adictivas o frente a meras circuns-
lescencia —vividas en un entorno familiar sectario—, así co- tancias personales y/o sociales que no suponen apenas pro-
mo los percibidos respecto a su edad adulta, se relacionan, blemas para la mayoría.
básicamente, con efectos derivados y atribuibles a los dife- Si recogemos en un solo listado el conjunto de dificulta-
rentes modelos de interacción familiar vividos, que, a su vez, des más frecuentes que suele encontrarse entre los menores
dependieron, fundamentalmente, del perfil psicosocial de los insertos en sectas destructivas, veremos que, al margen de la
padres. Una secta determinada podrá tener una estructura, relación de trastornos derivados del SSD —ya citada ante-
prácticas e imposiciones objetivamente lesivas, pero, en cual- riormente—, los menores pueden verse afectados también
quier caso, el que éstas lo sean más o menos para el desarrollo por una serie de problemas, mucho más específicos, entre los
de un menor en concreto dependerá del papel jugado por los que destacaremos los siguientes:
padres.
En general, cuanto más desestructurado y/o disfuncional • Dependencia muy acusada del grupo, generada y refor-
sea un núcleo familiar, más deficiente podrá llegar a ser el zada al diluir las figuras de los padres biológicos y per-
proceso de maduración y socialización de los hijos y, justo sonificarlas en el líder (que juega el rol paterno) y en el
por esto, más incidirá, para bien o para mal, la doctrina y propio grupo o líder consorte (que adquiere la función
dinámica de la secta a la que se pertenezca (que también in- materna).
fluirán más o menos negativamente en los padres en fun- • Falta de estímulos cognitivos suficientes.
• Carencias afectivas.
178. Esta Tesis Doctoral se desarrolla en el Departamento de Psico- • Baja autoestima.
logía Social de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona.
• Dificultades para adaptar las reacciones emocionales al
La investigación, titulada Procesos de maduración y socialización de los hi-
jos dentro de un contexto familiar sectario urbano, está dirigida por los entorno.
doctores Ferran Casas Aznar y José Manuel Cornejo Álvarez. • Tendencia acusada hacia la inestabilidad emocional.
• Represión de los sentimientos, con tendencia hacia la toda prevención será poca179. Durante el embarazo, la mala
frialdad emocional. dieta, el agotamiento y el estrés de la madre sectaria —facto-
• Falta de sensibilidad o hipersensibilidad. res que se dan en algunas sectas de tipo comunitario—, uni-
• Frecuentes pautas de ansiedad anómala y poca capaci- dos a la insuficiencia de controles médicos —un aspecto fre-
dad para contenerla. cuente en no pocos grupos de muy diferentes ideologías—,
• Tendencia a la depresión.
• Hiperactividad e hiperexcitabilidad.
179. Para ampliar información al respecto puede consultarse el capí-
• Sumisión extrema y patológica. tulo titulado «Jóvenes y menores en sectas» en Rodríguez, P. (1989). El
• Inhibición social incapacitante. poder de las sectas. Barcelona: Ediciones B, pp. 99-123; la ponencia de
• Tendencia a la irritabilidad. Shírley Landa «Niños en sectas. Sus relaciones familiares y su educación»
en Asociación Pro Juventud (1988). Las sectas como problema social. Po-
• Exceso de realismo.
nencias presentadas y comunicados. Actas del Primer Congreso Inter-
• Pérdida de identidad personal. nacional sobre Sectas y Sociedad. Barcelona: Asociación Pro Juventud,
• Proceso de aprendizaje y adaptación al medio social pp. 77-83; o el capítulo «Rescatar a los niños» en Sínger, M. T. y Lalich, J.
mediante pautas de tipo autoritario/inhibitorio exclu- (1997). Las sectas entre nosotros. Barcelona: Gedisa, pp. 249-267. Entre la
bibliografía en inglés que trata el tema de menores en sectas, sugerimos la
sivamente.
lectura de: Marón, N. (1988). «Family environment as a factor in vulnera-
• Deficiente y/o anormal proceso de socialización. biüty to cult involvement.» CultícStudies Journal, vol. 5 (1), pp. 23-43; Ke-
• Falta de aprendizaje de una serie de habilidades básicas lley,S.J. (1988). «Ritualístic abuse ofchildren: Dynamics andimpact.» Cul-
para sobrevivir en una sociedad abierta. tic Studies Journal, vol. 5 (2), pp. 228-236; Greene, F. (1989). «Litigating
child custodywithreligious cults.» Cultíc Studies Journal, vol. 6(1), pp. 69-
• Relación problemática con el entorno social (miedos u
75; Halperin, D. A. (1989). «Cults and children: The role of the psychothe-
odios genéricos e infundados hacia él, etc.). rapist.» CulticStudiesJournal^ol. 6(l),pp. 76-85; Anderson, C. L. (1990).
• Baja integración social. «The adolescent ex-cultist: A nursing staff challenge.» hsues in Compre-
• Carencias educativas y aculturación más o menos severas. bensive Pediatric Nttrsing, vol. 13 (3), pp. 231-237; Van-Dam, H. (1991).
«Vulnerability of adolescents and young adults to "cult" phenomena.» En
• Fracaso escolar.
Greenspan, S. I. (Ed.), Pollock, G. H. (Ed.) y otros (1991). The course of
• Educación en pautas de conducta anticonstitucionales Ufe: Adolescence, vol. IV. Madison: International Universitíes Press,
(sexistas, clasistas, racistas, discriminatorias en general, pp. 301-311;Jones, D. P. (1991). «Ritualism and chüd sexual abuse.» Child
contrarias a las libertades protegidas, promotoras de Abuse andNeglect, vol. 15 (3), pp. 163-170; Maléame, V. L. y Burchard,
J. D. (1992). «Investigations of child abuse/neglect allegations in religious
violencia...).
cults: A case study in Vermont.» Behavioral Sciences and the Law, vol. 10
• Pautas de conducta sexual anormales para una determi- (1), pp. 75-88; Lloyd, D. W. (1992): «Ritual child abuse: Definitions and
nada edad. ,\ssumpúons.» Journal of Child Sexual Abuse, vol. 1 (3), pp. l-14;Lango-
• Lesiones diversas debidas a malos tratos por acción u ne, M. D. y Eisenberg, G. (1993): «Children and cults.» En Langone,
M. D. (Ed.) y otros (1993). Recoveryfrom cults (help for victíms ofpsycbolo-
omisión (palizas, abandono afectivo, dieta inadecuada
gical and spiritual abuse). New York: W. W. Norton & Co., pp. 327-342;
y/o insuficiente, estrés, falta de higiene y/o de cuidados Mcl-'arland, R. B. y Lockerbie, G. (1994). «Difficulties in treating ritually
médicos u otros, etc.). .ihused children.» Journal of Psychobistory, vol. 21 (4),pp. 429-434; Kelley,
S. J. (1996). «Ritualistíc abuse of children.» En Briere, J. (Ed.), Berliner,
I,, (luí.) y otros (1996). The APSAChandbook on childmaltreatment. Thou-
Los niveles en los que una secta destructiva puede afectar
s.uid Oaks (CA): Sage Publications, pp. 90-99; Halperin, D. A. (1996).
la vida y futuro de un menor son tantos y tan delicados que -(luli.s and children: A group dynamic perspective on child abuse withm
podrán incidir negativamente en el desarrollo final del feto. enísimo las posibilidades de supervivencia y autonomía del
En los primeros años de vida, las carencias afectivas, la futuro adulto.
insuficiencia de estímulos cognitivos para desarrollar las fa- Cuando los medios de comunicación y/o algunos exper-
cultades intelectivas, el sometimiento a pautas formativas ex- tos —particularmente religiosos— abordan la situación de
tremas —autoritario-inhibitorias o demasiado laxas—, los los menores insertos en sectas, suelen afirmar que los abusos
malos tratos físicos y/o psicológicos, las condiciones estre- sexuales son poco menos que una norma dentro de este ti-
santes y generadoras de neurosis y ansiedad, la mala nutri- po de grupos, pero, afortunadamente, esta presunción no es
ción, etc., llevarán a desarrollar personitas con alteraciones cierta. Los casos en los que se han detectado abusos sexuales
emocionales y deficiencias intelectivas —puede que también a menores dentro de sectas son escasísimos y siempre consti-
orgánicas— de diferente gravedad que, en cualquier caso, tuyen una excepción —conducta aislada de algún sujeto en
acabarán conformando adultos inmaduros, con insuficientes concreto— dentro de la dinámica general del grupo. Habi-
habilidades sociales, y con problemas de estabilidad emo- tualmente se presenta como «corrupción de menores» lo que
cional. no es sino un tipo de educación sexual que choca con la re-
Las limitaciones —prohibiciones, de hecho— que las sec- presiva visión católica dominante, o se extiende hasta los me-
tas destructivas imponen a sus miembros para forzar que los nores, sin ninguna razón, prácticas sexuales que sólo son
hijos no se relacionen —eso es jueguen, compartan lecturas, propias de los adultos180.
fiestas, cine, ocio...—, o lo hagan apenas, con otros menores Es verdad que, en nuestro contexto sociocultural, hay un
ajenos al grupo, acaban por generar aislamiento, tensiones, altísimo porcentaje de menores que sufren abusos sexuales
traumas —a menudo se sienten y son señalados como «niños —entre un 28 % y un 33 % de las mujeres son víctimas de
diferentes», sin llegar a comprender la visión maniquea de la ellos antes de llegar a los 15 años y alrededor de un 10% de
vida que les imponen sus padres— y deficiencias notables en los hombres pasa por lo mismo—-, pero también está demos-
el proceso de socialización que, a la postre, les limitará en trado que entre un 75 % y un 80 % de esos delitos sexuales
mayor o menor medida sus posibilidades de futuro. son cometidos por adultos conocidos del menor, que en la
El hecho, habitual en muchas sectas destructivas, de que mayoría de los casos son familiares suyos181.
se conmine a los adolescentes a abandonar sus estudios cuan- Por otra parte, los críticos católicos de las sectas harían bien
do cumplen los 16 años —eso en el supuesto de que lo hicie- en mirar hacia dentro de su propio colectivo ya que, según da-
sen hasta esa edad, que en algunos grupos se evita la escolari-
zación exterior y los menores no obtienen sino enseñanzas 180. Aunque también es cierto que, en determinadas sectas comu-
nitarias, esas prácticas sexuales de los adultos pueden realizarse con insu-
internas muy básicas e insuficientes—, y se les impida acce- ficiente discreción —por problemas de espacio— y ser observadas por
der a niveles de estudios universitarios o especializados, su- algunos menores —una posibilidad que ocurre también en millones de
pondrá también un hándicap fundamental que reducirá mu- hogares no sectarios—, dando lugar a los pocos casos en que se ha obser-
vado conductas sexuales precoces entre menores que «jugaban a lo mismo
que sus padres». Sin duda eso indica una dinámica de formación de los hi-
cults.» En Kymissis, P. (Ed.), Halperin, D. A. (Ed.), y otros (1996). Group
jos poco cuidadosa, pero no implica, ni mucho menos, episodios de co-
therapy with chitaren and adolescents. Washington: American Psychiatric
rrupción y/o uso sexual de los menores por parte de los adultos.
Press, pp. 353-366; Stein, A. (1997). «Mothers in cults: The influence of
181. Cfr. Rodríguez, P. (1993). Qué hacemos mal con nuestros hijos
cults on the relationship of mothers to their children.» Cultic Studícs Jour-
nal,vo\. 14(1), pp. 40-57. (El drama del menor en España). Barcelona: Ediciones B.
tos referidos a España, procedentes de una investigación reali- En fin, retomando el hilo de este apartado, sea como fue-
zada desde la Universidad de Salamanca182, el 9 % del total de re —y aun reconociendo el derecho que tiene todo padre a
los abusos sexuales cometidos sobre varones y el 1 % de los su- educar a sus hijos según sus creencias—, la formación de un
fridos por mujeres ha tenido como protagonista a un sacer- menor dentro de un marco de sectarismo destructivo, por lo
dote. El clero católico, a juzgar por estos y otros muchos datos apuntado anteriormente, resulta siempre inadecuado y a me-
similares procedentes de países distintos, es el colectivo pro- nudo inadmisible, puesto que conculca buena parte de sus
fesional que protagoniza más abusos sexuales a menores183. derechos reconocidos y violenta una personalidad absoluta-
No cabe duda de que podemos y debemos acusar a las mente frágil e indefensa ante las negligencias —inevitables
sectas de muchos comportamientos criticables, cuando no cuando se da una situación de sectadependencia en los proge-
delictivos, pero los abusos sexuales a menores no suelen es- nitores— y los abusos manipuladores de los adultos.
tar, de momento, entre sus hábitos cotidianos. Y esto es algo
que debe quedar claro para acabar, de una vez por todas, con
el pánico que algunos expertos inducen en quienes, separa-
dos de su cónyuge sectario, reciben el anuncio de que los hi-
jos que conviven con el otro progenitor están en riesgo de ser
corrompidos sexualmente. Puede ser que esos hijos corran
riesgos notables en parcelas fundamentales para su desarrollo
—una posibilidad que debe corregirse y evitarse—, pero difí-
cilmente van a convertirse en objetos sexuales.
77? —
XI
I — 335 —
a un grupo; supone una característica de las personalidades ta206, en muchos ex adeptos surge un temor ambiguo —preña-
fanáticas y, con frecuencia, suele denotar trastornos psicopa- do de inseguridad— a encontrarse eventualmente cara a cara
tológicos graves y profundos. con algún ex compañero todavía sectario. El sujeto sabe que el
grupo empleará la culpabilización para intentar reconducirle al
9.° Rencor hacia la secta: redil y no está seguro de poder resistir ese ataque emocional.
Supone una reacción habitual y normal en cualquier ex Sólo después de un tiempo de rehabilitación el ex sectario recu-
adepto y suele desencadenarse cuando el sujeto se percibe a sí perará su control emocional y dejará de ser vulnerable, razón
mismo como víctima de abusos y ultrajes cometidos durante por la cual será muy recomendable evitar que un recién salido
el tiempo de su adscripción a la dinámica de sectarismo des- de una dinámica de sectarismo destructivo mantenga contacto
tructivo; otro de los factores que espolea el rencor es el re- personal o telefónico con algún miembro de esc grupo, ni aun
cuerdo de los compañeros que aún siguen en el grupo y so- si éste fue su mejor amigo/a o, incluso, su pareja.
metidos a las mismas condiciones que fueron propias. Esta Pero, de todos modos, éste no es el único temor irracional
reacción suele ir acompañada de un vivo deseo de querer al que debe enfrentarse un ex adepto de una dinámica de sec-
«abrir los ojos» a los ex compañeros e intentar «sacarles de la tarismo destructivo dado que, como medida protectora, sue-
secta» a toda costa. len programar en los miembros una serie de clichés que ac-
En este sentido, el ex adepto se comporta de igual manera tuarán como una especie de bomba de relojería o virus
que cualquier otro adicto en proceso de rehabilitación, que, informático cuando el sujeto pretenda abandonar el grupo, o
como es bien sabido, están siempre prontos a convertirse en lo haya hecho ya, y/o quiera hacer pública la realidad del
radicales cruzados contra el alcohol, la heroína, el tabaco, el grupo. Mediante esos clichés se implantan creencias irracio-
juego... o cualquier otra sustancia o conducta de la que hu- nales en el sustrato no consciente del sujeto y, al activarse, le
biesen sido adictos. impedirán enfrentarse abiertamente con la secta y analizar
Dado que el rencor es un sentimiento que daña al sujeto debidamente la propia experiencia personal vivida en ella; en
que lo alberga y no le sirve para nada positivo, será útil atem- bastantes casos quedarán enquistadas en la mente del ex sec-
perar los ánimos del ex adepto y, en todo caso, ayudarle a tario —provocándole fobias, pesadillas, dolores sin causa
transmutar su lícito deseo de justicia en planes a medio o lar- aparente, ataques de ansiedad o pánico...— y le privarán de
go plazo para actuar contra el grupo en las debidas condicio- hacer una vida normal en algunos aspectos.
nes y con las garantías adecuadas; aunque, una vez pasado el Estos «virus de culpabilidad» contienen informaciones
tiempo, dichos planes no se lleven a cabo jamás, habrán servi- coactivas que aseguran algún tipo de daño importante para el
do como una estrategia terapéutica más, apta para canalizar y adepto que traicione al grupo o lo abandone y/o para quienes
contener un sentimiento difícil de controlar y que puede re- le ayuden —como, por ejemplo, morir en accidente, ya sea el
sultar bastante autodestructivo, para el ex sectario, en sus pri- propio adepto o sus padres o hermanos, enloquecer, fracasar
meras etapas de reinserción social. en todo, no poder tener hijos, volverse toxicómano, ser la
causa de catástrofes con muchos muertos, tales como acci-
10.° Temor irracional hacia la secta:
Dejando de lado los casos en que pueda haber motivos 206. Cfr. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Edi-
fundados para temer posibles represalias por parte de una sec- ciones B, pp. 60-78.
dentes de avión, autobús, tren o barco, tifones, terremotos, 11.° Dificultad de justificación:
inundaciones..., o de la pérdida del puesto de trabajo del padre, Cuando un ex adepto comienza a reintegrarse a la vida so-
de una enfermedad de la madre o de cualquier otro familiar cial, todo el mundo le pide explicaciones sobre su pasada expe-
cercano...— y se activan cada vez que el sujeto pretende salirse riencia y, naturalmente, no se tiene en cuenta que, si al propio
del control de la dinámica de sectarismo destructivo. sujeto ya le resulta bastante inexplicable lo sucedido, ¿cuánto
Por difícil que parezca de creer, especialmente para aque- más incomprensible no le parecerá a quienes no conocen nada
llos que no los han sufrido o que no han trabajado estrecha- de la sectadependencia ni de las razones que conducen a ella?
mente con sectarios, los «virus de culpabilidad» tienen un Justificar el ingreso en una dinámica de sectarismo destructivo
poder de control enorme sobre las actuaciones y decisiones —desde el punto de vista del hombre de la calle— no es fácil,
del sujeto en que han sido implantados. Aunque el paso del pero mucho menos lo es justificar la imposibilidad de abando-
tiempo y la información crítica con el grupo los elimina en su narla por propia voluntad. Hará falta algún tiempo y algunas
mayor parte, en algunas personas quedan activados durante lecturas apropiadas para que un ex adepto pueda superar la an-
años y, al irse reafirmando con cualquier suceso negativo que siedad que le generan dos demandas: la justificación ante sí
ocurra en el entorno del ex miembro —que se interpreta mismo y la justificación ante los demás. Resultará apropiado,
como una señal de la autenticidad de la advertencia sectaria y pues, que la persona que dirija el proceso de recuperación del
del poder para castigar a sus enemigos que tiene el grupo y su ex sectario le enseñe algunas estrategias y habilidades básicas
divinidad particular—, acaban por arrastrar al sujeto hasta para saber responder adecuadamente, y de forma cortés y sin
conflictos emocionales y comportamientos de tipo fóbico sentirse presionado o agobiado, a los requerimientos de veci-
verdaderamente incapacitantes. nos y conocidos curiosos. Obviamente, durante los primeros
Para prevenir al máximo este riesgo, es aconsejable que días, cuanto menos se le interrogue mucho mejor le irá en su
el sujeto pueda hablar con ex miembros de la misma sec- proceso de normalización.
ta —ellos más que nadie conocen el catálogo de virus secta- Pero, en cualquier caso, el ex sectario siempre debe hacer
rios—; que se informe al máximo acerca de la naturaleza y el esfuerzo de tratar de comprender la experiencia que ha
funcionamiento de los procesos manipuladores y de la diná- protagonizado y conocer con suficiente profundidad las ba-
mica y características específicas del grupo al que se estuvo ses de la sectadependencia y de las técnicas de persuasión
integrado; que se esté muy atento para solicitar ayuda ade- coercitiva. Asumir la experiencia, analizarla, comprenderla y
cuada al menor síntoma de eclosión de algún pensamiento extraer de ella lo máximo posible, será el mejor y más eficaz
irracional del tipo descrito —especialmente si es persisten- camino para superarla. El mayor error que puede hacer un ex
te— y/o se sufre alguna fobia; y, finalmente, que tenga bien adepto es intentar olvidar sin más su experiencia y confiar
presente que ninguna secta, líder o divinidad ha demostrado que el paso del tiempo resolverá sus conflictos.
jamás que pueda tener ningún poder que no sea el derivado Una de las primeras cosas que suelo pedirle a buena parte
del dinero que maneje: los dioses vengadores no existen más de los ex miembros que acuden a mi consulta —cuando lo
allá del reflejo de la mente de hombres enfermos y malvados considero adecuado, claro—, es que escriban su experiencia
que precisan dominar a los demás para poder parasitarias y con el mayor lujo de detalles posible. Sobre el papel los fan-
explotarlos. tasmas del pasado pierden su poder de confundir y amedren-
tar, las situaciones difusas se concretizan y se hacen susccpti-
bles de ser abordadas y solucionadas, y las experiencias más 1) Evaluación correcta y objetiva del «problema».
alucinantes o irracionales acaban por encajar perfectamente 2) Evaluación del sistema familiar.
dentro de la identidad actual del sujeto y no dejan conflictos 3) Evaluación global de la personalidad y circunstancias
larvados para la posteridad. Entender el pasado da fuerzas del sectario.
para poder superar el recuerdo de las experiencias más amar- 4) Abordaje terapéutico del sistema familiar.
gas y, sobre todo, para no volver a caer en ellas. 5) Diseño y puesta en práctica de las estrategias de aproxi-
mación con finalidad descondicionadora y terapéutica.
12.° Complejo de «jarrón exótico»: 6) Abordaje específico para ayudar al sujeto a superar su
Durante los primeros días después de haber abandonado sectadependencia.
una dinámica de sectarismo destructivo, el sujeto suele tener 7) Abordaje terapéutico del síndrome postsecta.
la sensación de que todo el mundo, a su alrededor, le está 8) Abordaje terapéutico de los conflictos originados en
vigilando para detectar en él cualquier anomalía; o que le es- el perfil de personalidad presectaría.
tán observando como a algo exótico, anacrónico o digno de 9) Apoyo para el reajuste a la vida fuera del grupo y la
compasión. Es una sensación nada agradable que, cuando se adquisición de nuevos compromisos vitales para el futuro.
lleva hasta la presión angustiosa —cosa que sucede en mu- Trabajar estos nueve pasos de forma ordenada y bajo un
chas familias que se desviven para evitar los problemas que buen asesoramiento profesional ayudará a evitar las decenas
hemos enunciado en este apartado— puede originar algún de errores que cometen habitual mente las familias que se en-
tipo de reacción contraproducente, especialmente durante la cuentran frente a esta problemática.
primera fase de la recuperación del sujeto. Finalmente, no debe olvidarse que el trato con un ex sec-
La norma más recomendable, en todo caso, siempre de- tario viene condicionado, en buena medida, por su notable
berá ser la que dicte el sentido común: es preciso tener un fragilidad psicológica. Un aspecto que no sólo convierte en
control de las reacciones del ex sectario durante sus primeros algo más complejo, difícil y delicado el relacionarse con él,
días fuera de la secta —para poder prevenir, detectar y tratar sino que, además, obliga a poner un especial énfasis en el
sus situaciones de riesgo y conflictos—, pero debe evitarse cumplimiento de preceptos éticos generales como, por ejem-
igualmente someterle a un control tan férreo como el que le plo, no abocar a un recién salido de una secta, bajo ningún
atenazaba durante su etapa de sectadependiente. concepto, a que practique, asuma o se comprometa con un
Cuanto mejor se superen estos doce puntos relacionados, marco de creencias determinado —por importantes que éstas
tanto más óptimo será el proceso de recuperación del sujeto le puedan parecer a su círculo familiar y/o terapéutico— ya
y su retorno a una vida normalizada. Pero no debe olvidarse, que, en su estado, cualquier inducción doctrinal forzaría su
en ningún caso, que el resultado de esta fase dependerá del personalidad del mismo modo que lo hizo anteriormente la
mayor o menor acierto con que se haya actuado en todas las dinámica de sectarismo destructivo; y, por la misma razón,
anteriores. también debe evitarse radicalmente toda práctica terapéutica
Recogiendo un poco todo lo fundamental que se ha dicho que genere dependencia entre el sujeto y el profesional, o que
hasta aquí, podría resumirse el proceso cronológico para el este último se valga de su posición de prevalencia para forzar
abordaje de un «problema sectario» en los nueve puntos que en el ex sectario la aceptación de ideas, valores o creencias
esquematizamos seguidamente: que sólo son exclusivamente personales.
XIV
apología del odio); 23 —notablemente el 23/1 y 23/3— (pro- alguna medida dentro del amplio conglomerado del sectaris-
tección de la familia y derecho a fundarla); y 24 —notable- mo destructivo. Evidentemente, esta relación no significa que
mente el 24/1— (derechos del niño). cada grupo infrinja todos los artículos apuntados, sino que
• Constitución Española de 1978: representa el abanico por el que suelen moverse las activida-
Artículos 10 (derechos y deberes fundamentales); 15 (vida des presuntamente delictivas propias del sectarismo destruc-
e integridad); 16 —notablemente el 16/1— (libertad ideológi- tivo.
ca y religiosa); 17 —notablemente el 1711 — (libertad y segu- Partiendo del Código Penal español aprobado en 1995,
ridad); 18 (honor, intimidad de la vida privada, inviolabilidad juzgamos oportuno relacionar los artículos siguientes:
del domicilio, secreto de las comunicaciones); 20 (libertad de • 142.1 (tipifica el homicidio por imprudencia);
expresión); 22 —notablemente los 22/2 y 22/5— (derecho de • 143.1 (inducción al suicidio);
asociación); 24 —notablemente 24/1— (derecho a la defensa • 147.1 (sobre «el que, por cualquier medio o procedi-
jurídica); 27 —notablemente los 27/1 y 27/2— (derecho a la miento, causare en otro una lesión que menoscabe su
educación); 35 (derecho al trabajo); y 43 (derecho a la salud). integridad corporal o su salud física o mental»; «[148.1]
Además, lógicamente, deben tomarse en consideración si en la agresión se hubieren utilizado... medios, méto-
todas las legislaciones particulares que se han desarrollado a dos o formas concretamente peligrosas para la vida o
partir de estos y otros marcos de derechos mínimos universa- salud, física o psíquica»);
les. Queda patente, por tanto, que sí existe un amplio marco • 149 («el que causare a otro, por cualquier medio o pro-
legal para poder actuar sobre las dinámicas de sectarismo cedimiento... una grave enfermedad somática o psí-
destructivo. Pero eso no es todo, ni mucho menos. quica»);
• 163 (detención ilegal);
• 172 (coacción; «el que... impidiere a otro con violencia • 305 (delitos contra la Hacienda Pública y la Seguridad
hacer lo que la Ley no prohibe, o le compeliere a efec- Social);
tuar lo que no quiere...»); • 311 (delitos contra los derechos de los trabajadores);
•173 («el que infligiere a otra persona un trato degra- • 392 y 395 (falsedades documentales);
dante, menoscabando gravemente su integridad mo- • 464.1 («el que con violencia o intimidación intentare
ral...»); influir directa o indirectamente en quien sea denun-
•178 («el que atentare contra la libertad sexual de otra ciante, parte... testigo en un procedimiento para que
persona, con violencia o intimidación...»); modifique su actuación procesal...»);
• 181 (abusos sexuales; «el que, sin violencia o intimida- • 510.1 («los que provocaren a la discriminación, alodio
ción y sin que medie consentimiento, realizare actos o a la violencia contra grupos o asociaciones, por moti-
que atenten contra la libertad sexual de otra perso- vos... referentes a la ideología, religión o creencias, si-
na...»); tuación familiar... orientación sexual...»);
• 187.1 («el que induzca, promueva... la prostitución») y • 515 (asociaciones ilícitas); 513.3 (serán reputadas ilíci-
188.1 («el que determine, coactivamente, mediante en- tas «las que, aun teniendo por objeto un fin lícito, em-
gaño o abusando de una situación de necesidad o supe- pleen medios violentos o de alteración o control de la
rioridad... ejercer la prostitución»); personalidad para su consecución»; 513.4 (las de «ca-
• 1 9 7 («el que, para descubrir secretos o vulnerar la inti- rácter paramilitar»); 513.5 («las que promuevan a la
midad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus discriminación...»);
papeles, cartas... o cualesquiera otros efectos persona- • 522.2 («los que por medio de violencia, intimidación,
les o intercepte sus telecomunicaciones...»); fuerza o cualquier apremio ilegítimo... fuercen a otro u
• 205 (calumnias); otros a practicar o concurrir a actos de culto o ritos, o a
• 208 y 209 (injurias); realizar actos reveladores de profesar o no profesar una
• 226 (abandono de familia y menores); religión, o de mudar la que profesen»);
• 243 (extorsión); • 563 (tenencia de armas prohibidas).
• 245 («el que con violencia o intimidación en las perso-
nas ocupare una cosa inmueble o usurpare un derecho De este listado cabe destacar particularmente la inclusión,
real inmobiliario...»); en el artículo 513.3, del concepto de asociaciones que «empleen
• 248 («cometen estafa los que, con ánimo de lucro, uti- medios... de alteración o control de la personalidad» para lo-
lizaren engaño bastante para producir error en otro, in- grar sus fines, que supone una alusión directa al sectarismo
duciéndolo a realizar un acto de disposición en perjui- destructivo, aunque quizá éste—un artículo definitorio de los
cio propio o ajeno»); motivos de ilegitimidad de una asociación— no sea el mejor lu-
• 252 («los que en perjuicio de otro se apropiaren o dis- gar para especificar este tipo de conducta lesiva, que hubiese
trajeren dinero, efectos, valores o cualquier otra cosa sido preferible emplear para reforzar particularmente muchos
mueble o activo patrimonial que hayan recibido en de- de los otros artículos que se relacionan directamente con ac-
pósito, comisión o administración...»); tuaciones que pueden ser desencadenadas y/o controladas por
• 290 (delitos cometidos por sociedades); esos «medios de alteración o control de la personalidad».
Abundando en este concepto, que denota agresión contra o confesión o para desviarlos de ella», que presentaba un re-
la personalidad, cabe recordar el contenido del Artículo 15 dactado más claro y perfilado que el actual. Aunque, sin em-
de la Constitución Española que, como sus equivalentes en bargo, a pesar de haber desaparecido los conceptos de ame-
las cartas magnas de otros países, establece que «Todos tie- naza, dádiva y engaño, del texto vigente, este tipo penal sigue
nen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que manteniendo en su definición las características de uso de la
en ningún caso puedan ser sometidos a tortura ni a pena o violencia y de actuaciones que le guardan relación como son
tratos inhumanos o degradantes». Dado que integridad mo- la intimidación, la fuerza y el uso de cualquier apremio ilegí-
ral y psicológica son conceptos equivalentes, y que los tratos timo.
degradantes son una constante dentro de las dinámicas de Si, tal como interpreta el eminente catedrático de Dere-
sectarismo destructivo, resulta evidente que este tipo de co- cho Penal Juan Córdoba Roda, en su tratado Comentarios al
lectivos vulnera uno de los derechos fundamentales básicos Código Penal, «violencia equivale a la aplicación de fuerza
que le asiste a todo ciudadano. sobre las personas, aun cuando dicha palabra tolere perfec-
tamente la inclusión de la violencia moral o psíquica» y,
según el diccionario, «intimidar» es «causar miedo, atemori-
Proselitismo ilegítimo en las sectas destructivas zar; ejercer presión sobre otra persona recurriendo al temor;
coaccionar» y «apremiar» es «dar prisa», el tipo penal 522.2
Una de las claves de la expansión del sectarismo destruc- se ajusta perfectamente a los elementos básicos que intervie-
tivo radica en su incansable orientación hacia el proselitismo, nen en el proceso de captación de un nuevo adepto por parte
un empeño loable en cualquier tipo de grupo pero que, en de una dinámica de sectarismo destructivo.
cambio, debe ser puesto en la picota cuando se emplea de ma- Para poder aplicar este tipo penal al caso de las sectas des-
nera agresiva, engañosa o, en suma, ilegítima. tructivas, tal como vengo sosteniendo desde hace muchos
Del articulado penal recién citado, señalaremos uno en años, y adoptando el criterio de Juan Córdoba, será suficien-
particular, el 522.2, que resulta apto para enfocar jurídica- te con que la acción punible haya afectado a una sola persona.
mente los abusos que pueden cometerse durante el proceso Existe, por tanto, un instrumental jurídico suficiente para en-
de captación de nuevos adeptos por una dinámica de sectaris- carar el proselitismo delictivo propio y estructural del secta-
mo destructivo. Incluido en la sección de delitos contra la li- rismo destructivo.
bertad de conciencia del Código Penal español, este texto La libertad de conciencia está debidamente protegida, en
hace reos de pena a «los que por medio de violencia, intimi- su concepto más amplio, sin restricciones ideológicas de nin-
dación, fuerza o cualquier apremio ilegítimo... fuercen a otro gún tipo, en todos los ordenamientos democráticos actuales,
u otros a practicar o concurrir a actos de culto o ritos, o a rea- por ello, no sólo deben ser penados los actos atentatorios
lizar actos reveladores de profesar o no profesar una religión, contra un tipo determinado de creencia —la religiosa211—
o de mudar la que profesen».
Este tipo penal procede de una modificación del conteni- 211. El artículo 522 del Código Penal español castiga igualmente a
«los que por medio de violencia, intimidación, fuerza o cualquier apremio
do del Artículo 205.2 del anterior Código Penal, que se refe- ilegítimo impidan a un miembro o miembros de una confesión religiosa
ría a «los que emplearen amenaza, violencia, dádiva o enga- practicar los actos propios de las creencias que profesen, o asistir a los
ño, con el fin de ganar adeptos para una determinada creencia mismos
sino que, con igual fundamento, deben ser castigados tam- el material probatorio que sea preciso para documentar el
bién todos los actos de una determinada creencia que sean le- presunto riesgo que representa esa dinámica de sectarismo
sivos para la formación de criterios éticos propios y para la destructivo para los menores; entre la documentación que
libre actuación de acuerdo con los mismos, que ése es, podría ser de Ínteres sugerimos: informes sólidos y veraces
precisamente, el problema que plantea el sectarismo destruc- sobre el grupo en cuestión; sus antecedentes judiciales, en
tivo. caso de haberlos; textos internos del grupo que expliciten de-
formaciones educativas y/o conductas atentatorias contra los
derechos de los menores; material requisado al cónyuge sec-
44. Qué hacer cuando un cónyuge (divorciado o no) tario que sea indicativo de lo anterior; pruebas de cualquier
mantiene a hijos menores de edad dentro de una secta tipo que acrediten algún tipo de incumplimiento paterno,
desamparo, escolarización nula o deficiente, explotación la-
En medio del gran número de rupturas conyugales que boral o sexual, etc.
se producen anualmente en cualquier país, son cada día más Por regla general, en línea con las tesis de este libro y la
frecuentes los casos en los que uno de los miembros de la forma de trabajo de su autor, el principal núcleo de riesgo
pareja acusa al otro de «pertenecer a una secta» y pleitea para un menor, en principio, no será tanto la «secta» como el
para lograr la custodia de los hijos comunes. Este tipo de perfil psicosocial del progenitor encargado de su tutela, esté
circunstancias suele tener, en general, un buen abordaje jurí- o no en una «secta». Desde el EMAAPS emitimos frecuentes
dico para poder lograr lo fundamental, eso es el mejor am- dictámenes sobre este tipo de situaciones familiares y, por
paro posible para los menores en litigio. Tal como es fácil norma, salvo, quizá, en casos de grupos minoritarios muy ex-
suponer, estos conflictos presentan matices bien distintos tremistas, siempre centramos el peso de la valoración en el
según sean uno o ambos los padres sectarios que mantienen perfil psicosocial del cónyuge sectario y su forma de relacio-
a los hijos en el seno de alguna dinámica de sectarismo des- narse con los hijos en particular y el entorno social en gene-
tructivo, y en función del tipo de vínculo existente entre los ral. Resulta obvio, también, que el riesgo estructural de un
progenitores —convivencia plena, separación de hecho o di- determinado perfil paterno se incrementará en función del
vorcio— y de la mejor o peor calidad de sus relaciones per- nivel de su sectadependencia —que, recordémoslo, depende
sonales. más del sujeto que del grupo que le haya generado la adic-
Ante un caso de esta naturaleza, el primer paso debe con- ción—, tal como sucede en los casos de toxicomanías u otras
sistir en encontrar la máxima información —contrastada y conductas adictivas desarrolladas por parte de uno o ambos
veraz— que sea posible sobre el grupo en cuestión, a fin de cónyuges.
averiguar sus características estructurales, dinámica de fun- Dado el paso anterior, el siguiente dependerá de la situa-
cionamiento y, en definitiva, sus posibles factores de riesgo, ción familiar y de la posibilidad de diálogo entre —o con—
tanto para los adultos como para los menores. En caso de que los cónyuges. Si el entendimiento es imposible —y es muy
la conclusión del análisis fuese alarmante —y, afortunada- habitual que la relación ya se haya deteriorado hasta este gra-
mente, no siempre lo es cuando se analizan las circunstancias do cuando se decide buscar «una solución» y/o solicitar ase-
con rigor y objetividad—, habrá que prepararse para una soramiento—, será preciso consultar con un buen abogado
pronta actuación —personal y jurídica— recopilando todo civilista ya que, finalmente, en caso de ser apropiado y facti-
ble, no quedará otro recurso que solicitar el amparo judicial afectividad, formación integral, etc. Esta acción se ve facilita-
para dirimir la tutela y la guarda y custodia de los hijos me- da por el enunciado del Artículo 172 del Código Civil que
nores. Lograr una sentencia que modifique la patria potestad establece que «la entidad pública a la cual, en el respectivo te-
de uno o ambos cónyuges no resulta nada fácil, pero puede rritorio, esté encargada la protección de los menores, tiene
conseguirse si se presentan suficientes pruebas acerca de la por ministerio de la ley la tutela de los que se encuentran en
gravedad del estado en que están o pueden estar los menores situación de desamparo, la cual se da de hecho a causa del in-
inmersos en una dinámica de sectarismo destructivo y, en su cumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de las
caso, se documentan los cambios presumiblemente patológi- tareas de protección establecidas por las leyes para la tutela
cos y/o incapacitantes que ha experimentado el progenitor de menores, cuando éstos queden privados de la necesaria
sectario debido a su sectadependencia. asistencia moral o material»212.
En cualquier caso, en España y demás países con parecido Digamos, de paso, dado que a veces un cónyuge quiere
desarrollo del marco jurídico, las situaciones de desamparo incidir también, dentro de una misma iniciativa legal, sobre
flagrante de un menor pueden ser denunciadas por cualquier su pareja sectadependiente, que la legislación de cualquier
familiar —o simple ciudadano que conozca la circunstan- país sólo protege a los mayores de edad que explícitamente se
cia— ante las autoridades, especialmente ante las institucio- acojan a ella, situación que, naturalmente, no suele darse en
nes públicas encargadas de la protección a la infancia, ante la
Fiscalía de Menores de cada Audiencia, o en las comisarías de
menores habilitadas en las policías estatal o autonómicas. 212. Por otra parte, en el caso español, se han legislado marcos espe-
cíficos sobre el ámbito del menor, algunos de carácter estatal, como la Ley
Hasta la fecha, los organismos encargados de la protec- Orgánica 1/1996 de 15 de enero de Protección Jurídica del Menor, de mo-
ción de los menores —antes Tribunales Tutelares de Meno- dificación parcial del Código Civil y de Ley de Enjuiciamiento Civil, y
res—, han dictaminado en diferentes ocasiones la retirada de otros de alcance autonómico, como la catalana Llei 8/1995, de 27 de juliol,
la guarda y custodia sobre un menor a padres integrantes de d'atenció i protecció deis infants i els adolescents i de modificació de la
Lleí 37/1991, de 30 de desembre, sobre mesures de protecció deis menors
dinámicas de sectarismo destructivo —que presentaban in- desamparáis i d'adopció. Esta última ley dedica su Artículo 53 a la «Preven-
dicios claros de actuaciones lesivas para el menor en cues- ción de los efectos nocivos de las sectas» y su contenido, traducido por
tión— para dársela a algún familiar próximo que la había so- este autor, es el siguiente: «1. El Gobierno de la Generalitat ha de em-
licitado. También son abundantes los juzgados de Familia prender programas de información y de prevención dirigidos a: A) Adver-
tir de los efectos perjudiciales en los ámbitos educativo, cultural y social
que han incluido, en sus autos y sentencias, medidas cautela- de la actividad de las sectas y otros grupos que tengan finalidades de alte-
res y/o restrictivas para proteger a un menor de la presunta rar el equilibrio psíquico o empleen medios para alterarlo. B) Educar a los
influencia «lesiva» del cónyuge sectario. niños y los adolescentes en el consumo de bienes y servicios, y también en
En España, la Ley 21/87, de 11 de noviembre de reforma el uso de los medios de comunicación y el acceso a éstos. 2. Las institucio-
nes públicas han de promover las iniciativas privadas en estas labores pre-
del Código Civil, hizo cambiar sustancialmente el marco de ventivas y darles soporte.» Lamentablemente, este añadido a la ley es un
actuación de los poderes públicos ante los menores desprote- absurdo jurídico —no define qué debe entenderse por «sectas», algo im-
gidos. La situación actual permite una actuación ágil ante los posible en derecho—, que no sirve para casi nada a efectos de prevención
casos de menores integrados en dinámicas de sectarismo des- de la sectadependencia, y cuya inclusión, inspirada por el principal grupo
antiscctas español, obedece a la necesidad de disponer de un soporte justi-
tructivo siempre que su entorno implique alguna sustracción ficativo para las subvenciones públicas que se dan a una asociación privada
en sus necesidades fundamentales; alimentación, educación, que, además, cobra por sus servicios.
sectarios que, a consecuencia de su propio proceso de con- 45. Consideraciones a tener en cuenta antes de iniciar
versión y adicción, ignoran vivir en una situación de dere- una vía judicial
chos fundamentales conculcados. No obstante, esa falta de
protección jurídica sobre los mayores de edad adscritos a Llegados al punto en que una persona está dispuesta a
dinámicas de sectarismo destructivo podría carecer de fun- abrir vías judiciales para enfrentarse con algún grupo secta-
damento legítimo si, tal como sostienen muchos juristas, el rio, en defensa de los derechos vulnerados y/o en demanda
consentimiento individual resulta ineficaz siempre que vul- de indemnizaciones por los daños sufridos, será muy conve-
nere algún principio constitucional, como el de la dignidad niente detenerse a reflexionar desapasionadamente acerca de
de la persona o el pleno desarrollo de la personalidad, que es, la conveniencia o no de iniciar dichas acciones legales.
precisamente, el caso que ponen sobre la mesa las dinámicas Personalmente, después de haber tenido que defenderme
sectarias extremas. de un centenar de pleitos interpuestos por sectas destructi-
Volviendo al terreno del conflicto matrimonial, es bien vas —y de ganarlos todos sin excepción—, de haber hecho
sabido que cuando se da una confrontación entre un progeni- procesar, juzgar y condenar a varios dirigentes sectarios, de
tor, sea sectario o no, y otro que se le opone, los hijos suelen ser parte en diversos procesos judiciales contra sectas, y de
convertirse en el campo de batalla y ambos los emplean a haber asesorado a muchos afectados y a sus abogados, creo
modo de balas de cañón disparadas entre los cónyuges. Esto estar en condiciones de conocer un poco la trastienda de ese
es algo a evitar, naturalmente, pero también debe prevenirse mundo tan formalista que denominamos Administración de
una dinámica, corriente en estos casos, que resulta muy lesiva Justicia.
y difícil de detener una vez puesta en marcha, eso es que, el Antes de lanzarse hacia el laberinto kafkiano de la Admi-
cónyuge sectario, de forma subrepticia y progresiva, manipu- nistración de Justicia debe tenerse perfectamente claro qué se
le emocionalmente a los hijos hasta generarles una profun- pretende lograr, en qué condiciones, por qué vía y contra
da animadversión hacia el otro progenitor no sectario que, quién; qué elementos probatorios podrá usarse para docu-
cuando intenta reaccionar —casi siempre tarde—, acaba en- mentar la acción judicial; qué cantidad de dinero, paciencia y
contrándose aislado frente a un núcleo familiar que le hace el capacidad de frustración se está dispuesto a gastar para llegar
vacío o le detesta abiertamente213. hasta un final muy lejano y aún mucho más incierto; y, final-
La forma de prevenir este tipo de situaciones ya quedó mente, qué capacidad de respuesta puede tener la secta des-
bien explícita en los capítulos VII y IX, y las diferentes estra- tructiva en cuestión, tanto para defenderse como para, en su
tegias posibles para actuar frente a un sectario fueron descri- caso, poder resarcir a la víctima por los daños ocasionados.
tas en los capítulos X y XII, a los que remitimos al lector. Tener un objetivo es básico. ¿Para qué pleitear contra una
secta?, ¿por venganza?, ¿por justicia?, ¿por deber de buen
ciudadano?, ¿por conseguir una indemnización económica?
Ponga una cruz en la casilla correspondiente y siga adelante.
Pero debe tenerse muy presente que un proceso judicial puede
213. En la práctica, esta situación suele afectar más a los varones, que
tienen menos relación directa con sus hijos, y es particularmente grave
llegar a ser tan desesperante que amargará cualquier posible
cuando se da la circunstancia, bastante común, de que la esposa y su ma- alegría a un buscador de venganza —«¡pleitos tengas... y los
dre comparten la misma scctadcpendencia. ganes!», dicen que reza una despiadada maldición— y minará
la moral del ciudadano más comprometido en la defensa de la sus equivalentes en cualquier país— pero, a pesar del espíritu
justicia. de la Ley, lo cierto es que la inmensa mayoría de las denun-
Conocer la identidad de la persona o personas contra las cias no pasan del archivo. Para que una denuncia contra una
que se dirigirá una acción judicial es muy importante —ya «secta» llegue a buen puerto hay que documentarla muy bien
que permite valorar su entorno y posibilidades, al tiempo que y saber cómo, cuándo y dónde hay que formalizarla —ya que
se facilita su identificación a las autoridades—, pero lo será tomará un curso muy diferente en función de su contexto y
muchísimo más la fuerza de las pruebas de que pueda dispo- de la época y lugar en que se presente y, en cada caso, depen-
nerse para inculpar a los acusados de la comisión de los pre- derá mucho de quién se encargue de su trámite—; por tanto,
suntos delitos que motivan la actuación judicial. Si no se dis- dado que al ciudadano corriente le resulta imposible contro-
pone de pruebas sólidas y/o no se sabe construir sobre ellas lar todos estos elementos, será mejor que no espere gran cosa
una acusación adecuada, se fracasará estrepitosamente. de la presentación de una denuncia.
Es preferible retrasar una acción judicial durante mucho Sí será útil denunciar, en cambio, las situaciones de ame-
tiempo —hasta que se tenga una buena base probatoria—, nazas o apremios ilegítimos que provengan de cualquier
que empezarla con suposiciones carentes de cualquier sopor- dinámica de sectarismo destructivo (o de cualquier otra fuen-
te riguroso. Además, siempre que sea posible, lo aconsejable te, naturalmente). El escrito de denuncia no suele conducir al
es que uno mismo se encargue de conseguir las pruebas que castigo de quienes han amenazado a un ex sectario —es un
necesite, ya sea por sí o contratando a un profesional privado caso relativamente común— y/o a sus familiares —salvo que
para ello. Por la naturaleza de los delitos que cometen las di- se consigan pruebas grabadas o escritas del delito que sean
námicas de sectarismo destructivo y la de sus víctimas —ciu- imputables de forma indubitada a una persona concreta—,
dadanos particulares—, resulta una tremenda ingenuidad pero sí servirá para poder llamarles al orden y hacerles desis-
pensar que alguien va a molestarse en investigar para que uno tir de su comportamiento mañoso. Nunca debe dejarse de
pueda probar sus afirmaciones. Todos los casos judiciales denunciar a los responsables de una dinámica de sectarismo
que tienen éxito se han basado en el aporte de pruebas —ante destructivo por miedo a sus posibles represalias, ya que, en
la policía o el juzgado— realizado por la parte actora (parti- cualquier caso, será precisamente la denuncia y el enfrenta-
cular) y/o perjudicada, ni más ni menos. miento público lo que incrementará la protección de la vícti-
Saber qué vía tomar es una de las claves para intentar te- ma ante las amenazas. Los líderes sectarios suelen acobardar-
ner algún éxito en el complejo ámbito jurídico —y asesorar se cuando quien tienen enfrente está dispuesto a fugar tan o
sobre ello es la clave del negocio de los abogados—; habrá más fuerte que ellos.
que decidir si se presenta una simple denuncia o se insta una Las denuncias fundamentadas realizadas ante las instan-
acción judicial —por la vía penal (querella) y/o por la civil cias oficiales encargadas de las inspecciones laborales, sanita-
(demanda)— que permita ser parte personada o actuante du- rias y fiscales, o de la protección de menores, también son
rante toda la tramitación del proceso. una muy buena manera de luchar, dentro del marco legal,
Para presentar una denuncia no hace falta contratar ni contra los abusos de las dinámicas de sectarismo destructivo
abogado ni procurador —y tampoco hay obligación legal de y, al tiempo, de limitar la impunidad en la que viven gracias a
probar los hechos imputados, tal como señala, por ejemplo, el la desidia de la Administración (de todas y cada una de las
Artículo 264 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal español y administraciones públicas conocidas).
Cuando se cree tener razón, pruebas, suficiente dinero y puede aspirarse a obtener justicia sin dinero —o a un precio
paciencia, y quiere meterse baza en un proceso judicial —sien- moderado— es tan legítimo como creer en los Reyes Magos
do parte personada en él—, hay que optar por contratar abo- de Oriente, aunque, desgraciadamente, ambas creencias tie-
gado y procurador y presentar una querella o una demanda. nen una probabilidad más o menos similar de ser veraces.
Por lo pronto tendrá que adelantarse una suma de dinero con- Debe medirse también, antes de comenzar un pleito, la
siderable en concepto de provisión de fondos para ambos capacidad de respuesta que va a tener el oponente contra el
profesionales del derecho, y nadie, ni el letrado —a no ser que que se pretende litigar. De entrada, dado que cualquier ciu-
mienta o sea adivino—, podrá garantizar que se lograrán los dadano gana su dinero —y el de Hacienda— de un sueldo o
propósitos fijados. Un buen abogado hablará de mayores o negocio limitado, y que las dinámicas de sectarismo destruc-
menores probabilidades de éxito, eso es todo (y también de- tivo, por el contrario, obtienen sus recursos —sin darle la
bería dejar claros los posibles problemas que surgirán si las parte del león a Hacienda— por medios peculiares, cuando
cosas no salen según se desea). no ilícitos, y poco menos que inagotables —siempre pueden
Dentro de la maquinaria judicial todo es muy complejo, exprimir un poco más a su grey—, la primera conclusión se-
lento, caro, largo y sin garantías. Los recursos sucesivos de rá obvia: una secta destructiva siempre dispondrá de más di-
las partes obligan a pleitear en diferentes instancias; así que nero, más tiempo y más recursos que uno cualquiera de sus
cada vez hay que añadir más dinero a la provisión de fondos afectados (al que, conviene no olvidarlo, pueden acabar por
y cada día se está tan lejos —o poco menos— de llegar a una arruinar económica y moralmente sumergiéndole entre pro-
solución definitiva como se estaba aquel otro día, años atrás, cedimientos interminables).
en que se decidió iniciar el pleito. Si, al fin, se llega a una sen- Por otra parte, incluso suponiendo que se puede ganar el
tencia firme desfavorable o, cansado y arruinado, uno se re- proceso a iniciar contra una dinámica de sectarismo destruc-
tira sin haber concluido la ronda infernal de los recursos y tivo, será preciso plantearse si valdrá la pena andar tanto ca-
contra-recursos, gana la otra parte, se pierde todo lo inverti- mino para llegar a un resultado frustrante. En España, como
do y hasta se puede acabar siendo condenado a pagar las cos- en muchos otros países, el cumplimiento de las sentencias
tas, eso es los gastos que ha tenido el contrario en su defensa se retrasa durante años y, aunque sean firmes, muchas veces
(que deberán sumarse a las minutas de los abogados propios). tampoco llegan a ejecutarse. Cabe preguntarse si merece la
Los perjudicados por alguna dinámica de sectarismo des- pena gastar uno o varios millones de pesetas para lograr una
tructivo que no dispongan de recursos para poder entablar un pequeña condena de cárcel que no va a cumplirse dado que el
pleito, pueden solicitar ante un juzgado el llamado «beneficio sectario, pongamos por caso, no tiene antecedentes penales,
de pobreza» —según lo que se establece en el Título V de la es de edad avanzada, o se habrá fugado a Brasil cuando se
Ley de Enjuiciamiento Criminal española— para que se le de- produzca la condena firme. Por otra parte, es absolutamente
signe un abogado y un procurador de oficio. Pero el optimis- corriente que, después de lograr una sentencia indemnizato-
mo ante esta vía legítima y posible debe ser más bien escaso. ria, el condenado se declare insolvente y no pueda recuperar-
El mundo de la Justicia, a pesar de su honorabilidad, se se de él ni los gastos del pleito. También será habitual que, si
reduce a un pulso entre diferentes habilidades; y los más há- acaso, sea finalmente condenado un simple adepto —tan víc-
biles, dentro de una partida donde cualquier envite está ta- tima como el propio querellante— en lugar del líder que se
sado económicamente, suelen cotizarse bastante. Creer que benefició de los delitos cometidos por mandato suyo...
Las cárceles del mundo están repletas, pero si nos pregun-
tamos acerca de cuántos de esos reos condenados han resarcido
a sus víctimas por los daños causados, deberemos contestar-
nos que ¡casi ninguno de ellos lo ha hecho ni lo hará jamás!
Que nadie se llame a engaño.
Cuando un ciudadano privado tiene un problema privado
—y el sectarismo destructivo tiene esa consideración—, suele
ser mucho más eficaz y barato recurrir a métodos extrajudi-
ciales. La práctica totalidad de los asuntos resueltos satisfac-
toriamente que conozco, lo han sido por esta vía. Los líderes BIBLIOGRAFÍA
sectarios, como buena parte de la gente que considera que tie-
ne algo que perder si se arriesga demasiado, casi siempre acce-
den a negociar cuando se encuentran enfrentados a buenos y Aberle, D.F. (1962). «A note on relative deprivation theory
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En cualquier caso, una opción muy interesante para po- Thrupp, S.L. (Ed.). Millennial Dreams in Action; Essays
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ADICCIÓN A SECTAS
Pepe Rodríguez
Entrar en una secta y acabar "enganchándose" a ella o convertirse en
una persona dependiente de algún grupo es una dinámica que por pri-
mera vez se aborda como una forma de adicción más, similar a la pro-
ducida por el alcohol, las drogas ilegales, el juego y otros procesos
más o menos autodestructivos con los que la sectadependencia com-
parte parecidos desencadenantes psicológicos y sociales, además de
los mismos procesos bioquímicos cerebrales.
Pepe Rodríguez, uno de los mejores especialistas en la investigación
y tratamiento global de la problemática sectaria, reúne en este libro
lo fundamental de su vasta experiencia profesional adquirida tras 25
años de trabajo en este campo.
Con rigor académico y lenguaje divulgatívo, el autor aporta los conoci-
mientos precisos para que el lector comprenda en toda su profundidad
las verdaderas causas de la sectadependencia, más influida por las
características previas de la personalidad y el entorno social del adep-
to que por la "manipulación sectaria" propiamente dicha.
Tomando en .cuenta las necesidades de los afectados, familias,
padres y parejas, desvela las claves y estrategias que permiten pre-
venir, reconocer y abordar esta dependencia en cada una de sus
fases, proporciona las pautas para encauzar de forma eficaz y, en su
caso, terapéutica, todos los problemas que surgen, y orienta los
pasos que hay que dar en cada momento para acercarse al éxito final.