Modulo - Unidad 1 Marginalidad - Miguez Seman
Modulo - Unidad 1 Marginalidad - Miguez Seman
Modulo - Unidad 1 Marginalidad - Miguez Seman
Objetivos
Bibliografía
Bibliografía Obligatoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
....... .
Bibliografía Recomendada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
.........
Objetivos
Que el alumno/a:
• Conozca las principales teorías sobre la marginalidad en la antropología.
• Pueda analizar cada una de estas teorías críticamente, encontrando las debilidades y fortalezas de cada
una de ellas.
• Reconozca la utilidad de las teorías y conceptos en el análisis de procesos sociales concretos.
La antropología, como sabemos, comenzó como una disciplina destinada principalmente a estudiar
sociedades o “pueblos” no occidentales, aquellos que los europeos o colonos americanos consideraban
“primitivos”, “arcaicos”, es decir que pertenecían a un tiempo pretérito pensados en una línea cronológica de
evolución que tenía a la cultura francesa, inglesa o anglo-americana como cúspide del desarrollo.
En el continente americano Boas, un geógrafo de origen alemán, fue uno de los primeros (junto con
Morgan) en realizar este tipo de estudios, utilizando el método de la observación y la participación, que poco
tiempo después Malinowksi sistematizó y acuñó como símbolo distintivo de la disciplina en Europa,
particularmente en Inglaterra.
Pero pese a que en sus inicios la antropología se volcó sobre estos “pueblos primitivos”, sus
métodos no tardaron en aplicarse al estudio de contextos urbanos, y particularmente a la pobreza y
marginalidad propia de las grandes ciudades norteamericanas que iban consolidándose, al mismo tiempo que
la sociología (junto con la antropología) se consagraba como disciplina académica.
Efectivamente, si reconstruyéramos aquí una historia de la antropología (lo que no podemos hacer
por motivos de espacio) encontraríamos que entre 1860 y 1890 esta disciplina consolida las bases de su
paradigma científico, y que desde esa fecha comienza un proceso de consolidación académica, creándose las
primeras cátedras universitarias (en Oxford, Cambridge Londres y Nueva York).
A poco tiempo de crearse la Universidad de Chicago (con fondos donados por Rockefeller) surge en
1892 el primer departamento universitario de sociología y antropología, liderado por Thomas. En ese
espacio empezará a emerger una primera generación de profesionales que se encontraban entre las dos
disciplinas. Esa combinación resultó en una aplicación rigurosa del método desarrollado por Boas y
Pastilla
* Boas
Boas para ese entonces trabajaba en la Universidad de Columba, en Nueva York.
De esos emprendimientos surgió una muy vasto conjunto de etnografías que tenían dos cuños
distintivos. Uno era un muy pronunciado detallismo en la descripción de los mundos estudiados, que era
resultado del método aplicado, y que consistía en prolongados lapsos de convivencia junto a los actores
sobre los que se escribía. Otro era una serie básica de preceptos teóricos que atravesaban a la mayoría de
estos trabajos: en particular se planteaba que la marginalidad era el resultado de los procesos de migración
europea que estaban recibiendo las ciudades norteamericanas a finales del siglo XIX y principios del siglo
XX; y también de la inmigración del sur rural al norte urbano-industrial que se producía al interior de los
Estados Unidos y que tenía a la población de origen africano como protagonista.
Los de Chicago sostenían como principio general que estos in/migrantes tendían a asentarse en
zonas degradadas del espacio urbano, que tenían conflictos con las instituciones y organizaciones
convencionales de la sociedad mayor, y que las interacciones entre ellos estaban afectadas por la falta de un
substrato cultural común. Este estado de cosas producía altos niveles de conflictividad, violencia,
transgresión al interior de estos enclaves, denominados ghettos en la tradición que aquí exploramos.
Leer Atento
Este conjunto de postulados surgía de un supuesto teórico basal: que la integración social (opuesta a la
marginalidad) surgía de la existencia de “sistemas de expectativas recíprocas” entre los actores
sociales, los cuales permitían el establecimiento de relaciones sociales funcionales que evitaban la
marginalidad y facilitaban a los miembros de la sociedad suplir sus necesidades. Cuando estos
sistemas fallaban (producto de la in/migración, la carencia material, etc.), se generaba una crisis en la
sociabilidad y el control social informal, dando por resultado el fracaso escolar, la precaria inserción
laboral, la violencia, transgresión y, en definitiva, la marginación como fenómeno genérico.
Dicha tesis inicial suscitó, tanto en el campo de la antropología como en el de la sociología, una
larga controversia acerca de cuál sería una definición apropiada de la marginalidad y la pobreza. Una
Pastilla
* Oscar Lewis
Lewis pertenece a la que es conocida como la Segunda Generación de la Escuela de Chicago: un
conjunto de autores, algo críticos de los pioneros mencionados hasta aquí, pero que continuaron –y
particularmente en el caso de Lewis– con aspectos centrales de la tradición.
Esta suerte de polémica dio lugar a sucesivas reformulaciones de los conceptos de marginalidad y
pobreza, que si bien posiblemente en algunos aspectos completaron algunas de las falencias presentes en su
formulación inicial, también pueden haber dejado de lado aspectos valiosos.
Intentaremos, entonces, en el resto de esta Unidad, sintetizar estos diversos abordajes y ver qué
balance nos dejan.
Paradójicamente, Lewis no se doctoró en Chicago sino en Columbia en 1940 (con lo cual si bien no
recibió la influencia directa de los de Chicago, sí se formó en la tradición iniciada por Boas). Realizó
trabajos de campo en EE.UU., España, India, Puerto Rico, pero los más destacados son de México (como ser
La antropología de la pobreza y Los hijos de Sánchez).
Lectura Recomendada
LEWIS, OSCAR (1955), Los hijos de Sánchez, Mortiz, México.
Precisamente en las palabras iniciales de Los hijos de Sánchez vemos que, en consonancia con el
proyecto de Chicago, el autor postula la necesidad de estudiar las culturas populares en el proceso de
transformación que implica su integración a la modernidad:
Citas
“Son los antropólogos, tradicionalmente voceros de los pueblos primitivos en los rincones remotos del
mundo, quienes deben cada vez más dedicar sus energías a las grandes masas campesinas y urbanas de
los países menos desarrollados” (LEWIS, 1955, p. 10).
Leer Atento
Una vez definida a la pobreza en sociedades industriales como objeto de estudio de la antropología,
Lewis va a postular un concepto central en torno al que giró toda la controversia: la “cultura de la
pobreza”. Esta noción establecía una autonomía relativa de los pobres en relación a la cultura
dominante:
“Para quienes piensan que los pobres no tienen cultura, el concepto de una cultura de la pobreza puede
parecer una contradicción. Ello parecería dar a la pobreza una cierta dignidad y una cierta posición. Mi
intención no es esa. En el uso antropológico el término cultura supone, esencialmente, un patrón de
vida que pasa de generación en generación. Al aplicar ese concepto de cultura a la comprensión de la
pobreza, quiero atraer la atención al hecho de que la pobreza en las naciones modernas no es sólo un
estado de privación económica, de desorganización, o de ausencia de algo. Es también algo positivo,
en el sentido de que tienen una estructura, una disposición razonada y mecanismos de defensa sin los
cuales los pobres difícilmente podrían seguir adelante. En resumen, es un sistema de vida,
notablemente estable y persistente, que ha pasado de generación en generación a lo largo de líneas
familiares. La cultura de la pobreza tiene sus modalidades propias y consecuencias distintivas de orden
social y psicológico para sus miembros. Es un factor dinámico que afecta la participación en la cultura
nacional más amplia y se convierte en una subcultura por sí misma” (LEWIS, 1955, p. 12).
Para Lewis, esta cultura de la pobreza se manifiesta en una pluralidad de contextos (países,
situaciones históricas, etc.), en los que existen niveles pronunciados de estratificación social y crisis por la
desintegración o transformación de viejos modos de vida. Según este autor es posible encontrar “notables
semejanzas en la estructura familiar, en las relaciones interpresonales, en las orientaciones temporales, en los
sistemas de valores, en los patrones de gasto, y en el sentido de comunidad en Londres, Glasgow, París,
Harlem y en la Ciudad de México”.
Los rasgos universales de la “cultura de la pobreza” incluyen características psicológicas, en tanto
que los que viven dentro de ella
Citas
Citas
“Los que viven dentro de la cultura de la pobreza tiene un muy escaso sentido de la historia. Son gente
marginal, que sólo conocen sus problemas, sus propias condiciones locales (...) Generalmente no
tienen ni el conocimiento, ni la visión, ni la ideología para advertir la semejanza entre sus problemas y
los equivalentes en otras partes del mundo. En otras palabras no tienen conciencia de clase” (LEWIS,
1955, p. 23).
Pastilla
* embrión rebelde
Este embrión rebelde pone de manifiesto cómo Lewis percibía la vinculación que podía establecerse
entre cultura de la pobreza y contexto socioeconómico, algo que sus críticos tienden a olvidar.
Citas
Finalmente es interesante observar cómo Lewis destaca incluso algunas ventajas de la cultura de la
pobreza en relación a la “cultura de la clase media”; es lo que él denomina como los “aspectos positivos de
la cultura de la pobreza”.
Desde la clase media y desde la mayoría de los investigadores sociales (entre los que él se incluye)
hay una tendencia a concentrarse en los aspectos negativos de la cultura de la pobreza, tales como “la
orientación centrada en el momento presente, la orientación concreta vs. la abstracta, etc.”. Sin embargo
Lewis propone otra visión posible:
Citas
Leer Atento
Esta autora afirma que el problema principal de Lewis es extremar la autonomía de lo cultural, en el
sentido de suponer que la pobreza resulta fundamentalmente de un proceso de transferencia
intergeneracional de pautas de comportamiento. Desde esta visión, lo que no notaría Lewis es que la
“cultura” de los pobres es producto de su inserción social y no sólo económico-material.
Lectura Recomendada
LOMNITZ, LARISSA (1989), ¿Cómo sobreviven los marginados?, Siglo XXI, Buenos Aires.
Citas
“Posiblemente, la falla de Lewis consiste en el excesivo énfasis que pone en el sistema de normas y
valores, y en las posesiones materiales de los pobres, que representan al fin y al cabo sólo una
manifestación de su realidad económica. Al desentenderse en cierto modo de la base económica y de
la organización social hace aparecer la cultura, es decir, el conjunto de mecanismos de defensa de los
pobres frente a una situación objetiva difícil como si fuera una causa en sí misma.” (LOMNITZ, 1989,
p. 23)
Como vemos, esta crítica tiene puntos a los cuales asirse, pero también no reconoce lo suficiente
el grado de ambigüedad presente en este sentido en los trabajos de Lewis. Más allá de eso, nos interesa
marcar aquí la solución al problema conceptual que plantea Lomnitz al afirmar que la “pobreza” es un
indicador subjetivo que adolece de los problemas antes señalados. Para resolverlo, propone (tal como ya
adelantamos) utilizar otro concepto: el de marginalidad.
Citas
“El factor determinante en la existencia de los marginados, del que se originan las características de
comportamiento descritas por Lewis, es la condición de inseguridad crónica de empleo y de ingresos.
Esta a su vez es consecuencia de una falta de integración al sistema de producción industrial y no de
una determinada cultura o diseño existencial como la define Lewis.” (LOMNITZ, 1989, p. 24)
En este sentido, Lomnitz discute varias tesis sobre la marginalidad. Con variantes, todas coinciden
en que la marginalidad es sinónimo de exclusión:
La marginalidad es, sobre todo, este último fenómeno. Es decir, desde su perspectiva la causa de la
marginalización no sería la dependencia en sí, sino que debería buscarse en todo el proceso de desarrollo
industrial:
Citas
En síntesis, si bien Lomnitz propone una visión diferente de las causas últimas de la
marginalidad, su observación de la cotidianeidad y de las causas inmediatas de la mismas no difieren
demasiado de las de Lewis. En ambos casos los hábitos y comportamientos diarios emergen como
estrategias de adaptación en un contexto de carencias. Fueron estas limitaciones en el análisis de
Lomnitz, más los cambios en la marginalidad que se sucedieron luego de los ‘70 –cuando estas
discusiones tuvieron lugar–, lo que dio lugar a una nueva reelaboración conceptual del problema.
Una posición más reciente con respecto a la temática de la marginalidad es la de Silvia Sigal
(1981), quien no niega que la marginalidad incluye elementos como los que mencionan Lomnitz o
Lewis, pero afirma que este concepto debe ser definido de una manera diferente.
Para ello, comienza analizando diversas estrategias de definición de la marginalidad, haciendo
referencia por un lado a la “marginalidad sistémica” y por otro a la “marginalidad empírica”.
Lectura Obligatoria
SIGAL, SILVIA (1981), “Marginalidad espacial, Estado y ciudadanía”, en: Revista Mexicana de
Sociología, México.
Lectura Recomendada
MÍGUEZ, DANIEL (2004), Los Pibes Chorros. Estigma y Marginación, Capital Intelectual, Buenos
Aires.
Pastilla
* masa marginal
Han surgido varias críticas a este enfoque de Nun. Algunas, por ejemplo, plantearon que esa supuesta
“masa marginal” en realidad es funcional a la acumulación capitalista cumpliendo funciones de las que
el capital no puede hacerse cargo (el servicio doméstico, por dar un caso).
Estas definiciones de tipo sistémico –si bien pueden postular causas últimas– tienden a
desatender las dimensiones empíricas y vivenciales de la marginalidad y la pobreza. Sigal intenta superar
esta dicotomización entre análisis abstracto y consistencia empírica, haciendo primero una revisión de
estas teorías más abstractas y luego delineando una estrategia de integración.
Citas
“la población de los barrios periféricos compartiría características que van desde la situación
económica hasta rasgos culturales o psicosociales. Al constatar la asociación empírica entre diferentes
dimensiones (educación, origen rural, calidad del hábitat, nivel de ingresos) la marginalidad se
considera como una condición global que no difiere mucho de la condición de pobreza urbana.
Los trabajos DESAL ampliaron la noción añadiendo características psicológicas de los individuos y de
los grupos, a fin de mostrar que la desintegración interna, la falta de solidaridad, el individualismo
ocasionan una participación reducida en la toma de decisiones que explica, a su vez, la participación
pasiva en los recursos. En vista de que esta última no es otra cosa que la definición de pobreza, el
DESAL tiende a explicarla por una reducida interiorización de las normas sociales y una reducida
capacidad de los marginales para organizarse y dotarse de formas de acción eficaces para salir de la
miseria” (SIGAL, 1981, p. 1551).
Sigal critica esta definición de marginalidad en parte por las mismas razones que Lomnitz. Esto
es, por considerar a la marginalidad como algo autogenerado y no percibir sus articulaciones con la
sociedad mayor.
Citas
“en primer lugar que la pobreza de estos habitantes es el resultado de mecanismos de explotación
propios de la sociedad urbana (mecanismos ausentes en la concepción de la marginalidad como
dualismo); luego, recordar que la pobreza no es sólo una característica de los trabajadores mal insertos
en el mercado de trabajo, sino también de los trabajadores estables mal remunerados; por último
sugerir que existe una similitud de problemas entre todas las categorías populares que puede hacer
surgir acciones comunes” (SIGAL, 1981, p. 1555).
Para Sigal las teorías que permanecen en un alto nivel de abstracción adolecen de un serio
defecto: tiende a diluir la especificidad de la marginalidad.
Citas
“Ahora bien, considerar a la ‘favela’ –o cualquier otra forma de hábitat marginal– como sometida a un
proceso de dominación social no obliga a disolver su especificidad en el conjunto de las clases
subordinadas. Se trata más bien de encontrar las formas específicas por las cuales los ‘favelados’ están
sometidos a las relaciones generales de dominación.” (SIGAL, 1981, p. 1557)
Heterogeneidad
No vigencia de derechos
Otra de las características de la marginalidad es que la exclusión se define por la comparación
entre cierta situación de hecho y cierto modelo. Es decir, las actividades que el grupo debería ejercer de
acuerdo con un cierto a priori.
Estos elementos a priori no son puramente arbitrarios, meras ocurrencias de los actores sociales.
Son en principio productos sociales. Dicho de otro modo, se trata de creencias, ideologías, etc., más o
menos explícitas, que corresponden a orientaciones sociales, políticas o religiosas, a instituciones, a
grupos de interés y a tradiciones culturales. A partir de esto se podría concluir que detrás de la
evaluación existen formas sociales concretas, actores y políticos.
Una condición para que se produzca efectivamente marginalidad es que estos derechos basados
en creencias, ideologías, etc., estén efectivamente reconocidos por todos los miembros de la sociedad e
institucionalizados: “Sin esto la falta de participación o de acceso a los recursos no se percibiría como
natural”.
A esta altura de su análisis, y contando ya con la formulación de estas características, Sigal nos
adelanta una definición de marginalidad:
Citas
“Estas condiciones nos llevan a proponer como criterio general de identificación de una situación
marginal, la no correspondencia entre la definición societaria de los derechos reconocidos y el goce
efectivo de estos derechos. De allí se deriva una situación conflictiva en la que la exclusión se
acompaña de la tensión hacia la adquisición de un estatuto legal o ideológicamente exigible.
Así, nos dedicaremos a hablar más de conductas marginales que de situaciones marginales y de las
conductas cuyo horizonte se define históricamente en función del modo de elaboración de los
derechos, tanto por el Estado como mediante la iniciativa de las luchas reivindicativas populares”
(SIGAL, p.1558).
Citas
Las conductas marginales constituyen un caso diferente, ya que reivindican implícitamente el goce de
derechos que existen para todos. Pero estos derechos son de una índole especial: están oficialmente
reconocidos por el sistema institucional y, en lo que se refiere al espacio, por las prácticas de
planificación, pero su goce puede (en el caso de la vivienda) o debe (en el caso del trabajo) provenir
del mercado.
Si sólo se tratara del mercado, se debería hablar de pobreza. Si se tratara de la existencia legal de
derechos, se debería hablar de exclusión política. Ahora bien, la marginalidad se sitúa entre las dos:
acceso parcial a los derechos de un ciudadano urbano, reconocidos por el Estado, pero ambigüedades
en cuanto a los medios de adquisición de esos estatutos legítimos, ya que el Estado o el mercado
pueden ambos brindar las posibilidades de salir de la marginalidad” (Sigal, p. 1559).
Citas
Marginalidad espacial
Citas
“El hecho de que unos trabajadores estables ocupen ‘barrios ilegales’ muestra que la marginalidad
espacial no es sólo la transcripción directa de la economía al espacio, sino que remite por una parte a
un tipo de crecimiento capitalista y, por otra, a políticas urbanas específicas” (SIGAL, p. 1564).
En este punto la autora plantea que la organización de los sectores marginales se da a partir de su
inserción espacial (no laboral), y que esta obedece a una lógica particular. Es un derecho que el Estado
otorga (formalmente) pero a la vez niega (en la práctica). Situación que hace que el Estado actúe
simultáneamente como obstáculo y como facilitador de ese derecho, estableciendo de eso modo una
relación ambigua con los sectores marginales:
Citas
“Si bien los marginales no están politizados y su lealtad política es cambiante, esto no significa que no
participen en política. Entran en el juego electoral cuando éste está abierto, lanzan a veces
movimientos en masa en la calle cuando surgen conflictos obreros, utilizan todas las redes clientelares
de la política local y nacional.
Ahora bien, un comportamiento racional a nivel individual o de grupo –en los límites muy estrechos
de la pobreza o la represión– tiene como contrapartida, una fuerte vulnerabilidad a las coyunturas
externas y, sobre todo, una capacidad muy reducida de influir en la dirección de los cambios
globales.” (SIGAL, p. 1572)
En este sentido, para Sigal resultaría erróneo hablar de los marginales en términos de aislamiento
político. Todo lo contrario: estos sectores están totalmente insertos en el sistema político: “La relación
entre marginales y agentes políticos –Estado, partidos, grupos de oposición o instancias administrativas–
es, esencialmente, una relación de dependencia que se manifiesta a menudo por efectos importantes en el
plano político, como en el caso de las movilizaciones dirigidas por gobiernos que buscan una base
política”.
1.5. Conclusiones
Hemos hecho un recorrido por varias teorías de la marginalidad y la pobreza, algunas elaboradas
desde una perspectiva más abiertamente antropológica y otras de raíz sociológica. La discusión que
hemos sintetizado en sus líneas generales se centra fundamentalmente en la cuestión causal. Es decir,
cuál es el origen de la marginalidad y la pobreza.
En principio, parecería haber dos posiciones básicas. Una, que explica la pobreza y la marginalidad
como resultado de un conjunto de hábitos culturales que se transfiere intergeneracionalmente y que
impide a ciertos sectores sociales prosperar en el medio en el que se encuentran. Otra, que postula que
el origen de la pobreza y la marginalidad debe buscarse, fundamentalmente, en los mecanismos
económicos y, particularmente, en la lógica de reproducción del capital en los países periféricos.
Una variante de esta última postura propone una visión más compleja que, sin negar totalmente lo
anterior, indica que los mecanismos que producen la marginalidad no serían sólo los estrictamente
económicos, sino que hay patrones de distribución territorial o de operación del poder político que se
articularían de manera compleja con los ciclos económicos y que estarían produciendo diversas formas
de marginalidad (la heterogeneidad de la marginalidad).
Ahora bien, estas dos visiones que aparecen inicialmente como diametralmente opuestas, en
nuestra perspectiva sólo acentúan dimensiones diversas del fenómeno. Como se intentó mostrar, Lewis
no es totalmente ajeno al hecho de que la marginalidad emerge de las dificultades de integración que el
sistema económico, político e institucional en general plantea a los más pobres. En todo caso, él
concentra su estudio en observar los mecanismos cotidianos de adaptación a esa situación, lo que él
llama los aspectos “positivos” o “creativos” de la cultura de la pobreza. Es decir, no se detiene
únicamente en sus carencias, sino que también observa los recursos que genera.
Por otra parte, Lomnitz y sobre todo Sigal se preocupan más por los mecanismos sistémicos que
producen la marginalidad que por la cotidianeidad y las formas de sociabilidad de los pobres y
marginales (los aspectos positivos de su cultura). Si bien Lomnitz presta atención a las prácticas
cotidianas, lo hace fundamentalmente en términos de vislumbrar su racionalidad económica, y hay una
menor preocupación por comprender otras dimensiones de la cotidianeidad marginal.
Tal vez una visión algo más equilibrada debería –superando la parcialidad de Lewis–
preocuparse por una descripción más precisa de los mecanismos subyacentes de poder (económico,
político, etc.) que actúan como causas últimas de la marginalidad y la pobreza.
No obstante, tampoco tendríamos que pasar por alto que el enfoque que enfatiza los procesos
estructurales a veces no reconoce las causas que se esconden en la cotidianeidad. Por ejemplo, las
dificultades en la organización política no siempre responden a los tipos de inserción en la estructura
social, sino también a los problemas presentes en los sistemas de sociabilidad que obstaculizan la acción
colectiva y que emergen en el día a día de las relaciones vecinales o laborales.
Lectura Obligatoria
PUEX, NATALIE (2003), “Las formas de la violencia en tiempos de crisis: una villa miseria en el
Conourbano Bonaerense”, en: ISLA, ALEJANDRO y MÍGUEZ, DANIEL (comps.), Heridas Urbanas,
Editorial de las Ciencias, Buenos Aires.
– Método de estudio
A) ¿Qué método utiliza Puex para estudiar una villa de Buenos Aires? ¿Con qué tradición
metodológica de las que describimos en esta Unidad podría identificarse?
– Procesos históricos
B) ¿En qué período se crea la villa que analiza Puex? ¿Con qué constitución étnica o
nacional comienza, y cómo eran éstas en los inicios? ¿Cómo es afectada esta
composición durante los años ‘60 y por qué?
C) ¿Qué efectos tiene sobre la composición de la villa las políticas aplicadas durante la
dictadura militar? ¿Qué motivaciones políticas existieron y como afectaron la vida en la
villa?
D) ¿Qué efectos tiene sobre la composición social de la villa las crisis financieras y del
mercado laboral que impactan en los años ‘80? ¿Qué memorias se tienen de la
hiperinflación del año 1989?
E) ¿Qué efectos tiene sobre los vínculos entre los habitantes de la villa la precariedad del
empleo en los años ‘90?
F) ¿Cómo se define la pertenencia a la villa? ¿Qué rol juega el espacio y las relaciones de
reciprocidad en este sentido según Puex? ¿Cómo se modifican estas relaciones con las
sucesivas crisis que experimentan los habitantes de la villa?
G) ¿Qué efectos tiene sobre las estructuras familiares de sociabilidad las crisis de los años
‘80 y ‘90? ¿Cómo impactan estas sobre la transmisión de valores tradicionales y sobre la
integración de nuevas generaciones a las instituciones convencionales?
– Sociabilidad y violencia
H) ¿Qué tipos de delincuentes existen dentro de la villa de acuerdo a la clasificación que
realizan los vecinos? ¿A qué obedecen estas distinciones?
I) ¿Cuáles son las normas que regulan las interacciones entre estas categorías de sujetos?
¿Qué sucede cuando estas normas son violadas? ¿Qué mecanismos de disciplinamiento
operan en estos casos?
J) ¿Qué relaciones se mantienen entre los habitantes de la villa y las instituciones estatales
oficiales (por ejemplo, la policía)? ¿Cómo se relacionan estas instituciones con el
sistema de vínculos informales referidos en la pregunta anterior?
K) ¿Qué tipos de reciprocidad distingue Puex?
L) ¿Por qué se produce una transformación de un tipo de reciprocidad hacia otro?
M) ¿Qué vínculos existen entre estas formas de reciprocidad y la violencia y el delito?
– En clave teórica
N) ¿Es posible discernir en lo descrito por Puex, los rasgos (ideológicos, psicológicos, etc.)
de la cultura de la pobreza que menciona Lewis? ¿En qué casos existirían coincidencias?
O) ¿En qué medida podría decirse que el tipo de situación estructural descrita por Sigal está
presente en la villa que analiza Puex? ¿Qué formas de marginalidad se verificarían en
este caso y cuánta heterogeneidad es posible percibir dentro de ella?
P) ¿Cómo operan las relaciones de reciprocidad en este caso? ¿Aparecen alternativas en el
texto de Puex que no han sido consideradas por Lomnitz? ¿Según lo que se desprende
del texto, pueden pensarse las relaciones de reciprocidad y los procesos históricos como
totalmente escindidos o existen vínculos entre ellos?
Teniendo en cuenta las respuestas anteriores, ¿cuál de las aproximaciones (o combinación de ellas) de l
hemos expuesto en esta Unidad considera más
Bibliografía Obligatoria
SIGAL, SILVIA (1981), “Marginalidad espacial, Estado y ciudadanía”, en: Revista Mexicana de
Sociología, México.
PUEX, NATALIE (2003), “Las formas de la violencia en tiempos de crisis: una villa miseria en el
Conourbano Bonaerense”, en: ISLA, ALEJANDRO y MÍGUEZ, DANIEL (comps.), Heridas Urbanas,
Editorial de las Ciencias, Buenos Aires.
Bibliografía Recomendada
LEWIS, OSCAR (1955), Los hijos de Sánchez, Mortiz, México.
LOMNITZ, LARISSA (1989), ¿Cómo sobreviven los marginados?, Siglo XXI, Buenos Aires.
MÍGUEZ, DANIEL (2004), Los Pibes Chorros. Estigma y Marginación, Capital Intelectual, Buenos Aires.