097 - Dominguez Vela
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) 2015
Análisis espacial y representación geográfica: innovación y aplicación: 925-932
Universidad de Zaragoza-AGE. ISBN: 978-84-92522-95-8
RESUMEN: La comunicación que se presenta trata de profundizar en el potencial de las carreteras como fuente de
experiencia para el público en general. Para ello se hace constar que en el recorrido de una carretera se puede articular
distintos tipos de experiencias paisajísticas relacionadas con la distancia y la proximidad. Ello puede llevar al
entendimiento de un paisaje que se mira para su disfrute y goce estético, o a otro que se vive, se construye y se transita a
diario como espacio cotidiano. En este trabajo se trata de conciliar estos dos modos de relacionarse con el paisaje y se
puede conseguir mediante la posibilidad que ofrece el recorrido de la carretera paisajística en sus tramos y paradas o
miradores. Ello implica asumir plenamente la concepción integradora que recoge el Convenio Europeo del Paisaje. No
obstante, para formalizar esta propuesta, se considera necesario adoptar la mirada del experto que a modo de intérprete
o mediador garantice, en cierto modo, llevar a cabo dicha integración o dualidad.
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La comunicación que se presenta forma parte del proyecto de investigación “Infraestructura, paisaje y sociedad. Potencial paisajístico de la red
de carreteras de Andalucía y fomento del uso social” con Ref. G.GI3000-IDIA realizado conjuntamente por investigadores perteneciente a la Univer-
sidad de Sevilla y el Centro de Estudios Paisaje y Territorio.
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Esta confluencia de puntos de vistas o miradas han sido sintetizadas por Cano (2011) en las siguientes a actitudes: cotidianas, arquitectónicas,
institucionales y connotativas o multisensoriales.
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Dichas experiencias que se perciben fragmentadas pueden variar en grados de intensidad debido a que la atención, a lo largo de un recorrido pai-
sajístico, no es siempre uniforme y hay escenas que despiertan mayor o menor interés. En ese proceso, unos fragmentos del paisaje se magnifican y
otros se ignoran.
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En general, se podría decir que nos hemos acostumbrado a relacionarlos con el paisaje desde el automóvil de forma que nuestros sentidos se han
agudizado y potenciado para acomodarse a esa forma de recibir estímulos visuales. El paseo en coche se ha convertido, muchas veces, en una forma
de actividad recreativa en la que el destino es menos importantes que el propio viaje.
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Actualmente se considera que existe una relación directa entre los accidentes de tráfico en carretera y la dificultad en leer el territorio que se recorre.
De modo que la lectura del paisaje a través de cuencas visuales puede llevar a una reflexión sobre la mejora de la percepción general en todo tipo de
carreteras.
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Figura 1. Las cuencas visuales encadenadas conforman tramos paisajísticos homogéneos hasta que
cambian sus condiciones escénicas como se puede ver en el recorrido de la carretera A-317 por la provincia
de Granada. Fuente: Fototeca CEPT.
Los estímulos proporcionados por los expertos o mediadores, en la forma de comunicación
considerada, vendrán referidos a la potenciación del paisaje visible que la carretera estructura. Para ello los
expertos deben dar indicaciones precisas que permitan leer con claridad suficiente el recorrido establecido de
antemano, que lleve a entender con nitidez el mapa mental considerado. Principalmente, debido a que la
legibilidad del paisaje se consigue a través de la interpretación de las formas y volúmenes, de los
componentes y atributos que conforman el entorno y la diversidad y orden en que se muestran. De modo que
entendiendo el paisaje en movimiento como un proceso de comunicación sensorial, se pueden indicar
algunas pautas y referentes básicos que el usuario pueda elegir selectivamente por su representatividad,
singularidad o rareza. Así, los usuarios reciben distintos estímulos que le llevan a su propia interpretación del
paisaje aunque siempre condicionada dicha interpretación por sus propias preferencias y expectativas
personales y culturales. En este proceso el experto debe tener muy en cuenta el protagonismo que adquiere la
cuenca visual a la hora de establecer criterios de valoración.
Los tramos se entienden como partes diferenciadas que conforman la carretera paisajística y tienen
como fundamento a las secuencias visuales encadenadas que poseen un intenso efecto visual a modo de
corredores espaciales del movimiento.
El movimiento permite mostrar anticipadamente los elementos del paisaje que configuran el tramo
convirtiéndose en objeto de motivación y estimulación sensorial. Los tramos son pues el resultado de un
análisis secuencial de las partes que conforman el recorrido de la carretera, cuyos elementos se suceden
asociados a la duración temporal del desplazamiento.
Identificar los tramos requiere preguntarse entre otras cuestiones las siguientes:
¿Cómo se perciben los tramos, cuáles son sus límites?
¿Cómo contribuyen los tramos a la imagen mental general que reconoce o recuerda el usuario cuando
termina el recorrido paisajístico?
¿Cuál es su valor como recurso paisajístico?
Las respuestas a estas preguntas se deben buscar principalmente en el sentido de la vista y en la
experiencia del movimiento6. De modo que el avance del vehículo se percibe como prolongación de la vista,
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Se parte de la base de que toda experiencia espacial se articula mediantes signos convencionales y que el movimiento amplía el campo visual. El
movimiento favorece el aprecio de la distancia, revela la posición de los cosas y de unas respecto a otras siempre dependiendo de las buenas condi-
ciones lumínicas.
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que produce aproximación o alejamiento de los objetos, enlaza secuencias consecutivas de paisajes que
permiten entender su ritmo y su continuidad y cuyas escenas varían según sea el ángulo de visión (Figura 2).
Además, las distintas perspectivas que facilita el movimiento, permite conocer las formas de los objetos, su
tamaño, en relación con el entorno (Desportes, 2005). Aunque en la carretera el paisaje que se ve se renueva
constantemente, muchas veces se interpreta y valora no sólo por lo que se ve en ese momento, sino en
función de lo que se acaba de mirar en un tiempo inmediatamente anterior y a la vez sugiere lo que se puede
ver a continuación y ello se lleva a cabo a través las escenas encadenadas.
Figura 2. El movimiento que proporciona un vehículo a motor permite apreciar perspetivas diversas,
desvelar formas y volúmenes de aquellos elementos visibles y destacados del paisaje. Así se puede ver en el
entorno de la carretera A-8006 respecto a una fábrica abandonada en la provincia de Sevilla. Fuente: fotos
del autor.
Los tramos se pueden equiparar con intervalos paisajísticos o secuencias visuales, cada uno de ellos
dotado de elementos, componentes y singularidades o rasgos formales específicos que son claves para la
lectura e interpretación del paisaje del entorno viario. Esta división de la carretera por tramos permite que el
usuario pueda saber cuál es su posición en relación con la longitud total del recorrido, la distancia a la que se
encuentra y aquella que le queda por recorrer. Y todo ello no tiene que entrar en conflicto con la propia
funcionalidad y seguridad de la carretera (Español, 2007).
Para la identificación de tramos paisajístico es aconsejable su caracterización y cualificación. En este
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sentido se pueden definir distintos tipos de tramos atendiendo a las variables formales que lo conforman;
también, en cuanto a su reconocimiento y valoración social por parte de los usuarios 7. Ello permitirá
jerarquizarlos en función de su capacidad para comunicar una determinada interpretación.
En este proceso es necesario partir de la base de que existen ciertos patrones de valor colectivo que
pueden calificarse de interesantes por el público en general. Se pueden clasificar en dos grupos, siguiendo en
parte a M. Aguiló (1984):
Patrones visuales de validez colectiva relacionados con componentes físicos del paisaje. Se pueden
establecer, entre otros, los siguientes: la desigualdad topográfica (la montaña como conjunto y sus
distintos tipos….), la presencia de una lámina de agua (el mar, lagos, embalses…), la variedad y altura de
vegetación natural (el bosque arbolado y sus variedades....). Se debe especificar que aunque, actualmente,
dichos valores sean reconocidos y apreciados por muchos sectores de la sociedad occidental como
interesantes, no son patrones universales pues han evolucionado de modo significativo en el desarrollo de
la propia historia de la cultura occidental.
Patrones relacionados con valoraciones estéticas. Se trata de aspectos formales y volumétricos que
generan impresiones sensoriales de contenido plástico. Sin ánimo de ser exhaustivos, y sin salir del
contexto de nuestra propia cultura, se podrían, citar entre otros los siguientes en relación con el relieve o
la vegetación: formas y volúmenes con valor de sublimes por su dimensión o tamaño colosal o telúrico;
armonías de texturas; de formas; cromatismos excepcionales ya sean diarios o estacionales (Figura 3).
También, transiciones paisajísticas donde se producen combinaciones armónicas (de luz y color; de
texturas y formas; o en cuanto a volúmenes), áreas diferenciadas y reconocibles respecto a su entorno
(mosaicos agroforestales, pendientes de secano); fondos escénicos (líneas de montañas, horizontes
abiertos); conjuntos monumentales; u otras singularidades estéticas que se consideran significativas
(alineaciones arbóreas en márgenes de carreteras y caminos…).
Figura 3. Las condiciones atmosféricas y lumínicas modifican la percepción del paisaje como sucede cuando
se mira el poblado de Teguise en distintos momentos de un mismo día y a lo largo del recorrido de la
carretera LZ-30 en la isla de Lanzarote. Fuente: fotos del autor.
Además de la valoración social que contienen los diferentes tramos, tiene también una gran
importancia el análisis formal y escénico de los mismos. Ello implica analizar los contrates visuales que se
establecen entre colores, formas, líneas, texturas espaciales y cómo cambian a medida que se avanza en el
recorrido, para de esta manera poder llevar a cabo un diagnóstico estético del espacio que se recorre, así
como de la capacidad escénica del paisaje visto en movimiento. Dicho de otro modo, se establecerán las
cualidades cinemáticas que significan y cualifican a los tramos, explicando cómo o porqué las formas y
volúmenes de determinados componentes inducen o provocan asombro, sensaciones o emociones
paisajísticas diversas.
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Los valores estéticos están relacionados con la capacidad que tiene un paisaje para transmitir un determinado sentimiento de belleza, en función del
significado y aprecio cultural que haya adquirido a lo largo de la historia, así como el valor intrínseco en función del color, la diversidad, la forma, la
proporción, la escala, la textura, la unidad de los elementos. Estos valores suelen tener una base cultural profunda que asocia la belleza a determinado
patrones o modelos.
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5. A MODO DE CONCLUSIÓN
Se ha planteado en las páginas precedentes que la experiencia del paisaje en movimiento propia de una
carretera tiene una especial complejidad, pues permite al mismo tiempo mirarla como una experiencia
intelectual y estética o vivirla como espacio cotidiano. Esa riqueza y complejidad dotan a las carreteras de un
especial potencial para fomentar el disfrute del paisaje y su aprecio social, lo cual implica propiciar actitudes
éticas de respeto y compromiso hacia paisajes recorridos, con independencia de que formen parte del espacio
vivido. Para que dicho potencial llegue a desarrollarse tiene una importancia fundamental la figura del
interprete o experto que, a modo de mediador puede potenciar las facultades de percepción de cualquier
usuario, procurando una experiencia de interacción espacial y temporal que induzca a mirar, sentir o
interpretar el paisaje que recorre, creando experiencias que sean un disfrute para la imaginación y los
sentidos y que al mismo tiempo permita su lectura, interpretación e inmersión sensorial.
En esta tarea de mediación es necesario que el experto identifique en la carretera una serie de recursos
significativos en relación con el paisaje. En este proceso debe interpretar la carretera de manera que
comunique eficazmente su carácter paisajístico o el propio valor de la carretera como elemento destacado del
paisaje. En este sentido, la carretera debe mostrar lo que un paisaje tiene de original pero respetando las
formas de la naturaleza, valorar sus curvas y potenciar sus vistas para que con mínimas actuaciones se
puedan hacer evidentes los valores ecológicos, funcionales y escénicos del paisaje percibido en movimiento.
De modo que indique al usuario donde mirar, insinúe qué ver para inducir a su compresión holística.
También, acondicionando espacios de esparcimiento social que fomenten los valores del espacio que recorre
y que impliquen a la población en la preservación y mejora de su función económica, educativa, recreativa....
En definitiva, tratar que la carretera paisajística atienda a las características propias del lugar hasta
convertirla en un verdadero equipamiento y en una infraestructura pública de carácter inconfundible.
6. BIBLIOGRAFÍA
Aguiló, M. (1984): Guía para la elaboración del medio físico. Madrid, MOPT.
Appleyard, D., Lynch, K., Myer J. R. (1971): The View from the Road. Massachusetts, Institute of
Technology, (1ª ed., 1964).
Capel, H. (1973): "Percepción del medio y comportamiento geográfico", Revista de Geografía, 7, 58-150.
Desportes, M. (2005): Paysages en movement. Paris, Gallimard.
Español Echániz, I. (2007): "Carretera, movilidad y percepción. Criterios para la gestión de la función
paisajística de las carreteras" En: 1er Congreso Paisaje e Infraestructuras. Libro de Actas. Sevilla,
Consejería de Obras Públicas y Vivienda-Centro de Estudios Paisaje y Territorio, 455-473.
Jackson, J. B. (2011): Las carreteras forman parte del paisaje. Barcelona, Gustavo Gili.
Maderuelo, J. (2005): El paisaje. Génesis de un concepto. Madrid, Abada Editores.
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