Cuentos y Leyendas
Cuentos y Leyendas
Cuentos y Leyendas
Érase una vez un león que vivía en la sabana. Allí transcurrían sus días,
tranquilos y aburridos.
El Sol calentaba tan intensamente, que casi todas las tardes, después de
con su gran cola. El león, que sintió el cosquilleo de las patitas del roedor, se
– ¡Lo siento, señor! – dijo el ratón con un vocecilla casi inaudible – No era mi
pesada pata del león – Déjeme ir. Le prometo que no volverá a suceder.
– ¿Tu? ¿Un insignificante ratón? No veo qué puedes hacer por mí.
voz del león. Sin dudarlo salió corriendo en su auxilio. Cuando llegó se
– Ya te dije que alguien como tú, pequeño y débil, jamás podrá hacer algo
El ratón afiló sus dientecillos con un palo y muy decidido, comenzó a roer la
vida. Ahora entiendo que nadie es menos que nadie y que cuando uno se
menos inteligente que tú. Sé bueno con todo el mundo y los demás serán
buenos contigo.
2. Cuento Pedro y el Lobo: adaptación de la fábula de Esopo.
Érase una vez un joven pastor llamado Pedro que se pasaba el día con sus
ovejas.
Cada mañana muy temprano las sacaba al aire libre para que pastaran y
Pedro se sentaba en una roca y las vigilaba muy atento para que ninguna se
extraviara.
Un día, justo antes del atardecer, estaba muy aburrido y se le ocurrió una
idea para divertirse un poco: gastarle una broma a sus vecinos. Subió a una
– ¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo, ayuda por favor!
aburrirse sin nada que hacer más que mirar la hierba y las nubes ¡Qué
largos se le hacían los días! … Decidió que sería divertido repetir la broma
de la otra tarde.
Pedro gritaba tanto que su voz se oía en todo el valle. Un grupo de hombres
– ¡Ja ja ja! ¡Me parto de risa! ¡Os he vuelto a engañar, pardillos! ¡ja ja ja!
cómo alguien podía gastar unas bromas tan pesadas y de tan mal gusto.
El verano llegaba a su fin y Pedro seguía, día tras día, acompañando a sus
árboles. Se frotó los ojos y vio un sigiloso lobo que se acercaba a sus
creyendo que se trataba de otra mentira del chico, siguieron con sus faenas
acudió en su ayuda. El lobo se comió a tres de sus ovejas sin que él pudiera
Y así fue cómo el joven pastor se dio cuenta del error que había cometido
creerá.
3. Cuento Los loros disfrazados: adaptación de la antigua leyenda de
Ecuador.
Cuenta la leyenda que hace muchísimos años hubo un terrible diluvio que
Según parece, en un valle vivían dos hermanos, un chico y una chica que al
montaña. Allí, en las alturas, encontraron una cueva seca y confortable que
cómo los ríos de agua subían monte arriba a gran velocidad. Más que ríos
cumbre.
desbordada podía alcanzarlos, pero por suerte ¡la montaña era mágica!
tener miedo.
Eso sí, tuvieron que enfrentarse a otro grave problema: a medida que
pasaban las horas tenían más y más hambre. Se encontraban en una cueva
fin, pero todo a nuestro alrededor sigue inundado. A ver si bajan pronto las
– Sí, pero mientras tanto ¿qué comeremos?… Llevamos varios días sin
solución.
– Lo siento pero solo nos queda confiar en que el agua desaparezca rápido
Esa noche la pasaron como siempre arrimados el uno al otro para no pasar
El joven se sobresaltó.
maíz, fruta fresca… ¡Jamás habían imaginado poder darse semejante festín
se tumbaron boca arriba, con las manos extendidas y una sonrisa de oreja a
oreja.
alto del cielo. Entonces se agazaparon tras una roca que había en la cueva
¡La visión fue impactante para ellos! ¡Quienes les habían dejado la comida
eran cinco loros que iban cubiertos con ropas de personas!… ¡Y volvían
los tuvieron cerca, comenzaron a desternillarse de risa ¡Tenían una pinta tan
– ¡Ja, ja, ja! ¡¿Pero qué hacen estos guacamayos vestidos así?!
– Sí… ¡Ja, ja, ja! ¡En mi vida he visto cosa igual! Se ve que vienen de una
cerrar de ojos.
sentir mucha pena por ellos y como eran animales de buen corazón, hicieron
personas, cargados de comida que los chicos engullían con auténtico placer.
El tiempo fue pasando y el nivel del agua que lo cubría todo fue
descendiendo poco a poco. El sol, cada vez más brillante e intenso, ayudó a
Por fin, una mañana los dos hermanos descubrieron que los ríos habían
Esperaron a que las aves fueran a visitarlos y el muchacho les anunció con
emoción:
melancolía ¡Su sorpresa fue mayúscula cuando vieron que los cinco
humanos de verdad ¡Sin duda, al igual que la montaña, ellos también eran
seres mágicos!
Según cuenta esta antigua leyenda, los loritos eran en realidad dioses de la
Y también cuenta la leyenda que se integraron muy bien con sus nuevos
Dice una antigua leyenda que, hace mucho tiempo, vivía una familia de
campesinos sin recursos. Apenas tenían un campo de maíz que solo la madre
se dedicaba a trabajar. La mujer lo recolectaba y lo vendía, también cuidaba de
sus cinco hijos. Mientras, su esposo solo se dedicaba a dar paseos por el
campo.
Un día, estaba tan cansada que no pudo trabajar suficiente y apenas obtuvo
unas pocas monedas. La mujer se puso a llorar desconsolada. Pronto, vio que
en el campo de maíz había algo que resplandecía. Cuando se aproximó se
percató de que se trataba de una mazorca de oro.
Una mujer joven, madre de dos niños, tuvo que salir de un pueblo de la región
Amazónica castigado por la peste.
Llorando, desconsolados, los menores pedían ser aves para encontrar pronto a
su mamá.
Un señor que andaba por allí, y que tenía poderes mágicos, concedió el deseo
a los niños.
Cada uno de ellos tenía una cualidad destacable. El mayor, Manco, era muy
inteligente y el heredero del bastón de oro del Dios Sol; el segundo, Chachi, era
muy valiente y temperamental; el tercero, Uchu, destacaba por su astucia; el
menor de los hermanos, Auca, era muy provocador y siempre se metía en
problemas.
Por petición de su padre, el dios Sol, los hermanos debían encontrar una tierra
fértil para fundar un gran pueblo. Así, los Ayar y sus esposas salieron para
cumplir con su cometido.
Los hermanos Ayar no hacían otra cosa que discutir. Tenían envidia de Chachi,
el más valeroso. En una ocasión, los tres hermanos quisieron deshacerse de él
y lo encerraron en una cueva, donde quedó convertido en piedra por una
maldición.