Samaritan Os
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Historia
Conocemos a los samaritanos por cuatro fuentes:
Libros Bíblicos
Algunas fuentes asirias
Las obras del historiador judío del siglo I d.C. Flavio Josefo (36-100 d.C.)
Las tradiciones samaritanas
El Libro de Josué relata el posterior asentamiento de las tribus en Canaán. Josué, el teniente
militar de Moisés, lideró al pueblo en las batallas para dominar Canaán. Después que las tribus
se moderaron, se llevó a cabo una ceremonia de renovación del pacto:
Entonces Josué edificó un altar a Jehová, Dios de Israel, en el monte Ebal, como Moisés,
siervo de Jehová, lo había mandado a los hijos de Israel . . . También escribió allí sobre las
piedras una copia de la ley de Moisés . . . Todo Israel, tanto los extranjeros como los naturales,
con sus ancianos, oficiales y jueces, estaba de pie a uno y otro lado del Arca, en presencia de
los sacerdotes levitas que llevaban el Arca del pacto de Jehová. La mitad de ellos estaba hacia
el monte Guerizín y la otra mitad hacia el monte Ebal . . . Después de esto leyó todas las
palabras de la Ley, las bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está escrito en el
libro de la Ley. (Josué 8:30-34)
En relación a sus ancestros genealógicos, los samaritanos dicen descender de los dos hijos de
José: Efraín y Manasés.
Los dos reinos
Dos tribus, la de Benjamín y la de Judá se quedaron en el Sur, en el Reino de Judá, con Jerusalén
como capital. En 2 Reyes, los reinos son evaluados respecto de si el “pecado de Jeroboam”
continuaba en la tierra; solo tres reyes del sur hicieron, supuestamente, algún intento para
eliminar la idolatría.
La invasión asiria
El antiguo Imperio asirio existió en varias fases desde el c. 2000 al 600 a.C. en el área conocida
como Mesopotamia. Nínive se convirtió en su capital. Durante el Imperio neoasirio (c. 900
a.C.), comenzó su expansión, particularmente hacia el oeste. Como controlaba el sur
del Levante, Egipto promovió rebeliones locales en el área, pero Sargón II (722-705 a.C.) liquidó
el Reino de Israel. Grabada en las paredes del palacio en Dur-Sharrukin, una inscripción
declara: “En mi primer año … llevé a la población de Samaria al número de 27.290 … reconstruí
la ciudad. La hice más grande que antes”.
Relieve de Sargón II
Para evitar futuras rebeliones, los asirios practicaron el intercambio de poblaciones. Moviendo
pueblos propios a Israel, desplazaron a los judíos al Este. Las diez tribus se “perdieron”, es decir
que se perdieron para la historia. Se puso sitio a Jerusalén, pero esta resistió bajo el gobierno de
Ezequías y el profeta conocido como el Primer Isaías.
El control asirio fue desplazado por el Imperio neobabilónico y Nabucodonosor II (quien reinó
del 605 al 562 a.C.). Sedecías fue designado como el último rey de Judá, pero se rehusó a pagar
el tributo. Nabucodonosor sitió Jerusalén y destruyó la ciudad y el Templo de Salomón en el
587 a.C. Babilonia usaba una práctica similar de desplazar a los prisioneros, aunque ellos
limitaron el proceso a los aristócratas, sacerdotes, y otros funcionarios de importancia; a las
clases bajas se les dejó en Judá. Los otros fueron llevados a Babilonia, en lo que sería conocido
como el cautiverio de Babilonia.
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En el primer año de Ciro, rey de los persas, para que se cumpliera la palabra de Jehová, dada
por boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro, rey de los persas, el cual hizo
pregonar de palabra y también por escrito, por todo su reino, este decreto: «Así dice Ciro, rey
de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha
mandado que le edifique Casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien de entre vosotros
pertenezca a su pueblo, que sea Jehová, su Dios, con él, y suba allá.»
Aquel día se leyó a oídos del pueblo el libro de Moisés, y fue hallado escrito en él que los
amonitas y moabitas no debían entrar jamás en la congregación de Dios, por cuanto no
salieron a recibir a los hijos de Israel con pan y agua, sino que dieron dinero a Balaam para
que los maldijera; pero nuestro Dios volvió la maldición en bendición. Cuando oyeron, pues, la
Ley, separaron de Israel a todos los mezclados con extranjeros. (Nehemías 13:1-3)
Los que habían sido dejados en Judá ofrecieron su ayuda para reconstruir el Templo, pero
rechazaron su oferta. El pretexto fue la sospecha de que esa gente, que había quedado sin la
presencia de los sacerdotes, se había desviado hacia la idolatría. Entonces ellos se movieron al
Norte y construyeron su propio Templo en el Monte Guerizín, cerca de Siquem.
Cuando Antíoco IV Epifanes (quien reinó del 175 al 164 a.C.), rey del Imperio seléucida,
ordenó la suspensión de las costumbres judías, los judíos se rebelaron bajo el liderazgo de la
Dinastía Asmonea. Sin embargo, los samaritanos negociaron una paz separada con Antíoco,
ofreciendo poner a su templo el nombre de una deidad griega, como lo describen, Flavio Josefo
en sus Antigüedades de los judíos (12.5) y el libro bíblico de 2 Macabeos (6:1-2). Más tarde el rey
Asmoneo, Juan Hircano, destruyó el templo y la ciudad en el 113 a.C. Bajo el dominio romano,
la ciudad y sus habitantes fueron incorporados a la provincia de Judea.
La enemistad entre Jerusalén y los samaritanos se ve reflejada en las referencias que hay en el
evangelio: A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones diciendo: «Por camino de gentiles no vayáis,
y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. (Mateo
10:5-6). A veces contrastan con la incredulidad de los judíos en Jerusalén, como en la parábola
del buen samaritano de Lucas (10:25-37) y la mujer samaritana junto al pozo (Juan 4:4-26).
Hechos 8:14-17 cuenta la historia de la conversión de los samaritanos por parte de los discípulos
Pedro y Juan.
Historia posterior
Según fuentes samaritanas, los samaritanos sufrieron persecución bajo los emperadores
bizantinos cristianos por rehusarse a la conversión. Después de los musulmanes conquistaron la
región, a los samaritanos se les concedió el estatus de “gente del libro”. Sin embargo, bajo el
período posterior del Califato Abasida y bajo el dominio del Imperio otomano en el siglo XVII,
la población samaritana de Damasco fue masacrada. Esto impulsó a muchos samaritanos de la
diáspora a regresar a la región de Nablus, que sigue siendo su centro.
Con la conquista de la Cisjordania por parte del estado de Israel en 1967, los samaritanos se
convirtieron en ciudadanos israelíes. Fueron incorporados a la Autoridad
Nacional Palestina después de los acuerdos de Oslo. Son las únicas personas que conservan la
doble ciudadanía israelí-palestina. Los samaritanos siguen practicando sus propios festivales y
rituales. El pésaj es el festival más importante que se celebra en el monte Guerizín.
Estudios recientes de ADN y genomas han determinado que la población samaritana conserva
remanentes de las tribus de Leví, Manasés y Efraín. Al mismo tiempo, se cree que muchos de
los musulmanes de la región tienen los mismos ancestros.