Concepciones Filosoficas Del Ser Humano
Concepciones Filosoficas Del Ser Humano
Concepciones Filosoficas Del Ser Humano
¿QUIÉN O QUÉ SOY YO? Esta es, sin duda, una de las grandes preguntas que se ha hecho la
filosofía a lo largo de su historia. De hecho, para el gran filósofo alemán Immanuel Kant, todas
las preguntas se resumían en esta: qué es el ser humano, quién o qué soy yo.
Diferenciamos entre teorías influidas por el pensamiento religioso, y las que no lo están. En éstas
últimas los filósofos que las defienden pueden tener su religión pero no se habla de trascendencia y no
influye en su forma de concebir el ser humano. 1. Teorías influidas por el pensamiento religioso.
Coinciden en desplazar el centro de gravedad de esta vida a otra que está después de la muerte, y que
nos trasciende. Para el cristianismo esta vida es sólo una prueba, según el orfismo un tránsito.
Comparten las siguientes ideas: a) Inmaterialidad e inmortalidad del alma. b) Independencia del alma
respecto del cuerpo. c) Superioridad del alma sobre el cuerpo, que es valorado negativamente (es
fuente de pecado o contaminación). Las ideas cristianas ofrecen un modelo mucho más simplista que las
de Platón (Nietzsche afirma que es precisamente un platonismo para el pueblo). Mientras que en el
orfismo se establece un modelo intelectualista (es el conocimiento el que libera al alma) en el
cristianismo no es así, lo único importante es la fe, llegándose a proponer en algunos autores la sancta
simplicitas, es decir, la más absoluta ignorancia, como camino para llegar a la salvación. El uso de la
razón puede oscurecer y debilitar la fe. Pero ya en el siglo XVII, los filósofos Thomas Hobbes y La
Metrie desarrollan teorías materialistas que explican las facultades superiores del ser humano en
términos puramente naturales y mecanicistas. David Hume sitúa la investigación de la mente humana
dentro del nuevo modelo científico newtoniano considerándola como una parte más de la Naturaleza y
sujeta también a leyes (el cristianismo estaba en contra porque parecía limitar la libertad del ser
humano y por lo tanto el sentido cristiano de la vida: poder elegir entre el bien y el mal). Es Hume,
primero, y después Kant quienes demuestran la imposibilidad de demostrar la existencia o la
inmortalidad del alma con lo que estas ideas se quedan en meras creencias y nunca en verdades que se
puedan demostrar. 2. Teorías no influenciadas por el pensamiento religioso. Ponen más el énfasis en el
alma como principio vital, aunque también es la sede de las facultades superiores, como la razón. Su
objetivo es buscar la felicidad (eudemonismo) en esta vida. Tienen las siguientes ideas comunes: a) El
alma es superior al cuerpo pero no es nada sin él: son mutuamente dependientes, no puede existir la una
sin el otro y viceversa. b) El alma es mortal. c) No hacen una valoración negativa del cuerpo. Epicuro es
un filósofo materialista y atomista: cuerpo y alma son mortales, materiales y formados por átomos. Los
del alma son esféricos y más sutiles por eso permiten el movimiento y el pensamiento. La muerte es la
desorganización de los átomos, y así como el cuerpo se corrompe también lo hace el alma. Por eso, no
habiendo más allá, el sentido de la vida humana es buscar la felicidad aplicando la razón a la búsqueda
del placer y a evitar el dolor. A partir del siglo XIX se desarrolla un ateísmo materialista que combate
la idea cristiana de un alma inmortal o inmaterial. Las teorías anteriores coincidían en concebir al ser
humano de forma abstracta sin considerar el conjunto de las relaciones sociales e históricas en las que
se desenvuelve. En ellas se hablaba de una esencia inmutable y atemporal que lo definiría y determinaría
qué es y cómo ha de vivir. Ahora se critica la posibilidad de hablar de una esencia humana como algo fijo
e inmutable que determine cómo hemos de ser o vivir. Distintos autores realizan esta crítica.
Durante siglos los filósofos, y después psicólogos, sociólogos, etólogos etc., se han esforzado en
desentrañar en que consiste básicamente la naturaleza humana: ¿qué es aquello que nos define como
seres humanos? Todos los filósofos han dedicado al menos parte de sus reflexiones a este tema. Es
evidente que la influencia de todos ellos no es la misma, y que sus teorías no son complementarias ni
armoniosas, sino que, por el contrario, están en franca oposición. Vivimos tiempos de confusión, ya lo
decía Scheller: “en ninguna época ha resultado el hombre tan problemático para sí mismo como en la
actualidad”. Y sin embargo, ¿qué hacer? Abdicar de la pretensión de tener un concepto de ser humano
es imposible. Va contra nuestra naturaleza, como señaló Kant. Todos tenemos una representación de lo
que somos. Aquellos que afirman que tal idea no es posible ya nos están perfilando su propio concepto
de ser humano: nos hablan de su contingencia y de lo limitado de su entendimiento. Por lo tanto, la
verdadera opción habría que plantearla en los siguientes términos: o bien tenemos una concepción
PLATÓN
1. Introducción. Para comprender la antropología platónica es preciso conocer las circunstancias políticas
que le tocaron vivir. Platón vive en el siglo IV a.n.e., en Atenas, un periodo de decadencia tras el periodo
democrático de esplendor con el gobierno de Pericles. Es importante señalar que Platón, y todos los
griegos, no utilizan el concepto de individuo, sino el de ciudadano. La diferencia estriba en que la suerte del
individuo no puede separarse de la suerte de la polis. El ser humano solo puede realizarse plenamente en
una sociedad justa. Platón estimaba que la Atenas en la que le había tocado vivir no cumplía estos
requisitos, también había vivido bajo un régimen dictatorial, el gobierno de los 30 tiranos, y tampoco le había
satisfecho. El objetivo de Platón es restaurar un sistema político justo, donde el ser humano reencuentre su
dignidad y se reforme espiritualmente, como él mismo confiesa en la Carta VII.
2. Ontología. Platón defiende un dualismo ontológico: existen dos niveles de realidad: lo sensible y lo
inteligible. Platón utiliza los mitos para poder expresar sus ideas. Uno de los mitos más importantes es el
“mito de la caverna”, donde intenta dar a entender los distintos grados de realidad que conocemos y por qué
nos limitamos a creer únicamente en lo que vemos, lo tangible, sin parar a pensar en la posibilidad de otra
realidad. La realidad inmaterial e intangible de la que nos habla estaría compuesta de objetos matemáticos
(números, figuras geométricas, relaciones, etc.) e Ideas (Bien, Virtud, Justicia, Verdad, etc.). Todo ello
formaría el mundo inteligible. Se trataría de un mundo invisible a la vista pero accesible al intelecto. En él
encontramos la única realidad eterna, inmutable, la única realidad digna de tal nombre, el resto, el mundo
sensible, es mera apariencia.
3. Antropología. Platón recoge de Pitágoras la idea de alma. El alma es algo inmaterial, distinta del cuerpo,
y constituye la esencia del ser humano. Esta teoría recibe el nombre de dualismo antropológico: el ser
humano es un compuesto de cuerpo y alma, el cuerpo pertenece al mundo sensible, mientras que el alma
tiende a lo inteligible. El alma es inmortal. La diferencia entre la concepción del alma platónica y la cristiana
estriba en que, para Platón, el alma no solo no muere con el cuerpo, sino que existe con anterioridad a él. El
alma es eterna, es decir, existe antes y después del cuerpo. Platón desarrolla esta teoría en el “mito del
carro alado”, que podemos encontrar en el diálogo Fedón. En La República podemos encontrar la misma
idea expuesta de un modo menos poético. El alma tiene tres partes: a. la parte racional, situada en la
cabeza. Es la parte más pura del alma, aquella que nos permite captar las ideas. b. la parte irascible,
situada en el tórax. Es la que nos permite tener fuerza de voluntad, nos da fuerza para alcanzar los
objetivos que nos proponemos. Es el origen de la fuerza, el valor y el coraje. c. la parte apetitiva, situada en
el abdomen. En ella habitan los deseos y las pasiones. Es la parte del alma más impura, la mas ligada al
cuerpo. Para Platón, la persona justa sería aquella que tuviera perfectamente jerarquizadas las tres partes
del alma. Predominaría la parte racional, que se impondría a la parte irascible, y estas dos controlarían a la
parte apetitiva. De todas formas, y contra lo que habitualmente se piensa, Platón no es ingenuo, es
perfectamente consciente de que esta jerarquía, aún siendo la ideal, no es la que habitualmente
encontramos entre la gente. Sólo en unos pocos predomina la parte racional del alma, son los llamados a
gobernar la ciudad; en algunos predomina la parte irascible, serían los mejores guardianes de la ciudad; en
la mayoría predomina la parte apetitiva, serían los productores, campesinos y comerciantes.
“Mientras tengamos el cuerpo y esté nuestra alma mezclada con semejante mal, jamás alcanzaremos de
manera suficiente lo que deseamos. Y decimos que lo que deseamos es la verdad. En efecto, son un sin
fin las preocupaciones que nos procura el cuerpo por culpa de su necesaria alimentación; y encima, si nos
ataca alguna enfermedad, nos impide la caza de la verdad. Nos llena de amores, de deseos, de temores,
de imágenes de todas clases, de un montón de naderías, de tal manera que, como se dice, por culpa suya
no nos es posible tener nunca un pensamiento sensato. Guerras, revoluciones y luchas nadie las causa,
sino el cuerpo y sus deseos, pues es por la adquisición de riquezas por lo que se originan todas las
guerras, y a adquirir riquezas nos vemos obligados por el cuerpo, porque somos esclavos de sus
cuidados; y de ahí, que por todas estas causas no tengamos tiempo para dedicarlo a la filosofía. Y lo
peor de todo es que, si nos queda algún tiempo libre de su cuidado y nos dedicamos a reflexionar sobre
algo, inesperadamente se presenta en todas partes en nuestras investigaciones y nos alborota, nos
perturba y nos deja perplejos, de tal manera que por su culpa no podemos contemplar la verdad. Por el
contrario, nos queda verdaderamente demostrado que, si alguna vez hemos de saber algo puro, tenemos
que desembarazarnos de él y contemplar tan sólo con el alma las cosas en sí mismas. Entonces, según
parece, tendremos aquello que deseamos y de lo que nos declaramos enamorados, la sabiduría; tan sólo
entonces, una vez muertos, según indica el razonamiento, y no en vida. En efecto, si no es posible
conocer nada de una manera pura juntamente con el cuerpo, una de dos, o es de todo punto imposible
adquirir el saber, o sólo es posible cuando hayamos muerto, pues es entonces cuando el alma queda sola
en sí misma, separada del cuerpo, y no antes. Y mientras estemos con vida, más cerca estaremos del
conocer, según parece, si en todo lo posible no tenemos ningún trato ni comercio con el cuerpo, salvo en
lo que sea de toda necesidad, ni nos contaminamos de su naturaleza, manteniéndonos puros de su
contacto, hasta que la divinidad nos libre de él. De esta manera, purificados y desembarazados de la
Actividad 1. Explica el argumento que usa Platón en este texto para defender que el carácter propio
del hombre es la filosofía. Para ello cita frases del propio texto.
ARISTÓTELES
1. Introducción. Platón había construido una filosofía de fuerte inspiración pitagórica, o lo que es lo mismo,
matemática. Aristóteles hijo de un médico y padre de la biología, no compartirá con su maestro la pasión por
las matemáticas ni su desprecio por lo sensible. A la muerte de Platón, Aristóteles se va de la Academia e
inicia su propio camino, que progresivamente le irá alejando más de su maestro. El acontecimiento político
más destacado que le toca vivir es el declive de la polis como forma de organización política. Además, es un
acontecimiento que vive muy de cerca pues Aristóteles fue el preceptor de Alejandro Magno, quien fundaría
un imperio que terminaría con la época del Estado-ciudad.
2. Ontología. La ontología aristotélica critica la teoría de las ideas de Platón. Aristóteles reprocha a su
maestro que haya concebido las Ideas como entes separados que habiten en un supuesto mundo
inteligible. Aristóteles distingue entre materia y forma. Las cosas están compuestas de materia y forma; por
ejemplo nosotros estamos compuestos por huesos, sangre, vísceras etc, sería nuestra materia, pero somos
algo más, somos humanos, compartimos una cualidad, la de ser humano, que nos iguala a todos. Nuestra
forma es humana, no es una idea que habita en un mundo separado sino que está presente en este mundo
en todos y cada uno de nosotros. Por otra parte también nos conviene recordar la teoría de las cuatro
causas aristotélica. Todo cuanto existe puede y debe ser explicado atendiendo a cuatro causas: a) causa
material. Responde a la pregunta ¿de qué material está hecho? Aristóteles utiliza el ejemplo de una estatua,
su causa material sería el mármol. b) causa formal. Es la Idea o Forma de una cosa. En el ejemplo anterior
esta causa estaría ya en la mente del escultor antes que en la estatua propiamente dicha. c) causa
eficiente. La causa propiamente dicha. Lo que ha generado una cosa. En el ejemplo, el impacto del cincel
sobre el mármol. d) causa final. Responde a la pregunta ¿para qué? La finalidad de una cosa. La causa
final de la estatua puede ser para decorar una plaza. Conocer una cosa (el ser humano, por ejemplo) es
conocer sus cusas. Pero no todas son igualmente importantes. La causa final es la prioritaria, es la que
mejor nos define una cosa, sin ella todas las demás no se darían.
3. Antropología. Aristóteles continúa afirmando que el ser humano es un compuesto de cuerpo y alma;
ahora bien, el alma no existe sin el cuerpo, de la misma manera que la forma no existe sin la materia, lo cual
no quiere decir que sean la misma cosa. Para ilustrar esta idea, Aristóteles recurre a un símil: la vista es
algo diferente al ojo, pero sin este no puede existir, pues bien, la relación entre el alma y el cuerpo es
análoga a la de la vista y el ojo. Por otra parte si queremos conocer que es el ser humano y cual es su mejor
posibilidad debemos atender a la causa final. Pero ¿Cuál es la finalidad del ser humano? Realizar de la
mejor forma posible la tarea que le es propia, contestará Aristóteles. Y ¿cuál es ella? La actividad racional.
El ser humano más realizado, y por lo mismo más feliz, es aquel que se dedica a la actividad especulativa,
al ejercicio de la razón: el científico y el filósofo.
"Es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un
animal político o social. Y la razón por la que el hombre es un animal político en mayor grado que
cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no
hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del
lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás
animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es
penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de
indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular
propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del
bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y
participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado." Aristóteles, Política
Actividad 2. Explica las razones por las que Aristóteles defiende en este texto que el hombre es un
“animal político”.
CRISTIANISMO
1. Introducción. Si hubiera que destacar una idea de ser humano que ha influido de manera determinante
en la historia de la cultura occidental esa sería la del cristianismo. Por lo demás, debemos admitir que,
desde el punto de vista estrictamente filosófico, no encontramos aportaciones importantes al pensamiento
de los grandes de la antigüedad: Platón y Aristóteles. Los filósofos cristianos más importantes son Agustín
de Hipona (siglo V, parte de la filosofía de Platón) y Tomás de Aquino (siglo XIII, parte de la filosofía de
Aristóteles). Estos dos autores intentan conciliar la filosofía griega con el dogma religioso.
2. Ontología. Los filósofos cristianos participan del dualismo ontológico de Platón. No hay una realidad sino
dos. Uno es este mundo material al que podemos acceder por medio de los sentidos, otro es un mundo
espiritual que está más allá de esta vida. En resumen: Cielo y Tierra. La valoración, de la misma manera
que en Platón, también es desigual: este es un mundo de apariencias y confusión, mientras que la Verdad
“El Dios supremo y verdadero, con su Palabra y Espíritu Santo, tres que son uno, Dios único todopo-
deroso, creador y formador de toda alma y de todo cuerpo, por cuya participación son felices quienes
son realmente, no engañosamente felices; que ha formado al hombre como animal racional, compuesto
de alma y cuerpo; que, al pecar el hombre, ni lo dejó impune ni lo abandonó sin misericordia; este Dios,
que ha dotado tanto a buenos como a malos del ser, común con las piedras; de la vida vegetativa con las
plantas; de la vida sensitiva con los animales; de la vida intelectual, común únicamente con los ángeles;
de quien procede toda regla, toda forma, todo orden; en quien se funda la medida, el número, el peso; a
quien todo ser le debe su naturaleza, su especie, su valor, cualquiera que éste sea; de quien provienen
los gérmenes de las formas, las formas de los gérmenes y la evolución de gérmenes y de formas; que dio
a toda carne su origen, su hermosura, su salud, su fecundidad expansiva, la distribución de sus
miembros, su saludable armonía; ese Dios que ha dotado al alma irracional de memoria, de sensación, de
instintos, y a la racional, además, de espíritu, de inteligencia, de voluntad; que se preocupó de no dejar
abandonados no ya al cielo y a la tierra, o únicamente a los ángeles y hombres, sino ni siquiera las
vísceras de la más insignificante y despreciable alimaña, o una simple pluma de ave, ni una florecilla del
campo, ni una hoja de árbol, sin que tuviera una proporción armoniosa en sus partes, y una paz en cierto
modo: es totalmente inconcebible que este Dios hubiera pretendido dejar a los reinos humanos, a
Actividad 3. Señala los rasgos que caracterizan al ser humano según la concepción cristiana de
Agustín que aparece en el texto.
THOMAS HOBBES
1. Introducción. Hobbes fue un filósofo inglés que vivió durante el siglo XVII. Sus intereses se centran en la
filosofía política, aunque es conocedor de los avances científicos de su época. Estamos en el siglo de
revolución científica, Copérnico y sobre todo Galileo, habían osado desafiar la todopoderosa filosofía
aristotélica. Hobbes conoce sus trabajos y participa también del mismo espíritu contrario a la escolástica y el
aristotelismo Pero si hay un hecho histórico que merezca ser destacado, a fin de comprender mejor a
nuestro autor, es la guerra civil inglesa. Hobbes vive horrorizado el conflicto que genera en él una profunda
convicción: Es preferible la peor tiranía a la anarquía.
2. Ontología. Hobbes es materialista. Para él no existe el alma, ni esencias separadas, del tipo de las ideas
platónicas. Desconfía tanto de la Iglesia como de la escolástica y, por el contrario, está influenciado por la
ciencia de su tiempo. Por otra parte, participa de la tradición nominalista (Guillermo de Occam), según la
cual lo único que existe son los particulares, las cosas concretas; y los conceptos son meros nombres que
no designan realidad alguna diferente a la suma de los individuos. Así pues no existe “el ser humano”, sino
este hombre o aquella mujer. El concepto general no agrega nada a la suma de los individuos.
3. Antropología. Para Hobbes los seres humanos son cuerpos egoístas y autónomos. No hay una
diferencia nítida entre el humano y el animal. De todas formas, aunque Hobbes maneja una determinada
idea de ser humano, no es este su objetivo, no le interesa la especulación antropológica sino la filosofía
política. Ocurre que para determinar cual es la forma de gobierno idónea habrá que tener una idea de que
son esos seres que se pretenden gobernar. Está claro que son muy diferentes dependiendo de cómo hayan
sido educados, pero, ¿podemos imaginar como sería el ser humano si prescindiéramos de todo lo que le ha
sido inculcado? Tal sería el Estado de Naturaleza del que habla Hobbes. En él los humanos vivirían en
igualdad y libertad, pero esa situación dista de ser utópica, se desencadenaría una constante guerra de
todos contra todos, pues cada uno sólo mira por sus intereses y el miedo sería el estado de ánimo
dominante. Todos somos egoístas y estamos dispuestos a aprovecharnos de los demás en beneficio propio.
4. Diagnóstico. El ser humano es egoísta, este es un hecho irrefutable, pero también neutro desde el punto
de vista moral. Simplemente no puede ser de otra manera. La moral sólo existe en el seno del Estado y
consiste, sencillamente, en cumplir la ley. Precisamente en el egoísmo está la clave para superar el Estado
de Naturaleza: a los individuos no les interesa esta vida incierta y proponen un soberano que instaure “un
imperio de ley y orden”. Además de ser egoístas somos inteligentes, debemos aprovechar esta base para
conseguir un Estado en paz. Es el momento del Contrato: el Estado de Naturaleza solo puede ser superado
si los individuos abandonan su propia libertad y se la otorgan a un soberano o asamblea soberana. Desde
ese momento pasan a ser súbditos y se constituye el Estado Civil, ese gran Leviatán cuya función es obligar
a los individuos a que cumplan con sus obligaciones.
5. Prescripción. Debemos obedecer cualquier poder político consolidado. Tan solo el derecho a la propia
defensa puede oponerse a la voluntad todopoderosa del soberano. Recordemos: nada hay peor que la
anarquía. Pero, ¿no sería preferible un poder tolerante, respetuoso con los derechos de los individuos? No,
porque tal poder es débil y nuestra naturaleza egoísta se aprovechará de la debilidad en beneficio propio.
“En el hombre, la libertad de querer o no querer no es mayor que en los demás seres animados
(animales). El deseo ha sido precedido por la causa propia del deseo y, por ello, el acto mismo del
deseo… no podía dejar de aparecer. (…) En la deliberación, el último apetito o aversión inmediatamente
próximo a la acción o a la omisión correspondiente es lo que llamamos voluntad o acto de querer. Los
animales que tienen capacidad de deliberación deben tener, también, necesariamente voluntad. (…) Y
aunque decimos, en el discurso común, que un hombre tuvo, en cierta ocasión, voluntad de hacer una
cosa y que, no obstante, se abstuvo de hacerla, esto es propiamente una inclinación que no constituye
una acción voluntaria porque la acción no depende de ella, sino de la última inclinación o apetito.”
Hobbes. Leviatán
Actividad 4. Explica qué razones tiene Hobbes para afirmar que “ni en la voluntad de los hombres ni
en la de los animales se haya una libertad”.
KARL MARX
1. Introducción. Marx vive en el siglo XIX, siendo el teórico social que ha tenido una influencia política más
evidente. Su educación es filosófica, pero paulatinamente su centro de atención se irá desplazando a la
economía y la sociología. Aquí nos interesa más el Marx joven que el Marx de El Capital. Es en las “tesis
sobre Feuerbach” y sobre todo en los Manuscritos de 1844 donde se desarrollan los temas antropológicos
de forma más clara.
2. Ontología. Marx es materialista. Niega la dualidad materia-espíritu y piensa que todo puede reducirse a
materia. Lo más original de su materialismo es la aplicación a la historia. Para él la historia es un proceso
sometido a leyes, solo conocemos la historia, por tanto, si conocemos las leyes que determinan la sucesión
de acontecimientos. La otra clave de la ontología marxista es el determinismo (doctrina que afirma que todo
tiene una causa, nada acontece de un modo azaroso). El gran descubrimiento de Marx es precisar qué tipo
de leyes rigen la historia, se trata de leyes económicas. En terminología marxista: la infraestructura
determina la superestructura. Finalmente señalaremos que Marx entiende la realidad como un proceso en
evolución continua. Pero el proceso no es lineal, ni puede explicarse por las frías leyes de la mecánica.
Hegel había intuido la verdad: el mundo progresa de forma dialéctica: avanza por medio de contradicciones
que deben ser superadas, pero de nuevo aparecen nuevos obstáculos, nuevas contradicciones en el
camino, que exigen ser superadas. El mundo, la vida, progresa, como habían indicado los ilustrados, pero
no de forma tranquila y armoniosa, sino de forma discontinua y violenta.
3. Antropología. Marx es materialista. Por tanto el alma no existe, sólo hay cuerpo. Además es
determinista. Por tanto niega la libertad humana. Afirma: ”es el ser social del hombre quien determina su
conciencia y no al contrario...” Es decir que la sociedad y, más concretamente, la clase social a la que
pertenecemos condiciona nuestra visión del mundo. Esta dependencia de la sociedad hace que piense, al
igual que Platón, que el único cambio sustancial en relación con el ser humano es el político, solo
cambiando a la sociedad se pueden cambiar las personas. Por otra parte, piensa que el aspecto racional y
teórico del ser humano se ha sobrevalorado (fundamentalmente por los griegos) En todo caso es
secundario. Lo primero es la acción, la praxis, el ser humano primitivo primero construyo armas, cambió el
mundo y luego reflexionó sobre lo hecho. Es el trabajo la cualidad esencial del ser humano; él es el único
animal que crea los medios para su subsistencia, no se limita a recoger de la naturaleza lo que esta tenga a
bien otorgarle sino que construye un mundo nuevo, una segunda naturaleza, para crecer y progresar.
“Podemos distinguir los hombres de los animales por la conciencia, por la religión y por todo aquello que
se quiera. Ellos mismos empiezan a distinguirse de los animales en el momento que empiezan a producir
sus medios de existencia, paso hacia delante determinado por la propia constitución física. Dedicándose
a la producción de estos medios de existencia, los hombres edifican indirectamente su propia vida
material.
La forma según la cual los hombres llevan a término esta producción depende, primeramente, de la
naturaleza de los medios ya puestos a su disposición y que les es preciso reproducir. Conviene no
considerar esta actividad sólo como una reproducción de la existencia física de los individuos;
representa ya una forma determinada de la actividad de estos individuos, una forma establecida de
manifestar su vida, un modo de vida fijado. La manera como los individuos manifiestan su vida, refleja
exactamente lo que son. Lo que son coincide, pues, con su producción, tanto en aquello que producen
como en la forma con que lo producen. Lo que son los individuos depende, pues, de las condiciones
materiales de su producción. La producción de ideas, de concepciones y de conciencia queda en principio
directamente e íntimamente muy ligada con la actividad material y relación material de los hombres; es
el lenguaje de la vida real. Las representaciones, el pensamiento y la relación intelectual de los hombres
aparecen aún, en esta etapa, como la emanación directa de su comportamiento material. No es nunca la
conciencia lo que determina la vida real, sino que es la vida real aquello que determina la conciencia.” K.
Marx, La ideología alemana
Actividad 5. Explica qué quiere decir Marx cuando afirma al final del texto que “No es nunca la
conciencia lo que determina la vida real, sino que es la vida real aquello que determina la
conciencia”.
FRIEDRICH NIETZSCHE
1. Introducción. Nietzsche, de profesión filólogo, nace en Alemania y vive en la segunda mitad del siglo
XIX. Su primer libro, El origen de la tragedia, causa revuelo, y no será más que el anticipo de lo que faltaba
por llegar. Nietzsche rompe con todo y con todos, se convertirá en el azote de la religión, la moral, la
filosofía y, en definitiva, de toda la cultura occidental. Muere en 1900.
“El intelecto (la razón) desarrolla sus fuerzas principales fingiendo, puesto que éste es el medio,
merced al cual sobreviven los individuos débiles y poco robustos, como aquellos a quienes les ha sido
negado servirse, en la lucha por la existencia, de cuernos, o de la afilada dentadura del animal de rapiña.
En los hombres alcanza su punto culminante este arte de fingir; aquí el engaño, la adulación, la mentira y
el fraude, la murmuración, la farsa, el vivir del brillo ajeno, el enmascaramiento, el convencionalismo
encubridor, la escenificación ante los demás y ante uno mismo, en una palabra, el revoloteo incesante
alrededor de la llama de la vanidad es hasta tal punto regla y ley, que apenas hay nada tan inconcebible
como el hecho de que haya podido surgir entre los hombres una inclinación sincera y pura hacia la
verdad. Se encuentran profundamente sumergidos en ilusiones y ensueños; su mirada se limita a
deslizarse sobre la superficie de las cosas y percibe “formas”, su sensación no conduce en ningún caso a
la verdad, sino que se contenta con recibir estímulos, como si jugase a tantear el dorso de las cosas.
Además, durante toda una vida, el hombre se deja engañar por la noche en el sueño, sin que su sentido
moral haya tratado nunca de impedirlo. En realidad, ¿qué sabe el hombre de sí mismo? ¿Sería capaz de
percibirse a sí mismo, aunque sólo fuese por una vez, como si estuviese tendido en una vitrina
iluminada? ¿Acaso no le oculta la naturaleza la mayor parte de las cosas, incluso su propio cuerpo, de
modo que, al margen de las circunvoluciones de sus intestinos, del rápido flujo de su circulación
sanguínea, de las complejas vibraciones de sus fibras, quede desterrado y enredado en una conciencia
soberbia e ilusa? Ella ha tirado la llave, y ¡ay de la funesta curiosidad que pudiese mirar fuera a través
de una hendidura del cuarto de la conciencia y vislumbrase entonces que el hombre descansa sobre la
crueldad, la codicia, la insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia y, por así decirlo,
pendiente en sus sueños del lomo de un tigre!” Nietzsche, Sobre Verdad y Mentira en sentido
extramoral
Actividad 6. Explica por qué afirma el autor que “el hombre descansa sobre la crueldad, la codicia, la
insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia y, por así decirlo, pendiente en sus
sueños del lomo de un tigre”.
SIGMUND FREUD
1. Introducción. Freud es alemán, de familia judía, vive a finales del siglo XIX y principios del XX. Estudia
medicina y se especializa en el estudio de las neurosis. De todas formas su influencia va mucho más allá
del mundo de la medicina, sus teorías acerca de la naturaleza de la enfermedad mental implican una nueva
concepción del ser humano que influirá decisivamente en la filosofía del siglo XX.
2. Ontología. Freud no es filósofo, ni pretende serlo, por lo cual no tiene teoría ontológica alguna. De todas
formas, Freud no deja de ser un hombre de su tiempo y comparte con sus coetáneos una mentalidad muy
positivista: lo que existe es aquello que es demostrado por las ciencias, los hechos son más importantes
que las teorías pues los primeros son la base de las segundas. Además, también compartía con los
científicos de entonces una fe ciega en el determinismo: todo cuanto existe tiene una causa.
3. Antropología. Freud niega el dualismo antropológico: no existe algo similar a un alma de naturaleza
distinta a la del cuerpo. Por otra parte, aplica de manera estricta el determinismo al estudio del ser humano,
tan es así que para él no existen los despistes, olvidos o lapsus lingüísticos: todo tiene una causa, todo
debe ser interpretado. Incluso el mundo de los sueños no escapa a la obsesión determinista. Freud
inaugura una nueva “ciencia”, la interpretación de los sueños. Si todo está determinado el ser humano no es
libre. El inconsciente es la causa última cuando no podemos determinar la naturaleza de algún deseo o
conducta. De todas formas, la teoría de Freud pasa por dos fases claramente diferenciadas. En un primer
momento, explica la estructura de la mente ateniéndose al siguiente esquema: a. Consciente. Es todo
aquello que tenemos en nuestra mente de lo que somos plenamente conscientes. b. Preconsciente. Son
“La tendencia agresiva es una disposición instintiva innata y autónoma del ser humano; además, retomo
ahora mi afirmación de que aquélla constituye el mayor obstáculo con el que tropieza la civilización. En
el curso de esta investigación se nos impuso alguna vez la intuición de que la civilización sería un proceso
particular que se desarrolla sobre la humanidad, y aún ahora nos subyuga esta idea. Añadiremos que se
trata de un proceso puesto al servicio del Eros, destinado a condensar en una unidad vasta, en la
humanidad, a los individuos aislados. Luego a las familias, las tribus, los pueblos y las naciones. No
sabemos por qué es preciso que sea así: aceptamos que es, simplemente, la obra del Eros. Estas masas
humanas han de ser vinculadas, pues ni la necesidad por sí sola ni las ventajas de la comunidad de
trabajo bastarían para mantenerlas unidas.
Pero el natural instinto humano de agresión [Thanathos], la hostilidad de uno contra todos y de todos
contra uno, se opone a este designio de la civilización. Dicho instinto de agresión es el descendiente y
principal representante del instinto de muerte, que hemos hallado junto al Eros y que con él comparte la
dominación del mundo. Ahora, creo, el sentido de la evolución cultural ya no nos resultará impenetrable;
por fuerza debe presentarnos la lucha entre Eros y muerte, instinto de vida e instinto de destrucción,
tal como se lleva a cabo en la especie humana.” S. Freud, El malestar en la cultura
Actividad 7. ¿Por qué según el psicoanálisis no podemos afirmar que el hombre sea
fundamentalmente racional? Justifica la respuesta.
“Denme una docena de niños sanos, bien desarrollados, y mi propio y específico mundo para criarles y
les garantizo que si tomo al azar a uno de ellos puedo educarle de modo que se convierta en cualquiera
de los especialistas que queramos elegir – médico, abogado, artista, hombre de negocios y, vale, incluso
Actividad 8. Explica por qué para el conductismo el ser humano puede ser reducido a un conjunto de
conductas aprendidas y manipulables.
“Dostoievsky escribe: “Si Dios no existiera, todo estaría permitido”. Este es el punto de partida del
existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está
abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante
todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar la referencia
a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el
hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u
órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio
luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré
diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin
embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace. El
existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente
devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa;
piensa que el hombre es responsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre
puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que lo oriente; porque piensa que el hombre
descifra por sí mismo el signo como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro,
está condenado a cada instante a inventar al hombre.” J. P. Sartre, El existencialismo es humanismo
Actividad 9. Resume, a partir del texto, la tesis del humanismo existencialista de Sastre.
ACTIVIDAD FINAL. Elabora una redacción filosófica o disertación bajo el título: ¿QUIÉN O QUÉ SOY?
A partir de la concepción (o concepciones) que más se identifica contigo.