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Dancing With The Devil - KTH&JJK

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SUMARIO.

Es 1967 y Jungkook está harto de ser aquel chiquillo religioso al cual todos molestan.
Cansado de un Dios fingiendo oídos sordos, decide tomar sus propias riendas a escondidas:
¿Qué tan mal podría irle si recurriese al mismísimo Diablo? ¿Qué tan rápido le oiría éste?
Era hora de guardar la biblia y encender velas rojas.

Donde Jungkook vende su alma al rey del inframundo como última opción en su desastrosa
vida. Taehyung es el tonto diablo que cae enamorado.

ADVERTENCIAS.

1 — Mención de demonología, rituales y todo tipo de magia oscura.

2. — Escenas de violencia y muertes explícitas (créeme).

3. — Escenas +18 explícitas. ( Top!Taehyung— Bottom!Jungkook )

4. — Sin ships secundarios (¡Perdón!)

5. — Sé que puede que para algunas personas sea inevitable pero quiero tranquilizarles:
¡No tengan miedo! Nada en esta historia es real. Lean sin sentir que algo malo podría
sucederles. Lo digo porque anteriormente recibí muchos comentarios sobre personas que
temían que les sucediera algo :( no quiero que sientan incomodidad con la lectura. Si
sienten que esto juega con sus cabezas aléjense un poco del teléfono y vean cosas que les
ayude a calmarse, o dejen un mensaje en mi tablero, y me voy a encargar de tranquilizarles.

6. —(y la más importante para mí) —Opiniones diferentes entre los personajes hacia Dios.
Quiero que sepan que esta no es mi opinión personal, y que no pretendo ofender a nadie
que sea parte de una religión. Simplemente es el punto de vista de un adolescente que
siempre ha vivido en una burbuja de inocencia, donde sus padres le hicieron creer desde
pequeño que si pedía un unicornio a Dios, le iba a caer inmediatamente del cielo. ¡Por
supuesto que puedes compartir tu opinión! Pero respetuosamente y sin pelear, por favor.
Traten con amabilidad.+

7. —Taehyung tiene los ojos de color azul, y Jungkook los tiene de color verde.
PROLOGO: I / II

Giuseppe Tartini nació el 8 de abril de 1692 y murió el 26 de febrero de 1770. Era un


músico, violinista, compositor de piezas que lograban cautivar a cualquier persona que
fuese digna de oírlas. Absolutamente nadie podría llegar a su nivel, era sumamente
insuperable, y aún más con la que él consideraba su mejor trabajo musical: "La sonata del
diablo."

Muchos admiraban aquella pieza, otros -simplemente- no querían oír sobre ella, y los pocos
que sabían la verdadera historia le temían de por vida. ¿Cómo no hacerlo?

El astrónomo Frances llamado Jérôme Lalande había dejado registrado en su


libro "Voyage d'un François" el supuesto encuentro que tuvo Giuseppe con el diablo.

Éste último dijo:

"Una noche, en 1713, soñé que había hecho un pacto con el Diablo y estaba a mis
órdenes. Todo me salía maravillosamente bien; todos mis deseos eran anticipados y
satisfechos con creces por mi nuevo sirviente. Ocurrió que, en un momento dado, le di
mi violín y lo desafié a que tocara para mí alguna pieza romántica. Mi asombro fue
enorme cuando lo escuché tocar, con gran bravura e inteligencia, una sonata tan
singular y romántica como nunca antes había oído. Tal fue mi maravilla, éxtasis y
deleite que quedé pasmado y una violenta emoción me despertó. Inmediatamente
tomé mi violín deseando recordar al menos una parte de lo que recién había
escuchado, pero fue en vano. La sonata que compuse entonces es, por lejos, la mejor
que jamás he escrito y aún la llamo " La sonata del Diablo", pero resultó tan inferior
a lo que había oído en el sueño que me hubiera gustado romper mi violín en pedazos y
abandonar la música para siempre...."

Dos años después, Giuseppe falleció por gangrena, y las personas que velaban por él, a su
alrededor, juraron oír una leve y casi inaudible melodía: era aquella sonata que había
llevado al violinista a la cima, solo que se oía mucho más perfecta, tanto que los mundanos
temían moverse y dejar de presenciar aquella obra de arte.
No porque vivas años significa que el diablo olvidará tu alma. No, no. Ahora Giuseppe
Tartini ha sido condenado a tocar aquella sonata por siempre, con la sangre de las yemas de
sus dedos manchando las suaves y finas cuerdas del precioso instrumento, el cual ardía en
llamas mientras la melodía hacía eco en el infierno.

PROLOGO; II / II

1955

El infante de unos seis años de edad jugaba tranquilamente a perseguir las hojas que la brisa
invernal se llevaba, pero se mantenía abundando aquel sitio, ya que no tenía permitido ir
más lejos. No se encontraba en su hogar como para poder correr como usualmente lo hacía
en su patio trasero, fingiendo ser un avión a punto de aterrizar catastróficamente. No, al
menos por un mes.

Todos los años, su familia y él pasaban la navidad en una cabaña de un campo que quedaba
muy lejos de su pueblo, comprada por sus tíos para reunirse en los días festivos. Aquello
era una absurda costumbre, porque fingían llevarse extraordinariamente cuando estaba muy
claro que lo único que les unía era la religión.

Mientras sus tres primos y hermana mayor estaban dentro de la casa, decorando unos
dibujos que habían hecho para sus padres, el niño continuaba corriendo en la misma
dirección que el viento y las hojas, acomodando uno de los tirantes negros que caían por
uno de sus hombros. No quería a su madre regañándolo, diciéndole que no tendría
permitido volver a jugar por haber arruinado su ropa al hacerlo.
O peor: Podría perder la cadena con el crucifijo que le había regalado su tía en la anterior
navidad. Ahí sí podrían matarlo.

Sus pasos se detuvieron abruptamente ante un extraño sonido que provenía del enorme
bosque, el cual se encontraba detrás de la cabaña, a unos centímetros de ésta. El pequeño
observó a su alrededor, confundido mientras mordía su labio inferior con sus dientes
delanteros, los cuales estaban separados por un pequeño centímetro.

¿Qué había sido aquel sonido?

No comprendía pero, nuevamente, se había hecho presente: Eran unas pisadas sobre las
hojas que caían de los viejos y altos árboles. Le pareció ver a alguien escondido detrás de
uno de los troncos, provocando que frunciese su ceño de manera adorable.

—¿Hola? —Preguntó con voz curiosa e infantil —. ¿Hay alguien allí?

Luego de aquella pregunta no evitó sobresaltarse un poco al notar como una pálida mano
con extraños anillos de oro en sus dedos se hizo presente, apoyándola sobre el tronco,
visible para el pequeño.

Decidió armarse de valor mientras formaba pequeños puños con sus frías manos cubiertas
por guantes negros, dando dos pasos exagerados hacia adelante pero volviendo a retroceder
de manera torpe al notar la mano de aquella extraña persona oculta reafirmar el agarre
sobre el árbol, como si hubiese sido sobresaltado.

—¡No me estás asustando para nada! —Intentó ser valiente a pesar de que sus ojos
comenzaban a llenarse de lágrimas—. ¡Ni un poquito, así bien chiquito, me asust-! Oh.

Se retractó de lo que había dicho cuando aquella mano volvió a esconderse detrás del
tronco. ¿Le había asustado? ¡Pobre mano!

El infante era alguien muy curioso pero, mientras aferraba sus manos a su pecho y oía los
acelerados latidos de su corazón, no estaba verdaderamente seguro de avanzar o
retroceder. ¿Qué debería de hacer? Aquella era una situación que debería dejarlo en un
llanto interminable, corriendo de vuelta a los brazos de su madre y explicándole todo lo que
había ocurrido.
Sin embargo -y por algún motivo desconocido-, sentía que estaba completamente
acostumbrado a aquel tipo de situaciones.

—Lo siento. ¿Yo te asusté? —Dio un pequeño paso, sintiéndose feliz cuando la mano
regresó a la posición en la que anteriormente se encontraba, pero solo un poco —. Yo no
quise. ¿Eres tímido? ¡No te procures! Yo soy...bueno. —Dijo en voz alta, sonriendo de
oreja a oreja a pesar de sentir una cálida sensación subiendo por su pecho.

Miedo.

Por supuesto que lo tendría, y aún más al no saber que su futuro era lo que se encontraba
oculto allí detrás.

Mordió su labio inferior antes de aproximarse un poco más, con inseguridad, pero antes de
siquiera poder llegar a estar frente al árbol, sus padres comenzaron a llamarlo desde la casa,
a punto de ir a buscarlo. Su mirada se dirigió hacia la cabaña por un instante, volteando
nuevamente hacia el bosque, y sintió que el aire se iba de su pecho cuando una figura alta y
oscura se asomaba de entre las sombras, luciendo borrosa y terrorífica.

Corrió en dirección contraria como si no hubiese mañana, sin siquiera voltear, con sus
mejillas empapadas de lágrimas y su rostro frío por la brisa que las secaba. Una vez estuvo
dentro de aquella cálida y familiar sala, se sintió un poco más a salvo, y no volvió a salir,
creyendo que aquella cosa que había presenciado podría cazarlo y comérselo vivo.

Nadie le preguntó qué le sucedía, y aquello lo hizo sentir como si tuviese que guardar un
gran secreto. No le gustaban los secretos.

El malestar se fue pronto pero, incluso en la protección de aquellas paredes


bendecidas...comenzaba a sentirse observado.+

Muy observado.
I: ´´INVOCACIÓN´´

"Dominique-nique-nique era, simplemente, un pobre caminante que iba cantando. En todos


los caminos, en todas partes, solo hablaba del buen Dios. Solo hablaba del buen Dios.
Cierto día, un hereje le arrojó unas zarzas, pero nuestro padre Dominique le convirtió con
su alegría. Dominique-nique-ni..."

La Francesa y religiosa melodía resonaba en el comedor de aquel humilde y protegido


hogar. Estaba a todo volumen, y se había repetido tantas veces que la familia entera se la
sabía de memoria. Mi-Suk y Yi-Seul Jeon lavaban los platos sucios entre pequeños tarareos
algo desafinados mientras Jeon Seung bendecía el hogar entre murmullos bajos. No era una
sorpresa para absolutamente nadie el saber que todos los días era la misma historia.

Misma rutina, misma protección de Dios...pero diferente bando.

Pues Jeon Jungkook, el menor de la casa, se encontraba encerrado en su habitación, la cual


era la única que quedaba en el sótano, y mientras todos creían que estaba estudiando, o tal
vez orando y repasando la biblia, lo que realmente estaba haciendo era totalmente
inesperado, hasta para él mismo.

Se encontraba en el baño de su habitación, con la tina llena de agua caliente, cuatro velas
rojas en cada esquina de ésta, encendidas y a oscuras, completamente.

Él estaba tan solo en ropa interior, dentro del agua y con su suave y pálida piel ardiendo
como el infierno. Su respiración se encontraba algo entrecortada, pero intentaba calmarse a
sí mismo mientras llevaba su trasero a la punta del fondo de la tina.

Se hizo hacia atrás, sosteniéndose con sus manos para que todo su cuerpo a excepción de su
cabeza estuviese hundido, cerrando sus ojos e inhalando profundamente antes de exhalar
con lentitud, repitiendo una y otra vez aquel ritual que se había aprendido de memoria.

"Eres el rey de las tinieblas,


y te entrego mi cuerpo,
para que elijas mi destino hoy.
Eres el rey de las tinieblas,
y te entrego mi vida,
para que elijas mi destino hoy.
Eres mi rey de las tinieblas,
y te entrego mi alma,
para que elijas su destino hoy."

Lo repitió seis veces antes de, sin tomar ni un poco de aire, llevar su mano a su nariz y
sumergirse completamente bajo el agua. Soltó algunas burbujas cuando apartó la mano que
bloqueaba sus fosas nasales, dejándola a los lados de su cabeza e intentando ignorar los
fuertes latidos de su corazón con el sonido del agua en sus oídos.

Intentando resistir ante la falta de aire, hizo lo posible para mantener su cuerpo en el fondo
de la tina, abriendo sus ojos entre dolorosos parpadeos e intentando acostumbrarse al leve
ardor mientras notaba como las luces de las velas continuaban intactas. Su pecho ardía, le
urgía tomar una gran bocanada de aire, pero cuando estuvo a punto de creer que todo era
una perdida de tiempo y salir, notó el fuego del pabilo parpadear antes de esfumarse,
dejándolo completamente a oscuras.

Estaba funcionando.

Sintió su corazón dar un vuelco a la par que el poco aire en su pecho escapaba por su nariz,
preso del pánico. ¿Realmente estaba sucediendo? ¿Era real? Un cosquilleo se hizo presente
en su pecho y, luego de contar hasta seis, intentó salir de debajo del agua.

<< Tiene que funcionar, tiene qué. >>

Sin embargo, su cuerpo jamás ascendió, y sintió como si algo más pesado y cálido
estuviese sobre sí, hundiéndolo nuevamente hasta el fondo de la tina. Ni siquiera podía
arquear su cuerpo, y el terror provocó que sollozase en seco, soltando el poco aire que había
estado soportando en sus pulmones. Solo faltaba perder el conocimiento: Iba a morir, no
debió hacerlo.

Cuando ya no pudo soportarlo más, incluso antes de inhalar profundamente bajo el agua,
perdió la conciencia.
Desgraciadamente y, al parecer, murió.

Despertó lentamente, con su cuerpo adolorido, ardiendo en el -ahora- frío del agua, y
sintiéndose terriblemente mareado. El sonido lo dejaba un poco más torpe, su visión volvía
poco a poco, muy lentamente y, a pesar de la nubosidad del agua, podía notar que la luz del
baño estaba encendida.

...un momento.

¿Qué hacía aún debajo del agua?

La desesperación provocó que saliera a la superficie de inmediato, sentado, y apenas lo hizo


no dudó en comenzar a toser histéricamente, escupiendo agua entre dolorosas arcadas que
provocaban fuertes espasmos en su pecho.

Incluso la primer inhalación fue extraña.

Se sentía como un profundo malestar en su pecho, como un interminable vértigo,


sumándole un pitido en su oído izquierdo, el cual apenas le permitía escuchar con claridad
algún otro sonido.

Miró a su alrededor, notando las velas rojas apagadas y la luz del baño encendida. No
comprendía exactamente qué había sucedido, incluso si sabía lo que había hecho. Se
acurrucó por unos segundos, abrazando sus piernas y temblando mientras observaba un
punto fijo en el agua helada. Los pensamientos ya no eran tan incoherentes, comenzaba a
recordar lo que había ocurrido y...

...y ya no quería permanecer allí.

Asustado, salió rápidamente de la bañera, intentando procesar lo ocurrido mientras


eliminaba cualquier evidencia de lo que había hecho. Se envolvió en una enorme toalla
blanca y caminó como si estuviese ebrio hacia la habitación. Apenas pudo llegar a su cama
cuando alguien golpeó la puerta de manera urgente, seguido de un llamado. Era su madre.
Envolvió mejor su cuerpo para no revelar su ropa interior mojada y caminó a paso torpe
hacia la puerta, abriéndola.
Mi-Suk lo observó como si tuviese al mismísimo diablo frente a ella—. ¡Jesús! Hijo, ¿qué
te pasó? —Jungkook sintió vergüenza ante la posibilidad de tener algo en su rostro y no lo
notase; algo así como un moco—. ¿Te sientes bien?

—¿Qué? ¿Qué tengo? —Preguntó en un susurro, aclarando su voz al sentir que aún no era
capaz de hablar con normalidad, tocando su propio rostro.

Se dirigió hacia el espejo que estaba ubicado en la esquina de su cuarto, observando su


reflejo mientras sus enormes ojos verdes se ampliaban un poco más, con las pupilas mucho
más dilatadas debido al susto.

Lucía pálido como una servilleta, con sus gruesos labios -los cuales usualmente tenía de un
color muy rojizo- del mismo color, y secos. Sus ojos estaban irritados y debajo de éstos
habían sombras muy oscuras. Estaba hecho un desastre y, no sabía si era debido al espanto,
pero sintió como su cuerpo se iba involuntariamente hacia un lado, preparado para el
desmayo.

—¡Jungkook! Bebé —Mi-Suk lo sostuvo rápidamente de la cintura, preocupada, y lo ayudó


a caminar hacia la cama, sentándolo con cuidado y posicionándose a su lado—. ¿Te sientes
mal? ¿Has comido? —El chico de cabello castaño se limitó a asentir, retorciéndose en su
lugar debido al dolor de estómago ante los nervios que le provocaba aquella situación. Su
madre torsió un poco sus labios mientras llevaba su cálida y delicada mano a su frente,
apartando el cabello de ésta. Suspiró antes de ponerse lentamente de pie—. Voy a tomarte
la temperatura, ponte cómodo.

Cuando salió del cuarto, escaleras arriba, Jungkook no dudó en recostarse de inmediato,
suspirando de alivio al no sentir aquel mareo de manera intensa y metiendo uno de sus
dedos índice en su oreja izquierda, intentando destaparla, sin éxito. ¿Siquiera tenía agua
dentro de ésta? ¿No debería de oírse como si estuviese dentro de un cubo y no como si
alguien gritase de manera chillona?

Aunque, a decir verdad, sonaba como si un cruel ser humano estuviese tocando la cuerda
más aguda de un muy desafinado violín.
Estaba muy callado y, eventualmente, su madre lo notaría si no asimilaba lo que había
sucedido, incluso siendo alguien de pocas palabras.

Había hecho un ritual de invocación, había presenciado como las velas se apagaban por sí
solas y había sentido el peso muerto de un cálido cuerpo sobre el suyo. Era lo
suficientemente inteligente para saber que podría desmayarse al aguantar la respiración por
mucho tiempo, pero cuando despertó continuaba dentro del agua. ¡Aquello era imposible!
¿Cómo había despertado de aquella manera? Eso no le ocurría a absolutamente nadie, y aún
menos si lucía como si hubiese muerto.

Su madre regresó en medio de su colapso mental con un termómetro en su mano izquierda.


Lo sacudió con fuerza mientras le dedicaba una suave sonrisa y, por un momento, se sintió
verdaderamente relajado. Se puso frente a él y posicionó el objeto debajo de su axila
derecha, tocándole los brazos y mejillas, con su ceño frunciéndose lentamente.

—Mamá, ¿qué sucede? —Preguntó en un débil susurro.

Mi-Suk lo observó a los ojos antes de, nuevamente, sonreír. La sonrisa de su madre era la
más bonita que había visto en su vida —. Nada, cielo. No creo que tengas fiebre porque
estás...congelado. ¿Seguro que comiste?

—Tú me viste hoy. Todos comimos antes de ir a la iglesia.

—¿No te sientes enfermo, cielo?

Nuevamente el chico negó, provocando que sus mechnes mojados se peguen en los lados
de su rostro. Le estaba mintiendo, y se sentía pésimo por ello: él jamás le había mentido a
su madre.

—Me voy a cambiar —Murmuró, sentándose lentamente, parpadeando con lentitud e


intentando acostumbrarse al vértigo.

Su madre se puso de pie, caminando hacia la puerta—. Intenta mantener tu brazo quieto o
la temperatura no saldrá bien —Advirtió antes de salir de la habitación, dándole espacio a
su hijo.
Jungkook suspiró, refregando sus ojos con sus débiles y pálidas manos antes de abrir los
cajones de su mueble, buscando uno de sus pijamas: una camiseta gris, un pantalón holgado
a cuadros del mismo color, y unos largos calcetines blancos. Fue un poco difícil no mover
el termómetro, pero omitiría aquello a su madre.

Finalmente secó su cabello con su toalla y dejó la ropa sucia en el cesto de la esquina del
cuarto, dirigiéndose nuevamente hacia la cama y recostándose. Observó a su alrededor con
paranoia cuando una silueta oscura se hizo presente por el rabillo de su ojo, y no dudó en
tomar el crucifijo con rapidez, pasando la cadena por su cabeza.

Su corazón dio un vuelco cuando la cruz de plata le provocó un fuerte ardor contra su piel,
sobresaltándolo un poco y obligándolo a usar el crucifijo fuera de la camiseta, más visible
para los demás.

Suspiró entrecortadamente mientras sus ojos se humedecían. ¿Alguien podría culparlo?


Lucía como si su vida fuese perfecta; madre comprensiva, padre cariñoso, hermana mayor
sobreprotectora, católicos religiosos viviendo en un humilde hogar y sin problemas,
¿verdad?

Pero no era así. Cada uno de ellos tenía un lado oscuro: su padre...era un buen padre, pero
definitivamente era un muy mal esposo. Hubo una vez, a sus catorce años, que no evitó
entrar al cuarto de sus padres cuando oyó un grito idéntico al de su madre. Ésta lloraba
mientras se sostenía una de sus mejillas con ambas manos, acorralada contra una de las
esquinas del cuarto por su padre, el cual parecía querer privarle cualquier espacio personal.
Cuando ambos vieron al pequeño, no dudaron en alzar la voz con rapidez, rogándole que
saliese de aquel cuarto.

Sus padres siempre le repetían que cuando quisiese pedir algo a Dios simplemente tenía que
rezar, hacerlo, y se cumpliría.

¿Dónde estaba Dios para ayudarlo cuando rogó que Seung no volviese a lastimar a Mi-
Suk?
La segunda vez que se preguntó a sí mismo algo similar fue cuando sus tíos visitaron a la
pequeña familia por segunda vez en el mes, llevando con ellos a sus tres hijos, los cuales no
parecían pensar en dejar en paz a Jungkook.

Todos ellos eran miembros importantes en la única iglesia del pequeño pueblo, coristas con
voces de ángeles caídos del cielo. Lucían como éstos, y no sólo por predicar o ayudar a
personas enfermas, si no porque lucían físicamente increíbles.

Jungkook se lamentaba cada día no ser como ellos: para un adolescente de su edad, era
mucho más bajo de estatura, y bastante diminuto. No es que cantaba terriblemente, pero no
sentía que tuviese una voz estupenda, y tampoco una actitud que a la gente le resultase
genial.

Se sentía la oveja negra de la familia...muy probablemente lo era.

Sin embargo, los primos de Jungkook también podían ser demonios disfrazados de
querubines, ya que le encantaban molestarlo de todas las maneras posibles: lo empujaban
cuando iba al frente, lo culpaban de malas actitudes que ellos tenían y se burlaban,
haciéndole sentir como si no fuese nada en la vida de nadie.

¿Dónde estaba Dios cuando oraba minutos antes de que sus primos lo visitaran, pidiéndole
cambiar para agradarles y poder, al menos, tener un amigo?

Namjoon y Jimin eran unos torpes que lo molestaban en la escuela. Ellos eran geniales -
según las personas allí- por usar diferentes peinados y haber sido adoptados por personas
con mucho dinero. También les encantaba usar a Jungkook como la descarga a sus diarias
frustraciones, culpándolo de los problemas que ninguno podía resolver.

¿Dónde estaba Dios cuando las personas eran crueles con él?

Pero, sorprendentemente, aquello no era lo peor. No, no.

Jungkook estaba enfermo, y el saberlo lo enloquecía lo suficiente como para estallar en


hiperventilaciones dentro del baño de la escuela. ¿Qué tenía? Homosexualidad: las mujeres
no le atraían para nada, ni siquiera cuando su madre lo obligaba a llevar al cine a Lee Ji-
eun, la hija del sacerdote. Esa chica era perfecta y, oh, Jungkook simplemente no sentía ni
un poco de atracción hacia ella.

Sabía que había algo malo con él, sabía que no podría darle a sus padres aquella familia
numerosa que tanto planeaban, y cada noche rogaba no tener que tocar a una mujer sin
sentir absolutamente nada. ¿Qué si algún día sucedía? Un hijo no era cualquier cosa y,
definitivamente, no tendría una farsa de familia. No sería como sus padres.

¿Dónde estaba Dios cuando rogaba ser normal?

Fue allí cuando todo se volvió un enorme remolino de un único problema: la escuela, lo
vulnerable que se sentía en ella, el como sus padres lucían desesperados por no ser
avergonzados ante las acciones de su hijo, "el maricón" y, aquellos disgustos siendo
provocados por sus primos, los cuales no dejaban de burlarse de su forma de ser, física y
mental. Su padre revelando su otro rostro, su hermana mayor fingiendo no notar el infierno
que vivían cada vez que visitaba y, por último, el único amigo que tenía, Dios, no parecía
querer oír lo que tenía que decir.

Así que decidió tomar sus propias decisiones: pasarse al lado oscuro, y probar más allá de
lo correcto. Iba a invocar al diablo, a probar que nada de lo que decía aquel libro que había
caído de una sección oculta en la biblioteca de su escuela era cierto, y que Dios sí estaba
escuchando. ¡Notaría lo que hizo, y solucionaría todo! Después de todo, según sus padres,
el ser celestial planea que uno no se pase al otro bando.

Sí, podría decirse que estaba intentando acorralar a Dios.

Pero le había ido mal: todo era real, y no podía estar más asustado.

Salió de sus propios pensamientos cuando su madre volvió a entrar al cuarto luego de unos
leves golpecitos. Caminó entre tarareos hacia la cama, sentándose a un lado de su hijo y
quitándole con cuidado el termómetro de debajo de la axila.

—Dominique-nique-... —Detuvo su tarareo cuando notó el resultado de la temperatura del


rizado, frunciendo su ceño antes de abrir sus ojos de más, acercando un poco más el objeto
a rostro.
Jungkook también frunció su ceño, sintiendo calor subir desde su estómago a su pecho y su
cuerpo más flojo de lo normal. Estaba asustado, realmente lo estaba.

—¿Mamá? ¿T-Tengo fiebre?

Mi-Suk parpadeó rápidamente antes de alzar su mirada a su pequeño. Lucía asustada, algo
ausente, pero no tardó ni cinco segundos en comenzar a reír nerviosamente, sonriendo
mientras sacudía el termómetro.

—Ah, que extraño. Creo que esta cosa está rota o algo —Comentó con gracia—. Me
marcaba como si no tuvieses temperatura, amor —Nuevamente, posicionó el aparato
debajo de la axila de Jungkook, sosteniéndolo del brazo para que no lo moviese—. Intenta
no moverte, y mientras podríamos orar a Dios para que no tengas fiebre, ¿no? Te hará sentir
mejor.

Jungkook amaba orar con su madre, era algo que lo tranquilizaba, pero el nudo en su
garganta era lo suficientemente fuerte como para siquiera poder pronunciar palabra.

Tragó saliva con fuerza—. No me moví... —Susurró, bajando la mirada a las mantas y
suspirando entrecortadamente.

Sabía que algo andaba mal.

Pasaron los minutos y Mi-Suk se había mantenido orando a un Dios que, al parecer,
continuaba sin querer oír las plegarias de su hijo. Una vez lo sacó de debajo de la axila de
éste último, observó la temperatura y, en tan sólo unos segundos, palideció.

Jungkook se inclinó e intentó ver cuál era la temperatura que marcaba, pero su madre fue
más rápida, poniéndose de pie de manera brusca.

—Voy a buscar otro.

Y salió a pasos torpes de la habitación de su hijo, subiendo los escalones apresuradamente.


Nuevamente estaba solo, y la paranoia le carcomía la mente, al punto en el que cubrió sus
ojos con ambas manos y tarareó una canción de Frank Sinatra, su cantante favorito.
Se sobresaltó al oír unos pasos, bajando sus manos y tranquilizándose un poco al notar que
se trataba de su madre, la cual tenía otro termómetro en su mano izquierda. Observó cada
movimiento de la mujer mayor hasta que posicionó el aparato nuevo debajo de su axila. Se
acercó y lo envolvió en sus brazos, comenzando a rezar en voz alta y con los ojos cerrados.
Jungkook hubiese sentido tranquilidad si no estuviese tan nervioso.

—...cura a Jungkook para que pueda tener fuerzas y sentirse mejor en este hermoso día. Tu
fuerza es increíble, señor...

Se detuvo en cuanto el reloj de la pared marcó la hora exacta, apartándose y tomando el


termómetro de debajo de la axila de su hijo. Las manos de Mi-Suk comenzaron a temblar a
la par que su respiración se entrecortaba y dejaba caer el objeto.

—¿Mami? ¿Qué pasa? —Sollozó Jungkook secamente. Ya era normal en él asustarse y


comenzar a lagrimear; era muy sensible —. ¿Qué tienes?

Ni siquiera recibió una respuesta, luciendo perdido cuando su madre corrió fuera de la
habitación a los gritos.

—¡SEUNG! ¡SEUUUUUNG! ¡AL AUTO! ¡VE POR EL AUTO! ¡HAY ALGO MAL
CON JUNGKOOK!

—Bien. ¿Jeon Jungkook? —El nombrado asintió con timidez hacia el Doctor Choe —. Tu
temperatura está bien. Solo te ves un poco mal porque aún no has ingerido azúcar, ¿verdad?
—Se mantuvo callado ante aquella pregunta, porque sí lo había hecho —. Te recomiendo
comprar una caja de jugo de naranja y algún dulce. Chocolate, una paleta...lo que sea. Te
sentirás mejor y notarás que no es nada grave —Le sonrió ampliamente.

Daba un poco de miedo, incluso si era aquel doctor con el cual se atendía desde pequeño.

—¿E-está seguro que no tiene nada? —Su madre tartamudeó ante los nervios —. Podría
jurar que parecía...p-parecía muerto, incluso el termómetro lo demostró —Se abrazó a su
esposo, el cual la acunaba en su pecho. El doctor Choe los observó de inmediato, viéndolos
de arriba abajo mientras alzaba ambas cejas. Por un instante, aquello hizo pensar a
Jungkook que el hombre notaba la hipocresía en el matrimonio pero, ¿Cómo podría
saberlo?
—Señor y señora Jeon, les aseguro que su hijo está bien. Es un caso extraño, lo admito,
pero está en perfectas condiciones. Para que se queden tranquilos, tienen que saber que
estamos aquí, y que si algo similar llega a suceder pueden venir. Lo atenderemos de
inmediato y le brindaremos una camilla para mantenerlo veinticuatro horas en observación,
¿está bien? —Asintió —. ¿Les parece justo?

Los Jeon estuvieron de acuerdo, incluso Jungkook. Cuando se despidieron del hombre,
pudo jurar que éste último vio al azabache de manera fija, con sus ojos volviéndose rojos, y
sus pupilas dilatándose, pero ignoró aquello. ¡Estaba paranoico! Solo era eso.

Mientras caminaban por el pasillo del hospital, sus padres decidieron que era buena idea el
que comprase un jugo de naranja en una pequeña tienda del edificio, y así no tendría
malestar en cuanto estuviesen en la casa. Mi-Suk le dio un billete y caminó rápidamente
hacia el puesto, pidiéndole a una anciana lo que necesitaba. Le entregó su billete y tomó la
cajita junto al pequeño sorbete, agradeciendo antes de dar un sabroso trago.

<< Quítatelo. Quítatelo ahora... >> Fue un susurro claro y escalofriante, como si alguien
estuviese realmente cerca de su cuerpo.

Sin embargo, cuando observó a su alrededor, no había más que dos mujeres con niños
inquietos, y su familia esperándolo en una esquina, a la salida del hospital.

Se sobresaltó un poco cuando sintió a alguien jalar del pantalón de su pijama, pero cuando
llevó su mirada hacia abajo no pudo evitar sonreír tímidamente hacia uno de los niños.
¡Amaba a los niños! Y se lamentaba, porque no tenía a ninguno a su alrededor.

—El hombre de negro quiere que te quites eso —Dijo éste, apuntando hacia su cuello.

Jungkook frunció el ceño, viendo a su alrededor antes de bajar la mirada a su collar. Su


sonrisa se borró de inmediato, y el miedo se reflejó en su rostro mientras llevaba,
nuevamente, la mirada al niño, el cual continuaba repitiendo la misma frase, sin dejar de
apuntar hacia el crucifijo sobre su camiseta.

Giró sobre sus talones y caminó apresuradamente hacia la salida del hospital, sin girarse ni
un momento a ver qué había detrás suyo, o si aquel hombre de negro realmente se
encontraba allí.+
Lo único que había notado y lo había dejado más pálido de lo normal era una sombra
oscura que seguía a la suya por las paredes: Alta y oscura.

Y aquello no era paranoia.

II: ´´DIOS TE BENDIGA´´

Había pasado un día de lo ocurrido, de aquel extraño accidente en donde Jungkook no


murió pero parecía como si así fue, y en el cual un niño le dijo que se deshiciese del
crucifijo. A ello se le sumaba el sentir una presencia observándolo fijamente, oír pasos
detrás suyo y el molesto pitido en su oído izquierdo. ¿Qué podía decir en su defensa?
Absolutamente nada. Él se lo había buscado, él lo había querido y, si había funcionado, aún
lo quería.

Sin embargo, estaba asustado...y no se quitaría el collar.

Según investigó en el libro donde estaba la invocación, una vez que se le ignoraba al
espíritu, éste se aburriría y, eventualmente, se iría por su cuenta. ¿Acaso el mismísimo
Diablo se iba? ¿Acaso Jungkook necesitaba recurrir a un curandero o algo así? No.

¡Por supuesto que no! Iba a ser valiente, iba a acostumbrarse a vivir con una mirada
encima, con un irritante pitido en su oreja, e iba a olvidar toda esa extraña resurrección.
Fingiría que no vio el color sangre en los ojos de su doctor, y que el niño del hospital tenía
algún tipo de enfermedad mental, la cual lo hacía alucinar y ver cosas que no estaban
allí. ¡Tal vez podría mentirse a sí mismo y pensar en que estaba enfermo mentalmente,
también! Y lo hizo.

Fue entonces aquel día, el segundo -para ser exactos-, al cual Jungkook maldijo/bendijo de
por vida.
Los Jeon se dirigían a la iglesia en el Triumph Herald verde de Seung. El azabache llevaba
puesta su ropa casual: camiseta blanca, abotonada hasta el cuello y dentro de unos
pantalones cortos, negros. Unos calcetines blancos cubrían sus piernas hasta sus rodillas, y
los kickers negros con abrojo lo hacían ver elegante. Cualquiera diría que tenía aspecto de
niño de diez años para su edad, pero así era la ropa que su madre compraba para él, y al ser
de contextura pequeña era aún más confuso.

Estaba bien, porque la mayoría de las personas en Holmes Chapel vestían así, incluso si en
su escuela creían que lucía como un idiota por no llevar lo que la mayoría de chicos de
dieciocho años llevaban.

Yi-Seul lucía muy bonita con su vestido por las rodillas y zapatos planos; toda de blanco.
Su madre iba exactamente igual, con el cabello suelto de manera preciosa, y su padre iba de
camisa blanca y pantalón negro, recién salido de la ducha.

Todos oían una -obviamente religiosa- melodía que le daba gusto oír a la familia, e incluso
se la sabían, pero no eran lo suficientemente exagerados como para cantarla al unísono.

Bueno...un poco.

—Oh-oh —Jungkook murmuró mientras observaba por la ventana un accidente que había a
lo lejos, en un borde de la carretera la cual su padre conducía.

Yi-Seul intentaba observar por la ventana de su hermano mientras Mi-Suk tapaba sus ojos y
murmuraba en voz baja algo inentendible. Seung frunció su ceño y manejó a más
velocidad, intentando pasar rápidamente para que ninguno sintiese tristeza o impresión.

Jungkook se acercó más a la ventana, curioso, observando a través del vidrio cuando
estuvieron frente al desconocido auto hecho trizas, y el tiempo pareció ir más despacio
mientras presenciaba una figura totalmente negra, alta, de hombros anchos y con algo largo
en su mano. Estaba de pie a un lado de uno de los cuerpos en el suelo, e incluso si sus ojos
no podían verse, el azabache sabía que, al menos por un momento, tuvo aquella
escalofriante mirada sobre él. Ningún oficial o enfermero pareció notarla, pasando de ella
como si no estuviese allí, siendo imposible de ocultar.

¿Aquella era la cosa que había llamado?


Rápidamente volvió su vista al frente y tragó con fuerza la bilis que subía por su garganta,
pretendiendo que todo estaba bien. Nada ni nadie podría quitar aquella imagen de su mente:
al hombre ensangrentado, con su vista perdida y piel algo morada. A los enfermeros y
policías hablando entre ellos, mientras aquella figura estaba allí...como si nada.

—Mamá, Jungkook está raro —Advirtió Yi-Seul, viendo a su hermano menor de manera
extraña, apartándose un poco para no ser vomitada.

Mi-Suk se asomó entre los asientos delanteros con rapidez, y Seung se limitó a ver a su hijo
por el espejo retrovisor, intentando disimular la preocupación.

—Kook, bebé. ¿Te sientes bien? ¿Quieres que nos detengamos por un momento? —
Preguntó la mujer de manera dulce pero, de pronto, lucía asustada. Se volteó rápidamente
hacia su marido—. Si es que se puede, claro.

Aquella pregunta indirecta lo hizo querer vomitar aún más. Negó rápidamente, bajando la
mirada y respirando muy profundo.

—Está bien, hijo —Está vez fue Seung quien habló, ignorando la pregunta de su esposa.
Giró el volante hacia la izquierda, comenzando a conducir lentamente para poder
estacionarse en algún sitio libre, frente a la iglesia—. Llegamos. Pídele a Dios que te haga
sentir mejor, él va a escucharte.

Jungkook quería explicarle que no era así, que Dios ya no iba a escucharlo nunca más, pero
solo asintió y se bajó rápidamente del vehículo cuando éste se detuvo.

Todo le daba vueltas,y para prevenir un desmayo tuvo que apoyarse un momento en un
tronco de un árbol. Respiró profundo un par de veces bajo la atenta mirada de su hermana,
y comenzó a caminar hacia la iglesia a pasos lentos. Su mirada se dirigió hacia la puerta del
establecimiento, y leyó lo que decía sobre ésta: "La casa del señor".

Mala idea.

Comenzó a sentir un leve dolor en su cabeza, y su estómago se contrajo lo suficiente, al


punto de que ni siquiera tuvo tiempo para llamar a alguno de sus padres. Se inclinó hacia el
suelo y comenzó a vomitar sobre el pavimento entre espasmos, justo en la entrada sagrada.
Su madre acudió rápidamente, exclamando su nombre, asustada mientras sostenía a su hijo
para que éste no cayese al suelo. La gente que pasaba por allí para entrar a la iglesia
observaba la escena con cierto asco y pena, cosa que Jungkook podía notar incluso si se
encontraba escupiendo hasta sus pulmones, y lo hacía querer morir allí mismo por la
vergüenza.

—Cariño... —Se lamentó Mi-Suk, viendo con desesperación el que su hijo no paraba de
vomitar ni por un segundo, apenas teniendo tiempo para inhalar nuevamente.

Para Jungkook se sentía como si no estuviese vomitando absolutamente nada, porque ni


siquiera lucía como comida. Más bien, era algo transparente e indescifrable. Sentía como si
alguien le estuviese dando puñetazos en el estómago, dejándolo sin fuerzas para inhalar.
Fue tanta la desesperación que no evitó caer de rodillas, jalando la falda del vestido de su
madre, pidiéndole ayuda.

La mujer había comenzado a llorar, presa del pánico mientras sollozaba el nombre de su
marido. Yi-Seul observaba con desesperación a su alrededor al notar el rostro bordó de su
hermano.

—¡Papá! —Llamó ésta al hombre, el cual lucía impactado ante la situación—. ¡Haz algo
ahora! ¡Llevémoslo al hospital!

Seung reaccionó de inmediato ante los reclamos de su hija, caminando rápidamente hacia
Jungkook, tomándolo por debajo de los brazos y llevándolo hacia un sitio más apartado de
la iglesia, en dirección a su vehículo.

Una vez los pies de Jungkook estuvieron fuera de la acera del lugar sagrado, las náuseas
junto al dolor desaparecieron, y fue capaz de inhalar profundamente, parpadeando con
lentitud mientras sentía como su padre lo sentaba en el asiento trasero del coche y le
abanicaba su rostro con la mano. No había sido difícil cargarlo, era tan ligero como una
pluma.

—Tranquilo, Kook. Vas a estar bien. ¡Yi-Seul! Toma —Sacó dinero de su bolsillo trasero y
se lo entregó a su hija —. Haz algo por tu hermano y compra una botella de agua. También
alguna golosina.
Ésta lo observó por un momento antes de asentir, tomando el dinero y corriendo hacia la
pequeña tienda que había a la vuelta de la calle.

—Estás mejor. Ya puedes respirar, ¿vale, hijo? No tienes de qué asustarte. Fue un momento
horrible, pero ya ha pasado.

Jungkook sollozó de manera seca cuando una inevitable tristeza invadió su pecho, pero no
fue capaz de soltar lágrimas, como tanto deseaba. Seguía asustado, pero agradecía un poco
la amabilidad con la cual su padre lo estaba tratando; como si fuese un niño, aunque él
mismo sabía que -en parte- lo seguía siendo. Tan solo un mes atrás había cumplido sus
dieciocho años.

Quería volver en el tiempo y cambiar lo que había hecho. Si sabía que se sentiría de aquella
forma, definitivamente hubiese esperado una respuesta de Dios. ¿Será que éste último
podría brindarle ayuda ahora?

Su padre lo observó fijamente antes de acariciarle la mano con lentitud a la par en la que el
azabache alzaba su mirada. Ambos se observaron fijamente antes de que Jungkook bajase
su mirada a su propia vestimenta, notando lo sucia que estaba. No podía entrar así a la
iglesia.

No quería entrar a la iglesia.

—Quiero ir a casa —Murmuró, parpadeando y dejando caer las dos únicas lágrimas que
fluyeron de sus ojos.

Creyó que su padre lo obligaría a entrar, o a ir a un hospital, pero no lo contradijo.

Una vez Yi-Seul le entregó las cosas y se aseguró que su hermanito estuviese bien, Seung
le avisó a las mujeres de la familia que llevaría a Jungkook a la casa y permanecería allí
para cuidarlo por si algo sucedía. Ambas estuvieron de acuerdo, comenzando a caminar
hacia la entrada de la iglesia y sorprendiéndose al encontrarse con el cura de ésta de pie
justo a un lado.

—Padre Jonghyun. ¿Cómo se encuentra en un día tan hermoso como hoy? —Claramente
Mi-Suk no creía que fuese el día perfecto, pero aquello era lo que necesitaba aparentar.
El hombre de aproximadamente cincuenta años les dedicó una leve sonrisa —. Muy bien,
gracias. Entren, entren. Son más que bienvenidas, incluso sin los hombres de la casa.

Yi-Seul intentó no opinar sobre aquel comentario, y ambas se adentraron a la iglesia. El


padre Jonghyun continuó allí, de pie, notando como Seung cargaba a su indefenso y
debilucho hijo hacia el asiento copiloto. Un suspiro escapó de sus labios al notar como una
sombra pisaba los talones de los Jeon.

Más bien, de Jungkook.

Alzó su mano cuando cruzó miradas con éste último, trazando el símbolo de la cruz en el
aire. —Dios te bendiga, Jeon —Murmuró, y creyó que estaría más a salvo de lo que fuese
aquella sombra dentro de la iglesia.

Sin dudarlo, se adentró a ésta, y decidió olvidar el asunto por completo.

Luego de una sopa que su padre le había preparado, ya se sentía mucho mejor.

"Fly me to the moon, let me play among the stars.

Let me see what spring is like on Jupiter and Mars.

In other words, hold my hand.

In other words...baby, kiss me."and.

In other words...baby, kiss me."

Nuevamente estaba en su cuarto, y mientras oía a Frank Sinatra en su tocadiscos con el


permiso de su padre -ya que no tenía permitido oír otra música que no sea religiosa-, fue lo
suficientemente inteligente para apagar todo, esconder su vinilo en una caja, bajo su cama,
cuando pudo oír en el piso de arriba a su madre, hermana y más personas adentrarse a la
casa. Suspiró profundamente...
...he aquí su adorable familia.

Volvió a recostarse, cubriéndose con las cobijas hasta la cabeza, fingiendo estar dormido.
Su madre no tardó absolutamente nada en entrar a su cuarto, llamándolo y provocando que
la observase con inseguridad. Ya sabía lo que preguntaría, y no podría negarse.

—Oh, mi amor —Mi-Seuk se lamentó, acercándose a la cama para sentarse en la orilla y


abrazar a su hijo—. Cielo, lo siento. Realmente no podía faltar a la iglesia pero, ¿te sientes
mejor? ¿Necesitas ver un doctor?

Jungkook negó rápidamente, dedicándole una sonrisa a su madre para tranquilizarla. Era
tan dulce... —. No, mami. Estoy bien, me siento muy bien.

<< Mentiroso. >>

Aquel susurro lo hizo ponerse algo pálido, pero supo fingir lo suficientemente bien para
que la mujer tan solo lo observase con duda, sonriendo muy rápidamente.

—Le he pedido a Dios por ello, y con todas mis fuerzas. Tengo mucha fe, ¿sabes? Por
supuesto que ibas a sentirte bien —No desconfió ni un momento de sus propias palabras,
dejando un beso en la frente de su hijo, el cual sí desconfió —. Vale. Ya que estás bien
necesito que subas y saludes a tu familia.

La sonrisa en los labios del azabache se borró, siendo reemplazada por un leve pucherito
mientras observaba a un punto fijo en la habitación. No quería, realmente no, pero luego de
oír aquel susurro y estar todo el día moribundo, lo mejor era tener compañía.

—Oh. Vamos, bebé. Solo unos minutos, ¿si? Luego puedes venir aquí, o ir a cualquier
lugar de la casa. ¿Por mí? Anda.

Y no pudo resistirse.

Se puso sus zapatos a pesar de continuar en pijama, se peinó y tomó la mano que su madre
le tendía, siendo guiado fuera del cuarto y escaleras arriba.

Una vez llegó a la sala, notó que su padre hablaba amigablemente con sus tíos, ofreciéndole
una bandeja de muffins que Mi-Suk había cocinado a petición de su esposo. Todos tenían
sus respectivos tés o cafés, luciendo como una imagen digna y perfecta de una merienda.
Yi-Seul estaba charlando con su tía, y los primos de Jungkook estaban sobre uno de los
sofás, conversando.

El azabache saludó educadamente a cada uno de ellos, ignorando apenado el como éstos
fingían arcadas, ruidos de llanto y más arcadas.

El crucifijo en su cuello comenzaba a hacerle picar, ardiendo, incluso por encima de su


camiseta, y en todo momento en el cual sus primos se burlaban de él, la cadena se calentaba
a tal punto que hacía suspirar a Jungkook muy lastimosamente.

Todo hubiese sido mejor si no lo hubiesen molestado tanto porque, de un momento a otro,
fue como si algo lleno de ira se instaló en su pecho, obligándolo a hablar sin piedad.1

—¡Jungkook! —Su madre lo regañó, alzando su voz y luciendo completamente molesta.

Rápidamente señaló hacia la puerta que llevaba al sótano, a su habitación, y el azabache ni


siquiera necesitó oír la continuación de su llamado. Murmuró una disculpa antes de girar
sobre sus talones y escapar escaleras abajo.

Una vez dentro de su cuarto tuvo que cerrar la puerta rápidamente al oír la discusión de sus
tíos con sus padres por lo que le había nacido decirles a sus primos:

"¡Ya verán! ¡Todos los que se burlan de mí las van a pagar! ¡Dios no es el único que ve
todo, hay alguien debajo que vendrá muy pronto!9

Esa tontería había enloquecido a todos en la casa.

Pero Jungkook no tenía la culpa. Demonios, no. Él le había rogado a Dios cada día para no
volver a recibir burlas de parte de sus primos, por cambiar para no ser lastimado, pero nada,
absolutamente nada lo había hecho: todo continuaba igual.

Dios no lo ayudó, el chico se sintió solo y...acudió a otras entidades.

Nada había ocurrido aún, pero Jungkook podía sentirlo: aquella presencia de algo que
desesperadamente quería salir, pero se lo impedían. Era como tener a alguien respirando
sobre su nuca, y aquella necesidad de observar detrás de sí al sentir una fija mirada en la
parte trasera de su cabeza. Los escalofríos lo estaban volviendo loco, a cada minuto y sin
parar.

No importaba, porque Jungkook podría soportar cualquier cosa que le hicieran con tal de
comprobar que algo más existía, pero ahora mismo se encontraba muy triste, sin necesidad
de notar aquellos síntomas que probarían lo irreal.

Se tiró sobre su cama, no sin antes deshacerse de sus zapatos, en posición fetal y temblando
por las fuertes ganas de llorar que lo estaban invadiendo. Había algo que no le permitía
respirar, ¿serían los nervios? No lo sabía, pero se sentía como si unas manos estuviesen
aferradas a su cuello, las cuales, de vez en cuando, le daban unos suaves masajes pero,
inesperadamente, lo apretaban tan fuerte al punto en el que necesitaba jadear por aire.

Con su ceño fruncido no pudo evitar sentarse lentamente, permitiéndose soltar algunas
lágrimas y comenzando, nuevamente, a jadear por oxígeno. No lo entendía, pero se sentía
como si su garganta se estuviese cerrando.

Él no era alérgico a nada pero, entonces, ¿qué le sucedía?

Quiso gritar, llamar a sus padres, pero su voz se perdió en el mismísimo aire. Abrió los
primeros botones de su camiseta blanca, entrando en pánico cuando notó que nada parecía
querer cambiar. Debido a la desesperación, no tuvo más opción que quitarse el collar de un
tirón, levantándose de la cama y dirigiéndose a la pequeña ventana que casi llegaba al
techo. Era imposible abrirla, incluso para una persona alta.

El aire volvió repentinamente, pero fue tarde para no sentir el potente mareo: sus ojos se
cerraron y su cuerpo se balanceó hacia atrás, creyendo que caería al suelo, pero siendo
sorprendido por unos fuertes y cálidos brazos sosteniéndolo desde detrás. El cálido aliento
de la otra persona -es decir, eso es lo que esperaba que sea- chocó contra su cuello,
haciéndolo tranquilizarse y ponerse nervioso a la par. No sabía quién era pero lo
sospechaba, y aquello...

...aquello le ponía los pelos de punta.

—Te tengo —Le susurró una voz escalofriante, provocando que sintiese una extraña
sensación en su pecho.
Los brazos de aquel cruel supuesto mito lo hacían sentir bien, incluso emanando malestar
hasta por los poros.

No se sentía asustado. Sin embargo... ¿debería?

Tendría que averiguarlo.

III: ´´MAL PERSONIFICADO´´

La respiración de Jungkook aumentó al igual que su ritmo cardíaco, e incluso sintiéndose


como si estuviese muerto, podía jurar que sí no moría allí mismo era por pura suerte.

Algo acarició su cuello, y luego algo sostuvo sus caderas, manteniéndolo en su lugar. De
todas formas, no se movería. Bajó la mirada y, a pesar de estar congelado por el miedo,
pudo procesar que aquello que sostenían sus caderas eran manos repletas de extraños
anillos de oro. Manos de hombres, manos humanas...

¿Acaso aquella cosa detrás de sí era humana? Sintió un aliento cerca de su oreja derecha,
provocando que su piel se erizase por completo y obligándolo a cerrar sus ojos con fuerza.

—No podía esperar a que te quitaras esa mierdecilla del cuello —Era una voz normal,
incluso muy suave, baja. No había nada maligno, pero había algo en ella que le provocaba
escalofríos.

Tal vez era la tranquilidad, o el silencio ensordecedor que se formaba cuando se hacía
presente, a excepción del pitido en su oído izquierdo.

El aliento de Jungkook se entrecortó al caer en la realidad: Iba a morir...realmente iba a


hacerlo.

—¿Listo? —Intentó tragar saliva, pero apenas podía pasar aire por su garganta.

Aquella cosa iba a girarlo, e iba a asustarse, porque nada bueno podría esperarse del diablo.
Nada bonito, ni angelical. Solo perturbador y horroroso.
Continuó con sus ojos fuertemente cerrados en cuanto las manos en sus caderas ejercieron
una suave presión, volteándolo hasta estar frente a la criatura. Tan solo se oían sus
respiraciones, y las pisadas en el piso de arriba.

Debía de abrir sus ojos y enfrentarlo. Ya era demasiado tarde.

Lentamente lo hizo, y el aliento quedó atascado en su garganta, admirando al mal


personificado frente su diminuto cuerpo. No lucía como aquella criatura roja, con cuernos y
una larga cola, la cual había visualizado en su mente. Tampoco había un espantoso e
infernal rostro, o aquella cosa que había visto en la carretera, camino a la iglesia.

Definitivamente había algo, pero nada horroroso...simplemente era un humano.

El humano/demonio más precioso que jamás había visto.

Tés morena, figura alta y delgada. Su cabello era corto, lacio y oscuro. Sus labios eran
finos, rojizos, con una nariz corta, mandíbula marcada, cejadas arqueadas y, Dios bendito,
sus ojos; tan celestes como el cielo, aparentando en éstos un bello hogar de ángeles. Sin
embargo, un cuarto del color era de un bordó, en el cual -muy probablemente- se
refugiaban miles de almas. Sus pupilas estaban dilatadas, pero eran los ojos más hermosos
que Jungkook alguna vez admiró.

Sin embargo, no pudo hacerlo por mucho tiempo, porque cuando sus miradas se
encontraban, el pitido en su oído izquierdo aumentaba, al punto en el cual creía que su
cabeza estallaría.

Vale, daba miedo. Claramente podía sentir el malestar al estar a una distancia cercana, y su
expresión le daba escalofríos. Bajó la mirada a la vestimenta de aquel hombre: llevaba una
camiseta abotonada hasta arriba, de mangas largas y negra. Unos pantalones comunes,
también negros, y zapatos muy lustrados. Lucían nuevos y, obviamente, del mismo color
que toda su vestimenta. Los anillos de oro en cada uno de sus dedos le brindaron confusos
recuerdos, los cuales no sabía si eran propios. Había visto a alguien así, con muchas joyas,
pero no recordaba cómo, ni dónde.

Tampoco quería.
El hombre ladeó un poco su cabeza, alzándola levemente con superioridad. Jungkook no
estaba totalmente seguro de si se encontraba impactado por el miedo o por la belleza de lo-
que-sea-que-fuese frente a él.

—¿Cómo es que un niñito como tú ha invocado a alguien como yo? —Asintió


lentamente—. Debe ser importante.

Jungkook continuó sin decir nada, con los labios entreabiertos, aún intentando respirar
adecuadamente.

<< ¡Di algo, tú, torpe! >>

Una brusca inhalación de su parte provocó que el supuesto rey de las tinieblas fingiese
sorprenderse, alzando ambas cejas, manteniendo una perfecta neutralidad en su bello rostro.

—Y-yo...

Fue interrumpido por unos fuertes golpes en la puerta de su habitación, haciéndolo


sobresaltar y observar en aquella dirección, intentando ignorar la mirada del hombre frente
a él sobre sí mismo.

—¡Hey, primo! ¿Sigues conversando con el diablo? —Las risas de los tres adolescentes se
hicieron presentes—. Dice tu madre que subas a comer pastel, y tenemos una rebanada para
Sati, también.

—Y para cualquier amigo imaginario que desees tener.

—Porque los maricones no tienen amigos reales —Y más carcajadas.

Los enormes ojos verdes de Jungkook no tardaron en llenarse de lágrimas mientras su labio
inferior temblaba al intentar contener un desconsolado llanto. Sentía que todo llegaba de
manera abrupta, y no tenía siquiera un momento para respirar apropiadamente.

Allí fue cuando el diablo llevó su mirada hacia la puerta —. Los castrati -Murmuró, y a
pesar de que Jungkook no comprendió aquel término, asintió lentamente para que el Señor
Diablo -según él- no sintiese que no lo había oído.

Era chistoso el cómo intentaba ser amable hasta con el supuesto ser más vil de la existencia.
Los primos del azabache continuaban haciendo comentarios hirientes, y debido al miedo
junto a la humillación le fue casi imposible no soltar un sollozo silencioso, cerrando sus
ojos con fuerza mientras su cuerpo temblaba aún más. El diablo pareció notarlo en aquel
momento, pero por supuesto que sabía del malestar de aquel adolescente.

Simplemente estaba embriagándose con el aroma de su angustia y dolor.

—Hey, no. No, no, no. Shh... —Masajeó con sequedad la espalda baja de Jungkook, al cual
continuaba sosteniendo—. No hay que llorar. No somos unos cobardes para llorar,
¿verdad? —No estaba de acuerdo con aquel comentario pero, debido al terror, se encontró
negando lentamente con la cabeza, sorbiendo su nariz y limpiando sus mejillas mojadas con
rapidez antes de alzar un poco su rostro.

El diablo continuó viendo fijamente la puerta, aún con aquella neutra expresión. ¿Estaba
pensando? ¿Qué era lo que pasaba por aquella mente superior?

Finalmente su mirada fue hacia el azabache, el cual se sobresaltó un poco, observando sus
propios zapatos.

—¿Qué tal si hago que se caguen encima? —Incluso si continuaba usando el mismo tono
de voz, Jungkook podía sentir la emoción en sus palabras—. Será divertido.

La situación era perturbadora, y su cuerpo se tensó aún más cuando una de las manos del
rey del inframundo se alzó a un lado de su propia cabeza, chasqueando sus dedos con
rapidez. Lo que se oyó a continuación fueron sonidos verdaderamente desagradables,
seguido de preguntas:

—¿Qué es ese olor tan nauseabundo?

—...me hice encima.

—... ¿Eh?

—¡Joder!

—¿Tú tamb-? —Un breve silencio—. Oh.


Los pasos apresurados hacia el piso de arriba no pudieron evitar que un par de confusas
risas escapasen de los labios de Jungkook, seguido de las exclamaciones de su tío, el cual se
quejaba de la comida que fue servida al enterarse lo que les había sucedido a sus hijos.

El diablo sonrió de lado en cuanto el azabache tuvo que cubrir su boca con ambas manos,
intentando ocultar la gracia que le había provocado aquella situación, muy sonrojado.

—¿Has oído? Fue divertido —Murmuró el hombre, soltando las caderas del niño y
girándose, caminando lentamente por la habitación, luciendo como si la estuviese
inspeccionando—. No es que haya sido divertido solo porque se cagaron, si no también
porque...se siente bien cuando avergüenzas a alguien que lo merece —Se detuvo en un
rincón de la habitación, girándose hacia el azabache y clavando su mirada en éste—.
¿Verdad?

—Yo...n-no lo sé —Logró decir el mundano entre pobres tartamudeos, encogiéndose en su


propio lugar debido a lo intimidado que se sentía. Era cierto; jamás había avergonzado a
alguien, o al menos no intencionalmente.

Un fugaz pensamiento cruzó su mente, viendo a su alrededor, específicamente en el suelo,


buscando el crucifijo que anteriormente había arrancado de su cuello. Horas atrás había
sido como una pesadilla para él, pero su tía Rose se lo había obsequiado a los cinco años, y
desde entonces lo cuidaba con todo su corazón. Anteriormente era de su abuela paterna, y
su familia le había dicho que, debido a la fe en éste, aquella reliquia tenía mucho poder.

—Lo destruí.

Vaya poder.

Alzó su mirada hacia el diablo, el cual ya no tenía aquella preciosa sonrisa en su rostro.
Estaba serio, con la cabeza levemente inclinada hacia abajo, viéndolo fijamente. Jungkook
no se atrevió a discutir al respecto, pero sintió una puntada en su pecho. ¿Qué le diría a su
familia cuando no lo viesen con el crucifijo en su cuello?

—Ya no estás protegido —Volvió a hablar el hombre, sonando algo sarcástico mientras,
muy lentamente, se acercaba a su "presa". El nuevo juguete del diablo,
uno...completamente diferente. Jungkook emanaba inocencia por donde fuese, y no era una
falsa—. Tú me invocaste, y no tienes idea en lo que te has metido.

El chico azabache retrocedió lentamente—. Yo-...

El rey del inframundo detuvo su caminata para, segundos después, extender su mano
derecha, dándole a entender al humano que la tomase. Éste último, dudoso, nuevamente
temblando, se aproximó y lo hizo. El tacto quemó un poco mientras cientas de
perturbadoras imágenes se hacían presentes en la mente de Jungkook por menos de un
segundo. Fue tan rápido que incluso dudó que hayan sido reales, porque apenas podía
recordar una.

—Tú, Jeon Jungkook, eres la primer persona que me vende su alma de la manera más pura
que conozco. Sin embargo, ni tú sabes lo que has pedido.

El rostro del mundano se volvió aún más pálido. Aquello era cierto: Jungkook aún no
comprendía del todo el por qué había invocado a la vil entidad, sin embargo, también
notaba que, muy en el fondo de su pecho, estaba decidido por algo.

Sólo tenía que averiguarlo.

—Así como has sido un niño valiente al dejarme ahogarte cuando me aceptaste como tu
rey, serás un niño aún más valiente cuando duermas y esté en un rincón de tu habitación —
Dio un paso hacia Jungkook—. Cuando respires y me puedas ver de reojo, observándote —
Se detuvo, sin dejar de ver fijamente al mundano—. Voy a cumplir lo que pediste cuando
decidiste invocarme y, a cambio de eso...voy a llevarme tu alma.

Nuevamente, el silencio reinó en la habitación por unos segundos.

—Es importante que sepas que tu Dios ya no te protegerá nunca más —Alzó ambas cejas
mientras, muy lentamente, una de las comisuras de sus labios se elevaban—. Tú ahora eres
mío.

El arrepentimiento y horror recorrían cada parte del cuerpo de Jungkook, pero cuando
estuvo a punto de responder fue interrumpido por unos golpes en la puerta de su habitación.
Llevó su mirada rápidamente hacia ésta, y cuando quiso volver a observar al diablo frente a
sí, éste se había esfumado en el mismísimo aire.

Pero Jungkook sabía que estaba allí, lo veía de reojo, acechándolo.

Se había mantenido todo lo que restaba del día aferrado a uno de los brazos de su madre,
con la excusa de querer pasar el rato junto a ella. La ayudó a hacer la merienda, los
quehaceres y hasta la cena en cuanto se hizo de noche.

Una vez los platos estaban servidos, sentados en sus respectivos lugares, Seung sugirió que
sería buena idea el que Jungkook.

¡Sí, claro! ¡Jungkook amaría hacerlo! Lo había hecho anteriormente, solía gustarle.
comenzase a orar.

Pero ya no. Incluso la mención de algo así le revolvía el estómago, y ya no tenía la


protección de Dios. Estaba totalmente seguro que si decía algo iba a terminar vomitando a
lo loco.

—Yo...lo siento, papá. No me siento muy bien para hacerlo —Observó a su hermana
mayor, la cual lo observaba con preocupación—. ¿Podrías, Yi-Seul?

Ésta, encantada, no dudó ni un segundo en comenzar, entrelazando su mano con la de su


hermanito.

—Señor; gracias por la comida que nos das cada día. Te agradecemos infinitamente por
mantenernos juntos y brindarnos un plato en nuestra m-...

Afortunadamente, Jungkook pudo llegar al baño para vomitar, dejando un comedor limpio
y a sus padres muy preocupados.

Se arrodilló frente al retrete y, con tan sólo una arcada, el líquido transparente salió de su
boca. ¿Cómo era posible? Apenas había tomado algo durante el día.
Enjuagó su boca entre quejidos, intentando tranquilizarse y sin ver su reflejo en el espejo al
saber que, muy probablemente, el diablo estaba detrás suyo. Salió del baño y regresó a la
mesa, sentándose on cuidado. Yi-Seul había terminado de orar, estaba a salvo.

—¿Estás bien? —El azabache asintió lentamente antes de suspirar e intentar probar bocado.
Algo debía comer, aunque sea un trozo de vegetal.

Seung comentó cosas que su hermano le había dicho sobre la iglesia antes de la discusión
de ambos por el accidente de sus sobrinos. A Jungkook le hubiese encantado oírlo si no
fuese porque estaba volviéndose loco de manera silenciosa. Iba a morir. En unos días, o
semanas, su familia encontraría su cuerpo inerte en algún sitio. Tarde o temprano el diablo
se llevaría su alma, y jamás podría descansar en paz.

¿Era capaz de asimilarlo?

El crucifijo lo había protegido. ¿Acaso aquello significaba que Dios realmente existía? ¿Por
qué Dios quiso evitar el que Jungkook viese al diablo, cuando pudo haberlo evitado en
cuanto rogó un poco de ayuda? Era injusto como -incluso- lo sobrenatural jugaba con su
corazón.

Gracias a Dios -o quien sea-, la hora de ir a sus respectivas habitaciones había llegado. Mi-
Suk acompañó a su hijo al sótano, oyendo como éste rogaba por no dormir solo. Para el
azabache, luego de la invocación, su cuarto se había vuelto un lugar terrorífico. Sabía que al
estar solo el diablo iba a aparecer. ¡Iba a enloquecer! No podría dormir.

—Kook, no tienes nada que temer —Su madre lo obligó a entrar a la habitación. El
azabache llevaba su pijama puesto mientras se metía en su cama con rapidez, viendo a su
alrededor de manera paranoica. No había nadie, pero lo sentía—. Cielo, ¿viste alguna
película de terror? —Sospechó la mujer, frunciendo levemente su ceño—. Sabes que tu
padre no permite eso aquí.

—No. No es eso, mami. Hoy tuve...pesadillas —Se a cobijó con la ayuda de su madre, la
cual le acomodó los cabellos despeinados. Tenía que actuar normal, estaba siendo muy
obvio—. Estaré bien.
Mi-Suk rió ante el abrupto cambio de humor, acariciándole el rostro con dulzura a su hijo.
Éste último notó un hematoma oscuro en una de sus mejillas derechas, pero no dijo nada al
respecto. ¿Qué podía hacer? Nadie le creería.

—Oh, amor. No te preocupes, esas cosas que te asustan no existen —Jungkook solo tragó
saliva con fuerza, dejándose mimar cuando la mujer le apretó las mejillas con una mano,
provocando que su rostro luciese más relleno—. ¿Quién es mi bebé?

—Yo —Murmuró con vergüenza.

—Tú. Claro que si —Dejó un beso en la frente del azabache antes de ponerse de pie.
Jungkook sintió sus ojos humedecerse un poco mientras seguía los pasos de su madre, la
cual se dirigía hacia la puerta—. Dejaré la luz encendida, pero sólo por hoy.

Mi-Suk salió del cuarto, pero no cerró la puerta del todo, asomando un poco su cuerpo para
dedicarle una muy bella sonrisa a su hijo.

—Buenas noches, mi amor. Dios te bendiga, y sueña con angelitos —Finalmente se fue,
cerrando la puerta detrás de sí.

Un suspiro salió de los labios de Jungkook, seguido de un gimoteo asustado en cuanto la


luz del cuarto se apagó por sí misma. Rápidamente metió todo su cuerpo bajo las mantas, y
comenzó a llorar en cuanto unos lentos pero fuertes pasos se hicieron audibles en la
habitación, por alrededor de la cama.

No.

No debía de tener miedo, no debía.

...En realidad sí, pero ya había vendido su alma, ya estaba hecho.ç

Se destapó con rapidez, observando el cuarto oscuro, el cual estaba un poco alumbrado por
la luz de la luna menguante que entraba por la pequeña ventana, cerca de su techo.

—¿No duermes? —La cercana voz provocó que saltase un poco sobre el colchón,
sentándose rápidamente y negando.

Iba a responder, y lo haría bien.


—N-No... ¿tú?

—No.

Exhaló lentamente, aferrándose a las mantas y sintiendo sus mejillas húmedas. Había
comenzado a llorar y apenas lo había notado.

—... ¿Dónde estás? —Se animó a preguntar en un susurro casi inaudible.

—Mira la ventana —La respuesta fue inmediata.

Llevó su mirada hacia ésta, acurrucándose aún más en su lugar al ver la oscura silueta
delante de la luz que entraba a su cuarto. Podía notar que era el diablo por su cabeza, pero
le era imposible ver su rostro.

—Yo... —Nuevamente, comenzó a recostarse poco a poco hasta que su mejilla quedó
contra su esponjosa almohada—... ¿Podría dormir?

—Creí que no lo hacías.

La inmóvil figura y respuestas inmediatas le resultaban algo perturbador, y se preguntaba si


aquel ente maligno podía verlo a él. ¿Podría ver su espanto?

¿Se sentiría mal por ello? Jungkook no quería hacerlo sentir mal.

—¿Te gustaría...?—Sí, definitivamente había enloquecido. Dios, ¿qué estaba por decir? —.
Q-Quiero decir, ¿te importaría...? A ti... ¿Quieres recos...tarte a mi lado? Yo, uh, yo no
tendría...no tendría ningún problema.

No hubo respuesta alguna, simplemente silencio, y la figura continuaba inmóvil en su lugar,


como si nada hubiese sucedido. Jungkook creyó haberlo ofendido, y el suspenso del
silencio sólo lograba asustarlo más. Fue tanto el terror que no pudo evitar, nuevamente,
cubrir todo su cuerpo con las mantas y, finalmente, dejó salir todo el llanto que había estado
soportando durante todo el día.

Minutos después, no había podido evitar caer dormido en una profunda pesadilla, ajeno a la
mirada del diablo sobre sí.
Éste último continuó de pie en su lugar, manteniéndose con una expresión totalmente
neutra. Por primera vez en su existencia no supo qué decir, y aquel día, luego de que el
adolescente más inocente del planeta lo invitase a recostarse para que no estuviese
incómodo de pie...+

...aquel día algo latió en su pecho.

IV: ´´NIÑO FAVORITO´´

Unos fuertes golpes en la puerta de su habitación provocaron que sus ojos se abrieran muy
lentamente, intentando acurrucarse aún más entre las mantas, buscando un calor que sentía
perdido.

-Jungkook, cielo, arriba. Debes ir a la escuela -Oyó la voz de su madre provenir del otro
lado de la habitación-. ¡Despierta! Anda, bebé. Te preparé el desayuno -Lo siguiente que el
azabache oyó fueron pasos en la escalera y "Dominique" siendo reproducida nuevamente,
una y otra vez.

Sintió una mirada sobre él cuando intentó -nuevamente- conciliar sueño, recordando
haberse dormido en plena oscuridad, con el diablo de pie, frente a su cama, simplemente
observándolo. Le ardían un poco los ojos al haberse dormido entre un silencioso llanto, y el
pitido en su oído izquierdo le estaba sacando de quicio.

Pero al menos su alma continuaba en su cuerpo.

En cuanto sus enormes ojos verdes se abrieron, notó una figura vestida de negro sentada
sobre la cama, a su lado. Observó por unos pequeños segundos cada anillo en los largos
dedos del diablo, admirando los raros símbolos que apenas relucían de éstos. Temía alzar la
vista y observar el rostro contrario, pero una vez lo hizo, simplemente se encontró con una
firme mirada sobre él, y al hombre más hermoso de la existencia manteniendo un semblante
muy serio.
El pitido de su oreja aumentó cuando sus miradas se cruzaron por unos segundos, así que
tuvo que observar hacia otra parte de la habitación.

-¿Te asusté? -Ambas cejas del arcángel se alzaron, y su tono era tan sarcástico al punto en
el que Jungkook tuvo que morder sulengua con fuerza, recordando que no podría
responderle de manera grosera al mismísimo rey del inframundo.

Negó lentamente con la cabeza antes de suspirar, sentándose en la cama con lentitud antes
de bostezar. Estaba despeinado, le ardían los ojos y aún continuaba sintiendo el profundo
malestar. Su mirada se dirigió hacia el diablo, el cual simplemente lo observaba, sin
ninguna expresión en su rostro.

-Buenos días -Dijo éste último, y se inclinó hacia el mundano.

La respiración de Jungkook quedó atascada en su garganta mientras su cuerpo comenzaba a


temblar, temiendo lo que podría suceder. Sin embargo, jamás se hubiese esperado un suave
beso en su mejilla derecha.

Aún con la mirada en las mantas, formó una línea en sus labios cuando los presionó entre
sí, sonrojado y provocando una lenta sonrisa ladina en la boca del diablo.

-Puro...como el veneno.

-¡Jungkook! -Unos golpes en la puerta lo hicieron dirigir su mirada hacia ésta, y ni siquiera
le fue necesario voltearse para notar que el diablo ya no se encontraba junto a él

Suspiró, poniéndose de pie y tomando el uniforme de la escuela antes de dirigirse hacia el


baño, no sin antes avisarle a su madre que estaba despierto. Le costó un poco bañarse,
desnudarse, sin saber si el diablo se encontraba allí, escondido en alguna parte. Se duchó
rápidamente, lavando bien su cuerpo y buscando, de alguna forma, sentirse nuevamente
bien.

No funcionó.

Al salir, se secó y vistió. El uniforme no estaba tan mal: eran unos pantalones negros, al
igual que los zapatos, junto a una camisa blanca, abotonada hasta arriba y un suéter azul.
Sus cabellos estaban húmedos, y continuaba con su aspecto de muerto.
Comenzaba a acostumbrarse, y apenas llevaba pocos días de la invocación. Sonaba extraño
siquiera pensarlo, como si fuese de lo más normal del mundo tener al diablo acechando en
donde sea.

Ya habiendo terminado, se dirigió a su cuarto y preparó su mochila con sus deberes. Notó
que había algunos incompletos, pero antes de comenzar a lamentarse, recordó que la única
persona que lo trataba bien en aquel establecimiento era Kim Yu-gyeom, su compañero de
clases y amigo. Podría preguntarle.

Subió los escalones del sótano, con las correas de su mochila colgadas en sus pequeños
hombros, e intentó evadir el tocadiscos, pasando rápidamente por un lado de éste antes de
que la canción volviese a comenzar.

Una vez en la cocina, se sentó en una silla, con el desayuno sobre la mesa y su hermana
mayor en la silla del frente. Probablemente ésta lo había hecho, ya que su madre estaba
limpiando.

Comenzó a beber el té y comer un poco de pan, sintiendo que se volvería loco ante el pitido
en su oído izquierdo y la fuerte melodía Francesa en su oído derecho. Apenas podía oír su
propio masticar, y lo comprobó cuando Yi-Seul le arrojó comida en el rostro.

-¡Auch! -Se quejó, llevando su mano a su ojo derecho-. ¿Por qué hiciste eso? -Su hermana
mayor frunció su ceño, diciendo algo que Jungkook ni siquiera pudo oír. -¡¿EH?!

Su madre observó a su hijo con su ceño fruncido mientras pasaba por su lado, caminando
fuera de la cocina. Para el alivio de todos en la casa, la música del tocadiscos cesó.

-¿Estás bromeando o algo así? -Preguntó Yi-Seul, algo molesta.

-Lo siento, no te oía por la música.

-Ay, Jungkook... -Mi-Suk volvió a la cocina, llevando sus manos a su cintura mientras
observaba a su hijo-. ¿Tendremos que volver al hospital?

El azabache observó a su madre de inmediato, a punto de rogarle y mentirle de la forma


más creíble, pero la mejilla morada de la mujer captó su atención, provocándole un vuelco
en el corazón.
-Mami -Se paró de la silla casi de inmediato-. ¿Qué te ha ocurrido? -Ya no estaba seguro de
continuar evadiendo el asunto, incluso si no sabía exactamente qué hacer.

Cada vez se ponía peor.

-¿Qué cos-? ¡Oh! -Mi-Suk llevó una de sus manos a su propia mejilla herida, acariciando
suavemente el hematoma-. Sabes cómo soy, Kook. Me golpeo con todo -Rió, caminando
nuevamente hacia la encimera para continuar con la limpieza -. Vas a llegar tarde a clases.

Jungkook y Yi-Seul se observaron fijamente por unos segundos antes de que la mayor
decidiese hablar, también algo dudosa:

-Mamá, ¿Segura te golpeaste?

La madre de ambos bufó-. Sí, Yi-Seul, y se acabó el tema -Lucía algo harta, pero tenía sus
razones-. ¿Te sientes bien para ir a clases, Kook? Estás algo pálido. Si decides no asistir,
podríamos ir a la iglesia.

-No, no -Respondió rápidamente, tomando su taza de té y dando un gran sorbo bajo la


atenta mirada de su hermana-. No he dormido bien anoche, pero estoy bien.

No estaba mintiendo del todo: no había despertado en ningún momento de la noche pero,
aún así, se sentía como si no hubiese descansado por años.

-Puedes quedarte, yo te creo

Jungkook negó nuevamente, comiendo un trozo de pan con rapidez, incluso si no tenía
tanta hambre. ¡Por supuesto que no! Ya no quería estar solo, nunca más, y aún menos
asistir a la iglesia.

-No, todo está bien y, además, tengo un examen hoy -Se aproximó a su madre, dejando un
beso sobre su mejilla sana, y luego hizo lo mismo con su hermana-. Tengan un lindo día
hoy, ¿si?

-Adiós, Kook -Yi-Seul agitó su mano.

-Cuídate, cielo. Que Dios te bendiga.


Aquella última frase, proveniente de su madre, provocó que las náuseas surgiesen de
manera imprevista, y tuvo que tomar su mochila con rapidez antes de -prácticamente-
correr fuera de la casa.

Una vez el aire golpeó su rostro, caminó unos lentos pasos, alejándose de la entrada de su
humilde hogar para, sin poder evitarlo, inclinarse en el césped y devolver su desayuno.

Inmediatamente se sintió mejor pero, de solo pensar en el infierno que le esperaba dentro de
su colegio religioso, tenía ganas de dar media vuelta y regresar a la soledad de su cuarto.

-Jungkook -Oyó a lo lejos el llamado de su padre, y rápidamente se enderezó, limpiando


sus labios con el dorso de las manos y obsequiándole al hombre, el cual estaba algo lejos,
una adorable sonrisa.

-¿Si? -Mentiroso. Era un mentiroso-. ¿Qué sucede, papá? -Se aproximó tranquilamente,
intentando no detenerse a mitad de camino cuando notó una sombra alta detrás de sí, en el
suelo.

Seung cerró la puerta del asiento copiloto de su vehículo, limpiando sus manos con un viejo
trapo mientras le dedicaba una amigable sonrisa al adolescente.

-Arreglé el coche. ¿Ibas caminando? Te llevo.

-Puedo ir solo, no hay probl-

-Te llevo, hijo -El adulto lo interrumpió, cruzando la calle para poder dirigirse al asiento
conductor-. Súbete.

Jungkook sintió un cálido aliento en su oído derecho antes de oír miles de susurros a la par:

<< ¿Cómo se atreve a interrumpirte? >>

<< ¿Quién le dijo que es el jefe del orden? >>

<< Míralo...él cree que tiene autoridad en ti, así como cree que la tiene en tu madre. >>

Ni siquiera supo cuando estuvo dentro del vehículo, abrochando su cinturón, porque en lo
único que podía pensar era en la ira creciendo en lo profundo de su pecho, mientras miles
de terroríficos recuerdos se hacían presentes en su mente. Aquel hombre, que lucía tan
amable, dirigía el volante de su coche con manos gentiles...

...las cuales lastimaban a su madre cuando nadie veía.

Seung comentaba sobre cómo había permanecido toda la mañana reparando algunas fallas
en el motor pero, lo que sea que intentaba explicarle a Jungkook, ya no importaba. Jamás
había importado, en lo más mínimo.

Ni siquiera quería continuar oyendo su asquerosa voz, su falso tono de superioridad por
saber cómo reparar aquel maldito auto. ¡Es más! Si fuese por el azabache, deseaba que un
camión aplastase el lado derecho, dejando muerto a su progenitor. Quería tantas cosas en
aquel momento, pero principalmente quería...

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz ajena, la cual lo alentaba sin duda
alguna, incluso emocionado por el cambio de pensamientos del mundano.

<< Díselo, díselo. Mueres por decírselo. >>

Llevó su mirada al volante. ¿Qué pasaba si lo tomaba y provocaba un accidente?

-Es algo complicado. No cualquier hombre lo haría y, definitivamente, ninguna muj-

-Hijo de puta.3

El adulto dejó de hablar, sin poder creer lo que había salido de la boca de su hijo menor;
aquel adolescente tan inocente, amable y puro.

-... ¿Jungkook? -Se mantuvo viendo fijamente el camino, buscando aparcar frente al
establecimiento donde el azabache asistía a clases.

Jungkook respiró con dificultad ante el enfado que sentía dentro-. Puto cobarde de mierda.

El auto se detuvo bruscamente, impulsando a ambos hacia adelante y atrás. Seung se volteó
en su asiento, observando a su hijo fijamente, el cual ni siquiera respiraba.

-¿Quieres repetirme lo que me has dicho? No te oí bien -Habló lentamente, desafiando al


adolescente, creyendo que no se atrevería a siquiera mencionar el asunto.
Jungkook ni siquiera titubeó: -Maldito hijo de puta.

Ni siquiera se sentía él mismo, pero tenía un grito lleno de impotencia atascado en su


garganta. Su espalda estaba empapada de sudor, y le temblaban las manos.

Seung lo observó fijamente antes de bajarse bruscamente del vehículo, teniendo un par de
dificultades al olvidar desabrochar su cinturón de seguridad. En tan solo un par de segundos
ya se encontraba del lado del asiento copiloto, abriendo la puerta y esperando a que su hijo
estuviese fuera.

Jungkook salió lentamente, con su mirada fija en la de su progenitor, aún enfrentándolo.


Éste último aproximó su rostro al de su hijo, quedando a tan sólo unos pocos centímetros.

-Vete a la escuela -Habló entre dientes antes de apartarse, regresar al lado conductor,
subirse al vehículo y acelerar casi de inmediato, desapareciendo en una de las esquinas de
la calle siguiente.

Fue casi inmediato el momento en el que su ira desapareció por completo, con el nudo en
su garganta descendiendo, deseando con el corazón estar muerto para no afrontar lo que
podría suceder cuando regrese a su hogar.

La ansiedad se extendía por su pecho de manera inevitable, y rogaba no soltar lágrima


alguna mientras caminaba apresuradamente por los pasillos de su escuela, los cuales
estaban algo vacíos. Estaba llegando tarde, pero aquello era lo que menos le importaba en
aquel momento, su mente sólo repetía una cosa: baño. Necesitaba llegar a éste, encerrarse y
buscar cualquier manera de solucionar el problema que causó.

Su camino fue repentinamente bloqueado por un chico alto, delgado, de mandíbula marcada
y semblante serio: Kim Yu-gyeom.

-Hey, Jungkook -Saludó amigablemente.


--H-Hola -Le temblaba la mandíbula, siéndole imposible no tartamudear a lo loco mientras
ambos avanzaban por los pasillos lentamente.

-¿Cómo estás?

-...bien, ¿tú?

-Genial -Respondió de vuelta su amigo y compañero de clases-. ¿Hiciste algo en la


semana?

<< ¿Además de invocar al diablo? No, nada. >>

-Uhm, no. ¿Tú?

El chico ladeó un poco su cabeza, luciendo aburrido de tan solo pensar en la respuesta-.
Estuve con mi abuela...es decir, la conocí. Ella es genial -Dijo, asintiendo y siendo
interrumpido por la campana retumbando en los pasillos, indicando que era horario de
clases. Aparentemente no había llegado tan tarde como creyó-. ¿Vamos a clases?

-Sí, yo... -Jungkook observó a su alrededor, al borde de un ataque de pánico al notar a las
personas saliendo de la última puerta, donde estaba la cafetería, a punto de llenar los
pasillos-...luego te alcanzo. Necesito ir al baño.

-Vale... -Respondió Yugyeom, frunciendo el ceño mientras, muy dudosamente, continuaba


caminando hacia el salón de clases.

El azabache, en cambio, siguió de largo por el pasillo, el cual estaba adornado por cuadros
y estatuillas de santos. Una vez se adentró al baño, el silencio fue ensordecedor,
provocando que el pitido en su oído izquierdo aumentase al punto en el que creía que se
volvería loco.

Verificó que no hubiese nadie en los cuatro cubículos para, luego, acercarse al lavabo,
donde apoyó su cuerpo contra la encimera de cerámica y observó su reflejo en el amplio y
limpio espejo. Respiró profundamente por un par de segundos y despeinó sus propios
cabellitos con manos temblorosas, buscando sentirse -de alguna manera- mejor.
La ansiedad no se detenía, encerrada en su pecho, lastimándolo. Sollozó secamente, con su
cuerpo entero temblando antes de dar unos tambaleantes pasos hacia atrás, pegando su
espalda en los fríos azulejos de la pared mientras cerraba sus ojos con fuerza. Iba a volverse
loco.

Sintió la presencia del mal personificado casi de inmediato, y ni siquiera tuvo que abrir sus
ojos para saber que lo tenía frente a sí, pero lo hizo cuando sintió dos cálidas manos
sosteniendo sus mejillas, alzando levemente su rostro.

-Sh, sh, sh -El diablo intentó calmarlo, limpiando las lágrimas que estaban a punto de caer
por la suave y pálida piel del azabache-. ¿Mi niño favorito está asustado? -Jungkook asintió
rápidamente, sin siquiera ser capaz de responder-. ¿Cómo puede estar tan asustado cuando
ha hecho algo peor que tan solo faltar el respeto? -Negó, suspirando.

El mundano tomó aire profundamente, sin moverse ni un poco-. N-no lo...yo, é-él...

-No, lo entiendo -Interrumpió el diablo-. Tu querido padre se merecía esas palabras de tu


parte. ¿Sabes por qué? -Jungkook negó lentamente-. Porque eres lo que más ama.

-...Él es un buen padre -Quiso excusar a su progenitor.

-Golpea a tu madre.

-Sigue siendo un buen padre.

El arcángel acarició las mejillas del azabache con gentileza, incluso si lucía verdaderamente
intimidante-. ¿Acaso un buen padre significa enseñarle mal a sus hijos y saberlo?

Jungkook desvío su mirada hacia la salida del baño, paranoico de que alguien decidiese
entrar. ¿Verían al rey del inframundo? ¿Tan solo él podía verlo y oírlo? ¿Sentirlo? Tragó
saliva, intentando no temer al ensordecedor silencio.

-... ¿Señor Diablo?

Una silenciosa risa brotó de los labios de la maligna entidad, los cuales se curvaron tan solo
un poco hacia arriba.
-"Señor Diablo". Me gusta, muy original -Comentó, provocando que el adolescente sintiese
un calor extenderse por sus pómulos.

-Lo siento -Se disculpó rápidamente, sintiéndose más torpe que de costumbre. ¿Lo habría
ofendido? -. Yo...no sé cómo llamarte. ¿Lucif...-?

-Taehyung.

Jungkook parpadeó, desprevenido. Honestamente, no esperaba aquel nombre, si no uno


más largo, extraño y único. "Taehyung" era común, tanto que si las pocas personas
religiosas del pueblo supiesen que aquel nombre también le pertenecía al diablo, muy
probablemente se harían encima.

-Pero...pero en realidad no te llamas así, ¿verdad?

Taehyung le soltó las mejillas, alzando un poco una de sus cejas, aún serio-. ¿Cómo crees
que me llamo?

-Yo... -Notó la mirada del diablo fija en sus ojos, obligándolo a llevar la suya al suelo-...creí
que era "Satanás" -Murmuró avergonzado.

-Me llaman por muchos nombres...tú dime Taehyung.

-Taehyung-Repitió, tragando saliva ruidosamente. La lejanía entre el arcángel y él era casi


nula, sin permitirle contenerse en verlo fijamente a los ojos. En el instante que lo hizo, el
pitido en su oído izquierdo se intensificó al punto en el que llevó sus manos a su cabeza,
frunciendo su ceño y viendo nuevamente al suelo-. Y-yo...debo ir a clases.

El timbre sonó en el momento oportuno, anunciando la hora del receso. ¿Tanto tiempo
había permanecido allí dentro? Supo que el diablo ya no se encontraba allí, incluso sin
verlo, debido a que el malestar en su estómago se había ido un poco.

Lavó sus manos, su rostro, acomodó su cabello y, luego de un profundo suspiro, se


encaminó hacia la salida, diciéndose a sí mismo que podría enfrentar lo que sea que fuese a
suceder.
Durante el día, todo había sido genial...si no fuese porque a Jungkook le esperaba de todo
excepto algo bueno cuando llegase a su hogar, por supuesto.

Los bravucones de su clase habían decidido no molestarlo, y pudo encontrar distracción en


clases. También había encontrado realmente interesante el cómo Yugyeom había conocido
a su abuela.

Toda distracción era una ventaja en la interminable espera a su sufrimiento, en un infierno


disfrazado de cielo, con un caos simulando ser pura calma.

La clase de coro era la última, y los dos amigos se mantenían juntos, sentados en sus
respectivos lugares. Necesitaban lograr entonar una antigua melodía italiana, pero era
realmente difícil para algunos alumnos, los cuales cantaban palabras sin sentido o
bromeaban, fingiendo sonidos de flatulencias. El profesor se encontraba disgustado pero,
aún así, se le escapaba una que otra risa.

-De acuerdo, clase -Habló el hombre, alzando su voz-. Quiero hacer un anuncio muy
importante asi que, por favor, presten mucha atención -Un par de murmullos hicieron falta
para que el salón de clases quedase en silencio mientras el profesor se dirigía hacia el
escritorio, tomando un manojo de hojas y acomodando sus lentes-. Les daré una de estas
hojas a cada uno de ustedes, y los menores de edad deberán de enseñarle a sus padres. Es
un permiso para ir con dos profesores, incluyéndome, junto a los alumnos de primer año de
la universidad Noorgard, a un bosque cercano al pueblo, ida y vuelta en autobús. Será una
pequeña convivencia, donde hablaremos sobre muchas cosas que necesitan aprender.

<< Si sus padres o tutor no les dan permiso, simplemente no entreguen el papel. Sin papel
no pueden venir. Si tienen alguna duda pueden acercarse y consultarlo conmigo o el
profesor Howell. Ahora sí, ya pueden retirarse. Tengan un buen día y que Dios los bendiga
>>
Todos los alumnos tomaron un papel antes de dirigirse hacia la salida. Mientras Yugyeom y
Jungkook caminaban por los pasillos, camino a la puerta principal del establecimiento, éste
último comenzaba a sentir el verdadero malestar. Un presentimiento aterrador, donde sabía
exactamente lo que le sucedería.

Yugyeom observó de reojo el papel en su mano derecha, negando lentamente con la


cabeza-. Dios mío. No van a permitirme, incluso siendo mayor. Mi papá es muy protector,
y cree que últimamente me he estado comportando mal -Bufó, fastidiado-. Dice que soy
alocado, que fumo y bebo cuando nadie está a mi alrededor.

Jungkook parpadeó rápidamente, alzando ambas cejas mientras llevaba su mirada al más
alto-. ¿Lo haces?

-...ese no es el punto. El punto es que voy a tener que rogar -Comentó, sonando
verdaderamente molesto.

-Lo siento, Yugyeom-Una vez ambos estuvieron fuera del establecimiento, el corazón del
azabache dio un vuelco al visualizar el vehículo de su padre, pero se relajó un poco ante
una silueta femenina dentro de éste-. Yo...tengo que irme. Nos vemos mañana.

-Adiós, Jungkook.

Ambos adolescentes tomaron diferentes direcciones, sin saber lo que el otro vivía al llegar a
sus hogares.

¿Hogar? ¿Eso era? Porque no se sentía como uno.

Jungkook apresuró el paso cuando notó que el vehículo de su padre se encendía


nuevamente. Se subió al asiento copiloto, notando de reojo que la silueta femenina era su
madre, y bajó la mirada. Sabía que su padre sólo le permitía conducir cuando algo había
sucedido.

El silencio reinó, y el adolescente supuso que Mi-Suk ya se había enterado de su muy


terrible actitud.

-M-mamá... -Pocas veces la llamaba de aquella manera, ya que siempre usaba apodos más
adorables, pero aquel -claramente- no era el momento.
Su madre alzó la mirada bruscamente, provocando que el azabache también lo haga. Lucía
enfadada, y no solo eso...

...estaba golpeada.

¿Acaso...? ¿Acaso su padre la había golpeado? ¿Mi-Suk había pagado por sus descuidos?

¿Cómo había sido tan idiota? Según él, era el culpable...de absolutamente todo. Comenzó a
sollozar siquiera antes de ser regañado a gritos.

-¡¿Cómo pudiste hablarle así a tu padre?! ¡¿Cómo te atreviste a faltarle el respeto de aquella
forma?! -Comenzó la mujer, con sus temblorosas manos ejerciendo presión en el volante-.
Él te cría, te da de comer, te mantiene bajo su techo... ¡Jamás te ha hecho falta nada! ¡Te lo
ha dado todo, Jungkook! ¿Qué pudo haberte hecho para que lo insultes de esa forma?1

El menor cubrió su rostro con sus manos, soltando las lágrimas que había aguantado
durante todo el tiempo dentro de su escuela, encogiéndose un poco en su asiento mientras
negaba.

-Y-yo, yo-

-Tú eres un malagradecido -La mujer lo interrumpió, comenzando a conducir-. No quiero


que vuelvas a hablar de aquella manera, nunca más. Recibirás el castigo que mereces por
eso, y la conversación termina aquí, ¿de acuerdo? -Jungkook asintió rápidamente. << Tiene
razón, tiene razón. >>-. Necesitas... -parecía como si le costase decirlo-...necesitas
disciplina.

Y no comprendía.

No comprendía porqué su madre le hacía sentir que su vida dependía de un hombre, que si
no fuese por su padre, él sería un fracaso. No comprendía, no quería...no podía.

Pero, lamentablemente, lo creía.


Jungkook intentaba no gritar cada vez que la hebilla del cinturón golpeaba dolorosamente
la piel de su espalda. Serían tan solo diez veces, pero Seung, cegado por la ira, no pudo
evitar proporcionarle uno más en su rostro, bajo su ojo izquierdo. Ahora su pómulo estaba
algo morado, y la espalda del adolescente ardía como el mismísimo infierno.

Se encontraba acostado en su cama, de lado, con lágrimas de dolor cayendo por sus mejillas
hasta permanecer en la almohada. Había una taza de chocolate caliente sobre la mesa de
noche, y fue cobijado por su madre, la cual se disculpó en apresurados susurros. También
recibió una disculpa de su padre, el cual intentaba hacerlo entrar en razón, diciéndole que
Dios no le abriría sus puertas a una mala persona.

El reconocible malestar lo invadió, y la cama se movió detrás suyo. El cálido aliento de


Taehyung le rozó la oreja izquierda y, por alguna razón, aquello lo hizo sollozar aún más.
Incluso si el diablo apenas había respirado, ya no se sentía tan solo.

-Dime qué quieres que haga.

-M-mi espalda, me duele -Habló mientras hipaba, haciendo un gran esfuerzo para soportar
el desgarrador llanto que necesitaba soltar y sintiendo una inmensa tristeza en su pecho.

No quería ser una mala persona, quería ser buena. Quería ir al cielo, pero aquello ya no
sería posible.

Se quedó inmóvil cuando sintió la cálida mano del diablo colarse por debajo de la camiseta
de su pijama, acariciando la piel de su cadera, subiendo lentamente hasta su costilla antes
de, inesperadamente, presionar su palma sobre las recientes heridas en su espalda.

El aire escapó de sus pulmones ante el repentino ardor, el cual se esfumó en menos de un
segundo. Su espalda sanó, al punto de no sentir ni un poco de ardor.

-Voltea -Ordenó el arcángel.

Jungkook lo hizo muy lentamente, creyendo que sentiría un dolor inmenso, que estaba
alucinando y su espalda no se habría curado, pero era real. Taehyung lo había sanado.
Una vez estuvo frente al diablo, con sus ojos cerrados, sintió el tacto de éste bajo su ojo, en
la herida "accidental" que su padre le había hecho. Acarició un par de veces, y el dolor
desapareció. El hematoma permaneció en su sitio, como signo de un mal recuerdo.

-Yo podría no dejar que vuelvan a hacerte daño...nunca más -Le susurró el arcángel,
bajando su mano repleta de anillos de oro a la húmeda mejilla del rizado, acariciándola con
gentileza. Era extraño que el mismísimo diablo le hiciese sentir bien, incluso con malestar a
su alrededor-. Solo tienes que decir mi nombre. Nómbrame, y haré algo al respecto.

Jungkook sorbió su nariz antes de asentir lentamente-. Está bien... -Repentinamente, sentía
que moría de sueño-...quiero-... -Antes de siquiera poder pronunciar palabra, cayó rendido,
sumergiéndose en una profunda oscuridad.

Taehyung subió su mano a los ricitos del mundano, probándolos con duda entre su dedo
índice, acariciándolos con lentitud antes de suspirar y envolver el diminuto cuerpo contrario
entre sus brazos.

Lo refugió en su pecho, como si su intención fuese protegerlo de todo mal, y absorbió poco
a poco su alma sin piedad alguna.

V: ´´ATAQUE AL CORAZON´´

Sus ojos permanecían abiertos, pero no podía mover su cuerpo, ni tampoco hablar. Se
sentía como estar dormido, pero con la mente alerta a lo que sea que sucediese.

La altísima figura, cubierta por una enorme capa negra, al punto en que ni siquiera su rostro
era visible, se encontraba en un rincón de su habitación. Inmediatamente supo que se
trataba de la misma figura que había visto en el accidente de la carretera, rumbo a la iglesia.
Ésta no hacía nada más que permanecer de pie allí, pero Jungkook sabía que, incluso sin
ver su rostro, lo estaba observando.

La desesperación que intentaba contener, poco a poco, parecía querer esfumarse, pero sintió
el miedo extenderse por su pecho cuando la figura avanzó a paso rápido hacia el lado
izquierdo de la cama, inclinándose hasta estar a la par de su oído izquierdo. La respiración
de aquella "cosa" era pesada, desagradable, pero cuando le susurró al oído fue mucho peor.
Tenía una voz tranquila, pero grave y amenazante. No entendió absolutamente nada de lo
que decía, porque hablaba en otro idioma.

Jungkook sintió muchísimos escalofríos, la necesidad de respirar hondo, pero sentía como
si un peso muerto estuviese sobre su abdomen, obstruyendo su respiración. Sus ojos
comenzaban a llenarse de lágrimas pero, antes de siquiera intentar gritar con todas sus
fuerzas, en tan solo un parpadeo, logró tener dominio sobre su cuerpo.

Respiró hondo, sentándose y viendo a su alrededor con paranoia: no había absolutamente


nadie, tan solo plena oscuridad y un malestar, el cual le indicaba que el diablo estaba
presente. Podía respirar, podía moverse, y nada iba a dañarlo. Suspiró entrecortadamente
antes de volver a recostarse con lentitud, intentando no romper en llanto y llevando su
mirada lentamente hacia el rey del inframundo, el cual estaba con su espalda contra el
respaldo de la cama.

-Tuviste una parálisis de sueño -Le dijo al mundano, viéndolo fijamente, sin expresión
alguna.

Jungkook no comprendió si se debía a que se encontraba dormido o desprotegido pero, de


manera tímida y disimulada, se acurrucó contra el torso del rey del inframundo, aún sin
dejar de ver a su alrededor. El silencio permaneció hasta que fue capaz de regular los
acelerados latidos de su corazón, con la paranoia disminuyendo ante la calidez de la piel
contraria, incluso por encima de la ropa.

-¿Alguien se salva de ir al infierno? -Preguntó en un tono casi inaudible, temiendo una


respuesta que -muy probablemente- recibiría.
-No, y es por eso que las personas no realizan pactos conmigo muy a menudo -Respondió
Taehyung, llevando uno de sus brazos por detrás de los hombros del adolescente. Aquello
lo relajó aún más -. Tú me sorprendiste.

-¿Lo hice?

-Me maravillaste. Nunca vi a nadie tan puro verse tan malditamente bien al hacer un ritual
de invocación.

Las mejillas de Jungkook ardieron de manera feroz, recordando en qué condiciones se


encontraba cuando decidió permanecer bajo el agua. Aún se sentía extraño para él, jamás
hubiese creído que se atrevería a realizar una locura como aquella.

También recordó cuando Taehyung le confirmó el haber sido él quien lo ahogó con su peso.
Sin embargo, estaba oscuro, y el diablo no podía ver en la oscuridad...

¿O si?

¿Acaso lo vigilaba cada segundo? Supuso que sí, ya que siempre sentía aquella protección,
aquel malestar, aquel...agradable pero extraño calor. Era una suerte para Jungkook no poder
verlo a los ojos, porque si así fuese, luego de saber que ambos habían estado mucho más
cerca de lo usual, o que había una pequeña probabilidad en que Taehyung estuviese
presente mientras tomaba un baño, moriría de vergüenza siquiera antes de que éste último
pudiese llevar su alma.

-¿Te has llevado el alma de alguien importante? -Se atrevió a preguntar, curioso.

Taehyung asintió lentamente ante la pregunta de su niño favorito-. Me he llevado el alma


de muchas personas importantes, hace cinco años que no lo hago.

-¿Cúal fue la última?

-Marilyn Monroe -Respondió, sin dudas ni vergüenza.

La sangre de Jungkook se heló, y si no fuese porque estuviese hablando con el diablo, lo


hubiese echado a patadas de su casa, no sin antes hacerle saber lo horrible que aquello lo
había hecho sentir. ¡Se trataba de la mismísima Marilyn Monroe! ¡Su modelo a seguir! A
escondidas, claro. Aquella dulce, fuerte y triste mujer había vendido su preciosa alma al
diablo...

...al cual no le importó.

Aquello provocaba un profundo malestar en Jungkook, debido a que hace días convivía con
la presencia de Taehyung. Le gustaba, sí: podría estar teniendo una atracción más allá de lo
físico con el rey del inframundo. ¡Era imposible! No solo se trataba de su apariencia, si no
de la manera en la cual lo hacía sentir, omitiendo el inevitable malestar de su presencia. Le
gustaba la protección que sentía cuando estaba con él, la manera en la que sus fuertes y
cálidos brazos lo envolvían.

Sin embargo, no era tan torpe, como aparentaba.

Últimamente, el frío era anormal, el insomnio aumentaba, y todo lo que veía al cerrar sus
ojos eran imágenes perturbadoras. El pitido de su oído izquierdo comenzaba a hacerlo
sentir que podría sangrar y, por supuesto, ¿cómo olvidar el obvio rechazo a todo lo que
tuviese que ver con Dios? Sumando sus cambios de humor y la creciente rabia cuando su
mirada se encontraba con la de su padre.

Algo estaba muy mal con él, aumentaría, y lo sabía. Se sentía como si su alma se fuese de
su cuerpo, poco a poco, e intentaba no pensar que, en algún punto, tan solo sería una
desesperada alma atrapada en el pequeño espacio rojo de uno de los ojos de Taehyung.

Le dolía.

-Jungkook-Lo nombró con voz ronca. Siempre sonaba como si recién hubiese despertado, y
aquello erizaba la piel del azabache-. Voy a enseñarte algo: cada vez que alguien pide por
mí, es porque saben que voy a llevarme sus almas -Comenzó-. Así es el mundo, ¿o me
equivoco? La gente pide algo a alguien más, fingiendo no querer nada a cambio pero, al fin
y al cabo, siempre lo hacen. Siempre quieren ese "algo", pero no saben si serán capaces de
recibirlo o no. Conmigo es diferente.

-¿Por qué? -Se atrevió a preguntar el mundano.

-Porque yo cumplo -Respondió el diablo, casi de inmediato.


Jungkook suspiró-. Ni siquiera sé exactamente lo que he pedido.

-Lo sigues pidiendo, e inconscientemente, pero no voy a decírtelo -Se encogió de hombros,
desinteresado-. Simplemente voy a cumplirlo.

Jungkook no insistió, no quería exigir saber mucho más, incluso si moría por ello. Dudó
unos silenciosos minutos antes de decidir formular una última pregunta:

-¿Tae...Taehyung? -Corrigió rápidamente, ruborizándose casi de inmediato ante el apodo -


bueno, casi- con el cual había llamado al diablo. No debía tratarlo con tanta confianza,
debía de agradecer el que Taehyung no exigía que lo tratase de "usted"-. ¿Hay alguna
manera en la cual no me sienta...tan mal? Siento, uhm -Pensó por un momento, observando
hacia otro lado e inconscientemente formando una trompita con sus labios. Solía hacer
aquello cuando pensaba mucho, y Taehyung supo admirarlo-. Siento como si fuese a
desmayarme, pero nunca lo hago. Aquella sensación...

Taehyung negó lentamente, interrumpiendo su oración-. Es parte de todo esto. Te


acostumbrarás.

-Es extraño -Sus ojos se entrecerraron entre la oscuridad del cuarto, sintiendo que pensaba
en voz alta-. Siento algo mal en mí, pero me siento bien cuando estás cerca -Se atrevió a
decir-. Como...protegido.

La mano del diablo tomó la barbilla de su niño favorito, alzándola. Éste último cerró sus
ojos debido a que no soportaría verlo fijamente. No quería apartarse, y Taehyung
aprovechó aquel momento para admirar las bellas facciones en el rostro del mundano:
precioso, fuerte pero frágil, como la porcelana.

-Eso es porque estoy aquí -Habló suavemente-. Recuerda mis palabras: nómbrame, y haré
algo al respecto -Jungkook sintió el aliento del diablo sobre sus labios, y su respiración se
cortó, manteniéndose de aquella forma mientras recibía un suave beso en su frente-. Niño,
es hora de soñar.

Instantáneamente, el sueño comenzó a reinar en la mente de Jungkook, el cual volvió a


dormirse y a revivir toda perturbadora pesadilla que anteriormente había tenido, incluso
descansando en paz.
-Buenos días -Anunció Jungkook en un canturreo, adentrándose a la cocina.

-Buenos días, cariño -Su madre respondió de espaldas, cortando rebanadas de un budín de
pan que había preparado y poniéndolos en pequeños platillos floreados-. ¿Cómo has
amanecido? -Se giró con uno de los planos en mano, viendo a su hijo y abriendo sus ojos de
par en par-. Dios bendito -Su voz se entrecortó y el platillo cayó al suelo, haciéndose añicos
en menos de un segundo.

Su hijo se veía más delgado, luciendo aún más diminuto de lo usual, con sus gruesos labios
del color de una servilleta, al igual que su rostro. El hematoma bajo su ojo, provocado por
la ira de su marido, continuaba intacto, respaldado por bolsas oscuras bajo ambos ojos. No
lucía para nada sano, y aquello la desesperó aún más, porque quería protegerlo de
absolutamente todo. Un nudo se instaló en su garganta mientras recordaba el cambio de
temperatura que su hijo había sufrido tan solo un par de días atrás. ¿Debería de volver a
llevarlo al hospital? El doctor Choe había dicho que si algo así volvía a suceder, debería de
regresar de inmediato.

-¡Mami! -Exclamó el adolescente, preocupado ante la inesperada reacción de Mi-Suk-.


Quédate en tu lugar, iré por una escoba -Buscó a su alrededor, hallándola y tomándola
mientras se acercaba-. ¿Qué sucedió? ¿Por qué soltaste el platito de aquella forma? -
Interrogó mientras barría rápidamente, rogando que su padre no llegase-. ¿Te lastimaste?
¡Traeré vendas!

Mi-Suk lo detuvo con rapidez, viéndolo fijamente mientras negaba con lentitud, sin poder
creer lo descuidada que había sido con su hijo pequeño. Incluso si no era un bebé, para ella
continuaría siéndolo siempre.

Rápidamente lo envolvió en brazos-. ¡Cielo! ¿Te sientes bien? ¿Por qué luces así? -Su voz
temblaba-. Desayunamos algo y vayamos al hospital, ¿está bien?
-No, no, no. Estoy bien -Rápidamente cubrió con una mentira el hecho de que su cuerpo
luciese como el de un cadáver-. Estoy bien, solo dormí muy mal -Aquello último era
verdad.

Su madre lo soltó, guardando silencio mientras su hijo barría los cristales del suelo con
rapidez, arrojando todo a la basura. Aquella charla se anuló cuando su padre y hermana
bajaron por las escaleras, preparados para desayunar. Era muy temprano, necesitaban ir a la
iglesia, y aquello preocupaba de sobremanera al menor de los Jeon.

Su padre -al igual que su madre- lo interrogó por su apariencia, y el adolescente respondió
lo mismo, siendo capaz de controlar su ira o sarcasmo. Se limitó a desayunar, bebiendo su
jugo exprimido y comiendo un trozo de pastel que había comprado su madre en una tienda
cercana. La comida no le había caído tan mal, y todo iba extrañamente bien...

...pero no podía ser normal.

Parpadeó un par de veces, llevando su mirada a la ventana. ¿Por qué lucía como si fuese de
noche? ¡Apenas era la hora del desayuno! Se empeñó en observar mejor el cielo, notando
claridad en éste, pero ni siquiers estaban los rayos del sol. De hecho, no había sol.

¿Era posible que desde la llegada de Taehyung todo se volviese, literalmente, oscuro?

Oyó a su familia comentar sobre actividades que harían durante el día, finalmente hablando
de compromisos que debían de realizar en la iglesia. Nuevamente, Jungkook ni sintió que
moriría por la simple mención de ésta.

No la sentía desde el día en que insultó a su padre. Su escuela estaba repleta de estatuas
santas, y hablaban más de Dios que de cualquier cosa. ¿Taehyung lo habría hecho? ¿Lo
estaba "protegiendo" de sí mismo?

-Jungkook-Llamó su padre, y él azabache lo observó inmediatamente, notando un


semblante lleno de preocupación-. Iremos a la iglesia, pero tú te quedas aquí a descansar,
¿está bien? -Ambos asintieron lentamente, de acuerdo, y Mi-Suk lucía más tranquila con
aquella decisión.
El teléfono comenzó a sonar por encima de "Dominique", y Seung se disculpó antes de
ponerse de pie, dispuesto a contestar el llamado. Por las expresiones de su madre y hermana
mayor, Jungkook podía deducir que aquella no era una simple llamada, pero la música y el
pitido en su oído izquierdo no le permitían oír la conversación.

Minutos después, su padre regresó, observó a su familia por un momento y se sentó a un


lado de su esposa.

-Cariño, me ha llamado Suho-Le comentó a Mi-Suk-. Él vendrá junto a Rose y los niños.
Dice que quiere que nos disculpemos por haberle dado comida en mal estado -Suspiró antes
de observar fijamente a la mujer, con un semblante serio y mandíbula tensa.

Mi-Suk llevó sus manos sobre las de su marido de manera fugaz, negando mientras
comenzaba a tartamudear, y Jungkook ocultó su impotencia mientras bebía de una cálida
taza de té.

-Lo siento, amor -Se disculpó-. Y tranquilo. Tú no has hecho nada mal, pero si quieren una
disculpa, se las daré. Recuerda que Dios lo ve todo -Aconsejó la mujer.

Seung le agradeció con una ligera sonrisa, y todo parecía, muy lentamente, estar volviendo
a la normalidad.

El hombre observó a sus hijos-. Por favor, apenas terminen de desayunar, necesito que
vayan a sus cuartos y se vistan. Mi-Suk, prepara agua para el té y algo delicioso -Ordenó a
su esposa, la cual asintió. Llevó su mirada hacia su hija mayor y le sonrió amablemente-.
Yi-Seul, ayuda a tu madre a limpiar -Por último, miró a su hijo menor-. Jungkook, tú
descansa un poco y vuelve cuando lleguen tus tíos.

-Yo puedo ayudar a limpiar -Sugirió el azabache.

Mi-Suk estuvo a punto de hablar, pero su marido la interrumpió:

-Nosotros no hacemos eso -Simplemente dijo, poniéndose de pie-. Hagan lo que dije -Y se
fue escaleras arriba, hacia su habitación.
Jungkook se vistió rápidamente, sonrojado y sin poder dejar de pensar en que el diablo
merodeaba por allí. Hacía mucho frío fuera, pero debido a que estaría dentro de su casa,
simplemente usó su ropa casual: calcetines largos, blancos, pantalones cortos, negros, desde
la cintura hasta arriba de las rodillas, camisa blanca abotonada hasta el cuello y
guillerminas negras.

Observó su reflejo por unos segundos, acomodando sus ricitos hacia un lado, como
habitualmente los peinaba, y suspiró profundamente. Según él, lucía horrendo.

-Perfecto, mi niño favorito -No pudo evitar intentar ocultar una sonrisa al oír la voz de
Taehyung a su lado.

Giró hacia la izquierda, viéndolo en el rincón de su cuarto con una de las comisuras de sus
labios alzadas. Aquella sonrisa demostraba de todo, excepto algo bueno.

Se acercó lentamente a Jungkook, mientras éste último viendo por el espejo cómo el diablo
le envolvía la cintura con sus cálidos brazos, por detrás, encontrando sus miradas por el
espejo. Su oído no molestaba tanto cuando se veían por el reflejo, lo cual agradecía pero, de
todas maneras, debía de apartar la vista.

-Mira cómo me veo... -Se lamentó el azabache en voz baja, notando aún más lo deteriorado
que lucía, con su pálida piel, ojos oscuros y cuerpo mucho más delgado. Todo estaba mal
con él.

-Te ves emocionado por recibir a tus primos -Las manos repletas de anillos de oro del
diablo estuvieron sobre su cintura, girándolo para dejarlo frente a él-. Lo estamos, ¿verdad?
Veamos... ¿Qué les haremos hoy? -Alzó una de sus cejas.

Jungkook mordió su labio inferior, bajando la mirada-. Creo que no deberíamos hacer
nada... -Comentó, sintiéndose culpable.

Bastante vergonzoso había sido lo que Taehyung les había hecho a los adolescentes.
El silencio reinó por unos segundos antes que los brazos del diablo lo envolviesen de
manera más posesiva, por la cintura. Le alzó el rostro por el mentón, sorprendiéndolo y
dejándolo ruborizado mientras sentía los labios de Taehyung rozar su mejilla derecha. El
roce de sus labios ardió un poco, pero todo era tan cálido a su alrededor, al punto en el que
Jungkook deseaba que aquello durase para siempre.

-Nómbrame...y haré algo al respecto.

¿Por qué no dejaba de repetirlo?

Una vez oyeron la puerta principal de la casa abrirse, seguido de voces diferentes, ambos
alzaron sus cabezas hacia el techo antes de volver a verse. El diablo lo observó fijo, con su
cabeza ladeada, soltándolo lentamente antes de dar unos pocos pasos hacia atrás y
detenerse. Lucía intimidante, neutro y paciente por algo cruel pero inesperado.

Jungkook simplemente se volteó y salió del cuarto, subiendo los escalones y caminando por
el pasillo hasta llegar a la sala, en donde estaban por sentarse sus tíos y primos: Mino,
Mark, Minhyuk. Era algo chistoso que todos los nombres tuviesen la misma inicial, pero el
azabache no lo admitía porque era una buena persona, y no le gustaba burlarse de su
familia...al menos de manera coherente.

-¡Kookie! Hola, querido -Su tía abrió sus brazos hacia su sobrino favorito y éste último,
encantado, se dejó llenar de mimos con una adorable sonrisita, provocando que unos
hoyuelos sean visibles en sus mejillas. Rose tomó el rostro del adolescente y lo observó con
su ceño fruncido-. ¿Has estado comiendo bien? Mira tu hermoso rostro... ¿Qué te ha
sucedido en el ojo?

-Me golpeé corriendo -Mintió, apartándose para saludar al resto de su familia. Sin poder
evitarlo, sonrió de más cuando tuvo que dar un beso en las mejillas de sus primos, los
cuales lo fulminaban con las miradas mientras él se sentaba en el sofá más grande.

El tío de Jungkook, Suho, observó fijamente a su hermano, sin siquiera sonreír un poco.
Todos estaban sentados en sus respectivos sitios, y la sala había quedado en un incómodo
silencio, con la familia observándose entre sí.

-¿Quieren...? ¿Quisieran budín de pan? -Ofreció Mi-Suk amablemente.


-Quiero mis disculpas.

-Suho... -Rose intervino, aún con su ceño fruncido mientras observaba a su esposo con
notable desaprobación. Dirigió su mirada oscura hacia su cuñada y le sonrió con
amabilidad-. Claro, de seguro está muy rico.

Mi-Suk estuvo a punto de comenzar a servir, pero notó que había olvidado los pequeños y
muy bonitos platillos floreados. ¡Se habían roto cuando había visto a su hijo en la mañana!
¿Qué excusa le daría a su marido? Antes de siquiera poder decir algo, Jungkook se levantó
con rapidez del sofá.

-Yo voy -Dijo rápidamente, encontrando su mirada con la de su progenitora.

-De acuerdo, bebé. No olvides los cubiertos y las cucharas para el té. ¡Oh! -Jungkook se
detuvo a medio camino cuando notó que la mujer continuaría pidiendo cosas-. Fíjate en el
refrigerador si ha quedado pastel, tal vez nadie quiera budín de pan -Finalizó.

-Nosotros lo ayudaremos -Dijo Mino, poniéndose de pie, al igual que sus dos hermanos-.
Son muchas cosas.

Jungkook formó una línea con sus labios mientras su cuerpo se tensaba, nervioso,
caminando hacia la cocina y sintiendo los pasos detrás suyo. La puerta se cerró una vez los
cuatro estuvieron dentro de la cocina, y el azabache los ignoró por completo, caminando
hacia la encimera y haciendo puntitas de pie para alcanzar otros platillos de la encimera.

Una mano tomó su brazo con fuerza, girándolo bruscamente y provocando que viese con
sus ojos bien abiertos a Mino, el cual se inclinaba de manera muy amenazante hacia el
azabache.

-Mira, no sé qué mierda fue lo que hiciste aquel día -Comenzó, sin continuar por el miedo,
a pesar de fingir valentía.

Jungkook alzó ambas cejas- ¿Yo? ¿Qué hice? -Sabía perfectamente a lo que se referían,
pero él no había sido.
Minhyuk dio un paso desde su lugar-. No te hagas el idiota. ¿Cómo crees que sea posible
que a los tres a la vez nos haya sucedido?

-... ¿Qué les sucedió exactamente?

Mino lo tomó del cuello de la camiseta, pegándolo a la encimera-. Eres un brujo.

El ceño de Jungkook se frunció, molesto pero sin dejar los nervios de lado. No le gustaba
que lo acusasen de cosas que no eran ciertas, incluso si tenía algo que ver en el asunto.

-No soy nada de eso -Se quejó debido al agarre reafirmándose en su pobre camisa la cual,
seguramente, ya estaba dañada.

-¡No es casualidad! Eres un brujo y voy a decírselo a tus p... -Un ruido proveniente de un
rincón de la habitación lo interrumpió.

Todos observaron hacia aquel sitio, notando que uno de los veinte crucifijos que colgaban
de la pared se había caído al suelo. Permanecieron en silencio unos segundos, y el agarre de
Mino en la camiseta de Jungkook comenzó a ser más débil cuando todos los crucifijos de la
habitación comenzaron a temblar. Los tres hermanos retrocedieron, asustados.

-¿Qué está pasando? -Preguntó Minhyuk, asustado.

De manera inesperada, todas las cruces se giraron bruscamente, dando la clara señal de que
allí dentro no había nada bueno.

-¡AAAAAAAAAH!

-¡MAMÁAAAaAAaaAAaaa!

-¡BRUJO, BRUJO! ¡ERES BRUJO!

Los primos de Jungkook huyeron de la habitación, cerrando la puerta detrás de sí mismos.


El adolescente corrió al refrigerador en cuanto oyó las voces del resto de su familia,
preguntando qué había sucedido. Tomó el platillo del pastel con un brazo, con el otro buscó
muy rápidamente unos cubiertos, hallándolos en el segundo cajón de una de las encimeras.
Una vez obtuvo la cantidad exacta de utensilios, caminó rápidamente hacia la puerta,
notando de reojo las cruces volver rápidamente a la normalidad.

En cuanto abrió la puerta, empujando con su cadera derecha, sus primos comenzaron a
gritar, apuntándolo e intentando esconderse detrás de sus padres.

-¡FUERA COSA HORRIBLE! -Exclamó Mark.

-¡ES EL ANTICRISTO! -Minhyuk lloriqueó.

-¡Ya basta, los tres! -Suho alzó la voz, observando a sus hijos con clara desaprobación,
avergonzado-. Su primo no es nada de eso, asi que dejen de molestarlo y avergonzar a
nuestra familia. ¡Estoy harto de ustedes!

-¡Papá, lo juramos! -Mino intentó convencer a su padre antes de observar a su tío Seung-.
Hizo que los crucifijos se voltearan. Lo juramos, en serio. Vengan, vamos a ver -Tomó la
mano del padre de Jungkook, y los tres arrastraron a los hermanos Jeon hacia la cocina.

-Por el amor de Dios -Yi-Seul se acercó hacia su hermano menor, dispuesta a ayudarlo-.
¿Qué sucedió?

Una vez acomodaron todo en la mesa ratona, Jungkook se sentó a un lado de su tía, la cual
lo veía fijamente, apenada. Observó a su hermana y a su madre con un semblante neutro,
copiando la expresión que Taehyung siempre hacía.

-Mientras me decían cosas horribles, un crucifijo se cayó y se asustaron -Mintió-. ¡Oh,


rayos! Olvidé los platitos -Volvió a hacerlo, con un pucherito haciéndose presente en su
labio inferior, decepcionado.

Era increíble lo bueno que se había convertido mintiendo pero, de todas formas, no le
fascinaba.

Minutos después, todos regresaron, y sus primos lucían muy avergonzados. Suho ofreció
unas disculpas por el terrible comportamiento de sus hijos, y también por haber acusado a
la familia de ofrecer comida en mal estado. Todo parecía ir bien, a excepción de las miradas
de sus primos en él. Su tía Rose los vio de manera amenazante, provocando que ya no lo
estuviesen observando.
Jungkook no tenía tanta hambre pero, de todas formas, comió una rebanada de pastel,
notando de reojo a Taehyung en un rincón de la sala, a lo lejos. Sus miradas se encontraron
y, a pesar del constante pitido en su oído izquierdo, éste no pareció aumentar. ¿Acaso la
lejanía tenía algo que ver? Jungkook desearía poder verlos de cerca, descubrir miles de
tonalidades dentro de esos preciosos ojos azules con menos de la mitad de bordó. Ambos se
observaban fijamente, y el adolescente sentía un poco de miedo, pero también una
desesperante necesidad: ser envuelto entre los brazos del rey del inframundo.

Jamás creyó que se encontraría en aquella situación, deseando algo tan demente como
aquello.

Se limitó a ver los ojos de Taehyung por un largo rato. Éste le devolvía la mirada y
lentamente sonreía de lado. Fue entonces cuando Jungkook volvió la vista al frente para ver
a su familia, que notó a su hermana fruncir el ceño. De inmediato sus mejillas se volvieron
rojas y bajó la mirada a su rebanada de pastel, terminando y dejando el platillo en la mesa
ratona frente a él para darle un gran sorbo a su té de manzanilla. Finalmente se sentó
derecho, de forma educada e intentó escuchar la conversación de su familia pero,
nuevamente, hablaban de Dios.

Un chiflido sin melodía alguna se hizo presente, pero Jungkook pareció ser el único que lo
oyó, así que buscó con la mirada a Taehyung, el cual se encuentra detrás de sus primos, los
cuales veían de manera paranoica a su alrededor, asustados. Mark, sin embargo, observó
fijamente a Jungkook, el cual intentó disimular el estar notando algo detrás de sus
familiares.

<< Dime qué quieres que les suceda >> Oyó la voz de Taehyung en su mente. <<
...Vamos. Será divertido. >>

Lo primero que se cruzó por la cabeza de Jungkook fue la palabra "asustar", y el diablo
sonrió un poco ante aquello. No porque fuese malvado, comparado a lo que ha hecho en
toda su existencia, era una tontería. Más bien, sonreía por la verdadera inocencia que estaba
atada al alma de su niño favorito.

Sin dejar de ver a éste último, se inclinó lentamente hacia la oreja derecha de Mark, el cual
era el más paranoico de los tres. Los ojos del rey del inframundo se volvieron oscuros, sus
pupilas se dilataron y la sonrisa que le dirigió al adolescente fue lo suficientemente
escalofriante para erizar su piel.

Sin esperar más, un "Boo" demasiado grave y algo distorsionado salió de la boca del diablo.
Mark prácticamente voló del sofá, gritando y comenzando a llorar. Jungkook se quedó en
su asiento, asustado por la manera en la que los ojos de Taehyung cambiaron, y su voz...

...el hermoso océano había desaparecido y ahora tan solo había una oscura fosa llena de
almas.

Fue cuando, finalmente, Suho decidió que era hora de llevar a sus hijos a casa, que observó
sospechosamente a su sobrino, el cual corrió la mirada de inmediato.

Culpa. Eso era.

Cuando sus tíos y primos abandonaron la casa, Jungkook ayudó a su madre a limpiar toda
la sala, incluso si su padre le comentó que aquello no era el trabajo de los hombres. Yi-Seul
se había terminado de preparar para ir a la iglesia, y Jungkook comentó que deseaba dormir
un poco antes de que sea mediodía. Aquel día tenía escuela, también. Su madre,
nuevamente, ofreció quedarse en la casa, pero éste se negó.

Cuando finalmente estuvo solo, bajó a su cuarto, cerró la puerta detrás suyo y giró sobre sus
talones, observando a su alrededor.

Temía que aquel Taehyung de ojos negros volviese a aparecer, y aunque temía llamarlo,
necesitaba ser envuelto por aquellos brazos...incluso si aquello era pedir demasiado al
diablo.

-¿T-Taehyung?

-Niño -Jungkok observó hacia un rincón de su habitación al oír la voz provenir de allí, y su
corazón comenzó a latir normal en cuanto notó los ojos de Taehyung normales-. ¿No me
digas que eso que huelo en ti es-? -Se acercó mientras comenzó aquella pregunta, quedando
frente al adolescente. Lo tomó de la cintura e inclinó su rostro hacia el cuello del azabache,
inhalando profundamente. La piel de Jungkook se erizó-. Culpa -Afirmó.

Jungkook bajó la mirada en cuanto el diablo lo observó fijo. Estaba avergonzado de sí


mismo, de su comportamiento.

-Ellos son...son solo tontos adolescentes. No saben lo que hacen -Defendió a su familia,
incluso sin tener que hacerlo, ya que sabía que le hacían la vida casi imposible.

-Como dije: Eres puro -Repitió el diablo, y una leve sonrisa surgió en sus labios-. Lo noté
en tus ojos cuando no dejabas de mirarme.

Las mejillas de Jungkook ardieron como el mismísimo infierno, pero no pudo evitar sonreír
solo un poco mientras su corazón latía rápidamente-. Yo...creo que quiero dormir un poco -
Ladeó su cabeza en cuanto Taehyung se apartó un poco-. Lo necesito, al menos antes de ir
a clases.

Este último le tendió su mano repleta de anillos al adolescente, el cual la tomó sin dudar,
notando que encajaban perfectamente. El diablo lo guió hacia la cama, lo sentó y se inclinó
solamente para quitarle los zapatos con lentitud. Se volvió a poner de pie mientras el
mundano se recostaba en la cama, dejando un espacio para el diablo, el cual ni lo dudó e
hizo lo mismo que Jungkook, rodeando el cuerpo de éste con uno de sus brazos.

Ambos estaban cerca, y a pesar de que Taehyung lo observaba fijamente, mientras


acariciaba los mechoncitos de la frente de su niño favorito, éste veía fijamente los anillos en
los largos dedos del diablo. En un parpadeo, unas rápidas imágenes se hicieron
presentes: Bosque, árbol, mano con anillos, ventana y nieve. Frunció su ceño con confusión
antes de que sus ojos se cerraran, agotado.

-¿Te he conocido antes? -Preguntó con las pocas fuerzas que tenía.

Oyó una ronca risa, y se durmió con unas últimas palabras en su mente:

-He vigilado tu alma incluso antes de que estuviera en tu cuerpo, y siempre ha sido mía.
Yugyeom y Jungkook salieron de la clase de coro con sus papeles en mano. El de cabello
lacio se acercó al primer cesto de basura que halló en el pasillo, haciendo pedazos la
autorización con la firma falsificada de su padre -que no aceptaron- y tirándola dentro para,
luego, patear al mismísimo aire con enfado.

-Es injusto. Iba a ser un increíble viaje -Se quejó. No podía creer que no le habían dado
permiso de ir a la excursión. ¡Había hecho todo lo que le dijeron!

-Lo siento, Yugyeom-Dijo Jungkook, aún algo ausente, con su mirada perdida en algún
lugar.

Sentía que todo iba bien, incluso mejor que antes. No sentía el malestar, y cuando había ido
al baño del establecimiento notó en su reflejo lucir mucho mejor que antes. Cuando
despertó para ir a la escuela , Taehyung no estaba, y en la siesta que tuvo no solo había
dormido excelentemente, si no que también había tenido un sueño precioso.

Todo parecía ir exactamente como antes, excepto por el hecho de que sentía un gran,
gran, graaaan vacío en su interior, y todo por la notable ausencia de Taehyung.

Ni siquiera lo veía de reojo, quería llorar.

-¡Y yo! Iba a haber fogata, ibamos a merodear por el bosque. Ibamos a nadar. ¡A nadar en
invierno! ¿Comprendes eso?

Jungkook despertó de su trance al oír aquello. ¿Nadar? Oh, no. No, no, no.

-Yo no sé nadar -Confesó.

-¡Pues yo te hubiera enseñado si hubiese estado allí! -Yugyeom suspiró, frustrado.

Una vez fuera, ambos se quedaron en la entrada, esperando que los recogieran sus
respectivos padres. Jungkook nuevamente notó que el sol no estaba a la vista pero, sin
embargo, podía ver la luz de éste sobre la pálida piel de Yugyeom. Él, en cambio, no tenía
nada más que sombra.
-Jungkook, no te ofendas, pero he querido preguntarte algo en todo el día -Murmuró su
amigo, girándose para poder ver al adolescente de azabache, el cual siente que ha hecho
algo malo. Últimamente siente aquello todo el tiempo-. ¿Por qué te ves como la mierda?

Jungkook se sonrojó ante el insulto y acomodó sus cabellos hacia un costado-. Oh, no he
dormido bien estos días, y eso suele arruinarme -Mintió.

-¿Qué hay del moretón en tu ojo?

-Me golpeé -Otra mentira más.

Yugyeom alza ambas cejas antes de negar-. Jungkook, más de la mitad del pueblo recibe
dura disciplina de sus padres por mal comportamiento. Créeme, tengo golpes todo el
tiempo -Sonaba desanimado, pero luego observó al frente antes de reír con sarcasmo-.
Realmente espero que en los siguientes siglos nuestros castigos sean castigos para los que
nos castigan -Rió por cómo lo había dicho, y Jungkoook hizo lo mismo-. ¿Te imaginas si
sucede? Me volvería rico.

-Yugyeom, es 1967. No creo que estemos vivos para los siguientes siglos -Negó el
azabache.

-No me rompas el corazón de esa manera, Jungkook-Ambos volvieron a reír.

Se despidieron cuando el padre de Yugyeom frenó con su vehículo cerca de la acera. Una
vez aceleró, Jungkook suspiró profundamente, cerrando sus ojos.

Un malestar se instaló de manera desprevenida en su pecho, el pitido de su oreja aumentó


un poco, obligándolo a abrir sus ojos y suspirar nuevamente -ahora de alivio- al notar al
diablo por el rabillo del ojo.

-Tae-Susurró, más tranquilo. Ya no tenía miedo de usar aquel apodo.

-Mi niño favorito. ¿Cómo estuviste sin mí?

-No te vi al despertar.

-Tuve que bajar por unos asuntos.


El ceño del adolescente se frunció, sin comprender-. ¿Baj...? -No terminó su pregunta
debido a que lo asimiló casi de inmediato. Bajar, infierno. ¡Claro!-. Oh. Bueno... ¿Todo en
orden?

-Por supuesto.

Jungkook notó el auto de su padre llegar, con su madre conduciendo. Ésta tenía una amplia
sonrisa, el azabache simplemente la observó por unos segundos. ¿Había sucedido algo, o
tan solo su padre le había permitido que use el vehículo?

-Te extrañé -Dijo, claramente dirigiéndose al diablo antes de comenzar a caminar


rápidamente hacia el vehículo.

Una vez subió, siendo bombardeado por preguntas sobre cómo estuvo su día y demás, se
sintió tranquilo de ir rumbo a su casa con Taehyung vigilando.

Una vez Mi-Suk y Jungkook llegaron a la casa, la mujer comentó alegremente el estar
preparando lasaña para la cena. Camino a la sala, le indicó a su hijo que prepararía té y algo
para comer en la merienda, pero la charla finalizó en cuanto notaron a Seung, Yi-Seul y
Mino sentados sobre el sofá más grande del cuarto. Su primo le sonrió, su hermana mayor
tenía los ojos llorosos y su padre parecía estar a punto de matarlo.

... ¿Qué estaba sucediendo?

Su madre y él se observaron antes de volver la vista al frente, confundidos.

-Jungkook, siéntate -Su padre dice con calma. Oh, no. Ese tono...

Jungkook de inmediato caminó al sofá del frente de su familia, en uno individual. Se quitó
la mochila y la dejó a sus pies para luego poner sus manos con dedos entrelazados sobre su
regazo, observando con miedo a su padre, el cual no cambiaba su expresión.

Finalmente Seung alzó su mano, sosteniendo en ésta dos colillas de cigarrillos y uno a
medio fumar. También habían fósforos-. ¿Qué es ésto?
El adolescente parpadeó, perplejo. Jamás ha visto a su padre sosteniendo un cigarrillo, es
extraño. Tragó saliva antes de responder:

-¿C-Cigarrillos? -Tartamudeó, temiendo decir algo mal.Su padre se levantó bruscamente


del sofá y dio unos pasos hacia su hijo, inclinándose para intimidarlo intencionalmente y
acercando los cigarrillos a la cara del adolescente.

-¿Me repites lo que acabas de decirme?

Jungkook observó a su alrededor, buscando a su madre con la mirada, viendo a Yi-Seul


luego y, finalmente, a su primo, el cual cubrió sus labios con una de sus manos para intentar
no reír. Dulce, dulce venganza.

Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas antes de volver a ver fijamente a su padre, el cual
tenía su rostro rojo, y le temblaba la mano.

-P-papá. ¿Qué sucede? -Tragó el sollozo que se avecinaba, intentando ser valiente.

Un profundo gruñido salió de la garganta de su padre antes de tomarlo por la manga de la


camiseta, levantándolo bruscamente del sofá individual y arrastrándolo hasta la cocina, sin
molestarse en cerrar la puerta. Lo dejó frente a él y agitó los cigarrillos en su cara.

-¿Quieres saber qué sucede? -Ríe con sequedad-. ¡El irrespetuoso de mi hijo fuma a
escondidas como si fuese un traicionero! ¡Un pecador!

Mi-Suk entró a la cocina inmediatamente, comenzando a llorar. Sabía que esta vez no
podría controlar a su marido.

Nunca podía.

-Seung, por favor...

-¡Cierra la boca, Mi-Suk! Tú... -Apunta a Jungkook con su dedo índice, respirando
profundo antes de exhalar bruscamente, negando con la cabeza. -...no puedo creer que me
sigas viendo a la cara.
-Eso no es mío -Rápidamente respondió Jungkook, con su voz temblorosa, formando una
línea con sus labios y entrecerrando sus ojos cuando su padre comenzó a agitarlo desde su
camiseta.

-¡ESTABA EN TU CUARTO Y TÚ ERES EL ÚNICO QUE SE LA PASA ALLÍ!

-¡Yo no he puesto eso allí! Lo juro. Yo jamás haría eso -Inevitablemente, las lágrimas
comenzaron a caer por su rostro.

Tenía miedo, quería ir a su habitación y refugiarse en los brazos de...

-¡ME HAS PUESTO EN VERGÜENZA FRENTE A NUESTRA FAMILIA! ¡FRENTE A


LOS OJOS DE DIOS! ¿QUÉ CREES QUE DIRÁN EN LA IGLESIA SOBRE ESTO? -
Nuevamente agita los cigarrillos en la cara del adolescente-. ¿CREES QUE ACEPTARÁN
A UN VAGO, FUMADOR Y PECADOR?

-¡Yo no fumo! ¡Créeme a mí!

-No puedo creerle a un mocoso. Me has dicho cosas...repulsivas el otro día -El agarre en el
brazo de Jungkook aumentó-. ¿Acaso necesitas más disciplina?

-Seung, por favor. Él no ha...

-¡CIERRA LA BOCA! -Un gemido doloroso escapó de los labios de Mi-Suk en cuanto
Seung soltó a su hijo y su palma impactó fuertemente contra la mejilla de su esposa.

Jungkook retrocedió rápidamente, hiperventilado y temblando. ¡Aquello era su culpa! Tenía


que serlo.

Yi-Seul llegó rápidamente a la cocina, analizando la situación y acercándose a su madre,


abrazándola y observando a su padre de manera acusadora, llena de ira, sin saber
exactamente qué hacer. Tampoco podría decir nada, o correría la misma suerte que Mi-Suk.

Seung parpadeó por unos segundos antes de volver su vista a su hijo.-Mira...lo que me has
hecho hacer -Sus orificios nasales se agrandaron antes de acercarse y tomar el cabello de
Jungkook, arrastrándolo fuera de la cocina-. ¡ME HICISTE GOLPEAR A TU MADRE!
El adolescente podía oír los sollozos de su madre y los gritos de su hermana, indicándole
que se detuviera.

Tropezó en las escaleras ante el dolor que sentía en su cuero cabelludo, se estaba ahogando
en su propio llanto y su vista se oscurecía un poco por los nervios. Parpadeó rápidamente al
notar luego de unos segundos que se encontraba en el cuarto de sus padres, sentado en la
punta de la cama de éstos. Seung cerró la puerta y se giró para ver a su hijo. Lucía
tranquilo, y si Jungkook no lo conociese bien, parecería que estaba a punto de pedir unas
disculpas.

Su padre arrojó las colillas de cigarrillo al suelo y llevó el único que estaba por la mitad a
su boca, prendiéndolo con un fósforo de la pequeña caja que aún sostenía en su tensa mano.

Jungkook intentó no continuar ahogándose con su llanto, ignorando el dolor en su cuero


cabelludo, en sus piernas, y observando con terror a su padre, viéndolo calar del cigarrillo
antes de apartarlo de su boca y exhalar el humo.

Ambos se observaron por unos segundos en los cuales el azabache intentaba mantenerse
callado...porque sabía exactamente lo que iba a suceder.

Seung dio un paso al frente antes de poner el cigarrillo en posición vertical y decir:

-Extiende tu brazo.

Los sollozos de Jungkook volvieron a hacerse audibles mientras negaba rápidamente,


retrocediendo un poco en la cama, sin fuerzas. Aquel hombre se había vuelto loco-. N-no,
no. Yo no l-lo hice.

-Extiende tu brazo -Repitió su progenitor, sin dejar de avanzar hacia él.

-No.

Todo pasó demasiado rápido: Seung tomó el brazo de Jungkook con brusquedad, pero este
último pudo proporcionarle una patada en el estómago, alejándolo. Sintió que no tenía aire,
no podía creer que aquello estaba sucediendo.

-¡TAEHYUNG! ¡TAEHYUNG, TAEHYUNG!


Tan solo el primer llamado fue necesario.

Su padre estaba avanzando hacia él pero, de pronto, quedó inmóvil. Exhaló e intentó
inhalar, pero no se le hacía fácil. Llevó una mano a su pecho a la par que soltaba los
cigarrillos, y en segundos estaba desplomado en el suelo.

<< Nómbrame y haré algo al respecto. >>

Un ataque al corazón, esa fue la obra del diablo.

VI: ´´CASTRATI´´

Oír el desconsolado llanto de una madre desesperada al haber perdido a su hijo en la sala de
espera del hospital no era nada reconfortante para Jeon Jungkook, el cual temblaba en los
brazos de su hermana mayor, que le acariciaba con una mano sus rizos e intentaba
consolarlo, diciéndole que nada de lo que había sucedido fue su culpa.

Definitivamente todo era su culpa.

Bien podría haber aguantado un par de quemaduras en su piel, porque no eran nada a
comparación de un ataque al corazón. No hubiese pasado de un castigo, porque su padre
jamás podría herirlo con gravedad...

¿O sí?

Ambos hermanos observaron la puerta del frente en cuanto ésta se abrió, con su madre
saliendo y dedicándoles una pequeña sonrisa. Jungkook no sabía si aquello era bueno o
malo. Mi-Suk se acercó a sus hijos, tomando el asiento de un lado de Yi-seul y viéndolos.

—Niños, no lloren. Su papá está bien, se va a recuperar —Besó la frente de ambos—.


Tienen que rezar y Dios va a arreglarlo todo. Estará en observación esta noche, y se va a
recuperar poco a poco. No debe llevarse disgustos, y debe comer saludable. Lo cuidaremos,
tranquilos.

A pesar de la sonrisa de su madre y el profundo suspiro saliendo de los labios de Yi-Seul,


Jungkook temblaba como una hoja, y tenía el color de ésta. Estaba descompuesto, mareado,
disgustado...

—Yi-Seul, cielo. Lleva a Jungkook a la cafetería. —Dijo a la vez que le entregaba dinero a
la mayor de los hermanos Jeon—Cómprale un chocolate caliente y una dona. Cómprate
algo tú también, es una noche muy fría. Me quedaré aquí, asegúrate que tu hermano esté
bien.

Yi-Seul asintió y ayudó a su hermano a ponerse de pie y a caminar fuera de la sala de


espera. Recorrieron el hospital hasta finalmente llegar a la cafetería, la cual estaba casi
vacía a excepción de unos ancianos en unos asientos de la esquina, bebiendo tazas de café y
charlando en voz baja. Yi-Seul dejó a su hermano en un asiento de una mesa de las
esquinas y acarició sus rizos.

—No me tardo, quédate aquí —Le dijo antes de ir a pedir la comida.

Jungkook se encogió de hombros, sintiéndose más pequeño de lo que era mientras


continuaba temblando. Moría de frío, moría de miedo...

...Moría de ganas de continuar en los brazos de Taehyung. No se sentía a salvo, estaba


desprotegido, y tan nervioso que apenas lo veía de reojo.

Era su culpa. Su padre había tenido un ataque al corazón, ya no podrían verse mutuamente
a la cara. Su familia sospecharía de él, se preguntarían quién es "Taehyung" y lo acusaría,
para luego matarlo a golpes.

Su alma iba a ser arrebatada de la peor manera posible, e incluso sabiendo que acabaría en
el infierno, nunca dejó de sentir las ganas de ser envuelto por los brazos del diablo.

Lo quería tanto, necesitaba aquello, y más. Necesitaba...


Las tazas siendo apoyadas bruscamente sobre la mesa lo sobresaltaron, interrumpiendo sus
pensamientos y acurrucándose más contra su asiento. Su hermana se sentó frente a él y dejó
el plato con las cuatro donas de chocolate en el medio.

—Come, Jungkook —Básicamente le ordenó.

No iba a negarlo, tenía hambre, pero sentía que podría vomitar en cualquier momento. La
culpa no se iba de su mente, y si al menos pudiese irse vomitando...

Intentando dejar de pensar, respiró profundamente antes de sentarse derecho y tomar una
dona, dando un mordisco y masticando lentamente. Su hermana suspiró y bebió de su café
con crema, relamiendo sus labios luego.

—Jungkook—Llamó, pero éste continuó con la mirada baja, masticando—. Sé que crees
que es tu culpa p-

—Lo es —Interrumpió el adolescente. Apenas le salía la voz. Tragó la comida de su boca y


dejó la dona sobre la mesa, tomando delicadamente su taza y soplando el contenido antes
de darle un sorbo, sintiendo la bebida arder en su pecho.

—Por supuesto que no —Rápidamente contradijo Yi-Seul—. Papá es violento. Tú lo sabes,


mamá lo sabe, yo lo sé. Joder, él lo sabe —Jungkook alzó la mirada al oír el insulto. No
sabía que su hermana se expresaba de aquella manera —. Lo siento. El punto es que...no es
un castigo. Él nos hace creer que es un castigo y...Dios bendito, no lo es.

—Yi-Seul. N-no... —Nuevamente respiró profundo, intentando calmar su cuerpo. No


podía —...Por favor, no hablemos de ésto. Intento...intento no temblar.

—¿Tienes frío? Es porque siempre estás desabrigado. No usas pantalones largos. Es


invierno, Jungkook. ¿Quieres que vaya a casa a por un abrigo? Puedo ir con el auto.

No necesitaba un abrigo, necesitaba sus brazos.

—No, no. Yo...necesito ir al baño, ¿Me disculpas? —En cuanto su hermana asintió, le dio
un último sorbo a la taza y se puso de pie, saliendo de la cafetería.
Caminó rápidamente, en busca de un baño. Sabía que no era un horario en el cual se
encontraría alguien allí. Había comenzado a llorar silenciosamente, sin remedio de solo
pensar que sentiría los brazos de Taehyung. Podía hasta saborear la protección.

Una vez lo encontró, se adentró sin dudarlo y cerró la puerta detrás de sí. Miró alrededor y
se acercó a los cubículos, notando que ninguno estaba ocupado. Comenzó a sollozar con
fuerza inmediatamente.

— ¿Taehyung? —Se giró en cuanto sintió una sombra pasar de reojo. De inmediato caminó
hacia el diablo al verlo parado frente a él, y lo abrazó por el torso, sin temer a su hermoso
pero inexpresivo semblante. Comenzó a sollozar a lo loco en cuanto sintió los brazos del
diablo envolverlo, al principio, con dificultad —. Taehyung. N-no puedo dejar de temblar...

—Sh, shh —El arcángel intentó calmarlo, reafirmando el agarre con más seguridad y
llevando su nariz a los cabellos del adolescente, el cual estaba algo despeinado, pero
continuaba viéndose adorable —. Vas a dejar de temblar, solo necesitabas estar en mis
brazos —Le dijo, aún sin expresión.

Era imposible descifrar lo que aquel ser sentía...si es que sentía algo, claro.

—Sigue vivo, mi padre —Le dijo Jungkook, como si no se hubiese enterado. Se apartó de
su pecho para alzar el rostro y ver sus labios, ya que no podía ver sus ojos o el molesto
pitido comenzaría a taladrar su cerebro más de lo que ya lo hacía. Sintió un cosquilleo en su
estómago en cuanto las manos del diablo tomaron sus mejillas y los dedos pulgares
limpiaron con calma sus lágrimas. El mundano sollozó—. Va a matarme, Taehyung.

—No va a matarte —Dijo de inmediato—. Es imbécil, pero no tanto —Sonrió de lado,


como si no hubiese sucedido ninguna tragedia —. No va a querer ni tocarte.

—Mino, Mark, Minhyuk... —Jungkook negó lentamente.

Sus primos...ellos habían planeado todo. Deseaba darles una lección, una que realmente les
quedara clara.

Taehyung volvió a silenciarlo y lo apegó a su pecho, aun sonriendo de lado.


—No quiero que mi niño favorito malgaste sus recuerdos pensando en los Castrati. Va a
calmarse, respirar y relajarse. ¿Está bien? —Jungkook asintió, obediente, y aquello al
diablo le fascinaba—. Ahora te quiero comiendo.

—P-pero... —Sorbió su nariz antes de alzar su mirada por el rostro contrario—. ¿No vienes
conmigo? —El diablo no evitó reír por la inocencia y pureza que cargaba el adolescente
encima.

Nadie querría estar cerca de él, incluso temían nombrarlo, y ahora se encontraba con un
pequeño religioso, un poco curioso, también.

Sin poder evitarlo, Taehyung acercó su rostro al del azabache y dejó un suave beso en la
comisura de los labios del más bajo, el cual se congeló en su lugar y adaptó un furioso
rubor en sus mejillas.

—Desearía, pero el deber me llama. Ve.

Jungkook asintió lentamente, limpió sus lágrimas y se soltó del cuerpo del diablo, saliendo
por la puerta. Definitivamente se sentía más relajado.+

Pero no sentía nada correcto.

Los ojos del hombre en la camilla del hospital se abrieron lentamente. Tragó saliva,
sintiendo su garganta seca. Necesitaba agua, y muy urgentemente.

Suspiró mientras se removía, incómodo. La aguja del suero en su brazo le incomodaba,


dolía, necesitaba ver a su familia y saber que todos se encontraban bien, que estaban
esperando por él fuera, en la sala de espera.

Su mente comenzó a recordar entre la confusa neblina el cómo intentó castigar a su hijo, y
de pronto su pecho comenzó a doler demasiado. El aire escapó de sus pulmones, su vista se
volvió negra y el golpe en el suelo lo dejó inconsciente.
— ¿Quieres agua? —Soltó un jadeo del susto que le provocó haber oído una voz susurrar
en su oreja izquierda. Llevó una mano a su pecho e intentó calmar su corazón. No quería
tener otro infarto, definitivamente.

Nuevamente giró su cabeza y notó entre la nubosidad de su vista algo vestido de negro en
la punta de su cama. Su garganta se secó aún más, parpadeó más veces para saber si aquello
que veía era real.

Finalmente reconoció a un hombre, era un poco más joven que él y tenía unos ojos tan
celestes como el mismísimo cielo en un bello día de verano. Sonreía con calma, vestía una
camiseta negra abotonada hasta el cuello y unos pantalones del mismo color.

— ¿Q-quien eres? —Pudo decir, aunque casi no tenía voz.

El hombre inmediatamente se acercó a un lado de Seung y tomó de una bandeja que estaba
sobre una mesa de un lado de la camilla un pequeño vaso de plástico, el cual estaba lleno de
agua. Lo acercó a la boca del paciente y permitió que se lo bebiese todo, incluso éste sin
merecer ni una gota.

Al finalizar, dejó con calma, nuevamente, el vaso en la bandeja y volvió a la punta de la


cama, viéndolo.

— ¿Quién eres? —Des preguntó nuevamente, luciendo perdido—. ¿Dónde está mi familia?

—Jeon Seung, yo... —El hombre llevó su mano repleta de anillos de oro a su pecho—...soy
Jesús.

Si Seung no estuviese algo sedado, definitivamente hubiese tenido otro ataque al corazón.
Se quedó observando fijamente al hombre que estaba frente a su camilla, el cual continuaba
sonriendo con la misma calma de antes. Definitivamente no esperaba que Jesucristo fuese
de aquella manera.

Sin embargo, ¿quién era él para juzgar a su Dios?

— ¿C...cómo sé que no mientes?


—Seung, tu creíste en mí cuando salvé a tu hermana de cáncer terminal —De inmediato el
hombre comenzó a llorar, sin poder creerlo. Nadie pudo haber sabido que comenzó a creer
en Dios en aquel momento. La vida de su hermana estaba en riesgo, y aquel mágico ser fue
su única oportunidad—. ¿Me crees ahora?

—Oh, Dios. Mi señor. Alabado sea s... —Se interrumpió en cuanto el hombre de negro alzó
una de sus manos y negó lentamente con la cabeza, indicándole que se detuviera.

—Mi querido Seung. Verás, yo no estoy aquí para charlar. Quiero decir... —Alzó ambas
cejas —...soy Jesucristo, no tu terapeuta —Seung tragó con fuerza, sintiendo dolor en su
interior. ¿Este era el hijo de su señor?—. Estoy aquí porque intentaste hacer algo muy, muy
malo con uno de mis querubines.7

— ¿Q-qui-?

—Tu hijo, para ser exacto —Caminó alrededor de la cama hasta llegar a un lado de Seung
nuevamente, viéndolo fijamente—. Casi quemas su piel de porcelana. ¿Te das una idea de
lo mucho que te costará pagar por ello? Por mí. Lo espero con ansias.

— ¿Qué? —Miró alrededor, pero le asustaba llamar a alguna enfermera. Le asustaba


intentar defenderse. Éste no podía ser Jesucristo, no.

—Es una pena. ¿Recuerdas lo que sentías cuando eras un pobre niño y te escondías en el
armario para que tu asqueroso padre no te encontrara? Miedo, desesperación de...de ser
como él, ¿Verdad? —A pesar de las terribles cosas que decía, todo era calmado, tranquilo.
Suave —. Decías "Yo no voy a ser como mi padre" y, joder, eres más que tu padre. Eres
peor que tu padre.

—Dios te salve, María. Llena eres de gracia. El señor esté contigo... —A éste punto, Seung
ya se había dado cuenta con quién estaba tratando. Lo había sentido, pero tuvo la esperanza
de que no fuese nada malo.

Nada peor de lo que le sucedió.


El hombre de negro rió antes de negar —. No seas imbécil. ¡Creí que nos estábamos
llevando bien! —Exclamó en un triste y sarcástico tono de voz—. Es una pena. Creí que
podrías obedecerme.

— ¿Obedecerte? Solo obedezco a mi Dios, y en nombre de él, vuelve a las tinieblas de


donde viniste. Te lo ordeno en el nombre del señor...

El diablo alzó ambas cejas—. ¿Dios te dice que seas un abusivo? Vaya, yo creí que era
bondadoso, pero veo que es peor que yo —Bromeó, riendo bajo, de manera ronca.
Repentinamente se puso serio, y el color marino en sus ojos cambió a uno bordó, oscuro.
Sus pupilas se dilataron y se inclinó sobre el rostro del creyente —Vamos a ser claros,
¿quieres?

—En el nombre de Jesús, yo te devuelvo a-

—En el nombre de tu puta madre muerta, cierra la boca —Su voz cambió a una grave,
distorsionada, y Seung comenzó a llorar ante aquello. El diablo aclaró su garganta,
fingiendo estar afligido —. Lo siento por eso —Su voz volvía a la normalidad—. Perdí el
control, supongo.

Todo quedó en silencio por unos segundos, y Taehyung sonrió de lado nuevamente.

—Por favor, no me mates —Rogó Seung, hipando e intentando hacerse hacia atrás lo más
que podía, espantado con lo que estaba frente a sus ojos.

—Vas a dejar a tu hijo en paz —Dijo el diablo, nuevamente serio y con sus ojos bien
abiertos, fijos en los del padre de su niño favorito —. No vas a mirarlo, no vas a hablarle,
mucho menos vas a tocarlo —Des asentía, obediente—. Si tu alma sigue en tu cuerpo es
gracias a él...ahora agradece.

—Y-yo, yo...

— ¡AGRADECE!

—Gracias, g-g-gracias. Gracias —Sollozó, temblando y llevando una mano a su pecho—.


Gracias, gracias.
Los pitidos comenzaron a hacerse audibles en la habitación, indicando que el pulso de
Seung estaba muy acelerado. El diablo observó fijamente a su víctima por unos largos
segundos, con una mirada indescriptible.

—Soy alguien muy ocupado, pero sigo siendo real. Estaré vigilándote en tu estadía en la
tierra, Jeon Seung —Nuevamente caminó a la punta de la cama, sin quitarle los ojos de
encima—. Y recuerda: La próxima...tu Dios no va a salvarte.

Dos enfermeros entraron a la habitación, llegando a un lado de él e intentando calmarlo.


Otra enfermera llegó con una bandeja con comida saludable, y todos bloquearon la vista del
paciente. Cuando el hombre pudo tener la oportunidad de ver nuevamente la orilla de la
camilla, ya no había nada allí.

Yi-Seul y Jungkook entraron por la puerta principal de la casa, exhaustos. Su madre iba a
quedarse en el hospital esperando, así que Yi-Seul se llevó el vehículo.

La casa estaba silenciosa, las cosas estaban como las habían dejado, había una gran
tormenta avecinándose y ambos solo querían dormir.

—Descansa, Jungkook. Llámame si quieres algo —El adolescente asintió, recibiendo un


beso en su frente de parte de su hermana—. Te amo.

—Yo a ti.

Finalmente se giró hacia la puerta del sótano, bajó los escalones y volvió a abrir la siguiente
puerta, entrando a su habitación. Una vez en esta, se permitió suspirar con cansancio,
intentando soportar todos los nervios que tenía encima, y caminó hacia la mesa de noche, a
punto de encender aquella luz. Sin embargo, no lo hizo. Ya no le temía a lo sobrenatural,
sólo quería dormir, tal vez por siempre.

Aquel pensamiento lo hizo soltar más lágrimas. Todo había sido su culpa, y no dejaba de
pensar en ello. Su mirada bajó al suelo, dejando caer las lágrimas y cerrando sus ojos con
fuerza. Los silenciosos sollozos sacudían muy levemente sus hombros, abrazándose a sí
mismo. ¿Por qué tenía que salir todo mal? ¿No habría ningún momento de paz para él?

Sintió un cálido e inesperado aliento en su nuca, seguido de unos brazos envolviéndolo por
detrás en un reconfortante abrazo. Taehyung podría ser el diablo pero, al menos para
Jungkook, daba los mejores abrazos del universo, al punto en el que se comparaban con los
de su madre.

Se permitió llorar entre los brazos del rey del inframundo, avergonzado, sin dejar de pensar
en su triste alrededor, triste vida, triste...él era alguien triste.

Alguien que jamás podría ser amado, por ser quien era.

—Taehyung, creo que estoy volviéndome alguien cruel.

La nariz del diablo rozó los cabellos ajenos, olfateando de manera disimulada el aroma de
los sentimientos que experimentaba su niño favorito.

—Imposible —Murmuró—. Sigo oliendo pureza en ti.

Jungkook no podía entender cómo podría haber siquiera una gota de pureza en su alma
luego de haber invocado al supuesto ser más vil de la existencia misma.

— ¿Incluso luego de invocar al diablo? —Se atrevió a pensar en voz alta, sintiendo un
cosquilleo en su estómago cuando las manos de Taehyung estuvieron sobre su torso, dando
suaves y muy pequeñas palmaditas.

—Eso no fue un acto de maldad, fue un acto de desesperación ante la maldad de los demás
—Respondió el diablo, volteando al adolescente en sus brazos y pegándolo a su cuerpo,
inclinando su rostro para rozar la nariz con la del contrario, el cual se puso de puntitas de
pie, amando aquellas leves caricias y la cercanía que ambos mantenían—. Muchos no lo
comprenderían.

—Nadie lo comprendería —Confirmó Jungkook.

—Yo lo comprendo —Contradijo Taehyung, continuando con los roces de narices —. Tu


alma es mía, puedo sentir todo lo que sientes de peor manera.
El ceño de Jungkook se frunció de inmediato a la par que la preocupación surgió.

— ¿No te duele? —El diablo sonrió de lado, negando lentamente ante la inocente pregunta
de su niño favorito, a la par en la que acariciaba la espalda baja de éste.

— ¿Recuerdas todas esas historias donde soy un ser egoísta, que me gustan los malos
sentimientos y soy muy, muy mentiroso? —Jungkook asintió lentamente, esperando una
respuesta negativa —. No son mentira —El azabache tragó saliva para intentar apaciguar el
nudo en su garganta ante aquella respuesta. Claro que el diablo era vil y mentiroso.

Muy probablemente todos los supuestos sentimientos o muestras de cariño que lograba
tener hacia Jungkook eran falsos, porque era un ser mentiroso y claramente no tenía
sentimientos. No debería de estar así de cerca, no debería de querer que el arcángel lo bese
y tampoco debería de sentir mariposas en su estómago. Estaba mal.

Debía ser listo.

—Entonces, ¿También es verdad que tienes cuernos y cola? —Preguntó, intentando olvidar
el asunto, aunque sus ojos llorosos delataban que había pensado negativamente, pero
estaban cerrados.

El diablo frunció el ceño—. ¿Quién dijo eso? Lo mato —A pesar de estar bromeando no
pudo evitar sonar indignado, cosa que hizo reír bajo al adolescente sonrojado. El diablo de
inmediato ladeó un poco su rostro y comenzó a dejar suaves y lentos besos en la mejilla de
Jungkook—...es curioso.

En aquel punto, Jungkook no podía ni moverse. Su cuerpo estaba relajado contra el cálido
torso del diablo y se encontraba embobado por los suaves besos en su mejilla.

— ¿Qué cosa? —Logró articular.

—No sabía que tenía dos lados.

Aquel comentario de parte de Taehyung provocó que abriese sus ojos, con el ceño
levemente fruncido, esperando que no sea nada malo, incluso sabiendo que el hombre que
lo sostenía lo era.
—... ¿Cómo?

—Sí. Una parte de mí adora sentir tu tristeza —Los músculos de Jungkook se tensaron, y el
miedo se hizo presente en su pecho. Sin embargo, no quería salir de la protección que sentía
al ser rodeado por los brazos del diablo —. Pero otra parte de mí hace lo posible, incluso
ser gracioso, para que sigas sonriendo. —Permaneció un segundo en silencio—. Jamás me
había sucedido —A pesar de que sonaba realmente sincero, Jungkook intentó no
convencerse.

El diablo era mentiroso, tenía que ser listo, más listo que él.

Sé apartó un poco de la oscura entidad, con la mirada baja, y se giró nuevamente para
buscar su pijama celeste como los ojos del hombre del cual...

...no. No lo admitiría.

Se dirigió hacia su cama ordenada, sentándose en la punta y deshaciéndose de sus zapatos.


Estuvo a punto de comenzar a desvestirse, pero notó los preciosos ojos de Taehyung sobre
sí, intimidándolo.

— ¿Podrías...? —Sonrojado, aguardó que el diablo comprendiese lo que quería decir.

Éste bufó y se giró, poniendo los ojos en blanco, sin poder creer que se encontraba
realizando aquel pedido para complacer a un adolescente. A una simple alma.

Aunque...tal vez no era tan simple.

—Ya —Dice Jungkook, vestido con su pijama. Cuando Taehyung volvió a girarse, el
azabache estaba acostado, cobijado y dejando un espacio para el arcángel.

El diablo se acercó y no dudó en acostarse a su lado, rodeando nuevamente el cuerpo ajeno


con sus brazos. Comenzó a acariciar los rizos de su niño favorito, esperando a que éste se
duerma, pero sabía que no lo haría debido a que él estaba allí, y probablemente debería irse
nuevamente para que Jungkook pudiese descansar mejor.

— ¿Qué significa la palabra que usas para llamar a mis primos? —Preguntó el azabache de
manera inesperada.
Siempre había sido curioso con aquella palabra, y ahora que sentía que podía tener más
confianza con el diablo -lo cual sonaba loco- no iba a desaprovechar la oportunidad.

— ¿"Castrati"? —Jungkook asintió y el diablo relamió sus labios antes de comenzar a


explicar—. Hace muchos años, la iglesia compraba niños que tuvieran buena voz y los
llevaban a una especie de reformatorio. Los castraban porque creían que eso conservaría
sus voces agudas —Una mueca de dolor se hizo presente en el rostro del azabache. ¿Cómo
pudo la gente ser así de cruel con unos simples niños? Era injusto y aún más terrible que
fuesen creyentes —. ¿Quieres saber la peor parte? ¿La que nadie sabe? —Su voz sonó
como si estuviese a punto de contar algo entretenido, hasta chistoso.

—... No lo sé.

—Se los comían —El ceño de Jungkook se frunció, confundido.

— ¿Qué? ¿A quién? —Preguntó.

—Los testículos.

La bilis subió por la garganta del adolescente, pero pudo tragar con rapidez mientras pura
angustia se instalaba en su pecho, por todos esos niños y porque no podía dejar de pensar en
por qué Taehyung llamaba así a sus primos. ¿Era porque cantaban en el coro de la iglesia o
porque planeaba hacerles algo? Intentó continuar con las preguntas para no echarse a llorar.

—Oh...oh, bueno. Eso es...enfermizo —Su voz tembló y Taehyung lo acurrucó más contra
sí—. Quiero preguntarte algo, pero temo ofenderte.

—Adelante —Lo animó.

— ¿Tú eras...un ángel? ¿Eras un ángel de Dios?

—...Mh —Afirmó—. El mejor de todos.

<< Oh, vaya. >>

— ¿Este es tu cuerpo verdadero? Quiero decir, ¿siempre has tenido esta forma? —Le
asustaba creer que el hermoso hombre que lo sostenía en sus brazos era un cuerpo que el
diablo había tomado. Realmente esperaba que no.
—Puedo ser lo que quiera, pero éste es mi cuerpo verdadero —Se alivió de inmediato ante
la respuesta.

Pero ya era tarde.

El miedo que había estado en su pecho cuando Taehyung le confesó adorar sentir su
tristeza, sumando la angustia que sintió por los niños que fueron castrados, usados como
coro de ángeles y gobernados por demonios que se hacía pasar por creyentes...temía el
mismo destino para su familia, incluso si éstos eran malos, él no era tan malo.

Y lo que más temía, que no había estado queriendo admitir...

Se estaba enamorando de Taehyung. Irremediablemente.

Y el diablo es mentiroso.

Suspiró temblorosamente, cerrando sus ojos con fuerza—. Taehyung —Llamó, tenso
mientras era acurrucado en el pecho del nombrado—. Tengo miedo.

— ¿A qué le temes? —La voz del diablo era neutra, al igual que su semblante.

Sí tan solo pudiese recordar algunas palabras de afecto que demostrase que le importaba,
pero no. Jamás había compartido nada con absolutamente nadie, y no creía tener
sentimientos.

—...A ti, pero no de la manera en la que todos te temen —Suspiró el adolescente,


intentando calmarse mientras la habitación se sumergía en puro silencio.

<< Temo enamorarme demasiado, porque no hay vuelta atrás >>

Minutos después, logró caer dormido, y apenas lo hizo, Taehyung se fue para no provocarle
pesadillas que pudiesen dañar su mente, aún más de lo que ya estaba.+

Además, tenía cosas que hacer.


—Jungkook. Jungkook, hey. Despierta —Sus párpados se alzaron en cuanto su hermana
agitó su hombro. La vio de mala manera hasta que, finalmente, notó que ésta se encontraba
bastante pálida.

— ¿Yi-Seul? —Se sentó bruscamente, un poco mareado al hacerlo. Llevó su mano en


forma de puño a su ojo izquierdo, intentando apartar el cansancio—. ¿Qué sucede?

—Tenemos que ir al hospital, ahora. Levántate —Respondió la adulta, y salió rápidamente


del cuarto, sin dar ninguna explicación.

El pánico brotó por su cuerpo de manera inmediata. ¿Le había sucedido algo a su padre?
¡Era su culpa!

Comenzó a llorar bajito mientras se destapaba y se vestía. Se puso sus pantalones cortos,
sus zapatos, su camisa blanca abotonada y un enorme abrigo negro. Limpió las lágrimas en
su rostro y observó a su alrededor, notando que no podía ver nada de reojo.

— ¿Taehyung? —Llamó.

Nada pasó.

Salió de su cuarto apresuradamente, cerrando la puerta detrás suyo y subiendo los escalones
para abrir la siguiente puerta. Una vez en la cocina, su hermana le entregó un vaso con jugo
de naranja exprimido y dos tostadas con mermelada de durazno encima. Era extraño no
oír Dominique sonar por la casa a todo volumen.

— ¿Yi-Seul? ¿Algo le ocurrió a papá? —No pudo evitar sollozar.

Su hermana lo abrazó de inmediato—. No, no. Tranquilo, nada le pasó a papá —Dijo
rápidamente, dejando un beso en la frente de su hermano antes de dedicarle una débil
sonrisita —Te voy a explicar en el camino, ¿vale? Desayuna rápido, por favor —Y eso
hizo.

Media hora después, ambos hermanos estaban en el auto, con sus cinturones abrochados
debido a lo rápido que conducía Yi-Seul. Jungkook intentaba no llorar y creer en las
palabras de su hermana, pero sabía que algo malo había sucedido.
—Mira, Jungkook...ah, mierda. No sé cómo decir ésto —Su hermana negó lentamente con
la cabeza a la vez que dobló en una esquina. El corazón del adolescente comienza a latir
con demasiada rapidez mientras veía al frente—. Algo le pasó a nuestro primo, Mino —El
azabache la observó, pálido como una servilleta, comenzando a temblar. No, no —. No sé
cómo decirlo delicadamente, Dios mío. Uhm...algo le pasó a sus partes íntimas, y tuvo que
ser...amputado.

El mareo que el azabache sentía era terrible, pero fue disimulado debido al rápido
movimiento del auto y a que tenía el cinturón de seguridad puesto. Sentía náuseas, sentía
ganas de morirse, y allí mismo.

Su culpa, solamente suya.

Ni siquiera se dio cuenta cuando llegaron al hospital. Su hermana lo llamó pero su voz se
oyó lejana, sintió como se deshacían del cinturón de seguridad y, luego de unos segundos,
lo bajaban del vehículo. El aire frío contra su rostro lo despertó un poco, pero la culpa es
tanta que siente que va a tener un ataque al corazón. ¿El karma de su padre, acaso?

Rápidamente ambos hermanos se dirigen dentro del hospital, caminando por los pasillos
hacia la sala de espera. Todos los familiares están allí, y cuando Jungkook llegó junto a su
hermana, sus dos primos lo observaron con terror. Sus tíos estaban hablando con un médico
que acababa de salir de un cuarto.

—Quédate aquí —Yi-Seul le murmuró a su hermano, dejándolo más alejado del resto de la
familia, dirigiéndose a su madre, la cual había comenzado a sollozar.

La luz del hospital se apagó y se encendió por unos segundos, pero nadie pareció notarlo.
El frío invadió al azabache como si estuviese en el polo norte y cuando vio a su lado, algo
grande, alto y cubierto por una capa oscura pasó como si nada. El aliento escapó del pecho
del adolescente mientras vio a la figura -que anteriormente vio en la carretera, y en su
pesadilla- adentrarse seguido de un doctor al cuarto donde -Jungkook supuso- Mino estaba.

Su tío comenzó a llorar mientras cubrió su rostro ante la noticia del doctor, y su tía Rose se
dejó caer en el suelo, soltando un grito desgarrador.
Sus primos comenzaron a llorar en sus asientos muy ruidosamente, su hermana y madre
intentaban calmar a su tía Rose, la cual no deja de gritar el nombre de su hijo.

Eran el centro de atención, y por la cara que tenía el médico cuando se giró y continuó su
camino por el pasillo, Jungkook supo que no había sido una simple amputación.

Algo había salido mal, y ahora Mino estaba muerto.

El diablo se hizo presente a un lado del adolescente, éste puede verlo de reojo y sentirlo.

Aunque ya no sabía si podía volver a sentir algo más que culpa.

— ¿Qué es eso? —Preguntó, refiriéndose a la figura que ahora salió del cuarto de su primo
y siguió por el pasillo, hasta el final, doblando en una esquina, en busca de otro cuarto al
cual visitar.

—La Muerte.

— ¿A dónde se lo lleva? —Retrocedió un poco. Su boca se movía por sí sola, haciendo


preguntas, y todavía no sabía cómo permanecía de pie.

La profunda inhalación del diablo es tan audible y fuerte que incluso provocan que los
cuadros de la pared se muevan un poco. En aquel momento, Jungkook sabía que Taehyung
estaba absorbiendo las almas oscuras...

...Como la de su primo.

—No importa a dónde, lo importante es que ya no será una molestia —Mintio, porque lo
sabía.

Porque el diablo es mentiroso. Engaña, finge, envenena, mata.

Y nunca se olvida de tu alma.

—Taehyung... —Logró decir en una exhalación pero, sin más remedio, cayó al suelo.

Nadie lo sostiene, nadie responde a su llamado de ayuda, y todo se vuelve negro.


VII: ´´LENGUA AFILADA´´

Dos semanas.

Habían pasado dos semanas desde lo que había sucedido luego de que Jungkook despertó
de aquel desmayo al enterarse que, prácticamente, él fue el que causó la muerte de su
primo.

Para empezar estuvo en observación por un día debido a su falta de alimento y mal aspecto.
Durmió gracias al tranquilizante en el suero y se alimentó bien antes de volver a casa.
Luego llegó la noticia del funeral de Mino, y el azabache con tal solo oírlo cayó desmayado
nuevamente.

¿Se había vuelto una especie de trauma? No lo sabía con exactitud, pero supuso que sí
debido a las imágenes que rondaban por su mente en el momento en que alguien nombraba
a su familiar fallecido, la manera en la que murió. Recordaba la palabra Castrati y estallaba
en ataques de ansiedad, en puro pánico. Tan puro que creía que podría morir.

Finalmente fue cuando recordó que, segundos antes de caer desmayado en el hospital, el
diablo no lo había sostenido. No había sentido la protección de sus brazos, no había sentido
nada e internamente estaba agradecido, porque en aquel momento fue la primera vez que le
tuvo miedo de la forma en la que todos lo hacen.

Miedo a que le hiciera algo, incluso sabiendo que se estaba llevando su alma.

El padre de Jungkook había vuelto a la casa, luego de un par de días le comentaron sobre la
muerte de su sobrino y se encerró en su cuarto por más de tres días. Siempre estaba en la
casa, pero cuando Jungkook llegaba a ésta se iba a otra parte, incluso si era otra habitación,
simplemente se iba. Ni siquiera lo miraba, rezaba constantemente -incluso más que antes- y
al adolescente le dolía debido a que esperaba una disculpa...una disculpa por querer hacer
que quemara su propia piel, por pegarle a su madre, etc.

Pero lo que más le dolía a Jungkook de toda esta situación no eran los desmayos, el vivir
constantemente con la ansiedad, el cargar con la culpa de la muerte de una persona y de
dañar a su propio padre, mucho menos el saber que se iba a ir al infierno de manera segura
y gratuita.

El verdadero dolor fue que luego de despertar aquel día en el hospital...Taehyung se había
ido.

Completamente. Ya no sentía el pitido en su oído izquierdo, no sentía el constante malestar,


ni tampoco su cuerpo continuó deteriorándose.

Incluso mejoró. Ya no parecía un cadáver.

Y a pesar que al principio tuvo miedo de volver a ver a Taehyung, definitivamente no se


comparaba con el dolor de tenerlo lejos, de no sentirlo abrazarle por las noches. Era todo
completamente terrible, y el nudo de su garganta no disminuía ni siquiera llorando
ruidosamente en los brazos de su madre, la cual no comprendía la tristeza de su hijo al creer
que todo estaba bien. Decidió culparse, porque jamás permitiría que su pequeño tuviera la
culpa de nada.

Finalmente, luego de las dos semanas Jungkook volvió a la escuela. "¡El viaje en el que
Dios guía tu camino!" Dijeron, pero Dios no guiaba nada que tuviera el nombre "Jeon
Jungkook", y éste lo sabía.

Kim Yu-gyeom continuaba molesto por no haber ido, Jungkook temía ir porque sabía que
iría casi todo el curso, y eso implicaba que Kim Namjoon y Park Jimin estuvieran allí. "Los
bravucones", por así decirlo.

Hacían la vida de Yugyeom y Jungkook, todo por no llevar el típico estereotipo y por ser
inocentes. Yugyeom era un rebelde sin causa, incluso siendo de la misma edad que
Jungkook, pero claramente en el instituto no aparentaba aquello. En cambio, el azabache
era como siempre en todas partes.

Kim Namjoon era el que siempre seguía a Park Jimin. Éste último había tenido una vida
terrible, cayendo en un orfanato y siendo adoptado por una familia rica al ser
extremadamente hermoso. Se le subió la fama a la cabeza, nadie sabía que era adoptado
excepto los padres de Jungkook, los cuales se llevaban bien con los padres de Jimin. El
azabache lo había escuchado en el momento en que el señor y la señora Park lo habían
confesado ante los Jeon, pero jamás dijo nada.

Sabía que iba a tener un viaje terrible. Por todos los cielos, lo sabía. Pero ya nada le
importaba, ya no le encontraba mucho sentido a las cosas.

Quería a Taehyung, lo único que quería, lo único que deseaba y no podía tener. Sintió todo
el cariño que éste alguna vez le dio realmente falso, y eso rompió su corazón.

El autobús parecía estar esperando a que los estudiantes finalizaran de subir. El profesor de
coro estaba a un lado de la puerta de éste, observando su reloj. Probablemente esperaba a
que fuese el minuto exacto para subirse y partir. Jungkook pensó seriamente en escaparse,
pasar el día paseando en la ciudad, tal vez comprarse un helado y luego volver a la escuela
cuando fuese la hora, pero su madre lo mataría por aquello, así que caminó rápidamente al
autobús, entregando su permiso y subiendo a éste.

Todos estaban sentados en sus respectivos lugares excepto los dos imbe...bravucones. Los
dos bravucones. Se encontraban molestando a un chico de adelante, el cual estaba junto a
otro, ambos cubriendo sus cabezas para no ser golpeados por éstos. Jungkook rogó pasar
rápidamente por el pasillo, y así lo hizo. Ni siquiera tenía idea cómo no lo notaron. Iba a
sentarse detrás de todo, del lado de la ventana y junto a Kim Seok-Jin, el cual era la
universidad del frente de su escuela, y leía la biblia con mucha atención. No entendía cómo
nadie eligió aquel asiento, lo mejor del viaje era disfrutar el paisaje.

Una vez el azabache se sentó, suspiró y se acomodó contra el respaldo del asiento, su piel
erizada debido al frío.
El invierno se acercaba. Seok-Jin dejó de observar la biblia para ver a su acompañante.

—Hey, Jungkook —Dijo.

A decir verdad, Jin era un buen tipo. Un buen y lindo tipo. No se metía con nadie, y nadie
se metía con él debido a su tamaño: Grande, musculoso y con mala cara...pero solo para
algunas personas. Jungkook lo había conocido cuando tuvo que hacer una obra de teatro en
donde Jin era Moisés y Jungkook...bueno, ignoremos que fue una oveja y solo
enfoquémonos en presumir que estuvo en una obra. Su primera obra.
Desde allí se saludaban en la salida de clases y pocas veces habían intercambiado palabras,
pero nada más que eso. Ni siquiera una amistad como la de Yugyeom y Jungkook.

—Jin —Saludó de vuelta Jungkook, notando lo frío que había sonado. Observó de reojo la
biblia y frunció un poco el ceño al notar que ésta, por dentro, no era nada parecido a la
verdadera—. ¿Qué lees? —Fingió no saber.

— ¿Qué te parece? -Rio Jin nerviosamente a la par que volvía su vista a la lectura.

Jungkook le observó por unos segundos con notoria gracia-. Definitivamente no he visto
antes la palabra "vampiro" en la biblia -Comentó, llevando su mirada al frente, fingiendo
quitarle importancia a aquello.

Jin, completamente sobresaltado cerró "la biblia" y la dejó sobre su regazo, apuntando con
su enorme dedo índice al azabache, el cual había vuelto a verle con una pequeña sonrisita,
provocando que se le vieran sus dientecitos de conejo.

-Si no dices nada te lo pagaré como sea -Intentó negociar.

Jungkook decidió que continuaría con aquella negociación, pensando por unos segundos
antes de acomodarse en su asiento.

-No diré nada, con una condición -Ambos se quedan viendo y Jungkook, sin quitar su
mirada del chico del frente suyo, asintió en dirección a Namjoon y Jimin, los cuales
bromeaba entre sí sobre algo-. ¿Ves esos chicos?

A la par en que Jin vio al frente para buscar a los dos tontos, el autobús se puso en marcha y
todos exclamaron con emoción antes de que acelerara por la calle tranquilamente.

El profesor interrumpió la charla de Jin y Jungkook para avisar a todos que se mantuvieran
en sus asientos.

-Los bravucones –Responde Jin luego de unos minutos.

-Me molestan, y mucho. Tú eres grande, Jin. Eres musculoso. ¿Puedes protegerme? -
Honestamente estaba sonrojado, y no por haberlo llamado musculoso, sino porque nunca
había sido tan directo en algo.
El castaño frente a él lo observó por unos segundos de arriba abajo, asintiendo lentamente,
como confirmando sus dudas.

-Cambiaste -Confirma. Las cejas de Jungkook se alzan, sorprendido, pero no del todo-. Te
ves todo confiado y negociador. Quiero decir, siempre he entendido que eres muy
inteligente y observador, pero te muestras muy tímido y hoy estás...bastante atrevido.

Oh, rayos. ¡Alguien está siendo increíblemente directo!

La incomodidad de Jungkook se incrementó, provocando que se re acomode en su asiento y


vea al frente, inseguro mientras llevaba sus pequeñas manos a su regazo.

-Yo no quería...bueno, lo siento -Tragó saliva con fuerza para intentar aliviar el nudo de su
garganta, pero sentía que no funcionaba. Taehyung ya no estaba, y se había comportado
como un chico tonto y atrevido para buscar la protección en alguien. Estaba muy apenado-.
Lo siento, no tengo derecho de...tú sabes. No diré lo del libro, tranquilo -Llevó su mirada a
la ventana, viendo la carretera en la que se encontraban-. Supongo que todos hacemos cosas
malas alguna vez.

-¿Crees que leer ésto es malo? -Sonrió de lado ante la pregunta de su compañero de asiento.

-No, es por eso que no voy a delatarte. No haces nada malo -Irás al cielo y yo no, pero así
es por algo, y probablemente porque lo merezco-. Eres una buena persona, Jin.

Jin parece pensar en algo mientras vuelve a abrir la supuesta biblia, retomando su lectura.
Jungkook parece estar esperando ver algo anormal entre los árboles de los costados de la
carretera, algo que le diga que Taehyung no se había ido, que le importaba el que estuviese
bien en el planeta tierra.

Jamás supo cuándo se llevaría su alma, ni tampoco lo que pidió que fue -según el diablo- la
cosa más pura. Quería saber, y la intriga lo carcomía más rápido que la ansiedad.
Suspiró antes de apoyar su cabeza contra el vidrio y cerrar sus ojos, ignorando el hermoso
paisaje y al cuervo que volaba más arriba del autobús, por lo alto.+
El autobús finalmente se detuvo al adentrarse a un bosque por un camino de tierra,
estacionando no tan lejos de la carretera. No deseaban perderse. Jin despertó a Jungkook, el
cual roncaba un poco y tenía su dedo pulgar resbalando de su boca. Cuando despertó vio
alrededor y suspiró profundamente, sonrojado al haber sido visto durmiendo como un
bebé...literalmente.

Se puso de pie mientras frotaba sus ojos y caminó detrás de un par de alumnos, siguiendo a
Jin por el pequeño espacio entre los asientos del autobús. Los bravucones se pusieron detrás
suyo, pero Jungkook estaba lo suficientemente adormilado para darse cuenta. Fue
finalmente cuando llegó al primer escalón para bajar del autobús que fue empujado con
fuerza, provocando que su cara diera contra la tierra bruscamente. Un gemido de dolor salió
de sus labios ante el fuerte dolor de nariz, oyendo risas de sus compañeros.

Unas manos lo levantaron por el brazo, y cuando se reincorporó, completamente mareado,


notó que Jin fue el único que lo ayudó. Le agradeció en un asentimiento a la par que
intentaba quitarle la tierra de las pestañas sin que dañaran sus ojos. El profesor no había
visto aquella escena, y tampoco preguntó de qué se reían todos. Simplemente se acercó y
sacó un papel a la par en que se colocaba sus anteojos para comenzar a leer.

-"Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha
nacido de Dios y conoce a Dios. 1 Juan 4:7" -Una vez finaliza de leer aquello observa a
todos sus alumnos con una sonrisa, como si todo fuese simple-. Los hemos traído aquí
porque deseamos que todos se amen, que todos sientan que puedan contar con el otro. La
comodidad, el respeto, principalmente el amor atrae al señor. Vamos a sentir la felicidad
ésta tarde. -Finalmente suspiró antes de ver a su alrededor. -Bien. Vamos a buscar un lugar
cerca en donde podamos armar una pequeña fogata y acomodar unos troncos para sentarnos
a convivir. Síganme.

Todos comienzan a caminar. Jungkook sacude su ropa entre todos los alumnos, oyendo a
Namjoon y Jimin detrás. Jin va a su lado, pero no tanto. Lleva su supuesta biblia bajo el
brazo y tiene la vista bien al frente. Las risas de los torpes de atrás no cesan, y comienzan a
hablar más fuerte de lo normal, aunque casi todos lo están haciendo.
-Sí, murió en el hospital -Namjoon comienza. Jungkook siente un cosquilleo de vértigo en
su estómago-. Se desangró. Supongo que...no tuvo las bolas suficientes para seguir con vida
-Ambos adolescentes explotan en carcajadas.

Claramente hablaban sobre Mino.

El piso parece moverse, y Jungkoook está tan mareado que desea simplemente vomitar.
Siente una de las manos de Jin sostenerlo del brazo en cuanto comenzaba a inclinarse hacia
un lado, a punto de caer. Lucía como si hubiese subido a un carrusel sin frenos, y su
corazón parecía estar yendo al ritmo de éste: Rápido, descuidado.

Respiró profundo un par de veces sin recibir ninguna pregunta de Jin, y pronto se calmó un
poco.

Taehyung, te necesito.

-Lo siento por lo de tu primo -Jungkook asiente lentamente y limpia sus lágrimas en cuanto
se da cuenta que éstas caen por sus mejillas-. Voy a cuidar tu espalda.3

De inmediato Jungkook alza su rostro hacia Jin, el cual lo ve de reojo mientras observa
como el profesor de coro ha encontrado un lugar perfecto para detenerse.

-¡Aquí! Aquí es perfecto. Ayúdenme con esto, por favor.

-¿E-en serio? -Jungkook pregunta, y cuando el otro adulto asiente de inmediato comienza a
sentir la culpa instalándose en su pecho. -Jin, no te sientas obligado.

-No estoy siendo obligado, simplemente creo que no debes lidiar con esta porquería hoy.

Jungkook no duda en agradecerle, feliz de poder contar con alguien en el miserable mundo
que se encontraba.

-¡Kim Seok-Jin! -El maestro le llama, y éste de inmediato se acerca no sin antes darle su
biblia a Jungkook para que la sostuviera. Éste lo hace de inmediato, aferrándola a su pecho.
-Necesitamos sus músculos, señor Kim.1

-Con gusto.
-¿Por qué quieres venir a convivencia? -La voz de Jimin se hace audible a un lado de
Jungkook. Finge caminar tranquilamente alrededor del pequeño azabache, el cual se encoge
sus hombros en su lugar. -Eres el bicho raro de aquí.

Namjoon finge pasar tranquilamente por el lado de Jungkook y con una sacudida de su
brazo tira el libro de las manos del niño de ojos verdes, el cual suspira antes de inclinarse
para levantarlo. La risa de Jimin llega a sus oídos antes de ser empujado al lodo. Ahora sí
ha manchado su ropa por completo. ¿Por qué tuvo que usar su camisa blanca aquel día?
Dios santo.

Jin reaparece de inmediato en la escena, pero a pesar de llegar un poco tarde pone de pie a
Jungkook y se empeña en ver fijamente a Kim Namjoon, el cual le sonríe amistosamente al
castaño.

-¿Tienen algún problema? -Pregunta de mala gana a la par en que comienza a acercarse a
Namjoon, el cual parece irradiar más nervios que éstos mismos. -¿Estás aburrido?

-N-no.

El profesor ve en aquella dirección debido a que está indignado por la suciedad en la ropa
de su alumno.

Jin al notar aquello golpea amablemente el hombro del molesto adolescente frente suyo y
finge una sonrisa llena de bondad.

-¿Quieres que te des-aburra partiendo tu cara, imbécil? -Jin sonríe aún más luego de decir
aquello, y Namjoon niega rápidamente antes de alejarse un poco más, pasando por al lado
de Jungkook y asegurándose de siquiera verlo. Jin se gira en cuanto oye a Jimin reír entre
dientes. -¿Te da risa algo?

-No me das miedo, Kim. Sabes que si haces algo podrías salir perjudicado.

-¿Me estás probando?

-¿Chicos? ¿Qué sucede aquí? -El profesor de coro intervino debido a un estudiante
explicándole sobre una problemática situación cerca de los cuatro chicos.
Jin suspira para luego girarse y tomar el brazo de Jungkook, guiándolo con él. Oyen las
risas de Jimin y Namjoon, pero los ignoran por completo, intentando tener un bonito día de
convivencia, incluso si el pequeño de cabello azabache sabía con exactitud que no era así.

-¡Cordero de Dios! -Aplausos. -¡Cordero de Dios! -Más aplausos unísonos. -¡Que quitas el
pecado del mun-do! ¡Ten piedad de nosotros, ten piedad de nosotros!3

Jungkook no iba a mentir. Iba a ser muy sincero pero cuidadoso: Las canciones solamente
lo deprimían aún más. Incluso sabiendo que no vomitaría al nombrar al padre de los cielos,
también sabía que no tenía ningún derecho. Suspiró y bajó la mirada a sus manos, solo
aplaudiendo cuando todos lo hacían, oyendo a sus compañeros entonar terriblemente con la
canción, excepto a Jin, el cual cantaba brillante.

Suspiró. ¿Taehyung? ¿Puedes oírme? Siento si hice algo que te molestó, prometo no
hacerlo más pero...por favor, vuelve.

Unas pequeñas ramas que provienen de su derecha pican en su rostro desde ya hace rato,
pero no cree soportarlo más. Jin no podía hacer nada en aquella situación, y Jungkook lo
comprendía. -¿Podrías, por favor, dejar de arrojarme cosas?

Jimin ríe junto a Namjoon a la par en que todos dejan de cantar y el profesor regaña a los
tres adolescentes con la mirada: A Jungkook por interrumpir, y a los otros dos por
comenzar.

Jungkook ni siquiera le da tiempo a hablar. -Voy a...encontrar un baño. -Dice antes de


ponerse de pie, sacudiendo su ropa, aunque ésta ya está realmente sucia.

-De acuerdo. -El profesor aprueba, sonriendo en dirección a su alumno. Jeon Jungkook
siempre le había caído bien y todo gracias a que jamás daba problemas. -No te alejes
mucho, por favor. -El azabache asiente ante aquello, agradeciendo la muestra de
preocupación mientras se encamina fuera de la ronda, adentrándose al bosque poco a poco.
-Yo también necesito ir al baño, profesor.

-Y yo. -Jungkook suspira temblorosamente. Sabe que ambos chicos lo hicieron a propósito,
no duda ni un poquito.

-Vayan, y no se pierdan.

-Profesor, yo también. -Jin rápidamente dice poniéndose de pie. Jungkook agradece


aquello, pero lo hace muy pronto.

-Jin, mejor ve con un nuevo grupo cuando ellos vuelvan. -El profesor dice, y Jin
nuevamente se sienta, viendo con el ceño levemente fruncido como Jungkook caminaba
con más rapidez y los otros dos idiotas intentaban alcanzarlo. De inmediato se giró e intentó
cantar sin estar concentrado en qué le sucedería a su compañero.

El adolescente apresuró mucho más su paso, casi trotando mientras oía como Jimin y
Namjoon hacían exactamente lo mismo entre risas. Es cuando Jungkook detiene su paso al
saber que no se librará de los adolescentes, que éstos deciden empujarlo al suelo de
inmediato. Jimin lo sostiene de la nuca, dejando su mejilla pegada contra la tierra del suelo.

-¿Quién mierda te crees que eres ahora? ¿El protegido de Kim? Idiota. -Tenían razón.
Desde la llegada de Taehyung se había acostumbrado a no lidiar con ese tipo de mierdas, y
ahora solo se culpaba, preguntándose qué hizo mal y sintiendo que todo lo que podría
ocurrirle se lo merecía.

-Haz que trague tierra. -Namjoon dice completamente emocionado.

Jimin toma en un puño el cabello de la parte trasera de la cabeza de Jungkook y los levanta
un poco, solamente para hundir el rostro de éste en la tierra. El cuerpo del azabache se
retuerce, intentando zafarse del agarre debido a que siente que se está ahogando.
Inesperadamente lo sueltan y se queda en el suelo, tosiendo e inhalando profundamente con
el rostro lleno de tierra.

-Fenómeno. -Dice Jimin antes de levantarse y comenzar a caminar con Namjoon


nuevamente hacia el pequeño campamento con los demás alumnos.

Y eso ha sido todo.


Un profundo y tembloroso suspiro sale de la pequeña nariz de Jungkook, el cual se gira en
el mismísimo suelo, sentándose y observando fijamente a ambos muchachos, caminando.

-Basura adoptada. -Deja salir mientras traga el sabor amargo de su boca. Es la primera vez
que siente ira por su cuenta, y que insulta a alguien queriendo hacerlo. Y que, maldita sea,
se siente increíble.

Internamente agradece a su lengua afilada.

Ambos adolescentes detienen su caminata, Namjoon incluso se aleja un poco de Jimin


mientras ve a Jungkook con sorpresa y hasta cierto terror. Fue allí y por la desquiciada
mirada de Jimin que el azabache fue poniéndose de pie lentamente mientras las lágrimas
caían por sus mejillas.

No se arrepentía, pero estaba asustado. Sabía que se había pasado y podrían matarlo a
golpes. Debía ir rápidamente donde Jin, pero ambos chicos estaban bloqueando aquel
camino.

Una risa entrecortada y extremadamente falsa sale de la boca de Jimin. -Dios bendito, estás
tan muerto justo ahora. -Dice.

Jungkook toma aquello como una señal para girarse y comenzar a correr, sintiendo a ambos
adolescentes hacer lo mismo. Namjoon grita el nombre de su amigo, porque molestar es
muy diferente a alejarse de los demás y partirle la cabeza al niño contra una roca. Sabe que
su amigo va a pasarse, y sabe que va a tener que conservar un peso en su conciencia para
toda su vida.

El adolescente no puede dejar de hiperventilar mientras corre con la mayor fuerza que le
queda, intentando no tropezar con ninguna rama de por medio porque, oh Dios, estaría tan
malditamente muerto si eso ocurriera.

Sabe que se está alejando demasiado cuando ya no se oyen los cantos de sus compañeros y
por no reconocer aquella área del bosque. Es cuando ve al frente que desea haber cerrado su
boca y conservar su ira: Un lago que separa el bosque de otro bosque está a unos metros,
claramente no puede arrojarse, así como así debido a que no sabe nadar. Concluyó todo
sabiendo que moriría, y prefería morir ahogado antes de hacerlo en manos de Jimin, con
Namjoon de complice.

Sollozó más fuerte. ¿Cómo podía Taehyung llevarse su alma, matándolo de esta manera?
Creía que el diablo decidía la muerte de sus víctimas, y si el arcángel sintiese algo por
él...esto no estaría pasando.

¿Cómo había sido tan torpe de creer que Taehyung sentiría algo por él? ¿Cómo había
podido creer que, alguna vez, alguien sentiría amor por él?

-Taehyung. -Susurró con pánico antes de respirar profundo, sin dejar de correr y saltando
en cuanto llegó al borde del lago, hundiéndose lentamente.

Cerró sus ojos con fuerza mientras sentía sus oídos taparse por el sonido del agua, dejando
su cuerpo inmóvil pero sintiendo como cada vez descendía más. Burbujas salieron de su
nariz a la vez que relajaba su cuerpo, disfrutando de la calma que el agua le brindaba y
esperando a la muerte con paciencia. Si iba a morirse, iba a morirse bien.

Más burbujas salieron de su nariz con brusquedad en cuanto unos brazos envolvieron su
cintura, apegándolo a un duro torso. Fue entonces que...

...el malestar se hizo presente.

Dio una profunda inhalación por la boca en cuanto su rostro estuvo fuera del agua, tosiendo
un poco. No había entrado agua a sus pulmones, pero el haber corrido bastante y luego
contener la respiración lo había hecho ahogarse un poco. Su oído izquierdo pitaba como
antes, su cuerpo estaba helado y creyó que era debido al agua, pero en cuanto sus enormes
ojos verdes se abrieron y observó el diablo demasiado cerca, lo comprendió.

Éste estaba tan guapo como siempre, solo tenía el cabello mojado, hacia atrás y sus ojos
bordaron con las pupilas terriblemente dilatadas. Su piel estaba cálida y, demonios,
Jungkook lo había echado de menos. Tanto, tanto que apenas podía respirar.

De inmediato llevó los brazos alrededor del cuello del arcángel y lo abrazó, temblando al
saber que se venía lo peor.
-¡Jimin, deten...! -Ambos chicos se detuvieron en cuanto pararon frente al lago, observando
al adolescente abrazar a un tipo extraño, el cual daba miedo. Namjooon de inmediato vio
alrededor antes de volver a ver al hombre en el agua. -¿Quién diablos eres tú?

Todo pasó muy rápido.

Un cuervo, el mismo que había vigilado a Jungkook en todo el viaje, se hizo presente en la
escena. Se posicionó frente a la cara de Namjoon y comenzó a atacarlo mientras éste
gritaba, rogando por ayuda. Sangre caía por sus mejillas hasta finalmente ser separado de
sus propios ojos. El cuervo se alejó mientras masticaba su comida y el adolescente cayó al
suelo, poco a poco desangrándose hasta morir...solo.

Jimin observó a su amigo de toda la vida, su cuerpo inmóvil en el suelo y gritó fuerte,
horrorizado mientras llevaba sus manos a sus mejillas, sin poder creerlo. El sonido del
cuervo masticando los oscuros ojos de su amigo fue todo para comenzar a correr por el
bosque, sin mirar atrás, escapando. Tal vez era la falta de aire, el pánico en su pecho o el
haber corrido por mucho tiempo, pero su cabeza comenzaba a doler terriblemente. Un dolor
anormal.

Fue finalmente que llegó a donde todos estaban reunidos. El profesor de coro silenció a sus
alumnos al notar el rostro de Jimin tan blanco como una servilleta, poniéndose de pie para
acercarse a su alumno, pero decidiendo esperar a que éste reaccione.

-¿Jimin? ¿Qué sucede? -Pregunta. Todos observan extrañados al adolescente, el cual


lentamente se sienta sobre un tronco entre dos alumnos más.

Todo queda en silencio por unos segundos mientras la respiración de Jimin comienza a
cesar, volviéndose más costosa. Su rostro se vuelve rojo, bordó, lentamente violeta y las
venas resaltan en éste. Es cuando el profesor avanza que, literalmente, la cabeza de su
alumno estalla en pedazos. La sangre salpica a todas las personas que se encontraban allí,
algunos gritan, algunos corren lejos y otros no pueden moverse. El cuerpo del adolescente
cae, no hay rastro de su cabeza, rastro de nada.6

El caos se desata.
Taehyung alzó a Jungkook, finalmente pudiendo dejarlo fuera del agua. Éste respiraba
profunda y rápidamente, boca arriba y observando el cielo azul. Era un bonito día para tanta
tragedia, para tantos problemas. Lentamente comienza a sentarse, mareado y observando de
reojo cómo el diablo salia del agua, quedando de pie y tirando su oscuro cabello hacia atrás.
Su camisa y pantalones negros estaban empapados, al igual que la sucia ropa del rizado.

Es cuando el arcángel está a punto de inclinarse para levantarlo que el adolescente se hace
hacia atrás, sollozando secamente. Siente que ya no puede llorar, incluso intentándolo.

-T-Taehyung... -Sollozó mientras su pecho recibía dolorosas puntadas. -¿Dónde estabas? T-


te necesitaba. -Comienza a llorar más fuerte mientras las lágrimas salen de su rostro. Parece
estar entrando en pánico, pero finalmente se gira para ver al cadáver del bravucón. Un
bravucón, como cualquier otro torpe adolescente que aún no madura, y había recibido el
castigo de una de las peores muertes tan solo por no saber con quién se metía. -Muerto.

El diablo lo observa con sus ojos más grandes de lo normal, sin saber cómo reaccionar ante
las palabras de su niño favorito.

-Se lo merecía. -Susurra.

Jungkook parece estar comenzando a enloquecer. -D-Dios. -Un gruñido bajo escapa de los
labios de Jungkook ante la mención de éste mientras el adolescente pasa sus temblorosas y
frías manos por sus ricitos mojados, casi arrancándolos e hiperventilando aún más. -E-Esto
no está pasando, no. N-no puede estarlo. -Niega rápidamente mientras todo se mueve a su
alrededor.

Rápidamente es tomado por debajo de los brazos y envuelto por la cintura en cuanto el
diablo noto que no tiene estabilidad en sus piernas. -Escúchame. -Le dice, notando cómo
Jungkook hace lo posible para no entrar en pánico -Juro que voy a explicarte por qué me
fui. La verdad.

-¿C-cómo sé que no estás mintiendo? -Otro sollozo se escapa de sus labios mientras intenta
recuperar el ritmo normal de su respiración, fallando reiteradas veces en el intento.

Taehyung simplemente lo ve fijamente, incluso si el azabache no lo hace, manteniendo sus


ojos cerrados.

-...Yo jamás le mentiría a mi niño favorito. -Le dijo antes de acariciar su nariz contra la del
más bajo, respirando profundamente y grabando nuevamente el aroma de éste en su
memoria, en sus sentidos.

Es cuando Taehyung comienza a hablar que Jungkook cree estar soñando. Habla en una
lengua incomprensible para los simples humanos como él, pero es tan suave e intrigante
que los nervios de Jungkook comienzan a descender mientras se acurruca más contra el
cálido cuerpo del diablo. Éste último acaricia la espalda del adolescente suave y
lentamente. Poco a poco los nervios disminuyen, solo siente frío y pesadez. El shock se va,
solo tiene miedo.

-No enloquezcas. -Jungkook traga saliva con fuerza mientras el diablo se separa y toma las
mejillas del más bajo para observarlo. -He matado al otro ser inferior, también. Necesito
que hagas lo que te digo, ¿vale? -El azabache asintió rápidamente, intentando no pensar en
lo que sucedería una vez llegase al campamento-. Tienes que volver y decir que ellos
tomaron otro camino. Tú caíste en el lago, y eso fue todo lo interesante que sucedió.

El shock nuevamente invadió a Jungkook, pero no siente que vaya a enloquecer


nuevamente. -Y-yo... -Niega lentamente antes de sollozar, sintiendo las lágrimas caer por
sus mejillas. Ésto era una pesadilla, y un sueño hecho realidad a la par, ya que no volverían
a tocarlo. -...No puedo.
La respiración de Taehyung cambia drásticamente. Jungkook casi puede asegurar que el
diablo está desesperado porque su niño favorito no reciba culpa en el asunto, pero no quería
creerlo del todo.

-Tienes que hacerlo, o tendré que hacer algo peor para arreglarlo-Dice en un tono suave
pero frío. Inesperadamente se aleja del azabache. -Ve.

-¿M-moverás el cuerpo? -Taehyung asiente luego de un par de segundos, viéndolo


fijamente, y Jungkook hace lo mismo antes de girarse y comenzar a caminar rápidamente
hacia el camino de vuelta a la convivencia.

Finalmente llega e intenta usar su shock para fingir sorpresa y preocupación. Los alumnos
están subiendo al autobús en fila, hay dos ambulancias y los troncos en donde
anteriormente todos estaban sentados están cubiertos de sangre. Hay una cinta amarilla
alrededor de éstos y algo que luce como un cuerpo metido en una bolsa negra. Jungkook
está a punto de comenzar a caminar hacia la fila del autobús, subirse y ya, pero cree que
aquello sería realmente sospechoso así que se encamina hacia su profesor de canto, el cual
tiene ambas manos en su cintura y está más pálido de lo normal, negando lentamente a la
nada.

-¿Señor Jung? ¿Qué ha sucedido? -Dijo, fingiendo claro desconocimiento en la situación.

El profesor alza lentamente su mirada, viendo fijamente al adolescente antes de rebajarlo


con la mirada, consciente de lo mojado y sucio que éste estaba.

-¿Dónde has estado?

El azabache intenta no balbucear. -Fui a hacer pipí al lago, pero me caí. -Frunce levemente
su ceño y ve alrededor antes de volver a ver al adulto. -¿Qué ha sucedido? ¿Alguien salió
herido?
Un suspiro sale de los labios del hombre luego de observar a Jungkook por unos segundos.
Ante sus ojos -y los de cualquiera- es muy claro el que su alumno jamás le haría daño ni
siquiera a un mosquito. El mundano ya no se siente tan puro como Taehyung jura que es.

La mano de Jung viaja a la espalda del azabache, empujándolo suavemente en dirección al


autobús mientras niega lentamente con la cabeza. -No te preocupes. Ve a casa, niño.

Una vez Jungkook sube al autobús, nota el cómo sus compañeros y los del último curso no
pueden reaccionar. Algunos hablan bajo, otros lloran y los demás simplemente...lucen
perdidos en su cabeza. Casi todos están cubiertos de manchas rojas, el conductor del
autobús termina de fumar un cigarrillo mientras mueve su pierna frenéticamente, esperando
al profesor para partir. Jungkook camina al fondo sin mirar a nadie y vuelve a ubicarse en el
mismo lugar de ida, a un lado de Jin, el cual parece más cuerdo que todos.

-¿Junkook? ¿Dónde estabas? ¿Qué te ha sucedido? -Luce preocupado mientras el niño


cierra sus ojitos, respirando de manera lenta y temblorosa.

-Caí al lago. Larga historia. -Se enderezó una vez abrió sus ojos, viendo a Jin e intentando
lucir extrañado ante las manchas de sangre en su camiseta. -¿Qué ha pasado, Jin?

Éste suspira antes de dirigir su mirada al frente. -Es mejor que no lo sepas. Podría herir tu
sensibilidad.

Es porque aún no sabes todo lo que hice, Jin. Todo lo que provoqué.

Jungkook asiente lentamente antes de girarse en dirección a su ventana. Minutos después el


autobús acelera, dejando atrás el lugar de aquella terrible convivencia y cada lágrima que
derramaba el azabache entre los silenciosos sollozos que dejaba escapar, simulando dormir
plácidamente cuando en realidad era el más afectado de todos aquellos adolescentes.
No fue sorpresa que su madre chillara y lo abrazara contra su pecho en cuanto lo fue a
retirar de la escuela. Ya todos los padres estaban informados de lo ocurrido y ninguno
parecía tener una reacción leve o menor a la de la madre de Jungkook. Los mayores de edad
podían volver solos a casa, pero el adolescente quería a su mamá. Realmente la necesitaba,
y no se arrepintió al verla allí. Ésta le besó el rostro como si no lo tuviese lleno de tierra
húmeda debido al agua.

-¡Jungkook! -Tomó el rostro de su hijo, examinando y haciendo una mueca de dolor al ver
su mejilla raspada y un orificio nasal con un poco de sangre. -¿Qué ha sucedido? ¿Estás
bien, bebé? ¡Tienes sangre!

Jungkook rápidamente se acurruca en los brazos de su madre, suspirando profundamente e


intentando que la taquicardia cesara rápidamente. -Estoy bien, mami. Solo me he caído.

-¡Estás empapado!

-Caí en un lago, intentaba hacer pipí. -Se sonrojó. En parte, era cierto. Iba específicamente
a hacer pipí, pero no en el lago. Ew.

-Oh, cielo. -Lo abrazó más fuerte antes de alejarse un poco, viéndolo con cariño. -Nos
vamos a casa. Te prepararé la mejor merienda del universo y podrás ver lo que quieras,
¿Mh? Espérame aquí. -Obligó al adolescente a sentarse en uno de los asientos pegados a la
pared de la pequeña sala de espera en la oficina y se adentró a ésta última.

Luego de un par de minutos se encaminaron fuera del instituto, recibiendo miradas de


desaprobación de parte de las monjas que pasaban y observaban la vestimenta de Jungkook.
Ya fuera, caminaron hasta el auto y se subieron en él. El niño esta vez iba en el asiento
copiloto.

-¿Tienes frío, cariño? -Jungkook asintió, aunque internamente reconocía que los breves
temblores de su cuerpo se debían a la tensión y nervios-. Debes estar congelado.

-Estoy bien.

-¿Cómo saliste? No sabes nadar.


-Hice lo que pude. -Al oír el suspiro de su madre Jungkook se sintió aún peor y llevó su
pequeña, pálida y delicada mano al brazo de su madre. -Estoy bien, mami. No te preocupes
por mí. -Dice para luego sonreírle de lado, simulando no tener idea de lo ocurrido. Su
madre hace lo mismo mientras su hijo se abrocha el cinturón de seguridad y busca relajarse
en el asiento.

Sabe que debido a mentir estaría llorando, no lo soportaría porque jamás ha soportado
mentir, pero la leve caricia en su brazo que proviene del asiento de atrás lo calma
completamente, haciéndolo sentir que no está solo.

Apenas llegó a su casa fue recibido por un abrazo de su hermana, expresando lo preocupada
que había estado. Su padre tomó su taza de café y subió los escalones, yendo a su
habitación. A Jungkook le dolió.

Su madre le preparó una merienda: Siempre era té y tostadas, pero esta vez fue leche con
chocolate y galletas horneadas específicamente para él. Comió solo porque quería ver la
sonrisa en el rostro de su madre, pero no se merecía ni una pequeña migaja. Nada.

Finalmente decidió que era hora de ir a ducharse así que se encaminó a la puerta del sótano,
cerrando esta y bajando los escalones para abrir la puerta de su habitación. Tomó su pijama,
unos calcetines cortos color blancos y ropa interior, dirigiéndose al baño.

El agua caliente fue reconfortante, cayendo por sus hombros y cabeza. No dejó de llorar
fuerte en todo el baño, borrando sus lágrimas con la lluvia artificial. La única prueba de que
había llorado cuando terminó eran sus ojos levemente hinchados, rosados por fuera al igual
que su nariz. Se secó y se vistió, limpiando antes de encaminarse a su habitación.

Una vez en ésta ni siquiera se sobresaltó ante la oscura figura de Taehyung, de pie en la
punta de su cama.

Se dirigió con calma hacia ésta y se sentó, cubriéndose las piernas con las mantas y bajando
la mirada, dejando sus manos sobre su regazo. Sabía que iban a hablar.
-No puedo estar siempre contigo.
Pero no sabía que iba a doler.

-...Entiendo. -Simplemente susurró, asintiendo lentamente y realmente intentando


comprender que era el diablo. ¡El diablo! Muchas más ocupaciones que abrazarlo.

Estuvo a punto de recostarse para dormir, queriendo dar finalizada la conversación.

-Si lo estoy vas a volverte un cadáver. -El ceño de Jungkook se frunció, queriendo verlo a
los ojos para comprender, sin poder hacerlo debido al molesto pitido en su oído izquierdo. -
Cuando estoy mucho tiempo contigo tu cuerpo se deteriora: Adelgazas, no duermes,
vomitas, no comes...te sientes triste -Observó hacia otra parte del cuarto, luciendo como si
le fuese difícil decir lo siguiente-...no quiero eso para ti.

El niño parpadeó lentamente, intentando comprender. ¿Era eso? ¡¿Solo eso?! ¿Significaba
que Taehyung...lo estaba protegiendo?

-...Oh. -Simplemente dijo, mordiendo su labio inferior por unos pequeños segunditos. -Pero
a veces...bueno, en las noches duermo y siempre me abrazas.

-Cuando te duermes, me voy y dejo un cuervo vigilándote -Confesó el diablo, caminando


lentamente hacia donde Jungkook estaba. -Las veces que me quedé a tu lado tuviste
insomnio, pesadillas y parálisis de sueño. -Se sentó en un costado de la cama y llevó sus
manos repletas de anillos a las mejillas de su niño favorito. -Y tuviste miedo. Miedo de mí.

-N-no fue-

-Siento lo que tú sientes. -Interrumpió. Jungkook internamente se preguntaba si Taehyung


era capaz de sentir que estaba enamorado, porque sería muy vergonzoso. Se sonrojó ante
aquel pensamiento. -Pude sentir tu miedo en el hospital, y era dirigido a mí. -Jungkook no
dijo nada, era cierto.

Había estado aterrado de tener cerca a Taehyung en el momento en que despertó en el


hospital. Fue como salir de todo sueño en donde el diablo parecía cuidadoso, mimoso y
hermoso. Fue ver la realidad: No tiene corazón. No lo tiene.

-No fue intencionalmente.


-No tienes que disculparte -Murmuró Taehyung.

-Sí, tengo -El mundano se acomodó un poco sobre la cama, sin alejarse ni un poco del
arcángel-. Estaba muy asustado por todo lo que había sucedido. Con la única que quería
estar era con mi madre, y nadie más.

Fue un momento...horrible. Siempre que lo recuerdo me vuelvo loco, pero yo no quiero-, es


decir, yo jamás-...yo no quiero que te alejes de mí.

Taehyung permaneció viendo a Jungkook unos segundos antes de, inesperadamente,


acercarse más hasta que los labios de ambos se rozaban. El Jungkook parecía haberse
quedado sin aire y estar transformándose en un tomate.

-Pregúntame. -Dice. Las pequeñas manos de Jungkook tiemblan y siente como la felicidad
vuelve a su cuerpo poco a poco ante las muestras de afecto del arcángel, aunque siente que
va a morir de los nervios.

-¿Mh? -Es lo único que logra decir, incluso su voz tiembla en aquel murmullo.

-Qué es lo que pediste, pregúntame.


Los ojos del niño se cierran ante las dulces e íntimas caricias de la nariz de Taehyung en su
nariz. Ama tanto aquel cosquilleo en su estómago cuando aquello sucede que decide alzar
más el rostro, sin negarse a los mimos.

-¿Q-qué es lo que pedí?

Taehyung inhala fuertemente, provocando que algunos cuadros en la habitación de


Jungkook se muevan levemente. Está a punto de hablar, pero un gruñido bajo escapa de su
boca antes de alejarse de Jungkook. Éste último observa al diablo con confusión, el cual se
pone de pie y retrocede hasta estar en un rincón del cuarto.

-Alguien viene. -Advierte.


Jungkook borra su mueca de confusión y amor, acostándose lentamente en la cama y
viendo a su madre entrar luego de unos leves golpecitos. Ésta le sonríe a su hijo, siendo
correspondida.
-Bebé. -Dice y camina hacia la cama, sentándose donde anteriormente Taehyung estaba.
Éste continúa en el rincón de la habitación, observando la escena y solamente visible para
el niño. -¿Cómo te encuentras?

-Estoy bien. -Simplemente responde, riendo bajito ante los besitos de su madre en la palma
de su mano.

Ésta asiente lentamente antes de darle un leve apretón a su mano. -Hey, amorcito. -Susurró.
Jungkook borró un poco su sonrisa al oír el tono en la voz de su madre. -Necesito
preguntarte algo.

-¿Sí?

-En el campamento... ¿Notaste algo extraño en dos de tus compañeros? Uhm... ¿Kim
Namjoon y Park Jimin? -Jungkook se queda inmóvil por unos segundos, viendo de reojo la
figura de Taehyung en la oscuridad del rincón de su cuarto. Niega lentamente, luciendo
para nada convincente. -¿Seguro?

-Pues...se veían nerviosos. -

Nuevamente ve a Taehyung de reojo, el cual asiente lentamente en aprobación. Volvió la


mirada a su madre y se encogió de hombros. -Pero no presté mucha atención, solo quería
hacer pipí.

Su madre se echó a reír ante las palabras de su hijo, pellizcando sus mejillas y provocando
que éste sonría adorablemente, con los hoyuelos visibles en sus mejillas.

-Vale, hombrecito. A dormir. Me quedaré contigo unos segundos. -Jungkook asintió y le


dejó espacio a su madre, la cual se acostó detrás y lo envolvió en sus brazos. Taehyung
gruñó ante aquella escena y Jungkook no pudo evitar reír en voz alta. -¿Qué sucede?

Volvió a reír, pero más bajito, viendo fijamente a Taehyung, el cual tenía ambas cejas
levantadas. -No, nada...Recordé un chiste buenísimo.

-¿En serio? Cuéntamelo. -Pide su madre, animada. Jungkook se congela, sin saber
exactamente qué decir y viendo la sonrisa ladina en el rostro de Taehyung, el cual había
tomado aquello como una venganza.
-U-uhm...Tengo sueño, mañana. -Bosteza exageradamente y cierra sus ojos, comenzando a
roncar a los segundos y esperando a que su madre se lo crea.

Es obvio que no se lo cree, Jungkook es muy exagerado al hacer sus ronquidos, pero
simplemente sonríe y se queda haciéndole compañía a su hijo. Poco a poco, los exagerados
ronquidos se vuelven realidad y Mi-Suk deja un beso en el cabello del niño antes de
levantarse, arroparlo mejor y salir en silencio del cuarto.

Taehyung observa al azabache y nota que éste realmente está dormido. Suspira antes de
decidir irse para que su niño favorito no tuviera ningún tipo de pesadillas, pensando en que
lo que habría hecho hoy lo haría mañana: El caos.

El caos de los caos, y todo porque finalmente el diablo haría algo que no dañaba a nadie
excepto a él mismo, y eso era resignarse frente a los ojos del de arriba. Una total porquería,
a decir verdad. Pero ya no lo soportaba.

Necesitaba besarlo.

Y un poco más.

VIII: ´´DANZA CON EL DIABLO´´ PARTE I/II

Sus enormes ojos verdes se abrieron lentamente en cuanto pudo oír a su madre entrar a la
habitación, cerrando la puerta sin cuidado y todo debido a que cargaba con una bandeja en
sus antebrazos, la cual tenía un desayuno puesto de manera muy organizada: Chocolate
caliente en una enorme taza azul y unas galletas bien horneadas en un pequeño y floreado
platito de porcelana. A un lado una nota en la cual le deseaba un buen día y todas las
bendiciones del mundo, las cuales no harían ni un poquito de efecto en Jungkook porque,
¡Hey! ¡Estaba enamorado del diablo!
Volvió a cerrar sus ojos debido a que no quería que su madre notara que estaba despierto,
sintiendo como ésta dejaba la bandeja a un lado suyo, sobre su mesa de noche.

—Kook. —Le sacudió el hombro, el adolescente simplemente cubrió su cabeza con las
cobijas. —El desayuno, bebé.

—En un minuto...

Mi-Suk suspiró, regañándolo un poco debido a que sabía que no iba a despertar de
inmediato y ella no podía quedarse. Simplemente se fue, y Jungkook frotó sus ojitos con
sus pequeños puños por debajo de las cobijas. Casi de inmediato sintió el peso de un cuerpo
caer a un lado suyo, sentándose. Hubiese tenido miedo, pero solo sentía emoción.

— ¿Miren quien despertó? —No pudo evitar sonreír, cerrando sus ojos con fuerza por unos
segundos y sintiendo cosquillas en su abdomen. Le encantaba cuando le hablaban así,
especialmente si era Taehyung, por lo que no pudo evitar sonrojarse.

Se quitó las mantas de encima a la par en que se sentaba con algo de lentitud, haciendo sus
cabellos hacia un costado. Continuaba estando despeinado, pero poco le importaba ya que
Taehyung lo había visto varias veces de aquella manera. Bostezó antes de levantarse.

—Ya vuelvo. —Dijo, y corrió descalzo hacia el baño. Se había aguantado en ir el día
anterior.

Minutos después salió, Taehyung continuaba en el mismo lugar y con su mirada sobre el
adolescente que ingresaba con pereza -nuevamente- a la cama. Tomó la bandeja y la puso
sobre su regazo, el cual estaba oculto bajo las cobijas. Lo mantenían abrigado, hacía frío
fuera.

Antes de comenzar a beber de su chocolate caliente para comenzar bien el día, tomó una
galleta y se la tendió a Taehyung sin verlo.

— ¿Quieres? —De reojo notó como éste negaba y de inmediato la sumergió en su


chocolate caliente para luego morder, masticando el exquisito sabor de ambas delicias
mezcladas.
Es cuando decide comenzar a beber de su chocolate caliente que Taehyung decide hablar:
—He estado merodeando por tu casa. —Casi escupe todo, alejando la taza con rapidez de
sus labios y tragando con fuerza la bebida. Su corazón latía muy fuerte, sus ojos se abrieron
de par en par. ¿Taehyung había hecho algo nuevamente? El miedo se disparó por todo su
cuerpo. —Tranquilo, no hice nada malo ni que hiciera notable mi presencia. —Aquello
provocó que el alivio cayera de manera satisfactoria sobre él, provocando que suspire antes
de continuar desayunando. —Solo se giraron crucifijos...y asusté a tu padre... Solo eso.

—Oh, bueno... —Jungkook aceptó aquello. Por algún motivo, comenzaba a gustarle el que
Taehyung hiciera notable su presencia. ¿Acaso era el poder y protección que sentía cuando
tenía al diablo a su alrededor? ¿Éstas dos emociones comenzaban a apoderarse de él?

Quiso verlo, y sabiendo que no podía ver sus ojos decidió ver sus labios, pero de inmediato
bajó la mirada y sus mejillas ardieron de manera infernal al recordar el cómo sus labios se
habían rozado contra los del ente la noche anterior, en pleno silencio y absoluta oscuridad
de su cuarto.

—Descubrí que tienes una azotea.

Asintió lentamente. La preciosa azotea a la cual nunca tenía permitido ir. Se lo prohibían y
todo por ser bastante torpe con sus pasos, ambos padres del adolescente creyendo que éste
podría caer y morir de manera trágica.

—Sí, pero nunca me dejan ir. —Confirmó, bebiendo lo último de su taza de chocolate antes
de dejarla sobre la mesa de noche, no sin antes tomar una galleta. —Dicen que soy muy
torpe y me puedo caer. —Se encogió levemente de hombros. Siempre le hizo ilusión el
subir allí, tomar la polaroid de su madre (la cual solo usaba en ocasiones de bonitas
reuniones familiares o fiestas en la iglesia) y tomar fotos del precioso cielo. Eso ayudaría
mucho a copiar las fotografías y continuar dibujando en su pequeño cuaderno de arte.

—Hoy va a ser un largo día, oí que tu madre está organizando una cena familiar para hacer
oraciones por tu primo. —Dice, y Jungkook casi puede oír la ironía y diversión en su voz.
Está disfrutando de aquello, y no puede evitar estremecerse.

— ¿Él...está en el infierno ahora? —Teme a la respuesta, incluso sabiendo cual será.


—Si.

— ¿Namjoon y Jimin también?

—No. Solo el segundo ser inferior.

Jungkook asiente lentamente, intentando estar aliviado al saber que Kim Namjoon no
estaba sufriendo la condena en el infierno. Sin embargo, debió de ser un infierno cuando
sus ojos fueron arrancados de su rostro por un maligno cuervo. Su pecho comenzó a doler y
llevó una de sus pequeñas y delicadas manos allí, por sobre la camiseta del pijama. Inhaló
profundamente, intentando calmarse, sin mucho éxito.

Casi de inmediato alejó las cobijas de sus piernas, dejó la galleta sobre la bandeja de la
mesa de noche y gateó hasta estar pegado a Taehyung, abrazándolo. Éste de inmediato le
acurrucó contra su pecho, no sin antes tomarlo de la cintura y subirlo a su regazo. Casi
muere de vergüenza en aquel momento porque, demonios, estaba sobre el regazo del rey de
las tinieblas y se sentía...malditamente bien.

Taehyung parece estar hablando contra su oído sano, pero todas las palabras que pronuncia
son completamente incomprensibles. Sin embargo, aquel desconocido lenguaje hipnotiza
los sentidos de Jungkook, el cual de manera inmediata exhala profundamente y relaja todos
los músculos a la vez. No sabe por qué está tan calmado cuando oye al diablo hablar de esa
manera, pero es como si le arrebataran todo el pánico y lo llenaran de paz.

— ¿Qué idioma es ese?

—No tiene un nombre.

— ¿Qué me estás diciendo?

—Palabras que no existen en éste mundo.

Las cejas del más bajo se alzaron, curioso con aquello pero sin moverse ni un poquito.

— ¿No tienen los mismos significados que aquí?

—Son los mismos, pero mucho más fuertes, descriptivos. No se comparan.


Decidió no preguntar. No quería descifrar qué era lo que el diablo le decía, prefería que éste
lo mantenga en secreto, así si era algo malo Jungkook jamás lo sabría y continuaría
creyendo que le dijo algo como "Eres hermoso".

Falsas ilusiones.

... ¿O no?

Un grito proveniente del piso de arriba provocó que ambos se quedaran en silencio. "—
¡Jungkook, despierta! ¡El desayuno! ¡Ven a convivir con la familia!". El pequeño suspiró
mientras sentía sus ojos comenzar a llenarse de lágrimas y sus músculos tensos.

—No quiero asistir a la reunión familiar, no me siento bien. —El diablo alejó un poco a su
niño, el cual cerró sus ojos cuando sintió las caricias en su mejilla, provenientes de la mano
repleta de anillos de oro del ente. Aquello alivió su corazón. — ¿Taehyung? ¿Q-Qué es lo
que pedí?

—Te lo diré esta noche en la azotea. —Dice a la par en que aleja la mano y se pone de pie,
no sin antes dejar a su niño favorito sobre la cama. Jungkook abre los ojos casi de
inmediato, viéndolo caminar hasta estar en la orilla de su cama.

—No me dejan ir a la azotea. —Repitió, rogando que a Taehyung no se le ocurriera hacerlo


esconderse. Estaba muy vigilado últimamente, simplemente no podía.

—Tu madre planea decirte que la reunión no será en la casa, que puedes quedarte aquí si te
afecta.

Vale, si era una sorpresa...ya no.

—Y... ¿Eso significa que subiré sin permiso a la azotea? —Se sonrojó de tan solo
preguntarlo, mirando dudoso a su alrededor, pensando que no era una buena idea. ¿Qué si
alguien lo descubría?

Taehyung sonrió de lado. —Serás un chico malo hoy. —Dijo.


Jungkook parpadeó, completamente atónito ante aquellas últimas palabras que murmuró el
diablo. La figura de éste último se desvaneció en uno de sus parpadeos, y la voz de su
madre nuevamente se hizo presente, diciéndole que se apresurara, que debía de decirle algo.

Dominique comenzó a sonar por cuarta vez en el día, pero milésima vez en la vida.

Finalmente se limitó a vestirse con su habitual camisa blanca abotonada y sus shorts negros
junto a los tiradores, calcetines largos y quickers. Se vio al espejo de su habitación por unos
segundos antes de tomar la bandeja del desayuno y dirigirse fuera del cuarto, subiendo los
escalones hasta finalmente caminar por el corto pasillo y llegar a la sala, en la cual se
encontraban su madre y su hermana. Mi'-Suk caminaba de un lado a otro, llevaba ropa en
sus manos y una escoba, Yi-Seul estaba bebiendo un té, sentada en el sofá y mirando la
televisión. Su madre debía estar de muy buen humor ya que odiaba que sus hijos se la
pasaran viendo dibujos animados e inapropiados.

—Buen día, cariño. ¿Cómo te sientes hoy? —Dice Mi-Suk, acercándose a su hijo y dejando
un beso en su mejilla. El adolescente simplemente sonríe de lado, intentando mostrar que
todo iba bien a pesar de haber matado a dos personas y provocar un ataque al corazón a su
padre. —Escucha: Hoy estarás solito por unas horas porque haremos una reunión familiar.
No creo que debas asistir, no hablaremos de temas lindos para tus orejitas y estarás más
cómodo aquí.

—Está bien, mami.

Luego de unos minutos regresó de la cocina, en la cual había dejado su bandeja y se dirigió
hasta estar a un lado de Yi-Seul. Se sentó en el sofá y su hermana no dudó envolverlo en
sus brazos.

— ¿Sabes por qué papá no me habla? —Jungkook preguntó de repente, tomando


desprevenida a su hermana, la cual dejó de observar "Porky Pig", la caricatura del
momento.

—Probablemente esté arrepentido y no sabe cómo decirlo. Hay que darle su tiempo.

Jungkook asiente dudosamente. No puede evitar pensar que Taehyung tiene algo que ver
con aquello, incluso cree estar casi seguro porque, vamos, no puede simplemente pasar de
un momento a otro. ¿O sí? Si Taehyung había hecho o dicho algo, el azabache comenzaba a
creer que el diablo no era tan inteligente como parecía. Esperaba que su padre no lo
sorprenda en un par de días con ninguna tontería. Realmente, realmente esperaba que no.

Su hermana se apartó apenas para bajar la mirada y observar a su hermano menor con una
de sus sonrisitas. Se parecían bastante entre ellos si no fuese porque los ojos del pequeño
eran mucho más grandes y su nariz menos larga que la de Yi-Seul.

— ¿Sabes qué me dijeron mis amigas hoy? Que habrá luna sangrienta. —Jungkook hubiese
muerto de miedo si no fuese porque llevaba al diablo consigo más de las veinticuatro horas
del día. Simplemente la observó fijo, parpadeando con lentitud y sin siquiera estremecerse
un poquito. —Pero aún no es Halloween, así que tranquilo. —Finalizó, extrañada de que su
hermano no demostrara ni siquiera un poquito de terror.

El que haya luna sangrienta a Jungkook siempre le había aterrado, todo por Yi-Seul y sus
leyendas de que era la noche en la que las sombras salían a cazar almas puras.
Probablemente hubiera muerto de miedo en aquel momento, pero una sombra realmente lo
estaba cazando, y encima se había enamorado de aquella sombra. No podía ser peor.

—Yi-Seul, te oí. —Advirtió su madre. —No quiero oír la palabra "Halloween" en ésta casa,
Jungkook está algo delicado. —La risa baja y sarcástica de Taehyung se hizo audible en
aquel momento, Yi-Seul simplemente suspiró mientras volvía su vista a la televisión y el
azabache se encontraba completamente sonrojado.+

Ni siquiera se dio cuenta cuando cayó profundamente dormido.

A pesar de seguir durmiendo cuando su madre se despidió de él con un beso en la frente,


sus ojos se abrieron en cuanto la puerta principal se cerró. Habría silencio absoluto de no
ser porque continuaban dando la caricatura en la televisión. Se dio cuenta que estaba
cubierto con una manta, con su cabeza sobre un almohadón y completamente sonrojado.
Dominique ya no se oía, gracias al cielo. Suspiró antes de sentarse con lentitud, estirándose
a la par en que llevaba ambas de sus pequeñas manos en forma de puño a sus ojos,
frotando. ¿Todos se habían ido? Observó alrededor.

— ¿Mami? ¿Yi-Seul? —Llama, pero nadie responde. Es obvio que se han ido. Es cuando
finaliza de bostezar que la televisión se apaga como si nada. Se mantuvo observando esta y
nota por el reflejo a alguien de pie detrás de él. — ¿Tae?

Es cuando va a girar que, poco a poco, la luz de la cocina, pasillo y living se apagan. Se
encuentra completamente a oscuras, y hay una pesada respiración en su cuello que dura
unos poco segundos. Asustado se gira de golpe y nota que hay un poco de luz escaleras
arribas, la cual revela a Taehyung de pie, con sus manos repletas de anillos en los bolsillos
de su pantalón, observándolo fijamente. ¿Acaso lo estaba desafiando a que subiera?

— ¿Tae? —Éste, ignorando el llamado rebaja con la mirada a su niño favorito antes de
encaminarse hasta desaparecer de la vista del azabachr, yendo hacia el lado derecho del
piso de arriba. Hacia la azotea, por supuesto. Un suspiro tembloroso salió de sus labios y,
no sin antes verificar por la ventana del living que el coche de su padre no estaba, frotó su
rostro por última vez y subió las escaleras, doblando para encaminarse a las otras escaleras
que lo llevarían a la azotea.

Esta es bastante abierta, espaciosa. Los muros a su alrededor son bajos, lo cual le permite
admirar todo su pueblo: El verde del césped, el humo saliendo por la chimenea de las casas,
preparados para el invierno. La naturaleza, algún avión pasando...apreciar el cielo, sobre
todo, el cual estaba lentamente oscureciendo, con la luna ya haciéndose notar.

El diablo se encontraba cerca de un borde, caminando hasta estar de un lado, dándole la


espalda al adolescente. Éste último avanzó hasta que estuvo a un lado del alto hombre. Le
daba un poco de vértigo estar cerca de los muros, pero se armó de valentía y se concentró
en admirar el precioso paisaje.

Era relajante, le brindaba paz en su interior, luego de no haberla sentido en mucho tiempo.
El ente a su lado parecía estar más que calmado, con su mirada fija en él. Es como si
estuviese presintiendo que haría una pregunta.
—Taehyung... ¿Por qué mi padre no me habla? —No pudo evitarlo. Sabía que no era una
casualidad. Algo había ocurrido.

—Le dije que no se acercara a ti. —Dijo con tranquilidad el diablo.

— ¿Le hablaste? —Pudo ver de reojo como asentía con lentitud. Intentó tragar el nudo que
se le formaba en la garganta gracias al miedo, sin mucho éxito. —P-pero...Ahora sabrá que
te tengo conmigo. Sabrá que tengo algo que ver con la muerte de Mino.

Taehyung volvió la vista al frente con su ceño levemente fruncido. Allí fue donde
Jungkook aprovechó para verlo, sus ojos lentamente llenándose de lágrimas que no
tardarían en salir.

—No tienes nada que ver con la muerte de Mino. Eso lo hice yo mientras dormías.

No sabe si fue por la brusquedad en sus palabras, la falta de sentimientos en Taehyung que
lo asustaba, o la culpa que calaba su alma muy de a poco, pero en el momento en que bajó
la mirada e intentó con todas sus fuerzas no llorar, un sollozo bajo y débil escapó de su
boca. Rápidamente tapó ésta con una de sus manos a la par que cerraba sus ojos y las
lágrimas caían de manera silenciosa por sus mejillas.

El arcángel se mantuvo observándolo fijamente. No le sorprendía el que su niño favorito


llorara, ya que sabía que su alma pura estaba entrelazada con la sensibilidad en el corazón
de éste, pero por algún motivo...le dolía el pecho al verlo así. — ¿Por qué lloras?

—Es que... —Hipó, sorbiendo su nariz antes de apartar las lágrimas con sus pequeños y
delgados dedos, dejando sus pálidas mejillas completamente mojadas. —...Soy una mala
persona, y lo estoy asumiendo justo ahora. —No pudo evitar confesar, con el dolor siendo
insoportable en su pecho.

Taehyung lo tomó entre sus brazos de manera inmediata, acurrucándolo en su pecho


mientras el adolescente se deshacía en fuertes sollozos.

—No lo eres. —A pesar de la desesperación en todos sus sentidos al ver así a Jungkook, su
voz se encontraba completamente neutra. —Y te lo digo yo. Ya sabes quién soy, cómo me
llaman y las cosas que puedo llegar a hacer.
Jungkook rio entre lágrimas, sorbiendo su nariz y tragando saliva antes de apartarse un
poquito. Las yemas de los dedos de Taehyung presionaron levemente la espalda de su niño
cuando este pasó su lengua por sus labios rojos y mojados.

—Solo q-quería ser feliz...no sabía qué hacer cuando me molestaban, o me golpeaban. Sé
que está mal que m-mates personas tan fácilmente, en mi mundo, claro. Pero...jamás me
sentí tan protegido como ahora. Tan...

No podía explicarlo, pero Taehyung le indicó en un asentimiento que, lo que sea que
Jungkook sintiese, él también lo sentía.

Ambos permanecieron en silencio por un par de segundos, y el azabache aprovechó aquello


para intentar calmar su respiración y limpiar mucho mejor su rostro.

— ¿Quieres ver lo que puedo hacer? —Preguntó Taehyung de manera inesperada, alzando
ambas cejas con aire de superioridad. Al notar que el pequeño no reaccionaba de ninguna
forma soltó un largo suspiro y posicionó sus manos en los hombros del más bajo, girándolo
hasta dejarlo de espaldas a él. Se inclinó un poco y rozó con sus labios la oreja de su niño.
—Mira el cielo.

El azabache alzó la mirada de inmediato, y tuvo que parpadear un par de veces al notar
como la tarde se volvía noche de una manera anormal. Las estrellas alumbraban de manera
preciosa el cielo azul mientras la luna se volvía más grande y, poco a poco, roja. De
inmediato recordó a su hermana hablando del eclipse, pero no se imaginó que podía verse
tan bonito. Resplandecía tanto con el brillo de la luna que el bordó parecía extenderse por el
cielo.

—Wow... —Ni siquiera sabe que decir. Apenas puede contar una estrella sin perderse. Se
limita simplemente a suspirar profundamente, sin poder creer lo que el ser más malo de la
tierra podía hacer.

El diablo se alejó un poco, tan solo para quedar una distancia razonable y extender su mano
repleta de anillos hacia el más bajo. — ¿Alguna vez bailaste con el diablo en tu azotea a la
luz de la luna sangrienta? —Jungkook intentó no sonreír mientras negaba lentamente. Allí
fue cuando Taehyung sonrió de lado, alzando un poco sus cejas. — ¿Aceptarías?3
Jamás se negaría a sentir aquella embriagante cercanía.

Y algo le decía que realmente iba a hacer un chico malo hoy.

VIII: ´´DANZA CON EL DIABLO´´ PARTE II/II

Jungkook no dudó en aceptar la mano que el rey de las tinieblas le tendía. A pesar de ser
esto último, su confianza estaba totalmente en el arcángel. No le importaba tanto salir
dañado, aún más sabiendo que de todas maneras se iría al infierno, pero pondría toda su
confianza en Taehyung. Absolutamente toda.+

Con un suave tirón, el diablo lo atrajo cerca de su cuerpo y le rodeó la cintura con un brazo
a la par que Jungkook apoyó una de sus pequeñas manos en la camisa abotonada y negra,
sobre el pecho de éste. Pudo sentir lo cálida que su piel era, y las manos libres de ambos se
juntaron, encajando perfectamente, como si estuvieran hechas una para la otra.

Sin más, el diablo comenzó a bailar lentamente, meciéndolos a ambos a un ritmo lento.
Jungkook se tropezaba con sus pies, y todo debido a que no había nada que pudiese seguir.
Nervioso, intentó tragar el nudo de su garganta y rio falsamente, sonrojado y muy, muy
avergonzado.

-No hay música... -Susurró, realmente esperando no romper el precioso ambiente que se
había formado. De reojo observó al diablo sonreír de lado.

-Mírame a los ojos.

No evitó alzar ambas cejas, sorprendido al oír aquellas palabras salir de la boca del más
alto. Frunció apenitas el ceño y bajó la mirada. El pitido ya de por sí era molesto, y sabía
que no aguantaría más de un segundo oyendo éste mucho más potente. Era como sentir que
su cabeza iba a explotar.
Negó lentamente. -No puedo...

-Mírame.

-E-es que...el pitido... -Esperaba que Jungkook no se enfadara. -Suena un pitido cuando lo
hago.

-Jungkook... -El nombrado de pronto se puso muy nervioso, y más al sentir el cómo el
diablo se inclinaba un poco, y el aliento de éste rozaba su rostro como una leve brisa.

-Y duele un poco.

La mano de Taehyung suelta la del menor, y la lleva al mentón de éste último, levantándolo
con calma. -Mírame.

Los ojos de Jungkook se alzan, observando entre sus pestañas los ojos celestes, y un cuarto
rojo de solo uno, del diablo. El pitido hace latir su cabeza del repentino dolor que estremece
sus huesos, pero éste se va de manera fugaz, sin dejar rastro.

Una melodía suave comienza a sonar. Un violín deja atrás el pitido, y suena tan triste que
los ojos de Jungkook comienzan a lagrimear. El diablo, fingiendo no notar aquello y sin
apartar la vista de los ojos del menor, lleva la mano desde el mentón nuevamente a la del
niño, entrelazando los dedos y suspirando antes de comenzar a mecerse nuevamente.

Esta vez Jungkook puede seguir los pasos, sin tropiezos, con calma. Las lágrimas caen por
su rostro de manera silenciosa, está hipando y hasta tiembla, pero jamás aparta los ojos de
los de Jungkook. Disfrutará al máximo el ver terrible pieza de arte.

- ¿Qué...? -Traga y luego suspira para que su voz no suene tan quebrada. -... ¿Qué es eso?

-Giuseppe Tartini.

Jungkook no puede evitar parpadear con sorpresa. Su primo Mino solía aterrorizarlo con
historias sobre ese famoso violinista, pero luego de tantas noches en vela debido al miedo
que lo hacía sentir aquel nombre, incluso en aquellos meses no se lo hubiera creído.

- ¿Está en el infierno?

-Me dio su alma. -Taehyung susurra.


La realidad comienza a caer sobre su pequeño cuerpo luego de haber oído aquello. Porque
es obvio: Taehyung es el diablo, él es un simple humano. Ha vendido su alma, y el diablo
es un manipulador. Tiene el mismo destino de todos, y nada va a cambiar. No debía de
creerse éstos actos de cariño, pero no podía evitarlo.

-No entiendo por qué no estoy asustado.

-Yo lo hago. -Mientras Jungkook parpadea, anonadado y entre lágrimas, Taehyung se


inclina para rozar sus labios contra la oreja del menor. -Caíste...

-... ¿Mh?

-Caíste. Te enamoraste de mí.

Desconcertado, Jungkook se aparta solo un poco para poder ver a Taehyung fijamente. Sus
delgadas y cortas piernas comienzan a temblar, y su corazón late con fuerza. Luego de una
profunda respiración cierra sus ojos y apoya su mejilla sobre el pecho del diablo.

-Sí. -Admite. Pronto, algo parecido a unos potentes latidos surgen del pecho del mayor. Son
increíblemente rápidos. Jungkook solloza. -No sabía que el diablo tenía corazón.

-Yo tampoco.

Los sollozos se vuelven más fuertes antes de alzar su mirada nuevamente a Taehyung. -
Tae... -Ruega sin dejar de sollozar. Está adolorido, su pecho duele de tanta tristeza que hay
en éste. - ¿Qué es lo que he pedido?

Taehyung deja de mecerse de inmediato. Se ve serio, se ve intimidante, se ve hermoso.


Como siempre.

-Tú me entregaste tu alma. No encontrabas ningún tipo de amor verdadero en ninguna de


las personas que te rodean, ni siquiera de tu madre, la cual daría todo por ti. Tú lo sabías
... -Los sollozos comienzan a surgir con más fuerza al darse cuenta qué era. Siente presión
en su pecho, en su garganta. No deja de temblar, no sabe qué sentir. -Sabías que yo iba a ser
el único que podría hacer todo por ti.

-T-tan solo...
-Pediste que alguien te amara honestamente. Pediste sentirte amado. -Dice. -Y debía de
llevarme tu alma en cuanto sientas algo por mí...pero hay un problema. -Jungkook sorbió su
nariz, alzando el rostro para ver nuevamente los ojos del diablo. -Sentiste algo por mí desde
el primer momento en que me viste. No podía llevarme tu alma, pero no solo porque quería
divertirme...Sentí algo la noche en que me invitaste a recostarme a tu lado.

-... ¿Algo?

-En el pecho. -Se ve tan seguro que Jungkook tiene repentinas esperanzas. -Sentí lo que tú
sientes por mí. -Confirmó, inclinándose un poco a la par que soltaba la mano del menor y
rodeaba mucho mejor su cintura. El azabache no pudo evitarlo y llevó ambos brazos, de
manera realmente lenta hacia el cuello de Taehyung, poniéndose de puntitas de pie. -Y un
corazón. Los latidos comienzan cuando te tengo entre mis brazos.

-Taehyung... -Su aliento rozaba con el del mayor, poniéndolo más torpe de lo que sentía
que era. La cercanía lo volvía loco, y sentía que esta vez...

...Esta vez realmente sucedería algo.

-Eres un niño malo, te enamoraste de mí. -Jungkook nuevamente solloza, pero Taehyung le
brinda un suave e inesperado beso en los labios. Es uno rápido, pero deja a Jungkook sin
habla. -Voy a cumplir mi parte del trato. Hoy serás el humano más amado en la tierra...

Sin más, los labios del diablo tomaron lenta y profundamente los de su niño. Éste último
cortó su respiración y permitió que Taehyung le brindara todo primero, ya que jamás se
había dado una idea de cómo era un beso. Poco a poco comenzó a mover sus labios,
siguiendo el compás de éste y bajando sus párpados, relajando su cuerpo y mente por
primera vez en el día.

No podía creer que se encontraba en aquella situación. Siempre creyó que existían esas
ganas en ambos de comerse la boca, y aunque Jungkook lo había deseado bastante, era
sorprendente que estuviera sucediendo. Soltó un suspiro por su nariz y ladeó el rostro a la
par que el diablo lo hacía en dirección contraria, profundizando más el beso. Jungkook
pudo sentir la lengua del mayor adentrarse a su boca y rozar la suya. Un irreconocible
cosquilleo se instaló en su vientre, y ante la inocencia de no haberlo experimentado nunca
se apartó un poco de los labios de Taehyung.

-Cierra tus ojos...y no los abras. -Ordenó el ente. Jungkook lo observó por unos segundos
antes de obedecer. Nuevamente los labios de Taehyung comenzaron un lento beso.

Todo parecía estar dando vueltas, incluso se aferró mucho más al rey de las tinieblas en
cuanto sentía que podría llegar a tropezar. Sin embargo, no abrió los ojos, incluso los cerró
con más fuerza. Cuando todo se detuvo el diablo apartó sus labios de los de Jungkook, pero
éste último no abrió sus ojos. Se mantuvo respirando por la boca, con los labios rojos y
levemente hinchados, mejillas sonrojadas y los ricitos algo despeinados debido al viento en
la azotea. Todo parecía más cálido donde estaba, más tranquilo.

Un suspiro fue lo primero que oyó. -Si supieras como te ves ahora...maldita sea. -Taehyung
dijo. No solo era por lo hermoso que su niño favorito era, sino también por lo obediente que
demostraba ser, ya que no abrió sus ojos en ningún momento. Sonrió de lado antes de
hablar: -Ábrelos.

El azabache lo hace de inmediato, parpadeando un par de veces antes de notar que se


encontraba en su habitación, un poco a oscuras y en la punta de su cama. ¿Acaso se
habían...transportado allí tan fácilmente?

Bueno...no es como si se estuviera besando con alguien común y corriente.

Taehyung le rodeó la cintura posesivamente, y Jungkook alzó su rostro, poniéndose de


puntitas de pie y haciendo muy obvio el estar anhelando otro de los muchos besos que el
diablo le brindaba. Éste último no se negó y complació a su niño, besándolo profundamente
mientras lo aferraba contra su cuerpo. Luego de unos segundos el azabache ya no podía
evitar soltar bajos, casi inaudibles soniditos desde su garganta. Besar a Taehyung era su
nueva cosa favorita, y le agradaba tanto la manera en que era sostenido y mimado que no
podía evitar demostrarlo con aquellos leves sonidos.

El diablo apartó su boca de la del niño y comenzó a besarle la mejilla, la mandíbula y


finalmente llegó a su cuello, pasando su cálida lengua por la tibia y perfecta piel de
Juungkook. Éste último abrió su boca levemente, intentando mantenerse en silencio
mientras sentía un leve ardor debido a la boca del diablo succionando su piel. Los
cosquilleos en su vientre regresaron y solo se aferró mucho más al cuello del mayor,
temeroso pero sintiéndose extrañamente bien.

- ¿Qué sientes? -Taehyung dijo, aun dejando besos por la piel de su niño, también detrás de
la oreja, con los mechoncitos de éste haciéndole cosquillas en el rostro.

-Siento... -Se calló debido a que el rostro del mayor regresó a estar frente al de él y dejaba
suaves pero cortos besos en sus labios. ¿Podía sentirse más embobado? -...calor.

Pudo sentir la ligera sonrisa de Taehyung sobre sus labios. - ¿Mi niño favorito necesita
ayuda? -Su voz sonaba ronca, incluso un poco entusiasmado. Jungkook se limitó a quedarse
quieto, sin saber exactamente qué responder.

Las manos repletas de anillos del diablo comenzaron a desabotonar la camisa blanca del
azabache. Éste último comenzó a sentir los nervios brotar por su cuerpo, la vergüenza
acumulándose en el rosa de sus mejillas mientras notaba como Taehyung observaba sin
pudor alguno su delgado torso.

Muchas veces Taehyung había fingido no estar, y había visto el cómo Jungkook se
desnudaba lentamente para irse a bañar. Le fascinaba su pálida piel de porcelana, lo
pequeño que se veía en ropa interior y calcetines. Cuando este se metía a la ducha o bañera
quería -realmente lo hacía- lamer las gotas que resbalaban por la espalda de su niño
favorito. Quería abrazarlo por detrás y lamerle todo el cuerpo.

El arcángel deslizó los tiradores por sus hombros hasta quitarlos del camino, y también se
deshizo de la camisa que cubría la preciosa piel del más bajo. La tiró al piso, sin importarle
lo más mínimo el que se ensuciara y llevó ambas manos hacia la espalda baja del niño, el
cual se estremeció debido al frío de los anillos contra su piel.

Un profundo suspiro surgió del pecho de Taehyung. -No sabes cuánto llevo esperando para
tocarte así... -Confesó mientras subía sus manos por los costados del menor, sintiendo sus
costillas. -Fue una tortura no sentirte todo este tiempo.
Jungkook no se atrevió a preguntar, simplemente devolvió el beso en los labios que el
mayor le brindaba, sintiéndose pequeño ante las caricias por su torso, descubierto, algo
avergonzado. No es como si le fascine su cuerpo.

Taehyung se apartó tan solo un poco. -Ven. -Se inclinó un poco y pasó un brazo por debajo
de las piernas de Juungkook, alzándolo. Todo lo que hacía lo estaba haciendo con una
tremenda delicadeza, y es que no podía simplemente corromper al niño, ya que éste era una
persona con un alma demasiado pura y todo lo que se encontraba experimentando era
nuevo.

Lo dejó con delicadeza sobre la cama, acostado mientras se quedaba de pie a un lado.
Jungkook simplemente lo miró, bajando la mirada en cuanto notaba como el diablo se
quitaba sus zapatos con ayuda de sus propios pies, seguido de comenzar a desabotonar su
camisa y quitándosela. Su piel era de un tono normal, en forma y completamente tatuado.
Había palabras inentendibles, símbolos que no se atrevía a preguntar por el significado. Era
hermoso, perfecto.

Se acomodó boca arriba mientras Jungkook observaba el cuerpo del niño, con la mirada fija
en sus shorts y sonreía de lado. -Quítatelos.

Jungkook tragó saliva antes de llevar sus pequeñas manos hacia los shorts, comenzando a
bajarla y desviando la mirada, avergonzado al estarse desnudando para el diablo.
Finalmente quedó en ropa interior e hizo a un lado la prenda, fuera de la cama. No levantó
la mirada por nada del mundo, solo lo hizo cuando Taehyung posicionó lentamente su
cuerpo sobre el de él, quedando lo suficientemente cerca para darle un beso.

Al paso de los minutos el azabache comenzó a calmarse gracias a los exquisitos besos que
Taehyung dejaba en sus labios y por la manera en que le acariciaba su piel. Se apoyaba con
un brazo a un lado del cuerpo de su niño, y la otra mano la usaba para tomar el muslo de
éste y acariciarlo de arriba abajo. No se hartaba de susurrarle cosas al azabache, el cual
estaba hecho un manojo de nervios al principio pero, poco a poco, comenzó a relajarse.
Siempre le había asustado aquel contacto tan cercano en las personas, o con sus cuerpos,
pero con Taehyung todo se sentía extrañamente bien. Se sentía protegido, sabía que no iba
a salir lastimado, y quería.
Lo quería demasiado.

Fue inevitable el que Taehyung bajara sus caderas, creando una exquisita fricción con los
miembros de ambos. Lentas y cálidas sensaciones se fueron propagando en el cuerpo del
menor, el cual respondía a aquellas caricias mutuas con suspiros entrecortados y leves
movimientos de pelvis, incluso aportando y cerrando más las piernas. Le gustaba lo que
sentía, le gustaba con quien lo hacía. Estaba siendo tan, tan malo. Un niño demasiado malo.

-U-uhm... -Ladeó el rostro en cuanto la lengua de Taehyung lamió su mandíbula


lentamente, llegando hasta detrás de su oreja y besando lentamente aquella zona. Era como
un punto débil del menor, lo hacia estremecerse y sentirse mucho más acalorado. -Tae...

- ¿Te gusta? -Jungkook asintió. -Tócame. -Taehyung no podía dejar de disfrutar todo el
asunto, y más aún con su nuevo fetiche: Algo tan puro dejándose llevar por algo que estaba
mal...pero se sentía bien.

Las manos de Jungkook fueron tímidamente a la espalda del diablo. Era cálida, suave. Le
agradaba. Casi ronronea mientras acaricia la columna vertebral de éste de arriba abajo. Está
demasiado concentrado en todo lo que su cuerpo siente, todo lo que su cuerpo quiere y, aún
más: Que necesita.

La piel de Taehyung era una de sus cosas favoritas, y con el paso de los segundos se volvía
adictivo sentirla contra la yema de sus pequeños y delgados dedos. No podía parar, no
podía creer que todo lo que sucedía era real.

Finalizó por rodear el cuello del arcángel y aferrarse a éste en cuanto Taehyung se apartó
tan solo para quitarse los pantalones. Jungkook desvió la mirada con rapidez en cuanto notó
que el mayor estaba completamente desnudo bajo aquella prenda. ¡Había sido tomado por
sorpresa! Los nervios se apoderaron de sí una vez Taehyung nuevamente se acercó,
besando de manera más suave los labios de su niño antes de comenzar a bajarle la ropa
interior.

Jungkook se quedó perplejo, con sus ojos fuertemente cerrados y mejillas rojas mientras
sentía el cómo quedaba completamente desnudo para el diablo, expuesto. Éste último quitó
los zapatos y calcetines del menor, el cual cerró sus piernas e intentó cubrirse.
-Por todos los infiernos... -Taehyung dijo, suspirando tan profundamente que los cuadros de
la pared se movieron levemente. Se inclinó hacia la oreja del niño y la mordió suavemente.
-Voy a lamer todo tu cuerpo.

Y así fue: Comenzó lamiendo sus labios, seguido de su mandíbula y bajando a su cuello,
mordiendo suavemente allí. Besó sus clavículas y luego bajó un poco más, rozando con sus
labios uno de los pezones del menor. La piel de éste se erizó más, y no pudo evitar formar
una "o" con sus labios en cuanto el ente comenzó a succionar levemente, pasando su lengua
delicadamente antes de encargarse del otro.

Su espalda comenzó a arquearse con el paso en que la lengua iba por su estómago, su plano
abdomen, llegando finalmente al vientre. Dejó suaves besos en éste mientras llevaba sus
enormes y tibias manos a las caderas del niño, sosteniéndolo con firmeza. Su aliento rozaba
contra el miembro del menor, pero a pesar de que estuvo muy cerca, ese no fue su objetivo.
Alzó su mirada hacia los ojos verdosos que lo observaban entre confundido y excitado.

-Vas a ser un niño bueno, y vas a decirme todo lo que sientas. -Ordenó. El nuevo fetiche del
diablo: Oír a su niño favorito decir puras cochinadas. Jungkook asintió lentamente, dudoso
y algo nervioso al no saber qué sentiría.

Taehyung presionó el vientre del azabache firmemente para que éste no pudiera moverse,
con su otra mano tomando uno de los pequeños y suaves muslos para separarlo un poco del
otro, dejándole visible su pequeña entrada. Sonrió de lado antes de inclinarse más,
exhalando lentamente sobre ésta. Jungkook se removió un poco, realmente sin lograrlo
mucho al estar presionado contra el colchón. Su boca se entreabrió aún más cuando sintió
algo cálido y mojado en aquella zona privada, algo que le hacía dar leves escalofríos al
principio, pero finalmente tener correntadas de placer desde la base de su miembro,
expandiéndose por su vientre y fluyendo lenta y exquisitamente por sus venas.

Su respiración se atascaba en su garganta, tenía la necesidad de cerrar sus ojitos, con su


cuerpo relajado pero tenso a la vez. No evitó mover sus caderas, y soltó un quejido en
medio de un gemido al estar inmóvil. La mano del ente era pesada, una fuerza sobrenatural.
-Tae...ah. -Al no poder mover las caderas simplemente arqueó un poco su espalda, ladeando
la cabeza y llevando sus manos lentamente a los lados de su cabeza, apretando con sus
pequeños y delgados dedos, delicadamente, la funda de la almohada. -U-uhm...

"Dime lo que sientes." Una voz susurró en su cabeza.

Jungkook finalmente cerró sus ojos, soltando gemidos bajos, vergonzosos, completamente
sonrojado pero ido por el placer que le producían aquellas cálidas caricias, las cuales eran
lentas, repentinamente volviéndose rápidas antes de volver a ser como el principio.

-Siento, uhm...algo extraño. -Frunció un poco su ceño en cuanto pudo sentir ésta cosa
cálida y suave -claramente sabiendo que era la lengua del mayor- adentrarse un poco en su
interior de forma repentina, sin siquiera avisar. Intentó acostumbrarse, y al lograrlo lo notó
con la ligera capa de sudor que cubría su cuerpo. -Calor...ráfagas de algo, a-ah, se siente
bien...

Su miembro palpitaba con fuerza, amaba las caricias que el ente proporcionaba en la parte
interna de su muslo. Se alejó de su entrada en cuanto notó que no podía aguantar los
gemidos de Jungkook. Eran demasiado para él, y estaba seguro como la mierda que en toda
su existencia jamás había sentido algo tan fuerte.

Besó su vientre antes de subir y besarlo profundamente en los labios, arrodillado mientras
tomaba los muslos del menor y los separaba, posicionándose entre éstos. Entre una
prolongada sesión de besos, el diablo no dejaba de refregar su miembro contra la entrada
del menor. Tan solo era eso, y el pequeño gemía gustoso, incluso queriendo más al mover
sus caderas en círculos.

-Eres un niño tan bueno, Jungkook... -Los chasquidos de los besos interrumpían su habla, y
los temblorosos gemidos del azabache creaban un mejor ambiente. Taehyung gruñía bajo,
como si tuviese una bestia interna en su pecho. Era algo así, ya que realmente necesitaba
follarlo con todas sus fuerzas, pero algo le decía que tenía que proteger a éste pequeño.

No podía. Incluso el ser más cruel del universo no podría lastimar a Jungkook.

No había necesidad de prepararlo, podía hacerlo y de una mejor manera. Se alejó de los
labios de su niño y lo miró fijamente a los ojos. Jungkook parecía perderse en su mundo
cada vez que Taehyung le veía fijo, y es que estaba obsesionado con la peculiar
originalidad de aquellos ojos celestes con cuarto rojo. Simplemente amaba ver como el rojo
se volvía celeste, era como ver el cielo y el infierno a la vez.

Jungkook no quería estar en ninguno si significaba no tener a Taehyung a su lado.

-Mírame, no dejes de mirarme, niño. -Ordenó. No paraba de ordenar, y ninguno se quejaba.


Los brazos de Taehyung tomaron los muslos de Jungkook mucho mejor antes de atraerlo
más a su miembro, un poco hacia abajo. Una mano bajó a su erección y la alineó con la
entrada del menor, el cual tragó saliva con fuerza. -No dejes de verme, cariño.

Distraído al haberse derretido internamente con aquel apodo, sus ojos se abrieron más de la
cuenta al sentir un ardor en su entrada, algo abriéndose paso en su interior. Fue cuando
cerró sus ojos con fuerza que Taehyung se detuvo.

-Mírame. -Nuevamente ordenó con su voz volviéndose más profunda. De inmediato los
ojos llorosos de Jungkook se abrieron, observando fijamente los ojos del mayor y sintiendo
cosquilleo en donde se abría paso su miembro.

No había dolor, el ardor era demasiado leve para notarlo, no como al principio, y solo podía
mantener sus labios entreabiertos, sin dejar de ver al amor de su vida. Éste último también
había abierto levemente la boca, con las pupilas dilatándose y el precioso color celeste
volviéndose un azul profundo.

-Mierda. ¿Te duele? -Jungkook negó lentamente. Sin embargo, podía sentir que de a poco
no tenía suficiente aire. Estaba muy lleno, era muy grande. -Bien. No te atrevas a dejar de
verme.

Taehyung comenzó a mover sus caderas en un ligero y lento vaivén al principio,


observando a su niño con atención. Parecía como si quisiese descifrar algún cambio en éste,
alguna queja o signo de que estuviera sufriendo, pero solo pudo sentirse orgulloso con una
coqueta sonrisa ladina en cuanto un suspiro escapó de la boca del menor, separando más
sus rojizos y rellenitos labios que al diablo tanto le gustaban.

El vaivén iba igual de lento, pero un poco más profundo. El calor los invadía a ambos, y
ahora estaban mucho más cómodos: Sus cuerpos pegados, compartiendo lentos besos de
vez en cuando. Taehyung acariciaba la frágil y delicada figura de Jungkook, yendo desde su
cintura hasta sus caderas, sosteniéndolo y presionando la yema de sus dedos contra la piel,
sabiendo que luego tendría una marca. El calor irradiaba de sus cuerpos, los gemidos eran
audibles incluso en el primer piso y simplemente no sentían que pudiesen parar.

El menor se encontraba más que agradecido por no sentir ningún tipo de dolor, y el
recuerdo de aquel ardor al principio se había evaporado por completo luego de sentir todas
las correntadas de placer que fluían por sus venas. El vaivén de Taehyung se habían vuelto
embestidas un poco más rápidas, un tanto bruscas luego de haber encontrado el ángulo
correcto para rozar el punto dulce del menor. Ya podía dejar de verlo a los ojos, pero
simplemente no querían. Se sentían más conectados de lo normal, como si pudiesen sentir
lo del otro.

Jungkook, muy concentrado en lo que experimentaba por primera vez su cuerpo, jamás oyó
el ruido de la puerta principal abriéndose.

- ¡Estamos en casa! -Se oyó.

De inmediato Jungkook dio una profunda inhalación, sorprendido con la guardia baja y
asustado a la vez que dejaba de moverse y observaba fijamente a la puerta de su cuarto, de
repente sintiéndose muy mal. ¡Estaba pecando tanto! Lejos de ser un alma pura. ¡Lejísimos!

Jungkook no detuvo sus embestidas. Fingiendo no haberlo notado, simplemente comenzó a


dejar suaves y húmedos besos sobre la piel del cuello del menor, acelerando sus
embestidas. Jungkook, cegado por el placer, rodeó el cuello del diablo con sus brazos y
cerró sus ojos, tensando sus piernas. Necesitaba disfrutar, necesitaba pensar.

- ¡Jungkook! ¿Estás durmiendo? -Unos pasos se hicieron audibles en las escaleras y todo su
cuerpo se congeló, abriendo sus ojos en dirección a la puerta.

Como arte de magia, el pestillo se corrió por sí solo, trabando la puerta antes de ser abierta.
La perilla fue giraba un par de veces antes de que se oyera un profundo y agotador suspiro
y que subiesen las escaleras, nuevamente al primer piso.

Todo el cuerpo de Jungkook volvió a relajarse, intentando calmar los acelerados latidos de
su corazón antes de abrazar a Taehyung mejor, aferrándose con miedo y presionando sus
labios contra el cálido hombro del diablo para acallar sus jadeos fuertes, soltando sonidos
contra la piel del mayor.

Las embestidas se volvían cada vez más fuertes, tanto que Jungkook comenzó a clavar sus
uñas en la piel de los bíceps del rey de las tinieblas, el cual respiraba profundo y gruñía de
vez en cuando, también jadeando roncamente mientras la cama rechinaba un poco. Ambos
estaban por llegar, y Jungkook se nublaba ante la cercanía del clímax ya que jamás lo había
experimentado, y apenas tenía idea de qué era.

-T-Tae, uhm... ¡AH! -Fue cuando los dientes de Taehyung mordieron levemente el lóbulo
de la oreja del menor que este arqueó su espalda, entregándose a la placentera sensación de
su cuerpo siendo lentamente sumergido en una gran ola de satisfacción y liberación. Su
respiración se cortó, tembló por unos segundos y su esencia salía de su miembro,
manchando ambos torsos.

Taehyung no dejaba de impulsarse sobre su niño favorito, acabando dentro suyo segundos
después. Ambos jadeando por un poco de aire mientras se abrazaban, piel contra piel entre
las sábanas ya algo desordenadas. Jungkook mantenía sus ojos cerrados y labios
entreabiertos a la par en que el mayor le tomaba del rostro, observándolo con una sonrisa
ladina para luego comerle la boca, lenta y profundamente, ambos acariciando mutuamente
sus lenguas.

-Lo has hecho tan bien, niño. -Halagó a la par que el menor aferraba mejor sus brazos al
cuello del diablo, abrazándolo.

-...Lo lograste.

- ¿Mh? -Rozó con su nariz el cuello del menor, el cual cerró sus ojos.

-Hacerme sentir el ser humano más amado en la tierra. Lo lograste.


IX: ´´INTERCAMBIO DE ALMAS´´

Honestamente, Jungkook creyó que no podría dormir aquella noche. Luego de hacer el
amor sintió que no podría pegar un ojo. El diablo había dicho que sería el humano más
amado de toda la tierra...pero "hoy". Solo por hoy, y ya.

Y eso no había salido de su cabeza para nada. Sin embargo, los cómodos y cálidos brazos
de Taehyung envolvían su cuerpo de una manera que lo hacía sentir protegido, agotado.
Tenía más sueño de lo que alguna vez había tenido, e incluso creía que Taehyung podría
estar haciendo aquello. Sin embargo, estaba realmente cansado como para ponerse a llorar,
o despedirse apropiadamente del -ahora- amor de su vida, incluso si éste era el que
finalizaría por matarlo.

El mayor pasaba las cálidas yemas de sus dedos por el pálido y suavecito brazo del menor,
el cual se estremecía con el toque a la par que veía cada vez más nublado. Para cuando
quiso darse cuenta, ya se había dormido.

Y despertó al siguiente día.

El dolor que sentía en los músculos era inexplicable, la pesadez de su cuerpo y el leve
malestar en su pecho lo empeoraban. Las cobijas cubrían su figura y la de la persona que lo
abrazaba desde atrás, el cual hacía todo más cálido. Quitándole el malestar que llevaba
sobre él estaba realmente feliz. Había dado su primer beso, había hecho el amor por
primera vez, todo eso con Taehyung. Con el diablo.

Ya nada podía ir mal.

Se removió un poquito al sentir que la mano del rey de las tinieblas le acariciaba el
abdomen. Claramente estaba despierto... ¿Siquiera dormía?

¿Siquiera él seguía vivo o era todo una ilusión?

—Mh. —Taehyung suelta aquel sonido luego de olfatear los azabaches de Jungkook. —
Hueles como si te hubiese hecho mío. —Dice.
Tira del cuerpo del azabache y éste comienza a darse la vuelta hasta quedar de frente al
cuerpo desnudo del mayor. Su oído ya no hace ese extraño sonido, y ahora puede mirarlo a
los ojos las veces que lo desee. Sin embargo, se siente muy avergonzado como para verlo,
pero se mantiene observando fijamente sus labios. Taehyung toma aquello como una señal
y no se negó a dejar un suave pero lento beso en los labios de su niño favorito, el cual
parecía algo perdido en sus pensamientos. El diablo se alejó solo un poco para verlo,
esperando que hable.

—Sigo aquí... —Dijo el azabache, parpadeando lentamente y rodeando tímidamente el


cuello del mayor en cuanto éste se acercó más y comenzó a dejar tibios besos sobre la piel
de su cuello.

—Si.

—N-no me sucedió nada. —Tartamudeó. Aún sentía algo de miedo, y fue como si
Taehyung pudiese sentirlo ya que lo envolvió mejor por la cintura. Apartó su bello rostro
del cuello de su niño y ambos se vieron fijamente por primera vez en el día. Fue algo
precioso. — ¿Por qué?

Nuevamente continuaron observándose por unos segundos a los ojos. El diablo suspiró,
sonriendo de lado con una lentitud delirante antes de girar un poco el cuerpo del
adolescente, dejándolo boca arriba y posicionándose sobre éste. Le acarició el muslo con
cuidado, rozando por debajo de las sábanas su miembro entre las piernas de Jungkook. Éste
bajó la mirada con vergüenza, mordiendo su labio inferior para no suspirar como torpe.

El rostro de Taehyung baja lentamente hasta quedar a la medida de su oreja, mordiendo


suavemente el lóbulo de ésta antes de pegar su boca. —Porque quiero y puedo. —
Simplemente respondió.

En parte Jungkook teme a aquello. Piensa en que podría desaparecer en cualquier momento,
sin tener una justificación válida, solo un "Porque quiero y puedo."

—Oh. —Dice, nuevamente aferrándose al cuello de Taehyung cuando éste se alejó para
verlo fijamente a los ojos. Jungkook se atrevió a alzar la mirada, cruzando su vista con la
del diablo.
—Y voy a disfrutarte un rato más...porque quiero y puedo. —Sin más, atrapa los labios de
su niño entre los suyos, besándolo lenta y profundamente, ladeando la cabeza para que sus
narices no choquen y sea incómodo.

Jungkook suspiró por la nariz, siguiendo aquel compás mucho mejor que antes: Menos
nervioso, más relajado, demasiado protegido entre los brazos del que influía en los malos
sentimientos, pero le hacía sentir todo lo bueno.

Solo a él.

Sus lenguas se acariciaban entre pequeños sonidos que Jungkook soltaba, ambos
presionados con el cuerpo del otro, con Taehyung frotando suavemente su miembro con el
de su niño, amando la manera en la que éste se veía tan pequeño y delicado bajo su cuerpo,
entre sus brazos.

—Oh, mierda. —Se quejó, apartándose y poniendo su peor cara. Jungkook lo observó con
algo de miedo, temiendo haber hecho algo mal, pero los golpes en la puerta no le dieron
tiempo a preguntar.

— ¡Jungkook! ¿Estás despierto? —La voz de su madre se hizo presente.

Jungkook observó al diablo, el cual le restó importancia y volvió a besar los labios del
adolescente, indicándole que se mantuviera callado. El azabache obedeció y continuó el
beso, embobado, amando el sentir las cosquillitas en su abdomen y vientre.

El pomo de la puerta gira repentinas veces, sin éxito. La puerta continúa sin abrirse y todo
gracias al pestillo que Taehyung puso con la mente en pleno sexo...era raro decirlo. —
¡Jungkook! ¿Estás despierto?

Ambos continúan con los besos. Jungkook sabe que Taehyung cree que va a irse, pero él
conoce a su madre, y ésta no se irá hasta recibir una respuesta. Sin embargo, continúa
siendo obediente y no se niega a los exquisitos besos que el diablo le proporciona.

— ¿Hijo? ¡Jungkook!

Taehyung se aparta con mala cara. —Contesta. —Ordena en un tono de voz frío. La piel
del adolescente se eriza y el diablo parece darse cuenta.
Aclara su garganta antes de responder: —Ya voy, mami.

—Abre la puerta, cielo. —Pide Mi-Suk, nuevamente girando inútilmente el pomo un par de
veces.

—Uhm...Mi cabeza duele un poco. —Miente, y el diablo sonríe de lado, encantando. —


¿Puedo dormir veinte minutos? —Taehyung alza ambas cejas, como preguntándole si
realmente lo decía en serio. Eso no alcanzaría para todo lo que quería hacerle. — ¿Treinta?
—Jungkook ofrece con duda, inocentemente.

El mayor pone los ojos en blanco y mala cara antes de dejar suaves besos en los labios de
su niño favorito. Oh, al carajo. Jugaría con el tiempo, no quería desaprovechar el tener al
adolescente más puro de la tierra desnudo y entre sus brazos.

—Cielo, debemos ir a la iglesia. —Insiste su madre en tono dulce.

—Lo sé. Solo un poquito, ¿Puedo? —Jungkook casi ruega contra los labios del diablo, el
cual empuja sus caderas contra las del menor, robándole un suspirito.

—...Vale. —Accede Mi-Suk. Taehyung de inmediato comienza a besar al menor de la


misma manera en la que lo estaba haciendo. —Solo un poquito. Te traigo el desayuno en
media hora. Pero iremos a la iglesia, ¿Me oyes, Jungkook? Iremos.

Ignora la orden de su madre debido a que está demasiado perdido en las caricias que el
arcángel proporciona en sus labios, y en como los dedos de éste se dirigen hacia su entrada,
acariciándola.

—Tae... —Suelta, y sus ojitos se cierran en cuanto dos dedos se adentran en su interior
comenzando a moverse en forma de tijera, lenta y delirantemente.

Pequeños gemiditos escapan de sus labios, abriendo más sus piernas y sintiendo una leve
capa de sudor cubrir su pequeño cuerpo mientras el diablo no deja de besar sus labios y
rozar su punto dulce con la yema de sus dedos. Sintió como Taehyung apartaba solo un
poco su rostro del menor, como si lo estuviese viendo. Luego se hicieron presente las
caricias en su cabello y los profundos suspiros del mayor.
—Te ves tan...corrompido por mí. —El diablo dice, bajando a besar los labios de su niño
favorito a la par que comienza a frotarse contra la cadera de éste, el cual se encuentra
cegado por las olas de placer que lo invaden por dentro con una delirante lentitud.

Minutos después llega al clímax por segunda vez en su vida. Desearía sentir aquella
deliciosa sensación por el resto de sus días, se ha vuelto adicto a ella. Se encuentra sediento
de lo que sea que Taehyung le enseñe por primera vez.

Jungkook es atraído al pecho de Taehyung, y aún es increíble en la situación en la que se


encuentra. Jamás se imaginó que invocaría al diablo, que le vendería su alma, y mucho
menos que al hacerlo se enamoraría tan perdidamente.

El miedo de que Taehyung no lo ame se había ido de su pecho, por su bien o si no se


volvería loco con el paso de los días. "Que pase lo que tenga que pasar", e intentaría esperar
pacientemente.

Disfrutar lo poco que le queda.

El mayor acarició con suavidad una mejilla del menor, provocando que éste alzara el rostro
y ambos se vieran por unos segundos. El ente soltó un profundo suspiro antes de negar
lentamente con la cabeza.

— ¿Qué sucede? —Jungkook no pudo evitar demostrar su preocupación, sonrojado y


ladeando un poco su cabeza.

El silencio se hace presente por solo un par de segundos antes de que Taehyung decida
contarle: —Tu familia sospecha.

Es como si el aire de la habitación se estuviese yendo de a poco, y la cabeza de Jungkook -


la cual ya dolía desde que despertó- estuviese por explotar. Se encontró temblando cual
hoja a los segundos de oírlo, y el diablo no dudó en acurrucarlo más cerca, comenzando a
besarle el cuello.

—... ¿Qué?
—Sospechan que tienes algo malo. —Dijo con sus labios pegados contra la piel del menor.
—No saben qué, no creen que yo sea real, pero saben que hay algo. Y van a sospechar más
ahora, porque te ves terrible.

La garganta de Jungkook pareció cerrarse de golpe a la par que su cuerpo se congelaba y


miles de inseguridades rondaban por su cabeza; Inseguridades respecto a él, a su físico, a su
personalidad y torpe inocencia que tanto detestaba.

En el instituto casi siempre le decían que no era muy bonito, o se reían de él por ser el más
bajo teniendo ya dieciocho años, e intentó que no me importara lo suficiente. Pero que
Taehyung le diga que se veía terrible, sea de la manera que lo haya dicho, fue un golpe
bastante bajo.

Taehyung alza el mentón de Jungkook con su mano en cuanto ve las lágrimas caer de sus
ojos verdes. No puede evitar sonreír de lado. — ¿Mi niño favorito está dudando de su
belleza? —No puede evitarlo. Se acercó lentamente y dio un beso sobre una lágrima,
saboreando la tristeza del azabache. — ¿Solo por lo que yo dije?

—S-sí.

La sonrisa de Taehyung se borra lentamente a la vez que conecta su mirada con Jungkook.
Ambos se ven fijamente, y el menor puede notar que el diablo está a punto de decir algo
que debía de quedarle en la cabeza. Se veía ofendido e indignado, por alguna razón.

—Que sea la última vez que crees que te veo de una manera desagradable. Eres lo más
precioso y puro que mis ojos han presenciado.

Las mejillas de Jungkook parecen estar a punto de estallar mientras limpia rápidamente sus
lágrimas y mira hacia otro lado tímidamente. Por algún motivo, que Taehyung le hable así
le hace saber que está expuesto, desnudo contra su cuerpo, y siente que se ahoga en la
vergüenza, aunque tampoco planea moverse.

—Lo siento...

Taehyung le suelta el mentón y lo abraza más contra él luego de la disculpa. Por algún
motivo, luce como si lo hubiese perdonado. ¿Este precioso hombre realmente era el diablo?
—Te ves terrible porque estoy aquí mucho tiempo. Estuvimos más cerca de lo que
debíamos, y me metí en tu cabeza. Luces muy enfermo. —Dice, observando con detalle el
rostro del menor: Pálido, ojeroso, más delgado, con sus ojos solo un poquito más vacíos.
Muy poquito.

— ¿Te metiste en mi cabeza? —Sorprendido y sin comprender aquella referencia, tan solo
parpadea lentamente y ve a Taehyung, el cual se mantiene viéndolo fijamente a los ojos. —
¿Cómo?

La sonrisa ladina del diablo le hace suspirar de manera embobada mientras éste se acerca a
su oreja izquierda, besándola. Es un verdadero alivio poder oír una hermosa voz y no
pitidos.

— ¿Acaso crees que en tu primera vez no iba a dolerte? —No evita lamerle detrás del oído,
lo cual provoca que todo el cuerpo del menor se estremezca. —Hice que me vieras a los
ojos para meterme en tu cabeza y que así no sintieras dolor.

Oh.

Era algo abrumador. Era como haber estado poseído.

—Oh...oh, vaya. —El diablo se aparta y lo ve a los ojos. Jungkook está sumergido en sus
pensamientos mientras baja la mirada al torso del mayor, el cual está repleto de tatuajes. Se
mantiene acariciándolos con la yema de su dedo índice, su mano cómodamente apoyada
sobre el estómago del ente. Finalmente suspira. No puede dejar de pensar. —Tae... ¿Qué
vamos a hacer? ¿Cómo iré a la iglesia? Apenas la piso comienzo a vomitar o me asfixio. No
quiero volver a sentir eso nunca más.

—No vas a sentirlo. —Lo tranquiliza de inmediato, provocando que cerrara sus ojitos y
suspirara de alivio. Un problema menos. —Voy a irme.

Sus ojos se abren de inmediato, y automáticamente sus manos van a los bíceps de
Taehyung, sosteniéndose de éstos y negando rápidamente.

— ¿Qué? No. No, no. Quédate.

—Niño, créeme: Amaría ver la cara de todos al saber que soy real, pero no es tan fácil.
No desde que finalmente eres mío, y todos pueden dañarte.

Jungkook está a punto de comenzar a llorar. —No quiero que te vayas...La última vez fue
horrible. —Su voz tiembla y sus ojos se llenan de lágrimas. Taehyung lo observa de manera
neutra, queriendo que continúe comentándole como fue todo sin él. Necesitaba saberlo. El
menor traga con fuerza y baja la mirada. El nudo en su garganta no se va. —Quiero decir:
Me alivió el no sentir el malestar, o el pitido en mi oreja. Pero el vacío que sentía en mi
pecho...fue insoportable.

Parece no notar como los músculos del diablo se tensaron, o como parece estar congelado,
quieto en su lugar. Incluso parece perdido en sus pensamientos, o como si supiera o tramara
algo. Jungkook se sobresalta cuando siente el frío llegarle de golpe: Taehyung ha dejado de
abrazarlo y se ha levantado de la cama. Se viste tan fluidamente que Jungkook está
impresionado mientras él tan solo se sienta en la cama, cerrando sus ojos al recibir un
mareo algo fuerte y volviéndolos a abrir.

— ¿Vas...vas a irte? —Pregunta con la voz entrecortada mientras trapa su cuerpo con las
cobijas. Se encuentra temblando y no sabe si es el frío o el miedo por el vacío que sentiría.

—Si.

Luce serio, frío a lo que sea mientras le da la espalda y se abotona la camisa hasta arriba,
acomodando el cuello.

— ¿Dije algo malo? Lo siento. No quería faltarte el respeto.

En cuanto Taehyung se gira y ve a su niño favorito, tan pequeño y frágil, con su cuerpo
tapado por las cobijas, sus mejillas sonrojadas, ojos llenos de agua y cabellos despeinados,
no puede evitar comenzar a caminar hacia él hasta inclinarse y comenzar a besarlo.

Lo besa lenta y profundamente, metiendo su lengua y sosteniéndole el rostro con necesidad.


Jungkook de inmediato se aferra a su cuello con sus brazos, necesitando más. Taehyung no
puede evitar consentir a su niño favorito.
Permanecen besándose por un largo tiempo, perdidos en los labios del otro, en las caricias
que se daban. Finalmente Taehyung se aparta con una mordida en el labio inferior de su
niño, el cual abre los ojos lentamente y luce embobado, acalorado y con sus labios rojos.

—Vuelvo en un día. —Dice, sonriendo de lado.

No puede evitar soltar un casi inaudible quejido. —E-está bien. —Finalmente concuerda,
aunque sigue en desacuerdo.

Taehyung deja un último beso en sus labios y se aparta, caminando hacia un rincón de la
habitación y quedándose allí, observando a su niño. Jungkook continúa con el puchero en
sus labios, intentando no llorar.

—Volveré más pronto de lo que crees.

Asiente lentamente antes de parpadear, y finalmente Taehyung no se encuentra más allí. Ya


la primer respiración se vuelve extraña, y nuevamente está ese vacío que no lo deja en paz.

Pero un poco más fuerte.

La pequeña mano de Jungkook da unos rápidos y bajitos golpes en la puerta, apresurado y


viendo paranoicamente alrededor, temiendo cruzarse con su madre o padre, aunque éste
probablemente lo ignoraría.

La puerta finalmente se abre, revelando a su linda hermana, Yi-Seul. —Jungkook, ¿Qué...?


Oh, Dios mío. ¡Luces terrible!

— ¡Sh!

Rápidamente se adentra a la habitación sin siquiera pedir permiso. Es bonita, rosada, huele
bien y hay maquillaje sobre la cama. ¡Perfecto! Está a punto de encaminarse hacia éste,
pero su hermana tira de su brazo luego de cerrar la puerta y lo pone frente a ella, tomándolo
de las mejillas con cuidado.

—Kook. ¿Qué sucede? Estás... —Su voz tiembla un poco, negando con su cabeza. —...no
estabas así hace unos días atrás. No te veías así hace semanas, e incluso te ves peor.
—Lo sé, lo sé. —Intenta tranquilizarla llevando sus propias manos hacia las de su hermana,
pero las tiene casi congeladas, y ésta se horroriza más. —Es que no dormí. Con todo el
asunto de Mino mi apetito se ha cerrado, y estoy intentando usar ropa holgada para no
preocupar a mamá. —Que buen mentiroso. Si me gustara mentir y preocupar a las
personas, me halagaría a mí mismo. —También he usado maquillaje.

Yo-Seul, ya más tranquila no puede evitar reír bajo, observando a su hermano con el ceño
levemente fruncido. — ¿Es que acaso eres mujer u homosexual? No puedes usar
maquillaje.

No culpaba a su hermana, en serio. A pesar de nunca haber seguido la opinión de su familia


respecto a los hombres que gustaban de hombres, u hombres que usaban maquillaje y
supuesta ropa de mujer, Yi-Seul si lo había hecho. Muchos niños pensaban igual que ella, y
todo por sus padres. Jungkook se ponía de ejemplo a sí mismo: Su madre le había enseñado
que al despertar era esencial darse una ducha, pero muchas personas no lo hacían, o lo
hacían en otros horarios. Es como cada uno cría a sus hijos pero, honestamente, espera que
lo que Yugyeom había dicho respecto a que las cosas en el mundo cambiaran sea verdad.

Que los hombres usaran maquillaje y no sean homosexuales por ello, o que la
homosexualidad no sea un pecado para tantos. Que no haya ropa con género, sino que
simplemente ropa. Y que la gente juzgue y se fije un poco menos en lo que uno lleva, o
como es.

—Lo sé, Seul. —Sonríe falsamente de lado, fingiendo estar de acuerdo. Yi-Seul se dirige
hacia la cama y se sienta, observando a su hermano. —Pero si no lo hago mamá
enloquecerá.

—Mamá ya ha enloquecido. Siéntate. —Dice mientras busca entre su maquillaje algo que
sirviera para su hermano.

Jungkook se sienta frente a su hermana mayor, observando cómo ésta toma algo parecido a
un labial pero es color piel claro, y comienza a hacer líneas por su rostro, sosteniéndolo del
mentón.

— ¿Por qué dices que mamá ha enloquecido?


—... ¿Prometes no decir nada? —Los nervios se instalaron en el estómago del menor a la
par que asentía. De por mientras, su hermana pasaba su dedo índice por todo su rostro. —
Ayer fuimos a la charla familiar. Se supone que hablaríamos de temas de la iglesia, y los
tíos darían una charla sobre Mino. —Dice. Jungkook cierra sus ojos cuando Yi-Seul pasa su
dedo por sus párpados. —No fue así. Mamá y papá comentaron lo raro que has estado, el
cómo los médicos dicen que no tienes nada pero te ves mal, y actúas diferente. Ellos dicen
que tienes algo malo.

Jungkook abre sus ojos nuevamente cuando su hermana se aparta, sin poder evitar
demostrar algo de miedo.

— ¿Algo...malo?

—Si. Que tienes algo malo, y que deben quitartelo.

Por algún motivo el enojo comienza a brotar de su cuerpo a tal punto que siente como
comienza a sudar. Miles de imágenes sobre alguien -cualquiera- quitándole a Taehyung de
su lado lo invaden, provocando que negara con enfado. —Eso es...tonto. —Escupió.

Su hermana le da una mirada seria por un rato antes de ponerse de pie. Pronto se oyeron
golpes en la puerta. —Niños, a desayunar. Y rápido.

Jungkook está a punto de ponerse de pie, pero es bruscamente empujado nuevamente a la


cama, tomado por sorpresa y alzando la mirada con algo de susto hacia su hermana. Esta
última lo apuntó con su dedo índice mientras lo veía fijamente a los ojos. —Mejor que
sepas en lo que te estás metiendo.

Parpadeó lentamente, realmente sorprendido. —... ¿Qué?

—Mi hermano hubiera comenzado a llorar, preguntándome si realmente tiene algo malo. —
Ambos se ven por unos segundos mientras los ojos de Jungkook se vuelven llorosos. Baja
la mirada rápidamente. —No digo que no hagas lo que quieras, digo que sepas en lo que te
estés metiendo. Porque yo...no te tengo miedo.

—Seul...
—Y no pienso apoyarte, Jungkook. Sea lo que sea, mientras esté mal, no te apoyo. —
Finalmente comienza a juntar el maquillaje y Jungkook aprovecha para salir de la
habitación rápidamente antes de que comience a llorar.

El desayuno había sido incómodo ya que Yi-Seul no le sacaba la mirada de encima a su


hermano mientras tomaban de su té y comían pan con mermelada de fresa. Su madre
hablaba y se veía radiante, feliz de que Jungkook no tuviese la cara de un monstruo -
Aunque no sabía que éste en realidad la tenía y la ocultaba bajo una capa de maquillaje- y
no estuviera lo suficientemente poseído por el diablo (Cuando en realidad había sido
poseído por el diablo de todas las maneras que uno imaginaría) como para no ir a la iglesia.
Su hijo estaba sano, sin embargo, debía esperar a que llegaran y no comenzara a vomitar
como un demente con problemas estomacales.

Finalmente fueron a la iglesia en coche. Su padre se negaba a llevarlo al principio; Ya


aquello fue algo para poner triste a Jungkook. Mi-Suk lo convenció con un susurro al oído
y marcharon silencio hacia la casa del señor. Sin música, sin Dominique a todo volumen.
Tan solo un incómodo silencio, y Jungkook sabía que él hacía la situación incómoda.5

La misa transcurrió tranquila. Los tíos y primos de Jungkook estaban allí, y veían de reojo
al adolescente el cual, con vergüenza, hacía cosas que supuestamente no debería de hacer.
Dios debía de estar realmente enojado con él.

Finalmente todos comenzaron a encaminarse hacia la salida cuando ésta finalizó, pero Mi-
Suk llevó a Jungkook a hablar con el cura y era una razón más para nombrar a éste día: "Me
dedico a mentir y lo hago estupendo."

—Jeon Jungkook. —Nombra al adolescente aquel hombre mayor con ojos enormes y
acusadores. No, tal vez solo está muy paranoico. —Un placer volverlo a tener en la casa del
señor. ¿Cuáles fueron los motivos de su ausencia?

La boca de Jungkook se abre para contestar, pero su madre decide hacerlo por él.

—Jungkook no se sentía muy bien éstos días. Mucha angustia en su interior. —Bueno, no
estaba mintiendo. Había angustia y un ligero vacío en su pecho. Taehyung, vuelve. —Creo
que no le vendría mal confesarse. ¿Qué opinas, Jungkook?
No, no, no, no. ¡No!

—No lo sé, yo... —Ríe bajo, intentando buscar una manera de zafarse de aquello sin tener
que salir corriendo o algo así.

—Tengo tiempo. Jungkook, acompáñame, por favor. —Rápidamente dice el cura,


asintiendo con la cabeza hacia aquel "armario" -Jungkook lo llamaba así- en donde la gente
se confesaba.

Ambos se adentran luego de que Mi-Suk sigue a su familia. Ya no queda nadie en la


iglesia, solo un profundo silencio y el eco de la voz del cura cuando éste comienza a hablar.

—Vamos a rezar primero.

El hombre mayor comienza a rezar en voz alta, y Jungkook finge seguirlo. No puede,
simplemente no está bien. Al finalizar nuevamente el silencio se hace presente, y Jungkook
decide romperlo e intentar no sonar sospechoso.

—... ¿Padre? ¿Qué hago si no tengo nada...nada que decir? —Tartamudea un poco a la par
que acomoda nerviosamente sus tirantes negros.

— ¿No quieres confesar nada?

—No. —Responde con rapidez.

—Tu madre dijo que has estado angustiado. —Jungkook se encoge de hombros. — ¿Tienes
cosas que confesar?

—Sí, pero todos tenemos secretos. —Dice, intentando demostrar que no hacía falta
revelarlos. Era lo cierto: Cualquier persona tenía secretos, y también tenía el derecho de no
querer decirlo.

—Está bien, Jungkook. Puedes contármelos. ¿Hay algo malo que hiciste? —El cura usa su
tono de amabilidad, pero es demasiado falso. No porque el hombre no sea amable, pero
simplemente no le cree.

—No.

— ¿Seguro?
No.

—Si.

—Bien. —Jungkook nota de reojo como el hombre se acomoda en su lugar. Un suspiro sale
de sus labios. — ¿Algo de lo que te arrepientas?

Maté a mi primo, maté a dos personas que no sabían lo que hacían, provoqué un infarto a
mi padre y ahora me odia. Mi hermana ya no confía en mí, mi familia habla a mis espaldas,
me tienen miedo. El maquillaje es para mujeres, la homosexualidad está mal. Estoy donde
no debería de estar.

—No.

—Jungkook...para confesarte debes de decir la verdad.

Se pone tan nervioso que sus manos comienzan a temblar. Necesita protección, necesita no
sentirse tan mal.

—Lo estoy haciendo. —Intenta sonar honesto, pero no lo logra.

—Sé lo que tienes. Lo vi. —Sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas. ¿Cómo puede estar
intentando disimularlo? —Lo veo en ti.

—No tengo nada, señor. —Su voz se alza un poco, preso del pánico.

—No te atrevas a mentir en la casa del señor. —Comienza a sollozar en cuanto la voz del
cura también se alza. —Confiesa.

—Yo no-

—Confiesa ahora.

Está a punto de comenzar a llorar con fuerza y realmente, realmente, realmente confesar.
Sin embargo, un fuerte viento se hace presente dentro de la iglesia, y todas las velas se
apagan. Quedan a oscuras a excepción de las ventanas cerca del techo. El frío comienza a
hacerse presente, los vellos de su nuca se erizan mientras intenta ver desde la puerta de
madera a cuadros que no le permite salir.
— ¿Qué estás haciendo?

Jungkook acerca su rostro a la puerta, y se sobresalta en cuanto ve a una figura alta y


cubierta con una capa negra en el banco donde anteriormente él se sentaba durante la misa.
Su espalda choca contra el armario y comienza a respirar rápido.

— ¿Qué? ¿Qué sucede?

—Quédese aquí, y no salga hasta que yo se lo diga.

— ¿Qué? No. No es posible. Esta casa está bendecida. —Niega rápidamente, también
pegándose contra el armario.

—P-por favor, quédese aquí.

Jungkook abre la puerta con lentitud oyendo como ésta rechina. Sale temblando como una
hoja al viento, sin quitar sus enormes ojos verdes de la figura alta y terrorífica que
permanece como si fuese una estatua. No deja de acercarse, y es allí cuando la supuesta
muerte se pone de pie, provocando que se detenga. Su corazón late demasiado rápido, su
cabeza le duele levemente.

— ¿V-viniste por mí? —La figura niega lentamente antes de levantar su exageradamente
largo brazo, apuntando con un fino y pálido dedo índice hacia el armario. El frío se
incrementa en su cuerpo. — ¿Por qué? —No responde. Jungkook niega rápidamente. —S-
si te lo llevas...todo será m-muy obvio.

La muerte continúa en silencio, y el azabache se sobresalta cuando nuevamente apunta


hacia el armario, solo que más brusco, impaciente por tomar lo que le pertenece.

—Van a creer que lo asesiné, y todo empeorará. ¿Quieres...que Taehyung se moleste? —


Finalmente la muerte baja su brazo, se queda quieta por unos segundos e inesperadamente
camina hacia el confesionario. Jungkook rápidamente se pone en frente, muerto de miedo.
— ¡No! No vas a llevártelo. —Y firme, decidió por algo que no creyó arrepentirse. —N-no
te lo permito. No te dejo.

Es allí cuando las manos de aquella cosa suben a la capucha de la capa y la baja lentamente.
Un hombre calvo, pálido, similar a un esqueleto lo observa fijamente. Lo más intrigante y
bizarro de aquello es que tiene los ojos de Jungkook. Cuando los suyos se cruzan con los
farsantes, adrenalina viaja por su cuerpo. Imágenes entrecortadas se hacen presentes en su
cabeza: Momentos felices, momentos de dolor. Son pocos, pero son importantes. Siente
como si le tomaran el corazón con el puño y lo apretaran fuerte. No puede respirar y siente
su cabeza volar en mil pedazos, pero sabe que sigue normal ya que puede seguir
presenciando todo aquello.

Parpadea, y las velas se prenden por sí solas nuevamente. No hay nada frente a él, solo un
humo oscuro que cuando lo respira al inhalar bruscamente, se tambalea y cae hacia atrás.
No se desmaya, pero está algo ido.

No es el mismo.

El cura sale rápidamente del confesionario, sin obedecer las órdenes del adolescente. Se
acerca a éste último y se arrodilla, sacudiéndolo de los hombros.

— ¿Jungkook? —Al verlo tan ido lo sacude nuevamente, desesperado, aterrorizado. Aún
no creía que lo que vio era real. — ¡Jungkook! Iré por tus padres. Sí, eso haré. —El hombre
está a punto de ponerse de pie, pero Jungkook tira rápida y bruscamente de su brazo,
importándole poco si le hace daño. ¿J-Jungkook?

Se sienta lentamente con la ayuda del cura, el cual sigue en shock. Sus manos tienen
cosquilleos, el malestar está más presente que nunca y siente...siente...

Casi nada.

—Estoy... —Su voz tiembla, sus ojos están llenos de lágrimas, pero por más fuerza que
haga, no puede llorar. Alza la mirada y ve los ojos del hombre mayor, aunque no lo hace
realmente. —...Estoy bien. E-estoy bien.

—Déjame llamar a tus padres. —Ruega.

—Por favor, no diga nada. —Nuevamente se ven fijamente y Jungkook frunce un poco el
ceño, sin estar muy seguro de cómo reaccionar. ¿Qué ha pasado? —Me debe una, me la
debe. Lo sabe.
Niega lentamente. —No puedo decirle a la gente que algo que no es de Dios entró aquí.
Esto...Esto jamás sucedió, ¿Vale?

Jungkook asiente lentamente, de acuerdo mientras lleva una mano a su pecho. Los latidos
son lentos, siente que le falta algo en su interior y no está muy seguro de poder sostenerse
de pie, pero sabe que no puede levantarse por sí solo.

—Necesito... —Solloza secamente, pero no lo alivia. ¿Qué está pasando. —...a alguien que
me levante. ¿P-Puede?

—Si. Sí, claro. —El hombre mayor rápidamente se pone de pie, se inclina y toma a
Jungkook desde atrás, por debajo de los brazos. No le es difícil levantarlo ya que este es
muy ligero y pequeño. — ¿Puedes caminar?

—Puedo.

Jungkook comienza a caminar a paso lento y con la mirada fija y vacía hacia adelante,
oyendo un "Cuídate" de a la persona a la cual le salvó la vida.

Ya no había donde cuidarse, no había salvación y...+

Demonios, Taehyung estaría tan enfadado cuando lo viera.

x: "ᴀᴍᴀʀ ᴀʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ ᴅᴜᴇʟᴇ"

¿Será que la muerte extrajo sus pocas ganas de seguir viviendo? ¿Será que solía tener ganas
de vivir antes de que el dolor en su pecho surgiera, y ahora solo sentía que jamás había
querido respirar?

Luego de haber salido de la iglesia, su familia fingió no notarlo extraño. Mi-Suk preguntó
un par de veces si se encontraba bien debido a que su hijo parecía tener serios problemas
para caminar, pero ya que la reunión con su familia lavó su cerebro -aunque lo que creían
era cierto: Jungkook tenía al diablo consigo- no quiso acercarse demasiado. Iba a seguir
todo como lo planeaban, sin arruinar nada.

Fue demasiado literal el hecho de que el azabache llegara a su casa, bajara los escalones y
se fuera a dormir. Ni siquiera supo cuando se durmió, nada. El malestar era muy fuerte, el
dolor en su pecho demasiado notable. Se preguntó si estaba muriendo. Rogó que sí para no
volver a sentir jamás en su vida aquel vacío.

Despertó al siguiente día, y no supo cuánto tiempo se quedó viendo el techo, respirando de
manera pesada, demasiado débil. Taehyung no había vuelto, y eso lo hundía mucho más.
Intentó mantener firme en su cabeza que no debía dejarse caer, quería a Taehyung. Y no
quería morir solo. No se sentía tan mal como el día anterior, al menos podía mantenerse de
pie, siempre y cuando estuviese recargado en algo.

El día fue como si nada hubiese pasado, y nadie excepto su hermana le preguntó qué le
sucedía. Incluso pudo oír a su madre hacerla callar y continuar fingiendo que todo estaba
bien. Le comentaría aquello a Taehyung, si es que éste no lo mataba.

Fue al instituto y se vistió con un grande abrigo color gris, con botones negros. El frío
calaba sus huesos, incluso encontrándose en otoño. Un día atrás estaba en pantalones
cortos, y ahora estaba temblando, con sus labios morados y piel pálida. Por suerte
Yugyeom no había ido aquel día, y podía evitar todo tipo de preguntas sin respuestas.

Volvió a su casa en el auto de su padre con su madre un par de horas después. No había
probado bocado en todo el día debido a que la primer cosa que había bebido -una caja de
jugo de naranja, ya que no se sentía con ánimos de desayunar- estaba ahora en un retrete del
baño. Lo había vomitado de manera inmediata y lo comprendió: Al parecer su cuerpo
rechazaba cualquier cosa que lo hiciese sentir bien.

Una vez entró, ni siquiera saludó a sus tíos, los cuales tomaban el té en la sala. Pudo notar
que su padre estaba a punto de regañarlo por ser maleducado, pero se retractó al instante
debido a que recordó las palabras del diablo. Debía ser muy precavido.

Finalmente bajó los escalones con cuidado, sosteniéndose de la baranda y abriendo la


puerta de su cuarto, prendiendo la luz y girándose para cerrar la puerta con pestillo. No
quería ver a nadie. Suspiró y se giró, su corazón dando un vuelco al notar al diablo a unos
centímetros de distancia, en la otra punta de la habitación, para ser exactos.

Lucía diferente.

Sus ojos estaban más abiertos y bordos, sus pupilas muy dilatadas, su mandíbula tensa y sus
puños apretados mientras no dejaba de rebajar a Jungkook con la mirada. Éste último se
congeló al verlo de aquella manera porque, vamos, fue muy estúpido no haber pensado en
cómo sería el diablo enojado. ¿Creyó que sería el precioso Taehyung? ¿Ese que lo había
estrechado en sus brazos mientras le hacía el amor? ¿El que aliviaba sus lágrimas con
palabras preciosas? No.

El silencio reinó en la habitación por unos largos segundos. Jungkook no iba a hablar, sería
demasiado irrespetuoso.

—... ¿Qué has hecho?

¿Alguien le creería si confirmara que jamás le tuvo el miedo que todos le tienen a
Taehyung? ¿Si jurara que, a pesar de ser el diablo, nunca vio lo horrible, terrorífico y cruel
en él? ¿Será que estaba tan enamorado? La voz del diablo había salido tan baja, ronca y
tranquila que fue demasiado escalofriante. Le entraron ganas de llorar, pero con cada
impulso que quería dar para sollozar, parecía que nada salía de su pecho. Incluso sus ojos,
borrosos de lágrimas, no soltaban ni una.

Ya no podía llorar.

Intentó tragar saliva con fuerza y, en un acto de desesperación, quiso huir. Necesitaba
refrescarse. Un baño, sí.

Se dirigió apresuradamente hacia el baño, con sus piernas temblando, y dio un salto en su
lugar cuando la puerta se cerró con toda la brusquedad posible. Se encogió en su lugar antes
de girarse a ver a Taehyung, pero éste le apareció frente a su rostro, provocando que se
hiciese hacia atrás y chocara su pequeña espalda contra la madera de la puerta.
Una ligera risa silenciosa en medio de una exhalación escapa de los labios del diablo. —
¿Estás intentando escapar de mí? —Su respiración era tan fuerte que un cuadro cayó al
suelo, y los demás temblaban levemente. — ¿De mí? Yo fui el único que te protegió.

—N-no estoy intentando escaparme de ti. —Jungkook tartamudear, incluso si no mentía,


alzando el rostro y viendo fijamente los ojos de Taehyung, rogando que éste le creyera. Lo
había intentado, pero realmente estaba asustado.

Las cejas del diablo se alzan, fingiendo sorpresa. No le gusta éste Taehyung, éste Taehyung
es malo y sarcástico, y no lo comprende. — ¿Y qué intentas hacer yendo a otra habitación?
—Se acerca de manera brusca al rostro del adolescente y olfatea solo un poco antes de
apartarse —Hueles diferente. Te ves diferente. ¿Qué.has.hecho?

—Tae...

La brusca y profunda respiración que Taehyung toma lo hace pegarse más contra la puerta,
asustado mientras el pucherito en su labio inferior es muy visible. — ¿A quién mierda le
diste parte de tu alma? —Sus pensamientos se hicieron reales. —Tú y yo teníamos un trato.

Oh.

La manera en que lo dijo, tan...

"Tú y yo teníamos un trato." Solo un trato.

Nada de amor, nada que llenara su pecho o cumpliera su deseo. Jungkook se preguntó si
alguien realmente había sentido como le rompían el corazón: La sensación pesada en el
estómago, las manos poniéndose frías, las puntadas en el pecho y la esperanza haciéndose
añicos. Incluso los pensamientos sobre la persona que te lo rompe cambia, y no porque se
crea que es un maldito, un desgraciado: Simplemente...todo se torna lejano.

No tenía aire. Taehyung se le había escapado de entre sus dedos, y ahora no era nada.

¿Cómo pudo ser tan torpe de creer que lo amaba? Se lo repitió miles de veces: El diablo es
mentiroso. El diablo es mentiroso.

El diablo es mentiroso.
"—Yo podría hacer que nadie vuelva a hacerte daño...jamás."

El diablo es mentiroso.

"—Taehyung, creo que me estoy volviendo malo.

—Imposible, sigo oliendo pureza en ti.

— ¿Incluso habiendo invocado al diablo?

—Eso no fue un acto de maldad. Fue un acto de desesperación ante la maldad de los
demás. Muchos no lo entenderían.

—Nadie lo entendía.

—Yo lo entiendo."

Es tan doloroso.

"Una parte de mí adora verte perder la vida poco a poco. Pero otra parte de mí hace lo
posible, incluso ser gracioso, para que sigas sonriendo. Jamás me había sucedido."

Mentiroso.

Inexpresivo se da la vuelta y abre la puerta del baño, cerrándola rápidamente detrás suyo.
Sabía que Taehyung podía simplemente aparecerse dentro pero, oh, no quería verlo. No
podía. Le costaba tanto respirar mientras se inclinaba temblorosamente en la tina y
comenzaba a llenarla de agua fría y agua caliente, intentando buscar la temperatura perfecta
para su cuerpo. Ni siquiera podía llorar, sentía que estaba a punto de colapsar.

Simplemente se quita los quickers, y un escalofrío viaja por su columna vertebral al sentir a
alguien de pie detrás suyo observarlo.

—No cumpliste con lo que prometimos.

Jungkook niega lentamente, tomando aire por la boca e intentando dejar de ver los puntos
negros que se asomaban por su vista. —Tú tampoco. —Susurra, sofocado. No puede
deshacerse de su ropa, no tiene fuerzas. —T-tú dijiste que yo quería a alguien que me
amara honestamente.
—Lo tienes.

—Mentiroso. —No puede llorar así que ríe sin ganas, cerrando sus ojos por unos
segunditos antes de volver a abrirlos. Todo está demasiado oscuro. —Me dijiste que eras
mentiroso, y que no tenías sentimientos. Es verdad. Tú no has cumplido nada, porque jamás
me amaste ni quisiste honestamente. Y ese no era el trato.

Puede jurar sentir el enojo de Taehyung en su propio pecho, pero tenía que decirlo. De
cualquier manera, estos podrían ser sus últimos minutos. Ya apenas estaba de pie, supuso
que era la desesperación lo que lo mantenía despierto, algo cuerdo.

— ¿Te atreves a juzgar lo que pienso o siento? —Jungkook lo ignora al sentir


desesperación por aire y por refrescarse, por sentirse bien. Rápidamente alza sus piernas y
se mete a la tina, pero no llega a sentarse debido a que Taehyung lo toma del brazo,
girándolo y dejándolo frente a él. —Deja de escaparte y respóndeme. —Alzó un poco su
voz, y lucía algo perdido en cuanto observó la expresión de cansancio en su niño favorito.

—Taehyung... —Jungkook dijo suavemente, como si toda la rabia y el dolor hubiesen


pasado. Llevó ambas manos al pecho del diablo, sosteniéndose. Ya no podía seguir. Era
tiempo de despedirse. Tomó una profunda inhalación, la cual no resultó bien. —Todo l-lo
que he querido desde que supe que eres real era tenerte cerca. Yo...yo jamás me alejaría de
ti. —Niega lentamente mientras apoya su mejilla en el cálido pecho de Taehyung, sin poder
mantener sus ojos abiertos. —No importa si para ti esto es solo un trato, o si me vas a matar
de la forma más despiadada. Úsame si quieres, no importa. Y-yo...jamás me alejaría de ti.
Te amo.

El diablo envuelve sus brazos en la cintura de Jungkook cuando éste último afloja sus
piernas por completo, casi inconsciente. ¿Cómo es que éste dulce adolescente podía vivir
tanta desgracia? ¿Cómo podía ser que un ángel como Jungkook quisiera a alguien como él?
El mismísimo diablo.

¿Cómo el diablo había sido tan tonto de enamorarse del adolescente? No sabía decirlo, no
sabía demostrarlo porque era un demonio. Y nada bueno viene de ellos. Solo tocan,
destruyen, lastiman y están donde no deben.
—...Jungkook. —Llamó, moviéndolo un poco en sus brazos, pero éste no respondió.
Taehyung supuso que ya se había desmayado, y con la desesperación en su pecho cargó
mejor en sus brazos al azabache y se adentró a la bañera. Se sentó, apoyándose contra el
borde y al pequeño y helado cuerpo de Jungkook sobre él.

Sostuvo con un brazo la cintura del adolescente y von su mano libre tomó el mentón de
éste, alzándolo y poniéndolo a la medida de su boca. Le mojó el rostro y dio unas
palmaditas en su mejilla.

—Abre los ojos, hey. —Dio unas palmadas un poco más fuerte y los ojos de Jungkook se
abrieron solo un poco, aún sin lograr respirar tan bien. —Mírame. Mírame, niño.

Taehyung le ve fijamente mientras unas palabras inentendibles salen de sus labios


lentamente. Jungkook no puede despegar los ojos del diablo ni por más que quisiera, y no
quiere. Siente sus mejillas comenzar a calentarse al igual que su cuerpo, no siente sus labios
helados y el aire llega a su pecho nuevamente, obligándolo a respirar profundo mientras los
latidos de su corazón son rápidos. Puede mantener sus ojos bien abiertos, no todo se ve tan
oscuro y el malestar se ha ido, pero no del todo debido que se encuentra con el diablo.

En shock y abrumado por todo lo que sintió anteriormente simplemente se quedó


observando a Taehyung, con sus ojos llenándose de lágrimas y (para su gran alivio) algunas
cayendo por sus mejillas.

— ¿Q-Qué has hecho?

—No vas a morir hoy. —Simplemente respondió, muy decidido.

Los sollozos de Jungkook comienzan bajitos, silenciosos y se vuelven más fuertes, tapando
su rostro y temblando, cayendo en que realmente iba a morirse. Fue horrible, no fue nada
tranquilo, y no hubo ninguna luz. No para él. El diablo lo abrazó contra su pecho, dejando
al pequeño sobre su cuerpo. Lo abrazó con necesidad de sentirlo en sus brazos, de calmarse.
Cada sollozo de su niño era como un puñal en su pecho, porque podía sentir el dolor de su
alma pura de manera física. Sin embargo, lo soportaba.

—Dijiste que me amas.


Jungkook hipó, sorbiendo su nariz y asintiendo. —S-sí. —Dijo apenitas audible, y los
sollozos continuaron más fuertes. Necesitaba desahogarse, dejar de sentirse tan rechazado,
tan vulnerable.

Taehyung no respondió nada, simplemente dejaba suaves besos sobre la piel del cuello de
su niño favorito y lo abrazaba por la cintura, buscando cualquier manera de hacerlo sentir
bien. Sabía cuál era, pero simplemente...no podía.

Porque si le decía lo que Jungkook esperaba...todo iba a complicarse tanto, tanto.

Amarlo dolía.

xɪ: "ʜᴀʟʟᴏᴡᴇᴇɴ"

Los siguientes cinco días fueron tranquilos, tanto que daban hasta miedo. Jungkook se
encontraba mucho mejor, y todo por el arreglo que habían hecho.

Mientras se acurrucaban en su cama, ambos desnudos, sudorosos y en una larga sesión de


toqueteo y más, compartían entre húmedos besos palabras importantes.

Ya que el azabache le había comentado que su familia parecía estar tramando algo, el
diablo decidió que, no solo por ello si no para la recuperación de Jungkook, se iría y tan
solo volvería a su lado en la noche, al menos por cuatro días hasta que su niño favorito se
recuperara nuevamente y no se viera nada sospechoso.

También habían comentado sobre el tema de que, aunque a Jungkook le costara, ya no


debía de dar la vida por nadie. Taehyung le dijo que él había enviado a La Muerte para
matar al hombre y que no lo invada de preguntas, pero el azabache, en medio de una
pequeña discusión, le intentó hacer entender que no debían de matar a cada persona que lo
molestara ya que se vería demasiado sospechoso, y aunque en el mundo donde Taehyung
era rey fuese normal, en donde Jungkook era algo horrible. También le expresó la culpa que
le hacía sentir y lloró un poco al recordar a su primo, compañeros de escuela y el daño que
le hizo a su padre. El diablo tan solo repetía lo mismo.

"Mi niño favorito, ¿por qué lloras por personas que no merecen respirar el aire de éste
mundo? Si están ardiendo en el infierno es por algo. Nadie te toca."

Por el resto de la noche Taehyung secó las lágrimas del azabache con sus dedos repletos de
anillos de oro y lo besó en los labios por horas, buscando que se sintiera mejor. Si sus fieles
seguidores del infierno vieran lo que era para el diablo irse de allí por "Asuntos
importantes", morirían de envidia.

Su familia notó el gran cambio en Jungkook, y como gente que poco se informa y no tiene
idea de nada le comentaron su estúpido plan: Atarlo a su cama y hacerle un exorcismo. Por
último lo felicitaron por recuperarse, le dieron la bendición y Jungkook no sintió ni
cosquillas por ello debido a que Taehyung volvía en la noche.

El veintinueve de octubre, en su instituto organizaban para cada alumno que tuviera el


permiso de sus padres un proyecto llamado "Anti-sectas". Básicamente era entregar folletos
los cuales informaban pésimamente sobre el Halloween, metiendo en cabezas ajenas cuan
satánico era aquello y todo lo que significaba.

Desgraciadamente Yugyeom y Jungkook tuvieron el permiso, y al siguiente día ya se


encontraban repartiendo folletos en la esquina del parque de la ciudad. Todos eran muy
amables y los tomaban, e incluso se quedaban cuando los adolescentes les explicaban de
mala gana cómo era todo el asunto. La cosa es que todos eran fieles seguidores de Dios,
pero ese no era el enorme problema. El enorme problema era que seguían fielmente a la
Biblia, la cual tenía sus cosas buenas, pero también sus cosas malas, y los humanos
parecían exagerarlos y penalizar de muerte a cualquiera que fuese en contra de aquello.

—Es injusto. — Yugyeom bufó, notando que nadie pasaba cerca y acercándose a un cesto
de basura, tirando cinco volantes dentro y volviendo rápidamente al lado de Jungkook.

— ¡Yugyeom! —Regañó, y se sonrojó porque, vamos, él no era nadie para decirle a los
demás lo que estaba mal. Estaba haciendo lo que se consideraba lo peor del mundo.
—Vale, lo siento. —Arrojó uno más y Jungkook alzó ambas cejas. El castaño rodó sus ojos
ante el interrogatorio del pequeño. —Es solo...Halloween es genial, amigo. Es tan genial
porque te disfrazas y asustas, y asustar es divertido.

La nariz de Jungkook se arruga. —Yo no me divierto cuando me asustan. —Dice, y le


entrega un folleto a la señora que pasa frente a él, dedicándole una tímida sonrisita.

Yugyeom nuevamente rueda sus ojos. —Es porque siempre has sido al que asustan. ¿Has
asustado alguna vez?

De inmediato recordó el momento en que asustó a sus primos -más bien, Taehyung- dando
vuelta todos los crucifijos y negó lentamente con la cabeza. —Asustar es malo, Yugyeom.
—Estuvo en desacuerdo.

Ambos chicos comenzaron a caminar hacia un banco del parque, aun conversando.

—Es malo cuando se hace con maldad. — Yugyeom defiende. Ambos se sientan y
Jungkook suspira, más relajado. Sus piernas duelen, no está totalmente recuperado. En
cambio, Yugyeom se endereza y ve al azabache con una pequeña sonrisita. Sus dientes
chuecos se pueden apreciar muchísimo, se le ven bonitos. —En Halloween, todo es
inocente diversión. Puedes tener un disfraz, comer muchos dulces...

— ¿Dulces? —Jungkook rápidamente dijo, viendo a Yugyeom con un leve brillo en sus
ojos verdes. El otro chico sonrió de manera malévola: Había capturado lo que le llamaba la
atención al adorable de los Jeon.

Asintió rápidamente. —Muchos. —Dijo. Jungkook pareció estar embobado por unos
segundos, pero luego negó con la cabeza, bajando la mirada y ordenando los folletos en sus
manos. Yugyeom suspiró, agotado por querer convencer a alguien como su pequeño y fiel
amigo. —Vamos, Jungkook. ¿Realmente crees lo que dicen éstos folletos? —Tomó uno y
buscó algo realmente ridículo para leer en voz alta pero, Dios mío, todo era ridículo. —"La
palabra Halloween proviene del idioma maldito la cual significa Seguir al verdadero rey. La
manera de invocar al señor de las tinieblas es usar disfraces de sus servidores, crear mala
vibra y malos sentimientos. ¡Usted siga a Dios!" —Ve a Jungkook nuevamente, poniendo
su peor cara. — ¿En serio?
Obviamente el azabache sabe que no es verdad, pero ve nuevamente los folletos antes de
ver a Yugyeom. —Bueno, no lo sé. La parte en donde dice que los gatitos negros son
secuestrados por brujos me parece bastante creíble.

Muchos gatitos negros habían desaparecido, aunque también podían ser los de la iglesia, ya
que creían que el animal era de mala suerte. Demasiado pretenciosos, demasiado metidos
en cosas que no eran así.

—Puede que eso sea verdad, pero no todos los que festejan Halloween se llevan a los
gatitos. ¡Y Halloween no viene de una palabra maldita! Es más, si alguien de éste maldito
pueblo tomara un libro y se dedicara a leer un poco, sabrían que comenzó en el siglo
diecinueve y que ellos mismos, los católicos y cristianos, celebraban primero que todos.

Jungkook se limitó a no decir nada ante la evidente irritación de su amigo, el cual se echó
hacia atrás, contra el respaldo de aquel banco y suspiró, observando alrededor mientras se
acurrucó más en su abrigo.

— ¿No crees en Dios, Yugy?

—Sí, creo en Dios. —Este rápidamente respondió, más tranquilo pero aun viendo al frente
con notable irritabilidad. —Pero no creo que Dios vaya a matarme por hacer algo que me
divierte, sin hacer daño a nadie.

El azabache asintió lentamente y vio hacia otro lado, rogando no haberle dado una idea a
Yugyeom porque, oh, éste ha puesto su cara de "Un foco se prendió sobre mi cabeza".

— ¿Qué tal si nos disfrazamos y salimos a pedir dulces? —Rápidamente dijo. ¡Maldita sea!

—Oh, no. —El adolescente se levantó del banco, caminando hacia el mismo lugar donde
anteriormente estaba y siendo perseguido por su amigo, el cual se quejaba por lo bajo. —
No, no, no. Van a matarme si lo hago.

Sí, probablemente iban a matarlo si lo descubrían, y arruinaría su perfecto plan de "Todo


está bien conmigo, no tengo nada metido dentro, soy un ser de luz". Además, la noche era
el único momento el cual podía permanecer junto a Taehyung, y la noche anterior estaba
tan agotado que se había dormido muy rápido, sin tener tiempo de una sesión de besos con
el diablo. Había estado todo el día pensando en lo maravilloso que sería llegar a su casa y
meterse entre los brazos de Taehyung, ser besado y sostenido, justo como le encantaba.

— ¡No van a enterarse! —El castaño rogó. —Les diremos que...uhm... ¿Una protesta contra
el Halloween? ¡Será divertido! —Intentó animar a Jungkook, el cual continuaba repartiendo
volantes a la gente que pasaba por allí. Yugyeom hacía lo mismo. —Podemos ser
terroríficos al menos una noche.

—Yo... —La duda le carcomía el cerebro. Se oía tan divertido pero...debía de consultarlo
con Taehyung. —...no lo sé.

—Dulces, Jungkook, dulces.

El nombrado rio tímidamente, sonrojado al notar que su amigo ya conocía una de sus
debilidades. Negó lentamente antes de suspirar y entregar el último volante. La
conversación finalizó hasta que Yugyeom entregó su último volante también y ambos
caminaban por el parque hacia sus casas.

—Sería...sería divertido. —Jungkook dice. Yugyeom parece estar a punto de explotar por la
emoción, pero el azabache rápidamente alza su dedo índice, apuntándolo. -Pero te
confirmaré mi respuesta mañana en el instituto.

—Voy a hablar con un amigo cercano para que nos lleve a donde planeo ir. ¡Dios, estoy tan
feliz! Tendremos dulces y haré unos buenos disfraces para nosotros. ¡Seremos fantasmas!
—Exclamó, cegado por la felicidad de, finalmente, hacer algo que le gustaba. Aquel pueblo
era como una cárcel. —Mi padre cree todo lo que le digo, así que le diré que le avise a tus
padres lo que supuestamente haremos. Tú solo relájate, ¿Si? Todo saldrá bien.
Además...Algún día debías de hacer algo malo, ¿No crees?

Jungkook sonríe de lado con timidez, provocando que resaltaran sus adorables dientes.

No tienes idea.

Cuando Jungkook llegó a su hogar fue una sorpresa el como todos, incluso su padre lo
saludaban. El adolescente devolvió el saludo y observó el reloj, notando que apenas eran las
seis de la tarde. Taehyung no aparecería por allí hasta las ocho o nueve, así que aprovechó
para hacerse una rica merienda: Té con limón y unas tostadas con mermelada de cereza. Yi-
Seul no estaba en casa, así que aprovechó para sentarse en un sofá individual del living,
comiendo tranquilamente mientras sus padres conversaban en el sofá del frente.

—Jungkook, cariño. ¿Cómo ha ido todo en la escuela? ¿Has repartido los volantes? —
Jungkook asintió con la boca llena. — ¿Todo en orden, cielo? ¿Te sientes bien? Te ves
bien.

Una vez tragó su comida le sonrió tímidamente a su madre, sonrojado. —Oh, gracias,
mami. Tú te ves hermosa, también. Todo está en orden. —Asintió antes de darle el último
sorbo a su té y levantarse, tomando la bandeja con sus cosas. —Voy a limpiar esto y luego
voy a darme un baño.

—De acuerdo, cielito mío. Deja la taza en la encimera, yo la lavo. No olvides cepillar tus
dientes, amor.

—Lo haré. —Avisó este.

Aunque su madre le había dicho que no lavara su taza, lo hizo de todas formas. Limpió las
migas de la mesa del living y, no sin antes disculparse, se dirigió hacia la puerta que llevaba
al sótano. Bajó los escalones, abrió la puerta de su habitación y cerró con pestillo debido a
que iba a darse un honorable baño hasta que su nov...bueno, hasta que Taehyung volviese.

Una vez en el baño llenó la tina con agua tibia y se quitó rápidamente la ropa, adentrándose
y relajando su cuerpo una vez estuvo éste bajo el agua. Aprovechó para relajarse más
sumergiéndose por unos segundos, con sus ojos cerrados y cuerpo quieto. Hacer aquello le
recordaba la abrumadora sensación de cuando el cuerpo de Taehyung lo llevó lentamente a
la inconsciencia y despertó con aquel molesto pitido en la oreja izquierda que, por suerte,
ya no tenía el placer de oír.

Volvió a la superficie cuando sus pulmones ardieron en busca de aire y frotó el jabón en
cada lugar de su cuerpo, limpiando. Aunque extrañaba a Taehyung y tenía la necesidad de
sentirlo a cada momento cerca suyo, debía admitir que estaba mucho mejor así. Podía
respirar, no había tanto malestar y el sol pegaba contra su piel. Cuando le faltaba gran parte
de su alma, a pesar de que algunas cosas son muy borrosas en su memoria, pudo jurar poder
ver fijamente al sol sin necesidad de entrecerrar sus ojos o cubrirlos. Pudo verlo como si
tuviese gafas oscuras puestas, y se sorprendió.

Negó lentamente, lavando su cabello con shampoo. No debía recordar las sensaciones de
cuando le faltaba gran parte de su alma, porque el pánico volvía y quedaba en shock.
Suspiró y se enfocó en pensar lo divertido pero arriesgado que sería ir con Yugyeom a
donde sea que dijo en Halloween. Aunque, pensándolo bien, estaba casi seguro que
Taehyung no aceptaría aquello.

Y planeaba obedecerlo como el buen chico que es.

Finalizó por poner acondicionador en sus mechones y enjuagarlos. Se puso de pie y cubrió
su cuerpo entero con una toalla enorme, no sin antes salir de la tina. Se veía más pequeño
de lo normal con aquella toalla y sus mechones mojados pegados en el rostro,
desordenados. Quitó el tapón de la bañera y se secó rápidamente, poniéndose su ropa
interior y dirigiéndose hacia la habitación.

Dejó la toalla en el cesto de ropa sucia luego de secar su cabello y acomodó éstos a un lado
antes de dirigirse hacia el mueble donde guardaba toda su ropa. Tomó unos calcetines, sus
shorts de dormir con ositos marrones y bonitos en éste y una remera de manga larga blanca,
simple y sin ningún estampado en ella. Comenzó poniéndose los calcetines y la camiseta,
pero cuando estuvo a punto de ponerse los shorts el malestar se instaló lentamente en su
estómago y sintió un escalofrío en su columna vertebral. Pronto, unos brazos lo rodearon
por la cintura y una boca se pegó a su cuello, besando húmedamente allí y provocando que
sus ojos se cerraran.

—Quédate justo así. —Taehyung dijo, refiriéndose a la vestimenta del menor. Lo giró en
sus brazos, dejándolo de frente y tomándolo mejor de la cintura, inclinándose para alcanzar
los labios de Jungkook. —Mi niño favorito.

—Tae. —El menor parpadeó lentamente, embobado con la perfección frente a su rostro. —
Te extrañé. —Susurró, intentando no apartar la mirada por la vergüenza, haciendo obvias
sus mejillas rojas.
El diablo, con aquella coqueta sonrisa de lado se inclinó y atrapó los labios del menor en un
hambriento pero lento beso, siendo correspondido con sorpresa al principio. Un suspirito
escapó de la pequeña nariz del azabache, el cual estaba de puntitas de pies y se sostenía
gracias a sus brazos rodeando el cuello del diablo.

—Yo a ti. —Respondió éste último.

Un momento... ¿Qué?

¿Cómo?

¿Cuándo?

Aquella imprevista respuesta provocó que Jungkook dejara de responder en el beso y


abriera sus enormes ojos verdes, impresionado, sin poder creerlo.

—... ¿Qué dijiste?

Taehyung lo ve por unos segundos, entrecerrando levemente sus ojos para luego alzar
ambas cejas. —Yo te extrañé a ti. —Repitió, solo que de manera más testaruda.

Las mejillas de Jungkook estaban a punto de explotar por lo sonrojado que se encontraba.
— ¿E...e-en serio? ¿A mí? Yo...

El diablo rueda los ojos antes de acercar más al adolescente y besarlo lenta y
profundamente. Éste último, demasiado feliz por aquella muestra de afecto en palabras que
ni siquiera pidió, se dejó mimar y respondió al exquisito beso.

Ambos permanecieron así por unos minutos antes de que los brazos de Taehyung se
ubiquen bajo el trasero del azabache y lo levante, cargándolo. Sus labios no se despegan ni
por un segundito mientras el diablo se dirige hacia la cama y deposita suavemente al chico
sobre el colchón, corriendo las cobijas hacia abajo. Se separaban y Taehyung comienza a
desvestirse mientras el azabache lo ve de reojo, notando que cuando el ente se quita el
pantalón no hay nada que cubra lo que había allí debajo.

Taehyung vuelve a la cama, acostándose a un lado del adolescente y envolviéndolo en sus


brazos, comenzando a besarle el cuello lentamente.
—Por mí, niño...Rogaba sentir tu piel. —Lamió una porción de ésta, provocando que
Jungkook suspirara audiblemente y ladeara su cabeza. Taehyung le sujetó el mentón con
una mano para que se mantuviera quieto y comenzó a besarle húmedamente el cuello,
rozando sus dientes, pasando su lengua y succionando porciones de piel.

Jungkook se aferró a Taehyung, estando a la merced de éste último. El diablo podía hacer
lo que quisiese con él, jamás diría que no.

—Tae...espera. Tengo que decirte dos cosas, solo dos cositas y ya. —Pidió, rogando no
faltarle el respeto. El rey de las tinieblas gruñó antes de apartarse un poco y subirse sobre el
pequeño cuerpo de su niño favorito.

—Espero que sea importante. —Dijo mientras llevaba las manos hacia la camiseta del
azzabache, subiéndola lentamente y repartiendo besos por su pancita.

—S-sí. Yugyeom quiere que lo acompañe a una fiesta de Halloween, pero no quiero faltarte
el respeto. ¿Crees que deba ir? Porque si no es así, no hay problema y lo sabes.

—No debes pedirme permiso, ve. Ahí te veré. —Habló contra la piel del torso de
Jungkook, dejando la camiseta levantada hasta la medida de su cuello, comenzando a
succionar sus pezones. La boca del menor se entreabrió, sin poder evitar removerse un
poco. — ¿Algo más?

A pesar de que el azache se encontraba embobado por lo que Taehyung le estaba haciendo,
demasiado sonrojado abrió sus ojos y llevó sus pequeñas manos a los cálidos hombros del
diablo.

—Taehyung, esto es más importante que lo anterior. —Advirtió, y el nombrado, de mala


gana dejó de succionar los pezones de su niño, ubicando su rostro cerca del otro para
prestarle atención. —Mi padre me...saludó hoy.

Taehyung parecía no haberse sorprendido ni un poquito, como si ya supiese que Jeon


Seung intentaría acercarse nuevamente al no sospechar de Jungkook.
— ¿Quieres que lo mate? —Jungkook niega rápidamente, sobresaltado y tensándose un
poco ante la brusquedad de sus palabras. —Bien. Esto es lo que vas a hacer: Hablas con él,
y cuando intente algo me nombras. Luego yo me encargo.

Jungkook asintió, no muy seguro mientras devolvía el lento beso en los labios. Sus brazos
rodearon el cuello del diablo, el cual llevó sus manos repletas de anillos hacia la ropa
interior de su niño, bajándola lentamente. Le acarició los muslos y el trasero a la par que
adentraba su lengua en la cavidad bucal del menor, tomándolo imprevisto y robándole un
gemido entrecortado, apenas audible.

Refregó ambas erecciones y el azabache no tardó en comenzar a sudar y respirar


agitadamente, invadido por las sensaciones que fluían lentamente por todo su cuerpo. Los
ojos de Taehyung buscaron los suyos y Jungkook ya entendía que era para quitarle el dolor,
así que no apartó la mirada, perdiéndose en el azul de sus ojos, y también en lo bordó.

Las manos del arcángel sostuvieron las caderas del menor antes de ubicarse en su entrada,
adentrándose lentamente al principio, buscando una mala expresión en el rostro de su niño
favorito pero, al no encontrarla, finalizando por adentrarse con más rapidez. Comenzó a
moverse en un vaivén lento antes de llevar sus manos a las muñecas de Jungkook y
clavarlas en la almohada, a los lados de su cabeza.

Ambos continuaron viéndose a los ojos fijamente, el azabache soltando suaves suspiros y
abriendo más sus cortas y delgadas piernas. Fue cuando sus ojos se cerraron debido al
placer que los labios de Taehyung fueron detrás de su oreja, besando allí y haciéndolo
gemir. Comenzó a hablar nuevamente en aquel idioma tan suave e inentendible a la par que
aceleraba sus movimientos, rozando reiteradas veces el punto dulce del menor.

—U-uhm, Taehyung... —Entreabrió más los labios cuando el vaivén se transformó en


embestidas, duras y rápidas. La punta del miembro de Taehyung golpeaba fuerte su punto
dulce, haciéndolo jadear por aire, gemir entrecortada pero audiblemente mientras oía la
rápida respiración y los gruñidos de parte del diablo.

Su pelvis se tensaba una y otra vez, el placer fluía de manera más rápida por su cuerpo y le
cegaba la mente, convirtiéndolo en alguien que solo sabía gemir, mover sus caderas y rogar
por más.
—M-más...más rápido. —Pidió, presionando las yemas de sus deditos sobre la piel de la
espalda del ente el cual, luego de oír lo que su niño decía, aceleró las bruscas y fuertes
embestidas, golpeando su punto dulce y provocando que comenzara a gemir fuerte.

—Joder, niño. —Mordió suavemente la piel del cuello del menor, intentando acercarlo aún
más al orgasmo. Simplemente no podía, Jungkook iba a matarlo algún día.

Bastó un par de embestidas más para que el azabache llegara al clímax de manera exquisita,
doblando los deditos de sus pies, arqueando su espalda y jadeando el nombre de Taehyung
mientras se manchaba con su esencia el torso de ambos. Segundos después sintió como el
diablo se corría en su interior, llenándolo. Se estremeció y acurrucó contra el cálido cuerpo
del ente, agotado y con la respiración agitada.

Compartieron besos por varios minutos, ya no había nada de qué hablar y Taehyung, él
simplemente quería apreciar el rostro del menor. Le acarició la suave mejilla con lentitud,
rozando con su pulgar el lunar en la mejilla de su niño favorito. Nuevamente lo besó, sin
poder resistirse.+

Todo estaba saliendo tan bien...que incluso asustaba.

Yugyeom se había encargado de hacerle saber a su padre que planeaba ir con Jungkook y
otro amigo a una protesta contra el Halloween y las sectas para hablar de Dios. Su padre lo
creyó y finalmente decidió comunicárselo a Jeon Mi-Suk la cual, orgullosa de su hijo, lo
felicitó y con gusto lo dejó.

Yugyeom había organizado disfrazarse junto a Jungkook -él elegiría el disfraz- e ir a una
fiesta que le había recomendado el amigo con el cual irían -que, por cierto, era Kim Seok-
Jin - la cual quedaba casi fuera del pueblo, en la casa embrujada del viejo Cha -bueno,
Jungkook no sabía eso- y divertirse. Mucho. Iba a conseguir dulces para el azabache, bailar
con la rebelde hija del padre William y asustar. Asustar mucho.
Mientras Jin se encargaba de comprar unos refrescos y comida chatarra para el viaje en una
estación de servicio, Jungkook y Yugyeom se encontraban en el baño de ésta el cual estaba
vacío. Ambos simplemente de pie frente al enorme espejo, observando sus ridículos reflejos
debajo de una sábana manchada con pintura roja y agujeros en el área de los ojos para no
bloquear sus vistas.

Un suspiro salió del más alto de ambos. —Nos vemos tan aterradores, Jungkook. —Dijo, y
se veía un poco chistoso el no notar cuando hablaba.

Literalmente, ambos lucían igual.

Jungkook no habló por unos segundos, y por encima de la sábana pudo notarse que ladeaba
su cabeza.

—Uhm, sí.

— ¿No lo crees? ¿No crees que nos vemos muy terroríficos?

—Uhm... —No quiere decepcionar a su amigo, el cual se ha tomado el tiempo de preparar


todo detalladamente y sin problemas. —...Oh, sí. Definitivamente.

—Genial, sígueme. —Dijo, buscando la mano del más bajo y llevándolo a la salida del
baño. Ambos chocaron con una pareja de adultos, los cuales se sobresaltaron un poco. —
¡BOOOOOOO!

El hombre con peinado raro alzó ambas cejas. — ¿Qué son? ¿Mocosos con sábanas?

—Cállate, somos fantasmas. — Yugyeom respondió, completamente indignado y tirando


de la mano de Jungkook, dirigiéndose ambos hacia el auto.

Jin salía de hacer las compras con tres latas de Coca Cola y un gran paquete de papas fritas.
Éste vestía casual, pero había maquillado su rostro como el de un esqueleto y su cabello
estaba peinado hacia atrás. Alzó ambas cejas al ver a los adolescentes, sin saber qué decir.

Yugyeom alzó sus brazos, indignado y Jin reconoció de inmediato aquel gesto, llevando
una mano a su pecho de manera exagerada.

—Oh, lo siento. Me asustaron y quedé algo ido. —Mintió.


Yugyeom parecía conforme ante aquello y no se metió en el asiento copiloto sin decirle "Ja,
perdedor" al más guapo de los Kim.

Jungkook subió en el asiento trasero y quitó la sábana de encima de su cuerpo,


encontrándose a Taehyung a su lado e intentando no sobresaltarse. Debía de acostumbrarse
a que Taehyung podía aparecerse solamente para él. Se sentó bien pegado a su lado,
intentando disimular y permitió que éste le acariciara la mano.

— ¿Jin? —Jungkook llamó, recibiendo tan solo un murmullo de parte de éste. — ¿A dónde
vamos?

Ambos chicos del asiento del frente se ven de reojo antes de que Yugyeom se gire y vea a
Jungkook a través de la sábana. Incluso la forma en que lo ve a través de los agujeros de
esta luce como si quisiera disculparse.

—Hay una fiesta en la casa del viejo Cha. —Dice despacio, apenas audible.

Los ojos de Jungkook se agrandaron. Oh, no. — ¡¿La casa del viejo Cha?! —Exclamó,
asustado. ¡Ese viejo había sido su pesadilla de niño!

— ¡Si! — Yugyeom parece emocionado.

— ¡Está embrujada!

— ¡Lo sé! —Continúa entusiasta. —Y habrá mucha gente. Chicos como yo, y chicos como
tú aunque...Bueno, nunca vi a alguien como tú. Casi todos saben lo que quieren.

Taehyung suelta una risa casi silenciosa y el rubor no tarda de llegar a las mejillas del
azabache. Jin continúa conduciendo en silencio y comiendo papas.

— ¿Acaso yo no? —Jungkook responde, tranquilo y llevando su mirada a la ventana,


observando la oscura y vacía carretera.

—No. Tú sabes que lo que hacemos está bien, pero estás muy follad-muy absorbido por el
sistema. —Rápidamente se corrige, volviendo la vista al frente.

Nuevamente la risa del diablo se hace audible y Jungkook no puede evitar sonreír
tímidamente de lado, bajando la mirada y recibiendo una caricia en su mano izquierda.
xɪɪ: "ᴄᴏɴғᴇsɪᴏɴᴇs ᴀ ᴍᴇᴅɪᴀɴᴏᴄʜᴇ"

Hace más de treinta años los padres asustaban a sus hijos con la famosa historia de Cha
Eun-Wo. Según todos, éste solía ser un brujo que vivía casi en las afueras de Holmes
Chapel. Comenzó a ser un fiel servidor del diablo cuando unos malvados niños iban
frecuentemente a su casa y le arrojaban medianas piedras, rompiendo sus ventanas y
destruyendo su hogar.7

Hubo ocasiones en la que lo lastimaron físicamente, y aquella casa en la que vivía solía
cuidarla bien porque su esposa fallecida la había construido junto a él. Era el único
recuerdo que le quedaba de ella.26

Decidido y cegado por el dolor de haber perdido al amor de su vida, Eun-Woo decidió
invocar a los demonios superiores, vendiendo su alma al líder de éstos para que lo
protegieran de aquellos niños.

La última vez que los niños fueron a arrojar piedras, no solo fueron molestados por todos
los demonios de maneras humillantes y dolorosas —Quebrarse los dedos de la nada y sentir
puntas filosas enterrándose en sus pies— si no que el famoso músico del infierno, Giussepe
Tartini, tan solo subió para tocar la cuerda más aguda del violín de una manera brusca e
irritante. Aquel sonido hizo explotar una por una las cabezas de los niños, y pronto los
cuerpos aparecieron en las puertas de las casas de cada padre.3

Cha Eun-Wo fue colgado en su propia sala, y lo último que dijo antes de morir fue: "He
aquí muriendo injustamente, como casi todo el mundo lo hace. No culpo a esos niños, veo
ahora frente a mí a los monstruos en los que se reflejaban."12

Toda la infancia de Jungkook se basó en bromas respecto a ese tipo, e incluso las pocas
veces que había casi alcanzado la salida del pueblo con su familia lloraba y pedía a gritos
regresar sano y salvo a su casa. No podía ni siquiera pensar en una muerte, ni en alguien
rodeado de demonios.

Irónico, porque estaba enamorado del diablo, y ahora una muerte para él era algo normal, y
bastante frecuente.10
La casa era enorme, y lucía vieja. Estaba bastante seguro que las telarañas eran de verdad.
Sin embargo, la decoración de Halloween ayudaba, y la multitud de personas dentro
parecían divertirse mientras bailaban "Rock in jail" de Elvis Presley gracias al jukebox de la
esquina.18

Había un bar en la otra punta de la sala, y estaba también lleno. La luz del lugar se
encontraba apagada, y las velas del enorme candelabro del techo iluminaban el lugar de
manera leve. En la cocina había gente sentada alrededor de lo que parecía ser una tabla con
letras extrañas. Jungkook probablemente estaría muerto de miedo si hubiese entrado a la
casa antes de conocer a Taehyung, pero no tenía miedo. Era algo completamente normal
para él.1

Jin observaba con una ligera sonrisa cono Yugyeom se quitaba la sábana de encima y
observaba con indignación los terroríficos disfraces de todos. ¡¿Cómo no pudo notar que
Jungkook y él se veían ridículos?! De inmediato vio al azabache, el cual continuaba
escondido bajo la sábana y parecía estar moviendo su cabeza al sonido de la música.21

—Oh, mierda. ¿Me repites qué dije de nosotros frente al espejo? —Jungkook lo ve por
unos segundos, completamente perdido ante la neutra manera en la que Yugyeom le habla.

—Oh. Dijiste "Nos vemos tan aterradores, Jungkook."

— ¿Por qué no me golpeaste cuando dije eso?17

Jin rio, negando con la cabeza y llevando sus manos a las espaldas de ambos chicos. —
Vamos a beber algo y calmarnos. —Dijo, dirigiéndose con éstos hacia la barra, la cual
estaba repleta pero atendían con bastante rapidez.

Jungkook se quitó la sábana de encima del cuerpo una vez llegaron y la ató alrededor de su
cuello, como si fuese un superhéroe. Yugyeom la había dejado por ahí, tan solo con su
cabello hacia arriba, despeinado y ojos pintados de negro.

— ¿Yugyeom? —Jin preguntó, siendo claro al estar a punto de ser atendido por el hombre
del otro lado de la barra.

—Una cerveza.
— ¿Jungkook?

—Oh. Uhm, agua.

Las cejas de Jin se alzan. — ¿Agua?

—O jugo. Jugo está bien. —Jungkook rápidamente corrige, provocando que Yugyeom
suelte una carcajada.6

— ¡¿Jugo?! —Niega rápidamente mientras Jungkook arruga su nariz, avergonzado. ¿Tenía


algo de malo beber jugo? ¿Acaso no lo vendían? Que terrible. —Pide una cerveza para él.

—No voy a beber eso. —Rápidamente se defendió el azabache, negando en desaprobación.

—No venden jugo, Jungkook.

—Yo no lo sabía...

—Lo sé. Lo siento, es q—

— ¿Disculpa? Oí que tu amigo quería jugo. Aquí tengo.

Jungkook se gira ante la reconocible voz que viene del tipo alto a un lado de Yugyeom y lo
ve fijamente. Parpadea, atónito de notar como Taehyung interactúa con su amigo del
instituto. No puede disimular su shock y pasa de ver a Yugyeom a ver al diablo, y así
sucesivamente por unos segundos.27

Su amigo, en cambio, sonríe y acepta el vaso que Taehyung le tiende. —Gracias, amigo. —
Se gira para ver al azabache y le tiende el vaso, alzando ambas cejas. —Mira, Jungkook.
Éste adulto ha conseguido jugo para ti.

Parpadeando rápidamente, el menor toma el vaso y se sonroja cuando Taehyung le guiña un


ojo. —G—gracias.

Obviamente va a fingir no conocerlo.

—No hay de qué.


Yugyeom ríe mientras lo ve de arriba abajo, despertando unos leves celos en el azabache, el
cual bebe del jugo de naranja. Sabe a recién exprimido, pero no se sorprende porque
Taehyung es el maldito diablo y puede hacer lo que quiera.+

— ¿De qué vienes vestido? Oh, espera. Espera. Déjame adivinar. —Entrecierra sus ojos,
pensando antes de asentir, confiado. — ¿Eres un...satánico?

—No. Soy el diablo.65

Jungkook le hace señas para que se detenga, pero Jin llega pronto a su lado con tres latas de
cerveza en la mano y observa perdido la conversación que están teniendo con aquel tipo.

El ceño de Yugyeom se frunce ante la respuesta de Taehyung. —El diablo tiene cuernos y
cola, genio.8

El corazón de Jungkook no puede estar latiendo más rápido. Teme que aquella respuesta
sea demasiado atrevida para el diablo, y éste último crea que alguien era superior a él, lo
cual es bastante malo. El azabache observó tan mal a Yugyeom que éste cerró la boca y
tomó la lata de cerveza que Jin le tendía, bebiendo y sin decir nada más.

—Chicos, me iré unos minutos a hablar con unos amigos de allí. —Dijo el joven Kim,
señalando a lo lejos un grupo de personas reunido en la esquina de la sala. —Si alguno
quiere irse, busque al otro y nos iremos los tres juntos.

Yugyeom y Jungkook estuvieron de acuerdo mientras observaban por donde iba Jin.
Taehyung, por otra parte, no le quitaba la mirada de encima a Jungkook.

—Jungkook. —Llamó su amigo, y cuando el azabache lo observó éste lucía completamente


embobado, con su mirada perdida en la pista de baile. — ¿Te molesta si me desaparezco
unos minutos?

El menor descubrió que, entre la multitud de gente, la hija del padre Jonghyun bailaba sin
apartar sus ojos y sonrisa de su amigo.

—Oh, uhm...
—Yo me quedo con él. —Taehyung dijo rápidamente, provocando que Jungkook lo
observara con alivio.

Sería raro estar en una fiesta con Taehyung.

Yugyeom le entregó su lata de cerveza a Jungkook y le sonrió con alegría al diablo.

— ¡Gracias, Lucifer! —Volvió a ver a su amigo y le dio unas palmaditas en el hombro.

—Jungkook, no me moveré de ésta casa, lo prometo. Si te quieres ir, me buscas y nos


vamos.9

Finalmente se alejó, entusiasmado en cuanto le ofreció a la linda hija del cura bailar y ésta
aceptó sin peros. Ambos enloquecieron mientras hacían unos pasos de rock muy difíciles y,
pronto, todos estaban a su alrededor, alentando el baile de los dos adolescentes.8

Jungkook no pudo evitar sonreír tímidamente ante aquella imagen frente a él, llevando
luego su mirada a Taehyung, el cual no le apartaba la mirada de encima por nada del
mundo.

—Kim Yugyeom es un mal amigo. —Taehyung dijo, provocando que Jungkook dejara de
sonreír y su corazón comenzara a latir más rápido. La mirada del diablo fue al frente y su
expresión se mantuvo neutra. —Es su deber como amigo cuidarte. No debería de haberte
dejado beber del vaso que te di.9

— ¿H—hay algo mal con el jugo? —Tartamudeó. Siempre estaba aquella duda en la cual
temía que, inesperadamente, Taehyung se llevara su alma de la forma más cruel, cuando
menos se diera cuenta o cuanto más confiara en él.

El arcángel llevó nuevamente su mirada hacia Jungkook, lo analizó por unos segundos de
arriba abajo y simplemente dijo: —Hay malas personas aquí, y son personas que te
ofrecerían lo que sea para tenerte dormido y en una cama.

La piel del adolescente se volvió más pálida ante aquel pensamiento. Entonces, ¿Estaba
bien aceptar una bebida del mismísimo diablo y no estaba bien aceptar de una persona
mala?10
Aunque Taehyung jamás le haría nada...

¿O sí?2

— ¿No pueden notar el malestar cuando estás cerca?

—No, solo tú me has vendido tu alma de aquí. Hay mucha buena vibra para notar un vacío.
—Dice, y suspira antes de tenderle su mano al azabache, el cual la aceptó de inmediato.

—Sígueme.

El adolescente se limitó a seguir al ente, fijándose no estar en el radar de Yugyeom y Jin.


Algunas personas observaban extrañadas las manos unidas de ambas personas con el
mismo sexo, pero ninguno decía nada ni lo comentaba, lo cual resultaba ser bueno para
Jungkook.

Ambos pasaron por un pasillo oscuro en el cual tuvieron que esquivar a algunas parejas
besándose, y finalmente Taehyung abrió una puerta al fondo, adentrándose junto a su niño.
Era una vieja habitación con una cama perfectamente ordenada y una mesa de noche algo
desarreglada. Las paredes blancas tenían moho, cosas escritas y todo olía a humedad. El
ambiente era terrible, pero se podía conversar bien, sin ninguna molestia.7

El azabache se encaminó hasta dejar las dos latas de cerveza y su vaso con jugo en la mesa
de noche, observando el lugar detalladamente, analizándolo. Era tétrico y hacía mucho frío.
Se giró para ver a Taehyung, el cual lo envolvió en sus brazos de inmediato y lo obligó a
alzar la mirada para que sus frentes se unieran. Sus mejillas se sonrojaron, aún sin poder
creer que era el diablo el que sanaba su pobre corazón.

—Estás extraño. —Dijo, acariciándole la cintura y pegando sus labios con los del menor,
sin moverlos y obligando a éste último a cerrar sus ojitos. — ¿Qué pasa por la mente de mi
niño favorito?

—Oh, nada. —Bueno, sí había algo. Estaba nervioso de hacer cosas como éstas: Ir a fiestas
sin permiso, festejar Halloween luego de haber repartido volantes en contra de
éstos...últimamente estaba haciendo todo mal. — ¿Estoy extraño? —Inconscientemente
llevó sus pequeñas manos a los brazos del mayor, sosteniéndose de éste.
—Estás...atrevido. —Las mejillas de Jungkook se sonrojaron aún más, y agradeció
internamente a la falta de luz en aquel lugar, exceptuando la que entraba por la ventana
rota. —Mientes, te escapas a una fiesta, te metes con el diablo...Uhh. Eres un niñito
malo.24

La inocencia del menor no le permitió captar el travieso tono de voz que había usado el
arcángel, y estuvo a punto de comenzar a llorar, haciéndolo obvio con el pequeño pucherito
que comenzó a formarse en su labio inferior.

—Lo sé, lo sie—

Sus disculpas son interrumpidas por el profundo beso que Taehyung depositó sobre sus
labios, acariciando, chupando y mordiendo suavemente. Un pequeño suspirito salió de la
nariz del azabache y subió sus brazos alrededor del cuello del más alto en cuanto éste
último reafirmó el agarre en su cintura.

Sus lenguas no tardaron en hacer contacto, ambas formando sensaciones en ambos, y leves
sonidos de chasquidos por la habitación. Taehyung caminó hacia adelante y dejó a
Jungkook contra la pared, en un rincón de la habitación.

Todo se volvió más cálido, más íntimo. Pronto el diablo se encontraba presionando al chico
contra la pared y le acariciaba los muslos y el trasero. Le acariciaba la lechosa piel por
debajo de su camiseta y disfrutaba los soniditos que salían de la boca de su niño favorito.

Minutos después se separaron un poco, con ambos labios rojos y la urgente necesidad de
verse fijamente a los ojos. Jungkook descubrió paz, un océano en aquellos ojos azules, el
cual usaba para sumergirse unos segundos y relajarse completamente. Incluso el pedazo
bordó le gustaba. Todo Taehyung le gustaba.

Decidió decirlo. Decidió tragar su timidez, la humillación que recibiría si no era así, la
vergüenza en su pecho y su inseguridad.

—Dime la verdad. —Susurré justo cuando Taehyung decidió tomarlo de las mejillas, alzar
su rostro y besarle los labios suavemente.

— ¿Qué quieres saber?


Permanecieron besándose, nuevamente el diablo bajando sus brazos a la cintura del menor,
el cual subió los suyos y se sostuvo de su cuello. La necesidad en la manera que movían sus
labios era inexplicable y muy evidente.

—D—dime que no me quieres muerto, que me quieres justo aquí. —Ningunos se separó
del beso, y Taehyung lamió el labio inferior del menor, sintiendo como éste último
temblaba en sus brazos. —Si no es así, está bien. Pero, por favor, no...no me mientas.5

Ambos apartaron sus rostros un poco para poder verse fijamente a los ojos. — ¿Por qué no
debería de mentirte? —Taehyung preguntó, y su expresión demostraba la lucha en su
interior.

—Porque tú no solo eres el diablo para mí. —Jungkook susurró, mordiendo su labio
inferior luego y sin parpadear, admirando los ojos del ente. —Lo eres con los demás, pero
eres Taehyung conmigo. Y yo...conozco a Taehyung. C—Conozco cuando miente, cuando
algo le gusta o disgusta.10

—Jungkook. —Lo sostiene de manera más posesiva y el azul de sus ojos se vuelve más
oscuro. Le gusta lo que oye.

—Tae, juro que si no es como lo digo puedes seguir u... —Tragó saliva con fuerza ante el
nudo en su garganta y tuvo que parpadear debido a las lágrimas llenando sus enormes ojos
verdes. —...usándome el tiempo que quieras. Solo quiero saber la verdad.

El diablo no dice nada mientras intenta averiguar cómo reaccionar ante aquella situación,
pero deja escapar un suspiro en cuanto Jungkook no evita sollozar en una exhalación,
cerrando sus ojos a la par en que la frente de Taehyung nuevamente se unía junto con la del
adolescente. Permanecen en silencio, y Jungkook continúa sollozando e hipando bajito, con
las lágrimas cayendo por sus mejillas, sin poder soportar el estar cargando el peso de amar
a alguien que, según él, no puede amar.

—...No quiero que mueras.

El cuerpo de Jungkook tiembla con más intensidad, y se obliga a sí mismo a detener los
sollozos y permanecer tranquilo, sorbiendo su roja nariz y aferrándose más a Taehyung
para quedar mucho más cerca. Necesita cariño, mimos. Necesita al diablo.
—Te quiero aquí, conmigo. —Continúa el ente. —No allí.

— ¿Allí?

—De donde vengo. —Rápidamente dice. Sus ojos están cerrados y su boca roza con la de
su niño favorito. —Y donde deberías estar. No es lugar para ti, tú eres tan...delicado. Y
pequeño.

—Tae.

—No puedo permitirlo. —Continúa, y sus manos repletas de anillos están tensas. —Así que
deja de hacer que diga cosas que no puedo.

Jungkook parpadeó, perplejo y sin saber cómo reaccionar a aquellas últimas palabras.
¿Debía de estar sorprendido porque el diablo sentía que Jungkook lo obligaba? ¿Que
Jungkook tenía algún tipo de poder sobre él? ¿Lo que dijo confirmó sus dudas? ¿Taehyung
lo quería?

Sin dudarlo dejó un tímido, suave y muy corto en los besos del diablo, con la cara ardiendo
antes de soltar un suspiro. —Gracias...

Y Jungkook nuevamente lo besó con profundidad en la penumbra de aquel cuarto.

Cuando Jungkook sale de la habitación Taehyung lo sigue un poco de lejos, y ambos


acaban cerca de la barra, donde anteriormente estaban. Yugyeom se encuentra
despidiéndose de la hija del padre Jonghyun, y Jin está abrazado al otro chico, el cual lucha
por sostenerlo.

— ¡Jungkook! —Suspira de alivio al ver al pequeño de azabache sano y salvo, aún


acompañado por aquel hombre que dice estar disfrazado del diablo. —Santo Dios, me
asustaste. —Jungkook se encuentra viendo a Jin con el ceño fruncido, preocupado. El de
ojos castaños está al borde del desmayo, y pálido. —Oh, Jin está ebrio. No es nada. Se va a
morir en el asiento de atrás por un rato, andando.

Jungkook se gira hacia Taehyung, sin saber exactamente qué hacer o decir. El diablo sonríe
de lado coquetamente y le dedica un asentimiento. —Fue un placer conocerte..

El azabache asiente frenéticamente. —Oh. S—sí. Igualmente. — ¿Por qué es un experto


mintiendo en algunas cosas, y es un asco en otras?10

Se gira, pero cuando no quiere dejar atrás al ente nuevamente vuelve a ver en la dirección
donde estaba. Sin embargo, ya no se encuentra allí, pero cuando vuelve a girarse para
caminar hacia la salida puede sentir los pasos en sus talones.

Llegan al auto y Jungkook se adelanta para abrir la puerta de los asientos traseros mientras
Yugyeom hace vomitar a Jin en unos arbustos cerca de la casa. Finalmente lo meten dentro,
acostándolo de lado y cerrando la puerta. Ambos chicos se suben en la parte delantera y
suspiran. El de cabello lacio suspira profundamente antes de voltearse a ver a Jungkook, el
cual no puede evitar reír tímidamente.4

—Estás todo besuqueado. —Comenta al notar las marcas de labial en los labios, mentón y
mejillas de su amigo.

Este último continúa observando a Jungkook y no puede evitar sonreír de lado, enseñando
esos dientes algo chuecos que se le veían de una manera extremadamente adorable.

—Ese tipo estaba embobado por ti.

El ceño del adolescente se frunce. — ¿Quién?

—El diablo sin cola ni cuernos. Se veía como que quería arremeter contra ti y arruinarte de
la forma más preciosa. —Finalmente enciende el auto y acelera, dando la vuelta para volver
al pueblo.
xɪɪɪ: "ғᴜᴇɢᴏ ɪɴᴛᴇʀɪᴏʀ".

Los tres adolescentes habían pasado la noche en la casa de uno de ellos: Kim Yugyeom.
Para Jungkook aquello era desperdiciar una noche con Taehyung, ya que éste no podía estar
presente allí. Apenas llegaron, luego de que Jin vomitara un poco más y bebiera mucha
agua, los tres se fueron a dormir.

Despertaron al siguiente día cuando la alarma del reloj de Yugyeom sonó. Había sido tan
chillona y molesta que ninguno quiso hablar mientras se levantaban. Se vistieron como el
día anterior y bajaron a desayunar. El padre de Yugyeom parecía muy alegre comentando
lo bello que estaba el día, las ventajas del invierno y lo lindo que sería cuando la nieve
cayera en diciembre. El humor de Jungkook mejoró y se puso a hablar con el padre de su
amigo sobre el clima, pero volvió a decaer cuando éste le comentó al azabache la tragedia
que hubo en el último viaje de convivencia que hizo la escuela, y se quedó más que callado.

Jin no pasó por alto aquello.23

Finalmente Jungkook y Jin decidieron irse media hora antes de entrar a la escuela debido a
que necesitaban ponerse el uniforme. Ambos chicos se fueron por diferentes caminos a sus
respectivas casas. El azabache podía sentir los pasos del diablo en sus talones, y le
extrañaba que éste no estuviese a su lado caminando. No había nadie a esas horas de la
mañana, al menos no por aquella zona.

— ¿Tae? —No recibió respuesta, tan solo aquellos pasos detrás de sí. Tragó saliva con
fuerza y de inmediato se puso tenso, creyendo que algo andaba mal. Apresuró el paso hacia
su casa, queriendo llegar rápidamente para poder meterse en su cuarto y enfrentar lo que
sucedía.

Minutos después llegó a su casa y abrió la puerta principal, cerrando detrás de sí mismo y a
punto de correr hacia su cuarto, pero detuvo sus pasos al ver a su padre observarlo desde el
sofá de la sala, bebiendo una pequeña taza de té. Ambos se observaron por unos cortos
segundos antes que Seung alzara ambas cejas y dejara la taza en la mesa ratona frente a él.

—Hijo, hola. —Dijo.


Jungkook no sabía exactamente qué decir. Era muy extraño hablar luego de que ambos
supieran que Seung quiso quemarlo con un cigarrillo, Jungkook le provocó un ataque al
corazón diciendo "Taehyung" y luego el nombrado se le apareció a su padre en el hospital.

Simplemente apretó sus labios, formando una línea con ellos, alzando un poco una de sus
comisuras y asintiendo en forma de saludo.

—Uhm, ¿Mamá y Yi-Seul? —Por algún motivo se puso mucho más tenso al ver como su
padre se ponía de pie, caminando muy lentamente hacia él.

—No están.

—Oh. —Jungkook asintió, viendo alrededor. Estaba realmente inseguro. Hizo una especie
de trompita con sus labios y frunció un poco el ceño, pensando. ¿Dónde podría estar su
familia? — ¿Dónde fueron?

—A resolver unos asuntos. —Sonrió amistosamente. A pesar de que se veía honesto la


respuesta a su pregunta lo puso más nervioso. ¿Qué debía de estar haciendo su familia que
no podía él enterarse? Porque claramente sería muy tonto continuar preguntando. — ¿La
pasaste bien anoche en la protesta?

—Oh, sí. —Se le hizo un nudo en la garganta por mentir. —Sí.

— ¿Has comido? ¿Quieres que te prepare algo?2

Aquellas preguntas lo hicieron sentir tan querido, importante para su padre en el cual
siempre había buscado algún tipo de aprobación y amor verdadero, que sus ojitos se
llenaron de lágrimas y sonrió con vergüenza. Tragó saliva con fuerza antes de negar.

—Oh, no. Está bien. —Su voz tembló un poco y carraspeó con fuerza para reafirmarla.

—Ya he desayunado con Yugyeom. ¿Tú...tú has desayunado?

—Sí, gracias.

—Oh, bueno. —Asintió lentamente antes de dar un paso atrás. —Me voy a vestir para ir al
instituto.

—Yo te llevo. —Dijo Seung, bajando la mirada y asintiendo. Parecía apenado.5


—Genial, gracias. —Agradeció el adolescente de azabache antes de girarse para ir a su
cuarto.

¿Debía de ponerse feliz porque la relación con su padre estaba avanzando? ¿Finalmente
éste último comprendía que golpear a alguien con un cinturón hasta marcarlo no era la
forma de solucionar las cosas? ¿Acaso había cambiado? O, ¿cambiaría?

Ni siquiera tuvo tiempo de pensar en las respuestas de todas aquellas preguntas. Una mano
tira fuertemente de su brazo y otra mano junto a otro objeto se pegan con fuerza en su
cabeza, sobre su cabello. De inmediato se siente sofocado, y literalmente como su sangre
comienza a hervir.31

—En el nombre del señor, te ordeno que salgas de éste cuerpo.19

Jungkook abre su boca en un grito mudo, comenzando a temblar. Puede sentir fuego en sus
huesos, en su interior. En todas partes y, oh. Es como ser quemado vivo por un largo
tiempo y nunca morir, solo sufrir. —T...

Ni siquiera termina de nombrar al diablo que el crucifijo que se encuentra en su cabeza


vuela de la mano de Seung y una fuerza inhumana arroja a su padre hasta una esquina de la
sala, dejándolo en el suelo y tirando algunas cosas. Jungkook intenta mantenerse de pie
como puede mientras recupera su respiración, pero se encuentra quejándose en voz alta por
el fuego en sus venas.

Observa a su padre de lo más herido, llorando bajito mientras se sostiene a sí mismo,


pálido.

— ¿Q-Qué eres? —Seung también está pálido, y se arrastra hasta tomar nuevamente el
rosario, tendiéndolo hacia Jungkook por si éste planeaba acercarse. — ¿Qué clase de
monstruo eres?

Shockeado y perturbado, el azabache se ríe secamente, limpiando las lágrimas de su rostro


e intentando enderezarse debido a que se encontraba algo doblado por el dolor. Debía verse
fuerte frente a su padre, o éste creería que podría derrotarlo fácilmente. Le apuntó con su
pequeño dedo índice a una de las personas que alguna vez más amó, amenazante. Se veía
como un pequeño intentando asustar, pero daba igual.
—N-No...no vuelvas a intentar tocarme, o voy a matarte. —Acomodó su cabello,
temblando. Se estaba muriendo de ardor. —Voy a matarte.35

Se tambaleó hasta llegar a la puerta que iba hacia las escaleras y la bajó con demasiada
dificultad, quitándose la mochila en el camino a su habitación. Una vez llegó cerró la puerta
detrás de sí y se apoyó contra ésta, cerrando sus ojos y llevando una mano a su pecho. No
aguantaba, y a pesar de que el fuego en su interior no se había propagado, podía sentir aún
el ardor tan potente que su aliento era como vapor.

Unos brazos lo rodearon fuertemente por la cintura. —Jungkook. —El susurro del diablo
era ronco, y hasta parecía desesperado ante los quejidos de dolor del menor.

—Arde, arde. —Las lágrimas no le salían y le costaba respirar. Sus piernas le temblaban y
estaba seguro que si no era sostenido por Jungkook iba a caer al suelo. —M—me está... —
Sollozó secamente.

Una mano de Taehyung se dirigió hacia el mentón del azabache, tomándolo y alzando su
rostro. —Mírame. Jungkook, mírame. —Los ojos del adolescente se abrieron con cansancio
y ambos se vieron fijamente. Poco a poco el alivio llegó al pecho del azabache en cuanto el
ardor cedía y parecía que algo refrescante lo invadía. Se sostuvo mejor de Taehyung,
cerrando nuevamente los ojos y recibiendo un desesperado y necesitado beso en los labios.
—Ya, estás bien. No voy a dejar que nadie te vuelva a tocar.

—I-Intenté decir tu nombre, Taehyung. Me dio miedo, no salía.

—Tu padre no va a seguir vivo cuando vuelvas de la escuela. —Prometió el diablo.


Jungkook de inmediato lo observó y negó. —Nada me va a hacer cambiar de opinión, aquí
mando yo.43

—No, no. No lo mates. —Suplicó su niño favorito. No podía seguir cargando el peso de la
culpa, el de las muertes y el cómo afectaba a su alrededor y lo volvía más débil a continuar
vivo. —No...

Los ojos de Taehyung se oscurecieron y dio un profundo suspiro, pero no fue como las
demás veces que los cuadros tan solo se movieron, esta vez muchas cosas se cayeron y
hasta se rompieron. Oh, el diablo estaba tan enojado.
—Te tocó.

—Taehyung, por favor. —Rogó, llevando sus manos hacia los hombros del mayor,
aferrándose y observándolo fijamente. La expresión del ente era neutra, no demostraba
nada pero sostenía a Jungkook por la cintura con fuerza.

—Te tocó. —Sus fosas nasales se abrieron un poco más ante las profundas respiraciones.
La luz del cuarto había bajado un poco y Jungkook no lo notó hasta que un fuerte
relámpago sonó, sobresaltándolo un poco.

Jungkook sollozó, negando y poniéndose de puntitas de pie, llevando tímidamente sus


brazos alrededor del cuello de Taehyung. —No sabe lo que hace. Tae, por favor. —Intentó
llegar a la boca del amor de su vida, lográndolo. Rozaron sus labios por un momento. —Por
favor...

—Hoy muere. Se va al infierno.30

—Tae... —Besa con demasiada vergüenza los labios del ente, el cual comienza a comerle la
boca a su niño favorito. Aquel beso es profundo, lleno de pasión y necesidad. Jungkook se
aferra a Taehyung como si tuviese miedo de cada cosa que hay en todo el espacio que lo
rodea, y en parte es así. Tuvo mucho miedo y ahora tan solo ruega por mimitos del diablo el
cual, sin saber lo que se encuentra experimentando busca algún tipo de remedio en los
labios de su bebé para curar la rabia que siente en su pecho. Se separan luego de unos
minutos. —...Por favor.2

El diablo aparta tan solo un poco más su rostro y abre sus ojos, los cuales siguen oscuros.
Niega lentamente y es la primera vez que Jungkook lo ve tan confundido, shockeado. —Por
mí. ¿Qué me estás haciendo? —Nuevamente toma a su niño y lo besa profundamente por
tan solo unos segundos, finalizando con besos entrecortados. Vuelve a suspirar y más cosas
caen. —Estoy tan furioso. Sé cómo resolver las cosas, pero tú me lo impides...y yo te lo
permito.26

Ambos se ven fijamente por unos segundos, y el azabache no evita volver a soltar algunas
lágrimas.

—Es mi padre, Tae.


—No me importa.

—No importa lo que haga, sigue siendo mi padre. —Defendió inútilmente.5

Una irónica risa, llena de sequedad y poca gracia sale de la boca del ente. —Humanos.
¿Qué es esa ideología en sus cabezas de que por tener la misma sangre deben perdonar
acciones intencionales de uno? Tu padre sabe que tengo mis ojos sobre ti. —Su voz baja de
tono, la furia intensificando el malestar en el interior del pequeño. —Yo le advertí. Le
advertí que no te tocara, que no te mirara. Lo hizo sabiendo que iba a lastimarte.30

Lo que Taehyung no comprendía es que Jungkook no lo defendía por ser de su sangre.


Quería hacer referencia a que amaba a Seung, con todo su corazón, al igual que amaba a su
madre y a Yi-Seul. A su pequeña familia. Y no importaba si su padre buscaba hacerle daño,
porque él lo amaba más y no quería ningún daño. Porque era mejor que eso. Porque,
simplemente, ya no podía soportar más porquería.

—Tae... —Sollozó. El nudo en su garganta no le permitía decir lo que sentía.

—Y ahora tú me pides que siga como si nada, y deje pasar el hecho de que te lastimó.
¿Crees que no puedo ver los deseos de los demás, Jungkook? —Preguntó. — ¿Crees que te
he dicho que eres un alma pura todo éste tiempo solo porque tuve ganas?

—No, no dije eso. Es solo—

—Tu padre va a saber lo que es estar cerca del infierno cuando vuelvas de la escuela.

—Interrumpió, acercando más el rostro al de su niño favorito, el cual intentó aguantar los
sollozos. —Es una orden. ¿Ha quedado claro?

—Sí... —Dice, parpadeando para soltar más lágrimas. El diablo le alzó el mentón y llevó su
cálida y húmeda lengua a la mejilla de Jungkook, limpiando las gotas de tristeza,
saboreando ésta última.

—Deja de hacerme dudar de mis decisiones.

—Lo siento. —Se permite llorar luego de que Taehyung deja un beso en sus labios y se
aparta, rodeando su pequeño cuerpo. Jungkook se gira rápidamente, limpiando las lágrimas
de su rostro y sollozando mientras nota a Taehyung negar lentamente, pero nuevamente con
aquella neutra expresión que tanto lo caracterizaba.

—No lo comprendo. —Dice antes de tragar saliva. —Vístete, volveré cuando oscurezca.10

En tan solo un parpadeo el diablo desaparece, y con él un pedazo del alma de Jungkook,
dejándolo más débil, tembloroso y llorando.16

Sube las escaleras furiosamente luego de salir de su cuarto, y en cuanto cierra la puerta
detrás de sí y ya está en su sala nuevamente, vestido con su uniforme, mochila, cara lavada
y peinado, su padre se encuentra allí, inmóvil en el sofá y observando a su hijo con una
mezcla de lástima y miedo. La furia fluye por las venas del azabache a la par que toma un
libro que se encuentra cerca y se lo arroja al adulto, el cual se sobresalta, sorprendido.

— ¡Eres un tonto! —Grita Jungkook, comenzando a sollozar con fuerza, con las lágrimas
cayendo como cascada de sus enormes y preciosos ojos verdes. — ¡Te metiste conmigo y
ahora la vas a pasar mal! ¡Y no quiero, pero te lo mereces! —Iba a explotar si no le decía
en la cara la verdad a alguien.

—...Jungkook.

Está tan roto, tan a punto de colapsar. —É—Él tenía razón, eres un mal padre. —Apunta
con su pequeño dedo índice al hombre mayor, acusándolo. —Te gusta golpear a mamá, y te
gusta castigarme. Te gusta jugar a ser Dios.

—Este no eres tú. No es el niño dulce que siempre amé.

—No. —Y esta vez su voz no se quebró, incluso salió mucho más fuerte. Negó lentamente
antes de acomodar las correas de su mochila sobre sus pequeños hombros. —Tú no sabes
amar.14
Y, sin más, giró sobre sus talones y salió de su casa, camino a la escuela y llorando
desconsoladamente.

No duró ni media hora dentro del salón de clases, pero se la pasó gran parte en el baño, el
cual estaba completamente vacío a esas horas y podía darse el lujo de estar fuera de los
cubículos. Kim Yugyeom lo encontró cuando su profesor le ordenó ir a buscar al alumno
que hace más de treinta minutos se había ido al baño y no volvía. Jungkook lloraba y
murmuraba "No quiero que suceda" mientras Yugyeom intentaba calmarlo mojándole el
rostro y abrazándolo. El azabache se veía extremadamente perturbado, como si no pudiese
evitar lo que se avecinaba, y así era.

Murmuró un par de veces "Taehyung", pero quién sabe dónde éste estaba que no apareció
ni un segundo.

Yugyeom decidió llevar a Jungkook a su casa cuando éste último parecía temer ir a la suya.
No paraba de preguntar por la hora y negar rápidamente, desesperado. Cuando ambos
llegaron a la casa del castaño se encaminaron hacia su cuarto y se quedaron allí, bebiendo
jugo de naranja exprimido y comiendo pan con mermelada. Ambos tuvieron una corta
charla en donde el azabache le confesaba a su amigo el haber hecho algo muy, muy malo
que no podía decir y no saber cómo remediarlo.

Yugyeom le dijo: "—Pues...está en ti detener las cosas, pero quiero que tengas cuidado. El
sentir culpa y estar en un ambiente tóxico puede arruinarte y volverte alguien diferente. No
dejes que eso pase."

¿No se ha vuelto ya alguien diferente? Se sentía diferente. Débil y fuerte a la vez.3

Eran las ocho p.m., hora de volver para la cena. Le sudaban las manos mientras salía de la
casa de los padres de Yugyeom y caminaba hacia la suya. No había nadie, como a la
mañana, y todo estaba oscuro a excepción de la tenue luz blanca en cada faro. Pudo sentir
la presencia de Taehyung a mitad de camino, pero no se atrevió a hablar. Tenía miedo de
cada respuesta que recibiría.

Finalmente llegó a la casa y, sin siquiera pensarlo abrió la puerta principal, adentrándose.
Fue envuelto fuertemente en los brazos de su madre, la cual jadeó, aliviada.

—Jungkook, Dios santo. —Se aleja luego de unos segundos, besando el rostro de su hijo.
— ¡Cielo! ¡Te busqué por todas partes! Pero tu padre, uh. Él me dijo que estarías bien y
decidí esperar. ¿Dónde estabas?

—Lo siento, mami. —Su voz tembló así que rápidamente carraspeó su garganta. —Estaba
con Yugyeom, me sentía raro y me quedé en su casa. Siento haberte preocupado.

Los besitos de su madre en su rostro lo reconfortan un poco, pero aún sigue aterrado por lo
que se avecina.

Mi-Suk sonríe tímidamente luego, viendo fijamente a Jungkook. —Tu padre me contó lo
que sucedió. —Dice, y el adolescente se congela, pálido y tenso. No sabe qué hacer, no
sabe qué decir. —Ha asimilado la culpa, y ha prometido tantas cosas buenas, amor. Todo
va a mejorar. Él quiere ofrecerte una disculpa.25

...

¿Qué?

—U—uh...

Sus balbuceos son interrumpidos en cuanto Seung sale de la cocina, relamiendo sus labios y
viendo hacia su esposa e hijo. Luce relajado, incluso parece estar realmente feliz. Jungkook
jura nunca haberlo visto así mientras este se acerca rápidamente con una mirada
culpable...y ojos rojos.16

Demonios, que ese no era su padre.

Pero tampoco era Taehyung, lo sentía detrás.20

—Jungkook, lo siento tanto, hijo. Prometo que no volveré a lastimarte, te lo juro. —Dice
fluidamente, rodeando con su brazo la cintura de Mi-Suk, la cual se sonroja. Simplemente
asiente, y es allí cuando su padre sonríe levemente y mira a su esposa, la cual le devuelve la
mirada. ¿No nota el cambio en el color de ojos? —Deberíamos cenar, tengo hambre y
cocinas riquísimo.

Su madre ríe, aún más sonrojada. Se parece a él cuando Taehyung dice cosas que lo hacen
sentirse el ser más afortunado del mundo. —Cocinaría lo que sea por ti, mi amor. —Y
ambos adultos se dirigen a la cocina, entablando una conversación.

Jungkook ve a Yi-Seul, la cual está en el sofá fingiendo ver televisión, y ambos se observan
fijamente antes de volver a lo suyo. El adolescente se dirige a su cuarto, bajando las
escaleras y cerrando la puerta detrás de sí antes de encender la luz. Taehyung se encuentra
parado allí, y él no puede evitar comenzar a sollozar silenciosamente, pegado a la puerta.6

— ¿L—Lo mataste?

La mandíbula de Taehyung parece estar tensa, y se mantiene bastante quieto. —No. —


Dice. Jungkook deja de llorar, sorprendido. —Pero va a desear estar muerto, y no lo
lamento.

El azabache comienza a quitarse la mochila, el abrigo y deja todo sobre un sofá individual
en la esquina del cuarto. Suspira y limpia las lágrimas en su rostro antes de girarse,
encontrándose a Taehyung frente a él. Ya no se sobresalta más.

—Estás asustado. —Confirma el ente, por lo cual Jungkook niega. Taehyung rodea la
cintura de su niño favorito con sus brazos, acercándolo y pegándolo a su pecho. Bajó el
rostro y olfateó el cuello del más bajo tan solo unos segundos. —Estás triste.

Jungkook nuevamente solloza, comenzando a temblar. Todo el miedo que cargó sobre sí
jamás se convirtió en alivio, ahora solo era tristeza que no podía cambiar. Se sentía
terriblemente, y temía no saber cómo controlarlo. Taehyung lo observaba sin comprender al
principio, pero pronto, en carne propia pudo sentir las emociones de su niño y, casi
desesperado por aliviar el malestar lo alzó como si fuese una princesa y lo llevó a la cama,
recostándolo.

El azabache no dejaba de llorar, y Taehyung le limpió las lágrimas antes de tomarlo del
mentón y alzarle el rostro, acomodándose a su lado pero un poco más arriba.
— ¿Soy yo el causante de tu tristeza? —Jungkook tan solo parpadea, negando apenas
notable. — ¿Crees que estoy equivocado en la decisión que he tomado?

Ambos permanecen callados por unos segundos, tan solo oyendo como el azabache sorbía
su nariz e intentaba no hacer ruido al llorar. —No. No creo que estés equivocado, y por eso
estoy triste.

Su madre, ella...jamás la había visto tan feliz, tan radiante. Pudo incluso sentir lo hermosa y
amada que esta se sentía, y las esperanzas surgiendo de su pecho. Su padre, el cual estaba
siendo poseído por un demonio y su alma estaba en quién—sabe—donde, se veía mucho
más comprensivo e inteligente de aquella manera. Tan solo le dolía, porque él realmente
desearía tener a su padre de vuelta, pero siendo de aquella manera.4

El diablo se mantuvo acariciando delicadamente la mejilla de su niño favorito, y


nuevamente lucía confundido como nunca. Realmente era muy extraño verlo así, sin
entender lo que sucedía.

—Aún no lo comprendo.

Esta vez Jungkook preguntó: — ¿Qué cosa?

—Te interesa la vida de alguien el cual no se preocupa por la tuya. —Se inclina y besa
suavemente los labios de su niño. —Te pone triste que alguien sufra, incluso si no tuvo
inconveniente en hacerte sufrir a ti. Eres tan frágil, y tan puro. Yo...me dejas sin habla.7

Nuevamente comparten una húmeda sesión de besos ruidosos. Jungkook se acurruca en el


pecho del rey del inframundo, el cual sostiene a su niño favorito como si se le pudiese
resbalar de las manos, cosa que era cierta. Nunca había sentido tanto enojo como el ver que
el azabache no podía respirar debido a que alguien intentó que se quitara de encima. Ilusos.

Acarició las caderas del adolescente y adentró su lengua a la boca del menor, el cual gimió
bastante bajo y se acercó aún más, necesitando de mucho más tacto. Taehyung se apartó
solo unos segundos.

— ¿Cómo es que Dios no le prestó atención a alguien como tú?


Jungkook suspiró al sentir los besos del ente sobre la piel de su cuello, succionando y
lamiendo. —Uhm...tal vez él sabía que...que iba a enamorarme de ti.

El corazón del diablo volvía a latir, y con mucha más intensidad. Una sonrisa ladina se hizo
presente en su boca, gustoso por su respuesta a aquella suposición.

—O tal vez yo lo sabía e impedí que se metiera en mi camino.17

Aquella noche hicieron el amor, y Taehyung se ocupó de quitar el susto y tristeza del pecho
de Jungkook. Mientras éste último dormía luego de varios minutos, se permitió quedarse
recostado, envolviendo el pequeño cuerpo del menor y pensando una manera en la que éste
disfrutara su vida junto a él...y no muriera en el intento.

ɪ ᴇʟ ʀɪɴ ɪ ᴇ ᴅᴇʟ ɪɴғʀᴀᴍᴜɴᴅᴏ

No era de esperarse que con el pasar de los días Jungkook se la pasara en su cama,
acurrucado y llorando. No podía simplemente olvidar que mientras todos se la pasaban de
lo mejor con su actual padre, el alma de su verdadero padre estaba en el infierno, siendo
torturada una y otra vez por quien sabe qué cosa que estaba allí, ya que Taehyung estaba
junto a él. Últimamente se la pasaba a su lado y todo porque el adolescente estaba de lo más
deprimido. La culpa realmente lo estaba carcomiendo, y la presencia del diablo empeoraba
todo.

Fue cuando éste último se dio cuenta de aquello que decidió ponerle un fin.

-Voy a irme. -El diablo se puso de pie luego de estar un rato sentado en el borde de la cama
de su niño favorito, el cual estaba envuelto en las sábanas y sollozaba, lamentándose el
haberse puesto al nivel de las personas malas.
Taehyung no solo iba a irse porque Jungkook estaba lo bastante deteriorado para hacerle
compañía, también estaba el hecho de tener que oír cosas que no eran ciertas. ¿Por qué el
azabache cargaba con toda la culpa, cuando fue el ente el cual decidió enviar al imbécil al
infierno? ¿Por qué ensuciaba sus propias manos cuando lo único que había en ellas era
suavidad y delicadeza? ¿Qué buscaba provocar en el diablo al estar mentalmente
castigándose de aquella manera?

El rostro del azabache, el cual está con la nariz enrojecida, ojos levemente hinchados y
llenos de lágrimas, y mechones pegados en éste se hace visible luego de unos largos
minutos en donde lo mantuvo oculto bajo las cobijas. -¿Q-Qué?

-Estás demasiado mal, demasiado deteriorado. Voy a irme, al menos por dos días. -Y,
maldita sea, que no lo estaba preguntando. Lo iba a hacer y punto.

Jungkook se pone de pie, torpemente avanzando hacia el bello hombre frente a él,
aferrándose al brazo de éste. Ambos se sorprenden por la falta de estabilidad del
adolescente, el temblor que comienza a apropiarse de su cuerpo y la manera en que la
respiración se le corta.

-No. No, n-no. No te vayas, p-por favor... -Inhala entrecortadamente y se le rasga el pecho
con cada sollozo. El diablo puede sentirlo en carne propia, y aunque no siente más que
leves pinchazos en el pecho, como si se le hubiese dormido algún músculo, sabe que
Jungkook lo siente en demasía. -Y-yo...lo siento.

-Jungkook. -Se acerca al adolescente, notándolo realmente pálido. Suavemente pasa uno de
sus brazos por detrás de la espalda del azabache, y el otro por debajo de sus piernas. Llevó
su nariz al cabello de su ángel y suspiró sobre éstos, acunándolo contra su pecho. -
Pequeño...

Era impresionante lo que el humano podía provocarle con tan solo mencionar el hecho de
necesitarlo.

-No sé qué haré sin ti, por favor, yo... -Aprieta la yema de sus dedos contra la camisa, sobre
el hombro del diablo. -...yo no...
Taehyung comienza a encaminarse al baño, y cuando llega tan solo deja a su niño favorito
sobre la tapa del retrete, apoyándolo contra la pared. No le dice que deje de llorar cuando su
llanto se incrementa, tan solo se dirige hacia la bañera y comienza a llenarla con agua tibia
mientras se quita la camisa y los zapatos, quedando en pantalones. Una vez la bañera se
encuentra llena se acerca a su niño y comienza a desvestirlo básicamente a la fuerza hasta
dejarlo en ropa interior, tomándolo en brazos y llevándolo consigo hasta la bañera.

Se metió y dejó a Jungkook sobre su pecho, llevando su mano repleta de anillos al agua y
pasándola por el rostro del adolescente a pesar de que éste se removía para intentar respirar.
Finalmente harto Taehyung lo tomó del rostro y lo miró fijamente.

-Si no te calmas voy a tener que sumergirte.36

Jungkook aguanta el aire por unos segundos y lo suelta lenta y temblorosamente por la
nariz, pero el llanto no abandona su pecho y no puede evitar sollozar un par de veces,
pegando su mejilla contra el cálido pecho del rey del inframundo.1

-No te vayas, por favor. N-No sé qué hacer... -Solloza con más fuerza, a punto de comenzar
otro ruidoso llanto.

Taehyung rápidamente comienza a dejar suaves besos en su mejilla y luego en su cuello,


abrazándolo más contra sí. -Deja de llorar, no voy a irme.

-Te amo, Tae. -Solloza, y se aferra más fuerte al torso del amor de su vida, el único que
hace el mundo menos terrible para él.

No sabe cuánto tiempo va a poder soportarlo.

Los días pasaban, Jungkook no mejoraba y todo debido a que Taehyung no podía apartarse
ni un segundo de él ya que entraba en una especie de crisis donde chillaba por el diablo,
incluso con éste allí presente. El trato en donde el ente volvía en las noches se había ido al
demonio, y el azabache ni siquiera podía ver a su padre falso porque comenzaba a surgirle
tanta ansiedad en el pecho que hacía lo que sea para no tenerla. Lo único bueno de su nuevo
padre era que Dominique no era reproducida cada mañana en el tocadiscos, una y otra vez.1

En los zapatos del adolescente de ojos verdes, todo se había vuelto como aquella vez en la
que la muerte lo vio a los ojos y todos los momentos importantes en su vida se hicieron
añicos. Estaba delgado, desanimado, se sentía pesado y ligero a la vez, el día estaba soleado
pero para él era como usar gafas de sol y las ganas de llorar lo invadían cada tanto, pero
había dejado de poder soltar lágrimas por sus ojos.

Despertó en medio de la tarde. El atardecer dejaba una leve luz en su cuarto y las cobijas
sobre él lo protegían del frío, el cual últimamente era bastante. Se sentía más extraño que
ayer: Sentía algo en su pecho que le dejaba...como si estuviese en la nada. Es decir: No
sentía...demasiado.

Taehyung estaba sentado a su lado viéndolo fijamente, y cuando notó que el pequeño ya
estaba despierto, tomó su mano y comenzó a dejar suaves besos en sus nudillos. El ceño de
Jungkook se frunce levemente, parpadeando con lentitud. No sabe ni qué día es.1

-¿Q-Qué ha pasado?

-Te dormiste ayer por la tarde. -Decidió omitir que había aprovechado el irse y que había
llegado hace tan solo unos minutos.

-Oh. -Se sienta fijamente con ayuda del diablo. Se ve más pequeñito ante la delgadez. Mira
alrededor unos segundos, parpadeando con algo de pesadez antes de llevar su pequeño puño
a su ojo izquierdo, refregándolo. -¿Mi mamá no ha preguntado por mí?

-Sí, ha venido un par de veces a ver si estabas bien. -Mintió.

No es que Mi-Suk no se haya preocupado por su hijo, pero cada vez que iba a bajar tan solo
le comentaba a su marido que iba a hacerlo, y el demonio decía que él se encargaría,
aunque realmente no lo hacía. A Taehyung no le molestaba aquello: No quería a nadie más
que a él en la habitación de su niño.

Se veía tan chiquito como siempre, recién amanecido, con los cabellos despeinados y
adormilado. No dejaba de pasar su mano por su ojo izquierdo, intentando despertarse un
poco, e inconscientemente hacía trompita con sus labios. Fue inevitable, imposible, no
pasar un brazo por la espalda del menor, rodeándolo para sostenerlo como si fuese un bebé.
Ambos se vieron fijamente a los ojos por un rato, perdidos en el otro. Jungkook había
alzado su mano al rostro del diablo, acariciando con las yemas de sus dedos la preciosa piel
del ente. Estaba embobado, anonadado, enamorado.

-Te amo, Taehyung. -Susurra, sin poder evitarlo y no esperando recibir nada de vuelta. Tan
solo quería decirlo porque tener tal belleza frente a él, tener tal crueldad y aprender muy
lentamente a amarla lo había hecho ver que Taehyung podría sentir. No amarlo, solo sentir.
Negó lentamente con la cabeza. Si el diablo no lo amaba y planeaba llevarlo al infierno de
la manera más cruel, Jungkook estaría gustoso. Al menos moriría sabiendo que tuvo el
placer de ser besado por alguien único como lo era Taehyung. -Haz conmigo lo que
quieras.17

Luego de la sonrisa ladina que le dedica al adolescente, el diablo baja su rostro,


dirigiéndose al cuello ajeno y, al llegar, comenzando a succionar porciones de la pálida
piel. Le encantaban las reacciones del menor, el cual suspiraba entrecortadamente y se
removía un poco, casi ronroneando. Roza sus dientes contra la piel y dio una lamida,
dejándole el cuello húmedo con su saliva. Subió y lo tomo firmemente del mentón con su
mano libre, comiéndole la boca.

El beso tomó más profundidad, con sus lenguas acariciándose y formando chasquidos ante
la manera tan húmeda en la que se besaban. Jungkook se aparta un poco, abriendo sus ojitos
y observando a Taehyung antes de desabotonar su camisa blanca y quitársela. No llevaba
sus típicos tirantes negros debido a que se encontraba con el uniforme de la escuela, el cual
solo era una camisa, pantalones largos y grises por el frío que se avecinaba, y unos zapatos
negros. El diablo no pudo evitar volver a sonreír, y todo porque era la primera vez que veía
confianza en Jungkook, el cual se estaba quitando la ropa lentamente, de una manera tan
sensual con su carita de inocente, pero caliente. Supo que no iba a poder detenerse luego de
aquello.

Jungkook tan solo quedó en ropa interior, haciendo su cabello a un lado, permitiendo que
Taehyung lo acercara hacia sí y le besara suavemente los labios. Se sentía tan delicado y
protegido, porque el diablo lo sostenía como si fuese una pieza de arte que no puede ser ni
un poco maltratada. Y suya, siempre.

Lo recostó en la cama con suavidad y se arrodilló, comenzando a quitar su propia ropa,


revelando su torso repleto de tatuajes, símbolos y palabras inentendibles. Se quitó los
pantalones, los zapatos e hizo aquel leve flequillo que siempre estaba intacto hacia atrás.
Todas las prendas de ambos estaban en el suelo, desordenadas y esparcidas. El diablo le
quitó lentamente los calcetines y pasó su dedo índice por la planta del pie del menor, el cual
se removió un poco y no pudo evitar reír adorablemente.1

Taehyung se inclinó, dejando un beso profundo en sus labios, sin tocarlo para nada, tan solo
sosteniéndose con sus brazos a los lados de Jungkook. Éste último se retorcía al no sentir el
toque del diablo en su piel, llevando tímidamente sus manos a la espalda del mayor y
tirando con suavidad para que sus torsos desnudos se chocaran, pero Taehyung ni siquiera
se movía. Abandonó los labios del menor y comenzó a besarle el mentón, nuevamente
jugando con su cuello y bajando por sus clavículas hasta su torso. Le lamió uno de los
pezones y lo succionó, también haciéndolo con el otro al notar que al adolescente le había
gustado debido a que arqueaba levemente su espalda.

Continuó con el camino de besos, entreteniéndose un rato en el vientre del adolescente. No


le quitó su ropa interior, le dejó suaves besos por encima, los cuales lo hicieron inhalar
bruscamente. Llegó al interior de los muslos y exhaló aire calentito allí, sintiendo a su niño
removerse un poco, ansioso. Lamió la suave piel y comenzó a dejar suaves besos, oyendo
suspiros provenir de los labios de Jungkook. Le bajó la ropa interior hasta quitársela y le
abrió las piernas, las cuales quedaron en sus hombros. Bajó el rostro y sacó su lengua,
comenzando a penetrar con ésta la entrada del menor.11

El azabache de inmediato soltó aquel jadeo que estuvo conteniendo mientras Taehyung le
besaba lentamente todo el cuerpo, y respiró hondo antes de continuar jadeando por todo lo
que se encontraba sintiendo. El placer fluía por su cuerpo irremediablemente, nublando un
poco sus sentidos mientras no dejaba de mover sus caderas en círculos, y se quejó cuando
luego de un par de minutos Taehyung se alejó.
Se arrodilló nuevamente en la cama, quitando las piernas de Jungkook de sus hombros con
suavidad y bajándose la ropa interior hasta quedar completamente desnudo, con su
prominente erección visible. Se hizo más hacia adelante, con ambas rodillas a los lados del
torso de su niño y su miembro quedando a centímetros de su boca. Los ojos del diablo se
tornaron de un bordó oscuro mientras observaba fijamente los enormes e inocentes ojos
verdes ajenos.3

-He tenido esta imagen en mi cabeza por días, niño. -Rozó su glande sobre los labios
entreabiertos del azabache, el cual se encontraba sumamente sonrojado y con sus ojos
brillosos. Hace tiempo no los veía así. -Quiero que lo tomes con tus preciosos labios. -
Jungkook cerró un poco sus piernas, retorciéndose ante aquellas sucias palabras. Asintió. -
Voy a follar tu boquita.27

-Si...

-Abre.5

El azabache suelta un suspiro antes de abrir un poco más su boca, cerrando sus ojos cuando
Taehyung adentró su miembro en la boca ajena lentamente, sintiendo la húmeda sensación
nublar sus sentidos, provocando que jadeara antes de comenzar un vaivén en la boca del
adolescente, oyendo los suaves gemiditos que soltaba cada vez que su erección entraba aún
más en su boca y sintiendo como se retorcía, cerrando sus piernas con más fuerza y
moviendo sus caderas.

-Eso es, mírame a los ojos. -Jungkook abrió éstos, parpadeando rápidamente y viendo
fijamente al diablo, el cual tomó su cabello en su puño, acercándolo más e introduciendo
todo su miembro en la boca del azabache.3

Éste último se apartó un poquito tan solo para tomar la erección de Taehyung con su
pequeña y delicada mano, comenzando un vaivén dudoso al principio, pero acelerando al
ver que al amor de su vida le resultaba fascinante. Dejando la vergüenza de lado y
atreviéndose a un poco más alzó su rostro y lamio lentamente la glande ajena, sintiendo el
pre-semen en la boca y lamiéndose los labios ante aquello.

-Joder.
Sintió un cosquilleo en el vientre ante aquel ronco insulto y nuevamente lamió, solo que
esta vez la base, y luego volvió a adentrar el miembro a su boca, cerrando sus ojos y
recibiendo más halagos y tirones en su cabello. Taehyung creía que, fuera o dentro de lo
sexual, Jungkook era el mejor. Siempre.

Apartó al azabache cuando sintió que ya era tiempo, y que no soportaba un segundo más
fuera de su interior. Le abrió las piernas y permitió que éste se aferrara a sus bíceps con sus
pequeñas y delicadas manos. Taehyung se inclinó, besándole los labios de una manera
sucia, húmeda antes de apartarse. Ambos se vieron fijamente a los ojos, y todo porque
Jungkook ya se había acostumbrado a que el diablo se lo dijese. Todo para no lastimarlo.

Sintió una oleada de calor y placer viajar por todo su cuerpo cuando el miembro de
Taehyung estuvo en su interior. Arqueó levemente su espalda y dobló los deditos de sus
pies, realmente invadido por las exquisitas e inexplicables correntadas que viajaban por
todo su cuerpo.

-U-uhm... -Mordió su labio inferior con fuerza, intentando no ser ruidoso. Su familia estaba
arriba y debían ser muy cuidadosos, aunque Taehyung disfrutaba el ver a su pequeño
callarse y, si fuese por él, lo haría gemir tan alto que hasta Seung lo oiría desde el infierno.7

El vaivén comenzó lento, delirante mientras se besaban profundamente y exploraban con


sus manos el cuerpo del otro. Jungkook acariciaba con la yema de sus dedos los fuertes
brazos del diablo, el cual pasaba su mano de arriba abajo por los suaves y tiernos muslos de
su pequeño. Sus bocas no se alejaban en ningún momento, sus lenguas se acariciaban y sus
corazones latían a la par, más que conectados.3

Jungkook gemía entrecortadamente sobre los labios del diablo, subiendo sus pies hasta
pegar sus talones en la espalda baja de éste, con sus piernas rodeando las caderas del ente.
A pesar de que el vaivén era lento, poco a poco se hacía más fuerte, más duro.5

-M-Más... -Jungkook pidió entre jadeos bajos y suspiros debido a que la glande de
Taehyung golpeaba una y otra vez su punto dulce, provocando que casi delirara del placer.
-Mhm.
El diablo aumentó el vaivén de inmediato, sosteniendo un poco más fuerte los muslos del
menor y separándolos para poder adentrarse con más facilidad. Llevó sus labios detrás de la
oreja de su niño y succionó, sintiéndolo retorcerse mientras gemía ruidosamente, aunque no
debería.

-Has sido tan bueno, Jungkook. Mi Jungkook. -Lamió donde besaba y se adentró con más
fuerza en su interior, oyendo un gemido bajo, agudo y entrecortado. -Mi niño favorito...

Minutos después detuvo el vaivén y Jungkook abrió los ojos con confusión, preguntándose
si había hecho algo mal antes de ser tomado por la cintura y volteado hasta quedar sobre el
cuerpo del diablo. -¿T-Tae?

-...Eso es. -Susurró cuando Jungkook se sentó, apoyando sus manos sobre el pecho del ente.
Las manos de éste último fueron a la cintura del azabache, el cual tenía sus rojizos labios
entreabiertos, mejillas sonrojadas y cabello despeinado. Un tesoro, eso era. -Sé un buen
niño y salta sobre mí.58

Jungkook relamió sus labios antes de moverse un poco, robándose un suspiro a sí mismo.
Hizo su cabello hacia atrás antes de acomodarse mejor y comenzar a mover sus caderas en
círculos, con las yemas de los largos dedos del diablo presionando en su piel. Ambos se
veían fijamente, pero el azabache tuvo que cerrar sus ojos cuando comenzó a dar lentos
saltos sobre la erección del ente debido a que el placer era lo suficientemente agobiante
pero, demonios, que todo se sentía demasiado bien.

Sus cuerpos estaban cálidos, con una leve capa de sudor. Jungkook había aumentado su
ritmo y rodeado con sus brazos el cuello del diablo, el cual se había sentado y ayudaba a su
niño a impulsarse hacia arriba, apretando sus nalgas y besándole los labios.

Jungkook no podía dejar de gemir rápidamente, con el cosquilleo haciéndose presente en su


vientre, temblando del placer que le nublaba los sentidos, tanto que inconscientemente
clavaba sus uñas en la espalda del diablo, el cual gruñía y hacía temblar los cuadros.

-Voy a... -Dejó sus labios entreabiertos, cerrando sus ojitos con fuerza mientras sentía a
Taehyung besarle el cuello y bajarlo con más dureza en uno de los saltos.
Tres veces más bastaron para que el clímax lo invadiera de una manera exquisita, viajando
por todo su cuerpo, doblando los deditos de sus pies y jadeando contra el hombro del ente,
el cual segundos después lo llenó con su escencia.1

Ambos respiraban agitadamente, intentando recuperarse del orgasmo. Taehyung respiró


profundo antes de rodear con un brazo la cintura del adolescente y tirarse hacia atrás,
cayendo acostado en la cama y con el menor sobre él, descansando en su pecho y con la
mejilla en su hombro.

Los minutos pasaban, y en la oscuridad del cuarto continuaban abrazados, viendo a la nada.
El diablo mimaba a su niño, acariciándole el cabello, pero a pesar de ese acto de dulzura y
protección, Jungkook podía notar el enojo de Taehyung en el pecho.

-Quiero matar a tu padre. Quiero matar a cualquiera que te toque. -Finalmente dijo el
motivo de sus malas emociones, dejando un beso en la frente del menor, el cual cerró sus
ojos luego de un largo tiempo.

¿Qué se supone que debería de hacer?

Su padre. Jeon Seung. Tuvo una infancia terrible donde su padre lo buscaba para llenarlo de
golpes, donde no hubo una madre presente. Aprendió cosas que no debería, que todos dicen
que está bien. Llenaron su cabeza y ahora que es padre cree que está bien hacer lo mismo
con sus hijos. A pesar de los golpes, de sus ataques de locura y casos extremos de violencia,
siempre se había preocupado por él. Siempre se había fijado si comió, si necesitaba algo.
Lo dejaba oír Frank Sinatra y Marilyn Monroe en el tocadiscos cuando Dominique no
estaba siendo reproducida una y otra vez pero, ¿Era aquello una excusa?

¿Excusaba todas las veces que le intentó meter en la cabeza a Jungkook y Yi-Seul luego de
golpearlos con un cinturón que estaba bien? ¿Todas las veces que su madre llevaba
moretones en su precioso rostro? ¿O que tal cuando no le creyó ni una palabra a su hijo
menor y quiso quemarlo con el cigarrillo? ¿Qué hubiese pasado si él no hubiese acudido a
Taehyung y a Seung no le hubiese dado un ataque al corazón? ¿Por qué intentó arruinar la
única oportunidad de tenerlo cerca al quemarlo por dentro cuando lo quiso prácticamente
exorcizar a la fuerza?
Jungkook había sido criado de la misma manera que su padre, y él jamás podría golpear a
sus hijos. Jamás. ¿Seung querría?

Los pensamientos eran tantos que ni siquiera podía pensar en orden, pero no estaba listo
para tomar una decisión. No podía. A pesar de que todos se veían más felices ahora -a
excepción de él-, era realmente injusto. Porque era como...como una farsa.

Sin más, se acurruca aún más en el cuerpo del diablo y gime bajito, miedoso. -No quiero
que me intenten alejar de ti, Tae

Un gruñido surge del pecho de Taehyung y las cosas de la pared nuevamente tiemblan.
Aferra a Jungkook más contra sí antes de pegar sus labios contra al cabello ajeno. -Nadie te
va a alejar de mí, nadie se atreverá. 7

03/03/

-¿Papi? -Preguntó dudosamente el pequeño retoño, el cual de asomaba por el marco de la


puerta de la cocina, refregando uno de sus ojitos con su pequeño puño para espabilar el
sueño.

No. No tenía permitido subir las escaleras que llevaban al primer piso, su madre siempre
le repetía que la llamara para que ella pudiese subirlo porque él era muy pequeño y podía
resbalarse o pisar mal, pero había gateado y éste caso era algo así como urgente. Había
alguien en el piso de arriba que lloraba desconsoladamente: Su padre, para ser exactos.

Las luces de la casa estaban apagadas, pero la cocina hacía una excepción en la
iluminación debido a que los faroles de afuera alumbraban el cuarto gracias a la ventana
que éste tenía. Había dos botellas oscuras, una con algo dentro y un vaso de vidrio a medio
llenar a un lado de éstas, con un poco del contenido sobre la mesa. El hombre descansaba
incómodamente en una silla, claramente ebrio, despeinado y angustiado. Lloraba
silenciosamente contra sus manos, las cuales estaban presionadas en su rostro.
-... ¿Papá? -Nuevamente preguntó el niño de cinco años, sobresaltándose cuando su padre
también lo hizo y pasaba sus manos por su rostro para dispersar, de una forma inútil, la
ebriedad. No servía, pero necesitaba buscar una forma de no estar torpe para poder
tranquilizar al pequeño.

El hombre vio a su hijo con medio cuerpo asomado por el marco de la puerta de su cocina,
en pijama, descalzo y con su cabello azabache completamente despeinado. Sus enormes
ojos verdes, los cuales incluso resaltaban en medio de aquella oscuridad, demostraban
confusión y pánico. Su pecho se oprimió al verlo así.

Extendió su mano y el niño corrió de inmediato hacia su padre, tomándole la mano y


abrazándole el brazo, cerrando sus ojitos.

-Papá... ¿Qué pasa? ¿Está...tú...? -Abrió sus ojos, aún preocupado y con una expresión
que el hombre conocía muy bien: Iba a llorar. -¿Tú...mal? ¿Mal?

A pesar de su estado no pudo evitar sonreír de lado. Su hijo era muy adorable, y muy
buena persona. De inmediato lo subió a sus piernas y lo abrazó contra su pecho,
intentando evitar sollozar pero, maldita sea, las lágrimas caían por su rostro aún.

Sorbió su nariz y alejó apenas a su hijo del pecho, viéndolo. Éste último subía sus
pequeñas manos, limpiando torpemente las lágrimas de su padre.

-Kook, escúchame. -Su voz salía lenta, ronca. Tragó saliva con fuerza, bajando la mirada
unos segundos antes de volver a subirla y ver a su hijo, el cual lo observaba fijamente,
serio y atento. Eso es lo que le asustaba a veces: Que sea tan neutro. ¿Sabría qué le
pasaría cuando no estuviese bien? -Quiero que sepas que te amo.

-Yo te amo a ti más.

-Y que siento ser malo a veces. -Negó lentamente, nuevamente bajando la mirada,
avergonzado. -Papá no suele darse cuenta de cuánto daño hace, pero te amo a ti. La amo a
Yi-Seul. Los amo..22

-Yo entiendo. -Asintió el niño, parpadeando lentamente y ladeando un poco su cabeza


luego. -¿Triste? -El hombre asintió y el ceño del niño se frunció. -¿Por qué?
-Porque soy... -Negó nuevamente luego de unos segundos en silencio. No, no iba a contarle
sus problemas a su hijo de cinco años. -...humano. Y todos nos ponemos tristes a veces.4

Una trompita surgió de los labios del niño con rizos, aún con su ceño fruncido y viendo
hacia otro lado, pensativo antes de volver a ver a su padre. -¿Sabes que...yo hago para
estar feliz?

Su padre no pudo evitar sonreír, enderezándose mejor. -¿Qué haces?

-Hago abrazo. -Dijo, envolviendo sus pequeños bracitos alrededor del torso de su padre,
apoyando su mejilla contra su pecho. -Y hago beso. -Alzó el rostro y, con ayuda de su
padre, el cual se inclinó, le dio un beso en la mejilla. -Y mamá dice "Te amo, Kookie".15

Su padre alzó las cejas, entretenido con lo que su hijo le decía, retomando su postura a
pesar de la ebriedad. -¿En serio?

-Sí. -Llevó sus pequeñas manos a los lados de las comisuras de los labios de su padre y las
elevó, intentando de manera torpe formarle una sonrisa. Ambos rieron bajo y nuevamente
se abrazaron.

-Te amo, Kookie. Nunca cambies, ¿Vale?

-Nunca cambio, entiendo. -Asintió, recibiendo un beso en su mejilla. -Yo te amo a ti más.

Su padre nuevamente lo dejó en el suelo antes de ponerse de pie. Al notar que se


encontraba normal, sin marearse ni nada por el estilo, se inclinó y tomó en sus brazos a su
hijo, caminando fuera de la cocina.

-¿Y que más haces para estar feliz? -Le dio charla mientras bajaba la escalera,
sosteniéndose con su mano libre de la baranda y adentrándose al cuarto del pequeño no
sin antes prender la luz. Sorprendentemente, todo estaba bastante ordenado. El pequeño no
era de dejar cosas que estorbaran de por medio.

-Juego.

-¿Ah, sí? -Lo vio asentir mientras lo dejaba en su cama y lo tapaba con las mantas. Hacía
frío aquella noche. -¿A qué juegas?
-A escondidas.

-¿Solo? -Esta vez el adolescente niega mientras su padre deja un beso en su frente,
acomodándole los rizos. -Con Yi-Seul.8

-No. Juego con alguien, pero no sé quién es. -Dice, comenzando a cerrar sus ojitos. La
verdad es que tenía mucho sueño, y las caricias de su padre en su cabello lo hace estar
más torpe. Suspira. -El hombre con anillos...74

-... ¿Qué?3

Pero ya está dormido, y nunca pudo confirmar que había balbuceado aquello.

Había sucedido algo muy extraño.

Falta una hora para irse del instituto. Está con Kim Yugyeom sobre un banco del patio de
aquel enorme lugar. A pesar de que hace frío lo están disfrutando, y también la soledad
debido a que no hay nadie allí. Terminaron de comer unos sándwiches de queso y estaban
conversando acerca de la navidad, cómo iban a pasarla y si planeaban hacer algo.

Fue entonces cuando el timbre sonó y Yugyeom se puso de pie, suspirando. -Bien, vamos.
Es la última clase y somos libres.

Fue a tirar la envoltura del sándwich y las dos cajas de jugo de manzana vacías al cesto de
basura, y cuando volvió se encontró con el azabache aún sentado, con su ceño levemente
fruncido.

Muchas veces había asistido a clases sin ganas, pero últimamente se le hacía insoportable
no estar allí. Tenía sueño, estaba triste y no toleraba nada. Decidió darle fin a su tortura, y
comenzar a hacer lo que a él le parecía bien.

-...No voy a entrar.15


Su amigo lo observó de manera extraña, viendo alrededor, creyendo que Jungkook vio a
alguien que le molestaba, pero no. Aquellos bravucones ya estaban bien enterrados. -¿Qué?
¿Por qué? ¿Qué ocurre?3

Jungkook se puso de pie lentamente, colgando su mochila en sus hombros antes de


parpadear rápidamente, subiendo la mirada para ver a su amigo.

-Nada, es solo...no quiero. Me iré. -Y, sin más, salió del patio, comenzando a caminar por
los pasillos.

Kim Yugyeom quedó shockeado y congelado en su lugar, intentando reaccionar. -¿Qué?


Pero... ¡JUNGKOOK! -Rápidamente lo siguió, y cuando lo alcanzó no pudo evitar
carcajearse. -¿Cómo es que...? Yo... ¡¿Qué te ocurre, Dios santo?!

-No me gusta estar aquí, nunca me gustó. -Miró a los pasillos de los lados y, al no ver a
nadie, continuó con el paso, apresurándolo un poco. -He decidido hacer lo que quiero.15

-Vale, espera. -Nuevamente le tomó del brazo y lo detuvo. Ambos se veían. -Mira, bien.
Estoy de acuerdo con éste acto de rebeldía. La escuela es...bueno, es mierda. -Jungkook
frunció un poco su ceño ante la mala palabra. -Pero no por eso debes de meterte en
problemas. Eres menor de edad y nadie va a permitir que te vayas. Yo creo que t-3

- Yugyeom. -Interrumpió, negando rápidamente. -No necesito que me aprueben, me iré


ahora. Eso es lo que haré. -Afirmó, poniéndose de puntitas de pie y dejando un beso en la
mejilla de su amigo. -Te quiero.

Se giró y caminó con rapidez hacia la salida, notando que nadie lo veía antes de abrir la
enorme puerta principal de aquel lugar y salir. Yugyeom abrió sus brazos, con su boca
entreabierta, sin creerlo. Se carcajeó al ver que, segundos después, el adolescente no volvía.

-¡JEON JUNGKOOK!
No fue tan lejos. Se encontraba en aquel parque donde Yugyeom y él habían repartido los
folletos anti-sectas, sentado en un banco y acurrucado en el hombro de Taehyung, el cual
había aparecido hace tan solo unos segundos y tenía envuelto el brazo alrededor de
Jungkook. Su cuerpo estaba cálido, no había un rastro frío en éste.

-Estás rebelde. -Comentó el diablo con una sonrisa ladina en sus labios. Jungkook
rápidamente niega, sonrojado. -Sí, eres sexy.15

El azabache no pudo evitar echarse a reír, alzando el rostro hacia el ente al finalizar,
observándose fijamente con éste, el cual bajó su cabeza y dejó un suave y corto beso en sus
labios. Jungkook observó alrededor, paranoico, pero no había nadie que pudiese verlos.

-Quiero preguntarte algo.

-Adelante.

-¿Por qué a ti no te afecta tocar objetos benditos pero a mí sí? Cuando mi padre rezó y puso
el rosario en mi cabello... -Bajó la mirada, negando. -...juro haber sentido que mi cuerpo se
incendiaba por dentro. -Los brazos del diablo se tensaron al oír aquello, y decidió no entrar
en más detalles. -Pero tú tuviste la suficiente fuerza para arrojarlo lejos.

Taehyung relamió sus labios lentamente antes de hablar. -Las personas creen que me
pueden matar con tan solo un "Padre nuestro" o arrojar agua bendita. Se equivocan. -Niega.
-Pueden lastimarte a ti porque eres humano y no está en tu naturaleza tener maldad pura,
del infierno. Es como cuando apenas te quitaste la mierdecilla del cuello: Fui visible, pasé
días contigo y te deteriorabas. No estabas acostumbrado a la maldad, pero ahora sí.6

-¿Ahora tengo maldad?

-Sí, pero no es tuya. Sigues puro. -Respondió rápidamente.

Jungkook suspiró y cerró sus ojitos, apoyando su mejilla en el pecho del ente. Ambos
permanecieron de aquella forma, en silencio por algunos segundos.

-¿Tae? ¿Cuánto tiempo planeas quedarte así, conmigo? -La curiosidad lo carcomía por
dentro. Hacía ya un tiempo que el diablo se encontraba junto a él. ¿Qué planeaba?
Taehyung baja la mirada cuando Jungkook se aparta un poco, y ambos se ven fijamente a
los ojos. -Uno largo.

-¿Largo? Uhm. -Arrugó su naricita, sin poder evitar sonreír un poco. -¿Diez años? ¿Veinte?

-Más.

-¿Cincuenta?

-No. Más.

Jungkook no pudo evitar soltar una risita, sonrojado. -¿Miles? -Claramente bromeó.

-Más.34

La sonrisa embobada que el adolescente le dirige al diablo lo hace lucir demasiado


adorable, y éste último no puede evitar robarle un beso.

El azabache, más que sonrojado hace trompita con sus labios, bajando la mirada y
entrecerrando sus ojitos. Eso significaba que estaba pensando qué decir. -¿Deberíamos
de...? -No terminó aquella pregunta, la cual fue bastante inaudible. Taehyung pudo oler
vergüenza en él.

-¿Qué?

Jungkook parecía haber entrado en una crisis nerviosa, tartamudeando y removiéndose en


su lugar. -B-Bueno...si vamos a, uhm, a estar juntos por mucho tiempo, tú y yo...es decir.
Uhm. -Tragó saliva con fuerza. -Deberíamos de...no lo sé. -Se encogió apenitas de
hombros, con la mirada baja. -Ser novios.56

El silencio reinó en el lugar por unos largos segundos, tan solo siendo audible el viento y
los autos pasar de vez en cuando.

-... ¿Novios?

-...S-Sí. -Afirmó su niño favorito. -Sería lindo. Sería como...oficialmente tuyo.

Taehyung siente un leve sentimiento de molestia ante aquel pensamiento. ¿Qué no ha hecho
suficiente para hacer notar que Jungkook era suyo? Lo observó fijamente, serio. -¿Crees
que no has sido oficialmente mío desde el momento en que te sumergiste en tu bañera
mientras me invocabas? -Su pregunta sonó seca, fría.

Jungkook tenía frío, de repente.

Rápidamente alzó la mirada, encontrándose con los ojos azules y un cuarto rojo del diablo,
el cual también lo veía fijamente. Eso definitivamente no era a lo que quiso referirse.

-Oh. Yo...eso no era lo que yo quería decir. -Dice bajito, y se siente mal porque el ente no
entendió su referencia. Detestaba no poder mostrarle al mundo que amaba a alguien, porque
éste alguien era el claro y literal ejemplo de la maldad. Tan solo quería sentir las cosas un
poco más normales, y llamar a Taehyung su "algo". -Lo siento, Tae. Olvídalo, soy tuyo de
todas f-

-¿Por qué no te casas conmigo?.108

Abrió sus ojos ante lo que creyó oír. Ya no había pitido en su oído izquierdo, y había
sonado bastante claro. Alzó la mirada con rapidez, realmente sonrojado y shockeado
mientras se tomaba unos largos segundos para, simplemente, parpadear y respirar hondo,
atónito.

-... ¿Qué?

Taehyung lo envuelve mejor con su brazo, poniéndolo de lado para que quedaran frente a
frente. –Jeon Jungkook. Hoy trece de noviembre de 1967... -Se quitó uno de sus anillos, el
del dedo meñique. Era de oro, y lucía como la corona de un rey. -...te declaro a ti en
presencia de cualquier humano, ángel y demonio el príncipe del inframundo. -Desenvolvió
el cuerpo de Jungkook y tomó su pequeña mano, metiendo el anillo en el dedo anular
delicadamente. Éste encajaba a la perfección, y se sentía cálido. -Serás mío por siempre.
Nadie se atreverá a tocarte, a menospreciarte ante mi presencia, hasta los siglos de los
siglos..137

Ambos quedaron en silencio. Jungkook simplemente...él simplemente no podía creerlo.


Nuevamente se vieron fijamente a los ojos, y el menor fue tomado de las mejillas.

-¿De verdad?
Taehyung asintió, acariciando con sus pulgares la suave piel del rostro de su niño favorito. -
De verdad. -Repitió, y no se molestó en ver alrededor para besar profunda y lentamente los
labios de su niño. Nadie los veía.+

Y nadie jamás los separaría.

xv: "ᴘᴜʀᴏ ᴘᴇʀᴏ ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ"

¿Podría retomar todo nuevamente si alguna vez salía de allí?

Estaba siendo carbonizado, mutilado, destripado una y otra, y otra, y otra vez. ¿Su
piel? Ya no estaba, y podía ver los pedazos de ésta en el aire a pesar de la oscuridad en
el lugar, todo gracias a los fuertes relámpagos que partían su cráneo ante la
intensidad de la repentina luz. Se encontraba desnudo, amarrado a una especie de
telaraña hecha con fierros oxidados y puntiagudos. Gritaba, y nadie lo oía. Podía oír a
más gente gritar, pero ninguno se oía entre sí cuando intentaban decir algo. Todo allí
era lamentos, sollozos fuertes, quejidos y la inevitable soledad.3

De vez en cuando, todo se apagaba y le daba mucho sueño. Cuando sus ojos se
cerraban, estaba nuevamente en la tierra, pero no en 1967. Siempre eran diferentes
tiempos: Su infancia, su adolescencia, su boda, situaciones con sus hijos...y todas eran
pesadillas. Inevitables pesadillas, las cuales convertían buenos momentos en traumas
permanentes.

Habían pasado más de setenta años.32

¿Todo seguiría igual fuera? ¿Todos estarían viejos? ¿Volvería a su cuerpo, en la


tierra?

Y lo importante...
¿Volvería completo?

Porque su alma...su alma no solo había sido sumergida en aquel mar de fuego llamado
La Fosa, calcinada una y otra vez sin arrepentimientos.

¿Sería tan fuerte como para resistirlo?7

Habían pasado dos semanas desde lo ocurrido: Jungkook y Taehyung eran esposos.56

Los días habían estado extrañamente bien, y cuando Mi-Suk le preguntó a su hijo sobre el
anillo él mintió, diciendo que tan solo era un anillo que compró en una tienda la cual tuvo
que ir a acompañar a Yugyeom. Por algún motivo, luego de decir aquello Yi-Seul rio
secamente, y el azabache tan solo la miró fijo por unos segundos, intentando analizar a su
hermana, saber si ésta sospechaba algo.16

¿Cómo podría? Cuando Taehyung le propuso matrimonio estaban en un parque, Yi-Seul


estaba en su escuela y ni siquiera quedaba en la misma zona. Era más posible que su madre
los encontrara a que los encontrara su hermana.

En el pasar de las semanas Jungkook se había vuelto paranoico, creyendo que todo mundo
con el que hablaba sabía algo sobre Taehyung. No temía por él, temía por el diablo. A pesar
de que éste le había confesado que los exorcismos no le afectaban, tan solo lo regresaban al
infierno, pero podría volver muy fácilmente, el azabache se abrazaba a él y se quedaba en
silencio, transmitiéndole su miedo sin decir ni una palabra.

Taehyung le confesó cómo funcionaban las cosas luego de que Jungkook le hiciese unas
simples preguntas. ¿Cómo era el infierno?

"-Claramente no es la típica imagen de fuego, velas rojas, y un trono en donde todos se


inclinan ante mí. No es una casa, tampoco es un lugar en sí. -Comenzó, con su mirada fija
en el muslo del menor y en cómo su mano repleta de anillos de oro acariciaba aquella
suave y pálida piel, de vez en cuando haciendo una leve presión. -Hay muchas maneras de
pasar la eternidad en el infierno, y todas son obligatorias.

-¿Por ejemplo?

Suspira. Por algún motivo, no lo hacía sentirse orgulloso con Jungkook. -Me he tomado la
molestia de observar a los mundanos, y entre aquello noté que lo que más les molesta es
esperar. Esperar en una fila de un banco, de una tienda, de cualquier cosa. No pueden
soportarlo. Cuando un alma va al infierno va a verse a sí mismo en una fila larguísima, y
depende lo malo que haya hecho esa alma, pasará el tiempo que el demonio que se
encarga de aquella área decida.1

-Vaya... ¿Y qué pasa cuando finalmente terminan la fila?

-Vuelven al principio. Como dije: Depende lo que hayan hecho.

Jungkook asiente, tan solo eso. No puede reaccionar diferente, no puede fingir no estar
asustado. Inconscientemente se acurruca más en Taehyung, y éste lo recibe envolviendo un
brazo en su cintura y otro bajo los muslos, acariciándolo. El azabache refriega su naricita
contra el pecho desnudo y tatuado del diablo, y respira profundo un par de veces antes de
planear volver a hablar.

-... ¿Tienes un determinado tiempo en el que te lleves mi alma?

Taehyung se queda en silencio, y eso provoca que todo el cuerpo del menor se ponga tenso,
alerta. Detestaba aquello: Estar tan tranquilo en los brazos del amor de su vida, sentirse
tan protegido y de repente...se congelaba del terror. No terror a él, sino que a la situación.

-Creí haberte aclarado que tuve que haberme llevado tu alma hace tiempo. -Dice con
calma, pero el adolescente no siente que sea así. Lo suelta y lo empuja para que quede
boca arriba, y el ente se pone sobre su cuerpo. Ambos se observan fijamente, y Jungkook
una vez más se sumerge en aquel océano azul, tampoco sin ignorar el pedazo bordó.
Amaba los ojos de Taehyung. -Nos casamos.

-Sí.

-No tengo la intención de llevarme tu alma...pero sería inevitable si lo hiciera.


A Jungkook se le corta la respiración. -¿C-Cómo?

-Si yo me fuese, es decir...definitivamente de tu lado. Decidiese no volver, despegarme de


todo lo que tenga que ver contigo...sería inevitable para mí el no llevarme tu alma. -Fue
escalofriante la manera tan neutra en la que lo dijo. -Ni por más que pusiese todas mis
fuerzas. Es algo inevitable, ya que un trato es un trato, y a pesar de ser el diablo no puedo
controlarlo. Es la manera en la que se hacen las cosas.

Jungkook tragó saliva con fuerza, asintiendo luego de unos segundos y quedando en
silencio, tan solo parpadeando. Taehyung pudo sentir el susto, la desesperación y ansiedad
que rasgaba el pecho de su niño. Le dio un suave pero profundo beso en los labios antes de
volverlo a mirar a los ojos.

-No es necesario que te asustes. -Dijo. -Porque yo jamás me iré.19

El labio de Jungkook temblaba levemente mientras asentía dudosamente, bajando la


mirada unos segundos antes de volverlo a ver. -¿Nunca me dejarás solo?

La mano de Taehyung fue a la mejilla de Jungkook, acariciándola antes de volver a


besarlo en los labios, comenzando un lento beso. -No, nunca te dejaré solo.

Ambos se taparon con las sábanas debido a la fría noche que podría enfermar al azabache,
y se limitaron a dejar de pensar y comenzar una exquisita sesión de besos."

Decidió despejarse un poco de todos aquellos temas del infierno, del alma, de su padre,
posible culpable de asesinatos, etc. Hoy se cumplían 66 -que ironía- años de que la iglesia
continuaba "brindando sus servicios". En el aniversario de ésta siempre hacían un tipo de
kermese: Juegos, comida, premios y, por supuesto, una misa. Este año le tocaba a su madre,
finalmente, poner su puesto de comida ante la aprobación de las personas de la iglesia. Sus
pasteles eran exquisitos, al igual que sus galletas con chispas de chocolate. Se encontraba
muy feliz, y cuando finalmente terminó de preparar todo se fueron hacia el auto.1

Su padre -que en realidad no es su padre- lucía, no solo más alegre que su verdadero padre,
si no que hasta más amigable. No es que Seung no lo fuese, pero era un poco más cerrado.
El demonio lucía hasta feliz de estar dirigiéndose a una junta religiosa. Jungkook solo
esperaba que no sucediera nada malo.
Finalmente llegaron, y todos ayudaron a su madre a acomodar sus pasteles en la mesa, y su
cartel con los respectivos precios. Todo el dinero que las personas recaudaban iría a un
orfanato que quedaba en las afueras de Londres. Era uno oculto, olvidado dentro de un
bosque. Bastante triste, a decir verdad.10

Cuando finalizan y los precios de cada cosa están en orden, Yi-Seul decide ir con su grupo
de amigas del colegio así que Jungkook, no sin antes preguntarle a su madre, se dirigió en
busca de Yugyeom. De seguro estaba allí y, si lo conocía bien, también estaba seguro que
se encontraba frustradísimo intentando ganar algún premio de los juegos.

Entre todas las alegres personas que se encontraban en aquel lugar Jungkook pudo admirar
la naturaleza. Estaban en el patio trasero de la iglesia, el cual era grande, espacioso, al aire
libre por completo. Había un recorrido de piedras, una preciosa cascada con palabras en
latín y un tipo que Jungkook no reconocía, y un bosque a lo lejos al cual nadie iba porque
dejaba de ser territorio de Dios, pero se veía hermoso, también.

Embobado por la belleza del lugar se sorprendió cuando chocó con un cuerpo más alto que
él. Rápidamente subió la mirada para disculparse, pero la sonrisa que se avecinaba en los
labios del señor Kim no le permitió hablar, porque sabía que éste comenzaría la eterna
charla.

-¡Jungkook! Gusto verte, muchachito. -Se oía alegre. A Jungkook le agradaba muchísimo el
padre de su mejor amigo, solo era un problema cuando este no paraba de hablar...nunca. -Es
un lindo día, ¿Verdad? -Jungkook asintió tímidamente y vio alrededor. -De seguro estás
buscando a mi hijo.

-De hecho, sí.

-Está con otro muchacho intentando ganar premios. Pasé hace un rato por su lado: Estaba
muy frustrado. Yo le dije y no paré de decírselo en el camino: " Yugyeom, hijo. Vamos a
pasarla bien, no te pongas como niño de cinco años a jugar e intentar ganar peluches." pero
él no puede controlarlo. Es como una adicción. -Jungkook rio. Lo que supuso era verdad. -
Oh, por cierto. ¿Son verdad los rumores?

-¿Mh? -Por algún motivo, se puso tenso de inmediato. -¿Qué rumores?


-Oí que tu madre puso su puesto de comida, por primera vez. Me agradaría mucho comer
algo.1

-Oh. -Suspiró, soltando una risa nerviosa y baja en la exhalación. -Sí. Está por allí. Tiene
muchas cosas. -Apuntó en la dirección que se encontraba su madre. -¿Dónde está
Yugyeom?

-Sigue como venías, en algún puesto de la derecha. Ahora, si me disculpas, voy a gastar mi
dinero en pasteles y budín de pan. -La emoción del hombre hizo reír a Jungkook antes de
que se despidieran y continuaran su camino.1

Finalmente reconoció a Yugyeom unos puestos más adelante, concentradísimo en un juego


donde había que lanzar una bola blanca hacia unas latas rojas, tirando tan solo tres. Ni una
más, ni una menos. A medida que se acercaba pudo reconocer a Jin de pie junto a éste, con
sus brazos cruzados y suspirando. Una bonita chica de cabello rubio y ojos oscuros estaba a
un lado, y observaba atenta los movimientos de su mejor amigo.

-Jungkook. -Jin saludó, formando una sonrisa y dejando de cruzar sus brazos. -Me alegra
que hayas venido.

-Gracias, Jin. ¿Cómo estás? -Preguntó de manera educada, recibiendo una respuesta
positiva antes de ver a Yugyeom y volver a ver a Jin nuevamente. -¿Cuánto tiempo lleva
igual?

-He estado de pie a su lado desde que llegué. -Respondió, y ambos rieron.

La chica rubia pareció despertarse un poco, dejando de observar a Yugyeom y llevando su


mirada oscura hacia Jungkook. Una bonita sonrisa se formó en sus labios e,
inevitablemente, sus mejillas se sonrojaron.6

-Tú...Tú eres Jungkook, ¿Verdad?

-Sí. -Respondió tímidamente, y estrechó la mano de la chica luego de que se la tendiera.

-Soy Irene. -Se presentó.7


Ambos alejaron sus manos y Jungkook sonrió de lado, provocando que relucieran sus
dientecitos de conejo. -Es un placer.

Irene suspiró, embobada. Lucía dulce, y lo parecía. Llevaba una falda larga rosa pálido, y
una camiseta blanca metida dentro de ésta con unos zapatos haciendo juego. Su cabello era
realmente lacio y lucía muy suave.8

-El placer es mío. -Respondió. Su voz también era dulce. -¿Cómo es que jamás te había
visto por aquí?

Jungkook negó y vio de reojo a su amigo, el cual parecía más concentrado en la


conversación que en el juego. -Uhm, tal vez me viste pero no me notaste. Me sucede
seguido. -Rio tímidamente, bajando la mirada con un poco de vergüenza antes de volver a
verla.

-Te aseguro que si te hubiese visto antes lo hubiese notado. -La chica dice.

Un furioso sonrojo se hace presente en las mejillas del azabache mientras las cejas de Jin se
alzan ante aquella situación. Nunca había visto a Jungkook tan sonrojado. Jungkook
agradece tan bajo que no sabe realmente si Irene lo oyó y se acerca más a Yugyeom cuando
este pierde nuevamente, se queja y saca nuevamente dinero, prácticamente arrojándoselo al
hombre del puesto, el cual no paraba de reír disimuladamente1

- Yugyeom. -Jungkook llamó a su amigo bajo, dulce.

-Kookie.

-Tu padre me dijo que estás aquí desde que llegamos.

-No, no lo estoy.

La mirada del azabache va hacia Jin e Irene, los cuales asienten con la cabeza y mueven sus
labios, diciendo silenciosamente "Si, lo está". Nuevamente la mirada verdosa del
adolescente azabache va a su amigo, el cual luce más serio de lo normal.

-Yo creo que sí. Deberíamos ir a dar una vuelta.


Su mejor amigo suspira, intentando eliminar toda la frustración que se encuentra en su ser
por haber desperdiciado tanto dinero y, con ira, arroja la pelota, derribando exactamente
tres latas. Todos quedan inmóviles, y el hombre del puesto rueda los ojos antes de decirle
de mala gana al adolescente que escoja un premio.1

-¡Gané, maldita sea! -Exclama, recibiendo miradas de reproche ante el insulto en un lugar
sagrado. Jungkook ríe con alegría mientras Yugyeom se gira a ver a Irene. -Escoge uno.

A la chica comienzan a brillarle los ojos, más que sonrojada y observando los premios.
Tímidamente señala una muñeca mediana, algo escalofriante pero parecida a ella misma. El
hombre le da su premio, murmurando un "Que Dios les bendiga" antes de darles la espalda,
hablando con otra persona.9

Comienzan a caminar, observando el lugar, recorriéndolo. Jungkook, por primera vez en


mucho tiempo, se encuentra teniendo un día bastante normal. Finalmente, luego de
comprarse cada uno un pastel de chocolate -excepto Jungkook, que prefirió una bolsa de
galletas- y refrescos, se sentaron en la fuente. Jin, Irene, Yugyeom y Jungkook.

Los dos primeros adolescentes se encontraban en una charla entretenida, hablando sobre
que querían comenzar una campaña para detener el racismo, justificando cada cosa que
opinaban, y lo que podrían opinar los demás de manera errónea.

-Mierda, no quiero estar aquí. - Yugyeom le susurró a Jungkook. Ambos se observaron por
unos segundos fijamente a los ojos.

-¿Por qué? -Jungkook le tendió su bolsa y el adolescente tomó una galleta a la par en que le
daba una cucharada de su pastel de chocolate al azabache.2

Luego de masticar y tragar, Yugyeom se encogió de hombros. -Bueno, para empezar: La he


pasado tan bien en la fiesta de Halloween que, no lo sé, esto me resulta...deprimente. Tal
vez alegre a muchos pero es que...no a mí.

-Entiendo. -Asintió. Desde que Taehyung estaba en su vida Jungkook sentía que nada más
lo hacía tan feliz, incluso estando mal.
-Y me he pasado el día intentando... -Carraspeó su garganta, bajando su voz. -...intentando
tirar una cantidad exacta de latas para ganarme esa fea muñeca y dársela a Irene. -Bajó su
voz, inclinándose hacia su amigo. -Pero además de que no he encontrado una forma de
invitarla a una malteada, llegaste tú y pareció embobarse así que... -Suspiró y nuevamente
se encogió de hombros. -...toda tuya.14

Las cejas de Jungkook se alzaron y observó de inmediato a Yugyeom con indignación y


reproche. ¿Qué? Intentó pensar en algún momento en donde Irene se viese interesada en él
de una manera más sentimental, pero no encontraba. ¿Era tan iluso para no darse cuenta o
su amigo estaba exagerando?

-Uhm...no, gracias. No me gusta.

Ahora Yugyeom se ve indignado, devolviéndole la mirada a su mejor amigo. -¿La has


visto? -Se lamenta cuando alza un poco la voz, y ambos adolescentes se fijan en Irene y Jin,
pero éstos parecen bastante entretenidos.

-Si. Es adorable. -Dijo Jungkook, asintiendo antes de volver a ver a Yugyeom. -Pero no me
gusta. Podría ayudarte con ella.6

Los ojos de Yugyeom brillaron un poco. -¿En serio harías eso por mí?

-Haría más que eso. Eres mi mejor amigo.

El castaño le sonríe. -Sí, yo también estoy enamorado de ti. -Bromea, y ambos comienzan a
reír.32

Jungkook se detiene cuando el malestar se hace presente en su estómago y siente una brisa
que le estremece el cuerpo. Parpadea, viendo alrededor con ilusión, y observa a Taehyung a
unos metros, entre medio de la gente y con su semblante serio, viéndolo fijamente. Intenta
no sonreír por la felicidad y se pone de pie.2

- Yugyeom, voy al baño. -Dice, sin apartar la vista del diablo a lo lejos. Su amigo confirma
haber escuchado aquello con un murmullo y Jungkook comienza a caminar lentamente,
intentando disimular mientras aprieta la bolsa de galletas contra su pecho.
Pasa lentamente por un lado del diablo, el cual camina a la par luego de aquello. Jungkook
mira a la gente de su alrededor, notando que nadie le pone atención y preparado para
hablar.

-¿Tae? ¿Qué sucede? -Habla bajo, apenitas audible. -¿Todo...todo está bien?

-Sí, solo quería verte. Te estás divirtiendo. -Jungkook asintió. No se estaba muriendo de
diversión, pero estaba teniendo un día bonito.

-Te echo de menos...

Taehyung parecía estar a punto de responder, pero vio algo no tan lejos de ambos y negó
lentamente. -¿Qué clase de repulsivos humanos organizan cosas como éstas?

Jungkook observó y sintió como le daba un vuelco el corazón. Había cuadros de los dos
bravucones de la escuela con muchas flores rodeándolos. Jungkook no pudo evitar
carraspear un poco su garganta ante el nudo que se formaba en su garganta, y Taehyung
estaba molesto. Sabía que aquello aún le afectaba a su niño favorito.

-Malditas pestes. -Murmuró, y con un suspiro provocó que un fuerte viento apagara las
velas y provocara que los cuadros cayeran de las mesas al igual que algunas flores.
Jungkook negó antes de girarse para caminar. No quería ver aquello.

Se detuvo de golpe cuando el padre Jonghyun le dio un susto tremendo, posicionado frente
a él y viéndolo fijamente con el semblante serio. –Jeon Jungkook. -Dijo. Miró detrás del
adolescente un segundo antes de volver a verlo. -Deberíamos de hablar.11

Se giró y comenzó a caminar hacia la entrada trasera de la iglesia. Jungkook miró a


Taehyung antes de que ambos lo siguieran, subiendo los escalones y deteniéndose cuando
estuvieron frente al padre, el cual miraba a Jungkook con reproche, indignación.

-... ¿Qué hace él aquí? -Los ojos de Jungkook se abren más de la cuenta mientras
comienzan a sudarle las manos y los latidos de su corazón aceleran.

-¿Q-Quién?

El reproche en su mirada aumenta, y Jungkook lucha para no ver hacia otro lado.
-Puedo verlo, y me sonríe. ¿Qué está planeando? Nadie está molestando a nadie.

-No está planeando nada. -Rápidamente el azabache defiende a su esposo. -Solamente


quería verificar que yo me encontrara bien, si nadie me molesta o sucede algo.41

El padre Jonghyun niega con la cabeza. -¿Qué puede molestarte aquí? ¿Cómo siquiera
puede estar aquí? Esto es territorio sagrado.

La risa baja, ronca y escalofriante de Taehyung se hace presente. Jungkook niega,


acercándose un poco más al diablo y tomándolo de la manga de su camisa negra con
cuidado.

-P-Por favor, hable con cuidado o esto no va a acabar bien. -Jungkook dice en un tono
dulce, bajo.

-No le tengo miedo, estoy protegido y él lo sabe. -Dice, observando fijamente al diablo y
como éste continúa sonriéndole.

-Sí, pero no estoy seguro de que todos aquí estén igual de protegidos que usted, así que por
favor deje de hablar así. No va a tolerar que le falte el respeto. -Es la primera vez que
Taehyung oye a su niño favorito hablar con molestia, sin llorar ni estar dolido. Le gusta y
no evita alzar y bajar las cejas, observándolo antes de volver a observar al cura.2

-¿Sabe cómo se llama eso, padre? No ser egoísta y pensar en los demás. -Dice Taehyung
tranquilamente, guiñándole un ojo antes de que el padre nerviosamente vuelva a ver a
Jungkook.

-Bien. No hablaré de más, pero no quiero que tú estés aquí. -Dice. La firmeza que Jungkook
usó anteriormente para hablar se evapora, y ahora Taehyung puede sentir la tristeza del
adolescente, el cómo su día feliz se escurría de sus manos. Le molestó. -La gente va a sentir
su presencia y se va a espantar. Tú no puedes sentirla porque estás acostumbrado.

Se equivocaba. Jungkook podía, pero no la sentía tan intensamente.

Asintió lentamente, bajando la mirada. Se iría a su casa y estaría con Taehyung. A pesar de
que eso lo hacía feliz, esto no. Se sentía repudiado de su entorno.
Taehyung rueda los ojos. -Está bien, me iré. -Dice. Jungkook alza la mirada y le agradece
en silencio con una sonrisita apenitas visible. Da un paso para estar a centímetros del padre
Jonghyun y lo ve fijamente a los ojos. -Pon muchas velas de santos en tu casa, tal vez te
ayuden a no encontrarte con tu esposa muerta de su lado de la cama.19

Con tan solo parpadear, el diablo desapareció, y Jungkook dejó de sentir aquel malestar en
su estómago. Observó al padre Jonghyun con algo de vergüenza, pena. -Yo...lo siento. -Se
disculpó sin mucha gracia.

-Eres un buen niño, Jungkook. Él no lo vale, y sabes cómo esto va a terminar. -Dijo antes
de darse la vuelta y adentrarse a la iglesia.25

¿Lo sabía?

Mientras iba en busca de sus amigos no dejaba de pensar en que Taehyung no le pudo dar
ni un besito, ni tampoco tocarlo. La única vez que se tocaron fue cuando Jungkook le
sostuvo de la manga de su camiseta, pero ni siquiera hubo un mínimo contacto con sus
pieles. Ahora, de su cabeza no salía aquella necesidad de tenerlo, sentirlo. Quería ser
besado, sostenido y acariciado por el diablo con urgencia. No sabía cuánto iba a durar
coherente.

Llegó a la fuente y todos se encontraban allí, solo que Jin anotaba algo en su pequeña
libreta mientras Jonghyun e Irene conversaban más cerca de lo normal. Jungkook no pudo
evitar sonreír un poco mientras se acercaba y se sentaba a un lado de Jin, el cual
rápidamente dejó de anotar y cerró su libreta, guardándola para observar al azabache con
una sonrisa.1

-Jungkook. ¿Dónde estabas?

-Fui al baño. -Respondió, tendiéndole su bolsa de galletas a su amigo, el cual negó.


-No, gracias. Probé los pasteles de tu madre, y están sabrosos. Es muy buena cocinera.
¿Dónde aprendió a cocinar así?

Pero Jungkook no respondió, su ceño estaba fruncido mientras miraba fijamente el rostro de
Jin. Éste último estaba más delgado, ojeroso, pálido...48

¿Podría ser...?

-Uh, ¿Jungkook? ¿Todo en orden? -Preguntó, sintiéndose un poco incómodo por la manera
en que el menor lo observaba, como si estuviese analizándolo por completo.

-¿Jin? Tú... ¿Te encuentras bien? -Preguntó, temiendo la respuesta que seguramente
obtendría.

El de ojos castaños parpadeó lentamente, procesando las palabras de su amigo antes de reír
bajo, nerviosamente y bajando la mirada. -Oh, sí. Sí, estoy bien. Si lo dices por mi rostro,
es porque no he dormido bien éstos días.18

Oh, no...

Mentía.

Jungkook decidió terminar el tema allí. Las horas pasaban, la noche llegó y todos brindaron
excepto el adolescente de azabache, que se encontraba un poco más alejado. Sin que nadie
lo viese decidió adentrarse al bosque, intentando no caer debido a que estaba bastante
oscuro. Cuando se alejó un poco más finalmente suspiró, apoyándose contra un tronco de
uno de los miles de árboles allí y sintiendo el malestar volver a su estómago. De reojo veía
al diablo parado allí.

-¿Por qué mi niño favorito está aquí, tan solo? -Dijo.

Jungkook alzó un poco la mirada, viéndolo fijamente a los ojos mientras el mayor se
acercaba a su esposo hasta acorralarlo contra el tronco y su propio cuerpo. Llevó una mano
a la fría mejilla del azabache, el cual se inclinó ante el toque y cerró sus ojos, alzando más
el rostro.

-¿Qué es lo que te preocupa?


-No quiero hablar de eso, Tae. -Susurra, casi pidiendo disculpas y vuelve a abrir sus ojos,
perdiéndose en los del diablo. Se pone de puntitas de pie mientras sus brazos rodean el
cuello del más alto y roza sus labios contra los del ente. -Hoy...

-¿Sí?

-No me has dado ni un beso pequeñito. -Dice con vergüenza y algo de tristeza.

Taehyung sonríe de lado sin besar a su niño favorito, torturándolo con caricias en sus labios
con los propios. -¿Y tú querías un beso? -Dice, fingiendo no darse cuenta de aquello.
Jungkook asiente, embobado y cerrando sus ojos. -¿Solo uno?

-No...más.

El diablo alza las cejas, llevando sus brazos para rodear la cintura del menor. -¿Más?
¿Solamente míos? ¿De nadie más?

-Tuyos, siempre... -Estaba realmente sonrojado, pero agradecía la oscuridad del lugar.

Taehyung da una lamida sobre los labios del menor, el cual suspira temblorosamente. -
Buen niño. -Dice, finalmente acortando la distancia y comiéndole la boca al azabache.

El compás era lento y profundo, con Jungkook ladeando su cabeza y moviendo sus deditos
por detrás de la nuca del ente, el cual apretaba las yemas de sus dedos repletos de anillos
sobre la piel del menor. El beso fue prolongado, algo ruidoso, todo lo que Jungkook
necesitaba. La lengua del diablo se adentró a la boca del adolescente, el cual no pudo evitar
soltar soniditos cuando ambas lenguas se tocaron, acariciándose.

Se apartaron unos minutos después debido a que todo estaba más subido de tono y
Taehyung necesitaba saber qué era lo que le preocupaba a su niño favorito. Podía oler
mezclado en su aroma natural la preocupación, la tristeza, la necesidad.

-Dime qué ocurre...

-N-no es...no es nada. -Abrió sus ojos, revoloteando las pestañas con rapidez por unos
segundos, mirando hacia otro lado.
-Jungkook. -Le llamó, y observó fijamente los ojos del diablo. -Puedo notar que me ocultas
algo. Dime qué ocurre, o comenzaré a pensar que alguien te puso sus manos encima y voy a
quemar todo éste lugar.28

-No, no. Tranquilo. No me tocaron. Hoy fue un día bonito. -Rápidamente dijo para calmar
al diablo, el cual se puso menos tenso pero, de todas maneras, se aferró al adolescente aún
más. -Yo solo me preguntaba... ¿Tú haces tratos con más personas?

Taehyung asintió tan solo una vez. -Por supuesto.

El nudo en la garganta de Jungkook comenzó a formarse lento, dolorosamente. -Oh. -Tragó


saliva con fuerza. -¿Qué tipos de tratos?

-Lo que ellos quieran.

-¿Alguna vez han pedido...estar contigo?

-Sí.1

El dolor en el pecho del adolescente se intensificó un poco, temiendo oír lo peor. -¿Y
qué...qué hiciste?

-Lo cumplí.

-¿Sigues...haciendo ese tipo de tratos con personas?

-En efecto, sí. -Respondió, como si nada.56

La mirada de Jungkook comenzó a apagarse un poco, y el ceño de Taehyung apenas se


frunció al sentir la oleada de tristeza, decepción, casi como si le rompiesen su propio
corazón el cual, hace tan solo un par de meses, creyó que no existía.

Taehyung continuaba acostándose con personas, repitiendo una y otra vez que era el diablo,
que podía hacer lo que quisiese pero, por algún motivo, no podía no cumplir aquello. Se
soltó de inmediato del diablo, sin creerlo. ¿Necesitaba hacer más preguntas? ¿Decirle
directamente "Taehyung, te acuestas con miles de personas que requieren tus servicios
mientras te casaste conmigo"?27
-Estás entendiendo mal. -Rápidamente dijo Taehyung al ver dolor en los ojos verdes de su
esposo, y lágrimas que no tardarían en salir. -Las personas que solicitan de mí solamente
me ven una vez. Sea lo que sea que pidan, solo una vez, en sus sueños.1

-¿Así que te acuestas con ellos en sus sueños? -No pudo evitar decir el azabache, con la voz
rota.7

-No. -Responde de inmediato el ente. -Lo he hecho, por supuesto. Pero cuando te conocí a
ti...no pude.

Jungkook parpadea y deja fluir lágrimas contenidas, observando al diablo. Luce perdido. -
¿No? -Intenta no sollozar mientras el diablo niega.

-No. -Repite. Se acerca más y roza la punta de su nariz con la de su niño. -Los manipulo.
Les envío un demonio cualquiera que los haga creer que están negociando conmigo. -
Aclara. La respiración de Jungkook se vuelve calmada nuevamente, y se muere por llorar. -
Niño...te di mi maldito anillo.30

Jungkook baja la mirada intentando no sollozar. Se había llevado el susto de su vida, hasta
podía sentir su corazón roto incluso luego de que el diablo le confirmara que no estuvo con
nadie. -Una persona cercana a mí está siendo poseída. No se lo merece.

Taehyung lo observa por unos segundos. -Si está siendo poseída y aún no ha matado a
nadie significa que él hizo un trato. -Dijo con calma.

¿Jin haciendo un trato? ¿Por qué lo haría? Jungkook negó. No. Estaba mal.

-No importa si él lo hizo o no, es una persona excelente y no se merece terminar muerto e ir
al infierno. -El adolescente justificó.

Ahora Taehyung se veía un poco molesto. -¿Y tú sí lo merecías? -Reprochó mientras


ambos, nuevamente, se observaban fijamente.

-...Es diferente. -Susurró Jungkook luego de unos segundos, bajando la mirada. Tal vez no
lo merecía al principio, pero ahora...ahora se merecía lo peor.1
-Te aseguro que eres uno de los humanos más inseguros de sí mismos que alguna vez
conocí. Nunca creerías que podrías llamar mi atención, incluso sigues sin creerlo ahora así
que no hay manera de que me llamaras creyendo que esto sucedería. ¿Qué es diferente entre
esa persona y tú? -Preguntó. Era la verdad. Jungkook era demasiado inseguro de sí mismo,
y le gustaba, claro. Pero detestaba cuando éste se echaba toda la culpa de las acciones malas
que el ente hacía.8

-Es una buena persona, y yo no lo soy. -Respondió el azabache con firmeza, completamente
convencido y alzando la mirada para ver nuevamente al amor de su vida, el cual parecía
tranquilo pero no sonaba igual.1

-¿Cómo puedes referirte a ti de esa manera? -Dijo, ofendido. Era increíble cómo se
encontraba defendiendo a su esposo...de su propio esposo. -Jungkook, tú eres puro. -El
adolescente negó.8

-Una persona pura no mata a tres personas, ni envía a su propio padre al infierno.

Taehyung le dio un lento y suave beso en los labios. Quería curar toda culpa, todo mal
sentimiento pero, maldita sea, era el diablo.

-Podríamos conversar sobre ello cientos de veces y, créeme, mi respuesta sería la misma:
La responsabilidad es mía. -Siempre que podía se lo repetía, porque era la verdad.

Por supuesto que Taehyung sabía por qué Jungkook sentía culpa: Éste último había traído
al diablo a la tierra -cosa que estaba mal porque el ente subía de vez en cuando antes de
estar con el adolescente - sabiendo que el rey del inframundo no iba a dar solo un par de
sustos. Jungkook lo sabía, y sentía que era su responsabilidad debido a que él llamó a
Taehyung.

-No lo es...es mía. E-Es mi culpa, yo lo siento. -Su voz se entrecortó y más lágrimas
cayeron por su rostro mientras bajaba aún más la cabeza. Era la primera vez que lo decía en
voz alta.

-Lo sientes mal. -Dijo Taehyung, abrazando más contra su pecho a su niño favorito. -¿Me
has mentido?
-... ¿Q-Qué?

-¿Eras tú el que me rogó por no enviar a tu padre al infierno?

-Sí. -Responde apenitas audible, limpiando sus lágrimas y refregando su rostro contra el
pecho de Taehyung, como un gatito necesitado de mimitos.2

La boca del diablo fue a su cuello, besando delicadamente porciones de piel antes de que su
boca quedara cerca de la oreja del adolescente.

-¿No eras tú el que enloqueció cuando vio a las personas que iban a dejar que te ahogaras
en un lago muertas? -Susurró.3

-Fui yo quien dijo tu nombre para que a mi padre le diera un ataque al corazón. -
Contraatacó Jungkook.

-No. Ese fuiste tú llamándome para que te salvara a ti, no para que lo matara. Iba a
quemarte, a torturarte. -Justificó, respirando profundo unos segundos debido a que la ira del
recuerdo regresó.

-Tae... -Sorbió su nariz y fue alejado del pecho del diablo y tomado por las mejillas.
Nuevamente se observaron fijo mientras los pulgares del ente limpiaban las lágrimas del
azabache.

-Debes dejar de hacerte responsable de todo lo que yo haga. -Comenzó, y muy seriamente. -
He hecho cosas peores, y si con cada situación de la que yo me ocupo creerás que es tu
responsabilidad, entonces ve y cásate con Dios, porque lo único que vas a observar a mi
lado es a mí arruinando la vida de personas que pidieron por ello.22

Jungkook se quedó en silencio, luchando para no hipar y respirando profundo por la nariz. -
No. Yo quiero estar contigo.

-Bien, eso esperaba. -Responde Taehyung, sonriendo de lado antes de besarle suavemente
los labios, apartándo su rostro un poco. -Mírame. -Jungkook hizo lo que el ente dijo. -Te
necesito pensando, te necesito cuerdo. -El adolescente asintió, intentando ocultar el
pucherito en su labio. Taehyung lo lamió.
-Tae, te amo. -Susurró con vergüenza.

-Lo sé. -Dijo antes de iniciar otro exquisito y prolongado beso.

Se apartaron cuando, nuevamente, las cosas subían de tono.

-Vuelve, o comenzarán a buscarte. -Dice, apartándose del todo y besándole los nudillos al
adolescente antes de guiñarle un ojo.

-Está bien...

-Estaré aquí mañana, en la tarde. Tengo asuntos pendientes hoy.

-Te voy a extrañar.

¿Qué era esa sensación en su cuerpo cuando Jungkook decía algo como eso? ¿Alguna vez
en la eternidad alguien lo había extrañado? Lo observó por unos largos segundos, neutro.

-Y yo... -Dijo, admirando el rubor en las mejillas de su niño favorito y la tímida sonrisita. -
Ahora ve. Ve.

Jungkook se dio la vuelta, caminando fuera de aquel bosque y limpiando bien su rostro en
el camino. Tenía frío, y el diablo no estaría para abrazarlo en la noche.

La kermese acabó. Todos se fueron en sus respectivos coches y cuando la familia Jeon
llegó a su casa, luego de ayudar a bajar las sobras de su madre, el adolescente de azabache
se fue a su cuarto. Se quitó la ropa al llegar al sótano y tomó aquella vieja mantita que
usaba para poder dormir cuando era pequeño. La envolvió a su lado, en la cama, y se
abrazó a esta, lentamente sumergiéndose en un profundo sueño donde Taehyung lo sostenía
y le acariciaba el cabello. Se sentía real.1

Lo que Jungkook no sabía es que alguien se encontraba en su cuarto esa noche,


acariciándole el cabello y...no era Taehyung.
xᴠɪ: "ʀᴏᴍᴘᴇ ᴄᴏʀᴀᴢᴏɴᴇs"

Jungkook despierta al siguiente día, completamente a salvo, con su madre llamando a su


puerta e intentando evitar que el adolescente llegara tarde a la escuela. Los enormes ojos
verdes se abren lentamente, y frente a él, más bien, a su lado, el diablo lo observaba
fijamente mientras una de las comisuras de sus labios se elevaba lentamente.6

—Tae... —Susurra suave y dulcemente, su voz sonando ronca debido a ser la primera vez
en el día que hablaba. La mano repleta de preciosos anillos de oro del ente va a los
mechones color chocolate de su niño favorito, el cual cierra nuevamente sus ojos y parece
volver a revivir aquel momento en el cual no supo si realmente estaba despierto o había
sido un sueño. Decidió quitarse la duda. — ¿Estuviste aquí toda la noche?

—No, he llegado hace unos minutos. —Responde. Jungkook no se preocupa debido a que
no se le cruza nada extraño por la cabeza, y además realmente estaba muy dormido así que
no puede saberlo con exactitud.10

Comienza a refregar sus ojitos para no estar tan adormilado y poder levantarse para, al
menos, darle un beso al diablo. Sin embargo, éste último resulta ser más rápido debido a
que se inclina y comienza a dejar suaves y lentos besos por el pálido y suave rostro de
Jungkook, el cual envuelve el cuello del ente con sus brazos y vuelve a cerrar sus ojos.
Puede sentir como se está durmiendo poco a poco.

Es cuando Taehyung lleva su mano a la espalda del azabache para darle una suave e íntima
caricia por debajo del pijama que siente unas líneas de piel sobresalidas rozando las yemas
de sus dedos. El cuerpo del adolescente se estremece con un leve dolor y frunce el ceño,
volviendo a abrir los ojos y observando el semblante del diablo. Éste tiene los ojos un poco
más oscuros.9

— ¿Qué te sucedió? —Exige saber.

— ¿Qué? ¿Qué tengo? —Ni siquiera intenta verse debido a que es imposible. Taehyung
presiona un poco su mano en los rasguños, provocando que Jungkook sisee en un reclamo
pero, apenas terminó, ya no sintiese más dolor. El diablo había sanado sus heridas. —
¿Tae? ¿Qué sucede? Me estás...me estás asustando.

—No hay nada de qué asustarse. —Miente, y atrajo a Jungkook, volviendo a sentarse y
dejándolo en su regazo, contra su pecho. El adolescente no se negó e incluso refregó su
rostro contra el torso del arcángel, como un gatito. —Levántate y ve a la escuela. Tengo
unos asuntos pendientes, pero me verás aquí en la noche. —Jungkook asiente y Taehyung
lo toma del mentón, inclinándose un poco y dejando un suave beso en sus labios. —Ve, se
hace tarde.

En realidad le importaba una mierda si se le hacía tarde en la escuela, porque la escuela y


todo el maldito mundo, excepto Jungkook, le importaba una mierda. Sin embargo, debía
resolver unos asuntos pendientes.

Porque el hijo de puta se metió con su niño.57

El azabache se pone de pie luego de recibir suave beso que le dejó cosquilleando los labios
y salió de encima del regazo del diablo, caminando tranquilamente hacia el baño y cerrando
la puerta detrás.

A Taehyung no le toma ni un segundo ponerse de pie y, en un parpadeo, estar en la


habitación del último piso de la casa. La habitación de Seung y Mi-Suk, solo que se
encontraba el primero, el cual en realidad no era Seung y estaba en camisa blanca y
calzones, buscando ropa para vestirse mientras silbaba una melodía irreconocible y
completamente inconsciente de que el diablo se encontraba a unos centímetros, detrás de él.

— ¿Tú le hiciste eso en la espalda a Jungkook? —Dice, y el demonio se lo toma tan


sorpresivamente que arroja el pantalón que tenía en su mano y da un grito algo cómico,
girándose y observando aterrado al diablo.

— ¿Q-Qué? No. No, no, señor. No. —Da unos pasos hacia atrás hasta estar pegado a la
pared. —Y-yo ni siquiera le hablo.

—Eres el único demonio en la casa, y mi niño tiene rasguños en su espalda. —Des no


paraba de negar con la cabeza, aterrado. Y es que Taehyung podía hacer lo que quisiese con
éste.16
—No fui yo. No.

Sabía que no mentía, y aunque sus ojos estuviesen oscuros y quisiese matar a alguien, no
podía culpar a quien no era, porque Jungkook podía estar en peligro, y había que
solucionarlo de una forma u otra. Asiente lentamente, completamente serio.

—De todas formas, ya me aburriste. Vete, y haz que vuelva el infeliz. —Ordena. El
demonio que habitaba el cuerpo de Seung no parece feliz por ello, pero intenta no
demostrarlo y asiente. —Dile que si dice una palabra sobre donde estuvo volverá
indudablemente. Y tú... —Alza un poco su cabeza en señal de autoridad. —Si te llegas a
escapar, voy a encargarme de que pases la peor eternidad de tu vida.2

—S-S-Sí. Sí, mi rey. —Se para derecho en su lugar, listo para irse.

—Una cosa más. —Taehyung se va acercando lentamente al demonio, y cuando lo tiene a


tan solo centímetros, comienza a sonreír lentamente, de lado. —Corre la voz. Hay un
príncipe.80

—P...Príncipe.

—Eso es. Que rápido aprendes. —Dice, y aunque suene cómico, su expresión de victoria
no ha cambiado. —Y si alguien vuelve a poner un solo dedo sobre él...voy a chasquear mis
dedos, y se van a morir todos. ¿Capiche?62

El demonio tan solo asiente, completamente temblando antes de alzar su rostro, viendo
hacia el techo y abriendo su boca. Humo negro sale de su boca fugazmente antes de caer al
suelo, desmayado...pero respirando.

El desgraciado estaba de vuelta.

Taehyung camina hacia la puerta y le pone pestillo antes de, nuevamente, volver a la
habitación de Jungkook. Éste último se encontraba frente al espejo de su cuarto, finalizando
de abotonarse la camisa. Se giró a ver a Taehyung al notarlo de reojo, y éste se acercó de
inmediato, abotonándole el último botón con calma, paciencia pero muy rápidamente.
—Tu padre va a regresar. —Dice. Jungkook se lo queda observando, inmóvil ante la
manera natural de Taehyung por decir cosas importantes y que claramente le iban a
provocar un leve shock.

—...Está bien. —Tan solo pudo decir luego de unos segundos mientras su esposo le subía
los tirantes por los hombros.4

Ambos se vieron fijo por unos segundos antes de que Taehyung pasara lentamente los
brazos por la cintura de su niño favorito, acercándolo. Éste último se puso de puntitas de
pie y ambos comenzaron una suave y lenta sesión de besos, ladeando sus cabezas hacia
lados contrarios y sintiéndose, realmente haciéndolo por primera vez en el día.

Los dedos de Jungkook acariciaban tímidamente el cabello en la nuca del diablo, mientras
que éste último se tomaba la libertad de, luego de haber acariciado la espalda del azabache,
acariciarle los glúteos.

El beso, poco a poco, fue volviéndose más intenso, pero continuaba lento. Finamente se
alejaron debido a que el calor comenzaba a reinar en aquel lugar, y se hacía tarde como
para comenzar una sesión de algo más. Jungkook debía de ir a la escuela, encargarse de ver
cómo estaba Jin. Taehyung debía averiguar quién mierda dañó a su esposo, y hacerlo
pagar.2

—Vendré en la noche... —El rey del inframundo dice sobre los labios de su bebé, el cual
asiente apenitas con la cabeza. Ninguno puede separarse aún. —...y te haré sentir bien.18

—Sí...

Taehyung le da unos últimos besos en los labios antes de subir sus manos a la cintura del
azabache y besarle la mejilla, finalmente separándose y dando unos pasos hacia atrás.

—Si algo sucede con tu padre, quítate el anillo. Voy a sentirlo cuando lo hagas.

Jungkook asiente lentamente y, con un guiño de ojo, en un parpadeo el diablo desaparece.


El leve vacío aparece en el pecho del azabache y siente que no quiere hacer mucho, pero
pone lo mejor de sí y sale de la habitación luego de tomar sus cosas.
Se apresura en tomar un té y comer unas tostadas, llevándose para el camino una manzana
debido a que, según Mi-Suk, su padre no se sentía bien y planeaba quedarse en el cuarto.
Eso fue un alivio para Jungkook y salió rápidamente de la casa antes de que Seung
cambiara de opinión. Tenía miedo, pero intentó no preocuparse...aunque sí lo hizo.

Su padre lo odiaría, seguramente.

Finalmente en la escuela, luego de las aburridas clases, Yugyeom y Jungkook conversaron


de todo en el almuerzo. Jin pasó por un lado de éstos, pero ni siquiera notó que estaban allí.
Se veía perdido, cansado, y el azabache no sabía qué hacer. Decidió esperar un día más,
pensando exactamente cómo confrontar al de ojos castaños.

Cuando la hora de salida se hace presente, el adolescente de ojos verdes no quiere volver a
su casa. Teme aquel rechazo que probablemente recibirá, y teme el sentir que se lo merece,
aún si lo hace a menudo. Se lo merece. Se merece de todo.7

Al no poder explicarle algún motivo a Yugyeom y necesitar estar al aire libre a pesar del
tremendo frío que hacía, una vez se despide de su amigo, comienza a caminar hacia aquel
parque en el que ambos repartieron volantes en contra del Halloween. No era muy lejos, y
era realmente bonito, excepto por lo solitario y triste.

Lucía como él.

Una vez estuvo allí, eligió un banco que se encontraba dentro del parque, cerca de las
palomas y de un monumento, el cual era un hombre con sus brazos abiertos, como si
estuviese sosteniendo algo pero no había nada. Extraño. Suspiró y se apoyó contra el
respaldo, respirando profundamente por la nariz y oyendo los pájaros cantar. Necesitaba
tranquilidad, necesitaba dejar de pensar. Sentía que se estaba volviendo loco.

— ¿Por qué estás aquí, tan solo? —Sus ojos se abrieron rápidamente, revoloteando sus
pestañas a la par que sonreía al ver a Irene frente a él con una tímida sonrisa. Estaba muy
abrigada y llevaba dos trenzas. Su nariz estaba roja por el frío -como la de él- y también sus
mejillas. Se veía adorable. La adolescente no dudó en sentarse a su lado. —No es por
entrometerme, pero hace mucho frío aquí. Vas a resfriarte.19
—Lo sé, pero... —Niega lentamente, viendo alrededor y sin poder evitar sonreír de lado,
provocando que uno de sus hoyuelos se haga visible. —...disfruto mucho el frío. Siento que
la gente no sabe aprovecharlo, pero no quiero juzgar a nadie.4

—En parte, es cierto. —Afirma la rubia, asintiendo y encogiéndose de hombros a la vez


que ocultaba sus manos entre sus piernas. Aparentaba tener frío. —Yo opino que el frío se
debe disfrutar, pero depende de cuánto frío haya. No quiero, tú sabes, quedar congelada
como él... —Apuntó con su dedo índice hacia el monumento del hombre. Jungkook ya
había comenzado a reír. —...y que la gente crea que soy un monumento de un parque.

—Finalizó, también riendo.1

Era chistosa.16

Con razón Yugyeom la quería. Oh, ¡Yugyeom!

Jungkook se acomodó de lado, preparado para hablar. — ¿Qué tal las cosas con Yugyeom,
Irene? —Intentó comenzar el tema. La adolescente parpadeó rápidamente, lucía algo
perdida con el cambio de tema de conversación.

— ¿Qué hay con Yugyeom?

—Oh, no lo sé. —El azabache se encogió de hombros. —Pues...yo creo que ustedes harían
muy linda pareja.

Las mejillas de la adorable chica se volvieron rojas. —Oh, vaya...uhm. No lo sé.

— ¿No te...gusta?

—Oh, no. Sí, me gusta. —Emoción fluyó desde el pecho de Jungkook. —Es muy amable,
muy dulce y muy lindo pero, a decir verdad...también me gusta alguien más.40

Jungkook se lo tomó con algo de sorpresa al principio, pero no le parecía nada indignante.
A pesar de que, tal vez, el corazón de su mejor amigo se rompiera en mil pedazos, no
juzgaba el que a alguien pueda gustarle dos o más personas a la vez. Era algo que no podía
evitarse. Por supuesto que a él no le sucedía, porque Taehyung era tan único, diferente,
excitante y dulce que siempre lo hacía querer más, y más.
Irene se veía como si tuviese miedo de ser juzgada y también como si tuviese esperanza de
que Jungkook no creyera que era una cualquiera. Jungkook jamás creería eso de una mujer.

A veces sentía que nació en la época equivocada.9

—Oh, lo siento. Yo...bueno, no sabía. Creí que solo te gustaba Yugyeom. —La mirada de
la chica baja al suelo y mueve sus pies. Luce avergonzada. —No hay nada de malo en eso,
pero yo creo que deberías de aclararlo con mi amigo porque él...pues está muy ilusionado.

Irene se mantuvo callada por unos segundos. Jungkook se preguntó si la había incomodado
e incluso estuvo a punto de pedir disculpas, pero la chica rápidamente alzó la mirada y se lo
quedó observando fijamente. Lucía aún más sonrojada.

— ¿Tú no...no quieres saber quién me gusta? —Dice. Jungkook parpadea lentamente,
procesando aquellas palabras.

—Uhm, claro. —Que no sea Jin, que no sea Jin, que no sea Jin.

— ¿Seguro? —Se acerca más hacia Jungkook, el cual no es consciente de aquello debido a
su inocencia. —Porque...bueno, no me preguntaste.7

Si era Jin, todo se iba a arruinar. Yugyeom obviamente no diría nada en contra, pero estaría
tan dolido por la relación de éstos que no podría ni ver al de ojos castaños a la cara.

—No quería sonar entrometido. Puedes contarme si g-

—Tú.49

Oh.

—... ¿Q-Qué?

—Me gustas tú.

Jungkook no podía explicar la vergüenza, timidez, incomodidad y fobia que le dio en aquel
instante. Su rostro probablemente era una mezcla de colores, sus ganas de correr lejos hasta
llegar a los brazos de Taehyung eran infinitas y la incomodidad por su obvia
homosexualidad estaba más que visible. Sintió las manos de la chica tomar sus mejillas;
Lucía preocupada.2
— ¿Jungkook? Reacciona, por favor.

Parpadeó y se apartó tan solo un poco, aún sonrojado y sorprendido. Realmente creía que
iba a decir "Jin". —Y-Yo...no sé qué decir.

—B-Bueno, podrías empezar con algo como... "Irene, te diré lo que yo siento." —Dijo,
intentando ayudar. Pero lo empeoraba. Lo empeoraba porque, demonios, Jungkook sentía
culpa.3

—E-Es que... —Negó lentamente. Sentía que cada cosa que iba a decir lo haría
tartamudeando. Se tomó unos segundos para respirar profundo. —... ¿Cómo puedo
gustarte? Me conociste ayer. A Yugyeom lo conoces hace más de dos semanas.

Bueno, eso no tenía mucho sentido. Él se había enamorado de Taehyung al segundo en que
lo vio.6

—No lo sé. Uhm, pues yo...te vi, y me gustaste. Tú... ¿Saldrías conmigo?16

Ahora Jungkook iba a morir. Ya. Ya murió.

—Irene, yo... —Bajó la mirada y negó lentamente. Ni siquiera podía observarla. No podía
creer que él estaba rechazando a alguien, que estaba rompiendo el corazón de una frágil y
dulce chica. Siempre era él a quien le rompían el corazón. —...lo siento, pero me gusta
alguien más. Y yo jamás podría hacerle eso a Yugyeom.7

Los ojos de la muchacha están llenos de lágrimas mientras aprieta sus labios por unos
segundos, al borde del llanto. — ¿Cómo sabes que él gusta de mí? Puede estar fingiendo.2

—Él no haría eso, lo conozco. —Dice, y era cierto pero, en parte, entendía a la muchacha
por creer aquello. Yugyeom había estado con varias chicas, y siempre decía que había que
disfrutar de la soltería. Pero era diferente invitar a salir a alguien, a darle un beso y nunca
más verla. —Es mi mejor amigo. —Susurró. Quería tanto, tanto a Yugyeom. Era una muy
linda persona, y esto le dolía. Ahora, más que nada, prefería que la respuesta hubiese sido
"Jin". Alzó la mirada al oír unos sollozos bajitos y sintió dolor en el pecho al ver a la chica
llorar. —Irene, no llores. Lo siento...
Se veía como si estuviese enojada y triste. Jungkook no tuvo ni tiempo de acercarse debido
a que la adolescente se puso de pie y comenzó a caminar lejos, hacia su hogar, supuso
Jungkook, el cual cerró nuevamente sus ojos y dio un profundo respiro para calmar los
fuertes latidos de su corazón. Al fin y al cabo parecía que había ido al parque para hacerse
un problema más.

Sin embargo, aquella manera de confrontar las cosas le llevó a pensar en que podía hacerle
frente a su padre. Intentó meterse en su cabeza que no necesitaba a su padre, que no quería
su amor. Que estaba muy bien tan solo con Taehyung. Se levantó de su asiento y comenzó
a caminar hacia su casa.1

Obviamente no era verdad. Todo le afectaba, y tarde o temprano iba a acabar con él.9

Puede sentir el rubor en sus mejillas incluso cuando está por abrir la puerta principal de su
casa. Entre medio de los pensamientos de cómo sería ver a su padre recordó la incómoda
sensación de Irene confesándose, tomándole del rostro y preguntándole si saldría con ella y
es que, ay Dios. Por otra parte, se sentía algo perseguido. ¿Taehyung lo habría visto? De
seguro que no, no había sentido su presencia en todo el día. Recordó que si tenía un
problema con su padre debía de quitarse en anillo ya que el diablo lo sentiría.1

Lo tuvo en mente mientras abría la puerta, cabizbajo y se giraba para cerrarla. Cuando
volvió a girarse pudo sentir los brazos de su padre envolverlo en un abrazo. Entre la
sorpresa y el susto quedó inmóvil, con sus brazos colgando a los lados de su cuerpo y
oyendo cerca de su oreja la respiración entrecortada de su padre.

—L-Lo siento. Lo siento tanto, hijo. —Dice. Jungkook continúa quieto, aun temiendo.

—Jamás volveré a tocarte, jamás volveré a hacerte daño ni a ti, ni a tu hermana, ni a tu


madre. No puedo remediar las cosas, pero aprendí mi lección. Realmente lo siento.13
Se separan un poco, y el hombre tiene lágrimas fluyendo por sus mejillas. Jungkook lo ve
fijamente a los ojos, y no sabe si es porque quiere que sea así o porque realmente lo es, pero
Seung realmente se ve arrepentido. Incluso diferente. ¿Quién era él para condenarlo? Tragó
saliva con fuerza antes de asentir. Le temblaban las manos.

—Lamento haberte dado un ataque al corazón. —Se disculpó. Lo tenía que decir, aunque
sonara extraño.

—Me lo merecía. —Rápidamente responde su padre, negando lentamente. No quería


disculpas de su hijo, no debía. —Mira, sé...sé que he sido un desgraciado. Voy a probarte
que he cambiado, estos tres años yo-

— ¿Tres? —Jungkook interrumpe. Seung ahora lo observa fijo, asintiendo con algo de
confusión. —Papá, estamos en el mismo año que cuando te fuiste.

El hombre permanece quieto, procesando aquella información al igual que Jungkook, el


cual ahora se siente aún más culpable. Había hecho pasar tres años en el infierno a una
persona, y no a cualquiera. A su padre.

—Oh, bueno. Creo que lo sospeché, todo se ve igual. —Dijo, suspirando y observando
nuevamente a su hijo, negando lentamente. —Te he echado de menos...

Estaba temblando, y necesitaba darse un baño. Un refrescante y tranquilo baño.

—Yo...voy a ir a darme un baño. —Dice, apartándose un poco.

—Oh, sí. Sí, claro. Yo estaré por aquí si me necesitas. —Responde su padre, y luego de
unos segundos se gira para ir hacia la cocina.

Jungkook aprovecha aquello y también se gira, caminando rápidamente hacia las escaleras,
cerrando la puerta antes de comenzar a bajarlas y llegando a la otra puerta, adentrándose en
su cuarto y cerrando la puerta con seguro. Su respiración estaba algo agitada, pero intentaba
mantenerse tranquilo como sea mientras se encaminaba hacia el baño. Llegó a éste y
comenzó a llenar la bañera luego de ponerle el tapón.1

Había decidido sobre cualquiera, como si fuese algún tipo de Dios, a jugar con la vida de
una persona. De su sangre, su familia. Su padre. Se disculpaba, y había estado tres años en
el infierno gracias a él. No importaba que no fuesen realmente tres años, pero en el
inframundo sí lo era, y le dolía. Le dolía. ¿Quién era él para decidir sobre la vida de los
demás? ¿Quién era él para aceptar disculpas de su padre, cuando era él quien debía
disculparse? Porque sí, Seung se había equivocado, pero estaba seguro que unas
quemaduras en el cuerpo no se comparaban con tres años en el infierno.10

Cerró el grifo cuando la bañera estuvo llena de agua tibia y tan solo se deshizo de sus
zapatos, adentrándose temblorosamente y vestido con camiseta, pantalones, tirantes y
calcetines al agua. Cuando su cuerpo se sumergió en ésta, se acurrucó en un rincón de la
bañera y cerró sus ojos, llevando sus manos temblorosas a su pecho. Estaba demasiado
nervioso, pero el agua estaba haciendo su efecto, y poco a poco su cuerpo se relajaba.
Comenzó a respirar normal y mojó sus manos para pasarlas por su rostro, refrescándose.
¿Había estado tan desesperado por relajarse que se había metido vestido? Rayos, realmente
debía de tener los nervios de punta.

Un malestar se hizo presente en su estómago y sus ojos se abrieron, pero no encontró a


nadie allí.

Y el malestar era diferente. Era como el malestar que experimentó con Taehyung la primera
vez que se presentó: Escalofríos, miedo profundo y un vuelco en su corazón. Su ceño se
frunció.20

—... ¿Tae?

Un silencio ensordecedor provocó que otro escalofrío viajara por su columna vertebral a la
vez que una leve presión se hacía presente en sus hombros. Su cuerpo se aflojó al no
entender, y sentía algo empujándolo fuerte pero despacio hacia abajo. Se sostuvo con
fuerza de los bordes de la bañera, sin siquiera poder hablar debido al susto, pero fue como
si aquella fuerza sobrenatural se diese cuenta que Jungkook estaba rehusándose a hundirse,
porque de inmediato la presión en sus hombros aumentó y en un parpadeo se encontró bajo
el agua, con su cabeza rebotando contra el fondo de la bañera pero no lo suficientemente
fuerte como para desmayarlo.5
Las burbujas salían de su nariz y gemidos ahogados de su boca, dejando salir gran parte del
aire que intentaba contener. Sus manos fueron a sus hombros, pero no sentía nada que lo
sostuviese. No había nada. Intentó salir, se sacudió y pataleó, pero nada servía.

Justo cuando estuvo a punto de darse por vencido, un pensamiento fugaz atravesó su mente
y llevó su mano al anillo, quitándoselo y dejando que se perdiera en el agua. Segundos
después, la fuerza desapareció junto al malestar, tan solo para que otro malestar reconocible
se haga presente. Se sentó en la bañera y comenzó a toser con todas sus fuerzas agua que
había tragado, respirando profundo como podía mientras volvía a estallar en un mudo
ataque de nervios.

—Jungkook. —El diablo se aproximó de inmediato y lo tomó del rostro, alzándolo y


verificando que estuviese bien. —Jungkook, ¿Me oyes? Jungkook. —Llamó al notar como
su niño favorito se veía aún desesperado. En una temblorosa exhalación se le escapó un
lastimoso y entrecortado sollozo, y sus ojos no tardaron en soltar lágrimas. El ente lo
envolvió en sus brazos de inmediato, atrayéndolo a su pecho. —Te tengo. Aquí estoy.1

El azabache se aferró con todas sus fuerzas a su esposo, y éste último lo levantó como
pudo, sin importarle arruinar su elegante vestuario negro y tomándolo en brazos. Tomó con
una mano una toalla y se encaminó nuevamente al dormitorio, estirando la toalla sobre la
cama y luego dejando el tembloroso y mojado cuerpo de su niño, el cual continuaba
sollozando. Se cayó un poco mientras Taehyung le quitaba la ropa, comenzando a
sonrojarse al quedar tan solo en ropa interior. El ente lo volvió a sentar y tomó la toalla,
acercándolo y comenzando a secarlo lenta y delicadamente, brindándole todo el cuidado
que se merecía pero, maldita sea, era el diablo.

Ambos estaban en silencio mientras Taehyung se ponía de cuclillas y le secaba los dedidos
de los pies a su niño, el cual limpiaba sus lágrimas y comenzaba a sentir frío. El diablo
comenzó a desabotonar su propia camisa, quitándosela y revelando aquel torso marcado y
lleno de tatuajes, símbolos y palabras irreconocibles ante los ojos de Jungkook, el cual fue
abrigado por ésta camisa. Taehyung comenzó a abotonársela y le subió las mangas para que
no le fuera tan larga.1
—T-Tae... —Las manos del diablo fueron a los muslos de su niño, y alzó la mirada para
verlo mejor desde la posición en la que se encontraba. —...algo me empujó.

—Lo sé.

—Tengo miedo. —Dijo con un hilo de voz. Sentía que iba a enloquecer, era demasiada
paranoia. Tenía demasiadas preguntas, pero apenas podía respirar.

—No lo tengas, ya estoy aquí.

Jungkook comenzó a llorar nuevamente, siendo algo ruidoso. —N-No vuelvas a irte. —
Dijo, dejando fluir las lágrimas por sus mejillas. Era demasiado. Realmente demasiado.

Taehyung lo observa fijamente por unos segundos, y Jungkook desearía saber qué ronda
por la cabeza de este antes de que asintiera. —No me iré. —Simplemente dice antes de
ponerse de pie. —Métete en la cama, voy por el anillo.

—No, no. —Rompe nuevamente en sollozos, cerrando sus ojitos con fuerza y llevando sus
manos a una de las manos del ente. —P-Por favor. Tae...

—Está bien. De acuerdo. —Taehyung se acerca más y lleva sus brazos a la cintura del
menor, poniéndolo de pie. A éste le tiemblan las piernas.

Quitó la toalla, dejándola en el suelo y abrió las cobijas, acostando a Jungkook. Lo dejó allí
y tan solo fue al mueble, buscando un cambio de ropa interior y volviendo cuando lo
encontró. Le quitó a Jungkook la que llevaba puesta y le puso la nueva, subiéndola
lentamente por sus preciosas piernas.

Lo acomodó mejor en la cama y le subió su propia camisa antes de inclinar su rostro y dejar
suaves y delicados besos en la pancita del menor. Taehyung estaba siendo realmente dulce,
realmente cuidadoso con él cuando con el resto del mundo era un asco. El diablo.

¿Era afortunado?1

Se le acomodó a un lado y llevó las cobijas sobre sus cuerpos. Jungkook rápidamente se
acurrucó contra el pecho del ente y ambos enredaron sus piernas. La temperatura corporal
del rey del inframundo era cálida, y eso ayudaba mucho al azabache a relajarse.+
—Puedes dormir, yo estoy aquí y no permitiré que toquen a mi niño favorito.

— ¿Ni te irás?

—Ni me iré. —Llevó su mano al cabello del adolescente, acariciándolos.

Jungkook tardó más de media hora en dormirse, y Taehyung… Taehyung estaba tan
furioso.

xᴠɪɪ: "ᴀ ʟᴀ ʜᴏʀᴀ ᴅᴇ ᴍɪ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ"

Las luces están apagadas, el cuarto a oscuras y frío, a pesar de que las dos personas en él se
encuentran muy calientes. La nieve ha comenzado a caer fuera y el viento golpea contra la
ventana que hay casi llegando al techo, pero Jungkook se encuentra muy ocupado para
prestar atención a la tormenta que, poco a poco, comienza a formarse.1

No puede dejar de gemir sobre la boca del diablo debido a las aceleradas embestidas que
éste le daba. Tan solo se oían los chasquidos que formaban sus labios, la cama crujir un
poco y el sonido de Taehyung entrando y saliendo de Jungkook. Ambos desnudos, unidos
de la mejor forma posible.4

—Voy a... —Intentó avisar el azabache, pero fue demasiado tarde. Soltó un jadeo ahogado
y algo agudo mientras arqueaba su espalda y doblaba los deditos de sus pies, tensando cada
musculo de su cuerpo a la vez que su escencia salía, manchando ambos torsos. Exquisito.1

Mientras intentaba recuperar la respiración, se mantuvo quieto hasta que el ente llegó al
orgasmo en su interior. Ambos quedaron sudorosos, respirando entrecortado y con los
cuerpos pegados. Taehyung se sostenía con sus brazos a los lados de la cabeza de
Jungkook, y comenzaba a darle profundos y lentos besos en los labios, los cuales eran
correspondidos de inmediato. Sus manos bajaron por el pequeño cuerpo del menor hasta
llegar a las nalgas.

—Ya no voy a dejar que nadie vuelva a lastimarte. —Presionó sus manos para apegarlos
más, sin dejar de besarlo. Los brazos del menor rodeaban el cuello del ente. —Tú eres mío.

—Sí... —Y, maldición, sí que lo era.

Los besos continuaron, pero Taehyung pudo notar como éstos se volvían más lentos de
parte de su niño favorito. Salió del interior de éste último y se puso a su lado, atrayéndolo a
sus brazos y agitando su mano, provocando que las cobijas volaran en su dirección y los
taparan a ambos.8

Sabía que Jungkook no tenía sueño, porque llevaba durmiendo gran parte de las tres
semanas que había pasado sin irse ni un momento. El adolescente tenía miedo, incluso a
veces temía estando junto al diablo y éste debía de comenzar a explicarle que nada más
malo que él podía permanecer a su lado a la vez que el ente se encontraba allí. Estaba
delgado, pálido, con marcas que él no hacía. Eran golpes, golpes insignificantes como rozar
los dedos contra un mueble, o marearse y apoyarse bruscamente contra una pared. Ya no
reía tanto, sonreía poco, y se mareaba mucho.

¿Debía Taehyung ignorar las súplicas de Jungkook e irse en busca de lo que lo dañó? No
estaban llegando a nada, y su esposo moría lentamente. Por su culpa.17

Se pasó la noche en vela, como siempre, pensando miles de cosas mientras acariciaba el
rostro de su esposo y lo admiraba hasta el amanecer.

Era 20 de diciembre.5

La nieve continuaba cayendo y la familia Jeon empacaba para irse a la cabaña en la cual
siempre se hospedaban para pasar la navidad junto a los tíos y primos de Jungkook. Éste
último se encontraba doblando ropa sobre su cama con un bolso abierto a un lado.
Dominique se oía en el piso de arriba y el azabache no paraba de tararearla. Taehyung lo
observaba en una esquina con los ojos más grandes de lo normal y serio, como si estuviese
traumado: Aquella canción había sido reproducida más de siete veces y su esposo la seguía
cantando.38

—Por mí. —Dice el diablo antes de fingir apoyar el dedo índice en un vinilo. La música del
piso de arriba se para abruptamente y suspira, apoyándose en la pared. Se oyen unos pasos
y un "¡Yo lo arreglo!" de su cuñada antes de que Dominique vuelva a ser reproducida desde
el principio. Jungkook ríe bajo, sin ganas. —Podría matar a tu hermana.1

—Taehyung.

—Y quemar el vinilo con su cuerpo.7

Jungkook niega. Sabe que Taehyung no habla en serio...o eso cree. Luego de haber estado
doblando un par de prendas por un rato finaliza por meter éstas en el bolso. Ahora tan solo
le queda doblar unos pares de calcetines y su ropa interior. Ya ha metido el cepillo de
dientes, dos toallas y un par más de zapatos. Todo está en orden.

— ¿Qué es tan importante como para irse de viaje? —Pregunta Taehyung. Le parece
absurdo y no puede evitar resoplar mientras se apoya mejor contra la pared, cruzando un
poco sus piernas y metiendo sus manos repletas de anillos de oro en los bolsillos de sus
pantalones. — ¿Qué lo hace tan especial?4

Jungkook mete los calcetines en el bolso. ¿Le agradaría al diablo oír que festejaban el
nacimiento de Jesús? —Pues...se supone que es para pasar la navidad en familia. Sospecho
que no va a ser muy bonita debido a lo de mi primo.

El azabache ya podía imaginarse peor de lo que estaba de ánimo al ver a sus tíos llorar. Sí,
su primo era un torpe, y pasaba los límites de ser molesto. Pero era un hijo, y perder a un
hijo...debía de ser doloroso.

Taehyung sonríe de lado. —De todas formas no era la mejor navidad cuando tu primo
estaba. Lo hacía peor. —Dice. Jungkook está de acuerdo, pero no evita pensar en cómo es
que Taehyung sabe aquello. Tal vez simplemente adivinó, así que le resta importancia.
—Son una familia rara. Empacan ahora y se irán en la madrugada.

Jungkook suspira luego de meter su ropa interior y cerrar el bolso. —Es para no hacer todo
a último momento. —Explica con paciencia, y se gira.1

Un repentino mareo lo deja algo atontado, y cree que es porque ha adelgazado en los
últimos días, pero casi de inmediato su vista comienza a nublarse. Sus músculos se tensan y
sus ojos se cierran mientras algunas imágenes se hacen presentes en su mente. La noche,
árboles, sus manos bañadas en sangre, humo negro y profundo vacío. Todo es demasiado, y
antes de siquiera poder rogar por ello, Jungkook cae desmayado al suelo.24

La oscuridad deja de consumirlo cuando una suave cachetada provoca que sus enormes
ojos verdes se abran abruptamente. Su respiración es pesada, el miedo tiene tensos sus
músculos y el —para nada extrañable— pitido en su oreja le provocan ganas de llorar, pero
está muy débil y confuso para hacerlo. Parpadea un par de veces y su vista se normaliza,
dejando de ver puntos negros.

—Hey... —Oye decir a alguien, y aquella persona exhala con brusquedad, notablemente
aliviada. No se había dado cuenta que aquella persona era Taehyung hasta que vislumbró
entre la nubosidad de su vista aquel perfecto e irreal rostro. Había sido imposible
reconocerle a pesar de su voz, y todo porque lucía preocupado.

Siente como algunos mechones cayeron en su frente, los cuales son apartados, y luego de
observar alrededor y respirar profundo por unos segundos, finalmente observa al ente.

—Tae... —Dice con suavidad, débil. El pitido continúa incluso viendo al diablo a los ojos,
y una parte de él se encuentra aliviado por no tener que apartar la vista. Moriría si no
pudiese volver a admirar aquellos preciosos ojos celestes en los que siempre se sumergía
cuando todo iba mal, e incluso había aceptado sumergirse también en el cuarto de color rojo
que había en un ojo. Le encantaba.
—Aquí estoy. —Nuevamente suena neutro, ya sin mostrarse tan desesperado como
anteriormente. —Te desmayaste. —Dice, y ayuda a Jungkook a sentarse cuando éste último
lo demuestra, pero jamás lo suelta. Jamás.

El menor continúa observando alrededor, y ahora que no está tan confundido como
anteriormente, su ceño se frunce, desconcertado por el cambio de horario. ¿Acaso se estaba
haciendo de noche? La habitación tenía muy boca luz. No oscuridad absoluta, es decir, todo
apagado como cuando uno cierra sus ojos. Más bien...triste. Todo muy oscuro y frío.

Él se moría de frío.

— ¿Cuánto tiempo he...?

—Diez minutos. —Responde Taehyung antes de siquiera dejarle terminar la pregunta, y sus
ojos comienzan a volverse bordó, oscuros. Sabe lo que está sucediendo.

A Jungkook todo le recuerda a aquella vez que Muerte le quitó gran parte de su alma.
¿Técnicamente Taehyung estaba cumpliendo con el trato? Porque claramente no se está
haciendo de noche. Antes de desmayarse era muy temprano, e incluso aún debe ir a la
escuela.

El diablo niega lentamente antes de ayudar a su esposo a ponerse de pie, sosteniéndolo de


la cintura al notar como éste se tambaleaba. Estaba demasiado pálido, demasiado delgado,
demasiado sin vida. Y todo por ser el maldito rey del inframundo.

—Ya no puedo permitir que estés así. —Habla bajo, de manera temible. Jungkook
simplemente lo mira. —Tengo que irme. Debo irme.

La desesperación comienza a surgir en el pecho del adolescente, recordando el miedo que


sintió mientras se ahogaba bajo el agua y la necesidad de tener los brazos de Taehyung
envolviéndolo. Incluso luego de aquello, hasta con la camisa del ente y en sus brazos no se
sentía tan a salvo.

—Tae, s—si tú te vas...lo que sea que me sigue, va a volver por mí. —Intentaba conservar
la calma, no ponerse a llorar, como siempre hacía.

—Puedo poner a uno de mis cuervos en donde sea que estés, ya lo he hecho antes.
El diablo nota como, poco a poco, un inconsciente pucherito se forma en los labios de su
esposo, y es antojable a pesar de que éste está por llorar.

— ¿Y cómo resultó eso? —La voz del adolescente se entrecorta. Los flashes de aquel
momento comienzan en su cabeza, y le duele. Le duele tener que vivir con culpa por el
resto de su vida. —Dos personas murieron, fui golpeado y casi me ahogo.1

Los ojos de Taehyung comienzan a oscurecerse, y su mandíbula parece tensa, como si


estuviese conservando una ira que intentaba no dejar salir pero, irremediablemente, saldría.
Le hartaba que el azabache continuara creyendo que todo lo sucedido era su culpa. Sí, él lo
había invocado pero, siendo honestos, pudo sentir en aquel momento el cómo Jungkook no
creía que realmente podría invocar al diablo.

Y odiaba la manera en la que el mundano le hablaba ahora. No era maleducada ni brusca.


Era suave, pero cada palabra que soltaba era cruda.

—Yo no iba a dejar que eso sucediera, y esas personas recibieron su merecido. —La voz
del diablo sale más baja, fría y ronca. Jungkook se encoge en su lugar cuando el ente da un
paso hacia el frente, quedando más cerca. — ¿Cómo esperas que atrape a quien sea que
quiere dañarte si debo estar contigo cada segundo?

Jungkook no sabe qué hacer. Realmente no lo sabe. Su esposo tiene razón. No sirve de nada
que se quede allí, porque el azabache se estaba deteriorando, su cuerpo parecía pudrirse por
dentro y su alma dañarse con el paso de los segundos. No quedaba mucho tiempo para que,
posiblemente, muriera. Sin embargo, el estado en el que se encontraba lo hacía estar más
confundido, menos esperanzado y más...suicida. Así que no le importaba si llegaba a
morirse, necesitaba a Taehyung a su lado. Necesitaba no sentir miedo al llegar la hora de su
muerte.

—Diriges un infierno. —Dice. No podía creer que estaba discutiendo con el diablo aunque,
bueno, no lo tomaba realmente así. Era una discusión de esposos. —Tienes demonios que
pueden buscar a esa cosa.9

Un gruñido parecía alzarse desde el pecho del mayor. — ¿Por qué todos creen que porque
dirija un infierno aquellos inservibles son capaces de hacer algo? Por supuesto, ellos van a
seguir mis órdenes y van a ir a buscar a esa cosa que quiere hacerte daño, pero también son
manipuladores, y a la primera que los deje ir van a hacer lo que quieran. No creo que te
guste un ejército de demonios sueltos en la tierra.

Por supuesto que Taehyung no se negaría ver destrucción, caos, muertes...pero para eso
estaban los humanos.27

Todos tenían esta imagen errónea del diablo, donde éste es un monstruo rojo de cuernos
con cola, ríe maniáticamente, golpea su trino contra el suelo y hace maldades sin pensar en
las consecuencias. La verdad del diablo es que éste era malditamente inteligente, y
calculador. No hacía maldad solo porque podía —y claro que así era—, si no cuando
realmente algo sucedía. No quería acabar con el mundo, porque éste lo entretenía. Le
gustaba robar almas, le gustaba ver gente mala morir y tenerlas en el infierno. Le gustaba
dirigir, obligar, ser un rey...pero nunca sería un estúpido.

Excepto cuando se trataba de Jungkook, por supuesto. Alguien le tocaba un pelo y se volvía
el diablo más estúpido.5

—Matarme, Taehyung. Quiere matarme. —Jungkook corrigió. Taehyung no dejaba de


decir que aquella cosa quería "dañarlo", y ambos sabían perfectamente que no era así. Era
mucho peor.

El diablo respiró profundo, provocando que las cosas que habían en las paredes tiemblen
levemente. —Y yo quiero matar a esa cosa, Jungkook. —Respondió. Estaba intentando
tanto mantener la calma, maldita sea. —Te estoy dando una maldita orden y ni siquiera sé
por qué intento que la cumplas. Voy a poner un cuervo que te vigile, y cuando esa cosa
intente dañarte voy a volver, y la voy a matar. Y si te hizo daño, te curaré y todo se acaba.3

Las cejas del azabache se alzaron, indignado. ¿Acaso su esposo iba a usarlo como cebo?
Vaya. El nudo en su garganta iba a explotar, le ardían los ojos y de su pecho irradiaba
decepción, un leve enojo, miedo y mucha tristeza. Le ponía mal el que Taehyung sepa que
él sentía aquello, y aún quisiese darle órdenes, como si no estuviesen casados.

— ¡No! ¡No va a acabar! —Finalmente alza la voz, explotando. El rostro del diablo se alza
un poco, queriendo mostrar superioridad. Por supuesto que es superior, pero eran esposos.
Y aunque todas las parejas siempre tenían al hombre, el cual se creía superior y dueño de
una mujer, Jungkook detestaba aquello. La pareja era de ambos, y si Taehyung no podía
aceptarlo, continuarían así un largo tiempo. — ¡Porque tarde o temprano te llevarás mi
alma, y de una forma u otra, esto que harás no tendrá remedio porque estaré muerto!16

Da dos pasos hacia atrás, alejándose del ente y apoyándose contra la pared. No puede evitar
comenzar a llorar, y son sollozos leves, audibles. Siente mucha tristeza en su pecho.

—Y—Yo jamás...jamás te he pedido nada, siempre hago todo lo que quieres, y no solo
porque eres el diablo, sino también porque te respeto y estoy de acuerdo contigo, pero... —
Sorbe su nariz, volviendo a ver los ojos del diablo. El pitido en su oreja realmente lo está
lastimando. —...no pongas ese tipo de autoridad en mí, como si fuese tu sirviente.

—Jungkook.

—Porque soy tu esposo. —El pucherito se intensifica y otro inevitable sollozo sale de sus
labios. —Estamos comprometidos, y no es justo. —Susurra. Ambos se quedan viendo en
silencio por un par de segundos antes de que el azabache vuelva a hablar. —Intenta
comprenderme, estoy asustado. —Su voz nuevamente es suave, y él luce tan frágil y
perdido que el diablo no evita dar un paso hacia adelante. —Y quiero más que nada estar
bien, pero me he buscado esto. Yo te busqué, tú a mí no.10

Taehyung asiente lentamente, neutro. —Bien. Entonces, si soy tu esposo y yo no tengo


derecho a decirte que hagas lo que es mejor, ¿Por qué aún crees que voy a llevarme tu
alma? —Aquello sorprende tanto a Jungkook que tan solo se queda parpadeando, sin
respuesta. — ¿Realmente crees que, luego de todo lo que hemos pasado, voy a enviarte a
un lugar en el que solo es sufrimiento para toda la eternidad?

—Yo...

—Estoy buscando una manera de matar a lo que quiere matarte, y de alejar a lo que te está
matando. —Continúa. Con aquello último claramente se refiere a él. — ¿Aun así crees que
mi intención es hacerte daño? —Da otro paso, y ahora tan solo los rostros de ambos están a
centímetros. —Yo puedo chasquear mis dedos y romperles el cuello a todos los que amas,
porque no me importan. —Lleva sus manos a la cintura de Jungkook hasta rodearla con sus
brazos, atrayéndolo. El azabache hace puntitas de pie, rodeando el cuello del ente con sus
brazos. Las narices de ambos se rozan. Necesitan cercanía, calor corporal mutuo luego de
aquella gran discusión. —Pero no lo hago, porque tú sí me importas.

Jugnkook traga saliva, intentando aliviar el nudo en su garganta y cierra sus ojos. —Una
vez dijiste que el diablo era muy mentiroso.

Siente que se le ha ido un peso de encima luego de soltar aquello, pero aún teme por la
respuesta. Taehyung niega lentamente, y una de sus comisuras se alza un poquito.

—Y lo es. Lo soy. Mi intención no era que lo interpretaras de aquella manera. —Dice. Se le


cruza por la cabeza miles de formas de explicarle a su niño favorito lo que realmente
significaron aquellas palabras, pero tan solo ambos rozan sus labios. —No puedo mentirte a
ti, no a menos que sea para protegerte.

Jungkook alza un poco más la cabeza y ambos comparten un profundo y lento beso. Sus
lenguas se acarician lentamente, y el agarre de Taehyung se reafirma en la cintura del
menor, el cual está pegado a la pared. El beso está, poco a poco, subiendo cada vez más de
tono. Les encanta sentirse, les encanta haber tenido la oportunidad de terminar de aquella
manera.2

Jungkook está encantado cuando Taehyung baja sus manos repletas de anillos a sus muslos
y lo alza, dirigiéndose a la cama. Una de sus manos hace un movimiento y el bolso con
ropa cae al suelo, dejando la cama libre para acostar a su niño favorito. Una vez lo hace, el
diablo se acuesta sobre él y lo toma de las manos, alzándolas hasta dejarlas a los lados de su
cabeza, con los dedos de ambos entrelazados mientras el beso ardiente continúa. El diablo
comienza a realizar movimientos sobre el cuerpo del menor, provocando que ambos
miembros se friccionen por encima de la ropa. Jungkook comienza a gemir
entrecortadamente sobre los labios de su esposo.13

—Tae... —No puede formular palabra debido a que la boca del rey del inframundo ha ido a
la piel en su cuello, besando de manera húmeda y caliente antes de comenzar a hacer
succiones, marcándolo. Sus manos repletas de anillos sueltan las de su niño y las dirige a
las nalgas de éste último, presionándolo más contra él y sus movimientos. —Uhm...1
Sí, tenía la opción de relajarse, dejarse llevar. Quería estar con Taehyung, realmente quería.
Sin embargo debía ir a la escuela, o sus padres nuevamente sospecharían que estaba
enfermo...lo cual así era. Frunció apenitas el ceño mientras llevaba los brazos alrededor del
cuello del ente, el cual comenzaba a besarle detrás de la oreja, volviéndolo loco.

—T—Tae, la escuela...no hay tiempo. —Gime debido a que las fricciones son más
profundas. Dio...Diablos. Se siente tan bien.15

—Yo controlo el tiempo. —Taehyung se excusa.23

La risa surge desde el pecho de Jungkook, de manera honesta y levemente ruidosa. Sus
carcajadas suenan dulces, parece un niño pequeño riendo. Taehyung detiene las fricciones y
se aparta un poco para observarlo serio, neutro. A cualquiera le daría miedo aquella mirada,
pero Jungkook ya se había acostumbrado. El diablo se limitó a admirar aquellos pequeños
segundos en donde su esposo reía. Apenas sonreía últimamente, y ambos sabían por qué
era.

Jungkook lo observó con una débil y dulce sonrisita, levemente sonrojado mientras una de
las manos del diablo iba hacia la mejilla del adolescente, tocando sobre el rubor. El
azabache podía jurar que su corazón iba a salirse de su pecho, debido a que pocas veces
Taehyung tenía aquellas demostraciones de afecto. Poco a poco ambos estuvieron serios,
tan solo viéndose a los ojos.

—Te amo, Tae. —Susurra.

Taehyung suspira mientras lleva su mano al cabello de su niño, acariciando. —Lo sé,
pequeño. —Responde. Jungkook traga el nudo que comienza a formarse en su garganta al
no ser correspondido. Era tan inseguro. Sin embargo, la respuesta de Taehyung había sido
más afectuosa que las veces anteriores. —Necesito que hagamos lo que te propuse.5

Jungkook suspira entrecortadamente. —E—Está bien pero...pero mañana. Por favor, que
sea mañana.

Taehyung se lo queda viendo fijamente, como queriendo decirle algo. —Bien, mañana.
—Jungkook sabe que no está de acuerdo por su tono. Ambos vuelven a besarse y la
fricción continúa luego de unos segundos.

Jungkook no puede dejar de suspirar mientras oye la respiración profunda del diablo en su
oreja. Sus pequeñas manos acarician la cálida espalda del ente por encima de la camisa, y
deseando sentirlo más, tímidamente mete sus manos por debajo de ésta, sintiendo la calidez
en sus dedos.

Taehyung no evita gruñir levemente ante aquello. Le gusta. Baja sus manos y abre el
pantalón de Jungkook, bajándolo junto a su ropa interior. Hace lo mismo con los suyos y
nuevamente comienza una fricción. Ambos suspiran al sentir el placer intensificado, y
nuevamente se abrazan mientras mueven sus pelvis a la par.

—Dios... —Jungkook jadea, y Taehyung sonríe de lado mientras le besa la piel del cuello.
—Ah...

— ¿Te atreves a soltar el nombre de Dios mientras estás en la cama con el diablo? —Silba
en aprobación y, con sus manos en las nalgas de Jungkook, las presiona para sentirlo aún
más. —Eres un niño malo...31

Jungkook, sonrojado pero sin dejar de gemir suavemente, lleva su boca a la oreja del diablo
y exhala entrecortadamente. —Diablos. —Corrige en un gemido.23

Taehyung muerde suavemente el cuello de su esposo. —Ese es mi niño. —Porque, joder,


ama ver a su personita inocente volverse algo rebelde.1

Ambos comienzan a sudar, el placer que fluye por la sangre de ambos es demasiado, sus
erecciones palpitan demasiado fuerte y, oh, se siente tan bien. Los movimientos de ambos
son bruscos. Taehyung sabe cuándo Jungkook está cerca por sus bonitas expresiones, en
donde entreabre sus labios sin soltar más que suspiros y frunce levemente el ceño.
Rápidamente besa sus labios, y hace que sus lenguas se encuentren una vez más.2

—Aguanta. —Taehyung dice entre el beso, y Jungkook niega. No puede, es demasiado.

—No, aguanta. —Suena como una orden.9


Abre las piernas del menor un poco más y, aún friccionándose, mete dos dedos en el
interior de éste. Un gemido algo ruidoso y agudo sale de la boca del azabache antes de ser
besado nuevamente. Apenas puede respirar de lo bien que se siente. Los dedos del diablo
realizan un vaivén, rozando su punto dulce. Su interior se contrae, y quiere alejarse de la
boca del ente para respirar profundo, pero éste lo tiene agarrado de la mandíbula con su
mano libre. Es demasiado, simplemente demasiado.1

—Me corro... —Jadea, y cuando el diablo mueve sus dedos contra el punto dulce del
adolescente, aquello ya es suficiente. Éste último se arquea, dejando su boca entreabierta,
doblando los deditos de sus pies y sintiendo el placer más exquisito mientras derrama su
esencia entre los cuerpos de ambos, manchando sus torsos.10

Se relaja de inmediato y espera hasta que el diablo finalmente llega al orgasmo, también
manchando sus torsos. Jungkook necesitaba un cambio de ropa.

Sus ojos se abrieron lentamente. Le pesaban demasiado y todo su cuerpo dolía. Hay una
especie de vacío más notable en su pecho, y el malestar no está presente. Es cuando nota
esto último que sus ojos se abren.

El hospital...de nuevo.18

Cielos. La gente de seguro ya le conocía allí.

Tenía algo inyectado en uno de sus brazos, una venda en una de sus muñecas, la cual dolía
como el infierno al que seguramente iría, y a su madre sentada en una silla de al lado. Es
cuando respira profundamente que Mi-Suk jadea bajo, aliviada y se acerca, tomándole la
mano sana a Jungkook.

—Amor.

El azabache carraspea. Su garganta está algo seca. — ¿M—Mamá?


—Sh, tranquilo. —Le sonríe dulcemente, intentando verse tranquila mientras comienza a
acariciarle el azabache. —Estás bien. Te diste un golpe fuerte, pero estás bien.

— ¿Qué sucedió?

—Te caíste de las escaleras. —Mi-Suk dice, y sus ojos se llenan de lágrimas. La culpa
carcome a Jungkook.

—Oh. ¿Cuánto dormí?

—Ha pasado un día, bebé. —Vaya. —Supongo que te dejarán irte hoy, en un par de horas.
Iremos a la cabaña, y durante el viaje pondremos la música que tú quieras. —Jungkook
agradecía tanto el cómo su madre quería ponerle de mejor ánimo con caprichos. No pudo
evitar sonreír débilmente, no mucho ya que le dolía todo. —Hornearé cosas ricas, y
comerás mientras te arropo en tu mantita, y estarás bien. ¿Si? —Jungkook asintió
lentamente mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. — ¿Te duele algo?

El corazón.

—Me duele la cabeza, el rostro. El torso, las rodillas y sobre todo mi muñeca.6

—Tienes muchos hematomas, Jungkook. Y tu muñeca se rompió. Debes tomar remedios.

— ¿Papá y Yi-Seul?

—Están fuera. Tu padre quería verte, le diré que pase. —Deja un beso en la frente de
Jungkook antes de ponerse de pie.

— ¿Mamá? ¿Puede papá traerme un poco de agua, por favor?

—Claro, mi cielo. —Y salió.

Se mantuvo esperando allí, mirando al techo. Tenía miedo, pero estaba intentando ser
valiente. Había pasado un día sin Taehyung, y ya que estaba mejor física —bueno, no
tanto— y mentalmente, podía pensar en que claramente el diablo tenía razón.

—Hey, Kook. —Parpadea y nota a su padre entrando a la habitación con una leve sonrisa.
Jungkook tan solo sonríe débilmente mientras ve a Seung sentarse en el asiento que había a
un lado de la camilla. Suspira. — ¿Cómo te sientes?
—Estoy vivo. —Jungkook responde, nuevamente poniéndose serio.

—Eso es bueno. Hablé con el doctor, podrás irte en unas horas. —Finalmente una buena
noticia. Jungkook asiente, realmente aliviado. — ¿Tú quieres que vayamos a la cabaña?
Porque si estás mal y no quieres puedes decírmelo. Y no lo haremos.6

Ese fue un detalle realmente bonito de parte de su padre. Por primera vez en mucho tiempo
sentía que alguien escucharía su opinión. Con una leve sonrisita negó.

—No, no. Está bien, quiero irme. Creo que me hará bien despejarme un poco.

Seung asiente, de acuerdo. —Oh, toma. —Y Jungkook tampoco había notado el vaso con
agua en la mano de su padre. Lentamente se sienta, negándose a la ayuda del hombre y
toma el vaso con su mano sana, bebiéndoselo todo. Se lo devuelve a su padre y se estira un
poco. —Él me lo dijo.

Jungkook nuevamente ve a Seung. —... ¿Qué? ¿Quién?

—Él. El hombre de ojos rojos. —Dice. A Jungkook se le va la respiración, o al menos eso


siente. Le da miedo cuando alguien más habla de Taehyung, porque no sabe qué hacer o
qué decir. Su padre lo está viendo fijamente, de manera neutra. —Me buscó, sabía que yo
estaba en el piso de arriba cuando llegaste. Me dijo lo que debía de hacer, y te traje al
hospital.14

Jungkook traga con fuerza mientras lágrimas escapan de sus ojos y fluyen lentamente por
sus mejillas, observando a su padre con mucha culpabilidad. Aprieta sus labios y asiente
lentamente, bajando la mirada y volviendo a tragar con fuerza.

—Gracias. —Dice con su voz baja, rasposa.

Su padre acerca más su silla a la camilla de su hijo y se inclina, viéndolo fijamente. — ¿Por
qué estás llorando? —Jungkook niega lentamente. Aquellas preguntas solo le provocan más
ganas de llorar. —Jungkook...hijo, necesito que me escuches. —Jungkook lo observa luego
de limpiar su rostro. Se siente pésimo. No solo es la culpa, el miedo, el extrañar a
Taehyung, si no que todo su cuerpo le duele, y se siente solo. Extraña a Yugyeom, extraña
a Yi-Seul—Aprendí la lección, y no voy a juzgarte. —Le aparta un poco de cabello de la
cara a su hijo. —El día en que me fui allí, antes de eso, tú me dijiste muchas cosas.

—Lo sie—

—No. —Interrumpe Seung. No quiere disculpas. —Me dijiste muchas cosas que eran
ciertas, y aquello hizo algo en mí. Muy pronto comencé a pensar igual que tú, abriste mis
ojos y me sentí asqueroso. —Confiesa. —Sabía que no iba a cambiar de un minuto a otro,
pero podía intentarlo. Podía comenzar, y el comienzo de aquello era pedirte una disculpa.
Pronto salí de la casa, volví a estar dentro. Y luego caí, y ya no pude salir. Y sé que aquí no
fue así, y cuesta perdonarme, pero hace tres años que no te veo...y lo que menos quiero que
sientas es que voy a decirte algo que no quieres oír.

Una sonrisita débil se forma en el rostro de Jungkook mientras las lágrimas continúan
cayendo. —Gracias, papá.

Seung asiente, apretando sus labios mientras se pone de pie. —Solo espero que estés
haciendo lo correcto. —Dice. —Voy a pedir algo para que comas, de seguro tienes hambre.
Ahora vuelvo.

Jungkook asiente y, una vez más, limpia su rostro mientras observa a su padre salir de la
habitación. Suspira, y siente que, por fin, luego de mucho tiempo, algo le salía bien, y tenía
el apoyo que necesitaba. Nuevamente se acuesta y se pone de lado, viendo hacia la ventana
los árboles que había por la ciudad. Frunce un poco el ceño al observar una pequeña figura
negra en uno de los troncos de los árboles y suspira al notar al cuervo allí. Bueno, al menos
está siendo cuidado.+

"Espero que estés haciendo lo correcto."

Tal vez no lo estaba.

Pero definitivamente Taehyung era lo correcto en su vida.


xᴠɪɪɪ: "ᴄᴀᴍɪɴᴏ ᴀʟ ᴅᴇꜱᴄᴇɴꜱᴏ"

La familia Jeon partió a las afueras de Londres al siguiente día. Jungkook había salido unas
horas después desde que había despertado, pero decidieron esperar un poco, dejarlo
descansar en su propia casa, en su cuarto, donde el azabache menos quería estar. Podía
sentir el malestar -el normal- irse lentamente de su cuerpo, dejándole un leve vacío en el
pecho que, poco a poco y sin darse cuenta, iba volviéndose más grande.

El estar solo, en silencio y acurrucado en la cama de su habitación le hacía recordar cuánto


extrañaba a Taehyung, y lo mucho que, a veces, odiaba que fuese el diablo. Tenerlo lejos de
él era una lenta tortura, y prefería pasar por cualquier otra que le trajera dolor físico a pasar
por uno que solo le hacía doler el corazón y no parar de pensar ni por un segundo.3

Habrá quedado clarísimo que no había descansado ni un poco aquella noche, porque todo el
cuerpo le dolía, y porque no podía dormir sin hablar con Taehyung antes. Además de sus
hematomas y notables ojeras oscuras bajo sus ojos, cargaba con un tremendo mal humor
que apenas lo estaba dejando respirar.

Su familia, la cual jamás lo había visto de aquel modo, tan gruñón y maleducado,
decidieron ignorarlo y tratarlo como siempre antes de irse al auto. Mi-Suk y Seung
conversaban en los asientos de adelante, Yi-Seul escribía en su diario y Jungkook veía por
la ventana en el asiento de atrás.

—Será un precioso viaje, ¿Verdad?

—Sí, cariño. —Le respondió Seung a su esposa, suspirando y mirando por el espejo
retrovisor a su hijo. — ¿Jungkook? ¿Todo en orden?

El adolescente miró los ojos de su padre fijamente por el espejo, de mala manera. Si no
fuese tan adorable, probablemente daría miedo. Yi-Seul silbó al notar que no hubo
respuesta de su parte.

— ¿Estamos de mal humor? —Bromeó con ánimos, aun escribiendo en su cuaderno.


Jungkook regresó la mirada a la ventana. —Sí, le sucede a la gente que se cae por una
escalera y se lastima. —Respondió, sarcástico.

Su hermana se encogió de hombros. —Cada uno sabe en lo que se mete, ¿Verdad?49

Y Jungkook no entendía, realmente no entendía qué era lo que sucedía: Tal vez extrañaba
mucho a Taehyung, tal vez necesitaba su presencia, tal vez no. Tal vez estaba harto de lo
que le sucedía, de la farsa de familia que llevaba consigo y el cómo ninguno quería
admitirlo, o el cómo su padre intentaba brindarle su confianza cuando había sido una
porquería por largos años. No sabía qué era, realmente no, pero aquella ira enjaulada en su
pecho lo hizo girarse lentamente hacia su hermana y dedicarle una mirada desquiciada.

—Estás muerta. —Simplemente le dijo, algo ronco debido al enojo que cargaba encima. La
adolescente se lo quedó viendo a la vez que Mi-Suk se giraba, indignada al haber oído a su
hijo.36

— ¡JEON JUNGKOOK! ¿Qué rayos sucede contigo? —Jungkook la observó de reojo, pero
no le quitaba la vista de encima a su hermana. — ¡Mírame cuando te hablo! —Finalmente
lo hizo. Madre e hijo intercambiaron miradas. —No sé qué te sucede, pero no quiero que
vuelvas a decirle cosas así a tu hermana, y menos de aquella manera. ¿Me oíste?

Jungkook parpadeó rápidamente por unos segundos, nuevamente viendo a Mi-Suk, la cual
se veía incómoda y asustada mientras se alejaba un poco de su hermano menor. Éste último
comenzó a sentir un fuerte nudo en su garganta, porque se había dado cuenta que había
asustado a su hermana, pero ya estaba cansado de pedir disculpas sin obtener nada bueno a
cambio. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y asintió lentamente ante la última
pregunta de su madre, girándose nuevamente hacia la ventana y acurrucándose, observando
el paisaje y al cuervo que le seguía.

—Ya, ya. No le grites, Mi-Suk. —Su padre intervino. —Y Yi-Seul, no hagas bromas. Le
duele el cuerpo, no ha descansado bien. No quiero que le dirijan la palabra, ¿Me oyeron?

La mujer pareció darse cuenta de lo ruda que había sido en una situación donde claramente
no debía y se giró nuevamente para ver a su hijo, arrepentida. —Lo siento, bebé. —Dijo.
Jungkook no respondió, tan solo dejaba caer sus lágrimas y observaba fijo por la ventana.
Mi-Suk se giró tan solo unos segundos, tomando una manta que tenía por allí antes de
volver a ver a su hijo y acomodársela encima con cuidado. —Intenta descansar, ¿Si? —Fue
lo último que dijo antes de volver a girarse.

El auto quedó en silencio, y Jungkook finalmente se durmió.

— ¿Kookie? Jungkook, llegamos.

Los ojos del adolescente se abrieron lentamente, notando que era de noche. El cielo estaba
nublado y hacía tanto, tanto, tanto frío. Su padre, quien lo había despertado desde fuera de
la puerta del asiento trasero, lo ayudó a bajar con mucho cuidado, aun manteniéndolo
envuelto en la manta, y lo ayudó a entrar a la cabaña. Aquella cabaña que le traía miles de
recuerdos y sensaciones, buenas y malas.

Su madre lo ayudó a caminar desde la puerta principal debido a que Seung volvía al auto
junto a Yi-Seul en busca de los bolsos de todos, que se encontraban en el baúl. Su tía Rose
lo recibió entre sus brazos, intentando aparentar una de sus mejores sonrisas. A Jungkook le
dolió tanto que apenas y pudo devolver aquel dulce y cálido abrazo de parte de una de las
mujeres más gentiles.

—Mira que hermoso que estás, Jungkook. —Dijo, alejándolo de su cuerpo y dejando un
beso en la frente del de azabache, el cual cerró sus ojitos tan solo por esos segunditos.

—Estoy muy golpeado.

—Eso no evita que seas hermoso. —Respondió la mujer, y luego saludó a Mi-Suk.

Jungkook observó a Su-Ho, su tío, el cual le dedicó una ligera sonrisa y también lo
envolvió en un abrazo, diciéndole cuánto le alegraba verlo. Se veía decaído, ojeroso e
incluso había bajado de peso. Tuvieron una pequeña conversación donde ambos se
preguntaban cómo estaban, y donde ambos mentían terriblemente. Sus primos se
encontraban en una punta de la habitación, ambos sentados en un sofá y evadiendo la
mirada de Jungkook, completamente serios. Éste último decidió no saludarlos, por su bien
y el de ellos.

Luego de que Seung y Yi-Seul adentraran los bolsos comenzaron a decidir los cuartos en
los que los niños iban a dormir. Eran cinco, y con dos ya ocupados, Su-Ho sugirió que sus
hijos durmieran en la misma habitación, y que Yi-Sul y Jungkook se quedaran con las otras
dos. Rose anunció la hora de la cena y todos fueron a sus respectivos asientos, sirviéndose
un calentito plato de fideos con salsa.

Llegaba la hora de rezar, Su-Ho y Rose se tomaron de las manos, intentando, de alguna
forma, demostrarse apoyo. El mayor de los hermanos Jeon observó al menor.

— ¿Seung? ¿No vas a comenzar tú?

Seung suspiró y negó, sonriendo sin ganas. —...Ya no. Que alguien comience por mí.

—Honestamente, se veía desinteresado en el tema.

Luego de un incómodo silencio todos cerraron sus ojos y Rose comenzó a rezar, pidiendo
por el bienestar de su familia, por estar yendo por el buen camino, disculpándose por lo que
sea que hizo que su hijo muriera mientras su voz se le quebraba levemente. Jungkook abrió
sus ojos y se mordió el labio inferior, entre culpable e incómodo mientras observaba de
reojo a su tía. No soportaba aquello que ardía en su pecho, que no lo dejaba disfrutar de una
simple cena. Ni siquiera tenía hambre. Llevó su mirada al resto de la familia, y no se
sorprendió tanto al notar que su padre se encontraba observándolo fijamente.
Intercambiaron miradas hasta que Rose finalizó de cerrar, y luego observaron sus platos,
comenzando a cenar.

Todos charlaban entre sí, y los únicos que no hablaban eran Jungkook y Seung. El azabache
entendía el porqué. Sabía que su padre notó lo incómodo que éste se veía ante la mención
de su primo, y probablemente lo sospechaba.

Finalmente terminaron, y todos decidieron irse a sus respectivas habitaciones debido al


cansancio del viaje y bajos ánimos. Minutos después la cabaña estaba en completo silencio,
lo único que se oía era el viento fuera. Hacía un frío infernal. Jungkook se encontraba
buscando en su bolso lleno de ropa su camisa blanca de mangas largas y pantalones
holgados. A pesar de llevar puesta su camisa blanca, suéter bordó, pantalones negros y
kickers, tenía demasiado frío. Honestamente, no podía esperar a vestirse y meterse bajo las
cobijas, calentito.

Bostezó y se dirigió hasta el sofá individual de la esquina de la habitación, intentando no


tropezar debido a que la luz estaba apagada. De todas formas iba a dormir ya. Dejó el bolso
sobre el sofá y se inclinó a cerrarlo. Un reconocible malestar comenzó a formarse en su
estómago y se quedó congelado por unos segundos, intentando descifrar si era real.
Lentamente comenzó a enderezarse y respiró profundamente antes de comenzar a girarse.
Una silueta oscura y más alta que él apareció justo en frente, y pudo apreciar aquellos ojos
celestes con un cuarto de rojo, los cuales le veían fijamente.

Era el diablo. Venía y no a por él, más bien, solo por él.

Intercambiaron significativas miradas antes de que Jungkook intentara tragar el nudo en su


garganta. El rey del inframundo dio otro paso adelante, y tan solo los separa una pequeña
corriente de aire.

—Tae... —Jungkook pudo soltar, aguantando el llanto, tan solo admirando la pieza de arte
que había frente a él.

Taehyung llevó su mano repleta de anillos a la mejilla del azabache y acarició con lentitud
el hematoma que había en ésta, borrando el dolor pero sin poder borrar la marca. Finalizó
por suspirar lentamente, sin dejar de ver fijamente a su pequeño. Éste último notó que,
nuevamente, el pitido había desaparecido.

—He comprobado una duda que habitaba en mí. —Dijo. Jungkook creyó morir al oír su
voz. Probablemente sonaría muy exagerado, pero dos días habían sido dos eternidades. No
podía seguir adelante sin la única persona que lo hacía sentirse vivo, incluso cuando
muchas veces era la razón por la que podría morir. —No puedo pasar mucho tiempo sin
verte. —Confesó, y al azabache comenzaron a caerle lágrimas por las mejillas mientras
sonreía débilmente. Segundos atrás, antes de sentir aquel malestar en su estómago, estaba
teniendo los peores días de su vida, pero el toque, la presencia y las palabras de su esposo
lo cambiaban todo. — ¿Mi niño favorito me extrañó?
Jungkook rio corta y silenciosamente. —Te eché de menos. —Dijo con su voz
completamente entrecortada, aun sonriendo mientras sus lágrimas no paraban de caer y su
barbilla temblaba levemente; Claras señales de que quería llorar con todas sus fuerzas.

El diablo sonrió egocéntricamente, de lado. — ¿Demasiado?

—Demasiado, con todo mi corazoncito.38

Su esposo suelta un silbido antes de acercarse más, rodeando la cintura del más bajo con
sus fuertes brazos envueltos en aquella camisa negra abotonada hasta el cuello que siempre
llevaba. —Eso es mucho. —Susurra, y roza sus labios con los de su niño. —Te necesité
tanto, niño. ¿Te mencioné que el tiempo en el infierno es diferente? Para mí, han pasado
meses sin verte.

—Aquí han pasado dos días, pero se sintieron como años. —Responde Jungkook, y no
entiende porqué, pero su cuerpo comienza a temblar incontrolablemente.

Taehyung nota aquello y guía a su niño a la cama. Sabe lo indefenso que éste se sintió, el
miedo que tenía de ser lastimado nuevamente y la culpa que cargaba al tener que hablar con
la familia del imbécil que mató. A pesar de todo, había sido muy valiente, pero se merecía
un descanso, se merecía alguien que contuviese su llanto y lo llenara de besos.

El diablo creía que Jungkook merecía todo.1

Una vez lo acostó, se sentó a un lado y observó su pequeño cuerpo antes de comenzar a
desnudarlo. Cada prenda que quitaba iba al suelo, y sus manos recorrían la piel dañada de
su niño, curando el dolor de cada golpe. Se encargó de besarle suavemente el abdomen
cuando le quitó el suéter y desabotonó la camisa, de curarle el dolor de costilla y la muñeca
que había estado rota y estaba lentamente mejorando. Finalizó por ponerse sobre él,
tapándolo con su cuerpo y llevando sus suaves besos a su cuello. La fragilidad, dulzura de
éstos, y el calor que emanaban los brazos del diablo envolviendo su cuerpo lo hicieron,
inevitablemente, comenzar a llorar dolorosa y silenciosamente.

Taehyung simplemente lo mantuvo cálido en sus brazos, callándolo con bajos "shh" cerca
de su oreja, dejando unos cuantos besos en ésta, como si fuese un bebé. Era su bebé. Apartó
su rostro del cuello del menor y le dio un suave beso en sus labios antes de volver a
sentarse, tan solo para tomar la ropa de dormir que estaba estirada en la punta de la cama y
comenzar a vestirlo lentamente. Una vez finalizó se acostó a un lado de su esposo e hizo un
movimiento con su mano, provocando que las cobijas llegaran hasta él, tapando los cuerpos
de ambos.7

Jungkook sorbió su pequeña nariz. —Te extrañé tanto. —Dijo.

—Lo sé. —Respondió el diablo luego de atraerlo contra su cuerpo. Llevó su dedo índice y
pulgar al mentón del azabache, alzando su rostro y besando sus labios lenta y
profundamente, con ansias de sentirlo más.2

El rostro del adolescente permanecía quieto debido al agarre en su quijada, pero movía sus
labios, intentando seguir el compás del diablo, y la manera en que su lengua acariciaba la
suya propia. Sentía los cosquilleos en su abdomen, las mariposas revoloteando en éstas ante
lo exquisito que estaba siendo aquel beso. Era como probar la fruta prohibida. Amaba la
manera en la que el ente tomaba iniciativa, posesión. Le daba lo que quería, lo que
necesitaba. Pasan los minutos y sienten que es tiempo de despegarse un poco, incluso
cuando no es lo que quieren. Ambos se observan fijamente luego de unos segundos.

— ¿Qué hiciste el tiempo que no estuve aquí? ¿Fuiste un niño bueno? —Lo último lo
preguntó de manera burlona. No le importaría si su niño de vez en cuando fuese malo, solo
no quería verlo triste.

Jungkook suspira y baja la mirada, avergonzado y haciendo trompita con sus labios
mientras comienza a mirar los dedos de su mano, moviéndolos. Está avergonzado. —
Estuve...de un humor terrible.

Taehyung nuevamente silba, satisfecho. Le hubiese encantado ver eso, ya que siempre veía
a su niño estar triste, o neutro, o pidiendo perdón.

—Debió ser entretenido.

—Pues...le dije a mi hermana que se considere muerta cuando me molestó, y fui


maleducado con mis papás. No respondí a sus preguntas, me la pasé callado y gruñéndole a
todo el mundo. —Dice, y se sonroja.15
Taehyung deja un beso en la mejilla del adolescente. —Ese es mi niño favorito. —Dice, y
sostiene a Jungkook, dejándolo sobre su propio cuerpo mientras bajaba sus manos a las
nalgas del menor, presionándolas. —Te habrás visto tan condenadamente caliente. —Dice
antes de darle un beso casto en los labios y dejar su nariz pegada contra la ruborizada
mejilla del azabache. — ¿Los castrati?

—Ellos no me hablan, están de lutos y saben que tengo algo que ver. —El diablo resopla
ante aquello y parece querer opinar, pero Jungkook decide cambiar el tema rápidamente.

— ¿Qué hiciste tú?

Taehyung invierte las posiciones, dejando a su esposo bano su cuerpo, viéndolo fijamente a
los ojos. —Tuve algunos asuntos de los cuales ocuparme. Más que nada, busqué a la cosa
que quiere lastimarte.1

Jungkook se tensó de inmediato. Le ponía nervioso que haya algo tras él, y tener noticias de
ello.

— ¿Le encontraste?

—Estoy cerca. Es un demonio.22

Jungkook revolotea sus pestañas, completamente sorprendido. ¿Un demonio? ¿Qué quería
un demonio con él? ¿Por qué quería dañarlo y matarlo?

—Oh...oh, vaya.

—Torturé a muchos, y nadie sabe cuál es su nombre. Al parecer, trabaja solo. No habla con
otros, y está en la tierra desde hacer mucho tiempo como para reconocerlo. He ido en busca
de tu amigo.

— ¿Yugyeom? —Su corazón comenzó a latir rapidísimo, temiendo lo peor.

—El otro.

—Jin.

—Lo he estado vigilando. No siento ninguna presencia con él, y si hubo, no ha aparecido
en días.
Jungkook sabía que Taehyung había vigilado a Jin debido a las sospechas del menor, y es
que se veía bastante obvio. ¿Era posible que se haya equivocado? Y si no era así, ¿Por qué
lo haría? ¿Por qué invocaría a un demonio y haría un pacto?

—Tal vez yo estaba equivocado. Es decir... ¿Por qué Jin invocaría a un demonio? —
Decidió decir lo que pensaba. Tal vez Taehyung podría ayudarlo a resolver sus dudas.

—No encuentro una respuesta. Sin embargo, ¿Por qué tú invocarías al rey del inframundo?
—Jungkook se queda en silencio ante aquello. Era verdad. Nadie era lo que aparentaba.

—Como vez, no somos lo que aparentamos.

No pudo evitar reí silenciosamente notar que habían pensado lo mismo. ¿Acaso era el alma
gemela del diablo?16

Aquello lo hizo meterse en una laguna inconclusa: Decisiones o pensamientos sin


respuesta, todos relacionados con su futuro y su esposo.

—Tae...

—Mh. —Estaba muy ocupado comenzando a trazar húmedos besos en la piel del cuello de
su niño favorito.

—Tú, bueno... —Está nervioso. Baja la mirada cuando Taehyung se aleja un poco y lo
observa, intrigado. —...Esto es serio.

— ¿Esto?

—Nosotros. —Taehyung se queda callado, queriendo oír más. —Yo...es decir, tú... ¿Has
pensado en el futuro?

—No pienso en el futuro.

—N-Nuestro futuro. Nosotros dos, juntos.

El diablo nuevamente se acuesta a un lado del adolescente y lo atrae a su pecho, tomándole


la mano la cual llevaba el anillo que le dio, comenzando a besarle los nudillos.
—No lo he pensado, pero supongo que te he dicho un poco de él cuando te di mi anillo. —
Dice. El menor alza la mirada, y ambos se observan fijamente. —"Serás mío por siempre.
Nadie se atreverá a tocarte, a menospreciarte ante mi presencia, hasta los siglos de los
siglos." —No evita sonreír de lado. —Amén. —Se burla.50

Jungkook ríe bajo y dulcemente, con un brillito en sus enormes ojos verdes. —Lo
recuerdas.

—Por supuesto. Es el día que declaré tu trono junto al mío.

Aquello lo hizo cohibirse un poco, y tal vez se asustó. Era extraño, extraño y muy en serio
el tener un trono en el mismísimo infierno. No podía arrepentirse, no había vuelta atrás.

— ¿Asustado, niño favorito?8

—No. Yo... ¿Tendré que ir al infierno para estar contigo?

—No. Solo irás al infierno cuando tú quieras. De hecho, ya puedes.55

Jungkook asiente lentamente, pero segundos después se da cuenta de lo que su esposo dijo
y se lo queda observando, quieto.

—... ¿Qué?

—Como oíste.

¿Acaso...podía ir al infierno y regresar? ¿Sin morir? ¿Al verdadero infierno? Los nervios
comenzaron a instalarse en su estómago, y la curiosidad crecía en su pecho.

—Si voy... —Hablaba con cuidado debido a que estaba pensando en consecuencias. —...
¿Podría regresar?

—Por supuesto, no estás muerto.

—Oh. —Se queda callado mientras observa como Taehyung le besa la palma de la mano.
— ¿Lo permitirías? Quiero decir... ¿Permitirías que vaya?

El diablo deja de hacer lo suyo y ve fijamente a Jungkook. Luce intimidante y hasta da un


poco de miedo. Tal vez sea porque la respuesta que dará no es lo que realmente quiere
decir. —Jamás lo prohibiría, pero no me parece buena idea. Hay mucha pureza e inocencia
en ti, ver eso podría afectarte, aún más sabiendo que gente que conociste está allí, o que tu
inservible progenitor lo estuvo por un tiempo. Siento que la culpa te carcomería.

La culpa ya me está carcomiendo. —Quiero ir. —Responde, decidido. En parte, lo


merezco. Merezco más culpa.24

Ambos se observan fijamente a los ojos por unos largos segundos. Jungkook sabe que no es
lo que Taehyuy quiere realmente, pero también sabe que una parte de él no se lo negaría.

—Vístete.28

Ambos se levantan de la cama. Jungkook básicamente corre a vestirse mientras Taehyung


le da la espalda, observando por el ventanal que había en aquella habitación y daba a aquel
patio trasero en donde había visto a su niño hace mucho tiempo.

—Toma otra prenda de ropa. —Le dice a su esposo, el cual ya ha terminado de vestirse con
la ropa que anteriormente llevaba puesta.

Jungkook acomoda su cabello antes de observar alrededor. — ¿Cualquiera? —Taehyung,


aún de espaldas, asiente. El azabache se gira y busca en su bolso con ropa cualquier cosa.
Encuentra un calcetín. —Uhm, ¿Literalmente cualquier cosa? —Se gira nuevamente, y su
respiración se detiene cuando nota que su esposo no estaba allí. Frunce un poco el ceño y
da unos pasos al frente, aún con el calcetín en su mano. — ¿Taehyung? Tae... —El malestar
sigue en su estómago. El diablo estaba allí. Se giró nuevamente y se sobresaltó al chocar
con el cuerpo de éste, llevando su mano libre a su propio pecho ante el susto. —Me
asustaste.

—El calcetín servirá. —Taehyung responde, como si nada.

— ¿Por qué te fuiste? —Jungkook baja la mirada por instinto, y nota que el diablo trae un
cuchillo en su mano izquierda. Jungkook se tensó de inmediato. No creía que Taehyung le
hiciese daño pero, ¿Le harían daño a alguien más? — ¿P-Por qué traes eso?

—No es tan fácil como crees, tienes que mezclar tu sangre con la mía. —Jungkook se le
queda viendo fijo, algo dudoso. —Me parece una gran idea si nos quedamos.18
Segundos después, una vez más, el azabache vuelve a negarse a aquella propuesta. —No,
quiero ir.

Nuevamente intercambian miradas en silencio antes que Taehyung le tienda su mano.


Jungkook tuvo un pequeño recuerdo en el cual tomaba la mano del diablo y danzaban a la
luz de la luna roja. —Sígueme. —Dice luego de que Jungkook toma su mano, y ambos
comienzan a caminar.

El ente se dirige por la casa como si la conociera, y Jungkook supuso que era debido a que
había inspeccionado si alguien se encontraba despierto. Fue entonces que llegaron al final
de las escaleras, pero se detuvieron allí. Taehyung se puso frente a Jungkook y desabotonó
una de las mangas de su camisa, levantándola y dejando visible parte de su brazo con
tatuajes. Con el cuchillo, sin siquiera dudar ni un segundo, cortó un poco de su brazo.

—Taehyung...

—Tienes que cortarte. —Dice al terminar, y toma el brazo de Jungkook con cuidado,
viéndolo fijamente. —No dejes de verme fijo. —Jungkook asiente y obedece. Puede sentir
el filo cortando parte de piel de su brazo, y puede sentir la sangre saliendo, pero no siente
dolor. —Va a arderte cuando dejes de verme.3

Jungkook lo hace de inmediato, sin siquiera asimilarlo. El ardor comienza a picar


dolorosamente en su brazo y hace una leve mueca, pero lo aguanta. Debe hacerlo.
Taehyung, aún sin soltar el brazo de su niño, pega el corte que éste lleva en su brazo con el
corte que él mismo tiene en su brazo, combinando las sangres. El diablo dice unas palabras
en un idioma inentendible, suenas suaves pero perturbadoras, y sus ojos lentamente se van
volviendo más oscuros, bordos.

Finalmente se calla y aleja su brazo, quitándole el calcetín a su niño y poniéndose detrás de


éste, cubriéndole los ojos con la prenda. —Vas a comenzar a bajar la escalera lentamente.
Son tan solo doce, y a partir del seis voy a tomar tu mano, así que extiéndela. —Dice,
tomando una de las manos del adolescente para acomodarla en la baranda de la escalera, y
estirando el otro brazo para poder tomarlo. Se aleja y baja las escaleras, posicionándose en
el sexto escalón. —No te asustes por lo que sea que sientas, y una vez estemos allí, no te
separes de mí. ¿Entendido?19
—Entendido. —Repite.

—Ese es mi niño. —El diablo halaga mientras se baja la manga de la camisa, abotonándola
nuevamente. —Comienza.

Jungkook toma una profunda y temblorosa respiración antes de comenzar a bajar


lentamente. Cada vez que baja un escalón, Taehyung dice algo en aquel inentendible
idioma, se oye como si estuviese contando de la manera más terrorífica que oyó en su vida.
Sus manos comienzan a temblar y pierde la cuenta, pero sabe que ha llegado al último
escalón debido a que el diablo lo sostiene de la mano.

Ambos continúan bajando, y Jungkook retoma la cuenta, ignorando lo que Taehyung


continúa murmurando. Comienza a sentir cosquilleos en su abdomen cuando nota que ya
han pasado los doce escalones, y siguen bajando, y bajando.1

Fue extraño.

Al principio sentía como si una pared de fuego estuviese a centímetros de él y el calor


apenas lo dejara respirar, luego comenzó a oír silbidos y voces que cada vez se volvían más
fuertes, insoportables. El pitido iba aumentando lentamente en ambos oídos hasta solo oír
aquello, y finalmente el silencio llegó. Comenzó a sentir frío, y seis escalones después
finalmente se detuvieron. Tan solo se oía su entrecortada respiración.

Un fuerte "¡PIIII!" hizo que diera un salto en su lugar, seguido de algo que sonaba a
puertas pesadas de hierro puro abriéndose. Siente al diablo soltar su mano y traga saliva con
fuerza mientras la venda es retirada.

Parpadea unos segundos y observa algo de lo que ya anteriormente había oído, pero verlo
era completamente diferente. La habitación era algo angosta y bastante larga,
completamente blanca y con luces que parpadeaban un poco. Lucía como un hospital. Una
larga fila de costado hasta el final de la habitación, gente de cualquier edad, incluso niños
de más de ocho años, pálidos, podridos y neutros, con la vista fija al frente y avanzando tan
solo un paso. Se oía una risa macabra a lo lejos.4

—Hemos llegado justo para ver cómo avanza la fila. —Dice Taehyung entretenido, ya a un
lado de Jungkook. Ambos se ven, el diablo continúa con sus ojos rojos y pupilas muy
dilatadas. Da miedo pero, sin embargo, le dirige una encantadora sonrisa a su esposo. —
Bienvenido al infierno.29

Su... ¿Segundo hogar?

xɪx: "ʜᴏɢᴀʀ, ᴀɢʀɪᴅᴜʟᴄᴇ ʜᴏɢᴀʀ"

Aquel frío lugar, la falta de vida y la notable crueldad lo hicieron tener más de dos
escalofríos en menos de cinco segundos. Sin poder evitarlo se acercó más a Taehyung,
tomándolo del brazo.1

-No hay nada que temer. -Dijo el diablo. -En parte, éste es tu hogar. -Y comenzó a caminar
con su niño sosteniéndose de su brazo.4

Pasaba con la cabeza en alto entre todas aquellas personas formadas, recibiendo silencio y
ninguna mirada, respeto al ser el rey de todo aquel lugar. Jungkook evitó observar a algunas
personas que golpeaban su cabeza contra la pared, fuera de sí. ¿Hace cuánto estaban allí,
tan solo de pie, esperando por algo peor? Muchos de ellos parecían estar pudriéndose, con
sus pieles cayendo de sus cuerpos.

Había un hombre a unos metros, al principio de toda aquella fila. Mientras el azabache
caminaba y observaba alrededor, podía oír la grave voz de aquel hombre hacer comentarios
completamente sarcásticos y crueles. "¿Alguno tiene sed?" "¿No creen que se están
tardando mucho? ¿Qué dicen si aplaudimos?"
-Azazel. -Dijo Taehyung cuando llegaron al principio de la fila, y Jungkook intentó no
sorprenderse ante lo escalofriante que sonó su voz; Autoritaria, demandante, demasiado fría
y seca.

El pálido hombre de unos cuarenta años, el cual dejó de reír de inmediato y se giró hacia el
diablo, haciendo visibles sus ojos completamente negros, comenzaba a verse asustado e
incluso débil.

- ¿Sí, mi rey? -Respondió, y de reojo observó al adolescente que se encontraba a un lado


del rey del inframundo, abrazándose al brazo de éste.

Taehyung se mantenía inexpresivo y hablaba con decisión. -Quiero que te inclines. -Dijo.
El demonio de inmediato lo hizo, poniéndose frente a su rey. -Inclínate ante tu nuevo
príncipe.43

El demonio alza la mirada, confundido al principio, pero de inmediato se arrastró frente al


adolescente, inclinándose ante él. -Mi príncipe.

Jungkook observaba al demonio inclinado a sus pies con sus ojos verdes más abiertos de lo
normal. Le parecía extraño, porque una de esas cosas era su pesadilla, una de esas cosas lo
seguía e intentaba matar. Le parecía extraña la situación, irreal pero, maldita sea, que sí era
real. Que un demonio le estaba haciendo una reverencia y lo había llamado "Príncipe".

-Hola... -Dijo, y se sintió estúpido.19

Taehyung rodó los ojos sin que nadie lo viese. -De pie. -Ordenó. El demonio lo hizo de
inmediato y retrocedió unos pasos. -Él vendrá aquí cuando se le antoje, y espero por el bien
de todos que se le trate como lo merece, o tendrán el doble de sufrimiento. -Dice mientras
ve a todas las personas formadas, las cuales lentamente pasaban de ser muertos vivientes a
muertos vivientes hiperactivos, con obvios nervios ante la presencia del rey del inframundo.
- ¿Capiche?4

-Por supuesto, majestad.

Taehyung mueve su brazo, extendiéndolo hacia Jungkook, el cual toma al diablo de la


muñeca con ambas manos, distraído al estar viendo alrededor. -Sigue con tu trabajo. -Le
dice a su sirviente, y da unos pasos más, abriendo una puerta que hay a un costado del largo
y algo estrecho cuarto. Es alta, de hierro y suena pesada cuando Taehyung la abre sin hacer
ni un poquito de fuerza. Guía al adolescente para que pase primero, y luego se adentra él,
cerrando detrás.

Ambos quedan en silencio, Jungkook parpadea debido a que la luz ha bajado aún más.
Pareciese como si estuviese metido en un largo pasillo de pura tierra, con alguna que otra
antorcha iluminando a lo largo. Se oían lamentos a lo lejos, llantos. Taehyung se puso
frente a él, y ambos se miraron fijamente para confirmar que el menor se encontraba en
buen estado. Le dio un asentimiento a su esposo, y el rey del inframundo lo tomó de la
muñeca antes de comenzar a avanzar.1

Jungkook descubrió que aquel pasillo tenía muchas esquinas que llevaban a más pasillos
con más esquinas. Vio algunas puertas, y supuso que dentro había gente encerrada, porque
muchos rogaban por salir. Un nudo se le iba formando lentamente en la garganta. ¿Eso
habrá pasado su padre? ¿Su primo? ¿Park Jimin? ¿Habría sido peor? Porque estaba
comenzando a notar que nada era mejor en aquel lugar.8

No le salía la voz, no quería decir ni una palabra, incluso cuando se estaba muriendo de
curiosidad. ¿A dónde lo guiaba Taehyung?

En el final del pasillo, otra puerta se hizo presente, una igual a la anterior. El ente la abrió e
incitó al adolescente a que pasara primero, el cual lo hizo. Le temblaban las manos.

Aquel cuarto era enorme, redondo, con paredes muy altas, al igual que el techo altísimo,
todo gris. Había enormes puertas dobles de hierro por doquier, el suelo era liso, y en medio
de todo éste cuarto, unas elegantes escaleras negras guiaban a un lugar en el subsuelo.

La mano repleta de anillos fue hacia la espalda baja del menor, guiándolo con suavidad
hacia las escaleras.

- ¿Qué son todas esas puertas? -Dijo, mirando alrededor. Se alegró de que su voz hubiese
salido.

-Diferentes rincones del infierno. -Simplemente respondió, y ambos comenzaron a


descender por las escaleras.2
Eran en forma de caracol, y a simple vista lucían larguísimas. Sin embargo, no tardaron
tanto en llegar a una enorme puerta. Lucía igual que las demás, solo que bañada en oro.
Taehyung aleja su mano de la espalda del más bajo antes de abrir la puerta con ambas
manos y hacerse a un lado para que Jungkook se adentrara primero, cosa que hizo.

Decir que quedó maravillado era poco. El lugar era amplio, alto y muy elegante. El pisos
color marfil brillaba, las paredes eran de un bordó oscuro. Había una gran chimenea, la cual
estaba prendida. Tan solo una pared estaba ocupada hasta arriba de todo con libros,
cuadernos, cosas que lucían completamente importantes. En medio del cuarto había un
pequeño escalón que llevaba a un pequeño piso más alto, redondo. En medio de éste habían
dos tronos: Uno con un respaldo inmenso, negro y otro más pequeño a un lado, del mismo
color. La habitación está iluminada por algunas velas en pequeños candelabros de las
paredes, también en uno bastante grande en el techo y, debido a la lejanía, mantenía una luz
tenue, suave. Perfecta.16

Más a un costado había un escritorio con un asiento bordó de un respaldo bastante alto,
también. Sobre el escritorio habían papeles bien ordenados, excepto dos y una carpeta que
estaba sobre todo.

-...Wow. -Simplemente puede decir. Taehyung, que lo estaba observando desde que se
adentraron a la habitación, sonríe lentamente de lado. Jamás había tenido intriga de ver a
alguien emocionarse por el infierno, por su lugar en específico, donde dirigía todo. Sin
embargo, allí estaba. -Esto...es muy lindo. -Admiró todos los libros en los estantes de la
enorme biblioteca que ocupaba una pared. - ¿Los has leído todos?

-No son solamente libros, hay libros de otros universos, y archivos con contratos de
personas importantes. -Dijo, comenzando a caminar hacia su escritorio. Ya podía apartarse
de Jungkook y todo debido a que estaban en una zona segura y tranquila para el
adolescente8

-Wow... ¿En serio hay otros universos?

-Sí. Mundos paralelos, también. Lo descubrirán en un futuro cercano, probablemente estés


para verlo. -Lo que Jungkook sintió después de eso fue emoción, y escalofríos. Estando con
el diablo no recordaba que podría morir. Luego de que el diablo terminara de echarle un
vistazo a uno de los papeles de su escritorio, se acercó al más bajo y le tendió su mano. -
¿Le apetecería al príncipe sentarse en su trono?9

Jungkook revolotea sus pestañas con rapidez por un segundo, sorprendido y volviendo a ver
hacia los tronos. Sí, había visto los dos pero, por algún motivo, no se le cruzó por la cabeza
que uno sea suyo.

-En serio tengo un trono... -Dijo, sin creerlo y aceptando la mano del diablo, el cual de
inmediato lo guió en aquella dirección. Subieron aquel pequeño escalón, y ayudó a su niño
a sentarse. Éste último a simple vista pensó que sentarse en uno sería demasiado incómodo,
pero hasta parecía acolchonado sin serlo. Era extraño. No pudo evitar sonreír un poquito. -
Esto...no es como lo imaginaba.

Taehyung finaliza de acomodarse en su trono, viéndolo fijamente. - ¿No? ¿Qué


imaginabas?

-Bueno, no recientemente, pero antes de conocerte imaginaba al infierno...a ti,


completamente diferentes. -Taehyung continúa observándolo fijo, esperando a que
continuara expresándose. -Pues te imaginaba a ti, tú sabes... -Se mueve sobre su trono,
comenzando a sonrojarse y muy avergonzado, dejando de ver al rey del inframundo. -
...como una especie de monstruo rojo, con bigotes, cola, cuernos y un tridente. -Taehyung
niega lentamente, con una pequeña sonrisa ladina. -Lo siento.10

-No, es gracioso. Es completamente diferente.

-Bueno, sí. Tú...eres muy bonito. -Dice, sonrojado. Taehyung lo observa.

-Lo soy. -Dice, inexpresivo. -Y también lo eres tú.

El azabache baja la mirada, negando lentamente. -Gracias. -Dice bajito.

-No deberías de agradecer lo que no se siente. -Taehyung responde. Jungkook alza la


mirada de inmediato y ambos se ven fijamente. -Está bien no sentirse hermoso, yo
provoqué eso el día que le di "El fruto prohibido" a Eva.

El menor parpadea con rapidez, sorprendido. - ¿Eso realmente sucedió? -Taehyung asiente
con lentitud. - ¿Eras una serpiente?
El ceño del diablo comienza a fruncirse, y se permite unos segundos para asimilar lo que su
esposo acababa de decir. -Creo que debería de leer la biblia, así al menos no me
sorprenderé tanto cuando me cuentas estas cosas.33

-Lo siento, Tae. -Se disculpó. Esperaba no haberlo ofendido.

-No era una serpiente. -Dice, poniéndose de pie y bajando el pequeño escalón, yendo hacia
su escritorio. -Era yo, tal y como soy ahora. Las serpientes no hablan. -Lo dice en un tono
tan obvio que Jungkook no evita llevar una mano a sus labios, silenciando una carcajada. -
Yo tan solo persuadí, manipulé.

Jungkook asiente lentamente, aunque no lo comprende. Es decir: La biblia decía que el


diablo era malo, que el diablo lo había hecho porque así era, porque así le gustaba ser.
Decía que hacía todo el mal del mundo, y muchas veces era torpe, no pensaba realmente.1

Sin embargo, Taehyung era completamente lo opuesto. Era hermoso, era perfecto ante sus
ojos. Sí, le gustaba el mal, y sí, le gustaba dirigir el infierno; Jungkook lo había visto en
aquella sonrisa con la cual le dio la bienvenida a aquel lugar.

Pero lucía inteligente, calculador, sabía cuando atacar y cuando no. Lucifer, Satanás, Satán,
y su nombre era Taehyung. Su imagen había sido cruelmente arruinada, y no sabía si se lo
merecía, o si no. Todo debido a que el diablo jamás lo había dañado intencionalmente.7

O tal vez sí, pero hace ya un tiempo.

Alzó la mirada, y noto como Taehyung le veía fijamente. Ya no se sobresaltaba tanto,


aunque le daban escalofríos cuando éste tenía los ojos completamente bordó, justo como
ahora.1

-Hay un motivo por el cual soy bonito, como tú dices. -Comienza, dejando los papeles que
anteriormente había tomado del escritorio, nuevamente en éste y caminando hacia el
pequeño escalón. -Era un arcángel, lo sigo siendo. Antes era el favorito de Dios, y me hizo
hermoso. Es por eso que me sorprende tanto que los religiosos crean que soy un chiflado,
de piel roja y feo: Ellos saben quién fui, y quién sigo siendo.
Jungkook suspira mientras el diablo, ya habiendo subido el escalón, se posiciona frente a él
y apoya sus manos en los apoya-brazos del trono del menor, inclinándose un poco para
quedar cerca de éste.

-Es que...a veces la gente inventa cosas. Tal vez antes la religión era honesta, y se podía
apreciar. Últimamente la he sentido como una mentira, como si ya no supiese qué creer.2

- ¿Te estás volviendo...satánico? -Bromea. Jungkook no evita reír bajo, alzando la mirada
para verlo. Ambos rozan sus narices. -No será en tanto tiempo cuando una multitud de
personas en diferentes mundos dejen de creer en Dios gracias a las mentiras de la iglesia.
Eso es lo que yo intenté demostrarle antes de que me arrojara del cielo: "No confíes en
todos, no siempre serán honestos. Y no todos los humanos serán perfectos. Van a manchar
tu nombre". No me escuchó, y aplicó éste castigo en mí. -Sonríe de lado. -Me dio un lugar,
un nombre, y me difamó. Pero, ¿Adivina qué? -Se aparta tan solo unos pequeños
centímetros para ver fijamente los preciosos ojos verdes de su esposo. -Aun así me temen.2

Jungkook relame sus labios. -Yo no te temo. ¿Eso está mal?

Taehyung borra tan solo un poco su sonrisa, viéndolo fijamente a los ojos, nuevamente
inexpresivo. -No. -Tan solo dice, y se inclina más, tomando con sus labios los de su niño en
un lento y profundo beso.

Jungkook saboreó la boca del diablo, tembló ante el toque de sus lenguas acariciándose y
de sus respiraciones mezclándose. Taehyung le envolvió la cintura con sus brazos,
poniéndolo de pie y dejándolo de puntitas. El beso continuó, intensificándose cada vez más.
Los brazos del menor rodearon el cuello del ente para tener más comodidad, y estaban
dispuestos en llegar a más justo allí, en el despacho del diablo, en el infierno.

Sin embargo, Jungkook tenía una duda la cual no dejaba de rondar por su cabecita.

Se separó del beso. -Tae... -Llamó, y el nombrado le robó otro suave beso. - ¿Recuerdas
que estaba hablándote sobre nuestro futuro?

-Sí.
-Y tú dijiste "Por los siglos de los siglos", "Hasta el final de los tiempos". -Se encuentra
embobado, intentando formular bien las palabras debido a que el diablo no deja de robarle
besos suaves.

-Mh.

-Pero yo...soy humano. Voy a crecer, envejecer, morir. -Dice. Taehyung detiene sus besos,
y ambos abren los ojos, viéndose fijamente, inexpresivos. El ente puede oler el miedo en su
niño favorito. -Y eso significa que no habrá ningún "Para siempre".15

El agarre se reafirma en su cintura, y las pupilas del rey del inframundo lucen más
dilatadas. -No digas eso. -Dice.

Jungkook se lamenta, se le rompe el corazón. Con timidez y mucho cuidado desliza sus
brazos fuera del cuello de su esposo, y sus delicadas manos van al rostro del mayor,
acariciándolo.1

-Lo siento, pero es la verdad. -Susurra. Su voz se entrecorta un poco. El pecho comienza a
dolerle. -Sabes que a mi lado nada es bueno, ¿Verdad?5

-Jungkook, ¿En serio le estás diciendo eso al diablo? -El nombrado no evita sonreír sin
ganas. Taehyung suspira, acercándolo más al punto en que los torsos de ambos están juntos.
- ¿Cómo puede mi niño favorito creer algo así?

-He llegado a la conclusión de que no tengo un final feliz.

-Nadie lo tiene. Todos mueren, todos se despiden. -Responde. No es lo que el niño quiere
oír, pero de todas formas asiente lentamente, aceptando aquellas duras palabras. -Pero no
tú. Tú vas a ser malditamente feliz conmigo.14

- ¿Cómo?

-Si hubiese una manera de vivir para siempre, ¿Lo harías? -Jungkook nuevamente alza la
mirada, algo sorprendido. -De estar conmigo, por los siglos de los siglos.

-Sí.
-No creo que lo estés pensando. -Rápidamente responde el diablo, y es duro meterse el
egoísmo por el culo, solo por tener a alguien en quién pensar. -Vivir por siempre
implicaría...todo. Todos los que conozcas van a morir, y tú seguirás con la misma edad.
Van a notarlo, y probablemente tengas que alejarte. Todas las personas que conozcas en
todos los años que vivas, van a morir. Desearía no tener que decírtelo, pero tienes que
pensarlo adecuadamente.11

Jungkook suspira, cerrando sus ojitos por un par de segundos. Sentía que su cabeza iba a
estallar. Nuevamente los abrió, viendo fijamente a su esposo y asintiendo lentamente.

-Lo pensaré.

Taehyung sonríe lentamente de lado. -Ese es mi niño favorito. Vamos, hora de volver a tu
verdadero hogar.

xx: "ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇꜱᴀ ᴅᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ"

Una preciosa mañana en Surrey, Inglaterra, con el cielo celeste formado con bonitas nubes
y el radiante sol creando el más hermoso paisaje, en un banco de un parque vacío se
encontraba aquel adolescente, no más de diecinueve años, con cabello rubio, ojos celestes,
pálido y muy, muy neutro. Traía ropa normal, excepto por su camiseta, que tenía un logo de
alguna tienda barata del lugar. Observaba todo con total tranquilidad, disfrutaba del cantar
de los pajaritos y de la preciosa vista.

— ¿Esto es lo que haces? —Aquel adolescente alzó la mirada lentamente para encontrarse
con el mismísimo diablo a un lado de aquel banco. — ¿Meterte en tus ilusos recipientes?
Digno de ti usarlos.
Taehyung. El arcángel más precioso, el más realista y pecador. El gran error. El diablo. Ni
siquiera lo miraba, también observaba el paisaje, pero más acostumbrado a verlo, y estaba
bien, ya que el rey del inframundo llevaba bastante tiempo en la tierra, vigilando a cierto
niño de cabello azabache.

—Quiero que sepas que Lee Felix estuvo totalmente de acuerdo con permitirme
hospedarme en su cuerpo, y tendrá lo que merece. —Dice el rubio. Su voz es suave, no hay
maldad, ni bondad. Solo es tranquila, pero neutra.13

Taehyung finalmente lo observa. —Estoy de acuerdo. Todos deberían de tener lo que se


merecen.

El ceño del tal Felix se frunce levemente y ladea tan solo un poco su cabeza. — ¿Puedo
preguntar desde cuándo te importa que la gente obtenga lo que merece, si es que te refieres
en algún sentido positivo?

—No se trata acerca de ningún sentido positivo, es sobre el sentido común. Los buenos
deberían de obtener lo bueno, y los imbéciles deberían de obtener la mierda.7

— ¿Incluso si te gustaría que los buenos tuviesen lo malo, también?

Taehyung rió seco mientras le sonreía de lado, arrogante. —Tú eres el imbécil mayor.

—Dice.

Nunca le ha tenido miedo. Siempre lo había enfrentado, porque no podía matarlo. No podía.
El diablo vuelve la mirada al frente y suspira, lentamente poniéndose serio al estar
sumergiéndose en sus pensamientos.

— ¿Qué crees que debería de suceder? —Dice el adolescente de ojos color mar, volviendo
la vista al frente.

El silencio reina en el lugar por unos segundos. —Jungkook merece ser feliz, y sé que es
difícil de entenderlo, pero lo es conmigo. —Dice. Y se oye tan simple, pero no lo es.10

Más aún cuando sabe que el idiota que está dentro del cuerpo del tal Lee Felix lo sabe todo,
y no piensa decírselo.8
— ¿Y tú? —Observa al diablo. — ¿Eres feliz con Jungkook?

Taehyung observa fijamente los ojos de aquel adolescente y lentamente comienza a fruncir
el ceño antes de decir: —No me vengas con esas estupideces de telenovela. —El tal Felix
ve al frente y ríe silenciosamente. — ¿Desde cuanto preguntas por mi felicidad?

—No me importa. —Rápidamente contesta. —Solo quería saber si eres tú siendo egoísta, o
eres tú realmente preocupado por un humano.

Taehyung ríe secamente, alzando un poco las cejas. — ¿Crees que todos los que habitan
esta tierra piensan en los demás? La mayoría piensan en sí mismos. —Se defiende. Sí, era
egoísta, muchas veces. ¿Quién no lo era? Nuevamente el silencio reina por unos pocos
segundos. —Me importa su futuro. Su futuro es conmigo, tú y yo lo sabemos.

—No. No lo sabes.14

Taehyung comienza a sentir el enojo crecer en su pecho. ¿Este era Dios refregando en su
cara la falta de conocimiento? ¿Siendo egocéntrico? ¿O solo le estaba diciendo la verdad?
El diablo lo mira, sus ojos se han oscurecido un poco y abierto más. Respira hondo, y un
gran viento provoca que las nubes comiencen a aparecer de a poco, tapando el sol.19

—Quiero que viva por siempre, conmigo. —Dice, más bajo, manteniendo su tono
tranquilo. —Y estoy en busca de una manera.

— ¿Es por eso que estás aquí? —El rubio frunce un poco su ceño. — ¿Crees que yo puedo
darte la manera? —El diablo se mantiene en silencio, tan solo viéndolo. Sí, así era, pero no
lo diría en voz alta. El adolescente se acomoda en el banco. —Amo mi creación.

—Taehyung gira sus ojos ante aquello, y éstos se vuelven un poco más claros. —Pero
seamos claros: Él te eligió a ti.17

—Y ambos sabíamos que pasaría, porque tú pretendías no escucharlo.

—Porque tú te metiste en mi camino. —Corrige de manera suave el creador de todo,


nuevamente viendo al diablo, el cual nuevamente tiene los ojos oscuros. —Taehyung... —
Niega lentamente y, con paciencia, se pone de pie. —Tal vez, si no te hubieses entrometido,
lo hubiese salvado, de todo esto. No malinterpretes mis palabras, pero fue a causa de tu
egoísmo el que él esté de esta manera.26

¿Había manera de no malinterpretar aquello?8

—Era inevitable no entrometerme, tú jamás hiciste algo para que no me invocara. Yo


respondo cuando llaman, ¿Podrías tu decir lo mismo? ¿Qué pasó con "Libre albedrío"?
¿Nos lo metemos por el culo, padre? —Preguntó al final de manera sarcástica, poniéndose
frente al rubio, el cual negó.7

—Por supuesto que no. Jungkook tuvo, tiene, y siempre tendrá su libre albedrío, y lo que él
decida hacer con éste, tú no lo sabrás.

—No te preocupes. —El diablo finge estar desinteresado, viendo hacia otro lado. —Voy a
conseguirlo, quieras tú o no.

— ¿Si? ¿Por qué? ¿Porque lo amas? —La mirada de Taehyung va fijamente a los ojos de
aquel recipiente en el que Dios se refugiaba.

—Cierra.la.boca.5

— ¿No puedes amarlo? ¿O no quieres?

— ¡No es de tu maldito asunto lo que yo haga! —Alza su voz, y el banco en donde


anteriormente Dios reposaba y admiraba la vista arde en llamas. Ninguno parece inmutarse
por aquello.

—Tienes que entender que tampoco es tu asunto lo que él decida hacer. —Dice el
adolescente luego de unos segundos. —Te duela o no, Jungkook decidirá su propio destino.
Podrás ser dueño de su corazón, pero no de su vida.13

Taehyung se aparta lentamente. Las llamas se reflejan en sus ojos bordó. —No soy ni
pretendo ser el dueño de su vida. Pretendo darle lo que quiere, y voy a hacerlo. Con o sin tu
ayuda. —Y en un parpadeo, ya no está.

Las llamas se apagan lentamente, el banco queda hecho cenizas, y Dios alza su vista al
cielo antes de cerrar sus ojos y soltar un gran suspiro.
Porque lo que esperaba para aquel humano que creyó no ser oído era un gran drama, peso
en los hombros.

Un trabajo. Una oportunidad.

La única para poder estar junto al amor de su vida.32

Aquella noche Taehyung llevo al niño de vuelta a aquella cabaña de su infancia, de la


misma manera. Le desató el calcetín de los ojos, lo acompañó a su cuarto, lo ayudó a
vestirse con su ropa de dormir y se acostó a un lado. Hablaron por el resto de la noche,
compartiendo besos y caricias.

Taehyung le contó historias entretenidas acerca de gente a la que había conocido en siglos
pasados, le confirmó dudas de creencias que los mundanos tenían, y luego informó a
Jungkook sobre más funciones en el infierno.

En sí, el infierno no era un lugar, pero también tenía muchos lugares. Todas las puertas que
Jungkook había visto antes de bajar las escaleras que llevaban al despacho del diablo eran
diferentes áreas, que incluso llevaban a otras. Estaba "La fosa de las almas", y era como un
mar de fuego donde las almas de las personas nadaban, quemándose una y otra vez, por el
resto de la eternidad.5

Otra de las puertas trataba sobre un salón donde un demonio en específico usaba miles de
bonitos escenarios que había en la mente de las personas para torturar, volviendo todo
bastante perturbador.

También estaba esta parte del infierno que se hacía llamar "La nada misma". No era
exactamente la nada, pero se basaba en un lugar oscuro, con relámpagos cada cinco
segundos. Habían unos fierros enormes que se sostenían de quién sabe qué, cruzados. Los
demonios colgaban con ganchos enormes desde la piel a las personas, y las dejaban allí. Por
más que éstas intentaran hablar, no serían escuchados por los demás, ni podrían
comunicarse entre ellos.2

La última que Taehyung le había contado era "Pesadillas". Básicamente, un cuarto que te
lleva a tu peor pesadilla, volviéndola repetitiva por el resto de la eternidad.1

Y había miles de otras secciones, pero Jungkook prefirió no oír más. Los besos regresaron,
y el azabache no pudo evitar aferrarse más al rey del inframundo, el cual lo cubrió con su
cuerpo. Sus lenguas se encontraron, se acariciaron y minutos después sus cuerpos estaban
frotándose entre sí.

—Tae... —Suspiró y ladeó su rostro cuando el diablo comenzó a repartir húmedos besos
por la piel de su cuello. —Q—Quiero...

—Te doy lo que quieras.12

Un sonidito escapó de la boca del menor ante las succiones que le brindaba su esposo en el
cuello, y una sonrisita comenzó a crecer en sus labios por lo que éste le había dicho.

—Una casa, lejos. —Comenzó. —Ambos.

—Desnúdate. —Ordenó el diablo. El niño lo observó por unos segundos mientras sentía el
rubor hacerse presente en sus mejillas antes de llevar sus manos al borde de su camiseta,
levantándola hasta quitarla por su cabeza, despeinando su cabello. — ¿Qué más?7

—Que nadie nos persiga. —Sentía la mirada del diablo en su cuerpo, las caricias en su
cintura, el frío de sus anillos. —Quiero poder brindarte todo lo que nunca nadie te brindó,
darte todo el amor que mereces. —Taehyung detuvo sus caricias y alzó la mirada,
observado fijamente los enormes y verdes ojos de su esposo. ¿Realmente había dicho
aquello? ¿Realmente lo amaba tanto? ¿Realmente creía que una cosa como él merecía su
amor? —Y será grande. Será el amor más grande que alguna vez alguien haya sentido.

—Baja la mirada, con vergüenza. —N—No hay nadie que sienta lo que yo siento por ti,
Tae.41
Los brazos de Taehyung rodean mejor la cintura del niño, y se ha quedado sin habla. Es la
primera vez en mucho tiempo que no sabe qué decir, pero no es la primera vez el no saber
cómo actuar.2

Sigue sus instintos. Una lenta y ladina sonrisa se forma en sus labios, y se inclina para besar
los labios del niño con demasiado afecto, sentimiento y profundidad. Le come la boca,
esperando que el mundano pudiese entender todo lo que pasaba por la cabeza del arcángel,
aunque probablemente no sería así.

Terminaron de desvestirse entre besos, y con las mantas cubriéndolos debido a que el rey
del inframundo no quería a su esposo enfermo, se acomodó entre las piernas de éste y
adentro su prominente miembro al interior del más pequeño, el cual jadeó algo fuerte, un
poco agudo. Rápidamente llevó una de sus manos a su boca, y Taehyung le lamió la
mandíbula antes de llegar a su oreja entre besos por su piel.1

—Un día estaremos completamente solos, en nuestra casa... —Se adentró hasta el fondo,
completamente. El adolescente dobló los deditos de sus pies. —...y te voy a hacer gritar
tanto que harás eco en el infierno. —Le quitó la mano de la boca para besarlo, ahogando los
gemidos en su boca, mordiéndole el labio inferior.39

El vaivén fue lento, y no porque no pudiese ir más rápido, pero esa noche...esa noche el
diablo le estaba haciendo el amor. Se estaban sintiendo lento, delirante, de todas las formas
posibles. Ambos se besaban, y besaban porciones de piel del otro. Taehyung le besaba
detrás de la oreja, mordía el lóbulo y le apretaba las nalgas. Jungkook le mordía
suavemente el hombro, se sostenía de sus bíceps y movía, inconscientemente, sus caderas
ante el vaivén.14

Todo iba perfecto. El exquisito placer fluía por ambos cuerpos, la capa de sudor cubría
éstos, el clima en la habitación había ascendido y se estaban sofocando en el otro de la
manera más delirante. Las sábanas se habían arrugado, las mantas estaban en el suelo
cuando Taehyung invirtió las posiciones.

Quedó sentado para que el adolescente pudiese sostenerse de su cuello, y él pudiese alzarlo
por las caderas en cada subida y bajada, ayudándolo. Jungkook podía sentir el glande del
diablo rozar una y otra vez su punto dulce. Se estaba muriendo por llegar al clímax, pero
todo era tan lento y maravilloso que no podía permitirse ir más rápido.

No fue luego de unos minutos después que al ver como las piernas del adolescente
temblaban un poco, el rey del inframundo volvió a dejarlo delicadamente bajo su cuerpo, y
aumentó un poco el ritmo del vaivén cuando ya ambos necesitaban realmente aquella
hormigueante sensación.

Los labios de Jungkook estaban presionados, soltando exhalaciones bruscas por la nariz y,
de vez en cuando, unos cuantos jadeos bajos, con sus ojos entrecerrados. Entreabre sus
labios cuando los de Taehyung van a la piel en su cuello, lamiendo, besando, succionando y
mordiendo. Todo es demasiado. La cama comienza a rechinar, comienza a sentir el
hormigueo, el delirante placer. Su espalda se arquea, llegando al clímax, con su cuerpo
tensándose por unos segundos y su esencia saliendo de su miembro, manchando ambos
cuerpos.

El diablo continúa impulsándose en el cuerpo de su esposo, aumentando las embestidas


entre gruñidos e insultos. Finalmente el vaivén se vuelve más lento, y Jungkook puede
sentir un líquido llenando su interior.

Ambos cuerpos quedan abrazados, sudorosos, pegajosos. Taehyung se acuesta a un lado de


su esposo y lo atrae a su pecho, haciendo un movimiento con su mano para que las sábanas
los tape, y la manta vuelva del suelo, sobre ellos. Jungkook oculta su rostro en el cuello del
diablo, suspirando.

Ambos se quedan en silencio por un par de segundos, tan solo mimándose con caricias en
sus cuerpos, besos suaves y cortos.

— ¿Vas a irte? —Pregunta Jungkook, sin abrir sus ojos. Siente que está a punto de
dormirse, pero necesita respuestas a su duda.

—Si.

Abre sus ojos y alza la mirada, frunciendo levemente su ceño. Luce preocupado. Taehyung
no evita acariciarle la mejilla. Se ve bonito, recién folladito.25
—Pero... ¿Volverás?

Taehyung le besa la frente. —Por supuesto. Siempre vuelvo a ti.6

Y Jungkook le sonríe antes de ser besado. Finalmente cierra sus ojos y se acomoda
nuevamente, dispuesto a dormir.

Eran las cinco a.m. cuando, abrazado al amor de su vida, descansó.

Habían pasado dos días, la navidad había llegado.

Jungkook amaba la navidad, porque había luces, y nieve, y chocolate caliente con galletas.
Amaba todo lo que estuviese relacionado, las tradiciones que tenían con su familia, los
obsequios.

Pero ahora, a sus dieciocho años, tan solo quería acostarse en su cama, y ser besado por el
diablo hasta que sus labios no pudiesen más.12

Sí, probablemente si alguien oyera sus pensamientos lo creerían algo perturbador, pero era
todo lo que quería. Hacía frío, y necesitaba el cálido cuerpo de su esposo pegado al suyo,
envolviéndolo, cubriéndolo. Necesitaba ser amado de todas las maneras posibles, sostenido,
besado.

Y estaba de un humor tremendo, porque algo muy extraño le había sucedido. Fue segundos
antes de despertar, pero siente que fueron horas. Creyó que era un sueño, pero jamás había
observado algo en un sueño con tantos detalles. Pudo verse a sí mismo, sus brazos
estirados. Vestía una camisa negra, como la de Taehyung. Sabía que estaba en un hospital,
y frente a él, en una camilla, una niña con cáncer dormía.

Sabía que esa niña se llama Lisa, sabía que tenía cinco años, sabía toda su vida.15
El escenario cambia. Ahora está caminando hacia algo que luce como una cama, pero no
puede observar bien, porque todo está nublado. Se sienta, y la persona a la que no logra
observar bien, la cual está en aquella cama, se alegra de verlo.

Un escalofrío, el cambio de temperatura en su cuerpo, estar haciendo algo que jamás


consideró bueno pero ahora...ahora era normal. Cotidiano.

Despertó, pero se volvió a dormir. Y ya no tuvo ese tipo de sueños, tan solo pesadillas.
Como siempre. Su primo estaba de pie en el umbral de la puerta de su cabaña, y le
preguntaba una y otra vez por qué no lo sacaba del infierno, porqué era malo y no lo
ayudaba.

Finalmente despertó.

Esa mañana se había levantado, ignorando al cuervo que lo observaba desde una rama de
un enorme árbol, cerca de su ventana. Ésta daba a aquel bosque en el que le temía desde
pequeño, así que no observaba tanto por la ventana. De todas formas, se le hacía chistoso
temerle a algo inexistente y estar casado con el rey del inframundo. Es decir, el rey de toda
pesadilla.

Sentía una nueva emoción realmente extraña. Sentía un poco de enojo debido a que sus
manos le temblaban levemente, y había tristeza en su pecho, y ganas de llorar. Sentía que
sabía el motivo, pero que jamás podría explicarlo, y era aquello que lo hacía enfadarse de la
nada.1

Había preparado un chocolate caliente para su hermana y para él, era su forma de pedir
disculpas. Sus primos lo ignoraron cuando él ofreció prepararles algo, y estaba bien. Había
ido a buscar unas galletas a la pequeña cocina, dispuesto a volver al living donde Yi-Seul y
sus primos estaban sentados, conversando. Se quedó en ésta, del otro lado de la puerta
entreabierta cuando oyó que lo nombraban.

—...Jungkook salió afectado en todo ello.

—Yi-Seul, escúchanos. Mantente alejada de él. Es el anticristo. —Uno de sus primos dijo.
Jungkook intentó no burlarse mentalmente, tan solo frunció un poco su ceño.
—Chicos, no sean así. Entiendo que siempre han tenido problemas con él, pero es un ángel.
Solo...tiene algunos problemas.

— ¿Ah, sí? ¿Cuáles?

—Pues...mamá y papá no lo saben pero, honestamente, yo creo que anda en drogas. A


veces habla solo, o se pone de diferente humor, o dice cosas extrañas. También se pone
mal, hemos tenido que ir al hospital muchas veces. Se enferma.12

—Es porque es el anticristo. Yi-Seul, te lo digo. Lo es. Es el anticristo, y nosotros lo


sabemos. Él mató a Mino.

Una punzada atravesó su pecho y tuvo que sostener ambas tazas con más firmeza.
Entonces, ellos definitivamente lo sabían.

—... ¿Qué?

—Lo hizo. Justo después de que MIno lo molestó, le cortaron su...bueno. Ya sabes. Y
murió desangrado. ¿No te parece una coincidencia?

—No. —Su hermana respondió de inmediato, negando. Se oía un poco molesta.

—Jungkook jamás haría eso. Él...es incapaz de hacerle daño a alguien.

No, no era incapaz.

—Está bien si no quieres creernos, pero es la verdad. Y nosotros nos encargaremos de que
pague por ello.11

Jungkook se congela un poco mientras oye el incómodo silencio que se hace presente en
aquella habitación. ¿Acaso sus primos podrían haber invocado al demonio? ¿Podrían querer
matarlo? Debía de decirle a Taehyung... ¿Debía?

—Ustedes no van a tocar a Jungkook. —Su hermana defendió de inmediato aquella


amenaza de parte de sus familiares. Jungkook sintió un calor agradable en el pecho, hacía
mucho no sentía que su familia estaba para él, solo sentía que le tenían lástima. —Yo los
apuntaré a ustedes si les sucede algo, y saben que todos van a creerme. Lo saben.

Se oye una risa seca de uno de sus primos. —Malditas mujeres, solo sirven en la cocina.49
Fue como si algo tomara control en el cuerpo de Jungkook. Se adentró al cuarto donde sus
primos y hermana estaban, le dio las tazas a Yi-Seul con total tranquilidad y suspiró antes
de girarse hacia Mark, el cual había dicho aquello. Usaría el temor que le tenían para que
nunca más hicieran sentir inferior a su hermana, o a otra mujer.

—Repítelo. —Su primo alza la mirada hacia el azabache. Jungkook comienza a sentir el
malestar haciéndose presente en su estómago, Taehyung llegando, pero está muy tenso para
prestarle atención. —Repíteme lo que le dijiste a mi hermana.

—Jungkook... —Yi-Seul lo intenta llamar, pero no se pone de pie. No cree que su hermano
sea capaz de golpear a alguien.

—Te voy a partir la cara. —Nunca se había sentido con tanta adrenalina, con tanto enojo.
Estaba enojado. ¡Estaba tan enojado!24

— ¡Jungkook! —El nombrado gira su rostro hacia su padre, el cual está entrando a la
habitación. No luce enojado, pero luce indignado, sorprendido por la reacción de su hijo.
Normalmente éste se quedaría callado. — ¿Qué está pasando aquí?

Jungkook regresa su mirada a Mark, el cual ve a su tío con pánico, en busca de alguna
salvación. El azabache observa de reojo al diablo, el cual está de pie en una esquina de la
habitación, con sus manos en los bolsillos de su pantalón y viendo a su niño favorito
fijamente, sonriendo de lado.

—L—Lo siento. Jungkook, lo siento. —Los ojos de su primo comienzan a llenarse de


lágrimas. Sabe que ha metido la pata, que podría morir en segundos, minutos, tal vez en un
par de días, y nadie lo sabría.

El pequeño observa fijamente a los ojos a su familiar, y su enojo se convierte en ira. Ira
hacia él mismo, por asustar, por sentirse más poderoso que los demás al tener de esposo al
mismísimo diablo. Taehyung lentamente fue borrando su sonrisa, porque podía sentir lo
que su niño sentía, y hubiese sido divertido si el enojo era hacia alguien más, pero sabía que
era odio propio, personal.7

Jungkook de inmediato se aleja de su primo, pasando por un lado de su padre y subiendo


las escaleras. Oye como Seung le llama y lo sigue, pero no se detiene. Está tan enojado,
quiere golpear, romper, gritar, y más. Llega al cuarto donde se estaba quedando y no evita
azotar con fuerza la puerta. Taehyung se encuentra en un rincón.

—Jungkook.

—Déjame esto a mí. —Dice rápidamente al diablo, antes de que su padre entre también al
cuarto, cerrando detrás de sí.

—Kook, cálmate. Cálmate, ¿Está bien? Tu primo...es un idiota. Y lo sabes. —Es la primera
vez que oía a su padre hablar así de su familia. ¿Realmente habrá cambiado?

Jungkook se queda de pie, lejos de su progenitor, tan solo observándolo fijamente.


Taehyung se pone de pie detrás aun cuando su querido suegro no puede verlo. Es su forma
de proteger al adolescente sin meterse en el asunto. Jungkook había dicho "no", y aunque
antes hubiese mandado a la mierda a quien sea, a su esposo lo respetaba.3

—Escúchame. —Comienza Seung, con calma, alzando un poco sus manos y viendo
fijamente a su hijo. —Debes calmarte, no vale la pena.

—Son unos... —Negó lentamente, riendo seco y silenciosamente. —...la hicieron sentir
mal.

—Lo sé. Y yo me encargaré, pero tú...esto no está bien. Yo...no quería opinar, te lo dije.
Hay algo que te sucede, y creo saber qué es. —Ambos quedan en silencio mientras los ojos
de Jungkook lentamente comienzan a llenarse de lágrimas, y un nudo se le forma en la
garganta. No va a llorar, no lo hará. Traga con fuerza. —Jungkook, necesito que me digas
la verdad.

Comienzan a temblarle las manos. — ¿Qué?

— ¿Asesinaste a tu primo?

—Cuida su boca. —Taehyung dice rápidamente a su esposo, con tranquilidad, pero no luce
de la misma manera. Sus ojos lentamente se van volviendo rojos, el malestar se
intensifica.6

—No.
— ¿Asesinó a tu primo?

—N—No.

Seung lo sabe. Sabe que su hijo miente, sabe que éste jamás diría que sí, porque aún no
confiaba en él. Niega lentamente antes de dar un paso hacia atrás. No puede creerlo. Su hijo
de dieciséis años no solo estaba metido donde no debía, sino que también era cómplice de
la muerte de su sobrino...y de quién sabe qué más muertes.19

— ¿Cómo... —Seung exhala. Esto no estaba bien. Jungkook se mantiene callado, con
Taehyung detrás. Ambos observan a Seung de la misma manera: Con desafío, enojo.
Jungkook tiene más culpa en sus ojos, a Taehyung todo le importa una mierda. — ¿Cómo
haces para cargar con algo así sobre tus hombros? Eres cómplice.8

Jungkook estalla nuevamente. Ni Taehyung se ve venir el que éste tome el reloj de la mesa
de noche y lo arroje contra la pared, cerca de su padre, rompiéndolo en mil pedazos.14

Ahora sí no se quedaría callado, ahora sí diría todo lo que quería decirle al infeliz de Jeon
Seung. Él jamás había pensado en sus sentimientos, ¿Por qué Jungkook debía de pensar en
los suyos? ¿Por qué Jungkook no se hartaba de pensar en los demás, cuando nadie pensaba
en él?10

— ¡Deja de hacerme sentir culpable! —Grita, dando un paso. El diablo suspira, satisfecho
de ver la cara de susto del hombre mayor.

—No. Jungkook, yo j—

—Es lo que siempre haces. Siempre quieres hacerme sentir que todo lo que hago está mal,
incluso cuando esto no estaba pasando. ¡Cuando todo era normal!

—No, no. Un momento. Yo no dije eso. Yo no intento hacerte sentir culpable. —Se pone
de pie frente a Jungkook, firme.

—Cierto, eres una persona buena, a la cual le importa no dañar a alguien antes de decir las
cosas en voz alta. —Aplica el sarcasmo. Taehyung opina internamente que ama el
sarcasmo de su esposo, pero no es buen momento.
— ¿Y tú? —Seung alza un poco su voz. — ¿Pensaste las cosas antes de hacerlas?

—Yo no maté a nadie. NADIE. ¡Nada de esto hubiese sucedido si hubieses sido un buen
padre y me hubieses creído cuando te dije que ese cigarrillo no era mío! ¡Si tú me hubieses
creído, Mino hoy solo sería un torpe que intentaba molestarme, y tu no hubieses tenido un
infarto! —Alza más su voz, y no tiene miedo. Se siente poderoso, tan poderoso como para
hacerle frente a su padre a pesar de ser más bajo que éste último, y usar todas sus fuerzas
para brindarle un empujón y tambalearlo hacia atrás. —TODO se trata de ti, y tu maldita
irresponsabilidad respecto al lamentable papel de padre que te traes. De no ser por tu falta
de tacto y atención hubiese sido feliz. ¡PERO NO! ¡JAMÁS TUVISTE NI UN POCO DE
EMPATÍA! ¡EL PESO QUE ESTÁ EN MIS HOMBROS ES POR TI! ¡TÚ PUSISTE
ESTA RESPONSABILIDAD EN MIS HOMBROS, Y ES POR ESO QUE TE ODIARÉ
HASTA QUE ME MUERA!20

El silencio reina en la habitación por varios segundos. Padre e hijo intercambian miradas, el
rey del inframundo se mantiene observando a ambos, esperando.18

—...Jungkook.

El nombrado traga con fuerza y no puede aguantar el llanto. Sus ojos nuevamente se llenan
de lágrimas y niega lentamente. —Entiende que ya no confío en ti. Solo... —Retrocede.

—...déjame solo, por favor.

Seung sale del cuarto de inmediato, sintiendo la culpa carcomiendo su ser. Lo merecía,
merecía el rechazo de su hijo. No supo aceptar que éste lo había tratado bien incluso luego
de todas las porquerías que hizo.

Pero no iba a rendirse, le dejaría su tiempo.4

Dentro del cuarto, Jungkook exhala entrecortadamente antes de bajar la mirada y cerrar sus
ojitos con fuerza debido a que aún la ira no se va del todo. Respira profundamente por la
nariz antes de comenzar a darle golpes con su puño al armario frente a él.19

—Suficiente. —Taehyung le toma la muñeca, deteniéndolo. Sus nudillos se hinchan casi de


inmediato, hay un poco de sangre en ellos, y tiembla. Tiembla completamente.
Jamás se odió con tanta fuerza, jamás quiso no sentir una sola cosa. Jamás se había enojado
tanto, ni reaccionado así. No sabía qué le sucedía. ¿Será que, después de todo éste tiempo,
realmente se estaba volviendo malo? ¿Cómo pudo hablarle así a su padre? ¿Asustar a su
primo? Miles de comentarios machistas en el mundo, en la iglesia, que se había callado
toda su vida pero, de repente, era como si hoy explotara por todos ellos.4

Solloza bajo, casi silenciosamente mientras el diablo lo atrae a su pecho. Le está matando el
dolor de cabeza, no siente sus dedos.

—Solo quiero que esto termine. —Tiene que hacer mucha fuerza para hablar, debido a que
el nudo en su garganta lo está matando. —Ya no quiero sentir ésta culpa, ya no quiero
sentir nada. Por favor, necesito dejar de sentir. Voy a volverme loco. —Taehyung reafirma
los brazos alrededor de la cintura del más bajo al sentir que las piernas comienzan a fallarle.
—No necesito esto.

Lo guía hacia la cama y lo acuesta. Nota como la mirada de Jungkook está perdida en el
techo y lucha por respirar bien, preso de la ansiedad que rasgaba su pecho con lentitud, con
crueldad. Le quita las zapatillas y el suéter antes de acostarse a su lado y arrastrarlo contra
su pecho.

—Mírame. —Dice. Jungkook alza la mirada y las narices de ambos se rozan. —Lo decía en
serio. —El ceño del adolescente se frunce ante aquellas palabras. —"Te doy lo que
quieras." Y si todo lo que me dijiste hoy es lo que quieres, te lo daré.

Jungkook se acurruca en los brazos de Taehyung y éste comienza a susurrar palabras en


aquel idioma inentendible, provocando que el adolescente se relaje, las lágrimas se
detengan y, poco a poco, éste caiga dormido. El diablo lleva una mano a la del menor, la
cual está lastimada y le besa los nudillos ensangrentados. Poco a poco, éstos están como
nuevos, sin ningún rasguño.

Lo atrae más cerca y se pasa la noche acariciándole la espalda, su cabello, oliendo éstos
últimos, y pensando. Debía de estar preparado para lo que sea que vendría, porque su
niño...su dulce niño se estaba rompiendo.48
Jungkook despertó ante la canción navideña resonando en el piso de abajo. Jingle Bell
Rock. Una de sus canciones navideñas favoritas. Agradeció despertar así, pero recordaba
las situaciones antes de dormir y tan solo quería seguir haciéndolo.2

No fue hasta que sintió besos en su barbilla, y sonrió. Abrió sus ojitos para encontrarse con
el rey del inframundo, aun sosteniéndolo en brazos.

—Tae...

—Aborrezco la navidad...pero esa canción no está nada mal. Me trae recuerdos.

—Comenta.

Jungkook alza sus cejas antes de comenzar a refregar sus ojitos, intentando quitar un poco
el sueño. Se estira pero se vuelve a abrazar a su esposo.

— ¿Si? ¿Bobby Helms también te vendió su alma? —Bromeó el adolescente. Rogaba


porque fuese una broma y el diablo no terminara confirmándolo.

—No. Recuerdo a cierto niño de azabache, aproximadamente unos cinco años, cantando
esta canción con malas pronunciaciones y saltando en medio de la sala. —Dice, como si
nada. Jungkook alza la mirada y lo observa fijo. Taehyung alza una de sus cejas. — ¿Qué?
Te lo dije: He vigilado tu alma incluso antes de que entre a tu cuerpo, y siempre ha sido
mía.

—Sí, pero no sabía que estabas desde hace mucho. —Algunos recuerdos surgieron en la
mente del azabache, pero no eran exactos. Recordaba una mano, recordaba esconderse,
jugar con alguien, morir de risa y cosquillas. — ¿Y yo te he visto? —Taehyung asiente.1

—Has hecho más que verme. Podremos hablar de eso otro día. —Y lo harían. Taehyung le
contaría lo adorable que era, cómo le gustaba dar abrazos, jugar a las escondidas, y que le
hiciesen cosquillas. También las veces que lo había consentido con dulces y helado.

—Deberías de comer eso.

—... ¿Mh?
Jungkook se gira detrás suyo cuando Taehyung asiente con su cabeza, señalando aquel
lugar. En la mesa de noche hay una taza que contiene chocolate caliente, y a un lado hay
una porción de pastel de chocolate. El adolescente frunce un poco su ceño mientras se
sienta.

— ¿Quién ha traído esto? —Pregunta mientras toma con cuidado la taza y sopla el
contenido caliente antes de olfatear. Huele exquisito.

—Tal vez Santa Claus. —Dice el diablo. Claramente bromea. Se sienta y apoya su espalda
contra el respaldo de la cama y la pared, observando a su niño favorito beber su chocolate
caliente. Éste le dejó bigotitos en su arco de ángel, y Taehyung relame sus propios labios,
tentado a quitarle aquello con su lengua. — ¿Qué tal está?

—Perfecto. —Se estremece. La bebida caliente y el clima frío no lo ayudan, aún más si
sigue en pijama y no está cubierto. —Vaya.

— ¿Tienes frío? —Jungkook asiente y deja con cuidado la taza en su mesa de noche,
dispuesto a tomar una manta. —Mejor ponte tu suéter navideño.

—Tae, no tengo suéter nav... —Deja de hablar cuando observa en la punta de la cama,
doblado, un suéter de lana rojo, con ciervos blancos y pequeños árboles verdes. Vuelve su
mirada hacia el diablo, el cual tan solo lo observa de manera neutra. — ¿Quién ha traído
eso?

—Santa.35

—Tae. —Jungkook no puede evitar soltar una risita, alegre. Eso alivia el peso en sus
hombros. Toma el suavecito suéter, pasa sus brazos por las mangas y su cabeza por el
agujero, acomodándolo en su torso. Le queda bien, algo grande. Es calentito. —Tengo un
suéter navideño. —Dice de manera dulce, emocionado.

Taehyung le tira de la mano, y el adolescente termina en su regazo, acurrucado contra él. El


diablo le alcanza la taza para que siga bebiendo. Jingle Bell Rock cesa, It's the most
wonderful time of the year comienza. Los ojos de Jungkook brillan con emoción.

— ¿Quién está abajo?


—Nadie. Santa está poniendo la música. —Dice el diablo. Jungkook intenta apartar de su
cabeza el hecho de que su familia se fue sin él, realmente lo hace, porque Taehyung está
haciendo algo que está llenando su pecho de amor.15

—Tae... —Dice luego de beber de su chocolate caliente. Nuevamente tiene bigotitos, y el


diablo no pierde la oportunidad de limpiarlo por su cuenta, con su lengua. Deja un beso
suave y casto en los labios de su niño, y cuando ambos se apartan éste último tiene sus ojos
llenos de lágrimas, pero continúa sonriendo. —...Gracias.

El diablo tan solo pasa sus dedos pulgares por las lagrimitas que amenazan por salir. No es
muy bueno recibiendo agradecimientos, porque jamás había hecho algo así por nadie.

— ¿Todo en orden? —Jungkook asiente, sorbiendo su naricita, aún con una sonrisa y
dejando la taza en la mesa de noche. —Eso espero. Santa dejó más regalos bajo tu cama,
deberías de verlos.25

— ¿Ahora?

—Si.

Y Jungkook se baja todo emocionado, se arrodilla a un lado de su cama y comienza a sacar


completamente emocionado muchos paquetes. Sus regalos fueron muchos vinilos de sus
artistas favoritos, y algunos nuevos. Calcetines navideños, un cuaderno de tapa negra con
una pluma y tinta, libros respecto a teorías de universos paralelos que había sacado de su
despacho (confiaba en que Jungkook no revelaría nada del futuro), más anillos y un reloj de
bolsillo en números romanos.27

A Taehyung le importaba una mierda la navidad, Taehyung ni siquiera quería saber cómo
festejaba cada persona, y lo fue descubriendo los años que pasó junto a su, ahora, esposo.
Esas luces, árboles, regalos, buena música. Familia unida, amigos.

El diablo jamás lo confesaría...pero su niño era su familia.60

Su niño merecía todo lo bueno en el mundo. Y se lo daría, comenzando por cosas leves
como éstas.+

Y era una promesa.


ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪ

xxɪ: "ᴘᴏʀ ʟᴏꜱ ʙᴜᴇɴᴏꜱ ᴛɪᴇᴍᴘᴏꜱ"

1954.

— ¿Quiere un poco de té, Señora Jeon?17

La nombrada río al oír el tono formal que usaba su pequeña hija para referirse a ella, y
luego de asentir con una sonrisita, Jeon Yi-Seul simula servir té desde su tetera de plástico
a una pequeña taza rosada.

El día era una obra de arte. No hacía frío, ni calor. Había un sol precioso, y ambas habían
decidido poner un mantel sobre el césped del patio trasero y jugar a que se reunían a tomar
el té. Rose, la cuñada de Jeon Mi-Suk, estaba allí también, pero un poco más lejos,
observando cuidadosamente al niño de cinco años que no paraba de correr en círculos y reír
a carcajadas.

—Jungkook, cariño. —Rose comenzó, queriendo que éste se detuviera un poco, y estaba a
punto de advertirle que se quede fuera a la vista de las mayores, pero el niño de azabache se
dirigió entre respiraciones agitadas hacia la casa.

Mi-Suk se puso de pie de inmediato y observó a su hija por el quejido que ésta dejó salir.
—Vuelvo rápido, cariño. Solo traeré a tu hermano, mientras hazme otra taza de té, por
favor. —Fingió beberse todo lo de la taza y chillar por lo caliente que estaba. Yi-Seul se
echó a reír antes de quitarle la pequeña tacita a su madre y comenzar a preparar más té para
ella y sus osos, los cuales le hacían compañía.

Cuando Mi-Suk entró a la casa, se encontró con Jungkook corriendo en círculos alrededor
del sofá, viendo detrás suyo de vez en cuando y chillando con emoción para luego estallar
en carcajadas.

— ¡No me atrapas, no me atrapas! —Se burlaba de algo que no estaba allí.15


Mi-Suk suspiró. Su hijo de cinco años era un terremoto.

El azabache volvió la vista al frente y detuvo aquella carrera, observando algo frente suyo y
chillando con más emoción antes de dirigirse a la dirección contraria, subiéndose al sofá y
poniéndose en posición fetal a la par que ocultaba su rostro con sus pequeñas manitos.

Rose, la cual estaba entrando a la casa, rio al ver a su sobrino de aquella manera y se le
acercó. — ¿Qué le sucede al bebé? Corre muy rápido.

—Jungkook, cielo. No corras así, por favor. —Se acercó a su hijo y lo tomó en brazos con
cuidado. Éste se ocultaba en el hombro de su madre. -Te puedes caer y... ¿De quién te
escondes, niño travieso? —Su bebé soltó una risita antes de observar a su madre con una
dulce sonrisa y hoyuelos visibles en sus ruborizadas mejillas.

—De su amigo imaginario. —Dijo Rose sentándose en el sofá. Mi-Suk deja un beso en el
rostro de su pequeño antes de soltarlo, y Jungkook parece buscar algo con la mirada antes
de que sus ojos se iluminen y comience a, nuevamente, correr. —Es tan alegre que me
contagia.

— ¡Mami! —Su hija llamaba desde el patio, ya harta de esperar tanto tiempo.

—Estoy en camino, Yi-Seul. —Observó a su niño. —Kookie. Bebé, ¿Me prestas atención?
—Jungkook la observó tan solo unos segundos antes de seguir corriendo y chillando. Mi-
Suk nuevamente suspira.

—Ve con Yi-Seul. —Dijo su cuñada, tomando el diario que se encontraba sobre el sofá y
acomodándose en éste para comenzar a leerlo. —Yo me encargo.

—Rose, no te sientas obligada a quedarte aquí. Jungkook puede venir al patio, ¿Verdad,
Jungkook? —El niño ni siquiera la oyó, ahora se escondía detrás del sofá, concentrado en
no hacer ni un ruido.

—No me siento obligada, Mi-Suk. Me gusta verlo jugar. —Dice, y observa de reojo el
diario, cambiando una página al no ver nada interesante.

—Avísame si necesitas algo. —Nuevamente su hija llama, y se dirige hacia el patio.


— ¡Aquí estoy, amor!

Rose suspira antes de volver a ver a Jungkook cuando éste ríe y rodea el sofá, tirándose al
suelo y tomando la pierna de su tía, cerrando sus ojitos con fuerza. — ¡No me atrapas,
moun...monstrou de cosquillitas!15

— ¿Con quién hablas, mocosito? —Dice su tía, y alza las cejas con sorpresa cuando el niño
se retuerce y comienza, nuevamente, a correr en círculos alrededor del sofá.

La mujer vuelve la vista al diario, y es minutos después que se da cuenta al ver de reojo que
la puerta que lleva al sótano, a la habitación del pequeño, está abierta. Pensarlo le llevó tan
solo segundos, y parece que habían coincidido ya que Jungkook corría en aquella dirección,
sin mirar al frente, tan solo atrás, a aquella supuesta cosa que le perseguía.1

—Jungkook, cuida... ¡Jungkook! —El niño vio al frente tan solo cuando sintió que donde
pisaba no había absolutamente nada, y antes de tener una brutal caída por las escaleras, la
mujer pudo observar como la nada misma tironeaba de la camisa blanca del niño hacia el
lado contrario a la caída, dejándolo tirado de vuelta al living.36

Su tía borró de inmediato de su mente haber visto aquello al notar el puchero en el labio
inferior de su sobrino, y se acercó a paso rápido. —Cariño. ¿Te encuentras bien? No pasó
nada, solo fue un susto.

–Yo estoy bien. —Responde el niño con la voz algo temblorosa. No quería llorar frente a su
tía. Miró alrededor y se quedó observando por unos segundos mientras sus ojos se llenaban
de lágrimas. —Se fue...

Rose no hace preguntas, tan solo abraza al niño luego de ponerlo de pie, le besa la mejilla y
lo obliga a ir con su madre. Mientras cierra la puerta que lleva al sótano, siente un
escalofrío viajar por su columna vertebral al recordar lo que había visto, y aunque quería
creer que podía haber sido un milagro, no se sentía como uno.

Se sentía como una maldición.


26 de enero de 1968. // Un mes y un día después. //1

—Jungkook...Jungkook...Oye, Jungkook...Jungkook... —Tan solo pasan unos cortos


segundos de silencio antes de recibir otra palomita de maíz contra su mejilla.

—...Jungkook.

—Ay, por Dios. —Dice el nombrado, ocultando su rostro en sus manos. Su mejor amigo ríe
bajo.

—Jungkook, esta película es una mierda. —Y vuelve a reír silenciosa, aunque recibe unos
"sh" de la parte de adelante.

Ambos adolescentes estaban en el cine, el único del pueblo y, extrañamente para ser
domingo, no estaba tan lleno. Había una película en estreno desde hace menos de una
semana llamada "La residencia". Al parecer, a casi nadie del pueblo le gustaba, y es por eso
que habían algunos asientos libres a los lados. Jungkook no quería ser mala persona,
realmente quería darle una oportunidad a la película, pero no podía, y Yugyeom lo volvía
más complicado.

— Yugyeom, por lo que más quieras, déjame ver la película.

Yugyeom suspira. Está harto, aburrido. Jungkook le devuelve la mirada. — ¿Por qué la
ves? No te gusta. —Come palomitas, ignorando otro "Shh" que proviene de más adelante.

—Porque hemos gastado dinero en esto, y en las palomitas que están cayendo al suelo.

—Jungkook baja su voz aún más debido a que se oyen quejas. —Y no creo que sea tan
malo, todos parecen disfrutarla.

—Se están durmiendo, Jungkook.

El adolescente suspira, negando lentamente y acomodando su cabello hacia atrás, en su


hopo, como últimamente los usaba. No había cambiado nada a excepción de el peinado y su
vestimenta: Había abandonado los tiradores, los pantalones cortos y los kickers. Ahora tan
solo usaba una camiseta blanca abotonada hasta arriba, unos pantalones largos hasta la
cintura color negro y borcegos del mismo color, los cuales lo hacían tan solo un poquito
más alto, y eso le hacía feliz. Él iba a ser alto, algún día.9

Estaba hermoso, reluciente, pero seguía siendo la misma dulce y bondadosa criatura de
siempre. Seguía siendo Jeon Jungkook.

Yugyeom también estaba cambiado. No solo era mucho más responsable, también había
tenido un cambio de imagen como Jungkook: Con su cabello hacia atrás y ropa parecida,
solo que su camisa no tenía botones y estaba más abierta en la parte del cuello.

Ambos ahora también se veían fuera de la universidad para ir al cine o al parque junto a Jin.
Los dos mejores amigos estaban en el primer año de ésta, estudiando diferentes carreras,
pero se veían en la cafetería junto a Jin. Se habían vuelto mucho más unidos.

Ambos ahora también se veían fuera de la escuela para ir al cine o al parque junto a Jin.1

Un quejido salió de la boca del azabache ante la fuerte picazón que sentía en el antebrazo,
sobre una marca apenitas visible e indescifrable, ya que su madre lo había llevado al
hospital a hacerse unos exámenes, y al no obtener respuestas decidieron descartar la
posibilidad de algo grave, añadiendo una donde se debía a algún tipo de alergia de alguna
tela que le rozaba la piel.6

— ¿Tienes comezón aún?

—No sé qué sea. —Responde, y deja de rascarse, porque hace que le pique aún más.

—Déjame ver. —Su mejor amigo le toma el brazo, observando con atención en el área
donde le picaba al adolescente. —Sí, definitivamente te vas a morir. —Bromea, haciendo a
Jungkook reír silenciosamente y alejar su brazo. —Te diré qué: Nos vamos de aquí a mi
casa, cenamos allí y luego te acompaño a tu casa.1

Era un buen plan.

—Suena bien, pero me da vergüenza ponerme de pie ahora.

—Jungkook, no me voy a quedar ni un segundito más aquí sentado. Necesito ir al baño,


tengo hambre, me estoy aburriendo.
Accidentalmente usó un tono de voz normal para decir aquello, provocando que tres filas al
frente, un adulto que estaba con su esposa se gire. — ¿Quieres cerrar la boca, por el amor
de Dios?

—Púdrete.

— Yugyeom. —Jungkook regaña, y por querer llamar la atención de su amigo pone su


mano sobre la del otro, frunciéndole el ceño antes de ver al adulto. —Lo siento, señor. Ya
nos ibamos.

Y todo hubiese salido bien si el hombre simplemente se hubiese girado, pero estaba
fastidiado, y era un idiota. Su mirada bajó a las manos de los adolescentes, las cuales
estaban una sobre la otra, y negó. —Tenían que ser homosexuales. —Dice antes de girarse
y volver a sentarse.22

Se oyen algunas risas en el cine ante él, al parecer, chistoso comentario del adulto.
Jungkook nota que su mano sigue sobre la de Yugyeom y la aleja rápidamente, mirando a
su mejor amigo con culpabilidad. A él no le molestaba lo que la gente pensara sobre él,
pero a pesar de conocer muy bien a Yugyeom, jamás habían pasado por una situación así.

—Lo sie-

—Ni se te ocurra disculparte por tomar mi mano. —Le interrumpe Yugyeom. A él tampoco
le importaba. —Vamos. —Dice, poniéndose de pie.3

Jungkook está por hacerlo, pero entonces comienza a sentir aquel reconocible malestar en
su estómago.12

Nota como por arte de magia las palomitas del hombre que los insultó salen volando hacia
la cara de su esposa, la cual se queja antes de ponerse de pie, sacudiendo su precioso
vestido. Todos están viendo aquella escena antes de subir la mirada a la pantalla. La
película ha quedado tildada en una parte donde uno de los personajes suelta una carcajada.
De los parlantes se oye un pitido irritante, y Jungkook es el único que no tapa sus oídos. Lo
sintió durante tanto tiempo, que ya no le afectaba en lo más mínimo.
La gente comienza a quejarse y, entonces, la pantalla literalmente se quiebra, todo se
oscurece antes de que las luces del cine se encendieran. Todos están entre asustados y muy
confundidos. ¿Acaso el sonido había hecho que la pantalla se quebrara?

Yugyeom se vuelve a sentar en su asiento, sorprendido. —Dime que no estoy loco y viste
eso.

—Lo vi. —Responde Jungkook con tranquilidad.

— ¿Y por qué actúas tan normal? —Jungkook simplemente revolotea sus pestañas con
rapidez ante aquella pregunta, observando a su mejor amigo, el cual niega y suspira.

—Olvídalo. Vámonos a casa.

Esta vez ambos adolescentes se ponen de pie. Toda la gente está saliendo del cine.
Yugyeom pasa primero, caminando por el angosto pasillo entre los asientos. Jungkook
observa alrededor, intentando buscar a Taehyung, pero éste no se deja ver.

Una sonrisita se hace presente en el rostro del azabache antes de buscar a su mejor amigo,
abandonando aquel cine.

Habían llegado a la casa de Yugyeom, el cual estaba muy emocionado, sorprendido por lo
que había sucedido en el cine. Faltaba poco para que la cena estuviese lista, y Yugyeom no
perdió la oportunidad de contarle a su padre la anécdota mientras cenaban.

—Y la pantalla se quebró en dos, así como si nada. Todos tuvimos que salir de allí. —Dijo,
buscando con su tenedor más pasta con salsa de su plato, llevándola a su boca.

—Es una pena, dicen que la película es buena. —Comentó el señor Kim, bajando la mirada
a su plato casi vacío. Jungkook y Yugyeom no perdieron la oportunidad de verse con los
ojos bien abiertos y un gesto de sufrimiento: Aquella película había sido lo peor de toda la
anécdota. El padre de su mejor amigo suspira antes de levantarse de la mesa. —Jungkook,
estaré en la sala. Puedes avisarme cuando quieres irte, y te llevo a tu casa.2

—Oh, no es problema, señor Kim. Puedo ir solo. —Dice educadamente.


—No me molesta para nada llevarte, hijo. —Le despeina tan solo un poco el cabello antes
de pasar por detrás de Yugyeom. —Incluso me dejaría dormir en la noche. Yugyeom, lava
los platos cuando termines. —El nombrado se queja con la boca llena y gruñe cuando su
padre le palmea la espalda con tan solo un poco de fuerza.

Jungkook no puede evitar reír bajito.

— ¿No te pareció extraño el que haya sucedido aquello? —Dice su mejor amigo al haber
tragado la comida y tomado un poco de agua.

—No, puede pasar.

Las cejas del de ojos azules se alzan. —Sí, claro. Es completamente normal que una
pantalla se quiebre como si nada. —Dice sarcásticamente.

—Pudo haber sido el ruido. No me gusta opinar de cosas que no sé. —Se encoge de
hombros y suspira. Estaba llenísimo, nunca había comido un plato tan enorme en su vida.

—De acuerdo, entonces hablemos de cosas que sí sabemos: Tu cumpleaños. Tus


diecinueve, para ser exactos. — Yugyeom no evita sonreír cuando nota como su amigo se
ruboriza. — ¿Harás algo?15

Jungkook niega. —No.

—Tiene que haber a-

—No.

Los ojos de su mejor amigo se entrecierran un poco, viendo fijo al azabache. —Pequeño e
inocente Jungkook, sin saber mentir. ¿Crees que no te conozco lo suficiente?

Te sorprenderías.

—No es nada. Mi mami...mamá. —Corrige. Jesús, cumpliré diecinueve y sigo diciéndole


"mami" en público. —Mi mamá hará algo, seguramente. Siempre lo hace, la "fiesta
sorpresa".3

— ¿Acaso yo he faltado a alguna?


—No.

—Pues lo haré, porque yo planearé mi sorpresa aparte. Y te va a gustar. Ya lo he pensado.


Será el mejor regalo.

Jungkook no puede evitar sonreír, bajando la mirada. —Vale. Deja de emocionarme.

—Recibe una palmada algo dolorosa e inesperada en el antebrazo de parte de su amigo.

— ¡Auch! ¿Por qué me golpeas?

—Deja de rascarte.

Ni siquiera se había dado cuenta que estaba rascándose.

—Me pica. —Se excusa, inconscientemente formando un pucherito con su labio inferior
antes de bajar la mirada a aquella marca indescifrable. No era tan notable. —Tal vez sea un
granito.

—Tal vez sea un tercer pezón.41

Ambos amigos ríen antes de levantar la mesa entre charlas.

Yugyeom acompañaba al azabache a la puerta mientras su padre se adelantaba hacia el


auto. Ambos adolescentes se observan.

— ¿Te veo mañana en la escuela?

—Por supuesto. —Responde Yugyeom, apoyándose en el marco de la puerta y observando


de reojo a su padre subirse al auto.

—No llegues tarde, no me gusta estar solo.

—Ya eres niño grande, ahora debes acostumbrarte a la soledad. —Bromea. Jungkook
arruga su nariz, riendo bajo antes de acercarse a su mejor amigo y dejar un beso en su
mejilla, como siempre, volteándose.

Jungkook jamás dejaría de ser un niño. Un hermanito menor para él, no solo por sus
actitudes o inocencia, simplemente porque así lo sería para toda la vida.
—Hey. —El azabache se voltea nuevamente, alzando ambas cejas. Yugyeom se acerca a
éste. —Ven aquí. —Dice antes de envolverlo en un abrazo. Jungkook, sorprendido,
responde de inmediato.

— ¿Desde cuándo me abrazas?

—Siempre te abrazo, torpe.

—Mentiroso. Nunca me abrazas de la nada. —Contradice el de azabache antes de reír


bajito. —Ya sé que te sucede. Estás sentimental...

—Cállate.

—Porque estoy creciendo.

Un silencio se hace presente por unos segunditos.

—...Tengo mis razones. —Se excusa Yugyeom. Jungkook vuelve a reír antes de ser
apartado del abrazo. —Fuera de mi casa, Jeon Jungkook. —Dice con un tono de falsa
molestia.25

Jungkook oye la bocina del auto del señor Kim. —Te veo mañana, Yugy. —Dice, aun
riendo antes de girarse y caminar rápidamente hacia el auto, subiéndose.

Yugyeom tan solo los observa irse desde el umbral de la puerta, suspirando. Si, estaba
sensible.7

Pero jamás iba a admitirlo.27

Finalmente, Jungkook había llegado a su casa. Le agradeció al señor Kim antes de bajar y
caminar para la puerta. El malestar en su estómago había estado presente en el camino de
vuelta a la casa, y estaba ansioso.
Cuando entró y cerró la puerta principal se quedó de pie en la entrada al ver a su hermana
Yi-Seul con su novio, Theo, en el sofá. Éstos tenían los labios muy rojos y el cabello algo
desarreglado para estar viendo televisión. Los tres se observaron por unos segundos.13

—Jungkook, no creí que ibas a llegar tan temprano. —Dice su hermana, sonriendo
suavemente.

—Sí, es que...la película apestó. —Explica, y asiente hacia Theo en forma de saludo, el cual
lo ignora. Jungkook vuelve a ver a Yi-Seul. — ¿Mamá y papá?

—Salieron por su aniversario. Me dijo que vendrán un poco tarde3

—Oh, bueno... —Un silencio incómodo se hace presente antes de que Jungkook suelte una
risita, comenzando a caminar hacia su cuarto. —Estaré en mi cuarto.

—Buena idea. —Su hermana le dedica una sonrisita de agradecimiento mientras Jungkook
abre la puerta que lleva a las escaleras y la cierra detrás suyo, bajando hasta abrir la puerta
de su cuarto.

La cerró detrás suyo, prendiendo la luz antes de girarse. Ni siquiera le dio tiempo a ver
algo, cuando ya estaba contra la pared, y su esposo, el rey del inframundo y la persona que
más amaba, lo sostenía de la cintura con sus brazos. Jungkook no puede evitar sonreír
embobado, cerrando sus ojitos ante la cercanía de sus rostros.

— ¿Qué tal estuvo la película? —Pregunta el arcángel, fingiendo no saber nada.2

—Horrible.

—Mi parte favorita fue cuando la rompí.19

Jungkook no pudo evitar soltar una risita, negando lentamente. Se sentía algo culpable.

—Hiciste que aquel pobre hombre arruinara su cita.

—Oh, no era mi intención. —Dice sarcásticamente el diablo, sonriendo coquetamente de


lado antes de acercar su rostro y tomar los labios de su esposo en los suyos.
Ambos movían sus labios en el mismo lento y profundo compás, ladeando sus cabezas
hacia los lados contrarios. Jungkook subió sus brazos al cuello del ente, y éste bajo sus
manos hacia los muslos del menor, cargándolo en sus brazos para dirigirse a la cama.

Ambos continuaban igual que siempre, pero intentaban volver las cosas menos tóxicas, con
Taehyung tan solo apareciendo en las noches hasta que Jungkook se dormía, o cuando a
éste le sucedía algo, aunque en todo el año, luego de la horrible navidad que tuvo
Jungkook, todo parecía ir bien. Nada se había estropeado, nada los perseguía. Todo estaba
perfectamente bien, y aunque al principio aquello era extraño, ya se estaban
acostumbrando.1

Se habían vuelto mucho más unidos, y al menos Jungkook creía que ya no había secretos
entre ellos exceptuando por qué Taehyung no le decía que lo amaba. Si. Incluso habían
cumplido un año de casados, y aun así el diablo no decía aquellas simples palabras.17

Y Jungkook comenzaba a sentir que no estaba siendo correspondido.

—Te extrañé. —Dice el niño una vez Taehyung se sienta en la cama, con él en su regazo.

—Creí que estabas bastante bien con tu amigo. —Responde, llevando los besos a la piel del
cuello del menor.

Jungkook sonríe apenitas visible. —Sí, estaba bastante bien. Pero aun así...yo te extrañé
cada segundito.

—Ese es mi niño favorito. —Gruñe bajo, satisfecho por la respuesta de su esposo antes de
besarle nuevamente los labios.

El azabache sale de encima del diablo para dirigirse a su mueble, tomando el pijama y
comenzando a vestirse de espaldas mientras respondía preguntas del rey del inframundo
sobre si alguien se había metido con él en el tiempo que no estuvo y principalmente
queriendo saber si había probado bocado en el día.

Finalizó de ponerse sus pantalones de pijama y su camiseta de manga larga color gris. Su
cabello continuaba perfectamente peinado.
—Comí tanto que aún sigo muy lleno para moverme. —Comentó, girándose con una tímida
sonrisita y mejillas sonrojadas.

Era verdad. Él estaba acostumbrado a platos pequeños, y el padre de Yugyeom claramente


no, porque le había servido algo parecido a una montaña de pasta con mucha salsa. Lo
sorprendente es que se lo había comido casi todo. Cocinaba muy bien.2

Perdido en sus pensamientos no se dio cuenta que Taehyung estaba frente a él y le estaba
separando la mano del brazo, con su rostro completamente inexpresivo mientras le veía
fijamente. — ¿Sigues rascándote?

—Oh, no. —Miente, pero suspira ante la mirada del diablo. —Bueno, sí. —Admite por
haber intentado mentirle a su esposo.

— ¿Por qué no me lo dijiste? —Dice con el mismo tono de voz, y toma su brazo para
observar la zona donde le picaba.

—Porque todos están haciendo un gran problema por un poco de comezón. —Taehyung
alza la mirada para ver nuevamente a Jungkook. Si no fuese porque es su esposo y le
conoce, aquellos ojos azules con un cuarto rojo, inexpresivos, que lo ven fijamente, le daría
miedo. Pero no es así, sabe que aquella mirada significa que Taehyung no exagera, tan solo
cuida de Jungkook, y no sabe cómo decirlo en voz alta. —Tae, yo entiendo, pero se irá. Tal
vez sea alergia a alguna tela o comida, lo que dijo el doctor.

El diablo vuelve a bajar la mirada al pálido brazo de su esposo y se le frunce un poco el


ceño, como si estuviese comenzando a pensar en algo que finalmente descarta al envolverlo
en sus brazos y darle un beso en la frente. Jungkook amaba cuando Taehyung hacía
aquello, eran pocas veces y siempre quedaba tan sorprendido como la primera vez. Se
abraza al cálido torso de su esposo y apoya su mejilla en el pecho del contrario, sintiéndose
pleno.

— ¿Cómo estuvo tu día, Tae?

—En orden. —Responde, y reafirma su agarre en la cintura del menor antes de comenzar a
dejar lentos besos en la piel de su cuello. Jungkook mantiene sus ojos cerrados, y no evita
comenzar a pensar en el tiempo que había pasado, y en el tiempo que pasaría. —Te noto
tenso.

El azabache suspira y ladea un poco más el rostro, buscando que aquellos cálidos labios
alivien la tensión que comenzaba a sentir en todo su cuerpo.

—Solo pensaba...

—Estás frío. A la cama, y lo hablamos. —Dejó un último beso y se alejó para poder dejar
que su niño favorito se moviera.1

Éste de inmediato se dirigió a su cama y corrió las mantas antes de meterse, haciéndole un
lugar al diablo, que también se recostó y agitó su mano para que las mantas los taparan.
Atrajo al niño contra su cuerpo, el cual estaba cálido e iba a quitarle los temblores del frío.

—Será mi cumpleaños en unos días. —Comenzó Jungkook. Taehyung tan solo le beso la
mejilla suavemente, mimando a su niño. —Estoy creciendo...y no quiero hacerlo.

—Es algo completamente normal ponerse nostálgico por ello, a nadie le gusta envejecer.

—Sí, pero no todo el mundo está casado con el rey del inframundo. —Murmura, intentando
darse entender.

Jungkook no devuelve la mirada fija de Taehyung, y el silencio se hace presente tan solo
por unos segunditos. —Te dije que haría todo lo posible para que vivieras la eternidad junto
a mí.

—Lo sé, y yo valoro eso. Créeme que lo hago. —Rápidamente aclara el azabache, sin
querer que Taehyung se sienta que había fallado en hacerlo feliz. —Pero...no lo sé, solo me
desanima un poco. No quiero tener sesenta cuando eso suceda.

— ¿Por qué? Tengo miles de años, y más. Me sentiría un poco a la par, siendo honesto.

—Jungkook no puede evitar reír bajito por aquella broma.

—Sí, pero luces de veintitantos. Eso no se verá nada agradable. —No puede editar volver a
reír y Taehyung no puede evitar volver a besarlo. Jungkook se aparta segunditos después,
viendo fijamente a su esposo. —Te amo, Tae. Solo estoy asustado de que no podamos
lograrlo, de que algo suceda.

—No lo estés. —Dice, nuevamente evitando aquellas palabras y metiendo sus manos por
debajo de la camiseta del menor para acariciarle la piel. —Tienes que confiar en mí.

Jungkook siente un nudo en su garganta. Confiar. Confiar en que lo ama, aunque no lo diga
de vuelta.

—Lo hago. —Responde, y vuelven a besarse.

Comienzan una sesión de besos lentos, dulces, con mordiditas suaves en sus labios.
Taehyung no dejaba hablar a Jungkook, y éste reía entre el beso, intentando alejarse, pero
no podía y aquello lo hacía reír más antes de ser besado nuevamente con lentitud y más
profundidad. Ambas lenguas se encuentran y hacen su fricción, miles de sensaciones se
desatan en el cuerpo del azabache. Amaba sentir la lengua de Taehyung con la suya propia.

El rey del inframundo se aleja. —Tienes que dormir.

Maldición.

Jungkook sabía que Taehyung decía aquello ya que la noche anterior no había dormido
muy bien, todo debido a que habían hecho el amor y se habían quedado hablando de
muchas cosas hasta que amaneció.

Suspira. —Está bien. —Dice, recibiendo un último beso antes de cerrar sus ojos y ser
atraído al pecho del mayor. —Tae.

—¿Mh?

Silencio.

—¿Tú tienes cumpleaños?

Más silencio por más segundos.

—No.18
—¿Te gustaría tener uno? —Y sonríe algo adormilado al sentir un fuerte latido en el pecho
del diablo.

—¿Por qué preguntas?

Jungkook siente que se está durmiendo. Hace todo lo posible para mantenerse despierto.

—Solo creo que sería bonito decidir que tuvieras uno. Podría darte un regalo y... —
Bosteza. —...y hornearte un pastel. No lo sé.

Taehyung le besa los labios por última vez. —Descansa, niño. Podemos hablar de esto otro
día.

Y Jungkook no se niega, finalmente durmiendo con profundidad.

Lunes al mediodía, en un día soleado pero frío, Jin, Yugyeom y Jungkook se encontraban
almorzando en la cafetería del instituto. Stella, una chica rubia y buena que había salido un
par de veces con Yugyeom, estaba sobre el regazo de éste, oyéndolo hablar mientras veía
alrededor para vigilar que no haya ningún profesor cerca que la vea de aquella manera
sobre el chico que le atraía.

—Y la pantalla se rompió. Tengo mis sospechas de que Jungkook lo hizo con sus poderes,
porque ni siquiera se sorprendió. —Comenta, haciendo reír a la chica.6

Jungkook, por otro lado, ya estaba harto de oír a su mejor amigo contar la historia a todo
ser viviente que se le cruzara. Sin embargo, él jamás dejaba de ser amable o hacía sentir
torpe a alguien más.2

—No es que no me sorprendí, solo no reaccioné como tú. —Respondió.

Jin tan solo observaba la situación, comiendo. Amaba estar con sus amigos.3

— ¿Y cómo es que, según tú, yo reaccioné?

—Ha pasado un día y no paras de decirlo. ¡Incluso lo repites!


—Es porque está emocionado, déjalo. —Defiende Stella, y besa a Yugyeom en los labios,
el cual está satisfecho. Jungkook pone los ojos en blanco y Jin ríe por ello, provocando que
los adolescentes se separen. Stella ve alrededor nuevamente y se levanta con rapidez de
encima de Yugyeom al ver a un profesor a lo lejos. —Voy a mi clase. ¿Nos vemos en la
noche?

—Ten por seguro que sí. —Se besan rápidamente antes que la chica camine lejos de aquella
mesa. Yugyeom la ve irse antes de girarse a ver a sus amigos, los cuales lo observan.

—... ¿Qué?

—Yo debo de ir a la biblioteca. —Dice Jin, poniéndose de pie y tomando la botella de agua
de su bandeja, observando al azabache e intentando no reír. – ¿Nos vemos en la noche? —
Dice, imitando un tono más agudo.

—Ten por seguro que sí. —Dice Jungkook en un tono coqueto, imitando a su mejor amigo.
Ambos ríen excepto Yugyeom mientras Jin se aleja.15

—Jeon Jungkook, deja de romper mi corazón.

—Tú rompes el mío, me cambias por Stella. —Finge tristeza, suspirando. — ¿Es porque su
cabello es rubio y el mío no? —Sonríe, demostrando que claramente está bromeando antes
de suspirar cuando suena la campana. Todos comienzan a ponerse de pie, y ellos también.
— ¿Qué harán esta no...? —No termina su pregunta debido a la cara de Yugyeom, el cual
se queda en silencio. —No, no. No quiero saber.11

—Bien. Eso es bueno.

Ambos se dirigen por el pasillo, caminando lentamente mientras Yugyeom le comentaba


sobre la sorpresa de su cumpleaños, sin decirle nada.

—Va a ser genial, pero no puedo decirte.

—Suena a que quieres decirme todo. —Ambos se adentran a los baños del instituto donde,
por suerte, están vacíos.

Yugyeom se dirige a un cubículo mientras Jungkook lo espera de pie frente a los lavabos.
—Sí, pero no puedo. Jin me mataría, él va a ayudarme en todo.

Se oye como Yugyeom sale del cubículo, pero Jungkook ni puede prestar a atención a ello
debido a que siente un enorme pinchazo, como si estuviesen inyectándole fuego sobre el
lugar que siempre le picaba del brazo. Su boca se entreabre y gime adolorido antes de
apoyarse contra el lavabo.5

— ¿Jungkook? Hey. —Se acerca de inmediato. — ¿Qué tienes?

—N-Nada. —Se acaricia el brazo cuando el ardor cesa, y vuelve a respirar,


entrecortadamente. —Solo sentí un dolor horrible en el brazo. Debo haber dormido mal.

—Miente.

Yugyeom sabe que Jungkook está mintiendo, pero no dice nada. Se lava las manos y pasa
un brazo por encima de los hombros de Jungkook, intentando demostrarle su apoyo.

—Vamos a clase. —Dice, y salen del baño de aquella forma.

Cuando salen, Jungkook habría preferido quedarse en el baño.

Ambos chicos se detienen, extrañados de que muchos alumnos corran en la misma


dirección, por el largo pasillo y a la izquierda. Muchos murmuran cosas, nada se ve bien.

— ¿Qué sucede? —Pregunta Jungkook, intentando que no se notara el miedo en su voz.

—No lo sé. Vamos a averiguarlo. —Aún con su brazo sobre los hombros del azabache,
ambos comienzan a caminar más lento en aquella dirección. —Hey, Langdon. — Yugyeom
alza más su voz al ver a un compañero en su clase, con el cual tenía más confianza.

— ¿Qué sucede?

—Alguien murió. —Dice, y se dirige corriendo hacia aquel lugar.18

Ambos adolescentes comienzan a sentir un vacío en su estómago, principalmente


Jungkook, el cual no había oído de la palabra "Muerte" hace más de un año. Nada
relacionado a aquello, ya que fue puro año de felicidad donde el diablo le acompañaba,
donde todos creían que éste se había ido, pero era una mentira más ligera de cargar.
Como si ambos estuviesen sincronizados, comienzan a caminar por el pasillo, callados, sin
correr. Lucen tranquilos, pero están aterrados. Ya de por sí era algo horrible, ¿Qué si era
alguien que ellos conocían? ¿Jin? ¿Stella? ¿Irene? No habían visto a Irene hasta hace un par
de meses, pocas veces la cruzaban, pero igualmente era una conocida.

Finalmente giran en donde toda la gente está amontonada, y se separan mientras intentan
pasar al frente. Jungkook un cuerpo de un alumno que, por suerte, no conocían, pero aun así
era un alumno. Una persona. Sus ojos ven fijamente un punto perdido en el aire, pálido y
con el uniforme empapado de sangre, con cortes en cada parte de sus brazos y garganta.

—Mierda. —Dice Yugyeom, respirando profundo antes de alejar la mirada y buscar entre
la multitud. —Jungkook, allí está Jin.

Yugyeom se dirige hacia su amigo, pero Jungkook no puede moverse con tanta facilidad.
Alza la mirada, parpadeando lentamente y fijando su vista en la figura alta y con capa negra
que está de pie a lo lejos del pasillo, pero no tanto. Aquella figura que se llevó una parte de
su alma hace rato, pero que Taehyung pudo arreglar debido a que aparentemente no había
sido la gran cosa. Muerte lo miraba fijo, aún si Jungkook no podía ver su escalofriante
rostro debajo de la capa negra que cubría su cabeza, sabía que ésta ya había tomado el alma
del alumno muerto, y que solo estaba allí para demostrar que lo observaba.

A él.5

Jungkook sale de allí al ver llegar a los policías y dos médicos con una camilla donde
pondrían el cuerpo. Se dirige por donde regresó, y en el trayecto al baño se quita el anillo.
Segundos después, siente el malestar en su estómago y se tranquiliza, pero solo un poco.
Quiere llorar.

Una vez dentro del baño, le pone pestillo a la puerta y se gira, observando al diablo de pie
allí, viéndose alerta.

—Tae. —Se le entrecorta la voz mientras se le escapan unas lágrimas, y llega hacia donde
está su esposo, siendo envuelto por los brazos de este contra el calor de su pecho. Comienza
a llorar bajito, con sus ojitos cerrados y ceño levemente fruncido. —N-No puedo...
—Shhh, no hables. —Lo sostiene mejor hasta cargarlo en sus brazos y poder subirlo a uno
de los lavabos, sentándolo en éste. Se ubica entre sus piernas y le limpia el rostro con
lentitud, dejando un beso en sus labios. —Alguien murió.

Jungkook asiente lentamente y baja la mirada, con más lágrimas escapando. Sus manos
tiemblan. —L-Lo siento. Es que...hace mucho que no veo algo así.

—No vi, pero sentí. La muerte estuvo aquí.

— ¿Ya no? —Sorbió su nariz y Taehyung continúa limpiando las lágrimas que salen de sus
preciosos ojos verdes.

—No mientras yo esté. Me teme.

— ¿Por qué seguía aquí si el chico ya estaba muerto? Es decir, ya se había llevado su alma.
¿No se supone que debería de haberse ido?

—Tal vez debe de llevarse a alguien más.15

— ¿Dos muertes en el mismo día y mismo lugar?

—Puede que no el mismo día. Algunas veces vigila a su próxima víctima.

Jungkook se quedó callado de inmediato, mirando a Taehyung unos segundos antes de


sentir escalofríos. Se apegó más a éste, el cual le dejó de manera inmediata.

— ¿Tú sabes quién solía ser Muerte?

—Hubieron muchas Muertes. Esta es la novena, la penúltima. Solo puede haber diez
muertes. —Respondió. A Jungkook le gustaba saber sobre estos temas.15

— ¿Es como ser un profeta? Es decir, ¿Te eligen?

—A decir verdad, no sé bien cómo funciona, pero esta Muerte lo eligió. Luego de rituales
costosos para contactar a Dios, recurrió a mí. —Comienza, acariciando la espalda del niño
con lentitud. —Era un simple hombre de una aldea asquerosa y llena de pobreza. Tenía una
esposa, y seis hijos. Mató a éstos para demostrarme su insensibilidad, que podía ser la
muerte. —Jungkook niega lentamente. No entendía cómo alguien podría hacer algo así. —
Mató a su esposa para conseguir el ritual de invocación, y cuando se reunió con la octava
Muerte, luchó contra ella. No sé ni me importa cómo, pero ganó, y está a la espera de la
próxima.7

–Creí que Muerte debía de ser alguien tranquilo, que ayude a las personas a morir en paz.

—Sí, el de arriba también lo cree. En la larga lista de "Razones para odiar a mi arcángel
favorito" está aquello. —Sonríe de lado, presumiendo.5

Jungkook se aparta un poco de su pecho para alzar la mirada y verlo. — ¿Todas las Muertes
chillaban de esa forma y se vestían así?

—No, exceptuando lo de la vestimenta. El chillido es algo que sale de alguna parte de


Muerte cuando se hace presente, y solo lo escuchan los seres que son capaces de verla, no
los humanos. La he escuchado cuando llegué.

— ¿Y por qué yo la escucho?

—Porque, por algún motivo, esta Muerte no habla, y el chillido es la única forma de
comunicarse.10

Jungkook frunció un poco el ceño. Aquello era raro. Recibe un beso en los labios de parte
de su esposo.

—Tienes que calmarte y enfrentar esto. Las Muertes son completamente normal.

—Para ti. —Bufó el niño, y Taehyung nuevamente lo besa. — ¿Qué harías tú si yo


muriera?

Y es de inmediato, que los brazos de Taehyung se tensan, su rostro vuelve a ser inexpresivo
y sus ojos se vuelven del mismo color que el cuarto de uno. Todo rastro de que allí hubo un
color azul desaparece. Jungkook no evita sorprenderse, no evita sentir nostalgia y a la vez
felicidad por importarle al diablo.

—Tae. —Lleva sus suaves y delicadas manos a las mejillas de su novio. —Lo siento. No
voy a morir, solo era una suposición. No sabía que te pondrías así.
Taehyung tan solo lo ve fijo antes de ver de reojo hacia la puerta y volver a ver a su esposo.
—Van a enviar a todos a casa, no tendrás que seguir aquí. Apenas llegues, come algo y baja
a tu cuarto. Allí estaré.

Y en un parpadeo, desaparece, al igual que el malestar en el estómago del azabache.

Éste último suspira y se baja del lavabo de un pequeño salto. Se gira para verse al espejo y
lava su rostro ya que su nariz y alrededor de sus ojos están rosados por el llanto. Finalmente
se dirige hacia la salida del baño, quitando el pestillo de la puerta antes de salir. Observa a
los lados y nota a Yugyeom y Jin caminando en esa dirección. Su mejor amigo suspira,
aliviado al encontrar al azabache.2

—Jungkook. ¿Dónde estabas? —De inmediato en que llega frente al más bajo, lo envuelve
en un fuerte abrazo. —Estabas llorando. ¿Alguien te hizo daño? Torpe, no puedes andar
solo. Hay un asesino en la universidad.

—Tranquilo... —Jungkook devuelve el abrazo debido a que nota a su mejor amigo


realmente asustado. Aunque su tono de voz fuese como si quisiese matarlo, sabía que
cuando sonaba así era porque estaba preocupado o asustado. —...Solo me asustó ver al
chico.

—Soy un idiota. Luego de lo que has pasado con tu familia no debería de haberte llevado.
Lo siento, Jungkook. —Se aparta, y su mirada demuestra absoluta culpabilidad.

— Yugyeom, no es tu culpa. Yo estoy grande para que seas mi responsabilidad.1

—Cállate, tú siempre serás mi responsabilidad, idiota.

—No se pongan cursis. Jungkook, me alegra que estés vivo. —Bromea, y Yugyeom lo
fulmina con la mirada, sin encontrarle sentido al comentario. — ¿Qué? Eres un exagerado,
solo fue al baño.

Jungkook rio bajo. —Jin, nosotros también creímos que tú fuiste el que murió.2

—Desafortunadamente para Yugyeom, sigo vivo. —Esta vez los tres rieron. —Pero
hablando en serio, debemos ir a la oficina del director. Llamarán a nuestros padres y nos
iremos a nuestras casas.
—Si. Aparentemente el colegio no es seguro hasta que descubran quien anda asesinando
personas. —Explica Yugyeom mientras los tres se dirigen hacia la oficina del director por
el pasillo. —Esto será un caos, probablemente ni siquiera nos dejen andar de a uno por los
pasillos.1

— ¿Crees que está mal? Yo no quiero andar solo si alguien anda asesinando personas.

A Jungkook le da igual, sabe que con solo quitarse el anillo Taehyung estará allí para
salvarlo de lo que sea.

Los Jeon terminaban de almorzar luego de haber ido a buscar a Jungkook a la universidad.
Yi-Seul finalizó de comer primero que todos y se fue a su habitación, no sin antes levantar
su plato. Nadie tocó el tema de lo que había sucedido en el establecimiento, donde
Jungkook cursaba, especialmente porque no querían que este se pusiese mal.

Cuando todos finalizaron de comer, Mi-Suk se levantó para juntar los platos.

—Yo te ayudo. —Se ofreció Jungkook, a punto de ponerse de pie si no fuese porque su
madre lo detuvo.

—No, no. Quédate. Yo lo levanto, tú deberías de ir a descansar. —Dice con amabilidad, y


le guiña un ojo antes de dirigirse hacia la cocina

Jungkook observa a su padre, quien lleva viéndole durante todo el almuerzo, y suspira.

—Papá...

—No dije nada. —Seung ríe bajo, intentando tranquilizar a su hijo.

—Lo sé, pero sé en lo que estás pensando. —Y le dolía. Tragó saliva con fuerza, negando.
—No fui yo. No tuve nada que ver.

— ¿Ha vuelto?
—No. Nada ha vuelto. —Bastardo mentiroso. —No hay nada que temer, estoy abrumado
porque me trajo recuerdos, pero juro que esta vez no he tenido nada que ver. Realmente hay
alguien en la universidad que asesinó a ese chico.

—Espero que encuentren una solución, o no pienso dejarte ir de nuevo. —Comenta Seung
mientras Jungkook se pone de pie y le da un beso en la mejilla.

—Voy a ayudar a mamá.

—Se va a molestar si lo haces, ya la oíste: Quiere que vayas a descansar. ¿Tienes tarea? —
Jungkook niega. —De acuerdo, entonces ve a tu habitación a descansar.

—Subo en un rato, voy a darme un baño. —Dice, y se dirige hacia las escaleras, cerrando la
puerta detrás suyo antes de bajar las escaleras.

Finalmente llega a su cuarto y cierra la puerta con pestillo mientras comienza a quitarse la
ropa. Taehyung aún no estaba allí. Se dirige al baño y comienza a llenar la bañera en ropa
interior y calcetines, temblando un poco por el frío.

Siente el malestar hacerse presente unos minutos después, y unos pasos llegar al baño desde
el cuarto. Jungkook no se gira, continúa regulando el agua para su baño.

— ¿Desde cuándo te has vuelto un exorcista? —Pregunta Taehyung, y cuando Jungkook se


gira con sus mejillas sonrojadas al estar en ropa interior, el diablo tiene en sus manos un
cuaderno del azabache, donde éste había anotado un exorcismo que se había aprendido de
memoria.12

—Desde que un demonio me perseguía. —Dice.

Taehyung cierra el libro y lo deja sobre la tapa del retrete antes de acercarse al azabache,
envolviendo su cuerpo semidesnudo en sus brazos, acariciándole los muslos mientras
pegaba sus labios contra su oreja.

—Tienes frío. —Dice, mordiendo suavemente el lóbulo de la oreja del niño, trayéndole a
este más escalofrío ante la calidez mezclada con la frialdad.
—Tae... —Suspira. —...espera. —Se aleja un poquito y se da vuelta, cerrando el grifo. La
bañera ya estaba llena, y el agua perfecta. Nuevamente se gira hacia el diablo. —Tae, siento
por lo que te dije en la universidad. No quería hacerte enfadar. —Se disculpa, pero el diablo
tan solo vuelve a envolverlo en sus brazos y le besa los labios de manera suave y lenta.
Jungkook se deja completamente, rodeando el cuello del más alto con sus brazos y
poniéndose de puntitas de pie. – ¿No estás molesto? —Dice sobre los labios de su esposo,
el cual niega antes de apartarse.

—He pensado una respuesta a tu pregunta. —Responde, y sonríe ladinamente. —Tú serias
mi perfecta excusa para el apocalipsis.42

Jungkook no puede evitar echarse a reír y esta vez comenzar él un beso.

Su risita cesa entre más besos, besos que suben de temperatura al igual que sus cuerpos. Las
manos del diablo acarician las nalgas del niño por debajo de la ropa interior de éste,
presionándolo contra su obvia erección que se ha formado debajo de su pantalón. Leves
gemiditos escapaban de la boca del menor ante las presiones y el beso, el cual se volvía
cada vez más profundo.

Taehyung alejó sus manos para comenzar a quitarse la camisa, pero Jungkook apartó sus
manos y él mismo la desabotonó, quitándosela y dejando visible el torso repleto de tatuajes.
Dejó la camisa sobre el lavabo que estaba a su lado y llevó sus manitos al pantalón del
diablo, bajándolo. Taehyung no llevaba nada debajo de sus pantalones.7

Completamente desnudo, finalizó por quitarle al azabache la ropa interior mientras éste se
deshacía con sus propios pies de sus calcetines. Taehyung se apartó tan solo para meterse
en la bañera y ayudar a Jungkook a entrar. Se sentó, y tiró de la mano del azabache para
dejarlo de pie frente a sí. Comenzó a besarle los muslos de manera húmeda mientras le
acariciaba las nalgas y entre ellas. El niño suspiró.

—Quieto... —Dijo Taehyung ante el movimiento de caderas del menor, y continuó


besándole los muslos, mordiendo suavemente y haciéndolo suspirar nuevamente. —...Buen
niño. Ven aquí.2
Tiró de sus manos y Jungkook se sentó sobre el regazo de Taehyung, siendo recibido por el
agua calentita hasta arriba de sus pezones. Alzó el rostro cuando recibió un beso lento y
profundo, exquisito en sus labios. Gimió al pegar su torso contra el del mayor y le rodeó el
cuello con los brazos.

Inconscientemente, el azabache comenzó a mover sus caderas, y las fricciones comenzaron.


Ambos suspiraban sobre la boca del otro mientras se acariciaban y se besaban. El diablo
llevó sus besos al cuello del niño, el cual soltaba soniditos bajos, con sus ojitos cerrados y
el ceño fruncido.

—Tae —Arrugó su naricita al sentir como el diablo adentraba dos de sus dedos con anillos
en su interior, comenzando a moverlos lentamente. Un suspirito salió de sus labios antes de
comenzar a gemir por los movimientos que su esposo realizaba en su interior, y por cómo
las puntas de sus dedos rozaban contra su punto dulce, haciéndolo retorcerse.13

Las manos del azabache bajaron hasta el torso de su esposo, acariciando, delineando con
sus dedos sobre los tatuajes, sobre las frases y símbolos inentendibles para él. Las descargas
de placer le recorrían todo el tiempo, y el calor era abrumadoramente exquisito.

—P-Por favor...

—Como mi niño lo desee. —Dijo Taehyung, aunque, siendo honestos, él tampoco


aguantaba.

Sacó los dedos del interior del niño con lentitud y lo observó fijamente, amando como le
brillaban aquellos preciosos ojos verdes, como su boquita estaba roja, levemente hinchada y
como el color en sus pómulos era un leve rosado.

—Vas a montarme.14

Jungkook asintió mientras llevaba sus manos a los hombros del diablo para poder
levantarse un poco. El arcángel lo ayudaba tomándolo de las caderas, y el menor fue
bajando, llevando una mano a la erección de Jungkook para adentrarla en su interior de
manera lenta. Ya no dolía, solo le temblaban las piernas, porque se sentía...se sentía
demasiado bien.2
Se sostuvo con sus brazos alrededor del cuello del ente cuando finalmente el miembro de
éste estuvo completamente dentro, y aguardó unos segundos de aquella forma, entre besos,
caricias de manos y lenguas, para finalmente comenzar a mover sus caderas en círculos.

Se sentía bien, se sentía como estar en casa. No era tan solo el placer, las sensaciones; Era
el sentirse, el tenerse lo suficientemente cerca para complementarse, para respirarse y
conocer cada detalle en el cuerpo del otro, en el alma.

Jungkook, con ayuda del amor de su vida, comenzó a dar saltos, al principio lentos, sobre la
erección del ente, formando un vaivén que los hacía temblar. Por algún motivo, el frío en
sus pieles exceptuando las áreas en el agua cálida, lo volvía todo mejor. El cambio de
temperatura, la irregularidad de sus respiraciones mientras se besaban, suspirando
entrecortadamente en la boca del otro, aumentando el ritmo de embestidas. Se sentía pleno,
hacer el amor con el diablo incluso se sentía puro, pero malo a la vez.4

A Jungkook no le importaba, tan solo...era demasiado. Taehyung era demasiado para él, y
lo amaba con todo su corazón.

Minutos después, cuando ya ambos estaban cubiertos por una leve capa de sudor y el
cosquilleo en su vientre era demasiado, aumentaron el ritmo. Jungkook fue el primero en
llegar, con un gemido agudo y entrecortado, deteniendo su movimiento, con tan solo
Taehyung haciéndolo seguir con las embestidas. Su esencia salió de su miembro,
mezclándose con el agua mientras la correntada de un intenso placer le recorría el cuerpo.

Pronto pudo sentir al diablo llenar su interior, apretarlo más contra él. Ambos abrazados,
respirando agitadamente. Taehyung llevó una de las manos que estaban en las nalgas del
menor hacia el mentón de éste, sosteniéndole con firmeza para atraerlo a su boca,
besándolo profundamente.

—Te amo...

—Lo sé. —Responde Taehyung, dejando besos en su mejilla, en todo su rostro.15

Y Jungkook está a punto de decirlo, pero tan solo se recuerda a sí mismo la reacción de
Taehyung cuando oyó la pregunta del menor en el baño de la universidad.+
¿Qué tal si moría?

Ojos rojos, músculos tensos, mirada fija, sin siquiera poder responder.

Taehyung lo amaba...y algún día lo diría.

xxɪɪ: "ᴀꜱí ᴇꜱ ᴄóᴍᴏ ꜱᴇ ꜱɪᴇɴᴛᴇ".

Calor, sudor, pasión y aroma a sexo había en el despacho del diablo, en el subsuelo del
enorme e interminable infierno.14

Si, Taehyung lo había estado deseando hace rato: Tener a su niño desnudo sobre sí,
saltando sobre su erección, besándole todo el cuerpo y que sus gemidos hicieran eco en su
despacho. Todo esto estando sentado sobre su trono, sintiéndose un verdadero rey.35

Le acarició los glúteos mientras lo hacía detener los saltos al estar muy cerca. Quería
disfrutar más de aquellas sensaciones, de tener el pequeño cuerpo, desnudo y sudoroso
sobre el propio, el cual estaba cubierto con su ropa, pero con sus pantalones bajos, por
supuesto.

Tomó su cabello un puño, tirando hacia atrás para alzarle el rostro y atacar directo a
aquellos labios rojizos y levemente hinchados. Jungkook gimió, respondiendo como podía.
Se sentía sin aire, con mucho calor y placer. Las manos del diablo estaban por todas partes,
sus besos lo hacían estar más cerca del límite, y las palabras sucias que le susurraba al oído
lo hacían sentir un niño muy, muy malo.2

Lo amaba tanto.13
Taehyung ordenó entre un beso los movimientos de Jungkook, y éste nuevamente reinició
los movimientos de sus caderas, los saltitos sobre la erección de su príncipe, su esposo, su
rey. Su todo.

El joven rodeó el cuello del diablo con sus brazos, aferrándose y mordiendo su labio
inferior, con sus ojitos cerrados y ceño levemente fruncido. El diablo llevó sus manos a la
cintura de Jungkook, presionándola para ayudarlo a subir y bajar más deprisa. En aquella
sala reinaron nuevamente los gemidos, los jadeos y chasquidos de los besos. Todo era
simplemente demasiado, y ninguno pudo soportarlo por mucho tiempo. Llegaron al clímax
casi al mismo tiempo, con sus cuerpos temblando ante las descargas de placer mezclado
con alivio. Jungkook manchó la vestimenta del ente con su esencia, y lo notó casi de
inmediato.

Se quedó abrazado al cuerpo de su esposo, el cual le besaba húmedamente el cuello. —Lo


siento... —Se disculpó entre respiraciones agitadas.

Taehyung le mordió juguetonamente el cuello en aquella área donde el niño tenía


cosquillas, haciéndolo reír adorablemente y retorcerse un poco en sus brazos, los cuales se
estrecharon de manera más firme.

—Deberías de tener una cama aquí...

—Deberíamos. —Corrige el diablo. —Esto es tuyo, también. —Un cosquilleo se hizo


presente en la pancita de Jungkook a la vez que recibía un beso en su oreja. —Aunque me
gusta hacerte mío en mi trono. —Dice bajo, y le aprieta las nalgas, provocando que gimiera
apenitas audible.6

El diablo se aparta tan solo para alzarle el mentón y besarlo en los labios. Las lenguas de
ambos se encuentran de inmediato, frotándose entre sí, formando húmedos sonidos y más
calor en el pecho de ambos. Taehyung se aparta con una suave mordida en el labio inferior
del niño, y entonces abre los ojos para verlo.

Hebras despeinadas, mejillas sonrojadas, labios rojos y ojos brillosos, dilatados. La mirada
del niño pasa de estar embobado a estar entre confundido y avergonzado.
— ¿Qué sucede? —Pregunta ladeando levemente su cabeza, con su ceño frunciéndose
apenitas.

—Te ves condenadamente bien. —Halaga el diablo, provocando que su niño se sonroje y
no evite reír silenciosamente en una exhalación, bajando la mirada y negando lentamente.
Las cejas del rey se alzan por unos segundos. —Oh, vamos. Dime que el niño favorito no
sabe que es precioso.

Una vez más, el pequeño niega, sin alzar la mirada. —No...

— ¿Me estás contradiciendo? —La boca de Taehyung vuelve a acercarse a la oreja del
pequeño. —Porque, verás, yo soy mentiroso...pero no necesito serlo con mi esposo.

—Lamió el lóbulo de su oreja antes de sostenerlo mejor contra su pecho y observarlo.

—Deberíamos de volver. En tu casa no tardan en despertar, y sería extraño si te ven en la


escalera con los ojos vendados por uno de tus calcetines.

Jungkook no evita reír y alza el rostro, pidiendo un beso, obteniéndolo con gusto. Suspira
por la nariz profundo, con su pecho llenándose de amor.

—Te amo. —Lo dijo porque lo sentía, y porque creyó que tal vez podría tener una
oportunidad, aquella oportunidad de oír a su esposo responder, ser correspondido.

A él jamás le gustaba presionar a las personas, e iba más allá de lo que a él le gustara o no
que le hicieran, ya que siempre pensaba primero en los demás antes que él, lo cual era
malo, pero también era algo que no podía evitar.

Siempre pensaba en Taehyung primero.

Y aunque éste último fuese el diablo, una persona que tenía un trono, que dirigía el
infierno, de poco tacto y cero tolerancia al perdón, Jungkook lo trataba como cualquier ser
humano se merecía ser tratado: Le daba tiempo, le daba espacio y le daba amor.

Y no. No se estaba hartando de no ser correspondido.1

Se estaba hartando de jamás ser amado. Porque eso fue lo que pidió en primer lugar,
sentirse amado, y el que ni siquiera el diablo pudiese cumplir eso...era malo. Muy.
Le rodeó el cuello con los brazos para tenerlo más cerca, y el diablo apretó levemente sus
caderas. —Pero demasiado...te amo demasiado.

No hubo ninguna respuesta.15

Y de pronto, se sintió avergonzado. Se sintió apenado de estar frente al diablo, aún con éste
en su interior, desnudo sobre su regazo y confesando su amor no correspondido. Suspiró y,
luego de unos segundos, no tuvo más remedio que apartarse y levantarse con cuidado,
buscando su ropa y comenzando a vestirse.

No iba a llorar.

Se puso su ropa interior, pantalones tiro alto, borcegos y camisa. Se estaba abotonando los
últimos botones de ésta cuando oyó la voz de Taehyung:1

—Sé lo que quieres oír.12

Jungkook negó lentamente mientras se metía la camisa dentro del pantalón y acomodaba su
cabello. —No lo creo. —Respondió como pudo ante el nudo en su garganta, aún sin girarse
debido a que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. Limpió cualquier rastro de éstas.

Pudo sentir a Taehyung acercarse con lentitud. —Sé que buscas una respuesta siempre que
lo dices.4

—Y yo puedo entender que no puedes dármela. —Dice amablemente, intentando ser


comprensivo pero, a pesar de esto, demasiado dolido. Comienza a caminar hacia la enorme
puerta dorada de salida, puede sentir a su esposo caminar más lento. Se detiene. —Solo
quiero que seas honesto conmigo. Si dices que no necesitas mentirme, entonces no lo
harás.3

No está preparado para girarse, para enfrentar esta charla, la cual presiente que lo va a dejar
hecho pedazos, pero lo hace de todas formas. El verde esmeralda se encuentra con aquel
profundo y frío azul y un rojo sangre en tan solo un costado.

— ¿Hay algo que te impide corresponder?1

Silencio.
—No.16

Una puntada atraviesa el pecho del más bajo y traga saliva con fuerza, alzando un poco una
ceja. — ¿Nada? ¿Solo eres tú?

—Sí. —Y ve, por primera vez, dolor en la mirada del rey del inframundo.

Si, ya no puede soportarlo. Las primeras lágrimas escapan de los ojos del azabache y no
puede evitar hipar. Taehyung se acerca tan solo un poco, se le ve tenso, como si no le
gustara aquella situación. — ¿Me estás mintiendo porque es necesario o me estás diciendo
la verdad? —Continúa, pero se da cuenta de que está siendo un niñito. Un niñito lleno de
esperanzas rotas e inalcanzables. Taehyung se acerca más, sus ojos volviéndose rojos.

—... ¿No me amas? —Su voz tiembla aún más, y tiene que apretar los labios para no
sollozar.

—Jungkook... —Es la primera vez que oye la voz del diablo temblar, pero es como si
aquello lo hubiese despertado, y rápidamente vuelve a tener aquella neutralidad en sus
facciones, inexpresivo. —...soy el diablo.33

Por algún motivo, para el arcángel decir aquello es como si lo hubiese dicho todo, pero a
Jungkook aún le cuesta entender. Sin embargo, sigue siendo dulce. No tiene la necesidad de
tratar mal a Taehyung por esto, porque no podía culpar a la gente por no amarlo de vuelta.

— ¿Y por qué nos comprometimos? —Solloza, y la mano del mayor va a una de sus
mejillas. Jungkook inclina su rostro inconscientemente, disfrutando de aquel toque. — ¿Por
qué estás buscando cosas para volverme inmortal y pasar mi vida a tu lado si no lo haces?
¿Cuál es el sentido de todo esto, Tae? —Y el diablo no responde. Luce perdido.3

Así que Jungkook toma una decisión.

Lleva su manito a la de su esposo, y la baja lentamente, dejándola con la palma hacia


arriba. Acaricia aquellos anillos en los dedos del amor de su vida, y la suelta, comenzando a
quitarse el anillo.38
Taehyung aleja la mano como si ver aquello lo hubiese quemado, sus ojos se vuelven
levemente más grandes y el bordó consume el azul. Sangre tiñendo un mar. Jungkook se lo
queda viendo.8

—Extiende tu mano.1

—No...

Jungkook no hacía esto para recibir respuesta, no hacía esto para forzar...hacía esto por su
bien. Porque no podía pensar que se repetiría una historia, que su matrimonio sería como el
de sus padres: "Nos une un anillo, pero no nos amamos."25

Sin apartar la mirada de los ojos del arcángel, volvió a tomar la mano y le dejó el anillo
sobre la palma. Podía jurar oír su corazón rompiéndose, haciendo eco en el infierno.1

—Conozco la salida, no tienes que acompañarme.4

— ¿Qué cambió?17

Ambos se observan fijamente antes de que Jungkook vuelva a hablar:

—Nada ha cambiado. Yo sigo amándote, y tú no. —Lo observa con dolor antes de girar
sobre sus talones y abrir la pesada puerta, saliendo del despacho del diablo y dejando a éste
allí, completamente solo.

Desató el calcetín que cubría sus ojos cuando estuvo en el último escalón de la escalera de
su casa. Todo estaba a oscuras, era de madrugada. La presencia de Taehyung no estaba, y
ya había sentido aquello varias veces, pero esta vez era diferente...porque era la última.14

Tragó saliva con fuerza antes de comenzar a llorar silenciosamente y bajar los escalones,
caminando hasta estar sentado en el sofá. No quería ir a su cuarto, porque ya no se sentía
protegido. Ahora todo valía, todo contaba. Era la oportunidad para cualquier cosa que haya
estado persiguiendo a Jungkook hace más de un año.
Tenía que ser listo.

Se puso de pie y rápidamente se dirigió a los cajones del mueble que cargaba con el
tocadiscos, buscando entre las estampillas de vírgenes. Vislumbró algo plateado que
brillaba con la luz que llegaba de la ventana. Un crucifijo. Lo tomó de inmediato y prendió
la luz de la sala antes de volver al sofá.3

No hacía falta bendecirlo debido a que todo crucifijo o estampilla lo estaba gracias a su
madre. Lo colgó en su cuello y, por unos segundos, se sintió a salvo.

Pero, ¿Acaso Dios iba a protegerlo luego de haber estado con el diablo?11

Suspiró y prendió la televisión, bajándole todo el volumen. Se recostó en el sofá e intentó


pensar en que todo estaba bien, y podría con esto.

El día estaba haciendo largo, y Yugyeom se limitaba a observar a su mejor amigo el cual
estaba sentado a su lado, pálido y con bolsas violetas bajo los ojos. Se veía extremadamente
cansado y roto, pero no podía preguntarle ahora debido a que estaban en medio de una clase
y el profesor suplente era extremadamente jodido.

Minutos después el timbre sonó y todos comenzaron a guardar sus cosas. Ahora tan solo
quedaba ir por última vez a la cafetería, y al fin se irían de aquel lugar.

— ¿Qué te sucede? —Jungkook lo observa ante aquella pregunta de manera inexpresiva al


principio, luego frunciendo un poquito su ceño.

—Nada

— ¿Estás enojado conmigo? —El azabache nuevamente niega y ambos se apresuran a salir
del salón con los demás debido a que ya no permiten a nadie caminar libremente por los
pasillos gracias al asesinato de un alumno.

Una vez comienzan a caminar, Yugyeom suspira. —Lo estás.


Jungkook no evita soltar una risita, una con muy pocas ganas. —Yugy, no estoy enojado
contigo. Realmente no lo estoy, solo...no pude dormir. —No mentía.

— ¿Algo sucedió como para que no pudieses dormir?1

Jungkook hizo silencio por unos segundos antes de tragar saliva para responder: —No, solo
no pude.

Necesitaba aprender a mentir mejor, llevaba un tiempo haciéndolo y era lamentable que aún
no se oyera honesto.

Finalmente llegaron a la cafetería y fue como si Jin lo supiese, porque de inmediato se


acercó. —Jungkook, te ves pálido. —Fue lo primero que dijo, con su ceño levemente
fruncido. Se disculpó con la mirada al ver la manera en la que Yugyeom lo veía.4

Éste último suspiró y pasó su brazo por los hombros de su mejor amigo. —Te diré qué. —
Comenzó a caminar provocando que sus otros dos amigos también lo hicieran. —Jin, tú y
yo comeremos algo, y luego iremos a mi casa a pasar el día.

—Me dormiré en el camino. —Bromeó con una sonrisita mientras sus ojos se volvían
levemente llorosos, pero respiró profundo para que pasara.

—Nosotros te cargaremos. —Dijo Jin.

Éste último y el azabache van a sentarse a una mesa mientras Yugyeom se dirige a la fila.
Una vez formado en ésta, Stella aparece y le toca el hombro, sorprendiendo a su mejor
amigo con un beso cuando éste giró su rostro para verla, uno corto ya que había profesores
allí.

Extrañaba los labios de Taehyung: Tibios, expertos y suyos.

—Luce como si fuesen en serio.

El de azabache asiente lentamente y voltea su mirada, frunciendo el ceño al notar a dos


policías en cada punta del lugar. — ¿Por qué tanta protección? ¿Creen que pudo ser un
grupo de asesinos?
—Eso parece. —Oye un suspiro y su mirada va a su amigo. —Nunca había sucedido algo
así.

—No tienes que asustarte, Jin.

—No lo estoy, pero me pone nervioso el que nuestro pueblo sea chico. —Explica mientras
se acomoda el cabello. —Todos conocemos a todos, y eso significa que podría ser
cualquiera.

El niño traga saliva, ahora un poco nervioso. Eso era cierto. No había nadie en Holmes
Chapel que no se conociera al menos de vista. Todo se había vuelto un desastre, y a pesar
de que le había dicho a su amigo que no lo tuviese, sentía miedo. Si algo le llegaba a pasar
a Jin, o a Yugyeom...por suerte sus amigos eran listos, y no querían intentar ser rebeldes.

—Jungkook... ¿Realmente solo no has podido dormir? —Jungkook lo observa de


inmediato. —Está bien si no quieres decírmelo, solo quiero asegurarme de que todo esté
bien.

¿Debería?

Se acomoda en su asiento antes de suspirar, cabizbajo. —... ¿Alguna vez amaste a alguien
que no te ama de vuelta? —Ruega que Jin no preguntara tanto, porque realmente se
quedaría sin palabras.3

Jin hace una mueca, reincorporándose. No se esperaba aquello. —Creo que todos lo hemos
hecho. —Responde luego de pensarlo por unos pequeños segundos.

—Sí, pero no me refiero a amar a alguien que no te nota, hablo de amar a alguien que luce
como si te amara, y hace cosas que te aseguran que lo hace...pero no lo dice, o lo niega.5

Nuevamente hay un silencio. Jungkook sabe que recibirá una buena respuesta de Jin,
porque era de dar buenos consejos. El azabache había tenido bastante suerte en tener
personas como Yugyeom y Jin, no solo por lo leales que eran, sino porque sabían respetar
opiniones, y cuando uno no quería contar más de lo debido al otro. Sabían no entrometerse.

—Eso depende. A veces no todo se basa en decirlo, aunque nos hace sentir bien oírlo. Hay
mejores maneras de demostrar el amor.12
El ceño del niño se frunce. — ¿Como cuáles?

—Proteger, dar espacio, cuidar. Hay muchas más, pero, personalmente, creo que esas son
las más destacables. —Se permitió opinar el castaño, observando a Yugyeom en la fila y
notando que a éste lo estaban atendiendo.9

— ¿Y qué si hace todo eso, pero lo niega?

Jin nuevamente le ve, solo que ahora fijamente. —Está mintiendo. —Respondiendo,
dejando a su amigo aún más confundido. —No todos, pero al menos esta persona que tú me
dices, sí.6

—... ¿Cómo lo sabes?

—Me has dicho que, por las cosas que hace, luce como si te amara. —Responde Jin,
esperando que sea obvio y un poco indignado al notar que Jungkook no lo comprende. —
Eres una persona extremadamente insegura, y si dices eso es porque realmente lo conoces,
y puedes notar su amor. —Ambos notan a Yugyeom despidiéndose de Stella. —Solo que
eres lo suficientemente inseguro para creerlo.7

Jungkook arruga un poco su nariz, de pronto, sintiéndose culpable. — ¿Es...mi culpa?

—No, él es un idiota. —Rápidamente dice Jin, y Jungkook inconscientemente niega.

—Pero tendrá sus razones.28

"Soy el diablo." ¿Será que Taehyung creía que era su deber el no amar o aceptar hacerlo?
¿Tomaba el ser el diablo como un trabajo que le costaría más que horas laborales? Bueno,
claro que sí, pero aun así era algo terrible. ¿Acaso el diablo era igual de inseguro que
Jungkook lo era con sí mismo? ¿Qué tal si Taehyung lo amaba y lo había tirado todo por
estar encaprichado con oír una respuesta?3

¿O qué tal si no y tan solo no lo amaba?

Honestamente, Jungkook creía que lo primero encajaba muchísimo más, pero su


inseguridad no se lo permitía.
— ¿De qué tanto hablan? —Preguntó Yugyeom al llegar a la mesa, dejando la bandeja con
los sándwiches y cajas de jugo en la mesa antes de sentarse.

Jungkook despertó de su trance ante la mirada de Jin sobre sí.

—De que Stella y tú se ven muy bien. —Rápidamente respondió Jungkook. No mentía,
habían comentado aquello y era la verdad; Hacían muy bonita pareja. Tomó un sándwich
de la bandeja, agradeciéndole a su amigo y dándole un mordisco a la comida. No tenía tanta
hambre, pero tenía que aparentar.

Yugyeom alzó ambas cejas. —Por supuesto que nos vemos bien, ambos estamos
buenísimos. —Comentó, haciendo reír a Jin. Nuevamente observó a su mejor amigo, un
poco más tranquilo al verlo comer. — ¿Seguro que todo está bien?

Jungkook lo observó, masticando y asintiendo rápidamente antes de tragar. —Sí, seguro.


Solo estoy cansado.

Y pensó en distraerse, pensó en las cosas que estaban diciendo sus amigos, en no callarse y
responder, unirse y no estar tan aislado en sus pensamientos. Al principio no podía lograrlo,
porque estaba seguro que nadie podría ni querría quitar a Taehyung de su cabeza, pero
finalmente lo logró, justo en el momento en que sentía una mirada en su nuca, un frío en su
espalda. Algo o alguien estaba muy cerca de él, y sabía qué era.

Dejó de comer, con su sándwich casi terminado en su mano. Se quedó observando


fijamente a la mesa e intentó mantener la calma. La Muerte debía estar comprobando si el
diablo realmente no aparecería, ¿Cómo lo había sabido?

Bueno, Jungkook había salido llorando del infierno. Tal vez se corrió la voz o...no lo sabía.

Solo sabía que la tenía justo detrás, y que era perturbador: Su presencia no era nada
agradable. Fue como cuando la tuvo de frente, inexpresiva y tranquila.

¿Y por qué estaba allí? Fácil.

—Alguien más ha muerto. —Susurra.3


Los policías del pasillo entran a la cafetería y cruzan el lugar hasta llegar a los profesores.
El timbre suena luego de unos segundos, y todos se ponen de pie. Jungkook continúa
congelado en su lugar, y Yugyeom se extraña por eso.

—Jungkook. —Llama, y el nombrado alza lentamente la mirada, con sus ojos llorosos y
llenos de terror. — ¿Qué tienes?

— ¿Jungkook? —Jin se incorpora.

Están a punto de seguir interrogando, pero uno de los profesores del último curso hace
callar a todos antes de hablar:

— ¡Necesito que todos hagan una fila! Los llevaremos a la oficina del director, y allí
llamarán a sus familiares para que vengan por ustedes. ¡Todos en orden, y con calma!

Jungkook se para abruptamente, intentando no temblar mientras se aleja con sus amigos sin
mirar atrás. Yugyeom cree que este está asustado por los asesinatos, y lo mantiene cerca
todo el tiempo, intentando tranquilizarlo mientras le decía que podía irse a su casa y Jin y él
esperarían a que Mi-Suk pasara a por él. Ninguno dijo ninguna palabra, y cuando la señora
Jeon llegó, se despidieron y lo acompañaron hasta que éste estuvo sentado en el asiento
copiloto.

—Chicos. —Llamó Mi-Suk a los dos amigos de su hijo. — ¿Quieren que los lleve a casa?

—Oh, no. Está bien, señora Jeon. No queremos molestar. — Yugyeom habló.

—No es molestia. ¿Ya notificaron su retirada en las oficinas?

—Sí, hace unos minutos. —Dijo Jin, y pidiendo permiso se subió a la parte trasera, seguida
de Yugyeom.

El viaje estuvo silencioso a excepción de las preguntas que Mi-Suk le hacía a Jungkook, y
éste respondiendo de manera cortante, neutra mientras se encogía en su asiento y sostenía
con una mano el crucifijo en su cuello.
Finalmente, Yugyeom y Jin se bajaron en la casa del primer nombrado, ambos agradecieron
y se despidieron de su amigo y su madre. Cuando esto sucedió, Mi-Suk nuevamente ve a su
hijo.

—Mi amor. ¿Estás bien? —A Jungkook le tiembla el labio antes de bajar la mirada.
Necesita a su mamá. — ¿Qué sucede? Kook, ¿Te asustaste? —El azabache asiente
lentamente antes de cerrar sus ojos, con sus primeras lágrimas saliendo y comenzando a
sollozar silenciosamente. Estaba muy asustado. —Oh, mi bebé. —De inmediato le quitó el
cinturón de seguridad y lo atrajo a sus brazos, acunándolo en su pecho. —Mami está aquí
contigo y no va a dejar que nada te pase, ¿Sí? —Jungkook asiente aun sollozando.7

Se mantiene así unos segundos, realmente desahogándose, aunque cuando finaliza sigue
doliéndole el pecho. Dejar a Taehyung había sido lo más doloroso que le había sucedido,
no entendía siquiera como se le cruzó por la cabeza, y éste último seguramente le odiaba.

Su madre lo apartó un poco y le limpió las mejillas. —Luces cansado...Kookie, he


encontrado una manta en el sofá. ¿No estás durmiendo en tu cuarto?

—No puedo...

— ¿Y si duermo contigo? Yo te protejo, cielo. No hay de qué temer. —Dijo su madre, y


deseó con todas sus fuerzas que sea cierto. —Vamos a pasar toda la tarde juntos, no estás
solo.8

Jungkook nuevamente solloza. Se sentía más solo que nunca. —Mami, te amo.

—Yo te amo muchísimo más, mi amor. —Le da un beso en la frente y lo acomoda en su


asiento, poniéndole nuevamente el cinturón de seguridad antes de, nuevamente, conducir.
—Vale, a olvidarse de este momento feo. Vamos a comprar algo rico para almorzar,
¿Quieres? Puedo prepararte lo que sea que quieras.

Jungkook sorbió su nariz y asintió lentamente. —Está bien. —Respondió con su voz
entrecortada, y se giró hacia el lado de la ventana.

Sin poder evitarlo, se durmió camino a casa, observando al cielo y con la inseguridad de
que, esta vez, ningún cuervo lo seguía.
La enorme puerta de oro se había cerrado, el diablo se mantuvo de pie allí, sin saber qué
decir, sin saber qué pensar.

Así que se puso a trabajar.

Comprendía un poco a los humanos después de todo: Él había observado como éstos solían
trabajar o hacer cosas para olvidar desgracias, despejar sus cabezas. Taehyung había
archivado más de cincuenta contratos aquel día, liberó almas que ya habían cumplido sus
años en el infierno e hizo más contratos para nuevas almas que buscaban negociar con
demonios. Merodeó por los lugares, chequeando como todos hacían sus trabajos.

Mantuvo su cabeza ocupada, bloqueó lo que no aceptaba.

No le estaba prestando ni un poco de atención a Baphomet, un demonio que iba en busca de


los contratos para repartirlos. Éste comentaba sobre la cantidad de gente solicitando al
infierno como si fuese el mejor regalo de su vida. Taehyung alzó la mirada desde su trono a
un reloj que tenía en la pared: Los números eran romanos, y era muy antiguo, de un barco
hundido hace años. Funcionaba hacia atrás, pero lo hacía bien. Habían pasado días, y eso
significaba que habían pasado más en la tierra. Probablemente ya era el cumpleaños del
azabache, y si no se equivocaba, estaba por terminar.5

—Envía un cuervo. —Finalmente habló a regañadientes, interrumpiendo al otro demonio.

— ¿Dis-Disculpe?

Entonces el diablo lo observó, con sus ojos bordó -habían estado así en todo momento-, y
se puso de pie lentamente. — ¿Debo repetirlo?

— ¡No! No. Por supuesto que no. Ya mismo enviaré un cuervo. —El demonio era listo.
Tomó el resto de los contratos y se fue corriendo de aquella habitación.

Taehyung suspiró.
¿Cómo el diablo pudo haber sido tan torpe? ¿Acaso no le era suficiente? ¿No había
aprendido y esta era otra lección de su padre, o Jungkook era muy real? No. Jungkook no
podía ser real, porque era el ser humano más amable, sensible y bondadoso. Siempre quería
ayudar a todos, era muy extraño que juzgara a alguien y todo lo que hacía era por pura
inocencia y curiosidad. Jamás tenía malas intenciones, aún si elegía lo malo.

¿Cómo alguien así podía enamorarse de él?3

Se giró lentamente, y observó el pequeño trono a un lado del suyo.

Estaba dispuesto a darle todo, incluso la inmortalidad, porque eso era lo que él quería. Lo
quería a su lado por voluntad propia, sin obligaciones. Parecía inalcanzable el hacer al niño
feliz, pero a veces, cuando ambos terminaban de hacer el amor y Taehyung sostenía el
pequeño cuerpo desnudo de su esposo en sus brazos, Jungkook lucía como si no quisiese
nada más. Jungkook lucía pleno, alegre. Feliz.

¿Era muy tarde para decírselo?17

Tal vez y hasta ya se haya conseguido otro novio, los humanos solían hacer eso, e incluso
estaban con más personas a la vez, sin que entre éstas se supiera. Eso le hizo hervir la
sangre, pero todos sus pensamientos fueron interrumpidos cuando las puertas se abrieron
abruptamente.

Se giró, desconcertado. Nadie entraba sin tocar primero. Baphomet lo observaba con
pánico, como sabiendo lo que se aproximaba y cómo se pondría el diablo.11

—Señor, tiene que ir ahora mismo.

Y lo sintió en su pecho. Un vacío, un profundo e interminable vacío se formaba mientras


todo él ardía, y los pensamientos en su cabeza eran más que negativos. Se dirigió fuera del
infierno a zancadas, pensando: ¿Así se siente?+

Pero ahora no importaba, porque quién quiera que lo haya tocado, iba a cruzarse con el
mismísimo diablo más que enfadado.
xxɪɪɪ: "Qᴜᴇ ᴇᴍᴘɪᴇᴄᴇ ᴇʟ ꜱʜᴏᴡ"

Un suspiro. Un largo, profundo, y entrecortado suspiro.

No, no. Simplemente no podía.

Su mente no regresaba, ni avanzaba. Se necesitaba más que un suspiro para afrontar lo


que había sucedido, y ganas de vivir para afrontar lo que continuaría.

Observó con su vista nublosa -podrían ser sus heridas, podrían ser sus lágrimas- sus
manos ensangrentadas, temblorosas y lastimadas. Alzó la vista y observó a unos metros
aquella bolsa, nuevamente regresando la vista al frente.1

Se necesitaba querer estar bien para querer morir. Definitivamente no quería estar bien,
porque no lo merecía. Merecía sufrir.

Se puso de pie como si nada, sin sentir ningún tipo de dolor, solo hormigueo y un vacío en
su pecho, y se dio la vuelta, intentando no tropezar, cojeando y con su mano presionada en
su costilla a pesar de que no sentía el verdadero dolor.

El verdadero dolor ahora estaba en su alma.

Y esperaba, realmente lo hacía, no estar vivo pasada la medianoche. 13

// XII horas antes de lo ocurrido //

El niño abrió sus ojos debido a su hermana sobre él, despertándolo sin ningún signo de
gentileza, tan solo un canto desafinado y molesto, pero lo hizo sonreír.

— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS A TI, FELIZ CUMPLEAÑOS A TI, FELIZ CUMPLEAÑOS


OLO-ROOOO-SOOO, FELIZ CUMPLEAÑOS A TI! —Recibió un beso en su mejilla que
lo hizo reír silenciosamente y ocultar su rostro en la almohada, fingiendo seguir dormido
aunque claramente no era así. —Oh, vamos. Debes despertar, tienes diecinueve.
¡DIECINUEVE! —Le sacudió el hombro al gritar eso, provocando que riera. —Mamá
quiere que te levantes, no te salvarás de ir a la universidad solo porque es tu cumpleaños.

Jungkook asintió y esperó a que su hermana saliera de su habitación antes de suspirar,


refregando sus ojitos con sus puños antes de sentarse lentamente, medio quejándose.
Parpadeó un par de veces y observó a su alrededor, buscando algo que claramente no
habría. Taehyung.2

Un poco más angustiado, se quitó el rosario del cuello, con los nervios en su pancita. Lo
dejó en su mesa de noche y cerró los ojos, contando hasta diez para luego abrirlos.

No, no era el rosario.

Taehyung se había ido, y aunque era tiempo de aceptar que ya no volvería, dolía. Dolía
porque él creía sus razones válidas, el sentía que lo que hizo fue por el bien de ambos. Tal
vez alguien más podría haberlo hecho, pero dolía vivir con el miedo de no ser amado, y
Taehyung prácticamente lo había rechazado cuando hablaban del tema. "Soy el diablo."
¿Qué podría haber hecho luego de aquello? ¿Rodear su cuello, decirle que no importaba y
nuevamente hacer el amor? Jungkook sabía y estaba consciente de haber dicho
innumerables veces que Taehyung podía hacer lo que quisiese con él, pero ya había pasado
más de un año con él, ya no había contrato por su alma, era más serio que al principio.

Aunque, aparentemente, nunca fue serio.

Tragó con fuerza el nudo de su garganta y decidió negar con la cabeza, dejando que todos
aquellos pensamientos se evaporaran mientras se levantaba y caminaba en pijama hacia el
baño.

Sí, todavía un baño, una ducha bien calentita.

No había de qué preocuparse, estaría bien.


Estaba arruinado.

¿Por qué todo le recordaba a él?4

Bañarse le recordaba a él, principalmente a aquella vez en donde entró en pánico cuando
iba a irse, y el diablo lo llevó a la bañera y lo abrazó contra su pecho.

Cuando se vistió frente al espejo, pudo visualizarse a sí mismo un año atrás, con los tirantes
en sus shorts altos, medias por las rodillas y kickers, con su esposo detrás, diciéndole cuan
bonito se veía, y la pureza que llevaba consigo.

Nadie jamás iba a decirle algo tan bonito en su vida, y si así era, no quería que haya nadie
más.

No pudo evitar tapar su rostro y llorar silenciosamente. ¿Cómo haría para vivir sin
Taehyung? Éste era su ancla, lo mantenía firme, en pie luego de todas las cosas malas que
hizo. Lo mantenía cuerdo, acompañado y feliz. Ahora estaba solo.

Limpió su rostro, y nuevamente lavó su rostro antes de finalizar de vestirse, poniéndose un


suéter gris sobre la camisa blanca y tomando su mochila antes de salir de su cuarto.

Apenas subió las escaleras y abrió la puerta que lo llevaba a su sala de estar, su madre lo
recibió con un abrazo cariñoso. —Feliz cumpleaños al amor de mi vida. —Le dijo,
haciéndolo sentir realmente mimado y aguantando el llanto. Lo tomó del rostro y repartió
besos por todo du rostro. —No importa cuántos años tengas, siempre serás mi bebé.

Jungkook rio tímidamente y recibió el abrazo de su padre, el cual se había acercado


mientras su mamá le daba besitos. —Feliz cumpleaños, Kook. —Le dio un beso en la frente
y le acomodó los ricitos húmedos hacia un lado. —No salgas con el cabello mojado, hace
frío y no quieres enfermarte en tu cumpleaños, ¿Verdad? Yo te llevaré a la universidad.

Jungkook asintió. Se sentía más reconfortado. —Está bien, gracias. —Respondió.

Permitió que su mamá lo guiara hasta la cocina, quitándole la mochila y dejándola en el


respaldo del asiento donde estaría su hijo. Se dirigió hacia una encimera y le sirvió una taza
de chocolate caliente junto a un pequeño plato de galletitas con chispitas de chocolate.
—Oh. Gracias, mami. —Dijo y tomó una galleta, mojándola en la leche antes de comenzar
a comer.1

—No hay de qué, corazón. —Respondió Mi-Suk cariñosamente, acariciando el cabello su


bebé y sonriéndole a Yi-Seul antes de ver nuevamente a su hijo. — ¿Estás mejor? —
Jungkook, el cual se encontraba bebiendo de la taza, asintió. —Tus amigos me comentaron
de una sorpresa que te tienen en la noche. Irás, ¿Verdad?

—Oh, sí. —Relamió sus labios, aunque sobre los superiores quedó un poco de chocolate
caliente. — Yugyeom me quiere allí, ayer no paraba de hablar de ello y que tenía que ser
puntual.

— ¿Donde será?

Jungkook alzó la vista para verla. —No lo sé, es sorpresa.

—Vale, pero ten cuidado. —Llevó su mirada hacia su hija, la cual bebía tranquilamente de
su taza. —Yi-Seul, ¿Y Theo?7

La cara de la nombrada cambia repentinamente a estar más seria. —Rompimos. Ya no


hablamos.

Mi-Suk iba a comenzar a interrogar, pero cuando su hija negó con la cabeza y Seung entró
a la cocina sosteniendo un diario y tarareando, se enfocó en éste último para comenzar una
charla.

—Cariño, ¿Su-Ho y Rose?

Jungkook no se permitió oír más y observó a su hermana, la cual revolvía el té en su taza y


suspiraba, con la mirada perdida. Ambos hermanos estaban pasando por lo mismo, a
excepción de que Jungkook había estado más tiempo en pareja, y más acostumbrado a la
presencia de Taehyung.

— ¿Por qué cortaron?

Yi-Seul alzó la mirada unos segundos antes de regresar a ver su taza y encogerse
inocentemente de hombros. —Es...complicado.
Él probablemente hubiese respondido lo mismo.

Minutos después se encontraba despidiéndose de su hermana y madre mientras caminaba


hacia el auto de su padre, el cual ahora tenía un impala del 67. A Jungkook le agradaba
aquel auto.2

Se subió en el asiento copiloto y dejó la mochila a sus pies antes de ponerse el cinturón de
seguridad y suspirar, con su padre subiéndose a su lado. Suspiró. Se sentía mucho mejor
ahora que había desayunado y su familia le daba mucho amor y cariño. Era un niño
mimado, otra vez.

Pero sin el amor de su vida.

—Kook. —Observó a su padre, el cual giraba la llave para encender el auto. —Ahora que
eres mayor de edad, si quieres puedo enseñarte a conducir. Es fácil y te servirá.

El niño hizo una mueca de inseguridad. —Uhm...no me gusta conducir, soy muy miedoso.
Prefiero caminar.

—Oh, vamos. —Lo alentó Seung. —No necesariamente tienes que aprender para usarlo
cotidianamente, también puedes simplemente saber por si alguna vez surge alguna
emergencia.

Fue casi de inmediato que su padre comenzó a enseñarle todo tipo de cosas sobre el auto:
El cómo hacerlo andar, los cambios, freno, velocidad, etc. Jungkook prestaba suma
atención, y pudo entenderlo pero, honestamente no creía conducir jamás.8

Una vez Seung estaciona frente a la universidad del azabache, éste último se desabrocha el
cinturón y se pone la mochila.

—Tu madre me dijo que hace unos días no estuviste bien. —Jungkook lo observa de reojo,
dudoso antes de asentir rápidamente. —Jungkook, si tienes miedo, puedes llamarme. No lo
contengas, yo vendré de inmediato y lo sabes.

Era increíble lo mucho que había cambiado Jeon Seung. Había pasado de ser un religioso,
homofóbico, abusador a todo lo contrario. Por supuesto que Jungkook no defendía aquello,
e incluso le dolía decirlo pero estaba de acuerdo con el castigo que Taehyung le había dado,
porque lo cambió. Lo hizo ver a lo que verdaderamente hay que temer, y a lo que lleva
juzgar sin saber.

—Está bien...gracias, papá. —Se inclinó y le dio un besito en la mejilla antes de bajarse del
auto, cerrando la puerta. Se inclinó un poco para estar a la par de la ventana. —Tengo una
pregunta. ¿Mamá no quiere que esté en casa por la fiesta sorpresa?

Seung lo observó por un momento, hasta parece que había dejado de respirar. — ¿Qué
fiesta sorpresa? —Jungkook alzó ambas cejas, esperando. — ¿Cómo lo supiste?

—La hace todos los años.

—Vale, sí. Pero ésta vez será diferente. Vendrá más gente del pueblo. —Comentó, y
nuevamente encendió el auto. —Creo que no deberías de decirle a tu madre.6

—No lo haré. Hasta la noche, papá.

Jungkook pasó frente al auto, cruzando la calle con cuidado y caminando en la acera antes
de adentrarse a la escuela. Había un policía allí que guiaría a un grupo de alumnos hacia la
cafetería, y Jungkook se reportó con otro policía antes de ir con los demás. La seguridad era
extremadamente alta en la universidad, y cualquier persona tenía el derecho de faltar si
podía. Honestamente, Jungkook creía que los padres de sus compañeros eran lo
suficientemente religiosos para creer que Dios los protegería.2

Una vez se adentraron a la cafetería, fue casi instantáneo recibir un fuerte abrazo de su
mejor amigo, el cual fingía un llanto a un lado de su oreja, haciéndolo reír.

— Yugyeom, moriré. —Dijo el azabache debido a que los brazos del otro chico lo
presionaban con fuerza. Jin venía riendo ante aquello con un pequeño plato en donde había
la mitad de un pastel.

—Mi hermanito ya no es hermanito. —Le pasó la mano por las hebras, haciéndolos hacia
atrás y provocando que Jungkook abra sus ojos de más. —Es mayor, es...mierda, no. Es
hermanito. Sigues siendo menor que yo. —Se alejó, fingiendo restarle importancia.

Jungkook acomodó su cabello hacia un lado nuevamente. —Por meses. —Dijo, y recibió
encantado el abrazo de su otro amigo, Jin.
—Feliz cumpleaños, Kook.

—Gracias, Jin. —Se mantuvieron así por unos segunditos más antes de alejarse y sonreírse.
Nuevamente la mirada del niño fue a su mejor amigo, el cual se encontraba viendo
alrededor, concentrado. — ¿Yugy?

Yugyeom observó a Jungkook y sacudió su cabeza. —Oh, solo buscaba a Stella. Ella va a
ayudarnos con tu sorpresa. Vale, vamos a comer. —Pasó un brazo por los hombros del más
bajo y lo guió hacia la mesa.

Había un pastel muy bonito decorado en la mesa a donde se fueron a sentar, solo le faltaba
un trozo y Yugyeom comentó molesto el cómo Jin no se aguantó y comenzó a comer antes
de lo debido. El de ojos castaños parecía no darle importancia, y Yugyeom continuaba
discutiendo. A Jungkook le ponía tan feliz aquellas pequeñas charlas o anécdotas.

Las clases pasaron más rápido de lo usual, y los tres chicos registraron su salida en la
oficina del director antes de salir del instituto, caminando entre charlas y risas hacia la casa
de Yugyeom. El Señor Kim estaba allí, viendo la televisión. Recibió a Jungkook en un gran
abrazo y lo felicitó antes de dejar a los chicos, yéndose a dormir unas horas ya que él sería
el que llevara a Jungkook al lugar en donde Yugyeom y Jin le tenían la sorpresa.

Los tres chicos se mantuvieron conversando, incluso hicieron los deberes de la universidad
para tener el resto del día libre. Tenían padres exigentes, que les presionaban con los
estudios y el futuro de cada uno.1

Finalmente Jin decidió que iría hacia el cuarto de Yugyeom a preparar las cosas que
llevarían al lugar sorpresa. Una vez éste desaparece de la sala, el de ojos azules se giró para
tomar de su mochila un sobre y tendérselo a Jungkook.

—Tengo éste regalo aquí para ti, y es lo único que voy a darte. —Jungkook lo toma,
emocionado y dispuesto a abrirlo, pero Yugyeom lo frena. —No, no. No es para que lo
abras ahora, es para que lo abras cuando...oh, a la mierda. ¡Ábrelo, ábrelo!

Jungkook comenzó a reír y antes de pensar en abrirlo lo agitó. — ¿Es una guitarra? —
Bromeó, y ambos volvieron a reír antes de que el niño finalizara por abrir el sobre y sacar
lo que había dentro. —...oh. Oh, vaya.
Wow. Wow. Wow, wow, wow.2

Yugyeom se removió en el sofá, ansioso y esperando una reacción. — ¿Qué tal, ah? ¿Crees
que podríamos irnos a Londres y llegar a tiempo para el show de Frank Sinatra?13

Jungkook estaba boquiabierto. Yugyeom sabía cuánto le gustaba aquel artista, cuan bien lo
hacía sentir oír su vinilo al estar triste, y ahora...ahora tendría la posibilidad de verlo en
vivo, y junto a su mejor amigo. En su mano se encontraban dos entradas, y dos boletos para
un tren a Londres en tres semanas. Era el mejor regalo del mundo.

—Tú, yo... ¿En serio? ¡¿En serio?! ¡Oh, Dios! —Rio alegremente antes de lanzarse a los
brazos de su mejor amigo, ambos fundidos en un abrazo. —Gracias, gracias, gracias.

—Espero que sea mejor que una guitarra. —Bromeó el de ojos celestes antes que ambos se
apartaran.

Jungkook observó nuevamente los boletos y volvió a guardarlos en el sobre, con una
sonrisita y ojos húmedos por la emoción. —Cuidaré esto con todo mi ser. —Lo guardó en
su mochila.

—Creí que merecías una gran sorpresa por tus diecinueve luego de todo lo que has pasado.
—Jungkook hace una mueca, entre ésta se oculta una sonrisita. —Y te he notado triste.
Como tu mejor amigo, es mi deber verte mejor.

—No es un deber, tú no tienes la obligación de hacerme feliz. —Ya comenzaba a hacer


puchero.

—Es verdad, lo siento. Quiero verte mejor. —Aclaró.

Ambos se vieron fijamente, y con sonrisitas en sus labios. El amor y aprecio que se tenían
era increíble. Siempre serían una familia.

— Yugyeom, estás haciendo que me enamore de ti. —Bromeó el de azabache, intentando


no reír cuando su mejor amigo llevó una mano a su pecho.

—Creí que ya lo estabas.

—Oh, no. ¿Crees que fui muy obvio?


—No tan obvio como para tomar a la ligera, pero lo suficiente para no sorprenderme. —
Ambos ríen mientras Jungkook niega lentamente. Aún quería llorar. —Realmente quiero
verte mejor.

—Lo haré, lo prometo.

Si, tal vez lo estaría.

Jin salió de la habitación minutos después de aquella charla, cargando una pila de cuatro
cajas e intentando no tropezar. Yugyeom se puso de pie de inmediato y le ayudó con dos.

— ¿De qué hablaban? —Preguntó Jin, sonriéndole a Yugyeom en modo de agradecimiento.

—Jungkook estaba confesando su amor por mí. —Y había sonado tan indiferente y realista,
que Jin abrió sus ojos de más, observando a ambos de sus amigos.

— ¿Era él por quien estabas mal? —Le preguntó al azabache. Éste último abrió sus ojos de
más, algo pasmado. —...oh. Oh, mierda.15

— ¿Qué? ¿De qué hablan? —Preguntó Yugyeom, pero al ver a Jin tan serio su mirada fue
rápidamente a la de Jungkook, también abriendo sus ojos de más. — ¡Estás enamorado de
alguien! ¡Es por eso que estabas triste! —De repente la expresión del adolescente cambió a
una de pánico mientras reafirmaba el agarre en las cajas. —Oh...oh, no. Por favor, dime que
no estás enamorado de mí e hice una estúpida broma que te dañó.18

Jungkook no evitó reír, comenzando a negar. —No eres tú, tranquilo.

Yugyeom pareció volver a respirar y observó a Jin antes de que ambos se sonrieran con
picardía, viendo al azabache de la misma manera. —Así que... ¿Quién es él?

Recordó haber dejado pasar el "él" de la pregunta que le hizo Jin hace días, pero ya eran
muchas ocasiones en las que sus amigos se referían a alguien con quien Jungkook podría
estar como si fuese un chico.

Era momento de aclarar, doliese o no.

— ¿Por qué asumen que es un chico? —Pregunta tímidamente, comenzando a ponerse


nervioso y con sus mejillas calientes.
—Porque no somos estúpidos. —Respondió Jin, y ambos continuaban con aquella sonrisita
pícara.3

Jungkook bajó la mirada, juntando sus manos y entrelazando sus deditos.

— ¿Ustedes...están de acuerdo con ello?

Yugyeom frunce su ceño, borrando su sonrisa. — ¿Qué?

— ¿No creen que yo esté enfermo?

—Enfermo es tener gripe, no que te gusten los chicos. Y jamás vuelvas a preguntarle a
alguien si está de acuerdo con tu orientación sexual, el único que tiene que estar de acuerdo
eres tú.45

Jungkook tragó saliva con fuerza y limpió una lagrimita que caía por su mejilla. —Gracias.
—Dijo.

—No agradezcas, Jungkook. —Dijo Yugyeom, también sentimental.

Jin se quejó. —Quiero abrazarlo.

—Lo haremos apenas venga a ver la sorpresa. Siéntete como en tu casa, Jungkook. —Le
sonrió en modo de aliento y se dirigió hacia la puerta. —Jin, vamos.

Habían pasado aproximadamente dos horas, y Jungkook se la había pasado viendo Tom &
Jerry en la televisión, entretenido mientras comía pastel que había quedado y bebía jugo de
naranja. Fue finalmente cuando el Señor Kim despertó de su siesta y le propuso ordenar un
poco antes de salir, que Jungkook se levantó y se dirigió a la cocina, dispuesto a lavar su
plato y vaso. Nuevamente volvió al living, y acomodó la mochila en el sofá junto a las
demás. Apagó la televisión cuando el señor Kim había terminado de beber algo y salió
junto a éste para dirigirse al auto.1
En el camino se la pasaron hablando del regalo que Yugyeom le había dado a Jungkook, de
la buena música. Comentaron cosas sobre Elvis Presley, los Beatles y los Rolling Stones. El
azabache, de entre todos esos, prefería a Elvis, pero también amaba los otros dos grupos.10

Finalmente llegaron frente a la iglesia del pueblo, y Jungkook no pudo evitar fruncir el
ceño. ¿Acaso habría una misa? Estaba a punto de comenzar a desilusionarse, pero el padre
de su mejor amigo le tendió un papel, el cual era una especie de mapa.

—Sigue las instrucciones, y allí los encontrarás. —Dijo.6

—Oh. —El azabache desabrochó su cinturón antes de bajarse, y agradeció el "Feliz


cumpleaños" proveniente del hombre en el vehículo antes de acelerar y desaparecer por las
calles desiertas de Holmes Chapel.

Jungkook se encaminó hacia la iglesia, pero no subió los escalones de ésta, más bien, la
rodeó, justo como decía en el mapa. Podía oír música a lo lejos, y mientras más se
adentraba al bosque, más audible y reconocible era. Se encontró moviendo la cabeza.

Solía oír esa canción cuando le tocaba limpieza en su cuarto, porque era muy animada, para
oírla en los buenos días. Continuó avanzado, y el sonido se volvía aún más fuerte. Entre los
troncos y la oscuridad, visualizó un lugar exacto del bosque el cual parecía tener cosas allí.
Se fue acercando con una sonrisita en sus labios: Reconocía una mesa con comida y lo que
parecía un gran pastel, un cartel que iba de un tronco a otro donde se leía "¡Feliz
cumpleaños, Jungkook!" y decoraciones rosadas y azules, sin olvidar el tocadiscos con el
vinilo girando en éste.1

Finalmente llegó, y bajó la mirada para doblar el mapa. ¿Dónde estaban sus amigos?
Nuevamente alzó la mirada, y su sonrisa se borró de inmediato al visualizar a Jin en el
suelo, con un poco de sangre en su sien y desmayado...o eso esperaba.

Todo su cuerpo se tensó, todo se volvió frío mientras sentía a alguien de pie detrás suyo, a
la expectativa de lo que haría. Sentía el malestar en su estómago, pero no, no era Taehyung.
Era aquel malestar que sintió aquella noche que durmió mientras creía que el diablo le
acariciaba el cabello y no era así, o cuando intentaron quitarle la vida en la bañera.
Tomó una respiración honda antes de girarse de golpe, y se encontró cara a cara con Stella,
la cual le sonrió de manera lenta y escalofriante.64

—Feliz cumpleaños.1

Sintió un golpe en la cabeza, su cuerpo caer al suelo, y se durmió.7

Sus ojos se abrieron lentamente, le pesaban un poco los párpados mientras una fuerte
jaqueca lo hacía sisear. Tenía frío, hacía frío aquella noche, y la música había desaparecido.
Respiró profundo, intentando dejar de ver borroso.

—Finalmente. —Oye nuevamente aquella voz. Era Stella, era la novia de su mejor amigo.
Su visión se aclaró, y la vio caminar lentamente hacia él. Se intentó hacer hacia atrás, pero
parecía que algo lo mantenía en su lugar. La observó entre asustado y frustrado. La chica
alzó ambas cejas. —Oh, no me veas así. ¿Ahora vas a decirme que no lo sospechabas ni un
poquito?

No podía ser el que todo lo bueno durara poco para él. Estaba tan enojado, y tan, tan, tan
asustado.

— ¿Qué debería sospechar? —Dijo, sin verla pero teniéndola bastante cerca. Se armó de
valentía. — ¿Que eres una perra? —Jamás había llamado a una mujer así, y no lo hacía. Él
no le hablaba a Stella, le hablaba al demonio. Una fuerte patada en su estómago lo hizo
jadear por aire. Se quejó debido al ardor pero aun así hizo todo lo posible para seguir firme.
— ¿Dónde está Yugyeom?

—Eso es un "no". Vaya, Jungkook, te creía menos imbécil. —Proporcionó otra patada en el
cuerpo del niño en el suelo, lo cual lo hizo doblarse y nuevamente jadear, pero el demonio
se dirigió hacia la mesa donde estaba el pastel, tomando la gran cuchilla que había a un
lado. — ¿No me reconoces en éste cuerpo? —Cortó un trozo de pastel y lo sirvió en un
platillo. —Tal vez debería de verme más triste, más rota y rechazada. —Fingió un tono
triste antes de girarse aún con la cuchilla en su mano.32

Jungkook la observó fijamente, con una mano en su estómago y tragando el gusto metálico
en su boca. Oh, realmente había sido un imbécil. Había sido obvio.

—Irene.37

Stella se encogió de hombros inocentemente. —Sí, bueno. Podría decirse que sí, así nos
conocimos. —Comienza a caminar hacia el cuerpo del niño, ignorando el de Jin al pasar, y
poniéndose de cuclillas para estar a la altura del azabache. —No importa eso, realmente. Lo
único que importa aquí es que sepas que yo no soy el malo de la historia. —Negó
lentamente, viendo fijamente los ojos verdes del menor. —Realmente, no lo soy. Tú si lo
eres.

Jungkook intenta no verse muy obvio al notar que Jin comienza a ponerse de pie
silenciosamente, sosteniendo en una de sus manos una botella de wisky.9

—En primer lugar... —Prosiguió el demonio, apuntando el pecho del azabache con la
cuchilla, presionando levemente para herirlo. —...tú fuiste quien corrió a los brazos del
demonio cuando nuestro querido Mino... —Hizo una pausa y llevó su mano libre a su
corazón, asintiendo, con una falsa expresión de lamento. —...que en paz descanse, engañó a
tu familia. Era un simple castigo, solo unas quemaduras en la piel. Es una gran diferencia a
morir desangrado porque te arrancaron los testículos, ¿Verdad?4

Jin continúa acercándose muy lentamente, fijándose donde pisaba para no ser ruidoso. Por
suerte, en aquella área del bosque, era pura tierra. No había tantas ramas ni césped.
Jungkook vio fijamente a Stella y relamió sus labios antes de hablar, ya que debido a los
nervios tenía la boca seca.

—Así que mis primos te ordenaron matarme.

—Mira, yo lo intenté. Realmente lo hice, pero siempre que lo intentaba...allí estaba él.
Incluso con sus cuervos. Siempre vigilándote, y yo no podía arriesgarme tan rápido, sé
reconocer que no tengo la misma cantidad de poder que él, pero soy muy bueno
escondiéndome: Primero en aquella dulce niña, luego en el idiota del novio de tu hermana,
he estado en el padre de Yugyeom y, oh, incluso he estado en Jin. —Llevó la cuchilla al
cuello del menor, y la piel de éste se erizó más de lo normal. —Siempre he estado a tu
alrededor, acechándote, y tú jamás te has dado cuenta. Pero ahora ya no está. Se ha ido,
Jungkook. —Comenta refiriéndose a Taehyung. Su sonrisa se vuelve más grande y se
acerca más al rostro del menor. — ¿No te pones a pensar en por qué todos te dejan? —
Suspira mientras Jungkook comienza a lagrimear. Esto era una pesadilla. —Creo que es
hora de asimilar la verd-8

Detuvo sus palabras cuando la botella de wisky que anteriormente estaba en las manos de
Jin estalló contra la cabeza de la chica, y lo escalofriante fue que la expresión de ésta era la
misma: Sonriente, aunque en su mirada algo cambiaba. Extendió su mano, y Jin salió
prácticamente volando por los aires, chocando contra un tronco y cayendo al suelo.16

La mente de Jungkook viajó más rápido de lo normal, y en su cabeza imágenes de su


libreta, las páginas corriendo hasta detenerse en una hoja exacta, aquella hoja la cual había
memorizado por si acaso.

—Exorcizamus te, omnus immundus spiritu-

No pudo seguir debido al fuerte puñetazo en su nariz, la cual comenzó a sangrar de


inmediato. Sollozó secamente por el fuerte dolor pero apenas tuvo tiempo a lamentarse ya
que fue tomado del mentón y dos golpes dejaron su rostro con sangre.

—Omnis...omnis satanica potestas, omnis incursio infernalis adversarii, omnis legio... —


Continuó Jin, levantándose lentamente.12

Stella comienza a temblar, retorciéndose. Jungkook aprovecha para intentar moverse. —


¡JIN, CORRE!2

Éste le hace caso, comenzando a correr para salir del bosque, buscar ayuda, pero se gira
debido al fuerte jadeo del azabache. El demonio había introducido la cuchilla debajo de una
de las costillas del menor, el cual gruñó por el dolor, con lágrimas cayendo entre toda la
sangre de su rostro.15

—Omnis congregatio et secta diabolica. —Continuó Jin mientras el demonio quería


moverse, pero todo lo que hacía era temblar. Sus ojos pasaron de ser como los de un ser
humano normal a volverse completamente negros. —Ergo draco maledicte et omnis legio
diabolica adjuramus te. —Jin retrocede un poco cuando el demonio se pone de pie entre
temblequeos, queriendo caminar hacia él.

Jungkook quita la cuchilla enterrada en su abdomen y lleva su mano allí, poniéndose de


lado y respirando entre jadeos de dolor. —Jin...

—Cessa decipere humanas creaturas, eisque aeternae perditionis venenum propinare. —


Dice el chico, y toma otra botella, lanzándosela y fallando. —Mierda, mierda, mierda.9

—Vade, Satana, inventor et magister omnis fallaciae, hostis humanae salutis. —Continúa
Jungkook mientras hace lo posible por ponerse de pie, lográndolo y sintiendo la sangre en
su abdomen, en su rostro. Está tan acabado. —Humiliare sub potenti manu dei, contremisce
et effuge, invocato a nobis sancto et terribili nomine, quem inferi tremunt. —Su voz se alza
cada vez más.

Stella cae de rodillas y gruñe antes de gritar, con su voz gruesa, distorsionada. Medio ríe
entre quejidos, fuerte, escalofriantemente.

— ¡¿POR QUÉ NO ABRES TU REGALO, AH?! —Apunta hacia una dirección detrás de
Jungkook, pero su brazo se tuerce debido a que Jin continúa, dejándola temblando, con los
ojos cerrados y gritando.

—Ab insidiis diaboli, libera nos, Domine. Ut Ecclesiam tuam secura tibi facias libertate
servire te rogamus, audi nos.

Medio inclinado por el dolor bajo su costilla y notando que Jin tenía el control de la
situación, se gira hacia donde el demonio había apuntado. Siente un escalofrío atravesar su
columna vertebral al ver una bolsa negra, la cual llevaba algo dentro.

No.16

A tropezones, lentamente, se encaminó hacia la bolsa, y a medida que se fue acercando,


pudo observar una mano fuera de ésta.

—Ut inimicos sanctae Ecclesiae humiliare digneris, te rogamus, audi nos.


No. No, no, no. No. No.

Se balancea a centímetros de la bolsa. No puede ser. Le ha dejado de doler el cuerpo, ahora


solo algo arde profundamente en su pecho, algo de lo que no se recuperará jamás en su
vida. Jamás, jamás.14

Con temor, su mano temblando, ya sabiéndolo, abrió la bolsa del todo. Su aliento se cortó.

Si, por supuesto.

Jungkook les había quitado a alguien, y era claro que harían lo mismo con él. Era claro que
el demonio buscaría a lo más cercano que Jungkook tenía como familia ya que éste estaba
siendo protegido por Taehyung.

Y no entendía como de repente todo había dejado de doler, como si fuese que algo le quitó
los sentimientos y el dolor físico. Shock, frío, pérdida de sangre, aunque probablemente sea
el cuerpo sin vida de Kim Yugyeom, cortado, más manchado de sangre que él, con sus ojos
abiertos y perdidos en un punto del bosque.76

Fue instantáneo el dejar de temblar, y se giró lentamente, viendo a su otro amigo.

—Terribilis Deus de sanctuario suo. Deus Israhel ipse truderit virtutem et fortitudinem
plebi Suae. ¡BENEDICTUS DIUS! ¡GLORIA PATRI! —Jin finaliza aquel exorcismo, y un
humo negro y largo sale de la boca de la adolescente, la cual tiembla y cae al suelo,
inconsciente. El demonio golpea contra un punto del suelo y el malestar desaparece al igual
que éste.

Un silencio ensordecedor se hace presente en aquella área del bosque, solo respiraciones
agitadas y entrecortadas. Jin parece recordar que su amigo está apenas manteniéndose de
pie, y rápidamente camina hacia éste, tomándolo del rostro al llegar. Lucía perdido,
desorientado.

—Estás bien, estás bien. Tranquilo.

Pero Jungkook lo estaba. —Estoy tranquilo. —Dijo con calma, la voz apenas audible. Jin
frunció su ceño antes de ver detrás del azabache, y éste último pudo ver los ojos castaños
del chico llenarse de lágrimas. Las manos de Jungkook tomaron las muñecas de su amigo.
—E-Escúchame. —Jin nuevamente lo observó, y sollozó, asintiendo y con lágrimas
cayendo por su rostro. —Tienes que irte, ahora. Nadie puede saber esto.

—Jungkook, es Yugyeom...

—Nadie va a creernos. Jin, por favor. —Ambos se observan fijamente.

Sabían que esa sería la última vez que se verían.19

—Adiós, Jungkook. —Se le entrecorta la voz antes de besarle la frente al menor y alejar las
manos del rostro de éste, dando unos pasos hacia atrás y pasando por un lado del cuerpo de
Stella. Jin nota que esta respira. —Está viva.

—Llévatela.

Jin asiente y se inclina, pasando sus brazos por debajo del cuerpo de la adolescente,
cargándola en brazos y caminando fuera de aquel lugar sin mirar atrás.

La mirada del azabache permanece perdida antes de girarse nuevamente, en dirección a


aquella bolsa. Observa el cuerpo de su mejor amigo, y a pesar de que no siente nada, las
piernas le tiemblan y cae de rodillas al suelo, rendido.

La casa de los Jeon estaba repleta de gente del pueblo. La música era tranquila, todos
estaban bebiendo y comiendo, charlando entre ellos. Estaba resultando perfecto. Yi-Seul
conversaba con sus amigas en el sofá, Seung hablaba con Su-Ho y Rose y Mi-Suk iba de un
lado a otro, fijándose que todos tuviesen lo que deseaban, conversando con algunas mujeres
de la iglesia.

Un portazo provino de la puerta principal, junto a muchos jadeos de horror. Seung alzó la
mirada cuando oyó un vaso romperse en el suelo.

— ¡JUNGKOOK!
Allí estaba su hijo: Con su rostro golpeado y repleto de sangre, pálido, con su ropa sucia
por tierra y una gran mancha de sangre en su camisa. Respiraba hondo, con sus ojos muy
abiertos, pánico en su expresión. Seung dejó todo, acercándose.

—¡No! —Exclamó el menor, extendiendo su mano y retrocediendo, intentando no caerse.


—No. N-No te acerques.

—¡Jungkook, bebé! —Mi-Suk quiso acercarse, pero el nombrado no se lo permitió. —¿Qué


te sucedió? ¡Amor! Por favor.

—N-no...no me toquen. No me toquen.

Un hombre de entre todas las personas se acerca. —Tienen que llevarlo al hospital ya. Está
desangrándose. —Dice, acercándose. Era George Griffin, un médico reconocido entre
todos. —Vamos, Jungkook. Necesitas ayuda. —Se acerca de más y lo toma de la mano.

— ¡NO ME TOQUES!

Y, como arte de magia, el hombre sale disparado por los aires, golpeando su cuerpo contra
una pared antes de caer al suelo. Todos parecen sentir aquel malestar, que para ellos era lo
peor pero para Jungkook, oh, para Jungkook era un alivio.1

Mi-Suk dio un paso hacia atrás, asustada. La gente comenzó a desesperarse y encaminarse
hacia la salida del patio trasero, escapando de aquella situación, todos menos el padre
Jonghyun y la familia Jeon.

El niño no sabía si tal vez era el extrañarlo con toda su alma, pero incluso podía percibir
dónde estaba el diablo. Con esperanza, se dirigió de manera apresurada, tambaleante hacia
las escaleras, comenzando a subirla con cuidado. El padre Jonghyun extendió su mano,
apuntando con ésta al azabache.

No sabía que oír a alguien orar iba a lastimarlo como aquella vez en la que su padre lo hizo,
y sintió éste fuego recorriendo el interior de su cuerpo. Gimió con dolor, a punto de caer de
la escalera hacia adelante, pero sintió como algo, Taehyung, para ser específicos, lo
atrapaba, y lo tomaba en brazos.

—¡OH, POR DIOS! —Jadeó Mi-Suk, llorando y muy asustada.


Todos quedaron en silencio al ver aquella figura alta, vestida de negro, con ojos color
sangre, perfecto pero escalofriante. El diablo se hacía visible por primera vez frente a las
demás personas, sosteniendo a su esposo, a su niño favorito, el cual habían lastimado, en
brazos. La furia recorría por sus venas pero, sin embargo, alzó la mirada y sonrió
lentamente de lado.

—Un gusto conocernos personalmente. —Dice. Alza su mano mueve levemente sus dedos,
provocando que todas las puertas se bloquearan. Ahora tan solo tenían la sala, no había
donde escapar. —Bueno, que comience el show.25

Hizo falta un chasquido de sus dedos para que las cosas comenzaran a destrozarse y
moverse bruscamente de lugar, dañando a todo el que se interpusiera entre éstas. Los focos
estallaron en pedazos y el diablo podría ver a través de la oscuridad. Se giró con elegancia y
subió los escalones, sosteniendo a su niño en su pecho y oyendo los gritos de susto de los
Jeon y las pocas personas que quedaron en la sala.

Jungkook se quejó en los brazos de éste, retorciéndose de dolor.

—Sh, sh. —El diablo lucía asustado por primera vez en su vida. Se dirigió hacia las
escaleras de la azotea, aquella azotea en la que habían bailado bajo la luna sangrienta.

La puerta se abre sola de un golpe, y Taehyung se apresura a arrodillarse en el suelo,


dejando a su niño en sus brazos, el cual lo observa entre dolor y sangre, débil y con
lágrimas cayendo de sus ojos.

—Tae...

Taehyung lo sostiene por la espalda con un brazo, y su mano libre va al rostro de éste,
queriendo mantenerlo quieto para curarlo. Jungkook lo nota y cierra sus ojos, negando.

—No...

—Estás muy débil, no hables. —Ordena. —Abre los ojos.

—Yo... —Solloza, adolorido. Todo era una pesadilla. —...lo maté. Yo lo maté.
— ¿A quién? Jungkook, lo que sea que haya pasado, no es tu culpa. —El azabache asiente.
Por supuesto que lo era. Nada de esto hubiese pasado si no fuese por él. Taehyung acerca
su rostro y las narices de ambos se rozan. —No lo es. —Gruñe. —Lo sé porque te conozco,
y no eres capaz de algo así. —Jungkook solloza más fuerte, retorciéndole. El ardor lo está
matando, pero debía soportarlo. —Mírame. Jungkook. —Llamó, y le tomó del mentón
cuidadosamente. El niño negaba, con sus ojos cerrados. Se negaba a ser curado. —
¡Jungkook!

—¡No!

—Jungkook, mírame o voy a matar a tu jodida madre. —Si Jungkook moría, los mataría a
todos.9

El niño rápidamente abre sus ojos, creyendo en las palabras de su esposo y ambos se
observan fijamente. Poco a poco el ardor comienza a desvanecerse, y ahora tan solo hay
gusto metálico en su boca. Todavía siente la calidez de la sangre en su torso, y Taehyung
parece no darse cuenta de aquel corte profundo bajo su costilla.

Se observan por un momento antes de que Jungkook vea detrás del diablo y apriete su
agarre en el brazo del diablo, el cual gira su rostro para observar aquello que atemorizaba
tanto a su niño favorito. Descubrió a La Muerte de pie, tan solo observando.13

—No. —Taehyung sostuvo a su niño mejor, contra su pecho. La muerte soltó un leve
chillido. — ¡DIJE QUE NO! —Gritó, y el chillido de Muerte fue más fuerte antes de
desvanecerse, asustada. Taehyung cubrió las orejas de Jungkook ante aquel sonido que
podría afectarle en su estado, y luego lo observó por completo, finalmente notando la
camisa con una gran mancha de sangre. La levantó, y observó el corte y la sangre fluyendo
de ésta. —No. No. ¡Maldición!29

—Taehyung...

—No, cállate. —Interrumpió, y presionó con su mano repleta de anillos la herida viendo al
niño, el cual luchaba por mantenerse cuerdo. —No voy a dejarte morir, ¿Me oyes? Soy el
jodido diablo, y yo decido esto. Yo decido si mueres o no, ¿Entendido?
Claramente sabía que no era así, no tenía ningún control sobre las decisiones del niño y por
ende no era quién para decidir si continuaría con vida. Pero es que él...él no...

—Jungkook, no soy nada sin ti.46

El azabache sollozó, aliviado y extendiendo débilmente su mano para acercar a Taehyung.


Ambos presionaron sus labios en un casto beso que duró unos segundos.

—Me tienes que llevar a un hospital, y no puedes. —Comenzó Jungkook, ambos viéndose
fijamente. El transportarse podría hacerle más daño, no estaba en condiciones. Suspiró
entrecortadamente y observó fijamente los labios del diablo antes de volver a aquellos ojos
que lo tenían embobado. —No siento las piernas, Tae.2

—Puedo curarte. —Dijo, desesperado. —Por favor. Déjame curarte.

Jungkook asintió. Jamás le diría que no. Jamás.

La mano en el abdomen de Jungkook comenzó a calentarse un poco, como si algún tipo de


energía lo aliviara. Pudo sentir la sangre dejar de salir de la herida, y cuando estuvo a punto
de sentir la herida completamente cerrada, la puerta de la azotea se abrió, y la voz del padre
Jonghyun se alzó en una oración en latín.27

Jungkook gritó, retorciéndose, y a Taehyung le importó una mierda todo. Agitó su mano y
aquel hombre salió expulsado nuevamente por la puerta, cayendo por las escaleras. La
mirada del diablo volvió al rostro de su pequeño y se congeló al verlo intentar respirar,
escupiendo sangre por su boca y temblando, tan solo observándolo.1

Taehyung exhaló.

Solo había una manera de salvarlo.

Le acarició el rostro antes de posicionar su rostro frente al suyo.

—Lo siento por esto, pequeño. —Dice, y ambos se ven fijamente. —Déjame salvarte.5

Jungkook intenta hablar, y no lo logra. Tan solo asiente, dándole permiso.


Siente el aire irse de su cuerpo, y cree que está por morir, pero su boca se abre
involuntariamente y puede sentir esta especie de polvo adentrarse, dándole picazón en su
garganta. Sus ojos se cierran, y luego de unos segundos más toma una bocanada de aire.

— ¡Jungkook! —Se oyen llamados y pisadas en los escalones, hasta que finalmente Seung
y el padre Jonghyun llegan nuevamente a la azotea, éste último con un poco de sangre en su
frente. Mi-Suk intenta subir detrás de su marido. — ¡Mi-Suk, quédate ahí! ¡Saca a Yi-Seul
de la casa!

Observa nuevamente al frente, y su hijo está de pie, de espaldas a ambos.

—¿Jungkook?

El niño parece suspirar profundamente antes de girarse. Su rostro inexpresivo, un poco


engreído con el paso de los segundos y sus ojos completamente bordó.

Una sonrisa ladina y coqueta se hace presente en el rostro del menor. —Incorrecto. —Dice,
y agita su mano, ésta vez tirando a ambos hombres por las escaleras.46

Sí, así curaría a su niño pero, mientras...

...esto iba a ser tan divertido.

xxɪᴠ: "ɴᴜᴇᴠᴏ ᴄᴏᴍɪᴇɴᴢᴏ"

Jungkook estaba vivo. Apenas.

Pocas veces los ángeles tenían el permiso de la otra persona para poseerla, pero a Taehyung
todo le daba igual. Taehyung no podía dejar morir a Jungkook, simplemente no era lo
correcto, éste no era el destino del niño y, honestamente, poco le importaba si lo era. Iba a
salvarlo, por las buenas o por las malas.
Los arcángeles eran fuertes, Jungkook se curaría de inmediato si el diablo quería. Estaba
maldito, pero aún podía sanar humanos, aunque jamás lo había hecho antes. El niño había
sido el primero.

Suspiró. Era extraño ser más bajo, era extraño ser su esposo. Bajó los escalones que lo
habían llevado a la azotea, y nadie estaba en el segundo piso. Todos se encontraban debajo,
en donde habían estado al principio. Se oía un llanto, el cual seguramente era de su suegra,
y las personas se comunicaban de manera rápida, nerviosa. Taehyung llegó hasta la
escalera, pero se quedó de pie allí, sin bajar y observando fijamente a las personas mientras
llevaba una de las pequeñas y delicadas manos de su esposo al bolsillo delantero de su
pantalón, con la otra apoyándose en la baranda, alzando un poco más el rostro, mostrando
superioridad ante todos los asquerosos seres humanos en aquella casa. Cada uno de ellos
era lo peor.9

Solamente estaban Mi-Suk, Yi-Seul, Seung y el padre Jonghyun, el cual sostenía su cabeza
ante la sangre que emanaba de un corte que a simple vista parecía leve, pero era algo
profundo.

Nada para morirse.

Mi-Suk dio un paso antes de que Seung la tomara del brazo, pero esta jamás quitó su
mirada del cuerpo de su hijo, el cual justo ahora no lo estaba siendo.

- ¿Jungkook? ¿Bebé? -Le tembló la voz. Las cejas del mencionado de alzaron, y su cabeza
se fue ladeando lentamente con una cínica y ladina sonrisita en sus labios mientras
observaba a la mujer caer de rodillas, sollozando. -P-Por favor, devuélvemelo. Por favor.

-Mi-Suk...

-Por favor...

-Sí, Mi-Suk. -Habló Taehyung, con la voz de su niño sonando tranquila y seca, tan fría
como su cuerpo. -Paciencia. No mataré a Jungkook, todos ustedes podrán seguir
maltratándolo como siempre. -Finalizó, comenzando a bajar las escaleras con paciencia.7
El padre Jonghyun llevó su mano hacia el diablo en el cuerpo del niño, pero éste último fue
más rápido, y antes de que el mundano pudiese siquiera recitar algo, lo hizo volar hasta
pegarlo contra la pared de manera brusca y dolorosa.

-No me digas qué hacer, viejo estúpido. -A pesar del insulto, continuaba sonando tranquilo.
-Tú, tu iglesia y tu Dios pueden besarme el culo. No éste, por supuesto. -Aclara. -Éste solo
lo beso yo. -Asiente lentamente antes de girarse a la familia Jeon, observando a su suegra
arrodillarse ante sus pies, aun sollozando con fuerza.43

-Por favor, déjalo ir. -Ruega. -Déjalo ir...

- ¡Está bien! -Exclama, fingiendo animarse. -Pero dime "Por favor" de nuevo. -Claramente
molestando. Sonríe un poco al ver el enfado mezclado con miedo en la mirada de todos.

-P-Por favor...te lo ruego.

Vale. No es como si a Taehyung le agradase del todo, pero era la madre de su niño. A pesar
de sus absurdas creencias, ésta le preparaba la mejor merienda cuando Jungkook se sentía
mal, lo llevaba a la cama, se acostaba con él cuando tenía pesadillas, le hacía fiestas
sorpresas, lo iba a buscar a la escuela y siempre intentaba tratarlo con la mayor amabilidad.
Inhaló, mirando arriba unos segundos, pensando antes de exhalar profundamente y ponerse
de cuclillas frente a la mujer. Llevó una mano al mentón de ésta, la cual alzó la mirada con
terror y tristeza, y la vio fijamente por unos segundos.

-Solo haz lo que te digo, y todo irá bien. -Dijo, y la mujer, aun sollozando, asintió.
Taehyung se paró nuevamente. -Ponte de pie. -Le ordenó.

La mujer lo hizo de inmediato y Taehyung dio unos pasos atrás, girándose y pasando una
mano por la barbilla de su esposo. Oh, Jungkook. Debía de curarse rápido, porque su
paciencia se debilitaba con el paso de los segundos, y las ansias de hacerlos pagar a cada
uno crecía en su pecho.

Se giró. -Yo les explico, tomen asiento. -Disimuló un tono amable antes de mover su mano.
Los sillones del lugar se movieron bruscamente hacia donde estaban los mundanos, y éstos
fueron sentados a la fuerza a excepción del padre Jonghyun, el cual continuaba pegado a la
pared. Taehyung comienza a caminar lentamente por la sala. -Por mucho que me guste estar
dentro de su hijo, llegará un punto en el que tendré que salir, como siempre. Pero quiero
que sepan algo... -Se detuvo y observó a todos seriamente. Intentaba contenerse, realmente
lo hacía. -...vi y veré cada cosa que ustedes hagan con mi niño favorito.10

Mi-Suk negó. -No es tuyo. ¡No lo es! ¡Déjalo ir!6

Maldición.

¿Es que acaso los humanos eran así de estúpidos? Si bien Taehyung era el diablo, y cuando
Jungkook y él habían hecho un trato, el niño era suyo, luego de aquello simplemente era
una persona. Claro, Taehyung solía decirle a Jungkook que éste era suyo, que le pertenecía,
porque al azabache le gustaba oírlo, pero sabía perfectamente que no era literal. Jungkook
no era de su propiedad, no era su esclavo o juguete, era una persona. Era su esposo, su
debilidad humana, su alma gemela y aun así, no le pertenecía.9

Y realmente no iba a responder a esa estupidez, pero entonces el anciano de la iglesia


nuevamente habló. Taehyung poco a poco dejaba ir aquella paciencia que contenía hasta
que su niño se curara. Era como cuidar de animales descontrolados, aunque éstos
probablemente se comportarían mejor.1

-Es nuestro. -Dice aquel hombre, y se oye tan asqueroso saliendo de su boca. Es decir, era
normal que su madre lo dijera, pero, ¿Quién se creía? Lentamente, Taehyung fue girándose,
con los hermosos ojitos de su niño poniéndose aún más rojos de lo que ya estaban. -Es de
nuestra gente. Tiene la protección de Dios.7

Taehyung sonrió de lado, provocando que un hoyuelo se marcara en una mejilla de su


esposo. -Señor cura depravado, me están empezando a tocar las pelotas sus comentarios.6

-Dios es misericordioso y-

-A Dios le importas una mierda. -Se mete ambas manos en los bolsillos del pantalón,
girándose para ver a los Jeon. -A Dios le importan una mierda, y por eso estoy aquí.

El padre Jonghyun había comenzado a rezar, y junto a éste Mi-Suk y Yi-Seul, tomándose
las manos. Se notaba que lo hacían con esperanza, intensidad. Se maldijo al sentir los
músculos del cuerpo de su niño tensarse un poco y rio con falsedad mientras pasaba la
mano de su niño por sus mechonsitos.

-Oigan, es de mala educación interrumpir a alguien. -Advirtió, y llevó su mirada fijamente


a los ojos de Jeon Seung, el cual era el único que se mantenía callado.2

Jungkook, lo siento.

-De acuerdo, ¿Saben qué? -Sacó una mano del bolsillo delantero del pantalón y chasqueó
los dedos. Fue algo tan simple como aquello que hizo explotar en mil pedazos la cabeza del
padre Jonghyun, salpicando sangre y trozos a su alrededor, manchando la camisa y el rostro
de Jungkook.2

Mi-Suk y Yi-Seul se quedaron calladas de inmediato, con la respiración agitada por el


miedo a ser las siguientes, afectadas por el impacto. Taehyung se encogió de hombros
desinteresadamente, alzando un poco sus brazos.

-Yo se lo advertí. Le advertí que me estaba tocando las pelotas, y siguió.

-Jungkook, sé que estás allí...13

Taehyung suspiró antes de ponerse de espaldas a la familia. -Seung, controla a tu esposa


antes de que comience a tocarme las pelotas, también.

-Mi-Suk, cállate. -Ordenó el hombre, notablemente nervioso.

-Jung-Jungkook...

- ¡Mi-Suk, cierra la boca! -Exclamó, alzando la voz. La mujer se quedó callada de


inmediato, sollozando entre aceleradas respiraciones. Seung la observó con dolor. Él
tampoco quería eso, no quería eso para su hijo, pero no necesitaba a más de una persona
muerta. -Tranquila, ya pasará. Respira profundo, solo hay que esperar. -La mujer parpadeó,
soltando un par de lágrimas antes de asentir lentamente, respirando profundamente.

Taehyung se giró, sonriendo de lado y provocando que el hoyuelo nuevamente se hiciese


visible en la mejilla de su niño favorito. -Irónico que te tranquilice la persona que más daño
te hizo. -Murmuró, dando unos pasos al frente, hacia la mujer. Seung le tomó la mano a
ésta para mantenerle cerca. -Eres la única decente en esta casa, que jamás ha maltratado a
mi esposo. Debo decir...tú y yo deberíamos llevarnos bien, prácticamente somos familia. -
Claramente no era en serio. Taehyung estaba disfrutando del daño psicológico que les
provocaba a los Jeon, porque llevaba soportándolo demasiado tiempo.10

La mujer frunció su ceño con confusión mientras le temblaba el labio. Era realmente muy
parecida a Jungkook, pero no. No era Jungkook. Nadie era como Jungkook.

- ¿E-Esposo?11

Taehyung se quedó en silencio mientras tomaba asiento frente a la mujer con lentitud, con
sus piernas levemente separadas y sus manos juntas, dedos entrelazados y cabeza ladeada.
Mi-Suk aún no podía creer lo que estaba sucediendo, porque ese no era Jungkook. No era
su bebé. El color de sus ojos no era aquel precioso verde, y sus movimientos eran fluidos,
confiados.

El diablo siempre había sido ese miedo que está alrededor, pero te dices a ti mismo que no
existe, y lo imaginas como un hombre de risa histérica, trino en mano y muertes por
doquier. Sin embargo, aquí estaba: Sentado frente a ella, calmado, sabiendo qué hacer, qué
decir, formando caos con una perturbadora tranquilidad y usando de traje a su hijo. A su
bebé.

Éste la veía fijamente, y allí fue cuando Mi-Suk entendió que Jungkook no estaba allí.

- ¿No te lo dijo? -Hablaba tranquilo, fingiendo indignación y alzando ambas cejas. -


Tranquila, debe de ser la poca confianza que ustedes le brindan. No lo culpo, ese fue el
motivo por el cual estoy aquí. -Comentó mientras los sollozos de la mujer eran más
audibles que antes, dolorosos para todos excepto para Taehyung.

-Mamá... -Susurró Yi-Seul, asustada y también comenzando a llorar, aun viendo fijamente
el cuerpo del padre Jonghyun, sin cabeza.

- ¿Puedes darte una idea de todos los problemas que ha atravesado tu hijo? -Continuó el
diablo, sin apartar su mirada de los ojos de su suegra. -Nunca lo supiste, porque no lo
conoces lo suficientemente bien para saber que está mintiendo. ¿Adivina quién fue el único
que estuvo para él? -Sonrió de lado, esperando no tener que responderlo.
-Basta. Ya basta. -Esta vez fue Seung el que alzó la voz, temblando levemente mientras
negaba rápidamente. Taehyung lo observó casi de inmediato, de manera escalofriante.

-Solo vete. Déjalo en paz.

Mi-Suk notó que el diablo dentro del cuerpo de su hijo veía fijamente a su esposo. Aquello
significaba caos silencioso, de nuevo.1

-Somos su familia, nos corresponde estar para él. Sé que no...sé que no siempre ha sido así,
pero lo será. -Intentó tranquilizar a aquella cosa que manejaba el cuerpo de su hijo.

Taehyung se puso lentamente de pie, dando dos pasos hasta estar frente al padre de su niño.
Se inclinó, apoyando sus manos en los apoya-brazos del sofá individual en donde el
mundano se encontraba sentado, y quedó con el rostro de Jungkook a centímetros del de
Seung, viéndolo fijamente a los ojos. Los del azabache estaban bordó, oscuros y con las
pupilas muy dilatadas.

La sonrisita que llevaba en su rostro se fue borrando lentamente mientras los cuadros y
crucifijos de la casa, los cuales ya se encontraban al revés, temblaban de manera brusca.

-... ¿Y tú quién mierda te crees para decirme lo que tengo que hacer? ¿Quién mierda te hizo
creer que eres un buen padre ahora, jodida basura? -Rápidamente se endereza y agita su
mano con brusquedad, provocando que el sofá cayera hacia atrás, y con éste Seung. Mi-Suk
jadeó, asustada al ver tal escena mientras Yi-Seul sollozaba. -Aún tiene cicatrices en su
espalda, producto de su estupidez. -Escupe, moviendo su mano. Esta vez Seung sale
expulsado hacia el otro lado de la habitación, chocando contra la pared y golpeando una
mesa, provocando que las cosas en ésta cayeran.1

- ¡Seung, no!

- ¡Papá!

El nombrado se quejó audiblemente, intentando ponerse de pie, sosteniéndose de la mesa.


La mano de su hijo se agitó y quedo pegado contra la pared.

-No viste el dolor en sus ojos cuando intentaste exorcizarlo aquella vez, y lo peor de todo
fue que le dolía menos el ardor de lo que le dolió que su propio padre intentara hacerle
daño. -Gruño, y lleno de furia volvió a agitar su mano, enviándolo al otro lado de la
habitación con más fuerza que antes. Se giró para poder verlo mientras las cosas colgadas
en la pared continuaban cayendo. -Si fuese por mí, hubieses pasado toda tu eternidad en el
infierno, pero tu hijo te salvó, y así se lo pagaste: No estando para él.

Unas llamas de fuego de elevaron de la nada sobre el cuerpo del padre Jonghyun. Yi-Sul
gritó mientras Mi-Suk comenzaba a llamar a su esposo y éste, ya sollozando, hacía un gran
esfuerzo intentando levantarse. Taehyung tan solo rodó los ojos por las reacciones de éstos.
¿Qué esperaban? ¿Qué éste se fuera dejando un hombre sin cabeza en la sala? Por supuesto
que no, él sabía limpiar sus desastres, y no quería problemas para Jungkook cuando éste
despertara.

El olor a piel quemada comenzó a sentirse mientras el fuego cesaba lentamente con un
suave movimiento de dedos del diablo. Era hora, podía sentirlo.

-Cuiden de él. -Dijo. -Y teman de mí, porque los estaré observando, y no dudaré en hacer
arder esta casa hasta...hasta que... -Su voz le temblaba al igual que sus rodillas, y podía
sentir la sangre fluyendo por su nariz. Despierto. Estaba despierto. No lo resistiría
demasiado. -...hasta que sientan el aroma...de sus cuerpos arder.

Tal vez solo para una despedida.

Sin más, cayó al suelo y, lentamente, fue quedando inconsciente, sintiendo el cuerpo de su
niño temblar descontroladamente y oyendo los gritos de la familia Jeon.

Todo era bonito en aquel lugar.

El sol pegando en algunas partes, la brisa primaveral que no daba frío, tan solo refrescaba.
Todo olía a flores, y su humor mejoraba debido a las risas de los niños a lo lejos, jugando
en los columpios. Él se encontraba bajo un gran árbol. Había estado allí muchas veces en su
vida, años atrás, y siempre iba al mismo lugar.
Oye unos pasos acercarse lentamente, a alguien sentarse a su lado, y puede reconocerlo
incluso sin necesidad de girarse. Una dulce sonrisita de conejito se hace presente en sus
labios antes de girar su rostro y observar a su esposo, el cual se sentó a un lado suyo y lo
observa fijamente.

-Tae...

Taehyung no evita sonreír de lado. Luce tan bonito, tan calmado. Tiene pequeños pétalos
de flores entre su cabello, los cuales se ven más claros en la luz, al igual que sus ojos. No
puede evitar tomar su pequeña mano y, lentamente, comenzar a besarle los nudillos, sin
dejar de mirarlo.

Jungkook siente cosquillas en su estómago, y suspira, embobado. Quiere quedarse así por
siempre.

Finalmente, Taehyung aleja la mano de su esposo de su boca, pero no la suelta. - ¿Te gusta
este sitio?

Jungkook ve alrededor antes de asentir. -Es el parque central del pueblo, queda cerca de la
escuela. Es donde me pediste comprometernos, solo que en invierno no hay tanta gente,
pero cuando es primavera...se ve hermoso. Solíamos venir con mi familia cuando era
pequeño y pasábamos la tarde juntos.

El semblante de Taehyung cambia, notablemente serio. Hasta luce frustrado. -Me lo


hubieses dicho antes. -Susurra, negando lentamente. -Lo hubiese pensado antes.

El ceño de Jungkook se frunce mientras se acerca más al diablo, apoyando su mejilla en el


hombro del contrario. - ¿Cómo?

-Cuando cumplimos el año de comprometidos no hice nada más que pasarlo contigo en tu
habitación. Tuvimos sexo, charlamos, y jamás pensé en traerte aquí.

-Hey... -Jungkook estaba tan de buen humor que hasta bromeaba con ofenderse, alzando el
rostro y entrecerrando tan solo un ojo debido a la fuerte luz del sol. -A mí me gustó el cómo
pasamos nuestro aniversario.
-Merecías algo mejor. -Aclara el diablo, tragando saliva. Un pequeño silencio se hace
presente antes de que bajara la mirada, encontrándose con los hermosos ojos de su niño. -
Con esto me refería a ser el diablo. Todo es mucho más difícil a mi lado, porque no estoy
hecho para amar. Te deterioro, y no puedo ni siquiera llevarte a cenar a un lugar que te
guste en nuestro jodido aniversario. -Está notablemente molesto consigo mismo.

-Tae, no me hubieses podido llevar a cenar ni siquiera siendo humano. Ya nos estarían
dejando en la calle por ser dos hombres.

-No estoy hecho para merecerte.2

Jungkook frunce su ceño, sintiendo preocupación en su pecho. Nunca había visto a


Taehyung liberando sus pensamientos de aquella forma, porque el diablo siempre había
sido coqueto, y demostraba superioridad ante cualquiera, y pocas veces revelaba sus
pensamientos, pero éstos...eran pensamientos realmente oscuros.

Taehyung no se amaba. No realmente.6

-Tae, tú...tu no debes de decir eso. Tú no eres malo. -Abre su boca una y otra vez, pero nada
sale. Está desesperado, porque no sabe cómo hacerlo sentir mejor. -Yo sé...que no has
recibido amor en mucho tiempo, probablemente toda tu existencia, pero te aseguro que
ahora sí. Eres amado, yo te amo más de lo que alguna vez alguien amaría. -Traga saliva con
fuerza. -Y eso es todo lo que importa.

Taehyung lo observa fijamente por unos largos segundos. -Jungkook, sabes que realmente
no estás aquí, ¿Verdad? -El niño tan solo le observa confundido. -Probablemente estés en el
hospital ahora mismo, has sufrido una convulsión. Ya estás curado, y tu cuerpo no es lo
suficientemente fuerte para sostenerme.

El niño baja la mirada, y de pronto miles de imágenes recorren su cabeza: Su mano sin
anillo, llanto, cumpleaños, entradas a una presentación de Frank Sinatra, bosque, Stella,
Irene, Jin, demonio, Yugyeom, fiesta sorpresa, Taehyung, azotea, Muerte, sangre...

-Ay...no. -Lleva rápidamente sus manos a sus ojitos, cubriéndolos. No quiere ver más, no
quiere recordar eso. No puede ser. ¿Todo había sido real?
-Jungkook...

El día parece nublarse notablemente, la brisa se vuelve fría, las risas de los niños se vuelven
inaudibles. Es invierno, pero no uno bonito, si no uno frío, donde no hay un lugar cálido
para relajarse.

El azabache niega lentamente mientras las lágrimas no tardan en caer por sus mejillas.
Destapa su rostro luego de limpiar sus mejillas. Devastado, esa era la palabra, o tal vez una
peor. Nada de lo que anteriormente le había sucedido se comparaba con esto.

-Yo...estar aquí me hizo olvidar. Parecía una nueva vida, quiero decir...quería que lo fuera.
-Su voz se corta un poco y toma una profunda respiración para controlar el llanto.

-Realmente quería que esto fuese real.

-Lo sé, amor. -Si Jungkook no estuviese tan arruinado, si Jungkook se hubiese conservado
como hace unos minutos atrás, ahora estaría brincando por aquel apodo.16

Negó. - ¿Tú dices no merecerme a mí? Al menos eres el diablo, fuiste forzado a ser así. Yo
soy un humano, y me convertí en un monstruo. -Su voz tiembla, su mirada está perdida
mientras deja caer nuevas lágrimas por sus mejillas.

Taehyung gruñe. No, no puede permitir esto. -No es así. -Dice, acercándose y tomándolo de
las mejillas. -Mírame. Jungkook, mírame. -El azabache lleva su mirada a la del amor de su
vida. Éste ahora tiene los ojos rojos, llevándose el celeste. -No es así...

-Tae, he matado a Yugyeom. -Dice. Ni el mismo puede creer cómo pudo decirlo en voz
alta, con tanta normalidad, cuando se está muriendo por dentro. Un silencio se hace
mientras Taehyung lo sostiene, negando. -Yo lo hice. Esa cosa vino por mí, y lo encontró.
Lo descuartizó vivo, metió su cuerpo en una bolsa...y aún sigue allí. -No entiende cómo,
pero, por algún motivo, no parece enloquecer. Parece asimilarlo, aunque realmente no es
así porque su voz tiembla, y las lágrimas continúan cayendo por su rostro. -Su padre está
solo, todo lo que tenía era a su hijo y yo se lo he quitado. -Traga saliva antes de llevar su
mirada a un punto perdido. Apenas puede respirar del dolor. -He matado a mi mejor
amigo.16
Taehyung no puede hacer otra cosa que estrujarlo contra su pecho. Puede sentir el dolor de
su niño como si fuese propio, y era debido a la gran conexión entre ambos. Era una de esas
pocas veces en las que el arcángel se quedaba mudo, pero esta vez fue diferente: No se
quedó sin palabras, pero supo que no había nada que sanara aquella herida, y quería
protegerlo. Quería protegerlo de cualquier cosa.

Debió haberlo protegido, debió haberlo cuidado más.

-Jungkook, no hay nada que yo diga que pueda arreglar este daño. -Llevó una mano a los
ricitos de su esposo, acariciándolo con cuidado, como si fuese tan frágil como para
quebrarse con el más mínimo toque. Debía de ser cuidadoso, como nunca había sido. -Pero
te diré la verdad, incluso si esta muchas veces no arregla nada: No fue tu culpa. Nada de
todo lo que te ha sucedido es tu culpa.

Finalmente, Jungkook solloza silenciosamente, temblando en los brazos del amor de su


vida. No, definitivamente no había logrado asumir nada, y desafortunadamente aún tenía
sentimientos. Lloró con fuerza, pero silenciosamente en el pecho del diablo, el cual le
acariciaba la espalda, su cabello y le besaba la frente.

-Sh, tranquilo. Estoy aquí contigo...

-T-Tuviste que haberme dejado morir.

- ¿Cómo podría? -Responde de inmediato Taehyung, riendo secamente en medio de la


frase, con sus labios pegados en el cabello de su niño. -¿Cómo podría haberte dejado morir,
sabiendo la persona que eres? ¿Cómo podría abandonarte, cuando eres el único para mí? -
Cierra sus ojos con algo de fuerza. -¿Cómo podría haberte dejado morir sin hacerte saber
que he llegado a amarte incluso más de lo que tú podrías amar?53

Jungkook se derrumba, sollozando fuerte y envolviendo sus brazos alrededor del torso del
mayor, ocultándose en él. Es una mezcla de alivio, tristeza y paz. Es una mezcla de
sentimientos que no paran de pasarle por el pecho, dejándolo anonadado. Intentó detener su
llanto, dejar de mojar la camisa negra de su esposo.

-Te...te amo.4
Taehyung le alzó el rostro, sosteniéndolo de las mejillas, y ambos cerraron sus ojos con
fuerza antes de plantar sus labios en los del otro, moviéndolos con pasión, profundidad,
sintiendo cada parte de sus bocas, disfrutando cada sensación, cada pequeño segundo.

Una de las manos repletas de hermosos anillos de Taehyung fue a la nuca de su niño
favorito, sosteniéndolo de su cabello para mantenerlo cerca, deteniendo el profundo beso
cuando pequeños sollozos se le escapaban e intentando consolarlo con caricias y suaves
pero cortos besitos sobre su boca.

Para Jungkook, Taehyung era el amor de su vida, y para Taehyung, Jungkook era el amor
de su existencia. Su alma gemela. Lo había sentido siendo tan solo un alma, el momento en
que fue creado. Lo sintió en el pecho, y este sentimiento lo llevó a él. Fue como un llamado
del destino, algo a lo que no podía ni quería negarse.21

Largos minutos después, se aparta y le limpia mejor las lágrimas a Jungkook. Ahora se
encuentra serio, viendo fijo al azabache, y éste sabía que cuando Taehyung tenía aquella
mirada era porque diría algo que no quería ni podía repetir dos veces.

-Escúchame con atención. -Dice. Jungkook asiente, sorbiendo su naricita. -El demonio que
ha matado a Yugyeom está en el infierno. Yo voy a encargarme de éste, cobraré venganza
por ti, me encargaré de hacerlo pagar cada segundo que sufriste. -Jungkook asiente
mientras aprieta sus labios, intentando no llorar desconsoladamente, de nuevo. -Debo irme
ahora, por un corto tiempo.

-¿Qué? No. No, no puedes irte ahora. No p-

-Jungkook. -Lo interrumpe. -Tú sabes que a mí me importa una mierda tu familia, pero
estarán vigilándote. Lo que te sucedió no es poca cosa, y querrán comprobar que no esté
contigo. Van a dañarte, y no voy a tolerarlo. -Explica, suspirando mientras continúa
limpiando las lágrimas que fluyen por las mejillas del menor. -Pero volveré.1

-No lo harás... -Solloza, adolorido y temblando aún más. -...s-solo lo dices para que no me
duela, para que resista. No volverás...

-No. Mírame. Mírame, Jungkook. Lo haré. Prometo que lo haré. Voy a volver, debo
volver...debo regresarte.8
El silencio se hace presente unos segundos. - ¿R-Regresarme?

Taehyung lo ve fijamente. -Espérame, ¿De acuerdo? Debes esperarme.

- ¿Tae? -Es casi instantáneo comenzar a sentir su cuerpo cansado, pesado, lo suficiente para
acabar recargado en el pecho del diablo. Los ojos se le cierran. -T-Tae...

Oye la voz de su esposo decirle algo, pero no pudo descifrar qué.

Cayó dormido.

Días después, finalmente sus ojos se abrieron.

Parpadeó lentamente, observando a su alrededor. Habitación blanca, algo inyectado en su


antebrazo, alguien con delantal acomodando cosas a su lado.

Hospital. Estaba en un hospital.

...oh.

-Hey, finalmente despiertas. -Dice la mujer con ánimos, tomando una libreta y verificando
lo que esta decía. -Jeon Jungkook, soy la doctora Lee. ¿Recuerdas lo que te sucedió?

Claro que recordaba...

...pero por algún extraño motivo, no le afectaba.

-Si. -Responde. Hasta su voz suena extraña. - ¿Qué día es?

-Han pasado cuatro días desde el incidente. -Responde la mujer, anotando un par de cosas
en su libreta. - ¿Te duele algo?

-No. -Suspira, cansado antes de moverse un poco, intentando sentarse. La enferma


rápidamente le ayuda, extrañada. Debería de dolerle, al menos, la cabeza. ¿Un milagro, tal
vez? -Necesito revisarte para verificar que estés completamente bien, pero iré a avisarle a tu
familia. Llevan mucho tiempo esperando fuera. Pediré que te traigan agua, y tal vez puedas
comer una sopa, niñito.

Jungkook tan solo la observó irse, ya sentado, y se observó a sí mismo. Se observó las
manos, y movió los deditos de sus pies, y tocó su rostro... ¿Qué había cambiado?2

Porque ya no había vacío. Claramente Taehyung se había ido, pero poco le afectaba.

Poco le afectaba todo.

Intentó recordar algo profundo, algo que sabía que podría dolerle. Visualizó la imagen de
su mejor amigo descuartizado, muerto, con la mirada perdida.

...

Nada.

Y tal vez era una leve sospecha, tal vez Jungkook solo estaba cansado y necesitaba comer o
beber pero...había una gran posibilidad...

...no. No era hambre, no era sed. Era una probabilidad.

El diablo había cumplido con su trato.

Su alma ya no estaba. ¿Y le afectaba?20

Para nada.

Era un nuevo comienzo, una diferente manera de ver las cosas...y la disfrutaría. Al máximo.

xxᴠ: "ᴠᴀᴄíᴏ"

Un día después de haber despertado, estaba fuera.7

Podría haber salido incluso horas después de haber despertado, porque gracias al arcángel
se encontraba en perfectas condiciones, pero a los doctores les resultaba raro aquello, y
decidieron mantenerlo en observación por un día más antes de dejarlo ir. Jungkook ya era
conocido en aquel hospital debido a las miles de veces que sus padres lo habían llevado, y
más últimamente por todo lo sucedido, así que las personas realmente sospechaban algo
extraño.

Su familia lucía asustada al principio, cuando comenzaron a hablarle. Apenas lo llevaron a


la casa -fue un viaje silencioso e incómodo- lo hicieron estar en la sala, acostarse allí.
Llamaron a un sacerdote de la iglesia en donde el padre Jonghyun también solía estar, y
pidieron por él para bendecir la casa y chequear que Jungkook no tuviese nada dentro o a su
lado.

Así fue: David llegó, bendijo cada lugar de la casa, limpió toda mala vibra -la cual aseguró
que había, y mucha-, y también chequeó a Jungkook. Éste permitía que hagan lo que
quisieran con él, porque poco le importaba.

El día había transcurrido normal. El azabache se la había pasado en su habitación. Al entrar,


tan solo se sentó en su cama y tocó las cobijas, sintiendo la textura de éstas. Intentó
recordar cosas profundas, cosas que sabía que solían matarlo de dolor, pero no. Nada le
dañó el pecho, nada lo hizo tener emociones.

Nada.

Pero, aun así, no estaba seguro. Necesitaba una confirmación, porque podría estar en shock.

Se fue a dar un baño, se vistió, y ordenó su habitación. Cambió los muebles de lugar, e hizo
espacio en la mesa donde hacía su tarea de la escuela, quitando los vinilos escondidos de
debajo de su cama y acomodándolos de manera ordenada. ¿Por qué los ocultaría? Ya no
tenía miedo.

Luego tan solo subió a comer, y no tenía hambre, pero lo hizo de todas formas. Se mantuvo
callado mientras los Jeon intentaban entablar conversaciones alegres, fingiendo que nada
había pasado, que todo estaba bien y no habían presenciado muerte, caos. Principalmente,
fingiendo no saber el que su hijo menor se había casado con el diablo.
Llegó la hora de dormir, y el sueño no apareció en toda la noche hasta las ocho a.m.,
cuando finalmente se durmió, tan solo dos horas. Y estaba cansado, pero no le afectaba
como realmente debía afectarle.

No soñó absolutamente nada.2

Cuando subió a desayunar tan solo se encontró con su madre, la cual claramente estaba
llorando. Su rostro estaba rojo, sus ojos llorosos y sus mejillas húmedas. Se limpió
rápidamente la cara cuando vio a su hijo llegar a la cocina: No quería que éste se
preocupara, pero, de todas formas, no lo hizo.

-Buenos días, mamá. -Dijo, pasando de largo hasta la encimera, preparándose su desayuno.

Buscó una taza, su té y puso agua a hervir antes de buscar el azúcar.

Oyó a su madre sorber su nariz. -Jungkook...tenemos que hablar. Por favor, siéntate.

El nombrado se giró con el ceño levemente fruncido y asintió antes de volver a girarse. -En
un minuto, mamá. Tan solo me sirvo el té, y hablamos.

-Bebé...necesito que hablemos ahora. -Sollozó, tapando su rostro y nuevamente


comenzando a llorar en silencio.

Jungkook ni siquiera se inmutó. Como si su madre no estuviese allí, incluso tarareó


mentalmente una canción de Elvis Presley, alejando la tetera del fuego y sirviendo el agua
en la taza, tomándola y yendo hacia una silla, sentándose y suspirando antes de comenzar a
revolver el té.

-Te escucho.

Mi-Suk lo observó con el ceño levemente fruncido, volviendo a limpiar sus mejillas. Se
extrañaba de su hijo, el que éste no haya corrido a preguntarle si le había sucedido algo. No
lucía preocupado, hasta lucía desinteresado. Ignoró aquello y se sentó frente al azabache,
observándolo fijo antes de tomarlo de la mano, provocando que éste la observara.

-Jungkook, hoy...yo.... -Se detuvo ante el temblor de su barbilla. -...la policía estuvo aquí
hoy.
- ¿Qué querían?

Mi-Suk suspiró, bajando la mirada. -Ellos...encontraron muerto a-

-A Yugyeom. -Completó Jungkook. Mi-Suk lo vio entre sorprendida y angustiada,


comenzando a llorar nuevamente. -Ya lo sabía.

-Lo siento mucho, mi cielo. -Le dio un suave apretón en la mano antes de soltarlo.
Jungkook puso el saquito del té sobre una servilleta. -La policía, ellos...querían hablar
contigo. Les dije que estabas algo delicado, si podrían, por favor, hacerlo luego.
Accedieron, tú sabes, nos conocen de toda la vida. -Nuevamente estaba limpiando sus
lágrimas. No paraba de llorar.

Jungkook tan solo bebía de su té, asintiendo. -Mamá, ¿Hay tostadas?13

La mujer lo observó fijamente, y ahora comenzaba a indignarse un poco, sin poder evitar el
hecho de que, básicamente, a su hijo le importaba poco y nada la muerte de su mejor
amigo. Tragó saliva, asintió y se puso de pie, yendo a buscar las tostadas.1

Se detuvo a medio camino antes de girarse. Recordó a su hijo antes del caos: ¡Éste estaba
repleto de sangre! ¿Acaso él...?

-Jungkook. -Su voz le tembló al llamarlo. El niño alzó la mirada, viéndola fijamente y
serio. - ¿Tú...tú mataste...? No, no. Tú no lo...hiciste, ¿Verdad?

Jungkook parpadeó lentamente. -Si. -Respondió. Las manos de la mujer mayor comenzaron
a temblar antes de recargarse en la cocina. Todo su cuerpo estaba sudando de nerviosismo y
miedo.12

Porque si Jungkook había matado a su mejor amigo, a aquel adorable chico, y lo decía con
tanta frialdad, más preocupado por no estar desayunando tostadas que por ser un asesino y
ya confirmado que no tenía nada dentro, entonces se había vuelto un verdadero psicópata.

No solo eso, sino que si aquello salía a la luz, además de que ella y su familia podrían no
ser bienvenidos en la iglesia y pueblo, Jungkook iría a la cárcel. Y apostaba lo que fuese
que, por la manera en la que habían encontrado el cuerpo de Yugyeom, lo ejecutarían de
inmediato en la silla eléctrica.
No podía permitir eso, porque ese no era su niño. No era su bebé.

-Jugnkook...Dime que es una broma. -Sollozó y se acercó, tomándolo del rostro. -Dime que
no lo hiciste. Dime que no lo dañaste así, no lo mataste. No lo viste morir.

Jungkook continúa observándola. -Bueno, no fui exactamente yo. Yo fui el motivo por el
cual está muerto, pero no lo he matado de manera literal. -Aclaró. Su madre se calmó un
poco y, nuevamente, tuvo que sentarse. Realmente no podía creerlo. Jungkook se terminó
lo que quedaba de su té antes de volver a hablar: - ¿Recuerdas a Taehyung?

Mi-Suk negó.

-El diablo. Ese es su nombre. -Explicó. Todo el cuerpo de Mi-Suk se tensó. Jungkook se
estiró en su silla. -Él me ha defendido de Mino cuando le mintió a papá sobre que yo
fumaba. También ocasionó el infarto en papá, porque estaba a punto de dañarme.

-...Yo-1

-Así que Taehyung mató a Mino. -Siguió hablando. Los ojos de Mi-Suk se abrieron de más,
con su corazón latiendo demasiado rápido y fuerte. -Mark y Minhyuk decidieron vengarse.
Hicieron un pacto con un demonio para que me mate. El demonio no pudo, porque yo tenía
al diablo encima, así que Mark, Minhyuk y el demonio cambiaron el trato: Mataron a una
de las personas que más amaba, así como Taehyung hizo con ellos. Solo que Yugyeom era
bueno. -Se encogió inocentemente de hombros.

Su madre sollozaba bajo. Estaba perdida, no tenía idea de qué hacer porque su muchacho
estaba actuando como un completo loco, y luego de haber visto todo lo que vio aquel día, le
creía. Sabía que era verdad, pero los demás no le creerían.2

- ¿Cómo...cómo haré? Eres sospechoso, Jungkook. Quieren hablar contigo. -Alzó un poco
su voz, temblando e intentando calmar su respiración. -Podrían ejecutarte por creer que tú
lo mataste. Podrías morir.

-No hay problema. -Acomodó su cabello hacia un lado. -No habrá ningún problema en
confesar que yo lo maté.
- ¡Jungkook, no fue así! -Exclama, desesperada. - ¡Eres un niño! ¡No sabes lo que haces, no
sabías en lo que te metías! ¡No es tu culpa, bebé!

-No me siento culpable, mamá. -Se puso de pie, tomando la taza y llevándola al fregadero,
lavándola antes de dejarla nuevamente en el mueble. Se giró sobre sus talones para ver a su
madre, la cual lo veía sorprendida, hasta con algo de miedo. -No tengo miedo de morir, y
no hay manera de que crean que un demonio lo mató.

-Jungkook, no puedes confesar. -Se puso de pie rápidamente, caminando hacia el niño, y lo
tomó del rostro con sus manos temblorosas. -P-Por favor. Bebé, por favor, dime que no
confesarás. Dime que no lo harás.

-Está bien.

-No, no. -No permite que se aparte. -Tienes...tienes que prometerlo. Debes de decirle a la
policía que no fuiste tú, que Yugyeom no estaba allí cuando llegaste, solo Jin y tú.

-Le echarán la culpa a Jin.

-Jungkook, alguien debe salir perjudicado en esto...y no serás tú. Tú...eres mi amor. Eres mi
adorable pequeño. Necesito protegerte, porque no mereces más cosas malas. Necesitas
cuidados.6

Jungkook tan solo la observó fijamente. Podría no sentir nada, podría no sentirse atraído a
todo lo que antes le fascinaba, podría no amar más...pero no por eso iba a hacer maldades.
Era listo, y sabía lo que estaba mal y bien, aunque no lo sintiera realmente.

-No voy a tirarle la carga a Jin, porque no es lo correcto. -Dice, alejando de su rostro y con
cuidado las manos de su madre. -No diré nada, si eso quieres. Puedo intentar algo más.

- ¿Qué harás?

-...Ya lo pensaré. Debo irme a la escuela. Adiós, mamá. -Sin siquiera un toque, ni un beso
en la mejilla o en la frente, se dirigió hacia su cuarto.
Habían pasado dos semanas.

Los policías mantenían a Jungkook como un posible sospechoso, porque éste se veía muy
insensible a la hora de relatar el asesinato de su amigo. Había hablado días antes con Jin, el
cual también se comportó distante. Ya no era lo mismo. No sin Yugyeom.

Comentaron lo que dirían, lo repitieron para guardarlo en sus cabezas. Jin fue el primero en
confesar, y finalmente le tocó a Jungkook. Esa fue, esta vez, en definitiva, la última vez que
lo vio.

"Yo esperaba en casa de Yugyeom con el señor Kim, éste me llevó al supuesto lugar donde
me harían la fiesta sorpresa. Cuando llegué, no encontraba a Jin, tampoco a Yugyeom.
Finalmente lo encontré en la bolsa, con su cuerpo descuartizado y..." Negó, fingiendo
dolor. "Jin llegó después, ambos quedamos en shock. Aún no podemos creerlo, y no
sabemos quién fue."

Y así fue como, con el paso de los días, la policía continuaba buscando, pero no realmente.
Nunca les importa demasiado.1

Los días pasaban. Jungkook había vuelto a aquella biblioteca donde encontró el libro de
invocación para llamar a Taehyung, queriendo resolver aquel asunto del cual no estaba
seguro. ¿Realmente su alma había desaparecido?

Sin embargo, hasta aquel día, no había encontrado ni un libro que mencionara algo sobre el
tema. ¿Cómo era posible que había un libro con una verdadera invocación al verdadero rey
del inframundo, pero no había ni siquiera una teoría sobre el alma? ¿Al menos de cómo
regresarla?

La verdadera pregunta era: ¿Realmente quería su alma de regreso?

Volvía cada día con libros que devolvía al siguiente día, para tomar otros. La recepcionista
Harris le permitía sacar lo que Jungkook quería, porque antes de Taehyung, éste
acostumbraba ir a leer muchísimo, y aquella mujer, al verlo nuevamente luego de largos
meses, le permitió llevarse los libros que quisiera, e incluso le regaló dos.
Fue cuando entraba a su cuarto, sosteniendo ocho libros apilados en sus brazos y dos en
cada mano, cuando intentó prender la luz y finalmente lo logró, que apareció.

Allí estaba su supuesto esposo, de pie cerca de la cama, con sus ojos celestes y un cuarto
bordó viéndolo con anhelo. Lucía como si no lo hubiese visto en un largo tiempo, y como si
quisiese tomarlo en sus brazos, apretarlo contra su pecho, oler su cabello y quedarse así por
siempre.

Jungkook lo observó tan solo unos segundos antes de girarse y dejar los libros sobre su
escritorio, con cuidado. Acomodó un poco éstos para que no cayeran.

- ¿Qué haces aquí? -Preguntó.23

El ceño de Taehyung se frunció levemente, desconcertado. -... ¿Cómo?

-Bueno, te fuiste. No creí que volverías. -Respondió el azabache, rebuscando entre los
libros, finalmente hallando uno más pequeño que, tal vez y con suerte, le serviría. Lo abrió,
tomándolo con sus manos y girándose, recargándose contra el escritorio y comenzando a
leer.

El libro se cerró de golpe en sus manos, y Jungkook suspiró, volviendo a abrirlo.


Nuevamente, éste se cerró, pero, a diferencia de la vez anterior, salió disparado por la
habitación.

-Taehyung...

-Mírame.

El diablo creyó que su esposo lo obedecería cuando lo vio caminar hacia su dirección, pero
en cuanto se detuvo a mitad de camino y se inclinó para tomar su libro del suelo, supo que
no.

Taehyung gruñó una vez vio al niño enderezarse y abrir el libro, y dio zancadas hasta estar
frente a éste, quitándole el libro y tomándolo del mentón. Su esposo lo observó fijamente,
tan solo parpadeando muy lento.
Vio más allá, y no encontró nada. Las pupilas de Jungkook no tenían brillo, pudo incluso
sentirse atrapado en aquel núcleo de nada misma. No había nada en aquellos ojos que
amaba.

¿Cómo era posible? Él se había encargado de volver al infierno, se había encargado de


chequear si su alma estaba allí, y cuando no la encontró, uno de sus demonios más
confiables le había informado que el alma de Jungkook estaba ya en su cuerpo. Decidió
esperar para volver, aunque había enviado un cuervo. Sabía que su niño favorito iba a estar
derrotado, y tenía que cuidar que no se hiciera nada hasta que pudiese regresar.5

El tiempo en el infierno era mucho más rápido que en la tierra, así que había pasado
aproximadamente un mes. Ya no aguantaba, estaba muriéndose, -aunque sabía que aquello
no era posible- por verlo, por tenerlo.4

Así que, sí. Esto era una sorpresa, una sorpresa para nada agradable, y que hizo que sus
ojos se volvieran bordos en menos de un segundo.

Jungkook alzó un poco sus cejas. - ¿Notas algo raro? ¿Tú puedes notarlo? -La mano repleta
de anillos del diablo dejó el mentón de su niño favorito y dio un paso atrás.

-Tu alma...no está.

Jungkook asintió rápidamente antes de girarse, yendo hacia el escritorio. -No te


impresiones tanto, hiciste lo que debías, y hasta me facilitaste la búsqueda. -Comentó,
haciendo su mejor esfuerzo para consolarlo, aunque claramente no lo hizo debido a que no
lo decía con honestidad.

Tomó su mochila de la escuela y comenzó a vaciarla en la cama. No iba a volver a ir con


todos los libros en sus brazos, iba a ser más inteligente esta vez. Los bolígrafos y cuadernos
cayeron sobre su cama, seguido de un sobre. Frunció el ceño y soltó la mochila, tomándolo
y abriéndolo.

"-Tengo este regalo aquí para ti, y es lo único que voy a darte. No, no. No es para que
lo abras ahora, es para que lo abras cuando...oh, a la mierda. ¡Ábrelo, ábrelo!

-¿Es una guitarra? ...oh. Oh, vaya.


- ¿Qué tal, ah? ¿Crees que podríamos irnos a Londres y llegar a tiempo para el show
de Frank Sinatra?"23

Relamió sus labios, entrecerrando un poco sus ojos antes de volver a meter las entradas al
sobre, guardándolo dentro de un cuaderno antes de dejar éste en la mochila, junto a un
bolígrafo. Se puso de rodillas frente a la cama y sacó una caja de debajo de ésta, la cual
estaba llena de casetes, casetes los cuales llevaban guardados por un largo tiempo. Tomó
algunos que podrían servir, y los metió a la mochila. Se puso de pie y caminó hacia su
mueble, abriendo los cajones y sacando ropa. El diablo lo observaba fijo, analizando los
movimientos de su pequeño.

- ¿Qué haces?

Jungkook sonríe de lado. -Lo que debería de haber hecho hace mucho tiempo en vez de
andar llorando y refugiándome en ti. -Dice, y finalmente cuando termina de doblar su ropa,
la mete en la mochila y cierra ésta.6

Taehyung intenta calmar aquella impaciencia en su pecho mientras lo ve caminar al


armario y tomar un abrigo de jean marrón oscuro, poniéndoselo sobre la camisa blanca que
llevaba. Maldición, se veía muy bien.

- ¿Y qué es eso que deberías de haber hecho?

Jungkook finaliza de acomodarse frente a su espejo el abrigo, y hace sus ricitos hacia un
lado antes de girarse y ver al diablo. -Irme. -Se acerca a la cama para tomar la mochila, la
cual sale disparada por la habitación. El azabache nuevamente ve a su esposo. - ¿Tienes
algo que decirme?

Taehyung estaba enojado, lo estaba. Principalmente porque había sido iluso al confiar en
Baphomet, el cual le había servido casi toda la eternidad. No entendía como éste pudo
traicionarle, y para nada le dolía aquello, simplemente era algo ilógico y que debía de
investigar. Había llegado al cuarto de su esposo con la esperanza de verlo, de comérselo a
besos, de decirle, finalmente, cuanto lo amaba; Decirle lo hermoso que era, y cuanto sentía
todo lo que le hizo pasar. Que no estaba hecho para amar pero, joder, haría lo posible para
hacerlo sentir bien.11
¿Y todo para qué? Para llegar, notar que todo había sido una traición ilógica, y que su niño
favorito era el ser más inexpresivo e insensible del universo. Jamás creyó describir a
Jungkook de aquella forma en su vida. Jamás.

Se acercó lentamente al azabache. -No me desafíes, Jungkook. El que no tengas alma no te


hace más fuerte.

-En realidad, sí. Lo hace. -Dice, frunciendo levemente el ceño. Por supuesto que sí, no
sentir nada era lo mejor. Ambos se observaron fijamente por unos segundos, en silencio. -
Taehyung...voy a salir por esa puerta. No puedes impedírmelo.

-Sí, puedo. -Su mandíbula lucía tensa mientras las cosas de la pared comenzaban a temblar.
A Jungkook no le importó, y lo que Taehyung no entendía es que él debía de
acostumbrarse.

-¿Cómo? -Ambos continuaron observándose fijamente, en silencio por unos segundos antes
de que las cejas de Jungkook se alzaran. -¿Vas a matarme? -Taehyung no podía creerlo. Era
irreconocible. Era simplemente un cerebro. -Antes, muy probablemente hubiese chillado y
rogado porque algo que no fuese tú me matara. Me hiciste un gran favor, ya no estoy
sufriendo. Nada me duele.

-Escúchame. -Lo cortó. Ya no podía oírle hablar. Le pegó contra la pared y le tomó de los
brazos. Jungkook tan solo parpadeaba, inexpresivo. -Tú no eres realmente tú, y si tengo que
pasarme tres jodidas eternidades buscando tu alma, voy a hacerlo. ¿Entendido?

El azabache asintió de inmediato. -De acuerdo. -Y no solo se oía desinteresado, sino que
también parecía importarle muy poco.

Ambos se observan un poco más. El diablo no lo soporta, y toma el rostro de su esposo, su


Jungkook, entre sus manos, con los anillos de sus dedos pegados a las frías mejillas del más
bajo, acercándose y arrebatándole un lento y profundo beso en los labios.

Jungkook jadeó, de inmediato aferrándose a la camisa de Taehyung, moviendo sus labios


contra los del arcángel, el cual le presionaba contra la pared. Sus lenguas se encontraron,
acariciándose con lentitud, sensualidad. Finalmente, el diablo se apartó, relamiendo sus
labios antes de lamer los del contrario.
-Te ves condenadamente caliente cuando todo te importa una mierda...pero te prefiero
hablando sobre lo bien que te hace sentir estar en mis brazos. -Nuevamente se aproximó,
rodeándole la cintura para atraerlo a sus brazos. Se sentía diferente, pero lo echaba de
menos.

Permaneció unos pequeños minutos probando los labios de su esposo como si fuese la
primera vez antes de apartarse, soltándolo y dando unos pasos hacia atrás. Sus ojos habían
vuelto a la normalidad.

-Nos veremos cuando encuentre tu alma.2

Jungkook suspiró antes de ir hacia la cama, tomando su mochila y colgando las correas en
sus hombros. -Suerte con eso.

-No la necesito.

Dejó de sentir aquella presencia. Lo bueno de no tener alma era que ya no sentía malestar
cuando Taehyung estaba presente. ¿Cuántos beneficios de no tener alma había? Debía de
comenzar a enumerarlos.

Pero no ahora. Ahora tenía que actuar.

Procurando no olvidar nada, finalmente salió de su cuarto tomando una manta calentita,
dejándola bajo su brazo, y subió los escalones, llegando a la sala. Se detuvo al ver a su
padre entrando y observarlo.

-¡Jungkook! ¿Qué haces aquí? -Preguntó, extrañado mientras dejaba las llaves del auto en
la mesa ratona, sonriéndole a su hijo.

¡Cierto! Supuestamente estaba en la escuela.

-Oh, nada. Salí temprano de la escuela. -Miente, sonriendo con tan solo alzar las comisuras
de sus labios, provocando que sus hoyuelos se hagan presentes en sus mejillas. -Papá,
¿Estás muy cansado para hacerme un té?

Seung entrecerró sus ojos, confundido. Su hijo jamás le había pedido que le hiciera algo
pero, ¿Quién era él para negárselo?
-No, por supuesto. Te haré un té. -Dijo, y luego de unos pequeños segundos giró sobre sus
talones y se dirigió hacia la cocina, perdiendo de vista a su hijo. - ¿Cómo estuvo la escuela?

Silenciosamente, el azabache se acerca a la mesa ratona y, con cuidado, se inclina para


tomar las llaves del auto de su progenitor. Suspira.

-Bien. -Responde. -Gracias. Me he sentido excelente, papá. ¿Qué tal tú? ¿Qué tal tu día?

Su padre interpretó aquello como una buena señal, y no dudó en comenzar a contar su día
mientras ponía el agua a hervir y preparaba la taza con las cosas. Jungkook tan solo se giró
y, con cuidado, abrió la puerta principal de su casa, saliendo y cerrándola muy despacio.

Apenas se giró, comenzó a correr hacia el auto, subiéndose al piloto. Jamás lo había hecho,
pero recordaba en su cumpleaños, antes de la tragedia, que Seung le había explicado un
poco. Dejó su mochila y la manta en el asiento copiloto antes de poner la llave en donde iba
y girarla, presionando un pedal. El auto encendió, y respiro profundo antes de girar el
volante y acelerar, saliendo con cuidado de la calle principal.

Observó el espejo retrovisor antes de ver hacia el frente, conduciendo más lento de lo
normal para poder abrir su mochila con una mano. Sacó de ésta un mapa, y lo extendió en
el volante, observando de reojo. De acuerdo, solo hacían falta veintiséis calles y media para
poder salir de aquel pueblo, finalmente entrando a la carretera, camino a Londres.

Dejó el mapa y aceleró con más confianza. No tenía miedo, porque todo parecía estar
saliéndole excelente. Decidió poner "play" al casete que ya estaba en el auto.

Dominique, nique, nique...7

Frenó en seco. Quitó el casete y lo arrojó por la ventana en el medio de una avenida antes
de acelerar. ¡Qué alivio! Lástima que no lo sentía, pero probablemente lo hubiese sentido.

¿Eso debería de sumarse a la lista de cosas buenas y malas de no tener alma? No. Ya no
pensaría en eso. No lo haría, porque todo estaba tranquilo ahora.

Durante el resto del camino oyó uno de sus casetes de Elvis. Devil in Disguise. ¿Se sabía la
letra? Si. ¿La oía con pasión o emoción? No. Ahora, tan solo era una canción más, tan solo
era algo que escuchar, y pretender cantarla con ganas no iba a hacer que realmente suceda.
Finalmente había salido del pueblo, y había sido tranquilo. Ninguna persecución, ningún
problema. Había sido tan fácil, y se preguntó qué le impedía hacerlo antes. ¡Demonios!
Incluso pudo habérselo propuesto a Taehyung, pero no, prefirió seguir intoxicándose.

Horas después, en la tarde, cuando Jungkook se pasó dos estaciones de servicio, notó su
estómago gruñir, anhelando con desesperación un poco de comida. Él realmente no sentía
hambre, y debía de aprovechar la carretera vacía, pero sabía que si no comía podría
sucederle algo, aunque éste no lo sintiese así.

Finalmente, dos pueblos y tres horas más adelante, logró encontrar una pequeña estación de
servicio. De todas formas, necesitaba gasolina, y podría tomar un café mientras planeaba a
dónde iría.1

Estacionó a un lado de un hombre que trabajaba allí, y le indicó cargar el impala, dejándole
propina y las llaves antes de tomar su mochila y dirigirse dentro de la pequeña cafetería.
Esta no estaba para nada llena a excepción de un anciano en una punta, y una familia que
parecía estar de viaje, comprando muchas cosas para los dos niños. El azabache se dirigió a
una mesa y dejó la mochila a su lado, sacando uno de sus libros, el mapa y su bolígrafo,
acomodando todo en la mesa. Debía anotar los lugares que había pasado, los pueblos en los
que planeaba quedarse, etc.

Oye unos pasos acercarse. -Jovencito. ¿Qué desea beber?

-Uhm...café y galletitas. -Responde luego de pensar por unos segundos, sin apartar la
mirada del mapa, marcando con su dedo índice un recorrido.

La mujer escribe algo en su pequeño anotador antes de girarse a la silla frente a la del
azabache. - ¿Y tú, cariño? ¿Algo en especial?

Jungkook frunció su ceño antes de alzar la mirada, encontrándose nuevamente con su


esposo, el cual niega ante la pregunta de la mujer. Ésta se va por donde llegó, murmurando
algo por lo bajo, probablemente sobre los pocos buenos modales que ambos tenían.

-Creí que fuiste a buscar mi alma. -Comenta el azabache, marcando con su dedo índice otra
dirección, dibujando con el bolígrafo en el mapa.
-...No está.19

La mirada del menor se dirige nuevamente al diablo. - ¿Qué?

Taehyung se endereza en su asiento, negando antes de pasar una mano por su cabello.
Jungkook jamás lo había visto de esta manera, porque si hay algo que su esposo tenía
siempre era autocontrol, pero claramente lo estaba perdiendo.

El arcángel no podía soportarlo.

-Busqué en cada rincón. Creí que estaría en La Fosa. Aparentemente no.

Jungkook finalmente dobla el mapa, terminando con su trabajo antes de silbar. -Mi alma
debe estar frita. -Comenta, guardando las cosas en su mochila antes de cerrarla.

Taehyung tensa su mandíbula. Quiere matar a alguien.

-Tu alma no está frita, porque no ha estado en La Fosa, o tal vez sí, pero un periodo
demasiado corto. No está arruinada.

-¿Y qué si lo está?

-Te amaré de cualquier forma.

Jungkook niega. -Eso es egoísta, Taehyung. -Dice. El nombrado debe comenzar a


acostumbrarse un poco a las miradas frías, tono de voz apagado y palabras vacías. - ¿Qué si
yo no quiero mi alma?

El diablo lo ve fijamente antes de sonreír de lado, como si se estuviese burlando de alguien


o algo. -Tú no eres mi esposo, eres tan solo un cuerpo. Yo lo quiero a él, y quiero que él sea
el que decida sentir o no. Tú eres su cuerpo, y me tengo que encargar de que nada te pase.

-Vaya, gracias. -Dijo de manera falsa, observando de reojo a la mujer acercarse con el café
y las galletitas. -Si yo no soy Jungkook, ¿Quiere decir que cuando me besaste en mi
habitación lo engañaste?6

El diablo tensó aún más su mandíbula ante la pregunta sarcástica, muy poco tomada en
serio de su niño favorito. La mujer de aquella cafetería depositó la taza de café y las
galletas en la mesa. Jungkook esta vez agradeció y tomó una galletita, mojándola en el
contenido de la taza.

-¿Estás seguro que no vas a ordenar nada, chico? -La mujer escribe algo en su pequeño
anotador antes de ver al diablo. -¿Un vaso de agua, tal vez? Eso es gratis.

Taehyung parpadea lentamente, relamiendo sus labios antes de alzar la mirada para clavarla
fijamente en los ojos de la mujer.

-No, pero voy a ordenarte algo. -Dice, con su voz sonando un poco más ronca, hablando
bajo. La mujer, la cual parece embobada, hipnotizada, asiente. -¿Vas a ser tan amable de
ofrecerle lo que quiera al niño de azabache de aquí?1

-...Sí.

-Perfecto. -Se la quedó viendo fijamente por unos segundos antes de que la señora asintiera,
se girara sobre sus talones y se fuera.

Taehyung lleva su mirada a los vacíos ojos de su esposo. -Si me llego a enterar que el
cuerpo de mi esposo ha tocado a otro que no sea yo, o que sus labios han besado otros
labios que no son los míos, sin su consentimiento y, honestamente, por ahora no creo que
puedas tenerlo, la señora del café se va a encargar de atropellarte hasta que tus sesos
queden esparcidos por todo el país, y yo le voy a conseguir un mejor cuerpo a Jungkook.14

A pesar de que el azabache no sentía ni un poco de miedo, le tomó unos cuantos segundos
asimilar lo que acababa de oír.

-...Eso es imposible.

-Maldición, lo sé. Así que obedece.18

Fue en un parpadeo que la presencia del diablo dejó de sentirse, y verse. Jungkook bufó.
¿Acaso Taehyung creía que el hecho de no tener alma lo iba tener tirándose a todo tipo que
viera? De eso no se trataba. No lo necesitaba.

Bebió su café de un trago y guardó las galletitas en su mochila, masticando una mientras se
levantaba del asiento y veía alrededor. El anciano de la esquina de aquel lugar observaba
sorprendido, realmente impactado al azabache, y éste frunció su ceño antes de notarlo.
Probablemente había visto desaparecer a Taehyung. Se giró y se dirigió al mostrador,
comenzando a pedirle comida y dinero a la mujer que lo había atendido. Esta se lo dio sin
problema, y luego de que Jungkook guardara todo en la mochila, se dirigió al coche, el cual
ya tenía suficiente gasolina. El trabajador de allí le entregó la llave, y Jungkook agradeció
antes de adentrarse al auto, encenderlo y conducir.

Ahora iría rumbo a Londres, y en el camino intentaría buscar una manera de convencer a su
esposo para quedarse de aquella manera: Sin preocupaciones, malestares y lamentos.

xxᴠɪ: "ᴄᴏɴꜰᴇꜱɪᴏɴᴇꜱ ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ"

En Surrey los días continuaban igual de tranquilos que siempre. Había un clima de
porquería, porque la humedad lo volvía todo pegajoso, y la lluvia demoraba bastante en
caer del cielo pero, a pesar de aquello, la gente continuaba de buen humor.5

El joven de cabello claro finalizó de sacar dinero de la caja, tendiéndoselo a la anciana


frente a él y por encima del mostrador, la cual lo tomó con cuidado.

—Tome, Dorothy. Espero que tenga un muy buen día.

La señora sonríe mientras cuelga la bolsa de las compras en su muñeca. —Muchas gracias,
cariño. Espero que tú también tengas un hermoso día. —Responde Dorothy, y mientras se
va de la tienda, se cruza con un trabajador del lugar, el cual sostiene una enorme caja en sus
brazos. —Él es un caballero. —Le dice a aquel otro joven, refiriéndose al cajero antes de
irse por la tienda, haciendo sonar una pequeña campanita que colgaba de ésta.

El moreno que cargaba de la caja se giró hacia el chico del mostrador, alzando y bajando
las cejas. —Ella realmente te ama. —Dice de manera coqueta, sonriendo de lado mientras
caminaba hasta un rincón del lugar, dejando la caja en el suelo.
—Oh, callate. Podría ser tu abuela.

—Pero no lo es. —El moreno nuevamente se endereza, estirándose un poquito antes de


girar sobre sus talones y dirigirse nuevamente para dirigirse al pequeño cuarto con más
cajas por llevar. Dios, su espalda dolía.

El tocadiscos con The Beatles sonando le provocaba querer bailar, pero sería demasiado
vergonzoso si su amigo o alguien regresaba, así que simplemente se dignó a tomar el
pequeño trapo y lo roció con agua, comenzando a limpiar el mostrador mientras tarareaba
el ritmo. Oyó la risa de su amigo desde el otro cuarto, por lo cual su rostro se volvió rojo,
callándose.

—WELL, SHAKE IT UP BABY NOW —Cantó de manera muy fuerte el moreno,


acomodando cajas. Ahora era el rubio el que reía. —TWIST AND SHOOOUUT.

—TWIST AND SHOUT —Coreó.

—COME ON, COME ON, COME, COME ON BABY NOW

—COME ON BABY

—COME ON AND WORK IT ON OUT

—WORK IT O-

Sus cantos fueron interrumpidos debido al fuerte estallido de los vidrios de la tienda. El
chico del mostrador se cubrió rápidamente, con su ropa y cabello lleno de pequeños
cristales, y su pómulo con un leve corte que tan solo ardía.

Oyó la puerta de la tienda abrirse de manera brusca, por lo cual abrió sus ojos y observó,
creyendo que sería su amigo.

No fue nada así.

Ya lo había visto antes, cuando fue controlado por el mismísimo Dios. Vestimenta negra,
ojos color sangre, mirada fría, un poco desesperada. Un arcángel, el arcángel. El diablo.
Éste no lucía para nada como la primera vez que lo había visto: Continuaba pareciendo
calmado, a excepción de sus dos ojos más abiertos de lo normal. Su mirada era desquiciada,
como si no fuese a tolerar una pequeña cosa más.

Observó a su alrededor rápidamente antes de observar al joven en el mostrador, el cual


lucía entre sorprendido y asustado, retrocediendo lentamente.

—Oh, Dios.

Aquello pareció enfadar más al diablo el cual, con un simple movimiento de mano, pegó de
manera brusca al rubio contra la pared. Se oyeron pasos mezclados con gemidos
adoloridos, y su amigo, el cual estaba un poco lastimado, salió del pequeño cuarto y
observó la escena.

— ¿Felix?

— ¿Dónde está? —Finalmente habló el arcángel, sin apartar su mirada de la del rubio,
ejerciendo más fuerza en el agarre contra la pared, volviéndolo más doloroso.

—N-no lo...no lo sé.

—...No voy a pedirlo de vuelta.

— ¿Qué le haces? —El moreno alzó su voz al hombre frente a él, el cual le daba la espalda.
Tenía miedo, pero Felix era su mejor amigo. No permitiría que nada malo le pasara. —
¡Suéltalo!

—N-No sé dónde-¡AHHH! —Sintió de manera inolvidable su brazo saliéndose de lugar, y


no pudo evitar gemir con dolor mientras sus preciosos ojos celestes se llenaban de lágrimas.

— ¡¿Qué haces?! ¡TE DIJE QUE LO SUEL-

Taehyung fue más rápido. Tan solo movió su otra mano, y el cuello del moreno se partió.
Su cuerpo cayó al suelo, sin vida.13

— ¡Chan! —Sollozó, parpadeando y con sus lágrimas cayendo por sus mejillas.9

—Dime dónde está.


Un grito desgarrador salió de la boca del mundano y, lleno de ira, observó al diablo. —
¡QUE TE JODAN, MALDITO! ¡NO TE DIRÉ NI MIERDA, ACABAS DE QUITARME
A MI MEJOR AMIGO!

Taehyung pareció congelarse por unos largos segundos, con los fuertes sollozos del rubio
retumbando en su cabeza, carcomiéndolo, haciéndolo entender. ¿Esto era? ¿Esto era en lo
que se había convertido? ¿Un rey del inframundo con compasión?5

Por supuesto que no. Era solo...

...Jungkook jamás lo perdonaría por ello.1

Bajó su mano mientras observaba al rubio caer bruscamente, gimiendo de dolor entre
fuertes sollozos. ¿Cómo había sucedido aquello? Hace tan solo unos segundos estaba
cantando alegremente su canción favorita, coreando a la persona que amaba, a la que había
estado a su lado desde jardín de infantes. ¿Cómo fue que terminó así? ¿Era su culpa?

Taehyung se giró hacia el cuerpo, decidido. Iba a revivirlo. Hubiese deseado poder revivir
al mejor amigo de su niño, pero habían pasado días, sumándole que Yugyeom estaba
descuartizado, y su alma ya había ascendido como para regresarla. Se inclinó, parpadeando
lento y acercó su mano a la cabeza de aquel chico.6

Se detuvo para cuando éste abrió sus ojos repentinamente. Lo sintió de inmediato, y como
si fuese alérgico, Taehyung se puso de pie de inmediato, dando dos pasos hacia atrás y
observando con desprecio al joven, el cual se ponía de pie con calma.

—Oí que me buscabas.

Taehyung respiró profunda y temblorosamente. —La quiero de vuelta, o te juro que voy a
matar a cada maldita cosa viva en éste mundo.

El ceño del moreno se frunce levemente. — ¿Qué es lo que quieres de vuelta?1

—Lo sabes perfectamente. Solo estás haciéndome perder el tiempo.

Felix caminó con sus piernas temblorosas, sosteniendo su brazo quebrado y aun llorando.
— ¿Chan? —El mencionado, aunque realmente no lo era, lo observó por unos segundos
antes de volver la mirada al diablo, el cual la había llevado al suelo al oír la voz quebrada
de aquel joven.

—Si te refieres al alma de Jeon Jungkook, no la tengo. —Dice.

Taehyung alzó la mirada, observando fijamente a Dios disfrazado de aquel ser inferior,
menos enfadado con éste, pero más y más confundido. ¿Qué estaba sucediendo?

—Imposible...4

—Taehyung, ¿Por qué habría de creer que yo la tendría? Él te ha vendido el alma a ti.

—Comenta, llevando su mirada al rubio y avanzando hacia éste.

Taehyung lo sigue con la mirada, cada vez más perdido. Nunca creería demostrarse para los
demás tan vulnerable, pero ahora lo estaba, y no le importaba tanto como para aparentar.

—Así es. Pero cuando fui al infierno a buscarla no la encontré, y uno de mis demonios me
informó de que ya habían llevado el alma nuevamente a su cuerpo.

El creador de todo se dedicó a tomar el brazo de Felix, curándolo sin siquiera provocarle
dolor. Felix parpadeó entre lágrimas a la par en que el moreno llevaba sus manos al rostro
de éste.

—Mi protección continúa en ti, a pesar del daño que puedan causarte. Sigo en deuda
contigo, por lo cual no debes de preocuparte por tu amigo. Él estará bien cuidado.

—No. —Rápidamente dice Felix, llevando sus manos a los brazos de Chan. —No. Debes
devolverlo. Éramos felices. Él es mi mejor amigo, y-yo...no soy nada sin él. Por favor...te lo
imploro.

Taehyung tragó saliva con fuerza. Maldición.

—Como desees. —Dice el moreno, alejando sus manos de las mejillas del rubio cuando
finalizó de curarlo. Se giró hacia su arcángel nuevamente. —¿Qué te ha dicho el demonio?

—Nada. Lo encontré muerto. —Respondió.2

—¿Y qué es lo que crees que sucedió?3


Taehyung dudó unos segundos, suspirando y alzando un poco su barbilla, demostrando
superioridad y valor. Debía de ser fuerte en esto, por su esposo. —Baphomet era un
imbécil, pero era muy leal. Se ha pasado sirviéndome por unos largos años. Creo que hubo
alguien que sí se llevó el alma de Jungkook, y luego se deshizo del idiota para que no me
dijese quién fue.

Su padre asintió. —Comprendo, pero no está en el cielo. Te lo hubiese hecho saber de


inmediato aunque, honestamente, no creí que te importara tanto.

—Yo tampoco creí que te importaran tanto tus preciados humanos.

—Me importan, sí. —Confirmó el moreno de manera neutra, observando fijamente al


arcángel. —Creo siempre haberlo demostrado.

—Solo demuestras que te importan cuando no están perdidos, pero en cuanto creen que
tienen salida conmigo, los abandonas. —Dice, llevando sus manos a los bolsillos delanteros
de su pantalón.

—No te culpo por creer en ello, pero tal vez si tú no hubieses sido como eres, ellos no
tendrían motivos para caer en tus manos, por lo cual yo no los abandonaría.

—Lo hubieses pensado antes de enviarme a un lugar lleno de oscuridad simplemente por
tener una opinión respecto a los humanos, diferente a la tuya. Sin embargo, luego llegas y
dictas el "libre albedrío" mientras te montas un marketing de puta madre para que todos
crean que yo soy el mal y tú eres el bien. Dime motivos para no ser como soy, y con gusto
me voy a tu bando, Dios de los hipócritas. —Finaliza de decir eso, completamente tranquilo
antes de mover su dedo índice hacia arriba.5

"Help" de The Beatles comienza a sonar en el tocadiscos, más fuerte antes de que el
diablo vea por última vez a las dos personas de pie allí, en específico a una, y se gire para
salir de aquella tienda, desapareciendo una vez fuera.

Todo queda de aquella manera antes de que el cuerpo del moreno caiga al suelo
nuevamente. Felix se sobresalta, abriendo sus ojos de par en par.
—¡¿Chan?! Dios. Por favor. —Se arrodilla a un lado del cuerpo del chico y lo toma de la
camisa, a punto de sacudir lo bruscamente. El pelinegro toma una profunda respiración,
agitado al principio y, de a poco, comenzando a respirar más normal. —Oh, Chan...

—¿Q-Qué sucedió? —Felix sollozaba, y el moreno pareció preocuparse más por ello que
por haber estado muerto hace tan solo unos segundos. —Felix, tranquilo. No llores...

Felix de inmediato lo abrazó, pegando su rostro al hombro izquierdo del otro, sosteniéndolo
con fuerza, y siendo sostenido de la misma manera, con la mano de su mejor amigo
sobando su espalda. Poco a poco se calmaba nuevamente.

—Idiota, creí que te perdí...

—Está bien. —Chan ríe un poco, sin ganas, y sostiene más cerca a su amigo mientras ve a
su alrededor. Mierda. —Necesito que me expliques todo.

—Lo haré, lo prometo.

—Y debemos comenzar a inventar una excusa para los vidrios rotos.

El rubio ríe, sorbiendo su naricita antes de apartarse un poquito para ver a su amigo, el cual
sonríe débilmente de lado.

—Idiota.

Nunca había conducido tanto en su vida, y para ser una de las primeras veces, le estaba
yendo bastante bien.

El niño había estado conduciendo por horas, y horas. Podría seguir, pero no era ningún
torpe. Sabía que se debilitaría si no comía o dormía adecuadamente, aunque no sentía
hambre, ni sueño.
Detuvo el auto luego de adentrarse a un camino de tierra, saliendo de la carretera, por un
bosque. Condujo por unos minutos hasta finalmente estacionarse en la mitad y apagar el
coche, suspirando mientras refregaba su rostro y se estiraba un poco en el asiento. Trabó las
puertas desde dentro y, con cuidado, se pasó al asiento trasero. La mantita que había
tomado de su habitación estaba allí, y aunque no tenía frío, luego de quitarse los zapatos y
el abrigo, se cubrió con ésta, quedándose sentado y con su cabeza apoyada contra la
ventana de la puerta izquierda de los asientos de atrás.

Sintió su presencia apenas apareció, pero tan solo mantuvo sus ojos cerrados, nuevamente
suspirando.

—Hola, Tae. —Saluda. Tan solo hay silencio. — ¿Encontraste mi alma?

—No, y no sé cuándo lo haga, pero lo haré. Volverás a ser lo que eras.

Los ojos del azabache se abrieron antes de girarse para ver al arcángel, el cual lo observaba
fijamente. Éste continuaba con sus ojos bordó y, honestamente, habían estado así desde que
Jungkook no tenía alma.

—Taehyung, ¿Qué si no quiero mi alma de vuelta?

—No puedo no devolvértela, es peligroso. —Cuando el ceño del azabache se frunció


levemente, el diablo nuevamente volvió a hablar: —No siempre serás así de tranquilo. El
no tener alma puede traer aún más oscuridad de la que ya llevas. Además...simplemente no
puedo permitirlo. No es justo tener un final así. No para ti.

—Ese es el punto. —Jungkook está calmado, neutro mientras se gira por completo para ver
a su esposo, el cual le observa como si fuese una obra de arte. Lo era. —Yo no...no sé si
esto está bien, probablemente no sea así. —Niega lentamente, viendo fijamente los ojos del
rey del inframundo. —Pero he estado mejor de lo que alguna vez he estado. Me siento más
fuerte, porque nada me asusta más, nada me duele. Soy independiente, sin desequilibrio
emocional. No me importan mis padres, ni mi hermana, ni mis amigos...ni tú. —A
Taehyung le quema en el pecho oír aquello último, pero sabe que no es culpa de Jungkook.
Claramente no iba a sentir nada, sabía lo que era no tener alma, bueno...no exactamente. En
su caso, había estado apagada, pero sabía lo que era no sentir.5
<<A lo que voy es que... ¿Qué crees que suceda cuando tenga mi alma de vuelta? Porque
no puedo sentirlo, pero si puedo describir cómo dolía. La muerte de Yugyeom acabó
conmigo. Recuerdo haber pensado "Quiero morir esta noche, realmente quiero morirme", y
recuerdo haber creído merecer todo. Recuerdo llorar, y no poder dejar de hacerlo, porque
no dejaba de doler. Así que yo realmente intento respetar tu decisión y, a pesar de que me
importe una mierda, comprender que no puedo decidir esto pero, ¿Qué si ya lo había
anhelado y nunca te lo dije?

Taehyung se había quedado sin palabras. Le sorprendía lo inteligente que podía ser
Jungkook. Éste, a pesar de no sentir nada, intentaba esforzarse en hacerlo pero,
lamentablemente, tenía sus motivos para quedarse de aquella forma.

Sin embargo, el diablo también tenía sus razones.

— ¿Recuerdas cuando estuviste a punto de morir porque aquel hijo de puta no me dejaba
curarte? —Jungkook tan solo asintió luego de unos segundos. —Te pedí que me dejaras
ayudarte, porque no podía dejarte morir. Sé que dijiste que sí porque me amas...pero
también sé que me aceptaste porque tuviste esperanzas de que te salvara. Quieres ser
salvado, y quieres vivir, y sanar. Quieres amar, y sentirte amado, porque por eso me
conociste. Querías amor.

—No es solo eso. Hay más razones por las que no deberíamos: ¿Tu presencia? Sin alma, no
me afecta que te pases las horas pegado a mi lado. No me deterioro.

—Tenemos mucho tiempo para continuar juntos, y siempre que me vaya porque mi
presencia te lastima, volveré. Siempre volveré por ti, Jungkook.

El azabache niega lentamente, bajando la mirada y frunciendo apenitas el ceño cuando un


fuerte dolor comienza a hacerse presente en un lugar cercano a su muñeca, expandiéndose
por todo su brazo. Taehyung nota aquello y lleva su mirada a aquella marca indescifrable
en el antebrazo de su esposo. Le toma con cuidado la mano para observar más de cerca.13

— ¿Sigue doliéndote?
—Sí, pero es más soportable ahora que estoy de ésta manera. —Responde, cortando un
poco su respiración ante el fuego que sentía en su piel, finalmente yéndose de manera
repentina, haciéndolo exhalar.

Taehyung observa fijamente el rostro de su niño el cual, segundos después, alza también la
mirada. Ambos se ven fijamente antes de que Jungkook sonría falsamente de lado. Al
menos lo intentaba.

—Aquí otra razón para no tener mi alma de vuelta: Lloraba hasta cuando alguien
respiraba.16

Taehyung no pudo evitar sonreír de la misma manera que el azabache, tirando de su mano
para acercarlo más. El niño quedó de rodillas en los asientos, y Taehyung le rodeó la
cintura con sus brazos muy lentamente.

—Yo creía que era adorable. Aunque detestaba verte triste, era un gran motivo para tenerte
en mis brazos. Eras un bebé.

Jungkook rodea el cuello del arcángel con sus brazos, y Taehyung tira un poco más para
finalmente tenerlo sobre su regazo, con las dos piernas del azabache del mismo lado,
estiradas en el asiento.

—Ahora también lo soy, solo que un bebé al que le da igual todo. Uno más fuerte...—
Ladea la cabeza cuando Taehyung acerca su boca a la del niño.

—Siempre has sido fuerte.

Sus labios finalmente se unen, moviéndose lenta y profundamente sobre los del otro.
Taehyung acerca más a su cuerpo al azabache. Maldición, lo había extrañado tanto. Quería
comerle la boca cada maldito segundo.14

Jungkook llevó una de sus manos al cabello de su esposo, acariciando lentamente,


intentando sentir la textura de éste, intentando recordar cómo se sentían las cosquillas en su
pancita.

...nada.
Se apartó tan solo un poco, observando al diablo fijamente. —No siento nada.

—Lo sé. —Taehyung asintió mientras metía sus manos por debajo de la camisa del más
bajo, acariciándole la cintura. —Yo me encargaré, yo te volveré a traer, porque mereces un
final feliz, Jungkook.

El azabache asintió lentamente, alzando las cejas y viendo a un punto fijo. —Espero que
tengas razón, Taehyung.

—La tengo. —Inconscientemente lo acurrucó más cerca y posicionó su boca pegada a la


frente del menor.+

Éste último no dudó en cerrar sus ojos, listo para conciliar el sueño el cual, con el paso de
los días, era aún más difícil que suceda.

Suspiró. —...Solo apresúrate, antes que cambie de opinión.5

Antes de que la oscuridad absorba lo que queda de mí...

ɪɪ ᴏᴊᴏ ᴏʀ ᴏᴊᴏ

¿Quién diría que en la habitación de un motel barato se hospedarían el verdadero rey del
inframundo y un adolescente sin alma?18

Taehyung estaba consiguiendo todo lo que Jungkook necesitaba. Debido a que éste no tenía
alma, le era difícil comentar el tener hambre, sueño, cansancio o malestar. Simplemente
conducía hacia un rumbo desconocido. Habían pasado tres días, y fue finalmente cuando el
azabache llegó a Londres que condujo hasta un motel, obligado por su esposo, el cual le
consiguió un cuarto en aquel lugar con tal sólo ver a los ojos a la encargada, pronunciando
claramente "Dale todo lo que necesite".

La habitación era mediana, acogedora y fría. Tenía una cama, un mueble con un espejo, dos
cuadros de pinturas baratas y un baño extremadamente pequeño. Luego de acomodarse, ya
llevaban más de dos horas allí. Jungkook estaba en la cama, descalzo y con sus manos
sobre su estómago, observando el techo fijamente. El diablo se mantenía en un rincón con
el anotador de Jungkook entre sus manos repletas de anillos, leyendo el exorcismo que éste
había anotado y, entre páginas, encontrado cosas adorables: "Taehyung + Jungkook"
"13/11/67" y frases de canciones de los cantantes favoritos de su niño.25

A pesar de los fuertes latidos en su pecho, el diablo también sentía rabia. ¿Cómo había sido
tan estúpido para descuidarse? La realidad era que él no podría haber sabido que aquel niño
que mantuvo vigilado desde pequeño podría llegar a ser algo importante para él. No sabía
que iba a querer protegerlo de tal manera en la que arriesgaría todo, no sabía que iba a...

—Bien. —El azabache interrumpió sus pensamientos, llevando su mirada hacia Taehyung
mientras se sentaba bruscamente en su cama. —Si nadie del bando de Dios y de tu bando la
tiene, ¿Quién queda?18

El rey del inframundo alzó la mirada para verlo de mala manera, volviendo a la realidad.
Tres días atrás, en la noche, lo había tenido sobre sus brazos, e incluso se habían besado,
pero hizo mal. Ese Jungkook no era su Jungkook, no debía confundirse.

Suspiró mientras cerraba el anotador, dejándolo sobre el único mueble de la habitación.

—Ese es el problema. No encuentro una manera de saber si alguien de cualquier bando la


tiene.

—De todas formas, ¿Por qué alguien la querría? ¿Qué es esa cosa tan importante que tiene
como para robarla? —Taehyung volvió a alzar la mirada, observándolo. No había pensado
en una posibilidad así. ¿El alma de Jungkook tendría un precio? — ¿O es solo alguien que
quiere molestarte?

Taehyung tenía bastantes enemigos, sí. Ser el diablo significaba ser mal visto o llevarse mal
con cualquiera que tuviese relación con el de arriba, así que había grandes posibilidades de
que fuese alguien que quisiera molestarlo, porque sabían que Jungkook era lo único por lo
cual Taehyung se preocupaba.

—Lo sabré dentro de poco. —Dijo, y se acercó a la mochila del azabache, tomando de ésta
una bolsa de frituras y dejándola sobre la cama, cerca de su esposo. —Come.
— ¿Quién, además del demonio que mató a Yugyeom, querría hacernos daño? —Jungkook
lo ignoró, continuando con el mismo tema.9

—Muchas personas, pero nadie se atrevería. Saben lo poderoso que soy, y es por eso que
aun no comprendo bien quién podría ser. Ahora calla, y come algo.2

El azabache suspiró antes de tomar la bolsa de frituras, cruzándose de piernas y masticando


sin ganas aquella comida chatarra. Estaba pálido, había adelgazado un par de kilos y tenía
notables bolsas oscuras bajo los ojos. Se veía como cuando solía pasar mucho tiempo al
lado de su esposo, a excepción que ahora no lucía frágil...ahora lucía como que no le
importaba.

Paró de masticar cuando una gran idea se hizo presente en su mente, y dejó la bolsa de
frituras a un lado, poniéndose de pie. Taehyung gruñó ante eso, a punto de exigirle
nuevamente que se alimente.

—Una vez me dijiste que mi alma estaba destinada a estar con la tuya.

Taehyung lo observó fijamente, sin saber a dónde podría llegar aquella conversación. —Así
es. —Afirmó en un tono seco, apoyándose nuevamente contra la pared.

— ¿Cómo?

—Pude sentir el momento en que tu alma fue creada. Lo sentí dentro, sentí lo nuevo, y
puro.

— ¿Y cómo la encontraste? ¿Cómo me encontraste?

—Me...concentré. —Dijo, deteniéndose en medio de la oración al saber la teoría de su niño.


Era listo incluso sin alma. —Y lo hice. —Frunció un poco su ceño, comenzando a
concentrarse sin siquiera avisar. Podía sentir algo, apenas...6

—Ahí lo tienes. Mientras... –Jungkook se giró, caminando hacia el mueble en la otra punta
de la habitación. —...yo voy a-

Taehyung detuvo su concentración al oír un repentino golpe contra el suelo. Llevó su


mirada hacia allí, y se encontró con el zabache de rodillas, de espaldas hacia él. Se acercó
de inmediato, notando las manos de su esposo temblando, con el rostro alzado y sus ojos
fuertemente cerrados, moviéndose.1

Oscuridad, cosquillas en el pecho, manos con venas volviéndose negras, y un inevitable


dolor en su brazo.10

—Hey. —El diablo se arrodilló frente al menor, y lo tomó del rostro. —Jungkook, niño.
Maldición, despierta. —Lo movió un poco cuando notó que la respiración de éste se había
cortado, y estuvo a punto de volver a hacerlo si no fuese por la repentina y brusca
inhalación del azabache, el cual ya tenía sus ojos abiertos y respiraba bastante profundo.

—Tranquilo, respira. —Ni siquiera estaba siendo consciente de que le estaba acariciando el
rostro. ¿Se había vuelto un instinto proteger al niño? ¿Acaso siempre lo había sido? Bajó
las manos a los hombros, notando la delgadez. — ¿Qué sucedió? ¿No te has alimentado
adecuadamente? —Casi gruñó, intentando mantener la calma.

Jungkook negó luego de unos segundos, parpadeando entre confusión y agobio. —...Estoy
bien.

—Tienes que comer, y ahora mismo.

—No es eso. –Rápidamente respondió el humano. —Vi algo.

El arcángel permaneció con sus ojos fijos en el inexpresivo rostro de su esposo. — ¿Qué
viste?

Lo notó tragar saliva antes de comenzar a levantarse. Taehyung lo ayudó a mantenerse de


pie hasta dejarlo sobre la cama nuevamente.

—No creo poder explicarlo...

—Inténtalo. Puede que signifique algo. —Se posicionó de cuclillas frente a Jungkook, el
cual negaba, restándole importancia.

—No creo que lo haga, esto ya ha sucedido antes. Puede que haya sido más fuerte, solo por
el hecho de no tener alma. Puede que tenga algo...
Fue quedándose callado de a poco al notar los cuadros baratos de aquella habitación
temblando. Regresó su mirada al rey del inframundo, el cual tenía los ojos color sangre y la
mandíbula más marcada que de costumbre.4

—... ¿Cómo dijiste?

El niño parpadeó lentamente. No le afectaba en lo más mínimo, como era de esperarse. —


He tenido ese tipo de imágenes incluso cuando tenía alma. —Comentó. Uno de los cuadros
cayó al suelo, pero ninguno se sobresaltó. —Creo que deberías de calmarte.

Eso enfureció más al diablo, el cual se puso de pie de inmediato. — ¿Cómo pudiste
ocultarme algo tan importante? —Preguntó en un tono de voz bajo.

Jungkook se encogió de hombros mientras presionaba su brazo contra su pecho. —No lo sé.
Supongo que en aquel entonces sentía que no era realmente importante. —Se excusó,
volviendo a subir los pies a su cama y sentándose más hacia atrás, apoyando su espalda
contra la pared. —He soñado con el futuro. —Comenzó. Hubo un corto silencio. —O eso
creo. Así se ve.10

<<Antes de mi cumpleaños vi un bosque, y manos con sangre. Probablemente fue una


premonición, porque fue el mismo escenario en donde Yugyeom murió, y mis manos
estaban ensangrentadas por la puñalada que Irene me hizo en la costilla. Todo era igual,
pero desde otro ángulo. No era yo quien veía, y era un poco borroso.

Alzó la mirada cuando sintió al diablo nuevamente frente a él, de cuclillas y tomándole con
cuidado una de sus manos, la del brazo adolorido. Posicionó la palma fría del menor sobre
la suya, la cual estaba cálida, y con su mano libre la apoyó sobre el dorso de ésta, buscando
darle calor. Jungkook no sentía una temperatura que no fuese más allá de lo normal.

Taehyung movió tres de sus dedos anillados para remover la manga de la camisa blanca del
azabache hasta pasar el antebrazo, dejándolo libre. Observó aquella marca en el brazo de su
esposo, la cual continuaba igual de transparente, pero el área estaba al rojo vivo. El ceño de
ambos se frunció a la par antes de que el diablo alzara la mirada a los ojos vacíos del niño.

—Dime más de tus visiones. ¿Las tenías regularmente? ¿Qué has visto hace unos minutos?
—He visto dos manos, y las venas en éstas eran de color negro. —Respondió la verdad.
¿Para qué mentiría?4

La mirada del arcángel volvió a la marca, y suspiró con fuerza. Tenía sus dudas, sus
teorías...y ninguna de ellas tenían sentido, y pocas que probablemente
acertarían...simplemente no las quería para su esposo.

Intentó tener paciencia, realmente lo estaba intentando.

—Tienes que decirme cuando esto suceda.

Y Jungkook asintió, pero se le notaba perdido en sus pensamientos, con la mirada en un


punto fijo del cuarto. Parpadeó rápidamente cuando un pensamiento pasó por su cabeza.

—Puede ser...

El rey del inframundo regresó a verlo a los ojos. —Dilo.

El azabache también le devolvió la mirada. —Creo que sé quién tiene mi alma. —Dijo.

—Más bien, quienes.35

Si no fuese porque el camino hasta allí no era más que un segundo en donde Taehyung le
hacía cerrar los ojos a su esposo y le tocaba una parte del cuerpo, hubiesen permanecido
discutiendo todo el viaje.

"—No.

—Llévame contigo.

—No. Te quedas aquí, sin salir. Te dije que es peligroso.

Jungkook negó rápidamente, sin importarle, y comenzó a ponerse los zapatos. —No voy a
quedarme aquí, quiero estar al tanto.

—Dije no.
—Te he dicho que te apresures a buscarla antes de que mi opinión cambie, pero eso no
significa dejarme fuera de las cosas. Si tú te vas y no me llevas contigo, voy a conducir
hasta allí, no importa si ya te has ido. Voy a irme, y voy a asegurarme de que no me
encuentres.

La mirada del diablo se mantuvo fija en los ojos del azabache. Ya sabía que éste no tenía
alma pero, por algún motivo, muchas veces solía buscar aquel brillo puro e inigualable
que tanto le gustaba.

Se acercó, y llevó ambas manos a los hombros del más bajo. —Cierra los ojos. —Le
ordenó."

Podía sentir la oscuridad en Jungkook comenzar a crearse. Era rápida, y desprevenida.


Sabía que llevarlo consigo serían problemas, pero también sabía que dejarlo solo podría ser
incluso peor.1

—Ábrelos.

Los ojos verdes del menor se abrieron, parpadeando lentamente para aclarar su vista y dejar
atrás el mareo, viendo a su alrededor. Reconoció la casa de sus tíos, aquel lugar donde
había vivido los peores momentos de su infancia: La primera vez que vio a su padre
levantarle la mano a su madre en uno de los cuartos del fondo del único pasillo del lugar, o
cuando era el cumpleaños de Mino y éste junto sus amigos esparcieron el rumor de que
Jungkook era homosexual y besaba a todos los chicos que veían.

Lamentablemente, recordar cosas así no era como hace unos días.

Era extraño. No sentía afecto, nostalgia, ni ninguna emoción por todos aquellos malos
recuerdos, pero tenía un leve cosquilleo en el pecho, como si fuese este reloj que sonaba
con el paso de la aguja de los segundos, moviéndose lentamente, y algo sucedería al llegar
arriba junto a la otra aguja.

Unos pasos cerca lo hicieron alzar la mirada, y sintió la aguja imaginaria acelerarse al ver a
su primo, Mark, caminando mientras silbaba, con una taza de té caliente entre sus manos.
Se veía relajado, con ropa cómoda y despeinado. Probablemente había estado durmiendo.
¿Cómo era posible que pudiese dormir tranquilo luego de haber provocado un asesinato?

Mark alzó la mirada y se congeló en su lugar, soltando un jadeo entrecortado y con la taza
resbalando de sus manos hasta caer en el suelo, salpicando el líquido caliente y con los
vidrios esparciéndose a sus pies.

—...Dios, no. —Susurró. Es entonces que parpadea, y detrás de su primo se hace presente
esta figura alta, vestida de negro, que anteriormente creyó ver. Le cuesta respirar, sabe
quién es. — ¡Minhyuk! ¡Minhyuk!

Unos nuevos pasos se hicieron presentes, y el segundo hermano apareció, observando la


escena mientras sus ojos se abrían de par en par. La fría y falsa sonrisa de Taehyung se hizo
visible. Aquella sonrisita de lado que provocaba todo menos algo con bueno.

—Mira qué tenemos aquí. —Dice. El niño frente a él no habla, porque aquella oscuridad
que le envuelve los sentidos no se lo permite, y la repentina sed de venganza mantiene su
boca incluso más cerrada. Taehyung asiente hacia el suelo, donde están los restos de la taza
de té. —Hasta te habías preparado un té, simulando que todo estaba en paz y
solucionado...que no vendría por los estúpidos que comenzaron con todo esto.

—Jungkook. Jungkook, te lo pido, por Dios...ten piedad. —Minhyuk comienza, alzando sus
brazos en modo de defensa y retrocediendo hasta chocar con una pared.6

Un movimiento de uno de los dedos del arcángel provoca que ambos mundanos sean
expulsados hasta el otro lado de la habitación, contra una pared. Éstos gimen, adoloridos y
con la respiración agitada por el susto.

Las pupilas del azabache están más que dilatadas mientras oye en sus propios oídos su
corazón latiendo con fuerza, pero manteniéndose lento. Sus manos pican por las
irremediables ganas de aplastar las cabezas de sus primos. Si, debería...1

Respiró profundo para controlarse. Taehyung no parece notar aquello, y da un paso al


frente.

—Comiencen a confesar, y tendrán una muerte rápida. —Dice con firmeza.

—Devuélvanme su alma.
La sala queda en silencio mientras los hermanos se observan entre confusión y terror antes
de volver a ver al diablo.

—¿Q-Qué?

La sonrisita de Taehyung se esfuma mientras sus ojos comienzan a tornarse bordó. —


¿Realmente me estás pidiendo que lo repita? –Mueve nuevamente su dedo, tan solo un
poco para hacer que los mundanos se golpeen contra la pared. —Tengo poca paciencia para
estas cosas.

—¡No sabemos qué quieres! —Exclama Mark, desesperado mientras oye a su hermano
sollozar en silencio. —S-Sólo no entendemos a lo que te refieres. Por favor, te lo suplico.

Taehyung nuevamente se concentró, como cuando estaba en el motel antes de que


Jungkook tuviera las extrañas visiones. No la sentía cerca, la sentía bastante lejos. Gruñó,
harto y dio un par de zancadas hacia el frente, deteniéndose y tomando de la camisa a
Minhyuk, acercándolo a su rostro.

—Dime dónde está su alma, quién la tiene, o voy a partir cada hueso de tu cuerpo.

—N-No lo...no lo sé. Por favor, realmente no s- ¡AAAHH!

Taehyung tan solo presionó sobre la muñeca de Minhyuk, la cual se quebró, y le siguió la
otra. Para el diablo, el sonido del hueso rompiéndose era música para sus oídos.1

E iba a seguir disfrutando, realmente iba a hacerlo. Fue cuando sintió que el otro hermano
se escapaba, luego de romperle una pierna al que sostenía, botó como la mirada de éste iba
más allá de él, y gritaba fuerte a la par que un asqueroso sonido se hacía presente.

Taehyung se giró, y soltó al chico quebrado ante la escena frente a sus ojos. No sabía cómo
reaccionar.

Jungkook sostenía con una mano uno de los hombros de Mark, y la otra estaba con un
filoso cuchillo de cocina hundido en medio del rostro del chico, el cual tenía sus ojos bien
abiertos e intentaba respirar mientras sus manos temblaban.2
El azabache apartó el cuchillo con esfuerzo, e hizo una rápida y profunda línea en el cuello
de su primo, salpicando sangre antes de soltarlo y verlo caer al suelo, muriendo.22

Era un alivio. Era como haber bebido luego de días sin tomar ni un poquito de agua. Era
una sensación exquisita, y le cosquilleaban los dedos por volver a probarla, pero ya estaba
lo suficientemente satisfecho.

Se giró en busca de la mirada del arcángel, con su inexpresivo rostro lleno de sangre.
Limpió el cuchillo en su camisa luego de un par de parpadeos, y lo guardo en su bolsillo.

Entre los fuertes gritos de Minhyuk hacia su hermano, el diablo salió de su trance y caminó
rápidamente hacia su niño, tomándolo de los hombros, sin siquiera darle tiempo en cerrar
los ojos para desaparecer de allí.1

La sala de sus primos se esfumó, y pronto la pareja re aparecía en la habitación del motel, a
oscuras. Lo único que se oía eran sus respiraciones fuertes. Taehyung presionaba con
fuerza -no la suficiente para herirlo- los hombros del menor, el cual aún parpadeaba lento,
sin saber realmente qué sucedió, pero agradeciéndolo internamente.

—...Jungkook.

Hubo un corto silencio. —Lo siento, Taehyung.

El diablo cerró sus ojos con fuerza. Su voz sonaba tan dulce, sonaba como el antiguo
Jungkook, pero no era él. Ya no, y debía de buscar una manera de volver a encontrarlo.
Necesitaba a su esposo nuevamente.

—No, no lo sientes.

—...No. —Responde, de acuerdo. Alza lentamente la mirada, y los ojos de ambos se


encuentran. —Tenía que hacerlo...quería hacerlo.
Era demasiado extraño verlo así. Jungkook...Jungkook era la persona más dulce y frágil, y
fuerte a la vez. Lloraba mucho, siempre recurría a él, pero había sido muy fuerte en muchas
situaciones de toda su vida. Había aguantado golpes de su padre, burlas de sus primos,
insultos en su escuela, hipocresía en la iglesia. Había soportado la muerte de Kim
Yugyeom, y caminó hasta su casa habiendo sido apuñalado. Jungkook era fuerte, Jungkook
era una buena persona, y esta versión de él era una verdadera pesadilla.

Taehyung llevó sus manos al rostro del menor, limpiando los rastros de sangre. No se
permitiría más que ese toque. — ¿Tienes una idea de lo que te vas a odiar a ti mismo
cuando tu alma regrese a tu cuerpo? —No podía ni siquiera pensarlo. Deseaba cargar con
toda esa culpa, realmente quería.

El azabache simplemente permaneció viéndole por unos largos segundos antes de


encogerse levemente de hombros.

—Ojo por ojo, Taehyung. Mi alma...yo con mi alma, tendré que entenderlo. Una parte mía
quería esto el día de mi cumpleaños, y sé que va a agradecerlo.

xxᴠɪɪɪ: "ᴄᴏɴꜱᴇᴄᴜᴇɴᴄɪᴀꜱ ɪɴꜰᴇʀɴᴀʟᴇꜱ"

Habían pasado tan solo unos minutos de lo ocurrido, y Jungkook parecía haberse congelado
en su lugar. Taehyung se encargó de limpiarle el rostro con su propia camisa, lo tomó en
brazos y lo llevó a la pequeña e incómoda cama de aquel lugar, desvistiéndolo para ponerle
una camiseta de mangas larga gris, un pantalón holgado y unos calcetines blancos. Era lo
menos que podía hacer.

Fue cuando el de azabache se durmió -o eso parecía- que se giró hacia la puerta, haciendo
un movimiento con su mano en dirección a ésta. Debía de bloquearla, al menos en el
tiempo en que no se encontraba allí.

Se puso de pie lentamente, caminando hasta el medio de la habitación, con cada pisada
provocando un ruido en la vieja madera del suelo. Echó un último vistazo al niño que
parecía dormir plácidamente bajo las mantas, y finalmente desapareció de allí, dejando en
aquel lugar un silencio ensordecedor.

Y sin estar a tiempo para ver cuando los ojos verdes de su esposo se abrieron.16

Volver a esa casasignificaba ser recibido por gritos, llanto, y cosas que no podían
importarlemenos. Estaba allí para amenazar al único primo castrato de Jungkook que
quedaba, advirtiéndole guardar silencio o su muerte sería una de las másdolorosas.

Había oficiales en aquel lugar, pudo oír el llanto de una mujer y estaba seguro que era la tía
de Jungkook, lamentándose por la pérdida de otro de sus hijos. Claramente, ella no tenía la
culpa de haber tenido imbéciles.

Taehyung hubiese ido directo hasta el cuarto donde aquel idiota estaba, pero se detuvo.
Había algo extraño, sí...

Llevó su mirada a la bolsa que envolvía el cadáver de Mark, el cual estaba sobre una
camilla, y tuvo que acercarse un poco para comprobarlo. De todas formas, no estaba siendo
visible para los demás.

Llevó su mano sobre la bolsa, sin tocar, y lo confirmó: El alma de Mark seguía en su lugar.

¿Cómo era posible? Más bien, la verdadera pregunta de Taehyung era: ¿Por qué Muerte no
había ido por el alma de aquel lamentable intento de persona?13

Cuando él no estaba haciendo pactos, Muerte era la encargada de las almas. Se las llevaba,
y las guiaba hacia donde pertenecían: Cielo, infierno, purgatorio. El no tomar un alma de un
cuerpo, significaba dejarla con decisión propia, es decir; Mark se volvería un alma en pena,
o ni siquiera despertaría, continuaría como si estuviese dormido, cosa que a Taehyung le
parecía perfecto porque no quería verle ni de fantasma pero...aun así era extraño.

Lo suficiente para prestarle atención.17


Cuando Taehyung reaparece en el cuarto del motel, nota a su esposo despierto, observando
eltecho antes de girar un poco su cabeza en su dirección, observándolo fijamente.Hay
ojeras más notables bajo sus ojos, parece como si se deteriorara con elpaso de los minutos.

Esto tenía que terminar hoy, y más ahora, que estaba casi seguro de haberlo conseguido.

El diablo caminó hacia la cama, sentándose en el espacio que quedaba. —Necesito que me
cuentes sobre tus visiones.

Jungkook parpadea rápidamente antes de negar, regresando su mirada al techo. —No eran
muy interesantes. —Dice. Un silencio se forma entre ellos antes de que el azabache
suspirara y se pusiera de lado, en dirección a su esposo. — ¿Por qué quieres saberlo?

Taehyung debía ser inteligente, y eso significaba no decirle a Jungkook su plan. Éste había
comenzado la etapa de oscuridad -la cual, ya de por sí, iba bastante rápido--y
probablemente no querría su alma de regreso.

—Simplemente no he dejado de pensar en ello. —Mintió, y con mucha facilidad. Era el rey
de las mentiras. —Y quiero saber.

—He visto un hospital. —Responde de inmediato, sin siquiera titubear. —Yo estaba
ubicado en la punta de la camilla de una niña con cáncer.

Taehyung se puso de pie de inmediato. Bingo.

— ¿Qué ocurre?

El diablo caminó hasta el medio de la habitación, pasando su mano por sus labios y
barbilla, intentando contener la ansiedad y el enfado que se avecinaban, haciendo lo posible
para no hacer temblar aquellos cuadros baratos de la pared.

—Ya sé quién tiene tu alma. Es Muerte. —Se da la vuelta, notando al niño sentarse de
golpe, con su ceño levemente fruncido.44
— ¿Muerte? ¿Por qué Muerte tendría mi alma?

—No estoy del todo seguro aún. —En realidad, tenía unas teorías: Probablemente Muerte
le había quitado el alma a su niño porque su padre quería darle una lección. Si,
seguramente, porque siempre quiere tener la razón. Intentó no gruñir, saliendo de su trance
y viendo a su esposo. –Voy a por ella.

—Iré contigo.

—No. —Ante aquello, la mirada de Jungkook se vuelve incluso más oscura, y se pone de
pie abruptamente. —No más condiciones, mataste a alguien.

El azabache alza ambas cejas mientras se apunta con su dedo índice al pecho. — ¿Tú me
estás diciendo esto a mí? Eres el diablo.1

—Yo no soy ninguna excepción. No siento culpa y es mi trabajo, no el tuyo.

—Estás equivocado. —Respondió rápidamente el menor. —Yo no siento nada, y


deberíamos de dejarlo así.

—Suficiente. —El rey del inframundo alza tan solo un poco su voz antes de rebajar con la
mirada al mundano sin alma frente a él. Pronto volvería su esposo, estaba seguro. —
Volveré pronto.

Ambos se vieron fijamente por unos segundos, y el diablo notó algo en la mirada de
Jungkook cambiar. Era indescifrable.8

—...Está bien. —Respondió, finalmente de acuerdo.

Taehyung sabía que no estaba de acuerdo, y que algo tramaba. Tan solo se limitó en
desaparecer en un parpadeo, porque mientras más tardara, peores problemas habrían.

Por otra parte, Jungkook, apenas notó que el diablo ya no estaba en aquel cuarto, caminó
rápidamente hasta su mochila y sacó de esta el cuchillo que usó para matar a Mark junto a
un crucifijo de plata, y subió a la cama, aguardando apoyado contra la pared mientras se
mantenía viendo un punto fijo en la habitación.16

Solo era cuestión de esperar.


La cripta de San Antolin estaba situada bajo la catedral de Palencia, España. Era una cripta
bastante reconocida por su hermosura, y porque la iglesia solía guardar cosas importantes
en ésta.1

Allí era donde estaba aquella figura alta, cubierta por una capa negra.

Caminaba de manera recta luego de haber bajado las escaleras, dispuesta a encaminarse a
un destino el cual ya se sabía de memoria. Siempre iba a comprobar por ella, porque la
cuidaba, porque era su única manera de...5

Se detuvo al sentir una presencia mucho más fuerte detrás suyo, y no dudó en girarse
rápidamente, encontrándose al mismísimo diablo de frente. Éste tenía sus ojos de color
sangre, cabeza levemente ladeaba y una vibra oscura, intimidante.

Taehyung se tomó unos pequeños segundos para cerrar sus ojos y tomar una profunda
respiración, concentrándose lo suficiente. Podía sentirla tan cerca, que incluso su corazón
latió con fuerza, como nunca antes. Abrió los ojos de golpe.
—Notaste lo que hiciste, ¿Verdad? —Dio un paso hacia el frente, provocando que Muerte
retrocediera. —Has tomado el alma de mi niño favorito, desde mi infierno, y sin mi
permiso. —Relamió sus labios, viendo detrás de la figura cubierta por la capa negra antes
de regresar su mirada a ésta. —Lo haremos fácil. Entrégame su alma, o voy a destruirte. No
eres tan fuerte, y me importa una mierda si las personas dejan de morir porque no hay
Muerte que los reciba.

Un chillido agudo y fuerte salió de la boca de Muerte, imposible de ver gracias a la capa
cubriendo gran parte de su rostro. Aquel sonido retumbó por toda la cripta, haciendo
temblar el lugar. A Taehyung no le movió ni un pelo, tan solo continuó con el mentón en
alto, y la mirada fija en Muerte, la cual había intentado demostrar su fuerza a través de
aquel sonido.

Taehyung soltó un profundo suspiro, harto de aquella situación. ¿La gente no se cansaba de
querer demostrar superioridad ante él? Era el jodido diablo, podía hacer lo que quisiera.

Sintiéndose más poderoso que nunca, porque finalmente sabía dónde estaba el alma de su
esposo, y todo volvería a la normalidad, alzó su mano, poniendo sus dedos en posición para
chasquear. Tan solo los rozó, preparándose, y en las paredes de la cripta comenzaron a
aparecer grietas mientras el lugar temblaba intensamente. La única ampolla de luz del lugar
explotó, dejando a ambas criaturas sobrenaturales a oscuras y en un silencio
ensordecedor.10

—...Estoy esperando.

El niño ya había bendecido tanto el cuchillo bajo su manga como el crucifijo alrededor de
sucuello, y estaba de pie frente al mueble, observando el anotador con elexorcismo en él.
¿Serviría en el mismísimo diablo? No estaba seguro, pero valía la pena intentarlo.27
Se giró cuando sintió una presencia detrás suyo, y notó a Taehyung de pie a tan solo
centímetros de su rostro. El azabache se mantuvo inmóvil, devolviendo la fija mirada. Los
ojos celestes del diablo fueron hacia el cuello de su niño, y pronto se tornaron color bordó.

— ¿Realmente creíste que eso iba a protegerte de mí? —Inclinó su cabeza hacia abajo,
alzando ambas cejas a la par que sonreía de lado, fríamente. —Niño tonto, no tienes alma.
No hay nada que proteger.

—omnus immundus spirits. Omnus s-

—Sería bueno que dejaras de insistir. —Interrumpe el rey del inframundo, volviendo a su
semblante serio. Era extraño ver a su niño en contra suya.

—¿Por qué haría eso?

La mirada de Taehyung cambió a una llena de ansiedad, hasta emoción. —He encontrado
tu alma.

Jungkook negó, retrocediendo y chocando contra el mueble detrás suyo. —No quiero mi
alma. —Dijo, decidido. —Así estoy bien.7

—Mal por ti, porque iremos al infierno y te regresaré a la normalidad.

Fue cuando el diablo intentó tomar al menor de la mano que éste último fue mucho más
rápido: Sacó el cuchillo bajo su manga y lo tomó con el puño cerrado del mango,
clavándolo con fuerza, aproximadamente tres veces en el pecho de su esposo antes de
sacarlo y sostenerlo en su mano.42

El ceño de Taehyung se frunció antes de bajar su mirada a su propio pecho. La habitación


comenzó a temblar de tal manera que el azabache se tambaleó, y no esperó ninguna
reacción, tan solo se abalanzó hacia la puerta, intentando abrirla y fallando en el intento.
Comenzó a golpear ésta desesperadamente mientras oía las cosas cayendo de las paredes y
del mueble.

—¡Ayuda! ¡Ayúdenme!
—Deberías saber a esta altura que a donde sea que quieras ir ahora mismo...voy a
encontrarte.

—¡AYUDA! ¡ALGUIEN AYÚDEME, POR FAVOR! —Gritó más fuerte, comenzando a


patear la puerta y golpearla con su hombro izquierdo.

No iba a volver a tener su alma. No.

—Jungkook... —Quiso advertir Taehyung, el cual se oía completamente tranquilo a pesar


de haber sido apuñalado por su esposo. Tenía en la cabeza que aquel niño no era realmente
su niño.

Una voz fuera del cuarto del motel lo interrumpió. — ¿Quién golpea tanto? —Se oyó. Era
la anciana de la recepción, la cual ahora golpeaba la puerta despacio desde el otro lado.

— ¿Joven? ¿Está atrapado!

—¡Ayuda! ¡Ayúdeme!

—Jungkook.

—¡AYUDA! —Aumentó los golpes.

Inesperadamente, el cuarto dejó de temblar y Taehyung lo tomó del brazo, girándolo y


viéndolo fijamente a los ojos, con su mandíbula más marcada de lo normal.

—Préstame atención. —Dijo, con su voz baja mientras oía de fondo a la anciana hablar y
golpear desde el otro lado. El azabache lo observó con sus ojos levemente entrecerrados y
respiración agitada de tanto moverse. —Vas a abrir esa puerta y decirle que no podías
abrirla, y luego vendrás conmigo al infierno y te regresaré. No puedes evitarlo, así que sé
listo y afronta esto.

— ¿Joven? ¡Iré a buscar a mi hijo! ¡Tal vez pueda ayudarte!

Jungkook se giró bruscamente y abrió la puerta con fuerza tambaleándose. La anciana


volvió a girarse para observarlo, preocupada.

—Oh, ¡Dios mío! —La dulce anciana llevó una mano a su pecho, acercándose al azabache.
— ¿Te encuentras bien?
Jungkook puso su más amable y falsa sonrisa. —Oh sí. Si. La puerta tan solo había
quedado trabada, y me asusté mucho. —Dijo, soltando una risita al final.

La anciana negó mientras una sonrisita se hacía presente en sus labios. —Oh. Tranquilo,
cariño. Siempre puedes golpear, y vendré a ayudarte. —Jungkook asintió mientras una idea
pasaba por su mente. Sostuvo mejor el cuchillo en su mano. —O si tienes algún otro
problema, puedo cambiarte de hab-

Un grito salió de sus labios cuando el azabache la tomó rápidamente del brazo y se
posicionó detrás de ésta, rozándole el cuello con el cuchillo y observando fijamente al
diablo el cual, probablemente, por primera vez, había sido tomado desprevenido. Lucía
cada vez más enfadado, sabía que iba a costarle, porque su niño había sido absorbido por la
oscuridad más rápido que alguien normal, y aquello seguramente tenía una explicación que
aún no descubría.

La anciana sollozó, cerrando sus ojos. —Por favor. P-Por favor.

—Taehyung, voy a matar a todo el mundo antes de que me vuelvas un idiota de nuevo. Te
l-

Fue interrumpido por un chasquido de parte del diablo. La señora cayó al suelo, muerta.
Taehyung prefería ser él quien la matara, porque ya no sabía cómo ayudaría a Jungkook
luego de haber matado a su primo.18

El cuchillo salió volando de la mano del último mencionado, y cuando se giró para intentar
escapar, se vio atrapado en los brazos del rey del inframundo, el cual le mantenía inmóvil.

—¡Déjame ir! ¡TAEHYUNG!

El nombrado lo ignora por completo, y ni siquiera le advierte cuando se teletransportan de


sitio. Todo allí era diferente y, si Jungkook tuviese alma, deberían de hacer lo del juego de
las escaleras, pero al ser tan solo un cuerpo, no afectaría en nada el ir de inmediato al
infierno.

Se encontraban en aquella habitación redonda de muchas puertas. En el medio se


encontraba la reconocible y elegante escalera que llevaba a un subsuelo donde el diablo
tenía aquel, muy bien cuidado, despacho. Taehyung se dirigió hacia una de las enormes
puertas, la segunda desde la puerta en donde estaba el calabozo de las almas.

El diablo se adentró con su esposo -el cual no dejaba de gritarle que lo bajara- en brazos a
la habitación de la puerta antigua, pesada y de una madera oscura. La habitación parecía la
nada misma, porque tan solo había una camilla en el centro, con una ampolla de luz
iluminando, colgando desde un cable. Los rincones no se veían gracias a la oscuridad, pero
no había nadie allí. Tan solo ellos.

Taehyung dejó a Jungkook cuidadosamente en la camilla, y cuando éste intentó escapar,


fue tomado de los hombros hasta volver a quedar acostado.

— ¡Taehyung! Taehyung, mírame. Mi amor... —El arcángel alzó la mirada hacia el niño de
inmediato, sin poder evitarlo. Éste no tenía ninguna lágrima en sus ojos, pero su ceño
estaba levemente fruncido y lucía adolorido. Era un buen actor. —...Tae, no hagas esto. Vas
a matarme, por favor...te amo.25

Taehyung traga saliva con fuerza antes de apartar la mirada y sacar el cuchillo de su manga,
alzando su mano libre y ubicando la punta filosa en su manga, comenzando a decir palabras
en un idioma indescifrable.

—¡Taehyung! ¡Vas a hacer que muera, Taehyung!

—No voy a dejar que te conviertas en un monstruo. —Tan solo responde al terminar de
citar aquellas palabras inentendibles, y corta su palma, notando entre la sangre un leve
brillo. Su mano estaba demasiado tensa, y se debía a algo tan puro dentro de la palma del
diablo.

Nuevamente, citó otras palabras en una lengua extraña.

— ¡Seré un monstruo con mi alma! ¡Al menos no lo reconozco ahora! ¿Tienes una idea de
lo que voy a sentir? ¿Saber que maté a Yugyeom? ¿Qué asesiné a mi familia? —Taehyung
ignoró todo aquello, formando un puño con su mano antes de girarla. Jungkook decidió
alzar su voz, desesperado. — ¡¿Crees que voy a perdonarte? ¡¿Crees que voy a seguir
amándote luego de lo que hiciste?! ¡No sentía nada por ti antes de quedarme como ahora!
¡NADA!12
Taehyung lo observó fijamente, sin poder evitar prestar atención.

—Tan solo te tenía miedo, y por eso me tuviste. No hay nada que me provoques, más que
terror y placer. Tener alma o no, voy a seguir fingiendo. —Respiró profundo. —Jamás te he
amado.7

—No me importa...—Simplemente respondió el arcángel. —...porque yo sí te amo... —


Finalmente lo dijo. Lástima que el azabache no pudiese realmente apreciarlo. Regresó su
vista a su mano. —...y no voy a dejar que te conviertas en lo que un día rogaste no
ser. Descendit.46

Pegó su palma al pecho del azabache con algo de fuerza, el cual de inmediato soltó un grito
que hizo eco en la habitación, arqueando su espalda y tirando su cabeza hacia atrás.
Taehyung, con sus ojos un poco más abiertos de lo normal, observó tanto el rostro del
azabache como su mano en el pecho de éste. Sentía como si succionaran dolorosamente de
su palma, aunque para él eran como cosquillas. Podía sentir lo fuerte que era el alma de su
esposo, y como éste dejaba de respirar, con su grito cesando hasta caer desmayado en la
camilla, con su rostro sudoroso, pálido.

La succión en la mano de Taehyung cesó unos segundos después, y alejó su mano,


observando fijamente el cuerpo de Jungkook. Posicionó una de sus manos nuevamente en
el pecho del menor. No había latidos.

Tampoco respiraba.5

Taehyung pasa rápidamente su brazo por debajo de la espalda de su esposo, levantándolo


un poco y recostándolo sobre su pecho, notando la cabeza de éste caer hacia adelante.
Rápidamente llevó su otra mano al mentón, alzándole el rostro.1

— ¿Jungkook? Hey, Jungkook. —Lo movió levemente mientras su ceño se fruncía un


poco. Hizo los mechoncitos sudorosos que le caían en la frente hacia atrás, acariciándole la
mejilla. —Vamos, vamos, vamos. —Susurraba despacio.

Notó que, luego de unos segundos, continuaba de la misma forma así que, intentando
mantener el control, llevó nuevamente su mano al pecho de éste. Iba a revivirlo.
Se concentró e hizo lo que siempre hacía pero, a pesar de varios intentos, jamás oía los
latidos del corazón. Tragó saliva con fuerza, gruñendo.

—No...no, no, no. Despierta. —Volvió a moverlo a la vez que lo sostenía mejor en sus
brazos, acercándolo a su pecho. Negó rápidamente. —Despierta, maldita sea. —Gruñó.10

Era la primera vez que estaba realmente asustado. Cuando estuvo a punto de morir y tuvo
que poseerlo, al menos estaba reaccionando, y sabía que, de una u otra forma, iba a volverlo
a la vida. Pero ahora había intentado de todo, y continuaba sin reaccionar. Le acarició la
mejilla, frunciendo su ceño aún más. No podía ser, no podía estar pasando...

Intenta, por última vez, revivirlo. Lleva su mano al pecho del menor, y cierra sus ojos con
fuerza, concentrándose. Ya tendría que haber sucedido, ya tendría que haber sentido su
corazón latiendo, o al menos haber oído una respiración.

¿Realmente estaba muerto? ¿Realmente no volvería?8

Abrió los ojos lentamente, esperando encontrarse con los ojos de su esposo, su niño. Quería
admirar aquel color verde y único, y notar el brillo en su mirada. Quería sostenerlo mejor, y
prometerle que ya nadie iba a volver a hacerlo a sufrir, que era un torpe porque no estaba en
su naturaleza amar, ni sabía cómo demostrarlo, pero haría lo posible. Aprendería por él,
haría lo que sea por él.

Sin embargo, se encontró con los ojos cerrados del azabache, y le tocó la piel fría de la
mejilla antes de refugiarlo en su pecho. Su mirada fue al frente, a un punto fijo, y sus ojos
fueron, lentamente, volviéndose de color negro. No había rastro de celeste, ni blanco, y
bordó. Eran completamente oscuros

Un gruñido comenzó a subir por su garganta, finalizando con un fuerte grito lleno de
impotencia y furia. El infierno completo tembló. Las almas del calabozo, aterradas por el
ruido, comenzaron a rogar salir de entre las rejas. La fila sin fin de otra de las habitaciones
se tambaleó mientras los demonios se observaban entre sí.

Y ya no importaba. Si era necesario, haría desaparecer el mundo en tan solo un chasquido.

Porque su esposo, su niño...el príncipe del inframundo se había ido.48


Y si Taehyung alguna vez creyó estar enojado, se equivocaba. Esto era estar enojado, lleno
de impotencia...2

...Esto era tener el corazón roto.

xxɪx: "ʟᴀ ɴᴜᴇᴠᴀ, ʏ ʟᴀ úʟᴛɪᴍᴀ"

¿Cuánto tiempo había pasado?10

No estaba muy seguro, probablemente no tanto. Aún continuaba en aquel lugar, abrazando
el cuerpo de su niño favorito, acariciándole su precioso cabello, admirándolo.

"Jamás te he amado." Fueron sus últimas palabras. Taehyung intentaba no dejarse influir
por ello, porque recordaba sentir lo que Jungkook sentía por él antes de no tener alma pero,
de todas formas, sabía que no podría deshacerse de ese recuerdo ni en millones de años.9

Lo peor de todo es que ni siquiera podía morir. No había nada que lo matara, estaba
condenado a ello. Estaba condenado a vivir sabiendo que había matado al amor de su
eternidad.

Le acarició con su dedo pulgar los labios, los cuales estaban pálidos, del mismo color que
su bello rostro. Jamás volvería a probar esos labios, ni oír su dulce voz. Jamás vería sus
lindos dientecitos cuando sonreía.27

Era tan injusto. Él lo había intentado...

...Realmente había intentado ser, al menos, un poco bueno.

Una fuerte y fría brisa interrumpieron sus pensamientos, un chillido fuerte se hizo presente,
y se vio obligado a soltar a Jungkook cuando fue lanzado contra un rincón, en la oscuridad
de la habitación. El cuerpo del azabache cayó al suelo al no haber sido re acomodado en la
camilla. Taehyung gruñó con furia antes de levantarse del suelo, observando a la figura
alta, con capa negra y, esta vez, guadaña de punta muy filosa en una de sus manos,
encaminarse hacia el cuerpo de su esposo.2

Taehyung formó un puño con su mano al frente, manteniendo a Muerte en su lugar. Sus
ojos nuevamente estaban completamente negros. Movió su mano con fuerza, y Muerte fue
expulsada por la habitación, primero hacia un lado, y luego hacia el otro, golpeándola.2

—No lo toques, maldita sea. —Gruñó el diablo, finalizando por atraer a Muerte hasta
tenerla frente a él. —Te voy a hacer pedazos, lenta y dolorosamente.

La guadaña voló por la habitación, cayendo en el medio de ésta, y Taehyung tomó el cuello
de la cosa sobrenatural frente a él, apretando con fuerza y sintiendo como sonaban unos
huesos contra su mano. Sonrió de lado, complacido, pero nuevamente volvió a estar serio y,
con un grito lleno de furia, arrojó a Muerte hacia otra punta de la habitación.

Ya nada le hacía sentir satisfacción, lo único que sentía era un profundo hueco en el pecho,
y ni matando a la razón por la cual su niño estaba muerto le servía de consuelo.

Aún menos sabiendo que la verdadera razón era él.

—Era todo su plan, ¿Verdad? —Dice, sonriendo con amargura mientras nota a la figura de
negro levantarse del suelo y soltar otro chillido. Taehyung se tambalea hacia atrás. —Él
quería esto, Dios quería a Jungkook. Y tú se lo diste. Te llevaste su alma para que yo
volviera a ponerla en su cuerpo, y fallara. Ahora está muerto, y no hay manera de hacerlo
regresar. Bravo. —Muerte, la cual ya estaba de pie, caminaba nuevamente hacia el
azabache. —Esa es una gran lección: Usar a las personas para probar cosas. —Asintió
lentamente.7

Todo había sido tan solo un juego del de arriba. O eso creía.

Alzó la mirada cuando notó la mano de Muerte ir en dirección al pecho del azabache, y fue
justo cuando estuvo a punto de alejarla, cuando estuvo a punto de matarla, que ésta chilló,
más fuerte que nunca, antes de ser arrojada, sin siquiera tiempo de caer al suelo debido a
que, inesperadamente, se convirtió en cenizas, esfumándose en el mismísimo aire.17
El ceño de Taehyung se frunció, totalmente confundido. Ese no había sido él. Observó
hacia la puerta, en busca de algo que se adentrara al cuarto, pero no había nada.

De pronto, Jungkook tomó una profunda bocanada de aire, abriendo sus ojos de golpe y
comenzando a toser.73

Los ojos de Taehyung se abrieron de golpe. — ¡¿Jungkook?! —Caminó a zancadas hasta el


menor, tirándose al suelo de rodillas y sosteniéndolo cuando el azabache intentaba sentarse,
confundido.1

Parpadeó rápidamente, con la respiración entrecortada y el cuerpo temblando antes de alzar


la mirada al diablo, viéndole a los ojos fijamente. Taehyung le devolvió la mirada, notando
aquel brillo que tanto había extrañado.1

—... ¿Tae? —Le tembló la voz. Se sentía pésimo, como si estuviese realmente
descompuesto.1

El diablo no podía creerlo, estaba entre emocionado, ansioso, confundido y asustado. ¿Qué
mierda había pasado?1

—Jungkook... —Lo tomó del rostro, acariciándole. Aún estaba frío y pálido, cosa que le
preocupaba bastante. Lo admiró, se fijó en cada detalle: Su manera de parpadear, su
respiración y la manera en la que lo observaba. —... ¿Eres realmente tú?

El ceño del azabache se frunció levemente ante aquella pregunta, más que confundido pero,
aun así, asintiendo lentamente. Taehyung de inmediato le rodeó con un brazo el torso,
apoyando su mano libre sobre la coronilla de la cabeza de su niño, atrayéndolo a su cuerpo
y posicionando su rostro en el cuello de su esposo, respirando profundamente su aroma e
intentando no explotar de felicidad. Estaba vivo, sentía su pulso.

Jungkook respondió al abrazo de inmediato, rodeando torpemente el cuello del diablo con
sus brazos y respirando profundamente, intentando mantenerse tranquilo, dejar de temblar.
Cerró sus ojitos con algo de fuerza, sin saber que Taehyung hacía lo mismo. Ambos tan
solo estaban sintiéndose, disfrutando de aquel momento.
—Tae... —Taehyung se apartó tan solo un poco, manteniendo su rostro muy cerca del
menor, acariciándole la espalda con cuidado. Tenía miedo de hacer algún movimiento
brusco que lo hiciese desaparecer. —... ¿Qué ha pasado? —Observó alrededor antes de ver
nuevamente a su esposo. – ¿Dónde estamos?

— ¿No recuerdas nada? —El menor negó, sorprendiendo al rey del inframundo.
¿Recordaría no haber estado sin alma y las cosas que hizo? —Estamos en el infierno. ¿Qué
es lo último que recuerdas?

—Mi cumpleaños. —Responde, dudoso. Tenía algunas cosas en la cabeza, además de


migraña, una la cual se intensificaba con el paso de los segundos y trataba de disimular. —
Yo...recuerdo cuando me poseíste, no puedo...es decir, no...no recuerdo...

—No importa, está bien. —Lo tomó del rostro con cuidado, tranquilizándolo. —
Recordarás, eventualmente. —Dijo, acariciándole una de las mejillas.

Jungkook le observó con cariño por la manera en la que el diablo se estaba comportando,
aunque le preocupaba lo asustado que se veía. Ladeó su cabeza en busca de los mimos en
su mejilla, pero se vio obligado a cerrar sus ojos, frunciendo el ceño por el dolor.¡

—¿Qué pasa? ¿Qué sucede? ¿Sientes algo? —Jungkook asintió lentamente, y un fuerte
dolor en su brazo lo obligó a quejarse en voz alta, adolorido, bajando el rostro pero con sus
ojos cerrados. Se le partía la cabeza. —Jungkook.

El menor gimió más fuerte, quejándose a la vez que se le aflojaba el cuerpo. Taehyung lo
sostuvo contra él de inmediato, sosteniéndolo mientras el cuarto comenzaba a temblar
levemente. Su mirada se dirigió hacia la piel del cuello del niño, y abrió sus ojos de más
cuando las venas se hacían visibles, volviéndose negras.21

—¡Tae! —Gritó, retorciéndose. Taehyung lo sostuvo mejor y llevó su mano a la mejilla del
azabache para aliviar el dolor, pero aquello no sucedía. —M-Me duele... ¡Mi brazo!

La mirada del diablo fue de inmediato hacia el brazo del niño, y mientras lo sostenía por la
espalda, con su mano libre lo tomó del brazo y le corrió la manga, observando la marca.
Esta parecía estar ardiendo mientras comenzaba a formarse algo parecido a una guadaña de
color rojo vivo.30
Taehyung iba a tomarse un momento para aliviarse cuando la marca dejó de formarse y el
brazo del menor se aflojó, pero cuando subió la mirada hacia el rostro de su esposo, notó
sangre caer desde el lagrimal de su ojo izquierdo, el cual estaba cerrado.

—Jungkook. —Lo sostuvo mejor. El niño ya no estaba teniendo dolor, pero estaba agitado
y sollozaba silenciosamente, abrumado. —Niño, abre los ojos, por favor. —Pidió.
Necesitaba comprobarlo, necesitaba...

Los ojos de Jungkook se abrieron lentamente, como si le hiciese daño, y el arcángel se


quedó en total silencio cuando notó uno de éstos tener un cuarto de color negro mezclado
entre el precioso verde.48

No podía ser.3

El puchero del azabache temblaba, al igual que todo su cuerpo. Ya no podía intentar
mantener la calma luego de aquello, había sido lo suficientemente abrumador como para
siquiera intentarlo.

— ¿Q-Qué está pasándome? —El diablo se ve obligado a reaccionar al ver a su esposo


asustado, y lo abraza de inmediato, acunándolo contra su pecho y tomándolo con su mano
libre de la muñeca para verle la marca mejor. Jungkook parpadeó y observó la marca, con
su ceño frunciéndose lentamente. —... ¿Qué es eso?

Taehyung tragó saliva, sin atreverse a tocar aquella marca, la cual parecía recién horneada y
preparada para mandar a volar a cualquiera que quisiera tocarla. Subió la mirada
nuevamente a los ojos del menor, admirando aquel pequeño detalle en éste.

—Jungkook... —Notó el color volver a los labios del niño, las venas negras desaparecer.
Todo parecía comenzar a acomodarse, a la par que sus pensamientos. Giró su rostro y
observó a lo lejos la guadaña, la cual seguía en su lugar, e incluso derrochaba una vibra
mucho más poderosa que anteriormente. Esa fue la última pieza que faltaba en el enorme
rompecabezas. —Eres la nueva, y última Muerte.90
Luego de aquel horrible episodio, y de que Taehyung hubiese dicho en voz alta que
Jungkook era la última Muerte, éste último pareció quedarse completamente aterrado por
ello. No, no podía ser posible. No quería eso.

Taehyung se había encargado de tomar en brazos a su esposo y salir de aquel cuarto, pero
fue detenido por el menor, el cual le pidió regresar por la guadaña. Cuando la tomó, pudo
ver la satisfacción en el rostro del menor, y el miedo. Tan solo lo acurrucó más contra su
pecho, y lo sacó de aquel lugar para llevarlo por las escaleras, hacia su despacho.

Al llegar a éste, todo parecía más tranquilo y menos terrorífico. Era un lugar con mucho
silencio, que era justamente lo que Jungkook necesitaba luego de haber pasado por tanto
dolor y gritos. Fue dejado en un sofá que había en la esquina, de frente a la chimenea y
cientos de libros en cada inmenso estante. El diablo se sentó rápidamente a su lado cuando
Jungkook no dejaba de sostenerlo de su mano. Lo estaba volviendo loco, lo había extrañado
tanto.

Se mantuvieron unos segundos en silencio, donde Jungkook observaba la marca de su


brazo, y el diablo veía fijamente el rostro del niño.

—¿Te duele? —Jungkook negó ante la pregunta de su esposo, tragando saliva con fuerza.
—Jungkook, mírame. —El nombrado obedeció de inmediato, observando al arcángel
fijamente. —No voy a irme de tu lado jamás. No volverá a pasar...a menos que eso sea lo
que desees.

—No quiero que te vayas. —Respondió rápidamente a las palabras de Taehyung, negando.
—Es solo...no entiendo. No entiendo nada, me siento muy abrumado.

—Yo te lo explicaré. —El diablo acomodó el cabello despeinado de su niño favorito antes
de comenzar: —Jungkook, cuando fuiste poseído por mí en tu cumpleaños, hice tiempo
para que pudieses curarte por dentro, tu familia supo muchas cosas respecto a nosotros, por
mi culpa. Cuando noté que ya estabas curado, me metí en tu mente para hablar contigo,
¿Recuerdas eso?

—Si. Eso lo recuerdo. —Confirmó el azabache, asintiendo lentamente antes de bajar la


manga de su camiseta para ya no ver la marca en su brazo y prestar suma atención a su
esposo. —Recuerdo que me dijiste que esperara por ti, y creí que iba a regresar, y desperté
aquí.

—Han pasado varias semanas de ello. Casi un mes. —El niño alzó ambas cejas,
sorprendido. —Tu familia no sabe absolutamente nada de ti desde unos pocos días después
de tu cumpleaños.2

—N-No...no entiendo.

Taehyung suspiró. No iba a mentirle, porque si lo que Jungkook quería era alejarse de él,
iba a estar bien.

—A pesar de que te dije que el trato ya no continuaba en pie, era por decisión propia pero,
técnicamente, el contrato seguía. Los contratos no pueden romperse, quiera o no. Es algo
que no está en mis manos. Es por eso que cuando decidí irme por completo, ya que sabía
que tú familia iba a comprobar de muchas formas si seguías teniendo relación conmigo,
tuve que finalizar el contrato. Me llevé tu alma.

<<Cuando yo o cualquier demonio se llevan almas, éstas caen automáticamente al infierno,


porque es debido a que hubo un contrato. Volví aquí luego de asegurarme que tu familia te
llevó al hospital, y cuando busqué al que se encarga de las almas y los contratos, Baphomet,
éste me dijo que ya se habían encargado de regresar tu alma a tu cuerpo. Decidí no regresar,
y envié cuervos para vigilarte hasta que tus padres dejaran de estar sobre ti. Días después,
Baphomet apareció muerto, y cuando volví a la tierra para verte, descubrí que tu alma no
había regresado.

—¿Eso quiere decir que anduve sin alma todo éste tiempo? ¿Es por eso que no recuerdo
nada? ¿Lastimé a alguien?

Taehyung negó. —No. —Mintió. Al menos hasta que todo se acomodara, y luego le diría.
—Y si, anduviste sin alma todo éste tiempo. Te fuiste de tu casa en el auto de tu padre, y
llegaste a Londres. Llevábamos muchas conclusiones de quién se había llevado tu alma,
hasta que finalmente me di cuenta que había sido Muerte. Probablemente ésta la tomó del
infierno, y mató a Baphomet. Muerte quería guardar tu alma, porque sin esta en tu cuerpo,
no había manera de que la marca en tu brazo hiciera efecto en ti, y ésta no dejaría de existir.
Todo comenzaba a tener muchísimo más sentido, pero aun así era escalofriante. ¿Huir de su
hogar? ¿Manejar? Nada de lo que Taehyung le decía era típico de él. No pudo evitar sentir
un leve mareo, por el cual cerró sus ojos y tapó su rostro.

—Esto no puede estar pasando, no quiero...no quiero convertirme en algo como lo era
Muerte. No quiero ser así, Tae. —Nuevamente, su voz comenzó a temblar. Se destapó el
rostro y negó. —No quiero.

—No vas a ser lo que era Muerte. Ésta había hecho un pacto conmigo para ser así, fue
como un castigo el transformarse en alguien que solo chillaba. —Resopló, aún resentido
con aquella estúpida criatura. Le había hecho pasar un infierno...incluso el infierno era más
tranquilo que lo que le había hecho pasar. —Tan solo serás...inmortal.22

Jungkook alzó la mirada al diablo de inmediato, parpadeando rápidamente, no muy seguro


de lo que había oído. ¿Inmortal? ¿Sería inmortal? Había estado queriendo serlo desde que
Taehyung y él se comprometieron. Tragó saliva con fuerza.

—¿No envejeceré?

—No.

—Y eso significa...que ya no podré volver a ver a mi familia, ¿Verdad? —Sus ojos


comenzaron a cristalizarse, pero no iba a llorar. No quería llorar.

—No creo que eso sea posible, Jungkook.1

El niño asintió antes de bajar la mirada, y sorbió su nariz. Estaba comenzando a aceptar las
cosas, a pesar de que no le gustaba para nada, y estaba muy triste por todo. Nuevamente
alzó su mirada y observó a su esposo.

—Tú eres mi familia, Tae. —Dijo, su voz quebrándose. Taehyung lo observó fijamente
antes de acercarse incluso más, sosteniendo el rostro del menor mientras éste último
sostenía las muñecas del arcángel. Las narices de ambos se rozaron. —He querido esto
desde hace mucho, y sabía que tendría sus consecuencias.10

—Pero estás triste.


Ya sin poder evitarlo, un par de lágrimas cayeron por sus frías mejillas, y el diablo las secó
rápidamente. —Estoy asustado, no sé qué será...cómo será ser la última Muerte.2

—Vas a estar bien, Jungkook. Lo prometo. Te amo.63

El rostro de Jungkook se apartó levemente, sin estar muy seguro de lo que acababa de oír,
con aquello último repitiéndose una y otra vez en su cabeza. Parpadeó, con sus pestañas
brillando levemente por las lágrimas, y sonrió lenta y tímidamente, con sus dientecitos
marcándose en su sonrisa.

—Lo dijiste... —Susurró, embobado.

Taehyung no evitó sonreír lentamente de lado. —Es mi tercera vez diciéndolo, niño.7

—¿Tercera vez?

—Lo dije antes de que irme el día de tu cumpleaños, y volví a decirlo antes de devolver tu
alma en tu cuerpo. Esta es la tercera vez.

—Oh...lo siento, Tae. Desearía recordar.

No, no lo desearías.

Taehyung negó lentamente, nuevamente serio. —No hace falta, ahora es perfecto para que
lo recuerdes. —Y, sin más, se acercó y unió sus labios con los de su niño.2

Ambos suspiraron por la nariz, aliviados mientras se mantenían cerca y movían sus labios
lentamente, ladeando sus cabezas hacia los lados contrarios. Las manos del diablo bajaron a
la cintura del menor, el cual llevó sus manos desde el pecho del arcángel hasta rodear con
sus brazos el cuello de éste, aferrándose.+

Para Taehyung, era un alivio finalmente ser correspondido con sentimiento, finalmente
tener a su esposo en sus brazos. Hace tan solo un par de horas creía que jamás volvería a
verlo, ni a besarlo o verlo sonreír, y ahora estaba allí con él.

Y lo estaría para toda la eternidad.


xxx: "ᴇʟ Áɴɢᴇʟ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ". ꜰɪɴᴀʟ ɪ/ɪɪ

El diablo y Jungkook habían permanecido unas largas horas en el infierno, las cuales
habían sido días en la tierra. Se la habían pasado hablando de lo sucedido y, más que nada,
brindándose mimos; Especialmente Taehyung a Jungkook. Éste último se encontraba
realmente abrumado por todo lo sucedido, aún no se sentía del todo bien. Estaba muy débil,
tanto que apenas podía mantenerse de pie. Le dolía el ojo, con el cual veía levemente
nublado alrededor, y le palpitaba la cabeza.

Taehyung tenía toda su atención en éste, e intentaba sanarlo, pero no sería posible, y si se
sobrepasaba con sus poderes la marca de Jungkook podría tomarlo como un ataque y
enviarlo lejos. No podía morir, pero tampoco quería eso, sabiendo que su niño favorito se
sentiría lo suficientemente culpable para ni querer acercarse.

En el despacho del diablo no había nada más que calma, con el sonido de la leña
quemándose en la pequeña chimenea, y las respiraciones de ambos. Sin embargo, Jungkook
sabía que no podía pasarse la vida allí: Necesitaba moverse, y una extraña sensación le
hacía querer comenzar con su trabajo como Muerte.

Era extraño decirlo, o siquiera pensarlo.

Él jamás se habría imaginado en una situación como aquella. ¿Acaso Taehyung sabía?
Creía que no, pero éste anteriormente le había dicho que había vigilado su alma desde
siempre. ¿Acaso Taehyung podría haberlo sentido? Recordó su expresión de total sorpresa
cuando le confirmó ser la última Muerte, y lo descartó por completo.

Cuando el niño le pidió a su esposo el salir de aquel lugar, Taehyung no tardó en llevarlo a
Bristol, otro pequeño pueblo, y en el cual había visto a Dios más de una vez. Se hospedaron
en un hotel sin necesidad de pagar gracias a los poderes del rey del inframundo. La
habitación era mucho más linda que el hotel anterior aunque, claro, Jungkook no podía
recordarlo. El hotel quedaba en un lugar céntrico, lleno de bares y tiendas. A ninguno le
importaba, pero Taehyung creía que podrían usarlo a su favor para practicar los poderes de
su niño favorito.5
Jungkook había acomodado su -ahora preciada- guadaña en el rincón de la habitación. Ésta
emanaba una vibra completamente poderosa, un poco peligrosa, se atrevería a decir el
dueño de ésta, el cual se miraba fijamente frente al espejo del baño. Estaba sucio, con el
pijama con el que despertó el cual, sin saber por qué, tenía leves manchas de sangre.

No quería preguntar.2

Suspiró luego de ver fijamente sus ojos, en especial aquella mancha negra en uno de ellos.
Sintió la presencia de Taehyung, la cual ahora era mucho más fácil de interpretar, y vio por
el espejo como lo rodeaba con sus fuertes brazos desde atrás, rozando su mejilla con el lado
de la cabeza de su niño.

Ambos compartieron una larga mirada a través del espejo, y Jungkook parpadeó
rápidamente un par de veces antes de verse a sí mismo.

—Necesito ropa nueva. —Comentó con un nudo en la garganta, aun notando las manchas
de sangre. ¿Qué había sucedido?

—Debes saber que necesitas comenzar a vestir ropa oscura, por ser Muerte. Sin embargo,
yo opino que esa es tu decisión. —Agregó al final. Sabía que todo era demasiado
abrumador para su pobre niño, y no quería asustarlo más de lo que ya lo notaba.

Y, por Dios, que lo notaba. Desde que Jungkook se había vuelto Muerte, podía sentir todo
con mucha más intensidad de lo que ya lo hacía. Ahora podía sentir su notable
preocupación, y le estaba poniendo algo inquieto. Presionó suavemente sus dedos repletos
de anillos contra el vientre del azabache.

—Niño, dime qué es lo que piensas.

—...Es solo... —Negó. Ni siquiera sabía por dónde comenzar. Taehyung lo giró con
cuidado en sus brazos. Jungkook aún seguía algo delicado, con suerte y caminaba sin
realmente marearse. Buscó su mirada verdosa, pero no la encontró debido a que lo evitaba.
—...no sé si quiero esto. No es por la vestimenta, o mi ojo, pero es solo... —Se mantuvo
callado. Sonaba malagradecido, o eso creía. Taehyung le alzó el mentón con una de sus
manos, sosteniéndolo de la cintura con la otra, y ambos se vieron fijamente a los ojos.
—...no era lo que yo tenía en mente. No sé si quiero pasar el resto de mi vida...de mi
eternidad viendo a gente sufrir hasta morir.

Taehyung negó lentamente a medida que decía las últimas palabras. —Tu concepto de ser
Muerte está mal enseñado, como era de esperarse con los humanos. —Jungkook lo observó
con leve confusión, ladeando un poquito su cabeza. —Has visto morir gente de forma muy
cruel. Si, verás cuerpos en muy mal estado, y tu misión es tomar el alma de las personas,
pero no es nada escalofriante, nada que deba de darte miedo. —Se apartó tan solo un
poquito, tomándolo de las manos. Jungkook de inmediato acarició con sus deditos las de su
esposo, las cuales estaban realmente cálidas.

<<Jungkook, ahora mismo puedo sentir todo lo que emanas, y una de esas cosas es paz.
Cuando la gente te vea antes de morir, van a sentir sensaciones positivas que jamás han
sentido. Todo éste tiempo han estado con una Muerte que los hacía morir incómodos, e
incluso muchas almas han quedado atrapadas en cuerpos.

— ¿Cómo haré para acompañar a tantas personas mientras mueren y estar disponible para
siquiera respirar? —Siquiera pensarlo lo estresaba, se le hacía algo imposible. —Mueren
personas cada segundo en todo el mundo.

—Para eso existen las Parcas. —Respondió el diablo, notando la intranquilidad de su


esposo. Intentó suavizar más su voz, no perder la paciencia. Detestaba explicar cosas,
muchas veces su ego lo hacía creer que todos deberían de saber lo que él, pero debía
tragarlo, porque no se trataba de cualquiera, se trataba de Jungkook. —Son tus servidores, y
hay miles de éstas. Ya saben que hay otra Muerte, y que es la última, así que probablemente
se inclinarán ante ti y no te dirigirán la palabra.

Jungkook negó lentamente. —Eso no es nada bonito.

—Eres su rey ahora, el verdadero. Han esperado por ti miles de años, y mi consejo como
rey del inframundo es que les permitas permanecer con ese respeto. Muchas veces creen
tener más derechos de los que se les dan, y no puedes permitir que eso suceda.10
El silencio se hizo presente por un par de segundos. Cuando Taehyung lo explicaba así,
cuando Taehyung le hacía ver que la muerte era un nuevo comienzo, y que no era nada a lo
que los humanos imaginaban, no se sentía como un verdadero problema.

Hizo una leve trompita con sus labios, pensativo. —No suena...tan mal cuando lo dices así.
—Comentó, y tuvo que cerrar sus ojos debido a la repentina angustia en su pecho,
recordando a cierto chico descuartizado y con la mirada perdida, dentro de una bolsa.
¿Había Y...había él podido tener un nuevo comienzo? —Solo...no puedo dejar de pensar
en... —Sus labios temblaron cuando intentó pronunciar su nombre. Negó con la cabeza.2

Nuevamente un pequeño silencio se hizo presente, y supo que el diablo estaba pensando en
qué responder a ello.

—Deberíamos de hablar sobre ello.

—No. —Respondió con firmeza el azabache, abriendo sus ojos y viendo a su esposo
fijamente. —No quiero que hablemos de él nunca. Esta es mi manera de superarlo.4

Taehyung lo observa fijamente. Por supuesto que él respetaría la decisión de su esposo,


pero también sabía que, tarde o temprano, éste estallaría, y eso no era bueno para la nueva
Muerte. No, no. Más aún si esta tendría que aguantar toda la eternidad.

—Bien. —Nuevamente le dejó besos en los nudillos, rozando sus labios con aquel anillo
que una vez le había dado. Su anillo de compromiso. Lentamente, guió las manos del
azabache hacia su propia nuca, haciendo que le envolviera el cuello con sus brazos, cosa
que el menor de ambos hizo. —No te preocupes por los demás. Puedes tener una vida
completamente normal.

Un suspiro salió de la boca del más bajo, desanimado. —Tae, no creo que eso sea posible.

Taehyung alzó levemente sus cejas, sintiendo aquello más como un desafío. Él era el jodido
diablo, y podía hacer lo que sea, cuando sea. Era invencible, si quería podía chasquear sus
dedos e incendiar cada pueblo de Inglaterra, o convocar la maldita apocalipsis.

Así que, si podía hacer todo eso, en definitiva podía hacer a lo único que le importaba feliz.
—Claro que sí. —Afirmó, y lo atrajo más cerca desde la cintura. —Podemos tener una casa
en donde tú quieras, del tipo que quieras. —Los verdes ojos de Jungkook comenzaron a
brillar, incluso aquel cuarto oscuro en uno de ellos se iluminó un poco. — ¿Es eso lo que
quiere mi niño favorito?5

Con un notable rubor en sus mejillas, asintió mientras una tímida sonrisita se abría paso en
sus labios. —Sí. —Respondió. Taehyung inclinó más su rostro, ambos rozando sus labios y
las puntitas de sus narices. —Pero solo lo quiero si eso es lo que tú quieres.

El diablo sonrió lentamente de lado. Jamás alguien más que su precioso esposo le había
preguntado qué era lo que él quería.

—De todas formas, necesitamos un lugar. —Nuevamente habló el arcángel, acariciando


con sus dedos la espalda baja de su niño. —Yo sugeriría el infierno, pero claramente no es
de tu agrado pasar la eternidad en éste.

—Tu despacho es muy bonito, pero lo demás... —Negó. No quería ser malo ya que,
después de todo, había sido algo así como una casa para el diablo. —Prefiero una...una
casa. —Se vio interrumpido ante los inesperados pero suaves besos en sus labios.

Aquí era cuando Jungkook finalmente notaba dónde estaba su verdadero hogar, y el que la
espera realmente había valido la pena.1

Si, apestaba ser Muerte, tener muchísimas responsabilidades, pero finalmente era inmortal.
Finalmente, no habría noches de insomnio en donde se preocupara por estar envejeciendo,
ni tampoco el pensar en que, algún día, sería tan solo un recuerdo en la cabeza de
Taehyung. Ahora está allí, era invencible y más aún con su esposo a su lado.4

En medio de un suave y lento beso, un agudo dolor en su cabeza lo hace alejarse del rey del
inframundo y verlo fijamente. Imágenes se hacen presentes en su cabeza: Una noche fría,
en el asiento trasero del Impala de su padre, sobre las piernas de su esposo, besándolo.
Parpadea rápidamente y se aparta un poco, desconcertado.10

—¿Qué sucede?

—Nada, y-yo...solo recordé algo.


Jungkook puede sentir la inquietud del diablo como si fuese la suya propia luego de oír
aquella respuesta. Frunce un poco su ceño, extrañado por ello.

—¿Qué recordaste?

—¿Te besé en el auto de mi padre?

Taehyung tan solo se limita a verlo fijamente por unos segundos. —Sí, tuvimos una
conversación.

Sintió un escalofrío en su columna vertebral mientras tragaba saliva con fuerza. —Yo...sí.
Lo recuerdo. —A pesar de haberse visualizado de aquella forma, fue como si tan solo un
tramo de segundos trajera a flote todas las cosas de aquel día. Podía recordar el no sentir
nada, podía recordar el vacío en su estómago y el hablar automáticamente, tan solo
pensando como si todo se tratase de simple estrategia. — ¿Cómo era yo sin alma?

—Un grano en el culo. —Taehyung no pudo evitar usar su sinceridad, mucho más de lo que
usualmente lo hacía. Jungkook tampoco pudo evitar la notable indignación haciéndose
visible en su rostro. —Eras neutro. Había oscuridad en ti, e intenté hacer lo posible para
retrasarla. Al principio sabía que no eras tú, pero con el paso del tiempo comencé a
desesperarme, extrañarte, y estuve bastante confundido. Bajé la guardia, y te besé. —No iba
a mentirle, quería que Jungkook estuviese al tanto, pero solo de algunas cosas. —Luego
pude sentirlo erróneo, y solamente me enfoqué en regresarte.6

—Entiendo. —Jungkook asiente, pero la vergüenza no obliga a bajar la mirada al suelo. Se


siente mal por haber sido una carga. —Lo siento por haber sido así.

—No hay necesidad de disculparse, no eras realmente tú. —Taehyung busca su mirada,
inclinando levemente su rostro. Jungkook alza un poco el suyo, y ambos se ven fijamente.
—Ahora estás aquí... —Suspira por la nariz con profundidad, y se ve perdido en sus
propios pensamientos mientras admira al niño frente suyo. —...finalmente, conmigo.

—Finaliza, disminuyendo levemente su tono.4

—Y para toda la eternidad.10


Taehyung exhala bruscamente, satisfecho con aquellas palabras. —Ven aquí. —Gruñe,
acercando más a su lindo esposo y besándolo lentamente, con cuidado.

Ambos acarician sus labios, ladeando sus cabezas y cerrando sus ojos mientras se relajan
contra el cuerpo del otro. Taehyung presiona la palma de su mano contra la espalda baja de
su niño favorito, mientras que con su otra mano le sostiene el mentón firmemente, sin
hacerle daño. Quería comerle la boca.

Es en ese preciso instante en que mete su lengua, encontrándola con la de Jungkook, que se
oye el cristal del espejo quebrarse, y tanto la bombilla de luz de baño como la de la
habitación, explotan. El azabache abre sus ojos, asustado y viendo alrededor, aún con el
agarre en su mentón mientras se acerca más al diablo. La preocupación y angustia de que
nuevamente algo esté mal le daña el pecho.

—¿Qué fue eso? —Pregunta con la voz temblorosa, llevando su mirada, con su ceño
levemente fruncido, a la del diablo, el cual se encuentra sonriendo muy coquetamente de
lado.

—Fuiste tú. —Responde, y hasta luce algo orgulloso. Ante la mirada de sorpresa del menor
de ambos, Taehyung da una lamida sobre los rojos y apetecibles labios de su esposo.

—Ahora tienes poderes, igual a mí. Tienes que aprender a controlarlos.

—Pero yo...ni siquiera sé cómo hice eso. —Respondió perplejo, e intentó no gemir ante el
suave apretón en uno de sus glúteos.

—Yo te enseñaré. —Responde el diablo, sin parar de acariciar el cuerpo de su niño


favorito. Es que Jungkook era, simplemente, tan hermoso. Miró alrededor antes de volverlo
a ver. —Creo que no hay otra cosa que puedas destruir. —Sin más, lo besó.

Taehyung no entendía cómo había soportado tanto, y Jungkook no supo hasta aquel
momento cuánto había extrañado hacer el amor con su esposo. Ambos se besaban
profundamente, con sus lenguas dándose lentas caricias, acalorados, de pie en el baño de
aquel barato hotel en Bristol. Sus manos estaban por todas partes, y fue cuando Taehyung
notó que, lentamente, Jungkook dejaba de hacer puntitas de pie debido al cansancio, que lo
tomó por los muslos y cargó, caminando con él nuevamente hacia la habitación.
Jungkook notó su espalda chocar contra el colchón de la única cama de la habitación, y
abrió sus piernas para permitir el cuerpo del diablo entre el suyo. Pasó sus manos por la
cálida espalda de su esposo, y Taehyung llevó las suyas a la cintura de su niño favorito,
lentamente levantándole la camiseta del pijama.

Sus labios bajaron por la mandíbula del azabache, el cual se encontraba respirando con más
profundidad, con sus ojos cerrados y ladeando la cabeza. Solo por hoy, no tendría tanta
timidez a la hora del sexo, porque había extrañado aquello demasiado. Había extrañado las
descargas de placer, el calor del cuerpo de Taehyung, sus labios, sus manos acariciándole,
su...absolutamente todo de él.1

El diablo finalmente le quitó la camiseta, y le observó el torso, acariciándolo con lentitud,


provocándole escalofríos.

Gruñó. —Mío.25

—Sí...

Sus labios bajaron por el cuello de su esposo, llegando a su pecho, y tomando un pezón en
su boca, chupando. Leves escalofríos se hicieron presentes en el cuerpo del menor, y se
encontró arqueando levemente su espalda, con sus labios entreabiertos. Inconscientemente,
se encontró alzando las caderas, rozando su miembro con el de Taehyung por encima de
ambos pantalones.

—Mierda. —Taehyung llevó una mano al mentón del azabache, sosteniéndolo con firmeza
mientras continuaba chupando aquel pezón, el cual se veía verdaderamente apetecible.
Empujó sus caderas contra las del niño, provocando una inevitablemente fricción, y lo oyó
jadear. —Nene, no te das una idea lo mucho que necesitaba tenerte así.11

Jungkook jadeaba suavemente, con sus labios entreabiertos, y Taehyung aprovechó para
empujar su dedo índice y medio dentro de la boca del azabache, tanteando su lengua, la
cual inmediatamente lamió sus dedos. Gruñó, y bajó con más fuerza sus caderas, robándole
suspiros y sonidos suaves a ambos.

Pasó muy rápido.


Jungkook sintió como si el colchón lo absorbiera. Se vio a sí mismo siendo apartado de
Taehyung, como si la cama se lo hubiese tragado, y en tan solo un parpadeo estaba en otro
lugar.38

Confundido y más que desconcertado, sintiendo la fría cerámica del suelo contra la piel de
su espalda, se sentó bruscamente y observó alrededor. Un hospital... ¡¿Qué hacía en un
hospital?!+

Parpadeó lentamente, demasiado acalorado. Rápidamente se abrazó a sí mismo, intentando


cubrir la desnudez de su pecho y la visible erección bajo sus pantalones.30

—...Oh-oh.

xxx: "ᴇʟ Áɴɢᴇʟ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ". ꜰɪɴᴀʟ ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪ/ɪɪ

—...Oh-oh.

Se levantó lentamente del suelo. No sentía ningún tipo de dolor, tan solo leves escalofríos
al haber sentido la fría cerámica del suelo contra su espalda desnuda después de tan
acalorada situación. Observó alrededor, con más inseguridad que antes. Por suerte, la puerta
estaba cerrada, y parecía ser de noche en donde quiera que esté, así que no había mucha
gente deambulando por el hospital.

Y, por supuesto, la...bueno, su guadaña yacía en el suelo. ¿Acaso ésta seguiría a donde
sea que vaya?2

Sintió una corriente detrás suyo, la presencia reconocible, y rápidamente se giró,


observando la burlona expresión de su esposo, el cual estaba perfectamente vestido
mientras él intentaba cubrir hasta el más mínimo rastro de piel, sin éxito. Sintió como sus
mejillas comenzaban a arderle, y tan solo se observaron por unos pequeños segundos.

—No sé cómo llegué aquí.

—Te ha llamado el deber por sí mismo, y ahora debes cumplir con ello. —Respondió, y
alzó un poco más su mano, donde sostenía la camiseta de su niño favorito. Éste la tomó
rápidamente, poniéndosela. Honestamente, necesitaba un cambio urgente de ropa.

—Una vez hayas dominado tus poderes ya no sucederá.

El azabache bufó, aún más sonrojado. Realmente no quería estar en una situación mucho
más comprometedora y transportarse. Ya habiéndose puesto la camiseta, observó mejor a
su alrededor, y su mirada se posó en la camilla que había frente a él, dejándolo atónito.

—Yo... —Frunció levemente su ceño mientras los recuerdos llegaban a su mente. Era la
misma niña, y estaba de la misma forma: Sus ojos cerrados, pálida, delgada y conectada a
una máquina para poder respirar. A su lado descansaba un pequeño peluche de un conejo al
cual le faltaba una oreja y lucía algo sucio. —...esto...he visto esto antes. He estado aquí. —
Afirma lentamente, finalizando con seguridad. Definitivamente era lo mismo.

—Cuando estuviste sin alma mencionaste haber soñado con esto. Puede que haya sido una
predicción.

Y Jungkook podía oírlo, definitivamente, pero había algo que no lo dejaba apartar la mirada
de aquella niña. Había algo que lo llamaba a estar allí, a su lado, y cuando su vista se
desenfocaba levemente por la concentración, podía darse el gusto de observar algo blanco,
levemente transparente flotar alrededor del cuerpo de ésta. Era como una vibra, y podía
sentirla extremadamente débil, a punto de desaparecer.

La necesitaba.

El notar sus propios pensamientos lo hizo sentir un leve dolor en el pecho, y por inercia
retrocedió. Se estaba asustando, y cuando el diablo fue capaz de sentir aquello, de
inmediato llevó su mano a la espalda baja de su esposo, sosteniéndolo y observándolo
fijamente a los ojos.
—Ahora que eres Muerte puedo sentir tus emociones, incluso más fuerte que antes.
Lamentablemente para ti, la niña también puede. —Tenía que ser sincero, no podía mentirle
a su niño, ya bastante estaba intentando retener el asunto del haber estado sin alma.

—P-Pero, yo... —Jungkook comenzaba a desesperarse levemente, y su mente lo obligaba a


mantenerse en calma. Debía ser inteligente, debía obedecer lo que su esposo le pedía
indirectamente. Sin embargo, cuando bajó la mirada a sus propias manos, éstas temblaban.
—...no sé si pueda, Tae.

—Si puedes. —Afirmó Taehyung, casi gruñendo y acercándose un poco más. Jungkook
llevó la mirada a la niña al oír un jadeo adolorido de su parte, y sintió más pánico en su
pecho, pero su esposo lo tomó del rostro para que sus miradas se encontraran. —Eres el
responsable de llevarla al otro lado, necesitas brindarle bienestar y paz para que no tenga
miedo. —Limpió con su pulgar la humedad que se estaba formando bajo los preciosos ojos
de su niño favorito. —No tienes que estar triste, morir es un proceso tranquilo y para nada
doloroso. —A pesar de que no era realmente paciente, sabía que debía de serlo con su
esposo, o éste se acobardaría, y todo se iría al mismísimo infierno...literalmente. —Vendré
apenas termines. Nómbrame, y vendré.

— ¿Qué? No. —El niño rápidamente lo tomó del brazo, abriendo sus ojitos de más y
negando con rapidez. —Tae, no creo poder hacer esto sin ti. —Susurró, sintiendo un nudo
en su garganta.

—Si me quedo aquí, la niña sufrirá debido a mi presencia, y sé que eso te importa. —
Comentó. Y era cierto, debido a que desde que Taehyung había pisado aquella habitación,
la pequeña no dejaba de quejarse. El diablo lo tomó de la mano y dejó un suave beso en el
dorso antes de soltarla con lentitud y dar un paso atrás, desapareciendo en un parpadeo.

Echó un vistazo alrededor antes de volver la vista a la camilla, y respiró profundamente.


Inhaló, contuvo la respiración por unos segundos, y la soltó lentamente. Sus manos, poco a
poco, dejaban de temblar, y sus pensamientos se acomodaban de a poco. Debía de tomarse
aquello como algo completamente normal, porque el destino se había encargado de elegirlo
para un trabajo tan pesado como éste, y no sería por cualquier cosa si no fuese en serio.2
Se inclinó en el suelo y tomó la guadaña. La marca en su brazo ardió levemente, y lo sintió
mucho más firme. Se sentía...realmente poderoso. Lentamente, comenzó a dar pasos hasta
ubicarse a un lado de ésta, y se arrodilló en el suelo para estar a la altura. Intentando estar
calmado, se mantuvo observándola. Llevó su mirada a los pequeños detalles del rostro de
aquella niña. Era más hermosa que en sus sueños: Tenía lunares, pequeñas pecas en sus
pómulos y nariz, y su cabello era realmente largo, pelirrojo. Ya no se veía mal, más bien, se
veía relajada.5

Jungkook parpadeó rápidamente, y se sorprendió al notar su propia mano en la fría mejilla


de la mundana. Ésta, lentamente, se encontró abriendo sus ojos ante el tacto. Eran oscuros,
y su mirada atraía demasiado a quién sea que le viese, ya que tenía un brillo especial y
único. El azabache no sabía exactamente porqué se encontraba notando aquellas
cosas. ¿Acaso era parte de ser Muerte?

La respiración de la joven aumentó, y Jungkook de inmediato negó.

—Está bien, está bien. No hay...no tienes que tener miedo. —Le sonríe tímidamente de
lado, y está haciendo su mejor esfuerzo para no llorar. Lentamente, y con mucho cuidado,
lleva su mano a la pequeña mano contraria, cubriéndola antes de dar un suave apretón.
Debía de hacerlo bien, esto no era cualquier cosa. —Yo cuido de ti. Puedes dormir.

La pequeña abre su boca e intenta decir algo, pero parece quedarse sin aire muy fácilmente.

—No hables, todo está bien. —Alza ambas cejas, y baja la mirada a los labios de aquella
niña cuando nota que está articulando una palabra, una y otra vez. Su corazón da un vuelco,
y esta vez sonríe dulcemente, sintiendo sus mejillas sonrojadas. —Sí...sí, soy un ángel.18

De la muerte.6

La niña comienza a cerrar lentamente sus ojos, y Jungkook siente un impulso, el cual
permite de inmediato. Sabe que es parte de ello, sabe que si no lo hace, nada pasará. Se
levanta del suelo con lentitud, sin soltar la pequeña mano de la joven y se inclina hacia ésta,
dejando un pequeño beso en su frente.

Algo revolotea su pecho, y aquella vibra levemente visible alrededor de la camilla


desaparece. Había muerto.6
Jungkook se mantiene viéndola con un nudo en la garganta, y suelta delicadamente su
mano, acomodándola en su camilla. Observa la maquina comenzar a soltar aquel pitido, el
cual indicaba que su corazón ya no se encontraba latiendo. Se volteó hacia la punta de la
camilla, a punto de llamar a Taehyung, pero se detuvo al notar a una mujer de pie...junto a
la misma niña que hace unos segundos había fallecido.

La mujer llevaba ropa gris oscura, y su vista estaba en el suelo, jamás observaba a
Jungkook. En cambio, la niña lo saludaba con la mano, despidiéndose. El azabache no tuvo
tiempo de devolver aquel saludo porque, en un parpadeo, ya había desaparecido.

Y él continuaba igual de estupefacto, tan solo parpadeando y viendo un punto fijo.

La puerta es azotada con fuerza, y más de dos doctores entran a la habitación. Jungkook se
da cuenta que lo ha arruinado cuando la mirada de estos se dirigen hacia él. Por supuesto, si
aún no había aprendido a no hacerse visible, ni otra cosa más que hacer explotar luces por
besar a su esposo.12

— ¿Qué está haciendo usted aquí? ¿Quién lo ha dejado entrar?

Y Jungkook no tiene ni tiempo a responder -aunque, honestamente, no sabía qué podría


decir- cuando, en un parpadeo, es llevado nuevamente al hotel. Los brazos del diablo lo
envuelven, y él tan solo recarga su mejilla en el cálido pecho de su esposo, respirando muy
audiblemente mientras se mantiene viendo un punto fijo.1

Sus manos tiemblan, y sus piernas también. Todos los nervios que estuvo tragando para
mantener tranquila a aquella adorable niña estaban surgiendo efecto ahora mismo. Respiró
entrecortadamente y buscó el aferrarse a Taehyung, cerrando sus ojitos.

—L-Lo...lo hice bien. —Tartamudeó, y soltó la guadaña, la cual había tomado firmemente
con su mano. Está cayó al suelo, y el diablo tomó aquella oportunidad para tomar en brazos
a su niño favorito al notar sus piernas temblar.2

—Lo hiciste brillante.13


Ambos se encontrabanrecostados en la cama de aquel hotel. Jungkook estaba viendo hacia
la pared, y Taehyungle rodeaba desde atrás con uno de sus brazos, manteniéndolo cerca de
su pecho.El azabache no había dicho ni una palabra por largas horas que llevaban allí, tan
solo se mantenía respirando tranquilo, jugando con los anillos de la manode su esposo y
observando el suyo de compromiso.

—Tae... —Finalmente habló, y carraspeó su garganta al tener la voz levemente ronca.

—...estoy mejor. —Al no obtener respuesta, se giró. Notó la mirada del diablo sobre él, y se
observaron por unos leves segundos antes de que Jungkook volviese a hablar. —Necesitaba
tiempo para acomodar mis pensamientos.

—¿Qué fue lo que pudiste acomodar?

—La niña está bien. Me sonrió antes de irse con la parca.

El ceño del diablo se frunció un poco. —Te dije que eso pasaría.

—Sí, lo sé. Aparentemente tenía que verlo para creerlo. —Bajó la mirada y arrugó un poco
su nariz, pensando. — ¿No te asusta? Tener un trabajo realmente superior.

—No. —Respondió. —Pero puedo llegar a comprender el que a ti te asuste, ya que has
pasado de tener una vida completamente mundana a ser la última Muerte. Son cosas
completamente opuestas. —Jungkook nuevamente alza la mirada, y también un poquito su
rostro. Taehyung sabe que cuando su niño hacía aquello era debido a que necesitaba afecto.
Inclinó un poco su rostro, y las narices de ambos se rozaron. —No tienes nada que temer.1

La cabeza del azabache se ladeó un poco, y sus ojitos se cerraron a la par que exhalaba
profundamente por la nariz. — ¿Tú...tú podrías...? —Se detuvo unos segundos, pero el
diablo permaneció en silencio, esperando. — ¿Tú podrías...cuidar de mí, incluso yo siendo
poderoso?7

Joder.7

Taehyung se encontraba casi gruñendo de gusto, y rodeó mejor el cuerpo fe su esposo,


atrayéndolo más cerca. —Eres mi esposo, siempre voy a cuidar de ti. —Rozó sus labios con
los del contrario. —No sé qué me hiciste, niño.24
Ambos comparten un dulce y lento beso. Cálido, pero tranquilo. No tienen intención de
llevarlo más allá, tan solo pretenden sentirse cerca.

—Te amo, Tae. —Recibió otro beso, y una leve y suave mordida en su labio inferior, la
cual lo hizo sonrojarse. Cuando el diablo se apartó un poco, Jungkook no pudo evitar bajar
la mirada con timidez. —De acuerdo...ahora enséñame. ¿Cómo lo haces?

—¿Cómo hago, qué?

—Ser...invisible. —Sonaba un poco torpe decirlo. Volvió a alzar la mirada, viendo


fijamente al diablo. — ¿Cómo haces todas esas cosas?

—Tan solo pienso en que eso es lo que quiero, y sucede. ¿Lo has probado?

Jungkook negó. —No exactamente.

—Bien. Te propongo algo. —En tan solo segundos, el rey del inframundo se encontraba
sobre el cuerpo de su esposo, sosteniéndolo de la cintura y llevando su rostro al cuello de
éste, dejando suaves y húmedos besos sobre la piel. Jungkook se encontró rodeando el
cuello de Taehyung con sus brazos. —¿Qué te parece si tú y yo nos vamos a donde sea que
quieras ir? A algún lugar apartado...y te enseñaré todo lo que te hace falta.

Jungkook sonrió tímidamente. —¿En serio? —Oyó un murmullo de afirmación de parte del
diablo, y ladeó un poquito más la cabeza ante los besos de éste en su pecho.

—Si, por supuesto. ¿A donde iríamos?

—A donde tú quieras.

—Yo...no lo sé. —Y Taehyung se sorprendió al oír una risita pequeña, pero llena de
felicidad de parte del azabache.

Se separó tan solo un poco, y lo observó fijamente, oyéndolo hablar acerca de algunos
países los cuales siempre le había interesado visitar, pero jamás consideró la oportunidad.

Entonces el diablo realmente comenzó a pensar si era necesario decirle todo lo que había
sucedido cuando no tuvo alma. ¿Lo era? ¿Qué cambiaría al decirle lo que había
sucedido? No podía regresarlos de la muerte, ni tampoco matarlos. Él mismo se había
encargado en su poco tiempo libre lejos de su niño el guiar las dos almas a un rincón en el
infierno. ¿Cambiaría algo? ¿Realmente iba a arruinar esta felicidad y calma que su niño,
finalmente, estaba sintiendo? ¿Iba a ponerlo triste por dos escorias que ni merecían ser
recordadas?

Jamás le mentiría...a menos que sea para protegerle.

De todas formas, realmente no le mentiría. Jungkook eventualmente recordaría, y se lo diría


en aquel momento. Mientras, lo evitaría, y recordaría cosas más importantes.

—... ¿Tae? —El diablo alzó ambas cejas en respuesta. —Entonces, ¿Qué dices? ¿Rusia
estaría bien?

Taehyung asintió. —Todo lo que mi niño favorito desee. —Dejó un lento beso en los labios
contrarios, el cual se iba prolongando, volviéndose más profundo y húmedo. Sus lenguas se
encontraron con caricias suaves y, nuevamente, Taehyung le quitó la camiseta, pasando sus
cálidas manos por el torso desnudo de su niño.5

Jungkook desabotonó la camisa oscura del diablo, y sus manos se deslizaron por el torso
cubierto de tatuajes con símbolos desconocidos y frases inentendibles. Admiró la belleza la
cual todos rechazaban, y se dijo a sí mismo que haría a un lado la timidez, lo más que
pudiese. Necesitaba hacer el amor con su esposo, lento y apasionadamente, sin nada que lo
cohibiera. Lo había echado de menos, y lo necesitaba más que nunca.

Los besos en su cuello volvieron con leves succiones y lamidas, provocando que su
respiración se entrecortara mientras llevaba sus manos a la espalda del diablo, acariciando
lentamente. ¿Cómo podía ser capaz de no cohibirse, si Taehyung era un maestro con su
boca? Lo hacía todo perfectamente, enviándole escalofríos por su columna vertebral y
tirones en su vientre. Alzó sus caderas cuando sintió que le desprendía los pantalones y se
los bajaba, acariciándole los muslos en el trayecto y dejándolo tan solo en ropa interior.

Los besos fueron desde su cuello a su mandíbula, finalmente terminando en sus labios.
Abrió su boca para recibir, nuevamente, aquella cálida lengua, y ladeó levemente su cabeza
mientras sus manos bajaban por el torso de su esposo hasta sus pantalones, desabrochando
y bajándolos. El diablo estaba completamente desnudo bajo aquella prenda, como de
costumbre.4

Las sábanas fueron removidas una vez la última prenda en el cuerpo de Jungkook
desapareció, y se cubrieron con éstas. Hacía frío fuera, y el azabache no estaba del todo
recuperado. Había pasado de nada a la inmortalidad, pero su temperatura corporal se
mantendría por un tiempo.

Taehyung se recostó a un lado de su niño y lo atrajo mucho más cerca, sin apartarse de sus
labios. Llevó una mano a la pierna del azabache y llevó ésta por encima de su cadera,
rodeándolo de la cintura con el otro brazo. Su mano repleta de anillos deambuló por el
muslo de Jungkook, acariciando de arriba abajo, dando leves agarres a una de sus nalgas
mientras lo presionaba más contra sí.

El diablo rompió el beso, y llevó dos de sus dedos a la boca contraria, sintiendo la succión
que esta realizaba. Ambos podían sentir la leve capa de sudor aparecer con el paso de los
minutos. Jungkook realizó pequeños pero lentos movimientos con sus caderas, rozando su
miembro con el de su esposo, jadeando entrecortadamente. Había echado de menos aquella
sensación.

—Tae... —Dijo cuando los dedos del diablo salieron de su boca, y su respiración se cortó al
sentirlos en su entrada, acariciando. Se retorció levemente, y empujó su trasero hacia atrás,
en dirección a las caricias. Los dedos de la mano contraria de su esposo se presionaron más
contra la piel de sus caderas, y no evitó soltar un sonido entrecortado cuando los dos dedos,
húmedos por su saliva, se adentraron lentamente en su interior. —U-Uhm...3

Taehyung tan solo aguardó unos segundos, los cuales dedicó para besar el rostro de su niño
favorito, lamerle y morderle los labios antes de mover sus dedos en un vaivén, acariciando
las paredes del interior de su esposo, el cual respondía a los besos en sus labios con la
respiración entrecortada.2

El diablo sostenía la pierna del azabache, acariciándole la lengua con la suya propia y
moviendo sus dedos en un vaivén cada vez más rápido, adentrándolos más a fondo,
buscando encontrar aquel punto que robaba el aliento de su pequeño y lo hacía jadear por
aire.
Fue cuando finalmente lo hizo, que tuvo que sostener a su esposo con más firmeza al notar
como se retorcía, con sus labios entreabiertos, jadeante. Taehyung gruñía bajo, resoplando
por el placer que le daba ver a su niño de aquella manera, y por los movimientos de caderas
que éste realizaba, formando una inevitable fricción entre ambos.

Fue tan solo unos minutos después cuando estuvo sobre el cuerpo de su esposo, atrapado en
su interior, moviéndose lento pero profundo mientras lo sostenía en sus brazos, besándolo
hasta el cansancio.

¿Cómo era que había terminado de aquella forma?

Lo que sostenía en sus brazos, lo que reclamaba con sus besos...al que le hacía el amor con
cuidado, era su más preciada cosa en el mundo.

Siempre había sido un egoísta, porque la única cosa preciada que tenía era él, y su
trabajo. Se sentía importante, lo era, y sobre todo esencial en el mundo de porquería.
Hacía lo que quería, cuando quería, como quería. Jugaba con las personas buenas, aunque
principalmente con las malas. Mentía, y destruía con mucho placer, porque para eso
estaba hecho. Estaba hecho para hacer el mal, tanto en la tierra como en el infierno.

Sin embargo, Jungkook apareció. Este chiquillo inocente y curioso, que creyó buscar una
salida más fácil con magia negra, que creyó que todo sería más fácil, y menos doloroso.

Taehyung también lo creyó.

—Tae... —Jadeó ahogadamente, moviendo sus caderas más rápido, contrayendo su interior
y provocando que el rey del inframundo gruñera. —M-Más...por favor.2

Las embestidas aumentaron, golpeando su glande una y otra vez contra el punto dulce en el
interior de su esposo, sintiéndolo retorcerse, hasta temblar levemente. Lo sostuvo con más
firmeza de las caderas, sintiendo al contrario sostenerse de sus brazos con sus preciosas
manitos. Jungkook era, simplemente, una pieza de arte de donde sea que se vea.

Lo descubrió específicamente el primer día, en la noche. Fue la primer persona en ser


amable con él ya que, a pesar de estar muerto de miedo, le había ofrecido un lugar a su
lado para dormir...a él, al mismísimo diablo. Y Taehyung tan solo supo quedarse callado,
oyendo los sollozos de fondo y sintiendo el terror que el mundano sentía.3

Porque no entendía qué era eso latiendo en su pecho, y si antes ya estaba, pero no lo había
notado. No entendía que era esa bilis subiendo por su garganta, y el quedar totalmente en
blanco. Siempre había tenido algo que decir, porque todo era con fluida falsedad, aunque
fríamente calculado. Su simpatía era de cartón, honestamente detestaba explicar cosas, y
prefería mantenerse lejos de cualquier inservible humano.

Pero con su niño...simplemente era diferente. Él quería estar allí, halagarlo, hablarle de
cualquier estupidez, incluso si quedaba mal.

Al siguiente día, cuando lo vio despertar con los mechones despeinados y ojos levemente
hinchados, lo supo. Cuando lo vio bostezar, y atraer las mantas a su pecho...supo que
quería verlo así todos los días de la tierra.4

Bastó tan solo una embestida para que su niño favorito se retorciera en sus brazos, cortando
su respiración a la vez que arqueaba su espalda, derramando su esencia entre ambos torsos
y doblando los pequeños deditos de sus pies. Sus labios estaban rojos al igual que sus
mejillas, sus ricitos despeinados ante los movimientos, y su ceño levemente fruncido. Se
desparramó cómodamente en la cama cuando finalizó, y a Taehyung le bastaron un par de
embestidas para llegar a saborear el éxtasis.

"El cielo" había sido un lugar realmente agradable, aunque con mucha falsedad. Sin
embargo, nunca había sentido que podía tocar algo más supremo, hasta ahora. Con un
profundo suspiro y saliendo del interior del azabache, se posicionó a su lado y lo atrajo en
un abrazo. Ambos respiraban algo agitados, y Jungkook no dudó en ocultar su rostro en el
cuello del diablo, dejando un suave beso allí.2

—Tae, te amo...

—Yo a ti. —No iba a admitir que aún le costaba decirlo, y que muchas veces temía no ser
capaz de hacerlo, porque ese no era su supuesto trabajo, pero intentaba implementar su
lema de hacer lo que se le antojaba, y si quería amar a Jungkook, entonces lo haría.
Se besaron nuevamente, con más suavidad que anteriormente, y se sintieron plenos
mientras retomaban la conversación anterior, planeando el largo futuro que tendrían por
delante.

—...y además en diciembre Rusia se vuelve realmente helado. Me gusta el frío, y habrá
mucha nieve. Podemos, si tú quieres, por supuesto, buscar alguna cabaña bonita en dónde
vivir, lejana a alguna ciudad. —Comentaba con algo de inseguridad, tímidamente mientras
le observaba de reojo a los ojos.

El hecho de que alguien le preguntara su opinión lo hacía, inevitablemente, sonreír de lado.


Nuevamente se acercó y dejó un beso en la punta de su nariz antes de atraerlo a su cálido
pecho.

—Todo lo que quieras, niño.

Y permanecieron de aquella forma, callados, tan solo abrazados y pensativos sobre qué
sucedería.+

¿Desde cuándo pensaba en éstas cosas? ¿Qué tan bajo había caído?

Finalmente, respondió a sus conclusiones:

Él ya había caído una vez, hace siglos pero, aun así, estaba seguro que jamás había
caído como lo hizo al enamorarse de Jeon Jungkook.37

FIN.
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ: ᴘᴀʀᴛᴇ ɪ/ɪɪ

2003.27

No sabía exactamente como había terminado allí.3

El infierno no era un lugar en el que le gustara estar. Si, era el lugar de trabajo de
Taehyung, y sí, siempre sería bienvenido. Hasta tenía su propio trono pero, aun así, nada
lograba atraerlo. Supuso que sería por todas las almas que le hablaban, rogándole que se los
llevara, volviendo su mente un desastre.

Pero ese día lo necesitaba.

Las puertas del pasillo en el cual estaba aquella larga e interminable fila de almas se abrió.
El demonio que había estado riendo y burlándose - básicamente haciendo su trabajo- se
calló ante la poderosa presencia, y fue como si las almas hubiesen despertado, porque toda
aquella que se encontraba allí observó la puerta de detrás.1

La Muerte dio un paso, y lucía...de muerte, literalmente. Todo su vestuario era


completamente negro: Llevaba unas botas cortas, unos pantalones de algo parecido al
cuero, ajustados, una camiseta ligera, dentro del pantalón y hasta el cuello, bordados con
encaje en las puntas. Llevaba un abrigo largo, el cual era una mezcla de gabardina y capa,
con su cabello corto, y guadaña firmemente en su mano.26

Su expresión era seria, y no se veía realmente temible, ya que no solo su estatura no había
cambiado, si no que emanaba mucha tranquilidad, pero el problema de los demonios allí era
que también emanaba mucho poder, y sabían que si éste quería podía aniquilarlos.

Analizó a su alrededor con sus ojos verdes, y uno levemente manchado de oscuridad
profunda, antes de comenzar a caminar lentamente por el costado de la fila, con la guadaña
golpeando el suelo en cada paso y sus botas resonando.

Pasó de largo al demonio que hacía una reverencia ante él, y estuvo a punto de adentrarse a
la puerta que lo llevaría al calabozo, pero se detuvo. Bastó unos segundos antes de que se
girara, observara a las pobres almas de la fila, las cuales llevaban allí muchos años antes de
que él fuese inmortal, y luego llevó su mirada al demonio, el cual no le veía a los ojos.2
-Voy a llevármelas a todas. -Tan solo dijo, y chasqueó sus pequeños dedos por debajo de la
manga larga de su abrigo.

Todos los cuerpos de la fila se derrumbaron en sus lugares, haciendo un brusco sonido
unísono, y no tardaron en deteriorarse, quedando tan solo mucho polvo en el lugar.
Jungkook suspiró, satisfecho antes de volver a ver al demonio, el cual se notaba que
contenía su furia.

-Deberías de limpiar. -Comentó la Muerte, asintiendo lentamente, de acuerdo consigo


mismo antes de girarse.

-¡Tú...! ¡Usted no puede hacer esto! -Exclama el demonio, molesto al haber desecho su
trabajo. Por supuesto, almas nuevas llegarían, pero lo divertido era cuando eran siempre las
mismas por mucho tiempo.1

Jungkook nuevamente se giró en su lugar, observándolo fijamente. Hace mucho tiempo,


Taehyung le había dicho de hacer aquello, debido a que sentían el poder aún más y, citando
a su esposo: "...Y como imbéciles que son, van a tenerte miedo."3

Y era cierto. El demonio de inmediato retrocedió, se tiró de rodillas al suelo y se inclinó


ante él, suplicando perdón entre susurros.

Jungkook frunció el ceño. -No voy a lastimarte, puedes ponerte de pie. -Le dijo, ladeando
levemente la cabeza. El demonio rápidamente se levantó, aún medio inclinado en una
reverencia. -Yo solo...quiero que me recuerdes qué dijo tu rey...una vez más.

El demonio se removió incómodo en su lugar. -"Si mi esposo quiere venir aquí y volar este
lugar en mil pedazos con su mente, espero no enterarme que se resistieron, porque les
haré..."9

-Solo eso. -Interrumpió Jungkook, agitando su mano lentamente, pidiéndole que se detenga,
y así lo hizo. -Espero no tener que dar nuevamente explicaciones así, yo realmente no
quiero que el rey se enfade.

-N-No alteza.
-Bien. -Asintió antes de girarse y abrir la puerta que llevaba al calabozo. -Ten un bonito
día. -Y la cerró tras sí.17

Ignoró el oír la rabieta del demonio, y se encaminó por los pasillos del calabozo, liberando
a pocas almas que se lo rogaban y el percibía que eran buenas personas. Abrió la puerta del
final, sintiendo escalofríos al ver aquella puerta en donde se había convertido en lo que era,
y pasó una de sus manos por el barandal de la escalera, bajando.

Finalmente, abrió la puerta de oro del despacho de su esposo, justo como éste le había
enseñado, y se adentró, cerrando la puerta detrás de sí antes de encaminarse a su trono y
sentarse allí, acomodando la guadaña a su lado. Posicionó su codo en el apoya-brazos y su
frente en su mano, cerrando sus ojitos y suspirando profundamente.

Había sido un día extremadamente duro. Hacía años no le sucedía algo así, y pudo
mantener el control perfectamente, pero sabía que en algún momento iba a derrumbarse.
Sus manos temblaban levemente, y sentía una profunda angustia en su pecho. Claramente,
no podía continuar trabajando así. No era algo cuestionable, era un rotundo "no" y, por
suerte, antes de ir al infierno, había tenido tiempo de avisarle a sus fieles servidores, las
Parcas, que se encontraría momentáneamente fuera de servicio.3

Las Parcas habían resultado seres realmente amables, aunque levemente neutros. Jungkook
debía de mantener su postura con éstas, exceptuando con esta Parca a la cual le debía más
que su existencia, porque siempre estaba allí.1

En realidad, había estado allí antes de siquiera ser una Parca.26

Jungkook se había enterado mediante Taehyung que las Parcas eran almas que no
ascendieron ni descendieron, y quedaron atrapadas en su cuerpo. Cuando los poderes del
niño avanzaron, luego de tomarse un tiempo ante tal decisión, simplemente siguió sus
instintos.
1998.

Lo único que realmente le había costado trabajo fue cargar con aquello, y ocultárselo a
Taehyung. Sabía que éste no diría nada, pero querría hablar sobre aquello, y era
justamente lo que Jungkook no necesitaba.

Le había tomado trabajo aprender aquello, y siempre estaba la posibilidad de que saliera
mal, pero había practicado, había trabajado duro y no iba a echarse hacia atrás por
miedo. Toda su vida había dado pasos erróneos por pura cobardía, y el conocer a
Taehyung había sido lo mejor que le pasó, gracias a un acto de valentía hacia lo
sobrenatural.1

Esto iba a hacerlo, y si no era lo que quería...entonces le dejaría ir.

Dentro de la cripta del cementerio de Holmes Chapel, su antiguo hogar, llevó su mano al
frente, por sobre encima de aquel cuerpo con aroma a podrido, duro y frío. Había llorado
más de veinte minutos antes de ser capaz de comenzar con lo que planeaba.

Ya no iba a hacerlo.

Cerró sus ojos y tomó un profundo suspiro, plasmando una situación en su mente: Un
árbol sin vida, seco y al borde del derrumbe. Su mano emanaba poder, luz, y era capaz de
remediarlo. El árbol se volvió a su lugar, y la luz viajó por el tronco de éste, comenzando a
ascender hasta que las ramas surgieron junto a muchas hojas verdosas y sanas.

Sin siquiera notarlo, sus labios se movían en un idioma que actualmente reconocía, pero
jamás sería capaz de explicarlo. Era una lengua con origen desconocido, y las palabras
estaban más allá de éste mundo. Probablemente a los humanos les faltaba demasiado para
igualar algo así. Era asombroso.4

Sintió calor en su palma, y permaneció de aquella manera por unos largos minutos, hasta
que tan solo sintió frío, y su mente se oscureció. Abrió sus ojos, bajo la mirada, y sus ojos
no tardaron en abrirse de par en par a la vez que daba unos cuantos pasos hacia atrás. De
repente, volvía a ser un niño de dieciséis años, indefenso e híper sensible.
El pecho de Kim Yugyeom se infló en una profunda y lenta respiración a la par que sus
ojos se abrían, revelando aquel bonito azul. La palidez de su rostro no se iba a excepción
de sus labios volviéndose levemente rosados. Ya de por sí, el chico era pálido.13

-¿Y-Yu? ¿Yugyeom? -Se acercó, reaccionando. Realmente se sentía como si el tiempo


jamás no hubiese pasado. Cuando el chico resucitado se sentó, Jungkook de inmediato
llevó sus pequeñas manos a las mejillas de su amigo. -¿Yugyeom? ¿Eres tú? -La voz se le
cortaba, pero no lloraría. Estaba perplejo, no creía que funcionaría.

El mencionado tan solo parpadeaba pero, luego de unos segundos, había sido capaz de
observar a Jungkook, el cual lucía igual, pero con prendas oscuras. Sus ricitos
continuaban, con su flequillo hacia un costado en algo parecido a un hopo. Abrió sus
labios e intentó hablar, pero la voz no le salía. Su garganta estaba seca. Se observó a sí
mismo, notando el traje viejo de su padre. ¿Qué había sucedido? Comenzaba a entrar en
pánico.4

-No, yo... -Jungkook se interrumpió a sí mismo, mirando a su alrededor, sin saber


exactamente qué hacer. No tenía ningún lugar al que ir más que a la casa, en donde
justamente estaba su queridísimo esposo. Y tampoco quería ocultárselo, pero sabía que
habría una discusión. Mordió su labio inferior por unos segundos. -...vamos a un lugar
más seguro. Te cuidaré.

Sin más, sostuvo los hombros de su amigo y, en tan solo un parpadeo, el lugar cambió.
Ahora ambos estaban de pie, aunque Yugyeom casi encima de Jungkook, el cual intentaba
sostenerlo como sea debido a que su mejor amigo era más alto que él. Estaban en una sala,
una muy bonita y acogedora sala. La temperatura era perfecta ante toda la nieve que caía
fuera, siendo visible por una de las ventanas de allí.

-Ven, siéntate aquí. -Habló el azabache en voz baja, apresurándose en sentar a Yugyeom
en el sofá, tomando una manta de éste y envolviéndolo. Se veía totalmente abrumado, tanto
por la resurrección como por el cambio de escenario. -Te traeré agua, quédate aquí. -Y
salió corriendo hacia la pequeña cocina en el lugar.
Tomó agua rápidamente en un vaso, el cual se cayó en la encimera ante los nervios, y lo
llenó con agua antes de volver a la sala, ayudando a su mejor amigo a beber, el cual lo
hizo desesperadamente y pudo sostenerlo con su mano.

-Yugy, quédate aquí. Juro que explicaré todo, pero necesito que te quedes aquí. -Notó el
asentimiento de su amigo mientras continuaba bebiendo agua, y eso lo alivió. De
inmediato corrió por el pequeño pasillo de aquella bonita casa.

Se detuvo de golpe cuando notó a Taehyung salir de uno de los dos cuartos de la casa, con
su ceño levemente fruncido y ojos más oscuros. Cuando vio a su niño, éstos se volvieron un
tono más claro.2

-¿Por qué estás haciendo tanto ruido? Los ni... -Se vio interrumpido cuando su pequeño
esposo se puso de puntitas de pies y estampó sus rojos y gruesos labios contra los suyos.
Por supuesto que no se negó.31

El diablo envolvió la cintura de su niño, atrayéndolo más mientras ambos se besaban


lento, con profundidad, pero con dulzura. El azabache ladeó levemente la cabeza para que
sus narices no chocaran en el trayecto, y se apartó luego de unos segundos, embobado y
rozando naricitas con su esposo-

-Tae... -Comenzó lentamente, y su voz se quebró un poco. Taehyung de inmediato apartó


un poco más su rostro, y al ver la expresión del azabache, los brazos alrededor de éste
último se tensaron a la par que sus ojos volvían a oscurecerse.

-¿Qué te hicieron?

-No, no. N-Nada. -Negó, y medio rió nerviosamente. Suspiró profundamente, y luego de
unos segundos lo observó fijamente a los ojos. -Hice algo, y creo que estuvo mal
pero...pero no quería mentirte.

-Sí, lo he notado. Puedo notar a alguien en la casa. ¿Trajiste a alguien? ¿A alguien de tu


familia? -Esto último lo preguntó con un tono de advertencia en su voz a la par que
negaba. -Eso está prohibido.

-No es alguien de mi familia. Bueno...es mi familia. Yo, yo solo...


Ambos permanecieron callados, tan solo mirándose, y fue como si Taehyung le hubiese
leído la mente. Un suspiro salió de entre sus labios antes de negar, liberando a su niño
favorito de entre sus brazos.

-Niño, tú no puedes hacer eso. -Dijo en un tono más frío de lo normal. -Te lo dije: Hay
ciertas reglas.4

-Tae, yo lo sé pero...pero no hay nada mal en esto. Piénsalo: Lo he traído de vuelta, y


puedo hacer el ritual para volverlo una Parca. Si no es lo que él quiere, entonces me
encargaré yo mismo de llevar su alma al cielo.

-Discúlpame, ¿Has dicho "Hacer el ritual para volverlo una Parca"? Definitivamente no.
Tú no puedes hacer eso, ninguna Muerte ha hecho a una Parca antes. El de arriba se
encarga de elegir, y enviarlas.

-Entonces hablaré con Dios. Le diré que comenzaré a hacerme cargo yo. -Taehyung casi
gruñó, frustrado. -Yo no soy como las otras Muertes, Tae. Esto no es nada malo.

-El problema aquí es que no por ser Muerte tienes derecho a revivir a humanos que te
agradaban, así como no por ser el diablo tengo el derecho de extinguir la población,
incluso si muchas veces quiero hacerlo. -Su paciencia se estaba acabando, aquello era
verdaderamente notable ante su forma de hablar.

-Tú sabes perfectamente que no es tan solo alguien que me agradaba. Yugyeom es mi
familia, y lo ha sido por un largo tiempo. La causa de su muerte fue culpa mía. -Su voz
tembló levemente, pero continuaba intentando verse firme. Taehyung tan solo lo
observaba. -Sabes que llevo sintiéndome culpable desde que ha muerto, y no sé cómo has
llegado a pensar en que podría vivir toda la eternidad con esto en mi pecho.

-¿Estás insinuando que yo te he obligado a permanecer toda la eternidad así? -La


discusión claramente iba empeorando. Taehyung también sentía culpa, culpa porque sin él,
nada hubiese sucedido, pero él jamás había obligado a Jungkook a ser inmortal. Éste
último lo había querido, y ante lo último que había dicho, sintió como si no hubiese sido
consentido. -No he pensado en que podrías vivir con esto. Me has aclarado desde un
principio que no querías hablar nunca más de tu amigo, y te he dado tu espacio, como
debería de ser. No por eso puedo aceptar que las cosas cambien solo porque un niño
caprichoso lo quiere así. Las cosas han sido de una manera desde antes que existiera tu
alma, así que quítate de la cabeza el que vaya a cambiar porque tú lo crees.5

Ambos quedaron en silencio, con un Jungkook completamente herido por las palabras de
su esposo, y un Taehyung completamente arrepentido ante la expresión de su niño favorito.
Claramente, la paciencia no era lo suyo, y aunque creía tener razón en algo, eso no le
daba el derecho de ser cruel con el azabache.

-No quise decir eso.

-...Lo sé. Yo solo...yo creí que me apoyarías en esto. Creí que tú ibas a alentarme el
encargarme de algo tan importante como elegir Parcas. Creí, yo..

-No, no. Por supuesto. -Se acercó, y con cuidado refugió a su niño en su pecho, rodeándolo
con sus cálidos brazos a la vez que posicionaba sus labios en los rizos de éste. -Tienes toda
la razón. Debería de apoyarte en esto, tú eres muy capaz.

-Por favor, no te enfades conmigo. -Su voz tembló nuevamente, pegando su rostro al pecho
del arcángel. -Es que yo...no puedo. No podía seguir. Quería verlo, y pedirle perdón. Aún
n-no lo he hecho.

-No estoy enfadado. Ya no lo estoy, me equivoqué. -Lo apartó tan solo un poquito para
tomarlo de las mejillas, alzándole un poco el rostro. -Tú no eres caprichoso, tienes todo el
derecho. Simplemente...joder, no quiero que el de arriba se atreva a decirte una sola
palabra en contra. Sé que eres capaz de todo, pero no me gusta que te enfrenten. No me
gusta enterarme que te hablaron mal, y no hice nada al respecto.

-Tae, él no va a decirme nada. Y si lo dice, no me importa. -Claramente si le importaba,


pero no iba a admitirlo. -Porque yo haré lo que sé que está bien...y lo que se me dé la
gana.6

Jungkook había tomado éste extraño hábito de comenzar a hablar como Taehyung. Era
como éste curioso niño que imitaba actitudes de alguien más para que le felicitaran. Desde
que sus poderes habían sido dominados, comenzaba a repetir cosas que Taehyung decía
cuando aumentaba su ego. "Hago lo que quiero, cuando quiero, y como quiero." o "Porque
quiero y puedo".9

-Ese es mi niño favorito. -Se inclinó y dejó un último beso en los labios del más bajo. -
Únicamente quiero pedirte que no me ocultes éste tipo de cosas. Hay cosas que realmente
no pueden suceder, y no te quiero metido en problemas.

-Está bien. Voy a hablar con él ahora, creo que...sería mejor que vinieras luego de
explicarle.

Taehyung asintió, claramente de acuerdo. -Tan solo quiero que comprendas una cosa: Si él
te ha oído, y no quiere lo que tú quieres, déjalo ir, porque no servirá.

-Tae, yo jamás obligaría a nadie a ser alguien que no quiere. -Negó, casi horrorizado con
aquello. Él tan solo intentaría, y si no era posible, entonces llevaría con gusto su alma al
cielo, por más que le doliera en el alma.

Sin más, se soltó del diablo y se encaminó fuera de aquel pasillo, pero se detuvo a la mitad,
girándose. -Oh, por cierto. ¿Los...?39

-Estaban durmiendo. Probablemente siguen así.

-Bien. No me tardo, Tae. -Nuevamente se giró, y volvió a la sala, dispuesto a enfrentar su


pasado, e intentarlo volverlo un futuro.

2003.

Aquel día Jungkook se había encargado de sentarse luego de prepararle algo de comer y
una taza de chocolate caliente al humano, el cual continuaba algo perdido, pero ya siendo
capaz de hablar luego de beber una gran cantidad de agua. Le había explicado exactamente
lo que había pasado aquella noche, para luego seguirle con el cómo había conocido a
Taehyung, y el qué tenía que ver aquello con su muerte. Le comentó como fue todo
después, se disculpó más de veinte veces y, finalmente, cuándo Yugyeom dio a entender
que todo estaba en orden y necesitaba un poco de tiempo para asimilarlo, decidió hablar.

Le confesó el que Taehyung hubiese creído que su alma había ascendido, pero que no había
sido así, debido a que la penúltima Muerte había estado demasiado ocupada vigilando a
Jungkook aquella noche como para tomarlo a él. Le explicó el ritual que intentaría
conseguir de Dios para llevar a cabo la transición a Parca, si es que éste lo quería aquí. Le
dio a entender que tan solo sería su decisión, sea cual sea.

Creyó que iba a ser rechazado, pero fue aceptado con rapidez. Yugyeom parecía hasta
emocionado por aquello, y cada cosa que Jungkook le comentaba era como música para sus
oídos. Sin embargo, Jungkook decidió esperar más de dos semanas antes de encargarse en
hablar con Dios, debido a que quería confirmar la decisión de su mejor amigo. Taehyung y
Yugyeom se conocieron, y éste último lo reconoció como "El que estaba disfrazado del
diablo en la fiesta de Halloween y te ofreció jugo." Cruzaron pocas palabras, porque
Taehyung no era realmente muy charlatán, y eso fue todo.15

Yugyeom confesó el siempre haber querido algo diferente en su vida, incluso si los tenía a
Jin y a Jungkook. Siempre quiso escapar, tener la oportunidad de irse y, aparentemente,
Jungkook le estaba brindando aquello.4

Cuando Muerte fue a hablar con Dios, fue algo épico. Definitivamente no hubo ninguna
discusión, porque al jefe de arriba le agradaba bastante el esposo de su arcángel favorito.
Lo aceptó a la velocidad de la luz. Yugyeom se había tomado las cosas serias, por lo cual
no fue difícil llevar a cabo el ritual y volverlo una Parca. Ahora sería uno de sus sirvientes,
pero su mejor amigo para siempre.27

Así que, volviendo al presente y el porqué Yugyeom no solo era una de las personas más
importantes de su vida, sino que también le debía más que la existencia, se debía a algo de
lo cual Taehyung y Jungkook se habían encargado en hacer ese mismo año, antes de traer
de vuelta a la, ahora, Parca.
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ: ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪ/ɪɪ

Así que, volvieron al presente y el por qué Yugyeom no solo era de las personas más
importantes de su vida, si no también le debía mas que la existencia, se debía a algo de lo
cual Taehyung y Jungkook se habían encargado de hacer ese mismo año, antes de traer de
vuelta, a la ahora, Parca.3

Para un trabajo como el que Jungkook tenía, debía de esperarse cualquier cosa. Fue
bastante difícil acostumbrarse a los cuerpos descompuestos, a las perturbadoras situaciones
en las que debía encontrarse para tomar almas, pero, finalmente, poco a poco fue
normalizándolo. Ya no provocaba tanto impacto, tan solo le daba tristeza la manera en que
las cosas acababan para tal persona.

Y así como habían trabajos los cuales realmente costaban, también habían trabajos que
traían cosas nuevas e inesperadas.

Mayo // 1998.

En aquella casa llena de polvo, con el cuerpo de una mujer en el suelo, cubierto de sangre
ante las puñaladas en su abdomen, Muerte observaba fijamente al hombre sentado
tranquilamente en una mesa, viendo de reojo el cadáver mientras hablaba por teléfono el
cómo deshacerse de éste. Jungkook ya se había encargado de liberar el alma de ésta, pero
había algo en específico que no lo hizo sentir ninguna paz, ninguna tranquilidad que
usualmente sentía luego de hacer su trabajo.

Cuando la Parca recogió el alma de la mujer, ésta última, ya muerta, llevaba su mirada
cargada con pánico hacia su asesino, luego con tristeza hacia un rincón de la habitación y,
por último, de súplica hacia el azabache. Finalmente, el alma ascendió, y Jungkook se
dirigió lentamente hacia el rincón de la habitación. Ya había aprendido hace mucho tiempo
el cómo volverse invisible, por lo cual no habría ningún inconveniente con el mundano en
la silla.

Sus ojos verdes con una pequeña mancha de oscuridad se abrieron de más al ver dentro de
la cuna, la cual se notaba que estaba muy mal armada, dos bebés de cinco meses en ella,
desnudos. Jungkook aún podía sentir la temperatura corporal y no dejaría de sentirla hasta
un par de años. Hacía frío en aquel cuarto, estaba seguro que aquellas criaturas podrían
enfermar gravemente si no se apresuraba.26

¿Era por ellos que la mujer lo había visto fijamente? ¿Acaso esperaba que Jungkook salve a
esos bebés de una pésima y corta vida? ¿Acaso esperaba...que los mates de una manera más
rápida?

Bueno, podría hacerlo. La muerte ya no era algo anormal y trágico desde su forma de
pensar, así que no sería nada nuevo. Se posicionó mejor frente a la cuna, alzó su mano
derecha y la dirigió hacia ambos bebés, entreabriendo sus labios para hablar en una lengua
indescifrable.

Sin embargo, se detuvo.

Uno de los bebés, el que lucía un poquito más grande, lo veía fijamente. Sus ojos eran
oscuros, y el poco cabello que tenía era rubio. Tan solo lo veía, y ladeaba su cabeza.
Inconscientemente Jungkook también lo hizo, frunciendo levemente su ceño, con su mano
en el aire, la cual comenzaba a temblar.

El bebé comenzó a hacer soniditos con su boca, provocando pequeñas burbujas con su
saliva, cerrando sus ojitos. ¿Acaso iba a dormirse? Pronto, Jungkook comprendió: Su
presencia le daba paz, a ambos.

Se inclinó más sobre la cuna al notar que el otro bebé apenas se movía, y le tocó un poco el
cuerpito, asegurándose de que estuviese bien. Notó la fría temperatura, y su pecho ardió.
Ese bebé necesitaba alimento, cobijas, y mucho amor de su madre, la cual había dejado su
cuerpo hace tan solo unos minutos atrás.

Ambos la necesitaban.
Por su mente comenzaron a surgir muchas ideas las cual podría emplear, pero estaba
completamente seguro de que no podría matarlos.

Y no entendía por qué.

Tae...ven, por favor. No puedo decidir esto solo.

Se apartó rápidamente de la cuna, dando pasos hacia atrás mientras mantenía su cabeza
ocupada, realmente sin saber qué elegir. Ante la lejanía, uno de los bebés comenzó a
sollozar. El hombre golpeó la mesa con su puño, apartando el teléfono del lado derecho de
su rostro.

—¡Callate, mierda! ¡O voy a dejarte como a tu madre!10

El bebé aumentó el llanto debido a la brusca contestación, y Jungkook observó al asesino


colgar el teléfono para levantarse bruscamente del asiento. La presencia del diablo surgió
de manera inesperada, el cual en tan solo un parpadeo se encontraba de pie frente al
cadáver de la mujer, bloqueando el camino del mundano.

A Taehyung le bastó tan solo analizar la situación para alzar su mano y doblar sus dedos,
como si estuviese formando una garra, con su palma hacia arriba. Giró ésta bruscamente
hacia un lado, y los huesos del hombre comenzaron a quebrarse, uno por uno. Los gritos se
hicieron presentes hasta que el cuello de éste sonó y quedó inmóvil en el suelo, sin vida.

El diablo se giró hacia su esposo, viéndolo fijamente con sus ojos bordos. —¿Qué es lo que
no puedes decidir? ¿El llevarte el alma de éste imbécil? Yo diría que lo hagas descender, en
el infierno aún queda mucho espacio libre.

El azabache tan solo lo observó, y su mirada fue hacia la cuna del rincón del cuarto ante el
llanto tornándose más fuerte, con hipidos. Taehyung frunció su ceño y llevó la mirada hacia
la misma dirección por unos segundos.

Ambos, Diablo y Muerte, se acercaron de dónde provenía el ruido, observando a los bebés
con cuidado, uno al lado del otro. Éstos dejaron de llorar instantáneamente, y ambos se
sorprendieron de no verlos incómodos por la inconsciente vibra maligna que Taehyung
traía encima.22
—Tal vez solo uno la siente cuando sabe del supuesto ser maligno que el diablo es. —
Respondió el azabache a una pregunta que ninguno había dicho en voz alta, hablando casi
en un susurro.

Taehyung observó a los niños por un momento antes de ver a Jungkook. Ambos
compartieron una larga y fija mirada, intentando transmitirse todo lo que sentían en aquel
momento.

—¿Esta es la decisión que no puedes tomar sin mí?

Jungkook suspiró, apoyando una mano en la cuna y bajando la mirada, ladeando levemente
su cabeza. —Su madre fue asesinada, y antes de ascender me vio...extraño. Sentí como si
estuviese pidiéndome un favor, jamás me había sucedido antes, Tae. —Comentó, volviendo
a alzar la mirada a los ojos del diablo y negando lentamente antes de volver la vista a los
bebés. —He pensado en hacerlos ascender con su madre, pero...

—...Por supuesto que no has podido. —Asintió lentamente, intentando comprender. Nunca
había tenido una situación así, pero intentaba empatizar con su esposo, incluso si era muy
difícil. Dio un paso más cerca de su niño y bajó la mirada, buscando la suya. —Dime lo que
quieres.

—Yo...estaba pensando en criarlos. —Su voz tembló, estaba notablemente nervioso. Se


mordió el labio inferior, aun viendo a los bebés. —Criarlos contigo. Ser...padres.43

No hubo contestación por unos largos segundos, tan solo se observaban fijamente, como si
eso fuese todo. Jungkook hubiese querido estar en la mente del diablo en aquel momento,
pero, desafortunadamente, no podía leerla. Al menos no la suya. Bajó la mirada,
avergonzado ante tal propuesta.1

Ser padres era una gran responsabilidad, y él lo sabía más que nadie. No solo por el hecho
de que sus trabajos los mantenía bastante ocupados, si no que ellos jamás envejecerían y,
claramente, los bebés sí. ¿Acaso debían de pasar por la misma locura de cuando Taehyung
quería volver inmortal a su niño favorito? ¿Serían capaces de soportar?

Lo más importante: ¿Serían buenos en la crianza? Jungkook apenas comenzaba a —


realmente-- madurar, y Taehyung hacía apenas un par de años que había aceptado el poder
amar, incluso siendo el rey del inframundo. Si, sonaba a una excusa debido a que ya había
pasado tiempo, pero comparado con mil años...

Jungkook no notó la mirada de Taehyung en la cuna. Éste observaba al bebé más pequeño,
el cual se había movido entre quejidos y sus ojitos se habían abierto. El color de éstos era
verdes, brillantes y con largas pestañas. Instantáneamente le recordó a la imagen del
azabache, cuando era tan solo un niño y lo perseguía por su antigua casa.1

—Está bien. —Dijo, provocando que Muerte alzara su mirada con rapidez, levemente
sonrojado. Taehyung llevó su mirada al rostro de su esposo, examinando su expresión
asombrada ante su respuesta. —Seamos sus padres.32

—¿Tú...en serio? ¿En serio quieres esto? —No evitó acercarse más, apoyando sus manos
en el pecho del diablo, sosteniéndose de él. Las manos repletas de anillos de Taehyung
fueron hacia la espalda del más bajo, sosteniéndolo mejor y asintiendo. —Por favor,
realmente necesito saber que quieres esto y no lo haces por mí.

—Lo hago por ti, pero quiero esto también. —Una lenta sonrisa de lado surgió en sus
labios. —Propongo que será entretenido. Sin embargo, hay cosas que debemos de hablar.

—Lo sé, y lo haremos. Sugiero ahora el llevarlos a casa, necesitan atención, no quiero que
enfermen. —Se inclinó en la cuna y, con cuidado, tomó en brazos al bebé más pequeño,
sosteniéndolo del cuerpo y cabeza. Lo acunó en su pecho mientras éste se quejaba
levemente. Jungkook lo observó con dulzura. —Sh, sh. Tranquilo, te tengo.8

Lo meció suavemente de un lado a otro, embobado con las preciosas facciones del niño.
Alzó la mirada por unos segundos, y se encontró con el diablo observándolo fijamente. No
podía descifrar aquella mirada por lo cual le sonrió tímidamente.

—¿Quieres cargarlo? Sería de mucha ayuda, no creo que pueda con los dos.

—No sé hacerlo.

Ésta sería la primera vez que Jungkook le enseñaría algo a su esposo. Satisfecho con aquel
pensamiento rondando por su cabeza, se acercó más, hasta casi estar pegado al diablo.3
—Está bien. Mira, pon tus brazos como yo. —Taehyung tardó tan solo unos segundos antes
de suspirar y hacerlo. Con mucho cuidado, el azabache le acomodó al niño en los brazos.
—Sostenlo contra tu pecho, se quedará tranquilo. Tiene frío, y tú eres cálido.

—Si tiene frío...deberíamos de conseguirle ropa. Una manta. —Comentó el arcángel con
algo de inseguridad en su voz, viendo fijamente al niño, analizándolo.

Jungkook se limitó a tomar al otro bebé, el cual lucía más despierto. Examinaba a Muerte
como si fuese algo de otro mundo mientras ésta lo sostenía dulcemente en sus brazos. El
azabache no pudo evitarlo y le dio un pequeño besito en la frente antes de alzar la mirada al
diablo, el cual continuaba embobado con el bebé en sus brazos.

—Vámonos.

Cuando llegaron a la casa, Jungkook se encargó de buscar mantas en el armario de su


habitación con Taehyung. Ambos se habían encargado de conseguir ese tipo de cosas
apenas se habían mudado a aquella bonita casa en las afueras de Moscú. Era un pueblo
pequeño, con mucho frío. Siempre nevaba, y las personas no socializaban tanto. Era lejano,
y desconocido. Todo lo que Jungkook y Taehyung buscaban.8

Jungkook sabía que no por ser Muerte iba a dejar sus intereses de lado como, por ejemplo,
oír música, escribir en sus cuadernos, ver caricaturas, etc. Tampoco dejaría de beber o
comer, aunque no era realmente necesario y el sabor había dejado de ser el mismo.
Taehyung no había tardado nada en dejar la casa perfecta, quería que su niño sintiese que
aquel era su hogar, pero no se daba cuenta que él también lo estaba sintiendo.

O tal vez se debía a que ambos estaban allí, y un hogar para ellos era donde sea que
ambos estuviesen juntos.
Taehyung se encontraba con ambos niños en brazos cuando Jungkook regresó con dos
mantas polares, sentándose en el sofá de la sala, a su lado, y ayudándolo a envolver a los
pequeños.

—Así, ahora sí... —Sostuvo a uno de ellos en sus brazos, levemente apoyado sobre su
esposo mientras ambos veían a los bebés, los cuales lucían más a gusto. El azabache alzó la
mirada, apoyando su mejilla en el hombro del diablo. —Necesito algunas cosas.

—Las conseguiré por ti.

—Biberones, pañales, toallas húmedas, talco, leche de fórmula, ropitas, cu... —Se detuvo al
ver el ceño del diablo levemente fruncido mientras lo veía fijamente. Sonrojado, negó. —
Podrías tú quedarte con los bebés, e ir yo.

Taehyung negó. —No, yo iré. No puede ser tan difícil.18

Le entregó al niño con suma delicadeza y se inclinó para besarle suave y rápidamente los
labios a su esposo, poniéndose de pie y desapareciendo en tan solo un parpadeo. Jungkook
aprovechó aquel tiempo para tomar la temperatura corporal de ambos bebés, y admirar las
facciones de éstos, suspirando profundamente.

¿Había escogido bien?

2003.1

Se puso de pie nuevamente, bajando el bajo escalón que llevaba al trono e inspeccionando
el escritorio de su esposo, observando los contratos apilados y tan solo dos esparcidos en la
mesa junto a una larga pluma negra y un pequeño frasco de tinta a un lado. Definitivamente
el despacho del diablo era algo muy elegante, y precioso. Jungkook solía ir luego de andar
de un lado para otro, y todo debido a que le era difícil despegarse de su esposo. De vez en
cuando, durante el día, necesitaba conversar sobre cosas cotidianas que pasaban.2
Y sentía que en aquel momento lo necesitaba más que nunca, pero... ¿Por qué lo evitaba?
Sentía un nudo en su garganta, unas profundas puntadas en su pecho y, de a ratos, sus ojos
se llenaban de lágrimas que nunca soltaba. Hacía mucho tiempo que no lloraba, lo cual era
bueno y malo a la vez al ser híper-sensible y cargar con todo. Sin embargo, sentía que
podría hacerlo más independiente, que podría tomar las cosas más a la ligera.

No era así.

Jungkook sabía que no debía de cambiar por nadie, pero muchas veces sentía que su llanto
era la debilidad de su esposo. También sentía que aquello provocaba que lo proteja
constantemente, lo cual no molestaba a Muerte, pero prefería aprender solo e
independizarse mucho más rápido, y que Taehyung no sintiese que dependía de éste.

Sus pensamientos fueron interrumpidos ante un llamado que lo hizo alzar las comisuras de
los labios lentamente.

Sus bebés lo necesitaban.8

Sin más, extendió su mano en dirección a la guadaña, y ésta viajó inmediatamente para ser
sostenida por su dueño el cual, segundos después, desapareció del infierno.

—¿Qué es esto?

—Es papá.

La parca movió la hoja que sostenía en sus manos en diferentes direcciones, frunciendo
levemente su ceño y analizando el dibujo con sus ojos antes de bajar la vista a su sobrino.

—¿Cual papá?

—¡Papá Taehyung, tío! ¿No ves sus dos ojos rojos? —Yugyeom acercó un poco más la
hoja para intentar observar el color, y en definitiva estaba allí. Sin embargo, no era una
forma en específico.13
—Soobin, eres un gran artista. —Asintió, fingiendo estar impresionado y observando la
emoción en el brillo de los ojos oscuros de su sobrino. —Definitivamente a tu papá le va a
gustar.18

—¡Lo sé! —Exclamó, emocionado y tomando el dibujo de nuevo. Lo llevó a su pecho y se


mantuvo observando fijamente a la nada por unos segundos antes de ver alrededor. Sentía
la paz que emanaba su padre justo en aquel lugar. —¡Papi! —Se dirigió felizmente al
azabache, el cual dejaba su guadaña en un rincón y se ponía de rodillas para recibir el
abrazo de su hijo.

—¡Hola, amor mío! ¡Te extrañé mucho! —Exclamó Muerte, masajeando la espalda del
pequeño niño y besándole el cabello antes de olfatear. Adoraba el aroma de sus bebés, lo
calmaban y era lo que más necesitaba en aquel momento. —¿Qué es eso que traes ahí?

Soobin se alejó un poco, relamiendo sus labios y extendiéndole el papel a su padre. —


¿Crees que le gustará a papá Taehyung? El tío me dijo que era un gran atrista.

—Artista, sí. Wow, Binie. Está hermoso. —Internamente pensaba en que debía de
advertirle a su esposo antes de verlo. No es que no le gustaban, Taehyung adoraba los
dibujos de su hijo y por eso tenían el refrigerador repleto de ellos. Sin embargo, podía ser
algo brusco al no comprender exactamente lo que veía. —A papá le va a encantar. —
Comentó, devolviéndole el dibujo y encaminándose hacia Yugyeom, sentándose a un lado
de éste y suspirando.

—¿Tuviste un día agotador? —La mejilla de Jungkook se ubicó en el hombro de la Parca,


la cual rió ante aquella opción y palmeó la cabeza de Muerte. —Te ves exhausto.

—Eso no es verdad. No he cambiado desde los diecinueve años. —Comentó,


enderezándose para ver a su mejor amigo, el cual también lo observaba. —Lo cual está
bien, porque he podido cambiar mi aspecto.

—Si te ves cansado. Yo te conozco, y sé cuándo te ves cansado. No vengas a acusarme de


metiroso, Jeon Jungkook.
El nombrado sonrió levemente, realmente intentando evitar su día de porquería. Negó,
queriendo que con aquel movimiento los feos pensamientos se fueran. —¿Dónde está
Yeonjun?3

—Durmiendo. —Jungkook suspiró, arrugando levemente su nariz. —Lucía exhausto. ¿Por


qué?

—No encuentra a su conejito. —Su mejor amigo asintió con la cabeza, soltando un "Oooh"
entre aquello, como si entendiese absolutamente la situación luego de aquello que
Jungkook había mencionado.

Su hijo de apenas cuatro años se la pasaba la mayor parte del tiempo callado, con su
conejito de peluche en brazos llamado "Dientitos". Se la pasaba más con éste que con su
hermano, el cual se ponía notablemente celoso por aquel hecho. El problema era que
Soobin era muy diferente a su hermano menor: Él pintaba todo el tiempo, y veía caricaturas
mientras hablaba sin parar. Yeonjun, en cambio, apenas y decía una palabra. Tan solo le
gustaba jugar a tomar el té con Dientitos y dormir muchísimo.

—Bueno, yo creo que se le pasará. ¿Quién de nosotros no perdió un peluche o juguete de


niños?

—Pero él realmente ama mucho a su conejo. Es su mejor amigo, y no quiero que pase por
eso. Quiero que él mismo decida dejar de jugar con él. -Se quejó Muerte mientras veía a su
mejor amigo levantarse del sofá. Su ceño se frunció levemente. —¿A dónde vas? No te
vayas...

—Debo regresar al trabajo, no eres el único atractivo ser sobrenatural con cosas por hacer.
—Bromeó, acomodando su cabello hacia un lado. Yugyeom, a diferencia de Jungkook, no
había cambiado ni un poquito. Entrecerró sus ojos a la vez que llevaba una de sus manos a
su nuca. —Oye, Jungkook. He estado pensando...

El silencio reinó por unos segundos en la habitación. Muerte se reincorporó al notar que
venía algo serio por la incomodidad de su mejor amigo.

—Yugy, ¿Qué sucede?


—Es solo...yo me preguntaba si podría ir a ver cómo está mi padre, y Jin. —Nuevamente el
silencio se hizo presente, lo único que se oía era el crayón de su hijo mayor raspando la
hoja, y las respiraciones de los tres. —Estaría escondido, sé perfectamente que hay reglas.

—Yugy...

—Jungkook, no hay nada de malo en lo que estoy diciendo. —Su ceño se frunció
levemente, negando un poquito con su cabeza. —Tan solo voy a verlos, no a dejar que me
vean.

—Ese no es el problema, pero esto me ha pasado anteriormente. El deseo de saludarlos,


abrazarlos...va a hacerte perder. Inevitablemente, vas a hacerlo, y no sabes cómo
reaccionarán.

—Inevitablemente voy a querer ir a verlos.

—Yugy, todos en nuestro pueblo creen que estás muerto. —Jungkook se puso de pie,
hablando más calmado al notar la molestia en la Parca. Lo comprendía, absolutamente lo
hacía...pero habían reglas con las cuales lidiar si se era inmortal. —Tu padre ha visto tu
cadáver hecho pedazos, no va a creer que su hijo sigue vivo, y de la misma manera. Puede
salir mal, y más aun siendo mayor de edad.

—No puedes simplemente suponer cosas, Kook.

—No estoy suponiendo. Comprendo completamente.

—No lo haces realmente. Tú si tienes a alguien con quien pasar la eternidad, necesito que
comprendas eso.

Jungkook intentó mantener el nudo en la garganta. ¿Qué quería decir con eso?

—Si. Tengo a Taehyung, y a ti. Tú siempre estarás incluido. ¿Tú no me tienes a mí?

—No es lo mismo, y lo sabes. Quiero ver a mi padre, lo necesito. Entiéndeme, quiero que
sepa que estoy bien, que no he tenido un horrible final. ¿Te das una idea de lo que debe
pensar? ¿Lo que debe sentir, Jungkook? Por supuesto, no lo haces. Por ahora.7
La boca de Muerte se entreabrió al entender aquello último, y la Parca palideció más de lo
que estaba al notar la estupidez que había dicho.

"Por ahora." Por supuesto, porque Jungkook algún día perdería a sus bebés. Ellos
crecerían, se harían ancianos y morirían. Él tendría que recoger sus cuerpos, y hacer
descender sus almas. Despedirse de ellos para siempre.3

Una sensación punzante se hizo presente en su pecho mientras observaba dolido el rostro de
su mejor amigo.

—Jungkook, yo-...joder, perdóname.

Muerte observó de reojo como su precioso hijo los observaba, con crayón verde en mano y
cabello rubio platinado y levemente corto despeinado.

—Binie, ve a tu cuarto y no hagas ruido, tu hermanito duerme.

—Si... —El niño se puso de pie rápidamente, comenzando a juntar las hojas de manera
apresurada y torpe, pegándolas a su pecho antes de tomar la caja de crayones y caminar
apresuradamente hacia el pasillo que guiaba a su cuarto. Se oían sus pasitos y, a
continuación, una puerta abriéndose y cerrándose.

—Jungkook, no quise-

—Ve a verlos. —Lo interrumpió Muerte, habiendo tenido un pequeño tiempo para
calmarse cuando su hijo tomaba sus cosas para irse. No debía enojarse, debía de
comprender. —Pero recuerda que te advertí. Espero que todo esté bien.

—¿Quieres que vaya a ver a tu familia?

—No. —Respondió con rapidez, firmemente mientras lo observaba fijamente a los ojos. —
Esta es mi familia ahora, y es a la única familia que puedes venir a ver, cuando quieras.

—Soy parte de esta familia. —Agregó Yugyeom.

—Es bueno que lo sepas, Yugy. —Jungkook sonrió débilmente de lado, alzando una
comisura de sus labios. Asintió con la cabeza hacia una dirección. —Ve, luego cuéntame
cómo te fue.
—Realmente lo siento, no quise decir aquella estupidez. —Se disculpó rápidamente,
negando. —¿Soobin y Yeonjun? ¿Tú? Ustedes son parte de mí. Daría mi vida nuevamente
por mantenerlos con nosotros por siempre.

—Y yo lo sé, es por eso que no debes de preocuparte. No estoy enojado. —Dio unos pasos
hacia atrás, rodeando el sofá y caminando muy lentamente hacia la cocina. —No hay de
qué preocuparse, Yugy. Vuelve luego, y dime que tal estuvo todo.1

Su mejor amigo tan solo lo observó fijamente, asintiendo con duda antes de desaparecer en
tan solo un parpadeo. Jungkook finalmente llegó a la cocina y apoyó sus manos sobre una
de las encimeras. Sentía sus piernas temblar y la marca en su brazo arder. Nunca se había
guardado nada tan grande, nunca se había aguantado tanto dolor, el cual claramente lo
estaba superando poco a poco.

Cerró sus ojos con fuerza. ¿Cómo haría para volver a repetir aquella situación con sus
hijos? ¿Cómo haría para llevarse el alma de sus dos bebés cuando llegue el tiempo? Habían
hablado aquello con Taehyung apenas los habían llevado a la casa, y se habían puesto de
acuerdo en que no dejarían que les afectara. A Jungkook no le afectaba...6

...hasta ahora.

Accidentalmente comenzó a emanar más energía de lo normal, y fue inevitable no provocar


que la luz de aquel cuarto se intensifique hasta que el foco de la lámpara estalle en mil
pedazos.

Tragó saliva, frustrado mientras pasaba sus manitos por su cabello, haciéndolo hacia atrás.
Aún no controlaba del todo sus poderes, y era humillante debido a que ya habían pasado
años. Al principio, cuando Taehyung lo besaba como a él le gustaba, o ambos se volvían un
descontrol en la cama, la energía en el cuerpo de Jungkook descontrolaba todo a su
alrededor, y debían de volver las cosas más tranquilas. A Taehyung le causaba gracia, pero
para Muerte aquello era irritante, y lo había querido cambiar rápidamente, más aún que
ahora tenían dos niños pequeños en la casa, los cuales podrían lastimarse.
Rápidamente tomó una escoba y pala, comenzando a juntar los cristales en el suelo,
dejándolos dentro del cesto de basura. Debía calmarse, debía distraer su cabeza. No podía
simplemente estallar... ¿O sí?

—¿Papi? —Su hijo mayor dibujaba una flor enorme sobre una hoja arrugada,
tranquilamente en el suelo, con sus crayones esparcidos sobre la alfombra frente al sofá y
su pijama puesto. Había dormido una siesta, y era ya la tarde, lo cual significaba dos cosas:
Merienda y llegada de Taehyung.

Jungkook sostenía a su hijo pequeño en brazos, el cual estaba mitad dormido y despierto,
con su rostro oculto en el pecho de su padre y su cabello oscuro, ya un poco más largo,
completamente despeinado. Muerte le acariciaba la espalda, consolándolo. Su hijo lucía
triste, y seguramente era debido Dientitos. Sabía que pasaría, pero verlo así le rompía el
corazón.

—¿Si, mi amor?

Soobin dejó sus crayones, enderezándose y quedando de rodillas para ver mejor a su papá.
—Siempre he tenido una pregunta.

—Está bien, puedes decirme.

—¿Por qué papá y tú tienen cama si no duermen?10

La mano de Jungkook dejó de acariciar la espalda de su hijo, retomándolo cuando éste


último se quejó, al borde del llanto. El calor se había instalado en sus pómulos, y la
vergüenza había hecho que su mirada fuese hacia otro lado.21

—Es que...y-yo... —Rió nerviosamente, tragando saliva. ¿Qué debería de decir? —...a
nosotros nos gusta fingir que dormimos.3
Soobin permaneció viendo a su padre por unos segundos, tan solo parpadeando lentamente
mientras su ceño se fruncía un poquito, ladeando su cabeza. —... ¿Y eso por qué?

La boca de Jungkook permanecía cerrada, pensando exactamente en qué decir. Soobin era
un niño muy inteligente, definitivamente no le creería. Estaba a punto de comenzar a entrar
en pánico, pero su esposo lo salvó, apareciendo en el medio de la sala.

—¡Papá! —Soobin se puso de pie rápidamente y corrió hacia el diablo, el cual se inclinó
tan solo para tomarlo en brazos. —¡Yo te extrañé mucho! —Exclamó su hijo antes de darle
un beso en la mejilla y abrazarlo más fuerte.

—¿Ah, sí? —Taehyung sonreía de lado, tan solo alzando una comisura de sus labios
mientras le era inevitable olfatear el cabello de Soobin. Ambos hacían aquello con sus
hijos. De alguna u otra forma, los calmaba. —Yo también los eché de menos.

—Papá, ¿Por qué finges dormir con papá Jungkook? —Nuevamente, el silencio se hizo
presente en la habitación, junto con la notable incomodidad del castaño, el cual bajó la
mirada cuando el diablo llevó su mirada a éste.

Nuevamente observó al niño, demostrando confusión con su ceño fruncido. —¿Quién te


dijo eso?

—Estaba preguntándole a papá porqué tienen cama en su cuarto si ustedes no duermen. —


Explicó el niño mientras Taehyung nuevamente lo dejaba en el suelo, con una lenta sonrosa
ladina formándose en sus labios. —Me dijo que les gustaba fingir que dormían.4

—Con que eso te dijo, ¿eh? —Nuevamente, su mirada estaba sobre Muerte, la cual llevaba
las mejillas notablemente sonrojadas y acariciaba el cabello de su hijo menor, el cual
llevaba en brazos. Regresó la mirada al pequeño de ojos oscuros y curiosos, asintiendo. —
Cierto.

—¿Y eso por qué?

—Mh, últimamente no dejas de preguntar el "por qué" de todo. —Se quejó el arcángel,
caminando hacia Jungkook y dejando un beso en su frente antes de quitarle a su hijo menor
de entre los brazos. —Te has vuelto muy curioso, Soobin.
El niño se encogió levemente de hombros mientras fruncía levemente su ceño, caminando
nuevamente hacia sus dibujos. —La maestra Sana ha pedido de tarea que dibujemos la
casa.

—Esa maestra tuya es una chismosa. —Bufó el diablo luego de olfatear el cabello de
Yeonjun, el cual se aferraba al cuello de su padre con fuerza y continuaba intentando
dormir. —Voy a tener que ir a hablar con ella.2

Los ojos de Soobin se abrieron de par en par antes de ver a Jungkook y comenzar a negar.
Muerte rio sin ganas, negando rápidamente.

—Papá bromea, Binie. ¿Por qué mejor no sigues dibujando luego? Voy a prepararte algo de
merendar a ti y a tu hermano.

—Sí, está bien. —Dijo, comenzando a acomodar sus hojas y crayones. —¡Oh! Papá Tae,
tengo una sop...sor...sorprersa para ti. Aún no está lista, así que prepárate, ¿Si?

—Esperaré ansioso. —Comentó el diablo, viendo a su hijo mayor correr hacia el sofá
mientras su esposo se levantaba de éste.

—Papi, ¿Me prendes la tele, por favor?

—Sí, mi amor.

Estuvo a punto de dirigirse hacia la televisión, pero el cuerpo del diablo se puso delante,
cerca, sosteniendo a su hijo menor con un brazo y usando su mano libre para tomar el
mentón de su niño favorito.

—Primero esto. —Dijo antes de tomar aquellos labios suaves y gruesos en un lento y breve
beso. Los ojos de Muerte se cerraron, y un leve suspirito salió de su nariz. Esto era lo que
buscaba, esta calma en específico.

Ambos se apartaron y se observaron en silencio por un breve momento antes de continuar


con sus tareas: Jungkook encendió la televisión, poniéndole caricaturas a sus hijos mientras
Taehyung dejaba en el sofá a Yeonjun, el cual ya había despertado y abrazaba el brazo de
su hermano mayor, reemplazando a su peluche de conejo con éste.
La música de introducción de Tom y Jerry se hizo presente, provocando que Jungkook
volteara con rapidez a ver la televisión, deteniéndose en medio camino. Se visualizó a sí
mismo a los dieciocho años, merendando el té con tostadas que su madre solía prepararle.
Era su momento más feliz, porque se sentía completamente mimado por su progenitora, y la
casa estaba sola a excepción de su hermana en su cuarto. Era una de las únicas veces donde
su padre no estaba para provocar caos, o para cambiar la personalidad de Mi-Suk.

—¿Jungkook?

Nuevamente, sus piernas y manos comenzaban a temblar. Apretó sus labios con fuerza,
haciendo su mayor intento para contener las lágrimas. La televisión comenzó a hacer
interferencia y la tensión de la luz bajaba y subía notablemente. Los niños vieron a su
alrededor con confusión a la vez que Taehyung se acercaba a su esposo, tomándolo de los
brazos.6

—¿Qué ocurre? —Su voz sonó baja, y sus ojos se volvieron de un color bordó, con sus
pupilas dilatadas. —¿Quién te dañó? Dime su nombre, voy a acabarlo.

Jungkook negó rápidamente, viendo con nerviosismo en dirección al sofá. Sus dos hijos
observaban a Taehyung entre confundidos y asustados. Muerte tomó una profunda y lenta
respiración, notando las luces volver a la normalidad y la distorsión en la televisión cesar.
Soobin y Yeonjun regresaron su vista a ésta, y el mayor de ambos suspiró de alivio
mientras su brazo era más aferrado por su hermano menor.

El diablo vio a los niños unos segundos antes de volver a ver a su esposo, con su mandíbula
tensa tomándolo de la muñeca sin presionar ni un poco, caminando hasta adentrarse a la
cocina y cerrar la puerta detrás.

Aquello provocó que toda la fuerza de voluntad que Muerte acumulaba se derrumbara en
menos de un segundo. Un sollozo fuerte y doloroso salió de sus labios a la par que el
arcángel lo envolvía con sus brazos, permitiéndole llorar en su pecho. Le abrazaba con la
fuerza necesaria, olfateaba su cabello y pasaba sus dedos repletos de anillos de oro por su
espalda, acariciando. El llanto continuaba, siendo silenciado ante la boca del más bajo
contra el pecho del más alto. Taehyung posicionó su mentón en la cabeza de su niño
favorito, tan solo sosteniéndolo al notar sus piernas temblar.
Los minutos pasaban. Cuando Jungkook sentía el poder irradiar ante el dolor en su pecho y
las luces bajar, tomaba una profunda respiración, calmándose. Sin embargo, no pensaba
parar, porque no pensaba volver a sentirse así de mal nunca jamás.

Taehyung lo apartó tan solo un poquito, tomándole el rostro entre sus manos y alzándolo
tan solo un poco. Le pasó el pulgar por los ojos, limpiando sus lágrimas, y ambos se vieron
fijamente antes de que Jungkook bajara la mirada, aún con lágrimas cayendo por sus
mejillas.

El silencio continuó por unos pocos segundos antes de que Jungkook tragara saliva con
fuerza.

—Tuve mi primer trabajo personal hoy. —Tan solo dijo, con su voz quebrada. Taehyung lo
comprendió en tan solo un segundo, y fue de inmediato que lo atrajo a su pecho. Se
imaginaba quién podría ser.9

Los trabajos personales eran los peores. El diablo se lo había comentado a su esposo apenas
este comenzó a ser la décima y última Muerte: Al principio Jungkook tenía trabajos
pequeños, como recoger tan solo un alma, o dos. Luego, debía de hacerse a un lado. Tan
solo las Parcas se encargaban de eso, Muerte era asignada para cuando sucedían catástrofes
con mayor número de almas buscando ascender, debido a la mayor cantidad de poder.

Sin embargo, Jungkook podría sentir cuando alguien con una fuerte conexión a él esté a
punto de morir.

Y eso fue justamente lo que sucedió.

Horas atrás.

En tan solo un parpadeo, se encontraba dentro de aquella habitación, en la cual no había


estado durante un largo tiempo. El último recuerdo que tenía en ésta era él luchando contra
su padre, el cual quería desesperadamente quemarlo con un cigarro, supuestamente
buscando enseñarle una lección. Ahora, todo estaba oscuro a excepción de la luz entrando
por la ventana detrás de la cama, en la cual yacía Jeon Mi-Suk, avejentada y con muy pocas
fuerzas.

Los ojos de Muerte estaban abiertos de par en par, con lágrimas llenándolos mientras
examinaba cada cosa de su progenitora: Las arrugas, el cabello blanco, sus delicadas y
bonitas manos sobre su pecho, presionando levemente. Su ceño estaba algo fruncido, como
si sintiese dolor, y sus ojos estaban cerrados. Dio un paso, pero retrocedió
nuevamente. ¿Esa era...? ¿Esa era su mamá? De pronto, no supo si había sido la mejor de
las ideas prohibir a las Parcas tomar aquel trabajo. Era su primer trabajo personal, y
definitivamente no podía ser peor.

Él tomaba completamente normal la muerte de las personas, porque sabía que estarían bien,
sabía que todo era bueno a donde iban, y ni siquiera recordarían el dolor que pasaron
anteriormente, pero...enfrentar su pasado nuevamente y ver luego de años a una de las
personas que más amaba...eso era algo que definitivamente se esperaba, pero no tan pronto.

Suspiró profunda y temblorosamente, comenzando a dar lentos pesos hacia un lado de la


cama. El ceño de Mi-Suk dejó de fruncirse, el dolor en el pecho yéndose ante la paz que
traía la presencia de su hijo, el cual lentamente se sentó en un pequeño espacio de la cama,
del lado de su madre. La observó, tragando todo sentimiento malo. Debía de reprimirlo,
debía de hacerla sentir bien. Suspiró profundamente, y el ruido de su respiración provocó
que los preciosos ojos verdes de la mujer se abrieran lentamente.

Las miradas de ambos se encontraron, un jadeo casi inaudible salió de entre los labios de la
mujer a la vez que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, brillando. Una de sus manos
se levantó, temblorosa, hasta llegar a la mejilla de Muerte, acunándola. Jungkook ladeó
levemente su cabeza, cerrando sus ojitos ante el toque y sin poder evitar que una lágrima
fluyera por su mejilla.12

—Oh, mi bebé... —Habló débilmente, sin poder evitar sollozar, regalándole una sonrisa.
Los ojos de Jungkook se abrieron, sonriéndole dulcemente entre lágrimas, tocando la mano
de su madre y depositando un besito en su palma. —... ¿Estoy soñando?
Eso rompió el corazón de Muerte. Sollozó entre una risita, negando lentamente antes de
limpiar sus mejillas con su mano libre, sorbiendo su naricita y observando con todo el amor
del mundo a la mujer en la cama.

—N-No....soy yo. Soy real.

Mi-Suk suspiró, negando, pero aun sonriendo mientras le apretaba la mano con suavidad. -
Sé que no. Si lo fueses, lucirías mayor.

—Han pasado muchas cosas, mami, pero...realmente soy yo. Realmente estoy aquí. —
Asintió rápidamente, mordiendo su labio inferior mientras la mujer continuaba
inspeccionando los detalles del rostro de su hijo.

El labio inferior de ésta tembló, y Jungkook no pudo evitar refugiar su rostro en el dorso de
la mano de su progenitora, cerrando sus ojitos y sollozando.

—Sé que nunca podrás perdonarme...pero lo siento mucho. —Tembló ante la tensión en su
cuerpo.

—Oh, mi amor... —Tiró débilmente de su hijo, y éste se posicionó tan solo un poquito
sobre su madre, con cuidado de no aplastarla, devolviéndole el abrazo que la mujer le daba.

Se mantuvieron así por unos segundos, llorando silenciosamente. Honestamente, ninguno


de ellos podía creer que aquello estuviese pasando. Mi-Suk comenzaba a creerlo, debido a
que podía recordar aquella charla que tuvo por última vez con su hijo, en la cual le contaba
todo lo que había sucedido, e incluía muchas cosas sobrenaturales. Ahora, sabía que aquello
era verdad, pero no quería interrogar, tan solo quería disfrutar el poco tiempo que le
quedaba

Ambos se alejaron, y Jungkook limpió las lágrimas en las mejillas de la mujer, la cual no
paraba de sonreír, respirando con dificultad.

—Escúchame...te he buscado por años. —Jungkook no evitó fruncir levemente su ceño ante
las fuertes puntadas en su pecho. —No lo creía al principio, pero luego me di cuenta que
los años pasaron...y no te culpé. Cielo, yo jamás te culparía. Luego de todo lo que te hemos
hecho pasar...
Muerte negó rápidamente. —No, tú no me has hecho pasar nada. Lo único que tengo de ti
son recuerdos buenos. —Susurró, muy seguro. Su madre había hecho su vida soportable, a
pesar de todas las cosas. Sabía que ésta era muy manipulada por Seung, y que le tenía
miedo. —Mamá... ¿Y papá? ¿Yi-Seul?4

—Tu hermana se ha mudado a Londres, tiene su propia familia. Tu padre...bueno, poco


después de tu desaparición, se esfumó. No sé exactamente a dónde fue.11

Jungkook sentía como, con cada palabra, el aire se le iba. ¿Su madre había permanecido
sola todo ese tiempo? ¿No había parado de buscarlo? ¿Había sido tan egoísta de rehacer
su vida suponiendo cosas que no eran mientras Jeon Mi-Suk permanecía en su casa,
completamente sola y preguntándose donde estaba su hijo? Efectivamente.

Notó la respiración de su madre atascarse por un segundo antes de volverse un poco rápida,
con su mano yendo a su pecho. Jungkook rápidamente la vio de arriba abajo. Notó el área
del pecho rasgada, supo de inmediato gracias a sus poderes el que su madre tenía algo malo
en su corazón.

Sorbió su nariz, dejando de llorar. —¿Quieres que te cure? Puedo curarte.

Mi-Suk negó lentamente. —No...estoy cansada, amor. Solo quiero dormir.

—Mamá, no he venido aquí para hacerte dormir. —Le acarició el cabello, peinándolo hacia
atrás. —¿Hace cuánto tiempo estás así? ¿P-Por qué no has llamado a nadie?

—Eso no importa. —Susurró la mujer en un tono dulce, negando lentamente. Observó a su


hijo fijamente por unos segundos. —Solo quiero descansar, ya he terminado.

El niño tragó saliva con fuerza. —... ¿Eso es lo que quieres? —La mujer asintió lentamente,
provocando que los ojitos de Muerte se cerraran. Respiró profundamente, juntando fuerzas.
—¿E-Estás segura?

—Lo estoy. Finalmente te he encontrado, ya puedo descansar. —Dijo, observando a los


ojos a su hijo cuando este los abrió. —Te amo, Jungkook. Te amo demasiado.38
—Yo te amo más. —Su voz salió entrecortada y, tomando todo el valor del mundo para
decir adiós, se inclinó sobre su madre, sosteniéndole la mano firmemente antes de dejar un
lento y casto beso en su frente.

El cuerpo permaneció quieto, ya sin vida. Jungkook observó éste por unos segundos antes
de voltearse. Una Parca estaba de pie junto al alma de su madre. Mi-Suk lo observó
fijamente, dándole la sonrisa más bonita que Muerte había visto en su vida antes de
desaparecer.

La leve sonrisita en la boca de Jungkook se borró lentamente, con su ceño frunciéndose. De


golpe, caía en la realidad: Había finalizado con el dolor de Mi-Suk, dolor el cual fue más
por su causa que por otra cosa. La había dejado sola, cuando ella jamás lo hizo y siempre
intentó darle todo lo posible. Llevó su mirada rápidamente al cuerpo sin alma, y la tomó de
los hombros.

—No, no. —La sacudió levemente. -Despierta. Despierta, despierta. —¿Mami? —Sus
manos comenzaron a temblar, y se puso rápidamente de pie, dando unos pasos hacia atrás y
aún con sus manos en la misma posición.

Su respiración se atacaba mientras las lágrimas caían. Si, se había ido, y todo estaba
bien...pero no lo había estado por un largo tiempo. Simplemente no podía soportar cargar
con ello. La ira llegó a su interior, y soltó un fuerte grito que rompió cristales y movió
muebles.

Agitó su capa al girar sobre sus pies, viendo firmemente al frente, pero extendiendo su
mano hacia un costado, sintiendo la guadaña llegar a ésta. Continuó caminando por la casa,
con el semblante serio y pasos firmes y fuertes. Llegó a la escalera, bajándola con decisión.
Ni siquiera permitió que los recuerdos de aquella pesadilla de noche llegaran a su mente,
porque tenía trabajo que hacer.

Ya en la sala, se dirigió hacia el teléfono que estaba en una mesa, en el rincón del lugar.
Afortunadamente había una libreta a un lado con números de teléfono, y no fue difícil
encontrar el de su hermana. Tomó el tubo, llevándolo a un lado de su rostro y marcó el
número que leía en la libreta. El sonido de espera se hizo presente antes de que una voz
dulce y conocida surgiera:
—¿Hola?

—Señorita Jeon, siento molestarla. —Tragó saliva, presionando el tubo del teléfono con
fuerza. —Soy el vecino de su madre.

—... ¿Algo ha pasado? —La voz le tembló.

—Lo siento mucho, he encontrado...su cuerpo. El vecindario estaba preocupado, decidimos


llamar a la policía. Fue reciente.

Una respiración agitada se oyó al otro lado, una voz irreconocible haciéndole preguntas a la
adulta. —N-No... ¿Quién es usted?

—Lo siento mucho. —Y colgó, ignorando las preguntas.

Un suspiro profundo salió de sus labios antes de hacer la llamada a una ambulancia.
Permaneció en el sofá sentado, invisible para los demás cuando fueron a buscar a su madre,
y finalmente se fue. No quería ver a su padre, ni enterarse si su padre aparecería
mágicamente. No quería nada.

Solo quería ir a un lugar tranquilo, donde no tuviese que ver a nadie...y sabía dónde estaba
eso.

Ahora.

—Tú y yo sabemos que ella está bien ahora. Todo el dolor se ha ido, todo-

—No es por eso. —Muerte negó, intentando soportar los sollozos mientras aferraba sus
manitos a la camiseta del diablo. —Todo el dolor se borró para ella, pero la culpa que
siento en mi interior...permanecerá por siempre. Ella ha estado tan sola, y me ha buscado
por años...probablemente me creyó muerto. Tuvo que soportar ese dolor, ¿Te imaginas...?
¿Te imaginas algo así con nuestros hijos?4
—No, no lo imagino. —La mandíbula del diablo se tensó ante la imagen en su mente. Él
jamás permitiría que algo así les pasara a sus hijos, ni a su esposo.

—C-Cuando nosotros hablamos sobre tener a Binie y Yeonjun, concordamos en mantener


la calma cuando llegara su hora. Haríamos ascender sus almas, y los iríamos a ver siempre,
pero...

Taehyung tragó saliva, envolviendo mejor la cintura de su niño favorito. Ahora lo


comprendía con totalidad. —Pero no creíste que sería tan difícil como decirlo hasta ahora
que te ha sucedido con tu madre. —Ante el temblor en el cuerpo de Jungkook comenzando,
lo atrajo más cerca, con sus pechos chocando. —Niño, yo haría lo que sea por ti. Sabes eso,
¿Verdad?7

—S-Sí.

Le alzó el mentón nuevamente para dejar un suave y lento beso en sus labios, buscando
curarlo, demostrarle que no estaba solo. Si tan solo pudiese hacerlo con tan solo sus
poderes, no lo dudaría. Se apartó, y sus narices se rozaron.

—Y si quieres que busque una forma de volver a nuestros niños inmortales, lo haré. Pero
no voy a hacerlo si es arriesgado para ellos, ni tampoco si no lo deciden. Dejaremos que
crezcan, y les preguntaremos. Yo tampoco los quiero lejos. —Le acarició la cintura antes
de besarle pausadamente. —A veces lo olvido, que esto no siempre va a ser así. Se me
olvida...nunca tuve algo así.

—¿Te gusta esto? Siempre estuve preocupado...de que no sea exactamente lo que
esperabas.

—No lo esperaba, en eso tienes razón. Sin embargo...no me desagrada. Me gusta. Ha


pasado tiempo... —Quiso dar a entender con aquello algo que Jungkook realmente deseaba
escuchar, pero jamás presionaría.

Taehyung era afectuoso, pero no tanto verbalmente. No le salía expresar lo que sentía, y
Jungkook comprendía completamente aquello. No hizo falta, tan solo lo observó por unos
pequeños segundos antes de alzar más su rostro y dejar un pequeño beso en los labios del
diablo.
—Gracias por siempre apoyarme. Te amo...

—Te amo.

Cerró sus ojitos cuando nuevamente sus labios fueron tomados por los del arcángel, el cual
los acariciaba con lentitud y ganas, iniciando un beso profundo. Los brazos de éste
envolvían bien a su esposo, apegándolo a él mientras ladeaban sus cabezas en direcciones
contrarias. Jungkook se sentía completa y absolutamente mimado, y aunque su día no
mejoraría, podría estar estable.

Se apartaron al oír la voz de su hijo mayor llamarlos con entusiasmo. La puerta se abrió
mientras ambos entraban dando brincos, con Soobin apuntando a su hermano menor, el
cual alzaba al aire a su conejito de peluche y llevaba una sonrisita en sus labios.

—¡Encontramos a Dientitos! ¿Adivina dónde estaba, papá? ¡Estaba debajo del sofá! —
Exclamó Soobin, jalando suavemente su cabello rubio ante la emoción.5

—¡Wow! Son tan inteligentes. —Jungkook se inclinó y tomó a Yeonjun en brazos, sin
poder evitar soltar una risita al ver a su bebé tan feliz. Le besó ruidosamente la mejilla. —
Te amo, Yeonjun. A Dientitos también lo amamos.

—¿Y a mí? —El pequeño de ojos oscuros preguntó aquello con algo de temor, el cual de
inmediato se esfumó al ser tomado en brazos por su otro padre.

—Por supuesto. Entonces... ¿Cuál era mi sorpresa?

—¡Oh, cierto! ¡Tu soprersa! —Agitó sus piernitas, buscando que Taehyung lo bajara y,
cuando finalmente lo hizo, corrió nuevamente hacia la sala. —¡Ven, papá Tae!

—¿Qué dices? ¿Me ayudan tú y Dientitos a preparar la merienda? —Yeonjun asintió


lentamente, aun aferrando en su pecho a su peluche. Jungkook lo sentó en la encimera y
comenzó a preparar todo.

Taehyung se dirigió hacia la sala, donde su hijo buscaba entre sus dibujos uno en especial.
El pequeño observó la hoja por unos segundos antes de pegarla contra su pecho y girarse
hacia su padre, acercándose. Se la tendió y el diablo no dudó en tomarla, girándola para
verla y mantenerse así por unos segundos.
—¿Qué es? —Preguntó, confuso.

Soobin entreabrió sus labios, luciendo un poco indignado antes de suspirar. —¡Papá! —
Exclamó, algo irritado. ¡Todos le habían hecho la misma pregunta! —¡Eres tú dibujado!
¡Eres igual al tío! Él preguntó lo mismo.9

—Oooh. —Se mantuvo viendo el dibujo. Era una especie de mancha negra, con puntos
rojos entre medio y garabatos. —Luzco bien.5

—Papá, no me mientas. —Un pucherito comenzó a hacerse presente en su labio inferior a


la vez que el diablo lo observaba y fruncía su ceño. Aún no sabía cómo lidiar con el llanto
de sus bebés, lo ponía nervioso. —No te gustó.

—Soobin, sí me gusta. —Se acercó al niño y lo tomó en brazos, sintiendo como ocultaba el
rostro en su hombro derecho. —No lo entendía, pero ahora sí porque me lo explicaste. Eres
un artista tétrico. —Se dirigió cargando al niño hacia el refrigerador y tomó un imán que
quedaba libre, colgando el nuevo dibujo en la puerta del congelador. —Ahora sí.

Soobin apartó el rostro del hombro de su papá, viendo al refrigerador antes de regresar la
vista al diablo. Tenía los ojos cristalizados, y el leve pucherito continuaba presente en su
labio inferior.

—¿Realmente te gusta, papá?

Taehyung le peinó el cabello hacia atrás, haciendo un intento de bajarlo un poco. —Por
supuesto. A mí me agrada tu arte, mocoso. Es muy poco común y cobra sentido cuando lo
explicas. Voy a conseguirte más cosas hoy, para que puedas pintar con elementos
diferentes.

—¿Emelentos?8

—Elementos. Te los enseñaré apenas los tenga. —Dirigió su atención a Jungkook saliendo
de la cocina, sosteniendo una bandeja mediana la cual llevaba dos pequeñas tazas con
chocolate caliente y galletitas de vainilla, rellenas. —Ahora deja de pensar tonterías y ve a
merendar. —Puso su rostro, y Soobin le besó la mejilla antes de bajar de los brazos de su
padre y correr hacia el sofá, mucho más feliz.
Muerte posicionaba la bandeja en la mesa ratona que se encontraba frente al sofá, y ambos
niños veían Tom y Jerry. Taehyung se acercó a Jungkook al notar su mirada perdida en
algún lugar de la habitación, sumergido en sus pensamientos, y lo abrazó por detrás,
brindándole apoyo indirectamente mientras veían a sus niños.

El día había pasado, los menores habían cenado y se habían ido a la cama. Jungkook y
Taehyung hicieron lo mismo luego de apagar las luces. Ambos en la cama, con poca ropa y
acurrucados. Muerte había hablado con Yugyeom antes de dormir, y todo estaba
absolutamente bien entre ellos. Aquello era lo que siempre había necesitado: paz,
tranquilidad y compañía.+

El rey del inframundo había cumplido su promesa con el rey de la muerte:

Taehyung lo hacía sentir pleno, y amado. El diablo había cumplido con su parte del trato, y
la mejor parte...

...la mejor parte era que, pese a algunos inconvenientes, ambos sabían que sería de aquella
forma por una larga eternidad.

ᴇxᴛʀᴀ ɪ

"El otro lado"

1986

Para ser un simple cajero en un supermercado de Doncaster, un pueblo bastante pequeño


y algo fantasmal, en donde todos se conocían y compartían las mismas creencias, su vida
no iba tan mal.
Todas las mañanas se despertaba con el maldito gallo de despertador, y mientras su
preciosa abuela preparaba el desayuno, él reproducía su canción favorita. A veces sentía
que ya no era su canción favorita, sino una parte de él. Se la pasaba cantando el mismo
verso, la repetía una y otra vez sin duda alguna, y las personas que lo conocían, como su
mejor amigo, rogaban a Dios y todos los santos existentes que aquella tortura acabara.

Tal vez lo demás no lo comprendían realmente: Aquella canción era con la que Kim
Taehyung quería bailar hasta el cansancio, la que quería oír en una situación donde él
saliese victorioso y otro —probablemente el prestamista del pueblo, al cual le debía
bastante dinero— quedara boquiabierto.19

Pero lo más importante es que era la única canción la cual podría escuchar y no tendría
nada religioso de por medio. Últimamente los adolescentes estaban más rebeldes, pero, al
menos en donde él vivía, era uno de los pocos que no le prestaba tanta atención a la
religión. Su abuela estaba de acuerdo, ella creía que no había que vivir de la iglesia para
amar a Dios. Taehyung no estaba muy seguro de amar a Dios, y eso lo ponía terriblemente
nervioso, incluso a sus veintidós años de edad. La gente podía ser muy persuasiva.

Últimamente no le tenía miedo a la supuesta ira de Dios, y todo se debía a que no solo no
estaba seguro de amar a éste, si no que sentía atracción por personas de su mismo género
lo cual, según la gente de la iglesia en su pueblo, no estaba nada bien. Él no podía
evitarlo, le atraían y eso era todo. Se lo había comentado a su abuela, y esta le había dicho
que ya era una persona adulta y que hiciera lo que quisiera.

Tal vez fue un castigo para ésta, o para Taehyung —realmente no estaba seguro— pero,
meses después, su pequeña abuela enfermó del corazón, y dependía de un medicamento
para continuar viviendo en buenas condiciones, y por un tiempo más.

Taehyung nunca quiso tanto tener a alguien más que aquella mujer, a alguien más que lo
contuviera, que le prestara dinero de manera paciente. Un milagro, lo que sea. No siempre
tenían el dinero suficiente, él era el único trabajando y tenía que hacer muchas más cosas
en el supermercado para poder comprar el medicamento y que le alcanzara para otras
cosas necesarias.
Pero últimamente todo era realmente agotador. Necesitaba dormir, y no podía conciliar el
sueño durante las noches hasta que se hacía la madrugada. Dormía cuatro horas todos los
días sabiendo que, tarde o temprano, el cansancio del trabajo y el agotamiento del
insomnio harían su efecto. ¿Quién cuidaría a su abuela en ese entonces? No podía dejarla
morir.

Pero Taehyung cometió un error, y uno muy grande.

Aquel día se había despertado tres horas después del horario de entrada en el trabajo.
Nunca había corrido tan rápido en su vida, y aunque su abuela intentaba tranquilizarlo,
diciéndole que estaría bien, éste no le hizo caso. Apenas abrió la puerta de su casa, con
cansancio en sus preciosos ojos azules y totalmente despeinado, se encontró con el
causante de mucha de sus pesadillas.

El prestamista.3

—¡Taehyung! ¿Cómo va todo? ¿Bien? Te ves extraño sin tus lentes. —Comentó, fingiendo
un tono amigable. Taehyung llevó la mano a su rostro, palmeando. Había olvidado sus
estúpidos lentes. Eso explicaba el ver nublado, creía que podría quedarse ciego del
cansancio.1

—Todo bien, iba al trabajo ahora. —Cerró lentamente la puerta, pero sintió un tirón del
otro lado. Los nervios se instalaron en su estómago cuando su abuela se asomó con su
ceño levemente fruncido. —No, no. No salgas, hace frío.

Ignoró totalmente a Taehyung, viendo de arriba abajo al hombre frente a su casa. —¿Buen
día?

—Buen día, señora. —El hombre dio un asentimiento. —Mi nombre es Paul, mucho gusto.

—Igualmente. —Alzó su mirada a Taehyung, el cual tenía tensa su mandíbula y veía


fijamente al hombre frente a él. —¿Cómo lo conoces, cielo?

—Del trabajo. Somos cercanos. —Responde Paul, sonriendo de lado y metiendo sus manos
en los bolsillos de su pantalón. —No sabía que vivías con tu abuela.
—Sí, siempre he vivido con ella. —Respondió, moviendo su cabeza para hacer a un lado su
flequillo. Se giró a observar a su abuela y le sonrió amablemente, algo tenso. —Entra,
abuela. Ya me voy al trabajo.

—¿Estás seguro?

—Sí, amor. —Le dio un beso en la frente. —Estaré aquí lo más rápido que pueda.

Esperó a que su abuela entrara a la casa para cerrar la puerta y girarse. Le dio un
asentimiento al hombre frente a él y comenzó a caminar, esperando que lo siguiera. Éste lo
hizo de inmediato.1

—¿Tienes algo para mí?

—Uh...no esta vez. Incluso estoy llegando tarde al trabajo. —Se sinceró, caminando más
apresuradamente.

El hombre chasqueó la lengua. —Hey, vamos, hombre. No juegues conmigo. No estoy muy
de buen humor. Dame al menos un poco.

Taehyung negó. —Puedo darte un poco cuando salga del trabajo, pero ahora no tengo
nada, ni para un du-

Jadeó adolorido cuando fue empujado contra la pared de una casa, lastimando su espalda
y la coronilla de su cabeza. Alzó el rostro cuando la mano de Paul se instaló en su cuello,
apretando y clavando las uñas en su piel.

—Taehyung, en serio no estoy de buen humor. Quiero mi dinero. —Susurró, acercándose a


su rostro. —He tenido la paciencia suficiente, no puedo esperar para siempre, ¿Verdad? —
No recibió respuesta. Apretó el cuello del castaño con más fuerza. —Intentaré esperar un
poco más, ser más paciente, pero no te sorprendas si un día llegas a casa y la vieja está
colgada a una soga en el techo. —Taehyung miró hacia otro lado, sin poder evitar gruñir.
Recibió una bofetada. —Mírame cuando te hablo, porque te hablo muy en serio, y si tu
abuela sorpresivamente comete suicidio, no hará falta sentirme culpable. Tú solo sabrás
quién verdaderamente tiene la culpa aquí por meterse en cosas que no sabe.3
Sin más, lo soltó, y pareció girarse, dispuesto a irse. A Taehyung se le cortó la respiración
cuando recibió un puñetazo en su nariz, arrugando ésta y cerrando sus ojos con fuerza por
el dolor. Llevó una mano a su rostro, adolorido y esperando por unos segundos antes de
volver a abrir sus ojos.

Rogaba por un milagro. Rogaba por algo que aliviara esta mísera vida.4

—Maldita sea. —Limpió la sangre debajo de su nariz, aunque esta continuaba saliendo, y
se dirigió a pasos rápidos y furiosos hacia el supermercado. —Hijo de puta, hijo de puta,
hijo de puta. —Susurraba.

Intentó no pensar en nada. Tan sólo se mantuvo susurrando aquello hasta llegar al
trabajo, en el cual fue cruelmente regañado y humillado por ir en aquellas condiciones.
Tan sólo le permitieron ir a la caja, sentarse y comenzar a atender a las personas, pero
como castigo no le permitían limpiarse la cara.

<<Tan solo...algo. Algo, quién sea, no me importa, ayúdeme en ésta mierda de vida. Dios,
Jesús, Satanás, a quien mierda se le dé la gana.>>5

Dejó de meter cosas de una clienta en la bolsa debido a que su mirada fue a las luces del
supermercado, las cuales parpadeaban. No hubiese sido extraño, si no fuese porque
parpadeaban en un mismo orden. Una bombilla se apagaba, y se prendían cuando dos
volvían a parpadear.

Una estúpida idea cruzó por su mente, pero lo hizo. Recordando el código morse que había
aprendido gracias a su abuelo fallecido, sus ojos se abrieron de más ante el mensaje
repetitivo.

<<Estoy aquí. Estoy aquí. Estoy aquí. Estoy aquí.>>7

Los focos explotaron, provocando sustos de todas las personas en el lugar. Se oyó una
risita dulce, traviesa, y los ojos de Taehyung buscaron a esa persona en la fila.

Se encontró con un bonito niño —no tan niño, aproximadamente de dieciocho años, pero
lucía algo infantil— de azabache, con vestimenta oscura, antigua. Debajo del largo saco
negro llevaba una camiseta blanca, abotonada hasta arriba, y una pequeña y adorable
corbata del mismo color que el saco, dentro de éste. No podía ver lo demás, pero no
parecía llevar más que unos pantalones cortos debajo. Su sonrisa era deslumbrante, con
hoyuelos en sus mejillas mientras veía alrededor con emoción.14

—Esto parece una película de terror. —Comentó, casi chillando de la emoción.

Taehyung asintió, de acuerdo.

Cuando finalizó de atender a la mujer, había llegado el turno del niño.

—Buenos días. —Murmuró Taehyung educadamente, aunque no tenía muchas ganas de


desear buenos días a la gente, pero el niño era adorable...aunque extraño. Alzó ambas
cejas cuando éste último dejó una gran cantidad de dulces que planeaba comprar. —
Vaya...

—Me gustan mucho, mucho las golosinas. —Se excusó, encogiéndose de hombros mientras
observaba las manos de Taehyung registrar en la caja cada dulce. —Pareces hacer todo
tan fluido, e incluso sin luz. ¿Hace mucho trabajas aquí?2

—Hace casi cuatro años. —Respondió de manera seca, asintiendo lentamente. Se sintió
mal por la animada manera en la que el azabache le hablaba, así que decidió devolver la
pregunta. —¿Tú? ¿Hace mucho vives aquí? Nunca te he visto.

El niño negó lentamente, viéndolo fijo a los ojos. —Yo acabo de llegar.

Taehyung le devolvió la mirada por unos segundos antes de asentir lentamente, finalizando
con las últimas golosinas antes de tomar una bolsa pequeña, metiendo todo allí. Espero la
paga luego de decirla, como habitualmente hacia, pero se sorprendió al notar como el
azabache daba la vuelta, saliendo del lado del cliente y quedando del lado del cajero,
donde estaba el castaño.

—¿Qué-

Sus ojos se abrieron de más cuando fue tomado de las mejillas e inclinado hacia abajo, a
la altura del menor. Sintió unos fríos y húmedos labios sobre los suyos, acariciando su
labio inferior de manera lenta y suavecita. Ni siquiera respiraba, estaba realmente
sorprendido, tanto que apenas podía moverse. Un agradable cosquilleo se instaló en su
estómago, pero duró poco debido a que el azabache se alejó, viéndolo a los ojos con una
pequeña sonrisita ladina.9

—Nos vemos, Tae.1

Sin más, tomó la bolsa y se fue. Taehyung parpadeó rápidamente, sin llegar a tiempo a
seguirle con la mirada debido a que no se encontraba más en el lugar. Vio alrededor,
notando algunas personas verle con cierto espanto por la escena de minutos atrás. Respiró
profundamente y volvió a acomodarse en su asiento, esperando a más clientes mientras se
preguntaba quién era ese niño, porqué lo había besado y cómo sabía su nombre.5

�����31

Cuando llegó el final del día, luego de estar todo el rato limpiando, refregando paredes,
suelo, y cambiando los focos de luz, se reunió con su jefe, esperando la paga. Su ceño se
frunció al recibir mucho menos de lo mínimo esperado.

—¿Tan solo esto por llegar tres horas tarde? —El anciano lo observó algo sorprendido
por la queja de Taehyung. —Son las doce de la noche. Mi turno terminaba a las ocho y
media.

—Por mí vete a la hora que quieras, luego de todo lo que provocaste hoy hasta puedes ir
buscando un nuevo trabajo.

Ya harto, se mantuvo firme y enojado. No iba a quebrarse.

—¿Qué es exactamente lo que hice hoy?

—Además de tu tardanza, llegar golpeado y andar con un humor de perros durante todo el
día, te atreviste a....a besar a un hombre frente a todo el supermercado. —Comentó,
asqueado y enojado, bajando la mirada. No podía ni mirarlo. —No estoy en contra, pero
me parece repugnante, y todos te vieron.6

—Bueno, eso claramente es estar en contra. Y yo no lo besé, el me besó. El que me haya


dado un golpe no es mi culpa, y tampoco el quedarme dormido. He estado trabajando
muchísimo estos días, recibiendo miseria.
—¡¿Miseria?! ¡¿A eso le llamas miseria? —Apuntó al dinero en la mano de Taehyung, el
cual formó un puño, arrugándolo. —¡Es lo menos que te mereces, maleducado! ¡Voy a
dejarte volver mañana, solo porque soy una buena persona!

—Por mí váyase a la mierda y no vuelva. —Eso había sido todo, no iba a dejar que lo
tomaran de torpe. Se giró y caminó hacia la puerta. —Usted no es una buena persona.
Tanto que va a la iglesia, cuéntele a Dios y la virgen María que me hacía arrastrar por el
pasillo para limpiar la mugre de sus zapatos, por poco dinero.4

—¡Hijo de la reverenda p-!

Cerró la puerta justo a tiempo, guardando el dinero en su bolsillo mientras caminaba a


paso rápido, furioso por el supermercado, hacia la salida.

El frío lo invadió. Se maldijo al haber olvidado su abrigo dentro. De todas formas, no tenía
absolutamente nada en él. Podría vender algunos libros de su estantería, y algunos
muebles. Algo, debía pensar en algo.

—¿No tienes frío? —Dio un salto al oír la voz a su lado. Sorprendido de ver al mismo niño
que lo había besado en el supermercado, detuvo su paso. Éste se giró, también
deteniéndose. Taehyung pudo notar que más abajo de los pantalones cortos llevaba unos
calcetines largos hasta las rodillas, negros, y unos zapatos algo elegantes, con abrojo.1

Su ceño se frunció al notar su propio abrigo en una de las manos del azabache.

—¿Qué-? ¿Cómo tomaste eso? —Le quitó el abrigo con brusquedad, poniéndoselo.

El ceño del menor se frunció, demostrando confusión mientras ladeaba levemente su


cabeza.

—Yo te esperé hasta que salieras.1

—... ¿Por qué? No te conozco. Ni siquiera sé su nombre.

—No tengo un nombre. —Respondió, más seco. La dulzura se estaba desvaneciendo, cada
vez estaba más serio, hablaba un poco más bajo y el color verde en sus ojos se oscurecía.
—Estoy aquí porque tú me llamaste.8
El corazón de Taehyung latió con más fuerza, sin comprender qué sucedía exactamente,
suponiendo algo, pero...no. No podía ser. Simplemente no podía.1

—...No entiendo nada.4

—No es muy difícil de comprender. —Respondió con algo de arrogancia, dando media
vuelta y continuando caminando por el camino, lentamente. Se giró a una distancia
considerable, viendo fijamente al castaño, como aguardando.

Éste lo observó por unos segundos antes de, nuevamente, comenzar a caminar. Una vez
llegó a la medida del niño, caminaron en silencio. El castaño se encontraba realmente
tenso, ¿Acaso era un sueño? ¿Una pesadilla?

—Creí oír que estabas dispuesto a recibir un milagro de quién sea. ¿Por qué ahora estás
tan asustado? —Suspiró, negando lentamente mientras soltaba pequeños "Mm, mm". —
Ustedes no saben realmente lo que piden hasta que lo obtienen, ¿Verdad? —Lo observó de
reojo. —Bueno, déjame decirte algo. —Se detuvo, y junto a él Taehyung. —
Lamentablemente para ti, soy todo lo que jamás deseaste, pero puedo ayudarte más que un
ángel.

—... ¿No eres un ángel?

El azabache alzó las cejas, inclinando un poco su cabeza. —¿Luzco como uno?1

Si.

—No. —Carraspeó, y continuó caminando a la par del niño. Se mantuvo en silencio,


pensando exactamente qué podría decir. —Entonces... ¿Quién eres tú?

Una risita provino de los gruesos y rojizos labios del menor. —Si te digo, puede que te
asustes. —Canturreó bajito. Metió una mano en su bolsillo y sacó una paleta que había
comprado en el Supermercado de Taehyung, metiéndolo en su boca luego de quitar la
envoltura. Saboreó ruidosamente, quitándolo de su boca al finalizar y sosteniéndolo en su
pequeña mano. —Uhm, bueno. Soy...algo así como un servidor del rey del inframundo.
¿Eso está bien? ¿Es una buena manera delicada de decirlo?6
Taehyung metió las manos en su bolsillo. No podía permitir que él ni...que el demonio
notara los temblores en éstas. Intentaba estar tranquilo, pero sentía que la cordura se le
estaba escapando de las manos, que nada era real.1

Simplemente se mantuvo en silencio, pensativo y con los nervios de punta. Adelantó el


paso, oyendo las quejas caprichosas del azabache. Subió los cortos escalones de la entrada
de su hogar y dio un par de golpes, provocando insultos de su abuela del otro lado hasta
que abrió la puerta.

—¿Tae? ¿Qué te pasó en la cara? —Preguntó, preocupada. Taehyung de inmediato la


abrazó, soltando una risita forzada, intentando volver su preocupación un poco más ligera.
—¿Por qué te ríes? ¿Qué pasa

—Sh, sh. Abuela, no pasa nada. —Se apartó un poco, y la anciana lo tomó del rostro. —
Estoy bien. Yendo al trabajo me di un gran golpe, estaba algo dormido.

—¿Desayunaste? Taehyung, ¿Comiste algo? —Hablaba realmente rápido.1

El castaño le tomó las manos, negando lentamente. —Sí, comí. —Mintió. —Por favor, no te
preocupes. Todo está bien. No tienes que preocuparte, abuela.

—Necesitas descansar, ¿De acuerdo? Voy a prepararte algo rico para comer. —Apuntó
con su dedo índice a su nieto cuando este iba a hablar. —Y me importa una mierda si
comiste ya. —Taehyung rodó sus ojos, intentando no reír por el vocabulario de su abuela.
Ésta siempre hablaba de aquella forma, pero emanaba ternura ante su dulce voz. —Te vas
a acostar, y dejas que tu abuela te prepare cosas ricas.2

—¿Tomaste la pastilla, abue?

—...Es la última. —Comentó, intentando sonar desinteresada mientras se giraba y


caminaba hacia la cocina. —Pero ya la tomé. Puedo intentar conseguir mañana.2

Taehyung la siguió hasta la pequeña cocina, observándola poner la tetera mientras la oía
comentar que le prepararía una sopa.

—Abue, encontraremos algo, no te preocupes.


—Cielo, tú no te tienes que preocupar. Es mi salud. De esto me encargo yo, ¿Vale? Ahora
vete a la cama, no me hagas repetirlo.

Suspiró profundamente antes de voltearse y caminar hacia la habitación, tragando saliva


con fuerza mientras cerraba la puerta de su cuarto. Encendió la luz y se volteó, dando un
salto e insultando en un gruñido al encontrarse con el niño de rizos sobre una silla
mecedora en la esquina del cuarto, hamacándose. Aquella era de su abuela, pero él la
usaba en las noches de insomnio donde, extrañamente, hamacarse funcionaba.2

—¿Esa es tu abuelita? Que linda. —Empujó con uno de sus pies una caja pesada.

Taehyung bajó la mirada, abriendo sus ojos de par en par al notar que la mediana caja
blanca estaba llena de pequeñas cajas de farmacias reconocibles ante sus ojos. Aquellos
eran los comprimidos de la medicación que necesitaba su abuela.

—¿Eso...? ¿Eso es...?

—¡Si! ¡Lo sé! —Exclamó, sonriente mientras se ponía de pie. Derecho y formal, realizó
una reverencia hacia Taehyung. —De ahora en más, seré tu fiel sirviente.4

—¿Mi sirviente? —El demonio asintió, enderezándose y viendo fijamente al castaño el


cual, poco a poco, fruncía su ceño. —... ¿A cambio de qué?

La sonrisa del azabache se volvió más ligera, con menos emoción. —¿No es obvio? —Alzó
un poquito una de sus cejas, y ambos se observaron fijamente. —Quiero tu alma.1

Taehyung empalideció de manera inmediata, parpadeando rápidamente. —¿Mi alma?


¿Cuándo? ¿Cómo?

—Cuando mueras, por supuesto. —Respondió el niño, dando un paso al frente. —Te seré
totalmente leal, te protegeré y daré lo que quieras. Sin embargo, cuando llegue el día de tu
muerte, yo me llevaré tu alma, e incluso estaré contigo en la infinita oscuridad.3

—¿Y qué si me niego?1


El demonio ladeó un poco su cabeza, aún con una fría sonrisita en sus labios. Tan sólo
cuando hacía aquello, o se mantenía de forma seria, no lucía nada dulce. Era como si todo
rastro angelical se esfumara a la velocidad de la luz.

—Me voy, y conmigo se va todo lo que he traído.

Allí fue cuando Taehyung comprendió que debía de aceptar. Por su abuela, por su trabajo,
por sus vidas...

...por él.2

—Está bien. Acepto. —Admiró la sonrisa en los labios del demonio expandirse, mostrando
unos adorables dientecitos. —¿Me dirías tu nombre?

—No tengo uno. —Se sentó en la cama de Taehyung en un salto y, al haber rebotado, no
pudo evitar dar otro saltito. —¿Me puedes poner uno? Después de todo, eres mi amo.

Sintió un tirón en su miembro por lo último, y dirigió su mirada a la habitación. ¿En serio
aquello lo estaba poniendo duro? Dirigió sus pensamientos a lo mencionado por el
demonio, y su mirada se dirigió a la estantería del rincón, repleta de libros.10

—Jungkook. —Mencionó en un susurro, llevando su mirada al niño de rizos, el cual dejó


de dar saltitos y lo miró seriamente, parpadeando con lentitud. —Te vas a llamar
Jungkook.11

El demonio sonrió de lado. —Está bien.

Desapareció en un parpadeo cuando la abuela de Taehyung se adentró al cuarto. Le dejó


la sopa de calabaza en la mesa de noche, y el castaño aprovechó para darle la sorpresa de
los medicamentos. Le mintió, diciéndole que lo habían ascendido por su buena conducta, y
la hizo realmente feliz hasta que salió del cuarto debido a que había llegado la hora de
dormir.

Y, entre tantos pensamientos, logró dormirse. Jamás se había dormido tan temprano, pero
se habían deshecho de muchas preocupaciones que anteriormente invadían su mente.
Ahora la única preocupación que tenía era la de una presencia demoníaca acechando su
alma, dando diez pasos cuando él daba uno. Siempre por delante, siempre sigiloso y
obediente.1

Pero no le importaba ir al infierno.

Jungkook ahora se había vuelto una parte de él, ¿Y lo mejor?

No le desagradaba ni un poco.

2004 // Mundooriginal //7

Muerte cerró el libro de manera brusca, boquiabierto y soltando un jadeo silencioso.

—Esto... —Negó lentamente, y volvió a abrir el libro, buscando entre otras páginas. ¿No
había continuación? ¿Realmente se iba a quedar con la intriga para toda la vida?16

—¿Qué estás haciendo?

Soltó un jadeo del susto, dejando caer el libro al suelo y girándose en prisa. Se encontró con
el mismísimo diablo, el cual también era su esposo y la criatura sobrenatural que más
amaba en el universo.

Y en otros, seguramente.

Luego de un largo día de trabajo como Muerte, se había ido al infierno a buscar a su
esposo. Estaba cansado, necesitaba contención y mimitos. El rey del inframundo estaba
ocupado, y Jungkook decidió esperar. Se había distraído husmeando algunos contratos en el
escritorio a un lado de la fogata, pero finalmente decidió hojear todos aquellos libros que
había en la enorme e infinita pared.

Se había subido a la larga escalera, y había tomado aproximadamente seis libros de la


sección en la que, una vez, Taehyung le había indicado que se basaban en mundos
alternativos, universos paralelos, etc. Podría haber cualquier cosa, pero jamás creyó que
encontraría aproximadamente dos libros en donde hubiera vidas paralelas del mismísimo
diablo. Era algo confuso, porque éste era el rey del inframundo en todos los mundos. Sin
embargo, tenía historias.6

—Y-Yo...yo estaba... ¿Dónde estabas tú?

El ceño del diablo se frunció un poco. —Trabajando, por supuesto.

—Es que yo...te extrañé. —En la mirada de su esposo notó aquella señal que le hizo
acercarse y refugiarse en su pecho, siendo envuelto por brazos cálidos y fuertes. —Tuve un
día agotador.

—Siempre los tienes. —Sintió un beso sobre su cabello y caricias de los dedos repletos de
anillos de su esposo acariciando su espalda. —¿Qué estabas leyendo? —Jungkook apartó
su rostro del pecho de Taehyung, alzándolo y cerrando sus ojitos cuando recibió un suave y
lento beso en sus labios. —¿Mh? ¿Estabas husmeando mis libros, niño?

—La sección de los universos alternativos. Aparentemente, tú fuiste un simple mundano, y


tenías un demonio. Adivina como se llam-

—Jungkook. Sí, eras tú. —Interrumpió, asintiendo lentamente y reafirmando el agarre en el


cuerpo de su esposo para que éste no se alejara. —¿Te sorprende?

—Sí, y no lo entiendo. ¿No que tú eras el único diablo? ¿Cómo puedes tener una vida si
eres como ésta en todas?

—Mi historia no es como la de los demás. El libro donde dice eso, más bien, es algo que
podría haber sucedido. —Lo aferró más cerca, haciéndolo ponerse de puntitas de pies. —
Niño travieso, husmeando el despacho del diablo.4

Aquel último comentario provocó que las mejillas de Muerte comenzaran a arder,
provocando que bajara la mirada, ladeando un poquito su rostro mientras sus deditos
acariciaban la nuca del rey del inframundo.

—Lo siento, estaba aburrido. —Respondió, y alzó nuevamente la mirada, cerrando sus ojos
cuando recibió otro lento, profundo pero pausado beso.

—¿Fuiste a ver a los niños?


—Sí, estaban durmiendo. Yugyeom se iba apenas llegáramos, pero quise venir por ti.

—Mh-hm. —Tomó el labio inferior de su niño favorito, chupando antes de lamer,


finalizando con un beso el cual al más bajo le quitó el aliento. —Bueno, entonces vamos.

Tan solo bastó para que Jungkook acomodara el libro, se girara y tomara la mano de su
esposo. En un parpadeo, ambos habían salido de aquel despacho, retomando la vida que
diariamente sobrellevaban sin problema alguno, y con mucho gusto.

ᴇxᴛʀᴀ ɪɪ

"Estimados padres:4

Nos complace invitarlos al pequeño ensayo que presentará cada alumno de 1er y 3er curso
por el festejo del Día Del Padre.Día: Viernes 16. // Horario: 11 a.m¡Los esperamos!"12

La mismísima Muerte, también llamado Jeon Jungkook, alzó su vista, curioso de ver la
mirada de su esposo, el cual era el mismísimo diablo.

Éste lucía neutro -como de costumbre-, sin mucho que expresar ante lo que había oído
anteriormente salir de la boca de su niño favorito.

—... ¿Qué es lo que intentas explicar?

—Taehyung... —Se quejó Jungkook, cerrando el pequeño cuaderno del instituto al cual su
hijo mayor asistía y dejándolo en la mesa de noche de la habitación de ambos seres
sobrenaturales. —...tenemos que ir.

—Ni hablar.15

El diablo se rehusaba, realmente lo hacía. ¡No había nada de especial en aquel día! Era un
día como otro, pero el instituto lo volvía especial y provocaba que los niños que asistían a
éste se sintieran mal debido a la ausencia de "algo tan importante". Incluso le parecía
ofensivo de parte de los mundanos conmemorar tal cosa.

Sumando todo aquello, Taehyung no creía poder aguantar tanto la estupidez humana. No
creía que todos fuesen así, pero los pocos que se habían presentado en su vida -excepto
Jungkook- tenían pensamientos realmente asquerosos, y se creían más que los demás. No
quería estar tan cerca, y se iba a encargar de criar a sus hijos de la manera correcta, incluso
si apenas sabía hacerlo.1

Sin embargo, tuvo que soportar la cara de indignación proviniendo de su esposo cuando
finalizó de confirmar su ausencia al evento.

—No puedo creer que estés siendo así. —Hizo berrinche, como habitualmente hacía desde
que tenía dieciocho años, aunque antes solía estar más callado y sumiso. A Taehyung le
gustaba el cambio que había tenido su niño, en todo el sentido de la palabra debido a que,
bueno...lucía realmente guapo todo el maldito tiempo. —Soobin va a sentirse muy mal si
no vamos. De seguro ha escrito un ensayo y todo. Jamás hemos asistido a un evento así. —
Continuó, sentándose en la cama lentamente y apartándose un poco del cálido cuerpo del
diablo.1

Ninguno dormía, por supuesto. Jungkook solía hacerlo un poco, aún no se le iba del todo,
pero era debido al aburrimiento cuando Taehyung no estaba presente en las noches, aunque
eran pocas. También le sucedía a la tarde, cuando sus hijos dormían siesta y el agotador
trabajo como rey de las almas no lo llamaba.

Estaba con su cabello despeinado, usando un pijama que se había comprado para el
invierno -incluso si ya no sentía las bajas temperaturas como solía suceder-, cubierto con
las mantas y con sus labios formando una trompita. Taehyung, en cambio, no tenía otra
cosa que ropa interior, la cual pocas veces usaba. Si fuese por él, andaría desnudo hasta por
la sala, pero Jungkook creyó que debería de estar usando ropa interior ahora que los niños
estaban y podían entrar en cualquier momento al cuarto de sus padres. Éstos -muchas
veces- olvidaban de poner el pestillo.7

—Jungkook, Soobin detesta hacer deberes. —Intentó calmar a su esposo, llevando su mano
repleta de anillos al brazo contrario y tirando suavemente para tenerlo más cerca. —
Apuesto a que ni siquiera ha hecho un párrafo, principalmente porque aún le cuesta escribir
sobre el guión.4

—Eres cruel. —Ahora Jungkook lucía molesto, con su ceño levemente fruncido. Pocas
veces eran las cuales Muerte no comprendía que, a pesar de ser el diablo, Taehyung no
decía aquello con maldad. Apartó su brazo y volvió a acostarse, dándole la espalda a su
esposo. —Vamos a dormir.1

El ceño del diablo se frunció. —Nosotros no dormimos.

—Entonces vamos a fingir que dormimos, porque no quiero hablar.25

Taehyung se movió de inmediato, acercándose al cuerpo de Jungkook con movimientos


cuidadosos. Suavemente le pasó una mano por debajo de la camiseta, acariciándole
dulcemente la cintura mientras pegaba sus labios a la nuca del menor de ambos.

—Sabes que no estoy hablando en serio. —Le susurró, dejando suaves besos. —Es decir:
Sí, pero no de la manera en la que tú crees. Soobin aún no sabe escribir sobre un reglón,
pero no estaba criticando. Fue simplemente un comentario sin ningún tipo de expresión.

Hubo un corto silencio. —Lo sé, pero no me agrada tanto. Soobin se esfuerza mucho. —
Dice, en un tono mucho más suave, pero, aún, levemente distante. — Sé cómo lo dices,
pero he visto cómo se frustra, y me duele.

—Entiendo. —Dejó lentos y cortos besos en la nuca de su niño favorito. —No volverá a
pasar. —Segundos después, su esposo se había girado al menos un poco como para tener el
rostro frente al rey del inframundo. Éste último no desaprovechó la oportunidad; Tomó el
grueso y rojizo labio inferior, succionando levemente antes de dejar una mordida que hizo
suspirar, al contrario. De inmediato lo tomó más de la cintura, girándolo para pegarlo a su
cuerpo y enredar sus piernas.

—Te amo. —Taehyung buscó más su boca ante aquel pequeño susurro, encimándose un
poco sobre el cuerpo de Muerte mientras le acariciaba el muslo con su mano libre.
Sus tibias lenguas se encontraron luego de unas largas horas, explorando como si jamás lo
hubiesen hecho. En momentos como aquellos, Jungkook creía más que nunca que todo lo
que había sucedido había tenido sus frutos.

El ruido de la puerta sobresaltó al menor de ambos, e intentó alejarse del agarre del diablo,
pero éste lucía como si nada estuviese sucediendo. Simplemente giró un poco su cabeza,
relamiendo sus labios de manera floja y observando con ambas cejas alzadas a su hijo de
seis años entrar apresuradamente.4

—¡Papá y papá, me van a escuchar! —Exclamó, y aunque lucía molesto, su tono era de lo
más suave y dulce. Jungkook y Taehyung se sentaron casi al mismo tiempo, viendo
extrañados a Park Soobin. Muerte y Diablo habían decidido que usarían el apellido de la
madre de Jungkook para sus hijos, debido a que Jeon era una gran ofensa luego de que un
hombre como Seung lo llevara. —¡No quiero hacer el estúpido ensayo! —Exclamó,
deteniendo su andar a la mitad de la cama y alzando una hoja arrugada que tan solo decía el
nombre del niño, escrito demasiado grande y fuera del guion.15

—Soobin, ¿Qué es lo que acabas de decir? —Los ojos verdes de Muerte se agrandaron al
oír el insulto de su pequeño, el cual también agrandó sus ojos cuando oyó el tono
amenazante de su padre. —No quiero volver a oírte decir una palabra así, o vas a estar
castigado de por vida. ¿Me oíste?

El niño parecía estar a punto de estallar en un desconsolado llanto con el paso de las
palabras de Jungkook. Taehyung suspiró profundamente, poniendo sus ojos en blanco antes
de palmear el colchón, frente a sí mismo. Soobin subió rápidamente a ésta y se acurrucó en
los brazos del rey del inframundo, el cual le acariciaba la espalda.

—Cuando papá era pequeño, no decía ni una sola mala palabra. —Explicó el ser infernal,
apartando un poco al niño para verlo, notando de reojo la mirada de su esposo sobre sí.

—Es por eso que no le gusta que digas... —Pensó unos segundos. —...groserías. —
Finalizó, asintiendo lentamente.

—No es por eso, es por todo. Tienes seis años, Binie. —Ahora el castaño de ojos verdes
con una mancha negra cubriendo un poco el color en uno de éstos se sentía un poco
culpable. Extendió sus brazos hacia su pequeño, el cual de inmediato se acurrucó contra su
pecho. —No es bueno que digas esas cosas.

—Las personas mayores lo dicen. —Se excusó el niño, alzando la mirada y recibiendo un
beso en su frente de parte de la persona que lo sostenía en brazos.2

—No copies lo que dicen las personas mayores, hasta que seas mayor. —Sugirió Taehyung,
viendo de reojo como Jungkook intentaba cubrir sus labios en el cabello rubio de su hijo
para no demostrar su gracia. —No copies lo que haga nadie.

—¿Eso quiere decir que no puedo copiar mi ensayo de alguien más? —Jungkook negó de
inmediato, devolviéndole la mirada fija a su hijo, el cual derrochaba ternura sin siquiera
intentarlo. —¿En serio? ¿Papá no puede tars...tranispor...? —Frunció un poco su ceño,
frustrado. —¿Papá no puede viajar a la casa de mi amigo y robar su ensayo?19

—Papá no hace esas cosas malas, Binie. —Muerte mintió, arrugando su nariz cuando su
esposo alzó una de sus cejas, demostrando incredulidad ante lo que había dicho. —Además,
¿crees que nadie se dará cuenta? Tienes que escribir sobre tus padres.5

El niño resopló, agrandando un poco más sus ojos y alzando sus pequeñas manos con algo
de frustración. —¿Y qué digo?

—Que nos amas. —Respondió Jungkook.

—Que somos geniales. —Respondió Taehyung a la par.11

El matrimonio se observó fijamente a los ojos por unos segundos antes de volver la vista al
menor de la habitación, el cual hacía una leve trompita con sus labios, pensativo. Taehyung
creía que su hijo había adaptado aquella expresión por culpa de su esposo. No pudo evitar
sonreír de lado ante aquello, disimulando con una relamida de labios antes de acercarse un
poco y besar la frente de Soobin.1

—Bueno, ahora ve a dormir y piensa en lo que vas a escribir en tu ensayo.

Una pequeña sonrisa comenzó a formarse en el niño de seis años. —Será una sorpresa, le
pediré a mi maestra que me ayude.5
—¿Sorpresa? ¿Para nosotros? —Jungkook no pudo evitar besar la frente de su hijo mayor
cuando éste asintió, levemente ruborizado. Lo abrazó contra su pecho, suspirando
profundamente. —Binie, te amo con todo mi corazón. —Besó ruidosamente su mejilla.

—Anda, vamos a arroparte.1

—Yo lo llevo. —Se ofreció el diablo, extendiendo sus brazos hacia su hijo, el cual de
inmediato se aferró al cálido cuerpo de su padre. Apoyó su cabecita en el hombro del rey
del inframundo, como si éste no fuese aquello último. —Vendré en unos minutos.

—Está bien. —Muerte asintió y observó a su esposo caminar fuera del cuarto con su hijo en
brazos, arrojándole un par de besos a éste último, el cual los devolvía con una tímida
sonrisa.

Suspiró, viendo a su alrededor como si se encontrase perdido. A pesar de todo lo que había
sucedido, amaba la vida que llevaba. Amaba su casa, amaba a sus hijos y amaba a
Taehyung. Amaba a su familia y amaba tener el poder suficiente para protegerlos de lo que
sea.

Se acomodó un poco en la cama antes de cubrirse con las mantas. No tenía frío, pero le
gustaba estar arropado, y en la espera de los brazos de su esposo. Justo cuando estuvo a
punto de dormirse por el aburrimiento, una presencia irrumpió su momento de paz.
Parpadeó rápidamente, y su ceño se frunció al notar a su mejor amigo, Kim Yugyeom, al
final de la cama.2

—¿Yugy? —Se sentó casi de inmediato al notar el pánico en el delgado rostro del hombre.
—¿Qué sucede? ¿Qué tienes?

—¿No lo sientes? —Jungkook se vio obligado a salir de la cama cuando sintió la voz
temblorosa de aquella persona con la cual había compartido grandes momentos. Tan solo lo
observó, perdido y desesperado, esperando sentir algo que no fuese angustia y susto. —
Algo pasará. Alguien va a morir aquí.27

—... ¿Qué? —Su voz salió un poco más fuerte de lo esperado. Fue casi de inmediato que se
acercó al más alto, el cual también lo hizo. —Dime que es una broma y te equivocaste de
casa.
—Jungkook, no sé qué está sucediendo, pero me pidieron que viniera porque alguien iba a
morir en ésta casa. ¿Dónde están los niños?2

—Están con Taehyung. No, ¿qué? Yugy... —Llevó una mano a su frente, entrecerrando un
poco sus ojos ante el repentino estrés que estaba sintiendo. Todo su cuerpo se encontraba
tembloroso, de pronto se sentía como si miles de demonios le estuviesen pasando por
encima. —...te has confundido. Alguien te ha dado la dirección incorrecta.

—Jungkook, yo... —Relamió sus labios mientras pasaba las palmas de sus manos por sus
pantalones, limpiando el sudor proveniente del nerviosismo. —...no es la dirección
incorrecta. ¿No lo sientes?

—¡Que no siento nada! ¡Estoy perfectamente, así que de seguro te has equivocado,
Yugyeom!

La puerta de la habitación se abrió de inmediato, y un Taehyung de ojos rojos y mandíbula


tensa se adentró al cuarto, observando a ambos seres sobrenaturales con una expresión
neutra pero alarmante.

—¿Qué está sucediendo? —Se acercó a su esposo al notar el nerviosismo saliendo en ondas
que solo eran visibles ante sus ojos. —Jungkook.

—Taehyung, me han informado que aquí alguien morirá. —A diferencia de cuando se lo


había dicho a Jungkook, ahora lucía claramente confundido, con su ceño fruncido mientras
le devolvía la mirada al rey del inframundo. —¿Binie y Yeonjun?

—Soobin acaba de acostarse, y Yeonjun está dormido.

—¿Te fijaste que esté simplemente dormido?11

La mandíbula de Taehyung se tensó aún más cuando sintió el tembloroso agarre de su


esposo en la ropa que llevaba puesta. Sus pupilas se dilataron un poco más y la mirada
amenazante provocó que La Parca llevara su mirada al suelo.

—Está dormido, Yugyeom. —Respondió Taehyung lo más calmado posible. Había oído la
tranquila respiración de su hijo menor.
—Quiero ir a ver. —Muerte quiso adelantarse, huir hacia el cuarto, pero Taehyung no lo
permitió. Lo tomó de inmediato de la cintura con un brazo. —Solo quiero ir a comprobar q-

—Jungkook, acabo de volver de ahí. ¿Crees que no lo sentiría? ¿Crees que no sentirías si
tus hijos estuviesen en peligro? —Llevó ambas manos con dedos repletos de anillos de oro
hacia las mejillas del más bajo, viéndolo fijamente. —Tienes que calmarte, o van a sentir tu
pánico. Confía en mí, niño.4

La Muerte dio un profundo respiro para calmar su aura. El toque de su esposo y su suave
tono de voz lo hacían pisar tierra nuevamente. Llevó sus manos hasta las manos del rey del
inframundo, y lo observó con ojos llenos de preocupación y mal augurio.

—No siento nada, Tae.

—Lo sé, ni yo. —De inmediato lo sostuvo contra su cuerpo, y dejó un beso en su frente
antes de ver a Yugyeom, el cual lucía claramente incómodo. —Te equivocaste de hogar.

—Créeme que no hubiese venido hasta aquí si no lo hubiese comprobado. —La Parca negó
lentamente, mordiendo su labio inferior antes de ver al matrimonio. —¿Les molesta si me
quedo vigilando en el cuarto de los niños?

—Por supuesto que no. —Respondió Jungkook, agradecido. No dormiría en toda la noche,
y aunque no era su propia presencia, le calmaba que fuese Yugyeom quien velara los
sueños de sus bebés. Él no podría hacerlo, debido a que claramente no era capaz de
controlar sus emociones. Aquello podría provocar horrorosas pesadillas hacia los infantes.
—Lo siento, Yugy.

—Está bien, Kook. Lo sabes. —Su mejor amigo le sonrió levemente antes de dirigirse fuera
de la habitación, cerrando la puerta al salir.

Jungkook y Taehyung se observaron casi al mismo tiempo, como si se comunicaran con la


mirada.

—Mírame y presta atención a lo que voy a decirte. —El Diablo se acercó un poco más a su
esposo, aun sosteniéndolo. —Yo jamás...jamás en mi eternidad voy a dejar que algo les
pase. —Un nudo se instaló en la garganta del más bajo, el cual tan solo asintió, estando de
acuerdo. Podía sentir la calma envolverlo de a poco. —Sea lo que sea, Jungkook, yo los
protejo. ¿Entendido?

—Entendido. —Repitió su esposo.

Alzó un poco más su rostro, y ambos compartieron un suave beso en los labios. Cuando
regresaron a la cama, debajo de las mantas, Jungkook fue envuelto por los reconfortantes
brazos del diablo, pero a pesar de toda la calma que se encontraba recibiendo, siquiera pegó
un ojo, a la espera de sentir algo.

—Ay, por Dios. —Jungkook cubrió su rostro, suspirando con cansancio y alivio a la par.
Oyó un gruñido a sus espaldas y negó lentamente. —Diablos. —Corrigió.15

—Mucho mejor. —Felicitó Taehyung.4

—Mierda. Lo siento, hermano. —Se disculpó Yugyeom, observando con demasiada


culpabilidad a su mejor amigo, el cual continuaba negando.7

—No, no. Está bien, le sucede a cualquiera. —Muerte apartó las manos de su rostro y se
cruzó de brazos, luciendo condenadamente bien con su vestuario de trabajo y la leve brisa
de Rusia haciendo su cabello corto hacia atrás. —Quiero decir... —Ladeó su cabeza,
observando el cuerpo inerte del peludo felino en el patio trasero de su hogar. —
...definitivamente hubo una muerte.18

—Sí...

—Oh, joder. —Masculló el Diablo, parándose a un lado de su esposo para observarlo con
algo de gracia. —No le hagas cumplidos, despídelo. Eres su jefe, y apesta siendo una
Parca.12

El ceño del sirviente de su esposo se frunció. —Sí, bueno; Se supone que el diablo no se
enamora, y mírate. Estás casado y con hijos. —Se mantuvo en silencio por unos segundos
ante la neutra mirada de Taehyung. Rápidamente llevó su mirada hacia su mejor amigo,
terriblemente sonrojado. —Me voy.14

—Está bien. —Apenas Muerte finalizó de decir aquello, Yugyeom desapareció a la


velocidad de un parpadeo, sin siquiera dejar rastro de haber estado allí alguna vez.
Jungkook se giró de inmediato hacia Taehyung, el cual lo observaba de la misma manera en
la que había observado a La Parca. —No me mires así.

—Confías mucho en él. —Comenzó. El ser sobrenatural con menos experiencia de ambos
hizo un movimiento con una de sus manos y, pronto, el felino volvía a respirar, maullando
desconsoladamente. —Siempre lo has hecho.

—Y siempre lo haré. Es mi mejor amigo, Tae.

—Has tenido una semana de mierda, creyendo que nuestros hijos iban a morir, y ha
resultado ser un gato. —Frunció un poco su ceño, sintiendo molestia al notar que Jungkook
ni siquiera le prestaba atención. Se encontraba completamente embobado por el felino, el
cual lloraba luego de haber vuelto. Muerte rápidamente se acercó a éste, poniéndose de
cuclillas y comenzando a acariciar el peludo lomo. —Te estoy hablando.

—Estoy escuchándote. —Mordió su labio inferior con preocupación, intentando sanar al


animal, lográndolo casi de inmediato. Podía entender a su esposo: Éste fue el único que lo
había estado consolando luego de todos los sustos que se había dado cada vez que sus hijos
hacían algo que pudiese terminar de manera trágica, cuando no los estaba vigilando, lo cual
era extraño. Ni siquiera había dormido, estaba muy seguro de que ya no volvería a hacerlo.
—Pero, ¿qué sugieres? ¿Que él no me haya dicho nada? ¿Qué hubiese sucedido si
realmente eran Binie o Yeonjun y no lo hubiésemos sabido?

—No lo defiendas. No estoy diciendo que lo asesines, pero no puedes dejar pasar cosas
así.3

Muerte se puso de pie con el felino en brazos, el cual lucía realmente cómodo, y se giró
hacia su esposo ante lo último que éste había dicho. —¿Alguna vez no he dejado pasar las
cosas? Creí que ya no era una sorpresa. —El diablo negó lentamente, en desacuerdo. —Se
lo voy a decir, Tae. Lo prometo.
—...Bien.

—Mira el lado bueno de las cosas: ¡Tenemos mascota nueva! —Meció al felino de pelaje
blanco, lo suficientemente gordo para quejarse por el movimiento. —¿Cómo podemos
llamarlo? Nunca tuve una mascota.6

Taehyung llevó su mano a su entrecejo, frotando allí mientras suspiraba profundamente. El


buen humor de su esposo era contagioso, pero él también había tenido una terrible semana,
y no quería dejar pasar aquello. No podía.

—Voy a matar a Yugyeom. —Se encaminó hacia la casa, queriendo encontrar paz, como
solía hacer cuando estaba completamente solo y lo único que despejaba su cabeza era la
tranquilidad de su despacho en el infierno.3

—¡No te olvides que hoy es el ensayo de Binie! ¡Te amo, Taehyung! —Y aunque no se
giró ni respondió, una lenta sonrisa creció en sus labios.

Rusia no era un país muy liberal, pero Jungkook lo había elegido cuando las cosas eran
muy diferentes. El mundo no había cambiado del todo, pero habían más opciones dónde
estar cuando dos hombres se enamoraban, y definitivamente no era aquel país.

Las miradas de los padres de otros alumnos en Muerte y Diablo eran una mezcla de
disgusto y sorpresa. El instituto estaba completamente lleno, con niños correteando por
todas partes. Jungkook sostenía a Yeonjun en brazos, y Taehyung tenía una de sus manos
en el hombro de su hijo de seis años, el cual estaba de pie frente a éstos, luciendo perdido
mientras veía a su alrededor y aferrando su mochila color amarillo a su pecho.

Una mujer de cabello rubio y brillante sonrisa comenzó a hablar. Jungkook frunció el ceño;
Todavía no se acostumbraba a comprender todos los idiomas como si siempre los hubiese
estudiado.1

—¡Los niños que hayan preparado sus ensayos pueden seguirme!


Jungkook de inmediato vio a su hijo. —Anda, Binie. —Lo alentó. Éste lucía espantado
mientras caminaba lentamente hacia los alumnos que se amontonaban frente a la mujer.

—Tiene miedo. —Comentó Taehyung, viendo fijamente al niño hasta que éste se perdió a
la vuelta del lugar, adentrándose a un salón. Se giró casi de inmediato y tomó a su hijo
menor, el cual se quejó de inmediato, de los brazos de su esposo. —Lo has estado cargando
todo el camino.

—Está malhumorado, no quiere bajarse.5

Taehyung bajó al niño al suelo, el cual se aferró a su pierna mientras continuaba


quejándose. Ambos sabían que éste no había dormido bien, y quería su siesta de siempre,
sin interrupciones. Las personas a su alrededor observaban la escena, y mientras Jungkook
volvía a tomar a su hijo en brazos, el diablo amenazaba con la mirada a las familias Rusas
de su alrededor.4

—Taehyung... —El más bajo de ambos había notado aquello mientras mecía a Yeonjun, el
cual intentaba dormir en su hombro.

El rey del inframundo tan solo lo vio por el rabillo del ojo, tomándolo de la mano y
guiándolo cuando la maestra de su hijo mayor indicó que se adentraran al salón. Era lo
suficientemente espacioso para que todos los padres entraran, pero Taehyung se dirigió
junto a su esposo hacia el fondo.

—Hasta que al fin llegan. —Jungkook se giró de inmediato al oír la voz de su mejor amigo,
el cual se encontraba a su lado. Observó a su sobrino menor y tendió sus brazos. —Dámelo.
—Muerte de inmediato lo hizo, y el niño ni siquiera se quejó. Amaba a su tío. —¿Todo en
orden?2

Jungkook asintió, observando de reojo a su esposo y notando la mirada de éste fija en él.
Suspiró. Sabía que Taehyung no iba a dejar de insistir respecto a esto, y en parte lo entendía
bastante. Seguramente él también había tenido dudas de su seguridad, seguramente también
habría pasado miedo.

Llevó su mirada a Yugyeom. —Eres un torpe, Yugy. —Simplemente dijo, sorprendiendo al


último nombrado. El diablo silbó. —Casi haces que me dé un infarto, y he perdido el hábito
de dormir. Por favor, si no estás seguro de algo, no lo digas. —Pidió con amabilidad a pesar
de lo que estaba diciendo, parpadeando suavemente.

Nadie podría enojarse con él hablando tan suave y luciendo de esa forma.

—Lo siento, Jungkook. No volverá a pasar, lo prometo. —Dirigió su mirada hacia


Taehyung. —Y lo siento, Taehyung.

—Conmigo no te disculpes. La próxima que lo hagas, te arranco las bolas. —El diablo ni
siquiera se giró a verlo, tenía sus ojos entrecerrados, vigilando a su hijo mayor, el cual
estaba entre todos sus otros compañeros.7

Yugyeom alzó ambas cejas, sorprendido mientras veía a Jungkook de reojo, el cual negó.
Definitivamente no quería volver a pasar por algo así.

El evento comenzó casi de inmediato. La única maestra reconocible para Jungkook había
estado explicando el propósito de los ensayos, y también había comentado que los niños de
primer curso habían hecho un mural de dibujos para cada padre. Éste lo podrían ver luego.1

—Genial, otro dibujo para el refrigerador.1

Jungkook aferró ambos brazos a uno de Taehyung, embobado. Le había dado ternura aquel
comentario de parte del diablo, y no quería decirle que no podría quitar los dibujos de su
hijo del mural. Ambos estaban prestando atención a lo que la mujer había indicado, hasta
que finalmente llegó el tiempo de que los alumnos leyeran sus ensayos. Habían comenzado
los niños del tercer curso, lo cual había sido bastante rápido debido a que, aparentemente
casi ninguno del salón había hecho más que el dibujo del mural. Finalmente llegaba el
momento de los del primer curso, y Muerte esperaba el ensayo de su hijo con ansias.

Habían niños que no sabían leer, y la amable maestra Rusa los ayudaba. Finalmente, luego
de minutos que habían parecido interminables, el momento de Park Soobin había llegado.
Con una tímida sonrisa de pequeños y pocos dientitos, terriblemente sonrojado, se
posicionó al frente de los demás alumnos, con el papel en mano.4

—¿Necesitas ayuda, Soobin? —El niño asintió y le tendió su papel a la mujer, la cual lo
tomó, inspeccionando en silencio la hoja.
Jungkook agitó un poco el brazo de Taehyung, algo nervioso mientras se paraba de puntas
de pie para ver mejor entre los demás padres. —¿Qué crees que diga? —Le susurró a su
esposo.

—Dijo que era una sorpresa. —Taehyung se encogió de hombros, fingiendo desinterés.
Ambos sabían perfectamente que no era así.

La Muerte mordió su labio inferior, a la espera de que la maestra de su hijo comience a leer
la primera oración.

—"Amo a mis papás, son geniales." —Jungkook no pudo evitar sonreír ampliamente, con
dientecitos marcados en sus mejillas. Taehyung infló su pecho con orgullo, sin poder evitar
sonreír un poco, también. —"Ellos me cuidan mucho a mí, y a mi hermanito,
Yeonjun." —Leyó lentamente, siguiendo la lectura. La mujer frunció levemente su ceño.
—"Yo nunca tengo miedo, porque mis papás tienen poderes mágicos."35

El semblante de los dos seres sobrenaturales cambió de inmediato. Jungkook abrió sus ojos
de más, quedándose congelado en su lugar y ejerciendo un poco de presión en el brazo del
Diablo.

—Ay, joder. —Maldijo este último.8

—"No tienen autos, porque nos pueden hacer viajar con sus poderes." —Siguió la
mujer mientras Soobin asentía, estando de acuerdo con su propia escritura. —"Uno
trabaja castigando malos, y el otro los"..."los mata". —La mujer alzó la mirada,
buscando a los padres del niño entre las personas. Ninguno dijo ni una palabra, tan solo
permanecieron viendo al frente. —"Pero yo los amo igual, y más ahora, que nos
regalaron a mi hermanito a mí un gato que se había muerto en nuestro patio." Cariño.
—La mujer vio al niño, el cual continuaba con una sonrisita en sus labios. —¿Dónde están
tus papás?54

Soobin observó a través de la multitud de gente, borrando un poco su sonrisa ante la


confusión de las personas y los murmullos que interrumpían la lectura. Taehyung soltó a
Jungkook al ver la expresión cambiar en el rostro de su hijo mayor.
—Quédate aquí. —Le ordenó a su esposo con suavidad, el cual asintió. Por supuesto que
estaría de acuerdo, era un pésimo mentiroso.

El diablo avanzó entre la gente sin siquiera tener que pedir permiso. Todo aquel que
estuviese en aquella habitación podía sentir el aura oscura que éste emanaba, y preferían
mantener lejanía, aún más luego de verlo de la mano de otro hombre. Una vez Taehyung
llegó frente a Soobin, posicionó una de sus manos repletas de anillos sobre el hombro de
éste, observando a la amable pero horrorizada maestra.

—Yo soy el padre que castiga malos. —Simplemente dijo, sonriendo de lado y viendo con
superioridad a la adulta frente a sí. —Soy policía. —Mintió con tranquilidad.21

—¿Y su...compañero? —La mujer alzó ambas cejas, siendo intimidada casi de inmediato
por la fija mirada proviniendo del padre de su alumno. —¿El que los mata?

—Trabaja en una funeraria. Mi hijo tiene una gran imaginación. —Nuevamente mintió.
Jungkook envidiaba aquello; Últimamente las mentiras eran algo que necesitaba en su vida
cotidiana como Muerte, esposo del mismísimo Diablo y padre de dos hijos. —Y no es mi
compañero, es mi esposo.26

El salón entero quedó en silencio por segundos que se sintieron como horas. Podía sentirse
la incomodidad junto al mal augurio y el nerviosismo de Muerte. Claramente los mundanos
no se darían cuenta como uno que supiese pero, aún así, allí estaba.

—¿Algo más? —Las cejas de Taehyung se alzaron, sin cambiar su expresión.

—N-No, no. Está bien. De todas formas, así termina el ensayo de Soobin. —Una sonrisa -
esta vez, falsa- creció en sus labios, viendo al frente mientras acariciaba el cabello rubio del
niño. —Un aplauso para Soobin y su ensayo.16

Los aplausos llegaron de manera lenta, pero fueron lo suficientemente audibles para que el
niño de seis años brincara en su lugar, cubriendo su rostro por la vergüenza antes de
extender sus brazos hacia el ser infernal de su lado, el cual lo cargó de inmediato y sacó del
salón, viendo a Jungkook por el rabillo del ojo y dando un asentimiento en dirección a la
puerta.
Era hora de seguir al Diablo.

—¡Papi! —El niño corrió hacia los brazos de Muerte, el cual lo envolvió de inmediato,
besándole cariñosamente la mejilla. —¿Te gustó mi ensayo? —Llevó sus pequeñas manos
al rostro de Jungkook y lo observó con ojos brillantes y mejillas sonrojadas. —¿Estás feliz?

—Me encantó. Te amo tanto, tanto. —Lo cargó en brazos, dejando besos en su cabello y
olfateando un poco. Amaba el aroma de sus bebés. —Eres increíble, Binie. Todo lo que
haces me llena de amor.

Soobin parecía estar a punto de decir algo, pero sus ojos se agrandaron al ver a La Parca
detrás de su padre, sosteniendo a su hermano menor, el cual dormía cómodamente en el
hombro del adulto.

—¡Tío Yugyeom, viniste! —Se sacudió un poco en los brazos de Jungkook, y éste último
lo acercó a su mejor amigo, entregándoselo. Ahora Yugyeom cargaba a ambos niños.

—¿Viste que lindo mi ensayo?¡

—¡Estuvo de puta madre! —Exclamó La Parca.23

—¡Si! ¡De puta madre!34

Jungkook sentía que su mandíbula iba a golpear el suelo. Justo cuando estuvo a punto de
decir algo, Taehyung apareció a su lado, con una hoja mediana en una de sus manos.

—Listo, ya nos podemos ir.

—¡Papá! ¡Mi dibujo! —Exclamó el niño cuando notó lo que Taehyung sostenía. —¿Nos lo
llevamos a casa? ¿Al refrigerador?6

—Al refrigerador. —Repitió el rey del inframundo, llevando su mirada a su esposo. —Son
sus disculpas por el interrogatorio en medio del ensayo.
Muerte negó lentamente con la cabeza y, rendido, siguió a su esposo y mejor amigo hasta
estar fuera de aquel instituto, lejos de cualquier mundano que pudiese verlos transportarse.

Cuando llegaron a su hogar, los niños durmieron la siesta y la pareja sobrenatural decidió
tomarse el día libre. En su tiempo a solas, donde Jungkook se acurrucaba contra el rey del
inframundo en el sofá de la sala, ambos observaban con admiración el dibujo que su hijo de
seis años había dibujado.

Para ser tan pequeño, había hecho a la perfección las figuras de sus padres tomados de la
mano. A un lado de éstos estaban los menores, también tomados de la mano, y luego
Yugyeom sosteniendo al nuevo gato, el cual aún no tenía un nombre digno de una
mascota.1

—Estuvo cerca, ¿no crees? —Alzó su mirada, encontrándose con la de Taehyung, el cual
alzaba un poco sus cejas. —Si las personas se volvían locas, hubiésemos tenido un enorme
problema.

—Nada que no pudiésemos solucionar. —Inclinó el rostro hacia abajo, dejando un suave y
lento beso en los labios de su esposo. —Mi niño favorito... —Se apartó tan solo unos
centímetros, inspeccionando el rostro del que alguna vez había sido un simple adolescente,
inocente y religioso, lleno de amor que no podía dar ni recibir de manera apropiada.
Siempre había sentido la valentía de Jungkook como si fuese propia, pero ahora era incluso
más fuerte. Relamió sus labios, recorriendo con sus ojos -ahora rojos- los gruesos y rosados
labios de su esposo, subiendo por su pequeña nariz hasta aquellos ojos en los cuales quería
perderse por siempre. Ahora éstos tenían una pequeña mancha oscura, pero ni siquiera ésta
los opaca, incluso los volvía más maravillosos. Negó, sin poder creerlo. —...eres precioso
ante mis ojos, y los de cualquiera. —Dejó salir. —Te amo.17

Las mejillas de Muerte se tornaron levemente rosadas a la vez que arrugaba un poco su
nariz, bajando sus párpados por la vergüenza. Ya no solía quedarse estupefacto como antes,
pero aún parecía querer ocultarse en donde sea que pudiese. Nuevamente, fue recibido por
aquellos preciosos ojos esmeraldas, y la mano del dueño de éstos acarició su rostro. El tacto
ardió como las fuertes llamas de La Fosa y, maldición, que le gustó.+
Lo besó casi de inmediato, perdiéndose en el sabor de su lengua junto a la propia, y
anhelando más días tranquilos como aquellos.

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