Liberalismo y Democracia - Benjamin Constant
Liberalismo y Democracia - Benjamin Constant
Liberalismo y Democracia - Benjamin Constant
DEL
INSTITUTO DE ESTUDIOS POLITICOS
LIBERALISMO
DEMOCRACIA
POR
BENJAMIN CONSTANT
FACULTAD DE DERECHO
CARACAS
1963
031900
CUADERNOS
DEL
LO
5
LIBERALISMO
DEMOCRACIA
POR
Presentación por
FACULTAD DE DERECHO
CARACAS
Benjamín Constant
( 1767 - 1830)
321.5
0766
PRESENTACION
“la tiranía ... es quizá tanto más horrible cuanto más numerosos
son los tiranos" .
BENJAMIN
CONSTANT
Henry-Benjamin Constant de Rebecque ( 1767-1830 ) , nació
en Lausanne el 25 de octubre de 1767. Sus padres descendían de
familias protestantes francesas que, huyendo de la persecución
religiosa, se habían refugiado en el país de Vaud. Después de
una cuidadosa educación privada a cargo de diversos pre-
ceptores, es enviado a las universidades de Oxford, Erlangen y
Edimburgo . En esta última estuvo en contacto con prominen-
tes whigs cuyas ideas habrían de influirle durante toda su vida.
Pero ved cómo los partidarios del despotismo son más fran-
cos en su proceder cuando hablan de este mismo axioma, ya
que les sustenta y les favorece. El hombre que ha reducido más
espiritualmente el despotismo a sistema, Hobbes, se ha apresu-
rado a reconocer la soberanía como ilimitada, para de ahí concluir
la legitimidad del gobierno absoluto de uno solo. La soberanía,
dice, es absoluta ; esta verdad ha sido reconocida en todos los
tiempos incluso por aquellos que han incitado a la rebelión o
provocado guerras civiles ; su móvil no era destruir la soberanía,
sino transmitir su ejercicio. La democracia es la soberanía abso-
luta en manos de todos ; la aristocracia una soberanía absoluta en
manos de algunos ; la monarquía una soberanía absoluta en ma-
nos de uno solo. El pueblo puede desprenderse de esta soberanía
absoluta en favor de un monarca que vino a ser así su legítimo
poseedor.
intereses buscan sus armas. Existe una diferencia entre los in-
tereses y las opiniones : primeramente, que se ocultan los unos
y se muestran las otras , porque aquéllos dividen y éstas ligan ;
en segundo lugar, que los intereses varían en cada individuo
según su situación, sus gustos, sus circunstancias, mientras que
las opiniones son las mismas o parecen tales en todos aquellos
que actúan en conjunto ; en fin, que cada individuo sólo puede
dirigir por sí mismo el cálculo de sus intereses, y que, cuando
quiere comprometer a otros en secundarle está obligado a pre-
sentarles una opinión que les ilusione sobre la veracidad de sus
puntos de vista. Si reveláis la falsedad de la opinión con que
se presenta, le despojaréis de su fuerza principal, aniquilaréis
los medios con que influye a su alrededor, destrozaréis el estan-
darte y el ejército se disipará.
Hoy día, lo sé, se elude refutar las ideas que se quieren
combatir, profesando igual aversión a todas las teorías, cuales-
quiera que sean. Se declara a toda especie de metafísica fuera
de todo examen ; pero las declamaciones contra las teorías y la
metafísica me han parecido siempre indignas de todos los hom-
bres que piensan . Estas declamaciones tienen un doble peligro ;
no tienen menos fuerza contra la verdad que contra el error ;
tienden a marchitar la razón, a poner en ridículo nuestras facul-
tades intelectuales, a desacreditar la parte más noble de nosotros
mismos ; y no tienen ni siquiera la ventaja que se les atribuye.
Descartar por el desdén o comprimir por la violencia las opinio-
nes que se creen peligrosas, no es más que suspender momentá-
neamente sus circunstancias presentes y es doblar su influencia
en el porvenir. No hay que dejarse engañar por el silencio ni
tomarlo como asentimiento . Mientras la razón no esté convenci-
da, el error está presto a aparecer, al primer acontecimiento que
lo desencadene, sacando ventaja de la opresión misma por la que
ha pasado. Sólo el pensamiento puede combatir al pensamiento ;
sólo el razonamiento puede rectificar al razonamiento . Cuando
el poder lo repele no sólo fracasa contra la verdad sino también
contra el error. Pues al error no se le desarma más que refu-
tándolo. Todo lo demás es charlatanismo grosero, renovado de
siglo en siglo, en provecho de algunos y para vergüenza y des-
gracia de los demás.
De cierto que si el desprecio del pensamiento pudiera preser-
var a los hombres de los peligros a que sus extravíos le amena-
zan, desde hace tiempo hubieran recibido el beneficio de tan vana
defensa. El desprecio del pensamiento no es un descubrimiento.
No es una idea nueva la de apelar siempre a la fuerza, la de
constituir un pequeño número de privilegiados en perjuicio de
todos los demás , la de considerar la razón de éstos como superflua,
la de declarar sus meditaciones , ocupación ociosa y funesta.
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Presentación 3
El liberalismo 25
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Impreso en la
Imprenta Universitaria
en junio de 1963.
PLURA CONSILIO QUAM VI
Imprenta Universitaria