Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Sierra Fuenzalida 2014 PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 53

Tan lejos, tan cerca:

La profesión legal y el Estado en Chile*

Lucas Sierra Iribarren**


Pablo Fuenzalida Cifuentes***1

Antonio Bascuñán Valdés enseña a mirar.

Lo hace mostrando el derecho como una complejidad a la que hay que mirar con cui-
dado, por sus distintas conexiones e intersticios.

Por esto, al mostrar el derecho, el profesor Bascuñán hace mirar también la sociedad en
que opera. Por esto, también, su interés en la investigación más empírica y sus métodos.
Para mirar y poder conversar sobre lo visto.

Este artículo ofrece una mirada sobre el derecho y la sociedad en Chile a propósito de
una dimensión: la profesión legal. El artículo da cuenta de un trabajo que se inició en
1995 y dura hasta hoy. Aunque no ha tenido intervención alguna en su texto, el profesor
Bascuñán está presente a lo largo de toda su extensión. Y desde varios años antes.

Enseñando.
A una generación tras otra.
Mostrando.

Introducción

En 2002, la Universidad de Chile puso en marcha una reforma curricular


de los planes y programas de la carrera de derecho. El profesor Bascuñán
era, por segunda vez en su vida, el Decano. Ante la pregunta sobre cuál es
el perfil del abogado que requiere Chile en el siglo XXI, la respuesta que

*1Este artículo en parte está basado en Sierra, Lucas, Legal Ethics in Chile: Professional
Dilemmas and Challenges under Conditions of Modernization, (1995), inédito, parcialmente
traducido y editado con notas actualizándolo por Pablo Fuenzalida para el curso de Profesión
Jurídica impartido por el profesor Antonio Bascuñán V.
** Abogado, Universidad de Chile. Máster en Derecho (LL.M.), Universidad de Yale. Ph.D,

Universidad de Cambridge. Profesor, Escuela de Derecho, Universidad de Chile. Coordinador


Académico del CEP. Consejero del Colegio de Abogados.
*** Abogado, Universidad de Chile. Máster en Derecho (LL.M), Universidad de California,

Berkeley. Actualmente realizando estudios de Máster en Ciencias en estudios socio-jurídicos


(MSc in socio-legal studies), Universidad de Bristol. Profesor invitado, Escuela de Derecho,
Universidad de Chile.
418 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

orientó esa reforma fue el hecho de que “deben coexistir varios perfiles de
abogado para enfrentar la diversidad de roles profesionales que se requie-
ren en la actualidad”. Para esto se flexibilizaron los estudios del derecho
mediante la incorporación de nuevas asignaturas “permitiendo al alumno
elegir un significativo número de materias y al incorporar una variedad
de métodos de enseñanza-aprendizaje y de evaluación”1. Y junto con la
supresión de ramos obligatorios que pasaron a ser optativos o electivos, se
crearon dos asignaturas obligatorias a cargo del Departamento de Ciencias
del Derecho: Filosofía Moral y Profesión Jurídica.

Esta segunda asignatura fue incorporada en cumplimiento de uno de


los requisitos de acreditación impuestos por la American Bar Association
(ABA) exigiendo que todo alumno fuese instruido sobre “la historia, fi-
nalidades, estructura, valores, reglas y responsabilidades de la profesión
legal y de sus miembros”2. Sin embargo, los primeros años de la cátedra, a
partir de 2002, no fueron muy auspiciosos: gran disparidad de programas
y niveles de exigencia entre las cátedras paralelas, sumado a un período
en que antiguos profesores de Derecho Romano, sin especial preparación
en los contenidos del nuevo curso de Profesión Jurídica, lo impartieron al
dejar de ser Derecho Romano un curso obligatorio.

Ante este complejo escenario, luego de haber impartido por décadas la


cátedra de Introducción al Derecho, el profesor Bascuñán decidió armar y
definir el curso de Profesión Jurídica. Llevó a cabo esta tarea entre los años
2006 a 2010, su última actividad académica hasta la fecha en que escribimos.
Junto al profesor Julián López, quienes suscriben este artículo tuvimos la
oportunidad de compartir esta responsabilidad con Antonio Bascuñán. Y,
clase a clase, en algún sentido volvimos a ser sus alumnos. Fue una respon-
sabilidad, y, al mismo tiempo, un privilegio.

1
Bascuñán V., Antonio “Sobre la formación del abogado en Chile en el Siglo XXI”, 172
Doctrina MJD (2007) (disponible en www.microjuris.cl).
2 Standard 302(a) (5) de los ABA Standards for Approval of Law Schools. El cumplimiento

de esta exigencia se produjo en el marco de los programas de intercambio con universidades


norteamericanas, por cuanto la misma es exigida a las facultades de derecho en el proceso de
acreditación. Su origen se encuentra en la participación de diversos abogados en el escándalo
político conocido como Watergate. Rhode, Deborah y Paton, Paul, “Lawyers, ethics, and Enron”,
8 Stanford Journal of Law, Business and Finance (2002), p. 34. Respecto a la participación de
esos abogados en Watergate, Wasserstrom, Richard, “Lawyers as Professionals: Some Moral
Issues”, 5 Human Rights (1975).
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 419

Uno de los ejes del curso de Profesión Jurídica tiene que ver con la
historia de la profesión organizada en Chile. Por supuesto, ésta es una his-
toria que está relacionada con el Estado, a través de un proceso continuo
de negociación entre éste y la profesión organizada, proceso en el cual se
ha ido dibujando el ámbito de competencia de esta última, y la extensión
e intensidad de su autonomía. Este artículo es un intento por caracterizar
esta experiencia histórica durante la República, desde mediados del siglo
XIX hasta nuestros días.

La idea de este artículo es que la profesión legal y el Estado se empezaron


a acercar mutuamente en Chile a partir de la segunda mitad de la década de
los años 1920, época en que se fundó el Colegio de Abogados de Chile por
acto legislativo3. Desde ese minuto, la profesión organizada, en un contexto
de afiliación obligatoria, comenzó a desarrollar funciones públicas, como
proveer de asistencia legal a los pobres y concurrir a la evaluación de fun-
cionarios judiciales. Por lo mismo, su financiamiento se hizo fiscal. Esto
duró hasta 1981, año en que, por mandato constitucional y legislativo, la
afiliación se hizo voluntaria y los colegios profesionales fueron convertidos
en asociaciones gremiales.

Ese hecho coincidió con un proceso de cierta disminución de la relevancia


pública de la profesión legal. La intensa relevancia que había tenido en el
siglo XIX y primera mitad del XX, parece empezar a disminuir a partir de
los años 1960, cuando un activo Estado chileno se hizo “planificador”. Los
conocimientos del abogado, básicamente normativos, comenzaron a ser insufi-
cientes para las necesidades de cuantificación e información más empírica que
demandaba ese Estado más activo y planificador. Por esto la mayor relevancia
relativa que comenzaron a tener la sociología y, sobre todo, la economía.

La historia que cuenta este artículo termina el año 2005, con la reforma
constitucional de ese año. Aunque sin restablecer la afiliación obligatoria,
la reforma definió que los colegios profesionales tienen ahora competencia
exclusiva sobre sus afiliados para conocer de la ética profesional. Además,
estableció que los profesionales no colegiados deben ser controlados por
tribunales especiales de ética que creará la ley.

3 Ese Colegio de Abogados es el actual Colegio de Abogados de Chile A.G. Cuando en este

trabajo se usa la expresión “colegio”, se está haciendo referencia a dicha institución.


420 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

El texto concluye preguntándose si este cambio constitucional dará inicio


a un cambio en la relación entre la profesión legal y el Estado en Chile.
Probablemente alguno, como pareciera sugerirlo el nuevo Código de Ética
Profesional que hace poco dictó el Colegio de Abogados. Pero parece di-
fícil pensar que la relación que existió entre los años 1920 y 1981 vuelva
a repetirse. Ente otras cosas, porque la profesión viene desde hace 20 años
experimentando una masificación muy fuerte.

El capítulo se divide en cinco partes. La primera (1) da una breve cuenta


del primer período de la profesión organizada en la República, y se expande
desde 1862 a 1915. Es una etapa en que la profesión está lejos del Estado.
La segunda (2) se extiende entre 1925 y 1981. Es una etapa de cercanía
entre ambos. La tercera (3) abarca desde 1981 a 2005. Se trata de un pe-
ríodo especialmente enjundioso de esta historia, por lo que se subdivide en
dos secciones: la actitud reduccionista que la dictadura militar tuvo sobre
los colegios profesionales (3.1) y la creciente masificación de la profesión
legal (3.2). La cuarta parte (4), cubre desde 2005 hasta nuestros días. La
quinta (5), en fin, concluye.

1. Lejos del Estado: 1862 a 1915

En 1862 un grupo de abogados estableció el primer colegio de abogados


en la historia de Chile. Fue el primer intento en crear una asociación basada
en intereses profesionales compartidos entre abogados. En sus orígenes,
esta iniciativa fue privada: un puñado de los más prestigiosos abogados de
Santiago –muchos de ellos estuvieron profundamente involucrados en el
proceso de elaboración del patrón político y legal de la emergente nueva
República– se reunieron y fundaron el Colegio de Abogados. Poco después,
el Gobierno reconoció oficialmente la asociación por medio de su potestad
administrativa: a través del Decreto del Supremo Gobierno de 8 de agosto
de 1862, la autoridad le confirió personalidad jurídica4.

4
Pardo, Fanny, Ética y Derecho de la Abogacía en Chile (Santiago: Editorial Jurídica de
Chile, 1969), p. 1. Ver también Mesa Seco, Manuel, Comentarios al Código de Ética Profesional
del Abogado (Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile, Memoria
de Licenciado, 1952), p. 19.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 421

La existencia del Colegio de Abogados fue relativamente corta y no


muy fructífera. Conforme a la elocuencia de los propósitos declarados que
inspiraron su fundación, tales como “laborar por el progreso y prestigio de
la profesión”5, el Colegio cesó sus actividades en 1868 sin haber realizado
mucho trabajo. De hecho, esta asociación era más bien un club caracterizado
por la amistad y lazos sociales que una comunidad profesional buscando
definir y mejorar las condiciones de ejercicio en las cuales sus miembros
participaban6.

El segundo hito en la historia corporativa de los abogados data de 1915.


Al igual que lo sucedido con el Colegio de Abogados, el 26 de abril de ese
mismo año un grupo de abogados de la capital del país fundaron un colegio
denominado Instituto de Abogados de Santiago. Esta organización tuvo
más características profesionales que el Colegio. Estaba compuesto por un
Consejo Directivo que tenía la responsabilidad de entregar a la asociación
su forma definitiva. En virtud del Decreto del Ministerio de Justicia de 25
de agosto de 1915, el Gobierno autorizó al Instituto a realizar sus funciones
institucionales7. Sin embargo, al igual que el Colegio, esta nueva organiza-
ción mantenía un carácter privado. La afiliación era voluntaria y suponía la
evaluación de los postulantes por el Consejo Directivo. El financiamiento
provenía de cuotas que sus miembros debían pagar.

En la ceremonia realizada para inaugurar el Instituto, su primer Presidente


Ismael Valdés Vergara pronunció las siguientes palabras:

[Si] el abogado es el elemento social y político de más alta figuración, si su


situación abarca todos los campos de las actividades, si en todos los aspectos
de la vida de la nación le corresponde un papel preponderante, es deber de

5 Estévez Gazmuri, Carlos, Manual del Abogado (Editorial Jurídica de Chile, 1950),

p. 15.
6 Otra razón posible que podría explicar la baja profesionalización y corta existencia de este

colegio puede encontrarse en que la profesión desde el punto de vista de sus practicantes era
bastante débil, tanto por el bajo número de abogados como por la escasa dedicación al ejercicio
de la profesión ante la baja demanda de servicios legales durante gran parte del siglo XIX bajo
una economía primordialmente agraria, escenario que comenzaría a revertirse con la explotación
del salitre y las codificaciones de fines de siglo. De la Maza, Íñigo, “Los abogados en Chile:
desde el Estado al mercado”, 10 Informes de Investigación UDP (2002).
7 Estévez, op. cit., p. 17.
422 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

interés público propender con esmero y por todos los medios posibles a que
los individuos que en tan elevadas esferas deben desarrollar su actividad, sean
dignos por su ilustración y por su honestidad de las honrosas funciones a que
están predestinados y de la confianza pública que se requiere para el desem-
peño de ellas8.

El discurso de Valdés Vergara delineó los tres fines que el Instituto debía
perseguir: la mejora y dignidad de la profesión legal por medio de incenti-
var a los estudiantes de derecho y a los abogados a estudiar arduamente y
a ejercer escrupulosamente; prestar asistencia legal a los pobres, y cultivar
los recursos humanos a través de los cuales se nutría la judicatura9.

El Instituto alcanzó el número de doscientos miembros y llevó a cabo


sus funciones en forma continua hasta 1923. Comenzando como una insti-
tución metropolitana, con los años el trabajo realizado por el Instituto pasó
a ser una suerte de modelo que de alguna forma se reprodujo a lo largo
de Chile. Ciudades provinciales como Valparaíso, Concepción, Temuco y
Punta Arenas vieron el surgimiento de colegios de abogados locales, con
los cuales el Instituto de Santiago mantuvo relaciones fluidas.

Durante sus ocho años de existencia, el Instituto hizo mucho más tra-
bajo que su predecesor, y diseñó el tipo de estructura y la clase de énfasis
profesional que típicamente reflejó el futuro del Colegio de Abogados de
Chile10. El Instituto centró su atención principalmente en los tribunales,
persiguiendo la rectitud de los procedimientos y el mejoramiento del proceso
adjudicativo. Los jueces y funcionarios judiciales estaban bajo la atención

8 Estévez, op. cit., pp. 17-18.


9 Ver Acta de Fundación del Instituto de Abogados de Santiago de 26 de abril de 1915.
10
La mejor muestra de lo anterior se encuentra en la exposición de motivos del Decreto
Ley Nº 406 que reconoce la orgánica del Instituto y comparte los mismos fines: “Con esca-
sísimas modificaciones de pequeña o ninguna importancia, sus disposiciones corresponden a
las redactadas por el Instituto de Abogados de Santiago, con la colaboración de los profesores
más prestigiosos, los profesionales más eminentes y los más altos miembros de la magistratura
judicial. El espíritu que lo ha inspirado es el de aprovechar la experiencia de otras naciones,
robustecer la colaboración de jueces y abogados, dignificar la profesión de estos últimos, poner
atajo a su ejercicio por personas incompetentes, indignas o negligentes, fomentar el estudio del
derecho y propender, en suma, a la mejor, más rápida y más eficaz administración de justicia”.
En Serrano, Ricardo “El Código de Ética Profesional”, 173-LI Revista de Derecho Universidad
de Concepción (1983), p. 58.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 423

del Instituto, así como el comportamiento de los abogados y sus agentes que
trabajaban ante tribunales. Algunas de las medidas disciplinarias adoptadas
por el Instituto posteriormente fueron reglas profesionales obligatorias. Entre
ellas, es importante destacar la obligación por parte del abogado de firmar
los documentos presentados durante las etapas más importantes del juicio.
Este deber fue impuesto en orden a evitar maniobras dilatorias que eran
comunes en algunos procesos. Por otra parte, el Instituto sugirió la posibi-
lidad de integrar los tribunales con abogados cuando los jueces estuvieran
imposibilitados de oficiar ciertas audiencias.

El Instituto se preocupó también de la enseñanza legal. Organizó con-


cursos y otorgó premios a los abogados interesados en enseñar en diversas
áreas del derecho, creó la primera biblioteca para abogados, y premió las
mejores memorias que los estudiantes de derecho debían escribir para ob-
tener el grado de licenciado11.

2. Cerca del Estado: desde 1925 hasta 1981

A mediados de los años 1920 el Estado en Chile comenzó a expandirse


en la forma de un creciente aparato administrativo radicado en el gobierno.
Al mismo tiempo, hubo un breve pero intenso período de inestabilidad
política, hasta 1932, aproximadamente.

Así, en este contexto, a partir de mediados de la década de 1920, existió


considerable consenso entre los abogados sobre la necesidad de otorgar
un carácter más público a la profesión organizada12. Esta aspiración fue
recogida por el gobierno, y el 19 de marzo de 1925 fue publicado el De-
creto Ley Nº 406 a través del cual se fundó el Colejio de Abogados. Este
nacimiento se produjo, entonces, durante lo que Mario Góngora llamó
“el tiempo de los caudillos”13. El Colejio era una institución de carácter

11 Estévez, op. cit., p. 21. Ver también Pardo, op. cit., p. 1.
12 Pardo, op. cit., p. 1; y Correa, Susana, El Derecho de Asociación, El Colegio de Abogados

y la Ética Profesional (Pontificia Universidad Católica de Chile, 1992), p. 44.


13 Escribió Góngora sobre este tiempo así: “Ibáñez, como Alessandri, han dejado pues una
huella decisiva en la estructura del Estado: la concepción de que el Estado debe tener una ac-
titud protectora para todos los estratos de la sociedad, en la medida en que estén involucrados
en el trabajo material o administrativo, es necesario ir creando nuevos organismos estatales o
424 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

nacional, con personalidad jurídica de derecho público a diferencia de sus


predecesores cuya personalidad jurídica era de derecho privado. Además
de su creación institucional, la normativa mencionada establecía que cual-
quier aspecto de la abogacía y de la práctica de la profesión debía regirse
por sus preceptos14.

A lo largo de su historia, el Colejio de Abogados ilustró el creciente


proceso de profesionalización que la abogacía chilena (junto a las demás
profesiones que luego se organizaron con el modelo adoptado para los
abogados), experimentó a partir del cambio de siglo. El papel que jugó el
Estado durante este proceso fue crucial, al punto de ser imposible com-
prender su evolución sin tener en cuenta la acción del gobierno. Veamos
dicha evolución.

El 8 de septiembre de 1928 se dictó una nueva legislación para el Colegio.


Fue la Ley Nº 4.409, la cual definió el marco regulatorio de la profesión por
más de cincuenta años. El Colegio de Abogados contaba con el siguiente
esquema organizativo a nivel nacional: un Consejo General, ubicado en
Santiago, compuesto por dieciocho miembros, y diversos Consejos Pro-
vinciales compuestos por cinco miembros, como mínimo, ubicados en las
ciudades en las cuales se encontraban las Cortes de Apelaciones del país.
Los miembros del Consejo General y de los Colegios Provinciales eran
elegidos por los abogados inscritos en el Colegio, y se mantenían en ese
cargo entre dos a cinco años15.

El Consejo General regulaba las actividades profesionales de los aboga-


dos que ejercían en Santiago, supervigilaba la labor de los Consejos Pro-
vinciales y supervisaba el comportamiento profesional de los abogados en
general. Los Consejos Provinciales, a su vez, controlaban específicamente la
conducta de los abogados en sus respectivos territorios jurisdiccionales16.

para-estatales y con ello incrementar cuantitativamente la administración pública”. Góngora,


Mario, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX (Santiago:
Editorial Universitaria, 1998), p. 221, énfasis agregado.
14
El artículo 1º del Decreto Ley Nº 406 rezaba: “El ejercicio de la profesión de abogado
está sujeto a las disposiciones de la presente lei”.
15 Artículos 2º, 3º, 5º, 6º y 7º de la Ley Nº 4.409.
16 Artículo 4º de la Ley Nº 4.409.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 425

Cada Consejo tenía las siguientes funciones: (a) observar el progreso,


prestigio y privilegios de la profesión jurídica; la rectitud y conformidad
con la ley de su ejercicio profesional; conservar la disciplina profesional, y
proteger a los abogados; (b) remitir al Presidente de la República los nombres
de los abogados que consideraba idóneos para ejercer funciones judiciales;
(c) arbitrar los desacuerdos entre abogados y sus clientes respecto a los
honorarios profesionales; (d) administrar los bienes y demás pertenencias
del Consejo; (e) elaborar el presupuesto anual del Consejo. Este presupuesto
debía ser aprobado por el Presidente de la República; (f) otorgar becas y
premios a los autores de las mejores tesis dirigidas a la obtención del grado
académico de licenciado en derecho; (g) asistir a la ceremonia de inaugu-
ración del año judicial encabezada por la Corte Suprema; (h) mantener y
actualizar los antecedentes de los abogados autorizados para ejercer como
abogados; (i) informar al Presidente de la República y a la Corte Suprema
sobre las fallas y defectos observados en el sistema jurídico, y sugerir las
reglas y cursos de acción para ser corregidas; (j) fundar una biblioteca de
derecho y ciencias sociales, publicar revistas jurídicas y, en general, mejorar
el conocimiento jurídico y la ciencia del derecho; (k) establecer mecanismos
de ahorro y de asistencia médica para abogados; (l) fijar aranceles de hono-
rarios de los abogados; (m) crear y administrar un sistema a nivel nacional
de servicios profesionales para personas de escasos recursos, y n) perseguir
las conductas criminales de los abogados17.

La ley entregó al Consejo General una importante potestad normativa.


Estaba facultado para dictar normas obligatorias de carácter general en
relación con cualquier aspecto vinculado a la profesión jurídica18. Desde
su promulgación, esas normas pasaban a formar parte del sistema jurídico
sin necesidad de acciones posteriores por parte de alguna autoridad del
Estado. De hecho, el Código de Ética Profesional de 1949, recientemente
reemplazado, fue dictado por virtud de esta potestad normativa19.

Como se ha mencionado, la potestad para regular, investigar y disci-


plinar las conductas antiéticas también correspondía a los Consejos. Las
sanciones podían ser: amonestación, censura y suspensión por un plazo

17 Artículos 12 y 13 de la Ley Nº 4.409.


18 Artículo 15 de la Ley Nº 4.409.
19 Su entrada en vigencia fue el 1 de enero de 1949.
426 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

máximo de seis meses20. El Consejo General, a su vez, tenía competencia


exclusiva para cancelar el título profesional cuando concurrieran determi-
nados “motivos graves”21 . En caso de cancelación del título, la decisión
podía ser apelada ante la Corte Suprema. Sin embargo, la jurisprudencia
sostuvo que estas facultades disciplinarias del Colegio no se encontraban
bajo la superintendencia de la Corte Suprema. El fundamento para sostener
lo anterior consistía en que los procedimientos disciplinarios no revestían
un carácter “jurisdiccional”. Con todo, el procedimiento ante el Colegio
tenía elementos básicos de debido proceso22.

La afiliación al Colegio era obligatoria. Hasta la desaparición de la


colegiatura obligatoria en 1981, cualquier abogado que quisiera ejercer
debía estar afiliado. De lo contrario, su ejercicio se encontraba prohibido e
incluso era penalizado. El Colegio tenía una influencia vinculante no sólo
respecto del ejercicio profesional, sino también respecto de la admisión a
la profesión23.

El Colegio también desarrollada ciertas funciones en relación con el


conocimiento jurídico. Organizaba y administraba diversas bibliotecas

20 Ver artículo 16 de la Ley Nº 4.409.


21 De acuerdo al artículo 19 de la Ley Nº 4.409, “Sólo se considerarán como motivos graves

los siguientes: a) Haber sido suspendido el abogado inculpado tres o más veces; b) Haber sido
condenado por sentencia ejecutoriada por alguno de los delitos contemplados en los artículos
231 y 232 del Código Penal o en los Títulos IV y IX del Libro 2º del mismo Código; c) Haber
sido aceptada por el Consejo General, la acusación que se hubiere formulado, por alguno de
los delitos a que se refieren los artículos 231 y 232 del Código Penal”.
22 Artículos 16 a 28 de la Ley Nº 4.409. Para una revisión de este punto, ver Irureta, Pedro,

“Los Colegios Profesionales y el Derecho del Trabajo”, en 21-1 Revista Chilena de Derecho,
p. 105.
23
El Colegio controlaba el acceso a la profesión a través de la práctica profesional, pero
también tuvo un mayor protagonismo durante la breve existencia de un examen de admisión
posterior a la práctica profesional. La comisión evaluadora estaba integrada por los presidentes
de las Cortes Suprema y de Apelaciones de Santiago y del Colegio de Abogados. El examen
consistía en la relación de algún expediente o en el alegato de alguna causa, “sin perjuicio de
que la Comisión pueda hacer al postulante las interrogaciones que estime convenientes con el
objeto de cerciorarse de su competencia. […] El examen se calificará en la forma siguiente:
distinguido, aprobado o reprobado. Si el postulante fuere reprobado no podrá repetir el examen
antes de seis meses. Si se le reprobare nuevamente, el plazo para la repetición será de un año”.
Artículo 22 Reglamento del Colegio de Abogados, 15 de abril de 1935. La Ley Nº 7.855 de
1944 suprimió el examen.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 427

jurídicas a lo largo del país. En la misma línea, publicaba diversas revistas


jurídicas y mantenía talleres y seminarios relativos a asuntos teóricos y
prácticos del derecho, dirigidos a abogados y estudiantes24.

La creación del Colegio mediante un acto legislativo y como institución


de derecho público fue el primer paso de una larga y, en la mayor parte
del tiempo, exitosa historia de negociación con el poder político por más
prerrogativas25.

En 1932 el Colegio creó la primera organización de asistencia legal. Fue


denominada Servicio de Asistencia Judicial y se ubicaba en Santiago. En
ese entonces, el Colegio se financiaba por medio del pago de la patente que
se exigía para comparecer ante los tribunales y, en parte, con el dinero de
multas impuestas judicialmente a quienes infringían la Ley de Alcoholes. El
edificio donde este servicio funcionaba lo proveyó el gobierno. Poco tiempo
después, el Colegio puso en práctica un instrumento especial contemplado
en su ley –en la cláusula ñ del artículo 12 de la Ley Nº 4.409– para que las
personas de escasos recursos accedieran a asistencia legal y a servicios
judiciales: el así denominado Privilegio de Pobreza26.

El Privilegio de Pobreza era un certificado emitido por un departamento


especial del Colegio en base a la situación económica del postulante. Otorgar
esta licencia era una decisión discrecional y ninguna otra autoridad tenía

24
Entre las revistas figuraban la Revista de Ciencias Jurídicas y Sociales y la Revista de
Derecho y Jurisprudencia.
25 Si bien desconocemos la participación del Colegio al respecto, bajo este contexto puede
explicarse la promulgación de la Ley Nº 6.985 de 1941 que estableció el requisito de contar
con nacionalidad chilena para ser abogado incorporando un nuevo artículo a la Ley Nº 4.409.
Conforme a su historia legislativa, este requisito “tiende a evitar que los abogados chilenos
sufran la competencia de los extranjeros. Disposición similar existe en muchos otros países y,
si éstos cierran sus puertas a nuestros nacionales, no se ve por qué nosotros hemos de proceder
con distinto criterio. A esto se agrega que día a día el ejercicio de la profesión se hace más difícil
especialmente para los jóvenes que recién se inician”. Citada en Pedro Carlos Torres, 15473
LegalPublishing (1998), considerando 2. El fallo afirmó la constitucionalidad del requisito de
nacionalidad, con el voto de minoría del ministro Cury. Este requisito fue morigerado por la
Ley Nº 20.211 de 2007, que permitió ejercer como abogados a los extranjeros residentes que
cursaron la totalidad de sus estudios de derecho en Chile.
26Valenzuela, Eugenio, Proposiciones para la Reforma Judicial (Centro de Estudios
Públicos, 1991), p. 63.
428 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

potestad para revisarla. Fuera del servicio público que proveía, el Servicio
de Asistencia Judicial era utilizado para formar a los futuros abogados.
Para que los egresados de derecho obtuvieran su título de abogado, era
obligatorio trabajar en esa institución y este trabajo debía ser aprobado por
el Colegio.

Pocos años después, una nueva legislación –la Ley Nº 7.291– fue dictada
con el objeto de otorgar más recursos al Colegio para proveer asistencia
legal. En cuanto partida del Presupuesto de la Nación, ese dinero permitió al
Colegio expandir la asistencia judicial a lo largo del país. Al mismo tiempo,
un par de oficinas de asistencia, al amparo del Colegio, fueron abiertas en
dos instituciones penales de Santiago27.

Respecto a la actitud hacia la judicatura exhibida por el Colegio, cabe


señalar que éste mantuvo una suerte de monitoreo permanente sobre jueces
y tribunales. Comisiones especiales designadas por los Consejos “visitaban”
regularmente los tribunales e informaban públicamente sobre las deficiencias
detectadas. En relación con esto, resulta de especial interés el informe emiti-
do en 1932 por el comité sobre justicia criminal del Colegio. Éste causó gran
preocupación pública y derivó en severas medidas disciplinarias impuestas
por la Corte Suprema a jueces en lo criminal28. En el mismo sentido, en 1935
el Colegio persuadió a la legislatura para que reformara diversos aspectos
tanto de estructura como de procedimiento en la judicatura.

En relación con el proceso legislativo, en 1939 el Colegio creó el Ins-


tituto de Estudios Legislativos. Su objeto consistía en elaborar y proponer
reformas al sistema jurídico, y en elaborar análisis de proyectos de ley en
trámite en el Congreso. El Instituto fue el primer sistema de asesoría técnica
utilizado por el Congreso chileno para el proceso legislativo. Su labor fue
muy productiva, especialmente en áreas como derecho civil, administrativo,
laboral y procesal. En muchos casos el gobierno adoptaba las propuestas
enviadas por el Instituto.

En relación con el bienestar de los abogados, el Colegio creó la Caja


de Socorro y Protección Mutua. Era un fondo establecido en 1934 cuyo

27 Estévez, op. cit., p. 28.


28 Memoria del Colegio de Abogados correspondiente al año 1932.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 429

propósito era ayudar a los abogados en situación de necesidad económica,


proveer con remedios a los abogados enfermos y ayudar a los parientes
con los gastos del funeral de un abogado. Respecto de la jubilación, en
1937 el Colegio envió al gobierno un proyecto de ley creando un fondo de
pensiones para los abogados que jubilaban. El gobierno apoyó la iniciativa
y la envió al Congreso. Como resultado, en 1941 la Ley Nº 7.124 de Pre-
visión Obligatoria fue dictada. Por medio de esta ley, la jubilación de los
abogados fue incorporada al plan de pensiones que regía a los funcionarios
públicos. Tres años después, el Colegio logró la aprobación de una nueva
ley relativa a los planes de retiro, obteniendo mayores beneficios para los
abogados29.

Durante sus primeras décadas de vida institucional, el Colegio exhibió


una extraordinaria capacidad de negociación con las elites gobernantes.
Los resultados de esa exitosa estrategia fueron la definición de un campo
profesional monopólico y excluyente, y la obtención de beneficios laborales
específicos. Habiendo asegurado esos aspectos, en los años 1960 el Cole-
gio comenzó a perseguir otros objetivos. Como resultado de esta táctica
expansiva, el límite entre las actividades e intereses profesionales, por una
parte, y el Estado y sus funciones, por la otra, se volvieron menos claros.
Este proceso produjo una suerte de traslape entre los roles profesionales y
algunas funciones estatales. De hecho, el presupuesto del Colegio pasó a
formar parte del presupuesto de la Nación y el Colegio asumió importan-
tes responsabilidades respecto de la judicatura. Por otra parte, el Colegio
aseguró subsidio fiscal para sus publicaciones, quedando exentas de toda
clase de tributos.

Sin embargo, semejante expansión hizo que el Colegio fuera más allá
de sus intereses profesionales. Si durante cuarenta años el Colegio se ubicó
frente al gobierno, el traslape progresivo con la esfera del Estado significó
que, hasta cierto punto, se tornara una organización en el Estado.

Las relaciones económicas entre el Colegio y el Estado son un buen


ejemplo. Ya se ha mencionado el financiamiento fiscal que el Colegio recibía
a través de los recursos obtenidos de impuestos y multas para su función
de asistencia judicial. En 1964 se aprobó una ley ordenando que cualquier

29 La Ley Nº 7.871 de 11 de noviembre de 1944.


430 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

compraventa de bienes por parte del Colegio con miras a esa función estaba
exenta de impuestos. Más aún, toda la correspondencia enviada o recibida
por el Colegio quedó libre de porte. Finalmente, los empleados que trabajan
en las actividades de asistencia judicial fueron asimilados a los funciona-
rios públicos y sus salarios fueron pagados directamente por el Estado30.
Adicionalmente, esta misma ley creó un arancel de honorarios para los
abogados. Este arancel había sido propuesto por el Colegio y enviado al
Congreso, el que lo aprobó.

En 1965 el gobierno otorgó una subvención sustancial a las actividades


del Colegio31. Inicialmente con carácter transitorio, este aporte paso a ser
definitivo un año después32. Así, el Estado no solamente financiaba los ser-
vicios legales que el Colegio proveía, sino también, desde 1966, comenzó
a mantener al propio Colegio. Al ser incorporado como un nuevo ítem en
el presupuesto de la Nación, pasó a ser una agencia estatal, al menos desde
el punto de vista del Fisco.

Ya se ha señalado que el Colegio llevaba a cabo algunas tareas vincu-


ladas al proceso judicial. Proponía abogados integrantes para las Cortes y
las postulaciones de los abogados que querían ingresar a la carrera judicial
debían tener su patrocinio.

A partir del año 1971, el Colegio asumió más responsabilidades. Como


es sabido, el comportamiento institucional de jueces y funcionarios ju-
diciales era evaluado anualmente por las Cortes de Apelaciones y, como
última instancia, por la Corte Suprema. En 1971 los Consejos Provinciales
del Colegio contaban con la atribución de participar en el proceso de ca-
lificaciones, enviando informes a la respectiva Corte de Apelaciones con
una evaluación del trabajo realizado por jueces y funcionarios del territo-
rio jurisdiccional de cada Corte33. Al mismo tiempo, se estableció que el
Presidente de la República y la Corte Suprema debían escuchar la opinión
del Colegio para reformar ciertos aspectos del sistema judicial, tales como

30 Ley Nº 15.632 de 13 de agosto de 1964.


31 Decreto Nº 182 del Ministerio de Justicia de 8 de febrero de 1965.
32 Decreto Nº 1.043 de 7 de agosto de 1966.
33 Así lo estableció la Ley Nº 17.590 de 31 de diciembre de 1971.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 431

el territorio geográfico bajo la competencia de un tribunal. Por esta vía, el


Colegio mantuvo una significativa influencia en la definición y funciona-
miento de la judicatura34.

Un caso que demuestra cuán eficiente fue el Colegio en la obtención de


beneficios por parte del Estado, es el del “Club de Abogados”. En 1961, un
grupo de abogados de Santiago, todos colegiados, por supuesto, se asoció
con el objeto de crear un club social. Querían contar con una organización
para fines culturales, artísticos y deportivos. Como es de suponer, el Club
era, precisamente, lo que su denominación indicaba: una organización so-
cial, una institución meramente privada. El Estado, sin embargo, adquirió
un edificio para que el Club funcionara en sus dependencias35. En razón de
esto, el Club debió una suma importante al fisco. El debate sobre el pago
de la misma se trasladó al Congreso. Un grupo de parlamentarios –todos
abogados– enviaron una moción parlamentaria proponiendo un aumento
del impuesto que gravaba el ejercicio profesional, con el objeto de pagar
la deuda. La propuesta fue aprobada y los recursos fueron entregados al
Colegio para ser distribuidos al Club36.

Para regular el ejercicio profesional, como se indicó más arriba, el Colegio


dictó en 1949 el “Código de Ética Profesional”. Fue acordado por el Consejo
General, integrado a la fecha por prestigiosos y bien asentados abogados

34 Para un análisis de las relaciones entre el colegio y el Estado en relación a la judicatura

ver Eyzaguirre, Alejandra, Perfil Institucional del Colegio de Abogados (1925-1980), tesis para
optar al grado de licenciado en historia, Universidad Católica de Chile, 1989, pp. 101-42.
35 “El 5 de diciembre del año pasado se otorgó personalidad jurídica al Club de Abogados
de Chile por decreto del Ministerio de Justicia Nº 5138 del 5 de diciembre de 1961. Dicha
institución persigue fundamentalmente el fomento de las relaciones sociales, la confraternidad
y conocimiento recíproco entre los abogados. Para el cumplimiento de sus fines, el Club está
haciendo los trámites para adquirir el décimo piso del edificio de calle Huérfanos Nº 1147,
vecino al Palacio de los Tribunales y que destinará a sede social. Al efecto, se ha dictado el
decreto que autoriza la venta y fija sus condiciones. Esta sede será dotada de toda clase de
comodidades para los socios del Club, entre ellas, casino, tablero electrónico que indique el
curso de las tablas de la corte, servicio de mensajeros, etc. Hasta la fecha se han inscrito como
socios de la institución aproximadamente 600 abogados de la jurisdicción”. 5 Gaceta Forense
(1962), p. 2.
36 Así lo estableció la Ley 16.518 de 3 de agosto de 1966. Además, Leonardo Garetto Gúmera,

entonces presidente del Club de Abogados, en entrevista hecha por uno de los autores el 27 de
diciembre de 1995. También 22 Revista del Club de Abogados de Chile (1994).
432 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

de Santiago37. El Código fue obligatorio para todo quien obtuviese el título


de abogado, independientemente de su especialidad profesional. Durante la
ceremonia en que el título se otorgaba, la persona investida como abogado
debía jurar que cumpliría con los estándares de dicho código.

Cabe apuntar que en 1947 la Federación Interamericana de Abogados


(FIA) había aprobado, a través del Comité XII de la Quinta Conferencia
realizada en Lima, el texto del Proyecto de Código Uniforme de Ética Pro-
fesional. Este código se basaba en un anteproyecto presentado por la Barra
Mexicana, cuya fuente puede rastrearse en los Cánones de Ética Legal
(1908) de la ABA38. El Colegio participó en la Conferencia representado
por el abogado Alfredo del Valle. Si bien el acuerdo de la FIA, informado al
Consejo General, consistió en enviar observaciones para elaborar un texto
definitivo denominado “Código de Ética Profesional en las Américas”, el
Consejo acordó crear una comisión integrada por Del Valle y los consejeros
Álvarez, Ortega, y Varela. Esta comisión revisó el proyecto y lo presentó al
Consejo General, que lo aprobó con pequeñas modificaciones39.

El Código fue recibido como un aporte sustancial ante el vacío normativo


existente. Como apuntó un observador de esa época:

El ejercicio de la profesión estuvo largo tiempo entregado a la propia conciencia


del abogado: era él quien apreciaba su deber y su actuación profesional queda-
ba en la mayor parte de sus aspectos al margen de todo control […] Se hacía,
pues, necesaria la dictación de normas susceptibles de ser conocidas por todos.

37 Sus miembros eran Óscar Dávila, Carlos Estévez G., Arturo Alessandri R., Rafael Moreno

E., Humberto Álvarez S., Leopoldo Ortega N., Luis Barriga E., Antonio Ramírez L., Guillermo
Correa F., Germán Riesco, Osvaldo Hevia L., Enrique Rossel S., Pablo Langlois, Ernesto Silva
I., Pedro Lira U., Ignacio Ureta E., Lindor Pérez G., y Raúl Varela V.
38
El Código de la FIA se reproduce en 64-XVI Revista de Derecho Universidad de Con-
cepción (1948), pp. 209-220.
39
La historia del Código de Ética se encuentra en las Actas de las Sesiones del Consejo
General de 8 de abril de 1948; 22 de abril de 1948; 26 de agosto de 1948; 30 de septiembre de
1948; 7 de octubre de 1948; y 28 de octubre de 1948. Entre los acuerdos se dejó constancia de
que se realizaron cambios a los primeros artículos pero los antecedentes sobre esta modificación
así como el resto de la discusión no fueron transcritos. Con posterioridad a su aprobación, uno
de los Consejos Provinciales solicitó las actas para conocer el debate en torno al nuevo Código,
a lo cual respondieron desde Santiago que no se dejó constancia de la discusión de cada artículo
porque la mayor parte del trabajo fue encomendado a la comisión interna.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 433

Que estas ideas, por naturaleza sutiles e imprecisas, que constituyen el deber
profesional, se tradujeran en disposiciones escritas que fueran modificándose
en la forma que la experiencia lo aconseje. A ello obedece la dictación del
interesante Código objeto de este artículo […] El Código evitará en gran parte
la discusión doctrinaria por los consejeros sentenciadores, quienes contarán
ahora para el pronunciamiento de sus fallos con una ordenación sistemática de
los principios fundamentales que informan la profesión, y el público, gracias
a esta iniciativa de los propios abogados, podrá conocer y apreciar en todo lo
grande de su significado los caracteres esenciales de la profesión a que acude
para la defensa de sus derechos40.

El Código fue concebido principalmente como un cuerpo de estándares


más o menos abstractos, antes que como un conjunto de reglas que pres-
criben –con mayor o menor precisión– guías para la acción41. Como es
sabido, mientras más aspiracional sea una regulación, menos específico es
el camino ofrecido para alcanzar esas aspiraciones42.

En relación con el tipo de sujeto regulado, el Código asumía un concepto


muy restringido de la profesión jurídica. De hecho, el Código se dirigía casi
exclusivamente al abogado que ejerce ante tribunales43. Por consiguiente,
por cliente entendía una parte litigante y por autoridad, principalmente, a
los jueces44. El Código definía al abogado como un defensor de derechos
en procesos adjudicativos, concepto muy cercano a la definición legal de
los abogados: “Los abogados son personas revestidas por la autoridad
competente de la facultad de defender ante los Tribunales de Justicia los
derechos de las partes litigantes”45.

40 Serrano, Ricardo, “El Código de Ética Profesional”, 67-XVII Revista de Derecho Uni-

versidad de Concepción (1949), pp. 29-31.


41 Exceptuando las “Bases para estimación de honorarios” (artículo 34) y el “Pacto de Cuota

Litis” (artículo 35), cuyo contenido prescriptivo era más preciso.


42 Ver el debate sobre este punto tratado en Rhode, Deborah y Luban, David, Legal Ethics

(The Foundation Press, 1992), pp. 115-37.


43 Artículo 1º, sobre la esencia del deber profesional, señala: “El abogado debe tener pre-
sente que es un servidor de la justicia y un colaborador de su administración; y que la esencia
de su deber profesional es defender empeñosamente, con estricto apego a las normas jurídicas
y morales, los derechos de su cliente”.
44 Ver, especialmente, arts. 17 a 24, y 25 a 39.
45 Artículo 520 COT.
434 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

Bajo esta óptica, el Código decía poco y nada sobre formas de ejercer
distintas a la demanda o defensa judiciales, tales como la asesoría, la ense-
ñanza, el arbitraje, la mediación, entre otros.

El Código fue adoptado cuando la imagen dominante de los abogados


se basaba en el tradicional tipo-ideal del profesional liberal: un profesional
individual, con un grado significativo de autonomía, que mantiene una
relación cara a cara con sus clientes46.

3. Lejos del Estado: desde 1981 hasta 2005

Como se ha venido notando, la profesión mantuvo una estrecha cercanía


con el Estado a partir de la década de los años 1920. Esa cercanía iba a
terminar en 1981, cuando el Estado se separó de todas las profesiones orga-
nizadas. Pero, en el caso específico de la profesión legal, dicha separación
ya había empezado antes de una forma peculiar: el derecho como forma
de conocimiento para administrar el Estado comenzó a perder relevancia
cuando, en la década de los años 1960, el Estado de Chile se embarcó en
lo que Góngora llamó “planificaciones globales”. El derecho perdió terre-
no frente a la sociología y economía, las que por sus mayores destrezas
empíricas y cuantitativas, parecieron más aptas para un Estado ávido de
planificación centralizada47.

46 Sobre el proceso en el cual la abogacía adquirió rasgos de profesión liberal, De la Maza,

op. cit., pp. 10-5.


47 Pérez-Perdomo, Rogelio, “Educación jurídica, abogados y globalización en América

Latina”, en 9 Revista Abogacía y Educación Legal (2005), disponible en www.cejamericas.


org/sistemas-judiciales/tema_central.php?revista=9&idioma=espanol&secc=374&TemaNiv2
=374; Sierra, Lucas, “Derecho, cambio social y los juristas en Chile: de la estridencia de los
60 al silencio de hoy”, en AA.VV., El derecho como objeto de instrumento de transformación
(Buenos Aires: Editores del Puerto, 2003), pp. 31-46. Ilustrativa de los tiempos que corrían
resulta la siguiente cita del entonces Presidente del Consejo Provincial de Concepción: “En
seguida, demandará nuestra atención durante estos días el análisis severo y exhaustivo del
campo ocupacional del abogado, constreñido en la actualidad por la intervención de otros
profesionales en el ámbito que hasta hace poco le fue propio y por la tendencia imperante de
eliminar la obligatoriedad de patrocinio del letrado en muchos negocios que antes lo requerían.
Pero el comentado estrechamiento del campo ocupacional sólo incide, en nuestro parecer, en
aspectos muy particulares y quizás intrascendentes del quehacer profesional, quedando siempre
bajo la responsabilidad del Abogado la solución de aquellos problemas jurídicos relativos a la
vida, la libertad, la honra y la hacienda de las personas”. Salas Vivaldi, Julio, “Sexto Congre-
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 435

Se empezó a demandar precisamente la clase de conocimientos que las


cinco facultades de derecho de entonces no entregaban, apegadas, como
estaban, al paradigma dogmático subyacente al modelo de educación ju-
rídica denominado “perfil Alessandri”, pues estaba asociado al decano de
la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile Arturo Alessandri R.,
en cuyo periodo se gestó el plan de estudios de 1935, plan que predominó
durante la segunda mitad del siglo XX “y que, con un intervalo breve, se
mantuvo hasta el inicio del presente siglo”48.

Este proceso de alejamiento se radicalizó durante el gobierno de la


Unidad Popular, bajo el cual el Colegio pasó a ser un activo opositor. Las
elites gobernantes se radicalizaron hacia la izquierda y la profesión legal
empezó a ser considerada como un obstáculo a los profundos cambios
sociales radicales cuya necesidad se proclamaba49. La cultura jurídica,
tradicionalmente comprometida con la protección de la propiedad privada
y de los límites constitucionales sobre el gobierno, era percibida como con-
servadora –incluso más que en el pasado– y esta disonancia ideológica con
la rampante estrategia revolucionaria originó una creciente confrontación
entre la abogacía organizada y el poder político50.

so. La abogacía, su situación actual y perspectivas futuras. Discurso del señor Presidente del
Consejo Provincial del Colegio de Abogados”, 150-XXXVII Revista de Derecho Universidad
de Concepción (1969), p. 22.
48 “Dicho perfil consistía básicamente en la enseñanza del derecho positivo vigente, espe-

cialmente sus códigos, a fin de que el abogado, con dicho conocimiento, pudiere operar en los
tribunales de justicia. Tal perfil es definido por varias características: predominio absoluto del
estudio del derecho positivo, a través de distintas asignaturas de los principales códigos de la
República y en especial del Derecho Civil y del Derecho Procesal; carácter enciclopédico del
conocimiento de las distintas ramas del derecho (enseñar un poco de todo), plan rígido (todos
los alumnos deben estudiar lo mismo y en el mismo orden), clases conferencias y exámenes
orales. Se caracteriza por una actitud pasiva del estudiante ante el profesor el que dicta su
clase. El conocimiento de dicha información es controlado por el profesor en el examen con
preguntas orales que deben ser respondidas por el alumno de inmediato, privilegiando así el
conocimiento memorístico. Pueden agregarse otras características, pero dicho modelo, en lo
sustancial, se conserva hasta hoy en varios planes de estudio y en asignaturas impartidas por
numerosos profesores”. Bascuñán, op. cit.
49 Novoa, Eduardo, El Derecho como Obstáculo al Cambio Social (México: Siglo XXI

Editores, 1975).
50 Sin perjuicio que su punto de partida e interpretaciones tienen un sesgo derechista, una
descripción histórica de este periodo puede encontrarse en Lavín, Francisco, Papel Político
436 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

La judicatura adoptó una actitud similar hacia el gobierno51. En marzo


de 1973 la Corte Suprema acusó al gobierno de haberse salido del Estado
de Derecho52. Así también lo denunciaría la Cámara de Diputados cinco
meses después53.

En medio de este escenario crispado, en agosto de 1973 el colegio publicó


una declaración sosteniendo que el Estado de Derecho se había quebrado
en el país, e hizo un llamado en favor de la intervención de las Fuerzas
Armadas y de los ciudadanos en orden a revertir el proceso revolucionario
izquierdista54.

Finalmente, en septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas intervinie-


ron y establecieron una dictadura por 17 años. El Colegio de Abogados
celebró el golpe de Estado al punto de prestar “su patriótica adhesión al
nuevo Gobierno”, enviando una comunicación a los demás colegios ex-
tranjeros con los cuales mantenía relaciones55. A poco andar, sin embargo,
la dictadura empezó a mostrar signos poco amistosos hacia los colegios
profesionales.

del Colegio de Abogados en el Período 1970-1973, memoria de prueba para optar al grado de
licenciado en Ciencias Jurídicas, Universidad Católica de Chile (1989).
51 En octubre de 1972 el Consejo General del Colegio de Abogados acordó la realización

de un paro nacional de abogados En respuesta a este acuerdo, el Presidente de la República


solicitó, por oficio 1899 de 18 de octubre de 1972, un dictamen a la Corte Suprema en con-
formidad al artículo 96 COT sobre la ilegalidad del mismo. La Corte Suprema, en oficio del
20 de octubre de 1972, respondió: “El Colegio de Abogados es una corporación de derecho
público y su Consejo General tiene independencia en el ejercicio de sus atribuciones, goza
de potestad resolutiva, y es, por lo tanto, libérrimo para adoptar los acuerdos que estime
conveniente a su objetivo, razones por las cuales le está vedado a esta Corte expedir un juicio
crítico jurídico, como sería el informe en derecho solicitado por V.E.”. Citado en Daniel,
Manuel, “Algunas consideraciones sobre los colegios profesionales”, 27 Revista de Derecho
Público (1980), p. 188.
52 Ver Revista de Derecho y Jurisprudencia (1973), p. XXIII. Para un retrato del comporta-

miento político de la judicatura durante este período puede verse Cortés Araya, Joaquín “La
Corte Suprema a través de la Prensa”, en El Ferrocarril.
53 Diario La Prensa, 23 de agosto de 1973, p. 5.
54
Acta del Consejo General del Colegio de Abogados correspondiente a la sesión del 6
de agosto de 1973.
55
“El Colegio de Abogados y el Nuevo Gobierno de Chile”, comunicación del Colegio de
Abogados a las instituciones congéneres del exterior, de octubre de 1973, reproducida en 160-
XL Revista de Derecho Universidad de Concepción (1973), pp. 108-113.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 437

3.1. Actitud reduccionista


frente a los colegios profesionales

Un primer atisbo fue el Decreto Ley Nº 349 de 1974, cuya exposición de


motivos es ilustrativa del camino que se seguiría después: “Que el Gobierno
ha reconocido en toda su extensión el valioso aporte que presentan… [los]
Colegios Profesionales y demás organizaciones similares, como elementos
cooperadores en la solución de los problemas nacionales. Que si bien la
situación del país se encuentra prácticamente normalizada, no es conve-
niente aún autorizar indiscriminadamente el funcionamiento de aquéllas o
la renovación de sus directivas”56.

Este decreto ley prorrogó el mandato de la directiva del Colegio tanto


si éste había expirado o si terminaba entre el 11 de septiembre de 1973 y
el 1º de octubre de 1975 (artículo 1º). A su vez, facultaba al Ministerio del
Interior para (i) reemplazar miembros de la directiva que por imposibilidad
física, moral o cualquier otro motivo, no pudieren desempeñar definitiva-
mente sus funciones quedando sin quórum para sesionar, (ii) solicitar la
renuncia de cualquier miembro de la directiva y nombrar de inmediato
a los reemplazantes, y (iii) impartir normas relativas a las reuniones que
las directivas o asambleas deban realizar para tratar materias propias de
sus respectivas organizaciones, las que en caso de incumplimiento podían
sancionarse con el receso de la entidad infractora por el tiempo que esti-
mara necesario.

Tan pronto como en 1973, la dictadura buscó dictar una nueva constitu-
ción. La labor fue encomendada a una comisión de abogados constituciona-
listas, incluyendo al entonces Presidente del Colegio de Abogados Alejandro
Silva Bascuñán. El trabajo de esta comisión fue después remitido al Consejo
de Estado, órgano asesor de la Junta Militar, integrado por ex Presidentes
de la República junto con autoridades militares y civiles. Finalmente, la
Junta Militar revisó y acordó el texto final.

Los acuerdos de la primera comisión, la Comisión de Estudios para


una Nueva Constitución o “Comisión Ortúzar”, fueron publicados como

56 Decreto Ley Nº 349 Prorroga Mandato de Directivas de Juntas de Vecinos y otras Orga-
nizaciones (D.O. 4.03.1974).
438 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

Actas Constitucionales con fuerza vinculante. Respecto de la afiliación a


los colegios profesionales, el Acta Constitucional Nº 3 de 1976 siguió la
tradición, pues estableció como excepción a la libertad de asociación –pro-
clamada como principio general–, la posibilidad excepcional de que por ley
se exigiera la colegiatura obligatoria: “la cual sólo podrá imponerla para
el ejercicio de una profesión universitaria”57. Esta disposición se mantuvo
en el Anteproyecto elaborado por la Comisión de Estudio de la Nueva
Constitución Política de octubre de 1978 remitido al Consejo de Estado.
El texto aprobado por este Consejo de Estado en 1980, mantuvo la misma
posibilidad de que el legislador ordenara la colegiatura obligatoria respecto
de profesiones universitarias.

Pero pronto las cosas cambiarían, en manos de la afiliación voluntaria


y de un recorte de las facultades de los colegios profesionales. El Decreto
Ley Nº 2.516 de 1979, sobre aplicación de los aranceles de honorarios de
profesionales y exigencia de títulos para el desempeño de determinados
cargos, privó a los aranceles fijados por los colegios de su carácter obliga-
torio relegándolos a un mero carácter referencial, permitiendo a los profe-
sionales pactar libremente honorarios superiores o inferiores a los fijados
arancelariamente. Y respecto del requisito de contar con título profesional
para ciertos cargos públicos, éste se daba por cumplido por el solo hecho
de encontrarse en posesión del mismo sin necesidad de acreditar afiliación
al colegio respectivo58.

57 Artículo 1º Nº 20 inciso 6º Acta Constitucional Nº 3, contenida en el Decreto Ley Nº 1.552,

promulgado 11 de septiembre de 1976, D.O. 13.09.1976.


58 La norma generó polémica como muestra la siguiente cita: “[L]a disposición obedece

a propósitos de ‘desburocratización’, entendida como liberalización de exigencias docu-


mentarias; pero, en el fondo, implica admitir que se pueda ejercer la profesión sin que se
esté inscrito en los registros del colegio, lo que enerva el control integral sobre la profesión
por parte de la orden. […] Es que para entender que esa oposición existe [entre aranceles y
libre competencia] hay que partir de un principio equivocado sobre la libertad para pactar
honorarios entre el cliente y el profesional, reconocida en general en las leyes orgánicas de
los colegios [...] Si dentro de esa libertad para pactar se atenta contra los valores que toca
a los colegios precisamente defender, es obvio que éstos pueden sancionarlos [...] El valor
protegido por la legislación antimonopólica es, sin duda, un valor económico en una econo-
mía de mercado, cual es la libre competencia; pero cuando los colegios profesionales dictan
normas destinadas a impedir abusos en los cobros de honorarios, no están impidiendo que
el ‘producto’ llegue más barato al consumidor en el ‘mercado libre’, sino que están caute-
lando la eficiencia y la idoneidad de los servicios y defendiendo de ese modo al requirente
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 439

Poco tiempo después, y en el mismo sentido, el Decreto Ley Nº 2.757 de


1979, estableció que la afiliación a las organizaciones gremiales, incluyendo
las de carácter profesional, era voluntaria y se prohibió exigir la afiliación
para el desarrollo de alguna actividad económica. Lo propio quedó consa-
grado en la Constitución que se dictó al año siguiente, la Constitución de
198059.

En línea con la labor general de terminar con cualquier monopolio, la


nueva Constitución estableció en su artículo 19 número 16 lo siguiente:

La Constitución asegura a todas las personas: La libertad de trabajo y su pro-


tección. Toda persona tiene derecho a la libre contratación y a la libre elección
del trabajo con una justa retribución. Se prohíbe cualquiera discriminación que
no se base en la capacidad o idoneidad personal, sin perjuicio de que la ley
pueda exigir la nacionalidad chilena o límites de edad para determinados casos.
Ninguna clase de trabajo puede ser prohibida, salvo que se oponga a la moral, a
la seguridad o a la salubridad públicas, o que lo exija el interés nacional y una
ley lo declare así. Ninguna ley o disposición de autoridad pública podrá exigir
la afiliación a organización o entidad alguna como requisito para desarrollar una
determinada actividad o trabajo, ni la desafiliación para mantenerse en éstos.
La ley determinará las profesiones que requieren grado o título universitario y
las condiciones que deben cumplirse para ejercerlas […].

Siguiendo este mandato constitucional, en 1981 se dictó una nueva le-


gislación para las asociaciones profesionales. Fue el Decreto Ley Nº 3.621
de 7 de febrero de 1981. En su artículo 1º, cambió la naturaleza jurídica de
las asociaciones profesionales: de personas jurídicas de derecho público
a personas jurídicas de derecho privado. Su denominación de origen de
Colegios Profesionales cambió al de Asociaciones Gremiales. En otras
palabras, desde el punto de vista jurídico las organizaciones ocupacionales

de quienes, a riesgo de la calidad y amparándose en la colegiatura, ofrecen sus servicios a


‘precios de liquidación’... Hay, pues, confusión o trastrueque de valores en hacer interferir
un ordenamiento (el de la libre competencia o antimonopólico) en otro (el de los profesio-
nales), porque su concepción, sus fines y sus medios son de diversa índole o naturaleza”.
Daniel, op. cit., pp. 201-4.
59 Esta decisión, más bien hostil hacia los gremios y organizaciones profesionales, se
pareció a la de los revolucionarios franceses en la Ley Chapelier de 1791, con la que se
buscó disolver la capa social organizada y asociada al trabajo ubicada entre los individuos
y el Estado.
440 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

pasaron a ser algo similar a un club social, perdiendo su carácter exclusivo


en relación con la profesión correspondiente. Esta legislación “privatizó”
la iniciativa para crear y mantener organizaciones profesionales. En suma,
los aspectos asociativos de las profesiones quedaron a la discreción de los
practicantes. En este sentido, el artículo 2º del Decreto Ley Nº 3.621 pro-
hibió lo siguiente:

No podrá ser requisito para el ejercicio de una profesión u oficio, ni para


el desempeño de un cargo de cualquier naturaleza que éste sea, como para
ningún otro efecto, el estar afiliado o pertenecer a un Colegio Profesional o
Asociación o figurar inscrito en los registros que éstos mantengan. En con-
secuencia, ni las autoridades ni persona alguna podrán hacer exigencias para
ningún efecto, que se refieran a la condición de colegiado de un profesional.
Tampoco podrán discriminar a favor o en contra de aquellos que tengan dicha
condición.

La prohibición transcrita derogó el carácter obligatorio de las asociacio-


nes profesionales. Así, la decisión de afiliarse o no quedó en manos de cada
titulado. Además, el artículo 3º del mismo decreto ley ordenó:

Deróganse todas las disposiciones legales que facultan a los Colegios Profe-
sionales para conocer y resolver los conflictos que se promuevan entre pro-
fesionales, o entre éstos y sus clientes, como consecuencia del ejercicio de la
profesión, como asimismo aquéllas que les permiten conocer y sancionar las
infracciones a la ética profesional.

De este modo, el vasto poder regulador que históricamente había sido


otorgado a las profesiones fue revocado. Las potestades disciplinarias fueron
transferidas a la justicia ordinaria en virtud del artículo 4º:

Toda persona que fuere afectada por un acto desdoroso, abusivo, o contrario
a la ética, cometido por un profesional en el ejercicio de su profesión, podrá
recurrir a los Tribunales de Justicia en demanda de la aplicación de las sancio-
nes que actualmente contemplen para estos actos la Ley Orgánica del Colegio
respectivo o las normas de ética vigentes. Para todos los efectos, el asunto se
considerará como de naturaleza contencioso civil y su tramitación se ajustará
al procedimiento sumario.

Respecto de la facultad para fijar aranceles profesionales, esta legislación


volvió a reducir el poder de los colegios. Su artículo 5º ordenó:
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 441

Derógase toda norma que faculte a los Colegios Profesionales para dictar
aranceles de honorarios para sus asociados y déjanse sin efecto los que
actualmente se encontraren vigentes. Todo acto en contravención a este
artículo será sancionado de conformidad con las disposiciones del Decreto
Ley Nº 211, de 1973. A falta de estipulación expresa o acuerdo entre las
partes, los honorarios serán regulados por el juez en conformidad al proce-
dimiento sumario.

Finalmente, el Decreto Ley Nº 3.621 autorizó al Presidente de la Repúbli-


ca para dictar normas dirigidas a transferir otras prerrogativas y funciones
de los colegios profesionales a diferentes entidades. Al mismo tiempo, el
Presidente estaba facultado para modificar las reglas de ética existentes o
para establecer nuevos códigos de ética60.

Tres meses después de la dictación del Decreto Ley Nº 3.621, el Servicio


de Asistencia Judicial –el programa de asistencia legal a los pobres que desde
1934 había estado a cargo del colegio–, fue traspasado a una corporación
de derecho público, la Corporación de Asistencia Judicial, dependiente
del Presidente de la República a través del Ministerio de Justicia61. De
esta forma, el Colegio perdió esta función y los recursos entregados por el
Estado para su funcionamiento.

Como veremos más abajo, en el caso del Colegio de Abogados, la abo-


lición del carácter obligatorio de la afiliación fue seguida de un proceso de
masificación de la abogacía inédito y creciente. Esto ha traído como con-
secuencia que hoy un porcentaje significativo de los nuevos profesionales
no se colegia al Colegio de Abogados de Chile, como lo muestra el gráfico
siguiente, que compara el número de titulados y de afiliados al Colegio por
año, entre 1970 y 2011.

60 Así fue establecido por el artículo 2º transitorio del Decreto Ley Nº 3.621. Es importante

recalcar que, en materia de códigos de ética, el Presidente jamás ejerció esa potestad.
61 La ley que estableció lo anterior fue la Ley Nº 17.995 de 8 de mayo de 1981.
442 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

Afiliados al Colegio de Abogados y juramentos por año (1970-2011)

Pero antes de ir al proceso de masificación, volvamos a la reforma de


1981 y a la forma en que ha afectado al Colegio de Abogados.

Así, por ejemplo, la modificación de su tradicional facultad disciplinaria,


que fue traspasada a la judicatura ordinaria, ha tenido consecuencias en el
control disciplinario de los abogados. Diversos estudios han revelado que,
para perseguir una infracción de la ética profesional, llevar adelante un juicio
civil resulta costoso (entre otras cosas, porque hay que contratar un abogado
para demandar)62. Resulta sintomático que desde el desplazamiento de la
jurisdicción disciplinaria hacia la justicia ordinaria en 1981, el número de

62 Aylwin, Miguel et al., Justicia y Sectores de Bajos Ingresos (Ediar-ConoSur Ltda.,

1988); Peña, Carlos, “Informe sobre Chile”, en Jorge Correa Sutil (ed.), Situación y Políticas
Judiciales en América Latina, 2 Cuadernos de Análisis Jurídico Universidad Diego Portales,
p. 361; Correa, Jorge y Barros, Luis, Justicia y Marginalidad. Percepción de los Pobres (CPU
& DESUC, 1993); y Yáñez, José, “Organización de la Administración de Justicia en Chile”, en
Proyecto de Capacitación, Formación, Perfeccionamiento y Política Judicial. Administración
de los Tribunales (CPU, 1991), pp. 225-43.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 443

reclamos presentados ante los tribunales en materia ética contra los abo-
gados haya disminuido abruptamente. Hasta 1981, el número de reclamos
recibidos por el Colegio de Abogados alcanzaba aproximadamente unos
100 por año63. Después de 1981, y por varios años, el número de juicios
civiles iniciados contra abogados por faltas a la ética profesional no superó
el promedio de uno por año64.

Por otra parte, el cambio introducido por el Decreto Ley Nº 3.621 en


1981, trajo problemas de incertidumbre sobre las reglas éticas que efecti-
vamente regulan la profesión. Hasta 1981 el Código de Ética Profesional de
1949 era el marco vinculante con que el Colegio de Abogados disciplinaba
a la profesión. De acuerdo a lo establecido en el Decreto Ley Nº 3.621, la
facultad de dictar la regulación ética de las profesiones fue transferida al
Presidente de la República. Éste debía, mediante un Decreto con Fuerza
de Ley y durante los seis meses siguientes, dictar nuevos códigos de ética
profesional65. Sin embargo, el Presidente de la República nunca dictó esos
códigos de ética de reemplazo. ¿En qué pie quedaba el Código de Ética de
1949? ¿Se aplicaba, también, a los no colegiados?

En 1988, la Corte de Apelaciones de Santiago algo dijo sobre el punto.


Ya que el Presidente no había dictado nuevos códigos de ética, el Código de
Ética Profesional de 1949 continuaba vigente para los abogados colegiados,
al menos66. Pero la pregunta principal siguió planteada: ¿Y si el abogado
contra el que se quiere reclamar no está colegiado?

63 Correa, Susana, op. cit., p. 57.


64 Anuarios de Justicia, 1980 a 1995, Ministerio de Justicia de Chile. Considerando las fa-
cultades disciplinarias que el Colegio de Abogados continuó ejerciendo sobre sus miembros, es
interesante anotar que desde 1981 la actividad disciplinaria del Colegio disminuyó si se compara
con la actividad desarrollada durante el período en que el Colegio era una asociación obligatoria.
Se ha señalado que el Colegio recibía reclamos en materia de ética en contra de los abogados en
un promedio de 100 por año hasta la década de los ochenta. Entre 1981 y 1992, el número de
reclamos disminuyó aproximadamente a 30 por año. Mientras el Colegio era una asociación obli-
gatoria aceptaba reclamos en contra de abogados a una tasa de 18%; como asociación voluntaria
el Colegio aceptó reclamos en contra de sus miembros a una tasa de 7,3% entre 1981 y 1992.
Tavolari, Raúl, “La Ética de la Profesión de Abogado y los Casos más Frecuentes de Infracción”,
en 25/92 Documento de Trabajo CPU (1992), p. 24; y Correa, Susana, op. cit., p. 57.
65 Como se señaló, esto lo contemplaba el artículo 2º del Decreto Ley Nº 3.621.
66 Berstein con Albónico, 94 GJ (1988), p. 38. La conclusión antedicha se infiere por cuanto

ambas partes estaban colegiadas, no porque el fallo así lo dijera.


444 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

Y las repuestas posteriores de la jurisprudencia han sido equívocas. Por


ejemplo, se ha fallado, en concordancia con el fallo recién citado, que el có-
digo solamente rige la conducta de los abogados colegiados67. Pero, también
se ha fallado que el código rige el actuar de todo abogado independiente-
mente de su calidad de colegiado (en los hechos el abogado denunciado no
se encontraba afiliado al Colegio de Abogados).68 Y en relación con las san-
ciones aplicables, se ha sancionado abogados invocando aquellas sanciones
contempladas en el artículo 16 de la Ley Nº 4.40969. Y para complicar más
las cosas, también se ha fallado que, al remitirse el artículo 4º del Decreto
Ley Nº 3.621 de 1981 a “las sanciones contenidas en el Código de Ética
Profesional”, pero al no contener el código de 1949 sanciones, el tribunal
sólo podía declarar la existencia de la infracción, pero no sancionarla70. Esto
último fue revocado en segunda instancia, concluyendo que las sanciones
aplicables corresponden a las de la Ley Nº 4.409, procediendo suspender en
el ejercicio de la profesión al abogado demandado por el término de un mes,
sanción que la sentencia calificó de “pena”71. La doctrina, si bien escasa,
tampoco ha logrado consenso sobre este punto72.

67 Cabello Fuenzalida, Pamela de L. con Chair Kuncar, Vivian M., MJJ20103 Microjuris.com.

(2009). En primera instancia al no haberse acreditado esa calidad respecto a la parte demandada,
el Código serviría “tan solo de precedente” (24º Juzgado Civil de Santiago, Rol C-16710-2005,
8 de agosto de 2006, considerando 6). En segunda instancia, al haberse acreditado la calidad de
colegiada de la demandada, el código fue aplicado en cuanto norma obligatoria, si bien la Corte
planteó que respecto a los no colegiados el código puede ser tenido como referencia (Corte de
Apelaciones de Santiago, Rol Nº 8.283-06, 5 de junio de 2009, considerandos 2 y 3).
68
Clínica Las Condes con Meza, 28º Juzgado Civil de Santiago, Rol C-7547-2003, 2 de
marzo de 2007, considerando 13; Clínica Las Condes con Meza, Corte de Apelaciones de
Santiago, Rol Nº 6.875-2007, 23 de noviembre de 2009, considerando 4.
69
Cabello Fuenzalida, op. cit., considerando 9 (primera instancia) y considerando 7 (se-
gunda instancia).
70 Clínica Las Condes con Meza, op. cit., considerando 25.
71
Clínica Las Condes con Meza, op. cit., considerandos 4-7. El fallo cita el razonamiento
de Berstein con Albónico, op. cit.
72 Para Tavolari, op. cit., pp. 6-9, el Código obliga sólo a los abogados asociados al Colegio

de Abogados de Chile A.G. en cuanto continuador legal del antiguo Colegio. Y en materia de
sanciones, como el artículo 1º transitorio del Decreto Ley Nº 3.621 disponía la derogación de
la Ley Nº 4.409 de manera inevitable, al no proceder aplicar las sanciones contenidas en una
ley derogada, restan solamente las contenidas en las normas de ética vigente. Sin embargo, los
tribunales podrían aplicar las sanciones contenidas en los estatutos de cada colegio respecto a
sus miembros. Para Matus, Jean Pierre, “Control Ético y Deontología”, en 13-1 Ius et Praxis
(2007), [www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-00122007000100016-
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 445

En síntesis, tras la reforma de 1981, el alcance del código y de las san-


ciones aplicables devinieron cuestiones confusas, sobre todo en relación
con los abogados que no son miembros del Colegio73. Veamos ahora otras
consecuencias, algunas más internas, que esta reforma trajo para el Colegio.
Por ejemplo, en relación con sus estatutos.

Respecto de ellos, el Decreto Ley Nº 3.621 puso al Colegio de Abogados


contra la espada y la pared. El artículo 1º transitorio fijó un plazo de noventa
días para que dictara los estatutos por los cuales se regiría en calidad de
asociación gremial, pero una vez expirado ese plazo se entendería legal-
mente disuelto, “sus bienes tendrán el destino indicado por la ley, y su Ley
Orgánica respectiva se entenderá automáticamente derogada”. En caso de
dar cumplimiento al término señalado, la nueva asociación sería la sucesora
legal del Colegio de Abogados y adquiriría por ese título el dominio de sus
bienes. Sin embargo, una vez que los nuevos estatutos comenzaran a regir,
se entendería “también disuelto el Colegio respectivo y derogada la Ley
Orgánica pertinente”.

Ante este escenario, en abril de 1981 el Colegio realizó una consulta


para conocer la opinión de sus miembros acerca de la transformación en
asociación gremial. El 97% de los abogados se pronunció por mantener el
Colegio como institución de derecho público. Sin embargo, ante el hecho de
que su antigua ley sería “automáticamente derogada”, el Consejo General

&lng=es&nrm=iso], al existir un mecanismo dictar o modificar las normas que reglamenten la


ética profesional a través de Decretos con Fuerza de Ley, y no haberse dictado nunca el D.F.L.
correspondiente a la profesión del abogado, “el valor del Código […] aprobado por el Consejo
General del Colegio de Abogados de Chile, como norma derivada del ejercicio de una facultad
legal, se cristalizó. A ello no obsta el hecho de que con la creación de la Asociación Gremial
sucesora del Colegio regido por la Ley Nº 4.409, esta ley se entienda derogada […], pues el
Código de Ética vigente a 1981 era una norma derivada de dicha Ley, pero diferente y con
vigencia autónoma, tal como lo reconoce ese mismo D.L. al remitir a ella el juzgamiento de
las reclamaciones éticas por parte de los Tribunales civiles y facultar a quien ejercía de hecho
el Poder Ejecutivo para ‘modificarlas’, con independencia del término de vigencia de la Ley
Orgánica correspondiente”.
73 La Corte Suprema falló el recurso de casación en el fondo en la causa Clínica Las Condes

con Meza, Rol Nº 242-2010, el 18 de mayo de 2012. Es la primera vez que la Corte Suprema
se ha pronunciado en un proceso sustanciado bajo el Decreto Ley Nº 3.621 y, además, sobre un
profesional no colegiado. Sin embargo, la Corte desaprovechó esa oportunidad para pronun-
ciarse sobre los aspectos problemáticos expuestos, en pos de resguardar el carácter de derecho
estricto del recurso de casación, rechazándolo por razones formales.
446 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

–que pasaría a llamarse Directorio Nacional durante la década de 1980–


presentó al Ministerio de Economía los estatutos referidos, los cuales fueron
aprobados en julio de 198174.

El Colegio comenzaría un proceso de adaptación a este nuevo escena-


rio legal. Respecto a su jurisdicción acordó seguir la normativa vigente
restándose de conocer y fallar causas por faltas a la ética cuyos hechos
se produjeran con posterioridad a la entrada en vigencia del Decreto Ley
Nº 3.62175. Luego, ante la pérdida del carácter imperativo del Colegio y de
sus prerrogativas económicas, regulatorias y disciplinarias, al igual que los
otros colegios profesionales, comenzó a culpar exclusivamente al Decreto
Ley Nº 3.621 de la crisis que enfrentaba, mirando con nostalgia su poderoso
y monopólico pasado76. Para revertir esta situación el Colegio comenzó a
negociar con la dictadura diversos proyectos de ley.

Un primer proyecto que comenzó a estudiar el Ministerio de Justicia


consistió en un código de ética de carácter general para todas las profesiones,
el cual se basaba principalmente en el Código del Colegio de Abogados77.
El Colegio manifestó sus aprensiones en cuanto a entregar competencia ex-
clusiva a los tribunales para juzgar las faltas a la ética –para lo cual propuso
un derecho a optar el foro competente entre el Colegio o los tribunales–, a

74
Acta de Sesiones del Directorio Nacional del Colegio de Abogados, 27 de agosto de
1984, intervención director Allende, p. 6.
75 Se envió un oficio al Ministerio de Justicia solicitando que se facultara al Colegio por ley

para concluir la tramitación de 159 procesos existentes, y se comunicó a los reclamantes que
respecto a aquellos posteriores a la norma referida el Colegio era incompetente para conocerlos.
Acta de Sesiones del Directorio Nacional del Colegio de Abogados, 7 de junio de 1982, p. 2.
76 Esta actitud continuó durante principios de la década de 1990. Ver, por ejemplo, “Cuenta

de Comisiones del Seminario sobre Dignificación de la Profesión de Abogado”, en 22 Club


de Abogados de Chile (1994), pp. 12-14; 22 Revista del Club de Abogados de Chile (1994);
y Consejo General del Colegio de Abogados de Chile, Administración por los Abogados de
Bienes y Dineros de los Clientes (1995). También Ríos, Lautaro, “Disolución de los Colegios
Profesionales”, en El Mercurio, 15 de diciembre de 1995, p. A2; “Los colegios profesionales”,
en 59 Revista de Derecho Público (1996), pp. 185-205; “Las asociaciones, el derecho de aso-
ciación y los colegios profesionales”, en XXX Jornadas Chilenas de Derecho Público, Revista
Universidad de Valparaíso, Facultad de Derecho (1999), tomo I, pp. 141-158.
77
Ver Actas de Sesiones del Directorio Nacional del Colegio de Abogados, 3 de enero de
1982, 15 de noviembre de 1982, 12 de diciembre de 1983, 19 de diciembre de 1983, 12 de
marzo de 1984, y 9 de abril de 1984.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 447

transcribir sólo parcialmente el antiguo código, y respecto a la posibilidad


de crear nuevos tribunales especiales de ética así como al nombramiento
de sus jueces.

Ante el constante rechazo del Colegio de Abogados respecto al proyecto


de código, la dictadura comenzó a negociar un segundo proyecto, consistien-
do en una nueva legislación sobre colegios profesionales, devolviéndole su
jurisdicción disciplinaria pero solamente sobre sus afiliados78. En paralelo
a este proyecto la Federación de Colegios Profesionales, organización
que reunía a los demás colegios, propuso otro proyecto que básicamente
consistía en regresar al régimen previo a 1981, incluyendo la potestad para
fijar aranceles. El Colegio, luego de estudiar este último, acordó no prestar
su apoyo por reparos de inconstitucionalidad del mismo.

En este contexto, el Colegio retomó su función disciplinaria sobre sus


miembros.79 En efecto, el Colegio dictó un nuevo reglamento de tramitación
de reclamos el 14 de mayo de 1984, en el cual se estableció que “[h]asta
la dictación de un ‘Código de Ética Profesional’ aplicable a los abogados,
se aplicarán para resolver los reclamos o denuncios relacionados con la
conducta profesional de los asociados las normas del ‘Código de Ética
Profesional’ aprobado por el Consejo General del Colegio de Abogados en
sesión de fecha 28 de octubre de 1948” (artículo transitorio)80.

78 Ver Actas de Sesiones del Directorio Nacional del Colegio de Abogados, 2 de julio de

1984, 13 de agosto de 1984, y 23 de agosto de 1984.


79 Un primer pasó lo constituyó la declaración pública “El Colegio de Abogados A.G. y las
infracciones a la Ética Profesional” (1983), denunciando que las “reclamaciones judiciales por
inconducta ética de abogados han sido hasta el presente tan escasas que resultan virtualmente
inexistentes. […] La ausencia actual de reclamaciones judiciales en temas de ética profesional
no arguye que el promedio numérico de infracciones haya decrecido hasta el punto de des-
aparecer. Es simplemente el resultado del nuevo sistema de control ético, las condiciones de
cuyo funcionamiento han bastado para que desalentar a priori a los particulares afectados. La
impunidad virtual que […] favorece en la actualidad a las infracciones de la ética profesional,
comporta una amenaza grave que se cierre sobre el gremio y sobre los usuarios de sus servicios
[…] El Directorio Nacional hace explicita su decisión de asumir el rol activo de parte reclamante
en los procesos judiciales que corresponda instaurar para obtener la sanción de las infracciones
éticas ya incurridas por abogados o que se cometieren en lo sucesivo. […] En los casos en que
el autor de la trasgresión ética sea asociado nuestro, el Directorio Nacional le aplicará además
las sanciones que sean pertinentes al interior de esta Asociación Gremial”.
80 También crearía una comisión que estudiara un nuevo código, la cual no dio fruto. Acta
de Sesión del Directorio Nacional del Colegio de Abogados, 10 de diciembre de 1984.
448 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

Sin embargo, esta estrategia utilizada por los colegios profesionales fue
atacada a través del entonces recién creado recurso de protección81. En 1986,
la Corte de Apelaciones de Santiago acogió uno en contra del Colegio Mé-
dico, afirmando que “la carencia de facultades de los Colegios Profesionales
que le permitan conocer y sancionar las infracciones a la ética profesional,
los obliga, si quieren adoptar alguna medida respecto de un asociado […]
a recurrir a los Tribunales de Justicia en demanda de las sanciones por esas
infracciones [.]”82. El Colegio Médico solicitó al Colegio de Abogados su
opinión jurídica sobre el tema, en calidad de informe en derecho para poder
acompañarlo ante la Corte Suprema. El Colegio acordó contestar la consulta
sin aludir al caso particular, fundado en el denominado derecho de policía
correccional83. La Corte Suprema acogió la apelación reconociendo las atri-
buciones de los colegios para sancionar disciplinariamente a sus asociados,
recogiendo lo sostenido por el Colegio de Abogados84.

Con los cambios eleccionarios en la composición de la mesa directiva,


el Colegio centró sus esfuerzos en la causa de los derechos humanos, en
especial respecto a aquellas perturbaciones en el ejercicio profesional por
parte de agentes de seguridad, fiscales militares y otros funcionarios, así
como la situación de los miembros exiliados85.

En 1990, con el retorno de la democracia, el Colegio se embarcó en una


nueva negociación con el gobierno. El Colegio elaboró un anteproyecto de ley
en 1991 buscando recobrar sus antiguas prerrogativas sobre la profesión en-
tera. Éste disponía que el Consejo General pasara a ser un Tribunal Nacional

81 Sobre esta jurisprudencia Fernández, Miguel, “Recurso de protección y jurisdicción do-

méstica: un principio de solución”, en 26-3 Revista Chilena de Derecho (1999), pp. 761-781.


82
Losada Fuenzalida, Rol Nº 109-86, 23 de mayo de 1986, en 13 Acta de Sesión del Di-
rectorio Nacional del Colegio de Abogados, 2 de junio de 1986, pp. 3-6.
83 Artículo 554 CC “Toda corporación tiene sobre sus miembros el derecho de policía co-

rreccional que sus estatutos le confieran, y ejercerán este derecho en conformidad a ellos”.
84 El Presidente del Directorio Nacional informó que “había escuchado de boca de a lo menos

dos Ministros, que había sido determinante para revocar el fallo de la Corte de Apelaciones,
la consideración del informe que acompañó el Colegio de Abogados”. 19 Acta de Sesión del
Directorio Nacional del Colegio de Abogados, 11 de agosto de 1986, p. 6.
85
Cabe señalar que existió con anterioridad una Comisión de Exiliados que habría sido
disuelta en 1983. Acta de Sesión del Directorio Nacional del Colegio de Abogados, 10 de enero
de 1983, p. 6, intervención director Durán criticando su disolución.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 449

de Ética con jurisdicción sobre todos los abogados. Al igual que el Decreto
Ley Nº 3.621, el Presidente tendría potestad para dictar un nuevo código de
ética. En cuanto a la libertad de asociación, mantenía la posibilidad de crear
nuevos colegios de abogados, los cuales tendrían derecho a nombrar sus
propios jueces en el Tribunal Nacional de Ética en la proporción que refleja-
ran sus miembros del total de abogados en el país86. Finalmente, el Colegio
llevaría nuevamente un registro nacional de abogados en ejercicio.

Pero el gobierno tenía ciertos reparos al proyecto, por lo que elaboró su


propio proyecto limitando algunas de las propuestas del Colegio. Por ejemplo,
el gobierno proponía que el registro de abogados estuviera bajo el control del
Ministerio de Justicia, que el nuevo tribunal de ética tuviese la facultad de
proponer a la Corte Suprema la sanción de cancelación del título en vez de
poder directamente imponer esa sanción, y como alternativa a constituir por
ley al Consejo General del Colegio de Abogados de Chile en Tribunal Nacio-
nal de Ética, relegaba ese rol en el colegio con el mayor número de afiliados
del país87. Asimismo, la Federación de Colegios Profesionales también había
elaborado su propio proyecto, que básicamente consistía en retornar al régi-
men previo a 1981. Fuera de los reparos constitucionales, el mayor problema
para el gobierno consistía en que el proyecto del Colegio solo se refería a este
último y no se pronunciaba sobre los demás colegios profesionales. Esto llevó
a algunos diputados de profesión abogado a presentar sus propios proyectos
de ley regulando, en muchos de ellos, a todos los colegios profesionales88.

Lo anterior significó que el proyecto del Colegio, más conocido como


“proyecto Cumplido” en referencia al entonces Ministro de Justicia y ex
director del Colegio Francisco Cumplido, nunca fuese presentado como
mensaje presidencial al Congreso89. La versión del Colegio al respecto

86 Proyecto de Ley, enviado por Oficio Nº 87, 4 de noviembre de 1991 al Ministerio de


Justicia.
87 Ministerio Secretaría General de la Presidencia de Chile, Memorándum de 38 julio de
1992. La respuesta del Colegio fue enviada por Oficio 81-92, 28 de agosto 1992.
88 Algunos proyectos se detallan en Fuenzalida, Pablo, “Notas sobre la jurisdicción éti-
ca de los colegios profesionales”, en 20-2 Revista de Derecho Universidad Austral (2007),
pp. 131-146.
89 Comité por la Dignificación de la Profesión, entrevista, septiembre 5 y 12, 1995. Ver
también, Leonardo Garetto Gúmera, presidente del Club de Abogados, entrevista, diciembre
27, 1995.
450 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

diría que esto último fue un error del Ejecutivo, porque en vez de patroci-
nar el proyecto del Colegio, se lo entregó a determinados diputados que lo
utilizaron como base para sus propias reformas, las cuales tampoco fueron
aprobadas90.

Alejado de los avatares de la política, el Colegio comenzaría a desarro-


llarse como asociación gremial91. Destacan en este período la publicación
de una nueva revista, la Revista del Abogado, de carácter trimestral, la cual
lleva casi dos décadas de existencia ininterrumpida. También comenzó a
adquirir visibilidad acogiendo diversos amparos profesionales contra jueces
que interferían perturbando el ejercicio de la profesión92.

Pero en 1997 el Colegio, y en especial, su presidente Sergio Urrejola


–militante de Renovación Nacional, y elegido entre 1992 hasta 2007–, cam-
bió radicalmente la agenda centrándose en la corrupción de la judicatura.
De esta forma, al menos hasta principios de la década de 2000, la relación
entre el Colegio y la judicatura sería antagónica.

Como es sabido, a comienzos de los años noventa, el poder judicial en-


frentó duras críticas provenientes del mundo político respecto a su actitud
condescendiente hacia la dictadura. Esto se manifestó institucionalmente en
acusaciones constitucionales en contra de algunos de sus ministros. La pri-
mera culminó con la destitución del ministro Cereceda en 1993. La segunda
afectó al entonces presidente de la Corte, Servando Jordán, quien, al igual
que Cereceda, era conocido por su lealtad al régimen militar. Sin embargo,
la novedad en este caso consistió en que la acusación fue promovida por
la Unión Demócrata Independiente (UDI), precisamente el partido más

90 8 Acta de la Sesión ordinaria de 7 de junio de 1993.


91
En el mismo sentido, Couso, Javier, “When the ‘Political Complex’ takes the Lead: The
Configuration of a Moderate State in Chile”, en Terence Halliday et al. (eds.), Fighting for
Political Freedom: Case Studies of the Legal Complex and Political Liberalism (Oxford and
Portland Oregon, Hart Publishing, 2007).
92 El amparo profesional es un recurso de los asociados ante el Colegio para representar

actuaciones, principalmente de autoridades, que afectan o impiden ilegítimamente el ejercicio


profesional del abogado. Cuando el consejo acoge un amparo, lo hace presente a las diversas
autoridades concernidas sobre ese asunto. Sus fuentes eran los artículos 19 (Acusación de
Magistrados) y 20 (Extensión de los artículos anteriores) del Código de Ética Profesional de
1949, y los artículos 2º letra j) y 5º letra b) de los estatutos.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 451

leal a la dictadura. Además, los cargos no reprochaban su actuar en causas


vinculadas a violaciones a los derechos humanos, sino que en potenciales
abusos cometidos por el ministro Jordán en causas vinculadas a delitos por
tráfico de drogas y estupefacientes. Más aún, se produjo justo cuando el
gobierno negociaba una reforma constitucional con el Congreso, resistida
por la Corte Suprema, que proponía abrir la integración de la Corte a cinco
abogados externos a la carrera judicial, el retiro obligatorio de los minis-
tros una vez alcanzados los 75 años de edad, y la aprobación del Senado
respecto de las designaciones del Ejecutivo para los cargos de ministro de
la Corte Suprema.

Precisamente en este contexto, el Consejo General del Colegio y los


colegios regionales de Concepción, Copiapó, Iquique, La Serena, Los Án-
geles, Talca, Temuco, Valdivia y Valparaíso, en conjunto exhortaron al poder
judicial a prevenir el daño a su reputación, honestidad, responsabilidad e
independencia que tradicionalmente habría sido parte del poder judicial en
Chile93. El presidente del Colegio comenzaría una campaña de denunciar
prácticas tales como los “alegatos de pasillo” o “alegatos nocturnos”, así
como el tráfico de influencias sobre los jueces. El Colegio también fue un
partidario de la reforma constitucional antedicha, interviniendo a través de
su presidente en el debate legislativo.

La reacción del poder judicial fue inmediata y algo teatral94. Los tri-
bunales inferiores a lo largo de todo el país organizaron un “funeral judi-
cial” el mismo día que el Congreso comenzó la tramitación de la reforma
constitucional y recibió los descargos de Jordán y los otros ministros
acusados. Esta protesta terminó con la desafiliación masiva de los jueces
de sus colegios respectivos95. Si bien la acusación constitucional final-

93 La Tercera, “Inquietud por Situación en el Poder Judicial”, viernes 20 junio 1997, p. 8.

También El Mercurio, “Instan a jueces a Evitar Deterioro de su prestigio”, martes 17 junio


1997, C-7.
94 El Mercurio, “Magistrados objetan críticas al Poder Judicial y S. Jordán”, domingo 22
de junio 1997, C-1 y C-6.
95 La Tercera, “Inédita protesta del poder judicial”, “Aprobada la idea de legislar sobre
Suprema”, “Magistrados dicen que acusación no se ajusta a Carta Fundamental”, jueves 31
de julio 1997, pp. 12-3. El Mercurio, “Magistrados vistieron luto por críticas a la justicia”, y
“Unanimidad para legislar sobre reforma a Suprema”, A-1 y A-11.
452 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

mente no prosperó, sí cumplió un rol disciplinador permitiendo allanar el


camino a la aprobación de la reforma constitucional con la aquiescencia
de la Corte Suprema96.

La tercera y última acusación constitucional involucró al ministro Co-


rrea Bulo, quien fue designado el año 1992 y fue uno de los primeros en
reinterpretar la Ley de Amnistía de 1978, permitiendo la investigación y
persecución de diversos miembros de las fuerzas armadas y de los servi-
cios de inteligencia respecto a violaciones a los derechos humanos. El caso
comenzó el año 2000 e involucraba acusaciones por corrupción y tráfico
de influencias. El presidente del Colegio fue uno de los principales actores
que promovió la destitución de Correa Bulo97. Pero esta acusación corrió la
misma suerte que aquélla contra Jordán98. Empero, en el año 2001 la Corte
Suprema por unanimidad acordó removerlo sobre la base de acusaciones
similares99.

Teniendo presente el contexto precedente, se podría haber esperado que


la revisión judicial vía recurso de protección de las decisiones por conduc-
tas contrarias a la ética profesional fueran sometidas a escrutinios mucho
más exigentes, como una suerte de revancha judicial. Sorprendentemente,
los jueces continuaron mostrando deferencia hacia las decisiones del Co-
legio100.

96
Correa, Jorge, “Cenicienta se queda en la Fiesta. El poder judicial chileno en la década
de los 90”, en Paul Drake e Iván Jaksic (eds.), El modelo chileno. Democracia y desarrollo en
los noventa. (Santiago: LOM Ediciones, 1999); Libertad y Desarrollo, 345 Temas Públicos,
18 de julio 1997; 371 Temas Públicos, 16 de enero 1998; Instituto Libertad, 15 Perspectiva,
julio 1997.
97
El Mercurio, “Sergio Urrejola mantiene en secreto declaraciones sobre Correa Bulo”, y
“Molestia en la Suprema por denuncia de Olivares y Urrejola”, lunes 11 de septiembre 2000.
98 El Mercurio, “Presidente de la Suprema instó a Urrejola a entregar antecedentes”, jueves

14 de septiembre 2000, y “UDI: Absurdo aplicar Ley de Seguridad del Estado contra Urrejola”,
sábado 16 de septiembre 2000.
99 El Mercurio, “Definitiva expulsión de Correa Bulo”, sábado 28 de abril 2001.
100
U.G.H.G. con Consejo General del Colegio de Abogados A.G., Corte Suprema, Rol
Nº 758-1998, 25 de marzo 1999 (LegalPublishing Nº 15832), y George Brown Campbell con
Consejo General del Colegio de Abogados de Chile, Corte Suprema, Rol Nº 3.743-2.002, 28
de octubre 2002.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 453

Respecto de la ética profesional, los otros colegios profesionales co-


menzaron a dictar nuevos códigos101. Sin embargo, tanto en el foro como
en las facultades de derecho se no consideraba que el Código de Ética
Profesional de 1949 resultaba inadecuado respecto de las prácticas en que
comenzaron ha desenvolverse los abogados chilenos102. El surgimiento en
la sociedad chilena de una lógica de mercado y la creciente complejidad
social asociada a la modernización, desplazaron normativamente al código.
La imagen del profesional individual tramitando demandas, como si ella
fuese la esencia de la profesión, fue sobrepasada por los arreglos sociales
demandando roles legales preventivos y diferenciados. Por consiguiente, las
reglas sobre publicidad establecidas en el código se tornaron obsoletas dentro
de escenarios urbanos densamente habitados y necesitados de información.
El código no contenía reglas sobre la conducta profesional al interior de
los estudios de abogados. Tampoco lo hace respecto a la negociación y la
mediación. Excepto por una ligera mención (artículos 6º, 11, 21, 29 y 37),
carecía de regulaciones detalladas sobre conflictos de interés, entregando
gran discrecionalidad a la subjetividad propia de cada abogado. Finalmente,
la regulación sobre el secreto profesional entre abogado-cliente no aparecía
suficientemente completa para las complejas circunstancias involucrando
información que la práctica legal actual supone hoy en día103.

101 En el caso del Colegio Médico, en 1983 modificó su código anterior, el cual sería susti-
tuido por uno nuevo el año 2006. El Colegio de Ingenieros aprobó su código vigente en 1998.
El Colegio de Enfermeras lo hizo en 1991 y en 2008 se encontraba en proceso de revisión.
Finalmente, el Colegio de Profesores dictó un nuevo código en el año 2003, contemplando un
procedimiento de revisión y posible modificación cada tres años.
102 En este sentido, resulta sintomático que la gran mayoría de las escuelas de derecho
dejaran de impartir cursos de ética o responsabilidad profesional, y que las pocas que los
ofrecían lo hicieran en calidad de curso optativo o se limitaran a repetir las disposiciones del
código en forma ritualista. Para el estado de la cuestión a principios de los noventa, Tavolari,
op. cit., p. 21.
103 Incluso el Colegio publicó una serie de críticas de tenor similar en su revista institucio-
nal. Ver Ruiz-Tagle, Pablo, “Una nueva autorregulación profesional”, 13 Revista del Abogado
(1998), pp. 14-7. Críticas específicas pueden verse en De la Maza, Íñigo, “La tradicional
dignidad de la profesión: abogados y publicidad en Chile”, en 10 Derecho y Humanidades
(2004), respecto a las normas sobre formación de clientela, y Coloma, Rodrigo, “Vamos a
contar mentiras, tralará…, o de límites a los dichos de abogados”, en 19-2 Revista de Derecho
de la Universidad Austral de Chile (2006), respecto a las normas que regulan la conducta de
los abogados en litigio. Para los problemas que los jueces identificaban en la normativa ética de
los abogados, Bascuñán, Antonio, Sierra, Lucas y Varas, Juan Andrés, Judicatura de Primera
Instancia: Algunas Indagaciones, 2 Serie Estudios CPU (1993), p. 43.
454 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

El Colegio optó por no tocar el código regulando los nuevos proble-


mas que la profesión enfrentó por medio de acuerdos, interpretaciones y
recomendaciones “paralelas” al código.104 Si bien hubo un primer acuerdo
sobre avisos de promoción profesional (1985) que básicamente repetía un
antiguo acuerdo de 1951, la mayor actividad normativa se produjo a partir
de 1990 en materia de manejo de dineros y bienes de clientes (1995), tráfico
de estupefacientes y lavado de dinero (1998), abogados auditores (2002),
norma interpretativa del artículo 13 sobre formación de clientela (2004), y
abogados directores de sociedades (2005).

Otra estrategia ante la cada vez más distante posibilidad de revertir la


situación jurídica originada con el Decreto Ley Nº 3.621, consistió en pre-
sentar la calidad de colegiado como un activo en un mercado masificado
tanto en la oferta como en la demanda. En 2002, en su primera sesión pos-
terior a la apertura del año judicial, el Consejo General acordó informar a
la opinión pública que el control ético de los abogados no colegiados “ha
resultado ilusorio”. Esta situación contrastaría con la actividad disciplinaria
del Colegio sólo en la Región Metropolitana, el cual “ha conocido y resuelto
588 reclamos presentados por personas descontentas de la conducta ético-
profesional de algún abogado colegiado. En 139 de esos reclamos, se ha
sancionado al abogado, y en numerosas ocasiones la sanción incluso se ha
publicitado; en 212 casos, el Consejo General ha procurado y alcanzado un
avenimiento razonable, que satisface las expectativas de la persona que ha
reclamado; en 148 casos se ha rechazado el reclamo en contra del abogado.
Lo anterior confirma que, para el cliente, el medio más efectivo de asegurarse
una asesoría legal éticamente responsable es buscarla entre los abogados
que están afiliados al Colegio de Abogados, para quienes el control ético de
sus actividades profesionales es un honor más que un deber. La nómina de
los abogados colegiados puede ser consultada en la página web”105.

Y como se mencionó más arriba, todo esto ocurre en un escenario de una


inédita y creciente masificación de la profesión legal.

104 Sobre la historia de estas directrices y los problemas que aparejaron, ver Fuenzalida,

Pablo, “La actualización de la ética profesional”, en 62 Revista de Derecho Pontificia Univer-


sidad Católica del Perú (2009).
105 Declaración Pública del Consejo General del Colegio de Abogados de Chile en relación con

el Control Ético de la Profesión, 26 de marzo 2002, disponible en www.colegioabogados.cl.


Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 455

3.2. Creciente Masificación

El mismo año de la reforma, 1981, otra legislación abrió la oferta de


educación universitaria y las escuelas de derecho proliferaron por decenas,
sobre todo a partir de la década de los años 1990106. El siguiente gráfico
compara la curva que representa el crecimiento vegetativo de la población
y el número de abogados que se titulan anualmente, entre 1970 y 2010:

Este aumento de la oferta legal también puede verse en el cuadro si-


guiente, que muestra la relación entre número de habitantes y abogados en

106 Al año 1995 había 35 facultades de Derecho. Consejo Superior de Educación, Antecedentes

por Carrera de Universidades e Institutos Profesionales. Carrera: Derecho, 1995, pp. 38-9. Al


2001 el número de facultades aumentó a 39. De la Maza, “Los abogados…”, op. cit., pp. 110-1.
Hacia el año 2006, el número de facultades había aumentado a 42, según el Consejo Superior
de Educación (www.cse.cl/Asp/WebCSEBuscadores.asp?ptc=1 [última visita 03/20/2006]).
Este mismo consejo hasta el año 2006 solamente había ordenado el cierre de dos facultades de-
pendientes de la Universidad Real, que impartía la carrera desde 1989 y su cierre se produjo en
1996, y la Universidad Las Condes, que la impartía desde 1988 y su cierre fue en 1999. Correo
electrónico enviado por Jaime Rodríguez (Consejo Superior de Educación), a uno de los autores
y en poder de este, marzo 21, 2006. Finalmente, al año 2010 habían 46 facultades de derecho y
aproximadamente 136 programas, según información disponible en la base de datos del Consejo
Nacional de Educación, órgano sucesor del Consejo Superior de Educación (www.consejo.cl/
public/Secciones/seccionGeneral/General_Inicio_Session.aspx [última visita 06/03/2010]).
456 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

Chile, desde 1862 (año del primer “Colegio de Abogados”, como ya vimos)
y 2010.

Si en 1862 había 20 abogados por 100.000 habitantes, hoy tendríamos


alrededor de 140 abogados por los mismos 100.000 habitantes. El aumento
es gigante. ¿Es excesivo? ¿Demasiados abogados en Chile? Si nos compa-
ramos con otros países, la respuesta es negativa:

Cuadro compardo abogados/habitantes


Año País Relación
1991 Brasil 101 c/100.000 hab.
1996 Argentina 179 c/100.000 hab.
1998 México 208 c/100.000 hab.

2000 Costa Rica 309 c/100.000 hab.


2000 Colombia 254 c/100.000 hab.
2000 Venezuela 290 c/100.000 hab.
2005 Argentina 353 c/100.000 hab.
2005 Brasil 281 c/100.000 hab.
2005 Canadá 224 c/100.000 hab.

2005 Colombia 342 c/100.000 hab.


2005 México 191 c/100.000 hab.
2008 Delaware 180 c/100.000 hab.
2008 Massachusetts 145 c/100.000 hab.
2008 Nueva York 204 c/100.000 hab.
2000 Chile 100 c/100.000 hab.
2005 Chile 126-133 c/100.000 hab.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 457

En términos comparados, entonces, la constante masificación experimen-


tada por la oferta de servicios legales en Chile aún no sería “excesiva”. Esto
es coincidente con alguna literatura que sostiene que mientras las sociedades
se hacen más complejas y ricas, la demanda por servicios legales aumenta
y se diversifica. En el mismo sentido, un reciente estudio sobre la rentabi-
lidad de la educación superior en Chile, muestra que el haberse recibido de
abogado es siempre rentable, con independencia de la universidad en la que
se ha estudiado. No es este el caso de las carreras de ingeniería comercial,
psicología y periodismo, en las que hay profesionales cuyos estudios no le
son rentables, dependiendo de la universidad en que se graduaron107.

Retomemos ahora nuestra historia y veamos su última etapa, desde el


año 2005 hasta nuestros días. La masificación recién vista es una variable
muy presente en ella.

4. Desde 2005 hasta hoy: más cerca del Estado, pero ¿cuánto?

La década de 2000 estuvo marcada por las reformas procesales, comen-


zando por la procesal penal, la cual fue seguida con diversos grados de
éxito por las reformas procesales en familia, cobranza previsional, laboral, y
aduanera y tributaria. Sin embargo, también estuvo marcada por el activo rol
que comenzó a jugar la Corte Suprema en materias de políticas judiciales.

A inicios de la década de 2000 la Corte Suprema comenzaría a jugar un


rol importante respecto al estado de la regulación de la profesión de abo-
gado, tanto en lo que se refiere al acceso a la profesión como en materia de
control disciplinario. A inicios del año 2002, en su discurso de inauguración
del año judicial el Presidente de la Corte Suprema de la época planteó la
necesidad de complementar los requisitos para obtener el título de abogado
y mejorar el control ético del ejercicio de la abogacía, ante los 1.222 nuevos
abogados que habían jurado el año 2001. Esta manifestación institucional
a la que nos referimos se tradujo en convocar al Colegio de Abogados y a
otros actores institucionales –principalmente facultades de derecho– quie-
nes trabajaron en la elaboración de un anteproyecto de ley sobre conductas

107 Urzúa, Sergio, “La rentabilidad de la educación superior en Chile. Revisión de las bases

de 30 años de políticas públicas”, 125 Estudios Públicos (2012).


458 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

éticas, contemplando sanciones que no fueran solamente gremiales, sino


que afectaren el ejercicio profesional, como la suspensión temporal para
ejercer la profesión o la cancelación del título profesional.108 Si bien el
proyecto luego de ser remitido al Ministerio de Justicia no fue presentado
por el gobierno en el Congreso, tanto la visibilidad del asunto como el rol
de la Corte Suprema continuaron109.

La lógica de mercado mencionada en la sección anterior también per-


mearía la agenda del Colegio, específicamente respecto a la creación de
defensorías estatales de abogados para proveer asistencia legal, y más aún
con la búsqueda de la derogación de la carga conocida como “abogado de

108
Anteproyecto de ley sobre conducta ministerial de los abogados y procuradores y
tribunales competentes para conocer de sus infracciones (2002-2003), disponible en www.
colegioabogados.cl/htm/proy_ley.htm. Este anteproyecto fue elaborado durante la presidencia
de Sergio Urrejola, y su autor principal fue Alejandro Guzmán Brito. Cabe observar que, aun
cuando el proemio señala que los preceptos fueron inspirados sobre una serie de normas na-
cionales e internacionales pero depurados “del ligero tono admonitorio y discursivo con que
fueron compuestas, para hacerlas ganar en precisión y exactitud”, el proyecto mantenía diversas
disposiciones del Código de 1949, muchas de las cuales habían sido objeto de crítica.
109
En su cuenta pública del año 2009 el presidente de la Corte Suprema señaló: “Es pre-
ocupante el número de abogados que se han titulado en el último tiempo. Desde 1997 y hasta
2008 han recibido sus diplomas 15.894 profesionales, a los que se suman los 350 que juraron
en enero pasado. Como le corresponde otorgar el título, a la Corte Suprema le inquieta no sólo
la cantidad de profesionales que se han incorporado a la abogacía, sino la calidad de su pre-
paración y los riesgos que un alto número de letrados en competencia representa para la ética
profesional. Este problema ha sido y debería seguir siendo objeto de estudio con el Colegio
de Abogados, si bien eventualmente requiere de una iniciativa legal”. En la cuenta pública
correspondiente al año 2010 se indicó al respecto: “Este Tribunal desde luego no hace ningún
juicio de valor acerca de si son o no necesarios estos profesionales. Le preocupa eso sí el grado
de preparación para asumir con idoneidad la defensa de asuntos de carácter jurisdiccional y la
manera como se obtienen los grados de licenciados cuando los interesados han cumplido su
pre grado en distintas facultades y la disposición de algunas en facilitar el cumplimiento del
requisito del examen de grado a personas que han egresado muchos años antes de postular a
dar el referido examen… Observamos en la Corte Suprema, en alegatos de asuntos importantes,
que el nivel de preparación de algunos de los profesionales es muy insuficiente”. Finalmente,
en la correspondiente al año 2011 se dijo: “[H]emos enfatizado sobre el nulo control ético
respecto del ejercicio desdoroso que algunos profesionales asumen en el patrocinio o defensa
de las causas civiles y criminales. Hoy no existe un control efectivo de la ética profesional al
desaparecer la colegiatura obligatoria. Las sanciones que los colegios profesionales imponen
como asociaciones gremiales miran más bien a determinar o no la pertenencia de los aboga-
dos a dichas instituciones, pero lo real es que el público afectado no tiene ningún mecanismo
expedito y gratuito para reclamar de las actuaciones indebidas de los abogados, lo que deriva,
por supuesto, en el desprestigio de esta profesión”.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 459

turno”. Esto último se produciría debido a las designaciones de abogados


de turno por parte de los recién creados tribunales de familia. Ante estos
tribunales se permitía a las partes comparecer personalmente, pero los
jueces podían designar abogados para asegurar un debido proceso. Los
jueces activamente hicieron uso de esta facultad aprovechando la antigua
institución del abogado de turno, obligando a los abogados a representar
gratuitamente personas de escasos recursos.

El Colegio hizo sus reparos a la Corte Suprema110. Dado que su posi-


ción fue rechazada, solicitó al Tribunal Constitucional la declaración de
inconstitucionalidad de esa carga e incluso denunció la situación ante la
Organización Internacional de Trabajadores por constituir trabajo forzoso.
El primero declaró inconstitucional solamente el carácter gratuito del abo-
gado de turno pero no la institución en sí.111 La segunda consideró que el
funcionamiento del régimen del abogado de turno no contaba con límites
razonables en cuanto a la proporcionalidad de la obligación, especialmente
en casos donde el volumen y la frecuencia del trabajo impuesto a los aboga-
dos impactaban en el ejercicio cotidiano de su profesión. Si bien no calificó
la institución del abogado de turno en sí misma como trabajo forzoso, al
resultar su aplicación en una imposición de deberes que excedían dichos
límites de proporcionalidad, recomendó al Estado la adopción de medidas
que aseguraran que esta obligación inherente a la profesión de abogado no
constituyera trabajo forzoso.112

En plena discusión de lo que acabaría con la última gran reforma cons-


titucional de 2005, por medio de la Ley Nº 20.050, fueron presentadas
mociones particulares de senadores de profesión abogado reformando el
artículo 19 n. 16, para que se consagrara a nivel constitucional la posibi-
lidad de exigir legalmente la colegiatura obligatoria o al menos reconocer
su jurisdicción sobre sus miembros. Durante el debate legislativo fueron

110 Declaración Colegio de Abogados Tribunales de Familia, 20 enero 2006, y Solicita


reconsideración de informe de 22 de febrero de 2006, hecho suyo por la Excma. Corte Suprema
según acuerdo de 24 de marzo de 2006, 10 de mayo de 2006.
111 Tribunal Constitucional, Rol Nº 1.254-08, 29 de julio 2009.
112 International Labour Organization, Report of the committee set up to examine the repre-

sentation alleging non-observance by Chile of the Forced Labour Convention, 1930 (No. 29),
submitted under article 24 of the ILO Constitution by the Colegio de Abogados de Chile, AG.
460 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

invitados los presidentes de la época de la Corte Suprema como del Colegio


de Abogados, respectivamente113.

El Presidente de la Corte Suprema,

[O]bservó que las asociaciones gremiales no ejercen actualmente un control


ético eficaz del ejercicio de las correspondientes profesiones, por cuanto
la pertenencia a ellas tiene carácter voluntario. Es necesario legislar a este
respecto y pensar en alguna suerte de codificación. Especialmente en el caso
de los abogados y jueces, que desarrollan tareas que suponen una profunda
confianza de parte de la comunidad. Más si los abogados son cooperadores
y verdaderos auxiliares de la función jurisdiccional. Recordó que desde su
creación el Colegio de Abogados tuvo por finalidad establecer normas y
principios para los efectos de regular la elevada misión que le corresponde a
la abogacía en la función pública de declarar el derecho conjuntamente con
los tribunales de justicia. Misión que consistía en regular y dignificar la pro-
fesión y su correcto ejercicio, contemplando, incluso, el control disciplinario
y la aplicación de severas sanciones que llegaron al extremo de imponer la
cancelación del título por graves contravenciones a la ética profesional. Sin
embargo, la actual Constitución planteó una concepción diferente, en virtud
de la cual estas clases de asociaciones son libres, personales, de manera que
nadie está obligado a afiliarse a ellas. Por ello la modificación en estudio podría
restablecer las cosas a su justa medida, idea que seguramente es compartida
por la comunidad y por otras asociaciones profesionales. Se debe volver a
los valores tradicionales de la sana convivencia, en que las relaciones se
practican en función de principios y valores y en que la ética es debidamente
resguardada por la sociedad.

Por su parte, el Presidente del Colegio de Abogados,

[S]eñaló que la ausencia de un sistema de control ético del ejercicio profesional


da lugar a innumerables dificultades. En el caso específico de los abogados
tales conflictos llevan al punto de comprometer la propia vigencia del Estado
de Derecho. […] En estos asuntos las sanciones que se imponen son de distinta
entidad, siendo la más grave la que consiste en expulsión del Colegio, a pesar
del proceso de liberalización vivido en este ámbito. Sin embargo, la medida más
sentida es la figuración de dichas sanciones en las publicaciones de esa entidad

113
Pfeffer, Emilio, Reformas Constitucionales 2005. Antecedentes-Debates-Informes
(Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2005).
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 461

gremial. Ello pone de manifiesto la importancia que aún mantienen los colegios
profesionales en los últimos años, que se ha traducido en un debilitamiento de
los mismos. Para revertir este proceso, aunque sea en parte, considera de gran
utilidad aprobar una reforma constitucional que vigorice la participación de
los colegios profesionales en materia de control ético. Citó el caso brasileño,
donde el Colegio de Abogados ostenta el carácter de garante de la Constitución.
Expresó que es partidario de consagrar una fórmula mixta que parta de la base
de que todos los profesionales queden sujetos a algún tipo de control ético. Los
colegiados se someterían a las normas de la entidad de que forman parte y, por
su lado, los que no lo son, a la jurisdicción de tribunales especiales.

Finalmente, por medio del veto presidencial, la reforma constitucional


de la Ley Nº 20.050 de 2005 agregó el siguiente párrafo al inciso 4º del
artículo 19 Nº 16:

Los colegios profesionales constituidos en conformidad a la ley y que digan


relación con tales profesiones, estarán facultados para conocer de las recla-
maciones que se interpongan sobre la conducta ética de sus miembros. Contra
sus resoluciones podrá apelarse ante la Corte de Apelaciones respectiva. Los
profesionales no asociados serán juzgados por los tribunales especiales esta-
blecidos en la ley.

El control ético dejó de formar parte de la jurisdicción doméstica de los


colegios profesionales, pasando a ser una función pública, equiparable a la
jurisdicción ética que imparten los tribunales ordinarios respecto de los pro-
fesionales no colegiados. Sin embargo, la reforma en cierta medida mantuvo
el esquema vigente desde 1981 al reconocerle a los colegios competencia
exclusiva para conocer las reclamaciones interpuestas sobre la conducta ética
de sus miembros, pero no sobre el resto de la profesión si se atiende a que
los tribunales ordinarios y, si se crean, los tribunales especiales, conocerán
las infracciones de los profesionales no asociados (artículo 20 transitorio de
la Constitución). En términos procesales, con la reforma el afectado por las
conductas que pudieran contravenir la ética profesional realizadas por un
colegiado, está obligado a reclamar al respectivo colegio sin poder acudir
a los tribunales ordinarios114.

114 Silva, B., Alejandro y Silva, G., Pía “Control del comportamiento ético de los pro-
fesionales”, en Francisco Zúñiga (coord.), Reforma Constitucional (Santiago: LexisNexis,
2005), p. 318.
462 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

Este esquema no necesariamente parece del todo auspicioso115. Una


víctima de una mala práctica profesional, antes de perseguir su responsa-
bilidad ética debe averiguar si esa persona pertenece al colegio profesional
respectivo. Si está colegiada, podrá denunciarla a esa asociación gremial y
eventualmente obtener una sanción estatutaria, pero más allá del relativo
carácter infamante de esta última, dicho profesional no se verá inhabili-
tado o suspendido para continuar ejerciendo. Además, este último podrá
recurrir ante la Corte de Apelaciones respectiva, e incluso en relación a
esta última sentencia recurrir ante la Corte Suprema. Si no está colegia-
do, como fue señalado más arriba, tendrá que contratar un abogado para
poder demandar en un juzgado civil, enfrentar un juicio cuya duración
promedio varía entre cinco a siete años, asumir los gastos correspon-
dientes, sumado a un importante grado de incerteza sobre las infraccio-
nes y sanciones aplicables debido a la falta de claridad de la legislación
vigente116.

115 Así lo hizo ver el Presidente de la Corte Suprema en la inauguración del año judicial

2011: “Esta norma [reforma CPR 2005] otorgaba la esperanza de corrección a esta grave
omisión, sin embargo, quedó supeditada [a la aprobación de un proyecto de ley] […] [E]n la
actualidad la norma constitucional no deja de ser más que una especie de precepto progra-
mático, puesto que obligar a una persona que se equivocó en la elección de un profesional y
que por ello sufrió un perjuicio, a iniciar un juicio para reclamar de una mala práctica o de un
engaño profesional, contratando incluso un abogado para ello, es una tarea imposible, como
lo revelan las estadísticas de los ingresos civiles donde este tipo de procedimientos son casi
inexistentes. Por lo demás, lo dicho en la disposición transitoria citada, existía desde el mo-
mento en que cesó la colegiatura obligatoria, sin que ello sirviera para controlar el ejercicio
de la función aludida”.
116
También se han presentado diversos problemas prácticos según da cuenta la jurispru-
dencia. Por ejemplo, se ha aceptado la interposición del recurso directamente ante la Corte de
Apelaciones. En Gompertz Pumarino Jorge con Consejo General del Colegio de Abogados,
Corte de Apelaciones de Santiago, Rol Nº 5.873-2007, la Corte tuvo que resolver sobre la
admisibilidad del recurso dado que el apelante lo presentó simultáneamente ante la propia
Corte y el Colegio de Abogados. El 24 de agosto de 2007 solicitó al Colegio que se pronunciara
sobre la materia, informando este último que ambos recursos eran inadmisibles, aunque hubo
un voto disidente rechazando lo anterior. El 1 de octubre de 2007 la Corte declaró admisible
el recurso con el voto en contra del Ministro Pfeiffer, quien lo declaró inadmisible conforme
a las normas comunes a todo procedimiento establecidas en el Libro I del CPC prescribiendo
que debió interponerse ante el mismo tribunal que dictó la resolución recurrida. Ver también
Consejo General del Colegio Médico con Rodolfo Santander y otros, Corte de Apelaciones de
Santiago, Rol Nº 2.235-2009, en la cual que tuvo por inadmisibles diversos recurso interpues-
tos ante la Corte, pero luego procedió a tenerlos por admisibles acumulándolos a uno recurso
interpuesto ante el Colegio Médico. Pero también se ha rechazado esta posibilidad, debiendo
interponerse ante el colegio respectivo (Bosch Passalaqua, Corte de Apelaciones de Santiago,
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 463

Los colegios profesionales sintieron prontamente los efectos de la re-


forma117. Respecto del Colegio de Abogados, desde 2007 a 2011 como una
sombra lo acompañaría la primera apelación desde 2005 en contra de uno
de sus fallos disciplinarios. Luego de haber sido confirmado por la Corte
de Apelaciones de Santiago el fallo apelado, la Corte Suprema luego de
razonar que “el único medio de impugnación de que disponían las partes
estaba constituido por el recurso de apelación, la sentencia referida debió
contener la enunciación de los vicios de nulidad denunciados que se ha-
brían producido en la sentencia de primer grado y sus fundamentos y su
correspondiente decisión. […] En efecto, el fallo que se pronuncia sobre el
recurso de apelación […] debió necesariamente decidir sobre los asuntos
sometidos a su conocimiento, especialmente acerca de los vicios formales
denunciados que se habrían producido precisamente en la sentencia de
primer grado y que eventualmente podrían acarrear su nulidad”, anuló
de oficio la sentencia de la Corte de Apelaciones, ordenando retrotraer el
proceso previa vista de la causa, la cual debía ser conocida por ministros
no inhabilitados118. La Corte de Apelaciones de Santiago, en su nuevo

Rol Nº 2.690-2008, 10 de julio de 2008; Saldivia Wellmann, Corte de Apelaciones de Santiago,


Rol Nº 2.691-2008, 10 de julio de 2008), procediendo el recurso de hecho respecto a la dene-
gación de la apelación (Saldivia Boch, Rol Nº 4.297-2008, Corte de Apelaciones de Santiago,
27 de noviembre de 2008). Cabe destacar la jurisprudencia que ha rechazado la interposición
de recursos de protección en contra de resoluciones de los colegios profesionales, por cuanto
la Constitución “contempla expresamente el procedimiento a seguir cuando se tratare de
impugnar la sentencia dictada por el órgano respectivo, señalando que de ella podrá apelarse
para ante la Corte de Apelaciones que correspondiere. Como queda de manifiesto el presente
recurso en su carácter de extraordinario, no puede tener cabida frente a la situación producida
puesto que, en el hecho, se pretende transformarlo en segunda instancia en un procedimiento
que claramente tiene una regulación legal y que no puede ser desconocida, lo que se constitu-
ye en razón suficiente para su rechazo”. Ayala Riquelme, Francisco J. con Tribunal de Ética
del Consejo Regional Santiago del Colegio Médico de Chile A.G., en MJJ16230 Microjuris.
com (2007), considerando 3º. Ver también Ojeda Pizarro con Colegio de Abogados, Corte de
Apelaciones, Rol Nº 673-2009, 16 de octubre de 2009.
117 Por ejemplo, Condemarín Bustos, Patricia y Macuran Nodarse, Greter con Comisión de

Ética del Colegio de Psicólogos, en MJJ15796 Microjuris.com (2007), considerando 8: “Que,


así las cosas, las opiniones vertidas por las recurrentes y por las cuales han sido sancionadas,
del modo como se ha señalado más arriba, corresponden a juicios personales, propios de la
profesión que ejercen y que en nada vulneran el Código de Ética que se pretende aplicar a
este caso, por el Colegio de Sicólogos, pues si así fuera, aquél estaría vulnerando la garantía
constitucional del artículo 19 Nº 12 de la Constitución Política de la República”.
118 Gompertz, Jorge con Consejo General del Colegio de Abogados de Chile, Corte Suprema,

Rol Nº 8.169-2008, 26 de agosto de 2010, considerandos 5 y 6.


464 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

fallo, dejó de lado la deferencia anteriormente mostrada al Colegio en un


fallo sumamente crítico de su actuación como lo muestran los siguientes
razonamientos:

Nociones básicas de derecho procesal nos indican que si se habla de hechos es-
tablecidos en la causa, ha debido existir una etapa de recepción de las probanzas,
ya que los hechos deben probarse, a través de los medios idóneos que son las
evidencias, pruebas o probanzas. Aún más, como se dijo, dos consejeras […] han
concurrido al fallo condenatorio teniendo presente que sólo se encuentran acre-
ditadas ciertas conductas, de donde se colige que, efectivamente, han existido
falencias probatorias, ya que seis consejeros estiman probadas tres órdenes de
conductas, y dos miembros, solamente dos. En efecto, si se denuncian hechos,
el simple sentido común permite entender que en el proceso, que no tiene otra
naturaleza sino la de ser sancionatorio, ha de haber una etapa destinada a la
rendición de pruebas […]; Que, de lo expuesto hasta el momento se desprende
que el proceso adolece […] de un defecto formal grave, tocante a la rendición
de pruebas, puesto que en la especie simplemente no hubo instancia para pre-
sentarla, al omitirse o rechazarse expresamente abrir un término probatorio,
no obstante las reiteradas peticiones en tal sentido del abogado denunciado y
finalmente sancionado, y también una petición en igual sentido del denunciante,
sin que las partes contaran con medios de impugnar la resolución denegatoria.
[…] si bien es cierto en esta clase de procedimiento no procede, respecto de
la sentencia pronunciada por el Consejo del Colegio de Abogados el recurso
de casación, sino el de apelación, puede esta Corte […] enmendar los errores
de procedimiento que advierta, lo cual, como ya va quedando en claro, en la
especie se cometieron, y de gran calibre119.

Concluyó la Corte de Apelaciones que, junto con cometerse “un yerro


formal cuando se rechazó recibir las pruebas ofrecidas”, la sentencia ape-
lada adoleció de dos vicios formales insalvables: haberse adoptado con un
quórum insuficiente (sólo seis de los 19 consejeros concurrieron con su
voto), y haber sido suscrita por sólo diez de los doce consejeros que con-
currieron a la vista de la causa (considerando 23). Procediendo de oficio,
anuló todo lo obrado al estado de abrir término probatorio para luego con-
tinuar con el procedimiento hasta dictar sentencia definitiva por consejeros
no inhabilitados.

119 Gompertz, Jorge con Consejo General del Colegio de Abogados de Chile, Corte de Ape-

laciones de Santiago, Rol Nº 5.873-2007, 28 de enero de 2011, considerandos 14, 15 y 17.


Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 465

Recién el año 2009, el Gobierno presentó un proyecto de ley, el cual no


ha recibido mayor tramitación parlamentaria120. En la firma del mismo, la
entonces Presidenta de la República afirmó que “[l]a expansión en can-
tidad y la complejidad alcanzada por el sistema de educación superior y
universitario chileno, exigen reflexionar sobre el rol de los profesionales
en nuestra sociedad. Hoy en día nuestro país cuenta con mucho más ca-
pital humano que hace algunas décadas. Existe una capacidad profesional
instalada que nunca antes tuvimos. El promedio de años de formación
universitaria, de pre y post grado, aumenta sostenidamente. Entonces,
estamos contando con más y mejores profesionales, y ello en una sociedad
democrática, pero a la vez ilustrada, va de la mano de una exigencia mayor
desde los ciudadanos acerca de su desempeño ético y profesional, coherente
también a estos mayores estándares, que son exigidos y esperados por la
ciudadanía. […] este proyecto es un acto de justicia para los Colegios
Profesionales”121.

El proyecto intenta solucionar lo relativo a la incerteza mencionada ante-


riormente, creando un régimen común en lo procesal y sancionatorio tanto
para profesionales colegiados y no colegiados. También crea un Registro
Público de Profesionales a cargo del Servicio de Registro Civil, en el cual se
consignarán todas las sanciones a la ética profesional, lo cual sería un gran
avance ante la creciente demanda por información y transparencia por parte
de los consumidores de servicios profesionales. Con todo, presenta serias
deficiencias técnicas. Así, al regular los colegios profesionales, confunde
diversas naturalezas jurídicas: se trataría de grupos intermedios autónomos,
personas jurídicas de derecho público, y tribunales que integran la judicatura
en calidad de tribunales especiales. El procedimiento aplicable es el juicio
sumario, método que ha sido abandonado en las últimas reformas procesales
y que resulta estructuralmente inadecuado para una materia infraccional. No
establece partidas presupuestarias respecto de la instalación y mantención

120 El proyecto está basado en el Anteproyecto de ley sobre colegios profesionales elaborado

por la Federación de Colegios Profesionales, principalmente por el Colegio Médico, respecto


al cual el Colegio de Abogados emitió dos informes a pedido del Ministerio Secretaría General
de la Presidencia durante los años 2008-2009. El proyecto fue presentado el año 2009, y se
encuentra contenido en el Boletín Nº 6.562-07.
121 Intervención de S.E. en la firma del proyecto de ley sobre colegios profesionales, 10
de junio de 2009.
466 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

de los tribunales especiales y de los colegios. Finalmente, en relación al


régimen de recursos, el mensaje al señalar que “si bien se hace primar el
principio de única instancia, se establecen recursos idóneos para reclamar
de las sanciones más graves”, es contradictorio con las reglas propuestas
que permiten reponer y apelar toda sentencia definitiva122.

Frente a este nuevo acercamiento entre el Estado y la profesión, la


elaboración de un nuevo código de ética apareció como una decisión
factible del Colegio para comenzar a superar los dilemas de la ética legal.
Esta labor requirió un compromiso y una voluntad corporativa especiales.
Estando el Colegio fuera del Estado, esta labor necesitaba de incentivos
y de un esfuerzo de autodefinición. Si hasta 1981 la función integradora
entre los abogados se facilitaba por una pertenencia común al Colegio de
Abogados, a partir de ese mismo año la profesión comenzó a experimentar
un proceso de cierta atomización.123 Esta era una forma plausible de poner

122
La Corte Suprema, por Oficio Nº 189 de 28 de Julio de 2009, en Informe Proyecto de
Ley Nº 44-2009, Boletín Nº 6.562-07, informó favorablemente el proyecto. Sin perjuicio de
lo cual realizó una serie de críticas debido a la escasa regulación del procedimiento de desig-
nación de los integrantes y del funcionamiento de los Tribunales Especiales, y a permitir la
comparecencia personal en juicio infiriéndose que ante las Cortes de Apelaciones no regiría
la exigencia de patrocinio de abogado ni apoderado judicial. Respecto al régimen de recursos,
criticó la procedencia en contra de las sentencias definitivas del recurso de reposición por pugnar
contra el principio de desasimiento del tribunal una vez dictado su fallo; otorgar preferencia
del recurso de apelación en la vista de la causa en las Cortes de Apelaciones por implicar un
recargo extraordinario en la congestionada actividad de los tribunales de alzada, y por autorizar
respecto de la sentencia definitiva que falle la apelación “la queja” sin precisar si se trata de
un recurso de queja propiamente tal o de una queja disciplinaria, la que es improcedente en
contra de fallos judiciales. Por último, el conocimiento de recursos de apelación significará un
incremento de la carga jurisdiccional que irroga mayores gastos, sin que el proyecto señale la
fuente de los recursos que deben solventarlos.
123
Se han producido al menos dos procesos de atomización de la estructura colectiva de la
profesión. El primer proceso consistió en dos intentos que fracasaron: el denominado Colegio
Nacional de Abogados, formado a inicios de los ochenta, y el Colegio de Abogados Laboralistas,
aunque su naturaleza fue más cercana a un instituto especializado, por lo que su nombre pudo
conllevar a error. Andrade, Eduardo, “Comentarios sobre la colegiación profesional obligatoria
y el estatus jurídico de las asociaciones gremiales profesionales”, en XXX Jornadas Chilenas
de Derecho Público, op. cit., p. 127. El segundo proceso se produjo con la independencia de
los antiguos consejos provinciales que comenzaron a constituirse en colegios de abogados re-
gionales con personalidad jurídica propia, los cuales al año 2011 ascendían a doce, solamente
dependiendo –y, por tanto, compartiendo la personalidad jurídica– del Colegio de Abogados
de Chile, cuya sede se encuentra en Santiago, seis colegios regionales.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 467

estas cuestiones en el debate público, a fin de construir una imagen social


actualizada de los abogados y, al hacerlo, de alcanzar un acuerdo social
sobre la profesión124.

A fines de 2007 el Consejo General acordó convocar una Comisión de


Ética y Códigos de Buenas Prácticas, a la cual fueron invitados 24 aso-
ciados, y luego de las elecciones gremiales de 2009 se incorporaron 15
nuevos miembros. El trabajo se dividió en seis grupos temáticos integrados
por consejeros y asociados: conducta procesal del abogado, conflictos de
intereses e incompatibilidades, deber de confidencialidad y secreto pro-
fesional, deberes fiduciarios en la relación con el cliente, formación de
clientela y relación con los medios de comunicación, e integridad en el
trato entre colegas.

El trabajo consideró la difusión y la activa participación de los asocia-


dos. Así, se envió una encuesta por correo electrónico a todos los asociados
para que identificaran los problemas de buenas prácticas que no estaban
resueltos por el código vigente. Además, en el sitio web del Colegio pro-
gresivamente se fue publicando el debate contenido en las doce actas de
las sesiones plenarias de la Comisión de Ética y las correspondientes a
las treinta sesiones del Consejo en que se trató la materia. Cada propuesta
normativa contempló consultas públicas por un período de a lo menos un
mes cada una. Asimismo, se construyó un nuevo sitio web, que permitía
recibir comentarios por medio de correo electrónico.

Finalmente, luego de más de tres años de trabajo, una comisión revisora


compuesta por siete consejeros se hizo cargo de revisar exhaustivamente el
Código de Ética, el cual fue aprobado el año 2011, entrando en vigencia el
1 de agosto del mismo año. En paralelo, el Consejo realizó una completa
revisión del procedimiento de reclamos, concluyendo con un moderno re-
glamento procedimental recogiendo elementos básicos de debido proceso

124 Como señala Charles Frankel “la función de un código profesional [...] no consiste en

entregar a los practicantes máximas extractada de manuales de curso. Esta consiste en sensi-
bilizarlos en el alcance, profundidad y complejidad de los compromisos que han asumido al
entrar en la profesión. El valor de un código, entonces, descansa menos en los ‘deberes’ y ‘obli-
gaciones’ específicas que en su utilidad como catalizador de un discurso continuo de la raison
d´etre de la profesión”. Frankel, Charles, “Review of Code of Professional Responsibility”,
en 43 University Of Chicago Law Review (1976), p. 883. Cursivas en el original.
468 Lucas Sierra Iribarren - Pablo Fuenzalida Cifuentes

en línea con un sistema adversarial de resolución de conflictos, separando


las funciones de instrucción y adjudicación anteriormente concentradas en
el Consejo General.125

Es interesante apuntar que en momentos en que este libro se iba a im-


prenta, con fecha 28/11/12 (Rol Nº 2582-2012), la Corte Suprema resolvió
un recurso de queja en el que establece qu.e el Código de Ética Profesional
que entró en vigencia el 1 de agosto de 2011, tiene validez para todos los
abogados del país. Dispuso la Corte:

[El Código de Ética Profesional del Colegio de Abogados puede entenderse


como ley] en un sentido material en cuanto sustantivamente impone normas
de conducta generales, permanentes, abstractas y ciertamente obligatorias
para todos los letrados del país, estén o no afiliados a la entidad gremial
respectiva, más allá del órgano que en definitiva ejerza la tuición ética del
profesional en el caso concreto, el Colegio Profesional correspondiente con
sujeción al Reglamento de Disciplina que en éste rija o el tribunal especial
que el Constituyente manda crear al legislador para que ante él se juzgue a
los profesionales no afiliados y mientras éstos no se establezcan a la justicia
ordinaria.

Y remata la Corte:

Que entendidas con la fuerza indicada las normas relativas a la conducta ética
que deben cumplir los profesionales que detentan un grado o título univer-
sitario, más allá de su afiliación al colegio profesional respectivo, toda vez
que las mismas afincan su legitimidad general en el mínimo ético exigible a
quienes han recibido un título para el ejercicio profesional a que se los habilita
–en el caso de los abogados prestando estos incluso el juramento que exige el
Código Orgánico de Tribunales en su artículo 522 ante la Corte Suprema, con
todas las implicancias que de ello se derivan–, habrá de entenderse también
que las normas del Código de Ética que obligan a los abogados tienen para
todos estos fuerza vinculante, las mismas que este máximo Tribunal, como
todo juez de la República, debe exigir en su estricto cumplimiento con el
mayor rigor.

125
Mayor detalle sobre este proceso de codificación de buenas prácticas profesionales así
como de la reforma procedimental pueden encontrarse en este mismo homenaje en la colabo-
ración del entonces Presidente del Colegio de Abogados, Enrique Barros B.
Tan lejos, tan cerca: La profesión legal y el Estado en Chile 469

5. Conclusión

La historia que ahora concluye intentó mostrar una dimensión de las re-
laciones entre el derecho y la sociedad en Chile a propósito de la profesión
legal organizada y el Estado. Cuatro son las etapas que es posible distinguir
en esta relación: una primera, durante el siglo XIX y primer cuarto del XX
de relativa distancia, una segunda desde 1925 hasta 1981 de gran y promis-
cua cercanía, una tercera desde 1981 hasta 2005 de relativa distancia, y una
cuarta, desde 2005 hasta hoy, de posible mayor cercanía.

Con todo, la hipótesis de que pueda volver a haber una cercanía parecida a
la que hubo durante la segunda etapa, es muy poco plausible. Por, al menos,
dos razones: la profundidad con que parece haberse arraigado el principio
de la libertad de asociación, por una parte, y el contexto de masificación y
diversidad que hoy caracteriza a la profesión legal y, probablemente, la va
a seguir caracterizando en el futuro.

Pero, también, es probable que la reforma constitucional de 2005 sobre


estas materias, enfatizando el control de la ética profesional, abra un camino
hacia una mayor cercanía relativa, y para una renovada relevancia pública de
la profesión legal organizada. El reciente fallo de la Corte Suprema recién
citado parece apuntar en esta dirección.

¿Cómo hacerlo bien en condiciones de masificación y diversidad de la


profesión legal? Difícil decirlo con certeza, pero se puede apuntar a dos
hechos relativamente recientes que sugieren la dirección correcta. Uno fue la
reforma de planes y programas en la Escuela de Derecho de la Universidad
de Chile en 2002, bajo el decanato del profesor Antonio Bascuñán Valdés,
que se orientó a dibujar perfiles distintos para sus egresados, a fin de que
puedan competir con ventaja en este nuevo y bravo mundo profesional. El
otro es el nuevo Código de Ética Profesional que el Colegio de Abogados
ha dictado. La idea que lo subyace es que estar sometido a dicho estándar
normativo se transforme en un activo a la hora de formar la clientela.

También podría gustarte