Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Las Fake News

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 7

LAS FAKE NEWS: QUIÉN LAS CREA, PARA QUÉ Y CÓMO SE

PROPAGAN
Hablamos sobre las noticias falsas, la propaganda y el periodismo con Marc
Amorós, autor de fake news: la verdad de las noticias falsas (plataforma actual).

Por Gorka Meneses Berastegui


Jun 22/2018

Marc Amorós lleva veinte años ejerciendo el periodismo. Es guionista y director


de programas de televisión para Movistar +, La Sexta y TVE. Ha trabajado para
Antena 3, Tele 5, RNE, RAC 1 y la Cadena SER. Dice que se enamoró del
periodismo por su voluntad de contar las cosas de acuerdo con los hechos y no
con las opiniones ni las creencias.

Acaba de publicar el libro Fake News. La verdad de las noticias falsas, un libro
contundente que se lee de un tirón y que explica qué son las fake news, quién las
hace y cómo se propagan. Y quizás, lo que más importante, cómo luchar contra
las noticias falsas y cómo defendernos de ellas. Conversamos con él largamente
en una calurosa mañana de junio. Marc sabe de lo que habla.

¿Qué es una fake new y qué no? ¿es un concepto nuevo?

Una fake new es una noticia falsa que se difunde con una voluntad deliberada de
engañar y que tiene dos características fundamentales: tener un objetivo claro y
adquirir una apariencia de noticia real, precisamente para conseguir engañarnos.

Una fake new existe en cuanto tiene un objetivo. Este objetivo puede ser
directamente económico –la mayoría de las noticias falsas tienen como objetivo
ganar dinero con ellas– o bien puede tener un objetivo ideológico, ya que
influyendo en el pensamiento de la sociedad se puede hacerla derivar hacia una
línea ideológica.

El concepto de fake new no es nuevo, lo que es nuevo es el fenómeno. Las fake


news están de moda, pero no son una moda, sino que han existido desde siempre.
Igual que la mentira, que existe desde que tenemos uso de la palabra. Lo que ha
cambiado es que antes las mentiras quedaban reducidas a un círculo de amigos o
de vecinos y, en cambio, ahora con las redes sociales su difusión es masiva, es
mundial y a una velocidad sin precedentes.

¿En el ámbito político, de poder económico y de control social o financiero,


qué diferencia hay entre fake news y propaganda?

Se parecen mucho, pero hay una diferencia muy clara entre propaganda y una
fake new: la propaganda es una información que se genera para intentar
convencer a la gente en un entorno determinado de una idea o de un hecho y, en

1
cambio, las fake news lo que buscan es alterar el relato objetivo de los hechos
para crear uno alternativo.

La propaganda ha funcionado históricamente desde un país a su propio país,


encerrándose en su frontera nacional. El ejemplo clásico es el de la Alemania
Nazi, donde el Ministro de Propaganda del Reich, Joseph Goebbels, y el
gobierno nazi buscaban que todos los alemanes se sintieran nazis o se sintieran
desplazados por no serlo. En conclusión, la propaganda busca convencer y
unificar a la sociedad en torno a un ideario.

En el caso de las fake news, en cambio, la alteración del relato busca convertir la
verdad en una cuestión ideológica, que deja de esta manera de ser objetiva y se
convierte en lo que el creador de la noticia falsa quiere que te creas.

¿Cómo se gana dinero creando noticias falsas?

El dinero en Internet se crea con tráfico, con visitas y con clicks. Internet es el
gran difusor de información, pero no premia la buena información sino el tránsito
y la difusión de esta información, ya sea verdadera o falsa.

Cuando una información genera tráfico instantáneamente puede generar dinero


con publicidad asociada al medio que difunde ese contenido. Un medio cobra en
tanto que tiene visitas y coloca publicidad a su audiencia. Así que es muy
sencillo: cuanto más viral se vuelve una noticia falsa, más dinero gana su autor.
El retorno económico es mayor para las fake news que para las noticias
contrastadas por periodistas y por medios de comunicación.

Hay que tener en cuenta también que hacer una noticia falsa es muy sencillo y
barato que crear una noticia real.

Pero en los medios online periodísticos parece que esté pasando lo mismo:
¿el ansia por ser el primero, la exclusiva y el ganar clicks son coladeros para
las noticias falsas?

Los diarios tradicionales están sufriendo un cambio de paradigma desde hace ya


años. Antes eran los principales difusores de noticias y de opiniones, papel que
ahora recae sobre las redes sociales. Hoy todos somos medios de comunicación.
Cualquiera puede abrirse una cuenta de Facebook, Twitter o Whatsapp e
inmediatamente ponerse a crear y difundir la información que le dé la gana. Todo
el contenido informativo ya no está en los medios de comunicación, sino que está
en Internet de una forma mucho más repartida.

Los medios de comunicación, como todos los demás, también han caído en la
dictadura del click. Necesitan constantemente tráfico y clicks en los anuncios que
publican para generar dinero. Por eso están obligados a incorporar a su circuito
informativo determinadas noticias y contenidos que apenas tienen otro sentido

2
que el de generar tráfico. Esta necesidad constante de tráfico para generar ingreso
es un coladero de noticias falsas.

No obstante, hay otro factor tan importante como el de crear tráfico. Internet está
creando una sociedad de consumo informativo hiperinmediato. Exigimos que los
medios de información nos atiborren de noticias constantemente.

Antes los diarios creaban una edición cada día, que se imprimía, se repartía y se
leía. Hoy ese mismo diario crea entre siete y ocho ediciones cada día, refresca la
portada constantemente y suelta nuevas noticias para que la gente se conecte a
buscar nuevos inputs y, si es posible, que los viralice.

Esta necesidad de inmediatez impide que los periodistas puedan trabajar con el
tiempo y la dedicación necesaria para poder contrastar todas las informaciones
que necesitan colocar para estar en el ritmo de publicación que le exigimos sus
lectores. Esta es precisamente la otra puerta de entrada para la noticias falsas en
los medios: aquellos temas que no se pueden contrastar como se debería porque
no hay tiempo material para poderlo hacer.

Además, Internet ha impuesto la cultura del “todo gratis”. Informarse ha pasado


de costar poco a costar nada. Ya no tenemos la cultura de pagar por informarnos,
así que los medios de comunicación tienen que buscar la manera de financiarse y
sobrevivir, porque producir información no es gratis. Es más, cuanta más calidad
tiene la información que se produce, más caro es producirla.

Hay un informe de Gartner, al que haces referencia en tu libro, que dice que
en 2022 el 50% de las noticias serán falsas. Ante este panorama, ¿crees que
es posible que se vuelva a un modelo en el que paguemos por recibir
información contrastada y fiable?

La cultura del todo gratis es muy difícil de revertir. A nadie le gusta pagar.

Podría pasar y, de hecho, está empezando a pasar que el alud de información


falsa que recibimos sea tan enorme que nos genere desconfianza cualquier
información que recibamos, sea falsa o no.

En general, no tenemos ni el tiempo, ni las herramientas, ni las ganas de


contrastar toda la información que nos llega. Y entonces pasan dos cosas:

La primera es que sólo damos por cierta la información que nos da la razón.
Nuestro cerebro busca información que nos dé confort, que nos reafirme en
nuestras creencias, en nuestras opiniones y que no nos haga entrar en crisis ni
cuestionarnos. De esta manera, tendemos a dar por ciertas las noticias que están
de acuerdo con nuestra ideología o con nuestros gustos y a dar por falsas las
demás. Una parte importante de la sociedad se conforma recibiendo
exclusivamente las noticias que no ponen en duda su sistema de valores o que

3
confirma su opinión y sospecha –o directamente deja de lado– de las que le hacen
sentir incómodo y, por lo tanto, se reafirma cada vez más en lo que ya piensa.

Por otro lado, hay una masa de público, que no sé si es más grande o más
pequeña, que sabiendo que mucha de la información que recibimos es falsa,
busca medios –ya sean los actuales reinventados u otros medios nuevos– que
volverán a ejercer como veladores y garantes de la buena información.

¿Cómo nos defendemos de las fake news? ¿cómo las detectamos?

Hay bastantes maneras de hacerlo. Por ejemplo, la Universidad Complutense de


Madrid realizó un estudio con 2.000 personas y lo primero que les preguntó fue
si se creían capaces de identificar una noticia falsa. Seis de cada diez dijeron que
sí. Los probaron con cuatro titulares distintos y sólo fueron capaces de acertar
tres de cada veinte encuestados.

Todos nos creemos muy capaces de identificar las noticias falsas, pero en
realidad no lo somos. No sabemos rastrear las noticias ni identificar las fuentes.
Y no tenemos por qué saberlo. Todos somos consumidores de información, pero
no todos somos periodistas. Para identificar noticias falsas, debemos tener la
voluntad y el tiempo.

Ignacio Ramonet decía que informarse cuesta. Informarse es un ejercicio que se


hace de una forma activa. Antes informarse era un acto voluntario. Te dabas un
tiempo para leer el diario, o tomabas la decisión de mirar un informativo de
televisión. Y ese era un tiempo que dedicabas periódicamente y de forma
consciente. Ahora, con las redes sociales, ya no buscas la información sino que
la información te busca a ti y lo hace en cualquier momento y en cualquier lugar.
La información te asalta constantemente con notificaciones de tus redes sociales
en tu móvil o tu ordenador. Quizás en el momento en que lo hace, en ese
momento en que recibes una notificación, no estás para prestarle atención, pero
lees el titular y, si te gusta y te da la razón de alguna manera, lo compartes, la
mayoría de las veces sin ir a la fuente y sin ni siquiera haber leído el contenido
que acompaña a ese titular.

En la actualidad, las redes sociales se están imponiendo como medio para


informarse, aunque aún no sean una buena herramienta para hacerlo.

Por eso, mi primera recomendación es que tengamos la reserva de tomar con


pinzas cualquier noticia que nos llegue a través de una red social y, cuando
tengamos el tiempo y la paciencia, paremos a leerla con calma y de una forma
consciente. La impulsividad es una de los mayores aliadas de las fake news.

En casos de hiperinmediatez, cuando no tenemos tiempo material, como


ocurrió durante los atentados en Barcelona con la circulación de noticias

4
falsas rapidísimamente por whatsapp, e incluso en medios de comunicación,
es mucho más difícil.

El único sentido que tenía la dispersión de estas noticias era económico. Desde
luego, es muy ruin, pero es así. En momentos de crisis, como puede ser un
atentado o una catástrofe, se generan unos picos enormes de tráfico en Internet.
Los que sueltan fake news lo saben y están atentos a lo que pasa en el mundo. Si
ganan 2.000 euros con un coste prácticamente cero por publicar cualquier cosa,
se los ganan y cualquier otra consideración les da igual. Es un margen de
beneficio enorme que no tiene ningún medio de comunicación.

Obviamente nadie que se dedique a crear noticias falsas crea únicamente una
noticia al mes, sino que genera cuanta más cantidad mejor para multiplicar sus
ingresos.

Hay una auténtica industria de la mentira que se aprovecha de los escenarios de


confusión informativa que se produce cuando hay un hecho inesperado de
cualquier tipo, ya sea una catástrofe, un atentado, etc. En los primeros momentos
después de que se produzca el hecho, cuando todo aún es inconexo y el
periodismo aún no ha tenido tiempo de contrastar la realidad y encajar las piezas
para construir un relato, es cuando más noticias falsas se crean. Se apela a la
humanidad que todos tenemos, a la buena voluntad de ayudar, con el único
objetivo de generar tráfico y beneficio. Cuando difundimos este tipo de noticias
creemos que estamos haciendo algo bueno, algo que puede ayudar en momentos
de dolor o de confusión, pero, en realidad, lo que estamos haciendo es contribuir
a la difusión de una información falsa cuyo único objetivo es el de generar
beneficios a quien la ha difundido.

En casos como estos, tenemos siempre que confiar en los medios oficiales. En el
caso de los atentados de Barcelona fue muy destacable la labor que hicieron los
Mossos de Escuadra, la Guardia Civil o los servicios de emergencia saliendo al
paso muy rápidamente ante todas las noticias falsas que corrían por WhatsApp,
Twitter o Facebook. Esto habla muy bien de estos estamentos institucionales que
no solo conocen los peligros de estas noticias falsas, sino que demostraron estar
preparados para actuar con diligencia y con eficacia en un momento de crisis y de
incertidumbre.

Las fake news han creado otro fenómeno, que es el de desprestigiar a los
medios periodísticos a base de decir que son difusores de fake news. El
campeón de esta práctica es Donald trump. Parece que haciendo creer que
todo son fake news, se consigue desinformar.

Trump es el principal impulsor del término fake news en los últimos años. Lo
que busca el presidente de los Estados Unidos es crear una desconfianza total en
los medios de comunicación para crear la paranoia colectiva de que todo puede
ser mentira. Si esto llega a pasar –y en algunos sectores de la sociedad está

5
pasando– el único autorizado para decidir lo que es cierto y lo que no es él. Lo
hace a través de su Twitter o de sus declaraciones. Nos va diciendo qué noticias y
qué medios son creíbles. Todo lo que él no autorice se convierte en una noticia
falsa o un medio mentiroso.

Esta tentación es enorme. Tener el poder de decir que “solo yo sé lo que es la


verdad y solo yo os puedo decir lo que os tenéis que creer” ha sido el sueño de
muchos líderes autoritarios a lo largo de la historia. Cuando la sociedad desconfía
de toda la información, sólo acaba por creerse aquellas noticias que le que están
dentro de su sesgo ideológico y que confirman nuestra opinión. Y eso es lo que
busca Trump, difuminar la información, aumentar la desconfianza para lograr
que la gente que cree en él sólo crea lo que él dice, casi como si fuera un mesías
o, al menos, un líder informativo, y así enfrentar a la sociedad por su ideología,
sus creencias o sus opiniones.

http://www.uncode.cafe/mentiras-y-verdades/las-fake-news-quien-las-crea-para-
que-y-como-se-propagan

Breve complemento:

Las redes sociales favorecen la proliferación de noticias falsas

Un conjunto de experimentos pone de manifiesto cómo las dinámicas de las


redes sociales y la cultura de la inmediatez influyen en la percepción de la
calidad de la información y su difusión.

Puede parecer una cuestión simple; de hecho, seguramente es muy probable que
en nuestro fuero interno en más de una ocasión nos hallamos sorprendido
diciéndonos que la gente comparte noticias falsas por simple ignorancia, por
maldad, o en aras de la consecución de una finalidad.

Pero si bien es posible que esto pueda resultar cierto en más de una ocasión, las
razones por las que hoy triunfan los bulos pueden tener, y de hecho tienen, una
naturaleza mucho más profunda. Entre algunas de estas razones están los
llamados atajos cognitivos: por ejemplo, en el contexto del coronavirus, una
persona inexperta en la cuestión tenderá a asumir más fácilmente una
información como válida si cree que esta procede de un médico o un virólogo.

En otros casos, entra en juego lo que en psicología se conoce como sesgos


cognitivos. Por mencionar uno de ellos citaremos del sesgo de confirmación; es
decir, tendemos a asumir como verdadera las afirmaciones que refuerzan nuestras
creencias preestablecidas, y como falsas aquellas que cuestionan las mismas.
Otra de las razones de la proliferación de los bulos y las ahora también llamadas
"fake news" podemos encontrarlo en la psicología evolutiva. Y es que como
especie social, el cerebro del ser humano está "programado" para tomar aquellas
decisiones, o creer aquella información que refuerce los lazos con el grupo social

6
del que nos consideramos parte, en detrimento de que estas estén sustentadas en
una realidad objetiva. Este mecanismo también funciona a la inversa, en algo que
los psicólogos han venido a denominar la ignorancia motivada. Este concepto, el
de ignorancia motivada, se fundamenta en que existen casos en los que el
individuo se mantiene ignorante respecto a alguna cuestión debido a que los
costes (cognitivos, sociales...) de tener ese conocimiento, sobrepasa a los
beneficios. En su versión social, la ignorancia socialmente motivada, el concepto
alude a aquellas personas que eluden adquirir un conocimiento que puede
confrontar las ideas del grupo en el con el que conviven.

https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/redes-sociales-favorecen-
proliferacion-noticias-falsas_16641

También podría gustarte