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Los Medios de Impugnación

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LECCION DUODÉCIMA1 *

LOS MEDIOS DE IMPUGNACION

-Arts. 501 a 550-

I. LOS MEDIOS DE IMPUGNACION

El nuevo “Código Procesal Civil y Mercantil”, bajo el epígrafe de «Los Medios de


Impugnación», regula lo que se estudiaba en el Código de Procedimientos Civiles de
1881, Libro III, bajo la denominación «De los Procedimientos Civiles en Segunda
Instancia y de los Recursos Extraordinarios» (Art. 980 y siguientes).

Cuando se analiza los medios de impugnación, se parte de la idea de que se está


procurando evitar el riesgo de que se dicten sentencias injustas, ya sea porque no se
acomodan a la realidad de los hechos, o bien porque se incurre en error en la
aplicación del derecho material.

Los medios de impugnación son, por tanto, instrumentos legales puestos a


disposición de las partes, a fin de intentar la modificación o la anulación de una
resolución judicial y que todos esos medios tienen su origen en la posibilidad del
error humano. En consecuencia, preciso es distinguir entre medios de impugnación
en sentido amplio y medios de impugnación en sentido estricto:

a) Cuando se subraya la expresión medios de impugnación, pueden quedar


comprendidos aquellos instrumentos jurídicos por medio de los cuales se pide la
recisión de las sentencias que han alcanzado firmeza, por lo que la impugnación abre
un nuevo proceso, merced a una pretensión distinta de la que fue resuelta en el
proceso, cuya resolución final se impugna, V.gr.: la revisión de sentencias firmes
(Art. 540 a 550);

1
Mauricio Ernesto Velasco Zelaya
b) En sentido estricto, los medios de impugnación se refieren a resoluciones que no
han alcanzado firmeza, por lo que impiden que llegue a producirse la llamada cosa
juzgada formal. Se trata de los verdaderos recursos, en los que la impugnación se
produce en un proceso aún pendiente. El recurrente solicita, que se produzca un
nuevo examen en la resolución que se impugna y en cuanto la misma le sea
desfavorable. La pretensión y la resistencia interpuesta en la demanda y en la
contestación respectivamente son las mismas que se continúan en el recurso. En
suma, pues, los tres elementos de la pretensión –partes, hechos y petición- no
cambian cuando se trata de los medios de impugnación en sentido estricto, vale
decir, de los recursos.

II. LOS RECURSOS SUS CLASES.

Los medios de impugnación que son recursos en sentido estricto, han de ser
interpuestos por algunas de las partes. Se producen en un proceso pendiente y
persiguen la modificación o anulación de la resolución impugnada.

El concepto del vocablo recurso no es dogmatico. Cada tratadista acentúa el suyo,


aún cuando terminan coincidiendo en su fondo como en su forma. Así por ejemplo,
Vicente Gimeno Sendra subraya que, bajo el termino de recursos, cabe entender el
conjunto de actos de postulación, a través de los cuales la parte perjudicada por una
determinada resolución judicial, impugnable y que no haya adquirido firmeza, puede
obtener su revisión, bien por el mismo órgano judicial autor de la misma, bien por
otro superior con la finalidad de garantizar, en general, que todas las resoluciones
judiciales se ajusten al Derecho y, en particular, que las sentencias sean respetuosas
con las exigencias del derecho a la tutela judicial efectiva o derecho a la obtención
de una sentencia motivada, razonada en la prueba, fundada en el Derecho aplicable
al objeto procesal y congruente.

Su fundamento, agrega, descansa en la falibilidad del órgano judicial y en la


necesidad de evitar que la certeza, implícita en toda resolución judicial, alcance su
plenitud cuando la parte gravada por ella la estime desacertada, para lo cual el
ordenamiento procesal le otorga la posibilidad de la impugnación, que el recurso
supone.

El derecho fundamental a los recursos, se encuentran implícito en el “Derecho a la


Protección Jurisdiccional” que nuestra Carta Magna preceptúa en el Art. 2, como un
derecho de configuración legal, en la inteligencia de que el Órgano Legislativo es
dueño de determinar, tanto el número e índole de los recursos, como los requisitos
que en un recurso concreto, determinan su admisibilidad, por lo que su ejercicio se
encuentra condicionado al cumplimiento de los requisitos legalmente establecidos,
cuya concurrencia debe ser valorada, en exclusiva por el Órgano Judicial.

a) El derecho al recurso.

Los recursos pueden establecerse, partiendo de la posibilidad del error del tribunal
de primera instancia, a fin de que el superior en grado lo corrija, con lo que se
pretende una más perfecta aplicación del derecho; pero también es posible que la
finalidad del establecimiento de un recurso, sea más bien la unificación en la
interpretación del derecho. Dicho en breves palabras: la unificación de la
jurisprudencia, con la seguridad jurídica que ello supone.

El proceso, después de presentada la demanda y admitida, está regido por el


principio de impulso de oficio, no significa nada con relación a los recursos. Tal
impulso se refiere a la dirección formal del proceso en cada una de las instancias,
pero no a los recursos, desde luego que éstos han de iniciarse existiendo una
declaración de voluntad expresa de la parte agraviada.

b) Clases.

Conforme a la doctrina, los recursos se han clasificado atendiendo a dos criterios.

1. Órgano competente para conocer del recurso. El segundo examen que implica
la impugnación puede confiarse, bien al mismo órgano jurisdiccional que dictó la
resolución que se impugna, bien a un órgano jurisdiccional distinto y superior. En el
primer caso se habla de recursos no devolutivos y en el segundo de recursos
devolutivos, existiendo entonces un órgano inferior «iudex a quo» y otro superior
«iudex ad quem».

En estricta doctrina, se propone que a los recursos no devolutivos se les llama


remedios; y a los devolutivos, propiamente recursos. Considera que debe estimarse
como elemento determinante de lo que es un recurso, el que del mismo conozca un
órgano jurisdiccional distinto de aquel que dictó la resolución impugnada.

Es de acentuar, en Síntesis, que atendiendo al carácter devolutivo o no del medio de


impugnación, se ha pretendido en la doctrina la utilización diferenciada de los
expresados términos «remedios» y «recursos», según se trate de impugnar
resoluciones ante el mismo órgano judicial que las dictó, con el propósito de
«remediar» anomalías procesales, o ante otro jerárquicamente superior, con el
propósito de «anular» una resolución que se estima injusta.

2. Ámbito del recurso: respecto a lo que se «devuelve» al tribunal superior y, por


tanto con referencia a los recursos devolutivos, se impone distinguir:

i) Recursos ordinarios: V.gr. el de apelación que es el ordinario tipo. Los órganos a


quo o ad quem tienen los mismos poderes frente a la controversia;

ii) Recursos extraordinarios: V.gr. el de casación, que es el recurso extraordinario


modelo. Existen en él, prácticamente una lista cerrada de submotivos y los poderes
del órgano competente se limitan a la resolución de los mismos.

El recurso de apelación no limita en sí mismo el ámbito de la cognición por el


órgano competente, mientras que el de casación, el ámbito de la competencia queda
reducido al examen de los submotivos previstos en forma expresa en la ley.

3. Existe un tercer criterio de clasificación. Se trata de distinguir entre recursos


procesales y recursos materiales.
a) Recurso procesal: en todos los supuestos en que una resolución judicial no se
pronuncia sobre la pretensión, es decir, sobre el objeto del proceso en sentido
estricto, se está ante una resolución meramente procesal, y el recurso que se admita
contra la misma perseguirá la adecuación de lo decidido a la norma procesal, lo que
se resolverá normalmente en la nulidad de la resolución, más que en una
modificación de la misma, por lo que puede hablarse de recurso procesal, V.gr.: la
reposición que se da contra las providencias y las resoluciones no definitivas.

b) Recurso material: cuando la resolución procede a aplicar las normas materiales,


que sirven para decidir sobre el objeto del proceso, o sea, sobre la estimación o
desestimación de la pretensión interpuesta por el actor. Se está ante una resolución
material y los recursos contra ella se dirigirán a obtener otra resolución en la que se
modifique la impugnada, V.gr.: la apelación y la casación.

La distinción produce constantes consecuencias jurídicas que se advierten sobre todo


cuando se tiene en cuenta que los recursos procesales no son una nueva fase del
proceso. No pueden ser una segunda instancia y no cabe exigir en todo caso la
existencia de gravamen directo.

PRESUPUESTOS DE ADMISIBILIDAD

Prevista en la ley la existencia de un recurso, su admisibilidad queda condicionada a


la concurrencia de determinados presupuestos procesales, es decir, de condiciones
que atienden a la posibilidad misma de que el tribunal pueda llegar a resolver la
cuestión suscitada en aquél.

Debe distinguirse respecto de los recursos, entre admisibilidad y fundamentación. La


primera se hace depender por la concurrencia de presupuestos procesales y la falta
de éstos hace que el tribunal no pueda llegar a entrar a examinar la cuestión de
fondo. La segunda (fundamentación) se refiere al fondo del recurso y determina su
estimación o desestimación.
A.SUBJETIVOS

a. Competencia. La determinación del órgano jurisdiccional competente para


conocer del recurso, forma parte de la llamada competencia funcional. Al respecto el
Art.38 del nuevo código subraya: «El tribunal competente para conocer de un asunto
lo será también para conocer de las incidencias que surjan sobre él y para llevar a
efecto sus resoluciones, sin perjuicio de lo dispuestos para la ejecución de las
sentencias». Por su lado la “Ley Órganica Judicial” establece la división territorial
de los juzgados unipersonales y tribunales colegiados salvadoreños.

b. Legitimación. Lo relativo a la capacidad y a la postulación se rige por las normas


comunes. La doctrina es unánime en el sentido de que la concesión de legitimación a
más de una persona de las que ocupan en el proceso la misma posición procesal de
actora o de demandada, puede hacer que la estimación del recurso produzca un
efecto extensivo, desde luego que el recurso estimado a una parte puede favorecer a
la que no recurrió, pero que se encuentra en la misma situación material, V.gr.: los
supuestos de litisconsorcio necesario. Por el contrario, cuando se trata de la
acumulación de pretensiones, la estimación del recurso de una parte no beneficia a
las partes del o de los procesos acumulados.

El Art. 67 de nuestro Código Procesal Civil y Mercantil expresa: «En los procesos
civiles y mercantiles será preceptiva la comparecencia por medio de procurador,
nombramiento que habrá de recaer en un abogado de la República, sin cuyo
concurso no se le dará tramite al proceso.»

B. OBJETIVOS

a. Recurribilidad de la resolución: la admisión del recurso sólo es posible si la


resolución recurrida es susceptible de impugnación y por el recurso que la parte
agraviada interpone.
La regulación de recursos en la ley no significa que todas las resoluciones sean
recurribles, algunas de ellas no lo son por disposición expresa.

El Art. 501 inc.1° del reiterado código acentúa: «Tendrán derecho a recurrir las
partes gravadas por la resolución que se impugna, igual derecho asistirá a los
litisconsortes que resultaren gravados aún cuando no se hubieran convertido en
partes».

b. Plazo: los recursos deben interponerse dentro del plazo previsto por la ley y el
que se computa desde el día siguiente al de la notificación de la resolución que se
recurre. Transcurrido ese plazo, sin que la resolución haya sido impugnada, quedará
firme la resolución.

c. Fundamentación: la admisibilidad de los recursos quedan condicionada a que la


parte que lo interpone lo fundamente. La existencia de la fundamentación se
convierte en presupuesto de admisión.

d. Gravamen: las partes pueden recurrir sólo de las resoluciones judiciales que les
afecten en forma desfavorable. Los autores definen el gravamen, como la diferencia
en perjuicio entre lo pedido por la parte y lo reconocido por el tribunal en la
resolución judicial. Consecuentemente, el gravamen significa que la resolución
causa un perjuicio a la parte.

EFECTOS DE LOS RECURSOS

En la terminología de nuestro Código de Procedimientos Civiles de 1881, cuando se


estudiaban los efectos de los recursos se hacía referencia a los llamados suspensivos
y devolutivos. Por el segundo, se da únicamente conocimiento de la causa al
tribunal jerárquicamente superior, sin quedar embarazado el inferior para llevar
adelante la ejecución provisional de sus providencias. Y cuando se admite en el
efecto suspensivo se paraliza totalmente el proceso (Art.983).

La declaración de voluntad de la parte de su intención de recurrir, debe revestir de la


forma prevista en la ley, y produce los siguientes efectos:

a. El mero hecho de la presentación del escrito del recurso, significa que la


resolución recurrida no se convierte en firme, esto es, no produce la llamada cosa
juzgada formal.

b. Dado que la resolución recurrida no se convierte en firme, el recurso supone la


continuación del proceso y esa continuación permite que la resolución recurrida sea
revocada o anulada por el tribunal superior y se ha de producir dentro del ámbito de
lo recurrido por la parte que impugna, con la salvedad de la prohibición de la
reformatio in peius.

El Art. 502 de nuestro nuevo código preceptúa: «Las sentencias que resuelvan el
recurso no podrán ser más gravosas que la impugnada, a menos que la parte
contraria hubiera a su vez recurrido o se hubiera adherido al recurso».

En definitiva, pues, el principio dispositivo lleva a que el tribunal debe ser


congruente con lo pedido por la parte que recurre. De esa suerte, estamos ante la
llamada prohibición de la «reforma en peor», vale decir, la reformatio in peius.

DESISTIMIENTO DE LOS RECURSOS

El desistimiento con relación a la primera instancia, es una forma anormal de


terminación de la misma, consistente en un acto procesal del actor por el que declara
su voluntad de abandonar el proceso pendiente iniciado por él, sin que llegue a
dictarse un pronunciamiento sobre la pretensión interpuesta, de modo que al quedar
ésta, imprejuzgada, es posible la incoación de un proceso posterior entre las mismas
partes y con el mismo objeto.

Nuestro código al referirse a la finalización anticipada del proceso en el Art. 130


dispone: «El demandante podrá desistir unilateralmente del proceso siempre que lo
haga antes de que el demandado sea emplazado para contestar la demanda, o sea
citado para audiencia, y también en cualquier momento cuando el demandado se
encontrare en rebeldía.»

«En los casos en que se de lugar al desistimiento, quedará a salvo el derecho del
demandante, para promover nuevo proceso sobre la misma pretensión.»

Y, en lo tocante al desistimiento de los recursos, el citado Art. 501 en su inciso


último establece: «El desistimiento de los recursos será posible en cualquier
momento anterior a su resolución, de conformidad a las disposiciones de este
código.»

a. Concepto. El desistimiento de un recurso es un acto procesal del recurrente por el


que pide que se ponga fin a un recurso por él interpuesto, con lo que se produce el
efecto de que queda firme la resolución impugnada. Por tanto, si se desiste de un
recurso contra sentencia, no podrá iniciarse un proceso posterior entre las mismas
partes y con el mismo objeto.

b. Requisitos. Los subjetivos se refieren a la exigencia de poder especial en el


abogado o procurador. En el caso de que haya recurrido más de una parte y sólo
alguna o algunas de ellas desistan, la resolución recurrida no se convierte en firme
en virtud del desistimiento, aunque se tendrá por abandonada la impugnación que es
exclusiva de quienes hayan desistido.

Los objetivos atienden a que cabe desistir también en los procesos no dispositivos,
es decir, en aquellos en los que el objeto del proceso es propio de materias no sujetas
a la autonomía de la voluntad de las partes. Nada impide distinguir entre
desistimiento total y parcial. Es posible que recurriendo de varios pronunciamientos
de la resolución, después se desista del recurso respecto de alguno de esos
pronunciamientos.

Los requisitos de actividad han de referirse a: 1) El desistimiento puede realizarse en


cualquier momento antes de que recaiga resolución sobre el recurso; 2) Tiene que
ser expreso, suponiendo una declaración de voluntad inequívoca; y, 3) Siendo la
tramitación de los recursos básicamente escrita, el desistimiento debe presentarse
por escrito. En los recursos en que existe vista, el desistimiento se podrá realizar en
la misma.

c. Efectos: el desistimiento del recurrente llevará al tribunal a dictar una resolución


teniéndolo por desistido y declarando que la resolución recurrida se convierta en
firme. Ello supondrá la terminación del proceso y las costas producidas en el
recurso, serán a cargo del que desista.

III. RECURSO DE REVOCATORIA Art. 503- 507.

De acuerdo a la doctrina ortodoxa, el recurso de revocación, sólo procede contra las


resoluciones no apelables y su objeto es que se rescinda la resolución contenida en
el auto o decreto, sea para sustituirla por otra que el recurrente considera legal o para
que aquélla quede sin efecto. Está sujeto a las siguientes normas:

a) Las sentencias no pueden ser revocadas por el juez que las pronunció;

b) El recurso de revocación se distingue del de apelación, en que éste último se


tramita y resuelve por el tribunal de alzada, mientras que la revocación la tramita y
decide el mismo juez que pronunció la resolución recurrida, o el que lo sustituya en
caso de recusación o excusa;

c) La revocación debe pedirse por escrito dentro de las veinticuatro horas siguientes
al de la notificación y se sustancia por un escrito por cada parte, y la resolución del
juez que debe pronunciarse dentro del tercer día. La resolución es irrecurrible
porque sólo da lugar al juicio de responsabilidad;

d) En los juicios que se ventilan oralmente, la revocación se decide de plano; y,

e) El recurso de revocación se denomina de reposición cuando se interpone contra


los autos y decretos que pronuncia el tribunal alzada.

Revocaciones en el Código de Procedimientos Civiles de 1881

Al considerar las “Providencias Judiciales”, en los Arts. 425 y 426 se reguló este
recurso. «En los decretos de sustanciación, podrán los jueces hacer las mutaciones o
revocaciones que sean justas o legales si las partes lo piden, o de oficio en cualquier
estado de la causa antes de la sentencia definitiva.»

«En las sentencias interlocutorias, podrán los jueces hacer de oficio las mutaciones o
revocaciones que sean justas o legales dentro de tres días desde la fecha en que se
notifiquen; pero a petición de partes, si es hecha en el mismo día o al siguiente de la
notificación, podrán hacer mutaciones o revocaciones dentro de tres días desde la
fecha en que hubiere sido devuelto el traslado por la parte contraria, quedando a las
partes en uno u otro caso expedito sus recursos, en los mismos términos que se
indica el Art. 436.»

Huelga subrayar que en el referido código de procedimientos imperaba el sistema


escrito.

Recurso de Revocatoria

La característica principal del nuevo “Código Procesal Civil y Mercantil” es que


incorpora una serie de preceptos modernos y propios de los procesos por
audiencias, como son el predominio de la palabra hablada y la presencia de los
principios de inmediación, publicidad, concentración, función activa del juez,
reducción de incidentes e impugnaciones y libre valoración de la prueba. En tal
orden de ideas, es obvio que el recurso que nos ocupa difiere del que aparecía en la
normativa de 1881, es decir, un proceso escrito, lento, formal y burócrata.

PROCEDENCIA

Los decretos de sustanciación y los autos no definitivos admitirán recurso de


revocatoria, el cual será resuelto por el mismo juzgador que dictó la resolución
recurrida. El recurso se deberá interponer por escrito en el plazo de tres días y en él
se hará constar la infracción legal que se estime cometida, con una sucinta
explicación. De no cumplirse con tales requisitos, el juez deberá rechazar el recurso
por improponible sin ningún otro trámite.

Es de subrayar que las resoluciones judiciales pueden ser decretos, autos y


sentencias. Los decretos tienen por objeto el impulso y ordenación material del
proceso.

Los autos son simples o definitivos. Simples, si se dictaren, entre otros propósitos
para resolver incidentes, acordar medidas cautelares, definir cuestiones accesorias o
resolver nulidades; definitivos, si le ponen fin al proceso, haciendo imposible su
continuación en la instancia o por vía de recurso, o si así lo determina la ley. Y, las
sentencias deciden el fondo del proceso en cualquier instancia o recurso (Art. 212).

TRAMITACION Y DECISION

Del recurso se oirá a la parte contraria dentro de tres días siguientes a la


notificación, a fin de que formule su oposición. El juez dictará auto para resolver
sobre la revocatoria en el plazo de tres días contados desde el siguiente al de
conclusión del señalado en el apartado anterior, al margen de que las partes hubieran
hecho uso de sus derechos.

La resolución que resuelva sobre la revocatoria no admitirá ningún otro recurso, sin
perjuicio de que se pueda reproducir la petición en el recurso contra la resolución
que ponga fin al proceso de manera definitiva.

REVOCATORIA ORAL

Contra las decisiones que adopte el juez o el tribunal en el curso de las audiencias
orales procederá recurso de revocatoria, el cual deberá formularse verbalmente en
el mismo acto. El juez o tribunal debe resolver en forma inmediata lo que proceda,
sin más recurso, y la audiencia continuará su curso.

ALGUNOS CASOS DE REVOCATORIA

Se encuentran dispersos en el código y, entre ellos, acentuamos: Arts. 49, 51, 114,
139, 278, 407, 513, 530, 585.

RECTIFICACION Y ACLARACIÓN DE LA SENTENCIA O AUTO QUE


PONE FIN AL PROCESO

En el Código de Procedimiento Civiles de 1881 se disponía: «Pronunciada la


sentencia definitiva, no se revocará ni enmendará por ningún motivo; pero se podrá
a pedimento de cualquiera de las partes presentados dentro de veinticuatro horas de
notificada la sentencia, explicar dentro de tres días contados desde la fecha en que
hubiere sido devuelto el traslado de la parte contraria algún concepto oscuro, o hacer
las condenaciones o reformas convenientes en cuanto a daños y perjuicios, costas,
intereses y frutos, quedando expeditos los recursos de ley contra la sentencia
indicada, desde que se les notifique la segunda resolución.»

En el nuevo «Código Procesal Civil y Mercantil», no aparece como recurso el de


explicación y reforma, a que se alude en el Código Procedimientos de 1881, por
cuanto en términos generales, la voz recurso es la acción que concede la ley al
interesado en un proceso para reclamar contra las resoluciones, ora ante la autoridad
que las dictó, ora ante alguna otra, con la finalidad de que sea revocada o anulada. Y
en el recurso de explicación, lo que se pretende obtener del sentenciador, es que
explique el pronunciamiento oscuro o deficiente; y en el recurso de reforma, se
limita a pedir al juzgador que reforme un aspecto puramente accesorio. En
consecuencia, pues, siendo que la explicación y la reforma no son auténticos
recursos, en el código que se analiza se optó por incluir a la rectificación y
aclaración de la sentencia o auto que pone fin al proceso, como una simple y llana
resolución judicial.

En lo que se refiere a la aclaración de algún concepto oscuro y la rectificación de


cualquier error material de que adolezcan la sentencia o auto que pone fin al proceso
(Art. 225), se desarrollan tres clases de aclaración y corrección:

a. Rectificación de errores materiales manifiestos y aritméticos en que incurran las


resoluciones judiciales, V.gr.: rectificarse en cualquier momento errores
tipográficos (faltas ortográficas), errores matemáticos (cantidades), errores
materiales (nombres mal escritos) entre otros;

b. Aclaración de algún concepto oscuro, V.gr.: aquellos supuestos en que se


pretenda cubrir las deficiencias de la resolución en el cumplimiento de los requisitos
internos de la sentencia: claridad, precisión y debida separación de pronunciamiento.
La utilización de términos equívocos podría dar lugar a confusiones en la
comprensión de la resolución, que llevarán a pedir una aclaración por conceptos
oscuros; y,

c. La subsanación de omisiones o defectos, V.gr.: la subsanación de una resolución


judicial por omisión de pronunciamientos, cuando se dicta una sentencia
condenatoria a entregar una cantidad de dinero líquida, sin que se fije la cantidad
objeto de la condena.
IV. RECURSO DE APELACION. Arts.508-518

Concepto y Caracteres Esenciales.

Para Vicente Gimeno Sendra, el recurso de apelación «Es un medio de


impugnación ordinario, devolutivo, y por lo general suspensivo, por el que la
parte que se crea perjudicada por una sentencia o auto, por lo general, definitivo,
lleva a conocimiento de otro órgano judicial, jerárquicamente superior, la cuestión o
cuestiones de orden material o procesal, surgidas en el proceso anterior y resueltas
en la resolución recurrida, con el objeto de que dicho órgano «ad quem», examine la
adecuación de la resolución impugnada al Derecho, confirmando o revocándola, en
todo o en parte, por otra que le sea más favorable y delimitada por el contenido del
propio recurso y del objeto de la primera instancia.»

Juan Montero Aroca en la obra «El Nuevo Proceso Civil» escrito con la
colaboración de Juan Luis Gómez Colomer, Alberto Montón Redondo y Silvia
Barona Vilar, al examinar el recurso de Apelación enfatizan: refiriéndonos a la
clasificación de los recursos, distinguimos, primero entre no devolutivos y
devolutivos, y luego, entre ordinarios y extraordinarios, y adelantaremos que el
recurso de apelación es devolutivo y el ordinario tipo. Es devolutivo porque la
competencia «funcional» para conocer del mismo se atribuye siempre a un tribunal
distinto y superior al que dictó la resolución recurrida, y es ordinario porque todo lo
conocido y decidido por el tribunal de primera instancia puede llevarse, por medio
del recurso al conocimiento y decisión del tribunal de la apelación, sin que existan
motivos taxativamente determinados en la ley.

Agregan: en el lenguaje habitual suele hablarse de apelación y de segunda instancia,


como si fueran términos o expresiones sinónimas, y con ello se incurre en una clara
imprecisión técnica, por lo que conviene empezar por aclarar esas expresiones, lo
que supone, además, determinar la verdadera naturaleza de la apelación.
En sentido jurídico estricto, –subrayan dichos expositores,- cuando se habla de doble
grado o de doble instancia se hace referencia a un sistema de organizar el proceso en
virtud del cual se establecen dos sucesivos exámenes y decisiones sobre el tema de
fondo planteado, por obra de dos órganos jurisdiccionales distintos, de modo que el
segundo debe prevalecer sobre el primero. El doble grado o instancia permite dos
pronunciamientos sobre el objeto del proceso y sobre del objeto del debate.

Finalizan expresando los ilustres tratadistas: correctamente entendido el doble grado


o instancia, hay que decir que el recurso de apelación, tal y como ha sido
tradicionalmente regulado en el proceso civil español no daba ni da lugar a una
verdadera segunda instancia. En nuestra tradición jurídica no ha existido nunca una
doble instancia en sentido estricto y tampoco existe en la actualidad, y ello a pesar
de que la doctrina y la jurisprudencia se refiere con reiteración a segunda instancia.
Lo que hemos tenido y tenemos es una apelación limitada.

La Apelación como revisión de la resolución impugnada.

En los sistemas de «apelación restringida» vigente en países como Austria y


España, se parte de la consideración del órgano de apelación como fiscalizador, con
la misión de examinar sólo las cuestiones ya planteadas en primera instancia, razón
por la cual la práctica de la prueba en la segunda instancia es excepcional,
limitándose al «uis novorum». Nuestro nuevo «Código Procesal Civil y Mercantil»
consagra este sistema de apelación y, en el Art. 515 inc. 2°, subraya: «La sentencia
que se dicte en apelación deberá pronunciarse exclusivamente sobre los puntos y
cuestiones planteados en el recurso y, en su caso, en los escritos de adhesión.»

La apelación, por tanto, está orientada a depurar los resultados del proceso y en la
inmensa mayoría de las decisiones resulta concebida como una simple revisión del
proceso primitivo. Consiguientemente el juzgador de alzada se encuentra frente a la
cuestión debatida con la plenitud de conocimientos y en la misma posición que tuvo
el juez originario, tanto en la cuestión de hecho, como en la de derecho; pero eso sí,
limitando su ámbito conforme al principio de la «revisio prioris instantia».

LÍMITES DE LA APELACIÓN

La cognición del órgano judicial de apelación tiene el límite de que el órgano «ad
quem» no puede entrar a conocer, si no sólo de aquellas cuestiones que hayan sido
expresamente objeto del recurso, según resulte del escrito de interposición y en su
tanto apelado, tanto diferido/
caso, de impugnación, lo que se refleja en el aforismo «tantum devolutum, quantum
appellatum» que integra una manifestación del principio dispositivo recogido en el
Art. 6 del nuevo código.

Como consecuencia, también de la vigencia del principio dispositivo, subsiste la


reforma en peor/
prohibición de la «reformatio in peius», es decir, de agravar los términos de la
sentencia de primera instancia en perjuicio del apelante, salvo que haya mediado
impugnación del apelado, adhesión, ya que, de mediar ésta ocasiona el surgimiento
de un nuevo recurso o de un nuevo apelante. Art.502.

Cabe señalar la aplicación al recurso que nos ocupa del aforismo «pendente
nada nuevo sea introducido, estando pendiente la apelación/
aplellatione nihil innovetur», el cual indica que este recurso ordinario no inicia un
nuevo proceso, ni autoriza a resolver cuestiones distintas de las planteadas en la
prohibición de modificar la pretensión/
primera instancia, lo que, a su vez, es manifestación de la prohibición de «mutatio
libelli», o sea de la prohibición de modificación esencial de las pretensiones que se
ejercitaron en primera instancia y de introducción de nuevas pretensiones.

Resoluciones recurribles.

El Art. 508 ordena que serán recurribles en apelación las sentencias y los autos que,
en primera instancia, pongan fin al proceso, así como las resoluciones que la ley
señale expresamente.
Ello significa que no hay sentencia, ni auto definitivo excluido del recurso, sea cual
fuere el procedimiento en que hubieren recaído, siempre y cuando lo sean en la
primera instancia.

Plazo.

Los plazos para recurrir se contarán a partir del día siguiente al de la notificación de
la resolución que se impugne, o del siguiente a la notificación respectiva de su
aclaración. (Art. 502). El transcurso de dicho plazo sin la interposición del recurso
de apelación, provocará la firmeza de la resolución.

Competencia Funcional y Territorial

Tendrá competencia para conocer del recurso de apelación el tribunal de la


jurisdicción a la que pertenezca el juzgado en el que se hubiera dictado la resolución
de la que se recurre. (Art. 508 inc. 2°). En nuestra «Ley Orgánica Judicial» se
establece en forma puntual la competencia de los tribunales superiores para
sustanciar y decidir los recursos. La competencia territorial, pues, se delimita por
derivación, esto es, en atención a la de los Juzgados de Paz o de Primera Instancia,
como a las Cámaras de Segunda Instancia.

Objeto Procesal

Su objeto queda constreñido a las alegaciones de hecho y de derecho, de las


pretensiones formuladas ante el tribunal de primera instancia, lo que viene a suponer
una clara expresión de que en la apelación rige también la prohibición de la «mutatio
libelli» la cual señala que dicho recurso aún cuando permita al tribunal de segundo
grado examinar en su integridad el objeto litigioso, no constituye un nuevo proceso,
ni autoriza a resolver cuestiones o problemas distintos de los planteados en la
primera instancia, por cuanto ello se opone el principio general de Derecho
«pendente appellatione nihil innovetur».
Sabido es que el objeto del proceso viene determinado por la petición y los hechos
constitutivos de los títulos jurídicos que la fundamentan, debiéndose distinguir entre
los fundamentos de Derecho y los fundamentos legales.

Finalidad

La finalidad del recurso es la revocación del auto o sentencia a que se contraiga, con
emisión de otro favorable al recurrente, lo que se encuentra implícito en el propio
concepto y en el requisito del perjuicio habilitante del recurso, como también lo está
que esa resolución que, a través del recurso se postula, se haya de producir a través
de un nuevo examen de las actuaciones ya realizadas por el tribunal de primera
apelación/
instancia, nuevo examen que no constituye un nuevo proceso, sino una «revisio
pioris instantiae». Rige el principio de preclusión, tanto en cuanto a la aportación de
hechos, como en la de fundamentos jurídicos, con la excepción que se presenta en
nuevos hechos/
todo lo relativo a los hechos nuevos («nova producta») y a los hechos pasados, pero
nuevos descubrimientos/
desconocidos para la parte que los invoque («nova reperta»).

En nuestro nuevo código, las finalidades del recurso de apelación se encuentran


reguladas en el Art. 510 y su función específica es revisar, o sea «ver con atención y
cuidado»; «someter la sentencia a nuevo examen para confirmarla, modificarla,
revocarla o anularla»:

1. La aplicación de las normas que rigen los actos y garantías del proceso. Se
refiere, en nuestro sentir, a los actos que creen, modifiquen o extingan relaciones de
derechos conforme a éste, V.gr.: si el acto del emplazamiento al demandado fue
practicado en forma defectuosa; si no fue citada en legal forma la parte interesada, a
fin de ocurrir a una diligencia judicial; no oír al presunto afectado para una
acumulación de pretensiones; omitir notificar correctamente la sentencia definitiva a
la parte perdidosa.

2. Los hechos probados que se fijen en la resolución, así como la valoración de


la prueba. Es indudable que todo tiene que ver con la sentencia que se ha dictado y
que por razones diversas, los hechos a que alude no se da una razón jurídica
suficiente; cuando no se ha hecho un examen pormenorizado desde el punto de vista
jurídico ajustado a una correcta apreciación de las probanzas, V.gr.: no haberse
probado en autos que el poseedor demandado estaba poseyendo el inmueble objeto
de la acción reivindicatoria, ya que los testigos expresaron que era una persona
distinta a la demandada (caso de homonimia); en cuando a la valoración de la prueba
que el juez lo haga en base a un criterio aritmético (prueba tasada) y no conforme a
la sana critica.

3. El derecho aplicado para resolver las cuestiones objeto de debate. Tal seria
subrayar una norma no aplicable para la solución del asunto principal discutido,
V.gr.: habiendo probado el reivindicante todos los elementos de la acción
reivindicatoria, el juez invoca que no procede, habida cuenta que el reivindicado
había adquirido el inmueble por prescripción; que el juez en un proceso de
naturaleza mercantil, aplique los plazos previstos para la prescripción civil o
viceversa.

4. La prueba que no hubiera sido admitida. V.gr.: proponer la reproducción del


sonido de una cinta en que consten “x, y, z” hechos que a juicio del recurrente le
favorecen para el éxito de su pretensión y el juez inexplicablemente rechazó esa
probanza por considerarla irrelevante.

Tramitación del recurso.

La fase inicial del recurso transcurre ante el tribunal «a quo» que ha dictado la
resolución y cuya impugnación se pretende. Ante este órgano jurisdiccional, la parte
que ha experimentado gravamen por la resolución recurrida, ha de presentar dentro
del plazo de cinco días, contados a partir de la notificación de la resolución o de su
aclaración, el escrito del recurso de apelación.
Al respecto, el Art. 511 inc.1° subraya: «El recurso de apelación deberá presentarse
ante el Juez que dictó la resolución impugnada y a más tardar dentro del plazo de
cinco días contados a partir del siguiente, al de la comunicación de aquélla.»

Contenido del escrito.

El escrito ha de determinar la resolución a la que se contrae el recurso, con


manifestación de la voluntad de recurrir y expresión de los pronunciamientos que se
impugnan. De estos tres precedentes requisitos, cobra especial consideración el
último, por cuanto la expresión de los pronunciamientos que se impugnan delimita
ya el ámbito del recurso, conforme al reiterado principio «tantum devolutum
quantum apellattum» y se ha de considerar como preclusivo a tal efecto, puesto que
en momento posterior, ya no se podrá ampliar el ámbito o los pronunciamientos
objeto de impugnación, debiendo precisarse que dado que lo que se recurre es el
fallo o parte dispositiva de la resolución, a los pronunciamientos en éste contenidos
se habrá de contraer la impugnación.

Al efecto, el Art. 511 inc.2°, 3° y 4° expresa: «En el escrito de interposición del


recurso se expresarán con claridad y precisión las razones en que se funda el
recurso, haciendo distinción entre las que se refieran a la revisión e interpretación
del derecho aplicado y las que afecten a la revisión de la fijación de los hechos y la
valoración de las pruebas. Los pronunciamientos impugnados deberán determinarse
con claridad.»

«Si se alegare la infracción de normas o garantías procesales en la primera instancia,


se deberán citar en el escrito las que se consideren infringidas y alegar en su caso, la
indefensión sufrida.»

«Al escrito de interposición podrán acompañarse los documentos relativos al fondo


del asunto que contuviesen elementos de juicio necesarios para la decisión del
pleito, pero sólo en los casos en que sean posteriores a la audiencia probatoria o a la
audiencia del proceso abreviado; y también podrán acompañarse los documentos
anteriores a dicho momento, cuando la parte justifique que ha tenido conocimiento
de ellos, con posterioridad a él.»

Examen del juez.

El juez ante quien se interpone el recurso ha de limitarse a notificar a la parte


contraria la interposición del mismo y remitir dicho escrito al tribunal superior en
grado dentro de los tres días siguientes junto con el expediente. (Art. 512 inc.°1)

Ahora bien, si se hubiere solicitado la ejecución provisional de la sentencia,


quedará en el juzgado certificación de lo necesario para dicha ejecución.

Una forma de darle cumplimiento a una sentencia, sin que la misma este aún firme,
es a través de la novedosa posibilidad de la ejecución provisional, la cual conlleva
necesariamente a un riesgo en la medida que se trata del cumplimiento de sentencias
que no están todavía ejecutoriadas, que por disposición expresa del legislador se
ejecutan condicionadas a su mantenimiento o confirmación en las instancias
jerárquicamente superiores, es decir, luego de la sustanciación de los recursos
interpuesto contra las mismas.

En el nuevo código, este tipo de ejecución procede a petición de la parte favorecida


por una sentencia que contenga uno o más pronunciamientos de condena y ello sin
necesidad de que el solicitante preste caución de ninguna clase.

Cuando la solicitud de ejecución provisional se formule después de haberse


remitido los autos al tribunal jerárquicamente superior, el solicitante deberá obtener
de éste, previamente certificación de lo que fuere necesario para proceder en su caso
a la ejecución; y, durante la sustanciación del recurso, la competencia del juez que
hubiere dictado la resolución recurrida se limitará a las actuaciones relativas a la
ejecución provisional de la resolución apelada.

En forma expresa el Art. 592, al referirse a los títulos provisionalmente ejecutables


dispone que podrán ser ejecutadas provisionalmente, en tanto se sustancian los
recursos interpuestos contra ellas, todas las sentencias de condena, dictadas por
tribunales de la República en los procesos civiles y mercantiles, salvo las que
impongan realizar una declaración de voluntad.

También podrán ser ejecutados provisionalmente los pronunciamientos de condena


contenidos en sentencia constitutivas o meramente declarativas. Las sentencias
extranjeras que no hubieren alcanzado firmeza, se podrán ejecutar
provisionalmente cuando así lo disponga el tratado internacional aplicable al
caso.

Garantías y responsabilidades.

La regla general es que el solicitante de ejecución provisional no estará obligado a


prestar garantía o caución para asegurar los posibles perjuicios que se le podrían
causar al ejecutado, en caso de revocación de la sentencia. No obstante ello, a la
vista de la capacidad económica del solicitante de ejecución, el Juez decidirá,
atendidas las circunstancias del caso, si debe prestar garantía previa al inicio de
la ejecución provisional en qué forma, y en qué cuantía. La cuantía que se fije
será proporcional a la capacidad económica del solicitante; y si la sentencia resultara
total o parcialmente revocada, deberá responder el ejecutante de los daños y
perjuicios producidos al ejecutado, que podrán ser exigidos de inmediato en el
mismo proceso.

Despacho de la ejecución provisional. Recursos.

Si se tratare de un título ejecutable provisionalmente, V.gr.: laudo arbitral;


acuerdos y transacciones judiciales aprobados y homologados por el juez; multas
procesales; planillas de costas judiciales visadas por el juez, etc., éste dictará auto
de despacho de la ejecución provisional, si hubiere sido solicitada en tiempo y se
prestare la garantía fijada, en su caso. Contra el decreto que ordene la ejecución
provisional no procederá recurso alguno, y contra el que la deniegue, podrá
recurrirse en apelación.
Todo lo que puntualizamos respecto a la ejecución provisional, el nuevo código lo
regula del Art. 592 al 603. Empero se impone aclarar que en el Código de
Procedimientos Civiles de 1881, ya se trataba del supuesto especial del proceso
ejecutivo. Su regulación aparecía en el Art. 600, donde se señalaba que la sentencia
era apelable en ambos efectos; pero si fuera favorable al ejecutante podía
cumplimentarse dando éste fianza bastante de responder de las resultas del recurso,
en caso de revocarse la sentencia por el tribunal superior; y, si fuera favorable al
ejecutado, debería levantarse el embargo de bienes si otorgare fianza a satisfacción
del juez. En consecuencia, significa lo dicho que la ejecución provisional a que se
refiere el nuevo Código Procesal Civil y Mercantil, si bien puede considerarse como
algo innovador, no lo es en una forma absoluta, ya que, como queda evidenciado,
también aparecía en el Código de Procedimientos Civiles de 1881.

Admisión o rechazo del recurso de apelación.

Recibido el recurso por el tribunal superior, examinará su admisibilidad. Si fuere


inadmisible lo rechazará (V.gr.: por improponible), expresando los fundamentos de
su decisión y condenando al que hubiere abusado de su derecho, al pago de una
multa de entre dos y cinco salarios mínimos urbanos vigentes más alto.

Contra el auto que rechace darle trámite a la apelación sólo procederá recurso de
revocatoria.

Admitido el recurso, dentro de los tres días siguientes se convocará a las partes a
una audiencia, en la sede del tribunal, que habrá de realizarse a más tardar dentro
del mes contado a partir del siguiente al de la convocatoria.

Audiencia y prueba en segunda instancia.

En los procesos civiles y mercantiles, las actuaciones tanto en primera como en


segunda instancia se deben realizar de forma predominantemente oral, sin perjuicio
de la documentación, de los actos procesales que deban hacerse constar por escrito y
de las aportaciones documentales que en el Código Procesal Civil y Mercantil se
establecen. Es de subrayar que cuando se alude al vocablo audiencia se debe
entender que la misma es de carácter público: celebración de actos jurídicos con la
asistencia permitida no sólo de las partes, sino de aquellas personas ajenas al órgano
jurisdiccional actuante, V.gr.: practicar pruebas, celebrar las vistas de los pleitos,
etc. Esa es la regla general, salvo los casos previstos legalmente.

En la audiencia, el tribunal que conoce del recurso de apelación deberá oír en


primer lugar a la parte apelada, a fin de que se oponga o se adhiera a la apelación.
En seguida oirá al apelante, con relación a la oposición, si es que existió, no
pudiendo ampliar los motivos del recurso.

Tanto el recurrente como el recurrido podrán proponer la práctica de prueba, pero


con las siguientes limitaciones (Art. 514 inc.2°):

a) Sólo serán proponibles los documentos relativos al fondo del asunto que
contuviesen elementos de juicio necesarios de la causa, pero sólo en los casos en
que sean posteriores a la audiencia probatoria o a la audiencia del proceso
abreviado, V.gr.: en un proceso reivindicatorio, el demandado presentó
certificación de la sentencia del juez de primera instancia respecto un anterior juicio
en que se ventiló un proceso de prescripción adquisitiva, en el sentido que había
sido absuelto en ese proceso de la demanda incoada en su contra. Luego, al recurrir
ante la Cámara respectiva, presenta en ésta, certificación de la sentencia ejecutoriada
y pasada en autoridad de cosa juzgada del tribunal superior en grado, en ese primer
juicio, de la que consta que se le declaró propietario del inmueble objeto de la acción
reivindicatoria, por “Prescripción Adquisitiva”, en virtud de haber transcurrido el
tiempo que la ley establece (30 años);

b) Los documentos anteriores a dicho momento se admitirán cuando la parte


interesada justifique que ha tenido conocimiento de ellos, con posterioridad a
aquél, V.gr.: en un proceso ejecutivo cuyo documento base de la pretensión es un
mutuo simple, el ejecutado presentó después de verificada la audiencia probatoria y
con oportunidad de haber recurrido de la sentencia condenatoria del juez, el
testimonio de la escritura pública de cancelación por haberla encontrado
precisamente hasta un día antes, en un archivo especial de su propiedad; o porque
ignoraba que un hijo suyo, por una gratuidad ya había pagado la deuda.

c) También podrá proponerse prueba documental en el caso de que la parte no


aportara los documentos en primera instancia por alguna causa justa; V.gr.: en
un proceso mercantil ejecutivo, el demandado presenta en la Cámara que conoce del
recurso de apelación, el testimonio de la escritura pública de cancelación de la
obligación de mérito, habida cuenta de que dicho instrumento se encontraba
extraviado en el departamento jurídico del “Banco Scotiabank, El Salvador S.A.”

Además de la documental dicha, podrá proponerse.

1. Cuando la prueba hubiera sido denegada indebidamente en primera


instancia; V.gr.: el juez de la causa sin razón legal denegó al reivindicante practicar
“Reconocimiento Judicial” en el lugar objeto del litigio, circunstancia que era
necesaria para el esclarecimiento de los hechos que motivan la pretensión.

2. Cuando por cualquier causa no imputable al que solicite la prueba, no se


hubiere podido practicar, en todo o en parte, aquella prueba que hubiere sido
propuesta en primera instancia; V.gr.: cuando habiendo señalado el juez la
práctica de un “Reconocimiento Judicial” con el auxilio de dos peritos, tal diligencia
no se pudo materializar en virtud de que uno de ellos, en la madrugada de esa fecha,
sufrió un infarto del miocardio.

3. Cuando los medios probatorios estén referidos a la ocurrencia de hechos


relevantes para el derecho o interés discutido, pero acaecidos después de
iniciado el plazo para dictar sentencia en primera instancia, V.gr.: la parte
agraviada se percata el décimo día posterior a la audiencia probatoria para dictar
sentencia, que el informe del Auditor Externo de la sociedad a la que demanda, fue
rendido con fecha posterior a dicha audiencia, estableciéndose en el mismo la
maliciosa substracción de fondos de la cuenta de caja por parte del Administrador.

Propuesta la prueba, la Cámara resolverá, admitiendo únicamente los medios que


resulten procedentes y la resolución por la que se rechacen los medios probatorios
ofrecidos es inimpugnable.

Realizada la prueba como último punto de la audiencia, las partes podrán formular
sus alegaciones finales, con lo que el recurso quedará en estado de dictar sentencia.

Sentencia de Apelación.

Concluida la audiencia, el tribunal de segunda instancia dictará sentencia de


inmediato, si es que no existiese ningún inconveniente, como decir que surgiese
cualquier imprevisto de fuerza mayor, o el proceso fuere voluminoso, difícil o
intrincado de resolver. En tal situación, el Art. 515 del Código Procesal Civil y
Mercantil dispone que el tribunal dará por concluida la audiencia, con los alegatos
finales si fuese dable, y dictará sentencia por escrito dentro del plazo de veinte días,
contados desde el siguiente a aquél en que se hubiera celebrado la audiencia.

El incumplimiento del referido plazo – veinte días – hará incurrir al tribunal «ipso
jure» en una multa que consistirá en un salario mínimo urbano más alto, vigente por
cada día de retraso.

De considerarlo necesario, cualquiera de las partes – apelante o apelado- podrán


dirigirse al tribunal superior en grado –Sala de lo Civil –, a fin de que, previa
audiencia por cuarenta y ocho horas a los magistrados del tribunal de alzada, y con
lo que contesten o sin su respuesta, la Sala confirme o revoque la multa. Tal pena
se hará efectiva, llegado el caso, por el sistema de retención. (Art. 701). El
fundamento de la referida multa se encuentra en nuestra Carta Magna. «Son
atribuciones de la Corte Suprema de Justicia: vigilar que se administre pronta y
cumplida justicia, para lo cual adoptará las medidas que estime necesarias» (Art.
182 No. 5)

La sentencia deberá contener los requisitos de forma y de fondo tradicionales:


encabezamiento, antecedentes de hecho, fundamentos de derecho y fallo.

Los fundamentos de derecho deberán contener los razonamientos que han llevado
a considerar los hechos probados o no probados, describiendo las operaciones de
fijación de los hechos y valoración de las pruebas. Las bases legales que sustentan el
pronunciamiento del fallo, con expresión de las normas jurídicas aplicables y, en su
caso, de su interpretación. Tales fundamentos habrán de contener una respuesta
expresa y razonada a las «causas de pedir», así como a las cuestiones prejudiciales
y jurídicas necesarias para la adecuada resolución del objeto procesal. El fallo
estimará o desestimará las pretensiones debatidas en el proceso y, de ser varias
pretensiones, cada una de ellas deberá tener un pronunciamiento separado.

Si la pretensión es pecuniaria, deberá determinarse en el fallo, con exactitud, la


misma. En suma, deberá la sentencia contraerse a los puntos y cuestiones planteados
en el recurso y, en su caso, a la oposición o impugnación invocados. Se cuidarán los
magistrados de apegarse a los principios «tantum devolutum, quatum apellatum» y a
la prohibición de la «reformatio in peius», garantía procesal del régimen de los
recursos que encuentra encaje en el principio dispositivo y entre la interdicción de la
indefensión, conforme al cual no puede el tribunal «ad quem» dictar una resolución
peyorativa o perjudicial al apelante, en caso de ser este único o de no haberse
formulado impugnación o adhesión a la alzada.

Decisión sobre la infracción procesal.

Si al revisar el tribunal de apelación las normas o garantías del proceso aplicables a


la sentencia impugnada, reparase alguna infracción procesal, deberá anular la
sentencia apelada y devolver los autos al juzgado remitente, a efecto de que las
actuaciones se repongan a partir del momento procesal oportuno.
Los actos procesales son nulos sólo cuando así lo establece expresamente la ley. No
obstante, tales actos deberán declararse nulos de oficio en los siguientes casos:

a) Si dichos actos se producen ante o por un tribunal que carece de competencia que
no puede prorrogarse, V.gr.: se formula demanda contra el Embajador de los
Estados Unidos de América en nuestro país por un mutuo de $100,000.- , en el
Juzgado Primero de lo Civil de San Salvador, cuando debió ser demandado ante una
Cámara de Segunda Instancia en materia civil, ya que dicho diplomático no goza de
inmunidad de jurisdicción para esta clase de reclamos conforme a las normas del
Derecho Internacional, específicamente a “La Convención de Viena sobre
Relaciones Diplomáticas”.

b) Si se realizan bajo violencia o intimidación o mediante la comisión de un acto


delictivo, V.gr.: cuando el juez de la causa hubiere dictado sentencia mediante la
amenaza de un pandillero que, sino fallare en “x”, sentido le sería asesinado su
menor hijo (4 años)

c) Si se han infringido los derechos constitucionales de audiencia o de defensa (Art.


232), V.gr.: si el demandado en un Proceso Común de «Competencia Desleal» no
fue emplazado en forma legal y correcta. Art. 183 del nuevo código y Art. 11 Cn.

Empero, la declaratoria de nulidad no procederá (aún en los casos previstos en la


ley), si el acto, aunque viciado ha logrado el fin al que estaba destinado, salvo que
ello hubiere generado la indefensión a cualquiera de las partes, esto es, en virtud del
«Principio de Trascendencia» que contempla la doctrina y en forma puntual en el
nuevo código en el Art. 233.

El tribunal de apelación deberá observar si se ha hecho valer en el escrito de


interposición la nulidad de la sentencia o de actos de desarrollo del proceso, o si se
ha incurrido en alguna nulidad insubsanable. Si se hubiere denunciado nulidad, el
tribunal deberá pronunciarse inicialmente sobre la misma y, sólo en caso de
desestimarse, entrará a resolver sobre otros agravios alegados por el recurrente.
El Art. 516 del nuevo código, evidencia un claro intento de evitar declaraciones de
nulidad por el tribunal «ad quem» de lo realizado en primera instancia. Por ende, la
citada disposición debe interpretarse en el sentido de que no se declarará la nulidad
de actuaciones, si el vicio o defecto procesal pudiere ser subsanado en segunda
instancia. Consecuentemente, el código pretende que la declaración de nulidad se
produzca, sólo cuando sea imprescindible para evitar la indefensión y por ello
permite al tribunal del recurso que resuelva sobre el fondo del asunto, después de
haberse subsanado los posibles defectos.

En definitiva, pues, si la Cámara observase alguna infracción procesal, V.gr.: la no


admisión o la no práctica de un medio de prueba, sin que exista ningún perjuicio a la
parte recurrente, y existan elementos de juicio suficientes para decidir, anulará la
sentencia, pero incontinenti resolverá sobre la cuestión que sea objeto del proceso.

En este supuesto no se produce el reenvío de las actuaciones, lo que es de evidente


lógica, en función de que ninguna utilidad presentaría la declaración de nulidad y
consiguiente reenvío. Esta solución es coherente con la naturaleza del recurso
ordinario de apelación, en que el tribunal «ad quem» adquiere plena competencia,
con idéntico poder y amplitud de conocimiento al tribunal de primera instancia, para
sustanciar y resolver sobre las pretensiones de las partes, sin más límites que la
prohibición de la «reformatio in peius», y el derivado del principio «tantum
devolutum, quatum apellatum».

Nada de innovador existe sobre el particular, por cuanto en el Código de


Procedimientos Civiles de 1881, existía una norma similar a la examinada: el
Art.1093 «Si la sentencia hubiere sido pronunciada contra ley expresa y terminante,
se anulará, pronunciándose la conveniente y se condenará al juez o tribunal que la
dictó en las costas, daños y perjuicios del recurso»

Decisión sobre los hechos probados y sobre los derechos.


Es incuestionable que si al revisar los hechos que se declaran probados en la
sentencia impugnada o las razones de derecho aplicadas en la misma, el tribunal de
apelaciones observara alguna infracción, revocará la sentencia y resolverá sobre la
cuestión o cuestiones que fueren objeto del proceso.

Deserción del recurso.

Desierta. Dícese de la apelación que no se continúa en debida forma por el que la


interpuso. Antiguamente se obligaba en los códigos al apelante a mejorar el recurso
de alzada interpuesto ante el inferior, mediante un escrito especial. En algunos otros
códigos, se ha suprimido dicha formalidad, pero obligan al apelante a presentar
dentro de tercero día el escrito de «Expresión de Agravios», y, en caso de no
hacerlo se tiene por desierto el recurso.

En el Código de Procedimientos Civiles de 1881, las Cámaras de Segunda Instancia


declaraban desierta la apelación en los siguientes casos:

1. Si remitido el proceso por el juzgado a la Cámara, no comparecía ante ella el


apelante, vencido el término del emplazamiento de tres días, hecho por el
juez, aquélla declaraba desierta la apelación a solicitud del apelado;

2. Si no se introducía el proceso a la Cámara, vencido el referido término de


emplazamiento, ésta, con informe del juez inferior de haberlo remitido, lo
mandaba exigir con apremio a la parte que lo tenía, y si era el apelante,
declaraba la deserción a solicitud del apelado;

3. Cuando introducido el proceso en la Cámara y presentadas las partes, el


apelante no sacaba los autos en los seis días subsiguientes a la notificación
del decreto en el que se mandaba entregar el proceso, el apelado podía
solicitar se declarase desierta la alzada; y,

4. En los dos últimos casos, la Cámara declaraba la deserción sin otro trámite
que la certificación del secretario que aseguraba no haber sacado el proceso el
apelante, o haber sido devuelto sin la “Expresión de Agravios”. El apelante
podía ofrecer justificar, hasta el momento de declararse la deserción,
impedimento legitimo para no haber sacado el proceso o expresado
agravios.

En el nuevo “Código Procesal Civil y Mercantil”, si el apelante no comparece a la


audiencia, se deberá declarar desierto el recurso de apelación y quedará firme la
resolución recurrida, con la imposición de las costas causadas.

Mas, si el recurrente hubiese tenido impedimento legitimo para no comparecer a la


audiencia de rigor, la solución se encuentra en el principio general de suspensión de
los plazos contenido en el Art. 146: «Al impedido por justa causa no le corre plazo
desde el momento en que se configura el impedimento y hasta su cese. Se considera
justa causa la que provenga de fuerza mayor o de caso fortuito, que coloque a la
parte en la imposibilidad de realizar el acto por sí.»

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