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Universidad Nacional de Trujillo Facultad de Derecho Escuela Profesional de Derecho

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

ENSAYO: PROBLEMÁTICA DE LAS CONCEPCIONES FORMAL,


MATERIAL Y PRAGMÁTICA DE LA ARGUMENTACIÓN JURÍDICA, ASÍ
COMO LA MOTIVACIÓN DE LAS RESOLUCIONES JURÍDICAS Y
PROPUESTA DE SOLUCIÓN

DOCENTE: OSORIO SANCHEZ JOSE LUIS

ALUMNA: TOLEDO MENDOZA PRISCILA BELEN

CURSO: ARGUMENTACIÓN JURÍDICA

CICLO: VII

TRUJILLO - PERÚ

2023
INTRODUCCIÓN

Argumentar consiste en la exposición de razones que justifican algo, por ejemplo una idea,
un hecho, una conducta, que para ser válida y creíble debe realizarse en base a pruebas y
razonamientos fundados. Partiendo de este concepto, se puede entender la argumentación
jurídica como una disciplina que estudia los razonamientos propios de los profesionales del
Derecho, comprendiendo tanto a los órganos del Estado encargados de la creación,
interpretación y aplicación del Derecho positivo, como a los que simplemente interpretan, y
eventualmente aplican las normas jurídicas, a fin de asesorar o enseñar, tales como los
abogados, consultores jurídicos, profesores de Derecho, etc. La finalidad de la
argumentación jurídica es conocer cuáles son los instrumentos básicos del razonamiento
jurídico de los juristas, con el objetivo de que estos puedan ser utilizados en el desarrollo de
su práctica jurídica.

Al estudiar el modo específico del razonamiento jurídico, la argumentación jurídica también


se ocupa de las reglas de interpretación y aplicación de las normas y principios del Derecho
positivo, es decir, de cómo debe interpretarse y aplicarse este. Por esta razón el análisis de
la argumentación jurídica, constituye una de las partes de la «teoría de la ciencia jurídica»,
en concreto, la que puede denominarse como «teoría de la técnica jurídica», y que investiga
el método de los operadores jurídicos, es decir, la forma en la que estos desarrollan su
actividad.

Es necesario argumentar, en materia jurídica, porque una importante cantidad de


disposiciones normativas contenidas en los textos legales tienen una textura abierta
(producto de la ambigüedad, vaguedad, lagunas, contradicciones del lenguaje jurídico o por
las diversas lecturas ideológicas permitidas por los propios textos) que pueden producir
diferencias legítimas, y en consecuencia disputas. Además, en base a lo estipulado por el
Tribunal Constitucional, en los Expedientes N.°s 03943-2006-PA/TC FJ. 4 y 00728-
2008-PHC/TC FJ. 76, entre otros, en los cuales precisa que, en base al derecho a la
motivación de las resoluciones judiciales, se les exige a los operadores jurisdiccionales que
sus decisiones deban contener un conjunto mínimo de argumentos o razones que las
justifiquen, entendiendo como mínimo, a aquellos: i) argumentos jurídicos (normas jurídicas
o jurisprudencia vinculante, entre otros) que sean suficientes y pertinentes para resolver el
caso; ii) argumentos fácticos (sobre los hechos "probados"), que sean suficientes y
pertinentes para resolver el caso; iii) argumentación interna o argumentación lógica (que
exista un nexo lógico entre premisas —normativas y fácticas— y conclusión); y iv)
argumentación externa (que los argumentos que formen parte de la premisa normativa o
fáctica sean correctos).
Frente a ello, es importante centrarse en las problemáticas que puedan darse tanto en la
argumentación formal, material o pragmática así como en las posibles soluciones que eviten
o en su defecto, disipen los constantes fallos al momento de aplicar estas diferentes
concepciones.

DESARROLLO

Se tiene que el objeto de estudio de la argumentación se enfoca particularmente en los


argumentos dados por los jueces, puesto que su conocimiento y dominio resulta un
elemento fundamental de estudio posteriormente. Esta importancia lo vuelve un tema de
estudio complejo puesto que existe una gran pluralidad de concepciones o dimensiones de
esta.

En primer lugar se tiene el aspecto formal de la argumentación, el cual se ocupa del análisis
estructural de los argumentos; es decir, de la corrección formal, aunque esta sí puede
considerarse como una ciencia auxiliar del Derecho y en específico de la argumentación
jurídica.

Son dos los problemas principales que aquejan a este aspecto formal de nuestro lenguaje
ordinario y dentro de él, al lenguaje jurídico: la dificultad intrínseca propias del lenguaje, esto
debido a que existe una ambigüedad en el entendimiento de algunas normas y su forma de
interpretación, y las lagunas jurídicas o vacíos legales (as lagunas jurídicas reciben la
denominación de silencio de la ley; y, los vacíos legales, silencio del legislador). Un término
es ambiguo cuando, en nuestro lenguaje usual posee dos o más significados distintos e
independientes.

Otro de los límites a los cuales se enfrenta la concepción formal es ante la concurrencia de
normas distintas que son contradictorias entre sí. Es preciso enfatizar, una vez más, que la
concepción formal se centra en darle una estructura lógica válida al razonamiento, en la que
interviene una premisa normativa y otra fáctica, dando como resultado una conclusión.
Ejemplo: En nuestro ordenamiento jurídico se puede ejemplificar de manera precisa tal
escenario entre el artículo 62 de la Constitución Política, la cual refiere la libertad de
contratar: “(...)Los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras
disposiciones de cualquier clase. (...)”; y por parte, el Código Civil en su artículo 1355
establece las reglas y límites de la contratación: “La ley, por consideraciones de interés
social, público o ético puede imponer reglas o establecer limitaciones al contenido de los
contratos.”
Pasando al siguiente punto, se tiene la concepción material de la argumentación jurídica.
Aquí lo esencial no es la forma de los argumentos, sino el contenido material, responde al
problema de en qué debemos creer o qué debemos hacer, consiste en una teorización de
las premisas.
La subjetividad en la interpretación puede generar falta de consenso y dificultades para
alcanzar una resolución justa y equitativa, es decir, al enfocarse en la relevancia sustantiva
de los argumentos, existe el riesgo de que las decisiones legales se vean influenciadas por
prejuicios personales o sesgos implícitos. Los valores y principios pueden interpretarse y
aplicarse de manera selectiva, lo que puede llevar a resultados injustos o desequilibrados.,
pues, no ofrece un método único o universal para encontrar o evaluar las premisas, sino
que depende de la tópica o del contexto, lo que puede generar incertidumbre o
arbitrariedad.
La valoración de los principios jurídicos, las políticas públicas y otros elementos sustantivos
puede requerir un análisis exhaustivo y detallado, lo que puede aumentar la complejidad y
dificultar la resolución rápida de caso, pues, no resuelve el problema de la indeterminación o
la vaguedad de algunos conceptos o normas jurídicas, sino que lo traslada al nivel de las
premisas, lo que puede dificultar la claridad y la coherencia del razonamiento jurídico.
La concepción material de la argumentación jurídica puede plantear dificultades para
establecer límites claros en la consideración de elementos sustantivos. La inclusión de
múltiples factores puede generar debates interminables y dificultades para definir cuáles son
los aspectos relevantes y cuáles no lo son, dicho de otra manera, no garantiza la aceptación
o el consenso de los destinatarios de los argumentos, sino que deja abierta la posibilidad de
la controversia y el disenso, lo que puede afectar a la seguridad y a la legitimidad jurídica.
Para sintetizar, se tiene que, si bien la concepción material de la argumentación jurídica
aporta un enfoque sustantivo y contextualizado, también presenta desafíos en términos de
subjetividad, complejidad, objetividad y riesgo de parcialidad. La aplicación de esta
concepción requiere un equilibrio cuidadoso para garantizar resultados justos y coherentes
en el ámbito jurídico.

Como tercer punto se tiene a la concepción pragmática, en la cual son los los participantes,
sus intenciones y las reglas que dirigen su actuación las que ejercen una función primordial.
Cuando se argumenta sostiene esta postura, los sujetos que participan como oradores
siguen determinadas pautas o procedimientos con la finalidad de motivar las creencias o
estimular las reacciones de otros sujetos en cambio, ejecutan el papel de “auditorio”. Entre
las limitaciones que presenta este campo se tiene en primer lugar: El problema de
interpretación frente a la subjetividad, el cual yace en la percepción o intelecto de cada
individuo cuando interioriza o percibe la información a su modo, siguiendo su aprendizaje,
aplicando sus creencias o valores, incluso la forma de captar la información, esto resulta
desde un inicio una dificultad en la capacidad para convencer sobre determinada postura o
idea, puesto que hacer cambiar de postura al individuo conlleva a la necesidad de justificar
o en todo caso argumentar de manera sólida con conceptos acertados, construidos de
manera entendible y persuasivos, más aún cuando se tratan de problemas o conflictos
jurídicos. La problemática crea vacíos en los consensos, debido a que las dificultades de
persuadir o convencer a una persona o individuo se ve frustrada.
Se tiene también el problema del uso del lenguaje: los cuales se deben a ambigüedades o
vaguedades. Palabras técnicas en extremo, o lo contrario, usando términos precarios en
debates jurídicos o políticos. Así también está el problema en la ejecución, que presenta
similares características que el anterior, incluso la propia carencia aplicativa del lenguaje por
parte del hablante.

En cuanto al tema de las motivaciones de las resoluciones, es el mismo Tribunal


Constitucional que limita los supuestos en los cuales se ve vulnerado este derecho: Exp. N°
3943-2006- PA/TC:

a) Inexistencia de la motivación o motivación aparente: En el sentido de que no da


cuenta de las razones mínimas que sustentan la decisión o de que no responde a
las alegaciones de las partes del proceso, o porque solo intenta dar un cumplimiento
formal al mandato, amparándose en frases sin ningún sustento fáctico o jurídico.

b) Falta de motivación interna del razonamiento: Defectos internos de la motivación, se


presenta, por un lado, cuando existe invalidez de una inferencia a partir de las
premisas que establece previamente el juez en su decisión, y por otro lado, cuando
existe incoherencia narrativa, que se presenta como un discurso absolutamente
confuso incapaz de transmitir de modo coherente, las razones en las que se apoya
la decisión.

c) Deficiencias en la motivación externa: justificación de las premisas que se presenta


cuando las premisas de las que parte el juez no han sido confrontadas o analizadas
respecto de su validez fáctica o jurídica. El control en la justificación de las premisas
posibilita identificar las razones que sustentan las premisas en las que ha basado su
argumento, obliga al juez a ser exhaustivo en la fundamentación de su decisión y a
no dejarse persuadir por la simple lógica formal. Esto ocurre por lo general en los
casos difíciles, como los identifica Dworkin. Es decir, en aquellos casos donde suele
presentarse problemas de pruebas o de interpretación de disposiciones normativas.
La motivación se presenta en este caso como una garantía para validar las premisas
de las que parte el juez o tribunal en sus decisiones. Si un juez, al fundamentar su
decisión: I) ha establecido la existencia de un daño; 2) luego, ha llegado a la
conclusión de que el daño ha sido causado por "X", pero no ha dado razones sobre
la vinculación del hecho con la participación de "X" en tal supuesto, entonces
estaremos ante una carencia de justificación de la premisa fáctica y, en
consecuencia, la aparente corrección formal del razonamiento y de la decisión
podrán ser enjuiciadas por el juez (constitucional) por una deficiencia en la
justificación externa del razonamiento del juez.

d) La motivación insuficiente: Se refiere, básicamente, al mínimo de motivación exigible


atendiendo a las razones de hecho o de derecho indispensables para asumir que ]a
decisión está debidamente motivada. Si bien, como ha establecido este Tribunal en
reiterada jurisprudencia, no se trata de dar respuestas a cada una de las
pretensiones planteadas, la insuficiencia, vista aquí en términos generales, sólo
resultará relevante desde una perspectiva constitucional si es que la ausencia de
argumentos o la "insuficiencia" de fundamentos resulta manifiesta a la luz de lo que
en sustancia se está decidiendo.

e) La motivación sustancialmente incongruente: Obliga a los órganos judiciales a


resolver las pretensiones de las partes de manera congruente con los términos en
que vengan planteadas, sin cometer, por lo tanto, desviaciones que supongan
modificación o alteración del debate procesal (incongruencia activa). Desde luego,
no cualquier nivel en que se produzca tal incumplimiento genera de inmediato la
posibilidad de su control mediante el proceso de amparo. El incumplimiento total de
dicha obligación, es decir, el dejar incontestadas las pretensiones, o el desviar la
decisión del marco del debate judicial generando indefensión, constituye vulneración
del derecho a la tutela judicial y también del derecho a la motivación de la sentencia
(incongruencia omisiva).

Entonces, se podría suponer que ante las diversas problemáticas que se han expuesto, una
medida de solución es aplicar la motivación efectiva en torno a cualquier decisión o
pronunciamiento que se plantee, puesto que es esta el refuerzo para que la estructura, sea
formal, material o pragmática por último, sea la apropiada y fundada en derecho, sin
vulnerar derechos o limitando el entendimiento de la misma. Tal es así que Roger Zavaleta
Rodríguez, en su libro “La motivación de las Resoluciones Judiciales como Argumentación
Jurídica”, precisa que: “Para fundamentar la decisión es indispensable que la conclusión
contenida en el fallo responda a una inferencia formalmente correcta (justificación interna).
Su observancia, sin embargo, no se limita a extraer la conclusión de las premisas
predispuestas, pues también comprende una metodología racional en la fijación de aquellas
(justificación externa). En lo posible las premisas deben ser materialmente verdaderas o
válidas, según el caso, a fin de garantizar la solidez de la conclusión. En caso contrario esta
no podría ser más fuerte que las premisas. Una decisión judicial está motivada si, y solo si,
es racional. A su vez, una decisión es racional si, y solo si, está justificada interna y
externamente. Mientras la justificación interna expresa una condición de racionalidad formal,
la justificación externa garantiza racionalidad sustancial de las decisiones judiciales. (…)”.

Una forma de fortalecer esta propuesta de motivar para que el argumento sea sólido,
verídico y eficaz, acorde con lo establecido en el aspecto formal, material y pragmático, se
tiene el nombrado “Canon para el control constitucional de las resoluciones judiciales”
en el Exp. N.° 03179-2004-AA/TC. FJ 23, donde se precisa que el canon interpretativo que
le permite al Tribunal Constitucional realizar, legítimamente, el control constitucional de las
resoluciones judiciales ordinarias está compuesto, en primer lugar, por un examen de
razonabilidad; en segundo lugar, por el examen de coherencia; y, finalmente, por el examen
de suficiencia.

a) Examen de razonabilidad.- Por el examen de razonabilidad, el Tribunal Constitucional


debe evaluar si la revisión del (...) proceso judicial ordinario es relevante para determinar si
la resolución judicial que se cuestiona vulnera el derecho fundamental que está siendo
demandado.

b) Examen de coherencia.- El examen de coherencia exige que el Tribunal Constitucional


precise si el acto lesivo del caso concreto se vincula directamente con( ... ) la decisión
judicial que se impugna( ... ).

e) Examen de suficiencia.- Mediante el examen de suficiencia, el Tribunal Constitucional


debe determinar la intensidad del control constitucional que sea necesaria para llegar a
precisar el límite de la revisión [de la resolución judicial], a fin de cautelar el derecho
fundamental demandado.

CONCLUSIONES

A partir del análisis de lo discutido, se concluye que, primero, existen diversas


problemáticas que aquejan a una correcta realización de la argumentación jurídica. Son
muchos los casos en donde se evidencian falencias por ambigüedad, normas contrarias,
subjetividad en la interpretación, entre otros.
Frente a ellos se tiene la importancia de la motivación para que quizá, por error sin intención
del emisor de dichas resoluciones, el juez, pasó por alto al emitir una sentencia que ha
vulnerado los derechos de la persona que se vio privada de un debido proceso. O quizá el
caso de que, por aspectos subjetivos, el juez se parcializa en su decisión favoreciendo
sobremanera a una de las partes, perjudicando gravemente a la otra.

Es por ello que se tienen medidas que buscan evitar o limitar este mal actuar, como se ha
podido evidenciar en algunas sentencias emitidas por el órgano supremo de justicia en
nuestro país; lo cual se logra mediante la correcta motivación o el canon para el control
constitucional de las resoluciones judiciales. A través de los tres exámenes que abarcan
este procedimiento, se busca un escrito correctamente fundamentado, válido y acorde a las
normas y al derecho.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Roger E. Zavaleta Rodríguez, “La motivación de las resoluciones judiciales como


argumentación jurídica”, Editora y Librería Jurídica Grijley EIRL 2014, pág. 207-208.
RTC - EXP. 3943-2006-PA/TC
https://tc.gob.pe/jurisprudencia/2007/03943-2006-AA%20Resolucion.pdf

STC - EXP. N°. 00728-2008-PHC/TC


https://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2008/00728-2008-HC.pdf

STC - Exp. N° 08439-2013-PHC/TC


https://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2015/08439-2013-HC.pdf

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