El Crisis Del Antiguo Régimen Y Las Revoluciones Industriales
El Crisis Del Antiguo Régimen Y Las Revoluciones Industriales
El Crisis Del Antiguo Régimen Y Las Revoluciones Industriales
d) 🤑 El estancamiento económico 🤑
Era lo que, en definitiva, caracterizaba a la economía del Antiguo Régimen. Una
serie de buenas cosechas elevaban el nivel de vida y el ritmo de crecimiento demográfico,
se aumentaba la demanda de productos industriales y el comercio se beneficiaba también
de la expansión agraria. Por el contrario, una época de malas cosechas traía consigo una
crisis de subsistencias, una caída en la demanda de productos industriales, extendiéndose
la crisis al resto de los sectores de la economía. Romper con este círculo vicioso era
necesario para conseguir un crecimiento sostenido de la producción. Se trataba, en
definitiva, de poner en marcha un nuevo régimen económico que sería un hecho con la
Revolución Industrial.
II. 👥La estructura de la sociedad estamental 👥
La sociedad del Antiguo Régimen continuó siendo estamental; se mantenía la
división de origen medieval en estamentos: nobleza, clero y tercer estado o estamento
popular. Para cumplir las misiones encomendadas al clero (rezar para la salvación de la
comunidad) y a la nobleza (vigilar por su defensa) estos estamentos gozaban de privilegios,
concedidos por ley, de tipo económico, social y político. Todos ellos consolidados, a lo largo
de la Edad Media, se mantendrán durante la Edad Moderna.
La nobleza y el clero constituían el estamento privilegiado. El primer estamento lo
formaba el clero. En su interior había importantes diferencias lo que daba lugar a un claro
escalonamiento: arzobispos, abades, curas rurales y religiosos. La Iglesia poseía grandes
propiedades de las que obtenía rentas, no pagaba impuestos y mantenía una fuerte
influencia en los comportamientos sociales (matrimonio, paternidad, enseñanza…). La
aristocracia en teoría constituía el segundo estamento. Su condición de privilegiado se
justificaba por su misión (la defensa militar de la comunidad y la de aconsejar a los
monarcas); sin embargo, al pasar a la Edad Moderna el Estado se fortalece, la monarquía
se hace absoluta y la nobleza ve reducir su peso político, militar o administrativo. En
cambio, mantiene sus privilegios jurídicos (no paga impuestos y goza de leyes propias) y
vive de las rentas de sus tierras. También, una parte de ellos, los más poderosos, los que
ocupan la parte alta de la nobleza o aristocracia, disfrutan de poderes jurisdiccionales, como
el cobro de impuestos, el nombramiento de jueces o la redacción de ordenanzas para las
poblaciones de su señorío.
Por último, el estamento de los no privilegiados, también conocido como tercer
estado incluía a todos los que no eran ni nobles ni clérigos. Un grupo social donde se
incluían los jornaleros del campo o los que habitaban en las ciudades, los artesanos, los
comerciantes y los profesionales liberales. Entre ellos había fuertes diferencias económicas,
pero a todos les unía la obligación de pagar impuestos, la necesidad de trabajar, y la
carencia de privilegios. Bajo un proceso lento, desde el siglo XIII se venía consolidando un
grupo social dentro de lo que luego pasaría a llamarse tercer estado. Este nuevo grupo,
cada vez más influyente y rico, era la burguesía que nació como consecuencia del
desarrollo del comercio, del crecimiento de las ciudades, de los descubrimientos
geográficos y de la consiguiente apertura de los mercados exteriores. Esta burguesía, a lo
largo del siglo XVIII, fue poco a poco adquiriendo conciencia de su fuerza y de su
marginación. Apartada del poder político, acabó rechazando el absolutismo monárquico y la
desigualdad ante la ley. Estamos, por tanto, ante la clase social que, alzada en revolución,
acabará con las bases del Antiguo Régimen y pondrá los cimientos de las del mundo
contemporáneo.
III. 💡 La Ilustración. El Despotismo Ilustrado y la crisis del Antiguo Régimen 💡
Desde mediados del siglo XVIII un grupo de pensadores, en su mayoría franceses,
desarrollaron una corriente de pensamiento nuevo, a la que se dio en llamar Ilustración, que
terminó siendo un arma formidable para destruir las bases del Antiguo Régimen. Partían del
supuesto de que el hombre había nacido para ser feliz y de que la razón humana, única
fuente de conocimiento, era capaz de alcanzar por sí sola la verdad. Advertían que si los
hombres habían sido creados para alcanzar la felicidad, las relaciones entre ellos tenían
que estar basadas en la tolerancia y en la igualdad ante la ley (con la consiguiente
desaparición de los privilegios estamentales).
Defendían, a su vez, una nueva forma de Estado basado en los ideales de igualdad,
libertad y tolerancia. Entre estos filósofos, que prepararon el fin del Antiguo Régimen,
destacaron Montesquieu, Voltaire y Rousseau.
Montesquieu advertía que para evitar que el Estado cayera en la tiranía y el
despotismo debía organizarse sobre la separación de poderes: legislativo (en manos del
Parlamento), ejecutivo (en las del rey y sus ministros) y judicial (ejercido por los tribunales
legalmente constituidos).
Voltaire era un ferviente defensor de la libertad de pensamiento y de la tolerancia
religiosa.
Rousseau expuso el principio de la soberanía nacional: el poder reside y emana del
pueblo. Pero la realidad era otra: el rey era el soberano absoluto, Dios le había entregado
todo el poder y, en consecuencia, el monarca sólo era responsable de sus actos ante la
divinidad.
Las ideas de los ilustrados se difundieron, primero, por Francia y, después, por todos
los países europeos e, incluso, por las colonias americanas. La burguesía las acogió con
entusiasmo, ya que respondían a sus intereses e ideales.
Sin embargo, también tuvieron mucha aceptación entre un sector de la nobleza y
entre algunos de los monarcas absolutos, como José II de Austria, Federico II de Prusia,
Catalina II de Rusia y Carlos III de España. Sus medidas de gobierno han dado lugar al
llamado Despotismo Ilustrado, consistente en llevar a cabo reformas, pero sin pretender
una coparticipación popular, siguiendo el principio de “todo para el pueblo pero sin el
pueblo”. Ahora bien, el Despotismo Ilustrado venía a ser, también, una estrategia de los
mismos monarcas para enfrentarse a la crisis del Antiguo Régimen, sistema sociopolítico
que venía teniendo una larga vida y que, en la segunda mitad del siglo XVIII entró en crisis
por diversos factores: Por las transformaciones económicas, que exigían una libertad de
producción, por las aspiraciones de la burguesía, dispuesta a poner fin a la sociedad
estamental y al absolutismo monárquico, y por las críticas de los ilustrados, que mostraban
al Antiguo Régimen como un sistema injusto, irracional y poco adecuado para lograr la
felicidad del hombre y el progreso de la sociedad.
La revolución francesa será la encargada de materializar el cambio, de acabar con el
Antiguo Régimen; por su trascendencia la fecha de su inicio, 1789, sirve para poner fin a la
Edad Moderna y para marcar el comienzo de otra nueva Edad: Contemporánea. Del
sistema sociopolítico del Antiguo Régimen se va a pasar a otro nuevo: al sistema liberal,
donde la burguesía organiza un nuevo Estado basado en el reconocimiento de las
libertades, en la división de poderes y en el principio de la soberanía nacional.
2. 🧵 La industria algodonera 🧵
La industria textil inglesa, desde mediados del siglo XVIII, fue en continuo
crecimiento. La materia prima, el algodón, resultaba barata y procedía de la India o de
EE.UU., de sus grandes plantaciones esclavistas. El proceso de transformación del algodón
tenía 2 fases: el hilado y el tejido. Un primer avance, la lanzadera volante de John Kay
(1733), permitió elevar la producción de tejido; sin embargo, ello provocó un desequilibrio
con las operaciones de hilar. Era necesario, por tanto, fomentar nuevas invenciones en el
hilado. Cuando diversos inventos permitieron elevar la producción de hilo, otra vez volvió a
plantearse el desequilibrio, ahora en contra de las operaciones de tejer. Era necesario
inventar un telar que trabajara a mayor velocidad, papel que correspondió al telar
mecánico de Cartwright (1787). No todo acabó aquí. Desde fines del siglo XVIII la
máquina de vapor se adaptó al hilado y al tejido, lo cual revolucionó a este sector: la
producción de tejidos de algodón ingleses se multiplicó por cien entre 1780 y 1850, mientras
que el número de trabajadores en la industria algodonera se multiplicó por siete. Las
innovaciones tecnológicas habían logrado revolucionar la productividad de la industria textil.
3. ⚫ La industrialización del hierro ⚫
Los avances económicos que estaban teniendo lugar en Inglaterra contribuyeron a
impulsar la demanda de productos de hierro, es decir, de la industria siderúrgica. La
revolución agraria requirió más aperos y herramientas de hierro. La industria textil
necesitaba que se fabricaran máquinas de hilar y de tejer. También, desde fines del siglo
XVIII, comenzó a utilizarse el hierro como material de construcción de viviendas, canales,
puentes y fábricas. El aumento de la producción y de la productividad pasaba por introducir
innovaciones tecnológicas en la fabricación de hierro.
Fue necesario sustituir el carbón vegetal, que ponía en peligro el bosque inglés y
frenaba, en consecuencia, la producción de hierro, por un carbón mineral (hulla), cuyas
reservas eran abundantes en Inglaterra. Los grandes hornos, donde se realizaba la
fundición del mineral de hierro, necesitaban grandes cantidades de carbón y por ello las
empresas siderúrgicas se concentraban cerca de los yacimientos hulleros (Lancashire,
Yorkshire, Tierras Bajas de Escocia). Sin embargo, la hulla no podía emplearse
directamente en los altos hornos, era necesario convertirla previamente en coque (una hulla
destilada de sus elementos sulfurosos), a través de un método ideado por Abraham Darby
(1709). Después, Henry Cort, en 1786, introdujo el sistema de afinado o “pudelado” en un
horno mayor, utilizando coque como combustible. La masa obtenida era laminada entre
cilindros movidos con energía de vapor.
A partir de 1840-1850 la demanda de productos de hierro recibió otro nuevo empuje,
que ayudó a consolidar esta industria, como consecuencia de la construcción del ferrocarril,
la mecanización de un gran número de industrias, el rápido proceso de urbanización y el
aumento de los gastos militares por los Estados.
💸 El liberalismo económico 💸
6.
La revolución industrial se vio favorecida por una nueva doctrina económica: el
liberalismo económico, un conjunto de teorías y de prácticas que vinieron a consolidar el
capitalismo como sistema económico. Los nuevos principios del liberalismo económico
fueron definidos, entre otros, por los pensadores británicos Adam Smith (1723- 1790),
David Ricardo (1772-1823) y Thomas R. Malthus (1766-1834), partidarios de la libre
contratación entre patronos y obreros (que venía a dar, en la práctica, todas la ventajas a
los primeros) y de la libertad de comercio entre las naciones (fue Inglaterra la primera en
abolir las tarifas aduaneras, aunque la mayoría prefirió seguir protegiendo sus productos
agrícolas e industriales).
También condenaban cualquier intervención del Estado en la economía (en las
cuestiones sociales, financieras y empresariales). En definitiva, aunque la revolución
industrial trajo consigo una mejora muy grande en las condiciones de vida de los países
occidentales, sus primeros pasos fueron pagados al precio de grandes sufrimientos de la
clase obrera. La no intervención del Estado en la economía dejaba las manos libres a los
empresarios, actuando ante sus trabajadores sin ningún tipo de restricciones. Esta
situación, sin embargo, originó graves injusticias sociales, lo que abrió las puertas al
nacimiento del movimiento obrero.
2.🧪Los nuevos sectores industriales: la “era del acero”, la industria química, otros
avances 🧪
Hasta ahora el acero se obtenía por pudelado y ello producía un acero muy caro. El
panorama va a cambiar al aparecer nuevos procedimientos de obtención. Bessemer, en
1856, con su convertidor se incrementó la producción de acero. El procedimiento
presentaba, no obstante, un inconveniente: no permitía utilizar un hierro con elementos
fosforosos.
En 1877-1878 Thomas construyó un convertidor capaz de eliminar el fósforo. Otro
método, el de los hermanos Martín y Friedrich Siemens triunfó sobre los procedimientos
anteriores. Estas invenciones permitieron una reducción en el precio del acero (alrededor de
un 50% entre 1850 y 1880) y, con ello, una extensión de sus utilizaciones. En la industria
química, las investigaciones en este campo dieron lugar a nuevos productos: abonos para la
agricultura, colorantes artificiales muy demandados por la industria textil, fabricación de
explosivos (la nitroglicerina, por el italiano Sobrero, y la dinamita, por Alfred Nobel) y
productos farmacéuticos. Finalmente, debe recordase la invención del cine, de las máquinas
de coser y de escribir, y de la bicicleta.
3. 💳 La concentración industrial 💳
Entre 1850 y 1900 el número de empresas se estabiliza o tiende a disminuir, en
cambio la producción creció. Hubo, en efecto, un proceso de concentración industrial que se
explica por dos razones. En primer lugar, por el mismo progreso técnico, al elevar el costo
de las máquinas utilizadas. En principio, sólo las grandes empresas contaban con recursos
para invertir en nuevas tecnologías, frente a las dificultades en que se encontraban las
empresas pequeñas. En segundo lugar, el mecanismo por el que se busca la concentración
es para conseguir un aumento de la productividad del trabajo y la consiguiente disminución
del coste medio de cada unidad producida. Con ello se lograba conquistar nuevos mercados
y competir más favorablemente en ellos en una etapa en la que la expansión colonial estaba
en boga. Esa concentración podía hacerse de forma horizontal o bien vertical. En la primera
se fusionaban empresa con la misma actividad productiva (por ejemplo, el siderúrgico); en
la segunda se integraban empresas complementarias en el proceso de producción (por
ejemplo, carbón, mineral de hierro y siderurgia). Junto al modelo de concentración que
acabamos de ver, hubo otra de tipo financiero, como el trust y el cártel.
En el primero, diversas empresas decidían agruparse para tener una administración
común; en el segundo, las empresas seguían siendo independientes pero se ponían de
acuerdo para fijar un precio de venta común. Con todo, este proceso hacia la concentración
no debe hacer olvidar que la empresa pequeña, donde había unos cuantos obreros en torno
al empresario, seguía siendo la más numerosa a comienzos del siglo XX aunque su peso en
la producción total había disminuido.