Filosofía Clásica. Aristóteles
Filosofía Clásica. Aristóteles
Filosofía Clásica. Aristóteles
FILOSOFÍA CLÁSICA
Aristóteles
Primer período:
La Academia de Platón (367 a.C.-347 a.C.)
Nace en Estagira (hoy se llama Stavros) en el año 384, recién terminada la guerra del
Peloponeso. No es ateniense, sino macedónico. Era hijo del médico Nicómaco, amigo
del rey Amintas II de Macedonia. Muy pronto quedó huérfano y su tutor lo envió a
estudiar a Atenas, a la Academia de Platón, en la que permaneció 20 años. Se hizo
discípulo y muy amigo de Platón, quien le dejó una profunda huella en todo su
pensamiento y preocupaciones filosóficas. Una de sus primeras obras, el diálogo Sobre
el alma, muestra posiciones filosóficas muy cercanas a Platón. No heredó de su
maestro el interés por las matemáticas, pero sí la pasión por los problemas
metafísicos. No obstante, conforme Aristóteles madura su pensamiento va
distanciándose de las tesis platónicas y llega a ser muy crítico con ellas.
Segundo período:
Transición y viajes (347 a.C.-335 a.C.)
Tercer período:
Atenas y el Liceo (334 a.C.-322 a.C.)
En el 336 muere asesinado Filipo y le sucede su hijo Alejandro, quien termina en el 335
de someter y pacificar Grecia. Aristóteles vuelve a Atenas. Jenócrates, un antiguo
compañero suyo, dirigía entonces la Academia, pero con un marcado acento
pitagorizante que la sumió en una cierta decadencia. Aristóteles se distancia de ella
por completo y funda su propia escuela, el Liceo (cerca de un gimnasio dedicado a
Apolo Licio). Esta escuela era conocida también como «el Peripato» (de perípatos,
«paseo» en griego), y sus discípulos como los «peripatéticos», quizás por su costumbre
de dar las clases paseando.
Según algunos estudiosos, en esta época había abandonado ya los temas metafísicos
para dedicarse exclusivamente a investigaciones científicas. Otros autores creen, sin
embargo, que los libros más tardíos de la Metafísica corresponden a esta época, por lo
que Aristóteles habría sabido conjugar las especulaciones metafísicas y las
investigaciones empíricas. Lo cierto es que, frente a la orientación especulativa y
abstracta de la Academia, el Liceo se parece mucho más a una Universidad moderna
dedicada a la investigación científica.
Pero lo que verdaderamente destacó en esta época fueron los estudios sobre historia
natural y biología, donde aparte de algunos errores evidentes, aparecen observaciones
y descripciones difícilmente superables. Darwin llegó a decir: «Linneo y Cuvier son mis
dioses, pero son unos niños comparados con el viejo Aristóteles». Todas las
observaciones estaban guiadas por un principio: «Se debe dar más crédito a la
observación que a las teorías, y a las teorías únicamente si están confirmadas por
hechos observados» (La generación de los animales). Esto debió sorprender, sin duda,
a la mayoría de los intelectuales griegos, mucho más acostumbrados a la especulación
y a razonamientos abstractos que a observar. Quizá por esto Aristóteles se vio obligado
a justificar su interés por los animales y demás seres vivos:
«No debemos retroceder con infantil aversión ante el examen de los más humildes animales.
Todo reino de la naturaleza es maravilloso. [...] Nosotros debemos aventurarnos sin disgusto
en el estudio de toda clase de animales, pues cada uno y todos nos revelarán algo natural y
algo bello. Ausencia de azar y dirección de todo hacia un fin se encuentran en las obras de la
naturaleza en el más alto grado, y el término resultante de sus generaciones y combinaciones
es una forma de belleza» (Sobre las partes de los animales, Part. Ant., I, 5, 644 b 22 ss).
Obras
Introducción a su pensamiento
No podemos entender la filosofía aristotélica sin antes mencionar la crítica que hace
de la teoría de las ideas de Platón, ya que con esta crítica comienza su pensamiento
original. Le dedicó bastante espacio en la Metafísica (libros I, VII, XIII y XIV) y en un
tratado, Sobre las Ideas, que se ha perdido. Probablemente con ello intentara justificar
su ruptura con la Academia. En este sentido la Ética a Nicómaco incluye un pasaje
significativo:
«Han sido nuestros amigos los que han creado la teoría de las Ideas. Pero hay que seguir el
parecer de que para salvar la verdad es preciso sacrificar nuestras preferencias, tanto más
cuanto que también nosotros somos filósofos. Se puede amar a los amigos y a la verdad; pero
lo más honesto es dar preferencia a la verdad» (I, 6, 1906 a 11).
La teoría de las Ideas partía del esfuerzo socrático por determinar y definir la esencia
de las cosas (especialmente de las virtudes). Definida una esencia (lo que una cosa es»)
obtenemos su concepto general o universal.
«Sócrates no otorgaba una existencia separada ni a los universales ni a las definiciones. Pero
los filósofos que vinieron después los separaron y dieron a esta clase de realidades el nombre
de “Ideas”. Y de este modo llegaron a admitir como Ideas todo lo que se afirma
universalmente» (Met., XIII, 4, 1078 b 30).
Este intento de atribuir carácter separado a las esencias es lo que no podía admitir
Aristóteles: si las Ideas son esencias que existen separadamente de las cosas, entonces
son substancias (realidades que poseen existencia independiente). En este sentido van
todas sus críticas:
[i] Para intentar explicar un mundo, Platón lo duplica (postula la existencia del Mundo
de las Ideas, además del Mundo sensible que percibimos), y con ello hace la tarea
doblemente difícil: ahora también hay que explicar el segundo.
[ii] El mundo de las Ideas no permite explicar nada sobre el mundo de las cosas. Si las
esencias de las cosas están separadas de las cosas mismas, es que no son propiamente
sus esencias: «si fueran la esencia de las cosas, estarían en las cosas». Platón afirmó
que las cosas participan de las Ideas, «pero decir que las Ideas son paradigmas o
modelos, y que las cosas participan de ellas, no es sino pronunciar palabras vacías y
construir metáforas poéticas».
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[iii] Tampoco las Ideas permiten explicar el origen, el devenir y los cambios de las
cosas: Platón afirmó que las Ideas son “causas” de las cosas, pero es evidente que no
pueden ser causas productivas y motrices (las que generan movimiento). Esta fue la
razón por la que Platón tuvo que introducir la figura mítica del Demiurgo en el Timeo.
Influencias
Hereda y defiende toda la tradición científica jónica, buscando a través del estudio
empírico de la naturaleza el conocimiento esencial de la realidad así como las leyes
universales que rigen su comportamiento.
Sócrates y Platón
Al igual que nos sucedía con Platón, no podemos exponer la visión que Aristóteles
tiene del conocimiento sin hacer una introducción a su forma de ver el mundo, por lo
que resulta necesario analizar los grandes rasgos de su Ontología.
Será en su obra conocida como Metafísica donde Aristóteles intente desarrollar una
ciencia lo más general posible sobre el ser (la realidad) en su totalidad. Lo que él llamó
«filosofía primera». Si sólo puede haber ciencia de lo universal, la metafísica se ocupa
de lo más universal que existe, «el ser en cuanto ser y sus atributos esenciales» (Met.
V, 1, 1003 a 21). Esta ciencia se ocupará entonces del conjunto de la realidad
incidiendo en los aspectos comunes que cualquier ser (cualquier cosa que exista)
presenta, como paso previo a las demás ciencias que sólo se ocupan del ser desde un
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De esta forma, para Aristóteles hay formas de «ser», pero todas se refieren a una
forma primordial, al «ser» propiamente dicho: la sustancia. Y la sustancia no es única,
porque existen muchas (muchos «seres» diferentes). Todas las demás formas de ser
son sólo modificaciones o accidentes de la sustancia: cantidad, cualidad, relación,
lugar, tiempo, posición, estado, acción y pasión. Sustancia y accidentes son las
categorías supremas del ser.
Aristóteles observaba que tras los cambios de apariencia que afectan a casi todos los
objetos permanece siempre algo inalterado. Eso que permanece idéntico e inalterado,
el sustrato material al que no le afectan los cambios, es la sustancia. La sustancia tiene
entidad por sí misma, es el soporte real sobre el que descansan todas las demás
cualidades cambiantes de las cosas. Estas cualidades cambiantes son los accidentes (el
color, la dureza de un material, su forma, su temperatura, etc.). Los accidentes existen
sobre una base proporcionada por la sustancia: no existe el color blanco en abstracto,
sino mesas blancas, papel blanco, pintura blanca, etc. Tampoco existe el frío por sí
mismo, sino nieve fría, cuerpos fríos, metal frío, etc. Mientras la sustancia es un ser por
sí mismo (ens in se), el accidente es un ser que necesita de otro para existir (ens in
alio) .
Sólo la forma es definible y cognoscible. Es lo común a toda especie (eîdos) , por lo que
tiene un carácter supraindividual (existe antes que el individuo y lo trasciende).
A la teoría hilemórfica se une su teoría de la potencia y el acto, cuya finalidad sería dar
una explicación satisfactoria al devenir (a las transformaciones) de la sustancia. La
distinción entre potencia y acto surge como un intento de afrontar con éxito el
problema de la explicación física del movimiento. Parménides había reducido la
realidad a algo estático e inmóvil, la esfera compacta del Ser. Heráclito entendió que
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Todo ser tiene dos aspectos o dimensiones: «lo que ya es» (acto) y «su capacidad para
llegar a ser lo que aún no es» (la potencia). Aristóteles no define estos términos;
simplemente proporciona ejemplos y analogías para entenderlos. Parte de que todos
los seres naturales están en movimiento, puesto que la naturaleza es principio de
movimiento y de cambio. Así, la naturaleza de la semilla hace que germine, crezca, se
desarrolle y cambie. Esto significa que entre el ser y el no-ser hay algo intermedio: el
ser en potencia.
Aristóteles distingue entre potencia activa ( capacidad para producir una acción o un efecto) y potencia pasiva
(posibilidad de pasar de un estado a otro o de ser afectado por un agente o potencia activa). La potencia activa se
encuentra en el agente, y la pasiva en el que experimenta el efecto de la acción. Aristóteles pone un ejemplo: el
e quemar, y la mecha la posibilidad de ser quemada.
fuego tiene el poder d
[1] Enérgeia, que significa energía, actividad, fuerza, acción, y que él emplea como sinónimo de “acto”. Sería la
acción de algo que posee una potencia activa. Por ejemplo: la acción del fuego es quemar.
[2] Enteléchia, con un significado difícil: lo que ha sido llevado a término, perfeccionamiento o acabamiento. Sería
algo así como el perfeccionamiento o acabamiento de lo que estaba en potencia, como cuando la semilla llega a
convertirse en árbol.
«La potencia y el acto son dos cosas diferentes. [...] Una cosa puede poseer la potencia de ser y, sin embargo, no
ser; o de no ser y, sin embargo, ser; o de caminar y, sin embargo, no caminar» (Met. , IX, 3).
Física
El análisis del movimiento nos introduce dentro del estudio de la Física, ya que ésta es
la ciencia que tiene por objeto el estudio de las realidades sometidas a cambios. La
Física es una disciplina a la que Aristóteles concede gran importancia.
La Física (o Naturaleza) fue el principal objeto de estudio de los filósofos jonios y de otros como
Empédocles, Anaxágoras y los atomistas. Parménides consideró a la naturaleza fuente de conocimiento
engañoso, (mera “opinión”), pues su filosofía del Ser implicaba una negación de la naturaleza misma.
Para Platón la naturaleza no podía ser objeto de ciencia estricta, porque la verdadera ciencia sólo podía
ocuparse de Ideas (esencias); la consideraba simplemente fuente de conjeturas, sugerencias o mitos
carentes de valor científico. Fue Aristóteles quien dio a la Naturaleza su auténtico valor de fuente para el
conocimiento científico. La naturaleza nos muestra seres compuestos de materia y forma, en
movimiento. Es una fuente de conocimiento valiosa por sí misma, tanto como puedan serlo las
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Matemáticas (estudian sólo formas abstraídas de la materia) o la Teología (estudia formas puras que
existen independientemente de la materia).
La Física se ocupa de establecer las causas de los seres naturales. La causa o principio
radical de cada cosa es su propia naturaleza. Aristóteles afirma que es precisamente
analizando la noción de «causa» donde mejor podemos captar el aspecto dinámico del
ser. Todo lo que llega a ser tiene una causa. Según Aristóteles, «causas son todos
aquellos factores que son necesarios para explicar un proceso cualquiera». Las críticas
de Aristóteles a los filósofos anteriores obedecen al hecho de que la mayoría se fijaron
sólo en una causa (Tales de Mileto en el agua, Heráclito en el fuego, Anaxímenes en el
aire y Empédocles en fuego, aire, tierra y agua). Platón habló de dos causas, la formal
(las ideas) y la material, pero estableciendo un abismo entre una y otra y dejando la
forma, las ideas, fuera de las cosas.
Aristóteles, sin embargo, pensaba que era preciso ampliar la propia noción de “causa”
para incluir todos sus aspectos. Valga este texto:
«Que hay causas es algo evidente. [...] Puesto que existen cuatro causas, la tarea del físico es
conocerlas todas ellas. Por eso el físico, para indicar el “¿por qué?” según las exigencias de la
Física debe explicitar estas cuatro causas: la materia (hylé), la forma ( eîdos, sinónimo de
morphé) , el motor y la causa final (sinónimo de télos, f in). En muchos casos tres de estas
causas se reducen a una sola: porque la esencia y la causa final son una sola cosa, y el origen
próximo del movimiento se identifica con ellas» (Fís. II, 7, 198 a 14-15 y 22-26).
1) causa material (la madera con la que está hecha una mesa);
2) causa formal (la forma de la mesa);
3) causa motriz o eficiente (el carpintero) y
4) causa final (utilizarla para apoyarse).
Aristóteles considera algo evidente, conocido por experiencia, que todos los seres
naturales están en movimiento. Por eso si ignoramos qué es el movimiento nunca
podremos saber qué es la naturaleza. Distingue diversos tipos de cambio o
movimiento:
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Aristóteles tiene en cuenta que otros filósofos intentaron explicar la naturaleza según
un sistema de “contrarios”: amor-odio (Empédocles), lleno-vacío ( Demócrito),
par-impar ( pitagóricos), etc. Aunque iban bien encaminados, no considera suficiente
apelar a elementos opuestos para explicar el cambio. No entiende cómo un elemento
puede transformarse en su contrario (más que transformarse se destruiría si lo
hiciera). Para explicar satisfactoriamente el movimiento creyó necesario recurrir a un
tercer elemento: el sujeto de los contrarios. Así, el movimiento queda explicado a
partir de tres principios:
el
Esto significa que en todo movimiento hay algo a lo que afecta el cambio (el sujeto d
cambio o la “transformación”), que adquiere una nueva forma, dejando de tener su
forma anterior (privación) .
En sus propias palabras, el movimiento es «el acto (enteléchia) de lo que está en
potencia en cuanto está en potencia» (Fís. III, 1, 201 a 10). Esta formulación ya sugiere
que para Aristóteles no resultaba fácil comprender la esencia del movimiento, ya que
no es ni acto ni potencia, sino una especie de «acto incompleto»: es la actualización de
lo que está en potencia, mientras sigue estando en potencia. Cuando la potencia se ha
actualizado plenamente (y el sujeto está en acto perfecto), cesa el movimiento. Si el
sujeto está en pura potencia, aún no está en movimiento (no ha comenzado a
moverse). Por lo tanto, el movimiento es una especie de realidad intermedia: «Todo
cambia desde el ser en potencia hasta el ser en acto» (Met. XII, 3, 1069 b 15). En
fórmula típica para expresarlo, aunque no sea aristotélica: «El movimiento es el paso
de la potencia al acto».
Conocimiento (Epistemología)
Una vez mostrada a grandes rasgos su visión del mundo, de la realidad, y como esa
realidad bajo un análisis más concreto pasa a ser definida como naturaleza viva en
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Mientras para Platón lo universal está antes que lo particular, y el conocimiento de una
Idea precede al conocimiento de un objeto concreto que participe de esa Idea,
Aristóteles sugiere un proceso inverso: nuestro entendimiento conoce primero lo
particular, concreto y físico, antes que lo universal o abstracto. Sólo a través de lo
particular podemos llegar a conocer lo universal, y este proceso es el origen de todo
conocimiento.
Todos los seres vivos están provistos de órganos sensibles. Si falta un sentido, falta
también el conocimiento correspondiente. Pero el conocimiento sensible no tiene por
qué ser engañoso o inseguro. Cuando captan el objeto para el que fueron diseñados,
proporcionan una total seguridad y certeza. No obstante, Aristóteles distingue varios
niveles de conocimiento:
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Es por ello que podemos decir que Aristóteles tiene una teoría claramente empirista
del conocimiento. La esencia (o forma) universal «hombre» no se encuentra en el
mundo de las ideas, sino «en la materia», en los individuos humanos concretos. Por
eso es necesario arrancar desde la sensación para, acumulando experiencias, llegar
por inducción a la esencia universal común («hombre», en este caso).
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Por último, sólo nos queda decir que el método del que se sirve Aristóteles para pasar
de lo particular, de lo empírico a lo universal es a Lógica. Aristóteles fue el creador de
la lógica, aunque tuvo su precedente en la dialéctica de Platón. No La lógica es el
instrumento de la ciencia, porque Aristóteles piensa que no hay ciencia sino de lo
universal y necesario (en esto sigue fiel a la herencia socrática y platónica). La ciencia
explica la realidad deduciendo lo particular de lo universal (que es su causa). Y, según
Aristóteles, la función de la lógica es mostrar cómo en la ciencia se resuelve la
problemática planteada por los presocráticos y por Platón: la relación entre lo uno y lo
múltiple, entre lo universal y lo particular.
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Dios (Teología)
Aristóteles afirma que la filosofía primera se ocupa del ser en su totalidad, por lo que
es una ontología (“ciencia del ser”). No obstante, hay apartados de la Metafísica e n los
que Aristóteles afirma que «la ciencia por excelencia debe tener por objeto el ser por
excelencia» (VI, 1, 1026 a 21). Este ser por excelencia es Dios. En este sentido, la
filosofía primera sería una teología.
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siempre y no puede dejar de existir. Esa substancia la califica Aristóteles como divina y
la denomina dios.
Hombre (Antropología)
- Parte del estudio del ser humano como un organismo vivo completo, porque
las actividades que normalmente se atribuyen al alma no podría realizarlas sin
el cuerpo. Por lo tanto, rechaza considerar el alma como algo separado del
cuerpo. Cualquier ser vivo (animal o vegetal) debe ser estudiado como un todo
completo. De ese estudio se ocupa el «físico». Y el primer paso será averiguar a
qué género o categoría pertenece el objeto de estudio.
«Hay que considerar sustancias sobre todo a los cuerpos naturales, algunos de los cuales están
vivos (se alimentan, crecen y perecen por sí mismos) y otros son inanimados. Por eso
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todo cuerpo natural vivo es una sustancia compuesta [de materia y forma]. Puesto que
se trata de un cuerpo vivo, el cuerpo será el sustrato o la materia, y el alma la forma de
ese cuerpo natural que posee la vida en potencia. Por lo tanto, si hay que formular una
definición general del alma, que se aplique a toda especie de alma, diremos que el
alma es el acto [enteléchia] primero de un cuerpo natural organizado. Así, ya no es
necesario preguntarse si el alma y el cuerpo son una misma cosa, como tampoco se
hace en el caso de la cera y el sello sobre ella. Si aplicamos esto a las partes de un
cuerpo vivo, diríamos que si el ojo fuera un animal, la vista sería su alma. Y si el ojo es
la materia de la vista, si ésta se pierde ya no hay ojo (salvo por homonimia, como un
ojo de piedra o un ojo pintado). Igual que el ojo es la pupila unida a la vista, así el
animal es el alma unida al cuerpo. El alma, por tanto, no es separable del cuerpo.
Todos los vegetales parecen poseer en sí mismos una facultad o un principio gracias al
cual pueden crecer. El alma es el principio de las funciones, y se define por ellas, a
saber, por las facultades motriz, sensitiva y de pensamiento. Así el alma es, en sentido
primordial, aquello por lo que vivimos, percibimos y pensamos. Es esencia y forma, no
materia o sustrato. No puede existir sin un cuerpo, pero no es un cuerpo: no es cuerpo,
sino algo del cuerpo» (De An., II, 1 y 2).
- Por lo tanto, cuerpo y alma constituyen una única sustancia, y guardan entre sí
la misma relación que la materia y la forma. El alma es la forma del cuerpo,
pero de un cuerpo organizado (un «organismo estructurado de un modo muy
particular»). Esto le lleva a considerar absurda la doctrina de la reencarnación:
el alma no puede ser forma de cualquier cuerpo.
Puesto que el alma es el principio de toda la actividad del ser vivo, no es nada distinto
de esas funciones. «Si el ojo fuera un animal, la vista sería su alma». Es decir:
cuerpo y alma no son separables. Un cuerpo sin alma dejaría de ser un animal
o un organismo vivo. Y un alma sin cuerpo no sería nada. Queda excluida, por
tanto, la preexistencia del alma o su existencia más allá de la muerte.
Mientras Platón distinguía tres partes en el alma, Aristóteles defiende la unidad del
alma y la sitúa por todo el cuerpo, no en partes concretas. La insistencia en la
unidad total del ser vivo implica que no es el alma la que siente o piensa, sino
todo el ser humano gracias al alma. Pero sí le asigna funciones a l alma (tipos de
alma):
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Moral (Ética)
La ética se ocupa de estudiar la justificación racional de las normas morales que rigen
la conducta humana. Parte siempre de una determinada concepción del ser humano,
es decir, de una antropología, referida a un contexto histórico y humano determinado.
Aristóteles elaboró dos grandes tratados de ética: la Ética a Eudemo, durante el
segundo período y con influencias pitagóricas; y la Ética a Nicómaco, ya en su madurez
como pensador. Las ideas más representativas de la ética aristotélica se hallan en esta
última. Se trata de una ética «eudemonista», es decir, una ética de la felicidad. Pero es
también una ética de la virtud, el medio por excelencia para alcanzar la felicidad.
La felicidad.
Según Aristóteles, la felicidad no necesita ningún bien exterior. «Se basta a sí misma»,
y consiste en el ejercicio perfecto de la actividad propia del ser humano (lo mismo
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que para un músico la felicidad tiene que ver con poder tocar su instrumento
preferido). En concreto:
«La felicidad es la actividad del alma dirigida por la virtud. [...] La vida de las personas virtuosas
no necesita el placer como un accesorio: el placer lo hallan en sí mismas, pues las acciones
virtuosas son agradables por sí mismas. [...] Pero es evidente que la felicidad no puede
prescindir de los bienes exteriores» (Ét. Nic. I , 8 y 10).
La virtud (areté).
Si, como hemos visto, la felicidad se logra cuando nuestra alma actúa de manera
virtuosa o correcta, para entender qué es la virtud, tendremos que partir de cómo
entiende el alma Aristóteles.
Ya, en el análisis de su visión del hombre, estudiamos que Aristóteles establecía tres
funciones o tres tipos de alma, dos irracionales (vegetativa y sensitiva) y una racional.
Partiendo de este análisis Aristóteles ve necesario establecer dos tipos de virtudes. El
primer tipo consistirá en dominar, por así decir, las tendencias e impulsos propios de
las funciones irracionales del alma. En esto consistirán las virtudes éticas. El segundo,
será la virtud propia del alma racional (o función racional del alma, como se quiera),
que denominará virtud dianoética.
Las virtudes éticas son tan numerosas como los impulsos y sentimientos que la razón
debe moderar. Surgen en nosotros gracias a la costumbre, al ejercicio, al hábito. La
virtud es, pues, el modo de ser de una persona, expresado a través de sus acciones.
Cuando se convierte en hábito, la virtud expresa la manera de ser de una persona en
relación con la realidad que le rodea: es su modo de estar en el mundo, en la política,
en la economía, en la cultura y en el Estado. Es su actitud ante el dinero, la familia, el
Estado y la felicidad.
De esta forma, podemos decir que estas virtudes se aprenden de la misma manera
como se aprende cualquier otro arte. Pero, ¿en qué consisten estas virtudes?
Para responder a esta pregunta, Aristóteles afirma que no hay virtud se existe exceso o
defecto, la virtud se entiende como justa proporción. De esta forma la virtud ética es
el justo medio entre dos extremos. Sin embargo, en relación con el bien y la
perfección, la virtud se halla en el punto más alto.
Esta doctrina de la virtud como justo medio es ilustrada por un análisis de las
principales virtudes tal y como eran vistas por la sociedad a la que pertenecía.
Aristóteles las deriva empíricamente, lo que hace que las convicciones morales de la
sociedad griega ejerzan una gran influencia en él. Tomemos por ejemplo el valor. La
virtud del valor es el ‘justo medio’ entre los excesos de la temeridad y de la cobardía. El
valor es, pues, la justa medida que se impone al sentimiento de temor que, si está
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privado de control racional, puede degenerar, ya sea por defecto, en cobardía, ya sea
por el exceso opuesto, en temeridad. Del mismo modo la generosidad será el ‘justo
medio’ entre la avaricia y la prodigalidad. Y así sucesivamente.
«La virtud es, pues, una disposición selectiva que consiste en un término medio respecto a
nosotros, definido por la razón y como lo decidiría un hombre prudente» (Ét. Nic. II, 6, 1106 b
36).
De entre todas las virtudes éticas, el Estagirita señala la Justicia como la más
importante. De manera general afirma esto es así porque cualquier virtud se logra
cuando se reconoce el acto justo (‘justo medio’) entre dos extremos. Y, dándole un
significado más específico o concreto, Aristóteles se refiere a la repartición de los
bienes, los beneficios y las ventajas, o bien los males y las desventajas, y constituye
una posición media (enlazando así la justicia como virtud ética con su visión del Estado
griego, donde la justicia es el respeto debido a la ley de la ciudad).
Según Aristóteles, por encima de las virtudes éticas se encuentran otras virtudes son
las características del alma racional. Las denomina virtudes dianóeticas, es decir,
virtudes de la razón. Y en la medida que nuestra razón es susceptible de un uso teórico
y un uso práctico establece una virtud para cada uno de estos usos: la prudencia
(phronesis) y la sabiduría (sophia).
“hay otras cosas mucho más divinas, como, para limitarnos a las más visibles, los astros de los
que se compone el universo. Por lo que hemos dicho está claro que la sabiduría es al
mismo tiempo ciencia y entendimiento de las cosas más excelsas por naturaleza”.
Ética a Nicómaco. Z 7, 1141a 34-1141b 2.
Sociedad (Política)
La ética aristotélica apunta a la política y parece subordinarse a ella, porque los griegos
no entendían al ser humano en aislamiento, sino inserto en una sociedad civil para
poder conseguir su propia perfección individual. Ética y política se ocupan de averiguar
cuál es el bien del ser humano. Aunque «el bien es ciertamente deseable cuando
interesa a un solo individuo, se reviste de un carácter más bello y más divino cuando
interesa a un pueblo y a un Estado entero» (Ét. Nic. I, 2, 1094 b). Además, nadie puede
ser virtuoso si no ha sido educado, y es al Estado a quien compete, en último término,
la tarea educativa.
«Organicismo social»
Sólo el Estado puede bastarse a sí mismo, pero el individuo y la familia no. No se trata
de autosuficiencia económica la del Estado, sino fundamentalmente ética y humana:
sólo en el Estado puede conseguirse que reine el bien y la justicia, y sólo el Estado hace
posible la perfección última del ser humano. Por eso el Estado no es un fin en sí
mismo, ni la convivencia es su principal objetivo.
Por lo tanto, la actividad política no tiene sentido si no está regida por la ética, por la
virtud. El Estado no surge simplemente para que la comunidad viva en sentido
biológico, sino para que viva bien, en sentido moral, para que todos sus individuos
alcancen la felicidad. Si no consigue su objetivo, carece de justificación.
Aristóteles criticó la política idealista y utópica de Platón, aunque en los libros VII y VIII
de la Política i ncluye una descripción de la ciudad ideal.
Entendió la Política como una ciencia empírica, aunque no exacta, lo que explica que
recopilara las constituciones políticas de las principales ciudades griegas, ayudado por
sus discípulos.
En las tres primeras gobiernan los mejores y más virtuosos, teniendo como objetivo el
bien común. Sólo cuando optan por el provecho particular derivan hacia las formas
degeneradas de gobierno.
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