Servicios de Salud PPL
Servicios de Salud PPL
Servicios de Salud PPL
Contexto general:
El derecho fundamental a la salud es “la facultad que tiene todo ser humano de mantener la
normalidad orgánica funcional, tanto física como en el plano de la operatividad mental, y de
restablecerse cuando se presente una perturbación en la estabilidad orgánica y funcional de
su ser
En Colombia, la Ley Estatutaria de Salud, Ley 1751 de 2015, reconoce el derecho a la salud
como fundamental, autónomo e irrenunciable, comprendiendo “el acceso a los servicios de
salud de manera oportuna, eficaz y con calidad para la preservación, el mejoramiento y la
promoción de la salud”.
Además, la salud involucra una dimensión de oportunidad¸ según la cual “la prestación de
los servicios y tecnologías de salud deben proveerse sin dilaciones”. Esto implica que los
usuarios tienen derecho “a que no se le trasladen las cargas administrativas y
burocráticas que les corresponde asumir a los encargados o intervinientes en la prestación
del servicio”.
Esto se enlaza con la importancia de la continuidad en el servicio de salud, dado que “la
interrupción de un tratamiento médico por razones presupuestales o administrativas vulnera
los derechos fundamentales del paciente pues supedita su atención al cumplimiento de una
serie de trámites burocráticos que obstaculizan su acceso al servicio”.
Así las cosas, el derecho a la salud en sus diferentes facetas debe ser garantizado a la
población privada de la libertad, lo que implica que esta población tenga acceso oportuno
y efectivo a los servicios de salud, teniendo en cuenta que se está ante un derecho
fundamental cuyo desarrollo jurisprudencial ha indicado que “debe ser garantizado a todos
los seres humanos igualmente dignos. No hacerlo conduce a que se presenta un déficit de
protección constitucionalmente inadmisible. (…) el derecho a la salud es, autónomamente,
un derecho fundamental y que, en esa medida, la garantía de protección debe partir de las
políticas estatales, de conformidad con la disponibilidad de los recursos destinados a su
cobertura. Esta decisión se adoptó considerando la estrecha relación entre la salud y el
concepto de la ‘dignidad humana’, (…) elemento fundante del estado social de derecho que
impone a las autoridades y a los particulares el trato a la persona conforme con su humana
condición.”1
De esta breve relación de los principios que rigen el derecho a la salud para la población
privada de la libertad se concluye que es deber del Estado, garantizar a las PPL el ejercicio
eficaz y continuo de esta garantía fundamental, la cual no puede ser limitada en razón de
las condiciones de reclusión.
Toda persona tiene derecho a acceder al Sistema de Salud de manera oportuna, sin que
pueda verse afectada por barreras administrativas o burocráticas de las entidades
encargadas de prestar los servicios de salud. Esto se refuerza frente a quienes se
encuentran privados de la libertad, caso en el cual, el INPEC, la USPEC y, de ser el caso, las
EPS correspondientes tienen la obligación de coordinar y articular sus funciones para
garantizar la atención oportuna, continua e integral que requieran los reclusos.
Ante esta relación e interacción especial de sujeción entre el interno y el Estado, este
último debe asumir una serie de responsabilidades particulares y tomar diversas
iniciativas especiales para garantizar a los reclusos las condiciones necesarias para
desarrollar una vida digna y contribuir al goce efectivo de aquellos derechos que
bajo ninguna circunstancia pueden restringirse.”
“En el campo de la salud es claro que, por su misma circunstancia, quien se encuentra
privado de la libertad no goza de autonomía -como la persona libre- para acudir al
médico cada vez que lo desee o necesite, y que, por lo general, tampoco le es posible
escoger a los facultativos que deban examinarlo, tratarlo u operarlo. Ha de someterse
a unas reglas generales y predeterminadas, indispensables por razones de
organización y seguridad.
El derecho a la salud de las personas privadas de la libertad debe entonces ser garantizado
en condiciones de igualdad a todos los habitantes del país, no solo porque se encuentra
estrechamente vinculado con los derechos a la vida y a la dignidad humana, sino también
porque tratándose de los internos existe una “relación especial de sujeción del interno con
el Estado y la ausencia de justificación para su limitación dentro del marco general del
derecho punitivo”.
De igual forma, el Estado tiene la obligación de utilizar todos los medios necesarios para
garantizar el acceso a los servicios de salud en condiciones oportunas, adecuadas,
eficientes y continuas, la cual se genera por ser el encargado de la organización, dirección
y reglamentación de la salud y como consecuencia de que los internos únicamente
cuentan con los servicios médicos que ofrece el establecimiento carcelario en el cual se
encuentran recluidos a través de la EPS contratada.
Además, esta ley señala que “en todos los centros de reclusión se garantizará la existencia
de una Unidad de Atención Primaria y de Atención Inicial de Urgencias en Salud
Penitenciaria y Carcelaria”, con el fin de facilitar una atención pronta y continua a los
reclusos.
En síntesis, el esquema de salud para la población privada de la libertad está regulado por
el Decreto 2245 de 2015, en desarrollo de los artículos 65 y 66 de la Ley 1709 de 2014 y
modificado por el Decreto 1142 de 2016, el cual articula la afiliación de esta población al
Sistema General de Seguridad Social en Salud de quienes pueden conservar su afiliación a
los regímenes contributivo, especiales o de excepción y al régimen subsidiado para la
población domiciliaria que no pueda acceder a los anteriores regímenes. Ley 1709 de
2014, Decretos 2245 de 2015 y 1142 de 2016; Resoluciones 4005 de 2016 y 5512 de 2016.
(i) Prestación de los servicios de salud. Establece que todos los centros de reclusión deben
contar con una Unidad de Atención Primaria y de Atención Inicial de Urgencias en Salud
Penitenciaria y Carcelaria, en donde se prestarán los servicios definidos en el Modelo de
Atención en Salud. Indica así mismo que cada interno será atendido en esa Unidad de
Atención Primaria una vez ingrese al establecimiento de reclusión, con el fin de realizar una
valoración integral y orientar los programas de salud pertinentes.
En todo caso, la atención integral en salud a niños menores de tres (3) años que conviven
con sus madres en los establecimientos de reclusión, así como de las mujeres gestantes y
las madres lactantes privadas de la libertad, deberá estar plenamente armonizada con las
funciones que corresponde al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y al Instituto
Nacional Penitenciario y Carcelario -INPEC, contenidas en el Capítulo 5 del presente Título
Atención para el adulto mayor Los adultos mayores que se encuentren privados de la
libertad serán sujetos de especial protección por parte de los prestadores de la oferta
intramural y de los prestadores de salud contratados por la sociedad fiduciaria como oferta
extramural. En todo caso se garantizará la asistencia geriátrica en los eventos en los que se
requiera.