Algarrobo Chileno
Algarrobo Chileno
Algarrobo Chileno
Medio Ambiente
8 de junio, 2022
Erguido entre la arena y la sal, en el inhóspito calor del desierto más árido del mundo, y también en los valles
centrales de la zona mediterránea, nos encontramos con un árbol que destaca por sus flores amarillas, sus ramas
espinosas y su fruto dulce y comestible. Hablamos del algarrobo (Prosopis chilensis), una leguminosa nativa de
Chile, Bolivia, Perú y Argentina, que sobresale por su extraordinaria adaptación al clima árido y su
importantísimo rol en los ecosistemas nortinos, ya que sirve como hábitat y alimento para diversas especies, así
como contribuye a la retención de agua y la formación de suelo. Asimismo, es una especie de gran valor
patrimonial ya que sirvió como una fuente principal de alimento para las culturas originarias. Pese a su
importantísimo rol, esta especie se vio muy diezmada en la época de la colonia por su uso como material de
construcción o como combustible, así como por su tala desmedida para la instalación de plantaciones agrícolas
durante la segunda mitad del siglo XX. ¿Quieres saber más sobre este maravilloso árbol? A continuación te
contamos más detalles.
Entre la arena, las dunas y las quebradas, erguido en las terrazas de los ríos o en terrenos planos, nos encontramos con una
maravillosa especie arbórea que destaca en medio del desierto y los valles centrales por sus hermosas flores amarillas, sus
ramas espinosas y su fruto dulce y comestible.
El Algarrobo es un árbol corpulento que, cuando alcanza su pleno desarrollo, llega a medir entre 8 a 10 altura, y hasta 80
cm de diámetro de fuste. Posee una copa amplia y alta en forma de paraguas, y ramas tortuosas y oscuras, generalmente
con espinas cónicas y cortas de a pares entre los nudos. Sus flores son pequeñas y amarillas, mientras que su fruto es una
legumbre o vaina muy apetitosa que es consumida por el ganado y la fauna silvestre que facilitan su dispersión.
En Chile, el algarrobo chileno se distribuye desde la Región de Arica y Parinacota hasta el sur de la Región
Metropolitana, habitando siempre terrenos planos y con condiciones de altas temperaturas y radiación solar. Es una
especie que no tolera la humedad y que prefiere suelos sueltos, bien drenados y profundos.
“Las mejores poblaciones están en los valles luminosos y bien secos, ósea si tú quieres tener algarrobos creciendo en su
mejor ambiente, tiene que ser a pleno sol y lejos de la costa. Y eso señala la intolerancia que tiene hacia otras especies
arbóreas, ósea no resiste ninguna especie sobre su copa”, señala María Teresa Serra, especialista senior en flora vascular
de la consultora Geobiota y ex académica del Departamento de Silvicultura de la Facultad de Ciencias Forestales y
Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile.
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Es posible encontrar grandes algarrobales en la Comunas de Alto del Carmen, en la Región de Atacama; Monte Patria y
Combarbalá, Región de Coquimbo; Calle Larga, Región de Valparaíso; y Til Til y Colina, en la Región Metropolitana,
pero más allá del río Maipo o de la Angostura de Paine, es muy reducida su presencia actual.
Esta especie se propaga a través de semillas y es de rápido crecimiento si dispone de humedad suficiente. Pese a lo
anterior, no resiste la acumulación de agua en el suelo, por lo que se desarrolla mejor en climas áridos a semiáridos,
siempre cerca de una napa freática que se encuentre al alcance de sus raíces. Esto quiere decir que es una especie
freatofita, es decir, que absorbe agua de una napa freática de manera permanente. En algunos casos, incluso, llega a
alcanzar aguas subterráneas a más de 15 metros de profundidad.
“Uno puede ver que no están ampliamente distribuidos, sino que se instalan en posiciones bien particulares ya que
necesitan tener una napa freática relativamente superficial. Por ello siempre están en las terrazas de los ríos o en ciertos
lugares que son generalmente planos, no se instalan en laderas por ejemplo. Ahora, no es que vivan en pantanos, en
ningún caso, pero si requieren de una fuente de agua que les permita sobrevivir en ciertos ambientes. En pleno desierto de
Atacama, por ejemplo, entremedio de pura sal, se pueden desarrollar gracias a que existen a 15 metros napas subterráneas
de las que logran sacar agua, son fantásticas en este sentido”, explica Luis Faúndez, ingeniero agrónomo y experto en
flora chilena.
Algar
robo (Prosopis chilensis) en Quebrada El Donkey. Créditos: Luis Faúndez.
Vale decir que esta especie, además, es muy resiliente y tiene un gran potencial de recuperación frente a situaciones
adversas y cortes ya que el algarrobo rebrota fácilmente a partir de sus raíces superficiales, por lo que la mayoría de los
algarrobos que podemos ver actualmente son renuevos o retoños de tocón.
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El origen del algarrobo y las teorías entorno a su llegada al territorio nacional
El género Prosopis pertenece a la familia Fabaceae y está presente en forma natural en las zonas áridas y semiáridas de
África, América y Asia. Comprende de 45 especies, arbustivas y arbóreas, de las cuales 6 habitan en Chile, representadas
en 2 secciones del género Prosopis: la Sección Strombocarpa (con dos series) y la Sección Algarobia (con una serie).
Alga
rrobo blanco (Prosopis alba). Créditos: Luis Faúndez.
El algarrobo chileno pertenece a la sección Algarobia serie Chilensis, por lo cual presenta afinidades con las especies más
próximas tales como: P. flexuosa, P. alba, P. nigra, P. alpataco, P. juliflora, P. caldenia, P. laevigata, P. glandulosa, P.
pugionata, P. velutina. Cabe destacar que los algarrobos son especies sumamente difíciles de distinguir entre si debido al
gran nivel de hibridismo que presentan, por lo que hay diversos autores que señalan que podrían haber más especies de
este género, o al contrario, que señalan que existen menos especies de las que se señalan. “Ocurre que hay híbridos, los
algarrobos son todos como muy primos hermanos entre ellos entonces se reproducen entre si y es muy fácil que en un
momento dado, uno tienda a confundirlos”, señala María Teresa Serra.
Por otra parte, si bien los algarrobos son considerados por diversos autores y en términos legales como especies nativas de
Chile, éstas serían especies originarias de Argentina y Bolivia que llegaron al territorio nacional hace miles de años,
llegando a naturalizarse e incorporarse muy positivamente en nuestros ecosistemas áridos y terrenos degradados.
Así lo señala María Teresa Serra: “Hay diferentes teorías de hace cuando que están los algarrobos en el territorio ya que
está presente de forma disyunta en cuatro países, están en Perú, Argentina, Bolivia y Chile. Sin embargo, hay trabajos
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cada vez más recientes y complejos que hablan de que su origen estaría en Argentina y Bolivia, y que de ahí habría
migrado a Chile en un periodo de tiempo muy largo, de varias eras. Es una especie muy antigua en el territorio, que siendo
de origen Argentino, está totalmente naturalizada en Chile”.
En ese sentido, desentrañar los orígenes de las especies de algarrobo presentes en el territorio es todo un desafío. Esto
debido principalmente a la gran cantidad de usos que se le ha dado a estas especies a lo largo de la historia, que al ser tan
proteicas, fueron ampliamente empleadas por las culturas originarias de las zonas áridas de Sudamérica, así como fueron
parte importante de la dieta de muchos animales prehistóricos.
“Es súper difícil establecer la naturalidad de los algarrobos porque son especies culturales, es decir, especies que fueron
empleadas abundantemente por las culturas originarias, ya sea por los atacameños en la parte más norte, algunas de las
poblaciones quechua y aimara, y los colla y los diaguitas. Sin embargo, la otra posibilidad es mucho más arcaica y es que
la época en la que había grandes mamíferos extintos como megaterios, milodones y macrauchenias, estos grandes
animales migraban y transportaban en su tracto digestivo las semillas de estas especies desde Argentina a los territorios
que hoy en día constituyen chile” indica Faúndez.
Por su parte, Serra señala: “Así mismo, han habido muchas reintroducciones que son más recientes y que tienen que ver
con el contacto cultural entre los pueblos y la trashumancia. Los algarrobos, como son especies muy útiles, podrían haber
sido objeto de intercambio o simplemente haberse trasladado como alimento de un lado al otro”.
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De esta forma, estas leguminosas llegaron a establecerse en el territorio nacional, siendo actualmente una parte importante
de los ecosistemas áridos y semiáridos, y que cumple un rol fundamental en la conservación de la biodiversidad de la zona
centro-norte de Chile.
Algarrobo
dulce o negro (Prosopis flexuosa) bajando hacia La Puerta. Créditos: Luis Faúndez.
Como señalamos anteriormente, los algarrobos son especies que fueron muy apetecidas por los pueblos originarias, y es
que son especies altamente nutritivas y que poseen un montón de usos. Incluso, fueron considerados por los pueblos
antiguos como una ofrenda de los dioses por la cantidad de usos y aplicaciones que se mantienen en la actualidad
El fruto del algarrobo, al ser una leguminosa, posee una gran cantidad de proteínas, minerales, azúcar natural, fibras y
complejos de vitamina B, por lo que es un alimento muy nutricional que se utilizaba antiguamente para la elaboración de
harinas y alcoholes, siendo parte importante de la dieta de las comunidades precolombinas y de la fauna silvestre.
“Un árbol es más que un árbol, ya que genera servicios ecosistémicos y se relaciona de distintas formas con las
comunidades locales. Y en ese sentido, el algarrobo tiene muchos aspectos tradicionales y culturales como la generación
de alcohol por parte de comunidad de Lican Antai, que hacen alcohol con las semillas de algarrobo para la fiesta de la
virgen y estos carnavales que se hacen en el verano, y en ese sentido, el algarrobo juega un rol fundamental dentro de esas
experiencias culturales. Además, se pueden hacer alimentos con las semillas de algarrobo, se hace harina, algo que era
algo muy común para el hombre antiguo que habitaba en los andes centrales, y que aún se hace en algunas comunidades”,
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agrega César Pizarro, biólogo en gestión de Recursos Naturales y jefe de la Sección de Conservación de la Biodiversidad
del Departamento de Áreas Protegidas de CONAF Atacama.
Vale decir que de su fruto se deriva una sustancia nombrada algarrobina, a la que se le atribuyen efectos medicinales. Tras
su procesamiento, se obtiene una mezcla viscosa que aporta calcio a los huesos, refuerza el sistema nervioso, favorece el
funcionamiento del cerebro, evita la anemia, controla la caída del cabello, combate el estreñimiento, disminuye los
síntomas de la menopausia y previene los ataques de ansiedad.
Algarr
obo (Prosopis chilensis) en Quebrada El Donkey. Créditos: Luis Faúndez.
Por otro lado, su follaje sirve de sustento al ganado ovino y caprino, así como sus semillas se han convertido en una
opción saludable para la sustitución de maíz y el salvado de trigo en la alimentación de otros animales.
Además, posee una madera altamente fuerte y resistente, además de una capacidad regenerativa muy grande, por lo que se
empleó en gran medida como material de construcción o como leña. De hecho, de los algarrobales de Colina salió la
mayor parte de las cureñas y armones de la Patria Nueva.
A pesar de que el algarrobo tiene múltiples usos que fueron muy valorados en la antigüedad (y que actualmente siguen
siendo muy valorados en nuestros países vecinos), en la actualidad no es común el uso de esta especie. Por el contrario,
diversos autores hablan sobre la desaparición cultural de la especie como un factor amenazante hacia su conservación. Así
lo señala María Teresa: “Hay algunos autores recientes que hablan de la desaparición cultural de la especie, y es que en la
zona central nunca hemos querido mucho a los algarrobos, mientras que en otros lados como Argentina y Bolivia se
aprecian mucho. Incluso, antiguamente había una producción de harinas y arropes por parte de los pueblos que
actualmente está muy olvidada”, agrega María Teresa
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Por otro lado, un uso aún incipiente que se le da algarrobo, pero que tiene mucho potencial, sobretodo en el contexto de
sequía y crisis climática en el que se encuentra la zona centro de Chile, es su uso como especie para la reforestación y
restauración del bosque nativo.
“Uno de los usos más importantes del algarrobo actualmente es justamente su potencial en restauración, especialmente en
terrenos degradados, pobres, con poca cobertura y en condiciones de sequía ya que el algarrobo tiene distintas estrategias
para sobrevivir y un gran potencial para crecer en ambientes secos. Entonces, hoy en día con la presión que existe por la
falta de agua, podría ser muy útil al incorporarlo en la reforestación, e incluso, en algunos parques ya que además llama la
atención de mucha vida silvestre. Es un árbol que tiene muy buena polinización y promueve una serie de relaciones con
fauna, por lo que ese es un uso inteligente actual, el uso del algarrobo en restauración”, indica la especialista.
El algarrobo, además, posee un gran número de roles ecológicos que lo convierten en una especie clave para la
conservación de los ecosistemas en zonas áridas y semiáridas. En primer lugar, es una especie estructural que permite el
asentamiento de otras especies vegetales en un ecosistema árido, desertificado o degradado.
Esto se debe a que los algarrobos mejoran los suelos salinos por el aporte de nutrientes y de materia orgánica que
brindan sus hojas y ramas, además de mejorar la penetración de agua y su posterior retención. Por ello, el suelo
situado bajo la copa de los algarrobos tiene mayor calidad que los que están fuera de su influencia.
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“Es una leguminosa y como todas las leguminosas, fija nitrógeno en el suelo. Pero más que fijarlo en el suelo, lo fijan en
sus tejidos. Ellas obtienen el nitrógeno mediante una simbiosis con bacterias que les permiten fijar ese nitrógeno e
incorporarlo en sus tejidos, entonces el nitrógeno se va al suelo en la medida que ellos van perdiendo órganos. Además,
también tienen relaciones con hongos en sus raíces que ayudan al metabolismo, y en el fondo al ciclo, del fosforo y del
potasio, que son otros dos elementos relevantes para la fertilidad de un sitio”, agrega Faúndez.
Asimismo, los algarrobos disminuyen la velocidad del viento y mantienen la temperatura del suelo en niveles
tolerables para la actividad microbiana. Es decir, estabilizan el ambiente, reducen los daños por heladas, vientos
desecantes y soles quemantes.
Así lo señala el ingeniero: “También protegen el suelo porque con su estructura, que es una especie de paraguas, lo que
hace es evitar que el suelo sufra tanta insolación directa, por ende la temperatura del suelo es más estable. Durante el día
evita que el suelo se caliente mucho, y durante las noches, que se enfrié mucho porque también lo protege de perder
temperatura. Entonces siempre bajo la copa de un algarrobo va a ser como un oasis, las hierbas van a crecer más porque
tienen más fertilidad y van a durar más tiempo porque están más protegidas. Es una especie nodriza”.
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Por otro lado, es un alimento crucial para la fauna silvestre del desierto, así como como un elemento de protección clave
ya que gracias a su forraje en forma de paraguas, es capaz de proteger a la fauna de los calores estivales, aumentando así
su productividad y capacidad de supervivencia.
“Es una especie estructural, dentro de él, en su corteza, bajo sus raíces, en sus ramas y en sus hojas, viven distintos tipos
de organismos que dependen del árbol. Tenemos a las abejas nativas que se ven beneficiadas por el algarrobo porque
cuando florece tiene una gran cantidad de flores. También hay un refugio para las aves, para hacer sus nidos, como la
paloma de alas blancas, los zorzales negros y otras especies más. Y para los roedores también es fundamental ya que en el
desierto estos dependen mucho del capi, de la semilla del algarrobo, para poder alimentarse y hacer reservas de alimento”,
agrega César Pizarro.
Las poblaciones naturales de algarrobo, al igual que otras especies de la zona central, han sido intensamente explotadas a
lo largo de la historia, razón por la cual sus poblaciones se han visto muy diezmadas desde la llegada de los españoles al
territorio.
Esto principalmente debido a que durante la colonia se utilizó en gran medida el algarrobo como leña y carbón, así como
un elemento clave en la construcción de muebles, herramientas y armas. Y de forma más reciente, a finales del siglo XX, -
durante el inicio del boom de la fruta y el posicionamiento de Chile como uno de los mayores exportadores de fruta y vino
a nivel mundial- su población se vio muy afectada por la habilitación de terrenos para cultivos agrícolas y urbanizaciones.
Según Faúndez, “Hoy en día no tiene tantas amenazas en comparación con la situación que había antiguamente. Sufrieron
muchas amenazas principalmente por usos como leña o como combustible. Principalmente los algarrobales de la zona
norte de Santiago sufrieron mucho durante la época de la colonia ya que gran parte del carbón o la fuente de combustible
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venia de esos algarrobales. Lo que cuentan las crónicas es que se producía una gran cantidad de carbón de algarrobo y ya
después, sobretodo en la última parte del siglo pasado, fue importante el cambio de uso de suelo, es decir, casi todo lo que
eran las terrazas de los grandes ríos en donde habían grandes algarrobales, fueron transformados completamente para la
producción agrícola, fue cuando vino el boom frutícola chileno, principalmente con plantaciones de uva, y esos fueron
transformadores completos de esos ecosistemas. Ahí el impacto fue muy grande y dejo a las poblaciones muy diezmadas,
pero después de los años 90 comienza la ley de base del medio ambiente y con eso se le impone inmediatamente una
restricción porque la especie estaba catalogada como en peligro, en términos generales, para todo el género prosopis”.
Actualmente, el algarrobo, junto con la mayoría de las otras especies de prosopis, ya no se encuentra categorizado como
“En Peligro” sino que bajo a categoría de “Vulnerable”, lo que prohíbe su tala, de acuerdo a la ley N°20.283 sobre
Recuperación del bosque nativo y fomento forestal. Gracias a esta clasificación, cualquier proyecto que involucre la tala
de algarrobos debe realizar una Declaración de Impacto Ambiental y justificar que el proyecto es de mayor prioridad que
la conservación del bosque, es decir, que es de suma urgencia o importancia nacional, lo cual es bastante difícil.
Pese a lo anterior, los algarrobos igualmente se ven expuestos a numerosas amenazas relacionadas con el cambio
climático y la actividad humana como es el descenso de napas freáticas y largos periodos de sequía extrema, los incendios
forestales, la invasión de especies exóticas invasoras y la depredación por parte del ganado doméstico.
“Estas especies arbóreas del desierto se ven muy afectadas no solamente por amenazas como la tala, ya sea para
construcción o como leña, sino que también, por ejemplo, la irresponsabilidad de dejar a los gatos sueltos. Esto porque los
gatos por instinto cazan y es muy común en oasis que los gatos se suban al algarrobo y matan a las especies que habitan
ahí. Entonces hay una amenaza también a que estas especies sigan reproduciéndose porque quienes se encargan de la
diseminación de sus semillas están cada día más en peligro”, agrega Pizarro.
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Por otro lado, la botánica María Teresa Serra pone énfasis en el problema evolutivo que significa la capacidad de
hibridarse fácilmente que posee el algarrobo, ya que esto podría diezmar a las poblaciones más fuertes. “La poblaciones
de algarrobo sufren de selección genética negativa producto de la eliminación de los mejores ejemplares, además se
estima que debido a la facilidad de hibridarse con especies cercanas de su misma sección (Algarobia) por ejemplo con
Prosopis flexuosa, Prosopis alba o Prosopis alpataco, están perdiendo la pureza genética de nuevas generaciones”, señala
la ex académica.
Sin duda, el algarrobo es una especie maravillosa llena de cultura y patrimonio, como también clave para la conservación
de los ecosistemas secos y desérticos de la zona centro-norte de nuestro país. No obstante, falta mucho por avanzar para
su protección.
“Cuando nos ponemos en el contexto del cambio climático el algarrobo genera un montón de beneficios, genera oxigeno
obviamente pero además genera regulación de las temperaturas en la corteza terrestre y protegen el suelo. Entonces
estamos hablando de servicios ecosistémicos fundamentales y si estos árboles, que son uno de los principales del desierto,
comienzan a desaparecer o siguen disminuyendo sus poblaciones, obviamente esos servicios van a ir disminuyendo para
los habitantes y para su vida y sus funciones”, finaliza Pizarro.
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