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Pregunta 1: El entonces Jefe de Ministros de la Nación, Marcos Peña, anuncia un Decreto

Nacional de Urgencia a partir del cual se creará el organismo llamado E.NA.COM. con el
objetivo de regular las comunicaciones de nuestro país, lo cual, a partir del texto ¨Los desafíos
de la convergencia digital para las políticas de comunicación” escrito por Ana Bizberge
enfrentará una serie de obstáculos a los cuales el funcionario público menciona de forma
esporádica.

Para empezar, se puede tomar la distinción de la autora al respecto de la noción de


¨convergencia”, la cual, en sus palabras, “tiene un sustento tecnológico basado en la
digitalización, que permite la reunión de los mundos audiovisual y de telecomunicaciones”i. Es
decir, un ente regulador convergente como el en el fragmento flamante E.NA.COM es aquel
que tiene a su cargo la regulación del ecosistema digital, donde, según argumentan los citados
por Bizberge Fransman y Frías Barroso, se produjo un profundo cambio en la cadena de valor
de las formas de producción de contenido comunicacional, por el cual las grandes compañías
proveedoras u operadoras en Internet acuñaron ¨ […] una cadena productiva única e integrada
con estructuras de interdependencia.¨ii Por ende, el E.NA.COM tendrá como tarea inicial
detener la oligopolización del mencionado ecosistema digital, haciendo espacio a aquella
pluralidad, diversidad y competencia con las que el Jefe de Gabinete argumentaba uniría a
todos los argentinos.

La segunda de las cuestiones que debe abordar el proyecto de Ley de Comunicaciones a cargo
de la Comisión Bicameral dispuesta por el DNU del fragmento es la regulación de las
plataformas de Internet que, como es profundizado por los autores Napoli y Caplan, desean no
ser consideradas como empresas de medios porque ¨ […] no producen contenido original sino
que, por el contrario, son meros facilitadores de la distribución de contenido creado por sus
usuarios […] ¨iii, y también por su defendida posición de científicos informáticos alrededor de
¨[…] el entrenamiento profesional y la formación de ellos mismos y sus empleados […]¨iv. Se
encuentre uno de acuerdo o no con los argumentos esgrimidos, claro está que el carácter
regulatorio que debiera caer sobre estas entidades, hoy corporaciones transnacionales
manejando datos sensibles de miles de millones de usuarios, tendría que encontrar un punto
de enfoque que aliente el acceso democrático a la información que ellas manejan y disponen
pero siempre resguardando la privacidad y libertad de expresión de las que tanto el polo del
usuario como el del desarrollador deben gozar. En manos de los legisladores estará considerar
la posibilidad de un marco normativo de carácter de level playing field, las que menciona la
autora como solicitadas por parte de las grandes empresas de telecomunicaciones, basado en
la idea de reglas similares para servicios similares.

Otro inconveniente que se puede traer a cuestión es el de las tres etapas mencionadas por
Batista, y citadas por Bizbergev, para la regulación de la convergencia: la reforma legislativa, el
establecimiento de un organismo regulador independiente y la convergencia institucional. Con
solo prestar superficial atención a Peña, es posible reparar en que el organismo regulador no
será independiente, ya que rendirá cuentas al Ministerio de Comunicaciones, dependiente del
Poder Ejecutivo, y que el DNU sancionado delega la inicial reforma legislativa en el organismo
regulador, por lo cual no se estaría prosiguiendo de manera idónea; Batista argumenta que el
organismo regulador independiente actuaría sobre las bases establecidas anteriormente en la
reforma legislativa, mientras que, para nuestro país, el organismo –no independiente- comenzó
a funcionar antes de la reforma legislativa pertinente, a cargo de la Comisión Bicameral
instaurada en el mismo decreto.

La problemática final, y de perfil más estructural, que la E.NA.COM. tendría que sortear es la de
situarse como una agencia regulatoria en épocas de un paradigma de gobernanza, o sea, de la
convivencia de numerosos actores reguladores en el ecosistema digital: los propios medios,
organismos supranacionales, los propios usuarios; la agencia de regulación independiente
sufre lo que Irion y Radu caracterizan como el paradigma de la marginalización: se argumenta
a favor de la armonización institucional entre la agencia regulatoria y aquellos organismos
supranacionales, pero se teme por la abrumadora agregación de poder en un ente singular, y
su consiguiente adopción de una perspectiva neutral, transparente y democrática.

El resultado de las mencionadas políticas instauradas por parte del DNU exceden
momentáneamente las directrices de este trabajo, pero a modo de conclusión se puede
argumentar que las problemáticas a enfrentar por esta regulación son claras en su existencia y
carácter, pero delicadas por su transversalidad e influencia democrática.

Si nos enfocamos de forma más punzante en lo que a la autoridad de aplicación respecta, el


Decreto anunciado por Peña llega para socavar todo lo trabajado durante las tres presidencias
anteriores, de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, en dos mandatos.

El gobierno de Kirchner, entre 2003 y 2007, se encontró con medios masivos de comunicación
en quiebra por la crisis sucedida a fines del año 2001, y con un panorama mediático de, en
palabras de Martín Becerra y Guillermo Mastrini, ¨[…] la concentración era de carácter
conglomeral, es decir que los grupos desbordaban en muchos casos su actividad inicial y se
habían expandido a otros medios y también a otras áreas de la economía […]¨vi. Su accionar
ante ello fue, por un lado, mediante el Decreto 527/05, el socorrer a los medios masivos de
comunicación durante esta época de bajos ingresos y altas deudas para su recomposición, y,
por otro lado, el intercambio de colaboración estatal por apoyo editorial de los grandes
conglomerados de medios, lo cual, sumado a sus Decretos extendiendo los plazos de las
licencias, alentando la concentración y manteniendo las exclusiones, dejan entrever que fue el
mismo Presidente el que respaldó la estructura heredada de su antecesor, De La Rúa, quien a
su vez continuara las políticas liberales menemistas. Como gran ejemplificación de ello se
puede mencionar la aprobación durante sus últimos días de mandato de la fusión entre las
empresas Cablevisión y Multicanal, propiedad del Grupo Clarin, haciendo alusión a las
mencionadas medidas pro concentración y de apoyo hacia los grandes conglomerados de
medios.

En cuanto a los mandatos de Cristina Fernández de Kirchner, resulta conveniente trazar la


división entre el primero y el segundo.

Durante el primer mandato de Fernández de Kirchner, que fue desde el año 2008 al año 2011,
resulta menester destacar su enfrentamiento con el Grupo Clarin en base a la crisis del campo
del año 2008, como clara contradicción frente a la inacción exhibida por su ex-esposo frente a
este, y la sanción de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual. La mencionada
ley traía innovaciones inéditas, como la inclusión del derecho a la libertad de expresión como
un derecho humano fundamental, la categorización de los prestadores de servicios de
comunicación en estatales, privados con fines de lucro y privados sin fines de lucro, la creación
de la AFSCA, un ente regulador con 2 de 7 miembros asignados a las minorías políticas y la
modificación de las políticas de licencias con el fin de limitar la excesiva concentración de los
medios; el giro frente a la perpetración estructural de Kirchner es tan notable como a simple
vista abrupto, lo que acarreó consigo que, durante el segundo mandato de Fernández de
Kirchner, la aplicación de la ley falle. Según Santiago Marino, citado por los autores para
ilustrar mencionado punto, este fracaso se funda en tres etapas: ¨la primera, de aplicación
sesgada por causas externas […]; la segunda, de aplicación sesgada por causas combinadas;
[…] la tercera, de adecuación¨vii. El autor argumenta que la ley fracasó en gran parte, por las
dificultades judiciales de aplicación de la ley, el proceso judicial iniciado por el Grupo Clarin y la
falta de adaptación del plan a los grandes grupos de medios, respectivamente. Este segundo
mandato de Fernández de Kirchner trajo consigo como eventos de mayor relevancia el fallo de
la CSJN al respecto del mencionado proceso judicial iniciado por el Grupo Clarin, en el cual se
le instó a presentar un plan de adecuación a la -ahora declarada constitucional- Ley 26.522,
que eventualmente sería admitido y retrotraído por AFSCA, originando una adecuación de
oficio que nunca sucedería (la falta de adecuación a la que refiere Marino en el texto de
Becerra y Mastrini), y la sanción en el año 2014 de la Ley 27.028 de Telecomunicaciones
¨Argentina Digital¨, que permitió la convergencia a través del llamado triple play, otorgando
permisión de brindar servicios de comunicación audiovisual a las empresas telefónicas, a ser
regulados por una nueva autoridad, conocida como AFTIC.

Llegando ya al gobierno de Mauricio Macri, y con ello al fragmento del video de la consigna, la
reflexión a hacerse tiene una senda que aparentaría ser algo explícita: el gobierno de Néstor
Kirchner buscó amedrentar los daños causados por la profunda crisis del 2001, y sus medios
de elección fueron las iniciales políticas de auxilio para los dañados medios masivos de
comunicación y, más prominentemente, la manutención del status quo del ecosistema de
conglomerados de medios dominantes existente, tal vez amparado en el contexto económico y
social no tan favorable; por su parte, la gestión de Cristina Fernández de Kirchner se
caracterizó -con sus dos leyes insignia- por la búsqueda de la ampliación del acceso a la
información, la inclusión de los actores más segregados dentro del sistema de medios de
comunicación y la lucha antimonopolizadora bajo la bandera reguladora del AFSCA, pero las
presiones de los grandes grupos que buscaba combatir terminaron por torcer sus iniciativas, a
punto tal de que terminó autorizando la convergencia de medios bajo la supervisión de la
AFTIC.

Falta macri
i
Bizberge, Ana (2017). Los desafíos de la convergencia digital para las políticas de comunicación. En Ediunju (1era.
Edición), La Comunicación Digital. Redes Sociales, nuevas audiencias y convergencia: desafíos y oportunidades para la
industria, el Estado y los usuarios (p. 20), Jujuy.

ii
Bizberge, Ana (2017). Los desafíos de la convergencia digital para las políticas de comunicación. En Ediunju (1era.
Edición), La Comunicación Digital. Redes Sociales, nuevas audiencias y convergencia: desafíos y oportunidades para la
industria, el Estado y los usuarios (p. 24), Jujuy.

iii
Napoli, P. y Caplan, R. (2019). Por qué las empresas de medios insisten en que no son empresas de medios, por qué
están equivocadas y por qué es importante (Traducción de Mariela Baladrón, Ana Bizberge, Bernadette Califano, Cecilia
Fariña y Guillermo Mastrini). Revista Hipertextos 12(7), pp. 15-46. DOI: https://doi.org/10.24215/23143924e002

iv
Napoli, P. y Caplan, R. (2019). Por qué las empresas de medios insisten en que no son empresas de medios, por qué
están equivocadas y por qué es importante (Traducción de Mariela Baladrón, Ana Bizberge, Bernadette Califano, Cecilia
Fariña y Guillermo Mastrini). Revista Hipertextos 12(7), pp. 15-46. DOI: https://doi.org/10.24215/23143924e002

v
Bizberge, Ana (2017). Los desafíos de la convergencia digital para las políticas de comunicación. En Ediunju (1era.
Edición), La Comunicación Digital. Redes Sociales, nuevas audiencias y convergencia: desafíos y oportunidades para la
industria, el Estado y los usuarios (p. 24), Jujuy.

vi
Becerra, Martín y Mastrini, Guillermo (2017). Políticas de medios del kirchnerismo. Análisis de las políticas de
comunicación 2003-2015 y agenda pendiente. En Mastrini, Guillermo y Becerra, Martín (eds.), Medios en guerra. Balance,
crítica y desguace de las políticas de comunicación 2003-2016 (pp. 21-58). Buenos Aires: Biblos.
vii
Becerra, Martín y Mastrini, Guillermo (2017). Políticas de medios del kirchnerismo. Análisis de las políticas de
comunicación 2003-2015 y agenda pendiente. En Mastrini, Guillermo y Becerra, Martín (eds.), Medios en guerra. Balance,
crítica y desguace de las políticas de comunicación 2003-2016 (pp. 21-58). Buenos Aires: Biblos.

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