Que Es y en Que Consiste Argumentar. Argumentación Jurídica. Una Introducción. Enrique Sotomayor Trelles. Páginas 27 47
Que Es y en Que Consiste Argumentar. Argumentación Jurídica. Una Introducción. Enrique Sotomayor Trelles. Páginas 27 47
Que Es y en Que Consiste Argumentar. Argumentación Jurídica. Una Introducción. Enrique Sotomayor Trelles. Páginas 27 47
1. C onsideraciones introductorias
U no de los rasgos distintivos de los seres humanos es que somos capa
ces de tomar decisiones, motivar nuestra conducta o adherir a determinadas
posiciones políticas, religiosas, científicas o de cualquier otro tipo basados
en razones3. A diferencia de todos los demás seres que habitan el planeta, y
de los objetos físicos que en este se encuentran, los seres humanos no solo
obedecen a causas físicas y biológicas —el m undo de las causas—, sino que
también pueden motivar su comportamiento a partir del ejercicio de la fa
cultad racional. Usando la metáfora del conocido filósofo de la mente y del
lenguaje Wilfrid Sellars, los seres humanos habitan constantemente el “es
pacio de las razones”. Ello quiere decir que, cuando no actuamos irracional
mente, podemos evaluar, ponderar y fabricar razones para motivar nuestro
comportamiento.
Piense, por ejemplo, en la diferencia entre los siguientes dos ejemplos:
(1) sin saber cómo, pues dorm í profundamente anoche, he aparecido senta
do en la primera fila de mi salón de clase, a la hora prevista para el inicio de
esta y con un lapicero en la mano; (2) me desperté con esfuerzo a las 7 de
la mañana, y luchando contra mi natural pereza decidí venir a clase porque
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me interesa el tema del curso. En el primer caso no hubo decisión alguna in
volucrada, y mi cuerpo inerte fue simplemente manipulado como cualquier
otro objeto físico del mundo. Por ello, es probable que mi padre me vistiera
y trajera a clases, y luego se marchara, sin que mediara proceso racional o
decisión alguna de mi parte. En contraste con ello, en el segundo ejemplo
hubo varias decisiones motivadas por razones que desencadenaron en que
me encuentre sentado esperando el inicio de la clase.
T odo lo señalado hasta aquí puede parecer una obviedad en la que
pocas veces reparamos en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, pensado con
más detenimiento son observaciones fascinantes. Piense, por ejemplo, en el
instinto que lleva a actuar a los animales (al menos, a la mayoría de estos) y
compárelo con la forma en que los seres humanos podemos controlar dichos
impulsos e instintos, y canalizarlos racionalmente.
Ahora bien, las razones que motivan nuestro comportamiento pueden
ser muy variadas en cuanto a sus características y calidad. Por ejemplo, algu
nos de ustedes pueden estar leyendo este libro porque simplemente desean
aprobar un curso que les parece no tan importante, y en el que no esperan
aprender demasiado; mientras que otros leen este material en busca de un
auténtico proceso de aprendizaje. En términos muy simples, podemos decir
que mientras que los primeros guían su comportamiento basados en razones
utilitarias (leo y estudio para aprobar el curso y terminar la carrera), otros lo
hacen por razones relacionadas a la realización individual e intelectual (leo y
estudio porque deseo entender más sobre la argumentación y la argumenta
ción jurídica). Desde una perspectiva cognitivista sobre las razones, es decir,
desde una perspectiva en la que nos interesa saber de qué manera las razones
influyen en nuestro comportamiento, ambos tipos de razones son igualmen
te idóneas para motivar al comportamiento, aunque a algunos les parezca
que las primeras personas adoptan una perspectiva instrumental o a otros les
parezca que los segundos son demasiado idealistas.
Jürgen Habermas (2000) propone distinguir a grandes rasgos a los usos
de la razón práctica en tres grandes categorías: (i) usos pragmáticos, (ii) usos
éticos y (iii) usos morales. Ello quiere decir que a veces guiamos nuestro
comportamiento por el autointerés y la estrategia, otras por la noción de
deber, y otras más por la idea de realización personal. Más allá de que este
mos de acuerdo o no con esta tripartición propuesta por el filósofo alemán,
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es im portante notar que no basta con decir que los seres humanos habitan
el “espacio de las razones”, sino que es menester categorizar y estudiar a di
chas razones por separado. En tal contexto, la teoría de la argumentación en
general, y de la argumentación jurídica en particular, ofrece un arsenal con
ceptual y analítico para comprender precisamente aquello que nos distingue
de las demás especies animales que habitan este planeta: la racionalidad y la
capacidad de argumentar. A todas estas cuestiones se dedica el resto del libro.
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• Ofrecer una explicación sobre por qué considero que la película Parasi-
te ha sido sobredimensionada por la crítica de cine.
• Explicar las razones por las que estoy de acuerdo con que se requiere
una reforma integral del sistema de APPs.
• Responder a la pregunta sobre cuál es mi pintura favorita de Johannes
Vermeer.
• Explicar las razones por las que considero que Daniel cometió el delito
de estafa.
N ote que no todos estos ejemplos pueden ser comprendidos a partir de
un mismo tipo de razones. En el primer ejemplo, si no me dejo llevar por
consideraciones emotivas, debería tratar de ofrecer un criterio o parámetro a
partir del cual evaluar qué equipo de fútbol peruano es el mejor. Por ejem
plo, si mi criterio es “mayor número de copas internacionales ganadas en
los últimos veinte años”, el indiscutible ganador sería Cienciano del Cusco,
pero si mi criterio es “mayor número de goles anotados en estos veinte años”,
o “mejor ubicación de un equipo peruano en el ranking de la IFFHS en
los últimos veinte años”, probablemente debería cambiar de equipo en mi
elección. Si aceptamos que el criterio correcto para determinar qué equipo
es el mejor es el del número de copas internacionales ganadas en estos veinte
años, entonces en principio podría bastar con que proponga un argumento
del tipo “Cienciano del Cusco es el mejor equipo de fútbol peruano en los
últimos veinte años porque es el único que ha ganado dos copas interna
cionales”. N ote cuál es la función que cumple la palabra “porque” en ese
argumento: marca el paso desde la tesis o conclusión hacia la razón que la
sostiene. Entonces, en términos lógicos, podemos reconstruir este argumen
to al modo de un condicional “p —» q” (si un equipo peruano ha ganado más
copas internacionales en los últimos veinte años que todos los demás (p),
entonces es el mejor equipo peruano de los últimos veinte años (q)). Aún así,
requerimos explicar de qué manera un dato objetivo de la historia del fútbol
(que Cienciano ganó dos copas internacionales en el 2003 y 2004) se relacio
na con un juicio normativo (que es el mejor equipo peruano de los últimos
veinte años) como su conclusión. Volveremos sobre ello más adelante.
Ahora bien, ¿qué ocurriría si alguno de mis interlocutores pone en
duda o cuestiona el criterio propuesto? En este caso, estaría poniéndose en
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cuestión que el criterio que he ofrecido sea idóneo para determ inar cuál es
el mejor equipo peruano en los últimos veinte años. Es im portante apuntar
que, en tal escenario, la discrepancia se habría trasladado a la razón por la
cual yo he concluido algo, y, con ello, se ha iniciado un proceso argumen
tativo dialéctico. La argumentación, entonces, puede tener varios niveles
o capas, y mientras más de estas tenga, más complejo se hará el proceso
argumentativo.
Pero volvamos a lo que señalamos más arriba. N o todos los ejemplos
propuestos admiten el mismo tipo de razones: por ejemplo, para determinar
si Daniel cometió o no el delito de estafa, el argumento correcto consistirá en
identificar el tipo penal pertinente dentro de una fuente de Derecho válida y
vigente -e n este caso, el artículo 196 del Código Penal—y argumentar que se
cumple cada uno de los elementos del tipo, y que además no existen causales
de falta de antijuridicidad ni de falta de culpabilidad (siguiendo una caracte
rización estándar del delito como un comportam iento típico y antijurídico,
personalmente imputable). En cambio, para argumentar sobre las razones
por las que considero que Parasite ha sido sobredimensionada por la crítica
de cine, podría ofrecer consideraciones estrictamente técnico-cinematográfi
cas (por ejemplo, que la fotografía o la iluminación no son buenas), estéticas,
sociológicas o de diverso tipo. T odo ello hace que mis razones puedan ser
puestas en interacción con las de otras personas, iniciando un proceso de in
tercambio de puntos de vistas. Así, si bien se suele sostener que en el arte no
hay verdades, es cierto que hay opiniones mejor fundamentadas que otras:
no es lo mismo decir que Parasite es una mala película porque no la entendí,
que decir que es mala porque las actuaciones no son creíbles y el argumento
es forzado. Si bien el segundo punto de vista es discutible, está mejor funda
mentado que el primero, que simplemente extrae un juicio de valor sobre la
calidad de una película, a partir de impresiones subjetivas en el espectador.
Por ello, cada vez que escuche decir que todas las opiniones se respetan y
valen por igual, mire con sospecha a su interlocutor, pues no estará notando
que más allá de las reglas de respeto m utuo entre debatientes, hay algunos
que ofrecen mejores razones que otras, incluso en el arte.
Finalmente, en el tercer escenario —explicar las razones por las que estoy
de acuerdo con que se requiere una reforma integral del sistema de AFPs—
puede ser muy importante un tipo de razones que abogados y filósofos sue
len pasar por alto: las razones basadas en las consecuencias. Por ejemplo,
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Premisa 1: p —■>q
Premisa 2: p
Conclusión: q
En la jerga lógica, este argumento es una instancia de Modus Ponens, y,
en tal medida, se trata de un argumento válido. N o obstante, es importante
notar que el análisis lógico no nos dice nada sobre la verdad de las premisas,
por io que la validez del razonamiento no debe ser confundida con la ver
dad de las premisas. Por ejemplo, ¿qué ocurriría si Daniela en realidad no
es ciudadana? En tal caso la premisa 2 sería falsa, y la conclusión no debería
haberse seguido. En suma, si bien la lógica es una potente herramienta de
análisis, no sustituye el análisis material sobre la calidad de las premisas del
argumento.
U n im portante número de argumentos que utilizamos en la vida co
tidiana y en el Derecho no tienen la parametrada forma propia de la lógi
ca proposicional. Para ellos, resulta más idóneo introducir operadores de
cuantificación (existencial y universal), así como emplear la llamada lógica
de predicados de primer orden4. Veamos ello a través de un nuevo ejemplo:
“Todos los ciudadanos poseen derechos fundamentales reconocidos en la
Constitución. En la medida que Alexandra es una ciudadana, posee derechos
fundamentales reconocidos en la C onstitución”. Pareciera que en este ejem-
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Poseen derechos
fundamentales
Daniela
reconocidos en
la Constitución
Elaboración propia.
Importante:
El enfoque lógico de la argumentación nos permite reconstruir la estructura de
un argumento a través de la identificación de sus premisas y conclusión. Asi
mismo, nos permite comprobar si la forma del argumento corresponde a un
esquema de inferencia válido. Por ello, se afirma que en un argumento válido
en términos lógicos, la conclusión se sigue necesariamente en virtud de la forma
del argumento. Ahora bien, incluso en este caso, podríamos tener dudas sobre la
verdad o plausibilidad de las premisas, pero en tal caso, el problema ya no es de la
lógica, sino de las disciplinas que establecen la verdad de las premisas. En suma:
la lógica es una condición necesaria más no suficiente de un buen argumento.
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Componentes estructurales
Con referencia a los componentes estructurales, podemos señalar que
las pretensiones o tesis son los puntos de llegada o conclusiones del proceso
argumentativo, es decir, aquello que se quiere defender; las razones {grounds)
son los hechos, datos y otro fundamento que sostiene a la pretensión; las ga
rantías son las reglas o máximas que habilitan o permiten el paso de razones a
conclusión; y los respaldos son meta-reglas que fijan la validez o credibilidad
de las garantías. Visualmente el modelo funciona del siguiente modo:
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Elaboración propia.
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Cándido: Hola Pirrón, ¿te enteraste de que Daniel es propietario del predio X?
tal vez podamos ir a pasar unos días de campo ahí en invierno.
Pirrón: ¿Y por qué señalas que Juan es propietario del predio X, Cándido?
C: Muy sencillo, ocurre que hace unas semanas Juan enajenó dicho predio a
Daniel.
P: Ya veo, pero ¿qué relación existe entre la enajenación de un predio, como en
este caso, y el hecho de ser o convertirse en propietario del mismo?
C: Lo que ocurre es que, de acuerdo al Derecho peruano, la sola obligación de
enajenar un inmueble hace al acreedor propietario del mismo.
P: Entiendo, pero si no es mucha molestia, ¿podrías decirme en qué disposición
jurídica aparece esa regla que me acabas de mencionar?
C: Por supuesto Pirrón, la encuentras en el artículo 949° del Código Civil.
P: Perfecto, ¡muchas gracias!
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E la b o ra c ió n p ro p ia , a p a r tir de T o u lm in c t al.
E la b o ra c ió n p ro p ia .
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z iK u a t
D isputa D eliberación
C ontroversia C onsenso
F u e n te : A g u iló (2 0 1 5 ).
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Temáticos Actorales
I I Controversia HH Disputa
I I Deliberación O Consenso
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