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Que Es y en Que Consiste Argumentar. Argumentación Jurídica. Una Introducción. Enrique Sotomayor Trelles. Páginas 27 47

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C a pít ul o 2

LA ACTIVIDAD ARGUMENTATIVA: ¿QUÉ


ES UN ARGUMENTO Y EN QUÉ CONSISTE
ARGUMENTAR?

1. C onsideraciones introductorias
U no de los rasgos distintivos de los seres humanos es que somos capa­
ces de tomar decisiones, motivar nuestra conducta o adherir a determinadas
posiciones políticas, religiosas, científicas o de cualquier otro tipo basados
en razones3. A diferencia de todos los demás seres que habitan el planeta, y
de los objetos físicos que en este se encuentran, los seres humanos no solo
obedecen a causas físicas y biológicas —el m undo de las causas—, sino que
también pueden motivar su comportamiento a partir del ejercicio de la fa­
cultad racional. Usando la metáfora del conocido filósofo de la mente y del
lenguaje Wilfrid Sellars, los seres humanos habitan constantemente el “es­
pacio de las razones”. Ello quiere decir que, cuando no actuamos irracional­
mente, podemos evaluar, ponderar y fabricar razones para motivar nuestro
comportamiento.
Piense, por ejemplo, en la diferencia entre los siguientes dos ejemplos:
(1) sin saber cómo, pues dorm í profundamente anoche, he aparecido senta­
do en la primera fila de mi salón de clase, a la hora prevista para el inicio de
esta y con un lapicero en la mano; (2) me desperté con esfuerzo a las 7 de
la mañana, y luchando contra mi natural pereza decidí venir a clase porque

3 H e a b o rd a d o algunas de estas c uestiones en: h ttp ://p a lc s tra e x tra m u ro s .b lo g s p o t.


co m /2 0 1 8 /0 7 /a lg iin o s-a p u n te s-so b re -e l-lib ro -o rig en -v .h tm l

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J o s é E n r iq u e So t o m a y o r T r e l l e s

me interesa el tema del curso. En el primer caso no hubo decisión alguna in­
volucrada, y mi cuerpo inerte fue simplemente manipulado como cualquier
otro objeto físico del mundo. Por ello, es probable que mi padre me vistiera
y trajera a clases, y luego se marchara, sin que mediara proceso racional o
decisión alguna de mi parte. En contraste con ello, en el segundo ejemplo
hubo varias decisiones motivadas por razones que desencadenaron en que
me encuentre sentado esperando el inicio de la clase.
T odo lo señalado hasta aquí puede parecer una obviedad en la que
pocas veces reparamos en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, pensado con
más detenimiento son observaciones fascinantes. Piense, por ejemplo, en el
instinto que lleva a actuar a los animales (al menos, a la mayoría de estos) y
compárelo con la forma en que los seres humanos podemos controlar dichos
impulsos e instintos, y canalizarlos racionalmente.
Ahora bien, las razones que motivan nuestro comportamiento pueden
ser muy variadas en cuanto a sus características y calidad. Por ejemplo, algu­
nos de ustedes pueden estar leyendo este libro porque simplemente desean
aprobar un curso que les parece no tan importante, y en el que no esperan
aprender demasiado; mientras que otros leen este material en busca de un
auténtico proceso de aprendizaje. En términos muy simples, podemos decir
que mientras que los primeros guían su comportamiento basados en razones
utilitarias (leo y estudio para aprobar el curso y terminar la carrera), otros lo
hacen por razones relacionadas a la realización individual e intelectual (leo y
estudio porque deseo entender más sobre la argumentación y la argumenta­
ción jurídica). Desde una perspectiva cognitivista sobre las razones, es decir,
desde una perspectiva en la que nos interesa saber de qué manera las razones
influyen en nuestro comportamiento, ambos tipos de razones son igualmen­
te idóneas para motivar al comportamiento, aunque a algunos les parezca
que las primeras personas adoptan una perspectiva instrumental o a otros les
parezca que los segundos son demasiado idealistas.
Jürgen Habermas (2000) propone distinguir a grandes rasgos a los usos
de la razón práctica en tres grandes categorías: (i) usos pragmáticos, (ii) usos
éticos y (iii) usos morales. Ello quiere decir que a veces guiamos nuestro
comportamiento por el autointerés y la estrategia, otras por la noción de
deber, y otras más por la idea de realización personal. Más allá de que este­
mos de acuerdo o no con esta tripartición propuesta por el filósofo alemán,

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A r g u m e n t a c ió n j u r íd ic a : u n a in t r o d u c c ió n

es im portante notar que no basta con decir que los seres humanos habitan
el “espacio de las razones”, sino que es menester categorizar y estudiar a di­
chas razones por separado. En tal contexto, la teoría de la argumentación en
general, y de la argumentación jurídica en particular, ofrece un arsenal con­
ceptual y analítico para comprender precisamente aquello que nos distingue
de las demás especies animales que habitan este planeta: la racionalidad y la
capacidad de argumentar. A todas estas cuestiones se dedica el resto del libro.

2. La actividad argum entativa


En esta sección se busca ofrecer una vista panorámica al fenómeno de
la argumentación en general, y de la argumentación jurídica en particular.
Para ello, buscaremos responder a tres preguntas fundamentales: (i) ¿qué es un
argumento?; (ii) cuáles son los componentes de una estructura argumentati­
va?; y (iii) ¿qué es la actividad argumentativa?
Al final del estudio de este capítulo, deberá ser capaz de ofrecer un
concepto de “argum ento” y “argumentación” que tenga suficiente poder
explicativo como para dar cuenta de los principales rasgos de la actividad
argumentativa; de identificar los principales componentes de un argumento
-ta n to aquellos estructurales, como los que dotan cié fuerza a los argumen­
tos-; y, finalmente, comprender de qué manera nuestra definición de “argu­
m entación” debe ser modificada y adaptada para dar cuenta de la dimensión
dialéctica, es decir, de la interacción entre debatientes que buscan distintos
objetivos a través de un intercambio argumental.

2.1. ¿Qué es un argumento?


H abitualmente -aunque con poca conciencia de ello- empleamos ar­
gumentos para diversas finalidades, tales como exponer nuestros puntos de
vista en una discusión, rebatir los puntos de vista de otras personas, respon­
der preguntas en los exámenes, exponer alegatos frente a un juez o resolver
disputas entre personas que han recurrido a nosotros como jueces o media­
dores. Piense en los siguientes ejemplos como situaciones en las que echamos
mano de la argumentación:
• Responder a la pregunta sobre cuál es el mejor equipo de fútbol del
Perú en los últimos veinte años.

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J o s é E n r iq u e So t o m a y o r T r e l l e s

• Ofrecer una explicación sobre por qué considero que la película Parasi-
te ha sido sobredimensionada por la crítica de cine.
• Explicar las razones por las que estoy de acuerdo con que se requiere
una reforma integral del sistema de APPs.
• Responder a la pregunta sobre cuál es mi pintura favorita de Johannes
Vermeer.
• Explicar las razones por las que considero que Daniel cometió el delito
de estafa.
N ote que no todos estos ejemplos pueden ser comprendidos a partir de
un mismo tipo de razones. En el primer ejemplo, si no me dejo llevar por
consideraciones emotivas, debería tratar de ofrecer un criterio o parámetro a
partir del cual evaluar qué equipo de fútbol peruano es el mejor. Por ejem­
plo, si mi criterio es “mayor número de copas internacionales ganadas en
los últimos veinte años”, el indiscutible ganador sería Cienciano del Cusco,
pero si mi criterio es “mayor número de goles anotados en estos veinte años”,
o “mejor ubicación de un equipo peruano en el ranking de la IFFHS en
los últimos veinte años”, probablemente debería cambiar de equipo en mi
elección. Si aceptamos que el criterio correcto para determinar qué equipo
es el mejor es el del número de copas internacionales ganadas en estos veinte
años, entonces en principio podría bastar con que proponga un argumento
del tipo “Cienciano del Cusco es el mejor equipo de fútbol peruano en los
últimos veinte años porque es el único que ha ganado dos copas interna­
cionales”. N ote cuál es la función que cumple la palabra “porque” en ese
argumento: marca el paso desde la tesis o conclusión hacia la razón que la
sostiene. Entonces, en términos lógicos, podemos reconstruir este argumen­
to al modo de un condicional “p —» q” (si un equipo peruano ha ganado más
copas internacionales en los últimos veinte años que todos los demás (p),
entonces es el mejor equipo peruano de los últimos veinte años (q)). Aún así,
requerimos explicar de qué manera un dato objetivo de la historia del fútbol
(que Cienciano ganó dos copas internacionales en el 2003 y 2004) se relacio­
na con un juicio normativo (que es el mejor equipo peruano de los últimos
veinte años) como su conclusión. Volveremos sobre ello más adelante.
Ahora bien, ¿qué ocurriría si alguno de mis interlocutores pone en
duda o cuestiona el criterio propuesto? En este caso, estaría poniéndose en

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A r g u m e n t a c ió n j u r íd ic a : u n a in t r o d u c c ió n

cuestión que el criterio que he ofrecido sea idóneo para determ inar cuál es
el mejor equipo peruano en los últimos veinte años. Es im portante apuntar
que, en tal escenario, la discrepancia se habría trasladado a la razón por la
cual yo he concluido algo, y, con ello, se ha iniciado un proceso argumen­
tativo dialéctico. La argumentación, entonces, puede tener varios niveles
o capas, y mientras más de estas tenga, más complejo se hará el proceso
argumentativo.
Pero volvamos a lo que señalamos más arriba. N o todos los ejemplos
propuestos admiten el mismo tipo de razones: por ejemplo, para determinar
si Daniel cometió o no el delito de estafa, el argumento correcto consistirá en
identificar el tipo penal pertinente dentro de una fuente de Derecho válida y
vigente -e n este caso, el artículo 196 del Código Penal—y argumentar que se
cumple cada uno de los elementos del tipo, y que además no existen causales
de falta de antijuridicidad ni de falta de culpabilidad (siguiendo una caracte­
rización estándar del delito como un comportam iento típico y antijurídico,
personalmente imputable). En cambio, para argumentar sobre las razones
por las que considero que Parasite ha sido sobredimensionada por la crítica
de cine, podría ofrecer consideraciones estrictamente técnico-cinematográfi­
cas (por ejemplo, que la fotografía o la iluminación no son buenas), estéticas,
sociológicas o de diverso tipo. T odo ello hace que mis razones puedan ser
puestas en interacción con las de otras personas, iniciando un proceso de in­
tercambio de puntos de vistas. Así, si bien se suele sostener que en el arte no
hay verdades, es cierto que hay opiniones mejor fundamentadas que otras:
no es lo mismo decir que Parasite es una mala película porque no la entendí,
que decir que es mala porque las actuaciones no son creíbles y el argumento
es forzado. Si bien el segundo punto de vista es discutible, está mejor funda­
mentado que el primero, que simplemente extrae un juicio de valor sobre la
calidad de una película, a partir de impresiones subjetivas en el espectador.
Por ello, cada vez que escuche decir que todas las opiniones se respetan y
valen por igual, mire con sospecha a su interlocutor, pues no estará notando
que más allá de las reglas de respeto m utuo entre debatientes, hay algunos
que ofrecen mejores razones que otras, incluso en el arte.
Finalmente, en el tercer escenario —explicar las razones por las que estoy
de acuerdo con que se requiere una reforma integral del sistema de AFPs—
puede ser muy importante un tipo de razones que abogados y filósofos sue­
len pasar por alto: las razones basadas en las consecuencias. Por ejemplo,

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J o s é E n r iq u e So t o m a y o r T r e l l e s

los efectos macroeconómicos de una reforma profunda del sistema de AFPs


podrían hacer desaconsejable una reforma integral en el contexto actual, e
incluso si creemos que la reforma debe proseguir, considerar las variables
asociadas a las consecuencias parece aconsejable para tom ar una decisión más
racional y ponderada. En el Derecho ocurre algo parecido cuando se discute,
por ejemplo, la pertinencia de endurecer penas sobre determinados delitos,
aún cuando los estudios criminológicos apuntan a que no existe una relación
clara entre la gravedad de las penas y la recurrencia de los delitos.
T oda esta discusión nos puede dejar con cierto desasosiego: a pesar de
su aparente claridad y obviedad, la actividad argumentativa es demasiado
compleja y sus manifestaciones muy diversas como para poderlas abordar a
partir de una teoría abarcadora. Si bien esta impresión tiene un im portante
elemento de verdad (por el que algunos autores prefieren hablar de diver­
sos contextos de argumentación), sí es posible ofrecer algunas definiciones
generales que se aplican a todos los contextos argumentativos por igual.
Veamos.

2.2. Algunas definiciones sobre qué es un argumento


Ofrezcamos y analicemos dos definiciones sobre qué es un argumento
propuestas por autores como Copi, Cohén, Atienza y T oulm in et al.
Para Copi y Cohén (2014):
"Tal como los lógicos utilizan la palabra, un argumento es un gru­
po de proposiciones del cual se dice que una de ellas se sigue de
las otras, consideradas como base o fundamento para la verdad de
este. (...) Para que pueda decirse que existe un argumento, tie­
ne que haber alguna estructura en ese conjunto de proposiciones,
una estructura que capture o muestre alguna inferencia. Esta es­
tructura se describe utilizando los términos premisa y conclusión”
(p. 7).
Desde nuestro punto de vista, en la definición de Copi y Cohén se enfa­
tizan tres cuestiones: (i) que un argumento es un conjunto de proposiciones;
(ii) que este conjunto cuenta con cierta estructura u orden; y (iii) entre las
premisas y la conclusión existe una relación por la cual la conclusión se sigue
de las premisas.

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A r g u m e n t a c ió n j u r íd ic a : u n a in t r o d u c c ió n

Por su parte, Atienza (2016), reconstruyendo parte de la obra de Ste-


phen Toulm in, señala:
Por lo que se refiere a argumento, se diferencian dos sentidos del
término. En un primer sentido, un argumento es un tramo de
razonamiento {a train o f reasoning), esto es, “la secuencia de pre­
tensiones y razones encadenadas que, entre ellas, establecen el con­
tenido y la fuerza de la proposición a favor de la que argumenta
un determinado hablante”. En el segundo sentido, los argumentos
o, mejor, las disputas argumentativas (en inglés argument, en una
de sus acepciones, significa debate, discusión) son algo en que la
gente se ve envuelta, esto es, son “interacciones humanas a través
de las cuáles se formulan, debaten y/o se da vuelta a tales tramos
de razonamiento” (p. 139).
En esta cita se defiende la tesis de que se puede distinguir entre dos
sentidos de la palabra “argum ento”: (i) un sentido que hace referencia a la
estructura del razonamiento, y (ii) un sentido que hace referencia a una dis­
puta o interacción humana, en la que se discuten tramos de razonamiento.
El primero de estos sentidos se relaciona con la definición ofrecida por Copi
y Cohén, mientras que la segunda hace referencia a lo que podríamos llamar
“dimensión dialéctica” de la argumentación, esto es, a la argumentación viva
en los procesos de debate y cuestionamiento entre oradores.
Sintetizando las dos definiciones hasta aquí expuestas, podemos ofrecer
un concepto de “argumento” más abarcador. El mismo se presenta a conti­
nuación:

Un argumento es un conjunto de enunciados o proposiciones que cuentan con


cierta estructura. Esta estructura nos lleva desde las premisas hacia la conclu­
sión, de forma tal que las premisas ofrecen respaldo para poder concluir algo.
Finalmente, a nivel de la interacción humana, un argumento o conjunto de ar­
gumentos pueden ser puestos en cuestión por algún otro hablante, con lo que se
desencadena una actividad o interacción argumentativa.

Desde nuestro punto de vista, la definición propuesta nos permite con­


ciliar, en cierta medida, tres enfoques usuales en los estudios sobre la argu­
mentación general: el enfoque lógico, el enfoque pragmático y el enfoque
dialéctico. Veamos cómo.

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Jo s é E n r iq u e So t o m a y o r T r e l l e s

2.3. El enfoque lógico: un brevísimo esbozo


Desde el punto de vista lógico, un argumento es una estructura de razo­
namiento compuesta por premisas y conclusión, y, en la cual, la conclusión
se sigue de las premisas a partir de un esquema válido de razonamiento.
Dichos esquemas llevan siglos siendo analizados por filósofos y lógicos -d e
entre los cuales, Aristóteles tiene un lugar preponderante-, e incluyen formas
tales como el Modus Ponens, Modus Tollens, Silogismo H ipotético Puro,
entre otros. En un arranque de optimismo que demostró ser excesivo y erra­
do a la luz de los enormes avances de la lógica desde fines del siglo XIX y
todo el siglo XX, Immanuel Kant dijo:
“Q ue la lógica ha tomado (...) curso seguro ya desde los tiempos
más antiguos, se nota en que desde Aristóteles no ha tenido que
retroceder ni un paso (__ ). Tam bién es notable en ella que no
haya podido tampoco, hasta ahora, avanzar ni un solo paso, y que
por tanto parezca, según todas las apariencias, estar concluida y
acabada” (CRP, B VIII, p. 15).
Si bien Kant pudo estar en lo correcto con referencia a los avances de
la lógica de su tiempo, pues hasta hoy seguimos estudiando y enseñando
los llamados silogismos aristotélicos (que, además, pasaron por el tamiz de
la obra de los filósofos medievales quienes los estudiaron con detenimiento
y dedicación); definitivamente estaba equivocado con la apariencia de cien­
cia concluida y acabada que atribuía a la lógica. El legado de autores como
Gottlob Pregue, Alfred N. Whitehead, Kurt Gódel, Alfred Tarski, Bertrand
Russell, G. H. von W right, entre muchos otros, así lo demuestra. Lamen­
tablemente el análisis de estas cuestiones excede largamente la finalidad de
estos apuntes introductorios.
Volviendo a nuestro análisis, tomemos el siguiente ejemplo: “Si Danie-
la es una ciudadana, entonces posee derechos fundamentales. Daniela es una
ciudadana. Por ende, Daniela posee derechos fundamentales”. Este argu­
mento puede ser analizado echando mano de las herramientas que nos ofrece
la lógica proposicional. Así, podemos identificar las dos siguientes premisas:

p: Daniela es una ciudadana.


q: Daniela posee derechos fundamentales

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Ahora bien, empleando el operador lógico de consecuencia (—>), pode­


mos representar el argumento mediante el siguiente esquema:

Premisa 1: p —■>q

Premisa 2: p

Conclusión: q
En la jerga lógica, este argumento es una instancia de Modus Ponens, y,
en tal medida, se trata de un argumento válido. N o obstante, es importante
notar que el análisis lógico no nos dice nada sobre la verdad de las premisas,
por io que la validez del razonamiento no debe ser confundida con la ver­
dad de las premisas. Por ejemplo, ¿qué ocurriría si Daniela en realidad no
es ciudadana? En tal caso la premisa 2 sería falsa, y la conclusión no debería
haberse seguido. En suma, si bien la lógica es una potente herramienta de
análisis, no sustituye el análisis material sobre la calidad de las premisas del
argumento.
U n im portante número de argumentos que utilizamos en la vida co­
tidiana y en el Derecho no tienen la parametrada forma propia de la lógi­
ca proposicional. Para ellos, resulta más idóneo introducir operadores de
cuantificación (existencial y universal), así como emplear la llamada lógica
de predicados de primer orden4. Veamos ello a través de un nuevo ejemplo:
“Todos los ciudadanos poseen derechos fundamentales reconocidos en la
Constitución. En la medida que Alexandra es una ciudadana, posee derechos
fundamentales reconocidos en la C onstitución”. Pareciera que en este ejem-

4 Al respecto, es interesante analizar cóm o un autor im portante para la teoría de la argu­


m entación jurídica contem poránea com o Neil M acC orm ick pasó de em plear un m o­
delo de análisis solam ente basado en la lógica proposicional, a un m odelo basado en la
lógica de predicados. V eamos cóm o él m ism o explica este cam bio en su m arco teórico:
“Patricia W hite criticó esto [el em pleo de la lógica proposicional para representar la
estructura formal de un argum ento] fuertem ente sobre la base de que se pierden de vista
los elem entos clave del razonam iento si uno se lim ita al uso de la lógica proposicional
para ofrecer una representación o reconstrucción formal de tales argum entos. Se requie­
re algún tipo de lógica de predicados. La razón de esto es que las reglas jurídicas tienen
el carácter de 'hipotéticos abiertos', es decir, desarrollan hipótesis que son realizables
en cualquier ocasión. (...) las reglas jurídicas desarrollan 'universales' o 'conceptos' al
establecer cuáles son los hechos operativos relativos a unas consecuencias norm ativas
dadas” (M acC orm ick, 2017, p. 135).

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Jo s é E n r iq u e So t o m a y o r T r e l l e s

pío la lógica preposicional no ofrcce herramientas poderosas para el análisis,


y es por ello que resulta más idóneo identificar los siguientes predicados:
C: ciudadanos
D: poseen derechos reconocidos en la Constitución
En términos m uy sencillos y algo inexactos, un predicado es una pro­
piedad que puede ser poseída por alguna entidad. Por ejemplo, la propiedad
de ser ciudadano puede ser poseída por Raúl, Camila o Alberto, lo mismo
que la propiedad de poseer derechos reconocidos en la Constitución. C uan­
do un caso particular posee la propiedad del predicado, decimos que se trata
de una “instancia” del mismo.
Con estas aclaraciones en mente, veamos la representación del argu­
mento en términos de lógica de predicados:

Premisa 1: (Vx) Cx —» Dx Traducción: para todo x (Vx) se cumple que si x es


ciudadano, entonces posee derechos reconocidos
en la Constitución.
Premisa 2 Ca Alexandra (a) es una ciudanana.
Conclusión Da Alexandra posee derechos reconocidos en la
Constitución.

Nuevamente nos encontramos frente a un argumento del tipo Modus


Ponens, solamente que para su análisis hemos necesitado ampliar nuestro
arsenal lógico, mediante la incorporación de cuantificadores y predicados.
Com prender esto a cabalidad será muy importante para entender la teoría
de la argumentación jurídica propuesta por autores como Robert Alexy (y su
llamada fórmula de la subsunción) o Neil M acCormick (y su análisis de la
deducción como forma de razonamiento jurídico).
Pero volvamos un instante al ejemplo que acabamos de simbolizar. ¿Por
qué decimos que es un razonamiento válido y que la conclusión se sigue de
las premisas? Veamos:

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A r g u m e n t a c ió n j u r íd ic a : u n a in t r o d u c c ió n

Figura 1: el argumento en términos de conjuntos

Poseen derechos
fundamentales
Daniela
reconocidos en
la Constitución

Elaboración propia.

Si presentamos el argumento en la forma de conjuntos, como aparece


en la Figura 1, veremos que la conclusión no agrega ninguna información
nueva, sino que hace visible algo que era implícito en las premisas: si todos
los ciudadanos poseen derechos fundamentales reconocidos en la C onstitu­
ción, y Daniela es ciudadana, ella está incluida también en el conjunto de
quienes poseen derechos. En los argumentos de este tipo (también llamados
deductivos), la conclusión solamente hace explícita la pertenencia de Danie­
la a ambos grupos. Por ello, disciplinas basadas en argumentos deductivos
como la matemática pura (por ejemplo, los teoremas) o la lógica pueden
hacer enormes avances sin necesidad de salir al m undo a realizar observacio­
nes y experimentos, solamente premudidos del poder de la inferencia lógica,
esto es, del poder de la razón. Más adelante en el texto analizaremos con más
amplitud la relación entre lógica, argumentación y Derecho.

Importante:
El enfoque lógico de la argumentación nos permite reconstruir la estructura de
un argumento a través de la identificación de sus premisas y conclusión. Asi­
mismo, nos permite comprobar si la forma del argumento corresponde a un
esquema de inferencia válido. Por ello, se afirma que en un argumento válido
en términos lógicos, la conclusión se sigue necesariamente en virtud de la forma
del argumento. Ahora bien, incluso en este caso, podríamos tener dudas sobre la
verdad o plausibilidad de las premisas, pero en tal caso, el problema ya no es de la
lógica, sino de las disciplinas que establecen la verdad de las premisas. En suma:
la lógica es una condición necesaria más no suficiente de un buen argumento.

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J o s é E n r i q u e S o t o m a y o r T r e l i .e s

2.4. ¿Cuáles son los componentes de un argumento? El enfoque


pragmático
A pesar de que la lógica de predicados supone un im portante avance
en los intentos de formalizar los argumentos fuera de ámbitos como la
matemática pura, a algunos autores les pareció que seguía siendo una suer­
te de jaula de hierro que limitaba el análisis argumental. A partir de esta
idea, un conjunto de estudiosos comenzó a desarrollar modelos teóricos
más flexibles para el análisis de argumentos. A grandes rasgos, todos estos
intentos se pueden agrupar alrededor de la llamada “lógica inform al”, y
comprende los estudios cié la tópica, la nueva retórica, entre otros. En el
capítulo anterior hemos visto algunos de los im portantes aportes de auto­
res como T heodor Viehweg, Chaí'm Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca.
Sin embargo, por ahora es pertinente comenzar con un ejemplo.

Veamos el siguiente argumento: “La última película de la saga de


Jason Bourne, protagonizada por M att D am on, es la menos emocionante
de todo el conjunto. Las imágenes se suceden sin mayor desarrollo del
argum ento y hay escasas escenas de acción”. A algunos autores -co m o Ste-
phen T oulm in—les comenzó a parecer que en este tipo de casos el modelo
estrictamente lógico de argum ento y argum entación era muy restrictivo, y
nos podía llevar a descartar tales argumentos como de tipo irracional. Ello
es así, pues en muchas situaciones ordinarias -situaciones prácticas- no
empleamos esquemas deductivos de razonamiento. Tal parece ser el caso
del ejemplo.
Para revertir esta deficiencia en los enfoques estrictamente lógicos so­
bre la argumentación, T oulm in (2019) y T oulm in et al. propusieron una
teoría (no deductiva) sobre la estructura de los argumentos. En concreto,
estos autores identificaron que los argumentos poseían dos clases de com ­
ponentes: estructurales y otros que dotaban de fuerza a los razonamiento.
A la vez, los componentes estructurales se pueden descom poner en cuatro
elementos: pretensión (tesis, o, en inglés, claim), razones {grounds), garan­
tía (ivarrant) y respaldo (backing). Por su parte, los com ponentes que do­
tan de fuerza a los argumentos son los cualificadores (qualifiers) y las con­
diciones de refutación. El siguiente gráfico sintetiza lo hasta aquí señalado:

38 |
A r g u m e n t a c ió n j u r íd ic a : u n a in t r o d u c c ió n

Figura 2: elementos de un argumento en el modelo de Toulm in

Elaboración propia, a partir cié Toulmin et al.

Componentes estructurales
Con referencia a los componentes estructurales, podemos señalar que
las pretensiones o tesis son los puntos de llegada o conclusiones del proceso
argumentativo, es decir, aquello que se quiere defender; las razones {grounds)
son los hechos, datos y otro fundamento que sostiene a la pretensión; las ga­
rantías son las reglas o máximas que habilitan o permiten el paso de razones a
conclusión; y los respaldos son meta-reglas que fijan la validez o credibilidad
de las garantías. Visualmente el modelo funciona del siguiente modo:

Figura 3: representación gráfica de argumentos en Toulm in

Elaboración propia, a partir de Toulmin et al.

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Jo s é E n r iq u e So t o m a y o r T r e l l e s

Aunque con el tiempo y la práctica todo ello parece evidente, al inicio


puede resultar algo confuso, por lo que es mejor explicarlo a través de ejem­
plos. Veamos un ejemplo jurídico:

Figura 4: un ejemplo de argumento

Elaboración propia.

El ejemplo puede ser reconstruido del siguiente modo: “en la medi­


da que el artículo 949 del Código Civil, la cual es una disposición jurídica
válida y vigente (respaldo), establece que la sola obligación de enajenar un
inmueble determinado hace al acreedor propietario del mismo (salvo dispo­
sición legal diferente o pacto en contrario) (garantía); y que Juan ha enaje­
nado el predio X a Daniel (razón), se concluye que Daniel es el propietario
del predio X (pretensión o tesis)”.
Ayuda mucho para comprender el modelo, pensar en una conversación
ficticia entre dos personas, una de las cuales es bastante escéptica. Llamemos
Pirrón a nuestro personaje escéptico, y Cándido a su interlocutor:

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A r g u m e n t a c ió n j u r íd ic a : u n a in t r o d u c c ió n

Cándido: Hola Pirrón, ¿te enteraste de que Daniel es propietario del predio X?
tal vez podamos ir a pasar unos días de campo ahí en invierno.
Pirrón: ¿Y por qué señalas que Juan es propietario del predio X, Cándido?
C: Muy sencillo, ocurre que hace unas semanas Juan enajenó dicho predio a
Daniel.
P: Ya veo, pero ¿qué relación existe entre la enajenación de un predio, como en
este caso, y el hecho de ser o convertirse en propietario del mismo?
C: Lo que ocurre es que, de acuerdo al Derecho peruano, la sola obligación de
enajenar un inmueble hace al acreedor propietario del mismo.
P: Entiendo, pero si no es mucha molestia, ¿podrías decirme en qué disposición
jurídica aparece esa regla que me acabas de mencionar?
C: Por supuesto Pirrón, la encuentras en el artículo 949° del Código Civil.
P: Perfecto, ¡muchas gracias!

A partir de este ejemplo podemos extraer dos consejos prácticos muy


importantes para la argumentación:

Consejo 1: Para construir un argumento, es conveniente ir de arriba hacia aba­


jo, es decir, comenzar por el respaldo, seguir por la garantía, exponer las razones
y dejar que la pretensión o tesis aparezca como la conclusión que se sigue de las
premisas (complemente con Weston, 2005, pp. 22 y ss.).

Ejemplo incorrecto: “B es propietario del inmueble X. Ello pues


la sola obligación de enajenar un inmueble determinado hace al
acreedor propietario de él. A enajenó el inmueble X a B, y esto es
lo que dispone el artículo 949 C C ”.
Problema: no se distingue con claridad la estructura del argumen­
to, e incluso las oraciones parecen no tener relación entre sí.

Ejemplo correcto: “Com o dispone el artículo 949 CC, norma


válida y vigente en el país, la sola obligación de enajenar un in­
mueble determinado hace al acreedor propietario de él. En el pre­
sente caso, A enajenó el inmueble X a B. En consecuencia, B es
propietario del inmueble X”.

I 41
Jo s é E n r iq u e So t o m a y o r T r e l l e s

Ventaja: se distingue con claridad la estructura del argumento, y


logramos identificar cómo cada uno de los elementos del modelo
argumental de Toulm in interactúa armoniosamente.

Consejo 2: Para reconstruir (o identificar) un argumento, es bueno proceder


de abajo hacia arriba (como Pirrón, la persona escéptica o preguntona). Es
decir, primero ubicar la pretensión o tesis, las razones que la buscan sostener, la
garantía que fija la relevancia de las razones respecto a la tesis; y, finalmente, el
respaldo.

Esta es una regla importante del pensamiento crítico. Muchas discusio­


nes estériles pueden ser evitadas si se aclara al inicio de la discusión cuál es la
tesis que el orador está sosteniendo, y cuáles son las razones que la sostienen.
Si este no logra responder adecuadamente a tales preguntas básicas, proba­
blemente aún no ha pensado lo suficiente sobre la cuestión sobre la que bus­
ca emitir una opinión. También puede ser un consejo útil si usted es un juez
o el adversario de un abogado en algún litigio. Emplear el método escéptico
le permitirá comprender mejor el argumento de su interlocutor, a la vez que
hará posible centrar la discusión en los puntos realmente controvertidos.

Com ponentes de fu e r z a argum ental


El nivel de respaldo que ofrece determinada garantía y respaldo a un
argumento puede ser más o menos débil, al igual que la conexión entre las
razones y la pretensión. N o obstante, los componentes estructurales no nos
permiten evaluar adecuadamente ese “nivel de respaldo” que se establece
entre los componentes del argumento. Es para ello que requerimos de dos
nuevos componentes relacionados a la fuerza del argumento: excepciones y
condiciones de refutación, de un lado, y cualificadores, del otro.
• Cualificadores (qualifiers). Los cualificadores tienen la función de
establecer el nivel de fuerza de la relación entre razones y pretensión.
N ormalmente empleamos adverbios para dar cuenta de los cualificado-
res. Algunos ejemplos son los siguientes: necesariamente, ciertamente,
presumiblemente, muy probablemente, posiblemente, tal vez, aparen­
temente, plausiblemente, entre otros.
• Condiciones de refutación y excepciones. Las condiciones de refu­
tación y excepciones establecen ciertos supuestos en los que, a pesar de
que se cumplen las razones, la conclusión o pretensión no se sigue.

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A r g u m e n t a c ió n j u r íd ic a : u n a in t r o d u c c ió n

El diagrama completo de la propuesta de Toulm in et al. se ve del si­


guiente modo:

Figura 5: diagrama de Toulm in completo

E la b o ra c ió n p ro p ia , a p a r tir de T o u lm in c t al.

Si volvemos a nuestro ejemplo sobre el artículo 949 del Código Civil


tenemos:

Figura 6: ejemplo de argumento con los com ponentes de fuerza

E la b o ra c ió n p ro p ia .

43
J o s é E n r iq u e So t o m a y o r T r e l l e s

Podemos reformular, entonces, nuestro argumento en los siguientes


términos: “en la medida que el artículo 949 del Código Civil, la cual es una
disposición válida y vigente en el ordenamiento jurídico nacional (respal­
do), dispone que la sola obligación de enajenar un inmueble determinado
hace al acreedor propietario del mismo (garantía); y que Juan ha enajenado
el predio X a Daniel (razón), y no existe disposición legal diferente ni pacto
en contrario en este caso concreto (condición de refutación), entonces cier­
tamente (cualificador) se concluye que Daniel es el propietario del predio X
(pretensión o tesis)”.

2.5. ¿Qué es la actividad argumentativa? El enfoque dialéctico


Desde el punto de vista del enfoque dialéctico, la argum entación es
un proceso de intercambio de razones entre interlocutores. Este intercam ­
bio puede ser más o menos hostil y más o menos racional. Así, en un tex­
to bastante didáctico, Aguiló (2015) nos propone distinguir entre cuatro
modos de debatir (es decir, de argum entar dialogando): (i) debatir es com ­
batir; (ii) debatir es competir; (iii) debatir es explorar y/o diagnosticar; y
(iv) debatir es construir. El autor utiliza dos criterios para proponer tal dis­
tinción: el criterio o continuo conflicto-cooperación, y la distinción entre
debates temáticos y actorales. Veamos con algo más de detalle su propu­
esta.

Figura 7: eje conflicto-cooperación (de izquierda a derecha)

z iK u a t
D isputa D eliberación

C ontroversia C onsenso

F u e n te : A g u iló (2 0 1 5 ).

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A r g u m e n t a c ió n j u r íd ic a : u n a in t r o d u c c ió n

Figura 8: eje temático-actoral

Temáticos Actorales

I I Controversia HH Disputa

I I Deliberación O Consenso

Fuente: Aguiló (2015).

Comencemos con la metáfora bélica: debatir es combatir (disputa). En


este caso, la relación entre los interlocutores es de ganar-perder, es decir,
se busca que uno se imponga sobre el otro. Por ende, en el continuo de
conflicto-cooperación, nos encontramos ante la forma más conflictiva de
todas las variedades de debate. Por otra parte, la calidad epistémica de este
tipo de intercambio es muy baja, en la medida que el centro está puesto en
la persona del adversario antes que en el tema. En su variante más extrema,
se busca destruir o ridiculizar al contrincante. Por ello Aguiló sostiene que se
trata de una variedad de debate actoral (otras características son enumeradas
por Aguiló en 2015, pp. 35-36, y una síntesis en p. 45).
A continuación tenemos a la metáfora deportiva: debatir es competir.
La forma prototípica de este debate es la controversia, donde la relación en­
tre los interlocutores es nuevamente de ganar-perder, pero a diferencia de la
metáfora bélica, en este caso el debate es temático, por lo que hay una cues­
tión controvertida alrededor de la cual gira la discusión. La finalidad, preci­
samente, es lograr determinar qué opinión prevalece, y para ello se pueden
establecer reglas tanto procedimentales (por ejemplo, mismo tiempo para la
exposición de los puntos de vista, derechos de réplica y duplica, entre otros)
como sustantivas, que buscan que el tema en disputa realmente se discuta
y que no sea evadido por los debatientes (véase un análisis más amplio en
Aguiló, 2015, pp. 36-38, y una síntesis en p. 46).
En tercer lugar Aguiló analiza una metáfora médica: debatir es diag­
nosticar. La forma de debate que exhibe estas características es el diálogo
racional y la deliberación. ¿Qué ocurre en este caso? La relación entre los
interlocutores ya no es de ganar-perder sino de ganar-ganar. Por ende, nos

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Jo s é E n r iq u e So t o m a y o r T r e l l e s

encontramos en el polo cooperativo del continuo. Piense, por ejemplo, en la


sesión de un grupo de trabajo de expertos en la que se discute a puertas cerra­
das qué medidas es conveniente adoptar ante los avances de una pandemia.
En este caso, y dejando de lado los egos personales, lo importante es arribar
a la mejor decisión posible, escenario en el cual todos ganan. En segundo
término, en este caso la discusión gira alrededor de un tema. Para volver a
nuestro ejemplo, la discusión gira en torno a alternativas de acción ante los
avances de la pandemia y no, por ejemplo, sobre el estado de la economía
(un análisis más amplio se encuentra en Aguiló, 2015, pp. 38-42, con una
síntesis en pp. 46-47).
Por último, Aguiló propone una metáfora constructiva, correspondien­
te al debate consensual. En este caso la relación nuevamente es de ganar-ga-
nar, pero a diferencia del diálogo racional, aquí nuevamente el factor actoral
es muy importante. En otras palabras, importa ganar solo cuando se logra la
aceptación del otro (para comentarios adicionales Aguiló, 2015, pp. 42-44,
con una síntesis en pp. 47-48).

Ejercicio de complemento para el lector:


Lea con detenimiento el texto de Aguiló y explique otras de las diferencias entre
los cuatro modos de debatir propuestos. Asimismo, proponga ejemplos basados
en el contexto nacional sobre cada uno de estos modos de debatir.

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A r g u m e n t a c ió n j u r íd ic a : u n a in t r o d u c c ió n

Bibliografía
Aguiló, J. (2015). El arte de la mediación. Argumentación, negociación y me­
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MacCormick, N. (2017). Retórica y Estado de Derecho. Lima: Palestra.
Soyomayor, J. E. (2018). Algunos apuntes sobre el libro “Origen y función
de la argumentación. Extramuros, Blog oficial de Palestra Editores, dis­
ponible en: http://palestraextramuros.blogspot.com/2018/07/algunos-
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Weston, D. (2005). Las claves de la argumentación (10ma' ed.). Colombia:
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