Parábola La Levadura
Parábola La Levadura
Parábola La Levadura
“Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una
mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado”
Interpretación de la Parábola:
En esta parábola de Mateo 13 Jesús usa “levadura” desde dos extremos: primero con un
sentido negativo como a cuidarse de los fariseos (Mr 8:15). Segundo, con sentido positivo
refiriéndose al reino de los cielos (Vr 33). Para fines de interpretación, acá la levadura
tiene un sentido neutral, al igual que en 1 Pedro 5:8 el diablo es llamado “león” y en
Apocalipsis 5:5 Jesús es llamado el “León de Judá”, o la serpiente como el diablo y
satanás y la serpiente del desierto que levantó Moisés; no hay ninguna contradicción con
los elementos, como algunos argumentan. Dios puede hacer uso de cualquier cosa para
simplificar sus enseñanzas.
Lo que Jesús quiere describir en su relato es el poder expansivo del reino de los cielos. Su
poder de crecimiento a partir de una persona a la vez. Parece muy ocurrente de parte de
Jesús y a la vez conveniente para alzar la moral de las damas al mencionarla en la
parábola. Un alto porcentaje de sus oyentes eran mujeres que usaban levadura en su
cocina y que estaban en el contexto.
Justo antes de esta parábola está su par, la más cercana es el de la semilla de mostaza ya
que ambas comparten el mismo principio, el crecimiento exponencial. La semilla de
mostaza crece desde abajo y la levadura desde adentro. La apariencia de ambos símbolos
es casi desapercibida en un plano inicial, pero llevan dentro un poder transformador
irreversible. No hay manera de evitar la dinámica de causa y efecto en este ejemplo de
Cristo. El poder interno del reino, su capacidad de cambiar la masa desde adentro en
procesos muy pequeños, invisibles a al ojo humano. La obra de Dios, el reino de los cielos,
puede parecer poco impresionante al principio, pero las apariencias pueden engañar, y al
fin de todo nadie podrá ignorarla.
Elena G. de White escribió: “Cuando se pone levadura en la masa, penetra por todas
partes hasta que se produce un cambio total. Lo mismo ocurre con la acción del Espíritu
Santo sobre el corazón. La verdad recibida y creída introduce en la vida nuevas pautas y
nuevos principios de acción. Se establece una nueva norma de carácter: La vida de Cristo.
Los que reciben la verdad de ese modo dependen de Cristo, y reciben más y más
fortaleza, y cada vez más luz. Cada día expulsan del corazón la vanidad, el egoísmo y la
justicia propia (Elena de White, Cada Día con Dios, 42.2).
Aplicación personal
Estamos seguros que la levadura de la Palabra que recibimos es la correcta, pero ¿qué
dice nuestro testimonio de nosotros mismos si somos o no hemos sido buena masa para
leudar? Esta parábola está enfocada en lo que la obra de Dios ha logrado hacer con
nuestra masa. Si vemos Génesis 18:6, es la misma medida de Abraham con la medida
que Jesús usa en su parábola, lo que significa que se espera de nosotros la misma
cantidad y la misma calidad de pan que se le ofreció a Jesús y los ángeles. Tres medidas
de harina era más o menos la cantidad suficiente para alimentar unas cien personas. Él no
espera que el pan que se haga de nuestro leudado solo llene nuestras necesidades sino el
de saciar el hambre de quienes nos rodean. Jesús es el pan a través nuestro. pero hace
falta un corazón sensible y puro, sin prejuicios ni mezclas extrañas para que nuestro
cristianismo sea genuino.
Oración reflexiva: Oh Jesús, levanta mi vida hacia ti. Renace en mi corazón Tu Palabra
y concédeme el gozo de sentir el reino de Dios dentro de mi una vez más. En Jesús,
Amén.