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Micotoxicosis

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Capítulo IV

MICOTOXICOSIS
Temas:

4.1 Aflatoxinas Objetivos específicos


4.2 Tricotecenos Al finalizar el capítulo, el alumno
4.3 Ocratoxinas será capaz de:
4.4 Citrinina
4.5 Oosporeína • Reconocer las principales
micotoxinas que afectan a las
4.6 Ergotamina aves domésticas y sus
4.7 Zearalenona efectos en la productividad.
4.8 Fusarocromanona
• Señalar las técnicas de
4.9 Fusarina
análisis y diagnóstico, así
4.10 Ácido ciclopiazónico como sus ventajas y
4.11 Esterigmatocistina desventajas.
4.12 Rubratoxina
4.13 Interacciones micotoxinas- • Identificar las principales
infecciones micóticas formas de prevención, control,
tratamiento y detoxificación.
4.14 Interacciones micotoxinas-
nutrimentos de la dieta
4.15 Principios que caracterizan
a las micotoxinas
4.16 Técnicas de análisis y
diagnóstico
4.17 Prevención, control,
tratamiento y
detoxificación
Capítulo IV

MICOTOXICOSIS

MVZ. MC. Víctor Manuel Petrone García


MVZ. MC. Xóchitl Hernández Velasco
MVZ. MC. Ricardo Arturo García Morales

Introducción

La micotoxicosis es una enfermedad ocasionada por metabolitos fungales


tóxicos que afectan tanto a humanos como a los animales, los cuales en
ciertas condiciones ambientales de humedad, temperatura, oxígeno y
nutrientes, contaminan el alimento almacenado como granos, forrajes y
alimentos balanceados. Las micotoxinas constituyen un problema
económico para la industria avícola, ya que al administrar alimento
contaminado se producen pérdidas en la ganancia diaria de peso, eficiencia
alimentaria, pigmentación cutánea, producción de huevo, rendimiento
reproductivo y respuesta inmunológica. Su importancia en salud pública
radica en que si el alimento contaminado, no es retirado con anticipación a
la salida del pollo al mercado, éstas no son eliminadas por completo de la
carne y otros tejidos (hígado o riñón) para consumo humano, donde
lamentablemente se acumulan en grandes cantidades.

En este trabajo se realizó una revisión de los efectos, diagnóstico,


prevención y algunas alternativas de tratamiento sobre:

a) Aflatoxinas
b) Tricotecenos
c) Ocratoxinas
d) Citrininas
e) Oosporeína
f) Ergotamina
g) Zearalenona
h) Fusarocromanona
i) Fusarinas
j) Ácido ciclopiazónico
k) Esterigmatocistina
l) Rubratoxina

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Con relación a la prevención se comenta la selección genética que se
está realizando para obtener estirpes más resistentes a las aflatoxinas
principalmente, el uso de ácidos orgánicos, irradiación, calor, adsorbentes o
secuestrantes de micotoxinas.

En pollos intoxicados, después del retiro del alimento contaminado con


micotoxinas, los tratamientos más utilizados son la suplementación con
vitaminas y minerales, así como el suministro de fenobarbital.

4.1 Aflatoxinas

Químicamente son la fusión de dos anillos dihidrofuranos con varios


radicales que comprenden un grupo de elementos denominados, B1, B2, G1
y G2, por la reacción de color azul y verde a la luz fluorescente. La aflatoxina
B1 es la más tóxica y su efecto primario es la hepatotoxicidad.

En pollos, patos y gansos, la aflatoxicosis provoca signología de


vocalizaciones anormales, picoteo de las plumas, piernas y patas de color
púrpura, claudicación, ataxia, convulsiones y opistótonos. A la necropsia se
observa hígado y riñones aumentados de tamaño y pálidos. En caso de
cronicidad se presenta hígado pequeño firme y nodular, vesícula distendida,
hemorragias en riñones, páncreas y tejido subcutáneo de las piernas. Con
frecuencia se desarrolla hidropericardio y ascitis. Microscópicamente se
puede encontrar en hígado, a los hepatocitos aumentados de tamaño y con
citoplasma vacuolado, degeneración de los núcleos, proliferación y fibrosis
de los conductos biliares, flebitis leve, el páncreas presenta hinchazón
celular acinar, cariorexis, y el riñón con hemorragias.

Metabolismo y residuos

Las aflatoxinas se distribuyen en todo el cuerpo del animal en bajas


concentraciones y se eliminan con rapidez. En pollos de engorda, los
metabolitos de las aflatoxinas B1 y B2 llegan a concentraciones elevadas en
la molleja, hígado y riñón, la aflatoxina B1 se metaboliza en hígado a B2 y M1.
La aflatoxina B1 en pollos se excreta por bilis, orina y contenido intestinal. La
aflatoxina B1 y el aflatoxicol se acumulan en huevo, se deposita en los
músculos y sangre; la B1 se acumula en hígado y la M1 en riñón. Además la
aflatoxina B1 se dirige a los órganos reproductivos, transfiriéndose al huevo y
a la progenie incubada.

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Estudios experimentales

Se ha estudiado la progresión de la aflatoxicosis en pollos de engorda que


consumieron dietas con distintos niveles de aflatoxinas (0, 1.25, 2.5, y 5.0
ppm) durante tres semanas. Se prepararon las dietas tóxicas incorporando
polvo de arroz, el cual se sabe que contiene ciertas cantidades de
aflatoxinas (aunque no se analizó la cantidad presente de éstas en el polvo
de arroz), al mismo tiempo se incorporaron porciones de maíz y pasta de
soya. Se observó un significativo decremento en los anticuerpos en pollos
de seis días de edad con 5 ppm de aflatoxinas y con 2.5 ppm a los 17 días.
Las aflatoxinas inducen un incremento significativo en el peso relativo del
proventrículo, molleja, bazo y riñón. Conforme la aflatoxicosis progresó, se
desarrollo hepatomegalia debido a la acumulación de lípidos en este órgano.
El hematocrito y la hemoglobina disminuyeron significativamente a los 12
días con 5.0 ppm de aflatoxinas y con 2.5 ppm a los 21 días de edad.

Los niveles de albúmina y proteína total en el suero, bajaron


significativamente cuando las cantidades de aflatoxinas fueron de 5.0 y 2.5
ppm en pollos de tres y seis días respectivamente. También los niveles de
ácido úrico, triglicéridos y colesterol disminuyeron en el suero
significativamente. La mayoría de los autores coinciden, en que un indicador
de aflatoxicosis en pollos jóvenes, es la reducción de los niveles de
albúmina y proteína en el suero (Huff et al, 1986).

Signos clínicos

Los signos clínicos que se reportaron durante la aparición de la enfermedad


“X” en pavos son: anorexia, pérdida de peso, seguidos de depresión, ataxia
y recumbencia. Las aves afectadas murieron en un lapso de dos a tres
semanas y frecuentemente presentaron opistótonos, cuello arqueado,
cabeza invertida y piernas extendidas (Hamilton et al, 1972).

Se observó pobre pigmentación en pollos que recibieron alimento


contaminado con aflatoxinas, esto se debe al decremento en la absorción,
transporte y deposición de carotenoides de la dieta.

Lesiones

Se han descrito las lesiones que de forma experimental causa la


aflatoxicosis en pollos de 21 días de edad, a los cuales se les administraron
dietas con 0.2-3 ppm de AFB1 con periodos de recuperación de 10 días. Las
lesiones microscópicas fueron: vacuolización de los hepatocitos y depleción
linfoide de la médula de los folículos de la bolsa de Fabricio donde se

55
encontraron las primeras lesiones. Se observó una significativa reducción
del peso absoluto de la bolsa de Fabricio, bazo y timo con 3 ppm de AFB1.
(Espada et al, 1992).

Se presentó hematomas, congestión del bazo y de los riñones, cuando


los pollos recibieron durante dos a tres semanas 0.5 ppm en la dieta de
AFB1; en la cuarta semana el hígado estaba amarillo, sin brillo, edema en la
vesícula biliar y áreas de congestión multifocal en el riñón y edema
perirrenal. El examen histológico de hígado reveló congestión de sinusoides
hepáticos, hemorragias focales, vacuolización grasa citoplasmática
centrolobular y necrosis, hiperplasia biliar e infiltración linfoide. En riñones se
observó el epitelio renal con degeneración hidrópica (Asuzu and Shetty,
1986).

Cambios bioquímicos

Uno de los efectos más notables por el consumo continuo de niveles bajos
de aflatoxinas, es la alteración de los niveles de proteína en el suero debido
a la reducción en los valores de alfa y betaglobulinas y albúmina; las
gammaglobulinas se ven afectadas en un rango más amplio (Pier, 1973).

Se han realizado investigaciones sobre los efectos que causan las


aflatoxinas en las distintas concentraciones en las proteínas séricas. Tung
expuso, durante tres semanas a grupos de pollos con dietas con distintos
niveles de aflatoxinas, y observó que las proteínas totales del suero se
redujeron significativamente con una dosis de 1.25 partes por millón.

Las alfa y beta globulinas disminuyeron de 2.5 y 1.25 respectivamente.


La IgG se redujo con 2.5 ppm, y la IgM no se vio afectada con ningún nivel
de aflatoxina. En la mayoría de los grupos la proteína más sensible fue la
albúmina. La presencia de ciertas enzimas en el suero y el plasma se han
usado extensivamente como medida para determinar la toxicidad de las
aflatoxinas en los pollos. La alanin amino transferasa (ALT) y la aspartato
amino transferasa (AST) son enzimas hepáticas que se afectan como
consecuencia de la degeneración hepática provocada por aflatoxinas (Da
Falla et al, 1987).

Los parámetros hemáticos son severamente afectados por la


exposición a las aflatoxinas, ya que existe una disminución significativa en la
hemoglobina, y el volumen del hematocrito (Reddy et al, 1984). Alteraciones
en la coagulación con dietas con 2.5 ppm de aflatoxinas redujeron la
actividad de los factores VII, V y fibrinógeno; el factor X se vio afectado
cuando los niveles de aflatoxinas en la dieta fue de 5 a 10 ppm. Las

56
coagulopatías se reflejaron en elevado tiempo de protrombina, como
resultado de la disminución en la síntesis de los factores de la coagulación
por daño hepático. (Bababunmi y Bassir, 1982).

La actividad de algunas enzimas digestivas, la absorción de


compuestos carotenoides del tracto gastrointestinal y el metabolismo de
lípidos puede ser alterado por exposición de aflatoxinas.

Niveles de 0.625 ppm o más en la dieta produjeron síndrome de mala


absorción, caracterizado por esteatorrea, hipocaroteroidemia y
concentraciones bajas de sales biliares, lipasa pancreática, tripsina y
amilasa. (Osborne et al, 1982).

Cuadro 1
Dosis y tiempo de exposición de la aflatoxina B1 y lesiones o signos
que produce en el pollo de engorda

g/kg (ppb) Días de exposición Lesiones o signos

Disminución del índice de


14 56
producción
Hemorragias en hígado y
500 7
músculos del muslo
200 21 Anemia

Degeneración hepática, atrofia


500 28
bursal
Reducción del consumo de
1,000 35 alimento y retraso en el
crecimiento

2,500 17 Degeneración hepática

Aumenta el tamaño del


2,500 21
proventrículo, hígado, bazo y riñón

Necrosis hepática y renal severa


2,650 28
con hemorragias
Disminución de las proteínas
6,000 7
séricas totales
Leeson S. Poultry Met. Disorders & Mycotoxins, 1995.

57
Efectos de las aflatoxinas en la reproducción

Hafez et al, 1982 observó que aves que consumieron dietas con niveles de
AFB1 de 8.1 ppm o AFG1 con 1.6 ppm durante tres semanas, interrumpieron
la producción de huevo durante el experimento. En el examen histológico se
observó atresia folicular en hembras y ninguna lesión a nivel testicular en
machos y al parecer tampoco afecta el volumen ni la calidad espermática.

Efectos de las aflatoxinas en el sistema inmune

El efecto inmunosupresor causado por AFB1 se ha demostrado en pollos y


pavos, como en animales del laboratorio (Sharma, 1993). El mecanismo
exacto de inmunosupresión inducido por las aflatoxinas es desconocido. Los
efectos adversos sobre el complemento, interferón y proteínas del suero son
resultado de la inhibición de la síntesis de la proteína. Pier y Mc Loughlin en
1985 resumieron los efectos de las aflatoxinas en el sistema inmune como
sigue: las aflatoxinas dañan la inmunogénesis al suprimir la formación de
anticuerpos, la formación de substancias de tipo humoral no específicas
como complemento e interferón, y la fagocitosis por los macrófagos;
provocan aplasia tímica, la linfoblastogénesis y la migración de leucocitos.
También se observó una reducción de 25-38% de la bolsa de Fabricio (Virdi
et al, 1989).

4.2 Tricotecenos

Son producidos por Fusarium, el cual genera más de la mitad de los 100
tricotecenos. Se caracterizan por poseer un núcleo sesquiterpeno
tetracíclico con un anillo epóxido en los carbonos 12 y 13 en este último
radica la toxicidad.

Afecta principalmente al sistema hematopoyético y el aparato


gastrointestinal, disminuye el peso corporal, se presenta diarrea y emesis,
aumento de la permeabilidad de los vasos sanguíneos y alteración de la
morfología estructural del intestino. Lesiona la zona quimioreceptora de la
médula oblonga, por lo que se presentan signos nerviosos. Los signos
clínicos son anorexia, hemorragias, cambios hematopoyéticos por
destrucción de médula ósea, perturbación de la absorción de azúcares,
inhibición de la ATPasa (Na-K).

Esta toxina es genotóxica y teratogénica, causa inmunodepresión por


depleción del sistema linfoide, e inhibe la síntesis de proteínas, disminuye la
postura, rechazo al alimento contaminado, edema de pulmón y hemorragias
en aparato digestivo y renal.

58
Los tricotecenos son inhibidores potentes de la síntesis de proteínas;
algunos inhiben las síntesis de DNA y otros llegan a inhibir la síntesis de
lípidos estructurales.

Entre los tricotecenos más importantes en la industria avícola se


encuentran el T2, DAS (diacetoxiscirpenol), DON (deoxinivalenol) y nivalenol.
Estos tricotecenos son tóxicos de contacto, lo cual es una característica
utilizada en las placas de detección de bioensayo. La literatura rusa
menciona que los pollos con fusariotoxicosis redujeron su crecimiento,
tenían depresión y diarrea sanguinolenta. A la necropsia se reportó necrosis
de la mucosa oral, enrojecimiento de los restos de mucosa gastrointestinal,
áreas blancas irregulares en hígado, distensión de la vesícula, atrofia del
bazo y hemorragias viscerales.

La T2 provocó reducción en el crecimiento, lesiones vesiculares en


patas y piernas, ulceración de la mucosa oral cubierta de exudado caseoso.

La toxina T2, neosolanil, venucarol, fusarenon-X y crotocol fueron los


tricotecenos identificados en alimento almacenado, éstas originaron
alteraciones digestivas, reducción en el crecimiento, raquitismo, alteraciones
nerviosas, emplume anormal, defectos de la pigmentación y hemorragias en
pollos de engorda. Se identificaron concentraciones de micotoxina de 1-4
mg/kg. La infección de la bolsa de Fabricio fue una enfermedad concurrente.

En gallinas ponedoras se observa depresión, recumbencia, rechazo al


alimento, cresta y barbillas cianóticas. A la necropsia se encontró atrofia de
los ovarios y oviductos por causa de T2 y HT2.

Con T2 se han producido costras amarillas en la mucosa oral, y úlceras


subyacentes, plumas irregulares y desordenadas. A la necropsia se
observaron lesiones orales, hígados friables y amarillos, riñones hinchados
con uratos en los uréteres; exudado amarillo y ulceración focal de la mucosa
del buche, engrosamiento y rugosidad de la cubierta en la molleja, se
registraron con cantidades de T2 de 3 mg/kg de alimento. En gansos y patos
que consumieron cebada contaminada con T2 a razón de 25 mg/kg, a la
necropsia se observó necrosis y seudomembranas en el esófago,
proventrículo y molleja. Las lesiones microscópicas fueron necrosis de la
mucosa del primer tercio intestinal y degeneración del epitelio intestinal,
edema intersticial y necrosis del epitelio tubular del riñón.
Cuadro 2

59
Dosis y tiempo de exposición de la toxina T2 y lesiones o signos que
produce en el pollo de engorda

Días de
g/Kg (ppb) Lesiones o signos
exposición

4,000 7 Úlceras orales

4,000 21 Retraso en el crecimiento

Mal emplume, hemorragias


1,600 21
hepáticas

4,000 21 Atrofia bursal

400 28 Úlceras orales

Úlceras orales, retraso en el


8,000-16,000 11
crecimiento

Úlceras orales, reducción del


4,000-16,000 28
consumo de alimento

50,000-
28 Anemia, atrofia linfoide
300,000
Lesson S. Poultry Met. Disorders & Mycotoxins, 1995El deoxinivalenol
(DON o vomitoxina) provoca en aves rechazo al alimento.

Metabolismo y residuos

El hígado de las aves es el principal órgano donde se realiza el metabolismo


y la excreción de la toxina T2. En los pollos de engorda la T2 oral alcanza su
máxima concentración en hígado en cuatro horas, en bilis e intestino en 12
h, 82% de la toxina T2 y sus metabolitos se excretan del cuerpo en 48 horas.

60
4.3 Ocratoxinas

Estas toxinas son nefrotóxicas, producidas principalmente por Penicillium


viridicatum y Aspergillus ochraceous. Las ocratoxinas son compuestos
isocumarínicos unidos a la fenilalanina beta L y se designan A, B, C y D; y
los esteres etil y metil. La ocratoxina A es la más común y la más tóxica. La
ocratoxina provoca cambios renales como atrofia y degeneración de los
túbulos proximales dístales, así como fibrosis intersticial. Disminución de
peso, postración, caquexia, palidez del hígado y riñones, hipertrofia de la
vesícula biliar y congestión intestinal, mal estado general, decaimiento,
diarrea ocasional, postración y muerte. Reducción de la concentración renal,
hipertrofia del riñón, fragilidad intestinal, disminución del consumo y
producción de huevo, presencia de mitocondrias anormales en túbulos
contorneados distales y proximales y acúmulo de glicógeno en hígado. En
huevo se presentan manchas de color amarillo, reducción del peso
especifico, fragilidad e incremento del porcentaje de huevos manchados de
sangre y heces.

Química sanguínea

Se registra aumento de la actividad de la fosfatasa alcalina sérica (FAS),


disminución de carotenoides en plasma, inhibición de la coagulación
hepática, aumento en el tiempo de protrombina, hipoproteinemia,
disminución de la concentración de hierro sérico y porcentaje de saturación
de transferrina, disminución del calcio sérico y fosfato inorgánico.

Hematología

Se observa leucopenia, disminución del hematocrito y hemoglobina, anemia


ferropriva hipocrómica microcítica.

Sistema inmune

Regresión de la población de células linfoides de la bolsa de Fabricio, bazo,


timo y tonsilas cecales, disminución de la actividad fagocítica y locomotora
de los monocitos, y de las células con inmunoglobulinas de órganos
linfoides.

Metabolismo y residuos

Las ocratoxinas se distribuyen principalmente en los riñones y en menor


concentración en hígado y músculo. La vida media biológica en pollos, es
cercana a las 4 h y la eliminación de los tejidos casi se completa en 48 h. La

61
ocratoxina A también se distribuye al huevo tanto en la clara, como en la
yema.

4.4 Citrinina

Es producida a partir de Penicillium citrinum, el cual generaba un compuesto


con propiedades antibióticas. Posteriormente se descubrieron sus efectos
nefrotóxicos; provoca aumento del consumo de agua y excreción de orina,
disminución del crecimiento y pérdida del peso corporal, diarrea, hipertrofia
renal y ligera hepatomegalia. Degeneración y necrosis de las células
epiteliales de los túbulos renales, infiltración grasa, dilatación y obliteración
de la luz del glomérulo, nefritis y necrosis renal, focos de necrosis y
hemorragias en hígado, necrosis y depleción de órganos linfoides (bolsa de
Fabricio, bazo, timo y tonsilas cecales), cambio en la morfología del intestino
medio y enteritis hemorrágica.

Pollo y gallina. En pollos dosis de 62.5 hasta 500 ppm por vía oral
causaron reducción en el peso corporal, aumento en la conversión
alimenticia y reducción en el consumo de alimento; estos efectos se
observaron aproximadamente tres semanas después de iniciada la
administración de la toxina y en menor tiempo, mientras más alta fue la
dosis.
Cuadro 3

Principales órganos que afectan las micotoxinas

Órgano que afecta Otros órganos


Micotoxina
principalmente lesionados
Aflatoxina Hígado Riñón, estómago
Tricotecenos (T2) Boca Estómago, hígado
Ocratoxina Riñón Hígado
Citrinina Riñón Hígado

4.5 Oosporeína

Este compuesto es un metabolito dibenzoquinona rojo, tóxico de


Chaetomium spp, que produce gota, nefrotóxicidad y elevada mortalidad.

62
La oosporeína junto con la citrinina, ocratoxina y T2 forman parte del
grupo de las nefrotoxinas. Aunque la oosporeína se considera también una
neurotoxina por su actividad sobre el sistema nervioso.

Toxicidad

En un estudio comparativo de la toxicidad del maíz contaminado por


Chaetomium y varias formas químicas de oosporeína en pollos de engorda;
la necropsia reveló extensiva gota visceral y articular, riñones agrandados y
pálidos, deshidratación, agrandamiento proventricular y necrosis de la
mucosa, y decoloración negruzca de la molleja.

La toxicidad de oosporeína purificada ha sido investigada únicamente


en aves, se determinó que la dosis letal oral (DL50) de oosporeína en pollos
de un día de edad es de 6.12 mg/kg de peso corporal. Lo que sugiere que la
oosporeína puede ser tan tóxica como la aflatoxina B1.

La producción de huevo y el consumo de alimento se reducen hasta el


grado de ocasionar nefrotoxicidad y gota.

4.6 Ergotamina

Es una micotoxina causada por Claviceps purpúrea, el metabolito producido


por este hongo es la ergotamina, afecta a animales Leghorns. Es conocida
como dermatitis vesicular y enfermedad del césped. Se observan lesiones
vasoconstrictoras, se presentan como coalescencia de vesículas con
distensión de líquido en la cresta y las barbillas, cara y párpados, que se
rompen para formar costras. Las crestas y barbillas se llegan a atrofiar de
manera permanente y se desfiguran.

Las vesículas se forman en las piernas, en la parte superior y a los


lados de los dedos, éstas se rompen y forman úlceras (Perek M.1958).

En aves de engorda sólo cantidades traza de tartrato de ergotamina se


acumulan en los tejidos, cuando se alimentan con concentraciones de 800
mg/kg de alimento. Cerca de 5% del alcaloide se excreta sin cambios, y de
15 a 20% se elimina como mezcla compleja que contiene hasta 16 posibles
metabolitos.

63
4.7 Zearalenona

La zearalenona y el zearalenol son metabolitos producidos por los hongos


del género Fusarium. Se les ha reconocido actividad biológica en varias
especies, especialmente actividad estrogénica.

Se considera que provoca efectos detrimentales en la producción, baja


la producción de huevo, pero no la fertilidad, incubabilidad o rendimiento de
la progenie.

Las gallinas afectadas presentan ascitis, quistes en el oviducto y


distensión del mismo con material fibrinoso. En el estudio histopatológico se
observa que los quistes son de tipo caseoso acompañados de respuesta
inflamatoria crónica. En el alimento de las aves afectadas con esta toxina
se detectaron concentraciones de 500-5000 μg/kg (ppb).

Metabolismo y residuos

El peligro para la salud pública por los residuos en los tejidos comestibles
del pollo de engorda es bajo, ya que la zearalenona se distribuye
principalmente en hígado y vesícula y se excreta en las heces. Los residuos
en el músculo, grasa abdominal, piel y corazón son transitorios.

4.8 Fusarocromanona

La fusarocromanona se ha asociado a la discondroplasia tibial que se puede


deber a otros factores como el rápido crecimiento, predisposición genética,
factores de manejo y nutricionales.

4.9 Fusarina

Las aves que consumen maíz contaminado con este hongo reducen el
índice de postura y retrasan los picos de producción. El consumo
intermitente de ésta además cursa con diarrea, heces obscuras con
alimento sin digerir, huevo con cascarones manchados con sangre.

4.10 Ácido ciclopiazónico (CPA)

Es un metabolito frecuente de Aspergillus flavus; se cree que algunas


lesiones características de la enfermedad “X” de los pavos en el Reino
Unido en 1959, pudieron haber sido provocadas por el CPA. El cual en
pollos provoca alteración en la conversión de alimento, disminución en la
ganancia diaria de peso y mortalidad. Las lesiones se pueden observar en el

64
proventrículo, molleja, hígado y bazo. El proventrículo se dilata y se
engruesa la mucosa por hiperplasia y ulceraciones, se observa necrosis en
la mucosa de la molleja.

El hígado y el bazo contienen numerosos focos amarillos de necrosis e


inflamación. Los residuos de CPA en los músculos de pollos pueden
detectarse en concentraciones de 14%, hasta 48 h después.

4.11 Esterigmatocistina

Es un precursor biogénico de la aflatoxina B1, es hepatotóxico y


hepatocarcinógeno, su ingestión provoca reducción de 15-25% de la
producción de huevo y palidez en el huevo de cascarón rojo.

4.12 Rubratoxina

La A y B son hepatotóxicas, producidas por Penicillium rubrum, los pollos


que consumen alimento contaminado con este hongo presentan diarrea
sanguinolenta. A la necropsia se observan hemorragias en músculos y
vísceras, erosiones y sangre en proventrículo y molleja.

La intoxicación mortal y aguda provoca lesiones macroscópicas


manifestadas con manchas rojas, congestión en hígado y riñón. La
rubratoxina en la dieta ocasiona alteraciones en el crecimiento,
agrandamiento del hígado y atrofia de la bolsa de Fabricio.

4.13 Interacciones micotoxinas-infecciones micóticas

La ocurrencia concomitante de aflatoxicosis y aspergilosis pulmonar es


frecuente, se presenta con mortalidad de más de 50%, y ambas predisponen
la presentación de inmunosupresión, y por lo tanto, de enfermedades
secundarias.

4.14 Interacciones micotoxinas-nutrientes de la dieta

Las interacciones micotoxinas-nutrientes constituyen un área compleja de


estudio, cuyo aporte al conocimiento de los efectos de las micotoxinas tiene
especial significado. En este campo, los mayores esfuerzos de estudio se
han realizado con aflatoxina, por ser la micotoxina más estudiada hasta el
momento, en términos de su naturaleza química, mecanismo de acción,
cinética y efectos producidos.

Interacciones micotoxinas-nutrientes en la digestión

65
Interacciones micotoxinas-lípidos

En primer término, los efectos de las interacciones aflatoxinas-nutrientes han


mostrado un deterioro de la digestión, acompañado de disminución de la
actividad de las enzimas digestivas, lo cual ha constituido el eje de
convergencia para tratar de explicar las interacciones micotoxinas-nutrientes
que se producen en el proceso de digestión de los alimentos. En este
sentido, las interacciones micotoxinas-lípidos de la dieta son las
responsables de ocasionar las principales manifestaciones de desorden
digestivo, que resultan como consecuencia del efecto inhibitorio que tienen
muchas micotoxinas sobre las enzimas digestivas como consecuencia de
sus efectos adversos sobre la síntesis de proteína.

Estas manifestaciones son producto de la alteración del proceso de


digestión de las grasas, lo cual se expresa en un síndrome de mala
absorción, donde la presencia de lípidos en heces es la principal evidencia
del mismo.

Las interacciones aflatoxina-lípidos se dejaron notar en los estudios


conducidos por Smith y Hamilton (1970), quienes encontraron
pancreatomegalia y esteatorrea en pollos con aflatoxicosis acompañada de
deficiencia de lipasa pancreática. La esteatorrea fue explicada con base en
la pobre digestión de lípidos. Sobre este aspecto, los estudios de Smith et al
(1971) y Hamilton et al (1972), no mostraron un efecto benéfico con el
incremento de los lípidos dietarios a fin de compensar el síndrome de mala
absorción, causado por la disminución de la habilidad para digerir lípidos.
Estos estudios fueron sustentados más tarde por los hallazgos de Osborne y
Hamilton (1981a); concluyéndose que la pancreatomegalia ocurre como un
mecanismo compensador del efecto depresor que la aflatoxina tiene sobre la
producción de enzimas digestivas.

Posteriormente, los resultados de Osborne y Hamilton (1981b)


reforzaron esta hipótesis al encontrar en pollos de engorda, inhibición de la
actividad de las enzimas pancreáticas: α-amilasa, lipasa y tripsina
(unidades/g de peso seco) se incrementa la dosis de aflatoxina utilizada
(1.25; 2.50; 5 y 10 mg de aflatoxina/g de dieta). Así, las interacciones
aflatoxina-lípidos se ponen de manifiesto con base en el deterioro de la
digestión a consecuencia del efecto inhibitorio de aflatoxina sobre las
proteínas y en consecuencia sobre las enzimas digestivas, aunado al efecto
adverso sobre la concentración de la bilis. Sobre este último punto se debe
recordar que, en condiciones normales, la bilis constituye el principal agente
saponificador de las grasas, lo que le imparte un rol de especial significancia
en la digestión de estos compuestos. Bajo condiciones de aflatoxicosis la

66
bilis se diluye significativamente perdiendo su función de facilitar la digestión
de este nutriente.

Otros estudios han sido dirigidos a evaluar el efecto de las


interacciones T2-lípidos y de ocratoxina-lípidos en el proceso de la digestión
de los nutrientes (Osborne et al, 1982). La T2 ha mostrado en pollos de
engorda, síndrome de mala absorción con esteatorrea y disminución de la
actividad de las enzimas digestivas cuando es suministrada en
concentraciones más elevadas a las requeridas para inhibir el crecimiento;
este efecto adverso es de menor intensidad que el causado por aflatoxinas.
En el caso de ocratoxina, se ha dejado notar un cuadro de
hipocarotenoidemia como evidencia del síndrome de mala absorción sin
manifestaciones de interacción ocratoxina-lípidos en el proceso de digestión.

La evidencia patológica más consistente en las interacciones


aflatoxina-lípidos, se refiere a la instauración de un proceso de degeneración
grasa en hígado. En aves, se sabe que la aflatoxina produce reducción
significativa de los lípidos en sangre, lo que aunado a la condición de
acumulación de lípidos en el hígado, permite inferir un efecto de inhibición
general del transporte de lípidos a consecuencia de esta toxina. A esta
condición se le suma la reducción marcada de la actividad de los sistemas
microsomal y citosol en el hígado, viéndose comprometida la síntesis de
ácidos grasos. Esta evidencia sugiere que la aflatoxina afecta la síntesis de
lípidos al interpretar la síntesis de enzimas involucradas en el metabolismo
lipídico.

Interacciones micotoxinas-proteínas

Los resultados de estudios sobre este aspecto muestran la acción adversa


de las aflatoxinas sobre el crecimiento de las aves y letalidad en otras
especies, misma que puede ser minimizada por el incremento de proteína
dietaria, lo que hace pensar que existe algún tipo de interacción micotoxina-
proteína que reduce la disponibilidad de las mismas. Se conoce muy poco
de las posibles interacciones de las micotoxinas-aminoácidos, no obstante
se sabe que el efecto adverso se produce sobre la digestión de las proteínas
y no así sobre la absorción de los aminoácidos; destacándose el aumento
significativo en la velocidad de absorción de metionina en aves afectadas
por aflatoxina (Wyatt, 1997). Sobre este sustento cobra especial interés la
suplementación con aminoácidos limitantes tal como la L-metionina, ya que
su absorción no estaría comprometida y puede ser utilizada en el
metabolismo de la síntesis de proteína corporal.

67
La aflatoxina incrementa los requerimientos de metionina, principal
aminoácido limitante en las aves, y es posible que al verse comprometida la
digestión de proteínas se produzca un efecto aditivo con la aflatoxina,
deprimiéndose significativamente el crecimiento. Se desconoce el
mecanismo específico por el cual el incremento de los niveles de proteína en
la dieta, por arriba del requerimiento, minimiza la disminución del
crecimiento causada por aflatoxina en pollos de engorda.

Interacciones micotoxinas-carbohidratos

Este tipo de interacción ha sido poco estudiado. En pollos, las evidencias


que se tienen hasta el momento, señalan que la ocratoxina causa
incremento de glucógeno hepático (Tucker y Hamilton, 1971), con
evidencias de alteración de las enzimas que regulan el catabolismo del
glucógeno y el proceso de neogénesis, interfiriéndose la utilización del
almidón.

Interacciones micotoxinas-vitaminas liposolubles

Los estudios realizados en este campo, hacen pensar que no existe una
respuesta minimizadora de los efectos adversos de las micotoxinas al
incorporar vitaminas A, D, E o K por arriba de los niveles recomendados en
dietas para aves. En el caso específico de aflatoxina, se cree que
posiblemente ésta eleve los requerimientos para algunas vitaminas
liposolubles, sin embargo la magnitud del incremento de los requerimientos
podría ser compensada por la cantidad de estas vitaminas incorporadas en
la dieta, las cuales suelen administrar en niveles mayores a los
requerimientos mínimos.

Interacciones micotoxinas-vitaminas hidrosolubles

Se conocen las interacciones aflatoxinas-riboflavina, las cuales han sido


explicadas a través de varias hipótesis dentro de las que destacan:

a) En presencia de aflatoxicosis la absorción de riboflavina se


afecta (Hamilton et al, 1974).

b) En condiciones de deficiencia de riboflavina, la habilidad del


hígado para metabolizar xenobióticos se encuentra reducida
marcadamente (Patel y Pawar, 1974), lo que sugiere que en
situaciones simultáneas de aflatoxicosis y deficiencia de
riboflavina la habilidad del animal para poner en marcha los
mecanismos de desintoxicación podría verse afectada.

68
La interacción aflatoxina-tiamina ha mostrado, contrariamente a las
interacciones de aflatoxina con otras vitaminas del complejo B, un efecto
positivo. Así, la deficiencia de tiamina pareciera tener un efecto protector
contra aflatoxicosis (Hamilton et al., 1974), lo cual ha sido explicado con
base en que la aflatoxina en pollos, inhibe el metabolismo de lípidos
(Donaldson et al., 1972), mientras que la deficiencia de tiamina lo estimula
(Thornton y Schutze, 1960). Se conoce que la deficiencia de tiamina altera
el metabolismo de carbohidratos en forma adversa, al no disponer de
concentraciones adecuadas de pirofosfato de tiamina en el ciclo del ácido
tricarboxílico para la producción de energía. Este efecto promueve el empleo
de lípidos de depósito, con fines de cubrir la demanda energética del
organismo.

En relación con las interacciones aflatoxina-biotina, la suplementación


de ésta en condiciones de aflatoxicosis produce un efecto benéfico que se
traduce en la disminución o en la prevención de la acumulación de lípidos en
hígado (Bryden et al., 1979). Sobre este aspecto se debe recordar la
importancia que tiene esta vitamina en el metabolismo de los ácidos grasos.

Por otra parte, los resultados de algunas investigaciones han hecho


notar, que altos niveles de vitamina A pueden interferir con el efecto
benéfico de la biotina en presencia de aflatoxina, lo que ha conducido al
planteamiento de la ocurrencia de una triple interacción: aflatoxina-vitamina
A-biotina.

Los resultados en este campo indican que la aflatoxicosis en pollos


causa reducción de las concentraciones de riboflavina, tiamina, biotina,
piridoxina, ácido pantoténico, niacina y colina en plasma, bilis e hígado. En
el caso del ácido fólico, éste se ha presentado en altos niveles en plasma, lo
cual se ha interpretado como respuesta compensatoria a la anemia inducida
por la aflatoxina.

Interacciones micotoxinas-minerales

Se ha demostrado que la aflatoxina puede causar anemia, sin haberse


establecido claramente los procesos metabólicos que la producen. Se sabe
que la anemia por aflatoxicosis es de tipo hemolítico, los pollos jóvenes son
los más afectados, ya que el metabolismo del hierro se altera
significativamente sin responder a las elevadas demandas del animal
originada por su rápido crecimiento.

Esta situación se ve reforzada por el efecto adverso de la aflatoxina


sobre la síntesis de proteínas, y entre ellas las proteínas plasmáticas, tales

69
como la transferrina, proteína transportadora de hierro, comprometiéndose
el transporte de hierro, lo que ocasionaría anemia por deficiencia de este
mineral (Hamilton et al., 1973, Huff et al., 1986). Los estudios con aflatoxina
han mostrado que la suplementación con hierro no corrige la anemia, ya que
las proteínas involucradas en los procesos de absorción, metabolismo y
transporte no están disponibles en aflatoxicosis.

Existe evidencia que indica que la aflatoxina ocasiona interacción


aflatoxina-zinc y aflatoxina-cobre, cuyos efectos se manifiestan en la
disminución del zinc a nivel hepático y en el incremento de cobre en plasma;
requiriéndose estudios profundos sobre la significancia clínica de estas
interacciones.

Las interacciones micotoxinas-nutrientes conducen a un cuadro


patológico complejo con importantes efectos que deterioran el índice de
conversión alimenticia. Este hecho se sustenta en las interferencias que
muchas micotoxinas causan sobre los procesos de digestión, metabolismo y
transporte de los nutrientes, lo cual es consecuencia directa de la acción
adversa de estas toxinas sobre la síntesis proteica.

Como resultado, se propician en el organismo condiciones favorables


para que se generen disturbios nutricionales, inmunológicos y fisiológicos,
entre otros, los cuales afloran como un síndrome patológico complejo,
relacionado de manera:

➢ Directa. Con factores intrínsecos representados en este caso por el


tipo, dosis y tiempo de exposición a la o las micotoxinas presentes en
el alimento.

➢ Indirecta. Con factores extrínsecos involucrados con todos los


eventos capaces de provocar una respuesta en el animal, tales
como: genética, alimentación, salud, manejo y ambiente. Ambos
interactuan simultáneamente y conducen a la expresión clínica o
subclínica de micotoxicosis.

4.15 Principios que caracterizan a las micotoxinas


1) Con frecuencia determinan problemas en veterinaria; cuya
causa exacta no se identifica con facilidad.
2) Los trastornos no son transmisibles de un animal a otro (no
infecciosos, ni contagiosos).

70
3) El tratamiento con fármacos o antibióticos generalmente tiene
poco efecto sobre el curso de la enfermedad y la estimulación
antigénica resulta escasa o nula.
4) Los brotes de campo suelen ser estacionales y asociados con
una determinada secuencia climática.
5) Los estudios las relacionan con un alimento en particular.
6) El examen del alimento sospechoso revela síntomas de
actividad fungal.

4.16 Técnicas de análisis y diagnóstico

Existen dos procedimientos para la detección y la determinación de


micotoxinas: el biológico y el químico. Los métodos biológicos pueden ser
útiles para separar las micotoxinas conocidas, de las desconocidas. Como
ejemplo, cabe mencionar que esos métodos han desempeñado un papel
importante en el descubrimiento inicial de las aflatoxinas (Carnaghan, 1963).
No obstante, cuando se sospecha cuál o cuáles micotoxinas se tienen que
buscar, es preferible realizar ensayos químicos, ya que estos son más
específicos, rápidos, reproducibles y tienen límites de detección más bajos.

Bioensayos

Por lo general son cinco las categorías de organismos que se usan en los
sistemas de bioensayos, Watson, 1982, mencionó la utilidad de éstos para
detectar micotoxinas:

a) Microorganismos
b) Animales acuáticos
c) Animales terrestres
d) Sistemas de cultivo de tejidos y órganos
e) Plantas

Los organismos más utilizados para la detección de micotoxinas son


patitos recién salidos del cascarón y embriones de pollo. En el ensayo
biológico original ideado durante la epidemia de la “enfermedad X de los
pavos”, se utilizaban patitos recién salidos del cascarón para determinar la
presencia de aflatoxina aislada de alimentos sospechosos, que produce
hiperplasia en el conducto biliar, como respuesta de medida específica. La
dosis más pequeña, de 0.4 mg administrada durante cinco días, representa
el mínimo necesario que ocasiona lesiones detectables en el conducto biliar.
En el ensayo de embrión de pollo, se introduce una pequeña cantidad del

71
extracto, mediante una jeringa, al lado de un saco aéreo. Transcurridas de
dos a cuatro semanas de incubación, se cuenta el número de
sobrevivientes. Este ensayo al parecer es uno de los más sensibles
sistemas de bioensayo para micotoxinas, además es reproducible y
especialmente útil para el ensayo de la aflatoxina B1, debido a que se
observan lesiones físicas en el embrión de pollo en niveles subagudos. Sin
embargo lo extenso del periodo de incubación lo hace de los bioensayos
más lentos. Cuando se trata de separar tricotecenos, que es un grupo de
micotoxinas que muestran actividad en la dermis, el ensayo en la piel de
animales de laboratorio ha resultado útil. Se aplican extractos de productos
sospechosos y de cultivos en la piel erosionada de conejo o de rata, y se
inspecciona durante algunos días. La aparición de eritema, edema y
necrosis indica presencia de tricotecenos en el extracto.

La ventaja de utilizar cultivos celulares para determinar micotoxinas


radica en que bajas concentraciones pueden dar una respuesta perceptible.
Como material de ensayo se emplean cultivos de células de hígado, riñón y
músculo. El ensayo in vitro se realiza añadiendo al medio de cultivo
extractos de productos sospechosos o cultivos de hongos. El cultivo se
observa durante varios días, en intervalos determinados para verificar el
grado de citotoxicidad, así como los efectos citogenéticos y los cambios
morfológicos. Una limitante de los cultivos celulares, la constituye al parecer,
el hecho de que, muchos de los medios de cultivos son utilizados para aislar
hongos tóxicos, y por lo tanto no pueden servir de control.

Ensayos químicos

Todos los métodos de análisis químico para descubrir y determinar


micotoxinas contienen operaciones básicas como:

72
Muestreo

Extracción

Lavado del extracto

Concentración

Separación de los componentes del extracto

Detección y determinación

Confirmación de la identidad

Extracción

Las micotoxinas se extraen con solventes orgánicos, tales como, el


cloroformo, diclorometano, acetonitrilo, acetato de etilo, acetona y metanol.
El contacto entre el solvente y el sustrato sólido se realiza ya sea en un
tiempo breve (1-3 min) en un mezclador de gran velocidad, o durante un
periodo más largo (30 min) al agitar un matraz. Los líquidos pueden
extraerse en un embudo de separación.

Lavado

Se realiza por lavado en columna, extracción líquido-líquido, y/o con


precipitación de impurezas. La elección del procedimiento de lavado puede
depender del método utilizado para detectar y determinar el límite de
detección requerido, la velocidad de análisis y la recuperación.

Los extractos que han sido lavados se concentran por evaporación del
solvente, en un evaporador rotatorio o de presión reducida, o mediante un
baño de vapor al mismo tiempo que el extracto se mantiene en una corriente
de nitrógeno. El residuo se disuelve de nuevo en un pequeño volumen de
solvente, se transfiere cuantitativamente a un vial pequeño, y se completa el
volumen hasta obtener un valor especificado, de acuerdo con la toxina y las
operaciones finales de separación y detección que vayan a utilizarse.

73
Separación, detección y determinaciones finales

Con mucha frecuencia se aplican procedimientos cromatográficos, con base


en los principios físicos de separación. Estos procedimientos se emplean
combinados con la determinación visual o instrumental de la micotoxina o
micotoxinas de interés. Sin embargo, los procedimientos inmunoquímicos,
que se sustentan en complejos principios bioquímicos de enlace y selección,
están ganando terreno rápidamente en la investigación de las micotoxinas.

Procedimientos cromatográficos

Los procesos cromatográficos implican la partición de solutos en dos fases;


una estacionaria (estrato cromatográfico) y una móvil (líquido o gas), que
lleva consigo a través del estrato cromatográfico las sustancias que van a
separarse. La fase estacionaria retarda, más o menos, el avance de las
sustancias por el estrato de acuerdo con sus propiedades fisicoquímicas, de
modo que pueda conseguirse la separación de los componentes. Para los
análisis de micotoxinas se distinguen los siguientes tipos de cromatografía:

a) Cromatografía en columna abierta

b) Cromatografía en capa fina

c) Cromatografía líquida de alto rendimiento

d) Cromatografía de gases

Los estudios cromatográficos se utilizan principalmente para la


detección de aflatoxinas, a excepción de la cromatografía de gases, que se
usa para determinar tricotecenos.

a) Cromatografía en columna abierta

Los métodos en minicolumna requieren poco tiempo y equipo sencillo. Esto


los hace adecuados para realizar ensayos de separación, aunque tienen
ciertas limitaciones, como dificultad para la interpretación de la imagen
cuando se aplican a la columna extractos “sucios”, que contienen
compuestos fluorescentes diferentes a los de la toxina de interés; lo que
puede dar resultados falsos positivos. Los métodos de minicolumna son
semicuantitativos y por lo general tienen un límite de detección más elevado,
menor sensibilidad, facultad de separación y selectividad, en comparación
con el empleo de los procedimientos de cromatografía de capa fina y de
cromatografía líquida de alto rendimiento.

74
b) Cromatografía de capa fina (CCF)

La cromatografía de capa fina (CCF) es una técnica segura, relativamente


sencilla y utilizada con frecuencia todavía para la determinación de
micotoxinas, en especial por su aplicación bidimensional, misma que ofrece
buena resolución y límites bajos de detección. Las ventajas especiales de la
cromatografía de capa fina son: la posibilidad de realizar procedimientos de
la derivación in situ para confirmar la presencia de micotoxinas; la facultad
para almacenar las placas para interpretación posterior y el hecho de que el
analista tiene cierto “contacto” con el resultado de la separación. Algunos de
los ejemplos de los procedimientos que se han realizado para el análisis de
micotoxinas en CCF son: el método de Van Egmond (1980), para la
determinación de esterigmatocistina en el queso, el método de Stubblefield
(1981), para la identificación de aflatoxinas en tejidos animales, y el método
de Paulsch (1982), para la ocratoxina A en el riñón de cerdo.

c) Cromatografía líquida de alta resolución (CLAR o HPLC)

La CLAR tiene ciertas limitaciones, aunque la resolución es mucho mejor


que la que se obtiene mediante el uso de la cromatografía de capa fina. El
costo del equipo para la CCF, excepto los densitómetros, es relativamente
barato en comparación con el costo del instrumental necesario para la
CLAR, además de la experiencia y capacitación del personal que se
requiere para el uso de esta técnica.

d) Cromatografía de gases (CG)

La determinación química de los tricotecenos por CCF y CLAR es difícil, ya


que estos compuestos carecen de propiedades fluorescentes y no se
absorben notablemente en la banda ultravioleta. Pese a que se han ideado
métodos de CCF que utilizan reactivos de visualización, los límites de
detección son relativamente elevados comparados con los del CG que
permite detectar y cuantificar la mayoría de los tricotecenos más comunes.

Procedimientos inmunoquímicos

Los procedimientos inmunoquímicos se basan en principios completamente


diferentes a los que se siguen en los procedimientos cromatográficos. Los
procedimientos inmunoquímicos implican el enlace reversible entre
antígenos y anticuerpos selectivos, que dan origen a un complejo
antígeno-anticuerpo (Ag-Ac) específico. La producción de anticuerpos se
puede inducir con la aplicación de un inmunógeno en los animales de
ensayo. Luego se obtiene antisuero de la sangre. Las micotoxinas tienen

75
generalmente un peso molecular demasiado pequeño para producir
directamente anticuerpos al administrarse a los animales; son denominados
haptenos y tienen que conjugarse por covalencia con proteínas para que
ocurra la inmunización.

Es importante saber que se han producido antisueros contra ciertas


micotoxinas (en partícular las aflatoxinas, Chu, 1983). Algunos de éstos se
encuentran en el mercado, aunque únicamente forman parte de un equipo
de ensayo.

Las técnicas clásicas de inmunoanálisis se basan en la interacción


entre antígenos nativos y anticuerpos específicos, que causan la
precipitación del complejo antígeno. Esta precipitación es la medida de la
cantidad de antígeno o anticuerpo, y es apropiada para medir
concentraciones de antígeno. Cuando el antígeno está presente en
cantidades pequeñas, como sucede comúnmente en el caso de las
micotoxinas, se tiene que utilizar antígeno marcado para medir
indirectamente la formación del complejo. El marcado puede ser por una
enzima, un isótopo radiactivo o algún otro componente que pueda ser
detectado y cuantificado.

Para realizar el ensayo inmunoenzimático, el enlace reversible entre el


antígeno y el anticuerpo desempeña una función central, como ocurre con
todos los procedimientos inmunoquímicos. La formación del complejo Ag-Ac
puede medirse indirectamente con el empleo del antígeno marcado con
enzimas en competencia. La cantidad de enzima es una medida de la
cantidad del complejo Ag-Ac. En la actualidad, la mayoría de los ensayos
inmunoenzimáticos para la determinación de micotoxinas son de tipo ensayo
inmunoabsorbente por acoplamiento enzimático (ELISA), la cual es una
prueba que emplea para la detección de aflatoxina B1, M1, ocratoxina A,
esterigmatocistina y T2. El radioinmunoensayo (RIA) probablemente no
llegue a ser una técnica importante en la determinación de micotoxinas,
debido a los inconvenientes que encierra el trabajo con materiales
radiactivos.

76
Cuadro 4
Técnicas de diagnóstico de micotoxinas

Campo de Límites de Costo Posibilidad de


Tipo de prueba Sensibilidad
aplicación detección equipo automatización
Bioensayo Limitado Baja Altos Bajo No
Minicolumna Limitado Moderada Moderados Bajo No
Cromatografía
Amplio Alta Bajos Bajo No
de capa fina
Cromatografía
líquida de alta Amplio Alta Bajos Alto Parcial
resolución
Cromatografía
Limitado Alta Bajos Alto Parcial
de gases
ELISA Limitado Moderada Bajos Alto Sí
RIA Limitado Moderada Bajos Bajo Sí
Lámpara UV Aflatoxina Baja Altos Bajo No
Manuales de control de la calidad de los alimentos. Capacitación en el análisis
de micotoxinas, Roma, 1991.

Cuadro 5

Integración del diagnóstico de micotoxicosis

Malos parámetros Hallazgos a la


productivos necropsia
Inmunodepresión

Enfermedades
Química sanguínea secundarias

Histopatología

Toxicología

Descartar enfermedades
diferenciales
Micotoxicosis

77
4.17 Prevención, control, tratamiento y detoxificación

La contaminación de alimentos por aflatoxinas es inevitable, particularmente


en áreas tropicales donde la temperatura ambiente y la humedad favorecen
el desarrollo de hongos como Aspergillus, y por lo tanto la producción de las
micotoxinas. Por esta razón, se han desarrollado estrategias para controlar
los efectos de las micotoxinas, como son: el uso de suplementos dietéticos,
prevención por selección genética y detoxificación de las micotoxinas
contaminantes de los alimentos mediante el uso de métodos físicos o
químicos. La suplementación dietética con antioxidantes naturales y
sintéticos, vitaminas liposolubles, selenio, aminoácidos sulfurados, glutatión
inducen la actividad del sistema microsomal enzimático, también se han
utilizado antibióticos para neutralizar el efecto adverso de las aflatoxinas. Se
considera que los incrementos en los niveles de proteína cruda de la dieta
proporcionan un efecto protector contra aflatoxinas, además de adicionar
niveles extra de riboflavina, piridoxina, ácido fólico y colina (Johri et al.,
1990). Aunque estos tratamientos han mostrado resultados positivos
experimentales, el costo económico en campo es muy elevado.

La mayoría se basan en ácidos grasos de cadena corta, como el ácido


propiónico, benzoico y fórmico. Se ha comprobado su efecto benéfico en
relación con la inhibición del desarrollo fungal, sin embargo no matan al
hongo, ni a sus esporas. Por otro lado, la inhibición en el desarrollo fungal
es independiente de la presencia de micotoxinas, dado que éstas pueden
ser producidas antes del uso del fungostático. Además, los funguicidas son
afectados por otros factores inherentes a la elaboración del alimento. El pH
repercute en la actividad de los ácidos, mientras que las proteínas presentes
en las materias primas (pasta de soya, harina de pescado, harina de carne)
pueden llegar a neutralizar ácidos libres.

Los métodos prácticos para eliminar micotoxinas de los alimentos a


gran escala y de manera efectiva no están del todo disponibles, sólo se han
mencionado una gran variedad de métodos físicos, químicos y biológicos
para este fin, y a continuación se comenta sobre inhibidores de hongos.

Inhibidores de hongos

Se realizó una prueba en sorgo con 15.8% de humedad, esta muestra se


dividió en ocho submuestras (1kg), una de ellas se utilizó como control y a
las siete restantes se les adicionaron inhibidores comerciales (con base en
ácido propiónico) de hongos a una dosis de 1 kg/ton de grano. Las
submuestras se almacenaron a temperatura ambiente y cada semana se
realizó un conteo total de hongos, durante un periodo de nueve semanas. El

78
conteo se redujo desde la primera semana con el uso del inhibidor,
comparado con el control. El Myco-curb y el Free-mold permitieron menor
crecimiento de hongos; los resultados obtenidos demuestran que estos
productos actúan como inhibidores del crecimiento de hongos, y su poder
residual protege cuando menos durante dos meses.

Degradación térmica de micotoxinas

Las aflatoxinas son bastante estables al calor. En aceite de cacahuate o de


maíz requieren hasta 250 °C para degradar aflatoxinas B1 ( AFB1). Sin
embargo, la humedad es un factor que combinado con el calor incrementa la
degradación de AFB1. Por ejemplo, cuando se utilizaron 100 °C de
temperatura, con 30% de humedad durante 2.5 h, se logró degradar hasta
50% de AFB1.

La ocratoxina A (OA) es bastante estable cuando se somete a las


condiciones requeridas para el autoclave, es decir, 121 °C, 15 libras de
presión durante 20 min; éstas mismas condiciones durante 3 h no fueron
tampoco suficientes para degradar completamente la OA. Tampoco el calor
seco (200 °C) durante 10 min redujo significativamente la concentración de
OA. El hidróxido de sodio al 0.1N y 100 °C redujo la cantidad de OA (10
ppm) y su toxicidad en cultivos celulares, naturalmente en condiciones de
laboratorio.

Irradiación

Aunque varias micotoxinas, incluso las aflatoxinas, son sensibles a la


radiación ultravioleta, el uso de éste tipo de radiación y su efecto sobre las
materias primas es cuestionable. Existen informes en los cuales la pasta de
cacahuate contaminada con AFB1 fue expuesta a la luz ultravioleta durante 8
h continuas y al alimentar patos con ésta materia prima, en pocos días
mostraron lesiones hepáticas características. Otros investigadores han
mencionado que para eliminar efectivamente las aflatoxinas presentes en la
materia prima, la dosis requerida es tan alta que degradaría los nutrientes
presentes en el alimento.

Amoniación

El uso de la amoniación sobre AFB1 ha mostrado efectividad aceptable,


incluso a gran escala dentro del silo de almacenamiento. En el método
publicado en el Journal of the American Oil Chemistry Society (1979), se
utilizó una solución acuosa de amonio al 0.5%, que fue vaporizada y
aplicada al maíz contaminado con 600 ppb de AFB1. La humedad del maíz
fue ajustada aproximadamente a 18%. La aplicación del vapor de amonio

79
fue constante durante 48 h y después, el grano fue almacenado durante 11
días antes de ser secado. Este método fue evaluado mediante pruebas de
tolerancia en cerdos y gallinas, los cuales no mostraron rechazo; mediante
pruebas de toxicidad, no se encontraron alteraciones en patos, pollos y
truchas (especies más susceptibles a AFB1). Este procedimiento fue
empleado bajo condiciones de granja, siguiendo los protocolos de seguridad
de The Food and Drug Administration (FDA) y se consiguió la reducción en
el contenido de AFB1 de 1,000 ppb a 20 ppb, que es el nivel máximo
permisible establecido por dicha institución.

Agentes oxidantes

Existe gran diversidad de agentes oxidantes que destruirían aflatoxinas, si


fuesen empleados, pero sólo unos cuantos son adecuados para ser usados
en los alimentos.

El tratamiento de la leche con peróxido de hidrógeno al 1% demostró


ser útil para la reducción de la cantidad de AFB1, y es aplicable cuando la
leche es empleada en cierto tipo de quesos.

El bisulfito de sodio, usado para preservar bebidas, frutas y vegetales,


se ha demostrado que puede degradar AFB1 y AFG1. En el maíz
contaminado con 200 ppb de AFB1 a temperatura ambiente durante 24 h, se
degradaron hasta un 80% de éstas cuando se utilizó bisulfito de sodio al
0.5%, y hasta un 90% bajo las mismas condiciones cuando se utilizó al 2%.
Dicho estudio demostró ser más efectivo, para degradar AFB1, que el
amonio en solución acuosa.

Degradación biológica

La AFB1 cuando se encuentra en solución acuosa, se le han identificado


gran número de bacterias que pueden degradarla. Flavobacterium
aurantiacum NRRL B-184 fue capaz de remover irreversiblemente AFB1 de
una solución acuosa, además de aflatoxina M1 (AFM1) en leche. En
experimentos in vivo, la investigación respecto a esta bacteria continua. Se
ha demostrado que otros microorganismos como Aspergillus níger y
Corynebacterium rubrum pueden degradar AFB1 a aflatoxicol. Asimismo, los
hongos que producen AFB1, tales como Aspergillus flavus y Aspergillus
parasiticus, son capaces de degradar dicha micotoxina, cuando los cultivos
son mantenidos bajo condiciones de incubación prolongadas.

Aún cuando se han probado diferentes métodos para la


decontaminación de alimentos con micotoxinas, ningún tratamiento ha sido
capaz de degradarlas o inactivarlas satisfactoriamente sin presentar serias

80
desventajas, así como su aplicación a gran escala, atoxicidad o su efecto
sobre los componentes nutricionales de las materias primas alimenticias.

El uso de aditivos no nutricionales (secuestrantes)

El enfoque hacia el uso de aditivos incluidos en el alimento ha sido


desarrollado como un medio para enfrentar a las micotoxinas. El uso de
adsorbentes en líquido ha mostrado efectividad en el caso particular de la
bentonita y la aflatoxina MF1, un derivado hidroxilado de AFB1 encontrado en
la leche de vaca que consumió alimento contaminado con AFB1. La adición
de bentonita de sodio al 0.5% en la leche entera durante 4 h, redujo la
concentración de AFB1 hasta un 65 por ciento.

Adsorbentes

Éstos son compuestos que no se absorben en el tracto gastrointestinal, se


mezclan junto con el alimento para favorecer la adsorción de compuestos
tóxicos presentes en éste; algunos de estos adsorbentes son el carbón
activado y los silicatos.

El carbón activado a una dosis de 0.5 g/kg en pollos disminuyó en


forma significativa el efecto adverso de la AFB1, cuando ésta estaba
presente en 4.0 mg/kg (Rao y Joshi, 1993). La administración de 0.1% de
carbón activado en dietas de pollo de engorda, con 0, 2.5, 5.0 y 10.0 ppm de
AFB1, mejoró el consumo de alimento, ganancia de peso y protección contra
las lesiones producidas por la AFB1 ( Dalvi y Mc Gowan, 1984).

Se han realizado diversos estudios con los llamados secuestrantes de


micotoxinas adicionados a la dieta. La mayoría de ellos consisten en arcillas
obtenidas de depósitos naturales, las bentonitas, zeolitas y aluminosilicatos
son un ejemplo de ellos. Particularmente el alumiminosilicato de sodio y
calcio hidratado (ASCH), éste último ha sido el más estudiado por su
habilidad para adsorber micotoxinas, principalmente aflatoxinas B1 (AFB1).
Se ha demostrado tanto en estudios in vitro como in vivo su capacidad para
reducir la toxicidad de las aflatoxinas cuando se emplea al 5% en la dieta.
Sin embargo, cuando el mismo componente fue utilizado con ocratoxina A
(OA) o toxinas T2, no se observó tal efecto.

El carbón es ampliamente conocido por su habilidad para adsorber


diferentes tóxicos, por lo que en un inicio se pensó en su uso para
secuestrar micotoxinas.

En diferentes pruebas reportadas en la literatura, el carbón activado


mostró capacidad para reducir la toxicidad de las aflatoxinas, sin embargo al

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igual que el ASCH, no mostró efecto en presencia de otras micotoxinas,
tales como OA o tricotecenos. El carbón activado, es modificado
químicamente durante el proceso de elaboración, con lo que se reduce el
tamaño de su partícula e incrementa la superficie de adsorción, ahora se
conoce como carbón superactivado y ha sido capaz de incrementar la
capacidad de secuestro de las aflatoxinas, excepto para la toxina T2.

Como se ha mencionado previamente, una importante cantidad de


componentes naturales y sintéticos se han utilizado para secuestrar
micotoxinas. Sin embargo, una limitante importante de algunos de estos
productos, es que utilizan cargas electrostáticas de grupos polares para
secuestrar micotoxinas, pero las micotoxinas como zearalenona y toxina T2
carecen de ellos; por lo que es posible secuestrarlas.

Otra limitante es el porcentaje de inclusión en la ración, que va desde


1-2% en la dieta y en algunos casos llega hasta 5%. Ciertos secuestrantes
no se degradan cuando son excretados en el ambiente y esto puede reducir
la vida de las lagunas de estiércol. Aunado a esto, las arcillas podrían estar
contaminadas con plomo o dioxina.

Como resultado de las investigaciones en el área de secuestrantes, se


ha llegado al uso de cultivos de Saccharomyces cerevisiae en alimentos
balanceados contaminados con micotoxinas, con resultados favorables. La
capacidad de adsorción de éste producto radica en los componentes de su
pared, que consisten en carbohidratos complejos (glucomananos
esterificados), no digestibles, pero con una amplia superficie de adsorción.
Sin embargo, estudios de adsorción in vitro e in vivo han demostrado
efectividad en la reducción del daño ocasionado por aflatoxinas, pero en el
caso de OA o fusariotoxinas no fue efectivo.

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Cuadro 6

Capacidad de adsorción in vitro de los glucomananos esterificados


para diferentes micotoxinas

Micotoxinas Porcentaje de adsorción in vitro


Aflatoxinas 95
Fumonisina 67
Zearalenona 77
Toxina T-2 33
Citrinina 18.4
Diacetoxiscirpenol (DAS) 12.72
Deoxinivalenol (DON) 12.58
Ocratoxina A 12.49
Nivalenol 8.16
Fuente: Devegowda G. Feeding Times, 4;1999:12-14.

De acuerdo con estos resultados y diversas experiencias de campo, el


problema de las micotoxinas ha podido ser controlado sólo parcialmente
cuando la AFB1 está involucrada. Para el caso de las fusariotoxinas o de las
ocratoxinas los secuestrantes no han mostrado efecto protector. Las
investigaciones para obtener nuevos productos, tales como arcillas
modificadas químicamente o la adición de enzimas (estearasas y
epoxidasas) se siguen efectuando. Sin embargo, muchos de los nuevos
secuestrantes que se encuentran en el mercado, no cuentan con pruebas de
evaluación confiables que respalden su calidad y sobretodo el efecto
reductor de la toxicidad de las micotoxinas. Las evaluaciones realizadas en
tales productos consisten únicamente, en la mayor parte de los casos, en un
ensayo de secuestro in vitro. Dale (1998) considera ésta problemática y
menciona la necesidad de que los secuestrantes de micotoxinas sean
evaluados en pruebas in vivo, bajo dosis de micotoxinas encontradas en
campo, y probar su efectividad en éstas, antes de venderse, lo cual no
siempre sucede.

Debido a la problemática del secuestro de las llamadas micotoxinas, los


investigadores han considerado el uso de otras herramientas,
particularmente en la nutrición.

Kubena et al., 1990, investigaron los efectos que provoca agregar 0.5%
de aluminosilicato calcio sódico hidratado (HSCAS) en dietas de pollos de
engorda con 3.5 ppm de aflatoxina y 8.0 ppm de T2. Los efectos de

83
protección contra la aflatoxina fueron casi totales, pero resultó nula contra la
T2.

Durante las rutas de detoxificación, los tóxicos en realidad son


biotransformados, lo cual implica la modificación química del tóxico para que
el organismo pueda eliminarlo. Como ejemplo, AFB1 ha sido ampliamente
estudiada por sus efectos en el metabolismo de los ácidos nucléicos, se
conjuga con la glutatión peroxidasa (GSH) para formar un complejo que
puede ser eliminado por la bilis. En aves se ha demostrado que un
incremento de 0.25% en el requerimiento de metionina reduce
significativamente la toxicidad de AFB1 a 1.25 ppm. Cuando se suministró
34% más del requerimiento del NRC de metionina con los mismos niveles
de AFB1, las aves mostraron un peso igual con respecto al 96% de peso del
grupo testigo. Esta protección puede deberse a que los aminoácidos
azufrados (metionina, cisteína y cistina) son precursores de GSH.

El fenobarbital se ha usado para el tratamiento de micotoxicosis al


inducir la actividad de la citocromo P-450, al administrarlo a los animales
que han sido expuestos a las aflatoxinas se ha logrado acelerar su
catabolismo y excreción. En pollos de engorda se administró, a una
concentración de 0.05%, en el agua de bebida y se demostró un incremento
de la actividad de la P-450, que reforzó el metabolismo, la eliminación de la
AFB1 y también mejoró el consumo de alimento y la ganancia de peso (Dalvi
Mc Gowan, 1984).

La suplementación del GSH desempeña un papel importante en la


defensa celular contra lesiones por radicales libres de oxígeno; de cualquier
manera cuando la GSH se complementa con un aminoácido precursor como
la cistina, se observó protección contra AFB1. Estudios in vitro indican que
su único papel es retirar metabolitos necrogénicos de la AFB1 (Hayes et al.,
1986).

El picroliv es un estandarizado de Picrorhiza kurroa, ha mostrado


proteger contra la acción hepatotóxica de AFB1 a una dosis oral de 7 mg/kg
en ratas (Dwivedi et al., 1993).

También ha sido estudiado el uso de antioxidantes. Se ha demostrado


en aves alimentadas con dietas contaminadas con 3 ppm de AFB1, que
contienen hidroxitolueno butilado (BHT) antioxidante sintético, presentaron
significativamente menor reducción de crecimiento. Estos efectos se han
atribuido a la capacidad de los antioxidantes para capturar radicales libres
durante los procesos de oxidación y aumentar la actividad de las enzimas
involucradas en la detoxificación.

84
Por otra parte, la vitamina C ha mostrado tener un efecto protector en
aves alimentadas con 1.25 a 5 ppm de aflatoxinas (UHF et al., 1987).
También en casos de ocratoxicosis en gallinas, ha mejorado
significativamente el peso del huevo y el porcentaje de producción. La
adición de vitamina E, a razón de 24 UI/kg en la dieta, redujo parcialmente
los efectos tóxicos de ambas micotoxinas, de la misma manera que en
pollos de engorda, probablemente por tener un efecto protector contra la
sobreproducción de radicales libres producidas en ambas micotoxicosis.

Finalmente, el aminoácido fenilalanina es componente de la molécula


de OA, por lo cual pudiera pensarse que al incrementar el nivel de dicho
aminoácido en dietas contaminadas con OA, se reducirán los efectos tóxicos
de la micotoxina. En experimentos realizados en pollos alimentados con
distintos niveles de fenilalanina y OA, no se observó ningún efecto benéfico.
Hipotéticamente para el caso de OA, se ha demostrado la dificultad de
combatirla, los investigadores han propuesto el uso de fármacos que
compitan con OA en el plasma. Sin embargo, de manera práctica no existe
forma hasta el momento de combatir esta micotoxina.

Resultados no publicados han demostrado la capacidad de ciertos


secuestrantes para reducir parcialmente la toxicidad de toxina T2, aunque
bajo condiciones de campo, en donde los alimentos contaminados contienen
combinaciones de diferentes micotoxinas, no es tarea fácil para los
secuestrantes.

Recomendaciones finales

En la problemática para el control de las micotoxinas, hasta el momento la


mejor herramienta es evitar que estén presentes, lo cual implica buenas
prácticas de almacenamiento del grano para evitar el desarrollo de hongos.
Reducir la humedad de las materias primas (menos de 13%), proporcionar
ventilación para eliminar humedad, evitar almacenamiento prolongado,
aunque en ocasiones no es factible su aplicación. El monitoreo constante de
las materias primas para la determinación de micotoxinas es deseable y
especialmente establecer los rangos de seguridad; es decir, los niveles de
micotoxinas con los que no se observan problemas de reducción de la
ganancia de peso, inmunosupresión o mala pigmentación y que no han sido
establecidos para la mayoría de las micotoxinas. Asimismo, la difusión de
esta información entre los avicultores y productores de alimento sería de
gran utilidad.

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AUTOEVALUACIÓN

1. Relacione columnas:

Principal órgano
Micotoxinas
afectado
1) Aflatoxinas ( ) Sistema nervioso
Proventrículo
2) Tricotecenos ( ) Riñón
3) Ocratoxinas ( ) Mucosa oral y pico
4) Citrinina ( ) Bolsa de Fabricio y timo
5) Oosporeína ( ) Hígado

2. ¿Qué características debe tener el grano o el alimento para que se


produzcan micotoxinas?

3. Mencione las diferencias entre micosis y micotoxicosis.

4. Mencione cuáles son las dos pruebas más sensibles para detectar
micotoxinas en el alimento.

5. ¿Cuáles son las principales lesiones histológicas en aflatoxicosis?

6. ¿A qué dosis y en que tiempo se presentan úlceras en la mucosa del pico


causadas por T2?

86
RESPUESTAS

1. Relación de columnas:

Principal órgano
Micotoxinas
afectado
6) Aflatoxinas ( 5 ) Sistema nervioso
( 2 ) Proventrículo
7) Tricotecenos ( 3,4 ) Riñón
8) Ocratoxinas ( 2 ) Mucosa oral y pico
9) Citrinina ( 1,4,5 ) Bolsa de Fabricio y timo
10) Oosporeína ( 1 ) Hígado

2. Alta humedad, roto, plagado, almacenaje prolongado e inadecuado.

3. La micotoxicosis es una enfermedad tóxica ocasionada por los


metabolitos fungales, mientras que la micosis es una enfermedad
infecciosa causada por hongos.

4. Cromatografía de alta resolución y cromatografía de gases.

5. Vacuolización de hepatocitos, depleción linfoide de la médula de los


folículos de la bolsa de Fabricio, congestión de sinusoides hepáticos,
hemorragias focales y necrosis, hiperplasia biliar e infiltración linfoide.
Epitelio renal con degeneración hidrópica.

6. 4,000 µg/kg (ppb) durante siete días, o 400 µg/kg (ppb) durante 28 días.

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