Trabajo de Dearrollo Final
Trabajo de Dearrollo Final
Trabajo de Dearrollo Final
A.
DIOS TE AMA PERSONALMENTE Amor firme y estable de Padre:
Is 54, 10 Amor incondicional y tierno de madre;
Is 49, 15-16
B.
DIOS QUIERE LO MEJOR PARA TI, PORQUE ERES
SU HIJO
Heredero de su Reino Ef 3, 20; Rom 8, 16-
17
C.
DIOS TOMA LA INICIATIVA Y AMA A
LOS PECADORES
1 Jn 4, 19; Rom 5, 20
Dios te ama a ti, personalmente, como padre amoroso. Te ama, importas para Él, te
acepta incondicionalmente.
Seas hombre o mujer, de cualquier edad, raza, color de piel, tamaño, figura, condición
social, rico o pobre, con o sin estudios, culto sin preparación, empleado, obrero o
campesino.
Por lo que eres, no por lo que tiene, o por lo que sabes hacer, o por la posición o nivel
social que tienes. No importa quién eres o lo que hayas hecho. Él te ama y te acepta. Eres
Hijo de Dios. Eres hecho ha imagen de Dios. Sé consciente de esa dignidad.
Y su amor es fiel y firme, siempre seguro no falla nunca en ninguna circunstancia y por
ningún motivo.
Jer 31, 3 “De lejos Yahveh se me apareció. Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti.”
Is 49, 15 “¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ésas
llegasen a olvidar, yo no te olvido.”
Is 54, 10 “Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará y mi alianza
de paz no se moverá - dice Yahveh, que tiene compasión de ti.”
Is 43, 1.4: “Ahora, así dice Yahveh tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel.
«No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío…
dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado, y yo te amo. Pondré la humanidad
en tu lugar, y los pueblos en pago de tu vida.”
Solo Él sabe cómo y para qué estamos hechos, y cómo funcionamos adecuadamente
como individuos y como sociedad. Su ley y sus mandamientos son como el
instructivo de un aparato, el manual de instrucciones. Y para eso nos equipó y
capacitó a cada uno con dones y talentos concretos: inteligencia creativa y voluntad
libre; sentimientos y emociones.
Él es nuestro fin y centro de gravedad: “Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón
anda siempre inquieto, corriendo y buscando por todas partes, hasta que encuentra
su lugar y descanso Y en María nuestra madre, siempre inseparable de la presencia
de Dios encontramos el rostro maternal de Dios y su cuidado amoroso y providente
para nosotros.
Salidos de sus manos nos pone en el paraíso, símbolo de felicidad plena. Todo era y
todo debería seguir en armonía y en orden: en salud corporal y mental, en las
relaciones humanas y en la armonía con el dominio sobre la creación.
Salidos buenos de su poder creador, nos destina a la felicidad, y pone todo a nuestra
disposición para que logremos esa felicidad y plenitud, si seguimos su plan.
Y desde el principio nos invita a una relación y comunión personal de amor con Él,
como hijos y amigos.
1 Jn 5, 1: “Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquel
que da el ser ama también al que ha nacido de Él.”
Si todos somos hijos de un mismo padre, todos somos hermanos, y el amor de Dios
debe manifestarse en el amor al hermano, por tanto, debemos tratarnos todos como
hermanos.
en ti; llenando y saciando la sed, nuestros anhelos legítimos y nuestras auténticas
necesidades profundas, de cada individuo y de toda la humanidad”
¿Hay quizá algo que te lo impone? Aunque teóricamente aceptamos con la cabeza
esta verdad, hay diversas situaciones que lo impiden en la práctica, sentir y dejar
penetrar esta realidad del amor personal de Dios, son fundamentalmente tres:
Puede ser la imagen deformada de Dios que puede tener cualquiera de ustedes
por haber recibido una educación religiosa, equivocada en la casa o en la
escuela, en la manera de presentarles a un Dios como juez rígido o como
policía vengador.
Para otros puede ser la imagen paterna dañada, por lo que tu padre son
pudieron o no supieron darte; cuidado y amor expresado directamente o en
todo aquello que te ha lastimado o dañado, con las consecuencias de un niño
pequeño interior herido y dañado. No haber podido sentir y expresar tus
sentimientos, siendo reprimido o avergonzado por ellos. No haber alcanzado y
llenado tus necesidades fundamentales en el momento oportuno.
También puede ser la propia vida de pecado y alejamiento de Dios y de su
amor, sin conocerlo ni haber experimentado su adopción en el nosotros, como
sucedería si haciendo frio, nos ponemos fuera del rayo de sol, que nos daría
calor.
B. QUÉ ES EL PECADO Intentar ser como Dios: Paraíso No creerle a Dios: Rm 14,
23 Rebelión contra Dios: 2 S 15-18 Esclavitud: Jn 8, 34
Produce muerte: Rm 6, 23
Jr 2, 13: “Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse
cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen.”
la vida eterna en CrisRm 6, 23: “Pues el salario del pecado es la muerte; pero
el don gratuito deto Jesús Señor nuestro.” Dios,
El hombre, desde el comienzo, rechazó el amor de Dios y la comunión con Él. Quiso
construir un reino prescindiendo de Dios. En vez de adorar al Dios verdadero, adoró
ídolos: las cosas de este mundo, las obras de sus manos; se adoró así mismo.
El pecado del mundo genera múltiples y graves consecuencias en todos los campos:
La persona:
- En el cuerpo: sufre toda clase de elecciones, dolencias y enfermedades, leves
o incurables
- En la mente y en su comportamiento: toda clase de desajustes y
desequilibrios. Desorden y falta de armonía consigo mismo, con los demás y
con toda la creación. Adicciones y ataduras, angustias, temores, vergüenza,
agitación, ira, depresiones, vida sin sentido
las relaciones:
- interpersonales: inexistentes, conflictivas o enfermas: relaciones conyugales y
familiares desajustadas y disfuncionales, con graves daños para toda la vida;
incapacidad de amar sana y constructivamente, y para expresar el amor, abuso
sexual en niños y adolescentes; deshumanización y despersonalización del
sexo; agresividad de palabra y en los hechos; relaciones engañosas,
interesadas y posesivas; adicciones y codependencias, desconfianza y
soledad.
Vanas soluciones del hombre De todo esto Dios no es el responsable, ni lo que debe
ni lo manda. El responsable es el hombre mismo que rechazando a Dios provocó el
desorden, el desequilibrio, la enfermedad y la muerte.
SALVACIÓN EN JESÚS
Sólo Dios tiene solución. Ya lo ha dado. La única verdadera, la única radical, la única
definitiva, la única integral.
Hch 4, 12: “Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que
nosotros debamos salvarnos.”
Jn 3, 16-17: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que
todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha
enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve
por él.”
Rm 5, 8.10: “más la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía
pecadores, murió por nosotros. Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios
por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos
por su vida!”
En el muro de separación la huelga ya ha sido abierta; en el abismo en fuente ya han sido
puestos: es Jesús en el árbol de la Cruz, es la verdadera acta de la salvación.
Por su encarnación misma, Jesús une el cielo con la tierra. Dios con el hombre. Toda su
vida y cada uno de sus actos tuvieron valor de salvación. En su ministerio público
proclamó y anunció la Buena Nueva del Reino de Dios iniciándolo e instaurándolo,
mostrándolo con señales y prodigios.
El Kerigma apostólico
Jesús, el Mesías esperado, Señor y salvador, ha muerto en la Cruz por ti, canceló ahí la
nota de cargo que tú debías, derramó su sangre para limpiar tus pecados y como precio de
redención, ahí mismo en su cruz ha sido clavado y juntamente con Él ha muerto el hombre
viejo, tu pecado y tu carne; ahí te reconcilió con Dios y elló la Nueva Alianza, resucitó para
que tuvieras nueva vida, de su costado abierto, brotó la sangre de la salvación y el agua del
Espíritu derramado como fruto de su glorificación y de su señorío.
Rm 6, 8-11: “Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él,
sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la
muerte no tiene ya señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para
siempre; mas su vida, es un vivir para Dios. Así también vosotros, consideraos como
muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.”
La salvación es una obra ya realizada y consumada por Jesús. Creamos en lla con nuestro
corazón, confesémosla con nuestros labios, agradezcámosla y hagámosla nuestra. Este es
el mensaje de la fe que proclamamos:
Rm 10, 9: “Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón
que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo.”
No es simple relato de hechos pasados, sino anuncio de hechos ahora de salvación con
eficacia para nosotros, en el “misterio pascual”: Muerte en la Cruz, resurrección y
donación del Espíritu.
Murió en la Cruz por ti… por ti, Él derramo su sangre… resucitó para que tú seas criatura
nueva y puedas tener vida abundante.
Salvación de cada persona, de todo el hombre, en su ser entero: espíritu, alma y cuerpo; de
todas las situaciones del hombre: familia sociedad estructuras y sistemas, de toda la
creación. Para un hombre nuevo, un mundo nuevo y una nueva creación.
Y María, Madre del Señor, por la que nos vino el redentor, la más íntimamente
asociada a Él en su obra de salvación; cuello del cuerpo de Cristo, modelo y
prototipo de discípulo de Jesús.
CONVERSIÓN
A. NACER DE NUEVO
Jn 3, 3
B. PASAR DE LAS
TINIEBLAS A LA LUZ
1 Pe 2, 9
C. CAMBIO DE VIDA:
LA VIDA DE JESÚS
POR LA NUESTRA
Ap 3, 20
Mc 1, 15: “Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él, sabiendo que
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya
señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; mas su vida, es un
vivir para Dios. Así también vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en
Cristo Jesús.”
Conversión es la exigencia inicial para entrar al Reino. Cambio interior
primero, hecho por Dios y en referencia a Él. Para tener luego el cambio exterior: de
vida, de actitudes y obras, con proyección y compromiso con los demás.
Alcanzar y llegar hasta transformar, por la fuerza del Evangelio, los criterios de juicio,
los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las
fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad que están en contraste
con la Palabra de Dios y el designio de salvación. (EN 19)
Nueva Evangelización que lleve a una promoción humana integral, y que llegue hasta
una cultura cristiana. Un mundo nuevo con nuevas y renovadas estructuras, pero con
hombres nuevos. Hacen falta estructuras más justas, más humanas, menos opresivas,
pero las mejores estructuras, los sistemas mejor concebidos se convierten pronto en
inhumanos, si las inclinaciones humanas del corazón del hombre no son saneadas por
una conversión del corazón y de la mente de quienes viven o dirigen estas
estructuras. (EN 36)
Mundo nuevo y nueva cultura son, pero no se logrará nunca sin hombres y
criaturas nuevas, por la salvación de Jesús y la acción vivificadora del Espíritu.
Lo exterior, el cambio de actitudes, acciones y de vida, es consecuencia del
cambio interior.
Convertirse es volverse de… para volverse a…, salir de… para ir hacia, alejarse
de… habiendo dejado atrás y dado la espalda… para dirigirse hacia…, dar vuelta y
dirigirse a la dirección correcta.
Es más importante hacia dónde va y lo que uno adquiere, que de dónde sale o lo
que deja. Uno no deja nada sino por algo mejor. Sólo por lo que uno alcanza,
acepta dejar y salir de donde estaba. Volverse a Dios, buscar su rostro, volver a la
casa paterna.
Fl 3, 8.10: “Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento
de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para
ganar a Cristo, y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus
padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte,
De las tinieblas a la luz. De los ídolos mudos al Dios vivo. De la perdición a la
salvación. De la muerte a la vida.
Debe uno ubicarse en su situación actual, viendo a la luz del Espíritu Santo el
momento en que está viviendo: qué cosas concretas debe dejar o cortar, de qué
debe salir y hacia dónde: de lo malo a lo bueno, de lo bueno a lo mejor, de la
tibieza o la mediocridad, al fervor; del individualismo al sentido comunitario y del
servicio a los demás; de la entrega floja a una entrega plena y total.
B. CARACTERÍSTICAS DE LA FE
QUE SALVA Hb 11, 1; Rm 4, 1-
25
C. FRUTOS DE LA FE:
EXPERIMENTAR LA
SALVACIÓN
Ef 3, 17; Col 3,3; Jn 1, 12 CONFIESA A JESÚS COMO TU ÚNICO SALVADOR
FE
Rm 10, 8-9; 13: “Entonces, ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra: en tu boca y en tu
corazón, es decir, la palabra de la fe que nosotros proclamamos. Porque, si
confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó
de entre los muertos, serás salvo. Pues todo el que invoque el nombre del Señor se
salvará.”
Que Jesús este vivo y confesarlo como Señor es la clave de una vida
cristiana auténtica y consistente.
Mc 1, 15: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en
la Buena Nueva.”
Mc 16, 15-16: “Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.”
Como a los discípulos, Jesús nos hace a cada uno de nosotros esta pregunta:
“para Ti… ¿Quién soy YO?”
Prácticas a las que se les de valor por sí mismas, de dónde se saca una ilusión
vana de haber cumplido o una satisfacción de tranquilidad de conciencia o que
se cumplen con cierto sentido mágico y supersticioso, de carácter utilitario o de
temor a lo divino.
A partir del encuentro vivo con Jesús comienza una nueva vida, que se expresa
y manifiesta en un comportamiento moral y en una vida cultural y de práctica
religiosa, como fruto y consecuencia normal de la presencia viva de Jesús y de
la acción del Espíritu.