Miguel de Cervantes Saavedra
Miguel de Cervantes Saavedra
Miguel de Cervantes Saavedra
Ya en España, tras once años de ausencia, encontró a su familia en una situación aún más penosa, por lo que se
dedicó a realizar encargos para la corte durante unos años. En 1584 casó con Catalina Salazar de Palacios, y al
año siguiente se publicó su novela pastoril La Galatea. En 1587 aceptó un puesto de comisario real de abastos que,
si bien le acarreó más de un problema con los campesinos, le permitió entrar en contacto con el abigarrado y
pintoresco mundo del campo que tan bien reflejaría en su obra maestra, el Quijote.
Don Quijote de la Mancha
La primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha apareció en 1605; el
éxito de este libro fue inmediato y considerable, pero no le sirvió para salir de la
miseria. Al año siguiente la corte se trasladó de nuevo a Valladolid, y Cervantes con
ella, para poder seguir mendigando favores. Mientras los grandes poetas del Siglo de
Oro, empezando por Francisco de Quevedo o Luis de Góngora, gozaban de una sólida
posición o de la protección de aristócratas, y el mejor dramaturgo de la época, Lope
de Vega, podía incluso vivir de su obra, la justa fama que le había dado la difusión
del Quijote sólo sirvió a Cervantes para publicar otras obras que ya tenía escritas: los
cuentos morales de las Novelas ejemplares, el Viaje del Parnaso y las Comedias y
entremeses.
En 1615, meses antes de su muerte, envió a la imprenta el segundo tomo del Quijote, con lo que quedaba completa
la obra que lo sitúa como uno de los más grandes escritores de la historia y como el fundador de la novela en el
sentido moderno de la palabra. A partir de una sátira corrosiva de las novelas de caballerías, el libro construye
un cuadro tragicómico de la vida y explora las profundidades del alma a través de las andanzas de dos personajes
arquetípicos y contrapuestos, el iluminado don Quijote y su prosaico escudero Sancho Panza.
Las dos partes de Don Quijote de la Mancha ofrecen, en cuanto a técnica novelística, notables diferencias. De
ambas, la segunda (de la que se publicó en Tarragona una versión apócrifa, conocida como el Quijote de
Avellaneda, que Cervantes tuvo tiempo de rechazar y criticar por escrito) es, por muchos motivos, más perfecta
que la primera, publicada diez años antes. Su estilo revela mayor cuidado, y el efecto cómico deja de buscarse en
lo grotesco y se consigue con recursos más depurados.
Los dos personajes principales adquieren también mayor complejidad, al emprender cada uno de ellos caminos
contradictorios, que conducen a don Quijote hacia la cordura y el desengaño, mientras Sancho Panza siente nacer
en sí nobles anhelos de generosidad y justicia. Pero la grandeza del Quijote no debe ocultar el valor del resto de
la producción literaria de Cervantes, entre la que destaca la novela itinerante Los trabajos de Persiles y
Sigismunda, su auténtico testamento literario.