Copia de Visión Del Paricutín, de José Revueltas
Copia de Visión Del Paricutín, de José Revueltas
Copia de Visión Del Paricutín, de José Revueltas
Instituto Oviedo
Ciclo 2022-2023
Secundaria
Español
La Crónica
Segundo Trimestre
Dionisio Pulido, la única persona en el mundo que puede jactarse de ser propietario de un
volcán, no es dueño de nada. Tiene, para vivir, sus pies duros, sarmentosos, negros y
descalzos, con los cuales caminará en busca de la tierra; tiene sus manos, totalmente sucias,
pobres hoy, para labrar, ahí donde encuentre abrigo. Solo eso tiene: su cuerpo desmedrado, su
alma llena de polvo, cubierta de negra ceniza. El cuiyútziro —águila, quiere decir en
tarasco—, que fuera terreno labrantío y además de su propiedad, hoy no existe; su antiguo
“plan” de fina y buena tierra ha muerto bajo la arena, bajo el fuego del pequeño y hermoso
monstruo volcánico.
Como él, como este propietario absurdo, hay otros miles más, sobre la vasta región
He visto a uno, ebrio, muerto en vida, borracho tal vez no sólo de charanda, sino de
algo intenso y doloroso, de orfandad llorando como no es posible que lloren sino los
animales. Estaba en lo alto de una pequeña meseta de arena, frente al humeante Paricutín, y
de la garganta le salía el tarasco hecho lágrimas. “Era así”, dijo en español, a tiempo que,
vacilante, indicaba con sus dos sucias manos una dimensión: “así, de cinco medidas, mi
tierrita…”
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Inclinóse, sentado como estaba para humillar su negra frente sobre la monstruosa
tierra. Luego, al mirar a los que observábamos, volvió el rostro, invadido por agresiva
ternura. Se dirigió a otro hombre, tarasco como él, que ahí mismo, en lo alto de la meseta,
vende refrescos y cervezas a los visitantes. "Sírveles una cerveza a los señores", dijo como en
un lamento suplicante.
Y a nosotros:
—No me vayan a hacer menos, patroncitos. Tómensela por favor— y su ternura era la
La "tierrita" de este hombre, tierrita pequeña, como un hijo, fue cubierta también por
He visto los ojos de las gentes de San Juan Parangaricutiro, de Santiago, de Sacan, de
Angagua, de San Pedro, y todos ellos tienen un terrible, siniestro y tristísimo color rojo.
Parecen como ojos de gente perseguida, o como de gente que veló durante noches
que ha llorado tanto. Rojos, llenos de una rabia humilde, de una furia sin esperanza y sin
enemigo. Dicen que es por la arena, el impalpable y adverso elemento que penetra por entre
los párpados, irritando la conjuntiva. Quién sabe. Creo que nadie lo puede saber.
torno del volcán es únicamente el pavor de un mundo solitario y acabado. Las casas están
vacías y sin una voz, y por entre sus rendijas penetra la arena obstinada, para acumularse
ciegamente. Tampoco hay pisadas ya. Nada vivo en la naturaleza, en torno del volcán, sino
Explotábase antes la resina de los árboles. Al pie del corte practicado en el tronco, se
colocaba un recipiente de barro sobre el cual escurría la aromada savia. Hoy rebosan negra
arena los pobres recipientes y los árboles generosos mueren poco a poco, sin respiración.
Paricutín, el pueblecito, está solo y apenas unas cuantas sombras vagan por sus calles
en desorden. En tarasco su nombre quiere decir "a un lado del camino", "en aquel lado".
Ahora está verdaderamente "a un lado del camino". ¿Cómo se diría en tarasco "al otro lado",
al lado de la vida?…
Referencia:
Revueltas, J. 1996. Visión del Paricutín. Un sudario negro bajo el paisaje. Ciencias, núm. 41,
enero-marzo, pp. 69.
https://www.revistacienciasunam.com/es/148-revistas/revista-ciencias-41/1228-visi%
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