Tati
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All content following this page was uploaded by Santiago García Ochoa on 13 September 2015.
1. La pérdida de la aureola
Las obras del barón Hausmann en los bulevares de París cambiaron la fisonomía
de la capital: calles inmensamente anchas, rectas como flechas, que se extendían a lo
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largo de kilómetros, contribuyeron a la multiplicación del tráfico y a que, por primera
vez, jinetes y conductores pudieran lanzar sus caballos a toda velocidad por el centro de
la ciudad3. Baudelaire, consciente de que la modernidad se encuentra en el bulevar, se
sumerge en ese caos en movimiento, como relata a un amigo en un lugar poco
respetable (probablemente un burdel) en su poema “Pérdida de aureola”:
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en triunfo, en la dedicación a un arte nuevo, subordinado a los progresos de la ciencia y
la tecnología5.
Los artistas de las vanguardias fueron los primeros en intentar conectar el arte
con la vida a través de los nuevos avances tecnológicos. El Futurismo, De Stijl, la
Bauhaus, el Constructivismo… tomaron las nuevas formas de producción
norteamericanas como ejemplo de modernidad: Henry Ford había introducido el sistema
de cinta transportadora y la producción en serie; Frederick W. Taylor la teoría para la
división del proceso de producción en sus componentes básicos, midiéndose y
contabilizándose el tiempo que requería cada segmento o tarea de cara a la eficacia y el
rendimiento. El racionalismo se imponía como la solución a todos los problemas.
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alcanzaría hasta 1952, con el final de las obras de la Unité d’Habitation, en Marsella.
«L’Unité de Habitation de grandeur conforme» es un edificio autosuficiente que se
inspira en los transatlánticos. Le Corbusier elaboró cuidadosamente un programa que
comprendía 337 viviendas de 23 tipos diferentes, acogiendo todas las posibilidades
imaginables de agrupación familiar: desde los individuos solteros hasta las familias
numerosas. Cada vivienda está organizada interiormente en dos alturas a fin de producir
en su morador una mayor riqueza espacial, contando además con tabiques móviles,
estanterías separadas por muebles o la disposición del mobiliario encastrado en los
paramentos. A media altura del edificio se sitúa el equipamiento hostelero y comercial,
compuesto por cafetería, supermercado, panadería, peluquería, quiosco, lavandería, una
estafeta de correos y un pequeño hotel, previsto para acoger a los invitados de los
habitantes del edificio; todo organizado en torno a una calle interior de doble altura, que
define una estancia común protegida de la intemperie. En la última planta se localiza un
salón social, una guardería, instalaciones deportivas (gimnasio cubierto, pista de
atletismo y sauna) y de recreo-culturales (una pequeña biblioteca y un escenario para
diversas actividades). La cubierta del edificio se articula en forma de terraza pública con
referencias náuticas inequívocas en chimeneas, barandas y pasatiempos. El parapeto es
lo suficientemente alto para ocultar los alrededores urbanos pero lo suficientemente bajo
como para incluir vistas enmarcadas del mar9.
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confianza en esta sociedad nueva que encontrará la magnífica
expresión de su fuerza. Uno lo cree”.10
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de un futuro artísticamente mejor, la misma puede provenir en buena
parte de este sector”12.
2. Discursos fílmicos
Mon oncle (Mi tío, 1958), Playtime (1967) y Trafic (Tráfico, 1971) constituyen
la trilogía de Tati sobre la modernidad. El director francés identifica el término con una
cultura instantánea, ecléctica y caracterizada por ciclos muy rápidos (modas), que
depende de los constantes avances de la tecnología y se materializa en la construcción
de un entorno cada vez más artificial a través de la arquitectura y el diseño industrial.
En sus películas más que una crítica al progreso encontramos la constatación de una
realidad:
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película comienza con las obras de construcción de nuevas viviendas y concluye con las
obras de demolición de un edificio antiguo. A lo largo del film, este personaje actúa de
nexo de unión entre los dos mundos. Su incompatibilidad con la villa Arpel o la fábrica
Plastac, donde su cuñado le coloca para vigilar la producción de un tubo interminable de
plástico, que él, mediante estrangulaciones sucesivas, convierte en una ristra de
salchichas (humaniza, en definitiva), queda patente. Podría decirse que Hulot escapa
(tomando un avión no se sabe a dónde) ante la perspectiva de ser engullido por la
modernidad.
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simula que la abre cada vez que llegan nuevos clientes y nadie lo advierte. El director
francés también se sirve de él para elaborar la metáfora del reflejo: en su película no
aparecen los monumentos típicos de París (la basílica del Sacre Coeur, el Arco de
Triunfo y la Torre Eiffel), sólo vemos su imagen reflejada en el cristal de diversos
edificios, como si el fantasma de la ciudad de siempre vagara perdido, al igual que
Hulot, entre las extrañas estructuras de la ciudad moderna. También aprovecha Tati para
arremeter contra la invasión anglosajona que sufre la ciudad del Sena: palabras tomadas
del inglés (el idioma internacional de la modernización) se introducen como intrusos en
el francés para denominar actividades o lugares (el playtime, el drugstore, el Royal
Garden); y las turistas inglesas o el excéntrico norteamericano que cena en el
restaurante se expresan, intermitentemente, en su lengua materna15.
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funciona como la perfecta antítesis del Voiture Maximum.
1
Baudelaire entiende la dualidad del arte como una prolongación de la doble naturaleza humana (corporal
y espiritual). Esta reflexión aparece en “El pintor de la vida moderna”, publicado en Le Figaro en 1863.
Charles Baudelaire, Poesía completa. Escritos autobiográficos. Los paraísos artificiales. Crítica
artística, literaria y musical, Espasa Calpe, Madrid, 2000, p. 1.383.
2
“Método de crítica. Sobre la idea moderna del progreso aplicada a las bellas artes. Desplazamiento de la
vitalidad”, publicado en Le Pays en 1855. Ibidem, p. 1.208.
3
El macadán, la superficie con que habían sido pavimentados los bulevares, era notablemente liso y
ofrecía una tracción perfecta para las patas de los caballos. Esta palabra deriva de John McAdam, de
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Glasgow, que en el siglo XVIII inventó el pavimento moderno. Cfr. Marshall Berman, Todo lo sólido se
desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, Siglo XXI, Madrid, 1988, pp. 158 y 161.
4
Poema escrito en 1865 y rechazado por la prensa. Forma parte de “Le spleen de Paris”, nº 46. Charles
Baudelaire, op. cit., p. 635.
5
Cfr. Marshall Berman, op. cit., pp. 144 y 160.
6
Briony Fer, David Batchelor, Paul Wood, Realismo, racionalismo, surrealismo. El arte de entreguerras,
Akal, Madrid, 1999, p. 98.
7
Ibidem, p. 99.
8
Concebido inicialmente para 135 viviendas, al final sólo se realizaron 50. Las obras apenas duraron un
año debido a la racionalización del proceso de construcción.
9
Cfr. VV AA, Le Corbusier. Viaxe ó mundo dun creador a través de vintecinco arquitecturas, Fundación
Pedro Barrié de la Maza, A Coruña, 1997, pp. 148-52.
10
Le Corbusier, La ciudad del futuro (primera edición de 1924), Infinito, Buenos Aires, 1971, p. 8.
11
Aunque casi con toda seguridad fue concebido entre 1927 y 1928. Cfr. Antonio Amado Lorenzo, “El
«Voiture Maximum» de Le Corbusier y Pierre Jeanneret”, en Boletín Académico de la Escuela Técnica
Superior de Arquitectos de La Coruña, nº 20, 1996, pp. 33-4.
12
Gillo Dorfles, Naturaleza y artificio, Lumen, Barcelona, 1972, p. 213.
13
Roberto Nepoti, Jacques Tati, La Nuova Italia, Firenze, 1978, p. 13.
14
Sobre este tema puede verse Jorge Gorostiza, “La arquitectura según Tati: naturaleza contra artificio”,
Nosferatu, nº 10, octubre 1992, pp. 48-55.
15
El tema de la americanización ya aparecía en el primer largometraje de Tati, Jour de fête (Día de fiesta,
1948) a través de la película que se exhibe en la feria sobre el sistema de trabajo de los carteros
norteamericanos y el posterior intento, frustrado, de François de hacer “el reparto a la americana”.
16
Véase Bernard Cohn, “Le clair jeu de l’échec”, Positif, nº 131, octobre 1971, pp. 58-60.
17
Cfr. Walter Benjamin, "La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica" (1936), en Discursos
interrumpidos I. Filosofía del arte y de la historia, Taurus, Madrid, 1989, p. 47.
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