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ADOLESCENTES Y PADRES
Las relaciones con los padres durante la adolescencia se sustentan en gran medida en la
cercanía emocional desarrollada durante la niñez. la adolescencia trae consigo desafíos
especiales; los adolescentes sienten cierta ambivalencia de sus padres y la necesidad de
desprenderse de ellos. Las tensiones pueden provocar conflictos en la familia y los estilos de
crianza pueden influir en su forma y resultado. La supervisión eficaz depende de cuánto
permitan los adolescentes que sus padres sepan de su vida cotidiana. La personalidad también
es un factor importante. La amabilidad de los adolescentes y la extroversión de los padres
predicen la calidez de la relación
En especial para las jóvenes, las relaciones familiares pueden ser un factor de influencia sobre
la salud mental
Empleo de la madre y estrés económico: Una madre soltera a menudo tiene que trabajar para
evitar el desastre económico; la manera en que su empleo afecte a sus hijos adolescentes
puede depender del tiempo y la energía que le queden para dedicarles y cuánta supervisión les
pueda brindar
ADOLESCENTES Y HERMANOS
Los hermanos pasan menos tiempo juntos, sus relaciones se igualan y se asemejan más en sus
niveles de competencia. Los cambios en las relaciones fraternas preceden y reflejan en muchos
aspectos los cambios que se observan en las relaciones de los adolescentes con sus padres. Los
hermanos pueden ejercer efectos positivos o negativos.
ADOLESCENTES E IGUALES
Relaciones románticas: son una parte esencial del mundo social de la mayoría de los
adolescentes. Las relaciones románticas adquieren mayor intensidad e intimidad en la
adolescencia. Los adolescentes jóvenes piensan sobre todo en cómo puede afectar una
relación romántica su posición en el grupo de compañeros. En la adolescencia media, los
jóvenes tienen al menos una pareja exclusiva que dura de varios meses. A los 16 años, los
adolescentes interactúan y piensan más en las parejas románticas que en los padres, amigos o
hermanos
Existen dos tipos de conducta antisocial en adolescentes: el de inicio temprano, que comienza
alrededor de los 11 años y suele llevar a la delincuencia juvenil crónica, y el de inicio tardío,
que surge después de la pubertad como respuesta a los cambios en la adolescencia.
Son muchos los factores que impulsan a los jóvenes a cometer actos violentos: La inmadurez
del cerebro adolescente, La presencia de pandillas en la escuela, un ambiente familiar distante,
coercitivo o caótico. Es probable que los adolescentes que cometen actos de violencia a
menudo se rehúsen a escuchar a sus padres y maestros, ignoren los sentimientos y los
derechos de otros, maltraten a la gente, recurran a la violencia o a las amenazas para resolver
los problemas y crean que la vida los ha tratado de manera injusta.
La delincuencia alcanza su punto más alto alrededor de los 15 años y luego disminuye a medida
que la mayoría de los adolescentes y sus familias aceptan la necesidad que tienen los jóvenes
de afirmar su independencia.
Los programas eficaces son los que se enfocan en los niños de las ciudades de alto riesgo y que
duran por lo menos dos años durante los primeros cinco años del niño. Los programas también
dan un paso más lejos, hacia el exosistema, pues crean redes de apoyo para los padres y los
vinculan con servicios comunitarios como la atención prenatal y posnatal y la consejería
educativa y vocación.
Los programas más eficaces integran a los jóvenes con conflictos a la corriente dominante no
desviada. El crecimiento y el desarrollo no se detienen de manera abrupta después de la
adolescencia. Las personas cambian de muchas maneras a lo largo de la adultez temprana,
media y tardía.