Identificación de La Presencia de Antiguo en Restos Óseos de La Cultura Capacha de Colima
Identificación de La Presencia de Antiguo en Restos Óseos de La Cultura Capacha de Colima
Identificación de La Presencia de Antiguo en Restos Óseos de La Cultura Capacha de Colima
issn: 2007-6851
p. 94-p. 104
Fecha de recepción del artículo: 12 de noviembre de 2015
Fecha de publicación: julio de 2016
Título del artículo en inglés: “dna testing on ancient Colima’s osseous remainings”
diariodecampo.mx
Resumen
Se analiza una colección osteológica recuperada del sitio arqueológico Las Fuentes en Colima, México, cuyos
materiales corresponden a la fase cultural capacha del Formativo temprano (1500 a.C.). Las vasijas asa de estri-
bo y las acinturadas, asociadas con los entierros, guardan una similitud con las elaboradas por las culturas de
América del Sur, lo cual plantea probables contactos culturales y comerciales. Mediante la recuperación de los
esqueletos y análisis del adn mitocondrial (adnmt) se pretende establecer hipótesis sobre estas relaciones. El ar-
tículo expone los avances y primeros resultados obtenidos.
Palabras clave: identificación, adn, restos óseos, Colima, capacha.
Abstract
The article presents progress and preliminary results of the analysis of an osteological collection from the archaeolo-
gical site of Las Fuentes, Colima, whose materials correspond to the Capacha cultural phase of the Early Formative
(1500 BC). Stirrup spout, narrow-waisted vessels, associated with burials, bear a similarity with those made by cultu-
res in South America, which suggests probable cultural and commercial contacts. Through the recovery of skeletons
and mitochondrial dna (mtdna) analysis, an attempt is made to establish a hypothesis on these relations.
Keywords: dna testing, bone remains, Colima, Capacha culture.
La antropología física, como rama de la antropología que se ocupa del estudio del ser biológi-
co dentro de su contexto sociocultural, se ha nutrido de una amplia gama de métodos y técnicas
provenientes de otras disciplinas y especialidades para alcanzar sus objetivos. La incorporación
de los avances logrados en campos propios de la física, la química, la botánica, la zoología, la medi-
cina, la odontología y, a últimas fechas, de las tecnologías moleculares tiene el propósito de obtener
información para resolver problemas de investigación que todavía no encuentran una respuesta ni
una solución adecuadas. En este caso se trata de incursionar desde la perspectiva antropofísica, y
en concreto desde la osteología, en el ámbito de las características de la genética de los individuos
de la población prehispánica de Colima, con el apoyo de los planteamientos metodológicos y téc-
nicos generados por la bioquímica molecular.
La utilización de estrategias bioquímicas en estudios como éste obedece a dos razones funda-
mentales. En primer lugar, concordamos con otros investigadores en el sentido de que estas disci-
plinas han abierto nuevos horizontes en la investigación bioantropológica, puesto que las técnicas
y metodologías desarrolladas en estos campos para el análisis del material genético humano han
*
Profesor-investigador, Museo del Templo Mayor, inah (excavadorsp@hotmail.com).
**
Profesor-investigador, Centro inah Colima (asas03r@hotmail.com).
***
Profesora titular de tiempo completo, Facultad de Ciencias, unam (goliver@unam.mx).
95
mo, cuestionó que Kelly colocara al complejo capacha
en un periodo anterior al Opeño, Michoacán, antes del
surgimiento del sitio de Teopantecuanitlán, Guerrero,
y antes del surgimiento de San Lorenzo Tenochtitlán,
Veracruz.
En cuanto a los contactos de la cultura capacha con
Tlatilco, la doctora Kelly hace referencia al corpus de
similitudes presentes en ambos materiales cerámicos,
para lo cual se auxilió con varios elementos y atributos
que le permitieran definir el estilo. Entre los más desta-
cados se encuentran las vasijas con decoración zonal y
baño guinda, las denominadas “asa estribo”, y por últi-
mo los trífidos, que en Tlatilco son botellones de cue-
llo largo y boca pequeña (ibidem: 19).
Figura 1. Localización del área donde se recuperó el cementerio de Ecuador, específicamente con los de la fase Macha-
capacha, en los terrenos del fraccionamiento Las Fuentes. lilla, caracterizadas sobre todo por las vasijas asa es-
tribo. Para ella era clara la posibilidad de la existencia
la técnica del radiocarbono obtuvo fechas que oscilan de contactos culturales o comerciales entre ambas zo-
entre 1500 y 1200 a.C. De acuerdo con la temporalidad nas geográficas; de hecho, ella fue quien señaló que
estimada mediante esta técnica, el complejo capacha se los materiales capacha son originarios de la región sur
ubica cronológicamente en el periodo Formativo o Pre- del continente, pero que presentaron un desarrollo lo-
clásico mesoamericano. Con su propuesta, Isabel Kelly cal y, por ende, único y diferente a lo sudamericano
adjudicó a las poblaciones de este periodo una identi- (ibidem: 20).
dad de la que carecían. Este planteamiento adquirió una gran relevancia en-
tre los investigadores de este corredor cultural, el cual
La problemática del complejo capacha pretendidamente conectaba a Sudamérica con Me-
soamérica, por lo que las discusiones y desacuerdos
Desde sus orígenes, el complejo capacha ha sido ob- estuvieron a la orden del día. El primer esfuerzo para so-
jeto de diversas críticas por parte de los especialistas, lucionar esta interrogante fundamental surgió en 1958,
que de manera básica centran sus señalamientos en durante el XXXIII Congreso de Americanistas, celebrado
dos vertientes. Por un lado está el cuestionamiento a en Costa Rica. A partir de las evidencias expuestas por
los fechamientos propuestos por la doctora Kelly, pues varios arqueólogos que trabajaron en diversos sitios a
muchos investigadores dudan de su veracidad. Tal es el lo largo de las costas del Pacífico, desde Perú hasta Mé-
caso de las objeciones realizadas por Joseph B. Mount- xico, se pusieron de manifiesto en forma contundente
joy a partir de sus trabajos realizados en el sitio de las similitudes existentes entre los materiales arqueoló-
Mascota, Jalisco (Alcántara, Almendros y Olay, 2010: gicos recuperados en cada sitio investigado. A partir de
21). Allí el investigador obtuvo fechas que ubican a es- ese momento se logró un consenso entre la comunidad
te periodo alrededor de 1200 y 800 a.C., lo cual sig- científica, el cual se plasmó en la minuta del evento,
nifica una temporalidad más reciente a la establecida donde se acordó la búsqueda de la resolución y esclare-
por Kelly. Además, Mountjoy cuestiona la forma en que cimiento de aquellas semejanzas, en particular para la
se obtuvieron los materiales fechados, pues conside- etapa del Formativo, que era donde más trascendencia
ra que se trataba de contextos poco seguros. Por últi- presentaba el fenómeno (Olay, 2004a: 55-56).
97
tas corrientes de agua, el espacio se hallaría relativa-
mente protegido.
La deposición de los entierros se realizó de manera
ordenada y se intentó respetar los espacios entre uno
y otro entierro, dejando entre cada uno distancias en-
tre 20 y 50 cm. Por otra parte, se detecta una diferen-
ciación social de los personajes depositados, la cual
quedó plasmada en el registro arqueológico, definido
a partir del modo en que se realizó la deposición de las
osamentas y su asociación con los artefactos dejados
a manera de ofrenda.
En la unidad de excavación se detectaron entierros
sencillos y múltiples. En ambos casos los personajes lle-
Figura 2. Entierro 18. Se observa a un individuo en posición decú-
bito dorsal al que se le colocaron diversas vasijas. Nótese la com- gaban a presentar un ajuar funerario muy complejo que
plejidad del conjunto. en algunos casos incluía hasta tres niveles de deposi-
ción para un mismo evento, y donde el gran número de
Lo que se pensó que tendría las características sen- vasijas, así como la complejidad en sus formas, fueron
cillas de los contextos capacha y, por ende, que se tra- uno de los marcadores más destacados para esta infe-
taría de un trabajo de corto plazo mediante un rescate rencia (figuras 2-3).
arqueológico, al final implicó un trabajo de poco más Asimismo, se encontraron inhumaciones de perso-
de tres meses. Aunque se llevó a cabo en temporada de najes depositados sin ninguna ofrenda o con hasta dos
lluvias, se logró la recuperación de un cementerio con elementos cerámicos, los cuales correspondían a de-
alrededor de 144 individuos, tanto primarios como se- posiciones sencillas (figuras 4-5).
cundarios, asociados con ofrendas integradas por más En la actualidad, los materiales arqueológicos pro-
de 300 materiales arqueológicos, donde la cerámica es ducto de este rescate aún se encuentran en fase de
la de mayor representación (Alcántara, 2005). estudio y conservación. Los elementos recuperados
como ofrenda se encuentran en análisis y en la mayo-
Figura 3. Entierro 16. Uno de los conjuntos más complejos, donde ría de los casos ya se restauraron. Entre las formas ce-
al personaje principal se le depositaron 22 elementos cerámicos.
rámicas características de esta fase se encuentran las
típicas vasijas acinturadas o bules, vasijas con decora-
Como menciona Oliveros (2000: 31), por sí solos los ción en rojo zonal, tecomates, una vasija de asa estribo
objetos recuperados no darían luz sobre la concepción incompleta, así como diversas vasijas tanto zoomorfas
del mundo y su sociedad. Así, mediante los trabajos de y antropomorfas que son muy relevantes para una pos-
excavación y el registro llevado a cabo se recuperó in- terior interpretación (figuras 6-11).
formación valiosa que refleja las expresiones rituales Los restos óseos se enviaron a la Escuela Nacional
sucedidas al momento del enterramiento, plasmadas de Antropología e Historia para los estudios corres-
en los contextos funerarios a partir de la forma de de- pondientes, los cuales se encuentran a cargo del an-
posición de los cuerpos y objetos que lo acompañan tropólogo físico Juan Alberto Román Berrelleza, quien
(Alcántara, Almendros y Olay, 2010: 33). ha establecido vínculos con la Facultad de Ciencias
Con la exploración arqueológica se corroboró el de la unam, a través de la doctora Angélica González
uso de un espacio funerario de manera recurrente y Oliver, para realizar estudios más específicos a par-
prolongada por parte de quienes utilizaron el sitio pa- tir de análisis de adn presente en los materiales. Se
ra los enterramientos. El espacio presenta caracterís- pretende identificar los marcadores genéticos mito-
ticas particulares, debido a que se ubica en un área condriales de los individuos y corroborar la posible
donde el grupo tenía asegurado que el depósito de vinculación entre América del Sur y el occidente me-
sus ancestros no fuera alterado. Quienes crearon el soamericano con base en la detección de determina-
espacio funerario escogieron una planicie aluvial en dos marcadores.
medio de los arroyos Pereyra y Los Trastes, ya que Se trata del primer intento de utilización de esta téc-
consideraron que, al encontrarse delimitado por es- nica de análisis para Colima, en una muestra repre-
nologías de secuenciación de alto rendimiento y de los presenta ventajas frente al cromosoma Y. Una célula
programas informáticos especializados incrementaron sólo tiene una copia del cromosoma Y, mientras que en
los estudios de la variación genética de las poblaciones ella hay un número variable de mitocondrias que de-
humanas antiguas y contemporáneas del mundo (Pine- pende del tejido en cuestión. Cada mitocondria posee
da, en prensa). entre dos y 10 copias del adn, una característica que
El genoma mitocondrial y el cromosoma Y presen- permite que la recuperación y amplificación del adn-
tan una herencia uniparental; es decir, el adnmt se he- mt resulte más fácil. Una madre hereda el adnmt a to-
reda en exclusiva por la vía materna y el cromosoma dos sus hijos independientemente de su sexo, mientras
Y, por la paterna. Debido a su forma de herencia, se que un padre sólo hereda el cromosoma Y a los hijos
utilizan como la principal herramienta para investigar varones. Debido a su herencia materna y a la ausen-
la evolución humana y discernir acerca de las relacio- cia de recombinación, el adnmt acumula mutaciones
nes de ancestro-descendencia (Cavalli-Sforza, 1997; en su secuencia con el paso del tiempo. Es importante
Stoneking, 2000). mencionar que el análisis del adnmt y del cromosoma
A diferencia del material genético nuclear, el adn- Y sólo corresponde a una parte de la historia genética
mt carece de eventos de recombinación en cada gene- de los individuos o de las poblaciones, ya sea la matri-
ración y posee una tasa de mutación cinco a 10 veces lineal o patrilineal (Stoneking y Soodyall, 1996; Lell et
mayor que la de aquél. La alta tasa de mutación del al., 1997; Pérez, 2013).
99
Figura 7. Olla simple de borde alto con decoración en “V” en la
parte superior del cuerpo. Esta pieza se colocó como ofrenda del
Entierro 47 y se registró como Elemento 4 del contexto mortuorio.
Figura 8. Vasija antropomorfa que al parecer representa a un Figura 9. Vasija zoomorfa que representa un loro. La pieza formó
personaje de sexo femenino. La pieza se ofrendó en un entierro parte de la ofrenda mortuoria del Entierro 16.
complejo que denota la importancia del personaje inhumado. Se
recuperó en el Entierro 19.
Figura 10. Vasija miniatura de cerámica con la típica decoración Figura 11. Olla con decoración rojo zonal. Un ejemplo de lo más
capacha. Constituye una rareza, ya que este tipo de elementos po- representativo de este tipo cerámico capacha. Formaba parte de la
cas veces se recuperan. Procede de la Ofrenda 3. ofrenda del Entierro 3.
101
La identificación de los haplogrupos mitocondria- Resultados iniciales y procesos a seguir
les en los individuos prehispánicos se ha realizado por
análisis de restricción. Los primers empleados y las Con base en estos procedimientos, se efectuó la fase
condiciones de amplificación por pcr utilizadas fueron experimental, en la que hasta ahora se han analizado
descritas en González-Oliver et al. (2001). Las reac- pocos individuos, la cual arroja un resultado negativo
ciones de amplificación se llevaron a cabo en un ter- para el haplogrupo A, sobre todo porque los extractos
mociclador Eppendorf Master Cycler Gradient modelo de este marcador no amplificaron en este primer inten-
AG22331 de uso exclusivo para el adn antiguo. to; así, se tendrán que repetir en varias ocasiones hasta
corroborar que no existe adn de calidad para el análi-
sis de este marcador.
Posteriormente se analizaron los individuos para
el haplogrupo B y se encontró que un individuo es
B, mientras que los otros no presentaron los produc-
tos de amplificación para este marcador. Los resulta-
dos pueden indicar que no hay adn en los extractos
de estos individuos –excepto en el que presentó B–,
aunque, como en el caso anterior, será necesario repe-
tir los experimentos (figura 12). Esta situación resulta
preocupante, ya que se podría correlacionar con el da-
Figura 12. Proceso inicial de extracción del adn de una muestra ño sufrido por los huesos a causa del pH ácido del sue-
de hueso.
lo y otros factores, lo cual probablemente trajo como
consecuencia la destrucción y ausencia del adn en al-
gunos individuos.
Cabe mencionar que los haplogrupos A y B son los
más frecuentes entre las poblaciones indígenas actuales
del centro y norte de México, en tanto que el A lo es en
poblaciones antiguas de Mesoamérica (De la Cruz et al.,
2008; González-Oliver et al., 2001). Hasta ahora se ha lo-
grado amplificar el adn de un individuo (figuras 13- 14),
y falta realizar las pruebas para identificar el marcador
genético en los ejemplares restantes. Es importante se-
ñalar que, desafortunadamente, la fase experimental se
Figura 13. Colocación de los tubos en el termociclador. Cada uno efectúa con mucha lentitud y presenta un considerable
contiene los componentes químicos y los extractos obtenidos de
atraso a causa de que al proyecto no se le han asignado
las muestras de hueso con que se llevará a cabo la reacción en ca-
dena de la polimerasa (pcr). los recursos necesarios por parte del inah para continuar
con el análisis de manera más consistente. Aun así, la
identificación del haplogrupo B en uno de los indivi-
duos de capacha es uno de los primeros resultados ob-
tenidos en el análisis de adn antiguo en individuos de
esta importante cultura del occidente de México.
La amplificación de la región hipervariable I se lle-
vará a cabo en dos o tres fragmentos superpuestos con
los primers propuestos por Vigilant et al. (1989), de-
bido a que el adn recuperado de restos antiguos es-
tá sujeto a procesos de degradación que propician su
fragmentación en tamaños que varían entre 100 y 500
Figura 14. Los productos resultantes de la pcr se someten a elec- pares de bases (pb) (Pääbo y Wilson, 1989; Handt et al.,
troforesis para corroborar si un determinado marcador genético
1994; Höss et al., 1996). Los protocolos del análisis de
amplificó, así como para comprobar que no existió contaminación
en el proceso. la hvri se han utilizado en otros estudios para analizar
finalidad de evitar una contaminación cruzada de las lima”, tesis de licenciatura en arqueología, México, enah,
103
Cooper, A. y H. N. Poinar, “Ancient dna: Do it Right or Not at rican Journal of Physical Anthropology, vol. 101, núm. 3,
All”, en Science, núm. 289, 2000, p. 1139. 1996, pp. 307-323.
Cruz Laina, I. de la et al., “Sex Identification of Children Sa- Meighan, Clement, Archaeology of the Morett Site, Austin/Ber-
crificed to the Ancient Aztec Rain Gods in Tlatelolco”, en keley/Los Ángeles, University of California Press, 1972.
Current Anthropology, vol. 49, núm. 3, 2008, pp. 519-526. Olay Barrientos, María de los Ángeles, “El Occidente mesoa-
_____, “Análisis de los linajes del adn mitocondrial en la po- mericano. Una historia en construcción”, en Introducción
blación maya del periodo colonial (siglos xvi-xvii) de Xca- a la arqueología del Occidente de México, México, Universi-
ret, Quintana Roo”, en III Simposio Internacional El Hombre dad de Colima/inah, 2004a, pp. 43-78.
Temprano en América, México, iia-unam/inah/Museo del _____, “Arqueología de Colima”, en Introducción a la arqueolo-
Desierto, 2010, pp. 103-109. gía del Occidente de México, México, Universidad de Coli-
Eshleman, J. A., R. S. Malhi y D. G. Smith, “Mitochondrial dna ma/inah, 2004b, pp. 271-300.
Studies of Native Americans: Conceptions and Miscon- Oliveros Morales, José Arturo, “El espacio de la muerte: Hace-
ceptions of the Population Prehistory of the Americas”, en dores de tumbas en el mundo prehispánico”, tesis de doc-
Evolutionary Anthropology, núm. 12, 2003, pp. 7-18. torado en antropología, México, enah, 2000.
Gilbert, M. T. P. et al., “Assessing Ancient dna Studies”, en Pääbo, S., J. Gilfford y A. C. Wilson, “Mitochondrial dna Se-
Trends in Ecology & Evolution, núm. 20, 2005a, pp. 541–544. quences from a 7000 Year Old Brain”, en Nucleic Acids Re-
_____, “Biochemical and Physical Correlates of dna Contamina- search, vol. 16, núm. 20, 1988, pp. 9775–9788.
tion in Archaeological Human Bones and Teeth Excavated Pääbo, S., R. G. Higuchi y A. C. Wilson, “Ancient dna and the
at Matera, Italy”, en Journal of Archaeological Science, núm. Polymerase Chain Reaction”, en Journal Biology Chemistry,
32, 2005b, pp. 785-793. núm. 264, 1989, pp. 9709-9712.
González-Oliver, A. et al., “Founding Amerindian Mitochon- Pérez Martínez, M., “Relaciones genéticas determinadas con
drial dna Lineages in Ancient Maya from Xcaret, Quinta- adn mitocondrial en poblaciones mesoamericanas con-
na Roo”, en American Journal of Physical Anthropology, vol. temporáneas mazahua, otomí, lacandona, y maya anti-
116, núm. 3, 2001, pp. 230-235. gua”, tesis de licenciatura, México, unam, 2013, p.101.
Handt, O. et al., “Ancient dna: Methodological Challenges”, en Pineda Vázquez, D., “Estudio del adn mitocondrial en pobla-
Experientia, núm. 50, 1994, pp. 524-529. ciones indígenas contemporáneas: mixe, mixteca y maya
Hernández Díaz, Verónica, “Muerte y vida en la cultura de del sureste de México”, tesis de maestría en ciencias bio-
tumbas de tiro”, en Miradas renovadas al Occidente indíge- lógicas, México, unam, en prensa.
na de México, México, unam/inah/cemca, 2013, pp. 79-91. Sampietro, M. L. et al., “Tracking Down Human Contamination
Höss, M. et al., “dna Damage and dna Sequence Retrieval from in Ancient Human Teeth”, en Molecular Biology Evolution,
Ancient Tissues”, en Nucleic Acids Research, núm. 24, 1996, núm. 29, 2006, pp. 1801-1807.
pp. 1304-1307. Stoneking, M., “The Human Genome Project and Molecular
Kelly, Isabel, “Stirrup Pots from Colima, Some Implications”, Anthropology”, en Genome Research, vol. 7, núm. 2, 1997,
en The Archaeology of West México, Ajijic, Sociedad de pp. 87-91.
Estudios Avanzados del Occidente de México, 1974, pp. _____, “Hypervariable Sites in the mtdna Control Region are
2006-2011. Mutational Hotspots”, en American Journal of Human Ge-
_____, “Archaeological Research in Colima, México”, en Na- netics, vol. 67, núm. 4, 2000, pp. 1029-1032.
tional Geographic Society Research Reports 1968. Projects, Stoneking, M. y H. Soodyall, “Human Evolution and the Mito-
Washington, D.C., 1976, pp. 189-197. chondrial Genome”, en Current Opinion in Genetics & De-
_____, “Archaeological Research in Colima, México”, en Na- velopment, vol. 6, núm. 6, 1996, pp. 731-736.
tional Geographic Society Research Reports 1968. Projects, Tamm, E. et al., “Beringian Standstill and Spread of Native Ame-
Washington, D.C., 1978, pp. 307-311. rican Founders”, en PLoS ONE, vol. 2, núm. 9, 2007, p. e829+.
_____, Ceramic Sequence in Colima: Capacha, an Early Phase, Torroni, A. et al., “Native American Mitochondrial dna Analy-
Tucson, The University of Arizona Press (Anthropological sis Indicates that the Amerind and the Nadene Populations
Papers of the University of Arizona, 37), 1980, pp. 3-17. Were Founded by Two Independent Migrations”, en Gene-
Krings, M. et al., “Neandertal dna Sequences and the Origin of tics, vol. 130, núm. 1, 1992, pp. 153-162.
Modern Humans”, en Cell, núm. 90, 1997, pp. 19-30. Vigilant, L. et al., “Mitochondrial dna Sequences in Single Hairs
Lell, J. T. et al., “Y Chromosome Polymorphisms in Native Ame- from a Southern African Population”, en Proceedings of the
rican and Siberian Populations: Identification of Native National Academy of Sciences, vol. 86, núm. 23, 1989, pp.
American Y Chromosome Haplotypes”, en Human Gene- 9350-9354.
tics, vol. 100, núms. 5-6, 1997, pp. 536-543. Willerslev, E. y A. Cooper, “Review Paper. Ancient dna”, en
Lorenz, J. G. y D. G. Smith, “Distribution of Four Founding mtd- Proceedings of the Royal Society of London. Biological Scien-
na Haplogroups among Native North Americans”, en Ame- ces, vol. 272, núm. 1558, 2005, pp. 3-16.