Alejandro García Gutiérrez - Cirugia Tomo IV
Alejandro García Gutiérrez - Cirugia Tomo IV
Alejandro García Gutiérrez - Cirugia Tomo IV
CIRUGÍA
Tomo IV
CIRUGÍA
Dr. Alejandro García Gutiérrez
Dr. Gilberto Pardo Gómez
La Habana, 2008
García Gutiérrez, Alejandro.
Cirugía / Alejandro García Gutiérrez, Gilberto Pardo Gómez [y otros].
La Habana: Editorial Ciencias Médicas, 2007.
4 t. (1410 p.): fig. tab.
WO 140
I. FISTULAARTERIOVENOSA / cirugía
II. TROMBOEMBOLISMO / cirugía
III. VARICES / cirugía
IV. INSUFICIENCIA VENOSA / cirugía
V. TRAUMATISMOS DE LOS TEJIDOS BLANDOS / cirugía
VI. NEOPLASIAS DE LOS TEJIDOS BLANDOS / cirugía
VII. NEOPLASIAS DE ANEXOS Y APÉNDICES DE LA PIEL / cirugía
VIII. PROCEDIMIENTOS QUIRÚRGICO MENORES
Autores
Jorge F. Abraham Arap
Especialista de II Grado en Cirugía General.
TOMO I
Prólogo
Capítulo I
Generalidades
Capítulo II
Semiología quirúrgica
Capítulo III
Anestesiología y reanimación
TOMO II
Capítulo IV
Traumatismos
Capítulo V
Infecciones quirúrgicas
Capítulo VI
Enfermedades quirúrgicas de la cara y del cuello
Capítulo VII
Enfermedades quirúrgicas del tórax
Capítulo VIII
Enfermedades quirúrgicas del abdomen
Capítulo IX
Hernias abdominales externas
Capítulo X
Proctología
TOMO IV
Capítulo XI
Angiología
Capítulo XII
Quistes y tumores de la piel y de los tejidos blandos superficiales
Capítulo XIII
Procedimientos quirúrgicos menores
TOMO IV
Definición
Es la dilatación permanente, localizada o difusa de un sector venoso, en este caso
específicamente, se trata del sector venoso superficial de los miembros inferiores.
RECUENTO ANATOMOFISIOLÓGICO
Las venas de los miembros inferiores, como las del resto del organismo, constitu-
yen un sistema dispuesto para devolver la sangre, que una vez utilizada es recogida
desde los vasos capilares convergiendo el corazón, o sea un sentido centrípeto.
En los miembros inferiores se localizan 3 series o subsistemas bien diferenciados y
todos previstos de válvulas venenosas:
Sistema venoso superficial. Transcurre por el tejido celular laxo del miembro inferior,
por tanto es supraaponeurótico; por él se recoge 10 % de la sangre que debe regresar al
corazón y se distinguen 2 venas fundamentales: la safena interna o safena magna y la
safena externa o safena parva; es importante señalar que este sistema venoso superficial
es el sitio casi exclusivo de afectación de la enfermedad varicosa.
Sistema venoso profundo. Transcurre entre las masas musculares de la pierna y el
muslo, es subaponeurótico, acompaña en numero de dos a las arterias homónimas,
salvo las venas poplíteas, femoral superficial, profunda y común que son únicas; por
este sistema se drena 90 % de la sangre de las extremidades inferiores.
Sistema de venas comunicantes. Encargado de poner en comunicación, como bien
dice su nombre, a los dos sistemas anteriores, con un sentido fisiológico de la circula-
ción de la superficie a la profundidad; su número es variable y su distribución difiere en
cada individuo, aunque existen comunicantes importantes a nivel del tobillo y la rodilla;
en la región inguinal el cayado de la safena interna y en el hueco poplíteo, el cayado de
la safena externa se comportan como si fueran venas comunicantes.
Para que la sangre venosa ascienda de los miembros inferiores a las cavidades
derechas del corazón, en el humano, que a diferencia de otros seres vivos ha adoptado
la posición bípeda, debe vencer una importante fuerza, la gravedad, para lo cual se han
creado mecanismos fisiológicos que son los más importantes:
1. El sistema vascular, incluido dentro de la luz venosa, lo cual hace posible que el
peso de la columna líquida sanguínea esté fragmentada de trecho en trecho, se
produce su apertura solo cuando el segmento que está por encima de la válvula
esté vacío y realiza un cierre hermético cuando este se llene de sangre e impide
su retroceso; este mecanismo fisiológico es uno de los más importantes del
retorno venoso.
2. Las contracciones de los músculos estriados de la pantorrilla, verdadero “corazón
venoso periférico” vale decir, que la contracción de los músculos de la pantorrilla
durante el ejercicio realizan un bombeo rápido de la sangre.
3. La aspiración sanguínea que se produce desde el corazón durante la diástole
cardíaca.
4. Las pulsaciones de las arterias vecinas, que acompañan a las venas.
5. La vis a tergo o impulso de lo que viene detrás.
6. La vis a frontis.
7. La presión negativa intratorácica.
1612
En estudios de población trabajadora como el de Basilea (Suiza) 62 % de todo tipo
de várices y en Gran Bretaña, en mujeres trabajadoras 32,1 %.
Etiología de las várices primarias
La enfermedad varicosa tiene etiología multifactorial, por lo tanto, aquí se exponen
algunos de los factores más relevantes, predisponentes o desencadenantes de esta
patología:
1. Sexo: es indiscutible su alta frecuencia en el sexo femenino.
2. Sobrecarga estática: las várices son más frecuentes en aquellas personas que se
ven obligadas a permanecer largas horas de pie o sentadas, como parte de sus
obligaciones habituales.
3. Herencia y constitución: el antecedente familiar, sobre todo de la madre, se encuentra
con frecuencia en los portadores de várices; en personas varicosas existe una debili-
dad constitucional que tiene carácter hereditario, localizada en los tejidos de origen
mesodérmico, lo que explica la coexistencia en ellos de otros tipos de várices, como
varicocele y hemorroides; además, aparecen hernias, pie plano y hábito asténico.
4. Trastornos endocrinos: las várices aparecen de manera preferente en la pubertad,
el embarazo y la menopausia, supuestamente en relación con el desbalance hor-
monal propio de estos períodos.
5. Adelgazamiento y obesidad: tanto el adelgazamiento, sobre todo si es rápido (por
perder las venas el soporte del tejido celular que las rodea) como el sobrepeso a
que son sometidos los miembros inferiores por la obesidad, son causantes de várices.
Fisiopatología
Los mecanismos fisiológicos que favorecen el drenaje venoso de los miembros
inferiores van a estar muy modificados en los pacientes varicosos.
En una primera etapa de la enfermedad, las válvulas venosas aún son eficientes
e impiden el reflujo sanguíneo, existen dilataciones venosas pero ellas se producen
fundamentalmente por disminución de la velocidad del flujo venoso. En etapas más
avanzadas, las válvulas venosas se hacen insuficientes, se produce un reflujo sanguí-
neo distal, que desarrolla una estasis que provoca más distensión de la pared venosa
y por ende mayor insuficiencia de las válvulas y más disminución del retorno venoso.
Anatomía patológica
En la enfermedad varicosa el estudio macroscópico de las venas revela dilatacio-
nes venosas tortuosas, sacciformes o fusiformes; correspondientes a antiguas trombo-
sis organizadas y calcificadas.
Microscópicamente, se puede afirmar que todas las capas de las venas participan en
el proceso; el tejido conectivo de la intima se hiperplasia y sufre degeneración hialina y
calcificación; las válvulas se retraen; la túnica media se esclerosa, sus fibras musculares
se disocian y la elástica se condensa en algunos puntos y en otras se va destruyendo por
la invasión progresiva del tejido conectivo en hiperplasia; la adventicia también sufre
proliferación conectiva como resultado de procesos inflamatorios de poca actividad.
Cuadro clínico
Síntomas. La intensidad de la sintomatología depende, en muchos casos de la
sensibilidad del paciente, ya que hay pacientes con várices muy avanzadas que en
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ocasiones se aquejan de escasa sintomatología y otros, con várices incipientes que
pueden tener molestias muy diversas.
Los síntomas más frecuentes son:
1. Dolor: tiene una característica de empeorarse con la permanencia de pie o senta-
da prolongada, se alivia en reposo con los miembros inferiores elevados por enci-
ma de la horizontal, es más molesto por su persistencia que por su intensidad, ya
que es un dolor sordo profundo, con carácter de calambre que se localiza en las
pantorrillas o en todo el miembro.
2. Pesadez y cansancio: como el dolor, su aparición se relaciona con la sobrecarga
estática prolongada y se alivia con el reposo.
3. Parestesias: se manifiesta como sensaciones de hormigueo, picazón, ardor, calor y
a veces sensación de un líquido caliente que corre hacia abajo siguiendo el trayec-
to varicoso.
Signos. El más objetivo y que permite que el propio paciente, en ocasiones haga el
diagnóstico por si mismo, es la presencia de las dilataciones venosas; estas pueden ser:
1. Formas irregulares con dilataciones venosas de pequeño y mediano calibre, loca-
lizadas con mayor frecuencia en los muslos llamadas microvárices y macrovárices
(Figs.11.1 y 11.2).
2. Formas serpinginosas, que siguen el trayecto de una o ambas venas safenas deno-
minadas también várices tronculares (Fig. 11.3).
3. Formas serpingino-ampulares, que además de lo anterior, levantan la piel en forma
de ampollas (Fig. 11.4).
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Fig. 11.3. Izquierda: várices tronculares y derecha: várices Fig. 11.4. Várices ampulares.
serpinginosas.
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Cianosis local. Es otro signo que puede encontrarse y que es más frecuente cuan-
do se examina al paciente de pie.
Trastornos tróficos. Son lesiones que aparecen en la piel de las regiones maleolares
de los pacientes varicosos, debidas a una mala nutrición hística y pueden considerarse
también como complicaciones de las várices de las cuales se referirán con más
detenimiento más adelante (Fig. 11.6), ellas son:
1. Dermatitis.
2. Celulitis.
3. Pigmentación.
4. Úlcera varicosa.
A B C
1616
Pruebas venosas. Mediante estas pruebas se podrán determinar las siguientes
interrogantes:
1. Si las várices son quirúrgicas o no.
2. Si la insuficiencia valvular es en el cayado de la safena interna o el las venas
comunicantes.
3. Si el sistema venoso profundo está permeable o no.
Procedimientos técnicos:
1. Prueba de Rivlin (Fig. 11.7) que determina si las várices se deben a incompetencia
valvular o debilidad de la pared venosa. Se realiza de la siguiente forma:
a) Se acuesta al paciente en decúbito dorsal.
b) Se eleva el miembro inferior por encima de la horizontal, vaciando las venas por
declive.
c) Cuando estas se encuentran vacías se le indica al paciente ponerse de pie y se
le observan las venas:
- Si estas se llenan en menos de 30 s, se comprueba que la prueba es positiva y
estas várices se deben a un flujo retrógrado de sangre y por tanto susceptibles
de tratamiento quirúrgico.
- Si por el contrario, las venas se llenan en más de 30 s, la prueba es negativa, no
hay flujo retrógrado de sangre y por tanto son susceptibles de tratamiento
médico esclerosante.
2. La prueba de Trendelenburg que determina si las várices son por insuficiencia del
cayado de la safena interna o de las venas comunicantes. Se realiza de la siguien-
te forma:
a) Acostado el paciente en decúbito dorsal se eleva la extremidad afecta por
encima de la horizontal hasta las venas superficiales se encuentren vacías,
pudiera se necesario auxiliarse de la expresión manual.
b) Una vez vacías se coloca una ligadura en la raíz del muslo y, con ella puesta se
invita al paciente a ponerse de pie; obteniéndose las siguientes posibilidades:
- Trendelenburg nulo: al retirar a ligadura de la raíz del muslo no se observa
cambio alguno, las venas se llenan de abajo hacia arriba en 30 s o más; es
equivalente a una prueba de Rivlin negativo; son várices por debilidad de la
pared venosa, sin insuficiencia valvular.
- Trendelenburg positivo: al retirar la ligadura las venas colapsadas se llenan
bruscamente en menos de 30 s; equivale a cayado de la safena interna sufi-
ciente.
- Trendelenburg negativo: las venas colapsadas se llenan en menos de 30 s
antes de quitar la ligadura y al retirar esta no se modifica el llene venoso lo que
equivale a cayado de la safena interna suficiente e insuficiencia de venas
comunicantes.
- Trendelenburg doble: las venas colapsadas se llenan antes de retirar la
compresión y al retirar esta, el relleno es todavía mayor desde arriba hacia
abajo y equivale a cayado de la safena interna y venas comunicantes insu-
ficientes.
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3. Prueba de Oshsner que determina si el venoso profundo está permeable. Se rea-
liza de la siguiente forma:
a) Se coloca al paciente en decúbito dorsal, se eleva la extremidad y se coloca un
vendaje elástico desde el pie hasta la raíz del muslo y se ordena al paciente
caminar durante 15 a 30 min.
b) Si aparecen dolores y calambres en la pierna durante la marcha con la contención
elástica, ello se debe a que las várices cumplen una función de suplencia por
obstrucción del sistema venoso profundo, y por tanto no pueden ser resecadas.
c) Si por el contrario el paciente se alivia o no siente ninguna molestia con la conten-
ción elástica, es por que el sistema venoso profundo está permeable y por tanto
las várices del sistema venoso superficial pueden ser operadas sin ningún riesgo.
Pruebas instrumentales
No invasivas. Son un grupo de pruebas que utilizan medios diagnósticos de tipo
ultrasónicos para medir el flujo venoso de las extremidades, basado fundamentalmente
en el efecto Doppler (Fig. 11.8), con el cual se estudia la suficiencia y permeabilidad del
sistema venoso profundo y superficial.
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Otras pruebas. Pletismografía por oclusión venosa (Fig. 11.9), fotopletismografía
y termografía.
Invasiva. Son fundamentalmente estudios radiográficos, que como su nombre lo indi-
ca es necesaria la inyección de medios de contraste en la luz venosa y de esta forma
estudiar la anatomía y su función. Estas son la flebografía anterógrada o distal y la
flebografía retrógrada o proximal (Fig. 11.10); con esta se obtienen los siguientes datos:
1. Visualizar el sistema venoso profundo.
2. Localizar y confirmar el sitio de las comunicantes insuficientes.
3. Conocer o confirmar la existencia de venas superficiales varicosas en casos de
difícil apreciación clínica.
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Pruebas de laboratorio. Además de los exámenes clínicos e instrumentales, a todo
paciente que va a ser operado de sus várices se le realizan:
1. Hemograma completo.
2. Coagulograma.
3. Serología.
4. Hemoquímica: glicemia y urea.
Diagnóstico diferencial
En caso de aumento de volumen local con las hernias crurales, adenopatías
inguinales, hernias musculares de la pierna, neoplasias de los miembros inferiores y
quistes sebáceos.
En caso de edema maleolar con el edema cardíaco, por nefropatías, hiperlipopro-
teinemias, hepatopatías, linfedemas, fibredemas y lipedemas.
En casos de várices deben diferenciarse de las várices secundarias a fístulas
arteriovenosas congénitas, que son múltiples, progresivas, aparecen desde el nacimien-
to o infancia temprana acompañadas de nevus y osteo hipertrofia o hipotrofia del miem-
bro afecto. Las várices de las fístulas arteriovenosas adquiridas que son únicas, se
acompañan de Thrill y soplo sistodiastólico y existe el antecedente de un trauma o
herida en el trayecto de un paquete vascular. Las várices secundarias a obstrucción del
sistema venoso profundo y que aparecen como circulación colateral compensatoria, en
el síndrome posflebítico o postrombótico.
Pronóstico
Sobre el pronóstico es conveniente tener en cuenta varios factores asociados que
pueden agravar esta enfermedad cuando:
1. Aparece en edades tempranas.
2. Coexisten con una insuficiencia valvular primaria o secundaria.
3. Se asocian a embarazo, la multiparidad o el uso de anticonceptivos orales.
4. Se asocia a personas que por la índole de su trabajo deben permanecer largas
horas de pie o sentadas.
Prevención
La prevención de una enfermedad multicausal es tarea difícil pero en Cuba, donde
se cuenta con la medicina comunitaria altamente desarrollada, se puede actuar muy
eficaz sobre un grupo de factores predisponentes vulnerables como son: obesidad,
sedentarismo, multiparidad, uso de anticonceptivos orales sin debido control, deformi-
dades podálicas y constipación como los más frecuentes.
Complicaciones
Hemorragias
Varicorragia externa. Es cuando se produce la ruptura de una dilatación venosa
con salida de sangre al exterior, esta puede ser espontánea o provocada por un trauma-
tismo (Fig. 11.11).
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Fig. 11.11. Varicorragia externa.
Varicorragia interna. Cuando se produce esta ruptura en los tejidos vecinos pro-
duciéndose un hematointersticial, muy dolorosa, relacionado en ocasiones a un esfuer-
zo brusco.
Infecciosas
Varicoflebitis y varicotrombosis. Es la inflamación aguda de una vena varicosa.
Se caracteriza por enrojecimiento, calor y dolor de un paquete varicoso con discreto
edema local y en ocasiones fiebre; en el caso de la varicotrombosis las venas apare-
cen como cordones enrojecidos y duros, debido a los coágulos que existen en su
interior (Fig. 11.12).
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Tróficas
Pigmentación. Es el color bronceado oscuro que abarca zonas de la piel más
frecuentemente localizadas en las regiones supramaleolares. Es la consecuencia de
pequeñas hemorragias subcutáneas con depósito de hemosiderina.
Eczema. Es una manifestación frecuente del estasis venoso, asienta en las zonas
periulcerosas cicatrizadas, la piel está decamada y seca; suelen ser muy pruriginosa y
de pertinaz recurrencia.
Celulitis indurada. Es como el eczema una manifestación frecuente del estasis ve-
noso, por lo que es también denominada celulitis de estasis; se presenta en el tercio
inferior de la pierna en forma de placas rojizas, duras y dolorosas a la presión.
Úlcera varicosa. Es la complicación más rebelde y perturbadora de las várices,
además de ser la más importante debido a las incapacidades que determina, llegando a
constituir un problema social. Su localización más frecuente es en la cara interna y
tercio inferior de la pierna, aparecen sobre todo en las regiones maleolares; pueden ser
únicas o múltiples; su forma es generalmente oval; de fondo irregular o mamelonante,
muchas veces con secreción fétida, purulenta o sanguinolenta; los tejidos vecinos pue-
den aparecer pigmentados con dermatitis o celulitis.
Tratamiento
En la terapéutica de las várices se incluyen los siguientes objetivos:
1. El tratamiento de la enfermedad de base, si se logra identificar la misma.
2. El control de los factores que predisponen.
3. El tratamiento del trastorno venoso en particular.
1622
Fig. 11.14. Procedimiento quirúrgico.
1623
Tratamiento de las complicaciones
1. Varicorragia externa:
a) Elevación del miembro inferior afecto.
b) Esclerosis en corona (técnica de Tavel).
c) Contención elástica.
d) Realizar hemoglobina y hematócrito para valorar las pérdidas sanguíneas.
e) Preparar el paciente para el tratamiento quirúrgico definitivo, si estuviera
indicado.
2. Varicorragia interna:
a) Reposo con la extremidad elevada.
b) Fomentaciones frías.
c) Analgésicos.
d) Contención elástica.
3. Varicotrombosis:
a) Médico:
- Reposo con la extremidad elevada.
- Antiinflamatorios.
- Antibióticos sistémicos.
- Contención elástica.
b) Quirúrgico:
- Esclerosis química de la vena proximal y distal.
- Drenaje de coágulos por flebotomía.
- Ligadura del cayado de la vena safena interna: si se extiende por encima de la
rodilla hasta el tercio medio del muslo.
4. Trastornos tróficos.
a) Dermatitis:
- Fomentaciones locales.
- Antihistamínicos.
- Cremas antiinflamatorias.
b) Celulitis indurada:
- Fonoforesis.
- Iontoforesis.
- Cremas antiinflamatorias
c) Pigmentación:
- Cremas cosméticas.
d) Úlcera varicosa:
- Tratamiento de la enfermedad de base (operación de várices, si fuera necesario).
- Fomentaciones.
- Drenaje postural.
- Curas compresivas.
- Contención elástica.
- Curas locales:
• Agentes bioestimulantes.
• Agentes cicatrizantes.
• Antibióticos locales (controversial).
e) No usar nunca antibioticoterapia sistémica: solo está indicada en caso de aña-
dirse una sepsis, como la linfangitis aguda.
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PREGUNTAS
1. Del cuadro clínico de las várices, señale los síntomas subjetivos y objetivos más importantes.
2. ¿Con qué enfermedades hay que realizar el diagnóstico diferencial?
3. Mencione las principales complicaciones de las várices esenciales.
4. Explique los objetivos y procedimientos del tratamiento.
BIBLIOGRAFÍA
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INTRODUCCIÓN
La enfermedad tromboembólica venosa, verdadero azote del paciente hospitaliza-
do mantiene una tendencia creciente debido a la elevación de la expectativa de vida,
con el consiguiente aumento de la población susceptible al incremento de los procedi-
mientos terapéuticos más extensos y agresivos y a las posibilidades actuales de contar
con avances tecnológicos que posibilitan su mejor diagnóstico.
En la enfermedad tromboembólica venosa, quedan imbricadas 3 entidades clínicas
con identidad propia, que se designan independientemente, con los nombres de trombosis
venosa, embolismo pulmonar y la enfermedad postrombótica o posflebítica, que mantie-
nen un nexo causal común, pues las últimas representan complicaciones y secuelas de la
primera, lo que determina que un paciente puede presentar el conjunto de síntomas aisla-
dos de una de ellas en particular. Una aproximación coherente con el estado actual de
esta enfermedad, exige la separación del tema en sus tres componentes fundamentales:
la trombosis venosa aguda, su complicación más temible, el embolismo pulmonar y su
más refractaria e invalidante secuela: la enfermedad postrombótica o posflebítica.
1625
Trombosis venosa aguda
Definición
Se entiende por trombosis venosa aguda, la oclusión total o parcial de la luz de una
vena por un trombo o coágulo sanguíneo, fenómeno que ha recibido también los nom-
bres de tromboflebitis, cuando comienza por un proceso inflamatorio de la pared lo que
determina la adhesión del trombo al endotelio venoso y flebotrombosis, cuando el pro-
ceso trombótico no presenta inflamación concomitante pues el trombo se encuentra
flotante y dan lugar a la forma embolígena.
La trombosis venosa constituye una afección de relativa alta frecuencia, su inci-
dencia oscila entre 0,5 y 1,6 por 1 000 habitantes, en Cuba se han reportado hasta
17 000 casos en un año y en el exterior se ha señalado que afecta a 2 ó 3% de la
población general, aproximadamente un caso de trombosis venosa profunda/1 000 pa-
cientes/año: 0,09 % y que 1/3 de los pacientes que ingresan en los hospitales por
enfermedades graves o cirugía mayor, sufren una trombosis venosa profunda. Es una
enfermedad cuya alta morbilidad corresponde al ámbito hospitalario, se ha señalado
una prevalencia de hasta 80 % de la población adulta.
La trombosis de las venas profundas de la pierna se origina habitualmente, en los
senos venosos de los músculos de la pantorrilla y desde allí se extienden hasta las venas
profundas de la pierna (tibiales posteriores, peroneas y venas del soleo). Desde estas
venas profundas de la pierna, una pequeña pero significativa porción de dichos trombos
(20 %), se extienden a las venas proximales (poplítea, femorales e ilíacas).
Las trombosis venosas proximales pueden también originarse independientemente
de las venas profundas de la pierna, en particular cuando existe un traumatismo quirúr-
gico en la vecindad, como por ejemplo en la cirugía de la cadera, etc. Solo 12 % de las
trombosis venosas profunda tienen su origen en segmentos proximales, dato este de
interés dado que el embolismo pulmonar, clínicamente significativo, es mucho más pro-
bable en los pacientes con trombosis venosa proximal que en aquellos con trombosis
venosa circunscritas a las venas de la pierna. El embolismo pulmonar fatal general-
mente es precedido por una trombosis venosa profunda y esta última, es una contingen-
cia evitable, toda vez que más de las 2/3 partes de los que fallecen por un embolismo
pulmonar, pudieran alcanzar, de no ocurrir este, una mayor expectativa de vida útil.
Resulta interesante, señalar en relación con las trombosis venosas profundas
posoperatorias, que aproximadamente 45 % de estas ocurren durante el primer día de
la operación, 43 % lo hacen entre el primero y el cuarto día posoperatorio y solo 12 %
restante ocurre después del cuarto día posoperatorio, todo lo cual permite delimitar los
días en que se deben reforzar las acciones preventivas en los pacientes de alto riesgo,
en especial teniendo en cuenta el incremento de la cirugía ambulatoria.
Principales causas
La trombosis venosa se origina al igual que cualquier otra enfermedad, sobre la
base de una predisposición individual, dada por las características personales de cada
individuo en particular y la predisposición general que estará dada por una susceptibili-
dad adquirida por intervenciones quirúrgicas, enfermedades sistémicas, infecciones,
traumatismos, etc. De modo tal que el fenómeno trombótico se desencadenará en un
sujeto dado, que con predisposición latente llegue al umbral morboso necesario.
1626
La patogenia de las trombosis venosas, sigue fundamentándose casi siglo y me-
dio después en los postulados clásicos de Virchow, “el estasis sanguíneo, la lesión
parietal y la hipercoagulabilidad”, aunque es indudable que se han dado pasos de
importancia en el conocimiento de estos 3 factores, su esencia, aún se escapa en
toda su complejidad.
Un ejemplo de esto lo constituye el estasis sanguíneo, el cual se produce habitual-
mente por la inmovilización o el encamamiento prolongado por más de 72 h, en espe-
cial en adultos de 45 años o más, en particular en aquellos sitios donde las caracterís-
ticas y condiciones anatómicas de las venas de los miembros inferiores influyen en
su flujo sanguíneo y favorecen la formación del trombo, tal como sucede en los
fondos de sacos valvulares, los plexos venoso del sóleo, las venas tibiales posteriores
y otras (Fig. 11.15).
El estasis favorece la hipoxia y la lesión de la célula endotelial, se ha demostrado
experimentalmente la presencia de un daño endotelial microscópico dentro de los 3 min
que siguen al inicio de un estasis venoso provocado en las venas del cerdo. Con el
incremento del período de estasis las células del endotelio se descaman, con lo que se
expone la membrana basal del subendotelio y las fibras del colágeno, luego aparece
agregación plaquetaria y fibrina. A esto se asocia un déficit de liberación del activador
del plasminógeno, lo que determina a su vez una disminución de la activación de la
fibrinólisis. Este desequilibrio, aumento de la coagulación y disminución de la fibrinólisis,
favorecen la trombosis (Fig. 11.16).
Fig. 11.15. Flujo sanguíneo en la circulación Fig. 11.16. Coagulación continua, agregación
venosa con turbulencia alrededor de las vál- plaquetaria y generación de fibrina con atropamiento
vulas y bifurcaciones, que favorece la forma- de células rojas, lo que determina una propagación
ción del trombo. proximal y distal del trombo.
1627
Entre los factores favorecedores de la hipercoagulabilidad sanguínea se ha señala-
do la existencia de un factor que se transmite de modo autosómico dominante, produci-
do por la sustitución de aminoácidos en un punto de su estructura al cual se denominó
factor V de Leiden, resistente a la proteína C activada, que es una limitante natural de
los procesos trombóticos en el organismo. Su presencia crea un desequilibrio que favo-
rece la trombosis, este defecto genético ocurre entre 10 y 35 % de los pacientes que
sufren de enfermedad trombótica venosa.
Existen también otras anomalías heredadas, que incrementan la coagulación san-
guínea, tales como mutación del gen de la trombina, déficit de antitrombina III y de
proteína C y S, mutación del gen de la protrombina, aumento del factor VIII,
anticoagulante lúdico y déficit del activador del plasminógeno.
En condiciones normales, el organismo cuenta con mecanismos de defensa que
determinan que el tapón de fibrina, que remplaza al tapón de plaquetas en el fenómeno
hemostático, detenga su crecimiento progresivo.
Entre estos mecanismos de defensa (factores protectores) se pueden citar:
1. Un adecuado flujo sanguíneo que arrastra los factores de la coagulación
activados.
2. La antitrombina III, que neutraliza las enzimas de la coagulación activadas, tales
como la trombina y los factores IXa, Xa y XIa.
3. Las proteínas C y S que actúan sobre los cofactores de la coagulación activados
Va y VIIIa.
4. La fibrinólisis que lisa todo vestigio de trombosis.
1628
En estos casos hay probabilidad demostrada de padecer una neoplasia maligna
coexistente o subsecuente en pacientes con trombosis venosa profunda aparentemente
idiopáticas.
Patogenia
Se han considerado dos formas de inicio en la patogenia de las trombosis venosas:
teóricamente la forma embolígena (flebotrombosis) estaría constituida por un trombo
flotante que muestra escasos síntomas locales y viaja fácilmente con gran riesgo de
producir una embolia pulmonar; mientras que la forma adhesiva (tromboflebitis) se
produciría por un trombo oclusivo adherido al endotelio venoso, con evidentes síntomas
clínicos y poco riesgo de embolia pulmonar (Fig. 11.17).
En la práctica hay que recordar que
estas dos formas se imbrican, por lo que
siempre está latente la posibilidad de una
embolia pulmonar. Las manifestaciones
clínicas locales, no solo dependen de la
forma del trombo, sino que hay que to-
mar en cuenta otros factores, tales como
la localización y extensión del trombo, el
desarrollo de la red de suplencia, la
distensibilidad del sistema venoso y el
tono vasomotor.
El crecimiento del trombo una vez
constituido puede producirse tanto proximal
como distal, se detiene habitualmente al lle-
gar a la desembocadura de un afluente, el
que en ocasiones debido a su flujo rápido
detiene su crecimiento, mientras que en
otras ocasiones el trombo invade al afluente
continuando su extensión.
Una vez constituido el coágulo en el Fig. 11.17. Red trombótica típica, compuesta por
células rojas y plaquetas atrapadas en la red de
interior de la luz de la vena, el organis- fibrina.
mo inicia una lucha por deshacerse de
ese cuerpo extraño y puede en el peor
de los casos, desprenderlo de su sitio y producir una embolia pulmonar sin dejar rastro
de su origen o por el contrario en el mejor de los casos el trombo, tal vez pequeño,
puede desaparecer por efecto de la fibrinólisis y no existir evidencias de su presencia
anterior. El trombo oclusivo adherido, acaba por organizarse, para posteriormente ini-
ciar el proceso de recanalización, mediante una acción trombolítica tardía y la forma-
ción de capilares dentro de la masa trombótica con el necesario daño valvular.
Existen una serie de factores predisponentes bien identificados, tales como:
1. Estados posquirúrgicos.
2. Traumatismos graves.
3. Inmovilizaciones prolongadas (infección, neoplasia, cardiopatías, etc.).
1629
Durante el primer y/o último trimestre del embarazo o puerperio inmediato, en par-
ticular en pacientes con cesárea, por aumento de los factores de la cascada de la
coagulación (fibrinógeno, factores VII, VIII, IX y XII) así como disminución de la
actividad fibrinolítica.
También tiene predisposición la persona que presenta:
a) Antecedentes personales de trombosis venosa.
b) Antecedentes familiares de trombosis venosa.
c) Discrasias sanguíneas.
d) Anemia marcada.
e) Deshidratación.
f) Enfermedades del colágeno.
g) Hernia hiatal, gastroesofagitis, colitis ulcerativa idiopática, etc.
h) Neoplasias malignas (10 a 20 %).
i) Venas varicosas.
j) Uso de estrógeno.
k) Obesidad avanzada.
l) Ingestión de anticonceptivos orales.
Clasificación
Las formas clínicas estarán dadas, según su localización, etiología o formas de
aparición:
1630
Según su forma de aparición:
1. Flegmasia Alba dollens (trombosis iliofemoral).
2. Flegmasia Cerulea dollens (flebitis azul de Gregoire).
3. Trombosis de las venas profundas de la pierna.
4. Trombosis venosa a debut pseudoembólico.
5. Trombosis supurada.
6. Trombosis de la vena cava (inferior o superior).
7. Trombosis de las venas viscerales.
8. Trombosis de las venas del miembro superior.
Cuadro clínico (diagnóstico positivo)
Síntomas y signos. La sintomatología puede ser versátil, y en ocasiones se dificul-
ta el diagnóstico debido a diversos factores como:
1. La forma del trombo flotante (pocos síntomas).
2. Trombo oclusivo adherido a la pared (mayor sintomatología).
3. Según grado de inflamación de la pared.
4. Según desarrollo de la red venosa colateral.
5. Según sitio, localización y extensión del trombo.
1631
Circulación colateral. El organismo al buscar un mecanismo de drenaje para
evacuar la sangre que al llegar a la extremidad, no tiene salida por las vías venosas
principales obstruidas y como consecuencia de la hipertensión venosa secundaria, es-
tablece una derivación endovenosa hacia el sistema superficial y otra derivación direc-
ta arteriovenosa hacia el sistema venoso superficial.
Arterioespasmo. Un arterioespasmo asociado origina cambios de coloración va-
riables por lo que puede haber palidez o cianosis que acostumbra a ser moderada, lo
que tiene un significado relativamente benigno.
Interferencia linfática. No solo hace más lenta la circulación linfática, sino que
permite la acumulación de proteínas en los espacios extravasculares y altera el balance
entre los líquidos intraperivascular y perivascular.
Exámenes complementarios
Para comprobar el diagnóstico se deben realizar:
1. Flebografía (retrógrada, anterógrada, etc.).
2. Estudios hemodinámicos venosos:
a) Pletismografía por oclusión venosa.
b) Duplex scaning que permite visualizar el estado de las venas a todos los
niveles.
c) Flujo color: permite detectar trombosis venosa profunda de localización
infrainguinal, pero no es útil en las venas pelvianas y abdominales.
d) Flujometría ultrasónica Doppler: mide la velocidad del flujo sanguíneo venoso.
e) Pletismografía por impedancia: mide los cambios de la capacitancia venosa.
f) Gammagrafía con fibrinógeno marcado con I125: detecta la incorporación de
isótopo al trombo.
g) Venografía con resonancia magnética.
h) Termografía.
i) Pletismografía oclusiva.
j) Flebografía radio isotópica.
1632
6. Productos de la degradación del fibrinógeno.
7. Rayos X de tórax.
8. Electrocardiograma.
9. Análisis general.
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial entre la tromboflebitis de las venas superficiales y la de
las venas profundas es muy importante, aunque se distinguen ampliamente por sus
complicaciones, pronóstico y tratamiento.
Tromboflebitis superficial (Cuadro 11.1).
Enfermedades Síntomas
Tromboflebitis superficial Elevación local de la temperatura cutánea, inflamación moderada,
estasis venoso, dolor a lo largo de un trayecto venoso endurecido
Linfangitis aguda Extremidad con aumento de temperatura, enrojecimiento
superficial difuso o a lo largo de los conductos linfáticos,
escalofríos y fiebre, con adenopatía satélite. No es palpable
ninguna vena trombosada
Eritema nudoso Múltiples nódulos palpables en la piel y por debajo de esta, que
en primera instancia son dolorosos a la presión
Neuritis Parestesias, ciatalgia, el dolor se intensifica con el descanso
en cama
1633
Cuadro 11.2. Diagnóstico diferencial de la trombosis venosa profunda de la pierna
Enfermedades Síntomas
La oclusión de las venas ilíacas y femorales presenta un cuadro clínico intenso con
edema masivo y dolor constante en la región inguinal y el muslo, que se propaga al resto
del miembro inferior. A menudo el síntoma es el dolor en la cadera acompañado de la
impotencia funcional.
Un cuadro clínico grave, a menudo iniciado por una trombosis iliofemoral, es la
phlegmacia Cerulea dollens (flebitis azul de Gregoire) la cual está dada por una
trombosis masiva aguda dolorosa de las venas significativas de un miembro, con
frecuencia se afectan los miembros inferiores, pero también puede aparecer en los
miembros superiores y es su causa por lo general una neoplasia. Los síntomas cardi-
nales son edema, cianosis, desde un rojo lóbrego al color azul oscuro; se acompaña
frecuentemente de escalofrío e hiperestesia. Simultáneamente aparecen signos de
insuficiencia arterial y de Scok. El dolor intenso y el colapso son causados por el
repentino espasmo arterial y la trombosis venosa masiva aguda, la cual se caracteri-
za clínicamente por presentar una extremidad fría y pálida, con toma del estado
general del paciente y disminución de la volemia, debido a la gran cantidad de sangre
acumulada en el miembro, hipertensión, oliguria y disminución de los pulsos arteriales
periféricos (Cuadro 11.3).
Complicaciones
Entre las complicaciones más frecuentes de esta afección se pueden citar:
1. La extensión de la trombosis
2. La infección del trombo.
3. El tromboembolismo pulmonar.
1634
Cuadro 11.3. Diagnóstico diferencial de la phlegmasia Cerulea dollens (tromboflebitis
azul de Gregoire)
Enfermedades Síntomas
Tromboembolismo pulmonar.
El embolismo pulmonar constituye la
complicación más grave de una trom-
bosis venosa. Consiste en el despren-
dimiento de la terminación libre, flo-
tante de un trombo que emboliza la
red pulmonar vascular, pueden pro-
ducir microembolismos pulmonares o
embolismos masivos que si ocluyen
más de 70 % de la red pulmonar
vascular y pueden ocasionar la muer- Fig. 11.18. Trombosis de la vena ilíaca izquierda,
te generalmente súbita (Fig. 11.18). embolismo pulmonar con la corriente área de infarto.
1635
Pronóstico
La tromboflebitis debe considerarse como una enfermedad grave, tanto por su
posibilidad de extenderse y producir un cuadro de extrema gravedad, como por su
temible complicación en embolismo pulmonar, con una alta frecuencia mortal. Su pro-
nóstico a largo plazo está dado por la posibilidad del establecimiento de su invalidante
secuela el síndrome postrombótico o posflebítico, lo cual depende esencialmente de la
realización de un diagnóstico precoz y un tratamiento oportuno.
Prevención de la trombosis venosa profunda
Un tratamiento adecuado es decisivo para el pronóstico y de gran significación social.
Es necesario conocer la patogenia para llegar a conclusiones definitorias encami-
nadas a la prevención de la tromboflebitis y la flebotrombosis y pudieran darse ciertas
recomendaciones generales respecto a su prevención primaria y secundaria, para lo
cual se deberá:
1. Intentar conocer el riesgo de la trombosis por medio de los modernos métodos de
la hemodinámica, la reología y la hemostasia (unidad entre el diagnóstico y el
tratamiento temprano).
2. Profilaxis activa de la trombosis por medios fisioterapéuticos, medicamentosos y
quirúrgicos.
3. Vigilancia dispensarizada a largo plazo de los pacientes del sistema venosos para
la profilaxis de recidivas mediante el registro de las enfermedades cardíacas y
vasculares (factores de riesgo).
4. Indicación temprana del tratamiento quirúrgico de las várices primarias y de la
atención dispensarizada fisioterapéutica.
5. Eliminar o modificar los posibles factores de riesgo, que predisponen a la aparición
o empeoramiento de la insuficiencia venosa. Es necesario un trabajo conjunto
entre el Médico de la Familia y el especialista, así como de las actividades de
medicina del trabajo.
6. Detección precoz y tratamiento preventivo de pacientes de alto riesgo hospitalizados.
1636
Tratamiento
La tromboflebitis superficial y la tromboflebitis profunda (flebotrombosis) se dife-
rencian básicamente por su tratamiento, lo que está demostrado por sus diferentes
riesgos de complicaciones. Mientras en el caso de una afección del sistema venoso
superficial apenas existe riesgo de embolismo, y con el tratamiento conservador por lo
regular no queda incapacidad laboral pero parece dañino el reposo en cama. Para la
flebotrombosis; se consideran primordiales el tratamiento fibrinolítico y la trombectomía
con reposo en cama, dirigidos en el primer caso los esfuerzos terapéuticos hacia las
alteraciones de la pared y de la coagulación, y en el último, fundamentalmente al desvío
del flujo sanguíneo.
Tromboflebitis superficial. Los principios del tratamiento de la tromboflebitis su-
perficial son evitar la inmovilidad, tratamiento antiinflamatorio (antitrombótico) y trata-
miento compresivo. Por lo regular no se indica tratamiento anticoagulante, aunque no
está contraindicado.
El tratamiento tiene que considerar igualmente las alteraciones de la pared vascular,
como las de la coagulación y del flujo sanguíneo y está orientado de modo totalmente
conservador. La periflebitis, la varicoflebitis, tromboflebitis migrans y tromboflebitis
superficial pertenecen a este grupo.
Tromboflebitis profunda (flebotrombosis). El tratamiento de la trombosis venosa
profunda debe ir encaminado a impedir tanto su extensión como el embolismo pulmonar.
Por lo tanto su terapéutica ideal está dada por la desobstrucción de la vena trombosada
ya sea por procedimientos médicos o quirúrgicos seguido del tratamiento básico con
medicación anticoagulante con lo cual se detiene la progresión del trombo, permitiendo
su organización definitiva. Razón por la cual estos casos deberán ser remitidos por los
Médicos de la Familia de inmediato hacia el hospital para ser tratados por el especialis-
ta de Angiología
Tratamiento fibrinolítico. En la trombosis venosa profunda aguda, hay que inten-
tar en primer lugar urgentemente un tratamiento fibrinolítico. Toda vez que después del
suceso agudo, las venas trombosadas podrían recanalizarse a fin de mantener las es-
tructuras anatómicas, y sin embargo, más tarde por lo general no puede evitarse el
daño considerable de las válvulas y de la pared venosa.
Los trombolíticos son aquellas drogas capaces de actuar directa e indirecta-
mente sobre el trombo y provocar su disolución parcial o total; entre estos se en-
cuentran:
1. Estreptoquinasa.
2. Uroquinasa.
3. Activador hístico del plasminógeno.
4. Estafiloquinasa (experimentación).
5. Activador plasmático del plasminógeno.
Contraindicaciones:
1. Posoperatorio.
2. Trauma reciente.
3. Procesos malignos.
4. Embarazo.
1637
Tratamiento quirúrgico. Con este tratamiento se debe impedir en primera instan-
cia la complicación más temida de la trombosis venosa, el embolismo pulmonar y en
segunda instancia el bloqueo venoso y la destrucción valvular, responsables ambos de
la secuela posflebítica.
Los objetivos del tratamiento quirúrgico están dirigidos por tanto a lo siguiente:
1. Prevenir el embolismo pulmonar.
2. Prevenir la propagación del trombo.
3. Aliviar los síntomas.
4. Remover el trombo para preservar la función valvular y evitar el síndrome
posflebítico.
El sitio de interrupción es por lo general la cava inferior por debajo de las renales,
sin embargo, algunos filtros intracavales pueden colocarse en el sector suprarrenal de
la cava. Algunos pacientes con trombosis venosa unilateral pueden ser susceptibles de
interrupciones de ilíaca o femoral.
La elección del método a emplear depende del entrenamiento del cirujano y de la
disponibilidad o no de los elementos necesarios.
Tratamiento posoperatorio
Tratamiento anticoagulante. Con frecuencia, la heparinoterapia se administra du-
rante 4 a 7 días, para después sustituirla por una antivitamina K, la cual puede también
1638
comenzar al mismo tiempo. Generalmente, el tratamiento anticoagulante no es duradero;
en las trombosis de las piernas son suficientes de 2 a 4 meses; en las trombosis iliofemorales,
así como en su complicación el embolismo pulmonar son, suficientes de 6 a 8 meses,
eventualmente hasta 1 año.
Heparinoterapia. Vía i.v. continua (pasar trocar en vena); heparina 1 bb
(25 000 U = 5 mL = 250 mg), se disuelve en 500 cc de dextrosa a 5 % o solución
salina fisiológica y se pasa a goteo lento i.v. a durar 12 h y continuar con otro igual
durante 48 h, después puede administrarse la ½ de esta dosis por 48 h más o comenzar
terapéutica por vía i.v. discontinua (en bolo) administrándose en este caso: heparina (25 000 U)
(5 mL = 250 mg); 1 mg/kg/dosis, cada 3 ó 4 h por vía i.v. durante 7 a 10 días (dosis normal).
Se controla con el tiempo de coagulación de Lee White, y el tiempo parcial de
tromboplastina (TPT) con kaolín o ambos, los cuales se deben alcanzar el doble de las
cifras basales del paciente.
Las heparinas de bajo peso molecular HBPM (enoxaparina y nardroparina) son
también eficaces y seguras como la heparina sódica no fraccionada para el tratamiento
de la trombosis venosa profunda aguda, aunque las HBPM presentan algunas ventajas,
pues se administran de forma subcutánea y no precisan de controles analíticos, dan la
posibilidad de un tratamiento ambulatorio aún en la fase aguda.
Antídotos. Sulfato de protamina: 1 ámpula = 5 mL por vía i.v., el que se neutraliza
miligramo a miligramo con la heparina.
Anticoagulantes orales. Se administran conjuntamente con la heparinoterapia al
comienzo.
Cumarínicos. Estilbiscun acetate de etilo (pelentán tabletas de 300 mg), pelentán:
primera dosis: 1 200 a 1 500 mg, segunda dosis: 900 mg y tercera dosis: 600 mg (ajustar
la dosis según TP) y acenocumarol: tabletas de 1 ó 4 mg: primer día 4 mg, segundo día
2 mg y trercer día 1 mg (ajustar la dosis según tiempo de protrombina)
Embolismo pulmonar
Definición
El embolismo pulmonar es una entidad clínica resultante del estacionamiento brus-
co en la red arterial pulmonar de un trombo o un material previamente liberado de otro
sitio y que al llegar a un vaso de menor grosor lo ocluye, total o parcialmente.
La mayoría de las embolias pulmonares son producidas por émbolos formados en
las venas profundas de los miembros o procedente de las cavidades cardíacas dere-
chas, en raras ocasiones de la región pelviana.
Su expresión más catastrófica la constituye el embolismo pulmonar masivo dado que
suele producir una muerte súbita (es la segunda mayor causa de muerte cardiovascular).
Son mucho menos sospechadas las embolias pulmonares múltiples y pequeñas pero pue-
den contribuir, no obstante, a elevar la morbimortalidad por este flagelo.
Cuadro clínico
Los síntomas y signos del embolismo pulmonar son:
1. Disnea de aparición brusca.
2. Dolor toráxico precordial o retroesternal, que puede irradiarse a hombros y cuello.
3. Tos, hemoptisis y en ocasiones cianosis.
1639
Al examen físico se puede constatar taquicardia y disociación del pulso y la tempe-
ratura (frecuencia cardíaca elevada con ligera febrícula); signos de insuficiencia car-
díaca e íctero ligero, pulsaciones anormales en el segundo o tercer espacio intercostal
izquierdo, fibrilación auricular, aleteos y la vez ritmo de galope con ingurgitación de
venas yugulares y aumento de la PVC.
Este cuadro descrito corresponde al embolismo pulmonar clínicamente manifiesto;
pero la mayoría de los embolismos pulmonares, en particular los pequeños, carecen de
expresión clínica evidente, son subclínicos.
Diagnóstico
El diagnóstico clínico se realiza ante un paciente con los síntomas y signos antes
referidos:
Recordar que más de las 2/3 partes de los pacientes que presentan un embolismo
pulmonar sobreviven las 2 primeras horas y que, depende de la rapidez del diagnóstico
y tratamiento intensivo, la sobrevida ulterior.
Conducta a seguir
Ante la más mínima sospecha de embolismo pulmonar, el paciente debe ser remiti-
do de inmediato al hospital base correspondiente donde pueda recibir atención especia-
lizada de urgencia en la unidad de cuidados intensivos.
1640
Según la progresión de la enfermedad Windones y colaboradores, atendiendo a un
criterio de severidad han clasificado la insuficiencia venosa crónica en 3 estadios clínicos:
1. Grado I: edema con o sin flebectasias subcutáneas.
2. Grado II: edema, flebectasias e hiperpigmentación de la piel.
3. Grado III: edema, flebectasias, hiperpigmentación y úlceras activas o cicatrizadas.
Cuadro clínico
Según Leriche, el síndrome posflebítico “nace” cuando cura la trombosis venosa
aguda.
Síntomas y signos
Los síntomas y signos del síndrome posflebítico son:
1. Edema del miembro inferior afectado.
2. Várices (de suplencia o por estasis e hipertensión venosa).
3. Hiperpigmentación que aparece generalmente en el tercio inferior de la extremi-
dad y en regiones perimaleolares.
4. Celulitis (placas de color bronceado o rosado), dolores de localización en tercio
inferior de la pierna.
5. Dermatitis (prurito, escozor y lesiones escamosas o segregantes).
6. Úlcera de la piel, que aparece en el tercio inferior de la pierna de forma espontá-
nea o como producto de pequeños traumas.
1641
En el caso de pacientes posflebíticos con lesiones tróficas o de tipo ulceroso, se
debe solicitar la interconsulta con el especialista de Angiología, quien determinará la
conducta a seguir. El tratamiento del paciente con úlcera posflebítica puede ser ambu-
latorio, por ingreso domiciliario u hospitalario.
En caso de tratamiento ambulatorio, el Médico de la Familia controlará el cumpli-
miento de las curaciones que realizará la Enfermera de la Familia de acuerdo con las
orientaciones del especialista; si necesita ingreso domiciliario, controlará la realización
del reposo en cama y garantizará la curación en el domicilio según indicaciones del
especialista.
Todo paciente que presente una complicación de la úlcera, tales como: sepsis seve-
ra, linfangitis asociada, sangramiento intenso o sospecha de cambios degenerativos en
la lesión ulcerosa, deberá ser remitido a las unidades asistenciales con servicio de
urgencia en angiología y cirugía vascular para su valoración.
El especialista realizará un tratamiento clínico o quirúrgico. Como regla general se
acepta que los pacientes sin patología lesional (úlceras y/o sus complicaciones) son
susceptibles de tratamiento médico, como son la administración de venotónicos, cuida-
dos higiénicos-dietéticos, fisioterapia (para el logro de un correcto drenaje veno linfático),
tratamiento mesoterápico (disminución del grado patológico de las formas clínicas
escleroulcerosas), tratamiento esclerosante y en ocasiones tratamiento quirúrgico.
Cirugía de la forma clínica escleroulcerosa:
1. Tratamiento de la patología de los reflujos longitudinales del sistema superficial y
los transversales del sistema perforante, aparte del tratamiento de la úlcera y sus
complicaciones.
2. Cirugía de la persistencia de la obstrucción en los grandes troncos venosos o de
puentes derivativos.
3. Cirugía de la avalvulación o de puentes contensivos.
4. Transplantes venosos valvulados, los cuales pueden ser altos como bajos o combi-
nados, de acuerdo con que la avalvulación sea alta (iliofemoral), baja (poplíteo
distal) o total (ilio-fémoro-poplíteo-distal).
PREGUNTAS
1. Paciente de 50 años, femenina, con antecedentes de haber sido operada de histerectomía
total hace 7 días y que comienza a presentar edema de todo el miembro inferior izquierdo,
con dolor a la marcha. Al examen físico se le constata temperatura de 37,2 ?C, pulso 100/
min y edema de toda la extremidad, con circulación venosa colateral en la raíz del muslo,
y dolor a la elongación y compresión del trayecto de los vasos femorales.
Indique el diagnóstico nosológico y tratamiento de elección.
2. Al examen físico de un paciente con una trombosis profunda aguda de una extremidad
inferior. ¿Qué síntomas y signos se pueden encontrar?
3. El síndrome posflebítico comprende un conjunto de síntomas que surgen como resultado
de la trombosis venosa profunda. ¿Cuál es el signo principal y a qué factores está ligado
su desarrollo?
4. ¿Cuáles son los efectos hidráulicos en la trombosis venosa profunda?
5. Explique las etapas de la evolución clínica del síndrome posflebítico.
1642
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INSUFICIENCIA ARTERIALAGUDA
DE LAS EXTREMIDADES
Dr. Carlos S. Durán Llobera
Definición
La palabra isquemia proviene del griego; su significado es la supresión de la
circulación sanguínea. La presentación de la isquemia en un miembro puede reper-
cutir, desde una claudicación de la extremidad afectada, hasta un cuadro brusco de
dolor, anestesia e impotencia funcional por una obstrucción o interrupción brusca
del flujo sanguíneo a toda o a una parte de la extremidad, determinado por la exis-
tencia de un obstáculo en una arterial principal, de gran significación en cuanto al
flujo que aporta.
1643
EPIDEMIOLOGÍA
La isquemia aguda afecta a 1 % de la población menor de 50 años y a 5 % de los
mayores de esa edad.
En una población de un millón de habitantes ocurre una obstrucción arterial aguda
cada 24 a 36 h.
La isquemia aguda de la extremidad inferior de origen no traumático, tales como la
embolia o la trombosis arterial, se acompaña de una tasa de mortalidad aproximada a
25 % y una tasa de amputación mayor de 20 a 40 %.
ETIOLOGÍA
El síndrome de insuficiencia arterial aguda puede producirse por una embolia, por
una trombosis, por un traumatismo, una ligadura arterial y por la existencia de un aneu-
risma disecante de la aorta con disección a arterias de las extremidades
I. Embolismos:
1. De origen cardíaco:
a) Fibrilación auricular.
b) Otras taquiarritmias.
c) Infarto del miocardio con trombosis mural.
d) Valvulitis aórtica y mitral.
e) Endocarditis bacteriana aguda y subaguda.
f) Aneurisma ventricular.
g) Mixoma.
h) Cardiomiopatía.
i) Insuficiencia cardíaca descompensada.
j) Prótesis valvulares cardíacas.
k) Cardioversión.
l) Enfermedades cardíacas congénitas.
1644
2. De origen arterial:
a) Trombosis arterial.
b) Aneurisma.
c) Ateroesclerosis.
d) Trauma.
e) Procesos inflamatorios de la pared arterial.
f) Desprendimiento de placa de ateroma.
3. De origen venoso:
a) Émbolos de procedencia venosa que pasan por un foramen oval persistente, u
otro defecto septal (embolias paradojales).
4. Otras causas:
a) Gaseoso (aire).
b) Grasa.
c) Tumores.
d) Líquido amniótico.
e) Proyectiles, etc.
II. Trombosis arteriales agudas:
1. Traumáticas:
a) Síndrome de la cintura escapular.
b) Procedimientos diagnósticos.
c) Trauma externos.
d) Compresión por hematomas.
e) Esfuerzos.
f) Heridas de bala.
2. Degenerativas:
a) Ateroesclerosis.
3. Inflamatorias:
a) Tromboangiitis obliterante.
b) Arteritis granulomatosa.
c) Poliarteritis nodosa.
d) Arteritis infecciosa.
e) Otras arteritis.
4. Hematológicas:
a) Trastornos mieloproliferativos.
b) Crioglobulinemia.
c) Púrpura trombótica trombocitopénica.
d) Coagulación acelerada.
5. Otras causas:
a) Insuficiencia arterial descompensada.
b) Cirugía revascularizadora (y sus complicaciones).
c) Atrapamiento arterial por músculos o ligamentos, etc.
III. Ligaduras y heridas arteriales.
IV. Aneurisma disecantes de la aorta.
1645
Las oclusiones arteriales agudas se producen con mayor frecuencia por embolismo
o por trombosis. El corazón es el mayor productor de embolismo; en el marco de las
cardiopatías, la fibrilación auricular crónica. Existen numerosas causas de embolismo y
se han descrito las más raras desde la inyección intraarterial terapéutica hasta la pro-
ducida por proyectil de arma de fuego que penetra en la luz arterial.
Las trombosis arteriales agudas se producen con mayor frecuencia en la
ateroesclerosis obliterante.
Fisiopatología
Cuando se produce una oclusión súbita de una arteria por una embolia, una trombosis,
o por una solución de continuidad en una arteria, no solo esta eventualidad determina la
inmediata cesación del flujo sanguíneo a través del vaso por debajo del nivel de la lesión,
al mismo tiempo se produce un espasmo de las ramas colaterales en la extremidad com-
prometida que determina la futura agravación del estado de anoxia en los tejidos.
El mecanismo responsable de este proceso es un arco reflejo que se inicia por un
foco de irritabilidad en el segmento ocluido de la arteria.
Este fenómeno de vasoespasmo es menos marcado en la trombosis arterial aguda,
por las modificaciones estructurales del lecho vascular, a causa de las lesiones
ateroescleróticas previas.
Estos trastornos arteriales agudos dan lugar a cuadros clínicos graves.
Cuando no se repara el daño arterial, conlleva a la gangrena de la extremidad, que
pone en peligro la vida del paciente, por la absorción de toxinas hísticas producto de la
rápida descomposición de las proteínas.
A nivel de la aorta y bifurcación aortoilíaca puede referirse a mortalidad que se
aproxima a 100 %, y aún cuando se realice una amputación, la mortalidad es elevada.
La ausencia brusca de irrigación arterial en una extremidad ocasiona un cuadro
metabólico determinado por la isquemia muscular masiva.
La musculatura adquiere rigidez al cabo de aproximadamente 6 h del inicio de la
isquemia que se producen los fenómenos de necrosis muscular, con la consiguiente
liberación de metabolitos al espacio extracelular por rotura de las células. Aparece una
hiperpotasemia y una acidosis metabólica por la producción de ácido láctico y pirúvico
en los procesos de glicólisis anaerobia. También se produce mioglobinuria, que pudiera
ocasionar la aparición de una insuficiencia renal.
Las enzimas creatinfosfoquinasa (CPK), lactodehidrogenasa (LDH) y la
transaminasa glutámica-oxalacética (SGOT), se encuentran elevadas, tras la destruc-
ción isquémica muscular.
Es bien conocido también que la enfermedad vascular periférica está asociada con
una alta incidencia de eventos trombóticos, y que estos pacientes presentan alteracio-
nes en la coagulación y en la fibrinólisis. Por lo demás el rol de la agregabilidad plaquetaria
en estas enfermedades juega un papel determinante en la fisiopatogenia de dichos
eventos trombóticos arteriales agudos.
Cuadro clínico
Las manifestaciones clínicas de la insuficiencia arterial aguda consecuencia de una
embolia arterial o de una trombosis, que ocurren preferentemente en las extremidades
inferiores; los traumatismos arteriales, que pueden ser heridas o contusiones, que pro-
ducen vasoespasmos, son capaces de producir el cuadro que se estudia.
1646
La isquemia aguda de la embolia y la trombosis son similares en su forma de mani-
festarse. Es un criterio muy generalizado de que la isquemia aguda debuta siempre en
forma severa pero no es así. Existen tres tipos de comienzo: el comienzo brusco, que se
produce en 81,2 %, en el cual 59,3 % tiene dolor y 21,7 % solamente calambre y
frialdad; el comienzo progresivo en 11,7 % de los pacientes, de los cuales en 7,4 %
dolor moderado que aumentaba en intensidad progresivamente y el de debut silente que
ocurre en 7,1 % de los casos, según referencia de Haimovici.
Habitualmente en el sitio de ubicación del émbolo o la trombosis, se localiza el dolor.
En ocasiones el dolor puede cambiar de situación como ocurre en los casos de émbolo
migratorio.
Este tipo de dolor se conoce con el nombre de cólico arterial de Fiolle.
El estilo del dolor inicial se ha atribuido al impacto del émbolo en la pared arterial,
por tanto a la estimulación de la pared arterial, sin embargo Lewis plantea que el dolor
es consecuencia de la necrosis muscular, que esto en apariencia no puede indicar el
momento de la ubicación del émbolo, no obstante el criterio actual considera que el
dolor inicial, fisiológicamente, se debe a la localización del émbolo en la pared arterial.
El dolor que aparece luego, que se inicia de manera gradual y se convierte en dolor
de gran intensidad, se sitúa distalmente a la oclusión y se intensifica con el movimiento,
su patogenia asienta en la necrosis muscular.
El calambre, la frialdad y el hormigueo aparecen después del dolor. Ahora bien,
estos síntomas pueden ser precoces e iniciar la sintomatología.
Ausencia de pulsos, borramiento de la curva oscilométrica y ausencia de ondas del
pulso recogidas en el ultrasonido (US) Doppler e impotencia funcional de las extremi-
dades que evolucionan hacia la parálisis, conforman el cuadro.
Otro de los elementos importantes del cuadro clínico son la palidez y la cianosis que
inicialmente es reversible, luego se hace irreversible (cianosis prenecrótica).
El tiempo de evolución de la parálisis y el grado de esta son signos de importancia
para establecer el pronóstico y traducen la irreversibilidad de los cambios, producto de
la isquemia que la cirugía no puede resolver.
La trombosis arterial aguda, aunque tiene manifestaciones similares a la embolia,
algunos signos la caracterizan. El grado de isquemia lo determina la localización y
extensión de la trombosis, así como si la trombosis se localiza en una arteria ateromatosa
no ocluida (primaria) o en una arteria con una oclusión crónica previa (secundaria).
En las primarias las manifestaciones clínicas son semejantes a la embolia y en las
secundarias el inicio del cuadro es menos súbito o dramático. El antecedente de historia
de claudicación intermitente es un elemento importante para diagnosticar una trombo-
sis secundaria.
Diagnóstico
Diagnóstico topográfico. El sitio de localización de la embolia es fácil de identifi-
car, generalmente. El criterio clínico dado por el nivel del dolor, la ausencia de los
pulsos, el área de trastornos circulatorio y los métodos no invasivos de diagnóstico, son
de incuestionable valor, para establecer el diagnóstico topográfico (Fig. 11.19).
El hecho conocido de la preferencia de los émbolos por las bifurcaciones, desafor-
tunadamente en cierto número de pacientes, en los que coincide la enfermedad
ateroesclerótica, dificulta la localización exacta del émbolo.
1647
Fig. 11.19. Localización de los émbolos
arteriales y áreas de isquemia de la extremi-
dad, consecuente a esta localización: A. Bi-
furcación la aorta. B. Subclavia axilar. C.
Iliofemoral. D. Humeral. D. Poplítea.
Historia clínica
Embolismo Trombosis arterial Trombosis venosa
arterial agudo aguda masiva aguda (flegmasia
Cerulea dollens)
1648
También se establecerá el diagnóstico diferencial con lo siguiente:
1. Tromboflebitis a debut pseudoembólico. Hay antecedentes de encamamiento por
afección medicaquirúrgica y se presenta edema de la extremidad, circulación venosa
colateral y signos de enfermedad tromboembólica venosa.
2. La disección aórtica puede imitar una oclusión arterial aguda. Se sospechará esto
ante la historia de dolor torácico, hipertensión arterial y un ensanchamiento
mediastínico en la radiografía de tórax y también por la sintomatología debida a la
oclusión de otras arterias con falta de pulsos a nivel carotídeo, extremidad supe-
rior, etc.
3. El síndrome de bajo flujo se caracteriza por presentarse en pacientes con
descompensación, ausencia de pulsos, frialdad y cianosis; generalmente afectan-
do a las cuatro extremidades.
Exámenes complementarios:
1. Hemograma con conteo diferencial.
2. Orina.
3. Serología.
4. Urea y glicemia.
5. Creatinina.
6. Ionograma.
7. Gasometría.
8. Creatinfosfoquinasa (CPK).
6. Electrocardiograma.
7. Ecocardiograma.
8. Rayos X de tórax.
9. Estudios hemodinámicos: ultrasonido (US) Doppler (eco Doppler). Índices de
presiones tobillo/brazo, presiones segmentarias, pletismografía digital.
10. Arteriografía.
11. Radiografía de tórax.
1649
Complicaciones
La complicación más temida de la insuficiencia arterial aguda es la necrosis hística
o gangrena. Cuando se trata de vasos como la femoral, poplítea y otras arterias de la
pierna la existencia de la isquemia más o menos susceptible de trato quirúrgico con
posibilidad de éxito. Ahora bien, cuando se trata de oclusiones agudas de la aorta o de
las ilíacas, se debe actuar con gran celeridad, pues traen como consecuencia la gangre-
na de grandes segmentos de las extremidades, que conducen a la intoxicación, grandes
desequilibrios hidrominerales y muerte.
Pronóstico
La morbilidad de una isquemia aguda depende principalmente de las condiciones
médicas del paciente, de la severidad de la isquemia y de la rápida revascularización,
siendo esta última, la meta final después de estabilizar al paciente.
En la insuficiencia arterial aguda tiene importancia para establecerlo, los factores
siguientes:
1. El calibre de la arteria ocluida. Su importancia estriba en el área que irrigan, a
mayor calibre mayor extensión del área bajo su dependencia y se debe actuar en
forma más agresiva y directa.
2. La extensión de la obstrucción. A mayor extensión se disminuye la posibilidad del
desarrollo de circulación colateral.
3. Circulación colateral: el arterioespasmo troncular en los segmentos proximales y
distales a la oclusión y la ausencia de circulación colateral agravan el cuadro.
4. Estado general del paciente. El shock, la senilidad o las enfermedades debilitan-
tes, favorecen la extensión de las trombosis.
5. La lisis del coágulo o trombo por fibrinólisis endógena o inducida por la
heparinoterapia o por el tratamiento fibrinolítico limitan o disminuyen la trombosis.
6. La trombosis venosa asociada en 12 % de las insuficiencias arteriales agudas
complican y ensombrecen el pronóstico.
7. El edema y el aumento concomitante de la presión hística favorece el desarrollo
de la circulación supletoria.
Prevención
Las medidas de prevención van dirigidas a la corrección de los trastornos cardíacos
que constituyen potencialmente focos embolígenos, como la insuficiencia mitral, la es-
tenosis mitral, las endocarditis, insuficiencia cardíaca y otras ya citadas y el tratamiento
de las insuficiencias arteriales crónicas con antiagregantes o anticoagulantes pueden
prevenir las trombosis.
Tratamiento
El síndrome de insuficiencia arterial aguda constituye una emergencia en Angiología
y Cirugía Vascular por lo que su remisión inmediata a un servicio de atención médica de
urgencia es indispensable; en muchas ocasiones, la viabilidad de la extremidad o la vida
del paciente dependen de la prontitud con que se haga el diagnóstico y se instituya la
terapéutica correspondiente acorde con su etiología.
El tratamiento profiláctico de este estará basado en el control terapéutico de las
enfermedades específicas de base y de los factores de riesgo que determinan su
ocurrencia y tratamiento anticoagulante a largo plazo en los pacientes con focos
embolígenos reconocidos.
1650
El inicio del tratamiento dependerá de si el paciente es recibido en un centro de
cirugía vascular de urgencias o en un centro no especializado.
Cuando se produce en el primer caso, salvo excepciones, la valoración de la posible
operación se hace de forma rápida.
Si el paciente es atendido en un centro no especializado, existen actuaciones que
deben de instrumentarse antes de su traslado a un centro quirúrgico especializado:
1. Supresión o disminución del dolor.
2. Inicio de la compensación cardiológica si fuera necesario.
3. Realización de electrocardiograma.
4. Inicio de anticoagulación: si no existe contraindicación al mismo (heparina sódica
1-2 mg/kg de peso, c/4 h) para evitar la posible propagación de la trombosis).
1651
En pacientes donde la causa del síndrome es una trombosis arterial aguda, debe de
ser tratada la causa que originó la obstrucción, que por lo general es una ateroesclerosis
obliterante, y en muchos casos se necesita la realización de un bypass o derivación
arterial con sustitución venosa autóloga o con el empleo de prótesis sintéticas de dacrón,
teflón, etc. según sea el sector arterial comprometido.
Los resultados del tratamiento quirúrgico dependen de forma directa de la causa
del sector anatómico afectado y sobre todo y a pesar del enorme desarrollo de las
técnicas quirúrgicas vasculares, del tiempo empleado para el diagnóstico y la aplicación
del tratamiento.
PREGUNTAS
1. Del síndrome de insuficiencia arterial aguda seleccione los síntomas y signos más impor-
tantes del cuadro clínico que aparecen a continuación:
a) Claudicación intermitente.
b) Dolor de comienzo brusco en la extremidad afectada.
c) Rubicundez del pie.
d) Palidez de la extremidad al comienzo del cuadro.
e) Edema de la extremidad.
f) Ausencia de pulsos arteriales por debajo de la oclusión.
g) Parálisis motora de la extremidad afectada (impotencia funcional).
h). Frialdad de la extremidad.
2. Seleccione las principales causas del síndrome de insuficiencia arterial aguda de las
extremidades que se señalan a continuación:
a) Insuficiencia venosa.
b) Embolismos arteriales.
c) Várices.
d) Trombosis arteriales.
e) Fístula arteriovenosa.
f) Ligaduras arteriales.
g) Heridas vasculares.
h) Aneurisma disecante.
i) Trombosis venosa masiva aguda (flegmasia Cerulea dollens).
J) Linfangitis aguda.
3. Paciente de 30 años de edad con antecedentes de presentar estenosis mitral, que acude al
cuerpo de guardia por presentar dolor de comienzo agudo e impotencia funcional del
miembro inferior derecho, así como frialdad y ausencia de pulsos arteriales en dicha
extremidad.
Explique lo siguiente:
a) Diagnóstico sindrómico
b) Diagnóstico etiológico
c) Conducta a seguir.
1652
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Definición
Es el conjunto de manifestaciones clínicas que resultan de la disminución par-
cial y progresiva del aporte sanguíneo arterial a una extremidad con su consiguien-
te hipoxia hística.
EPIDEMIOLOGÍA
La isquemia crónica de las extremidades inferiores representada casi en su totali-
dad por la enfermedad ateroesclerótica alcanza una prevalencia que oscila entre 5 y
10 % en la población de 50 a 60 años y de 10 a 15 % en mayores de 65 años, siendo
más frecuente en el sexo masculino 4:1.
1653
RECUENTO ANATOMOFISIOLÓGICO
Los vasos sanguíneos sirven como sistema de transporte en el organismo. Gracias
a su compacto sistema de distribución, llevan el alimento a los tejidos. La sangre contie-
ne sustancias diversas como grasas, hormonas y enzimas, que intervienen en los más
variados sistemas de regulación. Los elementos celulares de esta, impulsados por los
canales de los vasos sanguíneos intervienen en la prevención de las infecciones, en los
procesos inmunológicos, en el transporte de oxígeno y en la coagulación, por mencionar
algunos de sus funciones más esenciales.
La estructura de los vasos que se sitúan dentro de los músculos, en contraposición
a la aorta, que está dotada de abundante tejido elástico, contienen en su capa media una
lámina elástica interna y externa y músculo liso.
Del tejido conjuntivo adventicial brotan los vasa vasorum hacia la capa media. En
las arterias musculares no disminuye la amplitud de la presión sanguínea, sino que esta
incluso aumenta. El mayor descenso de presión fisiológica tiene lugar en las arteriolas,
vasos pequeños y musculosos que pueden ser regulados tanto central como localmen-
te. Como regulación local se entiende, la influencia de las sustancias metabólicas de la
hipoxia y de los estímulos térmicos.
El centro bulbar vasomotor recibe impulsos diferentes de los presorreceptores y
quimiorreceptores e influye sobre el tono de los vasos, preferentemente a través del
sistema nervioso simpático o bien indirectamente a través de las catecolaminas (la
adrenalina y la noradrenalina).
También recibe impulsos de las estructuras nerviosas centrales, lo que hace com-
prensible las reacciones emocionales de los vasos a través del simpático por los
receptores.
Algo más distal se unen las estructuras precapilares, que debido a su función como
esclusas, también son denominados precapilares de esfínter, a pesar de que no hay una
verdadera ordenación esfinteriana. Estos vasos regulan la circulación sanguínea capi-
lar. En condiciones de reposo bloquean una parte de la red terminal, o bien la pueden
dejar libre intermitentemente. Los capilares, en los que se realiza el intercambio de
materia con el tejido, como función principal de la circulación, se componen solamente
de endotelio, membrana basal y pericitio y están sujetos a regulaciones pasivas de
presiones. Según el estado de los segmentos situados delante, pueden variar fuerte-
mente el caudal y la presión capilar para una presión constante del sistema.
Las insuficiencias arteriales crónicas de las extremidades se producen por oclusiones
o estenosis de las arterias, ya sean de tipo degenerativo, como en la aterosclerosis obliterante
o inflamatorio (arteritis) que disminuyen el flujo sanguíneo a una extremidad.
ETIOLOGÍA
La aterosclerosis es la causa más importante de la insuficiencia arterial crónica
(isquemia crónica), de los miembros en la gran mayoría de los pacientes. Sin embargo,
su etiología no está esclarecida, su incidencia y progresión está acelerada por la coexis-
tencia con la diabetes mellitus, hipertensión, alteraciones de la lipoproteinemia y, lo más
importante, el hábito de fumar. La disminución del flujo a través de los vasos
1654
ateroescleróticos y la alta resistencia de la circulación colateral se complementa aún
más por el incremento de la viscosidad en pacientes con Policitemia vera y por el
reducido flujo asociado a las enfermedades cardíacas. Alteraciones en el fibrinógeno,
en la actividad fibrinolítica y en la adhesividad plaquetaria o agregación, pueden tam-
bién contribuir a la progresión o evolución de la ateroesclerosis obliterante y promover
la trombosis en los vasos afectados.
La tromboangiitis obliterante o enfermedad de Buerguer es una causa poco fre-
cuente de isquemia crónica de los miembros inferiores.
En Europa Central afecta aproximadamente de 1 a 3 % de los casos con
alteraciones arteriales de la circulación periférica y en Asia se presenta con más
frecuencia.
Se trata de una inflamación crónica de arterias musculares pequeñas y medianas,
así como de las venas superficiales.
Consecuencia secundaria de los procesos inflamatorios de la pared es la trombosis
arterial que tiene lugar predominantemente en la íntima. La lámina elástica interna
queda intacta.
A pesar de los criterios, no hay dudas de que es una entidad patológica distinta.
Muchos de los casos que en el pasado fueron clasificados clínicamente como enferme-
dad de Buerguer son ahora correctamente identificados, en base a una angiografía de
mejor calidad y la pesquisa clínica de la distribución de la ateroesclerosis obliterante
precoz. Ocasionalmente las dos enfermedades pueden coexistir en el mismo paciente.
Desde el punto de vista de la patología, la tromboangiitis obliterante se presenta como
un proceso inflamatorio severo, que involucra todo el paquete neurovascular, de los
pequeños vasos de la mano y el pie y deja como secuela una fibrosis de la arteria y la
vena. Su carácter inflamatorio y distal, por lo general no la hace apta para una recons-
trucción quirúrgica. Se produce en sujetos de la tercera y cuarta década de la vida y
asociada al abuso del tabaco. Si al paciente se le persuade que deje de fumar la progre-
sión del proceso patológico puede detenerse.
Otros tipos de vasculitis pueden involucrar las pequeñas arterias y arteriolas y pro-
ducir isquemia crónica.
La isquemia debido a trauma es aguda. No obstante, cuando su tratamiento no es
totalmente exitoso pueden dejar como secuela una insuficiencia arterial crónica. El
atrapamiento de la poplítea y la enfermedad quística de la adventicia de la arteria
poplítea es una causa de isquemia crónica que por lo general afecta a jóvenes saluda-
bles y activos. Los aneurismas de la aorta o de las arterias de las extremidades, poplítea
o femoral, pueden producir insuficiencia arterial crónica, así como las fístulas
arteriovenosas y las colagenosis con afectación vascular periférica como la periarteritis
y el lupus eritematoso.
Fisiopatología
La circulación arterial de los miembros inferiores tiene diversas funciones.
En esto interviene fundamentalmente el sistema simpático. Según el estado vaso-
motor de las arterias, ellas responderán con un proceso de vasodilatación o de
vasoespasmo. El tono vasomotor está regulado por el sistema nervioso autónomo y en
especial por el sistema simpático.
1655
Las extremidades inferiores en estado de reposo necesitan muy poca cantidad de
elementos para mantener su normal metabolismo y nutrición. Por el contrario, el mús-
culo en ejercicio, necesita de un gran intercambio metabólico, por lo que se infiere que
los síntomas de comienzo de una insuficiencia del aporte sanguíneo arterial a una extre-
midad deberán investigarse en relación con el grado de actividad muscular.
Cuando aproximadamente las partes del flujo sanguíneo arterial han sido disminui-
das se presentarán trastornos tróficos a nivel de las uñas, músculos, etc.
En la ateroesclerosis obliterante que es la causa más frecuente de este síndrome,
ocurre generalmente lo siguiente: en la fase inicial se produce una hiperplasia intimal
arterial que ocasiona una disminución de la luz del vaso y pérdida de su elasticidad, por
lo que ocasiona una reducción parcial en el flujo sanguíneo a la extremidad, se sobreañade
posteriormente el depósito de sustancias lipídicas y cálcicas que dan lugar a la produc-
ción de la placa de ateroma, que al crecer hacia la luz del vaso, contribuye aún más a su
reducción.
Durante todo este proceso de disminución parcial y progresiva del flujo sanguíneo a
la extremidad, la circulación colateral arterial comienza a desarrollarse.
En los estadios finales de la enfermedad ateroesclerótica periférica, las placas de
ateroma pueden ulcerarse y sobreañadirse a ese nivel una trombosis que ocluyen o
estenosan severamente las arterias conductoras proximales, reduciéndose el flujo san-
guíneo y la presión de perfusión hacia la circulación distal. La isquemia crítica en la
extremidad inferior ocurre cuando las estenosis u oclusiones parciales dañan el flujo
sanguíneo hasta un grado donde a pesar de mecanismos compensatorios tales como la
circulación colateral arterial, los requerimientos nutritivos de la circulación periférica
no se pueden satisfacer. Esto usualmente se origina por la presencia de la enfermedad
ateroesclerótica a múltiples niveles u oclusión de colaterales.
Se ha postulado que las plaquetas y leucocitos pueden activarse mientras pasan
sobre una placa ateroesclerótica ulcerada o rota con lo cual promueven trombosis
local. La actividad deficiente de prostaciclina en placas ateroescleróticas también pue-
de provocar trombosis arterial.
La vasodilatación arteriolar, probablemente mediada por la hipotensión local y
metabolitos vasoactivos liberados de manera local, es una compensación microvascular
que tiende a mantener el flujo nutritivo en presencia de una oclusión arterial proximal.
Paradójicamente, algunos pacientes con isquemia crítica en la pierna tienen flujo
sanguíneo cutáneo total incrementado en el pie isquémico, con probabilidad causado
por vasodilatación máxima, en áreas cercanas de isquemia severa. Por lo tanto, la
causa última de isquemia crítica en la pierna es presumiblemente la mala distribución
de la microcirculación cutánea, edemas del flujo sanguíneo total reducido.
Cuadro clínico
Síntomas. Las manifestaciones clínicas de la insuficiencia arterial crónica están
dadas por una serie de manifestaciones subjetivas producto de la disminución del flujo
sanguíneo a las extremidades superiores o inferiores. Estas son:
Fatigabilidad. Es el síntoma clínico que puede ser el más precoz del cuadro clínico
incipiente de la insuficiencia arterial crónica, que consiste en una sensación de cansan-
cio de las extremidades inferiores por la marcha.
1656
Calambres. Es uno de los síntomas más comunes, puede ser de reposo o de es-
fuerzo o claudicación intermitente.
Dolor. El dolor en la insuficiencia arterial crónica es uno de los síntomas más
comunes y de valor en el diagnóstico.
El dolor de gran intensidad puede producirse en la úlcera y la gangrena de los
tejidos isquémicos. El dolor puede aliviarse en posición pendiente y por la aplicación de
calor que sin embargo agrava la isquemia, así como la elevación de la extremidad y el
frío. En ocasiones este dolor puede presentarse en ausencia de úlcera y gangrena y
recibe el nombre de dolor de reposo o pretrófico y se atribuye a la isquemia.
El dolor puede acompañarse de sensación de ardor o quemante, de algo que “com-
prime” el pie, se asocia a parestesia, se acompaña de palidez, moteado cianótico o
color rojo (pie de langosta). Cuando cesa el dolor, el color se acerca a lo normal. Este
dolor se atribuye a la Neuritis isquémica. En ocasiones el paciente para aliviar su dolor
sitúa el pie colgando del borde de la cama lo que produce edema, que complica aún más
el riego sanguíneo de esta región.
Frialdad. Que puede ser real, es decir, descenso de la temperatura o sensación
subjetiva de frialdad.
Sensaciones quemantes. Que se alivia con la elevación de la extremidad propia de
la eritermalgia y se intensifica cuando se coloca en posición colgante o declive. Se
relaciona este síntoma a hipersensibilidad de las terminaciones nerviosas por isquemia.
Adormecimiento y sensación de hormigueo. El primero consecuencia de la
isquemia y el otro por recuperación parcial de la isquemia.
Claudicación intermitente. Este síntoma que tipifica el estadio II de la clasifica-
ción de Fontaine está dado por una sensación de calambre doloroso que se produce
durante la marcha, que le impide continuar y se sitúa habitualmente a nivel de la panto-
rrilla pero que puede situarse en el pie, en el muslo o cadera según la ubicación de la
oclusión arterial, que desaparece al descansar unos minutos para reiterarse a la misma
distancia al reanudar la marcha.
Se distingue una distancia de claudicación relativa, cuando se inicia el dolor y la
absoluta cuando el paciente está impedido de continuar la marcha. La distancia o el
recorrido se ven afectado por la velocidad y la pendiente.
Algunos pacientes están muy impedidos a cierta velocidad y en pendiente pronun-
ciada, pero en terreno llano y a una velocidad muy moderada su rendimiento es mucho
mayor. Esto explica el contradictorio valor clínico de este signo. Por otra parte, en este
medio se considera la claudicación cerrada o limitante, cuando la distancia media entre
100 y 200 m en el ergómetro (estadio II b) y la abierta, cuando la distancia es mayor de
200 m (estadios II a), de la clasificación de Fontaine).
Dolor de reposo (neuritis isquémica). Se produce sin relación con el ejercicio,
localizado casi siempre al pie, en dedos aislados o en el talón y raramente en la pierna,
por oclusiones proximales. Aparece en el paciente en decúbito que le obliga a mantener
el pie colgado).
En ocasión, al levantar la cabecera de la cama unos 20 cm se produce alivio.
Caracteriza al grado III de la clasificación de Fontaine. El flujo sanguíneo en el reposo
no basta para cubrir las necesidades metabólicas de las extremidades inferiores.
Signos. Entre estos los más significativos y de gran valores clínicos son:
La palidez. Se produce como consecuencia de la disminución del flujo sanguíneo a
la piel y al plexo venoso subcutáneo o subfacial.
1657
La cianosis. Coloración azulosa de la piel que está dada por aumento de la hemo-
globina reducida en el capilar y estasis en esta estructura, traduce disminución del flujo
arterial local. Se acentúa con la posición declive del pie.
La rubicundez. No es más que el color rojo que habitualmente se sitúa en el pie y
recibe el nombre de “pie de langosta”, traduce un mal pronóstico.
Los cambios sudorales. La hiperhidrosis que traduce en aumento de la actividad
simpática y la anhidrosis, lesiones de las glándulas sudoríparas, o eliminación del control
simpático por denervación de este importante nervio.
Cambios tróficos. Estos cambios pueden localizarse en la piel que aparece brillan-
te y su grosor disminuido. Las uñas cambian en su coloración y retardo en su creci-
miento. Los pelos frágiles, desaparecen de la piel, adelgazamiento de la musculatura de
la pantorrilla y la osteoporosis.
En el marco de los trastornos tróficos se estudian las lesiones de peor pronóstico
del síndrome que tratamos.
Las flictenas. De tamaño variable y localización diversa, en el pie o la pierna, se
llama también prenecrótica porque antecede a la necrosis hística.
Las úlceras. Que se localizan en las extremidades de los dedos o espacios
interdigitales, pequeñas en las arteritis y mayores en la ateroesclerosis obliterante. Pueden
localizarse también en las piernas, supramaleolares internas o externas.
La gangrena isquémica. Este signo que significa la necrosis hística, caracteriza
también, como la úlcera isquémica, el grado IV de la clasificación de Fontaine. Su
localización puede ser en uno o más dedos o interdigital o toma la mitad anterior o todo
el pie, secundaria o como secue-
la de una insuficiencia arterial
aguda o crónica. La gangrena
puede ser seca, que es de color
negruzco y puede llegar a la mo-
mificación del área de la extre-
midad donde se ubique, habitual-
mente en la ateroesclerosis
obliterante, o húmeda que se
acompaña de supuración, fetidez
y gran cantidad de tejido
esfacelado, puede afirmarse que
la sepsis la caracteriza y se pue-
de aislar uno o varios gérmenes.
Es propia generalmente de la
angiopatía diabética. Puede
aparecer en el curso de las
arteritis y se caracteriza por zo-
nas de isquemia de muy peque-
ña dimensión y que se localiza
en las extremidades de los de-
dos o en los espacios interdigi-
Fig. 11.21. Gangrena isquémica del 4to. dedo del pie izquierdo. tales (Fig. 11.21).
1658
En el marco de la signología de la insuficiencia arterial debe estudiarse el exa-
men físico que permita agrupar y darle coherencia a los signos que ya se estudia-
ron agrupados en un síndrome.
La inspección. Permite observar la palidez, la cianosis, en fin los cambios de
coloración; la ausencia de vellos, la deformidad de las uñas, las lesiones tróficas
más graves como las úlceras y la gangrena, etc.
La palpación. La presencia o no de pulsos que facilita ubicar el sitio de la
oclusión y como estas insuficiencias arteriales crónicas son enfermedades arteriales
oclusivas, esta acción identifica un elemento primordial en el síndrome (Figs. 11.22,
11.23 y 11.24).
Fig. 11.22. Técnica de la palpación de los pulsos Fig. 11.23. Técnica de la palpación de los pul-
de los miembros inferiores (aorta y femoral). sos de los miembros inferiores (poplítea).
1659
La auscultación arterial de la aorta, la
femoral, las ilíacas, etc., mediante un soplo iden-
tifica las estenosis arteriales, también un elemento
importante en el síndrome.
Por último las pruebas clínicas aportan ele-
mentos de gran significación.
La prueba de la isquemia plantar. Se rea-
liza con el paciente acostado y sus 2 pies sobre
el plano de la cama. Se indica una rápida flexión
y extensión del pie a razón de 40 ó 60 veces por
min. Normalmente el color rosado de los pies
persiste y su resultado será negativo, pero si está
presente una enfermedad vascular oclusiva, una
marcada palidez es notada en los dedos y regio-
nes plantares de los pies, por lo que será enton-
ces positivo el resultado de la Prueba.
La prueba de Pratt o de palidez-rubor. Con
el paciente acostado la elevación de la pierna y el
pie, se produce palidez en estas regiones, sobre
todo en la región plantar. Cuando el paciente se
sienta con los pies colgando, la palidez es más o
menos reemplazada por un color rojizo o eritema
que puede ser difuso o moteado. En personas nor-
males una moderada palidez puede ocurrir duran-
te la elevación; más tarde aparece un color nor-
Fig. 11.24. Técnica de la palpación de
los pulsos de los miembros inferiores mal, alrededor de los 30 s de la posición declive
(arterias del pie: tibial posterior y estará de manera considerable demorado (1 min
pedia). o más) o la palidez es inmediatamente reemplaza-
da por un rubor, como ya se describió.
La prueba de Collens y Willensky o tiempo de relleno venoso. Con el pa-
ciente acostado, y sus extremidades elevadas para producir vaciado de las venas del
dorso del pie; luego, el miembro se sitúa en posición declive y se observa el tiempo que
transcurre para que se vuelvan a rellenar las venas del dorso del pie. Normalmente,
esto puede ocurrir en 6 a 10 s. Cuando el tiempo de relleno venoso está prolongado
indica que existe una enfermedad vascular oclusiva.
Exámenes complementarios:
1. Exámenes de laboratorio:
a) Hemograma con conteo diferencial.
b) Glicemia.
c) Urea.
d) Creatinina.
e) Parcial de orina.
f) Serología.
g) Coagulograma.
h) Lipidograma (colesterol total, triglicéridos, lipoproteínas de alta densidad y
lipoproteínas de baja densidad.
1660
2. Exámenes del laboratorio de
hemodinámica:
a) Determinación de los índices de
presiones en arterias poplíteas,
pedia y tibial posterior (método
Doppler)
3. Estudios de hemodinámica vascular:
a) Presiones sanguíneas segmen-
tarias en miembros inferiores.
b) Pletismografía por oclusión
venosa.
c) Pletismografía digital.
d) Determinación del tiempo y la dis-
tancia de claudicación en la este- Fig. 11.25. Aortografía por punción translumbar.
ra rodante, etc.
e) Estudio de ecoduplex color
(ultrasogrografía).
Exámenes radiográficos:
1. Exámenes de rayos X simple de va-
sos sanguíneos, para comprobar la
existencia de calcificaciones a nivel
de los trayectos arteriales.
2. Estudio angiográfico (arteriografía)
para determinar el sitio de la oclusión
o estenosis arterial, así como la exten-
sión de las lesiones, el estado del resto
del árbol arterial y de la circulación
colateral. Pueden realizarse diferen-
tes métodos de estudios angiográficos:
Aortografía translumbar (Fig.11.25),
arteriografía por cateterismo, angio-
grafía por sustracción digital (Fig.
11.26), tomografía axial computado-
rizada (TAC) helicoidal y angiografía
por resonancia magnética. De alto va-
lor diagnóstico en la evaluación de la
enfermedad arterial de los miembros
inferiores.
3. Uso de sustancias radioactivas-
gammagrafía.
4. El ultrasonograma de gran valor en
los aneurismas y las arteriopatías
esteno-oclusivas (Fig. 11.27). Fig. 11.26. Angiografía por sustracción digital.
1661
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial debe esta-
blecerse con enfermedades de las venas
sobre todo várices, en los que la presen-
cia de dilataciones venosas y la presencia
de pulsos son elementos decisivos; tam-
bién con las trombosis venosas, en las que
el edema, la evolución aguda y la presen-
cia de los pulsos son elementos de gran
valor diagnóstico.
Con la artrosis, en las que el dolor lo-
calizado a las articulaciones, la ausencia
de claudicación a la marcha y la presen-
Fig. 11.27. Ultrasonograma de la aorta abdominal. cia de pulsos la descartan.
En las enfermedades de los linfáticos como la linfangitis aguda donde la hipertemia
elevada con escalofrío, el eritema y las adenopatías inguinales tienen gran valor, y el
linfedema crónico, en el cual el edema, la presencia de pulsos, le dan carácter.
Se establece también la neuritis del ciático en la que el dolor en toda la cara poste-
rior del muslo por el trayecto del referido nervio y la prueba de “Lassegue” son conclu-
yentes.
Evolución
En la aterosclerosis la evolución es lenta y progresiva; en las arteritis como la
tromboangiitis obliterante, evoluciona por crisis en las que se alternan períodos de agu-
dización de los síntomas con períodos de remisión.
Complicaciones de la ateroesclerosis obliterante periférica:
1. Trombosis arterial aguda.
2. Embolismos arteriales.
3. Neuritis isquémica.
4. Gangrena isquémica.
5. Úlceras isquémicas.
6. Infecciones cutáneas.
7. Aneurismas arteriales.
8. Rupturas arteriales espontáneas.
9. Anquilosis en flexión de rodillas o caderas.
Pronóstico
La insuficiencia arterial crónica puede conducir a la pérdida de la extremidad, aun-
que con el desarrollo de la cirugía revascularizadora, el uso de antiagregantes y
anticoagulantes y la lucha contra los factores de riesgo han modificado en forma sus-
tancial el pronóstico.
Prevención
Va dirigido fundamentalmente a la lucha contra los factores de riesgo; el hábito de
fumar, la dieta hipograsa, la hipertensión, el sedentarismo, la diabetes mellitus y a la
prevención secundaria: diagnóstico precoz y tratamiento oportuno.
1662
Tratamiento
1663
Se pueden indicar medicamentos vasodilatadores, como piridilcarbinol, tabletas
de 25 mg/8 h diariamente, ámpulas de tolazolina de 10 mg i.m./8 ó 12 h diariamen-
te, también puede emplearse en venoclisis a dosis mayores; antiagregantes
plaquetarios como el clopidogrel, tabletas de 10 mg 1 tableta diaria, dipiridamol l tableta
de 75 mg/12 h; el ácido acetíl salicílico (aspirina) de 125 a 325 mg diariamente. La
pentoxifilina, de 800 a 1 200 mg diarios (que es hemorreológica y antiagregante
plaquetaria), esta última también de empleo por vía endovenosa en venoclisis o
por vía intraarterial.
Anticoagulantes derivados del dicumarol como el biscoumacetato de etilo (ta-
bletas de 300 mg), dosis aproximada de 300 a 450 mg (oral) diariamente, que se
inicia en dosis de ataque de 900 a 1 200 mg de acuerdo con el peso y la talla y se
controla con los tiempos de protrombina seriados que deben mantenerse entre 25 a
35 s; o de 3 a 4,8 INR, para tener niveles de anticoagulación (empleados en la
prevención trombótica de la enfermedad ateroesclerótica).Otros tipos de
anticoagulantes orales, como la warfarina sódica y el sintron también se emplean
con buenos resultados.
Tratamiento quirúrgico. La “cirugía hiperhemiante” como la simpatectomía lumbar se
emplea cuando se trata de oclusiones distales, en pacientes con buena circulación co-
lateral.
Parece tener utilidad en las lesiones isquémicas superficiales, enfermedad
vasoespásticas, como la causalgia, en oclusiones distales y como coadyuvante en la
cirugía revascularizadora.
La cirugía revascularizadora se emplea en pacientes con un buen tractus de salida
confirmado por los estudios hemodinámicos y angiográficos.
Se emplean diferentes procedimientos quirúrgicos como las endarterectomías, las
derivaciones protésicas anatómicas y extraanatómicas.
La enfermedad arterial oclusiva de los miembros inferiores tiene un alto riesgo de
reoperaciones a largo plazo, tanto cuando el proceder quirúrgico inicial fue por cirugía
revascularizadora convencional o por angioplastia.
La angioplastia transluminar percutánea es otro de los recursos terapéuticos a
emplear en las oclusiones segmentarias fundamentalmente, que consiste en realizar
dilataciones de la luz arterial mediante catéteres para angioplastias y se necesitan en
muchos casos la colocación de dispositivos (prótesis endovasculares) en el sitio dilata-
do para evitar la reestenosis u oclusión de la arteria.
En la última década han surgido estudios muy promisorios, experimentales, que
demuestran el efecto terapéutico significativo para reducir la formación neointimal des-
pués de una injuria arterial por la implantación de un injerto arterial y que además suple
el flujo sanguíneo por neovascularización en extremidades isquémicas en animales.
PREGUNTAS
1. Del síndrome de insuficiencia arterial crónica. Seleccione los síntomas y signos más
importantes del cuadro clínico.
a) Circulación venosa colateral.
b) Edema de las extremidades.
1664
c) Claudicación intermitente.
d) Sensaciones parestésicas.
e) Parálisis motora de las extremidades afectadas.
f) Cambios de coloración (palidez-cianosis-rubicundez).
g) Cambios tróficos en la piel, vello, uñas y músculos.
h) Disminución o ausencia de los pulsos arteriales.
2. Mencione las principales causas del síndrome de insuficiencia arterial crónica.
a) Trombosis venosa.
b) Ateroesclerosis.
c) Escoliosis y/o comprensión lumbosacra.
d) Arteritis.
e) Insuficiencia venosa crónica.
f) Aneurismas arteriales.
g) Fístulas arteriovenosas.
h) Secuelas de una insuficiencia arterial aguda.
3. Paciente de 68 años de edad, con antecedentes de claudicación intermitente del miembro
inferior izquierdo, que acude al cuerpo de guardia por presentar dolor de reposo en las
piernas y lesión necrótica del 5to. dedo del pie izquierdo, con ausencia de pulsos arteriales
en el miembro inferior izquierdo.
Diga:
a) Diagnóstico sindrómico.
b) Diagnóstico etiológico.
c) Diagnóstico topográfico.
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ANEURISMAS ARTERIALES
Dr. Carlos S. Durán Llobera
Definición
Es la dilatación circunscrita o difusa de una arteria, que comporta la formación de
un saco relleno de sangre, líquida, coagulada o de ambas, que tiene como característica
la comunicación con la luz arterial. De ello se desprende que los aneurismas están
formados por elementos constituidos de la pared arterial a diferencia de los denomina-
dos falsos aneurismas, que en cuyo mecanismo de producción no intervienen ninguna
de las capas de la pared arterial. Es una dilatación permanente y localizada (focal) de
una arteria que tienen, al menos, 50 % de aumento en el diámetro, comparando con el
diámetro normal de la arteria en cuestión.
Epidemiología
Su prevalencia a nivel internacional y en Cuba oscila entre 2 y 3 % en edades
comprendidas entre 50 y 60 años y de 35 % en mayores de 60 años. Los estudios
autópsicos, muestran una tasa de prevalencia entre 1 y 5 %, aumentando con la edad y
con más frecuencia en los varones. La tasa de mortalidad por rotura de AAA es de 1
a 2 % de la población adulta en diferentes países.
Clasificación
Los aneurismas se han clasificado en diversas formas; una primera clasificación en
relación con su aparición es la de congénitos y adquiridos.
Los congénitos son los que aparecen con el nacimiento y los adquiridos son los que
aparecen en el transcurso de la vida y que obedecen a varias causas.
De acuerdo con su forma se clasifican en saculares, en forma de “saco”, y
fusiformes, en forma de “huso”, o dilatación cilíndrica de la arteria.
Johnston, recomienda se clasifiquen según una combinación de los siguientes fac-
tores: localización, origen, características histológicas y manifestaciones
clinicopatológicas.
1666
Localización
Los aneurismas se localizan en cualquier
arteria del organismo, pero su frecuencia esta-
dística ha demostrado ser:
1. La aorta abdominal.
2. La aorta torácica.
3. La arteria poplítea.
1667
Cuadro 11.5. Síntomas del aneurisma en diferentes regiones vasculares
Los signos se identifican como una masa corporal tumoral pulsátil, con expansión y
soplo sistólico, que no está presente siempre. A veces producen circulación venosa
colateral por compresión de grandes venas (poplítea, cava inferior e ilíaca).
Desafortunadamente en un elevado número de casos, las fisuras o roturas del aneu-
risma son la primera manifestación clínica de ellos.
La mayoría de los aneurismas pueden ser descubiertos por el médico general en
una exploración rutinaria del abdomen, que siempre debe ser en el consultorio médico,
a todo paciente mayor de 40 años para descartar esta posibilidad en la población de
mayor riesgo de presentarlo, dado que su diagnóstico clínico precoz es mandatario. Su
detección en etapas tempranas conllevaría a una cirugía electiva del mismo, lo cual en
la actualidad, alcanza solo cifras de mortalidad quirúrgica de alrededor de 5 %, mien-
tras que en aquellos pacientes que acuden al cuerpo de guardia con aneurismas aórticos
rotos su mortalidad se eleva a casi 90 %, y si se logran intervenir quirúrgicamente de
urgencia, la mortalidad operatoria se aproxima a 60 %.
1668
Los signos de aviso de los aneurismas abdominales antes de su ruptura son: dolor
en la columna o abdomen superior, que persistirá unos días. Después de la ruptura:
dolor constante, permanente, de igual intensidad, en el abdomen, región de los flancos y
la columna lumbosacra, irradiado en ocasiones a testículos y pliegue inguinal.
Además hipotensión arterial, taquicardia, sudoración fría, náuseas, oliguria (signos
de shock hipovolémico), hemoglobina baja y leucocitosis.
Diagnóstico diferencial
Se deberá realizar en los torácicos y abdominales con otras entidades tales como:
cólico nefrítico, obstrucción intestinal, diverticulitis, pancreatitis aguda, úlcera perfora-
da, apendicitis aguda, colecistitis, peritonitis, infarto cardíaco, embolia pulmonar y otros
procesos dolorosos agudos.
En los aneurismas de las extremidades se realizará con quistes sinoviales, abscesos
fríos, fístulas arteriovenosas, quistes del hueco poplíteo etc.
Exámenes complementarios
Ultrasonografía abdominal. Es de alta fiabilidad diagnóstica, ofrecen informa-
ción del contorno de la pared aórtica, extensión del aneurisma, relación con arterias
viscerales. Su interés en el seguimiento de pequeños aneurismas, cada 4 a 6 meses, es
decisivo a la hora de decidir el momento en que estos adquieren un tamaño susceptible
de tratamiento quirúrgico, y cuyo rango suele ser cuando alcanzan diámetros transversos
o anteroposteriores de aproximadamente 5 cm.
La TAC. Proporciona una definición anatómica precisa donde se puede visualizar
la aorta torácica. Proporciona información de arterias viscerales y otras estructuras
subyacentes.
La RMN. Es capaz de informar acerca de las características del tejido. Método
caro, no incorporado como complementario de rutina en el diagnóstico vascular. Posee
la ventaja de la ausencia de radiaciones y la no necesidad de usar sustancias de con-
traste. Ofrece imágenes compatibles con la TAC.
Angiorresonancia. Se equipara este estudio con la arteriografía, pero con las
ventajas de menor agresividad y la ausencia de radiaciones.
La TAC helicoidal. Permite establecer de una forma más objetiva y fácilmente
interpretable las relaciones del aneurisma de la aorta abdominal con las arterias renales
mesentérica superior e inferior, e igualmente muestra la posible extensión proximal del
AAA y ofrece la posibilidad de imágenes tridimensionales de gran resolución. El costo
es superior a la TAC convencional.
Rayos X simple. Pueden observarse calcificaciones de la pared arterial.
Arteriografía (translumbar o por cateterismo selectivo). Método de poten-
cial riesgo, no imprescindible para el diagnóstico de los aneurismas. Su indicación viene
dada por la patología asociada (hipertensión, insuficiencia arterial crónica, sospecha de
angina abdominal, cirugía arterial previa etc.) (Fig. 11.29).
La arteriografía por sustracción digital es comúnmente empleada en la prác-
tica diaria por tener menos riesgo de complicaciones debidas a la cateterización
arterial.
1669
Complementarios de laboratorio. Hemograma con conteo diferencial, creatinina,
urea, glicemia, filtrado glomerular, pruebas de función hepática, transaminasa glutámica,
parcial de orina, coagulograma y lipidograma.
Otros complementarios: Rx de tórax, electrocardiograma, ecocardiograma.
Fig. 11.29. Aortografía que demuestra una dilatación aneurismática de la aorta abdominal.
Evolución
Los aneurismas dejados a su evolución espontánea, tienden a su ruptura y se han
señalado, que los abdominales, entre 50 y 60 %, se rompen antes de los 5 años de
diagnosticados.
En otras ocasiones evolucionan a la trombosis del saco aneurismático. Entre 20 y
25 %, permanecen estables durante un largo período de tiempo. Los menores de 4 cm,
crecen anualmente una media de 2 mm. Entre 4 y 5 cm la media de crecimiento se
estima en 4 mm/año. Por encima de 5 cm, la media de crecimiento estimada es supe-
rior a los 5 mm anuales, lo que aumenta de forma notable sus posibilidades de rotura,
que son superiores a 20 % en los dos primeros años de evolución.
Complicaciones
Ruptura. En ocasiones, resulta la primera manifestación del aneurisma. Puede ser
en las regiones retropleurales o retroperitoneales, en las cavidades torácica o abdomi-
nal, en el encéfalo o perforando una víscera hueca como el duodeno, o la vena cava. La
rotura de un aneurisma abdominal es un acontecimiento catastrófico debido a una mor-
talidad operatoria que varía de 30 a 63 %.
Embolismo. A punto de partida de la formación de coágulos en el interior del
aneurisma.
1670
Afectación de órganos vecinos. Por la compresión de estos como serían, rena-
les, respiratorios, óseos, nervios etc.
Pronóstico
El pronóstico en los aneurismas abdominales, que son los de mayor frecuencia, es
favorable, si se detectan precozmente y se instituye un tratamiento quirúrgico electivo.
Entre los muchos factores de riesgo capaces de influir en el pronóstico del posoperatorio
inmediato, están los relacionados con el estado de las funciones cardíacas, respirato-
rias, renal y cerebrovascular.
A largo plazo el pronóstico es optimista y la causa de muerte está relacionada con
otra circunstancia diferente a la intervención quirúrgica del aneurisma, principalmente
con la coronariopatía.
Tratamiento
La prevención primaria de la enfermedad se basa, fundamentalmente, en el con-
trol de los factores de riesgo ateroescleróticos y la prevención secundaria se basa en
el diagnóstico por la pesquisa, que puede realizar el médico general integral y el
angiólogo en grupos de alto riesgo (mayores de 40 años, hipertensos, fumadores
etc.), debe constituir una actividad sistemática la palpación abdominal en todo pa-
ciente que acuda al consultorio por cualquier causa. Estudios recientes han demos-
trado que los screening epidemiológicos poblacionales reducen la incidencia y por
ende la mortalidad hospitalaria por aneurismas de la aorta abdominal. Personas con
aneurismas pequeños que son detectados por ultrasonografía deben ser advertidos a
modificar sus factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular y tener una vigi-
lancia estrecha para el seguimiento periódico del tamaño del aneurisma. El trata-
miento ideal en los aneurismas arteriales, lo constituyen su extirpación y se restable-
ce a su vez la continuidad vascular. Los avances en las técnicas quirúrgicas, así
como la introducción de injertos de arterias homólogas y disponibilidad de prótesis
vasculares sintéticas (dacrón, teflón etc.), hacen posible la técnica quirúrgica y mejo-
ran ostensiblemente el pronóstico de esta patología. Los objetivos de esta cirugía son,
como se ha podido demostrar, la efectiva prevención de la rotura o el alargamiento
de la esperanza de vida. El análisis de los índices de supervivencia después de la
intervención quirúrgica demuestra que la cirugía aumenta significativamente la espe-
ranza de vida de los operados. La mortalidad de la cirugía electiva es de alrededor de
5 a 6 %, mientras que la mortalidad para la cirugía de emergencia en casos de ruptu-
ra del AAA varía de 30 a 63 %.
Más recientemente, Juan Carlos Parodi, cirujano argentino, introdujo en 1991 un
procedimiento que consiste en la exclusión circulatoria del aneurisma de la aorta abdo-
minal mediante el empleo de una endoprótesis colocada por vía transfemoral, quedando
la prótesis fijada por un mecanismo de presión ejercido por prótesis, a nivel proximal y
distal. Actualmente se considera que solamente de 30 a 40 % de los aneurismas cum-
plen los criterios indispensables para el tratamiento endoluminal. La más frecuente de
las complicaciones de esta novedosa técnica es la incompleta fijación de la prótesis
endovascular a la pared arterial, originan puntos de fuga del flujo en el saco aneurismático
que impiden la exclusión completa del aneurisma de la circulación y es un factor de
mantenimiento y expansión del aneurisma, que pueden llegar a precipitar su rotura.
1671
La reparación endovascular a corto plazo es comparable a la reparación quirúrgica
convencional. Este tipo de reparación en los aneurismas de la aorta abdominal es segu-
ra y eficaz, en pacientes de alto riesgo, para los cuales puede ser el método de trata-
miento preferido.
La supervivencia tardía de la reparación convencional de los aneurismas aórticos
abdominales depende mucho de la edad del paciente, del tiempo quirúrgico de la inter-
vención y de la existencia de insuficiencia renal crónica preoperatoria.
La técnica quirúrgica más usual empleada en el AAA es la aneurismectomía con
interposición de un injerto o prótesis vascular sintética de Dacrón o teflón, aorto-aórtico
(tubular),o derivación aorto bi-ilíaca o bi-femoral (Fig. 11.30).
PREGUNTAS
1. Indique los síntomas y signos más importantes del cuadro clínico de los aneurismas de la
aorta abdominal infrarrenal:
a. Diarreas alternando con constipación.
b. Meteorismo abdominal.
c. Sensación de “pelota” o masa pulsátil en el abdomen.
d. Tumor pulsátil con expansión en mesogastrio.
e. Soplo sistodiastólico en la tumoración aneurismática.
f. Soplo sistólico en la tumoración aneurismática.
g. En ocasiones soplo sistólico en la tumoración aneurismática.
h. En ocasiones dolor abdominal con irradiación a la columna lumbosacra.
2. Mencione las principales causas de los aneurismas arteriales:
a. Traumatismos arteriales.
b. Lúes.
c. Trombosis arterial.
d. Aterosclerosis.
e. Estenosis arteriales.
f. Embolismo arterial.
g. Arteritis.
3. Seleccione cómo se realiza el diagnóstico diferencial de los aneurismas abdominales de
acuerdo con las sieguoiente sentidades:
a. Tromboembolismo pulmonar.
b. Cólico nefrítico.
1672
c. Obstrucción intestinal.
d. Colecistitis.
e. Hernia hiatal.
f. Diverticulitis.
g. Gastroduodenitis.
4. Las complicaciones más frecuentes de los aneurismas arteriales son:
a. Embolismo pulmonar.
b. Ruptura.
c. Embolismo arterial.
d. Angina abdominal.
e. Insuficiencia venosa crónica.
5. El diagnóstico de los aneurismas abdominales puede realizarse a través de:
a. El examen clínico del paciente.
b. Flebografía.
c. Pletismografía digital.
d. Ultrasonograma.
e. Complementarios de laboratorios: gasometría, hemograma, coagulograma, etc.
f. TAC.
g. Resonancia magnética nuclear (RMN) o angiorresonancia magnética nuclear.
h. Aortografía.
i. TAC helicoidal.
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LINFANGITIS
Definición
La infección piógena aguda de los vasos, troncos y ganglios linfáticos da lugar a un
cuadro denominado linfangitis y adenitis, cuyas expresiones clínicas serán la linfangitis
reticular, linfangitis troncular o adenitis aguda.
Recuento anatómico y fisiológico del sistema linfático
Cada autor asigna nombre diferentes a las mismas partes de algunos vasos. Por
ello, se han propuesto las siguientes estructuras de los vasos linfáticos:
1. Capilares linfáticos.
2. Precolectores.
3. Colectores.
4. Fuentes linfáticas.
1674
la coagulación de la linfa. En los capilares hay una membrana basal incompleta, que
aparece en forma de motas y está recubierta por una red fibrosa subendotelial. En los
precolectores, las paredes están reforzadas con una capa de tejido correctivo, y se
refuerzan más en los colectores y fuentes linfáticas con una capa externa de músculo
liso. Esta musculatura permite la propulsión activa de la linfa. Los colectores y la fuen-
te están formados por una adventicia a base de tejidos correctivo laxo de la región.
Al igual que en el caso de los vasos sanguíneos, los linfáticos poseen una túnica
media, íntima y adventicia, cuyos límites, sin embargo, no están claramente definidos.
La clasificación precisa de las partes de los vasos solo es posible histológicamente.
Los capilares linfáticos siempre se encuentran en el tejido conectivo laxo. El
espacio entre los fibrocitos y el espacio intercelular, están llenos de fluido intercelular.
Una red de fibras da estabilidad a la estructura celular. Se produce ultrafiltración en
la región del tramo arterial de los capilares sanguíneos. Nutrientes y CO2 entran con
el agua secretada en el espacio intercelular y llegan a las células. El 90 % del
ultrafiltrado es reabsorbido en la región del tramo venoso de los capilares sanguíneos
y es transportado 10 % por los vasos linfáticos en forma de agua transportada por la
linfa. Si se retiene fluido en el espacio intercelular se produce edema y si no se
transporta linfa, se produce linfedema. La causa suele ser mecánica, por deterioro
de los vasos linfáticos. Las células endoteliales de los capilares linfáticos se mantie-
nen unidos por desmosomas y se superponen unas a otras; las superposiciones
falciformes forman válvulas de entrada. Debido a las aberturas laterales, el capilar
se puede comparar con un tubo de drenaje. Los canales interendoteliales abiertos
permiten la entrada de fluido intercelular, proteínas, elementos corpusculares, resi-
duos celulares y células a los capilares. Las paredes capilares se mantienen en posi-
ción con los filamentos de anclaje. Si ocurre el edema, cuando los espacios
intercelulares se ensanchan, los filamentos de anclaje se estiran e impiden la com-
presión capilar. Así, en caso de edema siguen siendo funcionales.
Etiología
Para que se produzca una linfangitis es necesaria la existencia de una puerta de
entrada al germen causante de esta. La entrada a la infección puede ser una herida en
la piel, una mucosa lesionada, una lesión inguinal, la presencia asociada de hongos en
las uñas o interdigital. Se ha demostrado por estudios, que los gérmenes causantes son
el estafilococo, pero sobre todo el estreptococo. Los gérmenes residen en la piel y en
las mucosas favorecidas por condiciones locales, que pueden ser creadas por enferme-
dades de base del individuo o desnutrición, u otras causas que alcanzan una alta viru-
lencia en su acción descompensadora. En ocasiones el contacto con otras personas,
exacerba la agresividad del germen. Por ello es importante evitar punturas con instru-
mentos sépticos, así como evitar las infecciones que se desarrollan en la boca por el
tetrágeno y anaerobios. En los diabéticos, deben extremarse los cuidados al retirar una
callosidad, o cortar uñas, pues son vías para abrir puertas de entrada.
Frecuencia
En estudios realizados en el Instituto de Angiología y Cirugía Vascular se comprobó
que 97 % de los pacientes que acuden al cuerpo de guardia de la institución lo hacen
1675
por presentar un episodio de linfangitis que en 61,04 % es recidivante. Se reporta que
6,5 % de la población mayor de 15 años estudiada en un sector de salud de Ciudad de
La Habana había presentado una o más crisis de linfangitis.
Fisiopatología
En el mecanismo de producción de una linfangitis intervienen fundamentalmente la
existencia de 3 factores: presencia de un germen, puerta de entrada y estado general
del individuo. Ya se hizo referencia a cuales son los gérmenes más frecuentes, así
como los otros dos factores. Para una mejor comprensión de esta fisiopatología como
por ejemplo, la linfangitis más frecuente, que es el de una extremidad. Una pequeña
lesión reproduce en una mano o en un pie (acción de una manicure, una puntada,
rebajar una callosidad y un trabajo podológico) y entra el germen a la red linfática,
alterando la pared del vaso linfático, con tumefacción del endotelio y congestión vascular.
De avanzar las lesiones y provocar zonas de supuración, aparece la linfangitis supurada;
si aparecen focos de necrosis, ya puede complicarse con formas necrotizantes.
Anatomía patológica
Desde el punto de vista topográfico y funcional, se pueden distinguir 2 compartimentos
de vasos linfáticos en las extremidades:
1. El sistema superficial (subcutáneo y epiaponeurótico) drena la piel y el tejido
subcutáneo.
2. El sistema profundo (subaponeurótico) extrae linfa de los músculos, articulacio-
nes, ligamentos y nervios.
1676
la linfangitis. En un caso más grave o complicado puede presentar síntomas de deshi-
dratación, delirio y lengua seca.
Signos. Para conocer los signos clínicos de la entidad, se deben saber que se
enfrentarán 3 formas clínicas:
1. La linfangitis reticular: la extremidad afectada presenta un enrojecimiento en for-
ma trabecular o de cordones enrojecidos, es dolorosa la palpación de estas áreas
enrojecidas, y dolor en la zona ganglionar correspondiente, que se encontrarán a
la palpación aumentada de tamaño. El paciente la denomina en el argot criollo
“una seca”, en muchas ocasiones. De no encontrar signo claro de puerta de en-
trada, en este tipo de linfangitis, debe buscarse la presencia de un foco de infec-
ción a distancia, que a partir de diseminación de bacterias por vías hematógenas
pueden causar esta entidad. Se debe ser inquisitivos y eliminar focos sépticos
bucales, en el aparato genito urinario y vesicular.
2. La linfangitis troncular: la extremidad presenta un enrojecimiento en forma de
bota, denota sepsis más agresiva y por ende, un cuadro clínico más florido. El
cuadro clínico es similar a lo ya referido, pero a la palpación de los vasos linfáticos
profundos se denota dolor más intenso. Los ganglios más profundos provocan a la
palpación dolor y denotan aumento del volumen marcado.
3. La linfangitis necrotizante: es la forma más complicada y de temer en la evolución
de una linfangitis. A los síntomas y signos anteriores se le agrega la aparición de
flictenas de contenido líquido rosado, que al romperse vierten linfa, generalmente
aséptica, y dejan ver una dermis cubierta por una falsa membrana blanquecina o
amarillenta y que puede evolucionar a la necrosis de piel o tejido. La escara necrótica
se llega a eliminar, o con el auxilio de la tijera y el bisturí, se reseca en su totalidad.
1677
Un diagnóstico que a veces resulta difícil de excluir es la trombosis venosa. En esta
afección el dolor y edema de la extremidad debe ser minuciosamente examinado, pues
sus características son diferentes. Además solo presenta febrícula (37 oC) y una inten-
sa taquicardia, que no corresponde a la temperatura corporal que registra.
Evolución
La linfangitis evoluciona hacia la curación en un período de 7 a 21 días de trata-
miento. Las adenitis comenzarán a curar según avance la intensidad del tratamiento.
Puede evolucionar hacia la cronicidad.
La linfangitis crónica o recidivante es la evolución más frecuente de esta entidad.
Los pacientes afectados de linfangitis crónica tendrán la persistencia de una
epidermofitosis constante y rebelde a las terapéuticas habituales en el área interdigital;
el no cuidado y prevención de heridas de la piel provocara este cuadro clínico que debe
ser prevenido por el Médico General Integral con educación adecuada y observaciones
terapéuticas adecuadas.
Complicaciones
La complicación más grave a temer es cuando evoluciona hacia una linfangitis
necrotizante. La septicemia es una entidad muy poco frecuente, como complicación
a citar.
La linfangitis crónica o recidivante será también considerada como una complica-
ción. Aunque desde el punto de vista patogénico no tienen diferencias con la linfangitis
aguda, estos pacientes persisten en su evolución con un edema crónico representado
por un aumento de volumen hasta la rodilla que guardara características de dureza en
muchos casos, por la fibrosis que aparece evolutivamente. El edema es hasta la rodilla
e inmediatamente que aparece un vestigio de la linfangitis, las áreas enrojecidas doloro-
sas y erisipelatoides acompañarán al paciente.
Pronóstico
Para una crisis inicial en una extremidad sin enfermedad fundamental, con trata-
miento adecuado, el pronóstico es excelente. Sin embargo, algunos pacientes sufren
crisis recidivantes, a veces ligeras, que pueden originar el desarrollo de linfedema.
En los casos de linfangitis crónica o recidivante, la extremidad puede conservarse
algo más voluminosa después de cada ataque. Las adenitis tienen un pronóstico bueno,
generalmente quedan algo induradas y pueden palparse al examen físico.
Prevención
Estará dada por los cuidados que tenga la persona de evitar las puertas de entrada
a los gérmenes causantes de la enfermedad. Debe evitarse la epidermofitosis interdigital,
fisuras y traumas. En el caso de los pacientes diabéticos, se le explicará detalladamen-
te como cuidarse los pies y solicitar siempre atención podológica. En los pacientes que
han evolucionado a la cronicidad necesitarán de visita médica con periodicidad.
Tratamiento
Higiénico-dietético. Se recomendará consumir abundantes líquidos, se hace re-
ducción del consumo de sal.
Postural. El paciente hará reposo, sentado o acostado manteniendo la extremidad
afectada en elevación. Se le disminuirá la actividad física mientras dure el período de
1678
agudización (fiebre, edema y dolor). Generalmente precisan de 7 a 15 días de reposo,
alejado de sus obligaciones diarias. En caso de complicaciones, la conducta de reposo
se ajustará a su evolución.
Tratamiento medicamentoso
Antibióticoterapia. El antimicrobiano de elección estará en relación a lo que indi-
quen los cultivos y los estudios de sensibilidad en caso necesario. El medicamento de
elección es la penicilina, ya que el estreptococo B hemolítico del grupo A es el más
frecuente. Las sulfas se utilizan también en este tratamiento inicial. Localmente se
utilizarán fomentos de soluciones antiinflamatorias (pueden utilizarse hojas de plantas)
nunca calientes y no necesariamente frías. El dolor se mitigará con antiinflamatorios y
analgésicos. No es necesario utilizar diuréticos. Las medidas complementarias serán el
reposo con elevación de la extremidad por encima del corazón y buscar posibles infec-
ciones micóticas distales.
Cuando las crisis han cedido, deben llevarse soportes elásticos de la extremidad
durante 3 meses para evitar edema residual. En los pacientes con linfangitis crónica o
recidivante, con o sin linfedema, debe establecerse una terapéutica antimicrobiana
profiláctica prolongada. La más empleada es la penicilina benzatínica, en dosis men-
suales por períodos de 12 a 15 meses. Se han utilizado también las vacunas estafilo-
estreptocócicas. En estos pacientes debe practicarse periódicamente ciclos de
fisioterapia dados por masajes evacuativos, y de existir, aplicación de 10 ó 15 sesiones
de flow’tron, que es una media compresiva que permite hacer más exitoso el método
de drenaje evacuativo del edema.
La linfangitis es en particular peligrosa en los tejidos de pacientes con enfermedad
arterial obstructiva solo en estas condiciones desfavorables, y en pacientes muy desnu-
tridos y sépticos se necesitaría una amputación mayor de una extremidad.
Papel del médico general integral en el tratamiento de la linfangitis aguda 6
Como se puede apreciar, el diagnóstico y tratamiento de esta entidad, puede y debe
ser asumido por el médico general integral. Las características propias de su diagnós-
tico, el enfoque ético y la influencia psicológica que es capaz de ejercer el Médico de la
Familia en los pacientes afectados por esta enfermedad justifican la imperiosa necesi-
dad de la acción de este ante el paciente y su familia. En aquellos casos de recidiva y
complicaciones, estaría justificada la interconsulta con un especialista.
La aplicación de un acertado diagnóstico clínico y la indicación de un tratamiento
adecuado serán la mejor respuesta a la correcta adquisición de los conocimientos sobre
el tema.
PREGUNTAS
1. Diga 3 síntomas fundamentales de una linfangitis aguda del miembro inferior.
2. Enuncie las causas más frecuentes de la linfangitis y adenitis.
3. ¿En qué se apoya fundamentalmente el diagnóstico de una linfangitis y una adenitis?
4. Mencione los pilares fundamentales del tratamiento de la linfangitis y de la adenitis.
5. ¿Cuál es el signo fundamental en el diagnóstico diferencial de la linfangitis y la trombosis
venosa?
6. Como médico general integral ¿cuáles serán las medidas preventivas que usted recomen-
daría al paciente para evitar la recidiva de una linfangitis y una adenitis?
1679
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1680
QUISTES Y TUMORES DE LA PIEL
Y DE LOS TEJIDOS BLANDOS SUPERFICIALES
La piel, capa protectora que recubre el cuerpo humano, está expuesta a las accio-
nes del medio interno y a las agresiones del medio externo, todo lo cual trae como
resultado que la piel sea el órgano donde asienta el mayor número de lesiones, de muy
variada etiología que pueden ser estas: inflamatorias, degenerativas, tumorales,
traumáticas y otras de origen congénito.
Dentro de estas lesiones de la piel se limitarán al estudio de los quistes provenientes
del folículo pilosebáceo y de la epidermis.
Esta constituida por la epidermis y la dermis; la epidermis, capa que interesa está
formada por 4 capas celulares: la capa córnea, capa granulosa, capa espinosa y la capa
de células basales.
Las células epiteliales llamadas keratinocitos constituyen 95 % y los melanocitos 5 %.
Las dexomonas son prolongaciones que unen los keratinocitos.
Los melanosomas son porciones pigmentadas transferidas de los melanocitos a los
keratinocitos.
El término de quiste sebáceo, usado ampliamente en la literatura, después de re-
cientes estudios histológicos ha ido perdiendo su vigencia. Hoy se sabe que erte térmi-
no constituía un saco que agrupaba a variadas lesiones quísticas de la piel: quiste
triquilemal, también denominado quiste pilar, quiste infundibular, quistes epidermoides o
epidérmicos, congénitos o adquiridos epidérmicos por inclusión, quistes por retención y
otras lesiones quísticas de las glándulas sudoríparas ecrinas y apocrinas.
Por ser los quistes triquilemales y los quistes epidérmicos, las lesiones quísticas más
frecuentes que se presentan en la piel y que son motivo de consulta, tanto para él
médico de medicina general integral como para el resto de los médicos, especializados
o no, serán descritos aparte del resto de quistes y tumores.
QUISTE TRIQUILEMAL
Aparecen en la superficie de la piel como una tumoración de forma redondeada de
crecimiento lento.
El tamaño puede variar desde milímetros a 3 ó 4 cm, se localizan principalmente en
el cuero cabelludo, y se presentan también en la cara, cuello, tronco y extremidades.
Pueden presentarse como lesiones únicas o múltiples, apareciendo sincrónica o
metacrónicamente.
En el síndrome de Garner se presentan múltiples quistes en la cara y cuello cabellu-
do asociados a tumores del colon y otros órganos.
La piel que recubre a estos quis-
tes se afina, es lisa y brillante como
consecuencia de la presión ejercida
hacia fuera por el crecimiento quístico.
Estas formaciones nodulares es-
tán íntimamente adheridas a la piel, a
nivel del infundíbulo y cuello del con-
ducto piloso, el cual puede apreciarse
como un hoyuelo pequeño, a veces
cubierto por una estructura de color
negruzco denominada comedón. Es-
tos quistes se desplazan del tejido ce-
lular subcutáneo subyacente.
Patogenia
El quiste triquilemal también de-
nominado quiste pilar y para algunos
sebáceo surge del istmo del folículo
piloso y muestra una queratinización
triquilemal (células capaces de pro-
ducir keratina), se ha demostrado que
tiene su origen a partir de la capa más
externa del folículo piloso, donde se
Fig. 12.1. Corte microscópico de un folículo
abre el conducto de las glándulas
pilosebáceo con todos sus anexos. sebáceas (Figs. 12.1 y 12.2).
1682
Anatomía patológica
Desde el punto de vista histológico es un quiste verdadero.
La pared recuerda la capa externa de la raíz del folículo piloso, ella consta de una
capa externa de células basaloides, una capa intermedia de células granulares y una
capa interna múltiple de células escamosas que forman keratina.
Su contenido es una mezcla homogénea de keratina alineada en láminas concéntricas
y lípidos, por los cuales han sido denominados quistes sebáceos, con frecuencia contie-
ne colesterol y puede presentar calcificación distrófica de su pared.
Sintomatología
Estos quistes son de crecimiento lento, asintomáticos, mientras no sufran complica-
ciones, su consistencia puede ser algo fluctuante cuando son grandes.
Si se ejerce gran presión sobre estos, pueden dejar escapar su contenido de aspec-
to grasiento y de olor desagradable y rancio.
Pueden presentar dolor cuando al romperse su cápsula hay salida de la keratina, la
cual produce una inflamación por reacción a cuerpo extraño, hecho este muy frecuente
en los quistes infundibulares con los que son confundidos, provocan dolor, al igual que
su infección.
Estos quistes crean preocupaciones en el paciente, porque al presentarse en la cara
o cuero cabelludo interfieren con su estética (Figs. 12.3 y 12.4).
Fig. 12.3. Quiste sebáceo de la región parotídea. Fig. 12.4. Quiste sebáceo del cuero cabelludo.
Debe tenerse cuidado en no confundirlo con un
tumor de la glándula parótida, que por lo general
no están adheridos a la piel, a diferencia de los
quistes que siempre tienen un punto de unión
con la piel en la emergencia del folículo
pilosebáceo.
1683
Evolución y complicación
El quiste triquilemal evoluciona lentamente en su desarrollo.
Una complicación muy frecuente es la infección bacteriana de estos quistes, que
pueden presentarse después de un traumatismo o de manera espontánea, originando
una colección purulenta dentro del quiste con una reacción inflamatoria a su alrededor.
Este proceso puede destruir la cápsula del quiste y el absceso extenderse a los
tejidos vecinos que al ser incididos dan salida al pus unido a moldes de keratina y sebo.
Los síntomas y signos son los clásicos de la inflamación, aumento de volumen o del
tumor, aparición del dolor, rubicundez y calor local.
Los traumatismos de estos quistes pueden romper sus cápsulas, la extravasación
de su contenido crea granulomas a cuerpos extraños y fibrosis de la región y producen
un proceso inflamatorio que puede ser confundido con una infección.
Rara vez puede ulcerarse confundiéndose con una úlcera maligna.
Diagnóstico
La forma nodular, la evolución lenta, su adherencia a la piel, facilitan el diagnóstico
de estos quistes.
La diferenciación con el quiste epidérmico es a veces difícil, pero la salida de con-
tenido de olor rancio caracteriza al quiste triquilemal.
La diferenciación con el quiste infundibular o quiste folicular, derivado del infundíbulo
cuya pared está formada por células infundibulares o tipo epidérmico, que se forma
como una ectasia del infundíbulo piloso, espontánea o por oclusión del orificio del folí-
culo, debido a inflamación o excoriación. La mayoría de ellos son quistes por retención.
El quiste infundibular, aparece como un nódulo coloreado en la piel o subcutáneo,
de variable tamaño, generalmente de menos de 5 cm.
Pequeños quistes infundibulares primarios envuelven el vello de la cara y reciben el
nombre de milia primaria que pudieran ser secundarios a excoriaciones traumáticas. El
contenido con ausencia de lípidos y su histología lo diferencian.
Deben diferenciarse del quiste dermoide, que es de origen congénito, aunque su de-
sarrollo puede ser tardío, por lo general no están unidos a la piel y se mueven libremente.
El lipoma es una tumoración que puede crear cierta confusión, pero su gran movi-
lidad, su consistencia blanda y su independencia de la piel que lo recubre, puede ser
suficiente para diferenciarlo.
La diferenciación con tumoraciones quísticas de las glándulas sudoríparas ecrinas
y apocrinas, a veces es difícil y requiere estudios histológicos para su diferenciación.
El quiste broncogénico cutáneo se diferencia porque aparece en la parte inferior de
la línea media del cuello, sobre la horquilla esternal, su pared está formada por epitelio
ciliado de origen bronquial congénito.
El quiste epidermoide de la cola de las cejas es subcutáneo, fijo al periostio y de
etiología congénita.
QUISTE EPIDÉRMICO
Derivado de las células propias de la epidermis o de sus órganos anexos: folículo
piloso, glándulas ecrinas y apocrinas.
Los quistes epidérmicos de etiología congénita se encuentran incluidos en mu-
chos órganos y tejidos como: mediastino, bazo, hígado, páncreas, ovario, parótida,
1684
tejido celular subcutáneo y otros, son más frecuentes en la piel donde surgen espon-
táneamente y lo hacen con mayor frecuencia por implantación traumática de la epi-
dermis en capas más profundas, dermis en el TCS y a veces dentro de cavidades.
Han sido descritos intracraneales después de fracturas hundidas de cráneo.
Anatomía patológica
Son quistes verdaderos, su pared está formada por capas epidérmicas y su capa
interna de células escamosas, rodeada de otras capas. Según su estructura pudieran
estar incluidos en la capa interna folículos pilosos células de conductos ecrinos,
apocrinos o glándulas completas; lo que da motivo a que los patólogos le den diferen-
tes nombres.
Su contenido puede ser fluido o contener abundante keratina y hasta productos de
las glándulas incluidas.
Sintomatología
Los quistes epidérmicos son de crecimiento lento, asintomáticos, dan molestias cuan-
do por su situación en la planta de los pies o en la palma de las manos comprime tejidos
vecinos, favorecidos por el caminar o presionar de las manos; pueden infectarse secun-
dariamente y tienen los síntomas y signos de cualquier proceso inflamatorio de la piel.
Evolución y complicaciones
Tanto el quiste epidérmico como el triquilemal evolucionan lento en su desarrollo en
forma asintomática.
Después de sufrir algún tipo de traumatismo puede originarse una reacción
inflamatoria a su alrededor.
La infección de estos quistes es la complicación más frecuente que presentan.
La degeneración maligna es posible aunque poco frecuente.
Diagnóstico
El diagnóstico es difícil hacerlo con los quistes infundibulares, triquilemales,
siringomas y otros quistes.
El hecho de no tener olor rancio en su secreción ayuda a diferenciarlo del quiste
triquilemal y sería la histología la que haga el diagnóstico diferencial, que aún así sería
controvertido.
Dado que estos quistes pueden surgir de las diferentes estructuras provenientes de
la epidermis pueden contener en su pared folículos pilosos y porciones o glándulas
anexas completas.
Tratamiento
El tratamiento quirúrgico está indicado en:
1. La profilaxis de las complicaciones: abscedación, fístulas, granulomas y
malignización.
2. Por razones estéticas cuando estén situados en la cara, cuero cabelludo y otras
regiones visibles.
3. Después de haberse curado de una abscedación para eliminar la cápsula y evitar
su reproducción.
4. Cuando por su localización, plantares o palmares, den impotencia funcional.
5. En la remota posibilidad de degeneración maligna.
1685
El tratamiento de la infección cuando está solo se limita a una celulitis, consistiría en
colocar fomentos fríos y administrar antibióticos. Cuando existe abscedación el trata-
miento es la incisión y drenaje la cual drenará todo el material constituido por grumos
de keratina y pus; se realizará cultivo y antibiograma. Con los resultados del antibiograma
se usarán antibióticos para gérmenes grampositivos, estafilococo, estreptococo o para
gérmenes gramnegativos, si fuesen aislados en el cultivo.
La técnica quirúrgica será descrita en el capítulo de procedimientos quirúrgicos
menores.
PREGUNTAS
1. Mencione las características clinicopatológicas de un quiste triquilemal o sebáceo.
2. ¿Cómo se diferencia un quiste triquilemal de un tumor benigno de la glándula parótida, o
de un lipoma del tejido celular subcutáneo?
3. ¿Cuáles son las indicaciones para el tratamiento quirúrgico de los quistes triquilemales y
epidérmicos?
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TUMORES CUTÁNEOS
Dr. Hernán Pérez Oramas
1686
La piel está cubierta toda de pelos en los animales para protegerlos contra el frío,
pero se hacen más ralos en el ser humano y son copiosos en el cuero cabelludo, barba
y regiones pubianas.
La longitud de estos pelos varía según su localización, de milímetros hasta 1 m o
más en el cuello cabelludo.
Los órganos anexos a la piel son: las glándulas sudoríparas, ecrinas y apocrinas y el
aparato pilosebáceo formado por las glándulas sebáceas, el folículo piloso y el pelo.
La piel se estratifica en capas modificadas según su localización y función enepider-
mis, dermis y tejido subdérmico.
Epidermis. Consta de una capa córnea superficial, una capa granulosa, una capa
de malpighio (cuerpo mucoso) y una capa basal que la separa de la dermis (ver cortes
histológicos en el “Quemaduras”).
La dermis. Se divide en superficial y profunda.
Los tumores de la piel se originan de la epidermis, la dermis y los órganos anexos.
Cualesquiera que sea su tipo son independientes de los tumores de las partes blan-
das, aunque por razones de vecindad la piel puede ser invadida y quedar incluida entre
estos últimos y viceversa.
En la acepción clásica, el término “tumor” no significa más que hinchazón; sin embar-
go, en la actualidad se utiliza generalmente para designar una neoformación o neoplasia.
Los estados patológicos que afectan a la piel, sean de carácter: congénito, degenerativo,
inflamatorio, traumático o neoplásico, suelen y pueden producir aumento de volumen.
Cuando así ocurre resulta muy difícil, no solo clínicamente, sino a veces en el estudio
histológico, determinar si el aumento de volumen, es una neoplasia u otra lesión.
La piel es el órgano más extenso del cuerpo en el adulto promedio, tiene una superfi-
cie de 10 000 a 18 000 cm2 y le corresponde alrededor de 15 % del peso corporal total.
Presenta una estructura compleja y varía en las diferentes partes del organismo,
con la edad, sexo, raza y estado nutricional.
Es más delgada en párpados, pene y labios menores y más gruesa en palmas de las
manos, planta de los pies, hombros y espalda. Los lactantes y ancianos tienen la piel
más delgada.
Las glándulas sudoríparas son abundantes en casi todos los sitios, excepto el glande
y los labios menores. Las glándulas sebáceas abundan en la cara, cuello y dorso; faltan
en las palmas de las manos y las plantas de los pies.
La estructura de la piel la forman la epidermis, los folículos pilosos, las glándulas
sudoríparas y sebáceas y el tejido blando del corion.
Todos pueden intervenir en la formación de tumores, que bien son de carácter
típicamente cutáneos, mientras otros que, aunque son frecuentes en la piel, pueden
localizarse en otros tejidos del cuerpo.
Algunas de esas lesiones son la manifestación cutánea de tumores originados en
otros puntos del organismo, o forman parte de una enfermedad generalizada, o dan
metástasis en ella.
Las funciones principales de la piel son servir de barrera del exterior al interior y del
interior al exterior; la absorción de sustancias y la regulación de la temperatura corporal.
Los tumores cutáneos son los más frecuentes de los tumores humanos; estadísti-
camente se asigna, por lo menos, un tumor a cada persona.
1687
Se referirán los tumores de la piel de manera no exhaustiva, puesto que ello impli-
caría describir gran variedad de lesiones y enfermedades tumorales que pertenecen al
dominio de la Dermatología. En cirugía se debe conocer bien a determinados tumores
para que el cirujano pueda fundamentar racionalmente la conducta quirúrgica.
La clasificación de los tumores cutáneos de una forma simple y esquemática es la
siguiente:
1. De acuerdo con la histología:
a) Epiteliales.
b) Mesenquimatosos.
2. De acuerdo con la biología general:
a) Benignos:
- Nevus pigmentario.
- Hemangioma.
- Fibroma.
- Queratoacantoma.
- Queloide.
- Adenomas foliculares y pilares.
- Adenomas apocrinos.
- Adenomas ecrinos.
- Verrugas víricas.
b) Malignos:
- Epitelioma basocelular.
- Espinocelular.
- Carcinomas de órganos anexos.
- Melanoma.
- Sarcoma de Kaposi.
- Metástasis.
TUMORES BENIGNOS
Nevus pigmentario
El lunar corriente y sus variantes forman un gran grupo de tumores cutáneos de
origen congénito. Son los tumores más frecuentes de la niñez y la vida adulta. Está
constituido por células névicas, llamadas melanocitos, que se originan en el
neuroectodermo (cresta neural).
El nevus es más frecuente en las personas de piel blanca, menos en mestizos y
raros en la piel negra. Se calcula por cada persona blanca la presencia de 3 a 15 nevus,
como término medio.
El aspecto clínico e histológico permite clasificarlos y elegir la conducta terapéutica
adecuada, se debe destacar que el aspecto clínico del nevo es engañoso y nada fidedigno.
Clasificación
Intradérmico. El lunar común, gran diversidad de tamaño, formas y colores aun-
que es generalmente de color pardo, liso o elevado y piloso. Ocurre en cualquier sitio,
1688
excepto en la palma de las manos, planta de los pies y genitales, sin tomar la epidermis
y, por lo general, no se malignizan.
Limítrofe (denominado marginal o de unión). Ubicado en la unión
dermoepidérmica. De color pardo oscuro, sin pelos.
Pueden malignizarse y tiene mayor peligro cuando se localiza en la planta de los
pies, palma de la mano o los genitales.
Compuesto. Consta de un componente intradérmico “inocente” y otro epidérmico
“peligroso”. Es difícil identificarlos, ya que tiene ambos caracteres de intradérmico y
de marginal. Cuando pierde pelos es una alerta de la transformación maligna a nivel del
folículo piloso.
Nevus azul. De origen mesodérmico, es propio de la dermis, ocurre en la cara,
dorso de las manos, pies y zonas glúteas. Es poco frecuente, semejante a la mancha
mongólica de la niñez, pero no se desvanece. Su transformación es rara, pero si ello
ocurre, reviste gran malignidad.
Nevus juvenil. De color pardo, sin pelos, se observa antes de la pubertad.
Histológicamente tiene el aspecto de un melanoma maligno, pero es muy rara su trans-
formación.
Tratamiento
La conducta terapéutica quirúrgica es el tratamiento de elección de los nevus
pigmentarios, pero en la práctica resulta inoperante pretender la eliminación de todos
los nevus, por lo que su extirpación será en los considerados “peligrosos” por la
malignización y metástasis. El médico general y el cirujano deben de tener en cuenta
para la indicación de la terapéutica quirúrgica de inmediato, cuando el nevus tenga
alguna de las siguientes características:
1. Los que aumentan su pigmentación o cambios de color, aumenten de tamaño, se
les cae el pelo, se elevan como nódulos, adquieren bordes irregulares, si se agrega
reacción inflamatoria, pican, sangran o se ulceran.
2. Los ubicados en zonas de roce o de presión, planta del pie, palma de la mano, sitios
del cinturón, órganos genitales y lecho ungueal.
1689
directa con la circulación general, sino que lo unen a ella vasos aferentes y eferentes,
por otras vías.
La gran mayoría de los casos aparecen en el nacimiento, en una mayor proporción
dentro de los 6 meses posteriores y algunos de los más profundos en una etapa ulterior.
Se localizan con mayor frecuencia en la cabeza, pero puede aparecer en cualquier
parte, predomina en la raza blanca y 2 ó 3 veces más en la mujer.
En su evolución puede crecer, permanecer estacionario o involucionar hasta des-
aparecer. A veces el crecimiento resulta peligroso por la posible destrucción de un
órgano o una parte de él y necesita un tratamiento precoz. Pueden ulcerarse y provo-
car hemorragias, en ocasiones inquietantes, infectarse, o trombosarse. A la trombosis
le sigue la reducción de tamaño.
Los cambios malignos son poco frecuentes en los hemangiomas.
Se han descrito 3 entidades malignas: hemangioma, que causa metástasis,
hemangiopericitoma y hemangioendotelioma.
Su clasificación se basa en su estructura, se les agrupan en capilares y cavernosos.
Entre ellos se halla la forma combinada, con partes capilar y cavernosa.
Los hemangiomas capilares son muy frecuentes en los lactantes y los niños. Exis-
ten varios tipos:
1. Pequeño (araña o estelar).
2. Frutilla (fresa).
3. Nevus flanmeus (congénito en vino de oporto).
1690
A continuación se describen los métodos que se aplican en la actualidad:
1. Métodos no quirúrgicos:
a) Crioterapia.
b) Radioterapia.
c) Estroncio y fósforo radioactivos.
d) Irradiación intralesional.
2. Métodos quirúrgicos:
a) Resección y afrontamiento simple.
b) Resecciones sucesivas.
c) Resección e injerto.
d) Resección y reparación por colgajes.
e) Ligadura de pedículos vasculares.
f) Tratamientos combinados.
3. Otros tratamientos coadyuvantes:
a) Corticoides con cobertura de antibióticos.
b) Compresión elástica sostenida.
Linfagioma cutáneo
Es un tumor benigno congénito. Son tumores verdaderos de vasos linfáticos, lo-
calizados con mayor frecuencia en el TCS. Son menos frecuentes que los
hemangiomas.
Suelen presentarse al nacer o se desarrollan en edades tempranas y crecen lenta-
mente. Son frecuentes en la cara y el cuello.
Son de 3 tipos: el capilar o simple, que es circunscrito y superficial; el cavernoso
que es más profundo, con muchos quistes linfáticos aislados o comunicantes y el quístico
o higroma quístico, que pudiera representar un período tardío del tipo cavernoso.
Los higromas son tumores de gran tamaño, de preferencia en la cara y el cuello y
que pueden necesitar en el recién nacido traqueostomía para evitar la asfixia.
El tratamiento quirúrgico es el de elección, en lo posible completo y precoz, para
evitar recidivas. Después de varias reacciones inflamatorias puede fibrosarse total-
mente e involucionar. Pueden puncionarse y evacuarse, con una aguja de calibre apro-
piado, como medida descompresiva. Los higromas quísticos no son radiosensibles.
Fibroma cutáneo
Su origen es conjuntivo y raramente es puro. Casi todos los tumores se califican
como dermatofibroma, neurofibroma, fibroadenoma y otros.
Se describen 2 clases: el fibroma duro, que ocurre principalmente en la cara y las
extremidades, como elevación de la piel y el fibroma blando (fibroma molle), tumor
blando y pedunculado de tejido conectivo cuya mayor porción es subepitelial.
No son lesiones premalignas y pueden ocurrir en combinación con neurofibromatosis
o enfermedad de von Recklinhausen.
1691
El paquidermatocele es un fibroma colgante de piel y tejido subcutáneo que ocurre
en relación con la enfermedad de von Recklinhausen. Las lesiones se presentan desde
el nacimiento, pero pueden aumentar notablemente de volumen.
El peso del tejido puede deformar los tejidos blandos regionales y los huesos subya-
centes y en ocasiones aumenta de volumen a causa de la vascularidad. El nombre de
“paquidermatoide” proviene del aspecto grueso y arrugado, parecido a la piel de ele-
fante. El tumor puede ser muy vascularizado, el tejido areolar laxo y los abundantes
senos vasculares voluminosos que carecen de contractilidad, de manera que puede ser
difícil cohibir la hemorragia.
El tratamiento de los fibromas es quirúrgico, mediante la resección del tumor. En oca-
siones por su tamaño los neurofibromas deben operarse por etapas y se utilizan injertos.
Queratoacantoma
Son poco frecuentes y su localización es en zonas de máxima exposición lumínica,
por lo común en la cara. Evoluciona en 3 etapas: crecimiento (4 a 6 semanas), madurez
y regresión; completa su ciclo vital con la curación espontánea, en un período medio
aproximado de 3 meses, etapas más prolongadas conspiran contra la tipicidad clínica
(Fig. 12.5).
Fig. 12.5. Dermatoacantoma. Paciente masculino de 30 años que desde hace 3 semanas le apareció lesión en
la nariz que ha crecido muy rápido.
1692
Queloide
El queloide es un tumor firme de la piel, que ocurre después de una lesión, por lo
que está íntimamente ligado a la práctica quirúrgica, ya que se desarrolla con frecuen-
cia sobre cicatrices (Fig. 12.6).
Fig. 12.6. Queloide del pliegue del codo. Paciente que sufrió una herida en la flexura del codo y después de
cicatrizar comenzó a crecer, experimentó prurito y tensión a la extensión del brazo.
1693
Su evolución es imprevisible; puede crecer ininterrumpidamente o detener su desa-
rrollo y, en ocasiones, hasta desaparecer de manera espontánea. El color del queloide
puede indicar su fase de actividad, el color rojo es cuando se encuentra en fase activa,
el rosado cuando la actividad va cediendo y más blanco cuando es maduro o inactivo.
Tienden a recidivar después de extirpados.
El diagnóstico es fácil por la clínica antes mencionada, se plantea el diagnóstico
diferencial más complejo con las cicatrices hipertróficas y es el dato principal el carác-
ter del queloide en el cual el tejido fibroso es de crecimiento excesivo y se extiende,
también lateralmente, para tomar áreas que no fueron afectadas por la lesión original.
Las cicatrices hipertróficas no se extienden más allá de los límites de la herida.
En el tratamiento de los queloides se tendrá en cuenta que la lesión puede ocurrir
después de extirpada y posiblemente, en mayor medida, debe considerarse como tu-
mor localmente recurrente.
Si los queloides son jóvenes, de menos de 3 meses, y se hayan aún en fase activa,
puede obtenerse beneficio con la radiación.
En 3 ó 6 meses las lesiones maduran y son menos radiosensibles. El efecto de la
radiación es producir maduración rápida de los fibroblastos, con disminución de la
vascularidad del tejido fibroso.
La inyección intralesional de esteroides puede disminuir el prurito y lograr la cura-
ción en queloides de larga evolución. El uso tópico en pomadas o cremas no ha tenido
los resultados esperados.
En los queloides pequeños se obtienen buenos resultados con la extirpación quirúr-
gica amplia, pasando bien por fuera de sus límites y recibiendo dos tratamientos de
radiación de 200 R, uno el día de la extirpación y otro al retirar los puntos, por lo general
alrededor del 6to. día. Los pacientes de piel oscura necesitan radiaciones de 300 R.
El tratamiento quirúrgico se reservará para los queloides muy voluminosos, que
afectan áreas funcionales importantes, como cara, cuello, manos y antebrazos; causan
molestias, escozor, prurito intenso, sensibilidad excesiva o que determinan una deformi-
dad muy desagradable.
En estos casos es obligada la cirugía, se logra buen resultado con la extirpación
amplia, que excede del queloide y llega a la piel normal y con la aplicación de un injerto.
El injerto, de espesor parcial, debe tomarse del muslo o de la región glútea, no del
abdomen; deberá ser delgado, para disminuir la posibilidad de que aparezca un queloide
en la región donadora, donde se pueden aplicar radiaciones profilácticas en dosis pe-
queñas durante 3 ó 4 semanas.
Tumores dependientes de los órganos anexos de la piel
Estos pueden presentarse como hiperplasia en forma de nevus: nevus del folículo
piloso, nevus sebáceo, nevus apocrino y nevus ecrino.
Pueden presentarse verdaderos tumores con diferenciación capilar, sebácea, apocrina
y ecrina.
Adenomas
Tricofoliculoma (adenoma del folículo), adenoma sebáceo, hidrocistoma apocrino,
siringoadenoma, hidrocistoma ecrino y siringoma.
1694
Los adenomas anexiales son tumoraciones redondeadas o aplanadas bien delimitadas.
Los adenomas de glándulas sudoríparas son raros. Los ecrinos se presentan en
cualquier parte del cuerpo y los apocrinos en el sitio de estas glándulas: axilas, periné,
mamas y región periumbilical.
Los adenomas ecrinos son de fácil reconocimiento, son tumoraciones que alcanzan
los 4 ó 5 cm, pueden ulcerarse y confundirse con un carcinoma.
A la palpación, cuando se comprimen, sueltan chorros de sudor, hecho que confir-
ma el diagnóstico.
Se ven con mayor frecuencia en la frente y en los brazos.
Los adenomas de los conductos de esta glándula o siringomas, son más frecuentes
en el cuero cabelludo, son lobulados o polilobulados, brillantes y se conocen como tu-
mor en turbante.
Verrugas víricas
Las verrugas son tumores benignos de la piel o mucosa producidas por inoculación
de un virus DNA, el papiloma virus humano (HPV).
La diseminación vírica se produce por inoculación directa del virus en la piel alterada. El
período de incubación varía entre 1 y 20 meses, con un promedio aproximado de 4 meses.
La mayoría regresan espontáneamente, pero otros permanecen y se multiplican
ocupando toda una región como ocurre con el condiloma acuminado, que toma la re-
gión anoperineal, vagina, pene y boca.
La invasión del cuello uterino por HPV puede considerarse como una lesión
precancerosa que lleva al carcinoma epidermoide del cuello uterino.
Pueden reconocerse en las pruebas citológicas y en la biopsia por los coilocitos.
Las verrugas pueden manifestarse a cualquier edad pero, con más frecuencia en la niñez.
La disminución de la inmunidad corporal contribuye a la aparición y multiplicación
de las verrugas.
Clasificación
Las verrugas se clasifican en:
1. Verruga vulgar, que incluye la filiforme.
2. Verruga plantar.
3. Verruga plana.
4. Condiloma acuminado.
5. Epidermodisplasia verruciforme.
6. Papulosa de Bowenid.
La verruga vulgar son pápulas firmes de superficie córnea; las zonas de localiza-
ción predilectas son las manos y las rodillas aunque pueden localizarse en cualquier
parte del cuerpo, incluido el cuero cabelludo.
La verruga filiforme o digitada es más frecuente en los hombres que en las muje-
res, la mayoría se localizan en la cabeza y el cuello; en la zona de la barba pueden
desarrollarse cientos de pequeñas verrugas filiformes.
La verruga plantar puede formar un cayo que la cubre y contribuye a aumentar su
penetración y sintomatología.
1695
La verruga plana es una lesión plana o ligeramente elevada de superficie lisa y de
pequeño tamaño, de 1 a 5 mm, se localizan habitualmente en la cara, la cara anterior de
las piernas y las manos; estas persisten a veces durante varios años.
El condiloma acuminado, por lo general de transmisión sexual, se localiza en las
regiones genitales, perineales y ano, aunque puede localizarse en la parte alta o baja del
abdomen.
Anatomía patológica
Las lesiones presentan individualmente acantosis irregular e hiperqueratosis; el es-
trato granuloso contiene focos de células vacuoladas infectadas por virus y la capa
córnea puede ser paraqueratósica; las membranas nucleares se hacen visibles, esto
unido a las células vacuoladas con restos virales reciben el nombre de coilocitos.
Para cada verruga existe una cepa de HPV:
1. Verruga vulgar la cepa HPV 1 a, b, c y HPV 2.
2. Verruga plantar la cepa HPV 1 y HPV 4.
3. Verruga plana la cepa HPV 3.
4. Epidermodisplasia la cepa HPV 3, HPV 4 y HPV 5.
5. Condiloma acuminado genital y laríngeo HPV 6 (?).
Tratamiento
Para el tratamiento de las verrugas debe tenerse presente que la mayoría de estas
remiten de manera espontánea al cabo de varios meses de haber aparecido, por lo que
aquellas que no causen molestias se dejarán evolucionar espontáneamente.
Las verrugas planas y plantares pueden tratarse con preparados keratolíticos como
el ácido salicílico.
Las verrugas vulgares pueden tratarse con curetaje, criocirugía o electrofulguración.
Las verrugas filiformes o digitadas pueden cortarse en su base con tijera o usar
electrocoagulación o criocirugía.
Las verrugas de gran tamaño y las plantares que no responda a tratamiento médico
pueden ser resecadas quirúrgicamente.
El condiloma acuminado requiere tratamiento inmediato par impedir su disemina-
ción y contaminación a las parejas sexuales. Pueden tratarse con soluciones de podofilino,
criocirugía o electrofulguración. Las grades placas requieren resección quirúrgica y a
veces injertos para cubrir el defecto.
TUMORES MALIGNOS
Cáncer de la piel
Los carcinomas, basocelulares y espinocelulares suelen agruparse junto con los
cánceres cutáneos. Ambos comparten el mismo origen en la célula epidérmica, así
como muchas características comunes de epidemiología: el carcinoma basocelular nunca
metastiza y la incidencia en el espinocelular es escasa.
Es la neoplasia más frecuente en Cuba, con una tasa promedio anual de 13,8 por
100 000 habitantes. En caucasianos es la tasa más alta con 165 por 100 000 habitan-
tes. El porcentaje de curación de este tipo de cáncer sobrepasa 95 %.
1696
Existen varios factores etiológicos. Estos incluyen:
1. Luz ultravioleta.
2. Carcinogénesis química.
3. Radiaciones ionizantes.
4. Deficiencia inmunológica o inmunosupresión.
Una quinta causa, los defectos genéticos, pueden considerarse aparte, aunque pro-
bablemente actúan potenciando uno de los enunciados anteriormente. Las cicatrices,
incluidas las de quemaduras y la inflamación crónica y úlceras, también son
carcinogenéticas aunque se desconocen los estímulos actuantes.
Las lesiones precancerosas hay que tenerlas en cuenta.
Existe un grupo de enfermedades cuya transformación maligna es entre 20 y
100 %, como son queratosis senil, queratosis arsenical, cuerno cutáneo, enferme-
dad de Bowen, eritoplasia de Queyrat, xeroderma pigmentoso, radiodermitis cróni-
ca, enfermedad de Paget y otras.
Otro grupo de transformación maligna es entre 1 y 6 %, ellas son lupus vulgar,
nevus, craurosis vulgar, ulceración crónica, cicatriz de antigua quemadura y otras.
El cáncer de la piel ocurre principalmente en zonas descubiertas; por su accesibilidad,
especialmente en la cara, brinda oportunidad sin paralelo para el diagnóstico y tratamien-
tos tempranos. Son frecuentes en
personas rubias, varones con piel de
“tipo escocés” y en quienes tienen
la piel delgada y seca.
Carcinoma basocelular
Es el más frecuente, en 75 %
y algunos señalan en una propor-
ción de 9 a 1 con el espinocelular.
Son cánceres invasivos, traicio-
neros y de gran malignidad local,
aunque no causan metástasis
(Figs. 12.7 y 12.8).
Se comportan como lesiones
benignas en etapas incipientes, pero,
si no se extirpan con amplitud, re-
curren y destruyen todo lo que se
encuentra en la vía de invasión.
Existen 3 formas clínicas gene-
rales. La más frecuente es la
nodular o úlcera nodular, localizada
principalmente en la cabeza y cue-
llo, el color de la lesión puede ser
Fig. 12.7. Carcinoma epidermoide (espino celular) nasal.
igual a la piel o en ocasiones Paciente geriatrico que desde hace tiempo nota lesión
pigmentada, lo que la confunde con nasal áspera que formaba costras que ella removía, de
el melanoma, asociado a lesiones crecimiento muy lento.
1697
precancerosas, puede por su dureza dar la impresión de un botón intracutáneo, sus
bordes son firmes y elevados. Le sigue la forma superficial, generalmente localizada en
la espalda, es eritematosa por lo que algunos la denominan “incendio en el campo”, al
comienzo es una placa eritematosa muy fina, casi plana, difícil de palpar, algo escamosa,
posteriormente tiene márgenes con pápulas traslúcidas que adoptan configuración de
collar de perlas.
Fig. 12.8. Carcinoma espino celular (epidermoide) del labio inferior. Paciente masculino fumador invetera-
do que desde hace un año nota una lesión prominente y áspera en el labio inferior.
Carcinoma espinocelular
Por lo general denominado carcinoma epidermoide, ocurre en todos los sitios donde
hay epitelios escamosos o de transición, es frecuente en labios, fosas nasales, párpa-
dos, pene y vulva.
Este cáncer metastiza rara vez, pero sus metástasis son más frecuentes en lugares
poco expuestos al sol.
Algunos pueden ser muy malignos y desde el comienzo dar metástasis a los ganglios
linfáticos regionales
Son signos de malignización acelerada, su crecimiento voluminoso, su ulceración,
su crecimiento en profundidad y las metástasis a ganglios linfáticos.
Se desarrollan generalmente en lesiones previas, lo que hace que se confundan en
sus etapas iniciales son lesiones eritematosas, más o menos descamativas, o costrosas.
1698
Histológicamente los cánceres de células escamosas invaden la dermis en etapa
temprana en forma de cordones macizos de células epiteliales. Las células muestran
un grado variable de atipia, la queratinización es anormal, en forma de remolinos o
perlas córneas. Cuando invade la dermis, las células escamosas se disponen de manera
concéntrica.
Melanoma
Tumor maligno de la piel compuesto por melanoblastos, que tienen la capacidad de
producir melanina. Dado este carácter, puede ser pigmentado o no. Son el tipo más maligno
y traicionero de cáncer que se forma en la piel. Su incidencia en Cuba es de una tasa de 0,3
por 100 000 habitantes, se reporta en otros países hasta 1 % de los cánceres (Fig. 12.9).
1699
Fig. 12.9. Melanoma de la cara
plantar del segundo dedo del pie
izquierdo.
1700
sanguínea pueden ocurrir de forma múltiple, a cerebro, corazón, pulmón y cualquier
otra víscera.
El cuadro clínico de la lesión es una zona de pigmentación que ha existido durante
meses o años, cuyas características cambian repentinamente. Estos cambios suelen
ser sutiles y tal vez consistan en aumento de tamaño y oscurecimiento; exudado de
líquido transparente o hemorrágico, formación de nódulo o tumor; ulceración y apari-
ción de máculas pigmentadas satélites, esto es un signo ominoso de crecimiento del
melanoma.
La posibilidad de existencia de un melanoma debe sospecharse desde que se diag-
nostica un nevus dermoepidérmico.
Se debe tener en cuenta en el diagnóstico clínico que es un nevus asintomático en
sus primeras etapas y que se observa como una pápula dura, de color pardo oscuro a
negro pizarra, con igual incidencia en mujeres y hombres, su velocidad de crecimiento
varía pero puede ser rápida. Cuando se desarrolla sobre un nevo dermoepidérmico,
aumenta sus diámetros, se hace más negro y pueden aparecer uno o más puntos ne-
gros satélites.
En su evolución pueden ulcerarse y sangrar. Su diámetro puede oscilar entre algu-
nos milímetros hasta 10 cm o más. La localización es en cualquier parte de la piel o las
mucosas, pero es más frecuente en las palmas de las manos, las plantas de los pies y
los genitales. Son muy peligrosos en la pubertad y el embarazo. Frente a metástasis
ganglionares se debe sospechar la presencia de un melanoma activo, haya sido o no
tratado con anterioridad.
El diagnóstico del melanoma es clínico y su confirmación por el estudio histológico
transoperatorio, mediante exéresis con suficiente margen de tejido sano vecino, que
depende del área de lesión, que nunca será menor de 3 ni mayor de 5 cm.
El diagnóstico diferencial se realizará con las lesiones pigmentadas, fundamental-
mente con los distintos tipos de nevus, el carcinoma basal pigmentado, la queratosis
seborreica y el granuloma piogénico.
Tratamiento profiláctico. Exéresis del nevo dermoepidérmico, sobre todo antes
de la pubertad y el embarazo. Debe extirparse también todo nevo sometido a un trauma
o que cambie su aspecto, color o diámetro.
Quirúrgico. Es el tratamiento inicial y obligado del melanoma. La exéresis se rea-
lizará en bloque, comprendiendo el tejido tumoral con un margen de tejido sano, óptimo
de 5 cm, la grasa y la fascia subyacente, así como los ganglios linfáticos afectados.
Este proceder nunca debe realizarse con anestesia local por el peligro de liberación de
células que trae aparejada su extirpación. Por el defecto que deja la resección son
necesarios frecuentemente injertos para su reparación.
Quimioterapia. A partir del estadio T2 se asocia la quimioterapia, fundamental-
mente el DTIC con dosis de 2 a 4,5 mg/kg por día, durante 10 días, que se repite
mensual por 1 año. También se puede usar la poliquimioterapia.
Inmunoterapia. La inmunoterapia se aplica conjuntamente a la cirugía y la quimio-
terapia. Se usa el BCG, liofilizado, 2 mL, por técnicas de escarificación, comenzando a
la primera semana del tratamiento quirúrgico, por 4 semanas y después mensualmente
por un año. Otros procederes, como vacunas tumorales, transfusiones de linfocitos,
infiltración de las metástasis con BCG, han sido utilizados.
1701
En los casos con metástasis a distancia (estadio IV), el proceder quirúrgico ya no
es necesario y se usa la quimioterapia con la inmunoterapia.
Está contraindicada la electrocoagulación de las lesiones y la radioterapia no es útil.
Es muy importante tener en cuenta que el primer tratamiento que se le imponga al
paciente, decide casi siempre la curación o no de esta neoplasia.
Tumores metastáticos
Las metástasis en la piel ocupan 2,7 % de los tumores cutáneos, 69 % las
producen los tumores de la mama, 9 % los de colon, pueden aparecer metástasis
de tumores del pulmón, ovario y tumores carcinoides, acompañando a estos el sín-
drome carcinoide.
A nivel de la piel se pueden presentar lesiones de Acantosis nigricans, indicativas
de neoplasias a distancia, que aunque no son metástasis, pueden indicar la presencia de
una neoplasia no diagnosticada.
1702
ria. Saber los grupos de riesgo de su población, de acuerdo con las lesiones, le permiti-
rán al médico general un diagnóstico precoz de estas y resultados satisfactorios en su
trabajo.
PREGUNTAS
1. Paciente de 17 años de edad que hace 2 meses se le realizó apendicectomía por apendicitis
aguda y que acude al consultorio de su Médico de la Familia por presentar prurito en la
cicatriz quirúrgica. Al examen físico se encuentra la cicatriz paramedia derecha, infraumbilical,
dura y elevada, sobrepasando la zona de la cicatriz y de color roja.
a) Mencione el diagnóstico nosológico.
b) Diga el diagnóstico diferencial.
c) ¿Qué tratamiento emplearía?
2. Acude al consultorio del Médico de la Familia un paciente de 54 años de edad de raza
blanca, con una lesión en el dorso de la nariz de 6 meses de evolución y refiere que es una
costra que se le quita y le vuelve a salir. Al examinar la lesión se encuentra que se una
lesión úlcero nodular de 5 mm de diámetro en el dorso de la nariz, con un borde de aspecto
perlado.
a) Señale el diagnóstico nosológico
b) Indique la conducta a seguir.
3. En una prueba citológica de rutina a una de las pacientes femeninas del área de aten-
ción, se le observa que presenta en la vulva en la zona del epitelio de transición una
lesión voluminosa y ulcerada que refiere entonces que lleva 4 meses de evolución, se
continúa el examen físico y se constata unas adenopatías inguinales.
a) Sugiera el diagnóstico nosológico.
b) Indique la conducta a seguir.
4. A un paciente de 30 años de edad, le habían diagnosticado un nevus dermoepidérmico
en la planta del pie derecho y se le aconsejó la exéresis y biopsia, pero no lo aceptó.
Ahora regresa muy preocupado por los cambios que ha tenido. Al examen físico se le
encuentra aumento de tamaño y oscurecimiento de la lesión original, además la apari-
ción de máculas pigmentadas satélites.
¿Qué piensa usted que ha sucedido?
¿Qué conducta va a seguir?
BIBLIOGRAFÍA
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2. Farmer E.R.., Hood A.F. Pathology of the skin. Ed. Appleton y Lange, 1990:615.
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1703
TUMORES DE LAS PARTES BLANDAS
SUPERFICIALES
Dr. Hernán Pérez Oramas
Dr. Octavio del Sol Castañeda
Se definen como quistes y tumores de las partes blandas superficiales, a todas las
lesiones que ocupan espacio situadas en la masa de tejidos blandos, que están limitados
entre la piel como plano superficial y el periostio que recubre los huesos, del cráneo,
tronco y extremidades y el peritoneo como planos profundos.
Se excluyen de esta definición las tumoraciones de los ganglios linfáticos,
mama, cordón espermático, cara y cuello, porque estas estructuras plantean pro-
blemas propios, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento y son tratadas en
otros temas.
Por definición quedarían excluidas las tumoraciones de la piel, intratorácicas,
intraperitoniales y retroperitoniales, cráneomedulares y raquimedulares y
hemolinfopoyéticas (muchas de las cuales se tratan aparte).
Los tumores de partes blandas se originan en 2 fuentes primitivas, el mesodermo y
el neuroectodermo.
De acuerdo con el comportamiento biológico se clasifican en benignos y malignos.
TUMORES BENIGNOS
De acuerdo con la célula que le da origen.
1. Sinoblasto (tejido sinovial):
a) Ganglión.
2. Lipoblasto (tejido adiposo):
a) Lipoma,
b) Hibernoma.
3. Mioblasto (tejido muscular):
a) Rabdomioma.
b) Leiomioma.
4. Colageoblasto (tejido conjuntivo):
a) Fibroma.
b) Desmoide.
5. Condroblasto (tejido cartilaginoso):
a) Condroma.
6. Osteoblasto (tejido óseo):
a) Osteoma.
7. neuroblasto (tejido nervioso):
a) Neuroma.
b) Neurolimoma.
c) Glioma.
d) Neurofibroma.
1704
8. Angioblasto (tejido vascular):
a) Hemangioma.
b) Hemangioendoteloma.
c) Hemangiopericitoma.
9. Tejido nervioso y vascular:
a) Tumor glómico.
10 Vasos linfáticos:
a) Linfangioma quístico (higroma quístico).
TUMORES MALIGNOS
De acuerdo con la célula que le da origen.
1. Sinoblasto:
a) Sinovioma maligno.
2. Lipoblasto:
a) Liposarcoma.
3. Colagenoblasto:
a) Fibrosarcoma.
4. Mioblasto:
a) Leiomiosarcoma.
b) Rabdomiosarcoma.
5. Sostén nervioso:
a) Glioma maligno.
6. Neuroblasto:
a) Schwannoma maligno.
b) Neuroblastoma.
7. Angioblasto (sanguíneo o linfático):
a) Angiosarcoma.
b) Hemangiopericitoma maligno.
c) Linfangiosarcoma.
8. Osteoblasto:
a) Osteosarcoma.
9. Condroblasto:
a) Condrosarcoma.
10. Histiocito:
a) Histiocitoma maligno.
11. Posible origen vascular:
a) Sarcoma de Kaposi.
12. Parasimpático y vascular:
a) Quemodectoma maligno.
13. Mesénquima:
a) Mesenquimoma maligno.
1705
DIAGNÓSTICO DE LOS TUMORES DE PARTES
BLANDAS
Se establece por su cuadro clínico, apoyado en las investigaciones imagenológicas
y es confirmado por el estudio histológico de la lesión. Para su estudio se describe de la
siguiente forma:
1. Cuadro clínico:
a) Interrogatorio.
b) Examen físico.
2. Investigaciones:
a) Radiografía.
b) Ultrasonografía.
c) TAC.
d) RMN.
e)Termografía.
f) Arteriografía.
g) Linfografía.
h) Biopsia:
- Punción con aguja fina.
- Incisión.
- Excisión.
Cuadro clínico
Interrogatorio
Es muy importante el interrogatorio minucioso a estos pacientes para el diagnósti-
co. Debe tenerse en cuenta la edad, sexo, raza, antecedentes patológicos personales y
familiares, exposición a radiaciones, polvos, traumatismos, u otros agentes.
El tiempo de evolución de la lesión, cuándo apareció, sus características al inicio,
cómo se ha desarrollado y los síntomas que ha dado, todo lo cual orienta en su compor-
tamiento biológico.
Examen fisico
Al examen físico es necesario localizar en qué plano anatómico está situada la
tumefacción. Si es en el tejido celular subcutáneo, en el músculo, en el tendón, o en el
nervio; si está adherido o es movible.
En los tumores del tejido celular subcutáneo la piel se desliza sobre ellos y si se
presiona el tumor por un extremo, este resbala debajo del dedo, es el signo de ¨desliza-
miento¨, válido cuando no hay infiltración.
Los tumores de los músculos, aponeurosis o adheridos a ellos tienen la caracterís-
tica de que cuando el músculo se relaja el tumor es libremente movible, mientras que
cuando el músculo se contrae, la libertad de movimiento se limita considerablemente.
Los tumores de los nervios, son por lo general firmes y pueden moverse
transversalmente al eje del nervio pero no en la dirección de este. A la presión del
tumor el paciente tiene la sensación de ¨pinchazos¨ a lo largo de la distribución periférica
del nervio.
1706
En la palpación del tumor hay que precisar su tamaño en 3 dimensiones, forma,
consistencia y movilidad. Sus diámetros deben expresarse en centímetros.
La forma redondeada o aplanada; regular o irregular y la consistencia muy blanda
(como jalea), blanda (músculo relajado), firme (músculo contracturado), dura (bíceps
contraído) y dureza pétrea. Se precisa además si es único o múltiple.
Así, por la clínica se puede suponer que si el tumor es redondeado, profundo y
voluminoso es probable que sea un liposarcoma. Si el crecimiento comienza en las
capas profundas y crece hacia la piel y se produce una masa fungosa, rojo oscura, se
piensa en un rabdomiosarcoma. Si el tumor es una lesión subungueal, que produce
ataques paroxísticos de dolor se supone un tumor glómico. Si el tumor es polilobulado
con zonas quísticas, renitentes, se piensa en sarcoma.
Imagenología
Las investigaciones de imagenología
ayudan al diagnóstico y permiten conocer
la extensión y magnitud de la lesión.
Se mencionarán de forma resumida, la
utilidad de cada una de ellas.
Radiografía simple. La radiografía sim-
ple debe buscar la presencia de calcifica-
ciones, alteraciones periósticas o destruc-
ción ósea vecina (Fig. 12.10).
A veces puede determinarse indirec-
tamente su tamaño por la compresión que
el tumor produce en las partes blandas ve-
cinas. Las lesiones tumorales de las partes
blandas son difíciles de identificar con los
exámenes radiográficos simples, debido a
que su densidad es bastante parecida a la
Fig. 12.10. Radiografía simple del tórax donde
que ofrecen los tejidos normales se observa la opacidad correspondiente a un sar-
Ultrasonido. Es muy útil para detec- coma en la cintura escapular derecha.
tar el tamaño, extensión, profundidad, y la
textura interna de una masa de las partes blandas, debido a la diferencia de impedan-
cia acústica entre las masas tumorales y los tejidos vecinos. Estas lesiones pueden
mostrarse ecolúcidas, ecogénicas o complejas, según su composición: líquidas, sóli-
das o mixtas.
El ultrasonido facilita la toma de una muestra por punción biopsia y se obtiene de
forma rápida la posibilidad del diagnóstico.
TAC. Tiene valor similar al US y ofrece una información adicional sobre la toma o
no del esqueleto vecino. Su dificultad está en las lesiones superficiales y aquellas con
densidad similar a las partes blandas vecinas normales.
RMN. Tiene la ventaja que permite una delimitación más exacta de la extensión de
la lesión, precisan las estructuras vecinas afectas y posibilitan el diagnóstico probable.
Además el paciente no sufre las radiaciones del TAC.
1707
Termografía. La termografía es de utilidad en el diagnóstico, evaluación
preoperatoria y seguimiento de estas lesiones, pero no está ampliamente difundida y
hay que valorarla con prudencia. En los casos positivos (hipertermia), indica malignidad
y puede conocerse hasta dónde llega la infiltración del tumor, lo que ayuda a planear la
operación con un margen de seguridad suficiente. En los casos negativos (hipotermia)
puede servir para sospechar benignidad. Puede detectar recidivas del tumor que no son
palpables, ni detectadas por el US o el TAC.
Arteriografía y linfografía. Se
reservan para los tumores de las es-
tructuras linfovasculares o cuando
se sospecha malignidad. Con la
arteriografía se conoce la vascu-
larización del tumor, de dónde pro-
viene la arterial y a donde fluye la
venosa, de gran utilidad cuando se
reseque el tumor. Además, muestra
signos de desplazamiento de los va-
sos principales; vasos de
neoformación, fístulas arteriove-
nosas, tinción tumoral tardía y pre-
cisa la extensión, tanto superficial
como profunda, de algunas masas
tumorales (Fig. 12.11). La linfografía
es capaz de demostrar metástasis a
los ganglios linfáticos regionales.
Biopsia. La biopsia puede ser
por punción, incisión o excisión y
debe realizarse a todos los pa-
Fig. 12.11. Arteriografía femoral izquierda donde se
observa el desplazamiento de esta arteria por un tu- cientes con lesiones tumorales o
mor de las partes blandas del muslo. seudotumorales de las partes
blandas.
Hay tumores que por sus características son benignos y puede irse a su extirpación
y posterior confirmación histológica.
En otros, por el contrario es importante tener el diagnóstico histológico para el
proceder terapéutico, y es muy útil la punción por aspiración con ayuda del US o
no, el cual ofrece, con frecuencia, un diagnóstico rápido. La biopsia por incisión
debe realizarse cuando se han agotado otras posibilidades, por los peligros que
conlleva de diseminación de células y sangramiento incontrolable, común en los
sarcomas. Se debe destacar que la biopsia por congelación en el acto operatorio,
se debe hacer en casos donde se impone una terapéutica inmediata, y debe ser
vista por patólogos muy experimentados, por las dificultades que presenta, ya que
estos tumores aun en el estudio por parafina, teñido con hematoxilina y eosina,
plantean dudas y es necesario utilizar otras técnicas histoquímicas más complejas
para llegar a su diagnóstico.
1708
Tratamiento
El tratamiento eficaz de estos tumores es el quirúrgico, que extirpa la lesión y
produce la curación. Lo anteriormente solo es posible cuando el diagnóstico es precoz.
El tratamiento específico estará en dependencia del tipo de tumor, de ahí la importancia
del diagnóstico de certeza con la biopsia. Este tratamiento será quirúrgico solo o en
combinación con otros procederes como la radioterapia y quimioterapia, cuando se
trate de tumores malignos.
1709
LIPOMA DEL TEJIDO CELULAR SUBCUTÁNEO
Los lipomas son tumores frecuentes del tejido celular subcutáneo, de etiología be-
nigna y son la mayor parte de las veces encapsulados. Pueden ser únicos o múltiples y
están constituidos por grasa normal, dispuesta en lobulillos, separados por tractus fibrosos
y con la cápsula muy delicada. Por lo general son pequeños, pero pueden alcanzar
grandes dimensiones, aunque en la actualidad esto es muy raro por la facilidad que
tienen los pacientes de tratarse estas lesiones (Figs. 12.12 y 12.13).
Fig. 12.12. Lipoma de la pared abdominal. Fig. 12.13. Se muestran 2 lipomas, uno en la
parte superior y otro en la inferior de la re-
gión escapular izquierda.
Los límites del Lipoma con la grasa del tejido celular subcutáneo no están siempre
bien definidos.
Aparecen con más frecuencia en la mujer que en el hombre y son excepcionales en
los niños. La edad en que aparecen más comúnmente es por encima de los 40 años.
Los lugares donde se localizan generalmente son el cuello, el tronco, hombros y regio-
nes glúteas, aunque se pueden desarrollar en cualquier lugar donde haya tejido adiposo.
Anatomía patológica
Al examen macroscópico se observa un tumor de forma redondeada o aplanada,
encapsulado, surcado de tabiques fibrosos, con prolongaciones a las capas profundas
de la piel y que está poco vascularizado.
Al estudio con el microscopio se ve un tejido adiposo maduro sin atipias celulares, a
veces con cambios mixoides. Puede haber áreas de infarto y necrosis yu son poco
comunes las hemorragias.
El aumento de tamaño depende de la proliferación de células similares a los
fibroblastos que yacen alrededor de los vasos sanguíneos, pero que son difíciles de ver
porque acumulan grasa y se convierten en lipocitos.
1710
No se modifican con los cambios de peso, es decir no disminuye su tamaño cuando
el paciente pierde muchas libras de peso.
Hay un tipo de lipoma en el que la grasa está finamente dividida en gotitas dentro de
las células y se conoce con el nombre de hibernoma.
La enfermedad de Madelung del cuello es más bien una hiperplasia de tipo
lipomatoso.
Se asocian en ocasiones con la neurofibromatosis y la adenomatosis endocrina
múltiple.
Cuando los elementos fibrosos son muy importantes se le asigna el nombre de
fibrolipoma.
Si los elementos mixoides son muy abundantes se conoce con el nombre mixolipoma.
Cuando la mezcla de lipocitos maduros se hace con células fusiformes en un fondo
mucinoso y fibroso se le denomina fibroma fusocelular.
Pueden aparecer áreas angiomatosas, constituyendo el angiolipoma.
Sintomatología
El tumor es indoloro y aparece por encima de la aponeurosis. A veces hay fluctua-
ción, lo que es debido a que parte de la grasa se mantiene líquida a la temperatura del
cuerpo, sobre todo en los lipomas pequeños. Cuando se hace compresión en uno de los
bordes del tumor, se desplaza hacia el lado opuesto y esto es conocido por el nombre de
signo del deslizamiento.
Se pueden producir arrugas o depresiones al comprimir el tumor con la mano, por
los pequeños tabiques fibrosos que van de la piel a la cápsula.
Se diferencian de los quistes triquelemales o sebáceos en que estos están adheridos
a la piel y con los neurofibromas en que estos son tumores más numerosos y no son
compresibles.
Formas clínicas
Existen algunas formas de presentación de los lipomas y entre ellas se encuentran:
1. La lipomatosis difusa que consiste en un agrandamiento masivo de un miembro
como resultado de la proliferación difusa de tejido adiposo maduro. Esta rara
condición se ve más con mayor frecuencia en niños.
2. El lipoma fusocelular que es el tumor adiposo benigno característicamente locali-
zado en las regiones del hombro y cervical posterior.
3. Los angiolipomas que son tumores pequeños, bien delimitados, que se presentan
poco tiempo después de la pubertad. Con frecuencia son dolorosos y múltiples.
Están localizados en el tejido celular subcutáneo, más comúnmente sobre el tron-
co y las extremidades.
4. La lipomatosis dolorosa de percum (adipositis dolorosa) que aparece en mujeres,
preferentemente obesas, o en delgadas, con proliferación del tejido adiposo local
parecida a lipomas, que son dolorosos a la presión o espontáneamente. Preserva la
cara, manos y pies y con preferencia aparece de forma simétrica en la cara interna
de los muslos. Los nódulos adiposos parecen a la palpación “ovillos de gusanos” y
coexiste astenia, trastornos psíquicos y signos de trastornos endocrino-vegetativos.
5. La lipoblastomatosis o lipoma fetal que afecta casi exclusivamente a bebés y niños
pequeños. Compromete más comúnmente la porción proximal de las extremidades
1711
superiores e inferiores. Puede estar bien localizada y ser superficial (a veces desig-
nada como lipoblastomatosis benigna) o infiltrar difusamente los tejidos blandos pro-
fundos (se puede confundir con el liposarcoma mixoide).
6. La lipomatosis simétrica benigna que son tumores adiposos simétricos y múltiples
que se localizan en el cuello, nuca, hombros, región pectoral o interescapular,
bilaterales. Su etiología parece ser debida a una acumulación de triglicéridos
embrionarios en estos sitios. La distribución de los tumores en la parte alta del
tronco y en el cuello ocasionan un engrosamiento antiestético con trastornos fun-
cionales de la región. Su morfología hace fácil el diagnóstico.
7. Los hibernomas que es la paraneoplasia benigna que usualmente se encuentra en
la región interescapular o axilar. Masa blanda, que al corte tiene una superficie de
color marrón. Se pensaba que se originaban en la “grasa parda”, similar a la que
se ve en las glándulas hibernantes de los animales y Bosai considera que es una
variante morfológica del liposarcoma.
Exámenes complementarios
Biopsia. Es el fundamental elemento a tener en cuenta en estas entidades, ya que
la biopsia forma parte de la conducta a seguir y el tratamiento a emplear. En el tema
correspondiente se referirá a esta en relación con su tratamiento.
US y TAC. Los tumores y lesiones seudotumorales de las partes blandas son difí-
ciles de identificar con los exámenes radiográficos debido a que su densidad es bastan-
te parecida a la que ofrecen los tejidos vecinos normales.
El US y la TAC ofrecen 2 métodos no invasivos para resolver esta dificultad
diagnóstica. El US es capaz de detectar el tamaño, la extensión, la profundidad y la
textura interna de una masa de partes blandas, debido a la diferencia de impedancia
acústica entre las masas tumorales y los tejidos vecinos. La TAC tiene un valor similar
y si bien ofrece una información adicional sobre la toma o no del esqueleto vecino,
presenta ciertas limitaciones diagnósticas en las lesiones muy superficiales o en aque-
llas que tienen una densidad similar a la de las partes blandas vecinas.
Biopsia aspirativa con aguja fina (BAAF). Está indicada cuando el lipoma es
grande o la consistencia es dura y sirve para descartar al liposarcoma.
Evolución
Son de crecimiento lento, demorando años en alcanzar grandes dimensiones. Es
discutida la posible degeneración en liposarcoma. Park y colaboradores plantean que
por cada 120 lipomas aparece un liposarcoma.
Tratamiento
El tratamiento es quirúrgico y debe extirparse el lipoma con su cápsula, así como
sus prolongaciones.
Tumor glómico
Tumor pequeño que se origina en el glomus neuromioarterial, un shunt arteriovenoso
abundantemente inervado, el que cumple una función en la regulación de la temperatu-
ra. También es denominado glomangioma, angioneuroma, glomus neuromioarterial y
tumor de Popoff (Fig. 12.14).
1712
Es un tumor muy doloroso, lo-
calizado con mayor frecuencia de-
bajo de las uñas, pero puede estar
situado en cualquier parte del cuer-
po. Frecuente en adultos y raro en
niños, donde tienen las característi-
cas de ser múltiples y ser invasivos
localmente.
En los adultos predomina en los
hombres y son solitarios, con un co-
mienzo insidioso. Cuando se desa-
rrolla debajo de la uña, la levanta y
se presenta como un pequeño nó-
dulo de color rojizo o purpúreo, aun-
que a veces es invisible. Sensible a
cualquier irritación y a los cambios
de temperatura, el dolor puede ser
paroxístico e irradiarse a lo largo
del antebrazo, brazo o cuello. Pue-
de acompañarse de trastornos del
sistema nervioso simpático. Su ta- Fig. 12.14. Tumor glómico de la cara dorsal de la última
maño es pequeño, desde la cabeza falange de un dedo.
de un alfiler hasta 2,5 cm de diá-
metro y de consistencia blanda.
Microscópicamente es un tumor circunscrito, a menudo delimitado por una cáp-
sula fibrosa. En el examen microscópico, consta de vasos sanguíneos de paredes
engrosadas y tortuosas, revestidos por células endoteliales normales y rodeado por
una proliferación sólida de células redondeadas y cuboides ¨epiteliodes¨ con un nú-
cleo perfectamente redondeado y un citoplasma acidófilo. Con microscopia electró-
nica las células tienen más características de músculo liso que de pericitos. Abun-
dantes terminaciones nerviosas están presentes entre estas células, lo que explica el
carácter esencialmente doloroso de la enfermedad.
El diagnóstico se realiza por los antecedentes y el cuadro clínico, que en la loca-
lización subungueal es muy característico. La radiografía simple puede mostrar de-
presión de la falange vecina.
Su tratamiento es la extirpación quirúrgica, la cual se facilita por ser tumores
encapsulados. Se han reportado casos de recidiva cuando la exéresis no fue comple-
ta. Su pronóstico es bueno y no se malignizan.
Ganglión
Es una lesión más o menos quística y rellena de lípidos que puede presentar porcio-
nes no quísticas, localizadas debajo de la piel, en la superficie extensora de la muñeca,
1713
manos y pies, aunque en ocasiones tiene otras localizaciones. Se conoce también con
los siguientes nombres: quiste de la cápsula articular, quiste del cartílago semilunar,
quiste del tendón y quiste de la vaina tendinosa.
Son frecuentes en adolescentes y adultos jóvenes del sexo femenino donde casi
siempre existen antecedentes de un trauma, o usan muy a menudo las manos como
mecanógrafas y músicos.
Es un tumor redondeado u ovoide, bien delimitado, de consistencia firme o elástica,
a veces depresible y por lo general indoloro.
Su estudio microscópico muestra que están constituidos por una proliferación
de células estrelladas en una matriz de ácido mucoide hialurónico y delicadas fi-
bras de reticulina donde predomina el material mucoide que forma cavidades
quísticas uniloculares o multiloculares. Pueden verse fragmentos de membrana
sinovial.
El ganglión tiene una pared fibrosa fina que rodea a su luz irregular y que se abre
paso entre los tendones donde se aproxima a su superficie. Raramente comunica con
la cavidad sinovial.
Esta característica del ganglión hace que sea necesario diferenciarlo del quiste
sinovial, hernias de la vaina tendinosa y del mixoma. En este sus cavidades quísticas
son raras y la infiltración celular es progresiva.
Algunos desaparecen después de un trauma, pero recurren de nuevo, al igual que
cuando se puncionan y se aspira su contenido. El tratamiento adecuado es el quirúrgi-
co, donde se extirpa la lesión, con movilización posoperatoria. El pronóstico es bueno y
no se malignizan.
1714
Fig. 12.15. Rabdomiosarcoma que
infiltra la piel de la región glútea iz-
quierda.
Existen tumores que tienen predilección por determinadas áreas como son:
1. Rabdomiosarcoma: brazo o parte alta del muslo.
2. Liposarcoma: muslo y hombro.
3. Sarcoma sinovial: pies, manos y rodilla.
4. Fibrosarcomas: tronco.
Diagnóstico
La biopsia es esencial para el diagnóstico y tratamiento.
Se pueden utilizar 3 formas de obtener la biopsia:
1. Biopsia por punción y BAAF, que mejor se debe llamar citología por punción y
aspiración con aguja fina (CAAF). Este medio diagnóstico ha tomado auge después
que ha habido una especialización por parte de los anatomopatólogos en este tipo de
citología, donde se obtiene un alto porcentaje de diagnósticos de malignidad
En la actualidad su empleo se ha generalizado con la ayuda del US que localiza
el sitio exacto de punción, y se obtiene el diagnóstico en una forma rápida y
sencilla. La experiencia de los patólogos ha influido en su mayor uso; el surgimiento
1715
de la histoquímica ha permitido la diferenciación de las distintas variedades de
sarcomas que puede determinar su frecuencia e imponer el tratamiento adecua-
do para cada uno de ellos |2. Biopsia de incisión o biopsia en cuña en lesiones
voluminosas.
3. Biopsia de extirpación para lesiones hasta 3 cm.
1716
Este tratamiento lleva el control y evaluación periódica del paciente, de su estado
general y hematológico.
Pronóstico
El pronóstico del sarcoma de partes blandas no es favorable, debido a su diagnós-
tico tardío, rápidas metástasis por vía sanguínea y su alta recidiva local. La superviven-
cia reportada a los 5 años es desde 30 hasta 50 % según el tipo histólogo y TNM.
Sarcoma de Kaposi
Se pretende hacer énfasis en este tipo de sarcoma que durante mucho tiempo se le
ha considerado raro, y que es en la actualidad un tema candente por su asociación al
síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
Su histogénesis es desconocida, se originan de las células endoteliales, es una neo-
plasia mesenquimal maligna, lentamente progresiva, que aparece sobre todo en las
extremidades inferiores de los varones entre los 40 y los 70 años, es muy frecuente en
África y actualmente entre los portadores de SIDA.
Clínicamente las lesiones son placas eritematopurpúricas que contienen múltiples
nódulos y pápulas pequeñas y que aparecen en las piernas, aunque pueden hacerlo en
otra localización.
Las lesiones crecen y se hacen coalescentes y finalmente constituyen tumoraciones
rojopurpúricas, esponjosas, de 7 o más centímetros de diámetro. Cuando se disemina
suele afectar ganglios linfáticos.
Histológicamente las lesiones precoces están compuestas por proliferaciones de capila-
res, células endoteliales tumefactas, células perivasculares fusiformes, células intersticiales
inflamatorias, con extravasación de hematíes y depósitos de hemosiderina, lo que simula el
tejido de granulación. En su evolución, el componente inflamatorio disminuye, las células
fusiformes aumentan en número y pueden hacerse pleomórficas y los elementos angiomatosos
tienden a disminuir y mezclarse con células fusiformes neoplásicas. En los estudios
citoquímicos y ultraestructurales las células parecen ser de origen endotelial.
El pronóstico depende de la extensión de la enfermedad.
La forma con nódulos limitados a la piel tiene elevado porcentaje de supervivencia,
en la forma agresiva local, la mortalidad es de 35 % y en la forma con diseminación
visceral fallecen todos y evoluciona como una afectación multicéntrica, más que como
metástasis de un nódulo solitario. Cuando se asocia al SIDA es una enfermedad más
virulenta y fallecen la mitad de los pacientes al cabo del año por infecciones oportunis-
tas (Pneumocystis carini, micosis, bacterias poco usuales y otras).
La tercera parte de los pacientes con un sarcoma de Kaposi desarrollan un tumor
maligno secundario que lo lleva a la muerte más frecuentemente que el propio sarco-
ma. Son neoplasias linforreticulares malignas (linfomas, leucemias o mielomas). Estos
factores, además de su asociación al SIDA y su incidencia aumentada en pacientes
inmunodeficientes, sugiere una acción recíproca entre infección viral y regulación
inmunológica deficiente, en la patogenia de este proceso.
El tratamiento radiante es el de elección, sobre todo en las lesiones múltiples y
extensas. La cirugía ofrece pocas posibilidades, limitada al nódulo solitario sin metásta-
sis que, como se ha planteado con anterioridad, no es la forma en que se presenta en la
1717
actualidad. La quimioterapia a base de vinblastina, mostaza nitrogenada y actinomicina-
D ha logrado remisiones.
Se aconseja el tratamiento radiante con quimioterapia e investigar que el paciente
sea portador del SIDA y estar vigilantes en la aparición de otros tumores malignos.
PREGUNTAS
1. Paciente de 43 años que llega al consultorio por presentar un tumor en el hombro izquier-
do, que él señala que era pequeño como un ¨limón¨, desde hace 5 años y ha ido creciendo
lentamente. Al examen físico el tumor es de consistencia blanda, indoloro y movible,
polilobulado de unos 6 cm de diámetro situado por debajo de la piel.
a) ¿Cuál es el diagnóstico?
b) ¿Qué conducta sigue usted?
2. Paciente multípara, a la que hace 2 años se le realizó una segunda cesárea, consulta por
molestias en el sitio de la cicatriz y aumento de volumen. Al examinar la región se le
constata un tumor de 6 cm de diámetro por debajo de la cicatriz cutánea que se hace más
palpable y evidente con la contracción de los músculos del abdomen.
a) ¿Cuál es el diagnóstico?
b) ¿Qué conducta sigue usted?
3. Paciente femenina acude a la consulta porque presenta un dolor intermitente en la falange
distal del dedo índice de su mano derecha, que se intensifica más cuando está fregando
o planchando la ropa. Al observar el dedo se observa que la uña es normal pero está
levantada, con un pequeño tumor en el lecho subungueal.
a) ¿Qué diagnostica usted?
b) ¿Qué le orienta usted?
4. Un obrero de la construcción de 50 años de edad se presenta a la consulta por molestias
en el muslo derecho que le dificulta en sus labores, piensa que ha sido un golpe que se ha
dado. Al examinarlo se le encuentra aumento de volumen del tercio superior del muslo, de
consistencia pétrea y 8 cm de diámetro, indoloro y que al pedirle al paciente que contraiga
el miembro se hace más evidente.
a) ¿Cuál es su diagnóstico?
b) ¿Qué investigaciones tendrían utilidad para el diagnóstico?
5. Paciente de 21 años de edad que se ha tratado en el consultorio por haber presentado
sífilis hace 1 año. Al examinarlo se le localizan unos nódulos duros en la extremidad
inferior derecha de coloración eritemato purpúricas.
a) ¿Qué ha sucedido?
b) ¿Qué investigación indica usted?
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ENFERMEDAD PILONIDAL
Dr. Luis Villasana Roldós
Definición
Proceso inflamatorio que ocurre en la región sacrococcígea, con la presencia en la
región media ínterglútea de una o más depresiones o fositas de diámetro pequeño,
puntiforme, por la que pueden emerger algunos pelos. Ha sido denominado en la litera-
tura de distintas formas: seno pilonidal, quiste sacro coccígeo, quiste dermoide, fístula
dermoide, quiste de inclusión o por tracción.
Etiología
El criterio que se tenía de su etiología antes de la década de los 40 era que esta
afección tenía su origen embrionario. Varios autores de prestigio reconocido de la épo-
ca, como Gabriel y otros, contribuyeron a este concepto y consideron que existía un
defecto de coalescencia del tejido embrionario, a este nivel que daba lugar a la forma-
ción de un seno o invaginación cutánea, lo cual explicaría la presencia de pelos.
En el año 1946, Patey y Scarff plantearon por primera vez la hipótesis del origen adqui-
rido, basándos en la presencia de la enfermedad en otras localizaciones. Con anterioridad,
en |1942, Kooistra había descrito por primera vez una cavidad recubierta por epitelio esca-
moso con folículos pilosos. Con posterioridad Bascón ha reafirmado esta teoría. En la ac-
tualidad es la tesis más aceptada; aunque algunos todavía plantean que pueden haber casos
de origen congénito por los hallazgos contenidos en el interior del quiste.
1719
Frecuencia
Esta afección se presenta con más frecuencia en adultos jóvenes entre las edades de
18 a 30 años. Predominio por el sexo masculino (88 %). El hirsutismo, la sepsis, los
traumas pueden ser factores predisponentes y desencadenantes. En más de 90 % de los
varones se ha observado un crecimiento excesivo de pelos en la región de la glabela. La
enfermedad adquirió gran importancia durante la Segunda Guerra Mundial, pues en el
período comprendido entre los años 1941 y 1945 fueron ingresados, por esta enfermedad,
en los Hospitales de la Armada Norteamericana, 78 924 soldados que requirieron hospi-
talización, para el tratamiento quirúrgico. Esto dio lugar a múltiples publicaciones sobre el
tema que contribuyeron a despejar la incógnita sobre el origen de la enfermedad.
Entre los años 1983 y 1989, fueron intervenidos 90 pacientes en dos Servicios de
Coloproctología de Ciudad de La Habana. Actualmente este proceder de tratamiento
quirúrgico se realiza de forma ambulatoria.
Fisiopatología
La hipótesis que más aceptación tiene en el momento actual sobre la fisiopatología
es la basada en la teoría adquirida. Según esta, los orificios puntiformes de la línea
media no son más que folículos de pelos, activados después de la pubertad y aumenta-
dos de tamaño, por la tracción lateral de las nalgas. A través de estos, puede penetrar
un pelo por los conductos excretores de las glándulas sebáceas que se encuentran
anexas al folículo piloso. Estos pudieran penetrar por el efecto de succión que se pro-
duce, cuando la gravedad empuja los glúteos hacia abajo durante la locomoción, alarga
los tejidos de la línea media sacra e impulsa el vello hacia su interior. Estos folículos al
infectarse provocan una reacción a cuerpo extraño, de pelos y dan lugar a la formación
de un absceso, y el absceso al evacuar deja como secuela una o varias fístulas.
Anatomía patológica
El trayecto fistuloso se sitúa generalmente a partir de los orificios puntiformes de la
línea media, llega a una cavidad quística, constituida por tejido fibroso y se abre al exterior
en uno o varios orificios hipertróficos con abundante tejido de granulación y bordes eleva-
dos; se situán con mayor frecuencia a la izquierda de la línea media en donde pueden
aparecer pelos saliendo por estos orificios (Fig. 12.17). En raros casos, de larga evolución
se ha diagnosticado degeneración maligna dada por un carcinoma de tipo epidermoide.
1720
Formas clínicas:
1. Asintomático: en esta fase solamente se presentan unos orificios puntiforme en la
línea media sin síntomas.
2. Absceso agudo: dolor agudo y constante con los signos de inflamación en la zona:
calor, rubor y aumento de volumen.
3. Estadio crónico. Caracterizado por presentar los orificios puntiforme en la línea
media, uno o más trayectos fistulosos que terminan en uno o varios orificios
hipertróficos segregantes o en ocasiones obliterados por donde puede emerger un
mechón de pelos.
Exámenes complementarios
En los estudios bacteriológicos el germen más frecuentemente aislado es el estafi-
lococo dorado, coagulasa positiva. Se han aislados con menos frecuencia el
Estreptococo beta hemolítico y bacilos coniformes. La fuente de estos microorganismos
es la piel. La administración de antibióticos ha tenido poco éxito como tratamiento. En
presencia de celulitis puede ser usada la penicilina o la cloxacilina.
Diagnóstico
El diagnóstico positivo se realiza por el cuadro clínico y el diagnóstico diferencial
debe ser realizado con varios procesos inflamatorios de la región como:
1. El forúnculo: no se localiza con frecuencia en esta región. Aparece como una
tumefacción acuminada que en el transcurso de los días asoma en su cúspide un
punto amarillo por el que drena un pus escaso. No presentan trayectos fistulosos.
2. Las fístulas de la región perianal: el o los trayectos fistulosos comienzan en un
orificio iniciado en el conducto anal, cuyo trayecto termina en uno o varios orifi-
cios externos perianal.
3. Las hidrosadenitis: infección de las glándulas sudoríparas apocrinas de la piel que
al infectarse forman una lesión subcutánea en forma de placa con algunos orifi-
cios puntiformes en su superficie. Con frecuencia no asientan en esta zona, sino
en las regiones glúteas y márgenes del ano.
4. Granulomas: se han descrito granulomas en esta región provocados por
osteomielitis, sífilis e infección por actinomicosis.
5. Quistes dermoides: tumores poco frecuentes que se localizan entre el sacro y el
recto y fistulizan a la región sacro coccígea. El diagnóstico positivo puede ser
orientado por la fistulografía.
Evolución
La evolución de la enfermedad va hacia la cronicidad. Si no se trata adecuadamen-
te puede presentar múltiples trayectos fistulosos.
Complicaciones
Las complicaciones más frecuentes son el absceso y las fístulas. La degeneración
maligna en carcinoma de tipo epidermoide se ha observado raras veces en pacientes
con larga evolución de la enfermedad.
1721
Pronóstico
El pronóstico es bueno cuando se trata adecuadamente por Cirugía.
Prevención
En los individuos hirsutos se debe rasurar la región con frecuencia y mantener una
higiene adecuada. Evitar los traumatismos en la región.
Tratamiento
En los casos asintomáticos el tratamiento se dirigirá hacia la prevención. En el
estadio agudo el drenaje debe ser el tratamiento inmediato. Puede ser realizado con
anestesia local o con anestesia espinal según la extensión de la lesión. El drenaje
debe ser con una incisión amplia, dejando la herida abierta para su cicatrización por
segunda intención. No es necesaria la prescripción antibiótica, a no ser en casos de
pacientes diabéticos o inmunodeprimidos. Si se realiza un buen drenaje, este trata-
miento puede ser definitivo sin dejar fístula. Debe ser curada la herida frecuente-
mente para evitar recidivas.
En el estadio crónico con fístulas o sin ellas se han propuesto numerosas técnicas
quirúrgicas como incisión y drenaje, en el estadio agudo con absceso, resección en
bloque de las fístulas y los bolsones, marsupialización y drenaje con legrado de la cavi-
dad (Figs. 12.18 y 12.19). En nuestra experiencia ha dado muy buen resultado la simple
abertura del seno o fístula con o sin marsupialización.
1722
Fig. 12.19. Técnica de marsupia-
lización en un quiste pilonidal.
Estas son las técnicas más preconizadas en la actualidad. En una serie de 90 pa-
cientes en los que se les realiza incisión y curetaje del trayecto fistuloso la cicatrización
estuvo comprendida entre 3 y 8 semanas, según la extensión de la lesión y otros facto-
res, incluyendo la higiene personal. Las recidivas se presentaron en solo 2 % de los
casos. Algunos prefieren técnicas cerradas. Según Goligher, el cierre primario se reco-
mienda para lesiones poco extensas, pues cuando son mayores presentan hasta 30 %
de recurrencias.
Tratamiento posoperatorio. El método quirúrgico generalizado en Cuba es
ambulatorio con hospitalización domiciliaria. Se prescribe analgésico por vía oral,
y curas locales durante el período de cicatrización. Se recomienda aseo personal
y rasurado de los bordes de la herida para evitar la inclusión del vello en la herida
que pueda ser causa de recidiva. El período de cicatrización, en los casos con
lesiones poco extensas, se reduce extraordinariamente con una buena atención
posoperatoria.
PREGUNTAS
1. Diga el concepto actual sobre la fisiopatología de la enfermedad.
2. Refiera la clasificación del cuadro clínico.
3. ¿Cuál es el diagnóstico diferencial?
4. Enumere las complicaciones más frecuentes.
5. ¿Cuáles son las técnicas quirúrgicas más recomendadas en el momento actual?
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1724
PROCEDIMIENTOS QUIRÚRGICOS
MENORES
CAMPO OPERATORIO
Dr. Leonel González Hernández
INTRODUCCIÓN
ASEPSIA Y ANTISEPSIA
1726
Antecedentes y figuras insignes
Estas prácticas, tienen sus antecedentes históricos en ilustres hombres de la medi-
cina tales como: Hipócrates (460-377 a.C.) el cual recomendaba vino o agua hirviendo
para lavar las heridas; Galeno (131-201 d.C.) quien siglos después, en Roma, hacía
hervir los instrumentos para atender las heridas de los gladiadores; y hacia el siglo XI,
Maimónides, el cual practicaba el lavado de las manos para la atención de los pacien-
tes. En el siglo XIX, en marzo de 1847, un ginecólogo de origen húngaro, Ignaz Philip
Semmelweis (1818-1865), en el hospital de Viena, sentó las bases de lo que sería, 4
décadas más tarde, la asepsia y antisepsia propugnada por Lister; Semmelweis, como
fruto de sus estudios sobre la fiebre puerperal, precisó que esta estaba relacionada, con
la atención inmediata de los partos por los médicos y estudiantes de medicina prove-
nientes de las salas de anatomía, donde estaban realizando disecciones en cadáveres;
por lo que, estableció el lavado de manos, con agua jabonosa caliente y un cepillo,
seguido de otro lavado con agua clorada, antes de asistir a cualquier paciente en la sala
de partos; logró, por el cumplimiento de estas disposiciones, disminuir la mortalidad por
fiebre puerperal a una vigésima parte de la que inicialmente se tenía. La historia de la
medicina también resalta la figura de Joseph Lister (1827-1912), cirujano ingles que
marcó un hito en la cirugía moderna, al dar importancia a la teoría de los gérmenes y la
infección desarrollada por Louis Pasteur (1822-1895), químico y microbiólogo francés,
el que, como resultado de sus investigaciones, concluyó que las infecciones eran produ-
cidas por gérmenes. Lister, años más tarde, fundamentó en estos estudios y en otros
que realizó, sobre los agentes químicos, estableció el uso del aceite carbólico, ácido
fénico, como antiséptico en las heridas y en la atomización de los quirófanos. Publicó,
en 1867, su libro Principios antisépticos en la práctica de la cirugía, con el cual
inauguró la era antiséptica en la cirugía.
Otros precursores de la asepsia y antisepsia fueron, sin lugar a dudas: Sir William
MacEwen (1857-1933), al que se le reconoce como uno de los precursores del método
antiséptico, pues abandonó la práctica de utilizar el ácido fénico, promovida por Lister, y
comenzó a utilizar la esterilización por ebullición de las gasas empleadas en las heridas;
Gustav Adolf Neuber (1850-1932), cirujano alemán, de Kiel, en 1885 decía que, no solo la
piel del paciente, sino, todos los objetos y personas que entraban en contacto con él: el
aire, el polvo, las manos del cirujano, los instrumentales, los materiales de tejido y las
suturas, eran igualmente portadores de gérmenes y necesitaban ser sometidos a con-
trol para una buena profilaxis de las infecciones en las intervenciones; John von Mickulicz
(1850-1905), fue el que ideó y empleó guantes esterilizados al vapor, pero estos se
humedecían constantemente y tenían que ser cambiados asiduamente; hasta que, en
años posteriores, William Stewart Halsted (1852-1922), en el Hospital John Hopkins,
de Baltimore, en 1890, resolvió el problema al confeccionar guantes de goma, los cua-
les, a partir de 1894 fueron de uso obligatorio para toda cirugía realizada en ese hospi-
tal; práctica beneficiosa extendida hasta la actualidad, para todos los procedimientos
quirúrgicos que se realizan en el mundo.
Y así, de manera escalonada en el tiempo, insignes hombres de ciencia contribuye-
ron al establecimiento de los métodos de asepsia y antisepsia en todas las técnicas
1727
quirúrgicas; idearon y oponieron barreras entre el paciente y el personal que lo asiste
para, proteger o disminuir la contaminación y transmisión de microorganismos que, en
un número determinado, según su patogenicidad y virulencia, sean capaces de producir
infección, tanto a uno como al otro, en ambos sentidos.
Hoy en día, estas prácticas de procedimientos se intensifican en todo el mundo
como precauciones universales a partir del surgimiento de las enfermedades enuncia-
das que lo han aconsejado.
1728
fuentes de microorganismos provenientes del medio exógeno, se han limitado estas
maniobras a las siguientes:
1. Cuando existen evidencias de mugre, en su superficie, lavar o trapear los pisos
con desinfectantes de bajo nivel o nivel intermedio, después de cada cirugía.
2. Al final del día o la noche quirúrgica, cuando han recesado las intervenciones,
aspirar húmedo o lavar con desinfectantes.
3. Si existen evidencias de secreciones, salpicaduras o mugre; limpiar los pisos y
paredes utilizando desinfectantes de nivel bajo o intermedio.
1729
Es oportuno señalar que, estos sistemas no han tenido repercusión benéfica, signi-
ficativa, sobre las tasas de infección; porque, como se ha observado, los microorganismos
tienen mayor capacidad de adaptabilidad a sobrevivir.
Hoy en día, el manejo del aire se considera como un factor complementario; por lo
cual no se justifica, suficientemente, el elevado gasto por la compra, instalación y uso
de estos sistemas.
Los agentes biológicos exógenos, unidos a las partículas, son eliminados del
aire de las salas de operaciones, en 90 %, mediante filtración seriada y recambio fre-
cuente, con un flujo a presión positiva, desde el techo y evacuado a nivel de piso
Estas medidas se sustentan, en los reportes de estudios que muestran, una disminu-
ción en el número de colonias bacterianas en estos sitios cuando se han empleado; no
obstante, su impacto en las tasas de infección, han sido nulas; porque, como se conoce,
el medio exterior no es la principal fuente de gérmenes involucrados en las infecciones
quirúrgicas. Por otra parte, se ha podido observar que, el aumento de circulación del
personal, cerca del área quirúrgica, incrementa el número de microorganismos en esta
área; de ahí, que se mantiene la recomendación de: limitar el tránsito de personal al
estrictamente necesario, evitando el número y frecuencia de entradas y salidas al sitio
quirúrgico, durante un mismo procedimiento y hacer una planificación adecuada, de los
equipos necesarios en el sitio quirúrgico, para la intervención propuesta.
El incumplimiento, de la restricción de circulación y permanencia del personal,
en las áreas estériles, cercanas al área quirúrgica, incrementa el número de microorga-
nismos en dicha área
1730
La piel del paciente
Los microorganismos de la piel del paciente, tanto la flora residente permanente
como la transitoria, son la principal fuente de infección del sitio operatorio.
En la preparación de la piel del paciente se han establecido 3 acciones:
a) Duchas preoperatorias.
b) Manejo del pelo.
c) Preparación de la piel.
1731
pues, la piel del paciente se expone a la colonización de la flora nosocomial con sus
nefastas consecuencias.
Limpieza de la piel. La limpieza y preparación de la piel del área quirúrgica,
factor principal para remover, mecánicamente, los microorganismos de estas áreas, es
mayor que la del sitio operatorio porque hay que precaver: la posible necesidad de
ampliación o extensión, a otras regiones, de la incisión inicial y las incisiones adicionales
para ostomías o la colocación de drenajes durante la intervención. Se debe lograr un
área libre de mugre, sangre o materia extraña, con el empleo de suficiente agua para
evitar excesos que se derramen en la mesa de operaciones y propicien el ascenso de
gérmenes desde esta hasta el área quirúrgica; posteriormente, se procede a la utiliza-
ción de un jabón germicida o solución jabonosa antiséptica, desde la zona donde se
realizará la incisión hacia fuera, de forma circular, en circunferencias cada vez mayo-
res, insistiendo en la región umbilical, pliegues submamarios, abdominales, inguinales,
áreas de ostomías, drenajes externos o heridas anteriores, si fuera el caso; se retira la
enjabonadura con una compresa estéril húmeda y secado posterior, con otra compresa,
de igual forma y con las mismas precauciones. No existe un mínimo de tiempo estable-
cido y se realiza por la enfermera en el sitio quirúrgico.
Aplicación de sustancias antisépticas. Completada la limpieza o lavado de la
piel se procede a la aplicación de soluciones antisépticas.
Las soluciones antisépticas deben poseer las siguientes propiedades:
• Ser efectivas: capaces de eliminar a los microorganismos presentes en una
superficie determinada (piel o mucosas), incluyendo los microorganismos
residentes en dicho sitio, así como los transitorios.
• Espectro antimicrobiano amplio.
• Rapidez de acción.
• Mayor tiempo de persistencia en el lugar que se aplique.
• Seguridad: agentes que no produzcan efectos deletéreos al ser usados.
Los agentes antisépticos son productos químicos, en los que, en muchas ocasiones,
coincide el principio activo con el desinfectante idéntico, pero, los diferencia el índice
terapéutico; son de aplicación tópica, destruyendo o inhibiendo los microorganismos sin
afectar los tejidos
Los más utilizados son los de clorhexidina y los yodóforos, en soluciones acuosas o
alcoholadas. La elección de uno u otro, y para todo antiséptico, depende de su efectivi-
dad, rapidez de acción, espectro antimicrobiano, tiempo de persistencia en el sitio, su
seguridad, menor irritabilidad y absorción; así como, la alergia o no del paciente al
producto y las reacciones secundarias. Hasta el momento no existe el antiséptico ideal.
Los alcoholes poseen un inicio de acción rápida, alrededor de 15 s, desnaturalizan-
do las proteínas de la pared celular, buen espectro y son excelentes bactericidas, de
gérmenes grampositivo y gramnegativo, bacilos tuberculosos, hongos, virus, VIH y
otros; pero, tienen en su contra que, disminuye su poder de acción en presencia de
sangre, heces fecales, mucus y otras sustancias orgánicas; además, por su volatibilidad
persisten poco tiempo en el sitio y son inflamables si se usa electro cauterio o láser; sin
embargo, combinados con emolientes y diluidos aumentan su persistencia en el sitio y
así es como son utilizados hoy en día, mayormente.
1732
Otro, de los antisépticos utilizados, es el gluconato de clorhexidina, en soluciones
acuosas o alcoholadas; son bactericidas por ruptura de la pared celular, con posterior
precipitación del contenido celular; dependen del pH (preparaciones alcalinas, pH en-
tre 5,5 y 7,0 es el ideal); son de amplio espectro, mayor contra los gérmenes grampositivos
que los gramnegativos, hongos, virus y bacilos TB; tienen acción menos rápida que los
alcoholes, pero a los 15 s de aplicados disminuyen la flora bacteriana en el sitio y
persisten hasta 6 h después; no se afectan en presencia de materia orgánica. Poca
absorción por piel y mucosas y son mínimamente irritantes de la piel. Por estas propie-
dades se les considera antisépticos seguros; sin embargo, tienen acción ototóxica si son
instilados por el conducto auditivo.
Los yodóforos, tinturas a 1 y 2 % y de iodo potásico diluido en alcohol a 70 %, son
complejos tenso activos de yodo-yodóforos con polivinil pirrolidona o similares; la isodine
povidona es el más común. Actúan por penetración de la pared celular, oxidación y
sustitución de los contenidos celulares por yodo libre; son irritantes locales extensos,
tienen una rapidez de inicio intermedia, su espectro es amplio, sobre gérmenes
grampositivo y gramnegativo, bacilo TB y virus, similar a la clorhexidina; su acción se
interrumpe al contacto con materia orgánica, heces y sangre; poseen un pobre efecto
residual por su rápido secado, de unos 2 min en contacto con la piel o superficie.
Aprovechando sus cualidades, se combinan en una solución alcoholada de isodine
povidona a 0,7 % y alcohol a 70 % o en una solución acuosa de isodine povidona a
7,5 %. Algunos estudios han observado que, puede ser absorbido por la piel y las
mucosas dando lugar a acidosis metabólica severa y en neonatos a hipotiroidismo.
La aplicación, pincelación o pintada, con los antisépticos debe realizarse siguiendo
la norma de “adentro hacia fuera” y no volver atrás, con la misma torunda o gasa;
tantas veces como sea necesario, en el área delimitada, previamente, para la opera-
ción, durante 1 min; porque, se ha precisado que, con 1 min se obtienen iguales resulta-
dos que con 5 min.
Evitar hospitalización preoperatoria más de 48 a 72 h por exposición de la piel del
paciente a la flora nosocomial.
Diferir operación, salvo necesidad, por alteraciones locales en la piel del paciente
Limpieza de la piel del área quirúrgica con jabón y agua suficiente; posterior secado
con compresa estéril siguiendo método “de adentro hacia fuera”
Aplicación de sustancias antisépticas alcoholadas de clorhexidine o isodine povidona,
si no alergia del paciente, con similar método, por 1 min.
1733
Las acciones que se ejecutan son:
1. Lavado quirúrgico de cirujanos y ayudantes
2. Aplicación de antisépticos
Los resultados obtenidos hasta el momento, con la ejecución de estas medidas, han
demostrado ser fundamentales para la reducción de las tasas de infección del sitio
operatorio; también, para las infecciones nosocomiales causadas por la transferencia
de microorganismos entre diferentes pacientes.
Lavado quirúrgico de cirujanos y ayudantes
El lavado quirúrgico de las manos y antebrazos elimina la suciedad, la piel descamada
y merma el número de gérmenes de la piel. Se utiliza un jabón antiséptico y agua, por el
método del frotamiento, según el orden siguiente:
1. Palma con palma de las manos.
2. Palmas con dedos entrelazados, para los espacios interdigitales.
3. Palma de una mano sobre el dorso de la otra y viceversa.
4. Palma de una mano sobre el antebrazo de la otra hasta el codo y se repite con la
otra mano y antebrazo.
5. Pulpejos de los dedos de una mano sobre la palma de la otra y de igual forma para
la otra mano y pulpejos.
1734
Aplicación de antisépticos
Secadas las manos y antebrazos, con compresa estéril, se procede a la aplicación
de solución antiséptica alcoholada de clorhexidina o iodo povidona, porque, como se ha
mencionado, reducen con rapidez los microorganismos de la piel, son de buena toleran-
cia y el tiempo de persistencia es aceptable; se insiste, de nuevo, en el espacio entre las
uñas y pulpejos de cada dedo. Durante la realización de todas las fases, o pasos de la
técnica, se debe evitar cualquier contacto contaminante, incidente que obligaría a repe-
tir todo el lavado, desde el principio.
El tiempo total es de 3 a 5 min, como máximo, la primera vez; para los siguientes
lavados del personal, entre operaciones, son suficientes de 2 a 3 min.
Lavado quirúrgico por el método del frotamiento, con jabón y agua suficiente.
Cepillo solo para las uñas. Aplicar solución antiséptica alcoholada, de clorhexidine o
isodine povidona preferiblemente.
Tiempo de duración: inicial 3 a 5 min; entre operaciones 2 a 3 min.
El campo operatorio y los recursos de barrera
Los objetivos que se pretenden con su empleo son:
1. Principal contención de la contaminación del sitio operatorio y diseminación de la
infección.
2. Separación de zonas estériles, preparadas para la operación, de las no estériles y
no preparadas.
3. Dota de una mayor asepsia durante los procedimientos quirúrgicos.
4. Reduce la transferencia, en ambos sentidos, de agentes patógenos del personal
actuante en la cirugía y del paciente.
5. Protege al equipo quirúrgico de infecciones provenientes del paciente.
Campo operatorio
El campo operatorio se forma al delimitar el área quirúrgica, anteriormente prepa-
rada para la cirugía, con el empleo de paños, tallas o lienzos estériles; que pueden ser
desechables o no, de algodón, papel o plásticos adhesivos con o sin antimicrobianos
agregados; únicos, con hendidura central, o varios que, colocados sobre el paciente y
fijados con pinzas o suturas,
entre ellos, o menos usados, a
la piel del paciente, dejan al
descubierto la zona o área
donde se realizará la incisión
en la piel (Fig. 13.2); de acuer-
do con la preferencia del ci-
rujano, magnitud y caracterís-
ticas de la operación a efec-
tuar, el espacio será más o me-
nos amplio; se recomienda
que, sobrepase de 2 a 4 cm
por ambos extremos y lados Fig. 13.2. Campo operatorio adecuadamente delimitado por lo
de la incisión a ejecutar. paños de campo.
1735
Por las características mismas del campo operatorio, estos proporcionan una ex-
tensión del área estéril y aumentan la comodidad para el trabajo de los cirujanos.
Ellos deben ser impermeables o, en caso contrario, hay que evitar se humedezcan,
porque, de ocurrir así, se favorecería el ascenso de bacterias desde los planos inferio-
res hasta el área quirúrgica, contaminando, de esta manera, el sitio operatorio; fenóme-
no al que se le ha denominado “traspaso bacteriano húmedo”.
Generalmente, se prefieren los campos desechables, pues han demostrado disminuir
las tasas de infección de la herida quirúrgica; todo lo contrario de los plásticos adhesivos,
los cuales, según algunos estudios realizados, cuando se han utilizado en operaciones
limpias han resultado en una elevación del índice de infecciones y esto se ha explicado
porque, al aumentar el calor y la humedad por debajo de ellos, favorecen la proliferación
de bacterias en la piel del paciente que, con el riesgo siempre presente de su separación,
despegamiento o desprendimiento, permitiría a estas el paso, inoculación y contaminación
del sitio operatorio. Donde, sí han demostrado utilidad, es en la separación o aislamiento
de fuentes de contaminación de una nueva herida, realizada cercana a ostomías o fístulas.
El uso de paños o lienzos, con compresas de gasa inferior, para los bordes de la
incisión, aísla aún más el sitio operatorio de la contaminación con gérmenes o productos
orgánicos, existentes o que puedan derramarse, como la práctica ha sancionado; ade-
más, permiten combatir la desecación de los bordes por la humidificación constante de
estos; algunos son desechables y vienen con antimicrobianos incorporados; de manera
general, pueden ser de los mismos materiales que los del campo operatorio y se fijan en
el plano de preferencia del cirujano: en el tejido celular subcutáneo, a la aponeurosis o
al peritoneo, mediante suturas, presillas o pinzas “de bordes”. Las compresas utilizadas
en las intervenciones quirúrgicas son de gasas, con tramas muy apretadas, o desechables,
con recubrimiento plástico.
Las compresas y paños vienen esterilizadas en paquetes, con doble envoltura textil,
papel o plásticos herméticos; son manipuladas y abiertas, para su uso en la operación,
por métodos asépticos y son colocadas con el instrumental en la mesa auxiliar de cam-
po, que está ubicada en el área más estéril dentro del sitio quirúrgico (Fig. 13.3). Son
desechados si hay ruptura del empaquetamiento, se humedecen o contaminan en el
transcurso de la cirugía y al final de cada operación.
1736
Los campos estériles, sobre el paciente, delimitan el área quirúrgica de la incisión
futura, aumentan el área estéril, separa esta de las zonas no estériles y previenen la
contaminación al sitio operatorio. Se desechan si se humedecen o contaminan. Los
plásticos adhesivos solo han demostrado eficacia para aislar ostomías y fístulas de una
nueva incisión
Recursos de barrera
Se utilizan con el objetivo de reducir la transferencia al paciente de microorganismos
de la piel, escamas, pelos, secreciones y mucus del equipo quirúrgico actuante y, a la
vez, proteger a estos de algunos gérmenes patógenos que pueda tener el paciente. Son
los siguientes:
1. Guantes.
2. Vestidos y batas de Mayo.
3. Las batas quirúrgicas.
4.Gorros.
5. Tapaboca o nasobuco.
6. Botas de tela o cubrecalzados.
7. Espejuelos.
1737
Vestidos y batas de Mayo. Se consideran necesarios y útiles como recursos de
barrera a la transferencia de microorganismos entre el paciente y el personal. El ves-
tuario quirúrgico existe de una gran variedad de estilos, para quienes trabajan dentro de
la sala de operaciones y áreas estériles; son cambiados dentro de los vestidores. Están
confeccionados para proporcionar comodidad al personal; de materiales desechables o
textiles; no intercambiables durante su uso; de una o dos piezas, los pantalones deben
ajustarse en los tobillos mediante elásticos, u otras formas, para retener los
microorganismos que pudieran desprenderse del periné y los tobillos; las blusas o cami-
sas, con elásticos en la cintura u otro material, se colocan por dentro de los pantalones,
para contener las células y microorganismos descamados de la piel.
Como el resto del vestuariodebe ser cambiado si hay roturas, si se humedecen, se
manchan o se contaminan con sangre, otros productos orgánicos y después de opera-
ciones contaminadas o sucias.
Atuendo cómodo para uso del personal del salón y áreas estériles; ajustados en la
cintura y tobillos, proporcionan contención de la transferencia de gérmenes que se
desprenden de la piel del personal durante la cirugía. Son cambiados si hay rotura o
contaminación.
Las batas quirúrgicas. Son fundamentales para el control de los microorganismos
de la piel del cirujano y sus ayudantes que se encuentran sobre el vestido quirúrgico;
aunque estudios controlados, no han demostrado que su uso disminuya los índices de
infecciones; se aconseja su empleo si no existe otra razón, para, evitar que la sangre del
paciente no entre en contacto con el personal actuante en la cirugía.
Están fabricadas de algodón, reutilizables, o de materiales desechables; de di-
mensiones tales que, una vez puestas, cubran desde el cuello, ambos brazos, antebra-
zos y cuerpo del personal de cirugía, hasta por debajo de sus rodillas; están abiertas
hacia atrás, para facilitar su colocación, con unas cintas, broches, botones o material
adherente, que la anuden o sujeten; los puños serán ajustados, pueden tener elásticos
o unas cintas pequeñas en forma de “gasa o trabilla” para fijarlas en el dedo pulgar
de ambas manos; algunos diseños, tienen una capa de tejido en toda la bata y otra
adicional sobre el abdomen y las mangas; otras, tienen una película plástica adicional
sobre estas mismas áreas; comúnmente deben ser impermeables y cómodas. Doble-
mente empaquetadas y esterilizadas, son depositadas en la mesa auxiliar de campo
del área estéril del sitio quirúrgico y deben ser manipuladas conservando las reglas
de asepsia; son colocadas sobre el atuendo, con o sin delantal, del cirujano y el resto
del equipo participante en la cirugía, auxiliados por el personal asistente, que no debe
entrar en contacto con la parte anterior y externa, considerada como extensión del
campo operatorio estéril. Son de uso único, para cada operación, sitio quirúrgico y
persona; serán cambiadas si hay rotura, humedad o contaminación de sangre o pro-
ductos orgánicos del paciente.
Las batas quirúrgicas son extensión del campo operatorio estéril, por lo que, deben
ser manipuladas asépticamente. Deben cubrir la parte anterior del cuerpo del equipo
quirúrgico actuante, desde el cuello hasta por debajo de las rodillas y ambos miembros
superiores hasta las muñecas. Deben ser cambiadas en cada operación, sitio quirúrgi-
co, si hay rotura, si se humedecen, se manchan o se contaminan
1738
Gorros. Deben cubrir por completo el cabello e impedir que caigan pelos, partícu-
las de caspa o polvo en el campo. Experimentalmente, se ha observado que su uso
disminuye las bacterias provenientes del pelo y cuero cabelludo. Pueden ser desechables
o no, del mismo material o no del atuendo.
Tapaboca o nasobuco. Igualmente, cubre boca o mascarillas. Son de algodón o
material desechable; de dimensiones tales que permitan cubrir por completo la zona de
la nariz y la boca; no deben interferir con la respiración, habla o visión; han de ser
compactos y cómodos; evitan la salida de secreciones que se producen en la espiración
forzada, al hablar, toser y estornudar. Su función es llevar al mínimo la contaminación
por microorganismos que viajan por el aire. Sirven para retener y filtrar las microgotas
que contienen gérmenes de la bucofaringe y nasofaringe. Los desechables tienen una
eficacia de filtración de 95 %, mayor que los de gasa.
Pierden su eficacia si se mojan o humedecen; por lo que se orienta: cambiarlos, si es
posible, en cada operación; quitarlos si no se están usando y no dejarlo colgados del cuello.
Han demostrado una merma, ostensible, de transferencia de microorganismos pro-
venientes de mucosas y secreciones, de los cirujanos al paciente. Son ideales los que
tienen una visera incorporada.
Deben cubrir toda la boca y la nariz, cómodamente. Son eficaces para filtrar
microorganismos provenientes de la bucofaringe y la nasofaringe y evitar la contami-
nación del sitio operatorio. Cambiar
si hay humedad y, si es posible, en
cada operación. Si no se está usando
no dejar puesto ni colgado del cuello
Botas de tela o cubrecalzados. No
han evidenciado tener efecto signi-
ficativo en la reducción de la trans-
ferencia de microorganismos; se si-
guen usando como parte de la con-
ciencia quirúrgica aséptica y para
protección del calzado. Son amplios,
cómodos, se usan una sola vez y se
quitan al salir del salón; son de lona
o de algodón reforzado con lona en
la suela; deben cubrir todo el zapato
y más arriba del tobillo, se ajustan
por encima de los bajos del panta-
lón. Cambiarlas si se humedecen o
se contaminan.
Estos atuendos son lavados en
el hospital y sometidos a la descon-
taminación y desinfección si es ne-
cesario. Solo se esterilizan las ba-
Fig. 13.4. Cirujano adecuadamente vestido con todo el
tas quirúrgicas y los campos opera- atuendo, el nasobuco que cubre la nariz y la boca, la
torios si son de material reutilizable bata de mayo, los cubrebotas y los guantes para reali-
(Fig. 13.4). zar la cirugía.
1739
Espejuelos. Estos son por lo general de plásticos transparentesde dimensiones
que permiten cubrir, cómodamente, ambas regiones orbitarias, frontales y laterales,
sin obstaculizar la visión ni los espejuelos ópticos que usa el personal; deben proveer
efectiva protección al equipo quirúrgico actuante de salpicaduras de sangre o pro-
ductos orgánicos del paciente, en el transcurso de la operación. Serán cambiados y
sometidos a descontaminación si esto ocurriera.
El instrumental quirúrgico
El instrumental quirúrgico se organiza en set o bandejas; con un número determinado
y específico de pinzas, según su empleo, operaciones y especialidades, para facilitar su
esterilización, manipulación y almacenamiento dentro de la sala de operaciones; además
de otros, de variado, frecuente o selectivo uso que los individualizan, entiéndase set gene-
ral, de estómago, de tiroides, de útero y otros. Incluye el instrumental de filo y las agujas
de suturas. Pueden ser metálicos, inoxidables, la mayoría, o, algunos, desechables, plásti-
cos o con combinación de los materiales anteriores. Los no desechables son preparados
para la cirugía en la unidad central de esterilización quirúrgica, dentro del bloque hospita-
lario quirúrgico o sala de operaciones; vienen estériles, con doble empaquetadura de
material textil o doble envoltura y en sobres sellados los desechables; son dispuestos, con
manipulación aséptica, en la mesa auxiliar de Mayo, ordenadamente para la operación. El
set instrumental general deberá estar compuesto por 106 pinzas, pero, por comodidad de
manipulación, almacenamiento y uso se han reducido, en algunos sitios, a 55 pinzas.
DESINFECCIÓN
Concepto
Los materiales e instrumentales quirúrgicos deben ser sometidos a métodos de
desinfección y esterilización antes de su uso en la cirugía.
Desinfección es el proceso por medio del cual se eliminan los microorganismos
patógenos de una superficie inanimada utilizando métodos físicos o químicos
La elección del tipo de desinfección o esterilización se basa en la clasificación de
estos materiales según su uso, definido por Spaulding en:
1. Maniobras críticas: el material que se introduce en lugares estériles, incluyendo el
sistema vascular, llevan esterilización; maniobras semicríticas: para el material que
contacta con las mucosas o penetran a través de los orificios naturales, se les aplica
desinfección de alto nivel, a veces productos de desinfección intermedia; estas ma-
niobras para algunos casos se acercan al límite de las críticas y maniobras no críti-
cas: para aquellos materiales que están en contacto con la piel no intacta, para estos
se utiliza desinfección con productos de nivel intermedio, limpiadores o de bajo nivel.
2. Desinfección de alto nivel: en condiciones controladas elimina hongos, virus, for-
mas vegetativas bacterianas, incluso las mico bacterias y solamente admite la
presencia de esporas bacterianas convencionalmente consideradas no patógenas.
3. Desinfección de nivel intermedio: inhibe y, en condiciones muy controladas, des-
truye la mayoría de los hongos, virus, formas vegetativas bacterianas, incluyendo
las mico bacterias pero no necesariamente las esporas bacterianas.
1740
4. Desinfección de bajo nivel: pueden inhibir o destruir a la mayoría de las formas
vegetativas bacterianas, algunos hongos o virus. Procedimiento poco confiable si
el riesgo es de consideración.
5. Desinfección concurrente: aplicación de los procedimientos desinfectantes lo más
pronto posible después de la expulsión de los materiales infecciosos del paciente o
se hayan contaminados objetos con él.
1741
c) Radiaciones ultravioletas: para el aire y el agua; bien colocados resultan de
gran efectividad. Pocos efectivos en los hospitales por la mala colocación de
estos y el descontrol del rango microbicida de las lámparas.
3. Desinfectantes químicos de alto nivel:
a) Glutaraldehído en solución acuosa a 2 %, formaldehído en solución acuosa
a 4 %, formaldehído en solución alcohólica a 8 %, peróxido de hidrógeno de
6 a 7,5 %, hipoclorito de sodio y formaldehído gaseoso.
4. Desinfectantes químicos de nivel intermedio:
a) Alcohol etílico a 76 %, hipoclorito de sodio o derivados del cloro y compuestos
fenólicos o cresol 50 % (lysol).
5. Desinfectantes químicos de bajo nivel:
a) Alcohol etílico a 76 %, derivados del cloro, derivados fenólicos 2 % y amonios
cuaternarios.
6. Desinfección del aire:
a) Con propilenglicol a razón de 4 mL del producto por metro cúbico de aire.
Vaporización por calor. Se puede utilizar inmediatamente el local.
b) Con ácido láctico, se utiliza para la presencia de hongos; a 0,4 mL/m3 de aire;
mediante vaporización, durante 1 h para utilizar el local.
c) Gases de formaldehído, 4 mL de formaldehído/ m3 de superficie.
Los desinfectantes, en sentido general, son compuestos controvertidos en la
actualidad, ya que si se violan las orientaciones de conservación, pueden ser
caldos de cultivos de patógenos; además, su uso se recomienda para la descon-
taminación antes del tratamiento definitivo del material. Los cuaternarios de
3ra. generación aportan algunas facilidades como, ser muy baratos, poco tóxi-
cos y no pierden actividad en presencia de agua dura y de jabones, pero, aún no
se tienen resultados concluyentes.
ESTERILIZACIÓN
La esterilización de los materiales y el instrumental quirúrgico se realiza en la uni-
dad central de esterilización quirúrgica, que se encuentra dentro de la sala de operacio-
nes o bloque hospitalario destinado para la cirugía. Debida y espaciosamente organiza-
da, de forma tal que se cumpla y garantice el flujo grama indicado para los procesos de
preesterilización, transesterilización y posesterilización del material e instrumental por
las áreas sucias, áreas de autoclave y áreas de almacenamiento.
Esterilización es el procedimiento controlado, por métodos físicos o químicos, que
no admite la presencia de agentes biológicos vivos capaces de reproducirse y que
pueden existir en objetos inanimados; depende de eventos que pueden interferir con
la acción.
En el área sucia el material e instrumental pasa por los procesos de recepción,
descontaminación, desinfección, fregado o lavado, preparación y empaquetamiento en
papel grado médico, kraft o textil.
En el área de autoclave se le aplica la esterilización.
1742
Los métodos físicos de esterilización emplean:
1. El calor:
a) Húmedo: 121 a 132 ºC; los más usados en los hospitales por ser económicos,
eficaces, no tóxicos, esporicidas y bien tolerados.
b) Seco: 171 ºC por 1 h, 162 ºC por 2 h y 121 ºC por 16 h; pero deterioran más el
instrumental.
2. Irradiaciones: utilizan los rayos gamma, no son de uso intrahospitalario por su alto
costo y complejidad; son utilizados en la industria.
3. Radiaciones ultravioletas: de 218 a 328 micras de longitud de onda, acción bactericida,
no son esporicidas:
a) Las autoclaves de vapor:
- De vacío fraccionado, de 132 a 134 ºC por 6-10 min.
- De mesa sin bomba de vacío, de 121 a 126 ºC por 15-20 min.
- De líquido, de 114 a 116º C por tiempo variable.
Combinan temperaturas por encima de 114 ºC y el tiempo, al que se somete el
material, es variable de acuerdo con la temperatura, desde unos 6 a 10 min hasta
horas. Son sometidos a controles físicos como temperatura, humedad, presión y
tiempo. Solo para materiales termos resistentes, sobre todo metálicos y crista-
les; por lo que se utiliza para el instrumental quirúrgico pero no el de filo pues, en
el proceso se deterioran sus propiedades de corte.
b) Hornos con ventilador: puede ser empleado para material de filo e instrumental
metálico de microcirugía, cristales, talco y guantes.
c) Filtración de membrana: para soluciones termos sensibles, parenterales y el aire.
Los métodos esterilizantes químicos son por gases o líquidos. No se contemplan los
esterilizantes por radiaciones ionizantes de rayos gamma que se usan en la industria:
1. Por gases:
a) Las cámaras de oxido etileno y las cámaras o autoclaves de formaldehído. Tie-
nen el inconveniente que necesitan mayor tiempo en horas para el proceso y un
período de días posteriores, para la detoxificación en el material del agente
esterilizante residual.
b) Por gas plasma: se obtiene al aplicar determinadas ondas a los vapores de peróxido
de hidrógeno y poseen actividad esporicida y bactericida.
2. Por líquidos:
a) El glutaraldehído en solución acuosa a 2 %; mantiene su actividad en presencia
de materia orgánica; no es corrosiva la solución. Se utiliza para endoscopios,
fibras ópticas, lentes y materiales de cauchos o plásticos; requiere 8 h. La des-
ventaja que tiene es que deja en los instrumentos toxicidad residual que necesita
enjuague con suficiente agua potable o destilada, estériles.
b) El formaldehído, en solución acuosa o solución alcohólica a 76 % v/v, necesita 12
h y endurece los equipos plásticos; no son recomendados, en la actualidad, por
ser tóxicos e irritantes en su manipulación y son los únicos para recuperar
dializadores en los servicios de hemodiálisis.
c) Fórmula de peróxido de hidrógeno 6 a 7,5 % y ácido peracético que no se usan en
el país.
Estos son los métodos de esterilización más empleados, por el momento en las
unidades.
1743
OTROS FACTORES QUE INFLUYEN EN LA PREVENCIÓN
DE LA CONTAMINACIÓN DEL SITIO OPERATORIO
Y DE LOS CIRUJANOS Y SUS AYUDANTES
1744
3. Dosis terapéutica completa, única, i.v. 30 ó 60 min antes de la operación o, prefe-
riblemente, en el período de inducción de la anestesia.
4. Aplicar una segunda dosis, si la intervención quirúrgica dura más de 4 h o el doble
de la vida media del antimicrobiano.
5. Administrar una segunda o tercera dosis, si es necesario, en el posoperatorio, pero
no más allá de las 24 h.
6. Usar antimicrobianos cuando la infección es frecuente o las consecuencias sean
extraordinarias.
Precauciones universales
Con la proliferación de enfermedades de transmisión por el virus de la inmuno-
deficiencia humana, la hepatitis B y C, entre otras, se han establecido, internacionalmente,
una serie de medidas de protección, para los operadores o asistentes de pacientes, que
se cree conveniente mencionar:
Precauciones universales:
1. No es posible identificar, a todo paciente con una enfermedad transmisible, por vía
sanguínea, al momento de proporcionarle cuidados.
2. Debe recurrirse, habitualmente, a protección mediante barreras adecuadas en
todos los pacientes.
3. Se deben evitar:
a) Las lesiones percutáneas: por pinchazos con agujas, bisturís y otros objetos
punzantes. No colocar cubiertas a las agujas usadas y disponer los objetos
punzantes en envases resistentes a punciones.
b) Los líquidos corporales: la sangre es una fuente potencial; otros, son el semen
y las secreciones vaginales, el líquido peritoneal, pericárdico, amniótico, sinovial,
cefalorraquídeo y pleural.
c) Solo transmisión de patógenos si están contaminados con sangr, visiblemente,
heces, secreciones nasales, esputo, sudor, lágrimas, orina, vómito y saliva.
d) Precaución con barreras si realización de métodos invasivos y entonces:
- Lavado de manos antes, después con los guantes y, también, tras quitarse
cuidadosamente los guantes.
- Utilizar cubre rostro, ojos y boca, si existe riesgo de salpicaduras, rocío o manchado
por gotas de sangre o de cualquier otro material potencialmente infeccioso.
- Uso de guantes, batas, delantales, sobrebatas, ropas, gorros, tapabocas y botas.
e) Si un pinchazo o contacto accidental:
- Lavado amplio de la zona.
- Cambio inmediato de guantes.
- Tratamiento con antirretrovirales por 4 semanas.
f) Los materiales de barreras, preferiblemente desechables, una vez utilizados de-
ben ser manipulados con sumo cuidado con métodos de protección, y disposición
en bolsas especiales para su descontaminación y desecho; si son reutilizables,
deben ser bien lavados y esterilizados por los métodos habituales, por separado.
PREGUNTAS
1. Argumente la importancia del sitio operatorio para la prevención de las infecciones de la
herida operatoria.
1745
2. Describa cómo usted prepara la piel del paciente.
3. Marque con verdadero (V) o falso (F) según corresponda, en las afirmaciones siguientes
sobre el lavado quirúrgico de las manos.
____a) Son necesarios jabones de alto poder germicida para el lavado de 10 min.
____b) Se utiliza el método del frotamiento en las manos y antebrazos y se insiste en las
uñas y espacios subungueales con el empleo un cepillo blando.
____c) No se emplea el mismo tiempo para el lavado inicial y entre operaciones.
____d) No importa la posición de los brazos y manos durante el lavado y enjuague.
____e) Las soluciones alcoholadas de gluconato de clorhexidina o isodine povidona
son las más utilizadas. Para las manos y antebrazos del cirujano y los ayudantes.
4. Describa qué usted entiende por campo operatorio.
5. Menciona los recursos de barrera para el trabajo en el sitio quirúrgico.
6. ¿Cuál es el recurso de barrera más importante que utilizan el cirujano, sus ayudantes y los
asistentes para evitar la transferencia de gérmenes en el trabajo con pacientes?
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Mc Graw-Hill Interamericana Editores S.A., 1998.
INTRODUCCIÓN
De todos los distintos tipos de anestesia que se realizan, es la anestesia local la que
más debe interesar al Médico General Integral porque es la que, en su práctica médica,
empleará con más frecuencia.
1746
La anestesia local como la conocida hoy día se comenzó a practicar a partir de
1884 cuando Koller introdujo la cocaína. Se entiende por anestesia local el producir
insensibilidad reversible en un área del cuerpo, con el fin de realizar una operación de
tipo menor, al inyectar un agente anestésico que bloquee las terminaciones nerviosas y
ramillas terminales de los nervios.
En otra parte de este libro se explican detalladamente las dosis de los diferentes
agentes anestésicos. Por lo tanto, aquí solo se referirán a sus indicaciones más precisas
y las técnicas más habituales.
Indicaciones
La anestesia local está indicada en todas las intervenciones quirúrgicas menores que
pueden realizarse tanto en un salón de operaciones como en un cuerpo de guardia o local de
curaciones que tenga las condiciones adecuadas de limpieza y desinfección.
Entre estas operaciones se encuentran las lesiones de la piel, así como tumoraciones de la
misma, quistes sebáceos, lipomas, heridas superficiales, drenajes de abscesos, extracción de
cuerpos extraños de la piel y el tejido celular subcutáneo, operaciones sobre los dedos, como
son el panadizo, paroniquia y extracciones de uñas.
Técnicas. Las técnicas de anestesia local varían de acuerdo con el tipo de intervención a
realizar, y por lo tanto se describirán cada una ellas.
Heridas de la piel. Las heridas de la piel pueden ser más o menos extensas en longitud,
y algunas a veces llegan a alcanzar los planos musculares y requieren suturas.
Este tipo de heridas se anestesian de la siguiente manera: después de realizar un
lavado con agua y jabón de la herida y desinfectar los bordes esta, se procede a
infiltrar subcutáneamente toda la extensión de los labios de la herida, pero sin atrave-
sar la piel, ya que en esta es donde se encuentran las terminaciones que captan el
dolor. Para esto se emplean los anestésicos a 1 ó 0,5 % y se calcula el volumen a
inyectar para no alcanzar la dosis máxima del mismo. Usualmente se le agrega al
anestésico adrenalina suficiente para obtener una solución al 1:250 000, con excep-
ción de esto las regiones terminales como son, por ejemplo, los dedos.
Después de inyectarse el anestésico debe esperarse unos minutos para que este pueda
difundir y alcanzar todas las ramas terminales de los nervios, ya que si se comienza la sutura de
inmediato puede ser dolorosa y ello obliga a inyectar dosis suplementarias del anestésico que
lleven a una sobredosis.
Si la herida interesa planos musculares, después de anestesiar los bordes de la herida, se
procede a infiltrar en profundidad para alcanzar la zona muscular que permita la reparación de
ese plano.
Exéresis de pequeñas tumoraciones. En esos casos la piel se encuentra intacta a la
hora producir la anestesia infiltrativa local y los pinchazos de la aguja serán dolorosos. Para
disminuir esto, primero se hace un habón cutáneo con el agente anestésico, con el empleo
deuna aguja fina y pequeña, como por ejemplo, una No. 26 de 2 cm de longitud. Una vez
realizado el habón y de esperar a que haga su efecto, lo que ocurre en unos pocos minutos, se
procede a introducir una aguja de mayor longitud calibre No. 22, por debajo de la piel, a lo largo
de la línea de incisión. Después de realizado esto, se esperará tiempo suficiente para incidir la
piel y llegar al tejido celular subcutáneo. Cuando se alcanza este plano, se infiltra entonces en
profundidad, tratando de rodear la tumoración por los lados y su base. Si durante la extracción
de la parte de la base de la tumoración apareciera dolor es prudente infiltrar por debajo de esta
el plano sobre el que ella descansa.
1747
Existen casos, como por ejemplo los quistes sebáceos, que están fijos a la piel, en
los que es preferible realizar un pequeño bloqueo de campo, configurando un rombo
alrededor de estos con la infiltración, lo que bloqueará todas las ramas nerviosas que
inervan esa región de la piel (Fig. 13.5).
Operaciones en los dedos de manos y pies. Los dedos, por ser áreas termína-
les del cuerpo, pueden ser anestesiados por medio de un bloqueo troncular. Este blo-
queo aprovecha el hecho anatómico de que los nervios de los dedos corren a lo largo de
sus caras laterales, se pueden infiltrar en la base de los dedos afectos. Debe recordarse
que en este caso no se debe emplear la adrenalina junto con el anestésico porque se
puede producir isquemia y necrosis de la punta de estos.
Incisión y drenaje de abscesos. Está descrito que en lugares donde existe infec-
ción no se debe aplicar anestesia local, primero, porque la acidez del medio inactiva los
anestésicos locales y no se produce anestesia, y segundo y más importante, por el
peligro de diseminar la infección. No obstante, ante un absceso próximo a reventarse,
es posible, con el empleo una aguja No. 26 de 2 cm, infiltrar la piel en el punto más fino
de esta, sin penetrar en el absceso, siguiendo la línea de incisión que se piensa realizar.
De esta forma, esa delgada capa de epidermis se hace insensible, permite realizar la
incisión con una lanceta o bisturí para drenar el absceso indoloramente y sin correr el
peligro de diseminación (Figs. 13.6 y 13.7).
También en estos casos es posible emplear la crioanestesia, o anestesia por congela-
ción, con el empleo de cloruro de etilo con este fin. Este líquido volátil, que es un potente
anestésico general, por vía inhalatoria, se presenta en unas ampollas de cristal a presión,
que tienen una válvula que al invertir el frasco y abrir esta, hace que se proyecte un
chorro que se aplica al área donde se realizará la incisión. Este líquido, al evaporarse de la
superficie de la piel, roba temperatura a los tejidos, los congela y puede observarse como
se produce una capa blanca sobre toda el área. En este momento es que la piel está
congelada, y sin pérdida de tiempo, se realiza la incisión para drenar el pus. Usualmente
este proceder resulta indoloro, pero como no se anestesia ningún plano profundo, puede
doler si se trata de explorar el interior del absceso. Además su efecto es muy breve, por
lo que la rapidez en toda la maniobra es la clave del éxito.
Como puede verse, las diferentes técnicas de anestesia infiltrativa local son muy
útiles para todos estos procederes pequeños en que no hace falta recurrir a un anestesiólogo.
1748
Fig. 13.6. Esquema de cómo se realiza la anestesia por infiltración de un anestésico local para la incisión y
drenaje de un absceso del tejido celular subcutáneo. Se muestra la infiltración intradérmica de la solución
anestésica en el trayecto que seguirá la incisión: vista de la superficie cutánea.
Fig. 13.7. Fig. 13.6. Esquema de cómo se realiza la anestesia por infiltración de un anestésico local para la
incisión y drenaje de un absceso del tejido celular subcutáneo. Se muestra la infiltración intradérmica de la
solución anestésica en el trayecto que seguirá la incisión: corte transversal de la zona de la infiltración
intradérmica y del absceso.
PREGUNTAS
1. ¿Cuáles son las dosis máximas permisibles de los distintos agentes anestésicos locales
que se utilizan en Cuba?
2. Un paciente presenta, luego de una inyección de lidocaína para suturarle una herida en la
piel, intranquilidad, hipertensión, contracciones musculares que aumenta hasta conver-
tirse en convulsiones: ¿qué tipo de reacción se debe sospechar que está presentado?
3. En un caso similar al anterior, el paciente presenta palidez, sudoración, caída de la TA y
comienza a perder el conocimiento. ¿Qué tipo de reacción se debe pensar que está
presentando?
4. Se presenta un caso al que se le inyectan unos pocos mililitros de un agente anestésico
local, y súbitamente presenta síntomas de un shock anafiláctico. ¿Qué tipo de reacción se
debe pensar que se ha presentado?
1749
BIBLIOGRAFÍA
1. Atkinson R.E. Anestesia. Ed. Científico Técnico, La Habana, 1981; 231-232.
2. Collens, V.J. Anestesiología. Tomo II, Ed. Científico Técnica, La Habana, 1984.
3. Grupo Nacional de Cirugía. Colectivo de autores. Manual de procedimientos de diagnóstico y trata-
miento en cirugía. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 1989.
4. Torroella E. Cirugía. Tomo I, Ed. Revolucionaria, La Habana, 1978; 198 -199.
Definición
El abordaje venoso se realiza con la finalidad de garantizar una vía para la infusión
de líquidos, la administración de medicamentos y para monitorear la presión venosa,
periférica o central.
El abordaje venoso puede hacerse de alguna de las formas siguientes:
1. Percutáneamente a una vena periférica.
2. Percutáneamente a una vena profunda.
3. Por disección de una vena periférica.
1750
superior de la región se hace oblicua hacia adentro y se introduce en el surco
deltopectoral, en un desdoblamiento de la aponeurosis, asciende hasta la clavícu-
la y a este nivel aboca en el extremo superior de la vena axilar y ofrecen relacio-
nes importantes con el origen de la arterial axilar (Figs. 13.8 y 13.9).
Fig. 13.8. Red venosa superficial del antebrazo. Fig. 13.9. Red venosa superficial del brazo.
1751
safena interna, voluminosa, que sigue la parte interna de la región y desemboca en
forma de cayado (cayado de la safena) en la vena femoral a 3 ó 4 cm por debajo del
arco crural (Figs. 13.10 y 13.11).
Fig. 13.10. Red venosa superficial del miembro Fig. 13.11. Red venosa a nivel de la ingle.
inferior.
1752
forma el uso de catéteres con las características antes mencionadas garantizan la ad-
ministración de grandes volúmenes de líquidos con rapidez.
Abordaje de una vena profunda
Introducción. El abordaje venoso profundo es la colocación de un catéter por la
vía de la vena cava superior o de la vena cava inferior y tiene como objetivo principal
monitorear el corazón derecho. La cateterización venosa central puede realizarse por
varias vías, cuando otros sitios venosos son inaccesibles. El proceder debe hacerse en
estrictas condiciones de esterilidad.
Indicaciones:
1. Falta de sitio venoso periférico o incapacidad para canular una vena periférica.
2. Al poder monitorear el corazón derecho a través de la PVC puede regularse el volu-
men y la velocidad de infusión de los líquidos y electrólitos necesarios en cada caso.
3. Cuando el paciente presenta un cuadro de shock hipovolémico persistente, la vía
periférica no es suficiente y se requiere chequear con periodicidad la PVC.
4. Para la administración de soluciones irritantes, incluyendo agentes ionotrópicos.
5. Administración de medicamentos que son incompatibles y requieren múltiples
catéteres intraluminales.
6. Para la nutrición parenteral que es tan hipertónica y por tanto debe administrarse
a través de un sistema de flujo elevado como ocurre con las venas centrales
minimizando así la trombosis y la flebitis.
7. Para insertar un catéter de Swan Ganz y estimar el trabajo cardíaco.
8. En la hemodiálisis.
Vías de acceso:
1. Vena yugular interna (Fig. 13.12).
2. Vena subclavia (Fig. 13.13).
3. Vena femoral (Fig. 13.14).
1753
Fig. 13.13. Vena subclavia en su unión con la vena yugular interna y la formación del tronco venoso
braquiocefálico derecho.
1754
A continuación se muestra la particularidad en cada vía de acceso profundo
percutáneo (Cuadro 13.1).
Yugular Para cualquier Cirugía previa Bajo riesgo Confusión Lesión de arteria
interna indicación de cuello, cuello de neumotórax de marcas carótida, conducto
corto u obeso; de reconocimiento torácico; embolismo
trombosis venosa; en obesos aéreo neumotórax
guías o marcas Síndrome de Horner.
no confiables Arritmias
Vena Incapacidad Coagulopatía. Anatomía fiel Dificultad para Neumotórax.
subclavia para el acceso Deformidad la compresión Lesión arteria
a vena yugular clavicular. si ocurre subclavia.
Trombosis sangrado Embolismo aéreo.
venosa Arritmias. Lesión
nervio frénicoo
y laríngeo
Vena Coagulopatía. Paciente obeso. No interfiere Dificultad Lesión de arteria
femoral Incapacidad Incontinencia con las para mantenerlo o nervio.
para canular urinaria. Infección compresiones limpio Fístula
vena yugular en extremidades torácicas arteriovenosa.
o subclavia. inferiores Neuropatía
Paro cardíaco o trombosis. periférica
Operado
de hernia inguinal
1755
Si la tentativa no fue satisfactoria, no cambiar la dirección de la aguja mientras esta
permanezca en el tejido subcutáneo. Retire la aguja hasta el nivel de la piel y entonces
vuelva a dirigir la aguja hacia el sitio deseado.
Aspectos específicos:
1. Vena yugular interna (Fig.13.15). Se coloca al paciente en posición decúbito dor-
sal con la cabeza declive a 20-30 grados en posición de Trendelenburg y girada
hacia el lado contrario del sitio de la puntura. Es importante identificar los siguien-
tes puntos guías:
a) Músculo esternocleidomastoideo (ECM) (los haces esternales y claviculares).
b) Pulso carotídeo.
c) Hueco supraesternal.
d) Clavícula.
Técnica:
- Inserción de la aguja o trocar con jeringuilla en el vértice del triángulo formado
por los haces clavicular y esternal del músculo ECM o a lo largo del borde
anterior del músculo y lateral al pulso carotídeo.
- Se introduce la aguja dirigida de una manera posterolateral hacia la tetilla ipsilateral.
La aguja debe entrar en la piel a unos 30 ó 45 grados. Usar el pulso carotídeo
para ayudar a guiar la aguja. El pulso debe permanecer medial a la aguja.
- Confirmar la entrada al vaso por aspiración de sangre venosa.
Existe además la cateterización de la vena yugular interna por la vía posterior.
En este caso:
• Se punciona en el punto por encima del cruce de la vena yugular externa
por el músculo ECM a lo largo del borde posterior de este músculo.
• Se dirige la aguja por debajo del músculo desde la región posterior hacia la
anterior e inferior guiándola hacia el hueco u horquilla supraesternal.
2. Vena subclavia (Fig. 13.16). Se coloca al paciente en decúbito dorsal en posición
de Trendelenburg aproximadamente con la cabeza en declive de 15 grados. Girar
la cabeza en sentido opuesto al lado en que se efectúa la punción venosa. Se
abordará por la vía infraclavicular. Puede colocarse un calzo entre las escápulas y
los brazos para obtener mejor exposición. Los puntos guías son:
a) Clavícula.
b) Hueco supraesternal.
La vena subclavia entra al tórax, posterior a la clavícula y pasa sobre la parte
anterolateral de la primera costilla.
Técnica:
- Se inserta la aguja o trocar con la jeringa a 1 ó 2 cm por debajo de la clavícula
en la unión de su tercio medio con el interno dirigiendo el bisel hacia arriba.
- Colocar el dedo índice de la otra mano del operador en el hueco supraesternal
y el pulgar en el sitio de inserción de la aguja.
- Introducir esta hacia la clavícula y entonces retirar algo la aguja y dirigirla
hacia el margen inferior de la clavícula pasándola por detrás de esta mante-
niendo un plano paralelo a la pared torácica avanzando la aguja hacia el hueco
supraesternal.
1756
- Cuando se llega a la vena el bisel es rotado 180 grados hacia abajo.
- Si la vena no es encontrada retirar lentamente la aguja manteniendo aspiración
constante. Con frecuencia, al retirar la aguja se encuentra la vena.
- Si se punciona la arteria retirar el trocar. Presionar la zona por encima y por
debajo de la clavícula. Después de que el sangramiento cesó puede dirigirse el
trocar para la venopuntura.
3. Vena femoral: las guías más importantes para la cateterización son:
a) Espina ilíaca anterosuperior.
b) Espina del pubis.
c) Ligamento inguinal en profundidad que transcurre desde la espina ilíaca
anterosuperior a la espina del pubis.
d) Pulso arterial femoral.
El paciente se coloca en decúbito supino con extensión de la rodilla y ligera
rotación externa del pie.
Técnica:
- Insertar la aguja o trocar con jeringuilla a 2 ó 3 cm por debajo de la proyección
del ligamento inguinal y a 1 ó 2 cm por dentro del pulso arterial femoral.
- La aguja debe dirigirse hacia la cabeza del paciente y debe penetrar la piel
directamente sobre la vena femoral.
- La aguja y jeringuilla deben sostenerse en forma paralela al plano frontal hasta
aspirar sangre.
- Se dirige la aguja hacia arriba y atrás y se avanza poco a poco, aspirando
suavemente con la jeringa.
Fig. 13.15. Proyección topográfica de la vena yugular interna y sus relaciones anatómicas.
1757
Fig. 13.16. Proyección topográfica de la vena subclavia y sus relaciones anatómicas.
1758
En los casos donde la canalización de una vena periférica no pueda realizarse, a
causa del colapso vascular en el estado de shock hipovolémico, se aconseja la
venodisección quirúrgica. Los lugares reconocidos son a nivel de la safena interna y de
las venas de los brazos, canalizando siempre venas periféricas como se mostró en las
figuras 13.8, 13.9, 13.10 y 13.11.
En el brazo el lugar de preferencia es la vena mediana basílica, en la región antecubital
a 2,5 cm por fuera del epicóndilo humeral, en el pliegue de flexión del codo. Puede
utilizarse también la vena cefálica.
La vena safena interna debe disecarse a nivel de tobillo, en un punto situado a 2cm
por delante y por encima del maleólo tibial.
Técnica de la venodisección (Fig. 13.17):
1. Limpieza de la piel del tobillo o del brazo con solución antiséptica.
2. Limitación del campo operatorio con paños de campo o paño hendido.
3. Uso de anestesia local en el sitio de elección. Infiltrar la piel y el tejido celular
subcutáneo con solución de lidocaína a 0,5 %.
4. Incisión cutánea con bisturí de forma transversal, aproximadamente de 2 a 2,5 cm
de longitud centrada por el trayecto de la vena.
5. Disección roma con una pinza hemostática curva de ramas finas (pinza de Kelly
o de mosquito) para liberar la vena de sus estructuras vecinas.
6. Se realiza ligadura distal de la vena movilizada con una hebra de hilo no reabsorbible
calibre 2-0 ó 3–0 y se refieren con una pinza de mosquito o Kelly los extremos de
la ligadura con fines de tracción.
7. Se coloca otra hebra del mismo material proximalmente alrededor de la vena.
8. Se procede a realizar la apertura en sentido transversal de la vena con una peque-
ña incisión con la punta del bisturí y se dilata suavemente con la punta de la pinza
hemostática cerrada.
9. Se introduce un catéter a través de la incisión en la vena (catéteres de los Nros.
14 al 20).
10. Se fija el catéter a la vena anudando la ligadura proximal sobre la vena y el catéter.
Este se debe introducir lo suficiente para evitar su salida accidental.
11. Se conecta el catéter con el equipo de infusión intravenosa.
12. Se cierra la piel mediante puntos separados de material no absorbible 2-0 ó 3-0.
13. Se aplica un antibiótico tópico y se cubre la herida con un apósito estéril.
1759
Cuidados posoperatorios
Como existe la comunicación del vaso venoso con la piel a través del catéter, debe
mantenerse ocluida la herida con un apósito estéril para evitar la contaminación
bacteriana.
Deben realizarse curas secas diarias de la herida con soluciones antisépticas como
el alcohol de 90 grados o el hibitane hidroalcohólico y colocar antibiótico en crema o
ungüento.
Por lo general la retirada del catéter se realiza antes de los diez días en que deben
retirarse los puntos de piel. Si esto no ocurre al término de ese tiempo, se retira y solo
se mantienen los de fijación del catéter que serán removidos en el momento que se
decida prescindir de la vena disecada.
Complicaciones de la técnica de la disección de vena:
1. Celulitis.
2. Hematoma.
3. Flebitis.
4. Perforación de la pared posterior de la vena.
5. Trombosis venosa.
6. Sección de nervio.
7. Sección de arteria.
PREGUNTAS
1. Señale 3 indicaciones para realizar abordaje venoso profundo.
2. ¿Cuáles son las vías de acceso para el abordaje venoso profundo?
3. Mencione 3 contraindicaciones del acceso venoso percutáneo de la vena yugular interna.
4. Refiera 5 complicaciones del abordaje venoso profundo.
5. ¿Cuáles son las vías de acceso vascular para realizar disección de vena?
6. Cite 5 complicaciones en el proceder técnico de la disección de vena.
7. ¿Qué cuidados posoperatorios debe tenerse con los pacientes a quienes se les ha realiza-
do una disección de vena?
BIBLIOGRAFÍA
1. Adams C.R., Dunham M.C. Shock. Trauma. Critical care manual. Assessment and management.
University Park Press. Baltimore,U.S.A.1983.
2. Asensio J.A., Belzberg H., Berne J., Berne T.V., Cornwell E.E., Demetriades D., Murray J.A.,
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Thomas V. Berne. Compiled by division of trauma. Critical Care LAC and USC Medical Center.
Edition No. 1. June 1997.
3. Colegio Americano de Cirujanos. Curso avanzado de apoyo vital en trauma para médicos. Chicago,
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4. ____________. Programa avanzado de apoyo vital en trauma para médicos. Chicago, Illinois, USA, 1997.
5. Cowley A.R., Dunham M.C. Shock. Trauma. Critical care manual Initial assessment and management.
University Park Press. Baltimore, USA, 1982.
1760
6. Kiss F., Szentágothai J. Atlas de anatomía humana. Vigésima primera Edición revisada. Academia
Kiadó. Editorial de la Academia de Ciencias de Hungría. Ç Editorial de Medicina. Budapest, Hungría,
1965. Tomo III.
7. Sinelnikov R.D. Atlas de anatomía humana. Editorial MIR, 1975. Tomos I y II.
8. Testut L., Jacob O. Tratado de anatomía topográfica con aplicaciones medicoquirúrgicas. Barcelona,
Salvat e hijo. Séptima Edición. 1930. Tomo II. Segunda parte.
Las lesiones producidas por los anillos en los dedos de las manos pueden presentar-
se en 2 formas:
1. Con edema distal progresivo que impide su extracción por uso demasiado ajustado
del anillo.
2. Con herida e inclusión parcial del anillo por tracción brusca o trauma.
Conducta
En el primer caso se puede intentar conservar el anillo con el siguiente proceder:
Se pasa el extremo proximal de un hilo de mediano calibre por debajo del anillo y se
comienza a enrollar, en sentido distal, progresivamente el hilo sobre la zona edematosa
hasta rebasar el área que obstaculiza la extracción. Se inician entonces movimientos
circulares del cabo proximal del hilo por detrás del anillo que al desenrollarse hace
progresar al anillo hacia la zona distal del dedo (Fig. 13.18).
En el segundo caso, previa desinfección de la herida, se procede a cortar el anillo
con cizalla, cortaalambre ortopédico, con movimientos gentiles o uso de anestesia, si las
condiciones del paciente lo exigen (Fig. 13.19).
Proceder complementario. No cerrar la herida. Uso de antibiótico local.
Fig. 13.18. Extracción de anillos por movimien- Fig. 13.19. Corte del anillo encarnado con cizalla o
tos circulares del asa del hilo que pasa por deba- alicate.
jo del anillo.
1761
PREGUNTA
1. Señale el procedimiento para extraer un anillo de un dedo en fase de edema.
BIBLIOGRAFÍA
1. Torroella E. Traumatismo de partes blandas y sus complicaciones. Tomo I. Editorial Sepas, Barcelona.
1976: 259-63.
La estructura del anzuelo, terminado en punta y con ganchos laterales, hace fácil su
penetración, pero su extracción en sentido retrógrado es impedida por los ganchos
laterales que lesionarían por desgarro aún más los tejidos.
Por lo tanto, para su extracción se realizan los siguientes pasos:
1. Antisepsia de la zona lesionada.
2. Bloqueo anestésico.
Al penetrar un anzuelo se pueden presentar dos situaciones:
a) La lanceta está subcutánea; en esta situación se hace progresar el anzuelo en el
mismo sentido de penetración hasta que aparezca en la piel la punta (Fig. 13.20).
b) La lanceta está en posición externa.
1762
Fig. 13.21. Corte de la lanceta del anzuelo.
PREGUNTAS
1. Señale el proceder para extraer un anzuelo enclavado en partes blandas sin exposición de
la punta.
2. Explique los procederes complementarios después de la extracción de un anzuelo encar-
nado.
BIBLIOGRAFÍA
1. Torroella E. Traumatismo de partes blandas y sus complicaciones. Tomo I. Editorial Espax. Barcelo-
na. 1976. 261-3.
INDICACIONES
Traumatismos con desprendimiento total o parcial de la uña de su lecho ungueal,
uña encarnada y en heridas infectadas con osteomielitis de la 3ra. falange.
Anestesia. Infiltración con novocaína a 2 % en ambas caras laterales del dedo;
puede usarse para hemostasia temporal una ligadura sobre la primera falange.
Técnica:
1. En los desprendimientos parciales y totales se fija la uña con una pinza y se realiza
su liberación total o parcial, según sea el caso, de la piel circundante y del lecho
ungueal con una tijera, o por disección roma con una pinza o una sonda acanalada,
después de lo cual se realiza fácilmente la exéresis por simple tracción (Fig. 13.22).
2. En las uñas encarnadas, previa fijación de la uña con una pinza y con el empleo de
una tijera fina, se hace maniobra de divulsión y corte del borde encarnado; puede
usarse una sonda acanalada para levantar el borde de la uña.
1763
Proceder complementario. En las resecciones parciales y extirpaciones de uñas
debe hacerse vendaje ligeramente comprensivo e inmovilización del miembro, para
evitar sangramientos.
Fig. 13.22. Uña fijada por la pinza, corte con tijera para realizar su sección, Su liberación del lecho y de la
matriz debe hacerse con una pinza roma (de Kelly o de Péan) para realizar su exéresis con la mayor facilidad
con una tracción ligera. Lo mismo se hace cuando es necesario hacer la extirpación completa de la uña.
PREGUNTAS
1. Señale 2 causas en la que está indicada la extracción de la uña.
2. ¿Cómo se evita el sangramiento después de la extracción de una uña.
BIBLIOGRAFÍA
1. Christopher F. Minor Surgery, Injuries of the extremity. Sexta Ed. Philadelfia, W.Saunders
Company1950, 561-90.
2. Orr T.G. Operaciones de Cirugía general. Técnica de extirpación de uñas encarnadas, México. D.F. Ed.
UTHA., 1954. 87-8.
Definición
La paroniquia o panadizo periungueal, vulgarmente denominado uñero, es una in-
fección que se localiza debajo de la cutícula o eponiquio, que rodea la base y los bordes
laterales de la uña.
El interés de esta afección para el médico general radica en que se ve con bas-
tante frecuencia, en que a pesar de su aparente poca importancia, si no se trata
adecuadamente, puede, en su evolución, traer serias consecuencias para el paciente
y porque su tratamiento, al menos en algunos de sus estadios evolutivos, no es nada
complejo, por lo que se puede ser afectado por él en el área de atención primaria de
1764
salud, si reúne las condiciones mínimas necesarias para ello, cuando las personas
afectas de la misma acuden a su consulta, sin necesidad de remitirlas al hospital.
Etiología
Se origina, casi siempre, al producirse una lesión en la cutícula durante el arreglo de
las uñas, con instrumental no estéril o no bien limpio, que abre la puerta de entrada para
la infección, o, menos frecuente por mordedura de la propia persona.
Evolución
La afección comienza como infección subarticular o intracutánea localizada en
uno de los ángulos de la uña, donde se desarrolla una escasa cantidad de pus, el que, si
no es evacuado, se va extendiendo por debajo de su raíz o base hasta rodearla en su
totalidad; elevando después de su matriz y terminado por desprenderla de su lecho.
Cuando la uña se desprende espontáneamente, su caída propicia la resolución del pro-
ceso en poco tiempo. Si el proceso infeccioso no es resuelto en sus inicios, va avanzan-
do progresivamente hacia la profundidad, y si la uña se mantiene sin caer, va a la
cronicidad, se forman entonces mamelones inflamatorios de aspecto carnoso.
Si la infección es intensa puede destruir la matriz de la uña. El lecho ungueal, y por
último el hueso, produciéndose una osteitis de la falange.
La paroniquia crónica, sobre todo en la mujer, puede ser debida a infección o
sobreinfección por monilia. Si se sospechan hay que hacer cultivo de la secreción
purulenta para confirmarla e imponer el tratamiento correspondiente.
Forma de presentación
El paciente portador de una paroniquia se presenta ante el médico con el proceso
infeccioso-inflamatorio en uno de sus estadios antes descritos, localizado en uno de los
dedos de la mano o de los pies, es más frecuente en la mano; se queja de dolor espon-
táneo y a la palpación en el área en la que se asienta (Fig.13.23).
Fig. 13.23. Dibujo esquemático de la sección de una falange a nivel de una paroniquia o panadizo periungueal.
A. La colección purulenta por debajo de la cutícula que rodea el borde ungueal. B. El aspecto del proceso
por su cara superficial.
Tratamiento
Cuando el paciente acude a la consulta del médico con la infección en un estadio
muy inicial, prácticamente en etapa de celulitis, sin colección aparente de pus, el proce-
so puede ser abortado mediante tratamiento con fomentos fríos; aplicación local, 2 ó 3
veces al día, de pomadas antibióticas (neobatin, neomicina, gentamicina, etc.) y/o
antiinflamatorias (bencidamina). También se pueden administrar medicamentos
antiinflamatorios por v.o.: butacifona, bencidamina, indometacina, 1 tableta/8 h.
1765
Cuando el paciente viene a la consulta con el proceso infeccioso ya establecido,
con la colección purulenta localizada, está indicando el drenaje quirúrgico, para evitar
su progresión.
Si el pus es muy escaso bastará levantar la cutícula con la punta del bisturí, entre
esta y la uña, para hacerlo brotar. Si la infección es más avanzada y profunda, será
necesario, según la magnitud de esta, practicar intervenciones más cruentas, la que sea
necesaria en cada caso, para lograr un drenaje efectivo de pus.
Estas intervenciones se harán con anestesia regional, con procaína, ibecaína o
lidocaína a 1 ó 0,5 %, infiltrada circularmente en la raíz del dedo.
Pueden ser las siguientes: levantar la cutícula y practicar el corte del ángulo de la
base de la uña, cuando la colección de pus está localizada en su sitio habitual, cerca de
este borde o ángulo, o si la colección está localizada debajo de la uña próxima a su
borde libre, se efectuará el corte de una cuña o un triángulo de esta, con la base hacia
dicho borde para desecharla.
En ambos casos se coloca un pequeño fragmento de gasa impregnada en pomada
antibiótica en el área denudada, y se hace un vendaje oclusivo del extremo del dedo.
Si el proceso está bien desarrollado, con una colección de pus subungueal profunda, el
tratamiento debe ser enérgico, para evitar su progresión y la destrucción de la falangeta: se
practicarán dos incisiones, una a cada lado de la uña, se levantará el colgajo de piel hacia
arriba, y se procederá a la extirpación de toda la base de la uña. Finalmente, se colocará una
gasa fina embebida en pomada antibiótica en posición horizontal sobre la zona expuesta y se
restituirá el colgajo de piel a su posición normal, por encima de esta (Fig. 13.24).
Fig. 13.24. Muestra algunos de los procederes quirúrgicos que pueden ser empleados en la paroniquia. A.
La extirpación del ángulo de la base de la uña. B. La extirpación de toda la base de la uña: incisiones a cada
lado de la uña. C. Levantamiento del colgajo de piel formado. D. Extirpación de toda la base de la uña. E.
Reposición del colgajo de piel sobre la gasa embebida en pomada antibiótica.
1766
Después de practicar cualquiera de estos tipos de tratamiento quirúrgico, el pa-
ciente debe ser curado diariamente: limpieza del área con solución salina estéril,
alcohol o soluciones antisépticas (yodopovidona o hibitane); aplicación de pomadas
antibióticas y colocación de vendaje de gasa estéril hasta su total cicatrización.
Si se comprueba la infección por monilia, debe añadirse al tratamiento la aplica-
ción local de pomadas fungicidas (nistatina, clotrimazol, etc.) y/o medicamentos
antimicóticos en tabletas por v.o. (griseofulvina-gricín-500 mg/día, o ketoconazol 200
mg/día), según la intensidad del proceso.
Cuando el proceso infeccioso es muy severo, sobre todo en pacientes diabéticos
o immunodeprimidos deben utilizarse, además del tratamiento local ya mencionado,
antibióticos por vía intramuscular u oral. Por vía intramuscular puede emplearse la
penicilina rapilenta 1 millón de U (i.m.) cada 12 h; o la kanamicina 300 mg, por la
misma vía y con la misma frecuencia.
Por vía oral puede usarse la tetraciclina de 250 mg, 2 tabletas/6 h, o una
cefalosporina de 250 mg, 1 tableta/6 h.
Cualquiera de estos antibióticos que se indique, debe ser administrado por un perío-
do de 7 días, o, al menos, hasta que se produzca la total cicatrización del proceso.
Si la uña fue extirpada o se desprendió espontáneamente cuando se forma la uña
nueva, esta puede ser irregular y habría que esperar entonces varios meses antes de
que se regenere una lisa y normal.
De los distintos procederes de tratamiento antes mencionados, que pueden ser
aplicados a la paroniquia en sus distintos estadios evolutivos, se considera que el
médico general puede efectuar en su consultorio, o en el policlínico de su área de
salud, el tratamiento inicial con intención de abortar el proceso cuando está en esta-
dio inicial; la evacuación de pequeñas colecciones de pus localizadas en la superficie;
y la extracción completa de la uña que cuando está parcialmente desprendida de su
lecho, lo que puede hacer removiéndola suave con una pinza de disección, de Allis o
de Kocher, con la aplicación de anestesia tópica o sin anestesia alguna.
Los otros procederes más cruentos, no deben ser practicados por él, sobre todo
porque requieren para ser efectuadas la infiltración de un volumen considerable de
anestesia local, y si se produjera una reacción anestésica severa, siempre factible,
sería de un alto riesgo para el paciente, por no existir en el área de atención primaria
de salud el personal ni los medios necesarios para afrontar esta eventualidad:
hidrocortisona para uso intravenoso, anestesiólogo o personal entrenado para la
intubación del paciente, materiales para una traqueostomía, etc.
Sí puede y debe efectuar las curaciones posteriores a estas intervenciones, hasta
la total cicatrización del proceso y así se le evitan al paciente las molestias de tener
que trasladarse todos los días al centro hospitalario para se curado.
Prevención
Una vez que el paciente ha sido curado de su paroniquia, el médico que lo atendió
debe hacerle las recomendaciones pertinentes para prevenir que pueda repetirse en el
futuro, o mejor, antes de que se produzca, el médico general de su área de salud debe
1767
indicarle las medidas de educación sanitaria orientadas a esta finalidad, que son las
siguientes:
1. Realizar la desinfección mecánica de los instrumentos utilizados para el arreglo de
las uñas de las manos y de los pies, al menos con agua y jabón, cada vez que vaya
a utilizarlos.
2. Cortarse las uñas de forma horizontal, sin insistir en cortarse los ángulos, manio-
bra en la que con mayor frecuencia se produce la lesión o puerta de entrada que
da lugar a esta.
PREGUNTAS
1. ¿Diga cuál es la causa más frecuente de la paroniquia?
2. Mencione las medidas de prevención de esta afección.
BIBLIOGRAFÍA
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2. Sabiston D.C. Tratado de patología quirúrgica. Científico-Técnica, La Habana, 1983; t.2: 1600-01.
3. Torroella E., Presno J.A., Vidal J.M., García A., Guerra R., Torroella E., Sánchez M. Libro de texto de
la asignatura Cirugía. Pueblo y Educación, La Habana, 1979; t.2: 104-5.
Concepto
Acúmulo de sangre en el lecho unqueal, debajo de la uña.
Etiología
Este hematoma se produce por un traumatismo directo sobre la cara dorsal de la
última falange de los dedos de la mano o del pie, aunque es más frecuente en los
miembros superiores. Otro traumatismo que los produce es la compresión del dedo,
como ocurre cuando los dedos de la mano son comprimidos al cerrar una puerta de un
automóvil.
Sintomatología
El principal es el dolor, que en ocasiones es de gran intensidad, también casi ensegui-
da se observa la formación del hematoma que empieza a crecer con el transcurso del
tiempo, además se pueden ver otras lesiones que aparecen de acuerdo con el tipo de
traumatismo: magulladuras de la piel, heridas, fracturas del hueso de la falange u otras
(Fig. 13.25).
1768
Fig. 13.25. Aspecto típico de un he-
matoma subungueal pequeño de la base
de la uña.
Diagnóstico
Por el antecedente del traumatismo, el dolor intenso localizado en el sitio del golpe,
la aparición del hematoma, etc.
Se recomienda hacer radiografía del dedo para determinar si hay fractura de la
falange.
Complicaciones
Infección del hematoma, pérdida de la uña, necrosis del hueso de la falange distal
por compresión del hematoma en una cavidad cerrada, tenosinovitis.
Tratamiento
El mejor tratamiento es la evacuación del hematoma para evitar las complicaciones
señaladas. Esto se puede hacer de varias maneras, pero el método que se recomienda es
el siguiente: perforación de la uña en varios lugares, pero sin tocar la matriz de la uña.
Esta perforación se puede hacer, con un bisturí de lanceta, siempre con el cuidado
de no lesionar el lecho ungueal. Otro método es calentar al rojo vivo un clip para papel
y entonces perforar la uña, también se puede utilizar una aguja de inyectar. Con cual-
quiera de estos métodos se debe de evitar el lesionar el lecho unqueal.
Existe otro método que consiste en introducir una sonda acanalada o aguja por
debajo de la uña, hasta llegar al hematoma, cuyo método se ha abandonado (Fig. 13.26).
1769
Es necesario hacer todas estas maniobras con el cumplimiento de las reglas de la
asepsia y antisepsia y después se aplica un ungüento antibiótico sobre un pequeño
apósito y se aplica un vendaje, para comprimir la uña y facilitar la evacuación de la
sangre. Si el campo operatorio está sucio o hay cuerpos extraños, se debe limpiar este
y eliminar los cuerpos extraños.
PREGUNTAS
1. Señale los síntomas y signos principales del hematoma subungueal.
2. Refiera el fundamento del tratamiento quirúrgico del hematoma subungueal.
BIBLIOGRAFÍA
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2. Golgner J.C. The hand, en Sabiston Text book of Surgery, 1986. Ed. W.B. Saunders, Philadelphia,
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4. Sabinston D.C. Tratado de patología quirúrgica. Edición Revolucionaria T2, 601. 1ra. ed. La
Habana, 1980.
PUNCIÓN ABDOMINAL
Dr. Marcelino Feal Suárez
(Figuras realizadas por el Dr. Jesús Casas)
INTRODUCCIÓN
La punción abdominal es un proceder muy útil para el diagnóstico de las patologías
intraabdominales en particular y de algunas sistémicas en general. Algunos autores
como Heary la consideran parte obligada del examen físico. También, en algunas oca-
siones, se utiliza como medicoterapéutico, según se apreciará más adelante.
Indicaciones
La punción abdominal es útil para evidenciar:
1. La presencia de hemoperitoneo.
2. La presencia de ascitis.
3. La presencia de pus libre en la cavidad abdominal.
4. La presencia de un coleperitoneo.
5. La presencia de líquido intestinal libre en la cavidad peritoneal.
6. La presencia en la cavidad peritoneal de algún colorante administrado por vía
oral, lo que demostraría la existencia de una perforación o dehiscencia de
sutura intestinal.
1770
Como medio terapéutico se usa para:
1. Evacuar la ascitis.
2. Provocar neumoperitoneo en el caso de las grandes hernias abdominales con
pérdida de derecho a domicilio.
Técnica
En general se acuesta al paciente en posición horizontal, aunque algunos autores
recomiendan la posición de Trendelenburg, ya que en esta el intestino se desplaza en
posición cefálica y por tanto disminuye el riesgo de lesionar estructuras
intraperitoneales a la hora de introducir el trocar, a lo cual también puede ayudar la
tracción hacia arriba de la pared abdominal para aumentar el espacio entre esta y las
vísceras ya citadas.
Se hace la antisepsia de todo el abdomen con soluciones apropiadas (ej: hibitano
hidroalcohólico, yodo, yodo povidona, etc.) con especial cuidado de limpiar bien el om-
bligo y no pasar luego esa torunda por los puntos de penetración de las agujas.
La punción abdominal se puede efectuar en 4 puntos situados en el cuadrante
superior derecho, cuadrante superior izquierdo, cuadrante inferior derecho y cuadrante
inferior izquierdo. Para determinar los puntos superiores se traza una línea imaginaria,
que va desde el ombligo hasta el sitio en que cada línea medioclavicular se une con el
reborde costal correspondiente. La punción se hará en el punto medio de esa línea,
siempre teniendo cuidado que la penetración sea por fuera del músculo recto ipsolateral
(Fig. 13.27).
En el caso de los cuadrantes inferiores, se traza igualmente una línea imaginaria
que va desde el ombligo a cada una de las espinas ilíacas anterosuperiores y en el
centro de cada una de ellas se hará la punción (Fig. 13.28).
Fig. 13.27. Sitios donde se debe realizar la pun- Fig. 13.28. Sitios donde se debe realizar la pun-
ción abdominal en los cuadrantes superiores del ción abdominal en los cuadrantes inferiores del
abdomen. abdomen.
1771
Una vez establecidos los puntos a puncionar, se debe administrar anestesia local
(lidocaína o novocaína a 0,5 1 ó 2 %). Primeramente se usa una aguja No. 26 ó 27, con la
que se hace el habón anestésico (Fig. 13.29), y luego se cambia por otra mayor No. 20 ó
21 (Fig. 13.30), con la que se anestesian los planos subyacentes y se debe llegar si es
posible hasta el peritoneo para evitar el dolor que produce su penetración por el trocar. Se
debe aspirar antes de introducir el anestésico para estar seguros que no se ha canalizado
un vaso y por tanto, que no se realice la administración intravascular de este.
La introducción del trocar con su mandril debe hacerse de forma decidida, pero sin
brusquedad, para lo cual este debe tener filo. Si el trocar fuera romo por su uso repetido,
hay que hacer una fuerza superior que podría provocar una entrada incontrolada en la
cavidad abdominal y aumentaría la posibilidad de lesionar los tejidos contenidos en ella.
Fig. 13.30. Punción de la pared abdominal, en la zona previamente anestesiada, hasta llegar a la cavidad
peritoneal, con un trocar largo número 20 ó 21.
1772
En un estudio realizado en Francia y en Gran Bretaña se reportaron entre 3 y 10
lesiones vasculares por cada 10 000 introducciones de trocares en la actividad abdominal.
Por su parte, Riedel y otros, en Alemania, en una serie de 250 000 laparascopias reporta-
ron 427 complicaciones en general y de ellas 38 % correspondió a la lesión del intestino
delgado y 23,3 % a la lesión vascular durante la introducción de la aguja de Veress.
El punto de entrada no puede coincidir con ninguna cicatriz previa, pues allí podrían
estar adheridas esas u otras vísceras intraabdominales, que al estar fijas por esta causa
podrían ser alcanzadas por la aguja que se penetra a ciegas. Incluso, si quedaran dudas
acerca de la posibilidad de cometer este accidente, se debe instilar 5 cc de solución
salina para comprobar que pasan libremente y que al aspirar no se puede recuperar el
líquido administrado.
Al mismo tiempo se debe tener cuidado en el cuadrante superior derecho de no lesionar
el hígado ante la existencia de una hepatomegalia, o la vesícula ante un aumento de esta por
cualquier etiología (impacto del cístico, colecistitis aguda, etc.) para lo cual se impone palpar
y percutir adecuadamente esta zona del abdomen antes de hacer la punción.
En el cuadrante superior izquierdo se debe excluir la posibilidad de que exista una
dilatación gástrica, esplenomegalia o un tumor del ángulo esplénico del colon.
En los cuadrantes inferiores es imperativo descartar la existencia de un globo vesical,
un quiste de ovario, así como extremar los cuidados ante la probabilidad de un embarazo.
En cualquier sitio del abdomen, sería peligrosa la punción si existiese distensión
abdominal de cualquier etiología.
Es un error frecuente la introducción excesiva del trocar, el cual solo debe atrave-
sar el peritoneo, pues el líquido que pudiera existir en la cavidad peritoneal debe flotar
sobre las asas y no estar escondido debajo de ellas, por lo que se debe calcular a simple
vista el grosor del pináculo adiposo y solo tratar de llegar a la cavidad peritoneal sin
intentar explorar planes más profundos. Incluso si no se obtiene salida de ningún fluido,
se puede lateralizar al paciente para conseguir la movilización del líquido que se supone
está libre en cavidad. Es importante señalar que las maniobras de introducción de la
aguja siempre deben hacerse con el mandril introducido en esta.
La realización de una punción negativa no excluye necesariamente la existencia de
líquido libre en cavidad y por tanto, se puede repetir en el plazo que las condiciones clínicas
del paciente lo aconsejen y probablemente en el segundo intento se obtengan resultados
positivos. El primer intento negativo puede deberse a una introducción lateral del trocar sin
que el mismo atraviese el peritoneo o a la mayor acumulación de líquido pasadas algunas
horas y/o también a la utilización en la última oportunidad de un trocar de mayor calibre.
En el caso que se obtenga sangre se debe colocar en un pequeño frasco de vidrio y
dejarla reposar algunos minutos para ver si coagula o no. Si lo hace, se debe suponer que
esta fue extraída de un vaso, por lo que mantiene todos sus elementos para la coagulación,
pero si no lo hiciera, se debe inferir que se obtuvo de su forma libre en cavidad y entonces
se puede sospechar que el paciente es portador de una hemorragia traumática (rupturas
esplénica, hepática, etc.) o de un síndrome abdominal agudo hemorrágico, más frecuente en
la mujer (embarazo ectópico roto, folículo hemorrágico sangrante, etcétera).
Según Llanio y otros, se puede afirmar que otros aspectos macrocópicos del líquido
aspirado en la punción abdominal pueden ser:
1. Líquido claro, de color cetrino, amarillo o amarillo verdoso, fácil de obtener co-
rrespondiente a trasudados que recuerdan las patologías circulatorias, renal,
hepatoportal o nutricional.
1773
2. Líquido hemorrágico que hace pensar en tumores malignos con participación
peritoneal en infarto o trombosis, así como en algunas infecciones peritoneales
como por ejemplo, la tuberculosis.
3. Líquido espeso, puriforme, francamente exudativo que corresponde a supuraciones
e infecciones en general.
4. Líquido lechoso, ya sea quiloso, lo que hace pensar en procesos con participación
del sistema linfático; o pseudoquiloso, que puede verse en la lúes, ciertos síndromes
nutricionales, amiloidosis, etcétera.
5. Líquido de contenido biliar (coleperitoneo), así como líquido de color carmelita,
que debe hacer pensar siempre en un quiste del ovario.
6. Si el aspecto es mucoso y espeso puede corresponder a un quiste mucinoso del
ovario o a un pseudomixoma del peritoneo.
Este líquido extraído del abdomen además debe ser sometido a un estudio citológico,
bacteriológico, mitológico y se le pueden realizar otros exámenes como conteo
leucocitario, determinación de proteínas, glicemia, amilasa, etcétera.
Por ejemplo, un líquido con contenido proteico, mayor de 2,5 g se considera exuda-
do, mientras que si tiene concentraciones menores de esa cifra se denomina trasudado.
La amilasa se eleva en las ascitis pancreatitis, mientras que la concentración de glúcidos
disminuye en las ascitis neoplásicas. Cuando los triglicéridos en el líquido ascítico tie-
nen concentraciones mayores que en el plasma, se debe sospechar una ascitis quilosa.
La ascitis hemorrágica sugiere neoplasia. Un conteo leucocitario superior a los 250 H
mm3 indica irritación peritoneal y un conteo diferencial a predominio de linfocitos sugie-
re peritonitis tuberculosa.
PREGUNTAS
1. Se trata de un paciente masculino de 25 años de edad que viajaba en una bicicleta cuando
fue golpeado por el lado izquierdo por un auto en marcha. Una vez conducido al cuerpo de
guardia, se le constata sudoración, palidez de piel y mucosas, FC: 110 H min y TA: 110/60. Al
examen físico del abdomen, solo hay dolor difuso, sin reacción peritoneal y no hay heridas.
a) ¿Está indicada la punción abdominal?
b) ¿Qué espera de ella?
c) ¿Cuál sería su primer diagnóstico ante este paciente?
2. Paciente femenina de 32 años de edad, con antecedentes de apendicectomía (incisión de
McBurney) y 2 cesáreas (incisión media infraumbilical) que acude por presentar lipotimia,
ligero dolor abdominal en bajo vientre y escasas pérdidas de sangre por la vagina. Al
interrogatorio refiere que su última menstruación normal fue hace 7 semanas y que su
fórmula menstrual es 4/28, pero que desde hace 2 días tiene esas manchitas, cosa que
nunca le había sucedido. Al examen físico tiene FC: 96 H min y TA: 100/70. Hay dolor a la
exploración abdominal, pero sin reacción peritoneal y al tacto vaginal se comprueba dolor
a la movilización del cuello, el que está algo blando y el fondo de saco lateral izquierdo
impresiona ocupado, por lo que no se pueden precisar bien las características del añejo,
pero es muy sospechoso de tener aumento de su volumen.
a) ¿Está indicada la punción abdominal?
b) ¿En qué cuadrante la haría primero y qué cuidados se debe tener?
c) Refiera la conducta a seguir si la punción abdominal fuera negativa.
3. Se trata de un paciente de 58 años de edad, con antecedentes de alcoholismo, que desde
1774
hace 5 años se le diagnosticó una cirrosis hepática, por la cual sufre frecuentes crisis de
descompensación. Ahora llega a la consulta con tema importante de su estado general,
polipnea, decaimiento, laxitud y lo más llamativo es el gran aumento de volumen de su
abdomen que recuerda un batracio. Al hacer el examen físico se comprueba que hay
nitidez declive y la maniobra de Tarrall es positiva. ¿Qué realizaría usted?
4. Se trata de una paciente femenina de 64 años de edad que se le diagnosticó un cáncer de
cabeza de páncreas y hace 8 días se le practicó una operación de Whipple (pancreato-
duodenoctomía) con la consiguiente realización de varias suturas digestivas y
biliodigestivas. Ahora presenta dolor abdominal intenso, fiebre, sudoración, taquicardia,
polipnea, sed intensa y al examen físico se comprueba reacción peritoneal difusa. Se le
mide la presión intraabdominal, y está en 38 cc de H2O. Ese mismo día se le había retirado
los drenajes abdominales.
a) ¿Qué complicación ha hecho esta paciente?
b) ¿Está indicada la punción abdominal?
c) ¿Qué espera de ella?
d) Conducta a seguir por el MGI.
5. Se trata de un paciente de 81 años de edad que desde hace 20 años presenta una hernia
inguinoescrotal izquierda que nunca se operó por miedo, y en estos momentos, ese tumor
ha llegado a tener un tamaño tan grande que no es tolerable por el paciente, quien está
decidido a operarse, pero el cirujano planteó que la hernia ya presentaba como una de sus
complicaciones, la pérdida de derecho a domicilio y por ello recomendó que se le hicieran
neumoperitoneos preoperatorios.
a) ¿Por qué el cirujano plantea esto y cómo hacer el neumoperitoneo?
BIBLIOGRAFÍA
1. Heary C.M., Valé C.F. Abdominal puncture as a diagnostic aid. Surg 14:574;1943.
2. Zucker K.A., Bailey R.W., Gadacz T.R., Imbembo A.L. Laparoscopic guided cholecistectomy. Am J
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10. Colectivo de autores del Dpto. de Cirugía de la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana.
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11. Pérez LR. Ruptura esplénica traumática TTR La Habana, 1986.
12. Llanio R. Exploración complementaria del sistema digestivo en Propedéutica clínica y fisiopatología.
Ed. Pueblo y Educación. T. II. Vol. I: 599-626;1982.
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Wingaarden JB. Tratado de Medicina Interna de Cecil. Ed. Pueblo y Educación. T. II. Vol. I: 1908-
1914;1984.
1775
PUNCIÓN PLEURAL. INDICACIONES Y TÉCNICAS
Dr. Justo Piñeiro Fernández
Definición
Es una maniobra fácil y sencilla, que consiste en penetrar a la cavidad pleural con
una aguja o trocar con el objetivo de extraer aire o líquido allí retenido.
Indicaciones
Síndrome de interposición gaseosa
Neumotórax. Es una acumulación de aire en la cavidad pleural, bien del tipo espon-
táneo o de origen traumático.
Síndrome de interposición líquida
Quilotórax. Es la presencia de quilo en la cavidad pleural, debido, más comúnmen-
te a traumatismo que produzca rotura del conducto toráxico.
Hemotórax. Es la acumulación de sangre en la pleura, casi siempre debido a un
traumatismo que lesione algunos o varios de los vasos sanguíneos intratorácicos.
Derrame pleural. Casi siempre son secundarios a alguna enfermedad prima-
ria, tanto intratorácicas (tumor maligno, neumonías, insuficiencia congestiva, tu-
berculosis, etc.) como intraabdominal (abscesos subfrénicos, pancreatitis, cirrosis
hepática, etc.).
Empiema pleural. Es el resultado de la infección de un derrame pleural, bien por
mala técnica en las toracocentesis, o por invasión por gérmenes hacia la cavidad pleural,
procedentes de lesiones o perforaciones de los órganos vecinos del aparato respiratorio
(bronquios y pulmones), o desde el mediastino y los órganos contenidos en este
(mediastinitis, perforaciones esofágicas, pericarditis y otras).
Técnica
La punción puede tener un fin diagnóstico, ya que permite estudiar el líquido acu-
mulado en la cavidad pleural y terapéutica, evacuar el aire o líquido contenido en esta y
mejorar los síntomas que p‘resentaba el paciente.
Materiales a utilizar:
1. Una aguja o trocar calibre 16-18 F.
2. Una llave de 3 pasos.
3. Jeringuilla de 20 a 50 cc.
4. Solución anestésica.
1776
Fig. 13.31. Proyección del fondo de saco pleural Fig. 13.32. Corte sagital de la pared torácica. Forma
costo-diafragmático: a) punto más bajo en que en que debe ser introducido el trocar para no lesionar
debe ser hecha la punción; b) y c) sitios peligro- el paquete vásculonervioso intercostal. 1. Músculo.
sos para la punción, donde el hígado puede ser 2. Tejido celular subcutáneo. 3. Pleura. 4. Fascia
fácilmente lesionado. endotorácica. 5. Costilla. 6. Paquete vásculonervioso.
7. Músculo intercostal. 8. Trocar.
PREGUNTAS
1. Refiera el concepto de punción pleural.
2. Enumere 3 indicaciones de la punción pleural.
3. ¿Por qué puede ser diagnóstica la punción pleural?
4. ¿Cuales materiales se utilizan?
1777
BIBLIOGRAFÍA
1. Albarrán J.A. Cirugía de guerra Ed. Ciencia y Técnica, Vol. 2; 1969:757-758.
2. Durán H. Cirugía: tratado de patología y clínica quirúrgicas, 2 ed. Madrid: McGraw-Hill-
Interamericana,1992; Tomo1:1381.
3. Jonhson J., Kirby C.E. Cirugía toráxico. 3ra. ed. Interamericana, p. 196.
4. Sabiston D.C. Textbook of surgery: the biological basis of modern surgical practice. 14 ed. W.B.
Saunders Company, 1991:1721.
5. Sabiston D.C., Spencer F.C. Cirugía torácica. Ed. Científico Técnica, 1983:327-337.
6. Tintenalli E.J., Ruíz E., Krane L. Medicina de urgencia. Ed. American College of Emergency Phycisians.
1997 Vol II, p. 1418-1445.
PLEUROSTOMÍA
Concepto
Es una operación fácil, sencilla, se realiza casi siempre con anestesia local y se
efectúa con el objetivo de extraer aire o líquido de la cavidad pleural, mediante la
introducción de un tubo de drenaje de goma o de plástico dentro de la cavidad.
Con todo esto se logra la salida continua del fluido y una pronta y afectiva expan-
sión del pulmón.
Indicaciones
Neumotórax espontáneo. Es una acumulación de aire en la cavidad pleural sin
causa aparente, pero debido casi siempre a la rotura de un quiste, ampolla o
bullasubpleurales, por lo común en hombres jóvenes y fumadores.
1778
Neumotórax traumático. Aquí la acumulación gaseosa se debe a la ruptura
traumática de la pleura, la parietal o la visceral, debido a un traumatismo que ocasione
comunicación con la cavidad pleural con la atmósfera, fracturas costales que rasgan la
pleura o barotraumas que lesionan bronquiolos.
Neumotórax o tensión. El atrapamiento de aire en la cavidad es progresivo y cons-
tante, casi siempre por un mecanismo de válvula en el orificio de entrada, lo que produce
una acumulación rápida y progresiva que agrava el cuadro clínico del paciente.
Hemotórax. Por regla general es de origen traumático y es el acumulo de sangre
en la cavidad pleural debido a la rotura de algunos o varios de los vasos sanguíneos
intratorácicos.
Hemoneumotórax. Es la existencia, a la vez, de aire y sangre dentro de la cavi-
dad pleural, casi siempre de origen traumático.
Quilotórax. Es la presencia de quilo en la cavidad pleural, se debe más común-
mente a traumatismo o a tumor que lesionan o infiltran el conducto toráxico.
Derrame pleural. Casi siempre son secundarios a alguna enfermedad primaria;
infecciones, tumores e insuficiencia cardíaca congestiva, son las principales causas
etiológicas.
Técnicas
Siempre que sea posible (por ejemplo, que peligre la vida del paciente), la interven-
ción debe realizarse en condiciones asépticas, habitualmente en el quirófano. El mate-
rial mínimo indispensable (Fig. 13.33) consiste en:
1. 1 bisturí.
2. 1 pinza de disección con dientes.
3. 2 pinzas de forcipresión.
4. 1 porta agujas, con agujas enhebradas con material no absorbible.
5. 1 trocar de paracentesis, cuyo diámetro debe permitir el paso del tubo de drenaje
a utilizar.
6. 1 tubo de goma u otro material plástico adecuado, con varios orificios en su
extremo.
Fig. 13.33. Se muestra el instrumental mínimo necesario para practicar una pleurostomía mínima.
1779
En los neumotórax la pleurotomía se practica a nivel el 2do. o 3er. espacio intercostal
y línea medioclavicular, siguiendo el tórax superior de la costilla; en los hemotórax o
acumulación de líquido se colocará la sonda en la parte más declive de la cavidad
pleural y generalmente a nivel del 8vo. espacio intercostal y de preferencia en la línea
axilar anterior.
Con el paciente, preferentemente en posición Fowler, sentado, se desinfecta la piel
en el sitio elegido para la incisión, se colocan paños hendidos y se infiltran con anesté-
sico local la piel, el tejido celular subcutáneo y el plano muscular.
Se practica con el bisturí un pequeño ojal en la piel, se introduce por esta incisión el
trocar con o sin mandril, mediante un movimiento rápido y firme, sin temor a dañar el
pulmón pues este estará colapsado en su parte superior debido al neumotórax. Se extrae-
rá el mandril ocluyendo con el dedo, inmediatamente, el extremo del trocar; se penetra la
sonda, a la cual se le aplicó una pinza en el extremo distal, para evitar la entrada de aire,
la sonda se introducirá más o menos 8 cm; con cuidado se sujeta la sonda, se extrae el
trocar, se coloca otra pinza a la sonda junto a la piel y se retira la del extremo para poder
retirar el trocar; se fija la sonda a la piel con puntos de material no absorbible y se deja
pinzada hasta tanto se comete el sistema de drenaje a utilizar (Fig. 13.34).
1780
PREGUNTAS
1. ¿Qué se entiende por pleurostomía?
2. Enumere 4 indicaciones de la pleurostomía.
3. ¿En qué momento de la expiración la presión intrapleural es más negativa?
4. Cite el instrumental necesario para realizar una pleurostomía.
5. ¿A qué nivel debe realizarse una pleurostomía con el objetivo de evacuar líquido?
BIBLIOGRAFÍA
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RECUENTO ANATÓMICO
El pericardio constituye una bolsa serosa cerrada que envuelve al corazón y en la
que se distinguen dos capas: una externa fibrosa y una interna serosa.
La capa externa se continúa con la adventicia de los grandes vasos, se localiza
insertada por delante a la cara posterior del esternón mediante pequeñas bridas de
tejido conjuntivo, los ligamentos esternopericárdicos. Por los lados se encuentra en
contacto con ambas pleuras mediastínicas, derecha e izquierda, y por su cara posterior
se encuentra aplicada sobre el esófago y la aorta descendente y su base adherida al
centro tendinoso del diafragma.
La capa interna serosa se divide en 2 hojas: una visceral que constituye el epicardio
y otra parietal adherida a la superficie interior del pericardio fibroso, al cual tapiza por
dentro. Entre las 2 hojas, visceral y parietal, se constituye una cavidad, la cavidad
pericárdica que contiene alrededor de 25 mL. de líquido seroso que facilita el movi-
miento cardíaco dentro del saco pericárdico.
SÍNDROME PERICÁRDICO
Está constituido por las manifestaciones clínicas resultantes de la irritación, inva-
sión o lesión del pericardio, tanto de su hoja visceral como parietal.
1781
La instalación de este síndrome puede ser aguda o crónica y dar lugar a la forma-
ción de una colección líquida intrapericárdica en cantidad variable y de diferentes ca-
racterísticas, que puede llegar a interferir con el adecuado funcionamiento cardíaco y
afectar la hemodinámica hasta grados extremos que pueden conducir a la muerte.
El pericardio normalmente es poco distensible, pero si la acumulación de líquido es
lenta, puede llegar a soportar grandes cantidades (hasta 2 a 3 L); no ocurre así cuando
el llenado del saco se produce en forma súbita que puede ocasionar alteraciones
hemodinámicas severas con cifras de apenas 100 mL. Cuando la cantidad de líquido
acumulado interfiere con el funcionamiento cardíaco normal se produce el denominado
taponamiento cardíaco.
Esta afectación extrema está dada por la compresión cardíaca que dificulta su
llenado de sangre venosa, creando un descenso del gasto cardíaco, hipotensión arterial
que puede llegar al shock, y presentar disnea, obnubilación mental, cianosis, taquicardia,
pulso filiforme, que puede ser paradójico, ingurgitación yugular, reflujo hepatoyugular y
disminución o abolición de los ruidos cardíacos. En resumen, estará presente en la
mayoría de los casos la llamada tríada de Beck: hipertensión venosa, hipotensión arterial
y corazón agrandado y quieto (Figs. 13.35 y 13.36).
1782
Fig. 13.36. Representa el esquema de un hemopericardio.
Múltiples pueden ser las causas de esta alteración pericárdica, ya sea aguda o cróni-
ca, y sus principales medios diagnósticos, además de la clínica, serán la radiología de
tórax que muestra un incremento del área cardíaca, y la ecocardiografía donde se obser-
vará el líquido contenido, su cuantía aproximada y los fenómenos restrictivos que crea en
el corazón. Será necesario adicionar otros métodos para precisar la etiología exacta del
derrame mediante estudios citológicos, bacteriológicos y citoquímicos a dicho líquido.
1783
a 15 mg de morfina ó 50 a 100 mg de meperidina dependerá de su estado y premura del
proceder. Debe ser canalizada una vena e iniciar la infusión de solución salina para tener
una vía expedita para poder administrar cualquier medicamento que se requiera por situa-
ciones adversas que presente el paciente. De ser posible se prefiere colocar al paciente
todos los electrodos para poder realizar un electrocardiograma si es necesario.
Variados pueden ser los sitios a seleccionar para la punción pericárdica, pero que
dependerán de la cantidad de líquido contenido en el saco, con su consiguiente disten-
sión de este, ya que en los casos de escasa cantidad de líquido este tiende a colectarse
en los sitios declives del saco y la positividad y efectividad de la punción será mayor en
los puntos 1, 2, y 3 (Fig. 13.37).
Para realizar la punción pericárdica debe contarse con los siguientes medios:
1. Solución para antisepsia.
2. Torundas.
3. Pinzas.
4. Guantes.
5. Paño hendido estéril.
6. Jeringuilla de 5 a 10 mL con aguja No. 20 ó 21.
7. Anestésico local.
8. Jeringuilla de 20 ó 50 mL.
9. Aguja o trocar calibre 16 con bisel corto y longitud de 8 a 10 cm.
10. Llave de 3 pasos.
11. Frascos estériles y otros con medios de siembra de acuerdo con los estudios
deseados del líquido.
1784
Pasos de la técnica:
1. Antisepsia de la región seleccionada.
2. Infiltración anestésica de la piel hasta planos profundos usando la aguja fina. En
ocasiones con la aguja de la anestesia se cae en el saco pericárdico y se obtiene
muestra de líquido, estableciendo la vía a seguir con la aguja de aspiración.
3. Punción con la aguja gruesa, preferiblemente en el punto 3 de la figura 13.38, dado
por el ángulo formado por el cartílago de la 7ma. costilla y el apéndice xifoides del
esternón. Se avanza lentamente desde la piel a la profundidad con una inclinación
de 25º aproximadamente en relación con el plano cutáneo y en dirección hacia el
hombro derecho, se realiza aspiración constante con la jeringuilla, que se ha unido
a la aguja mediante la llave de 3 pasos. Por lo general se tiene la sensación táctil
de vencer el plano resistente del pericardio cuando la aguja lo atraviesa.
4. Para evitar lesionar el corazón se recomiendan dos métodos fundamentales:
a) Uso de la ecocardiografía para guiar el paso de la aguja.
b) Conectar al pabellón metálico de la aguja una pinza bulldog unida a una deri-
vación torácica de un electrocardiógrafo (derivación V). Si la aguja contacta
con el ventrículo se producirá un ascenso del segmento S-T o deflexión negati-
va del QRS y se comprobaran latidos ectópicos ventriculares. Si la aguja contacta
con la aurícula se elevará el segmento P-R y se provocaran latidos ectópicos
auriculares (Figs. 13.39 y 13.40). No obstante, aunque se tomen estas medidas
de seguridad, la aguja debe avanzarse lentamente porque puede haber retraso
en las manifestaciones eléctricas o no registrarse.
5. Si la cantidad de líquido es abundante, una vez llena la jeringuilla, se hace girar la
llave de 3 pasos y se evacua el contenido de la jeringuilla hacia un recipiente,
repitiendo la maniobra de aspiración cuantas veces sean necesarias para vaciar el
saco pericárdico
6. Una vez concluida la pericardiocentesis se retira la aguja de punción.
7. En los casos de contenido fluido, no hemático, en que se sospeche que puede
seguir produciéndose, se puede pasar un catéter fino a través de la aguja, retiran-
do la misma y fijando el catéter a la piel, que se mantendrá conectado a un frasco
declive (sin aspiración) por 2 a 4 días (Fig. 13.41).
Fig. 13.38. Describe los diferentes puntos donde puede realizarse la punción pericárdica.
1785
Fig. 13.39. Muestra la colocación de la aguja para la punción.
Fig. 13.40. Representa el uso del electrocardiograma para detectar el posible contacto cardíaco al realizar la
punción.
1786
Pueden escogerse otros sitios de punción como se observó en la figura 13.37:
1. En el sitio No. 1 la aguja será dirigida hacia el hombro izquierdo.
2. En el sitio No. 2 la aguja será dirigida hacia el espacio interescapular.
3. En el sitio No. 4 se puncionará en el 5to. espacio intercostal, 2 a 3 cm por fuera del
borde esternal dirigiendo la aguja de arriba abajo, de derecha a izquierda, hacia la
punta del corazón (Fig. 13.42).
Fig. 13.42. Indica las alteraciones electrocardiográficas al contactar el corazón con la aguja.
Complicaciones
1. Punción cardíaca: se puede sospechar si el líquido extraído al inicio es claro y
después se hace hemático, más difícil de precisar cuando se trata de un tapona-
miento por hemopericardio. Varias pruebas pueden efectuarse para su diagnós-
tico previa retirada inmediata de la aguja:
a) La sangre extraída del corazón debe coagular, no así la del hemopericardio
que generalmente no lo hace, excepto cuando tiene muy poco tiempo de pro-
ducida.
b) Comparar el hematócrito de la sangre extraída en la primera aspiración con
el de la sangre periférica, siendo inferior el primero. Si fueran similares la
sangre será intracardíaca.
c) Realizar determinación de la saturación de oxígeno de la sangre aspirada que
debe mostrar un nivel inferior a 35 % si es intrapericárdica.
2. Punción de arteria coronaria: en extremo peligrosa y difícil de precisar. Pueden
aplicarse las pruebas señaladas anteriormente.
3. Arritmias cardíacas: se tratarán de acuerdo con su tipo y forma de presentación,
que se determinaran mediante el electrocardiograma.
4. Paro cardíaco: se procederá a retirar la aguja y realizar maniobras de resucitación.
1787
PREGUNTAS
1. Paciente masculino de 27 años que llega al cuerpo de guardia con herida de arma blanca
en región inframamilar izquierda, presentando TA de 80-60, pulso fino, rápido de 120/min,
sudoración, cianosis, ingurgitación yugular y ruidos cardíacos apagados.
a) ¿Determine cuál es su diagnóstico?
b) Explique la conducta a seguir.
2. Paciente de 50 años que viene aquejando falta de aire, debilidad, molestias precordiales y
febrículas repetidas. En una placa de tórax realizada se observa un ensanchamiento mar-
cado del área cardíaca y un ecocardiograma muestra un derrame pericárdico de 45 mm.
a) ¿Qué se debe hacer como parte del proceso diagnóstico?
b) ¿Qué elementos puede proporcionar este método?
3. Un cirujano en el cuerpo de guardia decide hacer una pericardiocentesis en un
politraumatizado por sospechar un hemopericardio, pero al realizarla sospecha haber
puncionado el corazón
a) ¿Qué debe hacer de inmediato?
b) ¿Qué pruebas puede realizar para comprobar o descartar su sospecha?
4. Un cardiópata portador de arritmia crónica tiene necesidad de una toracentesis por una
pericarditis de origen no precisado
a) ¿Qué cuidados especiales debe tomar para prevenir complicaciones?
BIBLIOGRAFÍA
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Definición
Consiste en la realización de un orificio en la pared anterior de la tráquea para comu-
nicar su luz con el exterior, a través de una incisión en los tejidos blandos que la cubren, en
1788
la cara anterior del cuello, con la finalidad de obtener una vía, transitoria o definitiva, para
el ingreso y egreso del aire en el árbol traqueo-bronco-pulmonar y mantener así la per-
meabilidad de la vía aérea para garantizar la respiración en los casos en que la laringe o
la tráquea han sido, o existe el riesgo de que sean, bloqueadas por encima.
Este procedimiento ha sido empleado por siglos, pues se encuentran referencias en
los tratados médicos más antiguos, como el Rig Veda (2000 a.n.e.), y el Papiro de
Eber (1500 a.n.e.). Pero fue en 1825 cuando Pierre Fidele Bretonneau, médico fran-
cés, logró la primera traqueotomía después de dos intentos fallidos en humanos y uno
positivo en perros, con el objetivo de resolver la urgencia respiratoria que representaba
la falta de aire generada por la difteria.
Al comienzo su técnica era diferente de la actual, pues consistía en la realización de
una incisión entre los anillos superiores de la tráquea. El uso de una cánula para man-
tener la comunicación con el exterior, que se utiliza con distintas variantes en el mo-
mento actual, fue introducido por Fabricio de Aqua Pendente.
Indicaciones
Sus indicaciones pueden ser electivas y urgentes, pero estas últimas tienen una
importancia particular para el médico general, ya que la demora en su realización pone
en grave riesgo la vida, por lo que todo médico tiene que estar preparado para practi-
carla con la mayor urgencia a fin de garantizar una vía aérea permeable al paciente,
cuando no está indicada o no es factible la realización de una intubación orotraqueal o
nasotraqueal.
Traqueostomía electiva
Está indicada en las situaciones siguientes:
1. Como complemento de una laringectomía.
2. En operaciones de la región maxilofacial, de las vías aerodigestivas superiores y
del cuello, cuando se sospeche la posibilidad de que se produzca un compromiso
de la ventilación a través del eje laringotraqueal.
3. En pacientes que han de ser sometidos a tratamiento por radiaciones ionizantes por
tumores malignos del cuello y de las vías aerodigestivas superiores, para evitar los
efectos de la obstrucción laringotraqueal secundaria al uso de estas radiaciones.
4. Como vía de administración de la ventilación y de los agentes anestésicos durante
algunas operaciones de la cabeza y cuello, cuando no es posible realizar una
intubación oro o nasotraqueal, o para facilitar el acto quirúrgico.
5. Como alternativa a la intubación prolongada, o para sustituirla, en los pacientes
que la requieren, para garantizar su adecuada ventilación por complicaciones
neurológicas o respiratorias, a fin de evitar las lesiones y estenosis laringotraqueales
que ella provoca y para facilitar la limpieza de las vías aéreas, disminuir el espacio
muerto ventilatorio y mejorar su bienestar (necesidad de ventilación asistida pro-
longada, comas prolongados e insuficiencia respiratoria severa).
6. Tumores malignos inoperables de la orofaringe y cuello que amenazan con la
obstrucción de la laringe.
7. En pacientes incapaces de toser eficazmente por agotamiento, después de grandes
operaciones o traumas, para la limpieza de las mucosidades de las vías aéreas.
1789
Traqueostomía de urgencia
Tiene que realizarse con la mayor rapidez en los casos siguientes:
1. Heridas penetrantes de la laringe y tráquea.
2. Traumatismos maxilofaciales con obstrucción respiratoria alta.
3. Procesos inflamatorios agudos de la laringe, orofaringe y cuello, con compromiso
ventilatorio (Difteria y otras afecciones)
4. Obstrucción laríngea por cuerpos extraños que no pueden ser extraídos de inme-
diato por laringoscopia.
5. Colapso de la tráquea por osteomalacia o compresión extrínseca.
7. Obstrucción laríngea por parálisis bilateral de las cuerdas vocales, debida a lesión
de ambos nervios recurrentes laríngeos.
8. Enfisema mediastinal por herida o ruptura del árbol traqueobronquial en el tórax,
para disminuir la presión del aire dentro del mismo, mediante la supresión del
mecanismo valvular de la glotis.
Recuerdo anatómico
Se recomienda que se repasen los conceptos de la anatomía del cuello que apare-
cen en el tema de “Traumatismos del cuello”, en el Capítulo IV, Tomo II de este
propio texto.
Es importante que se conozcan los reparos anatómicos de la cara anterior del
cuello, cuando el paciente está situado en decúbito supino y con el cuello en
hiperextensión, sobre un soporte colocado bajo sus hombros, que es la posición
en que hay que colocarlo para realizar esta técnica. En la figura 13.43 se observa
la cara anterior del cuello, en la cual se señala el resalto transversal del cartílago
cricoides, situado por debajo de la eminencia del cartílago tiroides, cuyo borde
inferior representa la base de un triángulo (el triángulo de traqueostomía de
Chevalier Jackson) que nunca debe ser rebasada por el extremo superior de la
incisión que debe realizarse en esta operación. A ambos lados se deben identifi-
car las prominencias del borde anterior de los músculos ECM, que se dirigen
oblicuamente hacia abajo y hacia adentro, desde el vértice de la apófisis mastoides
hasta la horquilla esternal, las cuales constituyen los dos lados de este triángulo
de vértice inferior. La bisectriz del ángulo inferior constituye la zona de seguri-
dad para la realización de la incisión de la traqueotomía, que nunca debe alcanzar
el cartílago cricoides, mientras que los lados del triángulo representan las zonas
de peligro, que deben ser protegidas, porque debajo de los músculos ECM se
encuentra el grueso paquete vásculonervioso del cuello, con la arteria carótida y
la vena yugular, a cada lado.
Otros puntos de referencia importantes son el vértice del mentón y el centro de la
fosilla supraesternal, que deben mantenerse perfectamente alineadas con el vértice
del cartílago tiroides y el centro del cricoides para garantizar que la incisión se man-
tenga todo el tiempo en la zona de seguridad (Fig. 13.44).
1790
Fig. 13.43. Se muestran los puntos anatómicos Fig. 13.44. Triángulo de traqueostomía de Chevalier
de referencia y se superpone sobre ellos el Jackson.
triángulo de traqueostomía para realizar la
traqueostomía con seguridad.
Técnica de la traqueostomía
Instrumental. En más de una ocasión un paciente asfíctico ha debido la vida a la
realización de una traqueostomía de urgencia con instrumentos improvisados, tales como
un cortaplumas o una aguja gruesa, lo cual siempre es preferible a la inútil espera por los
instrumentos adecuados. Sin embargo, se señalará el instrumental mínimo necesario para
realizar una traqueostomía en condiciones óptimas, cuando existe el tiempo requerido
para su preparación sin poner en riesgo la vida del paciente, que es como sigue:
Cánulas de distintos calibres. Para que se adapten al diámetro de la luz traqueal
de cada paciente. Si el propósito de la traqueostomía es solamente garantizar la respi-
ración las más utilizadas y convenientes son las metálicas de 3 piezas, con una curva-
tura que corresponde a un cuadrante de la circunferencia o a la cuarta parte de una
elipse (Fig. 13.45).
Cánula externa. Tiene en su parte superior un pabellón con 2 hendiduras para fijarla
con una cinta alrededor del cuello del paciente y un dispositivo en la parte posterior de
este, que se utiliza para fijar transitoriamente la cánula interna.
Cánula interna. Se utiliza para ser limpiada periódicamente, a fin de mantener
permeable el sistema y que consta, en su parte superior, de un dispositivo que la fija
transitoriamente al pabellón de la cánula externa.
Mandril. Solo se utiliza, al ser colocado dentro de la cánula externa, para facilitar la
introducción de esta en la tráquea. Una vez hecha la introducción se extrae rápidamen-
te y se sustituye por la cánula interna, la cual debe ser fijada a la externa por medio del
dispositivo que se ha descrito.
1791
Fig. 13.45. Cánula de traqueostomía
metálica de 3 piezas que, de izquier-
da a derecha son: cánula externa, cá-
nula interna y mandril.
1792
5. Portaagujas.
6. Dos separadores de Farabeuf o similares.
7. Dos separadores de garfio o ganchos de Chevalier Jackson, o pinzas de erina,
para fijar la tráquea.
8. Material de sutura 3-0: catgut simple y no reabsorbible.
9. Equipo de aspiración central o portátil.
10. Equipo de electrocirugía.
11. Torundas, gasas y apósito.
12. Paño hendido.
13. Jeringuillas y agujas para anestesia local.
14. Solución antiséptica.
15. Frasco de procaína a 1 %.
16, Cinta de hiladillo (2 tramos de 20 cm cada uno).
Técnicas
Preparación preoperatoria
Generalmente no es necesaria, o no hay tiempo, para hacer una preparación
preoperatorio especial. Si es posible y necesario debe rasurarse la cara anterior del
cuello para facilitar la realización de la operación.
Posición del paciente. Es muy importante, se debe tener un ayudante que fije la
cabeza del paciente en la posición correcta durante toda la duración de la operación. Se
coloca al paciente en decúbito supino, con el cuello hiperextendido sobre un soporte
cilíndrico situado transversalmente bajo los hombros. Se debe tener mucho cuidado de
mantener el mentón alineado en la línea media con el punto medio de la orquilla eternal,
para no perder las relaciones anatómicas (Fig. 13.47).
Es recomendable colocar al paciente en ligera posición de Trendelenburg para evi-
tar el embolismo gaseoso hacia el encéfalo, si se abre inadvertidamente una de las
venas del cuello, antes de su ligadura,
por donde se puede succionar el aire y
prevenir la aspiración de sangre u otras
secreciones hacia el árbol respiratorio.
Si la traqueostomía ha de realizarse
en un medio inapropiado debido a la ur-
gencia del caso, la posición recomenda-
da se obtendrá colocando bajo los hom-
bros del paciente, tendido sobre una mesa,
un banco o en el suelo, un rollo hecho
con ropa, un trozo de madera o cualquier
otro objeto que se tenga a mano, o bien,
colocándolo sobre las rodillas del opera-
dor, previamente sentado. Fig. 13.47. Posición del paciente.
1793
Preparación de la piel. Se aseptiza con las soluciones antisépticas disponibles:
yodo-povidona, solución alcohólica de clorhexidina, alcohol yodado u otra.
Anestesia
Si el paciente está consciente, o no está ya anestesiado, se empleará la anestesia
local por infiltración de una solución de novocaína a 1 % siguiendo los planos de la
incisión prevista, en la línea media de la cara anterior del cuello, en la zona de seguridad
que se ha descrito previamente, desde la orquilla esternal hasta el borde inferior del
cartílago cricoides.
En los casos de asfixia extrema es innecesario e inconveniente perder tiempo,
aunque solo sean segundos, en este paso.
Técnica
Aún en los casos en que la traqueostomía tenga que realizarse de urgencia es por lo
general posible realizarla en el salón de operaciones u otro lugar adecuado, sobre todo
si es posible hacer previamente una intubación endotraqueal y cumplir los pasos que se
describen a continuación:
Incisión. De 4 cm aproximadamente, situada en la línea media de la cara anterior del
cuello, desde 1 cm por debajo del borde inferior del cartílago cricoides hasta 1 cm por
encima del borde esternal en la horquilla. Se sigue seccionando en profundidad el tejido
celular subcutáneo, el músculo cutáneo del cuello, el rafe medio que une los músculos
infrahioideos, hasta descubrir la cara anterior de la tráquea. Si se interpusiera el istmo de
la glándula tiroides se debe separar hacia la parte superior de la incisión y, si fuera muy
voluminoso, seccionarlo entre ligaduras. Antes de incidir la tráquea, si la urgencia del caso
no lo proscribe, se realizará la hemostasia por pinzamiento de los vasos sangrantes, con
las pinzas de Kelly o mosquito y ligadura con catgut simple, o mediante electrocoagulación,
para evitar la aspiración de sangre en el momento de la apertura (Fig. 13.48).
1794
Sección de la tráquea. Para realizarla se fija y eleva la tráquea, tomándola con un
gancho o una pinza de erina en el primer anillo, o con los dedos índice y medio de la
mano izquierda del operador.
La incisión de la tráquea debe realizarse por debajo del segundo anillo traqueal,
pues se ha observado que cuando la cánula queda próxima o lesiona el cartílago cricoides
da lugar a condritis y formación de granulomas, con la subsiguiente retracción cicatrizal
y estenosis. Esta incisión debe ser de dimensiones suficientes para permitir fácilmente
el paso de la cánula que comprende por lo general cartílagos (Fig. 13.49). En caso
necesario se puede ampliar cuando se realiza una incisión transversal en el espacio
entre ambos cartílagos, en cuyo caso se debe tener cuidado de que no se introduzcan
los colgajos dentro de la tráquea al colocar la cánula o seccionando una pequeña ven-
tana rectangular o circular en ese lugar (traqueostomía fenestrada).
En los casos de extrema urgencia puede hacerse una incisión transversal rápida
entre el primero y segundo anillos traqueales, o en la membrana cricotiroidea, que es la
denominada coniotomía, a cuyo través también se puede hacer una punción con un
trocar grueso improvisado o diseñado especialmente para ese fin (coniótomo) en estas
especiales situaciones. Las incisiones en la
membrana cricotiroidea tienen las mismas des-
ventajas señaladas para las que se hacen muy
próximas al cartílago cricoides.
Al incidir la tráquea debe tenerse mucho
cuidado de no profundizar el recorrido de la
hoja del bisturí para evitar la sección de la por-
ción membranosa de este órgano y de la cara
anterior del esófago, con producción de una
fístula traqueoesofágica, de extraordinaria gra-
vedad, pues la luz de la tráquea se estrecha
con los movimientos respiratorios violentos y
con el llanto en los niños
Introducción de la cánula. Debe
seleccionarse una cánula del calibre adecua-
do, que ocupe holgadamente la luz de la trá-
quea, sin obstruirla y que tenga una curvatura
suave para que no se apoye ni en la cara ante-
rior ni en la posterior de ella, lo que podría pro-
ducir lesiones en la mucosa.
La introducción se facilita con la maniobra
que aparece en la figura 13.49, o separando
los bordes de la incisión traqueal con sendos
ganchos, o tomándolos con pinzas de erina pe-
queñas. Lo mismo se logra con el dilatador de Fig. 13.49. Apertura de la abertura traqueal
Trousseau, diseñado especialmente para este con el mango del bisturí para ayudar en la
objetivo. introducción de la cánula.
1795
Cuando se trata de la cánula metálica se introduce el manguito externo provisto del
mandril, el cual debe ser sustituido de inmediato por la cánula interna, que debe ser
fijada al pabellón de la cánula con el mecanismo que existe para ese fin (Fig. 13.50). En
cualquier caso, la cánula debe ser introducida con cuidado para evitar lesiones o perfo-
ración de la tráquea.
Durante estas maniobras debe estar dispuesto el aspirador, porque la irritación de
la tráquea ocasiona una tos intensa al paciente por un mecanismo reflejo, que con
frecuencia inunda de sangre y secreciones el campo operatorio, si no se aspiran
diligentemente. Por esta misma razón es importante que el cirujano mantenga bien
fija la cánula para evitar que los esfuerzos de tos la expulsen violentamente, antes de
que se coloquen las cintas de hiladillo que han de fijarla alrededor del cuello del
paciente (Fig. 13.51).
Fig. 13.50. Introducción de la cánula. Véase el Fig. 13.51. Cánula fijada en su posición con las
mandril dentro de la cánula. cintas alrededor del cuello.
1796
Cuidados posoperatorios
Estos pacientes, casi más que cualquier otro, requieren la atención permanente de
personal especializado, el cual debe tener presente que su vida depende de la vigilancia
que les mantengan, ya que al estar privados de la voz no pueden llamar pidiendo ayuda.
Al lado del lecho del paciente debe haber un aspirador y una sonda estéril para extraer
las secreciones traqueales cada vez que sea necesario, e impedir que estas se sequen
y obstruyan la cánula, la tráquea o el resto del tracto respiratorio. Además, debe con-
tarse con facilidades para la administración de oxígeno.
La cánula interior debe retirarse para su limpieza por lo menos una vez cada hora o
antes, si fuera necesario, lo cual debe hacerse con la mayor rapidez para evitar que las
secreciones se sequen en la cánula externa, lo cual impediría la colocación de la interna
y obligaría a extraerla y sustituirla por otra limpia, con todos sus inconvenientes.
Si después de la limpieza de la cánula persisten ruidos respiratorios o estridor el médico
debe revisar de inmediato la herida, retirar la cánula y remover las secreciones espesas que
están en la tráquea, para lo cual es necesario en ocasiones el uso del broncoscopio.
Durante los primeros días de este período se emplearán antibióticos de amplio es-
pectro. Es importante recordar que a estos pacientes no se les pueden administrar
vagolíticos por el efecto secante que tienen sobre las secreciones, ni opiáceos por su
acción depresora sobre el centro respiratorio.
Momento de retirar la cánula. La cánula se retirará cuando desaparezcan las cau-
sas que motivaron la obstrucción respiratoria y no podrá hacerse cuando dicha causa
no sea soluble, como ocurre con las neoplasias irresecables o después de la laringectomía.
Para confirmar que se ha restablecido el intercambio respiratorio a través de la
laringe y la tráquea, se obstruye la cánula con un tapón de corcho o goma y si el
paciente respira y habla cómodamente y puede dormir en esas condiciones, 24 h de
prueba son suficientes para que se pueda retirar sin peligro.
Una vez retirada la cánula la abertura traqueal se cierra por lo general rápidamente
de forma espontánea.
Complicaciones posoperatorias
Pueden ser inmediatas y tardías. Entre las inmediatas se encuentran:
1. Broncoaspiración
2. Neumonía y bronconeumonía.
3. Obstrucción respiratoria por secreciones, a nivel de la cánula, de la tráquea y de
los bronquios.
4. Atelectasia pulmonar, como consecuencia de la anterior.
5. Erosiones y ulceraciones de la mucosa traqueal, por mala selección y colocación
de la cánula.
6. Enfisema del cuello y del mediastino, ocasionado por una síntesis muy ajustada de
la incisión, cuando el cierre de la ventana traqueal no es hermético.
1797
PREGUNTAS
1. ¿Cuáles son las indicaciones de la traqueostomía de urgencia?
2. ¿Cuáles son los reparos anatómicos para hacer la incisión en la zona de seguridad?
3. ¿De qué partes consta la cánula metálica de traqueostomía?
4. Por qué se recomienda que el paciente se coloque en ligera posición de Trendelenburg
para realizarle una traqueostomía?
5. ¿En qué lugar se recomienda preferentemente realizar una traqueotomía de extrema urgen-
cia con un trocar y por qué?
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HERIDAS INCISAS
Introducción
Las primeras tentativas para el control del sangramiento representan el comienzo
de la cirugía vascular. Sushruta, considerado el gran cirujano de la India antigua,
600 años a.n.e., fue el primero en practicar la ligadura de vasos sanguíneos y su monu-
mental tratado Sushruta Samhita parece haber sido el primer libro de texto de cirugía.
En el año 150 d.n.e. surge el cirujano militar griego llamado Claudio Galeno conoci-
do por el sobrenombre de “El Clarísimo” quien revolucionó las guías que existían por
aquel entonces sobre la atención y el cuidado de las heridas preconizando la limpieza de
las heridas, las suturas y la utilización del cauterio para el tratamiento de las lesiones
vasculares. Sus preceptos fueron utilizados durante 13 siglos.
En el siglo XVI el cirujano militar francés Ambroise Paré comenzó a utilizar en las
heridas de bala la limpieza mecánica. Además fomentó y puso a prueba el uso de las
ligaduras para las lesiones vasculares. Sus guías terapéuticas fueron utilizadas hasta
1952 en la cirugía vascular.
1798
Definición
Las heridas incisas son aquellas provocadas por lo general por objetos punzocortantes
aunque pueden producirse con menor frecuencia a causa de un traumatismo sobre los
tegumentos que cubren aristas óseas y el hueso puede provocar la apertura de la piel y
tejidos blandos, dan pérdida de sangre o hemorragia (externa o interna), la cual puede
comportarse de forma leve, moderada y grave o masiva. Se caracterizan por heridas
limpias con secciones parciales o completas de estructuras vasculares, tendinosas,
musculares y nerviosas.
Toda agresión comporta una respuesta metabólica del organismo, que debido a la
cuantía de la hemorragia, se manifiestan los signos y síntomas característicos del cua-
dro clínico presente en la respuesta inflamatoria sistémica provocada por el cuadro de
shock hemorrágico.
En el caso de la hemorragia procedente de vasos pequeños se desencadena el
mecanismo hemostático para sellar la lesión y lograr el cese de la pérdida sanguínea.
Este mecanismo natural depende de 3 factores diferentes:
1. La coagulación de la sangre,
2. La adhesión y agregación de las plaquetas,
3. La reacción de los vasos sanguíneos lesionados.
Hemostasia
Se considera hemostasia al proceso complejo que previene o interrumpe la
extravasación de sangre, genera la red de fibrina para la reparación hística y posterior-
mente elimina la fibrina cuando ya no es necesaria. En este proceso participan 4 fenó-
menos fisiológicos principales:
1. Vasoconstricción.
2. Formación del tapón plaquetario.
3. Síntesis de fibrina.
4. Fibrinólisis.
¿Cómo se puede actuar ante una herida incisa de cualquier parte de la economía
que haya lesionado planos superficiales?
La clave de cómo se debe decidir si se cierra una herida incisa es la de poder
diferenciar cuándo está contaminada o infectada y esto depende de la capacidad para
1799
identificar e interpretar la presencia de cuerpos extraños en la herida y los signos
locales de la infección. Debe considerarse contaminada toda herida no quirúrgica aun-
que macroscópicamente luzca que está limpia. Por eso, ante todo hay que cohibir el
sangrado por medio de la compresión de la zona, después limpiar de manera adecuada
la herida con suero fisiológico para retirar todas las partículas de cuerpos extraños que
pueden provocar una infección local. Utilizar además soluciones antisépticas que van a
aseptizar la región dañada. Luego se debe realizar la hemostasia definitiva con la utili-
zación de ligaduras vasculares previa administración de anestésico local en los bordes
y en la profundidad de la herida para evitar el dolor que puede aparecer a causa de la
manipulación en la región lesionada y que pudiera provocar un shock neurogénico.
Debe realizarse el cierre de la herida por planos anatómicos si se considera que no
hay riesgos de infección, o sea, que la limpieza de la herida fue lo suficientemente
satisfactoria para combatir la infección latente. De hecho se aconseja utilizar antisép-
ticos potentes como la yodopolivinilpirrolidona en la zona de piel próxima a la herida
hasta sus bordes, con el empleo dentro de la herida de solución salina u otro antiséptico
que no destruya las células delicadas de la superficie de la herida. Se utiliza para la
desbridación los medios hidrodinámicos o mecánicos. Si la lesión solo contiene conta-
minantes sin adhesión a los tejidos de la herida el arrastre mecánico con solución salina
abundante es suficiente pero si los cuerpos extraños o los tejidos desvitalizados se
mantienen adheridos a la herida a pesar de la limpieza con suero fisiológico se debe
realizar excisión quirúrgica. En caso que se sospeche que la herida a pesar de la des-
contaminación mecánica no garantiza la evolución favorable hacia la síntesis sin com-
plicaciones, debe dejarse abierta y esperar que cierre por segunda intención para evitar
así el desarrollo de una colección purulenta en la zona con el consiguiente foco infec-
cioso que puede diseminarse a los tejidos vecinos o provocar émbolos sépticos a dife-
rentes regiones del cuerpo y ocasionar un cuadro toxicoinfeccioso sistémico.
El uso de la antibioticoterapia es obligado para contrarrestar los gérmenes aerobios
y anaerobios patógenos (especies de bacteroides) que pudieran crecer en las heridas
de esta índole.
La observación diaria de la evolución de las heridas suturadas o no, se impone en
estos casos y ante cualquier síntoma o signo de alarma debe actuarse con rapidez para
evitar un cuadro de infección aguda o necrotizante, tétanos, gangrena gaseosa y shock
séptico.
Los gérmenes grampositivos como el Clostridium perfringens (anaerobio) pue-
den provocar fascitis necrotizantes agudas con pérdida masiva de líquido y en el caso
de los estafilococos y estreptococos una infección fulminante. Se consideran que las
infecciones de tejidos blandos por gramnegativos (klebsiellas, serratias, etc.) ocupan
el 4to. lugar como causa de shock séptico.
La reactivación antitetánica es importante utilizarla en los individuos previamente
inmunizados o el suero antitetánico en los que llevan más de 5 años sin reactivación de
la vacuna o en aquellos que no están inmunizados para evitar una de las complicaciones
más temidas y de hecho con una mortalidad elevada que es el tétanos.
En el caso de la gangrena gaseosa, producida por diversos gérmenes del género
Clostridium asociados a piógenos como el estreptococo, la aparición de edema en la
zona de la herida con formación de gases y necrosis, así como los síntomas y signos de
1800
toxemia proporcionan el diagnóstico y la conducta médico quirúrgica se impone de
forma intensiva para evitar la mortalidad.
La administración de analgésicos orales o parenterales es otra de las indicaciones a
seguir porque el paciente lesionado va a presentar dolor mínimo o intenso de acuerdo
con la cuantía de las lesiones estructurales y el comportamiento evolutivo de la herida.
Técnica de las ligaduras y suturas vasculares
Técnica de las ligaduras. La ligadura es el procedimiento electivo para lograr la
hemostasia. Sushruta utilizó la ligadura entre otros procederes como el de la aplicación
del cauterio. Aulus Cornelius Celsus, en el primer siglo d.n.e., señaló el empleo de las
ligaduras por encima y por debajo de la zona herida para coaptar el sangramiento
provocado por la ruptura de los vasos sanguíneos. En 1552 Paré redescubrió el princi-
pio de la ligadura. En 1858, Simpson introdujo la sutura de alambre y en 1881 Lister
empleó el catgut crómico. Cushing, en 1911 informó sobre el uso de grapas de plata
para lograr la hemostasia en vasos finos de áreas importantes. Halsted subrayó la
importancia de incluir la menor cantidad de tejido en la sutura para lograr una buena
coaptación de los bordes e introdujo el uso de la seda.
La compresión digital es el proceder de elección para lograr la hemostasia hasta
que se tengan las condiciones adecuadas para realizar una buena sutura de la herida
con los requerimientos de asepsia y antisepsia. Están en desuso el torniquete utilizado y
conocido desde el siglo XVII por el peligro de provocar necrosis y la forcipresión como
medidas de emergencia, se reservan el uso del instrumental quirúrgico dentro del salón
de operaciones por lo que constituye el primer tiempo de la ligadura, con la utilización
de pinzas hemostáticas atraumáticas para limitar la magnitud de las lesiones de la ínti-
ma y la trombosis subsecuente.
La compresión directa por taponamiento es el mejor método para cohibir la hemo-
rragia difusa de grandes áreas. Deben utilizarse como tapón en los casos que lo requie-
ran compresas humedecidas frías que promueven la hemostasia al inducir el vasoespasmo
y aumentar la adhesividad del endotelio. Con este método ocurre la coagulación de la
herida al disminuir la presión y el flujo en el área de lesión vascular.
Las ligaduras sustituyen a las pinzas hemostáticas como método permanente para
lograr la hemostasia en un solo vaso. Si el vaso lesionado es una arteria de gran calibre
está indicada la sutura por transfixión para prevenir el deslizamiento. Si la lesión arterial
corresponde a un defecto lateral se debe utilizar el proceder de ligadura cuando no sea
posible la reconstrucción de la herida vascular.
Técnicas de suturas. La técnica de las suturas vasculares debe incluir la capa
adventicia y media de los vasos sanguíneos porque son las capas de retención principa-
les en los vasos de gran calibre y deben colocarse puntos de suturas múltiples y peque-
ños en vez de un gran número de suturas grandes.
La sutura vascular se practica de forma lateral para cerrar la sección parcial cuan-
do la herida vascular es nítida y debe usarse una línea de sutura continua (surget)
usando un material no absorbible de los calibres del 4-0 al 6-0 acorde al tamaño del
vaso sanguíneo, mientras más pequeño es el vaso más fino será el material de sutura.
En el caso que el vaso sanguíneo ha sufrido una sección total por la herida se requiere
realizar una anastomosis terminoterminal con sutura continua (surjet) (Fig. 13.52).
1801
Fig. 13.52. Técnica de la anastomosis terminoterminal. A. Sección del vaso obstruido. B. Disección de la
túnica adventicia de los cabos arteriales. Puntos de anclaje en los extremos. C. Se hace sutura continua de
la cara anterior. D. Los anclajes se invierten al igual que los clamps hemostáticos y se expone la cara
posterior a la cual se le realiza sutura continua también. E. Puede darse también cuatro puntos de anclaje
que facilitan la eversión de los bordes en el caso que el vaso sea pequeño. F. El corte de los bordes del vaso
sanguíneo debe ser de forma oblicua para evitar constricción a nivel de la sutura.
En los niños y jóvenes en que aún los vasos pueden crecer se debe usar la sutura
interrumpida (puntos sueltos). La anastomosis terminoterminal se realiza cuando el
vaso sanguíneo ha sufrido una sección total o si se tiene la necesidad de hacer una
sección quirúrgica de la arteria debido a trombosis pequeñas, heridas múltiples o perfo-
raciones redondeadas que ocurren en las heridas por perdigones.
Cuando existe un defecto arterial que imposibilita la sutura del vaso sanguíneo
es necesario colocar un injerto que puede ser de una vena del mismo paciente
(injerto autógeno) o de un material sintético como el de Dacron, entre otros y estos
pueden colocarse terminoterminal o terminolateral (Fig. 13.53).En el caso del in-
jerto autógeno se utiliza con mayor frecuencia la vena safena interna o una vena
del miembro superior.
Prioridades de tratamiento
Las prioridades de tratamiento de las heridas son:
1. Cicatrización sin infección.
2. Función normal.
3. Aspecto estético aceptable.
Las heridas deben cerrarse con las técnicas más directas y menos complejas que
logren un resultado funcional. Para el cierre primario de la herida uno de los materiales
que más se utiliza en la actualidad es, la sutura monofilamento, no absorbible, para
cierre de la piel y puede utilizarse para el cierre de las aponeurosis o fascias, la sutura
1802
monofilamentosa absorbible. Acorde con el lugar que se encuentre la herida se realiza-
rá la sutura con el calibre del hilo adecuado a cada región o zona del cuerpo, por
ejemplo, en el caso de heridas faciales deben utilizarse suturas con calibre del 4-0 al 6-
0. Si la herida ocurre en zona mucosa, ejemplo dentro de la boca, se utilizaría sutura de
catgut 3-0 ó 4-0.
Fig. 13.53. Técnica del injerto venoso. A. Hemostasia utilizando clamps vasculares. B. Disección del
segmento de vena que se selecciona para utilizar en el injerto el que se dilata con suero fisiológico cerrando
sus extremos. C. El cabo invertido de la vena se anastomosa al cabo proximal de la arteria previa sección de
la adventicia de los bordes. D. Sutura del borde posterior. E. Sutura de la cara anterior. F. Dilatación de la
sutura recién hecha para comprobar que no existe sangramiento o fuga. Puede utilizarse a nivel del injerto
una solución de heparina a 10 % previa limpieza de restos de sangre de la zona suturada. G. Sutura del cabo
inferior. H. Se retira clamps hemostáticos, primero el colocado en el extremo distal y después el proximal.
I. Los pequeños sangramientos se controlan con la presión por varios minutos con una torunda. Puede
utilizarse sulfato de protamina si se administró la solución de heparina.
Con relación a la selección de los materiales de suturas para el cierre de las heridas
es importante tener en cuenta que en general todas las suturas son materiales extraños
y para hacer una buena selección en cada caso hay que basarse en las características
de cada sutura y el estado de la herida. Los materiales de suturas no absorbibles como
la seda, el polietileno y el alambre provocan menor reacción hística que los reabsorbibles
como el catgut y ácido poliglicólico, sin embargo, estos últimos son preferibles cuando
existe infección franca. En el caso del alambre se considera el material de sutura que
provoca menos reacción pero es el de manejo más difícil.
1803
Se han expuesto las técnicas mecánicas para el manejo de la hemostasia local y los
materiales para las suturas de heridas. Es importante conocer que existen además
otros procedimientos para lograr la hemostasia local, o sea, para prevenir e interrumpir
el flujo de sangre al área dañada provocado por la transección o ruptura de los vasos
sanguíneos de la zona afecta. Estos procedimientos son los de tipos térmicos como el
empleo del electrocauterio y el uso de agentes químicos, vasoconstrictores, como la
adrenalina y otros, como la esponja de gelatina.
PREGUNTAS
1. ¿Qué conducta usted sigue ante una herida sangrante causada por un arma punzocortante
en el antebrazo?
2. Mencione las técnicas de sutura vascular.
3. ¿Cuáles son los procederes a emplear para lograr la hemostasia en una herida incisa?
4. Mencione las prioridades de tratamiento de las heridas.
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Heridas
La herida es una lesión o trauma producida en cualquier parte del cuerpo por agen-
tes mecánicos que ocasionan una solución de continuidad a los tejidos.
1804
Los síntomas de las heridas son:
1. Apertura y exposición al exterior de la piel y de los tejidos blandos que ella
cubre.
2. Separación de los bordes por retracción de las partes blandas.
3. Hemorragia, es decir, salida de la sangre del interior de los vasos sanguíneos por
lesión de su pared, se denominan arteriales, venosa, capilares o hemorragias en
sábana, de acuerdo con el vaso lesionado.
4. Dolor, por irritación de las terminaciones nerviosas lesionadas, seccionadas o
contundidas.
5. Impotencia funcional, es decir el impedimento, en mayor o menor cuantía, de la
función fisiológica de la parte del cuerpo lesionada.
6. Contaminación que se permite al romperse la barrera fisiológica que representa
la piel lo que propicia la penetración de objetos materiales y en especial de
bacterias que afectan la zona, también la exposición puede ser de adentro hacia
fuera cuando algún fragmento óseo al fracturarse produce una herida de las
partes blandas.
Clasificación
Existen numerosas clases de heridas, las más significativas son:
1. Punzantes: se caracterizan por orificios pequeños de trayecto largo con poca
separación de los bordes, generalmente limpios, pueden ser penetrantes en cavi-
dades o no.
2. Incisas: se producen por objetos cortantes, tienen más extensión que profundi-
dad, con produce mayor separación de sus bordes (las heridas quirúrgicas son
de este tipo).
3. Contusas: son las producidas por un agente vulnerante duro, se caracterizan por-
que sus bordes no producen mucha hemorragia, son sucios, aplastados e irregula-
res, usualmente contiene cuerpos extraños y se contaminan muy fácil debido a la
destrucción hística.
1805
Fig. 13.54. Extensa herida contusa del antebrazo.
El procedimiento del desbridamiento quirúrgico debe ser conocido por todo médico,
no solo por aquellos que practiquen la cirugía, ya que se basa en principios que no se
pueden alegar desconocimiento en ninguna circunstancia.
Entre los medios extrahospitalarios se encuentran:
1. Cobertura de la herida fundamental para evitar en la misma mayor penetración de
objetos, gérmenes, etc.
2. Lavado de la herida con agua corriente, hervida, o esterilizada, por medio de
irrigación ejercida por la acción de la gravedad al dejar caer el líquido en el centro
de la herida permitiendo que fluya libremente por sus bordes.
3. Cohibir la hemorragia, ya sea por compresión, pinzamiento o por la aplicación de
un torniquete proximal a la herida, ningún médico puede permitir que una herida
mane sangre sin hacer todo lo posible por cohibirla.
1806
4. Extraer los cuerpos extraños y no empujar dentro de la herida sustancias, detritus
y en especial pedazos de tejidos blandos u óseos que hayan aflorado.
5. Darle estabilidad al segmento lesionado por medio de algún vendaje o inmoviliza-
ción para: aliviar el dolor, permitir la evacuación del herido y evitar que el movi-
miento lesione más a los tejidos.
6. De ser posible, aplicar medicamentos analgésicos, antibióticos (bactericidas) y
cumplir con la profilaxis del tétanos.
Medio hospitalario
El desbridamiento y reparación en el quirófano de una herida contusa en un salón
de operaciones requiere de una serie de pasos quirúrgicos que a continuación se
describen.
Primero. Saber ante qué se encuientra, cuáles y cuántos son los tejidos dañados, si
hay lesión vascular, nerviosa, de tendones, fracturas, exposición de articulaciones, la
extensión de la contaminación, la presencia de tierra, hierbas, cuerpos extraños de
cualquier tipo, en fin, apreciar y poder planificar mentalmente el ordenamiento de los
próximos pasos a realizar.
Segundo. Precisar qué tipo de anestesia se aplicará o realizar en dependencia del
proceder que se ejecutará.
La habitual es utilizar anestesia general para los miembros superiores y espinal
para los inferiores, raramente puede hacerse el desbridamiento adecuado con aneste-
sia infiltrativa aunque hay momentos y lesiones en que pueden ejecutarse, en especial:
cuando el tiempo de lesionado hace impostergable la atención de la herida o cuando las
condiciones no permiten más que este tipo de anestesia.
1807
Tercero. El instrumental para el desbridamiento es el habitual en cirugía y no se
hace necesario repetirlo aquí.
Un elemento de nueva incorporación es el uso del rayo láser de CO2 aprovechando
su energía calorífica. El láser de CO2 es absorbido por el agua la cual se evaporiza, es
por ello que al aplicarlo sobre el tejido el agua celular y por ende las células, detritus,
bacterias, etc., son vaporizadas con lo que se realiza la limpieza del área, este método
es de aplicación también para realizar necrectomías.
El láser elimina el sangramiento por tener, además, la propiedad de coagular las
proteínas y provocar el trombo- láser que sella los vasos sanguíneos de hasta 0,2 mm
de diámetro, y también los vasos linfáticos, con lo que se reduce la diseminación al
resto del organismo de los fenómenos sépticos que puedan originarse en el área.
Se ha visto que el láser de CO2, en el sitio donde actúa es capaz de reducir la
cuantificación bacteriana a 103/cm2, muy por debajo de la cifra reconocida de 106/cm2
de bacterias, para afirmar que hay infección.
Cuarto. Preparación del campo operatorio. Con el paciente acostado en la mesa
de operaciones y debidamente anestesiado se le retira la ropa-vendajes, inmovilizaciones,
solo se dejan los apósitos o gasas que cubren la herida, a partir de ella, y en sentido
periférico, se lava con agua y jabón (en otros casos soluciones tales como betadine,
yodo povidona o hexaclorofeno), toda esta área es rasurada y se eliminan pelos y otros
elementos por un abundante lavado de arrastre.
Se debe precisar en este momento el aflojamiento o retiro de algún tipo de tornique-
te que tenga colocado el paciente se toman las medidas para evitar la hemorragia que
esto puede provocar, de ser necesario puede reaplicarse el torniquete.
Luego, se retira el apósito y se lava por arrastre la herida irrigándola a la presión
que suministra una jeringuilla de 20 mL o una pera de asepto (Fig. 13.57).
1808
donde se realizará un nuevo lavado y se retirarán los cuerpos extraños visibles, puede
usarse agua oxigenada y solución salina de cualquier tipo o agua hervida, luego de esta
preparación es que comienza el verdadero desbridamiento, es decir, la remoción de todos
los tejidos desvitalizados dentro y cerca de la lesión.
Quinto. Manejo de las partes blandas. Debe realizarse con la mayor gentileza
posible tratando a los tejidos sin provocarle mayor daño que el que ya tienen, el
desbridamiento debe hacerse desde la superficie hacia la profundidad. Los bordes de la
herida en la piel deben ser resecados en una anchura de medio centímetro hasta obte-
ner un borde sangrante, se ampliará la herida por medio de incisiones exploratorias las
que deben seguir las líneas o pliegues de los miembros, con el objeto de ganar así
extensión y buscar la presencia de bolsones subdérmicos donde puedan acumularse
detritus y cuerpos extraños (Fig. 13.58).
En el tejido celular subcutáneo formado por tejidos grasos, toda el área dañada
habrá perdido su color refringente y brillante, estará mate y opaco lo que es necesario
resecar, para evitar que se infecte y también la formación de seromas.
Es útil teñir los tejidos con solución de azul de metileno inyectándolo en la herida,
esta solución tiene la peculiaridad de teñir los tejidos muertos o muy mortificados, en
tanto es absorbida por aquellos tejidos que tienen una circulación sanguínea adecuada,
es decir que están vivos. Esto permite, al cabo de algunos minutos, conocer los tejidos
(azules) que deben ser resecados y los que no, en manos de un cirujano o médico
general no bien habituados a esta diferenciación es un arma valiosa.
Es necesario tratar las fascias de una manera especial, las que están sucias,
deshilachadas o semidestruidas deben resecarse a sabiendas de que después no pue-
den suturarse, en ocasiones se realizarán fasciotomías para evitar fenómenos de
compartimentos cerrados o síndromes compartimentales, producidos por alteración de
su continente asociado al edema postraumático en el área lesionada y operada.
Es decir, es mejor resecar ampliamente a plantear desde el inicio el cierre de la
fascia que luego puede producir serios fenómenos compresivos.
Debe resecarse y limpiarse la masa muscular traumatizada, mortificada y sucia.
Para realizar su exéresis con el apoyo en el principio de que el músculo sano mantiene
su capacidad de contraerse, en este paso ayuda también la tinción con azul de metileno.
La resección debe realizarse con pinzas de disección y tijeras estimulando al músculo
1809
con las pinzas y resecando con las tijeras al que no se contrae, también se precisará el
límite entre el músculo dañado y el sano por la presencia de sangramiento al cortar con
las tijeras (Fig. 13.59).
Cuando se realiaza este procedimiento, se debe recordar que la fibra muscular no
se restituye sino que el vacío que se deje al resecarla será sustituida por tejido fibroso
inextensible lo que hará que se disminuya la capacidad de acción del músculo y se
limite la función que realiza, es por ello que se debe resecar lo dañado pero evitar que
resecciones excesivas conduzcan a lesiones ulteriores irreversibles.
Durante todo el manejo de estas partes blandas se mantendra una frecuente irriga-
ción de la herida para evitar que estas se desequen.
Los tendones son estructuras con pobre vascularización y que resisten poco las
infecciones, por lo que se debe ser cuidadoso en su manejo, no se pueden tironear y
pinzar de forma permanente.
1810
3. Será más sencillo precisar el daño que ha sufrido el nervio y cómo repararlo.
4. El epineuro tendrá formado una pequeña cicatriz que permitirá un mayor agarre
de la sutura.
5. Debido a la degeneración valeriana los extremos de los tubos axonales se abrirán
y es más fácil encontrar su paridad teniendo mayor chance de regeneración.
Los nervios deberán ser siempre cubiertos por tejidos blandos o piel para evitar su
deterioro.
Sexto. Manejo de las estructuras óseas. Al ocurrir lesiones óseas en el curso de las
heridas contusas su tratamiento deberá considerarse como el de una fractura expuesta
y, por lo tanto, como una emergencia quirúrgica.
Además de realizar el desbridamiento como se ha señalado, será necesario irrigar
copiosamente los extremos fracturarios frotándolos suavemente para extraer cualquier
material extraño contaminante adherido a este y revisar el canal medular, esto reviste
mayor importancia cuando el hueso haya salido al exterior y contactado con el medio
ambiente donde se produjo la lesión y vuelto a regresar a su sitio, lo que acarrea la
contaminación a profundidad, de ahí que sea una emergencia, ya que una herida o
fractura expuesta contaminada se convierte a las 12 h en infectada.
Se deben considerar 2 etapas:
1. El tratamiento de los fragmentos óseos:
a) Pequeños fragmentos totalmente libres; extirparlos.
b) Pequeños fragmentos groseramente contaminados; también deben ser extirpa-
dos o resecados.
c) Pequeños fragmentos con periostio intacto o bien adheridos a tejidos blandos;
deben ser bien lavados y colocados en el foco lesional, ya que actuarán como
injertos óseos y estimularán la consolidación.
d) Grandes fragmentos corticales libres y avasculares por no disponer de
inserciones de periostio ni de partes blandas; es mejor resecarlos, ya que son
fácilmente atacados por las bacterias e infectados.
La traumatología moderna hace caso omiso a los conceptos antiguos relativos
a dejar los fragmentos óseos desvitalizados in situ por temor a quedarse la
zona desprovista de hueso.
Las modernas técnicas de injerto óseo, de relleno con hidroxiapatita de calcio,
el uso de la fijación externa basada en las experiencias de la histogénesis por
distracción originaria del profesor G. Ilizarov han venido a resolver los proble-
mas que antes creaba el asumir la responsabilidad de resecar grandes frag-
mentos óseos (Fig. 13.60).
2. La estabilización de la fractura. Cómo inmovilizar la fractura depende de:
a) El hueso lesionado.
b) El tipo de fractura.
c) La eficacia del desbridamiento realizado,
d) El estado general del paciente.
El método más sencillo es el enyesado del miembro por medio de férulas de yeso
con vendaje o bien yeso circular, en ambos casos se hará que funcionen como dos
valvas 0 que tengan una ventana para observar la herida.
1811
Cuando no se dispone o no se conocen métodos más sofisticados tales como
enclavijados intramedulares, fijadores externos de los miembros, etc. Todavía re-
sulta útil la aplicación de tracción esquelética o de partes blandas para estabilizar
la estructura ósea.
El principio es: “ninguna fractura puede quedarse sin ser inmovilizada por cual-
quier proceder que tenga a mano el operador de la lesión”.
Por la importancia que reviste el tratamiento de las fracturas expuestas produci-
das por proyectiles de arma de fuego, se ofrecen algunas consideraciones gene-
rales sobre su manejo por parte del no especializado en estas lesiones, pero que se
vea obligado a orientar su tratamiento, se dividen en:
- Heridas por proyectiles de baja velocidad de pistolas o rifle.
Generalmente las lesiones son menores, con pequeños orificios de entrada y
salida que no deben ser suturados y el desbridamiento debe ser mínimo con
abundante lavado.
- Heridas por proyectiles de alta velocidad de rifles, granadas, etc., en las cuales
el daño de los tejidos blandos y óseos es de envergadura; hay que realizar el
desbridamiento completo y siempre dejarlas abiertas.
- Heridas de cualquier tipo producidas a corta distancia con tatuaje de la pólvora
a la entrada y deflagración hística a la salida; se hará desbridamiento de acuerdo
con el daño observado, el tratar de resecar todo el canal de la herida puede
conducir al daño de estructuras que no fueron afectadas, también deben de-
jarse abiertas para ser cerradas después (Fig. 13.61).
Fig. 13.60. Aparato de fijación externa Fig. 13.61. Cavitación producida por proyectil de arma de
tipo G. Ilizarov. fuego.
1812
Séptimo. El desbridamiento en articulaciones. Debe ser manejado de manera si-
milar a lo que se ha señalado, es decir irrigación, limpieza, remoción de cuerpos extra-
ños y de tejidos desvitalizados. En la actualidad no hay temor en dejar estas heridas
abiertas. Se suturarán los ligamentos articulares que estén dañados así como la cápsula
articular.
Octavo. La sutura de las partes blandas y de la piel. Existen numerosas discusio-
nes acerca de cómo enfrentar este paso del desbridamiento. ¿Se puede suturar la piel
dejando antibióticos en las partes blandas?
Al respecto autores han recomendado dejar en la cavidad de la herida esferas de
metacrilato impregnadas de aminoglucósidos, son las denominadas gentabiles, capaces
de mantener una liberación progresiva de antibióticos como la gentamicina para mante-
ner el área aséptica.
¿Se puede suturar la piel dejando un sistema de irrigación-succión de la herida? Sobre
este método se han señalado ventajas debido a que arrastra detritus que se producen
luego del desbridamiento, reduce la temperatura local de la herida, lleva antibióticos direc-
tamente al foco de lesión y produce un lavado celular por ósmosis al incrementarse el
líquido intersticial, lo que redundaría en evitar la infección o combatirla.
No existe ninguna regla o conclusión que señale que estos procederes estén total-
mente indicados y mucho menos que ellos excluyan la realización de un desbridamiento
quirúrgico adecuado.
Existen algunas otras consideraciones que debe plantearse el operador actuante.
• El hueso, los nervios y tendones deben ser cubiertos, pero no siempre por
piel, puede hacerse por piel sintética o por capas musculares, nunca com-
prometiendo la irrigación de estos tejidos.
• La cobertura por piel pediculada o la aplicación de grueso injerto de piel por
vía microquirúrgica no tiene indicación en la lesión reciente y debe reser-
varse para cirugía reparativa secundaria.
• Las contraaberturas o incisiones de relajación para provocar el cierre de la
piel, necesitan de un gran conocimiento y planificación, fracasan fácilmente.
• Nunca debe realizarse sutura cuando los bordes de la piel queden a tensión
o en piel dañada o desvitalizada.
• Es una buena técnica el no suturar las heridas producidas por proyectiles
de armas de fuego.
• Al dejar una herida abierta se debe cubrir con un apósito humedecido por
alguna solución (Hibitane-Betadine) en otras ocasiones puede cubrirse con
apósitos impregnados en pomadas antibióticas lo que facilitará el cambio de
apósitos y la asepsia del área, debe tenerse cuidado con los falsos concep-
tos de aproximación de los bordes de la herida, porque pueden dar lugar a
espacios muertos donde florece la infección.
1813
Fig. 13.62. Sutura a puntos separados.
1814
Fig. 13.64. Heridas puntiformes de dentro hacia fuera.
Fig. 13.65. Heridas desde el exterior de menos de 5 cm con sus bordes contundidos.
Fig. 13.67. Heridas extensas con abrasión, pérdida de piel por arrollamiento de la piel.
1815
Serán candidatas a sutura las 2 primeras pero nunca las 2 últimas.
La sutura se realizará a puntos sueltos, para poder retirarlos si se hace necesario
por la presencia de alguna complicación.
En otros casos, las curaciones de la herida en los días subsiguientes servirán de
parámetro para saber cuándo puede realizarse la sutura primaria diferida, usualmen-
te a los 5 días o cuándo realizar un colgajo pediculado o colgajo con pedículo vascular
total, o injerto de piel fenestrada, en sello, en islotes.
El vendaje y la inmovilización apropiados culminarán el proceder.
El desbridamiento quirúrgico reviste algunas características peculiares en deter-
minadas estructuras y zonas del organismo.
En la mano. La anestesia puede ser general, pero cuando se trata de los dedos
puede ser troncular del nervio interdigital, aquí se usará la ibecaína a 2 % y no más de
1 mL en cada lado, dado que mayor cantidad puede compresionar los elementos
vasculares que decursan junto al nervio y provocar necrosis.
La uñas deben ser recortadas después de limpiarlas.
Las estructuras de la mano no deben ser frotadas fuertemente sino con delicade-
za. La resección de los bordes de la piel debe ser mínima o bien solo rasparlas para
evitar que no se quede sin piel para la sutura o que sea necesario hacerlo a tensión.
Sobre la sutura primaria de la piel de la mano se debe considerar que usualmente
puede hacerse en las heridas incisas y también en las limpias siempre con puntos
sueltos y no suturar el tejido celular subcutáneo.
No se suturarán de primera intención:
1. Heridas por compresión o severamente contaminadas.
2. Lesiones por mordidas.
3. Lesiones por proyectiles de arma de fuego y por barrenas o taladros.
4. Otras lesiones de la mano requieren de alguna información adicional son:
lesiones por inyección de grasa o pintura a presión, ya sea de causa ocasional
o por autolesión, es necesario hacer una meticulosa limpieza tratando de ex-
traer la mayor cantidad posible del material extraño introducido y dejar la
herida abierta.
5. Lesiones por arrollamiento entre piezas de una máquina, torno, lavadora, etc.
Por lo general la piel y los tejidos están quemados y avulsionados por la fricción
entre los rodillos o dientes de ruedas. Aquí deberá asumirse todo lo que se ha
señalado para conducir de manera apropiada estas lesiones, se evitará al máxi-
mo la amputación de partes de la mano o dedos.
Avulsión masiva
En los miembros existe un tipo de herida por arrollamiento de los miembros, lla-
mada degloving en la literatura inglesa, donde la piel y el tejido celular subcutáneo
son separados de las fascia quedando desprovistos de adecuada circulación. El
desbridamiento de este tipo de lesión requiere, además de lo que se ha señalado, de
1816
una adecuada preparación del colgajo para poder llevarlo a su posición original, será
importante:
1. Lavar meticulosa y repetidamente el colgajo.
2. Retirar todo tejido graso del colgajo antes de colocarlo en su sitio, esta resec-
ción debe ser realizada a conciencia, ya que mientras más tejido graso se rese-
que, más posibilidades existe de que el colgajo se revascularice por adherencia
y que queden menos espacios vacíos que puedan ser asiento de infecciones.
Luego de haber resecado todo el tejido graso, la capa de piel y dermis será
reimplantada en su sitio original y suturada a puntos separados, se dejarán drenajes,
es necesario tener un gran control sobre este tipo de lesión, quizás la más severa de
todas las lesiones de partes blandas de los miembros.
PREGUNTAS
1. Paciente que concurre al consultorio del Médico de la Familia con una herida sangrando
¿qué conducta puede tomarse a ese nivel asistencial?
2. En el curso del desbridamiento quirúrgico ¿cómo reconocerá el tejido celular subcutáneo
y la grasa que debe ser retirada?
3. Si durante el desbridamiento de los músculos lesionados se encuentra con que al tocarlos
con la pinza o la tijera estos se contraen y sangran ¿qué se debe hacer?
4. Paciente con herida de proyectil de arma de fuego con destrucción de piel y partes
blandas y fractura expuesta ¿cuándo se puede hacer sutura primaria de esta lesión?
5. En la evolución del paciente días después del desbridamiento ¿qué complicaciones puede
detectar el Médico General y qué medidas tomar?
BIBLIOGRAFÍA
1. Álvarez R. Manual de procedimientos diagnósticos y terapéuticos en ortopedia y traumatología. Ed.
Pueblo y Educación, La Habana,1980.
2. Álvarez R., Ceballos A., Murgada R. Colaboradores. Tratado de ortopedia y traumatología. Tomo I.
Ed. Pueblo y Educación, La Habana, 1985.
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Trauma 1992. 6 (1): 12-22.
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9. Ugarte J.C. Manual de imagenología. Ed. CIMEQ. Tomo I pp. 43-56, 2001.
10. Vallet M., Munuera L. Biomateriales aquí y ahora: metales p: 11-25 Editorial Dykinson 2000.
1817
INMOVILIZACIÓN DE URGENCIA
DE UNA FRACTURA
Dr. Alfredo Ceballos Mesa
Definición
En la atención médica de las lesiones traumáticas se requiere del tratamiento simul-
táneo de las fracturas junto con las otras manifestaciones presentes. El tratamiento de
toda fractura se rige por 4 pasos que no deben ser violados:
1. Inmovilización de urgencia, preferiblemente en el mismo sitio de la lesión para
proceder a la su transportación del lesionado.
2. Reducción o afrontamiento de los extremos óseos.
3. Inmovilización ininterrumpida (por distintos procederes) hasta obtener la consoli-
dación.
4. Movilización precoz de las articulaciones no incluidas en la inmovilización.
Segundo. Líneas ejes de los miembros que son líneas reales que señalizan la dispo-
sición normal de cualquier extremidad, que pueden precisarse por simple inspección o
bien dibujarse sobre el propio miembro. Ellas deben ser conocidas para mantenerlas
cuando se inmovilice al paciente.
1818
En el miembro superior. Se hace la observación manteniendo el codo extendido y
la palma de la mano mirando hacia delante (supinación), la línea se extiende desde el
acromion hasta el centro del codo y de allí se dirige hacia fuera por el antebrazo y
termina en el 3er. metacarpiano y su dedo.
Esto crea un ángulo entre ambas líneas medibles en el codo de 170 o que es cono-
cido como cúbito valgo fisiológico (Figs. 13.68 y 13.69).
En el miembro inferior. La línea eje se observa con el paciente en decúbito supino,
ella se extiende desde la espina ilíaca anterosuperior (palpable en el coxal) hasta el
centro de la rótula y signe recta hasta terminar en el borde interno del pie. Aquí se
utiliza además el criterio de la línea de carga, que en el fémur es igual a la eje pero que
a nivel de la rótula se desplaza hacia afuera para terminar en el espacio interdigital
primero del pie, entre ellas dos se crea un ángulo de unos 7 o que es el valgo fisiológico
(genus valgo-fisiológico). De esta forma los dedos del pie (denominados artejos) esta-
rán verticalmente mirando o apuntando hacia arriba.
1819
Fig. 13.68. Líneas ejes de los miembros.
1820
Inmovilización de urgencia o para el transporte
Su importancia radica en:
1. Como profilaxis y tratamiento del shock.
2. Proteger al lesionado durante su traslado para disminuir el dolor y evitar que los
extremos fracturarios lesionen las partes blandas vecinas, vasos y nervios.
3. Evitar hemorragias, al facilitar la formación de trombos en los extremos vasculares
evitando sangramientos secundarios por la movilidad.
Existen 2 tipos de inmovilización de urgencia:
a) Por adosamiento.
b) Por el uso de férulas.
En el primero de los casos se utilizan segmentos del propio cuerpo para inmovilizar
al lesionado (Fig. 13.70).
1821
Fig. 13.71. Inmovilización de miembro inferior con recursos obtenidos en el terreno.
El concepto de venda: tira o cinta de lienzo o gasa de longitud diversa con la que se
envuelve o sujeta una parte.
Concepto de vendaje: cura, apósito, aparato ligado o sostenido con vendas.
Concepto de férula: tablilla de madera, hierro, cartón, alambre, etc. rígida o flexible
que se aplica para mantener en posición partes movibles o desplazadas, especialmente
huesos fracturados o luxados.
Principios que rigen las inmovilizaciones
1. Las férulas deben ser forradas con algodón, tela, espuma de goma, guata para
evitar lesionar las partes blandas por el roce.
2. Las eminencias óseas deben almohadillarse para evitar dolor o úlceras por com-
presión.
3. Los vendajes no deben apretarse tanto que causen compresión ni quedar flojos,
que permitan movilidad.
4. Cuando la lesión es en una diáfisis deben inmovilizarse las articulaciones vecinas
si la lesión es articular inmovilice las diáfisis proximal y distal.
5. Siempre recordará los ejes de los miembros y las posiciones funcionales articula-
res velando por su correcta orientación cuando esté inmovilizado.
6. En los pliegues de flexión del codo, rodilla, tobillo, hombros y cadera el vendaje se
relizará en forma de 8 para evitar compresiones.
7. De existir alguna herida en el miembro lesionado esta será cubierta antes de
aplicar la inmovilización.
1822
Vendaje de Velpeau. Se colocan almohadillas en la axila y pliegue del codo, se
lleva el miembro afecto sobre el tórax, se coloca la mano en el hombro sano y se fija
con vueltas de gasa o vendajes como se ve en la figura, una variante es el vendaje de
Dessault (Fig. 13.73).
Fig. 13.74. Inmovilización total de miem- Fig. 13.75. Manera de inmovilizar la mano y los
bro superior manteniendo las posiciones dedos.
funcionales articulares.
1823
Inmovilizaciones para miembros inferiores
Ya se ha señalado la unión de ambos miembros (en sirena), debe tenerse presen-
te que los puntos de fijarlos serán por encima y por debajo de la rodilla y por encima
del tobillo. Al aplicarla será necesario que un ayudante se mantenga traccionando el
miembro afecto y otro ayude, levantando suavemente los miembros para permitir el
pase de las vendas.
Cuando se dispone de férulas se obtiene una inmovilización más rígida y de mejor
calidad al incluirse la cadera. En este caso se colocará la férula desde la axila hasta
el tobillo en la cara externa y del pliegue inguinal hasta el tobillo por su cara interna,
de esa forma el miembro quedará como un sandwich entre las 2 férulas.
Se mantendrá la tracción como se ha señalado y se incluirá un punto más de fija-
ción por encima de la cresta ilíaca (Fig. 13.76).
1824
Para trasladar al paciente desde donde está acostado hacia el plano en que se vaya
a transportar se solicita la ayuda de varios compañeros, uno lo sujetará por la cabeza,
otro por los pies y el tercero por las caderas levantándolo a un solo tiempo sin permitir
que se flexione (Fig. 13.77).
1825
Todo esto permitirá que el paciente sea transportado a un centro hospitalario sin
la posibilidad de que una lesión que de inicio no presentaba manifestaciones
neurológicas se convierta por movimientos intempestivos en una paraplejía o
cuadriplejia.
Existen otros medios de inmovilizaciones de urgencia que habitualmente se en-
cuentran en mano de socorristas con preparación específica que pertenecen a orga-
nismos tales como el SIUM de Cuba o la Cruz Roja que se caracterizan por ser
plásticas con posibilidades de ser inflables con lo que además de inmovilizar produce
una compresión uniforme y regulada del miembro lo que beneficia en cohibir hemo-
rragias, evitar edemas y erosión de la piel en las prominencias óseas de los miembros
así como servir de una escafandra para inmovilizar todo el cuerpo durante la trans-
portación, pero se ha querido mostrar todo lo que puede y debe hacer un Médico de
la Familia o General Integral, con los recursos de que dispone su medio ambiente, lo
que al mismo tiempo puede trasmitir en sus charlas a sus vecinos y pacientes para
conformar una cultura sobre el principio esencial: “Que todo lesionado debe ser trans-
portado bajo condiciones de inmovilización que impidan que se agraven lesiones ori-
ginadas por el trauma o se creen nuevas lesiones producto de manipulaciones intem-
pestivas debido a la ansiedad y la premura”.
Se debe trasmitir la cordura necesaria para mover el paciente fuera del área
lesional como se dice en el lenguaje militar ¨fuera del tiro directo del enemigo¨ y
entonces evaluarlo y recapacitar sobre la mejor manera de proceder a su traslado.
PREGUNTAS
1. ¿A qué se refieren los conceptos de actitud y posición?
2. ¿Cómo se debe inmovilizar un tobillo?
3. ¿A qué se le denomina inmovilización de urgencia?
4. ¿De qué manera se debe transportar a un traumatizado de la columna vertebral?
BIBLIOGRAFÍA
1. Álvarez R., Ceballos A., Murgada R. Tratado de ortopedia y traumatología. Editorial Pueblo y
Educación, La Habana, 1985.
2. Álvarez Cambras R. Manual de procedimientos. Diagnósticos y terapeuticos en ortopedia y trauma-
tología. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1980.
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4. Perren S.M. Aspectos básicos de la osteosíntesis. En: Manual de osteosíntesis. M.E., Muller. H.
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Habana, 1969.
6. Salvat. Diccionario terminológico de Ciencias Médicas. 10 na ed. Salvat Editores S.A.
1826
EXÉRESIS DE UN QUISTE TRIQUILEMAL
Y EPIDÉRMICO. INDICACIONES Y TÉCNICAS
Dr. Alejandro García Gutiérrez
Dr. Hernán Pérez Oramas
Indicaciones
El tratamiento quirúrgico está indicado en:
1. La profilaxis de las complicaciones. Abscedación, fístulas, granulomas y
malignización.
2. Por razones estéticas cuando estén situados en la cara, cuero cabelludo y otras
regiones visibles.
3 .Después de haberse curado de una abscedación para eliminar la cápsula y evitar
su reproducción.
4. Cuando por su localización plantar o palmar den impotencia funcional.
5. En la remota posibilidad de degeneración maligna.
Tratamiento de la infección
Cuando ocurre la infección del quiste, en el período inicial en que no hay abscedación
estará indicado el uso de fomentos fríos y antibióticos por vía oral.
En la abscedación se impone la incisión y el drenaje, la toma de muestra para
cultivo y antibiograma, eliminación de todo el contenido: keratina sebo y pus.
Se administran antibióticos por corto tiempo, cura local diaria manteniendo cubierta
la lesión hasta su curación.
Después será remitido para tratamiento quirúrgico a fin de extirpar la cápsula residual.
Técnica de la resección
Se rasura la piel y se hace la antisepsia de la región, con antisépticos: yodopovidona,
yodo y alcohol, o solución hidroalcohólica de clorexidina (hibitane).
Se coloca un paño hendido estéril u otro similar, alrededor de la lesión
Se infiltra la piel alrededor del quiste, en forma romboidal en la piel y el tejido celular
subcutáneo y por debajo de este, así como en la piel a lo largo de la incisión prevista,
con lidocaína o novocaína a 1 ó 0,5 % (Fig. 13.79).
Se realiza una incisión elíptica siguiendo los pliegues cutáneos, con bisturí o
electrobisturí, acorde con el tamaño del quiste, centrada por la depresión del folículo o
por el comedón si existe (Fig. 13.80).
1827
Fig. 13.79. Se muestra el campo operatorio, limitado por 3 pequeños paños, después de hecho el rasurado
de la región y la antisepsia de la piel. Se infiltra la piel alrededor del quiste, en forma romboidal en la piel y
el tejido celular subcutáneo y por debajo de este, así como en la piel a lo largo de la incisión prevista, con
lidocaína o novocaína a 1 ó 0,5 %.
Se llega hasta la cápsula sin abrirla, se utiliza la elipse de piel que queda adherida al
quiste para traccionar gentilmente, se diseca aquella y se separa de la piel y del tejido
celular subcutáneo que la rodean, hasta su total remoción, pues si se deja sin extirpar un
fragmento de la cápsula el quiste se reproduce (Fig. 13.81).
1828
Fig. 13.81. El fragmento de piel, incidida en losange, que tiene en su centro el folículo o el comedón del
quiste, sirve para hacer tracción y separar a este de la piel y del tejido celular que lo rodea, con el cuidado
de extirpar toda la cápsula, sin romperla.
PREGUNTAS
1. Mencione las indicaciones del tratamiento quirúrgico del quiste triquilemal o sebáceo
2. Enumere los cuidados que deben tenerse en la exéresis de un quiste epidérmico o uno
triquilemal o sebáceo.
BIBLIOGRAFÍA
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2. Egawa K. Honda Y., Inaba Y., Ono T., De Villiers E.M. Detection of human papillomaviruses and
eccrine ducts in palmoplantar epidermoid cysts. Br J Dermatol, 1995; 132 (4): 533-42.
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7. Torroella E., Presno J.A., Vidal J.M., García A., Guerra R., Torroella E., Sánchez M. Cirugía. Ed.
Pueblo y Educación, La Habana, 987:426-37.
1829
EXÉRESIS DE UN LIPOMA DEL TEJIDO CELULAR
SUBCUTÁNEO. INDICACIONES Y TÉCNICAS
Dr. Octavio del Sol Castañeda
Indicaciones de la exéresis
Las indicaciones de la exéresis de un lipoma del tejido celular subcutáneo son:
1. Estéticas
2. Dolor o molestias por estar situados en zonas de posibles traumas.
3. Trastornos funcionales
4. Gran volumen
5. Crecimiento rápido
6. Antecedentes de inflamación o abscedación
Preoperatorio
El tamaño del lipoma, sobre todo, decidirá si esta exéresis es tributaria de una
intervención mayor o menor y en dependencia de ello serían los requisitos necesarios
de preparación y los exámenes complementarios en el período preoperatorio.
Anestesia. Generalmente la anestesia utilizada en la exéresis de los lipomas loca-
lizados en el tejido celular es la local infiltrativa, no obstante, como ya se expresó, la
anestesia estará en dependencia del volumen y localización del lipoma. Puede realizar-
se con cualquier tipo de anestesia general o regional.
Incisión. Antes de conocer los detalles técnicos de la exéresis, es de gran utilidad
saber dar importancia a las líneas de Langer, denominadas líneas de tensión de la piel,
que siguen la dirección de las fibras elásti-
cas. Las incisiones emplazadas en dirección
paralela a estas líneas generalmente cicatri-
zan mejor porque no tienden a separarse sus
bordes o hacerse hipertróficas.
Se deben seguir asimismo los pliegues y
surcos, formados por la acción muscular.
Cuando el músculo se contrae aparece el plie-
gue en la piel y persiste la huella del surco
cuando se relaja. Estas son las líneas de
Kraissl; que en la cara constituyen las “líneas
de expresión”, siempre perpendiculares a la
acción muscular.
Cuando en algunas circunstancias no es
posible orientarse por las líneas de Kraissl o
de Langer, conviene recurrir a la siguiente
maniobra práctica: Con la pinza anatómica
del pulgar y el índice se toma la piel pelliz-
cándola y cambiando de dirección para así ir
probando en que sentido hay menos tensión Fig. 13.82. Lipomas de la región deltoidea iz-
y en esa orientación se ubicará la incisión. quierda y de la región subescapular. Se mues-
tra el trazado preferente de la incisión en am-
Esta puede ser lineal o en losange (Fig. 13.82). bas localizaciones.
1830
Técnica de la exéresis
Se incide la piel como ya se explicó, hasta el tejido celular subcutáneo. Se realizará la
hemostasia, bien ligaduras o con electrocauterio, hasta llegar al lipoma que se identificará
por el tejido amarillo brillante y con la ayuda de una tijera curva se seccionarán los tractus
fibrosos que lo unen a los tejidos vecinos. Una vez llegado al plano de disección, con el
dedo índice se va contorneando la tumoración hasta aislarlo completamente y extraerlo.
En ocasiones está menos encapsulado y es necesario diferenciarlo bien del tejido graso
normal. Por lo general tiene un pedículo vascular que debe ser seccionado entre ligaduras
antes de su exéresis completa. Como suele quedar una cavidad más o menos amplia
después de su extirpación, debe realizarse una hemostasia cuidadosa y suprimir la cavi-
dad residual, resultante mediante algunos puntos en el tejido celular subcutáneo con sutu-
ra reabsorbible (catgut) 2/0 ó, 3/0 y de esa forma se evitan colecciones serosas y hemáticas
en el posoperatorio. También se puede dejar un drenaje que puede ser de hule de goma o
al vacío (en dependencia de la profundidad y tamaño del lipoma), durante 24 a 72 h.
La sutura de la incisión debe realizarse por planos, sobre todo en aquellos lipomas
grandes y profundos y como anteriormente planteamos, deben puntos en el tejido celu-
lar subcutáneo.El cierre de la piel se realiza con agujas con filo rectas o curvas y
material fino no reabsorbible (seda, nylon, poliéster y otros). La sutura puede realizarse
con puntos simples, mayo clásico, intradérmicos y otros, de acuerdo con la localización
y características de la herida.
Debe utilizarse un vendaje algo compresivo que se puede lograr situando varias
torundas entre la herida y el apósito y posteriormente aplicar la cinta adhesiva.
En los lipomas de mediano y gran tamaño es conveniente dejar un drenaje de hule
de goma para evitar los seromas y hematomas.
PREGUNTAS
1. Explique la exéresis de un lipoma del tejido celular subcutáneo y las indicaciones.
2. Refiera el tipo de anestesia.
3. Mencione la técnica quirúrgica
BIBLIOGRAFÍA
1. Christman F. Escuela quirúrgica: Cirugía. Ed. Revolucionaria. T-1 p 253 pp. 1985.
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11. Torroella E., Presno J.A., Vidal J.M., García A., Guerra R., Torroella E., Sánchez M. Cirugía. Tomo 1.
Ed. Pueblo y Educación, La Habana, p 435, 1978.
1831
TRATAMIENTO DE UNA TROMBOSIS
HEMORROIDAL. INDICACIONES Y TÉCNICAS
Dr. Luis Villasana Roldós
1832
En los casos de trombos de gran tamaño debe realizarse una incisión tipo losange
para evitar la redundancia de piel que puede dejar una incisión simple radial. Esta
redundancia de piel o Skin Tag dificulta la higiene del paciente y las heces retenidas en
sus pliegues provocan prurito y malestar.
PREGUNTAS
1. Mencione las características clínicas del trombo hemorroidal.
2. ¿Cuáles son las indicaciones del tratamiento quirúrgico en el trombo hemorroidal?
BIBLIOGRAFÍA
1. Casadesus R.D., Villasana R.L., Gómez, M.M. ¿La hemorroidectomía: proceder ambulatorio u hospi-
talizado? Rev Mex Coloproctología 1999; 6: 10-13.
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9. Lentini J. Temas de coloproctología. Barcelona. Editorial Fontalba. S.A. 1982.
10. Torroella E., Presno J.A., Vidal J.M., García A., Guerra R., Torroella M.E., Sánchez M., et al. Cirugía,
Tomo III, Ed. Pueblo y Educación, La Habana, 1976.
Indicaciones
La formación de un absceso superficial debe prevenirse evitando la contaminación,
mediante un estricto cumplimiento de la normas de asepsia y antisepsia con los instru-
mentos y maniobras realizadas a los pacientes y con un tratamiento antibiótico efectivo
de las infecciones difusas de la piel y de los tegumentos, como es la celulitis, pues
cuando ya se ha formado no existe otra solución satisfactoria que su amplia incisión y
1833
drenaje. Dejado a su evolución, el tratamiento antibiótico ya no resulta efectivo debido
al bloqueo de la circulación que impide su llegada al foco infeccioso y su drenaje espon-
táneo se hace por un orificio de insuficiente amplitud, que lleva generalmente a la
formación de una fístula, que requiere un tratamiento quirúrgico mucho más complejo.
La incisión y drenaje de un absceso superficial está indicada cuando se comprueba
la colección de pus en su interior, bien mediante el examen físico, que muestra la fluc-
tuación característica (ver el tema de Infecciones superficiales), o por la observación
de una zona ecolúcida en la ultrasonografía de la región, o la aspiración del pus, me-
diante una jeringuilla provista de una aguja del calibre adecuado, cuando clínicamente
existen dudas sobre la existencia de dicha colección purulenta, lo que puede ocurrir
cuando el absceso está profundamente situado en el tejido celular subcutáneo en las
personas obesas.
Técnica
Después de ser tomadas las medidas de asepsia y antisepsia por el cirujano, que
debe estar provisto de ropas y guantes estériles, se aseptiza la región con una solución
de yodo-polivinilpirrolidona, clorhexidina u otra similar y se limita el campo operatorio
con un paño hendido, después de lo cual se procede a realizar la anestesia.
Como método anestésico se puede utilizar una anestesia general, por vía intravenosa,
con un agente intravenoso de acción rápida como el propofol, sobre todo cuando el pa-
ciente no colabore al tratamiento, o el absceso sea muy voluminoso, o profundo, o bien
una anestesia local infiltrativa con una solución de novocaina o lidocaína a 1 % cuando se
trate de un absceso de menores dimensiones y más accesible, en un paciente que colabo-
re con el tratamiento. Con menos frecuencia se ha utilizado también la anestesia por
refrigeración con un vaporizador de cloruro de etilo sobre el lugar de la incisión
La anestesia local no debe emplearse como bloqueo de campo periférico, por el
riesgo de diseminar la infección por los gérmenes causantes del absceso, sino me-
diante infiltración progresiva por vía intradérmica, linealmente en la zona que debe
seguir la incisión, con una aguja bien fina (No. 26) (Figs. 13.84 y 13.85), con lo que
se obtiene una analgesia óptima durante la realización de esta, aunque no evita el
dolor cuando se efectúa el desbridamiento y limpieza del interior de la cavidad que
contiene el pus.
1834
Fig. 13.85. Corte transversal de un absceso subcutáneo para precisar el nivel intradérmico de la infiltración
anestésica.
Se realiza la incisión sin rebasar los extremos de la zona infiltrada por la solución
anestésica, hasta llegar a la cavidad del absceso (Fig. 13.86), se evacúa todo el pus que
contiene, después de lo cual se realiza, con maniobras gentiles, la exploración de esa
cavidad, con el dedo enguantado del cirujano, o un instrumento romo, con el objetivo de
conocer la existencia de cavidades secundarias, que deben ser comunicadas amplia-
mente entre sí y con el exterior, o de bridas en su interior, las cuales deben ser divididas,
para facilitar el drenaje de las secreciones. Se debe tomar una muestra del pus del
absceso para su estudio bacteriológico y la determinación de la sensibilidad de los
gérmenes encontrados mediante un antibiograma.
Fig. 13.86. Técnica de la incisión del absceso, con un bisturí de punta fina que lleve su borde cortante hacia
arriba, para evitar la lesión de las estructuras profundas.
La incisión debe ser suficientemente amplia, debe alcanzar los extremos del diáme-
tro de la cavidad del absceso para prevenir su cierre antes de que se haya completado
el proceso de cicatrización desde su profundidad a la superficie, para evitar así la
producción de una fístula, que obligaría a otra operación, de mayor envergadura.
1835
Se termina la operación con el lavado de la cavidad del absceso con solución
salina normal y la colocación de un taponamiento con gasa estéril o un drenaje de
penrose en esta cavidad. El taponamiento con gasa se realiza cuando es necesario
cohibir con una ligera compresión el sangramiento moderado que con frecuencia se
produce por el borde de la incisión y las paredes de la cavidad y no debe mantenerse
más de 24 ó 48 h, pues impide el drenaje de las secreciones que se continúan produ-
ciendo en ese espacio. Deberá ser retirado en la primera curación posoperatoria y
sustituido por un drenaje de gasa estéril o de penrose, solo para evitar que se cierren
los bordes de la incisión. Para evitar el dolor que produce la retirada del taponamien-
to con gasa, este debe humedecerse bien con solución salina normal antes de proce-
der a realizarla.
Sin embargo, cuando el absceso se drena satisfactoriamente no es necesario el
empleo posoperatorio de antibióticos, los que sí se emplearán cuando exista una gran
celulitis periférica, una extensión de la infección a otros órganos, o cuando esté locali-
zado en la cara, por el elevado riesgo de la extensión de la infección al cerebro a través
de las comunicaciones venosas que existen.
En los días sucesivos se realizarán curaciones que consisten en el cambio del apó-
sito, previa limpieza de la piel que rodea al absceso con una solución antiséptica, la
retirada o el cambio del drenaje y el lavado de la cavidad con solución salina fisiológica
para arrastrar las secreciones o detritus que contenga. Siempre se garantizará que se
mantengan separados los bordes de la incisión hasta que el tejido de granulación haya
cerrado completamente la cavidad, en cuyo momento ya no será necesario el drenaje,
con lo que se evitará la formación de una fístula. Las curaciones pueden hacerse en
días alternos cuando la secreción sea escasa.
PREGUNTAS
1. ¿Cuál es la condición indispensable para realizar la incisión y drenaje de un absceso
caliente?
2. ¿Qué anestesia se utiliza para incidir un absceso caliente?
3. Cuidador que deben tenerse cuando se aplica la anestesia infiltrativa con novocaína o
lidocaína a 1 % en los abscesos calientes.
4. ¿Cuánto tiempo se debe mantener el empaquetamiento con gasa estéril de la cavidad del
absceso?
5. Enumere los cuidados que deben tenerse en las curaciones de los abscesos drenados.
BIBLIOGRAFÍA
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2. Torroella E., Presno J.A., Vidal Y. J.M., García A., Guerra R., Torroella M.E., Sánchez M. Cirugía,
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acupuncture: need for implementation of proper infection control guidelines. New Microbiol. 2003;
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1836
SONDAS Y DRENAJES EN CIRUGÍA
Dr. Ignacio A. Morales Díaz
Dr. Gilberto Pardo Gómez
Sondas en cirugía
En la atención al paciente de cirugía es frecuente el uso de sondas, con el propósito
de aspiración, drenaje o irrigación de cavidades u órganos.
Aunque existen distintas variedades y modelos, las de uso más frecuente de sonda son:
1. Levine.
2. Miller-Abott.
3. Rectal.
4. Nélaton.
5. T (tubo de Kehr).
6. De aspiración torácica.
7. Foley o de balón.
8. Pezzer.
9. De balón de Sengstaken-Blakemore.
10. Minnesota.
1837
Sonda Miller-Abott. Sonda de goma con 3 m de longitud, presenta calibres 14, 16,
y 18 F, en su extremo proximal tiene 2 ramas, una facilita la aspiración como Levine, y
la otra permite insuflar un balón distal que contiene 2 mL de contraste y al inflarse
estimula el peristaltismo para hacer progresar la sonda, hacia el yeyuno-íleon. El balón
se insufla después de comprobar por la aspiración o por radiografía simple que se ha
rebasado el esfínter pilórico. Se indica en íleos refractarios y grandes distensiones
abdominales (Fig. 13.88).
Fig. 13.90. Sonda Nélaton de uso múltiple, para lavados, instilaciones en espacios y cavidades.
1838
Fig. 13.91. Sonda en T (tubo de Kehr). Para colocar en el interior del colédoco.
1839
líquido, una de las ramas permite insuflar el balón con aire o líquido indepen-
diente de la rama de irrigación. En la colocación de esta sonda deben usarse
guantes y realizar desinfección del orificio de la uretra con solución antiséptica
(Fig. 13.93).
Sonda Pezzer. Con extremo ensanchado con dos orificios laterales para usos múl-
tiples (Fig. 13.94).
Fig. 13.93. Sonda Foley o de balón de 2 ramas Fig. 13.94. Sonda de Pezzer para uso variado.
para cateterismo vesical.
1840
Fig. 13.95. Sonda de balón de
Sengstaken-Blakemore. De doble ba-
lón para compresión de várices
esofágicas.
1841
hacer la insuflación cualquier alteración respiratoria o circulatoria que pueda ocurrir
para suprimir enseguida la distensión. Alcanzada la presión deseada se cierra herméti-
camente la rama del balón.
Se aspira del estómago la sangre y coágulos que contiene por el tubo grueso con la
ayuda de pequeñas inyecciones de solución salina y se cierra su extremo; así al acabar
de instalar la sonda se tendrán los cabos cerrados que deben ser hermética la oclusión
de los correspondientes a los globos esofágicos y gástrico, desde ese momento no se
permite el uso de la vía oral y toda alimentación o medicación pasará a través de la vía
libre de la sonda. Es importante pasar agua al terminar de usarla para asegurar su
limpieza, puesto que la oclusión de la vía libre lleva implícita la necesidad de retirar la
sonda. Después de usar la vía se debe cerrar de nuevo. Lo mismo debe hacerse cuan-
do se realice aspiración o lavado gástrico.
¿Cuándo se debe retirar la sonda?
Si el caso evoluciona favorablemente y ha cesado el sangramiento, se debe dejar
aproximadamente de 48 a 72 h y se procede de la siguiente forma:
1. Se suspende la tracción.
2. Se da a tragar una cucharada de aceite mineral que permita la lubricación de toda
la sonda.
3. Se retira el anillo del esparadrapo y se desinfla el globo esofágico que se realiza
vacío se impulsa la sonda hacia el estómago como al principio, pero sin tocar aún
el globo gástrico.
4. Se dejan pasar 2 ó 3 min y se hace aspiración del contenido gástrico y si no hay
sangramiento se desinfla el globo gástrico al vacío, y se va retirando poco a poco
la sonda hasta extraerla en su totalidad.
5. Si al hacer la prueba del cese de la compresión volviera el sangramiento, visible en
la aspiración gástrica, se procede a colocar de nuevo la compresión hasta otras 48
ó 72 h y entonces en caso de reaparición del sangramiento se debe proceder a
métodos de operatorios para hacerlo cesar: ligadura de las várices, derivación
portosistémica de urgencia, etc. La permanencia del balón distendido por más de
72 h continuas, puede determinar necrosis en el órgano con todas sus gravísimas
consecuencias.
1842
2. Errores al pasar la sonda que se introduce por las vías respiratorias. Se evitan
dando poca anestesia local o ninguna. Se comprueba por la tos o porque el pacien-
te no pronuncia nítidamente las palabras.
3. Dificultades en la extracción. Con la lubricación previa y el vacío completo de
ambos globos se obvian fácilmente.
4. Fenómenos asfícticos al desplazarse los globos llenos hacia fuera. Se debe de
retirar la sonda vaciando previamente ambos globos.
5. Rotura del globo gástrico. Se desliza la sonda y no se obtiene aspiración gástrica,
o esta, si el globo contenía líquido teñido, aparecerá coloreada por el azul de metileno.
Fig. 13.96. Sonda Minnesota, similar a la de Sengstaken-Blakemore, pero con la adición de una cuarta vía
para aspirar el esófago proximal.
1843
Drenajes en cirugía
Es frecuente el uso de drenajes en cirugía con fines preventivos (para evitar
hematomas o colecciones de líquidos por filtración o dehiscencia de suturas) o para
eliminar colecciones existentes en cavidades o espacios corporales.
Clasificación:
1. Según la presión a que funcionen:
a) Simples o isobáricos.
b) Aspirativos o hipobáricos.
2. Su estructura física:
a) Lisas.
b) Capilares.
3. Según su forma:
a) Tubulares (sondas).
b) Laminados.
c) Compuestos (combinados con gasa).
4. Tipo de material:
a) Vegetal (gasa y algodón).
b) Mineral:
- Rígidos (metal y vidrio).
- Flexibles (caucho y plásticos).
Existen drenajes simples o isobáricos que realizan su función por acción de la gra-
vedad, gradientes de presión entre el líquido de la cavidad y la atmósfera y por capila-
ridad en los tipos hidrófilos con gasa.
Los materiales más usados en los drenajes son goma, poliamida, poliuretano y com-
binaciones con silicona.
Es de uso frecuente el drenaje de Penrose, drenaje laminar de hule de látex con gasa
en su interior o el drenaje de hule de goma simple sin gasa; existen modelos corrugados
de más consistencia y que se supone que facilitar la acción de drenaje (Fig. 13.97).
1844
Los drenajes tubulares presentan generalmente perforaciones en unos de sus ex-
tremos existen modelos acodados adaptándose a sistemas al vacío.
En cirugía torácica se utilizan el sistema de sello de agua (irreversible) con un
solo frasco y el sistema de tres frascos (tipo Overholt) actualmente en una sola
pieza (Fig. 13.98).
PREGUNTAS
1. ¿Qué manifestaciones clínicas orientan para la retirada de la sonda de Levine?
2. ¿Qué condiciones especiales deben cumplirse para colocar una sonda vesical?
3. ¿Qué valor tiene el balón insufable de la sonda de Foley?
4. ¿Cuándo se decide el cierre de la pared del colédoco después de su exploración, qué
sonda se coloca en su interior?
1845
5. Describa los procederes que deben cumplirse antes de retirar una sonda torácica.
6. ¿Por qué se debe controlar la presión con un manómetro en el uso de la sonda de
Sengstaken-Blakemore?
7. Explique la conducta a seguir con la sonda de Sengstaken-Blakemore:
a) Si al desinsuflar los balones a las 48 h de colocada se repite el sangramiento.
b) Si el sangramiento se repite por segunda vez.
BIBLIOGRAFÍA
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CURACIONES Y VENDAJES
Dr. Ignacio Morales Díaz
CURACIONES
Las heridas deben ser protegidas de la contaminación exterior así como de los
traumatismos, lo cual se logra cubriéndolas con un apósito. Este está constituido por
una capa de algodón cubierta por tela de gasa por ambas caras, lo cual evita la adhe-
rencia del algodón a los tejidos.
En las heridas limpias es usual retirar el apósito a las 24 h de la operación dejando
la herida sin cubrir siendo fácil observar la formación de hematomas o los signos
inflamatorios del inicio de una infección.
Otro sistema de proteger la herida quirúrgica consiste en cubrirla con una capa de
sustancia plástica, que comenzó con el colodion y ha llegado a los modernos apósitos
plásticos en la herida de forma spray que luego se solidifica. En la fórmula de estos
plásticos, casi siempre hay un antiséptico o antibiótico.
1846
La atención o curación de las heridas es diferente, según se trate de heridas lim-
pias, heridas infectadas, heridas próximas a exteriorizaciones (colostomía e iliostomías)
fístulas intestinales y heridas con drenajes.
Para realizar la curación de una herida es necesario cumplir los siguientes pasos.
Descubrir la herida. Si la herida está cubierta con un apósito, debe retirarse este.
Si este está fijado a la piel con esparadrapo se separarán los extremos de la piel, y luego
se tirará de estos en dirección de la herida, paralelamente a la piel. Inmediatamente
debe procederse a limpiar los remanentes del pegamento de óxido de zinc, lo que se
logra con éter o cloroformo, hasta que la piel quede limpia y tersa. Si el apósito está
adherido a la herida, debe ablandarse esta adherencia mojando con suero o agua oxige-
nada antes de tratar de retirarlo.
Limpiar la piel. Esta limpieza debe realizarse con una solución antiséptica como el
hibitane hidroalcóholico o acuoso, el timerosal o alcohol de 70°. Puede aplicarse prime-
ro éter para arrastrar la grasa y posteriormente el antiséptico. Debe limpiarse la piel
hasta varios centímetros por fuera de los límites de la herida y luego debe secarse.
Limpiar la herida. En las heridas cerradas y limpias, puede limpiarse con alcohol,
suero fisiológico o antisépticos, y posteriormente secar esta o no limpiar.
En las heridas sépticas o con drenajes se mantienen con apósitos para evitar la
diseminación de las secreciones cambiándose diariamente y retirándose cuando cese
la secreción o se retire el drenaje.
En las heridas próximas a colostomías o ileostomías hay que extremar los cuidados
de aislamientos con apósitos o gasas para evitar la contaminación que es frecuente en
estos casos. La salida de líquidos y heces fecales de las ileostomías y colostomías
producen irritación de la piel siendo necesarios usar sustancias aislantes o cremas
protectoras para evitar lesiones.
Si fuese necesario cambios frecuentes de apósitos, si no hay reacción al esparadra-
po, puede dejarse la parte de este adherida a la piel y fijar el nuevo esparadrapo sobre
esta porción; si se presenta reacción al esparadrapo pueden usarse bandas de gasa o
esculteto para mantener el apósito.
En las heridas abiertas o segregantes, deben lavarse con arrastre de una solución
de suero fisiológico o antiséptico como el hibitane acuoso, solución Dakin u otros. Este
lavado arrastra los detritus y gérmenes que se encuentran en la herida.
En las heridas parcialmente abiertas o con secreciones acumuladas profundamen-
te, estas sustancias pueden aplicarse instilándolas con una jeringuilla o pera de acepto
entre los bordes de esta y colocar luego un drenaje de hule.
Aplicar los medicamentos. Después de secar la herida y en los casos que así lo
requieran, deben aplicarse los medicamentos apropiados. Estos pueden ser: antisépti-
cos, antibióticos, sustancias o ungüentos cicatrizantes u otros.
Cubrir la herida. En los casos en que no se cubre la herida, con el paso anterior
termina la curación. En los casos de heridas abiertas, segregantes, con drenajes o
cuando se aplican ungüentos, es necesario cubrirlas con un apósito. Se coloca este
sobre la herida y luego se fija con vendaje o esparadrapo. Para que el esparadrapo se
fije mejor y no lesione la piel, en la zona donde se va a colocar el mismo, puede aplicar-
se una solución de Benjui.
Las curas secas se realizan para estimular la cicatrización en una herida limpia. Se
realizan aplicando alcohol de 70 a 90° a la herida y cubriéndola con un apósito.
1847
Las llamadas curas húmedas hoy prácticamente están abolidas. Consisten en irrigar
la herida con soluciones de hipoclorito, permanganato o agua oxigenada, yodo povidona e
hibitane. Se utilizan en ciertos casos especiales y deben suprimirse tan pronto se haya
logrado la reducción de las secreciones y la sepsis, y haya mejorado la vitalidad de los
tejidos, lo cual se comprueba por la recuperación de la turgencia normal, granulación
abundante rojiza y firme, buena coloración y aspecto de los tejidos. Esta curación se
efectúa una o dos veces al día de acuerdo con la intensidad de la secreción existente.
Hay ocasiones que es necesario ejercer cierta presión sobre la herida para lograr la
hemostasia o suprimir espacios muertos. En estos casos es útil colocar sobre la herida
otro apósito doblado, algodón o estopa de mecánica estéril, sobre los cuales se coloca el
vendaje haciendo presión, la cual se trasmite uniformemente a toda la herida a través
de acúmulo de estopa o algodón. Cuando la cura compresiva va a ser colocada en un
miembro, debe cuidarse de no dificultar la circulación, para lo cual se comprobarán los
pulsos distales después de aplicado el vendaje.
Cuando se cubre una superficie cruenta al apósito se adherirá a ella a menos que se
tomen medidas para impedirlo, cubriendo dicha superficie con gasa embebida en vaselina
simple o mezclada con otras sustancias tales como antibióticos, antisépticos o cicatri-
zantes, con lo cual se logra este objetivo.
Si la herida resuma sangre, líquido seroso o pus, el apósito se saturará rápidamente
por lo que debe usarse de buen grosor y cambiarlo frecuentemente.
Si en la herida se ha dejado un drenaje, el apósito debe ser colocado sin hacer
presión para no entorpecer la salida de las secreciones. Debe fijarse a la extremidad
del drenaje un imperdible o anudarla a la piel mediante un punto de sutura.
Si la secreción es muy abundante o muy fluida, es preferible canalizarla hacia un
frasco mediante un tramo de goma con el auxilio de aspiración.
Se debe resaltar que las curaciones se deben efectuar en locales adecuados (cuar-
to de curaciones), lavado de las manos, uso de guantes y con instrumental estéril,
manteniéndose las normas y procederes de las condiciones de asepsia y antisepsia.
VENDAJES
Venda es una porción de cualquier material de tela o gasa que se utiliza para fijar
una curación sobre una herida, así como para envolver o sostener una parte del cuerpo.
Una vez que la venda se coloca en su posición, recibe el nombre de vendaje.
El material más usado para las vendas es la gasa. Es resistente, fresca, suave y porosa.
Existen vendas elásticas, con cierto contenido de goma, que se utilizan generalmen-
te para vendajes de articulaciones, para vendajes compresivos y para las várices.
La venda más comúnmente usada es la venda de gasa enrollada y cortada en
anchos de medidas diversas, siendo las más frecuentes de 2,5;, 5; 7,5 y 10 cm y de unos
10 m de longitud. Este tipo de venda sirve para vendar cualquier parte del cuerpo.
Un vendaje debe ser colocado de modo que ejerza una presión moderada, sin difi-
cultar la circulación, pero manteniéndose firme sin aflojarse y presentando un buen
aspecto en su terminación.
Actualmente se utiliza un vendaje formado por una malla elástica que se adapta a la
forma de la superficie corporal, y es muy útil en sitios de difícil vendaje, como son los
hombros, mamas, codos y otros.
1848
Puede realizarse un vendaje con un pañuelo de lienzo triangular, pero su uso es más
común en los casos de traumatismos y en los primeros auxilios.
También existen otros tipos de vendajes especiales, tales como el «vendaje en T»,
denominado así a causa de su forma. Está hecho por lo general con dos tiras de lienzo
colocadas formando esta letra, y se utiliza para sostener apósitos en los órganos genitales
y el periné.
Vendaje circular. Se realiza envolviendo un segmento en forma de anillo. Se utili-
za para sostener un apósito en una región cilíndrica del cuerpo, como el brazo, cuello,
muñeca. Se aplican varias vueltas y se fija. Se puede hacer con inversos (Fig. 13.100).
Vendaje espiral. Se aplica en regiones del cuerpo que son casi cilíndrica, como
dedos, brazos, antebrazo y tronco. Se comienza con 2 ó 3 vueltas circulares y luego las
vueltas ascienden en espiral, de tal manera que cada vuelta cubra parte de la vuelta
anterior. Llegado al extremo opuesto, se fija, o se retrocede hacia el extremo inicial
haciendo otra capa sobre la primera, hasta darle solidez al vendaje.
Vendaje espiral con inversos. Se utiliza en segmentos cónicos, generalmente de
las extremidades, como antebrazo, la pierna o el muslo. Se realiza como un vendaje
espiral, pero en cada vuelta, mientras se sujeta el borde superior de la venda con el pulgar
izquierdo, la mano derecha, que tiene el rollo, gira 180° haciendo que el borde superior de
la venda se convierta en inferior, y la cara posterior se convierta en anterior (Fig. 13.101).
Fig. 13.100. Vendaje circular para zona cilíndrica. Fig. 13.101. Vendaje espiral con inverso para
segmentos cónicos de las extremidades.
1849
Se emplea para cubrir zonas que tienen diferentes diámetros, como la región
inguinocrural y el hombro. Se pueden comparar con un vendaje en 8 ramas desiguales.
Debe comenzarse por la parte más estrecha, donde se realizan varias circulares
invertidas y se pasa la venda oblicuamente a la parte ancha, donde se realiza una
circular amplia, y se vuelve hacia la región inicial, se envuelve y se regresa hacia la
parte ancha, y así sucesivamente se va cubriendo la región y se le da consistencia al
vendaje, hasta completarlo.
Es conveniente, cuando se trata del hombro o cadera derechos, hacer las vueltas
iniciales en sentido contrario al movimiento de las manecillas del reloj, y en lado izquier-
do, a favor de estas (Fig. 13.103).
Fig. 13.102. Vendaje en ocho para articula- Fig. 13.103. Vendaje en espiga para hombro y región
ciones. Vendaje en espiga. inguinocrural.
1850
Fig.13.104. Vendaje recurrente para los dedos. Fig.13.105. Vendaje recurrente para muñones
de amputación.
Vendaje para la mano. La mano debe ser vendada dejando los dedos libres si no
hay contraindicación para efectuar movimientos.
Técnica. Se comienza por unas circulares alrededor de la palma y dorso de la
mano, después cambiando la orientación se inician unas asas recurrentes que pasan
repetidas veces de la región palmar a la dorsal a nivel del espacio interdigital (mientras
se sujetan los extremos de estas asas), completada esta parte se vuelva a girar la venda
para asegurar mediante circulares que envuelven el dorso y palma de la mano los
cabos de las asas recurrentes; después la banda va a la muñeca hace 2 ó 3 circulares
y va a la palma, repite hasta completar las capas del vendaje (Fig. 13.106).
1851
Vendaje en capelina. Es una variante de vendaje recurrente similar al de los
muñones. Puede hacerse con un rollo, pero mejor con 2 rollos de vendas, que deben
tener unos 9 m de largo. Se anudan los 2 rollos, y se comienza en la región occipital,
circulando un rollo a la derecha y otro a la izquierda, de manera que se crucen en la
frente. En el momento del cruce, una de las vendas sigue su camino circular y la otra,
luego de pasar por debajo, se dobla en
ángulo recto y se dirige hacia atrás, pa-
sando por la cúpula del cráneo hasta al-
canzar el occipucio, donde la circular
vuelve a pasar por encima de la
anteroposterior y esta vuelva a dirigirse
de atrás hacia adelante un poco más
afuera de la anterior y cubriendo una
parte de esta hasta llegar otra vez a la
frente. En las próximas vueltas los in-
versos se combinan para que se sigan
extendiendo hacia afuera y terminen por
cubrir todo el cráneo. Esta capelina con
dos rollos, presenta la ventaja de que los
inversos quedan imbricados de tal for-
ma, que el resultado es un casquete per-
fecto (Fig. 13.107).
Vendaje en T. Se utiliza para cu-
Fig. 13.107. Vendaje en capelina para lesiones de
brir apósitos en la periné. Está formado cráneo y cuero cabelludo.
por dos tiras de lienzo, una lo suficien-
temente larga (2 m) para abarcar la cin-
tura, y otra más corta que está cosida
por uno de sus extremos a la parte cen-
tral de la anterior, y en su otro extremo
se bifurca en su tercio final para dar
espacio a los genitales en el hombre o
una sonda en la mujer.
La rama larga se coloca en la cintu-
ra como una faja, con la costura de la
otra rama en la espalda y dicha rama
hacia abajo, y se fija en su parte delan-
tera. La otra rama se pasa entre los
muslos apoyada al periné, donde puede
sujetar un apósito, y se dirige hacia arri-
ba por delante del hipogastrio hasta unirla
con la primera a la cual se fija, dejando
espacio entre sus dos ramas para los Fig. 13.108. Vendaje en T para cubrir periné de-
jando libre los genitales.
genitales o la sonda uretral (Fig. 13.108).
1852
Vendaje de esculteto. Está confecciona-
do con lienzo fuerte y consta de un cuadriláte-
ro de unos 30 cm de lado. A sus lados derecho
e izquierdo tienen cosidas 5 bandas también re-
forzadas, imbricadas y que se superponen 2 cm
cada una sobre la inmediata inferior y que mi-
den cada una 7,5 cm de ancho por 75 cm de
largo en el modelo estándar, pero se fabrican
de diferentes tamaños (Fig. 13.109).
Vendaje de malla. Está constituido por
una malla elástica estéril. Vienen fabricados de
varias medidas, de manera que pueda usarse
para vendar diversas partes del cuerpo, como
un dedo, un brazo, un muslo, el tórax, etcétera.
Simplemente se corta un tramo del largo
necesario, se estira y se coloca sobre los
apósitos. Este tipo de vendaje, debido a su elas-
ticidad, se mantiene bien situado sobre regio-
nes anfractuosas como el hombro.
Los vendajes se terminan fijando su extre-
mo final por medio de un esparadrapo o un al-
filer imperdible. En el caso de los vendajes elás-
ticos vienen con unos dispositivos en forma de
ganchos que sirven para esta finalidad. Fig. 13.109 Vendaje de esculteto, cuadrilá-
Para retirar un vendaje se debe soltar el ex- tero de tela fuerte con tiras anchas en sus
extremos para imbricarlas sobre el abdo-
tremo de la venda y desenrollar esta, pasándola men.
de una mano a la otra para evitar que se enrede.
Si al tratar de retirar un vendaje causa do-
lor, o este está muy contaminado, es preferible
cortarlo por el lado opuesto a la lesión.
PREGUNTAS
1. En las heridas limpias, sin drenaje, ¿qué tiempo debe mantenerse el apósito?
2. Si el paciente refiere alergia al esparadrapo o necesita cambios frecuente del apósito, ¿qué
proceder utiliza para sostener el apósito?
3. Señale un método de colocación de vendaje y apósito con fines hemostáticos o para
evitar espacios muertos.
4. Explique indicaciones de proceder en las curas húmedas.
5. Mencione las complicaciones del vendaje circular de un miembro.
6. En qué regiones se utilizan los vendajes en capelina y el esculteto.
BIBLIOGRAFÍA
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Definición
El término ostomía viene del vocablo latín ostium y del griego stoma que quieren
decir boca. O sea, que es el orificio o abertura practicada a un órgano hueco para
comunicarlo con el exterior, en cuyo caso el nombre resultante se compone del que
corresponde al órgano a que se practica la abertura, seguido del sufijo ostomía (por
ejemplo: gastrostomía), o bien para comunicarlo con otro órgano, en cuyo caso el
término comienza con el nombre del órgano donde se ha practicado la abertura,
seguido del nombre del órgano hacia donde aquél se ha derivado (por ejemplo:
gastroduodenostomía).
Clasificación
Clasificación de las ostomías de acuerdo con:
1. El carácter:
a) Urgente.
b) Electiva.
2. Con la porción del órgano abocada:
a) Terminal.
b) Lateral.
3. La perdurabilidad:
a) Temporal.
b) Definitiva.
1854
4. La localización:
a) Aparato respiratorio:
- Traqueostomía.
- Pleurostomía.
b) Aparato digestivo:
- Esofagostomía (Fig. 13.110).
- Gastrostomía.
- Duodenostomía.
- Yeyunostomía.
- Colostomía
- Colecistostomía
- Coledocostomía
c) Aparato urinario:
- Nefrostomía.
- Pielostomía.
- Ureterostomía.
- Cistostomía.
d) Otras:
- Miringostomía o timpanostomía.
5. El propósito:
a) Descompresiva.
b) Derivativa.
c) Con fines de alimentación.
Fig. 13.110. Esofagostomía cervical por sonda en una herida del esófago cervical (cortesía del profesor
Alfonso Vicencio Tovar).
Las ostomías pueden clasificarse de acuerdo con sus características, pero al mis-
mo tiempo pueden pertenecer a varios de los otros aspectos citados.
De acuerdo con el carácter. La necesidad de practicar una ostomía puede ser de
carácter urgente cuando la prontitud de su realización sea requerida para preservar la
vida. Ejemplo de esto es una traqueostomía por obstrucción laríngea o una cecostomía
por oclusión del colon en asa cerrada.
1855
En el resto de los casos en que la ostomía sea imprescindible pero no requiera una
actuación rápida, se llamará electiva.
De acuerdo con la porción del órgano abocada. Cuando se aboca toda la luz
del órgano al exterior, peneralmente porque se requiere realizar una derivación comple-
ta de su contenido, o porque se ha extirpado total o parcialmente la porción distal del
órgano, la ostomía se denomina terminal (esofagostomía cervical en una ruptura del
esófago torácico, o colostomía terminal como complemento de una exéresis
abdominoperineal del recto). La ostomía terminal puede ser de una sola boca, cuando
solo se aboca el extremo proximal del órgano, bien sea porque la parte distal se haya
extirpado (amputación abdominoperineal del recto), o porque se haya dejado obliterada
y abandonada en una cavidad del organismo (colostomía de Hartmann), pero también
puede ser de dos bocas o en cañón de escopeta, como ocurre en la colostomía de tipo
Rankin-Mikulicz.
Por el contrario, cuando solamente se necesita una descompresión o una deriva-
ción parcial del contenido del órgano, se realiza una ostomía lateral, que solo compren-
de una abertura parcial de la luz del órgano, como ocurre con una ileostomía o una
colostomía en asa, para proteger una sutura en la porción distal del tubo digestivo, o
como tratamiento provisional de una lesión distal obstructiva.
De acuerdo con la perdurabilidad. Una ostomía puede ser realizada para resol-
ver una situación transitoria, para una vez resuelta esta, restablecer el tránsito normal.
En este caso se llama temporal. Ejemplo de esto es una colostomía realizada por la
perforación de un divertículo del colon, que una vez resecada la zona de la perforación
y restablecido el tránsito intestinal, permite su cierre. Sin embargo, cuando la necesidad
de practicar la ostomía sirva para aliviar síntomas existentes por afecciones que no
tienen solución, o que la solución obliga a interrumpir el tránsito normal, la ostomía es de
tipo definitiva. Ejemplo de esto es la sigmoidostomía que se realiza como complemento
de la resección abdominoperineal del recto, o la traqueostomía que se realiza después
de la laringectomía total.
De acuerdo con la localización. Se ha tomado para este término el aparato de la
economía donde es realizada la ostomía. Estos pueden ser el respiratorio, el digestivo,
el urinario y otros.
De acuerdo con el propósito.Una ostomía se realiza para resolver una situación
determinada, por lo que su propósito puede ser para descomprimir un órgano cuando
existe un obstáculo distal que impida el libre tránsito a su través. Ejemplo de esto es una
oclusión del colon por un tumor que no sea resecable en ese momento, en cuyo caso se
realiza una colostomía proximal descompresiva. Otra situación es cuando por alguna
razón, como puede ser la de proteger una sutura distal, se realiza una ostomía proximal
en cuyo caso tiene el propósito de derivar el contenido para que no pase por la zona en
cuestión. Ejemplo de esto es la ileostomía que se hace en los casos de resección ante-
rior del recto con anastomosis terminoterminal y escisión total del mesorrecto. Cuando
se realiza una ostomía para lograr aportar una alimentación suficiente que no es posible
obtener por los medios naturales, el propósito es alimentario. Un ejemplo es la
yeyunostomía en los casos de ingestión de cáustico con vistas a preparar al paciente
para la futura operación.
1856
El objetivo de este tema se circunscribe solo a las indicaciones, técnicas, complica-
ciones y cuidados de las ostomías del tubo digestivo, que son las que describiremos a
continuación. Las referidas al aparato respiratorio, deben ser revisadas en los capítulos
correspondientes donde aparecen la traqueostomía y pleurostomía. Otras ostomías re-
feridas en la clasificación, no corresponden a los objetivos de este libro.
Con relación a las técnicas quirúrgicas, se referirán a las más utilizadas, pues exis-
ten múltiples técnicas con distintos nombres, pero cuyos principios son muy similares.
1857
una sonda de Nélaton No.16 a 18 F y se anudan consecutivamente las “bolsas de
señora”, comenzando por la más cercana a la sonda. A continuación se coloca la sonda
a lo largo de la pared del estómago, se practica una suerte de túnel, se cubre con puntos
seromusculares separados, de de uno a otro lado de la pared del estómago, comenzan-
do en el lugar de las suturas circulares que quedan sepultadas que se extienden en una
distancia de aproximadamente 4 a 6 cm. Se practica después una pequeña incisión en
el hipocondrio izquierdo por fuera del músculo recto anterior, suficiente para exteriori-
zar la sonda a su través. Es conveniente fijar el estómago al peritoneo parietal con 4
puntos separados, en el punto donde la sonda atraviesa la pared del abdomen. Final-
mente la sonda se fija a la piel con un punto que se anuda a su alrededor sin obliterarla,
para evitar su dislocación (Fig. 13.111).
1858
parietal donde se ha practicado la contraabertura, atravesando si es posible un segmen-
to del epiplón mayor, es conveniente fijarla al peritoneo parietal por medio de 4 puntos
de sutura alrededor de la incisión, para evitar que el estómago se desplace y arrastre la
sonda hacia el interior de la cavidad peritoneal con el peligro de un escape de su conte-
nido y la lógica contaminación de la cavidad (Figs. 13.112, 13.113 y 13.114).
Fig. 13.112. Gastrostomía de Stamm- Fig. 13.113. Corte transversal donde se muestra la
Kader. Bolsas de señora. invaginación de la pared del estómago alrededor de la
sonda de la gastrostomía y la salida de esta por la
contraabertura en la pared abdominal.
Fig. 13.114. Obsérvese el calibre de la sonda de la gastrostomía y su exteriorización por una contraabertura
en el hipocondrio izquierdo.
1859
de rectángulo que comienza cerca de la curvatura menor y avanza hacia la curvatura
mayor, para después suturar de borde a borde toda la incisión resultante de forma
que quede un tubo gástrico, que es llevado al exterior del abdomen a través de una
incisión de contraabertura en el hipocondrio izquierdo. La mucosa del manguito gás-
trico es suturada a la piel con lo que queda “madurada”. Existen variantes de esta
técnica, a fin de que en la base del tubo se pueda crear una suerte de válvula para
evitar que el contenido gástrico salga al exterior (Fig. 13.115).
Fig. 13.115. Gastrostomía de Janeway. A. Se señala la zona rectangular de la pared anterior del estómago.
B. Inicio de la confección del tubo gástrico. C. Tubo gástrico ya confeccionado y extraído por la incisión de
contraabertura, con la sonda en su interior. D. Se observa la incisión realizada para la operación y se marca
la contraabertura por donde se exterioriza el tubo de la gastrostomía con su sonda.
1860
Gastrostomía por vía percutánea. Actualmente se puede practicar el procedi-
miento con el uso del mínimo acceso que brinda la técnica de la endoscopia intraluminal.
Está indicada en los pacientes que no se puedan alimentar por la vía oral, siempre que
el esófago, aunque se encuentre estenosado por procesos malignos o benignos, permita
el paso de un endoscopio. Es posible también lograr el paso del instrumento en casos
estenosados, por medio de dilataciones.
Técnica. Se introduce un endoscopio flexible por vía oral hasta llegar al estómago,
se procede a distenderlo con insuflación de aire y se dirige la luz del endoscopio hacia
la pared anterior del estómago. Se observa entonces la pared abdominal, para precisar
el punto de mayor luminosidad, lo que se puede notar mejor con la habitación a oscuras.
Este punto corresponde casi siempre a un sitio a 2 mm a la izquierda de la línea media
en la zona del epigastrio. En ese punto se hace una pequeña incisión en la piel y planos
superficiales para pasar un trocar, que penetrará a través de los planos de la pared del
abdomen y atraviesa entonces la pared del estómago que se halla apoyada en el perito-
neo parietal de la zona debido a la presión interna provocada por el aire insuflado en su
interior. Se pasa una guía a través del trocar, la que se puede ver por medio del
endoscopio y se procede a su atrapamiento, a fin de extraer la guía por la boca del
paciente. En este momento la guía se extiende desde la pared anterior del abdomen del
paciente hasta su boca, pasando por el interior del estómago. Al extremo de la guía que
sale por la boca, se le ata el pabellón de una sonda de Pezzer F16 a 18, a la que
previamente se ha destechado en su porción dilatada de “sombrilla”. Se procede enton-
ces a tirar suavemente del extremo abdominal de la guía a fin de que la sonda vaya
progresando, hasta que emerge por la incisión abdominal. Se sigue tirando de la sonda
hasta que llegue al tope lo que quiere decir que está situada en su lugar y se procede a
su fijación en forma habitual a la piel.
Duodeno
Duodenostomía. Su uso es con fines derivativos.
Indicaciones. En los casos en que se quiera derivar el contenido duodenal y la
secreción biliopancreática al exterior, por no dejar una sutura del duodeno en precario;
por ejemplo en la lesión de la pared duodenal por trauma con malas condiciones locales
y cierre de muñón duodenal difícil en el transcurso de gastrectomías Billroth II.
Técnica. Previa la realización de un despegamiento del marco duodenal del peritoneo
(maniobra de Kocher), se realiza el cierre del muñón duodenal en la forma habitual, se
deja una abertura por donde se introduce en el duodeno una sonda de Nélaton 20 F, con
varios orificios en su parte delantera y se fija a la línea de sutura, asegurando que no se
pueda desplazar, ya que el duodeno no puede ser llevado a la pared abdominal, por donde
se exterioriza la sonda, por lo que se debe atravesar previamente un segmento del epiplón
mayor. Se exterioriza la sonda por una contraabertura y se fija a la piel para evitar que se
disloque. Cuando no se puede suturar con confianza el muñón duodenal en una gastrectomía
Billroth II no se realiza la duodenostomía lateral como se ha explicado, sino que se hace
de forma terminal, con la colocación de la sonda a través de la sección del órgano, que se
debe cerrar a su alrededor con 2 bolsas de señora con material no reabsorbible, se cubre
con el epiplón y se fija a la piel por una contraabertura, como se señaló.
1861
Yeyuno
Yeyunostomía. Su uso casi siempre es con fines alimentarios aunque en condi-
ciones excepcionales es también con fines derivativos.
Indicaciones. Las mismas de las gastrostomías, siempre que no pueda ser utili-
zado el estómago para garantizar la nutrición del paciente. Se debe incluir en las
indicaciones con fines de alimentación, la utilización del yeyuno en aquellas operacio-
nes del esófago en las que se han practicado suturas, a fin de poder alimentar
precozmente por vía enteral al paciente y esperar el tiempo necesario para la conso-
lidación de las suturas esofágicas. En casos de dehiscencias del muñón duodenal su
uso es además con fines derivativos, al colocarse al mismo tiempo una sonda en
dirección proximal, con fines de aspiración.
Técnica. Al igual que para la realización de las gastrostomías, se debe realizar
una pequeña laparotomía para localizar el asa de elección que debe ser a 30 ó 40 cm
del ligamento de Treitz, lo suficiente para que se pueda llevar dicho segmento hasta
la pared abdominal sin tensión.
Técnica de Witzel. Una vez identificada el asa, se elige el lugar de realización
de la técnica en su borde antimesentérico, la cual es similar a la practicada en el
estómago, teniendo la precaución de no usar una sonda de Nélaton de calibre ma-
yor de 18 F para evitar la obturación de la luz del yeyuno. Se realiza la fijación de
la capa seromuscular del yeyuno, mediante cuatro puntos separados, al peritoneo
parietal ardedor de la emergencia de la sonda, para evitar la filtración del conteni-
do yeyunal a su alrededor y se fija esta a la piel sin perforar su luz para evitar su
dislocación (Fig. 13.116).
Fig. 13.116. Yeyunostomía por la técnica de Witzel. A. Penetración de la sonda en la luz del yeyuno, a
través de una bolsa de señora. Debe tenerse especial cuidado de que la sonda sea del calibre adecuado para
que no pueda obliterar la luz del intestino. B. Se muestra la sonda invaginada en la pared del yeyuno.
1862
escisión total del mesorrecto y anastomosis colorrectal baja, a fin de proteger la sutura
y en las ileo-anostomías por procesos benignos o malignos, con el mismo fin. En estos
casos es transitoria. Con carácter desompresivo se usa también cuando existe una
obstrucción del tránsito intestinal a nivel del ciego y el estado general del paciente o las
condiciones locales no permitan una resección de la lesión o una anastomosis ileocólica
de primera intención, con hemicolectomía derecha o no.
Técnica. De una sola boca (terminal). (Fig. 6-A) Tiene generalmente un carácter
permanente y se usa para poner en reposo el colon en los casos de colitis ulcerativa
idiopática complicada o después de una coloproctectomía total (Fig. 13.117). La más
utilizada es la de Brooke, modificada por Crile y Turnbull, cuyos pasos fundamentales
son los siguientes:
1. Seleccionar el lugar adecuado donde debe ser situada la ileostomía en el cua-
drante inferior derecho del abdomen, de tal manera que la placa basal de la
bolsa de ileostomía que deberá usar el paciente quede uniformemente apoyada
en la piel, sin interferencia con ninguna eminencia ósea o adiposa para que su
ajuste sea hermético y no haya fugas del contenido intestinal que debe recoger
la bolsa.
2. En el lugar seleccionado se extrae un ciilindro de 2 cm de diámetro, que compren-
de la piel, el tejido celular subcutáneo y la aponeurosis superficial. Se divulsiona el
músculo en la dirección de sus fibras y se extirpa una pastilla del mismo diámetro
en el peritoneo y fascia transversalis, con lo que queda preparado el trayecto por
donde se extraerá el íleon.
3. A continuación se selecciona una porción sana del íleon terminal próximo a la
válvula ileocecal, la cual se secciona entre pinzas rectas o con un suturador mecá-
nico lineal de sutura y sección simultáneas. El extremo distal del íleon se cierra
definitivamente mediante sutura. El mesenterio se divide en la extensión requeri-
da (10 a 15 cm) para garantizar la extracción sin tensión y con buena vascularización
de un segmento de íleon de 6 cm sobre el nivel de la piel. Después de colocar una
pinza de coprostasia de Doyen en la porción intraabdominal del íleon y de tomar
las usuales medidas de asepsia para evitar la contaminación de las heridas y de la
cavidad peritoneal, se procede a abrir el extremo del íleon y a evertirlo sobre sí
mismo, de tal forma que quede un segmento de 3 cm en forma de trompa sobre el
plano cutáneo, lo cual facilitará la recolección del contenido ileal en la bolsa y la
prevención de su derrame irritativo sobre la piel.
4. El segmento exteriorizado se mantendrá en su posición mediante 1 ó 2 puntos de
material no absorbible 2-0 ó 3-0 entre el borde del mesenterio del asa y el perito-
neo parietal, pues está contraindicada la colocación de puntos en la pared del
propio intestino por el riesgo de la producción de fístulas. El borde de la porción
evertida de íleon se fijará al borde de la piel con puntos separados de material no
absorbible o de ácido poliglicólico fino (3-0).
5. Por último, debe fijarse con cuidado el mesenterio del asa al peritoneo parietal con
puntos separados de material no absorbible fino, para evitar la ocurrencia de una
hernia interna a través de la brecha que quedaría si esto no se hiciera.
1863
Fig. 13.117. Ileostomía evertida de Brooke.
1864
Colon
Colostomías. Pueden ser de diversos tipos según la patología y el segmento de
colon afectado.
Indicaciones. Cecostomía. Su uso es siempre con fines descompresivos. Se pue-
den realizar aplicando una sonda que se extrae al exterior a través de la pared abdomi-
nal o llevando el ciego directamente a la pared, donde se abre la luz. Se usa en los casos
de oclusión del colon, casi siempre por tumores malignos, sobre todo a nivel del colon
ascendente, transverso o descendente, cuando no se puede realizar una resección por
condiciones locales de gran distensión o generales del paciente y muy en especial en
los casos de oclusión del colon en asa cerrada, donde el peligro de perforación es
inminente y se requiere una descompresión rápida.
Transversostomías y sigmoidostomías. Los procederes para su realización son iguales
para ambas y deben sus nombres respectivos a la zona del colon donde son realizadas.
Pueden ser de carácter transitorio o definitivo, urgente o electiva, terminales o laterales
y de finalidad descompresiva o derivativa.
Las de carácter definitivo son las que se realizan por una resección colorrectal, en
cuyo caso se realiza una tranversostomía o sigmoidostomía terminal, por lo general de
carácter electivo. Serían transitorias cuando se puede restituir el tránsito en etapas
posteriores, porque ello no sea aconsejable de inmediato por las características locales
de la lesión o sus complicaciones, o por el mal estado general del paciente, en especial
en las operaciones urgentes.
La condición de descompresiva o derivativa la da la afección que motivó su realiza-
ción, pues si la causa fue una oclusión de la luz del colon por procesos malignos, como
tumores, o benignos, como diverticulitis, sin que se pueda resecar el segmento en la
primera intervención, se puede realizar una colostomía en asa y su finalidad será
descompresiva (Fig. 13.119).
1865
En estos mismos casos, así como en los vólvulos, cuando se realiza la resección del
segmento afecto, se realiza la colostomía abocando los cabos proximal y distal, en
doble cañón de escopeta, en cuyo caso tendrá la doble función de ser descompresiva y
derivativa, pues el colon, sobre todo izquierdo, no debe ser anastomosado de primera
intención, por la alta posibilidad de dehiscencia de suturas, dado la alta concentración
de gérmenes en esa zona (Fig. 13.120).
Fig. 13.120. Colostomía doble o en cañón de escopeta (Rankin-Mikulicz). Si el cabo distal se deja cerrado
y abandonado en la pelvis constituye la técnica de Hartmann.
Técnicas
Cecostomía. Cecostomía por sond. Se realiza en la cara anterior del ciego, con-
feccionando 2 suturas en “bolsa de señora”, concéntricas, que no se anudan y que
dejen un espacio interior suficiente para poder realizar una incisión penetrante hasta la
luz del ciego y pasar a su través una sonda de Pezzer 30 F, la que debe ser destechada
en su porción dilatada en sombrilla, a fin de facilitar su posterior extracción. Una vez
colocada en su sitio, se anudan las “bolsas de señora”, primero la más interna, para
después anudar la segunda, con lo que queda invaginada la anterior y parte de la pared
1866
del ciego. La sonda se extrae por una contraabertura en la fosa ilíaca derecha, quedan-
do la pared del ciego adosada al peritoneo parietal. Se pueden dar algunos puntos de
fijación de la pared del ciego al peritoneo parietal y la sonda se fija a la piel con 1 ó 2
puntos de material no reabsorbible (Fig. 13.121).
Cecostomía lateral. Se extrae una parte
de la pared anterior del ciego por una incisión
de McBurney, que se fija a los bordes de la
herida con varios puntos, los que al pasar por
la pared del ciego no deben penetrar en su
luz. Se cubre con gasa vaselinada y se espe-
ran al menos 24 a 48 h para incidir la pared
del ciego y dejar creada la cecostomía. Des-
pués de la incisión, al salir los gases, la pared
del ciego se deprime aunque no puede pene-
trar en la cavidad, por los puntos de sujeción.
Se deben proteger los bordes de la abertura
con gasa vaselinada y esperar de 3 a 4 días
para realizar cualquier irrigación mediante la
inserción de una sonda.
Transversostomías y sigmoidostomías.
En asa. Puede ser practicada en algún seg-
mento del colon transverso o sigmoides. Con
frecuencia no se utiliza el colon descenden-
te para este fin por su situación profunda, Fig. 13.121. Cecostomía por sonda.
que requeriría una mayor liberación.
Previa laparotomía y una vez identificado el sitio, se procede a liberarlo en una exten-
sión de unos 10 a 15 cm. En el caso del transverso, se debe liberar en su cara anterior y
superior el epiplón mayor y en el sigmoides, el colon debe ser liberado del peritoneo
parietocólico, si su movilidad no es suficiente. En cualquiera de las posiciones selecciona-
das, el asa debe quedar suficientemente liberada, a fin de que llegue perfectamente y en
forma redundante a la pared abdominal por donde será extraída, unida solo al meso, por
donde recibe su vascularización. Se realiza una brecha en una zona avascular del meso
por donde se hace pasar una cinta de hiladillo o una sonda de Nélaton fina para que sirva
a modo de anclaje y se procede a realizar una incisión en la pared abdominal, que interese
todos los planos hasta el peritoneo, de unos 8 a 10 cm de longitud, que puede ser longitudinal
o transversal, de acuerdo con la dirección del asa. Se pasa el asa a través de la incisión
tirando suavemente del anclaje y ayudando desde adentro, hasta que quede totalmente
sobrepasada la superficie de la pared abdominal. Es conveniente que quede algo redun-
dante, lo que evitará que en el período posoperatorio, con la lógica distensión provocada
por el íleo paralítico fisiológico, pueda quedar a tensión, con el peligro de su retracción. Se
sustituye entonces el anclaje, preferiblemente por una varilla de cristal o plástico, para
evitar que el asa se retraiga en los primeros días y se dan puntos separados de fijación del
peritoneo a su pared seromuscular. En la colocación del asa extraída, esta debe quedar
sin torsión y por tanto una de las bandeletas, debe quedar al centro. Se deben esperar por
1867
lo menos 48 h para abrir la colostomía, para evitar que el contenido del colon se derrame
y pueda pasar a la cavidad peritoneal, ya que de hacerlo en fecha más temprana, aún no
se ha adherido lo suficiente el asa a la pared. Esta maniobra de “abrir la colostomía” se
hace incidiendo a través de la propia bandeleta o en sentido transversal, usando bisturí u
electrocoagulador. En los casos en que se necesite abrir de inmediato la colostomía por
existir gran distensión, se aplica una sutura circular en “bolsa de señora” en la cara
anterior del asa una vez extraída y fijada, para entonces practicar dentro de esta sutura
una incisión y de inmediato pasar una sonda recta, anudando lo más rápido posible la
bolsa de señora alrededor de la sonda, con lo que se evitará que se derrame el contenido
en la zona quirúrgica y permita que salgan los gases. Cuando este tipo de colostomía, que
es solo descompresiva, se desea convertir en derivativa, se debe ampliar la incisión del
asa, para lograr una derivación parcial o total, según que la sección del asa comprenda
toda su circunferencia, o una parte de ella.
En doble cañón de escopeta. Se denomina así, pues los cabos proximal y distal que
son extraídos a través de la pared abdominal quedan uno al lado del otro en forma
paralela. Se realiza a veces en vólvulos del sigmoides, sobre todo cuando hay necrosis
del asa, se utiliza un clamp especial denominado de Rankin, que tiene 3 ramas, de las
que la central queda atravesando el mesenterio, mientras que las otras dos sirven para
aprisionar los cabos proximal y distal. Una vez aplicado se secciona por encima. Tres o
4 días después, cuando ya se ha fijado esta colostomía a la pared, se pueden abrir las
ramas del clamp y retirarlo, quedando una colostomía de 2 bocas, una proximal y otra
distal. Este tipo de colostomía puede realizarse a mano igualmente, con la realización
de la resección del segmento intestinal que sea necesario. Posteriormente, se colocan
ambos cabos en posición paralela, se suturan en una distancia de unos 6 a 7 cm, con lo
que ambos orificios quedan separados por las paredes de ambos cabos, los que se
extraen por una contraabertura, con el cuidado que sea fácil colocar la bolsa que es
necesario utilizar para recoger las heces fecales. El cierre de esta colostomía puede
realizarse con la maniobra que se llama “matar el espolón” (Fig. 13.122), que consiste
en aplicar por dentro de ambos orificios pinzas que aprisionen ambas paredes, a fin de
que provoquen su necrosis y al desaparecer esta pared divisoria el tránsito intestinal de
nuevo toma su curso, lo que permite proceder al cierre de la colostomía. Sin embargo,
el cierre en ocasiones requiere procedimientos quirúrgicos más complejos.
1868
Colostomía terminal o a boca única. Se usa en casos en que por razones de oclusión
tumoral o perforación muy baja del colon o recto, una vez realizada la resección de la
zona patológica, no se pueda hacer la extracción del segmento al exterior, ni la anastomo-
sis de primera intención. Este proceder se denomina también de Hartman y consiste en
cerrar el cabo distal y sacar al exterior el cabo proximal, como se hacía con la ileostomía
a boca única, aunque debido al carácter menos irritante del contenido fecal, no es nece-
sario dejar siempre prominente el extremo del colon y puede suturarse la boca directa-
mente a nivel de la piel, lo que se denomina colostomía “madurada”. Pero, en general, las
colostomías deben quedar siempre sin tensión y algo redundantes, para evitar el peligro
de su retracción o “hundimiento” en los días subsiguientes, con el peligro de peritonitis.
En todas las colostomías se debe circundar con gasa vaselinada, una vez finalizada
esta, a fin de evitar que el contenido al derramarse pueda penetrar en la cavidad
peritoneal.
Vías biliares
Colecistostomías. Indicaciones. Generalmente son de carácter transitorio, se
practican en casos de colecistitis aguda en que la colecistectomía pueda ser muy riesgosa
por las condiciones locales de difícil disección de los elementos del pedículo, o en pa-
cientes de mucho riesgo en que se necesite una operación rápida.
Técnica. Se descubre una zona en el fondo vesicular y se levanta la pared vesicular
por medio de 2 pinzas de Allis, a fin de puncionar entre ellas con un trocar grueso y
vaciar la bilis de su interior que puede estar a presión. Una vez vaciada la vesícula, se
realizan 2 suturas concéntricas en “bolsa de señora” alrededor de la la zona de la
punción y se dejan sin anudar. Se incide en el interior de las suturas, con lo que se abre
la vesícula biliar y a través de esta abertura, se extraen los cálculos del interior, sobre
todo si hay alguno bloqueando el conducto cístico. Es recomendable realizar una
colangiografía operatoria para estar seguros de que la vía biliar principal está libre de
cálculos, ya que de lo contrario este sería un problema adicional a resolver, además
esto proporciona la certeza de que el tránsito de la bilis hacia el duodeno está libre. Una
vez que la vesícula está vacía, se introduce una sonda de Foley No.16 F, de Nélaton, o
de Pezzer destechada, de igual calibre y se anudan ambas “bolsas de señora”, alrede-
dor de la sonda, la que se extrae al exterior por una contraabertura en la pared abdomi-
nal a nivel del hipocondrio derecho, tratando de que la vesícula quede unida a la pared
del abdomen. La sonda se fija a la piel y se conecta a un frasco (Fig. 13.123).
Fig. 13.123. Colecistostomía. A. Apertura del fondo vesicular a través de una “bolsa de señora”. B.
Exteriorización de su contenido por medio de una sonda de Pezzer.
1869
Coledocostomía. Indicaciones. Se realiza generalmente durante operaciones de
colecistectomía, cuando se descubre que existen cálculos en la vía biliar principal, para
lo que se abre esta y se extraen los cálculos, no se recomienda el cierre primario del
colédoco por el peligro de dehiscencia de la sutura, que estará sometida a una presión
creciente como ocurre normalmente en las vía biliares. Ante todo se debe tener pre-
caución sobre el sitio a elegir para realizar la coledocotomía, pues existe la posibilidad
de desechar la operación que se pensó y sustituirla por una colédoco-duodenostomía.
Técnica. Cuando se va a realizar esta intervención, es preferible hacer previa-
mente una maniobra de Kocher para liberar el duodeno del peritoneo parietal poste-
rior y tener mejores posibilidades de manipulación del órgano. Una vez liberado un
segmento de la pared anterior del colédoco, se dan 2 puntos de anclaje a ambos lados
de la zona donde se vaya a hacer la incisión, la que se realiza en sentido longitudinal
para penetrar en la luz del órgano. Después de realizada todas las maniobras de
exploración y extracción de cálculos, se inserta una sonda en T dentro de la luz de la
vía biliar, a través de la misma incisión y quedan una de sus ramas horizontales en
sentido proximal y la otra en sentido distal. El calibre de la sonda depende del calibre
del colédoco, pero no es necesario que el calibre sea exagerado, a pesar de que
exista una vía biliar muy dilatada. La sonda se debe destechar en sus ramas horizon-
tales, a fin de que se plieguen con facilidad en el
momento de su extracción y la longitud de cada
rama no debe exceder los 3 cm. Comprobado que
la sonda está en su sitio, se procede a cerrar la
brecha excedente del colédoco, con puntos sepa-
rados de sutura reabsorbible, de forma que la son-
da quede ajustada en su alrededor. Terminada la
sutura, se prueba su hermeticidad, se inyecta sue-
ro fisiológico a baja presión, con el uso de una je-
ringuilla sin émbolo y elevándola gradualmente. La
sonda se extrae al exterior a través de una
contraabertura, que debe ser realizada en un punto
Fig. 13.124. Coledocostomía con una
de la pared abdominal que quede lo más cerca po-
sonda en T de Kher fijada al colédoco sible de las vías biliares y esto generalmente es en
mediante el ajuste de esta por suturas sentido completamente perpendicular a la pared del
separadas en su pared. abdomen (Fig. 13.124).
Se realiza una colangiografía por la sonda para
comprobar la ausencia de cálculos en la vía biliar.
Cuidados de las ostomías
Se refiere a los cuidados que se deben aplicar después de realizadas cualquiera
de las ostomías digestivas, con las observaciones en algunos cuidados particulares
que requieren algunas de ellas.
Se basan estos cuidados en los objetivos generales para los que fueron practica-
das, que son los siguientes:
1. Mantener el buen funcionamiento:
a) Evitar la dislocación de las sondas: en las ostomías que han sido realizadas
con la aplicación de una sonda, la dislocación o salida de esta, determina que
1870
no se cumpla la función para lo que fue practicada la intervención quirúrgica,
sobre todo en las que tienen una función alimentaria, pues si bien en ocasio-
nes es posible volver a canalizar la luz, otras no es posible, a lo que se suma
el peligro de perforación en los intentos, o pasar la sonda a la cavidad peritoneal,
e instilar alimento con la consiguiente peritonitis.
Por estas razones las sondas de las ostomías deben ser manipuladas con
sumo cuidado, solo por personal entrenado y se debe advertir de estos peli-
gros a los acompañantes, familiares y al propio paciente, a quienes se les
debe entrenar en el manejo, sobre todo si son ostomías definitivas o de larga
permanencia.
b) Mantener la permeabilidad: para lograr esto, en las ostomías con sonda, se
debe ordeñar el tubo 3 ó 4 veces al día. Después de transcurridas 48 a 72 h
de la intervención, se deben irrigar de 30 a 40 mL de suero fisiológico lenta-
mente por la sonda y aunque no es motivo de este tema se debe aclarar que
este procedimiento, por supuesto, no se debe realizar en las traqueostomías y
en las pleurostomías. Generalmente este procedimiento no es necesario en
las colecistostomías y en las coledocotomías, pues la fluidez de la bilis no
lleva a obstrucción de la sonda.
En las ostomías sin sonda, que son fundamentalmente las colostomías, una
vez transcurridas las 48 a 72 h de la intervención, se pueden hacer en forma
cuidadosa y por personal entrenado, dilataciones digitales en el cabo proximal,
una vez al día.
c) Evitar la retracción y hundimiento de la ostomía: las medidas en este caso son
fundamentalmente preventivas, pues la retracción se evita dejando el o los
cabos intestinales extraídos sin tensión y que queden algo redundantes. Igual-
mente se debe evitar la distensión abdominal operatoria. En los casos en los
que se haya utilizado una varilla de cristal o plástico por debajo de un asa,
esta no debe ser retirada hasta tanto no pasen por lo menos más de 48 h y
estare seguro de que los tejidos de la abertura de la pared abdominal se han
fijado adecuadamente al asa.
2. Proteger la piel alrededor de la ostomía: este es un cuidado que cobra mayor
importancia en las que funcionan sin sonda, donde existe un estoma que derra-
ma el contenido que sale directamente sobre la piel que lo circunda, que se irrita
al ponerse en contacto de forma continuada con los jugos y fermentos digesti-
vos, por no estar preparada para esta agresión. Esto es particularmente intenso
en las ileostomías, donde existe un alto contenido de bilis y jugo pancreático en
la descarga.
1871
Existen múltiples ungüentos de
fórmulas a base de tanino, tintura
de benjuí y otras, como la pasta
Lassar, que forman una película
protectora y en Cuba se ha utiliza-
do la pintura de aluminio de uso co-
mercial, que, sin que exista algún
estudio aleatorizado, parece que ha
dado buenos resultados, sin com-
plicaciones. Algunos de estos pro-
ductos tienen la dificultad de que
solo pueden ser utilizados con bol-
sas de recolección que se fijan con
Fig. 13.125. Limpieza cuidadosa de la piel alrededor de
la ostomía. cinturones, pues la capa protecto-
ra que provocan no deja actuar los
adhesivos de las bolsas Otros productos son más adecuados en ese sentido como
pulverizaciones (spray) de colodión, placas autoadhesivas con alta proporción de
hidrocoloides o cremas barreras que garantizan el equilibrio del Ph cutáneo y pas-
tas o cremas de goma de karaya, que al mismo tiempo que impiden el contacto del
contenido intestinal con la piel y favorecen la hermeticidad de la bolsa alrededor de
la ileostomía.
Las bolsas de recolección, buscan ob-
tener una mejor calidad de vida y las hay
de muchos modelos, aunque su principio
es ajustar un anillo alrededor de la
ostomía, que puede quedar sujeto por cin-
turones, donde se ajusta una bolsa para
colectar las descargas del estoma, o la
bolsa puede ser desechable y se adhiere
a la piel con un adhesivo. Otras veces la
bolsa es mixta y consta de una placa que
se adhiere a la piel alrededor de la
colostomía y se puede por su consisten-
cia suave y sus características, perma-
necer en su lugar hasta 8 días. Sobre esta
placa se coloca una bolsa plástica, que
puede ser cambiada las veces que sea
necesaria. La preparación y colocación
de la bolsa de colostomía se muestran en
Fig. 13.126. Recorte del anillo de la bolsa para si
las figuras 13.126, 13.127, 13.128 y
ajuste al diámetro de la colostomía. 13.129.
1872
Fig. 13.127. Fijación a la piel de la base de la bolsa, Fig. 13.128. Ajuste del anillo plástico de la bolsa al
que tiene una lámina adhesiva de goma de Karaya. de la base para que ambas piezas queden unidas.
Fig. 13.129. Bolsa debidamente adaptada al anillo de su base y apta para su uso.
Complicaciones
Necrosis. En las colostomías se produce con una frecuencia de 2 a 3 % y tanto en
ileostomías como en colostomías es más frecuente en aquellas que presentan estoma
terminal único. Se deben a que en la disección para llevar el segmento a la pared
abdominal, el extremo se ha quedado sin vascularización suficiente por lesión de los
vasos nutricios o por excesiva tensión. Otras veces ocurre por quedar muy cerrado el
orificio de la pared sobre el estoma. A la observación en el posoperatorio inmediato se
presenta un color oscuro, negruzco de la mucosa que denota la necrosis. Esta puede
ser superficial, pero puede llegar hasta un segmento más profundo, por lo que de inme-
diato el paciente debe ser llevado al quirófano para operarlo de urgencia y resecar el
segmento afecto y realizar una nueva ostomía (Fig. 13.130).
1873
Fig. 13.130. Necrosis del borde de la colostomía, cuya profundidad no se puede determinar y obliga a
revisarla y hacer una nueva en tejido sano.
Retracción. Ocurre sobre todo en las ostomías en que se exterioriza el órgano, como
ocurre en las del tracto digestivo. La retracción se presenta generalmente en el
posoperatorio inmediato con el “hundimiento” de la ostomía, en cuyo caso es de extrema
1874
urgencia su solución, pues se produce la descarga del contenido del órgano entre los
tejidos de la pared o dentro de la cavidad peritoneal, según sea el caso. Se debe general-
mente a que se ha llevado el segmento a exteriorizar con tensión, se origina la complica-
ción en las primeras 24 h, pues como se sabe en este período se produce un íleo paralítico
reflejo con la consiguiente distensión abdominal. Otra causa es el retirar prematuramente
el aditamento de soporte, que en las ostomías en asa es la varilla de cristal o plástico que
se coloca por debajo de ella (Fig. 13.132).
1875
Hernia paraostomía. Ocurre en 2 y 3 % de los casos de las colostomías y se ve
con menos frecuencia esta complicación en las ileostomías, tal vez por ser menos
frecuentes en su práctica. Se producen por un defecto en el cierre de los tejidos de la
pared alrededor de la ostomía y se presentan tardíamente, semanas o meses después
de la intervención quirúrgica. Su magnitud es variable, desde solo un pequeño abulta-
miento que se produce a los esfuerzos físicos o un abultamiento ostensible y permanen-
te que incluso dificulta la colocación de la bolsa colectora, en cuyo caso requieren una
resolución quirúrgica (Fig. 13.134).
1876
Hemorragia. Puede ocurrir cuando se realiza la apertura de una colostomía en
asa o a veces se debe a traumas provocados por la propia bolsa de la colostomía. En el
primer caso se resuelve de inmediato con la ligadura del vaso sangrante y en el segun-
do generalmente se controla con la compresión del punto sangrante
Infecciones cutáneas. Estas pueden producirse debido a problemas técnicos por
penetrar los puntos de fijación cutáneos al interior del asa intestinal o a veces por cierta
retracción de la luz de la ostomía por debajo del reborde cutáneo con la formación de
abscesos. El tratamiento debe ser ante todo preventivo por medio de una buena técni-
ca, pero una vez que se presenta, se deben usar antibióticos y drenaje de los abscesos
si los hubiera.
PREGUNTAS
1. Explique el concepto de ostomía.
2. Paciente de 60 años, que acude al Médico de la Familia por presentar dolor a tipo cólico y
retención de heces y gases, sin manifestaciones de irritación peritoneal, se determina
después de una historia clínica completa y cuidadosa así como de los exámenes
radiográficos necesarios que presenta una oclusión a nivel del recto-sigmoides. Es inter-
venido quirúrgicamente y se le realiza una ostomía.
a) ¿Qué ostomía es de acuerdo con el carácter?
b) ¿Qué tipo de ostomía es de acuerdo con su localización?
c) ¿Qué tipo de ostomía es de acuerdo con su propósito?
3. Paciente que ha ingerido cáustico y presenta lesiones severas en el esófago y estómago,
por lo que es necesario realizar una intervención quirúrgica que restablezca la continui-
dad del aparato digestivo para mejorar su estado nutricional y general.
¿Qué medida quirúrgica se debe tomar para cumplir el objetivo planteado y con qué propósito?
4. Paciente portador de una colitis ulcerosa idiopática al que se le realizó hace 2 semanas una
ileostomía terminal a una sola boca.
a) ¿Qué ostomía es de acuerdo con la perdurabilidad y de acuerdo con su propósito?
b) ¿Qué cuidados se deben seguir con esta ostomía?
5. Paciente que en el día de ayer se le practicó una resección abdominoperineal con una
sigmoidostomía terminal. Al examen físico durante el pase de visita se observa color
oscuro y negruzco de la mucosa de la colostomía.
a) ¿Qué complicación ha sucedido?
b) ¿Cuál puede ser la causa de esta complicación?
c) ¿Qué conducta se debe tomar?
BIBLIOGRAFÍA
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Aires. Editorial Médica Panamericana. 1998.
1878
CAPÍTULO XI. ANGIOLOGÍA
1879
Enfermedad tromboembólica venosa
1.
Diagnóstico nosológico:
- Trombosis venosa profunda aguda de miembro inferior izquierdo.
Tratamiento de elección:
Si se encuentra en flebografía anterógrada, tromboflotante y si no existe contraindi-
cación, deberá realizarse: en primer lugar tratamiento fibrinolítico; en segundo lugar,
tratamiento quirúrgico (trombectomía con o sin control de cava). Si estos tratamientos
no son posibles se debe realizar tratamiento anticoagulante:
- Heparinoterapia continua durante 48 h, después en bolo.
- Anticoagulante orales por 6 u 8 meses.
- Reposo venoso.
- Antiinflamatorio y analgésico.
- Contención elástica.
- Dieta hiposódica.
2.
Síntomas:
- Intranquilidad.
- Febrícula.
- Taquicardia escalonada.
- Dolor en miembro inferior que la obliga a tomar una posición antálgica de rotación
externa y semiflexión del miembro afecto.
- En ocasiones impotencia funcional.
Signos:
- Edema por debajo del sitio de trombosis.
- Dolor a la elongación o compresión del paquete vascular afectado.
- Circulación colateral.
- En ocasiones arterioespasmo.
- En ocasiones interferencia linfática.
3.
a) El edema, debido al estasis es el signo principal.
b) Deambulación, peso, edad y estación de pie o sentado prolongada.
4.
- Estasis, con inversión del flujo venoso profundo al superficial, debido a la inconti-
nencia de las venas comunicantes.
- Circulación vicariante, superficial con sobrecarga, hipertensión venosa.
- Recanalización del trombo que da lugar a una vena avalvulada de paredes rígidas,
estasis y reflujo.
5.
- Oclusión total.
- Recanalización parcial.
- Recanalización total (con insuficiencia venosa crónica, colaterales, dermoepidermitis
y úlcera posflebítica).
- Flebolinfoedema y lesiones tróficas.
1880
Insuficiencia arterial aguda de las extremidades
1. b-d-f-g-h.
2. b-d-f-g-h-i.
3.
a. Síndrome de insuficiencia arterial aguda
b. Embolismo arterial agudo.
c. Quirúrgica: embolectomía arterial
Aneurismas arteriales
1. c - d - f – g- h.
2. a - b - d - e - g.
3. b - c - d - f.
4. b - c.
5. a - b - f - g - h. i.
1881
CAPÍTULO XII. QUISTES Y TUMORES DE LA PIEL
Y DE LOS TEJIDOS BLANDOS SUPERFICIALES
Tumores cutáneos
1.
a) Queloide en fase activa.
b) Cicatriz hipertrófica la que descartamos porque la lesión sobrepasa los límites de la
herida anterior
c) Tratamiento:
- Apoyo al paciente.
- Radioterapia superficial.
- Esteroides de uso tópico.
Se debe explicarle al paciente que es una lesión benigna y que su curabilidad es posible,
ya que es una lesión menor de 3 meses y puede lograrse la maduración rápida con la
radioterapia que incluso puede lograr no solo la detención del proceso, sino la curación.
Aplicación de esteroides, bien por infiltración o pomada puede reducir el prurito y ablan-
dar el queloide, que fue por lo que acudió la paciente.
Si fallan estos tratamientos, cosa habitual en el tratamiento del queloide, debe valorarse
la indicación del tratamiento quirúrgico.
2.
a) Carcinoma basocelular.
b) Se le debe orientar al paciente la necesidad de realizarle una biopsia, en la cual, por el
tamaño de su lesión, se practica la extirpación que puede ser resolutiva.
Para este proceder se remite a la consulta de cirugía menor. Una vez confirmado el diag-
nóstico confirmado, se sigue en consultas periódicas por la posibilidad de recidivas
locales u otra nueva lesión, lo que es frecuente.
3.
a) Carcinoma epidermoide.
b) Debe ser enviada de inmediato para el tratamiento quirúrgico. En el que consistirá en
la exéresis amplia de la lesión y con la profundidad necesaria y el vaciamiento ganglionar.
La biopsia dará la confirmación diagnóstica.
La clasificación por el TNM orientará en la aplicación de otros tratamientos, como la
radioterapia y la quimioterapia.
1882
4.
a) Que presenta un melanoma maligno.
b) Se debe enviar de inmediato para su tratamiento quirúrgico, que es el inicial, con una
exéresis amplia con anestesia regional o general, nunca local. Se incluirán ganglios
linfáticos si los hubiese. Se asocia el tratamiento con quimioterapia e inmunoterapia. El
paciente debe ser consultado y tratado periódicamente.
Enfermedad pilonidal
1. Enfermedad de origen adquirido, con predominio en pacientes adolescentes del sexo
masculino provocada por la presencia de folículos pilosos aumentados en esta zona que
forman los orificios puntiformes por donde penetra el pelo por la aspiración provocada
por el movimiento de los glúteos e infectado posteriormente.
2. Asintomático, agudo y crónico.
3. Se hará con el furúnculo, los abscesos anorrectales, la hidrosadenitis, los granulomas y el
quiste dermoide.
4. Abscesos, fístulas y carcinoma epidermoide
5. La técnica de incisión con apertura del trayecto fistuloso (fistulotomía) y la marsupialización
del quiste o fístula.
1883
CAPÍTULO XIII. PROCEDIMIENTOS QUIRÚRGICOS
MENORES
Campo operatorio
1. Porque el sitio operatorio al ser el espacio desde la incisión en la piel, que es la primera y
más importante barrera natural de defensa del organismo, hasta cualquier cavidad, espa-
cio o región donde se genera la herida, se expone a múltiples factores relacionados
íntimamente con él y que son contaminantes provenientes del propio paciente, el perso-
nal que lo asiste y el ambiente.
2. En la preparación de la piel del paciente se han establecido 3 acciones:
a) Se indican duchas preoperatorias si el paciente presenta disminución a la infección
aminorada en el sitio operatorio, a los hospitalizados de varios días y a los obesos con
mayores áreas intertriginosas o húmedas.
b) Si el pelo estorba para la operación planificada, se retira con rasuradoras eléctricas o
manuales, minutos antes de efectuarse esta.
c) Limpieza del área quirúrgica, mayor que la del sitio operatorio. Se utiliza suficiente
agua, evitando excesos, con un jabón germicida, o solución jabonosa antiséptica,
desde la zona donde se realizará la incisión hacia fuera, de forma circular, en
círculos cada vez más mayores, insistiendo en la región umbilical, lo pliegues
submamarios, abdominales, inguinales, áreas de ostomías, drenajes externos o
heridas anteriores, si fuera el caso; se retira la enjabonadura con una compresa
estéril húmeda y secado posterior, con otra compresa, de igual forma y con las
mismas precauciones.
3.
Verdaderas: b, c y e.
Falsas: a y d.
4. El campo operatorio se forma al colocar, sobre la piel previamente preparada del paciente,
paños, tallas o lienzos estériles, fijados entre si por pinzas o suturas, que dejan al descu-
bierto la zona o área donde se realizará la incisión en la piel, de acuerdo con la preferencia
del cirujano, magnitud y características de la operación a efectuar. Por las características
mismas, proporcionan una extensión del área estéril, separa esta de las zonas no estériles,
previenen la contaminación al sitio operatorio y aumentan la comodidad para el trabajo de
los cirujanos.
5.
- Guantes.
- Vestidos y batas de Mayo.
- Gorros.
- Tapabocas o nasobucos.
- Botas de tela o cubre calzados.
- Espejuelos.
6. Los guantes están considerados el principal recurso de barrera para evitar la transferencia
de gérmenes, la contaminación e infección del paciente y a la vez, protección del personal
sanitario y quirúrgico de iguales eventos provenientes del paciente.
1884
Anestesia local. Indicaciones y técnicas
1. La dosis máxima para la procaína es de 1 g (1 000 mg), para la mepicaína, 625 a 750 mg, para
la lidocaína 500 mg, y para la bupivacaína 200 mg. La tetracaína no se emplea en Cuba
como anestesia infiltrativa por su toxicidad.
2. Se debe sospechar que ha recibido una sobredosis relativa o absoluta, y que tiene una
excitación del SNC.
3. Debe pensarse que está presentando una reacción por sobredosis, absoluta o relativa y
tratarla en consecuencia.
4. Se debe pensar que ha sido una reacción de hipersensibilidad o idiosincrasia al anestési-
co y actuar en consecuencia.
1885
7.
a) Deben realizarse curas secas diarias de la herida con soluciones antisépticas.
b) Colocar antibiótico en crema o ungüento y mantener ocluida la zona con apósito
estéril.
c) Retirar puntos de piel en un término de 10 días.
d) Si el catéter colocado en el término de 10 días se mantiene no se retiran los puntos de
fijación del catéter hasta que no sea retirado este.
Punción abdominal
1.
a) Sí está indicada la punción abdominal ante un traumatismo cerrado del abdomen,
mucho más, si como en este caso hay síntomas y signos de un shock hipovolémico.
1886
b) Se debe evidenciar un hemoperitoneo y hay que recordar que la sangre extraída se
debe colocar en un frasco de cristal durante varios minutos para comprobar que no
coagula.
c) Ante un paciente que recibe un traumatismo en el lado izquierdo del tórax y abdomen,
para luego presentar un shock hipovolémico, se impone plantear como primer diag-
nóstico la ruptura esplénica traumática.
2.
a) Sí está indicada la punción abdominal, pues ante una mujer en edad fértil con opsomenorrea,
dolor abdominal, pérdidas vaginales, taquicardia y los hallazgos ginecológicos descri-
tos al tacto vaginal hay que sospechar con fuerza la presencia de un embarazo ectópico
fisurado o roto, que es la segunda causa de muerte materna en Cuba.
b) La punción estaría indicada primeramente en el cuadrante inferior izquierdo, porque
los datos clínicos sugieren que el embarazo ectópico es del lado izquierdo, y además
porque en el lado derecho se encuentra una incisión de la apendicectomía. Por esta
razón y las 2 cesáreas citadas, hay que tener cuidado de hacer la punción abdominal
lejos de esas cicatrices para evitar puncionar una asa intestinal que se haya fijado a
estas cicatrices.
c) Si la punción abdominal fuera negativa se puede intentar puncionar el fondo de saco
lateral de Douglas y si esta, también fuera negativa y ante la duda se debe enviar para
ser valorada por un cirujano o un ginecólogo, quienes deben repetir estos procedi-
mientos antes de indicar un US o una laparoscopia diagnóstica y/o terapéutica.
3. Ante este paciente está indicada la realización de una punción abdominal para evacuar la
ascitis que le impide una ventilación adecuada al paciente, al tiempo que le permitirá luego su
mejor movilización y cooperación ante el resto de los procederes tendientes a compensar su
enfermedad. El líquido extraído debe ser enviado a estudio citopatológio y bacteriológico.
4.
a) La paciente está en un shock séptico por dehiscencia de por lo menos una de las
suturas practicadas en la intervención.
b) Sí está indicada la punción abdominal, pues ello permitirá confirmar la sospecha de
dehiscencia de sutura.
c) El líquido extraído en la punción varía de acuerdo con el sitio de la dehiscencia y así se
obtendría bilis, líquido intestinal o una combinación de ellos. Ese líquido suele ser
definitivo en su aspecto macroscópico, pero además se debe enviar al laboratorio para
hacer estudio bacteriológico con cultivo y antibiograma, conteo total de leucocitos
con su correspondiente diferencial, así como dosificación de glicemia y amilasa.
d) El MGI lo debe remitir de inmediato a un hospital quirúrgico para su reintervención de
urgencia, previa realización de las medidas mínimas indispensables para su transpor-
tación (canalización de una vena periférica, administración de oxígeno, etcétera).
5.
a) Cuando una hernia inguinoescrotal aumenta mucho de tamaño es porque a ese saco
herniario van descendiendo varias vísceras intraperitoneales y por tanto, va descen-
diendo el diafragma, por lo que no es recomendable operar al paciente y hacer una
restitución brusca de todas las vísceras movilizadas a la cavidad abdominal, pues ello
elevaría de forma súbita los hemidiafragmas, y traería como consecuencia una insufi-
ciencia respiratoria aguda, que podría dar al traste con la vida del anciano, por lo que
hay que ir aumentando lenta y progresivamente la capacidad abdominal y ello se logra
con la insuflación de O2 a la cavidad peritoneal por medio de una punción abdominal
y la administración de oxígeno 2 ó 3 veces por semana hasta lograr la capacidad
abdominal necesaria para la reducción herniaria, y solo entonces el paciente podrá ser
intervenido quirúrgicamente.
1887
Punción pleural. Indicaciones y técnicas
1. Consiste en la penetración con un trocar o aguja en la cavidad pleural, para extraer aire o
líquido.
2. Cualquiera de las enunciadas en el tema.
3. Permite estudiar el líquido extraído.
4.
- Aguja o trocar calibre 16-18 F.
- Llave de tres pasos.
- Jeringuilla de 20 ó 50 cc.
- Solución antiséptica.
1888
Traqueostomía. Indicaciones y técnicas
1. Tiene que realizarse con la mayor rapidez en los casos siguientes:
- Heridas penetrantes de la laringe y tráquea.
- Traumatismos maxilofaciales con obstrucción respiratoria alta.
- Procesos inflamatorios agudos de la laringe, orofaringe y cuello, con compromiso
ventilatorio (difteria y otras afecciones)
- Obstrucción laríngea por cuerpos extraños que no pueden ser extraídos de inmediato
por laringoscopia.
- Colapso de la tráquea por osteomalacia o compresión extrínseca.
- Obstrucción laríngea por parálisis bilateral de las cuerdas vocales, debida a lesión de
ambos nervios recurrentes laríngeos.
- Enfisema mediastinal por herida o ruptura del árbol traqueobronquial en el tórax, para
disminuir la presión del aire dentro de este, mediante la supresión del mecanismo
valvular de la glotis.
2. Los reparos anatómicos para hacer la incisión en la cara anterior del cuello, cuando el
paciente está situado en decúbito supino y con el cuello en hiperextensión, sobre un
soporte colocado bajo sus hombros son el resalto transversal del cartílago cricoides,
situado por debajo de la eminencia del cartílago tiroides, cuyo borde inferior representa la
base de un triángulo (el triángulo de traqueostomía de Chevalier Jackson) que nunca
debe ser rebasada por el extremo superior de la incisión que debe realizarse en esta
operación, mientras que los lados del triángulo representan las zonas de peligro, que
deben ser protegidas, porque debajo de los músculos ECM se encuentra el grueso pa-
quete vasculonervioso del cuello, con la arteria carótida y la vena yugular, a cada lado.
3. Son:
- Cánula externa, que tiene en su parte superior un pabellón con 2 hendiduras para
fijarla con una cinta alrededor del cuello del paciente y un dispositivo en la parte
posterior de este, que se utiliza para fijar transitoriamente la cánula interna.
- Cánula interna, que es la que se utiliza para ser limpiada periódicamente, a fin de
mantener permeable el sistema y que consta, en su parte superior, de un dispositivo
que la fija transitoriamente al pabellón de la cánula externa.
- Mandril, que solamente su utiliza, al ser colocado dentro de la cánula externa, para
facilitar la introducción de esta en la tráquea. Una vez hecha la introducción se extrae
rápidamente y se sustituye por la cánula interna, la cual debe ser fijada a la externa
por medio del dispositivo que se ha descrito.
4. Para evitar el embolismo gaseoso hacia el encéfalo, si se abre inadvertidamente una de las
venas del cuello, antes de su ligadura, por donde se puede succionar el aire y para
prevenir la aspiración de sangre u otras secreciones hacia el árbol respiratorio.
5. A través de los espacios entre los anillos traqueales primero o segundo, para evitar la
proximidad del cartílago cricoides, lo que podría dar lugar a retracción cicatrizal, granulomas
o estenosis a ese nivel.
1889
2. Sutura continua lateral en secciones parciales del vaso sanguíneo, sutura continua
terminoterminal en secciones totales del vaso sanguíneo (en niños y jóvenes debe
utilizarse la sutura interrumpida) y la colocación de injertos autógenos o sintéticos con
sutura continua terminoterminal o terminolateral en las heridas vasculares con pérdida
importante de tejido.
3. Compresión, ligadura de los vasos sangrantes, sutura arterial o venosa, colocación de
injertos autógenos o sintéticos, electrocoagulación y agentes químicos
4. Cicatrización sin infección, función normal y estética aceptable.
1890
2. En la exéresis deben tenerse las precauciones siguientes:
- Hacer la incisión estéticamente, siguiendo las líneas de Lange o los pliegues
cutáneos.
- No romper la cápsula ni dejar sin extirpar un fragmento de esta.
- Obliterar el espacio muerto que queda después de la exéresis del quiste.
- No retirar los puntos hasta los 10 días si están situados en zonas muy móviles.
1891
2. Anestesia general endovenosa en pacientes que no cooperan o que tienen abscesos muy
voluminosos, o anestesia local por infiltración intradérmica siguiendo la dirección de la
incisión. Más raramente se puede utilizar la anestesia por refrigeración con un vaporizador
de cloruro de etilo.
3.
a) Infiltración intradérmica con una aguja 26 en toda la longitud que ha de tener la
incisión.
b) Realizar gentilmente la evacuación del pus y el desbridamiento de la cavidad del
absceso.
4. De 24 a 48 h.
5.
a) Aseptizar la piel que rodea a la incisión.
b) Lavado de la cavidad del absceso para extraer las secreciones y detritus.
c) Cambio de los drenajes y apósitos.
d) No retirar el drenaje hasta que la cavidad esté cerrada.
e) Curaciones diarias al comienzo y en días alternos cuando la secreción es escasa.
f) No permitir que se cierren los bordes de la incisión hasta que la cavidad esté rellena.
Curaciones y vendajes
1. No más de 24 h.
2. Uso de gasa en forma de vendaje circular sobre el apósito.
3. Utilizar doble apósito o paquete de torundas, que se fijan con la compresión ligera o
mediana con gasa o venda elástica.
4. Heridas con secreción o supuraciones importantes. Se realiza irrigación a presión con
jeringuilla de las soluciones antisépticas.
5. Edema y dolor por isquemia pudiendo favorecer la infección.
6. Vendaje en capelina en la cabeza y vendaje de esculteto en el abdomen.
1892
Ostomías. Clasificación, indicaciones, técnicas y cuidados
posoperatorios
1. Es el orificio o abertura practicada a un órgano hueco para comunicarlo con el exterior en
cuyo caso el nombre resultante se compone del que corresponde al órgano a que se
practica dicha abertura, seguido del sufijo ostomía.
2.
a) Urgente.
b) Colostomía.
c) Descompresiva.
3. Realizar una yeyunostomía con el propósito de alimentar al paciente.
4.
a) De acuerdo con su perdurabilidad es definitiva y de acuerdo con su propósito es
derivativa.
b) En el posoperatorio inmediato se debe tener la precaución de evitar que se disloque la
sonda si la tiene y después cuidar de la permeabilidad de la ileostomía con irrigaciones
periódicas. Es importante cuidar la piel que circunda la ileostomía, para lo que se debe
limpiar con jabones no irritantes. Se deben usar ungüentos o productos que forman
una película alrededor del estoma como placas adhesivas con alta proporción de
hidrocoloides o cremas de goma de karaya. Además se deben usar las bolsas
recolectoras que pueden ser colocadas sobre placas suaves que pueden permanecer
sin dañar la piel hasta 8 días, cambiándose solo la bolsa.
5.
a) Necrosis de la colostomía.
b) La razón es un problema técnico pues al llevar el segmento intestinal hasta el exterior,
quedó privado de su vascularización por demasiada tensión o por lesión de los vasos.
También puede ser debida a que el orificio para pasar el segmento intestinal quedó
demasiado ajustado.
c) La conducta es quirúrgica de urgencia, para resecar el segmento afecto y realizar una
nueva ostomía.
1893