A Very Grumpy Christmas
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Sinopsis ........................................... 4 Veinticuatro ................................. 161
Uno ................................................ 5 Veinticinco .................................. 169
Dos ............................................... 11 Veintiséis ..................................... 176
Tres............................................... 16 Veintisiete .................................... 181
Cuatro ........................................... 22 Veintiocho ................................... 189
Cinco ............................................ 28 Veintinueve ................................. 197
Seis ............................................... 33 Treinta ......................................... 205
Siete .............................................. 41 Treinta y uno ............................... 211
Ocho ............................................. 46 Treinta y dos ................................ 217
Nueve ........................................... 57 Treinta y tres ................................ 226
Diez .............................................. 64 Treinta y cuatro ........................... 232
Once ............................................. 71 Treinta y cinco ............................. 237
Doce ............................................. 77 Treinta y seis................................ 244
Trece ............................................. 85 Treinta y siete .............................. 254
Catorce ......................................... 95 Treinta y ocho.............................. 259
Quince ........................................ 101 Treinta y nueve ............................ 266
Dieciséis ...................................... 107 Cuarenta ...................................... 273
Diecisiete .................................... 112 Cuarenta y uno ............................ 282
Dieciocho.................................... 119 Cuarenta y dos ............................. 288
Diecinueve .................................. 126 Cuarenta y tres ............................. 293
Veinte ......................................... 135 Epílogo ........................................ 296
Veintiuno .................................... 142 Capítulo Extra ............................. 299
Veintidós ..................................... 149 Sobre la Autora ............................ 309
Veintitrés ..................................... 156
Mi vecino es un Grinch.
Hasta que trae a su niña a visitar a Santa Claus uno de los días que estoy
trabajando como duende, y me doy cuenta de que hay partes clave de su historia que
me estoy perdiendo...
Ahora todo guapo y sus miradas melancólicas tienen mucho más sentido. Como
uno de los duendes de Santa Claus, mi misión es hacer que esta Navidad sea lo más
especial posible para ellos. Lo que de alguna manera incluye entrar en su propiedad
para colgar las luces de Navidad y trenzar el cabello de la niña con regularidad.
Ni siquiera se supone que sea un duende hoy. Es el trabajo de Nora. Pero soy
una tonta, y cuando vino y me rogó que la cubriera así ella podría decorar para la
navidad junto con su novio y la familia de este y dijo:
—¡Es nuestro aniversario de cuatro meses, Sarah! ¡Por favor, por favor, por favor, por
favor, por favor!
Suspiré y acepté.
Esperó hasta justo antes de su turno, así que no hubo tiempo de correr a casa
para conseguir mi propio disfraz que realmente me quedaba bien. Nora tiene el tipo
de cuerpo delgado y con forma de sauce, mientras que yo soy bajita y con curvas. Así
que las mallas son demasiado pequeñas y el vestido me aprieta en el pecho, además
de caer por debajo de las rodillas en lugar de justo por encima como el mío.
Muevo mis manos para atrapar su atención, inclinándome hacia abajo así estoy
a su nivel. Señalando a las personas en frente de ellos, los cuento.
—Pueden ver sus fotografías por allá. Elfie también estará feliz de decirles sobre
sus paquetes de fotos.
Ignoro el ceño fruncido que me lanza Dylan. Odia los nombres de duendes que
mamá eligió para todos nosotros. Especialmente porque los duendes no familiares
no obtienen nombres tontos. Yo soy Sassy, Dylan es Elfie, y Nora es Sugarplum.
Pero le agrega otra capa de diversión para los niños y las familias que vienen, y esa
es una de mis partes favoritas sobre trabajar aquí. Incluso, a pesar de que yo,
técnicamente dejé mis deberes de duende hace un par de años, normalmente disfruto
viniendo de vez en cuando.
Solo prefiero cuando no tengo que estar sacándome las medias de mi culo todo
el tiempo, y no estoy preocupada por mostrar mis tetas a los padres quienes no
pueden mantener sus ojos fuera de mi escote reventando.
Habían inaugurado el Emporio de la Navidad ese verano, y fue un éxito tal que
presentaron la idea de un festival de Navidad al ayuntamiento ese otoño, diciendo
que sería un gran atractivo para el turismo fuera de temporada, aumentaría los
ingresos, ofrecería más oportunidades de empleo, generaría más dólares de
impuestos y todo eso que entusiasma a los políticos locales.
Y ahora aquí estamos veinte años después. Papá ya no necesita usar una barba
falsa, aunque se la tiñe de blanco porque es más entrecana en su estado natural. Se
afeita la barba una vez que termina con su temporada anual de Santa Claus cada
invierno, luego comienza a dejarla crecer nuevamente cada otoño.
He cumplido mi tiempo como uno de los duendes desde que tenía quince años.
Y después de seis inviernos, estaba lista para retirar mi disfraz de duende para
siempre, porque asumí el control de la tienda este año. Mamá y papá me ascendieron
a gerente el pasado febrero, trabajaron a tiempo completo conmigo durante el verano
y luego redujeron sus horas a tiempo parcial, interviniendo cuando lo necesito. Dicen
que quieren tener más tiempo para explorar y divertirse ahora que Nora, la más
joven, está en el último año de la preparatoria y ninguno de nosotros ha tenido bebés
todavía. Como solo tienen cincuenta y tantos años, quieren empezar a viajar cuando
son lo suficientemente jóvenes para moverse con facilidad y divertirse.
Pero creo que harán el Festival de Navidad hasta que estén muertos, o al menos
demasiado seniles para estar con niños. Nadie quiere sentarse en el regazo de Santa
cuando olvida tu nombre en cuanto se lo dices, y mucho menos lo que quieres para
Navidad.
A pesar de mi frustración con mi atuendo, sigue siendo divertido ver a los niños
emocionarse cuanto más se acercan al frente de la fila. Papá tiene un don con los
niños y rara vez se toma una foto con un niño que grita.
—Aquí —le digo a la niña pequeña que actualmente está sentada en el regazo de
mi padre.
Agito un reno de peluche sobre mi cabeza desde detrás de la cámara. Salgo un
par de veces, jugando al escondite con la pequeña niña de piel oscura con un vestido
rojo a cuadros y un lazo a juego en su cabello negro y rizado, y presiono el botón en
mi mano cuando finalmente soy recompensada con una sonrisa.
Manteniendo la sonrisa pegada a mi rostro, tomo algunas fotos más para que los
padres tengan opciones, pero sé que la primera será la ganadora.
—¿No se supone que debes estar mirando la fila cuando no le estás mostrando a
la gente sus fotos? —le murmuro a mi hermano con los dientes apretados.
—Estarán bien por dos segundos más. Papá, quiero decir, Santa, todavía tiene
que terminar con esta.
—¡Shoo! —siseo, y finalmente lo hace para que pueda decirles a los padres dónde
pueden ver las fotos de su dulce hija y pedir su paquete de fotos.
Al darme la vuelta, veo a mi vecino escoltando a una joven niña que lleva unas
mallas verdes y una camiseta roja con el cabello oscuro recogido en una coleta baja
para ver a Santa. Mi muy atractivo vecino, el Sr. Alto, Oscuro y Gruñón, compró la
casa de al lado en agosto. Cuando me presenté con un plato lleno de galletas para
darle la bienvenida al vecindario, me encontré firmemente rechazada mientras la
niña que ahora se subía al regazo de mi padre me miraba desde detrás de él. Cuando
me incliné hacia un lado y le sonreí, él se interpuso en el camino, bloqueando mi
vista.
Es interesante que ahora estén aquí. No hubiera imaginado que alguien tan...
grosero y gruñón se molestaría en llevar a su hija a ver a Santa. Ni siquiera hay
decoraciones de las que hablar en su casa. No hay luces en las canaletas. Ni siquiera
una corona en la puerta de entrada. Lo había catalogado como un Scrooge en el
mejor de los casos, un Grinch en el peor.
Entrecerrando los ojos, estudio su perfil, tratando de ignorar la involuntaria
oleada de atracción hacia su nariz recta, pómulos altos y labios perfectos. Y no me
hagas empezar con la forma en que levanta la mano y se la pasa por el cabello oscuro,
más corto a los lados y un poco largo en la parte superior, por lo que con frecuencia
le cae a la cara.
¿Es así? ¿Está aquí para intentar robarle la Navidad a todos los demás niños? ¿Se
subirá al podio y anunciará que Santa no es real?
Regreso a mi lugar detrás de la cámara para poder tomar las fotos tan pronto
como termine de decirle a Santa lo que quiere para Navidad.
Habla en voz baja, pero su voz profunda se transmite incluso cuando no quiere.
Ella asiente y se lame los labios como si tal vez estuviese nerviosa.
—Entiendo. Pero… —Echa una mirada por encima del hombro—, mi hermano
allá atrás dijo que todas las criaturas de cuento de hadas se conocen entre sí, así que
pensé que tal vez podrías enviarle un mensaje a un ángel. ¿Para entregar a mis padres
en el cielo?
Mi corazón se aprieta en mi pecho y tal vez deja de latir por completo cuando
miro a mi vecino. Su fuerte mandíbula cubierta por una barba oscura se aprieta
mientras mira a su hermana, sus manos metidas en los bolsillos de sus jeans, sus
anchos hombros encorvados debajo de su chaqueta adornada con Equipo de Fútbol
de la Preparatoria Arcadian Falls, el abrigo rosa de la niña atrapado debajo de uno
de sus brazos.
Su hermano.
No su papá.
Ella está pidiendo algo que tiene que ver con mamá y papá.
El Sr. Daniels ya conoce la historia, estoy seguro. Arcadian Falls es una ciudad
pequeña. Todo el mundo conoce los asuntos de todo el mundo por aquí. Y nadie está
más conectado con el pulso de la ciudad que el hombre que ha estado interpretando
a Santa todos los años desde que yo era un niño.
Y si no supuse que él estaba al tanto del extraño accidente que se cobró la vida
de mis padres, la mirada que me dio cuando Sophie se acercó por primera vez lo
cimentó. Es una mirada con la que me he familiarizado demasiado durante los
últimos seis meses desde que recibí la peor llamada de mi vida.
Una de las peores noches de mi vida. Muchas de ellas por esas fechas fueron
horribles. Hace que sea difícil clasificar cuál fue realmente el peor.
Dios, todo lo que sucedió antes de esa noche, parece haber pasado hace una vida.
De muchas maneras lo es. Otra vida, una en la que podría salir por capricho y tener
sexo casual sin que a nadie realmente le importara. Despreocupado. Relajado. Era el
comienzo del verano y no tenía nada más que tiempo libre después de terminar mi
primer año como el maestro de educación física más nuevo y el entrenador asistente
de fútbol en la Preparatoria Eastwood.
Esa noche cambió todo. En el exterior, puede parecer que las cosas están mejor,
al menos profesionalmente. Nuevo trabajo en una escuela diferente, y en solo mi
segundo año de enseñanza ahora soy el entrenador en jefe de fútbol.
Ella era lo que mis padres llamaban una bendición sorpresa. Yo tenía veinte años
y estaba a la mitad de la carrera en la Universidad de Marycliff cuando ella apareció.
Siempre la he amado, por supuesto. Pero la vi crecer por FaceTime, en fotos y visitas
poco frecuentes a casa. Nos divertimos, dando vueltas como lo hacía mi papá con
Brad, Mallory y conmigo cuando éramos pequeños, pero ahora le toma demasiada
energía.
Entonces Sophie salta de la plataforma donde se sienta Santa y siento ojos sobre
mí. Santa. La bonita duende detrás de la cámara. Ella también debe haber escuchado
lo que sea que Sophie pidió.
La compasión en sus ojos tiene un peso propio. Incluso algunos de los otros
padres que todavía están en la fila tienen esa expresión en sus rostros. Nuestra
tragedia familiar ha sido la comidilla de la ciudad durante meses.
Esos pobres niños Elliott, que perdieron a sus padres demasiado pronto. La más
pequeña apenas era más que un bebé, y el pobre Shane cargando con más
responsabilidades de las que pidió.
Ella siempre había sido tan divertida y tranquila, o eso creía yo. Sí, quiero decir,
mamá y papá me hablaban de sus rabietas cuando era pequeña, pero no había
escuchado mucho sobre ellas en un tiempo.
Pero ahora…
Mis padres deberían traer a Sophie a ver a Santa, no yo. O si soy yo, es porque
mamá y papá están ocupados en el trabajo o algo así. No porque hayan fallecido. Y
Sophie debería estar pidiendo esa muñeca American Girl que sé que quiere. O un
pony. O alguna cosa normal de una niña de seis años. Demonios, incluso una moto
de cross.
—¡Gracias!
Toma el bastón de caramelo en una mano antes de tomar mi mano con la otra,
saltando a mi lado. Sea lo que sea lo que realmente pidió, parece contenta con los
resultados.
—Siento que debería obtener un pase este año, con convertirme en huérfana y
todo eso.
—¿Deberíamos ir a preguntarle?
Riendo, le ofrezco su abrigo para que se lo ponga antes de salir al coche. Está en
el lado cálido para fines de noviembre, pero no es lo suficientemente cálido como
para ir sin un abrigo.
Ella mete los brazos en las mangas uno a la vez, sujetando el bastón de caramelo
entre los dientes mientras se concentra en cerrar la cremallera ella misma. Una parte
de mí quiere saltar y hacerlo por ella, porque durante un tiempo lo hice todo el
tiempo. Se negó siquiera a intentarlo por un tiempo, a pesar de que la vi cerrar su
propio abrigo muchas veces el invierno pasado.
Le ofrezco mi mano chocando los cinco y ella salta para golpearla tan fuerte
como puede.
—¡Whoo!
—¿Qué más deberíamos ver mientras estamos aquí en el festival? Viste a Santa,
conseguiste un bastón de caramelo, ¿deberíamos elegir adornos para este año?
—Sí. Consigamos adornos. También podemos conseguir unos para Brad y Mal.
Entonces, a pesar de que hemos estado haciendo esto con demasiada frecuencia
y cada vez que juro que haré un mejor trabajo al encontrar comidas fáciles para los
dos, pasamos por un autoservicio de camino a casa. McDonald’s, el favorito de
Sophie, porque tienen los mejores juguetes. Y aunque prefiero comer en casi
cualquier otro lugar, no puedo discutir con ella, porque verla mirar los diferentes
puestos, examinar cada adorno en busca de los perfectos, los que mamá habría
elegido, lo que comenzó como una divertida actividad de vinculación se ha visto
teñida por la omnipresente nube del dolor que nos sigue a todas partes.
No puedo decidir si las próximas vacaciones serán buenas o malas para nosotros.
Probablemente un poco de ambos. La estructura ha sido útil desde que comenzó la
escuela, pero navegar por las diversas actividades navideñas donde hacen adornos
‘para sus padres’ ha sido un campo minado, donde Sophie llega a casa y se enfurece
por todo o llora toda la noche. Al menos cuando solo estamos nosotros dos, no tendré
que preocuparme por los desencadenantes externos y puedo intentar controlar los de
la casa hasta cierto punto. Y seremos solo nosotros dos. Desde que me mudé con
Sophie de la casa de mamá y papá a un vecindario al otro lado de la ciudad, mis otros
hermanos se niegan a volver a casa en Navidad. Ambos dijeron después de nuestro
desastre de Acción de Gracias que no querían manchar la Navidad de esa manera.
Brad se queda en Seattle con su novio. Mallory ha decidido irse a casa con el
chico con el que empezó a salir este semestre. No estoy seguro de si se ha vuelto serio
porque a ella realmente le guste o por el dolor.
No puedo hacer que vuelvan a casa si no quieren. Supongo que mamá y papá
tampoco podrían en este momento. Pero se siente como si lo estuvieran haciendo
para castigarme más que nada.
Sophie se quedó callada todo el camino a casa, agarrando la bolsa con nuestros
adornos en la mano. Finalmente terminamos en el Emporio de la Navidad de los
Daniels, los patrocinadores del Festival de Navidad de la ciudad, que es propiedad
del Sr. y la Sra. Daniels, quienes interpretan a Santa y a la Sra. Claus todos los años.
Lo que significa que la bonita duende, es probablemente, una de sus hijas. Jugué al
fútbol con Ty, el hijo mayor de Daniels, pero nunca presté mucha atención a sus
hermanos menores. De todos modos, no éramos particularmente cercanos.
El Emporio de la Navidad de los Daniels tiene el mayor surtido de todas las cosas
navideñas en un radio de ciento cincuenta kilómetros, al menos. Y mientras que los
vendedores más pequeños que frecuentan los festivales tienen cosas interesantes, el
Emporio de la Navidad obtiene adornos y decoraciones de artistas locales y de todo
el mundo.
Esa es una tradición que hemos mantenido. Y ahora tenemos otra. Incluso si no
es en la misma casa.
Así que decidí vender la casa a pesar de las objeciones de Brad y Mallory.
Mallory estaba especialmente enojada conmigo, diciendo que quería los recuerdos
de crecer más que el dinero de la venta. Pero ella no era la que tenía que levantarse
todas las mañanas y consolar a una niña que se despertaba esperando que sus padres
estuvieran esperando en la mesa de la cocina. Y Mallory estaba en la universidad.
Vivía en otro lugar nueve meses al año. Pronto se iría por su cuenta, construyendo
su propia vida.
Yo, por otro lado, sabía que tenía que resolver la situación de mi vida
rápidamente como el guardián recién nombrado de nuestra hermana menor. En lugar
de usar mis deseos como la base de mi toma de decisiones como solía hacer, todo
cambió y ahora hacer lo que es mejor para Sophie gana cada vez.
Lo mejor para Sophie era vender la casa de nuestros papás, encontrar un trabajo
en Arcadian Falls y establecerse aquí. Una casa nueva es una cosa, pero no pensé
que a Sophie le gustaría mudarse a una ciudad diferente a tres horas de distancia, una
escuela diferente y lejos de todos sus amigos.
—Shane, ven a colgar tu adorno —grita desde el árbol mientras pongo nuestra
comida en nuestros lugares en la mesa.
—No estoy seguro —le digo, aunque estoy bastante seguro de que la respuesta
es no—. Les preguntaré de nuevo después de la cena, ¿de acuerdo?
Por lo general trato de hacerla esperar hasta que hayamos comido, pero esta
noche no lo tengo en mí. Le quito el paquete, lo abro y tiro la representación de
plástico del último personaje de Pixar sobre la mesa, luego reclamo mi asiento para
comer mi hamburguesa.
Felizmente juega con el juguete entre bocados de nuggets de pollo y papas fritas
bañadas en salsa barbacoa. Ella todavía está jugando con su juguete, después de
haber recuperado algunos otros juguetes de la creciente colección en el otro extremo
de la mesa y representando escenas de su libro favorito, mientras yo recojo nuestra
basura. Un golpe en la puerta interrumpe nuestra tranquila velada.
Cuando abro la puerta, estoy cara a cara con la linda duende del Polo Norte. No
es una duende real, obviamente, o el verdadero Polo Norte. La del Festival de
Navidad de hoy.
Ella me da una sonrisa brillante y un gesto con el dedo, sus mejillas y nariz
sonrojadas por el frío.
—Hola —susurra—. Soy Sarah, de la casa de al lado. —Se pasa el pulgar por
encima del hombro y señala la casa de la derecha—. Los vi hoy en el Polo Norte, y
solo quería darle algo a tu hermana.
Tiro de la puerta para que esté casi cerrada, sintiendo que ya estoy cerrándome.
No necesito más lástima. El desfile interminable de cazuelas ofrecidas justo después
del funeral fue suficiente. No necesito que un vecino se disfrace de duende y le dé
regalos adicionales a Sophie solo porque es una niña huérfana triste y ahora solo
tiene un hermano para cuidarla.
—Estamos bien.
Los ojos de Sarah vuelan a los míos desde donde estaba tratando de ver más allá
de mí, luego se entrecierran mientras toma mi postura defensiva y mi tono brusco.
—Dije que estamos bien —repito, agregando un tono más duro a mi voz.
—¡Hola! —chirría, toda brillante y soleada como lo era hoy—. ¡Mi nombre es
Sassy Tinselbottom, y soy uno de los duendes de Santa!
—Me enteré de lo que le pediste a Santa hoy, y Santa me pidió que viniera a
darte una entrega especial y un mensaje.
Pero otra mirada a Sophie no revela nada, solo más asombro con los ojos abiertos
mientras acepta el pequeño paquete de la duende de al lado.
—Sé que es un poco inusual que un duende haga una visita a domicilio, pero
pensé que dadas las circunstancias...
—¿Ella no te lo dijo?
—¿Te estaría preguntando si lo hubiera hecho? Dime lo que pidió. Y luego dime
lo que le dijiste. Soy su guardián. Tengo derecho a saberlo.
Imitando su postura, cruzo los brazos sobre mi pecho e inclino la cabeza hacia
atrás para mirarlo desde arriba.
Apunto con el dedo a la puerta antes de cruzar los brazos de nuevo. Este disfraz
de duende no es muy cálido y no esperaba estar afuera por tanto tiempo. Voy a
empezar a temblar pronto, lo que socavaría el punto que estoy tratando de dejar en
claro en este momento. No es que tenga claro cuál es mi punto, exactamente.
Excepto que este tipo no es tan intimidante como obviamente intenta serlo.
—¿Mirarte cómo?
—No te compadezco.
Resopla.
—Bien. Te compadezco. ¿Contento? Creo que es triste que tus padres murieran
en un extraño accidente y ahora esa niña tiene que crecer sin padres. ¿Quién no se
sentiría mal por eso? No soy una psicópata.
—Oh, Dios mío. ¿Hablas en serio ahora mismo? ¿Crees que te estoy juzgando?
No, no sé, preguntándome cómo me sentiría si estuviera en tu lugar. No tengo una
hermana tan joven, pero si mis padres murieran repentinamente y mi hermano mayor
tuviera la tutela de nuestra hermana menor, solo puedo imaginar lo devastador que
sería para todos nosotros. —Cerrando los ojos, respiro y obligo a mi volumen
ascendente a un nivel más razonable—. Mira. La escuché pedirle a Santa que le
pasara un mensaje a un ángel para que se lo entregara a sus padres. Ella dijo que le
dijiste que todas las criaturas mágicas se conocen entre sí, por lo que pensó que Santa
probablemente tiene conexiones angelicales. Mi papá no le prometió nada, pero yo
solo quería hacer algo, cualquier cosa, que pudiera hacer que una niña triste que vive
su primera Navidad sin sus padres se sienta mejor.
—Gracias —gruñe.
Aunque no estoy segura de si realmente me odiaba antes. Pero no fue muy amable
cuando me presenté con un plato de galletas para darle la bienvenida al vecindario
en agosto.
Sin embargo, ahora que sé quién es, me doy cuenta de que lo reconozco de hace
años, cuando él y mi hermano Tyson jugaban al fútbol juntos. Es el nuevo entrenador
de fútbol, el Sr. Elliott. Nora, mi hermana menor, mencionó que había un nuevo
entrenador y profesor de educación física, porque está saliendo con un jugador de
fútbol. Pero ninguna de esas piezas encajó en su lugar, que mi nuevo vecino es el Sr.
Elliott, el nuevo entrenador que se mudó de regreso a Arcadian Falls porque perdió
a sus padres repentinamente.
Tal vez si él hubiera decidido ser un vecino educado hace meses, lo habría sabido
todo antes. Pero noooo. El Sr. Gruñón no quiere compasión. Lo que al parecer se
extiende a los productos horneados para darle la bienvenida al vecindario. Y actos
de bondad destinados a su hermana.
Los escalofríos se apoderan de mí, y envuelvo mis brazos con más fuerza
alrededor de mí mientras me apresuro por su camino hacia la acera. Normalmente,
atravesaría el césped, pero llovió la mayor parte del día, y mis botas de duende, las
botas de duende de Nora, en realidad, al menos nuestros pies son del mismo tamaño,
no son buenas para caminar por la hierba pantanosa.
Es hora de llegar a casa y tomar un baño caliente. Horas con ropa demasiado
pequeña coronada por un enfrentamiento (manchas brillantes en la acera muestran
que la temperatura está bajando por debajo del punto de congelación ahora) significa
que debo relajarme un poco.
Lo que significa que necesito moverme, porque las entregas suelen llegar antes
de que la tienda abra a las diez. Y si tengo que palear primero...
Verificando la hora, decido ir a por ella y continuar por la acera hasta llegar al
camino de entrada de Shane.
Quizás fue un idiota gruñón anoche. Pero puedo ver que es protector con su
hermana, tal vez un poco susceptible de ser responsable repentina e inesperadamente
de criar a una niña, y sin duda de lidiar con su propio dolor. Solo han pasado unos
seis meses y son las festividades.
Entonces no quería mis galletas. Y estaba irritado conmigo por intentar hacer
algo por su hermana. Nadie puede estar enojado porque alguien más palea su camino
de entrada por ellos.
¿O sí?
Shane
Mientras conduzco por la ordenada hilera de casas con sus entradas paleadas,
me trago mi gemido. La mía está destinada a ser un gran lío fangoso. Cuando Sophie
y yo nos fuimos esta mañana, apenas había nevado un par de centímetros. Pero
cuando la dejé en su programa de cuidado escolar y me dirigí a la preparatoria para
la clase de pesas matutina, estaba empezando a caer más.
Se requiere que todos los jugadores de fútbol asistan a pesas conmigo cada
semestre para poder permanecer en el equipo. Ha sido así desde que mi papá estaba
en la escuela aquí. Y por mucho que me encantaría cambiarlo para no tener que estar
despierto antes del amanecer todo el año, no hay posibilidad de que eso suceda. A
menos que quiera eliminar el requisito. Porque si las pesas son durante el día escolar
regular, podría interferir con una clase requerida para graduarse.
Cuando miré por la ventana antes del primer período, caían copos grandes y
gordos, que se acumulaban rápidamente, y supe que volvería a una casa hecha un
desastre. Mirar hacia afuera nuevamente a la hora del almuerzo lo confirmó. Para
entonces ya se había calentado y la nieve tenía parches claros reveladores donde se
había derretido hasta convertirse en lodo. Demasiado pesado para el quitanieves.
Todo lo que podía hacer era esperar que la temperatura se mantuviera por encima
del punto de congelación hasta después de llegar a casa.
Afortunadamente lo ha hecho.
Después de entrar al garaje, no cierro la puerta. Sophie sale del asiento trasero
de mi camioneta y entra mientras yo examino mi camino de entrada, con las manos
en las caderas, preguntándome quién es el responsable de esto.
Me enfrento a la casa de mi linda vecina duende, la aprensión me aprieta las
entrañas. ¿Podría ser…? Pero, ¿por qué iba a hacer eso?
Echo un vistazo a la casa de Hal y Georgia al otro lado. Podrían ser ellos. Son
una pareja de jubilados, por lo que estarían en casa durante el día. Y Hal me prestó
su bordeadora después de mudarme este verano. Parece el tipo de persona que podría
haber decidido ser amable y despejar mi camino.
Con un suspiro, me dirijo hacia afuera. Todavía no tengo control sobre el debate
sobre el tiempo de pantalla, y no voy a resolverlo ahora. Pero al menos puedo
agradecer a Hal por despejar mi camino de entrada.
Georgia abre la puerta, con una sonrisa en su rostro mientras se sube los anteojos
por la nariz y se envuelve con su cárdigan color canela.
—Vi el pronóstico sobre la nieve. Dicen que se supone que debe permanecer bajo
cero durante un tiempo. Solo quería agradecerle a Hal por limpiar mi entrada.
Tal vez sea presuntuoso decidir que es él, pero cuanto más lo pienso, ¿quién más
podría ser? Es lo único que tiene sentido.
—Ya veo —digo, tratando de sonar tranquilo y... no estoy seguro. Algo más que
irritado. Porque, ¿por qué diablos Sarah Sassy Tinselbottom limpiaría la entrada de
mi casa? ¿Especialmente después de la forma en que la despedí anoche y
prácticamente le cerré la puerta en la cara?
¿Y por qué iba a hacerlo yo? El último alumno de primer grado con el que traté
fue Mallory, y eso fue hace casi quince años. Yo apenas había terminado la escuela
primaria, y aunque cuidé a mis hermanos menores cuando mis padres salían por la
noche o en eventos de trabajo, consistía principalmente en comer pizza y ver
películas de Disney hasta que llegaban a casa.
Ahora tengo que lidiar con las conferencias de padres y maestros, las citas con el
médico, las preocupaciones sobre el tiempo frente a la pantalla y el acoso cibernético,
y si está comiendo suficientes verduras además de las rabietas y las citas de duelo y
terapia.
Me siento completamente perdido, y las personas a las que esperaba poder acudir
en busca de consejo cuando me encontrara criando a mi propio hijo están muertas y
se han ido.
—Ella llega a casa alrededor de las siete, por lo general, en esta época del año —
me grita Georgia mientras me dirijo hacia su pasillo.
Levanto una mano para reconocer la declaración.
Estará en casa alrededor de las siete. Si voy allí, ¿volverá vestida de duende y sus
tetas amenazarán con estallar fuera de su blusa? ¿Con una cola de caballo terminada
en rizos hechos para envolver tus dedos?
Soy joven. Soy fuerte. Hago ejercicio con regularidad y soy entrenador de fútbol.
Puedo manejar palear un poco de nieve fangosa mucho mejor que un duendecillo
que ilumina la luna como un duende navideño.
Todavía está nevando, aunque no tan fuerte y rápido como hace unas horas, y
se han acumulado varios centímetros en ese tiempo. Empiezo por mi camino de
entrada primero, por supuesto. Poniéndome mis audífonos cancelando el ruido,
enciendo mi lista de reproducción, una mezcla de Twenty one Pilots, Panic! At the Disco,
y Florence and the Machine, enciendo el quitanieves y hago la primera pasada limpia
por el camino de entrada.
De ida y vuelta, de ida y vuelta, y luego me muevo hacia las aceras, haciendo el
lado que va hacia Hal y Georgia primero antes de girar hacia la casa de Sarah.
Justo cuando estoy terminando el último tramo del camino de entrada, la puerta
del garaje comienza a abrirse. Al detenerme y girar, veo un Subaru verde que se abre
camino hacia el camino de entrada, su conductora perpleja me mira con los ojos
entrecerrados a la luz de las luces de la ciudad reflejadas entre las nubes y la nieve.
Espero a que ella se detenga en su garaje, luego me dirijo a mi casa sin esperar a
que salga. Cuando mi propio garaje se cierra, escucho un débil:
—¡Oye!
Lo es.
Tan pronto como estaciono mi coche, salgo por la puerta, con la intención de
agradecerle al menos el gesto e intentar averiguar qué precipitó un acontecimiento
tan bendecido.
Pero debe ser Flash de incógnito, porque cuando salgo a la entrada de mi casa, él
desaparece en su garaje. Y aunque las aceras están despejadas, gracias a él, sigo con
cuidado mientras me apresuro a cruzar en caso de que haya un trozo de hielo. No
hay necesidad de caer sobre mi trasero, después de todo.
—¡Oye! —lo llamo, esperando que presione el botón para revertir su progreso.
Pero sé que es mejor no comentar algo así. Tal vez ella insistió en hacerlo ella
misma y está en las primeras etapas de aprender a como.
—Bueno, lo hice un poco, pero entró antes de que pudiera hablar con él. De
hecho, él también despejó mi camino de entrada, así que quería darle las gracias.
Ella se ilumina.
Estoy segura de que su hermano preferiría que yo dijera que no, pero lástima por
él. Tal vez la próxima vez se quede quieto el tiempo suficiente para que pueda hablar
con él afuera, donde ambos podamos reclamar el frío como una razón para no hablar
por mucho tiempo.
—Me encantaría.
Su mano en el pomo, abre la puerta de par en par, retrocediendo para que yo
pueda entrar.
Abro la boca, lista para protestar porque esperaré en la entrada. Pero, ¿por qué
debería hacer eso? Con un encogimiento de hombros mental, me agacho, abro la
cremallera de mis botas y me las saco con los dedos de los pies, con cuidado de evitar
la humedad que ya he dejado.
—¡Oh! ¡Amo tus calcetines! —dice Sophie, atrayendo mi atención hacia ella.
Levantando un pie, muestro mis calcetines de Rodolfo el Reno con una sonrisa.
—¡Gracias! Tengo toda una colección de calcetines navideños. Los uso todo el
tiempo en esta época del año.
—¡Eso es tan divertido! —Sus cejas se arrugan juntas de nuevo mientras me mira
a la cara—. Oye. Pareces familiar.
—No ¡yo sé! ¡Eres la duende! ¡La que pasó la otra noche! Espera. Entonces,
¿cómo es que no vives en el Polo Norte?
Oh, no. Pensando rápido, me agacho y doblo un dedo para llamarla más cerca.
Ella viene directamente hacia mí.
Asiento.
—Es super genial. Y es por eso que tengo que ser yo quien transmita su mensaje
especial.
Una garganta masculina se aclara cerca y le doy a Sophie un último apretón antes
de que nos separemos.
Se tapa la boca con una mano y me mira con ojos grandes y redondos.
—Está bien. No tengo que quedarme a cenar. Solo quería agradecerte por
despejar mi camino de entrada.
—De nada —dice al fin, y no puedo evitar entrecerrar los ojos ante la forma en
que esas palabras parecen pasar por sus labios con tanta dificultad.
Inclinando mi cabeza hacia un lado, lo examino, con curiosidad por saber cuál
es su problema.
Me cruzo de brazos.
—Alguien te lo dijo.
—Shane —sisea Sophie desde su lado—. ¡Sé bueno! Ella es una duende.
¡Terminarás en la lista de traviesos de Santa!
Él suspira.
Mis cejas saltan por mi frente, y lanzo una mirada a Shane, quien no parece
complacido de que Sophie me pregunte sobre mis habilidades para trenzar.
Sophie deja escapar un exagerado suspiro de alivio que me hace girar los labios
entre los dientes para reprimir la risa de sus payasadas.
Me está dando calor con mi abrigo rojo hinchado, así que abro la cremallera y
me lo quito, dejándome con mi suéter navideño con tema de renos y jeans.
—Oh, um. —Supongo que esta noche trenzaré el cabello—. En el sofá, creo. —
Me muevo y me siento de lado, y Sophie se deja caer y me da la espalda. Suavemente
agarro el soporte de la cola de caballo, queriendo asegurarme de no tirar de su
cabello. Sin embargo, no debería haberme preocupado. Solo se envuelve dos veces,
por lo que prácticamente se cae con un pequeño tirón—. Vaya, está bien.
—Estoy segura de que hizo lo mejor que pudo —le digo a Sophie a la ligera
mientras me pongo a deshacer la trenza que se cae y a cepillar su cabello—. El
trenzado es complicado. Y trenzar el cabello es aún más complicado.
—Mi mamá también solía trenzarme el cabello cuando era pequeña —le digo.
—¿De verdad?
Su voz suena un poco más brillante, como si el hecho de que tengamos algo en
común la emociona.
—De verdad —confirmo—. Y tengo una hermana que es cinco años menor que
yo. Entonces, cuando ella tenía más o menos tu edad, yo también le trenzaba el
cabello. No tan sofisticado como mi madre en ese momento. Pero estilos simples. —
Todavía estoy cepillando el cabello de Sophie, más por algo que hacer mientras
hablamos y porque parece calmarla que porque quedan enredos—. ¿Cómo querías
que te trenzaran el cabello esta noche?
—Quería dos trenzas francesas. Así. —Se pasa las manos por la nuca, indicando
dónde quiere que vayan las trenzas—. Pero Shane dijo que era demasiado difícil y
que solo podía hacer una. Pero ni siquiera podía hacer eso.
Tarareo, luego divido su cabello en dos partes iguales, envolviendo una liga para
el cabello alrededor de la mitad para mantenerlo fuera del camino mientras trabajo
en el otro lado.
—Gracias.
—Es tan brillante y sedoso. Es más difícil de trenzar cuando es tan suave. ¡Se
desliza por todos lados! Y si no estás acostumbrado a trenzar el cabello, no sabes
cómo compensarlo.
—Entonces estás diciendo que no debería ser tan dura con Shane —dice por mí.
—Mmhmm.
—Pero vio algunos videos de YouTube —protesta—. ¿No debería eso ayudarlo?
Ella se ríe.
—Te diré que. Siempre que necesites que te trencen el cabello, avísame y te
ayudaré. Dejaré mi número antes de irme, ¿de acuerdo?
Debería estar agradecido. Lo sé y sé que soy una mierda ingrata. Pero solo estoy.
Tan. Cansado. De todos los vecinos y amigos bien intencionados y ancianas
entrometidas en la farmacia preguntando por Sophie y por mí y cómo estamos y si
estoy manejando todo bien y solo les haga saber si necesito más guisos. Como si no
nos hubiéramos estado ahogando en esas cosas en todo el verano.
Por un lado, fue realmente agradable por un tiempo no tener que pensar
demasiado en qué darle de comer a nadie. Abrir el refrigerador, elegir tu guiso
favorito y listo. Pero un hombre solo puede comer tantas lasañas congeladas y
pasteles de pollo y arroz antes de no querer volver a ver uno. Supongo que en el lado
positivo (muy oscuro), dado que ambos padres murieron al mismo tiempo, no tendré
que preocuparme por lidiar con esto nuevamente.
Como tengo veintiséis años y soy el tutor de Sophie, ahora tengo acceso
completo al mío. No que lo esté usando. Me sumergí en él para ayudar con el pago
inicial de esta casa porque no quería esperar a que se vendiera la casa de mamá y
papá. Sophie necesitaba salir de allí. Necesitaba sacarla de allí.
Mudarnos aquí fue un gran alivio. La primera mañana estaba triste, pero no
lloraba como todas las mañanas antes de eso. Claro, ella obviamente todavía llora.
A menudo. Como esta noche con lo de trenzar el cabello.
Así que le prometí que podríamos empezar a practicar. Esta noche fue mi tercer
intento, y todavía parece que mapaches rabiosos intentaron peinarla.
Suspirando, dejé que mi cabeza golpeara contra la pared al lado del refrigerador.
Siento que todo el mundo está parado mirando y esperando que admita que soy
el peor guardián posible. Que quizás Sophie debería mudarse con el tío Will y la tía
Cathy a Wisconsin. Mis tíos ciertamente lo han insinuado. Más de una vez.
—Has estado haciendo un gran trabajo con Sophie desde que tus padres... pasaron —dijo
la tía Cathy.
Will me agarró por el hombro y me dio una pequeña sacudida, como lo hace un
chico que se esfuerza demasiado por ser un ‘hombre’.
—Sabemos que amas a tu hermana —dijo—. Eso es obvio. Pero estoy seguro de que un
joven soltero como tú preferiría ser libre de... sembrar tu avena salvaje.
Asco.
Cortésmente les dije que se alejaran. No con esas palabras. Pero dejé en claro
que estaría aceptando mi papel de guardián de Sophie.
¿Como si fuera una especie de cabrón que vive para la fiesta? Nunca he sido ese
tipo.
Claro, me gusta salir con amigos y divertirme. ¿Quién no? Pero también tengo
un título, un trabajo y un plan de jubilación. Si todavía estuviera en la universidad,
quizás podría entender su punto. ¿Pero ahora?
Bueno, ahora me pregunto si tal vez tenían razón. Si tal vez estoy jodiendo todo.
Ni siquiera puedo imaginarme cómo trenzar su maldito cabello por el amor de
Dios. Y digo joder con demasiada frecuencia, como aprendí de la llamada telefónica
con su maestra la semana pasada cuando Sophie se metió en problemas nuevamente
por maldecir en la escuela.
Jooooder.
Dejo escapar un sonido que está a medio camino entre un suspiro y un gruñido.
Sus ojos se abren como lo hacen las chicas cuando están cansadas de tus
tonterías, y levanta ambas manos.
—Está bieeen. Bien. Supongo que esperaré a que ella toque a mi puerta la
próxima vez que ocurra una emergencia con su cabello. ¿Y para que conste? —Señala
con un dedo hacia mí—. No se trata de compasión o de sentir lástima por ti o… —
Agita su mano—, cualquier estupidez que estés pensando. Se trata de una niña que
quiere que le trencen el cabello. Puedo trenzar el cabello. Soy buena en eso. Tú no lo
eres. Tal vez lo superes por su bien, ¿no?
Y con eso gira sobre sus talones, claramente con la intención de irse.
Me las arreglo para decir antes de que pueda dar más de un paso.
Ella gira, dándome su perfil, cruzando los brazos y ladeando una cadera, su
lenguaje corporal es una solicitud no verbal obvia para que valga la pena.
Asiento, de alguna manera sintiéndome mejor porque ella quiere que tenga claro
ese hecho. No quiero su compasión. Pero si quiere ayudar a Sophie, tiene razón.
Claramente no puedo hacer esto por ella, al menos no todavía, y aquí hay una mujer
agradable que se ofrece a ayudar. Debería aceptar la oferta. Cuando esté lo
suficientemente desesperado, de todos modos.
—Me gusta —declara Sophie, con las manos en las caderas—. Tienes que ser
amable con ella —me advierte—. De lo contrario, no volverá a trenzarme el cabello,
y Dios sabe que estás jodidamente desesperado.
—Encontrarte aquí es siempre una idea terrible en esta época del año. Compro
demasiadas cosas.
Moviendo sus bolsas a un lado, empujo sus brazos y le indico que se mueva hacia
un lado. Todavía quedan algunos rezagados en la tienda, y no necesito que ella
bloquee el camino para que salgan. No podemos irnos hasta que ellos lo hagan.
—Pero terminas todas tus compras navideñas. Así que ahí está.
Suspira dramáticamente.
—Eso más que suficiente para las compras navideñas de otras familias.
—No tienes que recorrer todo el festival cada semana, ¿sabes? Podrías entrar por
las otras puertas.
Hago un gesto hacia la puerta lateral para no pasar por el Festival de Navidad.
La joven pareja que llegó justo antes de Olivia regresa al festival, pero la pareja
mayor, el Sr. y la Sra. Hodgeson, que viene al menos una vez al año, se acerca al
mostrador con una selección de adornos y una corona. Felicito sus elecciones,
charlando cortésmente sobre lo que planean hacer con todo: la corona es para su hija
que acaba de comprar su primera casa y los adornos son para una fiesta de
intercambio de adornos que hacen todos los años con sus amigos.
Una de las cosas divertidas de administrar el Emporio es escuchar todas estas
historias de las tradiciones de la gente, nuevas y antiguas. Esta es mi primera
temporada navideña administrando la tienda, después de trabajar en ella durante
todo el año desde que estaba en secundaria. Todos hemos trabajado a tiempo parcial
para mamá y papá desde que éramos adolescentes, aunque a Nora le resulta más
fácil, ya que es la bebé. No es que alguna vez lo admitiera. Pero entre yo cubriéndola
en el Polo Norte y ellos sin obligarla a trabajar en la tienda durante su descanso...
Pero supongo que si soy yo quien se hará cargo de la tienda de mamá y papá
cuando finalmente se jubilen por completo después de que Nora vaya a la
universidad, ella no necesita aprender los entresijos del negocio como yo. Yo soy la
que quería esto.
Tyson, mi hermano mayor, siempre tuvo otros planes, sueños más grandes que
quedarse en el pequeño pueblo donde ha vivido toda su vida. Se sintió sofocado aquí.
Yo no. Me encantan las vistas y los rostros familiares, las personas que me
conocen de toda la vida, a quienes les importa si me resfrío y me traen sopa, galletas
y buenos deseos para sentirme mejor. Aunque mamá es hija única y nuestros abuelos
viven en el norte de California y la familia de papá vive en Michigan, crecer en
Arcadian Falls es como tener una familia extendida. Hemos sido parte de la
estructura de esta comunidad desde siempre. O al menos toda mi vida. ¿Por qué
querría ir a otro lado? No conocería a nadie.
Sigo al Sr. y la Sra. Hodgeson hasta la puerta, cierro detrás de ellos, luego cierro
el otro par de puertas antes de volverme hacia Olivia y soltar un suspiro de fin de
jornada laboral.
—¿Qué?
Ella hace señas hacia la puerta por donde acaban de salir los Hodgeson.
—Esto. Escuchar sus historias. Llevando un registro meticuloso de a quién le
gusta qué y cuántos adornos de pepinillos1 nuevos necesitas comprar para el próximo
mes y todas las minucias de administrar este lugar.
Nos hemos reunido para cenar al menos una vez a la semana desde que regresó
a la ciudad, y es lo más destacado de mi semana.
—No puedo ver que sea muy diferente de lo que haces —digo mientras cierro la
cremallera de mi chaqueta y abro la puerta lateral, sosteniéndola para que Olivia
salga, una vez más cargada con sus bolsas de compras—. ¿No tienes que escuchar las
historias de las personas en el consultorio del dentista?
Olivia transfiere todas sus bolsas a una mano y se echa el cabello oscuro por
encima del hombro.
—Creo que puedo ver cómo eso sería más agradable que escuchar sobre los
dolores de muelas de las personas y mirar imágenes de dientes podridos. Y supongo
que los niños que pasan por tu lugar de trabajo generalmente están felices de estar
allí, mientras que yo tengo gritos aterrorizados y niños gruñones cuyos padres los
obligaron a venir antes de la escuela. —Ella me señala, su uña larga y cuidada de un
rojo brillante bajo las brillantes luces del festival—. Y tus horas son mucho mejores.
Sí, sales más tarde, pero no tienes que estar en el trabajo antes de las siete de la
mañana.
Olivia obtuvo su título en historia del arte, pero a pesar de que se entrevistó en
varios museos, incluido uno donde hizo una pasantía, no pudo conseguir un trabajo.
1
Según la tradición, se coloca un pepinillo ornamental en el árbol de Navidad como uno de los
adornos navideños. En la mañana de Navidad, la primera persona que encuentre el pepinillo en el
árbol recibirá un regalo extra de Santa Claus o se dirá que tendrá un año de buena fortuna.
Así que ahora trabaja como gerente de oficina y recepcionista en el consultorio dental
de su padre. Sí, nepotismo.
Ella se queja de que trabajar para sus padres significa que básicamente todavía
están pagando el alquiler. Y lo entiendo. Realmente lo hago. Pero siento que es una
actitud incorrecta. Sí, mis padres me ayudaron a reunir el pago inicial de mi casa. Y
desde que obtuve mi título en administración de empresas a través de un programa
en línea, costó menos y no tuve que pagar la vivienda en el campus y todos los gastos
que conlleva irme a la universidad, no tengo una montaña de deuda por préstamos
estudiantiles. Mis padres pagaron mis clases, después de todo. Cogí un salario
reducido para ayudar con los costos, y fui el servicio de transporte de mis hermanos
menores hasta que tuvieron la edad suficiente para conducir ellos mismos.
Pero sabía que quería hacerme cargo de la tienda toda mi vida, prácticamente.
Me encantaba venir a trabajar con mis padres cuando era pequeña y ayudar a montar
las exhibiciones. Mi mamá me dejó opinar sobre cómo organizar la tienda cuando
yo estaba en preparatoria, incluidos los adornos que diseñé y creé en la escuela, y
ahora soy yo quien toma todas las decisiones. Me encanta.
Cuando llegamos, nuestra cabina favorita en la esquina trasera está vacía, y nos
dirigimos directamente hacia esta para que nadie pueda sentarse ahí antes que
nosotras.
Regina, nuestra camarera habitual, se pasea con una sonrisa en su rostro, sus
ojos se arrugan detrás de sus lentes de ojo de gato.
—Bueno, hola, señoritas. Qué gusto verlas de nuevo. ¿Quieren sus pedidos
habituales o se sienten aventureras esta noche?
Pero Olivia casi siempre está a dieta. También su mamá, para el caso. Las
apariencias siempre han sido muy importantes para la familia Banks. Sonrisas
blancas, dientes rectos y cuerpos que encajan en el perfil de una revista de bonitos y
saludables. Y Olivia no es más que bonita, con su largo y lacio cabello castaño, sus
llamativos ojos azules rodeados de espesas pestañas oscuras que siempre han atraído
tanta atención, pómulos altos y una nariz delgada y recta. Más alta que yo, casi
parece que podría ser modelo en una de esas revistas brillantes, aunque si le dijeras
eso, te diría algo como, ‘uf, tal vez si perdiera otros diez kilos’.
—Muy bien —dice Olivia, colocando sus manos sobre la otra e inclinándose
hacia adelante—. Cuéntame lo que sucedió desde la semana pasada.
Su boca se abre.
Asiento.
—Realmente no. Recuerdo a Brad Elliott, porque pensé que era taaan lindo. —
Ella agita sus ojos para ir con su aproximación tonta de la voz de una adolescente—
. Y él era solo un grado mayor que nosotras. Sigo pensando que es lindo, pero me
siento mejor sabiendo que no estaba interesado en mí porque es gay y no porque
piense que soy horrible.
—No, difícilmente. No creo que ese hombre acepte nada de mí que haya hecho
por bondad. Está decidido a no querer lástima ni ningún tipo de ayuda.
—¿Uno de qué?
—Sabes. Esos tipos que piensan que son todos duros y varoniles y que aceptar la
ayuda de cualquiera es un signo de debilidad. —Ella voltea una mano—. No pierdas
tu tiempo. Él no vale la pena. Confía en mí esta vez.
—¿Estás hablando de los Elliott? Una pena lo que les pasó. ¿Cómo le va a Shane
con la pequeña Sophie?
—Parece que les está yendo bien —le digo, esperando que no busque más
información. Sabiendo cuánto odia Shane la curiosidad de todos por ellos, no quiero
desviarme ni arriesgarme a compartir demasiado.
No es que tenga mucho que compartir de todos modos. Pero aún. Pude
vislumbrar su vida juntos la otra noche, y de alguna manera me siento... protectora
con ellos.
—Muy bien. Mi sobrina enseña con él y dijo que las cosas empezaron mal. Me
alegro de que encuentren el equilibrio. Su comida estará lista en unos minutos.
—¿Y cómo sabes cómo le está yendo al vecino hosco que rechazó tus galletas de
bienvenida al vecindario con su hermana pequeña?
Olivia asiente.
—De nuevo, ¿qué edad tiene ella? Realmente no conocía tan bien a los Elliott.
Usaron al dentista en Ingleworth, para que papá no tenga los chismes sobre ellos. Y
aparentemente Shane continuó con eso, o tal vez simplemente no va al dentista.
—Correcto. Parece que está en preescolar o en primer grado. Y este fue el día en
que Nora me rogó que la sustituyera en el último minuto.
Los ojos de Olivia se empañan y se pone una mano sobre el pecho. Pero ambas
hacemos una pausa cuando Regina trae nuestra comida, ninguna de las dos quiere
responder más preguntas sobre Shane y su hermana en este momento.
—Sí. ¿De qué otra manera me llamarían para ayudar a trenzar su cabello si lo
necesitaran?
—¿Estás segura de que esa es la única razón por la que le diste tu número?
—Por favor, Olivia. ¿Crees que estoy tratando de que me invite a salir…
forzándome a entrar en su casa y ayudando con el cabello de su hermana en contra
de sus preferencias?
Riendo, niego con la cabeza y logro masticar y tragar el siguiente bocado sin
incidentes.
—Dijiste que era lindo cuando se mudó. Hacerte indispensable para él es una
buena manera de llamar su atención.
—Por favor. —Pongo los ojos en blanco—. No es así. Él no es así. No creo que
nadie pueda hacerse indispensable para él. Nunca he conocido a nadie tan reacio a
aceptar ayuda de ningún tipo. Incluso cuando, literalmente, no pueden hacer aquello
con lo que están luchando.
—No estoy perdiendo el tiempo con él. Estoy preocupada por Sophie. Ella es la
razón por la que fui allí.
—¿De verdad, Sarah? ¿La niña es la razón por la que limpiaste su camino de
entrada? ¿Ella es la razón por la que decidiste ir a agradecerle en persona en lugar de
simplemente aceptar que él claramente no estaba interesado en hablar contigo por la
forma en que se apresuró a ir a casa y cerró la puerta antes de que tuvieras la
oportunidad de salir y dar las gracias?
—Oh, sí, eres muy sabia. Me inclino ante tu mayor sabiduría y experiencia.
¿Cómo son tus recientes aventuras de citas, oh, una experimentada?
—Sé que estás siendo estirada, pero voy a responder a tu pregunta de todos
modos, porque necesito hablar con alguien sobre esto.
Olivia ha estado haciendo las citas en línea desde que se mudó. Ella y su novio
de los últimos años se separaron cuando tomaron direcciones opuestas después de la
graduación. Ella ha estado tratando de volver al caballo proverbial, pero no ha tenido
buena suerte.
—Nop.
—Como un sumiso bastante pervertido. Salí a buscar ideas por Internet. Quería
que le diera reglas.
—Como reglas sexuales sobre cuándo puede venirse y cosas así. Él mencionó los
dispositivos de castidad.
Ella suspira.
—Tristemente no. La primera noche fue genial una vez que superamos las cosas
aburridas iniciales. Realmente caliente y divertido. Y me pidió que le diera tareas,
así que encontré este sitio erótico gratuito y le pedí que escogiera una historia que le
gustara, y se quejó de mí como si estuviera haciendo una gran pregunta irrazonable.
Y yo estaba ¿cómo? Pensé que querías que te dijera qué hacer. ¿Soy yo diciéndote
que hagas algo y ya estás diciendo que no? —Ella niega con la cabeza—. Luego
empezó a hablar de cómo su ex decía que era abusivo, y de lo ridículo que era eso, y
esa fue la gota que colmó el vaso para mí. Si un chico te dice que su ex piensa que es
abusivo, hay un noventa y nueve por ciento de posibilidades de que lo sea, y es tan
tonto que lo admita en tu cara. Gran bandera roja. Así que le dije que tuviera una
buena vida y lo bloqueé.
—Guau.
—Lo sé, ¿verdad? —Ella niega con la cabeza—. Entonces, ¿cuándo me dejarás
configurar un perfil para ti?
—¿Qué? Estas bromeando. Después de esa historia, ¿crees que voy a estar de
acuerdo en dejarte configurar un perfil de citas en línea para mí? ¿Por qué demonios
haría eso? He escuchado lo suficiente de tus historias como para tener miedo de por
vida.
—¿Quién dice que quiero hacerlo? —Niego con la cabeza—. Estoy feliz con mi
vida. Tengo a mi familia y a ti como compañía y la tienda me mantiene muy ocupada
el resto del tiempo.
No me había sentido tan inepto desde… bueno, desde la última vez que Sophie
hizo una rabieta y terminó sollozando en mis brazos.
Pero antes de los últimos seis meses, confiaba en mi capacidad para manejar casi
cualquier cosa. Con suficiente tiempo y recursos, podría dominar cualquier cosa que
me proponga.
Y ahora…
—¡Lo hago! ¡Quiero que Sarah lo trence! No sabes lo que estás haciendo y estoy
cansada de que practiques conmigo. Llama a Sarah.
Con eso, se pone de pie y sube las escaleras pisando fuerte, con los brazos
cruzados, el cabello oscuro rebotando detrás de ella.
Con otro suspiro, me recuesto en el sofá y dejo que mi cabeza caiga hacia atrás,
cubriéndome la cara con las manos. ¿Por qué es esto tan imposible de dominar?
Han pasado dos días desde que Sarah trenzó el cabello de Sophie. Y en ese
tiempo, Sophie me ha pedido que la llame para que venga a trenzar su cabello al
menos seis mil veces al día. Cada vez que la he desanimado, digo que estoy seguro
de que Sarah está en el trabajo o está ocupada o algo y me ofrezco a intentarlo de
nuevo. Y cada vez ha terminado así, aunque ella pisoteando hasta su habitación es
nuevo. Por lo general, es solo en un escenario diferente, donde toma su iPad y
comienza a ver videos de YouTube.
Hace un puchero.
—Porque es verdad. Tiene trabajo y familia, y estoy seguro de que tiene amigos.
No está sentada solamente esperando que la llamemos para que pueda trenzar tu
cabello.
—Pero ella dijo que deberías llamarla la próxima vez.
—Sophie, tienes que entender que a veces los adultos dicen cosas solo para ser
amables. No significa que quiera venir y trenzarte el cabello todos los días.
Tengo que reprimir mi sonrisa ante eso, cubriéndola con un trago de mi vaso de
agua. Había olvidado que Sarah le dijo que era una duende en una misión
supersecreta para ayudar con el Festival de Navidad.
Quiero decir, sí, es atractiva, luciendo cada parte de duende con sus grandes ojos
marrones, su linda naricita y su mentón afilado. Y la forma en que su disfraz de
duende le quedaba tan bien, la V hundida mostrando el valle de su escote...
Honestamente estoy sorprendido de que sea el uniforme de duende para una
exhibición infantil de Santa Claus. En realidad, parece más en línea con una
situación de duende sexy con temática adulta.
Pero supongo que no le envío un mensaje de texto a ninguna de ellas para que
trence el cabello de mi hermana por mí. De hecho, no les envío mensajes de texto
por ningún motivo. Aunque estoy seguro de que algunas de ellas estarían encantadas
de darme sus números si yo quisiera.
—Bien. Ya pregunté. Pero eso no significa que ella esté disponible esta noche,
así que no te hagas ilusiones. Ella podría decir que no.
—No lo hará —me asegura Sophie con la confianza que solo una niña de seis
años puede reunir.
Ella salta de su silla y apila su plato de pasta encima de su plato y lo lleva con
cuidado al mostrador mientras yo la sigo llevando mis platos y nuestros vasos.
Mientras enjuago todo y lo meto en el lavavajillas, ella grita:
Casi vale la pena arriesgarse a invitar más a esta mujer a nuestras vidas si
convierte a Sophie de la niñita hosca y haciendo pucheros que era antes de la cena
en esta versión ansiosa y alegre de sí misma. Sin embargo, no quiero convertir esto
en un hábito. Nos las arreglamos bien por nuestra cuenta. Contamos con la ayuda de
profesionales según sea necesario, y el resto depende de nosotros para resolverlo.
Claro, es duro. Pero eso va con el territorio, ¿verdad?
Pero tengo la clara impresión de que cuanto más a menudo invitemos a Sarah,
más apegada se sentirá Sophie y...
Y no puedo precisar exactamente por qué eso parece malo, pero lo es.
¿Por qué esta mujer querría quedarse y ayudarnos todo el tiempo, después de
todo? Seguro, ahora siente lástima por nosotros. Ella lo admitió. Es la primera
Navidad de Sophie sin sus padres, y Sarah escuchó la desgarradora petición de
Sophie a Santa. ¿A quién no le conmovería eso?
¿Pero cuánto puede durar eso? Claro, las mujeres mayores en el trabajo y en la
ciudad preguntan por nosotros y sobre cómo está Sophie. Pero los guisos se
detuvieron una semana después del funeral. Lo cual, no me quejo, porque si no
vuelvo a ver otro de esos guisos, puedo morir feliz. Pero dado que esa es la forma en
que la gente de aquí muestra su preocupación e inquietud y termina tan pronto como
la crisis inmediata pasa, no voy a depositar mis esperanzas en que alguien se quede
después de la crisis de la primera Navidad. Tal vez ni siquiera tanto tiempo, ya que
todavía faltan tres semanas para Navidad.
—Lo hiciste. Tenías razón. Y parece que se está cumpliendo tu deseo. Sarah
vendrá a trenzarte el cabello de nuevo. —Apoyando mis manos en mis muslos, me
inclino por la cintura para que mi cara esté a su nivel—. Sin embargo, no te
acostumbres demasiado. El hecho de que esté disponible esta noche no significa que
quiera venir y trenzarte el cabello todas las noches, y mucho menos todas las
mañanas antes de la escuela.
Ella solo se ríe en respuesta, como si le hubiera contado un chiste gracioso. Antes
de que pueda llevar mi punto a casa, hay un golpe en la puerta. Sophie se aleja de mí
y abre la puerta gritando:
—¡Sarah! ¡Sarah!
Ignorándolo, lo mejor que puedo de todos modos, ya que cada vez que estoy
cerca de él, siento que soy muy consciente de su presencia y de todo lo que está
haciendo, vuelvo a concentrarme en Sophie.
—Si bien tu hermano tiene razón en que no estoy disponible las veinticuatro
horas del día, no estoy tan ocupada como él parece pensar. Siempre puedes preguntar
si estoy disponible. Y si no lo estoy, podemos programar algo para el momento en
que lo esté, ¿de acuerdo?
Riendo, retrocedo.
—Espera. Déjame quitarme las botas. Crucé nuestros patios. No quieres que deje
un rastro de la nieve por toda tu casa, especialmente porque solo estás en calcetines.
¿Quién quiere calcetines mojados?
—Yo no.
—¡Ten!
Sophie empuja su cepillo para el cabello y varias ligas para el cabello hacia mí
mientras me siento, luego se deja caer en el cojín a mi lado, de espaldas a mí.
La próxima vez, ¿eh? ¿Eso significa que ya está planeando que yo esté aquí con
regularidad? O tal vez solo quiere que vaya una o dos veces más para poder aprender
directamente de mí en lugar de los videos de YouTube y luego mi trabajo aquí estará
terminado.
Es ridículo. Apenas los conozco. Y, sin embargo, la idea de que Shane me deje
fuera de nuevo, no es que esté exactamente abierto, no es bienvenida.
—Haces que parezca tan fácil —murmura—. Al igual que los videos. Es como
magia.
—Todo listo.
—Va a ir a verla en el espejo —me dice Shane—. Gracias por hacer eso por ella.
Significa mucho.
—Claro —le digo a la ligera, apoyando mi brazo en el respaldo del sofá para
poder mirarlo—. No es problema. Aunque hablo en serio. Puedes enviarme un
mensaje de texto cuando quieras. Soy perfectamente capaz de decir que no si estoy
ocupada. No es necesario que decidas de antemano mi disponibilidad.
—Bien. Enciende las palomitas de maíz. Hora de nuestra película. Sarah, puedes
sentarte ahí. —Coge un cojín y lo mueve a la otra esquina del sofá—. Shane, este es
tu lugar esta noche. ¡Y me sentaré en el medio!
—Oh, eh...
—Sophie, no estoy seguro de que Sarah tenga tiempo para una noche de película.
Solo le pedimos que viniera a trenzarte el cabello.
Con el labio inferior asomándose y los brazos cruzados, Sophie pisa fuerte con
un pie. Shane ladea la cabeza.
—¿De qué hemos hablado, Sophie? Si vas a tener una rabieta, es posible que
tengamos que cancelar la noche de película por completo. Hagamos tu respiración
de chocolate caliente, ¿de acuerdo?
Sus ojos se entrecierran y parece que está a punto de decir que no, pero luego
deja caer los brazos y en el suspiro más exagerado del mundo dice:
—Bien.
Observo, fascinada, como ambos hacen círculos con sus manos y las sostienen
frente a sus caras como si estuvieran sosteniendo algo.
Esta vez sí miro a Shane, quien me está mirando, pero su expresión no revela
nada. ¿Está de acuerdo con que yo diga que sí? ¿O debería decir que no?
—Yo... no, en realidad —digo vacilante, sin estar segura de si está bien que lo
contradiga así. Pero otra mirada a él no aclara mucho. Simplemente se encoge de
hombros, lo que interpreto en el sentido de que está bien para él si acepto la invitación
de Sophie—. Me encantaría tener una noche de película contigo —le digo a Sophie,
y ella se anima de inmediato, saltando y corriendo hacia la cocina.
—Lo siento por esto. No sabía que te iba a invitar a quedarte. Te diría que no
tienes que hacerlo, pero si te vas ahora, causaría la madre de todas las rabietas, así
que no voy a hacer eso.
Pero eso puede esperar hasta más tarde. O mañana. Ver a estos dos interactuar
es mucho más divertido que ver retransmisiones en casa sola. Y según mis padres y
Olivia, paso demasiado tiempo pensando en la tienda y necesito tener una vida
social. No estoy segura de que piensen que aceptar una invitación de una niña de seis
años para ver una película para niños después de trenzar su cabello realmente cuente,
pero no me voy a preocupar por eso ahora.
Además, no solo estoy viendo una película con una niña de seis años. También
paso tiempo con su, mucho mayor y muy atractivo hermano. Eso tiene que contar
para algo.
Shane
A veces desearía que Mal, mi otra hermana, todavía viviera en casa. O que
estuviera dispuesta a volver a casa para las vacaciones de Navidad, al menos. Ella
sabría cómo trenzar el cabello de Sophie. Y si ella estuviera aquí, no estaría en la
posición incómoda de obligar a mi joven y muy bonita vecina a pasar la noche viendo
películas de Disney con nosotros.
Pero cuando Sophie comenzó con su rutina de hacer pucheros y pisotear, supe
que ninguna cantidad de inhalación de chocolate caliente evitaría una rabieta si
Sarah decía que no. Ahora estoy dividido entre el alivio de su voluntad de quedarse
y la incomodidad de tener una mujer en mi casa que me atrae.
Eso normalmente no sería un problema. Excepto que ella está aquí por invitación
de mi hermanita, no mía. Y teniendo en cuenta cómo me he comportado con ella
desde nuestro primer encuentro, probablemente piense que soy un completo imbécil.
Sin embargo, es más fácil. Ser el imbécil. Entonces no tengo que preocuparme
por la complicación de tratar de tener una cita mientras soy esencialmente el padre
soltero de una niña en duelo. No sé nada sobre la crianza de los hijos, bueno, supongo
que lo sé ahora, después de meses de terapia y clases para padres y de leer libros
interminables sobre la crianza de los hijos. Pero la mayoría de esas cosas están
orientadas a niños normales con situaciones de crianza normales. Padres biológicos
reales. Y las cosas orientadas hacia los padres adoptivos y de crianza temporal
ayudan a algunos, pero tampoco son lo mismo porque no soy simplemente un padre
adoptivo aprobado por el estado al azar. Soy su hermano.
De ninguna manera estoy preparado para llevar a una mujer a esta situación,
incluso si esa mujer sabe cómo trenzar el cabello. Decidí esperar al menos un año en
agosto cuando Heather, mi ex de la preparatoria, trató de convencerme de que nos
diera otra oportunidad. Ella todavía es bonita, y solo rompimos porque me iba a la
universidad, no por nada malo que haya pasado entre nosotros, pero nada podría
haberme interesado menos en ese momento.
Por supuesto, eso fue hace unos meses. Si bien el dolor todavía tiene sus
momentos agudos que se clavan como garras que se sienten que nunca se soltarán,
relajan su agarre la mayor parte del tiempo, dejando solo un dolor sordo que es
posible ignorar cuando necesito concentrarme en otras cosas. Como enseñar,
entrenar y ayudar a Sophie. Al principio, me pareció imposible ayudarla a manejar
su propio dolor cuando yo apenas podía controlar el mío, pero estamos saliendo
adelante.
Sin embargo, Sarah no parece tener motivos ocultos para venir. Si bien de vez
en cuando capto sus miradas de reconocimiento, sería un hipócrita si se lo
reprochara. No ha dicho ni hecho nada que me haga pensar que tiene la intención de
perseguirme. Y tener a alguien más dispuesto a ayudar con Sophie es... agradable.
Si ella está dispuesta a trenzar el cabello, tal vez estaría dispuesta a cuidar niños
de vez en cuando, cuando necesite un descanso...
Tengo que contener mi bufido ante eso. Eso fue un pensamiento rápido por parte
de Sarah. Lo último que necesito ahora es que alguien le diga sobre Santa este año.
Sophie saca la palomera de maíz para microondas mientras yo saco los granos y
la taza medidora. Lleva su taburete al mostrador para poder colocar los granos en el
tazón. Ayudar a hacer cosas se ha convertido en su nueva actividad favorita.
—Tendremos que hacer galletas de Navidad juntos pronto. Una vez que salgas
de vacaciones de la escuela, elegiremos un día, ¿de acuerdo?
Ella rebota.
Una vez que las palomitas de maíz terminan de estallar, derrito la mantequilla
para verterla sobre estas mientras Sophie saca el helado de chocolate del congelador
inferior.
—¡Sí! —Sophie salta arriba y abajo—. Pones las palomitas de maíz en tu helado.
Está rico.
Las cejas de Sarah vuelven a saltar. Su rostro es tan expresivo que podría verlo
todo el día.
Tomando una decisión ejecutiva, saco tres tazones y los coloco sobre la
encimera.
—Nuestra mamá siempre lo hacía. Papá pensó que era tonta, pero ella insistió
en que estaba delicioso. Todos los niños comenzamos a hacerlo cuando estábamos
en la secundaria. —Mi voz se quiebra y me aclaro la garganta mientras un recuerdo
se reproduce en mi cabeza de papá dándole a mamá un momento difícil por poner
sus palomitas de maíz en su helado y cómo corrompió a todos los niños—. Aquí
Sophie comenzó la más joven de todos.
Aclararme la garganta no ayudó mucho, porque la última frase sale aún más
ronca, pero finjo que todo está bien.
Sin embargo, Sophie no deja que me salga con la mía, su mano descansa sobre
mi brazo y llama mi atención. Envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, y dejo la
bola de helado para abrazarla de vuelta, parpadeando para alejar la humedad de mis
ojos. No quiero llorar delante de Sarah. O Sophie, de verdad, pero al menos Sophie
lo ha visto antes y lo entiende.
—Eh. Supongo que puedo probarlo. A veces me gusta mezclar dulce y salado,
como pretzels cubiertos de chocolate o mojar papas fritas en tu batido. También
tomaré helado con mis palomitas de maíz.
Cuando la miro, me da una gran sonrisa. Y aunque sus ojos son suaves y cálidos,
no detecto lástima allí. Lo que es un alivio. Lo último que quiere un hombre cuando
una chica bonita lo mira es lástima.
Nop.
Pasando un tazón a Sophie, agarro los otros dos para llevarlos a la sala de estar.
Sarah se levanta de su asiento y toma uno, dejándome una mano libre para agarrar
el tazón de palomitas de maíz.
Con un gran suspiro, deja su tazón y se hunde en el suelo, poniéndome los ojos
en blanco como una de las chicas de mi clase de educación física.
—Ustedes tienen muchas noches de película, ¿eh? —dice Sarah mientras coloca
sus pies junto a ella en el sofá.
Vuelve a usar calcetines navideños, estos con renos… espera, ¿esos renos están
follando?
Cuando la miro, agacha la cabeza, oculta una sonrisa e intenta meter los pies
debajo de ella aún más.
—Me gustan los calcetines festivos —dice con la boca llena de helado, como si
eso fuera una explicación suficiente para los calcetines con renos follando. Son solo
contornos, el estilo como el que ves en los suéteres, pero aun así. Su actividad es muy
clara.
—Oye. Más despacio, Soph. Deja que Sarah consiga sus propias palomitas de
maíz. Ese puñado puede ser para ti.
—¿Así que solo tomo un puñado y lo tiro? —pregunta Sarah, mirándome con
cautela.
Levanto un hombro.
—No tienes que empezar con tanto. Puedes comer algunas para probarlo. Pero
sí, eso es más o menos lo que hacemos.
Sarah parece optar por el término medio, obteniendo más de dos o tres
palomitas, pero mucho menos de lo que Sophie y yo obtenemos.
Sophie mira fijamente a Sarah mientras toma un poco de helado con un trozo de
palomitas de maíz en la parte superior, observando atentamente para ver su reacción.
Dios, tal vez necesito descubrir sobre tener citas, al menos casualmente, más
temprano que tarde. Porque no hay ninguna razón por la que deba ser erótico, pero
por alguna razón no puedo pensar en nada más que en Sarah abriendo los labios para
permitir que mi pene entre en su boca.
—¿Ves? ¿Ves? —grita Sophie, saltando sobre los dedos de los pies—. ¡Te dije!
Cuando miro a Sarah de nuevo, noto que ha cambiado para sentarse con las
piernas cruzadas, sus calcetines cuidadosamente metidos debajo de sus piernas.
—No sabía que estaría sin zapatos en la casa de otra persona cuando me los puse
esta mañana.
—Hmmmm.
Sophie toma el control remoto para poder revisar las opciones disponibles y me
sorprende eligiendo a Moana en lugar de una de las películas de Frozen o Enredados,
que hemos estado viendo durante las últimas semanas.
Ella me mira.
—¿Qué? ¿Crees que solo veo películas navideñas o algo así? También me gusta
Disney.
Sonriendo, miro a la pantalla, dándome cuenta de que me siento más feliz y más
ligero en este momento de lo que me he sentido en… mucho tiempo.
Sarah
Esta noche no está resultando nada como esperaba cuando recibí el mensaje de
texto pidiéndome que trenzara el cabello de Sophie. Esperaba venir, trenzarle el pelo
y marcharme. Y ahora estoy sentada en el sofá con un tazón de helado espolvoreado
con palomitas de maíz mientras Shane presiona reproducir en Moana.
Debo admitir que nunca antes hubiera pensado en poner palomitas de maíz en
mi helado. Y cuando a Shane se le quebró la voz hablando de su madre… ¿cómo
podría negarme al menos a intentarlo? Sophie también estaba muy emocionada, y es
casi imposible decirle que no a esa niña.
Tenemos que pausar la película después de que Sophie termine su helado para
que pueda limpiarse las manos y la cara, y luego se une a nosotros en el sofá. Shane
agarra un par de mantas, me pasa una y mira fijamente mis pies. Sonriendo, coloco
la acogedora manta gris sobre mis piernas y pies, asegurándome de que mis calcetines
estén bien escondidos de Sophie.
Shane arropa a Sophie con la manta y ella se acurruca a su lado. Pero al final de
la película, ella está acostada con la cabeza en mi regazo y sus pies metidos debajo
del muslo de su hermano, su manta deslizándose y arrastrándose por el suelo.
Ella hace un puchero, pero él solo le devuelve una mirada suave. Después de un
momento, se pone de pie, y se dirige al piso de arriba con un desganado:
—Bien.
—¡No! —grita Sophie, corriendo hacia lo alto de las escaleras—. ¡No te vayas
todavía, Sarah! Quédate y léeme un cuento. Por favor, por favor, por favor, por favor.
Ella junta sus manos debajo de su barbilla, dándome su mejor impresión de niña
triste. Lo que obviamente no es demasiado difícil para ella, ya que en realidad es una
niña triste.
—Depende de ti —murmura.
2
Bug puede traducirse literalmente como insecto o bicho. Pero se usa también de forma cariñosa para
referirse a alguien.
que mantener la calma, no dejar que se salga con la suya mientras tanto, y esperar a
que pase.
Parpadeo hacia él, dando un paso atrás inconsciente bajo la fuerza de su diatriba,
incluso si es entregada en un susurro.
—Primero cepíllate los dientes, Sophie. Luego pijamas. Entonces Sarah te leerá
una historia y se apagarán las luces.
Por mucho que parezca pensar que está fallando o que espera que otros lo
juzguen, Shane tiene una buena voz de padre. Y si Sophie está luchando en otras
áreas, al menos en este momento, se escabulle, presumiblemente para hacer
exactamente lo que dijo su hermano.
Se mueve para recoger el tazón de palomitas de maíz y los platos de helado que
aún están en la mesa de café, y cuando voy a ayudarlo, solo gruñe y me quita el tazón
de las manos, dejándome de pie en la sala sintiéndome fuera de lugar.
Porque estoy fuera de lugar aquí. No pertenezco a sus vidas, incluso si Sophie
parece querer que me quede.
¿Es solo que extraña tener a una mujer adulta cerca? Debe haber pasado mucho
tiempo con su mamá. Shane reemplaza al padre desaparecido, pero como ninguno
de ellos ha mencionado a una novia y no he visto a ninguna mujer entrando o
saliendo de su casa, supongo que es soltero.
Por supuesto, si pregunto, ¿parece que estoy interesada? Quiero decir, lo estoy
un poco, a pesar de que sigue actuando como si tenerme cerca no fuera bienvenido.
Es solo que no siempre actúa así. Después de todo, me dijo que podía quedarme. Y
ha sido un buen anfitrión desde que llegué esta noche, incluso si de repente se ha
vuelto hosco.
Tal vez sea como con Sophie: se está comportando así más por la pérdida que
ha sufrido. Tal vez él se esté comportando mal por las mismas razones, simplemente
se ve diferente en un hombre adulto que en un niño.
Eso hace que finalmente me mire, aunque no dura mucho, ya que se ocupa de
poner la pastilla del lavaplatos en el pequeño lugar de la puerta.
—Así. Todo frío y hosco después de pensar que tal vez has sido demasiado
amable conmigo o te has abierto demasiado o algo así. —Hago una pausa para ver
si tiene alguna respuesta, pero si la tiene, se lo guarda para sí mismo—. Creo que
estás haciendo un buen trabajo, ¿sabes? Si mi opinión te importa en algo.
Se congela, su mano en los controles del lavavajillas. Pero aun así, no dice nada.
—Solo puedo imaginar lo difíciles que han sido las cosas para ti —digo en voz
baja. Cuando se da la vuelta, levanto una mano para evitar su objeción a mi
simpatía—. No es una línea y no es lástima. Es solo la verdad. ¿Me sentiría devastada
si perdiera a mis padres y luego, de repente, me encontrara responsable de criar a un
niño? ¿Una niña que también perdió a sus dos padres? —Extiendo mis manos frente
a mí, con las palmas hacia arriba—. No estoy tratando de interferir o hacerte sentir
juzgado o compadecido ni nada por el estilo. Pero si trenzar el cabello y leer un
cuento antes de dormir te facilita las cosas, estoy feliz de hacerlo. Está bien aceptar
ayuda, ¿sabes?
Eso es lo último que debería notar en este momento. Pero ha pasado mucho
tiempo desde que estuve a solas con un hombre atractivo. Demasiado tiempo, según
Olivia. Y ahora mismo, estoy pensando que ella podría tener razón.
Tal vez debería dejar que me creara un perfil en una aplicación de citas. Tal vez
entonces no estaría teniendo pensamientos lujuriosos sobre mi vecino totalmente
indisponible.
Justo cuando abre la boca para decir algo, Sophie entra saltando con un camisón
de unicornio.
Sophie se aleja y Shane me observa por otro momento antes de inclinar la cabeza
en dirección a las escaleras.
Sigo a Sophie por las escaleras, sin saber si Shane se unirá a nosotras. En la parte
superior de las escaleras, me dirijo a la puerta abierta con luz derramándose y
encuentro a Sophie sentada en la cama en un nido de almohadas y peluches
iluminados por una lámpara en su mesita de noche. Hay una cómoda frente a su
cama y una casa de muñecas en la otra esquina con un estante lleno de juguetes entre
ellos. Más juguetes y ropa se derraman por el suelo.
Me pone en las manos un libro de bolsillo que es más grueso de lo que esperaba.
Ella asiente con entusiasmo, y cuando miro a Shane, él mira la portada y asiente.
—Es más como una novela gráfica, pero para niños más pequeños. Ya verás.
Shane tiene razón. Las páginas son gruesas y no hay muchas palabras en cada
página. Si bien es más largo que el libro de imágenes que esperaba leer, terminamos
el libro en un período de tiempo razonable. Es una linda historia sobre un narval que
se convierte en el mejor amigo de una medusa. Y les encantan los waffles.
—Esta noche no, cariño. Tu hermano fue muy claro en que solo obtienes una
historia.
Un suspiro profundo.
—Está bien.
Él asiente con la cabeza hacia las escaleras, y yo lo guío hacia abajo, yendo
directamente hacia la entrada.
—Debo darte las gracias. Salvaste el día. Entre trenzar su cabello como ella
quería, lo que hará que mañana sea un millón de veces más fácil cepillarse, así que
doble gracias por eso, y luego quedarte tanto tiempo, estás en camino de convertirte
en su nueva mejor amiga.
—Bueno, fue un placer. Descubrí una nueva forma de comer dos de mis comidas
favoritas y tuve una velada mucho menos aburrida de lo que hubiera sido de otra
manera.
Nos miramos el uno al otro por un largo momento, sus ojos en mis labios, y
luego parece salir bruscamente de su trance, enderezándose de la pared y alcanzando
el armario. Toca la perilla antes de finalmente abrirla. Y cuando me entrega mi
abrigo, se acerca y no lo suelta de inmediato cuando lo alcanzo, así que estamos
atrapados en este momento con los dos sosteniéndolo.
—¿Niñera?
Me encojo de hombros.
—Lo hago.
¿Qué significa?
¿Significa algo?
CJ es mayor que yo, está casado y tiene tres hijos. Está íntimamente
familiarizado con las rabietas de los niños y me ha dado consejos de vez en cuando.
Ignoro una buena parte, porque mucho de lo que hace no es mi estilo o no concuerda
con lo que me ha dicho su terapeuta, pero es un buen tipo y lo más parecido a un
amigo que tengo aquí en este momento.
CJ asiente.
—Tiene que ser difícil para ellos también. Después de todo, es su primera
temporada sin tus padres.
—¿Sí? Eso siempre fue divertido. Mis hijos son demasiado mayores para eso
ahora. El más joven dejó de creer en Santa hace un par de años. —Sacude la cabeza
comiendo un bocado de pasta y sobras de pollo—. Todavía hacemos todo el asunto
de las galletas y la leche porque es divertido, pero no es lo mismo que cuando los
niños creían activamente, ¿sabes?
Asiento con la cabeza como si tuviera alguna idea de cómo es eso. Quiero decir,
supongo que sí. Recuerdo cómo fue cuando Mallory dejó de creer. Pero eso fue hace
mucho tiempo.
—¿Oh?
Le cuento todo lo que ha pasado con Sarah desde entonces, y termino con su
beso en la mejilla.
Con los ojos azules centelleantes, se sienta más derecho.
—Eso es fantástico.
—No. No. No necesito una relación. Soy un desastre. Todavía estoy lidiando
con perder a mis padres y estoy cuidando a una niña de seis años. Necesito una
niñera, no una novia.
—Cállate, hombre.
—No tienes que hacerlo. Estás sentado ahí pensando en lo equivocado que estoy.
Que tener una mujer cerca ayudándome nos haría bien a Sophie y a mí.
Paso el resto del día de mal humor. Al menos mis alumnos están acostumbrados
a que esté de mal humor. Ese ha sido básicamente mi único modo durante todo el
año escolar. De alguna manera, todo lo que he pasado no me convierte en un chico
alegre, a pesar de que antes era bastante tranquilo.
Antes.
—Bien.
—¿Aprendiste algo?
—No lo sé.
—Bien.
—Ve adentro —le digo a Sophie mientras estaciono en el garaje—. Voy a ver
quién está decorando nuestra casa.
—Está bien —dice en voz baja, y sé que eso significa que algo anda mal, porque
Sophie casi nunca hace lo que le dijeron la primera vez. Tomando un respiro, lo
aguanto por un segundo, considerándolo—. ¿Pasó algo en la escuela? —le pregunto
después de que abre la puerta, pero antes de salir.
Oh, no.
Con otro asentimiento contra mi pecho, se aparta y esnifa, limpiando su cara con
sus manos antes de saltar y entrar.
La miro por un segundo antes de suspirar y salir de mi camioneta. Odio que esto
sea tan difícil para ella, y realmente no puedo hacer nada para hacerlo más fácil.
Poniendo eso en el fondo de mi mente, entrecierro los ojos y salgo por la puerta
del garaje aún abierta, dando tumbos hacia el costado de mi casa.
—¡Oh! ¡Hola, Shane! —dice una voz familiar. Y allí, al pie de la escalera,
sosteniéndola firme para su cómplice, está Sarah. Debería haberlo adivinado. Con el
pie apoyado en el peldaño inferior y una mano todavía sujetando la escalera, se
vuelve y me da una amplia sonrisa—. Sé que estás ocupado, y sé que decoras el
interior para Navidad, así que recluté a mi hermanito para que me ayudara a decorar
el exterior para ti. No es nada lujoso. Solo algunas luces adicionales que teníamos
por ahí y una corona de sobrante del año pasado.
Mi boca se abre y quiero decir algo, pero no tengo ni idea de qué debería ser.
Suspirando, coloco mis manos en mis caderas y miro hacia el cielo. Las nubes
oscurecen cualquier vista del cielo casi oscuro, bajo y violeta, y parece que pronto
traerán nieve.
—Sí. Como dije, sé que debes estar ocupado con todo. Solo quería ayudar.
—Maldita sea, Sarah —viene de la escalera de nuevo—. Si tengo que acabar con
esta mierda...
—¿No lo harán? —les pregunto de la misma manera que les pregunto a mis
alumnos si están realmente seguros de que quieren hacer cualquier cosa tonta que
crean que quieren hacer.
Pero ella no se inmuta por la clara advertencia en mi tono. Ella entrecierra los
ojos y se cruza de brazos.
—No. No lo haremos. Dylan casi ha terminado. Puedes terminar si lo prefieres.
De cualquier manera, participas en la exhibición de luces del vecindario.
—Sí. Te guste o no. Ahora eres parte de este vecindario, incluso si rechazaste
mis galletas cuando te mudaste. Tenemos una reputación que mantener.
De alguna manera, rechazar sus galletas suena como un sucio doble sentido,
aunque sé que ella literalmente quiere decir galletas. Pero no recuerdo haberlas
rechazado.
—¡Este verano! —Casi puedo imaginarla pisando fuerte como lo hace Sophie
cuando se enoja—. Inmediatamente después de que te mudaras. Hice un lote de
galletas y las traje para darte la bienvenida al vecindario. Me echaste un vistazo a mí
y al plato cubierto en mis manos, dijiste: ‘Gracias, pero no gracias’, ¡y me cerraste la
puerta en la cara!
Lucho contra una risa ante su profunda impresión de mí, frotando mi mano
sobre mi boca para cubrir mi sonrisa.
—Eso debe haber sido cuando todavía estábamos comiendo las sobras de las mil
cazuelas que recibimos de todos después del funeral. Si me hubiera dado cuenta de
que tenías galletas, las habría aceptado. Simplemente no podía soportar más lasaña
o arroz horneado o lo que sea. Un hombre solo puede soportar hasta cierto punto.
—Me disculpo por rechazar tus galletas —le digo, logrando mantener una cara
seria.
—Disculpa aceptada.
Mi frente se arruga.
—Mentí. —El duh no se dice pero está muy implícito—. ¿De verdad crees que
tenemos una corona tan buena y tantas luces LED tiradas y nadie las quería? ¿En
esta ciudad? Vamos hombre.
—No es mucho, pero es mejor que nada que tenías. —Volviendo su atención
hacia mí, se saca los guantes de los bolsillos—. Elegí deliberadamente ir con calma
porque se suponía que tenía que hacer esto antes de que llegaras a casa. ¿Llegas
temprano a casa o mi hermano es demasiado lento para su propio bien?
Miro alrededor.
—¿Qué? No.
—Bien. Entonces me iré. Hay una percha con la corona. Es uno de esos que se
engancha en la parte superior de la puerta. Muy fácil. Estoy segura de que puedes
manejarlo sin mi ayuda. ¡Dile hola a Sophie de mi parte!
Y antes de que pueda reunir una respuesta, camina hacia su casa. Solo la miro,
su abrigo subiéndose hacia atrás lo suficiente como para revelar los globos redondos
de su pequeño culo apretado mientras se aleja cargando una escalera al hombro como
si lo hiciera todos los días. Demonios, tal vez decora regularmente las casas de otras
personas mientras están en el trabajo. ¿Qué sé yo?
—Sí. Lo que normalmente significa que tienes suficiente relación para que estén
de acuerdo con ese tipo de sorpresa. Ese tipo no parecía estar bien.
Poniendo los ojos en blanco, agarro las llaves del coche de su gancho junto a la
puerta del garaje.
Ignoro ese comentario a favor de regresar al garaje. Tiene razón, pero no le doy
la satisfacción de admitirlo. Nunca me dejaría olvidarlo.
Por eso ayudé a Edna Parker a colocar sus luces navideñas hace un par de
semanas. Y los Warby la semana pasada. Cuando las personas mayores entran y
hablan con nostalgia sobre cómo no pueden moverse como solían hacerlo, siempre
termino dándoles mi número y diciéndoles que llamen cuando estén listos para que
yo maneje las partes que no pueden seguir haciendo.
Dylan me sigue hasta el coche un minuto después, con una nueva bolsa de
totopos en la mano. Ya lo ha abierto y está masticando un bocado. Cuando se sube
al asiento del pasajero, lo miro y dejo escapar un suspiro de disgusto.
—Me lo debes.
—Bien.
Sabía que era mejor no pensar que había terminado de discutir conmigo sobre
las luces de Navidad, pero ¿en serio? Son solo algunas luces blancas. Ni siquiera tuvo
que ponerlas. ¿Quién se enoja porque alguien más hizo que su casa se viera bien y no
les costó dinero ni esfuerzo?
Si está tan mal por eso, también los quitaré después de Año Nuevo.
De hecho, no puedo ver su expresión desde mi puerta cuando entro en mi garaje,
pero juraría que me está mirando. Dejo la puerta del garaje abierta y asomo la cabeza
después de salir del coche.
—Esperaré.
Por supuesto que lo hará. Poniendo los ojos en blanco, me acerco a la puerta,
aparentemente para quitarme la nieve que queda de las botas, pero en realidad es
porque me hace sentir mejor. Estoy tan harta de los chicos en este momento. Él. Mi
hermano. Todos ellos.
Una vez dentro, me tomo mi dulce tiempo para quitarme las botas y el abrigo
antes de dirigirme a la puerta principal y dejarlo entrar. Lo único que me impide
demorarme más es darme cuenta de que él no tiene a Sophie con él, y yo no quiero
retenerlo más de lo necesario. Además, cuanto antes me deshaga de él, antes puedo
cambiarme, prepararme un gran plato de pasta y calentarme.
—¿Puedo entrar?
Parpadea ante eso, sus labios se abren con sorpresa. Y realmente no debería
gustarme la forma en que su barba incipiente enmarca esos labios, haciéndolos
destacar como más besables de lo que parecerían de otra manera. No debería estar
pensando en besarlo en absoluto. En realidad, no le agrado. Me tolera porque le
agrado a su hermana.
—Solo quería hacer algo bueno por ustedes. Y como no querías galletas durante
el verano, pensé que la comida se había acabado y ustedes ya habían comprado un
montón de adornos, así que eso estaba descartado, y esto parecía algo obvio. ¿A
quién no le gusta tener luces navideñas en su casa?
No puedo evitar hacer la pregunta como si fuera la cosa más ridícula que he
escuchado. Porque lo es. Literalmente, nunca he conocido a una persona que celebre
la Navidad a la que no le gusten las luces navideñas en su casa. Ahora, pueden decidir
que no pueden o no quieren esforzarse para hacerlo, pero eso no significa que no les
agradarían si no tuvieran que hacer esa parte.
Ahora suspira.
—¿Por qué?
Parpadeo.
—¿Por qué te importa? ¿Por qué quieres hacer tanto cosas agradables para
nosotros?
—Yo… uh…
Esa es una muy buena pregunta, en realidad. ¿Por qué me importa tanto?
—Sí.
Y luego me besa.
Agarrando sus hombros, acerco su boca a la mía. Sus labios son suaves y tersos
y tan besables como se veían hace un segundo. Este beso es más suave que el primer
ataque. Más matizado. Sus labios acarician los míos, primero mi labio superior,
luego mi labio inferior.
Tan abruptamente como me besó, se aleja. Tengo que estirar la mano para
sujetarme a la pared a mi lado para mantener el equilibrio.
—Lo siento —espeta—. Quiero decir gracias. Quiero decir... tengo que irme.
Sophie…
Camino a través de la nieve entre nuestras casas, trepando por la pequeña berma
creada por mi quitanieves en el borde de mi camino de entrada, pisoteando el camino
hacia la puerta principal.
Quiero decir... sí, está bien, tarde en la noche cuando me siento solo y deseando
poder descubrir cómo ser el guardián de Sophie y un humano independiente, he
pensado en Sarah. Sobre cómo se sentiría tocarla, besarla.
No quería nada más que empujarla contra la pared y hacer mi sucio camino con
ella.
Solo el hecho de darme cuenta de que Sophie está sola en la casa de al lado me
sacó del borde de intentar precisamente eso. Se sentía tan bien contra mí, dócil y
dispuesta. Tan diferente de la mujer desafiante que se había llevado una escalera
hacía una hora o de la mujer defensiva que abrió la puerta.
—¡Oh, seguro! ¿Cómo puedes comprarle algo si ella está ahí viendo todo lo que
eliges? ¿Quieres traerla aquí? ¿O quieres que vaya a tu casa?
—Lo que sea más fácil para ti. Puede entretenerse con videos en su iPad, por lo
que no debería ser un problema.
—Es una niña dulce. Ella no sería ningún problema de todos modos. ¿Por qué
no me das unos quince minutos, y luego la traes? Ella me puede ayudar a empezar a
trabajar en mis galletas de Navidad.
Veinticinco minutos más tarde, después de dejar a Sophie con Georgia, estoy en
mi camioneta camino al Emporio de la Navidad.
La gente preguntando es la peor, porque ella se toma todo el tiempo del mundo
para discutir todos los detalles de lo que necesitan y recomienda una variedad de
opciones, ayudándoles a elegir lo que más les gusta, luego mostrándolo
cuidadosamente y envolviéndolo todo en papel de seda.
Quiero decir, claro, con ese tipo de servicio al cliente puedo ver por qué la tienda
tiene suficientes negocios para permanecer abierta todo el año y atraer clientes
habituales.
Después de diez o quince minutos de acecho sin ningún tipo de apertura para
llamar su atención, me muevo más cerca de la parte delantera de la tienda. Me doy
cuenta cuando me nota, sus ojos se abren una fracción y sus fosas nasales también
mientras me mira antes de regresar sin problemas al cliente delante de ella.
Cuando termina con ellos, la veo levantar un dedo hacia la siguiente mujer en la
fila.
Ella sale de detrás del mostrador y se acerca a mí, con una sonrisa de servicio al
cliente fija en su lugar.
—Hola, Shane. Me sorprende verte aquí. ¿No fueron suficientes las decoraciones
que recibiste ayer?
Significa que no estoy en peligro de besarla aquí, porque no se supone que vuelva
a besarla. Pero también hace que sea imposible, en realidad, tener una conversación.
—Las decoraciones de ayer fueron abundantes. —Ya sea que sea código o no,
es cierto—. Yo solo, ah... —Miro a mi alrededor en la tienda, notando algunas
miradas curiosas en nuestra dirección, aunque la mayoría de la gente parece estar
ocupándose de sus propios asuntos. Aun así. Más vale prevenir que lamentar—.
Pensé que deberíamos hablar sobre... las... actividades posteriores a la decoración.
Sarah aprieta los labios, reprimiendo una sonrisa que no tiene nada que ver con
el servicio al cliente.
—Bien —dice ella, su voz vibrando con una risa contenida. Ella mira a su
alrededor—. Um, déjame pasar por esta última ronda de clientes, y luego traeré a mi
hermana para que me dé un respiro, ¿de acuerdo?
Es gracioso, las variaciones en su sonrisa. Recibí tres diferentes desde que entré
a la tienda hoy. Y la he visto sonreír genuinamente divertida y dar su sonrisa
indulgente cuando estaba en mi casa. Y su sonrisa comprensiva el día que trajo el
mensaje de Santa y el regalo para Sophie.
Nos abrimos paso entre los puestos y alrededor de grupos de personas que se
detienen para admirar las diversas exhibiciones, tomar fotografías en las cabinas de
fotos, admirar las obras de arte y la decoración. Pero no nos estamos tomando
nuestro tiempo y deambulando como la mayoría de la gente. No, Sarah tiene una
misión que me lleva a un lugar específico.
Ella abre el camino a una mesa plegable y sillas en un rincón y se sienta, haciendo
un gesto hacia mí para me siente en la otra. Apoyando su codo sobre la mesa, apoya
la barbilla en su mano y me mira.
—Sobre lo de anoche…
Una vez más, deja que el silencio cuelgue durante un tiempo incómodo antes de
decir:
—Ya veo. ¿Y qué parte no puede volver a suceder exactamente? Porque no tengo
planes de volver a decorar tu casa por sorpresa, si es a eso a lo que te refieres.
Resoplé. No puedo evitarlo. Ella es divertida y linda y todas las cosas por las que
normalmente iría. Pero…
—No tengo espacio en mi vida para una relación en este momento. Siento
haberte besado así. No debería haberlo hecho, y...
—Mira, aprecio toda su ayuda con Sophie y las luces de ayer, aunque sé que
actué como si no las quisiera. Pero tienes razón, se ven muy bien, y la corona es
increíble y Sophie pensó que era lo más grande. Ella tuvo un mal día y eso la animó.
Es decir, un duende vino y decoró su casa para Navidad. ¿A qué niño no le gustaría
eso? —Estoy divagando. Aclarando mi garganta otra vez, volví a encarrilarme—.
Pero entre Sophie, el trabajo, el entrenamiento, las sesiones de terapia y ayudarla con
toda su tarea, yo solo…
Pasando una mano por mi cara, me quedo en la mesa por un momento, tratando
de ordenar mis pensamientos. No sé muy bien cómo esperaba que reaccionara,
bueno, no, eso no es cierto. Quería que sonriera y me dijera que lo entendía y que
estaba bien y que todavía podíamos ser amigos.
Y aunque ella sonreía, no era el tipo de sonrisa que esperaba. Esa era una mujer
cabreada frenando su veneno.
No, vino marchando hacia mi casa, y luego decidió que los besos tenían que
ocurrir.
Ugh.
Ni siquiera sé qué haría para que se arrepintiera de verdad: ¿cubrir su casa con
luces navideñas y aumentar su factura de electricidad?
Ja.
Cuando llego a casa, evito deliberadamente mirar hacia su casa. Como si eso le
demostrara algo de alguna manera. Pero realmente no tiene nada que ver con él o
mostrárselo. Solo necesito fingir que él no existe tan cerca de mí en este momento.
—Ugh. Ambos.
Diez minutos más tarde, Olivia entra por la puerta de mi casa seguida de una
ráfaga de aire frío con una bolsa de comestibles reutilizable colocada sobre su
hombro. Se limpia los pies un par de veces en el tapete de entrada, luego se quita los
botines antes de entrar por completo.
Saco copas de vino, tazones y una cuchara para hacer bolas de helado mientras
ella saca el vino rosado y dos tipos de helado: rocky road y butterfinger crunch. Ver
el helado me hace pensar en la otra noche con Shane y Sophie y la mitad de mí quiere
hacer palomitas de maíz para acompañarlo, pero no lo hago, porque pensar en ello
es bastante difícil. No necesito revivir ese recuerdo ahora mismo.
Le cuento a Olivia todo lo que ha pasado en los últimos días mientras ella sirve
el vino y yo saco el helado. Se sienta en uno de los taburetes de la barra, escucha
absorta y hace los comentarios apropiados. Cuando le hablo de la noche de película
y de cómo los dos todavía comen el bocadillo favorito de su madre para ver películas,
ella dice ‘awww’. Y cuando le hablo del beso, se sienta con la espalda recta, los ojos
grandes y redondos y alrededor de un bocado de helado grita:
—¡Dios mío!
—¿Correcto? Lo sé.
—¿Se disculpó? Oh, diablos, no. Voy a darle a ese chico una parte de mi mente.
Olivia bufa.
—No iba a matarlo. Solo tal vez... hacerle pensar dos veces antes de pedir perdón
a una mujer que realmente disfrutó de su beso. Quiero decir, sí, claro, si besas a
alguien y ella responde empujándote lejos o golpeándote en la cara, absolutamente
debes pedir disculpas en ese mismo momento, huir, y nunca volver a hacer contacto
visual con ella otra vez. Pero teniendo en cuenta que lo acercaste cuando él se apartó,
obviamente estabas bordo con todo el asunto besos. Así que ¿buscarte al día
siguiente? No, simplemente no. Él tiene que saber que no es aceptable.
Me encojo de hombros.
Sacudiendo la cabeza, apuro mi copa de vino, pero levanto una mano cuando
vuelve a tomar la botella para volver a llenarla.
—Nada. ¿Qué hay para hacer? Dejó clara su posición. Se arrepiente de haberme
besado. Él no ‘tiene tiempo para una relación’. —Hago citas al aire en la última parte
y pongo los ojos en blanco—. Y aparentemente yo trenzando el cabello de su
hermana y poniendo decoraciones gratis afuera de su casa significa que de alguna
manera estoy tratando de atraparlo en una relación, supongo. —Pongo los ojos en
blanco y miro un trozo de rocky road—. Así que al diablo con él. Volveré a cómo
eran las cosas antes de escuchar la visita de su hermana a Santa. Ya hice lo que quería
con eso. Ahora puedo ignorarlo con seguridad.
Olivia me mira fijamente por un segundo, luego mira su tazón y niega con la
cabeza lentamente. Su cuchara raspando el fondo del tazón es una afirmación aguda
sobre su falta de comentarios.
—¿Qué? —exijo.
—Por favor. Te conozco demasiado bien para caer en esa tontería. Solo
escúpelo.
—Quiero decir, has estado allí, has ayudado con su hermana, has decorado su
maldita casa, Sarah. No creo que puedas mantenerte alejada. Especialmente si te
vuelve a llamar.
Olivia parece dudarlo, pero ella no estaba allí, que no vio el rostro o el aspecto
que tenía alrededor de la habitación de atrás como si realmente no quisiera estar solo
conmigo, por lo que se acercó a mí en la tienda, o la forma en que tropezó a través
de su explicación-barra-disculpa.
Ese era el rostro y el comportamiento de un hombre que quiere dejarme sola para
siempre.
Shane: Lamento hacer esto, pero Sophie ha estado rogando que le trencen el cabello de
nuevo, y yo no tengo esperanzas. Si estás demasiado ocupada o no puedes hacerlo por algún
motivo, lo entiendo completamente, pero le prometí que te enviaría un mensaje de texto y te
preguntaría. Así que este soy yo enviando mensajes de texto y preguntando.
Si bien podría reunir la energía para trenzar el cabello de Sophie por su bien, no
sé si tengo ganas de lidiar con su hermano.
Quiero decir, podría decirle que la envíe aquí. Eso podría funcionar.
Yo: Estoy a punto de cenar, pero puedo trenzar su cabello cuando termine. Entonces te
enviaré un mensaje de texto y puedes enviarla aquí.
Su hermano podría ser un idiota, pero ese no es motivo por el cual Sophie debe
sufrir. Por supuesto, no sé si aceptará mi solución, a pesar de que, literalmente, no
tiene ninguna razón para no hacerlo. Él no quiere verme, y en base a su mensaje, está
claro que no está cómodo pidiendo mi ayuda. Pero sé lo persuasiva que puede ser
Sophie.
Aunque no debería apresurarme por él, hago un trabajo rápido con mi comida,
tirando la basura tan pronto como termino y lavo mi tenedor y lo vuelvo a poner en
el cajón. La otra ventaja de las noches que como cenas del microondas es que hace
que lavar lo utilizado sea muy fácil.
Saco mi teléfono y le digo a Shane que puede enviar a Sophie. Unos minutos
más tarde, suena el timbre de la puerta y sonrío pensando en lo emocionados que
siempre estábamos mis hermanos y yo cuando éramos niños cuando tocamos el
timbre. Apuesto a que Sophie también estaba emocionada por eso.
Cuando abro la puerta, espero verla esperándome con su abrigo rosa. Pero su
hermano está ahí parado junto a ella.
—Te dije que estaba bien, Shane —dice Sophie, abriéndose paso entre nosotros
para poder entrar.
Parpadeo hacia él, pensando en el pasado. Supongo que dije eso. Pero después
del beso y las secuelas, no pensé que aceptaría la oferta.
Dejando que Shane se quite el abrigo y las botas, recojo las de Sophie, dejo sus
botas junto a la puerta principal y cuelgo su abrigo en el pomo de la puerta del
armario. Cuando me doy la vuelta, Shane está justo detrás de mí, deteniéndome en
seco. Levanta su abrigo, se lo quito y lo cuelgo encima del de Sophie.
—¿Te parece bien si le muestro a tu hermano algo simple que creo que puede
manejar?
—Lo prometo.
—Seguro.
Él asiente, pasando el cepillo por su cabello unas cuantas veces más antes de
recogerlo de nuevo. Sus manos son grandes y romas, con palmas cuadradas y dedos
cortos y cuadrados. Se ve torpe y fuera de su elemento mientras alisa todo el cabello
de Sophie en una cola de caballo, pero se las arregla para ponerlo todo en su lugar.
Le paso una liga para el pelo y la envuelve dos veces.
Ella asiente.
Ella asiente con otro movimiento de cabeza, este un poco más hosco.
—Sí. Supongo.
—Trata de sujetar la liga mientras la pones en su cabello —le digo a Shane—, y
mantenla bajo tensión para que no se le enrede el cabello accidentalmente.
—Entiendo.
Lamiendo sus labios, Shane me lanza una mirada, su mirada recorre mi rostro,
mi cuerpo y regresa. Luego asiente, volviendo su atención al cabello de su hermana.
A medida que avanza, parece ganar confianza y se mueve un poco más rápido
cuando llega al final.
—¡Bien! —le digo cuando llega al punto en que cada vez más cabellos salen de
la trenza—. Detente ahí, y lo remataremos con otra liga. Y si quieres disfrazarlo,
puedes colocar un lazo en la parte superior o inferior o en ambos.
Asiento.
—El baño está al final del pasillo a la derecha —le digo, y ella sale corriendo.
Me tiro del dobladillo de mi camiseta de gran tamaño que suelo usar cuando
estoy holgazaneando en la casa, asegurándome de que cubra mi trasero, porque estas
mallas están desgastadas y nunca han sido completamente opacas, por eso han ha
sido relegadas a la ropa para estar en casa. Cuando solo esperaba a Sophie, no pensé
que importara demasiado. Si hubiera sabido que Shane vendría también, podría
haberme cambiado.
—¡Voy al baño! —grita Sophie, seguido por el inconfundible clic de la puerta del
baño al cerrarse.
—¿Por quién?
—Eso no es importante. Así que ahora estoy pidiendo disculpas por disculparme.
Realmente pareces genial, Sarah…
Solo Sarah.
Y tan abruptamente como la besé, ella me aleja, su palma golpea en el centro del
pecho y me empuja hacia atrás antes de que siquiera registre lo que está sucediendo.
Pasando una mano por mi cara, suspiro profundamente. ¿Qué diablos estaba
pensando?
—Lo siento, Sarah. Por buscarte en el trabajo y molestarte. Para las señales
contradictorias. Por no escuchar a tu mejor juicio.
El sonido de la cadena del inodoro significa que solo tenemos unos preciosos
segundos antes de que Sophie vuelva aquí. Y es por eso que no puedo imaginar que
algo le esté pasando a nadie en este momento. ¿Cómo se supone que voy a hacer
malabares con las expectativas de una mujer y la crianza de mi hermana?
No está bien Lo sé. Pero la puerta del baño se abre, y Sophie vuelve a salir
corriendo, ajena a la tensión que se acumula entre Sarah y yo.
—¡Lo hiciste, Shane! ¡Lo hiciste! —grita, lanzándose hacia mí tan pronto como
se acerca lo suficiente.
La atrapo y la levanto.
—¡Lo hiciste genial! ¡Me encanta! —Ella se retuerce y la dejo—. ¡Toma una foto!
—Gracias —le digo, poniendo tanta sinceridad en mis palabras como puedo—.
Realmente aprecio toda tu ayuda. Sé que no siempre lo he recibido con agrado, pero
me alegro de que no aceptes un no por respuesta.
Con ella tan cerca, tengo que tener cuidado con lo que digo, pero bajo la voz y
me acerco a Sarah.
Su mirada fría, sus ojos se mueven rápidamente hacia Sophie y luego hacia mí.
—No estoy segura de qué más puedo decir. Lo has dejado muy claro.
Ella mira mis labios y sus hombros parecen caer. No mucho, pero le estoy
prestando mucha atención y me doy cuenta.
—Muy bien, Sophie bug. Dame un segundo para ponerme las botas. Dile adiós
a Sarah.
—¡Adiós, Sarah!
Tengo que admitir que Sophie da buenos abrazos. Y teniendo en cuenta que
ciertamente empeoré su noche con mi beso no planeado y mis disculpas torpes, que
de alguna manera todavía parecen ser lo peor que podría haber hecho, y no estoy
muy seguro de por qué o qué debería decir en su lugar, con suerte un abrazo de una
niña linda lo compensa un poco.
Absolutamente no debería, pero quiero más. Más de eso. Más de ella. Y sin
Sophie en la habitación de al lado esperando para volver a entrar.
Y ese es el problema. No es que no haya querido tener una cita, aunque para ser
honesto, no he querido salir con nadie específicamente desde que me mudé aquí, es
que no veo cómo hacerlo realidad.
Si consigo una niñera para Sophie, no puedo traer una cita a mi casa. Lo que
significa que tengo que conseguir una niñera para Sophie para poder ir a la casa de
otra persona. Y en mi experiencia, a las mujeres no les gusta tener que ser anfitrionas
todo el tiempo, necesariamente. También está el problema de mi disponibilidad.
¿Cuándo tendría tiempo para estas mágicas citas? Por mucho que me guste Sarah, y
me gusta, tampoco quiero necesariamente salir con ella. No quiero tener que pasar
por el doloroso proceso de la cena o las bebidas. Besarla ha despertado mis impulsos
más básicos, y prefiero saltarme todo eso e ir directamente a la parte desnuda sin
hacer todo el asunto de las tres citas para llegar allí.
Pero si solo quiero hacer eso con una mujer, y no una serie de aventuras de una
noche, entonces no soy un cabrón, ¿verdad? Lo son tipos que dejan que una mujer
piense que están interesados en una relación cuando todo lo que quieren es follar,
¿no es así?
Nos ha llevado meses llegar a este punto. Inmediatamente después de que mamá
y papá murieran, ella solo dormía en su habitación e insistía en que Mallory y yo
durmiéramos allí con ella. Brad también cuando llegó a casa.
Generalmente.
—Tengo sed.
Corro por las escaleras y lleno una de las botellas deportivas de agua que están
designadas como suyas, subiendo las escaleras de dos en dos en mi camino de
regreso.
—¿Shane?
Sin embargo, hoy ha sido bueno, así que no estoy seguro de qué provocó esto.
Se pone de costado frente a mí, con las manos metidas debajo de la mejilla.
—Extraño a mamá.
Eso le saca una sonrisa, incluso mientras se seca una lágrima de la mejilla. Mi
corazón se aprieta. Tengo tantas ganas de hacer que todo sea mejor para ella, pero
no hay nada que pueda hacer. Y cuando le pregunté a su terapeuta qué hacer con
esto, todo lo que dijo fue simplemente estuviera aquí, dejarla llorar si lo necesitaba o
hablar sobre lo que sea que necesite dejar salir.
—Sí —dice ella, con la voz ronca—. Ella lo era. Sin embargo, lo hiciste bien esta
noche.
—Gracias.
Ella me da una mirada de bueno, duh, y dejo escapar una risa tranquila.
—Me alegro de que viva al lado —dice—. Me alegro de habernos mudado aquí.
—Yo también.
Sarah
Tan pronto como Shane y Sophie se van, hablo por teléfono con Olivia,
informándola.
—Sí. Entonces. ¿Sabes algo sobre quién podría haberle dicho que cazarme en el
trabajo y disculparse conmigo fue una mala idea? —pregunto con aspereza.
Porque aunque sé que ella estaba indignada por mí la otra noche, no quería que
actuara de acuerdo con esos sentimientos.
Hay un golpe sordo en su extremo, estoy segura de que fue causado por golpear
su palma en la superficie plana más cercana.
—Porque nadie más está llenando ese vacío. Realmente no me importa, Olivia.
Soy una niña grande. Puedo cuidar de mí misma.
—Dices eso, pero cada vez, vienes derramando tus tripas conmigo, toda enojada
y molesta.
—¡No! —Su protesta es inmediata—. Esta es la primera vez que tienes algo
interesante que contar en mucho tiempo. Pero ya sabes cómo eres...
Ella suspira.
—Vamos, Sarah. Sabes que siempre te interesan más los chicos que no están
disponibles. —Cuando no respondo, decide que necesita hacer una lista—. Estaba
Curtis Bauer en octavo grado, de quien estuviste enamorada durante un año
completo a pesar de que no solo no tenía idea de que existías, sino que también tenía
una novia todo ese tiempo. Luego estaba Ruben Jones en la preparatoria, de quien
estuviste enamorada hasta que éramos estudiantes de tercer año incluso cuando
tuviste un par de otros novios. Y la única razón por la que lo dejaste fue porque se
graduó. Luego estaba Samuel Hagen, el último año, que era dos años más joven, no
tan lindo, ¡y estuvo contigo para usar tu auto!
—Gracias. Y desde entonces, has salido con algunos chicos, pero no estabas
realmente interesada en ninguno de ellos. En su mayor parte te has envuelto en el
trabajo. Lo cual está bien si eso es lo que te hace feliz, pero ahora te involucras con
otro chico que no está disponible. Te ha dicho en tu cara que no lo está. Simplemente
no quiero que salgas lastimada.
—Aprecio tu preocupación. Pero no planeo involucrarme con él, así que creo
que tu preocupación está fuera de lugar.
Shane parece haber decidido dejarme en paz esta vez, porque no lo veo ni tengo
noticias de él durante un par de días.
No. No pienso en esas cosas varias veces durante el día. O levanto la mirada
cada vez que se abra la puerta de la tienda para ver si es Shane nuevamente. Luego,
escondiendo mi decepción detrás de una sonrisa para el nuevo cliente.
Para nada.
Ugh. Bien. Quizás Olivia tiene razón en estar preocupada de que salga lastimada
si me involucro más con él.
Puede que ya sea demasiado tarde, hasta cierto punto. No es que tenga el
corazón roto ni nada. Pero la idea de no verlo a él y a Sophie regularmente me causa
un dolor sordo justo debajo de mi esternón. Me he acostumbrado a tenerlos cerca tan
rápida y fácilmente. Y realmente quiero más de esos besos. ¿Qué pasaría si no nos
interrumpieran?
La parte inferior de mi cuerpo se aprieta ante la idea de hacer algo más que
besarnos. Como señaló Olivia, ha pasado mucho tiempo desde que salí con alguien,
y no me interesan las aventuras de una noche. Y nadie por aquí ha captado mi interés
tampoco.
Hasta Shane.
Y Olivia tiene razón, por mucho que odio admitirlo. Me atraen más los chicos
que no están disponibles. Pensé que había superado esta tendencia, como lo
demuestra el puñado de relaciones de corta duración que tuve después de la
preparatoria y el hecho de que no he desarrollado ningún enamoramiento duradero
por hombres no disponibles. Pero han pasado un par de años desde el último chico
con el que salí, y tal vez ninguno de ellos duró porque estaban con personas que en
realidad estaban emocionalmente disponibles.
O tal vez no duraron porque simplemente no eran las relaciones adecuadas. Y
tal vez me atrae Shane porque es alto y ancho y el rastrojo de su barba cuando se
frota la cara envía escalofríos de alegría por mi columna y la forma en que se siente
en mi piel es aún mejor y sus labios carnosos saben cómo besar mejor que nadie a
quien haya tenido el placer de besar antes.
Pero como le dije a Olivia, no tengo ninguna intención de involucrarme con él.
Incluso si quisiera, dejó en claro que él no lo hace.
Esta vez no me molesto en intentar que él la envíe aquí. Es más fácil para mí ir
con ellos, y luego puedo irme si terminamos solos. Sí, ese parece el plan más seguro.
—¡Sarah! ¡Sarah! ¡Me alegro mucho de que estés aquí! ¡No te he visto en años!
—Está bien. Janie Stevens tuvo su cumpleaños hoy, así que trajo pastelitos. Sin
embargo, no podré hacer eso. Mi cumpleaños es en verano, así que ya no estaremos
en la escuela.
—Lo resolveremos.
—Muy bien, ¿qué tipo de trenza queremos esta noche? —pregunto, con la
esperanza de sacarnos del tema de los pastelitos de cumpleaños o los cumpleaños en
general. Si su cumpleaños es en verano, ¿fue antes o después de la muerte de sus
padres?
—¿Una corona?
—¿Conoces las que dan la vuelta y se parecen un poco a una corona? ¿Puedes
hacer eso?
—En realidad, nunca he hecho una antes. Así que voy a querer ver un video solo
para ver si lo que creo que debería hacerse es cómo alguien que sabe cómo es
correcto, ¿de acuerdo?
—¿Estás muy decepcionada de que no sepa cómo hacerlo ya? —pregunta Shane
detrás de mí, su voz tan baja y suave que también está funcionando en mí.
—Sí —grita Sophie, esnifando y secándose la cara con la manga—. Dijiste que
ella podía hacerlo.
—Dije que podíamos preguntarle. Y ella parecía saber todas las demás, así que
pensé que ella también podría saberlo. Pero no es culpa suya que tuviéramos
expectativas poco realistas. Sin embargo, está dispuesta a intentarlo. Y
probablemente tendrá más suerte con un video que yo, porque ya sabe muy bien
cómo trenzar el cabello. ¿Crees que podemos ser un poco pacientes y dejar que lo
intente?
—Está bien, Sophie —le digo por fin, acariciando su pierna para llamar su
atención.
—¿Puedes hacerlo?
—Creo que sí. Pero si lo estropeo, ¿me dejarás intentarlo de nuevo? Dado que es
mi primera vez, puede que me lleve un par de intentos.
Pero después de sus experiencias con su hermano viendo videos y fallando por
completo, realmente no puedo culparla.
Cuando finalmente termino, no es tan perfecto como el del video, pero no está
mal para un primer intento si lo digo yo misma.
—¡Sí! ¡Sí!
Ella rebota y aplaude, luego gira la cabeza para que pueda tomar una foto desde
atrás.
—Muy bien, mira a tu hermano, déjame tomar una del lado también.
Ella hace lo que le pido, su sonrisa de perfil es adorable mientras tomo la foto.
—¡Déjeme ver! ¡Déjeme ver! —exige tan pronto como terminé—. Por favor —
agrega después de una mirada mordaz de su hermano.
Comparto una mirada con Shane por encima del hombro y ambos nos reímos.
Entonces Sophie se aleja y sube corriendo las escaleras, supongo que irá a admirar
su reflejo en el espejo.
—Gracias —dice Shane, su mirada cálida pero sus manos firmemente en sus
bolsillos.
Pero lo que sea que iba a decir es interrumpido por Sophie entrando en la
habitación.
—¡Me encanta! ¡Me encanta! ¡Me encanta! —Se detiene en seco cuando me ve
con mi abrigo y mis botas, su expresión es un espejo de la de su hermano—. ¿Te estas
yendo? ¿Ya?
—Estoy seguro de que Sarah tiene cosas que necesita hacer —dice Shane
amablemente—. Démosle las gracias y déjala ir, ¿de acuerdo? Estoy seguro de que
puede volver y hacerlo de nuevo en otro momento.
—Por supuesto —le digo, inclinándome y abriendo los brazos para un abrazo.
Por otro lado, cuando Sarah está aquí, nada se siente tan sombrío como de otra
manera. Cuando Sophie la convenció de que se quedara a ver películas, fue la velada
más agradable que tuve desde antes de la muerte de mis padres. Claro, las noches de
película solamente Sophie y yo están bien, pero Sarah parece iluminar el lugar.
Sophie también lo siente. Puedo decirlo. Ella está más feliz cuando Sarah está
aquí, y no solo porque su cabello está siendo trenzando.
Tal vez sea complicado y no a lo que estoy acostumbrado, pero quiero perseguir
algo con Sarah. O al menos intentarlo. Incluso si todavía no estoy muy seguro de
cómo.
Quiero sentir su cuerpo derretirse contra el mío cuando la beso. Quiero envolver
uno de esos rizos al final de su cola de caballo alrededor de mi dedo y sentir su sedosa
suavidad. Quiero ver esa expresión sonrojada y llena de deseo en su rostro como la
primera vez que la besé. Y quiero saber cómo se ve a medida que se intensifica.
Solo pensar en eso hace que mi polla se endurezca en mis pantalones de chándal,
y como estoy solo, me meto la mano en el interior y me acaricio hasta alcanzar la
máxima dureza.
Yo: Quiero tener la oportunidad de hablar contigo sin que nos interrumpan.
Sarah: Podría ir ahora si quieres, ya que supongo que Sophie ya está dormida.
Espero junto a la puerta como un centinela para que no tenga que llamar, y la
abro tan pronto como veo su sombra oscureciendo las ventanas laterales.
—Quítate el abrigo y las botas. Pasa. ¿Quieres algo de beber? ¿Agua? ¿Vino?
¿Chocolate caliente?
Su sonrisa se vuelve más cálida mientras se quita la ropa abrigadora, y noto que
se ha cambiado de ropa desde que estuvo aquí antes, vestida con mallas que parecen
ridículamente suaves y una sudadera de gran tamaño. Su cabello está amontonado
en la parte superior de su cabeza en un moño desordenado, y su rostro está libre de
maquillaje.
Tomo un sorbo de mi propio chocolate caliente, buscando tiempo. Con ella aquí
a mi lado, mirándome tan intensamente, no estoy seguro de lo que quiero decir. O
como quiero decirlo. Todo lo que traté de pensar mientras esperaba que ella llegara
y preparara el chocolate caliente se desvaneció por completo de mi cerebro.
—Bueno, um...
Dejo mi taza y la coloco de modo que el asa quede así.
—Pareces nervioso.
—¿Sobre?
Con una suave risa, la miro a los ojos y niego con la cabeza.
—Sí.
—Lo hiciste las dos últimas veces que me besaste. ¿Eso significa que estás
pensando en besarme?
—Sí.
Ella tararea, toma su taza y toma un sorbo, mirándome todo el tiempo.
Ella arquea una ceja en respuesta y gira su taza en la barra del desayuno un par
de veces.
—Eso depende.
—¿Sobre?
Sus ojos se encuentran con los míos, determinación y algo más brillando en sus
profundidades, y se cruza de brazos.
—No.
Dando golpecitos con el dedo en los labios fruncidos, entrecierra los ojos.
—¿Y qué te hace pensar que quiero una relación de todos modos?
—No eres el único que está ocupado. —Apoyando el codo en la encimera, marca
puntos con los dedos—. Dirijo el Emporio de la Navidad, lo que me mantiene muy
ocupada durante todo el año. Es Navidad, lo que significa que estoy aún más
ocupada en esta época del año y, aunque técnicamente tengo días libres, la realidad es
que estoy en la tienda al menos parte del tiempo los siete días de la semana. Tengo
amigos y familia y obligaciones e intereses propios fuera de eso también. Si estuviera
en el mercado por una relación, definitivamente no iniciaría una ahora.
—Bien.
Es todo lo que puedo pensar en decir. Tal vez mi idea no sea tan difícil de vender
como temía.
—Bien. Yo tampoco.
—Dado que parecemos estar en la misma página de que besar es divertido, pero
ambos estamos demasiado ocupados para una relación real, estaba pensando que
podríamos divertirnos juntos cuando podamos y no preocuparnos demasiado por el
resto.
—¿Qué es?
La miro a los ojos, tratando de averiguar si hay una respuesta correcta aquí.
—Buena respuesta.
Luego, su mano detrás de mi cuello lleva mi boca a la de ella. Beso cada uno de
sus labios por turno, mordisqueando el de abajo antes de calmarlo con mi lengua.
Con mis manos en sus caderas, la guío hacia atrás hasta el sofá, besando sus
labios con cada paso.
Ella asiente.
—Bien.
Con una mano en su espalda, la acerco para darle otro beso. No tenía claro hasta
dónde estaba dispuesta a llegar. Pero si todo lo que obtengo son más besos esta noche,
estaré feliz con eso.
Sarah
Estoy besando a Shane Elliott.
No me queda del todo claro cómo pasamos de ‘Perdón por besarte’ hace unos
días a esto, pero definitivamente no me quejo.
Estos besos son incluso mejores que los dos besos improvisados anteriores. Y
parece no haber un final a la vista.
—Mi punto es, si solo nos besamos esta noche, probablemente deberíamos
detenernos, porque de lo contrario podría comenzar a intentar quitarte la ropa.
—Quiero decir, supongo que la mesa es una opción, pero siento que el sofá es
más cómodo.
—Quise decir que me haces reír. Me haces sentir bien. Me gusta eso. Me gustas.
Me encojo de hombros.
Se ríe de nuevo, y me gusta que puedo hacerlo reír, hacerlo sentir mejor, incluso
si es probable que sea solo en momentos robados como este.
Acariciando sus hombros, me deslizo de su regazo, y la mirada que me da está
tan llena de dolor que casi vuelvo a subir. Pero...
Arquea el cuello para mirar el reloj de la cocina, luego se deja caer en el sofá con
un suspiro.
—Sí. Probablemente tengas razón. —Su mano se desliza hacia arriba y hacia
abajo por mi muslo—. Aunque realmente no quiero que te vayas.
Realmente está diciendo todas las cosas correctas esta noche. Lo cual es un buen
cambio de que él se meta constantemente el pie en la boca.
Suspiro.
—Yo tampoco quiero irme. Pero dijiste solo besarnos esta noche.
—La próxima vez. No tendremos que hacer todo eso… —Me paro y agito una
mano en la cocina—, cantar y bailar para averiguar quién quiere qué. Avísame
cuando quieras volver a verme.
—Suena perfecto.
Una vez que estoy afuera en el frío, tengo que poner una mano sobre mi propia
boca para evitar chillar.
No puedo creer que eso acaba de suceder. Y aparentemente tengo una cita para
tener sexo con Shane mañana.
No estoy segura de cómo es mi vida en este momento, pero voy a disfrutar esto
mientras dure. No me hago ilusiones de que esto se convierta en el amor de mi vida
ni nada, pero tener algo más que orgasmos autoinducidos será un buen cambio de
ritmo. Ha pasado mucho tiempo.
Y algo me dice que Shane sabrá exactamente cómo hacer que eso suceda.
Pero por ahora... creo que uno de esos orgasmos autoinducidos es justo lo que
necesito. Porque me excitó con esos besos y me apretó contra él de esa manera.
Con el recuerdo de los labios de Shane en los míos, sus manos en mi cuerpo, me
provoco, tirando de un pezón con mi mano libre mientras trabajo el juguete sobre mi
clítoris en un entorno que me pone en marcha, pero no es lo suficientemente alto
como para llevarme al límite.
Quedándome allí, revivo cada momento de esta noche, desde la forma en que
me besó en su barra de desayuno, hasta la forma en que me guio hasta el sofá, hasta
la forma en que me sentó en su regazo.
Dulce niño Jesús, si sus fantasías son tan buenas como las mías, podemos
divertirnos durante mucho tiempo.
—Yo también.
Dando un paso atrás, agarra mi mano y me tira hacia el sofá. Lo sigo, sonriendo
como una idiota, porque esto realmente está sucediendo.
—Esto está bien. —Me subo al sofá de rodillas—. Sin embargo, nos
aseguraremos de que estemos tranquilos. Definitivamente no queremos despertar a
Sophie.
—Dios, tus labios siempre saben tan bien —susurra entre besos.
Cuando se mueve para tirar de la correa hacia abajo en el otro lado, alcanzo
detrás de mí y desabrocho los ganchos. Sus ojos se enfocaron en mi pecho, me quitó
el sostén, dejándolo caer en algún lugar a un lado. Tomando mis tetas en sus grandes
manos, las sostiene, deleitándose con ellas con sus ojos.
Inclinando la cabeza, tira de mi pezón entre sus labios y lo chupa, su lengua hace
algo muy agradable en la punta y me hace jadear. Levanta la cabeza con una sonrisa
de satisfacción y luego hace lo mismo con el otro lado.
Algo sobre esto, estar con ella, ya se siente diferente a cualquier otra experiencia
que haya tenido antes. Si soy honesto, ha sido así desde el primer beso. Tal vez sea
solo que el dolor me ha cambiado tanto, o tal vez sea la temporada, pero esto se siente
como un gran regalo, y planeo disfrutarlo todo el tiempo que pueda.
Con una sonrisa, cumplo, disfrutando la forma en que sus ojos recorren mi
pecho. Acercándome más, beso sus labios, acariciando con una mano su vientre y
bajando por su muslo hasta su rodilla. Cuando vuelvo al interior, acerco su pierna a
mí, abriéndola para mí al placer.
—Recuéstate.
Acaricio hacia arriba y hacia abajo el interior de su muslo hasta que ella está
presionando sus piernas más separadas, su muslo presionando contra mi costado,
justo como la quiero.
Acariciándola con las yemas de mis dedos, trazo una línea hasta su vientre.
Luego coloco mi palma y la deslizo hacia abajo para ahuecarla. Ella levanta sus
caderas, presionando mi palma mientras continúo trabajando en sus pezones.
La abro, frotando mis dedos hacia arriba y hacia abajo, disfrutando la forma en
que ella cobra vida debajo de mí. Cuando hundo un dedo dentro de ella, sus caderas
se levantan de nuevo y deja escapar un grito ahogado. Levantando la cabeza, la
encuentro con los ojos cerrados, el labio inferior entre los dientes de nuevo y la cabeza
presionada contra el brazo del sofá.
Sus ojos se abren, se fijan en los míos, su cuerpo se ondula para mí mientras
aprieto mi palma contra su clítoris, mi dedo buscando su punto G. Se sobresalta
cuando lo encuentro, sus manos agarran el cojín del sofá debajo de ella.
La forma en que ella cobra vida bajo mi toque, la forma en que me responde,
hace que me duela la polla y no puedo esperar más para obtener un poco de alivio.
Con mi mano libre, empujo mis pantalones por mis caderas y libero mi pene, ya
goteando líquido preseminal. Lo recojo y lo esparzo, levantándome lentamente
mientras trabajo en Sarah.
Se lame los labios de nuevo, sus ojos se abren de par en par, su garganta se agita
mientras traga.
Su mano se congela sobre mí y sus ojos vuelan hacia los míos, muy abiertos por
la sorpresa.
—Levántate un segundo.
Esta vez me las arreglo para que suene más como una petición que como un
sargento de instrucción ladrando órdenes.
Una vez que mi mano está libre del cálido refugio de sus muslos, me pongo de
pie también, saco el condón de mi bolsillo y lo arrojo sobre la mesa de café detrás de
mí para que esté a mano, luego me quito la ropa rápidamente.
Pasando mis manos por la parte exterior de sus muslos, espero a que se acomode,
su cabello me hace cosquillas en las piernas, antes de envolver mis brazos alrededor
de ella y llevarla a mi boca.
Ella gime mientras la lamo por todas partes, apuntando mi lengua y clavándola
dentro de ella un par de veces antes de llegar a su clítoris.
Y luego su boca está en mi pene, cálida y húmeda, una ligera succión mientras
su lengua hace círculos. Gruño en su coño y ella aparta la boca. Luego me da largos
lamidos desde la base hasta la punta mientras hago un círculo en su clítoris con mi
lengua. Sus labios rodean mi polla de nuevo, y se sumerge, chupándome y
bañándome con su lengua.
Ella gime alrededor de mí, y eso no me ayuda a ignorar lo que sucede debajo del
cinturón. Especialmente cuando comienza a balancearse como si quisiera hacerme
venirme de prisa. Mis caderas se flexionan, mi pene busca más sensaciones.
Deja escapar otro gemido, esta vez levantando la cabeza, aunque mantiene su
mano moviéndome lentamente. Pero sus caderas se están moviendo, y deslizo mi
brazo alrededor de sus caderas, animándola a moverse tanto como quiera, a montar
mi cara y mi lengua y buscar su placer.
Ella está dejando escapar suaves gritos de placer mientras continúa, sus muslos
se tensan a ambos lados de mi cabeza, y no puedo esperar a sentir su pulso contra mi
lengua. Ella permanece en equilibrio en el precipicio, y cuando parece estar
desacelerando, por frustración o para buscar una nueva sensación, no porque haya
caído al borde, me agarro a su clítoris nuevamente.
Eso parece ser lo que necesita, porque deja escapar un grito agudo que amortigua
contra mi muslo, la parte inferior de su cuerpo se estremece, su coño pulsa
rítmicamente bajo mis labios.
—¿Un descanso?
—Bien.
—Estoy bien.
—¿Sí?
Asiente e intenta alcanzar la mesa de café, pero ahora está demasiado lejos.
Sentándome sobre mis rodillas, engancho mis manos debajo de sus rodillas y las
empujo hacia su pecho. Ella deja escapar un gruñido suave en mi siguiente estocada.
Cambio el ángulo un poco más, y sí… ese es el lugar.
Se muerde el labio, sus ojos vidriosos mientras me mira sosteniendo sus rodillas
y presionando dentro de ella. Sus ojos se cierran cuando golpeo ese punto de nuevo.
—Eso es —le digo en voz baja—. Déjame tenerlo. Déjame sentirte venir.
Me muevo más rápido, mi pulgar coincide con mis caderas, y ella jadea, sus
manos van a sus muslos para mantenerse en su lugar para mí y para ella también.
Porque este ángulo es exactamente lo que necesita.
Y luego ella está ahí. Con su mano se tapa la boca para ahogar su grito mientras
se sacude contra mí, su coño tiene espasmos sobre mi polla, provocando mi orgasmo.
Pierdo todo sentido del ritmo, mis caderas se mueven contra ella mientras me vacío
en el condón.
Cuando termino, me dejo caer contra sus rodillas. Las separa como si mi peso
fuera demasiado para soportarlo, y probablemente sea así, a quién estamos
engañando. Me siento sobre mis talones, sosteniendo de la base del condón para
poder sacarlo, y ella deja caer sus piernas mientras lo hago, su brazo pasa por su cara.
—¿Estás bien?
—Bien.
Sarah
Veo a Shane alejarse, condón y un montón de pañuelos en mano, aturdida por
mi doble orgasmo. No quiero moverme. No estoy segura de poder hacerlo si lo
intentara.
Quiero decir, eventualmente tendré que hacerlo. Pero por ahora, disfrutaré de la
agradable pesadez de mi cuerpo, sintiéndome cálida y saciada de una manera que no
recuerdo haber sentido nunca. Claro, he tenido orgasmos con parejas antes. Pero no
así. Y nunca dos en una sola sesión.
Así que voy a disfrutar este momento, porque sé que muy pronto tendré que
vestirme y aventurarme al frío para ir a casa.
Cuando me vine con su boca, me alegré bastante con eso. Eso o con los dedos es
la forma habitual en que compañeros en el pasado me han hecho venir. El sexo real
del pene en la vagina siempre se ha sentido bien, pero nunca antes pensé que podría
venirme con eso. Y aunque frotó mi clítoris para enviarme al límite, estoy bastante
segura de que no era del todo necesario. Quiero decir, tal vez fue por él, ya que se
vino inmediatamente después que yo. Pero si hubiera podido aguantar lo suficiente,
estoy bastante segura de que su pene podría haberme llevado allí solo, especialmente
después de que ajustó nuestra posición, porque ‘san-ta mierda’. Eso se sintió
increíble.
Se para frente a mí por un momento, y cuando levanto mis ojos hacia los suyos,
esa suave sonrisa se ha convertido en una sonrisa arrogante.
—¿Disfrutando?
Me estiro como un gato perezoso.
Enganchando una mano debajo de mis piernas, las levanta y se sienta, las coloca
sobre su regazo antes de estirarse y meterse entre el respaldo del sofá y yo.
Se encoge de hombros.
—¿A ti no?
Tarareo, distraída por lo cerca que está su rostro del mío, el calor de su torso
presionado contra mí. Es agradable, me gusta, simplemente no estaba planeando
esto.
—Supongo.
Me río.
—Avísame cuando quieras hacer esto de nuevo. No tengo que levantarme tan
temprano como tú, y tampoco tengo un niño del que preocuparme, así que te dejaré
establecer el horario.
—Estoy cálida y con sueño ahora mismo. Sé que una vez que salga, el viento me
despertará con una bofetada, y me tomará un tiempo recuperar esta sensación de
satisfacción una vez que esté de regreso en mi propia casa.
Dejando escapar una risita, se acerca a mí, envuelve sus brazos alrededor de mí
y me atrae para un abrazo.
Con sus brazos cruzados sobre su pecho desnudo, me da la misma sonrisa suave
de antes.
—Buena noche.
Con una sonrisa tonta en mi rostro, leí el mensaje al menos quince veces antes
de finalmente escribir una respuesta.
Su respuesta es inmediata.
Parpadeo. No estoy segura de por qué, pero realmente no esperaba que sugiriera
volver a vernos tan pronto.
Supongo que me ducharé después del trabajo y volveré a afeitarme todas las
partes importantes. Si estamos repitiendo lo de anoche, quiero que todo sea agradable
y fluido. Y querré ponerme mi otro bonito conjunto de lencería.
Si esto va a suceder, es posible que deba invertir en algo más. No es que pasara
mucho tiempo admirando mi lencería anoche. Y tengo la sensación de que mi ropa
saldrá aún más rápido esta noche, así que tal vez no importe tanto. Pero me siento
bonita usándola, y aunque eso no me ha parecido una razón suficiente para derrochar
en ropa interior bonita antes, ahora mismo lo hace.
Quizás esto con Shane no va a durar para siempre ni será nada serio. ¿Pero si me
ayuda a tener más confianza y a sentirme mejor conmigo misma? ¿Además me da
orgasmos múltiples de forma regular? Sí, por favor. Me quedo con todo eso, muchas
gracias.
La tarde está tan ocupada que apenas tengo tiempo para respirar. Pero a pesar
de todo, una sonrisa genuina permanece en su lugar, y ni siquiera los clientes
exigentes y malhumorados pueden hacerla desaparecer.
Mi aspecto cansado y agotado se realza aún más por su elegante cabello largo
que cae como una cascada sobre su abrigo de lana rojo favorito que se vuelve más
angosto en la cintura, acentuado por correas decorativas de cuero marrón del mismo
color que las botas altas que cubren la mitad inferior de su curva abrazada por
mezclilla. Sus padres no requieren ropa de oficina para que pueda salirse con la suya
con los jeans, pero ella los hace lucir más elegantes que la mayoría de mis atuendos
informales de negocios. Estoy segura de que tiene un suéter grueso debajo del abrigo
que la hace lucir hermosa y sin esfuerzo.
Pero disfruto hablando con él, así que no tengo ganas de decirle que se detenga.
Será extraño estar allí mientras Sophie esté despierta, estar cerca de él, pero sin
tocarlo ni besarlo. Porque esta cosa entre nosotros es solo entre nosotros. Ni siquiera
le he dicho a Olivia.
Es por eso que su suposición predeterminada de por qué estoy cansada es el estrés
o el diseño de adornos.
Para ser justos, he usado parte de mi tiempo para relajarme de mis sesiones con
Shane diseñando y creando adornos.
Me encojo de hombros.
—Tú sabes cómo es. En esta época del año siempre fluye mi creatividad.
Oh, me están cuidando bien. Me doy la vuelta, ocupándome con algo detrás del
mostrador para ocultar mi sonrisa ante ese pensamiento.
—Estoy bien —digo en voz alta. Mirando hacia arriba, le doy una sonrisa—. Soy
una niña grande. Puedo hacerme cargo de mí misma. Además, la Navidad está a
solo un par de semanas. Puedo relajarme en enero.
—Sip. Solo tengo que hacer un recorrido rápido para enderezar cualquier cosa
que se haya desacomodado desde mi última ronda. Dame unos minutos.
—¿Todo bien? —llama Olivia, y me doy cuenta de que estoy congelada mirando
los folletos, planeando actividades que Sophie podría disfrutar y tratando de pensar
en otra forma en que puedo hacer que esta Navidad sea más especial para ella.
Nora, por otro lado, todavía me debe por cubrirla el día que vi a Shane y Sophie
en el Polo Norte.
—¿Sarah?
—Lo siento —le digo a Olivia, volviendo al frente con una brillante sonrisa en
mi rostro—. Simplemente perdida en mis pensamientos.
—Algo así.
Agitando una mano, voy al cuarto de atrás para agarrar mi abrigo y mi bolso.
Cuando salgo, Olivia me mira con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados.
—Estás pensando en tu vecino de nuevo, ¿no?
—¡Lo estás! —Ella golpea mi brazo mientras camina a mi lado y nos dirigimos
hacia la puerta—. Estás haciendo esa cosa que haces en la que suenas como si
estuvieras señalando lo ridículo que es alguien, pero en realidad estás diciendo la
verdad para que no te acusen de mentir. Te conozco demasiado bien para que eso
me siga afectando.
—¿Entonces? ¿Y si lo estoy?
—Sa-rah. —Ella saca mi nombre como una queja—. Pensé que habíamos
hablado de esto.
Sabía que ella no lo aprobaría. Por eso no estaba planeando contarle nada sobre
lo que pasó entre Shane y yo. Ella ha decidido que, dado que ha soportado un
montón de citas de mierda, tiene mucha más experiencia que yo y, por lo tanto, está
calificada para darme consejos sobre relaciones.
Menos mal que Shane y yo no tenemos una relación real, supongo. Lo que
significa que no quiero ni necesito el consejo de nadie.
Subo a mi coche antes de que pueda responder, pero, por supuesto, eso no es
suficiente para detenerla. Se sube al lado del pasajero y se sienta frente a mí en el
asiento, sin siquiera moverse para ponerse el cinturón de seguridad.
—Sí, lo haces. Decidimos que deberías mantenerte alejada de él. Creo que mis
palabras exactas para ti fueron: ‘Bloquéalo, Sarah. No necesitas su lío en tu vida’.
—No recuerdo que dijeras la última parte. Pero nunca accedí a bloquearlo. Y no
es... —Mantengo mis puños en el aire como si eso me ayudara a encontrar las
palabras que estoy buscando—. No es gran cosa —termino finalmente—. ¿Puedes
ponerte el cinturón de seguridad, por favor? Tengo hambre. Mi estómago comienza
a comerse solo. Vamos.
—¿Teniendo problemas?
—Cállate.
—No entiendo por qué tienes tantos problemas con el cinturón de seguridad de
mi coche.
Ella lanza sus manos al aire y luego vuelve a alcanzar el cinturón de seguridad.
—¡Me odia! ¡Está maldito! O tal vez estoy maldita. No lo sé, pero alguien o algo
está maldito, y ¡este estúpido —Jala— y jodido —Jala— cinturón de seguridad —
Jala— no —Jala— cooperará!
—Solo tienes que ser amable con eso. Suéltalo, luego tira lenta y suavemente.
Deja de jalar de él. Harás que te odie más.
—Simplemente no lo es.
—Olivia —imito.
—Mira, sé que te estoy haciendo enojar en este momento, pero necesito que me
expliques cómo involucrarse con un chico que no puede decidir si te quiere o no es
una buena idea.
Ante mi mirada afilada y una larga pausa esperando que ella reconozca la verdad
de eso, pone los ojos en blanco y deja escapar un profundo suspiro.
—Sí, bien, lo que sea. Pero soy tu amiga y me preocupo por ti, ¿y eso no cuenta
para algo? Si estuviera haciendo algo que pensabas que era una idea terrible, ¿no me
acosarías y exigirías una explicación de mi proceso de pensamiento al menos?
La parte tácita es ¿para que puedas decirme todas las razones por las que estoy
equivocada? Porque eso es cien por ciento lo que pretende hacer. Ambas lo sabemos.
Espero hasta estacionarnos frente a nuestro lugar habitual para contestar eso.
Moviéndome en mi asiento para poder mirarla, respiro profundamente y obligo a mi
voz a mantener la calma.
—Mira. Olivia. Te amo. Eres mi mejor amiga y valoro nuestra amistad. Sé que
tienes buenas intenciones. Pero lo último que necesito ahora es que desarmes mi
toma de decisiones. Entonces, si quieres saber qué está pasando exactamente y por
qué lo estoy haciendo, tienes que prometerme que no vas a hacer eso.
—Pero Sar...
La miro por otro largo momento hasta que finalmente mueve su mano en un
movimiento de ¿Bien? ¡Adelante!
Con una suave risa, niego con la cabeza, mirando por el parabrisas para que sea
más fácil decírselo.
Le cuento lo esencial de lo que se dijo esa noche, los besos, las folladas secas en
el sofá y los detalles menos específicos de lo que hemos estado haciendo las últimas
noches.
—Así que eres su amiga para follar —resume tan elocuentemente cuando
termino.
—¡Porque te conozco Sarah! ¡No eres el tipo de chica que te gusta follar!
—¿Lo soy? ¿O lo eres tú? Porque desde donde estoy sentada, estoy bastante feliz
con lo que estoy pasando. ¡Esta es mi época más ocupada del año! ¿Cuándo tendría
tiempo para salir a restaurantes elegantes o dar largos paseos por la playa? ¡Y es
diciembre! ¡El lago está medio congelado y la playa está ventosa y fría! Eso no es
nada romántico.
—No quise decir que harías eso ahora mismo. Solo… —Agita las manos—, en
general.
Suspirando, la miro.
—Creo que has decidido que eso es lo que quieres, y como no he salido mucho,
crees que eso es lo que estoy esperando también. Sin embargo, estoy realmente feliz
con este arreglo.
—¿Y qué pasará el próximo mes, cuando tu agenda no sea tan agitada? Entonces,
¿seguirás siendo feliz?
Yo: Podemos alimentarte si no te importa algo simple como pasta y salsa de un frasco.
Sarah: Suena perfecto. Por lo general, estoy en casa a las 7 e iré inmediatamente después.
—¡Hurra! —grita una y otra vez mientras corre por toda la casa.
Riendo, me paro en la sala de estar y la miro, sabiendo que es mejor y más fácil
para ella simplemente sacarlo todo ahora que tratar de que ella se controle.
—¡Bien!
Ella se mete a la boca las últimas rebanadas de manzana y queso y luego salta a
la mesa auxiliar para desconectar su iPad y auriculares y sentarse en su lugar favorito
en el sofá. Minutos después, se ríe histéricamente de cualquier video que encontró
para ver. Miro por encima de su hombro y la veo viendo una vieja caricatura del
Correcaminos. Ella piensa que son divertidísimos.
Correcto.
Como no es una cita y no tengo que impresionar a nadie, decido ir con los
pantalones de pijama. Sin embargo, me doy una ducha rápida, me aliso mi barba
incipiente con un poco de bálsamo para la barba y elijo una de mis camisas más
bonitas en lugar de las más raídas que mi madre probablemente me diría que arroje
a la pila de trapos si todavía estuviera por aquí.
Pero dejo firmemente ese pensamiento a un lado como lo hago con la mayoría
de los recordatorios de mis padres. Según el terapeuta, está bien hacer eso cuando
estoy ocupado, siempre que me tome el tiempo para sentir las olas de tristeza en
algún momento.
Quizás.
Sarah y yo nos hemos saltado las citas y el conocernos como parte de una
relación y hemos ido directamente a desnudarnos. No hay necesidad de
impresionarla con mi elección de ropa o mi habilidad para cocinar.
No quiero ese tipo de relación con ella. Me gusta la facilidad de lo que tenemos.
Pero algo dentro de mí casi desea que pudiéramos ser… más. Que pudiera ofrecerle
más.
Salta del taburete donde estaba parada y agrega un poco de mantequilla a la pasta
recién cocida. Me hago cargo, cubriendo el trozo de mantequilla con un poco de
pasta caliente para que se derrita mientras saludamos a Sarah, luego salgo de la
cocina.
Sophie salta alrededor de Sarah mientras se quita las botas, con una gran sonrisa
en su rostro. Mirando hacia arriba, se encuentra con mis ojos, y su sonrisa cambia de
una de felicidad general a una solo para mí. Su mirada parpadea arriba y abajo de mi
cuerpo, mirándome con un brillo de apreciación en sus ojos.
—Gracias.
Sophie, ajena a todo lo que pasa entre nosotros, toma la mano de Sarah y la lleva
hacia la mesa del comedor.
Saltando frente a ella, Sophie remolca a Sarah. Sarah me lanza una mirada por
encima del hombro, intercambiando una sonrisa conmigo.
—Espero que te guste la salsa Alfredo, Sarah —le digo mientras coloco las
conchas de pasta en tazones—. Porque ese es el favorito de Sophie bug.
—También es mi favorita.
—¡Ayudaré! ¡Ayudaré!
Le entrego un plato.
—Gracias por ayudarme a preparar la cena de esta noche. Hiciste un gran trabajo
vertiendo la pasta y revolviéndola. Y me encantó el cuidado que tenías al llevarle el
plato de Sarah.
Quizás tener a Sarah cerca la ha ayudado a calmarla tanto como a mí. Seguro
que marcó la diferencia con su cabello, al menos.
Después de terminar su pasta, Sarah aparta su plato y cruza las manos sobre la
mesa.
—¡Estoy tan feliz! —chilla Sophie, apretando sus manos contra su pecho.
—Shane siempre dice que tenemos que limpiar la mesa antes de hacer lo
siguiente. Así que primero tenemos que limpiar.
—Está bien —entona Sarah, haciendo todo lo posible por verse tan solemne
como Sophie, pero sus ojos brillan cuando mira en mi dirección.
De pie, me uno a ellas, llevo mis platos al fregadero y abro el agua. Enjuago mi
plato y lo pongo en el lavavajillas antes de agarrar el de Sophie. Todavía no es lo
suficientemente alta para enjuagar los suyos, así que me deja los platos en la
encimera. Una vez que terminan, me vuelvo hacia Sarah y tomo los suyos,
disfrutando de la ilícita emoción de rozar mis dedos con los suyos.
—Gracias —murmura.
—Mi placer.
Una vez que nos hacemos cargo de los platos, me detengo por un momento,
apoyándome contra la encimera con los brazos cruzados mientras observo a Sarah
con Sophie. Sophie está tan feliz cada vez que Sarah está aquí, saltando y gritando y
animada, compartiendo más historias sobre la escuela de las que suelo escuchar,
sacando sus juguetes favoritos actuales y mostrándolos, arrastrando a Sarah al árbol
para contar sus historias sobre los adornos.
Por su parte, a Sarah parece gustarle. Juega con los juguetes, se involucra con las
historias, señala diferentes adornos y hace preguntas, emociones jugando en su rostro
apropiadas a lo que sea que Sophie le esté diciendo: su nariz se arruga cuando sonríe,
su expresión solemne cuando asiente pensativamente, sus cejas levantadas y su boca
se abrió de par en par con exagerada sorpresa, como hacen los adultos con los niños.
Me hace feliz que se lleven tan bien, que Sarah se tome el tiempo y se esfuerce por
relacionarse con Sophie de esta manera.
Se supone que las cosas entre nosotros no son serias. Se supone que son ligeras
y divertidas. Sobre rascarse un picor mutuo. Y nos hemos estado rascando mucho
ese picor.
Quizás eso es lo que es. Todo este sexo en tan poco tiempo, además de tenerla
aquí y ser tan genial con Sophie, confunde mi cabeza. Solo necesito asegurarme de
recordar nuestros límites.
Ella dijo que tampoco quiere una relación. Es por eso que se supone que esto
funciona en primer lugar.
Sarah
Sophie está parloteando, contándome todo sobre el día en que ella y Shane
fueron a comprar adornos hace un par de semanas en el Emporio de la Navidad.
Sabía que habían entrado porque reconocí los adornos de inmediato. Dos de ellos
son los que diseñé, pero no voy a mencionar eso. Al menos no ahora.
Señala cada adorno y me dice cuáles son de ella, tanto de este año como de años
pasados, cuáles son de Shane y cuáles son de Brad y Mallory.
Shane no ha hablado mucho de ellos, así que no estoy segura de cuándo vendrán
a visitarlos o por cuánto tiempo. Por supuesto, Shane y yo no hablamos mucho
cuando estamos juntos... no del tipo en el que compartimos detalles sobre nuestras
familias, de todos modos.
Soy consciente de sus ojos puestos en Sophie y en mí, pero lo ignoro. Vendrá
cuando esté listo. Y si puedo darle un respiro entreteniendo a Sophie, estaré feliz de
hacerlo.
Cuando escucho sus pasos cruzando el espacio entre la cocina y la sala de estar,
me dirijo a Sophie y le digo:
—¡Sí!
Ella salta hacia arriba y hacia abajo, luego corre hacia el sofá, posándose en el
borde, lista para comenzar.
—Bien.
Cuando se sienta, está lo suficientemente cerca como para que pueda sentir el
calor que irradia de él. El hombre es un horno. Si alguna vez pasáramos la noche
juntos, no necesitaría una manta. Me acurrucaría junto a él y estaría bastante
caliente.
Tengo que reprimir la risa ante la idea de usarlo como un fuego al aire libre en
una noche fría, volviéndome de vez en cuando para calentar la parte que está fría por
no estar expuesta a su calor y darle un respiro a la parte que está fría para que no se
caliente demasiado.
No es que eso suceda nunca de todos modos. Tenemos sexo en el sofá. Este sofá,
de hecho. Y el sonido de Shane moviendo la mesa de café se ha convertido en una
especie de señal erótica para mí, enviando un cálido cosquilleo entre mis muslos.
Tranquila chica, me digo a mí misma. Habrá mucho tiempo para eso más tarde.
—Suena bien.
Solo puedo asumir que Shane preparó a Sophie para esta noche como una sesión
de enseñanza y no solo para que yo le trenzara el cabello. Normalmente no está tan
de acuerdo con que se rehagan las cosas.
Pero ambos nos comportamos de la mejor manera frente a Sophie, bueno, a sus
espaldas, en este caso. Sin embargo, sería demasiado fácil para ella darse la vuelta,
por lo que la pequeña cantidad de gratificación que obtendríamos al frotarnos el uno
con el otro solo resultaría en frustración y preguntas que estoy seguro de que Shane
no quiere responder.
Es tan dulce y tierno con su hermana, a veces gentil y severo según lo exige la
situación. Alabándola por su paciencia, por estar quieta mientras él trabaja, por
dejarlo intentarlo de nuevo cuando lo necesita. Nunca adivinarías que su
introducción a la crianza de los hijos fue el equivalente a ser arrojado al océano en
medio de una fuerte tormenta.
Y algún día no es una opción. Lo dejó claro desde la primera vez que me besó.
No busca nada serio. Lo que significa que el matrimonio y los bebés ni siquiera están
en la misma habitación, mucho menos en la mesa.
Llega a la parte donde es solo una trenza normal y hace un trabajo rápido para
terminar su cabello. Le paso una liga para el pelo.
Me rio, sacando de mi cabeza todos mis pensamientos sobre Shane como padre.
—No lo estoy. Bueno, un poco, en realidad. Por lo general, las primeras trenzas
francesas son más sueltas y desordenadas que eso.
—Whoa, whoa —dice Shane en voz baja, abriendo los brazos hacia ella—. Ven
aquí. Está bien. —Ella cae en sus brazos y él la atrae hacia sí, dándole palmaditas en
la espalda con suavidad—. Por supuesto que todavía necesitamos su ayuda. Ella
tendrá que mostrarme cómo hacer eso de la corona todavía, ¿verdad? Y cuando no
necesite que me muestre cómo trenzar tu cabello, seguirá siendo nuestra amiga, ¿de
acuerdo? Ella todavía puede venir a veces. ¿Verdad, Sarah?
Sin embargo, me golpea. Por qué Shane dudó durante tanto tiempo en
involucrarse conmigo. Porque no se trata solo de nosotros y nuestros sentimientos
mutuos y nuestras vidas separadas con agendas ocupadas. También se trata del hecho
de que ya estoy involucrada en sus vidas de alguna manera; me he involucrado en
sus vidas, si soy honesta sobre la situación.
Me abrí paso a empujones, sin aceptar un no por respuesta. Y ahora Sophie está
unida, y todavía tan lastimada por perder a sus padres, que la idea de perder incluso
una relación tan nueva y superficial como la nuestra es insoportable para ella.
Tal vez Shane tenía razón al tratar de retroceder, incluso si tampoco se atrevía a
mantenerse alejado.
Quizás cortar nuestra relación tan pronto después de la pérdida de sus padres
también sea insoportable para Shane.
Aunque no quiero pensar en mi relación, tal como es, con Shane terminando tan
pronto después de que ha comenzado, me temo que cuando eso suceda, todos
seremos un desastre grande y feo.
Shane
—¿Finalmente se durmió? —me susurra Sarah cuando bajo las escaleras.
—Lo juro, ella estaba revisando para asegurarse que tú no te habías ido todavía
después de que prometiste que te quedarías hasta que estuviera completamente
dormida.
—Probablemente lo estaba —dice ella con una sonrisa—. Ella parecía realmente
molesta por la posibilidad de ya no necesitan que yo venga a trenzarle su cabello.
—Oh, Dios —digo, dejándome caer sobre el sofá junto a ella—. Eso casi fue un
desastre. —Ella se gira para así estar frente a mí, y descanso una mano sobre su
pierna, justo sobre su rodilla—. Gracias por decir que seguirás estando disponible
inclusive si sé como trenzar su cabello. Ella no está lista para que desaparezcas
todavía.
Con una amable sonrisa en su rostro, su mirada vaga hacia abajo sobre mi pecho.
—Lo sé. Pero si dejas de venir regularmente, para ella será como si
desaparecieras.
Ella se calla, pero puedo llenar el espacio en blanco. Incluso si esto entre nosotros
termina. Incluso si terminamos.
¿Es realmente terminar incluso si no estamos saliendo?
Sin embargo, no tengo el deseo de examinar eso o que pudiera estarlo causando.
No con una hermosa mujer sentada en mi sofá, por la cual estado muriendo por
tenerla desnuda desde que apareció en mi casa hace horas. Y ahora mi hermana está
dormida. Finalmente, joder. Le tomó tres cuentos, todos de Sarah, por supuesto, y
múltiples viajes al baño o por agua, o pidiendo que vuelva a revisar si no hay
monstruos antes de que ella finalmente se tranquilizara y se durmiera.
Ha pasado un tiempo desde que le tomó tanto tiempo, y estoy seguro de que
Sarah está en lo correcto en que tiene que ver con la perspectiva de que esté menos
tiempo cerca.
Lo que Sophie no sabe, es que yo también quiero que Sarah esté aquí, sin
embargo, por razones completamente diferentes.
Pero hasta que ella se canse de mí o decida que quiere algo más de lo que soy
capaz de darle en este momento, estoy feliz de continuar encontrando excusas para
que venga de manera regular. Y tengo que admitir que, aparte de que Sophie haya
retrasado la hora de acostarse durante tanto tiempo, es práctico tenerla ya aquí.
Extiendo mi mano hacia ella, y con una sonrisa sensual, ella pone su mano sobre
la mía, permitiéndome tirar de ella así está a horcajadas sobre mi regazo.
—Me gustó tenerte aquí esta noche —le digo, acunando su rotro entre mis manos
y acercándola para un suave beso.
—A mí también me gustó estar aquí esta noche. Sophie es una linda niña.
Beso su labio inferior, luego su labio superior, luego deslizo mi lengua entre ellos,
feliz de no hablar nada en este momento. Mi boca es mucho más feliz estando
ocupada de esta forma.
Ella de acomoda sobre mi regazo, el calor entre sus muslos alineándose donde
ya me encuentro duro y ansioso por ella.
Tal vez usar pantalones de pijama para recibir a una mujer es un paso en falso
en las citas, no es que en realidad estemos saliendo, pero tiene la ventaja de dejarme
sentir la forma en que ella se retuerce sobre mi pene. Y con ella en esas suaves mallas
de algodón que prefiere, sé que también puede sentir cada centímetro de mí.
—¿Solamente la mía?
—¿Quieres probar?
Maldita sea.
Sin decirle una palabra a Sarah, subo las escaleras, subiendo de dos en dos los
escalones. Asomo la cabeza por la puerta de mi hermana, forzando una sonrisa.
—No sé —se lamenta, sonando al borde de las lágrimas—. Solo estoy asustada.
¿Puedes sentarte conmigo? ¿Por favor?
Es el ‘por favor’ lo que me rompe. Lo haría de todos modos. Tan pronto como
dijo que estaba asustada la primera vez, supe que cualquier esperanza que tenía de
pasar tiempo desnudo con Sarah había terminado. Debería haberlo sabido cuando
tuve que buscar monstruos. Solo pensé que era una táctica dilatoria, no que ella
estuviera realmente asustada esta noche.
—Por supuesto, Sophie bug. Dame unos minutos para terminar de despedirme
de Sarah.
Su rostro se ilumina.
Realmente es que yo necesito que se vaya a casa, porque no hay forma de que no
me quede sentado aquí con una erección si ella está sentada a mi lado. Pero incluso
si ella estuviera dispuesta a quedarse, no hay forma de que me sienta cómodo
haciendo nada. En noches como esta, Sophie se despierta un montón.
Al menos mañana es sábado y ninguno de nosotros tenemos escuela. Esto
sucedió algunas veces al comienzo del año escolar y los días posteriores fueron
difíciles.
—Lamento mucho esto —comienzo, pero ella levanta una mano para
detenerme, negando con la cabeza.
—La próxima vez —repito, mirando mientras se pone el abrigo y los zapatos.
Cuando Sophie me llama, Sarah se apresura a salir por la puerta, saludando una
vez mientras la cierra detrás de ella. Cierro, luego subo las escaleras de nuevo.
—Lo siento, bug. Tuve que cerrar la puerta después de que Sarah se fue.
—Estaba asustada.
La mayoría de las veces ya no tengo que hacer esto. Pero de vez en cuando, tiene
una noche como esta en la que tiene miedo de algo innombrable, y lo único que la
hace sentir segura es que yo me siente con ella hasta que se duerma.
Ninguno de esos suena atractivo. Mi pierna rebota con una energía nerviosa que
no tiene salida.
Quiero hablar con Sarah. Pero no quiero enviarle un mensaje de texto. La quiero
aquí, conmigo, esperándome con los brazos abiertos, envolviendo sus brazos
alrededor de mí y dejándome descansar mi cabeza en su fantástico pecho, pasando
sus manos por mi cabello y diciéndome que estoy haciendo un buen trabajo.
Más que nada, esa tranquilidad de ella, la forma en que me mira con admiración
cuando interactúo con Sophie, me llena de… algo. ¿Orgullo? ¿Garantía? ¿Confianza?
—Eres su albacea patrimonial —me dijo Eugene, su manera más formal que
comprensiva, pero no brusca—. Y, por supuesto, serás el tutor de la hija menor, Sophie
Katherine Elliott.
—Disculpa, ¿qué?
Entonces me miró, sus ojos se suavizaron con simpatía mientras se quitaba los
lentes de montura negra y se pasaba la mano por su cabello entrecano.
—Lo lamento. Pensé que tus padres te habrían hablado de esto cuando actualizaron su
testamento hace unos años. Dado que ahora eres mayor de edad, ellos sintieron que era mejor
que Sophie estuviera con uno de sus hermanos en lugar de tus tíos en Wisconsin, quienes eran
los tutores anteriormente nombrados en el caso de la muerte de tus padres mientras alguno de
sus hijos era menor de dieciocho años.
Siguió hablando, explicando los detalles de los pagos del seguro de vida y varias
otras cosas relacionadas con el dinero y su patrimonio, pero nada de eso logró
atravesar el zumbido de mi cerebro.
Después de unos minutos, debe haber notado que no estaba asimilando nada,
porque se puso de pie, se alisó la corbata por el frente y se dio la vuelta para darme
una palmada en el hombro.
—Eres un joven inteligente. Estoy seguro de que lo resolverás todo. Avísame si necesitas
más ayuda con las cuestiones legales.
Pero en las últimas semanas, desde que apareció Sarah, ha habido más en la vida
que simplemente pasar.
Dejándome caer en mi cama, decido la última opción: mirar al techo hasta que
me quede dormido o que Sophie me necesite de nuevo.
Sin embargo, las noches de invierno como estas son casi tan brillantes como el
día, con la forma en que las luces se reflejan en la nieve y las nubes y viceversa, lo
que le da un brillo púrpura a todo. Siempre pensé que era mágico. Lo único que
podría mejorarlo es si comenzara a nevar (copos grandes y esponjosos cayendo
suavemente hacia abajo) ahora mismo.
Dejo la puerta del garaje abierta cuando entro para poder saludarla. Ella está
parada en la entrada de mi garaje cuando salgo de mi auto.
Él viene detrás de ella, luciendo como un montañés invernal con sus pantalones
de esquí negros y botas y una parka gris oscuro con rayas reflectantes corriendo por
los brazos. Está de pie con las manos enguantadas en las caderas, su aliento soplando
en el aire frío de diciembre, sus mejillas y nariz rosadas por el frío, un gorro gris
oscuro cubriendo su cabello oscuro para completar el look.
—Por favor, por favor, sal a jugar —suplica Sophie—. ¡Puedes ayudar con
nuestro muñeco de nieve! ¡E hicimos ángeles de nieve! ¡Y bajé en trineo por la gran
pila de nieve! ¡Tú también podrías hacerlo! Puedo mostrarte. Será muy divertido, lo
prometo. Por favor.
Estoy bastante cansada y había planeado relajarme en casa esta noche. Además,
he tenido punzadas de dolor en la parte inferior del abdomen todo el día, lo que
significa que mi período comenzará muy pronto, así que había planeado ver la
televisión con un paquete de arroz tibio en el estómago. Pero, ¿quién podría resistirse
a ser invitado a jugar así en la nieve?
—Dame unos diez minutos para tomar un refrigerio rápido y ponerme mi equipo
de nieve, ¿de acuerdo?
Con una sonrisa en su rostro que es solo para mí, Shane me mira a los ojos.
—Lo he oído. Vámonos para que ella pueda prepararse, ¿de acuerdo? Tal vez
podamos terminar este muñeco de nieve antes de que salga, y ella pueda ayudarnos
a construir otro.
—¿Podemos hacer toda una familia de muñecos de nieve? ¿Con una mamá y un
papá y un niño muñeco de nieve?
Shane se ríe de nuevo, esa risa indulgente que tan a menudo escucho de él
cuando está con Sophie, y aunque no tiene nada de sexual, sigue siendo muy sexy.
Lo juro, cada vez que veo a ese hombre, mi atracción por él crece. Lo cual no
suena como algo malo, pero al mismo tiempo, después de anoche cuando tuve que
irme tan pronto cuando quedó claro que Sophie no se iba a dormir con facilidad, está
muy claro lo que quiso decir cuando dijo que no tenía tiempo para una relación.
Cuando lo escuché decir que no podía quedarme hasta que ella se volviera a
dormir, había perforado el globo de ilusiones que había estado cargando conmigo.
Después de cenar con ellos, enseñarle a Shane a trenzar el cabello de Sophie,
quedarme otra noche de película y comer su (y ahora mí) favorito postre para ver
películas de helado y palomitas de maíz, luego ayudar con la hora de dormir...
Bueno, comencé a verme a mí misma como una parte de su pequeña familia. Un
poco. Quizás.
No ahora, obviamente. ¿Pero tal vez algún día? ¿Quizás lo que tenemos podría
convertirse en algo más? ¿Cuándo las cosas están más arregladas para Shane y Sophie
y yo no esté tan abrumada por la ocupada temporada navideña?
Pero él tampoco había querido que me quedara para ayudar más. Y me di cuenta
de que la única razón por la que me había hecho quedarme durante la primera ronda
de todo era para que pudiéramos tener sexo después.
Lo que debería haberme dado cuenta antes. Después de todo, es la base completa
de nuestra relación. Solo somos amigos con beneficios. No soy su novia. Y Sophie
no sabe que somos algo más que vecinos y amigos.
Están de espaldas a mí, así que recojo un puñado de nieve, empaco una bola de
nieve suelta y se la lanzo a Shane.
Aterriza con un ruido sordo en el centro de su espalda, estallando en una
satisfactoria lluvia de nieve.
—Tú empezaste.
Solté una carcajada y Shane me lanzó una sonrisa antes de regresar a la bola de
nieve que él y Sophie habían estado haciendo.
Con los ojos aún entrecerrados, Shane me ve hacer una pequeña bola de nieve
para empezar. Le sonrío mientras lo redondeo. Luego, lentamente, coloco otro
puñado de nieve. Y otro. Y otro.
Shane observa todo el tiempo, ignorando las llamadas de Sophie para que preste
atención a la bola de nieve que están haciendo, hasta que es lo suficientemente grande
como para que quede claro que no la voy a lanzar.
Dejándola caer en la nieve frente a mí, la enrollo para recoger más nieve más
rápido, palmeándola y redondeándola a medida que avanzo, mirando hacia atrás a
la bola de nieve que están haciendo Shane y Sophie para poder medir qué tan grande
hacer la mía.
Miro por encima del hombro hacia donde está parado detrás de mí.
—Si quieres que lo sea —dice—. Eres bienvenida a unirte a nosotros. Sé que a
Sophie le encantaría.
—¿Solo a Sophie?
La mirada que me lanza está llena de anhelo desnudo.
Sintiendo un poco de pena por él, decido sacarlo de su miseria y darle una
palmada en el brazo.
—Está bien. No digo que tengamos que hacerlo, solo eso es todo lo que se ofrece
esta noche. Escuché que a algunos chicos no les importa. No estaba segura de qué
variedad eras. Ahora lo sé.
Toma aire.
—No es…
Sus ojos buscan los míos, y todo lo que ve allí hace que sus hombros se relajen
mientras exhala un suspiro.
—Está bien —estoy de acuerdo antes de que pueda pensarlo mejor—. Eso suena
bien. Siempre estoy feliz de dejar que alguien más cocine para mí.
Él ríe.
Me uno a él en la risa.
—Suena bien para mí.
—¡Sí! —grita con el entusiasmo desenfrenado que solo un niño de seis años
puede reunir—. ¿Sarah también puede cenar con nosotros?
—¡Hurra!
Sophie aplaude con las manos enguantadas y comienza a correr por la nieve
hacia el garaje.
—Cuidado con el cemento —le grita Shane—. Estará resbaladizo con tus botas
cubiertas de nieve.
—Será mejor que la alcance —me murmura Shane—. Necesitará ayuda con sus
pantalones para la nieve.
Ella encaja.
Es divertida y es fácil estar cerca de ella, me hace reír, me hace… feliz. De formas
que no creí posibles para mí.
Mis relaciones con las mujeres han sido bastante superficiales durante toda mi
vida. Ya he dicho ‘te amo’ antes, pero nunca estuve cerca de proponer matrimonio
ni nada por el estilo.
Podía verlo sucediendo. Algún día. Si las cosas fueran diferentes, de todos
modos.
Pero hay que considerar a Sophie. Y aunque Sarah es genial con Sophie, no estoy
seguro de que crear otro cambio significativo en la vida de Sophie sea una buena idea
en este momento.
Lo cual está perfectamente bien para mí. Sip. Estupendo. Súper. Ajá.
—Oye.
Sus mejillas y nariz todavía están rosadas por el frío, y se para frente a mí con
los brazos cruzados sobre la franela azul y blanca desabotonada que tiene sobre una
camiseta de cuello redondo y mallas.
—Estoy bien —dice, pero sus labios se aplanan y su rostro se pone tenso.
—Solo... —Hace un gesto hacia su abdomen con una mano, luego coloca la
palma de la mano debajo del ombligo—. Cólicos.
—Oh, cierto.
Siempre he evitado todo lo posible las cosas relacionadas con el período. Me fui
a la universidad poco después de que Mallory comenzara a lidiar con eso, por lo que
tener hermanas no me ha obligado a exponerme, y estaba perfectamente de acuerdo
con eso.
—Si corro a casa por un poco de ibuprofeno, ¿crees que Sophie se enojará?
Mira por encima del hombro, donde la parte superior de la cabeza de Sophie es
visible sobre el respaldo del sofá.
Dado que Sophie está firmemente distraída con su iPad en este momento, me
arriesgo a pasar mis manos arriba y abajo de los brazos de Sarah, y luego acercarla
para darle un abrazo rápido y un beso en la cabeza. Se ve un poco miserable en este
momento, y solo quiero consolarla.
—¿Necesitas algo más? —le pregunto cuando vuelve a dejar el vaso y se apoya
contra el armario, con los brazos cruzados una vez más.
—¡Shane! —grita Sophie, sentándose de rodillas para poder mirarme por encima
del respaldo del sofá—. ¡Tengo hambre!
—Bien —gruñe, y me alegro de estar de espaldas a ella porque hace que sea más
fácil ocultar mi sonrisa.
—Mallory, mi otra hermana, también era así. Sin embargo, creo que Sophie
podría haber recibido una doble ración. Probablemente sea lo mejor que Mallory
haya decidido pasar sus vacaciones con la familia de su novio. Porque por ridículo
que sea discutir con una niña de seis años, Mallory lo hacía a diario cuando estaba
en casa para el Día de Acción de Gracias.
—¿Me gusta el maquillaje? Seguro. No como los maquilladores que publican sus
videos en línea mostrando sus increíbles transformaciones o algo así, aunque creo
que son realmente geniales. Pero puedo arreglármelas. ¿Por qué? ¿Te gusta el
maquillaje?
Sophie aplaude.
—Oh, eh...
—Mallory solo le pone un poco de rubor y un poco de brillo de labios. Una vez
creo que hizo algo de sombra de ojos. No es nada demasiado intenso, pero si no te
sientes cómoda haciéndolo, puedes decir que no.
—Whoa, ahí, Sophie bug —digo, levantando una mano, taponándome la oreja
con la otra—. Baja el volumen, por favor.
Cada uno de nosotros lleva su plato a la mesa y, por el camino, saco salsa
barbacoa del refrigerador. Sophie charla durante la cena y le cuenta a Sarah las veces
que Mallory la ha maquillado a lo largo de los años, incluso entre el funeral y el
velorio.
Eso había causado una gran consternación entre los amigos y vecinos mayores,
y especialmente con nuestros tíos, quienes intentaron usar eso como evidencia de que
yo no estaba de ninguna manera preparado para manejar las necesidades de una niña
de seis años en duelo.
Pero en mi opinión, era solo una prueba de su incapacidad para satisfacer las
necesidades de Sophie. Había estado inconsolable cuando llegamos a la casa, y
Mallory se había ofrecido a llevarla arriba para tratar de calmarla antes de que la
gente comenzara a aparecer.
Le había dicho que podían quedarse ahí arriba todo el tiempo si era mejor así.
Sophie no necesitaba jugar a la pequeña anfitriona de todas las personas que
vendrían, por muy bien intencionadas que fueran. Si bien la muestra de apoyo de la
comunidad es agradable, por un lado, también es agotador tener que agradecer
constantemente a las personas por sus interminables letanías de condolencias y viajes
al pasado. Yo, como un adulto mayor, me sentí escasamente preparado para lidiar
con eso. Y estaba agradecido de tener a Brad y Mallory conmigo para ayudar con
Sophie y diluir la atención hasta cierto punto. ¿Pero esperar que Sophie se ocupe de
todo eso? No. Eso es demasiado. Así que pensé que Brad y yo podríamos manejarlo
si Sophie necesitaba saltarse esa parte.
Pero ella y Mallory habían bajado de la mano unos treinta minutos después del
velatorio. Ambas tenían los ojos todavía hinchados por el llanto, pero tenían el rostro
arreglado como si estuvieran saliendo para una noche de diversión.
Sophie había corrido hacia mí y se había arrojado a mis brazos, cortando las
condolencias de Bob y Marge Jones, los vecinos del otro lado de la cuadra que
siempre habían molestado a mis padres con su vigilancia de los dientes de león y las
decoraciones navideñas de los jardines de todos.
—Estás preciosa.
Me encontré con los ojos de Mallory por encima de la cabeza de Sophie, y ella
se había encogido de hombros.
—Me estaba quitando el maquillaje para rehacerlo porque ya había llorado casi todo. Ella
también quería un poco. Es algo divertido que hacemos a veces. Hizo que ambas dejáramos de
llorar un poco. No vi el daño.
—Lo hiciste muy bien, Mal —la tranquilicé, dándole a Sophie otro apretón antes
de dejarla en el suelo.
A diferencia de mí…
Brad se fue cuando puse la casa en venta. Estaba enojado por esa decisión, a
pesar de que tenía un apartamento en Seattle con su novio y de todos modos no
viviría en la casa de mamá y papá. Mallory también estaba enojada, pero después de
que quedó claro que no podía cambiar de opinión, dejó de expresar su opinión. En
cambio, me dio el tratamiento silencioso durante las semanas restantes que se quedó
con Sophie y conmigo. Pero ella todavía ayudó con Sophie, llevándola a las citas,
ayudándola con la cena y con la rutina de la hora de dormir.
Una vez que llegó el momento de que ella regresara a la escuela, éramos solo
Sophie y yo, y me di cuenta de lo ridículo que era para mí ser su tutor.
¿Qué estaba pensando? Me pregunté a mí mismo todos los días durante semanas
después de eso. ¿Por qué pensé que podía hacer esto? Quizás debería haber dejado
que el tío Will y la tía Cathy se la llevaran.
Pero luego se acurrucaba conmigo por la noche cuando la ponía en la cama y
me decía que me amaba, y yo pensaba en lo difícil que sería si tuviera que mudarse
al otro lado del país. Al menos conmigo se quedó en la misma ciudad con los mismos
amigos en la misma escuela.
Comenzar la escuela unas semanas después de que Mal se fuera ayudó. Le dio a
nuestros días más estructura. Y más oportunidades de cuidado de niños.
La terapia también nos ayudó a los dos. Así que ahora que yo soy el tutor de
Sophie no parece la peor idea que mis padres hayan tenido.
Cerré esa línea de pensamiento, como lo hice antes cuando estaba preparando la
cena.
Una vez que terminamos de comer, Sarah empuja su plato y cruza las manos
frente a ella.
—Gracias por la cena —me dice—. Pero probablemente debería irme a casa y
dejar de estar encima de ustedes.
—Es un dicho —le digo a Sophie—. Ella solo quiere decir que se irá para que no
nos moleste más y dejarnos solos.
—¿Te quieres ir? No nos estás molestando. ¿Verdad, Shane? Dile que debería
quedarse.
Respiro profundamente, sin saber si Sarah quiere irse porque todavía no se siente
muy bien o porque cree que debería hacerlo.
—No te vayas por nosotros. Como puedes ver, Sophie y yo disfrutamos cuando
te quedas. Pero sé que no te sientes tan bien esta noche, así que si quieres ir a casa y
descansar, lo entendemos, ¿verdad, Sophie?
—No quiero que Sarah se vaya —se lamenta Sophie—. Quiero que se quede
hasta que sea mi hora de dormir otra vez.
Abro la boca para reiterar que a Sarah se le permite irse si lo necesita, pero Sarah
habla antes que yo.
—Lo siento, Sophie. No me di cuenta de que estar aquí era tan importante para
ti. Puedo quedarme un poco más, ¿de acuerdo?
—Bien. Me quedaré a tu hora de dormir —le dice Sarah con una sonrisa amable.
Estoy dividido entre el agradecimiento de que Sarah se hizo cargo de una rabieta
seria, porque absolutamente lo habría sido, y la necesidad de no ceder para evitar que
Sophie tuviera una rabieta.
Pero en este caso, es Sarah quien cede, no yo, así que puedo dejarlo pasar esta
vez. Sin embargo, no podemos permitir que esto se convierta en un hábito. De lo
contrario, Sarah estará aquí todas las noches como parte de la rutina de la hora de
dormir.
Pero después de la hora del cuento, bajo las escaleras después de prometer que
me quedaría hasta que ella esté bien y realmente dormida, dejando a Shane para decir
las últimas buenas noches.
Muerdo mi labio para reprimir otra risa ante su reacción a mi sugerencia de sexo
menstrual. No estoy muy emocionada por eso, pero he oído que el sexo puede ayudar
con los cólicos. Estaba dispuesta a afrontar el lío para intentarlo. En favor a la ciencia.
Pobre niña.
Shane baja unos minutos más tarde, exhalando un profundo suspiro. Se detiene
frente a mí con las manos en las caderas mientras me observa tendida en su sofá.
—Puedes irte si quieres —me dice, con total naturalidad—. Se quedará dormida
en los próximos cinco minutos si aún no lo ha hecho.
—Oh. Bien.
Pongo mis pies debajo de mí, preparándome para levantarme. Quiero decir,
quiero ir a casa y ponerme cómoda. Pero también me gusta pasar tiempo con Shane.
Sé que no estaremos desnudos juntos esta noche, por razones obvias, pero pensé que
tal vez podríamos... No sé. Pasar el rato. Abrazarnos. Un beso o dos hubieran estado
bien.
Con mis pies en el suelo y mis manos preparadas para empujarme del sofá, miro
a Shane, con una sonrisa torcida en mi rostro.
—Si quieres que me quede, alguna vez, no solo esta noche, sería bueno que me
lo dijeras. Es bastante sencillo. Todo lo que tienes que hacer es decir: ‘Sarah, ¿podrías
quedarte un rato más, por favor? Disfruto pasar tiempo contigo sin las constantes
interrupciones de mi hermana’.
Sus labios se curvan en una pequeña sonrisa y la diversión baila en sus ojos
marrones.
—Sarah, me encantaría que te quedaras todo el tiempo que quieras. Pero sé que
no te sientes tan bien, así que si quieres irte a casa, lo entiendo.
—¿En serio?
Riendo, se pasa una mano por la mandíbula, haciendo ese delicioso sonido que
tanto amo.
—¿Estás bien? ¿Hay algo más que pueda ofrecerte? No creo que haya pasado el
tiempo suficiente para otra dosis de ibuprofeno.
—Normalmente uso una compresa térmica en los días malos. Por lo general, es
solo los primeros dos días que está así, y luego se calma.
Su rostro se ilumina.
—Puedo hacer eso por ti. ¿Quieres una manta o algo también?
Es tan dulce y cariñoso que hace que mi corazón palpite más fuerte, un calor que
me llena y que no tiene nada que ver con la manta que ahora me cubre.
—Esto es agradable.
Es sorprendente.
Pero con ellos trabajando todo el tiempo, una vez que tuve la edad suficiente, me
convertí en la niñera de mis hermanos menores. Seguro, Ty también cuidó de los
niños, pero siempre lo odió. Y con las prácticas de fútbol y su propio horario de
trabajo una vez que se unió al imperio navideño familiar, esa tarea recayó en mí.
No creo que nadie haya calentado una bolsa de calor para mis calambres desde
que tenía catorce o quince años.
Que Shane lo haga por mí, y luego, cuando empieza a frotarme los pies… Dulce
niño Jesús. Podría acostumbrarme a esto muy fácilmente. Con demasiada facilidad.
Especialmente porque el cuidarme así me hace sentir cosas. Cosas que
definitivamente no debería sentir dados los términos de nuestra relación.
—¿Esto está bien? —pregunta Shane, una comedia romántica de Netflix resaltada
en la pantalla.
—No las odio. Y esto es lo que hacen las chicas en sus períodos, ¿verdad? ¿Comer
chocolate y ver películas como esta?
Su sonrisa crece.
Se inclina para que mi espalda esté más contra su pecho que contra su costado,
y su brazo me rodea.
Estamos acurrucados.
De todas las cosas que pensé que traería esta noche, no fue esta.
Claro, nos acurrucamos después del sexo. Pero eso es parte del disfrute desnudo
después del orgasmo, no su propia actividad. Es el lugar de descanso entre lo que
tenemos y nuestros respectivos retornos a nuestras propias vidas.
Esto es otra cosa. Nuestra ropa está puesta y es un evento discreto en sí mismo.
Nos abrazamos y vemos una película.
Ella es la principal prioridad de Shane, por lo que cualquier cosa que la haga feliz
también debería hacerlo feliz a él. Una parte de mí quiere ponerse en contacto con
sus hermanos y convencerlos de que también vengan, pero me preocupa que eso sea
exagerar. O que le preguntaran a Shane por qué los llamo y trato de presionarlos para
que hagan algo que no quieren hacer. Y eso abriría una lata de gusanos, porque
definitivamente es algo que haría una novia, y definitivamente no soy su novia.
Dejó muy claro que no quería nada serio, y seguiré esa pauta hasta que
decidamos lo contrario.
O terminar.
Pero no quiero pensar en eso. Eso me hace sentir triste. Y es Navidad, que es la
época más ajetreada, pero también la más feliz del año.
—Buenos días cariño. Espero que tu visita inesperada sea buena y no porque
haya sucedido algo terrible.
—Seguro. El café suena genial. —Saco una taza del armario sobre la cafetera y
la lleno hasta el final, dejando espacio para la leche y el azúcar—. ¿Papá está por
aquí? Tengo un favor que pedirles a ambos.
—Oh, ¿un favor? —regaña mamá—. Pensé que habías dicho que era algo bueno.
—Bien. —Mamá me observa por encima del borde de su taza de café con la
alegría bailando en sus ojos azules acerados—. ¿Este favor no tendría nada que ver
con cierto vecino con el que escuché que has estado pasando el tiempo?
—¿Dónde habrías oído eso? —pregunto, tratando de ignorar el rubor que quema
mis mejillas.
—Oh, Sarah. Seguro que sabes que a tus vecinos les encanta chismorrear. —Ella
deja escapar otra risa—. Herb y Mary al otro lado de la calle mencionaron que te
vieron yendo y viniendo de la casa de Shane Elliott recientemente. E incluso si sus
vecinos no pudieran tener una segunda carrera trabajando para una agencia de
inteligencia, tú convenciste a tu hermano para que te ayudara a colgar luces
navideñas en la casa del hombre. Al parecer sin su permiso. ¿No creíste que Dylan
se quejaría por eso durante días?
Soltando una carcajada, tomo otro sorbo de café antes de encogerme de hombros
y asentir.
—Bien, bien. Me atrapaste. Es un favor para Shane y Sophie. Pero más para
Sophie.
—Hmm. ¿Vas a intentar venderme la idea de que la linda niña es la razón por la
que pasas tanto tiempo allí y no su lindo hermano mayor?
Otro sonrojo molesto calienta mis mejillas. Realmente desearía poder controlar
eso.
—Solo te estoy molestando. Supuse que tenías algo bajo la manga en lo que a
ellos les preocupaba cuando te escuché preguntarle a tu papá para obtener más
información ese día. ¿Qué terminaste llevándole?
Con las cejas subiendo por su frente, mamá deja su taza sobre la mesa.
—¿Cómo te las has arreglado para convertir eso en lo que sea que tienes ahora?
Ella me da una mirada que me dice que debería saber mejor que hacer esa
pregunta.
—¿De verdad vas a intentar decirme que no hay nada entre tú y Shane con la
cara seria? ¿Cuando ni siquiera puedes mencionar al chico sin sonrojarte?
—Sarah y yo nos estábamos poniendo al día. Sin embargo, tiene un favor que
pedirnos. Algo que ver con su guapo vecino y su muy joven hermana.
—Oh, en serio. —En el mismo tono de complicidad que usó mamá hace un
momento, me aclaro la garganta—. Sí. Me preguntaba si estarías dispuesto a hacer
una aparición especial en Nochebuena para Sophie. Ha tenido un año tan difícil, y
esta es su primera Navidad sin sus padres, y estoy bastante segura de que solo serán
ella y Shane. Ha mencionado que ha intentado que su hermano y su hermana vengan
durante al menos un par de días durante las festividades, pero no creo que quieran.
Idealmente, podría convencerlos de que vinieran también, pero no sé cómo hacer
que eso suceda. No conozco a ninguno de ellos, y sería extraño para mí hacer eso.
—Mmm. Dylan tiene la misma edad que Mallory. Él podría tener su número.
—Tal vez no. Pero existe un entendimiento de que lo que dicen es entre nosotros
dos. Solo te lo dije porque sé que no romperías esa confianza ni revelarías los secretos
de la Navidad y la forma en que Santa Claus trabaja a un niño que no está listo. —
Me fija con una mirada severa—. No lo hiciste, ¿verdad?
—No. Ella todavía está convencida de que soy una duende con una asignación
especial de Santa. Básicamente soy un espía para ti, y soy la razón por la que nuestro
Festival de Navidad es tan especial.
Eso hace que mis padres se rían histéricamente. Cuando finalmente se detienen,
mamá apura lo último de su café y se pone de pie, llevando su taza al fregadero.
—Gracias por las risas, cariño. Entiendo por qué le dijiste lo que hiciste, pero
aun así es muy divertido, tienes que admitirlo.
—Si Santa tuviera un espía duende especial en una ciudad, definitivamente serías
tú —dice—. Y ahora es el momento de que nos vayamos. Hasta luego.
Agarrando sus abrigos, salen por la puerta mientras yo termino mi café. Dado
que Dylan y Nora no irán con ellos, supongo que es uno de los duendes que no son
de la familia que trabaja esta mañana.
Aun así…
Esperé hasta que los créditos terminaron de rodar y Netflix comenzó a mostrarme
una vista previa de alguna otra película aleatoria antes de hacer un esfuerzo
concertado para despertarla.
Odiaba cada segundo, porque lo que realmente quería hacer era llevarla a mi
cama, arroparla y acurrucarme con ella.
Pero eso es imposible. Ese no es nuestro trato. Así que, en cambio, la sacudí
suavemente para despertarla.
Ella parpadeó hacia mí, luego sus labios se curvaron en la sonrisa más linda.
—¿Me quedé dormida?
—Lo siento —murmuró con esa sonrisa soñolienta todavía en su lugar—. Será
mejor que me vaya a casa.
Pero a pesar de que no me gustaba la forma en que la noche tenía que terminar,
la misma forma en que terminan todas nuestras noches juntos, obviamente la hice
sentir lo suficientemente cómoda como para quedarse dormida sobre mí.
—Ajá. —CJ toma un trago de agua, mirándome con duda—. Esa no es la sonrisa
de un hombre que recuerda algo gracioso. Esa es la sonrisa de un hombre que piensa
en una mujer. ¿Quién es ella?
Resopla.
Riendo, pregunto:
—¿Para quién?
—Por supuesto, por supuesto. Los míos estarán allí. Es familiar. Tendremos
comida y juegos. Sophie puede jugar con mis hijos y con cualquier otro niño que esté
allí. Es un buen momento. Ahora también puedes convertirlo en una tradición para
ti.
—Ese es el espíritu.
—Sip. Shane me ha dicho lo mucho que amas las galletas de Navidad. —Ella
asiente con entusiasmo, y CJ se agacha a su nivel, haciéndole un gesto para que se
acerque. Ella se inclina para escucharlo por encima del ruido del gran grupo de
personas reunidas en la casa de CJ—. Hay toda una mesa llena de galletas allá. —
Señala a la derecha—. ¿Por qué no le dejas tu abrigo a Shane y vas a buscar una? Mi
esposa, su nombre es Maryanne, por cierto, está allí. Ella te ayudará y te dirá dónde
están jugando los otros niños, ¿de acuerdo?
—¡Bien! —Tan pronto como CJ dijo que me dejara su abrigo, Sophie comenzó
a desabrocharlo y a sacárselo de los hombros. Una vez que libera sus brazos, me lo
empuja con la cara radiante—. ¿Está bien, Shane? ¿Puedo ir a buscar una galleta?
—Por supuesto. Por eso estamos aquí, para comernos toda la comida de CJ.
Diviértete. Estaré aquí si me necesitas, ¿de acuerdo?
—¡Está bien! —grita por encima del hombro, ya yendo en busca de galletas antes
de que yo termine de hablar.
CJ se ríe.
—Ella es una niña linda. Ustedes parecen estar haciéndolo bien juntos.
—Sí —le digo, mirándola abrirse camino entre la gente hasta que se pierde de
vista—. Lo estamos haciendo bien. Ella estaba realmente emocionada por esto.
Gracias por invitarnos.
—Por supuesto, por supuesto. Déjame llevarme sus abrigos. Los pondré con los
demás. Siéntete como en casa. Shirley y Dennis también están aquí si quieres ir a
saludar.
Al acercarme a la mesa, tomo un plato de papel, rojo, por supuesto, con una
servilleta verde impresa con árboles de Navidad dorado y artículos de plástico
plateados que parecen verdaderos cubiertos hasta que los levantas. Me abro paso por
un lado de la mesa, concentrándome por completo en la comida que estoy cargando
en mi plato. Hasta que alcanzo la cuchara en la cazuela de papas al mismo tiempo
que otra persona. Sigo la mano delgada y femenina hasta una manga de suéter
navideño estampado que reconozco. Una sonrisa ya se apodera de mi rostro cuando
levanto los ojos para encontrar a Sarah sonriéndome.
—Por supuesto. Siempre olvido que ambos son profesores de educación física.
Le hago un gesto para que se sirva ella misma y observo cómo sirve una generosa
porción en su plato antes de tomar mi turno.
Para colmo, no he sido exactamente social con los otros maestros y el personal
de la escuela. Soy educado, por supuesto, pero he estado tan ocupado tratando de
mantener mi cabeza fuera del agua, que CJ es realmente la única persona en la
escuela con la que hablo más allá de una pequeña charla forzada.
Así que tener a Sarah aquí es un placer inesperado. Alguien más a quien conozco
y con quien puedo hablar.
Érase una vez, no habría necesitado encontrar personas específicas que ya
conozco para hablar en una fiesta. Aparecía, me mezclaba y hacía amigos. O, en este
caso, ya me habría hecho amigo de varios compañeros de trabajo, y no solo del que
me invitó.
¿Aquí? No he hecho casi ningún esfuerzo por conocer a nadie. Y las dos personas
que han logrado insertarse en mi vida, a saber, Sarah y CJ, lo han hecho por pura
fuerza de voluntad. CJ hizo todo lo posible para entablar conversación conmigo y
sacarme todos los días hasta que finalmente cedí y le di más que una pequeña charla
cortés. Ayudó que pareciera, y sea, un buen tipo de verdad. Y necesitaba
desesperadamente a alguien con quien hablar sobre todo lo que había pasado,
mientras que al mismo tiempo no quería cargar a todos con todo mi lío.
Y luego está Sarah. Supongo que puedo decir casi las mismas cosas sobre ella:
ha sido decididamente alegre y constante al aparecer y ayudarme, lo quisiera yo o
no.
Platos cargados de comida, nos colocamos contra una pared, y Sarah me cuenta
cómo conoce a Maryanne, a través de su tienda, naturalmente.
—No es gran cosa, de verdad. Solo algo que hago. Hago adornos para la tienda,
principalmente. Los pedidos personalizados son algo secundario.
De alguna manera eso no hace nada que me impida quererlo de todos modos.
—De todos modos, cuando Maryanne me invitó, no pude decir exactamente que
no, ¿verdad? —Finalmente me mira, sus ojos bailan—. Y además, es una persona
muy agradable. Pensé que sería divertido. ¿Quién diría que me encontraría contigo?
—Me alegro de que estés aquí —admito, mi voz sonando más ronca de lo
previsto.
Su rostro se relaja por la sorpresa por un segundo antes de que su sonrisa regrese
con toda su fuerza.
—¿Lo que hacemos la mayoría de las noches en mi casa después de que Sophie
está en la cama no es suficiente para convencerte de que me gustas?
Porque ella me tiene ahí. Y no estoy seguro de admitir, ante ninguno de los dos,
que mis sentimientos han ido más allá del sexo hace un tiempo, sea sabio.
En cambio, le doy una mirada lenta, una pequeña sonrisa curva mis labios.
La forma en que sus ojos se abren, sus pupilas dilatadas y el pequeño y sexy
estremecimiento que me da son gratificantes. Y devuelve nuestra relación al lugar
que le corresponde.
—Así que ella es el responsable de las sonrisas que he estado viendo últimamente
—casi grita CJ mientras me da una palmada en la espalda por detrás mientras me
dirijo a la cocina para tirar los platos vacíos de Sarah y mío.
—¿Tú y Sarah? ¿Seguro que no sabes a qué me refiero? Porque ustedes se veían
bastante cómodos allí. Y no en la forma en que dos personas que se acaban de
conocer y se llevan bien. Ustedes tienen historia.
Continuando con la bolsa de basura que cuelga de uno de los gabinetes, meto
ahí nuestros platos.
Con una sonrisa engreída todavía en su lugar, se balancea sobre sus talones.
—Te mereces ser feliz, hombre. La vida es más que trabajar y arreglárselas. Sé
que has pasado por mucho, y tal vez la felicidad no ha parecido una opción por un
tiempo, especialmente con lo concentrado que has estado en Sophie. Y no estoy
criticando. Necesitabas concentrarte en ella y trabajar para convertirte en su tutor.
Pero parece que ustedes lo están haciendo bien. Es bueno que te tomes un tiempo
para ti también, ¿sabes?
—Sin embargo, trátala bien. Conozco a su familia desde hace demasiado tiempo
como para ver cómo la engañan —dice con una nota clara de advertencia en su voz.
Luego se da vuelta y se aleja.
Sarah
Shane toma el asiento del medio en el sofá, lanzándome una sonrisa mientras
nos acomodamos para otra noche de película. Parece que me he abierto camino hasta
convertirme en parte de su tradición semanal, aunque como ahora son las vacaciones
de Navidad, lo están haciendo en una noche diferente.
Pongo mis pies debajo de la manta y encubiertamente los acomodo debajo del
muslo de Shane. Me mira y sonríe, bajando la mano para darle un rápido apretón a
mi tobillo.
—Hm mmm. Primero solo quería un bocado de helado. Pero también voy a
comer palomitas de maíz, no te preocupes.
Me lanza una mirada escéptica con los ojos entrecerrados que se parece tanto a
su hermano que tengo que reprimir otra carcajada mientras alcanzo el tazón de
palomitas de maíz, agarro un puñado y lo espolvoreo sobre mi helado. Sosteniendo
mi tazón, digo:
Shane se ríe mientras hace lo mismo, luego coloca el tazón de palomitas de maíz
en la mesa de café y comienza la película. Esta noche veremos El Cuento de Navidad
de los Muppets, ya que solo faltan unos días para el gran día.
Sinceramente, no puedo esperar este año. Siempre amo la Navidad, pero siempre
me siento un poco triste cuando llega el día de Navidad, porque entonces todo
termina. No me malinterpretes, la capacidad de relajar mi horario en la tienda es un
alivio después del constante ir, ir, ir desde finales de octubre hasta ahora. Pero
después de que termina la Navidad, es un invierno lúgubre sin las luces parpadeantes
y las decoraciones de colores brillantes para hacerlo más llevadero.
Pero este año, con mi visita sorpresa de Santa y la Sra. Claus para Sophie en
Nochebuena, siento la misma emoción y anticipación que cuando era niña cuando
los regalos eran lo más importante para mí. No puedo esperar a ver cómo reaccionan
y cuánto se divierte Sophie.
Una vez que la película termina y Sophie está bien acostada en su cama, Shane
baja las escaleras e inmediatamente se inclina sobre mí, besándome profundamente
mientras se sube encima de mí en el sofá.
Se pone de rodillas entre mis muslos, sus manos ahuecan mi rostro mientras me
besa, un gemido bajo retumba en su pecho cuando paso mis manos por debajo de su
camiseta y su torso desnudo.
—¿Has estado afuera? ¡Son como a menos diez grados! Por supuesto que estoy
usando capas.
—Bien —se queja—. Pero ahora estás aquí conmigo, y es hora de perder las
capas.
Mis caderas se elevan, buscando fricción. Pasa la lengua por un pezón, lo suelta
y luego hace lo mismo con el otro.
—Ahora.
De pie, se quita todo, saca un condón del bolsillo de sus pantalones antes de
inclinarse y tirar de la cintura de mis mallas.
Honestamente, no sé por qué me molesto con ropa interior bonita cuando vengo
aquí. Siempre terminan saliendo de un solo movimiento con los pantalones que tengo
puestos. Está mucho más interesado en llegar a mi piel que en bonitos envoltorios de
encaje. No es que me oponga. Y disfruto la forma en que mi bonita ropa interior de
encaje me hace sentir. Supongo que eso es lo que realmente importa. Pero fácilmente
podría renunciar a hacer ese esfuerzo si quisiera. Siento que Shane estaría totalmente
bien con unas bragas Hanes blancas básicas, porque de todos modos no se da cuenta
de mi ropa interior.
Una vez que ambos estamos desnudos, me siento y lo alcanzo. Viene hacia mí,
sentándose y ayudándome a subir a su regazo, y nos besamos hasta que ambos
estamos juntando nuestras caderas, mi humedad lo hace deslizarse a lo largo de mi
abertura, la cabeza de su polla golpeando mi clítoris. Luego me muevo un poco
demasiado, y cuando me deslizo hacia atrás, él se sumerge dentro de mí.
Me aparta de él, moviéndome hacia un lado para poder inclinarse hacia adelante
y agarrar el condón. Abriendo el paquete, enrolla el condón antes de ayudarme a
volver a ponerme en posición.
—Eso estuvo cerca —susurra—. Pero estamos bien ahora. Ve a por ello.
Nos resbalamos y nos deslizamos juntos, y esta vez, a propósito, avanzo lo más
que puedo, con la esperanza de atraparlo nuevamente en el camino de regreso. Se
necesitan algunos intentos, pero cuando funciona, gemimos en la boca del otro.
Extiende la mano entre nosotros para hacer un pequeño ajuste, y luego me estoy
moliendo con él profundamente dentro de mí.
Sosteniéndome del respaldo del sofá, giro mis caderas, moviéndome hacia arriba
y hacia abajo y hacia adelante y hacia atrás, dando vueltas, buscando las cosas que
me hacen sentir mejor, y también hago que Shane jadee en mi boca.
Esa es una de mis cosas favoritas. Muy a menudo es él quien hace que me corra,
y luego persigue su orgasmo para seguirme. Pero así, soy yo quien lo hace jadear,
temblar y tambalearse al borde de su control.
—Joder, Sarah. Estoy tan cerca. Pero primero quiero verte terminar así. ¿Puedes
hacer eso por mí? ¿Puedes venirte conmigo en lo más profundo de ti así?
Mordiéndome el labio, asiento con la cabeza, incapaz de hablar. No estoy segura
de cómo es tan coherente si está tan cerca como dice que es, pero ahora no es el
momento de pensar en eso.
—Sí, eso es todo —murmura—. Déjame sentirte. Déjame verte. Abre tus ojos.
Quiero verte mientras caes por el borde.
Parpadeo y abro los ojos, incapaz de hacer nada más. Su otra mano agarra mi
trasero, ayudándome a seguir moviéndome mientras sus ojos oscuros miran
profundamente los míos. Su pulgar se mueve un poco más rápido y levanta las
caderas, empujándose más profundamente dentro de mí, y eso activa el cable de
disparo, una explosión de calor y placer que detona desde lo más profundo de mi
vientre y se extiende como fuego a mis extremidades.
Me vengo con un grito ahogado, mis ojos muy abiertos, todo mi cuerpo se
estremece.
Sus caderas siguen moviéndose, aunque más lento que antes, y me atrae para un
beso feroz que me lleva al otro lado.
Luego nos voltea, haciéndome rodar para que esté en el fondo y pueda
embestirme con abandono.
—Mierda, Sarah —susurra mientras dobla mis piernas hacia atrás contra mi
pecho, de modo que cada vez que empuja dentro de mí, causa réplicas que brillan a
través de mí—. Creo que es la cosa más caliente que he visto en mi vida.
Cuando termina, dejo que mi cabeza caiga hacia el sofá, mis brazos alrededor de
mi cabeza mientras yazco jadeando.
—Santa mierda.
Shane deja escapar una risa débil, estirando la mano entre nosotros para sostener
el condón mientras se retira. Pero en lugar de pararse y cuidar el condón como estoy
acostumbrada, él también se sienta pesadamente, su mano acariciando mi pierna.
Suspirando, envuelvo mis brazos sobre los suyos, disfrutando de la tranquila paz
del resplandor. Los orgasmos son increíbles, pero creo que esta podría ser mi parte
favorita de nuestras noches juntos. Bueno, quizás lo segundo favorito. Porque los
orgasmos son realmente geniales, después de todo. Especialmente con Shane.
Shane
Despertar es inesperadamente agradable. Hay un cuerpo cálido y suave en mis
brazos, e instintivamente me arqueo hacia ella, presionando mi madera matutina
contra la curva del trasero de Sarah.
Pero a medida que me sacudo del sueño persistente, me doy cuenta de que algo
en esto parece muy mal, aunque no estoy lo suficientemente despierto como para
señalarlo.
—¿Eh?
—Gracias —murmuro.
—¡Shane!
Esta vez es una demanda fuerte, y su voz es más cercana, lo que significa que
salió de mi habitación y se dirige a las escaleras.
Después de ponerme los pantalones, salto sobre Sarah y me dirijo a las escaleras,
seleccionando mentalmente y descartando una variedad de excusas para mantener a
Sophie arriba y darle tiempo a Sarah para irse.
—Buenos días, Soph —digo con la mayor naturalidad posible mientras llego a
lo alto de las escaleras—. Yo estaba abajo. No debí haberte oído levantarte. Lo siento
por eso. ¿Cómo has dormido?
Girándonos para que esté de espaldas a las escaleras, la levanto y la abrazo con
fuerza, le doy unas palmaditas en la espalda y dejo que se envuelva a mi alrededor.
—Sí. Fue, eh, una nueva rutina de yoga que encontré. Los pantalones de pijama
son buenos para eso.
—Bien.
—Siento haberte asustado —le susurro, mi propio pulso todavía acelerado por el
susto de Sophie casi encontrándonos a Sarah y a mí desnudos juntos en el sofá.
Querido Dios. Ni siquiera nos ha visto tocarnos. Ella no sabe que Sarah y yo
somos algo más que amigos. Lo último que quiero es tener que explicar por qué a los
adultos les gusta estar desnudos juntos.
Mierda. Sin embargo, algún día tendré que hacer eso, ¿no?
Al menos Sophie se distrae con bastante facilidad en este momento, porque una
vez que estamos en mi habitación, lo último de su miedo se desvanece y comienza a
charlar sobre los últimos videos de su YouTuber favorito y a preguntarme sobre mi
entrenamiento de yoga inexistente y a decirme lo que quiere para el desayuno.
—¡Vamos, Shane!
Tan pronto como mis manos están de nuevo a mi lado, agarra una y comienza
a tirar de mí hacia la puerta, terminando con mi estancamiento.
Se detiene justo antes del final del pasillo, volviéndose para mirarme, con la cara
arrugada en sus pensamientos mientras se golpea la barbilla con el dedo.
—Mmm. Buena pregunta. Creo... ¡mermelada!
—Uva o fresa —le pregunto antes de que pueda volver a girar hacia las escaleras.
—¿Por qué no los dos? —pregunta, encogiéndose de hombros con las manos en
alto.
No puedo ver mi ropa perdida desde aquí al menos. Sophie pasa a mi lado tan
pronto como llegamos a la planta baja, dirigiéndose directamente a la cocina.
—Déjame agarrar mi teléfono —le digo, desviándome más allá del otro lado del
sofá—. ¿Puedes sacar los waffles del congelador?
Saca el taburete que tenemos al final del mostrador para ella y lo arrastra hasta
el refrigerador.
Mi teléfono está sobre la mesa de café y no estoy seguro de si lo dejé allí anoche
o si Sarah lo encontró y lo dejó allí. De cualquier manera, estoy agradecido de no
tener que buscarlo, porque no sé cómo lo explicaría.
Sarah: Metí tu otra ropa detrás de un cojín de sofá. ¡Perdón por la pijamada accidental!
Sophie necesita estabilidad y atención, no un tutor que esté más preocupado por
cuidar su polla que por cuidar de ella.
Sentado en el sofá, suspiro y paso una mano por mi rostro mientras miro el
último mensaje de Sarah. He estado yendo y viniendo conmigo mismo todo el día.
Sé que necesito terminarlo. Es cuestión de cómo. Si la invito, pensará que es por
sexo, porque es por eso que la he invitado en cualquier otro momento a esta hora de
la noche. Y parece cruel hacer eso solo para decirle que no solo no tendremos sexo
esta noche, sino que no lo haremos nunca más.
Enviar mensajes de texto parece impersonal, pero ¿quizás sea la opción menos
mala? O tal vez solo soy un cobarde y no quiero ver el dolor en sus ojos mientras le
digo que se acabó.
Supongo que más de una cosa puede ser verdad al mismo tiempo.
Me gusta Sarah. Mucho. Pero no puedo ser lo que ella necesita, y no es justo
para ella que siga así, especialmente si piensa que somos más de lo que hemos sido
el uno para el otro.
Tengo que admitir que estoy ansiosa por que eso sea un problema menor, ya que
ahora está de vacaciones de Navidad.
Shane: Ya no podemos hacer esto. Esta mañana estuvo demasiado cerca de una llamada
de atención. Lo siento.
Se acabó. Así.
No puedo creer esto. Pasé mi día pensando en soluciones entre clientes, formas
de hacerlo funcionar y no repetir el error de anoche que se desangró en esta mañana.
Y él pasó el día averiguando cómo terminarlo.
Lo siente. Lo siente. Bueno, eso hace que todo sea cursi, ¿no es así?
Quizás debería comprarme un gato o algo así. Porque al menos entonces podría
hablar con el gato, acariciarlo y acurrucarlo, ya que no tengo a nadie más.
Podría llamar a Olivia, supongo. Pero ella solo diría, te lo dije, y eso es lo último
que quiero escuchar en este momento.
Aunque ella me lo dijo. Ella me dijo que no me involucrara con un chico que no
podía decidir lo que quería. Que solo terminaría lastimada.
Duele ser dejada a un lado tan rápida y fácilmente. Un error y boom. Se acabó.
Caramba.
Y ahora sueno como Lucy de Charlie Brown. He visto la Navidad de Charlie Brown
demasiadas veces, supongo.
El problema es que ahora no sé qué hacer conmigo misma. Tengo todos estos
sentimientos recorriendo mi cuerpo y ningún lugar donde desatarlos. Normalmente
llamaría a Olivia para una noche de helado. Pero todavía no estoy lista para
enfrentarme a ella.
Pero el alcohol y el helado suenan como lo que necesito ahora. De pie, tomo mis
llaves, meto mis pies en mis botas y me pongo mi chaqueta.
No hay ninguna regla que diga que no puedo hacer eso por mi cuenta. Entonces
eso es lo que voy a hacer.
Nora llega un par de horas antes de cerrar, vestida de duende. Le levanto las
cejas mientras termino de ayudar a un cliente.
—¿Tomando un descanso?
—Sip.
Ella rodea el mostrador y se sube al taburete que tengo allí para sentarme entre
los clientes cuando tengo la oportunidad. Abre una barra de chocolate y comienza a
masticar, mirando mientras ayudo a otro cliente.
—Ninguno de mis otros vecinos es el tutor de una niña huérfana de seis años que
tiene su primera Navidad sin sus padres.
—Oh —dice por fin, dejándose caer en el taburete—. Supongo que no hice esa
conexión.
Asintiendo con la cabeza, mantengo un ojo en los clientes que se mueven por la
tienda, asintiendo y sonriendo para dar la bienvenida a una pareja que acaba de
entrar.
—Solo estoy tratando de hacer que su Navidad sea un poco mejor de lo que
podría ser de otra manera. Serán unas fiestas difíciles para ella. —Me encojo de
hombros—. Me imagino, que si puedo ayudar a que sea memorable por algo más
que ser la primera Navidad sin sus padres, eso es algo bueno.
—Eso es muy amable de tu parte, Sarah.
—No, sé que eres considerada. Pero generalmente es para personas que conoces.
—Eso no es verdad —murmura, y miro hacia atrás a tiempo para ver que pone
los ojos en blanco. Ella se acerca y envuelve su brazo alrededor de mis hombros,
apoyando su cabeza contra mí—. Bueno, sin importar si él es tu novio o simplemente
desearías que lo fuera, creo que es dulce que estemos haciendo esto. Hacer las cosas
mágicas para los niños pequeños es la mayor ventaja de este negocio. Ni siquiera me
importa renunciar a parte de mi Nochebuena ahora que conozco la historia de fondo.
—Por favor. Estiraste mi disfraz. ¡Tuve que lavarlo con agua caliente tres veces
para que me quedara bien!
—Esa no es mi culpa. Tú eres la que esperó hasta el último minuto para pedirme
que te cubriera. Si hubiera tenido una advertencia previa, ¡me habría puesto mi
propio disfraz! Tal como estaban las cosas, estaba a punto de salir disparada de tu
blusa. A varios de los papás les gustó demasiado ese atuendo.
Ella se ríe de eso.
—Tal vez debería comprar uno de este tamaño y usarlo para tu vecino. Apuesto
a que le gustará.
Pero en mis fantasías de que nos mudáramos a una relación real, eso podría
haber sido posible. Disfraz de duende sexy. Lencería sexy. Ideas de citas. Tenía
archivos mentales para diferentes opciones de cosas que quería probar algún día.
—Síp. Estoy bien. —Agito una mano—. Solo cansada. Me quedé despierta hasta
muy tarde anoche.
Le devuelvo el abrazo, agradecida por el afecto fácil, incluso si ella no sabe por
qué lo necesito.
—¿Qué?
Suspira con el pesado suspiro de disgusto que solo un frustrado niño de seis años
puede reunir.
—Pensé que sería divertido pasar tiempo contigo. Pero puedo dejarte en paz.
Miro a mi alrededor, sin saber qué hacer conmigo mismo. ¿Qué hice conmigo
mismo antes de dedicar mi tiempo a enviar mensajes de texto a Sarah?
Dedicaba gran parte de mi tiempo a tratar con Sophie y poner las cosas en una
base estable y equilibrada. Pasé horas viendo videos de YouTube sobre cómo trenzar
el cabello, crianza de los hijos, cómo lidiar con el dolor y ayudar a los niños con el
dolor...
Pero Sarah me enseñó a trenzar el cabello. Y aunque estoy seguro de que ambos
todavía tenemos mucho procesamiento por hacer y sé que no soy un experto en
crianza de los hijos de ninguna manera, no tengo la capacidad de lidiar con ninguna
de esas cosas en este momento. Y Sophie quiere que la deje en paz, al menos por la
tarde.
Aunque es molesto sentirse así, es solo una confirmación de que tomé la decisión
correcta. Porque es una prueba más de que estaba dividiendo mi atención que debería
haber estado en Sophie.
¿Correcto?
Excepto que Sophie ni siquiera quiere tanta atención, una voz que se parece mucho a
los susurros de mi hermano en el fondo de mi mente. Es un eco de una conversación
que tuvimos en Acción de Gracias cuando me dijo que estaba preocupado por mí y
lo aislado que me había vuelto. Que soy un chico sociable y necesito amigos como
mínimo.
Cállate, Brad, le digo a la voz. ¿Qué sabe él de todos modos?
Estoy seguro de que habría pensado que Sarah era buena para mí. Pero también
está enamorado de su novio, ya que acaba de decidir mudarse juntos durante el
verano. Después de la muerte de mamá y papá, dijo que la vida era demasiado corta
y que tal vez se apresuraba, pero que estaban enamorados. Ahora está en esa etapa
repugnante en la que piensa que todos necesitan encontrar una relación como la suya
para ser felices, que las personas solteras no pueden ser felices. O al menos que yo no
puedo ser feliz soltero.
Supongo que es normal que al menos uno de nosotros quiera seguir sus pasos. Y
no me importaría tener eso también. Algún día. Cuando conozca a la persona
adecuada.
Pero no ha habido nadie que haya consumido mis pensamientos y haya puesto
una sonrisa en mi rostro que no desaparezca con solo pensar en ellos.
Hasta Sarah.
Lo peor fue cuando Sophie hizo un berrinche en medio de la cena por recoger el
trozo de brócoli que accidentalmente dejó caer al suelo. Estaba tan fuera de lugar, o
al menos así se sintió en ese momento, aunque su terapeuta dijo que era normal
considerando que el estrés de las fiestas trajo una nueva ola de dolor para todos
nosotros, y todos nos sentamos allí atónitos mientras gritaba como loca, negándose
a hacer algo tan simple y normal.
Tal vez sea lo mejor que Brad y Mallory estén siendo unos idiotas y nos eviten
en Navidad. Sophie y yo podemos pasar un buen rato sin ellos. Abriremos los regalos
y desayunaremos los panecillos de canela que compré ayer en la tienda. CJ y su
familia nos invitaron a la cena de Navidad, así que ella también tendrá tiempo para
jugar con otros niños, lo cual será bueno. Ella pidió una tarde de juego para jugar
con sus hijos después de que estuviéramos allí para la jornada de casa abierta, así que
esto funcionará bien para eso.
—Solo vamos a hacer chispas de chocolate, ¿de acuerdo? Escuché que son las
favoritas de Santa.
Además, las galletas con chispas de chocolate son más fáciles de hacer que las
galletas de azúcar glaseadas y con forma que mamá solía hacer siempre. Y no me di
cuenta de que la masa debía prepararse con anticipación y refrigerarse para eso. Dado
que es tarde en la víspera de Navidad, no tenemos tiempo para eso si queremos dejar
galletas para Santa esta noche.
Una vez que estamos abajo, Sophie corre a la cocina y saca su taburete, luego
recupera su delantal de su gancho dentro de la despensa. Ella se lo pone alrededor
del cuello, luego me presenta su espalda, sosteniendo los lazos detrás de ella.
—Por supuesto.
Me apresuro a atarle un lazo. Cada vez que ayuda a cocinar, tiene que usar su
delantal. Es uno que mamá le hizo, azul con florecitas blancas por todas partes y un
bolsillo en la parte delantera. Lo ha tenido durante más de un año y ha crecido mucho
en ese tiempo. No estoy seguro de qué haremos cuando ya no le quede...
Sin embargo, no voy a pensar en eso ahora. No hay razón para dejar que esa
sensación de melancolía ensombrezca algo que debería ser divertido. Existe una gran
posibilidad de que Sophie se sienta así sola, ya que siempre hacía esto con mamá, y
ni siquiera estamos haciendo el mismo tipo de galletas.
Pero quizás el cambio en el tipo de galleta sea bueno. De esa manera, estamos
creando una nueva tradición propia siguiendo el modelo de la anterior. Esa es una
de las cosas de las que habló su terapeuta, insistiendo en reconocer las viejas
tradiciones incluso si no las continuamos. Algunas las hacemos, como los adornos
que compramos a principios de este mes. Algunas se están transformando, como
hacer galletas con chispas de chocolate.
—¿Qué crees que está haciendo Sarah? —pregunta Sophie mientras me ayuda a
sacar los ingredientes y utensilios que puede alcanzar y llevar—. Es Nochebuena, así
que probablemente esté bastante ocupada, ¿verdad? ¿Ayudar a Santa y todo lo que
hay en el Polo Norte?
—Sí. —Me aclaro la garganta, haciendo todo lo posible por sonar normal y como
si el nombre de Sarah no enviara una punzada de anhelo y arrepentimiento a través
de mi pecho. Me concentro en la receta que está en la parte posterior de la bolsa de
chispas de chocolate, tanto para comprarme un segundo como para averiguar qué
debo hacer a continuación—. Estoy seguro de que esta noche está muy ocupada para
todos los duendes asegurándose de que todo salga sin problemas.
—Eso es lo que pensé —dice Sophie, mirándome medir el azúcar que le entrego
para verter en el tazón—. ¿Tendrá más tiempo después de que termine la Navidad?
—Umm, no estoy seguro. No sé mucho sobre la vida de los duendes —murmuro,
esperando que deje el tema mientras la veo haciendo todo lo posible para mezclar el
azúcar con la mantequilla con la cuchara de madera.
—Sigues.
Levanto mi mano para chocar los cinco que ella entrega con entusiasmo, dejando
un pinchazo atrás.
Le estrecho la mano.
—¡Whoo! Tienes un brazo fuerte en ti. ¿Estás segura de que no quieres jugar al
fútbol cuando seas más grande?
Agarro su mano.
Supongo que puedo lamer el tazón yo mismo. Raspando el borde del tazón con
la cuchara de madera que usé para mezclar, le doy un mordisco a la masa de galletas.
Sophie está parada en lo alto de las escaleras cuando llego a la puerta principal.
No escucho cantar, por lo que parece poco probable que sean villancicos.
¿Quizás alguien entregando galletas de última hora?
Pero lo que encuentro cuando abro la puerta no es nada que hubiera adivinado.
—¡Jo! ¡Jo! ¡Jo! —grita un hombre vestido como Santa, con una barba blanca real
que crece en su rostro. No cualquier hombre, es el Sr. Daniels, quien interpreta a
Santa en el Festival de Navidad. El papá de Sarah.
—¡Feliz Navidad! Estoy buscando una niña especial que necesita una Navidad
muy especial este año. ¿Está Sophie en casa?
—¡Soy Sophie! —chilla, bajando las escaleras lo más rápido que puede y
saltando arriba y abajo frente a Santa—. ¡Hola! ¡Soy Sophie!
La sonrisa de Santa se ensancha aún más y se inclina para no estar por encima
de ella.
—Bueno, sí, lo eres. Y escuché que has sido una chica muy buena este año.
Su rostro se vuelve sombrío.
Los ojos de Sophie se llenan de lágrimas y aprieto los puños a los lados, con
ganas de intervenir, pero no estoy seguro de si realmente debería hacerlo. Hice todo
lo posible para mantener al mínimo los recordatorios de mamá y papá hoy. Quiero
que ella se divierta mañana, que no esté triste todo el día.
Pero su terapeuta me ha dicho una y otra vez que la respuesta es dejar que Sophie
sienta sus sentimientos, validarlos y dejar que la atraviesen. Que debería hacer lo
mismo con los míos, porque reprimirlos e ignorarlos en realidad no los hace
desaparecer. Simplemente los hace crecer.
Así que no interrumpo y, en cambio, dejo que esto se desarrolle frente a mí.
Sophie asiente.
Santa extiende una mano enguantada blanca y ella coloca su mano en la de él.
—Cuando mis padres murieron, estuve muy triste durante mucho tiempo. A
veces todavía me siento triste cuando pienso en ello, a pesar de que murieron hace
muchos años.
Con los ojos muy abiertos y absorta, Sophie dice sin aliento:
—¿Lo hicieron?
Sophie asiente.
Santa le da un apretón en la mano y se pone de pie.
—Ahora. Tengo un saco de regalos para ustedes dos, y la Sra. Claus y un par de
mis duendes vinieron a ayudar. ¿Podemos entrar?
Santa encabeza el camino hacia la sala de estar, la Sra. Claus y los duendes lo
siguen. Y ahí es cuando mi cerebro finalmente conecta todos los puntos. Porque uno
de los duendes es Sarah.
Lleva un atuendo diferente al que recuerdo que usó cuando vino vestida de
duende la primera vez. No le queda tan escotado ni ajustado, y la falda es un poco
más corta. La otra duende es unos centímetros más alta, pero se parece a Sarah lo
suficiente como para asumir que son hermanas.
Especialmente no de Sarah.
Pero al mismo tiempo, Sophie está tan emocionada. Ella se adelanta al Santa y
la Sra. Claus y los duendes, contándoles todo sobre nuestro árbol de Navidad y
señalando los adornos y diciéndole a Santa que estamos haciendo galletas con
chispas de chocolate porque escuché que eran sus favoritas.
Santa y la Sra. Claus se acomodan en el sofá y él coloca su saco entre los muslos
abiertos.
—Bien, ahora. Veamos qué tenemos aquí para usted, señorita Sophie.
Estoy un poco abrumado, porque es un gran saco y parece estar lleno de regalos.
¿Qué le consiguieron?
Hago un gesto con la cabeza hacia la cocina, queriendo hablar con ella y
averiguar qué está pasando. Pero ella niega con la cabeza.
Santa saca un regalo envuelto en papel rojo brillante con árboles de Navidad
verdes por todas partes y un gran lazo rojo en la parte superior. Sarah lo toma y se
agacha para entregárselo a Sophie.
Con los ojos muy abiertos, Sophie mira del regalo al rostro de Sarah.
—Te he extrañado —dice Sophie en voz baja, pero lo suficientemente alto como
para escucharlo.
—Yo también te he extrañado —dice Sarah—. Pero estoy aquí ahora, y estoy
muy emocionada de verte abrir tus regalos.
Aun así, estoy haciendo todo lo posible para venderlo así. Especialmente porque
eso es lo que pretendo decirle a Shane cuando finalmente tenga la oportunidad de
llevarme a un lado y decirme que no debería haber organizado esto.
Pero es una lástima para él. Porque la reacción de Sophie al ver a mi papá
aparecer en su puerta vale la pena lidiar con la ira de Shane. Esta niña se merece algo
especial después del año que tuvo.
Shane también lo hace. Pero no puedo obligarlo a aceptar eso. Una visita de
Santa no es suficiente para hacer su año, incluso si la Sra. Claus logró hacer que
suceda un milagro navideño.
Y aunque una parte de mí había esperado que tal vez yo pudiera ser el punto
brillante de su vida en este momento, él claramente no quiere eso.
Finalmente le dije a Olivia, y aunque ella en realidad no dijo en voz alta “Te lo
dije”, ambas sabíamos que estaba muy implícito. Aun así, vino a ver películas y
comió pasta y brownies conmigo cuando finalmente la llamé, y me dejó interrumpir
las películas un millón de veces para derramar todas mis frustraciones y tristeza por
la forma en que terminaron las cosas con Shane.
Después de esto, lo dejaré en paz. Porque, como dijo Olivia, debería haberle
creído cuando me dijo que no estaba en condiciones de tener una relación. Me dijo
la verdad. Debería haber escuchado.
Supongo que podemos considerar esto como una experiencia de aprendizaje. Las
relaciones de amigos con beneficios no funcionan para mí después de todo.
—Mientras abren sus regalos, tenemos otra sorpresa especial para los dos —dice
mamá con su voz de Sra. Claus.
Me da una sonrisa educada cuando pasa, y cierro la puerta detrás de ellos, viendo
cómo la conmoción desaparece del rostro de Shane cuando se da cuenta de que sus
hermanos están aquí.
—¡Shane dijo que no vendrían! ¡Pero están aquí! —grita Sophie, deleite claro en
su voz—. ¡Santa Claus los trajo a mí para Navidad!
Ella envuelve sus brazos alrededor de los cuellos de Brad y Mallory a su vez.
Cuando Brad da un paso atrás, su novio se adelanta y le rodea los hombros con
un brazo, inclinando la cabeza para murmurar algo que no puedo oír.
Por un lado, todos los hermanos pertenecen bajo un mismo techo. Por otro lado,
este es el final de mi participación en la vida de Shane. Ya no me voy a insertar donde
sé que no me quieren. Donde no soy bienvenida. Realmente nunca lo fui.
Simplemente me abrí paso a la fuerza, y aunque sí, obviamente nuestra atracción era
mutua, él siempre dudaba en ceder por completo. Debería haber mantenido mi
distancia hace mucho tiempo.
—Esto fue bueno —dice en voz baja—. Obviamente hay más en esta historia que
un favor entre vecinos, niña triste en la mezcla o no. No sé qué pasó, pero puedo
decir que estás triste. Pero pase lo que pase, esto es bueno. Gracias por invitarme.
Shane llena la tetera y ofrece chocolate caliente para todos, y aunque quiero
rechazarlo, no puedo. No con todos los demás aceptando.
Pero Shane me entrega mi taza personalmente, sus ojos oscuros sosteniendo los
míos.
Vuelvo a poner los labios entre los dientes para no soltar algo de lo que me
arrepienta de haber dicho más tarde. Algo como, ¿podemos volver a cómo eran las cosas?
Prometo no volver a dormirme en tu sofá. Te extraño. Me duele el corazón de no verte. Creo que
podría haberme enamorado de ti.
Abre la boca como si quisiera decir algo, la cierra y mira a su alrededor como si
quisiera asegurarse de que nadie nos esté prestando atención.
Pero, por supuesto, Nora, que todavía está de pie junto a mí, está bebiendo su
taza y prestándonos toda su atención. Cuando él la mira, ella solo levanta las cejas
como si lo invitara a continuar.
Me encojo de hombros.
—Tuve ayuda.
—Quiero decir, obviamente. Pero fue idea tuya. —Es una declaración, no una
pregunta—. Esto tiene todo escrito que fuiste tú, incluido hacer que Brad y Mal
regresen a casa.
—No puedo tomarme demasiado crédito por ellos. Le mencioné a mi mamá que
sabía que te gustaría que volvieran a casa y que quería intentar que sucediera, pero
no sabía cómo. Ella dijo que lo dejara en sus manos, y…
Tan pronto como él está con su hermano y hermanas, de espaldas a mí, Sophie
se desliza de su asiento y se acerca a mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi
cintura.
Las lágrimas pinchan mis ojos, porque si evito a Shane después de esto, significa
que necesariamente también estoy evitando a Sophie. Y eso me pone igual de triste
de diferentes maneras y por diferentes razones. Sophie ha sido una chispa brillante
para mí. Un recordatorio de por qué me encanta hacer lo que hago, por qué
administrar la tienda y diseñar adornos es tan importante para mí, lograr iluminar la
vida de alguien en medio de la oscuridad. Es por eso que mis padres iniciaron el
Emporio de la Navidad en primer lugar, para traer alegría a la vida durante todo el
año. Y por qué han trabajado tan duro para que el Festival de Navidad sea un éxito.
Shane vuelve a mirarme a los ojos y asiente con la cabeza después de que libero
a Sophie y ella corre de regreso para reunirse con su familia. Obligo una sonrisa a
cambio, pero me quedo al margen, sin unirme al grupo principal. He hecho lo que
vine a hacer. No me voy a centrar en su historia más de lo que ya lo he hecho.
Frotándome los ojos, alcanzo mi teléfono y miro la hora. Son poco más de las
seis y media de la mañana.
—¡Apresúrate! —ordena.
—Solo a Mallory.
Riendo, me pongo de pie y me rasco el estómago. Estoy seguro de que salió bien.
Pero Mallory está durmiendo en el suelo de la habitación de Sophie, así que no es de
extrañar que esté despierta. Estoy seguro de que despertarán a Brad y Evan tan
pronto como bajemos.
Hago que Sophie espere para abrir los regalos hasta que haya preparado café
para todos. Porque si bien ella puede estar llena de energía, el resto de nosotros no.
Mallory, Brad y Evan condujeron aquí ayer, juntos, porque Mallory estaba en el área
de Seattle con la familia de su novio, y aunque todos dijeron que no fue un mal viaje,
todavía es agotador, especialmente con las condiciones de conducción en invierno.
Además, nos quedamos despiertos hasta muy tarde anoche después de que Sophie se
fuera a la cama, hablando y compartiendo historias y recuerdos de las Navidades
cuando éramos niños. Así que ninguno de nosotros ha dormido más de unas cinco
horas.
Riendo, paso una mano por su cabello que le pidió a Sarah que trenzara antes de
irse. Después de que Sarah terminó y le dio a Sophie ese abrazo extra largo con los
ojos cerrados, me preocupé que pudiera empezar a llorar.
—No creo que te guste el café, Sophie bug —le digo, levantando su trenza—.
¿Qué tal chocolate caliente en su lugar?
—¡Bien! —Salta con sus pantuflas de duende que combinan con su pijama,
dando vueltas por la habitación, abrazando a Brad, luego a Evan, que todavía parece
sorprendido cada vez que le muestra afecto, y finalmente Mallory, que gime mientras
la levanta en su regazo en el taburete de la barra—. ¿Cuánto pesas, Soph? Te juro que
has crecido en el último mes.
Una vez que todos tenemos nuestras tazas, nos dirigimos a la sala de estar.
—Soph, deberías repartir los regalos ya que ahora eres un duende honorario —
sugiere Mallory.
Mientras esperamos a que Sophie reparta todo, Brad se inclina hacia mí.
Alzando las cejas, lo miro por encima del borde de mi taza de café.
—Bueno, me convertí en su tutor este verano. Las cosas fueron un poco difíciles,
pero creo que lo estamos logrando.
—¿Cuál?
—Deja la mierda, Shane. Sabes cual. ¿Crees que te voy a acusar de perseguir a
alguien ilegal? —se burla de nuevo.
—Yo también. Me alegro de que hayas venido conmigo esta vez. Que estés aquí
también ayuda. Además, no quería pasar nuestra primera Navidad viviendo juntos
en diferentes ciudades.
—Ahora. Creo que tu hermano te hizo una pregunta. Y me muero por saber la
respuesta también. ¿Veremos a Señorita Duende esta tarde?
—No —respondo, mi voz ronca.
Me aclaro la garganta.
Como nuestro plan era que solo Sophie y yo nos uniéramos a ellos para la cena
de Navidad, le envié un mensaje de texto anoche y le hice saber sobre nuestras
adiciones de último minuto. Nos extendió la invitación con entusiasmo a todos,
afirmando que siempre hacían suficiente comida para alimentar a un pequeño
ejército de todos modos y que habría mucho para todos.
—Está bien —dice Evan lentamente—. Pero hay algo entre ustedes dos, ¿verdad?
Quiero decir, todos lo vimos tan claro como el día.
—¿Qué?
—Sin embargo, no ha venido mucho esta semana —dice Sophie, su voz pierde
su entusiasmo y adquiere la tristeza que no había escuchado tanto en las últimas
semanas—. Creo que probablemente esté ocupada con la Navidad. —Ella me mira—
. Dado que Navidad es hoy, ¿crees que tendrá más tiempo para venir después de esto?
—Sí, Shane —interviene Brad, su voz toda falsa inocencia—. ¿Tendrá más
tiempo para venir y... jugar?
—¡Eso espero! —dice Sophie, sin entender el significado de Brad o las sonrisas
que pasan entre mis hermanos.
—Ah, bueno, no estoy seguro de cuánto tiempo libre tendrá para venir aquí,
incluso después de Navidad. Creo que todos los duendes se van de vacaciones
después de Navidad.
Miro a mis hermanos en busca de ayuda, pero todos me miran con el ceño
fruncido, incluso Evan. Gracias chicos. Muy útil. Ni siquiera estaríamos en esta
posición si no hubieran empujado el tema y luego hubieran involucrado a Sophie en
la conversación.
—Pero… —repito a un volumen más normal—. Pero tal vez después de que
regrese de las vacaciones. Como dijiste, los duendes trabajan muy duro,
especialmente antes de Navidad. Deberían tener un descanso, ¿verdad?
—Y pudimos verla ayer con su disfraz de duende. Fue una agradable sorpresa,
¿no?
Ella me da una pequeña sonrisa, luego se abre camino a través del laberinto de
regalos y me alcanza.
—Por supuesto, Sophie bug. Sabes que siempre te daré abrazos cuando los
necesites.
—¡Sí! ¡Regalos!
—Bien. ¿Deberíamos turnarnos para abrir uno a la vez, o cada uno abrir todos
nuestros regalos uno a la vez, o todos abrir todos a la vez?
—¿Por qué no vas primero? Quiero ver lo que tienes. Y luego el resto de nosotros
abriremos nuestros regalos. Después de eso, tendremos rollos de canela.
Shane
CJ y Maryanne nos saludan a todos con sonrisas y brazos abiertos, derrochando
sobre la botella de vino que traje y agradeciéndonos por contribuir con las tartas. Solo
estábamos dispuestos a traer una, pero con las adiciones de último minuto, pensé que
un postre extra sería una buena idea. Había planeado llevar la tarta de manzana para
la que había comprado los ingredientes, y Mallory encontró una receta para un pastel
de crema de chocolate con los ingredientes que teníamos a mano. Sophie ayudó, por
supuesto, mientras Brad y Evan miraban desde la barra del desayuno,
interrumpiéndonos como los viejos de los Muppets.
Tomando mi copa de vino mientras veo a Sophie jugar con los niños de CJ en el
medio de la sala de estar, dejo escapar un suspiro.
CJ me mira a los ojos y levanta una ceja. Le doy una sonrisa forzada, y está claro
que no se lo traga cuando se aparta de su lugar contra el mostrador y se dirige hacia
mí.
CJ se ríe.
—Tonterías.
—¿Perdón?
Él niega con la cabeza.
—Eso es una tontería. Esa niñita no quiere ni necesita toda tu atención las
veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. En este momento, por ejemplo,
estás aquí conmigo mientras ella juega felizmente con mis hijos. Y que seas feliz de
ninguna manera constituye un descuido de tu hermana pequeña. Así que estoy
diciendo que es una tontería esa excusa para terminar con algo bueno. Intentar otra
vez.
—CJ…
—El caso es que Sarah organizó todo eso. Para ti. ¿Y ella sacó algo de eso?
—No —murmuro, mirando un lugar en la pared detrás de él, sin querer mirarlo
a los ojos.
—No —repite—. Ella no lo hizo. Ella solo lo hizo porque quería mejorar tu
Navidad. Y la mejor manera que pudo ver para hacer eso fue hacer feliz a Sophie —
mostrándome su pulgar, claramente preparado para contar cosas—, y unir a tu
familia. Porque si alguien conoce la importancia de la familia en Navidad, es la mujer
que creció siendo una duende y luego se hizo cargo de la tienda navideña de su
familia. —Me golpea el hombro—. Ahora saca la cabeza de tu culo y arregla esto.
—Este fue el peor verano de todos los tiempos. —Mi garganta está empezando
a obstruirse, y me aclaro, odiando las lágrimas que me llegan a los ojos y la forma en
que mis senos nasales ya se están llenando, maldita sea. Me aclaro la garganta de
nuevo, con más fuerza—. Me arrojaron en el fondo, hombre. Siempre pensé que
cuando fuera padre, tendría mis propios padres para pedir consejo. En cambio…
Levanto una mano y gesticulo débilmente hacia la casa, luego me limpio los ojos
con la palma de la mano.
—En cambio, tengo una niña de seis años en duelo que me necesita todo el
tiempo, citas de terapia interminables para los dos, sin calentamiento, sin crecimiento
gradual para lidiar con las rabietas o cómo mejorar las cosas. Demonios, apenas la
conocía como persona. Yo era el tío divertido que venía a pasear con ella en las visitas
y le llevaba regalos antes de esto. Y ahora soy básicamente su padre, hago las citas
con el médico y la llevo a la escuela, busco niñeras, le compro la ropa para la escuela
y me aseguro de que tenga botas de invierno que le queden bien y sean lo
suficientemente abrigadas y cómodas.
CJ también se ríe.
—Que ella es la indicada. —Extiende las manos—. Apuesto a que puedo señalar
cuándo finalmente la dejaste entrar, porque empezaste a cambiar. Fue lento al
principio, pero… —Él niega con la cabeza—. Eras diferente. Más ligero. Más feliz.
Incluso los chicos lo notaron y lo comentaron. Empezaste a tener una pequeña charla
con otros profesores además de mí. El personal de la oficina empezó a tener menos
miedo de ti. Todo en unas pocas semanas. Imagínate cómo podría ser la vida en unos
meses. O unos pocos años.
Mierda.
—No.
Trago saliva y vuelvo a mirar fijamente a la pared. Él tiene razón. Una vez más,
tiene toda la razón.
—Sí. Lo sé. Por eso estamos teniendo esta charla. ¿Qué vas a hacer al respecto?
Ayer fue genial. Sophie estaba encantada con la visita de Santa y todos sus
regalos extra, y tanto ella como Shane estaban obviamente sorprendidos y felices por
la aparición inesperada de sus otros hermanos. Mi plan funcionó. Hice lo que me
propuse hacer.
Y sin embargo… hoy no me está haciendo nada. Saber que hice mejor la
Navidad de Shane y Sophie no me hace feliz. Quiero decir, me alegro, obviamente.
Shane no estaba enojado, lo que en sí mismo fue una gran victoria. Y todos merecen
una buena Navidad juntos.
Entonces, ¿por qué no me hace sentir mejor saber que ayudé a lograrlo?
—Necesito descubrir por qué la hija que más ama la Navidad que cualquiera de
mis hijos está triste hoy. Normalmente estás tarareando villancicos todo el día,
brincando y ofreciéndote a ayudar, sonriendo como si hubieras recibido lo que más
deseabas cada vez que alguien abre un regalo... Y hoy, estás deprimida como si tu
perro acabara de morir. Y como sé que no tienes perro...
Riendo, miro hacia otro lado, envolviendo mis brazos alrededor de mi torso.
—Y aun así…
—Y aun así.
—Me di cuenta de que era importante para ti por la forma en que nos pediste
que te ayudáramos. Siempre te ha gustado hacer cosas por los demás. Es una de las
cosas que más amo de ti. Pero normalmente las haces por tu cuenta. Como cuando
le entregaste el mensaje y se lo presentaste a Sophie después de que visitaron a Santa.
Es un pequeño gesto, en el gran esquema de las cosas. No requiere mucho esfuerzo
de tu parte necesariamente. Pero hizo una gran diferencia para esa niña. Le diste un
poco de consuelo en lo que debe ser un momento difícil para ella. Y por lo general,
ahí es donde termina.
—Pero no esta vez —repite, frotando mi espalda—. Está bien estar triste, Sarah.
Está bien tener el corazón roto. Quizás lo que sea que pasó entre ustedes no duró
mucho. Eso no hace que tus sentimientos sean menos reales o válidos. Simplemente
no dejes que esto mantenga tu corazón bloqueado. Me alegré de verte dejando entrar
a alguien por una vez. No dejes que esta experiencia que no funcionó a largo plazo
te arruine para la siguiente que podría hacerlo, ¿de acuerdo?
Ella enmarca mi cara en sus manos cuando me aparto, dándome una sonrisa
amorosa.
—Tienes un gran corazón. Y creo que eso te protege de formas que otros no
necesariamente reconocen. Tener un gran corazón significa que puede lastimarse
fácilmente. Pero a veces vale la pena arriesgar el dolor para experimentar la alegría.
Asiento con la cabeza y sus palabras tienen mucho más sentido para mí ahora
que hace un mes. Lo que Shane y yo tuvimos pudo haber sido de corta duración,
pero estuvo lleno de alegría mientras duró. No puedo decir necesariamente que valió
la pena dado que aquí es donde terminé. Pero supongo que tampoco me sentiré así
para siempre.
—Muy bien, llevemos el jamón al horno para que esté listo a tiempo para la cena
—dice mamá, apartando las manos de mi cara y poniéndose manos a la obra.
Tres horas más tarde, después de ducharme y ponerme uno de mis suéteres
navideños favoritos, estamos todos reunidos alrededor de la mesa, listos para
atiborrarnos de jamón, puré de papas, camotes, brócoli bañado en salsa de queso, el
famoso aderezo de pan de maíz de mamá y ensalada de arándanos. Para el postre,
hay una selección de tartas, tanto compradas en la tienda como caseras.
—Ugh. Te odio.
Solo se ríe.
Tararea pensativo.
—No.
Hundo mi mano debajo de la cintura de sus jeans, agarro su ropa interior y tiro.
Dylan se ríe, pero no parece que vaya a venir a ayudarme a darle un calzoncillo
chino a nuestro hermano. Eso significa que estoy sola. Arrastrando mis dedos
helados por su costado, comienzo a clavar mi pulgar entre las costillas de Ty, lo que
tiene el desafortunado efecto secundario de hacer que su brazo se apriete más
alrededor de mi cuello.
—¡Ay! —grita.
—¡Déjame ir!
Suspira sonoramente.
—Lo juro. Realmente pensé, que ya que ambos ya tienen más de veinte años,
habrían superado esto.
Ugh. Me alegra que viva en Vancouver y ahora solo vuelva a casa una o dos
veces al año. Su novia muy seria no es fanática de Arcadian Falls, por lo que rara vez
se une a él, lo que significa que solo lo visita unos días a la vez.
Dado que todavía actúa como si tuviera doce años en lugar de veintiséis, no me
molesta demasiado la brevedad de sus visitas.
—Lo siento, mono —dice, todavía con el apodo que decidió ponerme cuando
estaba en la secundaria.
Coloca una mano en su pecho, haciendo un buen trabajo luciendo herido bajo
su barba de montañés.
Cuando ella no está mirando, le saco la lengua a Ty. Si vamos a ser jóvenes,
también podríamos inclinarnos, ¿verdad?
Él solo se ríe y alcanza el puré de papas. Sin embargo, me llama Sarah la próxima
vez que se dirige a mí, así que lo contaré como una victoria.
Todos se detienen y se miran unos a otros, para ver si alguien podría saber quién
podría ser o por qué. Pero está claro que todos estamos igualmente desconcertados.
Papá se limpia la boca con una servilleta y echa la silla hacia atrás, pero mamá
le hace un gesto para que se vuelva.
—No, no. ¿Y si hay un niño ahí fuera? No deberían ver a Santa abriendo la
puerta.
—Sí, una barba blanca. Que se parece al Santa Claus al que le dieron su lista de
Navidad la semana pasada.
Ty y yo intercambiamos miradas divertidas mientras papá deja escapar un
suspiro exasperado.
—Estás bien. Siempre estoy feliz de estar sentado a tu lado y comer tu deliciosa
comida.
Cruzando los brazos, me muevo hacia la sala de estar, mirándolo. Tiene las
manos metidas en los bolsillos de su abrigo, la nieve derretida unida a sus botas. De
hecho, hoy está usando jeans, noto con sorpresa. Creo que puedo contar con una
mano la cantidad de veces que lo he visto en otra cosa que no sean pantalones de
chándal o pantalones de pijama. O sin pantalones.
Pero no voy a dejar que mi mente siga vagando por ese camino. Él lo terminó.
—¿Hay algo mal? —pregunto, devanándome la cabeza para pensar en algo que
lo haría venir aquí el día de Navidad para hablar conmigo—. ¿Sophie está bien?
—Ella está bien. Estupendo. A ella le encantó la visita de Santa que organizaste
ayer y estaba absolutamente encantada cuando se despertó esta mañana y descubrió
que Santa tampoco se había saltado nuestra casa para su visita nocturna. —Se pasa
una mano por el cabello y luego lo frota por la cara, sus ojos se mueven detrás de mí
por un segundo, antes de volver a los míos—. Supongo que ella estaba preocupada
por eso anoche. Sin embargo, nunca me dijo nada al respecto.
Ty finalmente me mira.
—¿Segura?
—Sí. Está bien. ¿Cuál es tu asunto? Creo que nunca vi este tipo de rutina
protectora de hermano mayor cuando éramos niños. ¿Por qué ahora, de todos los
tiempos?
Gruñe.
—Quítate las botas —le digo a Shane—. Todos mastican lo más silenciosamente
posible para escuchar nuestra conversación. Si quieres privacidad, tendremos que ir
a mi habitación.
Asintiendo, dobla y desata los cordones de sus botas, sacándolas con cuidado
para no pisar los puntos húmedos que dejó la nieve derretida que dejó en él. Cuando
está parado frente a mí, respira profunda y temblorosamente. y me da una sonrisa
preocupada.
—Lidera el camino.
Después de girar en círculo para asimilar todo, Shane se concentra en mí, donde
estoy frente a la puerta cerrada, con las manos en los bolsillos. El anhelo desnudo en
su rostro es sorprendente e inquietante. Me aclaro la garganta y aparto la mirada, sin
saber qué hacer con eso.
Terminó las cosas entre nosotros. Se supone que no debe mirarme así. Ya no.
—Sarah. —Respira—. Soy un idiota. Te extraño mucho. No debería haber
terminado las cosas, especialmente no así. ¿Puedo —se aclara la garganta—, me
darás otra oportunidad? ¿Por favor?
Shane
Tan pronto como las palabras salen de mi boca, Sarah se congela. Ni siquiera
creo que esté respirando.
Eso se confirma cuando toma una gran bocanada de aire, parpadeando hacia mí,
frunciendo el ceño, las comisuras de la boca hacia abajo.
Extiende una mano, con la palma hacia afuera, como si quisiera detenerme
aunque no me haya movido.
Soltando un suspiro, me froto la cara, sin perderme la forma en que sus ojos
brillan ante el sonido de mis dedos rascándome la barba. Tengo que esconder una
sonrisa. A ella siempre le gustó cuando hacía eso, incluso yendo tan lejos como para
frotar sus dedos a través de ella cuando estábamos juntos en el sofá, nuestros cuerpos
enredados y saciados.
Quiero ir hacia ella, tomarla en mis brazos y besar su confusión. Sentir la forma
en que su cuerpo se ajusta al mío. Como si perteneciera allí.
Pero con su mano levantada así, no me atrevo. Dejando caer mi mano, la miro
a los ojos, odiando el dolor y la confusión allí. Odiando que sea mi culpa.
Odio no estar seguro de nada de lo que haga, cualquier cosa que diga, pueda
quitármelo. Podría haber jodido todo de forma permanente. Y ese pensamiento me
desanima.
—Lo siento mucho, Sarah. Entré en pánico. Eso no es una excusa, y entiendo
que manejé todo mal, lo que nos obligó a ocultar una relación que no ha sido más
que buena. Para mí, de todos modos. Y tal vez esto me convierte en una mierda
egoísta, quererte de vuelta cuando antes no te ofrecía nada que valiera la pena.
Quizás ahora tampoco veas una relación conmigo que valga la pena. Pero al menos
tenía que intentarlo. E incluso si de verdad no quieres tener nada más que ver
conmigo, al menos te debo una disculpa.
—Lo siento mucho, Sarah. He manejado todo mal desde el principio. Besándote
y luego disculpándome y luego besándote de nuevo. Y luego obligándote a mantener
todo entre nosotros en secreto.
Ella sonríe.
—Dios, no. Eso nunca ha sido una pregunta. Definitivamente te quiero. Siempre
te he querido.
Cierro la boca ante las palabras que quieren escapar: te amo. Puede que sea un
idiota, pero sé que ahora no es el momento adecuado para lanzar esa bomba.
—Por favor, créame que ese nunca ha sido el problema. —Respiro hondo—. El
problema siempre ha sido si tengo suficiente para dar a una relación. Yo nunca... —
Apreté los labios, me aclaro la garganta y niego con la cabeza—. Nunca he tenido
una relación seria. Y ahora que soy el tutor de Sophie...
—Hice todo mal contigo. —Me las arreglo después de un momento, mi voz
ronca en mi garganta—. Pensé que una relación me haría peor, pero lo que realmente
hizo fue mejorarme. Estaba más feliz cuando estaba contigo que antes o después. Y
espero que tú también estés feliz conmigo. Siempre parecías estarlo cuando estabas
con nosotros, pero…
Parpadeo ante eso, la esperanza llena mi pecho, haciéndome sentir más ligero.
Pero mi cerebro se enreda con el comentario sobre sus adornos.
—Eres increíble —digo sin aliento—. Mencionaste que diseñaste adornos, pero
no me di cuenta de que teníamos alguno de ellos. ¿Por qué no me lo dijiste antes?
Dejo escapar un suave gemido, luego la acerco y la rodeo con mis brazos.
—No quiero distancia. Realmente nunca lo hice. Simplemente no sabía cómo
ser padre y pareja. Pero si se parece en algo a lo que estábamos haciendo, creo que
podemos lograrlo. Si me das la oportunidad de intentarlo.
—¿Sí?
—Sí.
Una gran sonrisa se apodera de mi rostro, agacho mi cabeza y reclamo sus labios.
Se empuja contra mí, devolviéndome el beso, abriéndose para mí, deslizando su
lengua contra la mía.
Un grito desde el otro lado de la puerta nos hace separarnos y el rostro de Sarah
se enrojece.
—Oh, Dios mío —murmura, cubriéndose las mejillas con las manos y
sacudiendo la cabeza—. ¡Váyanse! —le grita a la puerta—. ¡Se suponía que íbamos
a hablar en privado!
—Oh, por favor —dice una voz femenina desde el otro lado—. Tenías que saber
que no podíamos esperar tanto.
Saliendo de mis brazos, Sarah se gira y abre la puerta de un tirón para revelar a
su hermana parada allí con una sonrisa impenitente en su rostro.
—¡Mamá! —grita ella lo suficientemente fuerte como para que los vecinos
probablemente puedan escuchar—. ¡Se besaron y se reconciliaron! ¡Sarah tiene
novio!
Lo último lo dice con una voz cantarina que vuelve a sonrojar a Sarah.
Riendo, envuelvo un brazo alrededor de ella y la beso en la sien. Se gira y me da
un beso rápido en los labios.
Me encojo de hombros.
Se vuelve hacia mí, tirando de mi cara hacia abajo para otro beso.
—Por supuesto. Estás bien. Nos despediremos de mi familia. —Ella agita una
mano—. Los veo todo el tiempo de todos modos. Bueno, excepto a Ty, pero está
bien. —Una sonrisa se apodera de su rostro—. Iré contigo.
Le doy otro beso, porque puedo, y se siente bien poder hacerlo con tanta libertad.
—Suena perfecto.
Sus dedos se entrelazan con los míos, me lleva al comedor, donde todos están
sentados en sus asientos, comiendo tranquilamente como si no estuvieran
preocupados por nosotros. Sin embargo, las grandes sonrisas en los rostros de todos
los delatan.
—Lo espero.
Una vez que estamos en el auto con el calor ardiendo, miro a Sarah por el rabillo
del ojo. No puedo evitarlo. Dándome la vuelta, la alcanzo, ahueco su mejilla en mi
palma y la atraigo hacia mí para darle otro beso. Este es más largo, más profundo y
más buscado que la mayoría de los que compartimos en el interior. Si bien es posible
que tengamos una audiencia desde su ventana principal, al menos nadie nos va a
interrumpir de repente. Siento que las posibilidades de que se pongan botas y un
abrigo solo para interrumpir nuestro beso son escasas, al menos.
—Deberíamos irnos —murmura—. Antes de que salgan a ver por qué no nos
hemos ido todavía.
Pero eso se alejó rápidamente cuando Shane me levantó en sus brazos y me tiró
en su cama, trepó por encima de mí y me besó como un hombre hambriento al que
se le presenta un festín de cinco estrellas.
Le devuelvo el beso con la misma avidez. Si bien solo hemos estado separados
por menos de una semana, parece mucho más que eso. Y fueron cinco días pensando
que nunca volvería a tocarlo así o que nunca volvería a tocarme así. Cinco días de
tristeza y dolor y deseando lo que pensé que no podía tener.
Y ahora estoy aquí, con mis manos deslizándose debajo de la camiseta henley
oliva de manga larga de Shane, trazando el arco de su caja torácica, los contornos de
su pecho, la suavidad del vello de su pecho haciendo cosquillas en mis palmas.
Suspira en mi boca, su peso se posa contra mí cuanto más tiempo estamos así, y
cuando se echa hacia atrás, apoyándose en los codos, aparta el cabello de mi cara,
sus ojos rebosantes de calidez y afecto.
Su mirada vaga por mi rostro antes de volver a mis ojos, una suave sonrisa se
dibuja en sus labios.
—Bien. Es bueno saber que no estoy solo. —Me besa rápido—. ¿Ahora puedo
quitarte la ropa?
Empuja hacia atrás para sentarse sobre sus talones, extendiendo los brazos a
modo de invitación.
Dios, me encanta sacarle estas reacciones. El solo hecho de que lo toque lo hace
sacudirse contra mi mano a través de su ropa. Y cuando deslizo mis dedos dentro de
la cintura de su ropa interior, maldice contra mis labios, lo que me hace sonreír de
satisfacción.
Con una risa, lo suelto y lo ayudo a quitarme el suéter, mi risa crece cuando me
lanza una mirada de mal humor al descubrir la camisola que tengo debajo. Se pone
de pie y se deshace de mi suéter mientras se quita los pantalones y la ropa interior,
sus ojos nunca abandonan mi cuerpo mientras me quito la camisola y me estiro para
desabrochar mi sostén. Desliza las correas por mis brazos, tirando el sujetador a un
lado una vez que está libre.
Inclinándose sobre mí, toca mis pezones con la lengua mientras desabrocha mis
jeans y desliza su mano dentro, sus dedos masajean y provocan antes de deslizarse
hacia atrás para rodear mi abertura, recogiendo algo de mi humedad y pintándola
sobre mi clítoris.
Ella me da una mirada que dice que aprecia el cumplido pero que no confía en
mi evaluación.
—Ya que me he ido por más de dos horas y cuando me fui fue con la misión
declarada de tratar de arreglar las cosas contigo y ahora vas a regresar conmigo... sí,
hay una buena posibilidad de que los adultos descubran qué hemos estado haciendo.
—Estudio sus mejillas rosadas y sus ojos bajos por un segundo—. ¿Es eso suficiente
para que no quieras venir conmigo? Puedo llevarte a casa si quieres...
—¡No! No, no quiero eso. Quiero ir contigo. Solo necesito prepararme, eso es
todo.
—No dejaré que nadie te acose, te lo prometo. Además, hay niños allí. Nadie
puede ser demasiado abierto en sus bromas si no quiere responder preguntas que no
está preparada para responder.
—Buen punto. —Ella me da una rápida sonrisa, toma aire y asiente—. Está bien.
Terminemos con esto.
—Ese es el espíritu.
Estaba preparado para que esta fuera la peor Navidad de mi vida, y aunque
definitivamente desearía que mis padres todavía estuvieran aquí, de alguna manera
se perfila para ser bastante buena de todos modos. Entre CJ y Maryanne adoptando
a mis hermanos y a mí como una especie de familia extendida y ahora Sarah...
Realmente no podría pedir más.
Sophie corre hacia mí y me abraza, luego lanza sus brazos alrededor de la cintura
de Sarah.
—¡Sarah! ¡Sarah! ¡Estás aquí! ¡Santa me trajo aún más regalos anoche! ¿Trajiste
más regalos hoy?
—Soph —le advierto, pero Sarah niega con la cabeza y se ríe, agachándose para
devolver el abrazo de Sophie.
—Hoy no. Sin embargo, parece que te fue bastante bien en el departamento de
regalos.
Sarah me mira a los ojos y me da otra gran sonrisa mientras se quita el abrigo y
las botas y se sienta en el suelo con Sarah. Maryanne entra y toma el equipo de
invierno de Sarah antes de ir a buscar el mío también.
Estamos todos reunidos en el patio trasero de mis padres para una fiesta de
compromiso, y todos los que son importantes para los dos, están aquí.
—Uno pensaría que no creció en la misma familia por lo tonto que es. ¿El evento
de Navidad en julio?
—Sin embargo, ella tiene razón —agregué, no queriendo que la disputa entre Ty
y Olivia se intensificara.
La mano de Shane cae sobre mi hombro y se inclina para besarme con una
sonrisa.
—Estaba tan cerca de terminar, solo quería hacerlo. Pero ya está listo. Me
detendré hasta mañana, lo prometo.
Me vuelvo para mirarlo y le rodeo los hombros con los brazos, levantando la
cara para otro beso.
Miro a Ty, quien pone los ojos en blanco hacia mí. Levantando un hombro en
un pequeño encogimiento de hombros, miro a Olivia, que todavía mira a Ty.
—¿Se enredaron o algo así? —pregunta Shane—. Porque la forma en que están
actuando parece que algo pasó y él no llamó.
¿Lo hicieron?
Eso parece poco probable, ya que no he escuchado nada sobre Ty y su novia
rompiendo o incluso teniendo problemas.
Pero cuando miro entre ellos y rebobino todas sus interacciones en esta visita:
las discusiones, los comentarios, la forma en que Olivia parece en general enojada
por la existencia de Ty.
Shane tiene razón. Parece que algo debe haber sucedido entre ellos.
Poniendo los labios entre los dientes para tratar de contener la risa, niego con la
cabeza.
—Eso no es mejor.
—Dile que seguramente tiene mejores cosas que hacer que acosarme en este
momento. ¡Estoy ocupada!
—Te lo aseguro, no lo hago. —La voz de Ty se escucha a través de la puerta
entreabierta.
—¿Por qué les está tomando tanto tiempo, señoritas? —Mira el reloj en su
muñeca—. Se suponía que íbamos a empezar hace cinco minutos.
Casi espero que Olivia pisotee, pero no lo hace. En cambio, toma una respiración
profunda y observa fríamente a mi hermano.
—Ella es la novia. Estará lista cuando esté lista. —Agita la varita de rímel en su
mano dramáticamente—. Una novia nunca llega temprano o tarde, siempre llega a
tiempo. Ahora, si quieres que sea más temprano que tarde, ¡déjanos en paz para que
podamos terminar!
—Sí, señora.
Es una simple pieza de gasa transparente unida a una peineta. Mamá se mueve
detrás de mí y desliza la peineta debajo del moño en la parte superior de mi cabeza
para que la tela caiga por mi espalda. Ella lo esponja y lo extiende, aclarándose la
garganta mientras lo hace.
—No —declara Olivia en voz alta—. Nada de eso. Ya tenemos gente que nos
regaña por llegar tarde. No tenemos tiempo para arreglar el maquillaje arruinado por
el llanto. Detente ahora mismo.
—Estoy lista.
Lleva un vestido de satén rojo rubí hasta la rodilla que combina con los vestidos
de las damas de honor, y sonríe ante mi cumplido.
Olivia sostiene una canasta blanca llena de pétalos de rosas rojas, el asa envuelta
con una cinta roja.
Sophie salta al lado de su hermana y sale por la puerta una vez que está lo
suficientemente abierta. Mallory sigue detrás, luego Nora y Olivia. Con una
respiración profunda, las sigo.
—Gracias, papá.
—Todos de pie.
Sin embargo, son sus ojos los que realmente me capturan. Llenos de tanto amor
y emoción que sé que él se siente de la misma manera que yo, no puedo esperar para
comenzar esta aventura juntos.
El último año y medio ha sido increíble. Y solo puedo imaginar que mejorará a
partir de aquí.
Shane
CJ se sienta en una mesa conmigo, pero solo tengo ojos para mi esposa.
Mi esposa.
Por fin.
—¿Cuánto tiempo más vas a quedarte? —pregunta CJ desde su lugar junto a mí,
tomando un trago de su sidra dura.
—Ve a buscarla —aconseja—. Apuesto a que ella está tan lista para irse como
tú.
Como si pudiera oírnos, justo en ese momento ella gira la cabeza y me mira a
los ojos, una sonrisa sensual jugando en sus labios.
Por muy divertida que sea esta fiesta, estoy listo para pasar un tiempo a solas con
mi esposa.
Su sonrisa se ensancha a medida que me acerco, se excusa de las mujeres con las
que ha estado hablando y se encuentra conmigo. Envolviendo un brazo alrededor de
su cintura, la acerco para darle un beso. Sus brazos se enrollan alrededor de mi cuello
mientras lo devuelve. Alguien silba cerca, pero lo ignoramos.
Ella se echa hacia atrás, los ojos muy abiertos, luego lanza una mirada por
encima del hombro.
—Se divertirán mucho sin nosotros. Y definitivamente nos divertiremos más sin
ellos.
Ella deja escapar una risa rápida mientras sus ojos recorren la fiesta nuevamente.
Ella lo está pensando. Y estoy bastante seguro de que ella estará de acuerdo conmigo.
Sarah deja escapar una risa avergonzada, cubriéndose las mejillas con las manos,
pero yo solo asiento.
—Por supuesto.
Se necesitan otros diez o quince minutos antes de que salgamos a salvo de allí.
Después de despedirnos de las personas más importantes, es decir, nuestros
hermanos y los padres de Sarah, corrimos a través de una fila de personas que
soplaban burbujas sobre nosotros hasta la limusina blanca que nos esperaba.
—¿Le gustaría conducir un poco? —pregunta el conductor una vez que estamos
todos dentro.
Tan pronto como nos movemos, la alcanzo, la acerco y la beso. Sonríe contra
mi boca mientras envuelve sus brazos alrededor de mis hombros, pero rápidamente
cae en el beso, abriéndose para mí para que pueda girar mi lengua con la suya.
Lo único que me impide subirle la falda y tomarla aquí es el hecho de que en una
ciudad del tamaño de Arcadian Falls, no estamos lejos de la acogedora posada frente
al lago donde pasaremos nuestra noche de bodas.
Ella empuja sus caderas hacia mí, dejando escapar otro suave gemido y
rompiendo el beso.
—Cama. Ahora.
—Sí, señora.
No tiene que decírmelo dos veces. Cogiéndola en mis brazos como la novia que
es, la llevo a la cama y la coloco suavemente sobre el edredón blanco. Ella me mira
con amor en sus ojos, algunos mechones sueltos de cabello enmarcan su rostro.
Se apoya sobre los codos y me mira de arriba abajo, hundiendo los dientes en el
labio inferior.
—Y estás supersexy con un esmoquin. —Sus ojos se encuentran con los míos—
. Ahora quítatelo y hazme el amor.
Sus manos recorren mi torso hacia arriba y hacia abajo, luego se deslizan hacia
mi espalda y hacia abajo dentro de mis pantalones donde agarra mi trasero.
—Yo también te amo. Suelta mi trasero para que pueda quitarme los pantalones
y empezar con tu vestido.
Me devuelve el beso una vez, me baja los pantalones y luego quita su falda del
camino para poder darme la espalda.
—Hay una cremallera al lado del panel trasero. Está oculto, pero si miras en la
parte superior, encontrarás el gancho. Deshaz eso, y la cremallera está justo debajo.
Me acomodo sobre ella por un momento, beso su boca y luego bajé por su frente
hasta llegar a esas bragas de encaje. Beso su coño a través de esta y ella se retuerce.
Después de quitarle las bragas, paso las manos por el interior de sus muslos,
dejando un rastro de besos a su paso. Manteniendo mis ojos en los de ella, la lamo
con la parte plana de mi lengua desde la apertura hasta el clítoris, dando a la parte
superior un pequeño remolino que descubrí que le gusta hace un tiempo.
Como siempre, deja escapar un pequeño grito ahogado, su cabeza cae hacia atrás
sobre las almohadas, sus caderas se levantan, buscando más.
Dándole unos segundos para que se recupere, me arrodillo entre sus muslos,
pene en mano, arrastrándolo a través de sus pliegues húmedos, esperando a que me
mire antes de hundirme lentamente dentro de ella.
Y como si las palabras fueran el detonante de una trampa, ella se corre, su coño
aprieta mi eje, su orgasmo dispara el mío.