Bianca D'arc - Caballeros Dragon 04 Principe de Los Espias
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Agradecimientos
¡¡¡Gracias!!!
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El Club de las Excomulgadas
Aviso Excomulgado
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El Club de las Excomulgadas
Argumento
El príncipe Nico es un maestro astuto del sigilo, pero ¿podrá dominar el
frágil corazón de una doncella?
El príncipe Nico es conocido como el Príncipe de los Espías por una razón.
No sólo es el jefe de espionaje de Draconia, sino que es un were astuto, capaz de
tomar la forma de un dragón a voluntad. El don de su herencia real le viene muy
bien como maestro de espías del rey, pero es un gran secreto conocido sólo por
unos pocos.
¿Tendrá Nico el coraje de dejarla volar libre, confiando en que volverá a él,
o su amor ahogará a la belleza en ciernes, que está respirando aire libre por primera
vez en su trágica vida?
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El Club de las Excomulgadas
Prólogo
Bajo el amparo de la oscuridad, el dragón negro se deslizó a través de la
frontera hacia Skithdron; su oscura piel camuflándose con la noche. Nico realmente
era el Príncipe de los Espías y estaba en una noble misión. La Bruja del Norte,
Loralie, había dado a entender que la hermana desaparecida de su nueva reina
estaba en Skithdron, pero Nico tenía la esperanza de que sus agentes pudieran
proporcionar alguna información más específica.
Estaba ansioso, pero no era estúpido. Había examinado el suelo desde las
alturas cuando aún estaba camuflado sigilosamente en la oscuridad con su forma de
dragón. Las inmediaciones a donde había acordado el encuentro parecían estar
despejadas, pero Nico se aproximó con cautela, atento a cualquier señal de
problemas.
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El Club de las Excomulgadas
pudiera reaccionar. No se atrevió a cambiar a su forma dragón delante de tantos
testigos. Las probabilidades decían que no podría matarlos a todos antes de
escapar, y el secreto del dragón negro real era demasiado precioso para revelarlo de
esa manera tan torpe. Lo mantendría como un as bajo su manga. Por ahora, Nico
se dejaría esposar y conducir hacia el palacio del rey. Quería echar un vistazo al
interior de todos modos, aunque si fuera por él, habría elegido otro método para
hacerlo. Aún así, esto le garantizaba su ingreso al interior. Una vez adentro, no
tenía duda de que podría liberarse con facilidad. No existían cadenas o grilletes que
pudieran retener a un dragón negro.
Dando zancadas de manera casi alegre, Nico fue a enfrentar lo que fuera que
le deparara. Había más en riesgo en ese juego que su propia seguridad personal. La
propia seguridad de Draconia estaba en peligro, y la seguridad de su tierra y de su
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Uno
Los guardias del Rey Lucan empujaron a Nico dentro de una habitación
muy decorada. Le habían maltratado desde la calle hasta los cuarteles, de allí hasta
la mazmorra, y ahora hasta llegar allí, las cámaras privadas del Rey Lucan. Nico
sabía que la razón por la cual le llevaban tan rápidamente ante el huraño rey
Skithdron, era porque uno de los integrantes de sus redes de espías había sido
descubierto o lo había delatado. Nico se prometió descubrirlo a la primera
oportunidad que tuviera, además de infligirle cualquier castigo que fuera necesario.
Delatar al Maestro de Espías Real de Draconia era motivo de muerte, y ésta se
impondría de manera segura y rápida, si se trataba de dicho caso.
— ¿Te gusta mi pequeña bruja? —preguntó Lucan desde una de las esquinas
de la gran habitación en penumbras. Nico se maldijo interiormente, dándose cuenta
de que había estado observando durante demasiado tiempo a la chica abandonada
y desaliñada, traicionando su interés—. Puedes mirar —Lucan se movió hacia la
luz—, pero no tocar.
Nico trasladó su mirada hacia el Rey se sorprendió por lo que vio. Siempre
había sido un hombre ascético, pero ahora el Rey Lucan se veía casi como una
serpiente, con escamas oscuras en la pequeña porción de piel que Nico podía ver.
Lucan usaba unas vestimentas ornamentadas oficiales que cubrían la mayor parte
de su cuerpo, colgando de su delgado cuerpo mientras caminaba y seguía
despotricando.
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El Club de las Excomulgadas
—El poder de la bruja se perdería si no fuese virgen.
Pero entonces, se dio cuenta de que tal vez esa pequeña mentira era lo único
que había salvado a chica de ser tratada de una forma aún peor. La violación no
estaba por encima de Lucan. La red de espionaje de Nico lo mantenía bien
informado acerca de los entretenimientos pervertidos de Lucan. Era bien sabido
que encontraba placer en formas horribles de tortura que todos los países
civilizados habían prohibido desde hacía mucho tiempo.
—He oído que tu Rey Roland fornica con dragones. Incluso hay rumores de
que bebe su sangre, obteniendo parte de su poder. —Los ojos enloquecidos de
Lucan se deslizaron a lo largo de la forma de Nico, haciendo que su piel le picara.
Eso era pan comido. Ese cabrón estaba completamente loco y mal informado, si es
que no estaba jugando a algún tipo de juego. Tal vez Nico podría utilizarlo en su
beneficio.
— ¿Eso es lo que has hecho, Lucan? ¿Has estado follando a los skiths y
después bebiendo su sangre?
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El Club de las Excomulgadas
Lucan respiró profundamente, dominando conscientemente su
temperamento, respirando por medio de siseos mientras se giraba hacia otro lado.
Nico no pudo evitar mirar hacia la chica, mientras Lucan le daba la espalda. Algo
en ella le atraía. Estaba en mal estado, con el pelo lacio de un color indeterminado
y poco sano. Su piel estaba amarillenta, más pálida de lo normal, y estaba cubierta
de pequeñas quemaduras, como si hubiera sido torturada con veneno de Skith.
Lucan se giró de nuevo hacia él, pareciendo estar bajo control una vez más.
Sus ojos habían vuelto a verse humanos y a su color marrón, pero había un brillo
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El Club de las Excomulgadas
salvaje que le decía a Nico que este hombre estaba bajo la influencia de las
maléficas modificaciones que le había hecho a su propio ser.
No, Lucan tenía que ser derrotado en batalla, o ser eliminado por su propio
pueblo. No se podía descubrir que Draconia estaba involucrada en su deceso a
menos que sucediera de manera justa. Así que las manos de Nico estaban atadas,
literal y figurativamente. Tendría que tomar lo que Lucan le diera allí, esa tarde, y
averiguar lo que pudiera. Sólo entonces Nico haría su escape, y se llevaría a la
pobre criatura de los ojos tristes con él.
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Aquello continuó durante horas. Lucan hacía preguntas cada vez más
erráticas y Nico se negaba a responderle. Cada negativa le valía un golpe de algún
tipo, y mientras la noche avanzaba, Lucan produjo viales con veneno de Skith para
añadirlo a su tortura. Mientras todo sucedía, la delgada chica observaba en silencio,
su expresión sólo mostraba simpatía cuando Lucan le daba la espalda. Nico intentó
no mirarla, pero se encontró mirándola de soslayo cuando Lucan no podía verlo,
utilizando su cara luminosa para mantenerse en el presente mientras el dolor
amenazaba con desbordarlo.
La última cosa que Nico pensó mientras su visión se volvía borrosa fue que
si eso era algún indicativo de lo que la pobre chica abandonada había soportado a
manos de Lucan, Nico no sabía cómo había podido sobrevivir. Ella no dijo nada
mientras Lucan salía de la habitación, aunque estaba agradecida por el indulto.
Que se fuera a realizar sus perversiones a otra habitación por el resto de la noche
fue como un regalo. Desde el cambio de Lucan, había sido forzada a ser testigo de
todo tipo de actos repugnantes que eran inhumanos, así como mortales. Sólo sus
poderes curativos habían salvado algunas de las víctimas de Lucan, y algunos
habían suplicado por su muerte. Lucan la obligaba algunas veces, cuando le venía
el capricho.
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Ella sabía que él no era estable. Cualquier cosita podía enviarlo a un ataque
de rabia. Cuando eso sucedía, a menudo temía por su propia vida, aunque él había
sido advertido por la Bruja del Norte, de no matarla. Esa malvada mujer tenía la
culpa de su situación actual. La Bruja del Norte, Loralie, le había dicho a Lucan
que la mantuviera cerca, para que estuviera expuesto a su don de curación. Loralie
había transformado a Lucan en la criatura medio humana que era actualmente.
También era Loralie quien le había advertido que no matara a la joven sanadora y
le había prevenido a Lucan lo raro que era su don de curación. Le había asegurado
que no habría otra sanadora dentro de las fronteras de Skithdron. Loralie era la
razón por la que era sometida a las perversiones de Lucan, torturada cuando se le
antojaba según su estado de ánimo, y mantenida encadenada a su cama.
La bruja había regresado al norte ahora, con su amo, el rey Salomar. Ella
había hecho el trabajo repugnante de fusionar a Lucan con los skiths, y regresado a
su propio rey. La chica había sido dejada para curar las lesiones recurrentes de un
cuerpo que nunca podría mantener esas dos esencias diametralmente opuestas en
un mismo espacio. Pensó que Lucan sufriría una muerte lenta y agónica sin sus
tratamientos de curación constantes, y casi deseó que fuera demasiado lejos y la
matara un día, así él también moriría.
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serviría. Luchó por pararse sobre sus pies, sabiendo que tendría que limpiar
primero, y luego atender al guerrero caído. Después de que le diese su energía
curativa, estaría demasiado débil para poder moverse durante varias horas. Si la
habitación estaba sucia cuando Lucan regresara, pagaría un alto precio, así que se
puso a refregar las manchas de sangre, limpiando a un ritmo familiar. Había
recibido la orden de hacer eso en otras ocasiones anteriores. Sabía lo que se
esperaba.
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gracias a Lucan. Era una de sus maneras de recordarle su posición y de advertirle
que no se cruzara con él. La piel del guerrero estaba caliente y febril, pero su don de
curación le confirmó que su salud era buena a pesar de la tortura a la que le habían
sometido. No lo entendía, pero igual que ella, su temperatura corporal normal
parecía ser un poco más elevada que la de otros humanos que había tratado. Su
calor fue un consuelo a medida que su fuerza se desvanecía. Él había pasado de
estar de una inconsciencia inducida por el dolor a tener un sueño más normal,
mientras le enviaba energía curativa a su maltratada forma. Por lo menos había
sido capaz de hacer eso por él, permitiéndole descansar antes de la próxima ronda
con Lucan. Ese hombre herido necesitaría todo lo que ella pudiera darle. Con ese
pensamiento en mente, concentró lo último de sus fuerzas restantes en un estallido
final, poderoso, enviándolo hacia las terribles quemaduras en su rostro. Él tenía tal
fuerte y hermoso rostro que pensó que era una vergüenza que tuviera cicatrices.
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Capítulo Dos
Nico se despertó con el rico aroma a mujer en sus fosas nasales. No estaba
seguro de su entorno, de inmediato tomó nota de la suave forma femenina que se
acurrucaba a su lado. Era delgada y temblaba de frío, aferrándose a él buscando
calor. Él abrió los ojos y se sorprendió al ver a la chica, con su pequeña cara
descansando contra su corazón.
Allí en sus ojos había algo. Nico había sido golpeado por el verde de sus ojos
luminosos de inmediato. Un verde Real, como lo llamaban algunos en Draconia,
ya que muchos de sangre real lo tenían, a diferencia de él. Nico era una rareza entre
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los príncipes, con su mirada turmalina. La mayoría tenía el esmeralda profundo de
los ojos de esta mujer.
Ella se movió en sus brazos, como si hubiera notado su estudio y sus ojos se
abrieron gigantes. Nico contuvo la respiración, sabiendo que esta pobre chica era la
razón que le había llevado a Skithdron. Cuando había pensado que su misión había
fracasado por completo, ella había llegado a él como si la Madre de Todos los
Y, de hecho, tal vez lo había hecho. Nico no tenía otra explicación para el
conjunto de graves circunstancias que lo habían conducido directamente a la chica.
Ella parpadeó y trató de alejarse, pero Nico la sujetó con firmeza, aunque no con
dureza, con su mirada interrogándola suavemente.
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—Nadie me ha llamado así desde que era pequeña. Nadie sabe mi nombre.
—Eso será más que suficiente. —Nico sonrió ante su confusión, un poco
vacilante acerca de cómo abordar lo siguiente que tenía que decirle. Decidió
comenzar lentamente—. Riki, tu hermana recientemente encontrada puede,
bueno... cambiar. ¿Sabes de qué estoy hablando?
Riki sacudió la cabeza. Nico no sabía si era una mera protección de ella o si
realmente no podía pasar de dragón a humano como su hermana gemela. Pero
entonces, si hubiera descubierto la manera de cambiar, muy probablemente se
hubiese huido hace mucho tiempo.
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— ¡Sí! Kelzy. Ese era su nombre. —Riki sonrió con deleite con el pequeño
recuerdo de su juventud que retornó a ella.
—Mi nombre es Nico, y si te sientes tensa, nos liberaré a los dos de estas
cadenas en un momento. ¿Confías en mí lo suficiente como para hacer eso?
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— ¿Nico?
Estoy aquí.
Ella se aferró a los lados de la cabeza con confusión. — ¿Cómo hiciste eso?
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Te escucho, cariño. Bien hecho. Ahora, no tengas miedo. Voy a acercarme para
romper las cadenas, ¿de acuerdo?
Riki levantó la cadena más cercana con entusiasmo. Oh, ella jugaba muy
bien. Incluso débil y cansada como estaba, había un espíritu que no acaba de morir.
Admiraba eso a pesar de lo que suponía eran los horrores que había sufrido a
manos de Lucan. El loco rey lo pagaría, pero Nico tenía que llevar a Riki a la
seguridad.
¿Fue eso lo que quisiste decir cuando dijiste que Lana había aprendido a cambiar?
¿Puede ella convertirse en dragón?
Nico se dirigió a la puerta con el menor ruido posible. Aún tenían que salir
del palacio y quedaba poco tiempo de la oscuridad de la noche para proteger su
forma de dragón negro de los ojos en la tierra.
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Le gustaba la sensación de sus pensamientos, tan íntimos en su mente. Rara
vez se comunicaba con una mujer humana de esta forma. Había muy pocas
mujeres que podían hablar con los dragones, eran apreciadas y protegidas por todos
los caballeros y los dragones en su tierra.
Esta mujer lo sería doblemente. No sólo podía oír y hablar con los dragones,
sino que probablemente podría curarlos, es lo que su intercambio de energía le
llevaba a creer. Nico se sentía bien, incluso después de esa terrible sesión de tortura,
y sabía que todo se lo debía a las increíbles habilidades de Riki y a su amable
corazón.
¿Te di las gracias por haberme curado, cariño? Él trató de distraerla, mientras se
ocupaba de los guardias. Dos golpes rápidos y los guardias de la puerta se
Nico tomó una de sus manos y la llevó hasta una escalera estrecha. Ella tiró
con fuerza de su mano, pero él siguió en movimiento.
Las puertas del castillo estaban en la otra dirección. Su voz fue un susurro
desesperado en su mente.
Lo sé, pero no tenemos ninguna necesidad de usar las puertas. Una cornisa de la torre
estará bien o incluso una ventana abierta. Nos iremos volando de aquí. Sé que puedo cambiar
y nunca nos buscarán en el cielo.
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Él sintió el pánico en su mente y se detuvo para tomarla en sus brazos,
calmándola con su calidez.
Irás en mi espalda, Riki. Te prometo que no te dejaré ni permitiré que ningún daño
llegue a ti. Ya lo verás. Te encantará volar una vez que estemos fuera de peligro. Casi te lo
puedo garantizar.
Ella se tranquilizó, pero parecía desconfiada. ¿Cómo puedes estar tan seguro?
¿Estamos relacionados?
No, no recuerdo a mamá hablando de Draneth, Lucan tiene todo tipo de manuscritos
antiguos de él. Está obsesionado con ese hombre. Quiere ser como Draneth. Es por eso que
obligó a Salomar y a la Bruja del Norte a hacerle... lo que es ahora.
Nunca lo supe.
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Él llegó a la cima de la escalera por donde salió. Empujándola hacia la
pared, bajo la línea del suelo, observó a dos centinelas de guardia. Tendría que
haberse dado cuenta de que la torre más alta sería una posición de observación.
—Pensé que te había dicho que te quedaras atrás. —Nico sonrió cuando se
enfrentó a ella. Su rostro se había convertido en una flor y una vez más se admiró
de su valentía.
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delicadamente y a él casi se le rompió el corazón—. Bueno, han sido peor que
antes. Gracias por ayudarme a escapar. Lucan nunca me hubiera dejado ir.
—Lo haremos, Riki. Todo lo que tienes que hacer es confiar en mí. Te lo
prometo. No dejaré que nada malo te suceda, ni ahora ni nunca. Tienes mi voto
solemne.
Riki se inclinó hacia atrás para mirarlo y Nico volvió a besarla. Cuando
probó los labios contra los suyos, hubo un cegador instante ardiendo dentro de su
alma de dragón. En el interior, donde su dragón dormía en forma humana, la bestia
¡Mía!
Súbete a mi espalda, amor, le ofreció una pata delantera doblada para que ella
la utilizara como escalón. Ella se arrastró hacia arriba y de inmediato se pegó a su
cuello, envolvió sus bracitos alrededor de él, abrazándolo apretado. Le encantaba la
sensación de ella, la forma en que se aferraba a él y el calor del lugar secreto entre
sus muslos sobre la cima de su espalda, pero no podía dejar que le distrajera. Ahora
no.
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Todavía estaban en estrecho peligro. Sujétate ahora. Caeremos un poco al
principio, hasta que pueda desplegar mis alas completamente, pero no te preocupes. He volado
durante muchos años y no me han derribado todavía.
Ahora estoy rezando para que todo esto no sea sólo un sueño.
Te puedo asegurar que es bastante real. Estás a salvo ahora. O lo estarás tan pronto
como podamos llegar a la frontera.
Nico ganó altura mientras la noche avanzaba. Sabía que el frío a este nivel
era difícil para Riki, pero era mejor eso que arriesgarse a ser visto. Un dragón en el
cielo de Skithdron, en particular un dragón negro real, atraería a sus enemigos.
Aceleró, con la esperanza de llegar lo más lejos posible antes de que el sol estuviera
demasiado alto en el cielo. Era un largo camino a la frontera, pero los dragones
negros eran los más rápidos de todos los dragones y Nico se había entrenado para
volar más rápido y más alto que ninguno de sus otros hermanos. Esas habilidades
eran importantes en su línea de trabajo.
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Nico admiró su espíritu. Sabía que el calor producido por su cuerpo la
mantendría cálida en su mayor parte, pero ella estaba mal vestida para la altitud y
demasiado delgada también. Tendría que encontrar algunas vestimentas mejores
durante las horas de luz en las que el vuelo sería demasiado peligroso.
Oh, sí. Eres como un horno, Nico. Mi propia botella de agua caliente, a una escala
gigantesca.
Cuando quieras, Riki. Una vez más se encontró riendo. Te calentaré en cualquier
momento. Todo lo que tienes que hacer es pedírmelo.
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Capítulo Tres
Mientras volaban a través de la noche, Nico pensó en el vuelo nupcial que
había presenciado entre su hermano mayor, Roland, y su nueva reina. Lana era la
primera mujer dragón negro en siglos y, aunque había llegado a tener alas de modo
tardío en su vida, se entrenaba duro y estaba volando maravillosamente, ella y su
compañero Roland se habían unido en su forma dragón. Lana no lo sabía, pero
Roland le había pedido a Nico que estuviera cerca, entre las sombras, observando a
Lana en caso de que no saliera de la caída libre a tiempo.
Lana era una mujer especial, y una esposa maravillosa para su hermano
mayor, a menudo solitario. También estaba demostrando ser una magnífica reina.
Su corazón era abierto y generoso, su alma pura y profunda. El pueblo la amaba
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como ella los amaba y los dragones la veneraban como a ninguna mujer humana en
siglos.
Llevar a Riki a casa junto su familia era una de las tareas a las que Nico se
había comprometido. Podría probar ser la cosa más noble que jamás hubiera hecho,
pero sólo el tiempo lo diría. Ya sabía que era lo único que había hecho hasta el
momento en su vida, de lo cual se sentía orgulloso.
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Oh, no se estaba tomando el crédito por haber tropezado con ella, sino más
bien se sentía orgulloso y maravillado por ella. Riki había sido abatida y golpeada,
pero claramente no había renunciado. Él se alegró de poder volar, lo que les había
permitido escapar fácilmente del nido de víboras al que Lucan llamaba palacio.
Nico estaba orgulloso de poder ayudarla y estaba sorprendido por la valentía con
que la pequeña mujer se aferraba desesperadamente a la vida y probablemente a su
cordura.
Nico voló todo el tiempo que se atrevió, pero cuando el amanecer besó el
cielo hacia el este, supo que era hora de encontrar un lugar seguro en tierra. Sus
alas negras se destacarían en gran medida contra el cielo iluminado por el día.
Además, todavía estaba un poco agotado por la sesión de tortura y por los golpes el
día anterior.
Nico tomó un grupo de rocas, sabiendo que la mayoría de los skiths que
normalmente vivían en esos lugares ya habían sido conducidos hacia Draconia. No
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vio señales de las criaturas repugnantes desde el aire, por lo que sopesó sus
opciones mientras el sol asomaba con más detalle en el horizonte. Tenía que ir a
tierra. Rápido.
Ajustándose tan suavemente como pudo, Nico buscó una formación de roca
mientras aún estaba en forma de dragón. Como dragón podía luchar contra
cualquier skiths restante y, probablemente ganar, pero si estaba atrapado en forma
humana, sería verdaderamente difícil. Al no encontrar skiths, arrastró la panza por
el suelo para que le fuera más fácil a Riki bajar de su espalda.
Riki estaba cansada hasta los huesos y tropezó al bajar de la ancha espalda
del dragón. Se había cansado antes, pero no así. Este era un tipo bueno de
cansancio como el que se producía después de la alegría más grande que Riki había
Pero, ¿qué clase de hombre era en realidad? Riki había sido engañada
demasiadas veces por los que había confiado antes. Hasta el momento, Nico ha
sido todo bueno y amable con ella. Feroz, cuando era necesario, pero también
amable con ella cuando había tenido tan poca delicadeza en su vida.
—Bebe primero, —dijo Nico en voz baja al oído. Ella parpadeó abriendo los
párpados caídos y viendo su mano extendida delante de ella, señalando hacia un
pequeño arroyo. De repente se dio cuenta de cuanta sed tenía—. Después podré
calentar una pequeña piscina y podrás tomar un baño, si lo deseas. —Su mano se
movió un poco y Riki la siguió con la mirada a una pequeña área donde la
corriente alimentaba una laguna poco profunda, a la derecha.
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Nico se rió entre dientes cuando la soltó, lentamente, como para tener la
certeza de que sus pies la soportarían. Ella tropezó hacia el agua dulce, que fluía y
se dejó caer de rodillas en la suave orilla. El agua que brillaba en ella a la luz de la
mañana, la llamaba a beberla.
No había estado fuera de los muros del palacio en más de un año y no había
Riki levantó la vista para encontrar a Nico de pie a su lado. Ella se apartó de
la orilla de la corriente, pero aún no pudo ponerse de pie. Tenía las piernas
entumecidas. Nico se agachó a su lado. Tenía dos piedras en las manos. Una de
ellas era grande y bastante plana y la otra del tamaño de un puño con un borde
afilado. Él puso las rocas a su lado y le tomó la mano, frotándole suavemente las
muñecas doloridas.
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—Es increíble. —Esas eran uniones gruesas de hierro. Ningún hombre
podría doblarlos como si fueran de plomo maleable. Ella parpadeó hacia él.
—Lo siento, Riki. —La mirada en sus ojos hablaba de la ansiedad que le
generaba lastimarla, aun sin intención.
—No es nada. Por favor, sigue intentándolo. Sufriré casi cualquier cosa para
Él tiró y tiró, pero aunque el hierro soldado chirrió un poco, no cedió. Riki
pudo ver el estiramiento del cerrojo, pero se negó a romperse, incluso bajo la
enorme fuerza de Nico.
—Creo que tendremos que intentarlo de otra manera. —Nico quitó los
dedos fácilmente, ahora la manilla estaba más floja, después tomó su mano la puso
en la tierra, colocándola sobre la roca plana.
— ¿Qué vas a hacer? —Pensó que él tenía una idea, pero quería estar segura.
—La roca de aquí es de las más duras del mundo, —le explicó, mientras
acomodaba su muñeca—. Trataré de reventar la cabeza de los pernos y de
empujarla, y luego deberé poder doblar el hierro lo suficiente como para que puedas
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sacar la mano. —Alineó su mano, cogiendo la otra roca con su puño—. No te
muevas ahora.
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Con unos pocos golpes bien colocados, el plan de Nico funcionó. La cabeza
—Uno menos. —Él sonrió y ella sintió que lágrimas de alegría se deslizaban
por sus mejillas mientras se frotaba la pobre muñeca.
Cuando sus manos estuvieron libres de las pesadas esposas, Nico humedeció
un cuadrado de lino que tenía en el bolsillo y le lavó las muñecas con palmaditas y
golpetazos, eliminando la suciedad y la sangre seca con el agua fresca y fría. Su
cuidado y expresión la calentaron, pero ese pequeño tipo de energía le hizo retirar
sus manos hacia atrás.
— ¡No puedes!
Nico se sentó y la miró. —Debo hacerlo, Riki. Por favor, déjame hacer lo
que pueda. No soy muy buen curandero, pero puedo hacer que estés un poco más
cómoda, al menos.
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Ella sacudió la cabeza. —Sé cómo puede agotarte la curación. Necesitas tu
fuerza, Nico. Ya habrá tiempo suficiente para sanar después de que estemos fuera
de Skithdron de una vez por todas.
— ¡Deténte!
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Ella trató de alejarse, pero ya era demasiado tarde. Sus energías se reunieron
y enredaron, concentrando la energía curativa en sus pobres muñecas maltratadas,
pero extrañamente, no la drenó. No mucho de todos modos. Y su propia energía
parecía estar trabajando en sus heridas, lo que nunca antes había ocurrido.
Nico se retiró, soltando sus muñecas con una amplia sonrisa. Estaban
sanadas. Sanadas por completo, por primera vez en meses.
—Pensé que eso podría funcionar. —Él parpadeó con fatiga, pero ella no
pudo ver el cansancio que siempre aparecía después de realizar una curación de esa
magnitud.
— ¿Qué hiciste?
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—Es algo que me sucedió sólo una vez antes. Riki, nunca he sido un gran
curandero, pero cuando mi madre se lastimó, traté de ayudar y su energía aumentó
al dirigirse a mí, como la tuya hace un momento. Kelzy dijo que es porque nuestra
sangre se reconoce. Nunca habría logrado este nivel de curación por mi cuenta,
pero con tu energía guiándome, fue posible.
Riki se maravilló con sus muñecas curadas mientras bebía un poco más de la
corriente de agua que fluía. Distraída por un sonido sibilante, Riki se volvió hacia
la pequeña piscina a su derecha. Nico sonrió hacia ella, su rostro era tan hermoso,
que hizo que su estómago se contrajese.
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El Club de las Excomulgadas
Riki lo miró en silencio, incapaz de moverse, hasta que Nico se acercó a ella
y la levantó por los hombros.
— ¿Estás bien?
Era el cielo. Riki simplemente se quedó por unos instantes permitiendo que
el agua caliente la rodeara y calentara. Volar sobre un dragón en la oscuridad de la
noche la había dejado completamente fría, pero nunca se había quejado. El vuelo
frío significaba la libertad y era demasiado precioso como para quejarse.
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esponja y emitían una sustancia resbaladiza que limpiaba casi tan bien como el
jabón.
Mirando atrás para asegurarse de que Nico se había girado, Riki tiró del
vestido mojado por su cabeza, quedándose en remojo un poco más. Primero quería
limpiarse a sí misma. Luego lavaría su ropa. Riki cogió puñados de hojas de
scrubweed y las juntó en un puño. Pasar las fibras vegetales ligeramente abrasivas
sobre su piel nunca se había sentido tan bien. El agua caliente, el aroma verde
calmante de la scrubweed y la embriagadora sensación de libertad se combinaba en
un momento brillante de la felicidad.
—Tráelo aquí y veré qué puedo hacer. —Su sonrisa sonó irónica cuando ella
hizo una bola con el delgado vestido y le apuntó.
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la roca en la que había estado sentado. Tocó la roca con ambas manos, y en unos
momentos, el vapor comenzó a aumentar y a salir del material húmedo.
—Eso es increíble.
—Creo que es lo mejor que te puedo dar. —Él inclinó la cabeza como si
considerara el simple vestido, después cuadró los hombros—. Me daré la vuelta
ahora.
—No te hará ningún bien tener un vestido seco, si lo colocas sobre tu piel
húmeda. —Su voz fue un estruendo sensual—. Sal de ahí, cariño, y déjame secarte.
Haciendo acopio de valor, Riki trató de decidir qué hacer. Este hombre era
tentador en extremo. La había salvado, se había ocupado de ella hasta este punto,
pero ¿podía confiar en que intentara tener más de ella de lo que estaba dispuesta a
darle? Si perdía su virginidad, lo perdía todo, su fuerza, su seguridad, y muy
probablemente su vida si Lucan la encontraba. Pero este hombre era la tentación en
sí mismo.
Era un tipo guapo, atento y muy fuerte, era atractivo en cada nivel. Había
sufrido la tortura de Lucan con una dignidad que nunca había visto antes y un
coraje que la había puesto en vergüenza. Era un ser noble y valiente, y tan mágico.
Tenía que recordarse constantemente a sí misma que Nico era mitad dragón. Era
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increíble. Incluso después de montar en su fuerte espalda durante horas en el cielo
de noche oscura, apenas podía creer que todo fuera real.
Sin embargo, algo dentro de sí anhelaba a este hombre. Quería saber de él,
saber cómo se sentiría hacer el amor con él. Él movía cosas que había creído
muertas mucho tiempo atrás.
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Capítulo Cuatro
Riki caminó fuera de la laguna para estar frente a él y la boca de Nico se
secó. Era tan hermosa, incluso delgada y herida como estaba. Su pobre, pequeño,
lastimado cuerpo tocaba algo muy profundo dentro de él. Nico sabía como se vería
cuando sus heridas cicatrizaran y ella estuviese sana de nuevo. Él había, después de
todo, visto a su hermana gemela Lana desnuda en el baño con su hermano mayor,
Roland.
Aspirando fuerte, Nico soltó aire tibio sobre la piel húmeda de Riki,
admirando la forma en que sus pequeños pezones se levantaban buscando atención.
Era tan hermosa. Después de un momento de timidez, Riki sostuvo el vestido para
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El Club de las Excomulgadas
que su cálido aliento de dragón pudiera flotar sobre todo su cuerpo. Ella se giro
para que él pudiera secar su espalda y apreciar la vista de sus coquetas nalgas.
— ¿Por qué estás gruñendo? ¿Algo está mal? —Riki estiró el cuello para
mirarlo y Nico supo que debía mantener su ira controlada.
Su voz calmó la enfurecida ira de su alma. Nico besó su cabello húmedo con
tierna desesperación. Lo que estaba sintiendo en su interior era más grande que
cualquier cosa que hubiese sentido antes. Su alma dragón estaba rugiendo por su
compañera mientras su corazón humano temblaba aterrado ante el pensamiento de
que esta delicada criatura pudiera realmente ser la mujer que había estado buscando
toda su vida.
—No tengo mucho de sanador, Riki, pero cuando estemos fuera de peligro,
haré lo mejor que pueda para que esas marcas sean removidas y hasta tu última
cicatriz sane. Sólo desearía poder hacer que nunca las hubieses sufrido.
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El Club de las Excomulgadas
Pero su seguridad y comodidad debían venir primero. No era el momento
para que Nico dejara sus bajos deseos sobreponerse a su sentido común. Tenía que
estar alerta en caso de peligro. Esto era Skithdron después de todo. El peligro venía
en cualquier forma en esta isla.
Nico tenía que estar en guardia. Desde luego, como Maestro Espía de
Draconia, había estado en graves apuros antes, pero en esta ocasión era diferente.
En este momento, era su propia piel en la estaca, y rechazaba tomar ningún riesgo
con la preciosa vida de Riki. Ella se presionó cerca de su pecho, mirándole como si
—Pero ¿dónde?
—Pero no tenemos dinero. —Nico sonrió al tiempo que ella se movía lejos y
se sentaba en la roca que él había usado antes—. Puedo robar lo que necesitemos,
pero antes de tener que hacer eso, —levantó su pie izquierdo y abrió un
compartimento secreto en la suela de su bota—, tengo algunas monedas todavía.
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El Club de las Excomulgadas
Riki se recostó para mirar más de cerca el zapato. —Eso es ingenioso. —
Nico se inclinó ligeramente—. Gracias. Pensé eso también. Los hombres de Lucan
tomaron mi bolsa y todos los objetos de valor, pero siempre trato de tener una
reserva disponible para emergencias como esta.
—El mismo.
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El Club de las Excomulgadas
vosotros y os quiere a todos muertos. Vocifera acerca de eso, siempre cuando está
solo. Es una obsesión para él.
—Igual que tú. Todos los miembros de las varias líneas reales llevan al
dragón como parte de su alma. Todos los descendientes de Kent son mitad dragón,
y por tanto reales. Tu línea desciende de Ken, del tercer hijo de Draneth, así que te
guste o no, eres una princesa de Draconia. —Ella no lució convencida.
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El Club de las Excomulgadas
Nico se movió cerca de ella, poniendo un brazo alrededor de su cintura y
colocando su flexible forma contra su pecho. Le gustó el pequeño grito sofocado
que ella emitió ante su súbito movimiento. Y le gustó aún más que ella no hiciera ni
el más mínimo intento por apartarse.
—Eres una maravilla para mí, Arikia. Tan fuerte, tan femenina, tan hermosa
en espíritu y corazón.
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El Club de las Excomulgadas
los ojos de ella se ampliaron y se movieron por su cuerpo, dándole una pasada por
encima.
—Es parte de la magia que Draneth que el adivino conjuró entre dragones y
humanos.
Riki lo hizo sin quejarse y de nuevo a Nico le llamó la atención como esta
pobre chica no había tenido comodidad en toda su joven vida. Ella parecía
inconsciente acerca de la dureza del terreno contra su cuerpo, pero se acomodaba
como si estuviera acostumbrada a dormir en el suelo. Y de hecho, Nico se dio
cuenta tristemente, probablemente estaba acostumbrada a eso.
Después de una última revisión, Nico se recostó junto a ella. Ella temblaba
un poco, y él casi pudo probar su miedo, pero quería protegerla de todo daño.
Incluso de sí mismo.
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El Club de las Excomulgadas
garantizado, lo sabía, pero debían estar tocándose para tener una posibilidad de que
funcionara.
—Nico…
Él rechazo oír sus objeciones. Esto era muy importante. —Silencio, cariño.
Confía en mí. Todo lo que quiero hacer es abrazarte. Eso es todo. Así es como
aprenderás a confiar en mí. Te lo prometo.
Nico la sostuvo más fuerte, calmándola lo mejor que pudo mientras ella se
agitaba por las emociones. Él pensó que tal vez estaba llorando, y supo que esa era
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El Club de las Excomulgadas
probablemente una buena idea. Después de todo lo que había pasado, Riki
necesitaba dejar salir un poco de dolor.
—Todo está bien, nena. Te tengo. Y es todo lo que necesito saber acerca de
ti. —Besó la corona de su cabeza—. Sé que eres una buena, cariñosa, entregada
persona. Me curaste cuando realmente no necesitabas más que mantenerme con
vida para la siguiente ronda de Lucan. Tienes el valor de un caballero y el corazón
de un dragón. Tú, que nunca has escapado antes, creíste en mí lo suficiente como
para tomar el salto de fe desde la torre más alta de Skithdron a la oscuridad de la
noche y nunca te quejaste.
Ella rió entre dientes y ese fue un sonido lloroso. Estaba llorando, y eso casi
rompe su corazón.
—No, cariño. Nunca pienses así. Donde hay vida, hay esperanza. Y donde
quiera que estés, allí estaré yo. Listo para ayudarte en lo que pueda. Te lo prometo.
Ahora y siempre.
—Oh, por favor no dejes que sepan eso. Arruinaría mi reputación como
sinvergüenza.
Ella rió entre dientes de nuevo y en esta oportunidad el sonido fue más claro
y menos triste.
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El Club de las Excomulgadas
este momento y estaba agradecido al sentir que ella empezaba a estar relajada, con
su cuerpo encontrando el camino hacia el descanso y el olvido.
Nico sabía que había sido un riesgo el dormir los dos juntos, pero era
necesario. La fatiga por la paliza, después de la escapada, unido con la curación
que él había hecho en sus muñecas era más de lo que podía resistir, y tenía que
estar fuerte para llevarlos a ambos el resto del camino a salvo, a través de Draconia.
Juzgando por la posición del sol, debía ser la mitad de la tarde. Casi el momento
Nico.
Él estaba incluso más esplendido bajo la debilitada luz del sol de lo que
había estado al amanecer, y la sonrisa que le envió simplemente le robó el corazón.
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El Club de las Excomulgadas
—El desayuno está servido, señora. —Él hizo una dramática y cómica
reverencia, trayendo la espectacular carne, aún en brocheta de cuando la había
cocinado, eso pensó aunque no vio fuego.
Ella tuvo que reírse de eso. Hacía tanto desde que se había reído acerca de
algo. Se sentía bien estar sin preocupaciones —o casi sin ellas— por primera vez en
años. Y era todo gracias a este increíble hombre.
—Ah, es sólo Nico para ti, mi querida. Además, aún estamos en territorio
hostil. Nick el espía es quien soy cuando estoy fuera de los límites de mi país natal.
Riki asintió con solemnidad, dándose cuenta muy bien de lo importante que
era que su verdadera identidad se mantuviera en secreto. Si Lucan llegaba a
imaginar quien y que era Nico, probablemente movería cielo y tierra para matarlo.
No era que ahora Lucan posiblemente no estuviera ya moviendo cielo y tierra para
llevarla de regreso. Sabía que tan importante era para su continua existencia.
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El Club de las Excomulgadas
era que fuese alimentada por un esclavo que le traía avena una vez al día desde la
cocina del palacio. Era una cosa casi incomible, pero ella sabía que Lucan la
mantenía débil para que fuese más dócil.
—Delicioso.
De alguna manera ella tuvo la impresión que él estaba hablando de algo más
que solo la carne. Sus manos se levantaron, cubriendo con delicadeza las suyas y
guiando la brocheta de regreso a su boca mientras la miraba.
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El Club de las Excomulgadas
poco más en las rocas, pero podían oír muy bien. Los sonidos eran transportados
sobre el desértico paisaje de esta parte de Skithdron.
El miedo pasó a través de Riki cuando ella empezó a notar los espantosos
sonidos. El tintineo de tachuelas significaba caballos, y el galope de sus cascos
indicaba que iban moviéndose rápido. Ruidos metálicos le hacían pensar en
espadas, escudos y armaduras de alguien en favor de Lucan.
Riki no le dijo nada a Nico cuando él se estiro. Escaló solo lo necesario para
ver sobre las rocas del camino mientras Riki seguía sentada y preocupada. Sus uñas
desiguales hirieron la palma de su mano cuando apretó sus puños por miedo, con
cada musculo en su cuerpo gritando silenciosamente por el terror de ser
descubiertos.
—No es eso, cariño. Pero haremos que funcione. Nada qué temer.
— ¡Nico!
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El Club de las Excomulgadas
Su aterrorizado susurro hizo que él se girara incluso antes que la última
silaba dejara sus labios. Se enfrento al gigante Skith deslizándose frente a él desde el
estanque artificial y transformándose rápida y limpiamente en su forma dragón.
Nico se puso a sí mismo entre Riki y la mortífera criatura.
Nico respiro una bocanada de aire y la dejó salir con un torrente de llamas
que la calentaron incluso a tres metros de distancia. Él avanzó hacia el Skith, no
dándole espacio mientras la criatura trataba de evadir y escupir su mortal veneno
hacia él. Pero eso tenía pequeños e inmediatos efectos en las escamas de un dragón.
Riki sabía que Nico podía mantenerse contra un solo skith por un tiempo antes que
el veneno pudiera atravesar incluso la dura piel del dragón. Uno a uno, los
dragones usualmente eran más fuertes que los skiths, o eso decían los bardos.
Nico, en forma de dragón, usó sus garras para acuchillar el esqueleto para
comprobar si estaba muerto. Los Skithes eran peligrosos y difíciles de matar,
incluso para un dragón. Cuando pareció estar satisfecho al comprobar que la
criatura estaba muerta, Nico rápidamente rodó su brillante y negro cuerpo de
dragón dentro del chorro de agua más cercano, lavándose el veneno tan bien como
pudo.
— ¿Estás bien?
Estoy bien, cariño. El veneno solo pica un poco. El agua lo lavará y estaré tan bien
como nuevo en unos cuantos minutos.
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El Club de las Excomulgadas
pero flexible piel y se concentró en limpiar esas manchas primero. Después de unos
minutos, Nico salió del arroyo, sacudiéndose el agua.
— ¿Cómo te sientes?
Débil pero con alivio, Riki comenzó a caerse, pero Nico la atrapó en sus
fuertes brazos y la abrazó muy cerca por un momento.
Ella se alejó para mirar en sus adoloridos ojos. —Eso no fue culpa tuya,
Nico. Estamos en Skithdron. Los skiths son muy comunes en esta maldita isla. No
puedes culparte por eso. Pero puedo agradecerte por salvar mi vida, de nuevo.
Ella se estiro hacia arriba, audazmente, y besó sus labios. Estaba tan
necesitada de su beso después de lo que acababa de pasar. Era un hombre tan
bueno, valiente y valeroso, pero tan dulce con ella. Si no estaba mal, ya estaba
medio enamorada de él.
Riki se alejó antes de que pudieran profundizar el beso, sabiendo que era lo
mejor. Ella no podía renunciar a su virginidad. No aún. No hasta que estuviese a
salvo lejos de Skithdron y lejos del alcance de Lucan.
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El Club de las Excomulgadas
—Lo mejor es que nos vayamos. Cualquiera que vea esto sabrá que el
responsable fue un dragón. Y el olor puede atraer algo. Afortunadamente el viento
está soplando lejos del pueblo.
Ella no había pensado en eso, pero se dio cuenta que él tenía razón. —Muy
bien entonces, vamos. Entre más rápido acabemos con esto, más rápido podremos
salir de Skithdron.
—Y veo que eres bueno en esto. —Le sonrió, realmente agradecida por su
presencia en este viaje. Sin él ella no habría podido dar tres pisadas fuera de Lucan.
Por esa razón, nunca había escapado. Aún estaría encadenada a la cama de Lucan,
sirviendo a sus perversos placeres.
Llegaron cerca de las afueras del gran pueblo antes de tiempo, justo cuando
el sol hacía su viaje hacia el lejano horizonte. Los escasos arboles permitían cultivar
campos cerca del pueblo. Hileras de altas plantas de maíz contra el cielo rosa y
naranja. Rayos de sol enmarcaban la silueta de Nico mostrándolo fuerte contra el
brillante naranja del horizonte.
Él era tan maravilloso, que tenía que contener su aliento cada vez que se
tomaba un momento para pensar en lo hermoso que era, ambos, por dentro y por
fuera. Hasta el momento había sido amable con ella y su valor era incuestionable.
Nico le había hecho frente a la tortura de Lucan, a sus guardias, y hace poco a un
mortífero Skith, con ninguna arma más que su increíble capacidad de transformarse
en dragón.
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El Club de las Excomulgadas
Riki confiaba en él con su vida y sabía en su interior, que podría darle su
corazón también, con pequeñas protestas, si se lo pedía. Sin embargo, tenía que
pelear contra hacerle saber qué tan fácil sería hacerla enamorarse de él. Nico era un
pícaro, peor que eso, era un príncipe de sangre real y no importaba que le dijera que
ella era una noble perdida-hace-mucho de Draconia, Riki no podría ser nunca nada
más que una esclava fugitiva. Nunca podría tener a Nico en su vida. De ninguna
manera él la querría por más que unos pocos o de unos preciosos días.
— ¿Trepar a qué?
— ¿Ves esos árboles por allí? —Estaban en el límite del campo de maíz
ahora, cerca al pueblo. De hecho, el campo terminaba en los muros del pueblo, los
cuales estaban formados por graneros, casas y cabañas de madera para mantener
fuera a los Skiths. Los árboles que Nico señalaba estaban justo al lado del camino,
justo al lado de un granero con el techo ligeramente ladeado.
—Los veo, pero debo advertirte, no trepo árboles desde que tenía ocho años.
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El Club de las Excomulgadas
brazos y la abrazó por un breve instante—. Lo siento, cariño. —Besó la coronilla de
su cabeza suavemente, casi disculpándose, y esa ternura le hizo querer llorar. Pero
no era tiempo de estar fuera de sí. Tenían que entrar y salir de allí lo más rápido
posible.
—Está bien, Nico. En serio. Entonces, ¿quieres que trepe en ese árbol? —La
dejo ir con un beso final en su cabello—. Sí, pero solo si es necesario. Trepa el
árbol, luego muévete sobre el techo lo más cerca posible a la punta. Ningún Skith
podrá alcanzarte allí, y estarás fuera del rango de su saliva.
—Eres una bella, inteligente mujer, Arikia. —Él habló tan seriamente que
ella tuvo que mirar sus brillantes ojos—. Nunca dudes eso.
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El Club de las Excomulgadas
Su expresión se dulcificó por un momento. —Lo haré. Manténte a salvo y
alerta. Estaré de regreso antes que lo notes.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Cinco
Dejar a Riki en aquel maizal fue una de las cosas más difíciles que Nico
había hecho nunca, pero no veía otra forma. Retrocediendo rápidamente, se dirigió
al camino, feliz de que la oscuridad completa estuviera casi sobre él. Nada podría
retrasarle con Riki esperando en la fría y peligrosa penumbra de una víspera de
Skithdronian. Tenía que moverse rápido.
Este, sin embargo, parecía más interesado en mirar el interior de sus propios
párpados, que la carretera o sus alrededores. Estaba roncando suavemente mientras
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El Club de las Excomulgadas
Nico pasó, tumbado en la silla al lado de la cuerda y sistema de poleas que bajaría
la puerta rápidamente si el peligro amenazara.
—Eso parece ser una capa cálida. —Nico mantuvo su voz baja para no ser
La mirada del hombre se disparó en el bar al otro lado del cuarto y Nico la
siguió. Dos jóvenes se encargaban de la larga barra, y ambos compartían fuertes
rasgos con el posadero. Indudablemente, eran sus hijos y la capa posiblemente
pertenecía a uno de ellos.
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El Club de las Excomulgadas
Miró el cuarto cuando el posadero anduvo ajetreado por detrás de él, embalando
una cesta con comida y los otros artículos.
El dueño parecía más que feliz de ganar una suma tan grande por
relativamente poco y lo reunió todo en un tiempo récord, mientras Nico se tomaba
rápidamente un bol caliente de guisado. Estaba a mitad de la comida cuando dos de
los guardias de Lucan del castillo entraron acechando a través de la puerta,
tomando asiento en una mesa a unos metros de Nico.
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El Club de las Excomulgadas
embargo, Nico había viajado lo suficiente como para evitar al peor de ellos, y
utilizó todas sus habilidades ahora cuando se dirigió rápidamente de regreso hacia
Niki.
Regresó al lugar donde la había dejado, pero ella no estaba en ninguna parte
a la vista. El pánico amenazó hasta que un susurro en las hojas de un árbol a nueve
metros de distancia le llamó la atención. Riki le sonrió entre las hojas de una rama
baja. Saltó al suelo y corrió hacia él.
Nico dejó caer la cesta y la cogió en sus brazos, cuando ella entró en las filas
de camuflaje de maíz. Abrazándola finalmente, colocó pequeños besos por todas
partes de su respingona cara.
—Tengo algo para ti. —Sacó el vestido de campesina con flores y se alegró
al ver lágrimas de felicidad en sus ojos. Ella tomó el vestido de él y lo sostuvo
contra su figura delgada—. Ponlo sobre el que llevas puesto ahora. Hace frío bajo el
cielo de la noche, y quiero que estés tan caliente como sea posible.
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El Club de las Excomulgadas
Su precioso pelo castaño volvía a la vida mientras su energía aumentaba con
cada hora que pasaba en libertad. Riki comenzaba a florecer como una flor tras un
largo invierno, y era tan encantadora.
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El Club de las Excomulgadas
miró socarronamente mientras trabajaba, pero su boca estaba llena mientras
masticaba y no le preguntó que estaba haciendo. Lo averiguaría bastante pronto.
Riki casi había terminado su comida ligera cuando Nico echó la capa negra
sobre sus hombros, arropándola bajo su barbilla, contento de ver que el pesado
material la envolvía de la cabeza a los dedos de los pies. Había lazos y botones en el
frente de la capa bien confeccionada, y una capucha grande que podría ser atada en
una posición derecha. Había hecho un buen trato con el posadero y Nico recordaría
al hombre si alguna vez volvían a Skithdron.
—Nico…
—Eso es para otro momento posterior, preciosa mía. —Le guiñó un ojo y le
sonrió, disfrutando de su cara enrojecida a la incierta luz de la luna creciente—. Por
ahora, deberíamos irnos.
—Nico…
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El Club de las Excomulgadas
—No discutas. Vamos, tenemos que irnos. —Él se movió a corta distancia,
para permitir que el cambio viniera a él. Recoge la cuerda, cariño, y pon el lazo grande
sobre mi cabeza.
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El Club de las Excomulgadas
¿Cómo estás ahí? preguntó Nico cariñosamente en su mente.
Estoy bien, Nico. Simplemente disfrutaba del aire de la noche. Es tan emocionante.
Estoy bien, Nico. Sólo admiraba una de las manzanas que compraste para mí. Trató
de sonar lo más normal que pudo, aunque sus temblorosas emociones amenazaban
con desbordarse.
El dragón bajo ella se rió entre dientes humeando. Déjame eso a mí, cariño. Los
dragones son cazadores, sabes. Encontraré algo, y te proveeré de carne fresca al mismo tiempo.
Y puedo cocinarla también.
Otra vez vino una sonrisita humeante, y ella tuvo que reírse también.
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El Club de las Excomulgadas
Me alegro que pienses así.
A un día más por lo menos. Trataré de cortar un poco al noroeste, le dijo Nico,
cuando aprovechó una ráfaga de viento. Ella adoraba absolutamente la sensación
de vuelo, de ser golpeada por las corrientes de aire y de nadar entre las estrellas.
Tenemos una buena oportunidad con algunos dragones y caballeros del Refugio Fronterizo si
podemos llegar lo bastante cerca. De todos modos, estoy preocupado porque Lucan pueda
haber enviado ya noticias a la zona fronteriza y que pueda ser difícil cruzar.
Riki recordó muchas de las cosas que había oído despotricar a Lucan, y
algunas de ellas comenzaron a tener sentido.
Afortunadamente, Salomar está muerto. Pero tienes razón sobre las láminas de
diamante. Salomar las usó contra nuestras fuerzas cuando trató de invadir desde el norte. Tu
hermana fue fundamental para frustrar sus planes. Ella es toda una mujer.
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El Club de las Excomulgadas
¿Lana? Riki sintió una punzada por la chica que había sido su otra mitad,
arrancada de ella brutalmente cuando habían sido robadas de su madre. ¿Querrías
contarme sobre ella? ¿Qué está haciendo ahora?
Justo ahora, está aprendiendo a ser la reina de Draconia. Se casó con mi hermano
Roland hace unos meses.
¿Lana es la reina?
Si, cariño. Y está unida por la Madre con un Dragón de Hielo salvaje llamado Tor
cuando él fue incubado sólo desde la cáscara. Han estado juntos desde entonces. Se ayudaron
el uno al otro a escapar de Salomar y a sobrevivir en el congelado norte hasta que Roland
tropezó en su camino. Él se enamoró de Lana casi a primera vista, y le pidió que fuera su
reina. Adoptó a Tor, y lo están criando juntos. Tor es un dragonet increíblemente brillante y
Mi hermana, la reina. Riki apenas podía creerlo. ¿Y vive con un dragón bebé?
Mejor aún, tu madre se volvió a casar. Uno de sus nuevos maridos es el compañero
caballero de Kelzy.
¿Uno de sus maridos? ¿Tiene más de uno? Riki estaba un poco escandalizada por
la idea.
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El Club de las Excomulgadas
¿Así que mi madre tiene dos maridos?
Nico se rió entre dientes, enviando humo hacia atrás mientras iban en medio
de una corriente de aire. Lo mismo ocurre con tu hermana pequeña, Belora. Fue la
primera en casarse. Uno de sus caballeros, Gareth, es el compañero del hijo de Kelzy y
Sandor, Kelyan.
Conozco ese nombre. Oí despotricar sobre Darian a Lucan. Estaba tan enojado que
casi mató a uno de sus propios guardias cuando la noticia de la deserción de Lord Darian fue
informada.
Hablaron hasta bien entrada la noche. Riki estaba muy emocionada sobre
las noticias acerca de su familia, sorprendida por el nuevo estilo de vida de su
madre y hermana pequeña, que disfrutaban en la guarida, y completamente
asombrada por la idea de que su gemela ahora fuera Reina de Draconia. Nico
bromeó con ella con historias divertidas de las travesuras del bebé Tor, e hizo que
llorara un poco con las noticias de que Belora iba a ser madre en cualquier
momento. Él era bueno para hablar y el tiempo pasó rápido por lo que se
sorprendió cuando los primeros rayos grises del alba empezaron a aparecer en el
horizonte detrás de ellos.
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El Club de las Excomulgadas
alguna vez tendría el valor para hacer algo tan valiente. No, Lana era la intrépida.
Siempre lo había sido, y Riki se sintió consolada por saber que su gemela había
encontrado un hombre que pudiera amar, y quién la amaba a cambio.
Pensó en lo poco que había logrado alcanzar en su vida y con qué frecuencia
había fracasado. Acunada por los pensamientos taciturnos, descansó contra la
espalda caliente de Nico. Estaba cómoda y caliente ahora, entre la capa de lana y el
fuego interior de Nico. Casi se durmió, pero se negó a perderse un momento de la
increíble sensación de volar y tener las estrellas tan cerca. Riki dejó su mirada ir a la
deriva hacia fuera y arriba, pensando en las estrellas, pequeños agujeros en la tela
del cielo, tan cerca, y sin embargo, tan lejos.
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El Club de las Excomulgadas
No quise tener que decirte esto, pero oí hablar a unos guardias en la taberna. Lucan
envió a jinetes de relevo, hasta el frente de la frontera y a cada ciudad entre ellas. Te quiere de
vuelta lo suficiente como para poner a todos los soldados de esta maldita tierra en alerta. Han
estado viajando sin parar desde que nos escapamos. Cuando uno alcanza su destino, otro
recoge el mensaje y va a la siguiente parada, y así sucesivamente. Malditamente eficiente y
condenadamente inconveniente para nosotros.
Hay otras maneras, Riki. Tienes que confiar en mí. Soy el Jefe de Espionaje de
Draconia, después de todo. Su risa cubierta de hollín fue silenciosa, pero ella sintió la
ondulación del rollo de humor a través de su sinuoso cuello.
Pueden que no se esperen que tratemos de hacer eso, y la frontera del norte de
Skithdron esté menos fuertemente fortificada que la de Draconia. O podríamos aprovechar
nuestras oportunidades por el suelo por un tiempo. Vamos a tener que dejarlo muy pronto de
todos modos, para descansar durante el día. Mi piel negra, es muy fácil de ver contra un cielo
claro.
Tengo una idea. Hay un agente por aquí en la ciudad de Plinth. Si podemos llegar
hasta él, podría ayudarnos.
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El Club de las Excomulgadas
En realidad, es un comerciante, un bardo. Por nacimiento es Draconiano, aunque no
se podría decirlo al escucharlo. Sus padres son caballeros, y se crió en una Guarida, aunque
emprendió su camino por su cuenta a una edad muy joven para aprender su arte musical y la
narración de cuentos. Ha estudiado por todas partes y siempre lo he encontrado muy útil.
Creo que sus muchas habilidades serán prácticas ahora.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Seis
Y así Nico se encontró dejándose caer tan suavemente como pudo, justo
fuera del perímetro de la muralla de Plinth a unos pocos minutos antes del
amanecer. La ciudad era lo suficientemente grande para tener un mercado diario y
las puertas del lado sur ya estaban llenas con el tráfico de los agricultores que
llegaban de los campos con sus cultivos para vender a lo largo del camino grande,
ligeramente fortificado. Viajar en esa parte del país era un poco más seguro que más
al sur porque en este extremo del norte, las temperaturas eran mas frías, y eso
significaba que menos skiths habitaban el área.
Nico cambio rápidamente, no fuera que algún granjero con ojo agudo lo
— ¿Todo bien?
Nico se dio cuenta de que había estado mirándola fijamente, sin moverse,
durante algún tiempo. Sacudió la cabeza y recolectó su ingenio, jurando
silenciosamente prestarle más atención a su entorno. Era cierto que estaba cansado
del largo vuelo y siguió sintiendo punzadas de la paliza y la tortura que había
sufrido solo dos días antes, pero no era excusa para relajar la vigilancia. No era solo
su vida en la línea en este momento. No, Riki estaba contando con él para
protección y guía a través de esta tierra peligrosa. No podía defraudarla.
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El Club de las Excomulgadas
Él se ajustó la capucha alrededor de su rostro, ocultándole un poco. Recogió
su pelo castaño en una cola, empujándolo hacia atrás y abajo por la parte posterior
de su capa, ocultando la mayor parte de su lustrosa longitud de la vista en los
pliegues de la capucha.
— ¿Qué hay de ti? No quieres que te miren destacando, con esa ropa tan fina
en esta mañana tan fría.
Los guerreros llevaban sus pieles cerradas, así nada podría impedirles entrar
en la batalla. Los agricultores eran menos particulares y por lo general llevaban el
cuero lo más suave posible para estar fríos mientras trabajaban, lo que permitía una
gama completa de movimientos. Los agricultores también eran menos propensos a
poder pagar la ropa a la medida que muchos exitosos soldados tenían por la
suavidad y flexibilidad del cuero y así le permitían hacer frente a la misma gama de
problemas de movimiento. No, suelto y colgando estaba a la orden del día como un
granjero y Nico estaba preparado.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Qué te parece? —Nico tenía sus manos a los costados, dándole una
sonrisa a Riki. Ella lo estaba mirando con tal feroz concentración en su linda cara,
que fue lo único que pudo hacer para detenerse y no besarla hasta dejarla sin
sentido. Más tarde, se dijo a sí mismo, cuando hubiesen encontrado refugio. Oh, sí,
más tarde conseguiría besarla, lo necesitaba desesperadamente.
Nico hizo una leve reverencia con una sonrisa pícara. —Si mi señora me lo
permite, debemos seguir nuestro camino. —Le tendió un brazo y ella lo tomó con
una sonrisa tonta que respondió a su exacto estado de ánimo. Era asombroso lo
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El Club de las Excomulgadas
Ella valía la pena, sin embargo. Riki valía la pena cada momento de
paciencia y de espera. Nico sabía que con el tiempo sería suya. Y cuando ese día
llegara, cuando ella viniera a él libremente, por su propia voluntad, sería el más
afortunado, feliz y más bendecido hombre en el mundo.
—Bueno días. —Nico asintió con indiferencia al hombre parado de pie que
miraba la entrada. El saludo informal y la seguridad de su paso recorrerían un largo
camino anticipándose a cualquier pregunta que el hombre de otro modo pudiera
tener sobre ellos. Nico movió sus manos entrelazadas con una pequeña y
despreocupada sonrisa mientras pasaban a través de la puerta sin problemas. Daban
una apariencia de ser una joven pareja feliz, volviendo de su encuentro en el campo
y después de una mirada inicial, nadie pareció fijarse en ellos.
¿A dónde vamos? ¿Sabes dónde está tu operativo ahora? Las palabras de Riki se
hicieron eco en el silencio a través de su mente, y él se alegró de que pudiera
utilizar esa habilidad en lugar de hablar de sus temores en voz alta donde alguien
pudiera oírla. Realmente era una mujer asombrosa. Por un lado, era raro que una
mujer pudiera hablar con los dragones así. Aún más raro eran las mujeres de sangre
real, con un dragón en su alma. Riki era un tesoro.
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El Club de las Excomulgadas
Este espía se esconde a plena vista. Como un bardo, Drake viaja por todos lados, muy
públicamente, sin que nadie se entere de sus actividades más clandestinas.
Increíble.
Al doblar una esquina, Nico vio una señal familiar. Una serpiente de plata
en la placa de madera sobre la puerta de una taberna de moderado éxito. No la
mejor de la ciudad, pero lejos de la peor, era el tipo de lugar que sería anfitrión de
Drake de las Cinco Tierras, extraordinario bardo. Mientras Drake tenía el talento
Nico sabía que Drake acababa de terminar una misión peligrosa que lo había
llevado a los confines más lejanos de Elder land, en el este, un juglar jugando a
emperador y su corte. Habiendo tenido éxito en sus tareas de frustrar un intento de
asesinato sin ninguna de las nobles casas de Elder land dando la cara, Drake se
había ganado un buen favor del rey y unas pocas concesiones comerciales para
Draconia así como también un tiempo bien merecido de descanso.
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El Club de las Excomulgadas
Jóvenes, viejas, gordas, flacas, bajas, altas, luchadoras o dóciles, Drake
amaba a las mujeres de todo tipo. Y él les encantaba. Drake había cortado una
franja a través de las damas de las cinco tierras que reclamaba como su hogar.
Pocos sabían que era realmente un hijo de alto rango de Draconia, y eso solo lo
convertía en un activo valioso para su verdadera patria.
Eso es. Nico tiró a Riki mas cerca de su costado, protegiéndola de la única
ventana grande de la taberna poniéndose entre ella y la ventana. Tenemos suerte. ¿Ves
ese carro azul bajo la tela, allí? Ese vagón es de Drake. Lo que significa que está en su
residencia.
Nico tomó nota de la manera sutil en que miró el vagón. Esta mujer
excepcional era natural para los juegos de espías. ¿Lo sabría ella?
Sé que lo hará.
Con mi vida.
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El Club de las Excomulgadas
No por la puerta principal. Hay una pequeña entrada rodeando la parte de atrás. La
habitación de Drake debería estar cerca, pero esperaremos su señal antes de entrar. Solo sé lo
más silenciosa posible y sigue mi ejemplo.
En caso que alguien esté mirando, solo somos dos amantes dándonos un rápido
abrazo antes de entrar.
Riki le sonrió con confianza absoluta y Nico se inclinó para besar sus dulces
labios una sola vez. No podía permitirse la exploración más pausada que realmente
quería. Simplemente no tenían tiempo. Nico tenía que llevarla al interior antes de
que el sol saliera por encima de las paredes de la ciudad y alguien pudiera ver el
estado de sus ropas a plena luz del día. Eso podría hacer que los observaran, y si
alguien empezaba a preguntar, podrían ser identificados seguramente.
—Quédate justo aquí cariño. —Nico la atrajo hacia él, colocando su mejilla
contra la de ella, lo suficiente para ocultar la parte inferior de su rostro entre los
pliegues de su capucha, que estaba descansando en racimos alrededor de sus
hombros. Frunciendo los labios, dio el suave llamamiento de una paloma.
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El Club de las Excomulgadas
Alternada levemente, esa llamada en particular debería alertar a Drake de su
presencia.
Nico se enderezó y tomó firme pero casual la mano de Riki. Vamos. Solo
tienes que moverte lentamente como si perteneciéramos aquí, y todo estará bien.
¿Este es tu operativo?
Lo hago Nico.
Tan pronto como la puerta se cerró detrás de ellos, Niko se volvió hacia su
amigo.
Pero Drake no se rió. Habló en voz baja. —Oí sobre tu captura tan sólo
anoche por el sinvergüenza que te vendió. Ya nos encargamos de él. —Un conjunto
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El Club de las Excomulgadas
sombrío se formó en la boca de Nico, estaba seguro que no se cruzarían a ese
hombre por segunda vez nunca más—. Tenía planeado ir hacia el sur hoy, para ver
si podía ser de ayuda, entonces te encuentro en mi puerta. Y con una compañía
encantadora. Nada menos.
Sin duda, Drake estaba siendo cauteloso en torno a Riki. No sabía quién o
qué era, después de todo. Nico disfrutó del momento, sabiendo cuan sorprendido
estaría Drake cuando se enterara que la búsqueda de la hermana de la nueva reina
estaba terminada.
Nico hizo a Riki pasar frente a Drake. —Cariño, —se dirigió a ella en voz
baja—, te presento a Drake de las Cinco Tierras.
Riki se rió, el sonido encantó a Nico mientras seguía con las presentaciones.
—Drake esta es Riki. La que hemos estado buscando.
Nico asintió. —Ella me sanó, —sabía que era la única prueba que Drake
necesitaría. Él era uno de los pocos que conocía los secretos de la sangre real.
Drake se arrodilló delante de ellos—. Gracias a la Madre por su retorno, milady.
Riki se retorció cuando el hombre alto y rubio se arrodilló ante ella. Nadie
nunca había parecido notarla, sin contar las primera reacciones de Nico, por
supuesto. Si este era el tipo de recepción que tendría en Draconia, estaría sonrojada
por siempre. Así como estaba segura que su cara estaba encendida en ese momento.
La mirada del hombre rubio pasó de ella a Nico con aparente diversión.
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El Club de las Excomulgadas
—Levántate tonto, —Nico criticó al hombre con buen humor. Era claro
para ella que estos hombres eran viejos amigos por la forma fácil con que
conversaban—. Estás haciendo ruborizar a la pobre chica.
—Ella no está aquí para tu diversión, Drake, —el tono de Nico la excitaba.
Parecía casi... posesivo.
— ¿Puede ella...?
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El Club de las Excomulgadas
—Todavía tenemos algunas cosas en la canasta, —Riki levantó un brazo,
sobre el cual el asa de la cesta todavía descansaba. Era más ligera ahora, seguro,
pero se las había arreglado para guardarle un poco de fruta a Nico.
—No hay problema, —dijo Drake en voz baja—. A menudo como con
mis... mm... invitados. Las cejas no se levantarán si tomo un desayuno largo y la
orden viene de mí.
—Entonces tal vez podríamos organizarnos para ‘llegar’ como tus primos
más tarde en la noche después de haber descansado y que hayas conseguido
algunas provisiones para nosotros.
Drake asintió, con ojos serios. —Haré las compras hoy. ¿Asumo que
perdiste todo cuando te capturaron?
—Ya basta Drake. —Nico la jaló hacia atrás contra su pecho, con un brazo
pasando alrededor de su cintura. Riki prácticamente ronroneó mientras Nico hacía
esa proclamación pública. Ella no tenía idea si lo hacía en serio para siempre o
simplemente como una forma de mantenerla a salvo de Drake, pero le gustaba estar
segura—. Ella ha estado en cautiverio durante años. No tiene nada propio. Quiero
que llegues lo más pronto al mercado por cosas para ella. Merece que te apures un
poquito. Al menos lo máximo posible que podamos manejar en tan corto tiempo.
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El Club de las Excomulgadas
—Sólo iré a la cocina y le pediré a Themla que prepare una bandeja. —
Drake se volvió hacia la puerta, pero se detuvo, mirando a Nico primero, y luego a
ella, su expresión se ensombreció—. Me alegro de que estés a salvo.
Riki sintió un sentimiento muy profundo con las palabras tranquilas del
guapo hombre. Ella sabía que eran para Nico y el ligero endurecimiento de su
brazo en su cintura le dijo lo mucho que esas palabras de Drake le hacían sentir a
Nico.
Drake los dejó entonces, y Nico la soltó cuando ella tiró levemente contra su
agarre. Girando en círculo, ella tuvo la oportunidad de mirar por encima a la
pequeña, pero limpia habitación. Había una cama grande en una esquina que
Cualquier cosa que Lucan tocaba estaba contaminado por lo que a ella
concernía y de lejos prefería el duro mármol para dormir que cualquiera cosa que le
diera él. Por supuesto, él nunca ni una vez le había ofrecido ni una colchoneta
delgada para su comodidad. Ella estaba allí solo para su bienestar, de nadie más y
el punto era que fuera impulsada a casa por todos los pequeños desaires e
inconvenientes, así como las palizas y gritos amenazantes.
Pero todo eso estaba detrás ahora. Y la cama de Drake estaba ante ella.
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El Club de las Excomulgadas
Tambaleándose un poco mientras se movía hacia adelante, solo tuvo la
presencia de ánimo para desabrocharse el abrigo y dejarlo en la cesta se deslizó de
sus brazos justo antes de llegar a la cama. Colapsando boca abajo, sintió a Nico
tirar de la manta fina a lo largo de ella, acomodándola para su mayor comodidad.
Nico sonrió. —Todo está bien, cariño, —se sentó en el borde de la cama,
inclinándose sobre ella un poco para besarle la frente—. Duerme. Habrá comida
aquí cuando despiertes y no te dejaré ni un momento.
Riki no pudo estar segura más tarde si Nico realmente había pronunciado
las palabras o si ella simplemente las había soñado. Ah, pero que hermoso sueño
había sido.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Siete
Drake abrió la puerta unos momentos más tarde, sosteniendo una bandeja
grande. Nico se reunió con él en la puerta, tomó la bandeja y la depositó sobre la
mesa de la habitación. Nico se sentó y excavó en la harina de avena caliente,
sabiendo que no aguantaría mientras Riki dormía. Dejaría el pan y la mermelada
para ella, así como algunas de las frutas y quesos, pero los huevos fritos y el tocino,
así como la avena, serían suyos.
Lo importante era, que podían conseguir más. Drake les escondería y los
mantendría lo más seguros posible mientras estuvieran con él. Aunque no veía a
Drake mucho hoy día, se habían criado juntos, entrenado juntos como soldados y
Nico asintió. —La jornada ha sido dura para ella, y estaba en mal estado
cuando la encontré. Lucan la golpeo y la mató de hambre durante el último año o
más, por lo que puedo decir. Estaba encadenada a su cama.
— Ella es especial para ti, ¿no? —Los ojos de Drake se suavizaron al mirar a
la mujer dormida.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Lo sabe ya? —Drake le miró especulativo, y más que un poco
sorprendido, pero Drake había crecido en la Guarida. Era muy consciente de la
rapidez con la que caballeros y dragones sabían cuando habían conocido a la mujer
única para ellos. Dragones y caballeros, ambos tenían vínculos muy fuertes con sus
compañeros elegidos, y Nico tenía un poco de ambos.
—Con lo que ha pasado, me sorprende que aún siga estando sana. Lucan no
es del todo humano ya, Drake.
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El Club de las Excomulgadas
—Ella tiene fuego, Drake, y espíritu. Lucan no ha podido aplastarlo, pero
está insegura de sí misma. Tiene poco sentido de su propia valía. Debemos ir con
cuidado con sus sentimientos.
—Es la cosa más preciosa en mi mundo, Drake. Puede tener todo el tiempo
que necesite.
—Bien, —Drake se levantó de la mesa—, las cosas serán más fáciles una vez
que logremos sacarte de Skithdron. Iré al mercado para conseguirte suministros y
hablar con algunos amigos. A menos que haya problemas, regresaré poco antes del
atardecer. La sala común de la taberna no se llena hasta la cena, una marca después
de la puesta del sol en estos lugares. Puedes 'llegar' durante la cena con el bullicio y
Drake envió una última mirada sobre la mujer dormida, con la expresión
más suave que Nico había visto jamás.
—Lo sé, Drake. Es por eso que vine a ti. Hay pocos hombres en los que
confíe en este mundo. Siempre has sido el primero en la lista.
Nico aseguró el pestillo después de que Drake se fue sin hacer ruido.
Examinó la habitación. Las sobras de la comida que estaban en la gran bandeja
harían una buena comida para Riki cuando se despertara. Su propia hambre estaba
satisfecha por el momento.
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El Club de las Excomulgadas
Bueno, al menos su hambre de comida estaba satisfecha. Su hambre de Riki
era algo que estaba descubriendo era una constante. Sin importar dónde se
encontraran o en qué tipo de situación. Siempre estaba hambriento de ella. Se
estaba convirtiendo rápidamente en parte de su naturaleza, y sabía que se agravaría
cuanto más tiempo pasara con ella.
Si tuviera que esperar, así sería. Riki se merecía todo su esfuerzo, cada
sacrificio, cada momento de su tiempo. Ella era su amor. Así de simple.
****
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El Club de las Excomulgadas
levantado hasta la cintura al amparo de las calientes mantas. Su pecho estaba
calentando su espalda, sus brazos fuertes la encerraban en su calidez, su mano le
surcaba un pezón y la otra estaba apoyada en la unión de sus muslos.
Ningún otro hombre la había tocado nunca con tanta ternura, con tanto
ardor, tan tentadoramente. Sólo Nico.
—Estás tan húmeda para mí, mi paloma, tan ansiosa por mi tacto. ¿Sabes
cuánto significa para mí? ¿Sabes cuánto me excita?
Nico empujó sus caderas contra las de ella y ella sintió la dureza de su eje
erecto contra su trasero, a través de la suave piel de los pantalones. Él estaba bien
dotado y muy listo.
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El Club de las Excomulgadas
Riki retrocedió y esta vez Nico la dejó alejarse ligeramente, aunque sus
manos todavía vagaban por su cuerpo. Su mano en su pecho tiró juguetonamente
de su pezón, enviando electricidad hasta su núcleo. La mano entre sus muslos jugó
con el pequeño capullo, bajando para deslizarse en su jugo, después de introducirse
dentro de su apretado canal. Un largo dedo se deslizó dentro de ella, estirándola,
llenándola. Se sentía tan maravilloso, tan extraño, tan llena. Quería más, pero sabía
que no podía permitírselo. Incluso eso era peligroso.
Ella gimió cuando él empezó a entrar y salir, con un solo dedo jugando con
su virgen canal, con el resto de su mano estrujándose contra el pequeño botón que
le daba placer. Ella se agitó al acercarse, para huir, para conseguir algo. No sabía
qué. Pero necesitaba algo que sólo podría proporcionarle Nico.
—Córrete para mí, cariño, déjate ir del todo. Confía en mí, confía en esto.
Córrete para mí ahora. —Sus palabras cayeron como un susurro en su oído,
seguido de su lengua, un momento después, la llevó a un fuego superior y aún más
caliente.
Se sentía como si estuviera flotando, en caída libre desde una montaña muy
alta. Nico siguió acariciándola, y la guió a lo largo del camino. Era un hombre tan
bueno, fuerte, querido. Y ahora le mostraba los sentimientos más increíbles. ¿Cómo
podía seguir negándose a sí misma a negarles este placer, esta pasión?
— ¿Nico?
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El Club de las Excomulgadas
—Pero, ¿y tú?
—No te preocupes por mí, Riki. Tú primero. Siempre. Duerme ahora. —Él
le acarició el cabello hacia atrás y pudo sentir la tensión en su cuerpo.
Riki trató de cerrar los ojos y dormir, pero no podía, sabiendo que él estaba
sufriendo a causa de ella. Sabía lo suficiente acerca de los cuerpos de los hombres,
por haber observado a Lucan y a sus amantes de ambos sexos, para saber que
necesitaba ayudar a Nico. Haciendo acopio de valor, se dio la vuelta en sus brazos,
incorporándose un poco para poder mirarlo a sus adorables ojos avellana.
—Mi cuerpo puede ser virgen, Nico, y necesito que siga así por ahora, pero
sé que me necesitas. No puedo darte mi virginidad, pero puedo darte alivio.
Ella lo miró con una sonrisa consciente. —Sabes, nunca he hecho esto
antes.
—No. Él me hizo mirar, pero Loralie le dijo que me dejara sola sexualmente
en todos los sentidos. Tengo que darle las gracias por ello, supongo, aunque es la
que me trajo como regalo de sanación para atenderlo, en primer lugar. —Hizo una
pausa con un suspiro de alivio—. Tengo curiosidad por algunas de las cosas que vi.
—Oh, sé que algunas de las cosas fueron el resultado de una mente enferma,
pero otras cosas... sobre todo al principio, cuando era mayormente humano... esas
son las cosas por las que tengo curiosidad.
— ¿Por ejemplo? —Nico levantó una ceja en su dirección y ella supo que iba
a dejar que intentase todo lo que le gustara. Ella le sonrió.
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El Club de las Excomulgadas
—Quiero probarte, Nico. Quiero saber cómo te sientes en mi boca. ¿Me
dejarás hacer eso?
—Dulce Madre. —La cabeza de Nico cayó mientras ella desataba sus
polainas—. No sé si sobreviviré, pero haz lo que quieras, ángel. Lo que tú quieras.
Ella se quedó sin aliento cuando su dura polla saltó del confinamiento de
cuero a su mano. Era caliente y sólida, y tan grande. Ninguno de los hombres que
había visto en las cámaras de Lucan podía compararse con la longitud y la anchura
de Nico. Casi tenía miedo de que no encajara en su boca, pero lo haría lo mejor
posible.
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El Club de las Excomulgadas
Chupando con las mejillas hundidas, ella se levantó, no dejándolo ir por
completo, sino moviéndose sobre él con movimientos vacilantes. Riki se animó
cuando la excitación de Nico aumentó, amando la forma en la que respondía al
más leve toque de su lengua.
—Oh, nena. Así. —Él puso una mano en su pelo, orientando su cabeza en
su movimiento arriba y abajo, con la otra mano jugaba con su vagina. Riki sentía
su propia excitación crecer con cada golpe de su mano, con cada pulsación al lamer
su duro eje.
Nico se corrió con un grito ahogado que impulsó su propia excitación más
alta, cuando ella se tragó todo lo que él le daba. Esto era tan especial, tan mágico,
tan bueno. Esto parecía justo lo correcto como nada antes en su vida.
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El Club de las Excomulgadas
Nico gimió cuando se corrió en la boca caliente de Riki. Para ser una
principiante, había sido tan natural al chupar su pene y no tardó mucho en hacer
que perdiera toda apariencia de control. Ella era realmente peligrosa.
—No voy a tomar tu virginidad hasta que me lo pidas, Riki. Esa es una
— ¡Nico! —Su voz baja y entrecortada cerca de su oído le dijo que estaba a
punto de correrse, pero él no quería que se corriera hasta haber tenido la
oportunidad de probar su crema.
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El Club de las Excomulgadas
sus pechos, chupando los pezones duros, recorriéndolos con la lengua, uno por
uno. Ella se retorció debajo de él de una manera más que satisfactoria mientras él
seguía por su cuerpo, jugueteando con su ombligo y mordisqueando los huesos de
sus caderas. Ella todavía estaba demasiado delgada, pero haría algo al respecto, con
el tiempo. Le daría de comer los mejores alimentos de la tierra, la llenaría con
delicias de todos los rincones del mundo, hasta que estuviera tan saludable como
debería estar.
Moviéndose más abajo, él abrió su vagina con los dedos y se limitó a mirarla
durante un buen rato. Era el paraíso de color rosa, hinchado, pero se tomó un
momento para saborear la primera visión clara de su lugar más privado. Sabía que
era el primer hombre que le mostraba el placer de su cuerpo, y disfrutaba de la idea,
pero se moría de ganas de estar dentro de ella, y sabía que eso sólo llegaría cuando,
Hasta entonces, tendría que contentarse con esto. Pero esto era un paraíso
de una clase diferente, y no menos dulce. Nico se inclinó a su tarea con entusiasmo,
lamiendo su camino alrededor de su vagina, aprendiendo su gusto y sus respuestas.
Delicadamente le mordió los labios inferiores, jugó con ellos y los degustó, hasta
encontrar su sensible clítoris. Ella gritó en voz baja cuando le chupó allí,
perdiéndose por completo cuando él deslizó su dedo medio en su núcleo como
respuesta y lo acarició con cuidado.
Nico oyó abrirse la puerta, pero una mirada rápida le dijo que sólo era
Drake. El otro hombre pareció sorprendido por un momento, y luego una sonrisa
se dibujó en su rostro.
Riki se quedó sin aliento y trató de alejarse, pero Nico sólo sonrió.
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El Club de las Excomulgadas
—Entra y cierra la puerta, Drake. Sólo estaba mostrándole a mi mujer lo
mucho que la aprecio.
Drake sonrió con perverso placer, haciéndole un guiño a Riki para ayudar a
aliviar su vergüenza por haber sido sorprendida. —Si fuera mía, haría lo mismo,
Nick. Noche y día. Eres un hombre afortunado, muy afortunado.
La mayoría de los dragones lo hacían, Nico lo sabía muy bien. Los vuelos de
apareamiento tendían a ser asuntos públicos y de manera flagrante al dragón le
—No hay duda sobre ello, —Nico acordó, sentándose un poco hacia atrás y
dejando que Drake la mirara. Nico miró los ojos de Riki y las reacciones de su
cuerpo cuando Drake se acercó. Maldita sea, si su mujer no estaba ni un poco
entusiasmada por los ojos del otro hombre en su vagina desnuda. Pensó empujarla
un paso más—. Sujeta sus manos mientras yo la limpio lamiéndola. Creo que tiene
que correrse una vez más para mí antes de que esté satisfecho.
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El Club de las Excomulgadas
Drake se acercó en silencio, se sentó a su lado en la cama y tomó las
muñecas frágiles de Riki en una de sus grandes manos. Las sostuvo libremente,
pero con firmeza, por encima de su cabeza.
—Tiene unas bonitas tetas —Nico empujó un poco más, paso a paso.
Riki se quedó sin aliento, pero asintió con timidez, sus luminosos ojos
verdes se ampliaron mientras Nico levantaba su vestido sobre los hombros,
quedándose al descubierto por completo. El vestido se enredó alrededor de sus
muñecas, efectivamente uniendo sus manos, lo que estuvo bien cuando Drake llegó
con ambas manos para acariciar sus pechos.
—Tienes razón, Nick, tu chica tiene tetas muy bonitas. ¿Crees que me dejará
besarlas?
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El Club de las Excomulgadas
la emoción en sus ojos y cedió. Le daría cualquier cosa que Riki deseara. Cualquier
cosa—. Adelante, Drake. Saborea sus pezones. Son los mejores de la tierra.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Ocho
Riki no podía creer lo que estaba sucediendo. Nico estaba metiendo su
lengua dentro y fuera, volviéndola salvaje, mientras su amigo diabólicamente
mordisqueaba sus pezones. Nunca se había sentido tan sin sentido o tan excitada en
toda su vida. Era cierto que su experiencia era nula, pero había visto toda clase de
cosas en las habitaciones de Lucan. Esto era, por mucho, lo más emocionante.
—Um, —ella habló en voz baja, la vergüenza inundaba sus mejillas con
calor—, creo que debería ser al revés.
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El Club de las Excomulgadas
Drake bajó y Nico gruñó. Pero Drake se encogió de hombros mientras
colocaba un leve beso en los labios de Riki, un saludo suave de amistad y respeto.
Sentía todo eso en su beso, lo mismo que sentía el agarre posesivo de Nico en sus
muslos, hasta que Drake retrocedió, poniéndose de pie junto a la cama.
Casualmente él se movió a las cosas que había dejado caer sobre la mesa y la silla
cuando entró por la puerta y Riki se tomó un momento para recuperar el aliento.
Todavía quedaba lidiar con Nico y podía sentir su mirada fija en su forma desnuda.
Ella no podía mirarlo a los ojos todavía y como una cobarde, se cerró en sí
misma, escondiéndose. Le tomó por sorpresa cuando sintió a Nico besar la
pequeña cicatriz en su cintura, una de las más profundas de muchas sesiones de
tortura en que Lucan usaba el veneno Skith. Ella sabía que la herida era fea y se le
llenaron de lágrimas los ojos cuando sintió el beso de Nico en todas y cada una de
—Mírame, mi amor.
—No puedo.
—Drake lo sabe, cariño. Sabe cómo has sido tratada, y te protegerá, al igual
que yo.
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El Club de las Excomulgadas
—Confío en ti, Nico. —Sus palabras parecieron afectarle en gran medida. Él
apretó la mandíbula y algo parecido a esperanza saltó a su mirada, sólo para ser
contenida mientras rodaba distanciándose.
Ella sabía que él estaba hablando de sus acciones antes de que Drake llegara
y se alegró de que Nico no entrase en detalles con el otro hombre presente, sin
importar lo que acababan de compartir. Algunas cosas estaban destinadas a ser
privadas, entre ella y Nico.
—De nada.
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El Club de las Excomulgadas
cuando él estuvo tapado. Un poco sorprendida, se dio cuenta de que realmente
quería ver el pene de un hombre, quería lamerlo, quería poseerlo.
Riki, vio a Nico pasear hacia la mesa, cogiendo la espada que Drake había
colocado delante de él. Expertamente, puso a prueba su equilibrio cuando Riki se
apresuró a sentarse en la cama, tirando de su vestido por encima de su cuerpo y
cubriéndose con una manta sobre sus hombros por si acaso. No estaba
normalmente cómoda mostrando su cuerpo a causa de todas las cicatrices. Los
minutos previos habían sido una anomalía causada por el placer extremo. Placer
tan intenso que las mejillas se le habían inundado de calor, y su vagina se llenaba
de crema, sólo de recordarlo.
—Esta es una hoja fina, —Nico asintió hacia Drake—. Buena elección.
—Ah, la mejor clase, —Nico coincidió, probando el peso de cada una de las
hojas con un ojo crítico—. Estas son buenas también. Tu herrero es bueno.
¿Conseguiste algo para Riki?
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El Club de las Excomulgadas
Nico lo tomó de Drake con manos gentiles y se acercó a la cama, sentándose
a su lado. Colocó el vestido sobre sus piernas. —Quiero que te pongas esto, cariño.
Sé que es un poco brillante, pero estamos haciéndonos pasar como primos Gitanos
de Drake. La mayoría de las mujeres Gitanas visten en colores muy brillantes y te
ayudará a camuflarte.
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El Club de las Excomulgadas
falda tardó unos segundos en seguir su movimiento. Experimentalmente, ella trató
de moverse un poco más y se deleitó con el roce del material sedoso.
—Tú eres hermosa, —Nico suspiró, mirándola. Sus ojos volaron hacia él y
leyó el hambre en su mirada, el hambre y la admiración que hacían que sus rodillas
se tambaleasen.
—Son perfectos, Drake. —Nico dio un paso adelante para examinar las
joyas, extendiendo las manos por más—. ¿Qué más conseguiste?
Drake le entregó a Nico algunos otros artículos, pero Riki no pudo ver lo
que eran y estaba demasiado fascinada por su vestido nuevo para interesarse
realmente. Los hombres eran los expertos en este juego de espionaje, ella no era
más que una nueva jugadora que debía trabajar duro para mantener el ritmo.
—Somos pareja, —dijo él breve—. Nick y Ari de las tribus de los Gitanos,
venimos de visita y viajamos con nuestro primo Drake.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿No sería más seguro sólo permanecer ocultos?
—Por ahora. —Estuvo de acuerdo él, pero sus ojos tenían un profundo
mensaje que tuvo miedo de leer.
****
— ¿Qué sabes de los Gitanos? —Nico intentó entrenar a Riki o a Ari, como
debería llamarla mientras estuvieran en sus roles, sobre el papel que ella jugaría.
—Yo fui adoptado por uno de los clanes de los Gitanos después de realizar
un... servicio para el jefe de la familia.
Nico estaba sorprendido por algunas de las cosas en las que Drake se había
involucrado durante su estancia en el extranjero. Pocos hombres podían afirmar su
adopción por lo gitanos, eran reservados. Aunque Drake nunca había revelado los
detalles de lo que había hecho para ganarse ese raro honor, Nico no había pasado
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El Club de las Excomulgadas
demasiado tiempo tratando de descifrar el misterio. Pero este era un secreto que
hasta el jefe de Inteligencia de Draconia no sabía. Sin embargo, sabía que los
contactos de Drake entre los Gitanos podrían ser vitales en su huida de esta tierra
abandonada.
Pero no podía. Todavía no. No hasta que ella viniera libremente a él. Nico
era un hombre paciente, pero el dragón hervía, deseando a su pareja.
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El Club de las Excomulgadas
embarazada. Nos daría una excusa para retirarnos temprano y explicaría tu piel
pálida.
Cuanto más pensaba en ello, más le gustaba la idea a Nico. No sólo por su
disfraz, sino por su verdad. Le encantaría más que nada plantar su hijo en el vientre
de Riki, verlo crecer con él, y verlo nacer. Nunca antes había querido ser padre,
pero de repente, era uno de los objetivos más importantes de su vida. Pronto, se
prometió a sí mismo, pronto Riki vendría a él, la haría suya y harían bebés juntos.
Pronto. El lado dragón de su naturaleza apenas podía esperar.
—Está bien, Ari, mi amor. —Él agarro sus manos—. Apenas acabas de
enterarte que estás embarazada, de tan solo unas semanas, así que todavía estás
delgada, pero te sientes indispuesta casi todo el tiempo. Así, si te sientes demasiado
mal en la taberna puedes pretender malestar y te sacaré de allí. Pero es importante
que hagamos una breve aparición, así nadie se sorprenderá cuando nos vayamos en
la carreta de Drake mañana por la noche.
****
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El Club de las Excomulgadas
Drake los escoltó a su mesa reservada cerca del fuego y se dirigió a la
multitud, presentó rápidamente a sus primos Gitanos y comenzó una canción antes
de que alguien pudiera hacer preguntas sobre ellos. Era bueno. De hecho era
condenadamente bueno, Riki se dio cuenta rápidamente. Al mismo nivel, o mejor
que muchos de los bardos famosos que habían entretenido a Lucan en el palacio.
Era más bien desagradable, en realidad, pero Riki no asociaba la música con
los atroces actos que había sido obligada presenciar. No, la música había sido su
salvadora en esos momentos, lo que le permitía centrarse en algo con sus oídos,
incluso mientras sus ojos se veían obligados a mirar los actos abominables para ella.
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El Club de las Excomulgadas
siempre y cuando hubiese música, podía concentrarse en ella, incluso mientras sus
ojos permanecían abiertos para ver las escenas repugnantes de Lucan.
Drake comenzó una triste balada conocida como 'El lamento de Arundelle'.
Era una historia mítica sobre cómo el río que lindaba Skithdron con Draconia al
norte había conseguido su nombre. Hablaba de la triste mujer maga, Arundelle, que
había perdido a su compañero en los días en que los magos todavía vagaban por la
tierra y la magia estaba en todas partes y en todas las cosas.
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El Club de las Excomulgadas
delante de él. De hecho las bebidas fueron entregadas para Riki y Nico también,
simplemente porque estaban con Drake, tan popular como era.
— ¿Tus primos no nos favorecerán con una canción? —Brewer preguntó con
sonrisa jovial. Había un trasfondo de urgencia en su voz, tanto que Riki
Eso fue suficiente para hacer que Riki mirara, y lo que vio en su breve
vistazo casi le dio un ataque al corazón. Cuatro soldados en uniforme estaban junto
a la puerta inspeccionando a la multitud. Sus uniformes indicaban que no eran del
palacio real, así que no la reconocerían, pero estaban definitivamente buscando
algo. De hecho probablemente estaban buscándola a ella.
Riki recordó lo que Nico le había dicho acerca de cómo ocultarse a plena
vista y una idea tomó forma en su mente. Haciendo acopio de valor, Riki miró a
Nico. Su mirada estaba desplazándose casualmente por el entorno, tomando nota
de las salidas y de las posibles vías que podrían tomar si las cosas iban mal. Tenía
que hacer algo para salvarse. Nico había hecho todo hasta este punto y ella tenía
que tomar un papel más activo en su huida. Se estaba convirtiendo rápidamente en
una cuestión de orgullo.
Puedo cantar. Riki pronunció esas palabras privadamente solo para Nico,
probando las aguas antes de saltar a ellas.
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El Club de las Excomulgadas
Nico fijó la mirada en ella, con duda.
Todo lo que has hecho es cuidar de mí. Puedo hacer esto, si eso ayuda. Si me
necesitas, puedo cantar bastante bien, así que no estarás avergonzado. Aunque no soy ni por
asomo tan buena como Drake.
¿Estás segura?
Nico se llevó su mano a los labios y le besó suavemente los nudillos cuando
su mirada se movió sutilmente hacia la puerta. Los soldados se estaban acercando,
podía verlos por el rabillo del ojo. Era hora de actuar. Nico asintió ligeramente y se
volvió hacia el propietario.
—Mi esposa cantará una canción para usted mientras nuestro primo
descansa, si ese es su deseo.
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El Club de las Excomulgadas
única cosa que podía hacer para ayudarse a sí misma. Y a estos maravillosos
hombres quienes estaban protegiéndola.
—Está bien, —le dijo ella en voz baja. Drake le apretó la mano una vez,
para luego dejarla ir, estirándose por su laúd, pero la mano de Nico se cerró sobre el
largo cuello del instrumento primero. Riki se sorprendió, pero la luz que bailó en
los ojos de Nico la calentó.
—Tocaré para mi bella esposa. Todavía somos unos recién casados, después
de todo. —La risa de Nico se hizo eco por Drake y el propietario, y pronto las otras
mesas alrededor de ellos estaban animadas cuando Riki y Nico se enfrentaron a la
multitud.
Riki pensó rápidamente entre las muchas canciones que se había aprendido
de memoria durante los meses en que había sido sometida a pena de prisión por
Lucan. Necesitaba algo relativamente corto, que pudiera hacer bien. Después de
tan sólo unos segundos de deliberación, pensó en una que a la gente le gustaría
también.
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El Club de las Excomulgadas
—Cualquier cosa por ti, mi amor. —Oyó a varias mujeres suspirando por su
intercambio, mientras Nico estaba a su lado, con un pie apoyado en una silla
mientras sostenía el laúd, apoyado en una rodilla. Él comenzó con unas notas de
introducción y Riki se dio cuenta que tenía cierta habilidad con el instrumento. Por
supuesto, era un príncipe. Probablemente había sido educado en todo tipo de cosas
que la gente nunca aprendía normalmente.
Tocando ese vasto poder, comenzó a cantar, sabiendo que nada podría
hacerle daño mientras estuviera en ese mágico lugar.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Nueve
Nico estaba indeciso ante el plan de Riki, pero estaba dispuesto darle esta
oportunidad de probarse a sí misma. Sabía que, en el fondo, ella tenía que hacer
algo para tomar el control de su vida, o viviría para siempre con miedo. Lo había
visto antes, con los guerreros que había liberado de la prisión. Para un hombre,
necesitaban sentir que estaban haciéndo algo en su propio rescate, o bien vivirían
reducidos por el resto de sus vidas.
La canción hablaba de una sirena del mar, quien lloraba por los hombres
que había matado involuntariamente cuando habían salido en la búsqueda de su
hogar en el fondo del océano. La melodía era especialmente inquietante, y de
palabras conmovedoras. A Nico siempre le había gustado la canción, pero nunca
había oído cantarla mejor que en ese momento. Riki era realmente poderosa,
aunque su poder no provenía de algo físico, sino de su capacidad para atormentar y
seducir con sólo su voz.
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El Club de las Excomulgadas
La canción sólo tenía algunas estrofas y un estribillo inolvidable. Era mucho
más corta que la actuación que Drake había realizado, el silencio se hizo cuando se
tocó la última nota, seguida de aplausos. Monedas cayeron sobre ambos,
aterrizando en la olla vacía que Drake colocó apresuradamente a sus pies. Riki hizo
una reverencia con timidez, su rostro pálido se tornó de un favorecedor color rosa,
mientras Nico le entregaba a Drake su laúd con firmeza. Habían hecho su canción
para convencer a los soldados que eran verdaderos artistas gitanos. No sometería a
Riki a más, por mucho que la multitud la aclamara.
Mantuvo a Riki junto a él, con un brazo posesivamente sobre sus hombros,
cuando les enviaron bebidas y dulces, en agradecimiento por su canción. Ella era
definitivamente popular entre la gente, pero lo que había sorprendido mayormente
a Nico era que a las mujeres les había gustado tanto como a los hombres. Ella había
tocado su fibra sensible, su voz había alcanzado a todos en la sala, no inspirando
lujuria, sino con la belleza de las palabras de la canción, creando miradas de
asombro en todas sus caras.
Había algo más en la voz de Riki. Nico podía sentirlo. Pero no estaba muy
seguro de lo que era, era sólo algo mágico. Eso le llevaría más estudio y
razonamiento, cuando tuviesen tiempo de explorar lo que realmente su voz podía
hacer.
Le pareció exagerado, incluso para él, pero luego pensó que la gemela de
Riki podía cambiar a la forma de dragón. ¿Quién decía que Riki no había
encontrado otra manera de canalizar la magia dragón inmersa dentro de su alma?
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Podría usted y su señora hacernos el favor, con otra canción? —El jovial
propietario regresó a su mesa, pero Nico se volvió hacia el hombre con un suspiro
de pesar.
—Me temo que no, buen señor. Mi esposa está recientemente embarazada y
se cansa fácilmente en estos primeros días.
Nico estrechó la mano libre del hombre, sólo un poco sorprendido por el
gesto secreto qué hizo con el pulgar. No era de extrañar que Drake se alojara aquí
cuando estaba en Plinth. Este hombre era parte de la hermandad de los gitanos.
Nico le dio la señal de retorno y una amplia sonrisa dividió la cara del hombre
cuando asintió y se apresuró a esconderla. Nico se dio cuenta de que tenía amigos
en Plinth de los que ni siquiera sabía. Alineado con los gitanos, algo que Drake
había logrado llevar a cabo hace mucho tiempo, y Nico, más recientemente, estaba
resultando ser una cosa muy buena, de hecho.
Riki se contentó con dejar a Nico manejar los arreglos y guiar sus acciones.
Una vez que los soldados abandonaron la taberna, la fatiga fue real, el viaje,
la fuga, su debilidad por los golpes y el hambre y el miedo aterrador a que los
soldados diesen la voz de alarma, habían dejado su interior agotado. Riki estaba
116
El Club de las Excomulgadas
drenada y débil, más que feliz de apoyarse en Nico y permitirle llevarla por el
pasillo oscuro hacia su habitación.
Ella asintió contra su pecho. —Sí, Nico. Gracias. —El alivio fue sincero.
Riki sabía que Nico era un hombre de palabra. Si él decía que tendría elección
propia, entonces le creía.
— ¿Confías en mí?
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El Club de las Excomulgadas
—Lo hago, —dijo ella en voz baja, sabiendo la verdad de esas palabras en
su corazón.
—Entonces, acuéstate conmigo esta noche. Piel con piel. Te prometo que no
tomaré tu virginidad esta noche ni mañana, pero necesito sentirte contra mí, cariño,
como necesito mi próximo aliento.
Sin embargo, quería sentir la piel de Nico contra la suya. La idea era
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El Club de las Excomulgadas
Pero eso nunca sucedería. Tenía que resistirse a esos pensamientos, incluso
con la perfección masculina de pie delante de ella. Su castidad era lo único que la
protegía. Renunciar a eso supondría entregar su vida.
Sin embargo, Riki se encontró cada vez más caliente, con su sangre en
llamas y girando en sus venas. ¿Alguna vez la mera visión de un hombre desnudo le
había causado esa clase de reacción antes? Sabía que no. Había visto a Lucan y a
sus amantes de ambos sexos. Los hombres estaban en forma y con buenos cuerpos
—Lucan exigía solo lo mejor— pero ninguno le había provocado esta respuesta
caliente. Ningún otro hombre la había afectado como Nico, lo sabía en su corazón,
ningún otro hombre lo haría jamás.
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El Club de las Excomulgadas
Había una alegría en el trato sexual de Nico. Un nuevo sentido la llenó de
asombro. Este hombre la hacía sentir apreciada. Era una sensación de seguridad,
que le rogaba que diera todo lo que tenía a cambio.
Pero no podía. Su vida estaba en juego. Sería una tonta al comerciar su vida
por un momento de placer. Incluso con Nico.
Él se movió entonces, tirándose hacia atrás para mirarla a los ojos mientras
sus manos se movían por su cuerpo. Una mano le tomó un pecho, masajeándolo
suavemente como su deseo pedía. Su otra mano encontró su núcleo. Nico sostuvo
su mirada mientras deslizaba un dedo dentro de su canal, jugando, probándola y
tentándola casi más allá de la razón. Su dedo pulgar jugó sobre su clítoris,
haciéndola estremecerse cuando la pasión amenazaba con apoderarse de ella.
—Córrete para mí, cariño. —Nico susurró palabras de ánimo cuando ella se
corrió con un grito, capturando sus labios contra los suyos.
El placer alcanzó un punto máximo más alto que antes, que duró largos
momentos mientras él continuaba acariciando su húmedo cuerpo. Ella estaba
totalmente derretida cuando por fin las sensaciones se calmaron. Nico la besó
largamente y con una ternura que le llevó lágrimas a los ojos.
—Pero, ¿y tú?
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El Club de las Excomulgadas
Él le besó la frente, cuando retrocedió. —Esto era para ti, cariño. Para
mostrarte lo mucho que me importas. Para demostrarte que puedes confiar en mí.
Nico se rió entre dientes, bajo y sexy en su oído. — ¿Se siente como que
estoy sufriendo?
Ella no tuvo respuesta para eso, cuando él bombeo con su polla a través de
la grieta caliente de sus nalgas. Él ronroneó en su oído, sorprendiéndose mientras la
pasión se agitaba un poco en su interior.
—Pero…
—Duerme. —Él cortó sus protestas con un suave apretón de cintura, con su
mano moviéndose para tomar su pecho y tirar suavemente de su pezón—. Es una
orden.
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El Club de las Excomulgadas
capturados por Lucan? Si era así, su pureza era lo único que podía salvarla. ¿Podría
renunciar a su única protección?
Nico había sido tan amable con ella, tan dulce. Oh, cómo deseaba poder
hacer el amor con él plenamente. Sabía que él sería un amante generoso, amable y
cariñoso. El anhelo de su pene brotó en su interior, humedeciendo su coño y
haciéndole retorcerse.
Haciendo acopio de valor, Riki hizo su camino por su cuerpo con su boca y
manos, colocando besitos aquí y allá, y lamiendo, lamiendo sus bordes duros y sus
pezones planos, haciéndose camino hacia el objetivo final.
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El Club de las Excomulgadas
Los ojos de Nico se abrieron al sentir una lengua suave girando alrededor de
su pezón.
Riki.
Su voz pareció asustarla. Riki se detuvo, sus manos eran suaves alrededor de
su pene, y lo miró. Nico casi gimió ante la pasión cristalina que leyó en sus bellos
ojos verdes. La luz era tenue, pero su visión era más aguda que la de la mayoría de
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El Club de las Excomulgadas
Riki lo tomó profundamente hasta que la punta de su polla golpeó la parte
posterior de su garganta. Luego lo chupó, largo y fuerte, y él casi se perdió. Nico
enredó las manos en su cabello, tratando de levantarla, pero ella sólo siguió sus
pasos hasta el momento. No, esta pequeña zorra sabía lo que quería y lo quería
ahora.
Riki estableció un ritmo suave conduciendo su boca sobre su polla, con una
mano apretando sus pelotas y con un dedo de la otra mano profundizándose en su
trasero, masajeándolo desde el interior. Nico sabía qué estaba perdido.
Nico supo en ese momento que realmente estaba arruinado para cualquier
otra mujer. Y no le importaba en lo más mínimo. Sería de Riki o de nadie, de ahora
en adelante. Ella era suya y él era definitivamente de ella, en todas las formas
posibles.
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El Club de las Excomulgadas
cansada, casi como si hubiera necesitado su esperma para completarla,
permitiéndole relajarse y dormir.
—Gracias, mi querida Riki, —susurró él, inclinándose para besar sus dulces
e hinchados labios. Cuando se retiró, ella le parpadeó, con soñadores y perezosos
ojos de mirada cristalina por la pasión.
Nico se quedó dormido una vez más, más profundo esta vez, repleto de
pensamientos hacia su compañera que estaba llegando a confiar en él, que tal vez le
amase tanto como él ya la amaba.
Salieron con las primeras luces en la carreta de color azul brillante de Drake.
Él tenía un equipo de magníficos caballos blancos alineados para tirar de la carreta,
estaba cerrada a los lados y en los extremos. En el interior, Riki encontró un
espacio de vida suntuoso, con un colchón gigante y una multitud de almohadas
suaves y de colores alegres.
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El Club de las Excomulgadas
Los hombres montaban delante en el asiento de tabla, dejando a Riki en el
interior del vagón, tanto para ocultarla cuando salían de la ciudad, como porque las
mujeres gitanas por lo general iban bien escondidas a la luz del día. Los hombres
trataban con el mundo exterior, mientras las mujeres eran las que mandaban en el
interior. Las mujeres Gitanas generalmente se observan sólo en la capacidad
profesional, como cantantes, músicos, bailarinas, adivinas, y similares, siempre
vigiladas cuidadosamente por sus hombres guerreros. Los Gitanos eran hombres
muy celosos de sus mujeres, lo que trabajaba a su favor al tratar de sacar a Riki
fuera de la ciudad sin levantar sospechas.
Dejaron las puertas de la ciudad con poca fanfarria. Algunos de los guardias
le preguntaron a Drake que cuando pensaba podría estar de regreso, lo que indicaba
que habían disfrutado de su música y le darían la bienvenida a una nueva visita.
Pero la suerte estuvo con ellos y dejaron atrás la ciudad con bastante
facilidad. Era casi deprimente después de lo que habían pasado para llegar hasta
aquí, pero Riki dio las gracias al destino que le permitió llegar hasta esta distancia
de Lucan. Cada paso de los caballos la llevaban más lejos de su locura y más cerca
de la libertad.
—Puedes dejar esta puerta abierta ahora, si quieres un poco de aire fresco.
No nos hemos cruzado con nadie por este camino en un tiempo. Es probable que el
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El Club de las Excomulgadas
tráfico sea ralo de aquí en adelante. No muchos que desciendan del norte en esta
época del año.
— ¿Por qué no descansas un poco, cariño? —dijo Nico cuando ella bostezó
y le indicó de nuevo el vagón—. Tenemos un largo camino por recorrer y aun estás
recuperándote.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Diez
Riki se derrumbó en un sueño agotado en la parte trasera de la carreta
mientras Nico y Drake iban en el frente. Ella estaba a salvo allí, Nico lo sabía, bien
escondida de cualquiera que pudiera pasar.
—Es la magia de los Jinn. Algunos lo tienen, pero nunca lo había sentido
—Los cuales son la mayoría, —Nico completó mientras Drake asentía con
un gesto de cabeza.
—Es cierto, pero aún es un secreto. ¿Nunca te preguntaste por qué los
músicos Jinn son tan buscados? Es su capacidad para influir en una multitud o
incluso en un solo oyente de cualquier manera que deseen. Ayer por la noche, tu
chica tenía a todas las personas en esa habitación común bajo su hechizo, para
hacer con ellos lo que quisiera. Es un regalo peligroso y sorprendente.
—Entonces es aún más peligroso. Tenemos que llevarla a la feria de los Jinn
para algo más que su seguridad física. Puedo enseñarle un poco, pero no tengo un
don muy fuerte, no como un verdadero Jinn. Ellos podrán enseñarle cómo
controlarlo y usarlo. Más precisamente, cómo usarlo con seguridad.
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El Club de las Excomulgadas
Riki sorprendió a los hombres durmiendo durante todo el día. Nico la revisó
unas cuantas veces, haciendo una pausa para moverle el hermoso pelo fuera de la
cara.
— ¿Aún sigue durmiendo? —le preguntó Drake con simpatía mientras Nico
subía de nuevo en el asiento de tablones desde la parte trasera de la carreta. Dejó
caer la cortina delante de la puerta pequeña para que la luz del sol desvaneciéndose
no molestara a Riki mientras dormía.
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El Club de las Excomulgadas
—He oído rumores de otros Jinn acerca de ella, aunque no sabía quién era
en ese momento. Los Jinn han estado manteniendo un ojo en ella, incluyéndola en
sus oraciones. Será bienvenida entre ellos por lo que sufrió, por lo menos.
—Lo más importante ahora es que está a salvo contigo. Lograremos que
cruce la frontera con la ayuda de los Jinn.
—Espero que tus hermanos Jinn estén tan seguros y sean tan serviciales
como tú crees.
—Si las cosas se ponen peor, Nico, estaré aquí para ti. Mi palabra tiene algo
de peso entre los Jinn. Por lo menos, tendrán que dejarnos marchar sin ser
molestados si se vuelven hostiles. Tienen reglas entre la Hermandad y las conozco
bien.
Nico le dio una palmada a su viejo amigo en la espalda. —Me alegro de que
estés aquí, Drake. No podía pedir una mejor ayuda en este viaje, y no soy
demasiado orgulloso para admitir que mi mujer y yo podemos necesitar cada
pedacito de tu habilidad y ayuda antes de que todo esto termine.
—Es por lo que estoy aquí, —dijo Drake sonriendo—. Sirvo al reino, y a ti,
Nicholas. Cuando juré estar a tu servicio, era de por vida, y no lo hice a la ligera.
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El Club de las Excomulgadas
Nico asintió, conmovido por las palabras sinceras de Drake. —No lo tomé a
la ligera por mi parte tampoco, Drake. Tu casa está en Draconia y así será siempre.
—Pero mi papel se juega mejor en otras tierras. Al menos por ahora, —una
sombra de un viejo dolor atravesó el rostro cincelado de Drake y Nico supo que
estaba pensando en su familia y en las duras palabras que se habían dicho entre
padre e hijo antes que hubiese dejado su hogar para elegir su camino.
Aunque en verdad, dos padres lo habían criado, estaba claro por el pelo
rubio brillante y las facciones pícaras, cuál de los caballeros era su padre. Sir Declan
era un hombre duro, con muy pocas palabras de bondad para el hijo que era tan
parecido a él. Pero Declan era un caballero ejemplar, ayudante del mismo rey, y
muy respetado. Había sido difícil para Drake, a la temprana edad de quince años,
Nico vio la mueca en el rostro de Drake, pero el otro no habló más sobre el
tema. Algunas heridas eran demasiado dolorosas para analizarlas. Nico lo
entendía.
—Será mejor que acampemos antes de que esté demasiado oscuro, —dijo
Drake tranquilamente unos momentos después—. Conozco un lugar relativamente
seguro, un poco más adelante.
El sitio que Drake había prometido era tan bueno como cualquiera y mejor
que la mayoría en esta tierra de skiths y soldados hostiles. Rodeado por tres lados
por altas rocas que hacían que fuera imposible para el hombre o para el skith
aproximarse, solamente un flanco necesitaba ser vigilado y eso podría llevarse a
cabo con bastante facilidad haciendo fuego en las canteras que ya estaban
colocadas para tal fin.
—Este es un lugar habitual de parada para los Jinn que recorren este
camino. Estoy un poco sorprendido de que seamos los únicos aquí, pero con la
feria de los Jinn tan cerca, supongo que todos han avanzado más al norte. —Drake
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El Club de las Excomulgadas
estaba ocupado, arrastrando madera de los bordes de los árboles y
complementándolo con un poco de la muestra que mantenía almacenada en su
carro. El fuego era una necesidad si querías pasar la noche acampando en
Skithdron sin ser molestado.
Nico.
Su nombre pasó por su mente mientras sus labios reclamaban los de ella en
un alegre beso suave y amoroso. Riki se estiró debajo de él, disfrutando de la forma
en que sus manos moldeaban su cintura y acariciaban sus muslos mientras sus
labios jugaban con los de ella.
— ¿Qué hora es? —Riki quería mirar por la puerta del pequeño vagón, pero
sus ojos se quedaron pegados en Nico. Era tan guapo y tan amable.
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El Club de las Excomulgadas
—Es justo antes del atardecer y estamos estableciendo un campamento para
la noche.
—Estoy toda girada. Estaré despierta toda la noche y dormiré todo el día.
No sé qué hora es en absoluto.
Drake tenía las cosas guardadas sobre el fondo y los lados de su carreta, así
que todo lo que necesitaba estaba a su alcance. Riki se maravilló de los
compartimentos ocultos incorporados en el vagón azul. Algunos eran
verdaderamente ingeniosos y estaba segura de que él no estaba mostrándolos todos.
Era un espía, después de todo.
La cena fue deliciosa y más aún por la compañía. Nico era atento, llenando
su plato y volviendo a llenar su taza cuando se vaciaba, y la conversación era
amable y divertida. Drake contaba historias de sus viajes, y algunas de las aventuras
que él y Nico habían tenido cuando eran más jóvenes. Riki entendió mejor los
profundos vínculos entre los dos hombres y envidió sus cuentos de una infancia
despreocupada y de su amistad cercana.
Nico era tan perfecto, tan cariñoso. Bendijo el día en que había llegado a ella
y la había sacado de su miseria con Lucan. Nico era mágico, un dragón de leyenda,
y un hombre que hacía que su corazón latiera más rápido con una atracción
innegable.
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El Club de las Excomulgadas
Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, era difícil para Riki
asimilarlo todo. Nico había aparecido en el momento menos probable y la había
rescatado de un tirano sádico, volando con ella lejos y manteniéndola a salvo.
Añadió a eso la increíble atracción que sentía por él, incluso antes de que supiera
que podía liberarla y Nico era una tentación poderosa que ella anhelaba con todo
su corazón.
Lucan estaba tan loco en este momento, que ella no estaba segura de sí no la
mataría. La parte racional de su cerebro parecía tener cada vez menos control en
los últimos tiempos, mientras el malvado animal dentro de él se hacía cargo. Lucan
fácilmente podría matarla y ella sabía que probablemente no sería una muerte
rápida o fácil. No, Lucan le haría pagar cruelmente antes de finalmente poner fin a
su vida.
Entonces, ¿qué más daba si era virgen o no? De alguna manera, podría
matarla más rápido si ella perdía su poder curativo. Una vez que Lucan descubriera
que ya no era de más utilidad para él de esa manera, su rabia podía causar que la
asesinara rápidamente. Sólo podía rezar por tal fin si él se las arreglaba para re-
capturla.
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El Club de las Excomulgadas
bella y afilada cuchilla que Drake le había comprado y Nico le había dado debía de
funcionar. Ella la llevaba ahora, como le habían dicho que la mayoría de las
mujeres Jinn hacían, atada a su muslo discretamente debajo de sus faldas. Incluso
había una pequeña hendidura en el bolsillo a través del cual acceder a ella sin
levantarse la falda. Las mujeres Jinn eran aparentemente hábiles para defenderse y
Riki pensó que debía ser agradable ser Jinn, ser libre para vagar donde el viento la
llevara a vivir su vida en sus propios términos.
—Podrías hacer una gran vida como bardo, milady. Cuando estés cansada
de Nick, ¿por qué no me echas un vistazo a mí? Podríamos hacer música juntos.
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El Club de las Excomulgadas
—Lo siento, Drake. Mi corazón pertenece a Nico. —El pensamiento salió
antes de que pudiera censurar sus palabras. Oyó jadear a Nico y se atrevió a mirar
hacia él en la luz del fuego. Parecía aturdido. Un poco como ella se sentía.
Riki sabía que estaba siendo una cobarde, pero tenía que pensar en esto.
Tenía que reevaluar sus decisiones a la luz de este nuevo descubrimiento. El amor
lo cambiaba todo. Al menos lo hacía para ella. Nunca había estado enamorada
antes, y eso cambiaba todas sus percepciones de lo que era más importante.
Nico.
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El Club de las Excomulgadas
Sólo que el miedo había cambiado desde las posibles consecuencias de hacer
el amor con Nico hasta el acto en sí mismo. Era virgen, y aunque había visto a
Lucan tomar a sus amantes en todas las formas, nunca lo había experimentado ella
misma. Tenía miedo de que le doliera. Y tenía miedo de parecer una tonta.
Aunque sabía que Nico sería paciente y amable, no quería decepcionarlo por
su falta de experiencia. Rápidamente renunció a la idea de permanecer virgen. Eso
parecía tan insignificante ahora, ante la posibilidad de no hacer el amor con el
hombre que amaba. No, quería a Nico más que a nada, más que su propia
seguridad, sus poderes curativos o cualquier cosa.
— ¿Riki? —Nico fue donde ella estaba dentro del vagón, con la
preocupación sobre su hermoso rostro y supo que estaba perdida. — ¿Qué sucede?
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El Club de las Excomulgadas
asombro mientras sus almas se acercaban la una a la otra, formando lazos
tentativos que sólo se volvería más fuertes con el tiempo.
— ¡Oh, Nico! —Riki se estiró para besarlo tan profunda, tan tiernamente,
que tocó su alma. Cuando ella se hizo hacia atrás, las lágrimas corrían por su
rostro—. Yo también te necesito. Tanto. Nunca pensé...
—No sé de dónde sacó esa idea ese maniático, pero es totalmente falsa. Tus
hermanas y tu madre están casadas y, ciertamente, no son vírgenes, y sus poderes
se encuentran entre los más fuertes de la tierra. No perderás tus dones, créeme, —le
besó la frente, incapaz de resistirse a mordisquear sus mejillas suaves.
Nico se enderezó, pero no la soltó. Nunca la dejaría salir de sus brazos otra
vez, si tuviera la opción. —Loralie parece estar implicada en gran parte a lo que se
refiere a la seguridad de Draconia, ya sea para bien o para mal, en última instancia,
no puedo decirlo con claridad.
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El Club de las Excomulgadas
—Cuando Lucan se alió con el rey Salomar, parte del trato fue que Loralie
vendría donde Lucan y lo trataría... lo convertiría en lo que viste.
— ¿Tratar de combinarlo con los skiths? ¿Es eso lo que estaban haciendo? —
Riki se estremeció en sus brazos mientras asentía con un gesto—. Y Loralie le dijo
a Lucan que perderías tu don de curación si no eras virgen. —Nico frotó círculos
reconfortantes sobre su espalda mientras la abrazaba, pensando en toda la
información que tenía sobre los hechos siniestros de Lucan—. Tal vez te sorprenda
saber que Loralie también le dijo a tu hermana que te podríamos encontrar en
Skithdron.
— ¿Por qué haría eso? —La columna de Riki se puso rígida mientras
recuperaba algo de su compostura.
—No entiendo por qué me ayudaría ni siquiera en eso, —Nico le frotó los
hombros, necesitando reorientar su mente a cosas mucho más agradables.
—Todo se aclarará en el tiempo, estoy seguro. Pero por ahora, cariño, creo
que tenemos asuntos más importantes que atender.
—En el placer, mi dulce virgen. Para los dos. Pero especialmente para ti.
Esta primera vez, quiero que aprendas el placer que puedo darte. Quiero que
disfrutes cada momento. Si algo que haga te molesta, espero que me lo digas de
inmediato.
Riki lo miró a los ojos, sonriéndole con confianza. Era una responsabilidad
embriagadora y algo que recordarían por el resto de sus vidas. Con cuidado, bajó la
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El Club de las Excomulgadas
cabeza, tocando sus labios con los de ella en un saludo breve mientras la atraía
contra su tensa erección.
Ella sabía a miel y a rosas, a dulce y a pura. Nico temía que fuera demasiado
buena para alguien como él, pero no tenía la fuerza para dejarla ir. No, la quería
toda para él por el resto de sus vidas. Nico por fin había encontrado a su compañera
y la apreciaría y la mantendría entre sus brazos para siempre.
Puede ser que tomara un poco de tiempo para que ella creyera eso, pero
disfrutaría cada momento de él. Sin embargo, Nico decidió ir tan lento como
pudiera para no asustarla. Riki estaba todavía un poco nerviosa, con buena razón, y
no quería arriesgarse a perderla porque la hubiese presionado mucho, demasiado
rápido.
Tan suave como pudo, sacó su hermoso vestido por encima de sus hombros,
apartándose de ella sólo lo suficiente para eliminar la barrera entre ellos. Sus dedos
fueron a los lazos de su camisa, inflamándolo. Ella estaba ansiosa y preparada, casi
desesperada por lo que él podía darle y el pecho de Nico brincó con satisfacción y
hambre desesperada.
— ¿Sabes lo especial que eres? —Le susurró al oído mientras se movía hacia
abajo, adorando su piel con su boca—. ¿Puedes sentir lo que me haces? —Nico
apretó las caderas hacia delante entre sus muslos, disfrutando de su suavidad contra
su muy dura polla—. Me prendes en fuego, Arikia. Sólo tú.
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El Club de las Excomulgadas
Él arrastró sus labios por su delicado cuerpo, deteniéndose en el camino para
jugar con sus pechos, pero también deteniéndose aquí y allá para besar las
cicatrices, dejadas por su terrible experiencia como prisionera de Lucan. Nico sabía
que necesitaba su ternura tanto como su pasión. Ella, sin duda, había visto cosas
que harían que tuviera miedo de lo que podría ocurrir entre un hombre y una
mujer. En vista de ello, la voluntad de Riki de hacer el amor con él, lo asombraba y
humillaba.
Haciendo una pausa para lamer una pequeña cicatriz que se extendía por su
abdomen hasta el ombligo, se adentró en la pequeña muesca con la lengua. La
risita de niña de Riki mientras él le hacía cosquillas fue música para los oídos de
Nico. Eso era lo que quería. Quería liberar su naturaleza despreocupada, llegar a la
mujer que debería haber estado protegida y amada toda su vida y que nunca
La boca de Nico se arrastró hacia abajo por su cuerpo hasta que llegó al
final, arrodillándose ante ella. Mirando hacia ella, Nico se reunió con su mirada
sorprendida y se la sostuvo mientras levantaba uno de sus dulces muslos encima de
su hombro. Nico sonrió con satisfacción cuando el dragón en él pregonó. ¡Esta
mujer era suya!
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El Club de las Excomulgadas
Cuando los dedos largos extendieron el canal que estaba tan hambriento por
él, ella jadeó y sus rodillas se pusieron débiles. Pero Nico estuvo allí para
sostenerla. Sus dedos se movieron hacia atrás mientras su boca se hacía cargo. Sus
labios mordisqueaban su clítoris, su lengua barrió a lo largo de sus pliegues. Dos
dedos se clavaron en ella, moviéndose ligeramente, estableciendo un ritmo que casi
la volvió loca. Su otra mano tomó su culo, con sus dedos deslizándose lentamente
hacia el agujero pequeño y secreto de allí.
Y así era.
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El Club de las Excomulgadas
de los pliegues húmedos de su sexo, jugueteando, burlándose, tentándola para
tomarlo dentro. Sus labios dejaron un rastro bajando por su cuello, asentándose en
sus pechos maduros, volviéndola loca de necesidad.
La fiebre se elevó más y más alto. Pronto Riki estaba luchando contra él.
Ella sentía que si él no la tomaba pronto, podría morir de deseo.
—Ya está hecho. —Él se inclinó para besarla, descansando dentro de ella
durante un momento tranquilo mientras se acostumbraba a la sensación.
Riki estaba ardiendo, el fuego dentro aumentaba más y más alto mientras las
embestidas de Nico se volvían cada vez más potentes. Él se forjó en su interior,
provocando sus sentidos mientras su polla dura la reclamaba de la manera más
elemental. El dolor fue olvidado. La timidez dejada de lado. Sólo existía este
momento. Este hombre.
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El Club de las Excomulgadas
— ¡Nico!
—Ya casi estamos ahí. —Él forzó la voz por encima de la de ella, un
gruñido masculino salido de lo más profundo de su garganta—. Córrete conmigo,
Riki, córrete conmigo ahora.
Exprimida y saciada por completo, Riki se movió hacia abajo desde la cima
Ella sintió el calor subir de nuevo a sus mejillas mientras sonreía. —Estoy un
poco adolorida.
—Eso es de esperarse y lo siento, Riki, pero tengo que decirte que me hiciste
el hombre más feliz del mundo anoche. Gracias por tu precioso regalo,
desinteresado. Lo atesoraré y a ti, siempre. —Riki se quedó sin aliento. ¿Podría
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El Club de las Excomulgadas
querer decir…?—. Y ¿estaba en lo cierto acerca de tu magia? Aún está ahí, ¿no? —
Su sonrisa fue entrañable mientras Riki jadeaba.
— ¿Lo sabe?
—Por supuesto que lo sabe. Las paredes de este vagón son sólo tablas
delgadas de madera, después de todo. —Nico se sentó y comenzó a vestirse, con
una sonrisa masculina y demasiado contenta en su rostro.
—Podrías haberme avisado. —Riki intentó muy duro estar enojada con él,
pero se sentía demasiado bien para guardarle rencor.
—No me hubiera perdido un solo gemido o jadeo por nada del mundo,
cariño. Drake me conoce lo suficientemente bien como para burlarse de mí, pero si
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El Club de las Excomulgadas
te hace sentir incómoda, le diré que no insista en el tema. —Riki no pudo evitar
reírse de su actitud arrogante. Oh, él estaba de un humor fino esta mañana, y sintió
cierta satisfacción por haberlo puesto allí.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Once
Nico tomó las riendas, mientras emprendían el camino hacia la feria de los
Jinn.
—No, —Riki respondió con tristeza y Nico pudo oír el anhelo en su voz.
Tal vez Drake no estaba equivocado acerca de cuan ciertas eran sus
sospechas acerca de su don. —Siempre me ha gustado la música, pero nunca he
tenido la oportunidad de aprender. Oh, tuve un pequeño silbato cuando era niña,
pero eso fue hace mucho tiempo. Mi hermana solía bailar y yo tocaba una melodía.
Creo que se llamaba "La lavandera".
— ¡Eso es! —Riki exclamó sin aliento por la emoción, recordándole a Nico
cómo había jadeado su nombre por la noche. Pero tales pensamientos eran
1
Diapason: es un dispositivo metálico (generalmente acero) con forma de horquilla.
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El Club de las Excomulgadas
peligrosos. Tenía que prestar más atención a la carretera y menos a la mujer
seductora que le había robado el corazón.
—Como puede ver, es más adecuado para un silbato o una pipa, pero puedo
falsearla en el laúd, también.
Mientras Nico dirigía los caballos, Drake le enseñó a Riki los rudimentos de
ambos, el laúd y el tambor de mano. Era algo natural para ella, incluso Nico lo
sabía, a pesar de que había tenido que trabajar muy duro para que él dominara
incluso los primeros acordes en el laúd que le enseñaron cuando era niño. Riki lo
entendió casi al instante, teniendo un sentido natural del ritmo y tono que le
ayudaba inmensamente. Nico estaba debidamente impresionado.
También quedó impresionado por la forma en que utilizó su voz las pocas
Ella podía influir en la gente con la magia de su voz, igual que Drake había
proclamado. Nico se convirtió en un creyente durante ese largo viaje, mientras
Drake le enseñó a través de sus pasos, todo incluso sin presionarla o dejar que se
diera cuenta de que estaba siendo probada.
Mientras el crepúsculo rodaba sobre el suelo y la roca estéril daba paso a los
árboles alpinos, Drake indicó que estaban cerca de su destino. Viajaron un poco
2
Giga: Tonada de baile antiguo que se ejecutaba en compás de seis por ocho, con aire acelerado.
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El Club de las Excomulgadas
más lentamente, esperando el desafío que Drake les había asegurado que pronto
llegaría.
Los árboles eran más gruesos y el camino más estrecho, cuando de pronto su
camino fue bloqueado.
—He oído hablar de esos tres hombres. Interesante verlos a todos ante mí
proclamando ser una sola persona. ¿Puedes probar tus títulos?
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El Club de las Excomulgadas
—Hay otro. Posiblemente, a la que buscamos. —La voz de una mujer sonó
a través de los árboles envueltos en niebla a un lado de la carretera—. Tráiganla
hacia delante. —Una mujer alta, de pelo negro caminó desde los árboles. Era
impresionante y tenía ojos verde esmeralda. Llevaba las joyas de oro de su clan, un
colgante en forma de dragón, con alas extendidas en vuelo.
Una mano en su espalda instó a Nico a pararse a un lado para que Riki
pudiera salir de la parte trasera de la carreta. Nico bajó de un salto y le tendió la
mano para ayudarla a apearse. Valientemente, ella se enfrentó a la otra mujer. Era
más baja y más delgada que la voluptuosa belleza de pelo negro, pero ambas tenían
un porte regio que era inconfundible. Nico nunca estuvo más orgulloso de ella que
en ese momento.
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El Club de las Excomulgadas
—Amigos, ¿qué significa esto? —Drake habló en el silencio.
La mujer se echó a reír. —Los Jinn tienen formas de saberlo. Nosotros, los
del Clan del Dragón Negro tenemos nuestros propios métodos adicionales de
aprender cosas... prima.
El guerrero Jinn saltó hacia atrás y de repente una legión de soldados Jinn
surgieron de entre los árboles para rodear la carreta y a los dos dragones negros que
ahora los miraban con recelo. Se enfrentaron, con una clara tensión en cada línea
de sus elegantes cuerpos, cada uno inseguro de los motivos del otro, hasta que una
mujer pequeña y valiente se metió a zancadas entre ellos. Riki.
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El Club de las Excomulgadas
La tensión se difundió mientras la mujer cambiaba de nuevo a su forma
humana. Nico hizo lo mismo, aunque todavía la miró con recelo. Pero la mujer se
limitó a sonreír.
— ¿En serio? —Riki parecía tan optimista, Nico odiaba apagar sus
esperanzas en el caso de que esta mujer asombrosa estuviera equivocada.
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El Club de las Excomulgadas
sentidos se habían vuelto más agudos mientras Loralie había hecho su ruin trabajo
con Lucan.
Cada vez que la Bruja del Norte utilizaba su poder, Riki lo había sentido
como un golpe a sus sentidos. Mediante la magia negra y malvada era la forma en
que los skiths prosperaban y la sensación de ella contaminaba todo lo que tocaba.
Pero esta magia Jinn era pura y brillante. Se sentía feliz y le daba la bienvenida a
Riki como los brazos de una madre.
Puedo sentir la magia de este lugar y de estas personas. No es mala. No tienen malas
intenciones hacia nosotros. Al menos no en este momento. Lo sentiría si las tuvieran.
Sí, de verdad. Después de haber pasado tanto tiempo en torno a Lucan, ¿no crees que
reconocería magia malvada si nos enfrentara? La he sentido en nuestro camino de vez en
cuando, pero esta no lo es. De hecho, esta es magia protectora. Nada puede hacernos daño
aquí.
Estella los guió hacia una gran tienda de campaña, en el centro de una
sección del enorme campamento, invitándolos con una cálida y floreciente sonrisa.
La mujer era hermosa y podía cambiar a forma a dragón también. Riki sintió una
punzada de dolor, preguntándose si Nico preferiría a Estella antes que a ella.
Estaba claro que la mujer era mucho más hábil.
—Sentaos aquí, por favor, y haré que os traigan comida y vino. Sé que el
camino ha sido largo para encontrarnos, como el nuestro lo ha sido para
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El Club de las Excomulgadas
encontrarlos a vosotros. El vidente querrá hablar contigo, lo sé, y estoy segura de
que tiene muchas preguntas. Sólo dadme un minuto para arreglar las cosas.
Estella salió de la tienda y los tres se quedaron solos por unos momentos.
—Al menos para ti. —Sonó una voz nueva en la entrada de la tienda. En la
puerta había una mujer señorial vieja con ropas largas y coloridas.
Caminaba con una leve cojera mientras se movía hacia la mesa y los
hombres se levantaron respetuosamente hasta que ella estuvo sentada al otro lado
de Riki—. Soy la vidente, Arabetta. Bienvenida, Arikia, hija de Adora,
descendiente de Kent. He esperado tu llegada todos estos años.
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El Club de las Excomulgadas
disculpas y condolencias. Tu padre fue un gran hombre y un verdadero amigo de
los Jinn. Lamentablemente, la conexión se perdió cuando murió, como para que tu
hermano Roland supiera algo de nuestro vínculo, ni ninguno de los otros príncipes
reales. Nos ha llevado años restablecer el vínculo que nunca debió haberse perdido.
Tú, señor Drake, has sido fundamental para eso, y por ese gran servicio, te doy las
gracias.
—Bendita sea, —los demás repitieron las palabras y Riki hizo lo mismo,
levantando su copa de vino y bebiendo con el resto de ellos. El vino era delicioso y
afrutado, con una aspereza saltando en la lengua de Riki y haciéndole sonreír.
—Esto es delicioso.
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El Club de las Excomulgadas
Estella se echó a reír. —No, príncipe Nicholas. Nosotros, los del Clan del
Dragón Negro somos descendientes de Jintau, el hijo menor de Draneth el Sabio.
Él tuvo muchos hijos. Fueron ellos los que fundaron la Hermandad de los Jinn
hace generaciones. Desde entonces, los Jinn se han extendido por toda la tierra,
pero los dragones negros siguen siendo el núcleo de los Jinn. Nuestro clan gobierna
a todos los demás clanes, y sólo nuestro clan tiene la capacidad de cambiar. Entre
nuestro clan, tenemos tal vez a una docena de jóvenes dragones y a varios ancianos
que no vuelan mucho en estos días.
—Tú eres uno de ellos, —dijo Riki astutamente, con los ojos puestos en la
vidente.
—Asombroso, —el susurro de Nico llevó una sonrisa en los ojos de la mujer
mayor.
La vidente asintió con una sonrisa amable. —Debo deciros del peligro que
he previsto, príncipe Nicholas. Concierne a todas las tierras, pero muy
especialmente a Draconia.
—Hay un lugar, lejos de los residuos de la tierra del norte, conocido como la
Ciudadela. Fue en ese lugar, donde el último de los magos selló a sus enemigos y
estableció a un vigilante para velar por su lugar de descanso. Es a la Ciudadela, a
donde Lucan se prepara para ir. Debes detenerlo antes de que consiga despertar a
los magos dormidos atrapados allí o nuestras tierras conocerán el terror de una talla
de la que no hemos visto desde la Guerra de los Magos.
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El Club de las Excomulgadas
—Me han enseñado acerca de la Ciudadela, Señora, pero pensé que era sólo
una leyenda. —Nico consideró a la mujer de más edad con respeto y un poco de
temor.
—Lo haré. Gracias, Señora Arabetta, —la voz de Nico era formal y algo
tenue—. No puedo decir cuánto me alegro de saber que los dragones negros se
unirán entre sí. Los dragones de mi tierra serán alentados a saber que la línea de
Draneth sigue creciendo fuerte, incluso fuera de las fronteras de nuestra tierra.
Todos serán bienvenidos entre nosotros.
—Bien dicho, príncipe Nicholas. Pero hay una cosa que debe transcurrir
antes de que puedas regresar a tu hogar. —La anciana miró de Nico, puntualmente
a Riki y viceversa—. Tienes que casarte con nuestra nueva reina.
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El Club de las Excomulgadas
sistema fue diseñado para que las reglas de la reina sobre los asuntos diplomáticos y
sus tareas administrativas sean asuntos tribales. Siempre ha sido así, desde el
principio.
—Tienes el alma de dragón, hija. Eso es todo lo que se requiere para ser
Jinn. En cuanto a cambiar, eso vendrá, o no, con el tiempo. En verdad, no hay
ninguna diferencia. Eres la que fue anunciada. Eres a la que seguiremos en la
batalla. Aparte de eso, la realeza Jinn sirve de poco, la verdad sea dicha, ya que
somos un pueblo en su mayoría disperso. Tal vez eso te haga sentir mejor, —la
anciana se rió—. De todos modos, nuestra reina serás. Como se predijo.
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El Club de las Excomulgadas
la seguridad de todos los dragones y de las personas de Draconia. Riki no los
decepcionaría por miedo. Seguiría el consejo de Nico y vería lo que esta gente
quería de ella antes de ceder al miedo que la amenazaba incluso ahora, en
apoderarse de ella.
Necesito que me ayudes, Nico. Tengo miedo. Admitir eso era una de las cosas
más difíciles que jamás había hecho, pero Nico era su roca. Él la ayudaría. Ella lo
sabía en su alma, cuando nunca había dicho tales palabras, o admitido tal debilidad
a nadie en el mundo.
Nico le apretó la mano. Siempre estaré aquí para ti, Riki. Siempre estaré a tu lado,
dispuesto a atraparte. No tengas miedo. Juntos podemos manejar cualquier cosa.
Las lágrimas se reunieron detrás de sus ojos, pero se negó a dejarlas caer.
—Sé que prefieres tener una gran ceremonia. ¿Qué novia no quiere eso?
Pero no nos podemos permitir el tiempo. Ya hemos comenzado los preparativos
para una fiesta esta noche, precedida por supuesto, por la ceremonia de unión.
—Pero…
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El Club de las Excomulgadas
—Uno de los mejores sastres está preparando un vestido de novia para ti en
estos momentos.
—Pero…
Pero Nico tiró de su mano, exigiendo que se enfrentase a él. Sabía que eras
mía desde el primer momento en que te vi, mi amor. El dragón en mí reconoció a su
compañera desde el principio. Te amo, mi Arikia, y quiero que seas mi esposa, mi amante, mi
compañera de por vida. ¿Lo consentirás? ¿Me amas, aunque sea un poco?
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El Club de las Excomulgadas
Ella se estiró, prácticamente lanzándose en sus brazos. — ¡Te amo tanto! —
susurró en su oído antes de hacerse hacia atrás y besarlo profundamente.
— ¿Quieres ser mi novia, Arikia? —Su tono tierno la dejó sin aliento.
—Ya era hora, —se quejó Arabetta de buen humor, recordándole a Riki
crudamente que tenían audiencia. Ella trató de enderezarse, pero los brazos de
Nico la abrazaron con fuerza contra él.
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El Club de las Excomulgadas
la amaba y quería casarse con ella. Era un milagro de luz en su mundo oscuro,
triste y desolado de antes. Nico le había traído alegría y felicidad cuando pensó que
nunca vería eso de nuevo... y amor. Le había traído amor cuando había perdido la
esperanza de volver a sentir esas emociones tiernas por un hombre en su vida. Él
era un milagro.
Riki se sintió amada por primera vez en muchos, muchos y largos años.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Doce
La ceremonia de la boda no se pareció a nada de lo que Riki hubiera visto o
incluso esperado. Se dio cuenta de que había renunciado a la idea de casarse o
encontrar el amor en algún momento durante su encarcelamiento. Había perdido la
esperanza de cualquier tipo de futuro, pero Nico se lo había devuelto.
Riki había sido llevada a una tienda privada para prepararse. Varias mujeres
la habían ayudado, todas tenían los ojos verdes como los suyos, y afirmaban ser
primas de un tipo u otro. Le habían preparado un baño de vapor, perfumado con
raras gardenias de las tierras del sur. La fragancia era intoxicante y el rico jabón que
le dieron para lavarse y lociones para el cabello eran de la mejor calidad de la que
hubiese usado alguna vez.
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El Club de las Excomulgadas
Los nervios de Riki se desvanecieron a la nada cuando vio a Nico ahí,
esperando por ella. Ansiosamente, subió los escalones, tendiéndole una mano a
Nico cuando se acercó. Él no sólo le tomó la mano, sino que tiró de ella a un
primer plano para un rápido abrazo. La multitud aplaudió en voz alta y se callaron
de nuevo, un poco avergonzada de estar delante de tanta gente, pero su canto era
tan feliz, que acabó con la mayoría de sus temores.
Arabetta avanzó con varios otros gitanos mayores, todos de pie con ellos en
la plataforma grande. La multitud se quedó en silencio y la canción se desvaneció,
dejando alegría a su paso. Arabetta se detuvo frente a Riki y Nico, enfrentándolos.
Arabetta asintió y comenzó a cantar. O tal vez el cántico era una palabra
mejor, pensó Riki, al sentir la magia de la voz de Arabetta como una cosa viva.
Esto era poderoso, de hecho, a través de las palabras antiguas. Riki no entendía la
lengua antigua, pero el significado estaba claro. Realmente sentía las bandas de la
magia etérea arremolinándose a su alrededor y también de Nico, entrelazándolos
juntos mientras sus manos seguían unidas, en torno a los dos cuerpos y almas.
No sabiendo qué más decir, Riki optó por simplemente decir, —Lo hago.
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El Club de las Excomulgadas
—Lo hago, —declaró él con voz firme, sin dejar dudas en cuanto a su fuerte
intención.
Estella los llevó a una tienda privada donde una gran cena estaba dispuesta,
lista y esperando. Estella y Drake fueron los únicos en unirse a ellos, lo que
sorprendió a Riki. Los sonidos de la juerga se podían oír claramente a través de las
paredes de la delgada tienda.
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El Club de las Excomulgadas
no veía ninguna utilidad para ellas. Del mismo modo, no entendía algunos de los
otros extraños accesorios en la mesa.
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El Club de las Excomulgadas
—Los gitanos tienden a casarse muy jóvenes. Los testigos están destinados a
ayudar a las parejas más jóvenes, que a menudo son vírgenes. Muy a menudo, los
testigos eran una pareja casada que guiaba a los jóvenes en el camino. Cuanto
participen depende de lo que la pareja individualmente lo permita. —Estella se
encogió de hombros—. Debido a que Nico eligió a Drake, un hombre soltero para
ser su testigo, era lógico que yo estuviese aquí para ti. Drake y yo hemos
compartido placer antes.
Riki se sorprendió por la manera casual en que Estella habló de esos actos
privados. Era cierto, había visto todo tipo de cosas como prisionera de Lucan, pero
esto no ocurría en las costumbres de Lucan. No había dolor o sufrimiento que se
implicara aquí, sólo el intercambio de placer para el mutuo disfrute. Incluso pudo
ver cómo una pareja sin experiencia podía encontrar consuelo de tener amigos allí
Pero Nico era muy experimentado y habiendo sido su amante, Riki no creía
que necesitara ayuda de nadie, a pesar de que ellos hicieran ver el suceso
emocionante. Riki recordó el tiempo en la habitación de Drake cuando Nico había
invitado a su guapo amigo a tocarla y mirarla mientras Nico la complacía. Habían
sido salvajes, exóticos y muy eróticos. Riki había aprendido entonces, que le
gustaba ser observada.
—También está el hecho de que a veces entre el Clan Dragón Negro, una
noche de bodas puede incluir un vuelo de apareamiento, —Estella continuó
mientras seguía disfrutando de la cena—. Especialmente cuando se trata de
dragones jóvenes, los mayores esperan listos para su captura si caen demasiado
lejos, demasiado rápido. Pero no tenemos que preocuparnos de eso esta noche, ya
que no puedes volar todavía.
A Riki le gustó la forma segura en que Estella había dicho ‘todavía’, pero
Riki dudaba que jamás fuese capaz de cambiar a la forma dragón. Ese era un sueño
para otro momento.
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El Club de las Excomulgadas
Nico se acercó a ella, tomándole la mano y llevándosela a los labios. Si no los
quieres aquí, sólo di la palabra, mi amor. Me importa un bledo si es tradición gitana o no.
Haremos lo que queramos, y todo lo que quiero es tu felicidad y confort.
Drake pareció pensar en la pregunta, una luz brillaba en los ojos de esa
manera que hizo que Riki sintiera una compasión repentina y arrolladora por el
pícaro. Se veía tan perdido en ese momento, eso la sorprendió, pero luego él sonrió,
borrando la expresión angustiosa de su rostro. Juguetonamente, tiró de Estella a su
regazo.
Riki se calentó mirando. ¿Te gustaría verlos? La voz de Nico resonó a través
de su mente. Son una hermosa pareja, ¿no te parece?
Sí, lo son. ¿Los veremos mientras ellos nos miran? ¿Debemos pedirles que se unan a
nosotros, tal vez?
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El Club de las Excomulgadas
¿Cuál es su placer, mi señora?
Riki se hizo trizas. No sabía lo que quería. Sólo sabía que su temperatura se
elevaba con cada pasada de la lengua de Drake en la boca de Estella. Las manos de
Drake estaban ocupadas también, errantes sobre la figura voluptuosa de Estella,
quitando su ropa mientras ella desgarraba las suyas.
Oh, me gusta el sonido de eso, pero recuerda mi amor, si algo te hace sentir incómoda
en cualquier momento, lo único que tienes que hacer es decírmelo.
Nico anhelaba a Riki como a su siguiente aliento. Trabajó en los botones del
hermoso vestido con dedos ansiosos, deseando sentir su piel en la suya con una
urgencia que nunca había sentido antes. Esta mujer era su compañera en cada
forma posible.
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El Club de las Excomulgadas
de que Estella era algo más que bonita, Nico sólo sentía verdadera atracción por su
nueva esposa. Finalmente entendía lo que sus amigos decían cuando encontraban a
sus compañeras. Por fin, sabía la maravilla de reclamar a la única mujer a la que
adoraría y honraría para el resto de sus días.
—Vete. ¿No ves que estoy ocupado aquí? —gruñó Nico antes de volverse a
su esposa.
Realmente era su esposa ahora, a los ojos de los gitanos al menos, era lo
suficientemente bueno para él. Los gitanos, como la mayoría de los draconianos,
creían en la Madre de Todos y les habían unido ante ella. Eso era suficiente. Riki
estaba bien y verdaderamente era su esposa. Nico todavía no podía creer su buena
fortuna.
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de que estuvieran mirando. Él golpeó las nalgas de Estella con una fuerte palmada
y ella gritó, pero no de dolor. Riki saltó a los brazos de Nico y la tranquilizó,
inclinándose para lamerle la oreja. Nico sabía que algo de esto podría ser difícil
para ella teniendo en cuenta las cosas que probablemente había presenciado con
Lucan, pero el objetivo aquí era librarla de los horrores de su pasado. Tenía que ver
cómo podría llegar al placer de jugar seguros, lo que era sano entre adultos que lo
consentían. Drake era el hombre para demostrárselo, mientras Nico le explicaba a
su esposa todas las posibilidades. Sabiendo que ella era medio-dragón, sabía que el
borde más áspero del sexo sería más que probable lo que necesitara. Nico sopesó su
reacción, viendo el resplandor de sus ojos y el aumento de su respiración. Estaba
emocionada —no asustada— y él la mantendría de esa manera.
—A veces una nalgada puede ser muy tentadora, —le susurró al oído.
Drake fue más agresivo en esos momentos, añadiendo fuego a las generosas
curvas de Estella, con palmadas en su trasero y muslos. La mujer gitana gimió y le
rogó a Drake que continuase su sensual tortura, claramente disfrutando cada
minuto de ella.
—Soy mitad dragón, mi amor, como lo eres tú. ¿No quieres someterte a mí
en todo sentido? ¿Tu dragón interior no ansía ser dominada por el mío?
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El Club de las Excomulgadas
Nico y las palabras inflamaron sus sentidos, mientras el dominio de Drake en la
mujer gitana excitaba su deseo.
Ella no se había dado cuenta de que este tipo de juego podía ser cualquier
cosa menos doloroso. Lo que había visto en la cámara de Lucan había sido una
burla cruel de la sensualidad, la danza seductora sinuosa de la posición dominante
de la que ahora era testigo. Drake demostró su control total sobre Estella quien
respondió libremente y Riki empezó a preguntarse cómo sería entregarse de manera
completa y total al hombre que amaba.
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que hasta entonces había mantenido bajo control. Lo deseaba todo ahora. Quería
su dominio, su rudeza, su audacia.
Y él se lo daría.
Y entonces se hizo.
Riki vio su alma a través del fuego verde avellana de sus ojos y supo que él
estaba viéndose en la de ella también. Eran uno ahora, en todos los sentidos.
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El Club de las Excomulgadas
—Te amo, mi Arikia, mi esposa. —Nico le susurró al oído, mientras ambos
tenían la oportunidad de recuperarse.
—Lo sé, —dijo Riki en voz baja, amando la sensación de tenerlo con ella y
en ella—. Tanto como yo te amo.
Riki debió dormirse un poco, porque cuando se despertó fue con el sonido
de gemidos de placer femenino. Abriendo los ojos, Riki se encontró envuelta por
Nico, con los muslos desnudos, separados, con las rodillas extendidas, frente a
Drake y Estella. La otra pareja había salido de la esquina de la carpa y de las
cuerdas, hacia una zona más cercana. Drake tenía a Estella a cuatro patas, con su
Riki asintió mientras los veía. El rubio poderoso Drake era un complemento
ideal para la belleza de pelo oscuro de Estella y a su cuerpo lleno de curvas. Eran
hermosos juntos, y si no hubiera un amor profundo y verdadero atándolos, había
por lo menos respeto y amistad. Eso era evidente por la forma en que se
provocaban y se tentaban entre sí. Ellos se movían juntos, como amantes de mucho
tiempo y Riki se dio cuenta de que probablemente así era.
Nico movió una mano hacia la mesa baja detrás de ellos. Al mover el brazo
delante de ella una vez más, Riki vio que ahora tenían un largo y grueso objeto que
había pensado era una especie de adorno para la mesa. Sólo ahora se daba cuenta
de la forma de ese objeto de cristal de color, era casi exactamente el de una polla.
Su interior se estremeció mientras el aliento caliente de Nico circuló sobre su
cuello.
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El Club de las Excomulgadas
Ella me mostró algunos de los otros regalos que los gitanos nos enviaron mientras
te estabas vistiendo. Esas personas son traviesas con una inclinación por los
juguetes sexuales. Tomaré el gran placer de mostrarte algunos de los más
aventureros cuando estaemos solos, pero por ahora, pensé que te gustaría probar
esto. —Movió el liso cristal de colores a su boca—. Lámelo, cariño. Mójalo, todo
húmedo y cálido con tu lengua.
Riki sintió el fuego dentro saltando con sus palabras. Poco a poco, estiró la
punta de su lengua, aceptando la cabeza de la polla de vidrio sin problemas en la
boca cuando Nico maniobró lentamente, deslizándose adentro y afuera como si
deslizara su propia polla. La idea hacía que sus sentidos se tambaleasen. Un
momento después, el consolador de vidrio se deslizó húmedo por su torso, en
dirección a su coño y ella tembló de emoción. ¿Iba a…?
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El Club de las Excomulgadas
Nico miró a su saciada mujer. A su esposa. A su Arikia. Era tan bella, tan
ansiosa, y estaba con él en cada paso del camino. Se preguntó si podría empujar sus
límites un poco más allá, mientras tuviera a Drake a mano. ¿Quién sabe si esta
oportunidad se plantearía de nuevo?
Riki abrió los ojos cuando Drake se arrodilló a su lado, pero el fuego del
entusiasmo saltó dentro de ella y Nico pudo sentir la energía candente a través de
su conexión. Ella estaba dispuesta a lo que fuera en provisión. Lista, dispuesta y
más que capaz.
—Drake, ¿serías tan amable como para jugar con esto, —indicó el
consolador de vidrio, todavía incrustado en el coño mojado de Riki—, mientras mi
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Y era toda suya. Para siempre.
La generosidad de Nico le atraía tanto como su bello rostro, sus ojos astutos
y su ingenio. Era su salvador y maestro en muchos aspectos, pero ella era rápida en
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El Club de las Excomulgadas
el aprendizaje, así que podía ser su pareja. Nico la animó a averiguar quién era y a
explorar sus límites. Él era perfecto para ella en todos los aspectos. Y era suyo.
Riki voló a las estrellas en un gemido. Nico sacó su polla de su boca cuando
Drake llevó su orgasmo a través de las poderosas contracciones. Ella miró hacia
arriba para encontrarse con los ojos de su nuevo marido y leyó un orgullo posesivo
Mientras Drake la sostenía a través de los últimos ecos del placer, sintió su
respuesta de nuevo. Más. Necesitaba más.
Necesitaba a Nico.
—Gracias por calentarla para mí. —Las palabras de Nico eran para Drake,
pero su mirada no se apartó de la cara de Riki.
Drake retrocedió hacia Estella, Riki lo vio por el rabillo del ojo. La otra
mujer estaba recuperada ahora de los principios del placer de Drake y al parecer
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lista para más. Ella acogió con agrado a Drake con las piernas abiertas y
rápidamente él se deslizó dentro de ella.
— ¿Nico?
—SSH, amor. Está bien. Dime si no quieres esto, pero al menos dame la
oportunidad de prepararte un poco y probar. Creo que lo disfrutarás.
Riki se quejó cuando él quitó los dedos y movió su polla a su puerta trasera.
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— ¡Nico! —gimió, no en señal de protesta, sino por el entusiasmo mientras
empujaba.
Riki se alegró de las almohadas que había apiladas debajo de ella cuando sus
brazos temblaron y fallaron. Nico estaba totalmente dentro de ella ahora,
moviéndose lentamente, controlándose.
— ¿Todo bien?
****
—Me alegro de ver que no fue demasiado duro para ti anoche. O esta
mañana. —Nico se inclinó para besarla suavemente—. ¿Cómo te sientes?
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Ella asintió, dispuesta a ver lo que pudiera sugerir.
— ¿Cómo volar?
Riki sabía que no se refería a que volara como pasajero en su espalda. Sino
que la estaba retando a cambiar. La idea llevó miedo a su corazón, pero el deseo
estaba allí también, el deseo de estirar sus propias alas y subir hacia el cielo. Era un
fuego en sus venas cuando el dragón dormido en su interior despertó para desafiar a
su nuevo compañero.
¡Estaba sucediendo!
¡Lo hice! cantó cuando Nico cambió ante sus nuevos ojos. En unos
momentos, él se enfrentó a ella como dragón, caminando hasta ella y entrelazando
su cuello con el suyo felicitándola.
Supe casi desde el principio que estabas destinada para mí, Riki. Después de esto, no puedes
tener ninguna duda. Eres realmente mi compañera de todas las maneras posibles.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Trece
Muy lejos, en la capital de Draconia, la perdida familia de Riki se sentaba a
desayunar en el castillo.
—Que pase.
—Es una mujer, su majestad. Magda del Clan del Dragón Negro es el
nombre que dio.
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El Club de las Excomulgadas
Ahora, esto era diferente. Muy a menudo, las mujeres Jinn se veían pero no
se oían. Todos los contactos previos de Roland habían sido con hombres, pero no
tenía ningún problema respecto a las mujeres.
—Usted debe ser la reina Alania. Soy la segunda representante del Clan del
Dragón Negro, he venido a traer noticias de su hermana, Arikia.
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casa. Se casaron anoche, en la manera de nuestro pueblo, y su hermana fue
coronada reina de los Jinn.
Magda sacudió la cabeza y les dijo todo lo que sabía del tiempo como
prisionera de Riki y de su escapada. Magda tenía una gran cantidad de información
de los músicos Jinn que Lucan empleaba. Habían visto los tristes ojos verdes de la
chica y lo habían informado dando noticias de ella en los meses que duró su
cautiverio, cada informe por separado corroboraba el momento para indicar que
podría ser la chica de la cual hablaban los videntes.
—Hay más, Sus Majestades, —la mujer siguió hablando cuando el desayuno
fue olvidado—. El Clan del Dragón Negro cuenta con muchos weres en sus filas.
Yo soy uno. La Primera Delegada, Estella, es otra. Sin embargo, añadimos otro a
nuestras filas el día de hoy. Las visiones proclaman que la reina Arikia de los Jinn
encontró sus alas esta misma mañana. Su hermana y su compañero volarán a casa
juntos. Traerán a la guardia de honor de los dragones negros, enviados aquí como
enlace entre nuestras fuerzas y las suyas.
— ¿Más Jinn vienen hacia aquí? —Collin preguntó desde su asiento a pocos
metros de la mesa—. Pensaba que todos estaban ya en la ciudad.
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El Club de las Excomulgadas
—Todos los que estuvieron a una noche de camino, príncipe Collin, —dijo
la mujer en voz baja—. Los Jinn son numerosos y se extienden por todas las tierras
en muchos clanes diferentes, pero todos se rigen por mi hermana, Estella, La
Delegada del clan del Dragón Negro y ahora, por su hermana, nuestra nueva reina,
también. Nuestros profetas nos dicen que el tiempo estará llegando pronto, cuando
nuestras fuerzas deban unirse y luchar juntas para evitar una catástrofe para todas
las tierras.
La chica de pelo azabache le sonrió entonces, y vio a sus hermanos con las
mandíbulas caídas cuando su belleza les sorprendió. Por suerte, la magia de los
Jinn no tenía ningún efecto sobre él. Amaba demasiado a Lana para girar la cabeza
por una muchacha bonita. Jinn o no.
185
El Club de las Excomulgadas
Magda se encogió de hombros con delicadeza. —Varios miles al menos, a
finales de semana. Castletown se convertirá en una ciudad a fin de mes, y tenemos
planes para desarrollar el campo abierto hacia el este, con cultivos para apoyar a
nuestro pueblo. Si tenemos su permiso, por supuesto.
Roland sabía cuándo le habían superado. Los Jinn estaban haciendo planes
para instalarse en Draconia. La idea era pasmosa. Los Jinn, que eran muy
conocidos como nómadas sin hogar, estaban echando raíces en Draconia. En la
base de su castillo, nada menos. Nunca se creería haber visto algo como esto en su
tiempo.
—Hijo, esta es Magda La Segunda Delegada del clan del Dragón Negro de
los Jinn. Su pueblo colocará sus casas en la ciudad de abajo.
186
El Club de las Excomulgadas
Saludos, Sir Tor. Magda sorprendió a todos al hablar de la forma silenciosa
de los dragones. He oído mucho de ti.
Lana, todos escucharon las palabras de Tor en su mente, ella se siente como un
dragón. Igual que tú y Roland.
Magda se echo a reír, el agradable sonido jugó con los sentidos de todos. Eso
es porque lo soy.
****
Riki extendió sus alas, volando en una zona apartada, cerca del
campamento de los Jinn con Nico velando por cada uno de sus movimientos,
entrenándola y persuadiéndola de la manera más cariñosa. La sensación fue
Una forma deslizante por debajo le llamó la atención y golpeó con miedo al
corazón de Riki.
¡Nico!
Los veo. Su voz sonó tristemente en la mente de Riki. Vamos, tenemos que
advertir a los Jinn.
¡Nico!
187
El Club de las Excomulgadas
Pero ya era demasiado tarde. El pánico de Riki desafortunadamente se
movió por su cuerpo de dragón recién descubierto. Ella comenzó a caer, cada vez
más cerca del peligro. En su pánico, empezó a cambiar, la niebla negra giró
mientras su cuerpo instintivamente buscaba una forma más familiar. Las alas
frenaron su descenso al principio, con lo que se acercó a las copas de los altos
árboles, pero las alas se habían ido y comenzó a tomar velocidad.
Estoy bien. Aterricé en un árbol. Es bastante alto. No creo que los skiths puedan llegar
hasta aquí.
Pero sin duda la habían visto. Nico podía verlo con bastante facilidad desde
su posición anterior. Varias de las mortales criaturas se habían detenido en la base
de su árbol, tratando experimentalmente de escupir hacia ella, pero gracias a Dios,
en realidad ella estaba fuera de su alcance.
¿Puedes cambiar y volar? Nico sabía que era una posibilidad remota. Ella era
demasiado nueva para que sus alas pudieran volar y viajar desde una posición tan
incómoda.
Lo dudo. No en este momento, al menos. Estoy muy asustada. Estoy contenta de estar
aquí por un rato. Nico, tienes que advertirles a los Jinn.
188
El Club de las Excomulgadas
¡No puedo dejarte!
Nico tuvo que reconocer que ella tenía razón. Alguien había guiado a estos
skiths para atacar la Jinnfaire. La gente en tierra estaba en su mayoría indefensa
contra tales criaturas feroces. Sólo los dragones podían defenderse adecuadamente
contra un ejército de skiths, con su fuego. Era lo único a lo que los skiths temían.
Pero los Jinn decían que había dragones negros entre ellos. Tal vez no serían
suficientes para defender el gran número de personas de la Jinnfaire. No estaba
seguro, pero en realidad era su única oportunidad.
No quiero dejarte.
Nico suspiró con resignación. Sabía lo que tenía que hacer. Tienes razón.
Nico voló en círculos por encima de Riki un momento más, deseando besarla,
sabiendo que no podía. Quédate ahí, cariño. No muevas un músculo. Debes estar a salvo
de los skiths donde estás, así que no intentes ir a otro lugar, ¿de acuerdo?
Muy bien. Volveré tan pronto como sea posible, con ayuda. Quédate dónde estás y
recuerda que te amo más que a nada en este mundo. Sus pensamientos se ablandaron y se
volvió hacia el campamento de los Jinn. Sin ti, estoy perdido, Riki. Manténte segura
para mí, amor mío.
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El Club de las Excomulgadas
Riki se sentó en el árbol, contenta por estar a salvo de momento de los
escupitajos de los skiths muy por debajo. La mayoría había renunciado a ella, pero
algunos todavía persistían en la base de su árbol, manteniendo su sitio. El resto se
movía constantemente hacia el campamento Jinn y eso le preocupaba. Esas
personas tenían poco para defenderse de esa masiva incursión de las criaturas
mortales.
Pero decían tener algunos dragones entre ellos. Había visto a uno ya, Estella
cuando había cambiado justo enfrente de ella. Así que tenían algún tipo de
protección, por lo menos. Sin embargo, probablemente necesitarían las habilidades
de curación de Riki cuando se terminase. La gente y los dragones, estaba segura,
terminarían heridos y haría todo lo posible para ayudar a sanarlas. Habían sido tan
amables con ella, que quería ayudarlos a cambio.
Vamos, pequeña bruja. Juraría que era la voz de Lucan. Ven a casa conmigo,
brujita, o mis hermanos te cortarán la cabeza y comerán tus entrañas.
Ella sintió que la ira aumentaba con las palabras, pero ¿de donde venía?
Lucan no estaba a la vista. De hecho, no podía ver a un solo humano dentro de los
límites de su privilegiada posición. Los únicos seres vivos que quedaban en el área
eran skiths. Todos los animales habían huido ante las malvadas criaturas o habían
sido comidas.
Luego Riki notó a un Skith en particular, parecía estar mirándola. Los otros
se deslizaban debajo del árbol en una masa de carne escamosa, pero éste se
mantenía apartado, con los ojos entornados fijos en ella. Le puso la piel de gallina.
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El Club de las Excomulgadas
por qué estos skiths estaban tan al norte y por qué se dirigían en masa hacia el
campamento de los Jinn, sin un soldado humano que los impulsara.
Lucan no sólo podía controlar a los skiths, podía ver a través de sus ojos. Y
la había encontrado. Sabía exactamente dónde estaba. El pánico la dominó hasta
que se dio cuenta de que estaba bien y verdaderamente atrapada en ese árbol.
Moverse era un suicidio. Mantenerse quieta era aún peor. Lucan enviaría a sus
hombres para recuperarla y quién sabe qué torturas pensaría cuando por fin
estuviera de nuevo bajo su control.
Sino el desafío.
Y esta vez no estaba sola. Nico le ayudaría. Regresaría por ella en cualquier
momento, y los Jinn le habían prometido su ayuda también. Ella podía hacer esto.
191
El Club de las Excomulgadas
Le haría frente a Lucan, por primera vez en su vida, y sabía que habría otros que
estarían con ella, si los necesitaba. No estaba sola.
— ¡Maldito seas! —Le gritó a la malvada criatura—. ¡Maldita seas vete a los
siete infiernos!
La ira brotó y con ella llegó el calor y el fuego del dragón. Nunca antes había
estado tan cerca de la superficie, aunque lo reconoció como el poder que había
permanecido en estado latente en su alma toda su vida. Sólo que ahora, podía
acceder al mismo.
Los otros skiths se dispersaron, deslizándose lejos de la llama que ardía pura
y caliente. Esta llama mágica consumió sólo al Skith, dejando el bosque a su
alrededor intacto.
Riki sintió el triunfo a través de la rabia. Sólo había matado a una criatura
que nunca había debido vivir en primer lugar. Por alguna razón, el conocimiento
hizo que se sintiera bien. A Riki se le había enseñado desde que era niña que toda
vida es sagrada, pero había aprendido a la fuerza, que algunas cosas eran
demasiado malas para vivir.
192
El Club de las Excomulgadas
Matar al Skith no la llenó de miedo como ella esperaba. En su lugar, se
sintió feliz... no exactamente feliz... sino más bien, justificada. Sentía la rectitud de
sus actos y no derramaría lágrimas por él.
Eso era todo. Ese era el conocimiento secreto que hizo clic en su lugar,
aunque no tenía ni idea de cómo lo sabía. Los Skiths no eran criaturas de la
naturaleza. No, habían sido creados por los magos y las magas malignas.
Los vagones fueron movidos rodeando las carpas y barricadas de todo tipo
surgieron alrededor del perímetro. Los hombres con armas afiladas dispuestas
detrás de las barricadas y filas de mujeres fueron dispuestos detrás de ellos, armadas
con arcos largos. Otras mujeres —las ancianas y las muy jóvenes— estaban listas
con braseros y petróleo para encender las flechas y hacer otras tareas para ayudar a
los combatientes.
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El Club de las Excomulgadas
Sin embargo, los dragones estaban desorganizados. Nico podía verlo
fácilmente, nunca habían peleado en formación antes. Eran como jóvenes reclutas,
no sabiendo cómo mantenerse fuera del camino unos de los otros.
Esta es una batalla para la que estamos mal preparados. Lo veo claramente ahora, la
determinación de Estella sonó en su mente mientras pasaba volando. Pero eso
cambiará. Príncipe Nicholas, debes buscar a Riki. Su seguridad es crucial.
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El Club de las Excomulgadas
ya estaban muertos y el resto pronto se les uniría, un resultado tanto del asalto de
los combatientes en tierra como de la lucha de los dragones desarticulándose desde
el aire. Juzgó que estaban en su camino a la victoria, lo que significaba que era libre
de ir a rescatar a su nueva esposa de ese árbol.
¡Riki!
Lo intentaré.
Apunta hacia mí, cariño. Esta es la forma en que enseñamos a nuestros bebés. Tal vez
pronto algún día, tengamos nuestro propio bebé para enseñarle, ¿eh? No pudo resistir las
burlas y se rió cuando su aletear se tambaleó ante la idea.
195
El Club de las Excomulgadas
Parecía asombrada ante la idea. Sí, mi amor, nuestro bebé. Un pequeño príncipe o
princesa para amar y cuidar. Una parte de nosotros. Parte de nuestro amor. ¿No lo pensaste
cuando decidiste ser mía?
No había llegado tan lejos todavía. Ella soltó una risita y él vio humo que
salía detrás de ella mientras dirigía su trayectoria de vuelo hacia él. No quiero hacerte
daño. Sólo déjame caer a la tierra dura, ¿está bien?
Dices las cosas más dulces. Su voz sonó suavemente a través de su mente.
Cuidado ahora, aquí vengo.
Nico siguió alentándola cuando ella desaceleró y se dejó caer, dirigida por
él. Tropezó un poco al principio, pero después de todo, hizo un buen papel de su
primer aterrizaje. Nico la tomó en sus brazos fuertes de dragón, doblando su cuello
con el de ella en un abrazo de dragón. Era tan bella, tan valiente y especial.
Encajaba con él de todas las formas posibles.
Riki dio un paso atrás, frente a Nico cuando hizo el cambio. Cuando se puso
de pie una vez más en forma humana, estaba completamente vestida, pero sus pies
estaban descalzos. Ella bajó la vista hacia los pies perpleja mientras Nico soltaba
una risa humeante.
En otro lugar, obviamente. Cariño, cuando cambies, tienes que mantener la imagen
de tu ropa —de toda tu ropa— sobre ti cuando regreses. En realidad, debes estar muy
orgullosa. La mayoría de los primerizos vuelven completamente desnudos. Tienes tu vestido
por lo menos.
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El Club de las Excomulgadas
—Y mi anillo de bodas. —Levantó el reluciente anillo de oro
mostrándoselo, que brilló con el sol. Nico gruñó y sonó como pura satisfacción
masculina—. Pero me gustaban mucho esas botas. ¿Cómo puedo recuperarlas?
¿Quieres intentarlo de nuevo? Cambia a dragón, luego regresa otra vez. Imagínate a ti
misma vestida, incluyendo las bonitas botas.
Así lo hizo, y notó que cada vez que cambiaba, se le hacía más fácil.
Cuando se paró frente a Nico, una vez más en forma humana, sus botas estaban en
sus pies y una amplia sonrisa adornaba su rostro.
Manténte en el centro del campo. Prométeme que no irás cerca de los bordes. Los
combatientes de tierra son mejores que los dragones, pero algunos de los skiths aún podrína
pasar.
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El Club de las Excomulgadas
descubrimiento, con cada pequeño éxito, estaba aprendiendo quién era y qué podía
hacer.
Pronto, esperaba, sería una mujer de la que Nico podría estar orgulloso y así
podría estar orgullosa de sí misma. Poco a poco, trabajaría para alcanzar esa meta.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Catorce
Aproximadamente una hora más tarde, el último Skith estaba muerto.
Sí, en serio.
¿Qué sucede?
Estaré allí.
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El Club de las Excomulgadas
Nico la estaba esperando enfrente de la tienda. La tomó en sus brazos en el
momento en que la vio. Nico la besó apasionadamente, comunicando su alivio a
través del beso mientras la moldeaba con su cuerpo fuerte.
Sus palabras se encontraron con el silencio del asombro hasta que Estella
habló.
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El Club de las Excomulgadas
Los dirige con su mente. Tiene poder sobre ellos ahora, desde que se fusionó con
ellos.
— ¿Qué te dijo?
—Un sanador dragón entonces, —dijo Estella, sin duda, pero Riki se
sorprendió por su asunción.
—Yo no soy…
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El Club de las Excomulgadas
Oh, sí que eres una sanadora de dragón. No lo dudes, mi amor. Es un regalo de tu
patrimonio. Las mujeres descendientes de Draneth el Sabio normalmente pueden sanar a los
dragones.
No tenía ni idea.
Y hasta esta mañana, nunca habías cambiado, así que no lo dudes. Tienes mucho
talento dentro de ti que estás recién descubriendo. Personalmente, amaré cada minuto del
aprendizaje sobre quién y qué eres.
— ¿Qué pasó con el Skith que Lucan estaba usando? —La pregunta de
—Lo maté.
Ella se dio la vuelta en sus brazos y fue como si sólo ellos dos existieran
únicamente. —Al principio estaba muy asustada. Me da vergüenza admitir que
consideré saltar del árbol para permitir que los skiths me tuvieran. Por lo menos me
darían un rápido final, o eso creía. Pero luego pensé en ti, —tomó sus mejillas con
las manos—, y me enojé.
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El Club de las Excomulgadas
Arabetta se puso de pie, su sonrisa era amable. — ¿Puedes mostrárnoslo,
hija? ¿Puedes, —miró alrededor de la tienda, sus viejos ojos se iluminaron en la fría
hoguera central— ...dirigir tu llama hacia allí, por ejemplo?
—Es como fue predicho, —Arabetta habló por fin, rompiendo el silencio—.
Su magia solo quema a los objetos malignos.
Los Jinn reunidos susurraron excitados entre sí, mientras Arabetta y Estella
la miraban con más respeto en sus ojos.
203
El Club de las Excomulgadas
Gravemente ella se centró en su evaluación. —Hay que dispersarse, —dijo
Estella con fuerza y todos asintieron—, pero antes de hacerlo, tenemos que
organizar tu huida a través de la frontera norte y luego hacia Draconia. También
hemos averiguado el día de hoy lo mal preparados que estamos para luchar como
dragones. Eso tiene que cambiar. Ya envié a un mensajero a vuestro pueblo en
Draconia. Se reunirán con tu hermano para ponerlo al día en tus viajes y también
para solicitar la formación de nuestros dragones entre sus guaridas.
Nico y Riki fueron los últimos en salir, con la despedida agridulce de Drake.
— ¿No vendrás a casa con nosotros? —Le preguntó Nico a su viejo amigo,
aunque ya sabía la respuesta.
—Todavía no. Además, os llevará menos tiempo sin mí, y no puedo dejar
mis instrumentos y mi carreta.
Riki se acercó a abrazar a Drake, aunque Nico tuvo que contener sus
gruñidos cuando Drake la abrazó un poco fuerte también. —Gracias por todo lo
que has hecho. —Ella le besó la mejilla.
Drake se abalanzó y la besó en los labios, riendo cuando Nico tiró de Riki a
sus brazos, lo que puso fin al beso. Drake le guiñó un ojo a la cara enrojecida y ella
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El Club de las Excomulgadas
rió como una niña sin preocupaciones. El sonido aligeró el corazón de Nico, y
perdonó la conducta escandalosa de Drake.
— ¿No te das cuenta? Al casarte con nuestra Riki aquí, —Drake se echó a
reír y guiñó un ojo a Riki, haciéndola sonreír—. Te convertiste, en efecto, en el Rey
y Jefe de los Espías de los Jinn. Tu red acaba de multiplicarse por cinco, Nico. Los
ojos de la Hermandad ahora te informarán a ti.
— ¡Yo, por supuesto! —Drake se echó a reír, fijando la mente de Nico con
facilidad. Encargarse de la red de otra persona era arriesgado, en el mejor de los
casos, pero si la red era de Drake, para empezar, la situación sólo se convertía en
un conjunto mucho más fácil de tratar.
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El Club de las Excomulgadas
voz más formal, aunque su corazón se divertía—. Pero tienes que decirme lo que
está pasando ahora, por supuesto.
—Y tú me has tenido dando vueltas, ¿no? Debería golpearte por eso, amigo
mío.
****
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El Club de las Excomulgadas
lo había estado antes de que los Jinn llegasen. Sólo los skiths muertos empañaban el
bello paisaje del bosque.
De los cinco dragones negros, dos eran mujeres y tres hombres. De las
mujeres, una tenía la edad de Riki, o tal vez un par de años más. Su nombre era
Kira y volaba del lado de Riki, evidentemente con la esperanza de hacer amistad
con alguien cercana a su edad. Parecía ser una combatiente feroz también. Cuando
se acercó, vestida de cuero de pies a cabeza como una guerrera, Nico le había
Debido a que todos los skiths de la zona habían sido conducidos para atacar
a los Jinn, cruzaron hacia las tierras del norte con relativa facilidad. Sólo unos
cuantos soldados de las torres de vigilancia tuvieron que ser evitados, y en general,
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El Club de las Excomulgadas
Nico se sorprendió por cuán fácil había sido la fuga de Skithdron. Sin embargo, no
estaban en casa todavía. Tenían que recorrer las tierras frías del norte, rumbo a
Draconia.
Nico decidió que su mejor apuesta era la Guarida del Norte. No había
pasado mucho tiempo desde la derrota de Salomar, por lo que el área cerca de la
guarida debería estar relativamente libre de obstáculos. Aquellas armas con puntas
de diamante eran de desconfiar, sin embargo. Salomar podría haber desaparecido,
pero su ejército de bandidos sobrevivía en su mayor parte. Nico sabía que era sólo
cuestión de tiempo antes de que un señor de la guerra o dos subieran para sustituir
a Salomar.
Cuando la noche se volvió lentamente hacia el día, Nico vio brillar las aguas
Riki también volaba mejor con cada movimiento de sus alas. Se detenía de
vez en cuando para descansar, pero se mantenía al día, a pesar de que era nueva
con el vuelo. Se sentía orgulloso de ella, aunque Nico sabía que su esposa estaría
dolorida cuando finalmente amaneciera.
Sin embargo, no podía evitarlo. Cada paso más cerca de Draconia era un
paso más cerca de la seguridad y tenían que llegar lo antes posible. Había
demasiado en juego. La seguridad de Riki era de suma importancia, pero también
otras consideraciones. Nico había aprendido mucho en esta odisea sobre la
amenaza que todos ellos afrontaban. Roland necesita saber estas cosas y
comunicarlas a todos los posibles aliados. La seguridad de todas las tierras estaba
en juego.
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El Club de las Excomulgadas
¿Qué es eso? Riki preguntó silenciosamente en su mente. Todavía se estaba
acostumbrando a su mejorada visión de dragón, y le había preguntando varias
veces lo que estaban buscando desde arriba.
No muy lejos ahora. ¿Puedes ver donde las rocas dan paso a los árboles justo en el otro
lado del lago? Las rayas grises del amanecer en el horizonte las iluminaban muy bien
para la vista de dragón.
Puedo ver algunos desdibujados árboles gigantes y algunas grandes zonas verdes, pero
eso es todo.
Entonces, ¿por qué detenerse en esta parte? ¿No quieres estar en Draconia antes de
descansar?
¿La que Vive en el Lago? ¿Qué hay ahí? ¿Algún tipo de monstruo?
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El Club de las Excomulgadas
Entonces nos dirigiremos a la Guarida del Norte. No está lejos del lago. Deberemos
poder aterrizar allí varias horas antes de que amanezca.
Tu hermana los espoleó un poco cuando llevó un dragón de hielo salvaje desde el norte
a casa con ella, pero tú estás llevando a cinco dragones negros. Creo que tienes las de ganar.
Nico se rió entre dientes, enviando humo detrás de él, y Riki se le unió, tosiendo un
poco, cuando se acostumbró a la garganta del dragón y la llama que siempre se
mantenía almacenada en su interior.
¿Tío Nico? La voz del joven llego a través de la mente de todos los dragones.
¿Dónde estás?
Nico se rió de las palabras ingenuas de Tor. Él se dio cuenta que lo mejor
sería darle algún aviso a su hermano antes de llevar compañía. Nico tuvo cuidado
de enviar sus ideas a Roland solamente.
¡Rol! Para de follar a tu esposa durante un minuto y ven al exterior. No creerás lo que
te traigo como regalo.
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El Club de las Excomulgadas
El contingente de dragones negros aterrizó cuando el alba besaba el cielo.
Seis de ellos aterrizaron primero, la última circuló por detrás, esperando su turno y
estimulando su valor. Riki eligió el terreno y se dirigió hacia el suelo, cerrando los
ojos en el último momento cuando entró en contacto demasiado rápido y terminó
cayendo de culo a la parte menos profunda del lago.
El brillante dragonet plateado fue el primero en venir, con los ojos brillantes
como diamantes cuando se echó a reír. Riki no pudo mantener a raya su vergüenza
cuando sus payasadas tan claramente habían divertido al joven dragón.
— ¡Riki! —La otra mujer se acercó, y luego echó a correr y tiró a Riki en sus
brazos, abrazándola fuertemente. Era su hermana. Su gemela. Riki sintió como las
dos mitades de sus almas se reunían como lo habían estado cuando eran niñas. —
¡Riki! —Lana lloraba lágrimas de alegría, igual que Riki, las gemelas se reunieron y
se abrazaron fuertemente durante mucho, mucho tiempo.
Ella se parece a Lana, ambas escucharon el susurro de Tor a los demás algún
tiempo después.
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El Club de las Excomulgadas
Fue Lana la que se volvió hacia el gran dragón de plata. —Tor, bebé, esta es
mi hermana, Riki. Ya te hablé de ella, ¿te acuerdas? —Lana se volvió a su hermana
y sonrió—. Riki, este es Tor. Mi mejor amigo y compañero de estos últimos años.
Nunca habría hecho nada sin él.
Vuelas como Lana lo hizo al principio. Te puedo mostrar cómo aterrizar mejor, si
quieres.
Su afán juvenil le tocó el corazón y ella le sonrió, pero Nico se acercó por
detrás, en forma humana ahora, y la tomó por la cintura. Sonrió hacia Tor, al
parecer muy familiarizado con el joven dragón.
—No sabía que podía cambiar hasta ayer. —Riki miró la felicidad en los
ojos de su hermana mientras se acurrucaba junto al hombre alto—. Tú debes ser
Roland.
Él asintió, tirando de Lana contra él, de manera muy similar a cuando Nico
la abrazaba. —Y tú eres Arikia. Bienvenida a casa.
El corazón de Riki estaba tan lleno que los ojos se le llenaron de lágrimas,
pero se negó a dejarlas caer. Era demasiado feliz para estropear el momento en un
mar de lágrimas.
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El Club de las Excomulgadas
La sonrisa de Lana fue amplia y genuina. —Sí, lo oí también. Felicitaciones
a ambos, pero, Riki, ¿estás segura de saber en lo que te estás metiendo? El Príncipe
de los Espías es más con lo qué lidiar, de todas las maneras.
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El Club de las Excomulgadas
Epílogo
Resultó que un pequeño contingente de Jinn estaba disponible justo dentro
del círculo de árboles para encontrarse con sus hermanos. Magda había insistido en
acompañar a Roland y a Lana cuando fueran a reunirse con Nico y Riki. Roland
también llevó a sus propios hombres con él, así que había una pareja de dragones y
caballeros, junto con los Jinn, vigilando a su rey y reina, desde una respetuosa
distancia.
Ellos acamparon durante el día, los soldados entre ellos vigilando mientras
la familia se ponía al día de todas las novedades. Roland estaba preocupado por las
historias de Nico y Riki acerca de la transformación de Lucan y de su habilidad
Roland estaba encantado de dejar los arreglos de las viviendas de todos los
visitantes a Sir Hal, Sir Jures y Lady Candis, los líderes de la Guarida del Norte,
mientras buscaba un dormitorio para él y Lana. Pero le esperaba una sorpresa
cuando Hal encontró un momento de privacidad. El caballero le entregó a Roland
una carta, sus ojos serios.
—Esto vino de parte de la bruja Loralie, para usted, mi señor. Llegó anoche,
aunque como supo ella que usted estaría hoy aquí, no tengo idea.
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El Club de las Excomulgadas
Roland aceptó la carta, sus ojos entornados. —Ella es una bruja, después de
todo.
¿Alguna vez han oído hablar del Mago Skir? le preguntó Roland a los dragones.
Ese nombre no se dice entre la raza de los dragones, señor. Está maldito por toda la
eternidad por su maldad. Rue habló con calma, pero su voz fue firme en la mente de
Roland.
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El Club de las Excomulgadas
Ambos dragones se echaron hacia atrás ante esa noticia, claramente
molestos. ¡Eso no se puede permitir! Tilden tronó, la ira y el temor mezclados en su
tono junto con una sombría determinación.
¿Por qué? ¿Qué hizo Skir para ganarse la prisión eterna por parte de sus compañeros?
Pocos de los magos tenían un alto nivel moral, si es que uno cree en los cuentos antiguos. ¿Por
qué encerrar en el hielo a éste en particular para toda la eternidad?
El Mago Skir es el que creó a los skiths. Para destruir a todos los dragones.
Fin
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El Club de las Excomulgadas
hallen esposa, la compartirán. Al enterarse de la lesión del dragón, Geoff y su dragona corren a
ayudar, sólo para encontrar al dragón en vías de recuperación y a Brodie en la cama con la mujer
más impresionante que Geoff ha visto.
El amor a primera vista resulta ser real y afecta a todos, mientras se reúnen y se dan cuenta de que
sin importar los obstáculos, están destinados a estar juntos. Silla es el eslabón perdido que unirá sus
vidas y formará una familia verdadera en la guarida.
Advertencia: A los Caballeros les gusta ser juguetones, y estos dos no son la excepción. Cuidado
con la pasión, la diversión, un poco de bondage y mucho amor a tres bandas con un poco de
exhibicionismo de buena medida.
Nota Excomulgada: Aunque este libro se ubica en el orden de lectura como la historia 1’5, de la
Serie, la autora la publicó recientemente, por lo que este sería el nuevo orden.
02 - La Guarida Fronteriza
Cuando la guerra llega a la frontera, los caballeros y los dragones de la zona Fronteriza se levantan
para tal ocasión. Nuevos aliados se reúnen a su lado. El amor florece y crece incluso cuando el mal
invade la tierra. Los caballeros y los dragones deben ser firmes contra los ataques, la hermosa mujer
de sangre real les lleva esperanza, curación y amor.
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El Club de las Excomulgadas
03- El Dragón de Hielo
Sabe casi desde el primer momento que la quiere para él. Sin embargo, los complots de los señores
de la guerra en el norte, están tratando de matar a los dragones que protegen la frontera norte, e
invadir el reino de pacifico de Roland.
Lana y su amigo dragón de hielo increíblemente hábil son el único rayo de esperanza para
los caballeros y los dragones guerreros en la Guarida del Norte. Igual que Lana es el único amor que
Roland conocerá en la vida.
Él puede reunirla con su familia perdida, pero ¿podrá ganar su corazón y hacerla su reina?
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la drenan para mantener vivo al rey Lucan Skithdron, Riki es una sombra de la mujer que debe ser.
Nico sabe que Ricki es la mujer que ha estado buscando y no pierde el tiempo sacándolos los dos
fuera del palacio enemigo. Así comienza una aventura que los llevará a través de dos países, a través
de peligros y de amenazas, y al descubrimiento de un amor innegable y del respeto mutuo.
¿Nico tendrá el coraje de dejarla volar libre, confiando en que volverá a él, o su amor ahogará a la
belleza en ciernes que está respirando aire libre por primera vez en su trágica vida?
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Próximamente
Alas de Cambio
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222
Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV
El Club de las Excomulgadas
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