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Dismenorrea

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Revista Médica Sinergia. Vol. 4 Num. 11. Noviembre 2019, e296
ISSN: 2215-4523, e-ISSN: 2215-5279
DOI: https://doi.org/10.31434/rms.v4i11.296
http://revistamedicasinergia.com

Dismenorrea primaria en las adolescentes: manejo en la atención


primaria
(Primary dysmenorrhea in adolescents: management in primary care)

Dra. Valeria Garro Urbina


Investigadora independiente, Cartago, Costa Rica
Médica general, graduada de la Universidad de Ciencias Médicas (UCIMED)
Código médico: MED15307. Correo: vale.garro@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-7174-5435

Dra. Mónica Thuel Gutiérrez


Hospital Metropolitano, Heredia, Costa Rica
Médica general, graduada de la Universidad de Ciencias Médicas (UCIMED)
Código médico: MED15342. Correo: dra.thuelgutierrez@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-0897-8113

Dra. Valeria Robles Arce


Investigadora independiente, Heredia, Costa Rica
Médica general, graduada de la Universidad de Ciencias Médicas (UCIMED)
Código médico: MED15315. Correo: valeroblesarce@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-4379-5678

Fechas
Recepción 10-09-2019 Corregido 15-09-2019 Aprobación 23-09-2019

RESUMEN
La dismenorrea primaria es el síntoma más común asociado a la menstruación y se puede
clasificar en dismenorrea primaria, que es el dolor pélvico asociado a la menstruación en
ausencia de patología pélvica subyacente, y en dismenorrea secundaria, que es cuando se
puede atribuir la sintomatología a alguna patología pélvica de fondo. La prevalencia de
esta patología es altamente subestimada y varía ampliamente. El proceso patológico no se
ha entendido de manera completa, pero según investigaciones es el resultado del aumento
de producción de prostaglandinas y leucotrienos, con el resultante incremento de la
actividad miometrial. El diagnóstico se basa principalmente en una historia clínica
exhaustiva y un examen físico dirigido, aunque la respuesta al tratamiento también
corrobora el diagnóstico. El principal objetivo del tratamiento de la dismenorrea es la
reducción del dolor y mejorar la funcionalidad de las pacientes, siendo la primera línea los
antiinflamatorios no esteroideos y la terapia hormonal.

PALABRAS CLAVE
Dismenorrea; atención primaria; dolor pélvico; mujer; ciclo menstrual; adolescente.

ABSTRACT
Primary dysmenorrhea is the most common symptom associated with menstruation and
can be classified into primary dysmenorrhea, which is the pelvic pain associated with
menstruation in the absence of an underlying pelvic pathology, and in secondary
dysmenorrhea, which is when the symptomatology can be attributed to an underlying
pelvic pathology. The prevalence of this pathology is highly underestimated and varies
widely. The pathological process has not been fully understood, but according to research it
is the result of increased production of prostaglandins and leukotrienes, with the resulting
increase in myometrial activity. The diagnosis is mainly based on a thorough medical
history and a targeted physical examination, although the response to treatment also
corroborates the diagnosis. The main objective of treatment of dysmenorrhea is to reduce
pain and improve the functionality of patients, being the first line treatment the
nonsteroidal anti-inflammatory drugs and hormonal therapy.

KEYWORDS
Dysmenorrhea; Primary Health Care; pelvic pain; women; menstrual cycle; adolescent.

INTRODUCCIÓN
La dismenorrea se define como la presencia de dolores menstruales de origen uterino y
representan una de las causas más comunes de dolor pélvico (1). Es la principal causa de
morbilidad ginecológica en mujeres de edad reproductiva, sin importar la nacionalidad o
estatus económico, y resulta en una importante pérdida de productividad y calidad de vida
(1). La edad es inversamente proporcional al dolor menstrual, por lo que los síntomas son
más pronunciados a menores edades luego de establecerse los ciclos menstruales (2). El
objetivo de esta revisión bibliográfica es resumir la evidencia actual respecto a la
dismenorrea primaria y de esta manera dar un abordaje integral a las pacientes y optimizar
el manejo del dolor menstrual desde edades tempranas.

DEFINICIONES
Con base en la fisiopatología, la dismenorrea se ha clasificado en dismenorrea primaria y
dismenorrea secundaria (1). La dismenorrea primaria, se refiere a la presencia de dolor
pélvico recurrente asociado a la menstruación, en ausencia de patología pélvica
subyacente. Usualmente inicia en la adolescencia luego de haberse establecido los ciclos
ovulatorios (2). Ocurre cerca del inicio o durante la menstruación y usualmente tiene un
claro y predecible patrón temporal. Puede acompañarse de síntomas sistémicos como
náuseas, vómitos, diarrea, fatiga e insomnio (3).
A diferencia de la anterior, la dismenorrea secundaria se refiere a la presencia de dolor
pélvico que es causado por una patología orgánica o cualquier desorden que se pueda
determinar como responsable de los síntomas de dolor (4), como por ejemplo, la
endometriosis, la adenomiosis, fibromas o enfermedad inflamatoria pélvica. Dependiendo
de la causa subyacente, puede acompañarse de síntomas como metrorragia y/o menorragia
y no necesariamente el dolor ocurre con la menstruación (3).

EPIDEMIOLOGÍA
La prevalencia de la dismenorrea es altamente subestimada, y por ende, difícil de
determinar. Pocas mujeres afectadas buscan atención médica para el tratamiento de esta
patología, a pesar de experimentar importante malestar. Muchas mujeres llegan incluso a
considerar el dolor como parte normal del ciclo menstrual (3), en vez de un desorden
menstrual, por lo que muchos casos quedan sin documentarse.

La dismenorrea es considerado el síntoma ginecológico mas común asociado a la


menstruación, sobretodo durante la adolescencia (4). Debido a diferentes definiciones, y la
falta de métodos estandarizados para evaluar la severidad de la dismenorrea (3), la
prevalencia varía ampliamente, con reportes oscilando de un 16% hasta un 91% en mujeres
en edad reproductiva, y de un 2% a un 29% experimentan una dismenorrea severa (5). La
dismenorrea interfiere con las actividades de la vida diaria y disminuye la calidad de vida.
En Estados Unidos, la dismenorrea causa que un 10-20% de las estudiantes colegiales
pierda clases durante su menstruación. Este fenómeno también se ve internacionalmente,
ocurriendo a una tasa igual o mayor (6).

Por otra parte, se define migraña crónica como aquella cefalea que perdura durante 15 o
más días en un mes durante más de tres meses y que al menos, durante 8 días por mes
presenta características de cefalea migrañosa (4).

PATOGENIA
La etiología de la dismenorrea se basa principalmente en la sobreproducción del cuerpo
de prostaglandinas y leucotrienos (7), ambos mediadores de la inflamación (8). Se cree que
las concentraciones anormalmente elevadas de prostaglandinas vasoactivas en el
endometrio inducen a un estado de hipercontractilidad del miometrio, llevando a isquemia
e hipoxia del músculo uterino (9,10,11). Las contracciones uterinas tienen una duración
variable y a veces pueden llegar a producir presiones uterinas mayores a 60 mmHg (2).

Las prostaglandinas son sustancias intracelulares que se derivan de ácidos grasos


poliinsaturados de cadena larga, como el ácido araquidónico, que son un componente
importante de los fosfolípidos de las membranas celulares. El ácido araquidónico se deriva
de los fosfolípidos gracias a la enzima lisosoma fosfolipasa A2, quien es regulada por
diferentes factores, entre ellos, los niveles de progesterona. Altos niveles de progesterona
tienden a estabilizar la enzima, mientras que niveles más bajos la activan (3). Ver esquema
1.

Esquema 1. Ruta del dolor en dismenorrea primaria


Fuente: realizado por Valeria Garro con base en Complementary and alternative treatments for primary
dysmenorrhea in adolescents. 2014

Es de esta manera que la disminución en los niveles de progesterona por la regresión del
cuerpo lúteo en la fase lútea del ciclo menstrual, resulta en el aumento de fosfolipasa A2 y
por ende, se genera más ácido araquidónico, llevando a un aumento de las prostaglandinas
(3). Todas las mujeres tienen niveles altos de prostaglandinas durante la fase lútea de los
ciclos ovulatorios, sin embargo, en comparación con las mujeres eumenorreicas, las
mujeres dismenorreicas tienen un mayor número de prostaglandinas que puede llegar
incluso al doble (3,7).

Hay nueve tipos de prostaglandinas, siendo la PGE2 y la PGF2a las más implicadas en la
patogénesis de la dismenorrea primaria (3). La intensidad de los dolores menstruales y de
los síntomas asociados a la dismenorrea están directamente relacionados a la cantidad de
PGF2a liberada (7). Mientras que la PGE2 puede resultar tanto en relajación como en
contracción miometrial, la PGF2a siempre causa una potente vasoconstricción de los vasos
uterinos (3). También hay evidencia que esta misma prostaglandina disminuye el umbral
del dolor percibido por medio de sensibilización de las terminaciones nerviosas (3).

Si la exposición del endometrio a la fase lútea es crucial para la aumentada producción de


prostaglandinas, entonces la dismenorrea solo ocurre con los ciclos ovulatorios. Esto
podría explicar por qué esta patología se presenta poco después de la menarca y por qué
responde bien a la inhibición ovulatoria como tratamiento (1).

Los leucotrienos, al igual que las prostaglandinas, son responsables de contracciones


uterinas disrítmicas y disminución del flujo sanguíneo. El leucotrieno E4 también causa
vasoconstricción, resultando en isquemia y contracción miometrial. Sin embargo, la vía de
los leucotrienos aún no ha sido tan bien estudiada como la de prostaglandinas (7).
FACTORES DE RIESGO
Los factores de riesgo para la dismenorrea primaria incluyen la corta edad (menores de
20 años), flujo menstrual abundante, la menarca temprana (antes de los 12 años), flujo que
dure más de 7 días y la historia familiar (3,4,7). Si familiares de primer grado (madre o
hermana) también presentan dismenorrea, se considera como un factor de riesgo, no solo
por los factores genéticos, pero también porque posiblemente es un comportamiento
aprendido (4,7).

El fumado, bajo consumo de pescado, índice de masa corporal menor a 20 y el consumo


de cafeína se consideran factores de riesgo modificables, o del comportamiento (4,7). En
otros estudios se catalogan el abuso sexual, la infertilidad y la presencia de síntomas
premenstruales como factores de riesgo también (12).

Se ha descrito sobre la relación entre factores psicológicos y la severidad de la


dismenorrea. Hay evidencia que la presencia de patologías psicológicas, como la depresión
o la ansiedad, junto con la dismenorrea tienen una asociación con dolores crónicos. Por eso
siempre es importante considerar estos factores a la hora del tratamiento (13).

Historia de embarazos tempranos es un factor importante para que la severidad de la


dismenorrea disminuya (1). La edad es un factor inversamente proporcional a la severidad
del dolor, siendo los síntomas más severos a menor edad (2). El uso de anticonceptivos
hormonales se relaciona con una menor severidad de la dismenorrea (14). El consumo de
frutas y vegetales, y factores sociodemográficos como educación, estado civil y lugar de
residencia no se han asociado con la dismenorrea (15). Los estudios con respecto a la
relación entre el consumo de alcohol y la dismenorrea son contradictorios (16).

MANIFESTACIONES CLÍNICAS
El inicio de la dismenorrea primaria usualmente es de 6 a 12 meses luego de la menarca
(1, 12,14,15), por lo que generalmente coincide con el establecimiento de los ciclos
ovulatorios regulares (4,8,17). Se describe como un dolor abdominal bajo o dolor pélvico,
con o sin radiación a espalda baja o muslos (3,4,12). El dolor se describe como tipo cólico
y usualmente en línea media (2). Puede ir asociado a síntomas como náuseas, vómitos,
diarrea, cefaleas, fatiga, dolor lumbar y mareos (11), pero no se acompaña de otros
síntomas ginecológicos (17). El dolor generalmente dura de 8 a 72 horas (3,15,17), puede
iniciar uno o dos días antes del inicio de la menstruación (15,18) y mejora conforme
progresa el flujo menstrual (17). El dolor tiene un patrón claro y predecible en la mayoría
de los casos (3).

DIAGNÓSTICO
Muchas mujeres consideran que el dolor menstrual, aún siendo severo e incapacitante, es
inevitable (2). Las adolescentes son particularmente susceptibles a demorar en obtener
atención médica. También pueden experimentar un mayor tiempo para diagnosticar la
etiología del dolor pélvico (hasta 5.4 años), en comparación con mujeres cuyos síntomas
iniciaron en la adultez (1.9 años) (8). Es importante que durante la evaluación se realice
una historia clínica exhaustiva y un examen físico dirigido (7).

Historia clínica

La evaluación inicial para todas las pacientes presentándose con dismenorrea tiene que
incluir antecedentes médicos, ginecológicos, menstruales, familiares, y psicosociales para
determinar si la paciente tiene dismenorrea primaria o si tiene síntomas sugestivos de
dismenorrea secundaria (7,8).

El dolor tiene que definirse claramente en términos de localización, tipo de dolor,


radiación, síntomas asociados y la cronología del inicio del dolor con respecto al sangrado
menstrual. De igual manera se deben establecer la severidad y la duración de los síntomas
(2). La cronicidad del dolor es una de las partes más importantes de información al obtener
la historia clínica (7).

Entre los antecedentes ginecológicos y menstruales, es importante preguntar sobre la


edad de la menarca, y la edad del inicio de la dismenorrea. La frecuencia, duración,
cantidad y regularidad de la menstruación. El tiempo entre el inicio de los síntomas y la
menstruación y el impacto que tienen estos síntomas en sus actividades de la vida diaria
(7).

Puede ser necesario indagar sobre la actividad sexual de la paciente, dispareunia y


métodos anticonceptivos, ya que algunas adolescentes podrían usar la dismenorrea como
pretexto para obtener anticoncepción (2). También se debería preguntar sobre
enfermedades de transmisión sexual, infección pélvicas, infertilidad, violencia sexual, y
cirugías pélvicas (2,12). Obtener información sobre tratamientos utilizados en el pasado y
forma de utilizarlos es importante, ya que muchas pacientes no usan los medicamentos en
dosis adecuadas (2,4).

La historia familiar puede ser de ayuda en diferenciar dismenorrea primaria de la


secundaria; pacientes con historia familiar de endometriosis en familiares de primer grado
tienen mayor probabilidad de tener dismenorrea secundaria (12). Se debería de sospechar
especialmente cuando la paciente reporta dismenorrea severa inmediatamente después de
la menarca o cuando empeora progresivamente, cuando se asocia a sangrado uterino
anormal, dolor a mitad del ciclo menstrual, falta de respuesta al tratamiento, o presencia de
alguna otra malformación congénita (cardiaca, renal, espinal o gastrointestinal) (8).

Examen físico

Muchas veces con un examen abdominal es suficiente para dejar claro la presencia y la
localización del dolor (7) y descartar patología palpable (2). En pacientes adolescentes que
no han tenido relaciones sexuales y presentan los síntomas característicos de la
dismenorrea primaria, no es necesario realizar el examen pélvico (2,4,7,12). Mientras que a
las adolescentes que si son sexualmente activas, se recomienda realizar el examen pélvico
(7,12).

Algunos autores recomiendan realizar la inspección de los genitales externos para


descartar cualquier anormalidad del himen (2), determinar la madurez sexual de la paciente
y buscar cualquier señal de trauma (4). La especuloscopía ayuda a determinar si alguna
condición anatómica podría estar causando el problema, como la obstrucción de salida, o la
presencia de flujo vaginal o cervical anormal, sugestivos de infección. La exploración
bimanual busca la exploración uterina indicando si hay sensibilidad a la movilización,
movilidad, tamaño y textura del mismo, y si hay alguna masa presente, como los fibromas
(4).
Estudios complementarios

No hay evidencia del uso rutinario del ultrasonido en la evaluación inicial de la


dismenorrea primaria. En pacientes cuyo examen físico presentó alguna anormalidad o la
dismenorrea es refractaria al tratamiento de primera línea, podría estar indicado el
ultrasonido para ayudar a identificar las causas de dismenorrea secundaria (1,2).

Los exámenes de laboratorio o estudios imagenológicos, generalmente no son de mucha


ayuda en el diagnóstico de dismenorrea primaria. La resonancia magnética es una técnica
prometedora para el diagnóstico de dismenorrea secundaria, pero su alto costo hace que su
uso sea conservador (2).

La laparoscopía es el método diagnóstico de elección para la endometriosis, enfermedad


inflamatoria pélvica, o adherencias pélvicas, pero solo está indicada cuando estas
patologías son altamente sospechadas (2).

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Cuando se entrevista a una paciente adolescente y se realiza el examen físico, se deben de
considerar distintas posibles causas del dolor antes de concluir que la dismenorrea primaria
es la causante del dolor menstrual, aunque casi un 90% de las pacientes adolescentes que
se presentan con dismenorrea es primaria (4). Como primera línea se debe descartar la
dismenorrea secundaria como causante del dolor, que es posible por medio de la historia
clínica y el examen físico dirigido (17). Ver tabla 1.

Tabla 1. Características distintivas de la dismenorrea primaria y secundaria


Dismenorrea Primaria Dismenorrea Secundaria
Edad 16 - 25 años 30 – 45 años
Inicio de dolor Justo antes del inicio del sangrado Dolor usualmente progresa durante la
fase lútea
Fisiopatología Exceso de prostaglandinas y Patología secundaria asociada
leucotrienos
Síntomas • Auto limitados • Asociado a características según
• Dura de 1 a 3 días enfermedad asociada
• Usualmente responde a AINES o • Resistente a AINES o AOC
AOC • Usualmente con sangrados
• Sangrado menstrual normal o leve abundantes
Signos Examen físico normal Depende de la enfermedad asociada
AINES: Antiinflamatorios no esteroideos, AOC: Anticonceptivos orales combinado
Fuente: realizado por Mónica Thuel con base en Dysmenorrhoea. 2019 (17)

La causa más común de dismenorrea secundaria es la endometriosis. En adolescentes, la


endometriosis se encuentra en aproximadamente el 70% de aquellas que se someten a
cirugía laparoscópica por dolor pélvico crónico que no responde a tratamiento con
antiinflamatorios no esteroideos o con anticonceptivos orales combinados (2). Otras causas
de dismenorrea secundaria se encuentran la adenomiosis, miomas uterinos, lesiones
obstructivas y estenosis cervical.

También se debe descartar otras causas de dolor menstrual como la infección pélvica
inflamatoria, adhesiones pélvicas, intestino irritable, cistitis intersticial y desórdenes
psiquiátricos (2).

TRATAMIENTO
El principal objetivo del tratamiento de la dismenorrea es la reducción del dolor (1) y los
síntomas asociados, así como mejorar la funcionalidad de las pacientes y disminuir los días
de productividad perdidos en trabajo, estudio o actividades extracurriculares (4). Cuando la
historia sugiere dismenorrea primaria, se podría iniciar el tratamiento de forma empírica.
Tanto tratamiento médico como alternativo puede ser utilizados para el alivio del dolor (8).

Tratamiento farmacológico

• AINES: tomando en cuenta la etiología de la dismenorrea primaria, basada en el


aumento de prostaglandinas, el tratamiento farmacológico de primera línea son los
antiinflamatorios no esteroideos (AINES) (3,7,8,15,17). Son clasificados como
inhibidores de la producción periférica de prostaglandinas por medio de la inhibición
de la ciclooxigenasa, (1, 2) y en una escala mundial, se encuentran en el grupo más
frecuentemente prescrito de medicamentos (3).

Los AINES deberían de ser utilizados por al menos tres ciclos menstruales, y si no es
suficiente para controlar el dolor, se pueden combinar con la terapia hormonal (1). La
aspirina, el naproxeno y el ibuprofeno se encuentran entre los agentes más utilizados
(1). Se recomienda que se inicie el uso de estos medicamentos, de ser posible, 1 o 2
días antes del inicio del sangrado menstrual, y continuarlos por los primeros 2 o 3 días,
o mientras se encuentre presente el dolor (4,8,12,15).

Hay gran variedad de efectos adversos con estos medicamentos, y estos se agravan y
se vuelven más aparentes con el uso prolongado de los mismos. Cefaleas,
somnolencia, mareos, y resequedad se encuentran entre los principales efectos
adversos neurológicos. Náuseas e indigestión son los efectos secundarios
gastrointestinales más reportados (7). Tomar el medicamento junto con alimentos y
con abundante líquido puede mitigar los síntomas gastrointestinales (8).

Según una revisión de Cochrane, los AINES parecen ser muy efectivos en el
tratamiento de la dismenorrea primaria, pero las mujeres utilizando estos tratamientos
deben estar conscientes sobre el posible riesgo sustancial de presentar efectos adversos
como indigestión o somnolencia. No hay suficiente evidencia para afirmar que un
AINE es mejor que otro pero si parece que los AINES son más efectivos que el
paracetamol (17,19). Hay evidencia que los inhibidores específicos de la COX-2
tienen implicaciones cardiacas, por lo que ya no se recomiendan para el tratamiento de
la dismenorrea primaria (4,15).

Alrededor de un 15% a 18% de mujeres que sufren dismenorrea primaria no


responden, o son intolerantes a estos medicamentos, por lo que en este grupo se
utilizaría tratamiento hormonal como segunda línea (3,6) Otros tratamientos han sido
utilizados en pacientes con resistencia a los AINES, como vasodilatadores (Sildenafil
citrato), bloqueadores de canales de calcio (Nifedipina), Vasopresina y antagonistas de
los receptores de oxitocina, y antiespasmódicos (Butilbromida de hioscina), sin
embargo, es necesario realizar más estudios para establecer evidencia de eficacia de
los mismos, ya que la literatura actual es contradictoria (6).
• Acetaminofén: es un analgésico que actúa como un inhibidor débil de la
ciclooxigenasa. Actúa a nivel central y produce analgesia por medio de la elevación
del umbral del dolor. Tiene buena tolerancia a nivel gastrointestinal y no inhibe la
hemostasia (2). Se ofrece este medicamentos cuando los AINES están contraindicados
o no son bien tolerados. También se puede utilizar para aumentar el efecto si la
respuesta a los AINES es insuficiente (17).

Tratamiento hormonal

• Anticonceptivos orales combinados: actúan por medio de la supresión de la


ovulación (1, 2), y se consideran los fármacos de segunda línea para el tratamiento de
la dismenorrea primaria (7). Los anticonceptivos orales combinados suprimen la
ovulación y el crecimiento endometrial, lo que lleva a un menor volumen de sangre y
menor producción de prostaglandinas, con una subsecuente disminución de la presión
intrauterina (2,3). Se considera este tratamiento cuando las pacientes no tienen deseos
de concebir (17).

Se ha comprobado que no importa la ruta de administración (oral, transdérmica,


intravaginal, intrauterina), ya que son igualmente efectivos (1, 12). Entre los efectos
secundarios del uso de estos fármacos que contienen estrógenos sintéticos se
encuentran náuseas, vómitos, cefaleas, sensibilidad mamaria, y cambios en el peso. El
acné, aumento de peso y crecimiento de cabello se relacionan con la progesterona (7).

Una revisión sistemática realizada con 780 ensayos controlados aleatorizados,


sugiere que es mejor utilizar el tratamiento con anticonceptivos orales combinados de
manera continua o flexible a que utilizarlos de manera cíclica, sin incrementar efectos
adversos o efectos secundarios. Sin embargo, concluyen que se necesitan más estudios
de alta calidad para elucidar el efecto de los mismos en la dismenorrea primaria (18).

Si los síntomas de la dismenorrea son aliviados por el uso de anticonceptivos orales,


este tratamiento debe ser continuado por al menos 6 meses. Si el dolor continúa luego
de este ensayo, se debe iniciar estudios de otras posibles causas de dismenorrea (15).

• Régimen de progestinas: el acetato de medroxiprogesterona también actúa por


medio de la supresión de la ovulación y también induce a la atrofia endometrial. Un
régimen de progestinas orales continuo puede ser usado como alternativa al uso de
anticonceptivos orales combinados con resultados comparables en el alivio del dolor y
con menores efectos secundarios (2).

Según estudios se ha comprobado que el uso del dispositivo intrauterino liberador de


levonorgestrel (LNG-IUS, Mirena) disminuye la severidad de la dismenorrea en
comparación a otros métodos anticonceptivos. Mientras que el dispositivo intrauterino
de cobre (Cu-IUD) no se ha demostrado que disminuya la severidad (17).

Tratamiento de soporte

• Calor local: el tratamiento de primera línea no farmacológico de la dismenorrea


primaria es el calor local (7). Actúa por medio de la inhibición de la actividad de los
nervios simpáticos, aumentando el flujo sanguíneo al área y así, removiendo más
rápidamente las sustancias productoras de dolor, como prostaglandinas y leucotrienos.
Al aumentar el flujo sanguíneo mejora la oxigenación del tejido y evita la isquemia, y
el calor tiene un efecto relajante en el útero. Hay estudios donde el calor tiene un
efecto comparable al ibuprofeno, sin embargo se necesitan estudios de mayor
magnitud (7). Dado el bajo riesgo de efectos adversos y el bajo costo de la terapia, es
razonable que se aliente el uso del calor local como tratamiento para la dismenorrea
primaria (8).

• Ejercicio: asumiendo que el ejercicio no produce ningún daño, es razonable


recomendarlo aún sin evidencia de calidad de estudios aleatorizados que lo corroboren
(2). En un meta análisis realizado en el presente año se encontró que el yoga ha
mostrado resultados favorables en cuanto al alivio del dolor entre las participantes con
dismenorrea primaria. La mejoría fue principalmente desde el punto de vista subjetivo
de las participantes (10). Hay evidencia que el ejercicio aeróbico mejora la intensidad
del dolor, la calidad de vida y el funcionamiento de la paciente, por lo que podría ser
utilizado como una opción de tratamiento para el manejo de la dismenorrea primaria
(9). Un programa de fisioterapia que incluya fortalecimiento, estiramiento y relajación
de los músculos se ha demostrado efectivo en la reducción de los síntomas causados
por dismenorrea primaria cuando estos son realizados de manera regular (11).

• Estimulación eléctrica transcutánea: implica el uso de electrodos para la


estimulación de la piel en diferentes frecuencias e intensidades para disminuir la
percepción del dolor. En un estudio aleatorizado se demostró que la terapia con
estimulación eléctrica transcutánea de alta intensidad asociado a termoterapia mejora
el dolor en mujeres con dismenorrea primaria moderada o severa (20), por lo que
podría ser una alternativa razonable en mujeres que no puedan o no quieran usar
AINES (2). Sin embargo, la estimulación de baja intensidad no se ha demostrado ser
superior al placebo y no está recomendada (2, 17).

• Acupuntura: es uno de los métodos más antiguos y mejor conocidos en el mundo


para el alivio del dolor (7). En la actualidad, la utilización de la acupuntura como
tratamiento de la dismenorrea primaria ha sido sujeto de múltiples estudios de
investigación. En una revisión de Cochrane relativamente reciente se reúne evidencia
de 42 estudios controlados aleatorizados, involucrando 4640 mujeres. Los autores
comentan que todos los estudios estaban clasificados con un moderado a alto riesgo de
sesgo, excepto uno. El único estudio bien diseñado no demostró superioridad de la
acupuntura sobre el placebo, por lo que concluyeron que la evidencia es inconsistente
y no confiable (21).

• Suplementos dietéticos: se han propuesto una gran cantidad de hierbas


medicinales y vitaminas para el tratamiento de dismenorrea primaria. Sin embargo, no
hay evidencia de alta calidad para comprobar la efectividad de suplementos dietéticos
como tratamiento de la dismenorrea, ni tampoco de la seguridad de los mismos, según
una revisión de Cochrane (5), donde se estudiaron los efectos de la eficacia de
jengibre, fenugreek, aceite de pescado, aceite de pescado más vitamina B1, valerian,
vitamina B1 sola, zataria y sulfato de zinc (5, 8). En un estudio reciente donde se
estudió a 60 mujeres con dismenorrea primaria, se demostró que la administración de
altas dosis de vitamina D durante 8 semanas consecutivas tuvo en efecto significativo
en la disminución del dolor vs el grupo control (22), sin embargo, otros estudios han
demostrado lo contrario.
SEGUIMIENTO
Independientemente de la terapia escogida, pacientes con sospecha de dismenorrea
primaria deberían de tener seguimiento para observar una respuesta al tratamiento.
Herramientas que pueden utilizarse para evaluar la severidad de la dismenorrea, tanto al
inicio de la presentación, como en la evaluación de la respuesta al tratamiento, incluyen las
escalas visuales análogas y las escalas numéricas. Ambas son confiables, válidas, están en
varios idiomas y son bastante simples de administrar (8).

Cuando una paciente no muestra mejoría de los síntomas luego de 3 a 6 meses de haber
iniciado el tratamiento, se debería investigar por posible dismenorrea secundaria o por
poca adherencia al tratamiento (8). Una revisión bibliográfica concluyó que el apoyo y
relaciones con sus pares son claves a la hora de evaluar la adherencia al tratamiento,
señalando que las adolescentes se preocupan por el estigma y la vergüenza a la hora de
tomar medicamentos frente a sus pares o que ellos sepan de su condición médica. Otro
punto importante fue la relación entre los padres y la no-adherencia al tratamiento. Esto
podría surgir de padres que encuentran difícil incluir al adolescente en el proceso de toma
de decisiones, o al contrario, padres que no se involucran (8).

CONCLUSIÓN
La prevalencia de la dismenorrea primaria es alta y tiene consecuencias importantes y
extensas en las mujeres que la padecen. Se le ha dado poca atención científica, por lo que
sigue sin aclararse completamente este desorden y las mujeres lo siguen viendo como parte
normal de su ciclo menstrual. Un gran porcentaje de las mujeres que padecen dismenorrea
primaria tienen alivio de sus síntomas con alguno o varios de los tratamientos mencionados
anteriormente, pero otro porcentaje no presenta esta mejoría y puede llegar a ser
debilitante. La mayoría de la evidencia en cuanto a la dismenorrea primaria es limitada o
contradictoria, por lo que se necesitan investigaciones adicionales para avanzar en el
entendimiento de la misma y sus consecuencias a largo plazo, ya que con una visión más
clara de la patología, las opciones de tratamiento pueden expandirse y mejorarse, y así no
solo ofrecer tratamiento de los síntomas, sino ofrecer tratamiento que prevenga los
mismos.

REFERENCIAS
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