16 Portugal
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Semblanza
José Portugal Catacora. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5
Ensayo
Experiencias educativas en el altiplano . . . . . . . . . . . . . . 7
Autobiografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
La Escuela Andina del Porvenir: Esquema de un Plan de
Organización de Escuelas Rurales . . . . . . . . . . . . . 10
Narrativa
Niños del Kollao. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
Semblanza | 5
con otros países que alimentó el proyecto educativo nacional. Fue
un embajador del diálogo, un constructor de relaciones, un articu-
lador de mundos. Alcanzó su jubilación en 1967 pero siguió cerca
de sus colegios y sus alumnos durante muchos años más, hasta su
fallecimiento, 30 años después, en 1998.
Pero no sólo dedicó su energía a la docencia y la gestión:
editó revistas de divulgación pedagógica como El educador andi-
no, Puno pedagógico y Repertorio pedagógico, y escribió una se-
rie considerable de publicaciones especializadas en educación y
pedagogía, así como una obra literaria consistente en relatos, le-
yendas y tradiciones en los que plasmaba para sus estudiantes la
visión del hombre y la mujer andinos. Colaboró con Arguedas, de
quien aprendió la tarea de registro y conservación de las manifes-
taciones culturales tradicionales y populares. En el prólogo de su
Niños del Kollao (1937), Emilio Vásquez reseña: “Lo que pretende
José Portugal es esto, precisamente: educar al niño de hoi en tales
condiciones que mañana sea el verdadero artífice de su obra, el
piloto de su destino, el Pigmalión de sus roquedales y el Proteo
multíplice de su alma”.
6 | Semblanza
Ensayo
AYAVIRI, 1930
Ensayo | 7
entre los que recordamos, La Puna, La Honda, el Boletín Cultural,
El Educador Andino, y el Picaflor.
8 | Ensayo
Autobiografía
(Fragmento)
Ensayo | 9
La Escuela Andina del Porvenir: Esquema de un Plan de
Organización de Escuelas Rurales
(Fragmentos)
10 | Ensayo
vivienda higienizar los servicios públicos, prevenir i combatir las en-
fermedades epidémicas i endémicas.
En el orden social, debe propender a la formación de entidades
de producción i consumo, de beneficencia, de colaboración con la
escuela, i en general toda índole de instituciones culturales, artísti-
cas, deportivas i sociales.
En lo que respecta a la moral, debe adoptar todos los métodos
requeridos para extirpar los vicios morales i materiales; principal-
mente aquellos que como el robo, la mentira i la pereza, tienen ori-
gen en la desconfianza históricamente arraigada que el indio siente
con respecto al mestizo i el blanco.
I en general, en todo orden de cosas, debe tratar de acrecentar
las virtudes sociales campesinas, que constituyen la heredad cultu-
ral de su magnífico pasado histórico.
Ensayo | 11
Narrativa
12 | Narrativa
Así trabajó Rosendo durante más de un año. I en todo este tiempo
frecuentó la íntima compañía del hijo del cura, un muchacho entra-
do en años y más mañozo que un macho de Tunquipa. Este le arras-
traba por todas partes i no le dejaba ni un minuto. Varias veces le
obligó a beber. I aunque Rosendo demostrara repulsión al principio,
poco a poco fueron infiltrándose en su sangre, en su cerebro, hasta
en sus huesos, las costumbres malhadadas de aquél; las costumbres
de la juventud de su pueblo; la miseria moral del poblacho andino.
Así llegó un día en que el diablo se apoderó del espíritu dulce y
blando de Rosendo, al decir del tata i doña Adriana. I desde enton-
ces no se le vio en parte alguna, aunque su charango vibrase igual
que su voz aguardentosa, todas las noches en el poblacho.
EL AGUATERO-ESTUDIANTE
[…] Un día en la clase del 3er. Año, cuando el maestro discurría acer-
ca de las teorías sobre el origen del lago Titikaka, solicitó que se le
oyera i contó la siguiente leyenda, tan rica en imágenes i perfecta
como pocas:
—Hace miles de años de esto. Apu, el dios de las cumbres, ha-
bía prohibido a los hombres que escalaran los cerros, permitiéndo-
les vivir solamente en las quiebras i las hondonadas. Pero, un día,
se presentó entre los hombres el aukka i les obligó a quebrantar la
prohibición, haciéndoles consentir que si lograban alcanzar la cús-
pide de las cumbres, llegarían a tener el mismo poder de los dioses.
Cuando los hombres intentaron escalar la cumbre cercana,
Apu, encolerizado, movilizó un gran ejército de pumas i mandó a
que los devorasen. Entonces, los hombres pidieron protección al
aukka [espíritu del mal, diablo]. Este los internó en las profundida-
des de la tierra i ahí siguen viviendo en forma de anchanchos [espí-
ritus malignos que se cree que habitan las reconditeces de la tierra].
Al contemplar la confabulación con el espíritu del mal, Inti —el
dios supremo de los inkas— sintió pesar grande y eclipsó su luz al
Narrativa | 13
mismo tiempo que todos los seres celestiales se sumieron en amar-
go llanto. Las lágrimas invadieron la tierra en forma de tormentas
terribles, inundando las quiebras i las hondonadas.
En este diluvio murieron la mayor parte de los animales. Sola-
mente una pareja de seres humanos, asidos de un haz de juncos i
resignados a morir en el amor de Dios, antes que escapar con los
demás hombres, lograron flotar sobre las aguas
Cuando el dios Inti volvió los ojos a la tierra i cesó el llanto ce-
lestial, la pareja sobreviviente por obra divina, contempló con gran
asombro que los pumas (titis) habían perecido también i flotaban a
millares sobre las aguas, mostrando sus vientres grises (kkakkas).
He aquí el origen del Lago de que nos hablais i de su nombre —
terminó diciendo el aguatero.
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Sobre Portugal Catacora
Reproducido en http://joseportugalcatacora.blogspot.com/p/
articulos.html
https://bicentenario.gob.pe/exposiciones/21-intelectuales/