Cierto Día
Cierto Día
Cierto Día
Ahora, hijo mío, escúchame. Haz exactamente lo que yo te diga. Vete a los rebaños y
tráeme dos de los mejores cabritos. Con ellos prepararé el plato favorito de tu padre.
Después lleva la comida a tu padre para que se la coma y te bendiga antes de morir.
Pero mira, respondió Jacob a Rebeca, mi hermano Esaú es muy velludo; en cambio mi
piel es suave. ¿Y si mi padre me toca? Entonces se dará cuenta de que intento
engañarlo, y en lugar de bendecirme, me maldecirá.
Pero su madre respondió: ¡Entonces que la maldición caiga sobre mí, hijo mío! Tú
simplemente haz lo que te digo. ¡Sal y tráeme los cabritos!
Así que Jacob salió y consiguió los cabritos para su madre. Rebeca preparó con ellos un
plato delicioso, tal como le gustaba a Isaac.
Después tomó las ropas favoritas de Esaú, que estaban allí en casa, y se las dio a su hijo
menor, Jacob. Con la piel de los cabritos, ella le cubrió los brazos y la parte del cuello
donde él no tenía vello. Luego le entregó a Jacob el plato delicioso y el pan recién
horneado.
Entonces Jacob llevó la comida a su padre. Y loe dijo, ¿Padre?
Entonces Jacob se acercó a su padre, e Isaac lo tocó. La voz es la de Jacob, pero las
manos son las de Esaú, dijo Isaac.
Sin embargo, no reconoció a Jacob porque, cuando tocó las manos de Jacob, estaban
velludas como las de Esaú. Así que Isaac se preparó para bendecir a Jacob.
¿De verdad eres mi hijo Esaú? Preguntó. Y Jacob mintió una vez más. Sí, lo soy, contestó
Jacob.
Entonces Isaac dijo: Ahora, hijo mío, tráeme lo que cazaste. Primero comeré y después
te daré mi bendición. Entonces Jacob llevó la comida a su padre, e Isaac la comió. Luego
Isaac le dijo a Jacob: Acércate un poco más y dame un beso, hijo mío.
Así que Jacob se le acercó y le dio un beso. Entonces Isaac, al sentir el olor de la ropa,
finalmente se convenció y bendijo a su hijo diciendo:
¡Ah! ¡El olor de mi hijo es como el olor del campo, que el Señor ha bendecido!
“Del rocío de los cielos y la riqueza de la tierra,
que Dios te conceda siempre abundantes cosechas de grano en cantidad.
Que muchas naciones sean tus servidoras y se inclinen ante ti.
Que seas el amo de tus hermanos,
y que los hijos de tu madre se inclinen ante ti.
Todos los que te maldigan serán malditos,
y todos los que te bendigan serán bendecidos”.
En cuanto Isaac terminó de bendecir a Jacob y casi antes de que Jacob saliera de la
presencia de su padre, Esaú regresó de cazar. 31
Preparó una comida deliciosa y se la
llevó a su padre. Entonces dijo: Levántate, padre mío, y come de lo que he cazado, para
que puedas darme tu bendición.
Pero Isaac estaba sorprendido y le preguntó: ¿Quién eres tú?
Soy tu hijo, tu hijo mayor, Esaú contestó.
Isaac comenzó a temblar de manera incontrolable y dijo: ¿Entonces quién me acaba de
servir lo que cazó? Ya he comido, y lo bendije a él poco antes de que llegaras, ¡y esa
bendición quedará en pie!
Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, lanzó un grito fuerte y lleno de amargura. Oh
padre mío, ¿y yo? ¡Bendíceme también a mí! Le suplicó.
Pero Isaac le dijo: Tu hermano estuvo aquí y me engañó. Él se ha llevado tu bendición.
Con razón su nombre es Jacob, exclamó Esaú, porque ahora ya me ha engañado dos
veces.Primero tomó mis derechos del hijo mayor, y ahora me robó la bendición. ¿No has
guardado ni una bendición para mí?
He puesto a Jacob como tu amo, dijo Isaac a Esaú, y he declarado que todos sus
hermanos serán sus siervos. Le he garantizado abundancia de grano; ¿qué me queda
para darte a ti, hijo mío?
¿Pero acaso tienes una sola bendición? Oh padre mío, ¡bendíceme también a mí! Le rogó
Esaú. Entonces Esaú perdió el control y se echó a llorar.
Finalmente su padre Isaac le dijo: “Tú vivirás lejos de las riquezas de la tierra y lejos del
rocío que desciende de los cielos. Vivirás de la espada y servirás a tu hermano. Sin
embargo, cuando decidas liberarte, te sacudirás su yugo del cuello”.
Desde ese momento, Esaú odió a Jacob, porque su padre le había dado la bendición a él.
Entonces Esaú comenzó a tramar: “Pronto haré duelo por la muerte de mi padre y
después mataré a mi hermano Jacob”.
Entonces Rebeca se enteró de los planes de Esaú y llamó a Jacob y le dijo: Escucha, Esaú
se consuela haciendo planes para matarte. Así que, hijo mío, presta mucha atención.
Prepárate y huye a casa de mi hermano Labán, en Harán. Quédate allí con él hasta que
tu hermano se calme. Cuando él se haya calmado y olvide lo que le hiciste, mandaré a
buscarte para que regreses. ¿Por qué tendría que perder a los dos hijos en un solo día?
Así Jacob salio a la tierra donde su tío Lebán vivía.
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