La Generacion de La Esperanza Exilio Vasco A Venezuela Sigo XX
La Generacion de La Esperanza Exilio Vasco A Venezuela Sigo XX
La Generacion de La Esperanza Exilio Vasco A Venezuela Sigo XX
quel 25 de junio de 1939 la popa del «Cuba» se anegó de sonidos que ascendían
desgarrando las gargantas de los hijos de Euskadi, que al compás del txistu, como única
posesión representativa del mundo que dejaban y conscientes que su pasaje tenia como
nieta «lo ignoto», supieron sobrellevar su angustia, mientras las notas del Agur Jaunak se
enredaban en la estela de esperanza que iba dejando el Cuba.
Al mes siguiente, 28 de julio, el «Flandre» seguía la misma rata con otro grupo de
compatriotas y un poco más tarde -26 de agosto- el «Bretagne» transportaba más exiliados
hacia Venezuela..
Creemos impórtame señalar, en referencia al último contingente de vascos que arribó a las
costas venezolanas, tras la decisión del Capitán José María Burgaña, Oficial de la Marina de
Euskadi, de lanzar a esta travesía a dos barcos de madera el «Donibane» y el «Bigarrena»,
fabricados por el exiliado vasco José Manuel Oruezabala y algunos carpinteros de ribera, en
la desembocadura del Adour, en Bayona. Primero los dedicaron a la pesca, aun a pesar de
accidentes y sabotajes por la oposición de los sindicatos franceses a que los exiliados
vascos trabajasen en sus aguas. Llegaron a La Guaira, después de una semana de
comenzada la guerra mundial. Algo más tarde arribaron otros grupos de vascos de la
República Dominicana y la última odisea de la avalancha del exilio, la escenificó el buque
«Alsina», en cuyo recuerdo se escribieron las obras «Antón Sukalde» y «París Abandonada»
de José Olivares Barrando «Tellagorri» y «Crónicas del Alsina» de Arantzazu Amezaga.
Tardaron más de 10 meses en atravesar el Atlántico. Además de una escala en Veracruz y de
paso por un campo de concentración cerca de La Habana, embarcaron en Santiago a bordo
del «Cuba», llegando a La Guaira el 10 de diciembre. Entre los pasajeros se contaban los
Sres. Vicente Amezaga, Lucio Aretxabaleta y el Dr. Luis Bilbao con sus familias.
El primer exilio
Aquellos grupos de compatriotas, arrojados de su patria por la guerra civil, asumiendo la
certeza de que el mar se tragó sus huellas, conservaron la brújula, apuntando siempre hacía
los verdes horizontes que cubrían la húmeda tierra de sus mayores, manchada de rojo y
cubierta de cruces y rejas habitando el silencio. Caminaron en medio del rigor del mutismo,
enterrando para siempre aquella brújula en las mismas entrañas de su peregrinar de
exiliados, junto a su reloj, parado en el 39. Con tal posesión, amalgamada con el amor que
recibieron de este cálido trópico, sembraron sus sueños, aquellos hombres y mujeres de «la
generación de la esperanza», que aún con la immensa carga de ausencia, supieron dejar
atrás la desdicha y anclar su pendón de trabajo, responsabilidad y respeto hacia la
idiosincrasia de la «nueva patria» a quien ofrendaron lo mejor de su esfuerzo y honestidad a
toda prueba, contribuyendo al engrandecimiento de esta querida Venezuela, sin abandonar
jamás el recuerdo de la que dejaron, en aquel rincón de Europa, que para la fecha de su
arribo vivía envuelto en la sombra que el eje nazi-fascista había comenzado a ejercer su
labor expansiva por el continente europeo, que culminaría en la Segunda Guerra mundial.
Con el correr del tiempo, tuvimos claro que no les debió resultar nada fácil, ni la decisión de
arribar a una tierra que constituía un punto absolutamente desconocido de la geografía, ni eí
gran choque que debió suponer para aquella generación, signada por la esperanza y
fortalecida por sólidos principios, entre los cuales su amor a la libertad les arrastró a buscar
caminos abiertos y dejar atrás su amoroso terruño, sepultado bajo aquella abyecta dictadura,
y creemos justo apuntar que resultaron harto valientes los que tuvieron la osadía de cargar
sobre sus hombros a toda la familia. Sus hijos dejamos constancia, de que jamás
escuchamos una queja ni atiabarnos la angustia que debieron sentir tratando de encajar su
recio y justo carácter, en un país tropical, aún con resabios coloniales, hospitalario, pero
reacio a comprender, desde su ángulo facilista y su tibio carácter, amasado con sol y noches
templadas, el doloroso silencio de los que dejaron atrás su patria desolada y enterraron su
juventud en las brumas del bello país de los mil verdes.
Sus hijos crecimos protegidos por la sólida muralla que erigieron a fuerza de afincar su fe en
el retorno, que jamás abandonaron y que constituye parte de la herencia que absorbimos, en
el marco del más absoluto respeto por todos los pueblos del mundo, entre los cuales quedó
el suyo-nuestro-, herido pero invencible en su secular lucha por obtener el derecho inviolable
a «su libertad que como pueblo le corresponde».
Aquel muro de protección, que significó para ellos la total renuncia a mirar el pasado,
privándose incluso de momentos de regresión, con el fin de no atisbar ni un mínimo de la
historia que cargaban, a fín de conservar la mente de sus hijos al abrigo de recuerdos que
hubieran deseado destruir pero que en nosotros permanecían en algunos casos nítidos,
aunque incomprensibles, guardados dentro de una infancia signada por el horror y vacía de
respuestas ante la reiterada e inocente pregunta: ¿por qué nos quieren matar?
Aquel pasado subyace en ese mundo escondido pero no olvidado y que con cierta
regularidad añora en nuestros sueños entre el ronco jadear de los aviones de aquella guerra,
donde se hacía tan cotidiano el miedo, que los niños terminábamos por identificar el sonido
de los cazas y de los bombarderos. Y a pesar de todo, logramos conservar un sentimiento
tan profundo como diáfano, lo cual debemos a nuestros padres, porque aun carentes de
ciertos medios económicos, supimos aunar a los rasgos inherentes de la adolescencia, un
cúmulo de mística que nos permitió luchar a su lado en los diferentes caminos que trazaron,
primero asentando sus principios de hombres y mujeres de bien, en un entorno que a pesar
de la hospitalidad característica del pueblo venezolano, entendemos que se percibieron
algunos rasgos de hostilidad, empapados como estaban de la publicidad que había difundido
con gran maestría el eie nazi-fascista.
Lograron, con esfuerzo, levantar a las familias protegidas con su trabajo y suponemos
sacrificio (que en ningún momento percibimos), sin abandonar la solidaridad para con la
comunidad vasca, alimentada siempre por una gran fe en el retorno y un sembrar constante
de honestidad y principios, en un país que fue conociendo a los vascos a través de múltiples
realizaciones en los más disímiles campos.
Boinas en Caracas
El primer rasgo de presencia vasca se fue haciendo evidente cuando sus boinas comenzaron
a salpicar las calles de la Caracas de los techos rojos, como nos lo recordara nuestro gran
poeta Andrés Eloy Blanco, en su bello poema Mariana Larrabeiti, dedicado a una maestra
vasca:
Mariana Larrabeiti,
en mi tierra hubo dos vascos:
uno, Lope de Aguirre, la tempestad,
el galernazo del Golfo de Vizcaya,
y el otro, Simón Bolívar,
la alta montaña cántabra
donde se desbaratan todas las olas,
la perenne montaña, con su mina de hierro,
de donde vamos sacando el hierro del ejemplo
para la espada mejor que esgrimiremos,
la perenne montaña, con su mina de oro
de donde vamos sacando el oro de la piedad
para la hermosa hora en que perdonaremos.
Y ahora Mariana Larrabeiti,
En mi tierra hay muchos vascos;
ya los viste en las calles, y viste en sus cabezas
aquella cosa azul, tan vasca, aquella cosa
redonda y azul,
como un cielo pequeño
sobre la cabeza de la juventud.
Los has visto y no lo olvides,
que ellos son el encanto de mi tierra
y recuerdan la tuya y tienen de la tuya
el breve cielo azul en la cabeza terca.
No pasó mucho tiempo cuando sus huellas fueron abriendo camino al trabajo y por las rutas
de Venezuela comenzaron a transitar, en principio varios galenos, dejando tras ellos, estelas
de reconocimiento y afecto en diversos puntos del país. En el primer grupo que arribó en el
«Cuba» llegaron: Jesús Iraragorri Alegría, José Luís Aransolo Bilbao, Juan Ramón Belín
Alzaga, Miguel Nieto Caicedo, Tomás Meudikoa Lanzagorta, Arríela Larrañaga, José de La
Torre, José Antonio Urrestarazu Bergara, etc.
Un poco más tarde arribaron: Don Gonzalo Aranguren, que trabajó en Barcelona, como
cirujano, ganándose el cariño y agradecimiento de la población, posteriormente logró fundar
una clínica en Caracas, refugio obligado de la colonia vasca. Agregamos también los
nombres de los médicos que no dejaron de prestar sus servicios a los compatriotas: Dres.
Santiago Ibargüen, Jesús Lartitegui, Pablo Urigüen, Joaquín Aristimuño, José Antonio
Zamakona, Fernando Unceta, de 1939 a 1942, médico rural en Barrancas de Maturín,
después Director del Hospital de Tucupita. José Mari Bengoa, médico rural en Sanare y
Cubiro, Edo. Lara, luego en Irapa. La Sección de Nutrición del Ministerio de Sanidad y
Asistencia Social se debe a la enciente labor del Dr. Bengoa, quien fue su fundador y en
1950 cofundador del Instituto Nacional de Nutrición. Largos años como representante de
Venezuela en la Organización Mundial de la Salud. Finalmente existe en Caracas la
Fundación Bengoa, creada en su honor.
No queremos dejar de mencionar el aporte del Dr. Bengoa, a la Revista Euskadi ya que
constituyó un pilar fundamental en la realización de la primera etapa de aquella revista.
Y cerrando el capítulo de los médicos, deseamos afincar nuestro agradecimiento,
suponemos en nombre del resto de la colonia, a dos ilustres galenos, que ofrecieron gran
parte de su vida y su completa dedicación, tanto prestando sus servicios al Gobierno de
Venezuela como a la colectividad vasca: Dr. Luis Bilbao Líbano y Dr. José María Díaz de
Refcan^:
El Dr. Luis Bilbao Líbano, al servicio, durante largos del Ministerio de Sanidad y Asistencia
Social. Además extensa labor como sanitarista de primer orden, pegado a su laboratorio de
análisis clínico, se mantuvo al pie del cañón, presto a dar su aliento y sapiencia a cualquier
miembro de la colonia que así lo requiriera. El Dr. José María Díaz de Rekarte, igualmente en
el Sanatorio Antituberculoso El Algodonal y en la Universidad Central de Venezuela
realizando labores de profesor universitario y de Pediatra por cuyo consultorio pasó toda una
generación de niños vasco-venezolanos. Ambos se hicieron acreedores a multitud de
reconocimientos y condecoraciones por parte del Gobierno Venezolano. Consideramos
importante mencionar, a grandes rasgos, la inmensa lista de experiencias y realizaciones que
cargaban en su haber cuando arribaron a su nueva patria y que parten desde miembro de la
Comisión Organizadora de la Universidad Vasca, en el caso de Don Luis Bilbao cuyo
proyecto fue organizado en 41 días y con innovaciones que no figuraban en el pensum de las
universidades españolas, como el euskera médico y la disgregación de enfermedades de los
niños en puericultura y pediatría.
Les tocó, en los angustiosos momentos de la salida, escapando de las huestes fascistas,
arrastrar 650 niños del Sanatorio de Gorliz cuyo director era el doctor Rekarte. Fueron
creando servicios médicos con enfermeras para todos los albergues en los que había más de
30 refugiados. Lograron adecuar una antigua fortaleza de Donibane Garazi. para más de 500
niños. Se alargaría demasiado la lista de servicios a los refugiados heridos y como colofón
quedó el hospital de La Roseraie donde reunieron más de 400 gudaris heridos procedentes
de Santoña por decisión del Gobierno Vasco, quien hizo que el lujoso hotel, entonces vacío y
mediante el pago del alquiler acordado, se convirtiera en 48 horas en un verdadero hospital,
gracias a estos ilustres galenos que venimos mencionando, sin olvidar la actuación del Dr.
Gonzalo Aranguren al frente de esta titánica labor.
Aquellos grupos de exiliados provenientes del laborioso y esforzado pueblo vasco fueron
diversificando sus realizaciones dentro de diferentes campos entre los cuales destacaron
notablemente la construcción, sembrando las urbanizaciones de El Rosal, Alta-mira, La
Castellana, las Mercedes etc., con nombres de sabor patrio: Izarra, Mondragón, Toki Eder...
muchas y bellas edificaciones cuyas fachadas, con toques de piedra, rememoraban los
caseríos de la patria, realizadas por el espíritu emprendedor y eficiente de Don Miguel
Salvador, quien también cuenta en su haber con el primer edificio de apartamentos «Eguzki»
en Los Caobos, considerado entonces -1941- el extrarradio de Caracas.
Entendemos que entre las primeras actividades colectivas que se iniciaron, fue la dedicada a
la pesca, con el Donibane y el Bigarrena que habían servido para traer a un grupo de
exiliados. Se inició así la empresa «Pesquerías Vascas del Caribe» pero no alcanzó el éxito
soñado, ya que la diversidad de pesca que intentaron dar a conocer no tuvo la esperada
acogida, pero resultó la pionera entre la posterior proliferación de pescaderías y restaurantes
vascos.
No fueron pocos los capitanes que arribaron a Venezuela en aquellas memorables fechas,
entre ellos el capitán José María Burgaña, encabezando la hazaña def Donibane y el
Bigarrena, Capitán Ricardo Maguregui, Delegado de] primer grupo que llegó en el Cuba a
quien se debe la fundación de la Escuela Náutica (Marina Mercante Venezolana), el Capitán
Unbelin Garmendia, el Capitán Pedro Sesma, que luego de trabajar como pintor de brocha
gorda, fue profesor y fundador de la Escuela Náutica de Venezuela, etc.
Imprenta, literatura, periodismo
La imprenta también
supo de la llegada de los vascos y no tardaron en aparecer los nombres de Cromotip, bajo la
dirección de Segundo Eizmendi, cuya calidad en sus trabajos ocupó buena parte del
mercado editorial o la de los hermanos Miangolarra; siguieron varias, como Editorial Color,
Tipografía Venezuela, Tipografía Tzarra, Editorial Excel-sior, sin olvidar Tipografía Vargas,
cuyo dueño, Don Juan de Guruceaga no tardó en asociarse con Don Ricardo Leízaola quien
llegaba cargado de experiencia la cual volcó en la citada empresa. Así, con el conocido sello
de Editorial Élite, desde el año 1945 empezaron a publicarse libros de autores como
Urreiztieta, Olarso, etc.
Esta empresa, pionera en el medio editorial, acogió a un grupo respetable de vascos que se
desempeñaron con gran eficiencia en sus diferentes funciones. Entre otros el Sr. Santiago
Aznar, que llegaba, luego de haber compartido momentos de lucha junto al Lendakari Agirre,
en su calidad de Ministro del Gobierno Vasco.
Es de reconocer también el trabajo de Jon Oñatibia y Andoni Arozena en la revista Argia, más
una buena cantidad de textos en euskera, publicados en América y Europa.. Presente en el
recuerdo se halla el gudari Luis Ruiz de Aguirre Urkijo, Capitán del Batallón N° 1 de ANV,
largos años en Venezuela colaborando con Tierra Vasca y otras publicaciones del exilio. En
su haber se cuentan varias obras, entre otras Gudaris, Vascos por el Mundo, Pido un
Monumento, El ejército Vasco, Semillas de mis surcos y Viento y Agua por los Caminos etc.
Asimismo, fueron notables y esperadas con avidez las columnas de Juan Manuel Polo,
periodista de calificada y larga trayectoria en diarios caraqueños, y la de su hermano Pepe
Polo, cronista deportivo.
Talleres metalúrgicos
Si, también aquí en Venezuela, el
hierro tuvo quien lo moldeara y se crearon talleres de envergadura: Omniuní, Talleres
Bizkaia, Talleres Eibar, Zabala y Ariño, Abando y Albert, Fundiciones Domeke, etc. entre los
cuales existió uno más modesto que mi aita fundara y arrastrado por su perfeccionismo se
resistió a entrar en el boom que alcanzó Venezuela en sus épocas de bonanza, legándonos
su herencia de humanista, teñida con toques de color que adornan las paredes de familiares
y amigos, que alcanzó a realizar en sus horas de retiro, cuando soñando, acuñaba su
nostalgia con pinceladas de dolor por su añorada Euskadi,
Y luego de pasearnos brevemente por la luminosa estela de trabajo que dejaron, en tránsito
por la nueva patria, nos internamos en la empresa comunitaria que resultó ser el Centro
Vasco de Caracas, apoyada en los cimientos encajados por «ellos» sobre la firme base de no
mirar atrás y mantener la orientación fija en los objetivos que trazaron, confundidos a veces
con «terquedad vasca».
Esta Sociedad, manejada con el único aporte de sus asociados, resultó de gran ayuda para
aquellos grupos de exiliados cuya mayoría aún no estaba en capacidad de resolver indivi-
dualmente los problemas de salud, que por supuesto, se fueron presentando. En un principio
se contó con la eficiente atención del Dr. Rafael Vera, médico venezolano y más tarde fueron
arribando los médicos vascos, Dr, Luis Bilbao, Dr. José María Díaz de Rekarte, Dr. Gonzalo
Aranguren, etc.
Resulta, por lo tanto la organización más antigua del exilio vasco en Venezuela y la que aún
continúa funcionando, ahora con otras características, ya que una vez superados los
primeros tiempos de grandes problemas económicos, el abanico de necesidades se fue
ampliando, al mismo tiempo que la facilidad para resolverlas.
Y a medida que fueron pasando los años, tuvieron que enfrentar otra realidad: la que tiene
que ver con el ciclo de la vida y aquellos exiliados comenzaron a enterrar sus sueños en Ja
cáJida y generosa tierra venezolana ya que partir del 1° de noviembre de 1952, la colonia
vasca cuenta con un panteón de 120 nichos, osario y capilla.
Tanto el Pizkunde como el resto de los coros que tuvieron una larga trayectoria merecen un
capítulo aparte, pero ahora nos concretaremos a Eusko-Etxea de El Paraíso cuando tomaron
cuerpo los sueños tanto del exilio, como de sus hijos, al recorrer el acogedor caserío
sembrado en el trópico, con sabor de nostalgia y cobijado a la sombra de mangos, bucaras,
araguaneyes, etc., asomado apenas dentro de la frondosa vegetación con que nos regala
esta exuberante naturaleza.
La inauguración de este Centro, constituyó una fiesta difícil de igualar, cuando se conjugaron
la satisfacción de «los mayores» frente al triunfo obtenido por sus esfuerzos, la alegría de la
juventud contando ahora con espaciosas áreas donde realizar sus múltiples aficiones,
deportivas, folklóricas, en fin, de expansiones juveniles.
Aquel 3 de marzo de 1950, que coincidió con Aberri Eguna, se palpó la vigencia del «alma
vasca», cuando al compás del txítu y enmarcados entre dos hileras de muchachas y
muchachos con trajes típicos, el entonces Presidente del Centro Vasco, Sr. José Elguezabal,
acompañado por el Dr. Luis Bilbao, Delegado del Gobierno Vasco, recibían al Lendakari José
Antonio de Aguirre acompañado por los Sres: Jesús de Galíndez , Joseba de Rezóla, y
Nicanor de Zabaleta. Se recibieron también innumerables manifestaciones de afecto del
pueblo venezolano y sus autoridades.
No queremos cerrar este capítulo, sin destacar el esfuerzo que supuso para la colectividad,
comandada en aquellas fechas por el Sr. José Elguezabal y Don Luís Bilbao, al embarcarse
en la realización de tamaña obra, lo cual lograron mediante la emisión de acciones de la
recién fundada «Inmobiliaria Euskalduna», adquiridas por los socios del Centro bajo el lema
«No es un donativo, es una inversión», pero no imaginaron que al final resultó un hermoso
donativo tanto para los que heredamos inmediatamente el resultado de aquel esfuerzo, como
los que ignorando la labor de hormiguitas de los primeros exiliados, encontraron las puertas
abiertas y los brazos extendidos para recibir a los hermanos que han ido arribando a nuestro
lado, en diferentes épocas pero con el mismo sentimiento de amor a Euskadi y ansias por su
libertad.
Entre las notables interpretaciones del Pizkunde, anotamos la colaboración que el gran
maestro Antonio Estévez solicitó a fin de estrenar su Cantata Criolla y recibimos el honor de
comenzar los ensayos bajo su dirección en esta misma casa cuya fecha aniversario estamos
celebrando. El Pizkunde, en este caso fue acompañado por el Orfeón Universitario y algunas
individualidades. El estreno de la Cantata Criolla constituyó un hito en La Historia Musical de
Venezuela. Existe una anécdota muy simpática, que sucedió cuando ya Caracas contaba con
una considerable proliferación de coros (algunos de colonias extranjeras) y se realizó un
concurso, cuya base era el Himno Nacional. El «Pizkunde» obtuvo el 2° Premio, a pesar del
gran enfrentamiento del Maestro Estévez con el resto del Jurado, ya que desde su punto de
vista el ler. Premio lo merecía el «Pizkunde». ¡Lindos recuerdos!
Era la época en que la mística se filtraba por todos los rincones del alma vasca y además de
algunos otxotes y hasta cuartetos que fueron surgiendo, tanto femeninos, como masculinos,
un grupo de entusiastas muchachas, bajo la dirección de Sorne Uzkanga, formamos un coro
femenino denominado «Txinpartak» cuyo estreno se realizó en el memorable programa que
anualmente difundían Jas emisoras de televisión a beneficio de la Sociedad Anticancerosa.
También se llegó a cantar en la Biblioteca Nacional, etc. etc.
Aun no se acaba la historia de los coros vascos en Venezuela y esperamos que así sea; el
último que surgió fue el «Veneuska» que siguió cosechando triunfos, entonces bajo la batuta
de Koldo Garmendía, músico y pintor que venía prodigando su hermosa voz por los
diferentes templos de la capital, en compañía de la infaltable presencia de Jontxu Bilbao.
Este coro «Veneuska», luego de actuaciones, en teatros, televisión, etc. se hizo acreedor a
un artículo en la revista literaria Imagen, con el título «Tres vascos...un coro» en aquel
entonces bajo la Dirección del ilustre intelectual, y poeta venezolano Pedro Francisco
Lizardo. Dicha Revista aun se mantiene en el mercado editorial.
No nos resignamos a cerrar el capítulo de los coros vascos en Venezuela, sin lanzar una
semilla de esperanza, que ya soñamos en su germinar, conscientes de que existe un campo
fecundo, tanto de jóvenes, adultos y... «niños», como ha venido sucediendo en diferentes
épocas de esta pequeña que ya se va haciendo larga historia y horadando en ella nos
acercamos a los recuerdos hasta presenciar el inicio de aquellos «Coritos de Gabon»
imbuidos de la mística que en sus comienzos significaba recoger fondos para nuestros
hermanos que en Euskadi sufrían la dictadura franquista y que al paso del tiempo se fueron
diversificando, tanto los aportes como la apreciable y variada cantidad de rostros juveniles
que hermanaban su alegría al compás de las notas del Olentzero y del Tum...Tum...¿quién
es?... GENTE DE PAZ
Folklore
Tras el camino de la música, el folklore siempre ha mantenido un lugar preponderante y
desde la llegada de los primeros exiliados, con los escasos niños con que contaba la
incipiente colonia, se realizó una representación en el entonces Estadio de San Agustín,
guiados por la pericia de Joseba Badiola, que venía de ofrecer su joven experiencia por los
caminos de Inglaterra, entre los grupos de niños vascos exiliados que habían arribado a ese
país. Además de Joseba, los txistularis Isasti y los hermanos Oñatibia, más el señor Atxurra,
pionero de los txistularis en Venezuela, se hizo sentir desde entonces en cuanto festejo se
organizó. Aquella representación de los vascos ocupó la atención de varios diarios
caraqueños y a partir de entonces nunca los dantzaris de Caracas han bajado la guardia: de
grupo a grupo, de fecha a fecha, de edad a edad y recientemente nos han sorprendido en el
día del Dantzari Eguna, con un simpático despliegue de niños, jóvenes, menos jóvenes,
perdón, «jóvenes aún», que pusieron a funcionar sus energías, echándole esfuerzo y cariño,
afincados en esa gran voluntad por mantener la vigencia de nuestras manifestaciones
folklóricas.
Teatro en Euko-Etxea
En esta relación de actividades dedicadas al público, imposible olvidarnos de las hermosas y
a veces divertidas tanto estampas como representaciones teatrales, escenificadas bajo la
entusiasta dirección del Sr. Andoni Arozena, que fue la ocasión de reunir «pichones de
actores», que dada su calidad interpretativa hubieran podido dedicarse al teatro,
probablemente con bastante éxito. Andoni Arozena bautizó al grupo con el nombre de
AITZOL en homenaje al sacerdote asesinado «por Dios y por España».
Entre la obras que ofrecieron: «Mujeres en Berrigorria», «La Vieja que pasó llorando»,
escenificada en el Teatro Caracas -que yace entre los escombros de la Caracas que borraron
de nuestra presencia, pero no de nuestro corazón-, monólogo actuado por Josune de Tejada,
afincada para siempre en la parcela del cariño. Siguieron: «Un Espíritu Burlón», de Noel
Coward, Ja Trilogía de Chejov: «El Oso», «El Aniversario» y «El Pedido de Mano». La última
obra que se escenificó «Los Delfines » de Jaime Salom, con escenografía de Bingen
Arnoriaga, estuvo a cargo de Pascual Estrada, crítico de teatro, escritor y que a la vez cuenta
en su haber con el montaje de varias obras. Colaboró el mejor fotógrafo del medio tea tral,
que a la sazón era socio del Centro Vasco: Miguel Gracia. No contamos con el espacio
suficiente para nombrar a los actores que participaron en aquellos montajes, que tanto
significaron para el público de Eusko-Etxea
También el cine mantuvo su área de atención: para niños a las 3 de la tarde y adultos a las 6,
todos los sábados, salpicados con Cine Forum de vez en cuando y más recientemente
algunas películas que nos trajeron los compatriotas de Euskal-Herria.
Ifcastola Euskadi-Venezuela
En esta materia del euskera hay un hecho trascendental en la vida del txoko de Caracas,
como fue la fundación de la Ikastola Euskadi-Venezuela, con la particularidad que hasta el
presente ha sido el único caso, fuera de las fronteras de Euskal-Herria. Para el momento de
su fundación, ya la Andereño Arantza Mujica, venía realizando los sábados clases de
euskera para los niños y al fin esta vocación cristalizó en la mencionada Ikastola,
constituyendo un hecho que le dio a nuestro txoko calor de algarabía y sueños de futuro.
Notables fueron sus fines de curso, donde pudimos gozar de hermosas representaciones
encuadradas en bellas escenografías que se escapaban de las manos de «hada» de Arantza
Mantxobas. Sus coritos nos sorprendieron dulcemente, guiados por las hermanas Uzkanga:
Maite y Begoña. Pero en medio de cantos y alegría, el grupo de andereños se dedicaron «de
lleno» a la intensa labor de preparar a los alumnos, de forma que en una mayoría de casos,
obtuvieron los primeros puestos cuando les tocó acceder al bachillerato en los liceos o
colegios de Caracas.
La memoria recoge también otras clases, en este caso teñidas de color, como fueron las del
profesor Ricardo Arrue, además de pintor, ceramista, profesor de la Escuela de Arte Cristóbal
Rojas, quien durante una larga temporada se dedicó a impartir sus conocimientos a las
personas interesadas en esta materia. Dentro de esa estela de recuerdos pictóricos cupieron
una cantidad apreciable de artistas de primera línea: Eloy Erentxun, Celedonio Otaño,
Aizpurua, Díaz de Ibarron-do, Koldo Garmendía., Biskarret, Muguruza, Albizu, las Ta- raceas
de Arbe, y otros que tal vez escapan a la memoria. Tuvimos también tallistas de la categoría
de Txopa Berecibar, Cefe Bilbao, los cuales crearon escuela en Caracas y Los Andes y
nuestro recordado amigo Inaxio Aierbe. Quizá haya quedado alguno en el olvido, pero no el
Sr. Luciano Quintana, dibujante y cartelista, mas conocido por «Nik» que llegó cargando su
gran bagaje de experiencia y aquí siguió desarrollándola a la par de su éxito y Bingen
Arnoríaga, hijo del exilio, que además de su rica trayectoria de pintor en el ámbito caraqueño,
le tocó regalar su arte a varias de la revistas que se han venido publicando en este Centro y
trabajar en diferentes exposiciones presentadas en esta casa. Hay varios artistas del dibujo y
el color que debieran aparecer en esta lista y que ya le han dado su arte a nuestras
publicaciones, actualmente contamos nuevamente con ellos para ilustrar' esta Revista. En
estos recientes años, la Comisión de Cultura -EKA1-se ha dado a la tarea de presentar
hermosas exposiciones de los pintores Eusebio Aizpurua, Patxi Azkuenaga, Koldo Ruiz de
Aguirre, Luis Alberdi, Gorka Etxebarrieta, Iñaki Gurtubai y Aírate Pérez Cañizal, quien fue
Andereño de la Ikastola, actualmente en Euskadi y arrastrada por su entusiasmo al enterarse
de la actividad pictórica que se venía realizando en Eusko-Etxea, se presentó en Caracas a
fin de mostrarnos los hermosos caseríos de la patria, que parecían escaparse de los lienzos.
En Euskadi está obteniendo notable éxito en ese nuevo camino, además de su trabajo de
andereño. Asimismo el final del Campeonato de Mus celebrado en Margarita, fue pretexto
para exponer las obras de varios pintores vascos. Tampoco la cerámica se quedó atrás y
tuvimos la oportunidad de apreciar el arte de Unai Azpiritxaga y Adriana Ponte.
Publicaciones
En esta materia de publicaciones hacemos notar que se ba sembrado bastante historia,
cuando a partir de la visita del Lendakari Aguirre, en octubre de 1942, coincidió con la
aparición de la Revista «Euskadi», en aquel momento bajo la dirección del eminente
científico venezolano R. Juan (turbe. La citada revista, que vivió períodos de gloria y baches
de ausencia, siempre mantuvo una gran calidad aun alternando sus directores: José Mari
Barrenetxea, Blas Garate, Eusebio Barrióla, José Mari Bengoa, Martín Ugalde, etc. La lista
de colaboradores también mantenía un alto nivel en los nombres de Jesús de Galíndez,
Manuel de Irujo, Julio Jáuregui, Pierre Laffite, Andoni Arozena, Iñaki Urreiztieta, etc. Los
últimos números fueron cambiados de formato, y también contaron con interesantes
colaboraciones tanto gráficas, como literarias.
Eusko Gastedi (el periódico de la organización juvenil del mismo nombre) no se quedó atrás,
ya que a partir de su fundación, bajo la Presidencia de Martín Ugalde. en 1948, y aun a pesar
de sus altibajos se mantuvo vivo durante largos años, máxime cuando ya sus jóvenes y
politizados colaboradores, algunos en militancias partidistas, entraban en el terreno del
enfrentamiento, para disgusto de las directivas de turno del Centro Vasco.
Fueron años de efervescencia, de trabajo y de posicionarse en cada trinchera, pero con una
mística en común: Euskadi es la Patria de tos Vascos.
La única revista deportiva vasca resultó la dirigida, durante largos años por el Sr. Ángel
Bustindui, Pilota-zale
Estas fechas que van quedando para la historia, resulta estimulante recordarlas, cuando se
han vivido intensamente, a fin de ir pasando el testigo a la actual juventud, que no se queda
atrás, como lo demostró el Aberri-Eguna del año 1999, cuando emulando las korrikas que se
efectúan en Euskal-Herria, se desbordé el sentimiento abertzake de adultos, jóvenes y hasta
niños, en reconocimiento a los eminentes euskeldunes Sres. Peli de trizar, Martín de Ugalde,
Andoni de Arozena, Vicente de Amezaga, Ignasio .de Aierbe, homenajeados por su intensa
labor y dedicación en pro del euskera, expresados con el profundo sentimiento poético de
Jokin Arregui, sin olvidarnos el ejemplo de continuidad y entusiasmo que recientemente nos
dieron los tamborreros de Donosti, ñesta acaparada definitivamente por niñas y niños más
jovencitos de ambos sexos... y tampoco faltaron en su día los chapuzones de San Antolín, ni
la gran mística de los organizadores del Gudari Eguna.
Esta iniciativa, que durante un tiempito se venía gestando con gran calor y entusiasmo, tuvo
quien guiara sus pasos en la persona de Marcos Eorcada, que llegaba de Euskadi con expe-
riencia en la materia; se sentaron las bases y se creó la comisión que inmediatamente
comenzó a trabajar de manera muy organizada. Reuniones semanales para concretar el
guión, editoriales con autores diversos, música elegida y a veces discuti-
da, etc. etc. ....y el ¡susto por el micrófono! No fueron fáciles los primeros años enfrentados a
la escasez de medios económicos, ya que luego de conseguir algunos avisos, transmitidos
con la brillante expresión de Illari Mirena de Egiarte, generalmente la presión de los
representantes franquistas, lograban retirarlos. A la larga se fueron superando contratiempos
y se logró instalar un estudio de grabación, (sencillo pero muy útil) en el Centro Vasco,
gracias a los beneficios obtenidos mediante una «tómbola gigante».
Eusko- Gaztedi
Resulta un tanto difícil parcelar las actividades que se realizaron en aquellos largos años de
colaboraciones, bien sea por medio de sus socios o como organización en sí, ya que
prácticamente vivíamos inmersos en cuanta actividad se desarrollaba, ya desde sus
comienzos cuando la juventud nos fue llevando a organizar excursiones, formar grupos de
baile, participación en el coro Pizkunde, etc. Más adelante en venta de rifas pro-presos de
Euskadí, tómbolas, los «teatreros» del Centro, menos su director, todos eran de Euzko
Gastedi, y por supuesto el periódico del mismo nombre al cual ya hicimos referencia. Sería
demasiado largo y tedioso entrar en detalles que suponemos ya sabidos o intuidos.
Gobierno vasco
Capítulo aparte merece el esfuerzo que realizó la Colonia, a fin de cubrir las necesidades del
Gobierno Vasco en el exilio. Fueron años de ayuda solidaria, sin escatimar esfuerzos, desde
todos los ángulos y como dato al margen curioso, pero cierto, mencionamos el hecho de que
siendo los «cabeza de familia» quienes se reunían a fin de obtener las mencionadas
colaboraciones, las damas de la colonia, sintiéndose marginadas, muchas ya profesionales,
la mayoría prestando sus servicios fuera del hogar y con el apoyo también de las amas de
casa, decidieron aportar «su granito de arena», (que pasó de granito) dando así un gran
ejemplo de vocación abertzale.
El deporte también se ha hecho sentir, por supuesto el de la pelota, cuando aun no se había
techado el frontón hasta nuestros días, y sería demasiado largo explayarnos en sucesivos
campeonatos, cuando gozábamos de los mejores pelotaris de cesta (de paso por Caracas)
hasta la participación de nuestros jóvenes actualmente viajando en busca de triunfos. El ci-
clismo también transitó sus épocas de gloria con representantes que nos dejaron muy bien
parados, y por supuesto nunca ha faltado el fútbol en diferentes épocas y en distintas
categorías y actualmente el futbolito se incorporó, con su representación vasca, formando
parte de nuestra afición deportiva.
Amnistía Internacional
Como dato al margen creemos justo agregar que a partir del año 1975, el refrán «vasco ayu-
da al vasco» decidió saltar las fronteras de la nacionalidad, al igual que 3o habían hecho, a
través de la Historia de América, y básicamente de Venezuela, sus antepasados, salpicando
las gloriosas batallas de la Independencia con sonidos que llegaban de las montañas
euskaras, y en el actúa) caso que comentamos, sembraron el germen de la solidaridad con
los diferentes pueblos del mundo que sufrían la injusticia o la persecución bajo las distintas
dictaduras que aun perviven en el planeta. Nos estamos refiriendo a un grupo de miembros
(de ambos sexos) de esta colonia que trabajaron intensamente, primero durante dos años
corno «Grupo de Amnistía Internacional», hasta lograr que en 1977 se reconociera
oficialmente desde la Sede Central de Londres como «Sección Venezolana de Amnistía
Internacional». Este grupo continuó su intensa labor en pro de los derechos humanos, por
mas de 10 años, hasta lograr el relevo.
Editorial Xamezaga
Catalogo Obras 1.350
La Memoria de los Vascos en Venezuela