Carbón Activado
Carbón Activado
Carbón Activado
La selección del tipo de carbón activado más apropiado se basa bien en características conocidas de
los compuestos químicos que se desea eliminar en el proceso de adsorción, bien en una serie de
pruebas controladas de laboratorio. Los carbones en polvo se usan principalmente en procesos por
lotes y se eliminan por medio de la filtración, tras el tiempo de contacto
adecuado, mientras que los carbones granulados se emplean en lechos
filtrantes fijos o móviles. En el caso de los carbones granulados,
normalmente se selecciona el menor tamaño de partícula existente,
conforme a la retención del filtro y la resistencia de flujo aceptable, ya
que de esta manera se obtiene la mejor adsorción cinética. En
ocasiones, el carbón activado se impregna químicamente por medio de
un proceso de quimisorción para mejorar su rendimiento, en los casos
en los que la afinidad de adsorción para determinados contaminantes
es demasiado débil como para resultar efectiva.
Potabilización de agua.
(el carbón retiene plaguicidas, grasas, aceites, detergentes, subproductos de la
desinfección, toxinas, compuestos que producen color, compuestos originados por
la descomposición de algas y vegetales o por el metabolismo de animales…)
Deodorización y purificación de aire.
Por ejemplo: en respiradores de cartucho, sistemas de recirculación de aire en
espacios públicos, venteos de drenajes y plantas de tratamiento de agua, casetas
de aplicación de pinturas, espacios que almacenan o aplican solventes orgánicos.
Tratamiento de personas con intoxicación aguda.
El carbón activado se considera el “antídoto mas universal”, y se aplica en salas de
urgencias y hospitales.
Refinación de azúcar.
El carbón retiene las proteínas que dan color al jugo de caña; el objetivo fundamental de este proceso
es evitar que el azúcar fermente y se eche a perder.
Decoloración de aceites vegetales.
(como el de coco). Glucosa de maíz y otros líquidos destinados a la alimentación.
Decoloración y deodorización de bebidas alcohólicas.
(como vinos de uva y destilados de cualquier origen)
Recuperación de oro.
El oro que no se puede separar de los minerales por los procesos de flotación, se disuelve en cianuro
de sodio y se adsorbe en carbón activado.
También manejamos carbón activado para intoxicaciones e indigestión
Por otro lado el carbón activado es adsorbente no absorbente, como se muestra en la segunda
imagen:
El carbón activado tiene la capacidad de adsorber. Entonces, algunas personas ponen carbón en el
refrigerador para deshacerse de los malos olores. Lo mismo sucede cuando pones carbón en un balde
con agua. Elimina el color, el sabor y el olor. O, en el campo, la gente quema y come tortillas para aliviar
problemas digestivos (infecciones leves, indigestión, hinchazón, etc.).
El carbón activado implica hacerlo poroso para aumentar su absorbencia. Un gramo de carbón vegetal
tiene una superficie de unos 50 metros cuadrados. Con la activación alcanza los 600 u 800 m2, es decir,
aumenta de 12 a 16 veces.
Átomo de carbono.
Los átomos de carbono que componen el sólido que llamamos “carbono” se mantienen unidos por
enlaces covalentes. Cada átomo comparte un electrón con otros cuatro átomos de carbono (recuerda
que en un enlace iónico, los átomos electronegativos se roban uno o más electrones entre sí).
Los átomos que no están en la superficie distribuyen sus cuatro enlaces en todas las direcciones. Pero
los átomos externos, aunque están unidos a otros cuatro átomos, se ven obligados a hacerlo en el
espacio más pequeño, y todavía hay desequilibrios de poder dentro de ellos. Este desequilibrio es lo
que hace que atrapen una molécula líquida que rodea al carbono.
Fuerza de London.
La fuerza con la que un átomo de carbono queda atrapado en la otra superficie se conoce como “fuerza
de London”, y es uno de los siete tipos de “fuerzas de van der Waals”. Es un enlace químico físico, lo
suficiente como para contener el material adsorbente, pero no lo suficiente como para ser considerado
un enlace químico irreversible que forma una nueva estructura molecular. Por lo tanto, la adsorción es
reversible y el carbón activado puede reciclarse para su reutilización.
Como decíamos, las moléculas absorbidas por el carbono tienden a ser covalentes; Cambia de iónico,
porque este último intentará robar o donar electrones al átomo de carbono. Los enlaces entre los
átomos de carbono e hidrógeno son covalentes, por lo que el carbono es un buen adsorbente para las
moléculas orgánicas.
No todas las moléculas orgánicas tienden a ser covalentes. A menudo contienen oxígeno, azufre y otros
átomos muy electronegativos, dando una tendencia iónica a la parte de la molécula que los contiene.
Por otro lado, no todas las moléculas inorgánicas son iónicas; También hay personas que tienden a ser
covalentes. Tal es el caso del cianuro de oro, que hace del carbón activado un ingrediente fundamental
en la extracción de este metal precioso.
5. Materias primas de las que se puede obtener carbón activado. ¿Cómo se forma el carbón?
Puede activarse cualquier partícula de carbón (en teoría). Sin embargo, si el carbón está muy ordenado
(como es el caso del diamante o el grafito), es difícil eliminar algunos átomos de carbono para generar
poros.
Una manera de clasificar carbones, se basa en el grado de “coquización” u ordenamiento de sus
átomos de carbono. Mientras menos ordenados, el carbón es menos duro y puede activarse con mayor
facilidad.
6. Carbón vegetal de cáscara de coco y de madera.
Las materias primas más utilizadas para fabricar carbón activado son: maderas poco duras (como la de
pino), carbones minerales (ligníticos, bituminosos y de antracita) y cáscaras o huesos de vegetales
(concha de coco, hueso de aceituna o de durazno, cáscara de nuez).
Los carbones activados fabricados a partir de maderas poco duras, forman poros de diámetro grande, y
son en especial adecuados para decolorar líquidos.
7. Carbones minerales.
Este tipo de carbones se fabrican a partir de carbones
minerales, tienden a formar una amplia gama de poros; suelen
ser más adecuados para aplicaciones en las que los
compuestos que buscan retenerse son de distintos tamaños
moleculares.
Los que parten de cáscaras o huesos duros, forman poros
pequeños, y se aplican en el tratamiento de gases o en la
potabilización de aguas que provienen de pozos.