Ejemplo de Comentario de Un Mapa
Ejemplo de Comentario de Un Mapa
Ejemplo de Comentario de Un Mapa
En la leyenda del mapa se puede observar por colores las posesiones de los distintos
países europeos y en líneas con flecha la dirección que cada uno de estos toma en la
colonización del continente.
4.- Análisis del tema e ideas centrales del mapa. Como en casos análogos, analizar el
mapa es diseccionar sus partes componentes para distinguir las zonas reflejadas en el
plano:
- Análisis de los fenómenos o hechos que se representan en el mapa: rutas
comerciales, distribución de recursos, tratado de paz, fases de una guerra, límites de
un reino o imperio en uno o varios momentos históricos, etc.
- Áreas centrales y periféricas;
- Focos de actividad destacados;
- Contorno y, en su caso, evolución espacial de los fenómenos tratados;
- Mutaciones y cambios experimentados en los lindes y límites, etc.
Se trata, en fin, de una especie de reconocimiento cartográfico para apreciar las
subunidades y términos aislables en el conjunto espacial reflejado.
Sin duda alguna, Gran Bretaña y Francia son las dos potencias coloniales que mayor
presencia importancia tienen en el escenario africano. Los dominios británicos se
concentran básicamente en la parte oriental, donde casi forman una columna continua
que cruza el continente desde el extremo norte hasta el extremo sur: desde Egipto, que se
convirtió en protectorado británico en 1882, hasta la Unión Sudafricana, que fue creada
tras la victoria británica en la guerra de 1899-1902 contra los boers (antiguos colonos
holandeses).
Por el contrario, las posesiones francesas se concentran en el África noroccidental, donde
forman un núcleo bastante compacto que abarca desde los territorios mediterráneos
(Argelia, provincia desde 1830; Túnez, protectorado desde 1881) hasta las posesiones
atlánticas y del Golfo de Guinea (Senegal desde 1857; Gabón desde 1886).
Las restantes potencias imperialistas europeas presentes en África ocupan una extensión
colonial mucho menor que la de Gran Bretaña y Francia. Alemania controla desde
1883-1885 cuatro áreas dispersas e inconexas en la vertiente centro-sur del continente:
Togo, Camerún y el territorio actual de Namibia (en el oeste atlántico) y Tanzania (en el
este). Esta última colonia alemana tiene la particularidad de impedir que se materialice la
columna de colonias británicas. Portugal mantiene su antigua presencia en Angola y
Mozambique, que data de los inicios de la época moderna (aunque no ha logrado su
unión territorial debido a la oposición británica en 1890). Bélgica domina el gran territorio
en torno a la cuenca del río Congo desde 1885, en gran medida gracias a la iniciativa
particular de su rey Leopoldo II (que tuvo el territorio en régimen de propiedad privada
hasta 1908). Italia se expande por Eritrea y Somalia (desde 1889) y por Libia (desde
1912). Y España tiene posesiones coloniales en el Golfo de Guinea (Río Muni, desde
1843) y en la costa atlántica y mediterránea (los protectorados de Río de Oro o Sáhara
Occidental, y el norte de Marruecos o Rif, desde 1884 y 1912, respectivamente).
5.- Explicación o comentario del mapa. Consiste básicamente en dar cuenta del contexto o
la situación histórica que traduce el mapa y de las razones para su cristalización efectiva. Es
una labor que exige necesariamente referirse a personajes, procesos, coyunturas, sucesos e
instituciones que no aparecen formalmente en el mapa pero que, sin embargo, fueron
parte de las fuerzas históricas que conformaron esa realidad espacial. Por tanto, como en
otros casos documentales, la información cartográfica exige salir fuera de ella misma para
realizar una interpretación y exposición de las condiciones históricas que dan su sentido y
significado al propio mapa. Y, por supuesto, la exposición e interpretación habrá de ser
sintética y ajustada, sin utilizar el documento cartográfico como mero pretexto para
desarrollar un tema relacionado sólo de algún modo indirecto con él.
El reparto de África consumado por las potencias europeas durante la segunda mitad del
siglo XIX y los primeros años del XX es una de las manifestaciones más visibles del
fenómeno histórico denominado Nuevo Imperialismo. En virtud del mismo, a partir de las
décadas finales del siglo, la presencia colonial de las potencias europeas se extendió
rápidamente a un ritmo vertiginoso por todo el mundo no occidental (África, Asia y
Oceanía). En el caso de África, que antes de 1884 era un continente casi desconocido y
donde la presencia europea se ceñía a una franja estrecha en las zonas costeras, el
fenómeno del Nuevo Imperialismo significó que en un plazo de menos de treinta años los
europeos pasaron a controlar y dominar el 90% de la superficie continental.
Los motivos y medios del Nuevo Imperialismo están relacionados con las
transformaciones operadas en algunos países europeos durante la segunda mitad del
siglo XIX. En particular, fue el resultado combinado de la plena industrialización y
desarrollo económico que experimentaron estos países, de los grandes avances
tecnológicos y científicos paralelos, y de la consolidación o formación de Estados
nacionales poderosos y conscientes de sus posibilidades y ambiciones.
a. El barco de vapor permitió remontar las corrientes de los ríos hacia el interior y
penetrar en las cuencas hasta entonces inaccesibles (barcos provistos además de
cañones utilizables desde cubierta: la cañonera):
Una vez que los medios instrumentales estuvieron disponibles y los exploradores
hubieron abierto la ruta y allanado el camino (como fue el caso del misionero David
Livingstone, descubridor de las cataratas Victoria en el río Zambeze en 1855), la
conquista y colonización pudo desarrollarse con enorme rapidez e intensidad. Y las
resistencias indígenas fueron aplastadas con enorme dureza y eficacia, dada la
desproporción de fuerzas en presencia. Un relato oral muy difundido en el África
subsahariana lo relata con crudeza y sencillez, a raíz de la dramática experiencia sufrida
por el Congo bajo la administración del rey Leopoldo:
No iba desencaminado el autor del poema ni sus cultivadores orales, porque el caso
congolés fue un ejemplo extremo pero no tan atípico de lo que significó la imposición del
dominio colonial en territorios de un nivel de desarrollo muy atrasado y donde las
estructuras estatales eran en gran medida embrionarias y subsidiarias respecto a las
estructuras tribales y gentilicias. Bajo la apariencia de una labor misionera y humanitaria,
el Congo belga del rey Leopoldo se convirtió en una inmensa cárcel en la que la población
nativa fue obligada a trabajar en régimen de semi-esclavitud, bajo el estímulo del látigo y
las mutilaciones de castigo, sometida al control de una fuerza pública que semejaba un
ejército de ocupación y con una doctrina oficial abiertamente racista y despreciativa que
tenía en el rey su primer formulador: «Al tratar con una raza formada por caníbales
durante milenios, es necesario utilizar los mejores métodos para sacudir su ociosidad y
hacer que se den cuenta de la santidad del trabajo». Sería realmente «el corazón de las
tinieblas» de África descrito en la novela homónima de Joseph Conrad (1899).
Para imponer cierto orden en el suculento reparto, las potencias europeas se reunieron en
la Conferencia de Berlín de 1884-1885, en la que se decidió que sólo la ocupación
efectiva del territorio africano podía dar título de legitimidad a la colonización por parte de
un país reclamante. Fue en ese foro diplomático en el que el rey Leopoldo consiguió
adquirir “mi parte de este magnífico pastel africano”, según su propia confesión posterior.
A partir de entonces, se desarrolló una súbita carrera de las potencias imperialistas para
repartirse el continente según líneas de expansión acordes con sus intereses. Sólo dos
zonas quedaron libres de ese reparto colonial por razones bien diferentes:
Por lo que respecta al resto del continente, Gran Bretaña intentó dominar las áreas
próximas a las rutas marítimas que comunicaban la metrópoli imperial en las Islas
Británicas con su gran colonia de la India y sus dominios más alejados en Australia y
Nueva Zelanda. Por eso implantó su protectorado en Egipto, para dominar el vital Canal
de Suez, e intentó constituir una columna continua de colonias que comunicase El Cairo
con Ciudad del Cabo (como fue la ambición del empresario y colonizador Cecil Rhodes).
“La colonización tiene su faceta positiva y su faceta negativa. Por una parte, es
evidente que ha favorecido el desarrollo de un proceso natural de totalización del
mundo. En este sentido, gracias a la colonización se ha ido creando, siglo tras
siglo, la civilización entendida como universal. Sin embargo, por otra parte, la
explotación que implica el hecho colonial, hace de él un fenómeno nefasto. ( ... )
Hasta mediados del siglo XIX, los árabes y europeos organizaron el comercio
humano llamado «trata de negros». (...) El mal causado al África negra es el más
terrible que jamás se haya causado a una etnia. Y, sin embargo, insisto en el
hecho de que la colonización ha comportado algo positivo en el sentido de que a
los pueblos africanos nos ha permitido entrar en el mundo moderno. El proceso
colonizador nos ha aportado aspectos culturales que, a pesar de ser extranjeros,
cabe considerar fecundos.”
COMELLAS, José Luis. Los grandes imperios coloniales (Madrid, Rialp, 2001).
COSME ROMÁN, Mª y ROIG ZAMARREÑO, Carmen. África también tiene una historia
(Barcelona, Icaria, 1998).
FERRO, Marc. La colonización. Una historia global (Madrid, Siglo XXI, 2000).
FIELDHOUSE, David K. Los imperios coloniales desde el siglo XVIII (Madrid, Siglo XXI,
1984). - Economía e imperio. La expansión de Europa, 1830-1914 (Madrid, Siglo
XXI, 1990).
PEÑAS ESTEBAN, Francisco Javier (ed.). África en el sistema internacional. Cinco siglos
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PERTIERRA DE ROJAS, José Fernando. La expansión imperialista en el siglo XIX
(Barcelona, Akal, 1988).