Los Salmos
Los Salmos
Los Salmos
FRANZ J. DELITZSCH
EDITORIAL CLIE
C/ Ferrocarril, 8
08232 VILADECAVALLS
(Barcelona) ESPAÑA
E-mail: clie@clie.es
http://www.clie.es
Publicado originalmente en alemán bajo el título [Biblischer Commentar über das Alte Testament]
Biblischer Commentar über die Poetischen Bücher des Alten Testaments: Die Psalmen, von Franz Julius
Querido lector:
Nos sentimos honrados de proporcionar este destacado comentario en
español. Durante más de 150 años, la obra monumental de Keil y Delitzsch
ha sido la referencia estándar de oro en el Antiguo Testamento.
El Antiguo Testamento es fundamental para nuestra comprensión de
los propósitos de Dios en la tierra. Hay profecías y promesas, muchas de
las cuales ya se han cumplido, como el nacimiento y la vida de Jesucristo,
tal y como se registra en el Nuevo Testamento. Algunas se están
cumpliendo ahora, mientras que otras se realizarán en el futuro.
Los autores, Keil y Delitzsch, escribiendo cuando lo hicieron, solo
podían imaginar por la fe lo que sucedería cien años después: el
renacimiento de Israel como nación y el reagrupamiento del pueblo judío
en la Tierra. Este milagro moderno continúa desarrollándose en nuestros
días. Desde nuestra perspectiva actual podemos entender más
plenamente la naturaleza eterna del pacto de Dios con su pueblo.
Según nuestro análisis, los escritos de Keil y Delitzsch parecen haber
anticipado lo que vemos hoy en Tierra Santa. Donde su interpretación es
menos clara, es comprensible dada la improbabilidad, desde el punto de
vista natural, de que la nación hebrea renaciera y su pueblo se reuniera.
En resumen, le encomendamos este libro de referencia, solo añadiendo
que lo involucramos desde la perspectiva de la realidad de lo que ahora
sabemos acerca del Israel moderno. De hecho, el Señor está comenzando a
levantar el velo de los ojos del pueblo judío.
Sé bendecido con el magní co comentario de Keil y Delitzsch, ya que
estamos ayudando a que esté disponible.
John y Wendy Beckett
Elyria, Ohio, Estados Unidos
CONTENIDO
LIBRO I.
SALMOS 1–41
Breve introducción al Salmo 1–2. El lote de los piadosos y el de los
impíos
Salmo 1. Bienaventurado el hombre que…
Salmo 2. El reino de Dios y su Cristo, ante quien todo ha de
inclinarse
Salmo 3. Himno de mañana de un angustiado que confía en Dios
Salmo 4. Salmo vespertino ante difamadores y hombres de poca
fe
Salmo 5. Oración de la mañana antes de ir a la casa de Dios
Salmo 6. Grito de misericordia bajo el juicio
Salmo 7. Al Juez de la tierra, contra los calumniadores
Salmo 8. Gloria del creador, cielos estrellados
Salmo 9. Al justo juez: Los enemigos han sido derrotados
Salmo 10. Lamento y súplica bajo presión de enemigos
Salmo 11. Niégase a escapar en una situación peligrosa
Salmo 12. Lamento y consolación en medio de la falsedad
triunfante
Salmo 13. Grito suplicante de alguien muy quebrantado
Salmo 14. La corrupción reinante y la redención deseada
Salmo 15. Las condiciones del acceso a Dios
Salmo 16. Refugio es Dios, Bien supremo, en tiempo de tristeza y
muerte
Salmo 17. Un inocente y perseguido huye buscando refugio en
Dios
Salmo 18. Himno de David sobre una vida llena de mercedes de
Dios
Salmo 19. Alabanza a Yahvé, por su doble revelación de sí mismo
Salmo 20. Oración por el rey en tiempo de guerra
Salmo 21. Acción de gracias por el rey en tiempo de guerra
Salmo 22. Eli Eli Lama Asabtani
Salmo 23. La alabanza del buen pastor
Salmo 24. Preparándose para recibir al Señor que viene
Salmo 25. Súplica pidiendo protección y guía de Dios
Salmo 26. Un perseguido inocente da gracias a Dios en su casa
Salmo 27. Un inocente perseguido, refugiado en el Señor, que
conoce a los suyos
Salmo 28. Petición de ayuda y acción de gracias en un tiempo de
rebelión
Salmo 29. El salmo de los siete truenos
Salmo 30. Tras haber sido sanado de una dolorosa enfermedad
Salmo 31. Un hombre duramente perseguido se entrega en
manos de
Dios
Salmo 32. El camino del perdón de los pecados
Salmo 33. Alabanza al Gobernante del mundo, defensor de su
pueblo
Salmo 34. Acción de gracias y enseñanza de uno que ha sido
liberado
Salmo 35. Guerra de Dios contra los perseguidores ingratos
Salmo 36. Maldición de alejarse de Dios, la bendición de su
compañía
Salmo 37. Falsa prosperidad para los malvados, verdadera para
los piadosos
Salmo 38. Por el cambio de la ira merecida al amor que redime
Salmo 39. Oración de uno que sufre por la prosperidad de los
impíos Salmo 40. Acción de gracias, ofrenda de uno mismo y
oración Salmo 41. Lamento de un sufriente, entre personas
hostiles y traidoras
LIBRO III.
SALMOS 73–89
Salmo 73. Tentación de apostasía vencida
Salmo 74. Invocación a Dios, contra la persecución y la violación
del templo
Salmo 75. Viene el juez con la copa de la ira
Salmo 76. Alabanza de Dios tras haber realizado su juicio
Salmo 77. Consuelo que deriva del pasado en años de a icción
Salmo 78. Historia de Moisés a David: un espejo que avisa
Salmo 79. Oración de súplica en tiempo de devastación, matanza
y burla
Salmo 80. Oración pidiendo ayuda de Dios
Salmo 81. Fiesta de verano. Saludo y discurso
Salmo 82. El juicio de Dios sobre los dioses de la tierra
Salmo 83. Grito a Dios en contra de la alianza enemiga
Salmo 84. Anhelo por la Casa de Dios y la felicidad de habitar en
ella
Salmo 85. El pueblo antes favorecido pide a Dios que le favorezca
de nuevo
Salmo 86. Oración de un piadoso perseguido
Salmo 87. Sión, todos han nacido en ella
Salmo 88. Lamentación de un paciente que sufre como Job
Salmo 89. Pidiendo a Dios que renueve sus misericordias a
David
LIBRO IV.
SALMOS 90–106
Salmo 90. Refugiado en la ternura de Dios, contra el juicio airado
de la muerte
Salmo 91. Canto de agradecimiento en tiempo de guerra y peste
Salmo 92. Pensamientos sabáticos
Salmo 93. El trono real sobre el mar de los pueblos
Salmo 94. El consuelo de la oración bajo la opresión de los tiranos
Salmo 95. Adorar a Dios y obedecer su Palabra
Salmo 96. Saludo ante la venida del Reino de Dios
Salmo 97. Llegada del Reino; Dios juez y salvador
Salmo 98. Saludos al Dios conocido por su justicia y salvación
Salmo 99. Canto de alabanza en honor del tres veces Santo
Salmo 100. Canto universal para servicio del Dios verdadero
Salmo 101. Deseos o votos para el rey
Salmo 102. Oración de uno que sufre, por sí y por Jerusalén en
ruinas
Salmo 103. Himno en honor del Dios todocompasivo
Salmo 104. Himno en honor al Dios de los siete días
Salmo 105. Himno de acción de gracias al Dios de la historia de
Israel
Salmo 106. In delidad de Israel desde Egipto, delidad de Dios
hasta el presente
LIBRO V.
SALMOS 107–150
Salmo 107. Dar gracias a Dios porque supera las calamidades
Salmo 108. Dos fragmentos elohistas vinculados entre sí
Salmo 109. Imprecación contra aquel que pre ere maldición a
bendición
Salmo 110. El rey sacerdote a la derecha de Dios
Salmo 111. Salmo alfabético en alabanza de Dios
Salmo 112. Salmo alfabético, alabanza de aquellos que temen a
Dios
Salmo 113. Aleluya a Aquel que eleva a los pobres
Salmo 114. Conmoción de la naturaleza ante el Dios que redime a
Egipto
Salmo 115. Invocar al Dios vivo, rescatar el honor de su nombre
Salmo 116. Canto agradecido de uno que ha escapado de la
muerte
Salmo 117. Invitación a los pueblos para que entren en el Reino
de Dios
Salmo 118. Canto de esta para la dedicación del nuevo templo
Salmo 119. Veintidós series de aforismos de un perseguido por la
fe
Salmo 120-134. Los veinte salmos graduales
Salmo 120. Grito de tristeza de un hombre rodeado por violentos
Salmo 121. El Consuelo de la protección divina
Salmo 122. Una mirada de buen deseo a la ciudad de los
peregrinos
Salmo 123. Mirada más alta al Señor en tiempos de desprecio
Salmo 124. Liberador de la muerte, en el agua y en la trampa
Salmo 125. Baluarte de Israel, contra la tentación de apostasía
Salmo 126. Sembrar con lágrimas, cosechar con alegría
Salmo 127. Todo depende de la bendición de Dios
Salmo 128. Prosperidad de la familia de temerosos de Dios
Salmo 129. El n de los opresores de Israel
Salmo 130. De lo profundo
Salmo 131. Como niño en manos de Dios
Salmo 132. Por Dios y la casa de David
Salmo 133. Por la amistad fraterna
Salmo 134. Vigilia nocturna ante el santuario
Salmo 135. Aleluya a cuatro voces: Dios de Israel, Dios de los
dioses
Salmo 136. Dad gracias al Señor porque es bueno
Salmo 137. Sobre los ríos de Babilonia
Salmo 138. Mediador y perfeccionador
Salmo 139. Adorar a Dios, omnisciente y omnipotente
Salmo 140. Oración protectora, contra malvados y poderosos
Salmo 141. Oración de la tarde, en tiempos de Absalón
Salmo 142. Grito desde la prisión para el bien de los amigos
Salmo 143. Ansia de misericordia desde una dura prisión
Salmo 144. Pidiendo valentía a Dios ante un combate decisivo
Salmo 145. Himno de alabanza al Dios que es todogeneroso
Salmo 146. Aleluya a Dios, el único socorro verdadero
Salmo 147. Aleluya al que sostiene todo y restaura a Jerusalén
Salmo 148. Aleluya de todas las creaturas del cielo y de la tierra
Salmo 149. Aleluya: el Dios de la victoria y del pueblo elegido
Salmo 150. Aleluya nal
Este es, al menos, el origen natural del trístrico que, en conexión con
un tipo de organizaciones lógicas más variadas, tiene la peculiaridad
inalienable de que la “bajada” nal no aparece hasta la tercera línea, como
aparece también en las dos primeras estrofas de las lamentaciones de
Jeremías, donde empieza habiendo dos líneas, una de ascenso, otra de
descenso, pero con la particularidad de que el descenso principal solo se
despliega tras la cesura, con el despliegue de la tercera gran línea,
cerrando la estrofa.
¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa! La
grande entre las naciones se ha vuelto como viuda,
la señora de provincias ha sido hecha tributaria.
Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas están en sus
mejillas. No tiene quien la consuele de todos sus amantes; todos
sus amigos le faltaron, se le volvieron enemigos (Lam 1, 1-2).
Han sido muchos los mártires que han soportado todo tipo de martirio
con los salmos en sus labios. Aquello que la iglesia de aquel tiempo no
logró ofrecer en la exposición de los salmos queda muy bien compensado
por el hecho de que ella mantuvo con su sangre su delidad a los salmos. La
Iglesia progresa mucho más por su práctica de vida que por su teoría44.
Los comentarios a los Salmos de la Iglesia Medieval no ofrecen ningún
avance esencial a la patrística. Después de Casiodoro vinieron Haymo (+
853) y Remigio de Auxerre (+ hacia el 900), que fueron compiladores aún
menos independientes que los anteriores. El comentario del primero,
editado por Erasmo, apareció en Trier, el 1531; el del segundo apareció
primero en Colonia, 1536, y después en la Bibl. Maxima Lugdunensis, de
Lyon.
El comentario de Pedro Lombardo (+ hacia 1160) recoge una cadena
de expositores anteriores, desde Jerónimo hasta Alcuino. Más
independientes son los comentarios de Tomás de Aquino, que solo
completó 51 salmos, y los de Alejandro de Hales, que apareció bajo su
nombre (Venecia 1496), que no ha de ser atribuido al Cardenal Hugo.
Además, entre los expositores de los Salmos en la Edad Media sobresalen
Buenaventura (+ 1274) y Alberto Magno (+ 1280). Ya hacia el nal de la
Edad Media encontramos a Michael Ayguanus (+ hacia 1400), cuyo
comentario ha sido frecuentemente reeditado desde su aparición en Milán
en 1510.
Si se conoce una de estas exposiciones se conocen todas. Lo más que
ellas nos ofrecen es un eco de los autores anteriores. Por su dependencia
literal a la Vulgata, y de un modo consecuente a los LXX, ellas nos sitúan en
una vía equivocada y confunden el sentido literal del texto que queda
completamente enterrado bajo una “inteligencia mística”, de forma que se
pasa por alto la diferencia entre las dos economías, al “convertir” los
salmos al lenguaje y pensamiento del N. T., sin tener en cuenta el
desarrollo de un testamento al otro.
Así dice, por ejemplo, Alberto Magno en su comentario (Opp. t. VII)
sobre el principio de los salmos, al tratar del Beatus vir de Sal 1, 1: Consta
que todo este libro de los Salmos trata de Cristo y de su cuerpo que es la
Iglesia (Constat quod totus liber iste de Christo et ejus corpore ecclesia).
Pero, así como en los Padres hallamos ocasionalmente rasgos de profunda
penetración en el sentido de los textos, como momentos también de valor
permanente, también aquí merece a veces la pena la lectura mística de
algunos salmos.
La mayor autoridad para la exposición de los Salmos en la Edad Media
fue Agustín. De Agustín y quizá de Casiodoro, provienen las cortas
anotaciones que Notker Labeo (+ 1022), monje de St. Gall, fue poniendo a
su traducción alemana de los Salmos (vol. II de H. Hattemer, Denkmahle
des Mittelalters). En esa línea se sitúa la Cadena Latina de los Salmos del
obispo Bruno de Würzburg (+ 1045), mencionado ya.
Esa Cadena esta compilada partiendo de textos de Agustín y Casiodoro,
pero también de Jerónimo, Beda y Gregorio de Nisa. Por su parte, las
Anotaciones siríacas a los Salmos de Gregorio Bahhebraeus (+ 1286),
publicadas parcialmente por Tullberg y Koraen, Upsala 1842, y por
Schörter, Breslau 1857, solo tienen importancia para conocer la historia de
la exposición de los salmos, pero no se distinguen en nada de los otros
trabajos del tiempo medieval.
Por su parte, las exposiciones de la sinagoga medieval carecen del
conocimiento de Cristo, y por eso les falta la condición fundamental
requerida para una comprensión espiritual (cristiana) de los salmos. Pero,
así como debemos a los judíos la transmisión del código o texto del
Antiguo Testamento, así también les debemos la transmisión del
conocimiento del idioma hebreo. En esa línea los intérpretes judíos
pudieron darnos aquello que los intérpretes cristianos del mismo
momento eran incapaces de ofrecernos.
De todas formas, las interpretaciones de algunos pasajes especiales de
los Salmos que encontramos aquí y allí, desparramadas en el Talmud, son
casi siempre inauditas, arbitrarias y extrañas. El Midrash sobre los Salmos,
que lleva el título de ( טוב ׁשוחרcf. Zunz, Vorträge, 266ss) y la Catena del
Midrash, titulada ילקוט, de la cual solo conocemos actualmente el ילקוט
( ׁשמעוניque es obra de Simeón Kara ha-Darshan) y el ( ילקוט מכיריde Machir
b. Abba-Mari), contienen muchas más digresiones interminables que
material adecuado al tema y utilizable.
Este tipo de exposición se utilizó siempre con el n de que los salmos se
interpretaran de un modo práctico y estimulante, para edi cación de la
comunidad. Solo a partir del año 900 d. C., bajo in ujo siro‒arábigo, los
judíos comenzaron a estudiar el texto de los salmos de un modo
gramatical, de manera que empezó a renovarse la exposición y aplicación
de la Escritura.
A la cabeza de esta nueva era de exposición y aplicación de la exégesis
judía se encuentra Saadía Gaón (+ 941/942), cuya traducción de los salmos
al árabe, con anotaciones, ha sido publicado y sigue siendo importante.
Los caraitas Salmon b. Jerocham y Jefeth, escribieron también comentarios
a los Salmos. Ambos fueron enemigos de los métodos exegéticos de
Saadia; pero el comentario de Jefeth45, dado a conocer por Bargs (a partir
del año 1846), reconoce el valor de la gramática, que Saadía elevó a la
dignidad de ciencia, pero que Salmon rechazó con gran fuerza.
El siguiente gran expositor de los Salmos fue Rashi (i.e. Rabbi Salomo
Isaaki) de Troyes (+ 1105), quien interpretó la totalidad del A. T. (excepto
Crónicas) y la totalidad del Talmud (con excepción de algunas partes, como
Maccoth); él no solo ha recogido con brevedad las interpretaciones
esparcidas a lo ancho del Talmud y del Midrash, sino que, especialmente
para el comentario de los Salmos, se ha valido de la ayuda gramatical y
lexicográ ca que entonces podía utilizarse.
En otra línea, Aben-Ezra de Toledo (+ 1167) y David Kimchi de Narbona
(+ en torno al 1250) dependen menos de la tradición anterior, que, por
otra parte, se estaba extendiendo y ampliando con interpretaciones
extrañas. El primero es más independiente y genial, pero pocas veces
acierta con sus fantasías características; el segundo es menos original, pero
está mejor dotado para entender las cosas fundamentales, y entre todos
los expositores judíos es el que mejor expone los temas de tipo gramatical
e histórico.
El comentario de Gecatilia (Mose ha-Cohen Chiquitilla) está escrito en
árabe, y solo lo conocemos por algunas citas, principalmente de Aben-
Ezra. Los comentarios posteriores de Mose Alshch (Venecia 1601) y de Joel
Shob (Salonica 1569), abandonan la simplicidad y elegancia de los
expositores anteriores, desembocando en un escolasticismo repulsivo. El
comentario de Obadia Sforno (+ en Bolonia en 1550), que fue maestro de
Reuchlin insiste mucho en temas losó cos, pero es, al menos, claro y breve.
Su buen conocimiento del hebreo concede a todos estos expositores
una ventaja notable sobre sus contemporáneos cristianos, pero el velo de
Moisés colocado sobre sus ojos resulta más denso en proporción a su
oposición consciente al cristianismo. De todas formas, la iglesia no ha
dejado pasar estas obras preparatorias sin aprovechar sus aportaciones.
Los judeocristianos Nicolás de Lyra (+ hacia el 1340), autor de las
Postillae perpetuae, y Pablo de Santa María, arzobispo de Burgos (+ 1435),
autor de las Additiones ad Lyram, fueron los iniciadores de este cambio.
Independiente de ellos, en la línea de Pablo de Santa María, Augustinus
Justinianus de Génova, en sus Octaplus Psalterii (Génova, 1516, folio),
aportó material, especialmente del Midrash y del libro del Zohar.
De todas formas, los autores preferidos fueron Aben-Ezra y Kimchi. Así
por ejemplo Bucero, que reconoce lo que debe a estos últimos, dice: “no
es propio de buenos ingenios, ni siquiera de los más cándidos, disimular la
procedencia de aquello que aportas” (dissimulare, per quos profeceris).
Justinianus, Pagninus y Felix fueron en este campo las autoridades
máximas en el comienzo de la Reforma. Los dos primeros habían adquirido
su conocimiento del texto original a partir de fuentes judías. Por su parte,
Felix Pratensis, cuyo Psalterium ex hebreo diligentissime ad verbum fere
translatum, que apareció en tiempo de León X (1522), era un prosélito
judío convertido al cristianismo.
De esa forma llegamos a los umbrales de los comentarios a los Salmos
escritos por autores reformados. En la iglesia romana, el estudio de la
salmodia había decaído de forma alarmante. La exposición de los Salmos
había perdido su autoridad, volviéndose dependiente de compilaciones
anterior, dentro de un caos de escuelas. Así dice Lutero en su prefacio al
Salterio Latino de Bugenhagen, que incluso una repetición fría de los
salmos, sin entender el sentido de las palabras, podía ofrecer algún
consuelo a los entendimientos, como aroma lejano de rosas (cf. texto
latino: “Et ipsa quamvis frigida tractatione Psalmorum aliquis tamen odor
vitae oblatus est plerisque bonae mentis hominibus, et utcunque ex verbis
illis etiam non intellectis semper aliquid consolationis et aurulae senserunt
e Psalmis pii, veluti ex roseto leniter spirantis”).
Pero ahora que una luz nueva alumbraba sobre la Iglesia, a través de la
Reforma, con un resplandor superior de comprensión gramatical y un más
profundo sentido espiritual de la Escritura, representada en Alemania por
Reuchlin y en Francia por Vatablus, el jardín de rosas del salterio comenzó
a expandir su perfume, con la frescura de un renovado día de primavera.
De esa forma, renacidos a partir del salterio, los himnos alemanes
resonaron desde las playas del Báltico hasta los picos de los Alpes, con
todo el fervor de un amor nuevamente despertado.
Así dice el carmelita español Tomás de Jesús: “Los himnos de Lutero
han ayudado de forma maravillosa a la causa luterana. No solo se
escuchan en las iglesias y escuelas, sino también en las casas privadas, en
los talleres, en los mercados, en las calles y en los campos”. De esa forma,
convertidos en himnos imperecederos (por obra de Lutero, Albinus,
Franck, Gerhardt, Jonas, Musculus, Poliander, Ringwaldt y muchos otros)
los salmos antiguos se transformaron de nuevo en la iglesia luterana,
convirtiéndose en la salmodia de los pueblos germanos y escandinavos46.
En la iglesia de Francia, Clement Marot (1541-43) tradujo en verso 30
salmos y más tarde otros 19, y Teodoro Beza añadió la traducción del resto
(1562)47. Calvino introdujo los salmos (traducidos por Marot, hacia el
1542), en el servicio litúrgico de la Iglesia de Ginebra, y desde entonces los
salmos han seguido siendo los himnos favoritos de la Iglesia reformada.
Por su parte, Goudimel, mártir de la Noche de San Bartolomé y Maestro de
Palestrina, compuso las melodías y corales.
La Iglesia Nacional de Inglaterra adoptó los salmos directamente, tal
como ellos eran, como una parte de su liturgia. Por su parte, la Iglesia
Reformada de Inglaterra siguió el ejemplo de las iglesias hermanas del
continente. Y de un modo muy artístico el Salterio fue moldeado en versos
griegos, por obra de Olympia Morata (+ 1555) 48 y también en latín, por in
ujo de Melancton49. La paráfrasis de Helius Eoban (Hesse, 1488‒1540) de
quien Martin Herz, 1860, ha dado una información biográ ca, con notas
escritas por Veit Dietrich, tuvo cuarenta ediciones en setenta años.
Por su parte, las obras de Joh. Major, Jacob Micyllus (cuya vida escribió
Classen en 1859), Joh. Stigel (cuya memoria ha sido revivida por Paulus
Cassel 1860), Gre. Bersmann (+ 1611), e incluso la que comenzó Geo.
Buchanan durante su estancia en un monasterio portugués, no solo son
producciones ilustradas, sino también expresiones de una búsqueda y
necesidad espiritual. De todas formas, debemos aceptar el juicio
expresado por Harless: Los mejores intentos de ese tipo solo resultan
satisfactorios en la medida en que seamos capaces de dejar a un lado el
texto original de los salmos (del que se apartan con mucha frecuencia).
Pero desde el tiempo de la Reforma, las exigencias de la exposición de
los Salmos han sido asumidas con mayor claridad y han sido realizadas de
un modo más afortunado que antes. Lutero inició sus lecturas académicas
de 1514 con los Salmos (que se encuentran en latín, de la propia mano de
Lutero, Wolfenbüttel) y comenzó a publicar parte de ellas el año 1519, con
el título de Operationes in duas Psalmorum decades. En ellas vincula la
hondura de la experiencia de los Padres con el reconocimiento paulino que
le transmitió la Iglesia, en referencia a la doctrina de la gracia justi cadora.
Sin duda, él no está enteramente libre de los alegorismos que había
rechazado en principio, ni se libera tampoco del todo de un alejamiento
del sentido literal (sensu litterae); más aún, a Lutero le falta todavía una
visión histórica del carácter distintivo de los dos Testamentos, pero su
comentario es incomparable, por la hondura de su experiencia y por su
visión mística de los textos.
Su interpretación del conjunto de los salmos, especialmente de los
penitenciales (y del salmo 90) van más allá de todo lo que se había
producido hasta entonces, y es todavía una mina de valor perpetuo. La
exposición de los salmos de Bugenhagen (en Basel 1524 y muchas otras
veces) es una continuación de la obra interrumpida de Lutero, de la que
dice en un breve pero intenso prefacio que es la primera exposición digna
de ese nombre.
La penetración y delicadeza de juicio distinguen la interpretación de los
cinco libros de los salmos de Aretius Felinus, es decir, de Martin Bucer
(1529, etc.). La forma de presentar a Dios como Autophyes (a se et per se
existens), palabra con la que traduce siempre יהוה, da a su obra una
apariencia elevada. Pero, en esa línea, debemos destacar, sobre todo, casi
al mismo tiempo, como exegeta, a Calvino a quien ha de situarse al lado de
Lutero. Su comentario (primera edición en Ginebra, 1564) combina una
gran penetración psicológica, con un mayor discernimiento de las
imágenes y una mayor libertad en la percepción histórica de los temas,
pero tiene, al mismo tiempo, muchos errores que derivan de esta libertad.
El método históricamente estricto de Calvino se convierte en una
caricatura en Esrom Rödinger, maestro de los Hermanos Moravos, que
murió en Altdorf, el año 1591, sin haber sido capaz, como él quería, de
reelaborar su comentario, que apareció el 1580-81, en una forma nueva y
revisada. Su obra tiene rasgos originales, y en esa línea, después de haber
trazado muchas conjeturas, al n asigna el Salmo 1 al tiempo de los
seléucidas.
Entre los postreformadores el primero con quien nos encontramos es
Reinhard Bakius, el e inteligente pastor de Magdeburg y Grimma durante
la
Guerra de los Treinta Años. Su Comentario exegético-práctico de los
Salmos (editado por primera vez por su hijo, 1664) es una obra de extensa
lectura y buen sentido, que puede tomarse en muchos sentidos como un
complemento de la de Lutero, llena de notables pensamientos sobre los
salmos; pero la multitud de sus datos puede hacer que perdamos el hilo de
la simple exposición.
Por su parte, Martin Geier se mantiene más el al intento de su
exposición, y evita en lo posible las digresiones. Sus lecturas sobre los
salmos, que él presentó en Leipzig, se extienden a lo largo de 18 años. Su
comentario (1668) está adornado por una honda piedad y por una extensa
erudición, pero ya no encontramos en su obra la libertad de espíritu de los
reformadores.
Geier es incapaz de liberarse de la dogmática, y de centrarse en un tipo
de exégesis el a los textos, pues a su juicio, el sentido de los salmos
aparece como algo ya jado, de forma que liberarse de la interpretación
tradicional es para él un signo de heterodoxia. En la Iglesia Reformada
sobresale la obra de Cocceius (+ 1669), que era un hombre original y bien
dotado para la exégesis, pero que partía de un falso principio, centrado en
la interpretación literal de tipo escatológico.
No solo las dos iglesias protestantes, sino también la Iglesia de Roma
tomó parte en la nueva exposición de los salmos. Sus expositores más
importantes, del 1550 al 1650, fueron Genebrardus, Agellius y De Muis,
todos ellos bien formados en el conocimiento de las lenguas originales,
que realizan su labor no solo con un talento natural poco común, sino
también como una honda penetración espiritual, dentro de los límites que
les imponía la doctrina romana.
En un momento posterior, la exposición de los salmos de la Iglesia
romana degeneró en un tipo de escolasticismos. Esto se nota sobre todo
en la obra de Le Blanc, Psalmorum Davidicorum Analysis y en la de Joh.
Lorinus, Commentaria in Psalmos (6 volúmenes in folio, 1665-1676).
Pero también en las iglesias protestantes se impuso una decadencia
lamentable del espíritu de los hombres de la Reforma. En esa línea, una
obra importante de la Iglesia reformada, Adnotationes uberiores in
Hagiographa (t. I, 1745, sobre Salmos y Proverbios) contienen una gran
masa de materiales, pero poco elaborados y separados de la pura
repetición del texto. Las anotaciones en forma de glosas van creciendo
bajo el peso de una cantidad innumerable y poco signi cativa de ejemplos y
de pasajes paralelos.
Todo lo que se ha hecho a lo largo de los 16 siglos anteriores
permanece totalmente inoperante. No se tiene en cuenta a Lutero. Ni
siquiera Calvino, el inspirador de su propia iglesia, ejerce ninguna in uencia
sobre la exposición de la Escritura. Tras el año 1750, la exposición
protestante de la Escritura pierde el carácter espiritual y eclesiástico que
había ganado en el siglo XVI, volviéndose gradualmente inoperante,
aletargada, separada de la revelación.
Ciertamente, como muestran los comentarios a Salmos de De Sacy,
Berthier y La Harpe, la Iglesia Romana nunca cayó tan bajo como para
negar la existencia de una religión revelada. Mientras tanto, en la Iglesia
Reformada, el mismo amor por los Salmos que se expresaba en el Salterio
hímnico de la Iglesia evangélica escrito por aquel verdadero cristiano,
poeta y ministro eclesial que era Karl Ludwig von Pfeil (1747; cf. su Vida,
escrita por Heinrich Jerz, 1863, 111-117), degeneró convirtiéndose en un
estudio meramente literario, de tipo poético, de manera que la exégesis se
convirtió en algo que era solo carnal, falto de espíritu cristiano.
En esta edad de la decadencia, los restos de lo que había sido el
estudio espiritual de los salmos, están representados por Burk, en su
Gnomon a los Salmos. (1760), que sigue el modelo de Bengel, y por Chr. A.
Crusius, en la segunda parte de sus Hypomnemata ad eologiam
Propheticam (1761), una obra que sigue la línea nuevamente abierta por
Bengel, y que es rica en gérmenes de conocimiento abierto al espíritu
cristiano (como he puesto de relieve en mi Biblisch-prophetische eologie,
1845).
Podemos ver el carácter de la teología de esa edad en la traducción del
Antiguo Testamento de Joh. Dav. Michaelis, con notas para no
especialistas
(1771), y en sus escritos sobre algunos salmos. En estas obras
encontramos algo de valor, desde el punto de vista histórico y lingüístico.
Pero, aparte de eso, solo una mezcla de palabras vacías, de discursos sin
gusto, de muerte espiritual. Ha sido un honor de Herder el haber liberado
la exposición de los salmos de esta falta de gusto; y ha sido un mérito de
Hengstenberg (especialmente en sus Lecturas, Vorlesungen) el haber
insistido de nuevo en la superación de la falta de espiritualidad de la
conciencia viva de la Iglesia.
La transición a la exposición moderna está marcada por Rosenmüller,
Scholia zu den Psalmen (primera edición en 1798-1804), una compilación
escrita con un lenguaje claro y puro, con tacto exegético y una atención
que se agradece a los expositores más antiguos, que se habían vuelto ya
desconocidos, como Rödinger, Bucero y Agellius, y también a los escritores
judíos. Por su parte, el comentario a los salmos de De Wette (primera
edición en 1811, quinta por Gustav Baur, 1856) fue mucho más
independiente y marca una nueva época en la exégesis.
De Wette es preciso y claro y no carece tampoco de cierta percepción
por la belleza. Pero su postura respecto a los escritores bíblicos se parece a
la de un comentador neutral (sin interés por el fondo religioso de los
salmos), su investigación es demasiado escéptica y su estima por los
salmos no reconoce de un modo su ciente su lugar en la historia de la
redención. Así los toma como himnos nacionales, insistiendo en su función
patriótica judía, y cuando resulta incapaz de entender su sentido
teocrático o religioso recurre al sarcasmo, en contra de ese elemento,
hasta el extremo de causar disgusto en los lectores.
A pesar de eso, el comentario de De Wette abre una nueva época,
pues él es el primero en poner un orden en el caos anterior de la
exposición de los salmos, e introduce en ellos el gusto por el lenguaje y la
precisión gramatical, bajo el ejemplo de Herder y la in uencia de Gesenius.
Es más independiente que Rosenmüller, quien, sin carecer de gusto y
tacto, no es más que un compilador. Por lo que se relaciona con las
circunstancias históricas que dieron lugar a la composición de los
diferentes salmos, De Wette es más negativo que asertivo.
Hitzig, autor de un comentario histórico y crítico (1835/36), que ha
aparecido recientemente en una forma revisada (Vol 1, 1863 y Vol 2, 1ª
parte 1864 y 2ª 1865), ha querido revisar y completar positivamente la
crítica negativa de De Wette, reconociendo como propios de David 14
salmos, de los setenta y dos que llevan el encabezamiento לדוד,
atribuyendo todos los restantes, desde el 73 en adelante, con el 1, 2, 60
menos el 142‒144 y el 150 (que serían del tiempo de Alejandro Janeo) al
período del alzamiento de los macabeos (e. g., los salmos 138-141 a Juan
Hircano, padre de Alejandro), y además atreviéndose a jar los autores
(como Zacarías, Isaías, Jeremías…) o al menos la fecha de composición de
todo el resto de los salmos.
Von Lengerke, en su comentario, compilado a medias a partir de las
obras de Hengstenberg y Hitzig (1847), se presenta a sí mismo como
partidario de un criticismo que él declara “constructivo”, llegando siempre
a resultados positivos, y tomando los salmos macabeos como el primer
conjunto de todo el salterio. Él a rma que no hay ningún salmo que pueda
atribuirse con certeza a David.
Olshausen (en su Comentario del 1853) sitúa solo unos pocos salmos
(cf. 2, 20, 21) en el tiempo de los reyes de Judá, antes del Exilio, y
partiendo de esa base, con una tendencia a la que se muestra incapaz de
resistir, a rma que todos los restantes salmos pertenecen al tiempo de los
Macabeos, situándolos incluso en el reinado de Juan Hircano.
Por su parte, Hupfeld, en su Comentario del año 1855-1862 (4 vols.),
considera impropio de una investigación seria rebajarse a trazar hipótesis
infantiles, y se sitúa en la línea del criticismo negativo de De Wette, pero
queriendo desarrollarlo de un modo personal. En esa línea, él mantiene
que ninguno de los salmos puede atribuirse con certeza a David; y así,
partiendo de que algunos encabezados son falsos, deduce que no
podemos usar ninguno de ellos.
Nosotros no podemos defender ese escepticismo, que no concede
ningún tipo de valor a la tradición anterior; pero tampoco podemos quedar
cerrados en un tipo de auto/seguridad que rechaza por principio todo tipo
de crítica. En esa línea, no podemos dejar de reconocer el gran mérito de
autores como Olshausen, Hupfeld y Hitzig en sus libros de exposición sobre
los salmos.
De Olshausen destacamos su gran talento para plantear y defender
algunas conjeturas críticas. De Hupfeld alabamos la precisión de su análisis
gramatical y la solidez de su trabajo crítico. De Hitzig ponemos de relieve la
originalidad que él mani esta en todo momento, su perspicacia para trazar
la conexión entre los pensamientos, la atención y erudición que muestra
en el estudio del uso del lenguaje y en relación con aquello que es
admisible conforme a la sintaxis.
En el comentario de Ewald (Poetische Bücher, 1839, 2ª edición, 1866)
hay que destacar la parte introductoria, aunque su obra no sea un
comentario de los salmos. De todas formas, en los argumentos que dedica
a cada salmo, él ha puesto de relieve un don especial en el estudio del
aspecto emocional de los textos, con las palpitaciones del corazón que
ellos implican y los cambios de sentimientos que suponen.
Ninguna de estas exposiciones mantiene una relación verdaderamente
religiosa con el espíritu de los salmistas. En contra de eso, el muy utilizado
comentario de Hengstenberg (1842-1847, en 4 vols.; 2ª ed. 1849-1852)
abre de un modo consecuente un nuevo camino, situando de nuevo a los
salmos en su verdadera relación con la iglesia, sin limitarse a ofrecer un
estudio puramente histórico y gramatical de los temas.
Como precursores de ese comentario de Hengstenberg pueden
recordarse las obras namente espirituales de Umbreit (Christliche
Erbauung aus dem Psalter 1835) y Stier (Siebzig Psalmen,1834, 36), que
solo se extienden a una selección de los salmos. Por otra parte, el
comentario de oluck (1847), que excluye el criticismo de las palabras y
quiere presentar los resultados del progreso exegético de un modo
práctico para el pueblo, puede tomarse como contrapartida del
comentario de Hegstenberg.
A n de que nuestro trabajo sea más completo, podemos mencionar el
comentario de Köster (1837) que ha destacado la importancia artística de
los salmos, insistiendo especialmente en el sistema de las estrofas.
También es importante en esa línea el trabajo de Vaihinger (1845). Fuera
de Alemania no hay ningún estudio que pueda compararse con los de
Hengstenberg, Hupfeld y Hitzig.
Por otra parte, la inmensidad de la tarea de comentar los salmos exige
la colaboración de muchas manos. Sería muy bueno en este campo el
trabajo no solo de autores escandinavos, ingleses, latinos, etc., sino
también la colaboración de autores de la Iglesia Católica y también de las
iglesias ortodoxas. La palabra clave de la Iglesia respecto a la Palabra de
Dios es non plus ultra, no hay tras ella nada más valioso. Pero, al mismo
tiempo, en relación con el estudio y comprensión de la Palabra de Dios
tenemos que decir siempre plus ultra, siempre más allá. El trabajo común
sobre las Escrituras constituye la forma más honda de unión entre las
iglesias, y la promesa más segura de su futura unidad. La exposición de las
Escritura será la fuerza que moverá la iglesia del futuro.
10. Consideraciones teológicas preliminares
La exposición de los salmos puede situarse en una línea poética, tanto
desde la perspectiva de la Iglesia del antiguo Testamento como desde la
del Nuevo Testamento (y desde la dispensación actual de la Iglesia). Una
condición primaria del progreso exegético es el manteniendo de la
separación de estas tres perspectivas (A. T., N. T., y actualidad),
distinguiendo según eso la perspectiva de los dos testamentos, con los
diversos momentos en el desarrollo de la revelación y en la percepción del
plan de la redención. Así como la redención en sí tiene una historia
progresiva así también hay un progreso en la historia de la revelación, y en
la comprensión de esa historia hasta el momento actual de la iglesia.
La redención se realiza en un sistema de hechos en los cuales se
despliega el propósito de amor de Dios para la liberación de la humanidad
pecadora. En esa línea la revelación de la salvación viene dada de
antemano en este desarrollo gradual del curso de los acontecimientos, a n
de garantizar su divina autoridad, de manera que sea rectamente
comprendida.
En los salmos tenemos cinco siglos y más de este despliegue progresivo
y de esta comprensión de la salvación que se abre ante nosotros. Si
añadimos a esto que hay un salmo que es de Moisés y que las secciones
retrospectivas de los salmos históricos se re eren, hacia atrás, a la edad de
los patriarcas, podemos a rmar que, desde la llamada de Abraham hasta la
restauración de Israel tras el exilio, no hay apenas un acontecimiento de
importancia de la historia sagrada que no encuentre su expresión en el
salterio.
Los salmos no aluden solo a acontecimientos externos que aparecen re
ejados en ellos en forma de eco, sino que, dado que David es, después de
Abraham, el personaje más representativo de la historia sagrada del
Antiguo Testamento, siendo, al mismo tiempo el compositor principal de
los salmos, podemos a rmar que él (David) y sus salmos forman una parte
directa de la historia de la redención.
Los salmos son, al mismo tiempo, una fuente de información
importante para la historia de la revelación y redención, porque esa
revelación no proviene solo del espíritu de fe en una línea de Ley, sino
principalmente del espíritu de Profecía. Por eso, los salmos son al mismo
tiempo el memorial más importante del reconocimiento progresivo del
plan de salvación, porque en ellos se proclama la conciencia y la vida de la
iglesia judía, desde el don de la ley en el Sinaí hasta la proclamación del
evangelio de la salvación desde Sión, anunciando la gran salvación nal.
En esa línea debemos considerar la relación de los salmos con la
profecía del Cristo futuro. Cuando el hombre a quien Dios creó se
corrompía a sí mismo por el pecado, Dios no le abandonó en manos de la
maldición de la ira que él (el hombre) había escogido para sí mismo, sino
que Dios le visitó en la tarde del más infortunado de todos los días (la
tarde del pecado original), a n de convertir esa condena en un medio
disciplinar para expresar su amor.
Esta visita de Yahvé Elohim fue el primer paso de la historia de la
redención, en una línea abierta hacia la meta de la encarnación, de manera
que el así llamado proto-evangelio fue el primer momento en la revelación
verbal de la ley y del evangelio —una revelación en la línea de su plan de
salvación— preparando el camino hacia la encarnación de Dios y, con ella,
hacia la recuperación o redención del hombre.
Este camino de salvación, que abre su propio curso histórico, y que, al
mismo tiempo, se anuncia de una forma adaptada a la conciencia humana,
va recorriendo toda la historia de Israel, y los salmos van mostrando la
forma en que la semilla de trigo de palabras y actos de amor divino se ha
expandido con su energía vital en los corazones creyentes de Israel.
Los salmos llevan la impronta del tiempo en el que la preparación del
camino de salvación estaba centrada en Israel, de manera que la
esperanza de redención era una esperanza nacional. Porque, después que
la humanidad se había separado en naciones diferentes, la salvación
estaba expresada a través de los cauces de una nación escogida, a n de
que pudiera madurar allí, para extenderse después hasta convertirse en
propiedad de toda la raza humana.
En aquel período, la promesa de la venida del mediador futuro de la
salvación se hallaba en su tercer estadio (tras el estado de la creación y de
la promesa patriarcal). La esperanza de superar la tendencia que lleva a la
humanidad a ser dirigida hacia el mal fue vinculada a la semilla de la mujer,
mientras la esperanza de bendición para todos los pueblos fue con ada a la
semilla de Abraham. Fue en este período cuando David vino a convertirse
en creador de la poesía de los salmos, para el servicio del santuario.
La promesa había adquirido ya un carácter mesiánico y ella centró la
esperanza de los creyentes en el rey de Israel, y de hecho en David y en su
semilla. La salvación y gloria, en primer lugar, de Israel, y después,
indirectamente, de todas las naciones, fue concebida a través de la
mediación del Ungido de Yahvé, en la línea de David.
El hecho de que entre todos los salmos davídicos solo haya uno (el Sal
110) en el que David (como en las últimas palabras de 2 Sam 23, 17) mira
hacia el futuro de su descendencia y tiene claramente al mesías ante su
mente, ha de interpretarse partiendo de la consideración que él mismo
había tenido hasta entonces de ser objeto de la salvación mesiánica, de
manera que su esperanza se fue transformando de un modo gradual
(especialmente a consecuencia de su pecado con Betsabé), separándola de
sí mismo, y siendo así transferida y aplicada hacia un Mesías futuro,
distinto de sí mismo, un Mesías concebido como Hijo del mismo Dios.
Por lo tanto, cuando Salomón vino a sentarse sobre el trono, los
deseos y esperanzas mesiánicas de Israel se fueron dirigiendo hacia él,
como muestra el salmo 72. Esas esperanzas se cumplirían solo cuando
llegara el Cristo nal de Dios, pero ellas se aplicaron durante un largo
tiempo de un modo expectante y con todo derecho (a partir de 2 Sam 7) a
un hijo directo de David, que era Salomón.
También en el salmo 45 la promesa mesiánica se aplica en forma de
bendición matrimonial a un hijo (descendiente) de David, contemporáneo
del cantor coraíta, deseando que la promesa se realizara en él. Pero pronto
se hizo evidente que aquel, en quien debía realizar de manera plena la
idea del mesías no había aparecido todavía, ni en la persona de este rey
(David) ni en la de Salomón.
Y después, en un tiempo posterior, cuando los reyes de la línea de
David se volvieron más y más opuestos a la vocación mesiánica que debía
cumplirse en la historia, entonces, la esperanza mesiánica perdió su
carácter de cumplimiento inmerecido, de manera que el tiempo presente
vino a entenderse como un oscuro fondo en el que debía representarse
como en un relieve la imagen futura del mesías. En esa línea, en la boca de
la Congregación judía del templo, los salmos 45 y 132, cuyo contenido se
re ere al futuro, se han entendido también de un modo profético y
escatológico como mesiánicos.
Pero es notable el hecho de que el número de estos salmos que no son
simplemente mesiánicos en un sentido típico, sea muy pequeño, y que la
iglesia del período posterior al exilio no haya enriquecido el salterio con
ningún salmo que sea mesiánico en sentido estricto. En las partes tardías
del Salterio, a diferencia de los salmos estrictamente mesiánicos, hay
muchos más salmos de tipo teocrático, es decir, salmos que no hablan del
reino del Ungido de Yahvé, que ha de conquistar y bendecir el mundo, sino
del mismo Dios como rey universal. En esos salmos no estamos ante una
cristocracia, sino más bien ante una teocracia, que se completa a sí misma
de un modo interno y externo, de manera que no se habla de la llegada de
un rey humano, sino más bien de la llegada del mismo Yahvé, en quien se
mani esta en toda gloria el reino de Dios.
El anuncio de la salvación corre en el Antiguo Testamento en dos líneas
paralelas: una culmina en el Ungido de Yahvé, que reina desde Sión a todas
las naciones; la otra culmina en el mismo Señor (Yahvé), Dios, sentado
sobre los querubines, al que toda la tierra rinde homenaje. Estas dos líneas
no se encuentran e identi can en el Antiguo Testamento. Ellas solo se
vinculan en el Nuevo Testamento, donde el advenimiento del Ungido de
Yahvé y el de Yahvé se identi can.
De esas dos líneas, la preponderante del Salterio es la línea divina, la
del Dios que viene. La esperanza de Israel, especialmente después que el
reino ha terminado, se dirige generalmente más allá de la mediación
humana, hacia el mismo Yahvé, el autor de la salvación.
El artículo fundamental de la fe del antiguo Testamento es este: La
salvación es de Yahvé, ( יׁשועתה ליהוהSal 3, 9; Jon 2, 10). De un modo
consecuente, los salmos no contienen oraciones dirigidas al mesías, ni
plegarias en su nombre. Por el contrario, la oración dirigida a Yahvé y la
fundada en Yahvé son esencialmente idénticas. Porque Jesús (es decir, la
salvación) está en Yahvé, y solo Yahvé es el Salvador. Y el Salvador, cuando
aparezca no será más que la manifestación visible de la ( יׁשועהsalvación) de
su Dios (Is 49, 6). Teniendo en cuenta la nalidad de la historia del Antiguo
Testamento en relación con el Dios‒Hombre, podemos citar varios tipos de
salmos, que se dirigen en esa línea.
Conforme a 2 Sam 7, la promesa mesiánica no está ya conectada en
sentido general con la tribu de Judá, sino con la familia de David, y no se re
ere meramente a la duración sin n de su reino, sino también a un
descendiente de su casa; es aquí donde aparece por vez primera la
relación de la semilla de David con Israel, y de Israel con todas las demás
naciones, de manera que sin esa relación el reino de Israel es como un
tronco sin cabeza.
Desde ese fondo podemos distinguir varios tipos de salmos:
1. Salmos escatológicos. Son aquellos en los que el
poeta, mirando más allá de su propia edad, se consuela a
sí mismo con la visión de este rey en el que ha de
cumplirse nalmente la promesa. En ese sentido podemos
llamarlos salmos escatológicos, añadiendo que algunos
salmos mesiánicos son directamente escatológicos. Estos
salmos vienen a conectarse no solo con a rmaciones
proféticas ya existentes, sino que las desarrollan de un
modo ulterior, de manera que se identi can con la profecía
(de la que solo se distinguen por su forma lírica); porque
la profecía se expresa a través de discursos, mientras que
los salmos son cantos espirituales, pero contienen
también un tipo de discursos proféticos.
Esto se puede comparar con lo que sucede en la naturaleza, donde un
plano de realidad inferior está como apuntando hacia uno superior, y de
un modo indirecto hacia el plano más alto de todos; en esa línea, una gota
de agua está mostrando, por su misma estructura circular, de globo, una
especie de tendencia hacia una forma de vida orgánica superior, aunque
de un modo todavía muy simple. En ese sentido, el progreso de la historia
ha de entenderse en forma “típica”, y no solo en su totalidad, sino, de un
modo sorprendente, en cada uno de sus rasgos. De esa forma, la vida de
David ha de entenderse como un vaticinium reale de la vida de aquel a
quien la profecía llama directamente mi siervo David, עבדי דוד, cf. Ez 34, 23;
Sal 37, 24 y דוד מלכם, Os 3, 5; Jer 30, 9, como si fuera el mismo David
resucitado de entre los muertos de una forma glori cada.
2. Salmos mesiánico-tipológicos. Estos salmos en los
que el mismo David (o incluso un poeta presentándose a
sí mismo en el lugar y con el nombre de ese rey) viene a
presentarse en unos versos líricos como portador de
acontecimientos y rasgos ejemplares, modélicos, pueden
interpretarse también, de un modo tipológico, como
salmos mesiánicos. Esto no se aplica solamente a aquellos
casos en los que se trata de manera directa o indirecta de
los sufrimientos personales de David, porque el
despliegue de los personajes sufrientes del Antiguo
Testamento y especialmente de los profetas (cf. Coment.
a Sal 34, 20 y Sal 69) es más numeroso, y muchos de ellos
aparecen en cierto sentido como τύπος τοῦ μέλλοντος
(tipo y anuncio del futuro mesías sufriente).
Todos estos salmos, no menos que aquellos del tipo anterior, pueden
ser citados en el Nuevo Testamento con las palabras “a n de que se
cumpliera” (ἵνα πληρωθῇ), sabiendo que en un caso se cumplen las
palabras proféticas y en el otro caso (o al mismo tiempo) la historia y vida
de los reyes y profetas como anuncio y promesa de la vida del Cristo
futuro. Los teólogos antiguos, especialmente los luteranos, se opusieron a
estas citas tipológicas del Antiguo Testamento en el Nuevo, pero ello se
debe a que carecían de la percepción del carácter orgánico de la historia,
que nosotros hoy poseemos, de manera que carecían del verdadero
contrapeso que les permitiera superar su rígida noción de inspiración.
3. Hay también otra clase de salmos a los que
llamamos mesiánicoproféticos, es decir, aquellos en los
que David, describiendo su experiencia externa e interna
(experiencia que en sí misma tiene un sentido típico) las
lleva más allá de los límites de su individualidad, y de su
condición presente, y aplica a su misma persona aquellas
vivencias o realidades que, trascendiendo los límites de la
experiencia actual de la humanidad, solo se cumplirán
verdaderamente en Cristo. Estos salmos son típicos en la
medida en que su contenido está fundado en la historia
de David, mirada no solo en sentido individual, sino
universal, como ejemplo y testimonio más hondo de la
experiencia y esperanza humana. En esa línea, estos
salmos son proféticos, en la medida en que ellos expresan
experiencias presentes, de tipo individual, en forma de
lamentos, esperanzas y descripciones que tienden más
allá del tiempo actual, y que solo se han realizado
plenamente en Cristo.
La posibilidad psicológica de esos salmos ha sido puesta en duda; pero
ellos solo son psicológicamente imposibles si uno estuviera obligado a
suponer que la autoconciencia de David debería pasar, de un modo
arbitrario, en tales circunstancias de un tipo de conciencia a su contraria.
Pues bien, en realidad lo que sucede es algo totalmente distinto. Un poeta,
al describir sus experiencias en un poema, las tiene que idealizar,
presentando la idea básica de esas experiencias en su raíz, separando de
ellas todos los detalles secundarios e insigni cantes, y elevándose al reino
de lo ideal. Así también, David idealiza en esos salmos sus experiencias,
reduciéndolas a lo esencial, y presentándolas de un modo típico.
David no lo hace, sin embargo, por sí mismo, ni por su propio impulso
poético, sino bajo la inspiración del Espíritu de Dios. De esa manera, la
descripción de esos rasgos típicos, y el estado correspondiente de
sentimientos que implican, pueden presentarse como descripción
profética de la “fortuna” (experiencia) y sentimiento de su antitipo.
4. Salmos escatológicos de tipo indirecto. Además de
esos tres tipos de salmos mesiánicos se pueden citar otros
como Sal 45 y 72, viendo en ellos un cuarto tipo de salmos
mesiánicos que son indirectamente escatológicos. Estos
son salmos en los que, conforme al tiempo de su
composición, las esperanzas mesiánicas se aplican a un
rey contemporáneo, pero sin que ellas (esas esperanzas
mesiánicas) se hayan cumplido en él. Lógicamente, en
boca de la Iglesia, que espera todavía el cumplimiento nal
de su esperanza, estos salmos se han convertido en
himnos escatológicos, y su exposición en esa línea está
perfectamente garantizada desde una interpretación
cronológica.
5. Una quinta clase la forman los salmos
escatológicamente yahvistas, que describen la llegada de
Yahvé y la consumación de su Reino, que vendrá a
realizarse por el juicio (véase Sal 93, 1-5). El número de
estos salmos es abundante en el Salterio. Ellos contienen
una promesa fuerte y radical del nal divino-humano de la
historia de la salvación. Ellos son como fogonazos
repentinos de luz que iluminan ese n desde la perspectiva
de los profetas. Pero solo la historia de la salvación podrá
trazar la unio personalis (o unión personal) de esas
premisas humanas y divinas, con un redentor que sea al
mismo tiempo Dios y Hombre, conforme al dogma
cristiano de la Iglesia.
El Redentor en quien reposa la fe del A. T., es Yahvé. El centro de esta
esperanza reposa en el rey divino, no en el rey humano. Que el Redentor
fuera divino y humano al mismo tiempo es algo ajeno a la Iglesia del
Antiguo Testamento. Y la percepción de que ese redentor será al mismo
tiempo sacri cio y sacerdote en una misma persona es algo que solo
penetra en la oscuridad del Antiguo Testamento a través de algunos
simples rayos, cuyo esplendor se centra en יהוה, y solamente en ( יהוהpero
que en el N. T. y en la Iglesia posterior aparece ya centrado en Jesucristo).
Viniendo ahora a considerar la relación de los salmos con los sacri cios
rituales realizados según la Ley, encontramos algo que es diferente de
aquello que podríamos esperar desde la perspectiva del cumplimiento de
la esperanza israelita. Ciertamente, no faltan pasajes en los que el sacri cio
legal exterior se reconoce como un acto de adoración por parte de
individuos aislados o de la congregación israelita en su conjunto (Sal 66,
15; Sal 51, 21). Pero son más frecuente los casos en los que los sacri cios
rituales, distintos de la λογικὴ λατρεία (Rom 12, 1), se tienen en tan poca
estimación, que aparecen como algo que Dios no ha deseado, como una
cáscara que debe ser arrojada fuera, como una forma que ha de ser rota
en pedazos (Sal 40, 7; Sal 50, 1; Sal 51, 18).
Pero no es solo eso (quitar la cáscara para que aparezca el núcleo) lo
que actualmente nos choca. Lo que nos sorprende es la forma en que los
salmos contribuyen al progreso de la historia sagrada. Este es un proceso
de espiritualización que comienza en el Deuteronomio y que continúa
avanzando a partir de las memorables palabras de Samuel (cf. 1 Sam 15,
22: Dios quiere obediencia, no sacri cios). De esa forma vemos que el
Espíritu de la Escritura va creciendo más y más, de forma que, aquí y en
otras partes, el Salterio rompe las barreras legales y arroja fuera los
principios de este mundo (στοιχεῖα τοῦ κόσμου) para expresarse en su
función y realidad más alta, como una mariposa que sale de la coraza de su
crisálida.
Pero ¿qué es lo que sustituye a los sacri cios así criticados y
rechazados? Lo que sustituye a los sacri cios de la Ley, superados por los
salmos, es la contrición, la oración, la acción de gracias, la entrega de uno
mismo a Dios para cumplir su voluntad (cf. Prov 21, 3), la misericordia (Os
6, 6), la justicia, el amor y la humildad (Miq 6, 6‒8), la obediencia (Jer 7,
21‒23). Esto es lo que nos sorprende.
El sacri cio criticado y superado aparece como un símbolo (no como un
tipo); solo se toma en cuenta su carácter ético, no el valor que haya podido
tener en un momento anterior de la historia de la redención. Su naturaleza
queda desplegada y recibe todo su sentido en la medida en que aparece
como don de Dios ()קרבן, pero no como ofrenda para reparación de tipo
legal ()כפרה. En otras palabras, en el A. T., el misterio y sentido de la sangre
redentora queda sin resolverse, pues esa solución solo puede venir dada
por Jesús y por la Iglesia.
Conforme al N. T., hay que pensar en la aspersión de la sangre de
Jesucristo, mientras que en Sal 51, 9 hay que pensar en la aspersión ritual
de la puri cación según ley, y en la reparación a la que se alude de un modo
gurativo, pero sin que se realice aquello que se está signi cando. Y eso ¿por
qué? Porque el sacri cio con sangre, en cuanto tal, en el Antiguo
Testamento, sigue siendo una cuestión a la que Is 53 (el gran cántico del
Siervo) da la única respuesta posible, de acuerdo con el cumplimiento
histórico del tema, pues pasajes como los de Dan 9, 24; Zac 12, 10 y 13, 7
son por sí mismos cuestionables y enigmáticos.
La representación profética de la pasión y sacri cio de Cristo aparece
muy tarde en el lenguaje profético y solo la historia evangélica de su
cumplimiento nos permite comprender aquello que el Espíritu de Dios
quería decir hablando por medio de David, pudiendo comparar al n tipo
con el antitipo. La con anza de la fe en el tiempo del Antiguo Testamento,
tal como se expresa por medio de los salmos, se fundamenta en Yahvé con
su referencia a la reparación del pecado de los hombres, relacionándola
con la redención en general, desde su perspectiva divina de Yahvé (no
desde Jesucristo, Dios encarnado).
En el A. T., el único Salvador es Yahvé, y él es también el único que
realiza la reparación (el )מכפרy por medio de él se busca y espera
ansiosamente la expiación (cf. Sal 79, 9; Sal 65, 4; Sal 78, 38; Sal 85, 3 y
otros pasajes). Pues bien, en el N. T., es el mismo Yahvé quien al nal del
despliegue de la historia de la redención aparece como Dios-hombre en
Jesús, y la sangre derramada de Jesús, como medio de expiación es ya,
cumplido el antitipo, la propia sangre de Dios.
A partir de este punto podemos examinar la relación de los salmos con
la justicia de la fe y con la moralidad del Nuevo Testamento, que brota del
mandamiento del amor in nito cumplido en Jesucristo. Ambos temas, el de
la justicia y el de la moralidad, han tenido que sufrir una completa
metamorfosis para replantearse en la iglesia del Nuevo Testamento, una
metamorfosis que ha sido posible por el desvelamiento y la concreción de
la salvación que ha tenido lugar en el Nuevo Testamento, y que solo ha
sido posible con una gran transformación, centrada en el hecho de que
Jesús se revela como el mismo Yahvé encarnado.
Hay solo dos notas en las que las oraciones de los Salmos son
difícilmente aceptables y acomodables para la conciencia cristiana: (a) una
es la autocon anza moral que está muy cerca de la autojusti cación que el
orante mantiene con frecuencia ante Dios en sus oraciones; (b) otra es el
ardor de los sentimientos de ira en contra de los enemigos y de los
perseguidores, tal como aparece en muchas terribles maldiciones.
De todas formas, la autojusti cación es más aparente que real, porque
la justicia a la que apela el salmista no es algo que él merece por sus obras,
no es una suma de buenas obras, con las que el orante se acerca a Dios
exigiéndole por ley una recompensa, sino que ella es la expresión de un
deseo y de una forma de vida, que se funda en el hecho de que el orante
se pone totalmente en manos de Dios, que es aquel que le justi ca, le santi
ca, le preserva con su gracia poderosa (Sal 73, 25; Sal 25, 5-7; Sal 19, 14 y
en otros pasajes).
Esa actitud de con anza del pecador ante Dios no proviene de una falta
de reconocimiento en la innata pecaminosidad de nuestra naturaleza (Sal
51, 7), ni tampoco de la ignorancia del riesgo de castigo en que el hombre
se encuentra si no confía en la gracia de Dios (Sal 143, 2), ni de la negación
del riesgo de pecado en que se encuentra (Sal 19, 13), ni del rechazo de la
necesidad del perdón de los pecados como condición para alcanzar la
gracia y la felicidad (Sal 32, 1), sino que ella proviene del don de la gracia
de Dios en el que espera. En otras palabras, el orante de los salmos no
rechaza el camino de la salvación que consiste y se centra en la contrición
de corazón, en la búsqueda del perdón y en la novedad de vida, pero, él
sigue aún (al menos a veces) demasiado vinculado a la exigencia de un
cumplimiento de la ley.
En esa línea, es evidente el hecho de que, a la luz de la redención
vicaria de Cristo y de la regeneración de Espíritu Santo, en el Nuevo
Testamento se ha podido formar un juicio moral mucho más penetrante y
sutil, fundado en la gracia de Dios, por encima de la justi cación humana.
Por otra parte, la tribulación que experimenta el creyente del Nuevo
Testamento, a pesar de que no llegue a la experiencia sobrecogedora de la
ira de Dios que se expresa a menudo en los salmos, puede superarse
mucho mejor con la experiencia de la hondura de la presencia de Dios en
la cruz del Gólgota y con la experiencia de un cielo o presencia que se abre
ante su mirada por medio de Jesucristo.
Esa experiencia más honda de la gracia del Nuevo Testamento está
vinculada a la acción de un amor de Dios que castiga y prueba, conforme a
Jesús, pero lo hace preparando al hombre para el futuro de la salvación.
Solo el Nuevo Testamento nos ofrece la experiencia de la justicia de Dios
(una justicia que empieza a mostrarse también a veces en el Antiguo
Testamento) entendida como don de gracia, que se mani esta y despliega a
través de la obediencia activa y pasiva de Jesús, que se actualiza en la
Iglesia a través de la justicia de la fe y de la justicia de la vida de los
creyentes, in uyendo de manera poderosa en ellos50.
Lógicamente, incluso aquellos testimonios personales como los del Sal
17, 1-5 no pueden compararse con los de la conversión que se expresa en
las formas de pensamiento y experiencia del Nuevo Testamento, porque
ellos no impiden que la mente del orante del Antiguo Testamento siga
pensando, al mismo tiempo, no solo en la justi cación por la fe, sino en los
actos objetivos de Dios que se realizan a través de los sacramentos, que
aparecen como origen de un nuevo nacimiento.
De todas formas, los testimonios de los Salmos han de hacer que el
cristiano se examine a sí mismo, para descubrir si su fe es realmente
fuerte, como poder de nueva vida. En ese contexto, también aquí, la
diferencia entre los dos testamentos pierde su dureza, ante la luz de las
grandes verdades que aparecen en los salmos y que condenan toda
enfermedad moral. Solo desde ese fondo podemos poner de relieve la
novedad del mensaje cristiano, según el cual la Iglesia cristiana es una
comunidad de Santos, la sangre de Cristo nos ha limpiado de todo pecado
y que aquel que ha sido redimido por Dios en Cristo ya no comete pecado.
Y con esto pasamos a los salmos así llamados imprecatorios51, para
estudiar la relación del cristiano y de la iglesia con los enemigos de Cristo,
para ver si el deseo de destrucción de esos enemigos está contrapesado
por el deseo de su conversión. De todas formas, en ese contexto, allí
donde se descubre que esos enemigos no se convertirán, ni rechazarán el
camino del castigo por la penitencia, el mismo Nuevo Testamento ofrece el
testimonio de un camino que pasa del sentimiento de amor a un
sentimiento de ira. En esa línea, asumiendo la absoluta dureza de corazón
de los impíos, el cristiano no puede negarse ni siquiera a rogar por su
destrucción nal.
Según eso, el Reino de Dios no viene solo por el camino de la
misericordia, sino también por el del juicio. La meta de la oración de los
santos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, es la llegada del
Reino de Dios (véase Sal 9, 21; Sal 59, 14 y otros pasajes). En esa línea, el
pensamiento y deseo de que el juicio de destrucción descienda sobre
aquellos que se oponen a la llegada del reino de Dios está vinculado en los
salmos al convencimiento de su impenitencia nal (véase Sal 7, 13; Sal 109,
17); pues bien, conforme a esa visión, ese deseo de la condena de los
pecadores impenitentes forma también parte de la experiencia y oración
de los cristianos.
De todas formas, en los casos en los que, como en Sal 69 y Sal 109, las
imprecaciones se apliquen a temas concretos (y a personas concretas) y se
extiendan a los descendientes de los infortunados, y ello para toda la
eternidad, la única respuesta del cristiano está en la a rmación de que
estos salmos han brotado de un Espíritu Profético que no ha sido recreado
por el Nuevo Testamento, y los cristianos solo pueden aceptarlos en el
caso de que, al mismo tiempo que rezan esos salmos, ellos glori can la
justicia de Dios y se encomiendan a él de un modo más intenso, pidiendo
su favor.
En esa línea, la relación de los salmos con los novísimos es tal que, para
que puedan ser utilizados como expresión de la fe del Nuevo Testamento,
ellos tienen que ser profundizados y matizados a la luz del perdón y la
gracia de la muerte y resurrección de Jesucristo. En esa línea, aquello que
Julio Africano dice del Antiguo Testamento “pues no había todavía
esperanza en la resurrección del sepulcro” (οὐδέπω δέδοτο ἐλπίς
ἀναστάσεως σαφής) se mantiene rme, al menos, hasta el tiempo de Isaías.
Isaías fue el primero en anunciar, en uno de sus últimos ciclos
apocalípticos (Is 24‒27), la primera resurrección, es decir, la revitalización
de la iglesia mártir que había sucumbido a la muerte (Is 26, 19), en una
visión en la que él ha empezado anunciando la destrucción de la misma
muerte (Sal 25, 8). Por su parte, el libro de Daniel (que es el Apocalipsis del
Antiguo Testamento, sellado hasta el tiempo de su cumplimiento) anunció
por primera vez la resurrección general, es decir, el “despertar” de algunos
para la vida y de otros para el juicio (Dan 12, 2).
Entre esas dos profecías se sitúa la visión de Ezequiel, que anuncia el
retorno de Israel del exilio en la gura de un despertar colectivo de un vasto
campo de cadáveres (cf. Ez 37), una gura en la que se asume, al menos, la
esperanza de que aquello que está representado en la visión no es
imposible para el poder maravilloso de Dios, que es el a sus promesas.
Ciertamente, la percepción de la salvación no aparece en ningún lugar, ni
en los últimos salmos, de manera tan avanzada que se pueda decir que la
profecía anunciando la resurrección ha venido a convertirse en un dogma
de la fe de la iglesia israelita; pero esa esperanza de salvación nal de los
justos aparece de algún modo iniciada y prometida.
La esperanza de que los justos con ados a la tierra como semilla
resucitarán de nuevo encuentra solo su expresión en una serie de gura que
se expresan de formas distintas (Sal 141, 7). La oscuridad sin esperanza del
Sheol (Sal 6, 6; Sal
30, 10; Sal 88, 11-13) quedó sin ser iluminada, y allí donde se habla de
liberación de la muerte y del Hades, se está hablando de un tipo de
experiencia particular (e. g. Sal 86, 13) o de un tipo de esperanza (e. g. 118,
17) de no caer como presa de la Muerte y de Hades. Pero junto a esos
pasajes encontramos otros que expresan la imposibilidad de escaparse de
este destino universal de muerte (Sal 89, 49).
La esperanza de una vida eterna tras la muerte no se expresa de un
modo de nitivo en ningún texto del A. T., ni siquiera en el libro de Job
donde el deseo de superar la muerte no se despliega y rati ca en forma de
esperanza rme, porque ninguna luz de promesa brilla en la noche que
reina en la mente de Job, una noche que es más dura por el con icto de
tentación por la que él mismo está pasando al situarse ante la muerte.
Según eso, la perla de esperanza (de vida futura) que aparece sobre las
olas de la tentación viene a ser tragada nuevamente muy pronto por esas
olas.
A pesar de eso, en los mismos salmos hallamos pasajes en los que la
esperanza de no caer como presa de la muerte se expresa de un modo tan
fuerte que el pensamiento del destino nal inevitable de muerte de todos
los hombres queda superado y como tragado por la con anza que el orante
tiene de vivir en (bajo) la fuerza de Dios (Sal 56, 14 y especialmente Sal 16,
9-11). En esos pasajes, la relación de pacto del hombre con Dios aparece
como fundamento de esperanza, en contraste con esta vida presente de
muerte, de manera que queda implicada (o al menos iniciada) la promesa
de una vida distinta y permanente que se extiende más allá de esta vida de
muerte (Sal 17, 14; Sal 63, 4).
En esos pasajes, a diferencia de la culminación de la vida de los justos
(que puede estar abierto a la esperanza de una vida superior), el n de los
malvados aparece en forma de derrota y destrucción (cf. Sal 49, 15), de tal
manera que puede trazarse la inferencia de que unos mueren para
siempre (a pesar de que parecen vivir), mientras que los otros viven para
siempre, aunque parezca que mueren de repente.
Hay también pasajes en los que el salmista, aunque solo sea a modo de
alusión, mira hacia adelante pensando que va a ser raptado por Dios como
lo fueron Enoc y Elías (Sal 49, 16; Sal 73, 24). Ciertamente, en ninguno de
esos casos encontramos un credo rme proclamando la resurrección o vida
eterna, aunque podemos ir viendo cómo la fe en una vida futura se va
abriendo paso, aunque al principio solo sea a modo de conclusión
individual en la mente creyente, a partir de premisas que la experiencia va
estableciendo.
No se trata de que la tumba sea penetrada por un brillo del cielo. Al
contrario, lo que esos pasajes ponen de relieve no es la destrucción de la
tumba como tal, sino el despliegue superior, el éxtasis más alto de una
vida que deriva de Dios, por encima de la muerte de la tumba… En
oposición a la muerte que destruye a los impíos, esa vida que deriva de
Dios aparece como un alargamiento in nito (ad in nitum) de esta vida
presente.
Eso signi ca que, en los Salmos, lo mismo que en el libro de Job no
encontramos una teodicea perfectamente satisfactoria, en relación con la
distribución de las suertes de los hombres en el mundo, lo que parece
incompatible con la justicia de Dios. Ciertamente, hay salmos como el 7, el
49 y el 73 que se acercan a la verdadera solución del misterio, pero no
llegan hasta el n en esa línea, sino que quedan como insinuaciones y
presagios, de manera que sus a rmaciones pueden interpretarse de formas
diferentes52.
Por otra parte, las nociones de muerte y de vida se encuentran tan
profundamente enraizada en los salmos (vinculadas a sus raíces, en los
principios de la ira y del amor de Dios) que ellas pueden haberse vinculado
con el cielo y con el in erno, profundizando y precisando así un sentido que
no ha sido aún jado en el salterio. Eso signi ca que no puede rechazarse el
hecho de que en pasajes como Sal 6, 6 la visión bíblica de la Gehena queda
sustituida por un tipo de Hades o in erno eterno, porque desde el
descendimiento de Jesucristo al Hades o Gehena no se puede hablar ya de
ningún limbus patrum (limbo de los patriarcas) entendido de un modo de
nitivo, porque el camino de todos los que mueren en Yahvé no acaba en la
tierra inferior, sino que se dirige a la altura, de forma que el Hades solo
puede presentarse ya como un vestíbulo del in erno.
Ciertamente, el salmista tiene miedo del Hades, pero no como in erno
de castigo, sino solo como reino de la “ira”, es decir, de la separación del
amor de Dios, amor que es la verdadera vida de los hombres. Tampoco va
en contra de la visión de los Salmos el hecho de pensar en un tipo de visión
futura del rostro de Dios, en toda su gloria (como en Sal 17, 5), ni el deseo
de resurrección (Sal 49, 15), porque las esperanzas aquí expresadas
(aunque se expresen desde la perspectiva de la conciencia del Antiguo
Testamento) se re eren a la vida del hombre en este mundo, sin verdadera
resurrección, mientras que en el Nuevo Testamento se aplican al
cumplimiento futuro de la resurrección, que es la única visión satisfactoria.
Como dice Oetinger, no hay ninguna verdad esencial del N. T., que no
esté contenida en los salmos de un modo, al menos mental (νοΐ́, es decir,
mentalmente, conforme a su sentido aún no desarrollado), es decir,
πνεύματι, en espíritu. La anticipación del Antiguo Testamento va como
matizando aquello que germinará en la vida del Nuevo Testamento, como
algo que se expresará plenamente en el futuro. La escatología del A. T.,
deja como un trasfondo oscuro que en el N. T., se dividirá en forma de Luz
y Oscuridad, quedando así abierta en una amplia perspectiva que se
extiende hasta la eternidad, más allá del tiempo.
En todos los lugares en los que empieza a amanecer y superarse la
oscuridad escatológica del Antiguo Testamento aparecen ya los primeros
rayos del sol del Nuevo Testamento que se anuncia a sí mismo. Por eso, los
cristianos no pueden refrenarse, y muchas veces quieren saltar la barrera
de los salmistas, para entender los salmos de acuerdo con la mente del
Espíritu cuyo propósito, en medio del desarrollo y percepción de la
salvación, estaba dirigido hacia su meta y consumación en Cristo.
Entendidos así, los salmos son los himnos de todo Israel tanto del
Antiguo como del Nuevo Testamento. Utilizando este lenguaje de los
Salmos, la Iglesia celebra la unidad de los dos testamentos, y la ciencia
exegética, al exponerlos así, honra el sentido de esa distinción. Iglesia y
exégesis tienen razón, cada una a su manera: la Iglesia mirando los salmos
a la luz de la única gran salvación y la exégesis distinguiendo
cuidadosamente las eras de la historia y los pasos a través de los cuales se
percibe esa salvación.
1. He tomado como texto base la cuarta edición de la obra conjunta de
C. F. Keil, Biblischer Commentar über über die Poetischen Bücher des Alten
Testaments, Viertel eil, Poetische Bücher I: Die Psalmen, Vierte üeberarbeitete
Au age, Dör ing und Franke, Leipzig 41883/1884, 964 pp., con un epílogo y un
excurso geográ co de 27 páginas que no hemos considerado necesario incluir.
2. Esos y otros investigadores nos han enseñado a distinguir con gran
precisión los diversos tiposliterarios y teológicos de los salmos, como por
ejemplo:
- Himnos de alabanza: 8; 19; 29; 33; 100; 103; 104; 105; 111; 113; 114; 117; 135; 136; 145; 146;
147; 148; 149; 150.
- Salmos reales: 2; 18; 20; 21; 45; 47; 72; 89; 93; 96; 97; 98; 99; 101; 110; 132.
- Cantos de Sión: 46; 48; 76; 84; 87; 122.
- Súplica individual: 5; 6; 7; 10; 13; 17; 22; 25; 26; 28; 31; 35; 36; 38; 39; 42; 43; 51; 54; 55; 56; 57;
59; 61; 63; 64; 69; 70; 71; 86; 88; 102; 109; 120; 130; 140; 141; 142; 143 y comunitaria: 12; 44; 58;
60; 74; 77; 79; 80; 82; 83; 85; 90; 94; 106; 108; 123; 126; 137.
- Acción de gracias individual: 30; 32; 34; 40; 41; 92; 107; 116; 138 y comunitaria: 65; 66; 67; 68;
118; 124.
- Oración de con anza individual: 3; 4; 11; 16; 23; 27; 62; 121; 139 y comunitaria: 115; 125; 129.
- Salmos didácticos, de tipo litúrgicos: 15; 24; 134.
- Salmos proféticos e históricos: 14; 50; 52; 53; 75; 78; 81; 95; 105; 106.
- Salmos sapienciales: 1; 37; 49; 73; 91; 112; 119; 127; 128; 133; 139; etc.
3. Entre los comentarios recientes a los salmos, a modo de ejemplo quiero citar algunos que me
parecen más signi cativos:
Alonso Schökel, L. y C. Carniti, Salmos I-II, Estella 1992.
Aparicio, A., Salmos I-IV, Bilbao 2005/9; Com. lológico a Salmos y Cantar de los cantares, Madrid 2012.
Briggs, C. A. y E. G. Briggs, A Critical and Exegetical Commentary on the Book of Psalms, I-II, Edinburgh
1906-1907.
Carbajosa, I., Salmos I, Madrid 2019.
Dahood, M., Psalms I-III, New York 1966/1970.
Day, J. N., Los salmos. Introducción a la interpretación del salterio, Clie, Viladecans 2007.
Gunkel, H., Introducción a los salmos I, Valencia 1983.
Hakham, A., e Bible Psalms with the Jerusalem Commentary, I-III Jerusalem 2003.
Kraus, H.J., Los salmos I-II, Salamanca 1993/1995; Teología de los salmos, Salamanca 1985.
Segal, B. J., A New Psalm. e Psalms as Literature, Jerusalem 2013.
Spurgeon, C. H. y E. Vila-Vila (ed.), El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos I-II,
Ed. Clie, Viladecans 2015 y 2020.
Trebolle Barrera, J., El libro de los salmos: Himnos y Lamentaciones, Madrid 2001.
Varios, Salmos transliterados y traducidos al español, Madrid 2017.
Vesco, J. L., Le Psautier de David traduit et commenté I-II, Paris 2006.
4. Cf. también 2 Mac 2, 13, donde τὰ τοῦ Δαυίδ (los libros de David, es
decir los salmos) parecen referirse a los כתוביםo Escritos y aparecen como los
primeros de esa colección. Así parece deducirse también de Filón, De vita
contempl. (cf. II 475 ed. Mangey), donde se hace la siguiente descripción de los
libros bíblicos: νόμους καὶ λόγια θεσπισθέντα διὰ προφητῶν καὶ ὕμνους καὶ τὰ
ἄλλα οἷς ἐπιστήμη καὶ εὐσέβεια συναύξονται καὶ τελειοῦνται, están las leyes y
los oráculos pronunciados por profetas, los himnos y los otros (escritos) que
acrecientan y perfeccionan la ciencia de la piedad).
5. En las listas masorética los veinticuatro libros se ordenan como sigue:
Bereshit בראשית, Shemot שמות. Vayiqrá (Wayiqrá) ויקרא, Bemidbar במדבר,
Devarim דברים, Yahoshúa יהושע, Shofetim שפטים, Shemu’el שמואל, Melakhim
מלהים, Yeshayahu ישעיהו, Yirmeyahu ירמיהו, Yejezqel יחזקאל, Dodekaprofetôn תרי
עשר, Tehilim תהלים, Mishlé משלי, Iyyob איוב, Shir Hashirim שיר השירים, Rut רות,
Ekhah איחה, Qohélet קהלת, Ester אסתר, Daniyel דניאל, ‘Ezrá עזרה, Nejemyah נחמיה,
Divré Hayamim ברי הימים. Según eso, la abreviación masorética para los tres
libros poéticos fundamentales no es ( מתאJob, Salmos, Proverbios), sino
(conforme al orden talmúdico) ( אםתSalmos, Proverbios, Job) como indica
también Elia Levita, Masoreth ha-Masoreth p. 19. 73 (ed. Venecia 1538) ed.
Ginsburg, 1867, p. 120, 248).
6. Es errónea la opinión de Buxtorf en su libro Tiberias y también la de
los masoretas judíos, cuando dicen que la Masora llama al salterio ( הלילאhalila,
de hallel). Sólo el así llamado Hallel, que incluye los salmos 113-119 , utiliza esa
nombre porque en la Masora sobre 2 Sa 22.5 el Sal 116,3 es llamado הברו דהלילא
(pasaje semejante al del Hallel) en relación con Sal 18,5.
7. Como dicen Eusebio y otros Padres Griegos, entre los hebreos el
salterio recibía el nombre denabla (de nebel). Un instrumento musical parecido
a la lira, que tenía por encima las cuerdas y el armazón de bronce, con la caja de
resonancia por abajo. Agustín de Hipona describe de un modo más preciso ese
instrumento, comentando el Sal. 42, diciendo que el salterio tiene la tabla de
resonancia por encima de las cuerdas, al revés de la cítara, que la tiene debajo
(Psalterium istud organum dicitur quod de superiore parte habet testudinem,
illud scilicet tympanum et concavum lignum cui chordae innitentes resonant,
cithara vero id ipsum lignum cavum et sonorum ex inferiore parte habet”).
Estos dos instrumentos musicales tienen entre sí unas características distintas, dignas de
consideración y de retenerlas en la memoria. Ambos se llevan y se tocan con las manos, de manera
que pueden tomarse como obras corporales de los hombres. Bueno es saber tocar el salterio, y bueno
tocar la cítara. El salterio se llama así porque en su parte superior tiene una concavidad de madera
que sustenta las cuerdas sonoras; la cítara, en cambio, tiene esa misma concavidad de madera
resonante en la parte inferior. Debemos distinguir en nuestras obras cuáles pertenecen al salterio y
cuáles a la cítara). Tanto en los monumentos egipcios como en los asirios aparecen harpas con el
“aparato sonoro” en la parte superior, sea de metal o de madera, protegiendo las cuerdas y la caja de
resonancia por debajo.
Casiodoro e Isidoro identi can el salterio descrito por Agustín con un “trígono”, que tiene la
forma de un triángulo invertido, con un tipo de cuernos salientes. Pero eso no es lo que quiso decir
Agustín porque las cuerdas horizontales de este instrumento están rodeadas por un cuerpo de tres
lados, de forma que ellos deben referirse a una lira triangular. De todas formas, existe también un
trígono perteneciente a la era macedonia, que tiene la forma de un harpa (véaseWeiss, Kostümkunde,
1860, Fig. 347), cosa que está a favor de nuestra interpretación del tema.
8. Así dice David, al nal de Salterio Griego, en la conclusión de Sal 150.
Yo guardaba las ovejas de mi padre, y mis manos hacían autas (ὄργανα, en el
sentido de )עוגבy mis dedos colocaban (a naban) cuerdas de arpas (ψαλτήριον
en el sentido de )נבל. Cf. Numeri Rabba c. XV (f. 264a) y el Targum de Amós 6, 5.
9. Por lo que respecta al tiempo de Josafat, incluso Nic. Nonne ha
reconocido esto en su Diss. de Tzippor et Deror (Bremen 1741, 4), con su
referencia al Sal 84, 4.
10. Tanto Bar-Hebraeus en su libro sobre Job como el Cronikon contienen
muchas tradiciones referidas a Asaf, el sacerdote hebreo, hermano de Esdras,
autor de algunos escritos reconocidos.
11. En el lenguaje primitivo de las iglesias de oriente y occidente, el
Salterio se llama simplemente
David, e. g. Crisóstomo: ἐκμαθόντες ὅλον τὸν Δαβίδ (aprendiendo todo David) y el nal del Salterio
Etiópico (“ n del libro de David”).
12. Este Salterio de Salomón fue dado a conocer por De la Cerda en sus
Adversaria sacra (1626), siendo incorporado después por Fabricius en su Codex
Pseudepigraphus V. T. pp. 914ss (1713).
13. Esto lo percibió ya de hace tiempo Eusebio, cuando, en su exposición
de Sal 63 (LXX 62)discute sobre el orden en que están dispuestos los salmos del
salterio, por razones de organización externa o interna, insistiendo en un tipo
de ἀκολουθία διανοίας, es decir, de progreso según el pensamiento (cf.
Montfaucon, Collectio Nova, t. I p. 300). De todas formas, esa “disposición” del
pensamiento no es siempre tan esencial ni signi cativa. Los intentos de Lutero
(Walch, IV col. 646ss) y especialmente los de Solomón Gesner, para probar la
existencia de un progreso interno en el argumento de los salmos no resultan
convincentes.
14. Tanto los LXX como el texto hebreo incluyen 150 salmos, pero con
algunas variaciones: uni can el salmo 9 y el 10, y el 114 y el 115 y, en lugar de
eso, dividen en dos el 116 y el 147. En esa línea, los LXX tendrían solo 149
salmos, uniendo el 114 y el 115. Por otra parte, la versión siria antigua combina
el 114 y 115, pero divide en dos el 147, conservando así el número 150.
15. Me opongo así a la visión de Ewald, aceptada por Riehm, Stud. u. Krit.
1857 p. 168. Un análisis más minucioso de los rasgos de estos salmos muestra
claramente que la opinión de Ewald es super cial y errónea.
16. El estudio de Bellermann, Versuch über die Metrik der Hebräer (1813)
sigue siendo comparativamente el mejor sobre este tema. Por su parte, los
trabajos de Saalschtz (Von der Form der hebr. Poesie, 1825, y otros) parten del
presupuesto erróneo de que el sistema actual de acentuación no está re
riéndose a las sílabas tónicas de las palabras, conforme a la pronunciación de
los judíos alemanes y polacos que, a su juicio, siguen casi siempre un ritmo
espondeo-dactílico (como en Jc 14, 18. lulê charashtem beeglá thí ).
Pero, en contra de eso, tenemos que decir que la acentuación tradicional ofrece una el
continuación de la pronunciación auténtica del hebreo antiguo. La pronunciación de tipo trocaico es
más propia del idioma siríaco, y la tendencia a trasladar el acento de la sílaba nal a la penúltima, sin
tener en cuenta las condiciones del texto anterior, es un fenómeno que se aplica solamente a las
formas más antiguas del lenguaje (véase Hupfeld en Deutsch-Morgenland Zeitschrift VI 187).
17. Abenezra le llama ּכפּול, duplicatum, y Kimchi ׁשונות ּבמּלות ענין ּכפל,
duplicatio sententiae verbis variatis, y ambos lo toman como una forma de
expresión que se va elevando ()דוך צחות. En este caso la puntuación no deriva
sin más de una comprensión real de la relación rítmica entre los miembros de
un verso con los del otro verso; y en el caso que el paralelismo divida cada
verso en dos, por medio de un siluk (cuando eso sea posible) no se debe
suponer que el paralelismo consta solo de dos miembros, sino que puede haber
más. De todas formas, como ha mostrado Hupfeld en su admirable tratado
sobre el ritmo y el acento en la poesía hebrea, siempre que hay paralelismo ha
de haber por lo menos dos miembros.
18. Incluso los críticos más antiguos, aquí y allá, llegaron a la conclusión
de que tenemos que tomaresos salmos alfabéticos, como punto de partida de
nuestra investigación. Así, por ejemplo, Serpilius decía: Puede quizá chocar a
algunos el hecho de que tomemos los así llamados “salmos alfabéticos” como
punto de partida de los diversos tipos de versos y poesía de los salmos
davídicos, pero ese nos parece el punto de partida más exacto.
19. Ciertamente, como han puesto de relieve Hupfeld y Riehm (Luth.
Zeitschr. 1866, p. 300), los libros del Antiguo Testamento estaban divididos en
versos, פסוקים, incluso antes del tiempo de los masoretas; sin embargo, la
división en versos, tal como ahora la encontramos, especialmente en los tres
libros poéticos proviene de los masoretas.
20. Estos son precisamente estos esticos, de los cuales el Talmud (B.
Kiddushin 30a) cuenta ocho más en el Salterio que en la Torá, es decir, los que
fueron originalmente llamados פסוקים. Ya en Agustín encontramos versos
utilizados de esa forma como στίχος. Según él, las palabras Populus ejus et oves
pascuae ejus (su pueblo y ovejas de su rebaño) forman un verso. Pero no hay
ningún Manuscrito hebreo que pueda haber formado la base para una
distribución de los salmos en esticos. Los manuscritos que poseemos solo
rompen el verso masorético (si el espacio de la línea lo admite) con la nalidad
de escribirlo en dos mitades, sin tener en cuenta ni siquiera el mandato del
tratado Soferim (cap. XIV), ni el de Ben-Bileam en su Horajoth ha-Kore, según
los cuales las pausas han de estar reguladas por los comienzos de los versos y
por los dos grandes acentos pausales.
En ningún lugar de los manuscritos que dividen y separan las palabras del modo más caprichoso,
puede descubrirse ninguna huella del reconocimiento de que hayan sido conservados esos antiguos
פסוקים. Estos פסוקיםno eran meramente líneas determinadas por la anchura del espacio del MSS,
como sucedía también con los στίχοι o ἔπη conforme al número de los cuales se recordaba el ritmo de
las obras griegas, sino que eran un tipo de lazos determinados por el sentido del texto, como κῶλα
(Suidas: κῶλον ὁ ἀπηρτισμένην ἔννοιαν ἔχων στίχος, es decir, un tipo de estico con un sentido
ordenado, numerado), como escribió Jerónimo en su traducción latina del Antiguo Testamento,
conforme al modelo de los oradores griegos y romanos (e.g. en los MSS de Demóstenes), que dividen
el texto per cola et commata, conforme a su sentido.
21. Así piensa, por ejemplo, Meier en su Geschichte der poetischen
Nationalliteratur der Hebräer, p. 67, cuando a rma que las estrofas de longitud
desigual se oponen a las leyes primordiales de canto y de la melodía lírica. Pero
las exigencias que la melodía impone sobre la formación del verso y de la
estrofa no eran tan estrictas entre los antiguos como en nuestro tiempo. Más
aún ¿no es el soneto un poema lírico, aunque las estrofas tengan longitud
desigual?
22. En hebreo talmúdico צלצל. La orquesta levítica usual del templo de
Herodes estaba formada por dos músicos que tocaban la nabla (un tipo de
arpa), por nueve que tocaban la cítara y por uno que tocaba el zelazal (un tipo
de tambor), que se llamaba Ben-Arza (Erachin 10 a, etc.; Tamid VII. 3), quien
tenía también a su cargo la duchan, un tipo de címbalo (Tosephta a Shekalim II).
23. Cf. Mattheson, Erlutertes Selah 1745. Selah es una palabra que está
indicando un preludio, un interludio o un postludio, en el que suenan los
instrumentos, para indicar los cambios o variaciones importantes en el texto de
los salmos, en los que se podían repetir los temas a modo de ritornello.
24. Del que procede la frase: אין אומר ׁשירה אלא על היין, “que nadie cante, a
no ser sobre el vino”.
25. Cf. B. Rosh ha-Shana, 31a. Tamid VII 3 y también introducción a Sal
24, 92 y 94.
26. Conforme a B. Erachin 10a, estos eran los acompañamientos
normales para el servicio diario:
(1) 21 trompetas que podían aumentarse hasta 48; (2) de 2 a 6 nablas; 2 autas ( )חליליןque podían
aumentarse hasta 12.
Sonar la auta se dice golpear la auta: הּכה החליל. La auta sonaba ante el altar 12 días al año: el 14
de Nisan cuando se mataban los corderos de pascua (y se cantaba el Hallel); el 14 del mes de Ijar,
cundo se sacri caba la pequeña Pascua; el día 1 y el 7 de Pascua; y los ocho días de la esta de los
Tabernáculos.
La embocadura de la auta ( אּבּובconforme a la explicación de Maimónides) no era de metal, sino
de un tipo de caña (cf. árabe anbub,̂ espada del junco o caña), porque sonaba de un modo más
melodioso. En esas ocasiones solo se tocaba una auta ( אבוב יחידי, tocar un sola), que continuaba a lo
largo de la ceremonia, hasta su conclusión ()חּלּוק. En esos doce días se cantaba el Hallel con
acompañamiento de auta. Durante los otros días, el salmo escogido para cada día se acompañaba con
nablas, címbalos y cítaras.
Este pasaje del tratado Erachin indica también quiénes eran los que tocaban la auta. Sobre los
autistas de la festividad de la dedicación del agua, cf. mi Geschichte der jüdischen Poesie, p. 195.
Según. Erachin 10b, en el templo de Herodes había también un órgano. No era sin embargo un órgano
de agua
(הדולי ס, es decir, hidráulico), sino de viento ( )מגרפהcon cien tonos diferente ( )מיני זמר, cuyo sonido,
como dice Jerónimo (Opp. ed. Mart. v. 191) sonaba como el trueno y se escuchaba desde Jerusalén
hasta el Monte de los Olivos y más allá (usque ad montem Oliveti et amplius), cf. Saalschtz, Archäol. I.
281-284.
27. Esta es la visión de Maimónides, que distribuye los nueve toques de
trompeta, con los queestaba acompañado el sacri cio de la mañana, según
Succa 53b, con tres pausas en el canto. El himno Haaznu, Dt 32, al que se le
llama el הלוים ׁשירתpor excelencia, se cantaba en el sacri cio. El himno del
sábado era el Musaph; cada sábado se cantaba una división del himno, que
constaba de seis partes o divisiones, de manera que el canto comenzaba de
nuevo cada siete sábados, cf. J. Megilla, sect. III, ad nem.
28. Véase B. Joma 38b y J. Shekalim v. 3 y Canticum Rabba sobre Sal 3, 6.
29. Cf. Friedr. Hommel, Psalter nach der deutschen Uebersetzung,1859.
Los salmos aparecen aquí distribuidos en esticos, asumiendo que ellos
responden al modo original más apropiado, suponiendo que el canto antifonal
no debe hacerse tomando como unidad los versos, tal como se hace
actualmente en las iglesias romana e inglesa, sino los dos miembros o esticos
de cada verso.
30. Cf. Saalschtz, Geschichte und Würdigung der Musik bei den Hebräern,
1829, p. 121 y Otto Strauss, Geschichtliche Betrachtung bei.den Psalter als
Gesang-und Gebetbuch, 1859.
31. A este período pertenecen: (1) El Psalterium Veronense publicado por
Blanchini 1740, el texto griego en caracteres latinos, con la traducción latina
ítala a su lado, del siglo V o VI d. C.; cf. Tischendorf, Die Septuaginta (LXX), 1856,
Prolegg. p. LVIII s. (2) El Psalterium Turicense purpureum descrito por Breitinger
1748, con texto griego del siglo V o VI (cf. ibid. p. LIXf.). (3) Psalmorum
Fragmenta papyraccea Londinensia (en el British Museum), con Sal 10, 2; Sal 20, 14-36, del siglo IV, cf.
Tischendorf, Monumenta Sacra Inedita. Nova Collectio t. I. (4) Fragmenta Psalmorum Tischendor ana,
Salmos 141, 142, 144, del siglo IV o V, en Monumenta t. II.
Permanecen aún sin estudiar hasta nuestro tiempo: (1) El Psalterium Graeco-Latinum de la
librería de St. Gall, Cod. 17 en 4º, texto griego en caracteres unciales con el latín al lado. (2) Psalterium
GallicoRomano-Hebraico-Graecum del año 909, Cod. 230 en la librería pública de Bamberg (cf.
descripción de este MS en Schönfelder, Serapeum, 1865, No. 21). Fue escrito por Solomon, abad de
St. Gall y obispo de Constanza (murió el año 920), y llevado a Bamberg por el emperador Enrique II
(muerto en el 1024), que lo había recibido como regalo del monasterio de St. Gall; por lo que se re ere
a la crítica del texto de los LXX tiene la misma importancia que el MSS Veronense al que se parece.
32. Esto resulta claro a pesar de que se nos dice que Hai Gaon (de
Babilonia), habiendo encontradoun pasaje difícil en su lectura de los Salmos en
la Academia, acudió al patriarca de la Iglesia oriental, preguntándole como lo
interpretaban ellos; cf. Steinschneider, Jewish Literature, p. 125s.
33. Por otra parte, Dathe ha añadido en el prefacio de su trabajo los
fragmentos de la Peschitareunidos por Erpinius, con el nombre de ὁ Σύρος.
34. En esa línea, Montfaucon solo fue capaz de utilizar el MS del Vaticano
754 para 16 salmos;
Adler los ha comparado cuidadosamente y ha encontrado en ellos fragmentos valiosos de la Hexapla
(véase Repert. fr Bibl. u. Morgenl. Lit. XIV, p. 183s). El comentario de los Salmos de Barhebraeus y el
del Psalterium Mediolanense han comenzado a ser investigados con esta nalidad; pero todavía no se
ha estudiado el Salterio Siríaco de la Librería Medici, mencionado por Montfaucon, Bibliotheca
Bibliothecarum I 240, que el parecer está basado en la quinta columna de la Hexapla.
35. Cf. la sinopsis de Atanasio en Montfaucon, Hexapla t. 1, y la
contribución de un MS siríaco en el Repertorium für Bibl. u. Morgenl. Lit. (1784)
p. 48s.
36. Quiero escribiros brevemente, dice Jerónimo en la Epístola 106 ad
Sunniam et Fretelam. ut sciatis, aliam esse editionem, quam Origenes et
Caesareensis Eusebius omnesque Graeciae tractatores, Koine. id est,
Communem appellant atque Vulgatam et a plerisque nunc Λουκιανός dicitur;
aliam Septuaginta Interpretum, quae in Ἑξαπλοῖς codicibus reperitur et a nobis
in Latinum sermonem deliter versa est et Hierosolymae atque in Orientis
ecclesiis decantatur, (para que sepáis que hay otra edición que Orígenes y
Eusebio de Cesarea y todos los estudiosos griegos llaman Común, es decir,
Vulgata, aunque hay ahora muchos que le llaman la de Luciano; pero hay otra
edición de los Setenta Intérpretes, que se encuentra en los códices de la
Hexapla, y que nosotros hemos traducido elmente al latín, y que se canta en las
iglesias de oriente).
37. En ese contexto, Jerónimo (Ep. ad Augustinus CXII) menciona los
siguientes comentaristas griegos a los Salmos: 1) Orígenes, 2) Eusebio de
Cesarea, 3) Teodoro de Heraclea (el anónimo de la Catena de Corderius), 4)
Asterio de Scitópolis, 5) Apolinar (Apolinarios) de Laodicea, 6) Dídimo de
Alejandría. Entre los latinos aparecen los siguientes comentarios: 1) Hilario de
Poitiers, que tradujo o, mejor dicho, remodeló las homilías de Orígenes sobre
los Salmos (el mismo Jerónimo dice de él en Epístola 57 a Pammachio que
tradujo a su lengua las interpretaciones menos valiosas de Orígenes), 2)
Eusebio de Vercelli, que tradujo el comentario de Eusebio de Cesárea, y 3)
Ambrosio, que dependía también parcialmente de Orígenes. De Apollinar el
Viejo tenemos una Μετάφρασις τοῦ ψαλτῆρος διὰ στὶχων ἡρωΐκῶν, es decir, un
tipo de traducción de los salmos en versos heroicos. Él tradujo también el
Pentateuco y otros libros del Antiguo Testamento en versos heroicos.
38. Sobre las características de este comentario, cf. Reinkens, Hilarius von
Poitiers (1864) p. 291308.
39. Texto latino: Salus enim benedictio populi est, Dei laus, plebis
laudatio, plausus omnium, sermo universorum, vox Ecclesiae, dei canora
confessio, auctoritatis plena devotio, libertatis laetitia, clamor jucunditatis,
laetitiae resultatio. Ab iracundia mitigat, a sollicitudine abdicat, a maerore
allevat. Nocturna arma, diurna magisteria; scutum in timore, festum in
sanctitate, imago tranquillitatis, pignus pacis atque concordiae, citharae modo
ex diversis et disparibus vocibus unam exprimens cantilenam. Diei ortus Salum
resultat, Salum resonat occasus.
40. Así, por ejemplo el Talmud de R. Meir, Pesachim 117a, de ende
también la visión de que David es el autor de Todos los salmos: , תׁשבחות ׁשבספר
תהלים כולן דוד אמרmientras que en Bathra 14b se supone que los salmos tienen
diez autores: דוד כתב ספר תהלים על ידי ערׂשה זקנים, cf. Midrash a Cant 4, 4 y Ecl 7,
19. En el primer pasaje se supone que לתלפיותes un nombre emblemático del
Salterio. ספר ׁשאמרוהו לופיות הרבה, el libro de David al cual han contribuido las
bocas de muchos. Entre los comentaristas modernos hay dos, cf. Klauss, 1832, y
Randegger, 1841, que están escritos con el propósito de mostrar que todos los
salmos son de David.
41. Esta información puede encontrarse en la edición en griego moderno
del Comentario a los salmos de Nicodemo el Agiorita, en dos volúmenes
(Constantinopla 1819-1821), que contiene también extractos de la “catena” de
Nicetas Serronius.
42. Agustín no adopta el texto de Jerónimo como base, sino que utiliza la
versión latina anterior,cuyo texto original él quiso jar, y corregir aquí y allí,
partiendo de los LXX. Por el contrario, Arnobius, el semi-pelagiano, en su
comentario afro‒latino a los Salmos, no utiliza la así llamada Ítala, sino que
toma la traducción de Jerónimo; cf. 1ª edición de Erasmo, Basilea, 1522, quien,
lo mismo que Trithemnius (1462‒1516), le identi ca como apologista.
43. Cf. Curvorum hinc chorus helciariorum / Responsantibus Alleluja
ripis /Ad Christum levatamicum celeusma. /Sic, sic psallite, nauta et viator!
44. Cf. además el ensayo de O. Strauss, ya mencionado, Die heilige
Psalmodie oder der psalmodirende König David und die singende Urkirche,
1855, y el de W. von Glick, Das Psalterium nach seinem
Hauptinhalte in seiner wissenschaftlichen und praktischen Bedeutung, un buen ensayo católico, 1858.
Estas y otras obras muestran la importancia de los salmos en la edad de los Padres de la iglesia.
45. Los manuscritos de su texto se encuentran en parte en Paris y en
parte en San Petersburgo; losde Paris fueron llevados de Egipto por Munk, el
año 1841; y los de San Petersburgo por Tischendor , el año 1853.
46. Los himnos suecos, tomados de los salmos han sido recientemente
remodelados y aumentadospara uso de la Congregación por Runeberg (Orebro
1858).
47. Cf. Felix Bovet, Les Psaumes de Marot et de Beze, en el periódico de
Lausanne, Le Chretien Evangelique, 1866, No. 4.
48. Cf. ejemplos en Bonnet, Vida de Olympia Morata, traducción alemana
de Merschmann 1860, p.
131-135.
49. Wilhelm ilo, Melanchthon im Dienste an heil. Schrift (Berlin
1859, p. 28).
50. Cf. Kurtz, Zur eologie der Psalmen III, Dorpater Zeitschrift 1865, p.
352-358: “En el Antiguo Testamento, la justi cación por la fe, representada por
el evangelium visibile (evangelio visible) y por la oración sacri cial, no ocupa
todavía el lugar fundamental, primario y salvador que le atribuye Pablo en el
Nuevo Testamento, sino solo un lugar más secundario. La justi cación no se
concibe como una condición de la santi cación a la que se aspira, sino como
algo que nos ayuda a alcanzar la santi cación hacia la que tendemos de manera
siempre defectuosa”.
51. Cf. Kurtz, Zur eologie der Psalmen IV, p. 359-372, con nuestra
discusión en la introducción a Sal 35 y 109, que pertenecen a ese tipo de
salmos.
52. Véase Kurtz, Zur eologie der Psalmen II, p. 326‒352, sobre la
retribución.
LIBRO I.
SALMOS 1–41
Breve introducción al Salmo 1–2.
El lote de los piadosos y el de los impíos
La colección de los salmos y el libro de las profecías de Isaías se parecen
por su forma de empezar: Isaías comienza con un discurso sin encabezado
y los salmos con un himno que tampoco lleva encabezado. Estos textos sin
encabezado forman el prólogo de las dos colecciones.
Por Hch 13, 33, donde se citan las palabras “tú eres mi Hijo…” (que en
el libro actual de los salmos están en Sal 2, 7), diciendo que están “en el
primer salmo” (ἐν τῷ πρώτῳ ψαλμῷ) vemos que en tiempo antiguo Sal 1 se
tomaba como prólogo de la colección (esto es, no como salmo
propiamente dicho). La lectura ἐν τῷ ψαλμῷ τῷ δευτέρῳ (en el salmo
segundo) es una corrección antigua rechazada ya por Griesbach. De todas
formas, la numeración actual de los salmos está basada en una tradición
antigua.
Un escolio de Orígenes y Eusebio dice que Sal 1 y Sal 2 son en hebreo
un mismo salmo (cf. ἐν τῷ Ἑβραΐκῷ συνημμένοι), y lo mismo hace
Apolinar, a rmando que los dos primeros salmos estaban unidos (cf.
Ἡνωμένος δὲ τοῖς παῤ Ἑβραίοις στίχοις). Alberto Magno rati ca esta forma
antigua de clasi car los salmos, Salmus primus incipit a beatitudine et
terminatur a beatitudine (el primer salmo comienza con una
bienaventuranza y termina con otra); es decir, comienza con אׁשריun (Sal 1,
1) y termina con otro ( אׁשריSal 2, 12), de manera que, como dice B.
Berachoth 9b (cf. Jerónimo Taanith II, 2), los dos primeros salmos de la
colección actual formaban en principio un solo salmo ()חדא פרׁשה.
De todas formas, por lo que se re ere al tema, las cosas no son tan
seguras. Sin duda, Sal 1 y Sal 2 coinciden en ciertos aspectos (en el primero
aparece יהגה, en el segundo ;יהגוen el primero ודרך...תאבד, en el segundo
;ותאכדו דוךen el primero אׁשריestá al comienzo, en el segundo al nal…),
pero esas coincidencias de fraseología no son su cientes para a rmar que
los dos salmos tengan el mismo autor (Hitzig), o que están tan conectados
que forman un solo himno.
Estos dos salmos anónimos están relacionados más bien por el hecho
de que uno ha sido adaptado para formar el proemio del Salterio desde
una perspectiva ética y el otro desde una perspectiva profética. La cuestión
es, sin embargo, la de jar si esa fue la intención del recopilador del salterio
en su conjunto.
Quizá Sal 2 está vinculado a Sal 1 por el hecho de que Sal 1 ha sido
colocado como prólogo del Salterio para seguir el orden del Pentateuco,
desde la perspectiva de la Torá. El Salterio es el libro del Sí y del Amén, en
forma de himnos que responden a la palabra de Dios proclamada en la
Torá. Por eso, el Salterio comienza con un salmo que pone de relieve el
contraste entre el lote de aquellos que aman la Torá y el lote de los impíos,
en la línea del contraste que traza la exhortación de Jos 1, 8, en la cual, tras
la muerte de Moisés, Yahvé manda a su sucesor Josué que cumpla todas
las cosas que están escritas en el libro de la Torá.
Así como en el N. T., el Sermón de la Montaña, que es el sermón de la
ley espiritualizada, comienza con las bienaventuranzas (makarioi) así el
Salterio del Antiguo Testamento, enteramente centrado en la aplicación de
la Ley a la vida interior de los creyentes, comienza con los makarioi,
bienaventurados, אׁשרי. Por otra parte, el primer libro de los Salmos (Sal 1-
41) comienza con dos( אׁשריSal 1,1 y 2, 12) y termina con otros dos ( אׁשריSal
40, 5 y 41, 2).
Ciertamente, hay bastantes salmos que comienzan con אׁשרי, (el 32, el
41, el 112, el 119 y el 128); pero no por eso debemos suponer que existiera
un tipo especial de salmos - אׁשר. Así, por ejemplo, el Sal 32 es un מׂשיל, el
112 es un
Hallelujah, el 128 un ׁשיר המעלות.
En ese contexto podemos evocar la relación entre Sal 1 y el profeta
Jeremías, y así empezamos diciendo que las palabras de maldición y
bendición de Jer 17, 5-8, son como una paráfrasis expositiva y
embellecedora de Sal 1, pues, como resulta sabido, Jeremías suele
reproducir en el ujo de su discurso las profecías de sus predecesores, y
más especialmente las de los salmos, adaptándolas a su propio estilo.
Pues bien, en el presente caso, hay varias circunstancias que favorecen
la prioridad de Sal 1 sobre Jeremías, pues Jeremías aplica la maldición al
rey Joaquim, y de esa forma sitúa el salmo en la historia de su propio
tiempo. Por otra parte, en relación con su primer origen, este salmo 1 no
puede ser anterior a Salomón, pues la palabra ( לציםcf. bv’(y” al{å ~yciªle÷
bv;îAmb.W, ni en la silla de los escarnecedores se ha sentado) que
aparece solo aquí en el libro de los Salmos empezó a utilizarse aplicándola
a los incrédulos en el tiempo de la hokma (véase de nición de la palabra en
Coment. a Prov 21,24), cosa que nos remite al reinado de Salomón o a los
reyes que le siguen.
De todas formas, dado que Sal 1 no contiene ninguna observación
histórica, renunciamos a jar el momento de su composición,
remitiéndonos a San Columba cuando refuta la opinión de los que
atribuyen este salmo al sacerdote Yoyada, protector del rey Joas, diciendo
que no hemos de escuchar a aquellos que, en vez de ofrecer la verdadera
exposición de los Salmos, pretenden buscar falsas semejanzas buscadas en
la historia (Non audiendi sunt hi, qui ad excludendam Salmorum veram
expositionem falsas similitudines ab historia petitas conantur inducere)1.
– ~y[iîv'ñr son los impíos (sin Dios) aquellos cuya conducta moral es
laxa, desprovista de rectitud, como si fuera más allá de los límites
razonables de la verdadera nobleza, carente de estabilidad de carácter,
como un mar moviéndose en tormenta (cf. Is 57, 20)2.
– ~yaiJ’x;â (del singular חּטא, en vez del cual se encuentra
ordinariamente )חטאson los pecadores, ἁμαρτωλοί, cuya vida transcurre
entre pecados graves y mani estos.
El salmo didáctico anterior (Sal 1) que comenzaba con אׁשרי, viene seguido
con un salmo profético que termina con אׁשרי. Coincide también en otros
rasgos con Sal 1, pero sobre todo con salmos del primer tiempo de los
reyes de Judá (Sal 59, 9; Sal 83, 3-9) y con el estilo profético de Isaías. El
alzamiento confederado de las naciones y sus gobernantes contra Yahvé y
su ungido será destruido en pedazos por el poder imperturbable y el
dominio todopoderoso que Yahvé ha con ado a su Hijo, su Rey, sobre Sión.
En esa línea avanza el pensamiento básico de este salmo, elaborado de
un modo apasionado, en forma de representación dramática. Las palabras
del cantor y vidente forman el principio y n del salmo. Por otra parte, los
rebeldes contra Yahvé y su ungido se sitúan en primera línea y hablan por
sí mismos. Pero el encuadre está formado por el discurso del compositor,
que, a modo del coro del drama griego, expresa las re exiones y
sentimientos que se producen en los espectadores y oyentes.
Este poema no es puramente lírico, pues la personalidad del poeta
queda en un segundo plano. El Ungido de Dios, que empieza hablando en
la mitad del salmo (2, 7), no es el poeta anónimo, sino que puede ser más
bien un rey de su tiempo, que aparece aquí a la luz de la promesa
mesiánica, como aquel rey ungido del futuro, en quien debe cumplirse la
misión y profecía del rey davídico sobre el mundo. Sea como fuere, este
Ungido se presenta ya aquí con el poder y gloria de Dios con que el Mesías
viene a presentarse en los profetas.
Este salmo es anónimo. Por esta razón no debemos atribuirlo ni a
David (Hofmann) ni a Salomón (Ewiger), pues no se puede deducir nada de
eso de Hch 4, 25, porque en el Nuevo Testamento los Salmos aparecen
como “himnos de David”, sin implicar que hayan sido escritos sin más por
él. En esa línea resulta más aventurado atribuir a David o Salomón un
salmo anónimo que negar la autoridad davídica o salomónica a uno que
aparece encabezado
con לדודo לׁשלמה.
Por otra parte, el tema de fondo del salmo no es del tiempo de David
(Kurtz) ni del tiempo Salomón (Bleek). En un sentido, podría pertenecer al
reinado de David, porque en su tiempo aparece al menos una coalición de
pueblos como aquellos que supone este salmo, cf. 2 Sam 10, 6. Por el
contrario, no puede ser de Salomón, porque en su reinado, aunque hubo al
nal ciertos alzamientos (1 Rey 11, 14), no se puede deducir que hubiera
nada semejante como la confederación de pueblos enemigos que supone
este salmo.
Podríamos inclinarnos más bien por el tiempo de Ozías (Meier) o de
Ezequías (Maurer), pues ambos heredaron el reino en una situación de
debilidad, y se enfrentaron con la alianza de pueblos del entorno en contra
de la casa de David. La situación podría corresponder a la del tiempo de
esos reyes, porque los pueblos que se rebelaron entonces habían estado
antes sometidos a Yahvé y a su Ungido. Pero, en sentido estricto, no
tenemos indicaciones históricas que podrían apoyar esta suposición.
Si el autor del salmo fuera el Ungido de Dios que habla en 2, 7,
deberíamos saber al menos que el salmo fue compuesto por un rey
poseído por una elevada conciencia mesiánica. Pero el movimiento
dramático del salmo que se expresa en el 2,10 ( )ועתהva en contra de la
identi cación del Ungido de Dios con el poeta. Por otra parte, la suposición
de que el autor del salmo fue Alejandro Janeo (Hitzig), aquel gobernante
sangriento, que inauguró su reino con un fratricidio, es una suposición que
va en contra del carácter moral y de alianza con Dios del salmo,
convirtiéndolo en pura falsedad.
El Antiguo Testamento no conoce ningún gobernante no davídico al
que se le atribuya dominio sobre el mundo y liación de Dios (2 Sam 7, 14;
Sal 89, 28). Los acontecimientos de su propio tiempo que in uyeron en la
mente del poeta no son ya claros para nosotros. Solo es claro el hecho de
que esos acontecimientos tumultuosos desembocarán en el hecho de que
todos los reinos reconocerán el Reinado de Dios y de su Cristo (Ap 11, 15;
Ap 12, 10).
Este salmo se cita en el N. T., más que ningún otro. Según Hch 4. 1, 1.
25-28, el argumento del salmo se ha cumplido en la hostilidad
“confederada” de Israel y de los gentiles contra Jesús, el Santo Siervo de
Dios, y contra sus confesores, los cristianos. La Carta a los Hebreos vincula
el Sal 110 y el Sal 2, el primero como el testimonio del sacerdocio eterno
de Jesús, según el orden de Melquisedec, y el segundo como el testimonio
de su liación, que es superior a la de todos los ángeles.
Por su parte, Pablo muestra en Hch 13, 33 (cf. Rom 1, 4) la forma en
que ha de entenderse el “hoy” al que alude el salmo. Conforme a su propio
cumplimiento, ese “hoy” es el día de la resurrección de Jesús: Habiendo
nacido (resucitado) de los muertos y habiéndose sentado a la derecha de
Dios, Jesús entró en su Día (es decir, en el tiempo de su triunfo), que la
iglesia llama, por tanto, dies regalis, día real, de su eterna realeza, esto es,
día de su resurrección.
La resonancia de este salmo en el N. T., es aún más profunda y extensa.
Los dos nombres del mesías futuro que se utilizan en tiempos de Jesús,
Cristo e
Hijo de Dios (ὁ Χριστὸς y ὁ υἱὸς τοῦ θεοῦ, Jn 1, 50; Mt 26, 63, en boca de
Natanael y del Sumo Sacerdote) remiten a este salmo y a Dan 9, 25, así
como ὁ υἱὸς τοῦ ἀνθρώπου se re ere de un modo indudable al Sal 8, 5 y
Dan 7, 13.
La opinión mantenida por De Wette y Hupfeld, según la cual este salmo
no debe aplicarse a la visión cristiana del Mesías, puede quizá mantenerse
desde la perspectiva técnica de un profesor universitario, pero no se aplica
al lenguaje de los apóstoles y del Nuevo Testamento. Por otra parte, en Ap
19, 15 y 12, 5, Jesús aparece exactamente en la forma en que le representa
este Salmo, como ποιμαίνων τὰ ἔθνη ἐν ῥάβδῳ σιδηρᾷ. La función del
Mesías no es solo la de Salvador, sino también la de Juez. La Redención es
el comienzo y el juicio es el nal de su obra. A ese nal de juicio se re ere este
salmo.
El mismo Señor Jesús se re ere frecuentemente a sí mismo en los
evangelios, llevando por un lado el centro de la paz y por otro el cayado
del pastor, y también el cetro o bastón de hierro, Mt 24, 50, Mt 21, 44, Lc
19, 27. En esa línea, el día de su venida es ciertamente el tiempo del gran
juicio, día de la ὀργὴ τοῦ ἀγνίου, Ap 6, 17. Ante eso quedan sin
fundamento las creaciones mesiánicas ultraespiritualistas de los exégetas y
profesores iluminados, lo mismo que las esperanzas mesiánicas carnales
de los judíos quedaron superadas con la venida del Cristo.
2, 1. Este Salmo comienza con una estrofa de siete líneas, regidas por un
hM’l’â, por qué, indicando desde el principio que el intento malvado de los
enemigos se condena a sí mismo, carece de fundamento, no puede dar
fruto. Esta certeza se expresa con una admiración involuntaria, en forma
de pregunta. La interrogación hM’l’â, seguida por un pretérito busca el
fundamento de esa conducta malvada: ¿Por qué se han unido los pueblos
de una forma tan tumultuosa (Aquila, ἐθορυβήθησαν)? Esa pregunta,
seguida por un futuro, quiere saber la razón de ese gesto inútil: ¿Por qué
imaginan cosas vanas?
La palabra qyrI) podría ser un adverbio, equivalente a לריק, pero aquí
es más bien un acusativo, como en Sal 4, 3, porque el verbo WGh.y< signi
ca un tipo de meditación y deseo interno que se expresa solo en forma de
murmullo mudo (de tipo engañoso, como en Sal 38, 13) y requiere un
objeto. Por medio de este qyrI) se justi ca el asombro involuntario de la
pregunta: ¿Qué propósito tiene este empeño vacío, falto de razón, sin
posible e cacia? Pero el salmista, que actúa como sujeto y miembro del
reino de Dios, conoce muy bien a Yahvé y a su Ungido, sabiendo así de
antemano la falta de sentido y la impotencia de una rebelión como esa.
Así lo indica claramente 2, 2, que sigue describiendo el estado de la
cuestión, sin que sus palabras se subordinen ya a למה. El futuro describe lo
que está sucediendo en el momento actual. Los enemigos aparecen en una
postura desa ante (con Wb’C.y,t.yIï, como en 1 Sam 17, 16), tras lo cual
tenemos una transición al perfecto con una expresión más descolorida,
dx;y"+-Wds.An* (consultan unidos en reciprocidad, como en Sal 83, 6,
pero en orden inverso) a n de asegurarse mutuamente (como indica el
árabe sawadâ , que, como bien observa el turco Kamus, tiene el sentido de
clam cum aliquo locutus est, hablar unos con otros, para fortalecerse
mutuamente, de hacer más presión, deliberando así juntos (cf. Sal 31, 14 y
נועץ, Sal 71, 10).
Los sujetos #r<a,ª-ykel.m; y ~ynIïz>Ar (conforme al árabe razuna, ser
poderoso, ser fuerte, en el sentido de los dignatarios, σεμνοί, augusti)
aparecen sin artículo, conforme al estilo poético. El texto nos sitúa así ante
un alzamiento general de los pueblos de la tierra, en contra de Yahvé y de
su Mesías (Ax*yvim.-l[;w> hw"hy>÷-l[), es decir, en contra de su Χριστὸς,
el rey ungido por Dios con óleo santo, vinculándose así más
profundamente con él.
Esto indica que el salmista está oyendo el fallo de la deliberación de los
príncipes (2, 3). El su jo emô en vez de ̄ ehê ḿ (cf. Amyte(bo[] y
Amyte_Ars.Am) se re ere a Yahvé y a su Ungido. Los cohortativos
expresan la vinculación de sentimientos, mostrando que los sonidos y el
ritmo de las exclamaciones responden al oscuro murmullo del odio y del
desafío amenazador de los que quieren alzarse contra el orden de Dios y su
Ungido. El ritmo es yámbico y después anapéstico.
Los sublevados han decidido romper primero las cadenas (מוסרות, cf.
Amyte_Ars.Am), es lo mismo que )מאסרותa las que se alude con את, de un
modo signi cativo, en un estilo poético, para evocar después las cuerdas que
les atan
(con מּמנּו, a nobis, que es el modo palestino de escribir, a diferencia del
modo de los babilonios que escriben y mimeenuw, como puede verse en B.
Sota 35a), indicando en parte la opresión de los cautivos y en parte el
triunfo de los hombres libres.
Ellos, los que se rebelan, son en parte, en el presente, súbditos de
Yahvé y de su Ungido, no solo porque todo el mundo en general está
sometido a Yahvé, sino especialmente porque él ha ayudado a su Ungido
para obtener el dominio sobre todos. Estos sublevados luchan según eso
por su propia libertad, pero por una libertad que es opuesta a Dios.
Tras la escena anterior (2, 1‒3) que traza el impulso salvaje de la
batalla de los que se elevan contra Dios y contra su Ungido, el salmista
presenta desde 2, 4 la acción de Yahvé, elevando en espíritu su voz de
trueno en contra de los rebeldes (cf. 2, 4ss). En contraste con los
gobernantes y los acontecimientos de la tierra, Yahvé aparece como aquel
que mora en los cielos (~yIm,åV’B; bveäAy), como aquel que está
entronizado por encima de la tierra, con majestad inalcanzable, con gloria
permanente.
Él aparece como yn"©doa, es decir, como Señor que controla todo lo
que acontece o sucede abajo, con poder absoluto, conforme al plan que ha
trazado con su sabiduría, de forma que no hay nada que impida realizarlo.
Los futuros que siguen describen no aquello que él hará en el futuro, al nal
de toda la historia, sino lo que él está ya realizando siempre (cf. Is 18,4).
Según eso, en la línea de Sal 59, 9; Sal 37, 13, למוpertenece también a יׂשחק
(con ׂשחקque en el lenguaje posterior al Pentateuco tiene el mismo sentido
que )צחק.
2, 5. Dios se ríe ante aquellos que le desafían, porque entre ellos y él hay
una enorme distancia. Dios se burla permitiéndoles que, en su estupidez
sin medida, ellos, que son los in nitamente pequeños, puedan llegar a un
clímax en su protesta, para arrojarlos luego a la tierra de su desengaño.
Este clímax, que marca el límite extremo del aguante de Dios, está
determinado por la partícula אז, como en Dt 29, 19, cf. ׁשם, Sal 14, 5; Sal 36,
13, que puede traducirse por “entonces”, pero re riéndose al futuro, para
indicar la crisis que en ese momento sobreviene.
Entonces, según el salmista, Dios comienza a mostrar, de pronto, el
lenguaje de su ira contra sus enemigos para confundirles con el fuego de
su cólera, desconcertándoles totalmente, en sentido externo e interno (en
el espíritu). ( ּבהלAmle(h]b;y>), árabe bhl, de la familia de ּבלּה, signi ca
originalmente “soltar”, dejar que se vayan, y luego, en hebreo, a veces
sobrepasar (dominar) externamente, pero también, internamente,
confundir y desconcertar. Este verso, 2, 5, es como el estallido del trueno
(cf. Is 10, 33). AnðArx]b;, como el fogonazo destructivo del relámpago. Y
de esa manera, así como la estrofa anterior terminaba con las palabras de
los rebeldes (cf. 2, 3), esta termina con las palabras del mismísimo Yahvé
(cf. 2, 5ss).
En esa línea, 2, 6, empieza con ynIa]w,â una frase adverbial, como en Gen
15, 2; Gen 18, 13; Sal 50, 17. La cláusula principal suprimida aquí (cf. Is 3,
14; Ewiger 341c) se puede suplir fácilmente: “Os estáis rebelando, y sin
embargo yo…”. De esa manera, con su ynIa]w,â, Dios indica que se opone
de un modo irresistible a la empresa vana de los pueblos rebeldes.
Böttcher ha mostrado que no debemos traducir yo he ungido (2, 6)
(Targum, Símaco). Ciertamente נסך, árabe nsk, signi ca derramar, pero no
“derramar sobre”, de manera que en vez de “ungir” (derramar sobre,
verter, como en הּקיק,)הּקיג, aquí tenemos el sentido de establecer
rmemente en un lugar (pasando así de fundere a fundare, constituere,
constituir, como traducen los LXX, texto sirio, Jerónimo y Lutero), de
manera que נסיךla palabra para príncipe no puede compararse con מׁשיח,
sino más bien con otra4, como con
נציב.
De manera adecuada el Targum introduce ( ּומניתיּהet praefeci eum)
después ( רּביתיunxi), porque el lugar de la unción no es Sión ( )על־צּיוןsino el
Mesías. La historia no menciona ningún rey de Israel que haya sido ungido
sobre Sión, que es más bien la sede real del ungido, donde él es instalado,
a n de que pueda reinar y gobernar desde allí, Sal 110, 2.
Sión es la colina de la Ciudad de David (2 Sam 5, 7; 2 Sam 5, 9; 1 Rey 8,
1) incluyendo el “monte” Moria, que es lo que aquí quiere indicarse. Esta
colina de santidad, es decir, la colina santa, que es el lugar de descanso de
la divina presencia y que, por tanto, sobresale sobre todas las alturas de la
tierra es asignada por Dios para su Ungido, para que sea su Trono.
2, 7. El mismo Ungido es quien ahora habla, y expresa quién es él, y lo que
es capaz de hacer, por virtud del decreto divino. No hay ninguna palabra
de transición, ni ninguna fórmula de introducción que denote este cambio
repentino, desde el discurso de Yahvé al discurso de su Cristo.
En este momento el salmista actúa como vidente; su salmo es la
pintura que re eja como en un espejo lo que él ha visto y el eco de lo que
ha oído. Dado que Dios le ha reconocido como rey sobre Sión, en oposición
a los rebeldes, el rey de Sión apela ahora a Dios, para enfrentarse así a los
rebeldes. El nombre de Dios, hw"©hy, tiene aquí un rebia magnum y, a
causa del ritmo de toda la entonación de ese acento, tiene una gaia junto
a la sheb (cf. Sal 25, 2, yh;ªl{a/ y 68, 8, ~yhiªl{a/)5.
La construcción de סּצרcon ( אלla,ñ( hr"ªP.s;a, como en Sal 69, 27, cf.אמר
, Gen 20, 2; Jer 27, 19, 2 , ּדּברCron 32, 19, הודיע, Is 38, 19), que se utiliza
con el sentido de narrar o hacer un anuncio solemne con respecto a algo,
es muy precisa y formal. El Ungido muestra de esa forma su gran autocon
anza, de manera que él puede y quiere oponerse a aquellos que no le
reconocen, transmitiéndoles una חק, es decir, una determinación o ley
rme, que no puede ser cambiada ni anulada.
Todas las versiones antiguas, con la excepción de la siríaca, leen חק־יהוה
unidas (nuestro texto pone las palabras separadas, rm;«a' hw"©hy>) qxoï
la,ñ( hr"ªP.s;a, yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho…). Al unir las
dos palabras, la estrofa se vuelve más simétrica, pero la expresión pierde
fuerza, pues el texto insiste en el “decreto” como tal, en absoluto, pero no
en Yahvé, de quien viene ese decreto. En ese sentido, en contra de las
ediciones antiguas, que ponen חק־יהוה, el acento olewejored insiste en el
decreto como tal, y así puede ponerse אל־חק, de manera que ese decreto
queda resaltado, presentándose como absoluto, conforme a un estilo bien
conocido por la gramática árabe.
Este es un decreto mayestático, tanto por su autor como por su tema.
Yahvé le ha declarado “tú eres mi Hijo”, hT’a;_ ynIïB.6, y esto en el día
muy concreto en que él ha sido concebido o ha nacido desde el mismo
Dios, conforme a esta relación lial. El verbo ילדvincula en sí mismo, como
γεννᾶν, las ideas de concebir y de dar a luz (LXX γεγέννηκα, Aquila ἔτεκον).
Lo que aquí se indica es una operación del poder divino, que se eleva sobre
ambos momentos (concebir y dar a luz), y eso de manera aún más rme
cuando el texto se re ere, como hemos visto, al hecho de constituir a
alguien como rey, al engendramiento a una forma de existencia regia, que
se realiza en y a través de un acto de unción ()מׁשח.
Tanto si se re ere a David como tal, o a un hijo de David, o a otro David
futuro, lo que 2 Sam 7 ha querido decir ha de tomarse como la primera y
más antigua proclamación de este decreto. Porque fue aquí donde, en
referencia a su propia unción y, al mismo tiempo, a la promesa de un
dominio perdurable, David recibió el testimonio de la liación eterna que
Yahvé había determinado para su descendencia, en relación con él, como
padre de su estirpe, de tal forma que él (David) y sus descendientes
pueden atreverse a decir a Yahvé אבי אֹוה, tú eres mi Padre (cf. Sal 89, 27),
lo mismo que Yahvé puede decirle a David ּב ניאֹוה, tú eres mi Hijo. A partir
de esta liación del Ungido respecto a Yahvé, creador y poseedor de todo lo
creado, uye esta pretensión y expectación de dominio mesiánico sobre el
mundo.
Después de la a rmación (expresada en forma de institución lial) sigue el
cohortativo, expresado por> yNIM,ªmi la;Ûv. (2, 8), pídeme… (Gesenius
128, 1). Yahvé ha concedido a su Hijo el dominio sobre el mundo; por eso,
él necesita solo que su Hijo le exprese su deseo para cumplírselo y así
concederle aquello que le corresponde. El Hijo no tiene más que desear, y
Dios le otorgará todo lo que le pida, dándole su autoridad sobre los
rebeldes.
Esta autoridad, determinada en Sal 2, 9, tiene un contenido terrible para
los rebeldes. El su jo con el que se alude a los ~yIAgâ o pueblos de 2, 8
debe aplicarse ahora a los paganos como tales. Para los paganos, el cetro
de dominio del Hijo de Dios (cf. Sal 90, 2) se convierte en cetro o vara de
hierro, que les destruirá en mil piezas, como a una vasija de alfarero (Jer
19, 11).
En estos textos נּצץalterna con ( רעעigual a רעץ, romper, fut. )ֹורע. Por su
parte, los LXX (con siríaco, Jerónimo), traducen ποιμανεῖς αὐτοὺς ἐν ῥάβδῳ
(como en 1 Cor 4, 21) σιδηρᾷ, suponiendo que el texto hebreo ponía ֹורעם
de רעה, como en nuestra edición (~[eroT.â). De esa manera, la vara de
hierro que, conforme al texto hebreo, es un instrumento de poder punitivo
(para romper, para destruir las piezas de alfarería), se convierte, por
referencia al ׁשבטen un cayado de pastores (cf. Sal 23, 4; Miq 7, 14),
entendido como instrumento de poder despótico.
2, 10. El poeta termina su salmo con una aplicación práctica dirigida a los
grandes de la tierra, para que actúen conforme a lo que él les ha dicho (lo
que él ha visto y oído). Con ועֹוה, ahora, καὶ νῦν (cf. 1 Jn 2, 28), itaque, se
deducen unas conclusiones apropiadas a partir de algún tema moral (e. g.,
Prov 5, 7) o de algún hecho conectado con la historia de la redención (e. g.,
Is 28, 22). La exhortación no se dirige ya en concreto a los rebeldes del
principio del salmo, sino a los reyes en general, desde la perspectiva de
aquello que el poeta ha visto y oído.
En esa línea, los #r<a'( yjep.voå, no son aquellos que juzgan la tierra,
sino los jueces como tales, es decir, los gobernantes (Am 2, 3, cf. 1, 8), que
forman parte de la tierra, en toda su longitud y anchura. El hi l WlyKi_f.h;
signi ca mostrar inteligencia o discernimiento. El nifal Wrªs.W"hi (de )נוסר
es un así llamado nifal tolerativum: dejarse castigar, instruir, como נועץen
Prov 13, 10, ser avisado, נדרׁש, Ez 14, 3, ser buscado, נמצא, ser encontrado
(cf. 1 Cron 28, 9 y frecuentemente). Esta llamada general a la re exión
aparece seguida en 1 Cron 28, 11, por una exhortación especial referida a
Yahvé, y en Sal 2, 12, en referencia al Hijo.
Por su parte, las palabras WlygI©w>÷ y Wdåb.[I (servid a Dios,
alegraos por su Hijo…), con el verbo WlygI©w>÷ no pueden entenderse
aquí en el sentido de Os 10, 5, en una línea de temor (como supone Hitzig),
sino que han de tomarse, como en los restantes casos, en el sentido de
“alegrarse”, como en Sal 100, 2, como expresión de un gozo desbordado
por la alegría y el honor de poder ser servidores del Dios que aquí se mani
esta. En esa línea traducen rectamente los LXX, ἀγελλιᾶσθε αὐτῷ ἐν τρόμῳ
(alegraos por/con él en temor). A n de que no desemboque en un exceso
de seguridad y soberbia, esta alegría debe estar moderada con un temblor
(con ּבcomo en Sof 3, 17), es decir, con un temor de reverencia y de
autocontrol, porque Dios es un fuego devorador, Hebr 12, 28.
2, 12. Esta segunda exhortación, referida al Ungido ha sido pasada por alto
por todas las versiones antiguas, excepto por la siríaca, como si su claridad
hubiera cegado a los traductores, pues ellos traducen rb; ‡ como pureza,
castidad, disciplina (LXX, Targum, Ítala, Vulgata), o como algo puro, no
mezclado (Aquila, Símaco, Jerónimo, adorate pure). En esa línea traducen
también
Hupfeld (manteneos sinceramente) y Ewald (recibid toda advertencia) y
Hitzig (someteos al deber, con ּברcomo en el árabe birr). Por su parte,
Olshausen piensa que debe haber alguna equivocación en la palabra בר,
Diestel pone בוen vez de בר.
Pero el contexto y el uso del lenguaje exigen que se traduzca
osculamini lium (besad, honrad al Hijo). El piel WqV.n, signi ca siempre
“besar”, y nunca otra cosa. Ciertamente, ּברen hebreo signi ca, en un
sentido, pureza y nada más… Pero rb;‡, en absoluto es también “hijo”. Por
eso, después que Dios ha declarado que el Ungido es su Hijo (con ben,
ynIïB., 2, 6), resulta absolutamente normal que, en este momento
solemne, el salmista se re era al Hijo de Dios, presentándolo de un modo
absoluto, sin artículo, como en el caso de חק, re riéndose al único Hijo que
es Hijo de Dios7.
La exhortación a someterse a Yahvé viene seguida según ha observado
Aben-Ezra, por la exhortación a rendir homenaje al Hijo de Yahvé. Besar
signi ca ofrecer un homenaje. Así Samuel besa a Saúl (1 Sam 10, 1),
mostrando que le rinde homenaje (cf. F. Scacchi, Myrothecium, LIII, 1637,
cap. 35). Sin embargo, el sujeto que sigue no es el Hijo, sino Yahvé.
Ciertamente, según la conciencia del N. T., es muy posible referir al Hijo la
advertencia “a n de que no se enoje” (véase Ap 6, 16). La advertencia en
contra de poner la con anza ( )חסותen los príncipes (Sal 118, 9; Sal 146, 3)
no puede aplicarse al Cristo de Dios, pero no es imposible que la petición
de (Ab* yseAxï-lK’)), al nal de este salmo (2, 12) se re era a él.
De todas formas, dado que Ab* yseAxï es la palabra usual para
referirse a poner la con anza en Yahvé y que el día futuro de la ira se re ere
siempre en el A. T., (e.g., Sal 110, 5) al día de la ira de Dios, nosotros
aplicamos el irascatur (para que no se enoje) a aquel Dios cuyo Hijo es el
Ungido. Por eso, el texto ha de ser traducido: A n de que Yahvé no se enoje
y perezcáis ( ּדרךen el camino). Este ּדרךestá en acusativo indicando una de
nición más exacta del motivo de fondo (en el camino en que cada uno se
pierde), en la línea de Sal 1, 6 que hablaba de la perdición, del camino que
conduce a un hombre al abismo.
Se puede discutir si j[;äm.i signi ca por un poco, en sentido de brevi por
un tiempo o facile fácilmente. El usus loquendi y la posición de las palabras
están a favor del último sentido (Hupfeld). En todos los demás casos, ּכמעט
signi ca por sí mismo (sin las adiciones que hallamos, por ejemplo, en Esda
9, 8; Is 26, 20; Ez 16, 47) “por un poco, aproximadamente, fácilmente”.
Ese es el sentido al menos cuando el término aparece después de una
cláusula hipotética antecedente, como en Sal 81, 15; 2 Sam 19, 37; Job 32,
22. Según eso, el pasaje ha de ser traducido: Pues su ira puede encenderse
rápidamente, o puede arder de repente. El poeta advierte a los
gobernantes, en su propio interés, que no exciten el celo airado de Yahvé
por su Cristo. Por el contrario, a todos los que no tienen nada que temer
de parte de los estallidos de ira de Dios les va bien, porque confían en
Yahvé como su refugio.
El estado constructo yseAxï conecta con בו, sin un genitivo de relación,
cf. Gesenius 116, 1. yseAxï es la palabra usual para referirse a las personas
que se ponen de un modo con ado en las manos de Yahvé, en el sentido
radical de la palabra, que no signi ca refugere, confugere, sino se abdere,
condere, adherirse a, fundarse en, y no se combina nunca con אל, sino
siempre con 8.ּב
Según eso, esta expresión ( )לנּקחno puede signi car aquí “dirigir” sin
más, en sentido general, pues la dirección pertenecía a los tres maestros
principales, y los címbalos parecen más adecuados para dirigir la música
que las cítaras. Esta expresión signi ca: “tomar la dirección de conjunto de
los instrumentos musicales”. Los címbalos dirigían en un sentido la marcha
de la música, pero las cítaras estaban mejor adaptadas para ir trazando la
melodía del conjunto, como en nuestro tiempo los violines en relación con
clarinetes. Según eso, parece que el מנּקחno era el director de la música en
general, sino un tipo de maestro del sonido (alguien que dispone el orden
y marcha del toque de los instrumentos).
Conforme a esa expresión, el encabezamiento atribuye al מנצחel deber
de organizar el despliegue del canto y de entrenar a los levitas del coro,
conforme al sonido de los instrumentos. Según eso, esa palabra muestra
que los salmos, al ser representados, tocados y cantados en el templo,
necesitaban un maestro de música, para organizar la intervención de los
diversos instrumentos.
Por otra parte, la traducción del Targum (que es la que adopta Lutero)
corresponde también a este sentido general de la expresión, לׁשּבחא, es
decir, re riéndose a los instrumentos musicales que han de ser tocados
litúrgicamente. En esa línea los LXX dicen εἰς τὸ τέλος, que signi ca “para su
ejecución”, sin una referencia al tiempo escatológico (para el nal)15.
La palabra tAn©ygIn>Bi que se añade en el encabezamiento no está
gobernada por x;Ceîn,m.l, sino que es independiente, como puede verse
por Hab 3, 19, en el sentido de: Al cantor principal, con acompañamiento
de instrumentos de cuerda, que Hitzig traduce, al jefe cantor de mis piezas
musicales. Pero נּקח ּבno tiene sentido como frase (de manera que las dos
palabras (tAn©ygIn>Bi x;Ceîn,m.l;) no pueden ir unidas, y además נגינהno
signi ca una pieza de música. El piel נּגן, completado con ּביר, signi ca tocar
las cuerdas (de la misma raíz que )נגע, tocar un instrumento de música. De
aquí viene ( נגיותSal 77, 7; Is 38, 20) que se utiliza casi siempre en plural en
el sentido de tocar instrumentos de cuerda.
Por eso, la palabra de encabezamiento( ּבנגינותcf. Sal 4, 1; Sal 6, 1; Sal
54, 1; Sal 67, 1; Sal 76, 1 se traduce “con un acompañamiento de
instrumentos de cuerda”, con la bet ()ּב, como en Sal 49, 5; Is 30. 29. 32. El
salmo ha de ser cantado en compañía de (con) un acompañamiento de
instrumentos de cuerda. El hecho de que se pongan como encabezamiento
las palabras tAn©ygIn>Bi x;Ceîn,m.l;, precediendo a מזמור לדודsurgió
probablemente del hecho de que ellas fueron escritas originalmente en la
parte superior, sobre el título principal que ofrecía el nombre genérico del
himno y del autor.
4, 1 (en hebreo 4, 2) Yahvé es yqiªd>ci yheÛl{«a/, Dios de mi justicia,
posesor de la justicia, autor de la justicia, y vengador de los que son
juzgados injustamente y de los que persiguen a los justos. A este Dios de la
justicia, David le presenta de un modo creyente como “su Dios” (cf. Sal 24,
5; Sal 59, 11); porque él mismo (David) posee la justicia en Él (en Dios), de
forma que la justicia que él busca la busca en Él (en Dios). Esto no es algo
que él ignorara, pues así se lo asegura su experiencia anterior cuando sigue
diciendo en 4, 1: porque tú me diste un espacio (anchura) cuando yo
estaba en la angustia (estrechado).
En conexión con esta relación con rmatoria de yLi_ T’b.x;är>hi rC’B;â
(cuando estaba en angustia me confortaste) es muy probable que nos
hallemos ante una cláusula atributiva (Hitzig) que no tiene valor
independiente, sino que ha de entenderse desde el contexto en sentido
retrospectivo, con rmando lo anterior. T’b.x;är>hi no es una palabra de
ruego (Bötticher), porque el perfecto de certeza con colorido precativo (de
ruego) aparece solo en pasajes exclamativos como el de Job 21, 16 (cf.
Coment. a ese pasaje)16.
4, 2–3 (en hebreo 4, 3-4). Como hombre justo en relación con Dios, el
orante se vuelve con rechazo intenso en contra aquellos que le desprecian,
es decir, contra los partidarios de Absalón porque su honor (como rey
elegido por Dios) se identi ca con el mismo honor de Dios. A diferencia de
los ּבני אדם, hombres que aparecen perdidos entre la multitud, el orante
habla de los vyai‡ ynEïB., que son aquellos que ocupan un lugar
importante, por encima de la multitud. Esta distinción puede verse en
pasajes como Sal 49, 3; Sal 62, 10; Prov 8, 4; Is 2, 9; Is 5, 15.
En este salmo y en el anterior, David no presenta a su hijo Absalón
como un degenerado, como lo hace cuando se re ere al rey Saúl que le
estaba engañando, en los salmos que pertenecen a su persecución por
Saúl. En este salmo, los ataques de David van en contra del partido
aristocrático, que está utilizando a Absalón como instrumento a su
servicio. A ellos es a quienes dice ¿Hasta cuándo (hm,ì-d[;) volveréis mi
honra en infamia, os burlaréis de mí, como se puede decir en latín
quousque tandem dignitas mea ludibrio, hasta cuándo os burlaréis de mi
dignidad?
Las dos cláusulas siguientes son frases circunstanciales subordinadas a
la principal (hm,ì-d[;), semejantes a Is 1, 5 (cf. Ewiger 341b). El futuro
enérgico con nun paragógico nal (qyrI+ !Wbåh'a/T) no suele aparecer al
principio de una cláusula independiente; por lo tanto, el texto ha de
traducirse: ¿Hasta cuándo… amaréis la vanidad, ריק, lo que es vacío? Ese
nombre de ne el verdadero rango de los enemigos de David, que son vacío,
apariencia. Por eso él dice: ¿Hasta cuándo buscaréis bz"åk', es decir, la
mentira? Ellos están buscando cualquier posible pretexto para mentir, a n
de arrastrar por el suelo el honor del rey legítimo.
Los que dicen que aquí se trata solo del honor de David como persona
y no de su dignidad real separan cosas que son inseparables. En realidad,
los enemigos están ansiosos de injuriar al mismo tiempo la reputación o
cial y personal de David; por eso, él apela, en contra de ellos (4, 4) no solo
a su elección divina, sino también a su relación personal con Dios, en la
que se fundamenta la elección divina.
La primera waw de W[ªd>W (lo mismo que en 2 Rey 4, 41) es una waw
de secuencia: Y así conocerán ellos… El hi l hl'äp.hi (de la raíz ּצללo ּצלא, que
en principio tiene el sentido de dividir) signi ca hacer una separación,
introducir una distinción, como en Ex 9, 4 y 11, 7, estableciendo de esa
forma una ruptura extraordinaria y notable (cf. Ex 8, 18), como muestra Sal
17, 7, cf. Sal 31, 22. Según eso, aquí no se alude a una elección normal (que
sería con )ּבחר, sino a una elección extraordinaria, para un honor
extraordinario (LXX, Vulgata miri cavit). Windberg en su traducción a los
Salmos pone gewunderlichet, elegir de un modo admirable.
La partícula Al va vinculada al verbo, como en Sal 135, 5, y el acento
principal recae en hasid, dysiäx', el piadoso, es decir, aquel a quien no han
distinguido los hombres, sino Dios mismo, haciéndole hasid, es decir, un
hombre de piedad. Esa palabra puede tener dos matices, (a) Como en
siríaco חסידאen el sentido de רהימא, favorecido por Dios. (b) O como en el
uso bíblico del lenguaje (cf. Sal 12, 2 con Is 17, 1), con un signi cado activo,
como ּצריץ, ּצליט, y otras palabras semejantes, con el sentido de tener un
afecto fuerte, estar muy afectado (cf. hisṣ tener un afecto intenso), en
hebreo, tener un amor fuerte y ardiente.
Como buen חסיד, el orante no llama a Dios en vano, sino que recibe una
respuesta rápida. Por eso, el intento de los enemigos que quieren
calumniar a David va en contra del deseo milagrosamente expresado por
Dios a favor de David, y por eso ese intento de los enemigos fracasará,
pues no logrará romper la relación de amor que David, destronado y
abajado, sigue teniendo con Dios.
4, 4‒5 (en hebreo 4, 5‒6). Así continúa el discurso, Los enemigos de David
tienen que arrepentirse y rogar a Yahvé en vez de permitir que la
arrogancia y el descontento actual les arrastren a mayores males. Los LXX
han traducido correctamente, ὀργίζεσθε καὶ μὴ ἁμαρτάνετε (cf. Ef 4, 26), si
os airáis tened cuidado de no pecar, de no murmurar ni rebelaros (cf. esa
misma combinación paratáctica en Sal 28, 1; Js 6, 18; Is 12, 1). Es mejor no
utilizar la traducción latina contremiscite, pues no hallamos aquí ninguna
expresión que muestre aquello ante lo que deberían temblar los enemigos
(en este caso no se habla de un castigo de Dios).
David amonesta a sus adversarios, diciéndoles que no caigan bajo el
fuego de una pasión ciega, y les aconseja que se mantengan tranquilos, en
conversación interior en sus corazones, en meditación solitaria, para no
poner en peligro su salvación. Esta expresión (dialogar con el propio
corazón, sin sumisión a un objeto externo) equivale a pensar por sí
mismos; por otra parte, la referencia al lecho o a la cama no ha de tomarse
al pie de la letra, sino que está evocando un estado de contemplación u
oración interior de las personas a las que se dirige el orante.
El corazón es la sede de la conciencia y del Espíritu de Dios (como ha
puesto de relieve Hamann, Werke I, 98). Eso signi ca que debemos
escuchar la voz verdadera de nuestro corazón, estando atentos a sus
exhortaciones, a sus consejos, a su sabiduría, elevándonos por encima de
nuestro corazón de piedra.
El segundo imperativo de 4, 5 sigue en la línea del anterior, WMdoåw>,
y cesad, estrictamente hablando “estad callados” (ּדמם, en el sentido de
mantener cerrada la boca, de no andar buscando discursos vanos),
resguardándonos en el interior de vuestra mente, en gesto de iluminación
interior, dejad de andar discurriendo, con una mente que busca razones
para imponerse con mentiras. Esta es una advertencia que ha de venir
acompañada por el toque de la música que insiste ahora de un modo
especial (con hl’s,().
Pues bien, esa exhortación a la paz interior y al silencio se convierte
después en exhortación activa al culto legítimo (qd<c,_-yxeb.zI Wxïb.zI,
ofreced sacri cios de justicia…, 4, 6). Evidentemente, los sacri cios se
seguían ofreciendo en el templo, mientras David y sus eles seguidores
estaban lejos de Jerusalén, como fugitivos.
Re riéndose a eso, David grita a los partidarios de Absalón, ofreced
qd<c,_yxeb.zI Wxïb.zI. Aquí se trata de sacri cios de animales, pero que
han de ser ofrecidos con una mente justa, conforme a la voluntad de Dios,
en vez de los sacri cios hipócritas por los que ellos rati caban sus malas
obras pensando que así podían agradar a Dios. En esa línea, Sal 51, 21, Dt
33, 19 hablan también de “sacri cios de justicia”, que son sacri cios reales,
verdaderos, no meramente simbólicos (sacri cios externos), pero que han
de ser ofrecidos con moralidad interior.
No menos llena de signi cado es la exhortación hw")hy>-la, Wxªj.biW (y
con ad en
Yahvé). El verbo ּבטחestá construido con אלcomo en Sal 31,7; Sal 56,4; Sal
86,2, combinando la noción de con ar con la de acercarse, estar atentos a,
vincularse uno a otro. La palabra árabe btḥ , ̣ expandere, expandirse, ha
conservado su noción y signi cado primario, una noción que, como el
sinónimo bst, ̣ que empieza re riéndose al efecto que un estado gozoso de
mente produce en el rostro y en toda la apariencia de una persona,
termina signi cado el mismo estado de mente como ּבטחque es con ar y
con anza, estar lleno de seguridad, de valentía, de audacia.
Según eso, David dice a sus enemigos que renuncien a la con anza
egoísta que les mantiene ciegos, oponiéndose al rey que está privado de
toda asistencia humana. Si se someten con adamente a Dios, si abandonan
la murmuración y el descontento rencoroso del que proviene su rebelión,
ellos podrán quedar paci cados, en silencio quieto ante Dios. Hasta aquí ha
llegado el discurso de David en contra de los magnates enemigos, que
promueven la rebelión de su hijo Absalón.
4, 6‒7 (en hebreo 4, 7‒8). Mirando a su pequeña compañía militar, David
se vuelve consciente del descorazonamiento que le está dominando en
una situación tan apurada. Las palabras ¿Quién nos mostrará el bien (como
en Sal 34, 12), quién nos permitirá tener la experiencia de algo bueno…?
pueden entenderse como expresión de un deseo, en la línea de 2 Sam 23,
15; Is 42, 23, pero el contexto hace que ellas puedan y deban tomarse más
bien en forma de pregunta que espera una respuesta negativa, que nace
de una visión descorazonadora del futuro: ¡Nadie, a no ser Dios!
La oscuridad ha durado ya mucho tiempo, en medio de la tribulación
que David sufre al ser perseguido por sus enemigos, de manera que su fe
en Dios se encuentra amenazada por el miedo, la esperanza se ha
convertido en desesperación. Por eso, mirando hacia sus compañeros
(asumiendo en su palabra la de todos ellos), David se dirige a Dios y le dice:
Alza sobre nosotros la luz de tu rostro (^yn<íP’ rAa’ Wnyle[‘â-hs’n>)). La
forma de esta petición recuerda la bendición sacerdotal de Num 6, 24‒26,
donde se expresan tres peticiones, (a) que el Señor te bendiga…; (b) que el
Señor te ilumine, haga brillar su luz; (c) que el Señor te muestre su rostro…
Pues bien, aquí se vinculan las dos últimas peticiones, formando una sola,
Alza sobre nosotros, Jehová, la luz de tu rostro. Por otra parte, en esa
palabra ( נסהalza sobre nosotros…) hay quizá una alusión a la elevación de
una bandera o al despliegue de un signo de triunfo, algo muy importante
en aquel momento en que David y sus partidarios se están enfrentando
contra el ejército de Absalón.
Eso podría signi car que el texto ha vinculado dos raíces נׂשאy נסס, en
árabe nsṣ ,̣ extollere, elevar (Sal 60, 6). De todas formas, la expresión נּףי ה
(cf. Sal 60, 6) puede ser una expresión primigenia de la Torá (Ex 17, 15). En
esa línea, nos atrevemos a suponer que aquí no estamos solo ante una
mezcla de palabras por la forma en que se escriben, sino también ante una
mezcla de ideas, de manera que en el fondo de esta oración pueden
expresarse tres pensamientos que David pone de forma muy breve ante
los ojos y los oídos de lectores u oyentes, (a) que Yahvé haga brillar su
rostro sobre vosotros (sobre ellos); (b) que Yahvé eleve la luz de su rostro,
de manera que ellos puedan tenerla siempre ante sí, como el sol sobre el
cielo; (c) que esa luz (el brillo de ese rostro de Yahvé) sea para ellos como
resplandor de una bandera que les prometa la victoria, en torno a la cual
ellos puedan reunirse.
Pues bien, a pesar de la falta de salida de la situación en que se
encuentra, David se mantiene, incluso ahora, en paz con Dios. El gozo que
Yahvé ha puesto en su corazón en medio de la prueba y adversidad
externa es mayor que el gozo que tenía cuando abundaba en trigo y en
mosto (WBr"( ~v'äAryti(w> ~n"ßg"D> t[eìme). La expresión es muy
concisa: (a) un gozo mayor que equivale a gozo grande, superior a otros
anteriores… (gaudium prae equivale a gaudium magnum prae majus
quam; (b) por eso, tras la comparación concisa (comparatio decurtata, e.
g., Sal 18, 34 mis pies son como ciervas, es decir, como los pies de las
ciervas) la palabra t[eìme es equivalente a ( אׁשרen relación con…); (c) la
palabra מׂשּמחתse omite después de עתconforme a Gesenius 123, 3, porque
עתequivale al estado constructo y lo que sigue es el segundo miembro de
la relación de genitivo que depende de ( עתcf. Sal 90, 15; Is 29, 1). De esa
manera, David está indicando que su gozo, en medio de esta gran
tribulación, es mayor que todos sus gozos anteriores.
La pluralidad de cosas a las que el texto alude (trigo y vino nuevo o
mosto) evoca los almacenes donde ellas se contienen. De un modo
consecuente, el verbo principal (raabbu, WBr) se pone al nal, a modo de
énfasis. El su jo “de ellos” ((~v'äAryti(w> ~n"ßg"D) no se re ere al pueblo
de la tierra en general (como en Sal 65, 10), sino que, en este contexto
concreto, se re ere a los absalomitas, es decir, a los miembros del partido
de Absalón, es decir, la nación y familia que se han separado de David.
Cuando David llegó con su gente a Mahanaim, mientras que los
rebeldes estaban acampados en Galaad, los habitantes del entorno eran
hostiles, de manera que los de David debían recibir provisiones de un
modo sigiloso, 2 Sam 17, 26-29. Quizá era el tiempo de la esta de los
Tabernáculos. Ya había pasado la faena de la cosecha y la vendimia. La
provisión de vino y trigo estaba ya guardada. A diferencia de los seguidores
de David, los partidarios de Absalón tenían allí ricos almacenes a su
disposición, una reserva poderosa a la que acudir en caso de necesidad.
En ese momento, David y su ejército eran solo una banda de mendigos
y merodeadores. Pero el rey, que había tenido que dejar el cetro para
llevar un tipo de bastón de mendigo era, sin embargo, más feliz que los
rebeldes que se habían alzado en contra de él. El tesoro que tenemos en el
corazón es mayor que las grandes riquezas que podamos tener en
graneros o bodegas.
4, 8 (en hebreo 4, 9). Conforme a lo anterior, David podrá dormir gozosa y
pací camente. Desde ese fondo, el himno se cierra como había comenzado,
con una línea de tres versos. La palabra ( יחּדּוlit., en sentido colectivo, a la
vez, cf. Olshausen, 135c, como ּכּלו, con el signi cado de siempre, y ּבעֹוו, en
su justo momento) tiene aquí un sentido enfático, a diferencia de lo que
sucede en Sal 19, 10 donde signi ca “todos juntos, sin excepción”.
Los dos verbos ((!v"ïyaiñw> hb'çK.v.a, me acostaré y dormiré) son casi
sinónimos y han de entenderse unidos, como en Is 42, 14. La expresión es
semejante a la de Sal 141, 10 donde se pone de relieve la relación entre la
caída de los enemigos y la libertad de los perseguidos. Así también aquí,
David desea ir a dormir y, al mismo tiempo, se dice que cae dormido (con
ואיׁשןen un sentido igualmente cohortativo, como el de )ואיׁשנה. Su Dios le
permite habitar en seguridad, libre de cuidados.
לברדofrece una primera determinación de condición y לבטחuna
segunda. La primera palabra no puede entenderse en la línea de Dt 32, 12,
como equivalente a לבּדך, pues en ese caso lo que sigue carecería de
sentido, sería una pura tautología. De un modo más preciso, como lo
requiere la situación, tenemos que entender לבדדen el sentido que esa
palabra tiene en Num 23, 9; Miq 7, 14; Dt 33, 28; Jer 49, 31.
David no necesita guardia especial, porque él está totalmente
guardado (defendido) por Yahvé, que es su seguridad. David se encuentra
rodeado, amenazado por enemigos, pero puede estar totalmente con ado,
ּבטח, porque Yahvé está a su lado. De esa manera, tanto en este salmo
como en el anterior, de muchas formas y con mucha suavidad, se va
expresando y a anzando la naturaleza de la fe. David muestra así su
justicia, su exaltación, su alegría, su paz, su gozo en Dios.
El ritmo del conjunto se ha ido expresando de un modo muy delicado.
De esa manera, en esta última línea, todo el himno llega a su descanso. Los
yámbicos con los que culmina y se cierra son como los últimos latidos de
una canción de cuna que van apagándose suavemente hasta parecer que
se duermen ellos mismos. Dante tiene razón cuando dice en su Convito
que la suavidad y armonía que tenía el salterio hebreo se ha perdido en la
traducción griega y latina de los salmos.
Salmo 5. Oración de la mañana antes de ir a la casa de Dios
`dwI)d"l. rAmðz>mi tAlªyxiN>h;-la,( x;Ceîn:m.l; 1
`ygIygI)h] hn"yBiä hw"©hy> Ÿhn"yzIïa]h; yr,Þm'a] 2
`lL'(P;t.a, ^yl,ªae÷-yKi( yh'_l{awE yKiîl.m; y[iªw>v; lAqìl.
Ÿhb'yviÛq.h; 3
`hP,(c;a]w, ^ªl.÷-%r"[/a,( rq,Boï yli_Aq [m;äv.Ti rq,Boß
hw"©hy>) 4
`[r"( ^år>gUy> al{ß hT'a'_ Ÿ[v;r<î #pe«x'-lae( al{Ü ŸyKiÛ 5
`!w<a") yle[]Poï-lK' t'anE©f'÷ ^yn<+y[e dg<n<ål. ~ylil.Ahâ)
WbåC.y,t.yI-al{) 15
`hw")hy> Ÿb[eît'«y> hm'ªr>miW ~ymiîD"-vyai bz"ïk'ñ
yrEçb.Do édBea;T. 16
`^t<)a'r>yIB. ^ªv.d>q'÷-lk;yhe¥-la, hw<ïx]T;v.a,
^t<+ybe aAbåa' ^D>s.x;â broåB. ynI©a]w,
17
`^K<)r>D, yn,åp'l. Îrv,ßy>h;Ð ¿rv;AhÀ yr"_r>Av !
[;m;îl. ^t,ªq'd>cib. ynIxeìn> Ÿhw"Ühy> 1819`!
Wqyli(x]y, ~n"©Avl.÷ ~n"+ArG> x,WtïP'-rb,q<)
15 Destruirás a los que hablan mentira; al
hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.
16 Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu
Casa; adoraré con reverencia hacia tu santo Templo.
17 Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis
enemigos; endereza delante de mí tu camino.
18 En la boca de ellos no hay sinceridad; su interior está lleno de
maldad, sepulcro abierto es su garganta, su lengua es mentirosa.
tAWðh;ñ ~B'çr>qi éhn"Akn> Whypi‡B. !yaeç yKiÛ
10
21 Jehová, no me reprendas en
tu enojo ni me castigues con tu ira.
`ym'¥c'[] Wlåh]b.nI yKiÞ hw"+hy> ynIaEïp'r> ynIa"ï
ll;ñm.au yKiÛ éhw"hy> ynINEïx' 3
`yt'(m'-d[; hw"©hy>÷ ÎhT'îa;w>Ð ¿T.a;w>À dao+m.
hl'äh]b.nI yvip.n,w>â 4
`^D<)s.x; ![;m;äl. ynI[eªyviAh÷ yvi_p.n, hc'äL.x; hw"hy>â
hb'äWv 5
`%L")-hd<Ay* ymiä lAaªv.Bi÷ ^r<+k.zI tw<M"åB; !yaeä
yKiÛ 6
`hs,(m.a; yfiîr>[; ytiª['m.dIB.÷ yti_J'mi hl'y>l;â-lk'b. hx,äf.a;
ytiªx'n>a;B.( ŸyTi[.g,Üy" 7
`yr"(r>Ac-lk'B. hq'ªt.['÷( ynI+y[e s[;K;ämi hv'äv.['( 8
`yyI)k.Bi lAqå hw"©hy>÷ [m;îv'-yKi( !w<a"+ yle[]Poå-lK'
yNIM,miâ WrWså 9
`xQ")yI ytiîL'piT.( hw"©hy>÷
yti_N"xiT. hw"hy>â [m;äv' 10 `[g,r")
WvboïyE Wbvuªy"÷ yb'_y>ao-lK'
daom.â Wlåh]B'yIw> ŸWvboÜyE
11
La oración matutina de Sal 5 viene seguida por este salmo de David que,
aunque no haya sido compuesto como oración de la mañana, evoca hacia
atrás una noche sin sueño, llena de lágrimas. Consta de tres estrofas, y en
la del centro, que es más larga que las otras dos, por medio de un
despliegue más calmado de su corazón, el poeta, se esfuerza por pasar del
grito de tristeza de la primera estrofa a la con anza creyente de la tercera.
La hostilidad de los hombres le parece un castigo de la ira divina, de un
modo consecuente, aunque esto no se encuentre expresado de manera
tan clara como en Sal 38, que es una especie de contrapunto de este
salmo. De un modo normal, esta persecución, que le parece expresión de
la ira de Dios y expresión de su amargura, hace que el salmista aparezca
triste y enfermo hasta la muerte.
Dado que el salmo no contiene ninguna confesión de pecado, uno
puede sentirse inclinado a pensar que la iglesia se ha equivocado al
escogerlo como el primero de los siete salmos penitenciales, tomados
quizá en referencia a los siete días de la semana (Sal 6; 31; 38; 51; 102; 130
y 143). A. H. Francke, en su Introductio in Psalterium dice: “Es un salmo
imprecatorio, propio de un hombre gravemente tentado, que ha de
distinguirse de un penitente bueno” (salus precatorius hominis gravissimi
tentati a paenitente probe distinguendi).
Pero esto es una equivocación: Un hombre tentado se distingue de un
penitente por el hecho de que en un hombre tentado el sentimiento de ira
carece totalmente de razón, mientras que en el penitente está bien
fundado. Pues bien, nuestro salmista es un penitente, no solo un hombre
tentado, y así le pide a Dios que transforme su castigo punitivo y lo
convierta en castigo de amor, porque él es un Dios misericordioso.
Este salmo nos sitúa ante la oración de un creyente, que ruega de un
modo penitente, conforme al estilo acuñado por David. Comparar en esa
línea, Sal 6, 2 con Sal 38, 1; 6, 3, con 41, 5; 6, 5 con 109, 26; 6, 6 con 30, 10;
6, 7 con 69, 4; 6, 8, con 31, 10; 6, 10, con 35, 4. 26. Este lenguaje propio de
David es muy distinto del lenguaje de los salmos de Hemán, como puede
verse comparando Sal 6, 6 con Sal 88, 11‒13; Sal 6, 8 con Sal 88, 10.
Compárense también algunos versos de este salmo con pasajes de
Jeremías; así Sal 6, 2 con Jer 10, 24; 6, 3. 5 con Jer 17, 14; 6, 7 con Jer 45, 3.
Estas referencias prueban que este salmo pertenece a una etapa anterior,
no al tiempo en que se compuso el libro de Jeremías.
Teniendo en cuenta las relaciones del libro de Jeremías con la
literatura anterior, resulta muy probable que también en este caso el
profeta estuviera reproduciendo temas previos de este Sal 6. Esta idea
queda con rmada por el hecho de que Jer 10, 25, después de utilizar un
lenguaje semejante a nuestro salmo, continúa tomando palabras de Sal 79,
6. Cuando Hitzig a rma que David no pudo haber compuesto este salmo
desconcertante (ni que Isaías pudo haber escrito Is 21, 3‒4), nosotros
podemos responderle citando Is 22,4 y otros muchos testimonios en los
que se a rma que David lloró (cf. 2 Sam 1, 12; 3, 32; 12, 21; 15, 30; 19, 1).
En el encabezamiento musical se dice, “al preceptor, con
acompañamiento de instrumentos de cuerda, sobre la octava”. Los LXX
traducen ὑπὲρ τῆς ὀγδόης, y los Padres de la Iglesia asocian el tema con el
octavo día de la felicidad eterna. Así dice Gregorio de Nisa, ἡ ὀγδόη ἐκείνη
ἥτίς ἐστιν ὁ ἐφεξῆς αἰών (aquella octava que es la felicidad eterna). Sea
como fuere, no hay duda alguna de que ‘( על־הׁשּמיניתal ha seminot) se re
ere a la música.
Esta referencia la encontramos también en Sal 12, 1‒8 y además en 1
Cron 15, 21. Por este pasaje resulta claro que aquí no se habla, sin más, del
nombre de un instrumento musical, sino del tipo de música que se está
produciendo con ese instrumento. En el caso de que se tratara de un
instrumento de cuerda debería tratarse de un tipo de arpa o cítara (nablas)
de siete cuerdas.22
6, 1–3 (en hebreo 6, 2–4). Hay dos tipos de castigos que provienen de Dios:
(a) uno proviene de su amor al hombre que ha sido perdonado, y es un
castigo para probar, puri car y sanar; (b) el otro tipo de castigo proviene de
la ira de Dios en contra del hombre que se enfrenta contra él de un modo
obstinado; se trata de un castigo contra el hombre que ha perdido el favor
de Dios y a quien Dios tiene que sancionar para mostrar en él su ira, es
decir, su justo enojo.
Sal 94, 12; Sal 118, 17; Prov 3, 11 hablan del castigo por amor,
suponiendo que el hombre que rechaza ese castigo actúa en contra de su
propia salvación. De acuerdo con eso, tanto Jer 10, 24 como este salmo no
piden a Dios que deje de castigar, sino que no castigue con ira, es decir,
que no juzgue a los hombres con un despliegue de su ira destructora
(Zorngericht), sino con amor que perdona y puri ca a los pecadores.
ּבאּצךy ּבחמתךestán en el centro de la frase (^ït.m’x]B;-^ïP.a;B;) entre
אלy los verbos, y sobre esas palabras recae el énfasis. En esa línea,
Hengstenberg encuentra en esos términos una referencia al castigo y a la
ira de Dios, a través de un tipo diferente de antítesis, diciendo: El contraste
que se da aquí no es el del castigo con amor y el castigo con ira, sino el
contraste entre el rescate o perdón amante y el castigo, que proviene
siempre de la ira de Dios.
Pues bien, esa visión de Hengstenberg es falsa, en el caso de que él
quiera decir que siempre que Dios castiga lo hace con ira. Esto es un error
que puede refutarse con todo un libro de la Biblia, como es el de Job. En
ese libro, los amigos de Job piensan que Dios está airado con Job, pero
nosotros sabemos por el prólogo que, en vez de estar airado contra Job,
Dios está orgulloso de él.
En el caso de este salmo, suponiendo que el castigo proviene de la ira
de Dios y que el adulterio de David ha sido la ocasión para ese castigo, las
circunstancias son distintas. El castigo bajo el cual David ha sido sometido
tiene como causa la ira de Dios; es, por tanto, un castigo punitivo, y así lo
seguirá siendo mientras David pecador se encuentre lejos del favor de
Dios. Pero en el caso de que David haga penitencia sincera, procurando
alcanzar de nuevo el favor de Dios, el castigo punitivo se convertirá en
terapia de amor.
La relación de Dios con David vendrá a convertirse en ese momento en
algo totalmente diferente. El mal que ha sido resultado de su pecado y que
ciertamente ha suscitado la ira de Dios puede convertirse y se convierte en
medio para la disciplina puri cadora del amor, y esto es lo que David pide
para sí mismo en el salmo. En una línea semejante se sitúa Dante
Alighieri23, parafraseando este verso de nuestro salmo de un modo
correcto y bello,
Signor, non mi riprender con furore,
E non voler correggermi con ira,
Ma con dolcezza e con perfetto amore24.
El salmo 7 concluía con una visión semejante de los enemigos del salmista,
desengañados por la ejecución del juicio divino, igual que el Sal 6. Los dos
salmos se vinculaban. Hemos visto ya que el Sal 6, aunque no fuera un
himno de la mañana, remitía a una noche de insomnio llena de llanto; pues
bien, después de ese salmo 6 venía el 7 como himno de la noche, de
manera que ambos se completaban.
David componía también de noche; como dice el autor koraita del Sal
42, a rmando que los cantos de Yahvé eran para él una fuerte compañía
incluso de noche. En esa línea, la omisión de cualquier referencia al sol,
muestra que Sal 8 es un himno compuesto en la noche o, al menos, un
himno en que el escritor se sitúa a sí mismo en pensamiento en la noche.
El poeta tiene ante sí los cielos estrellados, y así comienza con la
revelación del poder de Yahvé sobre la tierra y en los cielos, re riéndose
después al ser humano como un viviente pequeño con el que Dios se
relaciona en amor y a quien el mismo Dios ha hecho señor sobre la
creación. Ewald dice que este pensamiento es como fogonazo de
relámpago en la oscuridad de la creación.
Incluso Hitzig reconoce que David es al autor de este salmo. Hupfeld
guarda silencio sobre el tema, y Olshausen a rma que no podemos decir
nada. La idea de que David lo compuso cuando era un muchacho
adolescente, pastor en las llanuras de Judá, ha sido rectamente rechazada
por Hitzig, quien antes la había sostenido. Esta idea ha sido trabajada con
aprobación por Nachtigal en su obra escrita sobre los salmos que David
habría cantado antes de su ascenso al trono, en un libro titulado Psalmen
gesungen vor David’s ronbesteigung, 1797, que, conforme a la opinión de
E. G. Von Bengel, tenía muchos visos de verosimilitud.
Pero, así como los evangelios no contienen ningún discurso de Jesús
antes de su bautismo, y así como el resto del Nuevo Testamento no
contiene ningún escrito de los apóstoles antes de Pentecostés, de la misma
manera, el canon del A. T., no contiene ningún salmo de David del tiempo
anterior a su unción como rey. Solo a partir de esa unción, como elegido
del Dios de Jacob, David vino a convertirse en el más dulce de los cantores
de Israel, un hombre en cuya lengua habitaba la palabra de Yahvé, cf. 2
Sam 23, 1.
La inscripción dice “al preceptor (al músico principal) sobre Gitit, un
salmo de David”. El Targum traduce, super cithara, quam David de Gath
attulit (sobre la cítara que David trajo de Gath). Según eso, esa cítara
habría sido de tipo listeo. Según el mito de Athenaeus y Pollux, había una
auta especial de los fenicios y de los carios que se tocaba en los festivales
de Adonis, y que se llamaba γίγγρας (giggras), y también una auta egipcia y
una lira dórica. En esa línea se puede situar esta cítara/arpa Filistea de Gat,
aquí aludida.
Los salmos que llevan la inscripción ( על־הּגֹויתSal 8. 81. 84) son de
carácter laudatorio. El arpa gittith o de Gath de Filistea era, según eso, un
instrumento que producía un sonido gozoso o mejor dicho (lo que
concuerda mejor con el hecho de que solo aparezca en inscripciones de los
salmos) una melodía gozosa, que podía compararse quizá con una marcha
militar de la ciudad de Gath (de los gititas, cf. 2 Sam 15, 18, según Hitzig).
Kurtz divide este salmo en cuatro estrofas tetrásticas, tomando 8, 2a y
8, 10 por separado, como apertura y conclusión del himno y 8, 2b (has
puesto tu gloria...) como parte de la primera estrofa. Pero אׁשרno es un
término adecuado para comenzar una estrofa. Si quisiera comenzar así la
estrofa, el salmista debería haber puesto, a mi juicio, אתה אׁשר תנה הודו.
8, 2–3. En este salmo, por vez primera, la persona que habla no es un
individuo, sino un grupo de orantes. Ellos no pueden ser otra cosa que la
Iglesia israelita que aquí, como en Neh 10, 30 llaman a Yahvé su Señor (
אדנינּו, como אדניde אדניםplur. excellentiae, para bien de toda la tierra). Los
israelitas saben que han sido llamados por gracia para alabar a Yahvé, y
que han de hacerlo para bien de toda la tierra.
El nombre o ׁשםde Dios expresa el carácter o rasgo fundante de Dios
(como el árabe wasm, una señal, como el griego σῆμα). El nombre de Dios
es la expresión de su naturaleza, que nosotros vemos en las obras de su
creación y en los acontecimientos de la salvación, una naturaleza que solo
puede ser conocida a partir de su representación visible y comprensible en
el mundo (nomen gnomen, el nombre es la identidad de algo, cf. Oehler,
Name, en Herzog, Real-Encyklopädie).
Este nombre de Dios no es aún conocido y alabado en todo el mundo,
sino solo en la iglesia donde se ha dado a conocer por una revelación
positiva. Sin embargo, el nombre divino expresado en la creación y en sus
obras, un nombre por el que Dios se ha hecho capaz de ser reconocido y
alabado, es אּדיר, amplum et gloriosum (grandioso y glorioso) en cualquier
lugar de la tierra aunque no reciba un eco o respuesta de todos los
hombres.
La frase con ( אׁשרcf. 8, 2: ^ªd>Ah÷ hn"ïT. rv<ïa, que has cubierto con
tu gloria…) no debe traducirse “te agradará poner tu nombre sobre los
cielos” (Gesenius dice, quam tuam magni centiam pone in caelis, pon tu
magni cencia en los celos), porque no se conoce en hebreo ese uso de
imperativo después de אׁשר. Por otra parte, aunque resulte admisible en
conexión con la historia de la redención (Sal 57,6), en este lugar, ese
sentido va en contra del tono fundamental y de las circunstancias en que
está compuesto el salmo.
El primer pensamiento del salmo es este: Que Dios, cuya gloria re ejan
los cielos, sea glori cado también en la tierra y en los hombres. Debemos
recordar la situación: Dios tiene la luna y las estrellas ante sus ojos. ¿Cómo
podría querer que el cielo fuera glorioso si era ya glorioso, si su gloria
estaba brillando ante sus ojos? Según eso, no se puede tomar ֹונהcomo una
contracción de ( נתנהcomo 2 , ֹוֹוהSam 22, 41, de )נתֹוה, como han pensado
algunos, como Ammonius, y como ha hecho al nal de todos E. Böhl (en su
obra Zwölf Messianische Psalmen, 1862), ni tampoco como enius (Stud. u.
Krit. 1860 p. 712ss).
Ciertamente, el pensamiento “la cual (la tierra) declara (anuncia) tu
gloria sobre los cielos” no es contrario al texto (ni al mensaje de la Biblia),
ni aún en el caso de que נתן עז, Sal 68, 34 y נתן כבוד, Jer 13, 16, pudieran
compararse con nuestro texto ( )נתן הוד, cosa que no es segura. La frase
~yIm")V'h;-l[; ^ªd>Ah÷ hn"ïT. rv<ïa signi ca básicamente poner majestad
sobre algo, vestir algo con majestad, Num 27, 20; 1 Cron 29, 25; Dan 11,
21, cf. Sal 21, 6; y este es precisamente el pensamiento que uno busca y
encuentra aquí, Que el nombre de Dios, que ha puesto su gloria sobre los
cielos (Sal 148, 13), sea también glorioso aquí abajo, en la tierra.
Por eso, debemos tomar hn"ïT como in nitivo, aunque en todos los
demás lugares sea imperativo, lo mismo que רדהque aparece una vez en
Gen 46, 3 como in nitivo (como el árabe rıda ̆ dar de beber, lıdă impulsar
hacia adelante, formas a las que לדהy otras semejantes en hebreo
corresponden ciertamente con exactitud). La expresión ^ªd>Ah÷ hn"ïT
signi ca poner tu gloria (propiamente τὸ τιθέναι τὴν δόξαν σου) como ּדעה
את־הel conocimiento de Yahvé, con Abdías
5, ׂשים קּסך, probablemente “poner tu nido” (Gesenius 133, 1).
El texto puede interpretarse así, Oh, tú, que has escogido este lugar
como lugar en el cual has colocado tu gloria (Hengstenberger). En esa
línea, Jerónimo traduce, qui posuisti gloriam tuam super caelos (que
pusiste tu gloria sobre los cielos). Este es el sentido de la versión siríaca y
del Targum, dehabt ( )דיהבתshubhoch ‘al shemajo, y del Símaco, ὃς ἔταξας
τὸν ἔπαινόν σου ὑπεράνω τῶν οὐρανῶν (que colocaste tu gloria sobre los
cielos).
Este uso del nomen verbale (nombre verbal), con la relación genitiva de
אׁשרcon ֹונה הודך, que aparece como una sola noción, resulta muy signi
cativo. Hitzig considera que ningún hombre razonable habría pensado y
escrito esto, aunque, al mismo tiempo, de paso, él rechaza su propia
conjetura ֹון ההודך
(cuya extensión de gloria está sobre los cielos). Ciertamente, esta
conjetura (con )ֹוןva más allá de los límites del lenguaje que solo conoce y
utiliza el término ֹוןcomo nombre de un animal (tannin, monstruo marino).
Toda la di cultad desaparecería si uno pudiera leer como Hupfeld, נתֹוה.
Pero תנהno tiene la más mínima apariencia de ser una corrupción de נתתה.
Sería quizá preferible buscar puntuaciones distintas para hn"ïT, o suponer
que la que tiene es errónea, derivada de ( ֹונהampliar o extender, cf. Os 8,
10, ִיְת נּו, extenderse, distribuir), en sentido de: tú, cuya gloria se extiende
sobre los cielos.
Una interpretación más probable es la de Paulus y Kurtz, que leen ֹוּסה:
Tú, cuya gloria es alabada (con ֹוּסהcomo forma pasiva, cf. Jc 5, 11 y 11, 40,
que pertenece al dialecto hebreo del norte de Palestina); pero en vez de
esa forma uno esperaría la de יתּסה. Así vendría a expresarse la noción
verbal, que está tácitamente implícita en Sal 113, 4; Sal 148, 13. Sea como
fuere, el salmista pudo escribir quizá ֹונה הודךen lugar de נתֹו הודך, porque
quiso poner de relieve el despliegue de los cielos, llenos del esplendor
divino, un esplendor constantemente repetido y no expresado de una vez
y para todos, indicando así que Dios mismo ha querido expresar (poner,
inscribir) la grandeza de su gloria en el cielo superior, a n de que los
hombres puedan contemplarla33.
Sal 8, 3 ofrece la con rmación de 8, 2: También sobre toda la tierra, a
pesar de la distancia que la separa de los cielos superiores, el nombre de
Yahvé es glorioso, de forma que, como sigue diciendo el salmo, incluso los
niños, más aún, los lactantes, le glori can en la tierra, y no de un modo
pasivo, por su simple existencia, sino a través de su misma boca, de sus
palabras. Así se utiliza aquí la palabra ( עוללcomo )מעולל, cf. ~yli’l.A[), que
son niños ya algo mayores, capaces de un tipo de acción espontanea, pero
propiamente suya34.
Por su parte, ונקes un lactante, lo que no signi ca sin más que sea un
infans, alguien que no habla, porque las mujeres hebreas estaban
acostumbradas a dar de mamar a sus hijos por un largo período, de
manera que un pequeño lactante podía ser ya capaz de cecear e incluso de
hablar, mientras seguía alimentándose de la leche de su madre (véase 2
Mac 7, 27). Pues bien, de niños como esos ha recibido Yahvé su עז, su
alabanza.
Los LXX traducen esa palabra de alabanza como αἶνον; y ciertamente עז
tiene a veces el signi cado de poder, adscrito a Dios en la alabanza, de
manera que ese término implica un reconocimiento laudatorio de su
potencia activa. Pero ese sentido lo tiene solo cuando está conectado con
verbos de dar, de donación, como en Sal 29, 1; Sal 68, 35; Sal 96, 7. En sí
misma, esa palabra, cuando va sola no puede traducirse así. En este pasaje
signi ca “fortaleza”, poder, indicando así la autoridad victoriosa que Dios
recibe de la boca de los niños que le con esan.
Como Lutero ha observado, este poder ofensivo y defensivo se concibe
como un edi cio fuerte (una fortaleza), עזcon el sentido de ( מעוזJer 16, 19) i.
e., como castillo, baluarte, forti cación. Pues bien, para expresar de esa
manera su fortaleza o grandeza, Dios se sirve de los niños que balbucean, y
esto lo hace por sus enemigos, para reprimir ( הׁשּביתhacer que alguien se
agache, que se mantenga debajo, que esté en silencio, cf. Is 16, 10; Ez 7,
24) y confundir a los que se enfurecen en contra de él, y así se revuelven
con una sed de venganza que se expresa en forma de maldiciones (la
misma combinación aparece en Sal 44, 17).
Aquellos a los que alude el salmo son los que se oponen a la revelación
de Dios de un modo ero y condenatorio. En oposición a ellos, Yahvé apela
a la boca de los niños, como expresión y signo de poder grande, defensivo,
controvertido. Dios ha escogido aquello que parece más loco y débil a los
ojos del mundo para poner en vergüenza a los sabios y fuertes (1 Cor 1,
27). Dios hace que su nombre sea aquí abajo glorioso a través de
instrumentos que parecen oscuros y naturalmente débiles (como los
niños), superando de esa forma a todos los que se oponen a su gloria.
8, 4–6. Stier traduce aquí de un modo equivocado: Porque yo veré… El
pensamiento principal hacia el que tiende todo lo restante está en Sal 8, 5,
de manera que Sal 8, 4 es la prótasis y la partícula ּכיtiene el sentido de
quum, quando, en la línea de quoties (cuando veo los cielos…, cf.
^yt,_[oB.c.a, yfeä[]m; ^ym,v’â ha,är>a,-yKi(: Cuando miro el cielo, obra de
tus manos…).
Cada vez que el orante mira hacia los cielos que llevan en sí mismos el
nombre de Dios en forma de luz (cada vez que él dice )ׁשמיך, los cielos con
sus espacios in nitos (una idea que está en el fondo del plural, )ׁשמים
extendiéndose más allá del alcance de los ojos mortales, la luna (ירח,
dialectal ורח, palabra quizá derivada, como dice Maurer de ירקser
amarillento…).
Cada vez que el orante dirige sus ojos a las innumerables estrellas
perdidas en los espacios in nitos ( ּכוכביםigual a ּכבּכביםen el sentido de
redondo, en forma de balón, de cuerpos esféricos…) a las que Dios ha jado
en la bóveda celeste, con su sabiduría creadora (con ּכונןcolocar y
mantener, en el sentido de dar existencia y duración…). Siempre que el
orante mira así hacia la inmensidad, él se pregunta “qué es el hombre
mortal”, y lo hace cada vez con más poder e intensidad.
El pensamiento más natural sería: El hombre pequeño y frágil no es
nada ante todo eso… Pero este pensamiento no es el dominante, pues lo
que el orante desea celebrar con grata emoción, con adoración
emocionada, es el amor divino que aparece así con toda su gloriosa luz…
Aunque ( אנוׁשel hombre) no venga de ( אנׁשser frágil), sin embargo, desde la
perspectiva del uso del lenguaje, esa palabra describe al ser humano en
clave de impotencia, de fragilidad, de mortalidad (véase Sal 103, 15; Is 51,
12, y Coment. a Gen 4, 26).
Desde la perspectiva anterior ּבן־אדםofrece también una referencia
colateral semejante. Con su alusión retrospectiva a עוללים וינקים, el ser
humano como ּבן־אדםes equivalente a nacido de mujer, ילּוד־אׁשּהen Job 14,
1. El hombre no es como las estrellas, un ser directamente creado por
Dios, sino que viene a la existencia a través de una dependencia humana,
como nacido de mujer. De esas designaciones se sigue que el texto está
aludiendo a la generación actual de los hombres.
El ser humano, tal como lo vemos en nosotros mismos y en otros, este
ser débil y dependiente, no es, sin embargo, un ser olvidado por Dios; al
contrario, Dios le recuerda, y le cuida. La palabra ּצקדse relaciona con
observar atentamente, visitar; en este caso, con acusativo, está indicando
una visita amorosa y amante de Dios (cf. Jer 15, 15), a rmando que no
abandona al hombre, sino que se intercomunica con él. Según eso, el
hombre es un objeto especial para Dios, objeto favorito de su amor, pues
Dios dirige hacia él sus ojos (cf. Sal 144, 3, y la parodia del hombre tentado
en Job 7, 17).
Solo en 8, 6 el salmo nos lleva de nuevo a mirar hacia la creación. El
verbo WhrEäS.x;T.w, (en sentido distinto al que tiene en Job 7, 18)
describe aquello que realmente acontece. חּףר מןsigni ca ser un poco
menor que, carecer de algo, privarse de (cf. Ecl 4, 8). Pero, מןno es aquí
comparativo (paullo inferiorem eum fecisti Deo: Un poco inferior le hiciste
a Dios), ni negativo (paullum derogasti ei, ne esset Deus, un poco inferior le
hiciste, para que no fuera Dios). מןes aquí más bien partitivo (paullum
derogasti ei divinae naturae, poco inferior le hiciste a la naturaleza divina).
De esa manera, sin ser אלהיםen sentido plural abstracto, el hombre es
“paullum Deorum”, en el sentido de semejante a Dios (véase Coment a
Gen p. 66s), un poco menos que el numen, es decir, que la divinidad de los
dioses.
Conforme a Gen 1, 27 el hombre ha sido creado ּבצלם אלהים, a imagen
de Dios, y, por lo tanto, es casi un ser divino. Pero cuando dice “hagamos al
hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”, Dios le está
conectando con los ángeles. La traducción de los LXX ἠλάττωσας αὐτὸν
βραχύ τι παρ ̓ ἀγγέλους (le disminuiste un poco respecto a los ángeles), con
la que concuerdan el Targum y el conjunto de las interpretaciones judías
está, por tanto, bien fundada.
Dado que, conforme a la visión bíblica, los ángeles estaban tan
estrechamente conectados con Dios, como la expresión creatural más
cercana a Dios, es realmente posible que al hablar de מאלהיםDavid esté
incluyendo en Dios a los ángeles. Siendo imagen de Dios, el hombre es
imagen de los ángeles, y en ese sentido es poco menos que un ser
angélico, de manera que puede aparecer como nexo de unión entre todas
las cosas creadas, ya que en él se unen lo corporal y lo espiritual.
De un modo consecuente, el hombre es algo inferior a Dios que es
puro רּוח, y a los ángeles que son ( רּוחותIs 31, 3; Hebr 1, 14), porque él es no
solo רּוח, sino también un ser material y en cuanto tal es un ser nito y
mortal, aunque participando del רּוחde Dios. Así lo dice Teodoreto, de un
modo claro y breve, τῷ θνητῷ τῶν ἀγγέλων ἠλάττωται (el hombre es algo
inferior a los ángeles por ser mortal).
Este es el sentido de la palabra מעטen la que se concentra aquello que
le falta al hombre para ser divino, que no es mucho, sino solamente un
poco, מעט. La a rmación de Sal 8, 6 se re ere a la naturaleza del hombre,
que es imagen de Dios y que ha recibido su aliento. De esa manera, este
salmo alude al lugar casi divino del hombre como gobernante del mundo,
de acuerdo con su participación en la naturaleza divina, pues honore ac
decore coronasti eum, de honor y dignidad le coronaste.
ּכבודes la manifestación de la gloria de Dios, descrita desde la perspectiva
de su dignidad y de su plenitud. El hombre ha recibido honor y gloria (הוד,
cf. )הד הידדpor la inmensidad de su grandeza (véase Coment. a Job 39, 20);
el hombre tiene הדרdesde la perspectiva de su brillo, de su majestad y
belleza.
Sobre הוד והדר, cf. Sal 96, 6 o también הדר ּכבור הוד ה, Sal 145, 5.
El hombre aparece así lleno de la gloria divina, de la que está
adornado, como si llevara una corona real. Desde el futuro consecutivo
que sigue (wyl’(g>r:tx;t;( hT’v;ä lKo÷, todo lo sometiste bajo sus pies) se
entienden también las dos palabras anteriores ( ֹועּטרהּוy )ֹומׁשילהּוcomo
visiones retrospectivas: Le diste poder, todo lo sometiste bajo sus pies. La
siguiente estrofa muestra la gloria real del hombre; él es señor de todas las
cosas, de todas las creaturas de la tierra.
8, 7–9. El hombre es un rey, pero no un rey sin territorio, pues su reino
está formado por el mundo entero, con las obras de la sabiduría creadora
de Dios que lo llenan. Las palabras “puso bajo sus pies” suenan como una
paráfrasis de רדהen Gen 1, 26, Gen 1, 28. ּכלindica un reino ilimitado, como
en Job 13, 1; Job 42, 2; Is 44, 24.
Pero la expansión de ese reinado del hombre en Sal 8, 8‒9 se extiende
solo al mundo y está limitada a los diferentes tipos de creaturas, desde las
regiones de la tierra, el aire y el agua, lo cual es objeto de gran entusiasmo;
el elevado lenguaje poético de ese pasaje corresponde a ese entusiasmo.
La enumeración comienza con los animales domésticos, y pasa después a
las eras salvajes, con las creaturas que habitan sobre la tierra rme35.
Esos animales se acomodan voluntariamente como ayuda para el
hombre, especialmente para el pastoreo, sometidos pací camente al
servicio de la vida humana. Los animales silvestres, que en prosa se llaman
הׂשּדה חּית הארץ, llevan aquí el nombre poético de ּבהמות ׂשדי, como en Joel 2,
22, cf. Joel 1, 20, 1 Sam
17, 44. ׂשדיes el nombre primitivo de ׂשדה, que no se declina y que, por
tanto, recibe un signi cado colectivo.
De los animales del campo, la descripción pasa a las aves del aire y a
los peces del agua. צּצורes la palabra más suave, en vez de ;עוףy ׁשמיםse
utiliza sin el artículo, conforme al uso poético. Por el contrario, la palabra
( ּיםel mar, pero sin el artículo) hubiera parecido demasiado simple; por eso
el salmista pone ~Y"+h; ygEåd>W (y peces de la mar, con artículo). Pero
al nal, al hablar de los caminos del mar (~yMi(y, tAxïr>a’) pone יּמיםen
plural, pues el artículo puede omitirse de nuevo, lo mismo que pone ׁשמים
en ~yIm;v’â rAPæci (aves de cielo).
( עברcf. tAxïr>a’ rbeª[o÷, que pasan por los caminos…) es un participio
colectivo. Los que pasan por los caminos del mar son los peces, no los
hombres, como algunos han pensado (Böttcher, Cassel e incluso Aben-Ezra
y Kimchi). Si hubiera querido referirse a los hombres, el salmista no podría
haber expuesto el tema con este monoestico y de una forma tan dada a la
posible equivocación. Estas palabras (cuanto pasa por los senderos del
mar) son una designación amplia para referirse a todo lo que existe y se
mueve por el mar, incluyendo desde los gusanos minúsculos hasta el
enorme leviatán o ballena, dice Apolinar (cf. ὁππόσα ποντοπόρους
παρεπιστείβουσι κελεύθους).
Si el hombre gobierna así sobre todos los seres vivientes que le rodean,
desde el más cercano al más remoto, incluso sobre aquellos animales que
no pueden domesticarse, eso signi ca que todo ser creado que habita en su
cercanía debe servirle como rey. El poeta mira al hombre a la luz del
propósito de Dios para lo que él fue creado, como signo del mismo Dios
sobre la tierra.
8, 10. El salmista ha mostrado que lo que él ha expresado antes en 8, 2
(que la gloria de Dios se despliega en los cielos) se cumple también en la
tierra. De esa manera, él puede repetir, en forma de conclusión, el
pensamiento con el que había empezado, en un sentido más amplio, más
abarcador, para tejer de esa manera este salmo como si fuera una
guirnalda.
Pues bien, precisamente este salmo, del que parece que no debía
esperarse algo así, es el más citado y aplicado al Mesías en el N. T.
Ciertamente, la designación con la que Jesús se presenta a sí mismo, Hijo
del Hombre (ὁ υἱὸς τοῦ ἀνθρώπου), por más lejana que pueda parecer al
mensaje central del A. T., se funda en este pasaje tanto como en Dan 7, 13.
La forma en que la carta a los hebreos (2, 6‒8) utiliza este salmo (Sal 8, 5)
nos muestra la manera en que se aplicaba al Mesías en el N. T.
El salmista mira aquí al hombre como alguien que glori ca a Dios,
siendo así el príncipe del mundo creado por Dios. La deformación de esa
identidad por el pecado hace que el hombre no cumpla este designio. Esto
puede verse desde dos perspectivas: (a) Por una parte, vemos lo que el
hombre ha llegado a ser por la creación, algo que se está aún realizando en
el momento presente; (b) por otra parte, descubrimos que el designio que
Dios ha con ado al hombre no ha sido cumplido. Si comparamos lo que
este salmo dice con la parte sombría de la realidad del mundo actual,
descubrimos que la forma presente del mundo va en contra de la nalidad
de la creación del hombre; por eso, lo que se dice aquí de la gloria del
mundo ha de entenderse como profecía del mundo futuro.
Este salmo nos sitúa ante la metamorfosis que hallamos en la
conciencia del Nuevo Testamento, que insiste más en aquello que hemos
perdido que en aquello que conservamos del principio original del mundo.
En esa línea, el centro de la conciencia del N. T., se identi ca y expresa a
través de Jesús, restaurador de lo perdido. El hombre ha perdido por su
caída, el dominio que Dios le había concedido sobre el mundo, pero lo
recuperará a través de la redención de Jesús, de una manera más plena y
perfecta.
El hombre actual no posee todavía ese dominio, en su forma externa,
pero Jesús, entronizado a la derecha de Dios lo posee ya. Por medio de
Jesús se ha realizado ya de una forma trascendente la idea de la
humanidad, y se ha hecho de una forma mucho más alta que la que había
sido dispuesta en el principio (por la creación). Jesús se ha introducido en
este estado de la humanidad, que es solo un poco (βραχύ τι) inferior al de
los ángeles, por un pequeño tiempo (βραχύ), a n de elevar a la humanidad
por encima de los ángeles.
Todo ( )ּכלha sido colocado bajo Cristo, con esta limitación temporal…,
no solo el mundo animal, no solo este mundo del entorno cercano a los
hombres, sino el universo entero, con todos los poderes dominantes,
sometidos ya a Dios, o en hostilidad con él, incluso el poder de la muerte (1
Cor 15, 27, cf. Ef 1, 22). Todo aparece así redimido, como lo muestra la
confesión de los niños pequeños, que vienen a presentarse como un
“baluarte” fundado en Dios, a n de que sea superada la resistencia de los
que se oponen a la revelación de Dios.
Un ejemplo de esto lo tenemos en Mt 21, 16, donde Nuestro Señor se
re ere a los fariseos y escribas, que se han enfurecido contra él,
presentándoles el Hosanna de los niños, en los que se cumple este Salmo
8, 3, como prueba de su identidad mesiánica. La redención exige que los
hombres, antes de toda otra cosa, se vuelvan como pequeños niños, pues
Dios revela por medio de ellos unos misterios que están escondidos a los
sabios y a los inteligentes.
Según eso, los μικροὶ καὶ νήπιοι (los pequeños, los niños), cuya lengua
ha sido desatada por el Espíritu de Dios, empiezan a ser los que
avergüenzan a los incrédulos. De esa manera, todo lo que este salmo dice
de los hombres del presente, situado a la luz del N. T., en el contexto de la
historia de la redención, se vuelve una profecía del Hijo del Hombre por
excelencia (κατ ̓ ἐξοχήν), es decir, de la nueva humanidad, por medio de
Jesús.
9, 6‒7. Esta es la estrofa ג, que quizá ha sido pensada de un modo más
amplio, a n de que represente también la דy la ה, y así continúa insistiendo
en la causa de la acción de gracias que se ha destacado ya en 9, 4. No se
centra en la celebración del acto judicial de Dios a favor del orante, acto
que él (David) acaba de experimentar, sino que presenta su alabanza en
conexión con ese acto, como si él fuera representante de otros muchos en
quienes se ha manifestado la obra de Dios.
En este caso, además de referirse a los amonitas, Sal 9, 6 parece
referirse, al mismo tiempo (como dice Hengstenberger) a los amalecitas (1
Sam 8, 12), que han sido ya amenazados desde el tiempo de Moisés,
prometiendo que será borrado su recuerdo (Ex 17, 14; Dt 25, 19, cf. Num
24, 20).
La amenaza divina es la palabra de omnipotencia de Dios que destruye,
en oposición a la palabra de omnipotencia que crea. רׁשעestá en conexión
íntima con ּגויםy sirve para individualizar así a los pueblos, cf. Sal 9, 18 con
Sal 9, 16, Sal 9, 17. d[,(w es una forma pausal a lada (incisiva) de ועד, con el
pathach convertido en segol ()קטן פתח. Ella se debe quizá al intento de
evitar la repetición por tres veces del mismo sonido en לעולם ועד
(Nägelsbach 8).
En Sal 9, 7, la palabra byE“Aah’( (con azla legarme) parece un
vocativo. Pero en ese caso, נתׁשֹוtendría que dirigirse también a un
enemigo, de forma que el texto debería traducirse “tú has destruido tus
propias ciudades, su memoria ha perecido”, es decir, su mismo recuerdo o
pasado ha sido destruido ante el ataque de Israel. Pero, expresado así, el
pensamiento sería forzado. Por su parte, si traducimos “el recuerdo de las
ciudades que tú has destruido ha perecido”, de manera que ya no quedaría
ni el recuerdo de esas ciudades, nos hallaríamos ante un pensamiento
extraño, que no puede apoyarse en ninguno de los numerosos paralelos
que hablan de la destrucción de una ciudad enemiga, sin que queden
restos de ella.
Por otra parte, conforme a esas interpretaciones, tiende a pasarse por
alto el hecho de que ( זכרםsu recuerdo) ha sido reforzado por הּמהy
también el hecho de que las dos palabras masculinas זכרם הּמהse re eren a
( עריםalgo que han olvidado la mayoría de los expositores), mientras que
עיר, con unas pocas excepciones es femenino. Según eso, aunque lo
contrario no sea totalmente imposible, זכרם המהtiene que referirse a los
enemigos en cuanto tales, no a sus ciudades sin más (cf. Sal 34, 17; Sal 109,
15).
byE“Aah’( podría ser nominativo absoluto, de manera que el texto se
podría traducir: “el enemigo… está ante su n para siempre con sus
destrucciones”; pero חרּבהno tiene nunca sentido activo, sino neutro.
También se podría traducir, “el enemigo… ruinas han terminado para
siempre”. Pero el signi cado de “ser destruido” exigiría que la palabra aquí
empleada fuera ֹומם, en vez de WMT;î al aplicarse a las ruinas. Más aún, en
conexión con esas dos traducciones debería venir el pronombre en tAbªr"x
(teniendo que decirse
(חרבותיו.
Todos estos problemas se solucionan mejor haciendo que האויבsea el
sujeto de ֹוּמּו. Ese verbo (ֹוּמּו, perecerán, morirán) aparece también en otros
casos con un sujeto colectivo, así en Is 16, 4; cf. también הארבen Jc 20, 37.
Por su parte, חרבות לנצחes un nominativo de resultado (de producción),
que corresponden al objeto o resultado de la acción, con verbos de acción,
Los enemigos son destruidos como ruinas para siempre, de tal forma que
así quedan convertidos en ruinas. El tema se puede traducir de esta
manera: el enemigo, esto es, ellos, son (quedan) destruidos, como ruinas
para siempre.
Respecto a lo que sigue, la acentuación tiene elementos que llaman
también nuestra atención. Según ella, la palabra T'v.t;_n (con el
acostumbrado pathach con athnach después de un acento olewejored,
véase Coment. a Sal 2, 7) nos sitúa ante una frase de relativo, de forma que
no necesita que זכרם המהse re era hacia atrás a ערים. Según todo eso,
interpretamos el pasaje así: “Y tú has destruido ( נתׁשevellere, exstirpare,
aniquilar) ciudades (se supone que hostiles), de manera que la memoria de
ellos (de los enemigos) ha perecido”.
De esa forma se explica el hecho de que la palabra זכרם, conforme a la
regla de Gesenius 121, 3, ha quedado reforzada por la adición de ( הּמהcf.
Num
14, 32; 1 Sam 20, 42; Prov 22, 19; 23, 15; Ez 34, 11). Hupfeld, cuya
interpretación es la misma que la nuestra, piensa que son probablemente
los enemigos y las ciudades los que han luchado entre sí y se han
destruido.
Pero el contraste sigue en Sal 9, 8, donde se dice que “ellas (las
ciudades, los enemigos) han perecido, su memoria se ha borrado, mientras
que Yahvé dura para siempre y está entronizado como juez”. Este
contraste, mirado así, retrospectivamente, va en apoyo de nuestra
explicación, según la cual ( זכרםsu recuerdo) no se re ere a las ciudades,
sino al enemigo, es decir a האויב, tomado como un término colectivo. Con
esta interpretación de 9, 7 no tenemos ninguna necesidad de leer זכרם
( מהּמהcomo el Targum), ni ( זכר מהּמהHitzig).
Esta última lectura parece reforzada por Job 11, 20, cf. Jer 10, 2. A
pesar de ello, esa lectura de זכרםcomo su recuerdo no parece admisible,
dado que זכרno tiene aquí un sentido subjetivo (recuerdo de algunos),
sino objetivo
(recuerdo sobre algunos). En esa línea se podría decir que עריםsigni ca aquí
quizá (como en Sal 139, 20) celotas, celosos, en el sentido de adversarios
(de עירfervere, zelare, ser fervoroso de…).
De todas formas, nos inclinamos por la negativa, porque este salmo no
tiene un lenguaje arameizante, ni un tipo de hebreo del norte de Palestina.
De todas formas, sigue permaneciendo la dureza de la palabra עריםsin
ningún su jo que nos permita precisar su sentido. Queda sin embargo claro
que las ciudades de las que aquí se trata, ciudades que han sido destruidas
de raíz, son ciudades de enemigos.
9, 8–9. Sin que haya ni un recuerdo de ellos, los enemigos han sido
destruidos, mientras que, en contra de eso, Yahvé permanece para
siempre. Esta estrofa es la continuación de la anterior, con una íntima
conexión de contraste (como en el caso de la estrofa 4 ,9 ,ב, en la que se
parte de lo dicho en la estrofa anterior). En esa línea, el verbo ( יׁשבcf.
bve_yE ~l’äA[l.) no tiene aquí el sentido general de
“permanecer” (como עמד, durar), sino el mismo que en Sal 29, 10.
Todo lo que se opone a Yahvé tiene un nal terrible, mientras que él,
Yahvé, se sienta en su trono donde habita entronizado para siempre, como
juez. Él ha preparado su trono con la nalidad de juzgar (lbeîTe-jPo)v.yI
aWhªw>). Este mismo Dios que ha dado pruebas de que vive y reina será
para siempre juez de las naciones, de un modo total, estricto, imparcial.
lbeîT es una palabra exclusivamente poética y siempre sin artículo, y
signi ca “todo” (a diferencia de ארץque es el cuerpo de la tierra, y de אדמה
que es la cubierta de suelo de la tierra), la super cie fértil del globo (de )יבל,
la οἰκουμένη. El texto se re ere aquí al juicio nal, en el que desembocan
todos los juicios anteriores. En salmos más tardíos se repite esta palabra
davídica relacionada con el futuro.
9, 10‒11. Al juzgar de esta manera a las naciones, Yahvé vendrá a mostrarse
(en esta segunda estrofa‒guimel, con )וcomo refugio y ayuda de los suyos
(bG"åf.mi hw"åhy> yhiÛywI, y será Yahvé refugio). El verbo voluntativo
con waw (cf. 9, 10, hw"åhy> yhiÛywI) expresa aquello que el poeta desea
para él y para los temas mencionados en Sal 9, 11.
מׂשּגבes un lugar alto, protegido, donde alguien está alejado de todo
peligro, como sabe David por las experiencia de sus tiempos de
perseguido. Por su parte, ּדךes alguien que está propiamente aplastado,
roto (de ּדכךigual a ּד כאּדכה, deshacer, romper en pedazos, דקקpulverizar),
por lo tanto, uno que está oprimido hasta el extremo, totalmente
quebrado, sin fuerza. El paralelo de ּד ךes לעֹוות בּקרהcon la partícula de
dativo ( לcomo probablemente también en Sal 10, 1).
עֹוותde ( עתen el sentido de tiempo y también continuidad, cf. Sal 81,
16) indica las condiciones sociales del pueblo, las vicisitudes de la vida de
sus habitantes, en la línea de Sal 31, 16. Por su parte, בּקרהno es הּקרהmás
la partícula ( ּבBötticher), pues esa composición produce un signi cado que
carece aquí de sentido (para tiempos en la necesidad), sino que es, más
bien, una palabra formada a partir de ( ּבּקרcortar, en árabe tiene el sentido
de ver, y propiamente hablando discernir con agudeza), lo mismo que ּבּרׁשה
de ּבּרׁש, que signi ca en sentido estricto algo que está cortado de, separado
de, que no puede ni moverse (como ּבּקרת, Jer 17, 8, plural ; ּבּקרותJer 14, 1),
con un matiz de tristeza sin esperanza de liberación.
Dios es refugio nal para hombres que se encuentran en esas
circunstancias de vida sin esperanza, de forma que solo por él se fortalece
la con anza de su pueblo, se refresca, queda impulsada. Solo Yahvé ofrece
seguridad a los que conocen su nombre, el nombre de Dios, pues él se lo
revela plenamente a través de sus actos. En esa línea, aquellos que
preguntan por Yahvé, o se preocupan por él (este es el sentido de ּדרׁשa
distinción de )ּבּרׁשmuestran que han tenido la experiencia de que Dios no
les olvida, sino que les da a conocer su realidad en plenitud, su poder y su
misericordia.
9, 12–13. De esa forma, partiendo de la anterior, esta estrofa z (hw"hyl;â
WrªM.z,) invita a los eles para que alaben a su Dios, que ha hecho y hará
tales cosas. Las peticiones que siguen tienen un contenido moral y se
pueden aplicar a todos los hombres del pueblo en conjunto y a cada uno
individualmente. Yahvé, que ha de ser alabado en todo lugar y por todos,
aparece aquí como aquel que habita en Sión ( )יׁשב צּיון, cosa que no signi ca
aquí directamente que esté entronizado allí sobre un trono, en un templo
bien construido (pues en los años de la vida de David no se había
construido todavía allí un templo), sino que habita en Sión, llenando de su
vida la santa montaña (Gesenius 138, 1).
Yahvé será en especial el nombre del Dios de Sión desde el momento
en que él coloque allí su Trono en la tierra, cuando el Arca de la alianza se
establezca en la colina, es decir, en el lugar fuerte de Jerusalén, Sal 76, 3.
Este será el nombre que recibirá y tendrá durante el tiempo de los reyes,
hasta la caída de la Jerusalén, el año 587 a. C., para recuperarlo después
para siempre.
La salvación de Yahvé ha de ser proclamada desde Sión a todo el
mundo, incluso fuera de Israel, porque esa salvación será el tema principal
de Salmos de David, que podrán titularse Salmos de Sión, cuyo tema
central serán las magnalia Dei, las grandes obras de Dios vinculadas a
Jerusalén.
En ese sentido, los salmos son los cantos victoriosos de las grandes
obras de Dios que han de ser proclamadas a las naciones. Esas obras son
wyt’(Alyli([], “tus acciones poderosas”, son magnalia Dei (cosas grandes
de Dios), unas obras que aparecen ya cantadas en el Canto de Ana (1 Sam
2-3) y que se repetirán después de manera apasionada en los profetas. Esa
palabra ((tAlyli([]) proviene de עלל, raíz על, que signi ca elevarse o ponerse
sobre alguna cosa, in uir en una persona o cosa, como si fuera desde
arriba, para llenar así las cosas con su energía y actuar sobre ellas.
Con la partícula ּכי, quod, (Sal 9, 13) se pone de relieve la profundidad y
sentido de la salvación que Dios ofrece a su pueblo desde Sión. El tiempo
presente muestra aquello que Dios ha realizado ya, y que así aparece como
expresión y sentido de su acción entre los hombres. Esos actos de Dios
tienen dos argumentos principales: (1) Dios se venga de los enemigos; (2)
Dios rescata y libera a su iglesia perseguida hasta el martirio.
Este es el texto clave: Erk"+z" ~t'äAa ~ymiD"â vrEäd, (Dios) venga la
sangre, recuerda a ellos… Estos, ( אותםaquellos de los que se acuerda
Yahvé, demandando su sangre) aparecen en el texto antes que el verbo
(rk"+z), a causa del énfasis, pues son aquellos a los que aludirá después el
salmo (en 9, 20). El qetub les llama ~yYInI[], el keri ~ywI¥n"[, siendo en
ambos casos los humildes o los pobres. Ambas palabras se alternan
también en otros lugares del salterio, poniéndose a veces como qetub y
otras veces como keré. Ambas remiten a ענהinclinarse (abajarse, Is 25, 5).
La signi cación neutra del verbo ענהigual a ענו, árabe ‛na,̂ está en el fondo
del nombre ענו, que en Num 12, 3 aparece como keré, עניו, con una yod
genérica (lo mismo que la yod de ׁשליו, Job 21, 23).
El sustantivo correspondiente, ענוה, no signi ca sin más a icción, sino
pasividad, es decir, humildad. Por su parte el nombre עניes pasivo y, por lo
tanto, no signi ca, como ענו, alguien de mente humilde, en estado de ענוה,
sino alguien que está inclinado, a igido, lleno de dolores, עני. En esa línea,
las dos virtudes (la a icción y la humildad) aparecen como gemelas,
vinculadas a la palabra ענוה, porque se adquieren en la escuela del
sufrimiento, como indica la palabra – עניaunque solo de un modo
secundario.
De esa forma se vinculan el sentido moral/espiritual y el sentido
físico/anímico de la a icción, es decir, de una vida de abajamiento, sin
felicidad corporal y prosperidad. Esta es una condición básica de la vida de
los creyentes y, como muestra Num 12, 3, ella se encuentra bien
expresada por el nombre ( ענוen griego ταπεινός y πραΰ́ς) que tiene el
sentido del humildad y mansedumbre.
Pues bien, en ese contexto, conforme a la palabra del salmo, no solo
en Israel, sino entre las naciones, se proclamará que Dios es vengador de
sangre (goel divino, ~ymiD"â vrEädo), pues él piensa y se ocupa de ellos
(de los pobres/a igidos, que son sus )ּדרׁשים. Conforme a todo eso, los a
igidos pueden buscar a Dios y pedir su protección, porque es Dios mismo el
que se preocupa de ellos.
ּדמיםsigni ca siempre sangre humana, una sangre derramada con
violencia, de un modo antinatural. El plural es un “plural de exigencia”, tal
como lo ha estudiado Dietrich, Abhandl. p. 40. En esa línea, cuando se dice
que Dios es ~ymiD"â vrEädo, se está indicando que él es
buscador/vengador de sangre, pues exige que los culpables restituyan
aquello que han destruido (la sangre humana), o que paguen por ello,
exigiéndoles un tipo de indemnización o satisfacción, Gen 9,5, de manea
que los culpables sean por ello castigados a la muerte, en el sentido
absoluto de “castigar” como condenar (cf. 2 Cron 24, 22).
9, 14–15. Los que toman esta estrofa como una oración separada de David
(sin relación con su vida) destruyen la estructura del carácter hímnico
unitario del salmo, porque lo que aquí aparece en forma de oración es lo
que se presentará en el salmo siguiente, como algo que el salmista ha
experimentado en su propia existencia de rey elegido por Dios. Esta
estrofa presenta más bien aquello que los ענּייםy ( ענויםlos a igidos y
pobres) han gritado a Yahvé, antes de haber recibido la liberación que
ahora experimentan.
En vez de la forma חּסניque se utiliza en todos los restantes casos aquí
se emplea la fórmula más fuerte y trémula ynInEín>x. Conforme a la
lectura más atestiguada (con pathach y gaja en la primera sílaba), a pesar
de que Chajug la toma como imperativo piel, esta palabra (ynInEín>x) ha
de interpretarse, más correctamente (cf. Ewald 251c), como un imperativo
kal.
Las puertas de la muerte (cf. tw<m") yrE[]V) son las entradas del reino
de la profundidad o sheol (ׁשאול, Is 38, 10) que están en las profundidades
de la tierra. De aquel que está en peligro de muerte, se dice que ha sido
tragado por la tierra. De aquel que ha sido liberado del riesgo de muerte,
se dice que ha sido “elevado”, de forma que las puertas de la muerte no le
tragan y no se cierran tras de él.
La iglesia (congregación de eles) de Israel, que ha estado ya cerca de
las puertas de la muerte, ha gritado a Dios, pues Dios es el único, que
puede liberarle de la destrucción. La nalidad principal de esa liberación
consiste en que el creyente (la iglesia) pueda glori car a Dios, pues los
muertos no le alaban. La forma ^yt,îL’ñhiT. es singular, con un su jo plural,
como en( ׂשנאתיךEz 35, 11) y en ( אׁשמתימוEsd 9, 15), con in exión plural, a
pesar de que la palabra sea singular. Este es un caso extraño, pero los
especialistas en puntuación a rman que hay posibilidad de una in exión
plural para un nombre colectivo en singular (como muestra עצתיךen Is 47,
13).
En oposición a las puertas de la muerte, situadas debajo de la tierra, las
puertas de la hija de Sión (!AY=ci-tb; yrEî[]v;() están en lo alto. צּיוןes
genitivo de aposición (gen. appositionis, Gesenius 116, 5). La hija de Sión
(Sión misma) es la iglesia de los que tienen con Yahvé una relación de
niños, de novios, de esposos (es decir, de participantes de su gloria). Estar
ante las puertas de la hija de Sión equivale a “estar delante de todo el
pueblo de Dios” (Sal 116, 14).
Las puertas son el lugar de la reunión pública, el espacio civil más
importante de la ciudad, donde se realizan los contratos o negocios de los
habitantes. En este período del Antiguo Testamento, los eles no sabían
nada de los cantos de alabanza de los redimidos en el cielo (es decir,
estrictamente hablando, no creían en un cielo después de la vida en este
mundo). Eso signi ca que la tumba es el lugar del silencio de la muerte, sin
que pueda alabarse desde ella a Dios. Si la iglesia quiere alabar a Dios tiene
que continuar en vida y no morir (no bajar a la tumba).
9, 16–17. De esa manera, como dice esta estrofa teth ()ט, la iglesia puede
alabar a Dios, porque ella ha sido rescatada de la muerte, y aquellos que
desearon que muriera y terminara, han caído ellos mismos como presa de
la muerte.
Habiendo interpretado la estrofa anterior (het 15‒14 ,9 , )חcomo
representación de צעקת ענּייםprecedente (de la suerte de los )ענּייםno
tenemos necesidad de repetir lo ya dicho, como hace Seb. Schmidt, sino de
recordar que esta estrofa continúa con los verbos en pretérito, como la
anterior, pues el comienzo de esta estrofa (9, 16) sigue hablando de la
suerte de los impíos.
El verbo W[åb.j’ (raíz טב, de aquí deriva también )טבלsigni ca estar
oprimido, dentro de algo cerrado, como aquí y en Sal 69, 3, Sal 69, 15
(quedar prendido en la misma red que los malvados han construido). El
sentido de estos versos es claro, el mismo que hemos visto ya en el salmo
anterior: Los malvados quedan prendidos y se pierden en la red o trampa
que ellos han tendido para cazar a los justos38.
En 9, 17, el texto de Ben Naphtali puntúa la palabra [d,’AnÝ con ā,
indicando que Yahvé es conocido (participio nifal); Ben Asher supone que
es un pretérito nifal, con sentido re exivo, con el signi cado de “se hace
conocido”, como en Ez 38, 23. Las lecturas de Ben Asher se han convertido
en el textus receptus.
Inmediatamente después de indicar aquello por lo que Dios se ha
hecho conocido a sí mismo, se a rma: Dios ha ejecutado el juicio o derecho,
cazando (atrapando) al malhechor (רׁשע, como en 9, 6) en la misma obra
astuta que ese malhechor había planeado para la destrucción de Israel. Así
lo interpreta Gussetius.
נוקׁשes participio kal de נקׁש. El pensamiento de fondo es el mismo que
aparece en Job 34, 11; Is 1, 31. La gura de la red, ( רׁשתde ירׁשagarrar), es
propia de los salmos que tienen el encabezado de לדוד. La música, con la
combinación הגיון סלהindica que aquí crece el tono y motivo de los
instrumentos de cuerda (Sal 92,4) o que la música se eleva tras un “solo”
de los instrumentos de cuerda. El canto se eleva en un clímax de triunfo.
9, 18–19. Igual que en 9, 8, la perspectiva de un juicio universal se abre y
se inicia con un acto de juicio de Yahvé experimentado en el presente. En
esa línea, la visión retrospectiva de lo que ha sucedido en el pasado se
trans ere a la contemplación con ada del futuro, lo que indica que la suerte
del justo se encuentra garantizada.
Los LXX traducen יׁשּובּוpor αποστραφήτωσαν (fueron conducidos, con
apo), Jerónimo, convertantur (han de irse al…), un signi cado que es posible
(cf. e. g., 2 Cron 18, 25). Pero ¿por qué no se podrá decir ἀναστραφήτωσαν,
o también ἀναστραφήσονται (fueron llevados o serán llevados), pues 9, 19
muestra que el tema de fondo de 9, 18 no es un deseo, sino una visión
prospectiva de algo que va a suceder con seguridad?
Volver al polvo o hundirse en la nada (redactio in pulverem, in nihilum)
constituye el retorno de la humanidad a su condición original, pues el
hombre fue formado del polvo, llamado al ser desde la nada. Morir es
volver al polvo, Sal 104, 29, cf. Gen 3, 19 o, como aquí se dice, es “retornar
al Sheol”. Así se dice en Job 30, 23, morir, y en Sal 90, 3, retornar a la
existencia sombría del Hades, salir fuera de la vida. Según eso, esa
decadencia o retorno a la tierra del hombre por la muerte es una forma de
renovación (repristinación) de aquello que el hombre era antes de haber
venido al ser. Morir y acabar en la fosa (sheol) es como no haber vivido.
En cuanto a la forma externa de לׁשאולה, ella puede ser comparada con
ליׁשעתהen Sal 80, 3. En ambos casos, la לmarca un sentido de dirección o
intención, y puede utilizarse muy bien delante de ׁשאולה, porque esa
partícula puede signi car ambas cosas, ἐν ᾅδου y εἰς ᾅδου (cf. מּבבלהJer 27,
16). R. Abba ben Zabda, en Gen Rabba cap. 50, explica el doble signo de
dirección en una línea de intensidad, traduciendo in imum ambitum orci
(en el ámbito más hondo del horco).
El sheol o muerte aparece como lugar o de nición de ׁשכחי אלהים, de los
que han olvidado a Elohim, de los que no mantienen su recuerdo. Dado
que Dios no ha dejado a los hombres sin un testimonio de sí mismo, a n de
que ellos puedan conocerle, el hecho de que ellos, los hombres, se alejan
de él (es decir, que no le recuerden) implica un olvido de Dios.
Ese olvido de Dios es la “culpa” de hombres que se han separado de él,
de manera que ellos, si quieren salvarse, tienen que “volverse” de ese
olvido y convertirse a Dios (Is 19, 22). Pero, dado que ellos no actúan de
esa manera, y dado que además se elevan en hostilidad en contra de la
nación de Dios y del Dios de la revelación que desvela su plan de
redención, ellos serán obligados a retornar a la tierra sin vida de la que han
brotado, hundiéndose de un modo concreto y para siempre en el Hades, a
n de que la Iglesia perseguida pueda ver cumplido su deseo de paz y su
promesa de dominio (sobre el mundo).
Dios reconocerá (recordará, dará vida) a esa iglesia cautiva (ecclesia
pressa), y aunque su esperanza parece quedar destruida, en la medida en
que queda una y otra vez sin cumplirse, las cosas no seguirán
manteniéndose para siempre así.
La partícula לא, acentuada de un modo fuerte (cf. xc;n<l’â al{å yKiÛ)
regula los dos miembros de 9, 19, como en Sal 35, 19, en 38, 2 y en otros
muchos casos (Ewald, 351a).
אביון, de אבהestá evocando a la persona que está deseosa de recibir
aquello que necesita. El sentido del árabe ‛ba, que signi ca lo opuesto, en
la línea dê uno que se retrae a sí mismo por la fuerza (porque está
obligado a ello) no puede tomarse aquí en consideración.
9, 20–21. Por razón del acto de juicio ya testimoniado, la oración se vuelve
ahora mucho más con ada con las cosas que han estado amenazando a los
justos, que ahora pueden con ar en Dios, pidiéndole que derrote a los
enemigos. A partir de la letra yod, י, (WbWvåy 9, 18) el poeta da un salto
hasta la letra ( קhw"hy>â hm'äWq, 9, 20) que, sin embargo, parece ser un
sustituto de la כque uno podría esperar (y que aparece en 9, 19: al{å
yKiÛ), dado que el salmo siguiente 10, 1 comienza con la ( לcf. hm’äl’).
Esta palabra de David, ( קּומהSal 3, 8; Sal 7, 7), está tomada del mandato
de Moisés en Num 10, 35, “Yahvé se eleva, viene, aparece”. Estas son
expresiones emparentadas en el A. T., y todas ellas piden a Dios que vuelva
a introducirse en la historia humana, de la que da la impresión que se
había alejado, situándose en un estado de reposo, volviéndose invisible a
los ojos de los hombres.
Hupfeld y otros traducen de un modo equivocado, “a n de que el
hombre no se vuelva fuerte”. El verbo עזזno signi ca solo ser o volverse
fuerte, sino también “sentirse” fuerte, poderoso, poseedor de poder, y
actuar de un modo consecuente, es decir, desa ante, como en Sal 52, 9,
con עז, que es desa ar, no tener moderación, ser impúdico (en hebreo
postbíblico, עּזּותfalta de vergüenza).
( אנוׁשcf. 9, 20: vAn=a/ z[oåy"-la, no triunfe el hombre), tanto aquí
como en 2 Cron 14, 10, es el hombre impotente en comparación con Dios,
el hombre que, siendo frágil en sí mismo, se vuelve enemigo de Dios,
queriendo ocupar su lugar. Los enemigos de la iglesia aparecen designados
con frecuencia con este nombre, que pone de relieve la impotencia de su
pretendido poder (Is 51, 7;Is 51, 12).
David pide a Dios que reprima la arrogancia de estos hombres desa
antes, elevándose y manifestándose en toda la grandeza de su
omnipotencia, después que su larga paciencia había sido interpretada por
los hombres como resultado de su impotencia. Dios ha de elevarse como
juez del mundo, juzgando a los cielos, haciendo que ellos mismos deban
presentarse delante de él, como si tuvieran que des lar con sumisión ante
su rostro ()על־ּצני.
Dios deberá pasar sobre ellos como hr"ªAm. Si el sentido de esa
palabra fuera la “cuchilla de afeitar” la frase estaría mal expresada; y si,
conforme a Is 7, 20, asociamos esta frase con la idea ignominiosa de
rasurar el cabello o de cortar el cuello, esa sería una gura indigna para este
pasaje. Otros (LXX, texto sirio, Vulgata y Lutero), han pensado que esa
palabra hr"ªAm signi ca “maestro”, que se apoya sobre la lectura אמת, que
nosotros con enius y otros preferimos a la lectura tradicional (incluso
Jerónimo traduce, pone, Domine, terrorem eis, ponles, Señor, el terror).
Pero la forma en que la masora interpreta esa palabra מורהen el
sentido de terror (como מכלה, Hab 3, 17, en lugar )מכלא, nos parece
perfectamente adecuada.
Hitzig eleva la objeción de que el miedo o terror no es una cosa que
uno pone encima de otros; pero מוראno signi ca simplemente miedo, sino
un tipo de realidad o de persona que, como Hitzig mismo explica en
Coment. a Mal 2, 5, actúa como causa o impulso de miedo. Según eso, el
salmista pide a Dios que infunda el terror sobre los enemigos de su pueblo.
De esa forma no se quiere decir que Dios haga que queden
sobrecogidos de terror ()על, ni que él imponga sobre ellos ( )ּבel terror
como si fuera una cosa material, sino que les haga objeto de miedo, con (
)ל, en la línea de Sal 31, 4; Sal 140, 6; Job 14, 13), de manera que
desfallezcan, tal como lo expresa el mismo verso 9, 20. De esa manera los
impíos tendrán que reconocer que son mortales (Os 9, 7), que no pueden
imponerse con violencia sobre otros hombres (cf. Sal 10, 12; Sal 49, 12; Sal
50, 21; Sal 64, 6; Gen 12, 13; Job 35, 14; Am 5, 12; Os 7, 2) 39.
30 Sus caminos son torcidos en todo tiempo; tus juicios los tiene
muy lejos de su vista; a todos sus adversarios desprecia.
31 Dice en su corazón, “No caeré jamás; nunca me alcanzará la desgracia”.
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`vro)d>Ti al{å ABªliB.÷ rm,ïa' ~yhi_l{a/ Ÿ[v'îr" #aeÞnI
Ÿhm,Û-l[; 13
^yl,['â ^d<ïy"òB. tteçl' éjyBiT; Ÿs[;k;’w" lm'Û['« ŸhT'Ûa;-
yKi( ht'ai‡r" 14
`rzE)A[ t'yyIíh' ŸhT'Ûa; ~Atªy"÷ hk'l,_xe bzOæ[]y,
`ac'(m.Ti-lb; A[ïv.rI-vArd>Ti( [r"ªw"÷ [v'_r" [;Aråz> rbov.â
15
Este salmo y Sal 33 son los únicos anónimos en el primer libro de los
salmos. Pero este tiene algo particular, pues la traducción de los LXX lo une
con Sal 9, de forma que ambos forman un único canto, no sin cierta razón
para ello. Ambos están compuestos con tetraesticos; solo hacia el centro
de Sal 10 hay ciertas estrofas de tres líneas mezcladas con las de cuatro.
Por otra parte, suponiendo que la estrofa קcon la que acaba el salmo 9
ocupa el lugar de la estrofa כque uno podría haber esperado después de la
estrofa י, Sal 10 que empieza con la estrofa ל, debería ser una continuación
de Sal 9.
Sea como fuere, este salmo comienza con la letra del centro del
alfabeto, mientras que Sal 9 comenzaba con la aleph del principio.
Ciertamente, a la estrofa לle siguen una serie de estrofas sin orden
alfabético, pero su número corresponde exactamente a las letras que hay
entre la לy las letras ׁש ר ק תcon las que comienzan las últimas estrofas del
salmo mientras que seis letras intermedias (de la מa la )צno han sido
introducidas según el orden alfabético.
Además, hay que poner de relieve que Sal 9 y Sal 10 están relacionados
temáticamente, de un modo muy íntimo, como muestran los siguientes
indicios: (a) el uso de expresiones raras como לעֹוות בּקרהy ( ;ּדךb) la
repetición de palabras con el mismo sentido como אנוׁשy ( ;ּגויםc) la
utilización de fórmulas muy expresivas como “Yahvé no olvida” y
“levántate”; (d) las semejanzas de estilo, como la utilización de la oratio
directa en vez de la obliqua (9, 21 y 10, 13).
De todas formas, resulta imposible que estos dos salmos formen solo
uno, pues, aun teniendo ciertos rasgos comunes, en otros aspectos ellos
son radicalmente diferentes. Sal 9 es un salmo de acción de gracias, Sal 10
es de súplica y, además, la personalidad del salmista, que era prominente
en Sal 9, queda aquí totalmente diluida en Sal 10. Los enemigos cuya
derrota celebra Sal 9 con acción de gracias, enemigos cuya destrucción nal
el salmista espera en el futuro, son los ּגוים, es decir, los pueblos
extranjeros. Por el contrario, en Sal 10 los enemigos son los apóstatas y
perseguidores de su misma nación judía que ahora se sitúan en primer
plano, de forma que los גויםsolo aparecen mencionados en las últimas dos
estrofas.
Los dos salmos se distinguen también por su forma: (a) Sal 10 no tiene
marcas musicales que indiquen su forma de utilización, ni sigue con la
estructura del tetraestico, que hemos destacado en el salmo anterior; y (b)
Sal 9 forma una unidad en sí misma, sin que le falte nada. En el caso de que
se le conecte con Sal 10, y siendo ambos leídos o cantados, uno tras otro,
el Sal 10 aparece como un añadido, en forma de cola o apéndice que des
gura la unidad del conjunto.
En ese contexto, en relación con el autor, hay dos posibilidades: (a) Sal
10 es una continuación a Sal 9, y ha sido compuesto por el mismo David;
(b) Sal 10 ha sido compuesto por un poeta distinto, y unido al anterior a
través de la continuación del orden alfabético. La segunda posibilidad tiene
muy pocos visos de ser verdadera, porque Sal 10 no es inferior a Sal 9 ni
por antigüedad, ni por elegancia de lenguaje ni por pensamientos.
Teniendo eso en cuenta, las coincidencias mutuas apuntan a que el
autor de los dos salmos es el mismo poeta, de manera que los dos han de
ser considerados como “dípticos coordinados de un conjunto, formando
así una unidad superior” (Hitzig), que ha sido compuesta por el mismo
David. El mismo lenguaje duro, sombrío y tersamente lacónico de Sal 10,
con indignación profunda de tipo moral, lo encontramos también en otros
salmos de David, propios de ese tiempo; esa indignación se expresa de
formas distintas y complementarias, como sucede en estos dos salmos,
escritos con un estilo de indignación arrebatada.
10, 1‒2. El salmo comienza con una pregunta de lamento: ¿Por qué tarda
Yahvé en liberar a su pueblo? Esta pregunta no es una simple
murmuración ante la tardanza de la parusía, sino que muestra un ardiente
deseo de que Dios no se retrase, ni tarde en venir, tal como conviene a su
naturaleza y a su promesa. La interrogación hm’äl’, que se aplica a los dos
esticos de 10, 1, tiene el acento en la última sílaba, igual que ante עזבֹוניen
Sal 22, 2, y ante הרעתהen Ex 5, 22, a n de que se distingan y se pronuncien
(que no se pierdan) las guturales del principio de las palabras siguientes,
en una lectura o canto rápido del texto (véase mi Coment. a Sal 3, 8, y
Luzzatto sobre Is 11, 2, 40(נחה עליו.
El poeta pregunta la razón por la que en la condición actual de las
cosas (sobre בּקרה, véase Coment. a Sal 9, 10) Yahvé se encuentra distante
(con ּברחוק, que aparece solo aquí, en vez de )מרחוק, como si fuera un
espectador desinteresado, y por qué cubre sus ojos ( ֹועּליםcon Dagesh
ortofónico, para que se mantenga bien la pronunciación), de forma que no
ve (no puede ver) la desesperada condición en que se encuentra su
pueblo; o por qué cubre también sus oídos (Lam 3, 56), de manera que no
escucha las súplicas de los oprimidos.
De un modo consecuente, a causa de la forma insolente en que se
portan los impíos, los pobres están llenos de miedo (Gesenius, Stier,
Hupfeld), no simplemente de opresión (Hengstenberg). Este asalto contra
los piadosos es una πύρωσις, un incendio (1 Ped 4, 12). El verbo ( ּדלקcf.
ql;äd>yI) que recuerda a ּדּלקת, πυρετός, in amación, ha sido escogido quizá
con referencia a la ebre que se siente bajo la opresión, que es el resultado
de la persecución, a causa de la persecución del impío.
No hay ruptura en la transición del singular al plural, porque tanto [v'r
como ynI+[' son designaciones individualizantes de dos tipos de hombres.
El
sujeto de Wf¦p.T’yI son los ענּיים, y el de חׁשבּוson los רׁשעים. Los tiempos en
futuro describen lo que usualmente sucede. Los a igidos se encuentran
encerrados en la red de engaños y opresiones que los impíos han tramado
y desplegado en contra de ellos, sin ser capaces de liberarse a sí mismos.
La puntuación que coloca un acento tarcha junto a זּו, confunde el relativo
y lo interpreta “en los engaños allí, que ellos han tramado” (cosa que va en
contra de lo que dice el texto).
10, 3‒4. Los rasgos fundamentales de la trama aparecen aquí desarrollados
de un modo más preciso. Los pretéritos expresan aquellos rasgos del
carácter de los impíos que están siendo objeto de la experiencia de los
eles. הּלל, alabar en voz alta, va generalmente con acusativo (lo hacen en
este caso los impíos); aquí se utiliza con עלque se re ere a la cosa por la
que se alaba.
Lejos de ocultar el deseo o pasión vergonzosa que llena su alma (Sal
112, 10), el impío presenta ese deseo como objeto o fundamento de su
más alta y ruidosa alabanza, imaginando que él está por encima de toda
crítica humana o divina. Hupfeld traduce de forma equivocada, “Y él
bendice al saqueador, blasfema de Yahvé”. Pero el רׁשעque persigue a los
justos es él mismo un ּבצע, es decir, una persona ambiciona y rapaz. Esa
designación ()ּבצע, que aparece así en Prov 1, 19, o como ( רע ּבצעHab 2, 9)
no se re ere meramente a alguien que
“corta a su favor sí” (árabe bḍ‛), i. e., que obtiene ganancia injusta a través
del comercio deshonrado, sino también y sobre todo al avaricioso que se
apodera de todo, al πλεονέκτης.
El verbo ּברךaparece aquí con mugrash, %rEªBe÷ (mientras que en
Num 23, 20 se acentúa con tiphcha, )ּוֵבֵרy no signi ca nunca, en hebreo
bíblico, maledicere, maldecir, como en el hebreo talmúdico (de manera
que ּברּכת הׁשּםes una blasfemia, según B. Sanhedrin 56a y con frecuencia),
sino despedirse de uno con una bendición y luego abandonarle, como en
Job 1, 5 y en otros lugares (cf. en alemán abdanken y la frase “das Zeitliche
segnen”, bendecir la vida, despedirse del tiempo, morir). El conjunto de la
declaración de 10, 3, sin conjunciones, forma un clímax, como Is 1, 4; Am
4, 5; Jer 15, 7. נאץ, signi ca rechazo o repulsa, de palabra y obra41.
En el Sal 10,4, el malo ([v'ªr) es un nombre absoluto, es designación de
un tipo de personas, añadiendo que según su jactancia o, más bien, según
la altivez de su ira (APa;â Hb;gOæK., cf. Prov 16, 18), los impíos piensan y
dicen que no hay Dios que les pida cuentas, con ~yhiªl{a/÷ !yaeî vro+d>yI-
lB;, (no hay Dios) en ninguno de sus pensamientos, cf. en wyt’(AMzIm.-
lK’. Esa palabra (wyt’(AMzIm.), que indica las intrigas de los impíos según
10, 2, tiene en este verso este signi cado general de “los pensamientos”
(de זמם, árabe zmm, unir, combinar) que aparecen combinados con aquello
que se quiere evocar sutilmente en todo el salmo.
La trama y despliegue del pensamiento del impío es la siguiente: Está
convencido de que “él”, es decir, Yahvé (cuyo nombre no quiere
pronunciar) no le castigará por nada, de ninguna manera ( ּבלes la forma
más intensa de negación subjetiva). Eso implica que de hecho no existe
para él Dios en modo alguno. Conforme a la experiencia de la Biblia, negar
la acción de un Dios vivo, que está presente en la vida de los hombres y
que les castiga por el mal que hacen (es decir, negar la existencia de un
Dios personal) es lo mismo que negar totalmente la existencia de Dios
(Ewald).
10, 5. Esta estrofa que consta solo de tres líneas describe el tipo de
felicidad que busca el impío, que no permite que nada le disturbe. El signi
cado de “durar todo tiempo” queda con rmado por el verbo ( חילcf.
WlyxiÛy, cf. también Job 20, 21). Cualquier cosa que el impío haga va
conducida siempre al mismo n, que él esté seguro, que nada le haga vacilar
ni volver atrás, separándole de su meta, cf. Jer 12, 1.
El qetub ¿AKr>d,À tiene el mismo signi cado que el keré (wyk'’r"d, cf.
Sal 24, 6; Sal 58, 8). No le perturba nada, no quiere que haya ninguna nube
o sombra para su felicidad; ni los juicios de Dios, que están para él
separados y alejados de su existencia, como los cielos remotos, más allá de
su conciencia, que no perturban en modo alguno su conciencia (cf. Sal 28,
5, Is 5, 12; y en línea opuesta, Sal 18, 23) ni sus adversarios a los que él
desprecia ostentosamente. מרוםes el predicado, altissime remota (muy
elevado). Por su parte, ~h,(B' x,ypiîy, soplar sobre algo no signi ca solo
expulsar aire fuera en sentido material (para ello se habría utilizado נׁשףo
)נׁשב, sino “hacer un desaire”, soplar desdeñosamente sobre algo, en forma
de desprecio, como הּציחen Mal 1, 13, en el sentido que tiene are rosas
(despreciar las rosas) en un poema de Prudencio. Por tanto, el signi cado
de la frase, no es empujar y expulsar a los enemigos con gran esfuerzo,
sino darles a entender de forma orgullosa y altanera lo poco que los demás
le importan al impío.
10, 6‒7. En este momento, con su inmensa seguridad “carnal”, el impío da
rienda suelta a su lengua malvada. Todo aquello que el hombre creyente
atribuye a la cercanía de Dios, diciendo que nada le hará caer (ּבל־אּמוט, Sal
30, 7; Sal 16, 8), lo dice el impío con su autoconciencia sin Dios, pensando
en sí mismo, es decir, buscando su seguridad en sí mismo. El impío se toma
como alguien que permanece para siempre, de edad en edad, es decir,
como alguien que tiene un futuro sin n, [r"(b.-al{) rv<åa], de manera que
nunca (con אׁשרigual que en Is 8, 20) estará en situación mala ( ברעcomo en
Ex 5, 19; 2 Sam 16, 8).
Este pasaje puede interpretarse quizá conforme a Zac 8, 20. 23 (véase
Köhler, in loc.), en el sentido de alguien que nunca caerá en una situación
de infortunio. Pero en ese caso no podría haberse omitido el pronombre
personal ( הּואo )אני. De todas maneras, conforme a nuestra interpretación,
ese pronombre queda suplido aquí por ( אּמוטcf. jAM+a,-lB;), y según eso
no hay necesidad de poner un nuevo sujeto porque el segundo estico va
unido al primero por aposición, “en todo tiempo venidero, aquel que…”.
En conexión con esta autoconciencia de seguridad ilimitada, su boca
está llena de אלה, de maldición, execratio (no de perjurio, pues perjurium
no tiene nunca ese sentido). מרמותsigni ca engaño altanero de todo tipo, y
ֹוךes opresión, violencia. Según eso, todo lo que el impío tiene en su lengua
está siempre pronto a expresarse externamente (con Sal 140, 4, cf. Sal 66,
17); todo lo que el impío dice es destructivo para los demás, es maldad
pura. De manera lógica, Pablo ha utilizado las palabras de este salmo (10,
7-8) en su descripción abarcadora de la corrupción de la humanidad en
Rom 3, 14.
10, 8‒9. El impío aparece descrito como una era carnívora esperando a la
presa, como alguien que se encuentra en estado constante de anarquía,
como aparece por ejemplo en Os 6, 9. La visión de conjunto pone de
relieve un rasgo en el que culmina el sentido y acción del impío.
Posiblemente, esta descripción ha de tomarse en sentido simbólico,
emblemático, más que literal.
La palabra ( חצרcf. ~yrIªcex], de חצרque signi ca rodear, cf. árabe hdr,
hsṛ ) se re ere a una aldea o casa de campo que está vallada, de forma que
puede aplicarse a un tipo de casa o población cercada, defendida, con
muros, en contra de una tienda de campaña, abierta del todo a los
caminantes y curiosos que acechan (cf. Lev 25, 31; Gen 25, 16). Pues bien,
en esos lugares donde los habitantes parecen más seguros, más
defendidos, que en tiendas o poblaciones aisladas y sin muros, a campo
abierto, se sitúan los malvados, acechando (יׁשב, como árabe q‛d lh,
insidiar, acechar), como asesinos que observan al desvalido, a aquel que
nunca les ha provocado…
En este contexto se podría haber utilizado la palabra ( צפהespiar, cf. Sal
37, 32), en vez de ( צפןcf. WnPo)c.yI), pero también צפןtiene ese signi cado
(estar oculto, en la mata, Sal 56, 7; Prov 1, 11. 18), conforme al sentido
primitivo de esconderse (árabe dfṇ , fut., que conforme al árabe de los
beduinos signi ca estar quieto, inmóvil, perdido en sus pensamientos, cf.
Coment. a Job 24, 1), una palabra que puede utilizarse también en sentido
transitivo, como ocultar algo42.
El verso 10, 9 desarrolla más la visión del רׁשע, que ha venido a
presentarse como si fuera una bestia de presa. La cueva o refugio del león
se llama ahoraסך
(Jer 25, 38), o ( סּכהJob 38, 40), un matorral, de la raíz סכך, que signi ca
entrelazar o cubrir. En un segundo momento, la imagen del león se
invierte, de tal manera que el עניo pobre viene a presentarse como bestia
de presa y el ר ׁשעse compara con un cazador que hace que la era caiga en
un hoyo, de manera que cuando ha caído se apresura a sacarla de allí para
matarla (מׁשך, como en Sal 28, 3; Job 24, 22), o la deja atrapada en una red
(Os 11, 4, Job 41, 1), de manera que no pueda soltarse.
10, 10‒11. Sigue aquí la comparación del león. El salmista recurre a ella,
volviendo a la temática de persecución de los impíos, y llevándola a su nal.
En lugar del qetub (hk'd"w>)), el keré pone hK,îd>yI, que está más de
acuerdo con el uso hebreo de los tiempos. Job 38, 40 nos ofrece la base
para interpretar el texto. Los dos futuros presentan el gesto usual del
salteador al acecho de su presa.
Ciertamente, el kal ּדכהcon el sentido de “agacharse” no encuentra
apoyo en ningún otro texto bíblico, pero se puede acudir al árabe dakka,
encogerse (cf. árabe rsḍ , rmiter inhaesit loco), aferrarse de modo rme a un
lugar, como el gesto de agazaparse de las bestias de presa, de los
cazadores y de los enemigos. También se puede citar en este sentido el
árabe dagga, que Hitzig compara con el gesto de moverse agazapado, o de
arrastrarse. Por su parte, la palabra dugjeh (un cazador que se esconde en
un lugar oculto) tiene unos signi cados semejantes.
La traducción de los LXX (ταπεινώσει αὐτὸν, hacerse pequeño) no está
fuera de lugar. Conforme a esta traducción se puede suponer que el texto
original pudo ser יׁשח ודכה, y aplastado él se hunde (Aquila, ὁ δὲ λασθεὶς
καμφθήσεται); pero ּדכהno aparece con ese sentido en ningún otro lugar, y
si el poeta hubiera querido decir eso ¿por qué no pudo haber escrito ?ּדכה
(cf. además Jc 5, 27).
En esa línea, manteniéndonos en 10, 10, si ּדכהse toma como una
posición o lugar donde uno puede ser visto, entonces, los dos primeros
verbos (x,vo+y" hK,îd>yI) se re eren al “cazador” que se encoge y se
agacha, pero el tercer verbo (lp;în"w), como sucede en otros casos (e. g.,
Sal 124, 5), tendría que ser el predicado de
~yaiK’l.x,.
Agachándose todo lo que puede, el cazador se mantiene en vigilancia,
de forma que los débiles, carentes de defensa, caen en sus garras, עצּומיו.
De esa manera, los impíos destruyen a los justos, pensando en su interior:
Dios ha perdonado, Dios perdona; él ha escondido su rostro, no se ocupa
de estas pobres creaturas, y no quiere saber nada de ellas (negando de esa
forma la verdad expresada en Sal 9, 13, Sal 9, 19). Así piensa el impío que
Dios no ha sido nunca alguien que mira y se ocupa de los hombres, y nunca
lo será.
Estos dos pensamientos se encuentran fundidos en uno: עבcon el
perfecto como en Job 21, 3, y con la adición de ( לנצחcf. Sal 94, 7) rechaza
la posibilidad de que Dios esté ahora mirando, pues nunca ha mirado, ni se
ha ocupado de los males de los hombres. Por eso, el impío pre ere negar la
posibilidad de que exista un Dios que le juzgue, pues a su juicio (para su
bien egoísta) piensa que solo existe el destino, añadiendo que es ciego,
como un absoluto, que no tiene ojos, que no es más que una “noción
vacía”, de manera que no interviene en los asuntos de los hombres.
10, 12‒13. Las seis estrofas en las que han faltado las letras del acróstico
(de la מa la )צse han completado ya, y ahora comienza de nuevo la estrofa
del acróstico con ק. A diferencia de aquellos que no tienen a Dios, o solo
tienen un Dios que carece de vida, el salmista a rma que su Dios es Dios
vivo, superando la mentira de aquellos que a rman que no existe, ni ve lo
que pasa en el mundo; por eso pide a Dios que se mani este.
אלes un vocativo, lo mismo que en Sal 16, 1; Sal 83, 2; Sal 139, 17, Sal
139, 23. Dios ha de levantar la mano, a n de ayudar y castigar (cf. נׂשא יד, en
imperativo). נׂשאes igual a ׂשא, cf. נסה, Sal 4, 7 (así se dice נׂשא ידcomo ׁשלח יד
, Sal 138, 7 y נטה יד, Ex 7,5 y en otros muchos lugares). La petición no
olvides (xK;îv.Ti-la;) es equivalente a “cumple”, en la línea de lo que pedía
Sal 9, 13, en contra de lo que pensaban los impíos de 10, 11. Nuestra
traducción sigue el keré ~ywI¥n"[.
El mismo pensamiento que hemos visto en 10, 3‒4 en forma de
lamento viene a presentarse ahora en forma de pregunta dirigida a Dios,
¿Por qué desprecia el malo a Dios? hm,Û-l[; (cf. Num 22, 32; Jer 9, 11).
¿Por qué permite Dios que pase algo así, que el malo le desprecie y
desprecie a los pobres? Sobre el perfecto en esta frase interrogativa, cf. Sal
11, 3.
מּדּועes una pregunta por la causa, לּמהpor el n, y על־מהpor el motivo o,
en general, por la razón de algo, ¿Qué sentido tiene que pase algo así, si la
santidad de Dios no puede permitir que exista este tipo de injuria en
contra de su honor? Sobre לא תדרׁשcon ּכי, es decir, sobre el uso de la
oratio directa en vez de la obliqua, véase Coment. a Sal 9, 21.
10, 14. Ahora viene la con rmación de este grito dirigido a Dios, que es
totalmente diferente de aquello que piensan los impíos. Ellos suponen que
Dios no puede (no quiere) castigar. Pero el creyente sabe que Dios ve (cf. 2
Cron 24, 22), y el salmista lo conoce y lo con esa, con ht'ai‡r' (defectivo,
igual a ראיתה, Sal 35, 22): Tú has visto y ves lo que te hacen, lo que se hace
a los inocentes. El salmista apoya esta a rmación diciendo en concreto: El
mal que los malvados quieren hacer a los demás, y el gran dolor que les
causan (ּכעס, como en Ecl 7, 3) no escapa al ojo omnividente de Dios; Dios
lo conoce todo, y así puede actuar con su mano e in uir en la existencia y
conducta de todos los hombres, castigando a los impíos.
“Para poner todo bajo su mano” es equivalente a “bajo su poder” (1
Rey 20, 28, passim). Pero Dios no toma aquí en sus manos las cosas que él
tiene que administrar, sino las cosas (las acciones) a las que él tiene que
responder, por su propia voluntad. Esta expresión ha de entenderse desde
la perspectiva de Sal 56,9, cf. Is 49, 16: Dios observa de un modo especial
las a icciones de sus santos; recogiéndolas (teniéndolas) en sus manos, y
preservándolas allí, a n de recompensarles, de restaurarles, ofreciéndoles
alegría y castigando a sus enemigos.
Por eso, los débiles, aquellos que carecen de ayuda humana pueden
con ar en Dios, descargando en él su peso (cf. יהבו, Sal 55, 23), poniendo en
él (en sus manos) todo aquello que les oprime e inquieta. Yahvé ha sido y
será el Dios que ayuda a los huérfanos. ( יתוםhuérfano) aparece aquí en
forma de énfasis, como אותםen Sal 9,13. Así lo dice Bakius de un modo
preciso, in voce pupilli synecdoche est, complectens omnes illos, qui
humanis praesidiis destituuntur (la voz huérfanos aparece aquí en forma
de sinécdoque, abarcando a todos aquellos a los que les faltan las ayudas
humanas).
10, 15‒16. El deseo de la intervención de Dios se eleva de nuevo con toda
fuerza. Es una equivocación tomar ּדרׁשy מצאcomo nociones correlativas,
sino que las dos palabras han de distinguirse. En un contexto en el que
aludimos a buscar y no encontrar, cuando hablamos de algo que ha
desaparecido totalmente, no decimos nunca ּדרׁש, sino siempre ּבּרׁש, Sal 37,
36; Is 41, 12; Jer 50, 20, passim.
En nuestro pasaje, el verbo ( ּדרׁשcf. vArd>Ti() signi ca lo mismo que en
Sal 10, 4, Sal 10, 13 y Sal 9, 13 (en el sentido de “castiga su maldad, hasta
que no encuentres nada de su mal”). En esa línea, aquello que no es visible
para Dios (y no solo para el hombre) es algo que ha desapareció del todo,
que no tiene ya existencia.
Este pasaje supone que el mal ha de ser totalmente superado. El
reinado universal de Dios, que ha sido un elemento del credo del pueblo
de Dios, desde la llamada y redención del éxodo (cf. Ex 15, 18), tiene que
realizarse plenamente, del todo, y ello exige (implica) la destrucción del
mal (y de los malvados, si es que no se convierten). Al n tiene que
realizarse el reino absoluto y eterno de Dios, de un modo universal, con
duración eterna, tal como se ha prometido en Zac 14, 9; Dan 7, 14; Ap 11,
15.
Introduciéndose en la visión de esa promesa, y contemplando el Reino
de Dios, que es el reino del Bien, como algo ya realizado, la visión del
salmista se extiende más allá de los enemigos de la Iglesia hasta abarcar a
todos los enemigos en general; en ese sentido, dado que los paganos del
entorno de Israel y los paganos del mundo entero se encuentran
vinculados en su mente, el salmista los incluye a todos en el nombre
colectivo de ּגוים, de tal forma que mira y descubre con su mente que la
tierra de Yahvé (Lev 25, 23), la Tierra Santa, se encuentra ya puri cada y
libre de todos los opresores hostiles, contrarios a la iglesia y a su Dios.
Esto es lo mismo que ha sido profetizado por Isaías (52, 1), Nahúm (2,
1), y por otros profetas y textos, de manera que aparece ante el autor de
este salmo como algo ya cumplido para siempre, como un hecho pasado.
De esa manera, el salmista anticipa el cumplimiento de la fe, es decir, la
consumación del juicio, que ha sido celebrada ya en la parte hímnica (Sal 9)
de este salmo doble (Sal 9‒10), contemplando el juicio como algo ya
realizado.
10, 17‒18. Manteniéndose aún en la altura desde la que ha contemplado
la llegada del n (del juicio), el profeta insiste en la realización de aquello
que él ha visto en visión de fe: El deseo ardiente de los humildes y
oprimidos, que aguardan la parusía de Yahvé (Is 26, 8), ha sido escuchado
por Yahvé, y así se expresa en los futuros que siguen, y que tienen un signi
cado de pasado. Dios ha concedido a los humildes aquello lo que pedían y
ha preservado en sus corazones la recta disposición dirigida hacia él (הכין,
como en Sal 78, 8; Job 11,
13, Ecl 2, 17 ἑτοιμάζειν καρδίας, en hebreo postbíblico 43.ּכּון
Estas palabras nos sitúan ante una relación mutua, cuya nalidad era
obtener la justicia para los huérfanos y oprimidos, de manera que los
hombres mortales de la tierra no puedan imponer ya más su terror sobre
los débiles (en este contexto se utiliza la palabra ּבל, como en Is 14, 21, y en
el hebreo postbíblico, con לבלen vez de )ּצן. Partiendo de la conclusión
paralela de Sal 9, 20-21, se puede inferir que la palabra אנוׁשno se re ere a
los oprimidos, sino a los opresores, de manera que aparece como sujeto;
según eso, la מן־הארץse re ere a los hombres (אנוׁש, en sentido colectivo)
que dominan sobre la tierra, como en Sal 17, 14.
Hay pues una combinación entre el pecado de los hombres poderosos
de la tierra (#r<a’(h’-!mi vAn©a) y la opresión de los huérfanos. Los
hombres que oprimen a los pobres son simplemente אנוׁש, son en sí
mismos débiles y mortales, aunque se quieran elevar sobre los demás,
como si ellos fueran dioses. No tienen la posibilidad de imponerse desde
arriba sobre los pobres, porque no son Dios, no vienen del cielo, sino que
son seres de la tierra, que es su lugar de nacimiento.
Estos opresores no son hijos de la tierra en un sentido material (como
arcilla de la que han sido formados, como dice Gen 2, מן־האדמה: del lodo o
barro de la tierra), sino en sentido social y personal. La tierra de la que
provienen se toma aquí en otro sentido, como hogar o casa ancestral de la
que dependen, como en la expresión del evangelio de Juan 3, 31, cuando
habla de aquel que es de la tierra ὁ ὢν ἐκ τῆς γῆς (como en la expresión
latina, ut non amplius terreat homo terrenus, que no aterrorice ya más el
hombre terreno).
Un juego de palabras semejante aparece también en Sal 9, 20, אנוש
(אל־יעזque no imponga, que no domine el hombre poderoso y cruel). El
verbo hebreo ( ערץen #roï[]l; dA[+ @ysiîAy-lB;) puede signi car dejarse
dominar por el terror (Dt 7, 21) o aterrar a otros (Is 2, 19. 21; 47, 12). Ese
verbo no signi ca desa ar, rebelarse en contra de alguien, aunque podría
tener ese sentido en la línea del árabe ‛rd (salir al camino de otro,
enfrentarse con él).̣
En esa línea explica Wetzstein la palabra ערּוץen Job 30, 6, como el
árabe ‛ird,̣ a modo de valle que discurre oblicuamente a lo largo de un
distrito, como una hendidura que bloquea el camino del viajero, cf.
Zeitschrift für Allgem. Erdkunde XVIII (1865) 1, p. 30. En este salmo esa
palabra está relacionada con el árabe ‛rs, vibrar, temblar (que se aplica,
por ejemplo, al relámpago).̣
Este salmo, colocado después del 10, sigue mostrando que el ojo de
Yahvé contempla y conoce aquellos propósitos asesinos que los impíos
quieren realizar bajo la protección de la oscuridad. La vida de David, a
<Al músico principal. Salmo de David>
1
En Jehová he con ado ¿cómo decís a mi alma: escapa al monte como ave?,
2
porque los malos tienden el arco, disponen sus saetas sobre la cuerda,para lanzarlas
en lo oculto a los rectos de corazón.
3
Si son destruidos los fundamentos ¿qué puede hacer el justo?
4
Jehová está en su santo Templo; Jehová tiene en el cielo su trono;sus ojos observan,
sus párpados examinan a los hijos de los hombres.
Al Sal 11 le sigue este Sal 12, que es de un tipo parecido. Una oración por
la liberación del pobre y miserable, en tiempo de corrupción moral
universal, y especialmente en tiempo de falsedad dominante y orgullosa.
El encabezado (al preceptor, sobre la octava, un salmo de David) nos
sitúa en una época en que estaba ya establecida la música del templo, es
decir, en el reinado de David, que fue el más glorioso de la historia de
Israel y que, sin embargo, desde la perspectiva del espíritu de santidad
estuvo también lleno de gran corrupción. Los miembros del pueblo de
Yahvé formaban, como siempre, una iglesia de confesores y de mártires, y
el deseo de la venida de Yahvé era entonces no menos profundo que el
grito de los que dicen en nuestro tiempo “ven Señor Jesús”.
Este salmo unido con el Sal 2 es un segundo ejemplo de la forma en
que el salmista, en medio de una gran excitación de espíritu, viene a
presentarse como alguien que escucha de un modo directo las palabras de
Dios, de forma que así puede hablar como un profeta inspirado. En
general, la poesía lírica, como expresión directa y solemne de un fuerte
sentimiento interior, es la forma más antigua que toma palabra inspirada
por el Espíritu de Dios para expresarse.
En esa línea, la poesía de los salmos contiene en sí misma no solo
textos de tipo mashal (sapienciales), con otros de épica y drama, en sus
estadios antiguos, sino también cantos proféticos, como vemos por los
libros de los profetas del período más oreciente, en un tiempo en que la
profecía ha brotado, como podría decirse, del seno de la poesía sálmica.
En esa línea, textos como este (Sal 12) han surgido por un tipo de
fecundación de la épica profética (de tipo más subjetivo) con la inspiración
más profunda de salmos anteriores. En algunos casos, como sucede en Is
12, 1-6; Hab 3, 1ss, la misma profecía se trans gura por dentro y así
aparece en forma de salmo.
En esa línea, Asaf recibe el nombre de ( החזהvidente) en 2 Cron 29, 30,
no solo por el carácter intenso de sus cantos, sino también porque él
mismo es, básicamente, un salmista. Por su parte, Jeduthun recibe ese
mismo nombre — de vidente— en 2 Cron 35, 15, y aparece en 1 Cron 25, 2
como ( ַהִּסָּבאcf. προφητεύειν, Lc 1, 67), es decir, como alguien que canta los
salmos con acompañamiento musical.
Este es un argumento claro para mostrar que la profecía exigía la
cooperación de un elemento humano, lo mismo que en la composición de
la poesía de los salmos se exigía un elemento divino. En este salmo, las
palabras directas de Yahvé, y el amén del salmista, forman la porción
central, una estrofa de seis líneas, rodeada por dos estrofas de cuatros,
una al principio y otra al nal
12, 2–3. El objeto de la petición de ayuda (hw"hy>â h['yviäAh) son los
mismos orantes que dicen: líbranos, ayúdanos. El motivo de esa petición
viene expresado por la queja que sigue, ~ynI©Wma/÷ WSp;î-yKi dysi_x'
rm,åg"-yKi: porque se acaba la misericordia, porque desaparecen los eles.
El verbo rm,åg signi ca completarse y, como en Sal 7, 10, tener un “ n”
(se acaban los justos). Por su parte, el ἁπ. λεγ. WSp;î tiene el mismo
sentido que אפסen Sal 77, 9, llegar a su n, cesar. Dado que el predicado
aparece en plural, en este pasaje, אמּוניםno es un abstracto como en Prov
13, 17. Así lo muestra el paralelismo, igual que en Prov 31, 24.
חסידes un hombre piadoso, alguien que practica חסדhacia Dios y hacia
los hombres. Un ( אמּוןplur. ;אמוניםaunque podríamos esperar )אמּונים, usado
como adjetivo (cf. lo contrario en Dt 32, 20), aquí, lo mismo que en Prov
31, 24, 2 Sam 20, 19, es un hombre en el que se puede con ar, alguien que
es el ( able), hombre de conciencia, literalmente, alguien que es rme, cuya
palabra y promesa es segura, de manera que se puede con ar en él45.
Encontramos lamentos semejantes sobre la prevalencia de la maldad
en Miq 7, 2; Is 57, 1; Jer 7, 28, passim. Esos lamentos contienen su propia
limitación, pues los mismos que se lamentan así, sin autojusti cación
farisaica, sin dejarse vencer por la corrupción dominante, a través de su
penitencia y de su sufrimiento por la justicia, con su mismo grito pidiendo
ayuda, son una prueba clara de que la humanidad no se ha convertido del
todo en massa perdita, pues hay personas eles que siguen con ando en
Dios.
Lo que el escritor lamenta de un modo especial es la in delidad
dominante. Como muestra de esa in delidad, él dice aquí que los hombres
hablan ( ׁשואéWrB.d,y>) Ÿaw>v" 12, 3), pues lo que dicen es desolación,
vaciedad, ocultando así la verdad, y lo que hacen es falso (Sal 41, 7), con
hipocresía (Job 35, 13), engañando cada uno a su prójimo, ἕκαστος πρὸς
τὸν πλησίον αὐτοῦ (LXX, cf. Ef 4, 25), mostrando así que tienen un pecado
grande, pues la importancia del pecado se mide por el hecho de que,
conforme a la enseñanza de N. T., siendo miembros unos de los otros, ὅτι
ἐσμὲν ἀλλήλων μέλη, rompemos la unidad, destruyendo de esa forma el
cuerpo mesiánico de Cristo.
Ellos hablan con labios de falsedad y adulación (חלקות, plural de חלקה,
laevitates, o de חלק, laevia); en otras palabras: ellos utilizan un lenguaje
mentiroso, engañosa (con acusativo de objeto como en Is 19, 18), con un
doble corazón, de manera que aquello que dicen, de un modo embustero,
di ere de aquello que de verdad deberían decir (cf. 1 Cron 12, 33: בלא לב
ולב, y Sant 1, 8, δίψυχος, vacilante, con dos sentidos), de forma que, lo que
en un momento han dicho de un modo adulador, se convierte muy pronto
en lo contrario.
12, 4–5. El verbo está en voluntativo, mostrando lo que el salmista quiere,
en sentido propio: “Quiere que Yahvé destruya…” (cf. Sal 109, 15, lo
opuesto en Sal 11, 6). Labios aduladores y lengua jactanciosa son una
misma cosa, y están al servicio de los intereses egoístas del hombre que así
habla.
אׁשרse re ere a los labios y a la lengua de aquellos que hablan. El hi l הג
(ּבירcf. ryBig>n,â) puede signi car imponer a la fuerza o dar pruebas de
fuerza. La combinación con ( לryBig>n,â WnnEåvol.li) no con ּב, va a favor
del primer sentido: “Daremos énfasis a nuestra lengua” (es decir, a nuestra
declaración autocomplaciente).
En contra del sentido del hi l, Hupfeld traduce “sobre nuestra lengua
tenemos poder”; por su parte, Ewald y Olshausen, partiendo de una
interpretación errónea de Dan 9, 27, traducen: “Tenemos o hacemos un
pacto rme con nuestra lengua”. Así presentan sus labios como si fueran sus
confederados (con אתcomo en 2 Rey 9, 32).
A través de su expresión “¿quién es Señor de nosotros?”, ellos se
conciben como absolutamente libres, señores absolutos, exaltados por
encima de toda autoridad. Si quisiera elevarse sobre ellos alguna
autoridad, su boca (la de los impíos) la abajaría, y su lengua haría que se
sometiera. Pero Yahvé, a quien desafían estos que se divinizan a sí mismos,
no permitirá que su pueblo quede así esclavizado por los orgullosos.
12, 6–7. En 12, 6, el salmista escucha la voz de Dios que está hablando, y en
12, 7 le responde Amén. Los dos מןde 12, 6 indican el motivo, mientras ע
ֹוהevoca el paso decisivo de la paciencia de Dios (que retrasa la ejecución
del juicio), hasta que toma la palabra y habla (hw"+hy> rm,åayO), de tal
manera que se determina y decide para realizar el juicio, tal como ahora
puede escucharse. Cf. el eco de ese gesto de Dios en Is 33, 10.
Hasta ahora, Dios ha mirado las cosas con una actitud de aparente
inactividad e indiferencia. Pero ahora se levantará con decisión salvadora,
para liberar a los que suspiran pidiendo su ayuda (Al* x,(ypiîy" [v;yE©B.÷
tyviîa'. cf. ׂשים ּבחּיים,
Sal 66, 9), como han puesto de relieve Ewald, Hengstenberg, Olshausen y
Böttcher, en la línea de Hab 2, 3, insistiendo en que הפיח לtiene el sentido
de anhelar algo, de suspirar por ello.
De todas formas ( יפיחcf. Al* x,(ypiîy) no es adjetivo participial igual a
יפח, sino futuro verbal, de manera que יפיח לוes una cláusula de relativo en
función de objeto, como podemos ver en Job 24, 19; Is 41, 2; Is 41, 25 y
passim. La traducción de Hupfeld (a n de que pueda ganar aire, respirar)
hace que א ׁשיתquede sin objeto, en la línea del arameo y el árabe, pero no
del hebreo, donde esa idea tendría que haberse expresado con ינּוח לוo con
ירוח לו.
En 12, 7 el anuncio de Yahvé sigue manteniéndose como un eco en el
corazón del vidente (las palabras de Yahvé son limpias…). Esas palabras
(tAråm]ai( , con sheb que cierra la sílaba de un modo audible, como en
)אׁשריson puras, pues se proclaman y cumplen de un modo absoluto, y de
esa forma actúan de un modo el, sin mezcla alguna de in delidad. Esa
expresión poética (tArám’a]), compuesta conforme al modelo זמרה, pone
de relieve el poder divino de la palabra de Dios como promesa.
Esta gura, que en otros casos se pone de relieve cuando se a rma que
la palabra de Dios es ( צרּופהacendrada, puri cada, Sal 18, 31; Sal 119, 140;
Prov 30, 5), aparece aquí más desarrollada: La palabra de Dios es plata re
nada y así puri cada. La expresión #r<a’_l’ lyliä[]B; puede signi car un
crisol para puri car el metal, de עלל, árabe gll, que se puede decir también
con ( עלHitzig); o también, lo que es más probable (dado que lo anterior se
puede decir con כּורy )מצרףla “factoría” donde se funden y puri can los
metales, de עלל, árabe ‛ll, operari (propiamente, disponer, realizar una
cosa).
Esa expresión (#r<a’_l’ lyliä[]B;) puede signi car la obra realizada
(conforme al modelo de,ׁשביל מעיל, )ּצסילy también el lugar donde ella se
realiza. De aquí proviene el talmúdico ּבעלילigual a ּבעליל, manifeste (de un
modo claro) que aparece en la Misna, Rosh ha-Shana 1. 5 y en otros
lugares46.
12, 8–9. El lamento de súplica de la primera estrofa —que en la segunda
había aparecido como súplica ardiente— se convierte ahora en palabra de
esperanza consoladora, fundada en la palabra de Dios que se había
proclamado en la tercera estrofa.
El su jo en eem de 12, 8 (~rE_m.v.Ti) se re ere a los miserables y a los
pobres. Por su parte el su jo en ennu (WNr<¦C.Ti) se re ere a “él”, no a
nosotros (pues en ese caso se debía haber vocalizado de otra forma), re
riéndose de esa manera a aquellos que, según la palabra de Dios de 12, 6,
estaban ansiando por la liberación. La salvación aquí anunciada es para
siempre, de manera que los justos no caerán en manos de los enemigos, ni
en esta generación ni nunca. La opresión de los pobres no permanecerá
para siempre; la prueba a la que están sometidos no logrará destruirles.
En esta línea se describe esta “generación perversa” (Wzæ rADàh),
marcada por el espíritu general de esta edad, como indica Prov 30, 11-14,
donde se describen los rasgos más signi cativos de esta edad corrupta. La
partícula ( זּוsiempre sin artículo, Ewiger, 293a) se re ere al tiempo
presente, con sus rasgos propios, tiempo que aparece descrito de nuevo y
nalmente con unos rasgos de tipo más general que los que aparecían en
12, 3. Así se dice en 12, 9 que los malvados van de un lado al otro (con !
Wk+L’h;t.yI, en el sentido de ir por todas partes, sin encontrar oposición,
con un gesto arrogante y vanidoso), de manera que la infamia crece y se
adueña de la vida de los hijos de los hombres (~d"(a' ynEïb.li).
La vileza, la infamia se llama tWLªzU÷, ( זללraíz )ּדלל, en el sentido de
algo que es rastrero, bajo, sin valor. La forma es pasiva, lo mismo que en el
Talmud.
Tiene un signi cado semejante a la palabra ( זילּותde זילigual a )זליל, un
epíteto que se aplica a lo que es despreciado y despreciable. Estas palabras
expresan aquello que es opuesto a la disposición y conducta del hombre
noble, que es el נדיב, Is 32, 8; ellas muestran una bajeza de pensamiento y
vida, que está desprovista no solo de nobles principios y motivos, sino
también de nobles sentimientos e impulsos.
La ּכde ~rUîK. no es una expresión de simultaneidad, como en Prov 10,
25, en el sentido de “inmediatamente exaltado”, pues ella no ha de
tomarse como observación general de tipo sapiencial, sino que tiene
carácter descriptivo concreto… En nuestro pasaje, ּכרםtiene el mismo
sentido que ( ּברםal enaltecerse, cuando se enaltece, la infamia de los
hombres). Este nal del salmo está poniendo de relieve la condición de un
tiempo (de una generación) en la que los infames se elevan sobre los
justos, enorgulleciéndose además de su infamia.
Este era el estado de cosas en aquel tiempo de David, un tiempo que
es como el nuestro, en el que se permitía que los mezquinos ganen
ascendencia y se eleven sobre las personas dignas. El momento actual es
oscuro y deprimente; pero en medio de esa oscuridad y depresión, el
orante está seguro de que Dios preservará a los justos. De esa forma, el
salmo culmina con esta esperanza de salvación. En ese sentido, el salmo
entero es como un anillo, y esta esperanza nal (Tú, Jehová, los guardarás)
es como la perla, la joya, engastada en ese anillo.
Del ~rUîK. del salmo anterior (12, 8) pasamos aquí al ~Wrßy" (13, 3: yl'(['
ybiäy>ao ~Wrßy hn"a'¦-d[; ¿hasta cuándo se elevará mi enemigo sobre
mí?). El recopilador del salterio ha vinculado por eso estos dos salmos.
Hitzig piensa que este pertenece al tiempo en que Saúl puso vigilantes,
para que persiguieran a David de lugar en lugar, en un tiempo en el que,
siendo perseguido sin cesar, David acarició la esperanza de que solo podría
16, 6‒8. Se han “arrojado” las líneas de medida, las suertes (הבלים, Miq 2,
5), de manera que determinan la propiedad que se asigna a cada uno, de
forma que se dice ( נפל חבלJos 17, 5) para indicar el lote que recibe cada
familia cuando se distribuye la tierra. ( נעמיםconforme a la Masora) es una
palabra defectiva, que aparece también como נעמות, y que es un plural que
se utiliza para referirse a una unidad (una relación) en las circunstancias de
un tiempo y espacio (cf. Gesenius 108, 2), indicando, como en nuestro
caso, un lote bueno, cf. Job 36, 11, una localidad agradable, Lat. amaena
(palabra que corresponde de un modo más preciso a נעמותen Sal 16, 11).
Las líneas de la suerte le han caído en un lugar hermoso, es decir, en la
compañía agradable con Dios, de manera que el dominio más bendito de
amor se ha convertido para él en posesión paradisiaca. La partícula ( אףcf.
tl'ªx]n,÷-@a) pone de relieve la satisfacción completa que le produce esa
suerte. Esta herencia le parece adecuada, fuente de pacer y satisfacción
interna.
Según Ewiger, 173d, tl’ªx]n,÷, es una forma extendida de estado
constructo (como נגינת, Sal 61, 1). Conforme a Hupfeld, viene de ( נחלתיcon
el mismo tipo de apócope que es tan común en siríaco, como אמרת, que
deriva de אמרֹוי, igual que זמרתen Ex 15, 2), y es quizá una forma
condensada de נחלתה, una herencia placentera, que me encanta, que es
adecuada para mí (con ׁשפר, raíz צפר,ספר, con sentido cercano al de בׂשר,
árabe bsr̆ , pulido, brillante, intr. ׁש פרestar brillando, ser hermoso).
עלי, para mí, se aplica a la belleza conocida y sentida por él (cf. Est 3, 9 con
1 Sam 25, 36, טוב עליו, algo que es bueno para mí, tal como se expresa en
Dan 3, 22). Pero, dado que quien da el don y el don en sí son lo mismo, el
gozo que el orante tiene por el don recibido que es la herencia, se
convierte en cuanto tal en causa de agradecimiento constante y de
bendición dirigida a Dios, porque él le ha aconsejado que escoja una cosa
necesaria, buena.
Incluso en la noche su corazón se mantiene despierto, incluso entonces
los riñones, que se pueden tomar como conciencia interna de la vida, le
aconsejan bien (con יּףר, cf.. ynIWrïS.yI, palabra que se aplica aquí al
impulso moral, como en Is 8, 11: que advierte y aconseja). Los riñones se
conciben como sede de los sentimientos benditos que Yahvé inspira a sus
devotos (cf., Psychologie p. 268).
El orante se siente impulsado por dentro a ofrecer su agradecimiento
de corazón y su delidad a Dios. Tiene siempre a Yahvé ante sí; Yahvé es la
meta a la que dirige constantemente su mirada indivisa. Según eso, el
orante puede tener constantemente presente a Dios, porque él está
siempre ynI©ymiymi÷(, a mi derecha (suplir הּוא, como en Sal 22, 29; Sal
55, 20; Sal 112, 4), él está allí donde empieza mi mano derecha, sin faltar a
mi lado, como presencia inmediata, sin necesidad de imaginarle. Las
palabras nales, ּבל־אּמוט, sin conjunción, expresan el efecto natural de esta
presencia de Dios, tanto en la conciencia como en la vida del orante, por
eso, no vacilará, no correrá el riesgo de ser conmovido, derribado.
16, 9‒11. De esa manera, en esta estrofa nal, como si hubiera recibido
siete rayos de luz, el orante descubre ante sí la perspectiva más bendita,
sin necesidad de temer más a la muerte. Dado que Dios está cerca, a su
mano, para ayudarle, el corazón del orante se muestra gozoso ( )ׂשמחy su
gloria, es decir, su alma (véase Coment. a Sal 7, 6) se alegra, de manera
que el gozo estalla en forma de agradecimiento, como indica el futuro
consecutivo que sigue.
No hay en la Escritura ningún otro pasaje que se parezca tanto a este
como el de 1 Tes 5, 23, donde לבaparece como πνεῦμα (νοῦς), כבודcomo
ψυχή (véase Psychol. p. 98), y nalmente ּבׂשרaparece como σῶμα
(conforme a su signi cado primario de fragilidad). El hecho de mantenerse
rmes, ἀμέμπτως τηρηθῆναι, que el apóstol desea a los tesalonicenses en el
pasaje anterior, aludiendo a los tres momentos de su ser, David lo expresa
aquí en forma de esperanza con ada. La partícula ( אףcf. yrIªf’B.÷-@a;)
muestra que él está seguro de que se cumplirá en su cuerpo lo que espera
para su espíritu-vida, centrada en el corazón, y para su alma, elevada a su
plena dignidad, tanto por obra de la creación como por gracia.
De esa forma, el salmista mira hacia la muerte, de un modo calmado y
triunfante, pues sabe que incluso su alma habitará o yacerá con seguridad,
sin dejarse conmover ni temblar por la aproximación de la corrupción. La
esperanza de David descansa y se apoya en esta conclusión: Un hombre
que vive con esa experiencia de fe, e invoca a Dios como su Dios, no puede
caer y perderse en manos de la muerte. En esa línea, el Sal 16, 10 muestra
lo que signi ca en ese contexto ׁשכן לבטח, habitar de un modo seguro bajo la
protección divina (Dt 33, 12, Dt 33, 28, cf. Prov 3, 24), preservado de la
muerte.
La palabra ׁשחתha sido traducida por los LXX como διαφθορά, como si
viniera de ׁשחת, que es corromperse, διαφθείρειν, como puede quizá
suceder en Job 17, 14. Pero aquí, en Sal 7, 16, los LXX podían haber puesto
βόθρος, que sería la expresión más correcta, en el sentido de hundirse en,
de ׁשּוחhundirse, ser tragado por, como נחתde נּוחy רחתde רּוח. Ir al mundo
“no visto” ( עזבpropiamente dejarse ir) es lo mismo que abandonarse en
sus manos de la muerte, convirtiéndose en su presa. Ver la corrupción, ver
la tumba (Sal 49, 10) signi ca sucumbir, descender al estado de muerte (cf.
tumba en Sal 89, 49; Lc 2, 26; Jn 8, 51) y se opone a la expresión de “ver la
vida”, experimentar la vida, gozarla (Ecl 9, 9; Jn 3, 36).
Aquí se utiliza el sentido de la vista, como el más noble de todos, para
indicar el “sensus communis”, es decir, el sentido común que está en la
base de todos los otros, es decir, de todas las percepciones y,
gurativamente, de todas la experiencias activas y pasivas (Psychologie p.
234). Todo lo que aquí se dice no implica un abandono por el que, tras
quedar bajo el poder de la muerte, se puede volver a la vida (Böttcher),
sino que el salmo nos sitúa más bien ante la esperanza de no morir, y esto
es lo que David dice en 16, 10.
El hasid o piadoso de Dios que habla así (^ªd>ysix es David mismo.
Como dice Norzi, los MSS ponen ( חסידיךen plural, tus santos, hasidim) con
la anotación masorética יתיר יוד, y los LXX, el Targum, el Siríaco, el Talmud y
el Midrash lo interpretan así, de acuerdo con este keré. De todas formas,
no hay razón para esta lectura plural, con חסידיך, pues ella se opone al
sentido de conjunto del Salmo, que está en singular57.
La expresión positiva de esperanza de 16, 11 viene después de las
expresiones negativas que acabamos de indicar, Tú me garantizarás (con
הודיע, que se utiliza normalmente de un conocimiento que concierne a
todo el hombre, y no solamente a su entendimiento) la permanencia en el
camino de vida, ארח חּיים, es decir, el camino que lleva a la vida (cf. Prov 5,
6; Prov 2, 19 con Sal 10, 17; Mt 7, 14).
Este camino de vida no se re ere a un tipo de nal abrupto, sino a un
camino que va llevando de un modo lento y gradual hacia la Vida (que es el
mismo Dios). Aquí se utiliza la palabra חּייםen el sentido más extenso,
como por ejemplo en Sal 36, 10; Dt 30, 15.
Esta es la vida de Dios (con Dios y en Dios), que se identi ca con el Dios
viviente, en contra de la muerte, que es la manifestación de la ira, del
alejamiento de Dios. El hecho de que el cuerpo no muera es solo el signo
externo y visible de aquello que David espera para sí mismo, compartiendo
así el lado invisible y más profundo de la vida, inmerso en Dios, en la
totalidad de la vida humana, como una continuación (continuidad) del
caminar en la vida divina.
La segunda parte de 16, 11, que consta de dos miembros, describe esta
vida, con la que el Salmista se goza. Conforme a la acentuación (xc;n<)
^ån>ymiyBi tAmß[in> ^yn<+P’-ta, tAxm’f.â [b;foå), que ha marcado a
~yYIïx;ñ con olewejored no con rebia magnum o pazer, ׂשבע ׂשמחותno es
un segundo objeto que depende de ֹוודיעני, sino el sujeto de una frase de
sustantivo, una plenitud de gozo desbordante, con/en tu rostro ()את־ּצניך
una plenitud conectada y producida por el hecho de contemplar su faz
(con אתcomo preposición de compañía, como en Sal 21, 7; Sal 140, 14); la
alegría es luz, y el rostro de Dios, entendido como doxa es la luz de las
luces.
Dios lleva en su mano todo tipo de cosas gozosas, las lleva en su mano
derecha, y las extiende a sus santos, como un gozo que dura para siempre.
נצחtiene un primer sentido de brillo que se despliega, es una duración que
se extiende más allá de todo lo que existe, en el sentido de לעולם: esta es
una expresión que David ha sido el primero en acuñarla, pues aparece por
primera vez en los Salmos davídicos. En la mano de Dios está el gozo,
continuamente, para siempre. La mano derecha de Dios no está nunca
vacía; su plenitud es inextinguible.
La aplicación apostólica de este Salmo (Hch 2, 29-32; 13, 35-37) está
basada en la consideración de que la esperanza de David, de no caer bajo
el poder de la muerte, no se realizó en el mismo David, tal como se
expresó de un modo limitado en el Salmo; pero que ella se cumplió en
Jesús, que no quedó abandonado en el Hades, y cuya carne no sufrió la
corrupción; de manera que las palabras del Salmo han de entenderse
como profecía de David, pero concerniente a Jesús, llamado el Cristo, a
quien se le prometió la herencia de su trono. El Salmo ha de entenderse
pues proféticamente de Jesús.
Si miramos de esa manera el Salmo, vemos que David, por su forma de
expresarse, funda su con anza en la relación personal que él tiene con
Yahvé, el siempre viviente. A David en particular se le concedió el hecho de
expresar esta esperanza, que está fundada en la relación mística del
“hasid”, del piadoso
( )חסידcon Yahvé, una esperanza que ha sido sellada por un acontecimiento
histórico (la resurrección de Jesús). Esta promesa del Salmo con su
cumplimiento ha de explicarse desde la relación en la que David se
encuentra con Jesús, su descendiente, que es el Cristo y Santo de Dios, que
ha aparecido en la persona de Jesús.
David, el ungido de Dios, mirándose a sí mismo como aquel que está
en Yahvé, el Dios que le ha dado su promesa, viene a presentarse como
profeta de Cristo, pero lo hace solo de un modo indirecto, pues él habla de
sí mismo, y lo que él dice se ha cumplido también en su propia persona.
Pero este cumplimiento del Salmo en David no está limitado al hecho de
que él no sucumbió bajo ningún peligro que amenazara su vida (siempre
que con su vida hubiera perecido también el Reino) y al hecho de que
cuando él murió el reino siguió permaneciendo (Hofmann), sino al hecho
de que él estaba asegurado en contra de cualquier peligro de muerte,
hasta que se cumpliera la misión de su vida, hasta que hubiera cumplido la
vocación que se le había asignado en el plan de la historia de la redención
(Kurtz), que culmina y se cumple en Cristo.
El tema central es que la esperanza que él (David) había acariciado
para sí mismo, de un modo personal, ha encontrado un cumplimiento que
excede con mucho lo que él esperaba. Dado que esta esperanza de David
hubiera encontrado su plena realización en Cristo de acuerdo con la
historia del plan de redención, por medio de Cristo, esa esperanza de
realización se ha cumplido también en el mismo David (pues el Mesías
Cristo está incluido de algún modo en David).
Porque lo que David dice se extiende por un lado mucho más allá de su
persona, y se re ere proféticamente a Cristo. Como dice Jerónimo de un
modo muy audaz, In decachordo Salterio ab inferis suscitat resurgentem:
en el salterio de diez cuerdas, David resucita (hace que resucite) el que ha
de resucitar. Pero, en otro sentido, lo que David predice vuelve de nuevo
sobre sí mismo, de manera que él se eleva de la muerte y del Hades para la
morada de Dios.
Así dice Sontag en sus Tituli Psalmorum, 1687: El verdadero Sol de
justicia resucitó del sepulcro, devolviendo al sepulcro la στήλη o piedra
sepulcral, erigiendo un arco triunfal, anunciada la victoria a los hombres.
Este es para vosotros el miktam, este es el evangelio (“Verus justitiae Sol e
sepulcro resurrexit, στήλη seu lapis sepulcralis a monumento devolutus,
arcus triumphalis erectus, victoria ab hominibus reportata. ¡En vobis
Michtam! ¡En Evangelium!”).
Tras la ֹוּצּלהu oración de David (Sal 17) viene en Sal 18 un hr"äyVi, que es
el nomen unitatis, es decir, el nombre que se da a una composición
unitaria, en forma de ׁשיר, en sentido de canto. El encabezamiento dice que
fue David quien “cantó las palabras de este canto” (taZO=h; hr"äyVih),
entrelazado con el salmo anterior en muchas de sus palabras y
pensamientos (Symbolae p. 49). Este es el más largo de los salmos
hímnicos, y lleva como encabezado:
Al músico principal. Salmo de David, siervo de Jehová, el cual dirigió a Jehová las palabras de este
cántico el día que lo libró Jehová de manos de todos sus enemigos, y de manos de Saúl. Entonces
dijo:
El encabezado original del salmo en la colección primitiva decía
probablemente solo dwIïd"ñl. hw"©hy> db,[,îl. x;CeÛn,m.l (al músico
principal, del siervo de Dios, de David…) como en el encabezado de Sal 36.
El resto se parece al de los cantos de este tipo que suelen ser introducidos
en el contexto de la narración histórica: Ex 15, 1; Num 21, 17 y
especialmente Dt 31, 30.
Por otra parte, este salmo se encuentra también en 2 Sam 22,
introducido por unas palabras que de un modo consecuente concuerdan
con las de la inscripción en el salterio, lo cual se explica por el hecho de
que este salmo ha sido incorporado en una de las crónicas o historias de
las que ha sido extractado el libro de Samuel, es decir, probablemente, de
los Anales (Dibre haYammim) de David. De esa fuente ha tomado el
escritor del libro de Samuel este salmo, con ese encabezado, que conecta
con el que tenía antes, con la
partícula rv<Üa]. Solo las palabras anteriores (dwIïd"ñl. hw"©hy> db,[,îl.
x;CeÛn,m.l) constituían la introducción primitiva al salmo.
David parece haberse presentado a sí mismo en la introducción como
hw"©hy> db,[,, lo mismo que los apóstoles se llaman a sí mismos siervos
de Jesucristo, δοῦλοι Ἰησοῦ Χριστοῦ. También en otros lugares, en
contextos de oración, David se presenta como “siervo de Dios”, Sal 19, 12,
Sal 19, 14; Sal 144, 10; 2 Sam 7, 20, como podía hacerlo todo israelita.
Pero David, que es el primero que lleva esta designación después de
Moisés y de Josué, puede hacerlo de un modo especial, pues él, como
aquel con quien comienza el reino de la promesa, ha trazado en el servicio
de la obra de Dios una época que no es menos importante que la de
Moisés a través de cuya mediación Israel había recibido la Ley, y no menor
que la de Josué, por quien los israelitas obtuvieron la tierra de la promesa.
La terminología de la poesía hímnica no suele poner ׁשירה, con artículo,
como en nuestro caso, sino solo ׁשיר. Esto signi ca que, al menos la parte
histórica de la inscripción proviene de una fuente distinta de la de los
cantos del salterio. La referencia al día, ּביוםva seguida por הּקילen
pluscuamperfecto. ּביוםse re ere al tiempo en que él (David) había sido
“liberado” de sus enemigos, con una cláusula de genitivo (Gesenius, 116,
3) como en Sal 138, 3; Ex 6, 28; Num 3, 1; cf. Sal 56, 10. La expresión ( מּידde
la mano) alterna con ( מּכףque tiene el mismo sentido) sin ninguna otra
nalidad que la de hacer que varíe la palabra.
La liberación de la mano de Saúl resulta especialmente signi cativa por
el hecho de que la parte más importante del salmo (Sal 18, 5) trata de él. El
peligro en que se encontró David en ese contexto fue el más personal, el
más lleno de riesgos, el más continuado. Estos datos fueron muy valiosos
para el colector de los salmos, porque el salmo anterior tiene rasgos de ese
tiempo, cuyo eco se extiende de un modo más extenso en este salmo de
alabanza.
Solo un afán por crear dudas donde no las hay puede llevar a negar el
origen davídico de este salmo, atestiguado en dos obras que son distintas
entre sí. El doble testimonio de la tradición está apoyado además por el
hecho de que el salmo no contiene nada que vaya en contra de que David
sea su autor. Incluso su nombre al nal no va en contra de ello (cf. 1 Rey 2,
45). Este salmo aparece como contrapartida israelita de las inscripciones
monumentales cuneiformes en las que los reyes de las monarquías de este
mundo recapitulaban lo que habían hecho con la ayuda de sus dioses. El
que habla aquí es un rey que se siente poderoso.
El autor de los libros de Samuel encontró el salmo como Salmo de
David; las diferencias entre el texto del salterio y el texto del libro de los
Reyes muestran que ya en aquel tiempo este canto davídico había sido
transmitido a partir de un origen o principio anterior. Por otra parte,
escritores de tiempos posteriores utilizan un lenguaje que ellos toman
prestado de aquí y ofrecen ecos de este salmo (cf. Prov 30, 5 con Sal 18,
31; Hab 3, 19 con Sal 18, 34).
Este salmo lleva las huellas de la edad clásica del lenguaje y de la
poesía hebrea, de manera que, en el caso de que no fuera de David,
“tendría que estar escrito en su nombre, por alguien lleno de su espíritu,
por un contemporáneo que fuera un espíritu poético gemelo del genio de
David” (Hitzig).
Todo esto nos conduce de un modo irresistible a tomar a David mismo
como autor del salmo, a rmando al mismo tiempo que son davídicos todos
los restantes salmos de 2 Sam, que han sido introducidos como tales
(sobre Saúl, Jonatán, Abner, etc.). Este es el mayor de todos ellos y brota
enteramente de su nueva autoconciencia a la que fue elevado por las
promesas recordadas en 2 Sam 7.
De esa forma, hacia el nal del salmo, David concluye su canto con una
visión retrospectiva expresa sobre esas promesas, pues la certeza que él
tiene del mantenimiento duradero de su “casa” (reino) y del pacto de Dios
con ella, como pacto de misericordia, se apoya sobre el anuncio de Natán.
El salmo se divide en dos mitades. La primera discurre hasta 18, 31. La
segunda empieza en 18, 32. Las dos mitades son distintas por su misma
forma. El esquema estró co de la primera es 6. 8. 8. 6. 8 (no 9). 8. 8. 8. 7. La
mezcla de estrofas de 5 y de 8 líneas es simétrica y resulta normal que la
última sea de 7 líneas. Por el contrario, en la segunda parte la mezcla es
variada. El arte de sistema de estrofas puede verse aquí claro, lo mismo
que en otros casos, y el hecho de que en el comienzo se guarden mejor las
formas ha llevado a una presión y amontonamiento de pensamientos.
El modo tradicional de escribir este salmo, igual que en los Cantica o
Cantos de 2 Sam 22 y Jc 5, es el que se aplica en las construcciones de
paredes de ladrillo: un ladrillo entero sobre la división que hay entre dos
ladrillos y viceversa, con ladrillos sobre un ladrillo entero… ( אירח על גבי לבנה
)ולבנה על גביאריח. Es decir, una línea que consta de dos partes de un verso, y
otra consta de tres partes, y según eso la línea que consta de tres partes
tiene al principio solo una palabra y otra al nal, de manera que, de un
modo consecuente, el conjunto está formado por tres columnas. Por el
contrario, el cántico de Dt 32 (lo mismo que Jos 12, 9 y Est 9, 7-10) está
construido con otro método, medio ladrillo sobre medio ladrillo y ladrillo
sobre ladrillo, de forma que consta solo de dos columnas.
18, 2–4. El poeta abre este canto citando una serie de nombres
entrañables de Dios, en los que él resume, de forma agradecida, el
resultado de largas y variadas experiencias. Por lo que se re ere al
paralelismo entre los miembros, el comienzo de este salmo está formado
por un monóstico (yqI)z>xi hw"åhy> ^ßm.x'r>a,, te amo, te tengo rehem,
Yahvé, mi fortaleza), como en Sal 16, 1-11; Sal 23, 1-6; Sal 25 y en muchos
otros casos.
De todas formas, el tema recibe un aspecto algo distinto. Resulta lógico
que 18, 3 no sea (en contra de lo que piensan Maurer, Hengstenberg y
Hupfeld) una frase de dos predicados (Yahvé es..., mi Dios es...), sino una
simple frase de vocativo, que responde a la intensidad de este himno, el
más largo de los himnos davídicos, que se abre invocando a Dios como
yliäae, mi Dios, al que se le atribuyen diversos nombres, de manera que
cada uno de ellos sea una expansión predicativa del mismo Dios, haciendo
así que se ponga de relieve la fuerza del tono y el énfasis de las palabras.
La palabra ^ßm.x'r>a, con ā (según Ew 251b), a la que siguen las tres
series de nombres de Dios, destaca ya la hondura de signi cado de lo que
sigue. En todos los restantes casos encontramos la raíz rhm, רחםsolo con
piel, en el sentido de amor lleno de compasión, pero aquí encontramos la
palabra en kal como en arameo. Por eso, el Jalkut de este pasaje lo
interpreta diciendo רחמאי יתך, en el sentido de “yo te amo”, con amor
ardiente, con unión y entrega intensa. El signi cado original es el de
“suavidad”, ternura (raíz רח, árabe rh,̣ rch, ser suave…); de aquí proviene
רחם, útero, palabra vinculada a la ternura de sensaciones o sentimientos.
El predicado más general, yqI)z>xi (de חזקcon una in exión semejante
a la que encontramos en palabras como ּבסר עמק, אמ, en plural עמקי, Prov 9,
18) viene seguido por otros predicados que describen a Yahvé, por una
parte como protector en la persecución y, por otra, como defensor y dador
de victoria en la batalla.
Todos estos son nombres típicos, simbolizando lo que Yahvé es en sí
mismo; en esa línea, el texto insiste en yjiîl.p;ñm., en el sentido de “mi
refugio”. Dios se ha presentado ya ante Abraham como un escudo, Gen 15,
1; y ha aparecido como roca o ( צּורcf. אבן, Gen 49, 24) en el gran canto de
Moisés (Dt 32, 4. 37) cuyo último verso aparece evocado en nuestro salmo.
En sentido básico, סלע, árabe sl‛, ndere, hendir, signi ca propiamente
una hendidura en una roca61, es decir, una roca empinada y rasgada. Por su
parte, צּור, como el arameo sachr, es una masa grande y fuerte de roca
(arameo טּור, una montaña). Las guras de מצּודהy מׂשּגבestán relacionadas.
La primera signi ca propiamente specula, una torre de vigilancia62 y la
segunda una subida empinada.
Por otra parte, el cuerno, que es una gura antigua para indicar la
victoria, el poder desa ante (cf. Dt 33, 17; 1 Sam 2, 1) se aplica aquí al
mismo Yahvé al que se le llama “cuerno de mi salvación”, apareciendo así
como el que actúa a favor de mi debilidad, como aquel que se opone a mis
enemigos y me libera. Todos estos epítetos aplicados a Dios son fruto de la
a icción de la que ha brotado este salmo, en el contexto de las
persecuciones por parte de Saúl, cuando, en un país lleno de rocas
empinadas y falto de bosques, David buscó su seguridad entre las rocas y
las montañas que le sirvieron de fortalezas.
Al abrigo de estas montañas que, en aquella situación, entre
accidentes afortunados, fueron su refugio en medio de extremos peligros,
David reconoció de un modo especial los fenómenos maravillosos cuya
causa nal era Dios y que le ofrecieron salvación en medio de los peligros.
Esta confesión de delidad agradecida a quien se busca y conoce de muchas
maneras continúa y culmina en Sal 18, 4, donde el orante rati ca la ayuda
anterior de Yahvé, a quien invoca como salvador. Así, מהּללes un predicado
de Yahvé en acusativo (hw"+hy> ar"äq.a, lL'hum): Invoco a Yahvé como
aquel que es digno de ser alabado.
David invoca a Yahvé, el Dios a quien hay que dar gloria, digno de ser
alabado. Esta traducción responde mejor al sentido general de la frase, en
la que se expresa la con anza de aquel que invoca sabiendo que va a ser
respondido. Esta es una traducción mejor que la que ofrece Olshausen:
“Digno de alabanza, yo le grito, es Yahvé”. La prueba de ello, es decir, de
que Yahvé es digno de ser alabado y de que responde a los que le invocan,
viene seguida y rati cada por la historia posterior de David, tal como la
recogen y expresan los acontecimientos siguientes de este Salmo.
18, 5‒7. David reúne en estos versos, en un tipo de gura colectiva, todos
los grandes peligros a los que él estuvo expuesto durante la persecución de
Saúl, con las maravillosas respuestas de liberación que fue
experimentando. De esa manera, él pudo descubrir de forma palpable la
presencia invisible de Dios, que se volvía visible para él. David aparece aquí
de un modo receptivo; la mano invisible de Dios le va guiando y le libera de
las aguas caudalosas. A diferencia de esta parte del salmo, en la siguiente,
David aparecerá en compañía de Dios, bajo su bendición, actuando como
libre autor de su historia.
Esta descripción comienza en 18, 5 con el peligro y el grito de ayuda,
que no queda sin respuesta. Conforme a una tradición de la que no se
debe dudar, el verbo ( אפףcf. אופן, que es rueda) signi ca ir en torno, como
sinónimo poético de סבב הּריף. Por su parte, ּכֹורno puede entenderse con el
sentido de dirigir, urgir, como uno podría pensar a parte del árabe.
En vez de los lazos de muerte (tw<m"+-yleb.x), los LXX (cf. Hch 2, 24)
traducen ὠδῖνες (dolores agudos) θανάτου (de la muerte). Pero la
comparación con Sal 18, 6 está indicando que se trata de bandas, cuerdas,
lazos; cf. Sal 119, 61 (con el mismo sentido de )חבלי, de manera que la
muerte aparece representada por un cazador con una cuerda y una red,
para atrapar a los hombres (Sal 91, 3).
Por su parte, la palabra ( בלּיעלl[;Y,ålib. yleÞx]n,, torrentes de Belial) se
compone de ּבליy יעל, con el signi cado de aquello que no sirve para nada,
que no tiene provecho ninguno, en el sentido de algo que está lleno de
corrupción moral, apareciendo así como destrucción profunda, signo del
abismo (cf. 2 Cor 6, 15,
Βελίαρ igual a Βελίαλ como nombre de Satán y de su reino).
Torrentes de belial/beliyaal o de la destrucción son aquellas
inundaciones de agua que conducen al abismo de la destrucción (Jon 2, 7).
Muerte, Belıâ al ý Sheol son los nombres de los poderes perversos, que
actúan y se mani estan â través de los perseguidores de David,
apareciendo así como instrumentos a su servicio.
Aquí alternan los futuros en sentido de imperfectos con los perfectos.
El verbo ּבעתque se identi ca con el árabe bgt signi ca caer rápidamente
sobre alguien (cf. `ynIWt)[]b;(y>) y va en paralelo con el verbo קּדם, que
signi ca abalanzarse sobre (cf. ynIWmªD>qi÷). Estos dos verbos se
distinguen y vinculan como podrían ser en alemán verfallen y anfallen (me
perseguían los lazos del abismo, me alcanzaban las redes de la muerte).
El ( היכלtemplo, lugar noble) es el lugar desde el que Yahvé escucha, su
habitación celeste (Alåk'yheme [m;äv.yI). Ese “hekal” es al mismo tiempo
palacio y templo, el “lugar” en el que Yahvé se sienta sobre el trono,
estando allí entronizado y siendo adorado por los santos espíritus. La
expresión לפניוse vincula con וׁשועתי, mi grito llegó hasta sus oídos
(wyn")z>a'b. aAbìT' Ÿwyn"Üp'l). El templo es el lugar donde reside el
rostro (wyn"Üp'l), la presencia de Dios, el lugar donde él escucha con su
oídos (wyn")z>a'b).
18, 8–10. Como estos versos siguen indicando, la dureza y peligrosidad
anterior se mani estan por la forma de la liberación. Toda la naturaleza se
mantiene en una relación de “simpatía” (en el sentido original de
comunicación o participación) con el hombre, compartiendo su maldición y
su bendición, su destrucción y su gloria con Dios en una relación especial
de sinergia, ofreciendo a Dios los medios e instrumentos para realizar sus
obras. Según eso, la intervención de Yahvé en favor de David viene
acompañada por terribles manifestaciones en la naturaleza.
Como en la liberación de Israel de Egipto (cf. Sal 68, 77), como en el don
de la ley en el Sinaí (cf. Ex 19) y como en la revelación nal de Yahvé y de
Jesucristo, conforme a las palabras del profeta (Hab 3, 2) y del apóstol (2
Tes 1, 7), la aparición de Yahvé en ayuda de David se mani esta a través de
fenómenos naturales de tipo extraordinario. Ciertamente, no recordamos
en la vida de David (cf. 1 Sam 7, 10) ningún incidente que pueda
compararse con los aquí citados; pero tuvieron que haberse dado en su
vida experiencias reales como estas, que él idealiza en este pasaje (es
decir, las sitúa en sus raíces más hondas y las generaliza y reelabora,
ofreciendo con ellas una intensa pintura de su milagrosa liberación).
En medio del terremoto, se despliega una gran tormenta de nubes,
cuya descarga viene anunciada por el fogonazo de un relámpago, de forma
que los densos nubarrones descienden de manera cada vez más cercana a
la tierra. Los acontecimientos de 18, 8 aparecen descritos con aoristos, que
han venido siendo preparados a partir de 18, 4, de manera que ahora
culminan todos.
La excitación interior del Dios Juez, que se aparece a su siervo David
para liberarle, pone en violenta oscilación la tierra. Los fundamentos de las
montañas (cf. Is 24, 18) son aquellos sobre los que se sostienen por debajo
y por dentro, como, por así decirlo, los pilares que sostiene la inmensa
mole del mundo. La palabra de raíz ( געׁשrimando con )רעׁשviene seguida
por el hitpael del mismo verbo (cf. ~yrIåh' ydEäs.AmW #r<a'ªh'
Ÿv[;’r>Tiw, v[;ìg>Tiw); este es el primer impulso, y a partir de aquí la
tierra y los pilares de las montañas siguen moviéndose o sacudiéndose por
sí mismos. Estas convulsiones acontecen porque Dios se ha indignado (Al*
hr"x'î-yKi).
No es necesario añadir en este contexto la palabra אּצו, como sinónimo
de חם לו. Conforme a la visión del A. T., cuando Dios está airado, el poder
de la ira que él lleva dentro se enciende y estalla y se despliega con toda
fuerza. En esa línea, el estallido de la ira de Dios puede presentarse como
el humo del fuego que brota de su ira (Sal 74, 1; Sal 80, 5).
El humo es como la respiración del fuego. Desde ese fondo se puede a
rmar que el fuerte y caliente aliento que se inhala y exhala por la nariz de
alguien que está airado (cf. Job 41, 12) es como el humo que brota del
fuego interno de su ira. El mismo fuego de la ira es como un aliento
devorador que sale de la boca de Dios y que consume todo lo que
encuentra delante, expresándose en forma de palabras, que se despliegan
a través de la naturaleza airada.
Los poderes de la naturaleza aparecen y se expresan de esa forma
como signo de la ira o del poder destructor de Dios que se mani esta
especialmente en el poder del rayo. Es básicamente el rayo el que se
compara aquí con el incendio que proviene de carbones ardiendo. El poder
de la ira de Dios se vuelve mani esto en su acción, como un incendio que
descarga su ira, manifestándose y anunciándose de antemano, con el
estallido de los relámpagos que son como heraldos del estampido de la
tormenta.
De esa manera, como respirando el aliento de su ira, Yahvé hace que
los cielos se inclinen, uniéndose con la tierra, moviéndose en la oscuridad
de las nubes, que están bajo sus pies. Esto es la tormenta: Nubes negras de
Dios, volando raseras, proclamando su llegada, anunciando la venida de
aquel que estaba descendiendo airado hacia la tierra.
18, 11–13. La tormenta, anunciando la aproximación del estallido del
trueno, aparece así como precursora de la manifestación del Dios
vengador y liberador. Si comparamos Sal 18, 11 con 104, 3, es natural que
tomemos ( ּכרּובel querubín) como transposición de las letras of ( רכּובcarro,
Ewiger, 153a) (cf. bWrK.â-l[; bK;är>YIw,, en el sentido de cabalgó sobre
un carro…)63.
Los querubines han sido ya mencionados en Gen 3, 24 como
guardianes del paraíso; esta misma observación basta para refutar una
idea reciente, aparecida en Evang. Kirchen-Zeit, 1866, No. 46, según la cual
los querubines serían un símbolo de la unidad del Dios viviente, de manera
que ( כרובen el sentido de ke y rab, como y muchos) signi caría “como una
multitud”.
En la línea de Gen 3, los querubines son signo de la venida o cercanía
de la majestad inaccesible de Dios. Más aún, ellos no son simplemente una
mediación de la presencia personal de Dios en el mundo, sino, de un modo
mucho más especial, el signo universal de la presencia divina, dirigiendo
hacia el mundo el esplendor terrible de su doxa.
Como dice Esquilo, en su obra Prometeo, el océano aparece volando en
un carro tirado por un caballo alado (τὸν πτερυγωκῆ τόνδ ̓ οἰωνόν γνώμῃ
στομίων ἄτερ εὐθύνων). Pues bien, en este pasaje del salmo, Yahvé cabalga
sobre el querubín, cuya gura aparece distorsionada en el grifo caballo
alado de Esquilo.
Pues bien, pasando a un plano bíblico y tendiendo una comparación
con pasajes como Sal 104, 3; Is 66, 15, podemos interpretar este pasaje de
David en la línea de la gran visión del carro de Dios de Ezequiel (Ez 1-3),
diciendo que Dios cabalga sobre el querubín como si fuera su carro‒trono
viviente o merkaba ()מרּכבה.
El trono ota (se mantiene) sobre el querubín, y este trono-querubín
avanza sobre las alas del viento.
En esa línea podemos decir que el querubín y este trono-querubín
vuelan sobre el viento, como si el querubín fuera el espíritu celeste
actuando en este vehículo formado por elementos de tipo espiritual, pero
expresados en signos materiales. El dirigente de este carro es Dios, que
está escondido detrás de las densas nubes del trueno. ( יׁשתcf.
wyt'îAbybi(s. Arªt.si Ÿ%v,xo’ tv,y) está en aoristo sin la ( וyod) consecutiva
(cf. יך, Os 6, 1). חׁשךes acusativo de objeto, como oscuridad; por su parte,
el acusativo del predicado es doble, como cubierta y pabellón del entorno
de Dios.
También en Job 36, 29 las nubes que acompañan al trueno se llaman סּכה,
un tipo de morada de Dios; y en esa línea, de un modo semejante, en Sal
97, 2 ellas están ocultando a Yahvé por todas partes, y anunciando su
presencia solo cuando él se encuentra airado64.
La dispersión, la descarga del agua procede (cf. 18, 13) del resplandor
de su presencia (ADïg>n<ò Hg,NO©mi). Esta es una expresión que indica
la gloria de Dios, tal como se expresa y re eja en su naturaleza, como si ella
fuera el brillo o re ejo de la gloria divina. Esta doxa de Dios es fuego y
gloria. Con esta ocasión, en este momento, las fuerzas de la ira surgen de
Dios, como potencias eras, pesadas, y destructoras, por el granizo (cf. Ex 9,
23; Is 30, 30) y también en forma de carbones encendidos, como
relámpagos que estallan y lo encienden todo.
El objeto עביוviene primero, pues se supone que las nubes preceden a
la gloria de Dios que está escondida en ellas (cf. dr"ªB'÷ Wr+b.[' wyb'î[‘),
conforme a 18, 11, como si dijera que ante el brillo de Dios sus nubes se
convierten en granizo, una traducción que, conforme a la estructura de los
esticos resulta posible (cf. Gesenius, 138, n. 2). Sin embargo, en conexión
con la combinación de עברcon nubes, parece que son las nubes las que,
quizá con la fuerza de Dios que las mueve, estallan por dentro en forma de
agua y granizo (cf. Lam 3, 44).
18, 14–16. En medio de la tormenta, Yahvé lanza rayos como echas contra
los enemigos de David, y el aliento de su ira seca totalmente y vacía el
lecho de las aguas hasta el centro de la tierra, a n de rescatar a los que
están hundidos. La tormenta es el retumbar del despliegue de Dios, como
si fuera el hondo murmullo de su boca, cf. Job 37, 2. En este contexto
emerge עליון, el Altísimo, que es el nombre de Dios como juez inalcanzable
que gobierna todas las cosas.
La tercera línea de 18, 14 (vae(-ylex]g,)w> dr"ªB'÷ Al+qo !TEåyI !Ayl.
[,w) está erróneamente repetida de la estrofa precedente (vae(-ylex]g,)w>
dr"ªB'÷ Wr+b.[). Esa repetición no se puede apoyar ni en razones
gramaticales, ni partiendo de Ex 9, 23, dado que קול נתן, edere vocem, tiene
un sentido distinto del que tiene נתן קלת, dare tonitrua, en aquel pasaje. La
simetría de la estructura de la estrofa va también en contra de esa
repetición, y ella falta tanto en la versión de 2 Sam como en los LXX.
רב, en 18, 15 (~Me(huy>w, br"÷ ~yqIïr"b.W), en cuanto opuesto aמעט
(Neh 2, 12; Is 10, 7) signi ca adverbialmente “en abundancia”, y está en
paralelo con וּיׁשלח. Se toma generalmente en analogía con Gen 49, 23, en
el sentido de ּברק, Sal 144, 6. רבen pausa equivale a רבב, raíz emparentada
con ;רבה רמהpero las formas סב סּבּו, tanto aquí como en otros lugares,
tienen una existencia muy cuestionable, como por ejemplo רבen Is 54, 13,
que es más probablemente un adjetivo y no la tercera persona de pretérito
del verbo (cf. Böttcher, Neue Aehrenlese No. 635, 1066).
Los su jos en ēm (~Me(huy>w, ~yqIïr"b.W ~ce_ypiy>w) no se re eren a
los relámpagos, sino a los enemigos de David. המםsigni ca básicamente
amedrentar (Ex 14, 24; Ex 23, 27). En ese contexto, el trueno es la
expresión más signi cativa de Dios, es la voz de Yahvé que viene en el
huracán de la tormenta, presentándose como el resoplido del aliento de
sus narices. Ese aliento de Dios seca los canales de agua de los ríos y
desnuda los fundamentos de la tierra. ( אפיקforma colateral de )אפקes en
principio el lecho del río, pero después se aplica al mismo río o torrente,
como lugar que contiene las aguas (Gesenius).
Este mismo es el sentido que tiene en árabe mesık, mesâ k, mesek,̂ de
la raíz msk, palabra de la que proviene tamasakâ , que es un lugar donde el
agua no se hunde y se pierde en la tierra, sino que se conserva y uye. Aquí
se está aludiendo, por tanto, a los ríos y torrentes que mantienen siempre
viva la corriente de agua.
Pero Dios solo necesita que se escuche su amenaza (cf. epitiman Mt 8,
26) para que las corrientes de agua en las que uno se hunde queden secas,
de manera que el servidor el de Dios que está en peligro de perecer pueda
liberarse y no se anegue (Sal 104, 7; Sal 106, 9; Nah 1, 4). Este pasaje tiene
un sentido básicamente alegórico, de manera que podemos interpretar
estos versos como expresión de una verdad ideal, general. Pero esos
versos responden también a la experiencia más profunda de David y de
otros hombres eles, que han sentido que Dios les libera de un tipo de di
cultad y de opresión, sacándoles de una oscuridad y hondura que se
parece casi al Hades (al Sheol).
18, 17–20. En ese momento de máximo peligro, Yahvé extiende su mano
desde arriba hasta el profundo y terrible abismo y eleva (rescata) al que se
estaba hundiendo. El verbo ( ׁשלחcf. ~ArM'miâ xl;äv.yI) se utiliza también
en prosa (2 Sam 6, 6), sin necesidad de introducir la palabra ידque está
presupuesta (Sal 57, 4, cf. por otra parte Sal 144, 7) con el signi cado de
alcanzar (de llegar hasta alguien).
Por el contrario, el verbo ( מׁשהcf. ~yIM,ïmi ynIveªm.y,÷)) solo aparece
en otro lugar de la Biblia (Ex 2, 10) como raíz (trasferida del egipcio al
hebreo) del nombre de Moisés, e incluso Lutero ha visto en eso una
alusión histórica, como si David dijera: “Dios ha hecho de mi otro Moisés”,
él me ha sacado de las grandes, muchas, aguas, que casi me tragaban.
“Dios ha hecho conmigo lo que hizo con Moisés, liberándome de las
aguas del Nilo, en las que él habría perecido”. Este lenguaje gurativo viene
seguido en 19, 18 con su interpretación, como se hace en 144, 7, donde las
grandes aguas quedan explicadas por מּיד ּבני נכר, un sentido que no es aquí
el adecuado o que, al menos, es muy limitado.
Con 18, 17 el salmo ha alcanzado el clímax de la descripción épica,
desde donde desciende después del tono, para volverse cada vez más
lírico. En la combinación z['_ ybiîy>aome, עזno es un adverbio acusativo,
sino un adjetivo, como en רּוחך טובה, Sal 143, 10, y en ὁ ἀνὴρ ἀγαθός (cf.
explicación en mi Hebräerbrief, p. 353). Esta partícula ּכיintroduce la razón
para que actúe la omnipotencia divina, es decir, la fuerza superior del
enemigo y la debilidad del oprimido.
En el día de su ( אידcf. ydI_yae-~Ayb.), es decir, de su opresión o
calamidad (véase Coment. a Sal 31, 12) cuando David era poco más que un
fugitivo sin casa y casi sin defensa, sus enemigos vinieron contra él (cf.קּדם
en, Sal 17, 13), cortando casi todos los medios que él tenía para liberarse,
pero Yahvé fue su bastón y apoyo (cf. Sal 23, 4), de forma que él pudo
refugiarse en su divinidad, y así se mantuvo rme.
Liberado por la mano de Dios, David pudo liberarse de las angosturas y
di cultades que le amenazaban, alcanzando de esa forma un lugar extenso,
abierto, saliendo de la cárcel de la opresión a la anchura de la libertad,
porque Yahvé había encontrado su deleite en él, de forma que él (David)
fue su escogido y amado, liberado por Dios de la gran tormenta65.
La siguiente estrofa indica la razón de ese deleite que Dios encuentra
en David, a quien ofrece su ayuda, a n de que no perezca. De esa manera,
esta frase (yBi( #pe(x'î yKi, porque encontró su deleite en mi) ha venido a
mostrarse ahora como pensamiento central de este salmo.
18, 47–49. El himno tiende ahora hacia el nal, y lo hace con alabanza y
acción de gracias por la multitud de los hechos poderosos que Dios acaba
de realizar. Como la expresión ( ּברּוך )צּוריque tiene siempre un sentido
doxológico (bendita mi Roca), la expresión hw"hy>â-yx; (vivus Jahve,
vive/viva Yahvé) ha de tomarse como una cláusula de predicado, pero con
los acentos propios de una exclamación, lo mismo que en la fórmula de un
juramento, y en este caso tiene un sentido doxológico.
En esa línea ( וירּוםcf. yheîAla/ ~Wrªy"w) signi ca también “sea
exaltado”. De esa manera, tenemos aquí tres exclamaciones doxológicas
tomadas de los acontecimientos que han sido celebrados en este himno
(~Wrªy">÷ %Wråb yx).
Lo que sigue, desde !tEåANh; laeªh" en adelante, describe a Yahvé una
vez más como el viviente, bendito (εὐλογητόν) y exaltado, tal como él se ha
mostrado. Las pruebas de su acción vindicativa (me ha dado venganza
de…, yli_ tAmåq’n> !tEåANh;) aparecen como dones de Dios, que le ha
hecho capaz de castigar a los que iban en contra de su dignidad y de la
dignidad de su pueblo. De esa manera, David aparece como testigo del
castigo que Dios in igía sobre aquellos que le insultaban (como en el caso
de Nabal); según eso, la venganza divina constituye una forma de castigar
a los culpables y de mantener la inviolabilidad del derecho divino.
En esa línea debemos preguntar si ( הדּבירsinónimo de רדד, Sal 144, 2),
tanto aquí (yT'(x.T; ~yMiä[; rBEßd>Y,w) como en Sal 47, 4 signi ca
imponer la razón,
“someter”, como forma intensiva de ּדבר. El sentido más natural de la
palabra es hacer que los enemigos tengan que dar la espalda, huir como en
árabe adbara (Hitzig), cf. dabar, dabre, que signi can huida, retirada. En esa
línea puede tener el sentido de “someter” (impedir que se rebelen).
Con la ayuda de Dios, David ha logrado tener sujetos a sus enemigos,
les ha perseguido, les ha hecho caer bajo su poder (Sal 45, 6). Pero
tampoco se puede rechazar del todo la idea que está en el fondo de Sal
129, 3; Is 51, 23 (¡cuánta guerra me hicieron desde mi juventud, pero no
pudieron dominarme!).
A partir de 18, 49 (después de @a,å yb'îy>aoñme yjiªL.p;m) las
palabras del salmo toman el sentido de un discurso directo. Esas palabras
centrales (ynImE+m.ArT. ym;q'â-!mi) tienen un sentido parecido al de Sal
9, 14: Tú me libraste de mis enemigos, de manera que me impongo sobre
ellos y les venzo. La partícula ( אףym;q'â-!mi @a), que es muy utilizada en
la poesía, vincula aquí dos pensamientos que son de la misma importancia
(me libera y me eleva) para dar intensidad a la expresión de la idea de
fondo, que es la presencia y acción victoriosa de Dios a través de David. Al
participio le siguen dos futuros, en los que se concentra el sentido de las a
rmaciones del salmista, es decir, de David, a quien Dios ha liberado.
18, 50–51. La alabanza de un Dios tan bendito, que realiza por David
aquello que ha prometido, no debe con narse a los límites estrechos de
Israel. Cuando el Ungido de Dios lucha con su espada contra los enemigos,
en último término, él está luchando para que se abra camino y triunfe la
bendición del conocimiento de Yahvé a favor de todas las naciones; de esa
forma, el Ungido de Dios lucha a favor de la salvación de Yahvé, es decir,
de su obra santa de Dios, de quién él es mediador.
En esa línea, Pablo tiene pleno derecho a citar el verso 18, 50 en Rom
15, 9, unido a Dt 32, 43 y Sal 117, 1, como prueba de que la salvación
pertenece también a los gentiles, conforme al propósito de la misericordia
de Dios. Por eso, lo que se dice aquí (en 18, 50, te bendecirá entre las
naciones) viene a presentarse como fundamento y motivo de que la
alabanza de Dios se extienda más allá de Israel, como un eco de la promesa
mesiánica de 2 Sam 7, 12‒16, que concuerda perfectamente con el hecho
de que este salmo haya sido compuesto por David, como reconoce el
mismo Hitzig.
En esa línea, Teodoreto tiene razón cuando apela a las últimas palabras
~( עד־עולםl'(A[-d[; A[ªr>z,l.W dwIïd"l) a favor de David y de su
descendencia para siempre, para entender este salmo en una línea de
apertura universal de la salvación, que se distingue de la línea del judaísmo
que se cierra en sí mismo. Porque: ¿en quién sino en Cristo alcanza una
verdadera continuidad el trono caído de David, en quién sino en Cristo la
promesa que Dios ha hecho a David y a su descendencia tiene rmeza y
realidad eterna? Según eso, cuando se alaba a Yahvé, el Dios de David, su
Ungido, se está alabando en último término al Padre de Jesucristo.
68 Los cielos cuentan la gloria de Dios y el rmamento anuncia la obra de sus manos.
69 Un día emite palabra a otro día y una noche a otra noche declara sabiduría.
`ytiP,( tm;yKiîx.m; hn"©m'a/n<÷ hw"ïhy> tWdï[e
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~G,Ü 14 `yli(a]gOw> yrIïWc hw"©hy>÷
^yn<+p'l. yBiäli !Ayæg>h,w> ypi‡-yrEm.ai
Ÿ!Ac’r"l. Wyðh.yI) 15
<Al músico principal. Salmo de David>
3
No son voces ni palabras cuyo mensaje no puede comprenderse.
4
Por toda la tierra salió su voz y hasta el extremo del mundo sus palabras.
En ellos puso tabernáculo para el sol; 5 y
este, como esposo que sale de su alcoba,
se alegra cual gigante para correr el
camino.
6
De un extremo de los cielos es su salida y su curso hasta
el término de ellos.Nada hay que se esconda de su calor.
7
La ley de Jehová es perfecta, convierte el alma;el
testimonio de Jehová es el, hace sabio al sencillo.
8
Los mandamientos de Jehová son rectos, alegran el
corazón;el precepto de Jehová es puro, alumbra los ojos. 9
El temor de Jehová es limpio, permanece para siempre; los
juicios de Jehová son verdad, todos justos.
10
Deseables son más que el oro, más que mucho oro re nado;y dulces más que la
miel, la que destila del panal.
11
Tu siervo es, además, amonestado con ellos; en guardarlos hay gran
recompensa.
12
¿Quién puede discernir sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.
13
Preserva también a tu siervo de las soberbias, que no se enseñoreen de
mí.Entonces seré íntegro y estaré libre de la gran rebelión.
14
¡Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazóndelante de ti,
Jehová, roca mía y redentor mío!
19, 5–7. Dado que אמרy דבריםson el lenguaje y las palabras de los cielos,
que forman la noción principal dominante que se aplica a יוםy לילה, los su
jos de קּוםy מּליהםdeben referirse, sin duda, a הׁשמיםa pesar de que sea
necesario buscar otra referencia en relación a קולםen Sal 19, 4. Para ello
nos ayuda Jer 31, 39 mostrándonos que ~W"©q; ha de entenderse en
conexión con יצא, como diciendo que la medida de la línea de los cielos se
ha extendido sobre toda la tierra.
19, 5 nos muestra el tipo de medida a la que aquí se alude, que es la
referente al mensaje, a las palabras (con el término מּלה, que es más
arameo que hebreo y que, por lo tanto, es más poético) que se extienden
hasta el extremo del mundo, lo llenan totalmente, de un nal al otro. Aquí
no se puede aplicar el sentido que el término קוtiene en Is 28, 10, porque
esa palabra no signi ca mandamiento, sino norma, y porque se utiliza como
palabra de burla, rimando con צו.
De todas formas, la traducción ὁ φθόγγος αὐτῶν de los LXX (ὁ ἦχος
αὐτῶν, Símaco) se justi ca quizá mejor, dado que קוpuede signi car la
cuerda de un arpa, es decir, una cuerda en tensión, como τόνος (cf.
τοναία), una nota o sonido musical (cf. Gesenius en su Lex., y Ewald en
Comentario a Salmos). Sea como fuere, aquí tenemos la referencia al sol
como mensajero de un tipo de palabra de Dios que llena todo el espacio,
de un extremo al otro, en sentido universal, abierto al conjunto de la
tierra, a toda la humanidad.
El apóstol Pablo utiliza en el fondo este verso para justi car la
expansión del evangelio a toda la tierra, a todas las naciones. En esa línea,
muchos expositores antiguos han tomado la primera parte del salmo (19,
1‒7) como predicción alegórica del mensaje de la Iglesia, extendido a
todos los pueblos, como el sol con su mensaje o anuncio universal de Dios.
Sea como fuere, Pablo no cita de manera expresa este salmo, pero
puede aludir y alude a su contenido, tomando el praeconium coelorum (el
anuncio universal de los cielos que proclaman la gloria de Dios) como gura
y anticipo del praeconium evangelii, del anuncio universal del evangelio.
Esta es una visión que se encuentra plenamente justi cada, desde el
momento en que el salmista mismo ha trazado una línea que va de la
revelación universal de Dios en la naturaleza a la revelación escrita del
mismo Dios en la Ley.
Allí ha puesto su tienda el sol… (es decir, en el rmamento, en la noche
oscura). La tienda es el lugar de retirada del sol para el descanso de la
noche
(אהל, en sentido radical signi ca una habitación, de אול, que es retirarse, salir
de un lugar abierto…).
De un modo muy signi cativo, el sol se retira del cielo en la noche,
ocultándose en el límite de la tierra, קצה תבל. De manera correspondiente,
בהםtiene un signi cado neutro, en el sentido de “allí” (cf. Is 30, 6). El sol
pone allí su tienda en la noche, en el extremo de la tierra (~h,(B' lh,aoï-~f').
El nombre del sol, que en árabe es siempre femenino, es
predominantemente masculino en hebreo y arameo (a no ser en textos
como Gen 15, 17; Nah 3, 17; Is 45, 6, Mal 4, 2). En esa línea, los sabeos y
los árabes paganos tenían un dios sol masculino. De esa manera se indica
el lugar donde está la tienda nocturna del sol para descansar, según este
pasaje del salmo (lh,aoï-~f'( vm,V,ªl).
Según eso, en 19, 6, el sol (vm,V) aparece comparado con un esposo
que sale por la mañana de su חּצה, que según Joel 2, 16 es la cámara
nupcial (de חפף, cubrir), como lugar del encuentro del esposo con la esposa
(Is 4, 5), y así lo entiende el hebreo talmúdico hablando del tálamo
(Talmud, )ּבית ּגננא, apoyado en cuatro postes y llevado a hombros por
cuatro jóvenes, cuando se celebra la consagración del matrimonio, de
forma que el mismo casamiento se llama chuppa (tálamo nupcial).
La luz de la mañana tiene una frescura y una alegría propias de una
renovada juventud. Por eso, el sol de la mañana se compara con un novio
que ha satisfecho el deseo de su corazón, que empieza, como por así
decirlo, una nueva vida y en cuyo semblante gozoso brilla la alegría del día
siguiente a las bodas. Y así, cuando se eleva en la mañana, el sol es como
un novio que empieza el nuevo curso del día (cf. Ecl 43, 5), es como un
héroe (cf. Sal 18, 34), que retoma de nuevo su camino, desbordante de
vida y triunfante, lleno de fortaleza, ( ּגבּורהJc 5, 31).
Desde un extremo al otro del cielo, desde el este del horizonte, el sol
está avanzando, es decir, está ascendiendo (cf. Os 6, 3). Lo opuesto a la
salida es la puesta del sol, y el camino entero es como un circuito (ֹוקּופה, de
קּוףigual a נקף, Is 29, 1, revolverse) que conduce hasta su על־קצותם, es decir,
hasta el n del trayecto de los cielos (cf. עד, Dt 4, 32). Cf. también 1 Esd 4,
34, ταχὺς τῷ δρόμῳ ὁ ἥλιος, ὅτι στρέφεται ἐν τῷ κύκλῳ τοῦ οὐρανοῦ καὶ
πάλιν ἀποτρέχει εἰς τὸν ἑαυτοῦ τόπον ἐν μιᾷ ἡμέρᾳ (rápido es el curso del
sol, que se apresura a recorrer el ciclo del cielo, volviendo en un día a su
propio lugar).
En ese patente camino no hay nada que esté נסֹור, escondido, es decir,
que pueda ocultarse a su calor. En esa línea, חּמהes el in ujo iluminador y
caldeante del que nada puede esconderse, como se dice aquí
poéticamente (AtM'x;me( rT'ªs.nI).
19, 8–10. No hay señal externa que indique la transición de una parte a la
otra del salmo, pero el cambio está indicado por la introducción del
nombre divino יהוהen vez de אל. El nombre de Dios que responde a la
naturaleza es para nosotros ( אלDios); por su parte, el nombre de la
Escritura y del pacto israelita es ( יהוהYahvé). El primero es el Dios del
poder y la gloria; el segundo es el nombre del Dios del consejo (la Ley) y de
la voluntad salvadora.
A partir de aquí, se siguen doce encomios de la Ley, unidos de dos en
dos, como antecedente y consecuente, ascendiendo y descendiendo,
conforme al esquema de las cesuras, siguiendo el movimiento de las olas.
De esa forma, descubrimos cómo el corazón del poeta comienza a latir con
gozo redoblado, en la medida en que comienza a declarar la palabra de
Dios, la revelación de su voluntad.
En sí misma, la palabra ֹוורהno signi ca la ley, sino un tipo de
declaración, una instrucción, una doctrina, una enseñanza, y en especial
aquella que es divina y por tanto positiva. De un modo consecuente, la
palabra Torá se utiliza también para la profecía, Is 1, 10; 8, 16, y
proféticamente para el evangelio (cf. Is 2, 3).
Pero aquí no se alude a ninguna revelación nueva, sino a la misma que
ha sido ya dada por mediación de Moisés, que ha venido a presentarse
como proclamador de la Ley entendida como regla de vida (νόμος) de
Israel. En esa línea, Torá es la ley entera, como un todo que no es
meramente de tipo exhortativo y disciplinar, sino que incluye también la
promesa de futuro.
Según eso, las alabanzas que el poeta pronuncia aquí sobre la ley son
adecuadas incluso desde la perspectiva del Nuevo Testamento. Así dice el
mismo Pablo en Rom 7, 12‒14, “La Ley es santa y espiritual, y el
mandamiento es santo, y justo y bueno”. La Ley merece esas alabanzas por
sí misma, y para aquel que está en favor de ella; por eso, ella no es una ley
que, en cuanto tal, lleva en sí misma maldición, sino que es un espejo del
Dios misericordioso en su santidad, de manera que el hombre el puede
mirarse en ella sin temor de ser esclavizado.
Según eso, para el hombre el, la Ley marca la dirección en que debe
moverse la obediencia de los eles, de un modo libre y voluntario. Por eso,
los salmistas y los profetas tienen un afecto totalmente profundo hacia la
ley, un afecto que está fundado en la esencia y moralidad universal de los
mandamientos, por encima del cumplimiento puramente material de la
letra, fundándose en el consuelo de las promesas… Tomada así la
verdadera ley se distingue radicalmente del puro servicio rabínico a la letra
y de su cumplimiento básicamente ceremonial, tal como algunos han
querido exigir tras el exilio. Estas son sus notas:
enemigos del rey y de su reinado (20, 7-9 y 21, 9-13; los dos concluyen con
un grito en forma de jaculatoria, dirigido a Yahvé (20, 10 y 21, 14).
El rey aparece apostrofado en varios versos (20, 2-6; 21, 9-19), y en
algunos momentos da la impresión de que las peticiones van dirigidas al
mismo Yahvé (20, 6 y 21, 10). En ambos salmos al rey se le llama “el rey”,
con artículo, 8 ,21 ;10 ,20) )הּמלך. Todos los deseos se condensan en ambos
casos en la palabra “salvación”, 6 ,20) ;יׁשּועהcf. 20, 7; 21, 2. 6).
Estos salmos tienen, además, términos raros, menos utilizados en el A.
T., (cf. 30, 6. 7; 21, 2. 6). Parece que a su autor le gustan las formas de
expresión más rebuscadas, que solo aparecen en estos casos en todo el A.
T. (cf. נדגל,l20,
Que Yahvé colme todos tus deseos, gritaba el pueblo en el salmo anterior
(Sal 20), intercediendo a favor de su rey. En este nuevo salmo (Sal 21)
responde el pueblo, dando gracias a Dios y diciendo: Le has concedido (al
rey) el deseo de su corazón.
76 Por cuanto el rey confía en Jehová, y por la misericordia del Altísimo, no será conmovido.
77 Alcanzará tu mano a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborrecen.
78 Los pondrás como horno de fuego en el tiempo de tu
ira; Jehová los deshará en su ira y el fuego los consumirá.
79 Su fruto destruirás de la tierra y su descendencia de entre los hijos de los hombres,
En ambos salmos viene el pueblo ante Dios con temas que se
relacionan con el bienestar de su rey. En el anterior con sus deseos y
oraciones, en este con su acción de gracias y su esperanza. En el anterior el
pueblo cantaba cuando el rey se hallaba en medio de la guerra; en el
segundo cuando se ha recuperado de su enfermedad, y está ya seguro de
un resultado victorioso en la guerra.
El Targum y el Talmud, B. Succa 52a, aplican este salmo al rey mesías.
Rashi responde que esta interpretación mesiánica debía dejarse más bien a
un lado, a causa de los cristianos. Pues bien, ahora, incluso la
interpretación de los cristianos no puede aceptar de un modo tan directo y
rígido esa interpretación mesiánica de este salmo que se hacía en tiempos
anteriores, aunque ella ha de estar al fondo.
Este par de salmos (20 y 21) tratan de David; pero, la causa de David
que debe culminar al nal en forma de triunfo (ciertamente a través del
sufrimiento) es, sin duda, de un modo gurado, la causa de Cristo, que para
los cristianos es Jesús de Nazaret.
21, 2–3. Este salmo comienza con la acción de gracias por las bendiciones
corporales y espirituales que Dios ha concedido al rey, como respuesta a
su oración. Este motivo ocupa los tres tetrásticos iniciales, el primero de
los cuales está formado por 21, 2-3. La palabra ( עזcf. %l,m,_-xm;f.yI
^ïZ>['B, en tu poder se alegra el rey, como en Sal 74, 13; cf. también עּזך,
Sal 63, 3, passim), se re ere al poder que se ha hecho mani esto en el rey,
de manera que él ha superado su a icción. La palabra ( יׁשּועהcf. ^ªt.
['WvïybiW÷)) signi ca la ayuda o salvación que le ha llegado de arriba y
que le ha liberado de su tristeza. El verbo יגיל, que sigue al מהde la
exclamación (lyg<Y"ï-hm) ha sido a veces abreviado (perdiendo la
segunda yod, cf. יגל, que aparece en el keré de algunas versiones, con el
tono situado en la parte de atrás).
El ἁπ. λεγ. ( ארׁשתtv,r<îa]w, AL+) tiene el signi cado de desear con
fuerza, conforme al sentido del contexto; en esta misma línea, los LXX
ponen
δέηεσιν. Ha de tenerse en cuenta la fuerte negación manifestada con ּבל,
T'[.n,ïm'lB; wyt'ªp'f.÷ tv,r<îa]w, AL= (no le negaste el deseo de sus labios).
Se trata, claramente, de una negación formulada para insistir en lo
opuesto: Dios ha cumplido el deseo fuerte del rey. Así lo pone de relieve el
hl'S que sigue, indicando que la música hace aquí una pausa, para mostrar
que la ocasión del salmo es el cumplimiento de una oración pública, bien
conocida.
21, 4–5. Las bendiciones buenas (bAj+ tAkår>Bi, cf. también Prov 24, 25)
son aquellas que prometen bienes, es decir, una fortuna verdaderamente
favorable.
El verbo קּדם, que signi ca relacionarse con uno ofreciéndoles bendiciones,
se construye con doble acusativo, como en los verbos con sentido de
ofrecer algo a alguien, de dotarle de algo (Gesenius, 139).
Dado que este pasaje no puede referirse a la primera coronación de
David en Jerusalén, sino a la conservación y aumento del honor de su
realeza, es muy probable que deba referirse a la coronación que se
recuerda en 2 Sam 22, 30, tras la conquista de la capital amonita de
Rabbah, cuando David se impuso a sí mismo la corona real ( )עטרתdel reino
de los amonitas, famosa por su cantidad de oro y de piedras preciosas.
David era ya de edad avanzada, había cometido pecados graves que le
habían llevado casi a la tumba, pero lo había superado con su penitencia,
poniendo su vida en manos de la misericordia de Dios. Él había sido
merecedor de la muerte, y sin embargo vivía, y la victoria sobre el poder
siroamonita constituía para él una señal y garantía de la delidad de Dios en
el cumplimiento de sus promesas.
Las palabras de 21, 5 se re eren a la longevidad de David, y no a la
sucesión de sus herederos en el trono. El hecho de desearle a uno que viva
para siempre, לעולם, y especialmente a un rey, es una cosa normal, como
aparece en 1 Rey 1, 31, y passim. Así se desea que la vida del rey se
prolongue por tiempo inde nido. Pues bien, aquello que el pueblo ha
deseado siempre a sus reyes (que vivan sin n) se reconoce aquí como algo
ya logrado: Dios ha concedido larga vida al rey.
21, 6–7. La ayuda de Dios se ha vuelto principio de honor para el rey, y así
aparece aquí como fundamento de honor de su camino, como indica 21, 6:
Dios mantiene y fortalece el reino de David con fama y gloria. La expresión
( ׁשּוה עלwyl'([' hW<ïv;T. rd"h'w>÷ dAhï, le has vestido de gloria y
majestad) se utiliza como en Sal 89, 20, aplicándose a la investidura y
dotación divina del rey. Darle bendiciones, una plenitud de bendiciones,
constituye una forma intensa de actualizar las palabras que Dios dirigió a
Abraham en Gen 12, 2: Tú serás una bendición, tú mismo poseerás la
bendición y serás mediador de bendición para otros.
La alegría vinculada al rostro de Dios (con אתcomo en Sal 16, 11) es la
alegría que se encuentra en la comunión más gozosa y más íntima con él
(le llenaste de alegría con tu presencia: ^yn<)P'-ta, hx'ªm.fib.÷ WhDEîx;T).
La palabra חּדה, de חדה, que aparece una vez en Ex 18, 9, tiene en árabe, en
un contexto de vida nómada, este sentido de alegrar. “Se alegra a las
bestias de carga con un canto, quitándoles el peso”, para que puedan
descansar y comer con más libertad. Tanto en hebreo como en arameo,
esa palabra ( )חּדהsigni ca alegrar, animar.
21, 8–9. Con esta estrofa comienza la segunda mitad del salmo. El salmista
no se dirige ahora a Dios, sino al rey; no expresa ya un deseo, sino una
esperanza con ada. Hengstenberg interpreta bien el verso 8 como paso de
la primera a la segunda parte del salmo, distinguiendo el lenguaje que
antes se hallaba dirigido a Dios del lenguaje que desde ahora estará
dirigido al rey.
El texto no quiere decir que el rey no será movido y que por eso confía
en Dios, sino al revés: la con anza en Dios es lo primero, y esa con anza
hace que el rey no sea movido (no será destruido), como indica una
comparación con Prov 10, 30. De la acción de Dios deriva la respuesta y
bendición humana del rey.
Desde aquí se entiende la referencia posterior de 21, 9, por la que se
dice que el rey supera el peligro en que le han metido sus enemigos, que
quieren hacerle vacilar y caer. En vez de vacilar y caer, el rey podrá no solo
mantenerse, sino realizar un asalto victorioso contra sus enemigos. Estas
palabras no re eren al rey, no directamente a Yahvé, pues para ello tendría
que haberse cambiado la conexión entre 21, 8 y 21, 9, poniendo איביוy
( ׁשנאיוen referencia a los enemigos de Yahvé), en vez de ^yb,_y>a y ^ya,
(n>fo, que se re eren a los enemigos tuyos, del mismo rey.
Lo que el pueblo ahora espera en relación a su rey lo expresa el salmo
en forma de profecía. ( מצא לcomo en Is 10, 10) y מצאseguido de acusativo
(como en 1 Sam 23, 17) se distinguen así, en el sentido de tender o dirigirse
hacia algo y de alcanzar, obtener algo.
21, 10–11. Hasta aquí el salmo se ha mantenido de manera uniforme,
como una dipodia (conjunto de dos pies), con sinónimos que se vinculan
entre sí en el paralelismo. Pero ahora el ritmo empieza a cambiar y
agitarse, de manera que el lector u oyente comienza a percibir que los
enemigos del rey son sus propios enemigos (es decir, los enemigos del
pueblo de Dios).
Ciertamente, en un sentido, Hupfeld tiene razón cuando dice que לעת
ּצניךparece una oración dirigida directamente a Yahvé, en 21, 10 (cf.
^yn<ïP'ñ t[eçl. évae rWNðt;K). Pero es también posible y es mejor otra
traducción, en la que esas palabras se dirijan al rey. Sin duda, en otros
pasajes se dice que la destrucción de los enemigos proviene del rostro de
Yahvé, cf. Sal 34, 17; Lev 20, 6; Lam 4,
16 (cf. ἔχει θεὸς ἔκδικον ὄμμα). Pero aquí esa destrucción se atribuye a la
aparición personal del rostro del rey, que infunde temor en los enemigos
(cf. 2 Sam 17, 11).
Ha sido la llegada de David la que ha decidido la caída de Rabbath
Ammon, algunos de cuyos habitantes murieron castigados con
instrumentos de tortura y otros quemados en hornos de fuego (de ladrillos
ardientes), 2 Sam 12, 26. Así se describe la suerte de los amonitas
vencidos.
La expresión évae rWNðt;K constituye un segundo acusativo de
AmteÛyviT: los harás (los quemarás) como un horno de fuego de manera
que todos sus miembros serán enteramente consumidos. Esa gura está
aquí solo evocada y se aplica de un modo distinto a lo que se dice en Lam
5, 10; Mal 4, 1.
Las dos partes del Sal 21, 10 forman un largo ascenso y descenso,
como de olas, seguidas en 21, 11 por dos líneas cortas, la segunda de las
cuales describe un tipo de amanecer pací co, después del duro paso del
juicio que Dios ha realizado por medio de David, destruyendo y matando a
muchos amonitas. ( ּצרימוcf. dBe_a;T. #r<a,äme Amy"r>P) ha de
entenderse como en Lam 2, 20 y en Os 9, 16 en analogía con ּצרי הּבטן, el
fruto del vientre, es decir, los hijos. Ese será el juicio de los amalecitas (cf.
Sal 9, 6) que aquí aparecen como enemigos del rey.
21, 12–13. Aquí se habla del destino que merecen los enemigos, cuyos
malos designios han sido frustrados por el rey de Israel. La construcción de
la sentencia en 21, 12 es como la de Sal 27, 10; 119, 83, cf. Ewiger, 362b.
La frase ( נטה רעהcf. h['_r" ^yl,ä[' Wjån"-yKi) no ha de entenderse en el
sentido de (נטה רׁשתigual a )ּצרׁש, frase que no aparece en el A. T. Tenemos
que comparar esta frase más bien con la del Sal 55, 4 y 2 Sam 15, 14, con el
sentido de “inclinar o descargar el mal sobre alguien”, ponerlo encima, de
manera que caiga sobre él.
נטהsigni ca “extender sobre”, pero también atar fuerte. Por su parte, ׁש
( יתׁשכםcf. ~k,v,_ AmteäyviT. yKi) es poner a alguien de espaldas, ponerle
en fuga. Esta es una expresión más precisa que נתן ערף, que aparece en Sal
18, 41, cf. 1 Sam 10, 9. Esa imagen (perseguir a los enemigos) viene unida a
otra que parece que tiene un sentido opuesto: Disparar echas contra sus
rostros (~h,(ynEP.-l[; !nEïAkT. ^yr<ªt'yme(B.÷). Esa posible oposición se
resuelve bien suponiendo que los israelitas perseguidores han
sobrepasado a los enemigos, de manera que pueden ya disparar contra
ellos las echas de frente, esto es, desde delante.
21, 14. Después que ha extendido sus alas en dos tetrásticos, el canto del
salmo se apaga en un fuerte descenso en forma de dístico, invocando a
Yahvé y pidiendo que se engrandezca su poder (^Z<+[ub.), de forma que
podamos cantar su poderío (^t<)r”WbG>).
Este es un canto dirigido a Dios, dándole gracias por la victoria en la
batalla, a favor del rey. Así se le dice al mismo Yahve: hw"åhy> hm'Wrå, sé
exaltado, elévate, mani éstate a ti mismo en tu poder supremo, en tu
soberanía judicial (Sal 57, 6; 7, 7). Estas palabras nales quieren que se
realice y se revele la soberanía del poderío de Yahvé (^t<)r"WbG>), de
manera que quede derrotado todo aquello que se opone a él. De esa
forma, el salmo culmina con una palabra de gratitud por el cumplimiento
de la promesa.
Sea como fuere, las antiguas versiones han leído sin duda כארו,
atravesaron/desgarraron (como hace Reina-Valera). Aquila en su primera
edición traduce ᾔσχυαν (del arameo y talmúdico ּכארigual a ּכער ּכאּור, en el
sentido de sucio, ensuciar); pero esta traducción no es aplicable a nuestro
caso. En la segunda edición, el mismo Aquila, igual que Símaco, pone “ellos
han atado, han amarrado”79, en sentido de atar, de ligar, de encadenar;
pero este sentido es difícilmente aplicable, pues en hebreo existen otras
palabras que indican mejor al sentido de atar, de sujetar80.
La versión que los LXX ofrecen de Sal 22, 17, podría entenderse en esa
segunda línea, en el caso de que la lectura original del texto fuera
κατετρήσω
(de κατατιτρᾶν) en lugar de κατηρτίσω, que es la palabra que aparece
actualmente en el texto. Pues bien, si la palabra original del texto es ּכארּו,
en lugar de la que suele aparecer en otros MS (yrIªa]K'), este salmo 22, 17,
aplicado a David, quizá teniendo en el fondo la imagen de los perros que
atacan al orante, está diciendo que los malvados jaron (atravesaron) las
manos y los pies del condenado, de forma que le apresaron, haciéndole
objeto de sus inhumanos deseos. Así queda clara la aplicación del texto a
la “cruci xión” (clavar en pies y manos) o, al menos, al prendimiento de
Jesús.
Este no es el único pasaje en que el A. T., predice que el futuro Cristo ha
de ser atravesado, de un modo asesino. Encontramos esa misma imagen en
Is
53, 5 donde se dice que el Siervo de Yahvé será atravesado por nuestros
delitos ( )מחללy en Zac 12, 10 donde se dice que miraron al que
atravesaron, de manera que el mismo Yahvé se describe como el
“atravesado”, ἐκκεντηθείς.
Según eso, la lectura ( ּכארּוatravesaron) puede tener al menos el mismo
derecho a ser reconocida y aceptado que la otra (yrIªa]K', como leones),
que autores como Hupfeld y Hitzig toman como única válida. En otra línea,
Böttcher piensa que yrIªa]K' signi ca “saltando alrededor” (al modo de los
perros), añadiendo que sicut leo (como león) es un producto de la pobre
imaginación judía.
Por su parte, enius, después de haberse esforzado de todos los modos
posibles por aclarar el tema, propone con Meier una división distinta del
verso, traduciéndolo así, “Una plebe de malvados me han rodeado como
leones, de forma que en mis manos y pies yo puedo contar todos mis
huesos”. Pero, en ese caso, ּכאריno puede vincularse bien con el resto del
pasaje y no se ve la forma en que ידי ורגליpueda ir delante de 22, 18. En
esa línea resulta imposible asociar todo el tema con עצמותי, que son los
huesos del pecho y de las costillas, y no los de las manos y los pies.
El verbo אסּצרes potencial (se re ere a contar los huesos). En la parte
anterior, 22, 15, el orante ha dicho que sus huesos están descoyuntados. No
se trata de un adelgazamiento repentino a causa del dolor, ni de un tipo de
visión distorsionada por la agonía. El orante puede contar sus huesos
porque están descoyuntados, fuera de su lugar. En esta condición, él es
objeto de burla de sus adversarios. Por su parte, ( הּביטcf. ybi(-War>yI
WjyBiªy,÷ hM'heî) signi ca volverse para mirar a alguien y ראה ּבes jar la
vista en alguien con placer malsano.
El verso 22, 19 añade unos detalles que van más allá de la circunstancia
del mismo David, cuando dice “reparten mis vestidos” (lr"(Ag WlyPiîy,
yviªWbl.÷-l[;w> ~h,_l' yd,äg"b. WqåL.x;y). El orante no dice la razón por
la que hacen eso, sino ve en su mente lo que hacen, aunque ellos no lo
hicieran en realidad.
Esto no le sucedió nunca a David, al menos en el sentido literal de la
palabra, sino que le sucedió a Cristo, en quien se ha cumplido al pie de la
letra lo dicho aquí, es decir, la división de los ( ּבגדיםsus vestidos, ἰμάτια)
entre los soldados, en cuatro partes, también la circunstancia de echar a
suertes sobre su לבּוׁשpara no dividir en partes la túnica o χιτὼν ἄῤῥαφος,
como añade Jn 19, 23.
לבּוׁשes la túnica que uno se pone sobre el cuerpo, a n de no ir desnudo.
ּבגדיםson las otras vestiduras que uno pone alrededor de sí para cubrirse.
En esa línea, el sentido de לבוׁשha sido bien interpretado por B. Sabbath
77b cuando dice ( לא בוׁשהcon la que uno no tiene necesidad de
avergonzarse, pues no va desnudo), a diferencia de גלימא, el manto que
cubre y oculta la forma externa del cuerpo.
En Job 24, 7, y de un modo frecuente, לבוׁשes la vestidura interior o
camisa, que se dice en árabe twb, tho̱ b,̂ vestido o prenda que los romanos
llamaban túnica, distinguiéndola de manera muy precisa de la toga, que es
lo que en hebreo se dice מעיל, lo que va por encima. Estas palabras de Sal
22, 19 tienen el mismo sentido que el de Zac 9, 9 (de cuyo cumplimento
habla Mt 21, 5). Sobre ese tipo de cumplimiento de la profecía, de un
modo literal, más allá de toda expectación, cf. Saat, Ho nung III, 3, 47-51).
22, 20–22. La descripción del dolor del orante ha alcanzado su clímax en
22, 19, pues la división y sorteo de la ropa supone que la muerte del a igido
es ya cierta. Por su parte, 22, 20 concentra la mirada del sufriente sobre el
mismo
Yahvé, a quien llama ( אילּותיcf. ytiªWly"a?, mi fortaleza) nomen abstractum
de איל, Sal 88, 5. Ese nombre expresa la esencia de la fuerza, como si ella
fuera la esencia o identidad más honda de la persona. En esa línea,
lė‛ezrathī tiene el acento en la penúltima sílaba (Sal 71, 12, cf. también Sal
38, 23), a n de que no vayan juntas dos sílabas tónicas.
En 22, 21, la palabra espada, ( חרבyvi_p.n, br<x,äme hl'yCiäh;), alude al
arma mortal del enemigo, y se utiliza aquí de un modo genérico. En la
expresión yti(d"yxiy> bl,K,©÷dY,mI, la palabra מּידno es equivalente de
מן, sino que יד, conforme al contexto, signi ca “garra” (cf. ּכף, Lev 11, 27),
como ּציes equivalente a mandíbula. Ciertamente, en otros lugares, la
Biblia utiliza frases como “mano de león o de oso”, 1 Samuel 17, 37, y
también “manos de la espada”, Sal 63, 11, e incluso “mano de la llama”, Is
47, 14, pues ידes la designación general para aquello que se impone,
domina o subyuga, como instrumento activo.
Pues bien, así como ידse utiliza como arma de ataque en conexión con
perro, y también פיen conexión con león (cf. sin embargo, Dan 6, 28 donde
esa palabra tiene otro sentido), en este contexto del salmo se mencionan
los cuernos (en plural y no en singular como en Dt 33, 17) de unos
animales llamados רמים, que pueden ser un tipo de antílopes aunque otros
autores, como Reina-Valera los interpretan como “toros salvajes” (cf. en su
forma ampliada, ראמים, Sal 29, 6; Sal 34, 7). De todas formas, Lutero,
siguiendo a los LXX y a la Vulgata los traduce como unicornios (véase
Coment. a Sal 29, 6). La palabra ( יהידהcf. yti(d"yxiy), tanto aquí como en el
pasaje paralelo de Sal 35, 17, es un epíteto de mi alma, נפׁש. En ambos
casos, los LXX traducen de un modo correcto, τὴν μονογενῆ μου, que,
conforme al sentido de la Vulgata, se re ere a mi única vida, es decir, a mi
propia vida (unicam meam).
Según Gen 22, 2 y Jc 11, 34, יהידהsigni ca el alma única, tras la cual el
hombre no tiene ninguna otra, es decir, el alma o la vida más honda, lo
más querido y precioso que un ser humano tiene (cf. lo que dice Homero,
sobre el alma como “philon kêr”, en relación con la diosa de la muerte).
Esa palabra puede interpretarse también, conforme a Sal 25, 16; 68, 7,
como “mi alma solitaria”, re riéndose al hombre como olvidado por Dios y
por los hombres, o al menos por el hombre, como abandonado a sí mismo
(Hupfeld, Kamphausen y otros).
Pero el hecho de estar en paralelo con נפׁשי, y en analogía con ( ּכבודיmi
gloria, igual a )נפׁשי, hace que aquí ( יהידהcf. yti(d"yxiy> bl,K,©÷-dY,mi) sea
un nombre que tiene un sentido más amplio, pero que se aplica de un
modo particular al alma del orante. El alma aparece así como realidad
“singular”, aquella que no se puede duplicar, aquella que es de cada uno y
que por consiguiente no puede ser reemplazada, en el caso de que se
pierda, de manera que se puede hablar del alma como mi “única”, mi
querida.
El pretérito עניתניpuede ser equivalente a ענני, como perf. consec.
privado de la waw conversionis (de inversión), pero dado el cambio que se
produce en 22, 23, esa palabra ha de tomarse como perf. con dentiae (de
con anza), pues en el mismo centro de la súplica aparece en la mente del
suplicante la seguridad de que la oración será escuchada y respondida. Ser
escuchado desde los cuernos del antílope o toro salvaje es lo mismo que
ser escuchado y rescatado de la muerte; cf. la misma expresión pregnante
en ( ענה ּבSal 118, 5) y quizá también en Hebr 5, 7.
22, 23–25. En esta tercera unidad, a partir de 22, 23, la gran oración
anterior de queja concluye con una palabra de agradecimiento y
esperanza. Con la certeza de ser escuchado, el orante concluye su plegaria
dando gracias a Dios. El orante llama a sus compañeros, conectados con él
por lazos de naturaleza pero, como muestra lo que sigue, también por
lazos espirituales, como hermanos (yx'_a,l), personas que pertenecen a su
misma קהלo “tienda” de reunión (cf. &'l<)l.h;a] lh'äq' %AtßB., con lh'äq"
que viene de קל, καλ-έω, cal-o, sanscrito kal, resonar), es decir, a su
εκκλησία.
Este orante que sufre es consciente del signi cado que tiene el
sufrimiento en relación con la historia de la redención. Por eso, él quiere
que la salvación que ha experimentado venga a ser una especie de
propiedad común de su iglesia o comunidad. La Congregación o Iglesia
deberá escuchar el evangelio de su rescate.
Sal 22, 24 presenta la introducción a un anuncio, que está dirigido a
todo Israel, en la medida en que Israel escucha y teme (acoge, venera) al
Dios de la revelación. En vez de וגורel texto de los judíos orientales (
)מדנחאי, es decir, de los babilonios, tiene aquí como qetub יגורוcon el keré
וגּורּו. La introducción del yusivo (Sal 33, 8) después de los dos imperativos
no resulta aquí inapropiada. ( ּגּור מןigual a )יגרes una expresión más fuerte
que la de ירא מן, de Sal 33, 8.
22, 25. Este trístico es puro evangelio. La materia laudis o motivo de
alabanza está introducida por yKiÛ, cf. ynI©[' tWní[/ #Q;‡vi al{áw>
hz"“b'-al{) yKiÛ, pues no menospreció ni rechazó el dolor del a igido.
tWní[/ de ענּות, inclinarse, doblarse, a icción. En sí misma, esa palabra signi
ca “pasión”. En Is 53, 4. 7 se dice también que el Siervo de Dios está מעּסהy
נענה, y Zac 9, 9, le presenta también como עניy נוׁשע.
Los LXX, Vulgata y Targum traducen esa palabra erróneamente por
“grito”. Pero ענהno signi ca gritar, sino responder, ἀμείβεσθαι. Sin embargo,
aquí, conforme a su raíz, ענות, signi ca inclinarse. A partir de la palabra ׁשּרץ
(#Q;‡vi al{áw, mirar con aborrecimiento), que alterna con ּבזה, vemos que
el sufriente sigue sintiendo la ira de Dios, pero se trata ahora de una ira
que se ha cambiado en amor o en compromiso de ayuda.
Dios no mantiene ya su rostro airado y escondido, sino que le escucha,
porque su oración ha sido agradable para él. La palabra ׁשמעno es un
adjetivo verbal, sino que, dado que tenemos ante nosotros el acto de
nitivo de rescate, esta palabra, vocalizada como [;me(v', es una forma
pausal de ׁשמע, como en Sal 34, 7, Sal 34, 18; Jer 36, 13.
22, 26–27. La llamada al arrepentimiento ha terminado ya, y ahora
empieza una mirada distinta, que se eleva al autor de la salvación, una
mirada agradecida hacia el Dios salvador que viene a expresarse en forma
de visión profética del futuro. Este hecho (que el sufriente sea capaz de
glori car y dar gracias en la gran congregación, Sal 40, 10) procede de
Yahvé (con מאתcomo en Sal 118, 23, cf. Sal 71, 6).
Conforme a la acentuación correcta de Baer, la primera mitad de 22, 26
(br"_ lh'îq'B. ytiîL'ñhit) concluye con br"_ lh'îq'B. La palabra nal del verso
(wya'(rEy) no se re ere a qahal, קהל, que es la asamblea, sino que, como en
todos los demás casos, se dirige a Yahvé, pues el tema de la oración viene
a presentarse en forma de a rmación declarativa. En este pasaje es
necesario suponer que, conforme a la mente de David, el cumplimiento de
los votos no es algo puramente ritualista, sino ético.
Habiendo sido rescatado, David llevará ~Leªv;a]÷ yr,îd"n, las ofrendas
de acción de gracias que él había prometido ofrecer con voto a Dios
cuando se hallaba en medio de un peligro extremo. Al completarse la
aspersión de sangre ( )זריקהcon el ofrecimiento de carnes grasas sobre el
altar ()הקטרה, el resto de la carne de los shelamim o sacri cios pací cos se
conservaba para los orantes, a n de que ellos la consumieran, de un modo
gozoso, el mismo día de la ofrenda y el día siguiente, igual que la ofrenda
de otros sacri cios semejantes (Lev 7, 15).
La invitación a los pobres para que compartieran estos sacri cios no
estaba estrictamente mandada, pero resulta muy probable conforme a la
exigencia de la ley, y está expresamente recomendada en relación con
otras exigencias análogas relacionadas con los segundos y terceros
diezmos. A esto se re ere 22,
27, diciendo que el orante deberá invitar a los ענוים, es decir, a los que son
pobres (cf. hw"hy>â Wlål.h;(y> W[B'ªf.yIw> ~ywI“n"[] Wlìk.ayO), en
sentido externo (material) y espiritual, porque este gesto de “comer ante
Yahvé” ha de entenderse como banquete ritual por el que ellos dan gracias
a Dios por la comida que él les ha concedido por medio de aquel a quien
Dios mismo ha rescatado (en este caso, el orante del salmo).
En ese sentido, 22, 27 puede entenderse como palabra de bendición
que el dueño de la casa (el rescatado) ofrece a sus huéspedes o, mejor
dicho, a los mismos huéspedes de Yahvé. Por eso el orante dice a los que
comparten su sacri cio: “que vuestro corazón viva para siempre” y que esta
comida os ofrezca un refrigerio duradero. En este contexto se utiliza la
palabra ( יחיoptativo de )חיה, para indicar así que el corazón que parecía
muerto (1 Sam 25, 37) revive y se recrea con alegría espiritual.
Resulta obvio que el texto se está re riendo a las ofrendas pací cas del
sacri cio. Por otra parte, resulta también obvio que la bendición que se
ofrece a las demás personas brota y surge de la salvación que ha surgido
por medio del sufriente que ha sido salvado. Al mismo tiempo, resulta
claro que esa salvación implica algo mucho más alto que las ventajas
materiales que puede ofrecer el hecho de poder comer la carne de un sacri
cio de animales ofrecidos sobre el altar.
Este sacri cio tiene un signi cado espiritual, de manera que sus formas y
expresiones externas son solo una gura de su verdadera naturaleza
religiosa. Este sacri cio evoca y suscita un gozo espiritual más alto, con
resultados duraderos. Es totalmente normal que todo este gesto pueda
referirse al sacramento de la eucaristía, por el que el Segundo David, como
el primero, habiendo alcanzado el trono a través del sufrimiento de su
muerte, hace que los hombres participen de los frutos de su sufrimiento.
22, 28–32. Esta larga estrofa conclusiva forma como si dijéramos el
pedestal de todo el salmo y muestra que la realidad a la que aquí se alude
transciende no solo a la a icción personal de David, sino incluso la realidad
histórica de la experiencia de David. Como resultado de la proclamación de
aquello que Yahvé ha realizado por medio de él, este sufriente del salmo
espera la conversión de todos los pueblos. Los paganos serán al n
perdonados y también restituidos. Ese resultado que aparecía ya de un
modo inicial en 9, 18 viene a presentarse ya aquí de un modo totalmente
claro. Hay entre los paganos una γνῶσις τοῦ θεοῦ (Psychologie. p. 346 ss),
un conocimiento originario de Dios que se desarrollará en sus conciencias
a través del anuncio del rescate de este sufriente81.
Este anuncio de Sal 22, 29 (cf. Jer 16, 19) está fundado sobre el
derecho que Dios tiene de reinar sobre todos los pueblos. Se dice que un
gobernante está exaltado ( )מׁשלsobre otros en la medida en que realiza un
servicio superior. Conforme a su sentido primigenio, מׁשל, lo mismo que el
árabe mtl,̱ signi ca estar erecto, igual que su sinónimo ּכחן, cf. Coment.
sobre Sal 110, 4, cf. מד, Miq 5, 3).
En esa línea ( ּומׁשלcf. ~yI)AGB; lveªmoW) es un participio, usado como
pretérito, sin ninguna referencia personal (cf. Sal 7, 10; 55, 20) con un
sentido de presente continuo, en forma de tempus durans, indicando así
que Dios reina sobre las naciones (ἔθνη). La conversión de los paganos por
esta proclamación será la realización del reino de Dios.
Nuevamente viene a la mente la comida (22, 30). El perfecto אכלּוy el
futuro ( וּיׁשֹוחוּוcf. #r<a,ª-ynEv.DI-lK'( WW“x]T;v.YI)w, Wlìk.a') están uno
y el otro en relación de causa y efecto. Como resulta claro por 22, 27, el
texto se re ere a una comida que satisface al cuerpo, siendo, al mismo
tiempo, una celebración espiritual, pensada y realizada como acto
poderoso de rescate realizado por Dios. En la culminación de Sal 69, donde
se pasa por alto el ritual de acción de gracia, aparece ( ראּוcf. Sal 22, 23) en
lugar de אכלּו, que es la palabra que aparece en nuestro caso.
Este pasaje nos ofrece la visión de alguien que ha sido rescatado y que
por tanto glori ca a Dios dándole gracias, lo que hace que otros puedan
compartir con él el gozo de la salvación que él ha experimentado ya. Pues
bien, en este caso viene a expresarse el gozo que brota de la acción de
gracias que se mani esta no solo en palabras, sino en la esta de acción de
gracias, a la que son invitados en Israel aquellos que anhelan la llegada de
la salvación, pues ellos reconocerán el acto poderoso de Dios a quien ya
conocían. Más aún, en este contexto se indica que entre los paganos
vendrán hombres de las más diversas condiciones, ricos y pobres, pues a
ellos se les ofrece un favor que no habían esperado, y que ahora aceptan
del modo más agradecido.
Tan magní ca será esta esta que vendrán todos los que gobiernan
sobre el mundo (#r<a,ª-ynEv.DI-lK'), los que sobresalen por encima de las
gentes de su tierra, a causa de la abundancia de sus posesiones temporales
(cf. el uso cada vez más elevado de la palabra ארץ, Sal 75, 9; Sal 76, 10; Is
23, 9). Aquí se alude a esos ricos de la tierra por la abundancia que ellos
tienen, y por la gracia y gloria que implica la celebración, pues en ella se
inclinan y adoran a Dios.
En antítesis a estos poderosos, aparecen también aquellos que
descienden al polvo (עפר, se utiliza siempre en esa línea en referencia al
polvo de la tierra, lo mismo que el árabe turab̂ ), de quienes se pone de
relieve su pobreza y su necesidad. En lugar del participio ( יורדיdescienden)
aquí tenemos ( ונפׁשוigual a )ואׁשר נפׁשו, una cláusula con ולא, que tiene el
valor de una cláusula de relativo (como en Sal 49, 21; Sal 78, 39, Prov 9, 13,
y passim). El texto se re ere según eso a aquellos que no han prolongado y
no han podido prolongar más su vida (Gesenius, 123, 3c).
Comparando este pasaje con Flp 2, 10, Hupfeld supone que se re ere a
los que están actualmente muertos. El texto se podría traducir según eso
de esta manera: su reino se extiende a los vivos y a los muertos. Pero en el
A. T., no hay nada que se asemeje al hecho de que los que habitan en el
Hades alaben a Dios. Por su parte, יורד עפרpuede signi car tanto descensuri
(los que han de descender) como descenderunt (los que descendieron) y
( נפׁשו חּיהcf. Ez 18, 27) signi ca preservar la propia vida, una frase que puede
utilizarse en el sentido de vitam sustentare y conservare (sustentar y
conservar la propia vida).
Aquí se trata, por tanto, de aquellos que están ya casi muertos, entre
cuidados y necesidades. Estos también (¡y qué agradecidos están!) van
incluso de rodillas para alabar a Dios por haber sido invitados a esta mesa
de acción de gracias. Esta es aquella esta de la que ha profetizado Is 25, 6,
una esta a la que el mismo Isaías acompañará a los invitados con la música
de sus palabras, que nos permiten entender mejor las de Sal 22. En esta
línea, el resultado de este poderoso acto de rescate no es solo de
universalidad ilimitada, sino también de ilimitada duración: Este rescate se
propaga de generación en generación.
En otro tiempo, yo mismo había interpretado 22, 31 de esta manera:
“Una semilla que le servirá (será reconocida) para el Señor por una
generación”. En esa línea tomaba יסּצרcomo una metáfora aplicada a un
censo (como el de 2 Cron 2, 16; Sal 87, 6), y por otra parte tomaba לּדור,
según Sal 24, 6 y otros pasajes, como una forma de totalidad parcial,
referida a un tipo de personas, como a un grupo de una misma raza. Pero el
contexto nos invita a tomar דורen un sentido genealógico, abierto al futuro
de la descendencia. Por eso, debemos mantener la interpretación
tradicional, “Una semilla (una posteridad) le servirá, esto se dirá del Señor a
la próxima generación”.
A favor de esta interpretación resulta decisivo el hecho de que tras ל
ּדורviene יבאּו, con lo que דורrecibe el signi cado de la generación próxima,
lo mismo que en Sal 71, 18, teniendo en cuenta que aquí se habla de tres
generaciones mencionadas muy en concreto: La generación de los padres,
que se han convertido a Yahvé (22, 30), la que viene después (cf. דורen 22,
31) y; nalmente el עם נולדde 22, 32, aquella generación posterior a la que
se le contarán los hechos de esta ( דורl22, 31). “Ellos vendrán ( ּבואcomo en
Sal 71, 18, empezarán a vivir), y declararán su justicia (la de Dios) al pueblo
que ha de nacer, lo que él (Dios) ha realizado”.
Según eso, la palabra clave (WNd<_b.[;y,) [r;z<ï) podrá verse en dos
perspectivas: (a) por una parte se re ere a la generación que vendrá
inmediatamente, es decir, a la próxima, pues ella anunciará la justicia de
Dios (At+q'd>ci WdyGIåy,w> Waboy); (b) por otro lado, esa palabra
anuncia la llegada del pueblo aún no nacido (dl'ªAn÷ ~[;îl) que escuchará
lo que esta generación le contará, las cosas que ha hecho Dios al justo
sufriente (a esta generación).
Ese עם נולדes el pueblo que ha de nacer, el pueblo cuyo nacimiento está
cerca, a la mano (78, 5). Los LXX traducen bien λαῷ τῷ τεχθησομένῳ (cf. Sal
102, 19, עם נברא, populus creandus, el pueblo que ha de ser creado). דקתוes
la dikaiosyne de Dios, es decir, su justicia tal como se ha manifestado en el
rescate del sufriente que habla el salmo.
Dios no ha permitido que ese sufriente sea derrotado en el borde de la
muerte, sino que le ha liberado de las manos de sus enemigos asesinos,
elevándole a una gloria más alta, la gloria de la צדקהdivina. Dios no ha
permitido que le arrebaten la gloria, de manera que ahora se puede
proclamar de verdad la צדקהdivina, como indicaba 22, 16, pero de un
modo aún lejano.
Según esta proclamación, el Siervo de Dios se ofreció a sí mismo como
asham (ofrenda por el pecado), antes de que se pudiera celebrar la esta de
los shelamim (los sacri cios pací cos de acción de gracias). De esa forma
logró que todo el mundo pudiera participar del fruto de su sufrimiento. Eso
es lo que está indicando el fondo del texto, pero esa conclusión es algo que
la revelación profética solo pudo descubrir y proclamar más tarde, en el
contexto de otras relaciones típicas, desde la perspectiva del Nuevo
Testamento.
La naturaleza del verdadero sacri cio, עׂשה, que está en consonancia
con el consejo divino, solo se fue revelando gradualmente en el A. T. La
palabra de este salmo, tan llena de signi cado (como la de Sal 52, 11; 37, 5
y la de Is 44, 23) incluye y condensa en sí la obra de la redención, que está
pre gurada en David, y de esa forma rati ca e incluye todo el despliegue de
la redención.
Esta palabra puede compararse con לעׂשות, Gen 2, 3, con la que se
cierra y concluye la historia de la creación. Desde ese fondo se entiende la
última palabra del salmo, hf'([' yKiä dl'ªAn÷ ~[;îl., anunciarán lo que Dios
ha hecho a un pueblo no nacido, que puede y debe compararse con la
última palabra de Jesús cruci cado en el evangelio de Juan, τετέλεσται está
cumplido.
La sustancia del evangelio en esta historia preparatoria y en su
cumplimiento se condensa de esa manera. La acción de Dios va pasando
de generación en generación, diciendo esto: Que Dios va cumpliendo lo
que planeó cuando ungió al hijo de Jesé, es decir, a David como mediador
de la obra de la redención; que Dios cumplió su palabra con David
dirigiéndole a través de la a icción como rey; y que Dios hizo que el
segundo David, el mesías de nitivo, que fue Jesús, hijo de David, fuera, por
su muerte, una escala (un camino de salvación) que dirige al cielo.
23, 1. El poeta llama a Yahvé רעי, pastor, y le presenta como aquel que le
guía de un modo gratuito y gozoso, dirigiéndole a él y a todos los suyos.
Más tarde, la profecía anunciará la aparición visible de este pastor del
pueblo en Is 40, 11, en Ez 34, 22 y en otros pasajes.
Cuando se cumpla lo anunciado, esta palabra (“Yahvé es mi pastor”:
y[iªro÷ hw"ïhy>), pronunciada por David, encontrará su respuesta en el
mensaje y vida de Jesús que dice: Yo soy el buen pastor (ἐγὼ εἰμὶ ὁ ποιμὴν
ὁ καλός). Quien tiene con él a Yahvé, posesor de todas las cosas, las tiene
también a todas ellas, de forma que nada le falta (rs")x.a, alå), pues todo
es bueno en sí mismo y todo será bueno para aquel que escucha a Yahvé
(cf. Sal 34, 11; 84, 12).
23, 2. av,D<â tAaån> son los pastizales de hierba fresca y tierna en los que
uno puede descansar tranquilo y gozoso. Conforme a su sentido primitivo,
) נאה (נוהson los lugares de descanso, adecuados para vivir, especialmente
los oasis, lugares verdes en medio del desierto. tAxånUm. ymeÞ-l[;, junto
a las aguas tranquilas, donde los hombres cansados encuentran un lugar
deleitoso para descansar y refrescarse. Conforme a Hitzig, la expresión
está en plural por la referencia a la palabra central, que son las aguas
(ymeÞ), entendidas aquí en sentido superlativo, es decir, como un lugar de
muchas aguas.
La palabra ynIlE)h]n,y>, me guiará, de נהלtiene un sentido pastoril y se
re ere a que el pastor dirige su rebaño de un modo gentil y tranquilo,
llevándolo a lugares de abundancia de agua, y en esa línea הרּביץsigni ca
hacerles descansar, especialmente ante el calor del mediodía, como en
Cant 1, 7; cf. ὁδηγεῖν, guiar: Ap 7, 17.
23, 3. ynIxEïn>y,) bbe_Avy> yviîp.n,, me hará descansar (hará que
descanse mi alma) en lugares de pastos tranquilos, con ( ׁשובב נפׁשque en
otros lugares se dice )הׁשיב. Estas palabras indican que la vida y alma del
poeta se paci can de nuevo, como si volviera a recobrar el aliento,
recibiendo nuevas fuerzas. Esto es lo que Dios le concede, haciendo que
pueda gozar de la esencia de la vida, de forma que se refresque y se
ensanche por dentro, en medio de la sequedad y del calor de la tentación y
en medio de la turbación.
El hi l de הנחה, que es una forma intensiva de ( נחהSal 77, 21, cf.
ynIxEïn>y,)) tiene el mismo sentido que en árabe, ponerse de parte de
alguien, como quizá puede verse en Job 12, 23 y en Sal 143, 10. El poeta se
gloría de que Yahvé le dirija con todo cuidado, sin riesgo de perderse por
los campos, llevándole por caminos rectos (qd<c,©÷-yleG>[.m;b.) que le
conducen al lugar adecuado, ( למען ׁשמוa causa de su nombre). Dios se ha
revelado de esa forma como Señor/Pastor de gracia, y de esa forma se
mani esta y glori ca en aquellos que se someten a su guía.
(Una voz) 3 ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?
(Otra voz) 4 El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su
alma (¡mi alma!) a cosas vanas ni ha jurado con engaño.
(Coro) 5 Él recibirá bendición de Jehová y justicia del Dios de salvación.
6
Tal es la generación de los que lo buscan,
1
A ti, Jehová, levantaré mi alma.
2
Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado.¡No se alegren de mí mis enemigos!
3
Ciertamente, ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;serán avergonzados los que se
rebelan sin causa.
4
Muéstrame, Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas.
5
Encamíname en tu verdad y enséñame,porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado
todo el día.
6
Acuérdate, Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, que son perpetuas.
7
De los pecados de mi juventud y de mis rebeliones no te acuerdes.
Conforme a tu misericordia acuérdate, Jehová, de mí, por tu bondad.
8
Bueno y recto es Jehová; por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.
9
Encaminará a los humildes en la justicia y enseñará a los mansos su carrera.
10
Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdadpara los que guardan su pacto y sus
testimonios.
11
Por amor de tu nombre, Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande.
trasfondo histórico concreto que nos permita indicar el tiempo en que fue
compuesto, y por otra parte carece de signos que indiquen quién ha sido
su compositor.
Este es uno de los nueve salmos alfabéticos del conjunto del libro de
los salmos, y puede compararse con el Sal 34, con el que se vincula en
muchos rasgos por su estructura acróstica. Ambos salmos carecen de la
estrofa que corresponde a la waw (w). Ambos son paralelos en lo que se re
ere al sonido y signi cado, al comienzo de las estrofas que empiezan con מ
עy también con פ. Ambos salmos, después de haber seguido las letras del
alfabet,o han añadido una estrofa פcomo conclusión, y su principio y
contenido están relacionados entre sí. Estos rasgos parecen indicar que
ambos tienen un mismo autor.
No vemos en esta disposición alfabética (desarrollada aquí con cierta
libertad), tanto en este salmo como en Sal 9‒10, nada que vaya en contra
de que David pueda ser su autor. Pero no contamos con más razones
generales de tipo ético y religioso que nos permitan a rmar con seguridad
que estos salmos son davídicos. Por su carácter universal, y por su armonía
con el despliegue del plan de la redención, este Sal 25 coincide con varios
salmos postexílicos, aunque no contiene nada que no pueda adaptarse a la
conciencia creyente de la iglesia en cada una de sus edades.
No hay aquí, en este salmo, nada que sea exclusivo del AT o de la
conciencia israelita, de forma que Teodoreto a rma, ἁρμόζει μάλιστα τοῖς
ἐξ ἐθνῶν κεκλημένοις, se adapta de un modo especial para aquellos que
son llamados al cristianismo de entre los paganos. Los introitos para la
celebración del domingo 2 y 3 de la Cuaresma están tomados de Sal 25, 6.
16, por lo que esos domingos se llaman Reminiscere y Oculi. El himno de
Paul Gerhardt, “Nach dir, o Herr, verlanget mich” (con música de J. S. Bach,
traducido al español con el título, “Tú, Señor, eres mi anhelo”) ofrece una
hermosa traducción poética de este salmo.
25, 1‒2. El salmo comienza como Sal 16 y 23 con un monostico. 25, 2 es la
estrofa בa pesar de que empieza con alef (^åB. yh;ªl{a/) y ^åB. aparece en
segundo lugar, a no ser que esas dos palabras tuvieran un orden distinto y
se escribiera ( בך אלהיcf. Sal 31,2), como en las interjecciones de las
tragedias griegas, en las que la expresión primera, oo’moi no se reconocía
como perteneciente al verso (J. D. Köhler).
Necesitado de ayuda, y lleno de nostalgia por la liberación, separando
su alma de los deseos terrenos, el orante la eleva hacia Yahvé (Sal 86,4; Sal
143,8), el único que puede garantizarle la plena satisfacción de sus
necesidades. Su propio “ego”, en cuyo interior se encuentra el alma, la
dirige hacia arriba, hacia aquel a quien él llama אלהי, mi Dios, porque, con
plena con anza, se apoya en él.
Los dos ( אלWcßl.[;y,)-la; hv’Ab+ae-la;) muestran que Yahvé no está
dispuesto a abandonarle, como en Sal 31, 2. 18. Conforme a la lectura de
Sal 25, 19; 25, 20; 38, 17, resulta más seguro unir ליcon ( יעלצּוyli( Wcßl.
[;y,)-la;, cf. Sal 71, 10), como sucede en Sal 27, 2; Sal 30, 2, Miq 7, 8,
aunque también sería posible unir yli( con ( אויביcf. Sal 144, 2). El verso 25,
3 universaliza la esperanza con ada del individuo (yb;äy>ao Wcßl.[;y,)).
25, 3. La razón por la que el orante queda confortado no es una
prerrogativa o ventaja personal suya, sino una certeza agradecida y gozosa
de fe, que él comparte con todos los creyentes, como dice Pablo: La
esperanza no queda confundida, ἡ ἐλπίς ου ̓ καταισχύνει (Rom 5, 5). Los
que esperan se llaman
^yA<q, de קוהparticipio de ( קּוהcomo ּדברes participio de )ּדּבר.
La esperanza es el ojo de la fe, que mira hacia adelante, de manera
clara y ja, hacia el futuro. Frente a los que esperan en Yahvé, que no
permite que sean desamparados, están aquellos que actúan de un modo
traidor contra Dios (cf. Sal 119, 158, según Aquila, Símaco, Teodoreto: οἱ
ἀποστατοῦντες), y los que se rebelan contra Dios ריקם, i.e. con pretextos
sin fundamento algunos, los que actúan de un modo inconsciente.
25, 4. Reconociendo la infamia de la ingratitud, el orante pide a Dios que le
instruya de manera que él pueda actuar conforme a sus preceptos (cf. Sal
18, 22). La voluntad de Dios marca la verdad, y se encuentra ante nosotros
en la palabra escrita de la Ley de Dios. Pero el orante sabe que el único que
puede exponer la recta comprensión de esa palabra es el mismo Dios. Por
eso le ruega que le conceda conocimiento. Y, además, para cumplir aquello
que él conoce y hacerlo de un modo perfecto y viviente, el orante necesita
la gracia de Dios, es decir, su iluminación, su mano guiadora.
25, 5. La verdad se encuentra en la revelación duradera y veri cadora de la
gracia de Dios. Sin esa revelación, esto es, sin Dios, no se puede penetrar en
esa verdad ni caminar según ella (Sal 26, 3; Sal 86, 11), pues eso implicaría
una contradicción intrínseca. Por lo tanto, igual que en Sal 119,35, el
salmista pide,
“Guíame en tu verdad” (οδήγησόν με ἐν τῇ ἀληθείᾳ σου, LXX Cod.
Alejandrino; por su parte, el Cod. Vaticano dice ἐπὶ τὴν..., cf. Jn 16, 13).
El orante pide así porque su salvación viene de Yahvé, o, mejor dicho,
porque Yahvé es su salvación85. No espera que Dios le ofrezca cosas
concretas, sino que le espera a él, todo el día, es decir, de un modo
incesante, porque todo aquello que merece la pena esperar, todo aquello
que puede satisfacer el deseo del alma, está incluido en Dios. Según eso,
toda merced o gracia que procede de él (de Dios) se funda en su
compasión y en su condescendencia.
25, 6. Este recuerdo de súplica nal signi ca: que Dios nunca se olvide de
ejercer su piedad y su gracia, gracia y piedad que, como implica el plural,
son ricas y superabundantes. El fundamento sobre el que se basa esta
oración está introducido con un ( ּכיhM’he( ~l’äA[me yKiÞ, nam, o
también quoniam). La compasión y la gracia de Dios son tan antiguas y e
caces como la debilidad y el pecado de los hombres. Compasión y piedad
de Dios son eternas y tienen en sí mismas la garantía de una duración
perpetua (Sal 100,5; Sal 103,17).
25, 7. El orante pide a Yahvé que no recuerde los pecados de su juventud
()חּטאות, que le han llevado a un tipo de búsqueda de placer y de
inconsciencia; y le ruega también que le permita superar las transgresiones
posteriores
()ּצׁשעים, de su edad madura, que le han llevado a romper su relación de
amistad con Dios, transgresiones y pecados de los que tiene que
convertirse.
En esa línea, el orante pide a Dios que se acuerde de él ( זכר לcomo en
Sal 136,23), conforme a su gracia y su ternura. En esa línea dice San
Agustín: Memor esto quidem mei, non secundum iram, qua ego dignus
sum, sed secundum misericordiam tuam, quae te digna est (recuérdate de
mí no según la ira de la que soy digno, sino según tu misericordia, de la que
eres digno tú). El orante ruega así porque sabe que Dios es bueno, ּטוב, lo
que realmente equivale a decir que es amor, ἀγάπη. El nuevo dístico
mostrará que טּובse aplica aquí a la bondad de Dios y no, como por
ejemplo en Neh 9, 35, a la abundancia de sus posesiones.
25, 13. El verbo )( לין (לּוןcf. !yli_T' bAjåB. Avp.nâ,, su alma gozará de
bienestar) equivale probablemente a לילy signi ca vivir con tranquilidad
(descansar en la noche). Se trata, pues, de “gozar”, descansar en lo que es
bueno, en prosperidad interior y exterior, en seguridad, en protección.
De esa manera, con prosperidad, el hombre el alcanzará aquello que
Dios había prometido a los patriarcas, y a los israelitas liberados de Egipto,
a quienes cumplió su promesa, dándoles la tierra. Esta es la promesa que
sigue activa en el N. T., como declara Mt 5, 5, cuando a rma que los
mansos heredarán la tierra (cf. también Sal 37, 11; Ap 5, 10).
24, 14. Los LXX traducen ( סודcf. hw"hy>â dAså) con κραταίωμα, como si
fuera equivalente a יסוד. La forma recíproca נוסד, Sal 2, 2, nos permite
descubrir el signi cado primario de la palabra. Partiendo de ese signi cado
primario de סד, ser o hacer que uno esto rme, סודsigni ca que dos personas
o realidades están profundamente unidas, para conversar, para
comunicarse, para tener una relación recíproca de comunión, cf. Sal 89, 8;
Sal 111, 1 (Símaco, ὁμιλία).
En esa línea, סודtermina signi cando un tipo de comunicación
profunda, como en Sal 55, 15 donde se trata de la comunicación de un
secreto (Aquila, ἀπόῤῥητον, Teodoción, μυστήριον). Así también aquí. Dios
abre su mente sin reserva algunas, habla de un modo con dencial con
aquellos que le temen, como muestra Prov 3, 32, lo mismo que el ejemplo
bien conocido de Gen 18, 17.
Aquí, en Sal 26, 14, el in nitivo con ( לwya'_rEyli hw"hy>â dAså),
conforme a Gesenius 132, nota 1 (cf. Is 38, 20), es una expresión que tiene
el sentido de un futuro perifrástico, que se puede traducir así, faedus
suum notum facturus est iis, su pacto será dado a conocer a aquellos
que…; o como traduce ReinaValera, la comunión íntima de Yahvé se da a
conocer a… (cf. Dan 2, 16. 18; 4, 14).
הודיעse utiliza para un conocimiento que no es meramente intelectual,
sino de tipo experimental. Hitzig traduce la frase de un modo algo distinto:
Para iluminarles… En esa línea, ּבריתוaparece como objeto. La comunión
íntima con Yahvé está al servicio del conocimiento de la revelación de Dios,
tal como se mani esta en su pacto. Con estas palabras, el poeta ha con
rmado de todas las formas posibles, que todo don bueno desciende de
arriba, del Dios de la salvación y que retorna al principio del que ha
brotado.
25, 15. Aquel que mantiene sus ojos siempre dirigidos hacia Dios (Sal 141,
8; 123, 1) está realizando un tipo duradero de plegaria, que no puede
quedar sin respuesta. En esa línea de oración constante, ֹומידcorresponde a
ἀδιαλείπτως en 1 Tes 6, 17. El objetivo de esta constante mirada hacia Dios
se expresa en este contexto en forma de liberación de la red con que los
enemigos quieren prender al orante. De esa manera, por su unión con
Dios, el orante puede liberarse de la red en la que puede quedar atrapado
por las difíciles circunstancias en las cuales ha sido encerrado sin culpa
propia.
25, 18‒19. Como he dicho ya, aquí falta la estrofa que debía empezar con ק
y en su lugar encontramos dos estrofas 18 ,25) רy 25, 19). Incluso los LXX
ponen por dos veces ἴδε. La cuestión por la que se ruega es en ambos
casos semejante: Es un tema por el que el orante pide a Dios, pero dejando
en sus manos la forma en que puede resolverse.
La frase yt'(waJox;-lk'l. af'ªw>÷,, con el objeto en dativo en vez de en
acusativo (tollere peccata, quitar los pecados), signi ca conceder un tipo de
perdón para alguien (como sinónimo de )סלח ל. Desde la perspectiva del N.
T. (en 25, 19), tenemos que poner de relieve el hecho de que el orante
invoca expresamente la venganza sobre los enemigos. En esa línea, ( ּכיcf.
WBr"_-yKi) tiene el sentido de un quod expansivo (mira a mis enemigos,
cómo se han multiplicado como en Gen
1, 4). Finalmente, ׂשנאת חמסcon un genitivo atributivo signi ca un “odio
violento”, odio que brota de la injusticia y culmina en la injusticia.
25, 20. El orante pide a Dios que le preserve y le libere, que no permita que
su esperanza sea defraudada (con אל־אבוׁש, cf. 1 Cron 21, 13, en vez de
אל־אבו ׁשהque suele utilizarse en otros casos). Esta esperanza se funda
ciertamente en Dios. El orante ha puesto su refugio en él, y Dios no puede,
por tanto, abandonarle, no puede dejar que sea destruido.
25, 21. Estas son las dos palabras fundamentales, rv,yOð y ~To, se re eren
a la devoción que llena al hombre entero, que no es parcial ni hipócrita, de
un hombre a quien se llama ~To; en esa línea, la rectitud del que cumple la
voluntad de Dios sin atajos mentirosos y caminos prohibidos se llama
rv,yOð.
Estas dos virtudes radicales (cf. Job 1, 1) son las que el orante desea
tener como guardianes de un camino que resulta peligroso no solo a causa
de los enemigos exteriores, sino también por la pecaminosidad del
hombre. Verdad y rectitud: Estos son los guardianes que no le perderán de
vista, que no le abandonarán, a no ser que él, el orante, se aparte de ellos
(cf. Sal 40, 12; Prov 20, 28). Esto es lo que el orante pide, porque la
garantía de su esperanza es el mismo Dios del que proceden rv,yOð y ~To
como los buenos ángeles guardianes de su vida.
25, 22. Esta experiencia del orante no es algo exclusivamente suyo, sino
que la enemistad del mundo y el pecado luchan igualmente contra todo el
pueblo de Dios. Y la necesidad del individuo no cesa hasta que no queda
remediada la necesidad de todo el pueblo de Israel.
Desde ese fondo brota esta oración intercesora, que consta de dos
dísticos y cuya conexión con lo anterior no es tan clara como será la de Sal
34, 23. Da la impresión de que este último verso no es primitivo, sino que
ha sido añadido cuando el salmo ha comenzado a ser utilizado como
oración pública, y así parece mostrarlo el cambio en el nombre de Dios, que
es aquí Elohim (~yhil{a/â hdEäP) y no Yahvé como en los casos anteriores.
Tanto este salmo como el 34 concluyen con la repetición de la letra פ
que la primera vez representa probablemente a la π y en la segunda la φ.
Esto puede deberse quizá al hecho de que se ha querido dar una
importancia especial a las últimas letras, como suele hacerse a veces (no
siempre) en el nal de los himnos de las sinagogas.
El mismo deseo de habitar en Sión resuena con fuerza en este salmo, como
en los anteriores. La oración central es esta: vivir siempre cerca de la casa
de Dios, liberado de los enemigos, para ofrecer allí sacri cios de acción de
gracias, en esperanza con ada.
El היכלo templo de Dios, que es el verdadero Rey, no es ahora más que
una tienda o tabernáculo, אהל, pero, dado que Dios se encuentra allí
entronizado, puede llamarse también היכל, como el templo que Ezequiel
contempló, recordando el Tabernáculo de Moisés, que era también un אהל,
cf.
Ez 41, 1. Separado del santuario, el poeta se siente amenazado por todos
los lados, por los peligros de la guerra, pero él se encuentra tan a anzado
en Dios como en Sal 3, 7 en medio de la batalla, “No tengo miedo de
miríadas de personas, acampadas en contra de mi”.
La situación por lo tanto se parece a la de David durante el tiempo en
que le perseguía su hijo Absalón. Pero este es solo el argumento de la
primera parte del salmo (27, 1‒6). La segunda, desde 27, 7 en adelante no
parece haber sido compuesta por el mismo David.
De hecho, las dos partes son muy distintas entre sí. Ellas forman un
hysteron-proteron (el n debía ser el principio), porque en la primera parte
hallamos una des triumphans (fe triunfadora), mientras que en la segunda
parte aparece una des supplex o fe suplicante.
De esa forma, con la δέησις o súplica de 27, 7 el estilo se vuelve pesado
y torpe, la disposición estró ca se vuelve oscura, de manera que incluso
resultan inciertas las fronteras de las líneas y de los versos, con la
consecuencia de que uno tiene la tentación de pensar que con 27, 7
comienza un nuevo salmo (o un apéndice, escrito por un autor distinto).
Sea como fuere, el compilador tenía ante sí el texto exactamente igual que
lo tenemos nosotros, pues las razones que tuvo para colocar aquí este
salmo (desde del 16) se encuentran en ambas partes del texto, comparar
Sal 27, 7 con 26, 11; 27, 11 con 26, 12.
27, 1‒2. En esta primera estrofa (a partir de 27, 1) se expresa la audaz con
anza de la fe. Por el esquema de las cesuras se trata de un hexaestico. El
orante puede caer en manos de la oscuridad de la noche, de la turbación o
del con icto espiritual; pero Yahvé es su luz y si él (el orante) está rme en
Yahvé, él se hallará en la luz y sobre él brilla un sol que no conoce ocaso o
eclipse.
Aquí estamos ante un nombre sublime, in nitamente profundo de Dios,
אורי, mi luz, (cf. y[iv.yIw>â yrIåAa Ÿhw"Ühy>, Yahvé es mi luz y mi
salvación), una expresión que se encuentra solo en este pasaje, pues solo
hay en la Biblia otra frase que puede compararse con esta, y es la de ּבא
( אורךIs 60, 1), ha llegado tu luz; cf. φῶς ἐλήλυθα, Jn 12, 46. La palabra יׁשעי
(mi salvación) no está al lado de אוריcomo si fuera una expresión no
gurativa, al lado de otra de tipo gurativo, porque la a rmación de que Dios
es luz no es una simple metáfora, sino expresión de la presencia de Dios.
David llama a Dios “su salvador” en referencia a todo lo que le oprime,
y también la “fortaleza de su vida” (yY,©x;÷-zA[m'(,, מעוזde )עזז, para
superar así cualquier peligro que le llegue. Apoyado en Yahvé, el orante se
extiende y se de ende a lo largo y a lo ancho de su vida amenazada. En Dios
está escondida su vida, como si fuera dentro de una fortaleza edi cada
sobre roca (Sal 31, 3).
De esa forma, cuando los enemigos vienen de manera hostil en contra
de él ( קרב עלque es diferente de )קרב אל, el orante sabe que tienen la
intención de devorar su carne, de manera que les concibe como bestias
salvajes y se de ende de ellas. Comer la carne de uno signi ca (como en Job
19, 22) lo mismo que perseguirle con palabras malignas (en arameo con
calumnias, picándole por la espalda) hasta su destrucción.
En 27, 2, con ~( ּבקרבy[irEm. yl;’[' broÜq.B) se pone de relieve que los
enemigos vienen de un modo directo contra él; en esa línea, las
referencias siguientes ( ליy )איבי ּליpueden verse como en el Sal 25, 2 (cf.
144, 2), a modo de formas literarias, para poner de relieve la intensidad de
la enemistad personal de los enemigos.
Pero una mera repetición de las personas enemigas, sin indicación de
su propósito hostil hubiera sido poco intensa en el contexto del
paralelismo de miembros de este verso. Por un lado, ( ליcf. yli_
yb;äy>aow>) sería una variante del עליprecedente como en Lam 3, 60. En
la apódosis, ( הּמה ּכׁשלּו ונפלּוellos tropezaron y cayeron) la derrota del
enemigo aparece como algo que ya se ha cumplido. Por eso, estos versos
ponen de relieve la hondura de la maldad de los enemigos del orante.
27, 3‒4. La santa audacia y el imperturbable reposo del orante se expresan
en 27, 3 en el mismo ritmo de los versos. La tesis o movimiento
descendente de este verso es de tipo espondaico, sin nada que le perturbe
en forma yámbica. De esa manera, el orante puede ser audaz.
La traducción de Hitzig (como la de Rashi) dice: “En esto yo confío, es
decir, en que Yahvé sea mi luz”, está equivocada. Esta podría ser una
buena interpretación en el caso de que בזאת אני בוטחestuviera vinculada a
Sal 27, 2, pero no se puede pasar sin más de 27, 2 a 27, 3, pues en 27, 3
empieza un pensamiento distinto. Por otra parte: ¿Por qué debería
haberse expresado el poeta de esa forma, de un modo extenso, en vez de
decir simplemente ?ביהוהLa razón es esta, la palabra בוטחsigni ca por sí
misma “con gran coraje”, e. g., Prov 11, 15. Por su parte, בזאתsigni ca “a
pesar de esto” (Coccejus, hoc non obstante). Cf. también Lev 26, 27 (Sal 78,
32) que comienzan la apódosis con una conjunción adversativa.
Según 27, 4, a pesar de que el orante está plenamente satisfecho de
Yahvé en medio de extranjeros, en situación de adversidad, él solo desea
verdaderamente una cosa, y así lo dice en futuro, para expresar su
ardiente deseo, que se extiende del pasado hacia el futuro, a lo largo de
toda su vida. Esa única cosa, deseada por el orante, se describe con estas
palabras: yY,+x; ymeäy>-lK' hw"hy>âtybeB. yTiäb.vi, habitar en la casa
de Yahvé todos los días de mi vida.
Se trata, pues, de mantenerse de un modo constante en la casa de
Yahvé, de poder cultivar una relación espiritual íntima con el Dios que ha
puesto allí su morada ()בית, su palacio ( )היכלen la tierra santa. Este es el
único deseo del corazón de David, que consiste en que él pueda
contemplar y celebrar la hermosura de Yahvé, hw"©hy>÷-~[;nO (cf. Sal 90,
17); todo esto se indica con חזה ּב, que es una forma de expresión más signi
cativa que la que vendría dada solo con חזהy acusativo, como en Sal 63, 3.
Según eso, el salmista quiere contemplar la gracia de Yahvé, recibiendo así
revelación llena de gracia, que se vuelve visible para aquellos que tienen su
mismo espíritu.
Se trata, pues, de la hermosura del templo. La interpretación que toma
amaenitas (amenidad, hermosura), como equivalente al amaenus cultus,
interpreta el tema desde una perspectiva equivocada. Se trata, ante todo,
de encontrar a Dios en el templo (Al*k'yheB. rQEïb;l.W), no de forma
general en un lugar simplemente ameno.
Esa expresión, ּבּרר ּב, no es sinónima de חזה ּב, en la línea de una
contemplación agradable y constante (Hupfeld, Hitzig), pues va en contra
del sentido del verbo ּבּרר, que signi ca examinar (con לde buscar, como si
se tratara de espiar algo, Lev 13, 36), re exionar sobre o considerar con
hondura.
En esa línea, en el griego postbíblico, חזה ּבsigni ca visitar, y de un modo
especial a los enfermos (de aquí viene la expresión )ּבּרּור הלים.
Un sentido apropiado de este verbo ּבּררpodría obtenerse tomando esa
palabra como una forma denominativa de ּבקׁש, traduciendo la frase, como
han hecho Dunash y Rashi, “y apareciendo temprano en su templo”. Pero
no es necesario separarse del uso general del lenguaje. Acertadamente,
Hengstenberg retiene el signi cado de “meditar sobre”. En ese sentido,
ּבהיכלוestá indicando el lugar dedicado a la devoción, y לבּררse re ere a la
meditación contemplativa, propia de aquel que se introduce (se mantiene)
en Dios, que se mani esta allí.
27, 5‒6. David fundamenta la justi cación de su deseo sobre aquello que
signi ca para él el santuario de Dios. Los futuros a rman que Yahvé se
ocupará de él en su santuario, que es un refugio en el que él puede
esconderse (protegerse) a sí mismo, mientras que Yahvé le toma a su
cargo y le ofrece amparo por encima de las tormentas y tribulaciones que
amenazan por fuera. Aquí en el templo el orante está seguro y protegido
de todos los peligros, está elevado sobre ellos, y sus pies se encuentran
sobre un suelo rme de roca.
El templo aparece aquí como “tabernáculo”, éhKosuB., como en la
tradición de la esta de los Tabernáculos (sukot). De esa manera, este salmo
puede utilizar alternativamente las dos palabras, por un lado ( אהלque se
entiende más bien como “tienda”) y por otro סך, que toma el lugar de סּכה
en estilo poético, como lugar de habitación, edi cio (cf. Sal 76, 3; Lam 2, 6),
siempre con un su jo.
Con 6 ,27) )ועֹוהel poeta predice de un modo inferencial (cf. Sal 2, 10) el
cumplimiento de aquello que fervientemente desea, de aquello cuya
garantía se encuentra en su mismo deseo. זבחי ֹורּועהno signi ca sacri cios
que van acompañados por el toque de trompetas de los sacerdotes; pues
la “terua” del toque de los sacerdotes se realizaba solo en los sacri cios
ofrecidos por toda la congregación (Num 10, 10) y no por sacerdotes
individuales.
ֹורּועהes un sinónimo de ֹוודה, Sal 26, 7; y זבחי ֹורּועהes una forma intensa
de decir ( זבחי תודהSal 107, 22), i. e. (cf. זבחי צדק, Sal 4, 6; Sal 51, 21), ofrecer
sacri cios de acción de gracias, de un modo jubiloso. El orante anuncia que
ofrecerá sacri cios en los que la gratitud será el gesto central, de forma que
él mismo entonará cantos de alabanza, acompañados por la música de
instrumentos de cuerda, en honor al Dios Liberador que ha cumplido de
nuevo sus promesas con los eles, y lo ha hecho de una forma tan gloriosa.
27, 7‒9. En este momento tendrían que culminar las palabras anteriores
de acción de gracias, con la certeza de que Dios ha cumplido su promesa. Y
de esa manera debería haber terminado toda la oración. Pero, como
hemos visto en la introducción, este salmo ha cambiado el esquema
general de la plegaria, invirtiendo sus dos partes: La primera parte (27, 1-6)
ha presentado el cumplimiento de las peticiones que empiezan
precisamente aquí (27, 7-14), es decir, en la segunda parte. Por eso, el
sentido, la oración con las peticiones (que debería haber estado al
comienzo del salmo) comienza precisamente ahora.
En la parte anterior (27, 1-6) los peligros que amenazaban al orante
habían sido superados. Pues bien, ahora (27, 7), acabado ya el peligro, se
hace consciente la necesidad de una oración especial pidiendo la ayuda de
Dios. Las palabras que empiezan en este momento no han de ser
traducidas como en la Vulgata, Exaudi Domine vocem qua clamavi (mejor
dicho, qua clamo) ad te (escucha, Señor, la voz que he clamado o que
clamo…).
Este es el texto que se canta en la Dominica exspectationis (domingo
de intervalo o preparación ente la Ascensión y Pentecostés). La palabra
( ׁשמעyliîAq hw"ßhy>-[m;v.) tiene dech, y según eso קולי אקרא, voce mea,
con mi voz he de llamar (como en Sal 3, 5), ha de tomarse como una frase
adverbial, equivalente a voce mea clamante me (clamando yo con mi voz).
En 27, 8, לךno puede traducirse tomando la לcomo Lamed auctoris (de
autor, Dathe, Olshausen): “De ti, dice mi corazón buscad mi rostro”. Esta es
una lectura arti cial, que no responde al texto. Sin duda, las palabras לך
אמרdeben tomarse como unidas. Y lo que el corazón dice a Yahvé no es
“buscad mi rostro” (el hecho de buscarle), sino la razón por la que
debemos buscarlo, como si fuera un eco (Calvino, como susurrando a
Dios), diciendo: Por lo tanto, yo buscaré tu rostro.
Este es un pasaje semejante a Job 42, 3, una inferencia que se deduce
de una palabra que viene del mismo Dios. En un estilo narrativo, esta
expresión, ּבּרׁשּו ּצני, buscad mi rostro, debería traducirse así: “De acuerdo
con tu persuasiva invitación, tú nos has permitido buscar tu rostro, y nos
has exhortado a que lo hagamos; por eso, yo busco tu rostro” (Hupfeld).
No hay en la Escritura ninguna referencia retrospectiva donde se nos
diga expresamente que busquemos el rostro de Dios (como podría ser Dt
4, 29). Por eso, esta oración no está fundada en ningún pasaje concreto de
la Escritura, retomado aquí, que se funda en los mandamientos y promesas
de Dios en general.
Ahora, en 27, 9 siguen las preguntas con gran libertad y audacia, y en
ellas el salmista le pide a Dios que se muestre favorable, de manera que
responda cuando se le ha suplicado e invoca. En este pasaje, tomado en
sentido absoluto, el hi l ( הּטהcf. ^D<ïb.[;ñ @a;ªB.-jT;-la;) signi ca (cf. Job
24, 4), apartar, dejar a un lado.
La frase t'yyI+h' ytiîr"z>[, no signi ca “sé tú mi ayuda”, lo que es
imposible por razones sintácticas, ni tampoco se puede tomar como
expresión de relativo (tú que has sido mi ayuda), pues en este salmo no
hay razón para decir así. Al contrario, esta frase en perfecto ha de tomarse
como a rmativa sin más “tú eres mi ayuda”, es decir: Tú has venido a ser
(te has convertido en) mi ayuda; por eso, “no me arrojes fuera”. Este es el
sentido que tienen también los acentos.
27, 10‒11. Como he dicho ya, no parece que Sal 27, 10 (y todo 27, 7-14)
sea de David. Ciertamente, 1 Sam 22, 3 a rma que, durante el tiempo de su
persecución por Saúl, él tuvo que dejar a sus parientes en un lugar más
seguro. Pero hay una diferencia. En Sal 27, 10 se habla solo
hipotéticamente (aunque me dejen, es decir, aunque me dejaran); por el
contrario, en la historia real de David sus familiares tuvieron que dejarle de
hecho. Esta suposición (aunque mis padres me dejaran) tiene la función de
preparar y situar la a rmación o promesa directa (¡Yahvé me recogerá!),
con la petición de 27, 11.
En 27, 11 el orante aparece como un ciervo al que quieren dar caza;
pero Dios es capaz de guiarle de manera que escape de todos los peligros.
Esta es la situación desde la que se entiende la plegaria. Como en Sal 143,
10, la palabra ( מיׁשורcf. rAv=ymi xr,aoåB.) se utiliza en sentido ético, y por
eso tiene una función distinta de la que tenía en 26, 12. Sobre ׁשררים, cf.
texto primario, que es el del Sal 5, 9, del que aquí tenemos como un eco.
Espías enemigos vigilan todos sus pasos y verían con gozo cómo se
cumple en él lo que han imaginado e inventado en su contra: Cómo se
introduce David en un camino del pecado que dirige a la destrucción,
porque si él pecara y cayera, eso sería un deshonor para Dios, pues el
honor de Dios se expresa en el hecho de que sus eles no caigan. Por eso, el
orante pide a Dios que le dirija en su camino, que no le deje caer, pues la
unión de la propia voluntad con la de Dios hace que el hombre sea
inaccesible al mal.
27, 12‒14. La palabra נפׁשse utiliza aquí como en Sal 17, 9 y en otro pasaje
genuinamente davídico (Sal 41, 3) con el sentido de pasión o deseo fuerte,
pues el “alma”, en su estado natural, es egoísmo y deseo desordenado. Por
eso el orante pide a Dios que no le entregue (que no le deje) en manos del
“alma” de sus enemigos (yr"_c' vp,n<åB. ynInET.Tiâ-la;(), que “respiran
crueldad” (sm'(x' x;peîywI).
יפחno es una forma colateral de יפיח, sino que ambas palabras son
adjetivos formados del futuro del verbo ( ּצּוחcomo )ירב יריב. Los enemigos
están acostumbrados a expresar dureza, a respirar crueldad, cf. πνεῖν, or
ἐμπνεῖν φόνον y también θόνοῦ, θυμον, respirar muerte, envidia, ira, etc. (cf.
Hch 9, 1).
De esa forma, el orante logra mantener la con anza que procede de la
fe. Unido a 27, 12 (cf. Aben-Ezra, Kimchi), el nuevo verso 27, 13 no parece
ofrecer un sentido claro. Por eso, con Geier y Dachselt, debemos suponer
que las palabras de 27, 13 necesitan una prótasis, es decir, un antecedente
implícito para poder entenderse. Esta podría ser una prótasis como לּולא
(que es la del texto) o alguna otra, pero seguida de puntos suspensivos…,
de modo que el texto podría traducirse así: “ciertamente…, yo hubiera
desmayado si no creyera que he de ver…”.
El tema de fondo de este nal del salmo es según eso la fe… Si no
hubiera creído que iba a ver la bondad de Dios, el orante no hubiera
podido sostenerse en la prueba. En ese contexto, el salmista no habla de la
fe que él tuvo en otro tiempo, una fe del pasado, sino de la fe que le
sostiene ahora mismo, en el presente.
En esa línea, la apódosis de 27, 13 tendría que sonar de alguna forma
como esta (cf. Sal 119, 92; Sal 94, 17): “Si yo no creyera, si la con anza no
me hubiera preservado, entonces… (con ּכי אזo )אזyo habría perecido” (o
yo hubiera súbitamente perecido).
Pero él ha tenido esa fe y de un modo consecuente se anima a sí
mismo para aguardar y esperar. De esa forma, él se habla a sí mismo,
como si la parte creyente de su alma dialogara con la parte incrédula y más
débil. En vez de ( ואמץDt 31, 7), la expresión que aquí se utiliza es como la
de Sal 31, 25, ^B<+li #meäa]y,w> qz,x]â, esfuérzate y que tu corazón sea
rme, es decir, que muestre la prueba de su fortaleza.
Para traducir “que Yahvé fortalezca tu corazón” se hubiera necesitado
otra forma verbal (como )יאּמץ, una forma que es abundante en el
vocabulario hebreo, lo mismo que en el árabe. Aquí, esta palabra de
esfuerzo tiene como sujeto al mismo creyente, que ha de poner su con
anza en Dios. Pero al nal y en el fondo de todo se encuentra la fe en Yahvé
que se muestra en forma de esperanza: Y espera en Yahvé (hw")hy>-la,
hWE©q;w>÷).
poética. Ambos salmos constan de versos que tienen dos o tres líneas. Hay
muchos puntos de contacto entre este salmo y el 27, por ejemplo, un
epíteto aplicado a Dios ()מעוז. Compárese también Sal 28, 2 con 26, 9; Sal
28, 2 con 31, 23; Sal 28, 9 con 29, 11. Son muchos los ecos de este salmo
en Isaías y en Jeremías.
28, 1‒5. Esta primera parte del salmo es de súplica. La preposición מןen
conexión con el verbo 1 ,28) חרׁש, yNIM<ïmiñ vr,çx/T,-la;() estar ciego o
sordo, y con חׁשה, guardar silencio, es una forma de expresión pregnante,
que denota aversión, apartarse del suplicante, al que no se considera
digno de recibir una respuesta.
Yahvé es su צּור, su roca, el fundamento de su con anza. Pero si él,
Yahvé, continúa guardando así silencio, los que confían en él vendrán a ser
como aquellos que descienden a la fosa, aquellos que han caído para
siempre en ella (cf. Sal 22, 30; Is 14, 19). El participio de pasado responde
mejor a la situación de alguien que se encuentra ya en el borde de abismo.
En la doble sentencia que empieza con ּצן, el acento principal recae en
la segunda cláusula (…yTil.v;ªm.nIw>÷ yNIM<+mi hv,îx/T,(-!P,), para la
que la primera abre paratácticamente el camino (cf. Is 5, 4; 12, 1). En latín
se hubiera dicho bene, te mihi non respondente, similis am (ciertamente, si
tú no me respondes, yo seré semejante a…)86.
Solo Dios le sostiene, de forma que, si le abandonara, el orante estaría
destinado desde ese mismo momento a caer en la fosa de la muerte. Dios
aparece de esa forma como aquel que mantiene en vida al orante, en un
mundo (en unas circunstancias) en las que cada uno recibe la recompensa
de Dios conforme haya sido su conducta.
El orante ruega (28, 2) elevando y dirigiendo sus manos hacia un lugar
muy especial, que se identi ca con el “santo” o ּדבירdel templo de Yahvé
((^v<)d>q' rybiîD>-la, yd,ªy"÷ yaiîf.n"B). Esta palabra (Debir), está
construida según la forma de ּב ריחּכליא עטיןy se utiliza solo en los libros de
Reyes y Crónicas, a no ser en ese pasaje de Salmos, para indicar el Santo de
los Santos, que no es el χρηματιστήριον (Aquila y Símaco), o λαλητήριον,
oraculum, lugar de los oráculos (Jerónimo), como si fuera la cámara de
audiencias de Yahvé (Hengstenberg), un signi cado que no responde a la
formación de la palabra.
Este espacio santo es más bien la parte del fondo de la tienda o
tabernáculo, ּדבר, dabara, lo que está al fondo, de donde viene dubr
(talmúdico )ּדּובר, lo que está detrás (opp. a kubl. kibal, lo que está por
delante), cf. Jesurun, p. 87s.
En 28, 2-3, la oración se expande. La palabra ( מׁשךcf. é~y[iv'r>-~[i
ynIkEåv.m.Ti-la;, no me arrebates con los malvados, en cuyo lugar
aparecía אסףen Sal 26, 9) signi ca derribar, arrebatar a alguien de un modo
forzado, para destruirle, llevarle al lugar del juicio, como en Ez 32, 20 (cf.
Sal 10, 8; Job 24, 22). David presenta a los impíos con los rasgos de los
enemigos que le persiguen. En el caso de que él sucumba ante esos
enemigos, su destino será como el de sus adversarios, de quienes él sabe
que son totalmente distintos a él.
Por eso, el salmista le pide a Dios que, conforme a su justicia, empiece
actuando ya, de manera que él (David) puede responder a los que le
atacan, a pesar de que él ha querido darles paz ()ׁשלום, compartiendo con
ellos la vida, es decir, los ha querido bien, ha querido alimentarles,
entenderse con ellos, mientras que ellos, con gesto exterior hipócrita, le
han deseado el mal ( )רעהcomo ahora se ha descubierto (cf. Jer 9, 7). נתן
tiene aquí el sentido de adjudicación o cial, como en Os 9, 14; Jer 32, 19. La
repetición de ֹון־להםes semejante a la de Sal 27, 1487.
La frase ~h,(l' ~l'äWmG> bveÞh' aparece con frecuencia en los
profetas y, según ella, se pide a Dios que recompense a alguien según su
conducta, es decir, conforme a lo que él ha hecho y ha merecido. Estos
pensamientos aparecen de un modo especial en Is 3, 8‒11. El “derecho” de
pedir una recompensa (venganza) de ese tipo se funda, conforme a Sal 28,
4, en la certeza de que los perversos son ciegos ante el orden justo y
misericordioso de Dios, tal como se ha manifestado en la historia humana
(cf. Is 5, 12; 22, 11), de manera que el mal que hacen recae sobre ellos
mismos88.
En 28, 5 el pensamiento básico de la mente de David es este: De un
modo vergonzoso, ellos han sido incapaces de reconocer la forma gloriosa
y gratuita en que Dios se expresa, una vez y otra, mientras que a él (a
David) Dios le ha reconocido como Ungido suyo, encargado de realizar su
obra. Él ha recibido la promesa de que Dios le edi cará una casa, le
concederá una sucesión perpetua en su trono, pero ellos (los enemigos) no
le han hecho caso, no han aceptado el plan de Dios.
De esa manera, los partidarios de Absalón se han rebelado en contra
del nombramiento divino de David como Ungido de Dios. Por eso, ellos
tienen que experimentar el reverso de la promesa divina que Dios le ha
concedido a él, a David. De un modo consecuente, él, Dios, destruirá de
raíz, desde su base, la nueva dinastía que Absalón y sus partidarios han
querido elevar en contra de la voluntad de Dios, que se expresa a través de
la elección de David.
28, 6‒9. La parte anterior de este salmo se centraba en la liberación de
David y en el juicio de sus enemigos. La segunda parte, que ahora empieza,
da gracias a Dios por estas dos cosas (liberación de David, juicio de sus
enemigos). Si el poeta escribió este salmo de una tirada, en este momento
tuvo que llegarle la certeza de que iba a ser respondido por Dios. Pero
también es posible que él añadiera más tarde esta segunda parte, como
recuerdo de la respuesta que recibió en su oración (Hitzig, Ewald). De
todas formas, esta segunda parte suena como recuerdo de algo que ha
sucedido ya de hecho cuando David la está escribiendo.
Los dos perfectos que aparecen unidos en Sal 28, 7 (Yahvé es mi
defensa y escudo, éyNIgIm'W yZIï[u Ÿhw"Ühy>) indican el sentido de la
experiencia que ha tenido el poeta. Se trata de dos perfectos consecutivos
en los que, como sucede normalmente (cf. Job 14, 2), el signi cado
histórico queda en un segundo plano, pues lo que se pone más de relieve
es la idea esencial de aquello que se ha realizado.
Al decir WNd<(Aha] yrIïyVimiW* (y le alabaré con mi canto), ese
canto se concibe como fuente de la que brota la alabanza, הודות. En esa
línea, en vez de אודּסּו, tenemos aquí la expresión más intensa de
WNd<(Aha], como en Sal 45, 18; 116, 6 y 1 Sam 17, 47, con omisión del
síncope gramatical. Del sufrimiento (en alemán Leid) brota el canto
(alemán Lied) y del canto la alabanza (Lob) dirigida a aquel que ha invertido
(superado) el sufrimiento, como indica aquí este salmo (Sal 28, 6. 8).
Los αὐτοί, es decir, aquellos, que están implicados en la expresión
Aml’_ en la frase Aml'_-z[o) hw"ïhy> son los que forman parte de Israel,
como en Sal 12, 8; Is 33, 2 (Hitzig). Los LXX (que traducen κραταίωμα τοῦ
λαοῦ αὐτοῦ, la fuerza de tu pueblo) han leído לעּמו, como en Sal 29, 11, una
lectura que ha sido aceptada por Böttcher, Olshausen y Hupfeld; pero ese
cambio es innecesario, pues למוtiene un sentido semejante.
En primer lugar, David piensa en el pueblo, luego en sí mismo, pues su
carácter privado (personal) queda incluido en su función o cial, por la que
él es cabeza de Israel. Por esa razón, su libertad es signo de la liberación de
los israelitas a los cuales, aunque han sido in eles a su ungido, Yahvé no les
ha castigado por su in delidad, mientras que en la medida en que han
permanecido eles a él (a David) les ha recompensado por su delidad.
Yahvé es para ellos su z[o), su fortaleza, de manera que por su gran
poder les preserva de la destrucción en la que ellos se habían precipitado.
Según eso, Dios es el verdadero tA[ßWvy> zA[Üm’«W, refugio salvador
para su Ungido, pues le rodea y protege, desde su fortaleza inaccesible,
ofreciéndoles la plena salvación en lugar de una destrucción anticipada.
Estaba en riesgo la salvación y bendición de Israel. Pero Dios ha querido
seguir reconociendo a Israel como su pueblo y su herencia, de forma que
por eso (por su misma elección, no por la bondad de los israelitas) Dios les
ofrecerá su salvación y les bendecirá en toda necesidad futura.
Habiendo apostatado de David, el pueblo estaba corriendo el riesgo de
convertirse en un rebaño perdido, en peligro de destrucción, en manos de
mercenarios. Por eso, el salmista pide a Dios que él sea siempre pastor de
los israelitas, y que los lleve en brazos en medio del peligro. La palabra
נׂשּאםunida con ( ּורעםcf. ~l'(A[h'-d[; ~aeªF.n,w>÷ ~[eîr>W*), como exige la
puntuación según Ben-Asher, nos hace pensar en Dt 1, 31 (Yahvé lleva a
Israel como un padre a su hijo) y también en Ex 19, 4 (como en alas de
águila).
Lo mismo que en Is 63, 9, el piel, se utiliza para referirse al hecho de
llevar en brazos a los débiles, a quienes un hombre fuerte toma, consigue y
protege en una situación de indefensión y peligro. De esa forma había
terminado Sal 3, como oración de intercesión; y así termina Sal 29, pero en
forma de promesa. Por eso es lógico que venga después el Sal 28, como
seguiremos viendo.
Igual que en Sal 30, en este Sal 31 (cf. 7 ,31 , )ואני אמרֹוי, el orante mira hacia
atrás, hacia un estadio anterior al con icto presente y buscando un futuro
renovado de seguridad. También aquí, el orante quiere que todos los
piadosos, los hasidim, חסידים, compartan con él el fruto saludable de su
liberación (cf. 31, 24 y 30, 5). Pero en otros aspectos, la situación de los
dos salmos es muy diferente.
Ambos son ciertamente davídicos, aunque Hitzig piensa que ambos
han sido compuestos por Jeremías. Por lo que se re ere a Sal 31, que Ewald
atribuye también a Jeremías, esta relación con el profeta es digna de ser
tenida en cuenta. No solo está el hecho de que Jer 20, 10 recurra a este
salmo, sino que todo el salmo recuerda por su lenguaje a Jeremías93.
Pero muchos elementos que parecen de Jeremías, quien sin duda está
cerca de estos salmos, pueden ser una reminiscencia de Jonás 2, 5-9.
Además, entre David y Jeremías hay muchos rasgos en común,
procedentes ambos de un tipo de ternura dolorida. Ambos son siervos de
Dios, dotados de un espíritu tierno y noble, capaz de intensos
sentimientos, con grandes deseos y abundantes tribulaciones.
Todo sumado, no sin cierta duda, nos inclinamos por el testimonio del
encabezado y pensamos que el autor del salmo fue David. Este es un salmo
que brotó en medio de con ictos interiores y exteriores, propios del tiempo
de su enfrentamiento con Saúl (los LXX sitúan este salmo en un momento
de riesgo o salida, ἐκστάσεως, palabra que probablemente deriva de Sal
31, 23, ἐν ἐκστάσει, בחפזי, y de 1 Sam 23, 36).
Mientras que Sal 31, 12 no puede entenderse en la boca de Jeremías
cautivo (Hitzig), hay en todo el salmo muchos elementos que son comunes
no solo con Sal 69 (un salmo cercano al espíritu de Jeremías), sino con
otros salmos que tomamos como claramente davídicos, por ejemplo, las
referencias que corresponden a la vida de guerrero que David mantuvo en
medio de cuevas y rocas del desierto94.
Este salmo tiene también algo en común con Sal 22, del que toma,
menos tres, las últimas palabras de Jesús en la pasión. En esa línea, el Sal
31, 10-14 ofrece también una pre guración de la pasión de Jesús, en
sentido típico, aunque sin llegar a la precisión profética e histórica del Sal
22. La apertura de Sal 31 se repite en el “centón” de Sal 71, que es obra de
un poeta anónimo posterior. Por otra parte, Sal 31, 23 ha sido repetido en
parte por Sal 116, 11. La distribución de sus estrofas no es muy clara.
31, 2–9. El poeta comienza con una oración por su liberación, fundada en
la con anza que él tiene, y en el hecho de que Yahvé, en cuyas manos se
pone, no puede defraudarle, sino que se alegra de antemano en la
protección que él, David, piensa que Dios le concederá sin duda. De esta
seguridad con ada que
David muestra por Dios (31, 2: ytiysix'â hw"åhy> ^ßB.) brota la oración:
“Que yo no quede nunca confundido por la esperanza que he puesto en él”
(31, 2: ~l’_A[l. hv’Abåae-la;).
Esta primera oración en forma de intenso deseo, viene seguida de
peticiones en forma directa de súplica. La palabra de súplica פּלטניestá
fundada en la justicia de Dios, que no puede dejar de responder de un
modo correspondiente a la conducta de los hombres, en un plano de
redención, aunque ello implique un tipo de largo discurso donde el orante
le pide a Dios que le ofrezca signos de liberación.
En la expresión expresión expresión zA[m'â-rWcl.( yli’ hyEÜh/ (31, 3),
la palabra מעוזes genit. appositionis (de aposición), una roca de defensa (
מעוזde עזז, como en Sal 27, 1) o, mejor dicho, de refugio ( מעוזigual al árabe
m‛ad̂ , de עּוז עוזcomo en árabe ‘ad,̂ cf. Sal 37, 39; 52, 9 y probablemente
también, Is 30, 2 y otros lugares)95.
De modo consecuente, ( מעוזformado como el árabe m‛ad,̂ que según
el lexicógrafo Neshwn equivale al árabe ma’wad) es propiamente un lugar
en el que esconderse, sinónimo de מחסה מנוס, árabe mlad, maljâ ‛.
Ciertamente, los dos sustantivos derivados de עזזy עוזtienen un signi cado
semejante al de praesidium (cárcel) y asylum (refugio) y conforme a
pasajes como Jer 16, 19 parecen haberse fundido y fecundado en el genio
del lenguaje hebreo, pero son en sí distintos.
En esa línea, un castillo roqueño, es decir, construido sobre una roca,
se llamaría מעוז צּור. Invirtiendo el orden de las palabras, צּור מעוזen Sal 31, 3
es una fortaleza para habitar, es decir, un lugar seguro, en la línea de esta
interpretación. Por su parte, מצּודה, en latín specula, signi ca una montaña
alta o la cumbre de una montaña. Según eso, una casa sobre la roca es una
que está situadas sobre la cumbre de una alta montaña, y que ofrece por
tanto un lugar seguro de asilo (véase Coment. a Sal 18, 3).
La frase y la idea que están en el fondo de la petición del Sal 31, 3-4
suena así: “muéstrame tu salvación porque tú eres mi salvador”, como pone
de relieve la partícula ּכיal comienzo de 31, 4 (hT'a'_ ytiäd"Wcm.W y[iäl.s;-
yKi(, porque tú eres mi roca y mi defensa).
Esta petición está en el fondo de toda oración creyente, aunque
algunos dicen que es ilógica, porque no se puede pedir lo que ya se tiene.
Pero, en contra de eso, debemos decir que el poeta ruega a Dios que le
conceda actu re exo (de un modo consciente y directo) aquello que ya
tiene conforme al actus directus de la fe (en el fondo de su misma fe). Esta
oración no pide a Dios algo nuevo, que antes no tuviera, sino la expresión
consciente de lo que antes ya tenía conforme a la vida profunda de la fe.
Los futuros de 31, 4-5 (ynIlE)h]n,t.W* ynIxEïn>T), ynIaeªyciAT)
expresan esperanzas que brotan necesariamente de aquello que Yahvé
está siendo ya para el poeta. Las nociones intercambiables de הנחהy נהל,
que nos son ya familiares desde Sal 23, 1-6, están una al lado de la otra
para expresar la urgencia de aquello que el orante pide a Dios cuando le
ruega que le guíe de un modo amoroso y seguro. En vez de traducir “fuera
de la red…”, conforme a los acentos (cf. Sal 10, 2; 12, 8), debe traducirse
“sácame de esta red que…”, pues yli_ Wnm.j' es una expresión de relativo.
En manos de este Dios (31, 6), que es y será todo para él, el orante
encomienda su espíritu, poniéndolo en sus manos como un depósito,
como un tesoro ()ּצּרדון. El orante sabe que cualquier cosa que deposite en
manos de Dios queda libre de todo peligro y tristeza. La palabra que aquí
se utiliza no es נפׁשי, en el sentido de alma (que Teodoción sustituye así
cuando traduce el texto τὴν ἐμαυτοῦ ψυχὴν τῇ σῇ παρατίθημι προμηθεία,
“mi alma coloco bajo tu cuidado”), sino רּוחי, mi espíritu, y esto de un modo
muy preciso (31, 6, yxiîWrñ dyqIáp.a; é^d>y"B.).
El lenguaje empleado toma la vida del orante desde su raíz, como
realidad que brota de Dios, de forma que él (su espíritu) vive de Dios y en
Dios. El salmista coloca todo lo que es y todo lo que tiene bajo la
protección de Dios, que es la vida verdadera de su espíritu (Is 38, 15) y de
todo su ser. Este es el lenguaje de la oración con la que Cristo muriendo
“expiró”, entregó su vida en Dios (Lc 23, 46).
El período de la persecución de David por Saúl fue el más prolí co en la
creación de tipos o signos de pasión y de canto religioso. Pues bien, este
lenguaje de oración, que procede del horno de a icción por el que David
pasó en aquel tiempo, muestra, en la boca de Cristo, una crisis en la
historia de la redención, y ella (en la boca de Cristo) recibió su
cumplimiento en el A. T.
Al modo de David, Jesús encomienda su espíritu a Dios; pero no para
no morir sin más, sino para superar la muerte muriendo, es decir,
recibiendo de nuevo su vida espiritualizada (corporeizada de forma
espiritual), una vida escondida en las manos de Dios, en poder y gloria
imperecedera. De esa forma, David descubre y expresa como ya realizado
aquello que había deseado y esperado, poniéndose en las manos de Dios,
pues “tú me has redimido”, Yahvé, Dios de verdad.
El perfecto ( ּצדיתהencomiendo) no se utiliza aquí al modo de Sal 4, 2,
como de algo propio del pasado, sino que se aplica a algo que está ya
presente como sucedido. No es un perfecto precativo (Ewiger, 223b), sino
como en Sal 31, 8‒9, un perfecto de anticipación creyente de la redención.
Es pues un praet. con dentiae (un pretérito presente de con anza) que está
muy relacionado con el praet. prophetiae (pretérito de profecía), porque el
espíritu de fe, lo mismo que el espíritu de los profetas, habla del futuro con
una con anza y certeza histórica, como de algo ya sucedido.
En la noción de Yahvé, Dios de la verdad (tm,(a/ laeä hw"©hy>) o Dios
verdadero está incluida y superada la referencia a los dioses falsos, pues
en Sal 31, 7 aparecen como antítesis las “vanas ilusiones” o ídolos vanos
(aw>v"+-yleb.h;) y la verdad contenida en la expresión 2) אלהי אמתCron 15,
3). La palabra ( הבליםvanidades) se ha empleado desde antiguo (Dt 32, 21)
como nombre favorito para los ídolos, y así aparece de un modo particular
en Jer 8, 1‒9.
En línea de oposición, la expresión del salmo está muy cerca de la de Dt
32, 4, אל אמּונה, Dios de la verdad, pues en el fondo de la oración de David
está presente la idea de Dios como garante de la verdad y fundamento de
la vida en plenitud, de forma que אמתy אמּונהse utilizan de un modo
intercambiable en otros pasajes como atributos personales del mismo
Dios. Así podemos decir que אמתes aquello que permanece y se veri ca a sí
mismo y אמונהes el sentimiento que permanece y se rati ca en la acción y
presencia de Dios hacia los demás. Por eso, el Dios ( אמתtm,(a/ laeä
hw"©hy> de 31, 6) es el Dios verdadero que mantiene la verdad de su
revelación y de un modo especial de su promesa, por su autoridad o
mandato viviente.
En 31, 7, David aparece aquí como aquel que se entrega de un modo
total y simple en manos del Dios de la verdad y la delidad. Por eso son
odiosos ante él aquellos que adoran imágenes vanas, mientras que él, por
el contrario, se apoya en Yahvé, que es la verdadera rmeza. A los falsos
dioses se les llama así הבלי־ׁשוא, seres que no tienen realidad, que no
ofrecen ninguna ayuda a sus adoradores, que no cumplen nunca sus
expectaciones.
Probablemente aquí (lo mismo que en Sal 5, 6) tenemos que leer
ytianE©f' como lo hacen las diversas versiones (LXX, Vulgata, Siriaca y
Árabe, cf. Hitzig, Ewald, Olshausen y otros). Por eso no es necesario el ואני
que aparece en algunos manuscritos, y que no podría entenderse como
antítesis respecto a la frase anterior.
En el salmo de Jonás (Jon 2, 9) este pensamiento se expresa por מ
( ׁשּמריםהבלי־ׁשואlos que confían en ídolos vanos), de forma que ~yrIïm.Voh;
son los que “observan” ídolos vanos (se someten a ellos, con observare,
colere, adorar), como en Os 4, 10 e incluso en Prov 27, 18.
En este gesto de servir (no a los ídolos, sino a Dios) se incluye la
palabra con ar, como en Sal 59, 10. La palabra ( ּבטחyTix.j'(B', he esperado)
expresa la ducia dei (con anza de la fe), que se construye ordinariamente
con ( ּבadherirse a) o con ( עלdescasar, apoyarse en). Pero aquí se vincula
con ( אלhw"ïhy>la,).
Los verbos cohortativos de 31, 8 expresan intenciones de los orantes.
Olshausen y Hitzig los traducen como optativos: pueda yo regocijarme…
Pero esa traducción parece menos apropiada en este verso, después de 31,
7. Ciertamente, el orante quiere ser oído, pero el sentido básico del texto
no es ser oído, sino dar gracias a Dios por su misericordia (con אׁשר, como
en Gen 34, 27): él ha mirado (t'yair"â rv<åa}, ἐπέβλεψε, Lc 1, 48) su a
icción, porque ha conocido la necesidad del orante, y ha tenido
misericordia de él en su a icción.
La construcción ( ידע ּבyvi(p.n, tArïc'B. T'[.d,ªy"÷: conoces mi alma en las
a icciones) no puede ser puesta en duda, pues tenemos los testimonios de
Gen 19, 33. 35;
Job 12 9; 35, 15; cf. Hupfeld). Esa es una expresión más signi cativa que la
de “conocer algo sobre” una cosa. La ּבtiene aquí un sentido semejante al
de ἐπὶ en ἐπιγιγνώσκειν, que pone de relieve un conocimiento perceptivo y
comprensivo, que capta el sentido de un objeto, tomando posesión de él,
como haciéndose dueño de él.
La palabra הסּגיר, Sal 31, 9 (byE+Aa-dy,B. ynIT;r>G,s.hiâ al{åw>), tiene
el sentido de συγκλείειν de “agarrar” (estar en manos de), como en 1 Sam
23, 11 (en boca de David). Dios no le ha abandonado bajo el poder de sus
enemigos, de manera que su mano, la de los enemigos se cierre sobre él,
para tenerle totalmente (completamente) en su poder, sino al contrario:
Dios le mantiene, le concede existencia.
La palabra מרחב, como en Sal 26, 12, tiene el sentido de abrir, poner
ante el orante un lugar espacioso para sus pies. El lenguaje de David es aquí
el lenguaje de la Torá (Pentateuco), y especialmente el del Deuteronomio
(cf. Dt 32, 30; 23, 16).
31, 10–14. Tras el peán anterior procedente de la victoria, que él ha
cantado desde la plenitud de su fe, en esta segunda parte del salmo (con
grupos de estrofas que van disminuyendo de amplitud, 6. 5. 4), irrumpe de
nuevo con fuerza la petición, fundada en la grandeza del sufrimiento del
salmista, que antes parecía haber sido superado por la con anza en Dios,
pero que ahora emerge ante él de un modo muy fuerte, de nuevo.
La expresión צר־ּלי, angustum est mihi, estoy en estrechez/angustia (cf.
Sal 69, 18; 18, 7; 31, 10) retoma palabra por palabra la de Sal 6, 8, pero con
la novedad de que en este pasaje (ynI)j.biW yviîp.n, ynI©y[e s[;k;îb.
hv'Þv.[' yliî-rc;ñ) se ponen de relieve los ojos, que son como espejos en los
que se condensa el estado de sufrimiento concentrado del hombre. Los
ojos se añaden a נפׁש, al alma que forma el nexo entre el espíritu y el
cuerpo, y a ּבטן, que es la parte interior del cuerpo, que re eja las energías y
sentimientos del espíritu y el alma.
La palabra חּיים, (l31,11, en constructo éyY,x;), combinando la idea de
la mezcla interior de los poderes del alma y del cuerpo, está en plural
como en Sal 88, 4. El hecho de que David mencione su iniquidad como
causa de que su fuerza física se haya vuelto vacilante ( ּכׁשלcomo en Neh 4,
4), no es nada extraño, y menos en el caso de un salmo que pertenece al
tiempo de su persecución por Saúl, pues cuanto más se extendía esta
persecución más profundamente sentía David la necesidad de ser puri
cado en este horno de la a icción.
El texto hebreo de 31, 12 sobre el que se funda la traducción de los LXX
(παρὰ πάντας τοὺς ἐχθρούς μου ἐγενήθην ὄνειδος καὶ τοῖς γείτοσί μου
σφόδρα καὶ φόβος τοῖς γνωστοῖς μου), es el mismo que encontramos hoy
en nuestra Biblia Hebrea (y así ha sido interpretado por Reina-Valera, nota
del traductor). Pero la palabra σφδόρα (Jerónimo nimis, excesivo) resulta
discutible, y solo se podría aceptar traduciendo “y me he convertido en
reproche incluso para mis vecinos de un modo excesivo”.
Lo que está en juego es el sentido de la palabra hebrea מאד, unida a la
waw anterior, y para fundar la traducción de los LXX podríamos
compararla con Jc 12, 2; veríamos así que esta traducción no es realmente
imposible, porque la waw anterior, ו, (cf. édaom. yn,“kev]liw>) tiene con
frecuencia el sentido de “incluso”, como en 2 Sam 1, 23; por otra parte, la
waw puede tener el signi cado de “y también”, para evocar e incluir
aspectos antes omitidos, como en Am 4, 10. Más aún, la waw tiene a veces
incluso un sentido directo (como en griego y latín καὶ, et, donde el signi
cado de etiam, “y también”), cf. Is 32, 7; Os 8, 6. En esa línea ha de
traducirse aquí, conforme a los acentos, con 2 Cron 27, 5; Ecl 5, 5 (cf.
Ewiger, 352b)96.
Pero, a partir de lo dicho, tenemos que seguir precisando mejor el
tema. Desde ese fondo, en este contexto, debemos seguir preguntando:
¿no sería posible tomar la palabra מאדcomo equivalente de מׂשאת, en el
sentido de peso? Dado que el signi cado de σφόδρα es muy poco
apropiado para este pasaje, quizá sería preferible suponer que en el texto
original había una palabra diferente (distinta de )מאדo darle a מאדotro
signi cado, que se entienda mejor desde el contexto. J. D. Michaelis ha
apelado incluso al árabe awd (awdat) en el sentido de onus, peso.
En esa línea, sin caer en las dudas que sienten Maurer y Hupfeld ante
el signi cado de la palabra מאדy ante la forma en que debe ser vocalizada,
podemos a rmar que el adverbio מאדes originalmente un sustantivo,
derivado de אּוד, árabe ad̂ (según la forma de מצדde )צּוד, con el signi cado
de gravitas, rmitas, y que se utiliza según eso con el sentido de con
autoridad, con rmeza.
En ese sentido, אּוד, árabe ad,̂ tiene el signi cado radical de estar
compacto, sólido, sentido que viene de los dos matices de âd, que son adâ
-jaıdu y â da-̂ jaudu,̂ ser fuerte, poderoso y presionar sobre, tener peso,
matices unidos por la palabra árabe ‘dd (cf. comentario a Sal 20, 9). Los
oponentes que tenía David le hicieron el reproche (aceptado incluso por
algunos de los mejores dispuestos del pueblo) de actuar como un
revoltoso y un usurpador.
Igualmente, incluso aquellos en los que él encontró un asilo amistoso
comenzaron a sentirse amenazados, y así podemos verlos en el triste
destino que Abimelech y otros sacerdotes de Nob tuvieron que sufrir,
porque estaban íntimamente relacionados con David ( מיּדעיםcomo en Sal
55, 14; 88, 9). En ese sentido, David aparece como un muerto, como
alguien condenado a la tumba desde que nace, un hombre a quien los
otros, en general, tienden a castigar, condenándole al olvido y a la
destrucción (ytiyyI©h'÷ bLe_mi tmeäK. yTix.K;v.nIâ,, como a un muerto,
destinado a la oscuridad perpetua; cf. מּצה, Dt 21, 12).
David se ha convertido así en ּככלי אבד, de forma que aparece como una
tinaja quebrada, una frase que con rma lo anterior, y anticipa lo que sigue,
en 31, 14, vas periens (una vasija que se quiebra, no un vas perditum, ya
quebrado). David aparece de esa forma como un recipiente en acto de
romperse, un recipiente אבד, es decir, arrojado fuera, siendo abandonado
para la más fuerte destrucción, como una cosa de la que nadie se ocupa ya
(cf. Os 8, 8; con Jer 48, 38 y 22, 28).
La partícula ּכיde 31, 14 con rma lo que sigue al decir que todos le
calumnian y condenan como si fuera una vasija arrojada fuera y rota
(é~yBir, tB;îDI ŸyTi[.m;’v' yKiÛ). Las insinuaciones y calumnias de
muchos le condenan como a un transgresor, rodeándole de amenazas por
todas partes (esto es, al pie de la letra, lo que han hecho con Jeremías en
Jer 20, 10).
En esa línea, Olshausen coloca ולׁשכניdespués de למידעי, un cambio que
resolvería todos los problemas. Por su parte, Hitzig transforma la palabra
מאדen מּסד, con el sentido de estar aterrado, asustado. Pero sería mejor
buscar un sustantivo paralelo a חרּצה, con el sentido de “terror” (como en
siriaco) o de peso y carga. Pero ni ( מגורpavor) ni ( מׂשּאתpeso) parece que
pueden tomarse como palabras sustitutivas, suponiendo que מאדsería la
corrupción de una de ellas.
La expresión מגור מּףביבse utiliza también de un modo frecuente, en
circunstantes semejantes a las que tiene aquí este salmo. Cuando los
enemigos se juntan para celebrar un consejo de acusación en contra de él
(conforme a los acentos, la segunda parte del verso 31, 14 comienza con
yl;_[' dx;y,å ~d"äs.W"hiB.), ellos solo piensan en condenarle y librarse de
él (es decir, del salmista). Si la construcción בy el in nitivo se tomara como
algo que debe ser continuado tendría que haberse construido así וזממּו לקחת
נפׁשיo también לקחת נפׁשי יזּמּו.
31, 15–19. Pues bien, a pesar de haber sido maldecido por el mundo y
expulsado por el pueblo, el salmista confía en Dios, su liberador y vengador.
Con ( ואניcf. 31, 15, ^yl,ä[' ynIÜa]w) él sigue presentándose a sí mismo
como sujeto, a modo de contraste, lo mismo que en 31, 7. Es como si
Yahvé hubiera superado ya su ira, de forma que el orante confía en él y, a
pesar de las apariencias contrarias sigue apoyándose en él, como lo
muestra esta oración de fe.
Las אֹויםo עֹוותde 31, 16 (yt'_To[i ^ïd>y"B.,, cf. 1 Cron 29, 30) son los
acontecimientos e incidencias ya evocadas, las vicisitudes de la vida
humana, como en árabe las ‘idat̂ (como עתde )ועד, los premios o castigos
ya determinados. Según eso, los tiempos, con todo lo que llevan con ellos,
están en las manos del Señor; todos ellos están determinados o enviados
por Dios. La Vulgata sigue a los LXX, in manibus tuis sortes meae, mis
suertes están en tus manos.
Las peticiones de 31, 16-17 brotan de la conciencia del orante, según la
cual han sido y son las manos de Dios las que han moldeado su vida.
Estamos ante tres peticiones: (a) la del centro es un eco de la bendición de
Aarón en
Num 6, 25; (b) la expresión ּכי קראתיך, que muestra la razón según la cual su
esperanza no será confundida (cf. Sal 31, 2), ha de entenderse en la línea
de ( אמרֹויcf. 31, 15), según Gesenius, 126, 3; (c) la expresión utilizada en
( אל־אבוׁשהno seré confundido) favorece el sentido de esa esperanza, lo
mismo que el lenguaje de petición (que no sea yo avergonzado, 31, 18).
Los futuros que siguen (cf. lAa)v.li WmïD>yI ~y[iªv'r>÷ WvboïyE)
pueden tomarse como optativos, pero el orden de las palabras no lo
requiere, y por eso preferimos tomarlos como expresión de una esperanza,
de forma que las tres peticiones de 31, 16‒17 corresponden a las tres
esperanzas de 31, 1‒19. El orante no será avergonzado, pero lo serán los
malvados, avergonzados y silenciados para siempre97.
Solo de acuerdo con esta conexión, en este contexto, se entienden las
palabras iniciales de 31, 19 (rq,v'î yteñp.fi hn"m.l;ªa'Teî), de forma que
נאלם, igual que ּדמם, denota el silencio que se impone a los impíos, a causa
de la intervención judicial de Dios. La palabra עתקque se re ere a los
insolentes, los que no se refrenan ante el mal (cf. árabe ‘atik, ‘atı̂ k̂ ), es un
acusativo de objeto, como en Sal 94, 4 (en 1 Sam 2, 3 aparece como
nominativo de sujeto).
31, 20–25. En este momento, la esperanza bien fundada se expande en
forma de certeza triunfante, para culminar a modo de canto agradecido de
alabanza a la bondad de Dios y de exhortación a todos los que esperan en
Yahvé en y desde un fondo de fe rme. El pensamiento básico (¡qué bueno
ha sido Dios conmigo!) toma aquí (31, 20) una forma más universal
(é^b.Wj-br,( hm'Û) a modo de exclamación (con מה, como en Sal 38, 8) de
admiración que adora.
טּוב יהוהes la suma de los bienes que Dios ha atesorado para emplearlos de
un modo constante y creciente al servicio del gozo de los santos. צפןse
utiliza aquí con el mismo sentido que en Sal 17, 14; cf. τὸ μάννα τὸ
κεκρυμμένον, Ap 2, 17. En vez de ּצעלֹוdebería poner נתֹו, porque podemos
decir ּצעל ּטוב, pero no ( ּצעל טּובcon reduplicación en la pe, )ּצ. Lo que se
quiere aquí indicar o manifestar es que el hombre que es ּטובestá
apoyándose en Dios que es טּוב, como un tesoro de gracia. De esa forma,
Yahvé se da a conocer a sus santos confundiendo (acallando) a sus
enemigos, enfrentándose a todos los que les persiguen (cf. Sal 23, 5).
Dios toma a los que son suyos bajo su amparo y les protege de las
conspiraciones (~nEïP.c.Ti vyaiî yseñk.rUme(, con רכס, árabe rks, magna
copia, multitud), es decir, de las calumnias y persecuciones de los
hombres. En otros lugares se dice que Dios esconde a los suyos ( סתר אהלוal
amparo de su tienda, Sal 27, 5), o ( סתר ּכנפיוal amparo de sus alas, Sal 61,
5), o en su sombra refrescante (צל, Sal 91, 1).
En este pasaje se supone que Dios acoge a los suyos bajo la defensa y
protección de su rostro, es decir, en la región de la luz impenetrable que
emana de su presencia. La palabra ( סּכהcf. tAn*vol. byrIïme hK’ªsuB)
evoca la segura y confortable protección del todopoderoso, que se abre
sobre los perseguidos como un árbol de rico follaje.
Con la expresión hw"+hy> %WrïB' (31, 22), bendito sea Yahvé, David
vuelve de nuevo a su experiencia personal. La unidad del salmo exige que,
por medio de esta esperanza, evoquemos la liberación que ha sido
anticipada por la fe. Yahvé le ha mostrado a David su maravilloso favor,
pues le ha concedido עיר מצור, es decir, un lugar o ciudad para habitar con
seguridad.
מצור, de ( צּורen árabe misr con el verbo denominativo masṣ ara, ̣
encontrar una ciudad forti cada), signi ca dos cosas: (a) asediar una ciudad,
cercarla de un modo militar; (b) habitar en una ciudad cerrada, es decir,
forti cada (cf. Sal 60, 11; 108, 11), con forti caciones y otros medios, contra
el ataque de los enemigos (cf. 2 Cron 8, 5).
La ciudad forti cada aparece la mayor parte de las veces como símbolo
del mismo Dios y de su poderosa y gratuita protección. Así podemos
comparar este pasaje con Is 33, 21 y con otros semejantes. Pero ¿por qué
no podemos pensar que en este caso esa ciudad forti cada (rAc*m' ry[iäB.)
donde David se ha protegido según 31, 22 no es, al mismo tiempo, una
ciudad concreta, como por ejemplo Ziklag/Siclag, donde se ha refugiado
del ataque de sus enemigos?
Todo nos lleva a pensar que David se está re riendo a un ciudad segura
y forti cada, que él está evocando aquí proféticamente, de antemano,
como signo de la protección que Dios va a concederle en el peligro.
Históricamente (cf. 1 Sam 30), Ziklag fue para David el punto de in exión
entre la persecución y derrota y la exaltación y victoria, el lugar donde
terminó su vida errante de perseguido y su ascenso al trono de Israel.
Pero, en un sentido más hondo y de nitivo, para él, la ciudad forti cada será
Jerusalén, como signo de Dios, que es la fortaleza en la que él se
encontrará siempre protegido.
David había hablado de su temblor, חפז, trepidare, temblar; cf. Sal 116, 11:
he sido cortado y separado del círculo de tus ojos… Así se explica la
expresión ^yn<ïy[eñ dg<N<ámi éyTiz>r,g>nI, estaba excluido de la
compañía de tus ojos, con la palabra נגרזֹוי, de ּגרזן, un hacha que separa y
divide (cf. Lam 3, 54; Jon 2, 5). En su miedo y desesperación David llegó a
pensar que Dios nunca se ocuparía de él. Pero, אכן, sin embargo, Yahvé
escuchó el grito de su petición, cuando él le llamó (esa palabra aparece
también en Sal 28, 2). Dios se reveló ante él como la ciudad forti cada.
A partir de esas experiencias, David llama y pide a todos los santos de
Dios (cf. 31, 23) que amen a Yahvé que ha hecho cosas tan grandes,
diciéndoles que le amen, que amen al Dios del amor: (a) por un lado Dios
preserva a sus devotos (a los אמּונים, de אמּון, es decir, a los que son πιστοί,
como en Sal 12, 2); así preserva a sus eles, mostrándoles su más alta
delidad divina al protegerles de todos los peligros; (b) por otro lado, Dios
retribuye, esto es, castiga, con todo rigor (rt,y<©÷-l[;~L, κατὰ περισσείαν)
a aquellos que son ante él orgullosos, cometiendo de esa forma el pecado
de todos los pecados.
El salmo culmina según eso (en 31, 24) con una llamada dirigida a los
piadosos, es decir, a los eles, de un modo semejante a la llamada que
aparecía en Sal 27, 14. Los piadosos de Dios (wyd"îysiñx]) y los eles
(~ynIWma/, cf. 31, 23) son aquellos que esperan en Yahvé (31, 24,
hw")hyl; ~yliªx]y,m.h;÷); ellos mantienen su delidad porque su esperanza
tendrá un n glorioso. De esa manera el brillante sol de primavera romperá
al n la oscuridad, de manera que los cielos perderán su aspecto de dureza y
la petición dolorida de ayuda se convertirá en un jubiloso halleluja.
Este ojo de la fe, pacientemente dirigido hacia Yahvé, es el signo
característico de la fe del Antiguo Testamento. En esa línea, la unidad
sustancial del orden de gracia o misericordia del Antiguo Testamento con
la gracia del Nuevo Testamento podrá manifestarse ante nosotros en el
salmo siguiente (Sal 32) con su aspecto paulino y neotestamentario,
apareciendo así como contrapartida del salmo 19.
Hay varios signos importantes que nos permiten a rmar que este salmo
está vinculado con el anterior (véase Symbola 52). En ambos, utilizando la
palabra אמרֹוי, el salmista mira a un hecho pasado de su vida espiritual;
ambos terminan con una exhortación dirigida a los piadosos, que se
relaciona con la visión general de todo el salmo.
Pero en otros aspectos los dos di eren mucho: (a) Sal 31 es una oración
bajo circunstancias de tristeza externa; (b) Sal 32 es un canto didáctico,
que describe el camino de la penitencia que conduce al perdón de los
pecados, y en esa línea aparece como el segundo de los siete salmos
penitenciales de la iglesia. Este ha sido el salmo favorito de San Agustín.
Podemos tomar las palabras de Agustín como punto de partida: el
principio de la inteligencia es que te reconozcas (te aceptes como) pecador
(intelligentia prima est ut te noris peccatorem). El poeta funda este
principio en su propia experiencia personal y, después, la aplica como
principio básico a cada individuo de la Iglesia de Dios.
Por todo un año, tras su adulterio, David fue como un sentenciado a la
condena. En medio de esa terrible angustia del alma compuso el Sal 51,
mientras que el 32 lo compuso después de haber sido liberado de ese
estado de culpa. El primero fue escrito en medio de la lucha por la
penitencia; el segundo después de haber recuperado su paz interna.
El tema de este salmo constituye el precioso tesoro que él pudo
deducir y formular saliendo del abismo de su opresión espiritual, es decir,
descubriendo y formulando la doctrina de la bienaventuranza del perdón,
que se condensa en esto: la confesión sincera y total de los pecados
constituye el camino para esa bienaventuranza; el fruto de esa confesión
de los pecados es la protección de Dios en todos los peligros, teniendo
como fruto el gozo del mismo Dios.
Este canto ha tomado el sentido de psalmus didascalicus, de
enseñanza o información creyente. De manera consecuente, Reuchlin le
llamaba salmo intellecti cum vel resipiscenti cum, salmo para crear
inteligencia, salmo de reconsideración. En ese sentido podemos llamarle
מׂשּכיל, una designación adecuada, pues nos enseña el camino de la
salvación.
De todas formas, no se puede insistir en ese signi cado. Es improbable
que, signi cando en la mayoría de los restantes casos inteligente, הׂשּכיל
pueda signi car, en otros, intelligentem faciens (hacer inteligente), porque
la palabra הׂשּכיל, en el sentido causativo de “impartir inteligencia” aparece
solo en algunos casos aislados (cf. Sal 32, 8; Prov 21, 11) en el hebreo
anterior al tiempo del exilio, y solo empezó a utilizarse de forma general en
el hebreo utilizado ya después del Antiguo Testamento, después de Daniel,
Crónicas y Nehemías.
Pero aquello que resulta decisivo en contra del hecho de tomar este
salmo como “poema didáctico” es el hecho de que, entre los trece salmos
en cuyo encabezado aparece la palabra מׂשּכיל, solo hay dos (Sal 32 y 78)
que pueden tomarse como poemas didácticos. Por otra parte, el Sal 45
recibe el título de ׁשיר ידידתy el 142 el de ֹוּצּלה, dos nombres que
concuerdan mal con la intención y plan didáctico que tendría este מׂשּכיל.
Incluso el Sal 48, 8, un pasaje que es importante para determinar la recta
idea de la palabra מׂשילque aparece aquí como acusativo de objeto,
excluye el sentido de “poema didáctico”.
Ewald, Dichter des Alten Bundes, I. 31, a rma que Sal 27, 8 ofrece la
mejor guía para descubrir el signi cado correcto de esa palabra: en este
pasaje מ ׂשּכילviene al lado de זּמרcomo de nición más exacta de “canto”
inteligente, bien estructurado; en esa línea, no hay duda de que es un
canto melodioso, inteligente, un salmo bien escogido y delicado,
compuesto de manera ingeniosa. Eso es lo que signi ca la palabra מׂשּכילen
este caso. En otros lugares, esa palabra aparece solo como atributo de
personas, que son inteligentes o prudentes. Aquí es el mismo salmo el que
viene a presentarse como inteligente, bien organizado.
Incluso en 2 Cron 30, 22, donde se alude a los “salmos masquil”, los
que reciben ese nombre son los músicos levitas porque ellos המׂשכילי טוב
son, es decir, porque interpretan la música de un modo inteligente, con
tacto delicado. En ese contexto, esta palabra se re ere a los intérpretes del
salmo, más que a sus autores. Eso nos lleva a interpretar la palabra en hi l
con el signi cado de “meditación pensativa” (como en Sal 106, 7; cf. Sal 41,
2; Prov 16, 20).
Lógicamente, en esa línea, מׂשּכילsigni ca lo que se medita, es decir,
meditación, lo mismo que la palabra מכּבירes aquello que multiplica, es
decir, la plenitud de algo, mientras que la palabra מׁשחיתindica aquello que
destruye, la destrucción. Partiendo de los “salmos masquıl”, por ejemplo,
del 54 y el 142,̂ no podemos descubrir nada especial sobre el uso técnico
de la palabra, sino, simplemente, que signi ca meditación piadosa o
devota, bien interpretada, y nada más.
32, 1‒2. El salmo comienza con la felicidad de aquel que experimenta la
gracia justi cante de Dios, cuando se pone sin reservas en sus manos. Al
pecado se le llama de diversas formas, es ּצׁשע, como ruptura o separación
de Dios; es חטאה, como desviación de aquello que es agradable a Dios; es
עון, como perversión, distorsión, maldad.
Por el contrario, el perdón del pecado se llama ( נׂשאEx 34, 7), como
levantar o quitar, en griego αἴρειν y ἀφαιρεῖν, algo, Ex 34, 7; también se le
llama ּכּףהcomo “cobertura”, de manera que el pecado se vuelve así
invisible para Dios, el Santo, pues está oculto o tapado, como si nunca
hubiera sucedido (Sal 85, 3; Prov 10, 12; Neh 4, 5); también se dice 2) לא
חׁשבSamuel 19, 20, cf. árabe hsb,̣ no numerado, no reconocido, ου ̓
λογίζεσθαι, Rom 4, 6-9), en el sentido de no imputado. De esa manera se
expresa aquí de forma muy clara la δικαιοσύνη χωρὶς ἔργων, la justi cación
sin obras.
Al justi cado se le llama נׂשּוי־ּצׁשע, uno que está exento de trasgresión,
praevaricatione levatus, liberado de la prevaricación (Gesenius 1, 135, con
נ ׂשּויen vez de נׁשא, cf. Is 33, 24, coordinando con ּכסּוי, que es el participio
de ּכּףה, como ּברּוךes el participio de ;)ּכרךvéase Coment. a Is 22, 13. En esa
línea se evoca la existencia de alguien que está “cubierto del pecado”
(Bedeckter der Sünde), esto es, de alguien sobre cuyo pecado se ha puesto
la cobertura de la expiación (ּכּצר, raíz כף, cubrir, que corresponde al árabe
gfr, chfr, chmr, gmr) ante los ojos santos de Dios.
En esa línea se puede hablar de una última designación del justi cado
como aquel a quien Yahvé no reconoce el pecado, sino que al contrario él
mira su pecado como algo que ha sido ya “descargado”, anulado,
superado. Pues bien, aquel que está así justi cado es el hombre en cuyo
espíritu no hay רמּיה, engaño; aquel que no niega ni se esconde, aquel que
no excusa ni se pone a un lado, esto es, aquel que no favorece al pecado.
En contra del justo (cuyo pecado ha sido expiado, descargado), el pecador
es aquel que retiene el pecado en el fondo de sí, como algo que él guarda
con plena voluntariedad, buscando su propia justi cación, no la de Dios.
32, 3‒5. Como su propia experiencia ha enseñado al poeta, aquel que no
descarga todo su pecado confesándolo ante Dios, no hace más que
torturarse a sí mismo, a no ser que se libere de su maldición secreta. Dado
que el verso 32, 3 no puede tomarse por sí mismo como razón para la
proposición que se acaba de exponer, el ּכיdel principio de 32, 3 (ym'_c'[]
WlåB' yTiv.r,x/h,â-yKi) signi ca “porque, quod” (e. g., Prov 22, 22) o
también “cuando, quum” (Jc 16, 16; Os 11, 1).
La palabra ~( ׁשאגהAY*h;-lK' ytiªg"a]v;B.÷ ym'_c'[]) evocaba el
estallido de las torturas que su conciencia acusadora suscitaba en él.
Cuanto más se esforzaba por no confesar su pecado, con más fuerza le
acusaba su conciencia. Por eso, dado que no tenía capacidad para silenciar
esta voz interior, por la que se expresaba la ira de Dios, él tenía que ir
gritando cada vez con más fuerza su pecado, pidiendo ayuda. Pero
mientras su corazón no se rompiera por dentro pidiendo ayuda a Dios él
no podía recibir una respuesta.
Así gritaba David a lo largo de todo el día, porque la mano castigadora
de Dios, su mano derecha (Sal 38, 3; 39, 11), pesaba duramente sobre él
día y noche. El sentimiento de la ira de Dios no le dejaba descansar, cf. Job
33, 14. Ardía dentro de sí un fuego que amenazaba con devorarle
totalmente. La expresión importante es ( ּבחרבניcomo בעׂשןen Sal 37, 20; Sal
102, 4), sin כ, pues los temores que le quemaban eramente por dentro,
hasta el fondo de su corazón, hasta abrasarle, eran como un incendio en
tiempo de gran calor.
La ּבde ynEboàr>x;B. (cf. #yIq,å ynEboàr>x;B. yDI_v;l. %P,ïh.n<) es una
beth de estado o condición
(no de mutación), pues mutare in aliquid (cambiar en algo) se expresa por
הפך ל. Según eso (en contra de lo que han dicho Saadia y otros) la לde לׁשּדי
no es una partícula o preposición, sino que forma parte de la raíz ( לׁשדde
לׁשד, árabe lsd, chupar), que se construye en analogía con ּגמלy otras
palabras semejantes, y signi ca jugo. En la ansiedad del calor del verano el
mismo jugo vital de la persona sufre un gran cambio, se quema y seca por
dentro (como se seca el hombre bajo el pecado no confesado ante Dios).
En este momento la música del salmo se vuelve más fuerte (con hl’s,() e
in uye en la expresión de los tormentos de la conciencia que despierta en
conexión con un corazón que permanece todavía duro, sin romperse. A
partir de este διάψαλμα, o cambio de tema en el salmo, la conexión
histórica conserva todavía fuerza su ciente para dar todo su sentido a la
( אודיעךcf. 32, 5, … ynIÜwO¬[]w, ^‡[]ydIçAa yti’aJ'x;), en forma de
imperfecto (cf. Sal 30, 9), “Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad”
(con ּכּףהque se utiliza aquí como en Prov 27, 13; Job 31, 33): “Yo confesaré
mis transgresiones” al Señor, con הודהen el sentido de חתוּדה, Neh 1, 6; Neh
9, 2; construido siempre con acusativo, cf. Prov 28, 13), y tu perdonaste…
Hupfeld se inclina a colocar אמרתיantes de חטאתי אודיעך, por lo que
אודיעךy אודהse convertirían en futuros. Pero ועוני לא כסיתיsuena como a
rmación de un hecho, no como signo de una intención; por su parte, ואתה
נׂשאתes la continuación natural de אמרתיque precede inmediatamente. La
forma ואתה נׂשאתse utiliza deliberadamente en vez de וֹוׂשּא.
Pues bien, en esa línea, al mismo tiempo que la confesión del pecado
viene la absolución: y tú perdonaste la maldad de mi pecado (עון, maldad,
como un hecho, es decir, como algo ya sucedido, como suspensión de la
pena del pecado; cf. Lam 4, 6; Zac 14, 19). Así dice Agustín, vox nondum est
in ore, et vulnus sanatur in corde (no ha terminado de confesarse el pecado
con la boca y la herida ha sido ya sanada en el corazón).
El סלהde la música que aquí se escucha (en Sal 32, 5) es la antítesis del
סלהdel verso anterior (32, 4), por el que escuchábamos el lamento
chirriante sobre el pecador que se tortura a sí mismo. Aquí en cambio
escuchamos los tonos claros de alegría y de experiencia bendita de aquel
que derrama su alma ante Dios, respondiendo con un “sí” y un “amén” a la
gran verdad de la gracia justi cante.
32, 6‒7. Por esta misericordia que se ofrece a cada pecador que se
arrepiente y con esa su pecado, todo hombre piadoso, חסיד, que busca y
desea la misericordia (también )חסד, dirige su oración a Yahvé, לעת מצא, en
el tiempo oportuno (Sal 21, 10; 1 Cron 12, 22; cf. ּבעת, Is 49, 8) sabiendo
que encontrará a Dios y que Dios le concederá su misericordia (cf. Dt 4, 29
con Jer
29, 13; Is 55, 6, )ּבהּמצאו. A este deseo exhortativo le sigue una promesa
aseguradora.
El hecho de que ( לׁשטף מים רּביםquam inundant aquae magnae; al que
inundan grandes aguas) sea virtualmente una prótasis (con לde tiempo),
que separa רקde אליו, impide que en este caso tomemos רקcomo
perteneciente a אליו, aunque se coloque antes, a la cabeza de la frase, por
hipálage, como suele suceder con אף, אך,ּגם, y con רקo ( ּצןcomo en Prov
13, 10: ante el orgullo no hay más salida que la contención)98.
En 32, 7, David con rma lo anterior desde su propia experiencia. Dado
que צר, angustum, estrecho, tiene el sentido de “angustias” (cf. Sal 119,
143), la asonancia de ynIrEïC.Tiñ rC,ámi (me guardarás en la angustia)
está aquí buscada expresamente. Y después de תצרניviene, también con
asonancia, רני, como כלוdespués de בהיכלוen Sal 29, 9. No hay razón su
ciente para dejar a un lado רני, como hacen Houbigant y otros, como si esa
palabra fuera la repetición condensada de תצרני.
El in nitivo ( רןJob 38, 7), igual que רב, plur. de רּבי,חק, plur. de חּרי,
puede ser conjugado o recibir in exión, como si fuera un sustantivo. Por su
parte ( ּצּלטcomo en Sal 56, 8), que aparece aquí como sustantivo (cf. נּצץ,
Dan 12, 7), tiene el sentido de genitivo, lo que puede entenderse bien,
como en el caso de דעתen la expresión איׁש ּדעת, hombre de conocimiento.
Yahvé le llenará de cantos de liberación, rodeándole así por todas
partes, y así, en el centro de esta exultación, podrá encontrarle en
cualquier lugar al que vaya. Aquí vuelve por tercera vez la música (hl’s,()
con un “forte”, para expresar de esa manera el sentimiento más intenso de
alegría.
32, 8‒10. En esta sección no es Yahvé el que habla, respondiendo a las
palabras que antes le han dirigido, sino que es más bien el mismo poeta el
que asume de un modo directo, el tono de predicador (cf. Sal 34, 12).
Aquello que David prometerá hacer en Sal 51, 15, lo realiza él ya aquí, es
decir, lo hace él mismo, instruyendo a los pecadores en el camino de la
salvación.
No hace falta cambiar los su jos de hc'Þ[]yai( como quiere Olshausen,
pues los su jos de ^’l.yKi(f.a; y de ^ªr>Aaw>) (te haré entender y te
enseñaré, en lugar de )אורךse aplican también a este tercer verbo, con el
que están en relación de subordinado de relativo las palabras ynI)y[e
^yl,ä[', equivalentes a (ׂש ם עליך עיניjando mis ojos en ti, con amor de
simpatía).
Los LXX traducen ἐπιστηριῶ ἐπὶ σὲ τοὺς ὀφθαλμούς μου (volveré hacia
ti mis ojos), de forma que ellos (los LXX) toman יעץcon el sentido radical de
rmare, a rmar, como verbo que rige a ( עיניyo jaré de un modo intenso mis
ojos en ti); pero el uso general del idioma hebreo no está a favor de esa
interpretación.
Los acentos nos permiten postular una traducción distinta.
Aparentemente, ellos toman עיניcomo acusativo adverbial (dado que אעצה
עליךעיניes una transformación de איעצה עליך עיני: yo te aconsejaré con mis
ojos). Pero, en todos los restantes casos, esas palabras, יעץ עלtienen el
signi cado de una mirada acusadora, y en ese sentido han de tomarse
también aquí, como en Is 7, 5.
Sin cambiar de objeto, la forma de dirigir la enseñanza, pasando del
singular al plural, para poner de relieve y condenar el carácter cruel y malo
de las personas a las que se dirige, la palabra del salmista se vuelve dura en
32, 9. El sentido de la advertencia es claro. Lo que se pide al hombre no es
una obediencia obligada sino una respuesta libre, consentida, a diferencia
de los animales a quienes se les debe obligar con bridas sujetadas a su
boca. El asíndeton de la frase (como a los caballos, así a una mula) con ּצרד,
igual que en árabe fard (uno de su misma clase) se entiende bien en sí
mismo (cf. Sal 35, 14; Is 38, 14).
De todas formas, no es claro el sentido de ( עדיוcf. Ayæd>[, !s,r<äw"-gt,m,
(B. !ybiîh'ñ !yaeÛ).
Podemos tomar esa palabra ( )עדיוcon el signi cado usual de “ornamento”,
y traducir (con cabestro y freno como ornamentos), poniendo así quizá de
relieve el carácter servil del animal (cuyo ornamento es algo que le impide
moverse en libertad), a no ser que tomemos עדיcomo sinónimo de arnés.
Sea como fuere, parece que debe ser respetada la traducción de los
LXX, in camo et fraeno, como ha interpretado Jerónimo (con el n de
apretar sus maxilares, para que no se aproximen a ti). En ese caso, si עדי
signi ca morro o boca, ( עדיו לבלוםcf. ^yl,(ae broåq. lB;÷ª ~Al+b.li Ayæd>[,)
equivale a ora eorum obturanda sunt, sus bocas han de ser cerradas
(Gesenius 132, nota 1), como indican los LXX con ἄγξαι, constringe
(apretar), o el Cod. Alejandrino con ἄγξις (ἄγξεις), constringes, aprietas.
Como hacen Ewald y Hitzig (Coment. a Ez 16, 7), podemos comparar עדיו
con עדי, mejilla, en árabe chadd, en conexión con ּגדּוד, surco, que signi ca
concretamente el hoyo de la mejilla (de la cara), es decir, la parte posterior
del maxilar, que carece de dientes, donde se sujetan la bridas o frenos de
los animales.
Si la palabra se re ere al conjunto de la boca, con los maxilares, la frase
ּב לקרב אליךpodría ser traducida: a n de que no se te acerquen mucho, es
decir, para que no te ataquen o muerdan (Targum, Siríaco, Rashi, etc.);
pero esta traducción resulta difícil de entender en el contexto de este
salmo. Por eso, es mejor traducir: pues, de otra manera (si no les pusieran
un freno en la boca) no podrías acercarte a ellos (a esos animales). Esta
interpretación tiene en cuenta el énfasis de בל, según el cual, conforme a
un uso del lenguaje que no aparece en otros lugares, podríamos decir, por
ejemplo, ּבל לכֹוי ׁשּמה, “nunca me alejaré de ti”.
También en Prov 23, 17, בלincluye en su signi cado el verbo “ser”. Ese
es el sentido que tiene aquí la palabra, “de ningún modo hay (habría) una
aproximación a ti”, es decir, “no podrías dejar que (esos animales no
domados) se aproximaran a ti, a no ser que les pongas una brida o freno”.
Estas palabras no están dirigidas a Dios, sino a un hombre, que debería
utilizar un arnés u otro tipo de freno para domar y tener sometidos a los
animales, de manera que solo así les puede utilizar, poniéndolos bajo su
control, sobre todo cuando se encuentran cerca de él.
Entendido de esa forma, este salmo se re ere a los pecadores, que no
quieren acercarse a Dios (pues tienen miedo), aunque Dios no les quiera
poner bozal, sino ayudarles, como David ha descubierto por experiencia,
teniendo que superar su tortura interior para llegar a este justo estado de
mente, en libertad. Esta forma agónica de vida propias de alguien que
tiene una conciencia culpable, viene a ser contrapuesta y superada en 32,
10 con la misericordia de Dios que dirige y rodea al hombre por todas
partes.
En esa línea, la palabra [( רּביםv'îr"ñl' ~ybiªAak.m; ~yBiîr, muchos
dolores para el malo) puede ser un numeral (véase Sal 89, 51) pero aquí se
utiliza más bien como atributivo o adjetivo, colocado delante del nombre.
La frase nal podría traducirse “la misericordia le acompaña” (cf. trad.
Reina-Valera); pero la forma poel y el texto de 32, 7 nos inclinan a
traducirla de otra forma: “Él, Dios, le acompaña con misericordia”.
32, 11. Después que la doctrina del salmo ha sido desarrollada en tres
grupos de versos desiguales, en correspondencia a la breve introducción,
sigue esta cláusula breve, por la que el salmista llama a los que se
encuentran en el feliz estado de paz, que han conseguido, invitándoles a
juntarse con él en cantos de exultante alegría.
En esa línea, Sal 33, 11 puede compararse con Prov 19, 21. El עצתde Dios
es la unidad de los pensamientos de su corazón, es decir, la realidad más
honda de sus ideas, la parte más íntima de su corazón, el motivo último de
lo que acontece. Toda la historia del mundo viene a presentarse, así como
el despliegue ininterrumpido del plan divino de auxilio a los hombres, cuyo
objetivo primario es la salvación del pueblo de Israel, salvación en la que se
incluye la humanidad en su conjunto.
33, 12‒19. A partir de aquí, la llamada a la alabanza de Dios viene apoyada
por la declaración de aquello que el pueblo de Israel posee en Dios. Esta
porción del canto es como una paráfrasis de la אׁשריo bienaventuranza de
Dt 33, 29. El tema de 33, 12 queda así probado en 33, 13 por el hecho de
que Yahvé es el gobernante omnisciente, creador de los hombres, de
manera que sin su conocimiento (consentimiento) no acontece en el
mundo nada, ni de un modo secreto ni abierto, y especialmente nada que
vaya en contra de su pueblo.
Esa certeza queda apoyada en 33, 15‒16 por el hecho de que el pueblo de
Israel tiene en Yahvé una defensa que es mayor y más fuerte que todos los
pueblos del mundo. Yahvé aparece aquí como el que ha formado los
corazones de cada uno de los hombres ((~B'_li dx;y,å rcEåYOh;), como en
Zac 12, 1 y Prov 24, 12. Lógicamente, él observa las obras de todos,
mirándolas en el laboratorio más íntimo de sus corazones, que él como
creador ha formado99.
Así pues, Dios es el Padre de los espíritus (Hebr 12, 8). Por eso todo lo
que existe, incluso aquello que está más escondido, está regulado por su
omnisciencia y su omnipotencia. Dios ejerce un control omnisciente sobre
el conjunto de las cosas, haciendo que todas ellas estén al servicio de su
designio, esto es, de su plan universal, que por lo que toca a su pueblo
(Israel) es un plan de salvación.
Sin Dios nada acontece; por él se realiza todo. Por eso, la victoria del
rey y la salvación del guerrero no dependen de sus propias obras, sino de
la voluntad divina. Sus grandes poderes militares y su fuerza militar no
logran nada sin Dios, que puede mostrarse poderoso también en los
débiles. Incluso para el propósito de conseguir la victoria (33, 17: ֹוׁשּועה, cf.
יׁשּועה, Sal 21, 2), el caballo de guerra es ׁשקר, i. e., algo que parece
prometer mucho, pero que en realidad no consigue nada. No es su gran
fuerza la que hace que el ejército se salve ()ימּלט, sino Dios.
Así dice Salomón en Prov 21, 31, “El caballo está equipado para el día
de la batalla, pero la victoria es de Yahvé” ( )הֹוׁשּועה לה. Dios concede la
victoria a quién él quiere. En sus manos está el n último de todas las cosas
que han de suceder, como dice Sal 33, 18, haciendo que centremos la
atención en esta sentencia medular: AD*s.x;l. ~yliîx]y,m.l;( wya'_rEy>-la,
hw"hy>â !y[eä hNEÜhi (el ojo de Jehová está sobre aquellos que lo
temen…, 33, 18). El ojo de este Dios, es decir, el objetivo nal de su
gobierno del mundo está dirigido hacia aquellos que le temen, está
centrado en aquellos que esperan en su misericordia ()למיחלים.
33, 19 concreta esa a rmación, insistiendo en la misericordia de Dios (
)לחסּדו. Por eso los eles esperan y confían en la amorosa providencia de
Dios, pues son conscientes de su propia limitación, de su debilidad.
Lógicamente, en medio de los mayores peligros, ellos buscan la protección
de Dios, que es el único que puede liberarles de la opresión de otros
hombres. Ese mismo es el argumento de Sal 20, 8, pero todo nos invita a
pensar que los dos textos son independientes entre sí.
33, 20‒22. Conforme a todo lo anterior, en este hexástico conclusivo, la
Iglesia reconoce a Dios como su ayuda, su escudo, su fuente de alegría.
Sin contar este pasaje, la palabra ( חּכהcf. hw"+hyl;( ht'äK.xi Wnvep.nâ,,
nuestra alma espera en Yahvé) aparece solo en otro lugar en el salterio (cf.
Sal 106, 13). Esa palabra, que pertenece al grupo de aquellas que tienen el
sentido de esperar y aguardar, proviene quizá de la raíz ( חךárabe hk’, ḥ kạ
, ̂ rmiter constringere sc. nodum, atar y vincular rmemente, por ejemplo,
con un nudo), ser rme, como la palabra alemana harren (estar seguro,
esperar) y hart (estar rme, compacto).
En 33, 20 escuchamos todavía el eco del pasaje originario de Dt 33, 29 (cf.
33, 26). Lo mismo que en Sal 115, 9‒11, el énfasis se pone aquí en el הּוא
nal de 33, 20, término sobre el que descansa y se funda lo que se aplica en
33, 21 a ( ּבוWnBe_li xm;äf.yI Abâ-yKi). Este es el pensamiento clave de
33, 21 y de todo el salmo, Dios es la esfera de vida ilimitada, la realidad
inexhaustible, la fuente perenne de nuestra alegría.
La segunda partícula ( ּכWnx.j'(b' Avåd>q' ~veÞb. yKiÛ, porque en su
santo nombre con amos) con rma este argumento desde nuestra
perspectiva. Su santo nombre es el fundamento de la fe, del amor y de la
esperanza de la iglesia, pues de ese nombre viene su salvación. El orante
puede pedir de un modo con ando, rogando a Dios que su misericordia le
llene y salve, pues él espera en Dios, y la esperanza del hombre y la gracia
de Dios se encentran mutuamente implicadas. Este es el sentido de la
palabra ( ּכאׁשר%l") Wnl.x;îyI rv,ªa]K, como esperamos en ti), pues Dios es
el a su palabra. De esta misma manera concluye el Te Deum laudamus de
Ambrosio.
Salmo 34. Acción de gracias y enseñanza de uno que ha sido
liberado
`%l:)YEw: Whveªr]g"y>w:÷¥ %l,m,_ybia] ynEåp.li Am[.j;â-
ta, AtåANv;B. dwI©d"l. 1
`%l,)YEw, Whveªr]g"y>w,÷¥ %l,m,_ybia] ynEåp.li Am[.j;â-ta,
AtåANv;B. `ypi(B. AtïL'hiT.( dymiªT'÷ t[e_-lk'B. hw"åhy>-ta,
hk'är]b'a] 2
`Wxm'(f.yIw> ~ywIån"[] W[ßm.v.yI yvi_p.n, lLeäh;t.Ti
hw"hyB;â 3
`wD"(x.y, Amæv. hm'Þm.Arn>W yTi_ai hw"åhyl; WlåD>G,
4
117 Los que miraron a él fueron alumbrados y sus rostros no fueron avergonzados.
118 Este pobre clamó, y lo oyó Jehová y lo libró de todas sus angustias.
119 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen y los de ende.
120 Gustad y ved qué bueno es Jehová. ¡Bienaventurado el hombre que confía en él!
121 Temed a Jehová vosotros sus santos, pues nada falta a los que lo temen.
122 Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los
que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien. 11
Venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os enseñaré.
123 ¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien?
124 Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño.
125 Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela.
3
Engrandeced a Jehová conmigo y exaltemos a una su nombre.
15
Los ojos de Jehová están sobre los justos y atentos sus oídos al clamor de ellos.
16
La ira de Jehová está contra los que hacen mal,para eliminar de la tierra la memoria de ellos.
17
Claman los justos, y Jehová oye y los libra de todas sus angustias.
18
Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón y salva a los contritos de espíritu.
19
Muchas son las a icciones del justo, pero de todas ellas lo librará Jehová. 20 Él guarda todos sus
huesos; ni uno de ellos será quebrado.
21
Matará al malo la maldad y los que aborrecen al justo serán condenados.
22
Jehová redime el alma de sus siervos.
¡No serán condenados cuantos en él confían!
En Sal 33, 18 oíamos las palabras “mirad, los ojos de Yahvé están dirigidos
hacia aquellos que le temen”. Pues bien, en 34, 16 escuchamos el mismo
gran pensamiento: “Los ojos de Yahvé están dirigidos sobre los justos”.
Este salmo 34 es uno de los ocho al que los encabezados sitúan en el
tiempo de la persecución de David por parte de Saúl, y fue compuesto en
aquel duro camino que se extiende desde Gibea de Saúl hasta Ziklag, en el
tiempo de su huida (aquí presento una aproximación cronológica sobre el
tiempo de su composición, teniendo en cuenta los ocho salmos de
persecución, Sal 7; 59; 56; 52; 57; 142; 54).
El encabezado reza así “De David, cuando mudó su pensamiento (su
semblante, טעּמוcon daggesh, en vez de Am[.j;, que debería pronunciarse
de un modo distinto) ante Abimélek, que le expulsó, de forma que tuvo
que irse (con Whveªr]g"y>w,÷¥, con chateph pathach, como sucede
siempre en verbos cuya segunda radical es ר, y que llevan el acento en la
tercera radical).
Presionado por Saúl, David huyó al territorio de los listeos, donde le
reconocieron como el hombre peligroso que había sido para ellos durante
mucho tiempo, y así le llevaron delante de Aquish, el rey. El salmo 56
reproduce la oración por la que David implora ayuda en este período, en
una línea semejante a la del Sal 24. En ese contexto se sitúan el salmo 51 y
el 32. David hubiera perdido su vida, si su intento de salvarse ngiendo que
estaba loco no hubiera tenido éxito. El rey le mandó que escapara, y David
encontró un lugar para ocultarse en su país, en la cueva de Adullam en el
desierto de Judá.
La corrección de este encabezado ha sido disputada. Hupfeld piensa
que el redactor que lo ha escrito lo ha tomado de 1 Sam 21, 14, de una
forma equivocada. Redslob, Hitzig, Olshausen y Stähelin añaden que las
razones de Hupfeld eran acertadas, pero nosotros pensamos que son
inválidas. Hupfeld piensa que el טעמּוdel salmo ha de entenderse en la
misma línea que el טעּמוde 1 Sam 21, 14; y por otra parte, combina la
palabra ֹותהּלל, gloriaris (lLeäh;t.Ti, gloriarse) de Sal 34, 3 con וּיתהלל,
insanivit (enloqueció) de 1 Sam 21, 14.
Nosotros llegamos a una conclusión distinta: el autor del salmo no
introduce ninguna referencia expresa a aquel incidente en Filistea, y solo lo
conoce de forma indirecta por tradición. Su fuente de información no fue
el libro de Samuel, porque allí el rey recibe el nombre de אכיׁש, mientras
que el autor del encabezado le llama אבימלךy, como percibió ya san Basilio
(véase Euthymius Zigadenus, Introducción a los Salmos), ese nombre,
אבימלך, es el título general de los reyes de Palestina, lo mismo que Faraón
es el título de los reyes de Egipto, Hagag el de los amalecitas y Lucumo el
de los etruscos. Como muestra una comparación de 2 Sam 22, 1 con Sal 18,
1, la fuente de información de este encabezado tiene que provenir de una
obra diferente, que se identi ca con los Anales de David, de donde el
redactor ha sacado el trasfondo histórico de este salmo, lo mismo que el
de otros salmos davídicos. El hecho de que el salmo sea alfabético no dice
nada en contra de que David sea su autor (cf. Coment. a Sal 9‒10).
No es un salmo que haya sido adaptado para la música, porque, a
pesar de que comienza como canto de alabanza, toma pronto un tono
didáctico. Consta de versos de dos líneas, que se siguen conforme al orden
de las letras del alfabeto. Falta la letra וlo mismo que falta la נen Sal 145, y
después de la ( תcomo en Sal 25, que está vinculado en esto con el Sal 34),
viene una segunda ( פrepetida).
34, 2–4. El poeta empieza alabando a Yahvé, y dice a todos los piadosos
que se unan con él para proclamar la grandeza de Yahvé. En esa línea, el
salmista quiere que la cláusula sustantiva de 34, 2 tenga la misma
intensidad que la verbal cohortativa. La palabra hk'är]b'a], igual que
ויגרׁשהו, ha de escribirse con chateph-pathach en la sílaba del centro. A
diferencia de ענּיים, a icti/a igidos, ענויםsigni ca submissi/sometidos,
aquellos que han aprendido paciencia y permanencia en la escuela de la a
icción.
La alabanza del salmista ayudará mucho a mantener e intensi car esa
actitud de paciencia, pues ella responde a la obra del liberador de los
oprimidos. Pero a n de que esa alabanza pueda resonar con gran fuerza y
con tono más decidido, el salmista insiste en su propia experiencia (cf. 34,
4).
Para vincular la grandeza divina con su propia alabanza, en Sal 69, 31,
el salmista utiliza el verbo ּגּדלcon un acusativo. En nuestro caso, en
cambio, él acude a la ל, yTi_ai hw"åhyl; WlåD>G (cf. también 29, 2).
Incluso רומםtiene un sentido subjetivo, wD”(x.y, Amæv. hm’Þm.Arn>W,
con corazón, palabra y hechos, los piadosos tienen que exaltar el nombre
de Yahvé, tal como él es exaltado en sí mismo100.
34, 5–7. El poeta expresa ahora la razón para esta alabanza, poniendo de
relieve la liberación que él ha experimentado. Él ha buscado ansiosamente
a Dios y ha realizado un esfuerzo por encontrarle (este es el signi cado de
ּדרׁש, cf. hw"åhy>-ta, yTiv.r,äD", a diferencia de )ּבּרׁש, y este esfuerzo,
expresado en forma de oración, no ha permanecido sin respuesta (con ענה,
cf. ynIn"+['w>, en el sentido de ser escuchado, como réplica a la petición
del orante). Los perfectos de 34, 6-7, describen hechos, uno de los cuales
no puede realizarse sin el otro, y por su parte la palabra ynIn”+[‘w> los
sitúa en relación de antecedente y consecuente.
En 34, 6, el salmista generaliza su experiencia personal, presentándola
como una verdad de experiencia, expresada de forma histórica, “Los que le
miran quedan radiantes”, es decir, todos los que se jan en él (con הּביט אל,
con ojos de intenso deseo, ansiosos de salvación, como en Num 21, 9; Zac
12, 10) terminan siendo iluminados. Los ענויםde 34, 3 no se pueden tomar
como sujetos concretos; lo que aquí aparece como sujeto universal es al
acto de experiencia que se muestra en esa mirada de Dios y que se realiza
y expresa de un modo universal, utilizando unos verbos en perfecto
gnómico. Todos los que miran al Dios del salmista quedan de esa forma
iluminados.
El verbo נהר, aquí como en Is 60, 5, tiene el signi cado de alumbrar,
iluminar, como נהרה, luz. Así se dice que Wrh"+n"w> wyl'äae WjyBiähi, los
que le miraron (a
Dios) quedaron iluminados. Teodoreto traduce: Ὁ μετὰ πίστεως τῷ θεῷ
προσιὼν φωτὸς ἀκτῖνας δέχεται νοεροῦ, es decir, la contemplación gratuita
de Dios queda re ejada en los rostros iluminados de aquellos que le miran.
Según eso, al acto directo de la fe suplicante (actus directus de una des
supplex) sucede el actus re exus (acto re ejo) de una des triumphans (fe
triunfante).
Conforme a todo eso, nunca podrá suceder que el rostro del orante
deba ser cubierto con vergüenza, a causa de que su esperanza no se
cumpla de forma que quede frustrada. Algo así no sucederá, ni podrá
suceder, por la fuerza de “simpatía” y de transformación que brota del
rostro de Dios, pues creemos, que nunca abandona a sus creyentes. Tanto
en árabe como en arameo y hebreo, la raíz חפרpuede signi car dos cosas
contrapuestas y vinculadas: ser avergonzado y ser elevado (sacralizado).
Conforme a Gesenius y Fürst, esa raíz ( )חפרtiene en principio el signi
cado de enrojecimiento, de brillo y rubor. Sin embargo, una vez que esa
raíz se combina con otras (como כפר, cf. árabe kfr, gfr, gmr), ella puede
tomar el sentido de cubrir, ocultar, velar, etc. Y en esa línea se combinan el
sentido de brillar/resplandecer y el de avergonzarse/cubrirse.
Este es un tema que está al fondo de 34, 7, en un contexto en el que
David se está re riendo a sí mismo: (a) por una parte alude al gran peligro
de vergüenza, como aquel que había sufrido haciéndose pasar por loco en
la corte de los listeos; (b) por otra parte pone de relieve el brillo de su
liberación, siendo rescatado por Dios y pudiendo así quedar iluminado,
como lo indica el canto de gratitud de su liberación.
34, 8–11. Esta alabanza queda rati cada por la certeza de la protección que
Dios ofrece continuamente a sus santos. El ( מלאך יהוהángel de Yahvé) del
que aquí se trata no es otro que aquel que actuaba como mediador entre
Yahvé y los patriarcas, aquel que iba acompañando a Israel en su camino
hacia Canaán
(~ce(L.x;y>w,) wya'ªrEyli( bybiÛs'« hw"¦hy>-%a;l.m; hn<Üxo).
Este es el ángel que acampa en torno a Israel y le protege. Este מלאך
יהוהno es un nombre colectivo, como piensan Calvino, Hupfeld,
Kamphausen y otros, sino que es un ángel bien preciso y único, pues actúa
como capitán del ejército de Yahvé (Jos 5, 14), rodeado de un modo
consecuente por una hueste de ángeles menores, que son servidores. Este
ángel de Yahvé que no tiene límites de espacio ofrece protección total, por
todas partes, a los israelitas.
La partícula חנה, (l34, 8, cf. Zac 9, 8) es quizá una alusión al מחניםde Gen
32, 2, aquel “ejército angélico” que se unió al campamento de Jacob, y que
le rodeó, como una barricada de lucha y salvación. Sobre el futuro
consecutivo ויחּלצם, et expedit eos (y les salvó), como expresión de una
secuencia de acción divina, cf. Ewald, 343a.
A causa de la protección que ofrece el Ángel de Dios, el poeta invita
después a sus oyentes para que descubran y gusten la bondad de Dios,
hw”+hy> bAjåyKi War>Wâ Wmå[]j;, gustad y ved qué bueno es Yahvé 34,
9. En griego γεύσαστηαι (Hebr 6, 4; 1 Ped 2, 31) es una experiencia interior,
que precede a la visión exterior, porque la experiencia espiritual conduce a
la percepción o conocimiento externo, y no al revés.
Nisi gustaveris, non videbis, si no gustareis no veréis, dice Bernardo.
David está deseoso de que también otros experimenten lo que él ha
experimentado, a n de que ellos puedan conocer igualmente la bondad de
Dios, como él la ha conocido101. De aquí deriva en 34, 10 la llamada
siguiente a los santos, a n de que ellos teman a Yahvé, con wyv'_doq.
hw"åhy>-ta, Waråy>, “temerán”, como en Jc 24, 14 y 1 Sam 12, 24, de
forma que temiendo a Dios poseerán todo en él.
En este contexto, el salmista recuerda que los mismos leones jóvenes
pueden perecer por falta de presa, mientras que los hombres que temen a
Dios no carecerán de nada. El verbo ( רּוׁשcarecer, ser pobres, que puede
transformarse en 1 , ירׁשSam 2, 7, de la raíz רׁש, estar desposeído, carente),
se utiliza en otros casos solamente en relación con los hombres; aquí, en
cambio, lo mismo que en Sal 104, 21 puede aplicarse también a los leones,
de un modo concreto, sin referirse simbólicamente a los enemigos (cf. Sal
35, 17; 57, 5; 17, 12). En este caso no puede aplicarse a los enemigos de
David, que están en la corte de Saúl o de Achish.
34, 12–15. Ha terminado ya la primera de las dos partes en que se divide el
salmo. La segunda, en la línea de Sal 32, toma la forma de un poema
didáctico, aunque Sal 34, 6 y 9 tenían ya elementos didácticos. El poeta
empieza dando unas directrices sobre el tema de Dios, de forma que
podemos comparar su argumento con el de Sal 32, 8 y 51, 15, en un
sentido muy davídico. Los ּב ניםde 34, 12 (yli_-W[m.vi ~ynIb'â-Wkl.) no son
los pequeños en años o en entendimiento, sino todos aquellos oyentes o
alumnos a quienes se dirige de un modo cordial el maestro experimentado
en los caminos de Dios, como en Prov 1, 8 y passim.
En 34, 13 el maestro formula la pregunta a la que él mismo responde
en 34, 14. Esta forma de insistir en una verdad, como respuesta a un
problema previamente presentado por el mismo sabio o poeta, forma
parte del estilo de David, como indican Sal 14, 1; 24, 8. 10; 25, 12. En la
forma de utilización de este salmo en el N. T. (cf. 1 Ped 3, 10‒12) se ha
perdido este estilo davídico de respuesta a una pregunta.
La expresión ~yYI+x; #peäx'h, vyaih'â-ymi( (el hombre que desea vida)
corresponde a la idea de fondo de ~ymiªy"÷ bheîao, que signi ca el que ama
la vida (es decir, los días), con לראותcomo de nición de propósito. Así, ימים
signi ca días como totalidad, lo mismo que חּייםsigni ca vida larga, en su
conjunto. En el N. T., Sant 3, 2 muestra bien la forma en la que el salmista,
al presentar el ideal de una vida larga y buena, empieza hablando de la
necesidad de evitar o superar el pecado de la lengua.
En esa línea se entiende Sal 34, 15 donde se destaca el motivo de una
buena paz, una paz que no consiste solo en evitar el enfrentamiento, sino
en buscar y perseguir la más honda concordia, como un cazador persigue
al más ligero de los venados. Desde ese fondo nos recomienda Pablo en
Rom 14, 19 (cf. Hebr 12, 14): busquemos aquellas cosas que colaboran a la
paz, entendida como ׁשלום, esto es, como una relación armoniosa, libre de
enfrentamientos, agradable al Dios del amor. Esta idea de un lazo o vínculo
de convivencia viene expresada en el N. T., con la palabra eirênê, que está
conectada con esta misma noción radical.
34, 16–22. El poeta recomienda ahora el temor de Dios, sobre el que antes
se ha referido brevemente, presentando la recompensa que ese temor
lleva en sí mismo, en contraste con el castigo de los impíos. Las
preposiciones אלy ּבen 34, 16-17 trazan un preciso intercambio de
impresiones, la primera de inclinación gratuita (33, 18); la última de
intención hostil, de enfrentamiento, como en Job 7, 8; Jer 21, 10; 44, 11,
en la línea de Lev 17, 10.
Los malhechores están sobrecogidos por el poder de destrucción que
procede del rostro de Yahvé, que les amenaza y destruye, hasta que no
quede en ellos la más ligera traza de existencia terrena (opuesta a Dios).
Conforme a Sal 107, 17‒19, los sujetos de Sal 34, 18 no son ( עׁשי רעlos
malhechores), pues no se les pide el más mínimo rastro de penitencia (que
se les debería pedir a los malhechores), sino los ( צדיקיםlos justos, que no
necesitan penitencia).
Probablemente, la estrofa ( פSal 34, 23, wyd"_b'[] vp,n<å hw"hy>â
hd<äAP) se hallaba originalmente antes de la estrofa c (34, 18) o antes de
la estrofa 16 ,34) )ע, como en Lam 2, 4, donde la עprecede a la ( פHitzig). En
conexión con la secuencia actual de pensamientos, la estructura de 34, 18
es como la de 34, 6: claman, y el Señor los escucha, sea cual fuere la razón
por la que clamen.
En este pasaje se está aludiendo al grito que surge de la profundidad del
alma que desespera de sí misma. Ese grito se vincula con (suscita) una
escucha de Dios; por su parte, la realización de lo que Dios dice lleva en sí
sus propias credenciales, sus propias razones.
Los ble_-yrEB.v.nI (quebrantados de corazón) son aquellos en quienes
su vida egoísta, de amor cerrado en sí mismo, que rodea y angosta su
propia personalidad, ha venido a quebrarse en su raíz. Esos quebrantados (
ּדּכאי, de ּדּכא, con una ā cambiable, según la forma אילותde )אּילy los
contritos de espíritu (x,Wrï-yaeK.D, ble_-yrEB.v.n.) son aquellos que han
domado o sometido y humillado totalmente su falsa superioridad, su
conciencia orgullosa.
De todos ellos está cerca Yahvé, preservándoles de la desesperación,
pronto a elevarles a una vida más alta, por encima de las ruinas de la vida
vieja, cubriendo o cancelando su in nita de ciencia. Estos son los que,
desde el fondo de su opresión, son capaces de recibir la gracia de Dios,
estando así deseosos de salvación, de tal forma que Dios les hace
participantes de ella (de la salvación).
Ciertamente, las a icciones vienen sobre el justo, pero Yahvé le rescata
de todas, con מּכּלםque tiene el sentido de ( ּמּכּלןaquí aparece la misma
enálage de género que en Rut 1, 19; 4, 11). Así se dice que Dios guarda
todos sus huesos, y ni uno (ne unum quidem) se rompe; esta es una
imagen pictórica que pone de relieve el hecho de que Dios no permite que
los justos lleguen al extremo en el padecimiento, no permite que sean
separados de su amor divino, como poder protector todopoderoso, ni que
caigan como presa de opresores.
En esa línea podemos recordar el cumplimiento literal que estas
palabras del salmista han recibido en Jesús Cruci cado, pues la profecía del
A. T., citada por Jn 19, 33‒37 puede referirse a este salmo lo mismo que a
Ex 12, 46. No solamente el cordero pascual, sino también, en un sentido
comparativo, toda a icción de los justos es un tipo (anuncio y señal) del
sufrimiento de Cristo.
En esa línea, en Cristo no solo se cumple y realiza la esencia del
simbolismo de la oración del santuario, no solo se repite en él la esencia de
la historia de Israel y de David, no solo alcanza en él su culminación el
sufrimiento humano, sino que todas las promesas referidas a los justos
encuentran en él su cumplimiento de un modo total, κατ ̓ ἐξοχήν, porque
él es el Justo en el sentido más absoluto de la palabra, el Santo de Dios, en
un sentido totalmente único (cf. Is 53, 11; Jer 23, 5; 9, 9; Hch 3, 14; 22, 14).
El justo es siempre liberado del peligro extremo, mientras que el mal (
)רעהdestruye (con מותתque es más fuerte que )המיתa los impíos. El mismo
mal que el injusto ha amado y acariciado viene a convertirse en su verdugo,
poder de muerte bajo el que cae destruido. En esa línea, aquellos que odian
a los justos deben pagar su pena.
La palabra ( אׁשםvéase Coment. a 1 Sam 14, 13) tiene varios sentidos,
incurrir en culpa, sentirse uno en sí mismo culpable, y padecer el castigo
por ser culpable. En este caso tiene el tercer sentido, ser castigado por ser
culpable.
34, 23. Habiendo acabado ya el orden alfabético, sigue ahora, al n, un
segundo פlo mismo que en Sal 25, 22. El primer פde 25, 16 era ;ּצנהel
primero de 34, 17 era ּצני, de manera que ambos tienen sentidos
relacionados.
Por su parte, los dos últimos פ, que están al n como “excedentes” tienen
una correspondencia entre sí, El primero forma parte de un salmo elohista,
el segundo de un salmo yahvista.
Este salmo 35 y el anterior (Sal 34) forman pareja. Son los únicos en los
que se menciona el ángel de Yahvé, מלאך יהוה. Ambos pertenecen al tiempo
en que David estaba perseguido por Saúl y están especialmente
permeados por una referencia retrospectiva a la Torá. Por otra parte, todo
este salmo es un tipo de expansión lírica de aquello que David expresó
ante Saúl en 1 Sal 24, 15.
La opinión crítica sobre el autor de este salmo está íntimamente
vinculada a la del autor de Sal 40 y 69, con los que el 35 está muy
relacionado. Cf. relación de 35, 21. 27 con Sal 40, 16; y también la del Sal
35, 13 con Sal 59, 11. Por el contrario, la relación de Sal 35 con Sal 71 es
decididamente secundaria. Hitzig piensa que este salmo es de Jeremías,
pero su contenido se entiende mejor en los labios de un rey perseguido
que en los de un profeta perseguido.
Los puntos de contacto de los escritos de Jeremías con nuestro salmo
(cf. Jer 18, 9; 23, 12; Lam 2, 16) pueden entenderse mejor como
reminiscencias de un escritor antiguo que conoce el Sal 69, sin necesidad
de postular un in ujo directo de Sal 69. A lo largo de todo el salmo
prevalece una profunda vejación de espíritu, que se expresa por el su jo מו-
(como en Sal 59; 55; 11; 17; 64…), y una fuerte emoción. Solo en la
segunda parte del salmo, donde el autor describe la indigna ingratitud de
sus enemigos, el lenguaje se vuelve más claro y transparente, y una
especie de tristeza quieta y tranquila cede el paso a la indignación y la ira.
El salmo tiene tres partes, que empiezan con 35, 1; 35, 11 y 35, 19.
Cada una de ellas se abre con un grito de liberación y se cierra con cierta
seguridad de que esa liberación se cumplirá, y con un voto de acción de
gracias, de manera que la división resulta clara. El número relativo de
esticos en los grupos separados es como sigue: 6. 6. 5. 5. 7. 7. 5. 6. 6. 6. 5.
Solo unos pocos salmos de David, pertenecientes el tiempo de la
persecución de Saúl (como Sal 22) se mantienen dentro de los límites de
una pena interior profunda. Y no hallamos casi ningún caso en el que David
se re era con certeza profética al destino de sus enemigos, como algo que
él espera que se realice con certeza (como, por ejemplo, en Sal 7, 13-17).
Pero en la mayor parte de los casos los anuncios objetivos de castigo
quedan integrados y desbordados por sus sentimientos más profundos,
que se traducen al n en forma de oraciones, como en Sal 7, 7; 17, 13 y
passim. Por otra parte, en la mayor parte de los casos el chorro de los
sentimientos del salmista se vuelve dominante al expresarse en forma de
deseo de algo que debe suceder.
Así, los salmos 7; 35; 69 y 109 forman una gradación llena de fuerza,
cada vez más temible. Los antiguos expositores encuentran en Sal 109 no
menos que treinta anatemas. ¿Qué explicación puede tener el hecho de
que este lenguaje de anatematismo venga de los labios y del corazón de un
profeta? ¿Son quizá expresión de un deseo o paroxismo de venganza? Su
forma de responder a Nabal (1 Sam 25) muestra que incluso David era
susceptible de tales sentimientos. Pero 1 Sam 25, 32 muestra que solo un
toque suave de humanidad era su ciente para hacer que David abandonara
el deseo y ejercicio de la venganza a favor de la humanidad.
En ese sentido, resulta mucho más natural concordar con la opinión de
Kutz, según la cual, David tenía un espíritu fuerte de magnanimidad, que se
mostró activo en sus momentos de máxima consagración religiosa, en los
que compuso sus salmos. Resulta inconcebible que el fuego impío de su
pasión personal pudiera mezclarse en los salmos con el fuego santo de su
amor a Dios.
Los Salmos son precisamente el espejo en el que se re eja el aspecto
más puro y creyentes de la piedad del A. T. Por otra parte, el amor a los
enemigos resulta tan central en el A. T. (cf. Ex 23, 4; Lev 19, 18; Prov 20,
22; 24, 17; 25, 21; Job 31, 29…) que las mismas palabras del A. T., se
emplean en el Nuevo para inculcar el amor al enemigo.
Por el Sal 7, donde se re eja la historia de la conducta de David con
respecto a Saúl, podemos ver que David era consciente de haber cumplido
en este campo su deber de justicia y fraternidad. Por eso, todas las
palabras imprecatorias de estos salmos provienen de la fuente pura del
celo desinteresado (no egoísta) por el honor de Dios. El dato de que ese
celo se encuentre vinculado a veces con su propia persona proviene del
hecho de que David, ungido por Dios como heredero del reino, aparece
como antagonista de
Saúl, el rey que se ha alejado (alienado) de Dios, de manera que en la
mente de David la causa de Dios, la continuación de la comunidad de Dios
(iglesia) y el futuro de Israel se encuentran vinculadas con su propio
destino personal.
Por eso, el fuego de su ira se viene a encender por así decirlo en ese
foco, es decir, en la visión que él tiene de su propio lugar en el curso de la
historia de la redención. Este es, por tanto, un fuego sagrado. Pues bien, a
pesar de eso, el espíritu del Nuevo Testamento, tal como Jesús lo ha
declarado en Lc 9, 55 es en este campo un espíritu básicamente diferente,
superando así el espíritu del mismo David.
El acto y profundidad de amor divino que se ha revelado en Jesús no se
había manifestado todavía en el tiempo de David como fuente universal de
amor, que abraza y conquista todo el mundo. En ese sentido había
entonces, en tiempos de David, un tipo de cortina que separaba a los
hombres de la eternidad, impidiendo descubrir el destino nal del cielo y del
in erno; por eso, las imprecaciones que aparecen, por ejemplo, en Sal 69,
20 no se entendían ni interpretaban todavía con toda su carga in nita de
amor y justicia.
Solo más tarde, cuando esa cortina ha sido rasgada por Jesús, la fe del N.
T., no puede ya invocar sobre nadie un tipo de destrucción y venganza
לעולם. Por eso, en este tiempo del N. T., siempre que exista una mera
sombra de posibilidad de respuesta de perdón, el amor intenta liberar a los
hombres (a todo lo que sea humano) de la perdición y pena eterna de la
condena, una perdición cuyo pleno sentido no puede ser explorado y
conocido por el entendimiento humano.
En relación con todo esto, queda todavía una importante consideración.
Según el N. T., las maldiciones que están contenidas en los salmos davídicos
del tiempo de la persecución de Saúl han sido cumplidas en los enemigos de
Jesús (cf. Hch 1, 20; Rom 11, 7-10). Una expresión que hallamos en los
salmos
(ἐμίσησάν με δωρεάν, me odiaron sin causa, Sal 69, 5) ha sido utilizada por
el mismo Jesús, cuando a rma que esa palabra se ha cumplido en él (Jn 15,
25).
En esa línea podría a rmarse que todo este salmo, o al menos una
parte de él, puede tomarse típicamente como palabra de Cristo. Pero en
todo el N. T., no encontramos ninguna imprecación utilizada por Jesús en
contra de sus enemigos o de los enemigos del Reino de Dios. Las
imprecaciones de David no resultan aceptables en los labios del Salvador,
ni aparecen en el conjunto del N. T., como palabras directas de Jesús. Esas
imprecaciones no son palabras de Jesús, sino que pertenecen al lenguaje
de los profetas, pronunciadas por el
Espíritu, cuyo instrumento era David y cuyas obras se expresaban en la
Escritura. Y solo en ese sentido las adopta la Iglesia en su plegaria.
Conforme al modelo de su oración, por la que pidió a Dios en la cruz
que les perdonara, Jesús no pudo desear que ninguno de sus más amargos
enemigos se perdiera eternamente, sino que, al contrario, aunque solo
fuera in artículo mortis (en la misma muerte), él pidió a Dios con el n de
que esos enemigos pudieran convertirse y salvarse.
Por su parte, los anatematismos de Pablo en contra de los falsos
maestros judaizantes, y en contra de Alejandro el herrero (Gal 1, 9; 5, 12; 2
Tim 4, 14), se re eren solo a una conversión o castigo temporal, nunca a la
perdición eterna. Estas imprecaciones nos sitúan en la extrema frontera
donde, en casos extraordinarios, el celo santo del Nuevo Testamento vino
a ponerse en contacto con el fervor santo del Antiguo Testamento.
35, 1‒3. El Dios de la guerra. El salmista comienza con un estilo marcial y
antropomór co, que hasta ahora no hemos encontrado en los salmos.
Sobre la acentuación nal de hb’äyrI, cf. Coment. a Sal 3, 8. Los dos את
(ym'(x]l{)-ta, yb;_yrIy>-ta,) son signos de acusativo. Esta es la traducción
más natural, pues el salmista pide a Dios que someta a sus enemigos, en
contra de aquellos que toman אתcomo equivalente de ( עםcf. Is 49, 25; Sal
27, 8; Job 10, 2); además, por la misma razón, aquí encontramos la
expresión ~x;ªl.÷ (en kal., forma que por otra parte solo suele aparecer en
participio, cf. Sal 56, 2, con el nifal ) נלחםen vez de la forma recíproca הּלחם.
Suele suponerse normalmente que לחםsigni ca propiamente vorare, de
manera que, en consecuencia, la guerra se concibe como una forma de
devorar a los hombres. Pero en árabe esta palabra tiene otro sentido
primario, el de presionar de manera intensa y compacta (en nifal,
apretarse unos a otros), de manera que ( מלחמהque suele traducirse como
guerra) signi ca una densa muchedumbre, un intenso bullicio y tumulto (cf.
en Homero, κλόνος).
El poeta pide a Yahvé que se arme, y se lo pide de dos formas, con el
מגןo escudo normal de mano para defenderse de las armas enemigas y con
( צּסהvéase Sal 5, 13) o testudo (como el caparazón de las tortugas) que
cubre casi todo el cuerpo. Dado que es imposible tomar al mismo tiempo
estas dos armas defensivas, la imagen que aquí propone el poeta es de
tipo genérico; el poeta quiere decirle a Dios que se haga presente de un
modo totalmente e caz, como aquel que no puede ser vencido, como
aquel que es imbatible, que no puede ser atacado ni derrotado.
La beth de ( ּבעזרתיen mi defensa) puede entenderse como beth
essentiae, beth que indica la esencia de una cosa 102, y en este caso la de
Dios que consiste en ayudar en la batalla (en la vida) a los amigos. Así se
mani esta para el salmista la esencia de Dios que, por una parte, combate
en contra de los enemigos (portando para ello las armas apropiadas) y que,
por otra parte, salva a sus devotos.
Este es un Dios que empuña un arma (cf. Ex 18, 4; Prov 3, 26; Is 48, 10),
que puede y debe entenderse en un plano general como espada, en el
sentido de סגר, como σάγαρις, en Heródoto, Jenofonte y Estrabón, aunque
a veces se toma como un hacha. Pero el hacha de guerra no parece haber
sido un arma conocida entre los israelitas. Sea como fuere, aquí estamos
ante un Dios al que se le dice que se levante para la guerra, conforme a un
modelo que aparece en el mismo Pentateuco, donde Dios viene a
presentarse como “hombre de guerra” ( מלחמה אישEx 15, 3; Dt 32, 41).
Esa imagen del Dios guerrero aparece desarrollada aquí con brillantes
colores, bajo un fuerte impulso marcial. De todas formas, como hemos
visto en Sal 31, esta imagen combativa puede entenderse en sentido
espiritual. Ciertamente, el salmo nos sitúa ante la visión de un Dios que es
guerrero, pero guerrero al servicio del consuelo y ayuda de su pueblo. La
nalidad de este grito militar del creyente que pide al Dios de amor que
embrace el escudo, que empuñe la lanza tiene la nalidad de hacernos
descubrir la presencia de Dios a través de una apariencia externa de ira y
de guerra.
35, 4‒8. Imprecaciones violentas. Estos cuatro versos interpretan y aplican
esa “guerra de Dios” a través de las más duras maldiciones contra los
enemigos. Vemos así, en estas dos estrofas, unas terribles palabras de ira
en contra de los adversarios.
Conforme a Fürst la relación entre ּבוׁשy חפרen 35, 4 (cf. éWml.K'yIw>
WvboåyE y yti(['r" ybeªv.xo÷ Wr+P.x.y,w>) es la que hay entre
avergonzarse, empalidecer (erblassen, cf. Is 29, 22; Sal 34, 6), y enrojecer,
arder. Sin embargo, ni בוׁשtiene el sentido de בוץ, quedar pálido, ni ( חפרcf.
árabe chfr, chmr), el de enrojecer. En contra de eso, ּבוׁשsigni ca soltar,
dejar suelto (cf. Sal 6, 11) y חפר, por su parte, destruir, inutilizar (cf. Sal 34,
5).
Estas imágenes nos sitúan en un contexto de guerra santa, de tipo
destructor, una guerra como la de los egipcios y los israelitas en el paso
por el Mar Rojo, donde el ángel de Yahvé, como fuerte viento, destruye a
los enemigos de Israel y los arroja en el Mar Rojo. יּףגּוsigni ca propiamente
“haz que caigan de espaldas” (cf. e. g., Is 42, 17). Sobre la gura de Sal 35, 5,
cf. Sal 83, 14.
Las frases sobre el Ángel de Yahvé (Sal 35, 5. 6) son circunstanciales, y
de nen su forma de actuar. La gura de 35, 5, con ( ּדחהhx,(AD hw"åhy>
%a,ßl.m;W, empujándoles para que caigan, equivalente a ּדחם, Sal 68, 28)
está muy relacionada con la de 35, 6, רדפם, y da la impresión de que el
texto actual ha invertido o cambiado la acción originaria del Ángel de
Yahvé.
Lo mismo que sucedía en Sal 34, la estrofa עy la פhan cambiado sus
lugares originales. El texto primigenio (tanto en Ex 14, 25 como aquí) está
suponiendo que fue el Ángel el que apretó contra las ruedas de los carros
del Faraón, de forma que se volvieron muy pesadas.
El hecho de que aparezca este Ángel es aquí fundamental, pues se
trata de saber si el reino de la promesa puede ser o no destruido en sus
comienzos. Este dato está en armonía con el hecho de que el מלאך ה
aparece y actúa en todos los momentos críticos del curso de la historia de
la redención. La palabra חלקלּרות, loca passim lubrica (lugares tenebrosos y
resbaladizos), es una forma intensiva de expresión para ( חלקותcf. Sal 73,
18). Así como ּדחהremite a Ex 15, רדפם
Á
remite a Jc 5. En el último pasaje, el Ángel de Yahvé aparece también en
medio de los conquistadores de la tierra de Israel, que están como
encarnados en Débora, y que persiguen a los enemigos derrotados.
El verso 35, 7 tiene que ser también reorganizado, como 35, 5, pues los
lugares originales de דחהy רדפסse han cambiado. ׁשחת רׁשֹוםparece un pozo
engañosamente cubierto, con una red debajo para inmovilizar a los
enemigos. Pero, como han puesto de relieve algunos críticos antiguos, ׁשחת
ha de entenderse sin duda en 35, 7 en el sentido de “sin causa”, es decir,
sin provocación por mí (o nuestra) parte; ellos han actuado secretamente,
tendiendo una red para mí (como en Sal 9, 16; 31, 5); ellos han cavado
también un pozo sin causa alguna, para “cazar” mi alma.
En Sal 35, 8 los enemigos son tratados de un modo colectivo. לא ידעes
una cláusula negativa circunstancial (Ewiger, 341b), improviso (de
improviso), como en Prov 5, 6; cf. Is 47, 11, en vez de ֹולּכדּסּו, como en Os 8,
3. La forma más dura está mejor adaptada para destacar el carácter
repentino y cierto del acontecimiento.
Conforme a Hupfeld, el verbo signi ca un tipo de conmoción salvaje,
seca, confusa, como una devastación y destrucción, una transición de signi
cado que, como muestra ( ׁשואהque viene ׁשוא, cf. )ֹוהּו, está indicando una
inmensa y vacía estepa. De esa manera, la frase nos hace pasar de un vacío
y confusión de tonos del alma a un desorden desolado de cosas, sin una
noción intermedia de derrumbamiento de ruinas.
Pero podríamos pensar si no es mejor ver la descripción desde la otra
perspectiva. En esa línea, lo primero sería el inmenso desierto o vacío, en
el sentido de vaciedad externa y rumor seco, como un ruido de algo que
cae, un quebrantamiento inesperado. Ambos sentidos se encuentran
vinculados en nuestro pasaje, pues ( ׁשואהcf.[d"îyEò-al{) éha'Av
WhaeäAbT.) signi ca dos cosas: (a) en primer lugar, devastación,
desolación; (b) en segundo lugar, un fuerte, un tronco, un duro retemblar
(δουπεῖν)103.
35, 9–10. Esta estrofa con la que termina la primera parte del canto,
contiene la apódosis de los yusivos imprecatorios anteriores. El
derrumbamiento del poder opuesto a Dios vendrá seguido por el gozo del
triunfo de los justos. Los huesos del cuerpo de los justos, que antes se
mencionaban solo como portadores de la angustia de su alma (cf. Sal 6, 3;
31, 11; 32, 3; 51, 10), aparecen ahora (como en Sal 51, 10) como
portadores de alegría, de una alegría por la que se ha cambiado la misma
médula de los huesos. Esta alegría que ahora experimenta el alma se
expande y expresa en todos los miembros del cuerpo y se multiplica como
si fuera un coro de voces paradisíacas104.
La exclamación מי כמוךestá tomada de Ex 15, 11, donde, según la
masora o cial, se lee igual que en nuestro texto (lyCiäm; ^Amïk’ñ ymiî
hw”©hy>), y así lo ve también la masora de Ben Naphtali. El daggesh, que
aparece en el pasaje anterior, pero que falta aquí, precisa y condensa al
mismo tiempo el sentido del texto, haciendo que el pasaje sea
enfáticamente pronunciado (sin que haya ningún peligro de que el tema se
deje al lado). Ese daggesh no sirve para vincular mejor el tema con lo
anterior, sino para darle más prominencia.
חזק מּמנּו, más poderoso que él, en el sentido de “ser fuerte”, mientras
los demás son débiles, como en Jer 31, 11, cf. Hab 1, 13. La expresión צ ּדיק
מּמנּוsigni ca ser justo, mientras los otros son impíos. La repetición de ועני
sirve para poner de relieve el hecho de que Dios rescata al עני, que es
también ( אביוןpobre), liberándole de las manos de aquel que le habría
quitado los pocos bienes que poseía.
35, 11–16. La segunda parte comienza con dos estrofas que ponen de
relieve la triste descripción de la maldad del enemigo. Los futuros en 35,
11 y 12 insisten en aquello que sucede en el presente. Los עדי חמסson los
μάρτυρες ἄδικοι (LXX). Ellos le piden una confesión de hechos y cosas que
están enteramente fuera de su conciencia y de su forma de actuar (cf. Sal
69, 5); ellos le habrían destruido como a un perjuro, un usurpador y un
saqueador.
Aquello de lo que David se queja en 35, 12, es aquello que Saúl con esa
en 1 Sam 24, 18. La acusación de ingratitud se encuentra, por tanto, bien
fundada. Las palabras yvi(p.n,l. lAkåv., para a igir mi alma, no dependen
de יׁשּלמּוני, pues en ese caso habríamos esperado ּכׁשולen vez de ׁשכול, con
una cláusula de sustantivo, “mi alma está a igida”: ella está abandonada
por todos los que previamente le mostraban pruebas de afecto; todos ellos
han desaparecido, por lo que se re ere a él.
David se vio obligado no solo a salvar a sus parientes, haciendo que
huyeran, sino que la misma Mikal, su mujer, fue alejada de él, Jonatán
separado, y todos los miembros de la corte de Saúl, que hasta ahora
habían buscado el favor y la amistad del bien dotado y muy respetado
nuero del rey, se alejaron de él. ¡Y qué generoso y sincero había sido
David, agradeciendo los dones que había recibido de todos! Por medio de
ואניen 35, 13 (qf'ª yviWbìl. ~t'‡Alx]B; ŸynIÜa]w), David muestra su buena
conducta en contraste con la ingrata e insensible de aquellos que le
atacaban.
En vez de לבׁשֹוי ׁשק, la expresión es qf’ª yviWbìl.; la tendencia profética
de fondo, por la que el salmista pre ere las frases sustantivadas, se vincula
aquí con el deseo de una brevedad bien precisa, buscando expresiones de
tipo pictórico. David mostraba hacia ellos un amor que no conocía
distinción entre el yo y el tú, de forma que miraba como propias las penas
y tristezas de los demás, y se unía en expiación con y a favor de ellos; su
cabeza se abajaba hasta el pecho, rogando por ellos, como hacía Elías (1
Rey 18, 24), o se inclinaba hasta el suelo, con el mentón hundido hasta las
rodillas, de manera que sus peticiones, que brotaban de lo más hondo de
su naturaleza, se expresaban en rotos acentos en su mismo pecho.
La traducción de Riehm, según la cual, “a pesar de su impiedad y de su
hostilidad, mi oración por cosas que yo no había ejecutado volvía a mí” es
contraria al sentido del texto, pues según ella el texto debería poner אליen
vez de אל־חיקי. Perret-Gentil traduce correctamente, je priai la tête penche
sur la poitrine (yo rezaba con la cabeza inclinada sobre el pecho).
En 35, 14, el salmista viene a decir “como por mi compañero, como por
mi hermano andaba”, es decir, como si el que sufría fuera compañero o
hermano mío. Con la palabra התחּלך, que corresponde a la lentitud solemne
del paso, alterna la palabra ׁשחחque se utiliza para indicar el gran peso de
la pena que sobre él cargaba. ּכאבל־אםno se traduce simplemente “como el
que se lamenta (de אבל, como )הבלpor una madre” (Hitzig), pero aquí no se
trata de uno cualquiera, sino de un hijo único, que padece por la pérdida
de una madre (cf. Gen 24,
67), sufriendo así la herida más honda. Como uno que se lamenta o llora
(rdEïqo
~ae©÷-lb,a]K'), con לבן, Gen 49, 12, de אבל, en estado constructo (cf. )טמא
por una madre (con genitivo objetivo como en Gen 27, 41; Dt 34, 8; Am 8,
10; Jer 6, 26).
קדרsigni ca los colores, la apariencia externa y el atuendo de la
mañana, con vestidos oscuros, con rostro no lavado, lleno de lágrimas, con
barba descuidada. Pero ellos, aquellos por los que yo (David) me a igía y
lamentaba ¿cómo actúan en un momento posterior, cuando él (David) se
encuentra en ( צלעSal 38, 17; Job 18, 12), en situación de adversidad,
pronto a caer (de צלע, árabe dḷ ‛, inclinarse hacia un lado)? Ellos se
regocijan, y se reúnen mutuamente; y esa reunión de amigos ingratos
alegrándose entre sí por el infortunio del orante al que atacan todos a una,
constituye el motivo más bajo de vinculación de esta chusma.
El verbo ( נכהcf. ~ykinEâ yl;ä[' Wpìs.a,n) signi ca herir; nifal נּכא, Job 30,
6, avanzar con un látigo. Por eso los LXX traducen μάστιγες, Símaco
πλῆκται, y el Targum conterentes me verbis suis, hiriéndome con sus
palabras; cf. הּכה ּבלׂשון, Jer 18, 18. Pero נכיםno puede signi car por sí mismo
“hiriéndome con la lengua”. El adjetivo ( נכהunido a )רגליםsigni ca uno que
es herido en los pies, es decir, uno que cojea o se para, y también con רּוח,
aunque sin ningún añadido (cf. Is 16, 7), uno que está herido en espíritu, es
decir, uno que está profundamente turbado o triste.
Según eso, por tanto, נכיםde נכה, como ּגאיםde ּגאה, puede signi car
hombres heridos, es decir, hombres que están como aplastados o
reducidos (Hengstenberg). Pueden ser también como en árabe nawika,
heridos en la mente, anwak, estúpidos, tontos (de la misma raíz que נך,
pinchar, herir, cf. ichtalla, estar atravesado por la enfermedad), es decir,
mentalmente desajustados, que se enfadan por cualquier cosa, sin razón
alguna.
Pero quizá es mejor darle a esa palabra ( )נכיםun sentido más físico,
favorecido por el adjetivo verbal que se escribe de igual forma ()נכים
seguido por ולא ידעֹוי: personas de las que yo no había tomado noticia hasta
entonces, que yo no conocía, porque pertenecían a las heces del pueblo
(cf. Job 19, 18; 30, 1). Esa adición, ולא ידעתי, ha hecho que Olshausen piense
que debemos leer נכריםen vez de ;נכיםpero en ese caso la expresión se
vuelve tautológica.
También en otros lugares, el lenguaje poético de los salmos va más allá
del carácter ordinario de las palabras para describir las cosas con un tono
que sea incluso repugnante, en sentido plástico, para destacar así la forma
de los gestos o acciones. פרעes rasgar, romper en piezas, con palabras
abusivas y escandalosas (como en árabe qr‛), palabra que no aparece en
ningún otro lugar de la Biblia.
Pues bien, en esa línea, en Sal 35, 16, encontramos un lenguaje
sorprendente. La palabra ( מעוגqroßx' gA[+m' ygEå[]l; ypen>x;B) no signi
ca desprecio o bufonería, como imaginan Böttcher y Hitzig 105, sino un
pastel redondo (cf. 1 Rey 17, 12), como el talmúdico עּגה, un círculo. Por su
parte, לעגtiene un sentido de burlas y bromas.
Por tanto, לעגי מעוגsigni ca los que se burlan por un tipo de pastel, es
decir, aquellos que hacen juicios despreciativos a causa de alguien que
está en una situación delicada, es decir, por un hombre perseguido, como
era en este caso el orante David. Así se dice en alemán Tellerlecker,
Bratenriecher; en griego κνισσοκόλακες, ψωμοκόλακες; en latín medieval
buccellarii.
Estos לעגי מלוג, a los que incluso Rashi interpreta sustancialmente de la
misma manera, pueden estar en relación de coordinación lógica (véase
Coment. a Is 19, 11) o de subordinación lógica o gramatical con la palabra
regente que es חנפי. En el primer caso, la traducción sería así: los hombres
profanos o vanos, es decir, los que se burlan de cosas menos importantes,
como son los bufones injustos. En el segundo caso, que nos parece más
natural y apropiado, los “profanos” son los más deshonestos, aquellos que
se burlan de otros, cf. Sal 45, 13, Is 29, 19; Ez 7, 24.
La ּבde ygEå[]l; ypen>x;B no es una beth de compañía o de
solidaridad, para lo que tendría que haberse utilizado la partícula אתo עם
(Os 7, 5), sino una beth essentiae o beth de caracterización. Entre los
ejemplos más abyectos de este tipo de hombres estaban aquellos que
chasqueaban con sus dientes en contra de él, de David.
El gerundio ( חרקpropio del ruido de los dientes que chocan entre sí de
un modo burlesco) se parece a hrq,̣ el chasquido del fuego, o del
movimiento de una serie de hombres mientras van avanzando. Ellos
rechinan en contra del salmista con los dientes, como hacen los hombres
menos educados, más burlones cuando chasquean con los dientes ante un
delicado pastel.
35, 17–18. Así como la primera parte del salmo acababa con deseos y
acción de gracias por su cumplimiento, así también la segunda parte cierra
con una oración y acción de gracias. ( ּכּמהcompuesta por ּכ, que signi ca
cómo, y el interrogativo, con מה, que va en genitivo). En arameo se dice
ּכמא, en árabe kam, en hebreo ּבּמה, con daggesh forte conjunctionis.
Propiamente signi ca el total de algo que, en general, tiene el sentido de
quot, pero que aquí tiene el signi cado de quousque, como en Job 7, 19.
מׁשּאיהםviene de ׁשאה, cuyo plural puede expresarse de dos formas, ׁשאים
y ( ׁשאותaunque esta última no aparece en los textos), como el plural de
אימה, terror, puede ser אימיםy אימות. El su jo, que se re ere a los enemigos
como autores de las destrucciones (Prov 3, 25), muestra que no se debe
traducir “de sus destructores” (Hitzig). Si Dios continúa mirando así las
cosas, entonces, las di cultades que vienen pasando sobre el alma de David
le destruirán totalmente.
Por eso, la oración vuelve a situarnos ante aquello que parece estar
llamado para la destrucción. Sobre יהידה, véase Sal 22, 21. Los leones,
ּכפירים, que, en 34, 11 se entendían literalmente, aquí han de tomarse en
sentido simbólico. אודךes cohortativo. עצּוםcomo palabra en paralelo a רב,
se re ere siempre — según el contexto— a la cantidad de gente (la
muchedumbre de los enemigos) o a la fuerza de su poder.
35, 19–21. Al comienzo de la tercera parte del salmo, en 35, 19, se retoma
el motivo de la piedad de los enemigos. Pero el alma del salmista orante se
ha vuelto más tranquila, por lo que todo el lenguaje resulta más claro y se
mueve hacia adelante con su tranquilidad acostumbrada. ׁשקרy חּסםson
genitivos, con sentido atributivo (véase Coment. a 2 Sam 22, 23). El verbo
!( קרץyI[")-Wcr>q.yI ~N"©xi) signi ca moverse de un modo burlesco (cf.
Job 33, 6, cf. árabe karada, cortar), como con un gesto de pellizcar, y se
emplea aludiendo a los ojos, pero también a los labios, como en Prov 16,
30, y siempre como un gesto insidioso y malicioso.
La palabra ( אלyliä-Wxm.f.yI-la;() rige sobre los dos miembros del
verso, como en Sal 75, 6 y en otros casos. ׁשלוםen 35, 20 es una palabra
que se aplica a todo lo que proviene de una buena intención y a los deseos
de promover o restaurar una relación armoniosa. Los ( רגעי־ארץde רגע, cf.
ענוי־ארץ, Sal 76, 10; Sof 2, 3), con los ( צפּוניךSal 83, 4), son aquellos que
caminan de un modo quieto y sin ostentación en los caminos de Dios.
Los malvados elevan asechanzas contra los justos, palabras
escandalosas y acusaciones. Les desprecian con las bocas abiertas, con un
duro desprecio; de esa forma gritan y se alegran de la desgracia de aquellos
a quienes persiguen, como diciendo: todo eso nos lleva a la conclusión de
que ( האחcompuesto de הּהy )אחes un grito de gozo, y de satisfacción
maligna, por la destrucción de otros (cf. Ez 25, 3).
35, 22–24. El poeta toma de nuevo la palabra maligna “lo han visto
nuestros ojos” y vuelve a precisar su sentido. Con יהוהalterna en 35, 22 y
23 (cf. 35, 17) la palabra אדני, cuya fuerza pronominal ha sido destacada
por la combinación ( אלחי ואדניvéase Sal 26, 2). חעיר, llevando su sentido
dentro de la misma palabra, signi ca remover, elevar, y הקיץ, romper,
defendiendo así el derecho del orante perseguido. El orante quiere que
Dios le de enda, que se ponga de parte de su derecho, con hechos,
elevándose así en su defensa.
35, 25–26. Sobre el uso metonímico de נפׁש, lo mismo que sobre el uso de
τὸ ὀρεκτικόν (ὄρεξις), véase Psychologie, p. 203. El clímax o culminación
del deseo de los malvados es “tragar” a David, superarle en poder y
expulsarle del camino, de tal forma que no quede ni una huella de él.
Sobre ּבּלענּוהּו עantes de נ, como en Sal 132, 6, y sobre la ley de las vocales
que se aplica en este caso, cf. Ewald, 60a. Por su parte, ׂשמחי רעתיes una
forma de expresión breve de רעתי ׂשמחים (ּב) על, y tiene el sentido de poner
en vergüenza o deshonor (Sal 109, 29, cf. Sal 18), una vergüenza que le
cubre totalmente, de manera que su apariencia externa corresponde a la
naturaleza interna.
35, 27–28. Aquí evoca la alegría de aquellos que desean que se haga mani
esta y sea vengada la injusticia con la que han hecho sufrir a otros. Cuando
esto suceda se probará la justicia de Yahvé. יגּדל, que él sea reconocido y
alabado como grande, que él sea magni cado. David desea que todos los
que le han permanecido eles puedan alegrarse de esa forma. Y por su
parte, él está determinado a promover la revelación de la justicia de Dios
en su corazón.
Salmo 37. Falsa prosperidad para los malvados, verdadera para los
piadosos
`hl'(w>[; yfeî[oB. aNE©q;T.÷-la; ~y[i_rEM.B; rx,ït.Ti-la;
ŸdwI“d"l. 1
`!Wl)AByI av,D<÷ª qr,y<ïk.W WlM'_yI hr"ähem. rycix'k,â
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`hf,([]y, aWhåw> wyl'ª['÷ xj;îb.W ^K<+r>D, hw"åhy>-l[;
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`~yIr")h\C'K;( ^j,ªP'v.miW÷ ^q<+d>ci rAaæk' ayciäAhw> 6
`tAM)zIm. hf,î[o vyaiªB.÷ AK+r>D, x,yliäc.m;B. rx;t.Tiâ-la;
Alï lleñAxát.hiw> éhw"hyl; Ÿ~ADÜ 7
`[;rE(h'l.-%a; rx;ªt.Ti÷-la; hm'_xe bzOæ[]w, @a;meâ @r<h,ä
8
y él te exaltará para heredar la tierra; cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.
35
Vi yo al impío sumamente enaltecido y que se extendía
como laurel verde.
36
Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; lo busqué, y no lo
hallé.
37
Considera al íntegro y mira al justo,porque hay un nal
dichoso para el hombre de paz.
38
Mas los transgresores serán todos a una destruidos;la
posteridad de los impíos será extinguida.
39
Pero la salvación de los justos es de Jehováy él es su
fortaleza en el tiempo de angustia.
40
Jehová los ayudará y los librará;los libertará de los
impíos y los salvará, por cuanto en él esperaron.
37, 5–6. Los LXX traducen erróneamente ( ּגולigual a ּגל, Sal 22, 9) por
ἀποκάλυψον en vez de ἐπίῤῥιψον (1 Ped 5, 7): descarga en Yahvé las cargas
de tu vida, deja que él te guíe de un modo total, déjaselo a él solo, sin
buscar nada exclusivamente por ti mismo, pues él, Dios, cumplirá
gloriosamente todo lo que se relaciona contigo, con עׂשה, como en Sal 22,
32; Sal 52, 11; cf. Prov 16, 3. Así lo dice el canto de Paul Gerhardt, Be ehl
du deine Wege (cf. confía en él en todos tus caminos, etc.).
El perfecto de Sal 37, 6 está a continuación de la promesa de יעׂשה. Por
su parte, como en Jer 51, 10, הוציאsigni ca cumplir: él iluminará tu justicia,
criticada por muchos, como ilumina la luz del sol (Job 31, 26; 37, 21), y de
un modo especial el sol de la mañana, Prov 4, 18, que atraviesa la
oscuridad y la llena de luz. Él iluminará tu camino posterior (^j,ªP'v.miW÷
es la forma pausal del singular, con mugrash), como la luz brillante del
mediodía (cf. Is 58, 10, y también Sal 37, 4 con Is 58, 14).
37, 7. El verbo ּדמם, con sus derivados (Sal 62, 2; Sal 62, 6; Lam 3, 28), indica
resignación, i. e., una quietud de mente que descansa en Dios, que
renuncia a toda autoayuda egoísta y que se somete a la voluntad de Dios.
( התחוללde הּול, hallarse en estado de tensión, esperar) se re ere a la
tranquilidad interior, totalmente dirigida en esperanza hacia Dios, como en
B. Berachoth 30b, donde es un sinónimo de התחונן, como si fuera un re
exivo, en la línea de חּלה, centrarse uno en sí mismo en oración. Con Sal 37,
7 vuelve a ponerse de relieve el sentido original del conjunto del salmo; cf.
de nición de malhechor en Prov 24, 8.
37, 12–13. El verbo זמםestá contraído con לque está indicando el objeto
de deseo de los malvados (qyDI_C;l; [v'r"â ~meäzO). El rechinar de
dientes como Sal 35, 16, cf. Job 16, 9, es un gesto de ira y de rabia, no de
pura burla, aunque rabia y burla suelen ir unidas.
El Señor, que considera un insulto a los suyos como un insulto dirigido
a él mismo, se ríe (Sal 2, 4) ante la ira y maldad de los enemigos; porque él,
que ordena y dirige los destinos de los hombres, ve de antemano el futuro
de los impíos, el día de su muerte o de su visitación (Sal 137, 7; Abd 1, 12;
Jer 50, 27. 31).
37, 14–15. Lo que corresponde al tensar y preparar el arco para el disparo
es el desenvainar la espada, ּצתח, Ez 21, 28, cf. Sal 55, 22. La combinación י
ׁשרי־ּדרךessemejante a la de תמימי־דוך, Sal 119, 1. El énfasis en Sal 37, 14 va
sobre el su jo de בלּבם: ellos perecerán a causa de su propia arma o espada.
Por su parte, ~t'ªAtV.q;w tiene (cf. Baer) un sheb dirimens, igual que en Is
5, 28 en los textos correctos.
37, 16–17. Concuerda con Prov 15, 16 y 16, 8, cf. Tob 12, 8. La לde לּקּדיקes
una indicación perifrástica de genitivo (Gesenius, 115). המוןes una multitud
ruidosa, palabra que aquí se aplica a las posesiones terrenas. רּביםno es
equivalente a רבper attractionem (por atracción, cf. Sal 38, 11, הםen vez
de )הּוא, sino que se re ere a un hombre justo, en oposición a muchos
injustos.
Aquí, en Sal 37, 15 aparecen las manos en lugar del arco que ellas
llevan. Aquel cuyos brazos están rotos no puede dañar/herir a los demás ni
valerse por sí mismo. En contra de eso, Yahvé hace por los hombres algo
que no pueden hacer por ellos mismos, ni la riqueza ni el poder humano;
Dios es quien ayuda de verdad a los hombres.
37, 18–19. La vida de los hombres que aman a Yahvé con todo su corazón y
con todas sus fuerzas es objeto de la mirada amorosa de Dios y de su
cuidado providencial, cf. Sal 1, 6; Sal 31, 8 y Sal 16, 1-11. Dios no permite
que los suyos pierdan su herencia, ni que se pierdan a sí mismos. La
αἰώνιος κληρονομία no se extiende ni se aplica aquí al mundo futuro, como
ocurre en el Nuevo Testamento, sino a la vida en el mundo. En Sal 37, 19 la
supervivencia se re ere únicamente a la vida presente.
37, 20. La partícula ּכיsirve para con rmar desde la perspectiva opuesta la a
rmación anterior (cf. Sal 130, 4). ּכיקר ּבריםforma un buen juego de sonidos;
יקרes un adjetivo substantivado, como ּגדל, cf. Ex 15, 16. En vez de בעׁשן, no
hay que leer ּכעׁשן, Os 13, 3, pues la בqueda con rmada por Sal 102, 4; Sal
78, 33.
La idea de fondo es que los impíos se desvanecen en (como) el humo,
que empieza siendo espeso, pero que después se va aligerando hasta que
desaparece (Rosemüller, Hupfeld, Hitzig). Ese sentido es físicamente
admisible, y puede ser con rmado por el uso del lenguaje, tal como lo
muestra la palabra ּבהבל, Sal 78, 33, cf. ּבצלם, Sal 39, 7.
La palabra בעׁשןva unida a la anterior, acentuada de un modo regular (cf.
WlK'( !v"å['b, WlßK'), ּכלּו. El munach en !v"å['b, está sustituyendo a un
mugrash, que no puede utilizarse nunca donde no haya al menos dos
sílabas que preceden al tono silluk (véase Psalter II. 503). El segundo ּכלּו
tiene el acento sobre la penúltima sílaba, por razón del cambio de ritmo
(Ewiger, 194; cf. למה למה, Sal 42, 10; Sal 43, 2; עורי עורי, Jc 5, 12 y Sal 137, 7),
particularmente aquí a causa de la posición de la palabra en pausa (cf. ערּו,
Sal 137, 7).
37, 21–22. La promesa de vida y posesión de la tierra para los justos,
formulada en Dt 15, 6; 28, 12. 44, se expresa aquí (Sal 37, 21) de la manera
más universal, a modo de sentencia de sabiduría. לוהsigni ca estar atado o
bajo obligación con alguien del mismo rango (nexum esse). La con rmación
de Sal 37, 22 no es inapropiada (como Hitzig considera, colocando Sal 37,
22 después Sal 37, 20), y se re ere a la caída más profunda de los impíos.
De esa forma se pone de relieve la falta de caridad de los impíos
respecto a los justos, insistiendo en la maldición y bendición de Dios, que
se revelará al nal de la vida de los impíos y de los justos, tal como se
anuncia aquí de nuevo, de manera universal. Los que rechazan las
bendiciones de Dios quedan expulsados de la tierra, mientras que la
promesa anunciada a los patriarcas se cumple en la experiencia de los que
son bendecidos por Dios en toda su plenitud.
37, 23–24. Por la obra de Dios (con מן, ἀπό, que es casi equivalente a ὑπό
con pasiva, como en Job ٢٤, 1; Ecl 12, 11, y en algunos otros pasajes)
quedan establecidos y jos (ya jados rmemente) los pasos de un hombre, no
solamente orientados o dirigidos hacia (LXX, Jerónimo: κατευθύνεται), lo
que conforme al uso del lenguaje exigiría que se hubiera puesto la palabra
(ה ּוכנּוpasiva de הכין, cf. Prov 16, 9; Jer 10, 23; 2 Cron 27, 6), sino
sustentados por el mismo Dios.
Por ּגברse entiende aquí el hombre varón, en un sentido enfático (Job
38, 3), y también en un sentido ético. En ese fondo, cf. también la
expresión más general del dicho que se expresa así: “El hombre propone y
Dios dispone” (Prov 16, 9; 20, 24; Jer 10, 23). Por su parte, el sentido de Sal
37, 23 muestra que el texto se está re riendo aquí al camino, es decir, al
curso de vida de un hombre al que Dios va dirigiendo y apoyando con
placer y ternura ( יחּצץcon cambio pausal de vocal, #P'(x.y<).
Aquí se supone que ese hombre, por sí mismo, debería haber caído sin
remedio, sea por mala fortuna o por error, pero que Dios le sostiene con
su mano, ofreciéndole un fuerte punto de apoyo un tipo de fulcrum o
palanca (cf. ֹומך ּב, Sal 63, 9, passim), de manera que él pueda sostenerse y
levantarse de nuevo.
37, 25–26. Aquí debe aplicarse una norma teológica antigua, según la cual,
las promissiones corporales intelligendae sunt cum exceptione crucis et
castigationis (las promesas corporales han de entenderse teniendo en
cuenta la excepción de la cruz y del castigo). El salmo no niega un tipo de
opresión o dolor temporal, y no se plantea el tema del con icto y de la
duda que surge en la mente de algunos temerosos de Dios, a partir de
condiciones y circunstancias que son al parecer contrarias a la justicia de
Dios, y esto lo hace teniendo en cuenta el contraste que se da entre lo
transitorio y lo eterno, en un mundo (en un momento) en el que no se
tenía conocimiento del futuro del juicio universal, en el que se ajustarán y
se resolverán los temas del mundo presente, un tema que solo se resuelve
en el Nuevo Testamento, aunque ha quedado ya planteado en el libro del
Eclesiastés.
37, 27–28a. La temática de las promesas llega aquí de nuevo a su lugar
central, como en Sal 37, 3. El imperativo ׁשכן, que tiene aquí un carácter
exhortativo aparece con una וde secuencia, en el sentido de promesa,
diciendo que el que haga tales cosas (buenas) habitará para siempre en la
tierra lo mismo que tú, etc. (ׁשכן, con sentido pregnante lo mismo que en
Sal 102, 29, Is 57, 15). De todas formas, el imperativo retiene incluso aquí
su signi cado, dado que la promesa nal, vinculada a la exhortación, se
realizará en aquellos que cumplen la ley de Dios, de manera que así
compartirán la recompensa por el deber cumplido. Sobre Sal 37, 28,
comparar con lo dicho en Sal 33, 5.
37, 30–31. El verbo הגהune en sí mismo los dos signi cados de meditar y de
expresar el contenido de la meditación (véase Sal 2, 1), lo mismo que אמר
une los dos sentidos de pensar y de decir. En este contexto, Sal 37, 31b rati
ca la estabilidad y rmeza de la naturaleza moral del hombre: el camino del
recto tiene una norma interior ja, pues la Torá no es para él simplemente
un objeto externo de conocimiento, sino un precepto obligatorio.
El mandato de Dios queda así jado en el corazón del justo, que ama
según eso la Torá de su Dios, como motivo de sus acciones, una Torá que
se encuentra internamente unida a la voluntad y vida de Dios. Sobre ֹומעד,
seguido por el sujeto, en plural, cf. Sal 18, 35; Sal 73, 2, en qetub.
37, 32–33. El Señor como aquel que juzga, es decir, como ἀνακρίνων,
aparece en 1 Cor 4, 3, en contraste con el ἀνακρίνειν de los hombres y del
ἡμέρᾳ humano. Si los hombres se sientan en juicio sobre la justicia, y lo
hacen justamente, Dios, el juez supremo, no les condena, sino que se pone
de parte de ellos (cf. por el contrario Sal ١٠٩, 7); pero si los hombres actúan
en contra de la justicia de Dios, el mismo Dios les condena. Así dice
Tertuliano: si condemnamur a mundo, absolvimur a Deo (si somos
condenados por el mundo, seremos absueltos por Dios).
37, 34. Que el ojo de tu fe, dirigido por la esperanza hacia Yahvé, avance
por este camino, sin apartarse de la rectitud a causa de la persecución y
condena del mundo, pues el mismo Dios te librará de toda turbación y
hará que poseas
(לרׁשת, ut possidas et possideas) la tierra, como verdadero señor de ella, de
la que serán expulsados los malvados.
37, 35–36. עריץviene unido a רׁשע, y las dos palabras se alternan, como en
Job 15, 20. En este caso, רׁשעtiene el signi cado de malhechor, alguien que
inspira terror y que es tiránico. Por su parte el participio עריץtiene un
sentido bueno, de algo extenso, enaltecido, difundido.
Los LXX y Jerónimo traducen como si fuera כארז הלבנן, “como los cedros
del Líbano”, en vez de כאזרח רענן. Pero la expresión אזרח רענןse re ere a una
encina, un terebinto o un árbol de ese tipo, que ha estado plantado y ha
crecido desde tiempo inmemorial en este territorio, que es el suyo propio,
alcanzando a lo largo de los siglos una altura gigantesca, con una copuda
cabeza, dominando sobre todo el entorno.
Según eso, וּיעברno signi ca “y entonces desapareció” (como piensan
Hupfeld y otros), porque en este contexto la palabra עברno es adecuada
para un árbol (pues los árboles no cambian de lugar, como los animales).
Lutero traduce correctamente: entonces uno (alguien) pasó por allí y el
impío ya no estaba, de forma que el caminante pasó de largo, cf. Gesenius
137, 3. La LXX, el texto siríaco y otros, para precisar mejor ponen: “Y
entonces yo pasé por allí y ya no estaba”.
todo el día, 7 porque mis lomos están llenos de ardor; nada hay sano en mi
carne.
`yTik.L'(hi rdEïqo ~AY©h;÷-lK' dao+m.-d[; ytixoåv;
ytiywEå[]n, 7
`yrI)f'b.Bi ~toªm.÷ !yaeîw> hl,_q.nI Waål.m' yl;s'k.â-yKi( 8
`yBi(li tm;îh]N,mI) yTig>a;ªv'÷ dao+m.-d[; ytiyKeäd>nIw>
ytiAgæWpn> 9
`hr"T'(s.nI-al{ ^ïM.mi ytiªx'n>a;w>÷ yti_w"a]T;-lk'
^ïD>g>n< yn"doa] 10
`yTi(ai !yaeä ~he©÷-~G, yn,ïy[e-rAaw>) yxi_ko ynIb,åz"[]
rx;r>x;s.â yBiäli 11
`Wdm'([' qxoïr"me yb;ªArq.W÷ Wdmo+[]y, y[iäg>nI
dg<N<åmi y[;ªrEw> Ÿyb;’h]ao) 12
`WG*h.y< ~AYðh;-lK' tAmªr>miW÷ tAW=h; WråB.DI
yti['r"â yveär>dow> yviªp.n, yveìq.b;m. ŸWvÜq.n,y>w, 13
`wyPi(-xT;p.yI al{å ~Leªaik.W÷ [m'_v.a, al{å vrExek.â
ynIåa]w, 14
`tAx)k'AT wypiªB.÷ !yaeîw> [,me_vo-al{ rv<åa] vyaiK.â
yhiªa/w" 15
`yh'(l{a/ yn"ïdoa] hn<©[]t;÷ hT'îa; yTil.x'_Ah hw"åhy> ^ål.-
yKi( 16
`WlyDI(g>hi yl;î[' yliªg>r,÷ jAmïB.
yli_-Wxm.f.yI-!P, yTir>m;a'â-yKi( 17
`dymi(t' yDIäg>n< ybiÞAak.m;W !
Ak+n" [l;c,äl. ynIa]â-yKi( 18
`yti(aJ'x;me( ga;ªd>a,÷ dyGI+a;
ynIïwO[]-yKi( 19
`rq,v'( ya;än>fo WBßr,w> Wmce_[' ~yYIåx; yb;y>aow>â) 20
`bAj)Î-ypid>r"(п-ypiAdr>À tx;T;ä ynIWn©j.f.yI÷ hb'_Aj
tx;T;ä h['r"â ymeäL.v;m.W 21
`yNIM<)mi qx;îr>Ti-la;
yh;ªl{a/÷ hw"+hy>
ynIbEïz>[;T;(-la; 22
`yti(['WvT. yn"©doa]÷
yti_r"z>[,l. hv'Wxï 23
<Salmo de David, para recordar>
1 Jehová, no me reprendas en tu furor ni me castigues en tu
ira.
8
Estoy debilitado y molido en gran manera;
¡gimo a causa de la conmoción de mi corazón!
9
Señor, delante de ti están todos mis deseos y mi suspiro no te es oculto.
10
Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor,y aun la luz de mis
ojos me falta ya.
11
Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga,y mis
cercanos se han alejado.
12
Los que buscan mi vida arman lazos contra mí,y los que procuran mi mal
me amenazan y traman engaños todo el día.
13
Pero yo, como si fuera sordo, no oigo, y soy como un mudo que no abre la
boca.14 Soy, pues, como un hombre que no oye y en cuya boca no hay
reprensiones.
15
Porque en ti, Jehová, he esperado, tú responderás, Jehová, Dios mío.
16
Dije: “No se alegren de mí; cuando mi pie resbale, no se engrandezcan sobre mí”.
17
¡Pero yo estoy a punto de caer y mi dolor está delante de mí continuamente! 18 Por tanto,
confesaré mi maldad y me entristeceré por mi pecado.
19
Mis enemigos están vivos y fuertes,y se han aumentado los que me aborrecen sin causa.
20
Los que pagan mal por bien me son contrarios, por seguir yo lo bueno.
21
No me desampares, Jehová; Dios mío, no te alejes de mí.
22
¡Apresúrate a ayudarme, Señor, salvación mía!
39, 8–12. Resulta normal comenzar un nuevo tema de discurso con ועֹוה, en
el sentido de “y ahora”: en conexión con esta nada de vanidad que es la
vida humana, llena de sufrimiento e intranquilidad, tras un comienzo como
ese: ¿qué puedo esperar, quid sperem: ytiyWIåQi-hm; hT'ä[;w> (en
relación con el perfecto, cf. Coment. a Sal 11, 3)? La respuesta a esta
pregunta que el mismo poeta ha planteado, es que Yahvé es el nal o meta
de su espera y esperanza.
Puede parecer extraño que el poeta haya querido presentar la
brevedad de la vida humana como razón para mantenerse en calma, y
como fundamento de tranquilidad. Pero hay una explicación clara para
ello: aunque no se a rme de un modo expreso que exista una vida futura
de bienaventuranza, la fe del salmista, incluso en medio de la muerte, se
mantiene rme en Yahvé como el Viviente, como el Dios de los vivientes.
Este es el sentido y fundamento heroico de la fe del Antiguo
Testamento: que en medio de los enigmas del presente, y ante la faz de un
futuro que parece perderse en la noche sin respuestas, el creyente se
ponga y se entregue sin reservas en las manos de Dios. Ciertamente,
sabiendo que el pecado es la raíz de todos los males, en 39, 9, como base
para todo lo demás, el poeta pide a Dios que aleje de él todas las
transgresiones por las cuales ha caído en a icción.
El poeta sabe que a consecuencia de su pecado él se convertirá no solo
en objeto y causa de su propio deshonor, sino también del deshonor de
Dios, como objeto de burla de los que no creen. Por eso pide en Sal 39, 9
que Dios no le permita llegar a esa situación, pues la salvación de los
piadosos forma parte del honor de Dios.
De un modo consecuente, como en Sal 35, 10, la partícula ּכל, Sal 39, 9
(y[;îv'P.-lK'mi) ha de leerse con â (no con ŏ), pues nunca se puede colocar
un acento sobre un kametz chatupĥ . Sobre נבל, Sal 39, 9, cf. Coment. a Sal
14, 1.
Este es el tema clave. En relación a lo demás, el salmista se mantiene
en silencio y calma, porque el mismo Dios es el autor de todo, incluida su a
icción (עׂשה, aparece en forma absoluta, como en Sal 22, 32; Sal 37, 5; Sal
52, 11, Lam 1, 21). Sin dejar aún de jarse en la prosperidad de los impíos, el
salmista reconoce la mano de Dios en su a icción, y con esa que ha
merecido la pena sufrir lo que ha sufrido, que no ha sido digno de nada
mejor. Pero, al mismo tiempo, le pide a Dios que tenga misericordia de él,
y que le coloque en el lugar de los justos.
El nombre que el salmista da a su a icción es ( נגעךcf. ^[<+g>nI yl;ä['me
rsEåh'), lo mismo que en Sal 38, 12, como si se tratara de un golpe (un
ataque) de la ira divina ( )ֹוגרת ידךcomo si la mano de Dios cayera sobre él
con toda la fuerza. Pues bien, si quiere a rmarse como אני, con un yo
fuerte, centrado en sí mismo, frente a la mano todopoderosa, castigadora
de Dios, ante la que él quiere elevarse, siendo un hombre débil, el salmista
tiene que saber que su ruina es segura.
En Sal 39, 12 el salmista expone su propia experiencia particular en
forma de máxima general, cuando responde a Dios hablando de sus
castigos (cf. ֹווכחותde ֹווכחת, forma colateral de )ֹווכחה, diciéndole: si tú
castigas a un hombre a causa de su iniquidad (perf. condicional), tú haces
que su belleza (Is 53, 3), i. e., su hermosura corporal (Job 33, 21), se disipe
y desaparezca (וֹומס, fut. apocopado de המסה, fundirse, desaparecer, Sal 6,
7), como si fuera un vestido comido por la polilla (Os 5, 12),
desapareciendo así, sin dejar casi rastro, convertido en hilachos.
Según eso, todos los hombres que se elevan frente a Dios terminan
siendo pura nada: son pecadores y perecen. De esa forma, este
pensamiento, que había sido ya expresado en Sal 39, 6 se repite aquí en
forma de refrán. Y en este momento vuelve a sonar la música, como había
sonado en 39, 6.
39, 13–14. Finalmente, el poeta renueva su oración pidiendo a Dios que
alivie sus sufrimientos, fundándose en la brevedad de su peregrinación
terrena, como ser humano frágil. La petición urgente ׁשמעהrecibe aquí toda
su fuerza, como enŸyti’L'pit.-h['îm.v: escucha mi oración113.
Junto a ese lenguaje de oración, aparecen aquí también las lágrimas,
como plegaria corporal, inteligible para Dios, pues allí donde parece que se
cierran las puertas de la oración de las palabras siguen abiertas las puertas
de la oración de las lágrimas (ׁשערי דמעות לא ננעלו, cf. B. Berachoth 32b).
Como razón para ser escuchado, David apela en este contexto a la
inestabilidad y al carácter nito de esta vida terrena.
Un hombre así, que está de paso en la vida, tiene que ser escuchado
por Dios. Ese hombre es un pasajero por el mundo, es un ּגר, un extranjero
que se mueve y habita como huésped en un país que no es su tierra nativa;
ֹווׁשבes un “advena” o advenedizo, que goza de la protección de las leyes
del país donde habita, pues se ha establecido allí y ha recibido permiso de
residencia para aliviar así sus sufrimientos.
La tierra es de Dios, y esto que se dice de la Tierra Santa en Lev 25, 23
puede decirse de la totalidad de las tierras del mundo. El hombre no tiene
derecho sobre ella, sino que se limita a permanecer allí el tiempo que Dios
se lo permita.
Las palabras ּככל־אבותי, como todos mis padres (cf. yt'(Aba]-lk'K.
bv'ªAT÷ %M"+[i ykiänOa' rgEå yKiÛ), nos permite lanzar una mirada a la
época de los patriarcas (Gen 47, 9, cf. Sal 23, 4). Ciertamente, en el tiempo
de David, Israel era un pueblo que poseía un lugar jo de habitación, en la
tierra de Canaán, pero eso solo lo había conseguido como don de su Dios, y
para cada individuo durante el tiempo de su vida, que se desvanece muy
pronto, como sombra, como frágil aliento. Por eso, David ruega a Dios
diciéndole que aleje de él su ira, que se vuelva cariñoso y protector, antes
de que él tenga que dejar esta tierra y sea demasiado tarde.
( הׁשעyNIM<åmi [v;äh', déjame…) es imperativo apocopado hi l en vez
de (ה ׁשעהcon el signi cado de kal), pero aquí esta vocalizado como
imperativo hi l de ׁשעעen Is 6, 10, sin necesidad de suponer que el texto
está aludiendo a unos ojos implícitos de Dios, que han dejado de mirar… Al
contrario, el texto ha de ser traducido como “déjame”, no me mires…”.
En esta línea, cf. Job 7, 19; 14, 6; sobre אבליגה, cf. Coment. a Job 10, 20;
Job 9, 27; sobre אלך ּבטרם, cf. Coment. a Job 10, 21; sobre ואינּסי, ibidem Job
٧, 8; 7, 21. Según eso, la conclusión de este salmo puede entenderse como
un eco del libro de Job, que se ha ocupado de los mismos enigmas y
misterios de la vida que los que trata Sal 39.
Pero, en la solución de esos problemas Job dará un paso en adelante
respecto a este salmo. David no conoce cómo disociar en su mente el
pecado y el sufrimiento, la ira y el dolor. Por el contrario, el libro de Job ha
vinculado el sufrimiento y el amor, sabiendo que el sufrimiento, incluso
aquel que lleva a la muerte, debe servir a los intereses más altos de
aquellos que aman a Dios. En esa línea, el libro de Job anuncia una solución
más satisfactoria del tema del dolor y de la muerte, planteado en este
salmo.
Al Sal 39 le sigue Sal 40, porque el lenguaje de acción de gracias con el que
este nuevo salmo se abre es como un eco del lenguaje del salmo anterior.
Si fue escrito por David y no más bien por Jeremías (un tema que solo
puede resolverse incluyendo en la misma investigación el Sal 69), este
salmo tuvo que ser compuesto cuando David vivía entre Gibea de Saúl y
Ziklag.
La mención del rollo del libro en el verso 8 está de acuerdo con las
referencias retrospectivas a la Torá que abundan en este salmo, que
pertenece al tiempo de Saúl. A esto se debe añadir el voto de alabar a
Yahvé ּבקהל, Sal 40, 10, cf. Sal 22, 26; Sal 35, 18.
Sobre la expresión “más numerosos que los cabellos de mi cabeza” de
Sal 40, 13, cf. Sal 69, 5. Sobre el deseo יּקרּוני, Sal 40, 12, cf. Sal 25, 21. Sobre
la burla האח האה, Sal 40, 16, cf. Sal 35, 21 y Sal 35, 25, con otros textos,
sobre los cuales he tratado en Comentario a Hebreos, p. 457. La segunda
mitad de este salmo ha recibido una forma independiente en Sal 70,1-5.
Esa segunda parte resulta más adecuada que la primera para tomarse
como un salmo autónomo, pues la primera ofrece una mirada
retrospectiva hacia el pasado, de forma que no contiene ninguna oración
propiamente dicha.
Un signo característico de este salmo son sus largas líneas, que siguen
más el estilo de una oración que de un canto; ellas alternan con otras que
son muy cortas. Si asociamos estas largas líneas con otras más cortas,
mejor o peor caracterizadas, este salmo se puede dividir en siete estrofas
de seis líneas. Hebreos 10, 5-10, siguiendo el lenguaje de los LXX, toma Sal
40, 7 como lenguaje propio de Cristo cuando viene al mundo. No hay duda
de que, según veremos en la segunda parte del salmo, este lenguaje ha de
tomarse de una forma típica.
Las palabras de David, ya ungido, pero antes de haberse sentado en el
trono, han sido modeladas por el Espíritu Santo, que es el Espíritu de la
profecía, de tal manera que ellas vienen a presentarse como palabras del
Segundo David, que es Jesús, pasando del sufrimiento a la gloria, de forma
que la ofrenda de sí mismo viene a tomarse como conclusión y meta de los
sacri cios animales, como núcleo y sentido más profundo de la función y
cumplimiento de la ley.
Por eso, no estamos obligados a entender todo el salmo como una
predicción típica. Este salmo tiene un fuerte fondo profético, que se expresa
en 40, 10-11, pero a partir de 40, 12 empieza a descender ese tono
profético, que ya no aparece en 40, 13.
40, 1–4. Aunque con alguna duda, tomamos a David como autor del salmo.
Pues bien, él se encuentra ahora en una situación en la que, por una parte,
ha sido rescatado del peligro, mientras que por otra sigue estando en
riesgo de vida. En esa circunstancia, la oración aparece como elemento
principal del salmo, mientras que en otros lugares como en 50, 23, ese
elemento principal es la acción de gracias por la salvación ya conseguida.
Su esperanza, aunque ( ֹו וחלתממשּׁכהcf. Prov 13, 12), no le ha engañado; él
ha sido rescatado y ahora puede cantar un cántico nuevo de acción de
gracias, apareciendo así como un ejemplo para otros, a n de fortalecer su
con anza.
Las palabras iniciales, yl;ªae÷ jYEïw, hw"+hy> ytiyWIåqi hWOæq;,
signi can esperé con con anza y perseverancia… Por su parte, יהוהestá en
acusativo, como en Sal 25, 5; Sal 130, 5, y no en vocativo, como en Sal 39,
8. El texto supone que se debe suplir la palabra ( אזנוme escuchó),
uniéndola a וּיט, aunque, por analogía con Sal 17, 6; Sal 31, 3, uno podría
haber esperado el hi l (wayat) en vez del kal.
בור ׁשאוןno signi ca un pozo de agua que corre y resuena, dado que ׁש
אוןen el sentido de estar a solas (cf. por otra parte, Sal 65, 8; Is 17, 12) no
tiene aquí ese signi cado. Por otra parte, la idea de unas aguas tumultuosas
que corren y resuenen no responde a la visión de un pozo o cisterna.
Tampoco signi ca un pozo en el que uno puede caer y perderse, pues ׁשאה
no tiene el sentido de deorsum labi (caer dentro). El sentido es más bien el
de un pozo de devastación, de destrucción, de ruinas, como en Jer 25, 31;
Jer 46, 17 (véase Coment. a Sal 35, 8).
Otra gura importante es la del lodo cenagoso (!wEïY"òh; jyJiçmi, con
יוןque se encuentra solo aquí y en Sal 69, 3), i. e., una masa de agua en
cuyo fondo de barro uno pierde los pies, una combinación lingüística como
la de מטר־ּגׁשם, Zac 10, 1, אדמת־עפר, Dan 12, 2, explicada en la Misná,
Mikvaoth IX. 2, con ( טיט הבורותlodo de cisterna). Sacándole de esos lugares,
Yahvé ha asentado los pies del salmista sobre una roca, y de esa forma le
ha colocado en un lugar seguro, libre del peligro que le rodeaba,
poniéndole sobre un lugar rme.
Esta roca alta y este lugar rme para sus pies están en oposición al
hondo pozo y al suelo cenagoso de la cisterna. Esta liberación hace que el
salmista proclame su acción de gracias a Dios (cf. Sal 33, 3), de manera que
el salmo se convierta en alabanza para nuestro Dios, por la liberación del
rey escogido, como acción del Dios de Israel a favor de su pueblo. Los
futuros de Sal 40, 4 (con una aliteración semejante a la de Sal 52, 8)
indican, por su misma presentación cumulativa, que ellos se aplican al
presente, pero que continuarán actuando en el futuro.
40, 5–6. El salmista considera feliz a quien pone su con anza (מבטחו, con un
daggesh latente, como, según Kimchi sucede también en Sal 71, 5; Job 31,
24; Jer 17, 7) en Yahvé, el Dios que se ha manifestado ya glorioso en Israel,
a través de sus innumerables obras maravillosas. Jer 17, 7 es un eco de
este ( אׁשריAx=j;b.mi hA"hy>â ~f'ä-rv,a] rb,G<©h; yrEv.(a;î,
bienaventurado el hombre que puso en Yahvé su con anza…). Sal 52, 9 (cf.
Sal 91, 9) muestra el carácter davídico de este lenguaje.
La bienaventuranza no se dirige al האיׁש, sino al הּגבר, término más
aplicable a una persona que ha tenido la tentación de poner su con anza
en sí mismo. רהביםde רהבson los impetuosos o violentos, que con su
arrogancia destruyen todo lo que encuentran. ׂשטי כזב, “los que se desvían
tras la mentira”
( ׁשּוטigual a ׂשטה, cf. Sal 101, 3), son los apóstatas, que buscan lo que es
falso, en vez de la verdad.
Aquí no se puede tomar ּכזבcomo acusativo, pues lo impide el status
constructus. Tampoco se puede tomar como genitivo, en el sentido de
acusativo de objeto (como תם הלכי, Prov 2, 7), porque ׂשוטl( )ׂשטהno admite
un sentido transitivo; כזבes, por tanto, un genitivo de cualidad, genit.
qualitatis, como אוןen Sal 59, 6.
La segunda estrofa (40, 6) contiene dos aplicaciones prácticas de
aquello que el mismo salmista ha experimentado. Desde este punto de
vista, aquel que confía en Dios aparece ante el poeta como alguien que es
supremamente feliz, y de esa manera aparece vinculado con una visión
más alta del Dios que gobierna de un modo gratuito sobre su propio
pueblo.
נפלאותson los pensamientos de Dios ya realizados, y מחׁשבותson
aquellos que se están realizando, como en Jer 51, 29; Is 55, 8. רּבותes un
acusativo de predicado, con el sentido de en gran número, en rica
abundancia. אלינּוtiene el sentido de “por nosotros”, como por ejemplo en
Jer 15, 1 (Ewiger, 217c). Estas obras de Dios a favor de Israel eran desde
antiguo acciones y planes de liberación, que Dios estaba realizando,
revelándose a sí mismo.
No hay nadie que sea ערך אליך, es decir, que pueda compararse
contigo. En los LXX se dice: οὐκ ἔστι (Ewiger, 321c) ἰσουν τί σοι. La palabra
ערךcomo en Sal 89, 7; Is 40, 18. Esas obras de Dios son demasiadas
numerosas (עצם, una suma poderosa, como en Sal 69, 5; Sal 139, 17, cf. Jer
5, 6) para que uno pueda contarlas. Conforme a la visión de Rosenmüller,
Stier y Hupfeld, אין ערךאליךa rma también lo mismo con otras palabras: no
es posible numerar todas esas obras ante ti. Por otra parte, el hecho de
que el hombre tenga que colocar, exponer (Símaco, ἐκθέστηαι) ante Dios
sus obras maravillosas es una visión que no aparece en el A. T.
Las formas cohortativas que vienen después, אּגידה ואדּברה, pudieran
tomarse como prótasis de aquello que sigue, en analogía con Job 19, 18;
16, 6; 30, 26; Sal 139, 8… “Si yo quisiera declararlas y exponerlas, ellas
serían demasiado numerosas como para poder ser enumeradas” (Gesenius
128, 1d). Pero los acentos exigen que veamos esta frase como una cláusula
de paréntesis: yo quisiera (como en Sal 51, 18; Sal 55, 13; Sal 6, 10)
declararlas y hablar sobre ellas, pero...
El salmista quisiera hacerlo, pero dado que Dios (por la plenitud de sus
obras maravillosas y por sus pensamientos de salvación) está
absolutamente por encima de toda semejanza, tiene que abandonar esa
tarea de narrar las grandezas de Dios, pues ellas son tan numerosas
(poderosas) que quien quisiera contarlas quedaría siempre muy corto en
su empeño. En ese sentido, esas palabras alioqui pronunciarem et
eloquerer (si fuera de otra forma yo las pronunciaría…) tienen un carácter
de paréntesis. En esa línea, Sal 40, 7 muestra su acuerdo con el estilo de
este Salmo.
40, 7–9. La conexión de pensamientos es clara: grandes y diversas son las
pruebas de tu acción amorosa ¿cómo podré darte gracias por ellas? A esta
pregunta, el salmista responde ante todo de un modo negativo: Dios no se
deleita en sacri cios externos, unos sacri cios que aparecen nombrados
aquí de dos formas:
− Conforme al material que se utiliza para ellos, aquí se dice, por un lado,
זבח, sacri cio de animales; por otra parte, aquí se alude a la מנחה, la
ofrenda de comida, incluyendo el נסך, que es la ofrenda de vino o de
bebida, que es el accesorio obligado de la minja.
− Conforme a su nalidad, esto es, de acuerdo con el propósito por el que
se ofrecen a Dios estos dones agradables, se puede hablar por un lado
de la ( עולהholocausto quemado) y por otro de los ( הּטאתen este caso sin
reduplicación de )חטאה, que son sacri cios por los pecados, para reparar
a Dios y superar su enfado divino por los pecados.
La palabra זבחdesigna de un modo particular las ofrendas de los shelamım,̂
entre las que están las de acción de gracias, las toda-shelamı̂ m̂ . Por otra
parte, este pasaje insiste en la importancia de la עולהcomo sacri cio de
adoración (προσευχή), que recibe también el nombre de sacri cio de acción
de gracias (εὐχαριστία), que va unido al de los shelamim, que es un
elemento central de la acción de gracias.
Cuando este pasaje a rma que a Dios no le agradan ese tipo de sacri
cios “impersonales”, el texto no quiere rechazarlos sin más (como no
quieren hacerlo ni Jer 7, 22 ni Am 5, 21). Eso signi ca que este pasaje no va
en contra de los preceptos de la Torá, es decir, de los sacri cios del
Pentateuco, sino que quiere poner de relieve que la verdadera voluntad de
Dios no se cumple con esos sacri cios, ni se centra en ellos.
Entre las a rmaciones de Sal 40, 7a y Sal 40, 7b se inscribe la cláusula
yLi_ t'yrIåK' ~yIn,z>a'â (has abierto mis oídos). En este contexto es
natural que autores como Rosenmüller, Gesenius, De Wette y Stier hayan
explicado estas palabras (has abierto mis oídos) diciendo que han de
entenderse en la línea de una manifestación divina: tú has grabado esas
palabras en mi mente como una revelación, tú me has manifestado tu
enseñanza… Pero, aunque la palabra ּכרה, excavar, grabar, pueda tener ese
sentido (véase Coment. a Sal 22, 17), hay dos consideraciones que van en
contra de esa interpretación:
− Si esas palabras aludieran a una revelación, habríamos esperado la
palabra אזןen lugar de אזניםconforme a la analogía de frases como ּגלה
חעיר אזן, אזןy ּצתח אזן, pues el sentido interior del oído, en el que se funda
y origina la acción de los órganos externos, se concibe como unidad y se
expresa en forma singular, diciendo “has abierto mi oído”, no mis oídos.
− Conforme a la sintaxis, las palabras, ּכרית, חפצּתy ׁשאלּתaparecen
colocadas en un mismo nivel. Por eso, la respuesta positiva tendría que
haber comenzado con esas mismas palabras: אזנים כרית לי. En esa línea
se sitúa 1 Sam 15, 22: “¿Se deleita acaso Yahvé en la ofrenda de sacri
cios, y en el resto de los sacri cios, o en que le obedezcas a él? Mira, la
obediencia es mayor que los sacri cios y la escucha de la palabra es
mejor que la grasa de carneros”.
Las palabras de este salmo de David son un eco de las que Samuel dirige a
Saúl, por las que pronunció la sentencia de muerte en contra de su
reinado, de forma que quedó abierto el camino del Reino agradable a Dios
a través de la dinastía de David. En esa línea, David dice aquí que Dios no
desea sacri cios externos de animales, sino obediencia interior: “Él me ha
dado oídos (orejas), él me ha concedido el sentido del oído, me ha
enriquecido con la facultad de escuchar, y me ha ofrecido ante todo la
capacidad (el mandato) de obedecer”114.
La idea de fondo no es, por tanto, que Dios le ha dado orejas externas
para escuchar su voluntad (Hupfeld), sino que le ha dado un oído integral,
para escuchar la palabra de Dios y para obedecer aquello que ha
escuchado. Según eso, Dios no desea sacri cios, sino oídos que escuchen,
es decir, Dios quiere la sumisión de la persona entera, para obedecer en
consecuencia de una forma voluntaria.
Interpretar “tú me has constituido para ti mismo como ( ”עולם עבדsiervo
eterno, según Ex 21, 6 y Dt 15, 17), no iría en la línea del contexto; por otra
parte, esta interpretación ha de ser rechazada por el hecho de que la
palabra
“oído” no es אזן, en singular, sino אזנים, en plural. En referencia a la
traducción generalizante de los LXX, σῶμα δὲ κατηρτίσω μου, siguiendo a
la Apolinar traduce: αὐτὰρ ἐμοί Βροτέης τεκτήναο σάρκα γενέθλης, y la
ítala (que sigue siendo la aceptada por el Salterium Romanum) pone
“corpus autem perfecisti mihi” (me diste un cuerpo…), puede tenerse en
cuenta lo que digo en Comentario a Hebreos 10, 5, p. 460ss.
La expresión que sigue, אז אמרֹוי, introduce ahora la expresión de la
obediencia, por la que el Salmista (David) se pone a sí mismo al servicio de
Dios, cuando se vuelve consciente de la especial relación que Dios tiene
respecto a él. Con referencia al hecho de que la obediencia y no el sacri cio
es lo que se le ha revelado, lo que Dios le pide, el salmista dice: “He aquí
que yo vengo a cumplir…”.
A través de estas palabras, “he aquí que yo vengo”, el siervo se coloca
ante la llamada de su señor, dispuesto a escucharle y cumplir lo que diga,
cf. Num 22, 38; 2 Sam 19, 21. Según eso, no es probable que las palabras ּב
( מגּלת ספרּכתּוב עליen el rollo del libro está escrito…) formen un paréntesis,
dado que Sal 40, 9 no es una continuación de “aquí vengo…”, sino una
frase nueva, independiente. Nosotros tomamos la beth de rp,se©÷-
tL;gIm.Bi como en Sal 66, 13, en el sentido de beth de acompañamiento.
El rollo del libro es la Torá, y de un modo especial el Deuteronomio,
escrito sobre pieles curtidas y enrollado, un texto que, conforme a la ley
(Dt 17, 1420), era una especie de vade-mecum del rey de Israel. Por su
parte, עליno se vincula con la palabra siguiente ּבמעי, y no puede signi car
algo así como “ley escrita en mi corazón”, como quieren De Wette y enius,
una visión que, conforme ha mostrado Maurer con toda razón, solo puede
aplicarse a עליdesde un contexto y en unas circunstancias totalmente
ajenas a nuestro pasaje.
Por el contrario, en este caso, tanto aquí como en 2 Rey 22, 13, esa
preposición está indicando el contenido del libro: על ּכתבsigni ca algo que
está escrito sobre alguien, es decir, sobre la persona de la que se trata de
un modo especial (así, por ejemplo, en la decisión judicial recordada en el
escrito al que se re ere Job 13, 26). Dado que Yahvé quiere ante todo
obediencia, David evoca aquí el documento en el que se expresa esa
voluntad de Dios que es la Torá, documento donde se le prescribe a él,
como hombre y especialmente como rey, el recto curso de la conducta que
ha de seguir.
En ese contexto, presentándose a sí mismo ante el Dios de la
revelación, el salmista puede decir en Sal 40, 9, que la obediencia
voluntaria a la ley de Dios constituye su delicia, y de esa forma él reconoce
que esa ley está escrita de un modo especial en su corazón o, para decirlo
de un modo aún más plástico, en sus mismos riñones. La forma principal
de מעיno aparece en el A. T.
Esa forma era ( מעיםde מעה, מעo incluso )מעי, conforme a la
pronunciación judía corriente de ( מעיםque Kimchi explica como si fuera
dual). Esa palabra signi ca propiamente (véase Coment. a Is 48, 19) las
partes suaves o entrañas
(delicadas) del cuerpo, que aparecen de ordinario, como רחמים, que tiene
un sentido semejante, como la sede de la simpatía, de los deseos más
hondo de la vida, pero también del miedo y el dolor.
Este es el único lugar en que esa palabra (y['(me %AtåB., en medio de
mi corazón, en medio de mis entrañas) aparece indicando el “lugar” de una
adquisición o profundización mental, aunque vinculada con la aceptación
amorosa y la protección cariñosa de Dios (en esa línea, cf. la frase siríaca:
סם בגומעיא, som begau meajo, disparar el corazón, en el sentido de amar).
Que la Torá de Dios ha de escribirse en las “tablas” del corazón aparece
indicado también en Dt 6, 6, cf. Prov 3, 3; 7, 3.
La acogida e inscripción de la Torá en las partes más íntimas del
pueblo, que antes había estado separado de Dios, constituye según Jer 31,
33, la nota característica de la nueva alianza. Pero incluso en el A. T., se
habla de las “masas” de Israel como de un pueblo que lleva inscrita mi ley
en su corazón (Is 51, 7).
En esa línea, en el mismo A. T., se dice que un hombre justo es aquel que
lleva la ley de Dios inscrita en su corazón (Sal 37, 31). De esa manera, como
alguien que lleva la Torá de Dios en su interior, no simplemente fuera,
David se presenta a sí mismo como un hombre bien dispuesto para
sentarse sobre el trono de Israel.
149 ¡Bendito sea Jehová, Dios de Israel, por los siglos de los siglos! ¡Amén y amén!
41, 14. Sobre la doxología nal del primer libro, cf. Introducción. Sobre ּברּוך,
vid. Sal 18, 47. La expresión “de eón a eón” (~l'ªA[h' d[;îw> ~l'A[h'meâ() se
dirige, según Berachoth IX, 5, en contra de aquellos que niegan la verdad
del mundo futuro. El doble amén (!mE)a'w> Ÿ!mEïa'«) constituye el
culmen climático del salmo.
1. Cf. Zeuss, Grammatica Celtica (1853) II, 1065. El comentario de los
salmos de Columba, con explicaciones en irlandés, proviene del Monasterio de
Bobbio, y se encuentra entre los tesoros de la Biblioteca Ambrosiana de Milán.
2. De todas formas, no tenemos que comparar ~y[iîv’ñr> con רגׁש,רעׁש,
porque las dos raíces árabes rs’ y rsg muestran que el sentido primario de רׁשע
es estar ojo, ser poco rme, en oposición al árabe tsdq, צדק, ser duro, rme, recto.
Así el árabe rumhun tsadqun signi ca que algo, como una espada, es recto,
duro, rme. De esa manera podemos transferir la idea de laxo, ojo, al plano de la
ética, pues la diferencia en ambos casos es de matices. Las dos nociones
primarias son por tanto opuestas, en el plano del mismo “entendimiento” o
mente del hombre. En árabe hakuma, es sabio, rme, sólido. En cambio, sachufa
es a ojado, simple, ojo, sin rmeza, como una mala pieza de vestido. Cf.
traducción de Fleischer, de la obra de Samachschari, Golden Necklace p. 26 y
27, nota 76. Así, un רׁשעes un hombre poco rme, y en sentido moral‒religioso
un hombre que no mantiene su relación con Dios, un hombre sin Dios, sin
religión. Cf. mi Bibl. Psychol. p. 189.
3. Junto al sheb hay un metheg (gaja), como en todos los casos en los
que la primera sílaba tiene rebia magnum o dech, sin una conjunción
antecedente. Se dice que, en estos casos, la entonación del acento va marcada
por anticipación con la waw con un e fugitivo.̆
4. Incluso el Jalkut zu den Psalmen, 620, vacila en la interpretación entre
אמׁשחתיה, yo le he ungido, (cf. Daniel 10, 3), ( אתיכתיהyo le he arrojado, según Ex
32, 4 y otros textos) y ( גדלתיוyo le he hecho grande, cf. Miq 5, 4). Aquila, al
traducir καὶ ἐδιασάμην (de διάζεσθαι con el sentido ὑφαίνειν) añade una nueva
posibilidad de traducción. Hay también una nueva que es נסך, puri car,
consagrar (Hitzig), que en realidad no tiene sentido en este contexto, pues el
árabe nasaka recibe ese signi cado de limpiar arrojando agua sobre lo
manchado (e. g., como en el hecho de limpiar o desalar los elementos salados
de un campo). También en Prov 8, 23 נּףכֹויsigni ca “yo he arrojado”, en el
sentido de “yo he colocado”.
5. Podemos observar aquí, en general, que esta gaja (metheg) que
insiste en la entonación de sheb ha sido colocado incluso junto a palabras que
tienen los signos menos distintivos de zinnor y rebia parvum, pero solo en los
masoretas de la escuela de Ben-Naphtali y no en los de Ben-Asher (ambos en
torno al 950 d. C.). Esto es algo que apenas ha sido observado, incluso en la
edición de Salterio de Baer, como puede observarse en Sal 5, 11 y 6, 2.
6. Aun estando aquí en pausa, hT’a;_ queda sin una a alargada, a
(Psalter II, 468). Pero esta palabra sē ha vuelto milel, mientras que con pausa
ella sería milra, según la escuela de Ben-Asher (como en Sal 89, 10, Sal 89, 12;
Sal 90, 2), siendo acentuada en la penúltima sílaba. El athnach de los libros
llamados ( תאםSalmos, Job y Proverbios), que corresponde al zakeph de los 31
restantes libros de la Biblia Hebrea, tiene solo un sentido semipausal o, más
bien, ningún sentido pausal cuando sigue a un olewejored, cf. Sal 9, 7; Sal 14, 4;
Sal 25, 7; Sal 27, 4; Sal 31, 14; Sal 35, 15, etc. (Baer, orath Emeth p. 37).
7. En esta línea hay que poner de relieve el hecho de que ברsin artículo
combina o asume también una visión de la majestad terrible de Dios. Esto es lo
que los gramáticos árabes presentan como ‘l-tnkır̂ lt’dım̂ o ltktır̂ o lthwıl̂ ,
evocando algo que aparece como un reto para la imaginación. Un comentarista
árabe diría, tanto aquí como en 2, 7: ¡Besa al Hijo y a tal Hijo! (cf. Ibn Hisham,
De Sacy, ̂ Anthol. Grammat. p. 85, donde se traduce, hic est vir, qualis vir, este
es el varón, y qué varón!). Ejemplos a favor de esta visión son ( ּבירIs 28, 2, por
una mano, es decir, por la mano todopoderosa de Dios, que es la mano de las
manos) ( מּצני־חרבIs 31, 8, delante de la espada, es decir, de la espada divina,
ante la que no existe ninguna posibilidad de oposición).
8. Sobre los nombres de ciudades que evocan el sentido antiguo de חסה,
Wetzstein se ja en Job 24, 8, en su Comentario, ac loc. Los árabes utilizan
todavía la palabra hsy en referencia al sentido primario de agua, absorbida y
escondida bajo tierra, que corre bajo la arena y solo sale a super cie si se cava el
terreno. El fondo rocoso sobre el que se colecta el agua bajo la super cie de la
arena se llama en árabe hasa o ̂ hisa,̂ lugar escondido o lugar de protección, y
la fuente que allí se excava se llama en árabe ‛yn ‘l-hy.
9. Para una explicación de διάψαλμα en los Padres y en los lexicógrafos
antiguos, Véase Suicer, es. Eccl. y Augusti, Christl. Archäologie, . II).
10. En este salmo la palabra סלהaparece tres veces. Hay 16 salmos (cf. Sal
7, 20, 21, 44, 47, 48, 50, 54, 60, 61, 75, 81, 82, 83, 85, 143) en los que solo se
cita una vez. Hay quince salmos (Sal 4, 9, 24, 39, 49, 52, 55, 57, 59, 62, 67, 76,
84, 87, 88) en los que se cita dos veces. En siete salmos, entre ellos el nuestro
(cf. Sal 3, 32, 46, 56, 68, 77, 140 y también en Habacuc) aparece tres veces. Solo
en Sal 89 aparece cuatro veces. Esa transición con סלהno aparece nunca al
comienzo del salmo, pues la música antigua no estaba todavía tan desarrollada
como para que el סלהcorrespondiera de un modo tan preciso al ritornello. Más
aún, ella no se encuentra normalmente al nal de una estrofa, como para marcar
el paso o cambio de un interludio regular, sino que se coloca allí donde los
instrumentos han de juntarse simultáneamente para marca la melodía, algo
que con frecuencia acontece en el centro de una estrofa. En este salmo 3, esa
interrupción o סלהaparece al nal de la estrofa 1, 2 y 4. La razón para que se
omita al nal de la estrofa 3 resulta evidente.
11. Böttcher, Collectanea pp. 166s, asume también esta visión,
suponiendo que cada una de las palabras נפׁשי ּצי קוליson sujetos vicarios por
aposición, y que, por lo tanto, se encuentran en nominativo.
Pero, (1) el hecho de que no aparezca un אתal lado de esas palabras indica que ellas no pueden
tomarse como una precisión colateral, de tipo adverbial. (2) En todos los restantes casos palabras
como estas aparecen como sujetos directos. (3) Esas palabras alternan con los sujetos verbales en los
miembros paralelos del verso (Sal 130, 5; Prov 8, 4). Esta es una cuestión de sintaxis que ha sido
discutida desde antiguo, y así lo ha hecho especialmente Kimchi en su libro sobre las raíces verbales;
véase allí su referencia a אוה.
12. Véase Redslob, Die Integrität der Stelle Hosea 7.4-10 in Frage gestellt
p. 7.
13. Referido así a David, Sal 3, 6 se ha convertido en llamada de la
mañana de Pascua, con el Cristo que despierta de la muerte. Cf. Val. Herberger,
Paradies-Blümlein aus dem Lustgarten der 150 Psalmen, 1857, p. 25.
14. Esta es la razón tradicional de la acentuación de palabras como shub,
kum, shitĥ antes de יהוה, así se intenta impedir que la primera, la segunda o las
dos guturales queden sin ser pronunciadas por el hecho de hablar muy
rápidamente ()יבולעו ׁשלא. Esto sucede no solamente cuando está en juego la
pronunciación del nombre de Dios ()אדני, sino con otras palabras que empiezan
con la letra אu otras semejantes, que, de lo contrario, podrían unirse de tal
forma que no se pronuncien perfectamente todas las letras, como en Jc 4, 18
con ;אen Sal 57, 9 con א, etc.
15. En contra de lo que piensa, por ejemplo, Eusebio, εἰς τὸ τέλος ὡς ἂν
μακροῖς ὕστερον χρόνοις ἐπὶ συντελείᾳ τοῦ αἰῶνος μελλόντων πληροῦαθαι (para
el nal, es decir, para los grandes tiempos nales que deben cumplirse en la
culminación del eón). También en contra de Teodoreto que dice, σημαίνει τὸ εἰς
τὸ τέλος ὅτι μακροῖς ὕστερον χρόνοις πληρωθήσεται τὰ προφητευόμενα (se re
ere por tanto a la culminación, cuando se cumpla lo que ha sido profetizado
para los grandes tiempos nales). En una línea escatológica se sitúa también
Pesachim 117a, ניצוח ונגון לעתיד לבא, donde dice que los salmos con למנצחy con
בנגינותse re eren a los últimos días. Por su parte, Gregorio de Nisa, combina las
diferentes traducciones, diciendo, εἰς τέλος ὅπερ ἐστὶν ἡ νἰκη (al nal, es decir, a
la victoria). La visión de Ewald, según la cual τέλος signi ca en esta fórmula
consagración, celebración, adoración, resulta improbable. Con ese signi cado,
esa palabra no aparece en los LXX.
16. El orante funda su plegaria en dos cosas: en su vinculación con Dios,
que es justo y en la graciajusti cadora de la que él ha tenido ya experiencia, al
encontrarse en un lugar abierto, extenso, sin apreturas (sin miedo de ser
sorprendido por los enemigos). Esta experiencia de respiración expansiva
(como la de una corriente de aire) y de espacio abierto aparece clara en la raíz
árabe que está en el fondo de רחב, raíz ( רחcf. revista, Deutsch. Morgenl.
Zeitschr. XII, 657). Lo que aquí se está indicando es la expansión del corazón
oprimido (cf. Sal 25, 17, como en Is 60, 5, donde se alude a la ampliación de un
espacio, que se había estrechado; cf. también Sal 18,20; Sal 118,5). Sobre el
daggesh en yLi_, cf. Coment. a Sal 84, 4.
17. Conforme a la regla, tanto aquí como que en ( ׁשורריcf. yr"_r>Av !
[;m;îl) de Sal 5,9, y en otros casos semejantes un sheb móvil se convierte en
chateph pathach con gaja precedente. Cf. las observaciones que ofrecen una
representación el del A. T., conforme a la masora, en Luther Zeitschr. 1863, p.
411. BenNaphtali, el babilonio (en torno al 940), pre ere en tales casos una
simple sheb, y así lo hacen también otros como Ben-Asher de la Escuela de
Tiberíades, a quien sigue la masora, y a quien por consiguiente debe seguir
nuestro texto masorético, cf. Psalter II. 460-467.
18. Cf. en particular Stähelin, Zur Kritik der Psalmen in the Deutsch.
Morgenl. Zeitschr. VI (1852) p. 108 y Zur Einleitung in die Psalmen, 1859.
19. Véase C. H. Graf, Commentatio de templo Silonensi ad illustrandum
locum, Jud (1855) 30‒31, donde se quiere probar que el santuario de Silo era un
templo dedicado a Yahvé que duró hasta la disolución del reino de Israel.
20. El turco Kamus dice: En árabe byt es una casa (en turco ew) con el
signi cado de “chanê ” (en persa lo mismo), tanto si está hecha de piel, como
una tienda, como si está edi cada con piedras y vigas. Y más tarde añade, “Beit
signi ca originalmente un lugar designado para que las personas puedan
retirarse a la noche, cf. árabe batâ , “ha pasado allí la noche”. Ese término
puede provenir de בוא, árabe bayya, véase Job 29, 15-17. Pero más tarde ese
signi cado se extendió, de manera que se perdió la referencia especial a lugar
para pasar la noche. De todas formas, en la actualidad, los beduinos no llaman
a su tienda ahl, sino siempre bet̂ y más en concreto bet sha’r̂ ()בית ׂשער, que es la
expresión moderna, en lugar de la antigua bet wabar̂ (casa de pelo, trenzada
con tejido de pelo de animales).
21. Por eso, la división del verso resulta incorrecta, la elevación de la
primera parte concluye con %b, y el descenso comienza con WnNEr,y>â
~l’äA[l.: canten siempre con júbilo. A partir de aquí comienza la nueva
elevación, extendiéndose otra vez hasta ^ªb.÷, para concluir con el descenso
^m<)v. ybeîh]ao, los que aman tu nombre.
22. Resulta signi cativo el hecho de que en 1 Cron 15, 21 se añada en este
contexto, dentro delencabezado, una referencia que dice ( על־עלמותpara o con
doncellas/muchachas) junto a las palabras que aparecen en el salmo,
על־הׁשּמינית. Si עלמותsigni cara muchachas (de ‘alma), es decir, voces de
muchachas, en el sentido de sopranos, entonces, según parece, הׁשּמיניתtendría
que referirse a una entonación más baja, es decir, a una octava baja. En esta
línea parece situarnos el hecho de que el Sal 46, 1-11, donde se dice también
( על־עלמותrelacionado con las muchachas) sea un canto gozoso, mientras que
Sal 6, 1-10 es un salmo de lamentación y Sal 12, 1-8, un canto melancólico y
triste.
23. En el caso de que Dante sea el autor de I sette Salmi Penitenziali
trasportati alla volgar poesía (Los siete salmos penitenciales traducidos en
poesía vulgar), cf. Dante Alighieri, Lyrische Gedichte, poemas líricos traducidos y
anotados por Kannegiesser y Witte (1842) I 203s y II 208s).
24. Señor, no me reprendas con furor, no quieras corregirme con ira, sino
con dulzura y amorperfecto.
25. Las dos palabras ynIa"ï ll;ñm.a tienen doble acento mercha-mahpach
al mismo tiempo, y, conforme al modo exacto de escribir (véase Baer, Psalter II
492) el mahpach (signo que se asemeja al jethib) debería situarse entre las dos
palabras, dado que está ocupando al mismo tiempo el lugar del makkeph. El
tono principal de esas dos palabras se encuentra también en aani (ynIa"ï) de un
modo consecuente, la palabra אמללestá contraída (cf. מרמס, אדמּדם פכּצךy otras
semejantes). Esa contracción prueba que אמללno puede tomarse como
participio pul (igual a )מאמלל, porque las características de una y otra palabra
(ynIa"ï ll;ñm.au) no se pueden intercambiar.
26. Esta forma corresponde al árabe ‛alun̂ , que, siendo originalmente un
verbo abstracto, ha pasado del campo de lo abstracto a lo concreto, como en
kitab̂ que es igual a maktub e ̂ ilaĥ que es igual a אלוּהy ma‛luĥ que es igual a
ma‛bud̂ el Temido, el Reverenciado con temblor.
27. Una semejanza con esto (es decir, con el paso del A. T., al
cristianismo) puede verse también enel paso de la religión de las tribus
nómadas árabes, eles a la religión de Abraham (Din Ibrahim̂ ), que no conocen
la vida tras la muerte, a la religión del Islam, que ha tomado del judaísmo tardío
y del cristianismo la esperanza de la resurrección y de la bienaventuranza
celeste.
28. Reuchlin en su análisis gramatical de los siete salmos penitenciales,
que publicó el año 1512 ensu Liber III de Rudimentis Hebraicis (1506), explica
esto así, עׁשׁשהVerminavit. Sic a vermibus dictum qui turbant res claras puras et
nítidas (agusanarse, se aplica a los gusanos que pudren las aguas puras y
nítidas); y en Rudim. p. 412, Turbatus est a furore oculus meus, corrosus et
obfuscatus, quasi vitro laternae obductus; mi ojo está turbado por el furor, está
corroído y ofuscado, como el cristal de la linterna que ha sido opacado.
29. En árabe ( צירque se dice dir) es una palabra que se aplica a las
madrastras que oprimen a sus hijastros, y a las concubinas, que oprimen a sus
rivales.
30. Cf. Sal 7, 59, 56, 34, 52, 57, 142, 54 (que pertenecen al tiempo de la
persecución bajo Saúl),Sal 3, 83 (a la persecución bajo Absalón), Sal 51 (al
adulterio de David), Sal 60 (a la guerra siro-amonita). 31. El verbo ּגמל,
relacionado con ּגמר, signi ca originalmente terminar, completar (raíz גם, גם כם,
cf. ּכימהllenar o hacer que algo esté completo, reunir algo en un montón). Uno
dice ּטוב ּגמלy ּגמל רע, y también, sin referirse a un objeto material, ּגמלניo ּגמל עלי
indicando así que algo me bene cia o que es malo para mí. Pero nosotros
juntamos ּגמלֹויcon רעconforme al Targum, en contra de la acentuación, y no
con ( ׁשלמיOlshausen, Bötticher, Hitzig), a pesar de que ׁשלםal lado de מׁשּלם,
como ּדברal lado de מדּבר, puede signi car en relación con (correspondiendo a).
Según eso, el poeta debería haber escrito אם ׁשּלמֹוי ּגמלי רע, es decir, si yo le
hubiera respondido con el mismo mal que él me ha hecho… En Sal 7, 5
traducimos esa palabra conforme al signi cado que הּלץtiene en otros lugares,
como “yo rescaté...” (Louis de Dieu, Ewald 345 y Hupfeld). En esa línea, esa
palabra הּלץ, que tiene un signi cado primario de expedire, exuere, puede signi
car soltar, no destruir, como en arameo.
32. La visión de Pinsker, según la cual la puntuación ( ירדףcf. 7, 6: yvi‡p.n:
ŸbyE“Aa @Doðr;yI)) quiere dejar al lector en libertad para escoger entre las
varias lecturas posibles no puede ser aceptada. No hay en la Masora ningún
ejemplo que nos permite suponer que las variantes en la puntuación se dejan
abiertas para que el lector acepte una o la otra, como él vea.
33. En la primera inscripción sidonia que conocemos aparece אּדירcomo
un sobrenombre de los cielos: שמם אדרם.
34. ( עוללpoel de עללludere, jugar). Conforme a esta derivación, ( עוללcf.
en beduino עאלול, ‛alû l̂ un toro joven) está relacionado con ;ֹועלּולa diferencia
de eso, עּולes un sinónimo de יונקy signi ca alguien que tiene que ser
sustentado. El signi cado radical de עּולque corresponde al árabe ‛al̂ , en futuro,
es
“tener mucho peso, ser pesado, depender de otro que le cuida para poder vivir”. En esa línea, el árabe
‛ajjil es el niño “mantenido” en la casa; por su parte, ajjila (en la zona de Damasco ‛elâ ) es aquel que
depende de otro para sustentarse, y también la familia que depende del paterfamilias para
mantenerse. Ni el árabe ‛al̂ , futuro ni gal̂ , futuro se aplica en general para una mujer pregnante ni
para un niño que aún mama. Por otra parte, el demonio Ghul no recibe su nombre de mamar o de
chupar sino de destruir
(árabe gal̂ , futuro).
35. El término (( צנה (צנאNum 32, 24) como el árabe dna (dn’) dâ n̂ ,
futuro, ser prolí co, proliferum esse, corresponde en poesía a צאן, que es el
nombre usual para referirse a la ganadería menor. El término ( אלפיםen arameo,
como el nombre de la primera letra del alefato, alef) equivale en hebreo
poético a ּבקר.
36. El Psalterium Brunonis (editado por Cochleus, 1533) pasa por alto los
salmos 9‒10, y por eso solo reconoce siete salmos alfabéticos.
37. También Prov 9, 16 ha de leerse probablemente como צדק ּכל־ׁשּכטי,
como hace Norzi, siguiendo la lectura del Targum, la versión siríaca y los códices
antiguos. Sea como fuere, esa es una variante de lectura antigua, conforme al
sentido de la frase, al lado de כל־ׁשפטי ארץ.
38. La expresión Wnm’ªj’÷ Wzð (forma pausal, en conexión, con
mugrash, en el estico paralelo del verso) se vincula con el atributivo ( עׂשּוcf.
יפעל, Sal 7, 16). La unión del epiceno זּוy de רׁשתcon un makkeph (cf. Wzð-
tv,r<(B.) procede de la suposición de que זּוes demostrativo, como en Sal 12, 8,
“la red aquí” (que ellos habían escondido). Ciertamente, la puntuación
reconoce la existencia de un זּוrelativo (Sal 17, 9; Sal 68, 29), pero en general
esa partícula se toma como demostrativo, pues se vincula estrechamente con el
nombre precedente, sea con un makkeph (Sal 32, 8; Sal 62, 12; Sal 142, 4; Sal
143, 8) o por medio de un acento conjuntivo (Sal 10, 2; Sal 31, 5; Sal 132, 12). El
verbo ( לכדárabe “depender de”, unirse a, agarrar con fuerza) tiene en hebreo
el signi cado de aferrar, enganchar.
39. Después de( יּדעּוaprendan los pueblos que solo son hombres, vAnàa/,
seres humanos débiles) viene un discurso que es solo en parte indirecto sin ּכיni
אׁשר, repitiendo el tema de fondo (para que los hombres reconozcan que son
mortales, hl’S,( hM’heä vAnàa/ ~yI+Ag W[ïd>yE). hl’S,( tiene daggesh forte
conjuntivo, conforme a la regla ( אתי מרחיקcf. sobre ello Coment. a Sal 52, 5).
40. Conforme a la pronunciación primitiva (sin el acento anterior) habría
que leer lamáh Adonai, de manera que, de un modo consecuente, la הy la א
coincidirían y se podría perder la pronunciación de una de las dos letras.
Conforme a la Masora לּמהsin daggesh es siempre milra con la única excepción
de Job 7, 20, y לּמהcon daggesh es milel; pero cuando la palabra siguiente,
íntimamente conectada con la anterior comienza con una de las letras אהעse
vuelve milra, con cinco excepciones, que son, Sal 49, 6; 1 Sam 28, 15; 2 Sam 14,
31 (tres excepciones en las que la gutural de la segunda palabra tiene la vocal i),
2 Sam 2,
22 y Jer 15, 18. Conforme al sistema de puntuación galilea, למהse escribe siempre con daggesh. y con
el acento sobre la penúltima sílaba, cf. Pinsker, Einleitung in das Babylonish-hebrische
Punktationssystem, p. 182-184.
41. Entre נאץy יהוהse ha introducido un pasek (hw")hy> Ÿ#aeînI) porque
la blasfemia contra Dios es un pensamiento terrible y no se puede decir una
frase así sin pararse, cf. pasek en Sal 74, 18; Sal 89, 52; Is 37, 24 (2 Rey 19, 23).
42. La palabra ( חלכהcf. hk’îl.xel.(), dativo de objeto, está vocalizada como
si viniera de חיל: Tu enemigo (es decir, tu iglesia, oh Yahvé). Según eso, la forma
pausal debería ser hk’îl.xe, con segol, como en Sal 10, 14, no con Keré como en
las ediciones incorrectas. La razón de esa puntuación puede hallarse en el
hecho de que el plural ( חלכאיםcf. Sal 10, 10) está tomado como si fuera una
palabra doble, como enemigo ( חלigual a חילcomo en Abd 1, 20) de ojos
preocupados…
De todas formas, se podría apelar a la existencia de un verbo הלך, que, ciertamente, no aparece
en el Antiguo Testamento, pero sí en árabe, de la raíz hk, rmus fuit, rmum feciṭ (fue rme, se hizo rme)
de donde viene el árabe hkl,̣ ser rme, estar cerrado, una palabra que está vinculada por su raíz con
חכל, de donde viene חכלילי, que se aplica también a la oscuridad y negrura del infortunio. De esa
palabra en abstracto se ha formado ( חלךcomo )חפׁש, negrura, infortunio, o, también, conforme a un
desarrollo defectivo de los sentidos humanos, imbecilidad. De aquí se ha formado el adjetivo חלּכהque
es igual a ( חלּכיcf. עלּצה, חפׁשי, Ez 31, 15) que se re ere a uno que está en condición de debilidad mental
y física, como ּדּודאים, que viene ( ּדּודיcf. Ewiger, 189g).
43. Cf. B. Berachoth 31a, El hombre que ora debe tener su corazón bien
rme en Dios, יכ ּון לּבולׁשּמים. En esa línea, cf. 1 Sam 7, 3; 2 Cro 20,33. La expresión
לב נכון, Sal 51, 12; 78, 37 es equivalente a la de un ojo puro, en el N. T. El A. T.,
habla también de la atención total que se requiere en la oración, una atención
que se expresa a través de un oído siempre dispuesto a escuchar la Palabra,
hasta los más secretos suspiros del corazón. En esa línea, con Prov 2, 2, se alude
aquí a la necesidad de superar la dureza de los oídos, una dureza que se
expresa con קׁשב, árabe qasuba, raíz קש, estar duro, rígido, rme, que se dice
también קׁשה, árabe qsa,̂ qsh, qsn, cf. Coment. a Is 21, 7.
44. El keré, aceptado por las traducciones antiguas, cambia la palabra
WdWn por ydIWn©÷ (cf. Is 51, 23). Pero incluso en este caso no deberíamos
tomar צפור, que sin duda es epiceno, como vocativo en el sentido de huye a
vuestra montaña, oh pájaro (Hitzig), pues esa forma de dirigirse a David no
responde a la idea de aquellos que le están aconsejando aquí. Por eso,
debemos tomar la frase como una ecuación, más que como una comparación:
“Huye a tu montaña (la que te dio cobijo en otro tiempo), tú, pájaro”, es decir:
Huye a la montaña, como lo hace el pájaro perseguido en el llano.
Pero ese keré de las traducciones antiguas parece ser una corrección innecesaria, que solo sirve
para quitar la di cultad que proviene del hecho de que WdWn viene después de לנפׁשי, para evitar la
synallage numeri (es decir, el intercambio de personajes). Conforme a la traducción propuesta por el
keré la frase (huye a tu montaña, pájaro o como pájaro) necesitaría una acentuación distinta en la
línea de la interpretación de Varenius (Pentateuch-Comm. 1815): Fugite (o socii Davidis), mons vester
(h. e., praesidium vestrum, Sal 30, 8): Huid, o socios de David, a vuestro monte, es decir, a vuestro
refugio.
45. La raíz aria man, permanecer, habitar (en neo-persa manden̂ ), sigue
un recorrido semejante, de manera que signi ca normalmente “continuar el
curso emprendido, esperar, aguardar”. En esa línea, el antiguo persa dice man,
el zend upaman, cf. μένειν con sus derivados que se aplican en el N. T., de
varias formas a la πίστις.
46. Sobre esa palabra, tal como aparece en este salmo, cf. Steinschneider,
Hebr. Bibliographie 1861, p. 83. Según eso la לen לארץno es לde propiedad.
Conforme al sentido usual de לארץ, el texto se está re riendo a un horno de
fundición de plata construido sobre la tierra. Como ha puesto de relieve
Olshausen: “La plata se puri ca en un horno elevado sobre la tierra, de manera
que el metal líquido cae del horno de fundición, sobre la tierra, donde se recoge
y se separa la ganga”. No se trata pues de un לde referencia: “Plata puri cada
con respecto a la tierra”, pues la tierra a la que alude el texto no es la tierra
como elemento material, sino la tierra como lugar sobre el que se construye el
horno, y sobre la que cae la escoria…
El proceso de puri cación de la plata es largo y, según el texto se repite siete veces, hasta que la
plata queda totalmente limpia. Así de re nada es la palabra de Dios, que no contiene ninguna
impureza, como la plata fundida y puri cada siete veces, totalmente purgada de ganga o escoria.
Tomada así, la plata es signo y emblema de todo lo que es precioso y puro (cf. Bibl. Psychologie p. 57).
47. La palabra hl’ªyli[] es una expresión poética abreviada, en lugar de
עלילותם, y suele vincularse con verbos con tarcha y mercha (acentos conjuntivos
usuales lo mismo que mugrash); no se emplea como acusativo adverbial (como
piensan Hengstenberg y otros), sino como objeto, dado que ( הׁשהיתcf.
Wtyxiªv.hi() es la palabra que se emplea generalmente en combinación con
( עלילהcf. Sof 3, 7) o, lo que es lo mismo, con ( ּדרךcf. Gen 6, 12). Aquí se añade
Wby[iît.hi( (cf. 1 Rey 21, 26) para dar mayor intensidad a la expresión.
48. Sucede aquí lo mismo que con la palabra alemana “Elend” que en
principio signi caba exilio(habitar en un país extranjero, deportación), pero que
después ha venido a signi car cualquier tipo de dolor o de infortunio.
49. En árabe jam ̂ ‛lllh es uno que está bajo la protección de Dios, como
si viviera en la “fortaleza” de Dios, cf. Fleischer, Samachschari, p. 1, nota 1.
50. La palabra תמיםque aparece aquí (en ~ymiT’â %lEåAh, 15, 2, lo
mismo que en Prov 28, 18), puede tener dos sentidos: (a) Puede ser una de
nición más precisa del sujeto, re riéndose a un hombre que es justo, que es
íntegro y perfecto, a diferencia de הול רכיל, que es aquel que se comporta como
un calumniador, cf. ( הּיׂשר הולךMiq 2, 7). Según eso, el ~ymiT’â %lEåAh es uno
que camina rectamente. (b) Pero ~ymiT’â puede ser acusativo de objeto, como
en( הולך צדקותIs 33, 15), de manera que la “perfección” no se aplica al hombre
como tal, sino a los caminos que él recorre, que son siempre caminos de
rectitud, de integridad. En esa línea, תמיםpuede signi car integrum en el sentido
de integritas, como aparece en la frase הלכים ּבתמים, los que caminan en
integridad (cf. Sal 84, 12).
51. El salmista supone que es más fácil reprochar y calumniar que borrar
o limpiar la condena,como se dice en latín, audacter calumniare semper aliquid
haeret (calumnia con fuerza, que siempre queda algo).
52. La Masora observa גרשין בספרא ב, i. e., dos veces en el salterio.
ynIrEïm.v’( es imperativo, con la o desplazada por la gaja (metheg) y cambiada
en aa, véase Baer, Torath Emeth p. 22s. De todas formas, los gramáticos no se
han puesto de acuerdo sobre la pronunciación de las formas en imperativo y en
in nitivo. Así Luzzatto, con Lozano, lee shomerenĭ .
53. Conforme a la visión de Pinsker (Einleitung pp. 100-102), ּצעלֹו
proviene de ּצללתcomo forma primaria de la 1 pers. singular, y de ella derivó
después ּצלֹוי. Pero esta hipótesis resulta insostenible, conforme a la historia del
lenguaje. Hitzig y Ewald (190d) suponen que nos hallamos ante un rechazo de la
última vocal, tal como suele darse en el lenguaje popular, conforme al estilo del
arameo ()אמרת.
En esa línea, se añade que este es un caso del uso frecuente de una forma defectiva ( ידעתen vez
de ידעתי, Sal 140, 13; Job 42, 2; בניתigual a 1 , בניתיRey 8, 48; עׂשיתigual a עׂשיתי, en Ez 16, 59, cf. 2 Rey
18, 20, con אמרתen vez de אמרתי, en Is 36, 5), por la que se corta la letra nal i, algo que es propio del
lenguaje popular. Sea como fuere, si David lo escribió así, אמרתha de leerse igual que en Sal 31, 15;
140, 7.
54. Según eso, la palabra ( הּמהellos) se dirige exclusivamente a los que
están en la tierra, ( א ׁשר ּבארץהּמהque von Ortenberg cambia y puntúa poniendo
)אׁשר ארצה בהּמה. Pero este cambio resulta inútil y extraño, tanto a causa de su
redundancia (pues המהes super uo, cf. e. g., 2 Sam 7, 9; 2, 18) como por la
disposición de las palabras (una disposición que suele ser normal dentro de un
contexto de construcción negativa, como en Dt 20, 15; 2 Cron 8, 7; cf. Gen 9, 3;
Ez 12, 10).
55. Los lexicógrafos árabes conocen el nombre wamka, anchura
(amplitudo), pero no el verbo, e incluso el nombre está poco extendido, no
pertenece al árabe clásico, universal. Pero en la actualidad palabras como ‘l-
wamk (wumk), anchura, y wamik son de uso común en Damasco, aunque el
verbo no se emplea en las conversaciones elegantes (Wetzstein).
56. Es difícil encontrar palabras que sean más cercanas, casi idénticas,
que ּגורלy κλῆρος. La última, derivada de κλάω (pieza rota), proviene de
κέλεσθαι (una determinación del juicio divino), como indica Döderlein,
Homerische Glossar, III, 124. Pero quizá tiene el mismo origen que גורל.
Además, κλῆρος signi ca: (1) El signo (una piedrecita, un trozo de cerámica) de
que una cosa pertenece a una persona, no a otra, de acuerdo con la suerte o la
voluntad divina. Así en Homero, Il, III. 316, VII. 175, XXIII. 351, Od. X. 206, donde
echar a suertes se dice κλῆρος. (2) El objeto que se vuelve lote o patrimonio de
alguien, e. g., Homero, Od. xiv. 64, Il. xv. 498, con οἶκος καὶ κλῆρος,
especialmente en referencia a campos. (3) Una herencia, sin la noción de lote ni
de herencia, de un modo absoluto; una propiedad establecida de campo. Es la
expresión que se emplea en general para indicar el reparto de tierra entre
colonos (κληροῦχοι), un pensamiento que se expande en Sal 16, 6.
57. La mayoría de los MSS y entre ellos los mejores, que no distinguieron
aquí ente qetub y keré, leen en singular, חסידך, como hace la Biblia de Venecia
del 1521 y la políglota española, con otros textos antiguos impresos. Por el
contrario, aquellos MSS que ponen solo ( חסידיךsin keré), son escasos y apenas
pueden tenerse en cuenta.
58. La palabra אניestá puntuada como en ^ytiäar"q.-ynI)a donde tiene
munach y le sigue un dech, como en Sal 116, 16. La gaja exige una entonación
fuerte de la siguiente palabra, en relación con la principal (que aquí es קראתיך,
cf. ynInEå[]t;-yki( ^ytiäar"q.-ynI)a, te he llamado porque me respondes).
59. La בde ^n<)ymiyBi( tiene el mismo sentido que la utilizada en 1 Sam
23, 19. En este contexto, Wetzstein observa que, tanto en Damasco como en el
conjunto de Siria, los débiles utilizan estas palabras cuando se rinden ante los
fuertes. En esa línea se dice en árabe, ana b-qabd̂ t ydḳ , “yo estoy bajo el poder
de tu mano” (en tu mano cerrada) i. e., “yo me entrego totalmente a ti”. En
sentido parecido al de חסה בencontramos en árabe ‘sttr b. y tadarra b.̂ , e. g.,
tdrra̱ b-’l-ĥ ạ ’t̂ mn ‘l-rı̣ ĥ (él se protege, se esconde, deḷ viento tras la pared) o
bal̂ ‛dạ t mn ‘l-brd,̂ protegerse del frío junto a un fuego. En esa línea, ‛ad̂ se
emplea̱ con un sentido semejante a de la protección que ofrece Dios. Así, por
ejemplo (conforme a Bochri, Sunna) una mujer a quien Muhammad quería con
scar, gritó en voz alta, en árabe, a‛ud̂ u b-’llh mnḵ , yo me pongo bajo la
protección de Dios, en contra de ti, y él replicó, también en árabe ‛udti bi-ma̱
‛ad̂ in, ̱ tú has tomado refugio en un asilo inaccesible.
60. Ciertamente, en contra de esto, Hofmann, O. c. p. 496, a rma que la fe
no puede estar amerced de experiencias y palabras audaces como las de este
Salmo de David; la fe, dice él, tiene que tener un fundamento más seguro. Pero,
en contra de eso, debemos a rmar que el camino de la fe no es un camino
inseguro, sino que se va expresando a lo largo de un proceso, por el que se van
descubriendo rasgos y elementos que antes no eran tan seguros.
En un contexto semejante podemos citar otros elementos de la fe cristiana que no habían sido
proclamados por el A. T., como por ejemplo la fe en la encarnación de Dios y todo lo referente a la
abrogación de la ley ceremonial judía. La palabra de Dios no es un fundamento inseguro, y en esa
línea Dios pudo haber revelado a David unos conocimientos que todavía no formaban parte de la fe
común del pueblo.
En esa misma línea se sitúa la revelación que está en el fondo del Sal 13, 4, donde David habla
también de no morir o superar la muerte. La esperanza de esos dos salmos (13, 4 y 17, 15) no es
idéntica, pero va en la misma línea, una línea que se abre a la resurrección de los muertos. Esa
esperanza de la resurrección, no es una simple apropiación de ciertos conocimientos extraños, sino
una luz que se va expresando en la conciencia de los creyentes, a partir de su conexión profunda con
Yahvé.
61. Neshwn a rma que en árabe ‘l-sal‛ es un des ladero entre rocas,
citando una serie de lugares que se llaman así, un lugar llano (árabe fd’̣ )
rodeado por rocas empinada, al que se llega a través de un paso estrecho
(árabe sǎ ‛b), al que solo se puede descender a pie. Según eso, סלעיofrece la
idea de un lugar seguro (confortable), un lugar básicamente de refugio. Por su
parte, en צּוריpredomina la idea de lugar rme e inaccesible. La primera gura nos
hace recordar la ciudad edomita de Sela, Petra, con agua abundante, rodeada
de precipicios de rocas que lleva el nombre de סלע, Is 16, 1; Is 42, 11, la ciudad
que Estrabón de nió como Πέτρα en XVI 4, 21; la otra palabra recuerda la isla
roqueña fenicia de צור, Sụ r̂ (Tiro), refugio en el mar.
62. En árabe masạ dun̂ signi ca: (1) Una colina alta (un signi cado que no
aparece en el diccionario de Freytag), (2) la cumbre de una montaña. Conforme
a los léxicos de raíces semitas, esa palabra está vinculada a masadạ , que,
conforme a su apariencia externa, se asemeja a las formas sinónimas árabes
masaduṇ y masduṇ , y también a los plurales amsidatuṇ y musdạ nun̂ , pero
solo pueden formarse a partir de esos singulares suponiendo que la m (mem)
forma parte de la misma raíz (Fleischer).
63. Pues bien, manteniendo la relación entre el Qerub/Querubín bíblico y
el “grifo/ángel” persa (enla línea de Ctesias), se podría decir que aquí el “grifo”
(la palabra viene del Zend grab, garew, garefsh, apoderarse de) del que habla.
Esquilo signi ca un tipo de creatura que se apodera de las cosas y las vuelve
irreconocibles. Pero, en lenguaje semítico, esta fuerte creatura (el querubín)
viene de ּכרבcomo el árabe krb, apretar, constringere (de aquí mukrab, fuerte,
tieso), y gramaticalmente ella aparece en forma pasiva,
lo mismo queּגבּול יסד לבּוׁש.
64. En Sal 18, 12, el acusativo de objeto, חׁשך, es la oscuridad de las aguas
que se expanden, una oscuridad que viene cargada de aguas, con billones de
denso vapor, con masas oscuras de líquido, con עבen su sentido primario de
densidad, como en un denso matorral (cf. Ex 19, 9, cf. Jer 4, 29) de ׁש
~((חקיםyqI)x'v. ybeî['‘), que es aquí un nombre poético para evocar las nubes
cargadas de agua.
65. ( חפץcf. yBi( #pe(x'î yKi, porque encontró su deleite en mí) tiene su
acento en la penúltima sílaba, con metheg como signo de alargamiento ()העמדה
junto a la e, para que no se lea ē (a modo de vocal corta). Dĕ un modo
semejante se coloca también metheg al lado de la ee de la sílaba nal cerrada,
que ha perdido el tono en ( חפץcf. Sal 22, 9).
66. En esta estrofa, este salmo 18 puede y debe compararse con Sal 17,
1-15, por lo que quizá se hacolocado aquí, después de Sal 17. Podemos
comparar estas palabras con el testimonio que David ofrece de sí mismo en 1
Sam 26, 23 y con el testimonio de Dios en 1 Rey 14, 8, tal como aparece en los
libros de historia (1 Rey 15, 5 y 11, 4).
67. En esa línea, los verbos en hitpael, libremente formados a partir de
esas palabras, se utilizan de manera atributiva para dar mayor expresión a la
manifestación correspondiente de esa conducta desde la perspectiva de Dios
(con el hasid eres hasid…), ( התחּףד הֹוּמםGesenius 54, 2b), התּבררy התּצֹול
(mostrarse uno a sí mismo ּצתלֹולo )נפֹול.
68. En el lenguaje de los beduinos, kom̂ es guerra, un grupo militar, y
komâ nı̄ (denominativo dê kom̄ ) es mi enemigo (hostis); kom̄ tiene también el
signi cado de un colectivo de komā nı̄ , de manera quê uno puede decir entum
waijanâ kô m̂ , tú y yo somos enemigos, y benâ tnâ kô m̂ , hay guerra entre
nosotros.
69. Aquí no se puede acudir a la palabra árabe hjḷ , pararse, a la que
remite Hitzig, porque su sonido es muy distinto. Por su parte, la palabra árabe
más cercana, pero descolorida, chrj, salir (que según el sentido de la radical
chrq, chr‛, etc., signi ca romper el cerco, escaparse, erumpere), no está
testimoniada ni en hebreo ni en arameo. La palabra ירּגזּוque aparece en el
pasaje relacionado de Miq 7, 17, favorece nuestra traducción.
70. Hay un proverbio árabe que dice, “no hay pecado duradero que sea
pequeño, no hay pecadogrande que Dios no pueda perdonar”. Así el árabe sgı̣
rt ̂ es un pecado pequeño y kbırt̂ es un pecado grande, cf. Allgem. Literar.
Zeitschr. 1844, No. 46, p. 363.
71. El plural ( מנחותcf. ^t<+xon>mi-lK') es la forma principal de plural de
esa palabra, como reconoce David Kimchi, Lexicón, de manera que está
suponiendo la existencia de un ( מנחcomo ׂש מלות ּגבעות ׁשפחותque se relacionan
con )ּגבע ׂשמל ׂשפח. Hay otros gramáticos que piensan que la raíz de la palabra
tendría que ser נחהlo que va en contra de la pronunciación tradicional que es
menachotĥ .
72. Estas palabras se re eren según eso a una determinación del tiempo,
que encontramos tanto en el Targum de Babilonia como en el de Jerusalén:
“desde el brillo del amanecer en la mañana hasta que todo el este queda
iluminado”. En J. Berachoth, ad initium se explica: ומנהרין לעלמא אילת השחר כמין
תרתיקרני דנהורא סלקין ממדינחא, “como los cuernos de la luz, brotando del este y
llenando el mundo con su claridad”.
73. Eusebio observa, comentando este Sal 22, 2, que “siendo fuente de
misericordia, Jesús asumió nuestro pecado, y siendo fuente de bendición
recibió el piélago de la maldición preparada para nosotros
(δικαιοσύνης ὑπάρχων πηγὴ τὴν ἡμετέραν ἁμαρτίαν ἀνέλαβε καὶ εὐλογίας ὢν πέλαγος τὴν ἐπικειμένην
ἡμῖν ἐδέξατο κατάραν). Y añade que, siendo principio de educación de paz para nosotros, Jesús recibió
la paideia o educación que merecíamos nosotros (cf. τὴν ὡρισμένην ἡμῖν παιδείαν ὑπῆλθεν ἑκὼν
παιδεία γὰρ ειρήνης ἡμῶν ἐπ ̓ αὐτὸν…).
74. Véase Jerónimo, Ep. ad Pammachium de optimo genere interpretandi,
donde él responde a los críticos que le acusan de dejar a un lado las palabras de
los LXX: Reddant rationem, cur septuaginta translatores interposuerunt
“respice in me” (que justi quen la razón por la que los LXX introdujeron la
expresión “mírame”).
75. La palabra yxiägO puede tener dos sentidos: (a) puede ser participio
de גוח, con el signi cado de “el que me empuja”, el que me impulsa fuera del
vientre, es decir, el que me ha hecho “separarme” del vientre, romper mi
unidad con la madre y nacer; (b) pero, dado que el verbo גוחno aparece en
sentido causativo, y dado que los participios de tipo ( ּבוסsalida, salimiento) y לוט
(velamiento, cf. Gesenius 72, nota 1) no aparecen nunca con un su jo, puede ser
participio de un verbo como ּגחּה, empujar fuera (Hitzig), que quizá solo se
emplea por metaplasmo del piel ּגחחcon un eufónico ( מגחחיEwald S. 859,
Addenda). En Sal 71, 6 hallamos גוזיen vez de ּגחי, lo mismo que en Sal 71, 5
tenemos מבטחיen vez de
מבטיחי.
76. Con חתּצרד, de ּצרדseparar, en griego ἐξαπλοῦν; cf. árabe frd,
conforme a su signi cado que ha sido conservado en el árabe común: separar,
apartar (cf. Bocthor, Dict. Fran-arabe, voces. Etendre y Deployer).
77. La di cultad de esta traducción ha sido puesta de relieve desde
antiguo, como puede observarse en la masora que compara este pasaje (Sal 22,
17) con Is 38, 13 diciendo que la palabra ּכאריtiene dos sentidos diferentes (
)ליׁשני בתרי, lo mismo que se dice en el Midrash donde la palabra כאריse toma
como un verbo, con el sentido de “conjurar”. Diversos manuscritos y
anotaciones masoréticas interpretan la palabra de formas distintas, sin que se
haya llegado a una solución satisfactoria, como ha mostrado la revista Biccure
ha-’Ittim. El tema de fondo es si el signi cado de ּכאריen la masora es el mismo
que el de ּכארים, como plural explícito, o si se trata de una forma participial de
tipo arameo como ( ּכארque en hebreo solo aparece en forma media) o si
estamos más bien ante un plural apocopado, como admiten Gesenius y Ewald,
para algunos casos raros (véase Sal 45, 9 y comparar con 2 Sam 22, 44). Sea cual
fuere la solución que se tome, este es un caso que está sometido a muchas
dudas.
78. Las dudas han crecido por el hecho de que Jacob ben Chajim se
convirtió al cristianismo, y otros testimonios masoréticos no mencionan un
“qetub” por el que se pudiera interpreta כאריcomo verbo. El mismo Ant.
Hulsius en su edición del Salterio (1650) ha escrito en el margen כארוcomo
verbo (= desgarran, atraviesan) conforme al texto de la Políglota Complutense.
79. Por su parte, la traducción independiente de Jerónimo pone
vinxerunt al lado de xerunt (en el sentido de vencieron, jaron). En la misma línea
se sitúa Abraham de Zante en su paráfrasis rimada del salterio: ּגם ּכארי ידי ורגלי
אסרּו. Aquí es perceptible la falta de verbo. Por su parte Saadia suple esa falta de
otro modo: “me rodearon como un león, para desgarrar mis manos y mis pies”.
80. En ese último sentido no hay ninguna razón de peso que nos impida
aceptar la traducción de los LXX, ὤρυξαν (Peshita ;בזעוVulg. foderunt; Jerónimo
xerunt), en el sentido de agujerear, atar; por dos razones: (a) Aunque no existe
un verbo del que ּכארse puede formar, esa palabra está relacionada con ּכ רּוּכרה
))כּורde la misma manera que ראמה, Zac 14, 10 viene de רמה, cf. קאמּיא, Dan 7,
16. (b) כּורy ּכ רהpueden signi car no solamente cavar, sino también atravesar,
agujerear, en una línea que se puede comparar con ( מכרהaunque la semejanza
de sonido con μάχαιρα de la raíz μαχ, maksh, mraksh, sea solo accidental) por el
doble signi cado que tiene el verbo נקר, ὀρύσσειν (e. g., ὀρύσσειν τὸν ἰσθμόν.
Herod. I, 174), fodere (agujerear).
81. Agustín, De trinitate XIV, 13, 17: “No se habían olvidado las naciones
de su Dios hasta el punto de no poder acordarse de él en el caso de que él
mismo despertase el recuerdo” (cf. Non igitur sic erant oblitae istae gentes
Deum, ut ejus nec commemoratae recordarentur).
82. Un fragmento del Papiro de Londres, citado en Tischendorf, Monum. I
247, lee ΤΗ ΜΙΑ ΤΩΝ ΣΑΒΒΑΤΩΝ, pero en el texto de la Hexapla no aparece
este añadido.
83. En 1 Cor 10, 26, Pablo descubre en este verso (cf. Sal 50, 12) la
doctrina según la cual uncristiano (a no ser por caridad respecto a los más
débiles) tiene el derecho de comer todas las cosas que se venden en los
mercados, sin andar preguntando si se han ofrecido o no a los ídolos. Un
maestro talmúdico, B. Berachoth 35a, in ere de este pasaje el deber de orar
antes de la comida: Aquel que come sin dar gracias mete sus manos sin cuidado
alguno sobre (קדׁשי ׁשמיםlas cosas sagradas de Dios); según eso, el derecho de
comer va vinculado a la oración.
84. El keré ( נפׁשיen vez del qetub ׁשמי, mi nombre) es antiguo y ha sido
aceptado por las mayores autoridades; siendo actualmente la lectura “o cial”
(así en la Biblia Hebraica Stuttgartensia, que estamos siguiendo en esta edición,
nota del traductor). Pero más importante que el hecho de haber aceptado esta
palabra (alma), es el hecho de que aquí se diga “mi alma” (yvi_p.n, aw>V"ål) en
vez de w ( נפשsu alma), pasando así de la tercera a la primera persona.
Todo el texto está hablando en tercera persona, sobre aquel que puede entrar en el templo de
Yahvé (como supone la traducción de Reina‒Valera, nota del traductor). Pero de pronto ahora se pasa
de la tercera (wנפש, su alma) a la primera ()נפׁשי. Esa lectura, נפׁשיen primera persona, va en contra de
un tipo de contexto, pero puede y debe aceptarse para poner de relieve la radicalidad del mensaje del
salmo, a n de que el orante se introduzca en la misma dinámica del salmo.
Esa lectura fue adoptada por Saadia (Enumoth II, donde dice que נפׁשיes equivalente a )ׁשמי, y por
otros como Juda ha-Levi (Cuzari III, 27), Abulwalid (Rikma p. 180), Rashi, Kimchi, Zohar, con la mayor
parte de los códices (algunos del año 1294) y de las ediciones (entre ellas la Complutense que tiene
נפׁשיen el texto). Ni siquiera Aben-Ezra puede invertir esa situación, y así interpreta el keré נפׁשיcomo
una metáfora, un antropomor smo, וכתוב נפשי דוך כנוי.
El único que rechaza ese keré es Elias Levita y lo hace porque ha interpretado mal la masora
(véase Baer, Psalterium p. 130). Él es el único crítico textual que rechaza esa lectura. Incluso los LXX
(Cod. Alex.) traducen, τὴν ψυχὴν μου, aunque el Cod. Vat. (con Eusebio, Apolinar, Teodoro y otros
pongan τὴν ψυχὴν αὐτοῦ). Este cambio de “su alma” a “mi alma” es críticamente intangible, tiene que
aceptarse, aunque sea exegéticamente poco comprensible. Ciertamente, נפׁשיpuede ser equivalente a
ׁשמי, mi nombre. Pero el tema no es la variante nombre/alma (las dos cosas signi can lo mismo). El
tema es que el poeta haya incluido un “mi alma” en un texto en que viene hablando en tercera
persona. Ciertamente, es un cambio increíble, pero el poeta ha escrito así.
85. Hupfeld piensa que la acentuación resulta inadecuada. Sin embargo,
la primera mitad del versose extiende hasta ( יׁשעיy[i_v.yI yheäl{a/ hT’a;â-yKi()
y consta de dos partes, siendo la segunda una con rmación de la primera. Así la
secuencia de los acentos (rebia magnum, athnach) concuerda con el tema.
86. Olshausen y Baur creen que, dado que yTil.v;ªm.nIw>÷ no tiene el
acento en la última sílaba, siendo perfecto de consecuencia, la frase debería
interpretarse como sigue: “A n de que no puedas guardar silencio mientras yo
me he vuelto ya como…”. Pero, en ese caso, la expresión tendría que haber sido
ואני נמׁשל, o al menos נמׁשלֹוי ואני. Y si ונמשלתיfuera un perfecto con valor en sí
mismo, debería traducirse: “Y en ese caso yo debería ser como…”. Este es un
tema que sigue siendo discutido entre los expertos, aunque todos ellos
sostienen que ונמׁשלֹויes un perfecto de consecuencia.
87. Esta repetición nal de una palabra signi cativa, que ha sido utilizada al
principio de un verso,es un recurso favorito de Isaías, cf. Coment. a Is 3, 7.
88. El contraste entre ּבנהy חרס, derribar (con un objeto personal, como
en Ex 15, 7) responde al estilo de Jeremías (Sal 42, 10; cf. Sal 18, 8 passim).
89. El ׁשירo canto de la liturgia del templo para el Shemini Azereth no está
determinado en el Talmud (véase Tosefoth B., Succa 47a, donde, de acuerdo a
Sofrim XIX. 2 y al Talmud de Jerusalén parece que se cantaba el Sal 6). Solo
sabemos que el Sal 29 pertenece a los salmos de los días intermedios de la esta
de los tabernáculos, que están comprendidos en la vox memorialis
(mnemotéctica) ( בהיהוםSucca 55a, cf. Rashi sobre Joma 3a). Estos salmos son,
según las letras, el 29 (;( (ה ;)ה81 ;) (ב8 ,94 ;) (מ16 ,94 ;) (ו50
(י82(.
Además de eso, el tratado Sofrim XVIII. 3, menciona el Sal 29 como el que se reza en la esta de
Pentecostés, y la tradición de las sinagogas que se cumple hasta el día de hoy ja este salmo para el
primer día de la esta de Shabuoth o Pentecostés. Por su parte, el salmo de la Shemini Azereth es el 65.
La única con rmación de lo que dicen los LXX se encuentra en el libro de la Cábala o Zoar donde, en la
sección צ, se a rma que el Sal 29 evoca el derramamiento de agua para el séptimo día de la esta de los
tabernáculos (Hosianna rabba), y se añade que, con ocasión de los siete truenos o ( קולותque
corresponden a las siete vueltas que se dan en torno al altar), hay siete Se rot que abren las puertas
del diluvio del cielo.
90. La lectura presupuesta en B. Berachoth 30b ( ּבחרּדתcon temblor
sagrado) nunca ha sido una verdadera variante textual; ni tampoco es válida la
variante ּבחצרת, conforme a la cual traducen los LXX, ἐν αὐλῇ ἁγίᾳ αὐτοῦ, en su
aula santa.
91. En oposición a Bochart, Ludolf piensa que ראםson los rinocerontes.
Pero este animal pertenece al género de los porcinos, y no es el que aquí se
cita, ni tiene relación con él. Por otra parte, el rinoceronte actual, con un único
cuerno en la nariz, recibe en Egipto el nombre de charnin (del árabe chrn igual a
qrn), mientras que el unicornio se llama charnit. “Yo estaba el año 1862 en
Damasco, con el arqueólogo francés M. Waddington, cuando un anticuario me
trajo una vasija antigua en la que estaban grabados varios animales, con sus
nombres escritos en sus vientres. Entre otros animales bien conocidos había un
unicornio, que era como una cebra o un caballo, con un largo cuerno en su
frente. Sobre su cuerpo estaba escrito en árabe chrnıt̂ . M. Waddington quiso
comprar la vasija, y yo se la regalé, y él la llevó consigo a Paris. Hablamos
mucho sobre ese unicornio y yo tuve que llegar a la conclusión de que un tipo
de animal fabuloso como ese podía haber sido conocido entre los árabes en el
tiempo de las cruzadas, cuando un cuerpo de soldados ingleses llegó hasta
Siria” (Nota de Wetzstein).
92. Re riéndose a este salmo, la Misná dice en Uksin III, 12, que el Santo
(bendito sea su nombre) no ha encontrado otra vasija, otro recipiente ( )כלי
mejor que este Sal 29 para contener la bendición de Paz que él ha ofrecido
experimente Israel.
93. Compárese así Sal 31, 10 y Lam 1, 20; Sal 31, 11 y Jer 20, 18; Sal 31, 18
y Jer 17, 18; Sal 31,23 con Lam 3, 54; además, la triste ternura de este salmo
recuerda la de Jeremías. Pero estas referencias no solucionan el tema de la
relación más profunda entre el salmo y Jeremías.
94. En esa línea se puede evocar la tierna llamada de Jer 21, 25 (cf. Sal 22,
27; 27, 14), con el rarouso del hi l ( הפליאcf. Sal 31, 22; 17, 7) y el deseo de estar
escondido en Dios (cf. Sal 31, 21; 17, 8; 64, 3, etc.).
95. Parece claro que, en oposición a la puntuación actual del texto, que
supone que los dos términosforman una sola palabra, zA[m'â-rWc, o roca
fuerte, hay en el fondo de esa expresión dos sustantivos que tienen esta forma
principal: (a) un sustantivo es מעזo fortaleza, lugar rme, baluarte, que,
conforme a su derivación puede ser modulado como מעּזי, etc.; (b) otro
sustantivo es מעוזque equivale al árabe ma‛adĥ , lugar para esconderse y
defenderse, refugio, que debería declinarse como מעּוזיo מעוזיcomo el sinónimo
( מנּוסיOlshausen 201, 202).
Por otra parte, está en el fondo la palabra עּוז, árabe ‘ad̂ , como חסה, palabra que aparece en Is
30, 2, con el sentido de esconderse (piel e hi l), en hebreo העיז, conforme a Kamus, Zamachshari y
Neshwn, en un signi cado que aparece también en Corán 3, 31. De aquí viene el árabe ‘â‛d, una planta
que crece escondida entre arbustos (ben esh-shô k̂ conforme a Kamus) o en las hendiduras de las
rocas ( -l-hazn, según Neshwn) siendo así inaccesible para los rebaños.
En esa línea se puede hablar de las gacelas (cf. árabe ‘wwad) que se esconden y se vuelven
invisibles por setenta días después de haber parido, comiendo trozos de carne que ellas mismas han
escondido en esos lugares inaccesible. Esa misma raíz, en su forma árabe de ‘udat,̂ se emplea también
para los amuletos con los que una persona se cubre a sí misma, se protege, etc. (nota de Wetzstein).
96. De todas formas, como en hebreo no se había desarrollado de un
modo claro ese sentido de lawaw con el signi cado de “y también”, sino que
solo parecía estar empezando a introducirse, se puede preguntar si no es
posible encontrar una explicación más adecuada de la frase, sin tener que
recurrir a la equivalencia de וcon ּגם, una equivalencia que resulta siempre
problemática. En esa línea, Olshausen coloca ולׁשכניdespués de למידעי, un
cambio que resolvería todos los problemas. Por su parte, Hitzig transforma la
palabra מאדen מּסד, con el sentido de estar aterrado, asustado. Pero sería mejor
buscar un sustantivo paralelo a חרּצה, con el signi cado de “terror” (como en
siríaco o de peso y carga). Pero ni ( מגורpavor) ni ( מׂשּאתpeso) parece que
pueden tomarse en ese sentido, suponiendo que מאדsería la corrupción de una
de esas palabras.
97. La forma ( יּדמּוcf. lAa)v.li WmïD>yI) de ּדמם, es, como en Jer 8, 14, un
plural del futuro kal יּדם, con la duplicación de la primera radical, como en
arameo (cf. otros ejemplos יֹום, יׁשּם, )יּרדno el futuro nifal de יּדם, que debería
ser יּדּמּו, como en 1 Sal 2, 9, en el sentido de conticescere in orcum, “ser
silenciado”, es decir, de volverse impotentes, como una presa del hades.
98. En este caso, el sentido restrictivo de רק, como sucede con frecuencia
(Dt 4, 6; Jc 14, 16; 1 Rey 21, 25, cf. Sal 91, 8), tiene más fuerza que el sentido a
rmativo, certo quum, ciertamente, etc. La inundación o desbordamiento de
aguas a la que lude el texto ofrece una descripción ejempli cativa del juicio
divino (cf. Nahum 1, 8). En esa línea, 32, 8 expresará el sentido de la promesa
que se expande de un modo ejemplar en el Sal 91.
99. Hupfeld piensa que la palabra ( יחדde la frase ya citada: !ybiªMeh;÷
~B'_li dx;y:å rcEåYOh) ha de tomarse como un signo que “vincula en igualdad”
(pariter ac) las dos aposiciones que siguen, pero en ese caso tendría que
haberse puesto ( ּומביןcf. Sal 49, 3. 11), en vez de !ybiªMeh;÷. Los LXX han
traducido correctamente καταμόνας, singillatim (es decir, a cada uno de un
modo individual o distinto). Por eso, no es necesario traducir como hace
Hupfeld (el que formó, qui nxit), porque los corazones de los hombres no
fueron formados al mismo tiempo, desde el principio, sino que la infusión
originaria del espíritu‒vida se sigue realizando en cada nacimiento, de un modo
misterioso.
100.Conforme a la ley gramatical, cuando en una palabra hay dos letras
iguales que siguen una a laotra, y la primera tiene un sheb que debe ser
audible, el chateph pathach ha de estar precedido por gaja (etheg), y por eso
debe escribirse: hm’Þm.Arn>W.
101.Por esa razón, Sal 34, 9, con Γεύσασθε καὶ Ἴδετε κ. τ. Λ., se utilizó en
el momento de la comunión en la liturgia de la Iglesia antigua, cf. Constit. Apost.
VIII 13; Cirilo, Catech. Myst. V 17.
102.En hebreo, la beth essentiae se utiliza con mucha más frecuencia y
amplitud que en árabe y su predicado puede entenderse de forma
indeterminada o determinada. Sea como fuere, esta beth de yti(r"z>[,B. sirve
para presentar a Dios como aquel guerrero que combate contra los enemigos y
que ayuda/salva a los amigos.
103.La versión siríaca traduce, “que caiga en el pozo que ha excavado”
como si el texto pusiera ׁש חתen lugar de ׁשואה. Y por eso, Hupfeld, con J. H.
Michaelis, Stier y otros, piensa que se debe traducir: “Que caiga en la
destrucción que él mismo ha preparado”. Pero este quam ipse paravit no se
encuentra en el pasaje, y transformar el texto de esa manera sería un
procedimiento arbitrario.
104.La palabra ( ּכלcf. éhn"r>m;aTo Ÿyt;’Amc.[; lK'î) con un acento
conjuntivo y sin makkeph, como también en Prov 19, 7 (no ּכל־, cf. Masora en
Baer, Psalterium p. 133), ha de leerse cal ̄ (con קמץ רחב, opuesta a )קמץ חטוף
según Kimchi. Sin embargo, conforme a Lonzano, ha de leerse col, pues sigue
marcada con un acento conjuntivo, que tiene el mismo poder que un makkeph.
Pero esta visión es falsa, pues nunca se puede poner un acento en contra de
kametz chatuph.
105.La palabra Talmúdica )עגה (לׁשון, B. Sanhedrin 101b, de la que se dice
que es un modo burlesco de hablar, tiene aquí poco sentido, pues su misma
lectura varía entre ) עגה (עגאy אגא.
106.La traducción de Hupfeld, Hitzig y también de Böttcher, es mejor: la
sugestión del pecadohabita en los impíos, en la parte interior del corazón. Quizá
se puede traducir el texto aún mejor diciendo que la idea de fondo de בקרבno
es central, sino circunferencial, poniendo de relieve el hecho de que el pecado
rodea totalmente al corazón. En conexión con esto debemos observar que esta
combinación ( לבו בקרבen vez de בלבו בלבבוo )בקרבוaparece solo allí donde, con
una personi cación del pecado, se quiere describir un hecho que pertenece a la
realidad más honda de la vida del alma, una realidad que es el principio del
pecado, como aquello que rodea totalmente al alma del pecador.
Esta aplicación no puede ser más precisada, pero ( נאםque se vincula a )נהם המה, como
designación onomatopéyica de un sonido hondo y resonante, constituye una palabra apropiada para
referirse a una comunicación misteriosa que se aplica al misterio de la vida (cf. árabe nemmam̂ , que
es un contador de cuentos). Ciertamente, el genio del idioma hebreo no está aludiendo de esa forma,
directamente, al contenido de lo que se dice en secreto, es decir, de aquello que se comunica al alma
de un modo misterioso, pero el texto puede traducirse en esa línea.
107.En contra de eso, los LXX, han introducido tras εἰς τὸν αἰῶνα
φυλαχθήσονται otra línea que sugiere que el texto original podría tener un
comienzo distinto para la estrofa ע, y en esa línea se mantiene el Cod. Vaticano,
que de un modo incorrecto lee ἄμωμοι ἐκδικήσονται. Por el contrario, el Cod.
Alejandrino pone correctamente ἄνομοι δὲ ἐκδιωχθήσονται (Símaco: ἄνομοι ἐξαρθήσονται).
108.Por su parte ( וינּרׁשּוcon la קcon daggesh, cf. yviªp.n, yveìq.b;m.
ŸWvÜq.n,y>w,) describe lo que ellos han planeado a consecuencia de la
posición en que él se encuentra ahora. La substancia de sus palabras se
condensa en ÷( הּוותtAW=h; WråB.DI): buscan su destrucción completa (véase
Sal 5, 10). En esa línea se sitúa el término מרמות, engaño sobre engaño, malicia
sobre malicia, y así se lo repiten sin cesar sus enemigos, con su mirada, con su
corazón y con su boca.
109.Los pasajes a los que apela Hupfeld en apoyo de uso de la כcomo una
conjunción, es decir, Sal 90, 5; Sal 125, 1; Is 53, 7; Is 61, 11, no son probativos. El
pasaje que parece más favorable a su postura es Abd 1, 16, pero en este caso la
expresión es elíptica, dado que ּכלאes equivalente a כאׁשר לא, como ללא, Is 65, 1,
que tiene el sentido de לאׁשר לא. Solo ( ּכמוárabe kma)̂ puede utilizarse como una
conjunción, pero ( כárabe k) es siempre una preposición en el antiguo hebreo,
como en siríaco y árabe (véase Fleischer, Hallische Allgem. Lit. Zeitschrift 1843,
vol. IV. p. 117ss).
Solo a partir de la poesía sinagogal del medioevo (véase Zunz, Synagogal-poesie des Mittelalters, p.
121, 381s) esa partícula se puede utilizar como una conjunción (e. g., ּכמצא, cuando él encontró), como
sucede en el idioma himjarítico (de la antigua Arabia) y como aparece en inscripciones descifradas por
Osiander. La cláusula verbal que se vincula con la palabra a la que se antepone כ, en el sentido de
instar, en lugar de, es, en la mayoría de los casos, una cláusula atributiva, como en el caso arriba citado,
pero podría ser a veces también circunstancial (árabe hạ l̂ ), como en Sal 38, 14; cf. Corán, Sura LXII 5,
“como la gura de un asno llevando libros”.
110.Ciertamente, la acentuación de la palabra סּבּוvaría en otros lugares,
en los que no está en pausa. Por su parte, la forma ורּבּוtiene aquí el tono en la
última sílaba, a pesar de no ser perf. consec. Otras palabras semejantes tienen
también el acento en la última sílaba: וחֹוּו, Is 20, 5, Abd 1, 9, y ורּבּו, Is 66, 16;
quizá también וקּלּו,וחּדּו, Hab 1, 8 y ( ורּבּוperf. hypothericum), Job 32, 15. Pero no
hay razón para la acentuación en la nal de los siguientes casos: רּכּו, Sal 55, 22;
רּבּו, Sal 69, 5; ּדּלּו, Is 38, 14; קּלּו, Jer 4,
13; ׁשחּו, Prov 14, 19; Hab 3, 6; חֹוּו, Job 32, 15; צחּו,זּכּו, Lam 4, 7.
111.En los textos griegos y latinos, lo mismo que en los etíopes y en
algunos árabes, y también enel Salterium Mediolanense árabe, encontramos en
٣٨, ٢١ el siguiente añadido, que dice: “Y arrojaron fuera al Dilecto como muerto
abominable” (en griego: ce aperripsan me ton agapeton osi necron
ebdelygmenon; en latín: et projecerunt me dilectum tanquam mortuum
abominatum, cf. Salt. Veronense). Teodoreto aplica esta frase a la relación de
Absalón con David. Las palabras ὡσεὶ νεκρὸν ἐβδελυγμένον están tomadas de Is
14, 19.
112.Hupfeld corrige el texto para poner אני מה־חלד, conforme a la analogía
con Sal 89, 48, porque, a su juicio, חדלno signi ca “frágil”. Pero, en contra de
eso, debemos a rmar que חדלsigni ca aquello que termina y cesa, es decir,
aquello que es nito, transitorio y frágil. מהtiene aquí el sentido quam (como en
¡qué corta es la vida…!) en conexión con un adjetivo, como en Sal 8, 2; Sal 31,
20; Sal 36, 8; Sal 66, 3; Sal 133, 1.
113.Así interpretan Heidenheim y Baer, siguiendo a Abulwald, Efodi y
Mose ha-Nakdan. Enalgunos códices aparece la observación masorética לית קמץ
חטף, “solo aquí con kametz kateph”. Ese katephkametz es eufónico, como en
לקחה, Gen 2, 23, y en muchos otros lugares, en los que no aparece incluido en
nuestras ediciones, véase Abulwald, חרקמהp. 198, donde se cita también entre
los ejemplos מ ּטהרוigual a מּטהרו, Sal 89, 45 (Gesenius 10, nota 2).
114.Hay una expresión semejante en el Tamul Kural, traducción de Graul,
p. 63, No. 418, “un oído que no ha sido abierto por la escucha, aunque parezca
oír no oye”. En ese sentido la apertura de la que trata este pasaje es una
apertura del sentido interior del oído para la instrucción, esto es, para la
escucha de la palabra de Dios.
115.Tras la לdesaparece normalmente la aspiración, como aquí y en Sal
118, 13, aunque hay excepciones, como en לנתוׁש ולנתוץ, Jer 1, 10. Ella se
mantiene normalmente tras la בy la כ, como en Sal 87, 6, Job 4, 13; 33, 15; 2
Sam 3, 34; 1 Rey 1, 21; Ecl 5, 10; pero hay también excepciones como ּבׁשּכן, Gen
35, 22, ּבזּכר, Jer 17, 2.
LIBRO I. Salmos 1–
41
Este ebook utiliza tecnología de protección de gestión de derechos digitales.
Pertenece a Cesar Miguel Gutierrez - jsgutierrez@hotmail.com
LIBRO II.
SALMOS 42–72
Salmos 42–43. Anhelo por Sión en un país hostil
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`yh'(l{awE) yn,©P'÷ t[oïWvy> WNd<_Aa dA[å-yKi
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~yhil{ale⥠yliyxiäAh yl'î['ñ ymiçh/T,-hm;W*
éyvip.n, Ÿyxi’x]ATìv.Ti-hm; 5 `yh'(l{awE)
yn,©P'÷ t[oïWvy> WNd<_Aa dA[å-yKi
42 <Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré>
150 ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, porque aún he de alabarlo, ¡salvación mía y Dios mío!
Al maskıl̂ korahítico anterior (Sal 42, 1-11, con su complemento de Sal 43,
15) le sigue un segundo masquil, el redactor se ha situado en este lugar
por sus múltiples relaciones con Sal 42-43, es decir, con el estribillo de Sal
42, 6-12 y 43, 5 (comparar además Sal 44, 10. 24, con Sal 43, 2 y Sal 42, 10,
la oración de Sal 44, 5 con Sal 43, 3 y 42, 9).
Este Sal 44 ha de compararse con Sal 85. Así como Sal 42-43 forma
pareja con Sal 84, así también Sal 44 y Sal 85 forman pareja, siendo como
son lamentos y salmos de súplica de tipo korahita y carácter nacional. Por
otra parte, Sal 60, de David, Sal 80, de Asaf y Sal 89 de Etán, están muy
cerca de este salmo. En todos ellos encontramos lamentaciones
semejantes sobre el presente, en contraste con los tiempos antiguos y con
la promesa de futuro de Dios; pero ninguno de esos contiene expresiones
en la que se pone de relieve la conciencia de inocencia del orante, un rasgo
en el que Sal 44 se distingue de ellos.
En ese plano, este salmo parece explicarse mejor si lo situamos en el
contexto de los ( חסידיםhasidim, asideos o santos), que bajo el liderazgo de
los macabeos defendieron su nacionalidad y su religión en contra de los
sirios, cayendo miles de ellos como mártires. La guerra de ese momento
fue, al menos en su comienzo, una guerra santa, de religión, y el pueblo
que se alzó en defensa de Yahvé en contra de Júpiter Olímpico,
distinguiéndose de los apóstatas, un pueblo el a su fe y a su confesión
creyente, que tuvo que lamentarse ante el despliegue de la ira de Dios,
tanto en 1 Mac 1, 64 como en este salmo.
Hay, además, una tradición según la cual en el tiempo de los macabeos
se compuso un salmo de lamentación como este. Según esa tradición, los
levitas subían cada día a un tipo de púlpito ( )דוכןy elevaban su oración
gritando: ¡despierta! ¿Por qué duermes, tú, oh Dios? Estos levitas
gritadores, pidiendo a
Dios que les defendiera, se llamaban ( מעורריםlos que despertaban a Dios).
En B. Sota 48a se dice que el Sumo Sacerdote Jochanan, i. e., Juan Hircano
(135-107 a. C.), exigió que estos מעורריםcesaran de increpar a Dios,
diciéndoles: ¿es que la divinidad está dormida? No ha dicho la Escritura:
¿mira, el Guardián de Israel no dormita ni duerme? Solo en un tiempo en el
que Israel se hallaba abandonado, y los pueblos del entorno en quietud y
prosperidad, solo en tales circunstancias se podía orar diciendo:
¡despierta, tú que duermes, oh Señor! Sin embargo, muchas
consideraciones se oponen a la suposición de que este salmo se
compusiera en tiempo de los macabeos. Aquí solo indicaremos unas pocas.
En el tiempo de los macabeos, estrictamente hablando, la nación no
había sufrido una derrota de sus ejércitos (Sal 44, 10), pues, tras haber
recobrado su coraje, los ejércitos de Judas, Jonatán y Simón fueron
siempre vencedores, y la única derrota que Hitzig vincula con ese salmo, es
decir, la de José y Azarías, en contra de Gorgias en Jamnia (1 Mac 5, 55ss),
fue un castigo ocasionado por una acción indiscreta, no aprobada por Dios.
Según eso, los lamentos de Sal 44, 10 no se entienden bien partiendo
de los acontecimientos históricos del tiempo de los macabeos. Por otra
parte, dado que una nación ha de entenderse como un todo uni cado,
resulta sorprendente que este salmo no haga mención a los apóstatas del
tiempo de los macabeos, que rompieron la unidad de la nación.
Por otra parte, la suposición de Ewald, según la cual este salmo
pertenece a los tiempos postexílicos de Jerusalén resulta también
inadmisible. En este sentido, cuando preguntamos “a qué acontecimientos
se re ere este salmo, a qué tipo de desastre militar alude” no encontramos
respuesta alguna. Por otra parte, la referencia al tiempo de Joaquín, a la
que apela en vano oluck, no puede aceptarse, pues Joaquín fue un rey que
hizo el mal ante los ojos de Yahvé (cf. 2 Cron 36, 9 y el juicio de Jer 22, 20-
30 y el de Ez 19, 1-14) y este salmo supone, en contra de eso, que el
pueblo ha obrado bien ante Dios.
Está además el hecho de que este salmo haya sido colocado al lado de
unos salmos que encuadran el entorno del rey Josafat, tiende a situarnos
en la primera parte del reinado de Joás, un tiempo en el que, conforme a la
profecía de Joel, no había en el pueblo idolatría que debiera ser castigada
y, sin embargo, hubo severas a icciones. En ese contexto se dice que los
listeos y los árabes, unidos a los vecinos cusitas, habían irrumpido sobre
Judá, saqueando Jerusalén y vendiendo cautivos del pueblo de Judá, por
muy poco dinero, a los griegos (2 Cron 21, 16, Joel 3, 2-8). Pero esta
referencia histórica resulta también insostenible. La historia sitúa esos
acontecimientos en el tiempo del rey Jorán, no en el de Joás, y parece
imposible que este salmo quiera referirse a los tiempos de Jorán desde la
perspectiva de Joás.
De un modo consecuente, no tenemos más remedio que volver al
tiempo de David; y a partir de aquí se plantea la pregunta de si este salmo,
lo mismo que Sal 60, con el que está vinculado, no ha de entenderse desde
la misma perspectiva, es decir, desde los acontecimientos relacionados con
la guerra siroamonítica. El hecho de que el con icto con los sirios y
amonitas estuviera también vinculado con los enemigos del sur, es decir,
con los edomitas, resulta evidente a partir de Sal 60, 1, cuando
comparamos su texto con 2 Sam 8, 13, donde se dice que en ese tiempo
ἐπάταξε τὴν Ἰδουμαίαν (LXX), se separó Idumea.
Mientras que David estaba luchando con los sirios, los idumeos
invadieron aquella parte de su país, que estaba vacía de tropas judías.
Resulta evidente por 1 Rey 11, 15 que esos idumeos causaron gran
derramamiento de sangre, porque, en ese contexto, se dice que Joab
enterró a los muertos y que tomó una terrible venganza sobre los edomitas,
de forma que después de haberlos vencido en el Valle de la Sal, marchó
contra su tierra y mató a todos los varones de la población. En esa línea,
conforme a la opinión de Hengstenberg, de Keil y otros autores, podemos a
rmar que este salmo se explica mejor desde la perspectiva en que se
hallaba Israel antes de la derrota y destrucción de los idumeos.
El hecho de que en Sal 44, 12 la nación se lamenta por la dispersión de
sus habitantes entre los gentiles puede explicarse por deducción a partir
de Am 1, 6, conforme a la cual los idumeos habían establecido un trá co de
esclavos israelitas. Por otro lado, la alta autoconciencia israelita que
encuentra su expresión en este salmo, se entiende mejor desde la
perspectiva de los tiempos de David, porque solo en ese período y en los
primeros años del reino de Salomón se pudo decir que los israelitas
estaban libres de toda in uencia extranjera en su culto y oración.
En ninguno de los otros salmos a nes (ni en Sal 60 ni en el 89) hallamos
una autoconciencia semejante de separación y grandeza israelita como la
que hallamos en este Sal 44, que por esa razón puede compararse con el
libro de Job, ocupando un lugar único en la literatura del A. T., al lado del
libro de Lamentaciones y del Segundo Isaías.
La a icción de Israel, que en sentido estricto no pudo ser de tipo
punitivo (esto es de castigo), sino de prueba divina, se parece a la a icción
de Job en su libro. En este salmo, Israel se encuentra ante Dios en la misma
situación que Job y el Siervo de Yahvé de Isaías, con la excepción de
algunas respuestas del libro de Job y de todo lo que tiene un carácter
expiatorio en la a icción del Siervo de Yahvé. Pues bien, esta misma
autoconciencia es la que encontramos, de forma aproximada, en Sal 60, 4.
En estos dos pasajes no encontramos diferencia entre Israel y los
temerosos de Dios, y la guerra en la que Israel fue vencido (aunque con
esperanza de una victoria nal) es una batalla por la verdad.
En contra de este salmo se ha elevado la acusación de que mani esta
una visión muy super cial del pecado, a consecuencia de la cual el salmista
ha terminado acusando a Dios de in delidad (en vez de buscar la causa de
la derrota en la in delidad de Israel). Pues bien, esa acusación es injusta.
Ciertamente, el escritor de este salmo no puede ni quiere negar el pecado
de algunos individuos, ni tampoco puede negar algún tipo de transgresión
de todo el pueblo, pero en su tiempo no existía un tipo de apostasía de la
mayor parte del pueblo respecto a su Dios, ni se podía hablar de rechazo
del pueblo entero. Por eso, la supremacía concedida a los paganos sobre
Israel debía tomarse como algo anormal, y a consecuencia de ello,
fundándose en la delidad de Israel y en la bondad amante de Dios, el poeta
pide a Dios una rápida liberación del pueblo.
Sin duda, un salmo que brotara de forma directa del corazón de la
Iglesia cristiana del N. T., debería haber sonado de un modo muy distinto,
porque la Iglesia del N. T., no es una comunidad nacional. Por otra parte,
tanto en lo que se re ere a la relación entre la idea de Iglesia y su realidad
concreta, y en lo que se re ere a la relación entre las a icciones de la Iglesia
y el motivo y designio de Dios, la visión del N. T., penetra en una
profundidad mucho mayor. El creyente cristiano sabe que la pasión de
Cristo responde al amor de Dios, de forma que, siendo cruci cado con
Cristo, en (bajo) el mundo, ese creyente cristiano puede compartir la gloria
de su Señor y Cabeza.
44, 2‒4. El poeta empieza citando una tradición que viene desde el tiempo
de Moisés y de Josué, una tradición que los israelitas han escuchado con
sus propios oídos, mostrando la gran distancia que existe entre los tiempos
antiguos y el tiempo presente, lo mismo que hace Asaf en Sal 78, 3,
apelando a la palabra de la tradición, no a la Escritura. Aquello que los
israelitas han oído se sigue diciendo en palabra directa (oratio directa).
Sal 44, 3 explica al tiempo de acción a la que aquí se alude, es decir, la
victoria sobre los pueblos de Canaán, como obra de Dios, por la que
Moisés rogaba en Sal 90, 16. Sobre ‡^( ידךd>y" ŸhT'Ûa, tú con tu mano),
vid. Coment. a Sal 3, 5; Sal 17, 14. La posición en la que están aquí las
palabras, como en Sal 69, 11; Sal 83, 19, nos lleva a suponer que el término
ידךaparece como una palabra permutativa, en lugar de אֹוה, y por lo tanto
en el mismo caso.
La gura de “plantar” (en la línea de Ex 15, 17) aparece desarrollada en
וֹוׁשּלחם, pues esta palabra signi ca expulsar a uno a n de abrir un espacio
para otros, una gura que aparece en Sal 80. Según eso, la conquista de
Canaán no fue obra propia de Israel, sino que fue (con ּכי, ciertamente no,
como en alemán nein, den, como en latín imo) obra de Dios: “Fue tu mano
derecha, fue tu brazo, con la luz de tu mirada” la que produjo la salvación,
es decir, la victoria para Israel.
La combinación de sinónimos como ימינך ּוזרועךaparece igualmente en Sal
74, 11; Ecl 33, 7, χείρα καὶ βραχίονα δεξιόν. Los dos nombres de los
miembros del cuerpo humano (mano, brazo) se aplican a Dios solo en
forma de guras; la mano derecha es signo de una acción enérgica; el brazo
es signo del poder efectivo, que realiza aquello a lo que se re ere la cosa
indicada (cf. e. g., Sal ٧٧, 16; Sal 53, 1). Por su parte, la luz de su rostro es
una gura de la bondad amante de Dios que ilumina la oscuridad de la vida
de los hombres.
La causa nal de todo es el propósito de amor de Dios, en la medida en
que tú (el pueblo) eras digno del favor de Dios (con רצהcomo en Sal 85, 2).
Esta misma idea, según la cual la posesión de la tierra de Canaán es el
resultado de la libre gracia de Dios está presente a lo largo de Dt 9.
44, 5‒9. Partiendo de la mirada retrospectiva anterior, tan rica en
misericordia, brota Sal 44, 5, como una oración con ada que se funda en la
relación teocrática de Dios con Israel, que comenzó en el tiempo de la
liberación, por medio de Moisés (Dt 33, 5).
En el comienzo de la oración de sustantivo: bqo)[]y, tA[ïWvy>
hWE©c;÷ ~yhi_l{a/ yKiäl.m; aWhåhT'a; (ahora tú, rey de Israel, concede
la salvación a Jacob) no hallamos una cópula ni un predicado lógico (cf. Sal
102, 28; Dt 32, 39, con el equivalente אֹוה הּוא אׁשר, cf. 1 Cron 21, 17), sino
un tipo de recuperación (reasunción) del sujeto, como en Is 43, 25; Jer 49,
12; Neh 9, 6; Esd 5, 11, lo mismo que en la expresión muy frecuente יהוה
הוא האלהים.
Por eso hay que traducir: “Tú, aquel que es (que eres) mi rey…”. Según
eso, el salmista le pide a Dios que, en virtud de su deber como rey (deber
que ha asumido libremente), y por el poder del que dispone, él debe
mandar
(realizar) la salvación sobre Jacob, de una forma plena y entera (Sal 18, 51;
Sal 53, 7), con צּוהcomo en Sal 42, 9.
Jacob se utiliza aquí en lugar de Israel, lo mismo que Elohim en lugar
de Yahvé. Si Elohim, rey de Jacob, vuelve gratuitamente su rostro hacia su
pueblo, ellos, los israelitas, serán de nuevo victoriosos e invencibles, como
a rma Sal 44, 6. La palabra נּגחcon referencia a קרןes una gura y emblema
de fuerza, lo mismo que en Sal 89, 25 y passim. קמינּוequivale a קמים עלינּו.
Eso signi ca que solo podemos con ar en la fuerza de Dios ( ּבךcomo en Sal
18, 30), pues se dice que “no confío en mi arco”, etc.
Esta enseñanza de Israel (Sal 44, 7) fue deducida de la historia de los
primeros tiempos. En aquel momento originario, el pueblo no con ó en el
arco ni en la espada, ni en ningún tipo de armas carnales de ataque, sino
solo en “ti”, es decir, en Dios, Sal 44, 8. En el fondo de la expresión
WnyrE_C'mi WnT'[.v;Ahâ yKiä, se incluye un “tú” enfático de Dios, como
aquel que ha salvado a Israel: no ha sido su propio poder nacional el que
ha dado a los israelitas la supremacía, sino el poder gratuito de Dios que se
expresa a través de la debilidad del pueblo elegido.
Según eso, la gloria y orgullo de Israel es Elohim, de forma que
podemos decir ~AY=h;-lk' Wnl.äL;hi ~yhil{aBeâ(, en Elohim nos
gloriaremos todo el tiempo, cf. על הּלל, Sal 10, 3. Y aquí se introduce la
música en forma de himno, tal como lo indica el hl’s,(. En este momento,
el salmo se eleva de altura, expresando la grandeza más gozosa de la
alabanza de Dios, para volver de nuevo y caer en el lamento más amargo.
164 Hijas de reyes están entre tus ilustres; está la reina a tu diestra con oro de O r.
165 ¡Oye, hija, mira e inclina tu oído! olvida tu pueblo y la casa de tu padre,
166 y deseará el rey tu hermosura. Inclínate delante de él, porque él es tu señor.
167 Y las hijas de Tiro vendrán con presentes; implorarán tu favor los ricos del pueblo.
Tu diestra te enseñará cosas que asombran;
13
Toda gloriosa es la hija del rey en su morada; de brocado de oro es su vestido.
14
Con vestidos bordados será llevada al rey;vírgenes irán en pos de ella, sus compañeras serán
traídas a ti.
15
Serán traídas con alegría y gozo; entrarán en el palacio del rey.
16
En lugar de tus padres serán tus hijos, a quienes harás príncipes en toda la tierra.
17
Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones,por lo cual te alabarán los
pueblos eternamente y para siempre.
45, 2‒3. Como indica su signi cado, el verbo רחׁש, derivado de מרחׁשת, con el
que empieza el salmo (45, 1: bAjª rb"ÜD"« ŸyBi’li vx;Ûr, bulle en mi
corazón una palabra buena) signi ca originalmente producir burbujas,
hervir, y se utiliza en las diversas lenguas semitas para referirse a un
movimiento excitado y muy vivo de emoción. Se construye con acusativo,
como los verbos que evocan plenitud, como el sinónimo נבע, Sal 119, 171
(cf. la expresión talmúdica: ל ׁשונך תרחיׁשרננות, que mi lengua rebose con
cánticos de alabanza).
El poeta entiende y presenta como “buena palabra” todo aquello de lo
que está lleno el corazón y que uye de la boca. En esa línea, ּדברes algo que
se puede expresar y que se dice en forma de palabras. Por su parte, ּטוב
indica aquello que es bueno, con la idea colateral de agradable,
placentero, rico en promesas (Is 52, 7; Zac 1, 13). El corazón del poeta esta
desbordante de buenas palabras, con las que quiere cantar un tipo de
amor propio del rey.
El hecho de que, surgiendo de la plenitud y fuerza del corazón, pueda
brotar una palabra tan buena depende del tema que llena la mente del
poeta, de las cosas en las que está pensando, y de las que quiere hablar
(con un אניpausal, a n de que la fórmula introductoria no pueda ser
equivocada o mal entendida). Este es el deseo de plenitud que el poeta
dedica en primera persona al rey, מעׁשי למלך: que mis obras o creaciones
(no en singular, sino en plural, como sucede también en מקניen Ex 17, 3;
Num 20, 19) estén dedicadas al rey.
En otras palabras: este es el pensamiento que me llena totalmente,
que me saca de mí mismo, pues mis palabras estarán dedicadas al rey, no
en un sentido más personal (como un hombre concreto), sino en su
función real, como representante de un tipo de poder superior. Esta es
quizá la palabra más noble que puede pronunciar el poeta, desplegando al
servicio del rey el arte supremo de su canto. El hecho de ponerse al
servicio del rey hace que su lengua se vuelva tan elocuente y uida como la
de un escribano que actúa como hombre de palabra elevada, γραμματεὺς
ὀξύγραφος.
Así lo traducen de forma correcta los LXX, comparando al poeta de
este canto con un escriba experto, סופר מהיר, conforme al epíteto que se
aplica a Esdras (Esd 7, 6), que no se re ere, sin más, a un escribiente que
realiza con rapidez su trabajo, sino a un escriba bien instruido e
inteligente. La lengua del poeta se mueve así como la pluma de un ágil
escribano, expresándose con toda rapidez, a causa de los pensamientos y
de las palabras que uyen apresuradamente de su corazón.
El tema principal que le inspira es la belleza del rey. La palabra יפיפית
(que tiene el signi cado de hermosura, como el nombre Yafet), ha de tener
ciertamente un sentido pasivo (Aquila, κάλλει ἐκαλλίωθης), y su formación
no puede explicarse por reduplicación de la primera de las dos radicales
del verbo )יפה (יפי, pues no se encuentran ejemplos de una raíz de cinco
letras ( )יפיפיתque se derive de esa forma. Esa palabra está, sin duda, en
pealal como ( יפיפהcf. el adjetivo יפהפיigual a יפיפי, Jer 46, 20), que se vuelve
pasivo por el cambio de vocales, de un modo muy particular, pero que
puede explicarse en conexión con este verbo.
Este es el signi cado de la frase que el poeta dedica al rey: ~d"ªa'
ynEíB.mi t'ypi‡y"p.y", eres el más hermoso, estás desarrollado de una
forma muy bella, por encima de toda comparación, estás dotado con la
belleza más grande de los hijos de los hombres. Especialmente bellos son
tus labios, entre los restantes rasgos de tu hermosura. Desde encima de
sus labios brota la gracia, ( חןplenitud de gracia o benevolencia), de tal
manera que, incluso sin necesidad de hablar, la forma de tus labios y cada
uno de sus movimientos, despiertan amor y ternura en aquel que los
contempla. Resulta evidente que, de esos labios llenos de χάρις o gracia,
han de proceder también palabras intensas de gracia (λόγοι τῆς χάριτος, cf.
Lc 4, 22; Ecl 10, 12).
En la belleza del rey, y en el encanto de sus labios, descubre el salmista
una manifestación de la bendición siempre viva de Dios, que se vuelve así
perceptible a los sentidos. Dios no bendice al rey porque él es hermoso,
sino que el rey es hermoso porque Dios le bendice. Ciertamente, la
expresión על־ ּכןpuede indicar que la bendición de Dios es una
consecuencia de la hermosura del rey: ~yhiäl{a/ ^ßk.r,Be( !KEÜ-l[;
^yt,_Atp.f.B. !xeâ qc;Whå (la gracia se derrama en tus labios, y por eso te
ha bendecido Elohim…). Pero no se puede probar en modo alguno (por !
KEÜ-l[;) que deba entenderse necesariamente de esa forma, como si
fuera ( אׁשר על־ּכןDios te ha bendecido porque…, cf. Coment. a Sal 42, 7).
Esa expresión ha de tomarse, más bien, de un modo inverso: lo que el
Salmista quiere decir no es por tanto que, dado que el rey es tan perfecto y
está dotado de tanta gracia, ha sido bendecido por Dios, sino al revés: la
bendición de Dios es la que hace que el rey sea tan agraciado. En el caso de
que se quisiera decir que son las dotes del rey las que fundamentan la
bendición divina, esas dotes tendrían que haber sido expresadas de un
modo mucho más preciso y claro. Lo que el texto quiere decir y dice es más
bien que la misma belleza del rey es una bendición de Dios, no una razón
para que Dios le bendiga.
Lo primero es, por tanto, la bendición de Dios, y de ella deriva la
hermosura del rey. Desde ese fondo hay que entender la expresión על־כן:
Dios no bendice al rey por su hermosura, sino que la bendición de Dios
produce, como consecuencia, la hermosura del rey. Eso signi ca que la
belleza del rey es un signo de la bendición de Dios.
El salmista sabe, sin duda, que la gracia es engañosa, y que la belleza
en sí misma, separada de Dios, es vana (Prov 31, 30). Eso signi ca que a sus
ojos la belleza del rey es mucho más que una hermosura externa de la
tierra; esa belleza es signo (expresión y consecuencia) de una trans
guración divina. Por eso, el salmista no canta la belleza del rey en cuanto
tal, como una belleza de la tierra, sino como signo y presencia de la
bendición divina.
45, 4‒6. Estas palabras describen al héroe siempre bendito, que une la
mayor fuerza y vigor con la más alta belleza. La alabanza de su fuerza
heroica se expresa en la llamada por la que se le pide que ejerza el poder
de su fuerza, para obtener así la victoria sobre el mal. Su gloria y majestad
están vinculadas al hecho de ceñir la espada, ^åB.r>x;-rAg*x]. Aquí no se
alude a dos experiencias distintas, sino a dos elementos de la misma
grandeza del rey: (1) por un lado él se ciñe su espada; (2) por otro se rodea
con su gloria real, semejante a la de Dios.
והדר הודson el brillo de la Gloria divina (Sal 96, 6), que se re eja en la
dignidad davídica del rey (Sal 21, 6); de esa forma se vinculan la espada
victoriosa y la realeza davídica, como dos elementos esenciales de la
panoplia del rey, con su brillante armadura.
En Sal 45, 5 se repite por segunda vez la palabra והדרך, escrita quizá
accidentalmente, de forma que debería ser suprimida, como opinan
Olshausen y Hupfeld. Hitzig puntúa esa palabra de un modo distinto, de
forma que signi que “avanza”, pero así vocalizada no puede utilizarse en
hebreo. Tal como el texto aparece ante nosotros (xl;ìc. Ÿ^’r>d"ìh]w, con
legarme precedida por illuj, cf. Accentsystem XIII. 8, 9) parece que ella es
una simple repetición de la que hallamos en Sal 45, 4 en forma de eco,
conforme a una vinculación ascendente de términos que se utiliza con
frecuencia en los salmos graduales (cf. Sal 121, 1-2). Se trataría, pues, de
una palabra repetida como acusativo, con el n de ofrecer una de nición
más exacta del tema (de la misma forma brusca que hallamos en Sal 17,
13-14).
Esa repetición de ^’r>d"ìh] va precediendo a la palabra צלח, como el
árabe slḥ ,̣ que tiene el sentido primario de avanzar, de atravesar, de
presionar hacia adelante. En esa línea acaba recibiendo el sentido de
“prosperar”, de tener éxito, de proceder con rectitud y de triunfar (en la
misma línea del árabe h,̣ ‘ h)̣ . Según eso, conforme a Gesenius 142, nota 1,
esa palabra (¡avanza!) tiene que vincularse con la siguiente, que es רכב,
con el sentido de cabalgar victorioso, teniendo éxito en la batalla.
No podemos determinar si esa palabra ( רכבcabalgar) ha de entenderse
en el sentido de cabalgar sobre el caballo o de avanzar montado en el
carro de guerra (en latín, vehi curru o vehi equo). Pero ciertamente el
animal al que alude el texto es un caballo, no una mula o de un asno (1 Rey
1, 33; Zac 9, 9), que son los animales que se utilizan en tiempo de paz. En
su gesto de cabalgar para la batalla, el rey puede montar sobre un carro
(como Ahab y Jehoshaphat, 1 Rey 22), o sobre un animal de guerra, como
en Ap 19, 11, donde se habla del Logos montado sobre un caballo blanco.
Lo que aquí se pone de relieve es el hecho de que el rey triunfante cabalga
en majestad, ( על־ּדברa causa de la verdad y de la justicia/humildad), como
en Sal 79, 9; ٢ Sam ١٨, 5.
La combinación qd<c,_-hw"n>[; es muy semejante a la de עריה־בׁשתde
Miq 1, 11: desnudez e ignominia, es decir, desnudez ignominiosa. En esa
línea, ענוהha de entenderse como nombre de una virtud, como la justicia.
Los dos nombres (qd<c,_-hw"n>[;) han de tomarse como nombres de
virtudes, lo mismo que la palabra anterior ( אמתla verdad que es igual que
la veracidad, propia de aquel que ama y practica aquello que es verdadero
siendo hostil a la mentira, a la falsedad y al disimulo).
De esa manera, qd<c,_-hw"n>[; tendría que signi car justicia-
mansedumbre, y su forma de unirse las dos palabras en asíndeton indicaría
mansedumbre y justicia como hermanas gemelas, mutuamente vinculadas,
penetrándose una en la otra. Esas virtudes se encuentran al servicio de
aquellos que están necesitados, en ayuda de los cuales ha sido llamado el
rey, para que cabalgue, para que entre en la batalla, a favor de la justicia,
esto es, de los justos, que aparecen así como marginados (mansos, pobres:
ענּיים,)ענוים, doblemente dignos, necesitados de su ayuda.
De todas formas, hay otra explicación posible de ענוהque es muy
probable precisamente en este salmo que tiene un colorido vinculado al
lenguaje hebreo de la zona norte de Palestina. Los escritores del norte de
Palestina no vocalizan siempre el estado constructo con ath, como lo ha
mostrado Hitzig, en su comentario a Sal 68, 29, donde apela de un modo
equivocado a Os 10, 6; Job 39, 13, pero de un modo justo a Jc 7, 8; Jc 8, 32
(cf. Dt 33, 4; Dt ٣٣, 27).
En esa perspectiva, de un modo muy posible, ענוהpuede ser
equivalente de ענות, pero no en el sentido de negocio o asunto (como ענין,
que tiene el mismo sentido de )ּדבר, sino en el sentido de a ictio, a icción,
pena (como en ראוה, Ez 28, 17). Según eso, el texto se puede traducir de
esta manera: para poner un n a la opresión de los justos o al sufrimiento de
los inocentes.
Con el yusivo ותורך, como ויתאוen Sal 45, 12, comienza la apódosis con
una prótasis hipotética, que aparece aquí de un modo virtual (Ewiger,
347b): de manera que tu mano derecha te enseñe justicia, es decir, te
dirija y te capacite para ver (realizar) terribles cosas al servicio de la
justicia. En esa línea, en Sal 45, 6, tanto las recomendaciones como los
deseos aparece como expresión de una esperanza que va a cumplirse con
seguridad, de manera que tiene que realizarse ciertamente aquello que
proclama el salmista: tus espadas son a ladas y por lo tanto son mortales
para aquellos a quienes se dirigen: por eso los pueblos han de caer ()יּצלּו
bajo tu paso, de forma que tú avanzarás sobre aquellos que yacerán
vencidos (muertos) en el suelo. Tus echas se clavarán en el corazón de los
enemigos del rey.
La dura elipse (entre echas a ladas…, penetrarán en el corazón de los
enemigos del rey) se explica por el hecho de que el poeta tiene ante su
mente la escena de la batalla, como si fuera testigo presencial de ella. La
frase “en el corazón de los enemigos del rey” es una exclamación pictórica,
como si estuviera acompañada con un dedo que va apuntando la escena.
De esa manera, el salmista quiere indicar que las echas a ladas vuelan y
hieren a los enemigos del rey.
En ese contexto se entiende el comentario de Crusius, pero él va más
allá de lo necesario cuando dice “apostrophe per prosopopaeiam directa
ad sagittas quasi jubens, quo tendere debeant” (con una apóstrofe
dirigida, por prosopopeya, a las echas, como diciéndoles a dónde debían
dirigirse). En este contexto podemos citar Sal 110, 2, donde aparece un
ּבקרבen una conexión profético-mesiánica. Sea como fuere, sin perder su
referencia a la historia contemporánea, del tiempo del salmista, toda la
escena tiene un sentido mesiánico.
El poeta desea que el rey a quien él está cantando pueda gobernar y
triunfar, en la línea del mesías. Quiere que él camine y luche a favor de la
verdad y de aquello que es verdaderamente bueno, y que venza a los
enemigos del mundo o, para decirlo como en Sal 2, que el rey ungido de
Sión pueda destruir todo aquello que se le oponga con un cetro de hierro.
Sin embargo, el Rey ungido de Sal 2 no es solo Hijo de David, sino también
Hijo de Dios. Por eso se le llama, de un modo absoluto ּבר, ὁ υἱὸς. Is 9, 5 le
llama además ּג ּבוראל, cf. Is 10, 21. Por eso no resulta intolerable o
imposible que el poeta ahora le llame אלהים, aunque la gura así esbozada
sea plenamente humana, a pesar de su carácter idealizado.
45, 7‒8. Queriendo evitar que el salmista se dirija al rey llamándole Elohim,
Sal 45, 6 se ha interpretado de diversas formas: (1) “Tu trono de Dios es
para siempre y siempre”. Esta es una traducción gramaticalmente posible,
y si el salmista hubiera querido dar ese sentido a la frase debería haberlo
hecho de esa manera (Nagelsbach, 64g); (2) “Tu trono es Dios (= es divino)
para siempre y siempre”; pero posiblemente esa idea no podría haberse
expresado así, pues constituye un pleonasmo, como “el altar de madera es
madera” (cf. Sal 45, 9), o “es tiempo de lluvias, por tanto lluvioso” (cf. Esd
10, 13), pues Dios no es una substancia del trono, ni el trono en cuanto tal
puede tomarse como una representación o gura de Dios, porque en ese
caso el predicado tendría que haberse tomado como un genitivo, como
אלהים ּכּףא, lo que, sin embargo, no puede ser aceptado en la línea de la
sintaxis hebrea, ni siquiera partiendo de 2 Rey 23, 17, cf. Gesenius 110, 2b.
Según eso, no se debe aceptar la primera interpretación, algo que
resulta además bien claro por el hecho de que el trono terreno del rey
teocrático recibe el nombre de trono de Yahvé ( יהוה כסא, cf. 1 Cron 29, 23).
Por otra parte, la sentencia “tu trono de Dios es eterno” resulta
tautológica, dado que el predicado está ya implícito en el sujeto. Por eso,
antes que nada, tenemos que ver si אלהיםno puede tomarse en forma de
vocativo, como hacen los LXX ὁ θρόνος σου, ὁ Θεὸς, εἰς αἰῶνα αἰῶνος. Pero,
dado que el trono de Dios es ante todo eterno (Sal 10, 16; Lam 5, 19), y
dado que el amor por la justicia y el odio por el mal aparece por doquier
como una descripción de la santidad divina (Sal 5, 5; Sal 61, 8), estamos
obligados a tomar אלהיםcomo palabra referida a Dios.
Pero ¿hay alguna posibilidad de que al rey cuya gloria se celebra se le
pueda llamar ?אלהיםCiertamente, el hecho de que en los salmos
elohísticos se identi que el nombre de Elohim con el de Yahvé no está a
favor de esa suposición. Pero que en la segunda mención de אלהיםse diga
^yh,l{a/â ~yhiäl{a/, hace que eso sea posible.
Por otra parte, dado que en otros lugares a las autoridades humanas se
les llame también ( אלהיםcf. Ex 21, 6; Ex 22, 7; Sal 82, 1-8, cf. Sal 138, 1), por
el hecho de que ellas representan a Dios y sean portadoras de su imagen en
la tierra, hace que eso sea muy posible. Por lo tanto, el rey a quien este
salmo celebra puede ser invocado con más propiedad como Elohim,
especialmente si tenemos en cuenta su celestial belleza, su doxa o gloria
irresistible y su santidad divina. Ese rey aparece de esa forma ante el
salmista como la realización perfecta de la estrecha relación que Dios ha
establecido entre él y David, y sus descendientes.
El salmista le llama אלהים, lo mismo que Isaías llama al niño rey
exaltado (a quien él saluda en Is 9, 1-6) con el nombre de אל־ּגּבור, Dios
fuerte. El salmista llama al rey “Elohim”, esto es, Dios, a causa de que en la
transparencia exterior de su perfecta humanidad él descubre la gloria y
santidad de Dios, que se ha presentado entre los hombres de un modo
claro y conspicuo, salvador y misericordioso. Pero, al mismo tiempo,
inmediatamente después, él evita que se pueda entender mal ese atributo,
distinguiendo al rey Elohim del Dios supremo, que está por encima de él,
diciendo “Elohim tu Dios”.
Tanto en los salmos korahíticos como en lo elohísticos, este doble
nombre (^yh,l{a/â ~yhiäl{a/) es equivalente al de “Yahvé, tu Dios” (Sal 43,
4; Sal 48, 15; Sal 50, 7)7. Por otra parte, el cetro del rey es un “cetro de
rectitud” (cf. Is 11, 4), pues él ama la justicia y consiguientemente odia la
iniquidad; por eso Dios, su Dios, le ha ungido con oleo de alegría (Is 61, 3;
sobre esta construcción, cf. Amós 6, 6) por encima de sus compañeros.
Lo que aquí se evoca no es la unción real de su o cio como rey (cf. Sal
89, 21 y en otro plano Hch 10, 38), como dedicación para un reinado feliz y
próspero, sino el hecho de que Dios ha derramado sobre él, y
especialmente en este día de sus bodas, una alegría superabundante,
tanto exterior como interior (en su espíritu), una alegría como la que Dios
no ha derramado sobre ningún otro en el mundo. Es evidente que este rey
se eleva así sobre todos los otros de su entorno, pues incluso entre sus
compañeros regios, reyes como él, no hay nadie semejante a él.
Es una cuestión discutida si el autor de Hebreos 1, 8, ha tomado el
primer ὁ Θεὸς de la expresión ὁ Θεὸς ὁ Θεὸς σου como un vocativo. Parece
que Apollinar no lo ha entendido así, porque él traduce: τοὔνεκά σοι Θεὸς
αὐτὸς ἑὴν περίχηευεν ἀλοιφήν χηρίσας τερπωλῆς μετόχηοις παρὰ πάντας
ἐλαίῳ. Por su parte, los comentaristas griegos toman también aquí ὁ Θεὸς
como un nominativo.
45, 9‒10. Este salmo, que trata de aquello que es “digno de amarse”,
alcanza aquí la altura hacia la que aspiraba desde el principio, cuando ha
ido presentando al rey como rey amable como hombre, como un héroe,
como gobernante divino. Ahora le describe como un novio en el día de sus
nupcias. La secuencia de los pensamientos y guras corresponde a la
historia del futuro, como aparece en Apocalipsis.
Cuando caiga Babilonia, y cuando el héroe montado en un caballo
blanco, sobre el que está escrito su nombre (rey de reyes y señor de
señores), haya destruido las naciones enemigas con la espada que sale de
su boca, podrán celebrarse las bodas del Cordero, culminando así un
camino que había sido preparado por medio de las victorias anteriores (cf.
Ap 19, 7). Pues bien, el autor del Sal 45 está viendo y narrando por
anticipado esta boda o gamos nal, que se celebrará cuando culmine el
tiempo de la esperanza mesiánica, cuando la luz total de Dios amanezca
sobre la Iglesia del Antiguo Testamento, regocijándose al ver de lejos lo
que estaba por venir.
Los vestidos del rey están totalmente aromatizados con costosas
especias, de manera que parecen estar hechos (entrelazados) de aromas.
Desde los palacios de mar l suena la música ( )מּסיcomo fuente de encanto
para el rey.
Este מּסיse ha tomado muchas veces, partiendo de Is 59, 18 (cf. también Is
52, 6), como una repetición del מןanterior (^Wx)M.fi yNIïmi !ve÷ª
ylek.yheî-!mI): de los palacios de mar l, con !mI), de allí, y con yNIïmi, te
encantan). Pero esta repetición carece de sentido. Se podría discutir de un
modo general si la yod nal de yNIïm está apocopada, en lugar de ım̂ (vid.
Sal 22, 17; 2 Sam 22, 44), pero en nuestro caso resulta claro que מּסיes
equivalente a מּסים, de forma que alude a la música de los instrumentos de
cuerda (Sal 150, 4). Esta forma apocopada de מ ּסיםresponde al hebreo del
norte de Palestina, donde era normal está forma de apocopar algunas
palabras a causa del mismo ritmo musical del salmo.
En la línea de nuestra traducción histórica de los salmos, los palacios
de mar l que aquí se evocan son las magní cas residencias de mar l
construidas en Samaría por el padre de la novia. Desde las habitaciones
interiores de esos palacios, revestidos de mar l y, por lo tanto,
resplandecientes, viene el novio para saludar y recoger a su novia,
mientras se escuchan los sonidos de la música festiva. Desde la perspectiva
del N. T., esa música de las bodas nales se puede identi car con la melodía
de las cítaras y de las arpas que escuchó el vidente de Ap 14, 2, como voz
de muchas aguas y de poderosos truenos resonando desde el cielo.
El poeta del Antiguo Testamento estaba imaginando un tipo de
ciudadela regia, con un esplendor que sobrepasa el de David y Salomón.
Del interior de esa ciudadela o palacio real resuena la música festiva para
dar la bienvenida al rey exaltado. Vienen incluso las hijas de reyes, que se
toman como las
“realidades” más preciosas. ( יקרcf. ^yt,_ArQ.yIB.) es el nombre de aquello
que es más costoso, de aquello que tiene más precio, y que es más querido
por su valor (Prov 6, 26). Esta forma, ^yt,_ArQ.yIB., se parece a la forma
ליּרהת, Prov 30, 17, con la i en vez del sheba móvil, y también con el
daggesh dirimens en la ( קcf. עּרבי,
Gen 49, 17; מּרדׁש, Ex 15, 17)8.
Pues bien, en este momento, el rey ha escogido a su propia esposa,
que aquí aparece con el nombre común que suele darse a las reinas
caldeas y persas (lg,ïve), un nombre que parece propio del hebreo del
norte de Palestina. Esa reina preferida se llama Shegel (cf. rypi(Aa ~t,k,äB.
^ªn>ymiyli÷( lg,ïve, la reina a tu derecha con oro de O r 9). Ese nombre
Shegel sustituye al de Gebira (ּגבירה, la “Mujer fuerte”), mujer importante,
que se aplica en el Antiguo Testamento de un modo especial a la madre
del rey, no a su esposa.
El hecho es que ella, la reina, es decir, la Shegel, brillando con oro de O
r, ha tomado el lugar de honor, a la derecha del rey (se dice que ella
hb'îC.nI, se sienta, como pretérito, no participio). Es evidente que en este
momento está siendo completada y rati cada su relación con el rey.
¿Quiénes son las hijas de reyes, y quién es esta reina, sentada y
manteniendo la más íntima relación con el rey?
Las primeras son las naciones paganas convertidas a Cristo, y la última
es Israel, que ha vuelto a desposarse con Dios en Cristo, después que ha
venido a él la plenitud de las naciones. Solo cuando Israel vuelva a Cristo,
después que haya entrado en la comunidad nal la plenitud de las naciones
(cf. Rom 11, 25), podrá amanecer la mañana del gran día que se celebra en
este día como canto de la Iglesia.
La frase hijas de los reyes, מלכים ּבנות, no pueden ser una designación
personi cada de las naciones paganas, como la ּבת־צר, aunque la reina, ׁשגל,
sea el Israel creyente, concebido como una persona. Ellas son más bien las
hijas de los reinos del mundo, como representación de sus naciones, de
forma que el orden de las cosas que aquí se simboliza es el mismo que
vemos en Is 49, 23, donde se a rma que los reyes del mundo serán los
“padrinos” (protectores) y sus princesas serán las madrinas (servidoras) de
la Iglesia israelita del futuro.
45, 11‒13. En este momento el poeta viene a dirigirse a la única esposa del
rey, que recibe el honor más grande, muy por encima de las hijas de reyes.
Con la palabra ׁשמעיél le pide que le escuche; con ראיle ruega que dirija su
vista hacia las nuevas relaciones en las cuales viene a entrar ahora. Con הּטי
אזנךle ruega que preste atención a la exhortación que sigue. Al llamarle
hija, ּבת, él se sitúa ante ella en una relación que es semejante a la del
maestro y predicador cuando se dirige a la pareja matrimonial ante el
altar.
Ella tiene que olvidar a su pueblo y a la casa de su padre, abandonando
sus relaciones naturales, hereditarias, sus formas anteriores de vida, tanto
en un plano externo como en el plano de los afectos interiores, a n de que
el rey pueda desear su hermosura, pues él, siendo su marido (1 Ped 3, 6), y
de un modo más especí co su rey, es también su señor, y ella debe mostrar
ante él su más profunda y reverente devoción. Según Gesenius 128, 2c.,
( ויתאו%yE+p.y" %l,M,äh; wa'ät.yIw>, y deseará el rey tu hermosura) es un
prótasis hipotética. Esta sumisión voluntaria de la reina al rey será
recompensada por el homenaje universal de las naciones.
Por razón de la sintaxis, no se puede negar que ּובת־צרse puede
traducir como “y tú, hija de Tiro” (Hitzig), una traducción que, por otra
parte, va en la línea de nuestra interpretación histórica del salmo, según la
cual la nueva reina era “hija de Tiro” (hija del rey de Tiro). Pero no hay en
la Biblia ningún ejemplo de un vocativo con waw, ו, a no ser que venga
precedido por otro vocativo (Prov 8, 5; Joel 2, 23; Is 44, 21). Pero ¿qué
nalidad puede tener en este caso particular este apóstrofe (hx'n>miB.â
rco’-tb;(W), por el que se podría suponer que ella, la Hija-Tiro (= Hija de
Tiro), seguiría vinculada a su casa ancestral y no a la casa del rey de Israel
de quien ella ha venido a convertirse en posesión por el matrimonio.
Pero el texto ha de traducirse de un modo distinto. La Hija de Tiro es
un sujeto plural, de manera que viene seguido por un verbo en plural. La
hija de Tiro es (son) aquí “las hijas de Tiro”, es decir, toda la población de
Tiro (= la ciudad de Tiro) que se aproxima con presentes o regalos que han
de colocar (literalmente “colocar corriendo”) ante tu rostro; ellas, las hijas
de Tiro (toda la población de Tiro) han de venir para buscar (suscitar) tu
amor.
Por su parte, ()ּצניl ( חּלהcf. ~['( yrEyviä[] WLªx;y> %yIn,ïP')
corresponde al Latín mulcere en el sentido de delenire, como חלהen árabe:
los más ricos entre los pueblos serán dulces contigo, serán tiernos,
buscando la forma de reconciliarse contigo, siendo gentiles, amables. La
palabra Tiro (hijas de Tiro) se utiliza aquí solo en forma de ejemplo para
todas las naciones, representadas por los pueblos ricos del mundo,
~[‘( yrEyviä[], que no están en simple aposición a lo anterior, sino que son
una continuación del tema anterior. Eso signi ca que no vendrán solo los
habitantes de Tiro, sino en general todos los habitantes de los pueblos más
ricos, de todos los pueblos o naciones. En esa línea, así como los אביוני אדם
(Is 29, 19) son los más pobres de la humanidad, ~['( yrEyviä[] son los más
ricos entre los pueblos de la tierra.
Sobre el sentido que la congregación cristiana, es decir, la Iglesia debe
asignar a todo este pasaje, la paráfrasis más adecuada de las palabras
centrales (olvida a tu pueblo…) puede encontrarse en un pasaje del
Targum: “Olvida las malas obras de los impíos de tu pueblo y de la casa de
los ídolos a los que has servido en la casa de tu padre”.
Ciertamente, no es toda la masa endurecida de Israel la que viene a
entrar en esa relación amorosa con Dios y con Cristo, sino que aquí se
cumple lo que declara Dt 32: solo un pueblo puri cado, que ha pasado por
el juicio y que ha sido rescatado de la tribulación podrá pertenecer
totalmente a Cristo y convertirse de esa forma en semilla de un futuro
mejor (Is 6, 13). Para ello, este nuevo Israel tendrá que romper sus
relaciones con el pueblo de dura cerviz, con su casa paterna, para
separarse, así como Abraham, de los gentiles y formar parte del nuevo
pueblo de Cristo.
Esta Iglesia del futuro será perfecta, porque ha expiado (Dt 32, 43), se
ha limpiado (Is 4, 4), se ha adornado (Is 61, 3) para su Dios. Y si ella actúa
de esa forma, sin mirar hacia atrás, no solo Dios será suyo, sino que serán
suyas las riquezas de todas las naciones. Siendo altamente honrada por el
Rey de los reyes, esa novia/esposa, la iglesia del futuro, será Reina entre
las hijas de los reyes, de forma que los hijos/hijas de Tiro y de todos los
pueblos ricos del mundo vendrán con sus dones para expresarle su amor y
su reconocimiento gozoso. Encontraremos un lenguaje muy semejante al
de aquí, aplicado a la iglesia del Mesías en Sal 72, 10.
45, 14‒16. Sigue aquí la descripción de la forma en que ella, la reina, deja la
casa de su padre de manera que, ricamente adornada y con numeroso
cortejo, es conducida ante el rey, haciendo su entrada en palacio. En
conexión con eso debemos tener en la mente el hecho de que el poeta
combina en la tela de una misma pintura, por así decir, cosas que están bien
separadas en tiempo y espacio.
Lo primero es que el rey mira y ve a la reina en su cámara (ּצנימה,
propiamente hablando “dentro”, es decir, en el interior de la casa,
Gesenius 90, 2b), descubriendo que ella es puro esplendor, pura gloria 10.
Así como Dios es pleno de כבוד, ella es pura Gloria (ּכל־ּכבּוּדה, meramente
esplendor, femenino de כבודcomo en Ez 23, 41; cf. en sentido opuesto
ּכל־הבל, Sal 39, 6, meramente nada). Su vestido está tejido de oro,
entrelazado con hilos de oro, o entretejido con diamantes y adornado
además de oro.
De esa forma, lo mismo que Ester (cf. Est 2, 12), ella es presentada
ante el rey, su esposo, y así la llevan étAmq'r>li, con vestidos bordados,
recamados de diversas formas (la לse utiliza aquí adverbialmente, como en
2 Cron 20, 21, )להדרת, con un séquito de vírgenes, que son sus compañeras,
que así empiezan a ser, como ella la propiedad del esposo. Conforme a los
acentos hay que traducir virgines post eam (h'yr<x]a;â tAlåWtB.,
muchachas/vírgenes tras ella), sociae ejus, adducuntur tibi (sus
compañeras, serán traídas a ti), pues רעותיהes una aposición.
También esto ha de tomarse, en armonía con la interpretación
alegórica del salmo, como un canto de la iglesia. La esposa del Cordero, a
quien ha contemplado el autor del Apocalipsis, va vestida de lino
esplendente (byssus), que es signo de su justicia, lo mismo que las
vestiduras de oro evocan su gloria.
Ella no es solo una persona, ni siquiera una iglesia aislada, sino la
Iglesia de Israel, con las iglesias de los gentiles, unidas por una misma fe,
vinculadas todas, de una forma activa en la restauración de la Hija de Sión.
La procesión se mueve con gozo y regocijo; es la marcha de honor de la
escogida y de las muchas escogidas con ella, marcha de amigos y
compañeros. Esta es la esperanza que se enciende en la mente del poeta
ante la contemplación de la escena.
45, 17‒18. Todo esto se empieza entendiendo del modo más natural en
relación con la historia contemporánea del poeta, pero sin oponerse a la
referencia del salmo al rey mesías, como entiende la iglesia. Así como el
rey de
Judá y de Israel permitían que sus hijos compartieran su gobierno real (2
Sam 8, 18; 1 Rey 4, 7, cf. 2 Cron 11, 23; 1 Rey 20, 15), así también de la
amorosa relación de la hija de Sión y de las vírgenes de su séquito con el rey
mesías han de surgir hijos a quienes se transferirá y en quienes culminará la
gloria real de la casa de David, una raza real a quien el Rey Mesías
concederá el dominio sobre la tierra (vid. Sal ١٤٩, 1-9), pues él hará que su
pueblo sea “reino de sacerdotes, y reinarán sobre la tierra” (Ap 5, 10).
Estos hijos han de entenderse aquí en la línea de Sal 110, 1-7, como
aquellos que nacen del rocío de la aurora de la mañana, los miembros de
la nación siempre joven por la que el mesías conquista y gobierna todo el
mundo. Por eso, cuando el poeta a rma que recordará el nombre del rey a
través de todas las generaciones, esto se funda en dos presupuestos: (a) el
salmista se toma a sí mismo como miembro de una iglesia imperecedera
(Ecl 37, 25); (b) él mira al rey como una persona que es digna de ser
alabada por la iglesia en todas las edades.
En todos los demás lugares, la alabanza de Yahvé se toma como una
alabanza que permanece viva a través de las generaciones (Sal 102, 13; Sal
135, 13); pero aquí es el rey el que aparece como objeto de la alabanza
duradera de la iglesia y, a partir de la iglesia, como objeto de alabanza
también de las naciones. Ante todo, aquí se pone de relieve la importancia
de Israel a quien representa el salmista, el pueblo de Israel escogido para
alabar por generaciones y generaciones el nombre del mesías.
Pero ese Israel no aparece aquí de un modo aislado, sino que está
abierto a todas las naciones. El n y meta de la historia de la alianza consiste
en que Israel y las naciones alaben juntas a este rey divino, heroico y digno
de amor, “pues su nombre durará por siempre: será alabado mientras dure
el sol, y todas las naciones serán benditas en él y le alabarán” (Sal 72, 17).
Mientras que entre Sal 45 y Sal 46 no hay apenas más relación que el uso
semejante de la fórmula על־ּכן, Sal 47 tiene en común con Sal 46 no solo el
pensamiento de la exaltación real de Yahvé sobre los pueblos de la tierra,
sino también la ocasión histórica en que se fundan los salmos, es decir, la
victoria de Josafat sobre las naciones aliadas del entorno, una victoria que
han conseguido sin guerra, y que aparece así de un modo más claro como
resultado de la intervención de Yahvé, que ha luchado a favor del pueblo y
que asciende de nuevo en medio de la música de la celebración de su
victoria, un acontecimiento que estuvo representado por el hecho de
llevar el arca de nuevo al templo, en procesión jubilosa de victoria (2 Cron
20, 28). El esquema de las estrofas es fácil de recordar: 8. 8. 4.
A causa del toque de la trompeta 13 que se menciona en Sal 47, 6, este
salmo es el propio del año nuevo, en la liturgia de la sinagoga (en unión
con Sal 81, el salmo del segundo día de la esta del Año Nuevo). Y a causa
de la mención de la “subida” de Yahvé, este es el salmo que la Iglesia canta
el día de la Ascensión del Señor Jesús. Lutero lo titula: Cristo asciende al
cielo, de los hijos de Korah. Por su parte, Paulus Burgensis (= Pablo de
Burgos, en España) discutió con Lyra porque él no aplicaba directamente
este salmo a la Ascensión. Y Bakius dice: Lyranus a Judaeis seductus, in
cortice haeret (Lira, seducido por los judíos, queda prendido en la letra).
Como en otros casos, la verdad total no se puede encontrar ni en una
parte ni en la otra. El salmo toma su motivo de un acontecimiento
sucedido en el tiempo del reinado de Josafat. Pero la iglesia judía de
tiempos posteriores, se vio llamada a celebrar lo que se canta en este
salmo, y así lo celebra todavía la iglesia del N. T., a partir de la victoria del
rey judío sobre los pueblos del entorno. Esta victoria hizo que el pueblo de
Dios pudiera descansar y gozar de tranquilidad durante un tiempo, pero
sin alcanzar la paz duradera y de nitiva de Cristo.
Por otra parte, aquella Ascensión de Yahvé, tras haber luchado en la
tierra a favor de su pueblo, no fue todavía la de nitiva, el comienzo del
reinado de Dios sobre todos los poderes que son más peligrosos para su
pueblo, una ascensión que abre el camino del despliegue nal de la
salvación. Esta ascensión de la que habla el salmo no es todavía la última y
más gloriosa. Por eso, este salmo ha tomado en la historia cristiana un
sentido profético, que excede en mucho al sentido y alcance que tuvo en
su primer momento, cuando todavía no se había manifestado plenamente
el sentido y alcance del triunfo de Cristo.
47, 2‒5. “Y por consiguiente el temor de Elohim…”. Así cierra el Cronista (2
Cron 20, 29) la narración de la derrota de los confederados que se habían
alzado en contra de Judá. Y el texto sigue: “El temor de Elohim se extendió
entre todos los enemigos de Israel”. A pesar de eso, el salmista no pide a
los pueblos que teman, sino que se regocijen y aplaudan, porque el temor
es una emoción involuntaria, mientras que el gozo es una emoción
voluntaria.
La victoria nal y verdadera de Yahvé no consiste solo en un tipo de
sumisión que se logra imponer por medio de la guerra, ni por
derramamiento de sangre, ni como efecto de una consternación que se
impone sobre las mentes con violencia. Al contrario, la victoria nal de Dios
es un cambio que se produce en las mentes y corazones de los pueblos a
través de la alegría, en el momento en que ellos se vuelven gozosamente a
Dios y le adoran.
En esa línea, a n de que Dios pueda mostrarse como Señor universal de
todos los pueblos, él tiene que convertirse primero en Dios de Israel, de
forma que después (a través del propio Israel) los restantes pueblos
puedan alcanzar el n y meta de su elección. De este deseo de conversión
brota la llamada de Sal 47, 2.
Los pueblos tienen que mostrar su gozo en el Dios de la revelación,
haciéndolo con gestos y palabras, porque Yahvé es absolutamente exaltado
( עליוןes aquí un predicado, mientras que en Sal 78, 56 es un atributo), un
Dios excelso. En el camino que lleva al triunfo del reino de Dios, la esfera
de su dominio tiene su punto central en Israel, pero no para encerrarse
solamente allí, sino para extenderse desde allí sobre el conjunto de la
tierra.
Todas las cosas tienen que rendir su homenaje a Dios a través de su
pueblo Israel, sea de un modo voluntario, sea por imposición. Conforme a
los tiempos de los verbos empleados, lo que a rma Sal 47, 4 aparece como
resultado de su experiencia reciente, aunque muchos a rman que esa
experiencia no se expresa aquí de una forma histórica concreta, siempre
en camino, sino de un modo general e idealizado. Pero la palabra יבחרde
Sal 47, 5, va en contra de esta interpretación, pues la elección a la que se
alude es un hecho que se ha realizado de una vez y para siempre, y no un
acto que tiene que repetirse. Eso exige que tomemos los futuros del texto
como referencia a unos hechos históricos en los que culminará la obra
salvadora de Dios, en la línea de Num 23, 7; Jc 2, 1.
En relación con ( ידּברél se inclinó, él escogió, vid. Sal ١٨, 48). No hay
necesidad de alterar la palabra, porque en los acontecimientos que están
en el fondo del salmo Dios se ha mostrado a sí mismo como Señor el y
poderoso de la tierra de Israel. La confederación de los enemigos había
querido expulsar a Israel enteramente de su herencia, esto es, de la tierra
de su posesión (2 Cron 20, 11), impidiendo así el cumplimiento de las
promesas de Dios, pero Dios ha venido y ha luchado a favor de su pueblo.
En ese sentido, la tierra santa se llama el orgullo ( )ּגאוןde Jacob, por ser
el don de gracia del que puede gloriarse el pueblo amado de Dios. En Am
6, 8 la expresión יעקב גאוןtiene un sentido diferente (pecado de orgullo) y
también en Nahúm 2, 3 (Gloria de Israel, según la promesa). Pues bien, en
nuestro caso el sentido es el mismo que el del Sal 13, 19. אתtiene una
función de conjuntivo, lo mismo que en Sal 60, 2 y en Prov 3, 12 (únicos
casos en los que esa partícula tiene sentido conjuntivo). La estrofa que
sigue muestra que el poeta tiene en su mente, el Sal 47, 5, un acto reciente
de Dios a favor de su pueblo.
47, 6‒9. El ascenso de Dios presupone un descenso previo, para
manifestarse a sí mismo y cumplir algún tipo de promesa (Gen 17, 22; Jc
13, 20), o para ejecutar de un modo triunfal algún juicio (Sal 7, 8; Sal 68,
19). En este caso se supone que Dios ha bajado antes de subir, y que lo ha
hecho para luchar a favor de su pueblo. Así, en procesión, los eles de Israel
retornan a la ciudad santa y; por su parte, Dios sube a su trono, que está
por encima de Sión y aún más alto, en la altura del cielo.
Sobre ּבתרּועהy ׁשופר קול, cf. Sal 98, 6; 1 Cron 15, 28, y más
especialmente Am 2, 2. Por lo que toca al grito ()תרּועה, aquí se trata del
grito de victoria del pueblo; por su parte la música del cuerno o trompeta (
)ׁשופר קולse re ere al claro y fuerte sonido de los cuernos anunciando la
victoria, con referencia a la victoria en el Valle de la Bendición, mientras el
ejército sube con los sacerdotes en gesto de gloria, en medio del sonido de
la música (2 Cron 20, 26).
El poeta, que tiene en mente esta esta de victoria que acaba de
celebrarse, desea que la música de esta pueda sonar sin n y sin fronteras,
proclamando la gloria de Dios. El verbo זּמרse construye primero con el
acusativo, como en Sal 68, 33 y después con el dativo. En cuanto a מׂשּכילha
de entenderse en el sentido de ᾠδὴ πενυματική o cántico espiritual (Ef ٥,
19; Col 3, 16), cf. Coment. a Sal 32, 1.
Aquello que excita y suscita los cantos de alabanza es el dominio de
Yahvé sobre el pueblo, tal como se acaba de poner de mani esto. El verbo
( מלך#r<a'îh'lK' %l,m,Þ yKiÛ) ha de tomarse en el mismo sentido histórico
de ἐβασίλευσας, cf. Ap 11, 15-18. Lo que ha sucedido en la victoria anterior
es el preludio de lo que será la entrada nal y visible de todos los eles en el
reino de Cristo, el anuncio de aquello que ha visto más tarde el vidente del
Apocalipsis en el N. T.
Dios ha bajado a la tierra, y tras haber recibido un reconocimiento de
su dominio, por haber destruido a los enemigos de Israel, él ha ascendido
de nuevo con gloria real muy visible a su trono celeste. Así lo dice Chr. Aug.
Crusius: “El ascenso del arca de la alianza a la sede central del reino en
Jerusalén era una imagen del ascenso del Mesías al trono de su gloria”
(Imago conscensi a Messia throni gloria erat deportatio arcae faederis in
sedem regni).
47, 10. En el fondo de ese acontecimiento presente (con la victoria de Dios
sobre los pueblos), descubre el profeta la gran promesa de la conversión
de todos los pueblos a Yahvé, como acontecimiento en el que culmina la
historia del mundo. Los nobles de los pueblos ( נדיביen el doble sentido de
generosos y poderosos), los “escudos” (es decir, los defensores de su
pueblo) en la tierra (Os 4, 18), como dice Teodoreto, entran en la sociedad
del pueblo del Dios de Abraham (πέρας αἱ πρὸς τὸν πατριάρχην Ἀβραὰμ
ἔλαβον ὑποσχέσεις).
La promesa que está relacionada con la bendición de las tribus de las
naciones, que aparecen ya como “semilla de los patriarcas” ha venido a
realizarse ya plenamente, pues los nobles llevan consigo a los hombres que
ellos protegen, convertidos en “pueblos” (laoi) de Dios. El mismo Eusebio
ha alabado a los traductores Símaco y Teodoción, porque han traducido la
palabra más ambigua ἀμ (que puede referirse a cualquier pueblo, sin más)
por λαὸς, pueblo escogido de Dios (τοῦ Θεοῦ), pueblo de Abraham.
Los pueblos gentiles se convierten así al Dios de Abraham; se reúnen y
se integran en la nación en la que caben todos los hombres, pueblo
universal de los hijos de Abraham. De esa manera, se someten con Israel al
Dios único, que se muestra totalmente glorioso. Tomada así, la conclusión
remite al canto de Ana en 1 Sam 2, 8, indicando de esa manera, de un
modo solemne, que todos los pueblos rendirán un homenaje universal al
Dios Uno de Israel, que se ha elevado de un modo triunfal, y que en
consecuencia viene a presentarse como totalmente exaltado.
168 Se alegrará el monte Sión, se gozarán las hijas de Judá por tus juicios.
`^yj,(P'v.mi ![;m;ªl.÷ hd"_Why> tAnæB. hn"l.gET'â !
AY©ci-rh; Ÿxm;Ûf.yI 169
`h'yl,(D"g>mi Wrªp.si÷ h'Wp+yQih;w> !AYciâ WBsoå 170
`!Ar)x]a; rAdæl. WrªP.s;T.÷ ![;m;îl. h'yt,_Anm.r>a;
WgðS.P; hl'ªyxel.( Ÿ~k,’B.li WtyviÛ 171`tWm)-l[;
WngEåh]n,y> aWhß d[,_w" ~l'äA[ Wnyhel{a/â
~yhiäl{a/ Ÿhz<“ yKiÛ 15
<Cántico. Salmo de los hijos de Coré>
1
Grande es Jehová y digno de ser en gran manera alabadoen la ciudad de nuestro Dios, en
su monte santo.
2
¡Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra es el monte Sión, a los lados del norte!¡La
ciudad del gran Rey!
3
En sus palacios Dios −es conocido por refugio.
4
Ciertamente los reyes se reunieron –avanzaron todos.
5
Y viéndola ellos así, se maravillaron, se turbaron −se apresuraron a huir.
6
Les tomó allí temblor −dolor como de mujer en parto. 7 Con viento solano quiebras tú −las
naves de Tarsis.
8
Como lo oímos, así lo hemos visto en la ciudad de Jehová de los
ejércitos,en la ciudad de nuestro Dios. ¡La a rmará Dios para siempre!
Selah
9
Nos acordamos de tu misericordia, Dios, en medio de tu Templo.
10
Conforme a tu nombre, Dios, así es tu loor hasta los nes de la tierra.De
justicia está llena tu diestra.
A los dos salmos anteriores (47 y 48) se añade Sal 49, que comienza
igualmente con una llamada profética a todos los pueblos, pero que, en
otro plano, es un canto didáctico, de forma que no tiene nada en común
con el Sal 46–48, de tipo histórico-nacional. El poeta actúa en Sal 49 como
un predicador para todos los hombres. Su tema básico es el carácter
transitorio de la prosperidad de los impíos, mientras la esperanza de los
justos se apoya en Dios.
De acuerdo con eso, este salmo puede dividirse en tres partes: una
introducción, que comienza en 49, 2, con tonos que recuerdan a uno de los
discursos de Elihu en el libro de Job, y con dos sermones que siguen y
empiezan en 49, 6 y 49, 14, que incluyen un tipo de estribillo (49, 6 y 49,
14), con un ligero cambio de expresión. Este es un salmo de tipo
dogmático, que armoniza con los del tiempo de David, y que por sus
expresiones antiguas y por sus formas atrevidas puede compararse con
otros salmos como el 17 (de David) y el 83 (de Asaf)16.
49, 2‒5. Introducción. De un modo muy semejante introdujeron sus
profecías Miqueas el viejo, en el tiempo del rey Josafat, y Miqueas el joven,
autor del libro de su nombre (cf. 1 Rey 22, 28; Miq 1, 2); lo mismo hace
Elihu, en el libro de Job, comenzando de esa forma sus discursos didácticos
(Sal 34, 2, cf. Sal 33, 2).
El tema que el poeta quiere plantear es de tipo universal, y así convoca a
todos los pueblos y a todos los habitantes del mundo, ( חלדdl,x'( ybev.yOð-
lK'). Esta es la primera palabra que el poeta expone sobre esta vida
temporal, que primero se desliza de un modo que parece lento, pero que
luego avanza de un modo muy rápido, en un mundo que pasa (cf.
Comentario a Sal 17, 14).
El autor no quiere hablar solo al hombre rico, diciéndole la nada o
vanidad de su falsa esperanza en la riqueza; ni quiere demostrar al pobre
la superioridad de su esperanza sobre todas las posibles riquezas
materiales. Él se dirige, más bien, por igual a unos y otros, superando las
barreras que separan a ricos de pobres, hablando así para todos los אדם בני
que son hijos del mismo pueblo, que forman parte de la misma
humanidad, sin distinguirse en ese plano unos de otros, siendo todos
ּבני־איׁש, hijos de los hombres, i. e., de cualquier rango o clase que sean (cf.
Coment. a Sal 4, 3), ricos y pobres (!Ay*b.a,w> ryviî['), como dice el
salmista, a n de que su discurso resulte más claro.
Eso signi ca que el salmista quiere enseñar con su boca una sabiduría o
הכמותmás alta, no cualquier tipo de pequeñas sabidurías particulares, sino
una más honda, bien probada, para todos. En esa línea, su discurso tratará
de cosas que son ֹובּונות, de profunda intuición y entendimiento. Sobre la
forma de esa palabra en plural, cf. otros plurales como ּבינות, Is 27, 11;
יׁשּּועת, Sal 42, 12, passim, con ׁשלּות, Jer 22, 21.
La forma paralela de ֹובּונות, que en este pasaje es tAm+k.x' (cf.
tAn*Wbt. yBiäli tWgàh'w> tAm+k.x' rBEåd,y> yPiâ), muestra que esa
palabra, tanto aquí como en Prov 24, 7, no es singular, como tampoco lo es
en Prov 1, 20 y 9, 1, cf. Sal 14, 1, de forma que ha de tomarse como plural.
Una cosa es la sabiduría en singular, el conocimiento profundo de la vida, y
otra cosa son las tAm+k.x' o sabidurías en plural, que son discursos o
sentidos particulares del conocimiento, que van en paralelo con los
tAn*Wbt., que podríamos traducir como “entendimientos” (re exiones
concretas de la vida).
De esa forma se distinguen y vinculan los לב חגּותque son algo así como
las meditaciones o pensamientos que brotan del corazón (LXX, μελέτη) y
los discursos que se expresan con palabras bien organizadas, en la línea de
los tAm+k.x', o pensamientos sabios, y los tAn*Wbt., que son las
disertaciones inteligentes.
Pues bien, lo que el salmista quiere expresar con sus discursos no es
una mera creación de su cerebro, sino la expresión de la verdad o
conocimiento más hondo que él ha recibido. Por eso dice: inclinaré al
proverbio mi oído; declararé con el arpa mi enigma (yti¥d"yxi rAN©kiB.÷
xT;îp.a, ynI+z>a' lv'äm'l. hJ,äa;). El salmista es, por tanto, alguien que ha
recibido la sabiduría de la tradición, alguien que ha escuchado la verdad de
los proverbios (con lv'äm'), una sabiduría que ha recibido por tradición
superior, y que él puede declarar “cantando”, esto es, en un plano de
conocimiento superior, con la música del arpa, en forma de enigmas de la
vida, cf. yti¥d"yxi.
Eso signi ca que el salmista transforma y expresa (actualiza) los
proverbios tradicionales (mashal), en toda su hondura y plenitud,
presentando su contenido en forma de “hidah”, חידה, i. e., esto es, de
“enigmas” (de חּוד, palabra de la misma raíz que עקד,)אגד. Este salmista no
es un erudito de puras palabras, sino un maestro cantor, que expone y de
alguna forma explica los arcanos de la vida con la ayuda de la cítara
(rAN©kiB., con בde acompañamiento).
El conocimiento propio de los enigmas no consiste en resolverlos de un
modo teórico, sino en plantearlos con toda su hondura, con ּצתח, que es
abrir, en el sentido de proponer, en forma de “discurso” (mensaje) lo
escondido en los proverbios. Así lo muestra Prov 31, 26; cf. Sal 119, 130,
donde ּצתח, como “apertura” del enigma, tiene el sentido de revelación,
desvelamiento (como la apertura de una puerta).
49, 6‒13. Primera parte del sermón. Aquellos que han debido soportar el
sufrimiento que proviene de que existan pecadores ricos no tienen
necesidad de temer, porque el poder y esplendor de esos opresores se
está apresurando a su propia destrucción. רע ימיson días en los que un
hombre experimenta el mal, como en Sal 94, 13, cf. Amós 6, 3. Al verbo
cognitivo r` ([r") sigue en Amós 6,
6 una frase que aparece subordinada a la expresión בימי, como aquí en Sal
49, 6 (cf. 1 Sam 25, 15; Job 29, 2; Sal 90, 15).
El poeta llama a sus poderosos y malignos enemigos עקבי,
presentándoles como aquellos que le rodean de forma amenazadora
(ynIBE)Wsy> yb;äqe[] !wOà[], cuando la maldad de mis enemigos me
rodee). La palabra עקבes, en principio, un participio y signi ca suplantador,
y así parece formada a partir de עקב, suplantar (no en el sentido de la
planta o base de los pies).
No se puede traducir esta frase diciendo “cuando la maldad me rodee
por la planta de los pies”, sea cual fuere el sentido que עוןo pecado tenga
en línea de maldad (cf. Hupfeld, Von Ortenberg). La frase “rodear los
talones” o las plantas de los pies de una persona no tiene aquí ningún
sentido17, y además, en ese caso, la palabra que sigue, ~( הּבטחיםl'_yxe-l[;
~yxiîj.Boh;, los que confían en las riquezas), quedaría desconectada de lo
anterior.
Por otra parte, el sentido de Sal 49, 6 resulta bastante comprensible, y
los problemas mayores de la traducción empiezan en 49, 7. Uno podría
esperar naturalmente que el texto dijera que el hombre rico es incapaz de
redimirse a sí mismo de la muerte. Pero lo que el texto dice es, más bien,
que ningún hombre es capaz de redimir a otro de la muerte. Para evitar la
di cultad, Ewald, Böttcher y otros toman la palabra ( אחhermano), como
palabra que no tiene aquí sentido (como en Is 18, 10; Is 21, 20, vid. Hitzig),
de forma que en vez de ( אחhermano) ponen ( אךsolamente, nada más) y
en vez del verbo activo (יפ ּדהredimir) ponen el re exivo ( יּצדהredimirse).
De todas maneras, con esos cambios no logran dar un sentido
aceptable al texto, de manera que tendrían que cambiarlo casi totalmente,
de forma que en vez de lo que dice, dijera ( נפׁשו לא יפּדה איׁש אךciertamente,
el hombre no podrá redimir su alma). Pero tal como están en el texto las
palabras parecen decir expresamente que un hombre, una persona, no
puede redimir en modo alguno a su hermano (vyai_ hD<äp.yI hdoåp'-
al{ xa'ª), es decir, a otro hombre, con אח, hermano, en el lugar
fundamental, con rebia magnum, con el sentido de אהיו, su hermano, cf. Is
5, 10; Is 18, 18; Miq 7, 6; Mal 1, 6). En otros términos, los hombres no se
pueden redimir unos a otros.
Hengstenberg y Hitzig traducen así esta frase: por muy rico que sea, el
hombre impío no puede redimir con sus riquezas a otro ser humano, es
decir, a su hermano ()אח, de manera que mucho menos podrá redimirse a
sí mismo, ofreciendo a Dios un ּכפרo rescate por su vida (Ar*p.K'
~yhiäl{aleE). Pero si el poeta quisiera haber dicho esto tendría que haber
escrito ולאy ּכפר נפׁשו.
Según eso, Sal 49, 8a y Sal 49, 8b no parecen referirse a personas
diferentes, de manera que la segunda parte de la línea es un suplemento
necesario de la primera: entre los hombres, en ciertas circunstancias,
alguien que es rico podría salvar de la muerte a otro hombre, pagando
dinero por él; pero a Dios ( )לאלהיםno se le puede dar ningún rescate, para
conservar así o salvar la propia vida.
Eso signi ca que un hombre no puede rescatar a otro hombre de la
muerte, ni puede rescatarse o salvarse a sí mismo. Lo que el poeta salmista
intenta decir (lo que él quiere mostrar) es que ningún hombre puede
redimir a otros hombres, pues eso solo puede hacerlo Dios; solo Elohim es
capaz de redimirles. Esa es la idea central, expresada del modo más claro y
más fuerte posible: ¡ningún hombre puede redimir a su hermano: vyai_
hD<äp.yI hdoåp'-al{ xa'ª; un hombre no puede pagar a Dios un rescate por
otro hombre! (con la negación del in nitivo intensivo, como en Gen 3, 4;
Amós 9, 8; Is 28, 28). Y en ese fondo puede añadir: ningún hombre es
capaz de salvarse a sí mismo de la muerte.
Con gran ironía, Sal 49, 9 a rma que el lytron o rescate que hay que
pagar por las almas de los hombres es demasiado grande y precioso, es
exorbitante, de manera que no puede lograrse en el mundo, de forma que
cada hombre viene a presentarse como responsable de sí mismo y de su
vida ante Dios, sin poderse liberar de la muerte. Esta es la idea más clara
del texto, y a partir de ella debemos entender su mensaje de conjunto. En
ese sentido, Sal 49, 9 ha de tomarse como un paréntesis.
El verso anterior ha mostrado que ningún hombre puede dar a Dios un
rescate para que libere a otro de la muerte. Siguiendo en esa línea, el texto
añade que nadie puede vivir para siempre, sin n ()לנצח, sin ver la tumba, es
decir, sin terminar en la tumba; nadie puede vivir sin estar obligado a
descender a la tumba.
Desde ese fondo se entiende la partícula ּכיde Sal 49, 11, que es una
con rmación de lo anterior: nadie puede liberar a otro de la muerte, y por
eso nadie puede vivir sin morir. Todos, incluidos los sabios, están
condenados a la muerte; todos los hombres, sin distinción alguna,
sucumben a ella, terminan en la tumba.
Ciertamente, la palabra que se emplea para hablar de la muerte de los
sabios es ( מּותWtWmªy" ~ymiÛk'«x] yKiÛ), ellos acaban; por el contrario,
la muerte de los locos y estúpidos se expresa con el verbo ( אבדWdbe_ayO,
son exterminados, de la misma raíz que Abbadón, el exterminador). Pero
en el fondo el sentido es el mismo.
Todos los hombres sin distinción, mueren mezclados unos con otros,
caen como presa de la muerte. El hombre rico debe aceptarlo… y, sin
embargo, como sigue diciendo el texto, el rico corre el riesgo de quedar
poseído por la ilusión loca de que su riqueza puede hacerle inmortal, como
si pudiera vivir para siempre, por razón de ella.
Los ricos tienen el pensamiento de que sus casas serán eternas…
(rdo=w" rdoæl. ~t'nOK.v.miâ ~l'ªA[l.( ŸAmyTe’B, casas para siempre,
posesiones de nitivas, de generación en generación…). Algunos traductores
como los LXX, Targum, el texto siríaco, Ewald, Olshausen y Riehm piensan
que la palabra ~B'Ûr>qi ha de entenderse en el sentido de “tumba”, como
estancia eterna… Pero esa palabra ha de interpretarse a partir del sentido
de קרבque evoca la parte más íntima de los hombres ricos que quieren ser
eternos, pero se engañan.
El texto habla así de la locura de los hombres ricos que piensan que sus
casas, AmyTe’B', (battē mō ) son para siempre (Hengstenberg, Hitzig).
Esta es la ilusión y locura de los ricos, que han pensado que sus
habitaciones, sus riquezas duran por siempre, de generación en
generación (cf. Sal 10, 4; Est ٥, 7). Ellos ponen su nombre a sus tierras (קרא
)בׁש, como si pudieran vivir por ellas, permanecer para siempre (cf. Is 44,
5), pero se engañan del todo.
Esa es la idea de fondo de los poderosos propietarios, que vinculan su
nombre con unas posesiones, que consideran propias para siempre, como
si ellas les concedieran un tipo de eternidad. Esos poderosos piensan que
sus casas, sus habitaciones o moradas, y ellos mismos, que han crecido con
ellas (que se identi can con ellas) podrán vivir para siempre, siendo de esa
forma inmortales.
Pero el poeta añade que el hombre no “habita”, no permanece, no
perdura en su riqueza, mostrando así el carácter inexorable de la muerte.
En ese sentido, el hombre es igual que los animales que perecen, ּכּבהמות,
es decir, como las cabezas de ganado, que son cortadas, destruidas. Esta es
la a rmación básica, esta es la experiencia de nitiva de la vida, conforme a
la visión del salmista: por grande que se piense, el hombre no gozará de
honores para siempre. ¡Es semejante a las bestias que perecen!
En esa línea, la suerte de los hombres y de los animales es la misma
(Wm)d>nI tAmåheB.K;). El verbo que el salmista escoge y utiliza aquí es el
más apropiado, el que vincula a hombres y animales, unidos por la muerte
(cf. Os 10, 7. 15; Abd 1, 5; Is 6, 5).
49, 14‒21. La segunda parte del discurso sigue el mismo esquema que la
primera. Aquellos que pensaban que eran inmortales yacen bajo el Hades,
mientras que, por el contrario, aquellos que se apoyan en Dios pueden
esperar que él les redima del Hades. Olshausen se queja diciendo que este
pasaje tiene una expresión abrupta, poco na y que en conjunto es muy
oscuro. Pero la falta no reside como él piensa en la corrupción del texto,
sino en el hecho de que él (Olshausen) no entiende el estilo del texto,
propio de salmos como este, de tipo melancólico y triste.
זה דרּכםremite a Sal 49, 13, que es el verdadero mashal del salmo:
“Pero el hombre no gozará de honores para siempre: ¡es semejante a las
bestias que perecen!”. Este es su camino, esta es su jornada ( ּדרךcomo en
Sal 37, 5, cf. Hageo 1, 5). A estas palabras siguen inmediatamente:
~K'r>d,â hz<å (este es el camino de ellos), es decir, de aquellos que
confían en sí mismos (cf. Sal 69, 4); ּכסלsigni ca con anza, tanto en el buen
sentido como en el malo, autocon anza, falta de pudor e incluso (Ecl 7, 25),
en general, locura.
Esta cláusula atributiva se extiende en Sal 49, 14, donde se dice “y el
camino de aquellos que les siguen”, es decir, de aquellos que van tras
ellos, teniendo con anza en sus bocas, pronunciando palabras que son
orgullosas, insolentes, duras (cf. Jc 9, 38). Estas palabras han de
entenderse en la línea de Job 29, 22 o de un modo aún más universal de Dt
12, 30. Aquí se podría esperar que la música sonara con un “forte”; pero la
música puede mantener también la tensión del texto con tonos
melancólicos y cortos, insistiendo así en la locura del mundo.
Sal 49, 15, un texto cargado de sentido escatológico describe ahora
aquello que sucederá con los que han “partido” (a través de la muerte):
como a rebaños
conducidos al Sheol les pastoreará la Muerte. El sujeto de ( ׁשֹוּוéWTv;
lAaåv.li( !aCoÜK, como en Sal 73, 9, donde tiene milra) no son quizá
como en el caso de los ἀπαιτοῦσιν, Lc 12, 20, una serie de poderes
superiores no nombrados, sino todos los muertos. Sea como fuere, ׁשּות
(aquí ׁשתת, como en Sal 3, 7; Os ٦, 11), se utiliza en un sentido semi pasivo:
como un rebaño de ovejas ellos son conducidos hacia la hondura o yacen
ya en la fosa del sheol (lAaåv.li(), es decir, en el Hades, donde quedan
encerrados, como un rebaño de ovejas en el redil.
¿Quién es el pastor que gobierna a esas ovejas con la vara? Es la
Muerte. Ella les pastoreará ((~[eîr>yIò tw<m'Û), no el buen pastor (Sal 23,
1), que conduce a las ovejas por la tierra de la vida; les pastoreará la
Muerte, bajo cuyo poder han caído los hombres que mueren, de forma
irrecuperable. La muerte está así personi cada, como en Job 18, 14, de
niéndose como el rey de los terrores. El modus consecutivus, וּירּדּו, expresa
aquello que se realizará en el futuro.
El texto supone que la noche de a icción pasará rápidamente para los
justos, de manera que se abrirá para ellos una mañana distinta;
descubrirán que han sido constituidos señores sobre aquellos que les
oprimían, como conquistadores, que ponen sus pies sobre el cuello de los
derrotados y entregados a la muerte (los LXX traducen esto bien con la
palabra κατακυριεύσουσιν, les dominarán). Este será el destino de los
justos que dominarán tras la muerte, mientras que los ricos, aplastados en
el suelo, bajo sus pies, serán totalmente destruidos.
לּבקרtiene un rebia magnum, יׁשריםtiene asla-legarme. Eso signi ca que
la primera palabra no va unida a lo que sigue (por la mañana, entonces...),
sino a lo anterior. Por su parte, צירo ( צּורcomo en Is 45, 16) signi ca una
forma o imagen, como ( צּורהárabe tsurat̂ ): aquello que está moldeado o
formado a través de una presión de las manos, como el barro en manos
del alfarero…
Esa palabra se emplea aquí para indicar materialidad o corporalidad,
incluyendo un tipo de apariencia externa (como φαντασία en Hch 25, 23).
El sheol aparece de esa manera como estado y camino de muerte, es la
descomposición, entendida como un lento, inexorable, proceso de
corrupción, por el que el cuerpo se va destruyendo en el mundo inferior,
donde ya no queda nada de la vida anterior de los ricos, que querían
eternizar sus riquezas, su poder en el mundo.
El texto pone así de relieve la naturaleza externa, pomposa, de los
impíos, que no tienen ya lugar en el que habitar, lugar ninguno para ser.
Todo lo que ellos tenían en sí mismos y en su entorno queda destruido, de
forma que vagan errantes, de un lugar para otro, de aquí para allá, en la
terrible devastación del Hades.
De esa forma, ellos, que habían edi cado grandes casas para la
eternidad y que habían impuesto su nombre sobre los distritos del país, no
tienen ya ningún זבלo lugar propio (cf. Al* lbuîZ>mi lAaªv., porque el
sheol será su morada); el Hades destruirá de un modo gradual y seguro
todo lo que son, todo lo que han sido. De esa forma, los impíos van
perdiendo su “caparazón” (su concha) sólida y engañosa, quedando
devastados en la tumba, donde todo perece, sin dejar traza alguna
posterior de lo que han sido.
Esta es sustancialmente la interpretación de Hupfeld; esta es también la de
Jerónimo (et gura eorum conteretur in infero post habitaculum suum, y su
gura quedará destruida, en el mundo inferior, en el in erno, con su tumba),
lo mismo que la de Símaco: τὸ δὲ κρατερὸν αὐτῶν παλαιώσει ᾴδης ἀπὸ τῆς
οἰκήσεως τῆς ἐντίμου αὐτῶν (en el sentido de “el Hades destruirá todo su
poder, en su mismo sepulcro que parecía glorioso”).
Ciertamente, hay otros autores que resuelven de un modo distinto el
enigma de este verso (49, 15). Mendelssohn relaciona צּורםcon los justos,
cuyo ser o realidad dura más que la tumba (sobrevive a ella), de manera
que el texto no puede referirse a una habitación o tumba eterna,
añadiendo: “El poeta habla aquí claramente de la resurrección, es decir, de
la inmortalidad”, como dice en un comentario a su traducción de los
salmos (aportación de David Friedländer).
Un moderno judeo-cristiano, Israel Pick, partiendo de Jerusalén como
ciudad muerta, piensa que este pasaje está evocando la superación del
reino de la muerte, tal como ha sido realizada por medio de Jesús
resucitado: “Su roca está allí, de manera que será destruido el reino de la
muerte, y según eso la muerte, no será ya más la morada del mesías Jesús,
ni de los cristianos”18.
La 2ª edición exige una discusión más detallada, porque él ha querido
mantenerla intentando refutar todas las posibles objeciones. Von
Hofmann interpreta la mañana como el n del estado o condición de los
muertos, tanto de los justos como de los impíos: “En la noche de la muerte
todos ellos se hallaban hundidos en la misma situación; pero ahora, en la
mañana, ha terminado el dominio de la muerte, y comienza el dominio de
los justos”.
En esa línea, él supone que, según 49, 15, aquellos que han muerto son
solo los impíos, no los justos, añadiendo que la forma corporal de los
muertos impíos queda sometida a la destrucción del mundo inferior, de
manera que ellos pierden incluso su última morada (y acaban siendo así
destruidos del todo, aniquilados).
Eso signi ca que los impíos no pueden habitar ya ni siquiera en el
mundo inferior, y en esa línea ellos pierden su misma naturaleza corporal,
su misma realidad, dejando así de existir. Según eso, de ahora en adelante,
su existencia queda desprovista de todas sus posesiones. Así quedan, sin
espacio vital, sin “cuerpo ninguno”, sin ninguna riqueza, en contra de lo
que sucedía en el tiempo anterior, cuando poseían casas edi cadas para la
eternidad con amplios espacios de tierra que llevaban su nombre. De esa
forma quedan al n sin existencia, han perdido su misma realidad.
Pero en contra de esa visión de Hofmann, debemos a rmar que,
conforme a la enseñanza del Antiguo Testamento, después del exilio, la
resurrección se aplicaba tanto a los justos como a los injustos (cf. Dan 12,
2). Por otra parte, según la experiencia y palabra del N. T., tras la muerte y
el Hades, los condenados por impíos (los proscritos) son lanzados al lago
de fuego, de forma que reciben allí otro tipo de zebul ()זבול, una morada
distinta de la descomposición sin n que es la Gehenna, un tipo de “in erno”
que se relaciona con el Hades, de forma que igual que se habla de unos
nuevos cielos y una nueva tierra puede hablarse también de unos “in ernos
nuevos” de condena, en los que se reelabora la visión de los in ernos
antiguos (como sheol universal, de muerte sin condena), que ahora
aparece en forma de castigo eterno.
Eso signi ca que debe mantenerse la visión de Sal 49, 15 como visión de
“castigo” (de la morada o zebul de muerte) de los impíos. A eso hay que
añadir una nueva consideración: En ningún lugar del A. T., ni del N. T., se
habla de una destrucción del Sheol, como quiere Hofmann. Además, la
palabra לב ּלותque aparece en este salmo sería la más inadecuada para
indicar esa destrucción del Sheol, pues en vez de ella se debería haber
dicho ( לכּלותpara consumirlos) y no ( לבּלותpara dominarlos).
Por esa razón no podemos aceptar aquí una visión escatológica en la
que se habla de la condena de los impíos, sino de destrucción total, una
visión que no se encuentra en ningún otro pasaje del A. T. En ese sentido,
la palabra לּבקרno puede limitarse solo a la mañana que amanece sobre los
justos tras una noche de a icción, sino que indica todo el tiempo que sigue
después de la a icción. Lo que aquí se está indicando es más bien el
surgimiento de una nueva mañana que no se aplica solo a unos individuos
concretos, sino a todos los justos; una mañana o tiempo sin n en el que los
impíos quedan condenados al castigo eterno y los otros (los justos)
triunfan sobre sus tumbas.
Con estas palabras se expresa, en la línea del A. T., el nal de todos los
tiempos, pues, conforme a la visión de la Biblia, la historia humana se
cierra con la victoria del bien sobre el mal. Así, Sal 49, 15 nos ofrece la
solución del enigma del gran día nal que, en el N. T., se aplica a la mañana
de la Resurrección, donde se dice que los justos “juzgarán” al mundo: οἱ
ἅγιοι τὸν κόσμον κρινοῦσι (1 Cor 6, 2).
Con אך, en Sal 49, 16 (que se utiliza aquí de un modo adversativo, como
Job 13, 15, cf: yvip.n,â hD<äp.yI ~yhiªl{a/-%a;), el poeta pone de relieve el
contraste total entre los ricos, que están satisfechos de sí mismos y se
olvidan de Dios, y los justos que tienen su realidad en Dios. אךse vincula
lógicamente con נפׁשי, pero
(como sucede con frecuencia con רק ּגםy )אףsu sentido ha de entenderse
desde la sentencia que sigue: “Pero Elohim redimirá mi alma de la mano
del Sheol” (Sal 89, 49; Os 13, 14).
Sobre la forma en que el poeta entiende esta redención podemos
recordar la historia de Enoc (Gen 5, 24), que se vincula con la palabra
central de este verso (Sal 49, 16), donde se dice: ynIxEåQ'yI yKiÞ (pues
me tomará, consigo). Böttcher recuerda de un modo tajante que la
expresión de este verso es la más iluminadora, por razón de su relativa
brevedad. Su signi cado no puede ser que “Dios me tomará bajo su
protección”, porque לקחno signi ca eso.
Los auténticos paralelos de esa sentencia son Sal 73, 24 y Gen 5, 24.
Los dos “raptos divinos” de Enoc y de Elías, eran un tipo de signos
indicadores que dirigían más allá de la triste idea según la cual el n de
todos los hombres era hundirse en la profundidad del Hades. Fundándose
en esos testimonios, de Enoc y de Elías, el poeta expresa su mayor
esperanza, según la cual Dios le liberará del poder del Sheol y le llevará
consigo.
Esta no es una esperanza a la que se pueda apelar sin más, como si
fuera una palabra universal de Dios; solo más tarde ella recibirá el apoyo
de la promesa divina. Pero, por entonces, en el tiempo del salmista, esta
esperanza era solo un tipo arriesgado de anhelo y deseo de fe. Solo
teniendo eso en cuenta podemos hacer aquí el intento de de nir la manera
en que el salmista concebía esta redención en la que Dios tomaba y llevaba
consigo al creyente.
El salmista no tenía un conocimiento claro de cómo podía suceder
esto; la sustancia y base de su esperanza no era más que una inclinación
en esa línea. Había en este campo un tipo de oscuridad que solo podía ser
iluminada de un modo gradual. En ese sentido podemos a rmar que la
visión de una vida eterna era algo que solo fue madurando de un modo
gradual, como si fuera una experiencia que se iba aclarando a partir de la
misma fe. Esta es la fe que se expresa en Sal 49, 16, cuando el salmista a
rma que Dios le tomará consigo, rati cando esa a rmación con la música
gozosa del Selah (hl's,( ynIxEåQ'yI yKiÞ).
Tras esto, en Sal 49, 17, el salmista pasa del plano lírico al gnómico y
didáctico. No podemos empezar traduciendo como hace Mendelssohn,
“que mi alma no tema”, sino que debemos empezar en forma de discurso
directo:
“no temas”. El hecho de que aumente la riqueza ()כבוד, es decir, el poder,
abundancia y apariencia de los injustos no debe ser causa de preocupación
para los justos, porque los impíos, al nal de todo, deben morir, y no
pueden llevar consigo lo que tienen, הּכל, es decir “todo” en el sentido de
ninguna cosa (cf. לּכל, todo: Jer 13, 7).
La partícula ּכי, Sal 49, 17, tiene el sentido de ἐάν, en el caso de que…
En esa línea, el ּכיde Sal 49, 18 es con rmatorio y el ּכיde Sal 49, 19 es
concesivo, en el sentido de ּגם־ּכי, cf. Ewiger, 362b: “Aún en el caso de que
el impío diga que su alma es bendita en el tiempo de su vida…” (aun en ese
caso él no encontrará salvación, pues la salvación viene solamente de
Dios).
Este es el sentido de la frase: aún en el caso de que el hombre se sienta
seguro por disfrutar de todo (cf. Dt ٢٩, 18, התּברך ּבנפׁשו, con el soliloquio del
rico de Lc 12, 19), aún en el caso de que todos los hombres te alaben, a ti,
hombre rico, porque gozas de tus posesiones (Lc 16, 25), de forma que
ellos, todos, quieran ser afortunados como tú, tu alma, tu vida, entrará en
la generación de tus padres, de forma que morirás (acabarás en la muerte)
no verás más la vida (rAa*-War>yI al{å xc;nE©÷-d[; wyt'_Aba] rADæ-d[;
aAbT'â).
No hay necesidad de tomar la palabra ּדורen el sentido más raro de
“habitación” (en árabe dar̂ , sinónimo de menzıl̂ ), sino que signi ca más
bien “generación”, los antepasados que han muerto sin haber llevado
consigo nada de este mundo.
En esa línea, los ricos formarán parte de la generación de los
antepasados muertos. Según, los hombres ricos y orgullosos serán
enterrados lo mismo que la generación de sus padres, en oscuridad para
siempre, sin poder contemplar ya más la luz de la vida, de esta vida que es
solo una sombra que pasa.
De esa forma, este discurso didáctico termina en 49, 21 con el mismo
estribillo de 49, 13: “El hombre que goza de honores y no entiende, es
semejante a las bestias que perecen”. Pero en vez de ּבל־יליןaquí se utiliza
la expresión ( יבין ולאy no entiende), una palabra que está en coordinación
con ( ּביקרel hombre ilustre, que goza de honores…, Ewiger, 351b), un
hombre lleno de gloria, pero que “no entiende” (que no tiene bina,
entendimiento), de forma que no distingue entre aquello que es
perecedero y lo que es imperecedero, entre el tiempo y la eternidad.
Ese proverbio, formulado ya en 49, 13, viene a expresarse aquí, según
eso, de un modo más exacto y preciso. Esta dura perspectiva de futuro no
se identi ca sin más con el hecho de que el hombre sea rico, sino con el
hecho de que su mente (su entendimiento) sea mundano y carnal. Lo que
importa es, por tanto, tener sabiduría.
<Salmo de Asaf>
1
El Dios de dioses, Jehová, ha habladoy ha convocado la tierra desde el
nacimiento del sol hasta donde se pone.
2
Desde Sión, perfección de hermosura, Dios ha resplandecido.
3
Vendrá nuestro Dios y no callará;fuego consumirá delante de él y
tempestad poderosa lo rodeará.
4
Convocará a los cielos de arriba y a la tierra, para juzgar a su pueblo.
5
“Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo un pacto con sacri
cio”.6 ¡Los cielos declararán su justicia, porque Dios es el juez! Selah
7
“Oye, pueblo mío, y hablaré; escucha, Israel, y testi caré contra ti,Yo soy Dios, el
Dios tuyo.
8
No te reprenderé por tus sacri cios ni por tus holocaustos,que están
continuamente delante de mí.
9
No tomaré de tu casa becerros ni machos cabríos de tus apriscos,
10
porque mía es toda bestia del bosque y los millares de animales en los collados.
11
Conozco todas las aves de los montes,y todo lo que se mueve en los campos me
pertenece.
12
Si yo tuviera hambre, no te lo diría a ti, porque mío es el mundo y su plenitud.
13
¿He de comer yo carne de toros o beber sangre de machos cabríos?
14
Sacri ca a Dios sacri cios de alabanza y paga tus votos al Altísimo. 15 Invócame en
el día de la angustia; te libraré y tú me honrarás”.
16
Pero al malo dijo Dios:
“¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes y tomar mi pacto en tu boca?
17
Pues tú aborreces la corrección y echas a tu espalda mis palabras.
18
Si veías al ladrón, tú corrías con él, y con los adúlteros era tu parte.
19
Tu boca metías en mal y tu lengua componía engaño.
20
Tomabas asiento y hablabas contra tu hermano; contra el hijo de tu madre ponías infamia.
21
Estas cosas hiciste y yo he callado; pensabas que de cierto sería yo como tú;¡pero te reprenderé
y pondré esas cosas delante de tus ojos!
22
Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios,no sea que os despedace y no haya quien os
libre.
23
El que ofrece sacri cios de alabanza me honrará, y al que ordene su camino,le mostraré la
salvación de Dios”.
50, 4‒6. La escena del juicio. Dios llama a los cielos de arriba (מעל, en otros
lugares como preposición; aquí, igual que en Gen 27, 39; 49, 25, como
adverbio, en el sentido de desuper, superne) y a la tierra de abajo (קרא אל,
como en Gen 28, 1); a los dos elementos del cosmos les llama como
testigos del juicio de su pueblo עּמו לדין, a n de sentarse y juzgar a Israel, en
presencia de cielo y tierra.
¿O quizá no se les llama solo como testigos, sino que la palabra de
juicio se dirige directamente a ellos, como piensan algunos (Olshausen,
Hitzig)? Ciertamente no, porque la llamada a juntarse no se dirige a los
cielos y a la tierra como tales, en sentido material, sino a los hombres;
además, cielos y tierra están allí desde el principio y para siempre, y son
testigos del juicio que Dios realiza con los hombres (Dt 4, 26; Dt 32, 1; Is 1,
2; 1 Mac 2, 37).
Por otra parte, la llamada que dice ( אספּוjuntadme) se dirige como en
Mt 24, 31, passim, a los ángeles, que se toman como espíritus celestes,
servidores de Dios, que se aparecen y le acompañan en el juicio. Los
ángeles, espíritus celestes, tienen que juntar a los hombres (al pueblo de
Dios) para el juicio.
Pues bien, esos hombres, acusados, que han de ser llevados ante el
tribunal divino por medio de los ángeles, aparecen con el nombre que les
corresponde, un nombre que expone la relación en que ellos se
encuentran con Dios (cf. Dt
32, 15; Is 42, 19). El texto les llama hasidim, חסידים, como en el salmo asá
co 79, 2. Esta contradicción que existe entre la relación que ellos tienen
con Dios (que les ha llamado para la justicia) y la forma en que se han
comportado (sin ser de hecho hasidim o piadosos) parece objeto de una
amarga ironía.
El pueblo y Dios se encuentran en una relación de pacto, consagrada y
rati cada por un sacri cio de alianza (עלי־זבח, como en Sal 92, 4; Sal 10, 10).
Dios ha hecho alianza con ellos, es decir, con el pueblo de Israel (cf. Ex 24);
y esta relación de pacto ha sido rati cada por los sacri cios que los israelitas
han ofrecido a Dios, como signo de su obediencia y delidad. El participio ּכ
רתיevoca aquí la continuidad constante de aquella alianza primigenia. Pues
bien, ahora que los acusados se encuentran reunidos, el poeta escucha y
descubre que los cielos reconocen de un modo solemne la justicia
originaria del juez divino, a diferencia de los hombres, que han podido
rechazar esa justicia.
La construcción del participio (aWhå jpeÞvo Ÿ~yhi¦l{a/-yKi( Aq+d>ci
~yIm,åv' WdyGIåY,w, los cielos declararán su justicia, porque Dios es el
juez) puede indicar algo presente (Nah 1, 2), pero también pasado (Jc 4, 4),
o futuro (Jer 25, 31). Pues bien, esa expresión está indicando aquí lo que
está sucediendo en este mismo momento, como “a la mano” (fut. Instans,
futuro de este momento). A Dios se la llama הּוא, es decir, aquel que juzga.
Este es el sentido de la escena: Dios se ha sentado en el trono para
juzgar y los cielos aparecen como los testigos más signi cativos de su juicio,
de forma que así testi can su justicia. En esa línea, la música de la tierra,
que suena en este momento del canto (con )סלהse vincula a la alabanza de
los cielos, que son testigos del justo juicio de Dios. Ahora ya no falta nada
en la escena. Están presentes todos los actores del juicio, va a empezar la
acción.
50, 7‒15. Exposición de la Torá sacri cial para bien (para transformación)
de aquellos cuya santidad consiste en las obras externas. La formas
verbales de 50, 7, reforzadas por la ah nal (hd"y[iäa'w> hr"Beªd,a]w,
h['Ûm.vi), describen el gran deseo que Dios tiene de que Israel escuche y
cumpla su palabra. ּב העידsigni ca obtestari aliquem, testimoniar contra
alguien, tanto aquí como en otro salmo de Asaf (Sal 81, 9), advirtiendo a
Israel y amenazando con castigarle si no cumple lo que se le pide. Sobre el
Dagesh forte conjuntivo de %B"+ (contra ti), cf. Gesenius 20, 2a.
Aquel que está hablando tiene según eso el derecho de enfrentarse
directamente con Israel, porque es Elohim, el Dios de Israel. Con esa
designación se está haciendo referencia a las palabras ( אלהיך יהוה אנכיEx 20,
2), con las que comienza la Ley, tal como ha sido promulgada y ofrecida en
el Sinaí, una ley que aquí toma la forma elohista.
Como establece 50, 8, lo que Dios quiere no son sacri cios materiales
que Israel le ofrece sin cesar, unos sacri cios que en su forma externa son
aquí censurados. De un modo especial Dios recuerda en este momento los
holocaustos de Israel, que están siempre presentes ante su faz (dymi(t'
yDIäg>n<l. ^yt,Þl{A[w>). Pero no son esos sacri cios los que él quiere,
sino que él quiere justicia y santidad, con los cielos como testigos de su
pacto.
Dios no disputa aquí con Israel sobre sacri cios externos, porque, como
él sigue diciendo en 50, 9, lo que Dios quiere y necesita no son sacri cios,
pues Israel no puede ofrecerle en ese plano algo que él, Dios, no posea. De
Dios son todas las bestias del campo (r[;y"+-Aty>x;-lk', cf. Sal 79, 2). De
Dios es toda la ganadería, los miles de animales de las colinas o montañas
(@l,a'(-yrEr>h;B. tAmªheB), donde ellas viven en gran cantidad ( )נבל עׂשור.
Dios conoce, además, todos los pájaros que ponen sus nidos en los
montes.
La palabra conocer (~yrI+h' @A[å-lK' yTi[.d,y"â) está indicando aquí
un conocimiento de autoridad, propio de alguien que está al tanto y
domina la cosa conocida. De Dios son todas las cosas que se mueven sobre
el campo; todo forma parte de su conocimiento (cf. Job 27, 11; Sal 10, 13)
y, según eso, también de su poder. Por eso, no necesita sacri cios
especiales.
La palabra זיז, utilizada tanto aquí (cf. yd,ªf'÷ zyzIïw>, lo que se mueve
en el campo), como en el salmo asá co 80, 14, viene de זאזאigual a זעזע,
moverse de aquí para allí, como טיטde טיטע, cf. κινώπετον, κνώδαλον, de
κινεῖν. Dios no necesita sacri cios de los hombres para enriquecerse. Si él
tuviera hambre no buscaría este tipo de alimentos para saciarla. Por otra
parte, Dios no tiene hambre, pues está por encima de todas las
necesidades carnales. Por eso, él no necesita en modo alguno la ofrenda
exterior de sacri cios, sino que quiere y pide un tipo de ofrenda espiritual,
la adoración del corazón, Sal 50, 14.
En vez de los ( ׁשלמיםsacri cios pací cos), y de otros tipos especiales de
sacri cios (como los זבח ֹוודה, Lev 7, 11-15, y los ׁשלמי נדר, Lev 7, 16), entre los
cuales se incluyen todos los votos y ofrendas materiales de acción de
gracias, lo que Dios desea es la acción de gracias del corazón y el
cumplimiento moral de lo que implica nuestra relación con él y con los
otros hombres. En vez de un tipo de עולהo sacri cio en sus diversas formas,
lo que Dios quiere es la oración del corazón, que no quedará sin respuesta,
pues dentro del abanico de formas de la λογικὴ λατρεία (es decir, del culto
espiritual, cf. Rom 12, 1) todo proviene de y culmina en la εὐχαριστία, es
decir, en la acción de gracias del corazón y de la vida.
Aquí no se oponen unos sacri cios ofrecidos con un verdadero espíritu,
en contra de otros realizados sin la ofrenda del corazón (como quiere, por
ejemplo, Ecl 32, 1-9), sino que el salmo rechaza todo tipo de sacri cios
externos, aceptando solo el sacri cio espiritual. Este abandono de la forma
externa de los sacri cios y de las ceremonias legales aparece aquí ya, en el
mismo A. T., como una transformación y anuncio que conduce hacia
aquella adoración de Dios en Espíritu y Verdad, que es la única aceptada
por el Nuevo Testamento (Jn 4, 23-24).
Esta transformación ha comenzado en la misma Torá, especialmente
en el Deuteronomio. Nuestro salmo, lo mismo que la teología sapiencial o
de la Hokma (Prov 21, 3) y la profecía posterior (cf. Os 6, 6; Miq 6, 6-8; Is 1,
11-15, con otros textos), se sitúa en la línea del libro nal de la Torá, que es
el Deuteronomio, donde no aparece más ley fundamental que el amor (cf.
Dt 6, 4-6).
50, 16‒21. La acusación de los pecadores mani estos. En contra de lo que
piensa
Hengstenberg, Dios no se dirige aquí a los mismos que en 50, 7. El orden
mismo de las palabras, אמר ולרׁשע, muestra claramente que el discurso
divino se dirige ahora a otro tipo de personas, es decir, a los malhechores
que, al mismo tiempo que cometen pecados y tienen vicios mani estos,
toman en sus labios la palabra de Dios para deshonrarle. Los que así
aparecen referidos son distintos de aquellos anteriores que querían fundar
su santidad en obras de piedad puramente objetiva, cumpliendo
plenamente los mandamientos, en sentido material, pero engañándose y
satisfaciéndose a sí mismos con un tipo de observancias legales únicamente
externas.
A estos les dice Dios: ^ypi(-yle[] ytiäyrIb. aF'ÞTiw, yQ"+xu rPEås;l.
^L.â-hm, ¿qué tienes que hacer contando mis leyes y poniendo en tu boca
mi pacto? Esta acusación comienza con un hT'a;w>â, y tú, que es de tipo
adversativo: rs"+Wm t'anEåf' hT'a;w>â, y tú odias la corrección, y no
conoces el sentido que ha de darse a mis palabras, sino que las ponías a tu
espalda, pecando así en contra de los mandamientos fundamentales de la
alianza.
En esa línea, en 50, 18a, Dios condena la transgresión del octavo
mandamiento (no robar), y en 50, 18b la del séptimo mandamiento (no
adulterar) y en 50, 19 la del noveno mandamiento ( delidad en el
testimonio en un juicio). Finalmente, en 50, 20, Dios se re ere al pecado de
aquellos que engañan y deshonran a sus mismos familiares, de un modo
contrario a la verdad…
Lo que Yahvé está diciendo en este pasaje es en el fondo lo mismo que
dirá Pablo en Rom 2, 17-24, cuando pone de relieve la contradicción entre
el conocimiento y la vida, como pecado propio y peculiar de Israel. Esta
contradicción entre el conocimiento de la verdadera ley y su falta de
cumplimiento es lo que Dios condena aquí, y lo que Pablo condenará en
Rom 2, una contradicción que Dios tiene que desenmascarar y castigar a
causa de su santidad.
En contra de eso, el pecador piensa que Dios es de otra manera, es
decir, pecador como él, de forma que lo que él hace no lo toma como
pecado. Eso signi ca que el pecador no solo realiza unas obras que son
muertas (que no dan vida), sino que tiene un conocimiento muerto,
pensando que Dios no va a reprenderlo. Pero Dios no es como él, y por eso
le reprueba: “Y por eso, yo te reprenderé y pondré tus obras delante de
tus ojos”.
Dios desenmascara así las obras del pecador, que niega, de hecho, la
divina santidad, diciendo que conoce a Dios y que conoce sus leyes, pero sin
cumplirlas. Este es el reproche de Dios en contra de un pueblo que
aprovecha el supuesto conocimiento de Dios para pecar, como si tuviera la
conciencia limpia.
50, 22‒23. Epílogo del discurso divino. Bajo el nombre de H;Al+a/
yxeäk.vo, los que olvidan a Dios quieren incluirse entre aquellos hombres
que parecen decentes u honorables, aunque su santidad se apoya en
obras, y también aquellos que conocen mejor los mandamientos de Dios,
pero se entregan a una vida licenciosa; a ellos les advierte el salmista que
recibirán la sentencia que merecen.
Dios no se deleita en las obras muertas de los hombres, sino en aquellos
que ofrecen verdaderos “sacri cios de alabanza”, no los shelamim-todâ
(sacri cios externos de adulación), sino la verdadera “tôda” o alabanza del
corazón (hd"ªAT x;beîzO), que consiste en la auténtica ofrenda y glori
cación de la vida. Las palabras %r<D<_ ~f'îw> han sido discutidas ya en un
momento anterior; la mejor explicación de ellas es la que ofrece la
traducción de la Vulgata (qui ordinat viam), traducción que ha sido
aceptada por Böttcher, Maurer y Hupfeld: ordenar o tomar la vía recta, en
sentido ético. Así podemos unir las dos expresiones: alabar a Dios con el
corazón y tomar la vía recta, con una conducta ordenada en relación con el
prójimo.
Los LXX se sitúan en la buena línea, traduciendo: ἐκεῖ ὁδὸς ᾗ δείξω
αὐτῷ τὸ σωτήριον Θεοῦ (este es el camino que le mostraré, la salvación de
Dios). De esa forma, con la recta alabanza del corazón a Dios se vincula el
auténtico camino de salvación, aquel camino a través del cual el hombre
justo encontrará a Dios, es decir, será justi cado por Dios.
De esa manera, el salmo 50 encuentra en su verso nal, el 50, 23, la
culminación y solución de todo lo anterior, en la línea del verdadero pacto
del Sinaí. Lo que Dios enseña a los hombres en esta revelación del Sal 50 es
en realidad lo mismo que les había enseñado en la teofanía y pacto del
Monte Sinaí, conforme al libro del Éxodo: los eles de Dios tienen que
superar la falta de sentido de las obras muertas, para cumplir la verdadera
voluntad de Dios, tal como Jesús la mostró plenamente cuando dirigió su
palabra al pueblo reunido, en el Sermón del Monte.
De esa manera, el ciclo de la revelación de Dios en el evangelio está
vinculado al Ciclo de la revelación en el Monte Sinaí, cuya verdad viene a
expresarse plenamente y a culminar en el Sermón del Monte de Jesús en
Galilea. En este punto se tocan y se completan ambos círculos, el del A. T.,
y el del N. T., rectamente entendidos.
51, 20‒21. De ese sacri cio espiritual, agradable a Dios, el salmo vuelve
ahora a los sacri cios materiales que se ofrecen con un adecuado estado de
mente.
Esto se debe al hecho de que ahora David pasa de su oración por sí mismo a
la intercesión en favor de todo Israel.
Haz bien siendo benevolente con Sión (!AY=ci-ta, ^n>Acr>biâ
hb'yjiäyhe). La partícula את־puede ser aquí un signo de acusativo, pues
הטיבtoma un acusativo de persona (Job 24, 21), pero también puede tomar
una preposición, como en ese caso, pues así se construye con לy con עם, e
igualmente con את, con el mismo signi cado (Jer 18, 10; Jer 32, 41). זבח־צדק
son aquí, como en Sal 4, 6; Dt 33, 19, aquellos sacri cios en los que no se
mira solo el carácter externo, sino que se pone de relieve su valor y
carácter interno, pues se ofrecen con el mismo espíritu con el que Dios los
ha prescrito.
La palabra ּכלילjunto a עולהpuede entenderse como holocausto que los
sacerdotes ofrecen totalmente a Dios, Lev 6, 15 ( מנחת חבֹוין, cf. Hebr 2, 8),
pues toda עולהen cuanto tal es también ;ּכלילpero la poesía de los salmos
no hace esa referencia particular a la tradición sacri cial. Por eso debemos
tomar aquí וכלילlo mismo que כלילen 1 Sam 7, 9, como un añadido
explicativo, de manera que la combinación es como las de ימינך וזרועך, Sal
44, 4, ארץ ותבל, Sal
90, 2 passim. Un tipo de ( ׁשלם ּכלילcomo aquel sacri cio al que se re ere
Hitzig, según las comidas sacri ciales de los fenicios) resulta desconocida en
la oración sacri cial israelita.
La oración “construye las murallas de Jerusalén” no es inadmisible en
boca de David, ּבנהno signi ca meramente construir lo que ha sido
destruido, sino también retomar y culminar aquello que se había
empezado a realizar (Sal 89, 3); además, el hecho de que Salomón
terminara de construir las murallas de
Jerusalén (1 Rey 3, 1) puede entenderse como cumplimiento de la oración
de David. Sin embargo, no se puede negar la explicación de Teodoreto que
aplica estas palabras a los desterrados de Babilonia, para reconstruir las
murallas de Jerusalén tras el exilio: τοῖς ἐν Βαβυλῶνι... ἁρμόττει τὰ ῥήματα.
Gracias a la penitencia, los exilados pudieron volver a Jerusalén. Es
muy natural que fueran ellos los que añadieran los versos 51, 20-21 al
salmo anterior de David. En esa línea, si se admitiera que los capítulos de Is
40ss provienen del tiempo del exilio, se podría a rmar (como hacen
algunos) que no solo Sal 50, 20-21, sino el salmo entero deriva del tiempo
del exilio (cf. Is
60, 5; Is ٦٠, 7; Is ٦٠, 10). En esa línea hay algunos que a rman con Hitzig que
todo este salmo ha surgido en el tiempo y contexto de un Deutero-Isaías del
tiempo del exilio o posterior.
Pero en contra de eso tenemos que decir que el escritor de Is 40ss
muestra señales de que está muy familiarizado con la literatura anterior de
los cantos (Salmos) y de la literatura sapiencial de los mashal. Eso implica
que debemos cambiar nuestra visión del tema. No es el Sal 51 el que
proviene del tiempo de Isaías, sino al contrario: es Isaías el que recibe la
inspiración de salmos como este.
En esa línea debemos añadir que el Sal 51 fue uno de los textos
favoritos de Isaías, de manera que en su obra encontramos por doquier
ecos de este salmo en su totalidad, de principio a n, de manera que no
podemos decir que Sal 50, 20-21 es un añadido posterior. Todo el salmo,
tal como ahora se conserva, ha sido obra del mismo rey David.
Con el Sal 52, internamente vinculado al Sal 51, que muestra el contraste
entre el uso falso y recto de la lengua, empieza una serie de Salmos de tipo
masquil (52-55), propios de David. Este es uno de los ocho que, por lo que
dicen sus encabezados (algunos de los cuales pueden ser veri cados y otros
pueden al menos ser reemplazados por otros más creíbles), están situados
en el tiempo de la persecución de David por Saúl (Sal 7, 59, 56, 34, 52, 57,
142 y 54).
Agustín les llama “salmos fugitivos”. El encabezado de este dice así: “Al
músico principal (al preceptor). Masquil de David, cuando vino Doeg
edomita y dio cuenta a Saúl diciéndole, David ha venido a casa de
Ahimelec”.
Con ( ּבבואcuando vino), como en Sal 51 y 54, el autor del encabezado
no de ne el momento exacto de la composición del salmo, sino que ofrece
solo en general el período en que debe situarse. Después de haber
habitado un corto tiempo con Samuel, David fue a Nob, donde Ahimelec,
el sacerdote, le dio, sin dudarlo, porque el rey era su suegro, los panes de
la presentación que habían sido recogidos ya del ámbito del altar, con la
espada de Goliat, que había sido colgada en el santuario, detrás del efod.
Doeg el edomita, fue testigo de ello, y cuando Saúl convocó una
asamblea de sus servidores, bajo el tamarisco de Gibea, Doeg, que era
custodio de las mulas reales, le contó lo que había sucedido entre David y
Ahimelec. Saúl mandó a matar inmediatamente a dieciocho sacerdotes,
víctimas de la traición de Doeg, y solo Abiatar (= Ebjathar), hijo de
Ahimelec pudo escaparse y alcanzar a David, cf. 1 Sam 22, 6-10 (aunque en
el verso 9 hay que leer פרדיen lugar de עבדי, cf. Sal 21, 8).
52, 3‒6. Es ya muy malo actuar de un modo perverso, pero es malo en
extremo enorgullecerse de ello, como si se tratara de un acto heroico. Eso
es lo que ha hecho Doeg, causante de una masacre, aunque no por la
fuerza de su brazo, sino por la perversidad de su lengua. Por eso se le llama
sarcásticamente ( ּגּבורcf. Is ٥, 22).
Pero la causa de David no está sin más perdida, porque es la causa de
Dios, cuya bondad amorosa permanece siempre, sin dejarse afectar por
aquellos que quieren triunfar calumniando a otros. Sobre la palabra הּוות,
vid. Coment. a Sal 5, 10. לׁשוןse toma como femenino, igual que en otros
casos. Las palabras hY")mir> hfeî[o (aunque en la masora vayan con tsere)
deben dirigirse de un modo consecuente a una persona.
En 52, 5 la palabra רעque viene después de ( אהבֹוbAJ+mi [R"ä
T'b.h;äa') lleva daggesh lo que es también usual en otros casos, conforme a
una regla rabínica ( )אתי מרחיקen conexión con las letras ( כפתבגדcon las que
resh viene asociada en el Libro de Jezira, Michlol 96b, cf. 63b)20. La מןde
מּטובy מּדּברno quiere indicar que ama el bien menos que el mal, etc., sino
que no ama el bien en modo alguno (cf. Sal 118, 8; Hab ٢, 16).
La música que viene después de Sal 52, 5 sirve para reforzar las
acusaciones con amargura, sin palabras. El canto y tema comienza de
nuevo en Sal 52, 6, dirigiéndose al adversario con las palabras “tu lengua
es perversa” (cf. Sal 120, 3), añadiendo que ese adversario ama
únicamente (solo quiere) aquellas palabras que destruyen la vida, el honor
y los bienes de otros, sin dejar traza alguna de bien detrás de ellas, con
ּבלע, forma pausal de בלע, como ּבצעen Sal 119, 36 (cf. el verbo en Sal 35,
25; ٢ Sam ١٧, 16; 2 Sam 20, 19).
Salmo 53. Variación elohista del Salmo yahvista (cf. Sal 14)
`dwI)d"l. lyKiîf.m; tl;ªx]m'-l[;( x:Ceªn:m.l 186
`bAj)-hfe[o) !yaeä lw<['÷ª Wby[iît.hi(w>
Wtyxiªv.hi÷( ~yhi_l{a/ !yaeä ABliB.â lb'än" rm,Üa'«
187
vyEåh] tAar>liâ ~d"îa' ynEòB.-l[;( @yqIáv.hi
é~yIm;V'mi ~yhiªl{a/ 3
`~yhi(l{a/-ta, vrEªDo÷ lyKi_f.m;
`dx'(a,-~G, !yae÷ª bAj+-hfe[o) !yaeÛ Wxl'îa/n<ò wD"çx.y,
égs' ALïKu 4
`War"(q' al{å ~yhiªl{a/÷ ~x,l,_ Wlk.a'ä yMi[;â
yleäk.ao !w<a"ï yleñ[]PoÜ éW[d>y" al{ïh] 5 tAmåc.[;
rZ,Piâ ~yhiªl{a/-yKi( dx;p'î hñy"h"á-al{ édx;p;-
Wdx]P'( Ÿ~v'Û 6
`~s'(a'm. ~yhiîl{a/-yKi( ht'voªbih/÷ %n"+xo
AM=[; tWbåv. ~yhil{a/â bWvåB. laeîr"ñf.yI tA[ávuy> é!
AYCimi !TEåyI ymiî 7
`lae(r"f.yI xm;îf.yI bqoª[]y,÷ lgEïy"
<Al músico principal; sobre Mahalat. Masquil de David>
para ver si había algún entendido que buscara a Dios.
3
Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían
corrompido;no hay quien haga el bien, no hay ni aun uno.
4
¿No tienen conocimiento todos los que hacen lo
malo,que devoran a mi pueblo como si comieran pan y a
Dios no invocan?
53, 4. En vez de הּכל, la totalidad, aquí tenemos ּכּלו, que se re ere a cada
individuo, del todo, y a ello se re ere el su jo que en otros lugares casi ha
desaparecido (cf. Sal 29, 9) conforme al genio del lenguaje. Y, por otra
parte, en vez de סר, aparece סג, que es una expresión más elegante, sin
ninguna distinción en el signi cado.
53, 5. En la primera línea falta la palabra ּכל־, que está en Sal 14 en su lugar,
lo mismo que en Sal 5, 6; Sal 6, 9. En el Sal 14 seguían después dos dísticos,
en vez de dos trísticos, lo que parece indicar que el texto de Sal 14 se
hallaba quizá mutilado. Pues bien, el autor del Sal 53 ha restaurado los
trísticos de modo simétrico, pero lo ha hecho de un modo violento, pues
ha fundido dos dísticos en un único trístico.
53, 6. Las dos últimas líneas de este trístico son semejantes, por el número
de letras, a los dos dísticos de Sal 14, 1-7, de forma que parece que son
como un intento de restaurar un manuscrito perdido. De todas formas, esa
manera de seguir el sonido original de las letras y esa forma de
transformarlo por medio de un intercambio de letras se encuentra
también en otros autores, especialmente en Jeremías, e igualmente en la
forma de relacionarse 2 de Pedro y Judas en el Nuevo Testamento. Por
otra parte, estas dos líneas suenan de una forma tan completa por sí
mismas, y tan llenas de vida, que nos hacen valorar mejor el talento
poético del autor.
Eso indica a mi juicio que un poeta posterior, perteneciente quizá al
tiempo de Josafat y Ezequías, ha adaptado aquí el salmo davídico (Sal 14),
aplicándolo a algún tipo de catástrofe que acaba de suceder, insistiendo a
partir de ello en el anuncio universal del juicio. El añadido ( לא־היה ּצחדhay
que suplir אׁשרigual a אׁשר ׁשם, Sal 84, 4) pone de relieve el hecho de que el
miedo del juicio se ha apoderado del pueblo de los enemigos de Dios, en
un momento en que el salmo dice “no hay miedo”, es decir, no hay razón
exterior para temer.
Este salmo nos sitúa, según eso, ante un חרּדת אלהיםl(1Sam 14, 15), un Dios
que produce pánico.
El acontecimiento al que alude aquí este salmo es el del miedo que
padeció el ejército de los confederados en los días de Josafat (2 Cron 20, 22-
24); algo semejante sucedió con el ejército de Senaquerib ante Jerusalén (Is
37, 36). ּכ יpone de relieve el hecho de que este miedo proviene de la acción
del poder divino.
Las palabras están dirigidas al pueblo de Dios, al pueblo de Elohim que
ha desparramado los huesos de los enemigos, de forma que permanecen
sin enterrar, como restos impuros sobre la llanura, como presa para
bestias salvajes, cf. Sal 141, 7; Ez 6,5. Esos son los huesos de tus sitiadores,
es decir, de aquellos que habían acampado en contra de Dios (de
Jerusalén). חנךtiene el mismo sentido que 21 עליך.
Por el poder de su Dios que les ha derribado, Israel ha puesto en
vergüenza a los enemigos del pueblo de Dios, es decir, les ha derrotado del
modo más vergonzoso, destruyendo así el proyecto de aquellos que
estaban tan seguros de su victoria que imaginaban que ellos podrían
devorar a Israel de un modo sencillo y confortable como si se tratara de
tomar un trozo de pan.
Resulta claro que, en este contexto, el salmo 53 puede referirse
también a pueblos enemigos de Israel que originariamente no aparecían
citados en los salmos, de forma que el paralelo más cercano a este pasaje
no es ya Miq 3, 3, sino otros textos como Num 14, 9 (ellos son nuestro pan,
los habitantes de Canaán) y Jer 30, 16: “todos aquellos que te devoran
serán devorados”.
53, 7. En este momento nal coinciden de nuevo los dos textos, Sal 14 y Sal
53, aunque aquí, en vez de יׁשּועתtenemos יׁשעות. La expresión queda así
intensi cada; el plural signi ca entero, lleno, como salvación.
194 ¡Exaltado seas, Dios, sobre los cielos! ¡Sobre toda la tierra sea tu gloria!
Con este salmo comienza los que han de ser cantados según la melodía
( אל־ֹוׁשחתsalmos 57 y 58, con el 59 que es de David y el 75 que es de Asaf).
La referencia a la ejecución musical del salmo debería haber sido
propiamente txev.T;â-la;, no destruyas, pero esta forma se evita porque es
poco melodiosa y es dura, por lo que se re ere a la sintaxis. La versión del
MS de Ginebra es la correcta, y así dice: “Al Cantor, sobre Al taschchet” (no
destruyas). Esas palabras no se re eren de hecho a Dt 9, 26, ni a 1 Sam 26
(¿por qué no buscar una referencia a Is 65, 8?), sino a la melodía de la
música.
La descripción histórica dice: cuando huyó de delante de Saúl a la
cueva. Por la conexión de este encabezado con los hechos históricos de la
vida de
3
Él enviará desde los cielos y me salvará de la infamia del que me acosa. Selah
Dios enviará su misericordia y su verdad.
4
Mi vida está entre leones; estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas;sus dientes
son lanzas y saetas, y su lengua, espada aguda.
5
¡Exaltado seas, Dios, sobre los cielos! ¡Sobre toda la tierra sea tu gloria!
6
Red han armado a mis pasos; se ha abatido mi alma;hoyo han cavado delante de mí; en medio
de ese hoyo han caído ellos mismos. Selah
7
Listo está mi corazón, Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré y entonaré salmos.
8
¡Despierta, alma mía! ¡Despertad, salterio y arpa! ¡Me levantaré de mañana!
9
Te alabaré entre los pueblos, Señor; te cantaré entre las naciones,
10
porque grande es hasta los cielos tu misericordia y hasta las nubes tu verdad.
En Sal 57 David decía que los dientes de sus enemigos son lanzas y echas, y
que su lengua es una espada a lada. En Sal 58 pide a Dios que rompa los
dientes de esos enemigos en su boca. Este común pensamiento ha hecho
que David añada al miktam anterior de Dios que debía ser cantado con el
tono altashcheth (no destruyas). Sin embargo, este nuevo salmo (Sal 58)
pertenece a un período distinto de la vida de David, es decir, al período de
Absalón.
La incomparable dureza del lenguaje no impide que este canto sea de
David. En ningún otro salmo encontramos tantos improperios juntos como
en los límites estrechos de este salmo. Pero el hecho de que sea David
quien habla aquí se encuentra en cierto sentido garantizado por el Sal 64 y
el Sal 140.
Estos tres salmos (58, 64 y 140) cuyos versos nales se parecen mucho
(de forma que han de ser comparados entre sí), muestran que el mismo
David, que escribía de un modo tan hermoso, tierno y claro, es capaz de
elevarse a tal altura de imprecación y condena que sus palabras ruedan
como si fueran truenos retumbando sobre la triste oscuridad de las nubes.
Es así como habla David cuando eleva su súplica en contra de los
malvados (Sal 58, 7) o cuando predice el juicio de Dios (Sal 140, 10) sobre
los jueces y los poderosos perversos. El uso cumulativo de ּכמוen sus
diversas aplicaciones es peculiar de este salmo. Su carácter de miktam
aparece claramente en el verso nal.
58, 2‒3. El texto de Sal 58, 2 empieza con una pregunta a los poderosos:
¿pronunciáis en verdad justicia? Esta es una pregunta ante la que los
jueces deben guardar silencio, tal como (cf. Sal 56, 1) parece haber querido
decir el redactor nal de los salmos l ( אלםes igual a אּלּום, B. Chullin 89a).
Conforme a la visión de Houbigant, de J. D. Michaelis, de Mendelssohn y
de otros, este pasaje ha de entenderse como una imprecación y condena
dirigida a aquellos que no cumplen bien el o cio divino de gobernantes y
jueces.
Tanto el interrogativo !( האמנםWr+Bed,T. qd<c,â ~l,aeä ~n"©m.auh;(,
con la ŭ al principio de una cláusula interrogativa), en el sentido de num
vere (pero es cierto que…), que proviene de la duda de que el hecho sea
posible (Num 22, 37; 1 Rey 8, 27; 2 Cron 6, 18), como el miembro paralelo
del verso, se vinculan con las circunstancias históricas de las que proviene
este salmo.
David condena aquí la práctica de los jueces y gobernantes injustos.
Absalón y sus seguidores habían convertido la administración de la justicia
en un medio para separar a David del corazón de su pueblo, mientras él
(David) quería mantenerse como juez imparcial. Por eso, él pregunta si las
cosas son realmente así, dirigiéndose a los “poderosos” (a los que llama
dioses, con אליםcomo אלהים, Sal 82, 1, rechazando su orgullo malvado): ¿es
cierto que pronunciáis en verdad justicia, que juzgáis rectamente, hijos de
los hombres?
David responde que no (¡no juzgan rectamente!), añadiendo que en su
corazón (no meramente en el acto externo, sino por dentro, dejándose
llevar por la injusticia) esos jueces injustos preparan y realizan villanías
(con ּצ עלcomo en Miq 2, 1 y עולתcomo en Sal 64, 7, cf. Sal 92, 16; Job ٥, 16)
en la tierra donde imponen la violencia de sus manos; de esa forma, él
indica la violencia que de ne la pretendida justicia de estos jueces
convertidos en falsos dioses.
~d"(a' ynEåB. en Sal 58, 2 es un acusativo de objeto, pues si fuera un
segundo vocativo tendría que haber sido ( ּבני־איׁשSal 4, 3). La expresión
está en forma invertida para hacer posible el uso de futuros de intensidad.
#r<a'‡B' (que muchas veces suele ponerse erróneamente con pazer) tiene
athnach, cf. Sal 35, 20; Sal 76, 12.
58, 4‒6. Tras un duro comienzo, el salmo sigue con las imágenes más
fuertes, que se suceden unas a las otras con rapidez. La primera es la
serpiente, una imagen que se desarrolla con más longitud que las
siguientes. El verbo זּור
(cognitivo de )סּורse escribe intencionalmente זור, que se toma en este caso
como neutro, en plural, זרּו, como טבּו,ּבׁשּו.
Bakius encuentra una referencia retrospectiva a este pasaje en Is 48, 8.
En esos textos, la Escritura ofrece el testimonio de una experiencia fuerte
de pecado: hay hombres en los que el mal ofrece desde su juventud un
carácter diabólico, lleno de egoísmo, incapaz de amor. Pues bien, aunque
la pecaminosidad innata y el pecado hereditario (entendido como principio
de culpa) sean comunes a todos los hombres, esa pecaminosidad toma las
combinaciones y formas más variadas, expresándose sobre todo en los
poderosos. En ese contexto, la herencia del pecado y el in ujo múltiple del
poder del mal, enfrentado al impulso de la gracia de Dios, han hecho que
la historia de la humanidad tenga el carácter que tiene, encontrándose
envuelta en pecado.
( חמת־למוcf. .vx'_n"-tm;x] tWmïd>Ki Aml'ª-tm;x], con rebia, como en Is
18, 18) no es sujeto (como si el veneno les perteneciera a ellos), sino una
cláusula independiente: veneno hay en ellos, ellos tienen veneno. El estado
constructo, tanto aquí como en Lam 2, 18; Ez 1, 27, no expresa una
relación de unión o identidad de hecho, pero implica de hecho una intensa
conexión.
( יאּטםAn*z>a' ~jeîa.y, con un daggesh ortofónico, que pone de relieve
la importancia de la teth al comienzo de la sílaba) es una forma optativa de
futuro, que se utiliza como expresión de un estilo poético, como en el Sal
18, 11. El sujeto de esta cláusula atributiva, a modo de continuación del
adjetivo, es la víbora sorda, que aparece aquí como signo de aquellos que
se hacen sordos a sí mismos (y sordos a la voz de la gracia de Dios). La
misma naturaleza de la víbora (que es una serpiente) viene a presentarse
de esta forma como una gura del endurecimiento del malhechor.
A partir de aquí, con ( אׁשר.[m;v.yIâ-al{ rv<åa) comienza la descripción
más detallada de la víbora, pues incluso entre las serpientes hay
diferencia. Las víboras pertenecen al tipo más perverso de cosas (de
animales), de forma que son inaccesibles a toda in uencia humana (pues el
hombre no puede domarlas, humanizarlas). Todo tipo de encantamientos
(o incluso de brujerías) resultan con las víboras venenosas.
מלחׁשיםson los murmullos de las fórmulas mágicas (cf. en árabe na
athat̂ , murmuraciones). Por su parte el ~yrIåb'x] rbEßAx es un tipo de
hechicero que trabaja “cerrando” nudos, creando conexiones mágicas (cf.
חבר, que signi ca atar, lo mismo que hechizar, en árabe ‛qqd, en persa ‛nn,
atar en el sentido de κατάδεσμος, vid. Coment. a Isaías, I 118, II 242). Ni el
amor más grande, ni la paciencia más intensa pueden cambiar su mente.
Por eso no hay, según David, más remedio que esperar una posible
intervención de Dios, que es el único que puede hacer que estos pecadores
cambien.
Este miktam, con la melodía de al-tashcheth, que coincide con Sal 57, 5 y
Sal 58, 7 por la gura utilizada en Sal 59, 8 (¡te reirás de ellos!), es el más
antiguo de los salmos davídicos datados en el tiempo de la persecución de
Saúl, “cuando Saúl envió y ellos (los enviados por el rey) vigilaron la casa
para matarlo”. Este salmo pertenece, por tanto, al tiempo al que se alude
en 1 Sam 19, 11.
Este encabezado no implica que el salmo fuera compuesto aquella
misma noche, antes de la huida de David (por medio del arti cio ideado por
Mikal), como tampoco el encabezado del Sal 51 implica que aquel salmo
fuera escrito el mismo día de la llegada de Natán. La ּבde esas inscripciones
(cf. lWa+v' x,l{ïv.Bi) solo presenta de un modo general el contexto
histórico extenso del canto. Si lo comentamos desde esa perspectiva
obtenemos una buena visión de conjunto de su tema.
Tenemos que imaginar que Saúl, incluso antes de mandar que vigilaran
la casa de David en la noche para asesinarle en la mañana siguiente,
después que hubiera salido Mikal (1 Sam 19, 11), estaba buscando la
manera de asesinarle en secreto. Parece claro que los servidores corruptos
de su corte, mal dispuestos hacia David, le habían ofrecido su ayuda para
matarlo. En esta situación podemos suponer que hubo gran actividad en
Gibea, lugar de residencia de David, especialmente por las mañanas,
cuando los bandidos pasaban por la ciudad para matarle.
Salmistas y profetas son con frecuencia el medio a través del cual
ganamos una visión más profunda de los acontecimientos, con más
precisión que la que ofrecen los libros históricos que, en general, solo
tratan de asuntos externos. Dado que la descripción de los procedimientos
nocturnos de los enemigos se repite a modo de estribillo y dado que el
poeta insiste en 59, 17 en su esperanza gozosa de aquello que pasará el día
siguiente por la mañana frente al ardor de los que patrullan de noche por
las calles, el Salmo 59 parece un canto de la tarde perteneciente a aquellos
peligrosos días que David pasó en Gibea.
59, 2‒10. Primera parte (59, 2‒6). Hasta 59, 4, este salmo recoge
elementos familiares que conocemos por los salmos. Los enemigos reciben
el nombre de ( מתקוממיcf. ynIbE)G>f;T. ym;îm.Aqt.miMi), como en Job 27,
7, cf. Sal 17, 7. Los עּזיםson aquellos que no tienen vergüenza (cf. עּזי נפׁשo
עּזי פנים, como en Is 56, 11) a causa de su forma de actuar descarada, como
los perros. Sobre לאes una cláusula subordinada, vid. Ewald, 286g, sin que
yo hubiera cometido alguna transgresión o pecado por mi parte (>ytiäaJ'x;-
al{w> y[iÞv.pi-al{ ~yzI+[; yl;ä[' WrWgæy); el su jo de “transgresión por
mi parte” es semejante al del Sal 18, 24.
La cláusula ( ּבלּי־עוןcf. Job 34, 6) ofrece una descripción adverbial
semejante: sin que hubiera pecado por el que yo debía ser condenado. El
futuro enérgico jezurun̂ (Wnn"+AKyIw> !WcåWry> !wO['â-yliB.() se re
ere a los que cumplen servilmente el capricho malo del rey, que van de
una parte a la otra, buscando los lugares adecuados. הכונןtiene el mismo
sentido que התכונן, como el hitpael הּכּףה, Prov
26, 26, el hotpael הּכּבס, Lev 13, 55, y el hitpael נּכּצר, Dt 21, 8.
Rodeado por una banda de asesinos como esos, David aparece como
alguien que se encuentra sitiado, y que está pidiendo socorro. Y por eso
invoca a Yahvé, que parece hallarse dormido, dispuesto a abandonarle,
con sus fuertes palabras. Así le dice: haer>W ytiäar"q.li hr"W[ß, despierta
para venir a mi encuentro y mira. De esa forma quiere despertarle para
encontrarse con él, es decir, para acoger su ayuda, como la de un ejército
salvador, a n de convencerle a través de una manifestación directa del
extremo peligro en que se encuentra.
La continuación del texto, en 59, 6, comienza con ( ואֹוהtAa‡b'c.
Ÿ~yhiîl{a/-hw")hy> hT'Ûa;w>), como una llamada a Dios que se introduce
entre עּורהy הקיצה. Sin embargo, el tú enfático, una vez que se ha
expresado, sirve para poner de relieve el carácter condicional de la
liberación realizada por el Dios Absoluto. Es “condicional” porque depende
de Dios, no del mérito del orante.
Desde ese fondo se entiende cada uno de los nombres divinos
utilizados en esta larga invocación, que responde a la intensa ansiedad del
poeta, como reto que él eleva, por así decirlo, ante la habilidad y buena
disposición, ante el poder y la promesa de Dios. La yuxtaposición de Jahve
Elohim Tsebaoth (tAa‡b'c. ~yhiîl{a/-hw")hy>, nombres que aparecen
además de aquí en Sal 80, 5. 20; Sal 84, 9) es peculiar de los salmos
elohistas, y ha de explicarse por el hecho de que Elohim se ha convertido
en un nombre propio de Dios, igual que Yahvé, y porque la designación de
Yahvé Tsebaoth, con el añadido de Elohim (de acuerdo con el estilo de los
salmos elohistas), recibe un tono más imponente y solemne. En este
contexto, צבאותes un genitivo que depende no solamente de יהוה, sino de
( אלהים יהוהsemejante al caso del Sal ٥٦, 1; Is ٢٨, 1; Symbolae, p. 15).
יׂשראל אלהיestá en aposición a los tres nombres de Dios. Evidentemente, el
poeta se reconoce a sí mismo como perteneciente a un Israel del que
excluye a sus enemigos. En contra de esos enemigos, el poeta forma parte
del verdadero Israel que es en realidad el pueblo de Dios. Entre los
paganos, en contra de los que el poeta invoca la ayuda de Dios, se incluyen
los israelitas paganizados. Esa es al menos la visión que pone de relieve
esta oración de la plegaria.
Con esas palabras, en conexión con !w<a"å ydEg>Boà-lK' !xo’T'-la, no
tengas piedad de todos los que se rebelan con maldad, el poeta tiene
principalmente en su mente a todos los que le rodean y están dispuestos a
matarle. Es decir, él se ja en aquellos que actúan de un modo traidor, con
vaciedad moral e indignidad ( אוןes un genitivo epexegético). La música a la
que apela el Selah (59, 6) se vuelve aquí más ruinosa, intensi cando así el
fuerte grito por el que se pide que llegue el juicio de Dios. Y de esa forma
culmina el primer despliegue del pensamiento del miktam.
La segunda parte (59, 7‒10) comienza con la descripción de los
movimientos del enemigo, que habían comenzado en el Sal 59, 4. 5. Aquí
vemos inmediatamente la forma en que el Sal 59, 7 coincide con Sal 59, 5, y
Sal 59, 8 con Sal 59, 4, y Sal 59, 9 con Sal 59, 6. Desde aquí se entiende el
carácter imprecatorio de los futuros del Sal 59, 7.
Durante el día, los emisarios de Saúl no se atreven a poner en práctica
su complot; y David, naturalmente, no se deja prender por ellos. Por eso,
ellos siguen viniendo, tarde tras tarde (cf. Job 24, 14), aullando como lobos
con המה, que se utiliza en diversos lugares para indicar el sonido propio de
los animales), porque no quieren ser reconocidos por sus palabras o sus
gritos, sino que intentan ocultar su indignación y su rabia. Por eso andan
dando vueltas por la ciudad (como סובב ּבעיר, Cant 3, 2, cf. sobre el Sal 55,
11), a n de impedir que la víctima (David) pueda huir o, quizá, lo que sería
preferible para ellos, quieren correr en contra de él y agarrarle en la
oscuridad.
La descripción posterior del Sal 59, 8 va mostrando lo que hacen los
enemigos mientras van espiando a David. Lo que ellos quieren decir, la
forma en que echan saliva por la boca puede inferirse por el hecho de que
llevan las espadas en la misma boca, lo que signi ca que ellas se mueven
tan pronto como ellos mueven sus labios.
Su boca está llena de pensamientos asesinos y de calumnias contra
David, y con ellas justi can su rabia asesina, como si no hubiera nadie, ni
siquiera Dios que pudiera escucharlos. Pero Yahvé ante quien nada puede
mantenerse secreto, se ríe de ellos, lo mismo que se ríe de los paganos,
con quienes se compara esta banda de asesinos, que tienen miedo de la
luz y que son indignos de llamarse israelitas.
Este es el pasaje más antiguo de la serie en la que se incluyen Sal 37,
13; Sal 2, 4… Este salmo (Sal 59) es quizá el más antiguo de los cantos
davídicos que ha llegado hasta nosotros, y según eso el monumento más
antiguo de la poesía israelita en el que aparece el nombre divino de Yahvé
Sebaot. Por eso, el cronista que sabe que esos nombres empezaron a
unirse en el tiempo de Samuel y de David, los utiliza solo en la vida de
David. Pues bien, así como la estrofa se abrió en el Sal 59, 7 con un dístico
que vuelve a repetirse en el Sal 59, 15, así concluye ahora con un dístico
que vuelve en 59, 18, como veremos en la enmienda de ese pasaje.
59, 11‒18. En esta segunda mitad del salmo, el grito de miedo queda en
segundo plano, mientras se impone la esperanza y la ira, que arde con
ereza. Según el keré, Sal 59, 11 ha de leerse ynImE+D>q;y> yDIäs.x;
yheäl{a/, el Dios de mi misericordia irá delante de mí. Pero ¿de qué
manera, con qué? Esta pregunta desaparece inmediatamente si
puntuamos ynImE+D>q;y> ADs.x; yheäl{a/, mi Dios se anticipará a mí con
su misericordia (cf. Sal 21, 4), i. e., él se encontrará conmigo (vendrá a mí),
ofreciéndome su misericordia, sin necesidad de ningún esfuerzo por mi
parte.
Incluso los traductores antiguos han sentido que ADs.x; ha de
vincularse al verbo como un segundo objeto. Los LXX lo traducen de un
modo correcto: ὁ Θεὸς μου τὸ ἔλεος αὐτοῦ προφθάσει με (mi Dios me
mostrará de antemano su misericordia)30.
La petición siguiente (59, 12: yMiª[; WxìK.v.yI-!P<) Ÿ~gEÜr>h;T;-la;,
“no los mates, para que mi pueblo no olvide…”, no va en contra de la
oración que sigue, pidiendo su destrucción (cf. 59, 13). Lo que el poeta
pide es que aquellos que mienten, esperándole a él para matarle, puedan
vivir por un tiempo, ante los ojos de la gente de su pueblo, antes de ser
totalmente destruidos (como serán, sin duda) para así aparecer por un
tiempo como personas que van a ser castigadas. De acuerdo con esto, la
palabra ^( הניעמוl.yxeb.â Am[eäynIh]), en comparación con el hi l de Num
32, 13 y el kal del Sal ٥٩, 16; 109, 10 ha de traducirse: “haz que vaguen
entorno…” (así traduce el Targum, cf. Gen Rabba, 38 initium, )טלטלמו.
En conexión con בחילךuno puede recordar involuntariamente el Sal 10,
10. 14, tendiendo a leer y entender בחלךen el sentido de “haz que vaguen
en medio de la adversidad y opresión”, como en árabe ‛umr hạ lik̂ , en una
vita caliginosa, i. e., miserable, y especialmente por el hecho de que בחילך
no aparece en ningún otro caso en vez de ּבימינךo ּבזרעך. Pero la yod de
^l.yxeb.â va en contra de esta suposición. Aquí sigue además el apóstrofe
marcial por el que a Dios se le llama “nuestro escudo” y se dice que abaje y
humille a nuestros enemigos
(yn")doa] WnNEågIm") AmdE_yrIAhw>).
La elección de estas palabras se explica por el hecho de que el poeta
concibe el poder de Dios como un ejército (Joel 2, 25), y piensa quizá
directamente en el ejército de los cielos (Joel 3, 11), sobre el que ejerce su
mando el Sebaot, Señor de los Ejércitos (Hitzig). Este Dios tiene pues que
dispersar a los enemigos de David (de su reino; cf. נע ונד, Gen 4, 12), para
así destruirles después totalmente (Sal 56, 8). El Señor ( )אדניes quien debe
hacer esto, pues él es el escudo de Israel en contra de todos los paganos y
de todos los israelitas falsos que se han convertido casi en paganos.
La primera parte de Sal 59, 13 ha de entenderse, sin duda, de un modo
descriptivo: “El pecado de su boca (= de su lengua) es la palabra de sus
labios” (con el su jo en mo, Amyteîp'ñf., por cuyo uso el Sal 59 se asocia
con los salmos del tiempo del enfrentamiento de David con Saúl, cf. Sal 56,
1-13; Sal ١١, 1-7; Sal ١٧, 1-15; Sal 64, 1-10). Por otra parte, la combinación
וליּלכדּו בגאונם, sugiere inmediatamente pasajes paralelos como Prov 11, 6 y
Prov 6, 2, como lo sugiere también la מןinicial en palabras como
WrPE)s;y> vx;K;ämiW hl'Þa'meW (por la maldición y mentira que pro
eren). Esta מןsuele vincularse con designaciones que indican una
disposición de mente, con un tipo de acción por la cual los enemigos de
David deben ser castigados, como indica la palabra nal יסּצרּו, que ellos pro
eren (cf. Sal 69, 27; Sal 64, 6).
Esas palabras han de ser traducidas: “Que ellos sean apresados por su
orgullo, y a causa de la maldición y engaño que voluntariamente han
proferido”. De esa manera, en virtud de la justicia del Juez del mundo, tras
haber servido por un tiempo como ejemplo viviente para Israel, ellos serán
arrojados totalmente fuera del camino, a n de que, por el mismo hecho de
perecer, puedan percibir que Elohim es el gobernante y juez sobre Jacob y
hasta los con nes de la tierra (#r<a'äh' yseÞp.a;l. bqo+[]y,B., en el primer
caso con la ּבutilizada para indicar el objeto primario de dominio, e. g., Miq
5, 1, y en el segundo caso con la לcomo si fuera con על, Sal 48, 11). Igual
que el primer grupo de la primera parte, también este primer grupo de la
segunda termina con selah.
El segundo grupo de esta segunda parte (59, 15-18) se abre igual que el
segundo de la primera, pero con una diferencia: este grupo comienza con
un ויׁשבּו, que conecta de un modo menos intenso con lo que precede,
mientras que en el caso anterior se decía יׁשּובּו, con una conexión más
estrecha. La mirada del poeta se vuelve de nuevo hacia su condición ya
enderezada (ya resuelta) y nuevamente aparecen ante su mente los
“perros” con los que Saúl le había estado “cazando”.
( הּמהry[i( Wbb.AsïywI bl,K'ªk; Wmïh/y<, ladren como perros y rodeen
la ciudad) evoca la antítesis que sigue y que encuentra su expresión nal en
( וּילינּוcf. Wnyli(Y"w, W[ªB.f.yI÷ al{ï-~ai, buscando su comida y
quejándose, si no la encuentran). El texto supone que los enviados de Saúl
han andado como perros, buscando comida, de un lado para otro.
Evidentemente, esa comida es el mismo David, al que no han logrado
agarrar, devorar. Por eso, ellos, que son los perros, tienen que pasar la
noche fuera ansiosos de comida.
Esta interpretación es la más natural, la más simple, la única que
armoniza no solo con el texto actual, sino con la situación histórica de
David perseguido por los enviados de Saúl. El poeta describe así la
actividad de sus enemigos, completando o retocando algunos rasgos
anteriores, pues él mismo, David, aparece de esa forma como comida o
presa que los “perros” deseaban devorar, pero sin conseguirlo. De esa
manera, el deseo de muerte de esos perros ha quedado insatisfecho. Por
el contrario, él, David, puede cantar a su Dios: pero yo cantaré tu poder y
te alabaré por la mañana (rq,Boªl; !NEïr,a]w, é^Z<[u ryviäa' ŸynIÜa]w).
David puede así cantar el poder de Dios que le protege y alabar de un
modo exultante su misericordia, poniendo de relieve la ternura amante de
Dios, que le sacia (Sal 90, 14). En el día del miedo, que para él ha pasado
ya, Dios ha sido su fortaleza inaccesible, su asilo al que nadie podía
acercarse para prenderle. A ese Dios irá dirigida de ahora en adelante la
música de su arpa
()אזּמרה, al Dios que le ha protegido (cf. אׁשמרה, Sal 59, 10), al Dios de su
misericordia (59, 18: yDI(s.x; yheîl{a/).
200 Por cierto, solo un soplo son los hijos de los hombres,
una mentira son los hijos de los poderosos; pesándolos a todos
por igual en la balanza, serán menos que nada.
201 No con éis en la violencia ni en la rapiña os
envanezcáis. Si se aumentan las riquezas, no pongáis el
corazón en ellas.
`ble( WtyviîT'-la; bWn=y"-yKi( ŸlyIx,Ü WlB'îh.T,ñ-la;
lzEág"b.W éqv,[ob. Wxåj.b.Ti-la; 202
`~yhi(l{ale z[o÷ª yKiî yTi[.m'_v' Wzð-
~yIT,)v. ~yhiªl{a/ rB,ìDI Ÿtx;Ûa;
203
`Whfe([]m;K.( vyaiäl. ~LeÞv;t.
hT'’a;-yKi( ds,x'_ yn"ïdoa]-^)l.W 13
<Al músico principal; a Jedutún. Salmo de David>
1
En Dios solamente descansa mi alma; de él viene mi salvación.
2
Solamente él es mi roca y mi salvación; es mi refugio, no resbalaré mucho.
3
¿Hasta cuándo conspiraréis contra un hombre, tratando todos vosotrosde aplastarlo como a
pared desplomada y como a cerca derribada?
4
Solamente conspiran para arrojarlo de su grandeza.
Aman la mentira; con su boca bendicen, pero maldicen en su corazón. Selah
5
En Dios solamente reposa mi alma, porque de él viene mi esperanza.
6
Solamente él es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré.
7
En Dios está mi salvación y mi gloria; en Dios está mi roca fuerte y mi refugio.
8
Pueblos, ¡esperad en él en todo tiempo!
¡Derramad delante de él vuestro corazón! ¡Dios es nuestro refugio! Selah
202 Una vez habló Dios; dos veces he oído esto, que de Dios es el poder,
203 y tuya, Señor, es la misericordia, pues tú pagas a cada uno conforme a su obra.
Este salmo está colocado después del anterior por el hecho de que hay
entre ellos varios puntos de contacto (comparar Sal 62, 8 con Sal 61, 4. 8;
Sal 62, 9 con Sal 61, 4; Sal 62, 13b con Sal 61, 9), pues ambos han brotado
en el tiempo de la persecución de Absalón. Sobre el sentido de על־יּותּון
hemos tratado ya en
un sometimiento que no consiste en una resignación fatalista, sino en el
gesto más hondo por el que el salmista se pone voluntariamente en manos
de Dios a quien él reconoce claramente (vid. 2 Sam 12, 7-13) como autor
de todo lo que le está sucediendo.
En este contexto, la partícula ( אךsí, solo, sin embargo) re eja el
lenguaje creyente, por el cual, ante aquellos que le atacan, el orante
establece y con rma una serie de verdades de fe. De esa manera él rati ca
unas resoluciones que él asume de un modo deliberado y que mantiene y
declara de un modo solemne.
No hay necesidad de tomar ( ּדּומּיהno )ּדומּיה, que es siempre sustantivo
(no solo en Sal 22, 3; Sal 39, 3, sino también en otros casos, como en el Sal
65, 2), y que se relaciona con ּדּומה, como si solo signi cara un puro silencio
pasivo (cf. Sal 94, 17; Sal 115, 17). Ese silencio activo del salmista ha de
entenderse en forma de oración, ֹוּצּלה, como en el Sal 109, 4.
En ese sentido se entiende la palabra ( ּדּומּיהyvi_p.n, hY"åmiWD)
~yhil{a/â-la, %a, en Dios-Elohim descansa mi alma). Su alma aparece así
sometida, en silencio reverente y activo ante Dios, resignada siempre en
Dios, sin propósito ni acción propia, independiente, pero en oración
incesante.
La salvación del salmista viene de Dios; más aún, Dios mismo es su
salvación, de tal forma que, mientras él esté presente (sea su Dios) el
salmista se encontrará seguro de su salvación, manteniéndose rme en ella
de un modo imperturbable. Por comparación con el Sal 37, 24, sabemos lo
que el poeta quiere decir con ( רּבהhB'(r, jAMïa,-al, no resbalaré mucho,
totalmente). Nada le hará vacilar ni resbalar ni caer para siempre. Este רּבה
es un adverbio como en el Sal 123, 4, y como en הרּבה, Ecl 5, 19.
Hay alguna di cultad sobre el ἅπαξ λεγομ. ( ֹוהותתּוcf. évyai l[;
Wtåt.Ah)T., Sal 62, 4). Abulwald, a quien siguen Parchon, Kimchi y muchos
otros, compara esa palabra con el árabe hatta ‘l-rajul, que signi ca “el
hombre que se envanece”. Pero en árabe ht (forma intensiva htht) signi ca
hablar de un modo uido, con una palabra tras otra, de un modo claro, y
este sentido no es aquí el apropiado. En árabe existe también la palabra
htt (de la raíz htk, proscindere: cortar, insultar, denigrar), con un sentido
que se adapta más a nuestro texto, que se utiliza todavía en el lenguaje
hablado en algunas regiones de Siria. En esa línea, en el entorno de
Damasco, el-hettat̂ es el apelativo de una persona que insulta sin
consideración a otras personas, especialmente en kal con un acusativo de
objeto. Pues bien, las palabras de esta frase, tomadas en conjunto (évyai
l[; Wtåt.Ah)T. Ÿhn"a"Ü-d[) se explican mejor desde el árabe hwwt,
utilizado también en la actualidad, en el entorno de Damasco, con kal,
aunque solo de forma intensiva.
El piel árabe hwwt ‛la â n̂ signi ca enfrentarse con alguien, darle un
grito con el n de intimidarle. En esa línea se puede aceptar la traducción de
los LXX en la que aparece la palabra ἐπιτίθεσθε, Vulgata, irruitis: ¿hasta
cuándo irrumpiréis o conspiraréis contra un hombre…?
Desde tiempo antiguo, al referirse al Sal 62, 4, la escuela de Tiberíades
y la de Babilonia han discutido sobre la forma y traducción de ֹורּקחּו. Dado
que esa palabra sigue estando regida todavía por עד־אנה, ha de tomarse en
principio en forma de piel, y como indica la siguiente gura (como a pared
desplomada…), debe entenderse en la línea del Sal 42, 11, con su signi
cado primario de romper, destruir (de la raíz 35(רץ.
La tristeza del poeta se re eja en la forma comprimida, oscura y
peculiar de la contraposición entre איׁשy ( ּכּלכםun único hombre –vosotros
todos que queréis destruirle), palabras que están en contraste entre sí. La
expresión ( ּכ קירוגוhy"¥WxD>h; rdEªG"÷ yWj+n" ryqIïK, como pared
destruida, cerca derribada, cf. Sal 63, 6) forma el objeto de ֹורּקחּו.
La lectura tradicional (hy"¥WxD>h; rdEªG"÷), aunque no sea del todo
incorrecta en sí misma, en lo que se re ere al género (Prov 24, 31) y al
artículo (Gesenius 111, 2a), puede quizá cambiarse por la de ּגדרה דחּויה
(como piensan Olshausen y otros) de acuerdo con el miembro paralelo del
verso, dado que las dos palabras, ּגדרהy ּגדר, pueden utilizarse para
cualquier tipo de pared, empalizada o cerca.
Conforme a la visión de sus enemigos, David parece una pared
inclinada, un muro que se está derribando, una pared poco segura a la que
se ha dado un golpe que hará que al n se caiga. Y además de eso todos sus
enemigos se agolpan en contra de él, unidos para destruirle, en contra de
él, que no es más que un hombre amenazado.
Por eso él exclama, con una indignación que tiene casi un tono
sarcástico: ¿hasta cuándo seguirán realizando su obra, sin quedar nunca
saciados ni satisfechos de su empeño destructivo, que parece que durará
mucho tiempo? Es evidente que el salmista se opone al empeño de sus
enemigos, cuya determinación es clara (con יעץ, cf. Wcå[]y" At’aeF.mi
%a,Ü, también cf. Is 14, 24).
Ellos solo quieren (con אך, que aquí tiene el sentido de tantummodo,
prorsus, únicamente) arrojarle de su alta posición, es decir, de su trono, a
él, el hombre a quien están siempre persiguiendo (con להּדיחen el sentido
de )להּדיחו. No hay medio ninguno que ellos consideren indigno, a n de
conseguir lo que pretenden; no necesitan ni siquiera ponerse la máscara
de la hipocresía, pueden hacerlo todo a rostro descubierto.
Las frases que evocan una forma de expresión futura son subordinadas
(Ewiger, 341b). El lenguaje del A. T., permite un cambio de número en los
sujetos, como ּבפיוen lugar de ּבפיהם, incluso en momentos extremos, en
medio de una gran tensión emocional. En este caso, el singular es
distributivo (WkrE_b'y> wypiîB.), suo quisque ore, cada uno con su boca,
como לוen Is 2, 20, מּמּסוen Is 5, 23, cf. Is 30, 22; Zac ١٤, 12. La puntuación
יקללּוsigue la regla de יהללו, cf. Sal
22, 27, con ירננוen Sal 149, 5, passim (con las excepciones que forman ,הנני
רננת,)חקקי.
62, 6‒9. El comienzo del segundo grupo retoma los motivos del comienzo
del primero. אךtiene un sentido a rmativo, tanto en el Sal 62, 6 como en el
Sal 62, 7. El poeta toma de nuevo las a rmaciones emocionales de Sal 62, 2.
3, y con rmeza y gesto desa ante, se enfrenta con sus enemigos
enmascarados. Lo que él dice aquí a su alma es muy semejante a lo que ha
dicho en el Sal 62, 2, pues él se sitúa ante su alma como si fuera algo
objetivo, distinto de su yo. Este desdoblamiento entre el espíritu (el yo
profundo) y el alma es el fundamento en el que consiste su personalidad.
El salmista amonesta a su alma por aquel silencio que en el Sal 62, 2 él
ha reconocido como suyo. Toda existencia espiritual del ser vivo
permanece idéntica a sí misma (sin cambiarse) en medio de un perpetuo
“llegar a ser”, por medio de una renovación continua y autoconsciente. Por
eso, el salmista rea rma su esperanza en 62, 6 (yti(w"q.Ti WNM,ªmi÷-yKi)
conforme a su misma idea básica, que no es más ni menos que su propia
salvación (62, 2). Aquello en lo que espera aquel que pone su con anza en
Dios viene del mismo Dios; por eso, él no puede fallarle, pues solo él, el
Todopoderoso, lleno de misericordia es para el hombre la seguridad.
David renuncia así a toda ayuda que le venga de sí mismo, a todo
intento de fundar su vida en su propio honor, porque su honor y su
salvación provienen de ( על־אלהיםvid. Coment. a Sal 7, 11). La roca sobre la
que se funda su fuerza, su refugio, es ּבאלהים. David, como hombre, vive allí
donde vive Elohim, de manera que se puede a rmar que Elohim se identi ca
con él, en persona (con ּבcomo en Is 26, 4: ~yhi(l{aBe( ysiªx.m;÷ yZIï[u-
rWc).
Por medio de עם, Sal 62, 9 (wyn"ïp'l.-Wk)p.vi ~[ª') el rey se dirige a
aquellos que han permanecido eles a él, a aquellos a quienes él ha tenido
que sostener también en los salmos que pertenecen a ese período. Esta
llamada no se dirige a la totalidad del pueblo que, en su mayor parte, ha
caído en la apostasía, pues en ese caso tendría que haber dicho ( עּמיmi
pueblo). La palabra עםse aplica con frecuencia a los que forman parte del
cortejo o de la guardia personal de un príncipe (Jc 3, 18), o de los que están
al servicio de una persona de rango (1 Rey 19, 21), a los que pertenecen a
un grupo especial de la corte del rey (2 Rey 4, 42).
David se re ere aquí a los que han seguido dependiendo de él, y el
hecho de que no pueda llamarles “mi pueblo” se debe a que la mayoría se
han alejado de él. Pero aquellos que han permanecido eles (que son aquí
)עםno tienen que perder la esperanza, sino que pueden con ar en Dios,
que encontrará la forma de protegerles, lo mismo que al rey, cualquiera
que sea el riesgo en que puedan hallarse.
62, 10‒13. Así como los hombres en su conjunto, con todas las cosas
terrenas en las que puedan apoyarse, son perecederos, así también todas
las empresas puramente terrenas de los que han estado con David, pero
sin con ar en Dios llevan en sí mismas el germen de la ruina. Según eso,
Dios será el que decida como juez entre el destronado (David) y los
usurpadores, de acuerdo con la relación en que hayan estado con él (con
Dios). Esta es la conexión interna de esta tercera parte del salmo con los
dos precedentes.
Por medio de esta estrofa (62, 10-13) el salmo puede compararse del
modo más hondo con los dos salmos anteriores, y de un modo especial con
Sal 39, 1-
13. Sobre la relación entre ּבני־אדםy ּבני־איׁש, vid. Coment. a Sal 49, 3 y Sal 4,
3. Por su parte, el Sal 62, 10 se divide de un modo bastante correcto por
los acentos. Algunos suponen que este pasaje constituye una cláusula
independiente: ellos están colocados en la balanza לעלות, para
desaparecer; eso signi ca que serán dispersados, pues no tienen peso
ninguno (Hengstenberg).
Ciertamente, esta lectura es posible (cf. Coment. a Sal 25, 14; Sal 1, 1-
6), pero el hecho de que en esta cláusula no exista un sujeto (que siempre
es necesario en una frase u oración independiente) hace que nos
opongamos a esa traducción, de forma que resulta preferible combinar las
palabras de otra manera, no como frase independiente, sino como frase
subordinada de ablativo en gerundio: “Colocados en la balanza ad
ascendendum (es decir, para ascender), de esa manera subirán (certo
ascensuri), pero acabarán fracasando, como si fueran nada, como si no
existieran, es decir, para desaparecer”.
Eso signi ca que los hombres (cada uno y todos) pertenecen a la nada o
vanidad ( מןpartitivo), o que son incluso menos que nada ( מןcomparativo).
Este pasaje a rma que los hombres se encuentran en la categoría de
aquello que es nada o vanidad o, mejor dicho, ellos pertenecen al dominio
de lo que es sin valor o vano.
La advertencia del Sal 62, 11 no se re ere a los partidarios de Absalón,
sino que se coloca aquí como ejemplo signi cativo para aquellos que
viendo la próspera condición y la gozosa vida de muchos malvados pueden
quizá volverse envidiosos, queriendo poseer lo mismo que ellos poseen. Al
lado de ּב ּבטח, la expresión ( ּב הבלlyIx,Ü WlB'îh.T,ñ-la;) no consiste en
poner en vano la esperanza sobre algo (pues ese verbo no lleva en sí la
idea de esperar, cf. Job 27, 12; Jer 2, 5), sino al contrario, signi ca
enloquecerse, cegarse ante algo que es vano (Hitzig).
Por un lado, los eles pueden querer que su corazón quede enriquecido
por sus propias riquezas; pero, por otra parte, no pueden volverse
envidiosos por el hecho de que las riquezas de otros aumentan (נּוב, raiz נב,
elevarse uno a sí mismo, volverse grande, árabe nabata, enorgullecerse,
crecer, y también nabara, aumentar). Los creyentes no pueden tener
envidia de aquellos que así se enriquecen, como si fueran por eso grandes
y afortunados, merecedores de una atención u honor especial. De esa
forma expone el poeta dos grandes verdades, divinamente atestiguadas
(no enorgullecerse de las propias riquezas, no envidiar las riquezas ajenas).
No se puede traducir la frase diciendo: una vez ha hablado Dios, y
ahora he escuchado yo dos veces (Job 40, 5; 2 Rey 6, 10), sino que se debe
traducir en la línea del Sal ٨٩, 36: una vez ha hablado Dios, y dos son cosas
las que yo he escuchado. En esa línea, lo mismo que en el Sal 12, 8 (cf.
Coment. a Sal 9, 16), lo que se quiere decir es que, habiendo hablado Dios
una vez, el hombre ha escuchado dos cosas, y estas son grandes verdades:
– Que Dios tiene el poder sobre todos los asuntos de la tierra, de forma
que nada sucede sin él (sin que él lo quiera), de forma que todo lo que
es contrario a Dios perecerá, antes o después.
– Que este Dios verdadero, el soberano Señor ( )אדני, es también
misericordia, una misericordia cuya energía se mide por su
omnipotencia, de manera que él, Dios, no permite que sucumban
aquellos a quienes él protege.
El poeta establece con yKiî estas dos grandes verdades: la primera diciendo
~yhi(l{ale z[o÷ª yKiî; la segunda añadiendo ~LeÞv;t. hT'’a;-yKi( ds,x'_
yn"ïdoa]-^)l.W. Dios es poder, y ese poder divino se expresa en forma de
misericordia, porque él sanciona a cada uno según sus obras, como lo
expresa su justo gobierno, tal como se despliega en la historia de los
hombres, Dios recompensa a cada uno conforme a su vida, a sus acciones,
κατὰ τὰ ἔργα αὐτοῦ, tal como Pablo con esa (Rom 2, 6) no menos que
David, y siempre (conforme a los LXX) con las mismas palabras de David.
A cada hombre se le recompensará conforme a su conducta, y de esa
forma se expresará el sentido de la relación de cada uno con Dios. Aquel
que se eleva y actúa en contra de la voluntad y del orden de Dios sentirá su
poder ( )עזcomo principio de castigo, pues Dios le romperá en pedazos. Por
el contrario, aquel que, ansiando la salvación, pone su propia voluntad en
manos de la voluntad de Dios, recibirá de Dios misericordia y ternura
amorosa ()חסד, que provienen de la plenitud desbordante del mismo Dios.
El hombre justo recibirá, por tanto, la recompensa prometida por la
delidad, descubriendo así que el sentido de su con anza básica es Dios, y
esperando su cumplimiento.
63, 3‒4. Si las palabras de Sal 63, 2 fueran אלהים אֹוה אׁשחרך, tendríamos que
traducirlas con Böttcher, según Gen 49, 8: “Elohim, a ti es a quien yo
busco, precisamente a ti”. Pero '&( אליr<ïx]ñv;a] hT'ªa; yliîae Ÿ~yhiÛl{a/)
va en contra de esa traducción. Y la aserción de que el texto debería decir
“Yahvé, tú eres mi Dios” (Sal 140, 7) se apoya sobre el desconocimiento del
estilo elohista.
Cuando está solo por sí mismo ~yhiÛl{a/ es un vocativo, y por eso tiene
un mehupach legarme. El verbo ׁשחרsigni ca importunar, buscando e
inquiriendo
(e. g., Sal ٧٨, 34), y en ese plano no tiene relación alguna con la palabra ׁש
חרen el sentido de amanecer o madrugada. Pero, dado que el Sal 63, 7
remite hacia atrás, hacia la noche anterior, ׁשחרparece referirse al
amanecer, en la madrugada, lo mismo que en Is 26, 9 donde ׁשחרse
encuentra al lado de א ּוהבּלילה.
Por eso, los LXX no son incorrectos cuando traducen: πρὸς δὲ ὀρθρίζω
(antes de que amaneciera; cf. Lc 21, 38: ὁ λαὸς ὤρθριζεν πρὸς αὐτὸν, el
pueblo vino de madrugada hacia él). En ese sentido, Apolinar avanza en la
buena línea, cuando comienza su paráfrasis: Νύκτα μετ ̓ ἀμφιλύκην σὲ
μάκαρ μάκαρ ἀμφιχορεύσω (de noche, cuando amanece la mañana, yo
exultaré por ti…).
La suposición de que ּבארץes equivalente a ּכאׁשר ּבארץ, o incluso de que
la beth es un beth essentiae, carecen de todo fundamento, a no ser el de
sembrar descon anza ante el encabezado del salmo. Lo que aquí se está
evocando es el desierto seco, de arena, que provoca sed, desierto en el
que David se encuentra en ese momento. No traducimos “en una tierra
seca y árida”, porque צּיהno es un adjetivo, sino un sustantivo. Por otra
parte, el cambio de un adjetivo femenino a una forma primaria masculina,
como sucede algunas veces (cf. 1 Rey 19, 11) no se puede aplicar en este
caso, que debe entenderse histórica y geográ camente desde la estancia
de David en el desierto, con lo que ello implica para comprender su
situación externa y su sentimiento interno.
En una región en la que se encuentra totalmente rodeado por una
tierra de aridez quemada por el sol, donde no hay más colores que los de
ceniza incinerada, que arrojan una imagen dura sobre su interior, que se
encuentra en la misma situación de sequedad; en esa situación, el alma del
salmista se descubre llena de sed, su carne languidece, preocupada,
carente de agua (languidus de ciente), anhelando la presencia de Dios,
fuente de vida.
La palabra Hm;äK' (en el sentido de “tener sed de ti” tiene el acento en
la parte de atrás) se aplica al ardiente deseo que consume las últimas
energías de un ser humano. Viene de la raíz כם, de donde provienen ּכמןy
ּכמס, tapar, de forma que, igual que עלף,עטף, esa palabra termina teniendo
el sentido de rodear (árabe kamiha, ser ciego, estar desconcertado). Los
LXX y Teodoción leen erróneamente ( ּכּמהcomo hacen con frecuencia). Por
el contrario, Aquila traduce ἐπετάθη, y Símaco aún mejor ἱμείρεται (palabra
que se utiliza para el deseo de amor).
Resulta muy importante el hecho de que David haya sido capaz de
evocar ese deseo intenso de Dios como algo que él tiene no solo en el
alma, sino en la misma carne (hY"ßci-#r<a,(B. yrI+f'b., mi carne en tierra
seca). Eso signi ca que su espíritu tiene dominio sobre su cuerpo, sobre su
sangre, de forma que no se limita a tener la carne sometida, sino que, en lo
posible, esa misma carne está llena del deseo de Dios.
Esta es una experiencia que se alcanza más fácilmente en un estado de
turbación y necesidad, que hace sufrir a la naturaleza carnal, mejor que en
medio de un estado de abundancia y prosperidad exterior. El Dios por
quien David se encuentra sediento (sediento de amor), en alma y cuerpo,
es el Dios que se mani esta en Sión.
En ese contexto se entiende el sentido de ּכןen el Sal 63, 3 (^yti_yzIx]
vd<QoåB; !Keâ, así te miraba en el santuario), como partícula que ofrece
su propia sionomía a este salmo, lo mismo que hacía אךen el salmo
anterior. Esa partícula se puede entender de dos maneras: te he mirado
como a mi Dios (porque tú eres mi Dios, Ewald) o; te he mirado con el
deseo ya dicho, como tierra reseca esperando el agua (así e. g., Oettinger).
En el primer caso, el salmista retoma la confesión anterior, la del
principio del salmo: “Elohim, mi Dios eres tú”. En el segundo, el salmista
retoma el motivo de su deseo general, que se toma no solo como algo
propio de este momento excepcional, sino en el sentido más amplio de la
vida humana como deseo de Dios.
Resulta preferible entender esa expresión en la segunda línea, re
riéndose no a Dios, sino a la disposición de la mente, del orante, que
necesita a Dios.
En ese sentido, ּכןes equivalente a “anhelando por ti de esa manera”.
Los dos כןdel Sal 63, 3 y 63, 5 son según eso paralelos y tienen la misma
importancia. La alternancia del perfecto (Sal 63, 3) y del futuro (Sal 63, 5)
indica que eso que ha sido el anhelo principal del salmista en el pasado lo
será también en el futuro.
Por otra parte, ציה בארץy ּבּרדׁשforman una antítesis directa. Esto que
David hace ahora (deseando a Dios en una tierra seca) es lo que él hacía en
un tiempo anterior junto al santuario, cuando miraba con anhelo hacia
Dios ( חזהvincula dos ideas: solemnidad y devoción). No tenemos aquí
necesidad de tomar לראותcomo gerundio (videndo), cosa que es en sí
misma improbable, pues uno mira, observa, contempla una cosa
precisamente con la nalidad de descubrir su naturaleza como objeto (Sal
14, 2; Is 42, 18).
La nalidad de mirar de esa manera hacia Dios es la de conseguir una
comprensión de su naturaleza, en la medida que ella puede ser conocida
por una creatura. O, por decirlo como aquí se dice, se trata de contemplar
su poder y su gloria (^d<)Abk.W ^ªZ>[u÷ tAaïr>lli), es decir, su majestad,
que se expresa de un modo terrible y, al mismo tiempo, como luz y como
amor. Se trata, pues, de contemplar a Dios, tal como se mani esta en los
sacri cios y en los signos sacramentales.
Este deseo de Dios, que ahora en el desierto más alejado del santuario
se muestra con más intensidad, le mueve e impulsa, porque la amante
bondad de Dios es mejor que su propia vida, mejor que su existencia
natural (vid. Coment. a Sal 17, 14), aunque la existencia natural es también
una bendición, un presupuesto en el que se fundan todas las bendiciones
de la tierra.
La amante bondad de Dios constituye un bien mucho mayor que todos
los restantes, es el bien más alto, la vida verdadera; por eso, los labios del
salmista alaban a este Dios de misericordia, dirigiendo hacia él el canto de
la mañana. Eso signi ca que lo que hace al salmista verdaderamente feliz,
aquello que él desea ahora como antes, aquello que ansía, es solo (sobre
todo) la bondad amante (חסד, misericordia) de este Dios, cuya in nita
dignidad se mide por la grandeza de su poder ( )עזy de su gloria ()כבוד.
Por eso, el texto se puede traducir: “Porque tu amante bondad es
mejor que la vida, por eso te alabarán mis labios”. En esa línea, en el caso
de que ~(ּכ יyYI©x;me( ^D>s.x;â bAjå-yKi) se tome como demostrativo
(porque), vincula no meramente lo que sigue (como si fuera una partícula
de relativo), sino también lo que precede: “porque tu amante bondad…,
por eso mis labios te alabarán”
(^n>Wx)B.v;y> yt;îp'f, con el su jo añadido al enérgico plural con un̂ , como
en Is 60, 7. 10; Jer 2, 24).
63, 5‒9. Esta estrofa retoma nuevamente el motivo del ( ּכןSal 63, 3),
mostrando así que también para el futuro el deseo del orante está puesto
en Dios, de tal forma que él bendecirá a Dios en toda su vida (con yY"+x;b.
^åk.r<b'a] !KEå, como en Sal 104, 33; Sal 146, 2, cf. Baruc 4, 20, ἐν ταῖς
ἡμέραις μου), invocando de esa manera su nombre y apelando a él,
llenando sus manos con su Nombre, es decir, con la misma presencia y
poder de Dios (yP'(k; aF'îa, ^m.viB).
El hecho de estar ocupado en Dios, aunque sea en el árido desierto,
con hambre y sed, le llena de satisfacción y le hace feliz, más que todas las
comidas, saciando su alma mejor que con todos los alimentos posibles
(velut adipe et pinguedine satiatur anima mea, como de grasa y manteca,
cf. Lev 3, 17; Lev 7, 25).
Grussetius y Frisch piensan que aquí se trata de comidas espirituales.
Ciertamente es así, pues el poeta no ha podido tener en su mente solo las
comidas sacri ciales de grasa y carne de animales (Hupfeld), es decir, la
comida
( )חלבde los shelamim o sacri cios pací cos, que se pone sobre el altar, de
donde se retira la parte de alimento para los oferentes y los sacerdotes.
Ciertamente, conforme a este salmo, la Torá o ley sacri cial no ha de
entenderse al pie de la letra cuando prohíbe que se coma la grasa de los
animales, vid. Dt 32, 14, cf. Jer 31, 14. En esa línea, también aquí la
expresión (!v,d<w"â bl,xeä AmÜK., como de grasa y manteca, de médula
y grosura) se re ere a la comida espiritual, vinculada al deseo y encuentro
con Dios en el santuario.
Por eso, el orante que está lejos del templo de Sión, se siente
satisfecho ante el recuerdo y celebración de la más noble de todas las
estas, con manjares preciosos, de manera que sus labios cantan himnos de
júbilo (con accus. instrumental, conforme a Gesenius 138, nota 3): con
labios jubilosos y bien entonados, el salmista cantará las alabanzas de Dios.
Lo que ahora sigue en Sal 63, 7b no lo tomamos ya como una prótasis
(como la de Is 5, 4): “cuando recuerdo, meditando sobre ti…”. Al contrario,
el
Sal 63, 7a es la prótasis y el Sal 63, 7b es la apódosis, cf. Sal 21, 12; Job 9, 16
(Hitzig): como yo me acordaba de ti (meminerim, Ewiger 355b) sobre mi
lecho (stratis meis, como en Sal 132, 3; Gen 49, 4, cf. 1 Cron 5, 1), es decir,
cuando llegaba la luz de la mañana…, así medito yo en ti en las vigilias de
la noche (Símaco, καθ ̓ ἑκάστην φυλακήν, en cada una de las vigilias), es
decir, a lo largo de la noche en vela como con ּבחּייen Sal 63, 5. No se trata,
según eso, de un salmo desligado del tiempo (intemporal), pues el salmista
dice: “Yo paso gran parte de la noche absorto en la meditación de ti, de
Dios”.
Al salmista no le faltan temas de meditación, pues Dios se ha
convertido para él en una ayuda (auxilio, vid. el Sal 3, 3); Dios le ha
rescatado en este desierto y le ha escondido bajo la sombra de sus alas
(vid. Sal ١٧, 8; Sal 36, 8; Sal 57, 2), ofreciéndole su frescura en el calor
ardiente de la tierra, en medio de la batalla, protegiéndole contra sus
enemigos, de manera que él puede mostrarse exultante (ארּסן, en
potencial).
Entre David y Dios se ha creado y subsiste una relación recíproca de
amor. Conforme al esquema de la posición cruzada de las palabras
(quiasmo) אחריךy ּביaparecen situadas, de un modo intencional, una
palabra frente a la otra: David depende de Dios, que está muy cerca de él,
es decir, siguiéndole a todas partes y no dejándole, incluso cuando parece
que le abandona; por su parte, la mano derecha de Dios le sostiene con
fuerza, no dejándole que se pierda, no abandonándole en manos de sus
enemigos.
63, 10‒12. Esta estrofa nal se dirige en contra de los enemigos del
salmista. En contraste con su propia persona, lo mismo que en Sal 59, 16;
Sal ٥٦, 7, por medio de והּמה, el salmista describe a sus enemigos, por causa
de los cuales él ha tenido que retirarse al desierto. Queda abierto el
sentido de si (( לׁשואה#r<a'(h' tAYðTix.t;B.( Waboªy"÷ ha'Avl, para
destrucción bajaron a las partes inferiores de la tierra…) se re ere, según el
Sal 35, 17 al mismo David (al que han querido destruir su vida…) o, con
Hupfeld, a los perseguidores (para su propia destrucción).
Si se toma la primera posibilidad, para poner de relieve la antítesis
implicada en 63, 9, tendríamos que traducir: “sin embargo, son ellos…, los
que han de bajar a las partes inferiores de la tierra” (Böttcher, y otros);
pero esta es una lectura sintácticamente extraña y difícil. Por eso
traducimos “por otra parte, aquellos que, para su propia ruina buscan mi
alma…”. Ciertamente, de un modo más preciso, esto tendría que haberse
expresado con ( לׁשואתםpara su destrucción, en el sentido estricto de
shoah), pero esa ausencia de su jo resulta menos extraña que la tracción
en relativo יּבּרׁשּו.
Lo que sigue en el Sal 63, 10-11 es una expansión de לׁשואה. Los futuros,
desde יבאּוen adelante han de tomarse como predicciones, no como
imprecaciones, pues esto concuerda mejor con el carácter tranquilo y
elegante de todo el salmo. Les pasará a los enemigos lo mismo que a la
banda de Korah. הארץ ֹוחֹוּיותes el interior de la tierra, en el lugar de su
máxima profundidad. Este signi cado aparece también en Sal 139, 15; Is 44,
2336.
La frase br<x’_-ydEy>-l[; WhrUîyGIy,, tanto aquí como en Jer 18, 21;
Ez 35, 5, está en hi l, pero no de ּגרר, arrastrar, retirar, sino de נגר, llevar
hacia adelante, conceder, en el sentido de poner a alguien en manos de
(Job 16, 11), i. e., entregar a alguien ( )הסּגירbajo el poder de la espada, en
la línea de e undent eum que (lo mismo que en Job 4, 19; Job 18, 18,
passim) equivale a e undetur, ser destruido.
La enálage es como en Sal 5, 10; Sal 7, 2, passim, y el singular se re ere
a cada individuo de una multitud homogénea, o a la multitud misma,
concebida como una persona moral concreta. En contra de eso, el rey que
ahora está desterrado de Jerusalén y vive entre chacales se regocija en
Elohim, mientras son ellos, sus enemigos, los que caen presa de chacales
(véase el cumplimiento de esa anticipación en 2 Sam 18, 7). En ese
contexto se añade que todos los que juren por el rey recibirán una
alabanza.
Teodoreto interpreta este gesto como un juramento κατὰ τὴν τοῦ
βασιλέως σωτηρίαν, por la salvación del rey. Hengstenberg compara este
juramento con חי פרעה, Gen 42, 15. Por su parte, Ewald (217f) piensa que
esta explicación resulta cuestionable, pues los israelitas han de jurar por el
nombre de Dios y no por ningún otro, o por ninguna otra cosa, Dt 6, 13; Is
65, 16, cf. Amós 8, 14.
Si se tratara de jurar por el rey, tendría que haberse puesto לו הנׁשּבע,
precisando así la identidad de la persona que le jura alianza u obediencia.
La sintaxis no nos permite decidir a quién se re ere esa partícula ( ּבוAB+
[B'äv.NIh;-lK', a Dios o al rey). N. Moeller (1573) a rmaba que בוse re ere
al rey, en el sentido de comprometerse con él. Por su parte, A. H. Franke
en su Introductio in Psalterium responde que tiene que referirse a Elohim,
con quien se compromete el orante.
Desde una perspectiva del lenguaje son posibles las dos referencias;
pero desde la perspectiva del argumento de fondo solo la segunda se
puede admitir. Sea como fuere, aquí se trata de jurar por Dios, y se re ere a
aquella persona que, sin separarse de él, jura por Elohim, el Dios de Israel,
el Dios de David, que es su ungido, el Dios que está exaltado sobre todas
las cosas.
Solo el que jura así podrá enorgullecerse o gloriarse, porque Dios
reconocerá el buen fundamento y sabiduría de su gesto. Él se gloriará,
porque la boca de aquellos que dicen mentiras será clausurada,
violentamente cerrada. Eso signi ca que aquellos que se han opuesto al
Cristo de Dios (que es aquí David) han negado la reverencia que deben al
mismo Dios. El salmo 64 terminará de un modo semejante, y por eso viene
convocado después de este.
66, 1‒4. La frase ל כבוד ׂשיםsigni ca en otros pasajes “dadle Gloria a él” (Jos
7, 19; Is 42, 12), pero aquí tenemos un segundo acusativo: At*L'hiT.
dAbªk'÷ Wmyfiî, que puede entenderse de varias formas: (a) ֹוהּלתוpuede
ser acusativo de objeto (At*L'hiT. dAbªk'÷ Wmyf), facite laudationem ejus
gloriam, en el sentido de “alabanza gloriosa” (Maurer y otros); (b) pero si
tomamos כבודcomo acusativo de objeto, y la palabra posterior como
acusativo de predicado podemos traducir: reddite honorem laudem ejus,
rendid honor a su alabanza (Hengstenberg); (c) nalmente podemos tomar
תהלתוcomo una aposición, en el sentido de reddite honorem, scil. laudem
ejus (Hupfeld). Preferimos la traducción intermedia: “Dad gloria a su
alabanza”, en sentido de “dadle gloria a él cómo o por su alabanza”.
Pero no debemos traducir con Hengstenberg “qué terrible eres tú en
tus obras” ((^yf,_[]m; ar"äAN-hm;), pues en ese caso debería haberse
incluido la palabra אֹוה. Ciertamente, מעׂשיךpodría haber estado
preferentemente en singular (Hupfeld, Hitzig); pero esas palabras con una
yod en la raíz son muy infrecuentes. El predicado en singular (¡qué
terrible…!), tanto aquí como en otros casos, cf. Sal 119, 137, precede a un
plural designando cosas. La forma en que este salmo exalta la liberación
nacional es esencialmente la misma que utilizan los arpistas celestiales de
Ap 15, 3: Μεγάλα καὶ θαυμαστὰ τὰ ἔργα σου (grandes y maravillosas son
tus obras).
66, 13‒15. A partir de aquí es el mismo poeta el que habla, pero, como
muestra la diversidad de sacri cios a los que alude, él lo hace como
miembro de la comunidad en su conjunto, ofreciendo sacri cios a Dios. Los
primeros sacri cios son los עולות, como expresiones de un homenaje
(holocausto) de buen olor. La ּבes una beth de acompañamiento, como en
Lev 16, 3; 1 Sam 1, 24, cf. Hebr 9, 25. Con los holocaustos se vinculan los
votos (cf. yr"(d"n> ^ål. ~LeÞv;a], te pagaré, te ofreceré mis votos).
Por su parte, la palabra ( ּצצהcf. yt'_p'f. WcïP'-rv,a], que pronunciaron
mis labios) se re ere a un tipo de votos que los orantes prometen cumplir
en un momento de peligro, en medio de una gran necesidad, cuando a
rman que realizarán cosas extraordinarias a favor de Dios, si es que Dios
les libera del peligro en que se encuentran (Jc 11, 35) 40. Los sacri cios que
vienen a ser presentados aquí aparecen ahora numerados.
Igual que Sal 65, este salmo, lleva como encabezado “al preceptor” (al
músico principal), con acompañamiento de instrumentos de cuerda (מזמור
)ׁשיר, celebrando así la bendición por los frutos del campo. El salmo 66
contemplaba la cosecha y los frutos, que estaban todavía en el campo;
este, en cambio, los ve como ya recolectados, desde la perspectiva de la
historia de la redención.
Cada cosecha abundante es para Israel un cumplimiento de la promesa
de Lev 26, 4, y una garantía de que Dios está con su pueblo y que su misión
para el conjunto del mundo (de los pueblos) se cumplirá sin falta. Este
tono de misión referido al cumplimiento de la obra de Dios aquí abajo ha
sido desafortunadamente poco desarrollado en la historia de la iglesia,
pero suena de un modo muy preciso y dulce en el himno de Lutero: “Que
Dios sea generoso con nosotros”.
Este salmo consta de siete estrofas, tres estrofas de dos líneas cada
una y en el centro (entre las primeras tres y las últimas tres) una de tres
líneas, que forma como el broche central de una septíada; esta
circunstancia ha hecho que algunos comentaristas antiguos hayan dicho
que este salmo es el Padre-Nuestro del A. T. (porque tiene siete
peticiones)41. La segunda estrofa, después de las tres primeras líneas,
comienza en el Sal 67, 6, lo mismo que el nal de la primera estrofa en 67, 4.
Por tres veces se repite en el salmo ( יברכנּוque nos bendiga) a n de que la
bendición del sacerdote pueda llenar todo el salmo, con sus tres
momentos o partes.
67, 2‒3. El salmo comienza con palabras de la bendición sacerdotal de Num
6,
24-26. Con la expresión ( אֹונּוWnT'äai wyn"ßP' raEïy) la iglesia desea que
descienda sobre ella, de una forma abierta la presencia clara de la luz que
se difunde a partir del rostro amoroso de Dios. En ese momento, tras el
eco de la bendición más santa y gloriosa de los sacerdotes, suena la
música.
En Sal 67, 2 se pasa de la beraka o bendición a la tephilla, que es la
oración propiamente dicha. La expresión ( לדעתpara conocer) se vincula
con el tema más general de la oración y de la vida: que cada uno pueda
entender y acoger, que todos podamos conocer tu camino, etc.El Dios de
la gracia mayor ofrece en la iglesia su testimonio del modo más amplio y e
caz: que el conocimiento de Dios pueda extenderse desde la iglesia al
mundo entero. De esa forma, los hombres podrán conocer su ּדרך, i. e., la
realización progresiva de su consejo y de su יׁשּועה, es decir, de la salvación
que es la nalidad y meta del consejo divino, pero no solo de Israel, sino de
toda la humanidad.
67, 4‒5. Aquí sigue la promesa y prospectiva de la entrada de todos los
pueblos en el Reino de Dios, a n de que todos ellos le alaben también,
unidos a Israel, como su Dios. En ese contexto, el juicio ( )ׁשפטde Dios no se
entiende en forma de castigo judicial, sino a modo de gobierno recto y
justo, como en los paralelos cristológicos de Sal 72, 12 y de Is 11, 3. La
palabra מיׁשרse entiende aquí en sentido ético, en vez de מיׁשרים, como en
Sal 45, 7; Is 11, 4; Mal 2, 6. Por su parte, הנחה, evoca, como en Sal 31, 4, la
guía gratuita de Dios (a diferencia de Job ١٢, 23).
67, 6‒8. La intensa esperanza de la conversión de los gentiles, expresada
con las mismas palabras del Sal 67, 5, recibe aquí su garantía o fundamento
en el acontecimiento gozoso del momento actual, es decir, en el hecho de
que la tierra ha producido su fruto (cf. Sal 85, 13), el fruto que ha sido
sembrado y esperado.El aumento del trigo y de los frutos es una bendición,
y una promesa de futuras bendiciones, por medio de las cuales (Jer 33, 9; Is
60, 3; cf. tema opuesto en Joel 2, 17) todos los pueblos, hasta los con nes de
la tierra, reverenciarán al Dios de Israel. Porque este es el camino de Dios:
que todos los bienes que él ha manifestado y ofrecido a Israel puedan ser
de provecho para el conjunto de la humanidad.
Con admirable y delicado tacto, el editor de los Salmos ha hecho que este
( מזמור ׁשירSal ٦٨) siga al מזמור ׁשירde Sal 67. El anterior comenzaba con el
eco de la bendición que Moisés había puesto en boca de Aarón y de sus
hijos. Este comienza con una repetición de las palabras memorables con
las que, al levantar el campamento para iniciar la marcha, el mismo Moisés
invocaba a Yahvé para que marchara delante de Israel (Num 10, 35).
Como dice Hitzig, re riéndose a este gran salmo, no es fácil comentarlo
de un modo adecuado, porque es como un Titán poderoso. No hay quien no
haga suya esta observación.
Este es un salmo compuesto al estilo del canto de Débora, que se eleva
a lo más alto del sentimiento y de la proclamación hímnica de Israel. Es el
himno más glorioso de la literatura del período antiguo de Israel, y en su
fondo aparecen palabras memorables de las bendiciones de Moisés, con
las profecías de Balaam, con el Deuteronomio y el Canto de Ana, que aquí
se re ejan.
Pero, por encima de todo, el lenguaje de este salmo es tan elevado y
atrevido, que en él encontramos hasta trece palabras que no aparecen en
ningún otro texto del A. T. Es un salmo elohístico y así cita a Elohim ٢٣
veces. Pero, además de eso, este salmo recoge toda una “cornucopia” de
nombres divinos. Así presenta estos nombres: יהוהen Sal 68, 17; אדניseis
veces; האלdos veces; ׁשּדיen Sal 68, 15; יּהen Sal 68, 5; אדני יהוהen Sal 68,
21; יּה אלהיםen Sal 68, 19. Por todo eso, este salmo es el más reluciente de
los salmos elohistas.Por la gran complejidad de este salmo, no es extraño
que los comentaristas, en especial los antiguos, tengan muchas diferencias
en su interpretación, tanto en el conjunto, como en sus diversas partes.
Este dato ha sido interpretado de un modo falso por Ed. Reuss en su
ensayo: Der acht-und-sechzigste Salm, Ein
Denkmal exegetischer Noth und Kunst zu Ehren unsrer ganzen Zunft, Jena,
1851 (El salmo 68. Un monumento a la Necesidad y al arte, para Gloria de
todo nuestro gremio, donde pone en ridículo la poca seriedad en la exégesis
del A. T., tal como aparece ilustrada en los comentarios a este salmo).
Como ha recordado Reuss últimamente, se dice que este salmo ha sido
escrito entre el tiempo de Alejandro Magno y los Macabeos, para expresar
el deseo de que los israelitas, muchos de los cuales estaban muy alejados
de Palestina y dispersos a lo ancho del mundo, pudieran volver pronto y
reunirse de nuevo en su tierra patria. Pero esta visión solo puede
defenderse con un tipo de violencia exegética, especialmente cuando se
supone que en el verso 23 aquellos que Dios quiere que retornen son los
exilados.
Reuss piensa que aquellos que han de volver de Basán son los exilados
en Siria, y que los que han de volver de las profundidades del mar son los
exilados en Egipto. Pero él no tiene en cuenta la coincidencia muy signi
cativa entre las tribus del Norte, incluida la de Benjamín, en Sal 68, 28, los
salmos asá cos, de manera que para él Judá y Benjamín son Judea,
mientras que Zabulón y Neftalí son Galilea, en el sentido del tiempo
posterior al exilio. Ciertamente, la “bestia salvaje” de los juncos es un
símbolo de Egipto, pero él (Reuss) está equivocado al situar esa bestia al
lado de Siria.
Sea como fuere, Olshausen ha puesto de relieve el servicio que Reuss
ha realizado con respecto a este salmo; pero, después de haber
incorporado dos páginas enteras del “Denkmal” o “monumento exegético”
de Reuss en su propio comentario, Olshausen no se contenta con hablar en
general del período entre Alejandro y los Macabeos, y a través de tres
consideraciones, también en este caso, llega a la conclusión de que hay
que situar ese salmo el en período del alzamiento de los macabeos, que
posee para él una atracción irresistible.
En contra de ese intento de trasplantar este salmo al tiempo de los
macabeos, podemos apelar a Hitzig que, cuando ve alguna razón para ello,
insiste en el origen macabeo de muchos salmos. Pues bien, en contra de su
tendencia, en ese caso, Hitzig sitúa este salmo en el contexto de la
victoriosa campaña que Joram hizo, en compañía de Josafat, en contra de
la in el Moab.
Por otra parte, Böttcher piensa que este es un salmo festivo de triunfo
que pertenece al tiempo de Ezequías y que se cantaba de un modo
antifonal en las estas de fraternización de la pascua, cuando el joven rey
volvía, tras alguna de sus expediciones en contra de los asirios, que se
habían forti cado en el país del otro lado del Jordán (en Basán).
É
enius (siguiendo el ejemplo de Rödiger) mantiene una visión distinta. Él
conoce muy bien las discusiones sobre este salmo, y ha llegado a la
conclusión de que en esta línea no se puede avanzar ya más. En esa línea,
él termina diciendo que este canto ha sido compuesto para animar al
ejército ante la batalla que Josías mantuvo en contra de Necao, de manera
que el personaje arrogante y odioso de Sal 68, 22 es el mismo Faraón, con
un adorno elevado y arti cial sobre su cabeza rapada. Pero conocemos bien
el trágico nal que esa batalla tuvo para el rey judío. Si esa fuera la ocasión
para la que fue compuesto, este salmo sería un memorial del más
lamentable de los fracasos de Israel.
Todos estos y otros comentaristas modernos se glorían de haber
presentado unas pruebas de nitivas para interpretar el sentido de la
inscripción que dice “de David”, ( לדודpero lo hacen en contra de David).
Pues bien, ellos dejan de lado el hecho de que en la vida de David hay dos
acontecimientos que deben ser cuidadosamente estudiados antes de
abandonar el sentido histórico de ese לדודdejando el origen del salmo en
manos de la pura conjetura.
El primero de esos acontecimientos fue el traslado del Arca de la Alianza
a Sión, y en ese contexto sitúa este salmo, por ejemplo, Franz Volkmar
Reinhard
(en vol. II de Velthusen, Commentationes eologicae 1795) con Stier y
Hofmann. Pero la forma en que este salmo empieza presentándose como
paráfrasis de las palabras memorables de Moisés en Deuteronomio, se
opone a esta hipótesis. Por otra parte, dada la imposibilidad de uni car
desde ese fondo el contenido del salmo, tenemos que oponernos a esa
visión.
El salmo supone que Yahvé ha puesto desde hace tiempo su morada
sobre esta montaña. Además, está escrito como salmo de guerra y victoria,
describiendo a Dios como el Señor Exaltado que, en el tiempo actual, lo
mismo que en tiempos antiguos, cabalga en lo alto de los cielos, a la
cabeza de su pueblo, derrotando a los poderes hostiles, que se oponen a él
y a los israelitas, haciendo que todos los pueblos con esen que el Dios de
Israel gobierna desde su santuario con poder invencible.
Pues bien, hay una ocasión mucho más apropiada para situar el origen
de este salmo, y es la guerra siro-amonita de David, guerra en la que el
Arca fue llevada con el pueblo en armas (2 Sam 11, 11). Este himno no se
compuso según eso cuando, acabada la Guerra, el Arca fue llevada de
nuevo a la Santa Montaña (Hengstenberg, Reinke), sino cuando ella salía
de su tabernáculo (fue puesta en movimiento) desde la montaña de Sión, a
la cabeza de Israel, cuando sus tropas avanzaban en contra de los reyes
confederados y de su gran ejército (2 Sam 10, 6).
La guerra se mantuvo hasta el siguiente año, cuando fue necesario
iniciar una segunda campaña a n de culminarla. Pues bien, este es el hecho
que ofrece al menos un período adecuado, posible, para situar el origen de
este salmo. Resulta claro que Sal 68, 12-15, con más claridad que en Sal 68,
20-24 (y desde un punto de vista más genérico que en Sal 68, 29-35), la
victoria contra los reyes enemigos no se ha conseguido todavía, sino que
se está esperando.
En esa línea, Sal 68, 25-28 presenta la victoria de David como algo ya
muy cercano, como algo al alcance de la mano. Este salmo pone de relieve
el espíritu de fe con el que el pueblo celebra de antemano la gloria de
Yahvé, interpretando la victoria particular de David como prenda y anuncio
de la victoria nal sobre todos los pueblos de la tierra. Así podemos a rmar
que el tema del salmo, por encima de su ocasión inmediata, es la victoria
del Dios de Israel sobre todo el mundo.
Por lo que toca a la naturaleza de su contenido, el conjunto del salmo
se divide en dos mitades: 68, 2-19 y 68, 20-35, que tienen argumentos
distintos. La primera parte insiste más en la acción poderosa que Dios
realiza; la segunda se centra en las impresiones que esa victoria produce
sobre la iglesia y sobre los pueblos de la tierra.
En ambas partes, la victoria de Dios aparece por un lado como algo
futuro y por otra como algo del pasado, pues el deseo de la oración y la
con anza de la esperanza se elevan de forma profética, de modo que el
futuro se presenta como un hecho ya cumplido. Por tres veces aparece la
interrupción musical del selah (Sal 68, 8; Sal 68, 20; Sal 68, 33). Estos tres
momentos del “forte musical” abren perspectivas importantes para la
comprensión del signi cado colectivo del salmo.
Pero ¿podemos decir que fue David el autor de este salmo? Su tema
general es más asá co que davídico (vid. Coment. Habakkuk, p. 122). Sus
referencias al monte Salmón, a Benjamín y a las tribus del norte, con el
canto de Débora y en general con el libro de los Jueces (aunque no en su
forma actual), dan la impresión de que este es un salmo efraimita. Entre
los Salmos de David se encuentra enteramente aislado, y en esa línea la
crítica resulta incapaz de explicar el encabezado לדוד.
Por otra parte, si las palabras de Sal 68, 29 están dirigidas al rey, este
salmo está indicando que ha sido compuesto por un poeta distinto de
David. Pero ¿se trata de un poeta contemporáneo a David? La mención del
santuario de Sión en 68, 30 no excluye esa posibilidad. Por otra parte, la
amenaza de “la bestia salvaje de los juncos” (Sal 68, 31) parece llevarnos a
un tiempo posterior al de David, un tiempo de hostilidades con Egipto, que
surgieron en el reinado del rey Roboam, después del reinado de Salomón.
De todas formas, la amenaza de Egipto no desapareció nunca del
horizonte de Israel, y el hecho de que Egipto aparezca en primer lugar
entre los enemigos (cuando se habla de la sumisión de los reyes de este
mundo bajo el Dios de Israel, que se describe aquí desde una perspectiva
de futuro) no puede extrañarnos en un poeta del tiempo de David.
Por otra parte, esa amenaza de Egipto puede situarnos también, según
68, 28, en un tiempo posterior a la división de los reinos. Por eso, es muy
posible que el salmo deba situarse en el tiempo de la expedición común de
Joram y de Josafat en contra de Moab y sus aliados (Hitzig). De todas
maneras, parece que la celebración indiscriminada de esta expedición de
los dos reinos resulta un motivo poco apropiado para la temática de
conjunto de este salmo.
68, 2‒7. El salmo comienza con la expresión de un deseo, mostrando que
está cerca, al alcance de la mano, la victoria de Dios sobre sus enemigos y
la exultación triunfante de los justos. Ewald y Hitzig toman יקום אלהיםde un
modo hipotético: si Dios se levanta, sus enemigos serán dispersados.
Esta traducción es posible desde la perspectiva de la sintaxis, pero en
este contexto se opone todo a ella, porque los futuros de Sal 68, 2-4
forman una cadena inseparable. Por otra parte, una mirada a las a
rmaciones del salmo desde 68, 20 en adelante, muestra que las
circunstancias de Israel bajo las que el poeta escribe suscitan el deseo de
que Dios se eleve y humille a sus enemigos. Por otra parte, el pasaje
originario de Num 10, 35, muestra que el lenguaje fundamental de estas
oraciones es el futuro, expresado en forma de deseo.
Sal 68, 3 va dirigido directamente al mismo Dios, de forma que se
expresa en forma de petición. Por su parte ( הנּדןcf. @Doðn>Tiñ !v'ª['
@Doðn>hiK.) se vincula (a diferencia de ג ירדף, con Sal 7, 6, de )ירּדףcon
( הּסדףcomo הּסתן, Jer 32, 4). En contra de las reglas normales de la
gramática, esas palabras se construyen así para responder a la
conformidad de los sonidos (cf. הקצותen Lev 14, 43 y Sal 51, 6), con ֹונּדף,
que es el lugar en el que ha de suplirse “tus enemigos”
(dispellas, sc., hostes tuos); esta omisión deja más claro que ante Dios
tienen que someterse todas las creaturas.
El hecho de citar el humo que se dispersa y la cera que se derrite (la
cera es ּדונג, raíz דג, τηκ, sánscrito, disolverse, zend tak, de donde proviene ́
vitakiná , disolverse, neopersa gudachten̂ , en causativo, hacer que algo se
derrita) es un signo de la debilidad del hombre, que se dispersa como
humo, se derrite como cera. Bakius observa “si creatura creaturam non
fert, ¿quomodo creatura creatoris indignantis faciem ferre possit?” (si una
creatura no puede mantenerse ante otra creatura ¿cómo podrá
mantenerse ante el rostro indignado del Creador?).
El deseo expresado en Sal 68, 4 forma el reverso de la idea del verso
anterior: ~yhiªl{a/ ynEïp.li Wcl.[;y,â) Wxåm.f.yI ~yqiªyDIc;w>) (pero los
justos se alegrarán, se gozarán ante Elohim). Las expresiones de gozo se
amontonan con el n de describir la trascendencia de la alegría que vendrá
cuando se quiebre el yugo de los enemigos. La expresión לפניse utiliza aquí
explícitamente en alternancia con el מפניde Sal 68, 2; Sal ٦٨, 3.
Por un lado, del rostro airado de Dios procede un tipo de calor que
derrite la cera de los enemigos y que les dispersa como si fueran humo;
pero, en contra de eso, para los justos la mirada de Dios es principio de
vida, frescura y alegría.
Como resultado de la petición expresada en Sal 68, 2-4, vemos ahora
que Elohim va delante de su pueblo, comenzando así su marcha. Por eso,
Sal 68, 5 es una llamada para alabarle con un canto, para alabar su nombre
con la música de un instrumento de cuerda, para acompañarle en su
marcha por los cielos. Desde la perspectiva de Sal 68, 34 no podemos
tomar ( צרבותtAbr"[]B'â bkeäro), como hacen el Targum y el Talmud (B.
Chagiga 12b), como nombre de uno de los siete cielos, un signi cado que,
dejando a un lado otras consideraciones, no puede recibir el verbo ערב,
que tiene el sentido de desaparecer, confusión, oscuridad. Esa palabra
debe explicarse aquí a partir de Is 40, 3, que se re ere a la estepa, desierto.
En Isaías se invoca a Yahvé en ayuda de su pueblo; pues bien, aquí
Yahvé aparece como aquel que cabalga en ayuda (a la cabeza) de su
pueblo, por las estepas (desiertos) a n de juzgar a los enemigos de Israel.
No solo la referencia histórica asignada por Hitzig, sino también la que
adoptamos nosotros, permite que se aluda aquí a las estepas de Moab,
porque el campamento de Madaba, donde se habían establecido los
mercenarios amonitas (1 Cron 19, 7), se sitúa en el contexto de esas
estepas, sino también el camino que lleva de Jerusalén a Rabbath Ammon
(2 Sam 10, 7).
El verbo ( סּלּוbkeärol' WLso‡) pide a los eles que ensalcen (= que
acompañen) al Dios glorioso e invencible (cf. Is 57, 14; Is 62, 10). סללsigni
ca jar, pavimentar una calle o camino por el que pueda transitarse. Símaco
traduce katastroophesate en el sentido de seguir, acompañar. El mismo
Dios que se abre y avanza por el desierto traza un camino de salvación
para su pueblo. Por eso, el salmista pide a los eles que le precedan, que
canten con alegría delante de él.
La beth en ( ּביּהSímaco: ἴα) es una beth essentiae, que aquí como en Is
26, 4 va junto al sujeto: su Nombre es (existe, está incluido en יה: Amªv.
Hy"ïB.) i. e., su nombre esencial es Yah (Yahvé). Este es el nombre por el
que Dios viene a ser conocido y nombrado, el Dios de la salvación que, con
el poder de su gracia, invade o permea toda la historia. Ese nombre
(Yahvé) es una fuente de gozo exultante para su pueblo, y así ha venido a
expresarse en Sal 68, 6: tAn=m'l.a; !Y,åd,w> ~ymiAty>â ybiäa], padre de
huérfanos, defensor de viudas.
El Altamente Exaltado, que se sienta entronizado en el cielo de la
Gloria, gobierna sobre toda la historia de aquí abajo, y se interesa por los
más pequeños, en todas las circunstancias de la vida, conforme a su propia
decisión de socorrerles. Dios actúa así como padre de los huérfanos,
asumiendo como propia la causa de las viudas, y hace que ella prospere.
Elohim es aquel que hace que el solitario o aislado pueda habitar en su
casa (en familia), ht'y>B;ª, con h local, respondiendo así a la pregunta
dónde y con quién. En ese sentido, ּביתes una casa/hogar, es decir, unos
lazos familiares, en oposición a los ~ydI’yxiy> ( )יהידque son los solitarios,
apartados, cf. Sal 25, 16.
Dachselt traduce rectamente in domum, h. e. familiam numerosam
durabilemque eos ut patres-familias plantabit (en una familia numerosa y
durable Dios les plantó como padre de familia). Dios es nalmente aquel
que libera (saca de la cárcel o de la cautividad) a aquellos que están
encadenados para liberarlos de la opresión (cf. tAr+v'AKB; ~yrIysia]â
ayciäAm). La palabra ּכוׁשרות, que solo aparece aquí, es un plural ético de
ּכׁשר, sinónimo de אׁשר, ser recto, ser bienaventurado.
Sal ٦٨, 7b expresa de manera breve y precisa el reverso de esa forma
condescendiente que Dios tiene de actuar con la humanidad. ( אךcf.
~yrIªr]As÷ %a,ï, pero los rebeldes) es aquí (cf. Gen 9, 4; Lev 11, 4)
restrictivo o adversativo (como sucede con )אכן. Los ( סורריםcf. hx'(yxic.
Wnðk.v' ~yrIªr]As÷) son los rebeldes (la palabra no viene de סּור,
apóstatas, Aquila a stamenoi, sino, como en Sal 66, 7, de )סרר.
Conforme a Símaco son los ἀπειθεῖς, aquellos que no quieren
someterse a la norma de un Dios de gracia, de manera que, por eso, serán
excluidos para siempre de las manifestaciones del favor de Dios. Estos han
de habitar ( צחיחהacusativo de objeto), en una tierra calcinada, abrasada
por el sol, palabra que viene de צחח, brillo que ciega, bajo cielo cegador,
seco, infértil.
Así los incrédulos permanecen en el desierto, sin entrar en la tierra
habitada, fertilizada por las aguas de la gracia, llenas de fresca verdura y
ricos frutos. El poeta parece que tiene en su mente la imagen del pueblo
liberado de Egipto ὧν τὰ κῶλα ἔπεσαν ἐν τῇ ἐρήμω, cuyos cadáveres
cayeron en el desierto (Hebr 3, 17).
En caso de que sea así, lo que sigue se entiende mucho mejor. Pero no
hay necesidad de precisar más el tema, pues el poeta tiene en su mente,
desde el principio, la marcha de Israel a través del desierto, desde el Sinaí
hasta Canaán, bajo la guía de Yahvé el conquistador irresistible. Pues bien,
el poeta desarrolla y expresa ahora esa idea, poniendo de relieve la guía
maravillosa de Dios, a n de que los eles puedan recibir ánimos con ello.
68, 8‒11. En 68, 8ss el poeta repite las palabras de Débora (Jc 5, 4), que
remiten a Dt 33, 2, cf. Ex 19, 15. Por otra parte, este salmo 68 ha sido
imitado por Hab 3. El verbo marcial ^( יצאM<+[; ynEåp.li ^t.aceB.â
~yhiªl{a/) presenta a Elohim como aquel que viene (desciende) de su
morada celeste (Is 26, 21) para colocarse a la cabeza de Israel.
Por otra parte el nuevo verbo majestuoso !( צעדAmåyviybi( ^ßD>[.c;B)
le representa acompañado de las huestes de su pueblo, avanzando como
un héroe que confía en su victoria. En ese contexto el mismo nombre
terrible de desierto, יׁשימון, ha sido escogido para expresar el contraste
entre el lugar terrible donde Dios actúa y la salvación que él ofrece a sus
eles.
El verbo implícito en ~( סיני זהyhiªl{a/÷ ynEïP.mi yn,+ysi hz<ï) puede
suplirse fácilmente. La traducción de Dachselt siguiendo los acentos es
correcta: hic mons Sinai (sc. in specie ita tremuit), este Sinaí tembló. La
descripción hace que pongamos nuestra atención en el Sinaí, como punto
central de todas las revelaciones de Dios durante el tiempo de la liberación
del pueblo por mano de Moisés, como la escena más gloriosa de todas
esas revelaciones (vid. Coment. a Habakkuk. p. 136s).
Los fenómenos mayestáticos que proclaman la cercanía de Dios
quedan así distribuidos a lo largo de todo el itinerario, pero se concentran
de la manera más gloriosa en la revelación de la ley en el Sinaí. La tierra
tembló a lo largo del extenso circuito de aquella cadena montañosa, y los
cielos llovieron, mientras la oscuridad de las nubes de tormenta
descargaba sobre el Sinaí, acompañada por incesantes relámpagos (Ex 19).
Fue aquí donde, conforme al pasaje original del Éxodo, Yahvé se
encontró con su pueblo. Yahvé venía del este, el pueblo del oeste, allí se
juntaron ambos, y mientras la tierra temblaba, descendiendo desde los
cielos, Yahvé concedió a su pueblo una prenda de su omnipotencia,
prometiéndoles que desde entonces él les defendería y guiaría.
Con toda razón, el poeta concede a Elohim en este pasaje el nombre
de “Dios de Israel”, indicando así que la relación de alianza de Dios con
Israel comienza en el Sinaí, porque, desde ese momento en adelante, por
razón de la Torá, Dios ha sido y será el rey de Israel (Dt 33, 5). Dado que se
ha puesto al principio un hecho de la historia antigua, y dado que los
pretéritos alternan entre sí, los futuros que siguen en Sal 68, 10. 11 han de
entenderse en referencia a ese pasado, pero sin necesidad de que el Sal
68, 10 deba referirse de un modo directo a la provisión milagrosa de
alimento, y más especialmente a la lluvia del maná a lo largo de la marcha
por el desierto.
Que Israel haya recibido la ley en el Sinaí está indicando que se
convertirá en un pueblo establecido de un modo rme en una tierra
sagrada. En esa línea, la liberación de la esclavitud solo culmina en la toma
y posesión constante (duradera) de la tierra prometida. De un modo
consecuente, Sal 68, 10, 11 se re eren a la bendición y protección del
pueblo que ha puesto su morada en esa tierra prometida.
La ( נחלּהtierra) de Dios, con genit. auctoris, como en 2 Mac 2, 4 (cf.
HT'¥n>n,Ak* hT'îa; ha'ªl.nIw>÷ ^ït.l'x]n,) es la tierra que Dios ha asignado a
Israel como herencia. Por su parte ּגׁשם נדבותes un signo y garantía de la
abundancia de dones que Dios ha hecho recaer sobre esa tierra, desde que
Israel puso su morada en ella. La palabra נדבהes el nombre que se asigna al
regalo que proviene de un impulso interior, y en ese contexto la idea
intensa de riqueza y superabundancia queda expresada por medio del
plural: ( ּגׁשם נדבותcf. @ynIåT' tAbd"n>â ~v,G<å), una abundancia de dones
que descienden como lluvia, desde arriba.
El hi l הניףgobierna aquí sobre un doble acusativo, como el kal de Prov
7, 17, hasta נחלתך, pues, en oposición a la lectura del Targum, los acentos
se vinculan entre si ונלאהy נחלתך, así se podría decir “tu regaste tu heredad,
esta que es tan seca (con waw epexegético en ha'ªl.nIw>÷, como en 1 Sam
28, 3; Am 3, 11; Am 4, 10). Pero esta expresión “tu heredad” parece menos
apropiada. ¿Por qué no poner más bien “la heredad” en absoluto, ?הּסלאה
La traducción de Böttcher, “tu seca y cansada…” resulta inadmisible, tal
como están los acentos… A la vista de las di cultades del texto, la mejor
solución consiste en vincular נחלתךcon Sal 68, 10a, de forma que Sal 68,
10b comience con ונלאה, como traducen los LXX, καὶ ἠσθένησε σὺ δὲ
κατεερτίσω αὐτήν (y estaba debilitada, pero tú la fortaleciste).
Ciertamente, נלאהno es un verbo hipotético de pretérito, equivalente a
ונלאתה, aunque, como sucede con frecuencia en los participios no
conjugados (Ewiger, 341b), tiene el valor de una cláusula hipotética: “Pero,
aunque ella (la heredad de Israel) estuviera en una condición seca y
exhausta (cf. la raíz emparentada להה, Gen 47, 13), tú, en cambio, la has a
rmado de nuevo” (Sal 8, 4; Sal 15, 1-5), es decir, la has fortalecido, le has
dado vida. También aquí, la idea de los habitantes está íntimamente
asociada con la tierra misma, como se dice en el Sal 68, 11 donde se
evocan de un modo más especí co las creaturas
“que habitan allí” (!ykiîT'Û Hb'_-Wbv.y") ^ït.Y"x;, los de tu ley/vida
habitarán en ella).
Casi todos los comentaristas modernos toman חּיהen la línea de 2 Sam
23, 11. 13 (cf. 1 Cron 11, 15), con el signi cado de tienda-circular,
campamento circular (de la raíz árabe חו, hẉ , mover o rodear en círculo), o
con el signi cado árabe de hayỵ (del árabe hayiyạ igual a חיה,)חיי, una raza
o tribu, i. e., una colección de seres vivientes (cf. חּיי, l1 Sam 18, 18). Pero el
carácter asá co de este salmo, que es claro por otros detalles, se opone a
esa traducción.
Este tipo de salmos tiende a comparar a Israel con un rebaño, y en esa
línea, lo mismo que en el Sal 74, 19, חית ענייןsigni ca las creaturas (Getheir,
en sentido colectivo), es decir, tus pobres, tus pobres creaturas. El uso de
חיהes ciertamente peculiar, pero no en el sentido de Hupfeld, que identi ca
a esas creaturas con las codornices (Ex 16).
El hecho de evitar la palabra ּבהמהen relación con la idea de brutum,
animal (Sal 73, 22), que es inseparable de ella, resulta su ciente para
tenerla en cuenta. Pero en la palabra חיה, ζῷον, no está implicada la noción
de “animal bruto”, sino solo la de vida en movimiento. Por eso tenemos
que explicarla de acuerdo con Miq 7, 14, donde se dice que Israel es un
rebaño extendido por el campo, en medio del Carmelo. Dios hará que el
rebaño de Israel, aunque duramente perseguido, continúe habitando en la
tierra.
ּבּה, como en Miq 7, 15 se re ere a Canaán. עניen Sal 68, 11 es la ecclesia
pressa (iglesia cautiva), rodeada por todas partes de enemigos. Así se
traduce el texto: “Elohim, tú has ofrecido vida a tu pueblo pobre, le has
llenado con tus bendiciones” (cf. ynIå['l, ^ßt.b'AjB. !ykiîT'Û) como en Gen
43, 16; 1 Cron 12, 39, es decir, con tus bienes que son la comida, y la vida
en paz. טובהcomo en Sal 65, 12, טּוב ה, Jer 31, 12. No se puede aplicar ֹוכיןa
la tierra, porque sería una tautología (a diferencia del Sal 65, 10, Ewald), ni
siquiera al desierto (Olshausen), porque su descripción ha quedado muy
atrás.
68, 12‒15. Los futuros que ahora siguen no han de entenderse como
referidos a la historia anterior, pues ya no alternan tampoco con
pretéritos. Más aún, la transición al lenguaje directo del Sal 68, 14 muestra
que el poeta está mirando desde su tiempo y circunstancia presente hacia
el futuro; por otra parte, la introducción del nombre divino אדני, después
que se ha utilizado once veces Elohim, es una indicación de que estamos
ante un nuevo comienzo.
De esa forma se indica la próspera situación en la que Dios pone a su
iglesia entregándole como despojo los bienes del mundo. El nombre אמר
(rm,ao+-!T,yI yn"ïdoa]) que nunca aparece en una relación de genitivo, y
nunca con su jo, porque en ese caso se olvidaría su rasgo más especí co,
indica siempre que lo que está por venir es una proclamación importante,
es decir, una palabra de promesa de Dios (Sal 77, 9), o su palabra de poder
(Hab 3, 9), que suele estar representada por la voz poderosa de un trueno
(Sal 68, 34; Is 30, 30) o de un toque de trompeta (Zac 9, 14). En nuestro
caso será una voz de poder por la que Dios cambiará repentinamente la
condición de su iglesia oprimida.
El estado totalmente nuevo de cosas que esta palabra divina conjura y
pone en marcha se expresa con toda claridad en el Sal 68, 12-13, con las
mujeres que proclaman las buenas noticias, es decir, que proclaman el
evangelio de la victoria: br"( ab'îc' tArªF.b;m.h÷, (las mujeres evangelistas
anuncian la gran victoria). Esta es la victoria y triunfo que sigue a la
palabra, אמר, de Dios, como expresión de su יהיvictoriosa.
Aquí se evoca la liberación de Israel del ejército del Faraón, la
liberación de la mano de Jabín, por medio de la derrota de Sísara; se evoca
también la victoria de Jefté sobre los amonitas y la victoria especial de
David contra Goliat, que celebraron las mujeres cantoras. La palabra
decisiva de Dios se expandirá de manera intensa en este momento, y las
evangelistas como Myriam y Débora se convertirán en un grupo
importante de evangelizadoras.
Sal 68, 13 describe el motivo de esa exultación triunfante. Hupfeld
piensa que Sal 68, 13-15 es un canto de victoria por sí mismo, y que así ha
de tomarse como fragmento de una antigua oda triunfal (epinikion) que
aquí se reproduce. Pero nada impide que esos versos puedan y deban
mirarse como continuación directa del Sal 68, 12.
Los enemigos a los que aquí se alude son los ejércitos bien equipados
de los reyes paganos, que dirigen la batalla en contra del pueblo de Dios.
La expresión inusual de tAab'c.â ykeäl.m;, reyes de los ejércitos, suena, por
lo tanto, como una antítesis irónica frente al acostumbrado “Yahvé de los
ejércitos” (Böttcher).
Dios, el verdadero Señor, actúa, y ellos no tienen más remedio que
huir, vacilando mientras lo hacen, mientras van de retirada, como muestra
la anadiplosis (cf. Jc 5, 7; 19, 20), pues van marchando en todas
direcciones. El fut. energicum (!Wd+DoyI !WdåDoyI), con la acentuación
en la sílaba nal sirve para intensi car la expresión pictórica. Mientras los
enemigos vencidos se dispersan, los vencedores vuelven a sus hogares
cargados con ricos expolios.
( ּבית נותll'(v' qLeîx;T. tyIB;÷ª tw,n>) tiene aquí un sentido colectivo, y
se re ere a las esposas o mujeres en general, que quedaron en las casas (Jc
5, 24) mientras los maridos han ido a la batalla. Esa expresión, tyIB;÷ª
tw,n>, no se re ere al ornamento o adornos de la casa (cf. נוהen Jer 6, 2)
como piensa Lutero, con los LXX, Vulgata, y siríaco 42, sino a los mismos
habitantes de la casa (cf. נות, Job 8, 6), ἡ οἰκουρός. En todos los casos, el
reparto de los despojos pertenece a los vencedores. Aquí se está aludiendo
al botín que ha caído en suerte a cada uno de los vencedores individuales,
con la distribución de lo así conseguido, que termina siendo repartido por
las mujeres en las casas (Jc 5, 30; 2 Sam 1, 24).
Ewald a rma en este contexto que el Sal 68, 14 conserva las palabras de
un antiguo canto de victoria, pero 68, 13b no es un texto adecuado para
introducirlas. El lenguaje directo del Sal 68, 14 proviene más bien del
propio poeta, que describe aquí la condición del pueblo que ha conseguido
la victoria con la ayuda de su Dios, y que vive de nuevo, de un modo pací
co, en su propia tierra, tras haber vencido y expulsado a los enemigos.
( אםcf. ~yIT"ïp;ñv. !yBeç é!WbK.v.Ti-~ai(, bien que quedasteis entre
los apriscos…) no tiene aquí un sentido hipotético, sino temporal, como
por ejemplo en Job 14, 14 (vid. Coment. a Sal 59, 16). El hecho de quedarse
entre los apriscos (ׁש פֹויםigual a מׁשּצתים, cf. מׁשּצט,ׁשפט, que aparecen así
distribuidos de dos en dos) es el signo de una vida en paz, un signo que, lo
mismo que en Sal 68, 8 y Sal ٦٨, 28, está re riéndose al canto de Débora, Jc
5, 16, cf. Gen 49, 14. Un tiempo como ese es el que ahora empieza a darse
en Israel, un tiempo de prosperidad pací ca, con abundancia de botín
recogido.
Todo tiene que brillar y resplandecer con plata y oro. Israel es la
paloma de Dios, cf. Sal 74, 19; Sal 56, 1; Os 7, 11 y 11, 11. Por eso, las
nuevas circunstancias de tranquilidad y confort se comparan con el brillo
de las alas y las plumas de las palomas. Sus alas aparecen recubiertas de
plata (cf. נחּצה, que no es pretérito, sino participio femenino nifal,
predicado de ּכנפי, cf. 1 Sam 4,
15; Miq 4, 11 y 1, 9; Ewiger, 317a); el texto alude según eso a las alas
plateadas (cf. Ovid, Metam. II, 537, Niveis argentea pennis, con plumas de
plata color nieve), mientras sus plumas son de plata dorada43.
Al lado de esa imagen audaz del botín y del aprisco de ovejas, aparece en
68, 15 la imagen de los reyes que huyen… El su jo de ( ּבּהHB'ª ~ykiÛl'«m.
yD,¦v; frEÛp'«B.) se re ere a la tierra de Israel, como en Is 8, 21 y 65, 9.
Conforme al uso del lenguaje, tal como se ha transmitido hasta nosotros,
צלמום, no es un nombre común, con el sentido de honda oscuridad (el
Targum lo identi ca con צלמות, sombra de muerte), sino que es el nombre
de una montaña de Efraím, de la que Abimelech cortó y transportó los
árboles para prender fuego a la torre de Siquem (Jc 9, 48).La literatura
talmúdica dice que en ese monte nacía un río, y habla con frecuencia de
una localidad que llevaba el nombre de esa montaña.
Quizá esa montaña se cita porque, al igual que la ciudad de Silo (Gen 49,
10), está situada en el centro de la tierra santa44.
( הׁשליגcf. !Am)l.c;B. gleîv.T;) signi ca nevar, y también (como en árabe
atlj̱ ) quedar blanco como la nieve. Este hi l no se utiliza para describir el
color, como en הלּבין. Dado que la prótasis es ּבפרׂשy no ּבפרׂשך, la palabra
ֹוׁשלגha de entenderse de un modo impersonal (cf. Sal 50, 3; Am 4, 7; Sal ٣,
6). Por eso, las palabras han de ser traducidas: entonces nieva en el monte
Salmón.
En ese contexto la nieve ha de entenderse como signo del brillante
botín que ha caído en manos de los israelitas, o como símbolo de que los
vencidos y caídos se vuelven de color blanco, sea por los huesos liberados
de la carne (cf. Virgilio, Aeneida. V. 865, albi ossibus scopuli, como montes
de huesos blancos; id. XII. 36, campi ossibus albent, campos que toman el
color blanco por los huesos…; cf. también. Ovid, Fasti I, 558, humanis
ossibus albet humus, la tierra se vuelve blanca por los huesos de
hombres…) o también por los cadáveres desnudos, de color blanco (2 Sam
1, 19, )על־ּבמותיך חלל.
Sea que pensemos que la comparación se re ere a la abundancia del
botín (como copos de nieve…) o al color blanco de los huesos o cadáveres
esparcidos por el campo, ּבצלמוןno es equivalente a ּכבצלמון, sino que lo que
sigue (cuando el Todopoderoso dispersó allí a los reyes) queda ilustrado
por el sentido del monte Salmón, que por un lado queda representado
como campo de batalla (cf. Sal 110, 6), y por otro (cosa que responde
mejor a su naturaleza de montaña boscosa) aparece como campo en el
que pueden esconderse los fugitivos.
La prótasis (~ykiÛl'«m. yD,¦v; frEÛp'«B., al dispersar el Omnipotente a
los reyes) está a favor de la segunda posibilidad, pues ּצרׂשsigni ca
dispersar en un ancho entorno, indicando así que los reyes antes reunidos
en un todo compacto, acaban huyendo cada uno por su lado, por muchas
partes (Zac 2, 10, cf. el Niph. de Ez 17, 21). El ejército hostil se dispersa en
varias direcciones, como si fueran copos de nieve, dejando atrás el botín
mientras huyen.También Homero (Iliada, XIX. 357-361) compara la gran
cantidad de yelmos, escudos, armaduras y lanzas con la visión de una
intensa nevada. En este salmo más que en Homero se pone de relieve el
signo de la nieve, que cae en gran cantidad y brilla, más que el hecho de
que ella lo cubre todo en su caída (vid. Iliada, XII. 277ss). Esta gura aparece
como complemento de la paloma y sus brillantes colores45.
68, 16‒17. Esta victoria de Israel sobre los reyes de los gentiles concede al
poeta la seguridad gozosa de que Sión es el lugar inaccesible en el que
habita Elohim, Dios de los ejércitos celestiales. La mención de Salmón ha
conducido al poeta a mencionar otras montañas, y en esa línea alude a las
de Basán como signo de los poderes hostiles, al este del Jordán.
Esos poderes están en contra del pueblo de Dios, como las poderosas
montañas de Basán, elevándose en la estepa, a diferencia de la pequeña
colina de Sión. A este lado del río Jordán se entremezclan las formaciones
de yeso y piedras areniscas. Por el contrario, las montañas de Basán son de
origen volcánico y están formadas de lava endurecida y de basalto
(basanites), nombre que aparentemente proviene de Basán (este es el
origen más probable de la palabra basalto, para el que no hay una palabra
propia en los idiomas semitas; en Siria se le llama “piedra negra”, hag’ar).
La sierra o conjunto de montañas de Basán tienen una forma muy
particular, y por eso se les llama “montes de Elohim”, pues están formados
por moles de basalto que se elevan en forma de conos, con picos cortados,
o elevados hacia el cielo en forma de columnas partidas o dotadas de
ángulos a lados. Por eso, las montañas de Basán reciben el nombre de
ּגבנּסים הר, i. e., una serie de montañas (pues, como es bien sabido הרsigni
ca no solo una altura única, sino una serie de cumbres), con muchos picos,
es decir, con muchas cumbres.
( ּגבנןcf. ~yNIïnUòb.G, ~yrIáh') es un adjetivo, como אמלל. Con sus
formas extrañas, de masas de rocas majestuosas, estos montes de Basán
dan la impresión de una gran antigüedad, parecen invencibles, a diferencia
de las sierras del otro lado del Jordán, formadas por piedra arenisca
porosa, con formaciones suaves, y especialmente en relación con Sión.
Estos montes de Basán parecen así una expresión de los poderes del
mundo que se alzan y se oponen en contra del pueblo de Dios, como si
fueran colosos invencibles.
El Salmista pregunta a esas montañas: ¿por qué miráis con hostilidad,
montes altos, al monte que deseó Dios para su morada? ( רצדé!WdC.r,T.
( ŸhM'l'Û). De acuerdo con la raíz árabe, la palabra rsḍ signi ca asentarse
rmemente en un lugar, como las bestias de presa que están vigilando su
botín, como el cazador, como un enemigo dispuesto a lanzarse sobre la
víctima desde la maleza donde se esconde.
De esa forma, estos montes parecen estar esperando para atacar a
Sión, como en griego ἐνεδρεύειν, de un modo poderoso, insidioso, como
raŝ iḍ , un engañoso enemigo vigilante. En esa línea se dice en latín: quare
indiviose observatis, montes cacuminosi, hunc montem (δεικτικῶς), quem:
“¿Por qué estáis vigilando vosotros, montes altos, a este monte, es decir, a
Sión, de un modo tan interesado…?”.
Aquí descubrimos por primera vez la razón de la mirada vigilante y
negativa de los montes de Basán: miran con envidia el hecho de que Dios
haya escogido a Sión como sede de su trono, no solo en el pasado, sino
también en el futuro. Esos montes tienen envidia de que Dios siga
habitando en Sión, concediéndole su honor, por encima de todas las
restantes montañas de Basán.
68, 18‒19. A partir de aquí el salmista describe el tipo de Dios que tiene su
sede en Sión, es decir, que está entronizado allí. Por su parte, los carros de
combate de los ejércitos celestiales reciben en 68, 18 el nombre colectivo
de רכב: así se dice que, !a"+n>vi ypeäl.a; ~yIt,åBorI ~yhiªl{a/ bk,r, los
carros de Elohim son veintenas de millares, como en 2 Rey 6, 17. La
palabra ~yIt,åBorI (con dech, no olewejored) es una forma dual רּבותen el
sentido de miríadas, sea una veintena de miríadas o una pluralidad inde
nida de miríadas…
Se podría decir veintenas (gran número) de millares. Pero también se
podría decir ypeäl.a;, miles de repeticiones de grupos dobles (con !
a"+n>vi), una pluralidad inde nida de millares nuevamente repetidos,
miles y nuevamente miles, un número incalculable de miles, en la línea de
la expresión de Dan 7, 10. El Dios de Sión viene del Sinaí a su santuario de
Sión con un número incalculable de carros celestes de combate46.
De esa forma se pone de relieve la multitud de los ejércitos que el Dios
de Sión puede y quiere enviar en contra de los reyes de los ejércitos del
mundo (cf. 68, 12: tAab'c.â ykeäl.m). Dios se enfrenta de esa manera, con
su ejército superior, a los poderes marciales de las tropas del mundo, para
protección y triunfo de su pueblo. Carros y caballos de fuego habían
aparecido en 2 Rey 2, 11 y 6, 17 como ejércitos de Dios. En Dan 7, 10
encontramos un ejército de fuerzas angélicas que se hacen visibles en
contra de los enemigos de Dios. Ellas le rodean por ambos lados, en miles
de miríadas, en número incontable.
En este contexto se dice en 68, 18, vd<Qo)B; yn,ïysi ~b'÷ª yn"ïdoa]
(~b’÷ª con beth raphatum) que el Señor está entre ellos (cf. Is 45, 14), es
decir, ellos están en torno a él; el Señor les tiene con él (Jer 41, 15) y está
presente con ellos. En ese contexto resulta clara la mención del Sinaí,
porque Yahvé, autor de la ley, se ha revelado allí, rodeado de diez millares
de ángeles santos (Dt 33, 2).
Pero ¿en qué sentido se menciona? El poeta tiene la certeza de que la
altura y templo de Sión ofrece el mismo espectáculo (cumple la misma
función) que el monte Sinaí de otro tiempo, aunque tampoco el Sinaí fuera
una de las montañas más grandes del mundo 47. La frase “Sinaí es el
santuario” puede y debe aplicarse según eso a Sión, que sustituye al
antiguo Sinaí, donde Dios se apareció rodeado de toda su santidad, con sus
santos. Así lo exige la expresión ּבּרדׂשen Sal 68, 25; Sal ٧٧, 14; Ex 15, 11.
Con Sal 68, 19 el salmo deja su lenguaje narrativo y se convierte en
oración. Conforme al sentido de Sal 7, 8 y 47, 6, la palabra לּמרוםparece
referirse a la altura del cielo. Sión aparece aquí, en Sal 68, 16-18, como
lugar inaccesible de la presencia de Dios, es decir, como “altura divina”, cf.
Jer 31, 12; Ez 17, 23 y 20, 40.
Desde esta perspectiva, los pretéritos, que en otras circunstancias
deberíamos tomar como proféticos (referentes a algo futuro), vienen a
presentarse aquí como visiones retrospectivas de la entrada (subida y
conquista) de David, cuando tomó la “fortaleza de Sión” (2 Sam 5, 6-10),
como si fuera Dios mismo el que (por medio de él) tomó y conquistó para
sí (como sede de su presencia en el mundo) la altura de Sión.
Por otra parte, tenemos que suponer que al decir לקחּת מֹונות ּבאדםel
salmista se está re riendo a los netineos (cf. Esd 8, 20; Num 17, 6), es decir,
a los “donados” o entregados al servicio del templo, como habían sido en
otro tiempo los gabaonitas, entre los que se custodiaba al Arca, Jos 9, 23.
En ese sentido, la beth de באדםno es una beth substantiae, como si el
don de Dios fueran esos mismos netineos (donados de Dios, como piensan
J. D. Michaelis y Ewald), sino que la expresión signi ca más bien inter
homines, entre los hombres, como en Sal 78, 60; 2 Sam 23, 3; Jer 32, 20.
Eso signi ca que entre los hombres Dios escogió para sí (para servir al
templo) a los netineos.
עלית לּמרוםse re ere a la ascensión triunfante del Dios Uno. Por su
parte, ( ׁשבית ׁשּביcf. Jc 5, 12) indica la conquista y sometimiento de los
enemigos; לקחּת וגוes la recepción de los dones que el vencedor tiene
derecho a que le ofrezcan los vencidos como homenaje de alianza de
sometimiento (Dt 28, 38, passim). Estos son los dones que los habitantes
del entorno tienen que ofrecer al nuevo vencedor, que es Yahvé Dios, que
ha subido y tomado posesión de Sión, donde queda entronizado, y tiene
derecho a recibir los tributos que los vencidos han de ofrecerle como
vencedor.
Estos son los tributos que Yahvé, entronizado en Sión, ha recibido de
los hombres de su territorio, incluidos (con ואף, atque etiam) los vencidos,
como en Lev 26, 29-32, es decir, algunos que habían sido antes rebeldes.
Este es un tema que ha sido muy discutido entre los comentaristas, a causa
de la forma en que han sido y están colocadas las palabras en la frase. Pero
debemos jarnos en la nalidad de toda la construcción de estas frases, en
las que se habla del “ascenso” de Dios a la altura de Sión, donde él ha
venido a poner su trono, לׁשכן, es decir, para habitar entre los hombres.
Lo que el texto quiere decir es que Dios, אלהים יה, ha venido y de esa
forma ha sido entronizado en Sión, לשכן, para establecerse allí (Ewald,
Hupfeld), para habitar incluso entre rebeldes (Gesenius 132, nota 1), que
terminan aceptándole de alguna forma. En esa línea debemos preferir la
versión siríaca en la que se dice que los rebeldes habitan ante Dios (יעמדון
)קדם אלהא. Así traduce también Jerónimo: insuper et non credentes
inhabitare Dominum Deum (de modo que incluso los no creyentes habitan
con Dios). De esa forma interpreta Teodoreto las versiones de los LXX y de
Aquila: tú no has tenido en cuenta su desobediencia anterior, sino que has
sido bondadoso, lleno de gracia para ellos (ἕως αὐτοὺς).
Esa expresión suena quizá demasiado grandilocuente, y por eso,
teniendo en cuenta lo que dice el Sal 68, 7, podemos unir ואף סורריםcon
ּבאדם: “E incluso (entre los antes rebeldes) tú has recibido dones” (incluso
los rebeldes te han dado dones…). Desde ese fondo se entiende לׁשכן, una
frase que indica el propósito, la nalidad…, de manera que Yahvé Elohim
pueda habitar, seguir habitando, desde (por medio de) Sión en la tierra,
una tierra en la que incluso los antes rebeldes le aceptan.
Y de esta forma termina aquí (en 68, 19) la primera parte del salmo.
Con las palabras clave (Jah Elohim) el salmo ha alcanzado su altura, su
sentido básico,̄ y todo lo que viene en adelante ha de entenderse desde
aquí. Dios ha triunfado, se ha elevado en Sión, a favor de su pueblo, en
contra de sus enemigos, y de esa manera él triunfa sobre y a favor de los
hombres (incluso de algunos enemigos anteriores).
Esta circunstancia de la elevación de Elohim ha de entenderse como
ascenso a su gloria nal. Desde ese fondo ha entendido Pablo (Ef 4, 8) el
mensaje de este salmo, especialmente el del Sal 68, 19, sin seguir al pie de
la letra a los LXX, diciendo lo siguiente: ἀναβὰς εἰς ὕψος ᾐχμαλώτευσεν
αιχμαλωσίαν καὶ ἔδωκε δόματα τοῖς ἀνθρώποις (subiendo a la altura
cautivó a la cautividad, y dio dones a los hombres).
Quizá él (Pablo) pudo tener en mente el Targum, que en eso concuerda
con la versión siríaca que dice יחבֹוא להון מתנן לבני נׂשא. Pablo interpreta así el
salmo desde la historia de Cristo, donde se cumple su sentido, pues el
ascenso de Elohim solo se ha cumplido históricamente en la ascensión de
Cristo.
Este ascenso de Cristo fue en verdad una procesión triunfal, como la
describe el salmo (cf. Col 2, 15). El Cristo vencedor ha conseguido su
victoria sobre los poderes de la oscuridad y de la muerte. Él ha vencido no
para elevarse a sí mismo, por su interés, sino por interés de los hombres.
De esa manera, cuando se dice מֹונות ּבאדם, se están evocando los dones
que él ofrece por su elevación pascual entre los hombres, de un modo
especial entre los engañados y oprimidos. En esa línea interpreta el apóstol
las palabras del salmo, poniendo ἔδωκε en lugar de ἔλαβες.
Los dones de Cristo no son los que él recibe para sí, sino los que
concede a su iglesia, a través del Espíritu Santo. Por eso, este Sal 68 es el
más apropiado para la Dominica Pentecostés, o domingo del Pentecostés
cristiano. Por su parte, de un modo lógico, el ritual judío utiliza este salmo
para el segundo día de la esta de las Semanas (Shabuoth o Pentecostés).
Esta es una distribución de dones, una dispensación de bene cios que
está vinculada de un modo esencial a la victoria de Cristo, cuando asciende
de un modo pascual, como vencedor, poseedor de las bendiciones. Sus
dones son los despojos (el botín) que él ha ganado sobre los enemigos del
hombre, que son el pecado, la muerte y Satán.
Así lo dice precisamente H. Lemann en la segunda parte de sus
Bibelstudien (1861). En otra línea se sitúa Hormann (Schriftbeweis, II, 482)
que no aplica esta cita del salmo a la obra redentora de Cristo, pues no re
ere estas palabras al ascenso de Cristo (ᾐχμαλώτευσεν αἰχμαλωσίαν ni
κατέβη εἰς τὰ κατώτερα μέρη τῆς γῆς), ni al descenso al Hades para vencer
a la muerte, ni a la liberación de los cautivos del Hades.
En contra de esa visión, tenemos que seguir la interpretación del
apóstol Pablo, pues, hablando de Elohim, el salmista se está re riendo al
Señor que ha subido a las alturas, destruyendo así los poderes de la
muerte, del Hades. Las palabras del salmo han de aplicarse de esa forma,
según Teodoreto, a la acción salvadora de Dios en Cristo, que ha abierto la
cárcel de la muerte, de la que no podíamos salir por nosotros mismos;
Cristo ha destruido las puertas de bronce de la muerte, ha roto sus
cerrojos de hierro. Así lo ha puesto de relieve el Evangelio de Nicodemo,
cf. Tischendorf, Evangelia Apocrypha (1853), p. 307; por eso se dice que
Cristo tiene ahora las llaves de la muerte y del Hades.
68, 20‒28. En este momento comienza el nuevo desarrollo del salmo. De la
altura majestuosa del futuro de Cristo a la que antes nos había llevado, el
poeta vuelve a su tiempo presente, cuando Israel sigue aún oprimido, pero
no abandonado por Dios. La traducción ha de seguir a los acentos, tal
como han sido restaurados por Baer siguiendo a Heidenheim, de forma
que éyn"doa tiene zarka, y Wnl'ª-sm'[]y:) tiene olewejored, precedido por
un rebia parvum, de forma que podemos traducir: Benedictus Dominator,
quotidie bajulat nobis (bendito el Dominador que nos sostiene, opta por
nosotros cada día); esta traducción concuerda con el Targum, Rashi y
Kimchi, conforme al texto tradicional.
La palabra ( עמסWnl'ª-sm'[]y:)) lo mismo que נׂשאy סבל, puede tener dos
signi cados: poner el peso sobre otro (Zac 12, 3; Is 46, 1; Is 46, 3), y llevar
un peso. Con עלsigni ca poner un peso sobre alguien; aquí con לsigni ca
tomar el peso de alguien, y llevarlo en lugar de él (cargar así el peso de
otro). Así se está evocando el peso o carga de un mundo hostil, que el
Señor ayuda a llevar día tras día a su iglesia, pues él tiene fuerza para ello,
mientras que la Iglesia es débil.
Como sujeto de la frase, el nombre de Dios ( )אלva con artículo, האל,
como Dios de nuestra salvación. Y en este momento suena de nuevo la
música con un forte, y después, el mismo pensamiento, enfatizado por la
música se repite de nuevo en 68, 21, con una expresión más intensa
(tA[ïv'ñAml.( laeÛ éWnl' laeäh'Û): Dios como persona es Dios para
salvarnos, él es quien nos ofrece su ayuda en abundancia. El plural
(tA[ïv'ñAm) no está evocando ayudas puntuales y particulares, sino la
riqueza de su poder y gracia liberadora.
En el Sal 68, 21, לּמותva vinculado a לנּו, pero no en el sentido general
de que a él le pertenecen los rescatados de la muerte (Böttcher), sino que
él puede hacer que uno no caiga preso de la muerte. La palabra ( תוצאותcf.
tAa)c'AT tw<M'ªl;÷ yn"+doa] hwIïhylew>) está en paralelo con מוׁשעות, y
signi ca, de un modo normal, las “salidas” (liberaciones) de la muerte. Va
con יצא, evadere, sacar, como en 1 Sam 14, 41; 2 Rey 13, 5; Ecl 7, 18. Yahvé
tiene el poder para liberar de la muerte, i.
e., para liberar a aquellos que están ya abandonados o caídos en manos de
la muerte.
Con ( אךwyb'îy>aoñ varoÜ é#x;m.yI ~yhiªl{a/-%a;, Elohim herirá la
cabeza de sus enemigos) se expresa aquello que Dios signi ca para Israel. El
paralelismo divide correctamente este verso, mostrando que aquí ראׁש, lo
mismo que en el Sal 110, 6, signi ca la cabeza en sentido literal, y no tiene
el signi cado gurado de “príncipe”.
El pelo cubriendo el cráneo (r["+fe dqoïd>q') aparece como signo de
fuerza arrogante, de orgullo impenitente y no humillado, como en Dt 32,
42, como en ático koma’n, que signi ca elevarse a sí mismo, darse aires. La
construcción de genitivo recuerda la de Is 28, 1 y 32, 1348.
En 68, 23, el poeta escucha una revelación divina, un recuerdo que él
ha escuchado ya anteriormente: “De Basán te haré volver; te haré volver
de las profundidades del mar” (con צּול, cf. ~y") tAlïcuM.mmi(, que es igual
a צלל, en el sentido de dar vueltas, de ahondar), es decir, de las
profundidades o abismos del mar.
¿A quién salvará de esas profundidades? Cuando después de la
destrucción de Jerusalén el año ٧٠ d. C., zarpó de Palestina un barco
cargado de cautivos distinguidos y bien formados, que estaban destinados
a la prostitución, todos ellos se lanzaron al mar, confortados con este
pasaje de la Escritura (Gittin 57b, cf. Echa Rabbathi 66a). Según eso, ellos
entendieron la frase del Sal 68, 23 como una promesa dirigida a Israel 49;
pero esta frase expresa un propósito (cf. Sal 68, 24), no una promesa y la
paráfrasis de Am 9, 2 muestra que aquí se está pensando en los enemigos
de Israel.
Incluso si ellos, esos enemigos, se han escondido en los lugares más
lejanos, Dios les arrancará de allí, y hará que los hombres de su pueblo
ejecuten la justicia divina en contra de ellos. Aquí se está suponiendo que
la huida de los enemigos vencidos del norte se dirigirá hacia el sur, de
forma que ellos se esconderán en los bosques primordiales de Basán, e
incluso más al sur, en las profundidades del Mar Muerto ( יםcomo en Is 16,
8; 2 Cron 20, 2). Así están en oposición el ocultamiento en los bosques
montañosos de Basán y el ocultamiento en los abismos del mar, es decir,
en los lugares más extremos y remotos, que este salmo ha vinculado.
Dado que el primer miembro de la frase está indicando la nalidad, Sal 68,
24 resulta más fácil de entender y más agradable si leemos ^( ֹורחץªl.g>r:
#x;îm.Ti( Ÿ! [;m;Ûl), como hacen los LXX, con el texto siríaco y la Vulgata,
ut intingatur (para que se tiñan), en la línea del Sal ٥٨, 11. Por lo que se
relaciona con las letras, resulta preferible y más natural leer el texto desde
Is 63, 1 (Hitzig): que tus pies queden rojos por la sangre. Esta es una buena
opción, aunque ella resultaría más adecuada si tuviéramos מּדםen vez de
ּבדם.
Tal como ahora está el texto, ֹומחץes equivalente a ( ֹומחצםa ellos, es
decir, a los enemigos). Por su parte, ~d"îB.ñ ^ªl.g>r: es una cláusula
adverbial (poniendo o hundiendo tus pies en sangre). Sin embargo, es
también posible que מחץtenga aquí el sentido del árabe machadạ
(conmoverse de un modo vehemente), ut concutias seu agites pedem
tuam in sanguine (a n de que golpees, que agites tus pies en la sangre).
Lo que ahora se describe en 68, 25-28, no es el regocijo por una
victoria conseguida en el pasado inmediato, ni la satisfacción por la
liberación antigua en el Mar Rojo, sino la celebración gozosa que Israel ha
experimentado por la obra vengadora y redentora que Yahvé, su Dios y
Rey, ha realizado a favor de su pueblo; cf. Sal 77, 14; Hab 3, 6.
( הליכותlos caminos: yliÞae tAkÜyli«h] ~yhi_l{a/ ^yt,äAkylih] Waår')
parece referirse al camino-marcha de Dios contra el enemigo. Pero lo que
sigue muestra que la pompa magni ca de Dios está evocando una gloria
que se expresa después que Dios ha triunfado sobre el enemigo. Este
pasaje nos sitúa ante una esta que los israelitas celebran con una
procesión triunfal, en torno (en honor) del Dios Rey, que gobierna sobre el
mundo con santidad, y que ahora ha subyugado y dominado a sus
enemigos impíos.
La expresión ּבּרדׁשse entiende como en Sal 68, 18. La traducción “en el
santuario” sería muy natural en este caso, pero Ex 15, 11 y Sal 77, 14 van
en contra de ella; por eso es mejor traducir “en santidad”. El sujeto de ראּו
(los que verán) es todo el mundo, y de un modo especial los paganos que
han logrado escapar de la muerte, es decir, de ser degollados tras la
victoria de Dios. Los perfectos están indicando que ellos han visto todo
קּדמּו, ocupando la posición central, de frente.
Los cantores encabezan la procesión, detrás (אחר, con, que es un
adverbio50, aquí como en Gen 22, 14; Ex 5, 1) van los músicos con arpas y
cítaras (נגנים, participio de )נּגן, y a cada lado van vírgenes con panderetas
(en español adufe, de la misma raíz). ֹוופפותes participio apocopado piel
con retención de la e (cf. ̄ ׁשוקקה, Sal 107, 9), de ֹופף, chocar, sonar, como ֹוף
(en árabe du ).
Estas expresiones ofrecen una visión retrospectiva del canto del mar
(Ex 15), que revive nuevamente, con Myriam y las mujeres de Israel
cantando entre los músicos con panderos. La liberación que ahora se
celebra aparece así como actualización de la liberación de Egipto, con
cantos que resuenan como en Sal
68, 27: “En las reuniones de la congregación (y por así decirlo en coros bien
formados) cantad a Elohim”.
( מקהלותcf. מקהלים, Sal 26, 12; también cf. Wkår>B' tAlheq.m;B., en las
congregaciones bendecid) es el plural de ( קהלcf. Sal 22, 23), que está en el
origen de nombres como el postbíblico קהּלות. Sal 68, 27 es una forma
condensada de ברכו אדני אׁשר אתם ממקור ישראל, bendecid al Señor, vosotros
que tenéis a Israel como vuestra fuente. De acuerdo con su sentido,
hw"©hy>÷ tiene aquí mugrash. Por su parte, Israel es aquí el nombre del
patriarca Jacob, tomado como fuente de la que brota la nación, cf. Is 48, 1;
Is 51, 1, y, según la sintaxis, מּמך, son aquellos que descienden de ti, de
Israel, Is 58, 12.
En la asamblea festiva, las tribus de Israel están representadas por sus
príncipes. Así se mencionan dos que representan el sur y dos el norte de
Israel. De Benjamín provino el primer rey de Israel, el primer vencedor
sobre los gentiles. Por otra parte, conforme a la promesa (Dt 33, 12) y de
acuerdo con los cómputos de las fronteras de las tribus (Jc 18, 16 y 15, 7),
el Santuario de Sión formaba parte de la tribu de Benjamín. Por eso, esta
tribu que, por nacimiento (Gen 43, 29) y por la extensión de su territorio y
el número de sus habitantes era la más pequeña (1 Sam 9, 21), fue
honrada por encima de las otras51.
Por su parte, Judá vino a ocupar el trono a través de la persona de
David, y de esa forma vino a convertirse para siempre en tribu real.
Zabulón y Neftalí son las tribus más alabadas en el canto de victoria de
Débora (Jc 5, 18, cf. Sal 4, 6) a causa de su valentía patriótica. Por su parte,
( רדםhd"Why>â yrEäf' ~dEªro ry[i‡c'), palabra que carece de sentido si la
derivamos del verbo bien conocido רדם, proviene de רדה, y por
consiguiente tiene el sentido de someterles o dominarles (cf. Lam 1, 13),
siendo así equivalente a ( רדה בםdominar sobre ellos, cf. 1 Rey 5, 30; 1 Rey
9, 23; 2 Cron 8, 10), como הּמצלם, que no signi ca “su jefe dominante”, sino
ὁ ἀναγαγὼν αὐτοὺς, Is 63, 11, el que les dirige.
El verbo רדה, que en otros casos signi ca oprimir, tenerles sometidos a
la fuerza (cf. Ez 34, 4; Lev 25, 53), se aplica a alguien que ocupa el lugar de
los dirigentes, organizando la procesión de triunfo de Yahvé. En ese
contexto se utiliza la palabra ~( רגמתםt'_m'g>rI hd"Why>â yrEäf') que ha
sido entendida de varias maneras.
Algunos, como Hengstenberg, Vaihinger y otros (siguiendo a Böttcher,
Proben) piensan que esa palabra, רגמתם, tiene el sentido de “el que les
lapida”; pero רגםno signi ca lapidar con una honda, en la guerra, sino
hacerlo con otro tipo de “piedra” en un proceso judicial. De todas
maneras, estrictamente hablando, esa raíz tiene el sentido original de
congerere, accumulare, es decir, de organizar, vincular, según el árabe
rajama VIII y rakama.
En esa línea, רגמתםsigni ca “en su congregación”, en su grupo cercano,
como han explicado los comentaristas judíos ( )קהלם או קבוצם. De esa forma
se evoca la congregación de los príncipes de Judá. Incluso en el caso de
que vinculáramos רגםcon רקם, asociar, como en árabe rajm, socius, socio
(Böttcher), llegaríamos al mismo signi cado (los reunidos de Judá).
68, 29‒32. El poeta extiende ahora su mirada más allá del dominio de
Israel y describe las obras de juicio y liberación de Yahvé en el mundo
gentil. El lenguaje de Sal 68, 29 se dirige a Israel, o mejor a su rey (Sal 86,
16; Sal 110,
2). El Dios ante quien se somete todo lo que existe ha dado a Israel la עז,
victoria y poder sobre el mundo.
El salmista tiene la certeza de que solo ese Dios puede preservar a
Israel sobre la altura del poder en que se asienta. Teniendo eso en cuenta,
el salmista ruega a Dios y le dice: “Con rma, oh Dios…” (~yhi_l{a/ hZ"ïW[).
La palabra hZ"ïW[ va con acento en la última sílaba, a causa de la alef que
sigue: lo que tú has hecho por nosotros. עזזtiene el sentido de roborare,
con rmar, como en Prov 8, 28; Ez 7, 19. En los LXX δυνάμωσον, Símaco
ἐνίσχυσον.
Esas palabras podrían interpretarse también como muéstrate poderoso (cf.
רּומה, Sal 21, 14), tú que has actuado, tú que has hecho cosas por nosotros,
WnL'(
T'l.[;îP (Is 42, 24), con ּצעלcomo en Is 43, 13, con ל, como en ל עׂשה, Is 64, 3.
Pero en otro sentido, esta oración puede unirse de un modo secuencial
con lo anterior: el salmista ha comenzado diciendo lo que Dios ha hecho
por Israel, y después le pide que actúe, añadiendo que por razón de su
templo de Jerusalén han de ofrecerle sus dones los reyes del mundo.
De esa forma, la oración se centra en la presencia y acción de Dios, que
se expresa por medio del templo de Jerusalén, extendiendo su in ujo sobre
los reyes de los pueblos, que le ofrecerán dones. Ese lenguaje se mantiene
en 68, 30.
Las palabras ~Øil'_v'Wry>-l[; ^l,k'yhemeâ, por tus atrios o templo de
Jerusalén…, son el comienzo de esta nueva oración. Por la presencia de
Dios en el templo, los reyes le ofrecerán dones. El templo de Dios se eleva
sobre Jerusalén; en ese templo está entronizado Dios, en el Santo de los
Santos; por eso, los reyes han de ofrecerle como tributo sus dones (ׁשי
como en Sal 76, 12; Sal 18, 7).
En este contexto de plegaria se expresa el gran deseo de que el templo
de Jerusalén pudiera convertirse en el zenit o meta a la que todo tiende,
donde todo culmina, como “cinosura” o polo de atracción de todas las
cosas y deseos de los hombres, de forma que Sión pueda aparecer como lo
que es, como metrópoli del mundo. De esa forma, Jerusalén viene a
presentarse en este salmo como sede de adoración religiosa para toda las
naciones, por causa de su templo (^l,k'yhemeâ).
En Sal 68, 31 sigue una petición, con la que concluye y culmina todo el
salmo. La traducción de Reina-Valera ha comenzado pidiendo: “Reprime la
reunión de gentes armadas”. Pero esa traducción es demasiado general.
En sentido estricto, hn<³q' tY:áx; empieza signi cando “la bestia del
cañaveral”, que no es el león, que no suele habitar entre cañaverales
(aunque a veces se dice que el león mora inter arundineta Mesopotamiae,
entre las espesuras o zarzales de Mesopotamia, Ammianus). Por su parte,
el Sal 18, 7, alude también en un contexto semejante a los matorrales en
torno al Jordán (cf. Jer 49, 19; Jer 50, 44; Zac 11, 3).
Los cañaverales o mejor los juncos, son el símbolo de Egipto (Is 36, 6,
cf. Sal 19, 6). Más que al león este pasaje alude al cocodrilo de las
márgenes y juncos del Nilo, como símbolo del poder de Egipto (Ez 29, 3, cf.
Sal 74, 13).
Esta imagen de la bestia del cañaveral o de los juncos puede referirse
igualmente al hipopótamo (en egipcio p-ehe-mout̂ ), que es también el
símbolo de Egipto en Is 30, 6.
Conforme a Job 40, 21 este símbolo de hipopótamo es más apropiado
que el del cocodrilo ( התנין אׁשר ּבּים, Is 27, 1), pues se le llama קנה הּית. Egipto
aparece así como el mayor y más terrible de los poderes del mundo. Pues
bien, conforme a esta oración del Salmo, Elohim ha de probar, subyugar y
dominar a todos los poderes orgullosos que se exaltan sobre Israel y sobre
el Dios de Israel.
Por su parte, los אּבירים, los fuertes, son los toros (Sal 22, 13) como
emblema o signo de los grandes reyes. Esos toros van unidos a los novillos
(cf.
~yMiª[; yleìg>[,B. Ÿ~yrI’yBia; td:Û[]), עגלי, que son los pueblos sobre los
que dominan los toros. De esa manera, con el único símbolo o emblema de
Egipto, como enemigos del pueblo de Dios, aparecen aquí los toros de los
pueblos que se elevan con ando en sí mismos y que desafían a Dios, al Dios
de Israel (cf. Jer 46, 20).
Aquello que este salmo ha colocado en el primer plano, como
consecuencia de la amenaza que los poderes del mundo elevan contra
Israel, aparece en estos signos. La palabra @( מתרּצסs,k'_-yCer:B.
sPeîr:t.mi, hasta que se sometan con sus piezas de plata), de la raíz רפס, ha
sido bien explicada por Flaminius: ut supplex veniat (hasta que
venga/vengan suplicantes…) y ha de tomarse como participio de futuro
(conforme a la gramática árabe: hạ l̂ muqaddar, como una condición
previa).
Por eso esta palabra está comprensiblemente en singular (como en עברen
Sal 8, 9), sometido/sometidos, con su orgullo humillado, porque ( רפסcf.
)רמסsigni ca dejarse cambiar, caer de rodillas, abajarse uno a sí mismo
(Prov 6, 3), echarse de un modo violento en el suelo.
Otros explican esa palabra como conculcandum se praebere, dejarse
pisar, pero ese término, con ese sentido, no ha sido documentado en
hebreo; tampoco se puede entender como dejarse pisotear por otros,
pues ello exige un sentido más activo, como el de @s,k'_-yCer:B,
expresión en la que se muestra la idea de que las riquezas que los gentiles
habían empleado hasta ahora al servicio de unos valores mundanos
opuestos al Señor han de ponerse ya al servicio del
Dios de Israel (cf. Is 60, 9). ( רץ־ּכסףlרצץ, romper, dividir) es una pieza, una
barra de plata o lingote de plata.
Este pasaje nos sitúa así ante un cambio rápido en el desarrollo del
salmo, un cambio que aparece en muchos textos del A. T., y especialmente
en este salmo ditirámbico. Por eso (en contra de algunos intérpretes)
debemos dejar el texto como está, sin necesidad de cambiar su
puntuación, de forma que pasamos del uso del dinero al cumplimiento de
la voluntad de Dios, con la cesación de la guerra, tal como aparece en el
deseo de 68, 31c: ¡esparce y subyuga a los pueblos que se complacen en la
guerra! con ּבּזרo ( ּבּזרLXX, διασκόρπισον).
Por su parte, ּבּזר, tal como aparece en este pasaje no puede ser un
imperativo (Hitzig), porque falta la vocal del n, que es necesaria para el
imperativo piel. El salmista no pide a Dios que esparza o disperse a los
pueblos que se complacen en la guerra, sino que a rma que lo ha hecho ya,
de manera que se pueda a rmar que la guerra ha terminado, que la paz del
mundo se ha realizado.
En Sal 68, 32, la contemplación de lo que ha de venir toma de nuevo un
tono diferente, de manera que el texto nos sitúa ante una serie de futuros
que indican lo que sucederá dentro de poco. Así se dice יאתיּו, un verbo que
suele colocarse en una pausa del texto, pero que aquí aparece de un modo
provocativo al principio, como en Job 12, 6, diciendo: ~yIr"+c.mi yNIåmi
~yNIm;v.x;â Wyt'äa/y, vendrán príncipes de Egipto.
Esos ( הׁשמּסיםpríncipes de Egipto) han de compararse con los chasš m̌ ,
que son en árabe los que tienen una nariz y mirada orgullosa,
despreciativa (cf. árabe aŝ ammuň , nasutus, de gran nariz, una palabra
que se aplica a las personas orgullosas, que se envanecen sin valer nada).
Pues bien, esos príncipes orgullosos de Egipto tendrán que venir para
inclinarse ante el Dios de Sión. Ellos acudirán, como impulsados por un
deber superior, presionados, obligados a presentarse ante el Dios de Sión,
pues solo reconociéndole como Señor supremo podrán vivir ellos con sus
familiares, bajo el poderío más alto del Dios de Sión. Esos dignatarios de
Egipto vendrán para dar gloria al Dios de Israel. Y también vendrán de
Etiopía, pues ~yhi(l{ale wyd"ªy"÷ #yrIïT' vWKï, Cush (Etiopía) extenderá
su mano ante Elohim, el Dios de Israel, pidiéndole protección, poniéndose
bajo su servicio (cf. Hab 3, 7); extender las manos signi ca declararse
siervo, para realizar lo que Dios les pida.
Así interpretan el texto la mayoría de los comentaristas. En este
contexto es necesario precisar el sentido de “extender las manos”. ¿Por qué
se pone de relieve esa gura? ¿Qué se quiere decir con ella? Las manos van
por delante, porque los notables de Etiopía llevan en ellas los dones que
quieren ofrecer al Dios de Sión.
Así se puede traducir el texto: cush, sus manos les hacen correr…
Llevan en ellas los dones para Dios y así deben apresurarse para
entregárselos (cf. 1 Sam 17, 17; 2 Cron 35, 13). Se trata, pues, de dones
propiciatorios, para conseguir con ellos la benevolencia de Dios.
68, 33‒36. El poeta se encuentra tan completamente inmerso en esta
gloria del nal que, dirigiéndose en fe a todos los reinos del mundo, les pide
que eleven su alabanza al Dios de Israel. Ese Dios es aquel que רכב
(cabalga) sobre los altos cielos, el Dios a quien todos los reyes han sido
invitados a cantar
(Wryviä).
Los cielos de los cielos (cf. Dt 10, 14) están aquí descritos con קדםcomo
cielos originarios (~d<q<+-ymev.), que fueron creados según Gen 1 el
cuarto día, cielos que están más allá del horizonte de este mundo. Dios se
dice que cabalga sobre esos cielos primigenios (Dt 33, 26), cuando
extiende sus operaciones por medio del Querubín (Sal 18, 11) sobre todas
las partes de las in nitas distancias y alturas del mundo.
El epíteto “que cabalga sobre los cielos de los cielos del principio”
denota la majestad superior de Dios, como el Uno que está por encima de
la tierra, que a causa de su inmanencia en la historia, aparece como “aquel
que cabalga sobre las estepas” ( רכב ּבערבות, Sal 68, 5). Las palabras יֹון ּבקולו
(hace oír su voz) son una repetición de lo ya dicho en 68, 12, con יֹון אמר. Lo
que aquí se está evocando es la voz poderosa del poder de Dios que truena
(se impone) sobre todos aquellos que se atreven a elevarse en contra de
él.
Como ha puesto de relieve Gesenius 138, nota 3, conforme a la
expresión ( נתן ּבקולSal 46, 7; Jer 12, 8), la voz se concibe como medio para
manifestar lo más profundo, es decir, para expresar la propia intimidad, de
manera que uno pueda ser oído. Según eso, debemos tomar z[o) lAqå, no
como objeto (como en la frase latina sonitum dare, producir un sonido),
sino como una aposición, como en él se hace oír con su voz, una voz
poderosa. Por eso, sigue diciendo el salmista,
“dad a Dios gloria, ”עז, ofrecedle en alabanza, manifestad el
reconocimiento de su omnipotencia, la omnipotencia que él tiene y de la
que ha dado ya abundantes pruebas.
Su gloria ( )ּגאוהreina de un modo especial sobre Israel, de un modo
muy particular, siendo su guardián y su defensa. Pero su poder ( )עזva más
allá de Israel y abraza todas las cosas creadas, no solo la tierra, sino las
regiones más elevadas del cielo. El reino de la gracia revela la majestad y
gloria de su obra redentora (cf. Ef 1, 6), por su parte, el reino de la
naturaleza muestra el dominio universal de esa omnipotencia de Dios.
A esta llamada que el salmista dirige a los reinos de la tierra, ellos
responden en 68, 36: “Temible eres, Dios, desde tus santuarios”. Estas
palabras están dirigidas a Israel, de manera que מקּדׁשיםno se re eren al
santuario celeste y terrestre, en plural (Hitzig), sino al único santuario de
Jerusalén (Ez 21, 72) en la multitud de sus santos lugares (Jer 51, 51, cf. Am
7, 9).
La confesión de los gentiles reza de esta manera: temible eres, Dios,
desde tus santuarios. El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo.
Bendito sea Dios. Pidiendo reverencia, Dios reina desde tus más santos
lugares, oh Israel; el Dios que te ha escogido como pueblo mediador para
todos los pueblos.
Por eso, el Dios de Israel concede a su pueblo poder y fuerza
abundante. De esa forma, los pueblos gentiles han experimentado la
omnipotencia de Dios en Israel, como un hecho de experiencia,
concediendo a Israel gran fuerza y poder.
Por eso, todos los pueblos con sus dioses sucumben (sucumbirán) al n
ante Israel y su Dios. Esta confesión del mundo gentil con la alabanza
“bendito sea Dios”, ~yhi(l{a/ %WrïB'’, va precedida con un mugrash que
proviene de un athnach. Esto que el salmista había dicho en nombre de
Israel en Sal 68, 20, “bendito sea el Señor, Yahvé”. Esto resuena y se repite
ahora como palabra de todo el mundo: “Bendito sea Elohim”.
El mundo viene a estar representado ahora por la Iglesia de Yahvé, y
no simplemente de una forma externa, sino de manera espiritual,
fundamental. El hecho de que todos los pueblos del mundo vayan a ser
integrados en el reino de Dios será el gran tema del libro del Apocalipsis,
un motivo que ha sido ya central de este salmo. Su primera mitad
culminaba con la ascensión triunfante de Yahvé, desde Sión; esta segunda
parte culmina con su victoria y triunfo nal que abraza el mundo entero,
con el de todos los pueblos.
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[;meävo-yKi( 34
`~B'( fmeîro-lk'w>) ~yMiªy,÷ #r<a'_w" ~yIm,åv'
WhWll.h;y>â) 35
`h'Wv)rEywI ~v'÷ª Wbv.y"ïw> hd"_Why> yrEä['
hn<b.yIw>â !AY©ci [,yviÛAy¬ Ÿ~yhi’l{a/ yKiÛ 36
`Hb'(-WnK.v.yI Amªv.÷ ybeîh]aow> h'Wl+x'n>yI
wyd"b'[]â [r;z<åw> 37
<Al músico principal; sobre “lirios”. Salmo de David>
1
¡Sálvame, Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma!
2
Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie;he llegado hasta lo
profundo de las aguas y la corriente me arrastra.
3
Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido;han desfallecido mis ojos
esperando a mi Dios.
4
Han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me odian sin causa;se han
hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué. ¿Y he de
pagar lo que no robé?
5
Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos.
6
No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían,
Señor, Jehová de los ejércitos; no sean confundidos por causa mía los
que te buscan, Dios de Israel, 7 porque por amor de ti he sufrido afrenta;
confusión ha cubierto mi rostro.
8
Extraño he sido para mis hermanos y desconocido para los hijos de
mi madre.
9
Me consumió el celo de tu Casay los insultos de los que te
vituperaban cayeron sobre mí.
10
Lloré, a igiendo con ayuno mi alma, y esto me ha sido por afrenta. 11
Me vestí, además, con ropas ásperas y vine a serles por proverbio.
12
Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta,y se burlaban de mí en sus
canciones los bebedores.
13
Pero yo a ti oraba, Jehová, en el tiempo de tu buena voluntad;
Dios, por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, escúchame.
14
Sácame del lodo y no sea yo sumergido;sea yo libertado de los que me
aborrecen y de lo profundo de las aguas.
15
No me arrastre la corriente de las aguas, ni me trague el abismo,ni el pozo
cierre sobre mí su boca.
16
Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia;mírame conforme a
la multitud de tus piedades.
17
No escondas de tu siervo tu rostro, porque estoy angustiado. ¡Apresúrate,
óyeme!
18
¡Acércate a mi alma, redímela! ¡Líbrame por causa de mis enemigos!
19
Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio.Delante de ti están todos mis
adversarios.
20
El escarnio ha quebrantado mi corazón y estoy acongojado.Esperé a quien se
compadeciera de mí, y no lo hubo; busqué consoladores, y ninguno hallé.
21
Me pusieron además hiel por comida y en mi sed me dieron a beber vinagre.
22
Sea su banquete delante de ellos por lazo, y lo que es para bien, por tropiezo.
23
Sean oscurecidos sus ojos para que no vean,y haz temblar continuamente sus
lomos.
24
Derrama sobre ellos tu ira y el furor de tu enojo los alcance.
25
Sea su palacio desolado; en sus tiendas no haya morador,
26
porque persiguieron al que tú heriste y cuentan del dolor de los que tú
llagaste.27 ¡Pon maldad sobre su maldad y no entren en tu justicia!
28
¡Sean borrados del libro de los vivientes y no sean inscritos con los justos!
29
Pero a mí, a igido y miserable, tu salvación, Dios, me ponga en alto. 30 Alabaré yo el
nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza.
31
Y agradará a Jehová más que sacri cio de buey o becerroque
tienen cuernos y pezuñas.
32
Lo verán los oprimidos y se gozarán. Buscad a Dios y vivirá
vuestro corazón,33 porque Jehová oye a los menesterosos y no
menosprecia a sus prisioneros.
34
¡Alábenlo los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en
ellos!
35
porque Dios salvará a Sión y reedi cará las ciudades de
Judá;habitarán allí y la poseerán.
36
La descendencia de sus siervos la heredaráy los que aman su
nombre habitarán en ella.
217 Dios mío, líbrame de manos del impío, de manos del perverso y
violento, 5 porque tú, Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde
mi juventud.
218 En ti he sido sustentado desde el vientre.
Del vientre de mi madre tú fuiste el que me sacó; para ti será siempre mi alabanza.
219 Como prodigio he sido a muchos, y tú mi
refugio fuerte. 8 Sea llena mi boca de tu alabanza, de tu
gloria todo el día.
`^Am)k' ymiä ~yhiªl{a/÷ tAl+dog> t'yfiî['-rv,a]
~Arïm'ñ-d[; ~yhiªl{a/ ^ït.q'd>ciw> 1220221222bWvïT'
tA[ïr"ñw> tABªr, tArïc' ŸÎynIt;’yair>hiÐ
¿Wnt;yair>hiÀ rv<Üa] 20
`ynIlE)[]T; bWvïT' #r<a'ªh'÷ tAmïhoT.miW*
ÎynIyYE+x;T.Ð ¿WnyYEx;T.À
`ynImE)x]n,T>) bSoïtiw> ytiªL'dUG>) Ÿbr<T,Û 21
^ål. hr"äM.z,a] yh'îl{ña/ ^áT.mia] élb,n<-
ylik.bi ^åd>Aa ŸynIÜa]-~G, 22 `lae(r"f.yI
vAdªq.÷ rAN=kib.
`t'ydI(P' rv<åa] yviªp.n,w>÷ %L"+-hr"M.z,a] yKiä
yt;p'f.â hN"åNEår,T. 23 `yti(['r" yveîq.b;m.
Wrªp.x'÷-yki( Wvboï-yKi ^t<+q'd>ci hG<åh.T,
~AYh;â-lK' ynI©Avl.-~G, 24
1
En ti, Jehová, me he refugiado; no sea yo avergonzado jamás.
2
Socórreme y líbrame en tu justicia; Inclina tu oído y sálvame.
3
Sé para mí una roca de refugio adonde recurra yo continuamente.
Tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza.
12
¡No te alejes, Dios, de mí; Dios mío, acude pronto en mi socorro!
13
Sean avergonzados, perezcan los adversarios de mi alma;sean cubiertos
de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan.
14
Mas yo esperaré siempre y te alabaré más y más.
15
Mi boca publicará tu justicia y tus hechos de salvación todo el
día,aunque no sé su número.
SALMOS 73–89
Salmo 73. Tentación de apostasía vencida
`bb'(le yrEîb'l. ~yhiªl{a/ laeîr"f.yIl. bAjâ %a,Ü @s"ïa'ñl. .
rAmªz>mi 1
`yr"(vua] ÎWkïP.vuÐ ¿hk'P.vuÀ !yIa;ªK.÷ yl'_g>r,
ÎWyj'än"Ð ¿yWjn"À j[;m.Kiâ ynI©a]w, 2
`ha,(r>a, ~y[iäv'r> ~Alßv. ~yli_l.AhB;( ytiaNEqiâ-yKi( 3
`~l'(Wa ayrIïb'W ~t'ªAml. tABïcur>x; !yaeÞ yKiÛ 4
`W[G")nUy> al{å ~d"ªa'÷-~[iw> AmnE+yae vAnæa/
lm;ä[]B; 5
`Aml'( sm'îx' tyvi©÷-@j'[]y, hw"+a]g, Amt.q,ån"[] !kel'â 6
`bb'(le tAYðKif.m; Wrªb.['÷ AmnE+y[e bl,xeäme ac'y"â 7
`WrBE)d,y> ~ArïM'mi qv,[o+ [r"äb. WråB.d,ywI
ŸWqymiÛy" 8
`#r<a'(B' %l,ïh]Ti( ~n"©Avl.W÷ ~h,_yPi ~yIm,åV'b; WTåv;
9
73, 7‒10. La lectura עונמו, LXX: ἡ ἀδικία αὐτῶν (cf. en Zac 5, 6, עינם, que los
LXX traducen exactamente, de la misma manera), en favor de la cual están
Hitzig, Böttcher y Olshausen, ha de traducirse así: “Su iniquidad presiona y
crece a partir de su corazón, de un interior engordado”. En esa línea se
puede situar el texto de Mt 15, 18 donde se habla de una iniquidad que
procede del corazón: ἐξέρχεσθαι ἐκ τῆς καρδίας.
De todas formas, la lectura tradicional del texto ofrece también un
buen sentido, a partir de la visión de los ojos que “saltan” de gordura o
mejor dicho “de la gordura”, como si fueran a salirse de un rostro adiposo,
desgarrando la grasa de su cara abotargada, como si rompieran el cerco de
la mirada, como si quisieran elevarse con arrogancia y salir de sí mismos.
Este es un rasgo por el que la naturaleza interior se expresa en la
mirada. En ese sentido, este pasaje puede compararse con el de Mt 12, 34,
cuando a rma que la abundancia del corazón (τὸ περίσσευμα τῆς καρδίας)
se expresa en los gestos y en el lenguaje de la persona, pues en el
comportamiento del hombre se mani estan las visiones e imágenes de su
corazón. Conforme a la visión de este salmo la vida (soberbia y orgullo) del
hombre se expresa por sus ojos1.
Las palabras de los impíos responden a ese tipo de mirada, expresando
un orgullo que supera todos los límites (Jer 5, 28). Según Lutero, “ellos
destruyen todo lo que miran”, todo aquello de lo que hablan.
La palabra [( חמיקr"äb. WråB.d,ywI ŸWqymiÛy", se mofan y hablan
con maldad) es equivalente al arameo ( מּיקμωκᾶσθαι): se ríen y burlan, y
hablan abiertamente con maldad, ( ברעcon una ā en conexión con un
munach que viene de dech), con intención perversa (cf. Ex 32, 12), con
opresión; de esa manera expresan abiertamente su deseo de violencia.
Estos son los que están dominados por un capricho destructor. Ellos
hablan o dictan sentencia מּמרום, desde un lugar superior (73, 8) donde
imaginan que están elevados para imponerse por encima de los otros. Ellos
piensan incluso que están sentados sobre los cielos, por arriba,
imponiéndose allí con su lenguaje.
Ni siquiera los más altos quedan libres de su escandaloso lenguaje
(como dice la carta de Judas 1, 16): ellos blasfeman incluso en contra del
Altísimo y del Santo (de Dios), y su lengua se desliza y domina así de un
modo “orgulloso” e imperioso sobre la tierra inferior, despreciando todo lo
que existe, y proclamando (imponiendo) nuevas leyes sobre todos, como si
fueran del mismo Dios.
Y su lengua ( ֹוהלך#r<a'(B' %l,ïh]Ti( ~n"©Avl.W÷) pasea con maldad
sobre la tierra, como en Ex 9, 23, con un kal que tiene casi el sentido de
hitpael, con el signi cado de grassari, de avanzar de un modo impositivo,
dominando sobre todos. En el Sal 73, 10, el qetub byviy" por el cual se
indicaría que este tipo de personas buscan la manera de que el pueblo
esté sometido a ellos, es decir, al opresor, no puede aceptarse, pues no
responde al sentido de ( הלםaquí).
AMå[; es el pueblo y con el su jo (su pueblo) no se re ere a Dios, como
piensa Stier (pues el nombre de Dios no ha sido previamente mencionado),
sino al tipo de personas que han sido antes mencionadas. El texto se re
ere, por tanto, al pueblo que quiere volverse más alto, más fuerte ( ׁשּובno
signi ca aquí volver, o volver atrás, sino volverse hacia dentro, elevarse a sí
mismo como, por ejemplo, en Jer 15, 19)2.
Este es el pueblo que quiere volverse dueño y dominador de los otros.
Sobre los su jos que marcan el sentido de este pasaje, cf. Coment. a Sal 18,
24; Sal 49, 6; Sal 65, 12. Estos que así obran ganan partidarios (Sal 49, 14)
entre aquellos que han abandonado el temor de Dios y que se someten,
sin embargo (por eso), a los dominadores de este mundo, es decir, a los
hombres opresores.
En ese sentido, ( מלא מיAml'( WcM'îyI aleªm'÷ ymeîW", aguas en
abundancia son extraídas para ellos) son corrientes de agua que siempre
van llenas (cf. Sal 74, 15, corrientes que duran siempre, que nunca se
secan). Esas corrientes aparecen aquí como signo de sus principios
corruptos (cf. Job 15, 16), aguas que ellos beben o chupan (מצה, raíz מץ, de
donde proviene מצץ, árabe msṣ , chupar,̣ tragar) devorando la vida de
aquellos a quienes engañan y oprimen.
En torno a los orgullosos librepensadores que se elevan sobre los
demás, queriendo chuparlo todo, se eleva una clase de gente que se
somete a ellos, que bebe ansiosamente de todo lo que procede de ellos,
como si ellos tuvieran el agua verdadera de la vida. Incluso en tiempos de
David (Sal 10, 4; Sal 14, 1; Sal 36, 2) había ya ese tipo de espíritus
orgullosos (Is 46, 12) rodeados de un rebaño de imitadores de siervos
(servum ̂ imitatorum pecus). Un humus o contexto favorable para este tipo
de personas fue la última etapa mundana del reinado de Salomón.
73, 11‒14. Las personas que hablan ahora son apóstatas que, ilusionados
por la buena fortuna y el libre pensamiento de los impíos, se entregan a sí
mismos en sus manos (en las manos de los impíos). Sobre el sentido modal
de ( ידעlae_[d,(y" hk'îyae Wrªm.a'w>), y dicen quomodo sciverit, cómo
sabrá Dios), véase Sal 11, 3, cf. Job 22, 13.
Con !( ויׁשAy*l.[,b. h['äDE vyEßw>, hay conocimiento en Elohim)
continúa la pregunta en tono de duda. Böttcher traduce así: “a pesar de
ello, hay conocimiento en el Más Alto” (con cláusula circunstancial como
en Prov 3, 28; Mal 1, 14; Jc 6, 13). Pero, en contra de eso, ellos a rman que
Dios no tiene un conocimiento de hecho de aquello que sucede en el
mundo, rechazando así el atributo de su omnisciencia.
No ha de traducirse: “Mira, estos son (conforme a la moral natural) los
impíos” (con אּלה, tales, como זה, Sal 48, 15, Dt 5, 26, cf. הּמה, Is 56, 11). Ni
tampoco, en una línea más cercana a la del miembro paralelo (73, 12), que
indica el tema central del salmo: “Mira, pasa así con los impíos como tales”
(conforme a su lote, como en Job 18, 21, cf. Is 20, 6). Sino que ha de
traducirse, en conexión con la dinámica de fondo del escepticismo del Sal
73, 11, y también en armonía con el conjunto de la acentuación: “Mirad los
impíos…”; o quizá mejor, pues el texto no dice הרׁשעים, con artículo, sino
~y[i_v’r> hL,aeî-hNEhi: “Mirad, estos son impíos y además temerarios (Jer
12, 1), ellos han adquirido gran poder”.
Con el más amargo ( הּסהhL,aeî-hNEhi como rectamente observa Stier),
el texto dice que ellos mismos llevan (son) la prueba evidente de lo
contrario de aquello que dicen: ¿cómo puede decirse que Dios no es el
regente omnisciente del mundo? Los impíos, debido a su seguridad carnal,
se han creído poderosos y fuertes, pensando además que la piedad, en vez
de ser recompensada se vincula solo con el infortunio; pero Dios les
mostrará, les irá mostrando que eso es falso.
En esa línea, aquellos que han sido corrompidos al modo antes citado a
rman: “Mi esfuerzo hacia la santidad (cf. Prov 20, 9), mi abstinencia
respecto de toda mancha moral (cf. Prov 26, 6) ha sido absolutamente en
vano” ( אךcomo en 1 Sam 25, 21). Además (cf. Ewiger, 345a), ellos siguen
diciendo: “Yo estaba siempre atormentado (cf. Sal 73, 5) y cada mañana
(לּבקרים, como en el Sal 101, 8, cf. לבקרים, en Job 7, 18) aumentaba más mi
sufrimiento por la represión a la que sometía mi vida…”.
A partir de aquí podemos suplir las conclusiones, de acuerdo con el
tema base de 73, 10: “Por eso, yo, nosotros, nos hemos unido con aquellos
a quienes no importa nada el temor de Dios, pues vemos que les va mejor
que a nosotros”.
73, 15‒18. Para gente como esa, la duda se ha vuelto transición a la
idolatría. El poeta ha resuelto el enigma de esa distribución desigual de las
fortunas de los hombres de una forma totalmente distinta. En vez de ּכמו
en el Sal 73, 15, es innecesario leer ( ּכמוהםBöttcher), o cambiar la palabra
siguiente הנה, como hace Saadia, en contra de los acentos (árabe mṯl hḏâ),
poniendo ( ּכמו הּסהEwald), pues las preposiciones se toman a veces (cf. ּכעל,
Is 59, 18) como adverbios, lo que es posible, incluso en el caso de ( ּכמוen
arameo ּכמא, en etíope kem).
El poeta quiere decir: si yo hubiera dejado que dominara en mi mente
el mismo curso de razonamiento de los impíos habría olvidado la
solidaridad de los hijos de Dios y por lo tanto habría perdido el derecho de
sus bendiciones. El signi cado subjuntivo de los perfectos en la prótasis
hipotética y en la apódosis del Sal 73, 15 (cf. Jer 23, 22) se deduce solo del
contexto.
Los futuros en lugar de los perfectos hubieran signi cado: si dicerem...,
per de agerem (si dijera eso…, actuaría de un modo perverso). Es decir, en
ese caso, yTig)"b’ ^yn<åB’ rAddâ, engañaría a la generación de tus hijos,
es decir, a la totalidad de aquellos en quienes la relación lial en que Dios ha
colocado a Israel (en referencia a sí mismo) se ha convertido en una
realidad interior o espiritual (esos son los que forman la generación de los
justos, Sal 14, 5).
Esa generación de hijos es un apelativo genérico del pueblo en cuanto
tal, como en Dt 14, 1; Os 2, 1 y se diferencia respecto a la liación o
uhiothesía del N. T. En el A. T., es siempre el pueblo en su conjunto, como
Israel, el que se llama בן, y en plural בנים, pues los individuos como tales, en
su relación con Dios, no pueden llamarse todavía “hijos” de Dios, como se
dirá en el N. T. (donde se dice con claridad que los hombres individuales
son hijos de Dios).
En el A. T., el carácter individual de esa generación respecto a Dios
quedaba incluido o dentro de la especie humana (del conjunto social, del
pueblo entero). En este momento, cada ser humano no era todavía
independiente, autónomo.
Aquel era un tiempo de infancia, νηπιότης, de manera que la adopción
lial se realizaba de un modo nacional y la salvación se expresa dentro de
los límites de una nacionalidad particular, pues no se había revelado
todavía la liación común (humana, universal) que es inseparable de la
liación personal, individual, de cada uno de los hombres y mujeres.
El verbo ּבגדcon ּבsigni ca tratar con alguien de un modo “in el”, sin
delidad personal, de manera que uno puede abandonar a los otros, incluso
a Dios, a un amigo o a un esposo, pensando que a Dios no le importa esa
forma de actuar. Ciertamente, conforme al salmista, aquel que se vincula
en su palabra con ese tipo de librepensadores se coloca a sí mismo fuera
del círculo de los hijos de Dios, de aquellos que son verdaderamente
piadosos.
Sin embargo, por otro lado, cuando el salmista quiere penetrar por su
meditación ( )לדעתen la hondura del tema, surge dentro de él un tipo de
duda, como si hubiera algo que le turba ()זאת, algo que continúa siendo
para él עמל, de manera que él se encuentra en una situación de turbación,
incapaz de hallar salida, dentro de un enigma insoluble (cf. Ecl 8, 17). Tanto
si leemos היאo הּוא, con el qetub o con el keré (yn)"y[eb. lm’Þ[‘ tazO=) el
sentido sigue siendo el mismo. A diferencia del qetub ¿ayhiÀ, el keré, aWh,
pre ere, como hace Job 31, 11, la atracción del género.
La forma cohortativa de futuro ( אחׁשבהtazO= t[;d,äl' hb'V.x;a]w"â, y
cuando pensé para saber esto), tanto aquí como en otros casos (Gesenius
128, 1), con o sin partícula condicional (Sal 139, 8; 2 Sam 22, 38; Job 16, 6;
Job 11, 17; Job 19, 18; Job 30, 26), forma una prótasis hipotética: “y bien,
cuando yo meditaba en esto”. Según el texto de Montfaucon, Símaco pone
ει ̓ ἐλογιζόμην. Como Vaihinger observa de un modo acertado, pensar a
solas no ofrece ni auténtica luz ni verdadera felicidad. Luz y felicidad se
encuentran solo en la fe que puede compartirse con otros.
El poeta viene a quedar así dirigido hacia el camino de la fe, y solo en
ella encuentra luz y paz. El futuro después de 17 ,73 ,( עדlae_-yveD>q.mi-
la, aAba'â-d[;, hasta que entré en el santuario de Dios), tiene
frecuentemente el signi cado de un subjuntivo imperfecto (cf. Job 32, 11;
Ecl 2, 3, cf. también Prov 12, 19: donec autem, es decir, por un momento).
Incluso en un contexto de historia, como en Jos 10, 13 y 2 Cron 29, 34, ese
futuro se concibe como un subjuntivo (donec ulciseretur, se sancti carent,
mientras fueran llegando se santi carían), pero también a veces como
indicativo, como en Ex 15, 16 (donec transibat, mientras pasaba) y también
en nuestro texto.
En esa línea, אדintroduce la meta objetiva en la cual encuentra
solución el enigma: ~t'(yrIx]a;l. hn"ybiªa'÷ lae_-yveD>q.mi-la, aAba'â-d[;,
hasta que, entrando en el santuario de Dios, descubrí el n que tenían ellos,
es decir, el n de sus vidas, ~t'(yrIx]a;l
(con לcomo en el pasaje básico de Dt 32, 29; cf. Job 14, 21).
Aquí se dice que el salmista fue a los “santuarios” de Dios, en plural,
como en el Sal 68, 36 (cf. מקּדׁשen los salmos de Asaf: Sal 67, 7; Sal 78, 69),
aunque ese plural ha de entenderse en forma de singular intensivo; se
trata solo del templo de Jerusalén. Él salmista oró en ese lugar para
encontrar luz en la oscuridad de su con icto y allí se abrieron sus ojos para
descubrir los santos planes y caminos de Dios (Sal 77, 14), descubriendo el
triste nal de los malhechores.
Por “santuarios de Dios”, Ewald y Hitzig entienden “sus secretos”; pero
ese signi cado no tiene fundamento en el uso del lenguaje, pues el texto
habla del templo como tal. En contra de eso, el hecho de que el orante
encontrará una luz al abandonar el bullicio del mundo, para penetrar en la
quietud de la morada de Dios, centrando allí con devoción su mente, está
totalmente en armonía con el contexto y con la experiencia de conjunto de
los salmos. La estrofa se cierra con una confesión de la respuesta allí
recibida.
Por su parte, ( ׁשיתcf. Aml'_ tyviäT' tAql'x]B;â %a,å, ciertamente los
has puesto en des laderos) se construye con lamed dado que colocar,
poner, equivale a locum assignare, asignarles un lugar (véase Sal 73, 6).
Dios hace que los malvados caminen sin seguridad, por lugares
resbaladizos, en los que uno puede perder fácilmente la estabilidad (cf. Sal
35 ,6; Jer 23, 12). Por eso, inevitablemente, los impíos caen, pues Dios les
lanza o les deja caer en el hondo, למׁשּּואות, entre ruinas, con fragores que
equivalen a ruinae, de ׁשואigual a ׁשאה, estar confuso, desolado.
Esa palabra tiene la apariencia de proceder de נׁשא, emboscadas,
ataques repentinos (Hitzig), palabra que se adapta mejor al Sal 74, 3 que a
este pasaje. Las palabras “desolación y ruina” pueden aplicarse también a
personas, como en הרס, Sal 28, 5; ונׁשּברּו, Is 8, 15; נּצץ, Jer 51, 21-23. El
poeta no conoce más teodicea que esta, ni la conoce en general toda la
literatura preexílica de Israel (véase Sal ٣٧; Sal ٣٩, 1-13, Jer 12; Job 1, 1).
Ciertamente, la última profecía y la literatura de la hokma habían
avanzado ya en este campo, pues ellas formulaban la necesidad de un
juicio universal (véase en especial Mal 3, 13), pero ningún texto va más allá
de esta experiencia. Por ahora el estado presente y el futuro, el tiempo y la
eternidad no aparecen de un modo básicamente separados.
73, 19‒22. El poeta queda calmado con la solución del enigma que ha
descubierto, de manera que, de ahora en adelante, por dignidad, como ser
humano auténtico, no permitirá que le asalten pensamientos como los
anteriores. Colocándose a sí mismo desde la perspectiva del n, él descubre
la manera en que los impíos caen en un momento y se someten bajo el
poder de la destrucción, de forma que su vida termina, llega a su n (con ספּו
de )סּוף, y así acaban ()ֹוּמּו, como expresión y resultado de unas experiencias
terribles
(ּבּלהות, palabra favorita, que aparece sobre todo en Job) que les expulsan
del camino de la vida.
Con los malvados sucede lo que sucede en los sueños después que uno
ha despertado (#yqI+h'me ~Alïx]K, con מןcomo en 1 Cron 8, 8). Uno
olvida al despertar el motivo y tema de los sueños, pues son nada (Job 20,
8). De igual forma, los malhechores que se enorgullecen a sí mismos, μετὰ
πολλῆς φαντασίας (con grandes imaginaciones, Hch 25, 23), son ante Dios
צלם, una fantasía o sombra insubstancial. Por eso, cuando él, el Señor
soberano despierte, es decir, se levante para juzgar, después que haya
mirado las cosas con paciencia, desechará las imaginaciones de sombras
de los impíos y los arrojará con desprecio de su lado.
De esta forma traduce Lutero: “Así haces tú, Señor, que su imagen sea
despreciada en la ciudad”. Pero ni el kal ( ּבזהhz<)b.Ti ~m'ìl.c; ry[iÛB')
tiene ese signi cado masculino de despreciar, ni en el contexto actual se
menciona en ese sentido la ciudad. Tampoco en Os 11, 19 se puede
traducir ּבעירcomo in urbem (en la ciudad), sino que signi ca furia, o calor
de ira, como en Jer 15, 8, calor de angustia.
En esa línea Schröder mantiene el primer signi cado (véase el Sal 139,
20), in fervore (irae), en el hervor de la ira, y la palabra tiene también aquí
ese mismo sentido. Eso signi ca que la expresión ּבעירha de tomarse como
en el Targum, a modo de palabra sincopada de ( ּבהעירcf. לביא, Jer 39, 7; 2
Cron 31,
10; ּבּכׁשלו, Prov 24, 17, passim).
No puede traducirse, por tanto, “cuando ellos despierten”, es decir, del
sueño de la muerte (Targum), ni tampoco según el Sal 78, 38, cuando tú
les despiertes del sueño de su seguridad (De Wette, Kurtz), sino que debe
traducirse conforme al Sal 35, 23, “cuando tú despiertes”, es decir, cuando
Dios se siente para juzgar3.
Hasta aquí (73, 20) llega la respuesta divina, que ha sido reproducida
por el poeta, en forma de oración. A partir de aquí Hengstenberg sigue
traduciendo en 73, 21: “Porque mi corazón estaba indignado” (ybi_b'l.
#Meäx;t.yI yKi). Pero no podemos tomar יתחּמץsegún la secuencia de los
tiempos como un imperfecto, ni entender ּכיcomo una partícula
explicativa. Por el contrario, a partir de la explicación o respuesta que ha
recibido, el poeta habla aquí de un posible retorno (con ּכיseguido de
futuro igual a ἐάν) de su tentación, de forma que condena de antemano
esa tentación, como si dijera: si exacerbaretur animus meus atque in
renibus meis pungerer (aunque se exacerbara mi ánimo y me punzaran los
riñones…).
התחּמץsigni ca amargarse, volverse agrio, lleno de pasión. הׁשֹוונן, con el
acusativo de de nición más precisa, ּכליותי, signi ca estar irritado, escocido,
picado. La apódosis comienza con ואניl(73, 11): [d"_ae al{åw> r[;b;â-
ynIa]w,, y yo era tan torpe, y no entendía, en el sentido de “yo tenía que
haber sido perfecto” (como en el Sal 73, 15, según Gesenius 126, 5). Sobre
ידע לא, non sapere, véase Sal 14, 4.
La palabra ( ּבהמות%M")[i ytiyyIïh' tAmªheB.÷, y yo era una bestia ante
ti) signi ca animal, un ser vivo, pero sin entendimiento. De todas formas,
puede tratarse de una palabra abreviada, en vez de ּכבהמות, re riéndose,
como en Job 40, 15, al pehe-mou egipcio, que es el buey de agua, al
hippopotamus, término egipcio hebraizado en forma de ּבהמות, como un
inmenso coloso de carne, entendido aquí como “coloso de estupidez”
(Maurer, Hitzig)4.
Lo que el poeta quiere decir es que él no sería un hombre verdadero si
se pusiera en contra de Dios (con עם, como en Sal 78, 37; Job 9, 2, cf. árabe
ma‛a, en comparación con), si se dejara llevar por las mismas dudas
anteriores, sino que en ese caso sería como el más estúpido de los
animales que, estando ante Dios, son incapaces de acoger su
conocimiento.
73, 23‒26. Pero después que Dios le ha tomado por la mano derecha y le
ha rescatado del peligro de caer (Sal 73, 23), el hombre se a rma con
mucha más rmeza en su verdad y no permitirá que su comunión perpetua
con Dios sea rota con comportamientos que le separen nuevamente de él.
De un modo con ado, el salmista se pone en manos del Dios que le
guía, a pesar de que no puede ver en su totalidad el misterio del plan
divino ()עצה. Él conoce, sin embargo, que después ( אחרcon mugrash,
adverbio, como en el Sal 68, 26), es decir, después de este oscuro camino
de fe, Dios le recibirá en gloria, כבוד, le tomará consigo y le apartará de
todo sufrimiento (con לקחcomo en el Sal 49, 16, como hizo con Enoc, Gen
5, 24).
La comparación con Zac 2, 12 es engañosa. En este caso, אחר
(ynIxE)Q'Ti dAbïK' rx;ªa;w>÷) está bien acentuada como preposición: él
me ha enviado rectamente hacia la gloria… Ciertamente el orden de las
palabras (ynIxE)Q'Ti dAbïK' rx;ªa;w>÷) nos invita a traducir “para recibir
después gloria” (cf. el reverso de Is 58, 8), pero este es un pensamiento
extraño. La palabra כבודes un adjetivo con el sentido de “glorioso”
(Hofmann) y puede traducirse de dos formas: (a) como acusativo de
nalidad (Hupfeld: para recibir después gloria); (b) o también como
acusativo de modo o manera, en una línea que está más conforme con el
estilo del A. T., como traduce Lutero: recibiendo así honor o gloria.
Con la palabra rx;ªa; el poeta condensa en forma de sumario aquello
que él toma como meta de la actual guía divina. El futuro es para él oscuro,
pero está iluminado por la esperanza de que el n de la existencia terrena
ofrecerá la solución del enigma. Aquí, como en todos los restantes casos es
la fe la que abre un camino a través de la oscuridad no solo de este
mundo, sino también del Hades.
En aquel momento (cuando el salmista escribe este salmo) no había
todavía ninguna revelación divina sobre un triunfo celeste de la iglesia, es
decir, sobre la resurrección de los justos, sino solo la fe en el nombre de
Yahvé, pero una fe que tiene desde ahora (desde esta misma tierra), una
hondura trasparente que penetra más allá del Hades hasta alcanzar la vida
eterna.
Eso signi ca que no puede haber un cielo de bienaventuranza y gloria
sin Dios. Pero aquel que en amor puede decir que Dios es suyo (su Dios)
posee el cielo sobre la tierra, y aquel que no puede llamar a Dios en amor,
diciéndole “mi Dios” no posee ni poseerá cielo, sino in erno, incluso en
medio del cielo.
En ese sentido, el poeta dice en 73, 25: ¿a quién tengo yo en el cielo?
¿Quién será allí objeto de mi deseo, saciedad de mis anhelos? Sin ti el
mismo cielo con toda su gloria es una extensión desierta y vacía, en la que
nada me importa. Por el contrario, contigo, poseyéndote a ti, yo no tengo
deleite ninguno en la tierra, porque llamarte “mío” sobrepasa toda
posesión y todo deseo de la tierra.
Si aquí tomamos la tierra, ּבארץ, de un modo aún más exacto como
paralelo de ּבׁשּמים, sin hacer que dependa de ( חפצֹויy poseyéndote a ti yo
no tengo ningún deseo sobre la tierra), el sentido de la frase sigue siendo
el mismo. Pero si tomamos בארץcomo palabra que está gobernada por
חפצתי, de acuerdo con el uso general del lenguaje, podemos llegar a ese
signi cado de un modo mucho más natural.
Ni cielo ni tierra, ni ángeles ni hombres, ofrecen una satisfacción
verdadera; su único amigo, su solo deseo y amor es Dios. El amor de Dios,
que David expresa en el Sal 16, 2 en una breve frase (tú eres mi Señor, tú
eres mi bien más alto) se expande aquí con una incomparable profundidad
y belleza mística. La versión de Lutero muestra su mano de maestro. La
iglesia sigue su traducción en el himno “Herzlich lieb hab’ ich dich” (de
corazón tengo yo amor de ti); y de esa forma canta:
Todo el ancho mundo no logra contentarme; cielo y tierra, Señor, no me preocupan, pues no
quiero otra cosa que amarte a ti… Aunque mi corazón esté a punto de romperse, tú eres mi con
anza, y nada podrá quebrarla. Luz de mi corazón, eso has de ser tú. Y cuando mi corazón estalle
en pedazos, tú seguirás siendo mi corazón (cf. Paul Gerhard, en su himno de pasión: ein
Lämmlein geht und trägt die Schuld der Welt und ihrer Kinder, un Corderito viene y lleva el
pecado del mundo y de sus hijos).
Al salmo 73, que era un מזמור, le sigue ahora un masquil (véase Sal 32, 1)
que tiene en común con el anterior una palabra rara, ( מׁשּּואותSal 74, 3; Sal
73, 18), pero también el hecho de ser asá co. Aquí encontramos una
imagen asá ca favorita (Israel como un rebaño) y la predilección de los
salmos asá cos por referencias retrospectivas a la historia antigua de Israel
(Sal 74, 13-15). Aquí hallamos el primero de esos dos rasgos característicos
en Sal 79, 1-13, que re ejan las mismas circunstancias de tiempo de este
salmo.
En otro plano, Jeremías aparece en la misma relación con estos dos
salmos (Sal 73 y Sal 74). En Jer 10, 25 y en Sal 73, 6 se repiten casi las
mismas palabras. En otra línea, el Sal 74 se parece a Lam 2, 2 (cf. Sal 74, 7),
a Sal 2, 7 (cf. Sal 74, 4) y a otros pasajes. El lamento “ya no hay profetas”
(Sal 74, 9) está muy cerca de Lam 2, 9.
Sabemos la forma en que Jeremías reproduce y recrea textos
anteriores, conocemos su forma de apelar a pasajes originales más
antiguos y de vincular las ideas que en ellos se contienen (cf. ּכיום מועד, Lam
2, 7, con ּבקרב מועדךde este salmo). Desde ese fondo, es natural que
asignemos la prioridad a estos dos salmos asá cos, entendidos como
cantos de lamentación nacional. Pero la sustancia de ambos salmos que,
según algunos, se sitúa en el tiempo de la invasión de los caldeos pero,
según otros, en la era de los macabeos, ha de estudiarse mejor, como
haremos a continuación.
Después de haber vuelto de la segunda expedición egipcia (170 a. C.)
Antíoco Epífanes castigó, de la manera más cruel a Jerusalén, que se había
introducido en el con icto por medio de Jasón (aspirante a sumo
sacerdote): entró en el templo acompañado de la corte del sumo
sacerdote Menelao y tomó los más caros vasos sagrados, e incluso el oro
de los muros y las puertas del templo para llevarlo consigo.
Miles de judíos fueron por entonces masacrados o vendidos como
esclavos. En aquel tiempo, durante la cuarta expedición de Antíoco (168 a.
C.), cuando surgió de nuevo en Jerusalén un partido favorable a los
ptolomeos, Antíoco mandó a Apolonio para que castigara a los sublevados
(167 a. C.), de manera que las tropas de Apolonio devastaron la ciudad a
sangre y fuego, destruyendo casas y murallas, quemando varias de las
puertas del templo y arrasando algunas de sus estancias. También en este
caso miles de judíos fueron asesinados y otros vendidos como esclavos.
Entonces comenzó el intento de Antíoco de helenizar la nación judía.
Un anciano ateniense fue encargado de llevar a cabo esas medidas,
utilizando para ello la fuerza, a n de obligar a los judíos a aceptar la religión
pagana, para servir de hecho a Zeus Olímpico (Júpiter). En ese contexto, el
día 25 del mes de kislev, se erigió un pequeño altar sobre el altar de las
ofrendas quemadas del templo y el día 25 del mismo mes se ofreció el
primer sacri cio a Zeus Olímpico en el templo de Yahvé, dedicado ahora a
Zeus. Este era el estado de cosas, cuando un grupo de confesores eles se
unieron en torno a un sacerdote asmoneo llamado Matatías.
Estos dos salmos (73 y 74) se armonizan muy bien con estas
circunstancias, especialmente el 74. En aquel tiempo se cumplió del modo
más doloroso lo que se cuenta en 1 Mac 4, 46; 9, 27; 14, 41. Los confesores
y mártires que bravamente se unieron al levantamiento macabeo
recibieron, como en Sal 79, 2, el nombre de hasidim, חסידים, Ἀσιδαῖοι,
asideos. En aquel tiempo ellos vieron, como dice 1 Mac 4, 38 “el santuario
desolado, el altar profanado y las puertas quemadas, con la maleza
creciendo en los patios como en un bosque o en una de las montañas del
entorno; entonces se destruyeron las cámaras de los sacerdotes y se
redujeron a cenizas las puertas del templo” (cf. 2 Mac 8, 33; 1, 8).
Las señales idolátricas (Sal 74, 4) de los paganos ocupaban el lugar
donde Yahvé solía revelarse. Sobre el altar del patio central elevaron la
abominación de la desolación, βδέλυγμα ἐρημώσεως; en los otros patios
plantaron árboles y, de un modo semejante, otros signos de la religión
pagana; por su parte, las ( ׁשכותπαστοφόρια), una especie de recintos
sagrados adosados al templo, permanecían en ruinas.
Cuando más tarde, bajo Demetrio Soter (año 161), Alcimo (un apóstata
a quien Antíoco había nombrado sumo sacerdote) y Báquides vinieron con
promesas de paz, pero con un ejército a su lado, un grupo de escribas, los
más signi cativos de los asideos de Israel, fueron a encontrarse con ellos e
interceder por la nación.
Sin embargo, Alcimo, tomó a sesenta de ellos, les degolló en un día, y
así sigue diciendo 1 Mac 7, 16s: “Según la palabra que escribió (= de la
Escritura): derramaron la sangre de tus santos en torno a Jerusalén, y no
hubo nadie que les enterrara”. Conforme a la fórmula de la cita, κατὰ τὸν
λόγον ὃν (τοὺς λόγου οὓς) ἔγραψε (conforme a la palabra o palabras que
escribió), y en particular conforme a la palabra ἔγραψε, se podría y debería
decir que el autor del libro de los macabeos estaba citando precisamente
este salmo 74, y aplicándolo a las circunstancias de su tiempo.
De hecho, no hay edad alguna que pudiera haber añadido algunos
Salmos a la colección del salterio antiguo mejor que esta edad de los
macabeos, en la semana sesenta y tres predicha por la profecía de Daniel
(cf. Dan 9). Esta fue la semana de años marcada por el sufrimiento de los
justos, una edad que muchos tomaron como nal de los tiempos de la
historia, la época de los mártires, a la que el libro de los Macabeos
concede un signi cado muy grande en relación con la historia de la
redención. Por eso es normal que muchos piensen que este salmo haya
sido creado por entonces.
Pero, si queremos ser imparciales ante este motivo (sobre el posible
origen macabeo de este salmo), debemos empezar citando algunas
razones que van en contra de la atribución al tiempo de los macabeos: (a)
por una parte, en Sal 74, 1-13 no hay nada que vaya en contra de la
atribución de este salmo al tiempo de la toma de Jerusalén por los caldeos;
(b) por otra parte, algunos pasajes de otros salmos semejantes, como el
Sal 79, 11 (cf. Sal 102, 21; Sal 69, 34) son incluso favorables a esa hipótesis
histórica (del tiempo de los caldeos, no de los macabeos).
Ciertamente, conforme a lo dicho, hay en Sal 74 algunos detalles (cf.
Sal 74, 4. 8. 9) que parecen explicarse mejor desde la perspectiva de la
edad de los macabeos. Pero, en contra de eso, hay otras partes que se
explican mejor desde la hipótesis de la conquista de Jerusalén por los
caldeos, como seguiré indicando.
Así, por ejemplo, la a rmación de que pusieron en llamas el templo (74,
7) se explica mejor desde la conquista caldea que desde la persecución de
los sirios, en tiempo de los macabeos. Y el grito de oración de 74, 3 “dirige
tu paso a las ruinas eternas…” parece indicar que se ha dado una
devastación total del templo, y que ha durado al menos una serie de años,
cosa que no se puede aplicar al tiempo de los macabeos, aunque de ese
tiempo se diga que Jerusalén esta ἀοίκητος ὡς ἔρημος, inhabitable y como
desierta (1 Mac 3, 45). Ciertamente, Hitzig, traduce ese texto así: “eleva
tus pies de los ataques repentinos, sin n”, pero en los dos pasajes en que
aparece esta palabra, מׁשּּואות, ella tiene el sentido de “desolaciones”
(Targum, Símaco, Jerónimo y Saadia).
En el caso de que este salmo deba situarse en el tiempo de la
catástrofe caldea, el autor de esos salmos (conforme al testimonio de Esd
2, 41; Neh 7, 44 y Neh ١١, 22) podría ser un asa ta contemporáneo al exilio,
aunque estos salmos podrían haber sido escritos también por un autor
posterior, en estilo asa ta. Y por lo que se re ere a la relación de estos dos
salmos con Jeremías podemos recordar que su estilo como escritor es muy
“reproductivo”, tomando temas de escritos anteriores; pero esa
característica reproductiva la tienen también algunos escritores
posteriores, y en este caso algunos salmistas.
De todas formas, estos argumentos (sobre el origen caldeo de estos
salmos) no son de nitivos. Y en ese contexto, debemos indicar que estos no
son unos salmos “reproductivos”, pues no hay en la sionomía de estos
salmos nada que corresponda a un infortunio nacional anterior a la
catástrofe caldea del año 588 a. C. El intento de Vaihinger de interpretar
estos salmos desde el contexto del reinado de terror de Atalía no tiene
ningún fundamento.
Ciertamente hay en Israel ejemplos del saqueo de Jerusalén y del
templo anteriores al tiempo de Sedecías y al de los caldeos, como en el
reinado de Joram, pero en ninguno de ellos se dice que la ciudad fuera
reducida a cenizas.
Por otra parte, la profanación del templo por parte del general persa
Bagoes (Josefo, Ant. XI 7), en cuyo contexto situaba antes Ewald este
salmo, no estuvo acompañada por ningún tipo de daño producido al edi
cio del templo como tal, pues ni el templo ni la ciudad fueron reducidos a
cenizas.
Solo quedan, por tanto, dos posibilidades de elección: (a) la
devastación de Jerusalén y del templo en el año 587; (b) o la profanación
del templo el año 167, en el contexto del alzamiento macabeo. Nosotros
nos hemos reservado la libertad de admitir algunas inserciones del tiempo
de los macabeos en la redacción nal del salterio (en la introducción de este
comentario). Pues bien, en el momento actual de la investigación, dado
que en estos dos salmos (74 y 79) todo concuerda con la edad de los
macabeos (mientras que en la referencia al tiempo de los caldeos
encontramos muchas más di cultades, especialmente en conexión con Sal
74, 4. 8-9; Sal 79, 2-3), nos inclinamos a pensar que ambos salmos (Sal 74 y
79) responden mejor a la situación de la nación judía bajo Antíoco y
Demetrio, es decir, en el tiempo de la crisis macabea. Por otra parte, su
contenido coincide con el de la oración de Judas Macabeo en 2 Mac 8, 1-4.
En los primeros versos, el poeta comienza con la más honda plegaria,
pidiendo a Dios que tenga nuevamente piedad de su Iglesia, sobre la que
ha derramado su juicio de ira, reconstruyendo otra vez las ruinas de Sión.
74, 1. ¿Por qué nos has rechazado…, para siempre? (xc;n<+l' T'x.n,åz"
~yhil{a/â hm'äl', cf. Sal 74, 10; Sal ٧٩, 5; Sal 89, 47, cf. Sal 13, 2). Es decir:
¿por qué de manera tan continua, y según parece sin n? El pretérito del Sal
74, 1 indica el acto de rechazar hacia adelante, esto es, la condición
duradera del rechazo.
La palabra interrogativa hm'äl', cuando la letra inicial de la palabra
siguiente es gutural, y en especial si tiene solo una semivocal (pero
también en otras circunstancias, cf. Gen 12, 19; Gen 27, 45; Cant 1, 7), va
sin daggesh y se acentúa en la última sílaba (como Mose ha-Nakdan
observa expresamente) a n de que no desaparezca la ah posterior. Cf.
Coment. a Sal 10, 1. Sobre la ira de Dios que se enciende, véase Sal 18, 9.
Esa expresión asá ca característica es también propia de Jeremías, Jer 23,
1.
74, 2‒3. Dios ha de recordar aquello que una vez hizo a favor de la
congregación de su pueblo. Por su parte, la palabra קדם, igual que en el Sal
44, 2, remite al tiempo mosaico antiguo, cuando la salida de Egipto (Ex 15,
17), como indican las palabras T'l.a;G"â ~d<Q,ª t'ynIÜq', con « קנהque
signi can adquirir o comprar y ( גאלSal 77, 15; Sal 78, 35; Ex ١٥, 13) que es
redimir (redemptio).
^t<+l'x]n, jb,veä indica un objeto factitivo, en el sentido de para
hacerla tu tribu o pueblo. Aquí ׁשבטes el nombre que se da a toda la
nación, para distinguirla de otros pueblos, como en Jer 10, 16; Jer 51, 19,
cf. Is 63, 17. זהaparece separado por su acento de ( הר־ציוןAB* T'n>k;ìv'
Ÿhz<Ü !AY©ci÷-rh) y cumple directamente la función de אׁשר, como en
Sal 104, 8; Sal ١٠٤, 26; Prov 23, 22; Job 15, 17 (Gesenius 122, 2). La
congregación del pueblo y su morada central (el templo de Jerusalén)
aparecen así como si estuvieran abandonadas de Dios, en una condición
que contrasta tristemente con su elección antigua y permanente. נצח
מׁשּאותson ruinas (véase Sal ٧٣, 18) en un estado tal de destrucción que
parece que no tienen ya ni forma ni sentido. נצחmira aquí hacia adelante,
como las עולם חרבות, Is 63, 12; Sal 61, 4, miran hacia atrás: quiera Dios
levantar sus pies de esas ruinas (con ּצעמיםque es un término poético, en
vez de con רגלים, cf. Sal 58, 11 con Sal 68, 24). El salmista pide así a Dios
que corra, que se apresure, con pasos rápidos, sin parar, que vaya hacia su
morada (lugares que ahora se encuentran en ruinas) de forma que, en
virtud de su acción, la ciudad pueda elevarse de nuevo.
El enemigo había destruido sin piedad la ciudad y el templo, había
tratado mal todas las cosas, sin tener piedad del santuario (con ּכל, como
en el Sal 8, 7; para el sentido de חּכל, cf. את־ּכלen Sof 1, 2). ¿Cómo es
posible que una maldad sacrílega de ese tipo pueda quedar sin recibir el
merecido castigo de Dios?
74, 4‒8. El poeta describe ahora, de un modo más minucioso, la forma en
que ha actuado el enemigo. Dado que en el Sal 74, 3 קדׁשsigni ca el
conjunto del templo, en el Sal 74, 4 ^( מועדיךd<+[]Am br<q<åB) debe signi
car igualmente el templo, abarcando sus varios patios. De todas formas, el
sentido plural puede ser aquí equívoco (cf. Sal 74, 8) y es además una
lectura entre otras. Baer ha optado por ( מועדךen singular, en tu
congregación, no en tus congregaciones o templos)5.
La escena de la profanación del templo y de la sustitución de las
insignias nacionales de Israel exige que el texto se tome aquí desde una
perspectiva religiosa, en la línea de las instituciones de la circuncisión y del
sábado (cf. Ex 31, 13). Estas אתותpaganas, que se imponen sobre el templo
y la congregación son, por lo tanto, aquellas que van en contra de la ley de
Israel, tal como aparecen en 1 Mac 1, 45-49; ellas se centran de un modo
especial en la así llamada “abominación de la desolación”, que aparece en
1 Mac 1, 54.
Con ( יּודעSal 74, 5: hl'[.m'_l. aybiämeK. [d,W"yIâ, son como los que
levantan el hacha) se evoca la terrible escena que se ha desarrollado
delante de sus ojos (Sal 79, 10). ּכמביאes el sujeto: algo visible, tangible,
algo que se ha podido observar, i.
e., mirar y experimentar, como si se viera la mano del hombre que
descarga su hacha contra la espesura del bosque del templo, a la derecha e
izquierda de su entramado de columnas. En este caso es necesario el plural
קּדּמותporque son muchos los soldados paganos, que aquí como en Jer 46,
22 se comparan con los leñadores que talan un bosque.
Norzi dice que el kametz de #[e©÷-%b's]Bi es un kametz chatuph, una
combinación que se produce por una contracción de ( סבךEwald,
Olshausen), porque la a larga de ̄ סבךno admite ninguna contracción.
Conforme a otra visión hay que leer bi-sbach-etz̄ , como en Est 4, 8, kethāb-
hadāth con metheg de contratono al lado de la vocal larga, como en עץ־הּגן,
Gen 2, 16.
El poeta sigue presentando así la obra de destrucción hasta el golpe nal
introducido por ( ועתdx;Y"+ h'yx,äWTPi ÎhT'[;w>âÐ t[ew>, texto que quizá
debe leerse con el keré hT’[;w>â) que atrae nuestra atención (74, 6). De
esa manera se pone de relieve la obra de la destrucción con tonos que
recuerdan el fuerte esfuerzo ciclópeo al que alude Virgilio en Geórgicas IV,
149ss: illi inter sese… (ellos entre sí con gran fuerza).
Es como si oyéramos la obra de destrucción de las hachas elevadas,
que van rompiendo a golpes los más costosos maderos tallados del
artesonado del templo (cf. !Wm)l{h]y,). Según eso, el su jo de h'yx,äWTPi
(los troncos tallados…) se re ere, conforme al sentido, a מועדך, es decir, al
lugar de reunión de la congregación. Los LXX, favoreciendo la
interpretación macabea de este salmo, traducen ἐξέκοψαν τάς θύρας
αὐτῆς, destruyeron sus puertas ()ּצתחיה.
Sigue así en 74, 7 la quema (como parece indicar el texto) del
artesonado como tal, hecho de madera. La mejor lectura es en este caso
^( מקדׁשךv<+D"q.mi vaeb'â Wxål.vi) no ׁשּלח. La expresión ^v<+D"q.mi vaeb
signi ca poner fuego, quemar, immittere igni. Sobre לארץ חּללּו, cf. Lam 2, 2;
Jer 19, 13.
Hitzig, siguiendo a los LXX, al Targum y a Jerónimo, piensa que la
exclamación de los enemigos en 74, 8 (dx;y"+ ~n"åynI ~B'lib.â Wråm.a'),
con נינםque deriva de נין, proviene de toda aquella generación (véase les
arrancaremos de raíz). Pero ניןsigni ca la posteridad, es decir, los
descendientes. Pues bien, en ese caso: ¿por qué han de ser solo los
descendientes, que son jóvenes y no los de más edad? Y, ¿por qué tomar
el verbo como expresión de objeto, y no más bien de acción, pues el
objeto en cuanto tal resulta evidente: quemar las moradas de Dios? Por su
parte, נינםes fut. Kal de ינה, con el mismo sentido que el hi l הונה, forzar,
oprimir, tiranizar, lo mismo que אנס, que en hebreo posterior signi ca
obligar por violencia.
Pues bien, después de que se ha mencionado la quema del artesonado
del templo, la expresión laeä-ydE[]Am-lk' no puede referirse al lugar de
las manifestaciones de Dios, conforme a sus divisiones (Hengstenberg),
menos aún a las asambleas festivas de los israelitas eles (Böttcher), lugar
que el enemigo podría haber quemado encendiendo fuego en el templo
sobre sus cabezas, cosa que va en contra del sentido de כל. Esta expresión
se re ere, al menos aparentemente, a las sinagogas, como Aquila y Símaco
traducen el texto (esto es algo que resulta indiscutible).
Aquí no se puede pensar en los servicios religiosos separados,
realizados por profetas en el reino del norte (2 Rey 4, 23), porque ese reino
no existía ya cuando fue escrito este salmo. No puede referirse tampoco a
los lugares de memoria religiosa de la antigua historia de Israel, a los que
nunca se les llama מועדים, lugares de culto, que, después de la instauración
del santuario central, aparecen siempre como sedes de falsos ritos
religiosos. Esa expresión (laeä-ydE[]Amlk') se re ere, lo mismo que ועד ּבית
(Sota IX, 15), a lugares legítimos de asamblea con propósitos religiosos, es
decir, a casas de oración y enseñanza, como son las sinagogas, un tema y
sentido que nos hace situar este salmo en el contexto de la historia de los
macabeos.
74, 9‒11. La cosa más dura que el poeta echa en cara a Dios es que él no
ha reconocido a su pueblo durante su tiempo de sufrimiento, como lo
hacía antaño. La expresión “nuestros signos” (cf. Wnyaiîr"ñ al{ï
WnyteªtoAa)) es una antítesis directa en contra de “sus signos” (Sal 74, 4).
Por eso, esos signos no han de ser entendidos en la línea del Sal ٨٦, 17,
como señales en las que Dios se mani esta. El su jo muestra además que se
trata de signos que tienen un carácter periódico, repetido, como algo
instituido por el mismo Dios, ceremonias que los israelitas ahora no
pueden realizar porque han sido prohibidas por los enemigos.
La queja “no hay ya profetas” parecería extraña en el período
inmediatamente posterior a la destrucción de Jerusalén, porque Jeremías
siguió activo hasta un tiempo después. Por otra parte, un año antes (el
décimo del reinado de Sedecías) él había predicho que la dominación de
Babilonia y el mismo exilio duraría setenta años. Además, seis años antes
de la destrucción de Jerusalén apareció Ezequiel, que estaba en
comunicación con los que habían permanecido en la tierra de Israel. La
referencia a Lam 2, 9 (cf. Ez 7, 26) no es satisfactoria, porque
Lamentaciones asume que había profetas, cosa que este pasaje niega.
Estas palabras (Sal 74, 9: no hay profetas…) podrían situarse, en
general, en el tiempo del exilio, en medio del cual (cf. Os 3, 4; 2 Cron 15, 3
y además el canticum trium puerorum, Dan 3, 14: καὶ οὐκ ἔστιν ἐν τῷ
καιρῷ τούτῳ ἄρχων καὶ προφήτης καὶ ἡγούμενος, y no hay en este tiempo
jefes, ni profetas, ni dirigentes) no existían ni signos, ni milagros, ni
palabras proféticas de consolación. En aquel tiempo, los setenta años de la
profecía de Jeremías eran aún un enigma, sin solución bien conocida (cf.
Dan 9). Pues bien, si aquello a lo que se re ere el Sal 74, 8 son las
sinagogas, estas palabras del Sal 74, 9 (¡no hay profetas!) concuerdan
mejor con los calamitosos tiempos de la opresión de Antíoco (1 Mac 4, 46;
9, 27; 14, 41) en los que he situado este salmo.
En el Sal 74, 11 el poeta se vuelve al mismo Dios con la pregunta:
¿hasta cuándo durará esta época, aparentemente sin n, de blasfemias de
los enemigos? ¿Por qué has apartado de nosotros (מּמנּו, de nosotros, no
עלינּו, sobre nosotros, Sal 81, 15) tu mano y tu mano derecha?
(^n<+ymiywI) ^d>y"â byviät' hM'l'Û). El amontonamiento de sinónimos
(tu mano y tu mano derecha) es semejante al del Sal 44, 4 y Ecl 33, 7, y
aparece como una expresión de la omnipotente energía divina.
A partir de aquí, el orante pide a Dios que ayude a su pueblo: “¿por
qué retraes tu mano? ¿Por qué escondes la diestra en tu seno?”. Esas
palabras quieren decir: ¡saca la mano de tu seno y destruye a los
enemigos, no estés inactivo…! Ese es el signi cado del qetub (hLe(k;
^q.Ax). El término חוק, cf. árabe hawq̣ , signi ca, como חיק, árabe hayq̣ ,
extender, abrir. El texto supone, según eso que la mano de Dios ha estado
como retirada, oculta en su seno, y que ahora tiene que actuar.
74, 12‒17. Con la plegaria por la destrucción de los enemigos, por obra de
Dios, se cierra la primera mitad del salmo, que ha tenido como tema básico
la sangrante contradicción entre el estado de cosas presente y la relación
de Dios con Israel. El poeta se consuela ahora mirando hacia atrás, hacia el
tiempo en el que Dios, como rey de Israel, desplegó la rica plenitud de su
salvación por doquier sobre la tierra, allí donde Israel estuviera en peligro.
#r<a'(h' br<q<åB., en medio de la tierra, se re ere no solo al espacio de
la tierra santa, sino también, por ejemplo, a la tierra de Egipto (Ex 8, 18-
22). El poeta tiene en su mente, de un modo especial, a Egipto, porque
desde allí comienza su mirada histórica (Sal 74, 13-15), para desplegarse
después sobre el ancho espacio en el que Dios ejerce su poder (Sal 74, 16.
17).
Hengstenberg opina que Sal 74, 13-15 ha de entenderse también en
ese último sentido, y en ese contexto apela a Job 26, 11-13. Pues bien, en
esa línea hay que decir que, de igual forma que Isaías (Is 51, 9, cf. Sal 27, 1)
aplica estos signos de la omnipotencia de Dios en el mundo a su acción y
poder en la historia de la redención de Israel (en el contexto de los
imperios del mundo), así también lo hace aquí el salmista en Sal 74, 13-15.
El ( ֹוּסּיןel gran saurio) es en Isaías, lo mismo que en Ezequiel (הֹוּסים, Ez
29, 3; 32, 2), un signo del faraón y de su reino. De un modo semejante,
aquí, en este salmo, Leviatán es el nombre simbólico de gran poder de
Egipto. Así como el monstruo de agua o cocodrilo, cuando levanta su
cabeza del agua, podría ser destruido con un gran golpe, así rompió Dios la
cabeza de los egipcios en el Mar Rojo, de forma que el mar arrojó sus
cadáveres secos sobre la orilla (Ex 14, 30).
Los צּיים, habitantes de la estepa, para quienes los egipcios muertos
fueron comida, no son los etíopes (LXX, Jerónimo), ni un tipo de
ichthyophagi o comedores de peces (Bocahrt, Hengstenberg), quienes
según Agatárquidas se alimentaron de hombre muertos, como si fueran
peces (cf. ἐκ τῶν ἐκριπτομένων εἰς τὴν χέρσον κητῶν), ni fueron tampoco
caníbales, sino las bestias salvajes del desierto, a las que aquí se les llama
עם, como en Prov 30, 25: las hormigas y un tipo de tejones de roca. לציים
aplica el sentido de לעם, que no había sido concretado, y lo re ere a un tipo
de animales silvestres de la estepa.
El Sal 74, 15 no se re ere ya a milagros de la creación, sino a milagros
realizados en el curso de la historia de la redención. Así se re ere al milagro
del agua de la roca (Sal ٧٨, 15) y al paso a través del Jordán, que se secó de
un modo milagroso (הובׁשֹו, como en Jos 2, 10; 4, 23 y 5, 1). El objeto de מעין
(ונחלlx;n"+w" !y"å[.m; T'[.q;b'â hT'äa;, abriste la fuente y el río) se re ere al
resultado del milagro, indicando que el agua uyó de la roca como una
fuerte y un río.
נהרות, son las varias corrientes del río Jordán. El genitivo atributivo איתן
las describe como a uentes que conservan siempre su abundancia de agua
de manera que no se secan nunca, corrientes de agua perenne. El Dios de
Israel que se ha hecho conocer así de un modo maravilloso en la historia
es, por tanto, el Creador y Señor de todas las cosas creadas. Día y noche
son sus creaturas, lo mismo que las estrellas. En profunda conexión con la
noche, que es mencionada en segundo lugar, la luna que es la מאורo
luminaria de la noche, precede al sol. Cf. Sal 8, 4, donde ּכונןtiene el mismo
sentido que הכיןen este pasaje.
En este contexto se entiende 74, 17 (#r<a'_ tAlåWbG>-lK' T'b.C;hiâ
hT'äa;, tú estableciste todas las fronteras de la tierra). ּגבּולותno son
simplemente las fronteras de la tierra en relación con el mar, Jer 5, 22, sino
que, conforme a Dt 32, 8; Hch 17, 26, son las fronteras o con nes de la
tierra, cini tak.
Por su parte, las palabras ~T'r>c;y> hT'îa; @r<xoªw"÷ #yIq,ï se re eren
a las dos mitades del año, entendidas como estaciones especiales: por un
lado está #yIq,ï, el verano, incluyendo la primavera ()אביב, que comienza
en Nissan, hasta el equinoccio del verano. Por otro lado, está el otoño,
@r<xoªw"÷, que incluye el invierno ()צתו, tras el cual comienza de nuevo la
vegetación (Cant 2, 11). Las estaciones aparecen así personi cadas, como
formaciones u obras de Dios, como si fueran los ángeles del verano y del
invierno.
74, 18‒23. De esa forma, el poeta, tras haberse consolado a sí mismo por
la contemplación del poder que Dios ha desplegado para bien de su
pueblo, como su Redentor, y para bien del conjunto de la humanidad
como su Creador, vuelve de nuevo a la oración, pero de un modo más
alegre y audaz. Como la Biblia hace siempre, este pasaje aplica también los
actos de la creación al tiempo actual; de esa forma, teniendo presente los
hechos poderosos de
Dios, la palabra ( זאתhw"+hy> Ÿ@rEåxe byEAaâ tazO©-rk'z>, recuerda
esto, el enemigo ha afrentado a Yahvé) indica que los enemigos han
blasfemado de Dios, como si Dios no tuviera conocimiento de ello (sin que
respondiera castigándoles).
La palabra Ÿ@rEåxe tiene detrás un pasek a n de separarla, de señalar
su importancia, indicando que ella es una injuria en contra del nombre
más santo. El epíteto lb'ªn"÷ ~[;îw>, y un pueblo insensato, recuerda el de
Dt 32, 21. En el Sal
74, 19, conforme a los acentos, חּיתsigni ca “bestias” (xc;n<)l' xK;îv.Ti-la;
^yY<©nI[]÷ tY,ïx;, ^r<+AT vp,n<å tY,x;l.â !TEåTi-la;: no entregues a las
bestias el alma de tu paloma, no rechaces para siempre la vida de tus
pobres). Este es el sentido más normal de la expresión (sobre la forma
originaria de חּיה, véase Coment. a Sal 61, 1): no entregues, no abandones a
las bestias salvajes, el alma de tu tórtola-paloma.
Israel, que en el Sal 68, 14 aparecía como una paloma, se compara aquí
con una tórtola (ֹוור, cf. ^r<+AT). En el Sal 74, 19b, חּיתtiene el mismo signi
cado que en Sal 74, 19a y en Sal 68, 11 (cf. Sal 69, 37), y se re ere a las
personas oprimidas, “miserables” (^yY<©nI[]÷ tY,ïx;), es decir, a tus
pobres, humildes creaturas. Esta es una designación de la ecclesia pressa.
La iglesia, que en los salmos asá cos recibe nombres simbólicos, tomados
del mundo animal, aparece aquí como formada por ovejas en medio de
lobos, de manera que parece abandonada por Dios.
El grito de oración ( הּבט לּבריתyKiî tyrI+B.l; jBeîh;, mira el pacto
porque…) evoca unas circunstancias que nos sitúan mejor en la edad de los
macabeos. ּבריתes aquí el pacto de la circuncisión (Gen 17). La persecución
del tiempo de los seléucidas puso a los creyentes ante una situación difícil,
de forma que la misma circuncisión, que era signo de la garantía de Israel
ante la gratuita y generosa protección de Dios, vino a convertirse en el
signo por el que los sirios conocían a sus víctimas. En el libro de Daniel (11,
28; 11, 30; cf. Sal 22, 32) בריתse identi ca directamente con la religión de
Israel, como elemento distintivo de los creyentes.
La cláusula decisiva de 74, 20 (mira al pacto…) corresponde a la edad
de los macabeos, cuando los confesores se escondían en las montañas
alejadas (1 Mac 2, 26ss; 6, 11), de donde los enemigos les sacaban para
matarlos, en un tiempo en que los escondites (κρύφοι, 1 Mac 1, 53) de la
tierra estaban llenos de violencia. La combinación ( נאות חמסhabitaciones de
violencia) es como la de ( נאות הׁשלוםhabitaciones de paz, de Jer 25, 37, cf.
Gen 6, 11).
A partir de aquí, el salmo continúa y acaba de un modo más parecido al
que encontramos en otros salmos. אל־יׁשב, Sal 74, 21 (cf. ~l'_k.nI %D,å
bvoåy"-la;, que el abatido no vuelva avergonzado), es decir, que no tenga
que avergonzarse de acudir a ti con sus peticiones. Así acaba el salmo, con
el tumulto que parece crecer (dymi(t' hl,î[o ^ym,ªq'÷ !Aaïv., sube sin n, עלה
ֹומיד, cf. 1 Sam 5, 12; 1 Rey 22, 35) perpetuamente. El tono de la oración
culmina así de un modo sobrio, pero muy intenso.
Salmo 75. Viene el juez con la copa de la ira
`ryvi( @s"åa'l. rAmàz>mi txe_v.T;-la; x;Ceîn,m.l;1
`^yt,(Aal.p.nI WrªP.si÷ ^m<+v. bAråq'w> WnydIAhâ
~yhiªl{a/ Ÿ^’L. WnydIÛAh« 2
`jPo)v.a, ~yrIïv'yme ynI©a]÷ d[e_Am xQ,åa, yKiâ 3
`hl'S,( h'yd<äWM[; yTin>K,ßti yki’nOa' h'yb,_v.yO-lk'w>
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`!r<q") WmyrIïT'-la; ~y[iªv'r>l'w>÷ WLho+T'-la;
~ylil.Ahl;â( yTir>m,åa' 5
`qt'([' raW"åc;b. WrßB.d,T.
~k,_n>r>q; ~AråM'l; WmyrIåT'-
la; 6 `~yrI)h' rB,ïd>Mimi al{ªw>÷
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yKiÛ 7 `~yrI)y" hz<åw> lyPiªv.y,÷
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hZ<ïmiñ rGEáY,w, é%s,m, alem'î Ÿrm;’x' !yIy,Üw>
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`#r<a'(-y[ev.rI lKo÷ª WT+v.yI Wcåm.yI h'yr<m'v.â-%a;
`bqo)[]y, yheîl{ale hr"ªM.z,a]÷
~l'_[ol. dyGIåa; ynIa]w,â 10 `qyDI(c;
tAnðr>q,) hn"m.m;ªArT.÷ [,DE_g,a]
~y[iäv'r> ynEår>q;-lk'w> 11
<Al músico principal; sobre “No destruyas”. Salmo de Asaf. Cántico>
1
Gracias te damos, Dios, gracias te damos, pues cercano está tu nombre;los hombres
cuentan tus maravillas.
2
En el tiempo que yo decida, juzgaré rectamente.
3
Se arruinaban la tierra y sus moradores; yo sostengo sus columnas. Selah
4 5
Dije a los insensatos, “¡No os jactéis!”; y a los impíos, “No os enorgullezcáis; no
hagáis alarde de vuestro poder ¡no habléis con cerviz erguida!”,
6
porque ni de oriente ni de occidente ni del desierto viene el
enaltecimiento, 7 pues Dios es el juez; a este humilla, y a aquel enaltece.
8
La copa está en la mano de Jehová; el vino está fermentado, lleno de mixtura,y él lo derrama,
¡hasta el fondo lo apurarán y lo beberán todos los impíos de la tierra!
9
Pero yo siempre anunciaré y cantaré alabanzas al Dios de Jacob.
10
Quebrantaré todo el poderío de los pecadores, pero el poder del justo será exaltado.
Aquello por lo que ruega el Sal 74, 22 (Levántate Yahvé, de ende tu causa)
es lo que contempla y atestigua el Sal 75: el juicio de Dios sobre los
pecadores orgullosos se convierte en fuente de alabanza y de gozo
triunfante para el salmista. Esta visión profética se eleva sobre un
fundamento lírico muy intenso; emerge de la hondura del sentimiento y
culmina en una profunda alabanza de Dios.
El encabezado dice: para el preceptor, no destruyas (véase Coment. a Sal
57,
1), salmo de Asaf, cántico. Todo ello está con rmado por el texto. El selah
de 75, 4 muestra que el salmo, como מזמור ׁשירes adecuado para el
acompañamiento musical. Y la atribución לאסףcorresponde a su carácter
básicamente asá co, que recuerda de un modo especial al Sal 50, aunque
aquí, en el Sal 75, el sentido de los temas se de ne a través de la esperanza
en la intervención judicial de Dios.
Según su apariencia general, este salmo se sitúa en el tiempo del juicio
de las naciones en la persona o historia de Asiria, pero no en el tiempo que
sigue a la gran catástrofe, sino en el tiempo anterior a ella, cuando se ha
proclamado ya (pero no se ha cumplido aún) la profecía de Isaías sobre la
destrucción del poder de los asirios en su ataque contra Jerusalén.
En esa línea, Hengstenberg interpreta este salmo como presentación
lírica de la ruina que amenaza desde Asiria y como testimonio de la viva fe
que la iglesia de aquel tiempo recibe y expresa en la palabra de Dios. En
contra de eso, Hitzig atribuye estos dos salmos (75 y 76) a Judas Macabeo,
que celebra en ellos sus victorias, en un caso sobre Apolonio y en otro
sobre Serón. Así se expresa Hitzig: “Podemos imaginar que Judas Macabeo
proclama las palabras del Sal 75, 11 cuando toma en la mano y eleva la
espada de Apolonio ya vencido”.
Esta opinión de Hitzig no puede aceptarse, pero tiene el valor de
hacernos penetrar mejor en la historia y teología del tiempo de los
macabeos (véase Sal 75, 7; Sal 76, 5-7). Nosotros pensamos que estos
salmos (75 y 76) son del tiempo del rey Ezequías y deben entenderse como
textos originales, no como ecos de salmos anteriores. La única in uencia
que podríamos sostener sobre el Sal 75 es la del cántico de Ana (1 Sam 2).
75, 1‒6. En forma anticipada, de esperanza, la Iglesia israelita da gracias
por la revelación judicial de su Dios, que anuncia la manifestación ya
próxima de su presencia. La conexión de ( וקרוב ׁשמךcf. ^yt,(Aal.p.nI
WrªP.si÷ ^m<+v. bAråq'w>) con lo anterior, por medio de la waw, resulta
difícil de justi car, pues no hallamos ningún otro caso donde la waw tenga
ese sentido y se identi que con un tipo de ( ּכיbAråq)ּכי. Por eso podemos
suponer que, en lugar de waw, el texto primitivo tenía una כי.
El intento de Hupfeld, que ha querido explicar el texto diciendo “y tus
maravillas han declarado que tu nombre está cerca” no resuelve en modo
alguno el tema, pues esa personi cación de las maravillas de Dios no
pertenece al espíritu de la poesía bíblica, y ese tipo de cláusula de relativo
va más allá de las normas de la sintaxis hebrea.
Por otra parte, si tomáramos וקרוב ׁשמך, en la línea del Sal ٥٠, 23, como
resultado de una acción de gracias (Campensis), quedaría sin de nir el
objeto por el que se dan las gracias. Tampoco se resuelve el tema diciendo
que קרובse re ere a la experiencia de la presencia interior del nombre de
Dios (Hengstenberg), pues conforme a Jer 12, 2 (cf. Dt 30, 14) ese signi
cado requeriría algún tipo de añadido en el texto, precisando el lugar en el
que se expresa esa cercanía de Dios (en la boca o en el corazón del
salmista).
Según eso, no nos queda otro remedio que identi car la cercanía del
nombre de Dios con algún hecho externo, por el que el orante se siente
llamado a darle gracias. La iglesia ha recibido la promesa de una
manifestación judicial y redentora de Dios, y por ella proclama: “Nosotros
te damos gracias y (sabemos que) tu nombre está cerca”. El salmista se
está re riendo, por tanto, a la manifestación cercana de Dios, dando
gracias por ello.
Este fue, ciertamente, el estado de cosas en el tiempo de Ezequías,
cuando la opresión de los asirios había alcanzado su punto álgido. Isaías
había prometido la cercana liberación milagrosa de Dios; y por eso, el
creyente del salmo, responde dando gracias a Dios, proclamando su
cercanía, con agradecimiento, por la revelación del Nombre de Yahvé (Is
30, 27).
El ּכיque se esperaba después de ^’L. WnydIÛAh« (75, 2, cf. Sal 100, 4)
no viene sino hasta el Sal 75, 3 (d[e_Am xQ,åa, yKiâ). Dios mismo asume
la con rmación de la próxima acción de gracias a través de un anuncio
directo de su ayuda que se encuentra ya muy cerca, a la mano (Sal 85, 10).
No se ha de traducir “cuando yo decida…”, etc., porque el Sal 75, 3 no
puede entenderse como apódosis.
El ּכיes con rmatorio, y sea cual fuere la interpretación que le demos,
las palabras de la iglesia aparecen muy pronto como palabra de Dios. El
término ( מועדcf. ynI©a]÷ d[e_Am xQ,åa, yKiâ), en el lenguaje de la
profecía, y más especialmente en el de la apocalíptica, es una expresión
que indica el tiempo determinado por Dios para su juicio o venida nal
(véase Coment. sobre Hab 2, 3).
Cuando llegue ese momento de su cumplimiento nal, Dios tomará
posesión de toda la historia (con לקח, xQ,åa, yKiâ, en el sentido original
fuerte de asumir algo con energía, cf. Sal 18, 17; Gen 2, 15). En ese
momento del nal, el mismo Dios actuará y realizará el juicio conforme a la
norma estrictamente observada de la rectitud judicial (מיׁשרים, acusativo
adverbial, cf. במיׁשרים, Sal 9, 9, passim).
Entonces, aunque sucediera que la tierra y todos sus habitantes fueran
derretidos (destruidos, cf. Is 14, 31; Ex 15, 15; Jos 2, 9) bajo la presión de la
justicia (como puede deducirse del Sal 75, 3), aunque los hombres
perdieran su ánimo y fueran dispersados por todas partes, como si
estuvieran a punto de ser aniquilados, entonces, Él, esto es, Dios (con el yo
absoluto, אנכי, h'yd<äWM[; yTin>K,ßti yki’nOa') impedirá que eso suceda,
mostrándose como salvador para su pueblo.
En ese momento de gran riesgo, Dios colocará en su lugar los pilares,
es decir, los “ejes” (Job 9, 6) de la tierra. En otras palabras, Dios asentará
de nuevo las leyes que subyacen en el fundamento de la estabilidad del
mundo. תּכנֹויes un verbo de certeza, y Sal 75, 4 es una cláusula
circunstancial colocada primero, como en el caso de un ablativo absoluto
latino. Hitzig compara este pasaje con Prov 29, 9. También Is 23, 15 puede
entenderse en esa línea.
La palabra de Dios continúa tras el selah, en 75, 5. No es el pueblo de
Dios el que se dirige a los enemigos con el lenguaje de la advertencia
fundada en la promesa de Dios (Hengstenberg), pues en ese caso, el poeta
hubiera dicho ( אמרנּוno ~ylil.Ahl;â( yTir>m,åa'), o al menos על־ּכן אמרֹוי. Al
contrario, aquí es Dios mismo quien habla, y sus palabras no son de
condena sin más, como en el Sal 50, 16 (cf. 46, 11), sino de amonestación y
de amenaza, porque quien habla no es el Dios del juicio ya cumplido,
imposible de ser cambiado, sino el que anuncia su llegada.
Con אמרֹויDios habla a los fanfarrones, cautivados por la locura de su
supuesta grandeza, y a los malhechores que elevan con orgullo su cuerno o
su cabeza6, queriendo decirles de una vez por todas lo que han de sufrir
durante el corto espacio de tiempo que les queda hasta el juicio.
Si hemos situado bien el salmo, el poeta está pensando en la próxima
llegada de los generales asirios, en el tiempo del asedio de Jerusalén, cf. Is
37,
23. La ( לcf. ~y[iªv'r>l'w>÷ ~ylil.Ahl;â) tiene en ese pasaje el mismo
sentido que el אלde Zac 2, 4 (véase Köhler), expresando la idea de una
tendencia hostil.
Por su parte la אלdel Sal 75, 6 (~AråM'l; WmyrIåT'-la;) tiene el sentido
de “no habléis con insolencia…”. Otros pasajes paralelos como Sal 31, 19;
Sal 94, 4, y de un modo especial el pasaje originario de 1 Sam 5, 3,
muestran que עתקcumple una función de objeto y que בצּוארtiene por sí
mismo, igual que en Job 15, 26, el sentido de τραχηλιῶτες o
ὑπεραυχοῦντες, es decir, de duros de cerviz, de envanecidos y orgullosos.
75, 7‒9. La iglesia toma aquí las palabras de Dios, comenzando de nuevo
con el ּכיcomo en el Sal 75, 3 (y como en 1 Sam 2, 3), diciendo que “ni de
oriente ni de occidente…”. Un pasaje del Midrash, re riéndose a la palabra
nal de este pasaje (~yrI)h) dice: ( הרים חוץ מזה כל הרים ׁשבמקראen todos los
pasaje en los que hallamos en la Escritura ~yrI)h’, esa palabra signi ca
montañas, a excepción de este pasaje). De esa manera han explicado este
texto Rashi, Kimchi, Alshch y otros, diciendo que, vaya donde vaya, el
hombre no podrá alcanzar gran poder por medio de su propia fuerza y
habilidad (cf. Bamidbar Rabba, cap. XXII. Por el contrario, en Bereshı̂ th
Rabba,̂ LII, la palabra הריםequivale a
(ּדרום.
También es discutido el sentido de מּמדּבר. Es claro que br"_[]M;mi(W
ac'AMmiâ son oriente y occidente, dos partes o direcciones del mundo.
Menos claro es el sentido de ~yrI)h' rB,ïd>Mimi, que en un primer
acercamiento signi ca “del desierto de las montañas”. Algunos han
cambiado la lectura del texto, haciendo que signi que de cualquier otro
lugar o, de un modo más preciso “las tres cuartas partes del cielo”, es
decir, todo lo que no forma parte de oriente ni occidente. Pero no es claro
el sentido de esas palabras (de las tres cuartas partes del cielo), pues ellas
aparecen aquí de un modo indeterminado, de manera que resulta difícil
precisar su sentido.
Por otra parte, lo que la iglesia desea (según este salmo) no es una
simple promoción humana, dentro de este mundo, sino la redención, es
decir, una transformación radical. Por otra parte, los LXX, el Targum, el
texto siríaco y la Vulgata traducen, a deserto montium (desertis montibus).
En esa línea, incluso Aben-Ezra piensa rectamente que esa expresión se re
ere a la zona del sur de Palestina (cf. Sal 121, 1).
El hecho de que aquí no se mencione el norte, sino solo tres partes de
la tierra (oriente, occidente y sur, como desierto de los montes, en la zona
que está al sur de Judá, hacia Edom…) ha de entenderse desde la
perspectiva profética, re riéndose al norte como lugar del poder arrogante,
incluso blasfemo, de los invasores enemigos de Israel, que vienen con
poder destructor. Pues bien, en contra de ese poder del Norte (Asiria),
arrogante y blasfemo, que amenaza a la pequeña nación israelita con su
destrucción, y en contra de aquellos que buscan ayuda del este y del oeste,
o de los juncos de Egipto (Is 36, 6), más allá de los desiertos de Arabia
Pétrea, el salmista pide ayuda solamente a Dios, conforme a la palabra
clave de Isaías, según la cual solo Yahvé nos juzgará y nos salvará, ׁשפטנּו ה
(Is 33, 22).
El pensamiento negativo del salmo queda sin concretizarse, pues al
salmista le interesa insistir en su visión y promesa a rmativa, porque
Elohim es juez, jpe_vo ~yhiîl{a/-yKi(, 75, 8. La estrecha conexión entre
ambos pensamientos se expresa de un modo sorprendente por los ritmos
de ~yrI)h', montes (75, 7), y ~yrI)y", les enaltece (75, 8). La ּכיdel Sal 75, 8
con rma la negación anterior poniendo de relieve el pensamiento positivo.
Por su parte, 75, 9 con rma esta visión del salmo: hw"³hy>-dy,B>) sAká
yKiÛ, porque la copa está en manos de Yahvé.
Esta es la copa de vino mezclado (hZ<ïmiñ rGEáY,w, é%s,m, alem'î
Ÿrm;’x' !yIy,Üw), fermentado
( חמרcomo en árabe ‘chtmr, fermentar, hervir). Conforme al uso antiguo
del lenguaje, que aún se conserva en el árabe actual, este es un vino
mezclado con agua, que se distingue del merum, que es el vino puro, árabe
chamr. El vino se mezclaba con agua no solo para diluirlo (para hacer que
perdiera grados), sino también para hacerlo más agradable al paladar. Por
eso é%s,m, signi ca puri car e incluso destilar el vino (véase Hitzig sobre Is
5, 22).
Es innecesario entender aquí “vino con especias” (talmúdico קונדיטון,
conditum, vino debilitado), porque la idea colateral de atenuar la fuerza
del vino no está necesariamente vinculada con la mezcla con agua. אך
(#r<a'(-y[ev.rI lKo÷ª WT+v.yI Wcåm.yI h'yr<m'v.â-%a;) rati ca todas las a
rmaciones que siguen; Dios hará beber de la copa a todos los malvados de
la tierra, todos ellos se verán obligados a beber sin parar (Is 51, 17), de
manera que no podrán hacer ni siquiera una pausa, pues Dios, el juez del
mundo, les obligará a beber, hasta el n, aunque no quieran (Ez 23, 34).
Este es el testimonio principal de una gura que había sido esbozada ya
en el Sal 60, 5, una gura que los profetas desarrollarán de una manera más
explícita y terrible. Ciertamente, Abd 1, 12 (cf. Job 21, 20) se contenta con
un simple esbozo de la imagen del vino fermentado; en contra de eso,
Isaías, Habacuc y Ezequiel, y con más fuerza Jeremías (Jer 25, 27; 48, 26;
49, 12), desarrollan de manera mucho más extensa el tema. Jer 25, 15
despliega esta imagen en el contexto de un acto simbólico: la copa de la ira
es copa de embriaguez, con la que Dios emborracha y destruye a los
hombres, a los pecadores, para que ellos se mantengan en el mal y sufran
hasta el n.
75, 10‒11. El poeta se vuelve ahora de un modo agradecido y alegre al
futuro proféticamente desarrollado que sigue a su propio presente. Con
ואניél se presenta a sí mismo como miembro de la iglesia oprimida, frente
a los opresores orgullosos; de esa forma quiere a rmarse como heraldo
perpetuo de la obra siempre memorable de la redención.
Así dice ~( לעולםl'_[ol. dyGIåa; ynIa]w,â) porque él se presenta a sí
mismo como alguien que está de tal forma entregado al Dios redentor que
con su ayuda nunca morirá. Él es un miembro de la ecclesia pressa, de
manera que será también miembro de la ecclesia triumphans; porque ει ̓
ὑπομένομεν, καὶ συμβασιλεύσομεν, porque si nos mantenemos rmes
reinaremos también con él (2 Tim 2, 12). De esa manera, con la certeza de
que reinará con Dios (con συμβασιλεύειν), con el Dios que se muestra ya
poderoso en su debilidad, el salmista se descubre vinculado en 75, 11 al
Dios cuya obra ha presentado y desarrollado en el Sal 75, 8.
Sobre esta imagen (cuernos como signos de poder), cf. Dt 33, 17; Lam
2, 3, y especialmente los cuatro cuernos de la segunda visión de Zac 2, 1; 1,
18. El plural en ambos casos es קרנותy קרני, cuernos de los malvados y de
los justos
(qyDI(c; tAnðr>q,) hn"m.m;ªArT.÷ [,DE_g,a] ~y[iäv'r> ynEår>q;-lk'w>).
Esos cuernos son aquí signos de ataque y defensa. Los cuernos
sobrenaturales mantienen de esa forma su soberanía sobre los cuernos
naturales, corporales. El salmo termina así con un tema subjetivo o
personal del salmista, como había comenzado. La visión profética queda
expresada, según eso, de una forma lírica.
La tierra tembló y quedó callada, dice el Sal 76, 9; la tierra tembló y quedó
conmocionada, dice Sal 77, 19. Este pensamiento común es como el lazo
con el que quedan vinculados estos dos salmos.
En un sentido general puede decirse que el poeta del Sal 77 vuela de la
situación de tristeza actual a la memoria de los viejos tiempos, y se
consuela de un modo especial con la liberación de Egipto, un gesto tan rico
en maravillas. Por lo demás no queda claro el tipo de a icción nacional que
lleva al salmista a refugiarse desde el Dios actualmente escondido en el
Dios que antiguamente se manifestaba.
De todas formas, no se trata de una a icción puramente personal, sino,
como lo muestra la búsqueda de revelaciones antiguas en el contexto de la
historia nacional, tiene que tratarse de una a icción compartida con el
conjunto de su pueblo. En medio de esta retrospectiva hímnica el salmo
parece acabar y romperse de repente en 77, 20, de forma que algunos
como Olshausen piensan que se trata de un salmo mutilado y otros como
oluck piensan que el autor no pudo terminarlo.
Pero como muestran Sal 77 y 81, esta es una manera asá ca de concluir
una visión histórica, sin que la línea de pensamiento tenga que volver a su
principio. Allí donde este salmo acaba, empieza Hab 3, retomando el
argumento y siguiendo en adelante. En esa línea, el profeta comienza con
la oración por la que pide a Dios que haga que revivan los hechos antiguos,
desde los tiempos de Moisés, acordándose de su misericordia en medio de
la ira. Pues bien, dicho eso, a partir de ese momento, con guras y palabras
tomadas de nuestro salmo, Habacuc describe un nuevo camino de
redención, por el que se supera y trasciende lo antiguo.
Esto queda claro: que el Sal 77 es anterior que Habacuc. Ciertamente,
Philippson considera que las mutuas relaciones entre Habacuc y Sal 77 son
accidentales y que se limitan a la semejanza general de ciertas
expresiones. Pero, en contra de eso, según Hitzig, el autor de este salmo es
lector e imitador de Hab 3.
En esa línea, conforme a lo que hemos probado en nuestro
Comentario de Habacuc (1843, p. 118-125), pienso que la relación mutua
entre el Sal 77 y Hab 3 es muy profunda, pero en un sentido inverso al que
propone Hitzig. Estoy convencido de que ha sido este salmo el que ha in
uido mucho en la visión profética de Habacuc, que lo ha reelaborado.
En ese sentido podemos a rmar que, en general, los salmos asá cos
están llenos de esquemas teológicos novedosos y valientes, que han sido
después completados por los escritores proféticos. Así ponemos aquí de
nuevo la pregunta: ¿cómo ha sido posible que un salmo sombrío como el
Sal 77, dirigido hacia la historia del pasado, haya podido ser recreado o
expandido en Hab 3, con su gozosa mirada dirigida hacia adelante, hacia
un luminoso y bendito futuro?
La razón nos parece clara: Hab 3 se funda en la visión retrospectiva del
Sal 77, pero con la con anza de que la plegaria del orante de este salmo ha
sido escuchada. De esa forma, con la certeza de que esa oración ha llegado
hasta el Altísimo, el profeta puede abrir su mente a la nueva acción de
Dios, en la que se revive y cumple la liberación anunciada, iniciada, en los
días de Moisés.
Esto es todo lo que puede a rmarse: que el Sal 77 es anterior a
Habacuc, profeta que actuó públicamente en el reinado de Josías, o quizá
incluso durante el tiempo de Manasés. De una comparación entre Sal 77,
3. 16 y Gen 37, 35, no se puede sacar la conclusión de que la caída del
reino de las diez tribus, que había sucedido en ese tiempo (durante el
reinado de Manasés) fue un tema importante de pena o dolor para el
autor de este salmo. En los versos de este salmo no se pueden encontrar
más referencias a ese posible acontecimiento de la caída del reino del
norte. De todas formas, los salmos asá cos ponen de relieve en su conjunto
la importancia de las tribus de José.
La tarea del preceptor o músico principal se atribuye en este salmo a
Jedutún (keré Jedutun), con ( עלSal 62, 1), que suele alternar con ( לSal 39,
1).
Por otra parte, la hipótesis de que ידותוןse está re riendo aquí al conjunto
de los jedutunitas (que serían “supervisores” de los textos) es posible, pero
no tenemos ejemplos que puedan con rmarla. El esquema estró co del
salmo es 7. 12. 12. 12. 2. Las tres primeras estrofas o grupos de esticos
terminan con Selah.
77, 2‒4. El poeta está resuelto a orar sin descanso, y así lo hace, aunque su
alma se encuentre sin consuelo, y muy tentada por la gran diferencia que
existe entre los días antiguos y los tiempos actuales. Conforme a la
puntuación, ( והאזיןyl'(ae !yzIïa]h;w>, y/porque me escucha) parece ser un
imperativo, según la forma הקטיל, en lugar de הקטלy הקתילה, cf. Sal 94, 1; Is
43, 8; Jer 17, 18, cf. también Sal 142, 5; 2 Rey 8, 6, passim. En esa línea, el
sentido es et audi con el signi cado de ut audias, que oigas (cf. 2 Sam 21,
3).
Los pretéritos del Sal 77, 3 expresan algo que ha comenzado y que
seguirá realizándose. Durante este tiempo presente de a icción, el salmista
se dirige al Señor, que (a su juicio) se ha separado de él o que le ha
abandonado. Su mano está abierta, está extendida (pero no “derramada”,
porque el sentido radical de נגר, hr"G>nIâ hl'y>l,å ŸydIÛy", extendí mis
manos en la noche es protrahere, como indica el siríaco). Eso signi ca que
el orante sigue empeñado y cansado en la noche en oración, pero, a pesar
de ello, se mantiene rme (con אמּונה, como en Ex 17, 12), extendidas sus
manos hacia el cielo.
Su alma de orante carece de alivio, y todos los consuelos se alejan de
él, como si rebotaran ante su presencia (cf. Gen 37, 35; Jer 31, 15). Si
recuerda a Dios, que en otro tiempo estuvo cerca de él, se siente movido a
gemir (cf. Sal 55, 18, Sal 55, 3; sobre la forma cohortativa de los verbos en
lamed he, cf. Gesenius 75, 6), porque Dios está separado de él. Por eso,
cuando el salmista suplica para encontrar a Dios de nuevo, su espíritu
vuelve a ponerse en vela, introduciéndose en la noche y debilidad (התעּטף
como en Sal 107, 5; Sal 142, 4; Sal 143, 4). Cada uno de los dos miembros
del Sal 77, 4 son prótasis y apódosis. Sobre este tipo de estructura
emocional de la sentencia, cf. Ewald, ٣٥٧b.
77, 5‒10. El poeta dice que sus párpados son yn"+y[e tAråmuv.
(guardianes de mis ojos). Dios mismo es quien los mantiene abiertos en
oración, mientras que él (el poeta), ya agotado, quisiera dormir y
descansar. Esa mirada hacia Dios mantiene despierto al poeta, a pesar de
la sobrecarga de sus preocupaciones. Hupfeld y otros traducen así: “Tú has
mantenido, tú has hecho que estén despiertas las vigilias de la noche de
mis ojos”, pero esta expresión resulta poco precisa. Los pretéritos
establecen lo que ha sucedido hasta ahora, y no ha culminado todavía.
El poeta se mantiene como antes, recibiendo los mismos golpes y
ataques, como si estuviera atado sobre un yunque ()ּצעם, y su voz le fallara.
En este momento comienza el soliloquio silencioso, en lugar de la oración
audible anterior. De esa forma, él vuelve en pensamiento a los días
antiguos (Sal 143, 5), a los años de períodos pasados (Is 51, 9), en los que
había recibido pruebas tan abundantes del poder y de la ternura amorosa
de Dios, que se le manifestaba como un Dios cercano; pero ese Dios se
encuentra ahora escondido.
El salmista recuera el pasado más feliz de su pueblo, y el suyo en
particular, y de esa manera, en medio de la noche, él hace que vuelva en la
oscuridad de su mente el tiempo en el que la gozosa acción de gracias le
impulsaba a cantar las alabanzas de Dios, acompañado por la música del
arpa (la palabra ּבּלילה, en la frase hl'y>L"ïB;ñ ytiªn"ygIn> hr"îK.z>a<), se
vincula según los acentos con el verbo, no con נגינתי, aunque esa
construcción tendría a su favor una serie de pasajes paralelos como los de
Sal 16, 7; Sal 42, 9; Sal 92, 3, cf. Job 35, 10).
Pues bien, en contra del consuelo que recibía de los cantos de antaño,
ahora se siente hundido en medio de sus gritos, de sus suspiros y del
silencio triste que le ha dominado. Por eso, ahora, se dedica a murmurar
con el corazón, es decir, en el retiro más profundo de su naturaleza, y de
esa forma permite que sus pensamientos vengan y vayan entre el tiempo
presente y los días antiguos, de manera que, a causa de esto (con un
futuro consecutivo, hx'yfi_a' hr"îK.z>a<) , como en el Sal 42, 6), su espíritu
se encuentra rumiando, como si estuviera lleno de escrúpulos (que los LXX
reproducen con la palabra σκάλλειν; Aquila con σκαλεύειν), mientras que
el con icto de su tentación interior crece cada vez más.
Ahora siguen las dos preguntas de duda que brotan de su situación de
hombre tentado, que se expresan en 77, 8-10 (cf. Sal 85, 7): el salmista
quiere saber si Dios ha abandonado su misericordia y su promesa, aunque
sabe que ese abandono iría en contra del carácter incambiable de su
naturaleza (Mal 3, 6) y de la inviolabilidad de su alianza. En esa línea אפס
(AD=s.x; xc;n<ål' speäa'h,) alterna con ( ּגמרrdo*w" rdoæl. rm,ao÷ª rm;G"ï,
cf. Sal 12, 2).
Por su parte, חּסותes un in nitivo constructo, formado en la línea de los
verbos lamed he, a pesar de que esos verbos suelen construirse como in
nitivos absolutos (ׁשּמות, Ez 36, 3, cf. Coment. a Sal 17, 3). Tanto Gesenius
como Olshausen (que tienen dudas de esta forma de in nitivo: p. 245s)
explican esta palabra en la línea de Aben-Ezra y Kimchi, como plural de un
substantivo (que sería )חּסהpero, teniendo en cuenta el ejemplo que ellos
citan del libro de Ezequiel (cf. Hitzig), ese tipo de plural substantivado es
sintácticamente imposible.
En el último verso del Sal 77 Israel aparece como un rebaño dirigido por
Moisés y en el último del Sal 78 como un rebaño dirigido por David, un
hombre de puro corazón, con manos dispuestas a la justicia. Ambos salmos
concuerdan en pensamientos y expresiones, y en el encabezado לאסףque
uno esperaba en ellos.
El Sal 78 lleva el nombre de masquil, una meditación. En este contexto,
esa palabra puede llevar también el signi cado de “poema didáctico”, pues
la historia de Israel aparece recapitulada aquí desde la perspectiva de la
salida de Egipto, a lo largo del tiempo de los jueces hasta David, y eso con
la aplicación práctica para los tiempos actuales, diciendo a los israelitas
que deben apoyarse elmente en Yahvé, mejor que lo que había hecho la
generación de sus padres.
En la línea de los salmos de Asaf, los efraimitas reciben aquí una
importancia especial dentro del conjunto del pueblo; pero este salmo pone
de relieve su desobediencia, lo mismo que el rechazo del santuario de Silo
y la elección de David, con lo que terminó para siempre la supremacía de
Efraím y también la de su tribu hermana de Benjamín.
Algunos se han opuesto al origen asá co del salmo, por dos razones: (1)
porque el Sal 78, 9 se re ere no solo a la apostasía de Efraím, sino también
a la de otras tribus, centrándose en la división del reino; pero esta
referencia está introducida de un modo capcioso en 78, 9, y no responde al
argumento principal del texto; (2) porque este salmo expresa un tipo de
malicia o, mejor dicho, un tipo de odio nacional en contra de Efraím, cosa
que solo se puede explicar después de la apostasía de las diez tribus; pero
esta separación y estos celos entre Efraím y Judá son anteriores a la
ruptura de la unidad del reino.
A causa de su posición geográ ca, las tribus del norte, que estaban más
expuestas al contacto con el mundo pagano habían aceptado rasgos
distintos de los rasgos de Judá, que seguía viviendo bajo un tipo de
organización patriarcal. Ellos, los de las tribus del norte, podían gloriarse
de tener una historia más movida y más guerrera, más rica en opresiones.
En el tiempo de los jueces no existen casi referencias a Judá, de forma que
los jueces pensaron menos en esa tribu, mientras que la de Efraím se
tomaba a sí misma como la más sobresaliente de todas.
Pues bien, desde el comienzo de la persecución de Saúl en contra de
David, cuando los habitantes de la tribu de Judá entraron en con icto por el
dominio político con las tribus de Israel (oponiéndose a la forma de vida
más laxa de los efraimitas), hasta la rebelión de Jeroboam contra Salomón,
se dieron una serie de acontecimientos que mani estan un tipo de escisión
entre Judá y las otras tribus, especialmente las de Benjamín y Efraím.
Por eso, aunque este salmo 78 tuviera un tono de hostilidad contra
Efraím, eso no es una prueba en contra de su origen asá co antiguo, pues
el salmista se apoya en hechos antiguos. De esa manera, sin fundar su
preferencia por Judá sobre unos méritos propios de esa tribu, el salmista
contempla el pecado de Efraím, sin ningún tipo de orgullo a favor de Judá,
en conexión con el pecado de toda la nación, pecado que implica la
responsabilidad de todos.
En esa línea, el verso Sal 78, 68 no va en contra de Asaf,
contemporáneo de David, pues Asaf puede haber visto la construcción del
templo de Jerusalén, tal como se elevaba hacia los cielos. Más aún,
Caspari, en su trabajo sobre el Santo de Israel (Luther. Zeitschrift, 1844, 3)
ha mostrado que incluso la utilización del nombre divino ( יׂשראל קדוׁשel
Santo de Israel) no se opone a la visión teológica de este salmo, que
responde a la teología de los salmos de Asaf, en su tiempo originario.
En conexión con el Sal 76 he puesto de relieve la intensa relación entre
Isaías y el lenguaje de los Salmos de Asaf. Esto no puede sorprendernos,
pues Asaf fue predecesor de Isaías en el uso del nombre del Santo de
Israel. Por otra parte, el hecho de que el autor de este salmo tome las
palabras y matices de su narración de los cinco libros del Pentateuco, con
la excepción del Levítico, no se opone tampoco a nuestra visión de la
antigüedad y del carácter originario del Pentateuco, sino que está a favor
de ella.
El autor del libro de Job, con el que el Sal 78, 64 coincide verbalmente,
es para nosotros más reciente. Y los puntos de contacto con otros salmos
que llevan el encabezado de “David”, de “los hijos de Koreh” o de “Asaf”
no pueden emplearse para determinar el tiempo de surgimiento de este
salmo, porque nuestro poeta, el autor del Sal 78, no es mero imitador de
otros autores.
La forma de presentación de los temas en este salmo resulta épica por
su extensión, pero ella es, al mismo tiempo, concisa y sentenciosa. Las a
rmaciones históricas separadas tienen un estilo gnómico y una gran
elegancia, como si fueran perlas. El conjunto se divide en dos partes
principales (1-37 y 38-72); la segunda parte pasa de la in delidad de Israel
que tienta a Dios en el desierto a la in delidad de Israel en la tierra de
Canaán. Cada tres estrofas forman un grupo.
78, 1‒8. El poeta comienza de un modo parecido al del Sal 49, y de esa
forma se eleva sobre el pueblo como un predicador y pide a sus oyentes
una escucha atenta. Las palabras sobre la Torá, ( ֹוורהyti_r"AT yMi[;â
hn"yzIåa]h;, escucha pueblo mío mi ley) se re ere a toda doctrina o
instrucción humana, especialmente la de los profetas, que retoman y
propagan la substancia de la enseñanza divina. Pues bien, Asaf es un
profeta, y así lo reconoce Mt 13, 34 cuando cita este salmo 78, 2 como
ῥηθὲν διὰ τοῦ προφήτου (lo dicho por el profeta)9.
Este profeta-salmista cuenta al pueblo su historia, מּסי־קדם, desde
antiguo, es decir, desde la edad egipcio-sinaítica en adelante, partiendo del
momento en que Israel alcanzó su independencia nacional y su lugar
especí co en relación con el resto del mundo. Sin embargo, lo que el
salmista quiere exponer no son los rasgos externos de esa historia, sino sus
enseñanzas internas.
El mashal, ( מׁשלcf. 78, 2: yPi_ lv'äm'b. hx'äT.p.a,, mi boca abriré en
proverbios) es un tipo de proverbio, una alegoría o parábola, παραβολή, y
más en concreto un apotegma, que es el tipo de poesía que forma parte
del género de la hokma o sabiduría. Se trata, pues, en general, de un tipo
de discurso escrito en estilo elevado, lleno de guras, de pensamientos
piadosos y bien redondeados.
De todas formas, el poeta no quiere decir que expondrá un discurso
literario de tipo gnómico, con sentencias y adivinanzas, sino que expondrá
la historia de los padres en forma de parábola y enigma, de manera que
quiere presentarla como una historia didáctica, a n de que los
acontecimientos pasados sean como signos de interrogación y de
comprensión (de cambio) para la presente edad.
Los LXX traducen así: ἀνοίξω ἐν παραβολαῖς τὸ στόμα μου, φθέγξομαι
προβλήματα ἀπ ̓ ἀρχῆς, abriré en parábolas mi boca, expondré problemas
que vienen del principio… Matizando el tema, el evangelio de Mateo 15, 35
pone: ἀνοίξω ἐν παραβολαῖς τὸ στόμα μου, ἐρεύξομαι κεκρυμμένα ἀπὸ
καταβολῆς (κόσμου), abriré en parábolas mi boca, investigaré las cosas
escondidas desde el principio del mundo. Según eso, Mateo reconoce en
este lenguaje del salmo una profecía de Cristo, pues se adapta
perfectamente a su boca; según eso, Jesús no es solo el cumplimiento de la
Ley y de la Profecía, sino también el sentido más profundo de la vocación y
mensaje de este poetaprofeta del salmo.
Pues bien, lo que sigue en 78, 3 no es una cláusula de relativo
perteneciente a los enigmas de la edad antigua, sino que con אׁשר
comienza el relato de cosas ya conocidas, que solo se vuelven enigmas por
la forma en que el poeta las asume e interpreta. De esa manera, con 78, 3
comienza un período nuevo (cf. Sal 69, 27; Jer 14, 1, passim). Así dice el
poeta: lo que nuestros padres han oído, y en consecuencia conocido, lo
que ellos nos han dicho (palabra a palabra, como en Sal 44, 1; Jc 6, 13), eso
no debemos esconderlo a nuestros hijos (cf. Job 15, 18).
La acentuación es perfecta. El rebıâ ( מבניהםen 78, 4: ~h,ªynEB.mi
Ÿdxe’k;n> al) tiene más fuerza que el rebıâ en !Arªx]a; rAdðl.. Por eso ha
de traducirse: eso lo diremos a la próxima generación (la que sigue a los
padres antiguos). Lo que debe contarse son, por tanto, los hechos
gloriosos de Yahvé, etc. El futuro consecutivo וּיקםse apoya en אׁשר עׂשה.
Este es el tema del salmo: los hechos gloriosos de Dios, las pruebas de
su poder en Israel, los milagros que él realizó y, en conexión con eso, el
mandato que puso a los hijos de Jacob, diciéndoles que propagaran por
tradición el recuerdo y sentido de esos hechos poderosos (Ex 13, 8; Ex ١٣,
14; Dt 4, 9, passim). Ese mandato que Dios impuso a los hijos de Jacob,
para que lo noti caran o transmitieran a sus hijos (~h,(ynEb.li ~['ªydIAhl.÷)
tiene el mismo objeto que והודעֹוםen Dt 4, 9; Jos 4, 22.
El tema en cuestión no es, por tanto, la acogida y cumplimiento de la
Ley (cosa que debería haberse mencionado expresamente), sino la
proclamación (transmisión) de los magnalia Dei, e indirectamente la
promoción de la con anza en Dios con la delidad posterior a la Ley (cf. Sal
81, 5, donde el precepto especial, relacionada con la esta de la Pascua,
viene descrito como עדּותestablecida en José). Este es, pues, un mandato
de “recuerdo”, de transmisión de los grandes hechos de Dios, de padres a
hijos, en el curso de las edades.
Ese mandato central de Israel se formula de esa manera: que los hijos
conozcan los hechos de Dios, de forma que puedan elevarse a partir de su
recuerdo (יקּומּו, no simplemente nacer a la vida externa) y transmitirlo a la
siguiente generación, a n de que los nuevos israelitas puedan poner su
esperanza en Dios (ׂשים ּכסל, como מחסה ׂשיםen el Sal 73, 28), sin olvidar sus
hechos poderosos (Sal 118, 17), guardando así sus mandamientos,
evitando la desobediencia de sus padres.
Esta generación de los israelitas desobedientes a quienes no deben
imitar los que escuchan y acogen este salmo son los que forman la
generación terca y rebelde (hr<îmoñW rrEáAs érAD, 78, 8), que pueden
compararse con los hijos degenerados que han de ser lapidados conforme
al mandato de Dt 21, 18. Esa fue la generación que no mantuvo recto su
corazón, que no fue el a Dios. Pues bien, en contra de esa generación, el
salmista quiere enseñar la buena doctrina a los nuevos israelitas para que
escuchen su palabra y sean eles a Dios (cf. en esa línea Sal 78, 37; ٢ Cron ٢٠,
33; Ecl 2, 17).
78, 9‒11. El verso 78, 9 que ahora aparece en el centro de esta descripción
es torpe y poco inteligible. La suposición de que la frase “hijos de Efraím”
es una forma de referirse a todo Israel queda refutada por 78, 67. La visión
histórica retrospectiva de este salmo insiste en la elección de Judá. En ese
contexto no tiene sentido llamar hijos de Efraím a todos los israelitas. Y, sin
embargo, por otra parte, lo que aquí se dice de los efraimitas puede
aplicarse en general a todos los israelitas, como dirá el Sal 78, 57.
El hecho de que se aluda especialmente a los efraimitas, dentro del
conjunto de la generación de todo Israel, puede y debe entenderse por el
interés especial que los salmos de Asaf muestran por las tribus de José y
aquí, de un modo especial, a modo de preparación, por lo que se dirá
después del rechazo de Silo y de Efraím. En 78, 10-11 se sigue hablando
todavía de los efraimitas, y solo en 78, 12, cuando se hable de “sus padres”
el salmista volverá a ocuparse de toda la nación de Israel.
Los efraimitas reciben el nombre de tv,q"+-ymeAr yqEïv.An, hábiles
arqueros, en el sentido de נוׁשקי קׁשת רומי קׁשת. Esas dos formas constructas
de participio no están en subordinación una de la otra, sino en
coordinación, como en Jer 46, 9; Dt 33, 19; 2 Sam 20, 19, como en otros
lugares donde encontramos dos sustantivos, de los cuales uno es la
explicación del otro, combinados en forma de estado constructo, como en
Job 20, 17, cf. 2 Rey 17, 13, en keré. Aquí se trata, por tanto, de hombres
que preparan el arco, es decir, que llevan el arco como arma de guerra (
נׁשקcomo en 1 Cron 12, 2; 2 Cron 17, 17), esto es, hombres que disparan
echas, que lanzan proyectiles militares con el arco (Jer 4, 29), cf. Böttcher,
728.
Lo que aquí se dice de ellos (que vuelven la espalda en el día de la
batalla, con Wkªp.h’÷, como en Jc 20, 39; Jc ٢٠, 41) está en contraste con
su habilidad como arqueros y soldados, de manera que aparece aquí como
una nota discordante en el conjunto del discurso. ¿Se quiere decir aquí que
la poderosa y guerrera tribu de Efraím terminó cansada en la obra de la
conquista de Canaán (Jc 1) y que no rindió los servicios que podían haberse
esperado de ella? Ciertamente, pero, dado que la visión histórica
retrospectiva no entra en detalles hasta 78, 12 en adelante, esta referencia
especial vendría aquí demasiado pronto. Según eso, esta a rmación ha de
entenderse de un modo más general, es decir, en la línea de 78, 57, de un
modo gurado.
Así se dice, pues, de un modo general, que Efraím se mostró inestable
y poco constante en la defensa y promoción de la causa de Dios, de forma
que terminó abandonándola. Los efraimitas no actuaron, por tanto, como
lo requería la Ley de Dios; se negaron a caminar (ללכת, cf. Ecl 1, 7) dentro
de los límites y tareas de su Torá, es decir, de la Ley israelita, de la que
ellos habían sido testigos, bajo la guía de Moisés y de Josué, lo mismo que
los miembros de otras tribus de Israel.
78, 12‒16. Ahora se pone de relieve la forma maravillosa en la que Dios
dirigió a los padres de esos efraimitas, que se comportaron de manera tan
negativa, habiendo sido como eran la tribu dirigente de Israel. El salmo
describe la manera en que ellos, una y otra vez, respondieron a Dios de un
modo perverso, mientras Dios les seguía dando pruebas de su poder y de
su ternura amorosa.
En este contexto se alude a la ciudad muy antigua (cf. Num 13, 22) de
Zoán (Tanis), antiguo egipcio Zane, copto Gane, en la ribera oriental del
brazo tanaítico del Nilo (se llama tanaítico precisamente por la ciudad de
Tanis). Conforme a las investigaciones a las que ha conducido el Papiro 112
de Turín, esa ciudad se identi ca con Avaris (cf. Coment. a Is 19, 11)10 y fue
la sede de las dinastías de los hicsos que gobernaron en la parte oriental
del delta, donde, tras haber sido derrotados por Ramsés II, el faraón del
cautiverio de los israelitas, para congraciarse con la masa enfurecido de la
población semítica del Bajo Egipto, aceptaron la adoración de Baal,
instituida por el rey Apo s.
La colosal gura sedente de Ramsés II en el patio de columnas del
Museo Real de Berlín es, según Brugsch (Aus dem Orient II, 45), la gura que
el mismo Ramsés dedicó al templo de Baal en Tanis, colocada ante su
entrada.
Este gran coloso es contemporáneo de Moisés que, ciertamente, alguna
vez pudo mirar ese monumento, cuando el Sal 78 dice que Dios “obró
maravillas en la tierra de Egipto, en el Campo de Zoán”. Por otra parte, el
salmista se coloca muy cerca de la Torá o Pentateuco en la reproducción
de la historia del Éxodo, de tal forma que debió tener ante sí la totalidad
del Pentateuco, en sus diversas partes, partiendo del Deuteronomio, con
elementos elohistas y yahvistas.
Conforme al principio según el cual Dios hizo maravillas (cf. 78, 12:
al,p,_ hf'["å, con el comentario al Sal 53, 5), el texto primario del que
deriva Sal 78, 13
(cf. נוזלים, Sal 78, 16) es Ex 15, 8, con la palabra central ( נדcf. dnE)-AmK.
~yIm,ï-bC,Y,w,), detuvo las aguas como un muro), es decir, como una
especie de masa elevada, como en el Sal 33, 7. En esa línea, el Sal 78, 14 es
una abreviación de Ex ١٣, 21. En el Sal 78, 15, el texto alude a uno de los
dos momentos en los que en la travesía del éxodo los israelitas reciben
agua de la roca, en el primer año del éxodo, según Ex 17 (el segundo
momento está evocado en el año 40, cf. Num 20).
El piel יבּרעy el plural צריםse entienden en este contexto. Por su parte,
ר ּבהno es un adjetivo (según la analogía de )ֹוהום רּבה, sino un adverbio,
como el Sal 62, 3, pues el hecho de dar agua para beber necesita un cali
cativo, pero ( תהמותlos abismos) no necesita ninguna cali cación.
Este salmo es en todos los sentidos el complemento del Sal 74. Los puntos
de contacto no son simplemente de estilo (comparar el Sal 79, 5 ¿hasta
cuándo…? con Sal 74, 1. 10), sino de temática de fondo. Compárese
239 porque dirán los gentiles, “¿dónde está su Dios?” ¡Sea notoria en las
naciones, delante de nuestros ojos, la venganza de la sangre de tus siervos que ha
sido derramada!
240 Llegue delante de ti el gemido de los presos; conforme a la
grandeza de tu brazo preserva a los sentenciados a muerte,
241 y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete veces más la
infamia con que te han deshonrado, Jehová.
también 79, 10, י ּודעcon 74, 5; y 79, 6 (^W[ïd"ñy>-al{ rv<áa] é~yIAGh;-la)
con Sal 79, 2. Por otra parte, la visión de Israel como un rebaño que es un
tema central de todo el Sal 79 aparece también en Sal 74, 1 y Sal ٧٤, 19.
La mutua relación de esos dos salmos (79 y 74) es todavía más
profunda. Ambos tienen el mismo estilo asá co, ambos están en la misma
relación con Jeremías, y los dos se lamentan de las mismas circunstancias
de su tiempo, respecto a la destrucción del templo y de Jerusalén. En esa
línea, esos lamentos solo pueden situarse en dos momentos de la historia
de Israel: en la era de los seléucidas (1 Mac 1, 31; 3, 45, 2 Mac 8, 3) o en el
período de la destrucción de Jerusalén por los caldeos15.
En un sentido resulta más probable la referencia a la profanación del
templo y a la matanza de los siervos de Dios, los hasidim (1 Mac 7, 13; 2
Mac 14, 6), algo que solo puede referirse a la era de los seléucidas. En esa
línea podemos a rmar que la obra de la destrucción del templo, que había
comenzado en el Sal 74 aparece completada ahora en el Sal 79; y tanto en
un salmo como en otro tenemos la impresión de que los ultrajes no
provienen de una guerra abierta (con la destrucción total de la ciudad,
como en el año 587 a. C., en la era de los caldeos), sino de un tipo de
persecución de fondo religioso (como en el tiempo de los macabeos), pues
en ese tiempo más que el edi cio externo del templo se destruyó su
“sacralidad”, y los creyentes corrían el riesgo de ser masacrados.
Ciertamente, además de mostrar otros contactos signi cativos, los
temas básicos de Sal 79, 6-7 aparecen repetidos al pie de la letra en Jer 10,
25, de manera que parece más probable que Jeremías haya tomado esas
palabras de un salmo anterior, y en esa línea Hengstenberg ha observado
correctamente que las palabras inmediatamente anteriores de Jer 10, 24
parecen depender del Sal 74 o 79. Pero, dado que no hay en el tiempo
anterior a los macabeos ninguna historia en la que puedan situarse unos
lamentos como los de este salmo, podemos y debemos pensar que en este
caso el texto de Jeremías es anterior y ha servido de ejemplo para el
salmista. Según eso, el texto de Jeremías nos parece anterior.
Así lo muestra también el hecho de que Sal 79, 6-7 ha cambiado el uso
más correcto de algunos términos de Jeremías con palabras menos
adecuadas; así el salmo cambia el עלde Jeremías y pone en su lugar un ;אל
también cambia la palabra más elegante מׁשפחותpor ממלכות, y el plural אכלּו
por אכל. En estos y otros casos, el lenguaje de Jeremías es más original,
más lleno de vida. Por eso, pensamos que el Sal 79 (lo mismo que el 74) es
posterior, está vinculado a la historia de los macabeos y depende en su
terminología de los textos más ajustados y elegantes de Jeremías16.
79, 1‒4. El salmo comienza con un lamento elevado hacia Dios, y sus
palabras iniciales se parecen a Lam 1, 10. La profanación no excluye la
destrucción del templo, convertido en cenizas; al contrario, parece
suponerla de un modo espontáneo, lo mismo que el Sal 74, 7, con un
incendio intencionado del templo. El lamento de 79, 1 se parece al de la
profecía de Miqueas 3, 12, que en su tiempo causó mucha impresión y
oposición (cf. Jer 26, 18). Cf. también Sal 79, 2; Dt ٢٨, 26. Pero todo eso no
exige que el templo haya sido totalmente destruido, como sucedió en la
conquista de los caldeos, el 587 a. C., sino solo profanado, como en el caso
de los macabeos.
La palabra עבדיך, tus siervos (cf. ^yd<ªb'[] tl;ìb.nI-ta, Wn³t.n")) con ere
el honor del martirio a los que han sido masacrados en esas circunstancia.
Los LXX traducen (( לעיים#r<a'(-Aty>x;l., a las bestias de la tierra) por εἰς
ὀπωροφυλάκιον, un motivo de opresión que deriva de Is 1, 8. Sobre la cita
tomada de memoria por 1 Mac 7, 16s, cf. introducción al Sal 74.
El traductor del original hebreo del primer libro de los Macabeos
muestra que está familiarizado con el Salterio de los LXX (cf. 1 Mac 1, 37,
καὶ ἐξέχεαν αἷμα ἀθῷον κύκλῳ τοῦ ἁγιάσματος: y derramaron sangre
inocente…). “Como agua” (cf. Dt 15, 23), es decir, como si la sangre no
tuviera más valor que el agua, sin escrúpulo ninguno. El Sal 44, 14 se repite
en 79, 4. En el tiempo de la catástrofe de los caldeos esto se aplicaría de un
modo más preciso a los idumeos.
79, 5‒8. El texto comienza con una pregunta (¿hasta cuándo, Jehová?
¿estarás airado para siempre, y tu furor seguirá ardiendo como un
fuego…? cf. Dt 32, 22). Pero esa pregunta se convierte pronto en oración
(Sal 79, 6). El salmista pide a Dios que dirija su ira en contra de los paganos
que, siendo enemigos, están siendo ahora utilizados por Dios para castigar
a su pueblo.
Ciertamente por la forma del texto no se puede a rmar que las
palabras de Sal 79, 6-7 están tomadas sin más de Jer 10, 25. Pero, en
conjunto, el argumento y la línea central del salmo aparecen de manera
más original en Jeremías, con un estilo que es exactamente propio del
profeta, cf. Jer 6, 11 y 2, 3, en relación con el Sal 49, 20. Por eso, tenemos
que pensar que el discurso de Jeremías es anterior a nuestro salmo.
La partícula אל, en vez de על, que aparece después de ׁשפךen el versículo
79, 5 (^W[ïd"ñy>-al{ rv<áa] é~yIAGh;-la,( ^’t.m'x] %poÝv., ¡derrama tu
ira sobre las naciones que no te conocen!) es poco correcta. El singular אכל
(bqo+[]y,-ta,( lk;äa' yKi, porque devoran a Jacob) reúne en una expresión
las a rmaciones de Is 5, 26; Is 17, 13. El hecho de que Dios haya concedido
ese poder a las naciones sobre Israel se funda en los pecados de Israel.
Por 79, 8 se puede inferir que el texto está evocando la apostasía que
devastó ya de antiguo la vida de Israel. ראׁשניםno es un adjetivo (Job 31,
28; Is 59, 2), pues si lo fuera tendría que expresarse con עונותינו חראׁשנים
(nuestros pecados antiguos), sino que es un sustantivo en genitivo, y se re
ere a las iniquidades de los antepasados (Lev 26, 14, cf. Sal 39, 1-13). Sobre
el Sal 79, 8, cf. en conjunto con Jos ٦, 6.
Como es evidente a partir del Sal 79, 9, el poeta no quiere decir que la
generación presente (no teniendo culpa en sí misma) tiene que expiar la
culpa de sus padres (en contra de Dt 24, 16; 2 Rey 14, 6; Ez 18, 20). El
salmista aparece aquí como uno de los israelitas ya convertidos, que no
siguen cometiendo los pecados de los antepasados, es decir, él aparece
como alguien que se ha colocado ya en un espacio nuevo de perdón y de
gracia redentora.
79, 9‒13. Dios no quiere, ciertamente, la victoria del mundo. Por tanto, su
propio honor no puede soportar que ese mismo mundo, al que ha utilizado
para castigar a su pueblo, pueda aparecer para siempre como
orgullosamente triunfante. La palabra ^( ׁשמךm<)v. ![;m;äl.) se repite con
énfasis al nal de la petición del Sal 79, 9, conforme a la gura literaria de la
epanáfora (repetición de sonidos).
על־ּדברtiene el mismo sentido que למען, como en el Sal 45, 5, cf. Sal 7,
1, y se utiliza también en el Pentateuco. Por su parte, la expresión de “por
qué han de decir los gentiles…” aparece también en la Torá (Ex 32, 12, cf.
Num 14, 13-17; Dt 9, 28). Aquí (cf. Sal 115, 2) se funda en Joel 2, 17.
El deseo expresado en el Sal 79, 10 está apoyado en Dt 32, 43. El
poeta, en compañía de sus contemporáneos, como testigos oculares,
desea tener la experiencia que Dios ha prometido para los últimos
tiempos, es decir, quiere que Dios se vengue de la sangre de sus siervos. La
petición de Dt 32, 11 es semejante a la del Sal ١٠٢, 21, cf. Sal 18, 7. La
palabra אסירde 79, 11 (cf. rysiîa'ñ tq,án>a, é^yn<p'l. aAbåT'Û, llegue a tu
rostro el gemido de tus presos) evoca de un modo individual la suerte de
los cautivos y encarcelados.
( תמּותה ּבניhijos de la muerte) son aquellos a los que Dios no preserva
con la grandeza de su brazo (ht'(Wmt. ynEåB. rteªAh÷ ^+[]Arz> ld<gOðK.,
cf. גדל, Ex 15, 16), es decir, con su gran omnipotencia, de forma que
sucumbirán bajo el poder de la muerte como patria potestas, como si ella,
la muerte, fuera su padre (existe en árabe una aplicación activa de este
concepto: los benı el-mô t̂ son los héroes que destruyen a los enemigos en
la batalla).
La petición del Sal 79, 12 evoca el motivo de los pueblos vecinos
quienes, pudiendo haber alcanzado más fácilmente el conocimiento del
Dios de Israel, como Dios vivo y verdadero, tienen la culpa más grande por
haberse rebelado en contra de ese Dios. El “seno” (79, 23: ~q"+yxe-la,
~yIt;['b.viâ WnynEåkev.li bveÛh'«w>, devuelve a nuestros enemigos en su
seno siete veces…) se toma como lugar de intimidad, donde uno toma y
retiene aquello que se le ha entregado, como en Lc 6, 38. Cf. también
“retribuir a uno siete veces”, חיק (על) אל הׁשיב, como en Is 65, 7; Is 65, 6; Jer
32, 18.
Retribuir a uno siete veces por algo (cf. Gen 4, 15. 24) es mantener y
llevar hasta el nal la justicia del talión, que debe ser cumplida en una
sentencia criminal. El verso nal (79, 13) forma la conclusión de este salmo
de confesión de pecados y de acción de gracias (compuesto por tres
unidades de 9. 9. 9 esticos).
245 Hiciste venir una vid de Egipto; echaste las naciones y la plantaste.
246 Limpiaste el terreno para ella, hiciste arraigar sus raíces y llenó la tierra.
247 Los montes fueron cubiertos con su sombra y con sus sarmientos los cedros
de Dios. 11 Extendió sus vástagos hasta el mar y hasta el río sus renuevos.
`%r<d"( yrEb.[oï-lK' h'Wrªa'w>÷ h'yr<_dEg> T'c.r,äP' hM'l'â
249
248 ¿Por qué rompiste sus cercas y la vendimian todos los que pasan por el camino?
249 La destroza el puerco montés y la bestia del campo la devora.
250 Dios de los ejércitos, vuelve ahora; mira desde el cielo, considera y visita esta viña,
¡Haz resplandecer tu rostro y seremos salvos!
Al Sal 80, que mira hacia atrás, hacia el tiempo de la salida de Egipto, le
sigue otro con los rasgos característicos del grupo de Asaf, que echa una
mirada retrospectiva hacia la historia primitiva de Israel (comparar Sal 81,
11 con Sal 80, 9). Este Sal 81 combina el elemento lírico del 77 con el
elemento didáctico del 78.
La unidad de estos salmos (77, 80 y 81) es indudable. Mirados desde
atrás, los tres tienen la apariencia de ser fragmentarios, pues el autor se
goza de ir subiendo temáticamente hasta la altura del argumento, pero al
nal desciende, aunque sin retomar el motivo del origen, dejando el tema
abierto. Sal 77 de ne a Israel en conjunto como los hijos de Jacob y de José.
El Sal 78 de ne a toda la nación como “los hijos de Efraím”. Aquí, en el Sal
81, todo Israel aparece mirado en conjunto como José.
Esto muestra que los tres salmos tienen un mismo autor. El Sal 81, lo
mismo que el Sal 79, están fundados en la historia del Pentateuco, del
Éxodo al Deuteronomio y el mismo Yahvé es quien habla a través de la
boca del poeta, como hizo en otro tiempo por la boca de Moisés. Por eso,
Asaf aparece por excelencia, κατ ̓ ἐξοχήν, como el profeta ( )חזהentre los
salmistas.
Un elemento característico de Asaf es la transición de un discurso a
otro, con cambios rápidos de sentimientos, en la línea de lo que los árabes
llaman talwın el-chitab,̂ es decir, “cambio de colorido” de los temas
vinculados al cambio de personas, algo que aparece de un modo también
especial en Miqueas (cf. 6, 15).
Conforme a una antigua costumbre de la esta judía del Año Nuevo,
este Sal 81 se vincula con la Fiesta de las Trompetas (Num 29, 1) siendo,
por tanto, el salmo del día primero y segundo de Tishri (cambio de luna de
otoño, con lo que empieza el año nuevo). De todas formas, queda abierta
la cuestión de si el toque de la trompeta (shophar) está vinculado más bien
a las estas de la Luna nueva, cuando se dice que se toque, y de un modo
especial con el primer día de Nisán, que se toma litúrgicamente como día
de año nuevo en primavera (cambio de luna de primavera).
El poeta invita a los miembros de la congregación para que den una
bienvenida jubilosa a la nueva estación festiva del año (cf. 81, 7). Yahvé
mismo aparece así como pregonero de la esta. Dios quiere que aquellos
que viven ahora conforme a su hesed o delidad miren hacia atrás,
retomando la historia antigua de Israel, y les amonesta para que no
incurran en el pecado de una in delidad semejante a la de aquellos
israelitas antiguos en una esta determinada, a n de que no pierdan los
bene cios del hesed de Dios. ¿De qué esta concreta trata el salmo? Puede
tratar de la Pascua (primavera) o de los Tabernáculos (otoño), pues solo
esas estas coinciden con la luna nueva.
Dado que esta es una esta vinculada a la redención de Israel con la
salida de Egipto, el Targum, el Talmud (en especial en Rosh ha-Shana,
donde este salmo ha sido muy discutido), el Midrash y el libro de la Cábala
(Zohar) suponen que esta es la esta de los Tabernáculos, pues Sal 81, 2-4
parece referirse a la luna nueva del mes séptimo, que se celebra más que
otras lunas nuevas (Num 10, 10) como ( הֹורּועה יוםdía de las trompetas,
Num 29, 1, cf. Lev 23, 24), i. e., como el día primero de Tishri, que se toma
como Nuevo Año Civil. Pero ese toque de trompetas del mes séptimo no se
realiza conforme a las Escrituras, sino conforme a la tradición civil (véase
Maimónides, Hilchoth Shophar, Sal 1, 2), respondiendo a una costumbre
también antigua. A pesar de ello, debemos dejar a un lado esta referencia
del Salmo al día primero de Tishri y a la esta de los Tabernáculos, que
comienza el quince de Tishri por tres razones:
− Porque entre el gran día de esta del uno de Tishri y la esta de los
Tabernáculos que se celebra en el quince y el veintiuno de Tishri se
celebra el gran día de la reparación o Kippur, un día que quedaría en un
segundo plano si la esta de las trompetas se siguiera celebrando con
grandes toques de trompeta desde el uno de Tishri hasta el diez.
− Porque el recuerdo de la redención de Israel se vincula de un modo
especial con la esta de Pascua, más que con los Tabernáculos. Así
aparece en la legislación más antigua (Ex 23, 16; Ex 34, 22) donde la esta
de los Tabernáculos aparece como האסיף חג, i. e., como esta de la
cosecha de los frutos del otoño y, por lo tanto, como tiempo en que se
clausura toda la recogida de la cosecha, sin referencia histórica concreta
al paso de los israelitas por el desierto. Está es la esta de las cabañas, de
las casas de campo hechas con ramas, hasta el añadido de Lev 23, 39-
44, donde se alude a la celebración en la tierra de Canaán, donde la esta
que comienza en la luna llena de Nisán no ha perdido toda su referencia
a la agricultura, aunque recibe básicamente los nombres históricos de
ּצסחy de ( הּמּקות חגde pascua y de los panes ácimos).
− Finalmente, en el mismo salmo (cf. Sal 81, 6) se hace alusión al hecho
de que se está celebrando la pascua. Sobre el sentido de ( על־הּגֹויתGitit),
cf. Coment. a Sal 8, 1. El plan simétrico de los esticos del salmo resulta
claro, conforme al esquema de 11. 12. 12.
81, 2‒4. El discurso de 81, 2 está dirigido a toda la congregación, dado que
la palabra W[yrIªh' no se re ere al toque de las trompetas, sino al canto de
la congregación, como en Esd 3, 11, passim. El mandato de 81, 3 se aplica
de un modo especial a los levitas, a los cantores determinados para ello y a
los músicos, en conexión con los servicios divinos, tal como se dice en 2
Cron 5, 12, passim.
El mandato del Sal 81, 4 está dirigido a los sacerdotes, a quienes se les
ha con ado no solo el toque de las dos trompetas de plata (más tarde se
habla de 120, véase 2 Cron 5, 12), sino que aparece también en Jos 6, 4 y
en otros lugares (cf. Sal 47, 6 con 2 Cron 20, 28) re riéndose a los toques
del shofar.
El Talmud observa que desde la destrucción del templo los nombres de
los instrumentos ( ׁשופראcuerno) y ( חצוצרֹואtrompeta) han tendido a
confundirse (B. Sabbath 36a, Sukot 34a) y, en esa línea, confundiéndose él
mismo, el Talmud in ere de Num 10, 10 el deber y signi cado de tocar
siempre el shofar, como si solo hubiera un tipo de trompeta (B. Erachin
3b).
Los LXX traducen ambos términos por σάλπιγξ, pero el lenguaje bíblico
distingue bien entre el shofar, ׁשופר, y el חצצרה, que puede ser un cuerno
(más especí camente un cuerno de carnero) o una trompera de metal,
relacionados entre sí en el Sal 98, 6 y 1 Cron 15, 28, mostrando de esa
forma que son diferentes.
La Torá no dice nada del empleo del shofar en conexión con el servicio
divino, sino solo que al comienzo del año cincuenta (para el jubileo), que
se llama por eso el ׁשנת הּיבל, annus buccinae (año de la trompeta, año del
jubileo), se tocará a lo largo y a lo ancho de toda la tierra (Lev 25, 9). Eso es
lo único que se dice del shofar en la Ley (Pentateuco). Pero por analogía se
ha pensado que el shofar debía tocarse no solo en el día primero de Tishri,
al comienzo del año común, sino también, por razón de este pasaje del Sal
81, asumiendo que el ּבחרׁשl(81, 4), LXX ἐν νεομηνίᾳ, se re ere no solo al
mes de Tishri, sino también al de Nisán, podemos y debemos suponer que,
al comienzo de cada mes, y en especial al comienzo del mes con el que se
inaugura el año eclesiástico (Nisán) se celebraba (inauguraba) con el toque
del shofar.
Así lo supone Josefo, Bell. IV, 9, 12, cuando añade que el shofar se
tocaba también al comienzo y a la clausura del Sabbath, y que lo anunciaba
un sacerdote, desde el pináculo del templo, tocando la trompeta (salpinx).
El poeta quiere aquí decir que la esta de Pascua ha de ser saludada por la
congregación con gritos de alegría, con la música de los levitas, y que el
comienzo de la esta de la luna nueva (neomenia) del mes de la pascua se
celebraba con el toque del shofar, que continuaba sonando en la esta de
pascua.
La esta de Pascua, que según Hupfeld se celebraba con un tipo de
triste melancolía (cf. Commentationes de primitiva et vera festorum apud
Hebraeos ratione, 1851, 4), era una esta gozosa, una especie de Navidad
del Antiguo Testamento, como muestra 2 Cron 30, 21 poniendo de relieve
la exultación del pueblo y la música ruidosa de los sacerdotes levitas que la
celebraban.
Según Num 10, 10, el toque de trompetas de los sacerdotes iba
acompañado con los sacri cios y en ese contexto se realizaba la muerte de
los corderos pascuales en medio del “tan-tara-tan” de los sacerdotes (un
tipo de acorde de notas largas y bajas intercalado por notas breves, agudas
y estridentes ()תקיעה תרועה וקיעה, tal como se dice expresamente al referirse
a los tiempos postexílicos, como he puesto de relieve en mi estudio sobre
los ritos de pascua del tiempo del Segundo Templo en Luther. Zeitschr.
1855; cf. Armknecht, Die heilige Saridoe, 1855, p. 5).
La frase ( נתן ֹוףcf. @to=-Wnt.W hr"m.zIâ-Waf.(, entonad la canción,
tocad el pandero) proviene de la expresión נתן קול, según la cual נתןsigni ca
directamente entonar, hacer que se oiga. Por lo que se re ere a ּכסהl(81, 4:
WnGE)x, ~Ayæl. hs,KeªB,÷, cf. Prov 7, 20) las tradiciones que tenemos
son inseguras. La interpretación talmúdica (B. Rosh ha-Shana 8b, Betza 16a
y el Targum correspondiente) insiste en el día de la luna nueva (primer día
del mes), día en que la luna se esconde a sí misma, de manera que no se ve
en toda la mañana y en la tarde solo por un momento después de la
puesta del sol.
Esa es la interpretación que ha sido adoptada por gran cantidad de
autoridades (LXX, Vulgata, Menahem, Rashi, Jacob Tam, Aben-Ezra,
Parchón y otros), y según ella hs,Keª (hs,KeªB,÷) es un tiempo muy preciso,
jado por computación (de ּכסהigual a ּכסס, computare), un tiempo en el
que, conforme a la palabra siríaca keso, la luna “se cubre del todo”. De esa
luna que está totalmente cubierta (invisible), al nal del cuarto menguante,
se pasa, en un instante al primer resplandor de la luna nueva.
Ese kise/keso indica el cálculo del tiempo que va (dos semanas) de la
luna cubierta, que no se ve, antes de la luna nueva, a la luna llena del día
quince del mes. Ese es el cálculo de la luna nueva que se cubre (principio y
n del mes) para descubrirse del todo (luna llena).
Desde ese fondo se entienden las estas del medio del mes (quae sunt
en medio mensis) que no forman parte de la luna nueva anterior ni de la
siguiente. Cf. traducción de la Peshita, en 1 Rey 12, 32, en referencia al día
10 del octavo mes, y en 2 Cron 7, 10, en referencia al día 23 del séptimo,
en ambos casos aludiendo a la Fiesta de los Tabernáculos, en relación a la
cual ha de traducirse también nuestro wa-b-kese (WnGE)x, ~Ayæl.
hs,KeªB,÷) tal como lo explica Rosenmüller a partir de un Glosario Syro-
Arabigo.
En este caso, la Peshita, lo mismo que el Targum, parte de la lectura de
WnGE)x,÷ en plural (como )חּגינּו, día de nuestras estas solemnes, pero esa
lectura plural ha de ser rechazada, con los LXX y los mejores MSS, de forma
que debemos mantener WnGE)x, ~Ayæl. hs,KeªB,÷ en singular,
aludiendo a “nuestra esta”, no a nuestras estas. Pues bien, si esa palabra
ha de entenderse así en singular, y hs,Keª con segol doble (según Kimchi),
el cálculo al que alude esa palabra no se re ere al interlunium, sino al
plenilunium (en vez de lo cual el mismo Jerónimo pone in medio mense, en
medio del mes, y en Prov 7, 20, in die plenae lunae, Aquila ἡμέρᾳ
πανσελήνου), de manera que ese cálculo puede aludir a la Fiesta de los
Tabernáculos, tomada en sentido absoluto como “la esta”, החג, en 1 Rey 8,
2 (2 Cron 5, 3) passim, o a la Pascua, que también se llama así, no solo en Is
30, 29, sino en otros muchos lugares.
En nuestro caso, como veremos con más claridad en 81, 5, el cálculo se
re ere a la esta de los Ácimos, el pórtico de la cual es, por así decirlo, la ּצ
( סחערבvigilia de pascua) con la noche de la observancia o del recuerdo, ׁש
(ּמרים לילEx 12, 42), la noche que va del 14 al 15 de Nisán. Las trompetas
aparecen así en Sal 81, 2; Sal 81, 3 para dar la bienvenida a la esta.
El toque del shofar sirve para anunciar el comienzo del mes de la
Pascua, y más en concreto el comienzo del mismo día de la pascua, con la
esta de los panes ácimos, en que han de renovarse los panes. La lamed, ל,
de ליום, no ha de utilizarse aquí de modo temporal, como quizá en Job 21,
30, para ese día en concreto (pues en ese caso tendría que haber dicho
)ביום, sino que alude a la esta en cuanto tal, lo mismo que el lamed de 81,
2, donde se supone que el shofar se toca en honor de la gran esta de
Yahvé.
81, 5‒6. Estos versos indican el origen y sentido de la esta que ha de
celebrarse así (como han dicho los versos anteriores, con cantos y con
música). Estas son las palabras clave bqo)[]y: jP'ªv.mi÷. qxoå: se trata de
una institución divina (de una ley de Jacob) que viene desde el tiempo de
la redención de Egipto, realizada por la mano de Moisés. Se llama חק
porque es un decreto legalmente sancionado y מׁשּצטporque es un
mandato que obliga por ley, y עדּותporque es una declaración positiva de la
voluntad de Dios. La לen ליׂשראלindica que es el receptor y en לאלהיindica
que Dios es su autor, el legislador.
Por ּבצעתוse indica que el establecimiento de ese estatuto está ligado a
la salida de Egipto. Pero lo que se pone de relieve no es la salida de Egipto,
sino el hecho de iniciar desde allí un camino, ~yIr"+c.mi #r<a,ä-l[,
AtaceB.â Amªf' @sEÜAh«yBi(. En esa línea, lo que el texto está
destacando es que el Dios de Israel hace que el pueblo escogido abra un
camino nuevo, mientras Dios está juzgando a Egipto.
El sujeto de la frase es Elohim, y ~( צאתyIr"+c.mi #r<a,ä-l[, AtaceB.â) ha
de entenderse en la línea de Ex 11, 4 (Kimchi, De Dieu, Dathe, Rosenmüller
y otros), cuando el que pasa (en la Pascua) no es el pueblo de Israel, sino el
mismo Dios, que pasa juzgando a la tierra de Egipto. No se trata, pues, del
paso/juicio del pueblo, sino del paso/juicio de Dios en su pascua o paso
por la tierra de Egipto (cf. Miq 1, 3).
La referencia al tiempo como tal vincula este salmo con el Paso de
Dios, conmemorando el perdón (la liberación de Israel, Ex 12, 27),
precisamente en la noche del juicio en que Dios, en su pascua, hiere al
pueblo de Egipto. Esta es la forma en que debe entenderse el texto,
conforme a sus acentos. Según eso, las palabras que siguen ([m'(v.a,
yTi[.d:äy"-al{ tp,Þf, oí un lenguaje que no entendía) son una cláusula de
relativo, vinculada con ( מצריםEgipto) donde oí un lenguaje que no
entendía (Sal 114, 1).
Ciertamente, ידע ׂשפה, “entender un lenguaje” es una expresión admisible
(cf. ידע ספר, entender la escritura, ser capaz de leer, Is 29, 11). Por otra
parte, el hecho de escoger para lenguaje o idioma la palabra tp,Þf en vez
de la más usual de ( לׁשוןcf. ׁשמע לׁשון, Dt 28, 49; Is ٣٣, 19; Jer ٥, 15) puede
entenderse bien, después del verbo אׁשמע, pero la omisión de “allí”, ( ׁשםy
de )אׁשרresulta dura y falta de sentido, y debe entenderse a partir de
nuestra visión de בצאתו, como paso de Dios.
Partiendo del discurso que sigue es evidente que esa frase ha de
entenderse como introducción del discurso divino, sea con el sentido de
sermonem quem non novi (sermón que no entendí, cf. Sal 18, 44: populus
quem non novi, pueblo que no conocí), o en el de alicujus, quem non novi,
de alguien a quien no conocí (Gesenius 123, nota 1), sentidos todos que
son admisibles.
Estas palabras (oí un lenguaje desconocido…) no parecen referirse al
discurso siguiente que Dios ha dado a conocer al salmista: ¿debo oír un
lenguaje desconocido…, o el lenguaje de alguien a quien no conozco?
Döderlein explica esa frase de esta forma: subitanea et digna poetico
impetu digressio, cum vates sese divino ad atu subito perculsum sentit et
oraculum audire sibi persuadet (esta es una digresión súbita y digna del
espíritu poético; por medio de ella, el poeta se siente golpeado por el
hálito divino y quiere convencerse a sí mismo para escuchar ese oráculo
divino). En esa línea entienden el texto diversos autores, como De Wette,
Olshausen, Hupfeld y otros.
Pero el oráculo de Dios no puede aparecer tan extraño para el poeta y
vidente israelita como en el caso de la voz del espíritu de Dios de la que
habla Eliphaz (Job 4, 16), y por otra parte la palabra אׁשמעtiene la
presunción de que es una palabra con un signi cado imperfecto…, que ha
de precisarse. Ella debe interpretarse en la línea de Ex 6, 2. Se trata del
lenguaje de un Dios conocido, pero que ofrece aquí un mensaje que antes
era desconocido; este es el lenguaje de redención que Israel está
escuchando en ese momento, un lenguaje que solo ahora pueden
entender los israelitas.
Es, por tanto, el lenguaje de un Dios que se ha manifestado como יהוה
de un modo, por así decirlo renovado, con un lenguaje más alto. Este
nuevo lenguaje de Dios, entendido desde el trasfondo de la historia
patriarcal, es algo que hasta ahora no se conocía, un lenguaje que solo se
empieza a escuchar (a entender) a partir (= a la luz) del nuevo y
maravilloso juicio que Dios ha ejecutado sobre Egipto, con la protección,
redención y elección de Israel.
Este es el lenguaje que hasta ahora había permanecido desconocido,
un lenguaje que solo ahora, habiendo llegado al Sinaí, recibe un sentido
enteramente nuevo, pues solo a partir de ahora la congregación o iglesia
de Israel aparece como una nación distinta, como reino de Yahvé, de
forma que el vínculo de unión de los israelitas entre sí es una ley nacional,
una ley que les educa para la salvación real y vital que está por venir, para
manifestarse.
Las palabras de Yahvé que seguirán después (de 81, 7 en adelante) no
son ya las que los israelitas escucharon en el tiempo del éxodo. El recuerdo
de esas palabras ha de entenderse como una transición para las nuevas
palabras que se escucharán ahora. El poeta recuerda aquí el lenguaje con
el que aquel Dios que se revela a sí mismo de una forma nunca vista ni
oída habló a su pueblo en aquel tiempo; este es el lenguaje de aquel que
siempre vive, el Uno y Mismo en sí mismo, el que es uno ayer y hoy, aquel
que habla a su pueblo para recordar lo que era entonces para ellos, y lo
que habló para ellos entonces.
81, 7‒11. Este es un discurso amable, pero profundo y festivo que Dios
Redentor dirige a su pueblo redimido. Comienza como podría esperarse
con una alocución pascual, con una referencia a ( סבלותEx 1, 11-14; 5, 4; 6,
6), y a la dWDï, duwd, que es el cesto de trabajo con el que los oprimidos
israelitas transportaban la arcilla o los ladrillos en Egipto (Ex 1, 14; Ex ٥,
7)23.
Yahvé liberó de la opresión al pueblo pobre que gritaba pidiendo
libertad (Ex 2, 23-25); él les respondió en lo secreto del trueno (~[,r:_
rt,seäB. ^n>[,a,â), pero no en la línea del Sal 22, 22; Is ٣٢, 2 (ofreciendo
protección contra la tormenta), sino conforme al Sal 18, 12 y Sal ٧٧, 17),
desde las nubes de la tormenta, en las que él (Dios) se vela y revela a sí
mismo, derribando a los enemigos de Israel con su relámpago, lo que
quiere referirse, ante todo, al paso a través del Mar Rojo (véase Sal 77, 19).
Al mismo tiempo, este Dios liberador les probó junto a las aguas de
Meriba (hb'äyrIm. ymeÞ-l[, ^’n>x")b.a,, cf. Coment. sobre Job 35, 6), es
decir, allí donde ellos deberían haber con ado en él a causa de los gloriosos
signos de poder y de misericordia que les había ofrecido. El nombre de
Aguas de Merıbaĥ , que solo aparece en Merıbath Kadesĥ , se re ere al
lugar donde Dios les dio a beber agua de la roca el año 40 de la salida de
Egipto (Num 20, 13; Num ٢٧, 14; Dt ٣٢, 51; Dt ٣٣, 8).
Pues bien, ese nombre se trans ere aquí al lugar donde les había dado
agua en el primer año, recibiendo el nombre de Massah u-Merıbaĥ (Ex 17,
7), como recuerdo de dos milagros, que se realizaron bajo circunstancias
semejantes y que suelen vincularse entre sí (véase Coment. a Sal 95, 8). El
salmo dice ahora que Israel no respondió como debía a la esperanza de
Dios que se había mostrado de un modo tan maravilloso con el pueblo.
En este momento ( nal de 81, 8) suena la música, como rati cando lo
anterior, y haciendo una larga y fuerte pausa, sobre todo lo que se ha
venido diciendo. Lo que ahora sigue (81, 9-12) recoge las palabras que Dios
dirigió al pueblo de Israel en el desierto, que quieren poner de relieve la
delidad de Dios, para recuerdo de Israel en el presente.
Desde ese fondo dice Yahvé a Israel en 81, 9: ÷%B"+ hd"y[iäa'w>
yMi[,â [m,äv., con ּב העיד, como en Sal 50, 7; Dt ٨, 19, en el sentido de dar
testimonio en contra de uno. La partícula ( אםyli(-[m,(v.Ti(-~ai, oh sí me
escucharas, como en el Sal 95, 7, que se parece mucho a este salmo)
plantea un tipo de pregunta que desea sea contestada (¡si me quisieras
escuchar de verdad…!).
El verso 81, 10 plantea con toda radicalidad el mandato básico con el
que se abre el Decálogo, pidiendo a los israelitas que sean eles a Yahvé,
prohibiéndoles la idolatría, que aparece así, como pecado de todos los
pecados. ¡No tendrás para ti un Dios extraño, rz"+ laeä ^b.â hy<åh.yI-al{),
un Dios que se oponga al Dios verdadero, que es el de Israel.
El pueblo de Israel tendría que haberse entregado de un modo
indiviso, de todo corazón, en manos de este Dios único, con quien tenía
gran deuda, pues en su condescendencia, Dios le había escogido y con su
poder maravilloso le había redimido sacándole y haciéndole subir de la
tierra de Egipto (~yIr"+c.mi #r<a,äme ^l.[,M,h,). El pueblo tendría que
haberse sometido de un modo mucho más libre y voluntario, pues como
paga de sus ricos dones, para bien del cuerpo y del alma de sus eles, él
(Dios) no quería ni pedía ninguna cosa, sino solo que ellos (los israelitas)
mantuvieran sus bocas abiertas para recibir los dones del alto; Dios solo
quería que ellos le desearan con fe, con hambre de misericordia, con ansia
de salvación (Sal 119, 131).
81, 12‒17. Este discurso pascual de Dios toma ahora un tono triste y
dolorido, pues la desobediencia y egoísmo de Israel han frustrado los
deseos de gracia de los mandamientos y de las promesas de Dios. Como en
el lamento de Is 1, 3, aquí se van alternando los nombres de “mi pueblo” y
de “Israel”. Pero Israel no escuchó, ni quiso a Dios (yli( hb'a'î-
al{ laeªr"f.yIw>÷), לא־אבהseguido con el dativo, como en Dt 13, 9: ου ̓
συνθελήσεις αὐτῷ.
Entonces, Dios convirtió su pecado en castigo, entregándoles
judicialmente (con ׁשּלחcomo en Job 8, 4) en manos de la dureza de su
corazón, con ~(( ׁשררB'_li tWråyrIv.Bi, de los deseos egoístas de sus
corazones), en arameo ׁשרר, en árabe sarra, oponiéndose así a las
determinaciones de Dios como si fueran extrañas, lejanas.
Desde ese fondo, el salmo sigue diciendo que ese estado de in delidad
del pueblo, en contra de la delidad de Dios, se ha mantenido
esencialmente inalterado hasta el tiempo presente. De esa forma se dirige
Dios a su pueblo, precisamente en este tiempo de estas de pascua, de
manera que, respondiendo al estilo de esta esta amable, Dios habla de un
modo cariñoso a los israelitas.
De esa forma se queja Dios, con un ( לּוyli_ [,(meävo yMi[,â Wlª, ¡si mi
pueblo me escuchara!). Esta partícula puede tener el signi cado de “si”
(seguido del participio, como en 2 Sam 18, 12: ¡si me escuchara…!), o
también de ( אםcomo en el Sal 81, 9), expresando un deseo más fuerte,
como en el Sal 81, 15 (¡ojalá me escuchara!).
La palabra [( ּכמעט:ynI+k.a, ~h,äybey>Aa j[,m.Ki, en un momento
habría derribado a sus enemigos…). Esta expresión nos hace pensar que la
relación que Israel mantenía con las naciones no respondía por entonces a
la dignidad de la nación de Dios, llamada a dominar y gobernar el mundo
entero con la fuerza de Dios. Por su parte, en este pasaje, ( הׁשיבydI(y"
byviîa' ~h,ªyrEc'÷ l[,îw, en contra de sus enemigos habría vuelto yo mi
mano) no signi ca solo “volver” la dirección de la mano, sino imponerla
sobre alguien. El signi cado es, por tanto, que él habría vuelto la mano, que
ahora estaba castigando a su pueblo, de manera que castigaría a los otros,
es decir, a los enemigos del pueblo (en ese sentido se suele emplear esta
expresión, en textos como Is 1, 25; Amós 1, 8; Jer 6, 9; Ez 38, 12).
La promesa del verso 81, 16 se re ere a Israel y a todos los miembros
de la nación. De esa forma, los enemigos de Dios se habían visto obligados,
aún por la fuerza, a someterse a él, de manera que su tiempo (el tiempo de
la gloria de
Israel) hubiera durado para siempre (~l'(A[l. ~T'ä[i yhiÞywI Al=-Wvx]k,
(y> hw"hy>â yaeän>f,m.). Su tiempo (~T'ä[) es equivalente a duración, y
en este lugar, con la noción colateral de prosperidad, como en otros casos
(Is 13, 22) podría tratarse de los enemigos, de “tiempo de castigo”.
El verso nal (81, 17) pone de relieve el tema de la comida, en un tono
de promesa: hJ'_xi bl,xeäme Whleykia]Y:w:â, que la traducción de Reina-
Valera interpreta “y les alimentaría con lo mejor del trigo…”, situando así
el nal del salmo en la línea de promesa y esperanza de futuro. Pero tal
como aparece en el texto la palabra Whleykia]Y:w:â, no puede
entenderse en el sentido futuro de les alimentaré (= les alimentaría), sino
que debe entenderse como una a rmación histórica, referente al pasado
(les alimenté).
Ciertamente, se podría esperar una palabra de esperanza de futuro,
pero ella tendría que haber sido ואאכילהּו, en forma de promesa, mientras
el texto actual pone Whleykia]Y:w:â, y yo les alimenté, como han visto los
LXX, el Siríaco y la Vulgata, que entienden el texto en forma retrospectiva:
y yo les alimenté con or de harina y les sacié con miel de la peña. Esta
interpretación está en la línea de otros salmos asá cos, como el 77 y el 78,
que rompen la promesa histórica de futuro y nos sitúan nuevamente ante
la visión retrospectiva de la historia del pueblo de Dios.
En esa línea, las palabras nales terminan siendo un discurso directo de
Dios a su pueblo, al que recuerda en segunda persona lo que ha hecho en
su favor, pasando de “yo les alimenté” (81, 17a) al “yo te sacié” (81, 17b:
^[<)yBif.a, vb,äD> rWCªmiW). Al salmista (a Dios) le interesa sobre todo
recordar el pasado. Pero es evidente que ese recuerdo tiene un sentido de
futuro: si el pueblo de Israel escuchara en la actualidad al legislador del
Sinaí, si cumpliera sus mandamientos, Dios renovaría los dones antiguos, el
pan de or de harina, la miel de la roca.
Como el Sal 81, también el Sal 82 (que según el Talmud se proclama los
jueves en la liturgia del templo) presenta a Dios como aquel que habla
conforme a la manera en que hablan los profetas.
Son semejantes a este salmo los salmos 58 y el 94, pero especialmente
Is 3, 13-15. El vidente Asaf contempla aquí a Dios reprobando, corrigiendo
y amenazando a los jefes de la congregación de su pueblo, que han
pervertido el esplendor que la Majestad (Dios) ha puesto en sus manos,
convirtiéndolo en tiranía.
Es característica de Asaf (cf. Sal 50; 75; 81) la forma en que él se
introduce en la contemplación del juicio divino, presentando al mismo
tiempo a Dios como aquel que habla. No hay nada que vaya en contra de
que este salmo haya sido escrito por Asaf, contemporáneo de David,
aunque quizá ese no sea el sentido más adecuado de la expresión לאסףdel
encabezado.
Hupfeld piensa que en la segunda mención de 82, 1 (~yhiäl{a/
br<q<ßB.) la palabra Elohim signi ca “ángeles”, cosa que Bleek había
defendido antes que él, traduciendo así las inscripción (ampliada): juicio de
Dios sobre los jueces injustos, en el cielo y sobre la tierra. Pero los ángeles,
como tales, no se llaman nunca “Elohim” en el Antiguo Testamento,
aunque en principio pudieran llamarse así. Por otra parte, el hecho de que
aquí se les juzgue por la forma injusta que ellos tienen de juzgar a los
hombres, constituye, como dice Hupfeld “un tema oscuro, que aún no ha
sido aclarado”.
Sea como sea, una interpretación como esa (que, en contra del uso del
lenguaje identi ca a los “Elohim” con ángeles, creando un enigma que
luego es incapaz de resolver) se condena a sí misma. Elohim no son aquí
ángeles superiores, sino seres humanos con autoridad especial.
Por otra parte, la a rmación de Hupfeld (con Knobel, Graf y otros),
según la cual en Ex 21, 5; 22, 7 y en otros pasajes la palabra אלהיםse re ere
a Dios mismo y no directamente a las autoridades de la nación, como
representantes de Dios en la tierra, está refutado, sin más, por el hecho de
que a esos elohim se les llame en este salmo “mortales” (82, 7; cf. también
Sal 45, 7; Sal ٥٨, 2).
Jesús apela a este salmo para indicar a los judíos (cf. Jn 10, 34-36) que
cuando él mismo se llama “hijo de Dios” no está blasfemando contra Dios,
sino que utiliza una argumentatio a minori ad majus (que va de un caso
menos importante, a otro más importante). Este es su argumento: si la Ley
llama “dioses” a los que no han recibido este nombre en virtud de una
declaración divina (y la Escritura no puede equivocarse en este caso, como
no se equivoca en ningún otro), no puede tomarse en modo alguno como
blasfemia el hecho de que él (Jesús) se llame a sí mismo Hijo de Dios, pues
Dios no solo le ha llamado así, por medio de una proclamación divina
(porque realiza una función que el mismo Dios le ha con ado), sino
también porque él (Jesús) está cumpliendo una obra para la que el Padre
le ha santi cado, mandándole al mundo.
En conexión con esta palabra ἡγίασε (le ha santi cado) tenemos que
recordar el hecho de que aquellos a quienes el salmo llama “elohim” son al
n censurados (declarados mortales) porque su conducta no es santa. Ese
nombre (Elohim) no les pertenece de un modo originario, y ellos no
muestran ser moralmente dignos de llevarlo. Por el contrario, al decir que
Dios le ha santi cado y enviado a él, Jesús pone de relieve su liación divina,
anterior a la de aquellos que comenzaron a vivir (realizar su obra) solo en
el tiempo presente.
82, 1‒4. Dios se eleva y se hace escuchar ante todo censurando y
amonestando a los “elohim”. “La congregación de Dios” (cf. lae_-td,[]) en
la que se introduce el salmista es, como en Num 27, 17; 31, 16; Jos 22, 16,
la comunidad o iglesia de los hijos de Israel, que Dios ha “adquirido” de
entre las naciones (Sal 74, 2), y sobre la que él es el Legislador, marcando
en ella su impronta divina.
El salmista y vidente ve a los elohim de pie en la congregación de Dios.
El participio nifal (como en Is 3, 13) indica no solo el carácter repentino y
poco preparado de la asamblea, sino la inmovilidad solemne y la nalidad
terrorí ca de la aparición de Dios. Entre el rango de la congregación de
Dios, aquí aparece destacada la función de los elohim.
Estos Elohim, son hombres de autoridad, que ejercen un derecho
sobre la vida y muerte de los hombres, algo que resulta esencial en la
administración de la justicia, compartiendo así una prerrogativa de Dios.
Desde el tiempo de Gen 9, 6, Dios ha con ado la ejecución de esta
prerrogativa de vida y de muerte a la humanidad, y ha instituido en ella un
“o cio” representado por la espada de la justicia, una función que existe
también en su congregación teocrática, en la que aparece como expresión
de la ley positiva de Dios, como base de su continuidad y como regla de su
acción.
En cualquier lugar entre los hombres, pero de un modo preeminente
en la Congregación de Dios, aquellos que tienen autoridad son delegados
de Dios y portadores de su imagen, de manera que como representantes
suyos pueden llamarse “Elohim”, esto es “dioses” (motivo que los LXX
expresan en Ex 21, 6 hablando de un κριτήριον τοῦ Θεοῦ, y que el Targum,
tanto aquí como en Ex ٢٢, 7-8; Ex 22, 27 llama uniformemente ּדּינּיא, en
referencia al “din” o juicio de Dios).
Dios ha conferido este ejercicio de poder a estos elohim subordinados,
pero sin dejarlo sin más en sus manos, y ahora se sienta en medio de ellos
para realizar el juicio, como el salmista está “viendo” con su imaginación.
Por eso, él escucha a Dios que dice: ¿hasta cuándo juzgaréis injustamente
y haréis acepción de personas con los impíos?
La expresión ( עול ׁשפטcf. lw<["+-WjP.v.Ti) equivale a עׂשה עול ּבּמׁשּצט,
hacer mal en el juicio (Lev 19, 15. 35), cosa que es lo opuesto de מיׁשרים
( ׁשפטSal 58, 2). Hacer acepción de personas con los impíos signi ca
inclinarse hacia ellos en el juicio, por soborno, poniéndose a favor de los
malvados. La música (selah) que aquí irrumpe con un forte da intensidad a
esta terrible acusación, va dirigida a poner a los “dioses” de la tierra en su
debido lugar.
Las siguientes advertencias o mandatos (82, 3-4) exigen a los jueces
que hagan aquello que hasta ahora no han hecho. Ellos han de tener como
principio de administración de la justicia la defensa de los que no tienen
defensa, es decir, de los destituidos, de los que no tienen ayuda, de
aquellos por los que se preocupa especialmente Dios, el Legislador. La
palabra ראׁש,( רׁשcf. WqyDI(c.h, vr"äw" ynIß['), de la que no se tiene
evidencia hasta el tiempo de David y Salomón es un sinónimo de ld,î.
Todas estas palabras (vr"äw" ynIß[' ~At+y"w> ld) están vinculadas a
causa de su signi cado. Ellas aparecen repetidas con frecuencia en los
profetas especialmente en Isaías (cf. Is 1, 17). Ellas fundamentan la
dignidad de la ley, son las palabras centrales de la justicia israelita,
interesada sobre todo en la defensa de aquellos que no pueden
defenderse a sí mismos por falta de autoridad.
82, 5‒7. Estos versos no son un paréntesis añadido a lo anterior, sino que
de nen la condena de los malos jueces, para invocar nalmente a Dios que
es el verdadero juez. Ciertamente hay algunas posibles incoherencias en el
conjunto y parece que el verso 5 y el 6 no se ajustan del todo, pero el
sentido de conjunto del texto es claro.
En ese sentido, Dios habla de los malos jueces como si estuviera
totalmente separado de ellos, sin buscar su conversión, sino suponiendo
que están perdidos de antemano, de forma que se limita a declarar su
sentencia (82, 6: moriréis…).
Los verbos de 82, 5 no ofrecen argumentos concretos, no acusan a los
malos jueces por algún tipo de pecados o injusticias especiales, sino
indicando que Dios les condena de un modo general, por su falta de razón
y entendimiento, porque no conocen (no han conocido: WkL'_h,t.yI
hk'îvex]B, Wnybiªy" al{ïw> ŸW[’d>y") al{Ü), no saben y no entienden,
caminan en tinieblas, como ponen de relieve los LXX al a rmar que no han
conocido, ἐγνώκασι, non noverunt, cf. Sal 14, 1; Is ٤٤, 18.
Dios no les amonesta por algún pecado concreto, sino que supone que
están condenados de antemano, y de esa forma deja que sigan sus
caminos, en un estado de oscuridad mental, manteniéndose así jados
(como implica el hitpael) en su seguridad carnal y en su autocomplacencia.
De todas formas, por los versos anteriores sabemos que los
mandamientos que estos jueces transgreden son los fundamentos de la
justicia (cf. Sal 11, 3) como ejes y pilares de ella (Sal 75, 4, cf. Prov 29, 4),
pues sobre esos mandamientos se apoyan y mantienen todas las
relaciones establecidas por la creación y reguladas por la Torá. Sus
transgresiones hacen que la tierra y el mundo se tambaleen y se destruyan
de un modo físico y moral, de un modo que anuncia y marca el preludio de
su condena y destrucción de la que habla el nal del salmo.
Cuando el Señor celestial de todo lo que existe piensa sobre esta
perversión que la injusticia y la tiranía de los jueces introduce sobre el
mundo, su ira se enciende, de manera que él proclama ante los jueces y
gobernantes su sentencia declaratoria (condenatoria) juzgando y
castigando a aquellos a quienes él había investido con una dignidad casi
divina, pues la han pervertido. Ellos, jueces y gobernantes del mundo, han
sido de hecho “elohim”, pero no poseían el gobierno por derecho propio,
sino por don del Más Elevado ( )עליוןante quien ellos son responsables,
como malos administradores del poder que han recibido.
Según eso la forma en que los jueces actúan como si fueran dioses
(Elohim) puede tomarse en el salmo de un modo sarcástico (como dice
Ewald, Olshausen y otros). Pero, en otro sentido, esa visión sarcástica está
refutada en el Sal 82, 6, donde se supone y se dice que ellos han sido y son
realmente elohim por gracia de Dios. Ellos son, en un sentido, “Elohim”,
representantes de Dios en la tierra. Pero, en otro sentido, la forma que
ellos han tenido de ejercer esa dignidad (ese juicio) va en contra de la
voluntad de Dios, de forma que ellos serán desvestidos de su majestad, es
decir, de sus prerrogativas anteriores, pues han manchado su dignidad,
han renegado de su o cio como representantes de Dios.
Por eso, habiendo sido y pudiendo ser “como Elohim”, ellos han de
morir como “Adán”, ּכאדם, como simples mortales, pues no se elevan en
modo alguno sobre la masa de los restantes hombres (cf. אדם ּבני, op. איׁש
ּבני, Sal 4, 3; Sal ٤٩, 3), de forma que cada uno de ellos morirá (cf. Jc 16, 7;
Abd ١, 11), como todos los príncipes que a lo largo del juicio de la historia
han caído condenados por el juicio de Dios (Os 7, 7). Su o cio divino no les
protegerá. Porque, aunque la justitia civilis no puede identi carse con la
justicia que redime ante Dios, la injustitia civilis es ante Dios la mayor de
las abominaciones.
82, 8. El poeta termina pidiendo a Dios que realice aquello que él ha
mantenido en espíritu, y de esa forma le dice que se siente él mismo en el
trono supremo, para juzgar rectamente ( ׁשפטהcomo en Lam 3, 59), en
contra del juicio que esos jueces/elohim ejercen de un modo tan perverso
sobre la tierra.
Todos los pueblos son ciertamente נחלה, herencia de Dios, de forma
que él tiene un derecho hereditario de propiedad sobre (en) todas las
naciones (así traducen los LXX y la Vulgata según Num 18, 20, passim), en
todas las ἔθνη. Por eso, el salmista le pide a Dios que mantenga y realice
ese derecho.
No es cierto que este salmo se encuentre dirigido solo (de un modo
directo) contra los que poseen el poder entre los gentiles. En principio el
salmo se dirige sobre todo al pueblo de Israel que, de un modo
inconsecuente, mancillando así su poder teocrático, desmiente y va en
contra de la revelación y llamada de Dios.
Así, el mismo pueblo de Israel viene a presentarse en este plano como
un pueblo más de la tierra (un )גוי, siendo igual de perverso que los גוים, y
situándose en la misma categoría de maldad que ellos. Por eso, el juicio
sobre el mundo en su conjunto será, al mismo tiempo, un juicio contra
(sobre) Israel, que sigue las mismas formas de vida del mundo, con unos
jefes y jueces separados de Dios.
El nal de este salmo concuerda con el nal del anterior. Este es el último de
los salmos de Asaf en el salterio. El poeta pide la ayuda de Dios en contra
de todas las naciones, que se han aliado con los descendientes de Lot (es
decir, con Moab y Amón) para arrancar y destruir a Israel como pueblo.
Aquellos que de enden la hipótesis del origen macabeo de muchos salmos
(Hitzig y Olshausen), siguiendo el precedente de Van Til y Von Bengel,
piensan que este salmo ha de situarse en el tiempo de 1 Mac 5: también
Grimm está inclinado a tomar esta opinión como la correcta.
Ciertamente, la oposición mortal de los pueblos del entorno (ἔθνη
κυκλόθεν) en contra de Israel, hostilidad que se despliega por todas
partes24, como si partiera de una señal dada para todos los pueblos del
entorno, en contra de Israel, que se ha vuelto de nuevo independiente con
los macabeos, nos permite entender algunos rasgos de este salmo, mejor
que en el contexto de Sanballat, de Tobiah y de aquellos otros que
intentaban impedir la reconstrucción de Jerusalén en el tiempo de
Nehemías (esta es la opinión de Vaihinger, Ewald y Dillmann).
Pero hay todavía otro contexto, además del recordado por 1 Mac 5,
con el que podemos vincular este salmo: es el de la confederación de
naciones del entorno para la destrucción de Judá, en el tiempo de Josafat
(2 Cron 20). Este nos parece, comparativamente hablando, el mejor
contexto para situar este salmo, pues habla de una liga real de naciones en
contra de Israel, mientras que en 1 Mac 5 las diversas naciones que
atacaron a Israel lo hicieron sin estar aliadas entre sí, ni de un modo
conjuntado, como supone el Sal 83, 9.
Los hijos de Lot (es decir, moabitas y amonitas) eran los más
importantes en los tiempos de Josafat, mientras que en 1 Mac 5 son los
hijos de Esaú los que ocupan el lugar principal. Por otro lado, en tiempos
de Josafat se recuerda la actuación de un “asa ta”, llamado Jahaziel, que
intervino en el curso de los acontecimientos, cosa que coincide de un
modo notable con el hecho de que este salmo se atribuya a Asaf ()לאסף.
Como dice 2 Cron 20, 1, la liga antiisraelita de aquel tiempo de Josafat
estaba formada por los Moabitas, Amonitas y una parte de los ( מעּוניםasí
ha de leerse según traducen los LXX). Pero 2 Cron 20, 2 (donde ha de
leerse מאדםen lugar de )מארםañade a los Edomitas ( )מאדםporque así ha de
entenderse lo que se dice más tarde (en 2 Cron 20, 10. 22. 23) cuando se
indica que los habitantes de los Montes de Seir estaban con los
confederados.
Por otra parte, debemos suponer que el grupo de los מעוניםestaba
formado por los ismaelitas y agarenos de los que habla el salmo (83, 7), lo
que ha sido con rmado por Josefo en Ant. IX. 1, 2. Además, Gebal (Sal 83,
8) ha de identi carse con el Monte Seir de las Crónicas, lo que está con
rmado por el árabe jibal̂ , nombre que se utiliza todavía en la actualidad.
Ciertamente, queda todavía una di cultad, y es el hecho de que el
salmo menciona también los nombres de Amalec, Filistea, Tiro y Asur,
nombres y pueblos no mencionados por Crónicas en el tiempo del reino de
Josafat. Pero esa di cultad está contrabalanceada por el hecho de que en el
tiempo de los macabeos (es decir, de los seléucidas) no existían ya los
amalecitas, de manera que, como podía esperarse, no se mencionan en 1
Mac 5. Por otra parte, de los moabitas no se habla ya más en ese
momento (aunque puedan mencionarse algunas ciudades moabitas de
otro tiempo, en la zona de Galaad). Queda además el hecho de que אׁשור
(que equivale a Siria, conforme a un uso posible de la palabra) aparece en
una posición subordinada, mientras que era el poder dominante en el
tiempo antiguo.
En conclusión, la mención de Amalek es inteligible en el contexto del
Sal 83, y el hecho de que no aparezca mencionada en 2 Cron 20 no parece
resultar signi cativo, teniendo en cuenta los datos que ofrece Gen 36, 12.
Por otra parte, Filistea, Tiro y Asur se mencionan al nal de la referencia del
salmo, y pueden haberse nombrado porque, aunque no formaban parte
del ejército propiamente dicho, ofrecieron algún tipo de ayuda a los
confederados del sudeste, sin tomar parte directa en la campaña, en
apoyo a los líderes de esa federación, que eran los hijos de Lot.
Por todo eso, pensamos que la hipótesis más probable es la de que el
Sal 83 (lo mismo que el Sal 48) se re eren a la alianza de las naciones
vecinas en contra de Judá, en el reinado de Josafat, tal como de enden en
tiempos modernos autores como Keil, Hengstenberg y Movers.
83, 2‒5. El poeta pide a Dios que no permanezca inactivo, como simple
espectador, ante el peligro de destrucción que amenaza a su pueblo. La
palabra ( ּדמי%l"+-ymiD\-la,, ha de suplirse por יהי, estar/ser) es lo opuesto
a estar alerta, חר ׁשes lo opuesto a hablar, es decir, a actuar (pues la
palabra de Dios se identi ca con su acción), ׁשקטes lo opuesto a estar
agitado, en actividad. El futuro enérgico jehemajun̂ (!Wy=m'h/y<) da un
énfasis externo a la petición, mientras que el hecho de que los enemigos
de Israel son enemigos de Dios le concede gran énfasis interno. Sobre נׂשא
ראׁש, cf. Sal 110, 7.
( סודcf. dAs+ WmyrIå[]y, ^M.[,â-l[,() signi ca aquí un acuerdo secreto, y
יערימּוtiene el sentido de actuar con poder; eso indica que los enemigos
han trazado y quieren realizar un fuerte complot contra el pueblo de Dios.
^yn<)Wpc.-l[, (contra tus protegidos) ha de entenderse en la línea de Sal
27, 5; Sal 31, 21. El hitpael התיעץalterna aquí con el nifal que es más
tradicional (Sal 83, 6).
El designio de los enemigos de Israel resulta claro: es la total
extirpación del pueblo de Dios, el pueblo separado que se excluye a sí
mismo de la vida pecadora de los pueblos del mundo a los que condena.
Los enemigos quieren exterminar a Israel מּגוי, impidiendo que sea pueblo
distinto, destruyéndolo como pueblo, como en Is 7, 8; Is 17, 1; Is 25, 2; Jer
48, 42. Este salmo de Asaf ha in uido en diversos pasajes de los profetas,
como en Is 62, 6, cf. Sal 83, 2, y en Is 17, 12, cf. Sal ٨٣, 3.
83, 6‒9. En vez de אחד לב, un corazón (tal como aparece en 1 Cron 12, 38),
el texto del salmo dice deliberant corde una ̂ (wD"_x.y, bleä Wcå[]An
yKiÛ), deliberan con un mismo corazón, pues יחּדוda intensidad al signi
cado recíproco del verbo y también al sentido adjetivo de לב. Entre los
pueblos confederados, el cronista (2 Cron 20) menciona los moabitas, los
amonitas, los habitantes del monte de Seir y los Meunim, en vez de los
cuales Josefo, Ant IX 1. 2, pone un grupo de pueblos árabes.
Esa multitud de pueblos viene del otro lado del Mar Muerto, מאדם
(como ha de leerse en lugar de מארם, cf. Coment. a Sal 60, 2), es decir, del
territorio de Edom, mencionado por el poeta en primer lugar, pues Moab
era el iniciador y dirigente del complot antiisraelita. Las tiendas de Edom y
de los ismaelitas (cf. árabe ahl, pueblo) se re eren a las tribus y naciones
que viven en tiendas.
Por otra parte, el poeta presenta a las naciones hostiles conforme a su
posición geográ ca. Las siete primeras, de Edom a Amalek, que aún existían
en el tiempo del salmista (sobre la destrucción nal de los amalecitas a
manos de los simeonitas, cf. 1 Cron 4, 42, de forma que ellos dejan de
existir en un período indeterminado, anterior al exilio) son las naciones de
las regiones que están al este y sudeste del Mar Muerto.
Conforme a Gen 25, 18, los ismaelitas se habían extendido desde Higz
(Hejaz árabe), a través de la península del Sinaí, más allá de los desiertos
del este y del sur, hasta las zonas que se hallaban entonces bajo el dominio
de Asiria. Los agarenos vivían en tiendas desde el golfo pérsico hasta la
zona del este de Galaad (1 Cron 5, 10) hacia el Éufrates. ּגבל, Gebal, árabe
jbâl, es el nombre del pueblo que habitaba en las montañas situadas en el
sur del Mar Muerto, es decir, al norte de las montañas de Seir. Tanto Gebal
como, según parece, Amalek (así puede deducirse de Gen 36, 12, cf.
Josefo, Ant II 1. 2, que presenta a los Ἀμαληκῖτις como una parte de
Idumea), intentaron integrarse en la zona o región de Edom.
Después aparecen los listeos y los fenicios, las dos naciones de la costa del
Mediterráneo, que han sido citados en Amós 1, 1-15 (cf. Joel 3), haciendo
causa común con los idumeos en contra de Israel. Vienen igualmente
Asiria, nación lejana del nordeste, que aquí no aparece como poder
principal, sino sosteniendo a los otros (sobre el signi cado de זרוע, brazo, en
el sentido de asistencia, ayuda, cf. Gesenius, esaurus, p. 433b).
Finalmente están los hijos de Lot, i. e., los moabitas y amonitas, con los
que empezó el con icto o complot contra Israel, formando una especie de
poderosa reserva del ejército enemigo. En este momento, poniendo n a la
numeración de pueblos, suena con ira la música, para que comiencen las
imprecaciones con la estrofa siguiente.
262 Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde poner sus
polluelos, cerca de tus altares, Jehová de los ejércitos, Rey mío y Dios mío.
263 ¡Bienaventurados los que habitan en tu Casa, perpetuamente te alabarán! Selah
9
Mira, Dios, escudo nuestro,y pon los ojos en el rostro de tu
elegido.
10
Mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.Escogería
antes estar a la puerta de la casa de mi Dios que habitar
donde reside la maldad,
11
porque sol y escudo es Jehová Dios,gracia y gloria dará Jehová.
No quitará el bien a los que andan en integridad.
12
¡Jehová de los ejércitos, bienaventurado el hombre que en ti
confía!
Con el Sal 83 ha terminado la serie de los cantos asá cos (doce salmos: uno
en el libro 2, once en el tres) y con el Sal 84 empieza la otra mitad de la
serie de los salmos korahitas, que se abre con el último de los salmos
korahitas de tipo elohista. Ciertamente, Hengstenberg (Vol. III. Appendix.
p. 45) dice que nadie excepto yo (Symbolae, p. 22) tomaría este Sal 84
como elohista.
Pero, en contra de lo que Hengstenberg dice, estoy convencido de que
las señales elohistas de este salmo son obvias. El poeta utiliza el nombre
Elohim dos veces, y en el Sal 84, 8, donde cualquier otro hubiera puesto el
nombre de Yahvé, el autor de ese salmo se esfuerza en componer
nombres distintos de Dios, de manera que el nombre común de Yahvé
Sebaot aparece tres veces, mientras que el especí camente elohista, Yahvé
Elohim Sebaot solo una vez.
Del origen de este salmo he tratado ya en conexión con su salmo
complementario (Sal 42) diciendo que su autor es un sacerdote que se
encuentra desterrado, en tierra extraña, acompañando quizá a David, en el
momento en que se hallaba lejos de Jerusalén, lo más seguro en
Mahanaim, en el entorno de Siria, cuando parecía triunfar el alzamiento de
Absalón, hijo de David, contra su padre.
Todavía no está construido el templo de Salomón, pero David ha
levantado ya un tabernáculo en Sión, donde ha trasladado el arca de la
alianza. Ese tabernáculo funciona en realidad como un templo, con un
patio o varios patios por delante, con altares. Pues bien, desde su lejano
destierro, este sacerdote se lamenta y eleva su deseo de habitar junto a la
“casa” o morada de Dios que ha quedado en Sión, en manos de enemigos.
Este salmo ofrece una expresión muy cordial e inteligente de amor al
santuario de Yahvé, anhelado por él desde la distancia y llamando felices a
todos los que tienen la buena fortuna de tener allí su hogar. La oración se
convierte en una intercesión por el ungido de Dios, porque el poeta se
encuentra entre los seguidores de David, el desterrado27.
El autor de este salmo no ruega por sí mismo (Hengstenberg, oluck,
Von Gerlach), sino que expresa su amor a Dios, que es el amante Yahvé de
los ejércitos, el rey celestial y, al mismo tiempo, aquel que ama a su
Elegido mesiánico, a quien considera inviolable. ¿Y cómo podría ser de otra
manera si con ese elegido (David) ha comenzado una nueva era para el
santuario de Sión, antes abandonado, de manera que el servicio deleitoso
del Señor ha tomado un nuevo impulso, que se expresa en el culto de los
cantos (en la liturgia de los salmos)? El autor de este salmo comparte con
David la alegría y la brevedad.
Así reza el encabezado: “Al músico principal, sobre “Gitit”. Salmo para
los hijos de Coré”. Sobre על־הּגֹוית, véase Coment. a Sal 8, 1. La estructura
del salmo es artística, con un dístico; está formado por dos mitades, con
una conclusión en forma de bienaventuranza (yrEîv.a,(). El esquema es: 3.
5. 2. 5. 5. 5. 3. 2.
84, 2‒5. Qué amado y amable es el lugar sagrado donde moras,
^yt,ªAnK.v.mi tAdïydIY>hm,, con ידידותen plural como en el Sal 43, 3, el
lugar del Dios omnipotente y redentor: ¡su lugar de habitación está en la
altura de Sión! A partir de aquí el poeta se siente impulsado por un deseo
de amor fuerte, que le hace ponerse pálido y que le consume (con ּכלה
como en Job 19, 27). Su corazón y su carne saludan con gozo al Dios vivo
que allí habita, al Dios que es como fuente que siempre mana, saciando así
la sed del alma (Sal 42, 3).
Este es el gozo que el poeta siente al arrojarse en espíritu en manos
del gozo que le llena en la casa de Dios, como si nunca lograra habitar en
ella del todo, como si un tipo de pena y alegría, de dulzura y amargura, le
llenara siempre (cf. Sal 63, 2). La mención de los “patios” o atrios de Yahvé
(hw"ïhñy> tArác.x,, que, con la excepción del salmo davídico 65 solo se
citan aquí) no excluyen la referencia del salmo a la tienda-templo de Dios
en Sión, sino al contrario, exige que exista esa tienda (tabernáculo), ante el
cual se encuentran esos atrios y altares de Dios.
En el momento en que el poeta escribe este salmo no existía todavía
un templo, construido como edi cio de piedra. Pero el Tabernáculo, edi
cado ya en Sión para el arca de la alianza, a modo de templo, tenía al
menos un patio sagrado por delante. Ciertamente, la disposición de la
tienda/templo de David es desconocida para nosotros, pero conforme a
una visión en la que podemos con ar (véase Knobel, Exodus, pp. 253-257,
especialmente la 255) ella era más lujosa y espaciosa que el tabernáculo
antiguo que se había alzado en Gabaón, antes de que David trasladara el
arca a Sión.
En 84, 4 tenemos que aceptar la explicación según la cual la palabra
( מזּבחותיךlas moradas de Yahvé, cf. tAa+b'c. hw"åhy> ^yt,AxB.z>miâ-ta,()
depende de ( מצאהtyIb,‡ ha'c.m'ç ŸrAP’ci-~G,) sin necesidad de suplir una
palabra intermedia como ( ּביתla
“casa/nido” del gorrión) o una expresión como ( קןcf. éHl' !qEï
ŸrArÝd>W, el nido de la golondrina) como indicación más exacta del
objeto (morada, templo) que el poeta tiene en su mente.
Según eso, los altares de la “casa de Dios” son los que forman el lugar y
signo de la presencia de Dios para el salmista. Esta es su casa, la casa de
Dios, estos son los nidos del gorrión y de la golondrina, con los que el
salmista vincula la casa de Dios, su lugar de presencia en Sión, su
verdadero templo.
A Dios se le compara así con estos animales, los gorriones, las
golondrinas, que ponen su nido en el entorno sagrado del templo.
También Dios ha puesto su nido, que es el Tabernáculo de Sión, lugar
donde el salmista encuentra su casa. Este tipo de pájaros han encontrado
un tipo de casa/nido confortable en la que vivir. Pues bien, en lugar de esa
casa-nido de los animales, Dios tiene un tabernáculo en Sión, unos altares,
en los que mantiene y expresa su presencia.
Con estas palabras y signos descubrimos que el salmista ha encontrado
una casa o lugar confortable, junto a los altares de Yahvé en el patio del
templo, en la casa del templo. Dios mismo es el gorrión, es la golondrina
de la casa de Dios (véase Tobler, Denkblätter aus Jerusalem, 1853, p. 117),
como supone con toda claridad la traducción de los LXX.
La palabra rAP’ci signi ca en general el pájaro, y más en concreto el
gorrión. Por su parte, rArÝd> no es la tórtola/paloma (LXX, Targum,
Siríaco), sino la golondrina, a la que se llama así en el Talmud, con el
nombre de צפור דרור
(igual a )סנּונית, que parece haber tomado ese nombre por su tipo de vuelo
rasante (cf. el árabe jadurru que se aplica al caballo, que se lanza como
echa, a la carrera).
Después que el poeta ha dicho que todo su deseo se dirige hacia el
santuario, él añade que posiblemente las cosas no podrían ser de otra
manera.
Por eso empieza poniendo la partícula ּגםal principio de la cláusula,
marcando el sentido de toda la sentencia, como, por ejemplo, en Is 30, 33
(Ewald, 352b).
También él, el poeta, como un gorrión, como una golondrina, ha
encontrado una casa, un nido, para habitar en seguridad, es decir, en los
altares de Yahvé de los ejércitos, su rey y su Dios (Sal 44, 5; Sal ٤٥, 7), que
de modo glorioso y seguro le libera del ataque de todos los enemigos y le
protege, un Dios con le resguarda con el amor más cordial, más lleno de fe.
El añadido “donde” ( אׁשרcomo en Sal 95, 9; Num ٢٠, 13) poner sus
polluelos (h'yx,îroñp.a, ht'v'ç-rv,a]) no carece de signi cado. Se ha de
recordar aquí el hecho de que, en el tiempo del Segundo Templo, los hijos
de los sacerdotes recibían el nombre de ( כהּסה ּצרחיpolluelos de los
sacerdotes), y en esa línea, el poeta-sacerdote se está re riendo a sí mismo
y a su familia, indicando que los altares de Dios son su protección y
sostenimiento seguro.
Por eso añade el poeta que aquellos que gozan de esta buena fortuna
tienen que ser muy felices y bienaventurados. Lo dice él, que en este
momento se encuentra apenado, en un país extraño, siendo por tanto
incapaz de poner su hogar en la casa de un Dios tan adorable y generoso.
עודno signi ca aquí “constantemente” (Gen 46, 29), pues para decir eso
el salmista tendría que haber puesto ֹומיד, en vez de dA[÷ª que signi ca
todavía (como en el Sal 42, 6). Según eso, la relación del Sal 84, 5a con el
Sal 84, 5b es semejante a la de las dos partes del Sal 41, 2. El presente es
oscuro, pero vendrá un tiempo nuevo en el que los que habitan en la casa
de Dios (los οἰκεῖοι τοῦ Θεοῦ, Ef ٢, 10) le alabarán como a aquel que les
ayuda. La música suena aquí de nuevo, anticipando la alabanza que sigue.
84, 6‒13. Esta segunda mitad del salmo toma como punto de partida los
bienaventurados de la primera, que son los que habitan en las moradas de
Dios
(^t<+ybe ybeäv.Ay yrEv.a,), de forma que hay que unir íntimamente esta
parte con la anterior.
El poeta sabe que tendrá que vencer muchos impedimentos para
volver a Sión, su patria verdadera, pero su mismo deseo le ofrece la
seguridad de que se cumplirá aquello que quiere. Por eso dice, re riéndose
a sí mismo, que es bienaventurado el hombre que posee su fuerza en ti, es
decir, en Dios (%b"+ Alï-zA[) ~d"a'â yrEäv.a,). Este es el hombre que,
teniendo su fuerza en Dios, puede apoyarse así en el poder de aquel para
quien todas las cosas son posibles, desde su misma debilidad.
Eso signi ca que la bienaventuranza del hombre no está en aquello que
él tiene en sí mismo, sino en aquello que proviene de su relación con Dios.
Por eso, los tALªsim.÷ o caminos de los que aquí se habla no pueden
entenderse en la línea de Is 40, 3, o en algún otro pasaje de la Biblia, en un
sentido ético (Venema, Hengstenberg, Hitzig y otros), sino en la línea de Is
33, 8 (cf. Jer 31, 21), como han visto Aben-Ezra, Vatablus y otros muchos
comentaristas, pues se trata de los caminos que dirigen hacia Sión, no los
que se re eren al retorno del exilio, sino los que evocan un tipo de
peregrinación festiva, los caminos de los devotos que van a adorar a Dios
en Sión con sus paradas o estaciones intermedias.
Esos son los caminos que estaban presentes en la mente de personas
como las del autor de este salmo, con el deseo constante de peregrinar
hacia Sión y de habitar allí. Por muy alejados que estén de Jerusalén, los
hombres como este salmista desearán cumplir siempre este deseo, llegar
hasta la meta de la peregrinación que es Jerusalén.
El presente más oscuro se vuelve brillante para ellos, de manera que,
aunque tengan que pasar por un terrible desierto, lo harán de tal forma
que lo convertirán ( )יׁשיתהוen un lugar de fuentes. Su gozosa esperanza y la
in nita belleza de la meta a la que tienden es merecedora de todos los
posibles esfuerzos, de todos los sacri cios necesarios; esa esperanza les
ofrece el consuelo y fuerza para seguir caminando en medio de la más
árida estepa.
La expresión ak'B'h,â qm,[eä no signi ca, sin más, “valle del llanto”,
como ha traducido Hupfeld (cf. LXX, κοιλάδα τοῦ κλαυθμῶνος), aunque
Burckhardt encontró junto al Sinaí un valle llamado wadı̂ ‘l-bk’̂ (valley o
wadi del llanto).
En hebreo, llanto se dice ּבכּות, ּבכה,ּבכי, no ּבכא. Por su parte, Renan, en el
cap. 4 de su Vie de Jésus, piensa que la expresión signi ca la última estación
del camino que lleva del norte de Palestina, por el oeste del Jordán, hacia
Jerusalén, un lugar llamado Ain el-Haramıjê , en un estrecho y melancólico
valle donde brota una corriente oscura de agua que proviene de la roca, y
donde hay tumbas excavadas en las peñas, de manera que el lugar se
llama הככא עמק, que signi ca Valle de las Lágrimas o de las aguas que
gotean.
Pero ese “goteo de agua de la roca” se llama también ּבכי, Job 28, 11, y
no ּבכא, que es el singular de ּבכאיםen 2 Sam 5, 24 (cf. צבאים,נכאים, Sal 103,
21), nombre que se da también a un árbol, que, según los antiguos
lexicógrafos judíos, es la morera (talmúdico ֹוּות, árabe tut̂ ). Pero, conforme
a esta designación, relacionada con un árbol que gotea, debería ser un
bakaun, que es un tipo de balsamera, un árbol común en el árido valle de
la Meca, árbol que puede entrarse también en algún lugar de los yermos
valles del entorno de la Tierra Santa (véase Winer, Realwörterbuch, voz
Bacha).
Conforme a 2 Sam 5, 22-25, ese valle podría ser alguno de los que se
dirigen de la costa de los listeos hacia Jerusalén. Sea como fuere, lo que se
dice en pasajes como Is 35, 7; Is ٤١, 18, re riéndose a la omnipotencia de
Dios, que lleva a su pueblo a la patria que es Sión, aparece aquí como
resultado del poder de la fe de aquellos que, manteniendo en su mente la
misma meta nal de sus caminos, tienen que pasar a través de un valle
infértil y estéril.
En este contexto se añade también el don del agua (84, 7). Dios no se
limitó a que surgiera el agua de las arenas y rocas del desierto, sino que,
conforme a este salmo, anticipa de un modo amoroso su cuidado por
aquellos que peregrinan hacia Sión, ofreciéndoles agua generosa, como
aquella que refresca los campos de su tierra en el otoño, descendiendo
como lluvia desde arriba, ofreciendo gran cantidad de bendiciones para la
tierra, cuando la lluvia llena los estanque (hr<(Am hj,î[.y, tAkªr"B.÷-~G),
con יעּטה, en hi l, con dos acusativos de los cuales uno ha de ser suplido por
los oyentes o lectores (cf. comentario a esa gura en el Sal 65, 14).
La árida estepa se convierte en un campo de ores festivas, que cubren
la tierra como un vestido (Is 35, 1), no solo con una apariencia externa,
sino también de un modo espiritual. Y así, mientras que en circunstancias
ordinarias la fuerza de los viajeros disminuye en proporción al camino
recorrido, en los peregrinos de Sión se produce todo lo contrario, pues en
ellos va aumentando la fuerza (sobre esta expresión, cf. Jer 9, 2; 12, 2), de
forma que ellos reciben cada vez más poder (lyIx"+-la, lyIx,åme Wkl.yEâ,
irán de fuerza en fuerza). Sobre el motivo de fondo, cf. Is 40, 31; Jn 1, 16.
La fuerza de estos peregrinos aumenta sobre todo cuando se encuentran
ya cerca de la meta deseada, que ellos no pueden dejar de alcanzar.
El grupo de peregrinos (este es el sujeto de יראה: !AY*ciB. ~yhiäl{a/-
la, ha,Þr"yE) tendrá cada vez más fuerza hasta alcanzar el n y ver a Elohim
en Sión.
Habiendo alcanzado esta meta nal, todos expandirán su corazón en forma
de lenguaje de plegaria, tal como vemos en el Sal 84, 9, y entonces se
escuchará la música, llenando sus corazones de simpatía y de júbilo con la
oración de la Iglesia que dialoga con su Dios. Pero el poeta, que ha
acompañado a los peregrinos en espíritu, se siente al n más
dolorosamente consciente que nunca del hecho de que, en este tiempo
presente, se encuentra separado, alejado de la meta, de forma que en la
próxima estrofa tendrá que orar pidiendo consuelo.
En esta última estrofa (84, 9-13) el salmista llama a Dios מגּסנּו, nuestro
escudo (84, 10: ~yhi_l{a/ haeär> WnNEgIm'â, nuestro escudo, Yahvé,
mira…). El salmista pide a Dios que le (les) mire, como en el Sal 59, 12,
porque sin su ayuda y su protección su causa está perdida (y el orante no
podrá volver a Sión). Esta es su oración: que Dios le mire (ראה, en absoluto,
como en 2 Cron 24, 22, cf. Lam 3, 50) y se je de un modo especial en su
Ungido, por quien está pidiendo ayuda, desde el fondo de su situación.
La posición de las palabras (^x<)yvim. ynEåP. jBeªh,w>÷ ~yhi_l{a/
haeär> WnNEgIm)) muestra que en 84, 10 la palabra WnNEgIm'â no
puede tomarse como objeto de ראה, en la línea del Sal ٨٩, 19 (cf. Sal 47, 10)
porque en ese caso el orden de conjunto tendría que haber sido אלהים ראה
מגננו. La respuesta del Sal 84, 11 (mejor es un día en tus atrios…) muestra
que estamos ante un salmo que pertenece al tiempo de la persecución de
David por Absalón. De un modo mani esto, el salmista quiere que cuando
el rey venza (cf. lenguaje de David en 2 Sam 15, 25), también él, como
sacerdote-poeta pueda ser restaurado y vivir en torno al santuario de
Jerusalén.
Un simple día de su vida en los patios de Dios tiene para él más valor
que mil otros días (@l,a'îmeñ con olewejored y precedido por rebia
parvum). Él pre ere vivir un día en los atrios del santuario de la casa de su
Dios que habitar mil días en las tiendas de los impíos, pues [v,r<(-yleh\a'B.
signi ca aquí tiendas, no palacios, como se habría podido esperar si en
aquel tiempo de Absalón se hubiera construido ya el templo de Salomón,
rodeado de palacios.
El placer de habitar en palacios no puede compararse en modo alguno
con la salvación y protección que Yahvé Elohim concede a sus santos. Aquí
se dice que Dios es ~yhiîl{ña/ hw"áhy> é!gEm'W vm,v,’, sol y escudo. Este
es el único lugar de la Biblia en el que a Dios se le llama directamente sol (
ׁשמׁש, Ecl 42, 16).
Dios aparece también como escudo protector para aquellos que se
refugian en él; Dios les hace inaccesibles a sus enemigos, como un Sol
elevado, como Ser que habita en una luz inaccesible, como aquel que
saliendo en amor al encuentro de los hombres aparece de nido como
dAbk'w>â !xEå, como gracia y gloria, como la luz amorosa y protectora, la
χάρις y δόξα, que es propia del Padre de las Luces.
El Bien más alto es autocomunicación (ser communicativum sui). El
Dios de la salvación no rehúsa ningún bien a aquellos que caminan de
manera perfecta, ~ymi(t'B. ~ykiîl.hol,( (ּבדרך תמים, Sal 101, 6, cf. Coment. a
Sal 15, 2). Para todos aquellos que son receptivos a sus dones, para todos
aquellos que están deseosos y son capaces de recibir sus bendiciones, Dios
les ofrece la abundancia de sus dones más altos.
Así se repiten en esta sección la estrofa y la antiestrofa, la amenaza y la
promesa más alta de Dios. Por eso, el salmo culmina con una palabra de
bienaventuranza de Dios: %B") x,jeîBo ~d"ªa'÷ yrEîv.a,(, bienaventurado
el hombre que en ti confía. A esta última bienaventuranza no sigue la
música de ningún selah. La música había terminado ya, sigue en el fondo.
Todo el salmo muere y se apaga (culmina) en un silencio expectante que
aguarda.
85, 12‒14. El poeta sigue desarrollando esta hermosa pintura del futuro.
Después que la verdad de Dios ( )אמתi. e., después que su delidad a las
promesas haya descendido como rocío, surge de la misma tierra el fruto de
esa in uencia fertilizadora. Por su parte, la צדקהque es la justicia gratuita
mirará desde el cielo, sonriendo con su favor y dispensando bendición.
La partícula ּגםdel Sal 85, 13 vincula de forma recíproca estas dos
promesas, diciendo que Dios dará su bien, הּטוב, y la tierra dará su fruto:
Hl'(Wby> !TEïTi Wnceªr>a,w>÷ bAJ+h, !TEåyI hw"hy>â-~G,. Ese fruto
(Hl'(Wby>) que proviene del “bien” de Dios (que es la verdadera felicidad)
se expresa en la abundancia de bienes, propia de una tierra tan ricamente
bendecida (cf. Sal 67, 7 con la promesa de Lev 26, 4).
Yahvé mismo está presente en la tierra, con la justicia que camina ante
él de manera majestuosa, como su heraldo, siguiendo y marcando todos
sus pasos. Este es el último verso del salmo: `wym'(['P. %r<d<äl. ~feÞy"w>
%LE+h,y> wyn"åp'l. qd<c,â. El signo supremo de la presencia de Dios es la
justicia, qd<c,â, que no solamente le precede (va ante él), sino que le sigue
de un modo inseparable, marcando sus huellas en el camino.
Eso signi ca que la justicia es el signo o marca de los pasos de Dios. En
otras palabras: Dios pone su huella o marca de justicia en cada uno de los
pasos que da en la historia de su pueblo y de la humanidad. La misma
justicia que marcha ante Dios habita y camina en Israel, de forma que se
muestra amorosamente presente en sus huellas.
Este es un Salmo “de David”, que tiene puntos de contacto con el Sal 85
(comparar Sal 86, 2, חסיד, con Sal 85, 9; Sal 86, 15, חסד ואמת, con Sal 85, 11),
que ha sido insertado aquí entre salmos korahitas. Solo puede llamarse
“de David” porque ha crecido a partir de salmos davídicos y de otros
pasajes semejantes.
El autor de este salmo no puede compararse por su capacidad poética
ni con David ni con el autor de otros salmos como el 116 y el 130. Su salmo
es más litúrgico que puramente poético y se titula ֹוּצּלה, pero no tiene
ninguna de las designaciones musicales que ese nombre indica. Su
característica más signi cativa es que repite siete veces el nombre de אדני,
como sucede tres veces en el Sal 130, formando así el punto de partida de
una serie de “salmos de Adonai”, escritos como imitación de los salmos de
Elohim29.
86, 1‒5. Esta oración es semejante a la del Sal 55, 3, y la a rmación sobre la
que se funda el Sal 86, 1 es palabra a palabra semejante a la del Sal ٤٠, 18.
Así aparece como “oración por el cuidado” (guárdame), por la vigilancia
(custódiame), con ׁשמרה, como en el Sal 119, 167, que aunque es
imperativo ha de leerse como shāmerah (ynIa"ï dysiçx'-yKi( éyvip.n:
hr"äm.v', guarda mi alma, porque soy piadoso); cf. Sal 30, 4, ;מּירדיSal 38,
21, רדפיo רדפי, como hemos observado al tratar el Sal 16, 1, ׁשמרני.
El orante pide a Dios que le guarde, éyvip.n: hr"äm.v'(, no solo porque
necesita su ayuda, sino también porque él es un ( חסידSal 4, 4; Sal 16, 10),
es decir, porque está unido con Dios por un lazo de afecto amoroso (חסד,
cf. Os 6, 4; Jer 2, 2), porque no es indigno de ello, es decir, de la guarda o
protección de Dios.
Sal 86, 2-3 tiene rasgos semejantes a Sal 25, 20 y Sal 31, 7. Así, en
particular, el Sal 86, 3 se vincula con el Sal 57, 2. Por su parte, la con
rmación del Sal 86, 4 está tomada al pie de la letra del Sal ٢٥, 1, cf. también
el Sal 130, 6. Por su parte, el Sal 86, 5 retoma motivos de otro salmo de
Adonai, el 130, como indica un ἅπαξ γεγραμ: la palabra ( סּלחcf. xL'_s;w>
bAjå yn"doa]â hT'äa;-yKi, porque tú, Adonai, eres bueno y perdonador…).
סּלחviene de la raíz של( סל, ofrecer libertad, χαλᾶν, ceder, remittere,
perdonar). El Señor es bueno ()ּטוב, i. e., es totalmente amoroso, y por esa
razón está pronto a perdonar, es grande y rico en misericordia, para todos
los que le invocan.
86, 6‒13. También esta sección es como un eco del lenguaje anterior de
los salmos y de la Torá. Así, por ejemplo, el Sal 86, 7 sigue al Sal 17, 6 y a
otros pasajes; el Sal 86, 8 está tomado de Ex 15, 11; cf. Sal 89, 9, donde se
evoca el nombre de אלהיםen el sentido de dioses.
El Sal 86, 8 sigue a Dt 3, 24; el Sal 86, 9 sigue al Sal 22, 28. El Sal 86, 11
está tomado del Sal 27, 11; el Sal 86, 11 del Sal 26, 3; el Sal 86,13, ׁשאול
ֹוחֹוּיה, de Dt 32, 22, donde en vez de esas palabras encontramos ֹוחֹוית, como
en el
Sal 130, 2, y donde se dice ( ֹוחנּוניoración de súplica) en vez de ֹו
(חנּונותיsúplicas importunas). Por su parte, el Sal 86, 10 (cf. Sal 72, 18) es
una fórmula doxológica que existía ya previamente.
La construcción ( ּב הקׁשיבcf. 86, 6: yt'(AnWnx]T, lAqåB.
hb'yviªq.h;w>÷) es la misma que aparece en el Sal 66, 19. Pero, aunque la
mayor parte de sus expresiones deriven de textos anteriores, este salmo
tiene una gran importancia y belleza. Con la confesión del carácter
incomparable del Señor se combina la esperanza de que todas las naciones
de la tierra le reconozcan como Dios. Esta clara predicción de la conversión
de los gentiles, que no puede tomarse en sentido alegórico, encuentra su
mejor paralelo en Ap 15, 4: todas las naciones que tú has hecho reciben de
ti su realidad, y aunque lo hayan olvidado (cf. Sal 9, 18), ellas vendrán al n
a reconocerlo.
En el verso siguiente, 86, 9, ּכל־ּגויםla expresión aparece sin artículo (cf.
Wwæx]T;v.yIw> ŸWaAbÜy" t'yfiª[' rv<ïa] Ÿ~yIÜAG-lK') y se re ere a
todas las naciones que Dios ha hecho, naciones de todas las tribus, países y
nacionalidades), cf. Jer 16, 19, con
Sal 22, 18; Tob 13, 11: ἔθνη πολλά; y también con Sal 14, 6, πάντα τὰ ἔθνη.
Tenemos que poner de relieve la petición breve, equilibrada y
encantadora del Sal 86, 11: ^m<)v. ha'îr>yIl. ybiªb'l.÷ dxeîy, uni cor meum,
ut timeat nomen tuum, uni ca mi corazón para que tema tu nombre. De un
modo correcto, Lutero se ha separado de la traducción de los LXX, Siríaco y
Vulgata, poniendo laetetur, alégrese ( יחּדde )חדה.
El signi cado de esta frase no es, sin embargo, “mantén mi corazón
cerca de la única cosa necesaria”, sino “dirige todos sus poderes (los del
corazón) y concéntralos hacia una cosa”. Los siguientes versos (86, 12-13)
nos muestran el sentido de la liberación del in erno ( ׁשאול ֹוחֹוּיה, como ארץ
ֹוחֹוית, la tierra inferior, las partes interiores de la tierra, Ez 31, 14), por lo
que el poeta promete de antemano que manifestará toda su gratitud (cf.
ּכי, Sal 86, 13, como en Sal 56, 14).
86, 14‒17. La situación es como aquella que encontramos en los salmos
del tiempo de la persecución de Saúl. El salmista es un perseguido, alguien
que está en peligro constante de perder su vida. Él ha tomado el
argumento del Sal 86, 14 del salmo elohista 54, 5, y retiene el nombre
Elohim como nombre propio de Dios (cf. por otra parte Sal 86, 8. 10),
poniendo ( זריםyl;ª['-Wmq") ~ydIÛzE¬ Ÿ~yhiÛl{a/), que aquí, como en Is
13, 11 (cf. sin embargo, Sal 25, 5) es la palabra alternativa para ( עריציםlos
poderosos).
En el Sal 86, 15, el orante apoya la petición que sigue en el testimonio
que Yahvé ofrece de sí mismo en Ex 34, 6. Los apelativos que el poeta se
da a sí mismo en el Sal 86, 16 (^t<)m'a]-!b,>÷ ^D<+b.[;) son los que
aparecen en el Sal 116, 16 (cf. Sal 9, 5). El poeta se llama a sí mismo “hijo
de tu sierva”, como si él mismo hubiera nacido como siervo de Dios, una
relación que proviene de su mismo nacimiento. En este contexto aparece
el nombre de Adonai por séptima vez, de manera muy hermosa.
El salmista se presenta a sí mismo, desde el vientre de su madre, como
siervo del Señor Soberano, de manera que puede esperar en su
omnipotencia, aguardando que él (Dios) intervenga de manera milagrosa
en su favor. Así dice al nal, en 86, 17, hb'îAjñl. tAaª yMiî[i-hfe([], haz
conmigo una señal para bien, lo que signi ca que él sabe que Dios se
encuentra favorablemente dispuesto a su favor. La expresión לטובה, para
bien, aparece también en boca de Nehemías (Neh 5, 19; 13, 31), en la de
Esdras (Esd 8, 22) y en la de Jeremías. La expresión “que los enemigos sean
avergonzados (hT'îa;-yKi( Wvbo+yEw>)” es la misma que la de Is 26, 11.
– Hay contactos lingüísticos: así ּדאב, Sal 88, 10 y Job 14, 14; רפאים, Sal
88, 11 y Job 26, 5; אבּדון, Sal 88, 12 y Job 26, 6; 28, 22; נער, Sal 88, 16 y
Job 33,
25; 35, 14; אמים, Sal 88, 16 y Job 20, 25; ּבעּותים, Sal 88, 17 y Job 6, 4. –
Hay contactos de pensamiento: Sal 88, 5 con Job 14, 10; Sal 88, 9 con Job
30, 10; Sal 88, 19 con Job 17, 9 y Job 19, 14).
– Hay contactos entre el sufrimiento de Job y la condición sufriente del
salmista, esto es, del autor del Sal 88, no solo en la forma de
enfrentarse ante el dolor, sino en la forma de expresarlo.
– El poeta del Sal 88 se encuentra en medio de la misma tentación de
Job, no solo por la forma en que se implican mente y espíritu, sino
también por la a icción externa, como lo muestra el tipo de sus
lamentaciones. Estamos ante un tipo semejante de lepra (cf. Sal 88, 9),
una lepra que parece vinculada a la forma de ser del salmista, que en él
aparece como herencia de juventud (Sal 88, 16).
Pues bien, dado que el libro de Job es una obra de la Literatura Sapiencial
(de Hokma) de la era de Salomón, y dado que estos dos salmos ezraítas
(Sal 87-88) pertenecen a los grandes sabios de la corte de Salomón (1 Rey
4, 31), resulta natural suponer que el libro de Job ha brotado de ese círculo
de Sabiduría (Hokma), de forma que podríamos aventurarnos a pensar que
el mismo Hemán el ezraíta, que es el autor del Sal 88, ha podido pasar
parte de su vida inmerso en medio de sufrimientos y con ictos de alma,
sometido a un tipo de experiencia dramática como la de Job.
El encabezado del salmo tiene dos partes: (a) “Cántico. Salmo para los
hijos de Coré. Al músico principal (preceptor), para ser recitado (no
pulsado/tocado con música, ni para ser cantado alternativamente, con
música) sobre Mahalat” (de una manera triste, con una voz sorda); (b)
“Masquil (una meditación) de Hemán ezraíta”.
Este es un encabezado doble, y sus dos mitades (las dos partes del
díptico) se contradicen entre sí30. Pero ¿qué parte del encabezado resulta
más able: ¿la que atribuye el salmo a los hijos de Coré o la que a rma que
ha sido compuesto por Hemán, el ezraíta?
Quizá la última, porque ׁשיר מזמור לבני־קרחno es más que una simple
repetición del encabezado del salmo anterior (Sal 77) que se ha incluido
aquí quizá por equivocación. Por otra parte, el encabezado segundo, tanto
por la designación más precisa de la melodía, como por la presentación
más precisa del autor, que corresponde al estilo del salmo que sigue, nos
ofrece más garantías, y responde al carácter antiguo e histórico del salmo.
88, 2‒8. El poeta se encuentra en medio de unas circunstancias que son
muy sombrías, pero no se desespera, sino que se vuelve a Yahvé con sus
lamentos, llamándole Dios de su salvación (yti_['Wvy> yheäl{a/ hw"hy>â).
Este actus directus (gesto fundante) de refugiarse en oración, poniéndose
en las manos del Dios de la salvación, que se hace presente abriendo su
camino a través de todo lo que es oscuro y triste, es un rasgo fundamental
de toda fe verdadera.
El Sal 88, 2 no ha de traducirse como cláusula independiente por sí misma
(^D<)g>n< hl'y>L,åb, yTiq.[;Þc'-~Ay, de día te grito, en la noche estoy
junto a ti, LXX y
Targum), pues en ese caso tendría que haber puesto יומם, sino que (tal
como está puntuado en el texto de Baer), ha de traducirse en el día, es
decir, en el tiempo en que (cf. Sal 56, 4; Sal 78, 42, con Sal 18, 1), es decir,
cuando yo grito ante ti de noche, haz que mi oración llegue... (Hitzig).
En el Sal 88, 3 el salmista pide que su oración suplicante, רּסתי, como en
Sal 17, 1; Sal 61, 2 llegue hasta Dios. הּטהtiene el mismo sentido que en el
Sal 86, 1, en la línea de הטen el Sal 17, 6. La beth de ( ּברעותyvi_p.n, tA[år"b.
h['äb.f'(-yKi: pues mi alma está saciada de males) es como la del Sal 65, 5;
Lam 3, 15 y 3, 30, e indica que la carga que ahora padece el alma es ya su
ciente, que no puede resistir ya más.
Sobre la sintaxis del Sal 88, 4, cf. lo dicho acerca del Sal 31, 11. La
palabra ( אילcf. ly")a/-!yae( rb,g<åK., como un geber/fuerte sin fuerza, es
un ἅπαξ λεγομ, como אילּות, Sal 22, 20) signi ca estar compacto, ser
vigoroso, tener energía (ἁδρότης). El poeta se presenta como un hombre al
que se le ha quitado toda la frescura vital, de forma que ahora no es más
que una sombra de un ser humano, se siente como si estuviera ya muerto.
En 88, 6, los LXX traducen ( חפׁשיyviîp.x'ñ ~ytiªMeB,) como ἐν νεκροῖς
ἐλεύθερος (Símaco, ἀφεὶς ἐλεύθερος), abandonado o dejado entre
muertos, y de igual forma traducen el Targum y el Talmud, como si pudiera
referirse a una persona que al estar ya muerta no está obligada a cumplir
los preceptos de la Ley (cf. Rom 6, 7). Por el contrario, Hitzig, Ewald, Köster
y Böttcher explican el tema a la luz de Ez 27, 20 (donde חפׁשsigni ca lecho o
yacija): entre los muertos está mi lecho ( חפׁשיen el sentido de יצועי, Job 17,
13).
De todas formas, en el caso de Job 3, 19, la traducción en adjetivo
parece la más probable: “uno que está libre de la muerte” (LXX) es uno que
ya no está “atado” (vinculado, asegurado) por el lazo de la vida (cf. Job ٣٩,
5), de un modo semejante a lo que se dice en latín donde una persona
muerta es un defunctus, es decir, aquel que no tiene ya ninguna función
que cumplir.
En ese sentido, Dios no se ocupa de los muertos, pues ya no tienen
historia que cumplir, están desvinculados de su vida, desprovistos de toda
historia progresiva, abierta a la paz nal, de manera que su condición
permanece siempre siendo la misma, pues se encuentran de hecho
separados,
desvinculados, cortados de la existencia ( נגזרcomo en el Sal 31, 23; Lam 3,
54; Is 53, 8), es decir, de la mano de Dios que les guía y ayuda.
Según eso, el lugar donde habitan los muertos es la hondura (el pozo)
formado por los lugares que permanecen abajo, en la profundidad (cf.
Coment. a ֹוחֹוּיות, en Sal 63, 10; Sal 86, 13; Ez 26, 20 y en particular en Lam
3, 55). Esos lugares de los muertos son las regiones oscuras (מחׁשּכים, como
en el Sal 143, 3; Lam ٣, 6), las profundidades marinas (ּבמצלות: LXX, Símaco,
Siríaco, etc., ἐν σκιᾷ θανάτου, en la sombra de la muerte, que equivale a
בצלמות, según
Job 10, 21, passim, pero en contra de Lam 3, 54), de forma que la muerte
se identi ca para cada uno con el abismo de la tumba, esto es, con la
destrucción progresiva y nal de su existencia.
Sobre el Sal 88, 8, cf. Sal 42, 8. El mugrash sobre ^yr<ªB’v.mi÷-lk’ está
indicando que esa palabra (todas tus olas) ha de tomarse como un término
adjetivado (así en el Targum), o más correctamente como objeto colocado
antes del verbo
(sobre mí has hecho pasar todas tus olas, con t’yNIï[i yl;[‘â). עּסה, hacer
que uno se incline, dominar, aquí en el sentido de hacer que uno tenga
que abajarse (LXX, ἐπήγαγες) por la fuerza de las olas que caen como una
catarata sobre el a igido.
88, 9‒13. A los octoesticos anteriores siguen ahora unos hexaesticos que
van en parejas. La queja sobre la alienación o ruptura de las relaciones más
cercana se parece a la de Job 19, 13, pero ese mismo tipo de lamento
aparece con frecuencia en los salmos más antiguos, escritos en tiempos de
sufrimiento, como en el Sal 31, 9. El salmista se encuentra abandonado por
todos sus amigos y familiares (no simplemente de sus conocidos, pues מיּדע
signi ca más que eso, en línea de comunicación de sangre/vida); se
encuentra solo en la cárcel de los malditos, donde nadie se acerca y de
donde él no puede en modo alguno escaparse.
Estas palabras suenan como en Lev 13, a modo de llanto de un leproso.
El Levítico se ocupa allí de la impureza con la que comienza la vida humana
hasta llegar a la impureza mucho más terrible de la durísima muerte de los
leprosos. La enfermedad aparece así, como el estadio intermedio del
hombre, entre el nacimiento y la muerte y, conforme a la visión de oriente,
la lepra es la más horrible de todas las enfermedades, como muerte
prematura que se va apoderando del enfermo (Num 12, 12), de manera
que se entiende, de un modo muy preciso, como un castigo de la mano de
Dios ()נגע, como un azote o plaga de Dios ()צרעת.
El hombre de quien se sospechaba que fuera un leproso quedaba
sometido a siete días de cuarentena, hasta la determinación del
diagnóstico del sacerdote, y si se con rmaba la lepra tenía que vivir fuera
del campamento (Lev 13, 46), en un lugar en el que, sin estar en prisión, se
encontraba separado de su casa y de su familia (cf. Coment. a Job 19, 19); y
si el enfermo era un hombre de cierta dignidad social quedaba condenado
a un estado de retiro y separación impuesta, que le apartaba de todos y le
privaba de todo in ujo y autoridad social. Es claro que la palabra ( ּכלאcf.
ace(ae al{åw> aluªK', encerrado y sin poder escapar) ha de conectarse con
( ׁשֹוניAml'_ tAbå[eAt ynIT,åv,, me has hecho maldición para ellos).
En el Sal 88, 10, ( עיניcf. Sal 6, 8; Sal 31, 10) son “mis ojos”, que han
languidecido, que han perdido la fuerza, que se desvanecen (cf. hb'ªa]d"
ynIïy[e, con ּדאבque tiene el sentido de tābescere, consumirse, perder el
vigor, como ּדונג, Sal 68, 3), a consecuencia de la a icción. El salmista invoca
sin cesar a Yahvé, se extiende hacia él, alarga sus manos (con ׁשּטח, igual
que en árabe), como queriendo sujetarse a Dios, que así debía presentarse
como un escudo que le de ende, como un oído que le escucha, de un
modo compasivo, superando de esa forma (dejando a un lado) su ira; pero
Dios no lo hace y él se encuentra así desamparado.
En Sal 88, 11-13, el orante fundamenta su grito pidiendo ayuda con un
doble deseo: (a) quiere ser objeto del auxilio milagroso de Dios; (b) quiere
ser capaz de alabarle. Ninguno de esos dos deseos podría cumplirse si él
muere, de forma que acaba su vida, porque lo que queda después de la
muerte es la oscuridad informe y total, sin ninguna historia posible, sin
ningún futuro.
Con los muertos, מתים, alternan los ( רפאיםsing. )רפא, los relajados, i. e.,
las sombras (σκιαὶ) del mundo inferior. Sobre ^( יודּוWdìAy ŸWmWqÜy"
~yaiªp'r>÷-~ai) en lugar de להודות, véase Ewald, 337b. En paralelo con
%v,xo, oscuridad, está hY")vin> #r<a,ä, la tierra del olvido (cf. hY")vin>
#r<a,äB. ^ªt.q'd>ciw>÷ ^a<+l.Pi %v,xoåB, [d,äW"yIh]), la tierra de la λήθη,
en la que termina todo pensamiento, todo sentimiento, toda actividad (Ecl
9, 5-6. 10), donde reina la monotonía de la muerte, sin ningún tipo de
pensamiento o recuerdo.
De esta forma representa el Antiguo Testamento el estado de vida
después del tiempo presente, incluso en el Eclesiastés y en los libros
deutero-canónicos o apócrifos, como Ecl 17, 27s, en la línea de Is 38, 18, o
como Baruc 2, 17s. En contra de eso, el Nuevo Testamento ofrecerá una
visión distinta (luminosa) no solo del estado que sigue a la muerte, sino de
la misma muerte.
88, 14-19. Aquel que se ha quejado de esa forma, sin conocimiento ni
consuelo, y sin embargo no se ha desesperado, vuelve a centrarse en sí
mismo para formular de nuevo su oración. Elevándose con la palabra
ynIÜa]w,, pero yo, el orante se pone en contraste con los muertos, que
están separados de la manifestación del amor de Dios. Manteniéndose
todavía en vida, aunque bajo la ira que aparentemente no cesa, retoma
todo su esfuerzo para mantenerse en oración, hasta colocarse ante Dios.
Sus lamentos se convierten en peticiones, pues ellos se expresan ante
Dios en forma orante. El destino bajo el cual él se ha mantenido (el
salmista) durante un tiempo como un hombre que está más cerca de la
muerte que de la vida, le conduce de nuevo hasta su juventud, para
retomar así su vida en forma de oración.
La palabra ( מּסערcf. hn"Wp)a' ^ym,äae ytiaf'Þn" r[;NO=mmi) no se
declina y es equivalente a מּסערי. El verbo hn"Wp)a' es un ἅπαξ λεγ., difícil
de traducir, pero el texto de los LXX, que pone ἐξηπορήθην, he sido
“torturado”, nos ayuda a entenderlo. Aben-Ezra y Kimchi derivan esa
palabra de la partícula adversativa ּצן, como עלהde 31 עלy le asignan el signi
cado de dubitare, dudar, como si fuera “enfrentarse”.
Pero esa palabra se explica quizá mejor a partir de la palabra árabe
afana, a na, ma’fun ̂ (raíz rf, empujar hacia adelante), en la cual domina la
experiencia básica de estrechar, apretar y agotar, que se trans ere a una
debilidad o debilitamiento del entendimiento. Podemos así comparar ּצנה
con el árabe faniya, desaparecer, desvanecerse. En esa línea, la traducción
ἐξηπορήθην de los LXX favorece el parentesco con el árabe a na, en el
sentido de in rma mente et consilii inops (con mente enferma y la voluntad
inepta)32, en la línea de lo que había indicado ya Castell en su comentario.
Pero el aoristo del verbo de los LXX resulta aquí equivocado, lo mismo
que en Sal 42, 5; Sal 55, 3; Sal 57, 5. En todos estos casos el cohortativo
implica el resultado que proviene de un impulso interior que se apodera de
una persona, como se dice en hebreo: yo me encuentro dominado por
temblores (Is 13, 8; Job 18, 20; Job 21, 6) o por gozo (Is 35, 10; Is 51, 11)
cuando la fuerza de las circunstancias le conduce a uno a un estado de
mente de ese tipo.
Consumido bajo el peso de una dispensación divina de carácter terrorí
co, el salmista se encuentra en un estado de debilidad y agotamiento
mental, o de temblor inexorable (que le insensibiliza), como si se hubiera
apoderado de él el fuego de la ira de Dios, dejándole en manos de sus
decretos terribles (véase comentario a בעתen Sal el 18, 5), de manera que
casi le ha consumido.
La forma del verbo ynItU)WtM.ci (88, 17: `ynItU)WtM.ci ^yt,ªW[Bi) no es
imposible
(Olshausen, 251a), y ha de tomarse como expresión intensiva de צּמתּו, con
la última sílaba repetida, como en עהבּו הבּו, Os 4, 18 (cf. en el campo de los
nombres, ּציפּיות, que se repiten como en ángulos-ángulos, con el sentido
de muchos ángulos: Sal 149, 6), quizá bajo el in ujo de los verbos
derivativos.
Heidenheim interpreta así el texto: tus terrores se han vuelto para mí
inseparables e insoportables (צמתת, Lev 25, 23). Las posibles correcciones
( צמֹותניde צּמתתניo (( צמתתde )צּמתson posibles, pero es más prudente dejar
la palabra como está y explicarla desde la misma tradición del lenguaje.
En el Sal 88, 18 los incendios de fuego se han vuelto inundaciones de
agua, de manera que la ira de Dios puede compararse con una corriente
que todo lo destruye y sobrepasa. Las olas amenazan con sumergirle, sin
ayuda alguna, de forma que en vez de estar rodeado de amigos y parientes
se encuentra estrechado por todas partes por la fuerza irresistible de las
aguas.
En este contexto ha de explicarse 88, 19a, que puede entenderse a
partir de Job 16, 14 en el sentido de: mi amigo y familiar más próximo es la
terrible enfermedad. En otras palabras: en vez de aquellos que hasta ahora
eran mis familiares (Job 19, 14), la oscuridad se ha vuelto mi familia.
De todas formas, en este caso, uno podría haber esperado מיּדעי
(Schnurrer) o, según Prov 7, 4, ( מודעיen vez de %v")x.m, y[;îD"yUm>)
[,rE_w", y mis amigos familiares has puesto en tinieblas), de manera que
מחׁשךdebería estar al principio como sujeto… Pero es preferible mantener
el orden de las palabras: mis familiares amigos han sido reducidos a la más
triste oscuridad (en plural, como puede entenderse partiendo de Job 19,
14: llamo madre y hermana al gusano, en la tumba).
Con este llanto nal el arpa cae de la mano del poeta. Así queda en
silencio y espera en Dios, pues solo Dios puede resolver el enigma de su a
icción. Partiendo del libro de Job podemos inferir que Dios se le aparece al
n (cf. Job 39-42), pues Dios es más el que los hombres. Nadie que en el
fondo de la ira apele al amor de Dios, sea con mano rme o temblorosa,
será abandonado por él.
El colector de los Salmos ha colocado juntos estos dos salmos ezraítas 33. De
todas formas, incluso sin la referencia a los autores, la yuxtaposición entre
los salmos se encontraría también justi cada por la relación recíproca que
existe entre ambos, y también por sus notables coincidencias con el libro
de Job. Por lo demás, el Sal 88 era un lamento puramente individual,
mientras que el Sal 89 es un canto íntegramente nacional. En esa línea,
tanto los rasgos poéticos como la situación de los dos salmos son
totalmente distintos.
Las circunstancias en la que se encuentra el escritor del Sal 89 están en
contradicción agrante con las promesas dadas a la casa de Davéase El
salmo pone de relieve esas promesas de Dios, destacando su majestad y su
delidad, para insistir luego con mucho sentimiento en la gran distancia que
existe entre esas promesas y las circunstancias presentes, lamentándose
sobre el destino sufriente (a igido) del ungido de Dios, pidiéndole a Dios
que recuerde sus promesas, reprochándole al mismo tiempo la forma en
que su Ungido y su pueblo se encuentran sometidos a tanto sufrimiento.
El Ungido no es sin más la nación (Hitzig), sino el Rey, aquel que en ese
momento lleva la corona, que se encuentra tirada y manchada por el
suelo. Por su parte, él (el salmista) se encuentra envejecido y agotado
antes de tiempo, porque todas las vallas y cercados de su tierra se han
quebrado, sus fortalezas han caído, y los enemigos han expulsado al
pueblo de sus campos de forma que, por todas partes, paso a paso, el
pueblo se encuentra amenazado por el reproche y el desprecio.
Ciertamente, no hubo motivo para esas quejas en el reinado de
Salomón, pero las hubo en el tiempo de Roboam, durante la primera
década de su gobierno, cuando Etán el ezraíta pudo haber sobrevivido al
rey Salomón, que murió a la edad de sesenta años. En el año quinto de
Roboam, Sesak (ׁש יׁשקigual a Σέσογχις, es decir, a Shishonk I), el primer
faraón de la dinastía 22 (de Bubastis), marchó contra Jerusalén, rodeado
de un ejército de muchas naciones, conquistó las ciudades forti cadas de
Judá y saqueó el templo y palacio de Jerusalén, llevando incluso los
escudos de oro de Salomón, una circunstancia que la historia ha recordado
de un modo especial.
En ese tiempo hubo un profeta llamado Semaías que predicó
arrepentimiento, en el momento de mayor calamidad de la guerra, y a
consecuencia de eso el rey y los príncipes se humillaron, de tal forma que
en medio del ataque en contra de Jerusalén experimentaron la presencia
gratuita del perdón de Dios, de manera que no fueron aniquilados. Dios no
completó su destrucción, de manera que se oyeron por entonces טובים
דברים, i. e., palabras buenas (cf. Jos 23, 14; Zac 1, 13), anuncios
consoladores de Dios en Judá. Esto es lo que se dice en la narración del
libro de los Reyes (1 Rey 14, 2528), tal como ha sido completado por el
Cronista en 2 Cron 12, 1-12.
En este período ha surgido el Sal 89. El joven rey davídico, a quien la
pérdida de parte de su reino y la desgracia militar hicieron
prematuramente anciano, es Roboam, aquel joven de apariencia débil a
quien el Faraón Sesonk llevó entre otros cautivos ante el dios Amón, tal
como aparece en la pintura monumental de Karnak, que lleva esculpida en
su anillo las palabras Judhmelek (rey de Judá), uno de los descubrimientos
más importantes y ables de Champollion, uno de los mayores triunfos en la
lectura de los jeroglí cos (cf. Blau, Sisags Zug gegen Juda, trabajo ilustrado
partiendo del monumento de Karnak, publicado en Deutsche
Morgenländische Zeitschrift XV, pp. 233-250).
El Sal 89 se relaciona no solo con el Sal 74, sino también con los salmos
77-78, que ofrecen una mirada retrospectiva hacia los tiempos esenciales
antiguos de la historia de Israel. Todos estos son salmos asá cos, algunos
de los antiguos (Sal 77-78) y otros de los más recientes (Sal 74, Sal 79, 1-
13). Por este hecho sabemos que los Salmos de Asaf eran los modelos
favoritos de aquella escuela de sabios de la que formaban parte los dos
ezraítas, autores de salmos.
89, 2‒5. El poeta, que aparece como alguien que observa los hechos desde
el comienzo del salmo, es un hombre ingenioso y de gran conocimiento, un
sabio, חכם, que comienza recordando la inviolabilidad de las mercedes
prometidas a la casa de David (cf. הסדי דוד הּסאמנים, Is 55, 3). Así traduce el
comienzo del salmo la Vulgata: misericordias Domini in aeternum cantabo,
cantaré eternamente las misericordias del Señor (nombre que se ha dado
en la liturgia al domingo 2º después de pascua).
El salmista quiere cantar eternamente la delidad amorosa de Dios
hacia la casa de David, un amor que es el a sus promesas, un amor que él
dará a conocer de un modo incesante, con su boca, es decir, de un modo
audible y público (cf. Job 19, 16) para que pueda recordarlo la posteridad
más distante. Tanto aquí como en Lam 3, 22, encontramos la palabra
ydEäs.x;(, así puntuada, con una sílaba nal acentuada. La lamed de rdo¦w"
rdoðl., en la línea del Sal ١٠٣, 7 y el Sal 145, 12, es lamed de dativo. Con
( ּכי־אמרֹויLXX y Jerónimo, en contra del Sal 89, 3, ὅτι εἶπας) el poeta funda
su verso y mensaje en el convencimiento de que podrá proclamar la
misericordia de Dios para siempre. ( נבנהen hn<+B'yI ds,x,ä ~l'A[,
eternamente será fundada/edi cada la misericordia) no signi ca edi car de
una vez y para todos, sino hacerlo en un proceso de construcción
constante, continuada (e. g., Job ٢٢, 23; Mal 3, 15), a través de un
despliegue mantenido de prosperidad. La misericordia, como ternura
amante, ds,x,ä, se mantiene para siempre (con acusativo de duración), en
el curso de una edi cación que se sigue elevando, sobre el fundamento
inamovible de la promesa de la gracia, cumpliéndose siempre de acuerdo
con esa promesa.
Esta es una edi cación que tiene el fundamento muy sólido, que no
solamente no podrá convertirse en ruinas, sino que, añadiendo una piedra
sobre otra, se elevará cada vez a más altura. En esa línea, ( ׁשמיםcf. ~h,(b'
^åt.n"Wma/ !kIßT' ~yIm;¦v', en los mismos cielos “a rmaras” tu verdad) se
pone al principio de la frase como caso absoluto; por su parte ּבהם, como
en el Sal 19, 5, es un pronombre referido a lo anterior. En los cielos,
exaltados por encima de las cosas de aquí abajo que se elevan y caen, ha
establecido Dios su delidad, pues ellos están rmes, como el sol sobre la
tierra, aunque la condición de las cosas de abajo parezcan a veces ir en
contra de ello (cf. Sal 119, 89).
En Sal 89, 4-5 siguen las palabras directas de Dios, la suma de las
promesas que él ha concedido a David y a su descendencia en 2 Sam 7, a
las que remite el poeta, tal como aparecen del modo más natural en el Sal
89, 20. Esas promesas aparecen evocadas aquí sin conexión con el
contexto, formando la sustancia y contenido de la misericordia y de la
verdad de 89, 3, que se expande ahora a modo de aposición.
Así, las palabras אכיןy ֹוכיןcon ּובניתיy יּבנהse corresponden
mutuamente. En virtud de la delidad divina, la semilla de David tendrá
asegurada una existencia eterna, pues Yahvé edi ca el trono de David de
generación en generación, haciendo que se eleve siempre, nuevo y
vigoroso, sin volverse nunca viejo y débil.
89, 6‒9. Al nal de las promesas de Sal 89, 4-5, la música se ha vuelto
fuerte, con un jubiloso hl's,( al que se vincula la invitación siguiente:
^åa]l.Pi ~yIm,åv' WdÜAy¬w>, y canten/celebren los cielos tus maravilla.
De esa manera, en Sal 89, 6-9, el canto sigue dirigido a la majestad
exaltada de Dios, especialmente a su omnipotencia y delidad, porque el
valor de la promesa se mide por la identidad de la persona que promete. El
Dios de la promesa es aquel a quien alaban los cielos y los santos de lo alto
(los ángeles).
La manera de actuar de Dios es פלא, con rasgos trascendentes,
paradójicos, maravillosos. Así le alaban los cielos, así también le alaba (con
יודו, cf. Gesenius 137, 3) la asamblea o qahal de los santos (~yvi(doq.
lh;îq.), con los espíritus celestes del mundo superior, esto es, los ángeles
(cf. Job 5, 1; Job 15, 15, con Dt 33, 2), porque él es el exaltado, sin par, por
encima de los cielos cósmicos y de los ángeles.
La palabra ׁשחק, en singular poético, en vez de ( ׁשחקיםvéase sobre
Coment. a Sal 77, 18), que es ya en sí misma una palabra poética, signi ca
los “cielos”, en sentido físico y religioso. El texto sigue diciendo que nadie
puede compararse (con ערך, en sentido medio, es decir, ser igual) a Yahvé,
cf. Is 40,
18. Sobre los אלים ּבני, véase Coment. a Sal 29, 1. En el gran concilio o
congregación de los santos en 89, 6 (~yvi(doq. lh;îqi)) y en 89, 7 (hB'_r,
~yviädoq.-dAs) Yahvé se eleva como el terrible, por encima de todos
aquellos que le rodean (1 Rey 22, 19, cf. Daniel 7, 10) por su excelsa
majestad.
La palabra hB'_r, podría ser un adverbio, como en Sal 62, 3; Sal 78, 15,
pero teniendo en cuenta el orden de la frase ha de tomarse mejor en
forma de adjetivo, como en Job 31, 34, ( אערץ המון רּבה ּכיcuando tuve miedo
de la gran multitud). En el Sal 89, 9 Yahvé aparece apostrofado como
tAaªb'c. yheÛl{«a/, es decir, como aquel que esta exaltado por encima de
los cielos y de los ángeles.
La pregunta “quién es como tú” (cf. ^Amßk'(-ymi) recibe su forma
original en Ex 15, 11. Por su parte, ( חסיןHy"+ !ysiîx], Poderoso Yah) no es
una forma en constructo, sino que tiene sentido principal, como ּגביר ידיד
עויל יד, con !ysiîx] como una derivación siríaca de la raíz siria hsan, ̣ tomada
del arameo, de donde proviene en sirio hası̣ nā ’ ̄ igual a ׁשּדי. La expresión
de Dios como Yahvé queda reducida en Hy"+ a su forma literaria más
breve posible (véase Coment. a Sal 68, 19).
Las palabras “y tu delidad te rodea por todas partes” (^yt,(Abybis.
^ªt.n"Wm)a/w<÷) expresan y despliegan el pensamiento originario del
poeta de este salmo. Ellas se re eren al Dios cuya delidad constituye la
garantía del cumplimiento de todas sus promesas, incluidas las ofrecidas a
la casa de David, que están siempre en el fondo de su vida, como
impulsándole. Ciertamente, puede estallar alguna vez su gloria con terror,
pero la delidad que le rodea suaviza siempre el brillo de su gloria cegadora
(¡aterradora!), que es como sol abrasador, haciendo que despierte y
triunfe la con anza en él, como gobernante tan mayestático.
89, 10‒15. En el tiempo en que el poeta proclama este salmo, la nación de
la casa de David estaba amenazada por el asalto de violentos enemigos, y
esto le ofrece la ocasión para ofrecer una pintura o visión del poder de
Dios en el reino de la naturaleza. Aquel que aquieta la fuerza de las olas del
mar, aquieta también la furiosa tormenta de los pueblos, cf. Sal 65, 8. ּגאּות
se aplica a la elevación orgullosa de algo o de alguien, y aquí se aplica a las
olas del mar (~Y"+h, tWaågEB. lveAmâ hT'äa,, tú dominas sobre el orgullo
del mar), como ּגאוהen el Sal 46, 4.
En vez de ( ּבׂשועwyL'ªg,÷ aAfïB, cuando se levantan sus olas), Hitzig
quiere poner otra palabra, en la línea de ( ּבׁשאוde )ׁשאה, pero la forma en
que está escrito el texto, con ׂשואes también muy posible, por lo que se re
ere al lenguaje, sea como in nitivo, igual a נׂשוא, Sal 28, 2; Is 1, 14 (en lugar
de )ׂשאת, sea como nombre verbal de in nitivo, como ׂשיא, orgullo, cf. Job 20,
6. La formación de la frase está a favor de que se tome la palabra como
verbo, en el sentido de cuando las olas se elevan tú las aquietas (=
acallas).
En esa perspectiva, del mar físico, el poeta pasa al mar social de los
pueblos, mostrando que en el milagro del Mar Rojo se dio al mismo tiempo
un milagro físico (se aquietó el mar de agua) y un milagro social (al mismo
tiempo fue subyugado el enemigo egipcio). Es evidente por Sal 74, 13-17 e
Is 51, 9 que, en este pasaje, lo mismo que en el Sal 87, 4, Rahab se re ere a
Egipto.
Ciertamente, Rahab signi ca ante todo impetuosidad, violencia, y
después alude a un monstruo, como la bestia salvaje de los juncos de
Egipto, cf. Sal 68,
31, el Leviatán o Dragón. ּדּכאתse conjuga con los verbos en lamed he,
como en el Sal 44, 20. Por su parte ll'äx'k, ha de entenderse como si
estuviera describiendo el acontecimiento (cf. Sal 18, 43), re riéndose a la
caída y destrucción fatal del reino de Egipto. En esa línea, el texto que
sigue en 89, 1215 eleva primero su alabanza a Dios partiendo de la
naturaleza y después (en el fondo) lo hace partiendo de la historia del
pueblo de Dios.
De Yahvé son los cielos y la tierra. Él es su Creador, y por esa razón es
el dueño absoluto de ambos (de cielo y tierra). El norte y el sur (expresado
como mano derecha) tú los fundaste (~t'_ar"b. hT'äa, !ymiy"w>â !Apåc').
Norte y sur, representan la tierra entera, desde un extremo de los cielos
(del horizonte) al otro extremo.
Por un lado, el Tabor, al occidente del Jordán, representa el oeste (cf.
Os 5, 1) y el Hermón, por otro lado, representa el este de la tierra santa.
Ambos montes exultan por el nombre de Dios, porque, por medio de su
fresca y gozosa mirada, ellos ofrecen una grata impresión de alegría, como
revelación del poder creador divino que se mani esta en sus alturas.
En el Sal 89, 14 la alabanza se sitúa de nuevo en un plano de historia.
Tuyo es el brazo fuerte, es decir, el poder fundante, la gebûrah
(hr"_WbG>-~[i [,Arz>â ^ål.), dice el poeta, distinguiendo entre el atributo
inherente a Dios (hr"_WbG>) y el medio de su manifestación en la historia
de los hombres ([,Arz>â, el brazo). El trono de Dios tiene un מכון
(^a<+s.Ki !Akåm.), es decir, un fundamento inmutable (Prov 16, 12; 25, 5)
que se expresa en forma de justicia y derecho que regulan su acción, y que
se mani esta también en forma de dualidad, como misericordia y verdad.
Así aparecen los cuatro atributos fundamentales de Dios, justicia y
derecho, misericordia y verdad (tm,ªa/w<÷ ds,x,î jP'v.miWâ qd<c,). Los dos
primeros van delante de Dios (cf. הּלך לפני, Sal 85, 14), como anticipándose
a su venida (Sal 88, 14; Sal 95, 2; Miq 6, 6). Por su parte, los dos últimos,
misericordia y verdad, van detrás, como si fueran como los dos genios
(genii), espíritus protectores de la historia sagrada (Sal 43, 3), de pie ante
su trono, como sirvientes esperando su gesto de mando.
89, 16‒19. El poeta ha descrito la identidad de Dios de cuya promesa
depende la casa real de Israel. Por eso es bendito el pueblo que camina (=
caminará) a la luz de su rostro (!Wk)Leh;y> ^yn<ïP'-rAaB.(). El verbo הּלך
signi ca caminar de un modo seguro y rme. Las palabras ( דעי ֹורּועהcf.
h['_Wrt. y[eäd>Ay ~['h', el pueblo que sabe aclamarte) son la a rmación
del fundamento de la bendición de Dios que se expresa en la vida del
pueblo que tiene razón y motivo abundante de exultación (cf. Sal 84, 5).
ֹורּועהes el canto/grito de gozo del pueblo (Num 23, 21), con el sonido de
las trompetas o demás instrumentos de viento (Sal 27, 6). Esta con
rmación de la bendición se expande en Sal 89, 17-19. La revelación del
nombre de Yahvé (~AY=h;-lK' !WlåygIy> ^m.viB.â, en tu nombre se
alegrará el pueblo todo el día) se mani esta así como principio y objeto de
alegría incesante.
Por la justicia de Dios será elevado, enaltecido, el pueblo (WmWr)y"
^ït.q'd>cib.W); la justicia de Dios es la que ofrece al pueblo todo su vigor,
manteniéndole exaltado por encima de todo desprecio e inseguridad. Dios
aparece así revestido con el ornamento o gloria de su potencia (hT'a'_
AmZ"å[u tr<a,äp.ti-yKi(): el ornamento o belleza más honda del pueblo se
expresa así en forma de tipheret, tr<a,äp.ti, que en el judaísmo medieval
aparece como una de las se rot o emanaciones de Dios).
En esa línea, en 89, 18, el poeta declara que Israel es (ha de ser) un
pueblo feliz, pues Dios, con su buena voluntad, con su decisión salvadora,
acrecienta y con rma el poder de su pueblo: WnnE)r>q, ~yrIT'
^ªn>cor>biW, y con su voluntad salvadora eleva nuestro poder, es decir,
nuestro “cuerno” (WnnE)r>q,), conforme al qetub (aunque también puede
aceptarse el keré, que no cambia el sentido del texto). En un sentido ese
“cuerno” es el mismo Dios, como poder. Pero, en otro sentido, ese
“cuerno” o poder de Dios en la historia humana es el mismo rey.
En esa línea, las palabras מגּסנּוy ( מלּכנּוSal ٨٩, 19) podrían ser
designaciones paralelas del rey mesiánico, que así aparece no solo como
rey estrictamente dicho, sino también como escudo protector de sus eles.
Pero, nada nos obliga a superar los límites del contexto en que está escrito
ese salmo, de manera que debemos seguir aplicando esos atributos
(escudo y rey) al mismo Dios rey, más que a un mesías davídico. Por eso no
podemos decir, sin más, que el Santo de Israel es el rey mesiánico
(davídico), como piensa Hitzig, pues tenemos que interpretar ese salmo
desde la perspectiva del tiempo en que está escrito.
Por eso, el Escudo y Rey de Israel, como dice el poeta con una con anza
(fe) desa ante, es el mismo Yahvé. Solo él, Yahvé, es el santo de Israel. Por
eso, el pueblo de Israel, como posesión divina, se encuentra bajo la
protección de Yahvé, que es el auténtico Santo, aquel que ha tomado a
este pueblo como suyo, bajo su posesión. Por eso, dado que Yahvé es el
verdadero rey de Israel, es imposible que el trono de David pueda caer
sometido (como presa) bajo algún poder mundano.
89, 20‒23. Viniendo así a referirse de nuevo al rey de Israel, el poeta
despliega una vez más la promesa que Dios ha hecho a la casa de Davéase
Las condiciones actuales de vida están en contra de ella. Pero la oración
que el salmista eleva a Yahvé, a partir de todo lo anterior, se dirige a
remover, a superar, esa contradicción.
Con la partícula ^( אזyd<ªysix]l;( !Azx'‡b.-T'(r>B,ïDI za'Û, entonces
hablaste en visión a tus santos, amigos…) se de ne de forma precisa el
tiempo anterior en pasado. El amigo íntimo de Yahvé ( )חסידes Natán (1
Cron 17, 15), pero podría ser también David, según traduzcamos “ בחזוןen
una visión” o “por medio de una visión”.
Por otra parte, al lado del texto normal, en singular לחסידך,
encontramos también una lectura, que parece preferible, en plural,
^yd<ªysix]l;( (que es la de la Biblia Stuttgartensia, nota del traductor), que
ha sido tomada como base de las grandes traducciones antiguas, LXX,
Siríaco, Vulgata, Targum, Aquila, Símaco y la Quarta, y que ha sido
adoptada por Rashi, Aben-Ezra y por otros, incluidos algunos modernos
como Heidenheim y Baer. Ese plural (tus santos) se re ere a Samuel y a
Natán, pues la a rmación posterior recoge lo que Dios ha revelado a estos
dos profetas referente a David.
La palabra עזרsigni ca asistencia o ayuda, como un regalo (rAB=GI-l[,
rz<[eâ ytiyWIåvi, he puesto mi ayuda sobre un gibbor, un valiente…). Esta
forma de expresar la ayuda, con la presentación de la persona ayudada
como un ּגּבורestá indicando que se trata de una asistencia en la batalla, es
decir, en la guerra. Por su parte, ese ּבחּורo elegido a quien Dios ha elevado
sobre el pueblo (~['(me rWxåb' ytiAmßyrIh]), en cuanto distinto del ּבחיר
del Sal ٨٩, 4, es un hombre joven, adolescens, pues David era todavía joven
cuando fue elevado de su baja condición (Sal 78, 71), siendo colocado por
encima del resto del pueblo.
Cuando David recibió la promesa (2 Sam 7) él había sido ungido y había
recibido el señorío sobre todo Israel. Por eso, los pretéritos de Sal 89, 20-
21 están seguidos por futuros de promesa, a partir de 89, 22. La palabra
ֹוּכוןes futuro nifal y, signi ca establecer, a rmar con fuerza a alguien, probar
que uno es rme, que no puede ser cambiado desde fuera y destruido (Sal
78, 37).
89, 24‒30. Lo que se promete en 89, 26 es un dominio mundial, no un
simple dominio sobre el territorio establecido en tiempos anteriores, como
en Gen 15, 18 y 2 Cron 9, 26, en cuyo caso se tendría que haber dicho ובנהר
(es decir, hasta el río, que es el Éufrates). Pero la promesa no suena
tampoco aquí tan amplia y de nida, más allá de las fronteras, como en el
Sal 72, 8, sino que permanece inde nida (sin límites) y universal, sin
necesidad de que se pregunte a qué ríos se re ere la palabra tArïh'N>b;W.
La fórmula d+y ב " נתן, como ( ׁשלחIs 11, 14), se re ere a dar o tomar
posesión sobre algo. Con ( אף־אניWhnE+T.a, rAkæB. ynIa'â-@a,, yo
también le pondré como primogénito) Dios expresa la forma en que
responderá al amor lial de Davéase A aquel mismo David que era el más
pequeño de los hijos de Jesé, Dios le instituye y unge como primogénito (
ּבכורde ּבכר, ser el primero, en contra de לקׁש, ser el tardío, véase Job ٢, 1-
13), es decir, como el más favorecido de los hijos del Altísimo (Sal 82, 6).
Así como, según Dt 28, 1, Israel está llamado a ser la más alta ( )עליוןde
las naciones de la tierra, así David, el Rey de Israel, en quien se expresa y
realiza la gloria nacional, viene a ser constituido como el más alto ()עליון
entre los gobernantes, es decir, sobre los reyes de la tierra. En la persona
de David se incluye su simiente, es decir, su descendencia. Precisamente
ese lugar de honor, que ha sido desplegado de un modo anticipado y en
forma de promesa por David y Salomón, debe venir a ser cumplido del
todo en su descendencia, tal como a rma la promesa.
Según eso, conforme al Sal 89, 29, el pacto con David debe
permanecer para siempre, pues, como a rma el Sal 89, 30, su trono durará
para siempre, a través de su descendencia; Dios hará que sus
descendientes y su trono permanezcan sin n, es decir, לעד, para toda la
eternidad. Ese trono y descendencia durarán como los días del cielo, es
decir, eternamente. Esta descripción de la duración eterna del reino de
David se proclama también en Ecl 45, 15; Bar 1, 11. En ese sentido,
recreada a partir de Dt 11, 21, la promesa del Sal 89, 30 es una
reproducción poética de 2 Sam 7, 16.
89, 31‒38. Sigue ahora una paráfrasis de 2 Sam 7, 14, según la cual la in
delidad de la descendencia de David en relación con el pacto no impedirá,
es decir, no anulará la delidad de Dios. Este era un pensamiento
consolador, pero no se podía utilizar, sin más, de un modo absoluto, en el
tiempo de crisis del reinado de Roboam. Dado que Dios había colocado a la
casa de David en una relación lial consigo mismo, él castigaría a los
miembros apóstatas de la casa de David, pero lo haría como un padre
cuando castiga a su hijo, para corregirle, no para destruirle, cf. Prov 23, 13.
Este es un tema que aparece en 1 Cron 17, 13, pero en ese caso el
cronista omite las palabras de 2 Sam 7, 14 en las que se habla de las
consecuencias negativas que tendrán las acciones perversas ( )העוותde la
semilla de Davéase Pues bien, en contra de eso, nuestro salmo desarrolla
esas consecuencias negativas, mostrando así una prueba de su
originalidad, pero al mismo tiempo, su delidad a la tradición. En ese
sentido, aunque, como muestra la historia, los castigos serán ine caces en
el caso de muchos individuos, la casa de David en cuanto tal se mantendrá
siempre en un estado de favor respecto de Dios.
Sal 89, 34. Las palabras חסּדי לא־אפיר מעּמוresponden a וחס ּדי־לא־יסּור
מּמּסּוde 2 Sam 7, 15 (LXX, Targum). Eso signi ca que el pacto que Dios ha
establecido con David es sagrado para él, de forma que no lo profanará ni
romperá nadie (con yti_yrIB. lLeîx;a]-al{, no olvidaré mi pacto, no
romperé los lazos de la santidad).
Dios cumplirá, por tanto, lo que ha salido de sus labios (hN<)v;a] al{å
yt;ªp'f.÷ ac'îAmW); será el a su promesa, conforme a Dt 23, 24, cf. Num 30,
3. Una cosa ha jurado a David (no una vez por todas, como suponen los
LXX); y esa cosa que ha jurado para siempre es el tema del que trata lo que
sigue en Sal 89, 3738 (lo mismo que en el Sal 62, 12).
Dios lo había jurado por su santidad, yvi_d>q'b. yTi[.B;äv.nI, per
sanctitatem suam, no “en mi santuario”, in sanctuario meo. Así se debe
traducir ּבקדׁשיen este pasaje y en Amós 4, 2 (cf. en Sal ٦٠, 8), porque en los
demás casos la expresión es ּבי, Gen 22, 16; Is 45, 23, o ּבנפׁשו, cf. Amós 6, 8;
Jer 51, 14, o ּבׁשמי, Jer 44, 26, o ּבימינו, Is 62, 8. Ciertamente, no hallamos
ninguna fórmula de juramento estricto en 2 Sam 7; 1 Cron 17, pero así
como Is 54, 9 toma la promesa de Gen 8, 21 como un juramento, así
también la palabra tan seria y solemne de Dios a David puede y debe ser
interpretada por los poetas (tanto aquí como en el Sal 132, 11) que
reproducen el hecho histórico, como si fuera una promesa rati cada de
hecho por un juramento.
Con el אםdel Sal 89, 36 (bZE)k;a] dwIïd"l.-~ai(, no mentiré a David),
Dios asegura que él no repudiará lo que ha dicho a David sobre esto, es
decir, sobre la perpetuidad de su trono. Esa promesa se mantendrá para
siempre, como el sol y la luna, porque esos astros, aunque puedan un día
cambiar (Sal 102, 27), no serán nunca destruidos. Teniendo en cuenta las
palabras de 2 Sam 7, 16 parece que el Sal 89, 38 debería traducirse: así
como son perpetuos los testigos del cielo (sol y luna), así será perpetuo el
trono de David, que es el gran testigo de Dios en la tierra.
En esa línea, por “testigo de los cielos” podría entenderse el arcoíris,
como memorial y signo permanente de la alianza de Dios con los hombres.
De esa forma lo han entendido Lutero, Geier, Schmid y otros. Pero ni esa
traducción, ni la más natural, que sería “y el testigo perpetuo y el en las
nubes” puede aceptarse, pues falta la partícula ּכde la comparación. En esa
línea, siguiendo el ejemplo de los comentaristas judíos, Hengstenberg
traduce: “Y el testigo de los cielos es perpetuo”, identi cando ese testigo
con la luna, con la que se asocia la continuidad de la línea de la casa de
David, así como se asocia con el arcoíris la continuidad de la vida de la
tierra amenazada.
Pero ¿en qué sentido puede atribuirse a la luna el nombre de “testigo”,
que no aparece con ese signi cado en ningún otro lugar de la Biblia? ¡En un
sentido que hallamos vinculado con el libro de Job! Así como el libro de Job
fue la llave para entender la conclusión del Sal 88, así también ahora, ese
libro de Job, puede ser igualmente la llave para entender este ambiguo
verso (Sal 89, 38) de nuestro salmo.
Este verso se puede interpretar en la línea de Job 16, 19, donde se
dice: “Mira, mi testigo está en el cielo, y mi seguridad en las alturas”.
Yahvé, el Dios el, ( נאמן אלDt 7, 9), sella su promesa diciendo: “Y el testigo
en el cielo (en las alturas del éter) es el”. La objeción de Hengstenberg (que
Yahvé no puede aparecer como testigo de sí mismo) viene superada por el
hecho de que frecuentemente la partícula עדse re ere a la persona que
testi ca algo sobre sí misma. En ese sentido, de hecho, todo este pasaje se
ha traducido como (ה עדּותtestimonio de Yahvé).
89, 39‒46. Ahora, después que el poeta ha dirigido sus pensamientos hacia
los comienzos de la casa de David, que habían sido tan ricos en promesas,
a n de que esa “casa” pueda encontrar consuelo bajo la miseria presente,
el contraste entre los dos períodos se vuelve todavía más fuerte a los ojos
del salmista.
Con ( ואֹוהSal 89, 39: ^x<)yvim.-~[ , T'x.n,z"â hT'äa;w>, y ahora, tú que
habías rati cado tu promesa con juramento, has desechado a tu ungido…)
este salmo toma un nuevo giro. La palabra hT’äa;w> se utiliza aquí de un
modo absoluto, como en Sal 44, 24; Sal 74, 1; Sal 77, 8, de manera que no
necesita ningún objeto que deba suplirse.
89, 40. Los LXX traducen el hebreo ^( נארֹוהD<+b.[, tyrIåB. hT'r>a;nEâ,
rompiste el pacto de tu siervo) como katestrepsas. Hubiera sido mejor
traducir como se hace en Lam 2, 7, con ἀπετίναξε, porque נארes sinónimo
de נער, expulsar, cf. árabe el-menâ‛ir, con el sentido de los que expulsan
(con la lanza). Por su parte, עבּדךes el nombre de vocación del rey en
cuanto tal. Su corona es sagrada como insignia del o cio que Dios le ha
concedido.
Pues bien, ahora, Dios ha envilecido al rey sagrado, arrojando su
corona por el suelo (con חּלל לארץ, como en el Sal 74, 17, profanar). El
pasaje fundante de Sal 89, 41-42 es el Sal ٨٠, 13. Sus muros, sus vallas son
los límites protegidos que tiene la tierra del rey, como las מבצריוo
fortalezas del país (en ambos casos sin כל, pues no se ha llegado todavía a
un asedio total de esas fortalezas por parte de los enemigos)34.
89, 42. ( ׁשּףהּוcf. %r<d"_ yrEb.[oå-lK' WhSuv;â, lo saquean todos los
que pasan por el camino) vincula y mezcla rey y tierra. עברי־דרךson las
“hordas” de pueblos que pasan por la tierra. Por su parte, ׁשכניוson los
pueblos vecinos que en otro tiempo estaban obligados a pagar tributos a la
casa de Davéase Ahora, esos pueblos buscan cualquier oportunidad para
aprovecharse del reino de David y debilitarlo.
Sal 89, 44. No podemos traducir la palabra rWcå por roca, o por la roca
de su espada (Hengstenberg). La palabra צּורno signi ca meramente roca,
sino también raíz o lo, cf. árabe sạ r̂ , el ruido que produce un lo o espada
al cortar, y también el mismo cuchillo o la espada. Según el texto, Dios ha
decretado que el lo o cuchillo de la espada del rey se vuelva romo, o
también que se aparte del enemigo, de tal forma que él no pueda
mantener su campo o defenderse en la batalla.
Por su parte, la mem de ( מטהרוAr=h'J.mi T'B;îv.hi, le hiciste cesar de
su gloria…), conforme a la analogía con Ez 16, 41; Ez 34, 10 y con otros
pasajes es una preposición: cessare fecisti eum a splendore suo (le hiciste
cesar o le despojaste de su esplendor). El nombre r=h'J.mi igual a מטהרcon
daggesh dirimens35, como מק ּדׁשen Ex ١٥, 17, מּסזרen Nahúm 3, 17
(Abulwald, Aben-Ezra, Parchón, Kimchi y otros), parece que no puede
tener el signi cado que aquí se requiere, y no se encuentra ni en el hebreo
bíblico ni en el postbíblico.
En primer lugar, טהרno signi ca pureza, sino brillo. Por otra parte, no
podemos partir de la forma טהרque encontramos en este caso, pues la
palabra no es טהרו, sino Ar=h'J.mi, y en esa línea se sigue situando la
lectura adoptada por Norzi, Heidenheim y Baer, como también por Nissel y
otros (mittọ harŏ ). La forma personal en que nos sitúa todo este verso 89,
40 requiere que el brillo o gloria al que se re ere el texto deba aplicarse a la
casa de David que sigue aún reinando, que no ha muerto antes de tiempo
(Olshausen), pero que se está volviendo prematuramente vieja, por razón
de las tristes experiencias de su gobierno. El reino de Roboam ha perdido
la mitad de su territorio, Egipto y los reinos del entorno amenazan la otra
mitad que le queda y, en vez de estar vestido con su propia gloria, el rey se
encuentra totalmente cubierto de infamia.
89, 47‒52. Tras haber precisado la condición actual de las cosas, el salmista
comienza a pedir a Dios que remueva todo aquello que va en contra de la
promesa. La pregunta del lamento del Sal 89, 47, a excepción de una
palabra, es verbatim la misma que la del Sal ٧٩, 5. La ira a la que se re ere
quousque (hw"hy>â hm'ä-d[,) está voluntariamente implícita, como
supone la partícula de intensi cación de לנצח, véase Sal 13, 2, indicando
que se trata de algo para siempre.
La palabra ( חלדcf. dl,x'_-hm, ynIïa]-rk'z>) evoca la vida temporal que
se desliza y pasa de un modo secreto, sin que nos demos cuenta de ello
(Sal 17, 14). Por su parte, la expresión זכר־אניno es equivalente a זכרני,
recuérdame (en lugar de la cual por causa del énfasis solo podría decirse
)זכרני אני. La conjetura de Houbigant y de algunos comentaristas modernos
que leen ( זכר אדניcf. Sal 89, 51) no es necesaria, porque la posición inversa
de las palabras es la misma que hallamos en el Sal 39, 5.
En el Sal 89, 48 no se puntúa ׁשוא על־מה: ¿por qué (Job 10, 2; Job 13, 14)
(me) has creado en vano? (cf. Sal 127, 1, Hengstenberg), sino aw>V'©÷-
hm;-l[,: ¿a causa de qué o por qué me has creado tú por nada (מה־ׁשוא,
como adjetivo y sustantivo, como en Sal 30, 10; Job 26, 14), por qué has
creado todos los hijos de los hombres? (De Wette, Hupfeld y Hitzig).
Todo esto con על, es decir: ¿por qué causa o motivo directo (sin el
interrogativo directo que es menos apropiado) pasa y desemboca todo en
la muerte y en el Hades? ¿Por qué en ese breve espacio de tiempo, que no
es más que un suspiro, Dios no podría manifestarse a sus creaturas como
misericordioso y tierno, en vez de presentarse siempre como airado? En
este momento suena la música (89, 49: hl's,(), y lo hace, necesariamente,
en un “mesto” o majestuoso, adaptado a la elegía.
Si en el mundo actual tarda y no se cumple la justicia, la fe del Antiguo
Testamento aparece duramente tentada y probada, porque esa fe no es
capaz de encontrar consuelo en la vida del más allá. Así se muestra la fe
del poeta en el estado actual de cosas, en el que la apariencia externa del
Ungido de Israel se encuentra en una gran contradicción, en contra de la
misericordia que Dios juró y concedió a David.
La palabra חסדיםo misericordia (cf. ~ynIïvoarIh' ^yd<Þs'x]ŸhYEÜa,) no
tiene aquí el sentido de promesas a favor, como en 2 Cron 6, 42, sino de
pruebas de favor, re riéndose con הראׁשניםal largo período de los reinados
de David y Salomón36. El salmo asá co 77 y la te la de Is 63 contienen quejas
semejantes; en esa línea, en conexión con el Sal 89, 51 uno puede recordar
los textos asá cos de Sal 79, 2. 10, y en relación con el Sal 89, 52 también el
Sal 79, 12.
La expresión נׂשא בחיקוl(90, 51: ~yMi([, ~yBiîr,-lK' yqiªyxeb.÷ ytiîaef.,
todos los pueblos numerosos que llevo en mi seno) se aplica en otros casos
al amor que nutre y da vida, Num 11, 12; Is 40, 11. Por razones sintácticas,
no se puede tomar ּכל־רּבים עּמיםcomo dependiente de ( חרּצתEwald) o,
como le gusta decir a Hupfeld, como un genitivo postliminar.
Algunos piensan que כלes una mutilación de ּכלּמת, según Ez 36, 15,
como sugiere Böttcher. Pero no necesitamos apelar a esa conjetura. (1)
Porque llevar a uno en el seno implica estar vinculado necesariamente a él,
con la sujeción que ello implica, con la imposibilidad de liberarse de él (cf.
Jer 15, 15). (2) No hay duda de que, como sucede con los numerales, רּבים
puede colocarse delante del sustantivo al que pertenece, Ez 32, 10; Prov ٣
١, 29; 1 Cron 28, 5; Neh 9, 28, cf. en el otro caso, Jer 16, 16. (3) De un modo
consecuente, ע ּמים ּכל־רּביםpuede signi car la totalidad de muchos pueblos,
como en el caso de ּג וים רּביםּכלen Ez 31, 6.
El poeta se queja de que, siendo miembro de una nación, como si fuera
ciudadano de un gran imperio, él se ve obligado a fomentar y cuidar en su
seno a muchas naciones, dado que la tierra de Israel estaba ocupada por
los egipcios y sus aliados, los libios, trogloditas y etíopes.
El אׁשרque sigue en el Sal 89, 52 (^yb,îy>Aa Wpßr>xe rv<Üa) no puede
aplicarse retrospectivamente al Sal 89, 51 (con ^yd<_b'[] tP;är>x,, como
tal), en sentido relativo, no con rmativo (en la línea de porque, quoniam).
Por eso lo vinculamos con los ~yMi([, ~yBiîr,-lK' del verso anterior y
tomamos אויביךa modo de aposición, como en el Sal 139, 20: ¡qué
reproche para ti, qué reproche, que tus enemigos…, te han deshonrado,
han deshonrado los pasos (tAbïQ.[i como en el Sal 77, 20 con Daggesh
dirimens, con su tono emocional) de tu Ungido…! Eso signi ca que ellos, los
enemigos, han seguido por todas partes al Ungido, dondequiera que él
haya ido, vigilando todo lo que ha podido hacer, a n de humillarle.
89, 53. Doxologia nal. Con las palabras anteriores, muy signi cativas (los
pasos de tu Ungido, ^x<)yvim. tAbïQ.[i), termina el libro 3º de los Salmos,
como rati ca la conclusión solemne de 89, 53 (!mE)a'w> Ÿ!mEïa'« ~l'ªA[l.÷
hw"ïhy> %WrßB'), que ya no forma parte de este salmo, sino que es el nal
de todo el libro 3º.
1. De un modo convergente, Redslob (Deutsch. Morgenl הnd. Zeitschr.
1860, p. 675) interpreta esa imagen de los ojos desde la experiencia de orgullo
de los hombres que quieren expresar su poder a través de la mirada. De esa
forma, la mirada orgullosa, que desea apoderarse de las cosas o personas a las
que se dirige, aparece como un cuchillo a lado que traspasa el círculo del propio
rostro para apoderarse de las cosas y personas con las que el orgulloso se
relaciona.
2. En general ׁשּובno signi ca necesariamente volverse, cambiar, sino,
como en árabe ‛adâ , pérsico gashten, entrar en un nuevo estado, activo o
pasivo.
3. La versión del Targum es: así como el borracho abandona su
ensoñación cuando despierta de suborrachera, así tú, Señor, harás que ellos
abandonen sus ensoñaciones cuando despierten y salgan de sus tumbas,
haciendo que olviden sus imaginaciones falsas. En esa línea debe corregirse el
texto de nuestras ediciones, conforme a las observaciones de Bechai (sobre Dt
33, 29) y Nachmani (en su tratado )ׁש ערהגמול.
4. La p egipcia se convierte frecuentemente en hebreo en b y viceversa,
como en el nombre Aperiu igual a עברים. A pesar de ello, la p se retiene en פרעה
igual a phar-aa, gran casa (οἶκος μέγας) en Horapolis, de manera que el nombre
de los gobernantes egipcios se señala con el signo del plano de una casa igual a
p.
5. La lectura מעודיךha sido recibida, e. g., por Elias Hutter y Nissel. El
Targum traduce también de esa manera y Kimchi le sigue en esa interpretación,
lo mismo que Abraham de Zante en su paráfrasis, que podría aceptarse en
principio, pero que, según los LXX y la versión siríaca y muchos MSS, debe ser
rechazada. Como en Lam 2, 6, מועד, es el lugar instituido por Dios (cf. Num 17,
1-13) para estar presente y dialogar con su congregación (cf. árabe mı̂‛ad̂ ,
entrevista). Lo que dice Jeremías en Lam 2, 7 (cf. ׁשאג, Jer ٢, 15) se expresa aquí
de un modo más breve. Por ( אותתםSal 74, 4: tAt)ao ~t'ätoAa Wmf'Þ, han puesto
sus estandartes como señales) no debemos entender las insignias militares.
6. La cabeza se llama en sánscrito iras, en zend se llama aranh, igual a
κάρα. El cuerno es en sánscrito, ringa, i. e. (según Burnlouf, Études, p. 19),
aquello que procede de y se expande desde la cabeza
(iras), en zendo es rva igual a κέρας, ( קרןkarṇ ).
7. Un verso de un bello poema que Muhammel Ibn Dụ chı̂ , el larca de
los Beni Zumeir, un̂ honorable poeta de la estepa, dictó al Cónsul Wetzstein
reza así: los nobles son como una montaña elevada en la que, cuando tú llegas
a ella, encuentras dispuesta una cena y protección (árabe: ‘l-‛š’ wḏry).
8. Hemos indicado en Sal 18, 12; Sal 36, 6, que los ( ׁשהקיםlos cielos)
reciben ese nombre por su delgadez, pero pasajes como el del Sal 18, 12 y el
que ahora estudiamos no favorecen esa idea. Quizá es preferible buscar la raíz
y sentido original de esa palabra en el árabe shq̣ , estar distante (de donde
viene suhḳ , distancia; ̣ sahı̣ k̂ , distante), de manera que ̣ ׁשהקיםsigni que “las
distancias”, como ׁשמים, las alturas, de ׁשחקigual a suhḳ . Pero en hebreo no
encontramos trazas de esta raíz verbal, mientras que ̣ ׁשחק, árabe shq̣ ,
contusionar, a nar (Neshwn: romper las piedras, término usado en las farmacias
para pulverizar drogas o medicinas) es una raíz y palabra que se emplea tanto
en hebreo como en árabe.
Esa es una palabra que se sigue asociando en árabe con ese sentido, por ejemplo, en sahạ bun saĥ
quṇ
(nubes tenues, nubila tenuia), que se dice también shạ b rqı̂ q̂ . Según eso, ׁשהקים, conforme a su
primer sentido, es aquello que se extiende de un modo no, tenue, sobre una super cie extensa, en
contra de las nubes densas y pesadas. Eso signi ca que las ׁשהקיםde este pasaje no son las nubes, sino
la super cie lisa y estrellada del cielo que se muestra ante nosotros, que está por encima de nosotros
(nota de Fleischer).
9. La lectura διὰ Ἠσαΐ́ου τοῦ προφήτου (de o por Isaías profeta) es
errónea, pero antigua; por su parte, las homilías clementinas introducen este
pasaje como palabra de Isaías.
10. De todas formas, la identidad de Avaris y Tanis se ha vuelto
nuevamente dudosa. Tanis fue unaciudad de los Hyksos; por su parte, Pelusium
es la misma Avaris, que era también fortaleza de los hicsos; véase Petermann,
Mittheilungen, 1866, p. 296-298.
11. Conforme a la investigación de la Masora, este verso 78, 36 está en el
centro de los 2527 versosdel salterio, cf. Buxtorf, Tiberias, 1620, p. 133.
12. Según B. Kiddushin 30a, este verso (este estico) del Sal 78, 38 forma el
centro de los 5896 פסוקין, στίχοι o esticos del salterio. Conforme a B. Maccoth
22b, el texto del Sal 78, 38, y previamente los de Dt 28, 58-59; Dt 29, 8. ٩, eran
los que se leían cuando, conforme a ٢ Cor ١١, 24, Pablo recibió por cinco veces
los 39 latigazos que se aplicaban a los culpables.
13. El tiempo de la redención aparece aquí como un día de liberación (יום,
como en Gen 2, 4 en el hexahemeron, en la culminación de la obra de los seis
días de la creación). El hecho de ( אות ׂשיםsynon. de נתן, )עׂשהse utiliza como en
Ex 10, 2. Hemos encontrado ya la expresión rc")-yNImi (rc")-yNImi ~d"îP'-rv,a]
~A, del día en que los liberó de su angustia, 78, 42) en el Sal 44, 11.
14. Según B. Menachoth 53b, el nuevo Jedidiah (= Salomón, 2 Sam 12, 25)
edi có el templo en la propiedad de Jedidiah (que era Benjamín, Dt 33, 12).
15. Conforme a Soferim XVIII 3, los salmos 79 y 137 son los propios de la
liturgia “de los nudos”(Tisha b’Av), que se celebra el día 9 del mes de Av,
conmemorando la destrucción de Jerusalén por los caldeos y los romanos.
16. Según eso, este salmo aplica algunas referencias de Jeremías del
tiempo de la guerra de loscaldeos al tiempo de la persecución de los sirios, en el
contexto del alzamiento de los macabeos. Casiodoro y Bruno observan que este
salmo deplora la persecución de Antíoco que se debía realizar en el tiempo de
los macabeos (deplorat Antiochi persecutionem tempore Machabeorum
factam, tunc futuram). Por su parte, Notker añade que el tema de este salmo,
con su argumento fundamental, es bien conocido por aquellos que han leído el
primer libro de los Macabeos.
17. Ciertamente, leemos que Benjamín se puso de parte del rey Roboam
de Judá, después de ladivisión del reino (1 Rey 12, 21), de manera que Judá y
Benjamín aparecen como partes del reino de Judá (2 Cron 11, 3; 2 Cron 11, 23;
2 Cron 15, 8, passim). Sea como fuere, según 1 Rey 11, 13. 32. 36, solo una tribu
( )ׁשבט אחדpermaneció el a la casa de David, es decir, la de Judá, pues Benjamín
no permaneció enteramente bajo el cetro de David y, por su parte, Simeón no
aparece en la lista de tribus (cf. Coment. a Genesis, pp. 603). En esa línea, las
ciudades benjaminitas de Betel, Gilgal y Jericó formaron parte del reino del
norte, pero como en el caso de Rama (1 Rey 15, 21) con cierta oposición (cf. e.
g., ٢ Cron ١٣, 19). Las fronteras de los reinos fueron por un tiempo uctuantes,
véase Ewald, Geschichte des Volkes Israel, p. 439-441.
18. La palabra hk’Þl. no es un pronombre con el sentido de “a ti” (a ti
pertenece nuestra salvación, como han pensado el Talmud, el Midrash y la
Masora, véase Norzi), sino que es verbo en imperativo ¡ven! Por eso, J. Succa
54c, escribe de un modo preciso לך. Ese לכהen el sentido de לךse llama en la
Masora e incluso en el Midrash (Exod. Rabba, fol. 121) un ( לכה ודאיתvéase
Buxtorf, Tiberias, p. 245).
19. Con referencia a este pasaje, Exod. Rabba 44 dice: “Cuando los
viñadores vieron que la viña crecía ¿qué hicieron? La sacaron de su lugar y la
trasplantaron ( )ׁשותליןen otro”. Por su parte, Levit. Rabba 36, dice: “No se
planta una viña donde hay grandes piedras ásperas, sino que se busca un buen
lugar para plantarla. Así también tú expulsaste a los pueblos y plantaste allí…”.
20. Conforme a Kiddushin, 30a, la letra ayin de este pasaje (r[;Y”+mi
ryzIåx]>) está en el centro del salterio, mientras la waw de Lev 11, 42, es la
letra central de la Torá. No parece que existan personas empeñadas en probar
la verdad de esta a rmación; sin embargo, a mediados del siglo XVII, vivió un
clérigo llamado Laymarius, que tomó en serio ese cálculo, descubriendo que las
a rmaciones de la Masora (e. g., que ה אדניaparece 222 veces) son en parte
poco exactas y así lo escribió en Monatliche Unterredungen, 1691, p. 467, y así
lo con rmó también Geiger, Urschrift und Uebersetzungen der Bibel, p. 258s.
21. El texto puede referirse a diversos tipos de animales, empezando por
las hormigas y terminandopor los roedores, y de un modo especial por las
langostas. Como dice Saadia, las langostas devoran los frutos del campo desde
arriba, las hormigas desde abajo. Dunash cita en este contexto los קרסם, re
riéndose a las hormigas, pero también, como en árabe qrd, a los roedores.̣
22. Pinsker traduce así, que tu mano sea sobre el hombre, tu mano
derecha sobre el Hijo del Hombre, al que… Pero la impresión de que ימינךy
אמצתה לךse vinculan es tan fuerte que ninguno de los intérpretes antiguos (de
los LXX y el Targum en adelante) ha podido liberarse de ella.
23. En el papiro Leydensis I. 346, los israelitas reciben el nombre de
Aperiu ()עברים, es decir, los que arrastraban las piedras para construir la gran
torre de vigilancia de la ciudad de Ramesés. El Pap. Leyd. I. 349, según la
referencia de Lauth, dice que los Aperiu arrastraban piedras para los almacenes
de la ciudad de Ramesés.
24. Respecto a los υίοὶ Βαΐάν (Benı Baijâ n), 1 Mac 5, 4, resulta aún
difícil para nosotros ofrecer unâ respuesta convincente, véase Wetzstein,
Excursus II, pp. 559s.
25. La Hexapla siria (Oseas 10, 14) pone צלמנעen vez de ׁשלמן, una
sustitución que ha sido aceptada por Geiger, Deutsch. Morgenländ. Zeitschr.
1862, p. 729s. Sobre el signi cado del nombre de los príncipes madianitas, véase
Nöldeke, Ueber die Amalekiter, p. 9.
26. Saadia traduce el ּגלּגלdel Sal 77, 19 como un fenómeno astronómico,
en árabe ‘l-frk, la esfera de los cielos. Aquí acude a la palabra árabe kalgrâ blt̂ ,
que parece un plural expandido de grabı̂ l̂ , cernidores en forma de tambor,
tamboriles, como parece que debe leerse el texto de Is 17, 13, Codex Oxon.,
árabe kalgirbâ lt̂ . El verbo árabe garbala, tamizar, cernir, se aplica al viento,
como hace Mutanabbi (cf. comentario de Dieterici, pp. 29, l. 5-6): es lo que
sucede con el polvo de esta región, cuando los vientos chocan unos contra
otros y se forma un torbellino, en árabe mugarbalu (i. e., algo que está siendo
“tomado” y que empieza a girar en torno, “tornado”).
Para otras explicaciones y aplicaciones de este término ּגלּגל, y de la idea subyacente, cf. Makkarı,
I.̂ p. 102, l. 18: “Es como si el suelo tuviera que quedar limpio de polvo, por medio del torbellino que
eleva y aleja el polvo”, árabe gurbilat (i. e., el polvo que es sorbido y elevado por el torbellino). Según
eso, en árabe girbalat̂ , signi ca primero un tipo de círculo de polvo que gira por el viento, y después
un verdadero tornado o huracán, en el sentido que Saadia da a esa palabra ּגלּגל. Así lo interpreta
también Fleischer en oposición a Ewald, que traduce “como barreduras o suciedades”.
27. Nonnen ofrece una visión distinta en su Dissertatio de Tzippor et
Deror, etc., 1741. Él piensa que el autor del salmo es un efraimita qua había
sido aceptado de nuevo como partidario de la adoración de Dios en Sión,
durante el reinado de Josafat (2 Cron 19, 4).
28. Así lo puso de relieve san Bernardo, partiendo de este salmo:
misericordia et veritas obviaverunt sibi, justitia et pax osculatae sunt (la
misericordia y la verdad salieron al encuentro, una al lado de la otra, la justicia y
la paz se besaron). Este ha sido un tema importante en la pintura, la poesía y el
drama de la Edad Media, como ha puesto de relieve Piper, Evangelischer
Kalendar, 1859, pp. 24-34, y la hermosa miniatura que representa la ἀσπασμός
o resurrección de la justicia y de la paz, δικαιοσύνη εἰρήνη, que aparecen en un
Salterio Griego del año 1867, p. 63.
29. Conforme a una lectura auténtica de 86, 4 (en contra de Hidenheim
que lee יהוהy del Sal 86, 5, donde Nissel lee también )יהוה, en contra del texto
original ha de ser ( אדניcf. Bomberg, Hutter). Ambos nombres divinos de Sal 86,
4 y 86, 5 pertenecen a los ١٣٤ nombres divinos וּדאיןde los salmos. Este nombre
אדני, escrito como tal, y no como sustituto de un pasaje donde el texto original
dice יהוה, es característico de la Masora, según la cual ודאיevoca la unidad
originaria y divina del Uno.
30. El hecho de que vayan juntos, sin más, ( להימןde Hemán) y ( לבני־קרחde
los hijos de Coré) podría estar perfectamente en orden, dado que el preceptor
de Hemán era un korahita, según 1 Cron 6,
33-38. Pero Hemán el ezraíta, האזרחי חימן, como persona, formaba parte de los cuatro grandes sabios
israelitas de 1 Rey 4, 31, y, conforme a lo que dice 1 Cron 2, 6, era un descendiente directo de Zerah y,
por lo tanto, no era de la tribu de Levi, sino de la de Judá.
La suposición de que Hemán, el Korahita hubiera sido adoptado en la familia de Zerah, o en la
de Hemán el ezraíta, perteneciendo de esa forma a la tribu de los levitas, es solo un intento carente
de base, creado para resolver la di cultad. En contra de eso, tenemos que suponer que en el
encabezado del salmo se han puesto, uno al lado del otro, dos textos de encabezado que son muy
distintos, aunque no sean del todo irreconciliables entre sí. La suposición de que el encabezado del
salmo era meramente xr,qoï ynEòb.li rAmªz>mi ryv, y no, por el contrario, la otra parte (yxi(r"z>a,h' !
m"ïyhel. lyKiªf.m;÷ tAN=[;l. tl;äx]m'-l[, x;Ceän,m.l,), se funda solo en el hecho de que únicamente en
este salmo la fórmula למנצחno ocupa la primera parte del encabezado.
31. Esta derivación no es contraria al genio del lenguaje hebreo, teniendo
en cuenta el podercreador de la liturgia y de la poesía de la sinagoga, que es
capaz de convertir las partículas en verbos, como ha puesto de relieve Zunz, Die
synagogaie Poesie des Mittelalters, p. 421.
32. También Abulwald explica אפּונהpartiendo del árabe, pero de una
forma que no puede aceptarse, en el sentido de “desde un largo tiempo en
adelante”, a partir del árabe i an̂ (ibban, i , afaf,̂ ifaf, tai aĥ ), que signi ca
tiempo, período: el tiempo concebido como un impulso interno que arrastra
hacia adelante, como sucesión constante de momentos.
33. Tras haber reconocido en el comentario al salmo anterior que el
doble encabezado del Sal 88ofrece dos a rmaciones irreconciliable de su origen,
una al lado de la otra, renunciamos a exponer los arti cios por los que Etán (איתן,
un nombre fenicio, en la forma יתן, Itan, Ἰτανός, ליתן, litan, equivalente a )לעלם,
un ezraíta de la tribu de Judá (1 Rey 5, 11; 4, 31; 1 Cron 2, 6), ha sido identi
cado con Etán (Jedutún) hijo de Jusías, el Merarita, de la tribu de Leví (1 Cron 6,
29-32; 6, 44-47; 15, 17), preceptor o maestro de música, con Asaf y Hemán, jefe
de los grupos de músicos sobre los cuales fueron colocados como subdirectores
sus seis hijos (1 Cron 25).
34. En la lista de naciones y ciudades conquistadas por el Faraón Sesonk
he encontrado inclusociudades de la tribu de Isacar, como Shen-ma-an, Sunem,
véase Brugsch, Reiseberichte, pp. 141-145, y Blau a quien arriba me he referido.
35. La visión de Pinsker (Einleitung, p. 69), según la cual este daggesh no
está indicando que se trata de una letra doble, sino que es un mero signo
diacrítico (anterior a la invención del sistema de las vocales), para decir que la
letra, que tendría que ser pronunciada con una vocal chateph (e. g., mitọ hă r),
es incorrecta. El daggesh que indica la doble consonante hace que el sheb sea
audible, tomando de esa manera el colorido de la consonante y de la vocal más
cercana.
36. El pasek colocado entre חראׁשניםy ( אדניyn"+doa] Ÿ~ynIïvoarIh') no
tiene simplemente la nalidad de separar el predicado anterior de Adonai que
es, sin duda, el Primero y el Último, sino también la de asegurar la
pronunciación de la gutural aleph, pasando así directamente a la mem
siguiente, cf. Gen 1, 27; Gen 21, 17; Gen 30, 20; 42, 21, passim.
LIBRO III. Salmos 73–89
LIBRO IV.
SALMOS 90–106
Salmo 90. Refugiado en la ternura de Dios, contra el juicio airado
de la muerte
`rdo*w" rdoæB. WnL'ª t'yyIïh' hT'a;â !A[åm' yn"©doa]
~yhiîl{ña/h'-vyai( hv,çmol. éhL'piT. 1
`lae( hT'îa, ~l'ªA[÷-d[, ~l'îA[meW* lbe_tew> #r<a,ä
lle(AxåT.w, WdL'ªyU ~yrIÜh'« Ÿ~r<j,ÛB. 2
`~d"(a'-ynEb. WbWvå rm,aToªw,÷ aK'_D,-d[, vAna/â bveäT'
3
91, 1‒2. Como aquel que está en lo oculto, Dios recibe el nombre de עליון,
el Uno más excelso, inaccesible y también el nombre de ׁשּדי, el que se
esconde, el invencible y poderoso. Sin embargo, el creyente le llama con su
nombre de alianza (el Nombre Santo) que es יהוה, y también, con el su jo
de apropiación, ( אלהיmi Dios). En conexión con este salmo 91 podemos
recordar algunas expresiones del libro de Job (cf. 39, 28) relacionadas con
el águila que construye su nido en la altura.
Conforme a la acentuación, el Sal 91, 2 debería traducirse, como hace
Geier, “Dicit, in Domino meo (o Domini meo) latibulum, etc.”, en el sentido
de en mi Señor (o de mi Señor) la morada escondida... Pero la combinación
más natural es la que vincula “decir” y “Yahvé” (decir a Yahvé:
hw"hyl;â( rm;ªao), pues las dos partes de este verso (91, 2) mantienen
un lenguaje directo dirigido a otra persona.
91, 3‒9a. En 91, 3, יקוׁש, como en Prov 6, 5; Jer 5, 26, signi ca en el fondo la
muerte: te librará de la red del cazador (que es la muerte), cf. Hebr 2, 14; ٢
Tim ٢, 26. La red del cazador de aves está mostrando el peligro que las aves
tienen de perder la propia vida, cf. Ecl 9, 12.
En relación con el Sal 91, 4 tenemos que recordar a Dt 32, 11: Dios
protege a los suyos como un águila a sus crías con largas y fuertes alas.
אברה
(%l'â %s,y"å ŸAt’r"b.a,B, con sus plumas te cubrirá). Por su parte,
%s,y" es el hi l de הסך, de סכך, con dativo de objeto, como el kal del Sal
140, 8, en el sentido de ofrecer cobijo, protección. Conforme al signi cado
de su raíz, el ἅπαξ λεγ. סחרהsigni ca aquello que rodea y protege algo o a
alguien.
En ese caso, esa palabra ()סחרה, colocada al lado de ( צּסהescudo),
tiene que referirse a un arma defensiva que rodea y protege el cuerpo por
todas partes. De un modo consecuente, no corresponde al siríaco sḥārtā’,
fortaleza militar ( מסּגרת,)סהר, sino al siríaco sabrā’, un tipo de broquel
(escudo grande).
El Targum traduce צּסהcon ֹוריסא, θυρεός, y סחרהcon עגילא, que parece
referirse a un escudo redondo.
Por su parte, אמֹווes la verdad de las promesas divinas. Dios aparece
como protección impenetrable en tiempos de guerra, cf. 91, 5, para
defendernos de los peligros de la noche y de las batallas que amenazan
cada día. Y, al mismo tiempo, como auxilio (fuente de salud) en tiempos de
peste, Sal 91, 6, pues el ángel de la destrucción que pasa a su lado y
destruye al pueblo (Ex 11, 4) no puede dañar al hombre que ha puesto su
refugio en Dios, tanto a media noche como a mediodía.
El futuro יהלךse re ere a la peste que va escondida en la oscuridad (cf.
%l{=h]y, lp,aoåB' rb,D<miâ, más que a la peste que anda/camina en la
noche). Los LXX, Aquila y Símaco asociaban erróneamente יׁשּודcon el
nombre de un demonio ( ׁשדcf. ~yIr")h\c' dWvïy" bj,Q,ªmi÷). En contra
de eso, esa palabra dWvïy" es un futuro de יׁשד, cf. Prov 29, 6, como ירּון,
de ירּוץ, cf. Is 42, 4, y tiene el sentido de romper o destruir.
En el Sal 91, 7, la palabra lPoÜyI (cf. jyBi_t; ^yn<åy[eB. qr,â,
aunque con tus ojos mires…) es una prótasis hipotética, “aunque caigan”
(si cadant), en pretérito en el sentido de “aunque cayeran” (cediderint,
Ewiger, 357b). En esa línea, con רקse introduce aquello que acontece
después, en medio de una gran excepción.
Desde ese fondo, Burke traduce correctamente: nullam cum peste rem
habebis, nisi ut videas (no tendrás relación alguna con la peste ni siquiera
aunque veas). Tú serás solo un simple espectador, y verás lo que pasa ante
tus ojos, pero tú mismo serás inaccesible a la peste, de forma que
sobrevivirás, descubriendo que estás vivo porque Dios te protege, a
diferencia de aquellos que están muriendo a tu lado.
De esa forma podrás ver, como veía Israel en la noche de la Pascua, en
Egipto, la justa retribución de los malhechores, que caían presa de la
muerte, mientras tú y tus hijos estabais sanos. La palabra ( ׁשּלמהaquí
~y[iäv'r> tm;ÞLuvi, recompensa de los impíos) es la retribución, un
hapaxlegomenon, cf. ׁשּלמים, Is 34, 8. De esa manera, dando gloria a Dios,
la segunda voz con rma o rati ca las promesas anteriores.
91, 9b‒16. Vuelve aquí la primera voz, que retoma y rati ca lo anterior, y
despliega aún más esas promesas: “Tú has hecho que el Altísimo sea tu
morada ( ;)מעוןy por eso no te sobrevendrá, no te tocará…, la desgracia”.
La promesa de Dios se eleva, según eso, siempre más alta, y resuena cada
vez de manera más gloriosa. El pual ( אּסהh['_r" ^yl,äae hN<åaut.-
al{)>,, no te sobrevendrá mal) ha de entenderse en el sentido de no caerá
sobre ti mal alguno, como en Prov 12, 2.
Aquila traduce bien: ου ̓ μεταχθήσεται πρὸς σὲ κακία, no se abalanzará
sobre ti nada malo.
Por su parte, ^( לא־יקרבl<)h\a'B. br,îq.yI-al{ [g,n<©w>÷), no se te
acercará la plaga, tiene un sentido semejante al de Is 54, 14, donde sigue
אלen vez de לא, con la ּב, en tu morada o tienda, como en Jc 19, 13. El
ángel guardián que Dios concede al que confía en él aparece también en
Sal 91, 11-12, como un hecho universal, no como algo excepcional que
solamente acontece en circunstancias extraordinarias.
Así observa Brentius comentando este pasaje: esta es la condición de
los milagros, que en ellos se mani este algunas veces de manera externa
aquello que Dios realiza siempre en lo escondido (Haec est vera
miraculorum ratio, quod semel aut iterum manifeste revelent ea quae Deus
semper abscondite operatur). En ( יׂשּאּונךcf. 91, 12: ^n>Wa+F'yI
~yIP,ïK;-l[;,, te llevarán en sus palmas), el su jo ha sido combinado con la
forma plena del futuro.
Los LXX traducen correctamente el Sal 91, 12, μήποτε προσκόψῃς
πρὸς λίθον τὸν πόδα σου, a n de que no tropiece tu pie en la piedra,
porque נגףtiene siempre y, por tanto, también aquí, como en Prov 3, 23,
un sentido transitivo, no intransitivo (en contra de Aquila, Jerónimo,
Símaco, cf. Jer 13, 16).
El Sal 91, 13 dice aquello que puede hacer el hombre que confía en
Dios, en virtud de la ayuda que le ofrece Dios por medio de los ángeles.
Esta promesa recuerda la de Mc ١٦, 18, ὄφεις ἀροῦσι, tomarán serpientes
en sus manos; pero aún más, la de Lc 10, 19: mirad, yo os doy poder para
caminar sobre serpientes y escorpiones, y sobre toda la fuerza del Enemigo
(ἐπάνω ὄφεων καὶ σκορπίων καὶ ἐπὶ πᾶσαν τὴν δύναμιν τοῦ ἐχθροῦ).
Aquí se están evocando los tipos de poderes destructivos que
pertenecen al mundo de la naturaleza y, en especial, al del espíritu. Se les
llama leones, y leones eros, por su gran poder natural y visible, entendido
como amenaza de destrucción; se les llama también víboras y dragones
por su maldad escondida y venenosa.
En el Sal 91, 13a se promete que el hombre que confía en Dios
caminará sin armas por encima de esos monstruos, enemigos malignos,
porque confía en Dios. Por su parte, el Sal 91, 13b añade que quien confía
en Dios destruirá de raíz esos poderes (cf. Rom 16, 20). Esto que la voz
divina de la promesa dice aquí, al nal de este salmo, constituye por su
forma un eco de las promesas que encontramos en el Sal 50,
especialmente en 50, 14 y 23, palabras que aquí se toman casi al pie de la
letra.
Por su parte, Gen 46, 4 y especialmente Is 63, 9, pueden compararse
con el nal de este Salmo (91, 15). De este pasaje se in ere en B. Taanith
16a, que Dios tiene compasión de los que sufren, a los que él debe castigar
y probar por su misma santidad (para que se muestren también ellos
santos).
Tanto aquí como en el Sal 50, 23 la salvación de Dios es la realización
plena del propósito divino de su misericordia. El Antiguo Testamento pudo
contemplar y anticipar todo esto, como anuncio de salvación para aquellos
que confían en Dios. Esta fue también la esperanza de la edad de los
apóstoles y de todo el Nuevo Testamento.
292 Alzaron los ríos, Jehová, los ríos alzaron sus voces; alzaron los ríos sus olas.
93, 1‒2. El sentido de é%l'm' (con a junto a ̄ zinnor o como en Sal 97, 1; Sal
99, 1, junto a dech)3 es de tipo histórico, y se sitúa en el centro entre el
presente (Yahvé reina) y el futuro (Yahvé reinará), con la certeza de que ha
comenzado ya el reino de Yahvé, de manera que él empieza a reinar de
ahora en adelante.
En un tiempo anterior, Dios había renunciado a su omnipotencia, se
había abajado, había permanecido al fondo; pero ahora, sin embargo, él se
muestra a sí mismo con su más alta majestad, de manera que se eleva
sobre todas las cosas. Él ha tomado pues las riendas de su reinado como si
fueran una vestidura, de forma que él es rey y se mani esta como tal ante
todo el mundo, con sus ornamentos regios.
El primer לבׁשtiene un olewejored (cf. vbeîl'ñ tWaáGE); en el
segundo caso (rZ"+a;t.hi z[oå hw"hy>â vbeäl')) tiene un dech, y se
vincula con rZ"+a;t.hi z[oå por medio de un athnach. עז, como en Sal 29,
1-11, se re ere a los enemigos. Lo que aquí se está poniendo de relieve es
la triunfante omnipotencia invencible de Dios, que se ha revestido con el
poder supremo (Is ٥١, 9), con el que él se rodea (se reviste) a sí mismo, en
sentido militar (Is 8, 9): Yahvé hace la Guerra en contra de todo lo que se le
opone, y lo derriba por el suelo con las armas de su juicio airado.
Encontramos una descripción nueva y más precisa de esta experiencia
del Dios que se reviste de poder en Is 59, 17 y 63, 1, cf. Daniel 7, 9 4. Lo que
no puede faltar en conexión con esta ascensión de Yahvé como rey (es
decir, con la toma de posesión de su reino) es el uso de la partícula אף
(lbeªTe÷ !AKïTi-@a; rZ"+a;t.hi z[).
En cuanto al lugar del reino de Yahvé, el mundo debe mantenerse sin
ser removido, en oposición a todos los poderes hostiles (Sal 96, 10). Hasta
ahora, la hostilidad entre Dios y los poderes del mundo había perturbado
el equilibrio y había amenazado con romper todas las relaciones
establecidas por Dios. Sin embargo, la intervención de Yahvé, cuando él,
nalmente, ponga en movimiento todo el poder de su gobierno real, hará
que la tierra no pueda ya conmoverse en modo alguno (cf. Sal 75, 4).
El trono de Dios se mantiene, según eso, totalmente rme, exaltado
sobre todo riesgo de conmoción, מאז. Ese reino de Dios alcanza, por un
lado, hacia atrás, hasta el más distante pasado, porque Yahvé es ;מעולםsu
ser se hunde (se funda hacia el origen) en aquello que es inmemorial e
inconmensurable. El trono y la naturaleza de Yahvé no tienen comienzo en
el tiempo y, por lo tanto, no pueden tampoco perecer. Por eso, siendo sin
principio, son también sin n, son in nitos en duración.
93, 3‒5. Todo el furor del mundo será por tanto incapaz de detener el
despliegue del reino de Dios y su eclosión nal a través de la gloria de su
victoria. El mar con sus poderosas masas de agua, con el inquieto y
constante movimiento de sus olas, con su presión incesante en contra de
la tierra rme, con su choque espumoso en contra de las rocas, es el signo
del mundo gentil, alejado de Dios y enemigo. Por su parte, los ríos (las
grandes corrientes) son signos de los reinos del mundo, como el Nilo lo es
de Egipto (Jer 44, 7), y el Éufrates de Asiria (Is 8, 7), o más exactamente el
Tigris, que corre como una echa, es signo de Asiria y el tortuoso Éufrates es
el emblema del imperio de los babilonios (Is 27, 1).
Como dice el poeta mientras eleva su mirada de llanto esperanzado
hacia Yahvé, las aguas han levantado sus corrientes, han elevado su
estruendo, han multiplicado su clamor. De esta manera eleva el poeta eso
que pudiéramos llamar “su paralelismo con limitaciones”. Los verbos en
perfecto a rman lo que ha sucedido, los futuros muestran aquello que aún
no ha llegado a realizarse.
Este mundo parece dominado por un mar y por unos ríos contrarios a
Dios, pero Dios ha de manifestar su más alto poder. El ἅπαξ λεγ (٩٣,l٣:
~y")k.D" tAråh'n> Waßf.yI.yI, elevaron los ríos sus olas) está evocando un
choque en contra de algo (una collisio), con gran ruido, con decisión.
En 93, 4 el poeta rati ca que Yahvé está exaltado por encima del rugido
de las olas, y así lo hace utilizando un מןde comparación (~yBiªr, ~yIm,Ü
ŸtAl’Qomi, más que las voces de muchas agua), no de causa, como
dicen algunos: “a causa del rugido de las grandes aguas son gloriosas las
olas del mar…” (Starck, Geier). Tampoco se puede traducir como hace
Mendelssohn: más que el rugido de las grandes aguas son las olas del mar.
La comparación de fondo de 93, 4 está formada por dos elementos: (a)
en primer lugar por el estruendo de las muchas aguas poderosas
(~yrIåyDIa; ~yBiªr, ~yIm,Ü); (b) en segundo lugar, por las recias olas
del mar (~y"+-yrEB.v.mi). Eso signi ca que, por una parte, la palabra
( אדיריםpoderosas) ha de tomarse como segundo atributo de las מים, y,
por otra parte, ( מׁשּברי־יםlas olas del mar rompiendo sobre las rocas, unas
tras otras) han de tomarse como una designación más concreta de las
aguas poderosas (אדירים, conforme a Ex 15, 10), como muestran los
mismos acentos del texto5.
Así culmina el salmo en 93, 5. La majestad celestial de Yahvé se eleva
sobre todos los estruendos majestuosos de aquí abajo cuyas olas, por muy
altas que se eleven no pueden alcanzar nunca su trono. Él es el Rey de su
pueblo, es el Señor de su Iglesia que conserva su revelación y le adora en
su templo. A causa de su reinado inalcanzable y todopoderoso, la
revelación de Dios es inviolable; ella determina y dirige el establecimiento
de su reino y el cumplimiento futuro de sus gloriosas promesas, porque
sus palabras son eles y verdaderas, λόγοι πιστοί καὶ ἀληθινοί, Ap ١٩, 9;
22, 6.
A la casa o templo de Dios le pertenece la santidad ( vd<qo+-hw"a]n,
^ït.ybel.) por encima de toda la majestad de las aguas de ríos y mares del
mundo, con vd<qo+hw"a]n], que es 3ª persona del pretérito en piel 6.
Esta cláusula nal, formulada a manera de oración es, al mismo tiempo, una
petición para que, en todo tiempo futuro, Yahvé proteja su templo de
Jerusalén, para que ese templo sea el lugar seguro en el que habita aquí
abajo, en el mundo, su honor, en contra de toda profanación.
305 Porque Jehová es Dios grande, gran Rey sobre todos los dioses.
306 En su mano están las profundidades
de la tierra y las alturas de los montes son
suyas.
307 Suyo también el mar, pues él lo hizo, y sus manos formaron la tierra seca.
308 Venid, adoremos y postrémonos;
arrodillémonos delante de Jehová, nuestro
hacedor,
309 porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado y ovejas de su mano.
`rB")d>MiB; hS'ªm;÷ ~AyðK. hb'_yrIm.Ki ~k,b.b;l.â
Wvåq.T;-la; 8
`yli¥[\p' Waïr"-~G, ynIWn©x'B.÷ ~k,_yteAba] ynIWSnIâ
rv<åa] 9
`yk'(r"d> W[ïd>y"-al{ ~heªw>÷ ~he_ bb'äle y[eäTo ~[;Û
rm;ªaow" rAdªB. jWqÜa'« Ÿhn"“v' ~y[iÛB'«r>a; 10
`yti(x'Wnm.-la, !Waªboy>÷-~ai yPi_a;b. yTi[.B;îv.nI-rv,a] 11
Si oís hoy su voz,
8
“No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba,como en el día de
Masah en el desierto,
9
donde me tentaron vuestros padres, me probaron y vieron mis obras.
10
Cuarenta años estuve disgustado con la nación,y dije: “Es pueblo que
divaga de corazón y no han conocido mis caminos”. 11 Por tanto, juré
en mi furor que no entrarían en mi reposo”.
315 Tributad a Jehová, familias de los pueblos, dad a Jehová la gloria y el poder.
316 Dad a Jehová la honra debida a su nombre; traed ofrendas y venid a
sus atrios. 9 Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad;
`Aa*l{m.W ~Y"©h;÷ ~[;îr.yI) #r<a'_h' lgEåt'w> ~yIm;V'h;â
Wxåm.f.yI 11
`r[;y")-yce[]-lK' Wn©N>r,y>÷ za'î AB+-rv,a]-lk'w> yd,f'â
zl{å[]y, 12 `At*n"Wma/B, ~yMiª[;w>÷ qd<c,_B. lbeîTe-
jPo)v.yI #r<a'îh'ñ jPoáv.li éab' yKiî ab'ª yKiì Ÿhw"“hy>
ynEÜp.li 13
temed delante de él, toda la tierra.
10
Decid entre las naciones, “¡Jehová reina! También a rmó el mundo,
no será conmovido; juzgará a los pueblos con justicia”.
11
Alégrense los cielos y gócese la tierra; brame el mar y su plenitud.
12
Regocíjese el campo y todo lo que hay en él;entonces todos los
árboles del bosque rebosarán de contento 13 delante de Jehová, que
vino, porque ha venido a juzgar la tierra.
¡Juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con su verdad!
Lo que decía el Sal 95, 3: “Un gran Dios es Yahvé, y un gran rey sobre todos
los dioses”, se repite en Sal 96, 1-13.
3
Fuego irá delante de él y abrasará a sus enemigos alrededor.
4
Sus relámpagos alumbraron el mundo; la tierra vio y se estremeció.
5
Los montes se derritieron como cera delante de Jehová,delante del Señor de toda la tierra.
6
Los cielos anunciaron su justicia y todos los pueblos vieron su gloria.
7
Avergüéncense todos los que sirven a las imágenes de talla,los que se glorían en los ídolos.
Póstrense ante él todos los dioses.
8
Oyó Sión y se alegró; y las hijas de Judá se gozaron, Jehová, por tus juicios,
9
porque tú, Jehová, eres el Altísimo sobre toda la tierra;eres muy exaltado sobre todos los
dioses.
10
Los que amáis a Jehová, aborreced el mal;él guarda las almas de sus santos; de manos de los
impíos los libra.
11
Luz está sembrada para el justo y alegría para los rectos de corazón.
12
¡Alegraos, justos, en Jehová, y alabad la memoria de su santidad!
Este es el único salmo que tiene como encabezado מזמור, sin más añadido;
y por eso se le llama en B. Aboda Zara, 24b, ( יתומא מזמוראsalmo
huérfano). La peshita siríaca pone en el encabezado: de redemtione populi
ex Aegypto (de la redención del pueblo de Egipto). Sin embargo, este
salmo nuevo no es el canto de Moisés, sino una contrapartida de ese (cf.
Ap 15, 3).
En este salmo la exclamación “el Señor Reina” resuena por primera vez
junto al mar; aquí se canta la culminación que comenzó junto al mar (a la
salida de Egipto), llegando a la gloria nal del reino de Dios que irrumpe y se
expande plenamente por medio de su juicio. El comienzo y n están
tomados de Sal 96. Casi todo lo que queda en medio, entre ese principio y
nal, está tomado de la segunda parte de Isaías. El libro de la consolación de
Isaías para los exilados viene a presentarse así como una especie de
“fuente de Castalia” (junto al oráculo de Delfos) para la lírica religiosa de
los salmos.
El tema de este salmo es también la venida de Yahvé para establecer
su reino a través del juicio, y su palabra clave es Yahvé reina (%l'm'â
hw"åhy>). Los LXX ponen el encabezado: τῷ Δαυίδ ὅτε ἡ γῆ αὐτοῦ
καθίσταται/καθίστατο (de David, cuando la tierra sea restituida por él).
Jerónimo dice: quando terra ejus restituta est.
La palabra τῷ Δαυίδ no tiene consistencia histórica. El tiempo de la
restauración, en el que surge este salmo es el tiempo postexílico; pero el
salmo en su forma actual está compuesto como un mosaico de temas y
citas tomadas de pasajes originales de David y de los salmos asá cos y de
los profetas, especialmente de Isaías, siendo resultado y expresión de la
conciencia religiosa que proviene del tiempo posterior al exilio.
97, 1‒3. Aquí tenemos muchos ecos de la literatura más antigua. Para el
Sal
97, 1, cf. Is 42, 10-12; Is 51, 5. Para el Sal 97, 2a, cf. Sal 18, 10. 12. El Sal 97,
2b es igual al Sal 89, 15. Para el Sal 97, 3a, cf. Sal 50, 3; Sal 18, 9.
Finalmente, para el Sal 97, 3b, cf. Is 42, 25. Comenzando con la llegada del
Reino de Dios en el presente (%l'm'â hw"åhy>), el poeta se sitúa ante la
perspectiva del Reino que ha de venir. A partir de aquí recoge y proclama
un rico material que invita a la alegría universal.
El verbo ( ֹוגל#r<a'_h' lgEåT', se alegra la tierra) está en indicativo, como
en el
Sal 96, 11, y frecuentemente. ~( רּביםyBi(r, ~yYIïai, las numerosas islas
o costas) son “todas”, pues “muchos” signi ca en este contexto “todos” (cf.
Is 52, 15). La descripción de la teofanía, para la que el Sal 97, 2 está
preparando el camino, recuerda la de Hab 3.
Envolviéndose en oscuridad, Dios ofrece el testimonio de su seriedad
judicial. Él viene como juez, de forma que así pone de relieve el
fundamento de su trono real y de su tribunal de juicio. Su heraldo es el
fuego que consume por todas partes a sus adversarios, como aquel fuego
de la columna de nube consumió en otro tiempo a los egipcios en el éxodo.
97, 4‒6. También aquí encontramos básicamente ecos de la literatura
anterior: Sal 97, 4 es igual a Sal 77, 19, cf. también Sal 77, 17. Para el Sal
97, 5, cf. Miq 1, 4 y 4, 13. Por su parte, 97, 6 es igual al Sal 50, 6; cf. Is 35, 2;
40, 5; 52, 10; 66, 18. El poeta describe aquí, con certeza histórica, aquello
que ha de suceder en el futuro. Lo que el Sal 77, 19 dice sobre la
manifestación de Dios en los tiempos primordiales lo trans ere este salmo
a la revelación de Dios en los tiempos nales.
La tierra lo ve y a consecuencia de ello comienza a temblar (97, 4:
#r<a'(h' lxeäT'w, ht'Þa]r', la tierra lo vio y se estremeció). Esa lectura rati
cada por Heidenheim y Baer se sitúa en la línea de 1 Sam 31, 3, y puede
compararse con palabras como וֹורם, וֹוקם,וֹובן, y וֹוׂשם. La gura de la cera
que se derrite se encuentra en el Sal 68, 3. También en otros lugares a
Yahvé se le llama “Señor de toda la tierra”, cf. Zac 4, 14 y 6, 5.
La proclamación de los cielos es una expresión de alegría, como en el
Sal 96, 11. Los cielos proclaman la radicalidad judicial estricta con la que
Yahvé, de acuerdo con sus promesas, realiza su plan de salvación, que
culminará en el hecho de que todos los hombres verán la gloria de Dios.
97, 7‒8. Cuando se mani este la gloria de Yahvé, todo aquello que se
opone a ella será castigado y consumido por su luz (por su fuego). Aquellos
que sirven a los ídolos se volverán conscientes de su engaño, y lo harán
con vergüenza y terror, cf. Is 42, 17; Jer 10, 14. Entonces, los poderes
sobrehumanos (LXX, ἄγγελοι), que han sido dei cados por los paganos, se
inclinarán ante aquel que es el único Elohim o Dios, como personalidad
absoluta.
Por su parte, ~( הׁשֹוחוּוyhi(l{a/-lK' Al÷-Wwx]T;v.hi, ante él se
postran todos los dioses) no es imperativo (como en LXX, Siríaco), pues
como mandato esta frase sería abrupta, y no tendría conexión con el resto
del texto. Este verbo es más bien un perfecto, que indica aquello que está
sucediendo. La cita de Hebr 1, 6 está tomada de Dt 32, 3 (LXX), aunque en
el contexto de Sal 97, 7-88 (en la línea del Sal ٤٨, 12) retoma el motivo
anterior y lo aplica a su propia nación (Israel).
Cuando escucha que Yahvé se ha revelado, y que el mundo entero con
todos sus poderes se ha inclinado ante él, Sión se alegra, porque su Dios ha
venido a ser reconocido así entre todos los pueblos. Y de esa forma todas
las comunidades hijas de la tierra judía exultan con Sión, con la madre
iglesia, por la salvación que llega a través de los juicios de Dios.
97, 9. Este verso es un “epifonema”, una re exión en la que el salmista
admira y comenta lo que está sucediendo, como en un “aparte”. Esta re
exión consta de dos esticos y recoge motivos ya expuestos en Sal 83, 19 y
Sal 47, 3. Con este epifonema podía haber terminado el texto, pero en su
forma actual el salmo sigue con una estrofa de tipo exhortativo, que quizá
pudo ser añadida en un momento posterior.
97, 10‒12. El Sal 97, 12a es como el Sal 3, 11; por su parte, el Sal 97, 12b es
igual al Sal 30, 5. La promesa del conjunto de este verso es como la del Sal
37, 28 y el Sal 34, 21. Pero, en todo lo demás, especialmente en 97, 11,
esta estrofa tiene un mensaje original: es una amonestación a la delidad a
Yahvé, en un momento en que parecía triunfar un espíritu pasivo de
sometimiento al paganismo, mientras que la rme confesión y la adhesión
rme a Yahvé estaba amenazada con la pérdida de la vida (es decir, con la
condena a muerte).
Aquellos que se mantuvieron rmes en su confesión, en un momento
como el de los macabeos recibieron el nombre de “asideos”, Ἀσιδαῖοι,
חסדיו. Esta es la a rmación central del salmo, en tiempos de persecución:
Yahvé guarda las “almas” (= vidas) de sus asideos ( wyd"_ysix], los que
mantienen su hesed, su pacto de misericordia, cf. 97, 12: ~le(yCiy,
~y[iªv'r>÷ dY,ïmi wyd"_ysix] tAvåp.n, rmevoâ).
La hermosa gura del Sal 97, 11 ha sido mal comprendida por las
versiones antiguas que leen ( זרחcf. Sal 112, 4) en vez de זרע. La palabra
sobre la “semilla” no signi ca aquí arrojar o esparcir la semilla en la tierra,
sino sembrarla (= sembrar la luz) a lo largo del camino de la vida, de
manera que el justo (el asideo, que vive a la luz del hesed de Dios) avanza
paso a paso en la luz.
Hitzig compara rectamente esa expresión con las palabras griegas
kidnatai skidnatai, que evocan el nacimiento de la luz por la mañana y su
oscurecimiento con la puesta del sol. De esa primera imagen del
nacimiento de la luz dirá Virgilio, Aen. IV, 584s: et jam prima novo
spargebat lumine terras (y ya la primera aurora con su nueva luz inundaba
las tierras).
Salmo 98. Saludos al Dios conocido por su justicia y salvación
tAaål'p.nI-yKi( vd"x'â ryviä Ÿhw"“hyl;( WryviÛ rAm‡z>mi
319
98, 1‒3. El tema del Sal 98, 1ab lo hemos encontrado ya en el Sal 96, 1. Lo
que sigue en el Sal 98, 1c está tomado de Is 52, 10; 63, 5, cf. Sal 98, 7; 59,
16; 40, 10. El pasaje originario de Is 52, 10 muestra que el athnach del Sal ٩
٨, 2 está correctamente colocado. ( לעיניa los ojos de, abiertamente) es lo
contrario de los simple rumores (cf. árabe l-l-‛yn, algo que se sabe por
observación propia, en oposición al árabe l-l-chbr, lo que se sabe por
rumor de otras personas). El dativo לביתdepende de ישראל וּיזּכר, de
acuerdo con el Sal 106,
45, cf. Lc 1, 54, canto del Benedictus: laeîr"ñf.yI tybeçl.
éAtn"Wma/(w<) ŸAD’s.x, su misericordia y verdad para con la casa de
Israel.
98, 4‒6. La invitación de 98, 4 pide que se responda con una gozosa
manifestación de las voces diversas, algo que se puede hacer de varias
maneras: en 98, 5, con la unión del canto y de la música de instrumentos
de cuerda, como hacen los levitas; en 98, 5 con el sonido de instrumentos
de viento, como hacen los sacerdotes. Sobre 98, 4, cf. Is 52, 9, junto con Is
14, 7 (dado que ּצצחּו ורננּוes equivalente a )ּצצחּו רּסה. La expresión
hr"(m.zI lAqåw>, voz del canto, se encuentra también en Is 51, 3.
98, 7‒9. Estos versos ofrecen también un eco del lenguaje anterior de los
salmos y de los profetas. El Sal 98, 7a es igual a ٩٦, 11. El Sal 98, 7b es como
el Sal 24, 1. El Sal 98, 8 toma los motivos de Is ٥٥, 12, pero en vez de la
expresión habitual de “”ֹוקע ּכף, batir palmas (cf. Sal 47, 2, o de la de הּכה
ּכף, de 2 Rey 11, 12, aplicada a los árboles del campo), encontramos la
expresión ( מחא ּכףaplicada a los ríos).
Este salmo quiere que el conjunto de la naturaleza comparta el gozo
de la humanidad, evocando aquí la imagen de los ríos ( )נהרותcuyas aguas
(como olas que chocan entre sí con estrépito) aclaman a Dios aplaudiendo,
batiendo entre sí sus palmas12. En una línea algo distinta se sitúa la
expresión de Hab 3, 10 donde se dice que los abismos del mar elevan sus
manos a la altura, haciendo que las olas de agua choquen entre sí como
montañas.
Salmo 99. Canto de alabanza en honor del tres veces Santo
`#r<a'(h' jWnðT' ~ybiªWrK.÷ bveîyO ~yMi_[; WzæG>r>yI
%l'm'â hw"åhy> 1
`~yMi([;h'(-lK'-l[; aWh÷ª ~r"îw> lAd+G" !AYæciB.
hw"hy>â 2
`aWh) vAdïq' ar"ªAnw> lAdïG" ^m.viâ WdåAy 3
hq'ªd"c.W÷ jP'îv.mi ~yrI+v'yme T'n>n,åAK
hT'a;â bheîa'ñ jP'çv.mi é%l,m, z[oïw> 4 `t'yfi(['
hT'ìa; ŸbqoÜ[]y,B.
`aWh) vAdïq' wyl'ªg>r, ~doïh]l; Wwx]T;v.hiw>â)
Wnyheªl{a/ hw"Üh«y> Wm‡m.Ar) 321
`~nE)[]y, aWhåw> hw"©hy>÷-la, ~yarIïqo Am+v.
yaeär>qoB. laeWmv.Wâ wyn"©h]koB.( Ÿ!ro’h]a;w>
hv,Ûmo« 322
`Aml'(-!t;n") qxoåw> wyt'ªdo[e÷ Wrïm.v' ~h,_ylea]
rBEåd,y> !n"['â dWMå[;B. 323
`~t'(Alyli[]-l[; ~qeªnOw>÷ ~h,_l' t'yyIåh' afenOâ laeä
~t'îynIò[] hT'ça; éWnyhel{a/ hw"åhy> 324`Wnyhe(l{a/
hw"ïhy> vAdªq'÷-yKi( Av+d>q' rh,ål.
1
¡Jehová reina! Temblarán los pueblos.
Él está sentado sobre los querubines; se conmoverá la tierra.
2
Jehová en Sión es grande y exaltado sobre todos los pueblos. 3 ¡Alaben tu
nombre grande y temible! ¡Él es santo!
4
La gloria del rey es amar la justicia; tú con rmas la rectitud;
tú ejerces en Jacob la justicia y el derecho.
Este salmo se divide en tres partes, de las cuales la primera (Sal 99, 1-
3) termina con ( הּוא קדוׁשél es santo), la segunda (Sal ٩٩, 4-5) igualmente
con קדוׁש הּוא, y la tercera (99, 6-9), de manera más desarrollada, con
`Wnyhe(l{a/ hw"ïhy> vAdªq'÷-yKi( (porque es Santo Yahvé, nuestro
Dios), formando así una especie de eco del trisagio de los sera nes de Is 6.
Los dos primeros “sanctus” forman cada uno un hexastico; mientras
que el tercero tiene dos hexasticos, cosa que responde al hecho de que el
día 3º y el 6º de la creación (Gen 1) incluyen cada uno dos obras creadoras.
En contra de lo que piensa Olshausen esta misma disposición simétrica es
un argumento a favor de la integridad del texto. Pero el “claro-oscuro” del
lenguaje y de la expresión plantea no pocas preguntas a los lectores o
cantores del salmo.
Bengel ha sido quien más profundamente ha penetrado en el carácter
de este salmo, y así dice: “el salmo 99 consta de tres partes en las cuales se
celebra al Señor como aquel que ha de venir, como el que es y el que era, y
cada una de ellas culmina con una confesión que nos conduce a la
alabanza: “¡Él es Santo!”. En esa línea ha sido comentado el salmo por
Oettinger, Burk y C. H. Rieger.
99, 1‒3. Los tres futuros expresan hechos del tiempo que viene, y que son
el resultado inevitable del dominio real de Yahvé, que se realiza desde el
El Sal 101 expresaba este deseo: ¿cuándo vendrás a mí? Por su parte, el Sal
102 tiene este encabezado, “Oración de un sufriente ( ynIå[') cuando está
angustiado y derrama su lamento delante de Jehová”. Por eso, la plegaria
“escucha mi oración y llegue a ti mi clamor” (192, 1) ha de tomarse al pie
de la letra, de un modo personal (individual), sin que el orante se identi
que con la nación como tal. Sin embargo, por otro lado, esta oración del
ynIå[' es ciertamente un canto de la nación entera, pues el poeta es un
siervo de Yahvé que comparte la calamidad en la que ha caído Jerusalén y
su pueblo que no tiene patria (tierra propia), tanto en el aspecto externo
como en el interior (en la profundidad individual del alma de los eles).
La palabra ( עטףcf. encabezado: @jo=[]y,-yki) signi ca consumirse,
languidecer, como en el Sal 61, 3; Is 57, 16. Por su parte Ax*yfi
%Poðv.yI signi ca exponer sus propios pensamientos y sus quejas, la
ansiedad y la angustia, como en el Sal 142, 3, cf. 1 Sam 1, 15. Como
muchos salmos anteriores, también este lleva la marca del Deutero-Isaías,
del principio al nal.
Cuanto más profundicemos en la temática del salmo más claramente
descubriremos su prototipo profético, inspirado en el libro de Isaías. El
profeta se vincula también con salmos anteriores, como Sal 22; 69 y 79,
por lo que, aun siendo capaz de elevarse a alturas poéticas, su
pensamiento sigue moviéndose en el nivel de los autores anteriores, sin
que podamos descubrir aquí un desarrollo ulterior de la revelación bíblica.
102, 2‒3. El salmo se abre con expresiones familiares de plegaria, que
surgen del corazón y de la boca del orante, sin que se diga que provienen
de textos anteriores. Sobre el Sal 102, 2, cf. de un modo especial Sal 39,
13; 18, 7; 88, 3. Sobre el Sal 102, 3, cf. Sal 27, 9 (no escondas tu rostro de
mí); Sal 59, 17 ( ;)לי צר ביוםSal 31, 3 con frecuencia (inclina tu oído hacia
mí); Sal 56, 10 ( ;)אקוא ביוםSal 69, 8; Sal 143, 7 ()ענני מהר, etc.
102, 4‒6. A partir de aquí el salmo se vuelve más original. Sobre la beth en
( בעׁשןym'_y" !v"å['b. Wlåk'-yKi(, porque se desvanecen como el humo
mis días), véase Coment. a Sal 37, 20. La lectura ( קד ּכמוpropia del caraíta
Ben-Jerucham) enriquece el léxico del salmo en la misma línea, insistiendo
en una palabra que apenas se ha utilizado, la palabra ( מוקדdqEï-AmK.,
árabe mauḳid) que signi ca aquí como en otros casos “calor”. נחרּוes, como
en el Sal 69, 4, nifal, “mis huesos están ardiendo, con calor de ebre”, como
una llama que está brotando del fuego que lleva dentro.
( הּוּכהcf. yBi_li vb;äYIw, bf,[ek'â-hK'(Wh, está herido como la
hierba y seco mi corazón, יגוּדּו, Sal 94, 21) aparece con el mismo sentido
en Os 9, 16, cf. Sal 121, 5. Se dice que el corazón queda seco cuando falla o
falta la sangre de la vida, que tiene su depósito en el corazón. El verbo ׁשכח
viene seguido por un מןde descontento: `ymi(x.l; lkoïa]me
yTix.k;ªv'÷-yKi(, por lo que me olvido de comer mi pan.
Sobre el hecho de que los huesos se pegan a la carne por estar como
cocidos (es decir, que se pegan a la piel, pues basar signi ca en su origen la
carne más externa del cuerpo, al lado de la epidermis), cf. Job 19, 20; Lam
4,
8. La lamed (li) que viene regida por ( ּדבקyrI)f'b.li ymiªc.[;÷ hq"ïb.D",
se han pegado mis huesos a mi carne) se utiliza en el mismo sentido que
una ּב. En contra de lo que dice Böttcher, no es necesario unir las palabras
de 102, 6, yti_x'n>a; lAQïmi (por la voz de mi gemido), a Sal 102, 5,
pues el gemido continuo, unido a una oración perseverante, que brota de
un con icto interno, devasta y destruye al mismo cuerpo.
102, 16‒18. Con וייראּוse indica que, cuando venga a realizarse aquello
que se esperaba en el Sal 102, 14, se cumplirá, al mismo tiempo, aquello
que se pedía a Dios; el mismo honor de Yahvé depende de eso, esto es, de
la restauración de Jerusalén que vendrá a convertirse en el medio para
conversión de todo el mundo. Este es un pensamiento fundamental de Is
40ss (cf. de un modo especial Is 59, 19; Is 60, 2) al que se alude en esta
estrofa. Esta perspectiva profética (propia de Is 40, 1-5) según la cual la
restauración de Jerusalén se realizará al mismo tiempo que la gloriosa
parusía de Yahvé para todos los pueblos, resuena aquí en forma lírica.
La partícula ּכיdel Sal 102, 17 (Ad*Abk.Bi ha'ªr>nI÷ !AY=ci
hw"åhy> hn"åb'-yKi(, porque Yahvé construirá a Sión y será visto en su
gloria) funda la razón por la que el Dios de Israel será reverenciado, lo
mismo que en el Sal 102, 20, de manera que la liberación de los oprimidos
será el fundamento o principio por el que será alabado. Al pueblo del exilio
se le llama en el Sal 102, 18 הערער, pueblo oprimido (r["+r>[;h' tL;äpiT.-
la, hn"P'â, escucha la oración de los oprimidos).
Desde ese fondo ha de entenderse la palabra de ערר, estar desnudo,
sin casa, sin poder, sin honor y, a los ojos de los hombres, sin posible
futuro. Los LXX traducen esta palabra ( r["+r>[;h') en Jer 17, 6 como
ἀγριομυρίκη, un plural formado con cambio interior de vocales
(destacando el estado de total desamparo, como en Jer 48, 6) con el
sentido ὄνος ἄγριος, onagro, poniendo de relieve el matiz fundante de
estar desnudo, abandonado, en estado salvaje16. 102, 19‒23. El poeta sigue
indicando lo que será el cumplimiento de sus deseos, mostrando lo que
acontecerá cuando Dios restaure a Sión. De esa forma muestra el
evangelio de la acción redentora de Dios para las próximas generaciones,
con el surgimiento de un nuevo pueblo, la iglesia del futuro que alabará a
Dios por ello.
Por eso se dice aquí que estás palabras se escribirán para la generación
última, la del futuro, !Ar+x]a; rAdæl. tazOâ bt,K'äTi, como en el Sal
48, 14; Sal 78, 4, es decir, para el pueblo que ha de nacer ar"ªb.nI÷ ~[;î,
como ( נולד עםSal 22, 32), quizá con referencia a pasajes del Deutero-
Isaías, como Is 43, 17. Sobre el Sal 102, 20, cf. Is 63, 15. En el Sal 102, 21
(cf. Is 42, 7; Is 61, 1) el colorido del Deutero-Isaías es evidente. Por su parte
el Sal 102, 21 se funda al pie de la letra en el Sal 79, 11.
El pueblo del exilio se encuentra como en prisión y en cadenas ( )אסיר,
avanzando hacia su destrucción, si es que Dios no actúa, si no viene para
liberar a los sentenciados a muerte (102, 21: ht'(Wmt. ynEåB. x,Teªp;l,
los amenazados a muerte son precisamente los que han vuelto de exilio,
oprimidos en su propia tierra).
Los versos 102, 22-23 anuncian lo que sucederá en ese tiempo de
liberación, cuando el nombre de Yahvé se proclame en Jerusalén
(hw"+hy> ~veä !AYciB.â rPEås;l.), cuando los pueblos y los reinos se
reúnan allí, para servir a Yahvé ( hw")hy>ta, dboï[]l;). Este será el
momento de la nueva creación en Sión. Tras haber revelado así la gloria
del tiempo de la redención, el salmista vuelve a rogar por sí mismo.
329 Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre.
`wyl'(WmG>-lK' yxiªK.v.Ti÷-la;w> hw"+hy>-ta, yvip.n,â
ykiär]B' 330
`ykiy>a")lux]T;-lk'l. apeªroh'÷ ykinE+wO[]-lk'l. x;leîSoh; 331
`~ymi(x]r,w> ds,x,ä ykirEªJ.[;m.h;÷( ykiy>Y"+x; tx;V;ämi
laeäAGh; 4
`ykiy>r")W[n> rv,N<åK; vDEÞx;t.Ti %yE+d>[, bAJåB;
[y,BIåf.M;h; 5
`~yqI)Wv[]-lk'l. ~yjiªP'v.miW÷ hw"+hy> tAqåd"c. hfeä[o 6
`wyt'Al)yli[] laeªr"f.yI÷ ynEïb.li hv,_mol. wyk'är"D>
[,ydIäAy 7
`ds,x'(-br,w> ~yIP,åa; %r<a,Þ hw"+hy> !WNæx;w> ~Wxår,
8
Las palabras del Sal 102, 14 (tú tendrás compasión de Sión) ofrecen el
pensamiento básico que será desarrollado en este Sal 103. Pero en otros
aspectos los dos salmos se diferencian mucho entre sí. El encabezado לדוד
(de David), sin ningún otro añadido, aparece también delante de otros
salmos del libro primero (Sal 25; 26; 37). Ciertamente, este encabezado no
es una simple conjetura, sino que se basa en una tradición, pues no hay
razones internas que puedan haber llevado a formular ese encabezado, ni
tampoco el lenguaje está a favor de ello.
Este es un salmo que re exiona sobre el Todopoderoso, con un colorido
arameo, como en Sal 116; 124; 129. En su manera de amontonar formas
de su jo arameizante puede compararse con la historia de Eliseo, 2 Rey 4,
1-7, donde el keré sustituye las formas usuales, mientras que aquí sucede
todo lo contrario, el texto deja intencionadamente las formas arameas, de
forma que el qetub queda sin ser corregido.
Entre esas formas arameizantes está la 2ª persona del femenino
singular, ēchi en vez de ēch, y la 2ª persona singular masculina ājchi en vez
de ajich. La i no acentuada que se añade aquí está en lugar de la
pronunciación original que era אֹויen lugar de אֹוy לכיy en lugar de לך.
Fuera del salterio (cf. también Sal 116, 7. 19), estas formas de su jo con
echi y ajchi aparecen solo en Jer 11, 15 y en la historia del profeta del norte
de Palestina (Eliseo) en el libro de los Reyes.
Las estrofas de este salmo comienzan en 103, 1; 103, 6; 103, 11; 103,
15 y 103, 19. Si contamos sus líneas encontramos este esquema: 10. 10. 8.
8. 10. Según eso, la versión corta reconoce 46 CTYXOC, i. e., στίχοι
(esticos).
103, 1‒5. En 103, 1 el poeta pide al alma que se eleve para alabar con
gratitud al Dios que justi ca, redime y renueva su gracia. En estos
soliloquios es el ego el que habla, uniéndose con el espíritu que es la parte
más fuerte y varonil del ser humano (Psychologie, pp. 104s): el hombre
aparece así como “alma”, porque el alma, parte intermedia entre el
espíritu y el cuerpo, representa la totalidad de la persona (Psychologie, p.
203), el Ego que expresa su personalidad, de un modo objetivo.
De esa forma, también aquí, en el Sal 103, 3 el alma a la que se dirige
todo el discurso representa la totalidad del hombre. La palabra ( קרבcf.
yb;ªr"q.÷-lk'w>, y todo mi ser, todo mi interior) aparece como un
expresión más elevada que מעים, el corazón, al que se le llama קרב, κατ ̓
ἐξοχήν (incluyendo riñones, hígado, etc.). Según la concepción bíblica
(Psychologie, p. 266), estos órganos que se encuentran en la parte interior
del pecho y del abdomen sirven no solo para la vida corporal, sino también
para la vida psicoespiritual.
La invitación ( ּברכיyvip.n,â ykiär]B', bendice alma mía) se repite
como anaphora (recogiendo el pensamiento anterior). Nada hay en el
alma del hombre más propenso a ser olvidado que dar las gracias debidas,
y de un modo más estricto las que han de rendirse a Dios. Por eso debe
repetirse esta llamada a la acción de gracias, para que el alma (el hombre)
no se olvide de agradecer las bendiciones que debe a Dios y no olvide
todas sus acciones ( ּגמלigual que ;ּגמרcf. ּגמּול, ῥῆμα μέσον, e. g., en el Sal
137, 8), que son acciones de ternura amante, en forma de misericordia
que perdona los pecados.
Los verbos סלחy רפאvan con un dativo que indica el objeto en el que
se expresa y despliega la acción verbal (103, 3: ykiy>a")lux]T;-lk'l.
apeªroh'÷ ykinE+wO[]-lk'l. x;leîSoh;, perdonar pecados, perdonar
dolencias). La última palabra, ֹוחלּואים
(tomada de Dt 29, 21; cf. 1 Cron 21, 19, de חלאigual a חלה, raíz הל, estar
“atado”) no se re ere solo a enfermedades corporales, sino a todo tipo de
sufrimientos interiores o exteriores. Los LXX traducen מׁשּחתpor ἐκ
φθορᾶς (de la corrupción, como en Job 17, 14); pero en esta antítesis,
sería más normal traducir esa palabra por “fosa” (de )ׁשּוח, en el sentido de
Hades (in erno), como en el Sal 16, 10.
Así como el alma debe a Dios la liberación de la culpa, de la tristeza y
de la muerte, así ella debe a Dios todos los dones y riquezas que ha
recibido de su divino amor. La palabra עּטר, sin adiciones como las que
aparecen en el Sal 5, 13, signi ca “coronar” como en el Sal 8, 6
(~ymi(x]r,w> ds,x,ä ykirEªJ.[;m.h;÷(: el que te corona de hesed y
rehem, de delidad amante y de misericordia). Como es normal, esa palabra
( )עּטרse construye con un doble acusativo; es como si la misma corona
estuviera tejida de hesed y rehem.
La beth de ּבּטובdel Sal 103, 5, que se utiliza en vez del acusativo (Sal
104, 28) está indicando el medio por el que se realiza la satisfacción
(%yE+d>[, bAJåB;
[y,BIåf.M;h, el que sacia de bien tu boca…). La palabra nal ( )עדיךha sido
traducida de diversas formas. Así el Targum traduce dies senectutis tuae
(los días de tu vejez), mientras en el Sal 32, 9 se traduce como ornatus ejus
(su adorno). La Peshita traduce corpus tuum, tu cuerpo, y en el Sal 32, 9,
por el contrario, juventus eorum (su juventud, de ellos).
Estos signi cados (vejez, juventud…) son puras invenciones. Y, dado que
las palabras se dirigen al alma, עדי, lo mismo que כבודen otros casos, tiene
que ser un nombre del alma en cuanto tal (cf. Aben-Ezra, Mendelssohn,
Philippsohn, Hengstenberg y otros). En esa línea, podemos volver con
Hitzig al sentido que esa palabra tiene en el Sal 32, 9, donde los LXX
traducen τάς σιαγόνας αὐτῶν (sus mejillas). Pero aquí hemos de hacerlo
de un modo más libre, partiendo del sentido original de עדי, en árabe
chadd, mejillas: τὸν ἐμπιπλῶντα ἐν ἀγαθοῖς τὴν ἐπιθυμίαν σου (que
llena de bienes tus mejillas, es decir, tu rostro, tu vida…).
Así el salmista dice al alma (esto es, a sí mismo, a su propia persona)
que Dios la satisface con sus bienes, que llena de alimento superior sus
mejillas (cf. Sal 81, 11). La comparación nal de 103, con ּכּסׁשר
(ykiy>r")W[n> rv,N<åK; vDEÞx;t.Ti, que renueve tu juventud como
la del águila…, cf. Miq 1, 16; Is 40, 31), ha de referirse al hecho de que se
creía que las águilas cambian cada año de plumaje y así se renovaban.
Esta renovación del plumaje de las águilas es un signo de la recreación
de la vida del creyente por gracia. La palabra ( נעּוריכיtu juventud, es un
plural de extensión) y aparece de un modo normal en singular femenino.
103, 6‒10. El tema anterior se amplía a partir del Sal 103, 6, donde el
salmista describe la conducta gratuita y paterna de Dios hacia los hombres
pecadores y perecederos, tal como se muestra en la historia de Israel y tal
como se reconoce a la luz de la revelación. Lo que dice 103, 6 constituye
un lugar común en la historia de Israel. La palabra מׁשּצטיםestá en
acusativo regido por hfeä[o (como pone de relieve Baer según la Masora).
En el contexto del Sal 103, 6, que ofrece una visión general
retrospectiva del pasado, el verbo יודיעdel Sal 103, 7 puede a rmar lo que
sucedió de hecho en el pasado (cf. Sal ٩٦, 6): hv,_mol. wyk'är"D>
[,ydIäAy (Dios) noti có, hizo conocer sus caminos, a Moisés. En contra de
lo que piensan Hengstenberg y Hitzig, Moisés no representa aquí al
conjunto de Israel, como hacen en otros casos Jacob, Isaac y José, sino que
aparece como una persona concreta.
El salmista tiene en su mente la oración de Moisés “dame a conocer tu
camino” (Ex 33, 13), petición a la que Yahvé respondió pasando ante él
cuando estaba en la hendidura de la roca, mostrándose visible, cuando él
(Moisés) miraba hacia Dios, en medio de la proclamación de sus atributos.
Los caminos de Yahvé en este pasaje no son, por tanto, aquellos por los
que los hombres deben caminar, de acuerdo a los preceptos de Dios, sino
aquellos que el mismo Dios recorre (por los que camina) en el curso de su
historia redentora (Sal 67, 3).
La confesión que se contiene en Ex 34, 6 ha venido a convertirse en la
fórmula básica de la fe israelita (Sal 86, 15; Sal 145, 8; Joel 2, 13; Neh 9, 17,
passim). En el Sal 103, 9 el cuarto atributo ( ורב־חסד, rico en
hesed/misericordia) ha venido a presentarse como objeto de alabanza.
Dios no es solo aquel que contiene su ira, es decir, que espera un largo
tiempo antes de que estalle, sino que, cuando actúa según ella, es decir,
cuando deja que su ira estalle, después de haberla mantenido largo tiempo
controlada, para actuar al n de un modo judicial, tampoco entonces lo
hace de un modo consecuente y total, hasta el n (Sal 78, 38).
Signi ca que Dios no se mantiene para siempre airado (con נטר: rAJ*yI
~l'äA[l. al, no guardará para siempre su enojo, cf. Amós 1, 11,
destacando de un modo especial el paralelismo, tanto verbal como
material, con Jer 3, 5; Is 57, 16). La realización de su justicia no está
regulada por nuestros pecados, sino conforme al propósito de su
misericordia. Los perfectos de Sal 103, 9-10 establecen aquello que Dios
hace: no guarda para siempre su enojo, no actúa conforme a nuestros
pecados.
103, 11‒14. Las ingeniosas imágenes del Sal 103, 11 (cf. Sal 36, 6; Sal 57,
11) ilustran el in nito poder y la completa gratuidad de la misericordia de
Dios, es decir, de su amorosa ternura ( wya'(rEy>-l[; ADªs.x;÷) que se
eleva sobre nosotros como el cielo sobre la tierra. La palabra הרחיק
(Wny[e(v'P.-ta, WNM,ªmi÷ qyxiîr>hI)) tiene gaja
(como la tienen también הׁשחיתוy ;התעיבוcf. Sal 14, 1; Sal 53, 2, en textos
semejantes), a n de mantener la pronunciación de la gutural en la
combinación de sonidos con רח.
El Sal 103, 13 tiene un contenido muy semejante al del Espíritu Santo del
Nuevo Testamento, como lo tienen Sal ١٠٣, 11. 12. La relación que tienen
con Yahvé aquellos que le temen es una relación lial basada sobre una
libre reciprocidad (Mal 3, 11). Su compasión paterna (Sal 103, 14) se apoya
sobre la fragilidad y el carácter perecedero del hombre, que Dios conoce
bien, como prometió tras el diluvio, cuando decretó que no volvería a
juzgar de aquella forma a los seres humanos (Gen 8, 21).
Conforme a este pasaje y a Dt 31, 21, la palabra ( יצרנּוWnrE_c.yI
[d,äy" aWhß-yKi, porque él conoce nuestra condición) podría referirse
al modo de ser actual de la humanidad pecadora. Pero, conforme al Sal
103, 14, uno está obligado a pensar que esa palabra se re ere más a la
naturaleza del hombre tal como ha sido creado por Dios ( וּייצר, Gen 2, 7)
que a su elección moral en cuanto resultado del pecado transmitido de
alguna manera por herencia (cf. Coment. a Sal 51, 7).
Desde aquí se entiende la palabra nal, זכּור, Dios recuerda…, que ha de
tomarse en la línea de Job 28, 23 y 7, 7. En ese sentido, el salmista pone de
relieve la fragilidad humana (cf. Sal 78, 39; Sal 89, 48), contraponiéndola
con la naturaleza eterna de la misericordia divina, que es la que ofrece
apoyo y seguridad a los que temen a Dios, en medio de este mundo donde
las cosas suben y bajan, cambiando siempre, sin estabilidad. Solo la
misericordia de Dios es el fundamento de la vida de los hombres y del
orden en el mundo.
103, 15‒18. La imagen de la hierba recuerda a la del Sal 90, 5, cf. Is 40, 6-8;
51, 12. La imagen de la or recuerda a la de Job 14, 2. La palabra אנו
ׁשdescribe al hombre como ser mortal; la duración de su vida se compara a
la de un tallo de hierba, y su belleza y gloria a la de una or del campo, cuyo
pleno orecimiento es el inicio de su muerte.
La palabra ּבוen el Sal 103, 16 (lo mismo que en Is 40, 7) se re ere al
hombre a quien se le compara con la hierba y con las ores. La partícula ּכי
va unida a ἐάν con un perfecto hipotético; y el viento que seca a las
plantas (ABæhr"b.['( x,Wrå yKiÛ) se re ere a todo tipo de peligros que
amenazan la vida del hombre, como sucede a veces con un soplo de viento
que destruye la vida de los hombres. La fuerte expresión que alude a una
persona que “desaparece sin dejar ni rastro” ( Am*Aqm. dA[å
WNr<ÞyKiy,-al{w>, de manera que su lugar no será ya conocido) está
tomada de Job 7, 10, cf. Coment. a Job 8, 18; 20, 9.
Y, sin embargo, en la hondura de este frágil destino del hombre (que es
como el de la planta que perece) hay un fundamento de permanencia, un
poder duradero que eleva a todos los que se vinculan con Dios por encima
del carácter transitorio de las leyes de la naturaleza, haciéndoles eternos,
como Dios mismo es eterno.
Este es el poder de la misericordia de Dios, que se extiende sobre
todos aquellos que le temen, como un cielo eterno. Esta es la justicia de
Dios, que recompensa a los que se vinculan elmente a su alianza y cumplen
de un modo consciente sus preceptos, de acuerdo con el orden de la
redención. Esta es la justicia que se mantiene hacia el futuro, y que se
expresa en los hijos de los hijos (con lamed: ~ynI)b' ynEïb.li) según Ex
20, 6; Ex 34, 7; Dt 7, 9, hasta mil generaciones, es decir, sin n.
103, 19‒22. Dios es capaz de mostrarse a sí mismo de esa forma, de un
modo gratuito, porque está por encima del mundo, como rey que todo lo
gobierna. Con este pensamiento se apresura el poeta a la conclusión de
este cántico de alabanza. El cielo, en oposición a la tierra, lo mismo que en
el Sal 115, 3; Ecl 5, 12, es el reino inmutable que está por arriba, encima de
las cosas de aquí abajo que nacen y mueren. Sobre el Sal 103, 19, cf. 1
Cron 29, 12.
La expresión ּבּכלen 103, 19 (hl'v'(m' lKoïB; AtªWkl.m;W÷, y su
reinado sobre todo) se re ere a todas las cosas creadas, sin excepción
alguna, al universo en su conjunto. En conexión con los cielos gloriosos, el
poeta tiene que evocar a los ángeles. La llamada que él dirige a los ángeles
para que se unan en la alabanza de Yahvé tiene su paralelo en Sal 29, 1-11
y Sal 148, 1-14. Ella brota de la conciencia de la iglesia de la tierra, que
sabe que está en comunión de mente con los ángeles de Dios y que tiene
una dignidad que se eleva por encima de todas las cosas creadas, incluso
de los ángeles, destinados para servirle (Sal 91, 11).
A los ángeles se les llama ּגּבריםcomo en Joel 3, 11, y también x,koâ
yrEBoåGI, es decir, los fuertes, pues ellos tienen una fuerza sin igual. La
vida de los ángeles, dotados de fuerza superior (heroica) es un ejemplo
para los mortales, pues se emplea totalmente en la tarea de ejecutar la
voluntad de Dios. לׁשמעno es la de nición de una acción, sino de una forma
de ser: los ángeles viven obedeciendo a Dios (cf. Gen 2, 3 per ciendo,
haciendo).
De esa manera, obedeciendo a la llamada de Dios, los ángeles cumplen
su voluntad. Los ejércitos de Dios ()צבאיו, como muestra el apelativo
( מׁשרתיוcf. An*Acr> yfeî[o wyt'ªr>v'm.÷, sus servidores, cumplidores
de su voluntad) son los espíritus más altos, poderes de rango superior (cf.
Lc 2, 13), λειτουργικὰ πνεῦματα, espíritus servidores (litúrgicos, cf. Sal
104, 4; Dan 7, 10; Hebr 1, 14), que forman parte de la jerarquía celeste,
hierarchia caelestis.
De esos arcángeles ha pasado así el poeta a las miríadas de los
ejércitos de Dios, y de esas miríadas a todas las creaturas, es decir, a todas
las obras de Dios (AT+l.v;m.m, tAmïqom.-lk'B. wyf'ª[]m;-lK'(, todas
sus obras, en todos los lugares de su dominio), a n de que ellas, cualquiera
que sea el lugar que ocupan dentro del gran dominio de Dios, puedan
vincularse a este gran canto de alabanza.
Y a partir de aquí, el orante vuelve a su propia vida ( hw")hy>-ta,
yviªp.n,÷ ykiîr] B', bendice alma mía a Yahvé), que él modestamente
incluye entre las creaturas que acaba de mencionar. De esa manera, el
mismo salmista se vincula a la triple bendición de los grandes ángeles, de
los poderes cósmicos y de las obras y realidades del mundo, de forma que
su salmo vuelve al principio donde había pronunciado la bendición por dos
veces (103, 1-2: hw"+hy>-ta, yvip.n,â ykiär]B'), para culminar ahora,
por tercera vez, con su mismo deseo y propósito de bendecir al Señor.
subieron los montes, descendieron los valles al lugar que tú les jaste.
9
Les pusiste un límite, el cual no traspasarán, ni volverán a cubrir la tierra.
10
Tú eres el que viertes los manantiales en los arroyos; van entre los montes, 11 dan de
beber a todas las bestias del campo, mitigan su sed los asnos monteses.
12
En sus orillas habitan las aves del cielo ¡Cantan entre las ramas!
13
Él riega los montes desde sus aposentos; del fruto de sus obras se sacia la tierra.
14
Él hace brotar el heno para las bestias y la hierba para el servicio del hombre,
para sacar el pan de la tierra,
15
el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace brillar el rostroy el pan que
sustenta la vida del hombre.
16
Se llenan de savia los árboles de Jehová, los cedros del Líbano que él plantó.
17
Allí anidan las aves; en las hayas hace su casa la cigüeña.
18
Los montes altos son para las cabras monteses; las peñas, para madrigueras de los conejos.
19
Hizo la luna para los tiempos sagrados; el sol conoce su ocaso.
20
Pones las tinieblas, y es de noche; en ella corretean todas las bestias de la selva.
21
Los leoncillos rugen tras la presa y reclaman de Dios su comida.
22
Sale el sol, se recogen y se echan en sus cuevas.
23
Sale el hombre a su labor y a su labranza hasta la tarde.
24
¡Cuán innumerables son tus obras, Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría;¡la tierra está llena
de tus bene cios!
25
He allí el grande y ancho mar, en donde se mueven seres innumerables,seres pequeños y
grandes.
26
Allí lo surcan las naves; allí esta Leviatán que hiciste para que jugaras con él.
27
Todos ellos esperan en ti, para que les des la comida a su tiempo.
28
Tú les das y ellos recogen; abres tu mano y se sacian de bien.
29
Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser y vuelven al polvo. 30 Envías tu
espíritu, son creados y renuevas la faz de la tierra.
31
¡Sea la gloria de Jehová para siempre! ¡Alégrese Jehová en sus obras!
32
Él mira a la tierra y ella tiembla; toca los montes y humean.
33
A Jehová cantaré en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva. 34 Dulce será mi
meditación en él; yo me regocijaré en Jehová.
35
¡Sean consumidos de la tierra los pecadores y los impíos dejen de ser!
¡Bendice, alma mía, a Jehová! ¡Aleluya!
Como el Sal 103 (Bendice alma mía…) comienza este Salmo 104, centrado
en la alabanza al reinado de Dios, tanto en un plano de naturaleza como en
el plano de la gracia, a la que se invita también a los ángeles. El poeta
empieza cantando al mundo actual, tal como ha sido creado por Dios en el
principio (Gen 1); y termina pidiendo que el mal pueda ser expulsado de
esta buena creación de Dios, que revela de una forma tan completa y
buena su poder, su sabiduría y su bondad.
Este es un salmo de la naturaleza, pero está compuesto de tal forma
que ninguno de los poetas gentiles podría haberlo hecho. El poeta israelita
se sitúa de manera libre, sin ataduras de ningún tipo, ante la presencia de
Dios en la naturaleza, de forma que todas las cosas aparecen ante él,
surgiendo y siendo sostenidas por el poder creador de su mano.
Así, todas las cosas han brotado y son mantenidas en la existencia, de
manera que él (Dios), el único que es su ciente en sí mismo, pueda
ofrecerles su amor de un modo libre y misericordioso, a n de que las
creaturas, siendo en sí mismas buenas y puras, pero estando manchadas y
desorganizadas por la autocorrupción del hombre (bajo pecado y maldad),
puedan convertirse y ser transformadas por medio de la acción de Dios, de
forma que su gozo pueda culminar en ellas.
Este salmo es en conjunto un eco del heptahemerôn (es decir, de la
historia de los siete días de la creación, conforme a Gen 1). Respondiendo
a esos siete días, esas obras se dividen en siete grupos, en los que se
expande la palabra de
Gen 1, 1: ( הנה־טוב מאדhe aquí que todas las obras de Dios eran muy
buenas). No se trata, sin embargo, de que cada estrofa responda a un día
de la creación, pues el salmo está compuesto teniendo ante sí, desde el
principio, la creación entera, de tal forma que no sigue un plan cronológico
ni temático. A pesar de eso, el salmo comienza con la luz y culmina con
una alusión al sábado divino.
Siendo un canto unitario, este salmo tiene varias contradicciones
internas. Así, el Sal 104, 8 se ajusta con violencia al despliegue del tema;
por su parte, el Sal 104, 18 parece forzado, sin conexión con el resto y
contrario a un plano de conjunto; nalmente el Sal 104, 32 solo puede
entenderse en su lugar a través de una combinación arti cial de
pensamientos. Todo eso nos lleva a pensar, conforme a una suposición de
Hitzig (que es buena, pero que está desarrollada de un modo arti cial y
forzado) que este salmo ha sido estropeado por algún poeta posterior que
ha querido completarlo.
104, 1‒4. La primera estrofa comienza celebrando la obra de los dos
primeros días de la creación. Las palabras ( הוד והדרT'v.b'(l' rd"åh'w>
dAh, te has vestido de gloria y majestad) no son aquí una doxología
dirigida al Dios de antes de los siglos, πρὸ παντὸς τοῦ αἰῶνος (Jud 1, 25),
sino que expresan la gloria que él ha tomado (hecha suya, cf. Job 40, 10)
desde que ha creado el mundo. Se trata de una gloria que es inmanente a
Dios, pero que se re eja de diversas formas, con diversas gradaciones, de
cierta manera, en todo el mundo.
Por un lado, Dios ha comenzado la obra de la creación con el
surgimiento de la luz, pero, al mismo tiempo, él ha tomado la luz de su
creación como si fuera su propia vestimenta. Esto que comenzó con la
creación puede expresarse, como se hace con frecuencia (cf. Am 4, 13; Is
44, 24; Is 45, 7; Jer 10, 12), por medio de participios de presente, porque la
creación originaria continúa y se expresa a través de la preservación del
mundo. Por otra parte, los participios con artículo determinado alternan
con participios sin artículo, como en Is 44, 24-28, sin otra diferencia que el
hecho de que unos son más predicativos y otros más atributivos.
Con el Sal 104, 2 pasamos a la obra del segundo día, que es la creación
de la bóveda ( )רקיעdivisoria entre las aguas superiores e inferiores, que
Dios ha separado extendiendo sobre el mundo una especie de techo, como
si fuera la cobertura de una tienda (cf. Is 40, 22; Is 54, 2), por la que pasa la
luz, como si fuera transparente. נוטהrima aquí con ( עטהh['(yrIy>K;
~yIm;ªv'÷ hj,îAn hm'_l.F;K; rAaâ-hj, [o), Dios se cubre de luz, como
de vestidura; extiende los cielos como una cortina).
En las aguas de arriba, por encima de la bóveda, asienta Dios las
columnas de sus aposentos superiores (que se dicen עלּיותתו, como en Am
9, 6, y con מעלותיו, de עלּיה, ascenso, elevación, como si fuera un piso
superior, una cámara más alta, que podría haberse expresado de un modo
más preciso con la palabra עּלּיה, como en arameo y árabe). Pero esas
columnas y cámaras superiores no están hechas de agua, sino colocadas
en el lugar de las aguas superiores, elevadas sobre la tierra, pues para el
Uno Divino, que es Inmaterial, incluso aquello que es uido es sólido y
aquello que es denso es transparente.
Las nubes (cf. 104, 3) son los recipientes de las aguas superiores, y
como indican los relámpagos, los truenos y la lluvia, ellas forman la carroza
( )רכּובde Dios, que cabalga sobre ellas, a n de que su poder pueda sentirse
en la parte inferior de la tierra, como signo de juicio (Is 19, 1), pero
también como principio de rescate y bendición para los hombres. La
palabra רכּוב, atestiguada solo aquí (x,Wr)-ypen>K;-l[;
%Leªh;m.h;÷( Ab+Wkr> ~ybiî['-~F'h;, el que puso a las nubes como
carroza, el que camina en las alas del viento) concuerda por su sonido con
ּכרּוב, querubim (Sal 18, 11), de manera que las alas del viento actúan como
carrozas de nubes.
En el Sal 104, 4, los LXX (cf. Hebr 1, 7) convierten el primer sustantivo
en acusativo de objeto y el segundo en predicado: Ὁ ποιῶν τοὺς
ἀγγέλους
αὐτοῦ πνεῦματα καὶ τοὺς λειτουργοὺς αὐτοῦ πυρὸς φλόγα (el que
hace a sus ángeles espíritus, y a sus servidores llamas de fuego). Esta
traducción es posible, por lo que toca al lenguaje (cf. Sal 100, 3 qetub, con
la posición de las palabras como en Am 4, 13, cf. Sal 5, 8); por su parte,
מׁשרתיוen plural
(servidores) resulta explicable por el paralelismo, y אׁשen singular (fuego)
por el hecho de que esta palabra no tiene plural.
De todas formas, la frase (104, 4) tiene dos acusativos, que depende de
( עׂשהel que hace) que signi ca usualmente el que produce algo de algo,
indicando por un lado lo que produce, y por otro lado “la materia” de la
que lo produce. En esa línea, la frase puede traducirse así: aquel que hace
a sus mensajeros o ángeles de viento, de ruah (tAx+Wr wyk'äa'l.m;
hf,ä[o), a sus servidores de llamas (jhe(l{ vaeä wyt'ªr>v'm.÷), es decir,
de fuego que consume (véase Coment. a Sal 57, 5, con אׁש, como en Jer 48,
45, en masculino).
Esto puede indicar dos cosas. (1) Que Dios hace uso del viento y del
fuego, para realizar algunas misiones (cf. Sal 148, 8). (2) Que Dios pone
viento o fuego en manos de sus ángeles (cf. Hofmann, Schriftbeweis, I,
325ss) a n de realizar por medio de ellos sus acciones, como si fueran
materiales de su manifestación externa, revestimiento de su presencia 17.
En esa línea, en el Sal 18, 11 se asocian viento y querubines, como
vehículos de la actividad divina en el mundo. Por su parte, en el Sal 35, 5 el
ángel de Yahvé está representado como energía del viento.
104, 5‒9. En este segundo decaestico el poeta habla de la jación de las
aguas inferiores y del establecimiento de la tierra, que se eleva sobre ellas.
El su jo de h'yn<+Akm. (h'yn<+Akm.-l[; #r<a,â-ds;y"), estableció la
tierra sobre su fundamento), referido a la tierra, quiere decir que ella
cuelga libre en el espacio (Job 26, 7), pues tiene su fundamento interno, de
manera que su estabilidad queda preservada incluso en medio del juicio
nal del que se habla en Is 24, 16, pues la tierra permanece y se renueva a
través de ese juicio, sin ser removida de su lugar anterior, sino
transformada, como tierra glori cada.
El abismo ( )ֹוהוםcon el que Dios cubre a la tierra es la masa primordial
de agua, como si fuera un embrión, del que ha sido creada y brota, pues
ella, la tierra, ha surgido ἐξ ὕδατος καὶ δι ̓ ὕδατος (2 Ped 3, 5). La palabra
(ּכ ּףיתוen At+ySiKi vWbåL.K; ~AhT, con el abismo como vestido la
cubriste) no se re ere a ( תהוםmasculino como en Job 28, 14), porque en
ese caso no tendría que haberse añadido עליה, sino a ארץ, la tierra, y el
masculino debe explicarse por atracción (según el modelo de 1 Sam 2, 4), o
por reversión a las formas básicas de masculino del discurso precedente
(sucede lo mismo con 2 , עירSam 17, 13, con צעקה, Ex 11, 6 y con יד, cf. Ez
2, 9).
Conforme al Sal 104, 6, la tierra que así sobresalió del agua era
montañosa. Según eso, la formación originaria de las montañas es tan
antigua como el תהוםque se menciona en sucesión directa, como el ובהו
תהוde Gen 1, 1-2. Tras esto, el Sal 104, 7 describe el sometimiento de las
aguas primordiales por la elevación de la tierra seca y por el con namiento
de esas aguas en sus lechos, rodeadas por riberas de tierra. Aterradas por
el despótico (fuerte, decisivo) mandato de Dios, las aguas quedaron por
debajo y las montañas se elevaron, de forma que apareció la tierra seca,
con sus alturas y sus zonas bajas.
El hecho de que las aguas, impulsadas por una excitación salvaje, se
elevaran sobre las montañas y descendieran de nuevo (Hengstenberg), no
concuerda con la forma en que están representadas en el Sal 104, 6,
cuando dice “por encima de las montañas”. En esa línea no se puede
suponer tampoco, conforme a 107, 26, que ellas (las aguas) se elevaron
sobre las montañas, para descender después a los valles o zonas hondas.
Por eso, lo que dice este salmo ha de entenderse en forma simbólica, no
de creación física, en línea cientí ca.
La referencia a la descripción del surgimiento de la tierra seca en el
tercer día de la creación exige que las montañas, הרים, deban tomarse
como sujeto del verbo ( יעלּוse elevaron). Pero en ese caso, ( בקעותvalles)
sería el sujeto de ירדּו, como traduce Hilario de Poitiers en su Coment. a
Genesis, 5, 97, etc., diciendo subsidunt valles, de manera que serían los
valles los que descienden, y no las aguas en los valles.
Como dice Hupfeld, el Sal 104, 8 ha de tomarse como un paréntesis, a
rmando que, dado que las aguas descendieron, dejando que la tierra sólida
quedara desnuda, de modo que montañas y valles se volvieron visibles. Cf.
Ovid, Metam. I, 344, Flumina subsidunt, montes exire videntur (bajaron los
ríos, se vio que los montes se elevaban).
El Sal 104, 8 continúa con las palabras ( אל־מקוםcf. Gen 1, 9, אחד
)אל־מקום, indicando que las aguas se retiraron a su lugar ( זה, cf. Sal 104,
26, en vez de אׁשר, Gen 39, 20), pues Dios había asignado para ellas un
límite
(ּגבּול, synon. חק, Prov 8, 29; Jer 5, 22), de forma que ese límite las contuvo,
a n de que no pudieran cubrir de nuevo la tierra, como habían hecho en el
principio las aguas del caos primordial.
104, 10‒14b. El tercer decaestico nos sitúa ante el tercer día de la creación
y pone de relieve la importancia que tienen las riberas rodeadas de aguas
para el mundo de los animales y para las plantas de la tierra, regadas con
el agua inferior y con la lluvia de arriba. Siendo Dios, que es el Uno
bendito, el principal sujeto del salmo, el poeta (desde el Sal 104, 10 en
adelante) sigue trazando a partir de Dios los participios atributivos y
predicativos. Así empieza diciendo: el que vierte los manantiales, ּבּסחלים,
en los arrojos o wadis.
Como muestra 104, 10, נחלes en este caso sinónimo de ּבקעה, las
zonas hondas. Aquí no se dice que las aguas uyan y desemboquen en las
llanuras, sino que se convierten en ríos. Los LXX ponen en este contexto la
expresión en ἐν φάραγξιν, en las partes bajas o hendiduras. La frase
yd"_f' Atåy>x;-lK' es doblemente poética, con הׂשּדהy חּית. De esa
manera, Dios provee y ofrece también su alimento para todas las bestias
que habitan lejos de los hombres.
Por su parte, el onagro (asno salvaje), que se pone aquí como ejemplo
de creatura de Dios, independiente de los hombres, es rápido como una
echa, de manera que solo puede ser cazado con di cultad. Un tipo de
onagro se dice ּצרא, árabe fera, raíz ̂ פר, árabe fr, moverse rápidamente,
escapar, huir. El onagro propiamente dicho se dice en árabe himr el-wahs,
un animal que habita en la estepa.
Solo aquí se emplea en la biblia la expresión ~a'(m'c. WrßB.v.yI,
romper (saciar) la sed. La expresión עליהם, a sus orillas, se re ere en el Sal
104, 12 a los manantiales, 10 ,104) )מעינים, que forman también el sujeto
de 104, 11. La manera de puntuar ~yI©ap'[\÷ hace que surja sin
necesidad una forma híbrida al lado de ( עפאיםcomo )לבאיםy de עפיים.
Al evocar las ramas de los árboles de las orillas, el poeta nos lleva a la
segunda mitad del tercer día. De esa manera, al describir el reino de las
plantas, el poeta recuerda la lluvia que, descendiendo de la cámara más
alta de los cielos, riega las cumbres secas de las montañas. Igual que el
Talmud (B.
Ta‛anı̂th, 10a), Hitzig piensa que el “fruto de tu obra” ( מעׂשיךen singular:
#r<a'(h' [B;îf.Ti ^yf,ª[]m;÷ yrIïP.mi, del fruto de tu obra se sacia la
tierra) es la lluvia. Pero la lluvia es, más bien, aquello que fertiliza, de
manera que resulta preferible pensar que el fruto de los trabajos de Dios (
מעׂשיך, plural) son las plantas de la tierra. Lo que sacia a los animales y a
los hombres y les ofrece alimentos son las plantas que surgen de la tierra
que Dios riega con la lluvia.
En ese contexto, al hablar de ~( עׂשבd"_a'h' td,äbo[]l; bf,[ew>â,
hierbas/plantas para servicio de los hombres), el poeta está pensando en
las plantas cultivadas, especialmente en los cereales. Por su parte,
td,äbo[]l; no signi ca “para cultivo de los hombres”, pues como Hitzig ha
mostrado correctamente, aquel que obra es Dios, pero lo hace (como en 1
Cron 26, 30) para servicio, es decir, para uso (no para cultivo) de los
hombres.
104, 14c‒18. En el cuarto decaestico el poeta insiste en las creaturas del
campo y del bosque. El sujeto de להוציאen 14c (#r<a'(h'-!mi ~x,l,÷ª
ayciAhïl, para sacar el alimento de la tierra) es Dios, como מצמיחl(14a:
ryci’x' x,ymiÛc.m, Yahvé, el que hace brotar la hierba). Esa
construcción, con indicación de nalidad, que empieza dos veces con un in
nitivo, continúa en ambos casos con otro in nitivo, como en Is 13, 9, pero
con cambio de sujeto (cf. e. g., Am ١, 11 y Am 2, 4), con un verbo nito (para
producir vino, aceite y pan).
Para lo que se dice sobre el vino, cf. Ecl 10, 19; Ecl 40, 20 y en especial
Isaías, que describe varias veces el vino como signo de todas las fuentes
naturales de alegría. La idea de fondo de מׁשּמןes “ante el aceite”. La
traducción “más brillante que el aceite” es un error que ha sido
rectamente refutado por Böttcher (cf. Proben, Leipzig 1833, y Aehrenlese),
aunque él a rma que el salmista se re ere al aceite de un modo que va en
contra de su argumento y que, además, resulta inadecuado.
Trigo, vino y aceite se mencionan como productos básicos del reino
vegetal (cf. Lutero, Calvino, Grotius, Dathe y Hupfeld), condensados los
tres bajo la palabra עׂשב, como en el Sal 104, 14 y en otros lugares donde
resulta super ua una distinción más precisa de los tres, como en Ex 9, 22.
Dios mismo hace que el aceite sirva para que el rostro brille y esté alegre,
no a través de la unción, que no se realizaba en el rostro, sino en la cabeza
de aquellos a quienes se ungía (Mt 6, 17), y de un modo especial a través
de la misma comida que, por medio del aceite recibía más sabor y fuerza
nutritiva.
La palabra ~( להצהילynIåP' lyhiäc.h;l., para que brille el rostro) se
escoge por su cercanía fonética con ( יצהרpara sacar el pan) del verso
anterior. En el Sal 104, 15c la expresión ( לבב־אנוׁשd['(s.yI vAnða/-bb;l.
( ~x,l,ªw>÷, y pan que sustenta la vida del hombre) no viene después,
como en el Sal 104, 15a, sino antes del verbo, porque לבבcomo algo
interior está en antítesis con פניםque es algo exterior.
La fecundación de la tierra por la lluvia viene siendo el tema principal
del argumento desde el Sal 104, 13, de forma que en el Sal 104, 16 ese
motivo ha sido ya jado (cf. 104, 10-14), sin suscitar ninguna sospecha
crítica. Pues bien, a partir de ahora (en 104, 15-16) lo que da satisfacción a
los hombres, lo que les alegra, no son los productos concretos de la tierra,
sino la lluvia, como expresión de la bondad creadora de Dios, que suscita
todos los frutos.
Así, con la lluvia se llenan de savia (de fuerza) los árboles de Yahvé
(hw"+hy> yceä[] W[B.f.yI) que son los cedros, que proclaman la
grandeza de su creador por encima de los demás árboles. ( אׁשר־ׁשםque
están allí…) se re ere a esos árboles, que son los cedros del Líbano ( !
An©b'l.÷ yzEïr>a,)), plantados por Dios, y con ellos los cipreses
(~yviîArB., de בר, cortar), no las hayas como traduce ReinaValera.
Esos son los lugares donde anidan las aves grandes y pequeñas, y de
un modo especial la cigüeña, que lleva el nombre de חסידה, la más piadosa
de las aves, πτηνῶν εὐσεβέστατον ζώων (Barbrius, Fab. XIII), llamada
también avis pia (pietati cultrix, que cultiva la piedad, como dirá Petronio,
Satiricon LV, 6). A la cigüeña se le llama piadosa por su forma de vida
familiar, y porque se consideraba portadora de buena fortuna para la
casa18.
El cuidado de Dios por el alojamiento de sus creaturas hace que el
poeta pase de los árboles del bosque a las alturas de las montañas y a los
lugares escondidos de las rocas (104, 18), para referirse a las cabras y
conejos. Este cambio de tema es ciertamente abrupto y rompe de algún
modo el esquema o
despliegue de su relato sobre la creación. Así dice el texto: ~yli_[eY>l;
~yhiboG>h;â ~yrIåh', las montañas altas son para los que suben a ellas,
es decir, para las cabras monteses, de manera que hay un tipo de
aposición entre ~yhiboG y ~yli_[eY.
La palabra ( יעלárabe wa‛il) se re ere a la cabra de monte que es la que
habita ( יעלwa‛l, wa‛la), i. e., en los lugares altos de las rocas; de un modo
semejante, Wetzstein dice que ( יעןcf. Lam 4, 3) es el avestruz, como
habitante de los wa‛na, i. e., de los desiertos estériles. Por otra parte, el
ׁשפןes el tejón de roca (llamado en árabe del sur tufun), que habita en las
grietas de las rocas (Prov 30, 26) y que se parece a las marmotas.
La tradición judía ha pensado que el ~( ׁשפןyNI)p;v.l;( hs,îx.m;
~y[iªl's.÷,, las rocas son refugio de safanes) son un tipo de conejos de
zonas cercanas al desierto. En esa línea, la peshita traduce לחגסאl(חגס,
cuniculus, conejo). Ambos animales, el conejo y el tejón de roca, pueden
haber sido evocados en Lev 11, 5 y Dt 14, 7, pues ninguno de los dos tiene
las pezuñas hendidas ()ׁשסּועה ּצרסה. El conejo de cuatro dedos y el hyrax o
conejo de roca tienen una formación peculiar en la pezuña, que no está
hendida, sino dividida en varias partes.
104, 19‒23. El quinto decaestico, por el que se pasa del tercero al cuarto
día, muestra que el poeta tiene en su mente el orden de los días de la
creación. Así menciona primero la luna, porque quiere que la visión del día
venga después de la experiencia de la noche. Además, el poeta pone a la
luna al principio como astro principal para jar la marcha del calendario
sagrado de las estas.
El texto dice que (Dios) hizo la luna para los ~( מועדיםydI_[]Aml.
x,rEy"â hf'ä['), que son las divisiones y puntos del tiempo (las épocas),
pues la medida más importante para jar el calendario de la vida civil y
eclesiástica viene dado por la luna, que es la señal de las estas a lo largo
del año (cf. Ecl 43, 7, ἀπὸ σελήνης σημεῖον ἑορτῆς), lo mismo que el sol
constituye el principio de medida del tiempo para cada día en sí mismo,
desde que sale hasta que se pone.
El verso 104, 20, donde se dice que todo lo que existe es presencia de
Dios, que ha surgido en su honor, se formula ya en forma de discurso
directo, con verbos en yusiva ( ויהי, )ֹוׁשתtanto en las prótasis hipotéticas
como en las apódosis (Ewiger, 357b). Todo depende de la voluntad de
Dios, de manera que cuando él quiere se hace noche, y empieza a
desarrollarse la vida propia de los animales salvajes. Entonces rugen los
jóvenes leones por su presa: ~l'(k.a' laeäme vQEßb;l.W, y agitaturi sunt
a Deo cibum suum (y reclaman a Dios su comida).
El in nitivo con lamed se utiliza como expresión elíptica para una a
rmación perifrástica (véase Coment. sobre Hab 1, 17), como una variante
de futuro. Esta es una forma que se ha utilizado después de manera
aproximada en arameo. El rugido de los leones y su búsqueda de presa
responde a una ley que el mismo Dios ha implantado en su naturaleza.
Con la salida del sol el aspecto de las cosas se vuelve muy distinto. El
sol, ׁשמׁש, está aquí personi cado en femenino (cf. Sal 19, 1-14). Cuando
apunta el día con el sol comienza el tiempo de vida para los hombres.
Tanto el tema como el estilo del Sal 104, 21 nos recuerdan a Job 24, 5; 37,
8; 38, 40.
104, 24‒30. Fijando los ojos sobre el mar, con sus pequeñas y grandes
creaturas, y en el cuidado de Dios por todos los seres vivientes, el autor
pasa al quinto y sexto día de la creación. Los ricos contenidos de este sexto
grupo exceden la extensión del decaestico. Con Ÿ^yf,’[]m; WBìr,-
hm'l(104, 24), qué numerosas son tus obras (no מה־ּגדלּו, qué grandes,
como en el Sal 92, 6), el poeta expresa su admiración ante el gran número
de las obras de Dios, cada una respondiendo a su designio y todas
sirviéndose mutuamente unas a otras, cooperando entre sí.
El verbo קניןsigni ca, al mismo tiempo, crear (hacer surgir) algo y
adquirir. Aquí tiene el primer sentido, de acuerdo con el predicado: el
mundo está lleno de creaturas que llevan en sí mismas las huellas del
nombre de su creador ( )קנה, pues ^n<)y"n>qi #r<a'ªh'÷ ha'îl.m', la
tierra está llena de tus creaciones.
Sin embargo, al lado de la forma קיניך, aquí encontramos también la
lectura ^( קנינךn<)y"n>qi) que ha sido adoptada por Norzi, Heidenheim y
Baer, y que está representada por varias versiones (LXX, Vulgata y
Jerónimo), por diversos expositores (Rashi, )ׁשּלך קנין, y por la mayoría de
los MSS (según Norzi), por todas las ediciones antiguas. Esa palabra
(^n<)y"n>qi) tiene el signi cado de κτίσεώς σου o, conforme a las
versiones latinas, possessione tua, de tu posesión (Lutero dice “deiner
Güter”, de tus bienes). Pero este singular es inferior al plural ktismatôn sou
(de tus obras), como acusativo de objeto de
מלאה.
De un modo particular, el mar aparece como un mundo de
innumerables creaturas movientes (Sal 69, 35). La expresión זה הּים
(bx;çr>W élAdG" ~Y"ïh; Ÿhz<Ü, ese mar grande y ancho) no signi ca
propiamente hablando este mar, sino aquel mar, el mar de allí (cf. Sal 68,
9; Is 23, 13; Jos 9, 13).
Los atributos siguen en forma de aposición, sin relacionarse de manera
estrecha entre sí, en un tipo de no determinación ja y permanente (cf. Sal
68, 28; Jer 2, 21; Gen 43, 14), a diferencia de lo que sucedía en el texto
anterior, en el Sal 104, 18. Por su parte ( אנּיהtAYænIa\) en relación con
אני, es un nomen unitatis (un nombre de concreción, con el sentido de un
barco particular). Este es un nombre antiguo, que se emplea también en
Egipto, en la forma hani y ana19.
En el libro de Job, Leviatán es el cocodrilo. En este pasaje (Sal 104, 26:
AB*qx,f;(l. T'r>c,ïy"-hz<) !t'ªy"w>li÷, este Leviatán que hiciste para
“jugar” con él) es el nombre de una ballena (véase Lewysohn, Zoologie des
Talmuds, 178-180, 505). Ewald y Hitzig, con la tradición judía, piensan que,
en este caso, ( ּבוcomo en Job 41, 5) signi ca para jugar con él; pero esa
traducción de “jugar”, aplicada a Dios, ofrece una idea que no es digna de
Dios. Quizá hay que sustituir ּבוpor ( ׁשםcf. ּבוen el Sal 104, 20; Job 40, 20),
para “jugar allí”, es decir, en el mar (Saadia).
En 104, 27, con !( ּכּלםWr+Bef;y> ^yl,äae ~L'’Ku, todos ellos
esperan en ti) el alcance del texto se extiende desde las creaturas del mar
a todas las cosas vivientes de la tierra, como muestran los pasajes que han
sido tomados de aquí, en Sal 145, 15; Sal 147, 9. Ese término, ּכּלם, por
anulación del su jo, signi ca directamente “todos, totalmente”. Por su
parte, ( ּבעֹווcf. Job 38, 32) signi ca a su tiempo, a su debido tiempo.
Sobre el cambio de sujeto, en la cláusula principal y en la de in nitivo,
véase Ewiger, 338a. La existencia, el origen y el fallecimiento de todos los
seres está condicionada por Dios, que es quien todo lo provee. Cuando
Dios vuelve su rostro hacia las cosas, todas ellas se elevan. Su aliento, su
espíritu creador, es el que anima y renueva todos los seres. El espíritu de
vida de toda creatura es la dispensación o presencia del Espíritu divino,
que planeaba sobre las aguas primordiales y transformaba el caos en
cosmos.
En el Sal 104, 29, !( ֹוסףW[+w"g>yI ~x'Wrâ @sEåTo, les quitas el
espíritu y mueren, no son nada) equivale a ֹואסף, como en 1 Sam 15, 6 y
frecuentemente. Las formas de futuro, acentuadas en la última sílaba, de
104, 27 en adelante, dan énfasis a las a rmaciones. Con 104, 29 puede
compararse Job 24, 14ss.
104, 31‒35. El poeta llega aquí al n, a la visión de conjunto de las
maravillas de la creación, y concluye su salmo con este séptimo grupo, que
es de nuevo básicamente un decaestico, con una meditación sabática. El
poeta desea aquí, nalmente, que la Gloria que Dios ha puesto en sus
creaturas y que se re eja y vuelve de nuevo desde las creaturas hacia él
pueda mantenerse por siempre, de manera que las obras de Dios se
mantengan siempre rmes, de tal forma que Dios pueda quedar satisfecho
con la culminación de la obra de los seis días, regocijándose en ellas.
Porque si ellas dejan de darle gozo, Dios puede expulsarlas (destruirlas)
como hizo en el tiempo del diluvio, pues él es capaz de hacer que todo
tiemble a su mirada (d['_r>Tiw, #r<a'l'â jyBiäM;h;, mira a la tierra y
tiembla, cf. Am 5, 8; 9, 6), y con un toque de su mano puede hacer que las
montañas se hundan y se consuman en el fuego ( Wnv'([/y<w>¥
~yrIåh'B, [G,ßyI, toca las montañas y tiemblan, como en el Sal 144, 5;
Zac 9, 5, cf. Coment. sobre Hab 3, 10).
De esta manera, a lo largo de todo el salmo, el poeta no ha soportado
que hubiera ningún tipo de de ciencia o fallo en la obra de glori cación de
Yahvé, pues todo el sentido de su vida como salmista se centra y consiste
en glori car a su Dios con música y canto ( yY"+x;B. hw"åhyl; hr"yviäa',
cantaré a Yahvé con mi vida, como en el Sal 63, 5, cf. Bar 4, 20, ἐν ταῖς
ἡμέραις μου). Esta es su nalidad: que su meditación y su canto puedan ser
agradables a Dios (yxi_yfi wyl’ä[‘ br,ä[/y<, que sea dulce mi meditación
para él).
Este es el tema clave del salmo: que Yahvé pueda regocijarse en el
salmista, como el salmista se regocija en su Dios. Entre “yo me regocijaré
en Yahvé” (hw")hyB; xm;îf.a, ykiªnOa, 104, 34) y “Yahvé se regocijará”
(hw"åhy> xm;Þf.yI, 104, 31) hay una relación recíproca como la hay
entre el Sábado de la creatura en Dios y el Sábado de Dios en la creatura.
Cuando el salmista desea que Dios pueda tener su gozo en las obras de
la creación y, por otra parte, quiere agradar a Dios y poseer en él su
alegría, él tiene todo el derecho de desear que sean removidos de la tierra
(יֹוּמּו, cf. Num 14, 35) aquellos que se complacen en la maldad, aquellos
que en vez de dar gloria a Dios excitan su ira, porque van en contra del
propósito de la buena creación de Dios, ponen en peligro la continuidad de
sus obras y destruyen la alegría de sus creaturas.
El deseo no es que no existan ya más pecados, obras pecadoras como tales
(con חּטאים, como parece leer B. Berachoth, 10a, con algunas ediciones
como la de Bamberg de 1521), sino que no existan ya más hombres
pecadores (#r<a'‡h'-!mi Ÿ~yai’J'x; WMT;ÛyI, que mueran, sean
consumidos, los pecadores de la tierra) porque el pecado solo existe en los
pecadores.
Con la palabra nal hw"©hy>-ta, yvip.n,â ykiär]B' (bendiga mi alma
a Yahvé, 104, 35) el salmista vuelve al primer verso del canto, añadiendo
un Hy")-Wll.h;(, hallelujah, con el que invita a todas las creaturas para
que alaben a Dios, una invitación que no aparece antes en ningún otro
lugar del salterio, sino aquí por primera vez, siendo así acuñada en una
edad antigua. En las ediciones impresas modernas se escribe unas veces
como ( הללּו־יּהcomo una sola palabra) y otras como ( הללּו יּהcomo dos
palabras), pero en las más antiguas (e. g., Venecia 1521, Wittenberg 1566)
aparece casi siempre como una sola palabra 20 הללּויּה.
En la mayoría de los MSS aparece también como una sola palabra 21 y
siempre con ּה, excepto en este primer הללּויּהdel nal del Sal 104, donde
aparece una הrafada (incluso en buenos MSS y en las primeras ediciones
impresas). Este modo de escribir es el que esta atestiguado por la Masora
(véase Baer, Psalterium, p. 132). El Talmud y el Midrash observan que este
primer Hallelujah se conecta de un modo signi cativo con la destrucción nal
de los malvados. Ben-Pazzi (B. Berachoth 10a) cuenta 103 פרׁשיות
(divisiones del salterio) hasta esta Hallelujah, tomando Sal 1, 1-6 y Sal 2, 1-
12 como un solo
פרׁשת.
`ÎAr)b'D>Ð ¿wwr"b'D>À-ta,
Wrªm'÷-al{)w> %vI+x.Y,w, %v,xoâ
xl;(v'ä 28
`~t'(g"D>-ta, tm,Y"©w,÷ ~d"_l.
~h,äymeyme-ta, %p,åh' 29 `~h,(ykel.m;
yrEªd>x;B.÷ ~y[i_D>r>p;c. ~c'är>a;
#r,äv' 30 `~l'(WbG>-lk'B. ~yNI©Ki÷
bro+[' aboåY"w, rm;a'â 31
`~c'(r>a;B. tAbåh'l, vaeÞ dr"_B' ~h,äymev.GI !t,ån" 32
`~l'(WbG> #[eä rBeªv;y>w,÷ ~t'_n"aet.W ~n"p.G,â %Y,åw,
33
Este nuevo salmo que termina con Hallelujah, abre la serie de Salmos-
Hodu, nombre que se da a los que comienzan con ( הודוSal 105; 107; 118;
136), como se llama aleluyáticos (alleluiatici) a los que comienzan con
( הללויהSal
106; 111; 117; 135; 146). Las expresiones להּללy ּולהודות, que aparecen
con frecuencia en los libros de Crónicas, Esdras y Nehemías evocan estos
dos tipos de salmos, o ponen al menos de relieve sus elementos
principales.
Los salmos de las estas que, según 1 Cron 16, 7, David puso en manos
de Asaf y de sus hermanos para la ejecución musical cuando el arca de la
alianza se instaló en Sión y comenzó allí el servicio divino, se re eren por lo
que atañe a su primera parte (1 Cron 16, 8-22) a este Salmo 105, al que
sigue el Sal 96 como segunda parte, para culminar en el Sal 116 y el Sal
106.
Hitzig piensa que el Canto de las Festividades de Crónicas es el
fundamento y que los paralelos respectivos de los Salmos son como
“derivados” o brotes. A su juicio, el canto de Crónicas ha sido producido
con esfuerzo, buscando ayuda externa, para recuperar de esa forma un
pasado que parecía ya irremisiblemente muerto. Pero, en contra de eso,
debemos decir que la transición del Sal 105, 22 a 105, 23 y de 105, 33 a ١٠٥,
34 (tan carente de conexión) y la introducción de los temas referentes al
exilio de Babilonia del
Sal 106 en el Sal 105, 35, e incluso la doxología del libro 4º de los Salmos
(106, 48: `Hy")-Wll.h;( !meªa'), tomada como parte integral de ese
salmo (cf. 105, 45), refuta esa falsa visión de las relaciones entre esos
salmos, una visión que él (Hitzig) ha intentado defender para insistir en su
origen macabeo.
Como han mostrado de nuevo recientemente Riehm y Kühler, el canto
de esta de 1 Cron 16 es una recopilación a partir de salmos anteriores ya
existentes, realizada con una nalidad bien precisa, partiendo del supuesto
de que los salmos como un todo son davídicos (igual que los Proverbios
como un todo serían salomónicos), porque David fue el que primero utilizó
la poesía de los salmos para los servicios religiosos. En esa línea se ha
intentado tomar aquel canto de 1 Cron 16 como expresión del origen de la
liturgia de Sión, en círculos vinculados con los salmos davídicos.
Por lo que se re ere al tema, el Sal 105 se vincula con el Sal 78 (de
Asaf), que recapitula la historia de Israel. Sin embargo, aquí, esa
recapitulación no se hace con una nalidad didáctica, sino con la intención
de crear un himno, y esto no puede situarse más allá de los tiempos de
Moisés y Josué. Su fuente es según eso la Torá, tal como ahora yace ante
nosotros. El salmista condensa lo que narra la Torá, y lo reviste de forma
poética.
105, 1‒6. Invitación a la alabanza, una alabanza que resuena lejos y de
forma extensa entre los pueblos, mostrando que Dios se ha manifestado
de un modo maravilloso, en hechos y palabras conectadas, con la historia
de la fundación de Israel. La expresión hw"hyl;â WdåAh, alabad a Yahvé,
como en Sal ٣٣, 2; Sal 75, 2, signi ca una alabanza y confesión agradecida
que se ofrece a Dios. Am+v.Bi Waår>qi, invocad su nombre, signi ca
llamarle, de una forma audible, como solemne atestación de Dios, en
forma de plegaria y discurso (Símaco, κηρύσσετε).
La alegría del corazón22 que aquí se desea es la condición para la
apertura gozosa de la boca, y para la rme conversión de Israel a Yahvé, la
condición de toda posible salvación, porque solo la fuerza de Dios supera
todos los peligros, y su rostro es el que ilumina toda oscuridad.
Los wypi(-yjeP.v.miW, los juicios de su boca, son como enseña 105,
7 las decisiones judiciales de Dios, ejecutadas y cumplidas sin ninguna
oposición posible, especialmente en el caso de las intervenciones de Dios
en contra de los egipcios, de su Faraón y de sus dioses. El Cronista pone
ּציהּוy זרע יׂשראל, con una formulación poco apropiada, pues uno no sabe
si la palabra עבדו, su siervo, ha de referirse al patriarca Israel/Jacob o a la
semilla de Israel, que es la nación israelita; esa última referencia sería
propia del Deutero-Isaías. En ambos casos, los LXX han leído en plural,
como “sus siervos”.
105, 7‒11. El poeta comienza a hacer ahora lo que había pedido a Israel
que hiciera, es decir, alabar a Yahvé, el Dios de Israel, a n de que su
reinado justo se extienda sobre toda la tierra, mientras su pueblo
experimenta y mantiene una delidad inviolable a su alianza. En 105, 7
(Wnyhe_l{a/ hw"åhy> aWhhâ), la palabra יהוהestá en aposición a הּוא,
porque el Dios que lleva ese nombre es, sin duda alguna, el objeto de este
canto de alabanza.
El verbo זכר,l(105, 8: At+yrIB. ~l'äA[l. rk,åz", se acordó para
siempre de su alianza) es un perfecto que fundamenta la con anza de los
hombres en Yahvé (cf. Sal 111, 5, donde ese verbo aparece como futuro de
con anza). El Cronista pone, en cambio, ( זכרּוlos LXX, de un modo algo
distinto, ponen μνημονεύωμεν, recordamos). Pero el tema no es el hecho
de que el hombre pide ayuda a Dios, sino el hecho de que Dios habla y
ofrece con anza a los hombres. Dios recuerda su alianza para todo el
tiempo futuro, de forma que el exilio y la carencia de independencia
nacional no son más que condiciones temporales, excepcionales, de vida
del pueblo.
LIBRO V.
SALMOS 107–150
Salmo 107. Dar gracias a Dios porque supera las calamidades
`AD*s.x; ~l'äA[l. yKiÞ bAj+-yKi hw"åhyl; Wdåho 1
`rc")-dY,mi ~l'ªa'G>÷ rv<ïa] hw"+hy> yleäWaG> Wrm.ayOâ
2
del enemigo 3 y los ha congregado de las tierras, del oriente y del occidente, del
norte y del mar.
Con este salmo comienza el Libro Quinto, que responde al que empieza en
el Pentateuco con las palabras ( אלה הדבריםDeuteronomio). Con el 106
terminaba el Libro Cuarto, equivalente a ( במדברNúmeros) y su primer
salmo (Sal 90) daba testimonio de la manifestación de la ira de Dios en
contra de la generación del desierto, que al n tomaba refugio en el Dios
Eterno e Inmutable (en contra del poder de la muerte dominadora).
La palabra favorita del salmo 106, el último del libro 4º, era ( ּבּמדּברcf.
Sal 106, 14; Sal 107, 26), con la confesión de los pecados de Israel a lo largo
del camino hacia Canaán. Ahora, como al principio del libro del
Deuteronomio, Israel se encuentra ante los umbrales de la tierra
prometida, después que dos tribus y media se hubieran establecido ya al
otro lado del río Jordán. De esa manera, al comienzo del libro 5º de los
salmos, el pueblo de Israel aparece restaurado en la tierra de sus
antepasados. Por un lado, este libro nos sitúa ante el Israel redimido de
Egipto; por otro lado, el Israel redimido de las tierras del exilio.
En el momento antiguo, al principio, el Legislador Moisés amonestaba
una vez más a Israel para que fuera obediente a la Ley de Yahvé; en este
tiempo, el Salmista pide a Israel que muestre gratitud hacia Aquel que ha
redimido a Israel del exilio de Babilonia, de la opresión y de la muerte.
Según eso, no puede sorprendernos el hecho de que el Sal 106 y el Sal 107
estén profundamente conectados, a pesar del hecho de que entre esos dos
salmos exista un tipo de frontera (que marca el paso del libro 4º al ٥º).
Este salmo 107 muestra muchas conexiones con el 106. La misma
semejanza en el comienzo remite al Sal 106. En 107, 3, el salmista da
gracias a Dios porque ha concedido aquello que se deseaba en 106, 47. La
alabanza al Señor que el salmista prometía en el Sal 106, 47 en el caso de
que se cumpliera la promesa es la que aquí se le ofrece, después que esa
promesa se ha cumplido.
Así argumentaba rectamente Hengstenberg.
Los salmos 104-107 forman, en cierto sentido, una tetralogía. El 104
toma su material de la historia de la creación. El 105 de la preparación e
historia antigua de Israel en Egipto. El 106 describe la historia de Israel en
Egipto, en el desierto y en la tierra prometida, hasta el exilio. Por su parte,
el Sal 107 presenta el tiempo de la restauración, tras el exilio. A pesar de
ello, la conexión entre Sal 104 y 105 no es tan estrecha como la que hay
entre el Sal 105 y los dos salmos siguientes (Sal 106-107).
Estos tres salmos (105-107) forman una trilogía estrictamente dicha;
son las tres partes de un todo escrito por un mismo autor. Esta es una
observación ya antigua. La obra Die Harp e Davids mit Teutschen Saiten
bespannet (El Arpa de David tocada con cuerdas alemanas), que es una
traducción de los salmos que apareció en Augsburgo el año 1659, dice así
al comienzo del Sal 106: “Por tercera vez yo vengo para proclamar, con
mucho agradecimiento, tu gran generosidad”.
− El tema básico del Sal 105 han sido los hechos maravillosos, de amante
ternura y compasión, que Dios realizó a favor de Israel desde el tiempo
de sus antepasados hasta la redención del éxodo de Egipto, conforme a
la promesa, dando a los israelitas la posesión de la tierra de Canaán.
− Por su parte, el tema básico del Sal 106 ha sido la conducta pecadora
de Israel, desde Egipto en adelante, durante el viaje a través del desierto
y después en la tierra de la promesa; de esa manera evocaba el salmista
el cumplimiento y superación de la amenaza del exilio (cf. Sal 106, 27);
pero incluso aquí la misericordia de Dios no quedó sin ser atestiguada
(Sal 106, 46).
− El Sal 107 insiste en el sacri cio que los israelitas deben ofrecer a Aquel
que les ha redimido del exilio y de todo tipo de destrucciones.
Así podemos comparar el Sal 105, 44 (les dio en heredad las tierras, ארצות,
de los paganos) con el Sal 106, 27 (les amenazó con arrojar su semilla entre
los paganos, dispersándoles en las tierras, )ּבארצות, y con el Sal 107, 3 (de
las tierras, מארצות, él les trajo de nuevo, juntos, del este y oeste, del norte y
del sur). En estos tres salmos se pone de mani esto la semejanza de las
expresiones y la conexión interna de los temas y el progreso del
argumento, conforme a un plan bien de nido.
Estos tres salmos se encuentran también íntimamente entrelazados en
otros sentidos. A Egipto se le llama en estos salmos “la tierra de Cam” (Sal
105, 23. 27; Sal 106, 22) y los israelitas aparecen como los escogidos de
Yahvé (Sal 105, 6. 43; Sal 106, 5, cf. Sal 23, 1-6).
Los tres salmos utilizan exclamaciones con interrogativos (Sal 106, 2; Sal
107, 43). En los tres encontramos un acercamiento a la concepción
“hipostática” de la Palabra (ּדבר, Sal 105, 19; Sal 106, 20). Comparar
también יׁשימוןdel Sal 106, 14; Sal 107, 4, con el hitpael התהּללdel Sal 105, 3;
Sal 106,
5, lo mismo que הׁשֹוּבחdel Sal 106, 47 con התּבּלעdel Sal 107, 27. El autor de
estos tres salmos está familiarizado con Is 40ss, y también con el libro de
Job.
El Sal 107 es el más lleno de reminiscencias tomadas de esos libros
siendo, por otra parte, aquel en el que el poeta muestra más libertad para
recapitular la historia de fondo de los temas. Todo nos lleva en esa línea a
la a rmación de que los tres salmos (105-107) son una especie de
“trifolium” (triforio), como un tríptico, con dos salmos tipo Hodu (en los
laterales) y un salmo Aleluya en el centro.
El salmo 107 consta de seis “grupos” o partes, con un introito (107, 1-
3) y un epifonema o conclusión (Sal 107, 43). De esa manera, el poeta
despliega ante los dispersos de Israel (que han alcanzado de nuevo la
posesión de su tierra nativa) la historia de la liberación divina que se
expresa en el conjunto de la humanidad y, de un modo muy especial, en la
suerte de los exilados.
El epifonema ofrece, al mismo tiempo, la seguridad de que este himno
es un Salmo de Consuelo abierto al futuro, pues aquellos que han sido
reunidos de nuevo de las tierras de los paganos están buscando todavía la
plenitud de la redención, más allá del régimen ahora más suave, pero
siempre despótico, de aquellos imperios que dominan desde el centro de
los poderes seculares.
107, 1‒3. Este introito contiene la llamada que el salmista dirige a los
retornados del exilio para que alaben a Dios. Desde el principio su salmo
lleva las marcas del Deutero-Isaías, con su referencia a los redimidos de
Yahvé, tomada de Is 62, 12, cf. Sal 63, 4. Cf. también el verbo ( קּבץque
aparece en el Sal 107, 3: ~c'îB.qiñ tAcªr"a]meW*, y los reunió de los
países) en Is ٥٦, 8, passim.
En ese contexto, se dice ~Y")miW !ApïC'mi (del norte y del mar,
tomado como sur), como en Is 49, 12. En este caso el mar ()ים, que se
distingue, pero que se relaciona con este, oeste y norte tienen que ser el
sur; pero dado que la palabra mar, ים, se utiliza en hebreo para el oeste
(por referencia al Mar Mediterráneo), quizá aquí está aludiendo a la parte
sureste del Mar Mediterráneo, que baña las costas de Egipto.
De esa manera, el poeta puede referirse a los diversos lugares de
donde han de venir los exilados, pues la palabra br"_[]M;mi(W puede y
debe referirse a los exilados de las islas, es decir, de la costa de Asia Menor
y de Grecia (de Europa). El salmista está escribiendo, por tanto, en un
período en el que el nuevo estado judío, fundado nuevamente por la
liberación de los exilados de Babilonia, está queriendo que vuelvan al
entorno de Jerusalén los exilados dispersos en todos los países del mundo.
Pidiendo a los redimidos que alaben al Dios liberador, a n de que la
obra de la redención y restauración de Israel pueda realizarse con la acción
de gracias de los redimidos, el salmista formula esa petición con el
lenguaje de acción de gracias de la liturgia antigua, tal como aparece en Jer
33, 11. La nación, nuevamente establecida sobre el suelo de la madre
patria, desde que ha podido adquirir nuevamente la libertad, tras haber
sufrido todo tipo de destrucción en una tierra extraña, ahora puede y
quiere alabar a Dios recordando todos sus favores.
La invitación al sacri cio de acción de gracias se expande a partir de
aquí, de un modo consecuente, en una serie de visiones que retratan los
peligros pasados en una tierra extraña, que no son simplemente
alegóricos, como personi caciones del exilio, sino más bien reales y
ejemplares, para mostrar así mejor lo que ha sido el cautiverio.
107, 4‒9. Esto es lo que ha sucedido, lo que cuenta la primera estrofa,
cuando dice: ellos vagaban por una tierra extraña, a través de desiertos y
soledades, pareciendo que sucumbirían, muriendo de hambre. Conforme a
Sal 107, 40 e Is 43, 19, da la impresión de que el Sal 107, 4 terminaba en
( לא־דרךsin camino, cf. Olshausen, Baur y enius). Pero con esa terminación
la línea quedaría así acortada de un modo poco elegante. Pues bien, en vez
de retomar solo esa palabra (לא־דרך, sin camino) este verso se extiende y
junta dos palabras, unidas por munach, en estado constructo (lo mismo
que ּצרא אדם, Gen 16, 12), es decir, %r<D"_ !AmåyviyBi, un “desierto
de camino”, en el sentido de lugar desierto, ἔρημος ὁδός, Hech 8, 26
(Ewald, Hitzig).
Estas dos palabras en estado constructo, responden mejor al estilo
poético que la simple palabra “camino”, solo ּדרך, lo mismo que en el caso
de מׁשנה־ּכסף, y en otros semejantes, donde encontramos un acusativo ( !
AmåyviyBi) de de nición más precisa del sustantivo, que es aquí el
camino, %r<D" (Hengstenberg). En conexión con eso, el poeta, que es
amigo de vincular palabras (cf. Sal 107, 7.
36, cf. ּבית־מוׁשב, Lev 25, 29), utiliza la combinación עיר מוׁשב, que se re ere a
cualquier ciudad que puede ofrecer una acogida hospitalaria a unos
caminantes sin hogar, como eran los israelitas.
Con los perfectos, que describen lo que ha sido experimentado por los
israelitas en el desierto, alternan en 107, 5 los imperfectos, que ponen de
relieve la forma en que sus almas respondieron al peligro (véase Sal ٦١, 3)
en un momento en que estaban cerca de la extinción. Pues bien, con el
futuro consecutivo que sigue en el Sal 107, 6 el salmista describe el cambio
que se produjo en su fortuna, en aquella situación de opresión: su grito de
petición de ayuda fue escuchado (como muestra el imperfecto ~le(yCiy:),
de manera que ellos (los vagabundos del desierto) fueron liberados, como
muestra el futuro consecutivo que sigue: ( וּידריכםes decir: 107, 7, hr"_v'y>
%r<d<äB. ~keyrId>Y:¥w:â, y les dirigió por un camino llano).
Los que han experimentado esas cosas tienen que enaltecer al Señor
con su alabanza, agradeciéndole su amante ternura, es decir, su hesed
(107, 8: AD=s.x; hw"åhyl; WdåAy) y sus obras maravillosas al servicio
de los hijos de los hombres. Estrictamente hablando, no se debe traducir
poniendo solo “sus maravillas (las de Dios)” hacia los hijos de los hombres,
pues las dos lamed que se emplean aquí van en paralelo: (a) hay que
alabar por un lado a Yahvé, con lamed (hw"åhyl;), por su misericordia; (b)
por otro lado, hay que alabar a los hijos de los hombres, también con
lamed (~d"(a' ynEïb.li). Por eso, la alabanza del salmo no se dirige solo a
Yahvé, sino también a los hombres, para que, fundándose en las obras
maravillosas que han experimentado, ellos mismos puedan ofrecer a Dios
el fruto de su alabanza.
En 107, 9, el alma menesterosa (hq"+qevo vp,n<å) es como en Is 29,
9 el alma sedienta, con la palabra ׁשּוק, árabe saq,̂ urgir hacia adelante,
desear con gran ansia. Los pretéritos son aquí una expresión de aquello
que ha pasado y que, por lo tanto, se ha convertido en un hecho de
experiencia. De un modo superabundante, Dios ha tenido que elevar al
alma languideciente que estaba en peligro de perderse.
107, 10‒16. Otros sufrieron prisiones y cadenas; pero aquel mismo Dios
que había decretado este castigo para ellos, hizo que alcanzaran de nuevo
la libertad. Igual que en la primera estrofa, aquí también, hasta el יודּוde
107, 15, tenemos una misma frase compuesta. En vista de ello, el poeta
comienza con participios.
La expresión “algunos moraban en tinieblas y sombras de muerte” (107,
10: tw<m"+l.c;w> %v,xoå ybev.yOâ, cf. Sal 23, 4) ha de entenderse en
la línea de Is 9, 1
(donde יׁשביse construye con )בy del Sal 42, 7 (con יׁשביconstruido como
aquí, cf. Gen 4, 20; Zac 2, 11), mientras que “aprisionados en a icción y
hierros” (lz<)r>b;W ynIå[\ yrEÞysia]) tiene un sentido semejante al de
Job 36, 8.
Los comentaristas antiguos tomaban la expresión como una hendíadis,
con dos palabras (a icción y hierros) de igual sentido (como en el Sal 105,
18); pero es más correcto tomar una palabra en sentido general y la otra
en sentido particular: apresados por todo tipo de a icciones, que ellos no
podían superar, y especialmente con grilletes de hierro (ּברזל, como en
árabe rzil, argollas de hierro, véase Coment. a Sal 105, 18).
El Sal 107, 11 retoma el motivo básico de Is 5, 19, mientras que el Sal
107, 12 repite de un modo inolvidable el doble juego de sonidos de
algunas palabras, que es igual al de Is 3, 8. Con עצהse evoca el plan por el
que Dios dirige el mundo (cf. Wca'(n" !Ayæl.[, tc;Þ[]w:, es decir,
aborrecieron el consejo del
Altísimo) y de un modo especial el propósito particular por el que dirige a
Israel.
Los israelitas no solo han rechazado este propósito de misericordia de
Dios, oponiéndose de un modo desa ante ( )המרהen contra de sus
mandamientos (אמרי, árabe awamir, â mireĥ ), sino que han blasfemado en
contra de esos propósitos. En esa línea נאץ, Dt 32, 19, es una antigua
designación mosaica para blasfemia, cf. Dt 31, 20; Num 14, 11. 23; 16, 30.
Por eso, Dios los humilló de un modo consecuente con trabajos a
ictivos, e hizo que cayeran ()ּכׁשל. Pero cuando ellos se volvieron a él y le
rogaron con fuerza, él les ayudó liberándoles de sus a icciones. El estribillo
varía, conforme a una costumbre bien conocida. En este caso tenemos
wyt'ªAal.p.nIw>÷ AD=s.x; hw"åhyl; WdåAy, alaben a Yahvé por su
misericordia y sus maravillas. Por dos veces se utiliza la expresión ויצעקו,
otras dos ;ויזעקוuna vez יצילם, dos veces יוׁשיעם, y por último יוציאם
(tw<m"+l.c;w> %v,xoåme ~aeyciAyâ) que sigue aquí, en el Sal 107,
14, como una aliteración (cf. ١٠٧, ١٠).
El sumario en el que se condensa la liberación experimentada (Sal 107,
16) retoma los motivos de Is 45, 2. El exilio se puede tomar también en
cuanto tal como una larga cárcel (cf. Is 42, 7. 22), pero las descripciones del
poeta no pueden tomarse como pinturas estrictas de los hechos aludidos,
sino como ejemplos.
107, 17‒22. Otros fueron conducidos hasta el borde de la tumba por
medio de fuertes enfermedades, pero cuando ellos se volvieron con una
intensa oración a Aquel que había decidido que debían sufrir a causa de
sus pecados, Él mismo (Dios) vino a mostrarse ante ellos como su salvador.
En esta línea, la palabra ( אוילcf. e. g., Job ٥, 3), con el sentido de
insensatos, cf. ~['_v.Pi %r<D<ämi
~yliwIa/â, lo mismo que ( נבלlos necios, véase Sal 14, 1), ofrece una idea
ética y no se re ere solo a un tipo de visión intelectual o teórica del tema.
Insensato es alguien que vive de manera poco sana, dejando pasar el
tiempo para mal, y haciéndose culpable de la ruina de su salud, de su
familia, de su propia vocación personal, es decir, arruinándose a sí mismo y
destruyendo todas las cosas y personas que le pertenecían.
El poeta comienza diciendo que los que vivían así estaban obligados a
sufrir por razón (o a consecuencia) de su malvada conducta. Lo primero
que se pone de relieve es la causa de sus días de pena y tristeza. Dado que
el sentido de esos males se relaciona con el pecado, el salmista acude a la
palabra ( יתעּסּוcf. 107, 17: WN*[;t.yI ~['_v.Pi %r<D<ämi ~yliwIa/â,
fueron a igidos a causa del camino de sus obras…). De esa manera él pone
más fácilmente de relieve todo aquello que sucedió en el pasado.
Esa palabra ( )יתעּסּוen hitpael (cf. 1 Rey 2, 26) signi ca sufrir de una
manera intencional o voluntaria. Aquí, en cambio, signi ca estar obligados
a sufrir en contra de la propia voluntad. Pero hay algunos como
Hengstenberg que construyen el tema de un modo diferente: “Fueron a
igidos, enloquecidos, a causa de su forma de caminar en transgresiones
(más que a causa de su transgresión), y a causa de sus iniquidades fueron a
igidos —y su alma rechazó todo alimento…”. En ese contexto, la partícula
מןal lado de ~( יתעּסּוh,ªytenOwO¥[]meW÷* %r<D<ämi) está indicando
que el mal camino y las transgresiones son la causa de su a icción.
En el Sal 107, 18 el poeta tiene ante sus ojos el libro de Job (Job ٣٣, 20.
22). Por su parte, en relación al Sal 107, 20 (~ae_P'r>yIw> Arb'D>â
xl;äv.yI, ἀπέστειλεν τὸν λόγον αὐτοῦ καὶ ἰάσατο αὐτοὺς, LXX), no hay
ningún pasaje más cercano que el del Sal 105, 19, incluso más que el Sal
147, 18, porque en uno y otro caso (Sal 105, 19 y Sal 107, 17) se está
evocando la intervención de Dios en la esfera de la historia humana, y no
en la esfera del mundo de la naturaleza (del orden cósmico en cuanto tal).
Tanto en el mundo de la naturaleza como en la historia humana, la Palabra
( )ּדברes el mensajero de Dios (Sal 105, 19, cf. Is 55, 10), y aquí aparece
como mediadora de la curación divina.
Tanto aquí como en Job 33, 23 se anuncia el hecho fundamental del
Nuevo Testamento que Teodoreto condensa en este pasaje diciendo: el
Dios Logos encarnado y enviado como hombre curó todas las heridas de
los hombres y destruyó los pensamientos destructores (Ὁ Θεὸς Λόγος
ἐνανθρωπήσας καὶ ἀποσταλεὶς ὡς ἄνθρωπος τὰ παντοδαπὰ τῶν ψυχῶν
ἰάσατο τραύματα καὶ τοὺς διαφθαρέντας ἀνέῤῥωσε λογισμούς). Los LXX
traducen: καὶ ἐῤῥύσατο αὐτοὺς ἐκ τῶν διαφθορῶν αὐτῶν (les liberó de las
cosas que les destruían).
En esa línea, los traductores suponen que ׁשחיתותםderiva de ( ׁשחיתהDan
6, 5), en la línea de ( ׁשחתvéase Sal 16, 10), que tiene el mismo sentido que
διαφθείρειν, corromper, destruir, como ha destacado Hitzig. Pero Lam 4,
20 va en contra de esa derivación, pues a partir de ׁשחהse ha formado un
nombre nuevo, ׁשחּות, que signi ca lugar hondo (Prov 28, 10), cuya forma
colateral ׁשחיתse conjuga como חנית, plural חניתות, con una retención del nal
substantivado. Los lugares hondos, los pozos, son las a icciones profundas
en las cuales se hallaban hundidos los israelitas, y de las cuales Dios ha
logrado liberarles. Por su parte, el su jo de ~ae_P'r>yIww>, les sanó,
puede aplicarse también a jLeªm;ywI÷), les liberó, como en Gen 27, 5;
30, 31; Sal 139, 1; Is 46, 5.
107, 23‒32. Otros han vuelto para contar los peligros del mar. Sin alegoría
alguna (Hengstenberg), el salmista habla de aquellos que por razón de su o
cio (expresado por el verbo ירד, descender, porque a su juicio la super cie
del mar yace por debajo de la tierra, que emerge en las costas) bajan al
mar en barcos (tAY=nIa\B', como boonijoth̆ , sin artículo), pero no como
pescadores, sino (como Lutero ha interpretado correctamente) para
realizar empresas comerciales.
Estos han visto las obras y maravillas de Dios en la profundidad llena
de los remolinos de las aguas, es decir, han visto con sus propios ojos lo
que Dios puede hacer en su ira, cuando llama a los poderes de la
naturaleza y lo que, por otra parte, hace cuando ordena que esos poderes
se mantengan dentro de sus límites. A través de su mandato (con וּיאמר,
como en Sal 105, 31; Sal 105, 34) Dios hace que surja un viento
tormentoso (cf. עמד, Sal 33, 9), y de esa forma alza las olas del mar hacia la
altura, de manera que los marinos se elevan por un momento hasta el
cielo para descender después al profundo abismo, de manera que sus
“almas se derriten con/por el mal” (gg")Amt.ti h['îr"B. ~v'ªp.n:÷), de
una forma peligrosa, ansiosa, sin rmeza.
Ellos se encuentran así inmersos como en un círculo (con יחוּגּו, de חגג
igual a חּוג: cf. rAK=ViK; W[Wny"w>â WGAxåy, tiemblan, giran y
titubean como ebrios). Toda su sabiduría se consume, esto es, se pierde en
sí misma, es decir, se convierte en “nada”, como dice Ovidio, Trist. I. 1, en
conexión con una tormenta semejante en el mar: la misma capacidad o
arte del timonel queda perpleja ante los ambiguos males (ambiguis ars
stupet ipsa malis).
El poeta escribe aquí bajo el in ujo de Is 19, 3. 14. Pues bien, ante la
súplica constante de los marinos, Dios les libera de sus miedos y riesgos
(Sal
25, 17), haciendo que la tormenta arrasadora se convierta en viento suave
(como en ּדממה ּדּרה,l1 Rey 19, 12). La palabra ( הקיםcf. hm'_m'd>li hr"['s.â
~qEåy", cambia la tempestad en sosiego), construida con לtiene aquí el
sentido de “transportar”, de llevar a otra condición o estado de cosas,
como traduce
Apolinar: hizo que la tempestad viniera a ser como el aire suave anterior
(αὐτίκα δ ̓ εἰς αὔρην προτέρην μετέθηκε θύελλαν). El su jo de ( ּגּליהםsus
olas) no puede referirse a ( מים רּביםlas muchas aguas, Sal 107, 23), palabras
que están muy alejadas. “Sus olas” son aquellas con las que los marinos
tienen que enfrentarse.
Para gozo de los marinos, las aguas se calmaron ( )חׁשהy quedaron
quietas (con ׁשתק, como en Jon 1, 11), y Dios les guio al puerto que
buscaban, ἐπὶ λιμένα θελήματος αὐτῶν (LXX). La palabra ( מחוזcf. ~c'(p.x,
zAxïm.-la, ~xeªn>Y:w:÷, y le guio al puerto…) es un hápax legómenon,
del árabe hạ z (ĥ wz),̣ cerrar por todos los lados, para guarecerse uno a sí
mismo (raíz árabe hẉ , en latín gyravit, in gyrum egit, girar, estar
rodeando…), que evoca un lugar circular cerrado, por tanto un puerto, y
quizá en principio un estuario o, para utilizar una palabra escandinava, un
ordo.
La palabra ׁשתקtiene un sentido más fuerte que חׁשה, como יבׁשen
relación con חרםen la historia del diluvio. Aquellos que han sido liberados
de una forma tan maravillosa están invitados para alabar a Dios, su
liberador, en el lugar donde se reúne la iglesia nacional, allí donde los jefes
de la nación se sientan en concilio, es decir, en un sentido extenso, en el
templo y en el foro1. 107, 33‒38. A partir de lo anterior siguen dos grupos
o estrofas, sin las bellas e impresionantes antífonas que se intercalaban
antes. La estructura es menos artística y las transiciones aquí y allí son
abruptas y torpes. Se podría decir que estos dos grupos que siguen (107,
33-38 y 107, 33-43) son inferiores a los anteriores, como los discursos de
Elihu son inferiores al resto del libro de Job. Sin embargo, ellos provienen
de la misma mano del salmista, como se ve por la constante dependencia
respecto del libro de Job y de Isaías.
Hengstenberg ha visto en Sal 107, 33-42 “el canto con el que la
asamblea del pueblo y la sede de los ancianos alaban al Señor”; pero el
tema o materia laudis es, en todo caso, diferente de aquello que se podía
esperar de los cantos anteriores de alabanza. No es en modo alguno claro
que el Sal 107, 33 se re era a la destrucción de Babilonia, ni que 107, 35
aluda al cambio de fortuna que en ese momento se dio para Israel.
En esa línea, el Sal 107, 35 no se aplica bien a Canaán, pues en ese caso
las expresiones de 107, 36 cobrarían un sentido muy difuso. Lo que el
poeta quiere hacer aquí (107, 33-38) es ilustrar el gobierno generoso, justo
y gratuito de Dios, tal como aparece en la historia de la dispersión, del
exilio y del retorno de los israelitas, un tema que ellos pueden cantar en
cualquier lugar en que se encuentren.
Desde 107, 35 el salmista retoma la historia del pasado de la
liberación, de un modo retrospectivo, a partir de ( יׂשםcf. ~yIm:+-~g:a]l;
( rB'd>miâ ~feäy", y convierte el desierto en estanques de agua) y así
empieza a contar aquellas cosas que los antes cautivos han observado y
experimentado en su retorno a la tierra que Dios les había concedido. El
Sal 107, 33a suena como Is 50, 2; y el Sal 107,
33b como Is 35, 7a. Por su parte, el Sal 107, 35 retoma el motivo de Is 41,
18.
La yuxtaposición de ( מוצאיcf. 107, 35) y de ( צּמאוןcf. 107, 33) pertenece,
desde Dt 8, 15, a las aliteraciones antitéticas favoritas de la Biblia, cf. Is 61,
3. ( מלחהcf. hx'_lem.li yrIP.â #r<a,ä, convierte la tierra fructífera en…) es
la tierra salitrosa (LXX, cf. Ecl 39, 23, ἅλμη); ese es el nombre que Job 39, 6
emplea para referirse a una estepa no cultivada, estéril. Pues bien, en
algunas ocasiones, una tierra que ha sido devastada, por castigo contra sus
habitantes, ha venido a convertirse después en campos fructuosos, por
obra de una generación pobre pero trabajadora que se ha establecido en
ella. En esa línea, a menudo, una tierra abandonada y, al parecer,
absolutamente sin provecho, se ha convertido en campo de inesperada
fertilidad.
Los exilados a los que Jeremías escribió (en Sal 29, 5) edi caron casas y
se establecieron en el exilio; plantaron huertos y comieron de sus frutos,
experimentando así la bendición divina. Su industria y su conocimiento
contribuyeron también a ello, pero mirando las cosas en profundidad, eso
no fue solo el resultado de su propia industria y conocimiento, sino obra
de Dios, quien hizo que sus patrimonios prosperaran, y que ellos se
extendieran más y más, de forma que poseyeran no una pequeña, sino una
gran cantidad de animales, de ganadería (cf. 2 Rey 4, 3).
107, 39‒43. Pero a veces les fue mal porque, a pesar de su oreciente
condición cayó sobre ellos la envidia de los poderosos y tiranos; pero Dios
puso n a su tiranía, y restauró siempre a su pueblo con honor y fuerza.
Conforme a la opinión de Hitzig, el Sal 107, 39 nos sitúa en un tiempo en el
que las cosas se volvieron diferentes para aquellos que, conforme a Sal
107, 36-38, habían prosperado.
El modus consecutivus que aquí encontramos se utiliza a veces de un
modo retrospectivo (véase Is 37, 5). Pero en nuestro caso la simetría del
despliegue de los temas, a partir de Sal 107, 36-38, y el cambio que se
expresa en el Sal 107, 39, en comparación con el Sal ١٠٧, 38, exige una
interpretación consecutiva del texto.
Ellos se volvieron pocos, perdieron importancia, fueron reducidos (con
ׁשחח, cf. Prov 14, 19, arruinarse, ser sobrepasados), a coarctatione malitiae
et maeroris (por la violencia de la maldad y de la tristeza). עצרes la
imposición de un poder despótico, רעהes el mal que los hombres han de
sufrir bajo la opresión de ese poder despótico y רגוןes la tristeza que
consume su vida.
rc,[oßme tiene tarcha y h['är" tiene munach (en vez de mercha y
mugrash, véase Accentuationssystem, XVIII, 2). No hay razón para
abandonar este tipo de puntuación y traducir “por tiranía, mal y tristeza”.
Lo que es rígido y torpe en el despliegue de la descripción del Sal 107, 40
(como en Job 12, 21. 24) proviene del hecho de que el poeta no quiere
hacer cambios en esas sublimes palabras.
La traducción muestra la forma en que ha de entenderse la relación
entre las frases. Por un lado, Dios derrama su ira sobre los tiranos que han
despreciado a los hombres que se someten a ellos, haciendo que se
pierdan como fugitivos en el terrible desierto; por otro, el mismo Dios
eleva a los necesitados y a aquellos que hasta ahora han sido
despreciados, haciéndoles subir desde la hondura de su a icción, de
manera que sus familias puedan crecer como un rico rebaño,
convirtiéndose de esa manera en un pueblo numeroso que brinca de
alegría.
Igual que la temática anterior se relacionaba con Job 21, 1, la gura del
Sal 107, 42 está tomada de Job 22, 19 y Job 5, 16. La visión de este acto de
reconocimiento por parte de Dios sobre aquellos que han sido
injustamente oprimidos suscita la alegría de los justos, de manera que
toda maldad (עולה, véase Sal ٩٢, 16) tenga que cerrar la boca, es decir, que
sea silenciada. Finalmente, en 107, 43, el poeta hace que los sones del
salmo se vayan apagando a la manera de Os 14, 10 [9], y así lo muestra la
nota bene o añadido nal de 106, 43 que se expresa en forma de
advertencia: quien sea sabio guarde (o guardará) en su mente estas cosas.
La transición al tema de la sabiduría, con el cambio de número (del
plural al singular), resulta obvia por el hecho de que, como en Oseas (lugar
citado, cf. Jer 9, 11; Est 5, 6, cf. Jc 7, 3; Prov 9, 4. 16), la expresión ~k'îx'-
ymi es equivalente a quisquis sapiens est (aquel que es sabio). Las
hw")hy> ydEîs.x;( son las manifestaciones de la misericordia de Yahvé,
es decir, de la ternura amante con la que se despliega en la historia la
misericordia siempre duradera de Dios. Aquel que es sabio tiene una
buena memoria y alcanzará un claro entendimiento de esto.
pero solo porque está compilado con antiguos materiales davídicos. Que
no se incluya la referencia a למנצחhace natural suponer que se trata de un
salmo de origen posterior.
El redactor del salmo se ha limitado a vincular aquí dos piezas de estilo
elohímico, con variantes muy pequeñas, sin soldarlas entre sí y sin situarlas
en el contexto original histórico. No es concebible que el mismo David
hubiera compilado dos salmos anteriores, haciendo de ellos uno (como
piensa Hengstenberg); por tanto, este salmo en su conjunto no es suyo.
108, 2‒6. Esta primera mitad está tomada de Sal 57, 8-12; pero aquí se
omite la frase “mi corazón confía”; por otra parte, en lugar de “mi gloria”
de la exclamación (¡despierta mi Gloria!) se proclama aquí el motivo de “yo
cantaré y tocaré el arpa”, como descripción más precisa del tema (véase
Coment. a Sal 3, 5); Dios mismo lo hará, es decir, lo hará el alma del orante,
con la ayuda de todos los poderes divinos.
En 108, 4 en vez de Yahvé se pone Adonai; y la waw copulativa se
introduce antes del Sal 108, 4 y del Sal 108, 6, en contra de Sal 57, 1-11.
Por su parte, la palabra מעל, en lugar de עד, en el Sal 108, 5 (como en Est 3,
<Salmo de David>
1
Jehová dijo a mi Señor, “Siéntate a mi diestra,hasta que ponga a
tus enemigos por estrado de tus pies”.
2
Jehová enviará desde Sión la vara de tu poder,“¡Domina en
medio de tus enemigos!
3
Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu
mando,en la hermosura de la santidad.
Desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud”.
4
Juró Jehová y no se arrepentirá,
“Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.
5
El Señor está a tu diestra; quebrantará a los reyes en el día de su
ira.
6
Juzgará entre las naciones, las llenará de cadáveres;quebrantará
las cabezas en muchas tierras.
7
Del arroyo beberá en el camino, por lo cual levantará la cabeza.
“Cuando se reunieron los fariseos, Jesús les preguntó: ¿qué pensáis del
Cristo? ¿De quién es hijo? Ellos le dijeron: de David. Él les dijo: ¿cómo
entonces David le llama Señor, por inspiración del Espíritu Santo, diciendo:
dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, hasta que haga a tus
enemigos estrado de tus pies. Si David le llama Señor ¿cómo se puede
decir que es su hijo? Y nadie fue capaz de responderle una palabra, ni se
atrevió nadie desde aquel día a proponerle cuestiones”. Así leemos en Mt
22, 41-45; Mc 12, 35-37 y Lc 20, 41-44.
Jesús deja a los fariseos que saquen la conclusión, que ha de apoyarse
en dos premisas: (a) que el Sal 110 es davídico; (b) y que contiene un
mensaje profético-mesiánico, es decir, que el mesías futuro es aquel que
David tiene proféticamente en su mente.
Si aquellos que le interrogaban hubieran sido capaces de contestar que
no era David el que hablaba aquí del mesías futuro, sino que había puesto
en boca del pueblo unas palabras relacionadas con él; o si, como piensa
Hofmann (que ha modi cado ahora la visión que antes tenía, cf.
Schriftbeweis, II, 1, 496-500), David hablaba aquí en general de un rey
futuro3, la respuesta y la nueva pregunta de Jesús a la pregunta de los
fariseos no hubiera podido presentarse como argumento probativo, nadie
la habría aceptado.
Pues bien, en contra de esas interpretaciones, el valor profético-
mesiánico del Sal 110 fue reconocido en su tiempo (y así lo siguió
manteniendo la sinagoga posterior, a pesar del dilema que este salmo
supuso para ella, en relación con la iglesia cristiana). En ese contexto, los
mismos fariseos, con los que Jesús discutía, debieron admitir de alguna
forma que, siendo a la vez Hijo y Señor de David, el mesías debía ser, de un
modo superior, al mismo tiempo, ambas cosas: de condición humana y
sobrehumana. En ese sentido, ellos debían reconocer, conforme a la
Escritura, que este Cristo anunciado debía ser, al mismo tiempo, hombre
(hijo de David) e Hijo de Dios, de naturaleza divina.
El Nuevo Testamento supone también que en este salmo David no
habla de sí mismo, sino que se dirige directamente a aquel en quien debía
cumplirse nalmente y para siempre aquello de lo que hablaban las
promesas de Dios. En esa línea, el Sal 110, 1 aparece en varios lugares del
Nuevo Testamento como una profecía de la exaltación de Cristo, que se
sienta a la derecha del Padre, tras su victoria nal sobre sus enemigos (cf.
Hch 2, 34; 1 Cor 15, 25; Hebr 1, 13. 10, 13). La carta a los Hebreos (cf. 5, 6;
7, 17. 21) fundamenta aquí su abrogación del sacerdocio levítico por el
sacerdocio de Jesucristo, según Melquisedec, cf. Sal 110, 4.
David fue aquel que elevó el sacerdocio levítico a un esplendor que
nunca había tenido antes; pero él no instituyó un sacerdocio en la línea de
Melquisedec, que en algún sentido existía ya antes y existirá después, al
nal de la historia de la salvación. Pues bien, en esa línea, de un modo
profético, David pudo anunciar el surgimiento de un sacerdocio según
Melquisedec, que signi caría (= que ha signi cado) la terminación
(abrogación) del sacerdocio levítico, impidiendo de un modo total la
continuidad del sacerdocio levítico hasta el nal de los tiempos.
Por eso, no debemos engañarnos sobre la comprensión de este salmo,
tal como aparece en las Escrituras del Nuevo Testamento. Según ellas,
David no habla en el Sal 110 meramente de un tipo de Cristo en general,
tal como el espíritu de Dios, le ha guiado, de una forma meramente
simbólica, sino que habla directamente de Jesús de un modo objetivo, a
modo de representación profética de Dios, como Salvador futuro. Pero ¿no
será esto imposible?
Ciertamente, no hay en el salterio ningún otro salmo en el que David
se distinga a sí mismo del Mesías, tomándole como alguien que se sitúa
frente a él (como alguien distinto). Los otros salmos mesiánicos de David
son re exiones en las que él se presenta a sí mismo de un modo intenso,
pero en forma ideal, ofreciendo de esa forma unas imágenes típicas de la
gura mesiánica.
Esas imágenes contienen también re exiones sobre la visión ideal del
rey mesiánico, con rasgos típicos de su propia historia y de su destino
regio, con elementos proféticos, porque en esos salmos David habla
también de un modo espiritual, ἐν πνεύματι, aunque contienen elementos
que no se han cumplido o desarrollado aún en su persona concreta. En ese
sentido, las últimas palabras de David en 2 Sam 23, 1-7 nos prueban que
podemos encontrar un salmo directamente mesiánico que proviene de sus
labios, un salmo como este, el 110.
Este es el trasfondo desde el que puede entenderse el Sal 110: tras el
descubrimiento de que todo el esplendor que le había pertenecido de un
modo individual había desaparecido casi totalmente, ante sus propios ojos
y ante los ojos de aquellos que se hallaban en su entorno, David tuvo que
volverse aún más consciente de la gran distancia existente entre aquello
que él había realizado por sí mismo y la idea del Ungido de Dios que debía
venir en el futuro.
Así vino a descubrirlo cuando se hallaba en su lecho de muerte y el
resplandor externo de su vida se estaba ya ocultando. Pues bien, en ese
momento en el que toda la gloria con la que Dios le había favorecido a lo
largo de su vida se le presentaba de un modo condensado, David
descubrió y sintió ante sí mismo y ante Dios lo que él ha sido: un hombre
elevado a lo alto, el ungido del Dios de Jacob, el dulce cantor de Israel, el
instrumento del Espíritu de Yahvé.
Esto es lo que él había sido y, de esa forma, él, que se había
contemplado a sí mismo como el inmortal, sintió y descubrió ahora que
debía morir, y de esa manera, mientras se acercaba su muerte, pudo
descubrir los pilares de la divina promesa. En ese momento, mientras
terminaba su tiempo presente en el mundo, David pudo mirar como
profeta hacia el futuro de su descendencia, hacia aquello que su Dios (la
Roca de Israel) le había dicho: surgirá de tu descendencia un gobernante
futuro de la humanidad, un hombre justo, lleno del temor de Dios; surgirá
como la luz de la mañana, cuando el sol se eleva, una mañana sin nubes,
cuando, tras haber brillado el sol y descendido del cielo la lluvia, la tierra
aparece verde, llena de vegetación.
Porque mi casa, sigue pensando David en su lecho, mi “casa” no puede
ser una cosa puramente pasajera, no es pequeña (לא־כן, como puede
decirse partiendo de Job 9, 35, cf. Num 13, 33; Is 51, 6). La “casa” que Dios
me ha prometido no es pequeña ante él, porque él ha realizado un pacto
eterno conmigo, un pacto bien ordenado en todo, bien seguro, para mi
salvación… ¿Por eso, no ha de brotar y cumplirse plenamente todo eso?
¿No tendrá que haber un futuro Mesías en quien se realice plenamente
aquello que a mí se me había prometido?
Según eso, David se sintió seguro de que la idea perfecta del Mesías
pleno debe realizarse, de acuerdo con la promesa, en su propia “casa”
davídica. De esa forma, la visión del futuro que pasa ante su alma no es
otra cosa que la visión del Mesías en sí mismo, del Mesías verdadero, Hijo
de Dios, separado (distinto) de su propia subjetividad. Así lo descubre
ahora, en el momento de su muerte. Si las cosas fueron así, si estos fueron
sus pensamientos: ¿por qué no han debido expresarse también en las
palabras de este salmo 110?
Ciertamente, no se puede negar que el Sal 110 tiene aspectos que le
vinculan con la historia de su tiempo; más aún, el hecho de que este salmo
se incluya en el libro 5° del Salterio nos hace pensar que ha de tomarse y
entenderse desde la colección contemporánea de los anales históricos del
tiempo de David. Pero, al mismo tiempo, este salmo se abre al futuro de
las promesas de Dios, en su totalidad.
El primero de los vínculos que este salmo tiene con los anales de la
historia contemporánea de David ha de vincularse con el traslado del Arca
a Sión. Revestido con el efod de lino de los sacerdotes, David había
acompañado al Arca hasta Sión, con signos de exultación. Allí, sobre Sión,
el mismo Yahvé, cuyo trono terreno es el Arca, tomó su asiento al lado de
la casa (palacio) de David. Pues bien, de un modo espiritual, el tema debió
plantearse de este modo: al establecerse sobre Sión, Dios concedió a David
el honor de sentarse entronizado, en adelante, a su lado, un honor que
culminaría en el ungido del n de los tiempos.
El segundo vínculo de la historia de David con la entronización de Dios
está relacionado con el nal de la guerra siro-efraimita, y también con la
guerra edomita, que tuvo lugar en ese contexto. La guerra contra los
amonitas y sus aliados fue la más importante, la más larga y la más gloriosa
de las guerras de David, y terminó al segundo año, cuando el mismo David
se unió al ejército, para tomar la ciudad de Rabat, capital de los amonitas.
Estos dos vínculos han de tomarse en cuenta, pero no ofrecen a este salmo
más que un tipo de “contexto típico”, en la línea de contenido profético.
Pues bien, en este Sal 110, David mira hacia adelante desde la altura a
la que Dios le ha elevado con la victoria sobre Amón, para dirigirse así
hacia el futuro de su semilla (de su descendencia), fundándose de un modo
especial en Aquel (Dios, el Señor) que lleva a término la obra comenzada
en él (en David). Pues bien, al compararse con ese Rey mesiánico del
futuro, David no aparece como su rey (como Señor), sino como súbdito
suyo (alguien que está sometido a ese Rey que ha de venir). Por eso, como
alguien que forma parte del pueblo de ese Rey futuro que ha de venir,
David le llama “mi Señor”.
Esta era la situación en que se encontraba David, poeta regio y
profético, que ha recibido nuevas revelaciones sobre el futuro de su
descendencia. Él está bajando de su trono y de la altura de su poder (y así
lo siente cuando le llega la muerte), y de esa forma mira hacia el futuro,
descubriendo la llegada total de Dios salvador, que se manifestará en el
Ungido total, que es la presencia plena de Dios, siendo al mismo hijo suyo
(de David).
También él (David) se encuentra entronizado sobre Sión. También él es
victorioso. Su comunicación con Dios es la más íntima que hasta ahora
pueda imaginarse, y el último enemigo de su pueblo (el rey amonita) yace
vencido a sus pies. Por otra parte, él, David, no es meramente rey, sino
que es también sacerdote que se ocupa de la salvación de su pueblo, y así
puede sentirse como sacerdote eterno, en virtud de la promesa que Dios le
ha jurado; y de esa forma puede presentar la venida de su descendiente
futuro, de quien habla en este salmo.
De esa manera, el salmo se abre a la historia del futuro de su pueblo
desde una base típica, de carácter sacerdotal y regio. En esa línea se puede
explicar el hecho de que el triunfo nal sobre los enemigos y el
cumplimiento total de la esperanza mesiánica aparezcan en la mente de
David como algo separado de su propia vida particular, como algo más
grande, propio del tiempo futuro.
En medio de esa guerra amonita tuvo lugar el gran pecado de David,
que puso una sombra de tristeza sobre todo su futuro, privándole de su
gloria personal más honda. Pues bien, a partir de esas cenizas de su gloria
caída pudo elevarse el ave fénix de la profecía mesiánica. Por eso, de esa
forma, pudo crecer en su conciencia la visión y la certeza del futuro rey
mesiánico. Desde ese fondo pudo crecer para David la visión de la Corona
mesiánica de su descendiente, que sería el Nuevo Rey futuro4.
Con este Sal 111 comienza la trilogía de los salmos de Aleluya. Puede
añadirse el Sal 110, porque despliega el sentido del “por siempre” (cf. 110,
4), situándolo en el contexto de la historia de la redención, repitiendo,
alabanza tras alabanza, los hechos y las disposiciones de Yahvé. Está
también en relación muy estrecha con el Sal 112. Mientras que, como dice
correctamente Hitzig, el Sal 111 celebra la gloria, el poder y la amante
ternura de Yahvé en el círculo de la altura de Dios, el Sal 112, descubre y
celebra esa altura que desciende y se expresa en la felicidad de aquellos
que la acogen, es decir, de aquellos que temen a Yahvé.
Sal 111 y 112 son gemelos en forma y contenido. Ellos ofrecen una
mezcla de materiales que provienen de salmos antiguos y de declaraciones
sapienciales; ambos están compuestos por sentencias separadas y siguen
un orden alfabético (son acrósticos). Cada uno de ellos consta de 22 líneas,
con las 22 letras del alfabeto al comienzo 9, y en general cada línea consta
de tres palabras.
Estos dos salmos contienen cadenas de líneas, pero sin ninguna
agrupación temática, de manera que no pueden dividirse por estrofas. La
misma acentuación muestra la intensa relación que hay entre ambos
salmos, que terminan (111, 9 y 111, 10) con dos versos de tres miembros,
mientras que antes se dividían en versos de dos miembros.
Lo que el poeta se propone en 111, 1 lo empieza a realizar en 111, 2.
Conforme al Sal 64, 7 y 118, 14, la palabra hd"([ew> es equivalente a
ועדתם. En la línea del Sal 111, 10, los הפציהםdel Sal ١١١, ٢ son aparentemente
aquellos hombres que encuentra placer en ellas (es decir, en las obras de
Yahvé); pero ( חפציcomo ׂשמחיen Is 24, 7) no parece estado constructo de
חפץ, de manera que no hay necesidad ninguna de identi car a los que
buscan las obras de Dios con los que se alegran en ellas.
Por eso resulta preferible interpretar esa expresión en la línea de
לכל־חפצוde 1 Rey 9, 11 (en comparación con Is 44, 28; 46,10, cf. Is 53, 10)
donde חפץsigni ca el propósito y gozo de Dios, un consejo constantemente
buscado y por lo tanto digno de ser investigado (con דרׁש, raíz דר, buscar y
conocer de un modo activo, es decir, experimental) de acuerdo con los
deseos más profundos de cada uno. No se trata pues de las obras que
agradan a los hombres, sino de las obras que agradan a Dios. Son esas
obras las que los hombres tienen que buscar.
En el Sal 111, 4, la palabra ( זכרwyt'_aol.p.nIl. hf'['â rk,zEå, ha hecho
memorables sus maravillas) evoca un tipo de estas del recuerdo, que
mantienen la memoria de las obras de Dios realizadas a través de Moisés.
En esa línea, טרף
(Sal 111, 5: wya'_rEyli( !t,ån" @r<j,â, ha dado alimento a los que le
temen) es la comida que Dios concedió a los liberados de Egipto en el
éxodo, siendo también la comida de Pascua, la de los ácimos. De esa
manera se evoca la esta del recuerdo (זּכרון, Ex 12, 14), esta de la
“exención” de los eles de la alianza, a quienes perdonó el ángel
exterminador que mató a los primogénitos de Egipto.
Así decía Lutero que este salmo le parecía compuesto para la
celebración de la Pascua. Ya en el tiempo de Teodoreto y Agustín el
pensamiento de la Eucaristía había sido conectado con el Sal 111, 5,
conforme al pensamiento del Nuevo Testamento. Con buenas razones, la
Iglesia ha vinculado este salmo con la celebración de la esta de la Cena del
Señor.
En relación con ( הּגידcf. AM+[;l. dyGIåhi wyf'[]m;â x,Koå, el poder
de sus obras manifestó a su pueblo) tenemos que recordar la Aggadah de
la Pascua (PesachHaggada). El poder de la redención que relata esa
Aggadah continúa actuando en la historia, porque a la iglesia de Yahvé se
le asigna la Victoria no solo sobre los pueblos de Canaán, sino sobre el
mundo entero.
El poder de las obras de Yahvé que él ha dado a conocer a su pueblo, y
que los israelitas liberados siguen proclamando, culmina allí donde Dios les
concede la herencia de los pueblos. Las obras de sus manos son verdad y
rectitud, porque ellas son la realización de aquello que es verdadero, de
aquello que se mantiene y se veri ca a sí mismo, de aquello que es recto y
que despliega de un modo triunfal su fundamento. Las ordenanzas de
Yahvé son ( נאמניםcf. wyd"(WQPi-lK' ~ynI©m'a/n<÷, eles), están
establecidas, atestiguadas en sí mismas y en sus resultados, ofreciendo
una con anza total en su carácter salvador (cf. Sal 19, 8).
Esas ordenanzas son ~l'_A[l. d[;äl' ~ykiäWms, estables y rmes para
siempre, pero no en un sentido externo, sino interno, en sí mismas, de
manera que son imperturbables (סמּוך, como en Sal 112, 8; Is 26, 3).
rv")y"w> tm,îa/B, ~yI©Wf[]÷, están establecidas, formuladas y
dispuestas de parte de Dios en verdad y rectitud. La palabra יׂשרes
acusativo de predicado (cf. Sal 119, 37). Si hemos entendido bien el
sentido de Sal 111, 4-6, la palabra ( ּצדּותcf. AMª[;l. xl;Ûv'« tWdÜP, Dios
ha enviado/concedido la libertad a su pueblo) nos obliga a mirar hacia
atrás, hacia la liberación de Egipto.
Sobre esta base se establece la rati cación del pacto del Sinaí, que
permanece inviolable hasta el tiempo presente del poeta, un pacto que
tiene como garantía el carácter santo y terrible del nombre de Dios. Por
eso, el temor de Yahvé es el principio de la sabiduría ( hw"©hy> ta;ìr>yI
Ÿhm'’k.x' tyviÛarE): este es el argumento y base de la Sabiduría en el
libro Job 28, 28, y en Proverbios (cf. Prov 1, 7; 9, 10), que son los libros de
la Hokma o sabiduría en Israel.
El Sal 111, 10 retoma en esa línea el tema bíblico de la Sabiduría como
expresión del temor de Dios que se mani esta en forma de obediencia a
sus principios y mandatos, pues ellos (los פקודיםdivinos) son ( ּטוב ׂשכלProv
13, 15; Prov 3, 4, cf. 2 Cron 30, 22), sabiduría profunda, discernimiento
loable. Por eso, los que practican esos preceptos reciben alabanza
duradera.
Puede parecer que, desde el Sal 111, 3, esa alabanza o ( ֹוהּלתוcf. d[;(l'
td<m,î[o AtªL'hiT.÷, loor para siempre) se re ere a Dios; pero aquí la
alabanza se dirige a los que temen a Dios. En ese sentido podemos decir,
como Bakius: ubi haec ode desinit, sequens íncipit, donde termina el
argumento de este canto comienza el argumento del que sigue. Y con esto
damos paso al nuevo salmo, donde la alabanza a Dios se convierte en
alabanza de aquellos que le temen.
Salmo 112. Salmo alfabético, alabanza de aquellos que temen a
Dios
hw"+hy>-ta, arEäy" vyaiâ-yrEv.a; ŸHy"“ Wll.h;î1
`dao)m. #peîx' wyt'ªwOc.miB.÷
`%r")boy> ~yrIåv'y> rADâ A[+r>z, hy<åh.yI #r<a'B'â
rABæGI 2
`d[;(l' td<m,î[o Atªq'd>ciw>÷ At=ybeB. rv,[oïw"-!Ah 3
`qyDI(c;w> ~Wxår,w> !WNàx; ~yrI+v'y>l; rAaà %v,xoåB;
xr,Ûz"¬ 4
`jP'(v.miB. wyr"äb'D> lKeÞl.k;y> hw<+l.m;W !nEåAx
vyaiâ-bAj) 5
`qyDI(c; hy<ïh.yI ~l'ªA[÷ rk,zEïl. jAM+yI-al{ ~l'îA[l.-yKi( 6
`hw")hyB; x;juîB' ABªli÷ !Akïn" ar"_yyI al{å h['r"â
h['äWmV.mi 7
`wyr"(c'b. ha,är>yI-rv,a] d[;Þ ar"_yyI al{å ABliâ %Wmås' 8
`dAb)k'B. ~WrïT' An©r>q;÷ d[;_l' td<m,ä[o
Atq'd>ciâ ~ynI©Ayb.a,l' !t,Ün"¬ ŸrZ,ÜPi 9
`dbe(aTo ~y[iäv'r> tw,ßa]T; sm'_n"w>
qroåx]y, wyN"åvi s['ªk'w> Ÿha,’r>yI
[v'Ûr"« 10
1
¡Aleluya! Bienaventurado el hombre que teme a Jehováy en sus mandamientos se deleita en
gran manera.
2
Su descendencia será poderosa en la tierra;la generación de los rectos será bendita.
3
Bienes y riquezas hay en su casa, y su justicia permanece para siempre.
4
Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos; es clemente, misericordioso y justo.
5
El hombre de bien tiene misericordia y presta; gobierna sus asuntos con justicia.
6
Por lo cual no resbalará jamás; en memoria eterna será el justo.
7
No tendrá temor de malas noticias; su corazón está rme, con ado en Jehová.
8
Asegurado está su corazón; no temerá, hasta que vea en sus enemigos su deseo.
9
Reparte, da a los pobres; su justicia permanece para siempre;su poder será exaltado con gloria.
10
Lo verá el impío y se irritará; crujirá los dientes y se consumirá.El deseo de los impíos perecerá.
Con este salmo comienza el Hallel, que se proclama en las tres grandes
estas: el día de la Dedicación (Hanuka), los días de Luna Nueva (pero no el
día de Año Nuevo, ni en los días de Reparación, porque un canto de alegría
como es este salmo no va en la línea de la triste solemnidad de esos días).
Finalmente, se proclama también, pero solo en fragmentos durante los
últimos días de Pascua, “porque mis creaturas, dice el Santo, Bendito sea,
fueron arrojados al mar y ¿podrás tú ese día regocijarte con cantos de
alegría?
En la celebración familiar de la Pascua, la noche se divide en dos
partes; en la primera mitad se cantan Sal 113 y 114, antes de la comida,
antes de que se beba la segunda copa de esta; en la segunda mitad de la
noche se canta el Sal
2
Sea el nombre de Jehová bendito desde ahora y para siempre.
3
Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone,sea alabado el nombre de
Jehová.
4
Excelso sobre todas las naciones es Jehová, sobre los cielos su gloria. 5 ¿Quién
como Jehová, nuestro Dios, que se sienta en las alturas, 6 que se humilla a mirar
en el cielo y en la tierra?
7
Él levanta del polvo al pobre y al menesteroso alza de su miseria,
8
para hacerlos sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo.
115, después de la cena, tras haber llenado la cuarta copa, a lo que debe
referirse la palabra hymnesantes (cantando el himno, cf. Mt 26, 30; Mc 14,
26), después de la institución de la Cena del Señor, conectada con la cuarta
copa festiva.
Paulus Burgensis (Pablo de Burgos, España) de ne este Sal 113, 1 como
el Gran Aleluya de los judíos, Alleluja Judaeorum magnum. Esta
designación aparece también con frecuencia en otros lugares. Pero
conforme a la costumbre más general, el Sal 113 y en especial el Sal 115 se
llaman Hallel sin más, mientras que el Sal 136, con su palabra central (su
misericordia dura por siempre), repetida seis veces, lleva el nombre de
“Gran Hallel” (10(הּלל הּגדול.
En este salmo 113 encontramos un amontonamiento sin igual del así
llamado chirek compaginis. Gesenius y otros comentaristas piensan que
estas vocales de conexión (que son la i y la o, y en nombres propios
también la u) son el resto de un tipo distinto de terminaciones antiguas. En
esa línea pueden compararse con una forma de terminación árabe de
genitivo y con la terminación árabe de nominativo, que es más tardía.
Pero, en contra de eso, se ha respondido rectamente que esta i y o no
se vinculan con la palabra de la que dependen (el genitivo), sino con la
palabra dominante de la frase. Conforme a la visión más probable de
Ewald, 211, estas i y estas o de conexión son equivalentes a vocales que
indican un tipo de relación de genitivo, que se encuentran por igual tanto
en las lenguas indoeuropeas como en las semíticas antiguas.
– La i es la letra en la que aparece con más frecuencia esta chirek
compaginis y va unida al primer miembro del estado constructo, tanto
en masculino (cf. Dt 33, 16; Zac 11, 17, quizá dos veces, cf. Köhler en
loc.) como en femenino (cf. Gen 31, 39; Sal 110, 4; Is 1, 21. No parece
que Lev 26, 42; Sal 116, 1 puedan contarse entre estos casos).
– Este tipo de i aparece con frecuencia en el segundo miembro del
estado constructo, cuando tiene una preposición, como en Gen 49, 11;
Ex 15, 6, Abd 1, 3 (Jer 49, 16), Os 10, 11; Lam 1, 1; Sal 123, 1 y quizá en
Cant 1, 9. Cf. también el qetub de Jer 22, 23; Jer 51, 13; Ez 27, 3.
– En tercer lugar, esta chirek aparece cuando una palabra está entre
dos que se relacionan entre sí conforme a una vinculación de genitivo,
en una forma semejante a la del estado constructo, como en Sal 101, 5;
Is 22, 16; Miq 7,
14. Este es el caso de muchas i que aparecen en nombres propios, tanto
israelitas, cf. Gamaliel (bene cio de Dios), como fenicios, cf. Melchizedek,
Hanniba‛al (favor de Baal). De un modo semejante se añade a diversas
preposiciones hebreas, como ( ּבלֹויdonde la i puede ser también, conforme
al contexto, un su jo pronominal), ( זּולתיdonde puede ser también un su
jo), ( מּסיen forma poética).
1
Cuando salió Israel de Egipto, la casa de Jacob, de un pueblo
extranjero, 2 Judá vino a ser su santuario, e Israel su señorío.
3
El mar lo vio, y huyó; el Jordán se volvió atrás.
4
Los montes saltaron como carneros, los collados como corderitos.
5
¿Qué sucedió, mar, que huiste? ¿Y tú, Jordán, que te volviste atrás?
movimientos de sus alas. La iglesia cristiana canta este salmo con un tonus
peregrinus o tono de peregrinación que es distinto de los seis tonos de los
salmos.
Al lado del salmo aleluyático 113 viene este salmo histórico 114, que
también aparece adornado en el verso 8 con un chirek compaginis y
además con un cholem compaginis. Este es el salmo de la esta de la octava
de Pascua en el ritual judío. Las obras de Dios en el tiempo del Éxodo
aparecen aquí vinculadas en conjunto, formando como una miniatura
majestuosa y encantadora de los hechos. Este salmo consta de cuatro
tetraesticos, que se suceden con la suavidad y rapidez de un ave, como si
fueran cuatro
114, 1‒4. Los egipcios aparecen aquí como ( עם לעזcon לעז, de la raíz לעג
)לעה, porque hablaban un lenguaje ininteligible para Israel (Sal 81, 6), como
si estuvieran tartamudeando. Los LXX, y de igual forma el Targum,
traducen ἐκ λαοῦ βαρβάρου (de un pueblo bárbaro, palabra que viene del
Sánscrito barbaras, palabra onomatopoética, lo mismo que balbus, con el
sentido de balbucir o tartamudear, cf. Fleischer, en Levy, Chaldäisches
Wörterbuch, I. 420).
La nación redimida se llama Judá, pues Dios la ha convertido en su
santuario ( )קדׁשpor haber colocado allí su templo (מקּדׁש, Ex 15, 17). Esa
Jerusalén (llamada aún El Kuds, La Santa) se tomaba al principio como
heredad de los benjaministas, pero acabó siendo registrada directamente
como parte de Judea.
Dios quiso poner en Jerusalén su santuario (con wyt'(Alv.m.m;, en
sentido ampli cativo plural, con la primera consonante mem abierta),
indicando así que Dios (cf. Dt 33, 5) está en una relación de rey con ese
pueblo, que así aparece como pueblo de su posesión, con el nombre de
Israel. Con el establecimiento del santuario de Dios en Judá (Jerusalén)
comienza la nueva historia de Israel.
El establecimiento de ese nuevo comienzo de la historia de la
redención, que culminará en Jerusalén, se realizó en medio de grandes
maravillas, de forma que la misma naturaleza se puso al servicio de esa
obra de Dios, colaborando con ella de un modo generoso (cf. Sal 77, 15). La
apertura del Mar Rojo es el comienzo, y la división del Río Jordán es el nal
del camino de los israelitas por el desierto para llegar a la tierra de Canaán,
a n de que Yahvé, su Dios, se estableciera en su santuario de Jerusalén.
El Mar Rojo se abrió y el río Jordán se partió, formando como un muro
por el norte, a n de que el pueblo de los redimidos pudiera pasar a través
del lecho seco del río para llegar hasta Jerusalén. Y en medio, entre esas
grandes maravillas del éxodo y de la entrada en la tierra de Canaán,
aconteció el milagro no menor del don de la Ley en el Sinaí, cuando
saltaron las montañas como carneros y las colinas como hijos de ovejas (
)ּבני־צאן, es decir, como corderos (cf. Sal 19, 9). Con esto se está indicando
el terremoto en el Sinaí y en sus alrededores (Ex 19, 18, cf. Sal 68, 9. Sobre
la gura de fondo, cf. Sal 29, 6). 114, 5‒8. Cuando el poeta pregunta “¿qué
te pasa mar que huyes como…?”, él se transporta en el tiempo y aparece
inmerso en un momento anterior de la historia, como si fuera un
contemporáneo de los hechos fundantes, de manera que los tiempos
presentes y los antiguos uyen juntos en su mente. Por eso, la respuesta
que él mismo da a la pregunta toma la forma de un mandato triunfante: la
tierra debe temblar ante el Señor, el Dios de Jacob, que es poderoso por
sus obras maravillosas.
En este contexto, el nombre divino ( אדוןcf. #r<a'_ yliWxå !Ada'â
ynEåp.Limi, ante Adón/Adonai tiembla la tierra) va sin artículo, porque
ese nombre sagrado se completa y recibe su sentido del apelativo
siguiente: bqo)[]y, H;Alåa/, el Dios de Jacob. Estamos ante una epizeuxis
o repetición ampliadora de la misma palabra, con tonos distintos, como en
Sal 113, 8; 94, 3; 96, 7. 13.
La palabra ( ההפכיcf. ~yIm"+-~g,a] rWCåh; ykiäp.hoh, el que
convirtió la roca en estanque de aguas) tiene la î nal del estado constructo
propio de una relación de genitivo. Por su parte, en ( למעינוcf. ~yIm")-
Any>[.m;l., en fuente de aguas) tenemos otra vinculación de estado
constructo con ô, cosa que solo suele darse en combinaciones de genitivo,
con la excepción de este pasaje y de באר ּבנו, Num 24, 3. 15 (cosa que no se
da, sin embargo, en Prov 13, 4, re riéndose a una persona vaga). Esta
construcción aparece sobre todo en el nombre de animales salvajes, como
en חיתו־ארץ, y en ese contexto viene a darse muchas veces, desde Gen 1,
24.
La referencia a ( הּקּורcf. ~yIm"+-~g,a] rWCåh; ykiäp.hoh, cambió la
peña en estanque de aguas) está tomada de Ex 17, 6; por otra parte, la
referencia a ( חּלמיׁשLXX: τὴν ἀκρότομον, lo alto o abrupto, la roca) 11 está
evocando poéticamente, según Dt 8, 15, la narración de Num 20, 11,
donde encontramos la palabra סלע. El salmista recuerda, sin duda, estas
dos historias, la de Ex 17 y la de Num 20, referidas ambas al surgimiento
del agua de una roca o peña.
¿Por qué se evocan en particular estas historias? Porque el nacimiento
del agua de una dura roca es una prueba práctica de la omnipotencia
ilimitada y de la gracia transformante de Dios, que convierte la muerte en
vida. Que la tierra vibre, según eso, ante el Señor, el Dios de Jacob. La
tierra tembló antaño ante Dios, y tendrá que temblar. Porque aquello que
Dios fue en otro tiempo lo sigue siendo ahora; y así como vino y realizó su
obra una vez (hasta poner su santuario en Jerusalén) Dios podrá venir y
actuar de nuevo.
`^T<)mia]-l[; ^ªD>s.x;÷-l[;
`~h,(yhel{a/ an"©÷-hYEa;
~yI+AGh; Wråm.ayO hM'l'â
348
349 ¡Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho!
350 Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres.
351 Tienen boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven;
352 orejas tienen, pero no oyen; tienen narices, pero no huelen;
353 manos tienen, pero no palpan; tienen pies, pero
no andan, ni hablan con su garganta.
`aWh) ~N"ågIm'W ~r"Þz>[, hw"+hyB; xj;äB. laer"f.yIâ 9
`aWh) ~N"ågIm'W ~r"Þz>[, hw"+hyb; Wxåj.Bi !roh]a;â
tyBeä 10
`aWh) ~N"ågIm'W ~r"Þz>[, hw"+hyb; Wxåj.Bi hw"hy>â
yaeär>yI 11
`!ro*h]a; tyBeî-ta, %rEªb'y>÷ lae_r"f.yI tyBeä-ta, %rEb'y>â
%rEïb'ñy> Wnr"çk'z> éhw"hy> 12
`~yli(doG>h;-~[i ~yNI©j;Q.h;÷ hw"+hy> yaeär>yI
%rEb'y>â 13
`~k,(ynEB.-l[;w> ~k,ªyle[]÷
~k,_yle[] hw"åhy> @sEåyO 14
`#r<a'(w" ~yIm,ïv' hfeª[o÷
hw"+hyl; ~T,a;â ~ykiäWrB. 15
`~d"(a'-ynEb.li !t,ïn" #r<a'ªh'w>÷
hw"+hyl; ~yIm;v'â ~yIm,åV'h; 16
`hm'(Wd ydEîr>yO-lK' al{ªw>÷
Hy"+-Wll.h;(y> ~ytiMeh;â al{å 17
`Hy")-Wll.h;( ~l'ªA[-d[;w>
hT'î[;me( Hy"© %rEÜb'«n>
ŸWnx.n,Üa]w, 18
8
Semejantes a ellos son los que los hacen y cualquiera que confía en ellos.
9
Israel ¡confía en Jehová! Él es tu ayuda y tu escudo.
10
Casa de Aarón ¡con ad en Jehová! Él es vuestra ayuda y vuestro escudo.
11
Los que teméis a Jehová ¡con ad en Jehová! Él es vuestra ayuda y vuestro escudo.
12
Jehová se ha acordado de nosotros y nos bendecirá.
Bendecirá a la casa de Israel; bendecirá a la casa de Aarón.
13
Bendecirá a los que temen a Jehová, a pequeños y a grandes.
14
Aumentará Jehová bendición sobre vosotros; sobre vosotros y sobre vuestros hijos.
15
¡Benditos vosotros de Jehová, que hizo los cielos y la tierra!
16
Los cielos son los cielos de Jehová, y él ha dado la tierra a los hijos de los hombres. 17 No
alabarán los muertos a Jah, ni cuantos descienden al silencio; 18 pero nosotros bendeciremos a
Jah desde ahora y para siempre. ¡Aleluya!
116, 10‒14. Dado que ynI©a]÷ rBE+d,a] yKiä, por eso yo dije, no
introduce nada que indique un objeto concreto de fe, la expresión
ynI©a]÷ rBE+d,a] yKiä yTin>m;a/h,â ha de tomarse aquí en sentido
absoluto: creí y por eso dije…, como en Job 24, 22; 29, 24. Con לאesa
misma palabra (yTin>m;a/h,â) signi caría “no tener fe”, es decir,
desesperar. Pero ¿qué sentido tiene aquí? Los LXX traducen ἐπίστευσα, διὸ
ἐλάλησα (creí, por eso hablé), que el Apóstol utiliza en 2 Cor 4, 13, aunque
no estemos por ello obligados como Lutero a traducir: “Yo creo, por lo
tanto, hablo”.
כיno signi ca διὸ en el sentido de por eso. De todas maneras, conforme
a su sentido, כיpuede utilizarse en vez de לכן, y en esa línea podría
traducirse como hace Hengstenberg: yo creí, por lo tanto, hablé, aunque
estaba muy a igido. Pero esta traducción no recoge la articulación del
texto, y no responde a su sintaxis. El texto podría traducirse mejor
diciendo: “Yo he creído que tendría que hablar, es decir, que una vez más
yo contaría con una liberación nueva de Dios, y que tendría que celebrarla
manifestándola”. Pero la conexión con los miembros paralelos del
contexto, que es bastante genérica, se opone a esta traducción.
Hitzig intenta interpretar el texto como sigue: “Yo confío, cuando (ּכי,
como en Jer 12, 1) debo hablar, aunque me encuentro muy a igido…”; es
decir: yo estoy muy a igido, pero tengo con anza de no caer en el
desaliento… Pero esta interpretación no parece acertada, porque las
palabras del Sal 116, 10 no implican un lamento, sino una a rmación de
desaliento ante la realidad.
Podemos decir que “he creído” y “he dicho” ( rBE+d,a] yKiä
yTin>m;a/h,â y yzI+p.x'b. yTir>m,åa' ynIa]â, Sal 116, 10 y 116, 11) se
sitúan en un mismo punto de tiempo, y en esa línea podemos interpretar
“yo tenía fe por eso hablé (estaba obligado a hablar)”. Pero la palabra
rBE+d,a ]se opone a esta forma de interpretar el tiempo a partir del
presente.
Por todo eso, resulta mejor suponer que el Sal 116, 10 está recogiendo
el sentido de todo lo que el salmista ha experimentado hasta ahora, como
si dijera
“Yo he mantenido hasta ahora la fe, y a consecuencia de ello, cuando
hablo (cuando tengo que hablar) me encuentro profundamente a igido”
(dao)m. ytiynIï[' ynI©a]÷), con ענהcomo en el Sal 119, 67 (cf. árabe ‛na,
̂ estar inclinado, más particularmente “en cautividad”, como en árabe
‘l-‛nat̂ , aquellos que están sometidos, abatidos).
En ese sentido, debemos recordar que el verso 116, 11 tiene un
sentido retrospectivo. El salmista cree ahora en Dios porque está
totalmente decepcionado de haber puesto su con anza en los hombres, y
así termina diciendo, en su desesperación o abatimiento (tema del Sal ٣١,
23), como resultado de una condición profundamente abatida, que “todo
hombre es mentiroso” `bzE)Ko ~d"îa'h'-lK’ (πᾶς ἄνθρωπος ψεύστης,
Rom 3, 4), pero que él cree en Dios.
Abandonado por todos aquellos de quienes podía haber esperado
socorro y ayuda, el salmista recibe la experiencia de la verdad y la delidad
de Dios. Avanzando en la línea de ese pensamiento, él pregunta a Dios en
el Sal 116, 12: ¿cómo podré dar gracias a Dios por todos sus bene cios? y lo
hace con מה
(cf. `yl'([' yhiAlïWmg>T;-lK'( hw"+hyl; byviîa'-hm).').
Según eso, la partícula hm' (en ¿cómo pagaré a Yahvé todos sus “bene
cios” para conmigo?) ha de entenderse como acusativo adverbial, en vez
de ּבּמה, como en Gen 44, 16. El sustantivo ( ֹוּגמּולbene cio) es en hebreo una
palabra de formación posterior, y tiene el su jo posterior arameo que no
aparece en ningún otro lugar.
El poeta describe en el Sal 116, 13 la forma en que él puede y quiere
dar gracias a su liberador (Dios), y lo hace utilizando una gura tomada de la
esta judía de la pascua (cf. también Mt 26, 27): quiere dar gracias a Dios
con una comida-memorial, celebrando la redención de Egipto. La copa de
la salvación es aquella que se eleva y se bebe en el contexto de la acción
de gracias por la múltiple y abundante salvación ( )יׁשּועותexperimentada.
Por su parte ar"(q.a, hw"åhy> ~veÞb.W es la expresión usual para una
invocación solemne y pública del nombre de Dios.
En el Sal 116, 14 esta acción de gracias se designa con las palabras נדר
(ׁשלמיcf. ~Le_v;a] hw"åhyl; yr,d"n>, mis votos “pagaré” a Yahvé) que
son las que utiliza ahora el poeta. El salmista quiere agradecer su salvación
con una comida y bebida común y gozosa en la presencia de Dios, una
comida asociada con los shelamim o sacri cios pací cos.
La partícula נאunida a hd"g>n (cf. aN"©÷-hd"g>n<, véase Sal ١١٥, 2),
de una manera muy libre, concede un tono más animado a la palabra a la
que se añade. Dado que el salmista se encuentra impelido a dar gracias a
Dios, de un modo franco y libre delante de toda la congregación, la
partícula נאpuesta al lado de נגדresulta más apropiada que el su jo
intencional ah.
116, 15‒19. De todo lo que ha experimentado, el poeta in ere que los
santos de Yahvé están bajo la providencia más especial de Yahvé, y así
quiere mostrar que la muerte de los santos (de los hasidim) es muy
dolorosa para Dios, y lo expresa de un modo muy solemne en 116, 15: la
muerte de sus hasidim o eles
(con lamed de pertenencia) es muy “estimable, costosa, para Yahvé”
(wyd"(ysix]l; ht'w>M'ªh;÷ hw"+hy> ynEåy[eB. rq'y").
En vez de la “muerte” se podría haber empleado la palabra “alma” o
“sangre” de sus eles, como en el pasaje primario del Sal 72, 14. Pero, como
dice Grotius, quae pretiosa sunt, non facile largimur (en el sentido de “nos
cuesta atribuir a Dios las cosas que son más costosas…”). La muerte de sus
santos no es para Dios algo baladí o de menos importancia. Por eso, desde
el Nuevo Testamento, podemos a rmar que él no ha permitido que su Hijo
sea separado de él por la muerte15.
Después de estas palabras, en 116, 16, el poeta sigue rogando a Dios y
diciéndole: ^D<ïb.[;ñ ynIáa]-yKi( éhw"hy> hN"åa'¥ (ah, Yahvé, que
soy tu siervo). Las peticiones que siguen no recogen externamente la
oración del salmista en sí misma, sino aquello que él quiere expresar y ha
expresado por medio de ellas, como en el caso de Job 21, 16.
De todas maneras, el contenido de esa oración del salmista queda
implícito en su palabra más cordial, pues él sigue pidiendo éhw"hy>
hN"åa'¥, sigue siendo para mí tan lleno de gracia, como me lo has probado
hasta aquí. El poeta se alegra y está orgulloso del hecho de que él pueda
llamarse a sí mismo “siervo de Yahvé”, ^D<ïb.
[;ñ ynIáa]-yKi(.
Al citar a su madre dice que ella es sierva de Dios ( ^t<+m'a]-!B,
^D>b.[;â-ynIa], soy tu siervo, hijo de tu sierva, cf. 86, 16). El hebreo no
tiene un femenino de siervo, en la forma de עבּדה. La palabra árabe amata
signi ca un tipo de “doncella, criada”, pero que no es, tampoco en árabe
una ‛abdat, una esclava. El dativo de objeto ( למוסריcf. yr"(seAml.
T'x.T;ªPi, has roto mis prisiones), de מוסרים, se utiliza con פתחתen vez del
acusativo (al estilo del arameo), pero eso no sucede en el antiguo hebreo
(e. g., Job ١٩, 3; Is 53, 11).
La nalidad de dar gracias públicamente al Dios que es autor de toda
gracia se muestra ahora de un modo más fuerte, al nal del salmo. Dado
que aquí se pone el énfasis en el templo y en la congregación, lo que se
está elaborando aquí es un tipo de liturgia de acción de gracias, como
expresión de “pago” (de cumplimiento) de los votos.
En la palabra ( ּבתוככיcf. 116, 19: ~Øil'ªv'Wry>) ykikeÛAt«B.( en medio
de ti, Jerusalén, cf. Sal 135, 9) descubrimos por tercera vez un su jo antiguo
en “i”, que es propio del arameo (cf. Sal 116, 7). Por medio de ese su jo
descubrimos que el poeta se vincula así con Yavé, ( נגּדה־ּסאen medio de
todo el pueblo), en los atrios de la casa de Yahvé ( hw"©hy> tyBeÛ
ŸtArÜc.x;B.). Y al nal, como pensamiento que todo lo condensa,
pensamiento con el que el salmo respira y concluye (se apaga), tenemos el
Aleluya.
Lo que dice el nal del Sal 117 (que la verdad o emet de Dios dura para
siempre) lo dice el comienzo del Sal 118 sobre su “hermana”, es decir, su
hesed o amante ternura. Este es el salmo nal del Hallel, que empieza en el
Sal 113, y el tercero de los salmos “hodu”, es decir, de alabanza (cf. lo
dicho sobre el Sal
105). Este fue el salmo favorito de Lutero, su más famoso Con temini, que
le permitió superar sus tribulaciones, cosa que nadie, ni emperador ni rey,
ni ningún otro hombre de la tierra pudo hacer. De la exposición de este
salmo, su más noble joya, su defensa y tesoro, se ocupó él en la soledad de
su Patmos.
Se trata, ciertamente, de un salmo postexílico. También en este caso,
Hupfeld se deja llevar y lo difumina todo con vagas generalidades. Pero la
historia del período que viene después del Exilio, sin necesidad de llegar a
la época de los macabeos (como quieren De Wette y Hitzig), nos ofrece
tres ocasiones en las que puede haber surgido este salmo:
– En la Fiesta de los Tabernáculos, en el séptimo mes del primer año
del retorno, cuando en Jerusalén solo había un simple altar erigido
sobre el lugar sagrado, cf. Esd 3, 1-4 (acontecimiento que debe
distinguirse de la celebración posterior de la Fiesta de los Tabernáculos,
ya con solemnidad, de acuerdo con las directrices de la Ley, Neh 8). Así
lo supone Ewald.
– En la colocación de la piedra fundacional del templo, en el segundo
mes del segundo año de la vuelta del exilio, como dice Esd 3, 8. Así
piensa Hengstenberg.
– En la dedicación del templo ya completado, en el mes doce del sexto
año de Darío, según Esd 6, 15. Esta es la opinión de Stier.
Estas tres referencias a la historia del salmo tienen argumentos a favor y
en contra, como indicaré a continuación:
La primera opinión está favorecida por el hecho de que, en el tiempo
del segundo templo, la palabra Hosanna, aN"+ h['îyvi«Ah, del Sal 118,
25 era el grito con el que se celebraba (una vez cada día) la ofrenda de los
sacri cios quemados sobre el altar, los seis días anteriores a la esta de los
Tabernáculos, para repetirse siete veces, el día de la esta de los
Tabernáculos.
Ese día séptimo se llamaba día del Gran Hosanna (Hosanna rabba), de
manera que no se llamaban Hosanna solamente las oraciones de los eles,
sino también los ramos (incluidos los de mirto) que se unían al ramo de
palmera (lulab), se llamaban “Hosannas” (הוׁשענות, arameo )הוׁשעני. (Cf. mi
trabajo Der Hosianna-Ruf, en Talmudische Studien VI, Lutherische
Zeitschrift, 1855, p. 653656).
La segunda referencia histórica esta favorecida por el hecho de que la
narración de la colocación de la primera piedra del templo en Esd 3 parece
referirse directamente a nuestro salmo cuando dice: “Y los constructores
colocaron los fundamentos del templo de Yahvé, y los sacerdotes les
acompañaban con las vestimentas o ciales y con trompetas, y los levitas
descendientes de Asaf con címbalos, para alabar a Yahvé, conforme a las
directrices de David, rey de Israel, y cantaban “porque es eterna su
misericordia”, ּכי־לעולם טוב חסּדו, etc. El texto sigue diciendo que el pueblo
gritaba con grandes voces, diciendo ּבהּלל ליהוה, porque la casa de Yahvé
había sido fundada.
Pero, en contra de esa datación del salmo, debemos recordar que
tanto el Sal 116, 19 como el Sal 118, 20 suponen que el templo estaba ya
terminado y en pleno funcionamiento, mientras que el relato de Esd 3 dice
que el templo no estaba aún construido, sino que se estaba poniendo la
primera piedra. Hasta que el templo se termine y pueda consagrarse
tendrán que superarse numerosas di cultades que provenían de las intrigas
de los samaritanos, de la hostilidad de los pueblos vecinos y del capricho
de los gobernantes persas.
Por eso debemos optar por la tercera posibilidad: este salmo 118 se ha
compuesto y celebrado (cantado) cuando el templo había sido ya
construido y dedicado, tras el mes doce del sexto año de Darío, según Esd
6, 15. En esa línea podemos pensar que fue compuesto para la dedicación
del templo, no para la celebración vinculada con la colocación de la
primera piedra. Solo así se explican sin di cultad las palabras de 118, 19-20.
Por otra parte, 118, 22 se entiende también mejor si el nuevo templo ha
sido ya construido. Solo en esa línea pueden interpretarse las palabras de
118, 27 (atad víctimas con cuerdas a los cuernos del altar) a la luz de Esd 6,
17. El salmo se divide en dos partes:
– La primera (118, 1-19) se canta en la procesión festiva de los
sacerdotes ylevitas, que van ascendiendo al templo con los animales
para el sacri cio. Con el Sal 118, 19 los miembros de la procesión se
sitúan ante la puerta de entrada.
– La segunda parte (Sal 118, 20-27) la canta el cuerpo de levitas que
reciben la procesión festiva. El Sal 118, 28 es la respuesta de aquellos
que han llegado y el Sal 118, 29 es el canto de conclusión de todos.
Esta disposición antifonal la reconoce incluso el Talmud (B. Pesachim,
119a) y el Midrash. El salmo entero tiene, además, una formación peculiar:
se parece a los cantos sapienciales, de tipo mashal, que se caracterizan por
el hecho de que cada verso tiene por sí un sentido completo, su propio
aroma, su matiz distinto. Cada verso se junta a otros versos como cada
rama a otra rama, cada or a otras ores.
118, 1‒18. El grito de Hodu (bAj+-yKi hw"åhyl; WdåAh, alabad a
Yahvé porque es bueno) está dirigido en primer lugar a todos; después al
conjunto del pueblo de Israel con sus sacerdotes; y nalmente (como
parece) a los prosélitos (véase Coment. a Sal ١١٥, 9-11) que temen al Dios
de la revelación; y a todos ellos les pide el salmista urgentemente que
respondan con un eco a rmativo, diciendo que “sí”, “porque es eterna su
misericordia”, a modo de hipofonía (estribillo o respuesta de fondo). De
esa forma, todo Israel empieza en el Sal 118, 5 a responder como un solo
hombre, alabando la bondad siempre generosa de Dios.
El monosílabo ( יּהcf. HY"+ ytiar"äq' rc,ïMeh;â-!mI), desde la angustia
invoqué a Ja/Ya,
118, 5), que podría volverse inaudible después de קראתי, tiene un daggesh
enfático, como en el Sal 118, 18, y rc,ïMeh;â lleva una tilde eufónica junto
a rc,ïM (el así llamado )מּרלque insiste en la recta pronunciación y tono de
la sílaba con dechî (cf. Baer, orath Emeth, p. 7, nota 1, y p. 21, n de nota 1).
Como en otros lugares, la petición escúchame se puntúa ynIn"ß[', con un
acento no solo distintivo, sino conjuntivo16.
La construcción es de tipo pregnante (como en Sal 22, 22; 28, 1; 74, 7;
2 Sam 18, 19; Esd 2, 62; 2 Cron 32, 1): él me respondió poniéndome en un
lugar abierto (Sal 18, 20). Las dos líneas de 118, 5 terminan con un HY"+.
Sin embargo, la lectura Hy")bx'är>M,b; (con la HY"+ unida a
bx'är>M,b;) se encuentra atestiguada por la Masora (véase Baer,
Psalterium, pp. 132s), en lugar de Hy") bx'är>M,b;.
Esa lectura tiene su apoyo, incluso en el Talmud (B. Pesachim, 117a), y
signi ca una extensión sin límites (de Dios), pues יהexpresa el grado más
alto de comparación, como מאּצליהen Jer 2, 31, que signi ca la más grande
oscuridad. Incluso los LXX parece que han leído מרחביהde esa manera,
como una palabra (εἰς πλατυσμόν, Símaco εἰς εὐρυχωρίαν). Sin embargo, el
Targum y Jerónimo, leen y traducen el texto como lo hacemos nosotros,
porque es muy improbable que en un mismo texto el nombre divino no
haya sido utilizado de la misma manera.
En la mente del poeta, en 118, 6 ( ~d"(a' yliä hf,Þ[]Y,-hm; ar"_yai
al{å yliâ hw"åhy>, Yahvé está conmigo, no temeré ¿qué podrá hacerme
el hombre?), resuenan textos como Sal 56, 1-13 (cf. también Sal 56, 5. 10.
12). Por su parte, en el Sal 118, 7 escuchamos el eco de Sal ٥٤, 1-7 (cf. Sal
54, 6). En ese último pasaje (Sal 54, 6) resulta más claro que en el Sal 118 la
beth de ( ּבעזריyr"_z>[oB. yliâ hw"åhy>, Yahvé conmigo entre los que
me ayudan) no está re riéndose a unus e multis, uno entre muchos, sino a
Aquel cuya ayuda sobrepasa con mucha la de todos los restantes.
El pueblo judío ha experimentado este socorro y ayuda de Yahvé en
oposición a todas las persecuciones de los samaritanos y de los sátrapas
persas durante la construcción del templo, y al mismo tiempo ha
aprendido lo que se está diciendo en Sal 118, 7-8 (cf. Sal 146, 3), pues la
con anza en Yahvé (en el sentido de חסה ב, cf. hw"+hyB; tAsïx]l; bAjª,
mejor es con ar en Yahvé…) se muestra verdadera, mientras que la con
anza en los hombres, especialmente en los príncipes, resulta engañosa.
En ese contexto podemos recordar que, bajo el Pseudo-Esmerdis fue
prohibida la obra de reconstrucción del templo de Jerusalén, comenzada
bajo Ciro, porque se había tomado como sospechosa en el reinado de
Cambises. Solo bajo el reinado de Darío esa obra pudo comenzar de
nuevo. De esa manera mostró Yahvé que él dispone los acontecimientos y
los corazones de los hombres a favor de su pueblo, de tal manera que ha
podido surgir en el judaísmo la esperanza de que todas las naciones se
someterán un día bajo el reinado de Israel, como muestra el Sal 118, 10.
Las frases de Sal 118, 10. 11. 12, expresadas con verbos en perfecto,
han de entenderse de un modo hipotético, más que como descripción de
hechos concretos. Los perfectos aparecen así como tiempos adecuado
para indicar lo que podría suceder (lo que haría el creyente en caso de ser
atacado…), cuando vienen seguidos por un futuro.
La expresión ( ּכל־ּגויםcf. 118, 10: hw"©hy>÷ ~veîB. ynIWb+b's.
~yIïAG-lK', todas las naciones me rodeaban, pero en nombre de
Yahvé…) está re riéndose aquí, como en el Sal 117, 1, a los pueblos
paganos de todo tipo. ( ּדבריםcf. ~yrIªAbd>ki ynIWBÜs;, me rodean
como avispas) signi can, tanto en arameo como en árabe (aunque con )ז,
tanto las moscas como las abejas, que se muestran especialmente
agresivas en el tiempo de la cosecha.
El su jo de ~l;(ymia] (de מּולigual a מלל, destruir, cortar en piezas) es
el mismo que aparece en Ex 29, 30; Ex 2, 17, y con un acento conjuntivo en
el Sal 74, 8. En este caso, la lectura ~l;(ymia], como יחיתן, Hab 2, 17, es la
mejor atestiguada (véase Gesenius, Lehrgebude, p. 177), y ha sido
aceptada por Norzi,
Heidenheim y Baer. La partícula ( ּכיcf. ~l;(ymia] yKiä hw"©hy>÷ ~veîB.,
pero en nombre de Yahvé les destruiré) rati ca el fundamento o razón de la
acción triunfante de Dios (Sal 128, 2. 4), que aquí, tras “en el nombre de
Yahvé” se utiliza como juramento, cf. 1 Sam 14, 44.
En sentido general, como ha demostrado Redslob, ּכיno es
originalmente un relativo, sino una partícula positiva que determina e
intensi ca el sentido de la frase, apareciendo así como un sonido
“demostrativo” (para rati car algo), como la ׁש, ז, דy también la ( תcf. ἐκεῖ,
ἐκεῖνος, κεινος, ecce, hic, illic, etc.; véanse también las formas dóricas
τηνεί, τῆνος). La idea de rodear de manera amenazadora se intensi ca en el
Sal 118, 11 con la yuxtaposición de dos formas del mismo verbo
(ynIWb+b's.-~g, ynIWBïs;, me rodeaban…, cf. Gesenius 67, nota 10),
como en Os 4, 28; Hab 1, 5; Sof 2, 1, passim.
La imagen de las abejas está tomada de Dt 1, 44. El perfecto ּדעכּו
(~yci_Aq vaeäK. Wk[]Doâ, me rodeaban como fuego en las zarzas…,
cf. Is 43, 17), viene seguido, de forma instantánea e inesperada, por la
destrucción de las abejas (~l; ymia] yKiä hw"©hy>÷ ~veîB., en el
nombre de Yahvé las destruiré…). El pual de Wk[]Doâ evoca el poder
punitivo que se abalanza sobre ellas, de formas que son extinguidas
(exstinguuntur) como por un fuego en las zarzas, un fuego que se apaga
rápidamente cuando lo ha abrasado todo (Sal 58, 10).
En el Sal 118,13 el lenguaje del salmista se dirige de forma inmediata al
poder hostil del mundo, como muestra la antítesis: empujaban, sí, me
empujaban para que cayera (lPo+n>li ynIt,åyxid> hxoåD,, con un in
nitivo de intensi cación; sobre la puntuación de לנּצל, cf. Sal 40, 15), pero
Yahvé no permitirá que eso suceda. De esa forma retoma aquí el salmista,
en el corazón y en la boca de Israel (cf. Sal 118, 14 e Is 12, 2), un tema
tomado de Ex 15, 2.
La palabra ( עּזיcf. 118, 14: Hy"+ tr"äm.zIw> yZIå[', mi fortaleza y mi
canto es Jah) está expresando aquí (cf. Ewiger, 255a) la alta autoconciencia
del pueblo, unida a la posesión de un gran poder divino, que se expresa a
través de una exclamación de alegría. Sobre el sentido de זמרת, véase
Coment. a Sal 16, 6.
Dado que en aquel tiempo (cf. 118, 15a), ~yqI+yDIc; yleîh\a'B.
h['ªWvywI) hN"írI lAqÜ, el grito de exultación y de salvación, es decir,
de liberación y victoria, se escucha en las tiendas de los justos, se puede
seguir cantando lyIx") hf'[oå hw"hy>÷ !ymiîy (cf. 118, 15b) para así
indicar con toda claridad que la diestra de Yahvé hace proezas (cf. Num 24,
18).
Esto signi ca que Dios muestra su valor, expresa su energía, vence
(mantiene la victoria). Por eso se añade hm'_meAr hw"hy>â !ymiäy>
(la diestra de Yahvé es victoriosa, cf. Ewiger, 120d), con רוממהen milra, es
decir, como adjetivo. Esa palabra hm'_meAr viene de רמםigual a רּום
como ׁשומםviene de ׁשמםy tiene un sentido claro, como adjetivo derivado
de participio en kal (cf. romemā h̄́ , forma plena de ramah̄́ , Ex 14, 8, en la
línea de ramah̄́ , Is 26, 11).
No es su propia fuerza la que hace que Israel sea capaz de cantar
victoria, sino la energía de la derecha de Yahvé. Habiendo llegado al borde
del abismo, Israel ha vuelto a estar segura de su inmortalidad, porque Dios
le ayuda. Ciertamente, Yahvé le ha castigado con severidad, ( יּףרּסיcf.
HY"+ yNIr,åS.yI rSoæy, castigar, me ha castigado Yahvé), con el su jo
anni como en Gen 30, 6, y HY"+ con un daggesh enfático, que no
reduplica ni conecta (cf. Sal 118, 5; Sal ٩٤, 12), sino que modera el ímpetu
de la frase (Is 27, 7); pero no ha permitido que caiga en manos de la
muerte, sino que ha reservado al pueblo para una vocación más alta, para
que pueda ver las obras poderosas de Dios y proclamarlas a todo el
mundo. Y con esas palabras, en medio de esa celebración festiva de la
dedicación del templo, la procesión ha llegado al muro que rodea y separa
al mismo templo.
118, 19‒29. Las puertas del templo se llaman puertas de justicia (118, 19:
qd<c,_-yrE[]v;) porque ellas son las entradas que llevan al lugar de la
comunicación entre Dios y su iglesia, de acuerdo con el orden de la
salvación. La invocación y petición se dirige primero a las puertas en plural
(qd<c,_-yrE[]v;) y luego a una puerta única, que es la entrada principal
(118, 20: `Ab* Waboïy" ~yqiªyDIc;÷ hw"+hyl; r[;V;îh;-hz<), esta es
la puerta de Yahvé, los justos entrarán por ella). Los que entran por ella
han de ser justos, pues solo la conformidad con el deseo amante de Dios
concede el derecho de entrar por ella.
Con referencia a la formación de la conclusión del Sal 118, 19, cf.
Ewiger, 347b. En el edi cio del templo, el pueblo de Israel descubre ante sí
un re ejo de aquello que ha tenido que soportar, tras haber sido liberado
del castigo, algo que solo ha podido conseguir por la misericordia de Dios.
Con la exultación de la multitud en el feliz comienzo de la reedi cación se
había mezclado, al colocar la piedra del cimiento, el hondo lamento de
muchos sacerdotes ancianos, de levitas y jefes de las tribus que habían
visto aún el primer templo (Esd 3, 12), en cuya comparación este nuevo
templo era muy pobre.
Ese carácter mezclado y turbulento del momento presente les produjo
tristeza de espíritu, por la consideración de las circunstancias opresoras en
que se encontraban en ese momento. La comparación entre el gran
templo antiguo destruido y el pequeño templo actual reconstruido pesaba
de un modo muy intenso sobre su memoria, y les hacía estar tristes en
medio de la alegría por haber reconstruido el templo17.
Por otra parte, sobre Zorobabel, el líder de la reconstrucción, se
elevaba una montaña de problemas: surgieron gigantescas di cultades y
oposiciones entre la debilidad presente de Zorobabel y la culminación de la
edi cación del templo, que había empezado a construirse, pero que
encontraba muchas di cultades para avanzar. Esta montaña de di cultades
formaba parte del plan de Dios, que había destinado a Zorobabel para
poner la piedra del cimiento y la piedra angular ()הראׁשה האבן, para culminar
en su forma actual la construcción del edi cio, que fue así consagrado, en
medio de un estallido de incesantes gritos de júbilo (Zac 4, 7).
El Sal 118, 22 remite al desdén con el que algunos habían mirado la
obra del comienzo (Esd 3, 10) cuando se puso la primera piedra, evocando
además las interrupciones en la construcción. Pues bien, aquella pequeña
piedra de cimiento que había sido rechazada, desdeñada, por algunos
“constructores”, se había convertido, sin embargo, en la ּצּסּה ראׁש, i. e., la
piedra angular de la construcción (Job 38, 6), como piedra que, al ser
colocada en el ángulo, sostiene y protege la estabilidad del edi cio. Aquella
piedra, despreciada por otros (y por los gentiles) se había convertido en
signo del poder y de la dignidad que Israel había alcanzado en medio de los
pueblos, saliendo así de su honda humillación.
La palabra “constructores” se re ere de un modo irónico a los gentiles
o a los pueblos enemigos de los judíos (cf. 118, 22: ~ynI+ABh;
Wsåa]m' !b,a,â, la piedra que despreciaron los constructores). Esos
“constructores” de grandes imperios han despreciado a los israelitas,
pensando que serían incapaces de culminar la obra de edi cación del
templo. Por otra parte, ese desprecio puede referirse también a otros
israelitas (como los samaritanos) que habían menospreciado los pequeños
comienzos de la construcción del templo de Jerusalén. En otra perspectiva,
ese desprecio se explica aún mejor en conexión con las declaraciones de
Jesús, el Cristo, en Mt 21, 42-44; Mc 12, 10; Hch 4, 11, con la referencia a
ὑφ ̓ ὑμῶν τῶν οἰκοδομούντων (vosotros, los constructores, cf. también 1
Ped 2, 7). En esa línea, los constructores que despreciaban el pequeño
comienzo del templo de Jerusalén eran los jefes y miembros del mismo
Israel, y no los paganos.
A partir de 1 Ped 2, 6; Rom 9, 33 vemos que esta referencia a Cristo se
pone de relieve por medio de Is 28, 16, donde Yahvé dice: “Mirad, soy yo
quien ha puesto en Sión una piedra de prueba (de escándalo), una piedra
angular preciosa, de bien fundados fundamentos —cualquiera que crea no
vacilará”. En ese sentido, a la luz de la profecía de Isaías, el Sal 118, 22
comienza a tener también un signi cado mesiánico, garantizado porque la
historia de Israel ha sido recapitulada y culmina en la historia total de la
revelación de Dios, culminada en Cristo.
Pues bien, conforme a Jn 2, 19-21 (cf. Zac 6, 12), esa recapitulación
cristiana del salmo queda con rmada de un modo más preciso por el hecho
de que aquel que, en su estado de humillación fue despreciado y
rechazado (Jesús), se convierte en su estado de glori cación en el templo
eterno y glorioso en el que habita corporalmente toda la plenitud de la
divinidad, unida con la humanidad que ha sido redimida de una vez y para
siempre.
Aquí se anticipa el gozo de la Iglesia ante el templo del cuerpo de
Cristo que resucitó a los tres días de haber sido enterrado, un gozo que se
expresa típicamente en estas palabras: “Porque por medio de Yahvé, es
decir, por el poder que habita en él, ha venido a suceder esto, una cosa
que es maravillosa ante nuestros ojos, recibiendo así su cumplimiento (el
cumplimiento de lo anunciado por él)”.
Esto es WnynE)y[eB. tal'äp.nI, maravilloso ante nuestros ojos. Aquí
podemos escuchar las palabras de Is 25, 9 resonando a través de este
pasaje (Sal 118, 2324), lo mismo que oíamos en las de Is 26, 1 y en el Sal
118, 19. El Dios de Israel ha realizado este cambio en la historia, un cambio
tan glorioso para su pueblo, a través de Jesús. Así dice 118, 24: Ab*
hx'äm.f.nIw> hl'ygIßn" hw"+hy> hf'ä[' ~AYh;â-hz<, nos gozaremos
y alegraremos en él. Según Crisóstomo estas palabras han sido un
“hypophon”, un canto de fondo, de gloria y gozo de la iglesia.
A partir de aquí, el salmista es ya capaz de pedir a Dios que envíe a su
pueblo una salvación y prosperidad más honda, con toda su con anza
fervorosa. Así comienza en 118, 25, empezando con אּסא, cf. aN")
hx'îyli«c.h; hw"©hy>÷ aN"ïa") aN"+ h['îyvi«Ah hw"hy>â aN"åa' ,
que aparece con milra, como en los restantes casos (véase Coment. a Sal
116, 4). הוׁשיעהse acentúa como es costumbre en la penúltima sílaba, y
vincula consigo la siguiente נאpor medio de un daggesh forte de tipo
conjuntivo.
Por su parte, הצליחהes milra conforme a la Masora y a otros
testimonios antiguos, y en este segundo caso נאno tiene daggesh. Después
de este aviso, pidiendo a todos que oren en la esta de acción de gracias,
aquellos que reciben la procesión de los que están viniendo al templo (הּבא
con dech), les ofrecen la bienvenida en nombre de Yahvé (Sal 118, 26).
La expresión “desde la casa de Yahvé” (hw")hy> tyBeîmi), semejante
a “desde la fuente de Israel” (Sal 68, 27) puede interpretarse como:
bienvenidos vosotros, que pertenecéis a esta casa, y a la iglesia
congregada en torno a ella. En la boca del pueblo, que daba su bienvenida
a Jesús como Mesías, la palabra Hosanna
(cf. 118, 25: aN"+ h['îyvi«Ah) era equivalente a “Dios salve al rey” (cf.
Coment. a Sal 20, 10). Los que recibían a Jesús llevaban al mismo tiempo
ramos de palma, como los lulabs del grito gozoso de la Fiesta de los
Tabernáculos, y le saludaban con el grito “Bendito el que viene en nombre
del Señor” (118, 26: hw"+hy> ~veäB. aB'h;â %WråB'), tomándole
como aquel que era el deseado para el día de la esta (Mt 21, 9).
Conforme al midrash, las palabras del Sal 118, 26 las pronuncia el
pueblo que saluda de esa forma a los peregrinos. Sin embargo, en el
sentido original del salmo son los levitas y sacerdotes que están sobre la
colina del templo los que reciben y saludan de esa forma a la congregación
que está llegando. La multitud de animales que ellos traen para el sacri cio
se enumeran en Esd 6,
17. Fundados en el hecho de que Yahvé se ha mostrado a sí mismo como
אל, Dios absolutamente poderoso, por haber concedido la luz a su pueblo,
es decir, la ternura amorosa (hesed), la libertad y la alegría, los ministros
del templo, que reciben a los peregrinos siguen diciendo en 118, 17:
x;Be(z>Mih; tAn©r>q;÷-d[; ~yti_bo[]B; gx;î-Wrs.ai, atad víctimas
con cuerdas, a los cuernos del altar.
Esa expresión, atad víctimas (atad los sacri cios…) con cuerdas ha sido
traducida de diversas formas, dependiendo del sentido que se dé a
~yti_bo[]B; (que hemos empezado interpretando como “con cuerdas”).
Los LXX ponen συστήσασθε ἑορτὴν ἐν τοῖς πυκάζουσιν, texto que el
Psalterium Romanum interpreta así, constituite diem solemnem in
confrequentationibus (instituid el día solemne de las reuniones mutuas…).
Así traducen también Eusebio, Teodoreto y Crisóstomo (aunque este
ultimo de un modo tanteante).
En un sentido algo distinto, el Psalterium Gallicum (de las Galias)
traduce in condensis, mientras que Apollinar y Jerónimo ponen in
frondosis. En esa línea, por mucho que la traducción de Lutero (adornad la
esta con ramas verdes, incluso en los cuernos del altar) vaya en la línea de
nuestro gusto alemán, debemos añadir que ella resulta insostenible,
porque ( אסרcf. gx;î-Wrs.ai) no puede signi car rodear con guirnaldas, ni
tiene sentido relacionar esa acción con חג.
En este contexto, A. Lobwasser traduce el texto de manera muchísimo
más correcta, aunque con poco gusto: “El Señor es grande y poderoso de
fuerza, él nos ilumina a todos; atad vuestros toros a los cuernos del lado
del altar”. Pero ¿por qué a los cuernos? También Hitzig y otros traducen
así. Pero gx;î-Wrs.ai puede signi car atar algo a algo? Y, ¿qué objeto
tendría atar los sacri cios a los cuernos del altar? ¿Quizá para que no se
pudieran escapar? Hengstenberg y Von Lengerke han hecho al menos el
esfuerzo de desconectar estas palabras (en los cuernos del altar) con ese
tipo de preocupación para que no se escapen los animales, poniendo
“hasta que él (el animal para el sacri cio), sea elevado sobre los cuernos del
altar y sacri cado”.
Pero tampoco puede tratarse de eso. Ciertamente gx signi ca los
animales para las ofrendas festivas, y había un gran número (según Esdras
en el lugar citado 6, 12), de manera que todo el espacio del patio de los
sacerdotes estaba lleno de ellos, y al tenerlos atados ocupaba todo el
patio, hasta los mismos cuernos del altar. Ainsworth (1627) traduce
rectamente: “Hasta los cuernos, es decir, en todo el patio de los sacri cios,
hasta que uno llegara a los cuernos del altar…”.
El signi cado de 118, 27 es, por tanto: llevad vuestros animales para la
hecatombe, y tenedlos preparados para el sacri cio 18. En 118, 28 (cf. Ex 15,
2), los miembros de la procesión festiva responden de acuerdo con el
carácter de esa celebración, y con esa respuesta termina el salmo,
retomando el motivo del principio, con un hodu (&'d<+Aaw> hT'äa;
yliäae, tú eres mi Dios y yo te alabaré). Con estas palabras se unen todas
las voces y acaba el salmo.
25
Abatida hasta el polvo está mi alma; ¡vivifícame según tu palabra!
26
Te he manifestado mis caminos y me has respondido; enséñame tus estatutos; 27 hazme
entender el camino de tus mandamientos, para que medite en tus maravillas.
28
¡Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra!
29
Aparta de mí el camino de la mentira y en tu misericordia concédeme tu Ley.
30
Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.
31
Me he apegado a tus testimonios; Jehová, no me avergüences.
32
Por el camino de tus mandamientos correré cuando alegres mi corazón.
Las ocho Daleth. El salmista está en honda turbación y pide que Dios, a
quien ha con ado su vida, le ofrezca consuelo y fuerza. Su alma se
encuentra abatida en el polvo (Sal 44, 26), a causa de no ser reconocido,
por tener que vivir como un proscrito, incapaz de levantarse a sí mismo.
Por eso, en 119, 25, implora a Dios nueva fuerza y vida, en conformidad
con y a través de su Palabra ( ^r<)b'd>Ki ynIYE©x;÷, con חּיהcomo en
Sal 71, 20; Sal 85, 7).
Él se ha fundado en Dios, con toda su fuerza, y Dios no le ha dejado sin
respuesta, sino que le ha llenado de dicha. Por eso, sigue pidiendo a Dios
que le haga ir avanzando en la comprensión de su Palabra, a n de que
(aunque los hombres estén en su contra) él pueda mantenerse rme, 119,
26-27. Ese lamento y petición del Sal 119, 25 se renueva en 119, 28, donde
el salmista dice ( ּדלףcf. hg"+WTmi yvip.n,â hp'äl.D", se deshace mi
alma de ansiedad). Es como si su misma vida se fundiera, derritiéndose en
lágrimas. קּיםes un piel de formación aramea, que pertenece al lenguaje
del hebreo tardío.
En Sal 119, 29-30 se oponen entre sí los dos caminos, uno de delidad o
perseverancia en la verdad y otro de mentira. La palabra ( חנןcf. ynINE)x'
^ït.r"Atw>) yNIM<+mi rsEåh', en tu misericordia
concédeme/enséñame tu ley) se construye con un doble acusativo, pues la
ley o ֹוורהno se toma aquí de un modo rígido, como enseñanza ja, sino
como una instrucción viva, que se va desplegando en el camino.
( ׁשּוהcf. ytiyWI)vi ^yj,îP'v.mi, tus juicios he colocado…, en el sentido
de ׁשוה לנגד, ante mí, cf. Sal 16, 8) signi ca poner, colocar, instituir como
normans, o norma fundante que se mantiene siempre ante los ojos.
El salmista se apoya y funda en los testimonios de Dios, y así pide a
Yahvé que no frustre la esperanza que brota de esos mandamientos,
conforme a su promesa (Sal 119, 31). De esa forma, el salmista puede
caminar de un modo vigoroso y alegre, por la vía de los mandamientos de
Dios, porque Dios ha ensanchado su corazón, concediendo y manteniendo
al perseguido en el gozo de su confesión y en la con anza de la esperanza.
33‒40. He ()ה
`bq,[e( hN"r<ïC.a,w> ^yQ,ªxu %r<D<î hw"hy>â ynIrEåAh 33
`ble(-lk'b. hN"r<ïm.v.a,w> ^t,ªr"At) hr"îC.a,w> ynInEybih]â
34
377 Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad.
378 Inclina mi corazón a tus testimonios y no a la avaricia.
379 Aparta mis ojos para que no se jen en cosas vanas; avívame en tu camino.
380 Con rma tu palabra a tu siervo, que te teme.
`~ybi(Aj ^yj,äP'v.mi yKiÞ yTir>gO=y"
rv<åa] ytiP'r>x,â rbEå[]h; 381`ynIYE)x;
^ït.q'd>ciB. ^yd<_Qupil. yTib.a;äT'
hNEhiâ 382
33
Enséñame, Jehová, el camino de tus estatutos y lo guardaré hasta el n.
34
Dame entendimiento, guardaré tu Ley y la cumpliré de todo corazón.
381 Quita de mí el oprobio que he temido, porque buenos son tus juicios.
382 Puesto que he anhelado tus mandamientos; vivifícame en tu justicia.
Las ocho Waw. El salmista ruega por la gracia de la verdad y por poder
confesarla de una forma gozosa y sin miedo. Los LXX traducen 119, 41, καὶ
ἔλθοι ἐπ ̓ ἐμε ̓ τὸ ἔλεός σου, y venga sobre mí tu misericordia, pero el
Targum y Jerónimo (cf. Sal 119, 77; Is 63, 7) ponen rectamente la frase en
plural (vengan a mí tus misericordias), las pruebas de la amante bondad de
Dios, de acuerdo con sus promesas, de forma que él (el salmista) no se vea
obligado a mantenerse ciego y callado ante la presencia de aquel que le
reprocha, sino que sea capaz de responderle, bien fundado en su propia
experiencia.
En 119, 42, el verbo ( ענהcf. rb"+d" ypiär>xo hn<å[/a,(w>, y
responderé con palabra a quien me avergüenza), que en sí mismo tiene
varios sentidos, recibe el signi cado de “responder” a través de la palabra,
ּדבר, como aquí se indica (en el sentido de )הׁשיב ּדבר. El Sal 119, 43 se re ere
también al deber de confesar a Dios. El signi cado de la oración es que Dios
no puede soportar que el salmista se encuentre en una situación en la que
sea incapaz de dar un testimonio de la verdad, porque el lenguaje muere
en la boca de aquel que es indigno de confesar a Dios.
El salmista no tiene miedo por sí mismo, porque su esperanza está
fundada en los juicios de Dios (119, 43: yTil.x'(yI ^j<åP'v.mil. yKiÞ,
porque en tus juicios espero), con למׁשּצטך, como plural defectivo, lo mismo
que en el Sal 119, 149 (comparar Sal 119, 156 y Sal 119, 175). Los futuros
que siguen, de 119, 44 a 119, 48, declaran aquello que el salmista está
dispuesto a realizar por la gracia de Dios, esforzándose en hacerlo: él
quiere caminar en libertad (119, 45: yKiÞ hb'_x'r>b' hk'îL.h;t.a,w>), es
decir, en un espacio extenso, sin estar impedido u oprimido. Eso no signi
ca solo caminar con felicidad, sino hacerlo de un modo valiente, sin que
otros se lo impidan, sin dejarse intimidar por nada, es decir, con una
libertad interior que se mani esta también de un modo externo.
En el Sal 119, 46 la Vulgata traduce: et loquebar de (in) testimoniis tuis
in conspectu regum et non confundebar´, y hablaba de (en la línea de) tus
mandamientos ante los reyes y no era confundido (no me avergonzaba).
En un contexto cercano al de este pasaje se sitúa la confesión de Lutero en
la Dieta de Augsburgo (año 1555), aunque esa traducción (siendo buena)
no responde del todo al sentido original de los verbos en el texto original
hebreo.
El gesto de levantar las manos en el Sal 119, 48 es la expresión de un
deseo y anhelo ferviente, como muestran (en un contexto de oración)
diversos pasajes de los salmos, como Sal 28, 2; Sal 63, 5; Sal 134, 2; Sal 141,
2 y otros muchos. El hecho de que en el verso siguiente (119, 48) se
repitan las palabras de 119, 47, yTib.h'ªa' rv<ïa] (que he amado), puede
deberse a una inadvertencia del copista.
La expresión nal ^yQ<)xub. hx'yfiîa'w (y meditaré en tus estatutos) está
evocando una meditación que puede ser silenciosa o audible (con palabras
externas), por la que el orante queda absorbido en el objeto sobre el que
medita, que son los estatutos o leyes de Dios.
49
Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar.
50
Ella es mi consuelo en mi a icción, porque tu dicho me ha vivi cado.
51
Los soberbios se han burlado mucho de mí, pero no me he apartado de tu Ley.
52
Me acordé, Jehová, de tus juicios antiguos, y me consolé.
53
Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos que abandonan tu Ley.
54
Cánticos fueron para mí tus estatutos en la casa en donde fui extranjero.
55
Me acordé en la noche de tu nombre, Jehová, y guardé tu Ley.
56
Estas bendiciones tuve porque guardé tus mandamientos.
Las ocho Zain. La palabra de Dios es la esperanza y con anza del salmista
por encima de todas las burlas que padece, y así, cuando arde por dentro
lleno de indignación en contra de los apóstatas, la palabra de Dios le
tranquiliza. Como en 119, 49, la expresión no es ( ּדברךtus palabras), sino
( ּדברcf. ^D<+b.[;l. rb"ïD"-rkoz>, recuerda la palabra dada a tu siervo),
el texto no puede interpretarse como en Sal 98, 3; Sal 106, 45.
Ese verso trata de la palabra concreta que Dios ha dirigido al salmista,
dándole esperanza. rkoz> es un piel causativo, como, por ejemplo, נשה
(hacer olvidar, Gen 41, 51) con este sentido: recuerda que me has
confortado, prometiéndome una solución bienaventurada, fundando así
mi esperanza.
Este es su consuelo en medio de una situación de abatimiento: el
hecho de que la declaración de la promesa de Dios le ha tranquilizado
(119, 61), y le ha dado poder para revivir. Los soberbios ( הליצּוניcf.
dao+m.-d[; ynIcUåylih/ ~ydIzEâ) ludi cantur, se han burlado mucho de
mí. Estos soberbios, זדיםson precisamente לצים, personas frívolas,
libertinos, librepensadores (como en Prov 21, 24), en el sentido de que no
acogen la palabra de Dios.
Desde ese fondo se entienden los ( מׁשּצטיךcf. ~l'îA[me ^yj,ÞP'v.mi
yTir>k,Üz"¬, recuerdo tus juicios antiguos), los juicios o decisiones de
Dios, llenas de valor y de verdad, reveladas al pueblo de Israel desde los
tiempos más antiguos. El recuerdo de esos “juicios” (acciones salvadoras
de Dios) determina la suerte de un hombre, conforme a la manera que él
tenga de aplicar esos juicios, de responder a ellos. El recuerdo de esos
juicios concede consuelo al salmista, de manera que, conforme al uso
posterior del lenguaje, el verbo en hitpael
(~x'(n<t.a,w) puede traducirse “y fui consolado”.
Sobre la palabra ( זלעפהcf. 119, 53: ~y[i_v'r>me ynIt.z,x'a]â
hp'ä['l.z, el horror, la ira, se apoderó de mi vida, Sal 11, 6) y sobre el tema
de fondo, cf. Sal 119, 21. 104. El poeta interpreta el mundo en el que vive
como una “tierra de mi peregrinación” ( yr"(Wgm. tybeäB.).
Ciertamente, la tierra es de los hombres (Sal 115, 16), pero él (el salmista)
no tiene en ella un lugar de descanso duradero (1 Cron 29, 15), pues su
עולם ּביתo casa perdurable (Ecl 12, 5) se halla en Dios, fuera de ese mundo
concreto en el que le acusan y persiguen sus enemigos
(véase sobre Sal ١١٩, 19; Sal ٣٩, 13).
Los estatutos de Dios son aquí sus cantos, ellos le dan refrigerio
espiritual, ellos endulzan la dureza de su peregrinación, ellos miden e
impulsan sus pasos. El nombre de Dios ha estado hasta ahora en su mente,
no solamente de día, sino también de noche, y a consecuencia de ello, él
ha cumplido la ley de Dios (hr"ªm.v.a,w)", una palabra cinco veces
repetida en este salmo, cf. Sal 3, 6). Esa ley es el lote o tarea que le ha
caído en suerte: mantener, observar, los preceptos de Dios. A otros les han
caído en suerte otros lotes (Sal 4, 8), pero el suyo es el más importante o
necesario.
Las ocho Teth. La palabra buena del Dios de la gracia es fuente de todos
los bienes, y esa palabra se aprende en el camino de la humildad. El
salmista revive su pasado y descubre en cada cosa que le ha sucedido la
cita o llamada del Dios de la salvación, conforme al plan y al orden
redentor de su palabra. La forma (עב ּדךcf. 119, 65: ^+D>b.[;-~[i( t'yfiä['
bAjâ, bien hiciste con tu siervo), que es la empleada fuera del estado de
pausa, se utiliza aquí con athnach, aunque no esté precedida por
olewejored (cf. Sal 35, 19; Sal 48, 11; Prov 30, 21).
Apoyándose de un modo creyente en los mandamientos, el salmista
ruega a Dios que le enseñe buen discernimiento y conocimiento. ( טעםcf.
ynIdE+M.l; t[;d,äw" ~[;j;ä bWjÜ, enséñame buen sentido y sabiduría)
es la capacidad de distinguir entre el bien y el mal, y de descubrir el mal,
como si fuera a través de un tacto especial. Por su parte, ~[;j;ä bWjÜ,
buen entendimiento, es una pareja de palabras vinculadas por su sentido
profundo, como en el caso de לב טּוב, buena disposición, amabilidad. Dios
ha introducido al salmista en esta relación con su palabra al hacer que se
mantenga en humildad, evitando así que él pudiera perder el buen
camino.
אמרהen Sal 119, 67 (cf. yTir>m")v' ^ït.r"m.ai hT'ª[;w>÷, pero ahora
guardo tu palabra), lo mismo que en 119, 11, no es una palabra que ofrece
una promesa, sino una que impone un deber. A Dios se le llama ּטובporque
tiene una disposición buena hacia los hombres, y ( מתיבhacedor de bien)
porque actúa conforme a esa buena disposición. Pues bien, el salmista
pide a este Dios amoroso (Dios de gracia) que sea su maestro.
En su delidad a la palabra de Dios, el salmista no permitirá que le
pervierta ninguna de las mentiras que los hombres orgullosos quieren
imponer sobre él (Böttcher). Quizá mejor (cf. Job 13, 4), no permitirá que
ellos le transformen de tal manera que su verdadera naturaleza resulte
irreconocible, como si llevara por encima un emplasto o un revoque de cal
(con טפל, cf. ~ydI_zE rq,v,ä yl;ä[' Wlìp.j'’, contra mí forjaron mentira
los soberbios), como ha puesto de relieve el Targum, el Talmud y la
traducción siríaca.
Las calumnias de los hombres han querido mancharle, transformarle
en sentido malo, como si fuera una caricatura de sí mismo, como si
estuviera cubierto con un emplasto de sebo grueso, haciéndole ser
insensible y obstinado (cf. Sal 17, 10; Sal 73, 7; Is 6, 10; LXX ἐτυρώθη,
Aquila ἐλιπάνθη, Símaco ἐμυαλώθη). En contra de eso, el salmista quiere
mantenerse libre ante Dios, fundando su gozo y libertad en la ley de Dios,
ׁשעׁשע, con acusativo de objeto (cf. `yTi[.v'([]vi( ^ït.r"AT ynI©a, yo en
tu ley me he regocijado). De esa forma se muestra lo buena que ha sido la
escuela de la a icción, que le ha capacitado para lograr ese n, por eso, él
dice ahora: la palabra de Dios es más preciosa que todos los tesoros de la
tierra.
Las ocho Yod. Dios humilla, pero exalta de nuevo, conforme a su palabra.
Por esto ruega el poeta, a n de que pueda volverse ejemplo de consuelo
para los que temen a Dios y ejemplo de confusión para sus enemigos. Es
imposible que Dios pueda abandonar al hombre, que es su creatura, y
negarle aquello que puede hacerle verdaderamente feliz, es decir, la
comprensión y conocimiento de su palabra.
El poeta ruega a Dios que le conceda este don espiritual en el Sal 119,
73 (cf. Dt 32, 6; Job 10, 8; Job 31, 15); y así desea en el Sal 119, 74 que
todos los que temen a Dios puedan ver en él (es decir, en el salmista) un
ejemplo de la forma en que la palabra de Dios recompensa a los hombres
(cf. Sal 34, 3; 35, 27; 69, 33; 107, 42 y otros pasajes).
El salmista conoce que los actos de juicio de Dios son pura justicia, es
decir, están regulados por la santidad de Dios, de la que ellos brotan, y por
la salvación de los hombres, que esos juicios procuran. En ese sentido, él
reconoce que Dios le ha humillado, pero lo ha hecho conforme a su verdad
(cf. ynIt")yNI[i hn"©Wma/w<÷, con אמּונהcomo acusativo adverbial, en
vez de )ּבאמּונה, para ofrecerle así su salvación, siendo el en su forma de
tratarle, pues solo en la escuela de la a icción uno aprende a estimar la
palabra de Dios y a sentir su poder.
Pero el dolor, aunque se encuentre dulci cado por una comprensión
más honda del designio salvador de Dios, es siempre amargo. Desde ese
fondo se justi ca la oración del Sal 119, 76, por la que el salmista pide a
Dios que le conceda por misericordia su consuelo, de acuerdo con la
palabra de promesa que ha concedido a su siervo ( ^D<)b.[;l.
^ït.r"m.aiK., cf. Sal 119, 49).
La palabra עּות, Sal 119, 78 (cf. ynIWt+W>[i rq,v,ä-yKi ~ydIzEâ
WvboåyE, sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han
humillado), pone de relieve la forma en que los poderosos del mundo han
causado mal (han humillado) al salmista, como en Job 19, 6; Lam 3, 36. Por
eso, el Sal 119, 79 insiste en el valor de la persona que ha sido injuriada,
pidiendo a los justos que le reconozcan, que vengan en su ayuda (cf. Sal
73, 10; Jer 15, 19, con Prov 9, 4. 16).
En vez de y[eªd>yOw (en la línea del Sal ١١٩, 63), podemos leer según el
qetub
W[d>y"w> (cf. Sal 119, 125); en ese sentido, yliä WbWvåy" está
indicando que, al volverse hacia el salmista, todos los que tienen deseos de
aprender pueden enriquecer su vida con el conocimiento de su
experiencia. Por eso, en el Sal 119, 80, el mismo salmista desea adquirir un
conocimiento total, sin vacilaciones, una adhesión plena a la palabra de
Dios, pues solo de esa forma él podrá superar el riesgo de ser
ignominiosamente engañado, pudiendo al mismo tiempo ayudar a otros.
`^yd<(wQupi yTib.z,ï['-
al{ ynI©a]w,÷ #r<a'_b'
ynIWLåKi j[;m.Kiâ
394
`^yPi( tWdï[e
hr"ªm.v.a,w>÷ ynIYE+x;
^ïD>s.x;K. 395
81
Desfallece mi alma por tu salvación, pero espero en tu palabra.
84, 3, cf. Job 19, 27, buscando la salvación de Dios, es decir, deseando que
ella pueda llegarle, conforme a su palabra o promesa, de forma que esa
palabra pueda cumplirse.
En el Sal 119, 83, la partícula ( ּכיcf. rAj=yqiB. danOæK. ytiyyIh'â-
yKi(, aunque estuviera como un odre expuesto al humo) no contiene una
a rmación, sino que plantea una hipótesis, como en el Sal 21, 12 y en otros
390 Aunque estoy como un odre expuesto al humo, no he olvidado tus estatutos.
391 ¿Cuántos son los días de tu siervo?
¿Cuándo harás justicia contra los que me persiguen?
392 Los soberbios me han cavado hoyos, mas no proceden según tu Ley.
393 Todos tus mandamientos son verdad. Sin causa me persiguen, ¡ayúdame!
394 Casi me han echado por el campo, pero no he dejado tus mandamientos.
395 Vivifícame conforme a tu misericordia y guardaré los testimonios de tu boca.
129‒136. Pe (π)
`yvi(p.n, ~t;r"îc'n> !Ke©÷-l[; ^yt,_wOd>[e tAaïl'P. 129
`~yyI)t'P. !ybiîme ryaiªy" ^yr<îb'D> xt;PeÞ 130
`yTib.a'(y" ^yt,äwOc.mil. yKiÞ hp'a'_v.a,w" yTir>[;p'â-yPi(
131
137
Justo eres tú, Jehová, y rectos son tus juicios.
138
Tus testimonios, que has recomendado, son rectos y muy eles.
139
Mi celo me ha consumido, porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras.
140
Sumamente pura es tu palabra y la ama tu siervo.
141
Pequeño soy yo y desechado, pero no me he olvidado de tus mandamientos.
142
Tu justicia es justicia eterna, y tu Ley, la verdad.
143
A icción y angustia se han apoderado de mí,pero tus mandamientos han sido mi delicia.
144
Justicia eterna son tus testimonios; ¡dame entendimiento y viviré!
145
Clamé con todo mi corazón; respóndeme, Jehová, y guardaré tus estatutos.
Las ocho Resh. Dado que Dios no permite que sucumban aquellos que
aceptan su palabra, el salmista le pide ayuda en contra de sus
perseguidores. ybiyrIâ (cf. 119, 154: ynIYE)x; ^ït.r"m.ail.
ynIlE+a'g>W ybiyrIâ hb'äyrI, de ende mi causa y redímeme, vivifícame
con tu palabra) con milra antes de la resh inicial, que es semigutural, como
en Sal 43, 1; Sal 74, 22. La lamed de ^ït.r"m.ail es de referencia (con
respecto a tu palabra), tanto si la referencia es normativa (en el sentido de
כאמרתך, Sal 119, 58), como en Is 11, 3, o causal, como en Is 25, 2. 5; Job 42,
5.
El predicado qAxår" (cf. 119, 155: h['_Wvy> ~y[iäv'r>me qAxår",
lejos de los impíos la salvación) como יׂשרen el Sal 119, 137, está al
principio de la frase, como forma inde nida. Por lo que se re ere al Sal 119,
156, cf. Sal 119, 149. A la vista de los impíos, el salmista siente un profundo
disgusto. hj'j'_Aqt.a,w") (y me disgustaba) es un aoristo pausal, y debe
suplirse por ( ּבהםde ellos), cf. Sal 139,
21. La palabra ( אׁשרcf. 119, 158: Wrm")v' al{å ^ªt.r"m.ai÷ rv<ïa],
“pues” no guardaban tu palabra), puede traducirse como quippe qui o
como siquidem.
ראׁשen el Sal 119, 160 signi ca cabeza, lo superior, el número más alto
de una suma. Sea que la ^ïr>b'D>-varo se tome como la suma de las
palabras de Dios o como un todo que las engloba, el denominador de
todas ellas es la verdad. La súplica ( חּיניsálvame) se repite por tres veces en
esta unidad. Cuanto más nos acercamos a su n, más insistente se vuelve
este salmo.
El primero de los cantos graduales se vincula con el verso nal del canto
anterior (Sal 119, 176). El poeta del Sal 119, rodeado por todas partes de
apostasía y persecución, se comparaba a sí mismo con una oveja que se
pierde con facilidad, una oveja a la que el pastor busca y lleva a casa, a n
de que no perezca. Pues bien, el salmista de 120 es también como una
oveja en medio de lobos.
El tiempo en que vive el salmista no es seguro y, por tanto, no es
tampoco claro si está sufriendo ataques malignos constantes de
extranjeros bárbaros, o si está perseguido por sus mismos paisanos judíos
de mente mundana. E. Tilling quiso buscar un tercer momento para el
salmo en su Disquisitio de ratione inscript. XV Pss. grad. (1765). A su juicio,
este y los siguientes salmos graduales surgieron en el tiempo
inmediatamente posterior al retorno del exilio, cuando la oposición
secreta y abierta de los samaritanos y de otros pueblos vecinos (Neh 2, 10.
19; 4, 17; 6, 1) intentaban destruir de raíz el despliegue de la nueva colonia
judía.
ᾠδὴ (ᾆσμα) εἰς τάς ἀναβάσεις, oda o canto para las subidas, y el Midrash
Sifrı̂ lo interpreta así de un modo místico, como “Salmo sobre las escalas”,
Si las montañas del Sal 121, 1 son las de tierra santa, resulta clara la razón
por la que el redactor nal del salterio ha colocado después del canto
anterior este nuevo salmo gradual (Sal 122), que comienza con una
expresión de alegría por la peregrinación a la casa de Yahvé y, por lo tanto,
a la Santa Montaña. Por otra parte, su deseo de paz ( )ׁשלוםse relaciona de
un modo muy estrecho con el Sal 120.
El salmista expresa en voz alta su saludo de bendición para la ciudad
santa, recordando el tiempo delicioso en el que habitaba allí como
peregrino, durante la esta, disfrutando de su presencia inspiradora. Si es
que, conforme al título לדוד, se pudiera tomar como davídico, este salmo
pertenecería a la serie de cantos del tiempo de la persecución de Absalón,
en los que encontramos una mirada anhelante dirigida hacia el hogar más
alto, hacia la casa de Dios (cf. Sal 23, 1-6; Sal 26, 1-12; Sal 55, 15; Sal 61, 1-
8 y especialmente Sal 63, 1-11). Pero ese encabezado, לדוד, falta en los LXX,
en el Códice Alejandrino y Vaticano, mientras que el Cód. Sinaítico, que
tiene ΤΩ ΔΑΔ (de David) coloca ese título delante del Sal 124 (ει ̓ μὴ ὅτι
κύριος κ. τ. λ., si el Señor no hubiera…), en contra de lo que hacen el
Alejandrino y el Vaticano. En este salmo, esa referencia a David está
ocasionada por el Sal 122, 5 (dywI)D" tybeäl.
tAaªs.Ki÷, los tronos de la casa de David), pero sin ningún discernimiento
crítico.
Ciertamente, las medidas adoptadas por Jeroboam I (al separarse de la
casa de David) muestran que las peregrinaciones a Jerusalén por las estas
eran ya costumbre en tiempos de David y Salomón. Las imágenes de los
becerros de Dan y Betel y el cambio de la esta de los Tabernáculos a otro
mes, habían sido introducidos en el Reino de Israel para rati car la
separación política, rompiendo la unidad religiosa del conjunto del pueblo
e impidiendo las peregrinaciones a Jerusalén.
De todas formas, el autor de este salmo vivió mucho después de esa
ruptura. En esa línea, partiendo del Sal 122, 3, Hupfeld a rma que el autor
de este salmo tuvo que vivir en el tiempo del postexilio, cuando Jerusalén
se levantó nuevamente de sus ruinas. En ese tiempo, el autor del salmo
había participado en una de esas grandes estas, y aquí en el salmo, él se
siente todavía inspirado por esa memoria, de forma que mira hacia atrás,
hacia la Ciudad Santa. En esa línea, a pesar de lo que digan Reuss, Hupfeld
y Hitzig, por lo que se re ere a su estilo, el contenido del Sal 122 ha de
entenderse de forma retrospectiva.
122, 1‒3. El pretérito de ( ׂשמחתיcf. yli_ ~yrIåm.aoB. yTix.m;f'â, me
alegré con los que me decían), podría signi car me alegro (1 Sam 2, 1), pero
aquí, por comparación con el Sal 122, 2, debe tener un sentido
retrospectivo, pues ( היהen 122, 2), con el participio, tiene en la mayor
parte de los casos ese sentido, cf. Gen 39, 22; Dt 9, 22. 24; Jc 1, 7; Job 1,
14. Ciertamente, ( היּו עמדותcf. %yIr,ª['v.Bi÷ Wnyle_g>r, Wyæh' tAdm.
[oâ, “nuestros pies estuvieron…”) puede signi car también “ellos
estuvieron y todavía están…” (como en Sal 10, 14; 59, 2; 30, 20), pero, en
ese caso, las cosas tendrían que haberse expresado de un modo más breve
con ( עמדּוSal 26, 12).
Los LXX traducen rectamente, εὐφράνθην y ἑστῶτες ἦσαν. El poeta, en
el camino de vuelta de Jerusalén, o habiendo retornado ya a casa,
recuerda con gozo el grito con el que se pusieron en marcha: “Vayamos a
la casa de Yahvé”. Cuando él y los otros participantes de la marcha
alcanzaron la meta de su peregrinación, sus pies pudieron ya descansar,
como si estuvieron hechizados por la visión gloriosa e imponente del
santuario28.
Reviviendo este momento, el salmista exclama: Jerusalén, tú que has
sido construida de nuevo como ciudad… (122, 3a: ry[iªK.÷ hy"+WnB.h;
~Øil;îv'Wry).
Ciertamente, en sentido original, la palabra ּבנהsigni ca solo construir.
Pero, en nuestro caso, ella ha de ser traducida y entendida en un sentido
más estricto, como ciudad reconstruida, no simplemente “construida”.
Por eso, esta expresión ha de tomarse de un modo gozoso, después
del exilio. En ese sentido, la expresión ry[iªK.÷ hy"+WnB.h;
~Øil;îv'Wry recibe el mismo signi cado que en el Sal 102, 17. Por su
parte, Sal 147, 2 se re ere a Jerusalén como ciudad “reconstruida”
(Gesenius, Hierosolyma restituta).
Ciertamente, el miembro paralelo del verso, Sal 122, 3b ( wD"(x.y,
HL'î-hr"B.xuv, ry[iªK.÷, como ciudad bien unida entre sí…), no exige sin
más ese sentido, pero, al menos, es favorable a él. La traducción más
antigua de Lutero (como ciudad compacta en sí) es mejor que la posterior:
“Una ciudad donde ellos han de ir juntos”, una traducción que requeriría
un nifal o hitpael en vez del pasivo hr"B.xuv,.
La palabra חּברsigni ca, como en Ex 28, 7, estar unidos, juntos (como
compañeros/amigos), formando así un todo. Por su parte, יחּדוacentúa la
idea de algo que está unido de un modo armonioso, perfecto, en unidad
bien per lada (cf. Sal 133, 1).
El kaph de ry[iªK.÷ es el así llamado kaph veritatis, kaph de la verdad.
Jerusalén ha sido reconstruida de nuevo, a partir de unas condiciones
previas de ruina y devastación. Se han cerrado bien sus brechas y agujeros
(Is 58, 12), de manera que la ciudad se eleva como una edi cación
compacta con unas casas unidas a otras casas29.
435 ¡Bendito sea Jehová, que no nos dio por presa a los dientes de ellos!
436 Nuestra alma escapó cual ave del lazo de los
cazadores; se rompió el lazo y escapamos nosotros.
437 Nuestro socorro está en el nombre de Jehová, que hizo el cielo y la tierra.
Sal 144, 7); Sal 69, 2, y también por la referencia al pájaro pequeño. Cf.
también לּוליen el Sal 27, 13. Sobre אדם, aplicado a los hombres hostiles, cf.
Sal 56, 12. Sobre ח ּייםּבלע, cf. Sal 55, 16; sobre ּברּוך ה, cf. Sal 28, 6; Sal 31,
22.
Este bello canto parece, sin embargo, de origen más reciente por sus
rasgos de tipo arameizante, y porque, en la línea de la poesía posterior,
insiste en varias formas de embellecimiento del lenguaje. El arte de su
composición no se expresa a través de la simetría de las estrofas, sino en el
hecho de que cada pensamiento se vincula en forma de intensi cación con
el pensamiento anterior, paso a paso, en forma gradual. La imitación que
hizo Lutero (1524), “Si Dios no hubiera estado entonces con nosotros”
(Wäre Gott nicht mit uns diese Zeit), lleva el título de: “La salvaguarda de
los verdaderos creyentes”.
124, 1‒3. El verso 1 suele traducirse “de no haber estado Jehová por
nosotros”. Pero, aunque el sujeto se coloque primero (cf. Gen 23, 13), la ׁש
pertenece a ( לּוליcf. Wnl'_ hy"h"åv, hw"hy>â yleäWl), pues en hebreo
arameizante (cf. Gen 31, 42) ( ל ּוליׁשcf. árabe lawla an̂ ) signi ca nisi (prop.
nisi quod, a no ser que), como en arameo.
La palabra אזיl(124, 3-5), peculiar de este salmo en el A. T., en vez de אז,
sigue el modelo de Adon/Adonai, אדין, árabe idaṉ , sirio haden̄ (הידין, )הדין.
A n de comenzar la apódosis con לּוליenfáticamente ( )לּולאel lenguaje
antiguo utiliza el ּכיde con rmación, Gen 31, 42; Gen 43, 10. Aquí tenemos
( אזיbien traducido por los LXX por ἄρα), como en el Sal 119, 92.
El lamed de ( לנוcf. Wnl'_ hy"h"åv,) es un lamed raphatum. Cuando
los hombres (אדם, con sentido de enemigos) se levantaron en contra de
Israel, de forma que su ira se encendió contra ellos, los israelitas, que eran
débiles, habrían sido engullidos por ellos si Yahvé no les hubiera
defendido, si Yahvé no hubiera estado de su parte.
Esta expresión (tragados vivos, WnW[+l'B. ~yYIåx;) se utiliza
normalmente en referencia al Hades que se abalanza de manera repentina
y poderosa sobre sus víctimas, Sal 55, 16; Prov 1, 12. Aquí, sin embargo,
como en el Sal 124, 6, esa expresión se aplica a los enemigos, que están
representados como bestias salvajes.
124, 4‒5. El poder hostil que se abalanza sobre los israelitas se compara
con una corriente de agua desbordada, que en Is 8, 7 se aplica a los asirios.
נחלה, torrente o río, es el primero de los acusativos (cf. Num 34, 5); pero
después se utiliza en nominativo, como לילה, הּמותה, y las palabras
semejantes (cf. en el griego de la koiné ἡ νύχθα, ἡ νεόντητα); de esa
manera se vinculan y relacionan las terminaciones: תהcon ה, ת- con מו-, נה-
con ן- y con (םBöttcher, 615). Estos salmos (122-125) tienden a utilizar
embellecimientos formales, a modo de adornos, con palabras arameas o
arameizantes.
Así, ( זידוניםcf. 124, 5: ~ynI)AdyZE)h; ~yIM;ªh;÷, aguas
tempestuosas) es una palabra que puede encontrarse en hebreo, pero que
es mucho más frecuente en caldeo. En ese sentido aparece utilizada en el
Targum en vez de זדיםen Sal 86, 14; Sal 119, 51; Sal 119, 78 (también en el
Sal 54, 5 en vez de )זרים, aunque según Levy los MSS no ponen זידונין, sino
זידנין. En este pasaje, el Targum traduce: el Rey que es como las aguas
orgullosas ( )למוי זידונּיאdel mar (¿Antíoco Epífanes?); un escolio añade: οἱ
ὑπερήφανοι (los soberbios). Por lo que se re ere a עברantes de un sujeto
en plural, cf. Gesenius 147.
124, 6‒8. Tras haber puesto de relieve el socorro divino, en 124, 6, sigue el
agradecimiento por ello, y en 124, 7 el grito de alegría de los rescatados.
En el Sal 124, 6 los enemigos se conciben como bestias de presa, deseosas
de sangre, como los imperios mundiales que aparecen en el libro de
Daniel. En el Sal 124, 7 esos enemigos aparecen, por su astucia, como
cazadores de pájaros.
Conforme a la puntuación no debe traducirse “nuestra alma es como
un pájaro que ha escapado” (124, 7) pues en ese caso habría que haber
puntuado ( כצפור בפׁשנוno rAPðciK. Wnveªp.n,), sino “nuestra alma
(como sujeto, con rebia magnum) como un pájaro (cf. ּכצפורcomo en Os
11, 11; Prov 23, 32; Job 14, 2) ha escapado de la trampa de los cazadores” (
יוקׁש, en otros casos יקוׁש, יקּוׁש, cazador de aves, Sal 91, 3). rB’ªv.nI (con a ̄
junto a rebia) es 3ª persona del pretérito: la trampa se rompió, y fuimos
libres.
El Sal 124, 8 (cf. Sal 121, 2; Sal 134, 3) pone de relieve la certeza
fundamental (aquí concretizada) de que la ayuda de Israel se encuentra en
Yahvé, que es el creador del mundo, es decir, aquel que se mani esta
constantemente a sí mismo. De esta forma concluye este salmo, de un
modo epifonemático. El poder del mundo puede querer que la iglesia se
asemeje sin más al mundo, o puede querer aniquilarla, pero no lo logrará.
Esta es la confesión creyente de Israel, que se mantiene el hasta la muerte,
pues ella conduce también a su liberación.
443 ¡Haz volver nuestra cautividad, Jehová, como los arroyos del Neguev!
otra parte lamenta la ira, que no ha sido todavía totalmente superada, y
pide por la restauración nacional. Algunos comentaristas aplican al futuro
la visión retrospectiva de agradecimiento con la que comienza este salmo
gradual, como el Sal 126, que es korahita (entre los traductores que se
sitúan en esa línea está Lutero, que es, al menos, más sólido que los
anteriores); pero ellos fundan esta interpretación con razones que he
superado ya en el Sal 85, y que carecen de todo fundamento sintáctico.
126, 1‒3. Las razones que se aducen para a rmar que en este pasaje, como
en otros (Is 1, 9; Gen 47, 25, etc), והיינוes perfecto consecutivo, con sentido
de futuro, para probar que ~ymi(l.xoK. WnyyI©h' puede signi car
erimus quasi somniantes (seremos como los que están soñando) no tienen
en cuenta las diferencias de sintaxis. En este caso, cualquier traducción
que no sea la de los LXX es imposible: Ἐν τῷ ἐπιστρέψαι κύριον τὴν
αἰχμαλωσίαν Σιὼν ἐγενήθημεν ὡς παρακεκλημένοι (— )ּכנחמיםque Jerónimo
interpreta correctamente quasi somniantes (como los que sueñan). No se
trata, pues, de “seremos”, sino de “fuimos” (y somos).
Resulta, sin embargo, equivocado lo que hace después Jerónimo
cuando traduce: tunc implebitur risu os nostrum (entonces nuestra boca se
llenará de risas). Ciertamente, el futuro hebreo después de אזtiene un signi
cado como el del futuro en nuestras lenguas modernas, en pasajes donde
el contexto se re ere a temas de historia futura, como en Sal 96, 12; Sof 3,
9. Pero una vez que se ha expresado ya el aspecto básico del pasado
histórico (como en Ex 15, 1; Jos 8, 30; Jos 10, 12; 1 Rey 11, 7; 16, 21; 15,
16; 38, 21) el futuro tiene siempre el sentido de perfecto, de manera que
hay que traducir tunc implebatur (entonces se llenaba, en sentido de
pasado).
Esta es, según eso, la alegría de los exilados que han vuelto y habitan
ya en su patria, sobre la tierra de sus antepasados; son, por tanto, ellos, los
liberados, los que dirigen su vista hacia el tiempo feliz cuando su destino
cambió de pronto, porque el Dios de Israel había hecho que Ciro, que
había conquistado Babilonia, les dejara de pronto en libertad y les enviara
de un modo honorable hacia su tierra nativa.
La palabra ׁשיבתno equivale a ׁשבית, ni hay necesidad de leer de esa
manera el tema (Olshausen, Böttcher y Hupfeld). ( ׁשיבהde ׁשּוב, como , קימה
)ּביאהsigni ca retorno, y a partir de aquí aquellos que retornan. Sin duda,
esta forma de expresarse ha sido una innovación de este poeta muy tardío.
Cuando Yahvé hizo que volvieran a su patria los que habían estado
desterrados de Sión, el poeta se atreve a decir: éramos como personas que
sueñan. ¿Qué quiere decir con estas palabras? ¿Qué los setenta años de a
icción quedaban atrás como un sueño que se desvanece, como piensa
Joseph Kimchi? ¿O que la redención llegó tan de repente que al principio
no creíamos que fuera una realidad, sino un hermoso sueño?
El tenor del lenguaje está a favor de esta última interpretación, como si
los liberados no estuvieran viviendo aquello que les sucedía, sino que
estuvieran solo soñando. Entonces, sigue diciendo el poeta, nuestra boca
se llenaba de risas (Job 8, 21) y nuestra lengua con gritos de júbilo, pues la
impresión que nos producía esa buena fortuna contrastaba tanto con la
opresión anterior que hacía que nuestra boca se abriera para que nuestro
gozo estallara como una corriente poderosa, impulsándonos a dar gritos
de alegría que no podían apagarse porque el motivo de nuestro regocijo
era inagotable.
En aquel momento, ese cambio de Israel produjo un tipo de terror
sagrado entre los pueblos del entorno. Incluso los paganos confesaban que
aquello era obra de Dios, y que el mismo Dios había hecho cosas grandes a
favor de los israelitas (cf. Joel 2, 20; 1 Sam 12, 24) —pues se estaban
cumpliendo las gloriosas predicciones de Isaías y de Sal 45, 14; 52, 10 y
otras muchas. Por su parte, la iglesia posterior ha rati cado aquella
confesión que venía de boca de los paganos. Esto es lo que les hacía estar
tan gozosos: que Dios mismo les había reconocido como suyos, a través de
una obra tan poderosa.
126, 4‒6. Pero la obra que había comenzado de un modo tan poderoso y
gratuito no se había completado todavía. Aquellos que habían retornado,
aquellos de cuyo corazón se podía decir que brotaba este salmo, no eran
más que una pequeña vanguardia en relación con el conjunto de la nación.
En lugar de WnteWbv.,, el keré lee Wnte_ybiv., de ׁשבית, cf. Num 21, 29,
en la línea de בכיתen Gen 50, 4.
En otros lugares leemos que Sión está ansiando por sus hijos, y que
Yahvé asegura a su ciudad de un modo solemne: “Los pondrás a todos
como joyas, y te vestirás con ellas, como se viste una novia…” (Is 49, 18).
Pues bien, de un modo semejante, el poeta parte aquí de la idea de que la
Tierra Santa está anhelando la venida abundante de su población (de sus
hijos), así como el Negev (la parte sur de Judea, cf. Gen 20, 1, y en general
la parte sur de Israel, hacia el desierto del Sinaí) tiene sed de corrientes de
agua que provienen de la lluvia, aguas que normalmente desaparecen en
verano y vuelven solo en el invierno… De un modo semejante, los israelitas
necesitan el agua de la libertad y abundancia de Dios.
Sobre el sentido de ( אפיקcf. bg<N<)B; ~yqIïypia]K;, como los
torrentes del Negev), que es un canal o corriente de agua, cf. Coment. a Sal
18, 16. Si tradujéramos converte captivitatem nostram, convierte nuestra
cautividad (como hace Jerónimo, siguiendo a los LXX), no entenderíamos
bien el sentido de la imagen, mientras que la traducción reduc captivos
nostros (haz que vuelvan nuestros cautivos) responde muy bien al objeto y
al verbo dominante.
En esa línea la palabra Negev no se aplica a la tierra del exilio, sino a la
tierra de la promesa (que parece ahora árida, muy distinta de lo que ha de
ser la tierra prometida). Por eso, los que siembran con lágrimas no son los
exilados, sino aquellos que han vuelto ya y están sembrando en su tierra
natal, llenos de lágrimas, porque esa tierra está tan abandonada y seca
que parece que no va a producir cosecha. Pero esa siembra que los
retornados del exilio realizan entre lágrimas se transformará en una
recolección gozosa.
Debemos recordar aquí la tierra seca y la carencia de cosecha con la
que tuvo que enfrentarse la primera generación de judíos que habían
vuelto a su tierra, en tiempos del profeta Ageo. Debemos recordar
también que el profeta les prometió una abundante bendición, en el caso
de que se comprometieran a reedi car con todo su vigor el templo.
En el caso de este salmo, la “siembra entre lágrimas” a la que se re ere
el texto, es también un signo de la primera siembra en la tierra del retorno,
una siembra que se realizó de hecho entre muchas lágrimas (Esd 3, 12), en
medio de una gran tristeza, en circunstancias de una gran depresión. En
este contexto podemos añadir que, en un sentido general, el lenguaje del
salmo coincide con el del Sermón de la Montaña de Mt 5, 4;
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
El sujeto del Sal 126, 6 son los agricultores, y en sentido realista, cada
uno de los miembros de la iglesia oprimida, ecclesia pressa. La
construcción con gerundios del Sal 126, 6a (como en 2 Sam 3, 16; Jer 50, 4,
frente al estilo más indo-germano de 2 Sam 15, 30) evoca el paso continuo,
de aquí para allí, de un hombre triste y pensativo. Pero la segunda parte
del verso, Sal 126, 6b, evoca la gura de un hombre que viene, apareciendo
seguro de sí mismo, porque ha sido bendecido con una abundancia mayor
que la esperada.
En el primer caso (126, 6a) el hombre lleva la semilla ( [r;Z"ïh;ñ-
%v,m,( afeçnO), unos puñados de grano, tomados del resto del cereal
para sembrarlos (sobre הּזרע מׁשך, cf. Amós 9, 13, donde se re ere a la
semilla que se siembra en los surcos del campo). En el segundo caso (126,
6b) el hombre lleva las gavillas, es decir, el producto de la cosecha ()ֹובּואה,
de manera que la tristeza se convierte en alegría.
En este contexto, la siembra signi ca todo aquello que cada persona
aporta para la edi cación del Reino de Dios; por su parte, las gavillas
simbolizan el fruto que proviene de la cosecha, que Dios ha bendecido, un
fruto que va más allá de lo que podíamos esperar por nosotros mismos.
Como hemos visto, Sal 127, 1-5 seguía a Sal 126, 1-6 por el hecho de que
los israelitas se hallaban tan sorprendidos por la redención del exilio, que
pensaban que estaban soñando, deduciendo de aquí la verdad universal
de que Dios concede a quienes ama, incluso mientras duermen, aquello
que otros son incapaces de adquirir trabajando y sudando día y noche. De
un modo semejante, el Sal 128 sigue al 127 por la misma razón por la que
el Sal 2 sigue al Sal 1. En ambos casos nos hallamos ante salmos que están
colocados juntos porque uno comienza con ashre ̂ (bienaventurado) el otro
termina con ashre.̂
Por otra parte, el Sal 128 y el Sal 127 se complementan entre sí, y se
relacionan como en el N. T., con la parábola del tesoro en el campo y la
parábola de la perla preciosa. Lo que hace a uno feliz está representado en
el Sal 127 como regalo en forma de bendición, y en el Sal 128 como una
recompensa que viene también a modo de bendición; la felicidad aparece
aquí como don de gracia, como se dice en la sentencia ora et labora (ora y
trabaja), y no como resultado de una actividad humana centrada solo en sí
misma, sin oración.
Ewald piensa que estos dos salmos (127 y 128) son cantos que deben
cantarse en la mesa. Pero, en contra de Ewald, ellos no están pensados
con esa nalidad, porque contienen un tipo de “espejos” de vida, y no
peticiones ni bendiciones de aquellos que se preparan para compartir la
comida.
128, 1‒3. El ּכיdel Sal ١٢٨, 2 (cf. lke_ato yKiä ^yP,K;â [,ygIåy>, comerás
fruto del trabajo de tus manos) no signi ca “porque” (Aquila, κόπον τῶν
ταρσῶν σου ὅτι φάγεσαι), ni “cuando comas…” (cf. Símaco, κόπον χειρῶν
σου). Se trata de un ּכיdirectamente a rmativo (comerás…), que suele
colocarse a veces de esa forma después de unas palabras anteriores (Sal
118, 10-12; Gen 18, 20; Gen 41, 32).
Como prueba a favor de este uso de la palabra podemos citar el ּכ
יaseverativo que aparece usualmente en forma de ּכי עֹוהen la apódosis de
una prótasis hipotética, o también como ּכי־אזen Job 11, 15, o también
como simple ּכיen Is 7, 9; 1 Sam 14, 39, en el sentido de “pues
ciertamente”. La transición de una formula con rmativa a una a rmativa es
evidente aquí en el
Sal 128, 4 (%r,boïy> !keâ-yki hNEåhi, pues así será bendecido).
El hecho de que cada uno tenga que mantenerse con su propio trabajo
es algo que el mismo Pablo ha querido cumplir (cf. Hch 20, 34), de manera
que es una gran fortuna (algo bueno para ti, טוב לךcomo en el Sal 119, 71)
comer del producto del trabajo de las propias manos (LXX: τοὺς καρποὺς
τῶν πόνων, o, más bien, conforme a la lectura del texto original τοὺς
πὸνους τῶν καρπῶν)31.
Así se destaca el valor de las personas que, siendo de ayuda para los
demás, son independientes, de manera que comen el pan de la bendición
que Dios les concede, que es más dulce que el pan de la caridad que
proviene de los otros hombres. En estrecha conexión con esto se cita aquí
la prosperidad de una casa que se mantiene en paz y sosiego consigo
misma, llevando una vida de familia amable, tranquila y esperanzada.
Tu esposa, ( אׁשֹוךcf. éhY"rIPo !p,g<ïK. ^ÜT.v.a), es como una viña que
produce su fruto, es decir, su vino. Esta gura de la viña se aplica de un
modo admirable a la esposa, que es como una rama o tallo que brota del
marido, y que debe apoyarse en él, pues necesita su ayuda y sostén, como
la viña que necesita apoyarse en una vara, en un muro, en un tipo de
“pérgola”.
( ביתך ּבירּכתיa los lados de la casa…) parece una imagen nueva, referida
a la esposa que se encuentra y orece en los ángulos de la casa, es decir, en
las partes profundas y privadas. El lugar de la mujer en la casa se
encuentra, por tanto, en la intimidad del hogar, en el trasfondo, en las
partes privadas, de manera que no se deje ver mucho en el espacio
exterior, sino que lleva una vida tranquila, totalmente dedicada a la
felicidad de su marido y de toda su familia.
Por su parte, los hijos aparecen como nuevos frutos de la viña (o del
olivo) alrededor de la mesa de familia de la casa. Esta imagen aparece en
Eurípides, Medea, 1098, τέκνων ἐν οἴκοις γλυκερὸν βλάστημα (se re ere a
los hijos como ramas dulces del árbol de la casa), y también en el mismo
Eurípides, Hércules furioso, 839, καλλίπαις στέφανος (evocando a los
frescos y jóvenes olivos, que son los hijos, promesa de vida de la casa).
128, 4‒6. Retomando esta preciosa visión de la vida de familia, el poeta
sigue diciendo: hw")hy> arEäy> rb,G"© %r,boïy> !keâ-yki hNEåhi ,
mirad, pues, así será bendecido el hombre que teme a Yahvé. En este caso,
ּכיcon rma la realidad de aquello a lo que הּסהse re ere. Por su parte el
futuro de promesa del Sal 128, 5 está seguido por imperativos que se
dirigen al hombre que teme a Dios, para que actúe según las promesas,
pues ellas se cumplirán.
( מצּיוןdesde Sión), como en Sal 134, 3; Sal 20, 3. ^yn<+b'l. ~ynIïb'-
hae(r>W, y que veas a los hijos de tus hijos, en vez de ּבני בניך, ofrece una
visión más inde nida y abierta del futuro. Toda bendición que goza el
hombre viene del Dios de la salvación, que ha puesto su morada en Sión.
Esa es la bendición que proviene de la participación en la prosperidad de la
ciudad santa y del conjunto de la iglesia, centrada en Sión.
Un canto del Nuevo Testamento hubiera insistido en este momento en
la visión de la Nueva Jerusalén. Pero la proclamación del Antiguo
Testamento, que no admite el consuelo de la vida futura, tiene que
centrarse en la bendición de los que temen a Yahvé dentro de este mundo.
Por eso, aquí no hay más promesa que la referida a la participación
presente en el bienestar de Jerusalén (Zac 8, 15), con la bendición de una
vida larga que se prolonga en la vida de los hijos de los hijos.
En esa línea, el salmista termina su canto pidiendo por la paz de Israel
(lae(r"f.yI-l[; ~Alªv'), extendida a todos sus miembros, en todos los
lugares y tiempos en los que vivan, de manera que la felicidad se identi ca
en el fondo con la vida de Israel.
Así como al Sal ١٢٤, con las palabras “que diga Israel”, le siguió el Sal 125,
con “la paz sea sobre Israel”, así al Sal 128, con “la paz sea sobre Israel”, le
sigue el 129 con lae(r"f.yI an"÷-rm;ayyO*, que lo diga ahora Israel. Este
salmo no se caracteriza solo por la palabra “que lo diga ahora Israel”, sino
también por el hecho de que habla de una liberación que ha sido ya
experimentada (cf. Sal 129, 4 con Sal 124, 6), de manera que, a partir de
ese punto, el salmista puede mirar con agradecimiento hacia el pasado y
con plena con anza hacia el futuro. Por otra parte, este salmo tiene aquí y
allí unos rasgos de tipo arameo, mezclados con otros que forman parte de
la tradición clásica de los salmos, lo mismo que en el Sal 124.
129, 1‒2. Israel siente la alegría de poder confesar que no ha sucumbido, a
pesar de la abundancia y dureza de sus opresiones. ( רּבתen arameo
rebath), igual que ( רּבהcf. 129, 1 y 2), son palabras que aparecieron en Sal
65, 10; 62, 3, y se han vuelto de uso normal en el lenguaje postexílico, Sal
120, 6; Sal 123, 4; ٢ Cron ٣٠, 18.
La expresión “desde mi juventud” (yr"_W[N>mi) se está re riendo al
tiempo de la opresión egipcia, pues los años en que los israelitas habitaron
en Egipto fueron en el tiempo de su juventud (Os 2, 17; Os 11, 1; Jer 2, 2;
Ez 23, 3). La prótasis del Sal ١٢٩, 1 (ynIWrår"c. tB;r,) se repite en forma
de cadena “gradual”, ascendente, y en 129, 2 para completar de esa
manera el pensamiento. El verso 129, 2 aparece como punto de in exión,
donde, tras repetirse lo anterior, insistiendo en que ello ha sido desde la
juventud (yr"_W[N>mi ynIWrår"c. tB;r,â), el salmista sigue diciendo
que, a pesar (con )ּגםde los problemas que los israelitas han sufrido desde
su juventud, los malvados no han podido prevalecer contra ellos.
Esa partícula, ּגם, signi ca “pero”, en el sentido de “a pesar de ello”, ὅμως
(sinónimo de )ּבכל־ּבכל, como en Ez 16, 28; Ecl 6, 7 (cf. Coment. a Sal 119,
24): aunque ellos me oprimieron mucho y lo hicieron de forma muy dura,
sin embargo, no han logrado vencerme, es decir, no han logrado
prevalecer, como se dice en Num 13, 30 y en otros lugares.
129, 3‒5. En muchos pasajes de la Biblia se a rma que los enemigos han
atacado a Israel (Sal 66, 12), o que le han herido en las espaldas (Is 51, 23).
En nuestro caso se utiliza un lenguaje intensamente gurativo (cf. )און חרׁש,
en la línea de Job 4, 8 (cf. Os ١٠, 13). Ese tipo de lenguaje se extiende y
aplica a un tipo de tratamiento hostil, sin compasión ni consideración por
el dolor y dignidad de las personas.
Así se dice, por ejemplo, que los enemigos han hecho surcos en la
espalda de Israel, como si fuera un campo que se abre, una tierra que se
roza con el arado; como si los enemigos no hubieran querido poner n a su
ferocidad, ni límite a la destrucción del pueblo y país esclavizado. De esa
forma se entiende la imagen del arado que abre surcos en la tierra, en esa
línea se dice que los enemigos de Israel rasgaron su espalda con heridas
como surcos.
De todas formas, en contra de lo que dice Keil en Coment. a 1 Sam 14,
14 (aunque él explique ese pasaje de manera más correcta que enius), la
palabra ( מענהqetub ~t'An[]m;l., keré ~t'(ynI[]m;l.) no signi ca
propiamente surco (pues en ese caso tendría que haber puesto ֹולם, )ּגדּוד,
sino una franja o zona de tierra arable, como el árabe ma‛nat̂ , un fracción
de tierra que el agricultor prepara y dispone para el cultivo, hasta
completar su tarea, para comenzar después con otra franja o terreno. Esa
palabra, מענה, viene de inclinarse, volver, hasta completar el trabajo de la
tierra que se ara, “castigándola” así de un modo organizado, completo,
total. Pues bien, así han “arado” los enemigos la tierra del pueblo de Israel.
Pero Yahvé es justo (qyDI_c; hw"ïhy>); esta es la verdad universal
que el salmista rati ca en las circunstancias presentes. Yahvé ha cortado las
cuerdas con las que los malvados oprimían al pueblo de Israel (con עבות,
como en el Sal 2, 3), los lazos o ataduras con las que les tenían sujetos.
Esta es la experiencia de la historia anterior de Israel. En esa experiencia
del pasado se funda la esperanza de que todos los que odian a Sión ( !
AY*ci yaeîn>fo, un apelativo que el salmista ha sido el primero en
emplear) serán obligados a retirarse con vergüenza y confusión.
129, 6‒8. El poeta ilustra el destino que les espera a los malvados por
medio de una imagen que ha tomado y recreado desde Is 37, 27, diciendo
que ellos serán como hierba en los tejados o azoteas de las casas, etc., con
ׁשcomo relativo de ( יבׁשvbe(y" @l,åv' tm;Þd>Q;v,, quod exarescit, que
se seca antes de crecer), con קדמתen el sentido de priusquam, una forma
hebraizada, como la que aparece en ( ּדנה מן־קדמתDan 6, 11) o en ּדנה מּרדמת
(Esd 5, 11).
En todos los restantes casos, ׁשלףtiene el sentido de “sacar fuera”
(arrancar la hierba del tejado), como una espada que se saca de la vaina,
un pie fuera del calzado, una echa fuera de la aljaba…, como traducen los
LXX, Teodoción y la versión Quinta de la Vulgata, πρὸ τοῦ ἐκσπασθῆναι,
antes de que haya crecido. Pero junto a la traducción ἐκσπασθῆναι de los
LXX encontramos también otra que dice exanthe’sai, y en ese sentido
Jerónimo traduce statim ut viruerit (tan pronto como empieza a madurar),
Símaco ἐκκαυλῆσαι (antes de que broten las espigas), Aquila ἀνέθαλεν, la
Sexta ἐκστερεῶσαι (antes de que alcancen plena madurez).
El Targum parafrasea el sentido de la frase: vbe(y" @l,åv'
tm;Þd>Q;v tAG=G, ryciäx]K; Wyh.yIâ: será como la yerba del tejado
que se seca antes de madurar, incluso antes de que se arranque. Venema
interpreta el texto en la primera línea: antequam se evaginet vel
evaginetur, i. e., antequam e vaginulis suis se evolvat et succrescat, es
decir, antes que el fruto pueda salir de la vaina en que está encapsulado y
alcanzar su crecimiento. En esa línea siguen traduciendo Parchón, Kimchi,
Aben-Ezra y también Ortenberg, quienes piensan que la palabra original
del texto es ( ׁשחלףy no @l,åv').
Dado que la yerba de los tejados o terrazas de las casas no tienen
tierra para crecer, en el fondo da lo mismo que se arranque antes o
después de haber “madurado”, pues en ningún caso tendrá fruto, porque
no se ha desarrollado (no ha salido de su vaina) o, si se ha desarrollado y
salido de la vaina, se ha secado inmediatamente, pues no ha podido
madurar, por falta de tierra… Teniendo eso en cuenta parece preferible
optar por la primera posibilidad, aludiendo así a la yerba de los tejados que
se seca sin haberse desarrollado y crecido. Esa hierba se marchita antes de
haberse desarrollado, porque no tiene raíces profundas, de forma que no
puede mantenerse viva bajo el calor del sol32.
El poeta desarrolla aún más la imagen de la hierba en el tejado o
azotea de las casas. El envoltorio o vaina (κόλπος) que rodea al fruto se
llama en todas partes ( חצןIs 49, 22; Neh 5, 13), y así también en nuestro
caso, como en árabe hiḍ n ̣ (diminutivo h{dn), de la misma raíz que מחוז,
arroyo, en el Sal 107, 30.
A partir de aquí se puede dilucidar el sentido de conjunto del texto: el
salmista está diciendo que los enemigos de Israel son como la hierba que
crece sin tierra su ciente sobre los tejados, una hierba que no se puede
recoger en los graneros, de manera que su vida y crecimiento termina en
una pura y segura destrucción, pues su semilla y fruto se secan sin más y se
destruyen.
La observación de Knapp, según la cual cualquier poeta occidental
hubiera terminado su poema en 129, 6 se funda en el error de suponer
que 129, 7-8 no es más que un mal embellecimiento. Los saludos que los
caminantes deberían dirigir a los segadores en 129, 8 están tomados de las
relaciones normales entre los habitantes de una zona, pues el saludo no se
niega en Israel ni siquiera a los paganos, como en el caso de Booz (Rut 2,
4), que saludó a las extranjeras “Yahvé sea con vosotras”, recibiendo su
respuesta: “y Yahvé te bendiga”.
Pues bien, en contra de esa costumbre universal, los que pasan por el
camino no llaman a los que siegan la hierba del tejado, ni les dicen
~k,_ylea] hw"ïhy>tK;(r>Bi, que la bendición de Yahvé sea con
vosotros33, como en la bendición de los sacerdotes de Aarón. Teniendo eso
en cuenta, la frase nal hw")hy> ~veäB. ~k,ªt.a,÷ Wnk.r,îBe, os
bendecimos en el nombre de Yahvé, no se puede entender como gesto de
cortesía de los que pasan, sino que debe tomarse como saludo y bendición
nal del mismo salmo (o del salmista). Eso signi ca que para los justos hay
una cosecha abundante de bendiciones, que se expresa en el saludo nal
del salmo.
130, 1‒4. Las profundidades ( )מעמּריםno son las honduras del alma, sino la
honda tristeza exterior e interior en que el profeta se encuentra, como en
aguas profundas (Sal 69, 3; Sal 69, 15). Desde esas honduras grita al Dios
de la salvación, e importuna con su oración al que dirige todas las cosas y
puede escuchar sus peticiones de un modo complacido (con ׁשמע ּב, Gen 21,
12; 26, 13; 30, 6).
Siendo el Omnisciente, Dios escucha en sí mismo la más suave y
secreta de todas las palabras. Pero, como observa Hilario, des o cium suum
exsequitur, ut Dei auditionem roget, ut qui per naturam suam audit per
orantis precem dignetur audire (la fe tiene su propio camino, de manera
que aquel que escucha por naturaleza se digne escuchar la petición de los
orantes).
En esa línea, el orante pide a Dios que sus oídos puedan volverse ( קׁשּבותcf.
yn")Wnx]T; lAqªl.÷ tAb+Vuq; ^yn<z>a'â hn"yy<åh.Ti, estén tus
oídos atentos a la voz de mi plegaria), forma colateral de קׁשּב, arrectae
aures, oídos plenamente atentos a la petición intensa y urgente del orante
(Sal 28, 2). La vida del orante depende de la compasión divina.
Si Dios se ja en las iniquidades de los hombres ¿quién podrá
mantenerse en pie ante él? Si Dios conserva o guarda en su memoria ()ׁשמר
los pecados de los hombres, al dirigirse a ellos (Sal 32, 2; cf. Gen 37, 11) o,
si como se dice de un modo gurado en Job 14, 17, él los “sella” y pone bajo
su custodia para castigar en su tiempo a los hombres… ¿quién podrá
mantenerse en pie?
La consecuencia inevitable de esto sería la destrucción del pecador,
pues ningún hombre puede mantenerse en pie ante la justicia punitiva de
Dios (Nah 1, 6; Mal 3, 2; Esd 9, 15). Si Dios se mostrara solamente como
Jâh (= Yahvé)34, ninguna creatura podría mantenerse en pie ante él; por eso
se presenta también como Adonai (cf. dmo)[]y, ymiä yn"©doa]÷ /
Hy"+-rm'v.Ti tAnðwO[]-~ai, si vigilas los pecados, Jâh ¿quién podrá
mantenerse, Adonai?).
Pero Dios no actúa solo de esa forma, conforme a la exigencia de una
justicia de legalidad conmutativa o de talión. Este es el pensamiento que
está en el fondo de 130, 3, para ser rati cado en 130, 4, con el ( ּכיcf.
hx'_yliS.h; ^ïM.[iyKi(, pero en ti hay perdón), insistiendo en el perdón,
como en Job 22, 2; Job 31, 18; Job 39, 14; Is 28, 28 (cf. Ecl 5, 6).
Dios aparece como aquel que está dispuesto al perdón ()הּףליחה, a n de
que así pueda ser reverenciado; eso signi ca que él perdona a causa de su
nombre (cf. Sal 79, 9), es decir, a n de que su nombre pueda ser glori cado.
Como único autor de salvación, él se muestra como aquel que, dejando a
un lado toda vanagloria, hace que la misericordia ocupe el lugar de la
justicia en relación con nosotros (cf. Sal 51, 6), a n de que así pueda ser
reverenciado. De esa forma, Dios hace que el pecador tenga ocasión,
fundamento y motivo para alabarle y darle gracias por haberle perdonado
de un modo absolutamente libre y gratuito.
130, 5‒8. Por eso, el pecador no tendrá necesidad de desesperarse, ni lo
hará el poeta. Él espera en Yahvé (cf. yvi_p.n, ht'äW>qi hw"hy>â
ytiyWIåqi, he con ado, en Yahvé ha con ado mi alma, con acusativo de
objeto, como en Sal 25, 5; 25, 21; 40, 2). Aguardar y esperar a Yahvé es la
expresión más honda de su vida entera de creyente.
El salmista espera en la palabra de Dios, que es la palabra de salvación
(Sal 119, 81) que, penetrando en su alma y ajustándose a ella, calma toda
su inquietud. Esa palabra de perdón transforma e ilumina todo lo que
existe, dentro y fuera del alma del hombre.
El alma de salmista es לאדני, está totalmente dirigida hacia Adonai con
toda su rmeza. En esa línea, desde su lecho de muerte, Chr. A. Crusius
elevaba sus ojos y sus manos hacia el cielo, exclamando con gozo: “Mi
alma está llena de la misericordia de Jesucristo, toda mi alma está dirigida
hacia Dios”.
El signi cado de ( לאדניcf. rq,Boªl;÷ ~yrIïm.Vomi yn"+doal;
( yviîp.n,, mi alma “espera” en (a) Adonaí más que el centinela a la
aurora) resulta claro, como indica el Sal 143, 6, de forma que no se
necesita suplir una palabra como ( ׁשמרתde “guardar”, como piensa Hitzig),
unida a la palabra siguiente, לּבקר, la aurora.
El centinela se vuelve de forma expectante hacia el Señor, como
aquellos que en la noche esperan la mañana. La repetición de las palabras
(rq,Bo)l; ~yrIïm.vo rq,Boªl;÷, cf. Is 21, 11) produce la impresión de que
la espera es larga y penosa.
La ira bajo la cual se encuentra ahora el poeta se compara con una
oscuridad nocturna, de la que él quiere liberarse para penetrar en el reino
soleado del amor (Mal 4, 2), pero no solo él, sino, al mismo tiempo, todo
Israel, que se encuentra bajo la misma opresión y necesidad, esperando
igualmente, con fe, el camino de la salvación. Pues bien, en contra de eso,
con Yahvé y exclusivamente con él, se encuentra y se mani esta en toda su
plenitud la hesed (cf. ds,x,_h; hw"ïhy>-~[i-yKi(, porque con él está la
misericordia), que expulsa toda culpa de pecado, con sus consecuencias,
produciendo en contra de eso libertad, paz y alegría de corazón.
El salmista sigue diciendo que con Adonai existe redención abundante
(tWd)p. AMå[i hBeÞr>h;w>), con הרּבה, un in nitivo absoluto, de tipo
adverbial, utilizado aquí como adjetivo, lo mismo que en Ez 21, 20. Es
redención abundante que aquí proclama el salmista, se expresa en una
serie de dones, centrados en un tipo de voluntad, de poder y de sabiduría
que son necesarias para conseguir la redención, como una especie de
muro de separación (cf. Ex 8, 19) frente a la destrucción que amenaza a los
que están en peligro de ella.
Por eso, el orante particular debe dirigirse a Dios, para conseguir
misericordia, y también debe dirigirse a Dios el pueblo entero, lleno de
esperanza. Esta esperanza dirigida hacia Dios no podrá ser avergonzada,
pues él, con la plenitud del poder de su libertad gratuita (cf. Is 43, 25),
redimirá a Israel de todas sus iniquidades, perdonando sus pecados y
removiendo (destruyendo) todas las consecuencias infelices del pecado,
internas y externas. El poeta se consuela a sí mismo con la promesa del nal
del salmo (cf. Sal
25, 22), diciendo wyt'(nOwO[] lKoªmi÷ lae_r"f.yI-ta, hD<äp.yI
aWhw>â, él, Dios, redimirá a Israel de todos sus enemigos. De esa forma,
el salmista poeta está anunciando la redención completa y total, por
encima de todas las di cultades, en un sentido que está abierto a la
redención espiritual del Nuevo Testamento.
450 Allí haré retoñar el poder de David; he dispuesto lámpara para mi ungido.
451 A sus enemigos vestiré de confusión, pero sobre él orecerá su corona”.
Con toda razón, el Sal 131 precede al Sal 132. El primero ha crecido a
partir de la memoria de una declaración que David pronunció cuando llevó
el arca de Dios a su lugar. El segundo empieza con el recuerdo del humilde
y celoso intento de David, que quiso encontrar y establecer una morada
digna para el Dios que está sentado sobre el Arca, en medio de su pueblo.
Lo único que prueban las variaciones de esos versos del salmo, que
Salomón añade a su texto de una forma libre (tomados de memoria: Yahvé
Elohim en vez de Yahvé, לנּוחךpor למנּוחתך, ֹוׁשּועהpor צדק, y nalmente י
ׂשמחּוּבּטובpor )ירּסנּו, es que Salomón ha alterado el salmo y no al revés (en
contra de lo que Hitzig sigue manteniendo de un modo persistente). En
este contexto puede verse todavía con claridad la forma en que Is 55, 3 ha
sido incluido en la conclusión de 2 Cron 6, 42, lo mismo que el recuerdo de
Is 55, 2, que ha in uido quizá también en la conclusión de 2 Cron 6, 41.
El salmista pide a Dios que favorezca al ungido de Yahvé, a causa de
David. En ese contexto, el ungido no es ni el sumo sacerdote, ni es
tampoco Israel (a quien nunca se le atribuye ese nombre, cf. Coment. a
Hab 3, 13), ni el mismo David, quien en todas las necesidades de la gente
de su raza y de su pueblo se mantuvo el ante Dios, como a rma
Hengstenberg (aunque lo hace queriendo datar este salmo gradual, al igual
que los otros, en el tiempo del postexilio).
Este ungido puede ser más bien Zorobabel (Baur), con quien, según la
profecía nal del libro de Hageo, debía comenzar un nuevo período de
dominio davídico en el mundo. Pero Zorobabel, el ּצחת יהּודה, gobernador
de Judea, no pudo llamarse מׁשיח, porque no lo era. El Cronista ha situado
bien este salmo, poniéndolo justamente en boca de Salomón (en 2 Cron 6,
como he mostrado).
La visión de que fue compuesto por el mismo Salomón, cuando el arca
de la alianza se trasladó de la tienda/templo de Sión al nuevo Templo/Edi
cio (como piensan Amyraldus, De Wette, oluck y otros) tiene a su favor las
circunstancias que se narran en 2 Cron 5, 5, los deseos expresados en el
salmo y la cercanía de sus pensamientos con los del Sal ٧٢, por su aliento
de fondo, por la repetición de palabras y por un tipo de laborioso
movimiento ascendente, aunque en algunos momentos parece menos
claro.
Sea como fuere, este salmo pertenece a un tiempo en el que se
mantenía rme el trono de David, un tiempo en que el arca sagrada no se
había perdido (destruido) de un modo irrecuperable (como sucederá el
año 587 a. C.). En esa línea, siguiendo el argumento de 2 Sam 6-7, lo que
David hizo por la gloria de Yahvé y, por otra parte, lo que Yahvé le
prometió, ha sido reinterpretado por el poeta postdavídico como
fundamento de una plegaria de intercesión, llena de esperanza a favor del
reinado y del sacerdocio de Sión y de la Iglesia, presidiendo sobre ambos
(reino y sacerdocio).
El Salmo consta de cuatro estrofas de diez líneas. Solo la primera
estrofa puede suscitar alguna objeción, de manera que se podría a rmar
que consta de nueve y no de diez líneas. Pero las tres estrofas siguientes
deciden con claridad la cuestión de sus medidas. Según ellas, el Sal 132, 1
tiene que dividirse en dos líneas, según los acentos. Cada estrofa cita por
una vez el nombre de David, y además el progreso en “escalones”, propio
de los salmos graduales (en los que cada nuevo escalón se apoya en el
precedente), resulta aquí claro y no puede dejar de observarse.
132, 1‒5. A una persona se le dice que recuerde algo que otro ha hecho
cuando se le indica lo que el otro ha hecho por él, o cuando se le pide que
haga lo que ha prometido a otro. Pues bien, la iglesia postdavídica
recuerda aquí a Yahvé las promesas ya mencionadas (las “mercedes” de
David, cf. 2 Cron 6, 42; Is 55, 3) con las que Dios ha respondido a las ענותde
David (132, 1: `At*AN[u-lK' tae÷, y toda su a icción). Con este
sustantivo verbal (de pual) se evocan los cuidados y di cultades que David
tuvo que superar con el n de ofrecer una morada digna para el santuario
de Yahvé.
ענה בsigni ca esforzarse, sacri carse por algo, a ictari (como se dice con
frecuencia en el libro del Eclesiastés). El pual se utiliza aquí para indicar las
a icciones que David ha tenido que imponerse, e incluso las que han
estado vinculadas con circunstancias externas, como guerras emprendidas
desde antiguo o con poco éxito, y con acciones constantes, nunca
completadas del todo, al servicio de algo, y especialmente de su propio
ideal de rey elegido por Dios (1 Rey 5, 17).
David había hecho a Dios un voto de que él no se concedería ningún
descanso hasta que no hubiera logrado conseguir una morada ja para
Yahvé. Lo que él dijo a Natán (2 Sam 7, 2) fue una indicación de lo que
implicaba ese voto, realizado en un momento que parecía de paz
triunfante, un tiempo en el que daba la impresión que todo podría
realizarse muy pronto, trasladando a
Sión el Arca de la alianza (2 Sam 6). El texto ha de entenderse de esa
forma, pues 2 Sam 7 se une a 2 Sam 6 por conexión temática, no por orden
cronológico.
Tras haber llevado el Arca a su lugar, cosa por la que se había
suspirado desde tiempo antiguo (Sal 101, 2), pero que solo se logró con di
cultades y miedos, fueron pasando una serie de años durante los cuales
David buscaba siempre la forma de edi car a Dios un Templo digno, a n de
que el Arca tuviera que seguir en una simple tienda o tabernáculo. Y
cuando recibió por medio de Natán el anuncio de que no sería él quien edi
cara a Dios una casa, sino que eso lo haría su hijo y sucesor, David se
esforzó, sin embargo, todo lo que pudo, para que se cumpliera el deseo de
su corazón, conforme a la declaración de la voluntad de Yahvé.
Fue él quien consagró el emplazamiento del futuro templo, el que
procuró reunir los medios y materiales necesarios para construirlo, fue él
quien realizó todos los preparativos obligados para el servicio y culto
futuro del templo, fue quien avivó la voluntad y el espíritu del pueblo para
realizar la obra gigantesca que se proponía, transmitiendo a su hijo el
modelo del templo (los planos), como lo indica con todo detalle el
Cronista.
El nombre divino de bqo)[]y, rybiîa], poderoso de Jacob, está
tomado de Gen 49, 24 y aparece en Is 1, 24; 49, 26; 60, 16. Los listeos, con
su Dios Dagón, sintieron el poder de esta Roca de Jacob cuando tomaron
con ellos el Arca sagrada (1 Sam 5, 1-12). Con la partícula ( אםcf.yti_yBe
lh,aoåB. aboa'â-~ai, no entraré en la tienda o aposento de mi casa),
David declara de un modo solemne aquello que está resuelto a cumplir. El
signi cado de este voto expresado de un modo hiperbólico, a modo de
juramento, es que él, David, no gozaría de una casa/habitación
confortable, ni dormiría tranquilo, es decir, sin ansiedad, en n, que no
descansaría, hasta construir una casa para Yahvé.
Los genitivos después de אהלy ערׂשson de aposición. El Sal 44 ofrece
también combinaciones semejantes de sinónimos. ( יצּועיen latín strata
mea, mis aposentos) es un plural poético, lo mismo que מׁשּכנות. Con ֹונּומה
(que se aplica siempre a los párpados de los ojos, Gen 31, 40; Prov 6, 4; Ecl
8, 16, no a los ojos como tales) alterna ׁשנתen lugar de ( ׁשנהdormir). El nal
en ath̄ de 130, 4 (cf. `hm'(WnT. yP;î[;p.[;l.( yn"+y[el. tn,åv. !TEåa,-
~ai) tiene el mismo sentido que el de נחלתen el Sal 16, 6, cf. 60, 13; Ex ١٥,
2, passim. Los LXX añaden, καὶ ἀνάπαυσιν τοῖς κροτάφοις μου (לרּרותי
)ּומנּוחה, pero ese añadido impone una sobrecarga excesiva al verso.
132, 6‒10. Con 132, 6 comienza el lenguaje de la comunidad o iglesia, por
el que el Salmista recuerda a Yahvé las promesas que él ha proclamado y
cumplido a favor de David y su descendencia, y se conforta a sí mismo con
ellas. Olshausen ve este verso como inexplicable. Sin embargo, para su
interpretación podemos decir que:
– Dado que el tema del que se habla es el establecimiento de un
santuariojo, digno de Yahvé, el su jo de h'Wnð[]m;(v.-hNE)hi (con
chateph como en Os 8, 2, cf. Ew., 60a) y el de h'Wn©ac'm.÷ se re eren al
Arca de la Alianza, que está en femenino, igual que en otros casos (1
Sam 4, 17; 2 Cron 8, 11).
– El Arca de la Alianza, que los israelitas habían sacado de Silo para la
batalla,cayó en manos de los listeos victoriosos, que la entregaron de
nuevo a los judíos, de forma que permaneció durante veinte años en
Kiriath-Jearim (1 Sam 7, 1), hasta que David la llevó de allí y la puso en el
distrito judío de Sión (2 Sam 6, 2-4; cf. 2 Cron 1, 4).
– Por eso es natural que r[;y")-ydEf.Bi, campos del bosque, sea una
forma de expresión poética de Kiriath-Jearim (cf. “campo de Zoán” en
Sal 78, 12), para indicar el lugar en que había estado antes el arca.
Kiriath-Jearim tuvo, como es bien conocido, varios nombres. Así aparece
con ese nombre en Jer 26, 20 (y como Kiriath-’arim en Esd 2, 25, cf. Jos 18,
28). Pero recibe también otros nombres, como Kiriath-ba’al en Jos 16, 1-10
y como Kiriath-Ba’alah en Jos 15, 9; 1 Cron 13, 6 (cf. Har-ha-ba’alah, Jos
15, 11, con Har-Jearim en Jos 15, 10), y así parece que se identi ca con
Ba’al Jehudah en 2 Sam 6, 2.
Por eso es normal que pueda llamarse Ja’ar, nombre que se asemeja a
Kiriath-Jearim, teniendo especialmente en cuenta el hecho de que se
encuentra en un distrito montañoso, pues el mismo nombre de Jearim
está indicando un tipo de colina, igual que el nombre de “ciudad del
bosque” está indicando que se encuentra en un distrito o zona de bosques.
Por eso pensamos que la frase debe traducirse: la hemos encontrado (al
Arca) en los campos de Jaar (pero no podemos olvidar que Jaar es una
abreviación del nombre de la ciudad, KiriathJearim).
Pues bien, a partir de aquí, se plantea el sentido del nombre de Efrata
(ht'r"_p.a,b. h'Wnð[]m;(v.-hNE)hi). Este es un nombre antiguo de
Belén; pero el Arca de la alianza no estuvo nunca en Belén. Teniendo eso
en cuenta, Hengstenberg interpreta la narración de esta manera: “Eso lo
conocimos en Belén (donde David paso su juventud), pero solo de oídas,
pues ninguno la había visto; pero solo encontramos al arca en Kiriath-
Jearim, más allá de los alrededores boscosos de la ciudad, donde estaba
como enterrada, en oscuridad y soledad”.
Así lo entiende también Antón Hulsius (1650). Según él, es el mismo
David el que habla, re riéndose al Arca, de la que él había oído hablar
cuando estaba todavía en Belén, pues hablaban de ella los mayores, siendo
él joven. David escuchó entonces que el arca había sido hallada en los
campos de Jaar (cf. Ipse David loquitur, qui dicit illam ipsam arcam, de qua
quum adhuc Bethlehemi versaretur inaudivisset, postea a se, vel majroibus
suis ipso adhuc minorenni inventam fuisse in campis Jaar). Pero, en contra
de esa traducción debemos decir:
– La suposición de que aquí sigue hablando David no armoniza con la
formaen que las palabras de David han sido introducidas en 132, 2, pues
esas palabras no pueden extenderse más allá de la formulación del voto
ya indicado.
– Si es la comunidad la que habla resulta incomprensible que aquí se
hable enparticular de Belén, como lugar donde se decían esas cosas
sobre el Arca. ¿Por qué se re ere solo a cosas que se decían en Belén?
– Las palabras “lo oímos en Efrata” (cf. también Ch. G. Kühnöl, 1799)
solopueden signi car, por antiptosis (por anticipación, como en Gen 1, 4,
aunque sin )ּכי: “Oímos que estaba en Efrata”, aunque antes que en
KiriathJearim el arca había estado en Silo.
Kiriath-Jearim se hallaba en la tribu de Judá, cerca de la frontera oeste de
Benjamín. Por su parte, Silo se hallaba en medio de la tribu de Efraím. Pues
bien, dado que אפרתיsigni ca casi siempre “efraimita” (como betlemita
signi ca uno que es de Belén), podemos preguntar si Efrata no signi ca aquí
el territorio de la tribu de Efraím (Khünöl, Gesenius, Maurer, oluck y otros).
Según eso, el signi cado del texto sería este: oímos que el arca sagrada
estaba en Silo, pero no la encontramos allí, ni tampoco la encontramos en
KiriathJearim.
Podemos entender fácilmente la razón por la que el poeta menciona
estos dos lugares, y lo hace precisamente de este modo. Conforme a su
etimología, Efrata signi ca campos de frutos abundantes, palabra que está
en contraste con Kiriath-Jearim, campos de bosques. Según eso, el Arca
habría descendido de Silo, lugar de frutos, a un tipo de campos de bosques
desiertos.
Pero ¿sigue siendo probable que, especialmente en conexión con Miq
5, 1, donde, hablando de Efrata se alude a Belén y a la memoria de David,
Efrata signi que en este caso la tierra de Efraím? Podemos responder que
Efrata no se re ere a la tribu de Efraím como tal, sino que es el nombre del
distrito donde se hallaba la ciudad de Kiriath-Jearim. Así, por ejemplo, se
dice que Caleb tuvo con Efrata, su tercera mujer, un hijo llamado Hûr, 1
Cron 2, 19. Este Hûr, primogénito de Efrata, fue el padre de la población de
Belén (1 Cron 4, 4), pero Shobal, un hijo de este Hûr, fue padre de la
población de Kiriath-Jearim (1 Cron 2, 50).
Según eso, Kiriath-Jearim es, por así decirlo, la ciudad hija de Belén. En
tiempo antiguos, Efrata fue el nombre de Belén, y este nombre se convirtió
lógicamente en nombre de todo el distrito (Miq 5, 1). Pues bien,
KiriathJearim perteneció al distrito de Caleb-Efrata (1 Cron 2, 24), y así
parece haberse llamado la parte norte del distrito, para distinguirse de
Negeb-Caleb, la zona sur de los territorios de Caleb (1 Sam 30, 14).
Pero, por otra parte, ( מׁשּכנותיוSal 132, 7: wyt'_AnK.v.mil. ha'Abïn",
entremos en su tabernáculo) no aparece aquí como designación de la casa
de Abinadab en Kiriath-Jearim, porque esa expresión sería demasiado
noble, e incluso confusa, teniendo en cuenta el uso de esa palabra en 132,
5, ni es tampoco (utilizándose de un modo separado, como aquí) una
designación del edi cio del templo salomónico. Esta palabra tiene que
referirse, según eso, a la tienda/templo erigido por David para el Arca,
cuando él la trasladó a Sión (2 Sam 7, 2, )יריעה.
En este contexto se añade que la comunidad se anima a entrar en ese
tabernáculo, en gesto de adoración (véase Sal 99, 5), ante el estrado de
Yahvé (es decir, de su Arca), pero ¿con qué propósito? El Arca de la Alianza
necesita ahora un lugar más digno para ella, un lugar de descanso
verdadero, de (מנ ּוחהcf. ^Z<)[u !Arïa]w, hT'ªa;÷ ^t<+x'Wnm.li
hw"hy>â hm'äWq, levántate, Yahvé, al lugar de tu descanso, tú y el arca
de tu poder); cf. 1 Cron 28, 2, מנּוחה ּבית, donde llegaron a cumplirse los
esfuerzos de David, a través de Salomón.
Esta es la forma en que el Arca del poder de Dios, que nadie podía
tocar (el poder inviolable del Arca aparece en 1 Sam 5, 1-12; 1 Sam 6, 2. 6),
vino a ser “encontrada”, para ser trasladada a su verdadero destino y lugar
que era Sión. En ese contexto, el salmo pide que los sacerdotes, que han
de servir a Yahvé se revistan a sí mismos de justicia, es decir, que tengan
una justicia que responda a la voluntad y al gozo de Dios.
Por eso se añade que sus “santos” (hasidim), que han de buscar y
encontrar aquí misericordia, griten de gozo ( WnNE)r,y> ^yd<îysix]w,).
Y por encima de todo, el salmista quiere que, por referencia a David, su
siervo, Dios dirija su faz hacia su Ungido, es decir, no le rechace cuando se
dirija hacia él en actitud orante (cf. Sal 84, 10).
El Cronista ha interpretado el Sal 132, 10 como intercesión a favor de
Salomón, y así parece requerirlo la situación en la que nos introduce Sal
132, 6-8. Sin embargo, es posible que un poeta más reciente haya
reproducido aquí, en Sal 132, 7-8, unas palabras tomadas del corazón de la
comunidad, en tiempos de Salomón, introduciendo peticiones propias de
su tiempo.
El sujeto de todo es la comunidad, que sigue siendo la misma a pesar
del cambio producido en las personas de sus miembros. Esta es la
comunidad o iglesia que llevó el Arca sagrada de Kiriath-Jearim a Sión y
que después la acompañó de allí a la colina del templo, y la que después
adoraba a Yahvé — que habitaba sobre el Arca— en el santuario levantado
por Salomón (el Te,mplo), respondiendo con este al celo de David.
Esta comunidad a la que se re ere el salmo de David es la misma a la
que se re ere Salomón en 2 Cron 6, pues la gloria de Yahvé es una y la
misma. La oración a favor de los sacerdotes y a favor de todos los hasidim
o santos y, en especial, la oración por el rey reinante que resonó después
en la dedicación del templo, continuó a lo largo de la historia de Israel
hasta el tiempo en que ya no había rey, manteniendo siempre el recuerdo
del cumplimiento de la promesa mesiánica.
En Sión (cf. ׁשם, Sal 133, 3) reside ciertamente el reino de la promesa, que
no puede fallar o dejar de cumplirse, pues Dios hará que surja allí un
cuerno de salvación para David (dwI+d"l. !r<q<å x,ymiäc.a; ~v'Û),
disponiendo una lámpara para la casa de David y su descendencia, pues él
era el ungido de Dios que reinaba en aquel tiempo. Por eso, a todos los
que eleven sus hostilidades en contra de los descendientes de David, Dios
los cubrirá de vergüenza, como un vestido roto (Job 8, 22), mientras la
corona, consagrada por la promesa de Dios, que llevará el descendiente de
David orecerá como una guirnalda que nunca se marchita.
Si tenemos en cuenta la visión de Ez 29, 21, con las predicciones sobre el
Renuevo (zemach, rama) de Is 4, 2; Jer 23, 5; 33, 15; Zac 3, 8; 6, 12 (cf. Hebr
7, 14), con la Beraká 15 de las Shemoné Esré que es la oración diaria de las
18 bendiciones (haz que el renuevo de David, tu siervo, brote
rápidamente, y que su cuerno se eleve por obra de tu salvación…), resulta
evidente que el poeta dio a su promesa un signi cado mesiánico.
Retomando el motivo de este salmo,
Zacarías, padre de Juan Bautista, convirtió la beraká suplicante de su
nación (Lc 1, 68-70) en una beraká de alabanza, anticipando de un modo
gozoso el cumplimiento de esta promesa en Jesús.
El poeta del Sal 133 compara el amor fraterno con ese rocío. Este amor es
como el rocío del Hermón, está lleno de frescura y así lo refresca todo, de
esa manera desciende de arriba (cf. Sal 110, 3), como rocío del Hermón
que baja hasta las montañas de Sión… Esta es una imagen tomada de la
naturaleza. Cuando han precedido días calurosos puede llegar hasta
Jerusalén un rocío abundante, refrescante, a causa de una corriente fría
que desciende y se extiende desde el monte Hermón que está al norte.
Ciertamente, nosotros (en Alemania) conocemos por experiencia hasta
qué lugar lejano puede llegar una corriente de aire frío y producir sus
efectos.
Esta gura del poeta es, sin duda, verdadera y bella. Cuando los
hermanos se vinculan en amor se reúnen y juntan en un mismo lugar. Eso
es lo que sucede cuando se unen los hermanos que vienen del norte y
aquellos que vienen del sur, en Jerusalén, que es la ciudad madre de
todos, en los días de las grandes estas, con un amor que es como el monte
Hermón, cubierto con nieve abundante, casi eterna 4525, de donde
desciende el rocío sobre las montañas desnudas, secas, sin frutos del
entorno de Sión.
En Jerusalén debe encontrarse el amor y todo aquello que es bueno.
Porque allí (con ׁשם, como en el Sal 132, 17) Yahvé ha enviado (con צּוה,
como en Lev 25, 21, cf. Sal 42, 9; Sal 68, 29) la bendición, i. e., él ha querido
que allí se reúnan las bendiciones, como amor que reúne a los hermanos.
Este es el tema conclusivo: pues allí ( ~v)’ ha enviado Yahvé ~l'(A[h'-d[;
~yYI©x;÷ hk'_r"B.h;-ta,, la bendición y la vida para siempre. Las
palabras nales, ( עד־העולםcf. Sal 28, 9) dependen de צּוה, ese es el
135, 8‒14. 135, 8-9. Digno es Dios de ser alabado, porque él es el que ha
redimido a Israel de Egipto. ּבתוככיcomo en el Sal 116, 19, cf. Sal 105, 27.
135, 10-12. Digno es Yahvé de ser alabado porque él es el que ha
conquistado la tierra de la promesa, un motivo que está vinculado a Dt 4,
38; 7, 1; 11, 23; Jos 23, 9. La expresión ~yBi_r, ~yIåAG hK'hiv,â( no
signi ca destruyó a muchos pueblos, sino a pueblos grandes (cf. ּגדליםen el
Sal 136, 17), porque la palabra paralela, עצּומים, no se re ere en modo
alguno a un número de gentes que puede ser numerosa, sino a un poder
que es grande (cf. Is 53, 12).
Por lo demás, el texto sigue al libro del Deuteronomio, cf. ![;n")K.
tAkïl.m.m; lkoªl.W, y a todos los reyes de Canaán, como en Dt 3, 21, y
también נחלה נתןcomo en Dt 4, 38, con otras frases semejantes. Todo es
deuteronómico en esta parte del salmo, con excepción del uso de la ׁשde
relativo (formación arameizante) y la ( לcf. Sal 135, 11) como nota de
acusativo (como en el Sal 136, 19, cf. Sal 69, 6; Sal 116, 16; Sal 129, 3).
La construcción de ( הרגcf. ~ymi(Wc[] ~ykiîl'm. gr,ªh'w>÷, y mató a
reyes poderosos) es arameizante como en Job 5, 2; 2 Sam 3, 30 (donde 2
Sam 3, 31 y 2 Sam 3,
36-37 son añadidos explicativos). El verbo הרגalternando con הּכה, en
referencia a los dos reyes, se aplica también a los dos reinos de Canaán, es
decir, a sus habitantes. Og aparece también como rey amorrreo en Dt 3,8.
El verso 135, dice que este Dios que gobierna de manera tan admirable
en el universo y en la historia de Israel es el mismo, ayer, hoy y para
siempre. Así como en el Sal 135, 13 (cf. Sal 102, 13) este motivo está
tomado de Ex 3, 15, así como el Sal 135, 14 proviene de Dt 32, 36, cf. Sal
90, 13. Cf. también Coment. a Hebr 10, 30-31.
135, 15‒18. Para bien de su iglesia, sometida a la prueba, Dios se mani esta
a sí mismo como el Dios viviente, mientras que los ídolos y sus adoradores
son “vanos” (no tienen consistencia), un tema que aparece ya en Sal 115,
4-8, retomado aquí, aunque con algunas reducciones. La palabra ( אףcf. ~h,
(ypiB. x,Wrïvy<-!yae @a;÷ª, tampoco hay aliento en sus bocas),
utilizada aquí como partícula, nos recuerda lo que dice el Sal 115 del
órgano del olfato (también con )אף, pues los ídolos no huelen, un tema que
puede compararse con el aliento, (ר ּוחaquí como en Jer 10, 14), porque se
a rma que los ídolos no respiran (cf.
(הריח.
El texto ha de traducirse, según eso, de esta forma: no hay en los
ídolos aliento, en modo alguno, ni rastro de ello en sus bocas. La expresión
es distinta en 1 Sam 21, 9, donde la expresión ( אין יׁשno איןpor aislado) es
equivalente al arameo אין אית: ¿acaso hay? (num/an est), en interrogativo.
En hebreo del norte de Palestina איןes equivalente al interrogativo ( אםy
por eso el Targum traduce
(אית אּלּו.
135, 19‒21. Es una llamada a la alabanza de Yahvé, que está por encima de
los dioses de las naciones, una llamada dirigida a Israel como un todo, que
sirve para redondear y culminar el sentido de conjunto del salmo,
retomando el tema del principio. La triple llamada de Sal 115, 9-11 y Sal
118, 2-4, se repite aquí cuatro veces (pues junto a Israel, Aarón y los que
temen al Señor se añaden los levitas), y la llamada a la bendición de 134, 3
se convierte aquí en referencia a los que tienen que alabar.
Siendo el lugar donde Yahvé da testimonio de sí mismo en poder y en
ternura amante, Israel viene a presentarse aquí también como el lugar
desde donde ese testimonio de Dios se extiende a todo el mundo por boca
de los hombres (Israel, temerosos de Dios, sacerdotes y levitas). De esa
forma se cumple el sentido de la historia.
Al Sal 135, 3 (alabad a Jah, porque Yahvé es Bueno) sigue ahora este salmō
Hodu (cf. bAj+-yKi hw"åhyl; WdåAh, alabad a Yahvé porque es
bueno), el último de la colección, diciendo “alabad a Yahvé porque su
bondad dura por siempre” (AD*s.x; ~l'äA[l. yKiÞ), un tema que se
repite 25 veces como verso intercalar. En lenguaje litúrgico este salmo se
llama el Gran Hallel por antonomasia, pues conforme a su mayor extensión
el Gran Hallel comprende los Sal 120-136 36, mientras que el Hallel
estrictamente dicho está formado por los salmos que van del 113 al 118 (a
los que se puede añadir el 136).
Este Sal 136 aparece en forma de contraste entre canto y contra canto,
organizados en forma de grupos de Hexa-esticos o estrofas que, sin
embargo, a partir de 136, 19, es decir, desde el momento en que la
dependencia respecto del Sal 135 (que había comenzado ya en 136, 17) se
convierte casi en simple préstamo o copia literal, de manera que de los
Hexa-esticos se pasa a los octoesticos. En el Salterio de Heidenheim este
salmo aparece editado (como en Norzi) en dos columnas (como Dt 32);
ciertamente, esta disposición no se apoya en la tradición (cf. Sal 18) ni
cuenta con el testimonio de los MSS, pero realmente corresponde a la
estructura del texto. 136, 1‒9. Como el salmo anterior, este se funda
también en el Deuteronomio. El Sal 136, 2-3 (con Dios de los dioses y
Señor de los señores) depende de Dt 10, 17. Por su parte, el Sal 136, 12
(con mano fuerte y brazo extendido) viene de Dt 4, 34; Dt 5, 15, passim (cf.
Jer 32, 21). El Sal 136, 16 retoma el motivo de Dt 8, 15 (cf. Jer 2, 6). Con
referencia al colorido deuteronómico de Sal 136, 19-22, véase Coment. a
Sal 135, 10-12. La expresión “Israel su siervo” va en la línea de Dt 32, 36
(cf. Sal 135, 14; Sal 90, 13), y aún más en la de Is 40, 1ss, donde se pone de
relieve la comprensión de Israel con este nombre, a partir de esta
experiencia.
En otros aspectos este salmo es también un eco de modelos
anteriores. Así la expresión en la que se dice que “solo Dios hace grandes
maravillas” (cf. Sal 72, 18; Sal 86, 10). El adjetivo “grande”, añadido a
“maravillas” muestra que el poeta ha encontrado ya esa fórmula
anteriormente. En conexión con el Sal 136, 5 se puede apelar a Prov 3, 19
o Jer 10, 12.
La palabra ( תבּונהcf. hn"+Wbt.Bi ~yIm;V'h;â hfeä[ol., el que hizo
los cielos con entendimiento), lo mismo que חכמה, sabiduría, está
evocando una visión demiúrgica de la sabiduría. El Sal 136, 6 recuerda a Is
42, 5 e Is 44, 24. La expresión “sobre las aguas” (como en el Sal 34, 2,
“sobre los mares”) se emplea porque el agua es parcialmente visible y
parcialmente invisible, cf. (לארץ מֹוחתEx 20, 4).
El plural אורים, luces, en vez de מארות, luminarias (cf. Ez 32, 8, )אור מאורי,
no tiene precedentes. Se discute si אורתen Is 26, 19 signi ca luces (cf. אורה,
Sal 139, 12) o hierbas (2 Rey 4, 39). El plural ממׁשלותes también raro (solo
aparece aquí y en el Sal 114, 2), e indica, por un lado, el dominio de la luna
y, por otro, de las estrellas (cf. Gen 1, 16). ּבּלילה, como ּבּיום, es el segundo
miembro del constructo.
136, 10‒26. Hasta aquí, el salmo habla de Dios en absoluto, como creador
de todas las cosas, el Dios a quien han de alabar todos los seres. A partir de
aquí, el salmo nos sitúa ante la historia de la salvación. En el Sal 136, 13, el
verbo (ּג זרque aparece en vez de ּבקע, cf. Sal 78, 13; Ex 14, 21; Neh 9, 11)
evoca la división de las aguas del Mar Rojo. Por su parte, ( ּגזריםGen 15, 17,
en paralelo con )ּבתריםson las piezas o partes en las que se divide una cosa.
נערes una palabra favorita de este salmo, tomada de Ex 14, 27.
Por lo que se re ere al nombre del gobernante egipcio o Faraón,
debemos recordar que también Heródoto en II, 111, llama al Faraón del
tiempo del Exilio, hijo de Sesostris-Rameses, Miumun, no Μενόφθας, como
él se llamaba, sino, de un modo absoluto, Φερῶν (véase Coment. a Sal 73,
22). Después que al Dios a quien se dirige la alabanza se le presenta con la
lamed ( )לpara evocar sus atributos, resulta extraño que se utilice también
la misma לdelante de los nombres de Sehón y Og.
Las palabras de esos versos (como las seis líneas de Sal 136, 17-22)
están tomadas básicamente de Sal 135, 10-12, solo con una ligera
alteración en la forma en que se expresan. En el Sal 136, 23 termina el in
ujo continuado de la construcción ל הודּו. De todas formas, la conexión por
medio de ( ׁשcf. yKiÞ Wnl'_ rk;z"å Wnlep.viB.v,â, al que en nuestro
abatimiento se acordó de nosotros, cf. Sal 135,
8; Sal 135, 10), se re ere de esa forma a lo anterior ( AD*s.x; ~l'äA[l.
yKiÞ, porque su misericordia dura para siempre).
El lenguaje lleva aquí el sello del último período del A. T. Ciertamente,
זכרcon lamed de objeto se utiliza ya en el hebreo más antiguo, pero la
palabra ׁש פלsolo aparece en Ecl 10, 6, igual que ( ּצרקcf. WnyrE_C'mi
WnqEïr>p.YIw,, y nos liberó de nuestros enemigos). Esa palabra, que
signi ca soltarse, se emplea en general en arameo, con el sentido de
redención, lo mismo que en Lam 5, 8, situándonos así en los tiempos nales
de la Biblia Hebrea.
En esa línea, la fórmula ~yIm"+V'h; laeä, Dios del Cielo, del último
verso (136, 26), pertenece también a la literatura del tiempo nal del A. T., y
así aparece en Neh 1, 4 y 2, 4. Además, el atributo divino de 136, 25 (cf.
rf"+B'-lk'l. ~x,l,â !tEånO, el que da pan en tiempo de hambre, cf. Sal
147, 9; Sal 145, 15) nos hace pensar en un tiempo en que el hambre
dominaba sobre los israelitas al lado de la esclavitud.
458 Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos y llorábamos acordándonos de Sión.
7
Jehová, recuerda a los hijos de Edom cuando el día de Jerusalén
decían,“¡Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos!”.
8
Hija de Babilonia, la desolada,bienaventurado el que te dé el pago de
lo que tú nos hiciste.
9
¡Dichoso el que tome tus niños y los estrelle contra la peña!
Al salmo Aleluya (Sal 135) y al Hodu o alabanza (Sal ١٣٦) sigue el Sal 137
donde se recuerda el tiempo de exilio, cuando no podían cantarse unos
himnos tan alegres como los cantados con acompañamiento de música por
los levitas en la adoración a Dios sobre el monte Sión. El encabezado Τῷ
Δαυίδ (διὰ)
Ἱιερεμίου (a David, por Jeremías) que se encuentra en algunos códices de
los LXX, y en el que se quiere decir que este es un salmo davídico que
surgió del corazón de Jeremías es muy falso, porque Jeremías no estuvo
nunca en Babilonia con los exilados37.
La ׁש, que se repite tres veces en el Sal 136, 8, corresponde al tiempo
de la composición del salmo, tal como se deduce en su contenido. Lo
mismo sucede con la “I” paragógica (de futuro) del Sal 136, 6 (cf.
ykirEîK.z>a,ñ al{á-~ai). Pero, en otros aspectos, el lenguaje es clásico;
su ritmo es al principio elevado, de tipo elegíaco, y después se vuelve más
y más excitado, con abundancia de vocales y sonidos sibilantes, con rasgos
muy pictóricos, de forma que apenas podrá encontrarse otro salmo que se
imprima de manera más fuerte en la memoria.
Por su métrica, este salmo podría llamarse elegía, con un esquema de
cesuras o separaciones que se parecen a las del libro de Lamentaciones y a
las cadencias de Is 16, 9-10, cosa que tiene semejanzas en el tipo de
estrofa sá ca de los griegos. Cada segundo enlace corresponde al
pentámetro del ritmo elegíaco.
137, 1‒6. Comenzando con perfectos, parece que el salmo no ha surgido
en el tiempo del exilio, sino que está escrito en memoria del exilio. La orilla
de un río, como la del mar, es un lugar favorito de descanso o lamentación
para aquellos a quienes una honda tristeza ha separado de la
comunicación con otros hombres, arrojándoles a su propia soledad.
La línea de separación del río ofrece una especie de respaldo seguro a
su soledad. La sucesión monótona de las ondulaciones del agua mantiene
en ellos viva la oscura y melancólica alternancia de pensamientos y
sentimientos; pero, al mismo tiempo, la vista del agua fría y fresca ejerce
un in ujo suavizante en medio de la ebre que consume sus corazones.
Los ríos de Babilonia son los del imperio babilónico, no solamente el
Éufrates con sus canales, y el Tigris, sino también el Chaboras (Kebar) con
el Eulaeos (‘Ulai), en cuyas orillas solitarias Ezequiel (cf. Ez 1, 3) y Daniel (cf.
Dan 8, 2) recibieron visiones divinas. La partícula ( ׁשםcf. Wnyki_B'-~G,
Wnb.v;y"â ~v'ä, allí nos sentábamos y llorábamos) es aquí importante:
está evocando un lugar extraño, un lugar en el que se hallaban en
cautividad, bajo el dominio del poder del mundo.
Por otra parte, en este contexto se escoge la partícula ּגםen vez de la
waw ()ו, como para indicar que allí, al sentarse en la soledad de la ribera
del río, les llegó inmediatamente el llanto. Este escenario de la naturaleza
de su entorno contrastaba de manera tan fuerte con el de su tierra nativa
que el recuerdo de Sión brotaba en ellos de la manera más fuerte y la pena
por su alejamiento del hogar podía expresarse de un modo más libre, sin
que hubiera allí ojos hostiles para observarles.
Los sauces ( )צפצפהo arbustos de río son árboles pequeños asociados
con el agua corriente en zonas bajas y cálidas, y se producen de un modo
abundante en las llanuras del entorno de Babilonia. Pero aquí no se pone
צפצפה, sino ערבl(( )ערבהcf. Hk'_AtB. ~ybiîr"[]-l[;(), una palabra que
parece identi carse con el árabe grb, que no es el sauce sin más, ni menos
el sauce llorón que en árabe se dice safsạ f mustahı̂ , ̂ sauce inclinado, sino
un tipo de viburnum con hojas dentadas, que ha sido descrito por
Wetzstein (cf. Coment. a Is 44, 4).
También el Talmud distingue entre sauce más normal (saf-saf o
tsaphtsapha) y un tipo de sauce ‛araba, pero sin poder precisar la
diferencia botánica que existe entre ellos. Los ערבה, cuyas ramas se
emplean como lulab para la Fiesta de los Tabernáculos (Lev 23, 40), se
aplican al sauce frágil, de tronco agrietado (Salix fragilis). Ciertamente,
nuestro salmo 137 no distingue con precisión botánica el sauce al que se
está re riendo, pero quizá la palabra ערבהque emplea puede referirse en
sentido extenso al sauce llorón (Salix
Babylonica).
En las ramas de esos árboles abundantes junto a las aguas de las
tierras de Babilonia, colgaban los exilados sus cítaras. Ellos vivían en un
tiempo de a icción, que no es apropiado para la música, como dice el
Eclesiástico (cf. Ecl 22, 6: μουσικὰ ἐν πένθει ἄκαιρος διήγησις). Los cantos
gozosos, como los designados por la palabra ׁשיר, no eran apropiados para
aquella situación.
Así colgaron sus cítaras, pues, aunque los señores de la tierra les
pedían que cantaran para divertirles con sus cantos nacionales, ellos no
sentían la alegría necesaria para cantar salmos en los que resonaran las
melodías de su tierra nativa. Los LXX, el Targum y el Siríaco toman ֹווללינּו
(cf. hx'_m.fi Wnyleäl'Atww, y los que nos habían deportado nos pedían
alegría…) como sinónimo de ׁשובינּוy de ׁשוללינּו, de forma que de hecho esa
palabra no signi ca, como ׁשולל, los despojados y cautivos, sino más bien los
“despojadores”, es decir, los que toman prisioneros a los otros.
Pero en arameo no existe la palabra ֹוללigual a ׁשלל, de forma que ella
puede tomarse más bien como un poel ( ֹווללigual a )התל, decepcionar,
reírse de (Hitzig). De todas formas, el uso del lenguaje no está a favor de
este sentido de la palabra, y además ella debe tener aquí un sentido más
fuerte.
Por un lado, ֹווללigual a ֹוהוללy a מהולל, Sal 102, 9, puede signi car
alguien que está delirando, hombre sediento de sangre, un tirano; pero
también puede provenir de ילל, ulular, alguien que emite el grito de “ay”,
de venganza y sangre de los atormentadores. Este último sentido parece
aquí el preferible, junto a las palabras ֹווׁשבy ֹולמיד, que se forman
igualmente con la partícula performativa ת.
Conforme a su sentido, esa palabra ( Wnyleäl'At, los que nos habían
desterrado) se asemeja al hi l הוליל, como ֹוועלת, ֹווכחה, con הועילy הוכיח, con
un sentido básicamente abstracto (cf. Dietrich, Abhandlungen, pp. 160s).
ּדבריjunto a (ׁש ירryviâ-yrEb.DI) se utiliza como en Sal 35, 20; 65, 4; 105,
27; 145, 5, es decir, de un modo partitivo, distinguiendo y dividiendo las
formas genitivas de las especies, palabras y cantos, como partes o
fragmentos del tesoro nacional de los cantares de Sión, como en !AY*ci
ryViîmi, que aparece un poco después.
En esa línea, Rosenmüller dice correctamente re riéndose a alguno de
los cantos de Sión: es un tipo de canto sagrado, de aquellos antiguos que
se cantaban en Sión (sacrum aliquod carmen ex veteribus illis suis Siónicis).
Con la expresión “canto de Sión” alterna en el Sal 137, 4 la expresión
“canto de Yahvé”, que en 2 Cron 29, 27 (cf. 1 Cron 25, 7) signi ca cantos
sagrados o litúrgicos, pertenecientes a la poesía de los Salmos (y del Cantar
de los Cantares). Al situarnos ante 137, 4, debemos imaginar que,
respondiendo a la petición de los babilonios, los judíos de aquel tiempo
dijeron las cosas que siguen, o pensaron así cuando se separaron de ellos.
El signi cado de la exclamación (cf. rk")nE tm;îd>a; l[;÷ª hw"+hy>-
ryvi-ta, ryviîn" %yaeª, ¡cómo cantaremos cantos de Yahvé en tierra
extranjera!) no dice que se prohíbe sin más el canto de himnos sagrados
en tierra extranjera ()לארץ חוצה, como algo contrario a la Ley, porque los
salmos continuaron cantándose también en el exilio, siendo además
enriquecidos por nuevos salmos. Lo que esa respuesta quiere decir es que
los salmos cesaron durante el exilio, en la medida en que ellos debieron
cesar en el culto público (o en público), retirándose a la quietud de la
adoración en familia o en las casas de oración, a n de que lo que en ellos
había de santo no fuera profanado. Por otra parte, dado que el canto no
podía ir acompañado, como en el templo, con trompetas de sacerdotes y
música de levitas, los Salmos se volvieron más recitativos que cantados, de
forma.
A través del fuerte contraste entre los tiempos presentes y los
antiguos, los miembros del pueblo del exilio vinieron de hecho al
conocimiento de sus pecados, de tal forma que así pudieron retomar el
camino de la penitencia y el deseo de vuelta al hogar, como elementos
inseparables. De un modo consecuente, todos los que abandonaron el
recuerdo de Sión acabaron entregándose en manos del paganismo y
fueron excluidos de la redención.
Por eso, el poeta, situándose en el contexto de los exilados, y
armándose de fuerza, en contra de la tentación de apostasía y del peligro
de negar a Dios, dice de un modo consecuente: si yo me olvido de ti,
Jerusalén…, con ( ֹוׁשּכחcf.
~Øil'ªv'Wry>) %xEïK'v.a,-~ai(). Pero otros toman la palabra ֹוׁשּכח
como pronunciada por el mismo Yahvé, si obliviscaris dexterae meae (si te
olvidaras de mi mano derecha, como en el canto de Wolfgang Dachstein,
An Wasser üssen Babylon, en los canales de Babilonia), pero esa forma de
vincular a Yahvé con Jerusalén parece poco natural.
Otros interpretan la palabra ( ימיניmi mano derecha) como sujeto, y ֹו
ׁשּכחde un modo transitivo: que se olvide mi mano derecha de cantar,
obliviscatur dextera mea, scil. artem psallendi (cf. Aben-Ezra, Kimchi,
Pagninus, Grotius, Hengstenberg y otros). Pero esta elipse es arbitraria y la
interpolación de ( מּסיde mí) después de ( ימיניVon Ortenberg, siguiendo a
Olshausen) produce una cadencia poco elegante.
Hay algunos que piensan que תׁשכחtiene un sentido pasivo: oblivioni
detur (LXX, Ítala, Vulgata y Lutero), o semipasivo, in oblivione sit
(Jerónimo). Pero la idea de que “sea olvidada mi mano derecha” resulta
inapropiada y forzada. Más cerca del sentido de la frase está obliviscatur
me (que se olvide de mí: Siríaco, Saadia y el Psalterium Romanum).
La palabra ֹוׁשּכחha de tomarse de un modo re exivo, obliviscatur sui
ipsius (que se olvide de sí misma, que se olvide de su servicio, de lo que
debería hacer: Amyraldus, Schultens, Ewald y Hitzig), lo que equivale a
decir “que se vuelva manca”, inútil, que pierda su destreza, que esté como
dormida, como en árabe, donde la palabra nasiya signi ca ambas cosas:
olvidarse de sí y que la mano quede manca (cf. Gesenius, esaurus, p.
921b).
Así traduce correctamente La Harpe: ¡O Jerusalem! si je t’oublie
jamais, que ma main oublie aussi le mouvement! (Oh Jerusalén, si yo te
olvido, que mi mano también olvide el movimiento). De esa forma se
corresponden entre sí el Sal 137, 5 y 137, 6: que mi lengua se pegue al
paladar, si no te recuerdo, si no pongo a Jerusalén como cumbre y suma de
mi alegría.
( אזּכרכיcf. ykirEîK.z>a,ñ al{á-~ai éyKixil. ŸynI“Avl.-qB;îd>Ti,
que se pegue mi lengua a mi paladar sino recuerdo…) lleva un chirek con el
que estos salmos tardíos se adornan a sí mismos. Por su parte, al nal de
137, 6 la palabra ( ראׁשcf. yti¥x'm.fi varoå, cabeza o cumbre de mi alegría)
tiene el mismo sentido que en el Sal 119, 160, supra summam laetitiae
meae (por encima de la totalidad de mi alegría), como traduce Coccejus.
Pero en ese caso se podría haber puesto ( על ּכלpor encima de la totalidad
de mis alegrías).
Por eso, debemos recordar que ראׁשno signi ca aquí κεφάλαιον, sino
κεφαλή, en el sentido de “si no pongo a Jerusalén sobre la cumbre de mi
alegría”, es decir, si no la tomo como mi alegría más alta. El sentido de la
frase es: que se me pegue la lengua al paladar si no tomo a Jerusalén como
mi alegría más alta. La alegría espiritual que el salmista siente por
Jerusalén ha de brillar por encima de todas las alegrías humanas. 137, 7‒9.
La segunda parte del salmo pide venganza sobre Edom y Babilonia.
Sabemos por la profecía de Abdías —retomada por Jeremías— que los
idumeos/edomitas, pueblo hermano de los israelitas por su ascendencia,
pero que en ese momento eran enemigos de Israel, se portaron de forma
vergonzosa durante la toma de Jerusalén por los caldeos, respondiendo de
un modo maligno, rapaz e inhumano.
El imperativo piel ערּוque los idumeos repiten re riéndose a Jerusalén
(cf. HB'( dAsïy>h; d[;÷ª Wr["+ ŸWr[", arrasadla, arrasadla hasta los
cimientos) viene de ( ערהno es imperativo kal de ערר, que se debería
vocalizar de un modo distinto). En ambos casos, la palabra ( Wr["+
ŸWr[") tiene el acento en la primera sílaba, aunque debería tenerlo en la
segunda. Ello se debe a que se quiere poner de relieve el carácter pausal
de los términos (cf. ּכלּוen el Sal 37, 20, y también en הּףּו, Neh 8, 11) y
porque se quiere que las dos palabras aparezcan separadas, sin juntarse ni
confundirse.
Con ese n se introduce también un pasek entre las dos palabras, no
solo para que se mantengan separadas, sino para que se pronuncien de un
modo preciso la inicial gutural del segundo ( ערּוcf. Gen 26, 28; Num 35,
16). El sentido es “arrasadla, arrasadla”, y HB'( dAsïy>h; ((¡dejadla
desnuda…!), como en Hab 3, 13 (cf. ּגּלהen Miq 1, 6), con beth de lugar (con
respecto a ella) o con beth de objeto (arrasadla hasta el cimiento, hasta las
bases, sin dejar una piedra sobre otra).
La imprecación del salmista pasa después de los falsos hermanos de
Edom (137, 7) a Babilonia, la ciudad del poder imperial del mundo. La
“hija” es la población de Babilonia a la que se le llama “la desolada”
(hd"îWdñV.h;). Es natural que se le aplique este epíteto, como
designación de sus hechos, que claman venganza. Pero en ningún caso se
puede traducir “tú, la destructora” (como hacen el siríaco y el Talmud, que
le llama bozuzto y como hace Símaco que le llama ἡ λῃστρίς, la ladrona)
porque ׁשדדno signi ca robar y saquear, sino hacer violencia y devastar.
Ciertamente, el texto supone que Babilonia es devastadora, pero la
palabra, tal como la presenta el texto ( hd"îWdñV.h;), no puede tener ese
sentido, pues no es participio activo, sino pasivo y tiene el signi cado de
προνενομευμένη (Aquila), vastata (Jerónimo), es decir, destruida. Es
posible que pueda entenderse en sentido futuro (vastanda, la que ha de
ser devastada), aunque en ese sentido de futuro pasivo se utilizan más
bien los participios en forma nifal (e. g., Sal ٢٢, 32; Sal 102, 19) y pual (Sal
18, 4). Por otra parte, tampoco puede signi car ciudad “ya devastada”, en
sentido histórico, en referencia a la destrucción posterior de Babilonia,
realizada por Darius Hystaspes (Hengstenberg).
Sea como fuere, el Sal 137, 7 pide a Dios que llegue la retribución, no
dice en modo alguno que esa retribución ya se ha haya realizado. Para que
ה ׁשדודהpueda signi car la devastación ya realizada, debería referirse a algo
que, al menos en parte, ya había sido ejecutado. Ciertamente, se podría
tratar de una representación profética del juicio futuro de devastación.
Pero esta representación profética exigiría que el texto se tomara como
una imprecación, pues, conforme a la imaginación semita, cuando alguien
proclama una maldición el cumplimiento de esa maldición se toma como
algo ya realizado.
En ese sentido se dice: “¿Has visto tú al herido/maldecido, madrụ b?”̂ ,
es decir, a aquel a quien Dios detesta y debe herir. También se dice
“persigue a quien debe ser destruido” (ilhaḳ ̣ elma’chu̇ dĥ ), es decir, a
aquel a quien Dios permite que tú le destruyas. Los semitas pueden hablar
de esa manera porque ellos anticipan en su imaginación lo que debe
suceder. En esa línea, la palabra השּׁדּוודהpuede tener también el sentido de
vastanda, re riéndose a la ciudad de Babilonia, que debe ser devastada.
Lo que el salmista desea que se le dé a (que se haga con) Babilonia es
la compensación (por ley de talión) de aquello que Babilonia ha hecho con
Israel, conforme a Is 47, 6. Este es el mismo “destino penal” (aplicado
también a los niños) que ha predicho ya Is 13, 16-18, diciendo que esa
venganza de talión ha de ser ejecutada por los enemigos medos (de
Media), cuando conquisten Babilonia. Los niños pequeños (con referencia
a עולל,עולל, cf. Coment. a Sal 8, 3) han de ser divididos en piezas, a n de
que no pueda haber una nueva generación que eleve otra vez el dominio
mundial del imperio que ha sido destruido, cf. Is 14, 21. Lo que pone esas
palabras tan duras en boca del poeta es el celo de Yahvé.
El poeta quiere que la excelencia y buena fortuna de Israel pueda ser ampliada al mundo entero;
lógicamente, por esa misma razón, para que el nal de buena fortuna universal pueda cumplirse,
quiere que se supere (se destruya) la hostilidad del mundo presente de las naciones en contra de
la iglesia de Dios. Y por eso (= para eso) tiene que destruirse Babilonia (este es el argumento de
fondo de Hofmann).
Pero, dicho eso, debemos añadir que el tipo de “bendición” de este salmo
no responde a la Iglesia del Nuevo Testamento. En el A. T., la iglesia como
tal se expresaba y realizaba a través de una nación, y por eso, el deseo de
la revelación de la justicia divina quedaba también revestido y realizado
con rasgos de tipo militar, guerrero. En el N. T., la iglesia no se expresa y
realiza a través de una nación.
139, 1‒7. Entre las formas arameas de esta estrofa se encuentran el ἅπαξ
λεγομ. ( רעforma base )רעיde Sal 139, 2 y 139, 17, signi ca tarea, deseo,
pensamiento, lo mismo que רעּותy רעיוןen los libros postexílicos. Esa
palabra viene de )רעא) רעה, desear, pensar. También hallamos aquí el ἅπ.
λεγ. רבעdel Sal 139, 3 es equivalente a רבץ, reposo, a no ser que ( רבעיcf.
t'yrI+zE y[iäb.rIw> yxiär>a', mi andar y mi reposo conoce) sea un in
nitivo como ּבלעיen Job 7, 19, pues ארחיno es una forma conjugada de ארח,
sino un in nitivo, como עבריen Dt 4, 21, de ארח.
Por otro lado, el verbo ארח, con la excepción de este pasaje, solo
aparece en la Biblia en los discursos de Elihu (Job 34, 8), que son la parte
más arameizante del libro de Job. Además, como rasgo arameizante
tenemos la relación objetiva marcada por el lamed de la expresión
qAx)r"me y[iªrEl.÷ hT'n>B,ï, tú conoces desde lejos mi pensamiento,
como en Sal 116, 16; Sal 129, 3; Sal 135, 11; Sal 136, 19. El monóstico con
el que comienza el salmo (cf. [d"(Tew, ynIT;ªr>q;x]÷ hw"ïhy>, Yahvé,
tú me has examinado y conocido) es de estilo davídico, cf. Sal 23, 1.
Entre los profetas en concreto Isaías es aquel que más utiliza ese tipo
de introducciones (en la línea del Sal 139, 1). Sobre [d"(Tew, cf. Coment. a
Sal 107, 20. La partícula pronominal se pone a veces en el primer verbo,
otras en el segundo (2 Rey 9, 25), en vez de repetirse en los dos (Hitzig).
Esa partícula (me) se expande luego y se aplica a sentarse y levantarse, a
caminar y a estar quieto, evocando la suma de formas de comportarse o
de estados de los hombres.
El conocimiento intenso, tal como lo establece la palabra וֹודעsuele
atribuirse al conocimiento del hombre, pero aquí se aplica, de un modo
distinto, a Dios. En esa línea, Sal 139, 2 y 3 utilizan el perfecto, para indicar
una sabiduría activa, porque el conocimiento de Dios no deja nunca de
realizarse, sino que es siempre actual, siempre presente. La palabra מרחוק
(cf. qAx)r"me y[iªrEl.÷ hT'n>B,ï, tu conoces mi pensamiento “de
lejos”) quiere indicar que Dios no ve meramente un pensamiento que está
ya plenamente formado y madurado, sino también aquel pensamiento que
está en germen, que se está desarrollando.
Lutero (con Azulai y otros) combina זריתde זרהcon זר, guirnalda (de זרר,
apretar, ceñir), traduciendo así: tanto si camino como si descanso, tú me
rodeas
(Ich gehe oder liege, so bist du umb mich). Pero la palabra זרהdebería tener
aquí el mismo signi cado de proteger (no simplemente de rodear, e incluso
de enaltecer como una guirnalda), y así puede compararse como hace
Wetzstein con la palabra árabe (especialmente beduina) de drra, ̂ dherra,
que signi câ resguardar.
Así ha de entenderse la idea de fondo de este pasaje, que se re ere a la
omnisciencia de Dios, a quien se debería presentar como una valla de
seguridad que protege a quienes él conoce, impidiendo así que sufra o sea
lastimado39.
Volvamos a la palabra ( זריתcf. t'yrI+zE y[iäb.rIw> yxiär>a', has
examinado mi andar y mi reposo). El árabe dra̱ , ̂ conocer, tiene un sentido
especial. No signi ca simplemente “conocer”, sino que se relaciona con el
árabe dr’, empujar, impulsar hacia adelante, e indica un tipo de
conocimiento que se consigue a través de pruebas y experimentos.
No hace falta que busquemos su sentido acudiendo al árabe dra̱ ,
proteger,̂ pues resulta mejor que permanezcamos dentro del contexto del
uso hebreo del término ( )זרהque signi ca aventar, extender lo que ha sido
recolectado y trillado, exponiéndolo a la corriente de viento, que se dice
en árabe drra̱ (dê donde viene מזרה, midhra, la horca o pala de aventar,
como ̂ רחת, racht, horca de aventar).
Esa palabra ofrece una buena imagen de lo que quiere decir el texto,
que es investigar o buscar desde el principio, desde la raíz (cf. LXX, Símaco
y Teodoción: ἐξιξηνίασας); en esa línea la Itálica traduce investigasti y
Jerónimo eventilasti. Por su parte, ( הסּכיןcf. hT'n>K,)s.hi yk;îr"D>-
lk'w>), y todos mis caminos te son conocidos) con acusativo, como en Job
22, 21, como עם, signi ca conocer en el sentido de entrar en una relación
cercana, familiar, con alguno. En esa línea, cf. ׁשכן, árabe skn, habitar. Dios
conoce todos nuestros caminos de un modo que no es super cial, sino
profundo y pleno, y así decimos que él está “acostumbrado” a nosotros.
En el Sal 139, 4 esta omnisciencia de Dios queda corroborada con ּכי.
Este verso ha de entenderse como cláusula de relativo, aunque aparezca
de un modo independiente. La palabra ( מּלהcf. ynI+Avl.Bi hL'miâ !yaeä
yKiÛ, pues aún no está la palabra en mi boca), que Jerónimo en su carta a
Sunnia y Fretela, 82, translitera como mala ()מּלה, es una palabra aramea,
que aparece incorporada al lenguaje hebreo ya en la edad de David y
Salomón. כּלּהsigni ca, al mismo tiempo, todo y cada cosa.
En el Sal 139, 5 Lutero se ha equivocado siguiendo a los LXX y a la
Vulgata, que toman ( צּורcf. ynIT"+r>c; ~d<q<åw" rAxæa', por detrás y
delante me rodeaste) en el sentido de formare (de donde viene צּורה,
forma). Pero, como muestra esa expresión doble (por detrás y por
delante), esa palabra signi ca envolver. Dios está familiarizado con los
hombres, porque les sostiene y rodea por todas partes, de forma que el
hombre no puede hacer nada a no ser que Dios, que ha puesto sobre él su
mano creadora (Job 9, 23), le conceda la libertad de movimiento
requerida.
En 139, 6, en vez de ( ּדעֹוךLXX: ἡ γνῶσίς σου) el poeta dice de un modo
intencionado solo ּדעת, evocando así el conocimiento omnipenetrante,
omnicomprensivo de Dios. El keré lee ha'(yliäP., pero el qetub pone
hY"ail.Pi, una lectura que está rati cada por el qetub de Jc 13, 18, que es
ּצלאי, mientras que el keré es ( ּצליforma pausal masculina de un adjetivo
cuyo femenino sería )ּצלּיה.
Con מּמּסיse pone de relieve la transcendencia, con נׂשּגבהla
inalcanzabilidad y con Hl'( lk;(Waï-al la incomprensibilidad de la
omnipotencia de Dios que, a juicio del poeta, se identi ca con su
omnipresencia, porque el conocimiento verdadero, no meramente
fenoménico, es imposible sin la inmanencia del cognoscente en la realidad
conocida.
Dios, sin embargo, es omnipresente, y de esa forma sostiene la vida de
todos los seres por su Espíritu, revelándose en amor o en ira, a través de lo
que el poeta llama su “rostro”. Es imposible esconderse de la
omnipresencia de Dios (con מן, fuera de), como quisiera hacer
gozosamente aquel que es pecador y es consciente de su culpa. Sobre el
primer ( אּסהcf. 138, 5: ^x<+Wrme %lEåae hn"ïa'â, dónde iré lejos de tu
espíritu), que se acentúa aquí en la última sílaba, véase Coment. a Sal 116,
4.
salmista se lamenta aquí de la guerra que le hacen, una guerra ante la que
él tendrá que luchar a la larga en batalla abierta. Este salmo, que por su
estructura y despliegue es más duro que hermoso, justi ca su encabezado (
)לדודporque es davídico en sus formas y guras, y porque puede situarse en
el contexto de la rebelión de Absalón, a la que se unió, como expresión de
envidia de los efraimitas, la rebelión de Sheba ben Bichri, el benjaminita.
En esa línea este salmo es muy semejantes al Sal 58 y al Sal 64. El nal
de los tres salmos suena de manera semejante; los tres concuerdan en el
uso de formas de expresión muy parecidas y en el hecho de que su
lenguaje se vuelve a veces oscuro por su estilo y por sus formas,
especialmente al dirigirse en contra de los enemigos.
469 Ciertamente los justos alabarán tu nombre; ¡los rectos morarán en tu presencia!
Este salmo (141), con el anterior (140) y los dos siguientes (142-143) están
entrelazados de muchas formas, los unos con los otros (Symbolae, p. 67s).
Los siguientes pasajes son muy semejantes: Sal 140, 7; 141, 1; 142, 2 y 143,
1. Así como el poeta se lamenta en el Sal 142, 4 (cuando mi espíritu vela
dentro de mí) así lo hace también en el Sal 143, 4. Como él ruega en el Sal
142 (saca mi alma de la prisión), así lo hace también en el Sal 143, 11
(“saca mi alma de la tristeza”, de forma que צרהtoma el lugar de la palabra
metafórica )מסגר. Además de esas semejanzas, compárese Sal 140, 5-6 con
Sal 141, 9 y Sal 142, 7 con Sal 143, 9. Comparar también Sal 140, 3 con Sal
141, 5 ( ;)רעותSal 140, 14 con Sal 142, 8; Sal 142, 4 con Sal 143, 8.
La buena comprensión de nuestro salmo depende de la buena
interpretación de su situación. La inscripción לדודquiere referirse
presumiblemente a una situación determinada de la historia de David,
partiendo de la cual se ha compuesto el salmo, sea que lo escribiera el
mismo David o algún otro que deseaba expresar sus sentimientos a partir
de esa situación.
En ese contexto debemos recordar que el despliegue de los salmos
davídicos que aparece en los dos últimos libros del salterio deriva en gran
parte de las obras de historia en las que se inspiran esos salmos, de
manera que ellos son reproducciones libres de los sentimientos de David, a
diferencia de los antiguos modelos davídicos, que surgían a partir de
narraciones históricas.
Este Sal 141 adorna y expresa el sentido de la historia de David en el
tiempo de la persecución de Absalón. En aquel tiempo, David fue
expulsado de Jerusalén, y separado por tanto de la liturgia sacri cial de
Dios que se realizaba en Sión. Nuestro salmo aparece así, como un himno
de la tarde de aquellos turbulentos días.
La iglesia antigua, incluso antes del tiempo de Gregorio (Constitutiones
Apostolicae, II, 59) escogió este salmo como himno de la tarde. Por eso, así
como el Sal 63 recibió el nombre de ὀρθρινός o de la mañana (cf.
Constitutiones 8, 37), así este salmo, tomado como himno de vísperas, fue
llamado ἐπιλύχνιος (véase 8, 35).
141, 1‒2. El verdadero comienzo del Sal 141, 1 no es realmente davídico,
pero sigue el estilo davídico; así, en vez de decir apresúrate por mí
(^ytiar"q.â: 141, 1), David decía siempre “apresúrate a socorrerme” (Sal
22, 20; 38, 23; 40, 14). También el לךunido a ( ּבקראי%l")-yair>q'B., como
en Sal 4, 2) ha de explicarse como en el Sal 57, 3, “cuando yo te llamo”
(relacionado con “cuando estás como ahora lejos de mí”).
Al grito general pidiendo ayuda, le sigue en el Sal 141, 2 una petición
en la que el salmista ruega a Dios que responda a su plegaria. Lutero ha
traducido el texto de un modo excelente: que mi oración te alcance como
ofrenda de incienso, la elevación de mis manos como sacri cio vespertino
(cf. wie ein Reuchop er, wie ein Abendop er).
El verbo ( ֹוּכוןcf. ^yn<+p'l. tr<joåq. ytiäL'piT. !AKÜTi, suba mi
oración como incienso a tu presencia) es fut. nifal de ּכּון, y signi ca
propiamente hablando ser elevado o establecido; también puede
entenderse en sentido re exivo, colocarse o disponerse uno a sí mismo, cf.
Amós 4, 12, o en sentido de continuidad, como en el Sal 101, 7. Así se
puede traducir: que mi oración aparezca o sea (sistat se) o, mejor dicho,
que siga siendo aceptada o reconocida por ti como incienso
(que se eleva, como )קטרת, y la elevación de mis manos como מנחת־ערב,
ofrenda de la tarde.
Los comentaristas suelen decir que en estos dos casos estamos ante
una comparatio decurtata (una comparación simpli cada, como en el Sal
11, 1 y en otras ocasiones), como ofrenda de incienso, como mincha de la
tarde. Pero el poeta omite a propósito la ּכde la comparación. Él quiere
que su oración suba ante Dios como humareda de suave olor o como
incienso, como ascendía la humareda y el incienso de la azcara, que era la
ofrenda de comida de la tarde, con su perfume ascendente, en dirección
hacia Dios46.
El salmista desea así que la elevación de sus manos le agrade a Dios
(con מׂשאתen constructo, que no signi ca oblatio, sino elevatio, conforme a
la frase ידים כּצים נׂשא, cf. Jc 20, 38. 34 con Sal 28, 2, passim) como ofrenda o
mincha de la tarde, que según Ex 29, 38-42 se añadía al tamıd ̂ vespertino,
concluyendo así el servicio litúrgico del día en el templo47.
141, 3‒4. Con estos versos comienza la oración propiamente dicha del
salmo, expresada ya en concreto, de un modo particular, en forma de
petición, trayendo a la memoria antiguos pasajes davídicos como Sal 39, 2;
Sal 34, 14. La situación de David, traicionado por su hijo, requiere mesura
al hablar; y lo mismo la conciencia de haber pecado, no ciertamente contra
los rebeldes, sino contra Dios, que solo le visitaría (a David) si él lo
mereciera, de forma que él, David, no podía empezar justi cándose a sí
mismo.
En 141, 3, en la frase pone custodiam ori meo (cf. ypi_l. hr"äm.v'
hw"hy>â ht'äyvi, pon Yahvé una guarda a mi boca), la palabra ׁשמרהes un
ἅπ. λεγ., en forma de in nitivo, como en עצמה, עזבה, ּדבקה. Por su parte, ּדל
(cf. yt'(p'f. lD,î-l[; hr"ªC.nI÷) es ἅπ. λεγ. de ;ּדלתcf. “puertas de la boca”
en Miq 7, 5 (en una línea semejante a la de las πύλαι στόματος de
Eurípides).
La palabra hr"ªC.nI÷ podría ser imperativo kal, yo te ruego, con
daggesh dirimens como en Prov 4, 13. Pero la expresión נצר עלno se utiliza
en la Biblia, y no puede tener aquí ese sentido. Además, como paralelo de
ׁשמרה, que ofrece igualmente la impresión de ser imperativo, נּקרהse
explica mejor en comparación con יּרהה, cf. Gen 49, 10, con ּדּברה, Dt 33, 3 y
con קרבה, cf. Sal 73, 28.
A esta oración por la que se pide la gracia de mantenerse en silencio
(de tener cerrada la boca), sigue en el Sal 141, 4 una oración en la que el
salmista pide a Dios que le separe de todos los gobernantes malvados. Con
un tono de ironía se les llama ( איׁשיםhombres, como señores,
gobernantes), en el sentido de ּבני איׁש, como en el Sal 4,348.
La cosa mala ([r"‡ rb"á )לa la que Dios no debe inclinar nunca el
corazón del salmista (con ֹוט, fut. apoc. hi l, como en el Sal 27, 9), se
describe inmediatamente de un modo más preciso y consiste en
perpetrare facinora maligne cum dominis (hacer obras con los “señores”
malos…). עללותsigni ca “grandes obras”, pero en el sentido de “obras
infames”; esta palabra aparece también en Sal 14, 1; Sal 99, 8. Aquí
tenemos, sin embargo, el hitpoel התעלל, que con עללותcomo acusativo de
objeto, signi ca realizar voluntariamente esas obras de los malos (cf. árabe
ta‛allala b-’l-s’,̌ entrometerse en algún tema, divertirse, entretenerse con
algo).
Esta expresión sirve para indicar rechazo, del modo más fuerte posible.
El poeta apela para ello a destacar los matices coloridos del lenguaje. En la
expresión siguiente, ~h,(yMe[;n>m;B. ~x;ªl.a,÷-lb;W, neve eorum
vescar cupediis, se utiliza la palabra poética ( לחםpan, comer pan) en vez de
אכל, y la ּבde ~h,(yMe[;n>m;B. es una beth de partitivo, como en Job 21,
25.
Por su parte, מנעּמיםes otro hápax legómenon, pero como expresión de
comidas deleitosas o manjares (de נעם, ser dulce, tierno, agradable), debe
haber sido una palabra utilizada con frecuencia. Es un hecho bien conocido
que los usurpadores se aprovechan de la comida y bebida de aquellos a
quienes han expulsado de sus territorios, para ocuparlo ellos.
141, 5‒7. Hasta aquí el salmo ha sido de fácil exposición, a partir de aquí se
vuelve difícil, aunque no imposible de comentar. Siendo consciente de sus
pecados en contra de Dios y de sus imperfecciones como monarca,
oponiéndose a los abusos que ahora está sufriendo, David dice que él
aceptaría cualquier reproche fraterno (que el justo me castigue y me
reprenda, eso será un favor, como aceite sobre mi cabeza, es decir, como
algo positivo…).
Traduzco así el pasaje, siguiendo los acentos, y no como Hupfeld, Kurtz
y Hitzig: “Si un justo me critica, eso es amor; si él me reprueba, eso es para
mí ungüento en la cabeza”. Si el texto quisiera decir eso no podría haberse
olvidado del היא, que por dos veces se omite, cosa que no es admisible.
( צּדיקcf. qyDI’c;-ynImE)l.h,y<), que me reprenda el justo) aparece aquí
como un
sustantivo abstracto, con el sentido de un hombre, cualquiera que sea, en
antítesis a los rebeldes y a los que se han unido a ellos. Amyraldus, Maurer
y Hengstenberg piensan que ese Justo es Dios. Pero la palabra qyDI’c;
solo se aplica a Dios como atributo, y nunca como apelación directa.
חסד, como en Jer 31, 3, es equivalente a ּבחסד, cum benignitate, como
en latín benigne. Lo que aquí se quiere decir es como en Job 6, 14, lo que
Pablo (Gal 6, 1) llama πνεῦμα πραΰ́τητος. Por su parte הלם, tundere
(golpear), se utiliza como de los golpes o de las correcciones, incluso las
más serias, pero realizadas con buena intención, como en el caso de los de
un amigo (Prov 27, 6).
Esos golpes serían para él como aceite en la cabeza (Sal 23, 5; 133, 2),
que no es signo de desprecio, sino de fortalecimiento. La palabra ( יניcf.
yvi_aro ynIåy"-la; varoâ !m,v,ä), escrita defectivamente, en vez de יניא,
como יׁשּי, en el Sal 55, 16; 1 Rey 21, 29, passim, viene de ( הניאraíz נא, árabe
n’) y signi ca aquí negar, como en el Sal 33, 10, llevar a la nada, destruir.
Por su parte, los LXX traducen μὴ λιπανάτω τὴν κεφαλήν μου (no unja mi
cabeza), traducción que es seguida también por el siríaco y por Jerónimo.
El sentido de esta imagen es el siguiente:
un buen reproche sería aceptable y espiritualmente provechoso para el
salmista.
La con rmación que sigue con ( ּכי־עוד וגוcf. ~h,(yteA[r"B.
ytiªL'pit.W÷ dA[ï-yKi, mi oración sería constantemente contra sus
maldades) resulta enigmática, tanto por su signi cado como por su
expresión. La עודes la clave de toda la frase, de manera que tanto la yod
que sigue (ytiªL'pit.W) como la waw con la que se introduce la apódosis
(varoâ !m,v,ä ynIxeªykiAyw>)) dependen de esa partícula ()עוד.
Nosotros interpretamos el texto así: porque el tema es este, que mi
oración sea en contra de su maldad, es decir, que yo no utilice otra arma
de combate contra los malvados, sino que me mantenga en un estado
espiritual de mente, una buena mente que está siempre dispuesta a un
reproche bien intencionado.
La traducción de Mendelssohn es semejante a la nuestra: yo sigo
orando, mientras ellos acuden a infamias. Sobre el sentido de עודcon waw
posterior
(ytiªL'pit.W÷ dA[ï-yKi), cf. Zac 8, 20, ( אׁשר עודvéase Köhler), y Prov 24,
27, ו אחר. El mismo que ha pedido a Dios en el Sal 141, 3 que ponga en su
boca una guarda se mantiene después callado en presencia de aquellos
que quieren imponer ahora su poder, deseando mantenerse siempre
limpios, alejado de acciones pecadoras, mientras que él está dispuesto a
sufrir el castigo de los justos.
De esa manera, mientras más silencioso se muestre el poeta ante el
mundo (cf. Am 5, 13), más intensa será su vinculación con Dios. Pero
vendrá un tiempo en el que aquellos que ahora son opresores caerán
como presa de la venganza del pueblo al que ellos han engañado y
descarriado. Y, por otra parte, la confesión de la salvación y del sentido de
la intervención de Dios, al que se ha impuesto silencio hasta ahora podrá
hacerse oír libremente, escuchando una escucha y aceptación libre.
Como dice 141, 6, los nuevos gobernantes o jueces caerán bajo el
poder de la indignación del pueblo y serán arrojados desde la roca al
hondo de los precipicios (cf. ~h,_yjep.vo [l;s,â-ydEybi( Wjåm.v.nI),
mientras que el pueblo obedecerá a las palabras de David, descubriendo
que ellas son agradables y bene ciosas (véase Prov 15, 26; 16, 24).
La forma de castigar a las personas, arrojándolas desde una roca fue un
modo usual de ejecución (2 Cron 25, 12). ידי־סלעson los lados de la roca
(Sal 140, 6; Jc 11, 26), y en ese contexto se entiende la expresión ἐχόμενα
πέτρας de los LXX, que ha sido mal interpretada por Jerónimo 49; esa
expresión signi ca los lados de la roca, concebidos como si fueran las
manos del cuerpo de la roca.
En el Sal 141, 7 sigue una nueva a rmación sobre David y sus seguidores:
instar ndentis et secantis terram ( ּבקעcon beth, con el signi cado hostil de
irrumpere): dispersa sunt ossa nostra ad ostium (לפי, como en Prov 8, 3)
orci (como quien hiende y rompe la tierra, son esparcidos nuestros huesos
a la boca del sheol). De un modo semejante traduce Símaco, ὥσπερ
γεωργὸς ὅταν ῥήσσῃ τὴν γὴν, οὕτως ἐσκορπίσθη τὰ ὀστᾶ ἡμῶν εἰς στόμα
ᾅδου. Por su parte, la traducción griega, la Quinta, pone: ὡς καλλιεργῶν
καὶ σκάπτων ἐν τῇ γῇ κ. τ. λ.
En un sentido radical, estas palabras han de entenderse como
expresión de una mirada de esperanza en el futuro, aún en el caso de que
sus huesos (los de David) y los de sus seguidores estuvieran ya esparcidos
ante la boca del Sheol, con su alma abajo y sus huesos arriba. Sucede así lo
mismo que con el labrador que ara la tierra y pone en ella la semilla. No lo
hace para que la semilla quede de esa forma para siempre, sino para que
pueda brotar de nuevo, de manera que la semilla que se ha sembrado
germine y produzca frutos, a partir de la tierra donde ha sido enterrada.
Los códices Vaticano y Sinaítico de la LXX ponen τὰ ὀστᾶ ἡμῶν
(nuestros huesos), pero otros MSS ponen αὐτῶν, de ellos (Códice
Alejandrino: corrección de una segunda mano, con versiones siríaca, árabe
y etiópica). Sea como fuere, aquí podemos vislumbrar una esperanza de
resurrección, aunque no directamente (cf. Oehler, en Herzog, Real-
Encyclopdie, volumen conclusivo,
p. 422), al menos como signo y esperanza de victoria, a pesar de haber
sucumbido en la tierra.
Lo que hace posible que ofrezcamos esta interpretación es la gura del
labrador, y la frase condicional del Sal 141, 8 (cf. yn"+y[e yn"ådoa]
hwIåhy> Ÿ^yl,’ae yKiÛ, porque a ti Yahvé, Señor, se dirigen nuestros
ojos), que nos sitúa en el centro de la comparación; porque si 141, 7 fuera
un lamento del justo, pero sin respuesta de Dios, ese sería un texto
ininteligible, por estar aislado con respecto a lo que ha precedido y a lo
que sigue.
141, 8‒10. Si 141, 7 no es mero lamento, sino también signo de esperanza,
no tenemos ya necesidad de dar al ּכיinicial un sentido adversativo, sino
que podemos aceptar su sentido natural, de tipo con rmativo, como
namque. Desde esta perspectiva el salmo culmina en una serie de a
rmaciones que son fáciles de entender, y que responden perfectamente al
contexto. En relación con el Sal 141, 8 uno puede recordar a Sal 25, 15 y
31, 2. En relación con 141, 9 podemos recordar a Sal 7, 16; 69, 23 y otros
pasajes.
La raíz ( ערהcf. yvi(p.n, r[,ïT.-la; ytiysiªx'÷ hk'îB., en ti he esperado,
no abandones mi alma) en piel es equivalente al hi l, cf. הערהen Is 53, 12.
La expresión (ידי פחcf. yli_ Wvq.y"å xp;â ydEymiä ynIrEªm.v',
guárdame de los lazos que me han tendido…) está evocando las manos de
una serpiente que agarra y captura. ּלי יקׂשּוes virtualmente un genitivo, qui
insidias tendunt mihi, que me ponen acechanzas, pues no se dice פח יקׁש,
ponere laqueum (poner un lazo).
En 141, 10, ( מכמריםcf. dx;y,ï ~y[i_v'r> wyr"ämok.m;b. WlåP.yI,
caigan en sus redes a una los impíos…) es otro hápax legómenon. Tenemos
aquí una enálage de número, como en el Sal 62, 5; Is 2, 8; Is 5, 23, de
forma que se dice en singular lo que se re ere a muchos, pero en particular
a cada uno. Por su parte el plural (מק ׁשותcf. `!w<a") yle[]Poå
tAvªq.moW÷, y de las trampas de los que hacen maldad), en vez de
מקׁשים, Sal 18, 6; Sal 64, 6, solo aparece aquí.
( יחדcf. rAb*[/a,-d[;( ykiªnOa'÷ dx;y, solo yo pasaré adelante) ha de
explicarse aquí como en el Samo 4, 9, para mostrar la coincidencia entre el
derrocamiento de los impíos enemigos y la liberación del perseguido. Con
יחד אנכיel poeta pone de relieve la simultaneidad y la diferencia de destino
entre el salmista (el único que se libera, por gracia de Dios) y los enemigos
que caen en las redes que ellos mismos han tendido.
Salmo 142. Grito desde la prisión para el bien de los amigos
`hL'(pit. hr"ä['M.b; AtßAyh.Bi dwI+d"l. lyKiîf.m; 1
`!N")x;t.a, hw"ïhy>-la, yliªAq÷ q['_z>a, hw"åhy>-la, yliAqâ 2
`dyGI)a; wyn"ïp'l. ytiªr"c'÷ yxi_yfi wyn"åp'l. %Poæv.a, 3
`yli( xp;ä Wnàm.j' %LE+h;a] Wzð-xr,ao)B. ytiîb'ñytin>)
T'[.d,çy" éhT'a;w> yxiªWr Ÿyl;’[' @Jeì[;t.hiB. 4
`yvi(p.n,l. vrEäAD !yaeÞ yNIM<+mi sAnæm' db;äa'
ryKiîm;ñ yliç-!yae(w> éhaer>W Ÿ!ymi’y" jyBeÛh; 5
`~yYIx;h; (#r<a,äB. yqiªl.x,÷ ysi_x.m; hT'äa; yTir>m;a'â
hw"ïhñy> ^yl,ªae yTiq.[;îz" 6
`yNIM<)mi Wcåm.a 'yKiÞ yp;_d>rome ynIlEïyCih; daoïm.
ytiñALád,-yKi( éytiN"rI-la,( Ÿhb'yviÛq.h; 7
WrTIåk.y, yBiâ ^m<ïv.ñ-ta, tAdáAhl. éyvip.n, ŸrGE“s.M;mi
ha'yciÛAh« 8
`yl'¥[' lmoåg>ti yKiÞ ~yqI+yDIc;
<Masquil de David. Oración que hizo cuando estaba en la cueva>
1
Con mi voz clamaré a Jehová; con mi voz pediré a Jehová misericordia.
2
Delante de él expondré mi queja; delante de él manifestaré mi angustia. 3 Cuando
mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conocías mi senda.
En el camino en que andaba, me escondieron lazo.
4
Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien quiera conocer.¡No tengo
refugio ni hay quien cuide de mi vida!
5
Clamé a ti, Jehová; dije,
“¡Tú eres mi esperanza y mi porción en la tierra de los vivientes!”.
6
Escucha mi clamor, porque estoy muy a igido.
Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo.
7
Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre.Me rodearán los justos,
porque tú me serás propicio.
483 Jehová, inclina tus cielos y desciende; toca los montes, y humeen.
484 Despide relámpagos y disípalos; envía tus saetas y túrbalos.
485 Extiende tu mano desde lo alto; redímeme y
sácame de las muchas aguas, de manos de los
hombres extraños,
486 cuya boca habla falsedad y cuya diestra es diestra de mentira.
`lk'(yhe tynIïb.T; tAbªJ'xum.÷ tYO=wIz"k. WnyteîAnB.
~h,îyrEñW[n>BI) ~yliçD"gUm. é~y[ijin>Ki ŸWnynE“B'
rv<Üa] 12
`Wnyte(AcWxB. tAbªB'rUm. tApylia]m;â WnnEåwaco
!z,ï-la,ñ !Z,©mi ~yqIïypim. é~yailem. WnywEåz"m. 13
`Wnyte(boxor>Bi hx'ªw"c.÷ !yaeîw> tace_Ay !yaeäw>
#r<P,â-!yae( ~yliîB'ñsum.( WnypeªWLa; 14 `wyh'(l{a/
hw"ïhy]v, ~['ªh'÷ yrEîv.a;( AL+ hk'K'äv, ~['h'â yrEäv.a;
15
<Salmo de David>
9
A ti, Dios, cantaré un cántico nuevo; con salterio, con decacordio
cantaré a ti.
10
Tú, el que da victoria a los reyes,el que rescata de maligna
espada a David tu siervo.
11
Rescátame, y líbrame de manos de los hombres extraños,cuya
boca habla falsedad y cuya diestra es diestra de mentira.
12
Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su
juventud,nuestras hijas como esquinas labradas, como las de un
palacio;
13
nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano;
nuestros ganados,que se multipliquen a millares y decenas de
millares en nuestros campos;
14
nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo; no tengamos
asalto,ni que hacer salida, ni grito de alarma en nuestras plazas.
15
¡Bienaventurado el pueblo que tiene todo esto!
¡Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová!
490 Se complace Jehová en los que lo temen y en los que esperan en su misericordia.
La llamada para alabar a Dios con danza y pandero del Sal 149 aparece
aquí de nuevo en 150, 4, pero con la introducción anterior de todos los
instrumentos; y no se dirige ya solo a Israel, sino a todas las almas
individuales.
150, 1‒5. La sinagoga reconoce trece atributos divinos conforme a Ex 34,
6ss ()מּדות עׂשרה ׁשלׁש, a los cuales corresponden, según Kimchi, los trece הּלל
de ese salmo. Pero es más probable que el poeta tenga en su mente los
diez Wll.h;î, rodeados por aleluyas, pues el diez es el número de la
plenitud, de la exclusividad y de aquello que nunca puede consumirse. Las
precisiones del Sal 150, 1 se relacionan atributivamente a Dios y designan
aquello que es celestial, pues pertenece al otro mundo, como objeto de
alabanza.
– Primer y segundo halalu ̆ (150, 1). La palabra Av+d>q'B., en su
santuario, tiene posiblemente un sentido local (se re ere al templo de
Jerusalén), pues las palabras קדׁשy ( קדׁש קדׁשיםsanto y santo de los
santos) se aplican al tabernáculo y al templo; pero en este pasaje parece
aplicarse al היכלo templo celeste donde habita Dios en la altura. En esa
línea, AZ*[u [,yqIïr>Bi alude al rmamento de la gloria de Dios como
expansión de su omnipotencia y testimonio de su omnipresencia (Sal 68,
35), pero no en relación con su delantera, dirigida hacia la tierra, sino
con su parte trasera o interior, que se vuelve al mundo celestial, que se
separa así del mundo terreno.
– El tercer y cuarto halalŭ (150, 2: l*d>GU broåK. WhWlªl.h;÷¥
wyt'_roWbg>bi WhWlïl.h;() presentan como objeto de canto aquello
que es, al mismo tiempo, el fundamento de su alabanza, esto es, la
expresión de su ( ּגבּורהes decir, de su fuerza que todo lo somete) y la
plenitud de su ( ּגדלוsu grandeza en cuanto tal, como absoluta e in nita).
– El quinto y sexto halalŭ (150, 3: rAN*kiw> lb,nEåB.
WhWlªl.h;÷( rp"+Av [q;teäB. WhWll.h;â() introducen en ese concierto
de alabanza a Dios el cuerno de macho cabrío, es decir, el ׁשופר, nombre
que se suele aplicar también, pero impropiamente, a la trompeta
metálica o ( חצצרהvéase Sal 81, 4), y los dos tipos de instrumentos de
cuerda (véase Sal 33, 2), que son la nabla o lb,nEå (i. e., el arpa y la lira)
y el kinnor o rAN*ki (que es la cítara), que corresponden en los LXX al
ψαλτήριον y la κιθάρα (κινύρα).
– El séptimo halalŭ (150, 4a) invita a la danza festiva, para la que el
principal instrumento de acompañamiento es la ( ֹוףárabe du , español
adufe, derivado del árabe morisco) o un tipo de tamboril.
– El octavo halalŭ (150, 4b) evoca los instrumentos de cuerda en
general, que son el ( מּסיםcf. Sal 45, 9) de מן, siríaco menın̂ , y un tipo de
gaita de pastores, ( עגבigual a )עּוגב.
– Finalmente, el noveno y décimo halalŭ (150, 5) presentan dos tipos
de castañuelas (con צלצלי, forma constructa de צלצלים, singular )צלצל,
que son como címbalos pequeños, con sonido claro, profundo y ruidoso
(cf. κύμβαλον ἀλαλάζον, 1 Cor 13, 1), con ( צלצלי ׁשמעforma pausal de
ׁשמע, como סתרen Dt 27, 15) y תרּועה צלצליque, según Schlultens, Pfeifer,
Burk, Köster y otros, se distinguen entre sí.
150, 6. Hasta aquí, la llamada a la alabanza se ha dirigido a personas, que
no han sido mencionadas por su nombre, pero los instrumentos musicales,
evocados de modo conjunto, se re eren de un modo especí co a todo
Israel. Es normal que al nal se amplíe la referencia y se aluda a “todo ser
que respira”, esto es, a todos los vivientes dotados de aliento de vida
(Hebreo: חּיים נׁשמת, entre los que se incluye la humanidad entera).
El salterio concluye así con una especie de “todos” (de tutti).
Habiéndose elevado a través de cinco escalones, este salmo nal se sitúa
por encima de todo, como si quisiera ofrecernos una visión de la totalidad
del universo, allí donde, como dice Gregorio de Nisa, las cosas que habían
sido desunidas y dispersadas por el desorden del pecado, vuelven a
reunirse armoniosamente, unidas por una especie de danza coral (εἰς μίαν
χοροστασίαν), de forma que el coro de la humanidad, unido al coro de los
ángeles, aparece como un címbalo que proclama la alabanza divina,
saludando con un canto nal de victoria y con gritos de alegría al Dios
conquistador triunfante (τῷ τροπαιούχῳ) de todo.
Ya no hay necesidad de una beraká nal, ni es necesario ningún amén
(como en el Sal 106, 48; cf. 1 Cron 16, 36). El aleluya lo incluye y desborda
todo.
1. Las ediciones actuales de Norzi, Heidenheim, Baer ponen delante de Sal 107, 23. 24. 25. 26. 27.
28 y 107, 40 una serie de nuns ( )נinversivas (הפוכין נונין, en el lenguaje de la Masora )נונין מנזרות, como
antes de Num 10, 35 y entre Num 10, 36 y 11, 1. En total son nueve. Su signi cado resulta
desconocido.
2. El grupo verbal כחׁשy כחד, árabe hajda, kaḥ uṭ ạ , etc., tiene el sentido
primitivo de perder vitalidad, de decrecer. Así se entiende !m,V'(mi vx;îK'
yrIªf'b.W÷, mi carne desfallece por falta de gordura. Saadia compara este
pasaje con (כחוׁשה בהמה (פרה, una vaca aca, Berachoth 32a. En esa línea, el
Targum II traduce כהיׁשת ֹוורתאde Gen 41, 27, como ganado aco.
3. Cf. refutación de la visión modi cada de Hofmann (1810–1877) en
Kurtz, Zur eologie der Salmen, Dorpater Zeitschrift,1861, p. 516. En los últimos
años de su vida, Hofmann ha interpretado este salmo de una forma profético-
mesiánica. Estas son sus propias palabras:
“Como declaración de un profeta que proclama la palabra de Dios a la persona a la que se dirige,
este salmo comienza dando a conocer en 110, 4 a esa persona lo que Dios ha proclamado con
juramento: que él (Dios) se comprometer bajo su mando, de un modo total, a sus enemigos. Eso signi
ca que antes de que llegue el día de su victoria total, David ha de alcanzar el dominio sobre sus
enemigos, contando para eso con el apoyo de Dios. A David se le promete el triunfo nal, a través de la
palabra de Dios, que le instituye como nuevo Melquisedec, ofreciéndole un sacerdocio distinto del de
Aarón. En esa línea, Dios mismo se compromete a darse una victoria total, en el día de su ira.
Esta es la visión de un Rey de Sión que vendrá en el futuro, para realizar aquello que, según el Sal
72, 8, ha sucedido ya, la victoria de un rey poderoso, que ha de reinar sobre sus enemigos, un rey
como es ahora Jesús a quien Dios ha concedido la victoria sobre la Roma pagana, un rey bajo el que
deberán someterse todos sus enemigos, cuando él se revele plenamente. Mientras llegue ese día de
victoria total de
Jesús, él actúa como sacerdote regio y como rey sacerdotal del pueblo de Dios. El profeta que así
proclama la palabra de Dios es David, y aquel a quien se dirige llamándole Señor (Adonai) es el Rey
Mesiánico futuro, que está ya destinado para venir en el tiempo oportuno, conforme a 2 Sam 23, 3”.
4. El Sal 110 consta de tres grupos de siete unidades: se repite tres veces
un tetrástico con untriestico. El rebia magnum del Sal ١١٠, 2 (^ªZ>[u-hJe(m;)
sirve para mantener esta división de esticos, y lo mismo el olewejored de
^l<ïyxeñ en 110, 3, y en general todos los acentos requeridos para mantener el
sentido del salmo. Por su parte, Sal 110, 1 y 110, 2 indican claramente que se
debe mantener esa división de tres grupos de siete unidades, porque el Sal 110,
1 con sus in exiones rítmicas nos muestra que es un tetraestico, que unido al Sal
110, 2 forma un heptaestico. Lo mismo sucede en el Sal 110, 4 en relación con
el Sal 110, 3, pues los siete esticos de este grupo mantienen la misma
disposición que el heptaestico anterior. Tenemos así siete líneas, la quinta de
las cuales forma con 110, 7 el trístico nal.
Este salmo lleva, por tanto, el signo del número siete, que es el número del pacto y de la alianza.
Tiene, por tanto, una intensa impronta profética. Contiene dos proclamaciones divinas, que no son las
normales en la historia de David, reproducidas aquí como en los casos de Sal 89 y 132, sino que son
totalmente desconocidas en la historia anterior de David, y que aparecen aquí por primera vez en la
Biblia. A Dios se le llama por cuatro veces Adonai, y el salmo aparece así como un salmo profético. A n
de revelar el carácter inviolable y misterioso de su contenido, en comparación con su organización
externa, ha sido organizado como una septíada que consta de tres partes y que está sellada con la
repetición ternaria del tetragrama.
5. Sobre la costumbre de los antiguos reyes árabes de hacer que sus
virreyes (ridf) se sienten a su derecha, cf. Eichhorn, Monumenta antiquiss. hist.
arabum, p. 220.
6. Los LXX traducen, ἐν ταῖς λαμπρότησι τῶν ἁγίων σου (en el resplandor
de tus santos), ἐκ γαστρὸς πρὸ ἑωσφόρου ἐγέννησά σε (antes de la aurora te
engendré: Psalt. Veron. exegennesa se; Bamberg. gegennica se). La Vulgata,
siguiendo de cerca a la Ítala: in splendoribus sanctorum; ex utero ante luciferum
genui te (en los esplendores de los santos…).
En algunos casos, los Padres de la Iglesia aplican este pasaje al Nacimiento de Cristo en la
Navidad: del vientre (del esplendor de Dios o de las montañas), antes del Lucero de la mañana, te
engendré. La mayoría de los traductores evocan así su “nacimiento antemundano”. Según la
paráfrasis de Apollinar: γαστρὸς καρπὸς ἐμῆς πρὸ ἑωσφόρου αὐτὸς ἐτύχθης (del fruto de mi vientre,
antes de la aurora fuiste engendrado).
Pero, en su propia traducción independiente, Jerónimo lee ( בהרריcomo en el Sal 87, 1), in
montibus sanctis quasi de vulva orietur tibi ros adolescentiae tuae (en los santos montes, como del
útero, te nacerá el rocío de la adolescencia). También Símaco: ἐν ὄρεσιν ἁγίοις (en los montes santos);
sin embargo, en los demás casos se traduce ἐν δόξῃ ἁγίων (en la gloria de los santos). Esa sustitución
es importante, pues las ideas de rocío y montañas (Sal 133, 3) se vinculan fácilmente. Pero fue más
importante insistir en la relevancia de la santidad del acontecimiento (gloria de los santos), que en el
lugar (montes santos).
7. Los lexicógrafos árabes explican kahin̂ como mn yqum b-’mr ‘l-rjl w-yŝ
‛a fı̂ ĥ ạ jtĥ , es decir, como “aquel que está ante alguien realizando sus tareas y
resolviendo sus negocios”. El árabe qam̂ , קום, y mtl,̱ מׁשל, una palabra al lado de
la otra, con עמד, son sinónimos de ּכחן, en ese sentido de estar dispuestos para
realizar el servicio requerido, con capacidad o cial para ello.
8. En esa línea, el sociniano G. Enjedin, re riéndose a este salmo de
David comenzó diciendo queDios le había concedido unas funciones
sacerdotales que no había concedido a ningún otro. Literatura sobre este tema
controvertido en Serpilius, Personalia Davidis, pp. 268-274.
9. Böttcher transforma algunos versos del Sal 111 y del Sal ١١٢, pero de
esa forma, en el calor de su celo crítico, rompe las fronteras y el orden del estilo
alfabético.
10. Cf. tratado Sofrim, XVIII. 2. Además de las estas de Luna Nueva, en las
cuales se recita el Hallel por antonomasia o Hallel κατ ̓ ἐξοχήν, i. e., Sal -١١٨
١١٣, según costumbre ()מנהג, pero no por obligación de Ley, el Hallel se recitaba
18 veces al año, durante el tiempo del Templo (y en Palestina hasta el día de
hoy), es decir: una vez en Pascua, una vez en Shabuoth (Pentecostés o esta de
las semanas), ocho veces por Succoth (Tabernáculos) y ocho por Hanuka
(Dedicación). Ahora, en el exilio, se canta 22 veces, porque Pascua y Shabuoth
han recibido en adición dos días festivos más. Además de este Hallel que es el
fundamental, encontramos también la apelación de “Hallel Egipcio” ()הּמצרי הּלל
aplicado a los salmos 113-118. El antiguo ritual solo distingue entre el Hallel
Egipcio y el Gran Hallel. Cf. Coment. a Sal 136.
11. Esta palabra suele compararse con el árabe chlnbus o chalnabû ŝ (el
lexicógrafo caraíta Abraham ben David escribe )חלמבוס. Pero esa palabra
antigua puede signi car originalmente una piedra dura, de color negro grisáceo.
En Haurán las puertas de las casas y las cubiertas de las ventanas suelen
llamarse en árabe halasat ̣ cuando están hechas de bloques de dolerita,
probablemente por su color negruzco. Quizá חלמיׁשes el nombre antiguo para
basalto. Al referirse a esa roca, que se parece a una masa de metal fundido, el
hecho de que la roca se abriera para que brotara una fuente de agua constituye
un gran milagro (nota de Wetzstein. Para otras visiones del tema, cf. Coment. a
Is 49, 21; Is 50, 7).
12. No aparece, sin embargo, la denominación φοβούμενοι, a no ser que
apelemos a Hch 10, 2. Pero en las inscripciones latinas los prosélitos de la
religión judía (religionis Judaicae) aparecen con el nombre de temerosos de
Dios, metuentes. Cf. Orelli-Hentzen, Incriptiones Latinae, No. 2523 y Auer,
Zeitschrift für katholische eologie, 1852, p. 80.
13. Olvidando el sentido original del metheg, Kimchi toma אּסהcomo
milel. Pero los dos sistemas de puntuación, el palestino y el babilonio, coindicen
en que el אּסהsuplicante es milra, mientras que el interrogativo es milel (con la
excepción de nuestro texto donde la siguiente palabra empieza con alef, de
Adonai, que sustituye a Yahvé). Pinsker (Einleitung, p. XIII) insinúa, en contra
del Sistema palestino, que en los casos en los que אנאtiene dos acentos la
puntuación resulta insegura, pero su insinuación proviene de un conocimiento
de ciente de las implicaciones del tema.
14. Los gramáticos judíos, al menos en la medida en que conocemos sus
interpretaciones, noofrecen una explicación del caso. De Balmis piensa que
estas formas en milra (ּדּלותי, ּבּלותיy otras semejantes) han de tomarse como in
nitivos. Pero, al mismo tiempo, habla de las diversas interpretaciones que
existen sobre el tema.
15. Las Constituciones Apostólicas (VI, 30) recomiendan que estas
palabras u otras como estas se canten en los funerales de aquellos que mueren
en la fe (cf. Augusti, Denkwürdigkeiten, IX, 563). En el reinado del emperador
Decio, Babylas, obispo de Antioquía, lleno de santa esperanza, se enfrentó con
la muerte cantando estas palabras.
16. Hitzig en Coment. a Prov 8, 22 piensa que la puntuación de ynIn”ß[‘
tiene tarcha (mientras en 1 Sam 28, 15 tiene munach). Pero en nuestro pasaje,
si leemos Hy”) bx’är>M,b como si fuera una solo palabra, con במרחביה, como
hace la Masora, ענניha de acentuarse más bien con mugrash. Por su parte, en 1
Sam 28, 15, la palabra ענניtiene una acentuación distinta (cf. Biblia de Bomberg,
1521). De todas formas, tanto la palabra צרפתניdel Sal 17, 3 como הרניde Job
30, 19 (conforme a la opinión de Kimchi, Michlol, 30a), muestran que, lo mismo
en un contexto conjuntivo como disyuntivo, la regla de acentuación no es
invariable.
17. Kurtz, al oponerse a nuestra interpretación, reduce el número de los
que lloraban, diciendo queeran solo unos pocos, pero la narración de Esdras
dice lo contrario.
18. En el lenguaje del ritual judío, Isru-chag (gx;î-Wrs.ai) se ha convertido
en el nombre del día que sigue al último la esta, de forma que el Sal 118 es el
que se utiliza para el gx;î-Wrs.ai de todas las reuniones festivas o מועדים.
19. Esta es la observación de la Masora sobre el Sal 119, 122: en todos los
demás versos de estesalmo (menos en este) encontramos uno de los diez
términos en los que se condensa y expresa el decálogo de la ley del Sinaí que
son estas: palabra, dicho, testimonio, camino, juicio, precepto, mandamiento (
)צּוּוי, ley, estatuto, verdad (conforme a otra lectura: rectitud).
20. La palabra recibe así el sentido de νικᾶν, vencer, como en árabe dhṟ y
bhr, con el signi cado de estar brillante, lleno de poder. Cf. Fleischer en Levy,
Chaldäisches Wörterbuch, I. 424.
21. Así dice B. Taanth 8a que “Dios no escucha la oración de un hombre
que no esté dispuesto a sacri car su propia vida”, es decir, a ponerla en su
mano, al servicio del Dios verdadero (אם אלא בכפו נפׁשו
(מׂשים כן.
22. Posiblemente en la alfabeto antiguo de los piyutim (poetas y escribas)
el sonido de la actual shin (f) podía estar representado por la samech; pero, en
contra de eso, en los poemas alfabéticos de la Biblia la samech va por separado
y las shim y la shin (,åv y f) coinciden o van unidas.
23. En el templo de Zorobabel se llamaba Puerta de Nicanor; y en el
templo de Herodes Puerta deAgripa. En ambos casos, las escaleras subían hasta
el umbral de las puertas a través de quince escalones o pasos, cf. G. Unruh, Das
alte Jerusalem und seine Bauwerke (١٨٦١), p. ١٣٧ y 194.
24. Lyra en sus Postillae, y Jacob Leonitius en su libro hebreo Libellus e
giei templi Salomonis (Amsterdam 1650, 40), siguen diciendo que los levitas
cantaban los quince salmos graduales sobre cada uno de los escalones de esa
escalera del templo. También Lutero ha generalizado esa visión, porque su
traducción “un canto sobre el coro más alto” intenta a rmar cantores harum
odarum stetisse in loco eminentiori (los cantores de estas odas se situaban en
un lugar más alto, Bakius).
25. Hitzig, en su Comentario (1865), ha querido buscar una nueva
combinación del sentido de esossalmos en referencia al número de versos que
contienen 120 y 121 (7 + 8) y al número total de escalones de las escaleras del
templo.
26. Si este fuera un salmo de origen macabeo se podría pensar que מׁשך,
de מׁשך, con σύρειν, está aludiendo a los sirios o incluso a los judíos apóstatas,
re riéndose a ערלה מׁשך, es decir, a los que disimulan la circuncisión, cf.
ἐπισπᾶσθαι τὴν ἀκροβυστίαν (1 Cor 7, 18).
27. Muchos comentaristas piensan, sin embargo, que el “daño” de la luna
se debe al fuerte frío delas noches de luna, que se menciona en ciertos casos,
en oposición al calor del sol, cf. Gen 31, 40; Jer 36,
30. De Sacy observa también: on dit quelquefois d’un grand froid, comme d’un grand chaud, qu’il est
brulant (tanto de un gran frío, como de un gran calor, se dice a veces que queman). También los
árabes dicen que tanto la nieve como el sol son jahriḳ , es decir, que queman.
28. Así lo interpreta Veith en sus (por muchos rasgos) hermosas
conferencias sobre los doce Salmos Graduales (Viena, 1863), p. 72: “Ellos se
pararon un momento con el n de dar tiempo a la admiración que les producía la
vista del templo, la ciudadela del rey y la magní ca ciudad”.
29. Tanto la sinagoga como la Iglesia han tenido la costumbre de
interpretar el Sal 122, 3 desde la perspectiva de la Jerusalén celeste y terrestre.
30. El Midrash recuerda en este contexto un refrán Talmúdico que dice:
vino un hombre bueno(Moisés, Ex 2, 2) y recibió una buena cosa (la Torá, Prov
4, 2) de aquel que es Bueno (es decir, de parte de Dios, Sal 145, 9) para los
buenos (Israel, Sal 125, 4).
31. El hecho de que el τῶν καρπῶν de los LXX, tanto aquí como en Prov
31, 20, se re ere al producto del trabajo de las propias manos lo ha destacado
Teodoreto, y el mismo Dídimo (en Rosenmuller), καρποὺς φησὶ νῦν ὡς ἀπὸ
μέρους τὰς χεῖρας (i. e., por sinécdoque, las partes por el todo), τουτέστι τῶν
πρακτικῶν σου δυνάμεων φάγεσαι τοὺς πόνους).
32. En esa línea interpreta el texto Geiger, Deutsche Morgenlndische
Zeitschrift, XIV. 278s, apoyándose en el árabe slf (slf), que, según Saadia y Abu-
Said, signi ca llegar a la primera madurez,̌ orecer. Ese es el sentido que la
palabra ׁשלףpuede tener también aquí. Cf. la palabra talmúdica ׁש לופפיque se
emplea para los dátiles que están todavía en or, que no han madurado.
33. Aquí y allí, en algunos manuscritos se encuentra la forma עליכםque en
principio es un error del copista. El Salterio Hebreo de Basilea (1547) indica que
esta lectura es una variante.
34. Eusebio, comentando el Sal 68 (67), 5, observa que al Logos se le
llama “aquel que “tomando laforma de Siervo ha expresado en su cuerpo los
misterios de la divinidad (cf. μορφὴν δούλον λαβὼν καὶ τάς ἀκτῖνας τῆς ἑαυτοῦ
θεότητος συστείλας καὶ ὥσπερ καταδὺς ἐν τῷ σώματι). Hay un pasaje semejante
en Vicentius Ciconia (1567), que he citado en mi comentario más extenso a los
Salmos (185960).
35. Un poema del Haurán, publicado en Wetzstein, Lieder-Sammlungen
comienza en árabe: ‘lbariĥ at habbat ̣ ‛lyna ̂ sarǎ rt mn ̂ ‛aliya ‘l-t̂ lj ̱ (ayer voló
hacia mí como una chispa de la alta montaña nevada…”, esto es, del Hermón. El
comentarista que recitaba para mí este canto me dijo que en árabe sarǎ rt,̂ la
chispa brillante puede referirse al resplandor de la montaña de nieve brillante
en la mañana o a una corriente de aire frio, pues, como se dice comúnmente en
árabe ‘l-saqạ ‛ yahriq,̣ el hielo quema (véase nota al Sal 121, 6).
36. En el Talmud y el Midrash hay tres opiniones sobre el Gran Hallel: (1)
Sal 136; (2) Sal 135-136; (3) Sal 120-136.
37. En contra de eso, Ellies du Pin (en su prefacio a la Bibliotéque des
Auteurs Ecclésiastiques) dice: le Psaume 136 porte le nom de David et de
Jeremie, ce qu’il faut apparement entendre ainsi, Psaume de Jeremie fait
l’imitation de David (el salmo 136 lleva el nombre de David y Jeremías, cosa
que, en apariencia, debe entenderse así: Salmo que Jeremías hizo imitando a
David).
38. Sucede algo parecido en los imperfectos griegos con doble aumento
(silábico y temporal), comoἑώρων, ἀνέῳγον. El comentarista judío Chajug
piensa también que la primera ́ yod es en esos casos performativa y la segunda
pertenece a la raíz. Por el contrario, Abulwald, Gramm. cap. XXVI. p. 170, a rma
que la primera yod es una prótasis y la segunda es performativa. Conforme a la
visión de otros, como Kimchi, יידעpuede ser futuro hi l, formado a partir de
יהידיעl( ;)יהדעpero esa es una derivación inadmisible, pues ידעproviene de ודע.
39. El verbo árabe wety es antiguo y su derivativo dhera, protección, es
una palabra elegante que,̂ vinculada con otro derivativo, dherwe, signi ca un
muro o roca que protege a uno de los vientos, cf. Coment. a nota sobre Job 24,
7. La 2ª forma de ese verbo (en piel) signi ca protección en el sentido más
amplio de la palabra, como, por ejemplo, en Neshwân, II, 343b: “dra ‹̂ l-sǎ h,̂ él
protegió las ovejas (para que no se cambiaran) poniendo una marca en su lana,
cuando fueron trasquiladas, para que pudieran ser reconocidas y separadas de
las otras ovejas”.
40. En el Talmud el huevo de un pájaro o de un réptil se llama מרּרמת,
cuando son ya visibles los rasgos del embrión que se va desarrollando; y lo
mismo en el embrión humano, cuando pueden ya observarse sus trazas y su
organización de conjunto.
41. Epifanio, Haer, XXX. 31, dice que el hebreo γολμη signi ca los granos
desnudos de espelta o de trigo, antes de mezclarse, amasarse y cocerse, es
decir, los granos de cereal en sí mismos; pero no tenemos ejemplos de ese signi
cado.
42. Hubiera sido preferible poner ייּקרּוen vez de ;יּקרּוpero el rechazo de
la yod performativa solo se permite en el futuro piel de los verbos pe yod, y
después de la waw convertens, e. g., וּיּבׁשigual a וייּבׁש, Nah 1, 4 (cf. Caspari,
Obadiah 1, 11). Fuera del A. T., ese rechazo se da también en el pual, pero a
causa de un uso equivocado de la palabra, como he señalado en Anekdota
(1841), p. 372s.
43. La acentuación no nos permite jar el tipo de referencia que hay entre
כלםy el siguiente ימים, pues ella coloca un olewejored en ( יכתבוcf. ~ymiîy"
WbteîK'ñyI ~L'çKu). Hupfeld sigue esta acentuación, re riendo כלםhacia atrás
a גלמי, como una espiral o despliegue de los días de la propia vida. Hitzig hace lo
mismo, re riendo también כלםa los embriones. Pero la precedencia del
pronombre relativo aparece también en otros casos, y carece de toda dureza,
especialmente en conexión con ּכּלם, que signi ca directamente siempre, del
todo (e. g., Is 43, 14). En esa línea, como dice Gesenius (Lehrgebude, p. 739s), el
poeta hebreo se re ere a cosas de las que todavía no ha dicho nada. Este
fenómeno pertenece al estilo hebreo en general, como he mostrado en
Anekdota (1841), p. 382.
44. La beth nal de bWv+k.[; es una adición orgánica, modi cando el
sentido de la raíz. Conforme a los léxicos árabes ‛ks signi ca inclinarse uno a sí
mismo, para extenderse a los lados, como las raíces de las viñas, a n de
moverse así en forma de V como las víboras (conforme a Kamụ s) o de caminar
como loŝ borrachos (conforme a Neshwân). Pero, estrictamente hablando, el
árabe ‛ks signi ca entrelazarse, comǒ los peinados de cabellos o como el
entrecruzamiento de las ramas de algunos árboles. Esta raíz ha sido
aparentemente expandida para formar עכׁשוב, añadiendo una beth, que sirve
para precisar su sentido, como en árabe ‛rqub̂ , la parte convexa de una roca
empinada (nota de Wetzstein).
45. El lexicógrafo Neshwân en I, 279b, dice en árabe: ‘l-sbb ‘l - šatm w-qı̂ l
an aṣl ‘l-sbb ‘l - qaṭ‛ ṯm ṣâr ‘l - štm. Por su parte, sebb signi ca abusar; en la
base de su signi cado se encuentra el gesto de cortar/dividir a otro, es decir, de
“difamarle”. Según eso, esa palabra es un sinónimo del árabe qṭ‛, como en lıŝ
tqť ‛fınâ :̂ ¿por qué nos has insultado, has destruido nuestro honor? (nota de
Wetzstein).
46. El salmo no alude aquí al קטרת ֹומיד, al así llamado “incienso perpetuo”
sobre el altar dorado del santo lugar, como en Ex 30, 8 (pues, según Hitzig aquí
no se está hablando del humo del sacri cio de los sacerdotes, que según Hitzig,
debía ser por supuesto el de Juan Hyrcano), sino más bien, como en Is 1,
13, al incienso de la azcara de la ofrenda de comida que un sacerdote común hacía quemar ()הקטיר
sobre el altar. De esa manera, el incienso (Is 66, 3) se consumía enteramente, y no solo un puñado.
47. La razón de que se añada la ofrenda o mincha de la tarde es porque
ella se menciona más veces que la mincha matutina (cf. sin embargo, 2 Rey 3,
20). En conjunto, la mincha de la mañana y la de la tarde (2 Rey 16, 15; 1 Rey
18, 29; 1 Rey 18, 36) forman el comienzo y la conclusión del servicio principal
del día. Según eso, de acuerdo con el usus loquendi o forma de hablar de Dan 9,
21 y Esd 9, 4, la palabra mincha signi caba directamente la hora de la ofrenda
de la mañana o de la tarde.
48. En ese sentido se utiliza en español la expresión hidalgos, hijos d’algo,
de alguien importante (nota del traductor).
49. Beda Pieringer, Psalterium Romana Lyra Redditum (Ratisbonae, 1859)
interpreta κατεπόθησαν ἐχόμενα πέτρας οἱ κραταιοὶ αὐτῶν en el sentido de “sus
poderosos, sus jueces, han sido tragados junto a la roca…”.
50. Gerson observa en este contexto (véase omasius, Dogmatik, IV. 251):
yo te pido la justicia de la misericordia, la que tú concedes en la presente vida,
no aquel juicio de justicia que tú manifestarás en la vida futura; por eso te pido
la justicia que justi ca a los arrepentidos.
51. En los diversos lugares en los que aparece la palabra ( חטבcogn. )חצב,
frecuentemente al lado de ( מים ׁשאבsacar agua), ella se re ere a la madera
tallada al fuego. De un modo frecuente, la palabra árabe haṭ aḅ signi ca madera
tallada al fuego, a diferencia de la simple madera para edi car, como un tronco
sin más, se dice chsb̌ . Más aún, esa palabra se utiliza en general para referirse a
los materiales que se emplean para alimentar al fuego (nota de Wetzstein).
52. Todavía hoy, en Damasco, las habitaciones nobles de recepción de las
casas ricas suelen estaradornadas con madera o piedra tallada. Cf. Lane,
Manners and Customs of the Modern Egyptians, introducción. Este es un
ornamento arquitectónico compuesto con mucho gusto y trabajo artístico, con
formas talladas en la madera, recubiertas incluso de oro resplandeciente y de
brillantes colores, cubriendo la parte superior de los ángulos del salón de
recepción.
Esta decoración, muy agradable a la vista, tiene evidentemente la intención de adornar los
ángulos oscuros de la parte superior de los salones, que pueden ser muy elevados. Este es un estilo de
decoración que puede retrotraerse hasta la antigüedad bíblica, de forma que el salmista utiliza esa
decoración de los ángulos de los salones nobles de las casas ricas para poner de relieve la hermosura,
los espléndidos vestidos y los adornos ricos de las mujeres.
Estas mujeres de familias ricas aparecen así vestidas de un modo modesto y casto, pero de gran
belleza (como se distingue en árabe entre una mujer mesturat̂ , es decir, que esta velada, a diferencia
de una mujer memshushat̂ , tostada por el sol). Así las mujeres aparecen adornadas pero escondidas a
los ojos de los extraños, como los ángulos tallados de las habitaciones nobles. En esa línea, un
proverbio árabe ya citado dice: “los tesoros se esconden en las esquinas de las casas”. Así también en
el encabezado de una carta dirigida a mujeres de alta posición suele ponerse: “Que esta carta bese la
mano de la gran señora, con sus escondidas joyas” (nota de Wetzstein).
53. Cf. sin embargo, en una línea algo distinta, 2 Sam 22, 23; 2 Rey 3, 3;
10, 26.
54. Así han entendido la palabra Menahem, Juda ben Koreish y Abulwald,
mientras que otros comoHerzfeld piensan que se trata de dos grandes sacri cios
o hecatombes, que fueron el comienzo de las dos procesiones festivas
posteriores, que se llamarían ֹוחלכת.
55. Bochart, Hierozoicon, compara este pasaje con una observación de
Eustathius sobre Dionisio Periegetes, τὴν χιόνα ἐριῶδες ὕδωρ ἀστείως οἱ παλαιοὶ
ἐκάλουν.
56. Los LXX (Itálica, Vulgata) ponen κρύσταλλον, i. e., es decir, hielo, de la
raíz κρυ, que es helar, congelar (Jerónimo glaciem) ¿Quid est crystallum? ¿Qué
es el cristal? pregunta Agustín, y responde: “Nix est glacie durata per multos
annos ita ut a sole vel igne facile dissolvi non possit” (es la nieve, convertida en
hielo, durante muchos años, de manera que no puede disolverse fácilmente ni
por el sol ni por el fuego).
57. La interpolación del miembro paralelo de los LXX, αὐτὸς εἶπεν καὶ
ἐγενήθησαν, él habló y fueron hechas, está tomada de este pasaje.
LIBRO V. Salmos 107–150