1b - Aristóteles - Selección de Textos
1b - Aristóteles - Selección de Textos
1b - Aristóteles - Selección de Textos
Introducción
1. En efecto, lo Uno y aquello en que consiste ser-uno constituyen una unidad que no
es accidental. Además, si [la esencia] es distinta, se produciría un proceso infinito.
Por una parte, estará la esencia de lo uno y por otra parte lo Uno y, por tanto, el
mismo razonamiento valdrá para las esencias. Es, pues, evidente que en el caso de
las realidades primeras y que se dicen por sí, aquello en que consiste el ser de cada
cosa y la cosa son uno y lo mismo. Por su parte, es evidente que los intentos
sofísticos de refutar esta tesis se solucionan con la misma solución que el problema
de si son lo mismo Sócrates y aquello en que consiste el ser de Sócrates. No hay
diferencia alguna, en efecto, ni entre los presupuestos a partir de los cuales se objeta
ni entre los principios a partir de los cuales puede darse con la solución.
[Aristóteles, Metafísica, VII.6, 1031a – 1032a, ed. Gredos]
La idea de lo bello
1. Además, decimos que todas las virtudes tienen un modo de ser relacional. Así, a las
virtudes corporales, tales como la salud y el buen estado del cuerpo, las
consideramos una mezcla proporcionada de calor y frío, sea en su relación mutua
dentro del cuerpo o del cuerpo con su entorno; y del mismo modo la belleza, la
fuerza y todas las otras virtudes. [Aristóteles, Física, 246b, ed. Gredos]
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F. Martínez Marzoa, Historia de la filosofía antigua, Madrid, Akal, 1995, 20002, p. 147.
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2. En efecto, siendo tres los objetos de preferencia y tres los de aversión –lo bello, lo
conveniente y lo agradable, y sus contrarios, lo vergonzoso, lo perjudicial y lo
penoso–, el hombre bueno acierta en todas estas cosas, mientras el malo yerra,
especialmente respecto del placer; pues éste es común también a los animales y
acompaña a todos los objetos de elección, pues también lo bello y lo conveniente
parecen agradables. [Aristóteles, Ética Nicomáquea, II, 1105a, ed. Gredos]
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La teoría del arte
1. Porque las cosas mencionadas, y todas las que son por naturaleza, llegan a ser siempre
o en la mayoría de los casos, lo que no sucede en los hechos debidos a la suerte o a la
casualidad. Pues no parece un resultado de la suerte ni de una mera coincidencia el
hecho de que llueva a menudo durante el invierno, pero sí durante el verano; ni que
haga calor en invierno, pero sí en verano. Así pues, ya que se piensa que las cosas
suceden o por coincidencia o por un fin, y puesto que no es posible que sucedan por
coincidencia ni que se deban a la casualidad, sucederán entonces por un fin. Ahora
bien, todas estas cosas y otras similares son por naturaleza, como lo admitirían los que
mantienen la anterior argumentación. Luego en las cosas que llegan a ser y son por
naturaleza hay una causa final. Además, en todo lo que hay un fin, cuanto se hace en
las etapas sucesivamente anteriores se cumple en función de tal fin. Pues las cosas
están hechas de la manera en que su naturaleza dispuso que fuesen hechas, y su
naturaleza dispuso que fuesen hechas de la manera en que están hechas, si nada lo
impide. Pero están hechas para algo. Luego han sido hechas por la naturaleza para ser
tales como son. Por ejemplo, si una casa hubiese sido generada por la naturaleza,
habría sido generada tal como lo está ahora por el arte. Y si las cosas por naturaleza
fuesen generadas no sólo por la naturaleza sino también por el arte, serían generadas
tales como lo están ahora por la naturaleza. Así, cada una espera la otra. En general,
en algunos casos el arte completa lo que la naturaleza no puede llevar a término, en
otros imita a la naturaleza. Por lo tanto, si las cosas producidas por el arte están
hechas con vistas a un fin, es evidente que también lo están las producidas por la
naturaleza; pues lo anterior se encuentra referido a lo que es posterior tanto en las
cosas artificiales como en las cosas naturales. [Aristóteles, Física, II.8, 199a, ed.
Gredos]
2. Es, pues, verosímil que en un principio el que descubrió cualquier arte, más allá de los
conocimientos sensibles comúnmente poseídos, fuera admirado por la humanidad, no
sólo porque alguno de sus descubrimientos resultara útil, sino como hombre sabio
que descollaba entre los demás; y que, una vez descubiertas múltiples artes, orientadas
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las unas a hacer frente a las necesidades y las otras a pasarlo bien, fueran siempre
considerados más sabios estos últimos que aquéllos, ya que sus ciencias no estaban
orientadas a la utilidad. [Aristóteles, Metafísica, I.1, 981b, ed. Gredos]
3. Las generaciones naturales son las de aquellas cosas cuya generación proviene de la
naturaleza: aquello de lo que provienen es lo que llamamos materia [ aquello a partir de
lo cual algo es presente y que se substrae en el mostrarse], aquello bajo cuya acción
se generan es alguna de las cosas que son por naturaleza, y aquello que llegan a ser es
«hombre» o «planta» o alguna otra de las cosas de este tipo, las cuales decimos que son
entidades en sumo grado. Por lo demás, todas las cosas que se generan, sea por
naturaleza sea por arte, tienen materia: en efecto, cada una de ellas tiene potencialidad
[ser-A en cuanto a la dúnamis (potentia)] para ser y para no ser, y tal potencialidad es
la materia en cada cosa. De modo general, digamos que aquello de que provienen es
naturaleza, y naturaleza es aquello según lo cual (llegan a ser) (lo generado tiene, en
efecto, naturaleza: es, por ejemplo, planta o animal), y aquello bajo cuya acción (se
generan) es la naturaleza entendida como forma [llegar a ser como arrancarse al
ocultamiento, a la húle (materia)] de la misma especie (si bien ésta se da en otro): en
efecto, un hombre engendra a un hombre. Así, ciertamente, se generan las cosas que
se generan mediante la naturaleza. Las otras generaciones se denominan, por su parte,
«producciones» [el ámbito de tà tékhnei ónta (“lo que es por tékhne”, esto es,
aquello cuyo ser es tékhne, arte)]. Ahora bien, todas las producciones provienen o de
algún arte o de alguna facultad o del pensamiento. […] Del arte se generan todas
aquellas cosas cuya forma está en el alma. (Y llamo forma a la esencia de cada cosa, es
decir, a su entidad primera.) [Aristóteles, Metafísica, VII.7, 1032a-1032b, ed.
Gredos]
4. Entre lo que puede ser de otra manera está el objeto producido y la acción que lo
produce [enérgeia, lo que tiene el carácter o condición de en ergói, en el estado de
érgon, es decir, obra («en obra» o en el «estado de obra»)]. […] Ahora bien, puesto
que la construcción es un arte y es un modo de ser racional para la producción, y no
hay ningún arte que no sea un modo de ser para la producción, ni modo de ser de esta
clase que no sea un arte, serán lo mismo el arte y el modo de ser productivo
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acompañado de la razón verdadera. Todo arte versa sobre la génesis, y practicar un
arte es considerar cómo puede producirse algo de lo que es susceptible tanto de ser
como de no ser y cuyo principio está en quien lo produce y no en lo producido. En
efecto, no hay arte de cosas que son o llegan a ser por necesidad, ni de cosas que se
producen de acuerdo con su naturaleza, pues éstas tienen su principio en sí mismas.
El arte, pues, como queda dicho, es un modo de ser productivo acompañado de
razón verdadera [lo puesto en obra es entelékheia (entelequia), aquello cuyo
carácter es en télei ékhein: ser (o estar) en el télos, estar o tenerse en el límite para
que la cosa sea y haya conocimiento de esta, pues conocer es límite], y la falta de
arte, por el contrario, un modo de ser productivo acompañado de razón falsa,
referidas ambas a los que puede ser de otra manera. [Aristóteles, Ética nicomáquea,
VI, 1140a, ed. Gredos]
5. La imitación es natural para el hombre desde la infancia, y esta es una de sus ventajas
sobre los animales inferiores, pues él es una de las criaturas más imitadoras del
mundo, y aprende desde el comienzo por imitación. Y es asimismo natural para todos
regocijarse en tareas de imitación. La verdad de este segundo punto se muestra por
(10) la experiencia; aunque los objetos mismos resulten penosos de ver nos
deleitamos en contemplar en el arte las representaciones más realistas de ellos, las
formas, por ejemplo, de los animales más repulsivos y los cuerpos muertos. La
explicación se encuentra en un hecho concreto: aprender algo es el mayor de los
placeres no sólo para el filósofo, sino también para el resto (15) de la humanidad, por
pequeña que sea su aptitud para ello; la razón del deleite que produce observar un
cuadro es que al mismo tiempo se aprende, se reúne el sentido de las cosas, es decir,
que el hombre es de este o aquel modo; pues si no hubiéramos visto el objeto antes, el
propio placer no radicaría en el cuadro como una imitación de éste, sino que se
debería a la ejecución o al colorido (20) o a alguna causa semejante. La imitación,
entonces, por sernos natural (como también el sentido de la armonía y el ritmo, los
metros que son por cierto especies de ritmos) a través de su original aptitud, y
mediante una serie de mejoramientos graduales en su mayor parte sobre sus primeros
esfuerzos, crearon la poesía a partir de sus improvisaciones. [Aristóteles, Poética,
1448b]
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6. Una tragedia, en consecuencia, es la imitación de una acción elevada y también, por
tener magnitud, completa en sí misma; enriquecida en el lenguaje, con adornos
artísticos adecuados para las diversas partes de la obra, presentada en forma
dramática, no como narración, sino con incidentes que excitan piedad y temor,
mediante los cuales realizan la catarsis de tales emociones. [Aristóteles, Poética,
1449b]
7. [...] la tarea del poeta es describir no lo que ha acontecido, sino lo que podría haber
ocurrido, esto es, tanto lo que es posible como probable o necesario. La distinción
entre el historiador y el poeta no consiste en que uno escriba en prosa y el otro en
verso; se podrá trasladar al verso la obra de Heródoto, y ella seguiría siendo una clase
de historia. La diferencia reside en que uno relata lo que ha sucedido, y el otro lo que
(5) podría haber acontecido. De aquí que la poesía sea más filosófica y de mayor
dignidad que la historia, puesto que sus afirmaciones son más bien del tipo de las
universales, mientras que las de la historia son particulares. [Aristóteles, Poética,
1451b]
8. El temor trágico y la piedad pueden ser provocados por el espectáculo; pero también
pueden surgir de la misma estructura y los incidentes del drama, que es el mejor
camino y muestra al mejor poeta. La fábula debe ser pues tan bien ordenada, que aún
sin ver lo que acontece, quien sólo oye el relato ha de sentirse (5) lleno de horror y
piedad ante los incidentes, que es por cierto el efecto que el simple recitado de la
historia de Edipo produce en el oyente. Provocar este mismo efecto por medio del
espectáculo es menos artístico y requiere la ayuda escenográfica. Sin embargo
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aquellos que utilizan el espectáculo para colocar delante de nosotros lo que es
simplemente monstruoso y que no produce temor, desconocen por completo el sentido de
la tragedia; no se debe (10) exigir de la tragedia cualquier clase de placer, sino sólo su
propio placer. El placer trágico es el de la piedad y el temor; [Aristóteles,Poética, 1453b]
9. Respecto de la poesía que sólo narra o imita por medio del lenguaje versificado (sin
acción) es evidente que tiene diversos puntos en común con la tragedia. I. La
construcción de sus fábulas debe ser tan clara como la de un drama; ellas han de
basarse en una acción única, que debe ser un todo completo en sí mismo, con un
principio, (20) medio y fin, de manera que la obra esté capacitada para producir su
propio placer con toda la unidad orgánica de una criatura viviente. Tampoco debe
suponerse que la épica debe construirse según la manera usual en nuestras historias.
Una historia tiene que tratar no con una acción, sino con un período y todo lo que
aconteció en él a una o más personas, por desconcertantes que hayan sido los diversos
sucesos. De igual modo que dos acontecimientos (25) pueden suceder al mismo
tiempo, por ejemplo, la batalla naval en Salamina y el enfrentamiento con los
cartagineses en Sicilia, sin concordar en el mismo fin, así también en determinada
secuencia de tiempo dos hechos pueden seguirse uno al otro sin producir un resultado
único. No obstante, se puede decir que la mayoría de nuestros poetas épicos ignoran
esta distinción. (30) En consecuencia, entonces, para repetir lo que dijimos antes,
tenemos una prueba más del maravilloso talento de Homero respecto de los restantes.
Él no intentó tratar sobre la guerra de Troya en su totalidad, aunque ésta fue un todo
con un definido comienzo y un fin, pues advirtió, sin duda, que era un relato
demasiado extenso para ser abarcado en su conjunto, o bien (35) en exceso
complicado por la variedad de sus incidentes. Así, seleccionó una parte del todo;
muchos de los otros incidentes, empero, los introdujo como episodios, tales como el
catálogo de los barcos y otros para variar la uniformidad de su narración.
[Aristóteles, Poética, 1459a – 1459b]
10. Tiene, en efecto, un alto mérito emplear con rectitud estas formas poéticas, así como
también los compuestos y las palabras extrañas. Sin embargo, la máxima destreza
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consiste en ser un maestro de la metáfora1. (5) Esto es lo único que no puede
aprenderse de otros, y es, asimismo un signo de genio, puesto que una excelente
metáfora implica una percepción intuitiva de lo semejante y lo desemejante.
[Aristóteles, Poética, 1459a]
11. El poeta, por ser un imitador, justamente como el pintor u otro artífice de apariencias,
debe en todas las instancias por necesidad representar (10) las cosas en uno u otro de
estos tres aspectos: bien como eran o son, como se dice o se piensa que son o parecen
haber sido, o como ellas deben ser. Todo esto lo hace el poeta mediante el lenguaje,
con una mezcla, quizá de palabras extrañas y metáforas, como también de diversas
formas modificadas de vocablos, ya que su uso se acepta en poesía. [Aristóteles,
Poética, 1460b]
1
La metáfora consiste en dar a un objeto un nombre que pertenece a algún otro; la transferencia puede ser del
género a la especie, de la especie al género, o de una especie a otra, o puede ser un problema de analogía [del
género al género].
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