El documento describe la especificidad del quehacer filosófico. Explica que la filosofía aborda problemas fundamentales sobre la realidad y el ser humano que no son accesibles a través de otras disciplinas. Aunque los sistemas filosóficos intentan interpretar la realidad, ninguno puede agotarla totalmente. La historia de la filosofía muestra la complejidad de estos problemas abiertos y cómo nuevas filosofías surgen al enfrentarlos desde nuevas perspectivas.
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El documento describe la especificidad del quehacer filosófico. Explica que la filosofía aborda problemas fundamentales sobre la realidad y el ser humano que no son accesibles a través de otras disciplinas. Aunque los sistemas filosóficos intentan interpretar la realidad, ninguno puede agotarla totalmente. La historia de la filosofía muestra la complejidad de estos problemas abiertos y cómo nuevas filosofías surgen al enfrentarlos desde nuevas perspectivas.
El documento describe la especificidad del quehacer filosófico. Explica que la filosofía aborda problemas fundamentales sobre la realidad y el ser humano que no son accesibles a través de otras disciplinas. Aunque los sistemas filosóficos intentan interpretar la realidad, ninguno puede agotarla totalmente. La historia de la filosofía muestra la complejidad de estos problemas abiertos y cómo nuevas filosofías surgen al enfrentarlos desde nuevas perspectivas.
El documento describe la especificidad del quehacer filosófico. Explica que la filosofía aborda problemas fundamentales sobre la realidad y el ser humano que no son accesibles a través de otras disciplinas. Aunque los sistemas filosóficos intentan interpretar la realidad, ninguno puede agotarla totalmente. La historia de la filosofía muestra la complejidad de estos problemas abiertos y cómo nuevas filosofías surgen al enfrentarlos desde nuevas perspectivas.
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ESPECIFICIDAD DEL QUEHACER FILOSÓFICO
Horizonte es el "desde dónde" de un decir, pensar, hacer.
Permanece regularmente oculto y resulta inaccesible para una lectura directa (no hermenéutica). Designa un espacio de visibilidad y su estructura. Silvio Maresca
4.1 Horizonte y filosofía
Lo que constituye la filosofía en su raíz como una forma de ser del hombre y de su ocuparse de sí y de la realidad en general es un conjunto de problemas que por su forma de plantearse constituyen un espacio que no es accesible a través de las ciencias, el mito, la religión, el arte ... aun cuando establezca con ellos relaciones particulares y complejas. En primer lugar, el punto eje, la referencia básica originan te de todo filosofar es siempre la realidad misma, el hombre, su destino. El punto de partida es la conciencia de que nada que sea humano es ajeno a la filosofía y, más aun, de que ésta es el hombre mismo en cuanto se plantea el problema de sí mismo el fundamento de su ser y de la realidad en cuanto tal. La admiración y la curiosidad ante lo real dio origen a la filosofía, según Aristóteles. En este sentido la filosofía, aunque se exprese a nivel eminentemente teórico es radical y originariamente una dimensión constitutiva del hombre que al asumir en forma crítica su existencia y la realidad ve a partir de ello suscitarse una problematicidad inherente a la vida y a las cosas. "La filosofía es una toma de posición razonada respecto a la totalidad de lo real”10. Los sistemas filosóficos Y los grandes filósofos tienen valor en la medida que nos ofrecen una interpretación aproximativa de la realidad; y en función de esta aproximación crítica debemos sopesar sus teorías, sus tesis, la forma como .plantean los problemas y la perspectiva específica de sus puntos de vista personales, pues en definitiva son elaboraciones más o menos complejas sobre lo real. La realidad misma, es el punto originario, originante y terminal de todo filosofar auténtico. Pero claro está de una realidad pensada en forma crítica y en forma personal, pues la filosofía no es simplemente un conjunto de tesis coherentes sobre la realidad, sino que es a su vez una forma especial de tema tizar la propia experiencia personal y la experiencia en cuanto tal, tanto la de la vida cotidiana, como la que se abre a las perspectivas de las ciencias particulares. Es la forma crítica, radical de las condiciones de posibilidad de la realidad en su conjunto. Y en esta interpretación crítica le da al hombre un horizonte definido de su propio ser, una autocomprensión de su existencia. Es, por tanto, la existencia y la realidad en cuanto tal la que suscita los problemas filosóficos fundamentales pero que al mismo tiempo implican una asunción personal -mediada por la tradición- por la cual intento establecer que las verdades son verdades 'para mí. Pensar sistemático y pensar personal en filosofía constituyen una unidad dialéctica que hace de la filosofía no sólo una forma radical de conocimiento sino una forma especial de vida. La forma de abordar y tematizar la realidad no es unívoca, Esto es lo que origina y da como resultado el conjunto de sistemas filosóficos en una 10 PIAGET, Jean, Sabiduría e ilusiones de la filosofía, Península, Barcelona, p. 51. dialéctica de mutuas relaciones, oposiciones, tales que en una primera mirada superficial puede desanimar ante el cúmulo increíble de disputas, controversias, negaciones, afirmaciones, excomuniones. La historia de la filosofía encierra en sí una extraña paradoja. Puede decirse que no hay doctrina filosófica que no haya sido criticada, negada, impugnada y destruida por la crítica filosófica. Pero, ¿quién osaría sostener que la supresión definitiva de uno solo de los grandes filósofos antiguos o modernos no representaría un empobrecimiento incalculable para todos los hombres? Lo que ocurre es que el valor de una filosofía no se mide en razón del quantum de verdad objetiva que contenga, sino sólo en razón de su capacidad de servir como punto de referencia (aunque sólo sea polémico) para cada intento de comprenderse a sí mismo y al mundo11. El pluralismo filosófico y los diferentes sistemas, lejos de reflejar un catálogo de errores, evidencian el carácter complejo de la misma realidad, a su vez que el difícil camino y acceso a la verdad que sólo está dado para los humanos por este difícil arte de la controversia, de la confrontación. En filosofía la verdad es un punto de llegada, una búsqueda mediada por las múltiples formas de abordar y pensar la realidad y en donde las adquisiciones sólidas, nunca son un agotamiento total o una expresión total de lo real. Ningún sistema por más objetivo que parezca puede reivindicar para sí el agotamiento y la captación total de la verdad. Existe, claro está, en toda filosofía la tentación de absolutizarse, de cerrarse y mirar las demás posiciones como falsedades absolutas, pero la misma historia demuestra la esterilidad de dichos intentos. La filosofía de un autor y de la época son en sí mismas valiosas, por tanto se insertan y acrecientan un rico patrimonio -una tradición- desde la cual y en función de la cual continuamente el hombre a partir de nuevas facetas o nuevas perspectivas ve la forma de enfrentar una problematicidad inherente a la misma realidad y que de algún modo, para encontrar satisfactorias las respuestas dadas, se atreve a emprender un nuevo camino, a prospectar un nuevo método. La filosofía es el único saber que por ser saber en constitución necesita empezar siempre de nuevo sobre lo mismo de muchas maneras. Esto explica también que su propia historia sea constitutiva de su ser, de su quehacer. En filosofía una filosofía actual no es de por sí mejor ni superior a todas las anteriores, pues como no se trata de un saber progresivo las nuevas tendencias sólo reflejan que el hombre es incapaz de dejar de filosofar y que cada época conocerá nuevas filosofías en cuanto mediaciones culturales y reflejas del movimiento general de la sociedad. Más que el actualismo en filosofía cuenta es la vigencia, la solidez de una posición que por ser tal ha/ logrado expresar en forma adecuada una faceta de la realidad. Cada sistema dentro de sus presupuestos particulares ha sabido, en efecto, tema tizar una experiencia humana fundamental que se conserva en una tradición viva, que se reactualiza en función de los problemas de base en cuanto son vividos, sentidos y expresados en forma diferente según las características específicas de cada época. Si algo es permanente en la filosofía es el problematicismo de base que constituye la materia prima de todo sistema y el fondo común que permite en último término identificar sobre qué hablan tantas filosofías tan dispares (si la filosofía ofreciera como una ciencia experimental un campo claramente definido, con técnicas concretas y métodos apropiados, en más de veinte siglos de trayectoria sería un arsenal infinito de datos superior a cualquier ciencia moderna). Frente a esta realidad insuperable muchos proclaman la esterilidad de filosofar, su inutilidad o su disolución frente al saber científico. Por el momento dejemos claro una vez más que ningún sistema o pensador puede agotar la expresión conceptual y vital de la realidad y por ello mismo no 11 ABBAGNANO, Nicolás, Historia de la filosofía, t. 1., Barcelona, Montaner y Simón, p. 11. podemos negar a priori la conformación de nuevas filosofías. Un asunto diferente es la calidad, la profundidad, la validez de las nuevas tendencias que necesariamente deberán autojustificarse como perspectivas diferentes que en algún modo se consideran como "superaciones" del filosofar existente hasta ahora. La filosofía hegeliana, que pretendió ser el culmen de todo el proceso filosófico anterior, se mostraría extrañada hoy del enorme y complejo pluralismo cultural y filosófico que caracteriza a la sociedad del siglo XX. En idéntica forma, el marxismo hoy se postula como la disolución de la filosofía o su realización plena y total. Ciertamente que desde el poder dicha afirmación adquiere visos de seriedad, pero el desarrollo mismo del marxismo, sus concreciones históricas y los problemas de su misma interpretación evidencian una vez más que lo importante no es el sistema en sí mismo, sino la realidad misma que incita a nuevas filosofías que superen el planteamiento mismo de Marx y los marxistas. Sin embargo, los problemas de la filosofía constituyen, por decirlo así, el suelo nutricio de la filosofía, la problematicidad común a las diferentes formas de filosofía. Problemas que aparecen o "desaparecen", que ocupan en una época un lugar predominante según las circunstancias y las tareas culturales de la sociedad. Estos problemas por su misma naturaleza son problemas abiertos, es decir, nunca son exhaustivamente agotados, solucionados, enfrentados. Aún más, permiten a pesar de tantos siglos de reflexión, elaboraciones nuevas que empiezan por ser críticas y "superaciones" de posiciones anteriores. Ningún .sistema o pensador, por tanto, agota una problematicidad sino que simplemente le da un sentido y una perspectiva particular, que en virtud de mutuas oposiciones da lugar a nuevas síntesis y así sucesivamente en una dialéctica sin fin o término. Toda filosofía en función de sus presupuestos y sus tesis particulares tenderá, como es lógico, a rebatir o rebasar las demás posiciones filosóficas, pero es precisamente en función de su visión unilateral como se afirma en su especificidad y contenido. La historia de la filosofía demuestra fehacientemente esta dialéctica particular de confrontación y emulación que para algunos podrá sonar a relativismo y a otros como declaración de impotencia para lograr una verdad estable, absoluta y válida para todas las épocas. Suponemos, más bien, que esto demuestra el carácter mismo de la filosofía: saber en constitución, por tanto búsqueda permanente y nunca satisfecha. Existe, sin embargo, una razón de fondo que determina la forma específica de los problemas filosóficos y que le da a pesar de su estructura multiforme una cierta unidad de sentido y dirección: el horizonte desde donde son planteados los problemas mismos de la filosofía. Los problemas, en efecto, se plantean y se enfocan según un marco referencial global en cuanto todo horizonte delimita, enmarca, visualiza, condiciona y unifica, así no se tenga conciencia de ello. La filosofía tiene ante todo un horizonte de intelección. De hecho en la filosofía europea estos horizontes han sido dos. Uno fue el horizonte de la filosofía griega: el movimiento, el cambio. Toda la filosofía griega está concebida sobre el hecho, a primera vista asombroso, de que las cosas que de veras son, sin embargo cambian, y recíprocamente que todo cambio está determinado por lo que verdaderamente es. A diferencia de este horizonte, a partir del cristianismo, se constituye un horizonte de la filosofía muy otro. Lo asombroso no es que las cosas sean y cambien, sino que lo asombroso es que haya cosas: es el horizonte de la nihilidad. Las cosas son un reto a la nada. Es un horizonte determinado por la idea de la creación. Toda la historia de la filosofía europea posthelénica, desde San Agustín a Hegel, no es más que una metafísica en la nihilidad: he aquí pues, los dos horizontes de la filosofía europea12. Horizontes que permitieron, sin embargo, enfrentar en direcciones determinadas los problemas de la filosofía pero que a su vez denotan los límites de su forma de preguntar y responder. En este sentido nos preguntamos si es posible la constitución de horizontes diferentes, pues además de los señalados por Zubiri pensamos que también la subjetividad y especialmente la praxis han sido horizontes en la modernidad y actualmente o el horizonte de la realidad tal como lo postula la obra entera del pensador español. Pero la existencia misma de un horizonte nos señala, además, la imposibilidad de elaborar una filosofía sin supuestos. Una filosofía que se autoconstruye sólo a partir de si es el ideal utópico de todo idealismo absoluto que pretende filosofar sólo a partir del pensamiento puro. Si la filosofía se define y se desarrolla en el terreno del pensamiento, dicha definición y desarrollo se hacen a partir de presupuestos explícitos o implícitos.
4.2 Niveles de la reflexión filosófica
Lo que entendemos habitualmente por filosofía es ya un saber sistemático, en cierto modo especializado expresado en . los grandes pensadores y sistemas. Dicha filosofía está expuesta en los manuales de la historia de la filosofía y hasta cierto punto se trata de un saber ya constituido. Sin embargo, en rigor la constitución de esta filosofía se nutre de un fondo más originario que vincula el filosofar con otras manifestaciones del espíritu.
4.2.1 Los filosoiemos
En muchas manifestaciones de la cultura, como el mito, la religión la literatura, el arte ... podemos de vez en cuando encontrar ciertos pensamientos que referidos a problemas filosóficos como el destino del hombre la vida en general, la realidad, la muerte, etc., se acercan por su contenido a una especie de prefilosofía. Así reconocemos cómo en las mejores obras literarias, en las tragedias griegas, en la obra de Dante, Goethe, 8hakespeare, Dostoievski, etc., se entretejen profundos conceptos que perfilan una cierta filosofía de la vida, una cierta concepción de la realidad que constituyen una profunda sabiduría en la cual se transparenta de algún modo un acercamiento por otras formas no enteramente conceptuales al nivel específico de la filosofía pura. Tal envoltura racional es denominada por Hegel como filosofemas. El mismo Hegel explica la razón por la cual estas formas de sabiduría no son estrictamente filosofía: Porque la filosofía está solamente allí donde el pensamiento como tal se ha hecho absoluto, se ha convertido en lo fundamental, en la raíz de todo lo demás. Pero esto no sucede en semejantes representaciones. La filosofía tiene por destino no solamente pensamientos sobre algo, es decir, sobre un objeto que ha tomado, que ha supuesto como sustrato, sino que tiene por destino al pensamiento libre, al pensamiento universal, de manera que el contenido sea misma mente ya pensamiento, y así el pensamiento sea, por antonomasia, lo primero, a través, de lo cual se determina todo. La filosofía es el pensamiento que se piensa a sí mismo, es lo universal destormándose a sí mismo13 Y como la forma predominante en estas formas es la representación y no el pensamiento puro, considera Hegel su dinamismo como algo distinto cualitativamente al estricto discurso filosófico. Si bien esta distinción es 12 ZUBIRI, Xavier, Cinco lecciones de filosofía, Alianza, Madrid, 1980, p. 5. 13 HEGEL, Introducción a la historia de la filosofía, Aguilar, Méjico, 1968, p. 182. válida, hoy podemos acentuar más los nexos vinculantes que acercan y llevan al hombre por distintas mediaciones y que aunque sean formas contrarias tienen un fondo común, como búsquedas y formas vitales de un conocimiento y autoconocimiento del mundo. Incluso, podemos pensar que un racionalismo absoluto establece barreras infranqueables entre estos niveles de conocimiento que en la práctica están más cercanos cuando nos aproximamos con un estilo más vital y existencial. Además, aquí se entiende por filosofía solamente la doctrina, la teoría y no como una forma vital de la existencia humana en su esfuerzo de autointerpretación.
4.2.2 Filosofía como actitud personal
Si la filosofía se redujera a un conjunto de doctrinas, a un conjunto de interpretaciones, como un saber ya establecido del que basta sólo repetir y comentar, la filosofía en sí misma no ofrecería ninguna posibilidad de hacer del hombre alguien más humano y crítico. En efecto, el filosofar no es primariamente un aprendizaje nacional de los sistemas y pensadores sino una actitud personal que desde sí accede a una problematicidad que afecta al mismo individuo y en la cual las preguntas y las respuestas en último término deben ser asumidas como retos personales que afectan la estructura misma de nuestra existencia. "El pensar filosófico tiene que ser original en todo momento. Tiene que llevarlo a cabo cada uno por sí mismo"14 Sin duda que este filosofar personal nunca parte de cero, sino que la inserción dentro de una historia y una tradición nos interpelan y nos actualizan otras experiencias personales que nos suscitan interrogantes, dudas, indicaciones, afirmaciones y negaciones que deben pasar por una asunción personal que ajusta o desajusta nuestra existencia concreta. Es, sin embargo, muy habitual incluso para quien está estudiando la filosofía, establecer una cierta distancia entre su existencia y la filosofía corno un conjunto de doctrinas y tesis, entre lo nacional y lo vital, entre el aprendizaje puramente teórico y los asuntos prácticos de la vida. Se establece ya de antemano que la filosofía es sólo una doctrina y no una cierta forma de vida en la cual nos empeñamos por establecer hasta en lo cotidiano un marco de criterios que afectan la médula de nuestra vida. En ésta perspectiva la afirmación de Gramsci adquiere toda su riqueza, "la filosofía es una concepción del mundo que ha llegado a ser norma de vida". Sólo de este modo la filosofía como forma de vida, como forma de asumir una cierta ubicación en el mundo llega a revelar y explicitar su inmenso significado para la vida humana. Filosofar en este sentido es primero y primariamente el proceso de colocar en cuestión la existencia entrando en una gradual radical problematización que lo involucra todo y que aunque suponga e esbozo de nivel alto de teorización, no por ello queda subsumida mi propia subjetividad. Filosofar es acceder a una existencia auténtica que distanciándose del entorno de lo cotidiano se toma por fin en serio en un empeño de radicalidad y de búsqueda incesante de la verdad. Es suscitar una serie de preguntas a las cuales es fácil entrar pero dentro de un complejo laberinto en donde el hombre mismo no sabe de antemano si hay respuestas claras y absolutas. La filosofía es el hombre mismo como viajero de la vida, como eterno problematizador que todo lo desinstala y todo lo cuestiona. Saber simplemente cosas, datos y doctrinas sin este empeño de base, es hacer de la filosofía un inventario estéril que tarde o temprano revelará sus angustiosos límites. 14 14 JASPERS, Karl, op, cit.. p. 8. 4.2.3 La filosofía como sabiduría popular A través de la historia, de las diferentes culturas y nuestro pueblo latinoamericano encontramos una cantera muy fértil y significativa que a través de dichos, refranes, coplas, cánticos, poesías, etc., expresa de un modo eculiar una singular sabiduría de la vida que materializa el sentir y el pensar de vastos sectores populares. , La sabiduría popular, primeramente se tematiza y dice en formas no autorreflexivas del lenguaje y la praxis que, sin embargo, ya implican una cierta reflexividad y articulación inteligente. Pues dicha sabiduría se expresa ante todo en los símbolos (religiosos, poéticos, políticos) de cada pueblo, en sus cantares, proverbios, narraciones (mitos, sagas, leyendas) populares, así como en sus modos históricos de obrar político, ético-cultural (ejemplo, en sus costumbres, normas, modos de convivencia) y religioso (ritos, devociones...), etc., aunque a todos ellos los trasciende. En ellos se condensan la memoria histórica, la experiencia la vida y del sentido, las esperanzas y aspiraciones de un pueblo. Allí se dan en uno lo que es humano- universal y lo que es propio y originario -aunque no necesariamente exclusivo- de ese pueblo"15 . Esta sabiduría de carácter sapiencial y que no se mueve dentro de la lógica de la racionalidad tecnológica implica de algún modo una cierta prefilosofía. Ya Hegel contemplando la sabiduría escondida en el mito y la religión mencionaba este tercer momento de representación, en la cual incluía los escritos de Cicerón, Pascal, los místicos. . Precisamente, en cuanto prefilosofía algunos autores y pensadores latinoamericanos lo proponen como punto de partida para una filosofía inculturada o como la materia prima de un pensamiento que decantado y sistematizado por una elite diese como resultado una auténtica filosofía popular latinoamericana. También se puede entender esta manera de pensar como un sustrato de base fuente inagotable y siempre actual del pensamiento, pero de un pensamiento que es primeramente un comportamiento práctico y espontáneo, no reflexión crítica y autoconsciente. En esta perspectiva distingue Gramsci dos niveles de filosofía: la filosofía espontánea y la filosofía técnica corno sistematización de la existencia social, colectiva.
4.2.4 La filosofía sistemática
En el nivel más elevado y estricto de la palabra encontramos la filosofía como doctrina sist emática tal como se ha elaborado en forma predominante en la cultura europea y cuyo eje orientativo lo constituye la forma como se expresó y tematizó en la cultura griega. Sin embargo, la definición y comprensión de lo que se entiende por filosofía ha sido objeto de interminables discusiones, definiciones y sentidos. La noción etimológica es todavía más imprecisa, pues sólo expresa la curiosidad, la afición o deseo de saber, sin referirse a ningún objeto determinado. Si acudimos a su noción histórica "muchas y muy variadas han sido las vicisitudes porque ha atravesado el concepto de filosofía a lo largo de su historia, desde que Pitágoras, o quien fuese su inventor, lanzó esa palabra a la circulación"16. 15 SCANNONE, J., Sabiduría popular y teología inculturada, Rev. Stromata año XXV, enero-junio, 1979, Nos. 1-2, p. 7. 16 FRAILE, G., Historia de la filosofía, t. 1, BAC., Madrid, 1965, p. 3. La amplitud griega para designar las muchas formas de saber hace que bajo el ropaje de la palabra filosofía se entiendan muchas cosas a la vez. De ahí que en su historia la filosofía ha adquirido tantos sentidos cuantos exponentes de la misma se han destacado por sus obras conforme al concepto que cada uno tenía de la realidad. La filosofía se enfrenta ineludiblemente con el problema de determinar su propio concepto. Pero no se trata de un problema previo. Antes bien, si nos fijamos en el orden genético de los hechos, vemos que primero han filosofado los hombres y después reflexionando han adquirido conciencia de que han hecho filosofía y han tratado de precisar su concepto. Los problemas filosóficos fueron surgiendo poco a poco, de una manera confusa, implicados nos en otros, al enfrentarse los hombres con la realidad17. En la concepción nominal de la filosofía como afán q deseo de saber, de búsqueda de la verdad, la filosofía al comienzo en Grecia cobijó en forma indistinta todo lo relacionado con el conocimiento de todas las cosas. La diferenciación histórica de las ciencias particulares ha sido fruto de un proceso lento y que sólo hasta el siglo XIX ha marcado una real frontera de demarcación. Y aun cuando hemos afirmado que el sustrato mismo del filosofar es una problematicidad de base común a todas las filosofías, un buen número de estos problemas ha pasado hoya ser objeto de análisis con los métodos y las técnicas de las ciencias experimentales. ¿No existe entonces una forma de alcanzar aun cuando sea una cierta imagen aproximativa del filosofar que poco a poco y a medida que nos vayamos adentrando en sus problemas nos oriente como punto de diferencia con el discurso de las ciencias, de la religión, del arte, etc.? Creemos encontrar este punto eje y distintivo en la línea que lo propusieron Platón, Aristóteles, Kant, Hegel... cuando al enfrentar lo decisivo de la filosofía veían al filósofo y a la filosofía en la perspectiva de un conocimiento radical, último, fundante y total de la realidad. Como conocimiento, la filosofía ha pretendido ser una forma rigurosa del saber, una forma de adquirir certeza absoluta sobre el ser de las cosas y para ello se constituye al mismo tiempo en un saber crítico que desinstala la experiencia cotidiana y las apariencias a partir de la duda, del cuestionamiento de todo. En este sentido Aristóteles ha entendido la filosofía como una. Ciencia demostrativa, es decir, como un saber apodíctico, fundado, racional. Este saber es, además, radical en cuanto es un conocimiento de las causas últimas y profundas de lo real, investigación de los datos-últimos y los principios de toda forma de experiencia. Por ello mismo es un saber fundante. Es lo que hacía Sócrates cuando, a través del diálogo, buscaba la definición general y las relaciones de los conceptos; Aristóteles al trazar el cuadro de las categorías y al estudiar sistemáticamente la lógica, la retórica, la ética, o la política; Bacon al fundamentar el método inductivo; Descartes en el Discurso del Método: Locke en el Ensayo sobre el entendimiento humano; Mach en el Análisis de las sensaciones, y Husserl en las Investigaciones iógicas. Y es por cierto también -lo que Kant, dirigiendo la mirada crítica en todas las direcciones de la actividad humana, ofreció como fundamentación de la ciencia, la moralidad y el arte en sus tres críticas famosas. Estos son sólo algunos casos ejemplares que ilustran el sentido de este aspecto del filosofar18. Pero, al mismo tiempo, este saber radical versa sobre la realidad en cuanto tal, es decir, sobre la totalidad 17 Ibid., p. 17, 18 SALAZAR, Bondy, Inciación filosófica, Arica, Lima, 1969, p. 30. de lo existente y ello marca su punto de diferencia con el conocimiento de las ciencias particulares. Para Platón, el filósofo es-aquel que ve la conexión y la articulación del todo, es el especialista de la totalidad. Aristóteles ve esta posibilidad por cuanto la filosofía no es un saber de un conjunto determinado de la realidad como la había sido hasta-antes de él. Lo que se llamaba filosofía era un conjunto de saberes que cubrían .todo el ámbito de los objetos pero no recaían sobre la totalidad del ámbito en su carácter mismo de totalidad. "De ahí que Aristóteles se vea forzado en un segundo paso a decimos en qué consiste este carácter de totalidad que ha de poseer el objeto de la filosofía, si ha de ser un saber propio. La respuesta a este interrogante es rigurosa y precisa en Aristóteles: la totalidad consiste en la coincidencia de todas las cosas en un mismo carácter. Y aquello en que coincide todo cuanto hay es justamente en 'ser'. De suerte que el todo es un todo de ser, y cada cosa forma parte del todo en - tanto en cuanto que es. Algo (sea cosa o todo) en cuanto que es lo que se llama ente. Por tanto, la filosofía tiene como objeto propio el ente en cuanto ente”19. Esta totalidad que pretende la filosofía en Aristóteles y que al mismo tiempo le asigna su objeto es el trasfondo de toda metafísica y de toda visión del mundo. Constituye, incluso, hasta el día de hoy su punto de diferenciación con el ámbito de las ciencias particulares. Estas, en efecto, tienen como objeto de estudio una parcela, un aspecto determinado de la realidad al que estudian con métodos y técnicas muy precisos y cada vez más especializados y en virtud de ello han adquirido un progreso enorme. La ciencia tal como se entiende hoy por su propia naturaleza y constitución desconoce el conjunto, la totalidad que es el campo específico de la filosofía. Este pensar es elaborado sólo y exclusivamente a partir de la razón y ello marca su diferencia con la religión y la teología. Pero esta totalidad. no debe ser entendida como una suma de los datos particulares de la ciencia, como si la filosofía fuese una especie de enciclopedia o una super ciencia, sino desde la perspectiva del todo e.n .q.ue coinciden las cosas, el ser. Se trata de una totalidad metafísica que posibilita a las mismas ciencias una orientación y ubicación de sus quehaceres particulares. Podemos concluir diciendo que la filosofía es un saber riguroso o ciencia en el sentido aristotélico -no en el sentido de las ciencias particulares- que nos proporciona los principios y fundamentos universales de todo lo real de un modo sistemático, crítico y metódico. En este sentido la filosofía es una "ciencia" universal y no particular. El compendio de lo empírico el mundo entero de la experiencia lo estudia la filosofía en sus fundamentos condicionamientos y supuestos últimos. Esto mismo posibilita y plantea una dialéctica muy particular y compleja entre la ciencia y la filosofía.
4.3 El objeto de la filosofía
El objeto central de la filosofía al igual que su comprensión y significado han estado siempre en el ámbito de la discusión y las múltiples soluciones. El objeto asignado no ha sido siempre el mismo a lo largo de la historia del pensamiento. De igual modo que a las distintas concepciones acerca de lo que se entiende por filosofía se genera al mismo tiempo la discusión sobre su objeto. Podríamos decir que hasta cierto punto de la concepción que se tenga de la filosofía va implicado de algún modo su objeto central. Zubiri mirando la estructura del filosofar y la idea que de filosofía se han formado algunos filósofos importantes concluye diciendo: 19 ZUBIRI, Xavier, op.cit., p. 29. En estas cinco lecciones hemos visto pasar unas cuantas ideas de la filosofía caracterizadas, ante todo, por su objeto. Primero, para Aristóteles el saber filosófico es el saber que recae sobre el ente. Segundo, en Kant recae sobre algo más circunscrito, sobre el objeto. Tercero, en Augusto Comte la filosofía recae sobre algo más circunscrito aún: sobre los hechos científicos. Cuarto, en Bergson se trata de hechos, pero los hechos inmediatos de una conciencia. Quinto, para Dilthey el objeto del saber· filosófico es la vida. Sexto, para Husserl el objeto de la filosofía es la vida entera y sus objetos reducidos a esencia fenoménica. Séptimo, finalmente, Heidegger piensa que el objeto de la filosofía es el ser puro. En cada pensador el objeto que ha asignado a la filosofía ha configurado de distinta manera su mente20. En las corrientes de la filosofía contemporánea se destacan además por la problemática del objeto del filosofar aquellas que le asignan como cometido central pensar sobre la praxis, como en el caso de una forma de marxismo, o el análisis crítico del lenguaje a fin de deslindar auténticos y falsos problemas como en las corrientes de la filosofía analítica o la realidad en cuanto tal pero en la perspectiva de Zubiri, etc. Cierto que la filosofía involucra ella misma su objeto en cuanto no le puede ser asignado por otra ciencia o desde fuera o en la medida que no tiene un objeto particular en la misma forma y sentido que el objeto en cada una de las ciencias particulares. Pero a pesar de ello creemos que la noción aristotélica sigue siendo válida en la medida que el avance y el desarrollo histórico de las diferentes ciencias han ido desalojando de la filosofía un núcleo de saberes y preocupaciones que están siendo hoy estudiados desde la metodología de las ciencias particulares mismas y en este sentido han ido purificando el filosofar de una cantidad de objetos que no eran propiamente el suyo. El avance y la insurgencia de la psicología, la sociología, la ciencia política, la lógica matemática, etc. van dejando sólo para la filosofía su campo específico como saber de la totalidad, como pensar metafísico, así este se halle cuestionado en forma sistemática por la mayoría de las tendencias contemporáneas.
4.6 La utilidad y la inutilidad de la filosofía
La impugnación de la filosofía como quehacer inútil y que en alguna forma debía extinguirse tiene ya una larga tradición, y sus raíces son muy claras. Platón en su diálogo "Gorgias" coloca en Calicles la idea de que la filosofía es un asunto pasajero para los jóvenes que no tienen todavía una función importante y seria en la vida. Desde la perspectiva religiosa una cierta tendencia que se remonta a algún texto paulino (1 Carta a los Corintios) que prosigue en Tertuliano, se radicaliza en Tomás de Kempis y Lutero, se nota una actitud de desconfianza y rechazo de la filosofía en virtud de la radicalidad de la opción religiosa. Actitud sin duda opuesta a la tradición que desde el cristianismo quiere asumir la filosofía como un preámbulo a la vivencia auténtica de la religión. El rechazo de la filosofía, sin embargo, procede de actitudes la mayor de las veces afilosóficas en el sentido que, por ejemplo, el llamado "hombre práctico" tiende a rechazar de por sí todo nivel teórico que lo ve como una instancia puramente especulativa ajena a los problemas concretos de la vida y de la acción. En cierto modo, la filosofía aparece sólo como una teoría y no como una sabiduría misma de la vida. En el campo de las ciencias es posible, todavía, en algunos casos, un cierto distanciamiento de la 20 ZUBIRI, Xavier, op. cit., p. 275. filosofía por vía de la comparación respecto a sus métodos y su desproporción en cuanto al avance progresivo de las ciencias experimentales, o el ya conocido artificio de rechazar la filosofía desde otra instancia filosófica velada como cuando se tiene una concepción implícita de la ciencia en términos positivistas. En nuestro siglo se conocen dos impugnaciones panfletarias de gran estilo literario y que quieren constituirse en reales antifilosofías, pues rechazan tanto la, actividad filosófica como la función de los filósofos (Cfr. de Giovanni Papini, El crepúsculo de los filósofos, y Jean Francois Revel, ¿Para qué filósofos?)," a los que acusan de un .problematismo artificial sin fin ni sentido. Al mismo Marx se le ha interpretado en forma unilateral cuando en la tesis sobre Feuerbach -tesis XI-, enuncia en forma crítica y programática que los filósofos no han hecho otra cosa más que interpretar de diversos modos el mundo, cuando lo que se trata es de transformarlo dentro del contexto de la crítica al idealismo o su otra afirmación acerca de la cancelación de la realización de la filosofía en cuanto se supere la alienación en la historia a través de la humanización del proletariado. Podemos entonces afirmar que desde ciertas actitudes el cientifismo que reduce la verdad al ámbito científico, el activismo de tipo lucrativo o político que rebaja o anula el papel de la teoría, y cierto fanatismo religioso que anula todo esfuerzo humano se impugna a la filosofía como algo inútil y sin sentido. Contrastan estas actitudes con la sabiduría popular que en medio de los asuntos prácticos y cotidianos desde ese fondo vital es capaz de una cierta sabiduría muy conexa con la vida, el trabajo, el dolor, Dios, el destino. La utilidad de la filosofía, que no se entiende desde el fondo utilitario aparece para el que ha accedido a su ámbito como un conjunto de posibilidades que sólo él entiende, en la medida que el filosofar genera una dinámica que llega a afectar la raíz y la sustancia misma de la existencia. Filosofar es acceder al único modo de existencia auténtica en cuanto ella misma como modo de ser del hombre es la puesta en cuestión del mismo como problema, como interrogante que emerge y se distancia de lo cotidiano, de lo banal, de lo mecánico, de la superficialidad que no se atreve a afrontar la realidad como problemática. La filosofía siempre ha tenido una doble faz a través de su historia: o bien se la mira desde el punto de vista teorético como saber último o fundante o bien como una forma de conducir la vida, como una sabiduría que orienta a la consecución de una vida virtuosa o al menos coherente con una cierta manera de entenderla. En el primer caso, la filosofía abre al hombre el horizonte infinito de la vida espiritual, de la aventura del pensamiento que lo ensancha en sus miras e intereses, no porque lo aparte de este mundo sino porque su forma de mirarlo y asumirlo es diferente. Aquí el objetivo de la filosofía es tratar de' comprender hasta donde pueda el mundo más allá del sentido común y del simple conjunto de creencias o supersticiones. La filosofía muchas veces modifica nuestros puntos de vista en la medida que nos introduce en una forma crítica y sistemática de pensar. Por esto mismo, el filosofar aunque algunos lo niegan hoy de forma radical sigue manteniendo una función interpretativa, contemplativa, pues nos eleva a un nivel diferente de existencia más allá de nuestro propio destino personal. En la segunda perspectiva la filosofía como sabiduría quiere orientarnos acerca de lo fundamental de la vida, de aquellos valores que no solamente lo hacen saber más sino que lo puede hacer mejor. La filosofía debiera mostrarnos los fines de la vida y los elementos de la misma que tienen valor por sí mismos. Por muy limitada que esté nuestra libertad en la esfera causal, no es necesario que admitamos limitación alguna para la misma en la esfera de los valores; lo que juzgamos bueno por sí mismo podemos seguir juzgándolo como tal, sin consideración a ninguna otra cosa que no sean nuestros propios sentimientos. La filosofía no puede determinar por sí los fines de la vida, pero puede libertamos de la tiranía del prejuicio y de las aberraciones derivadas de estrechas miras. El amor, la belleza, el conocimiento y el goce de la vida: he aquí las cosas que conservan inmarcesible lustre, por lejanos que sean nuestros horizontes. Y si la filosofía puede ayudamos a sentir el valor de estas cosas, habrá representar el papel que le corresponde en la obra colectiva de la humanidad cuyo objeto es llevar luz a un mundo de tinieblas21. Pero la filosofía ha sido también requerida por su función crítica como útil en el esfuerzo por señalar siempre las situaciones que ahogan la vida humana o cuando el hombre está sometido a múltiples peligros que lo alienan de muchos modos. Sin embargo, en esta función vital y necesaria corre el peligro de querer convertirse en un sustituto sutil de la religión o de la política. De la religión, cuando de algún modo se pide y se espera de la filosofía una salvación laica, un absoluto que aquiete la búsqueda incesante del hombre a través del saber y la' cultura. Pero la filosofía no salva a nadie ni al propio filósofo, pues su destino y su horizonte es como el hombre mismo, un viajero incansable que buscándose a sí mismo en un laberinto interminable de preguntas y respuestas no tiene cómo hallar reposo en una meta absoluta y definitiva. Lo absoluto, radicalmente corresponde sólo a la religión, ella es la estructura expectante de lo que realmente se puede esperar. De la política cuando quiere instrumentalizársele en función de una determinada concepción del mundo como en el marxismo o de convertirse en un pensar estratégico de la praxis revolucionaria, como sostiene Enrique Dussel en su perspectiva de una filosofía de la liberación. Acicateados por Marx, la filosofía quiere convertirse en pura lucha ideológica, clasista en última instancia, al decir de Lenin y Althusser a nivel de la lucha teórica, destinada a ser la teoría que justifique o respalde determinada praxis. En síntesis, se le quiere pedir a la filosofía que se convierta en instrumento táctico o estratégico de la política por su función crítica y fundamentadora. La filosofía tendría validez en la medida que asume el papel de ayudar a transformar el mundo. Si bien es exacto que, como veremos más adelante, pueden existir múltiples nexos entre la filosofía y la política, aquella pierde su especificidad cuando abandona su papel reflexivo, fundamentador teorético, interpretativo. Se convierte muchas veces en un reduplicador del discurso político o se la mira simplemente como una ideología dentro de los procesos sociopolíticos. La misma filosofía de la praxis es fecunda cuando tiene como objeto de reflexión la praxis misma, pero no cuando instaura un vínculo simple y estrecho entre la teoría y la práctica. La filosofía de por sí no puede dar fórmulas concretas en la política o disolverse en esta dentro de la concepción de Gramsci, y sin embargo, no por ello deja de tener una gran importancia en la reflexión sobre la praxis política. La filosofía tiene sin duda un profundo significado sobre la vida humana y la praxis, pero debe renunciar al mito de conducir el proceso de cambio o el nuevo mito del intelectual orgánico que quiere en formas nuevas y sutiles o resolver los problemas de la verdad desde el poder (marxismo) o seguir de algún modo alimentando la idea platónica acerca del papel conducto de la filosofía y de los filósofos en la conducción del Estado.
Tomado de: RODRÍGUEZ ALARRACÍN EUDORO (1987). Introducción a la filosofía. Perspectiva
21 RUSSELL, Bertrand, op, cit., p. 634. latinoamericana. Colombia: USTA. pp. 129-141, 181-184.