III Etapa
III Etapa
III Etapa
2. Si amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos: Honraríamos a nuestro padre y a nuestra
madre. No mataríamos. No cometeríamos adulterio. No robaríamos. No daríamos falso testimonio. No
consentiríamos pensamientos ni deseos impuros. No codiciaríamos las cosas de nuestro prójimo.
Como los dos más grandes mandamientos conllevan el amor, ya sea amar a Dios o amar a los
hombres, el amor es el espíritu de los mandamientos de Dios.
Los Diez Mandamientos nos dicen expresamente qué NO HACER, lo que está en CONTRA de la
naturaleza de Dios. Concerniente a lo que DEBEMOS hacer positivamente a fin de andar agradando a
Dios y a los hombres, sólo una palabra es necesaria para instruirnos: debemos AMAR a nuestro Dios con
todo nuestro ser y debemos AMAR a nuestro prójimo como a nosotros mismos. El amor es el
cumplimiento de la ley. (Rm. 13,8-10)
Primero escuchemos esta historia: Unas personas salieron de día de campo y escogieron un lugar
muy bonito para comer. Al entrar vieron un letrero que decía “Prohibido el paso. Peligro, terreno
resbaladizo”, pero no le hicieron caso. Después, tres niños tuvieron un accidente y resultaron con lesiones
bastante serias. Llegó la policía y los multó por haberse metido a ese lugar prohibido. Pero ellos no
quisieron aceptar su responsabilidad. Fin de la historia
Esto nos sucede muchas veces, hacemos cosas que son malas y luego no queremos aceptar nuestra
responsabilidad.
Trabajo grupal:
Leer la parábola de la vid y los sarmientos. (Jn. 15, 5-7)
Explicar que los sarmientos son como las ramas de la vid, que es el árbol que produce las uvas.
Preguntar si es posible que los sarmientos den uvas, si son cortados de la vid.
Hacer ver que los humanos somos los sarmientos y Jesús la vid.
Dios nos creó por amor, para ser felices. Lejos de Él nunca podremos ser felices.
Nota para el catequista: Muchos de nuestros niños han pasado o están pasando por situaciones
de maltrato, ausencia de su Padre, o una relación pobre con su Padre y es importante poderlos llevar a un
punto de perdón a su padre terrenal para poder reconocer y reconectar con Dios Padre.
Dios nos enseña a orar, Padre nuestro….
No hay en el lenguaje humano ninguna palabra en que se condense toda la buena nueva que Cristo
trajo a la tierra, como en la palabra que el hombre dirige a su Dios llamándole: Padre. Dios, nuestro Padre,
nosotros sus hijos.
La palabra Padre la repite Cristo muchísimas veces, tanto en sus sermones como en sus oraciones.
Especialmente se ve esto en los Evangelios de San Mateo y San Juan. San Mateo trae esta palabra 44
veces, Juan cerca de 115 veces. De esto se deduce cuán profundamente impresionó esta palabra a los
apóstoles y cuánto se grabó en su memoria.
Al poner esta palabra al principio de su oración, Cristo quería producir en nosotros los mismos
sentimientos que El abrigaba. Por eso se puede comprender cuánto le agrada el que este pensamiento
fundamental de su trato con Dios halle un eco fiel en nuestras oraciones.
Cuando un niño no conoció a su padre como la imagen perfecta del amor providencial, y no creció
al calor de este amor, siempre sentirá la falta de uno de los aspectos más felices de su vida. Lo mismo
sucede en el hombre que no aprendió sentirse hijo de Dios. A él no le queda más remedio que pedir con
toda reverencia como los discípulos: "Señor, enséñanos a orar".
ORACION
¡Padre! ¡Cuán feliz me siento porque sé que eres mi Padre, Dios conocible, accesible, honesto,
creativo y Capaz. Eterno e Inmenso, el Creador y Señor de todas las cosas creadas! ¡Qué ánimo y aliento,
qué confianza en todas las situaciones de mi vida me da esta seguridad! ¡Oh Padre mío, yo creo en tu
eterno amor para conmigo! Cuán fielmente cumpliste siempre tus obligaciones de Padre conmigo! Yo a mi
vez quiero ser fiel hijo tuyo y buen hermano de tus hijos, mis hermanos en la tierra, ante todo de tu Hijo
que me recuperó los derechos perdidos de ser hijo tuyo.
El Adviento es entonces y sobretodo un tiempo de alegría profunda. Si te fijas, todos los que
participaron de cerca en el nacimiento de Jesús: San José, la Virgen María, los pastores, los reyes magos,
todos estaban alegres. De igual manera mi vida debe ser también como un Adviento un poco más largo,
una alegre espera de ese momento definitivo en el que me encontraré por fin con el Señor para siempre
Mi alegría no debe depender de las cosas de la tierra: noticias agradables, salud, tranquilidad,
desahogo económico para sacar la familia adelante, etc. La verdadera alegría cristiana, esa que trae una
paz y serenidad que nadie puede quitar, sólo la tiene aquel hombre que logra escapar de si mismo, cuando
ama a los demás y hace la voluntad de Dios.
Este Adviento trataré de vivir esta alegría, con una sonrisa, una palabra cordial, un pequeño
elogio, evitando hacer tragedias por cosas de poca importancia que debería dejar pasar y olvidar. Así
contribuiré a hacer más llevadera la vida de las personas que me rodean. Esa es una de las grandes
misiones del cristiano: llevar alegría a un mundo que está triste porque se va alejando de Dios.
CAPÍTULO X: EL BAUTISMO I
Nuestros padres nos dieron la vida natural del cuerpo, pero Dios nos da el alma y nos destina,
además, a una vida sobrenatural; nacemos privados de ella por el pecado original, heredado de Adán.
El bautismo borra el pecado original, nos da la fe y la vida divina, y nos hace hijos de Dios.
La Santísima Trinidad toma posesión del alma y comienza a santificarnos. Según el plan de amor
del Señor, el bautismo es necesario para la salvación. (Mt. 28, 19 - Mc. 16, 16 - Jn. 3, 5)
¿Qué es el bautismo?
Es el sacramento por el que renacemos a la vida divina y somos hechos hijos de Dios.
¿Cómo se bautiza?
Se bautiza derramando agua sobre la cabeza y diciendo: “Yo te Bautizo en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo”.
¿Qué es el Catecumenado?
Es la preparación que deben recibir aquellos que van a bautizarse habiendo alcanzado el uso de la
razón.
¿Por qué hay que bautizar a los niños?
El sentido del sacramento del Bautismo es sencillo: ser incorporados a la Iglesia como miembros
de Cristo, eliminando en nosotros la huella del pecado de Adán y darnos la oportunidad de librarnos de las
consecuencias del pecado (concupiscencia) de nuestro primer padre por nuestra cooperación con la gracia
de Dios.
Es así que sin haber sido bautizados no podemos vivir según la fe de la Iglesia. El Catecismo de la
Iglesia Católica dice que «el santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la
vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos.
Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser
miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión (CEC 1213).
Todos hemos pecado en Adán y desde que nacemos estamos en pecado: “Así pues, como el delito de uno
solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo procura
toda la justificación que da la vida” (Rm 5,18)
¿Qué sucede con los niños que mueren sin haber sido bautizados?
Un niño recién nacido tiene pecado, pues todos hemos heredado el pecado de Adán. Sin embargo,
los niños que mueren sin ser bautizados son confiados a la misericordia de Dios. La Iglesia los confía a la
misericordia de Dios “que quiere que todos los hombres se salven” (1Tim 2, 4) y a la ternura de Jesús con
los niños, que le hizo decir: “Dejad que los niños se acerquen a mí, y no se lo impidáis” (Mc 10, 14). Esto
nos permite confiar en que hay un camino de salvación para los niños que mueren sin el Bautismo. Pero si
podemos tener la seguridad de salvar a un niño y no sólo eso, sino hacerlo partícipe de la vida misma de
Cristo, no tiene sentido esperar y privarlo de todo ello.
¿Qué es la confirmación?
Es el sacramento que perfecciona la gracia bautismal fortaleciéndonos en la fe y haciéndonos
soldados y apóstoles de Cristo.
¿Qué es la Eucaristía?
Es el sacramento del cuerpo y la sangre de Jesucristo bajo las especies de pan y vino. Por medio
de la consagración, el sacerdote convierte realmente en su cuerpo y sangre el pan y vino ofrecido en el
altar.
¿Qué es la Santa Misa?
Es la renovación sacramental del sacrificio de la cruz.
La Santa Comunión
La Eucaristía es también banquete sagrado, en el que recibimos a Jesucristo como alimento de
nuestras almas.
La Comunión es recibir a Jesucristo sacramentado en la Eucaristía; de manera que, al comulgar,
entra en nosotros mismos Jesucristo vivo, verdadero Dios y verdadero hombre, con su cuerpo, sangre,
alma y divinidad.
La Eucaristía es la fuente y cumbre de la vida de la iglesia, y también lo es de nuestra vida en
Dios. La Iglesia manda comulgar al menos una vez al año, en estado de gracia; recomienda vivamente la
comunión frecuente y, si es posible, siempre que se asista a la Santa Misa, para que la participación en al
sacrificio de Jesús sea completa.
Es muy importante recibir la Primera Comunión cuando se llega al uso de razón, con la debida
preparación.
Aprender de memoria:
ORACIÓN CUANDO NO SE PUEDE COMULGAR
Jesús mío, yo creo que tu estás presente en el Santísimo Sacramento, te amo por sobre todas las
cosas y deseo recibirte en mi alma; ya que no pude recibirte sacramentalmente, ven por lo menos
espiritualmente a mi corazón, me uno enteramente a ti y nunca permitas que me separe de ti. Amén
¿Qué es el examen de conciencia? Es recordar los pecados cometidos desde la última confesión
bien hecha.
¿Qué es el dolor de los pecados? Es un sentimiento o pena interior de haber ofendido a Dios.
¿Qué es propósito de enmienda? Es una firme resolución de no volver a pecar y de evitar todo lo
que pueda ser ocasión de cometer pecados.
¿Qué pecados debemos confesar? Debemos confesar todos los pecados mortales no confesados
anteriormente, con su número y circunstancias. Conviene decir también los pecados veniales.
¿Qué es cumplir la penitencia? Es rezar las oraciones y hacer las buenas obras que manda el
confesor.
¿Qué pecado comete el que calla por vergüenza la confesión de algún pecado mortal?
Comete un grave pecado llamado sacrilegio, y no se le perdonan los otros pecados confesados.
¿Qué es el secreto de confesión? Es el silencio absoluto que el sacerdote está obligado a guardar
sobre los pecados escuchados en la confesión.
¿Qué es el Matrimonio?
Es el sacramento que santifica la unión indisoluble entre un hombre y una mujer cristianos, y les
concede la gracia para cumplir fielmente sus deberes de esposos y de padres.
¿Qué pecado comete el cristiano que estando casado, se une con otra persona?
Comete pecado de adulterio.
Cambiar lo que nos aleja de Jesús y lo que impide que la sociedad se construya según los valores del
Reino.
¿Qué debo cambiar en mi vida para vivir según el modelo que nos transmite Jesús?
¿Cuáles son las cosas a cambiar para que en la sociedad se construya el Reino de Dios?
COMUNICACION
La única manera de que nuestros papás y hermanos sepan realmente cómo nos sentimos y qué
pensamos, es comunicándoselos. La única manera de conocer a fondo a papá y mamá y a nuestros
hermanos, es hablando con ellos de lo que sienten, piensan y el porqué de algunas conductas que a
nosotros no nos gustan. Comprender no es aprobar. Si no estamos de acuerdo en algunas cosas, como por
ej. Permisos, hay que dialogar, para tratar de llegar a un acuerdo. Lo que pasa es que cuando nos niegan
algo, en lugar de hablarlo con serenidad, nos enojamos, damos portazos o levantamos la voz y con eso
estamos demostrando que no somos dueñas de nuestras emociones y que posiblemente no somos
responsables como para obtener el permiso deseado.
Muchas veces pensamos: ni para qué intento hablar con ellos, nunca me escuchan! no es
conveniente adelantarnos a juzgar y cerrar la oportunidad de dialogar. Escojamos el momento oportuno y
vayamos abiertas a escuchar también su punto de vista. Si nosotras estamos convencidas de que lo que
pedimos es bueno para nosotras, es casi seguro que lograremos convencer a nuestros papás.
Los papás aprenden a ser padres a través de sus hijos y de lo que de ellos aprenden! Qué triste que
en muchos casos la única comunicación que existe entre papás e hijos, son órdenes y regaños, o cuando
hay que pedir permisos o dinero.
RESPETO
¿Qué significa para nosotros “Honrar a tu padre y a tu madre”? ¿Será llevar serenata y regalos el
mes de Mayo? ¿o el día del padre?
Honrar quiere decir: respetar, considerar.
Respetar a nuestros papás es respetar su manera de ser, de pensar de sentir, de actuar. Es no
ponernos en plan de jueces. Respetar su unicidad. Es no burlarnos de sus fallas o tratarlos en forma
grosera. Es ayudarlos y motivarlos en su tarea de papás. Es hacer florecer en nosotros todo lo bueno que
han sembrado. Así como nosotros nos sentimos felices aquella vez en la escuela, que sembramos un frijol
y que germinó y brotó una nueva plantita, así se sienten felices y recompensados los papás, cuando ven
que sus hijos van creciendo y superándose! Respetar es cuidar de ellos cuando enferman o envejecen, y no
hacerlos un lado porque estorban.
Si nosotros queremos que nos respeten nuestra manera de ser, necesitamos respetar.
Posiblemente algunas de nosotros nos preguntemos, ¿cómo puedo yo sentir respeto hacia alguien
que me ha hecho daño? ¿o que me abandonó cuando era yo una niña? ¿o que nunca me ha demostrado
cariño?.
Aquí la pregunta es: ¿y sirve de algo guardar enojo y resentimiento contra ellos? Ya hemos
hablado de lo que es un resentimiento. Cómo hace pesada la vida, cómo nos priva de la felicidad! Aun
cuando no entendamos el porqué de ciertas conductas, hay que aprender a perdonar.... el perdón nos hace
libres para disfrutar la vida! y para respetarlos, aunque no aprobemos lo que hacen! Ellos no van a
cambiar, si no quieren. Aprendamos a respetar, procurando que no nos afecten y lastimen.
Y, si nos hemos dado cuenta, que ser papás es una misión muy bella, pero que implica gran
responsabilidad por lo mucho que los papás influyen y afectan a sus hijos, hagamos el propósito de
prepararnos lo mejor posible para ser buenas mamás el día de mañana.
De nuestros papás tomemos todo lo bueno que tienen. Así como cuando una persona se cambia de
casa, escoge las cosas mejores para llevarlas consigo y regala o bota lo que ya no quiere o no le sirve, así
también nosotros podemos tomar lo que más nos gusta de nuestros papás y hermanos, y no imitar aquello
que nos lastimas o desagrada.
AMOR
El comprender, el compartir, el respetar, eso es amar. El amor es el sentimiento más maravilloso
que podemos sentir. Y necesita ser demostrado, ya sea con caricias, palabras alentadoras, sonrisas, etc.
¿Les decimos nosotros a papá y a mamá lo que los queremos? Y ¿a nuestros hermanos? No llevemos
flores a los cementerios! Hay que hacérselo saber y sentir, ahorita que están vivos.
OBEDIENCIA
El respetar a nuestros papás significa también obedecerlos. ¿Obedecer siempre? ¿Obedecer en
todo? Cuando fuimos pequeños nuestra experiencia de la vida era muy escasa. Necesitábamos que papá y
mamá nos marcaran el camino a seguir.
Ahora que hemos crecido, nos molesta que nos digan qué hacer. Casi siempre nos rebelamos ante
sus mandatos! como los hemos etiquetado de anticuados, ni siquiera reflexionamos si lo que nos están
pidiendo es lógico y conveniente.
No hay que irnos a los extremos: rebeldes o totalmente sumisas. El mismo Jesús nos da un claro
ejemplo de cómo actuar. En su edad adolescente, toma una decisión independientemente de sus padres; es
su misión la que está en juego y debe cumplirla, y así que se los hace comprender a sus padres, extrañados
y desconcertados. Pero no produce ruptura en sus relaciones familiares, no se afirma destruyendo, sino
que, tras el diálogo y explicación, perdura la unión, la integración y la colaboración obediente.
La relación con nuestros hermanos ¿Por qué casi siempre estamos como perros y gatos? ¿Por qué
con los amigos mostramos nuestra mejor cara, y con los hermanos ni nos sonreímos?
Es probable que para valorar lo que es un hermano, necesitaríamos meternos en los zapatos de
alguien que es hijo único, para sentir la soledad. Cómo se comparten las alegrías y las tristezas y hasta el
trabajo de la casa, cuando son varios hermanos!
ORAR MUCHO
Para conseguir la ayuda de Dios, debes pedírsela en la oración.
En ocasiones Dios te hace esperar, otras veces rectifica lo que le has pedido y te concede lo que
realmente necesitas; otras más, no te concede lo que pides, porque sin darte cuenta estás pidiendo un mal
que tú crees que es un bien.
Tu oración debe de ser:
a) con humildad--- reconociendo que tú solo no puedes nada y que Dios puede todo.
b) con constancia --- pedir todos los días.
c) con perseverancia --- seguir pidiendo, aunque no sientas respuesta.
d) con confianza --- sabiendo que Dios es tu Padre que te ama y busca tu bien.
e) con serenidad --- porque Dios sabe bien las necesidades que tienes, lo sabe mucho mejor que tú.
LA VOLUNTAD DE DIOS
Muchas veces los hombres no sabemos lo que es bueno para nosotros, y lo peor es que creemos
saberlo. Tú tienes tus propios planes para tu felicidad, y demasiado a menudo miras a Dios simplemente
como alguien que te ayudará a realizarlos.
Las cosas son totalmente al revés. Dios tiene ¨sus planes¨ para tu felicidad y está esperando que le
ayudes a realizarlos. Y quede bien claro que tú no puedes mejorar los planes de Dios.
Reflexiona esto una y otra vez, todos los días y entonces podrás abandonarte con serenidad,
incluso ante la dureza de aquello que no comprendes y que te causa dolor y preocupación.
Nunca olvides que Dios te quiere feliz aquí en el mundo, pero te quiere aún más, feliz con Él para
siempre en el cielo.
La SANTIDAD es conocer, amar y cumplir la voluntad de Dios. Amar y cumplir con alegría
aquello que Dios te manda cada día a lo largo de tu vida.
1. Ramos o palmas
Del latín: "palmae" que significa palma de la mano y hoja de la palmera, que usan ya los romanos
como símbolo de victoria. Los pueblos que coinciden en asignarle altos valores a este símbolo ya que han
desarrollado en torno a ella diversos ritos. Recordemos, empezando por lo más próximo, cómo es
tradición entre nosotros colgar en los balcones los ramos bendecidos el Domingo de Ramos para que
protegiesen la casa durante todo el año.
2. El pan y el vino: Cuerpo y Sangre de Cristo
Son los elementos naturales que Jesús toma para que no sólo simbolicen sino que se conviertan en
su Cuerpo y su Sangre y lo hagan presente en el sacramento de la Eucaristía.
Jesús los asume en el contexto de la cena pascual, donde el pan ázimo de la pascua judía que celebraban
con sus apóstoles hacía referencia a esa noche en Egipto en que no había tiempo para que la levadura
hiciera su proceso en la masa (Ex 12,8).
El vino es la nueva sangre del Cordero sin defectos que, puesta en la puerta de las casas, había
evitado a los israelitas que sus hijos murieran al paso de Dios (Ex 12,5-7). Cristo, el Cordero de Dios (Jn
1,29), al que tanto se refiere el Apocalipsis, nos salva definitivamente de la muerte por su sangre
derramada en la cruz.
Los símbolos del pan y el vino son propios del Jueves Santo en el que, durante la Misa vespertina
de la Cena del Señor, celebramos la institución de la Eucaristía, de la que encontramos alusiones y
alegorías a lo largo de toda la Escritura.
3. El lavatorio de los pies
El Evangelio de San Juan es el único que nos relata este gesto simbólico de Jesús en la Última
Cena y anticipa el sentido más profundo del "sinsentido" de la cruz. Un gesto inusual para un Maestro,
propio de los esclavos, se convierte en la síntesis de su mensaje da a los apóstoles una clave de lectura
para enfrentar lo que vendrá.
En una sociedad donde las actitudes defensivas y las expresiones de autonomía se multiplican,
Jesús humilla nuestra soberbia y nos dice que abrazar la cruz, su cruz, hoy, es ponerse al servicio de los
demás. Es la grandeza de los que saben hacerse pequeños, la muerte que conduce a la vida.
El Jueves Santo
La Eucaristía con que se da inicio al Triduo Pascual es la "Missa in Coena Domini", porque es la
que más entrañablemente recuerda la institución de este sacramento por Jesús en su última cena,
adelantado así sacramentalmente su entrega de la Cruz.
Cena del Señor
Es el nombre que, junto al de "fracción del pan", le da por ejemplo San Pablo en 1 Cor 11,20 a lo
que luego se llamó "Eucaristía" o "Misa".
4. Abstinencia (del latín abstinentia, acción de privarse o abstenerse de algo) Gesto penitencial.
Actualmente se pide que los fieles con uso de razón y que no tengan algún impedimento se abstengan de
comer carne, realicen algún tipo de privación voluntaria o hagan una obra caritativa los días viernes, que
son llamados días penitenciales. Sólo el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son días de ayuno y
abstinencia.
5. Ayuno (del latín ieiunium, ayuno, abstinencia). Privación voluntaria de comida por motivos
religiosos. Es una forma de vigilia, un signo que ayuda a tomar conciencia (ej.: el ayuno del Miércoles de
Ceniza recuerda el inicio del tiempo penitencial) o que prepara (ej.: el ayuno eucarístico predispone a la
recepción que en breve se hará del Cuerpo de Cristo).
3. Gólgota
Calvario. Colina de Jerusalén en Palestina, donde fue crucificado Jesús.
4. Vía Crucis (en latín: El camino de la cruz). Ejercicio piadoso que consiste en meditar el camino
de la cruz por medio de lecturas bíblicas y oraciones. Esta meditación se divide en 14 o 15 momentos o
estaciones. San Leopoldo de Porto Mauricio dio origen a esta devoción en el siglo XIV en el Coliseo de
Roma, pensando en los cristianos que se veían imposibilitados de peregrinar a Tierra Santa para visitar los
santos lugares de la pasión y muerte de Jesucristo. Tiene un carácter penitencial y suele rezarse los días
viernes, sobre todo en Cuaresma. En muchos templos están expuestos cuadros o bajorrelieves con
ilustraciones que ayudan a los fieles a realizar este ejercicio.
Por tanto, hazte amigos de los compañeros buenos, que son los que frecuentan los sacramentos de la
confesión y comunión, y con la palabra y con el ejemplo te animan a cumplir con tus obligaciones y te alejan
de ofender a Dios “como las gotas sensatas”. No olvides también que tus mejores amigos son Jesús, María y
el Ángel de la guarda.
También puedes encontrar en revistas, libros, incluso en alguna comiquita, dibujos o palabras que te
quieren hacer creer que el pecado no es tan malo, o que es algo muy divertido, o que seguir a Dios y a la
Iglesia es aburrido e inútil. Lo mismo en la televisión. Muchos creen que pueden ver todo lo que ponen en la
“tele”, pero, si no tienen cuidado, pueden caer en muchos pecados
Dice la Biblia: El demonio anda como león rugiente, buscando a quién devorar. El demonio es un
mentiroso, e intenta engañar a las personas poniéndoles las cosas que son pecados como algo bueno y
divertido, cuando en realidad es lo que mata al alma y la hace infeliz y desgraciada.
Por eso, hemos de estar siempre alerta y pedir a Dios que no nos dejemos engañar; juntémonos a los
buenos compañeros, frecuentemos los sacramentos (quien ya haya hecho la primera comunión), seamos fieles
a Jesús y María en medio de las dificultades, y así en esta vida seremos verdaderamente felices “como las
gotas que siguieron en el cauce del río” y alcanzaremos el Cielo, mientras que los que se dejan llevar por el
pecado, aunque parezcan contentos, viven tristes y amargados “como les pasó a las gotas que fueron a parar al
charco fangoso”, y van camino de perderse eternamente.
CAPÍTULO XXVI: QUEREMOS SER HOMBRES NUEVOS
El objetivo de este encuentro es brindar a los chicos la posibilidad de pensar acerca de su vida.
Hay que buscar un espacio amplio en dónde puedan estar separados. Puede ser en un jardín, patio, salón o
capilla. Cada uno contará con una hoja en escribir. Se puede comenzar todos juntos con una canción, y
después dejar 20 minutos de reflexión personal, y por último se vuelven a reunir para poner en común lo
que pensaron y cómo se sintieron haciendo silencio y pensando en sí mismos.
1.- Leer dos o tres veces este pequeño relato para después, contestar las preguntas
La sorpresa
En el bosque todos dejaban de lado a la oruga. «Es un animal horrible», decían unos. «No sirven
para nada», comentaban otros. «Lo único que hace es comer las plantas y estropearlas». «Se mueve como
las serpientes, arrastrándose por el suelo, pero ni siquiera tienen la piel que tienen ellas», decía el resto. La
pobre oruga andaba sola por el bosque sin poder conversar ni jugar con nadie. Así pasaba los días, hasta
que llegado un momento, sin que nadie la viera, se replegaba sobre sí misma y se cubría con una pequeña
piel. El resto de los animales, no sabían de donde provenían esos capullos que aparecían de repente en las
ramas de los árboles. Lo que sí sabían era que de ellos, después de varios días, nacían las mariposas, que
eran la alegría del bosque. Una noche, una ardilla se había desvelado y buscaba algo para comer en el
árbol, cuando escuchó que de una rama vecina provenía un llanto mudo. Se acercó lenta y sigilosamente y
vio una oruga que se acurrucaba y de a poco se convertía en capullo. ¡No lo podía creer¡ ¡Una oruga!, ese
bicho asqueroso, despreciado por todos. ¿Cómo podía ser? A la mañana siguiente, la ardilla se lo contó al
resto de los animales, y esa noche, escondidos entre los árboles tuvieron que darle la razón: las mariposas
provenían de las orugas. ¡Qué necios habían sido al juzgar a los demás por su aspecto!
3.- Resolver las siguientes preguntas según las actitudes que nombra San Pablo en la carta a los
Colosenses
¿Cómo debemos tratar a los demás?
¿Nuestras actitudes son similares a las que nos dice la Palabra de Dios?
¿En qué fallamos?
¿Qué hacemos bien?