La Adoración en La Reunión Sacramental: El Fundamento Doctrinal
La Adoración en La Reunión Sacramental: El Fundamento Doctrinal
La Adoración en La Reunión Sacramental: El Fundamento Doctrinal
la reunión
sacramental
Por el Élder Russell M. Nelson
Del Quórum de los Doce Após‐
toles
El fundamento
doctrinal
La reunión sacramental es la
reunión de barrio o rama a la
que asistimos como familia,
que es la unidad básica de la
Iglesia. Las familias y los
miembros deben llegar al
centro de reuniones mucho
antes de que empiece la
reunión sacramental. Tal como
el Señor lo ha mandado, asisti‐
mos para participar de la Santa
Cena y renovar nuestros conve‐
nios.
Conmemoramos Su Expiación
de una manera muy personal,
llevando a la reunión sacra‐
mental un corazón quebran‐
tado y un espíritu contrito. Es
lo que tiene más realce en nues‐
tra observancia del día de
reposo (véase D. y C. 59:8–13).
Cómo planificar la
reunión sacramental
Teniendo esas doctrinas en
cuenta, los obispados y las
presidencias de rama deben
planificar las reuniones sacra‐
mentales con detenimiento a
fin de mantenerlas centradas en
el Señor y Su Expiación, Su
ejemplo y las doctrinas del
Evangelio.
En la reunión sacramental no
se deben emplear ayudas
audiovisuales como videocase‐
tes y transparencias.
Música de preludio.
—El reconocimiento de
los niños que son avanza‐
dos de la Primaria, de los
miembros llamados a la
misión o a otras asigna‐
ciones, y de los logros de
los jóvenes y de las
jovencitas.
La confirmación de los
miembros nuevos.
Un himno sacramental y la
bendición y repartición de la
Santa Cena.
Música de postludio.
La música
Los himnos de la iglesia son la
música básica para los servicios
de adoración y la norma para
el canto de la congregación. Se
pueden emplear otras seleccio‐
nes apropiadas para el prelu‐
dio, el postludio, la música
coral y selecciones musicales
especiales. Por lo general, el
primero y el último himno los
canta la congregación. La
congregación siempre canta el
himno sacramental.
Cómo dirigir la
reunión sacramental
Los obispados y las presiden‐
cias de rama tienen la respon‐
sabilidad no sólo de planificar
estas reuniones, sino de dirigir‐
las, lo cual deben hacer con
reverencia. En la congregación
hay quienes ruegan por los
susurros y la comunicación
delicados de los cielos; el esta‐
blecer un espíritu de reverencia
les ayudará a recibir esa comu‐
nicación. Recuerden: la reve‐
rencia invita a la revelación.
La bendición y la
repartición de la
Santa Cena
Los obispados y las presiden‐
cias de rama presiden el Sacer‐
docio Aarónico en los barrios y
las ramas. Ellos, junto con los
asesores de los quórumes del
sacerdocio, tomarán toda
precaución para que la Santa
Cena esté preparada mucho
antes de la reunión y para que
su repartición esté minuciosa‐
mente planificada. Los que
bendicen la Santa Cena deben
presentar su mejor aspecto y
estar vestidos apropiadamente.
Las camisas blancas no sólo
lucen bien, sino que son un
discreto recordatorio de otros
ritos sagrados, tales como el
bautismo y las ordenanzas del
templo, durante los cuales
también se usa ropa blanca.
La reunión de ayuno
y testimonio
Las reuniones de ayuno y testi‐
monio se llevan a cabo una vez
al mes, normalmente el primer
domingo. Por lo general, ese
día se bendice a los bebés.
Después de la Santa Cena, el
hermano que dirige da su testi‐
monio en forma breve y luego
invita a los miembros a que
testifiquen brevemente y de
corazón acerca del Salvador, de
Sus enseñanzas y de la Restau‐
ración. Los padres y maestros
deben ayudar a los niños a
aprender lo que es un testimo‐
nio y cuándo es apropiado
expresarlo. Los niños más
pequeños deben aprender a
compartir sus testimonios en el
hogar o en la Primaria hasta
que tengan la edad suficiente
para testificar sin que se les
ayude en la reunión de ayuno y
testimonios.
La participación
personal
Cada miembro de la Iglesia es
responsable del enriqueci‐
miento espiritual que proviene
de la reunión sacramental.
Cada uno debe cantar con un
corazón agradecido y, después
de una oración o de un testi‐
monio, responder con un
“amén” audible. En forma
personal, meditamos en la
expiación de Jesucristo; refle‐
xionamos sobre el significado
de Su sufrimiento en Getse‐
maní y de Su crucifixión en el
Calvario. Durante ese momen‐
to, cada uno de nosotros debe
“probarse… a sí mismo” (1
Corintios 11:28) y reflexionar
en los convenios personales
que ha hecho con el Señor; es
el momento de meditar en las
cosas sagradas de Dios.
Adaptado de un discurso
pronunciado en la reunión
mundial de capacitación de
líderes celebrada el 21 de junio
de 2003.