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Bio-122 Clases (Sist. Circulatorio)

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SISTEMAS CIRCULATORIO

Sistema circulatorio o sistema cardiovascular


Los artrópodos y la mayor parte de los moluscos tienen un sistema circulatorio abierto, en que el
corazón bombea sangre por vasos que tienen extremos abiertos. La sangre y el líquido intersticial son
indistinguibles entre sí; se denominan en conjunto hemolinfa. Esta se desborda por los extremos
abiertos de los vasos sanguíneos y llena grandes espacios, que constituyen el hemocele (cavidad
sanguínea). La sangre vuelve a entrar en el sistema circulatorio a través de aberturas en el corazón (en
los artrópodos) o a través de vasos abiertos en su extremo que desembocan en su extremo que
desembocan en las branquias (en los moluscos).

Figura. Vista esquemática del sistema circulatorio de un insecto, mostrando el corazón, la aorta y el
flujo de la hemolinfa

Los anélidos (lombrices de tierra), algunos moluscos cefalópodos (pulpos), los equinodermos (erizos
de mar, estrellas de mar) y los vertebrados tienen un sistema circulatorio cerrado. En ellos, la sangre
fluye a través de un circuito continuo de vasos sanguíneos. Las paredes de los vasos más pequeños
son los suficientemente delgados para permitir la difusión de gases, nutrimientos y desechos entre la
sangre contenida en los vasos y el líquido extracelular que baña a las células.

Figura. Sistema circulatorio de un anélido

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Las lombrices de tierra tienen hemoglobina, el mismo pigmento rojo que transporta oxígeno en la
sangre de los vertebrados; sin embargo, en ellas dicho pigmento no se localiza dentro de glóbulos
rojos, sino que está disuelto en el plasma sanguíneo.
El sistema circulatorio de los vertebrados realiza varias funciones:
1. Transporte de nutrimientos desde el aparato digestivo y desde depósitos de almacenamiento hacia
cada célula del cuerpo
2. Transporte de oxígeno desde estructuras respiratorias (branquias, pulmones) hasta las células del
cuerpo.
3. transporte de desechos metabólicos desde cada célula hacia los órganos que los excretan.
4. Transporte de hormonas desde las glándulas endocrinas hasta los tejidos blancos.
5. Contribución al mantenimiento del equilibrio de líquidos
6. Defensa del organismo contra microorganismos invasores
7. Contribución a distribuir el calor metabólico en el cuerpo y a mantener la temperatura corporal
normal en los animales endotermos.
8. Contribución al mantenimiento del pH apropiado

La sangre de los vertebrados (Fig. 1) consiste en un líquido amarillento pálido, conocido como
plasma, donde se encuentran suspendidos glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. En los seres
humanos el volumen de sangre circulante total es alrededor de 8% del peso total: 5.6 litros en una
persona de 70 kilogramos. Un 55% del volumen sanguíneo es plasma; el 45% restante está constituido
por células sanguíneas y plaquetas.
El plasma está constituido por agua (alrededor de 92%), proteínas (7%) y diversas sustancias que se
transportan, como gases, nutrimientos, desechos y hormonas disueltos.
El plasma contiene varios tipos de proteínas plasmáticas, cada una con propiedades y funciones
específicas: fibrinógeno; globulinas alfa, beta y gama; y albumina. El fibrinógeno es una de las
proteínas que intervienen en el proceso de la coagulación. Cuando al plasma se le retiran dichas
proteínas, el líquido que queda se denomina suero.
Entre las globulinas alfa se encuentran determinadas hormonas y proteínas que transportan hormonas.
Las globulinas beta son lipoproteínas o proteínas que transportan grasas, colesterol, determinados
minerales y vitaminas. Las globulinas gamma contienen muchos tipos de anticuerpos que confieren
inmunidad a enfermedades. Las proteínas plasmáticas son también importantes como amortiguadores

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ácido-básicos, ya que ayudan a mantener el pH de la sangre dentro de límites reducidos, alrededor de
un valor alcalino de 7.4.
Los glóbulos rojos (también llamados eritrocitos hematíes) están altamente especializados en el
transporte de oxígeno. En todos los vertebrados, excepto los mamíferos, los eritrocitos circulantes
tienen núcleo. En los mamíferos, el núcleo es expulsado del eritrocito durante el desarrollo de éste.
En el ser humano circulan unos 30 billones de eritrocitos. Los eritrocitos se producen en la médula
ósea roja de algunos huesos (vertebras, costillas, esternón, huesos del cráneo y huesos largos). A
medida que se desarrolla, el eritrocito elabora grandes cantidades de hemoglobina, el pigmento
transportador de oxígeno que da a la sangre de los vertebrados su color rojo). El tiempo de vida del
eritrocito humano es de unos 120 días. Cuando la sangre circula por hígado y bazo, células fagocíticas
eliminan de la circulación los glóbulos rojos gastados. En el cuerpo humano, cada segundo se destruye
más de 2.4 millones de eritrocitos. La producción de glóbulos rojos es regulada por la hormona
eritropoyetina, que es liberada por los riñones en respuesta a la disminución de oxígeno.
La anemia es una deficiencia de hemoglobina. Tres causas generales de anemia son:
• Pérdida de sangre por hemorragia o sangrado interno
• disminución de producción de hemoglobina por deficiencia de hierro
• aumento del ritmo de destrucción de glóbulos rojos (anemia falciforme)

Los glóbulos blancos o leucocitos: Los leucocitos son células ameboides, capaces de moverse por sí
solas. La sangre humana contiene cinco tipos de leucocitos, que se clasifican como granulares o
agranulares.
Los leucocitos granulares se producen en la médula ósea roja. Se caracterizan por tener grandes
núcleos lobulados y gránulos bien definidos en su citoplasma. Las tres variedades de leucocitos
granulares son neutrófilos, eosinófilos y basófilos. Los neutrófilos son hábiles para encontrar e
ingerir bacterias. También fagocitan los restos de células de tejido muerto. La mayor parte de los
gránulos de los neutrófilos contienen enzimas que digieren materia ingerida. Los eosinófilos
contienen enzimas como oxidasas y peroxidasas, que hacen pensar que los eosinófilos intervienen en
los destoxificación de proteínas y otras sustancias extrañas. Estas células aumentan durante las
reacciones alérgicas y las infestaciones por parásitos. Los basófilos, se piensa que también participan
en las reacciones alérgicas. Los gránulos de su citoplasma contienen histamina, una sustancia que
dilata los vasos sanguíneos y hace más permeables los capilares. Otros gránulos del basófilo poseen

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la anticoagulante heparina, que ayuda a impedir la coagulación sanguínea inapropiada dentro de los
vasos sanguíneos.
Los leucocitos agranulares se producen en la médula ósea roja. Carecen de grandes gránulos bien
definidos, y su núcleo es redondeado o en forma de riñón. Dos tipos de leucocitos agranulares son los
linfocitos y monocitos. Algunos linfocitos se especializan en la producción de anticuerpos, mientras
que otros atacan invasores como bacterias o virus de manera directa.
Los monocitos son los glóbulos blancos más grandes, los cuales circulan en la sangre por unas 24
hrs., un monocito deja la circulación y completa su desarrollo en los tejidos. Aumenta mucho de
tamaño y se convierte en un macrófago, célula gigante que fagocita restos celulares. Los macrófagos
engullen vorazmente bacterias, células muertas y restos celulares. En la sangre humana hay 7000
leucocitos por microlitro, o sea un glóbulo blanco por cada 700 glóbulos rojos. Durante las infecciones
bacterianas el número aumenta en grado notable, de modo que el recuento de glóbulos blancos es un
valor diagnóstico útil.
La leucemia es una forma de cáncer en la que un tipo cualquiera de glóbulos blancos se multiplica
con rapidez dentro de la médula ósea. Muchas de estas células no maduran, y sus cantidades excesivas
impiden el desarrollo de glóbulos rojos y plaquetas, lo que da por resultado anemia y trastornos de la
coagulación. Una causa común de muerte por leucemia es la hemorragia interna, especialmente en el
encéfalo. Otra causa frecuente de muerte es la infección, ya que los glóbulos blancos son inmaduros
y anormales, e incapaces de defender el cuerpo contra microorganismos patógenos.
En casi todos los vertebrados no mamíferos, la sangre contiene pequeñas células ovaladas que reciben
el nombre de trombocitos, que tienen núcleo. En los mamíferos los trombocitos son diminutos
fragmentos esféricos o discoides de citoplasma que carecen de núcleo; suelen denominarse plaquetas,
de las cuales en la sangre humana hay unas 300 mil por microlitro. Las plaquetas se forman a partir
de fragmentos de citoplasma que se desprenden de células muy grandes (megacariocitos) en la médula
ósea. De este modo, una plaqueta no es una célula entera, sino un fragmento de citoplasma encerrado
por una membrana. Las plaquetas cumplen una importante función en la coagulación sanguínea.
Cuando un vaso sanguíneo es cortado, se constriñe, lo que reduce la pérdida de sangre. Las plaquetas
se adhieren a los bordes seccionados irregulares de vaso, y parchan físicamente la rotura de la pared.
En la hemofilia, uno de los factores de la coagulación está ausente como resultado de una mutación
genética hereditaria.
El sistema circulatorio de los vertebrados incluye tres tipos principales de vasos sanguíneos: arterias,
capilares y venas (Fig. 2). Una arteria lleva sangre desde una cámara cardiaca hacia otros tejidos;

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cuando entra en un órgano, se divide en muchas ramas más pequeñas llamadas arteriolas. Las
arteriolas suministran sangre a los capilares, que son de tamaño microscópico. Después de recorrer
un órgano, los capilares se fusionan para formar venas, que transportan la sangre de regreso al
corazón.
Las paredes de arterias y venas son gruesas, lo que impide el escape de gases y nutrimientos a través
de ellas. Las sustancias son intercambiadas entre la sangre y el líquido intersticial que baña a las
células a través de las paredes de los capilares, de una sola célula de espesor. La longitud total de
todos los capilares del cuerpo humano se ha estimado en más de 96 mil kilómetros.
El músculo liso de la pared de las arteriolas puede constreñirse (vasoconstricción) o relajarse
(vasodilatación), lo que modifica el radio de la arteriola. Tales cambios ayudan a mantener una
presión sanguínea adecuada y pueden ayudan a controlar el volumen de sangre que pasa a un tejido
específico.
No mucho mayor que un puño, y con peso menor de medio kilogramo, el corazón del ser humano
(Fig. 3) es un órgano muscular hueco localizado en la cavidad torácica directamente atrás del esternón.
Lo envuelve un resistente saco de tejido conectivo, el pericardio. La superficie interna del pericardio
y la externa del corazón están cubiertas por una capa lisa de endotelio. Entre estas dos superficies se
ubica una pequeña cavidad pericárdica llena de líquido, que reduce la fricción a un mínimo cuando
el corazón late. La pared del corazón está formada principalmente por músculo cardíaco unido a una
armazón de fibras de colágena. La aurícula y el ventrículo derecho están separados de aurícula y
ventrículo izquierdo por el tabique interauricular entre las aurículas, y tabique interventricular
entre los ventrículos.
Para impedir que la sangre fluya de regreso, el corazón cuenta con válvulas que se cierran de manera
automática. La válvula situada entre la aurícula y el ventrículo derecho se llama válvula auriculo-
venticular (AV) derecha. La válvula situada entre la aurícula y el ventrículo izquierdo se llama
válvula auriculo-venticular izquierda. Cuando las aurículas se llenan de sangre que regresa de los
tejidos, la tensión ejercida sobre las válvulas AV las hace abrirse hacia los ventrículos, que se llenan
de sangre. Cuando éstos se contraen, la sangre es forzada de regreso contra las válvulas AV,
haciéndolas cerrarse.
Cada minuto el corazón late unas 70 veces. Un latido cardíaco completo requiere 0.8 segundos, y se
denomina ciclo cardíaco. La parte del ciclo en la que ocurre la contracción se conoce como sístole; el
periodo de relajación es la diástole. En la figura 4 se ilustra la secuencia de procesos que ocurren
durante un ciclo cardíaco.

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La circulación sistémica lleva sangre a los tejidos y la circulación pulmonar oxigena la sangre. La
figura 5 muestra la circulación de la sangre a través de algunas de las principales arterias y venas del
cuerpo humano.
La presión sanguínea es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes internas de los vasos
sanguíneos; es determinada por el gasto cardíaco (volumen de sangre bombeada por el ventrículo
izquierdo hacia la aorta en 1 minuto), el volumen de sangre y la resistencia al flujo sanguíneo.

REFERENCIA
Solomon, E. P., Berg, L. R., Martin, D. W. 2001. Biología. (5ta. edición). McGraw-Hill
Interamericana. 1237 págs.

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Figura 1. Composición de la sangre en los vertebrados (Solomon et al. 2001).

7
(Solomon et al. 2001).

8
Figura 3. Corte a través del corazón humano. (Solomon et al. 2001).

9
(Solomon et al. 2001).

10
Figura 5. circulación de la sangre a través de algunas de las principales arterias y venas del cuerpo
humano (Solomon et al. 2001).

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