Ciencias Naturalez
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DELICIOSOS MANJARES
En este mundo de sabores infinitos,
los alimentos son nuestros benditos.
En cada bocado, una historia se cuenta,
y en cada plato, la vida se encuentra
Las frutas
Al comer naranjas
moras y melón
seré un niño sano
y más juguetón.
Como sanamente
peras y sandía
uvas y zapotes
todos los días.
Las frutas le ayudan
a mi digestión
ponga más al plato
hágame el favor.
La pera
Amarillo por fuera, blanco por dentro, tienes que pelarlo para comerlo.
La banana
Una señorita muy señoreada, lleva sombrero verde y blusa colorada.
La fresa
Agua pasa por mi casa, cate por mi corazón. Espero que con lo que he dicho sepas la
solución. ¿Quién soy?
El aguacate
TE MA LAS VERDURAS
LOGROS ASOCIA Y RECONOCE EL ORIGEN VEGETAL DE MUCHOS
PODUCTOS Y ALIMENTOS
Tomatito y Zanahoria eran dos amiguitos que siempre estaban muy alegres y
contentos. Cada día iban a casa de todos los niños a llevarles un montón de tomates y
zanahorias porque a los niños les encantaba comérselos a cualquier hora del día.
Doña patata, que era una señora muy mayor e inteligente y a la que los niños querían
mucho les dijo:
- ¡Tengo una idea! Tengo un truco para que se den cuenta de lo ricos que estáis y de
lo buenos que sois para su alimentación.
La competición comenzó y en ella todas las verduras tenían que explicar a los niños
cuáles eran las cosas buenas que conseguirían si las comían.
- Yo me llamo Brócoli y soy una verdura muy completa llena de vitaminas que os
dará mucha energía para crecer y que seáis buenos estudiantes.
- Yo me llamo Alcachofa y soy una verdura que hará que vuestro corazón sea muy
fuerte y resistente para que seáis buenos deportistas.
Y así, todas las verduras explicaron sus cualidades, pero los niños abuchearon a todas
las verduras.
- ¡¡Buuuuu!! ¡¡Buuuu!! ¡Yo sólo quiero comer verduras ricas y vosotras no nos
gustáis nada! – gritaban los niños
Pero Doña Patata, que era tan querida por todos, tenía un plan. Había preparado
riquísimas recetas usando sus patatitas y el resto de verduras.
Por un lado, hizo un puré de patatas con brócoli y zanahoria que estaba para chuparse
los dedos, por otro hizo un plato de espárragos con jamón, también preparó arroz con
tomate y salchichas, una tortilla de calabacín, cebolla y patata y un montón de cosas
más.
Tapó los ojos a todos los niños y les dio a probar todos y cada uno de los platos.
- ¡¡Uhmmm!! ¡Qué puré más rico! Creo que es de patata y zanahoria, pero tiene algo
más que me gusta mucho – dijo uno de los niños
- ¡Anda! Pero si esta tortilla está riquísima! – dijo otro
Todos los niños probaron los platos que Doña Patata había preparado y tuvieron que
votar sus platos preferidos.
- ¡Yo voto al puré! ¡yo a la tortilla! – gritaban todos a la vez
Y Doña Pata, que sabía que con su pequeño engaño les demostraría que con
imaginación todo era posible, les dijo:
- Es muy importante que comáis todas las verduras que podáis y no sólo tomate,
zanahoria o patata. Hay mil maneras de comerlas y siempre las podéis mezclar con
otras que os gusten más para conseguir sabores tan ricos como los que habéis probado
hoy. ¡Es sólo cuestión de imaginación!
Desde ese día, los niños se animaron a probar otras cosas y Tomatito y Zanahoria
llenaron sus carretillas de un montón de verduras de diferentes colores y sabores.
Todas las verduras vivieron felices a sabiendas de que los niños se estaban
alimentando tan bien que crecerían muy fuertes e inteligentes.
Los huevos rodaban divirtiéndose y haciendo que los yogures perdieran el equilibrio y se
enfadaran. La lechuga pedía más espacio en el cajón de las verduras porque quería estar bien
fresquita. Las peras discutían con las manzanas sobre quién era la fruta preferida de los niños.
Los plátanos se creían los más importantes porque eran ricos en potasio. Y, mientras verduras y
frutas alzaban la voz y sembraban la discordia, la leche, más tranquila, conversaba con el queso
sobre los prados verdes y las vacas de las que descendían.
Al pollo no le gustaba cómo olía la merluza ni las truchas y no quería estar cerca de ellos. Y los
pescados, aunando fuerzas, se defendían diciendo que olían a mar. No empezaban con buen pie
para pasar juntos unos días en la nevera. Y, si el comienzo no fue bueno, las horas que siguieron
no fueron mucho mejor.