3 Concepto y Temas de La Filosofía Del Derecho
3 Concepto y Temas de La Filosofía Del Derecho
3 Concepto y Temas de La Filosofía Del Derecho
1. Concepto
64
José Alberto Garrone, Diccionario jurídico Abeledo-Perrot Tomo II, Buenos Aires, Editorial Abeledo-
Perrot, 1993, p. 151.
65
Giorgio del Vecchio, Filosofía del Derecho, Barcelona, España, Bosch, Casa Editores, 1991, p. 279.
66
Rafael Preciado Hernández, Lecciones de Filosofía del derecho, México, Editorial UNAM. 1997. pp.
20, 21.
18
Cabanellas sostiene que es una rama de la filosofía “que tiene por objeto el
conocimiento de la esencia y fundamentos de las ciencias jurídicas particulares.”67
Villoro Toranzo considera que la Filosofía del Derecho “es el conocimiento de
la razón humana que, penetrando hasta las últimas causas del derecho, investiga su
esencia y los valores propios de lo jurídico.”68
La maestra Yolanda Higareda dice de la Filosofía del Derecho lo siguiente:
Es una rama de la filosofía que investiga la esencia de la ciencia del
derecho, como un orden que procura un determinado equilibrio en
las relaciones sociales, que es algo debido que establece una
armonía en los acuerdos y convenios que constantemente se están
realizando. Todo una serie de costumbres y usos que son queridos,
porque no suceden ni se dan en la realidad de la naturaleza, sino
exclusivamente en la realidad ideal de la humanidad.69
Rafael De Pina, en su Diccionario de Derecho señala que se trata de una
rama de la Filosofía cuyo objeto de estudio es “lo jurídico, desde el punto de vista de
lo universal, para alcanzar el conocimiento de sus fines esenciales y hacer posible de
este modo la aplicación a las relaciones humanas de los principios de equidad y
justicia.”70
Para Rolando Tamayo, la Filosofía del Derecho es “una disciplina metajurídica
cuyo objeto de estudio lo constituye el análisis de los conceptos, métodos y
estructura de la Ciencia Jurídica.”71
A su vez, encontramos en el Diccionario Jurídico Mexicano, una extensa
definición de lo que debe entenderse por Filosofía del Derecho:
...una reflexión sobre los principios del derecho y los problemas
fundamentales de la teoría jurídica. Dentro de este orden de ideas,
puede ser descrita como rama de la filosofía general, interesada en
67
Guillermo Cabanellas, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, Argentina, Editorial
Heliasta, 1988, p. 436.
68
Miguel Villoro Toranzo, Introducción al Estudio del Derecho, México, Editorial Porrúa.1987, p. 143.
69
Yolanda Higareda, Filosofía del Derecho-La teoría pura del derecho y el derecho positivo. México,
Editorial Porrúa, 2003, pp. 3, 4.
70
Rafael De Pina Vara, Diccionario De Derecho, México, Editorial Porrúa, 2004, pp.291, 292.
71
Rolando Tamayo y Salmorán, El Derecho y la Ciencia del Derecho. (Introducción a la Ciencia del
Derecho), México, UNAM, 1986, p. 139.
19
2. Temas fundamentales
Las leyes y el Derecho se crean, no como sucede con las leyes naturales cuya
existencia es per se, por ello es una ineluctable tarea del iusfilósofo la
búsqueda de explicaciones relacionadas con la noción del Derecho.
No obstante la gran evolución que ha tenido la Filosofía del Derecho a lo
largo de la historia, a la fecha no se cuenta con un concepto del Derecho que
resulte de aceptación uniforme por los estudiosos. La gran complejidad que
ofrece esta tarea ha conducido a la existencia de visiones dispares del
fenómeno jurídico.
El principal problema filosófico consiste en definir qué debe incluirse y
qué debe omitirse en la construcción del concepto de Derecho.
Bobbio distingue con gran claridad las facetas que puede mostrar el
Derecho:
di fronte ad un determinato ordinamento giuridico possiamo
asumere tre atteggiamenti intellettuali diversi: o lo studiamo
nella sua formazione e nella sua evoluzione (sociologia
giuridica) o lo consideriamo nella sua struttura formale (teoria
generale del diritto) oppurre lo valutiamo commisurandolo ad
un determinato valore che noi abbiamo posto come criterio
ideale, e poniamo quindi le basi per una sua transformazione se
reteniamo che non corrisponda al modello ideale (teoria della
giustizia)73
72
Instituto de Investigaciones Jurídicas, Diccionario Jurídico Mexicano, Tomo II, México, Editorial
Porrúa, 2007, p. 1701.
73
Frente a un determinado ordenamiento jurídico podemos asumir tres actitudes intelectuales
distintas: o lo emprendemos en su formación y en su evolución (sociología jurídica) o lo consideramos
en su estructura formal (teoría general del derecho) o lo vemos con un determinado valor que nosotros
hemos puesto como criterio ideal, y así, ponemos las bases para su transformación si no corresponde
al modelo ideal (teoría de la justicia). Traducción personal. Norberto Bobbio, Teoria della scienza
giuridica, Torino, Italia, Ed. G.Giappichelli, 1950, p. 19.
20
74
Francisco J. Peniche Bolio, Introducción al Estudio del Derecho, México, Editorial Porrúa, 1993, p.
71.
75
Miguel Reale, Introducción al Estudio del Derecho, Madrid, Ediciones Pirámide, 1993.
76
Miguel Reale, op. cit., p. 118.
22
77
Rolando Tamayo y Salmorán, Elementos para una teoría general del Derecho, México, Editorial
Themis, 2005, p. 131.
78
Julio Cueto Rúa, Fuentes del Derecho, Buenos Aires, Argentina, Abeledo-Perrot, 1994, pp. 24, 25.
23
Fuentes formales
Esta clase de fuentes se ubican en el ámbito normativo y se entienden como
las maneras de manifestar la voluntad creadora del derecho, representada a
través de procesos de creación de normas jurídicas. Bonnecase las califica
como “órganos de expresión del derecho”.79
79
Julien Bonnecase, Introducción al Estudio del Derecho, Santa Fe de Bogotá, Colombia, Editorial
Temis, 2000, p. 129.
24
Fuentes reales
Peniche Bolio señala que las fuentes reales son los factores y elementos que
determinan a las normas jurídicas, apartándose de un proceso formal.
Por su parte, Leonel Pereznieto señala que estaremos en presencia de las
fuentes reales del derecho cuando al analizar al fenómeno jurídico, tomemos
en cuenta transformaciones sociales, consideradas también por el legislador,
así, “... a partir de los elementos que contiene la norma jurídica como reflejo
de las necesidades y de los objetivos de una sociedad dada, y siendo esos
mismos elementos los que determinan su alcance, estamos frente a lo que se
conoce como fuentes reales del derecho.”80
El dilema de la naturaleza de las fuentes reales deriva no sólo del sentido
multívoco que tiene la expresión “fuente”, sino también de la esencia
semántica de la palabra “reales”, lo cual genera que estemos frente a una
expresión compleja e inasequible, representando un problema de la ciencia
jurídica.
Dependerá del alcance que le demos a la realidad, para circunscribir lo que
debemos entender por fuentes reales del derecho. En nuestra opinión, la
confusión doctrinal deriva de no haber tomado la providencia lingüística para
acotar el alcance de esta expresión.
Si asumimos que la realidad se identifica con todo lo que acontece en el
mundo fáctico y que a través de un proceso de aprehensión nos imponemos
de las cosas, nuestra idea de las fuentes reales del derecho tendrá que ser en
un sentido lato, al ser totalmente inclusiva y en consecuencia estaremos
asociando prácticamente la idea de las fuentes del derecho con la de las
fuentes reales.
80
Leonel Pereznieto Castro, Introducción al Estudio del Derecho, México, UNAM, 1985, p. 139.
25
Esta visión incluso puede ser que se encuentre ínsita en el soslayo que
algunos autores hacen del tema, centrándose en el análisis de las fuentes
formales y de las fuentes materiales.
Al ser el Derecho un producto social, por fuerza su generación, actualización,
evolución y regeneración quedan condicionadas al devenir de la colectividad,
cuyo dinamismo se ve reflejado en la permanente adecuación de las normas
jurídicas. Con base en lo anterior, las fuentes reales del Derecho resultarían
ser el factotum.
Existe a la par de lo anterior un enfoque sociológico que restringe el alcance
de las fuentes reales del Derecho, en el que se da preponderancia a los
fenómenos sociales como determinantes para la creación de las normas
jurídicas.
En ese sentido, las fuentes reales circunscriben su trascendencia a
transformaciones estrictamente de carácter sociológico, visión que retornaría
el análisis del tema a la relación género-especie existente entre las fuentes del
Derecho y las fuentes reales del Derecho.
Ubicados en el contexto de considerar a las fuentes reales del Derecho como
parte de un todo que explica el origen de las normas jurídicas, es entendible la
consideración de que no basta con la presencia del fenómeno social
impactando a una colectividad, sino que será menester recurrir a las fuentes
formales, al ser sólo éstas los instrumentos tangibilizadores de la norma, para
que trasciendan al mundo normativo los hechos manifestados en una
sociedad.
Fuentes históricas
Este grupo de fuentes está constituido por todos aquellos documentos o
testimonios materiales pretéritos que en un momento determinado representan
antecedentes jurídicos valiosos, susceptibles de ser considerados en el
presente para generar nuevas normas jurídicas.
Otras fuentes
26
81
Miguel Reale, op. cit. p. 146.
27
82
Cfr. Luis Recaséns Siches, Tratado General de Filosofía del Derecho, México, Editorial Porrúa,
2002, pp. 493 y sig.
28
83
Op. cit., p. 494.
29
Entre las múltiples tareas que se propone la Ciencia del Derecho se encuentra el
tema de la técnica jurídica, donde se aglutinan diversos problemas como el de la
integración en el caso de las lagunas de la ley, los conflictos espacio-temporales de
las normas y la hermenéutica. No obstante, es una preocupación de la Filosofía del
Derecho el trasfondo existente en el ejercicio de la Técnica Jurídica, particularmente
el tema de la interpretación se correlaciona de manera íntima con la realización del
Derecho.
Para entender la interpretación o hermenéutica estableceremos en primer
término un marco referencial que nos permita precisar, grosso modo, en qué consiste la
interpretación, para después abordar de lleno el tema de las diversas escuelas que en
torno a este tópico se han desarrollado en el ámbito filosófico jurídico.
La hermenéutica es definida de manera general como el arte de interpretación
de textos con el objeto de desentrañar su verdadero sentido. En materia jurídica, la
hermenéutica se dirige a la interpretación del contenido normativo representado en
textos de naturaleza jurídica, es decir, al descubrimiento del sentido encerrado en la
ley.
De Pina define a la interpretación como la “actividad intelectual encaminada al
esclarecimiento del verdadero sentido de una norma legal, de un contrato, de un
testamento y, en general, de cualquier acto o hecho jurídico.”86
Geny considera que la interpretación desde una perspectiva intelectual
representa una técnica enfocada a indagar y reconstruir un significado dentro del
mundo colectivo con una teleología utilitaria a fin de solucionar conflictos, esta última
característica genera la más clara distinción de la hermenéutica jurídica con la de
carácter general.
En el ámbito nacional, Rolando Tamayo sostiene la necesidad de darle sentido a
la norma, más que desentrañarle una orientación a la misma; este mismo autor nos
explica que la palabra interpretación “proviene del latín interpretatio (onis) y ésta a su
vez del verbo interpretor (aris, ari, atus, sum) que significa: servir de intermediario,
86
Rafael De Pina y Rafael De Pina Vara, op. cit., p. 329.
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venir en ayuda de; y en este último sentido, por extensión: ‘explicar’; el verbo interpretor
deriva del sustantiva interpres (etis) ‘intermediario’ agente.”87
Lastra refiere que al intérprete del derecho “no le basta el concepto lógico-
gramatical de la fórmula empleada por el legislador, sino identificar el pensamiento
allí contenido con la estructura lógico-jurídica de la norma de derecho (supuesto,
debe ser, consecuencia), todo ello con la finalidad de aplicar la norma al caso
concreto.”88
Por su parte, Santiago Nino señala que cuando las normas son conocidas a
través de símbolos -aún con los que no son de naturaleza lingüística- para precisar
qué norma ha sido consignada, se hace necesaria la interpretación de dichos
símbolos, atribuyéndoles significado.
Vittorio Frosini considera que el problema de la interpretación se encuentra
ligado a la aplicación de las normas y que por ello el problema de la legislación está
en la aplicabilidad, factibilidad y verificación pragmática de la ley, afirmando que no
basta la certeza formal y expositiva que proporciona el derecho escrito, sino que es
menester adicionalmente contar con “la certeza de la ley en acción, en cuanto que la
ley es entendida como previsión práctica, no hipotética o abstracta, sino dirigida a su
conversión en hechos.”89 Este autor pone especial énfasis en la finalidad práctica de
la interpretación, sin que por ello dejemos de considerar los fines cognoscitivos o
doctrinales que puedan perseguirse a través de la actividad hermenéutica.
A partir de una revisión de diversos problemas filosófico-jurídicos, García
Máynez hace alusión a la interpretación de las expresiones jurídicas, considerando
que los problemas vinculados a los procesos de creación y aplicación de las normas
jurídicas exigen que a través de la interpretación se conozcan los preceptos que
regulan las actividades creadores y los preceptos que se pretenden aplicar,
concluyendo que “el punto de partida de la actividad hermenéutica no son las normas
expresadas, sino las expresiones de que hacen uso los órganos creadores de
aquéllas.”90
87
Rolando Tamayo y Salmorán, Elementos para una Teoría General del Derecho, México, Editorial
Themis, 1992, p. 333.
88
José Manuel Lastra Lastra, Fundamentos de Derecho, México, Editorial Porrúa, 2001, p. 83.
89
Vittorio Frosini, La letra y el espíritu de la ley, Barcelona, España, Editorial Ariel, 1995, p. 66.
90
Eduardo García Máynez, Filosofía del Derecho, México, Editorial Porrúa, 1980, p. 288.
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Con el objeto de hacer más claro este tema, expondremos a continuación dos
criterios de clasificación de la interpretación jurídica seguidos por la doctrina, a partir de
la consideración de quién la lleva a cabo y de la forma en que se interpreta.
Escuela Exegética
Se ha dado a la expresión “exégesis” un sentido similar al que posee la interpretación.
Esta escuela maneja un método basado en la concepción decimonónica del culto al
legislador; en ella se agrupan los principales civilistas franceses del siglo XIX, tales
como Proudhon, Toullier, Maleville, entre otros. Podemos destacar tres aspectos
fundamentales de esta escuela:
Culto al texto de la ley.
El predominio de la intención del legislador.
Su carácter profundamente estatista.
Consideración del legislador como omnipresente y omnisapiente.
En cuanto al culto al texto legal, en esta escuela se prefiere a la ley por encima
del derecho, dando preponderancia a los códigos, al considerar como punto de partida
la verdad de los textos legales, considerando incluso que la ley se debe interpretar
conforme a la voluntad presidida por su origen.
Con relación a la idea del predominio de la intención del legislador, dicha
escuela pretende llegar al cabal entendimiento de la ley interpretándola con base en la
voluntad de su autor, la cual viaja ínsita en la ley. Al ser la ley un producto de la
expresión de la voluntad legislativa, la labor interpretativa se debe circunscribir a
desentrañar el pensamiento del autor, según el criterio de los representantes de esta
escuela.
Respecto al carácter estatista de esta tendencia, dicha afirmación se deriva de
que al no presentarse una crítica constructiva, se preserva la ideología de la clase en el
poder, por tanto, se propicia una posición estática de la ley que impide una evolución
positiva.
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efímeras que no deben ser observadas por el juzgador; sostienen además que ante la
insuficiencia de efectos legales, el juzgador debe estar en plena libertad de llevar a
cabo un trabajo personal y creativo.
Es pertinente señalar que esta tendencia llega a un extremo en el cual resulta
fatuo que un sistema jurídico se acuñe a partir de un derecho escrito, ya que la libertad
desmedida concedida al juzgador, lleva al extremo de considerarle el factotum del
derecho. Soslayar la presencia de las normas en instrumentos tangibles que posibilitan
su aplicación, como lo son la ley y la jurisprudencia, hace innecesaria la actividad
legislativa y codificadora, llevando al campo de las subjetividades la solución de los
conflictos, lo cual representa un riesgo superior a la finalidad social del derecho.
sufriendo el núcleo social, cambios que siempre se manifiestan con mayor rapidez
que la evolución jurídica.
Ello motiva a que se lleve a cabo un análisis profundo de la manera en que
influyen los cambios sociales en el desarrollo evolutivo del Derecho. Ese dinamismo
de que se encuentra dotado el devenir histórico de la colectividad, también debe ser
adoptado por lo jurídico, ya que de no ser así se podría fortalecer la distancia entre
realidad y Derecho, a grado tal que el sistema jurídico deje de tener esa función
social que ya se ha comentado.
Como parte de la tendencia que ha quedado evidenciada, los realistas le dan
un matiz pragmático a la Filosofía del Derecho, al tomar como un punto básico para
la explicación del Derecho y sus diferentes implicaciones, a la realidad. La filosofía
de este grupo de pensadores tiene como punto de partida la ideología
norteamericana consistente en la practicidad de las cosas.
El realismo americano surge como una respuesta al formalismo, por ende, su
posición radica en despojar al Derecho de abstracciones innecesarias desde su
perspectiva; esta corriente es una reacción contrapuesta al dogmatismo de otros
sistemas jurídicos, lo que motiva que sus seguidores comulguen con las soluciones
prácticas, nacidas de la realidad concreta.
De igual manera para este grupo de juristas la Lógica no debe ser el vórtice de
la actividad judicial, sino que debe entenderse en un sentido progresista y ser
revalorizada, sin que por ello se considere como un método jurídico único; la lógica
moderna dota al juzgador de elementos que le pueden conducir al uso de diversas
técnicas de inducción.
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legales, sino que, será menester que el intérprete sea cauteloso en la asignación de
significados a las cláusulas o proposiciones.
En este contexto, se considera que el legislador utiliza un lenguaje natural
basado en el interés de que el destinatario de la norma capte el mensaje implícito con
claridad y así evitar equívocos, sin embargo el sentido lingüístico no refleja
necesariamente el espíritu que pretendió imprimir el legislador en la ley, lo que obliga a
su vez a una tarea hermenéutica que considere las reglas semánticas y sintácticas del
idioma en cuestión.
93
Hans Kelsen, Teoría pura del derecho, México, Editorial UNAM, 1953, p. 349.
48