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Matemáticas y Papiroflexia

MATEMçTICAS Y PAPIROFLEXIA

JosŽ Ignacio Royo Prieto (*)

Resumen

La papiroflexia es el arte de hacer figuras reconocibles utilizando papel plegado.


En esta exposición se muestran algunos aspectos de la papiroflexia en los que las
matemáticas tienen un papel destacado.

1. INTRODUCCIîN

1.1. QuŽ es la Papiroflexia

La papiroflexia es el arte de hacer figuras reconocibles utilizando


papel plegado. Según la corriente más ortodoxa de la papiroflexia,
tan sólo está permitido plegar el papel, sin usar tijeras ni pega-
mento. Además, se deberá utilizar como punto de partida un único
trozo de papel cuadrado. A pesar de que estas normas puedan pare-
cernos muy restrictivas, las posibilidades que nos ofrece la papiro-
flexia son casi infinitas.

Los diseños más populares son, sin duda, la pajarita de papel, el Maitreya (Hoyjo Takashi)
gorro de papel y el barquito, así como algún que otro avión. Estos
diseños son muy simples, pero en las últimas décadas, papiroflectas de todo el mundo han
desarrollado técnicas a cual más compleja para obtener modelos de muchas puntas. Coches,
barcos, aviones, muebles, leones, perros, insectos con todas sus patas y antenas, mamíferos
con todo tipo de cuernos, orejas y colas, dragones, dinosaurios, esqueletos, pulpos, peces,
crustáceos, arañas, seres humanos, máscaras... Seres animados e inanimados, reales y fantás-
ticos, sencillos y con todo lujo de detalles forman parte del inmenso repertorio de la papiro-
flexia moderna.

1.2. Un poco de historia

El origen de la papiroflexia hemos de situarlo en Japón. La palabra japonesa


para la papiroflexia es origami. Su escritura está compuesta por dos caracte-
res: En el primero, el radical de la izquierda deriva del dibujo de una mano,
y significa doblar (ori). El segundo deriva del dibujo de la seda, y significa
papel (kami).
Origami

(*) Profesor del Departamento de Matemáticas. Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea

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José Ignacio Royo Prieto

La historia de la papiroflexia (ver [Engel]) comienza junto con la


del papel, en China, allá por el siglo I ó II, y llega a Japón en el
siglo VI. En un principio, era un divertimento de las clases altas,
pues eran las únicas que podían conseguir papel, que constituía
un artículo de lujo. Los guerreros Samurai intercambiaban regalos
adornados con noshi, trozos de papel doblados en abanicos de
variadas formas, sujetos con cintas de carne seca. Hoy en día, se
mantiene la expresión origami tsuki, que significa “certificado”, o
“garantizado”, y que deriva del plegado especial con el que se
preparaban los diplomas que recibían los maestros de las cere-
monias de té. Dicho plegado garantizaba que no se pudiera vol-
ver a plegar en su forma original sin realizar nuevas cicatrices en
el papel.
Composición de grullas
del Sembazuru Orikata
En el período Muromachi (1338-1573), el papel era un producto
más accesible, y surgieron ciertos adornos de papiroflexia con significados distintos que reve-
laban, por ejemplo, la clase social de cada persona, de modo que, según el distintivo de papi-
roflexia que llevase un individuo, se podía distinguir si era un granjero, un guerrero samurai
o un seguidor de tal o tal maestro filósofo.

La “democratización” de la papiroflexia se dio en el período


Tokugawa (1603-1867), el cual conoció una gran explosión
cultural. Es en este período en el que surge la base pájaro, la
base usada por la grulla (zuru), que es la figura más popular en
Japón, tal como lo es aquí la pajarita. Dos libros legendarios
recogen las primeras instrucciones de plegado: el Sembazuru
Orikata (Cómo Plegar Mil Grullas) en 1797, y el Kan No Mado
(Ventana abierta a la estación de invierno), de 1845, en el cual
aparece por primera vez la base de la rana.
Miguel de Unamuno (Zuloaga)
No sólo se dobló en Japón. Los musulmanes también practica-
ron la papiroflexia, y si no hubiera sido por los Reyes Católicos y el Cardenal Cisneros, a buen
seguro la tradición de doblar papel en la península ibérica hubiera tenido muchísima más
repercusión en nuestros días. La pajarita (o pájara pinta, llamada así porque cuando es ple-
gada con un papel de colores distintos por ambas caras aparece con la cabeza de un color
distinto que el cuerpo) forma parte de la cultura popular española desde, por lo menos, el siglo
XVII. El gran impulsor de la papiroflexia a principios de siglo fue el universal bilbaíno Miguel
de Unamuno y Jugo. Tras visitar la Exposición Universal de París de 1889, junto a la inaugu-
ración de la Torre Eiffel, Unamuno descubre maravillado una exposición de origami de Japón.
A su vuelta, retomaría su afición a doblar pajaritas, según él, cocotología, creando su propia
“escuela” de plegadores. El genial escultor anarquista oscense Ramón Acín (1888-1936) ha
sido uno de los que ha rendido homenaje a la pajarita con su famosa “Pajarita sobre cubo”,
escultura de piedra que podemos apreciar en un parque de Huesca.

El patriarca de la papiroflexia moderna es el japonés Akira Yoshizawa, una leyenda viva de los
maestros orientales de Origami. Es a Yoshizawa a quien debemos la simbología actual de las
instrucciones de plegado de los modelos (Sistema Yoshizawa-Randlett, 1956). Esto ha consti-
tuido, sin lugar a duda, la aportación más importante a la papiroflexia desde la invención del
papel, ya que ha permitido la difusión internacional de las distintas creaciones, al no importar

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el idioma en el que estén escritos los desarrollos. Para


Yoshizawa, el Origami conlleva una filosofía de la vida, y per-
tenece a ese estado de la luz que en filosofía oriental se deno-
mina ke, concepto asociado a la luz baja, las sensaciones ínti-
mas y la armonía en silencio, por oposición al hare, que denota
la explosión de luz, brillantez y la espectacularidad. Yoshizawa
reza, medita, estudia y siente en un sentido ciertamente reli-
gioso cada animal, rostro o figura que va a plegar. Se dice que
pasó varios años observando a un cisne que vivía en el estan-
que de su casa hasta que decidió plegarlo. Según la escuela de
Yoshizawa, el plegado es un diálogo entre el artista y el papel,
el cual hay que realizarlo en el aire, sólo con las manos, ya que
de apoyarlo en la mesa, estaríamos transmitiendo a la futura
figura el yin de la mesa en lugar del propio. En Japón, Yoshizawa
es considerado como una divinidad, y sus figuras rezuman vida,
transmitiendo una sensibilidad asombrosa.

La papiroflexia ha experimentado una auténtica explosión de


Akira Yoshizawa y dos elefantes creatividad en las tres últimas
de su creación décadas, debido a la mejor
comunicación de los modelos, y
también al desarrollo de técnicas para realizar figuras cada vez
más complejas. Según P.Engel (ver [Lang1]), en los 80 pode-
mos señalar dos corrientes en la papiroflexia moderna:

• Por un lado, tenemos la escuela japonesa, donde la papi-


roflexia ha sido cultivada por artistas no científicos. La
filosofía consiste aquí en expresar, sugerir, captar la esen-
cia de lo que se quiere representar con un mínimo de
pliegues, aunque la figura resultante no sea anatómica-
mente perfecta;

• Por otro lado, la escuela occidental, donde la papirofle-


xia ha sido desarrollada por matemáticos, ingenieros, físi-
cos, arquitectos... Se persigue la exactitud anatómica, es
decir, representar los insectos con todas las patas, pesta-
ñas, cuernos, alas... Para ello se han desarrollado multi-
tud de métodos matemáticos. Avispa (Satoshi Kamiya)

Hoy en día no se puede hacer tal distinción, ya que japoneses científicos como Toshikuyi
Meguro, Jun Maekawa, Issey Yoshino, Seiji Nishikawa, Fumiaki Kawahata, Tomoko Fuse,
Toshikazu Kawasaki y otros muchos, integrantes del grupo Origami Tanteidan (Detectives de
la Papiroflexia) han diseñado modelos de increíble complejidad. En estos momentos, más bien
se puede distinguir entre los que usan técnicas geométricas de diseño (sumando a los ante-
riores a los americanos John Montroll y Robert Lang, y el madrileño J. Aníbal Voyer, entre
otros), y los que buscan la expresividad en otros elementos, tales como la textura del papel,
la suavidad de los dobleces y la observación del modelo a representar. Estos últimos utilizan
la técnica del papel humedecido, de la cual son especialistas Akira Yoshizawa, el americano
Michael Lafosse, el francés Eric Joisel, el italiano David Derudas y el británico David Brill.

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Otra rama de la papiroflexia moderna es la papiroflexia modular, o unit origami, en el cual se


pliegan varias piezas sencillas independientemente para acabar encajándolas (sin pegamento,
por supuesto) con el fin de formar un motivo casi siempre geométrico. Los pioneros de esta
modalidad de origami son Robert Neale y Lewis Simon, (EEUU, década de los 60), si bien
quien más ha impulsado esta modalidad es la genial japonesa Tomoko Fuse.

1.3. Relaci—n de la papiroflexia con las matem‡ticas

La mejor manera de darse cuenta de la relación


entre las matemáticas y la papiroflexia es desple-
gar un modelo y observar el cuadrado inicial: apa-
rece ante nuestros ojos un complejo de cicatrices
que no es sino un grafo que cumple unas ciertas
propiedades. Intuitivamente, hay unas “matemáti-
cas del origami” funcionando cuando plegamos
un modelo. En este trabajo señalaremos tres
Pájaro aleteador con su mapa de cicatrices aspectos fundamentales en los cuales la matemá-
tica aflora en la papiroflexia:

1) Papiroflexia modular: representación de poliedros y figuras geométricas;

2) Axiomas de constructibilidad teoría de puntos constructibles con Origami, paralela a


la existente con regla y compás;

3) Diseño de figuras: métodos matemáticos para la creación papirofléctica.

La intención de esta exposición es que sea una miscelánea agradable, ilustrativa y divulgativa
sobre un tema que es muy poco conocido, pero atractivo. También quiere ser una prueba más
de que las matemáticas son cultura.

2. PAPIROFLEXIA MODULAR: CONSTRUCCIîN DE POLIEDROS

2.1. Dos cositas sobre poliedros

Un poliedro se puede definir como un conjunto conexo de R3 formado por un número finito
de polígonos planos que se juntan de una manera razonable. Aquí “razonable” quiere decir
que cada lado de un polígono pertenece exactamente a otro polígono del poliedro, y de
manera que los polígonos que concurran en cada
vértice formen un circuito simple (para evitar ano-
malías tales como el caso de dos pirámides uni-
das por el vértice). Los polígonos son llamados
caras, y sus lados, aristas. Un poliedro es, por lo
tanto, una superficie cerrada (no diferenciable,
pues tiene aristas y vértices), y divide al espacio
en dos partes: una no acotada y otra acotada a la
que llamaremos interior. El caso más importante Dodecaedro y dodecaedro estrellado (Tomoko Fuse)

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Matemáticas y Papiroflexia

es el de los poliedros convexos, en el cual el interior es un conjunto convexo, (es decir, tal
que el plano que contiene a una cara no penetra en el poliedro), de modo que podemos defi-
nirlo en coordenadas cartesianas mediante un sistema de desigualdades:

aix + biy + c iz ≤ d i V-i = 1 , … , C

siendo C el número de caras. Ejemplos de poliedros son una caja de zapatos, una pirámide,
un cubo, un tetraedro...

Los poliedros más famosos son, sin duda, los llamados sólidos platónicos.
Se dice que un poliedro convexo es regular si sus caras son polígonos
regulares idénticos y si en cada vértice concurre el mismo número de aris-
tas. Sorprendentemente, tan sólo existen cinco: el tetraedro, el cubo, el
octaedro, el icosaedro y el dodecaedro. Este resultado se atribuye a
Teeteto (425-379 a.C.), de la escuela de Platón. Existen pruebas elemen-
tales de este resultado, pero la forma elegante de hacerlo es utilizar la
famosa fórmula de Euler, de la que más adelante hablaremos. Platón en
su libro Timeo (ap. 55-56) atribuye a cada uno de estos sólidos uno de los
cuatro elementos en el pasaje en el que describe la creación del universo.
Así, el tetraedro es el fuego, el octaedro, el aire, el cubo es la tierra y el
icosaedro, las moléculas de agua. Finalmente, relata cómo el Creador uti-
lizó el dodecaedro para formar el universo. Esta es la razón por la cual se
les conoce como sólidos platónicos.

Los poliedros son entes matemáticos que brotan de la forma más insos-
pechada en distintos ámbitos de nuestra vida: desde las pirámides de
Egipto hasta los cubos en los que cristaliza la pirita, pasando por los balo-
nes de fútbol. Han fascinado a los matemáticos y las matemáticas, que se
han dedicado a su estudio desde la antigua Grecia, y constituyen hoy en
día motivo de investigación activa. Entre los muchos que se han ocupado
de su estudio cabría citar a Arquímedes, Kepler, Descartes, Euler, Cauchy,
Steinitz, Alexandrov, Weil, Coxeter, Schläffi y Banchoff, dejándonos a
muchos por el camino. Una referencia obligada sobre poliedros es [Cox] Sólidos Platónicos

2.2. Papiroflexia modular

Como hemos comentado antes, la papiroflexia modular consiste en hacer figuras utilizando
varios papeles que darán lugar a piezas individuales que llamaremos módulos. Cada uno de
estos módulos posee solapas y bolsillos, que se usan para ensamblarlos entre sí. Es usual repre-
sentar de esta manera figuras geométricas, y que el plegado de cada módulo sea sencillo. Los
poliedros son la principal fuente de inspiración de esta modalidad, aunque no la única.

Aparte del valor artístico y estético de la papiroflexia modular, su interés para con las mate-
máticas es doble:

1) Nos permite la representación física de entes abstractos. En este sentido, tiene el


mismo interés que puede tener un programa de ordenador que dibuje poliedros, si
bien es mucho más revelador tener en la mano un icosaedro, palparlo y girarlo, que

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verlo en una pantalla donde simulamos su giro. Para este fin, hay también recortables
y figuras de plástico, aunque a decir verdad, la posibilidad práctica de representar
poliedros con origami son mucho mayores que con recortables.

2) Tanto en el diseño como en el plegado y ensamblaje de los módulos, se experimen-


tan de una forma muy sencilla las propiedades de los poliedros tales como grado de
un vértice, regularidad y simetría, ya que en su diseño intervienen de forma decisiva
los conceptos de arista, índice, cara, vértice, y otros más sofisticados como dualidad,
colorabilidad, característica de Euler-Poincaré e incluso curvatura (en el sentido que
veremos más adelante).

En este apartado, vamos a ver diversos tipos de módulos y de poliedros, y analizaremos la


enjundia matemática que acompaña a su diseño y su hechura. A medida que vamos viendo
modelos, veremos como nos surgirán cuestiones matemáticas que nos harán acercamos a
diversos resultados matemáticos sobre poliedros.

2.3. Familias de m—dulos

Se puede hacer una clasificación de los modulares, fijándonos


en la estructura del poliedro que forman, o mejor dicho,
dependiendo de en qué se fije uno para describir un poliedro:
los vértices, las aristas o las caras. ¿Qué es, al fin y al cabo, un
tetraedro? Podemos definirlo como cuatro vértices equidistan-
tes, o como seis segmentos dispuestos de una determinada
manera, o como cuatro caras triangulares. En una vuelta de
tuerca sorprendente, un cubo puede definirse como un tetrae-
dro estrellado. Todo esto es fácil de experimentar con la papi- Octaedro con el módulo giroscopio
roflexia. Según esto, distinguimos tres tipos de módulos:

1) Módulos basados en las aristas. Suelen ser los de ensamblaje más sólido. Cada módulo
corresponde a una arista, lo cual hay que tener en cuenta a la hora de diseñarlos. Por
lo general, suelen presentar caras perforadas, que nos permiten ver el interior.

2) Módulos basados en las caras. Parece lo más natural, pero no siempre es lo más fácil
de diseñar en papiroflexia. Los empalmes suelen ser más débiles, lo cual se debe a
que las caras se juntan entre sí de dos en dos, mientras que las aristas se juntan de más
en más en cada vértice.

3) Módulos basados en los vértices. Los más importantes son de tipo giroscopio (ver
[SAG]). Muy versátiles y resultones. Dentro de este tipo, se pueden clasificar por el
grado: los que agrupan aristas de 3 en 3, de 4 en 4...

2.4. M—dulos de tipo Sonob•: poliedros estrellados

Son probablemente los módulos más populares y se deben al japonés Mitsunobu Sonobè.
Estos módulos se juntan de 3 en 3 para formar una pirámide con base un triángulo equilátero
y con ángulos rectos en el vértice. Son, por lo tanto, muy adecuados para construir poliedros

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estrellados cuyas caras son triángulos (icosaedro estrellado,


octaedro estrellado...).

Podemos considerar que estos módulos pertenecen la familia


de las caras, pero no sólo los podemos usar con caras triangu-
lares: podemos juntarlos de 4 en 4, obteniendo como base un
cuadrado y sobre él, lo que podríamos denominar una estre-
llación de segunda especie (cuatro pirámides cuyas bases no
caen en un plano). De la misma manera, juntándolos de diver-
sas maneras podemos obtener polígonos con estrellaciones Icosaedro Estrellado
con módulos Sonebè
muy barrocas, donde las caras aparecen de una manera más
especial, pero con su sentido artístico y estructural (ver [Kasa]).

2.5. Coloraci—n

Un reto interesante sobre el módulo Sonobè consiste en colorear sus caras de una forma cohe-
rente. Para abordar esto, nos será útil el concepto de grafo de un poliedro.

2.5.1. Grafo de un poliedro

Sin querer ser demasiado preciso, un grafo


es un complejo finito de vértices y aristas.
Un grafo es plano si se puede dibujar en R2
de modo que las aristas no se corten, tan
sólo pueden juntarse en los vértices. En un
Grafos de los sólidos platónicos
grafo, consideraremos vértices, aristas y
caras. Llamaremos grado de un vértice al
número de aristas que concurren en él. A
todo poliedro podemos asociar de forma
fácil un grafo plano. Basta tomar una cara y
realizar una suerte de proyección estereo-
gráfica en el plano. Por supuesto, conside-
ramos la componente no acotada como
una cara.

Una ventaja de los grafos es que nos permite estudiar los poliedros de una forma más fácil que
representándolos en el espacio.

2.5.2. Coloración de isocaedros

Entendemos por una buena coloración a la asignación de colores a los vértices, aristas o caras
de modo que cumplan alguna regularidad, por lo general, del tipo de que elementos conti-
guos tengan colores distintos.

Para pensar en una coloración del icosaedro estrellado con módulos Sonobè, habrá que conse-
guir su grafo a partir del de nuestro icosaedro, sin más que unir en cada uno de sus triángulos

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el punto medio con sus vérti-


ces. El grafo que así obtene-
mos es el de un triacontrae-
dro. Como éste es dual del
icosidodecaedro, nos basta
colorear las aristas de éste
último. Si nos fijamos en los
módulos de Sonobè, ade-
más, tenemos que por cada
módulo, coloreamos dos
aristas “contiguas” del icosa-
edro estrellado. Esto nos Seis ciclos en un icosidodecaedro; Grafo del triacontaedro.
sugiere construir seis circui-
tos de colores de la forma en que vemos en la ilustración, obteniendo seis “círculos máximos”
sobre el icosaedro estrellado. Volviendo al módulo de Sonobè, si quiero hacer una coloración
con tres colores, he de elegir los circuitos máximos de dos en dos, y en los puntos de cruce
de ambos circuitos, dejar que pase el uno sobre el otro, y el otro sobre el uno. De esta forma,
obtenemos un arlequinado del icosaedro estrellado Sonobè tal que en cada vértice se unen
los tres colores. Como vemos, para colorear un icosaedro estrellado, hay que pensar en un
icosidodecaedro.

2.5.3. Dualidad

Otro concepto que se puede representar con la papiroflexia es la dualidad de poliedros. Dado
un poliedro, podemos tomar los puntos medios de cada cara,
y unir los de caras contiguas. Sorprendentemente, mediante
este procedimiento obtenemos un nuevo poliedro. Para com-
prender mejor la idea, vamos a expresarla con grafos: se cons-
truye el dual de un grafo como el grafo que tiene como pun-
tos los puntos medios de cada cara, y que tiene como aristas
las aristas que resultan de unir los puntos pertenecientes a
caras contiguas, atravesando las aristas originales. Poliedros
duales corresponden a grafos duales. La relación “ser duales”
es recíproca.
Dualidad icosaedro-dodecaedro
De este modo, se puede comprobar que el dual del tetraedro
es el mismo tetraedro, el dual del icosaedro es el dodecaedro, y el dual del cubo es el octae-
dro. En papiroflexia podemos representar esa dualidad valiéndonos de que los módulos de
tipo arista del dodecaedro tienen agujeros, además de usar un material transparente como lo
es el acetato.

2.6 Cinco tetraedros intersecados


Vamos a construir un objeto muy venerado por matemáticos y papiroflectas. Si tomamos en
un dodecaedro cuatro vértices equidistantes, obtendremos un tetraedro. Como tenemos exac-
tamente veinte vértices, podemos insertar cinco tetraedros en el dodecaedro. Este objeto se
puede construir en papiroflexia, y constituye un complejo y entretenido rompecabezas (ver
[Hull1]). Para resolverlo, hay que fijarse en las mil y una simetrías de este objeto. La clave para

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Matemáticas y Papiroflexia

la construcción consiste en que si tomamos cualesquiera dos


de estos tetraedros, un vértice de uno de ellos sale exacta-
mente por el medio de una cara del otro, y lo mismo pero
intercambiando los papeles ocurre en la parte opuesta. Con
este objeto se puede visualizar que el grupo de rotaciones del
dodecaedro es grupo alternado de cinco letras. Esto resulta de
que al girar el dodecaedro estamos intercambiando los cinco
tetraedros entre sí.

Hay otras composiciones realizables con papiroflexia, como


los cinco octaedros que hay insertados en un icosidodecaedro. Cinco tetraedros intersecados
En cambio, la composición de cinco cubos que hay en un
dodecaedro presenta una dificultad añadida, pues las aristas de esos cubos se intersecan, y no
podríamos usar la técnica de los módulos tipo arista que hemos usado para los tetraedros.

2.7. Balones de fœtbol o Fullerenos

2.7.1. El objeto
Si miramos con atención un balón de fútbol, veremos que está formado por hexágonos y pen-
tágonos, de modo que en cada vértice se juntan dos hexágonos y un pentágono. Podemos con-
tar con cuidado y comprobar que tiene 12 pentágonos. Contar los hexágonos del balón parece
más complicado, pero podemos valernos su estructura: si contamos por cada pentágono sus
cinco hexágonos adyacentes, obtenemos 60 hexágonos, pero cada uno de estos, al tocar a 3
pentágonos, lo hemos contado 3 veces, de modo que en realidad hay 20 hexágonos. El balón
de fútbol es un poliedro semirregular (son como los regulares, pero usando dos tipos de polí-
gonos; hay sólo 13 y se llaman arquimedianos), y su auténtico nombre es icosaedro truncado.

2.7.2. Fullerenos

Un fullereno es un poliedro formado


por pentágonos y hexágonos, de
modo que todos los vértices son de
grado 3. Su nombre está puesto en
honor al arquitecto Richard Buck-
minster Fuller (1895-1983), que
construyó un pabellón esférico futu-
rista con esa estructura en la
Exposición Universal de Montreal de
1967. Más tarde, se ha llamado Icosaedros truncados con módulos de vértices y aristas
fullereno a la tercera forma alotró-
pica del carbono (las otras dos son el diamante y el grafito), y ha resultado ser una forma
extraordinariamente estable, descubierta en 1985 y cuyo descubrimiento fue merecedor de
un premio Nobel. Las moléculas del fullereno usual tienen 60 átomos de Carbono coloca-
dos en los vértices de un balón de fútbol, pero hay muchos más fullerenos. Para construir
fullerenos de papiroflexia es muy adecuada la pieza en zig-zag de Tom Hull (ver [Hull1]),
pues cada módulo representa una arista y las aristas se juntan de tres en tres (ver dibujo en
el apartado 2.9).

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2.8. Caracter’stica de Euler

Una de las propiedades más valiosas de los poliedros es una fórmula atribuida a Euler, aun-
que anteriormente Descartes había encontrado una fórmula equivalente, que apareció 200
años después de ser escrita, entre los papeles de Leibnitz. Es el siguiente y bonito teorema:

Teorema (Fórmula de Euler): Sea un poliedro homeomorfo a una esfera con V vértices, A aris-
tas y C caras. Entonces, se cumple la fórmula:

V-A+C=2.

Podemos comprobar esta fórmula con los sólidos platónicos, con el balón de fútbol y con los
poliedros estrellados que hemos visto aquí. Esta fórmula también la cumplen los grafos pla-
nos. De hecho, la propiedad es topológica: si hacemos cualquier triangulación sobre una
esfera o sobre un espacio homeomorfo, se seguirá cumpliendo la fórmula. Se puede asociar a
cada espacio topológico “razonable” un número llamado característica de Euler-Poincaré, que
se define como la suma alternada de sus números de Betti. Es un invariante topológico impor-
tantísimo, y generaliza la suma alternada que antes hemos expresado como “vértices menos
aristas más caras”. En este sentido, la fórmula de Euler dice ni más ni menos que la caracte-
rística de Euler-Poincaré de la esfera es 2. Con la característica de Euler-Poincaré es fácil pro-
bar, por ejemplo, el teorema de Teeteto sobre los cinco sólidos platónicos.

Volviendo a nuestros fullerenos, si llamamos H al número de hexágonos y P al número de pen-


tágonos, podemos calcular cuántos vértices, aristas y caras hay. Explícitamente,

5P + 6H 5P + 6H
V= ;A = ;C = P + H
3 2
Si sustituimos ahora en la fórmula de Euler, obtenemos fácilmente
5P + 6H 5P + 6H
-- + (P + H) = 2 ➾ P=12
3 2
y concluimos P=12, de modo que sea lo grande que sea el fulle-
reno, las condiciones que le hemos puesto fuerzan a que haya
siempre 12 pentágonos, si bien no hemos obtenido ninguna condi-
ción sobre los hexágonos. De hecho, podemos interpretar el dode-
caedro como un fullereno sin hexágonos. Un método para generar
fullerenos es truncar un icosaedro (tiene 12 vértices, de donde
obtenemos los 12 pentágonos) y subdividir las caras triangulares en
nuevos triangulitos más pequeños. Calculando el dual de este
grafo, obtenemos un nuevo poliedro que es un fullereno.

Cabe preguntarnos si estas construcciones son meramente topoló-


gicas, es decir, si los grafos que construimos tienen una realización
en un poliedro convexo real. No tenemos aparentemente ninguna
razón para pensar que para todo grafo vaya a suceder eso. Es clara
la existencia de un poliedro “esférico” que realice cada grafo, pero
otra cosa es que las caras que obtengamos sean planas. Aunque
nuestros fullerenos podamos construirlos efectivamente con papi-
roflexia (ver [Hull1]), a uno le podría quedar la duda de si está Construcción de fullerenos

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Matemáticas y Papiroflexia

construyendo poliedros “de verdad” o si es la flexibilidad del papel la que nos los permite
construir, no yaciendo cada cara en un plano. Para responder a esta cuestión, tenemos el
siguiente y clásico teorema:

Teorema [Steinitz] Un grafo representa a un poliedro convexo de IR3 si y sólo si es plano y 3-


conexo.

La propiedad de ser 3-conexo significa que hay que quitar por lo menos tres vértices al grafo
plano para dividirlo en dos componentes conexas. Así que como nuestros fullerenos tienen
grafos planos y 3-conexos, nos quedamos tranquilos. Otra cuestión es saber cuándo un grafo
se puede realizar como un poliedro inscribible en una esfera. Esta cuestión se conoce como
Problema de Steinitz y ha obtenido recientemente respuestas parciales con métodos de geo-
metría computacional.

2.9. Toros modulares

Un toro es el nombre matemático por el que se conoce a la


superficie de un flotador o un donuts. Viene del griego torew,
que significa agujero, perforar. Vamos a ilustrar el interés mate-
mático de la construcción de un toro de papiroflexia con una
anécdota personal. La historia empieza al conseguir una foto
en internet de un toro modular, diseñado por el italiano
Roberto Gretter con las mismas piezas zig-zag de Hull. Como
con los fullerenos, podemos contar cuántos pentágonos y
hexágonos iban a ser necesarios. La característica de Euler-
Poincaré del toro es 0, con lo cual, aplicando la fórmula de
Euler para toros: Toro modular

V - A + C = 0,

y sustituyendo con el número H de hexágonos y P de pentágonos, obtenemos:

5P + 6H 5P + 6H
-- + (P + H) = 0 ➾ P = 0!!!
3 2
con lo que llegamos a que no se puede construir un toro con hexágonos y pentágonos de 3
en 3, esto es una restricción topológica. Sin embargo, en el toro de la foto claramente se le
adivinan pentágonos en la parte exterior. El error consistió en no haberse percatado de que,
además de pentágonos y hexágonos, el toro por la parte interna tenía heptágonos. Teniendo
esto en cuenta, la fórmula de Euler nos proporciona:

5P + 6H + 7Hp 5P + 6H + 7Hp
-- + (5P + 6H + 7Hp) = 0 ➾ P = Hp,
3 2
con lo que la condición es que haya el mismo número de heptágonos que de pentágonos. Con
ese dato, y calculando que hubiera 10 pentágonos en la composición, es un entretenido rom-
pecabezas construir un toro modular.

Como vemos, la discusión matemática previa al diseño es exclusivamente topológica (hemos


utilizado el género de la superficie que queremos conseguir). No hemos obtenido un poliedro,

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José Ignacio Royo Prieto

pues salta a la vista que las caras que tenemos no son planas. No obstante, la enjundia de este
modelo no es sólo topológica, sino también geométrica.

Podemos fijarnos en que el toro tiene los 10 pentágonos por fuera y los heptágonos por den-
tro. El toro usual con la métrica usual, sabemos que tiene curvatura positiva por fuera (se ase-
meja a un balón), negativa por dentro (se asemeja a una silla de montar) y como la curvatura
es una aplicación continua, se tiene que anula entre medio. De hecho, por fuera, los pentá-
gonos están rodeados de hexágonos, lo cual nos puede recordar al balón de fútbol.
Ciertamente, la coloración del toro está en función de la curvatura: roja allá donde es posi-
tiva, morado donde es negativa, y amarillo cuando más se acerca a cero.
La razón por la cual nuestro toro modular adquiere esta curvatura no es topológica, sino geo-
métrica, y de hecho se debe a la forma que tienen los módulos que estamos empalmando. Al
formar un heptágono con los módulos zig-zag, vemos que adquiere por sí solo curvatura nega-
tiva, al plegar un hexágono, se puede posar tranquilamente sobre una mesa (curvatura cero),
y al plegar un pentágono, las aristas adquieren curvatura positiva. Al analizar los empalmes
de los módulos, vemos que forman pirámides que tiene como base un triángulo equilátero, y
se unen desde la mitad del lado, como se ve en el dibujo. Si ponemos seis triángulos de esa
manera, montan perfectamente. Si ponemos sólo cinco, nos falta un poco de ángulo para
completar 2p radianes. Eso que falta se
puede interpretar como el exceso de
ángulo en un punto interior del pentá-
gono, y es lo que proporciona la cur-
vatura positiva. Cuando ponemos siete
triángulos, en vez de faltar, sobra
ángulo, y eso es porque en el interior
hay curvatura negativa.

Un interesante reto consiste en diseñar Pentágono y hexágono con módulos zig-zag de Hull
toros con este mismo módulo usando
la menor cantidad de piezas posible. El toro de Gretter tiene 555 piezas. Tom Hull y sus alum-
nos han diseñado diferentes modelos de 240, 105 y 81 piezas, llegando al límite de lo física-
mente constructible. En vez de heptágonos, se usan octógonos y decágonos para dar curva-
tura negativa (cuanto menos piezas, menor tendrá que ser la curvatura, intuitivamente). La fór-
mula de Euler nos dice que tiene que tener el doble de pentágonos que de octógonos, y si usá-
mos decágonos, hay que usar 4 veces más pentágonos que decágonos.

3. CONSTRUCTIBILIDAD DE PUNTOS EN ORIGAMI

La papiroflexia, o mejor dicho, el ejercicio de doblar


papel se puede usar con fines pedagógicos para estudiar
e ilustrar la geometría elemental plana. Sobre ello hay
numerosos libros, siendo una excelente referencia el de
Sundara Row ([Row]), donde se proponen diversos ejer-
cicios mediante los que se resuelven problemas referen-
tes a cónicas, ecuaciones polinómicas y trigonometría
utilizando tan sólo los dobleces del papel.

Dominio fundamental (Sarah Belcastro)

186 SIGMA Nº 21 • zk. 21 SIGMA


Matemáticas y Papiroflexia

La clave consiste en interpretar geométricamente qué estamos haciendo cuando doblamos el


papel. Por ejemplo, cuando doblamos los dos lados que concurren en una esquina, uno sobre
el otro, estamos calculando una bisectriz. Cuando llevamos un punto del papel sobre otro y
doblamos, estamos trazando la mediatriz del segmento que definen los dos puntos. Con papi-
roflexia es sencillo dibujar un montón de rectas tangentes a una parábola dada por su foco y
su recta directora, probar que el área de un triángulo es base por altura partido de dos, o sumar
la serie S 1/2n, sin más que hacer unos cuantos dobleces y pensar su significado. Las posibili-
dades pedagógicas del plegado son muchas, pero no entraremos en ello, sino más bien en
analizar qué puntos son constructibles con origami, de la misma manera en la que se estudia
qué puntos son constructibles con regla y compás.

En 1995, D. Auckly y J. Cleveland publicaron una nota en el American Mathematical Monthly


en la cual probaban que todo punto constructible con papiroflexia era constructible con regla
y compás, pero que el inverso no era cierto. Sin embargo, tal y como hace notar Tom Hull en
la misma revista (ver [Hull3]), hay un método desarrollado por el japonés Hisashi Habe en la
década de los 70, mediante el cual se puede trisecar cualquier ángulo dado, con un par de
pliegues que son perfectamente razonables en origami, tal y como vemos en la figura. ¿Dónde
está la contradicción? Lo que ocurre es que a la hora de definir los números constructibles con
papiroflexia, hay que realizar una axiomática de lo que consideramos “razonable” de obtener
en papiroflexia plegando. En la literatura de la papiroflexia se pueden encontrar métodos para
trisecar ángulos, duplicar cubos y doblar heptágonos regulares, todos ellos con pliegues sen-
cillos.

Se debe al italo-japonés Humiaki Huzita la formulación de la axiomática más utilizada para


definir los puntos constructibles con papiroflexia:

[O1] Dados dos puntos p1 y p2 constructibles,


podemos construir la línea que los une;

[O2] El punto de coincidencia entre dos líneas cons-


tructibles es constructible;

[O3] Dado un segmento delimitado por dos puntos


constructibles, su bisectriz es constructible;

Octubre 2002 • 2002 Urria 187


José Ignacio Royo Prieto

[O4] La bisectriz del ángulo formado por dos líneas construc-


tibles es constructible;

[O5] Dados dos puntos p1 y p2 y una línea l1 cons-


tructible, la línea que pasa por p1 y que refleja a
p2 sobre l1 es constructible;

[O6] Dados dos puntos p1 y p2 constructibles, y dos líneas constructibles l1 y l2, la línea que
refleja a p1 en l1 y a p2 en l2, si es que existe, es constructible.

Era conocido entre los griegos desde tiempos


de Arquímedes que si se podían hacer dos mar-
cas en una regla, entonces se podía conseguir
la trisección del ángulo, de modo que dado que
en un borde del papel se puede calcular 1/2,
1/4, 1/8 y así, no es sorprendente que se pue-
dan hacer cosas en origami tales como trisecar
ángulos.

Los cuatro primeros axiomas se pueden alcanzar con regla y compás. El quinto, también, y
de hecho, los puntos constructibles con regla y compás son exactamente los mismos que los
constructibles con los cinco primeros axiomas, y que es equivalente al menor subcuerpo del
cuerpo de los números complejos C, cerrado por raíces cuadradas. El sexto axioma es equi-
valente a la construcción de una tangente común a dos parábolas, exactamente a las defini-
das por p1,l1 y p2,l2. Se puede probar que hacer esto es equivalente a resolver una ecuación
de tercer grado.

En un artículo de Roger Alperin aparecido en el New York Journal of Mathematics (ver [Alp]),
se hace una discusión del alcance de los axiomas presentados, y se caracterizan los “puntos
de origami” como aquellos números del plano complejo C constructibles tras la aplicación
finita de los axiomas O1-O6. El resultado central es:

Teorema [Alperin]: El conjunto O de los puntos los puntos constructibles con origami se
puede caracterizar de las siguientes maneras:

i) el menor subcuerpo de C cerrado por raíces cuadradas, cúbicas y conjugación compleja;

ii) el conjunto de los puntos constructibles por intersección de líneas constructibles y cónicas
constructibles (con directrices, focos, radios y excentricidades constructibles).

188 SIGMA Nº 21 • zk. 21 SIGMA


Matemáticas y Papiroflexia

4. MƒTODOS MATEMçTICOS DE DISE„O


Lo que hemos visto hasta ahora no tiene mucho que ver, en un principio, con las maravillo-
sas figuras de papel con tantas patas, alas y cuernos que pueblan el repertorio de la papiro-
flexia. En este apartado, vamos a tratar de explicar cómo los mejores plegadores del mundo
usan las matemáticas para sus diseñar sus modelos.

4.1. Propiedades del mapa de cicatrices de una figura plana

Como hemos comentado antes, al desplegar un


modelo de origami descubrimos en el cuadrado
un fenomenal mapa de pliegues, un grafo, al fin
y al cabo, donde se me forman valles (pliegues
donde la arista está más baja que el papel pró-
ximo) y montañas (pliegues donde la arista del
grafo es una cumbre). El problema que nos plan-
teamos, en general, es:

Problema: Dado un trozo de papel y un grafo Mariquita (Tanaka Masashi) y mapa de cicatrices
dibujado en el papel donde cada arista es una
montaña o un valle, ¿cómo podemos saber si es el mapa de cicatrices de un modelo de papi-
roflexia?

Así planteado, este problema es muy difícil, casi inabordable. Por eso, tal y como se hace en
matemáticas, restringiremos nuestra atención a una clase más sencilla, los modelos planos,
eso es, figuras de papiroflexia que se pueden meter en un libro sin añadir nuevas cicatrices, o
dicho de otro modo, tales que el ángulo diedro en cada arista es múltiplo de p. La gran mayo-
ría de modelos de papiroflexia cae en esta categoría.

El grafo del mapa de cicatrices de un modelo plano cumple una serie de propiedades, que han
sido estudiadas por diversos plegadores, y que listamos a continuación. Las pruebas son ele-
mentales, pero no triviales:

• (Maekawa) La diferencia entre el número de pliegues en montaña y en valle en un vér-


tice es siempre 2.

• El grado de cada vértice es par.

• (Meguro) Las caras de un mapa de cicatrices son 2-coloreables.

• (Kawasaki) Sean a1 ,..., a2k todos los ángulos concurrentes en un vértice, contiguos

cada uno con el siguiente. Entonces, tenemos:

a1 +a3 +... +a2k-1 = a2 +a4 +... +a2k = p

• (Hull) La condición anterior es una condición suficiente.

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José Ignacio Royo Prieto

T. Hull en [Hull2] halla más resultados sobre las propiedades que tiene que cumplir un grafo
para corresponder a un modelo plano, y sobre las posibles asignaciones valle-montaña que
tiene un grafo determinado.

4.2. MŽtodo de Meguro-Kawahata-Lang

Los resultados anteriores nos hablan de propiedades


que ha de tener un mapa de cicatrices para que pueda
convertirse en un modelo plano, pero otra cuestión
distinta es, por ejemplo, si queremos diseñar un ciervo,
o una lagartija, cómo nos las podemos ingeniar. Un
método es el tan recurrido ensayo-error, basado en la Base proyectable y mapa de cicatrices
experiencia, el cual tiene sus límites, sobre todo si que- de un modelo plano
remos conseguir un modelo complicado como puede
ser un insecto. A continuación voy a intentar describir la formalización del problema que han
realizado diversos plegadores, en particular, Toshikuyi Meguro, Fumiaki Kawahata y Robert
Lang.

Una base es una aproximación esquemática a la figura que queremos obtener. La base resulta
de un número finito de pliegues, en cuya forma final se pueden observar las solapas y puntas
necesarias, con las longitudes deseadas que nos llevarán al modelo que queremos. Una vez
obtenida la base, no es difícil llegar al modelo, o por lo menos, ya es una cuestión artística y
abordable.

Consideraremos un tipo de bases: aquellas en las que se pueden distribuir las puntas de modo
que la base se proyecta ortogonalmente en un grafo plano, simple y sin caras, tal y como
vemos en la figura. El problema va a ser saber si dado un grafo de este tipo vamos a poder
encontrar un mapa de cicatrices que me proporcione una base que se proyecte sobre ese
grafo.

4.2.1. Método Meguro-Kawahata de las hipérbolas

Vamos a ilustrar la respuesta que dan Meguro y


Kawahata (ver [Kawa] y [Voy]) al problema anterior
mediante el siguiente gráfico. En primer lugar, idealiza-
mos nuestro modelo. Luego, cuando tenemos el grafo,
hemos de distribuir en el papel las puntas de la base, de
la siguiente manera. Luego, nos hemos de fijar en lo
siguiente: cuando queremos conseguir dos puntas inde-
pendientes, en un triángulo, se hace doblando por las
tres bisectrices y una de las alturas desde el incentro. Por
lo tanto, al pensar que tenemos que meter aquí el tercer
vértice de un triángulo, hay que calcular el lugar geo-
métrico de los posibles vértices tal que el incentro cum-
pla lo que ha de cumplir, y un cálculo sencillo nos pro-
porciona que ese lugar geométrico es una hipérbola.
Entonces allá donde se corten las hipérbolas, o donde
se corten con pliegues o puntos que hayamos impuesto,
como una diagonal, por ejemplo, obtenemos nuevos Aplicación del método F. Kawahata

190 SIGMA Nº 21 • zk. 21 SIGMA


Matemáticas y Papiroflexia

puntos de nuestro mapa de pliegues. Con este método


podemos tener una primera aproximación al modelo.
Luego habría que rellenar los pliegues, para lo que hay
otros razonamientos geométricos elementales. El resul-
tado que consigue Kawahata con este método es fran-
camente impresionante. Pliegue oreja de conejo

Lugar geométrico de los incentros

4.2.2. El Treemaker de R. Lang

El método del árbol (grafo sin caras) de Lang es un método de similar estructura al de
Kawahata. Lang permite que los vértices del grafo del modelo estén también en el interior del
cuadrado de papel. Vamos a ilustrar su método con el siguiente ejemplo: Para conseguir un
perro, diseña un grafo con aristas de determinada longitud, y las distribuye en el cuadrado
intentando aprovechar toda la superficie del cuadrado. Ahora cabe plantearse si existirá un
mapa de cicatrices conteniendo este árbol que nos lleve a la base deseada. Lang ha encon-
trado una condición necesaria y suficiente para la existencia de un tal mapa de cicatrices, tal
y como se enuncia en el siguiente (ver [Lang2]):

Teorema (del árbol de Lang):


Sea un árbol T simplemente conexo con puntos terminales P1,..., Pn, y sean lij las distancias
entre Pi y Pj medidas a lo largo de las aristas del árbol. Sea un conjunto de puntos ui en el
cuadrado unidad. Entonces, la condición necesaria y suficiente para que exista un mapa de
cicatrices que transforme el cuadrado en una base cuya proyección sea el árbol T es:
A
ui - uj ≤ li j i,j

Más aún, en dicha base, cada punto Pi es la proyección del punto ui para todo i.

De la prueba, que no es en absoluto trivial, se desprende una manera de construir un algo-


ritmo que calcule el mapa de cicatrices deseado. El autor ha implementado el algoritmo en un
programa de ordenador para Macintosh, el Treemaker, de libre distribución.

Tanto del método de Kawahata-Meguro como del de Lang, por supuesto, se derivan proble-
mas adicionales. El primero es obtener mediante dobleces los ángulos que proporciona el
método. El segundo consiste en que, aun obteniendo un mapa de cicatrices, encontrar una
secuencia de plegado que nos lleve hasta la figura deseada es realmente complejo. No todo
en papiroflexia se basa en métodos matemáticos; la experiencia y la componente artística no
se pueden dejar de lado. Esto viene muy bien reflejado en el siguiente Origag :

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José Ignacio Royo Prieto

Origag, de Roberto Morassi (1984)

5. CONCLUSIONES
Como conclusión, quisiéramos señalar que las conexiones entre las matemáticas y la papiro-
flexia no son meramente anecdóticas, y de hecho hemos visto cómo afloran de formas muy
distintas. No en vano, en Japón se celebran con frecuencia simposios de matemáticos papiro-
flectas donde exponen y comparten sus técnicas, y aparecen salpicadamente artículos de
papiroflexia en diversas revistas matemáticas (no sólo de divulgación). La papiroflexia consti-
tuye una atractiva forma de acercarse a las matemáticas, y queremos reivindicar desde estas
líneas un hueco para esta bella arte en la enseñanza, por su riqueza cultural y su gran valor
pedagógico.

6. BIBLIOGRAFêA
[Alp] R.C. Alperin, “A mathematical Theory of Origami Constructions and Numbers”,
New York J. Math, 6 (2000) 119-133.
[Cox] H.S.M. Coxeter, “Regular Polytopes“, Dover, 1973 (prev.1967).
[Engel] P.Engel, “Origami: from Angelfish to Zen“, Dover, 1994.
[Hull1] T. Hull, “Página web de Tom Hull“, http://web.merrymack.edu/~thull/
[Hull2] T.Hull, “On the mathematics of flat origamis“, Congressus Numerantium 100,
215-224, (1994).
[Hull3] T.Hull, “A note on «Impossible» Paper Folding“, Amer. Math. Monthly, 103
240-241, (1996).
[Kasa] K.Kasahara, T.Takahama, “Origami para expertos“, Edaf, 2000 (prev. 1987)
[Kawa] F. Kawahata, “The technique to fold free angles of formative art «origami»”,
Second International Meeting on Origami Science and Scientific Origami, Otsu,
Japón,1994.
[Lang1] R. Lang, “The Complete book of Origami“, Dover, 1989.
[Lang2] R.Lang, “TreeMaker 4.0: A program for Origami Design“,
http://origami.kvi.nl/programs/TreeMaker/trmkr40.pdf
[Row] S.Row, “Geometric exercises in paper folding“, Dover 1966 (1ªed. 1905).
[SAG] L.Simon, B.Arnstein, R.Gurkewitz, “Modular Origami Polyhedra“, Dover, 1999.
[Voy] J.A.Voyer, “Introducción a la Creación“,
(Seres de Ficción, El lado oscuro de la Papiroflexia), Ed. Salvatella, 2000.
[AEP] “Página web de la Asociación Española de Papiroflexia“, http://www.pajarita.org

192 SIGMA Nº 21 • zk. 21 SIGMA

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