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MATEMçTICAS Y PAPIROFLEXIA
Resumen
1. INTRODUCCIîN
Los diseños más populares son, sin duda, la pajarita de papel, el Maitreya (Hoyjo Takashi)
gorro de papel y el barquito, así como algún que otro avión. Estos
diseños son muy simples, pero en las últimas décadas, papiroflectas de todo el mundo han
desarrollado técnicas a cual más compleja para obtener modelos de muchas puntas. Coches,
barcos, aviones, muebles, leones, perros, insectos con todas sus patas y antenas, mamíferos
con todo tipo de cuernos, orejas y colas, dragones, dinosaurios, esqueletos, pulpos, peces,
crustáceos, arañas, seres humanos, máscaras... Seres animados e inanimados, reales y fantás-
ticos, sencillos y con todo lujo de detalles forman parte del inmenso repertorio de la papiro-
flexia moderna.
(*) Profesor del Departamento de Matemáticas. Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea
El patriarca de la papiroflexia moderna es el japonés Akira Yoshizawa, una leyenda viva de los
maestros orientales de Origami. Es a Yoshizawa a quien debemos la simbología actual de las
instrucciones de plegado de los modelos (Sistema Yoshizawa-Randlett, 1956). Esto ha consti-
tuido, sin lugar a duda, la aportación más importante a la papiroflexia desde la invención del
papel, ya que ha permitido la difusión internacional de las distintas creaciones, al no importar
Hoy en día no se puede hacer tal distinción, ya que japoneses científicos como Toshikuyi
Meguro, Jun Maekawa, Issey Yoshino, Seiji Nishikawa, Fumiaki Kawahata, Tomoko Fuse,
Toshikazu Kawasaki y otros muchos, integrantes del grupo Origami Tanteidan (Detectives de
la Papiroflexia) han diseñado modelos de increíble complejidad. En estos momentos, más bien
se puede distinguir entre los que usan técnicas geométricas de diseño (sumando a los ante-
riores a los americanos John Montroll y Robert Lang, y el madrileño J. Aníbal Voyer, entre
otros), y los que buscan la expresividad en otros elementos, tales como la textura del papel,
la suavidad de los dobleces y la observación del modelo a representar. Estos últimos utilizan
la técnica del papel humedecido, de la cual son especialistas Akira Yoshizawa, el americano
Michael Lafosse, el francés Eric Joisel, el italiano David Derudas y el británico David Brill.
La intención de esta exposición es que sea una miscelánea agradable, ilustrativa y divulgativa
sobre un tema que es muy poco conocido, pero atractivo. También quiere ser una prueba más
de que las matemáticas son cultura.
Un poliedro se puede definir como un conjunto conexo de R3 formado por un número finito
de polígonos planos que se juntan de una manera razonable. Aquí “razonable” quiere decir
que cada lado de un polígono pertenece exactamente a otro polígono del poliedro, y de
manera que los polígonos que concurran en cada
vértice formen un circuito simple (para evitar ano-
malías tales como el caso de dos pirámides uni-
das por el vértice). Los polígonos son llamados
caras, y sus lados, aristas. Un poliedro es, por lo
tanto, una superficie cerrada (no diferenciable,
pues tiene aristas y vértices), y divide al espacio
en dos partes: una no acotada y otra acotada a la
que llamaremos interior. El caso más importante Dodecaedro y dodecaedro estrellado (Tomoko Fuse)
es el de los poliedros convexos, en el cual el interior es un conjunto convexo, (es decir, tal
que el plano que contiene a una cara no penetra en el poliedro), de modo que podemos defi-
nirlo en coordenadas cartesianas mediante un sistema de desigualdades:
siendo C el número de caras. Ejemplos de poliedros son una caja de zapatos, una pirámide,
un cubo, un tetraedro...
Los poliedros más famosos son, sin duda, los llamados sólidos platónicos.
Se dice que un poliedro convexo es regular si sus caras son polígonos
regulares idénticos y si en cada vértice concurre el mismo número de aris-
tas. Sorprendentemente, tan sólo existen cinco: el tetraedro, el cubo, el
octaedro, el icosaedro y el dodecaedro. Este resultado se atribuye a
Teeteto (425-379 a.C.), de la escuela de Platón. Existen pruebas elemen-
tales de este resultado, pero la forma elegante de hacerlo es utilizar la
famosa fórmula de Euler, de la que más adelante hablaremos. Platón en
su libro Timeo (ap. 55-56) atribuye a cada uno de estos sólidos uno de los
cuatro elementos en el pasaje en el que describe la creación del universo.
Así, el tetraedro es el fuego, el octaedro, el aire, el cubo es la tierra y el
icosaedro, las moléculas de agua. Finalmente, relata cómo el Creador uti-
lizó el dodecaedro para formar el universo. Esta es la razón por la cual se
les conoce como sólidos platónicos.
Los poliedros son entes matemáticos que brotan de la forma más insos-
pechada en distintos ámbitos de nuestra vida: desde las pirámides de
Egipto hasta los cubos en los que cristaliza la pirita, pasando por los balo-
nes de fútbol. Han fascinado a los matemáticos y las matemáticas, que se
han dedicado a su estudio desde la antigua Grecia, y constituyen hoy en
día motivo de investigación activa. Entre los muchos que se han ocupado
de su estudio cabría citar a Arquímedes, Kepler, Descartes, Euler, Cauchy,
Steinitz, Alexandrov, Weil, Coxeter, Schläffi y Banchoff, dejándonos a
muchos por el camino. Una referencia obligada sobre poliedros es [Cox] Sólidos Platónicos
Como hemos comentado antes, la papiroflexia modular consiste en hacer figuras utilizando
varios papeles que darán lugar a piezas individuales que llamaremos módulos. Cada uno de
estos módulos posee solapas y bolsillos, que se usan para ensamblarlos entre sí. Es usual repre-
sentar de esta manera figuras geométricas, y que el plegado de cada módulo sea sencillo. Los
poliedros son la principal fuente de inspiración de esta modalidad, aunque no la única.
Aparte del valor artístico y estético de la papiroflexia modular, su interés para con las mate-
máticas es doble:
verlo en una pantalla donde simulamos su giro. Para este fin, hay también recortables
y figuras de plástico, aunque a decir verdad, la posibilidad práctica de representar
poliedros con origami son mucho mayores que con recortables.
1) Módulos basados en las aristas. Suelen ser los de ensamblaje más sólido. Cada módulo
corresponde a una arista, lo cual hay que tener en cuenta a la hora de diseñarlos. Por
lo general, suelen presentar caras perforadas, que nos permiten ver el interior.
2) Módulos basados en las caras. Parece lo más natural, pero no siempre es lo más fácil
de diseñar en papiroflexia. Los empalmes suelen ser más débiles, lo cual se debe a
que las caras se juntan entre sí de dos en dos, mientras que las aristas se juntan de más
en más en cada vértice.
3) Módulos basados en los vértices. Los más importantes son de tipo giroscopio (ver
[SAG]). Muy versátiles y resultones. Dentro de este tipo, se pueden clasificar por el
grado: los que agrupan aristas de 3 en 3, de 4 en 4...
Son probablemente los módulos más populares y se deben al japonés Mitsunobu Sonobè.
Estos módulos se juntan de 3 en 3 para formar una pirámide con base un triángulo equilátero
y con ángulos rectos en el vértice. Son, por lo tanto, muy adecuados para construir poliedros
2.5. Coloraci—n
Un reto interesante sobre el módulo Sonobè consiste en colorear sus caras de una forma cohe-
rente. Para abordar esto, nos será útil el concepto de grafo de un poliedro.
Una ventaja de los grafos es que nos permite estudiar los poliedros de una forma más fácil que
representándolos en el espacio.
Entendemos por una buena coloración a la asignación de colores a los vértices, aristas o caras
de modo que cumplan alguna regularidad, por lo general, del tipo de que elementos conti-
guos tengan colores distintos.
Para pensar en una coloración del icosaedro estrellado con módulos Sonobè, habrá que conse-
guir su grafo a partir del de nuestro icosaedro, sin más que unir en cada uno de sus triángulos
2.5.3. Dualidad
Otro concepto que se puede representar con la papiroflexia es la dualidad de poliedros. Dado
un poliedro, podemos tomar los puntos medios de cada cara,
y unir los de caras contiguas. Sorprendentemente, mediante
este procedimiento obtenemos un nuevo poliedro. Para com-
prender mejor la idea, vamos a expresarla con grafos: se cons-
truye el dual de un grafo como el grafo que tiene como pun-
tos los puntos medios de cada cara, y que tiene como aristas
las aristas que resultan de unir los puntos pertenecientes a
caras contiguas, atravesando las aristas originales. Poliedros
duales corresponden a grafos duales. La relación “ser duales”
es recíproca.
Dualidad icosaedro-dodecaedro
De este modo, se puede comprobar que el dual del tetraedro
es el mismo tetraedro, el dual del icosaedro es el dodecaedro, y el dual del cubo es el octae-
dro. En papiroflexia podemos representar esa dualidad valiéndonos de que los módulos de
tipo arista del dodecaedro tienen agujeros, además de usar un material transparente como lo
es el acetato.
2.7.1. El objeto
Si miramos con atención un balón de fútbol, veremos que está formado por hexágonos y pen-
tágonos, de modo que en cada vértice se juntan dos hexágonos y un pentágono. Podemos con-
tar con cuidado y comprobar que tiene 12 pentágonos. Contar los hexágonos del balón parece
más complicado, pero podemos valernos su estructura: si contamos por cada pentágono sus
cinco hexágonos adyacentes, obtenemos 60 hexágonos, pero cada uno de estos, al tocar a 3
pentágonos, lo hemos contado 3 veces, de modo que en realidad hay 20 hexágonos. El balón
de fútbol es un poliedro semirregular (son como los regulares, pero usando dos tipos de polí-
gonos; hay sólo 13 y se llaman arquimedianos), y su auténtico nombre es icosaedro truncado.
2.7.2. Fullerenos
Una de las propiedades más valiosas de los poliedros es una fórmula atribuida a Euler, aun-
que anteriormente Descartes había encontrado una fórmula equivalente, que apareció 200
años después de ser escrita, entre los papeles de Leibnitz. Es el siguiente y bonito teorema:
Teorema (Fórmula de Euler): Sea un poliedro homeomorfo a una esfera con V vértices, A aris-
tas y C caras. Entonces, se cumple la fórmula:
V-A+C=2.
Podemos comprobar esta fórmula con los sólidos platónicos, con el balón de fútbol y con los
poliedros estrellados que hemos visto aquí. Esta fórmula también la cumplen los grafos pla-
nos. De hecho, la propiedad es topológica: si hacemos cualquier triangulación sobre una
esfera o sobre un espacio homeomorfo, se seguirá cumpliendo la fórmula. Se puede asociar a
cada espacio topológico “razonable” un número llamado característica de Euler-Poincaré, que
se define como la suma alternada de sus números de Betti. Es un invariante topológico impor-
tantísimo, y generaliza la suma alternada que antes hemos expresado como “vértices menos
aristas más caras”. En este sentido, la fórmula de Euler dice ni más ni menos que la caracte-
rística de Euler-Poincaré de la esfera es 2. Con la característica de Euler-Poincaré es fácil pro-
bar, por ejemplo, el teorema de Teeteto sobre los cinco sólidos platónicos.
5P + 6H 5P + 6H
V= ;A = ;C = P + H
3 2
Si sustituimos ahora en la fórmula de Euler, obtenemos fácilmente
5P + 6H 5P + 6H
-- + (P + H) = 2 ➾ P=12
3 2
y concluimos P=12, de modo que sea lo grande que sea el fulle-
reno, las condiciones que le hemos puesto fuerzan a que haya
siempre 12 pentágonos, si bien no hemos obtenido ninguna condi-
ción sobre los hexágonos. De hecho, podemos interpretar el dode-
caedro como un fullereno sin hexágonos. Un método para generar
fullerenos es truncar un icosaedro (tiene 12 vértices, de donde
obtenemos los 12 pentágonos) y subdividir las caras triangulares en
nuevos triangulitos más pequeños. Calculando el dual de este
grafo, obtenemos un nuevo poliedro que es un fullereno.
construyendo poliedros “de verdad” o si es la flexibilidad del papel la que nos los permite
construir, no yaciendo cada cara en un plano. Para responder a esta cuestión, tenemos el
siguiente y clásico teorema:
La propiedad de ser 3-conexo significa que hay que quitar por lo menos tres vértices al grafo
plano para dividirlo en dos componentes conexas. Así que como nuestros fullerenos tienen
grafos planos y 3-conexos, nos quedamos tranquilos. Otra cuestión es saber cuándo un grafo
se puede realizar como un poliedro inscribible en una esfera. Esta cuestión se conoce como
Problema de Steinitz y ha obtenido recientemente respuestas parciales con métodos de geo-
metría computacional.
V - A + C = 0,
5P + 6H 5P + 6H
-- + (P + H) = 0 ➾ P = 0!!!
3 2
con lo que llegamos a que no se puede construir un toro con hexágonos y pentágonos de 3
en 3, esto es una restricción topológica. Sin embargo, en el toro de la foto claramente se le
adivinan pentágonos en la parte exterior. El error consistió en no haberse percatado de que,
además de pentágonos y hexágonos, el toro por la parte interna tenía heptágonos. Teniendo
esto en cuenta, la fórmula de Euler nos proporciona:
5P + 6H + 7Hp 5P + 6H + 7Hp
-- + (5P + 6H + 7Hp) = 0 ➾ P = Hp,
3 2
con lo que la condición es que haya el mismo número de heptágonos que de pentágonos. Con
ese dato, y calculando que hubiera 10 pentágonos en la composición, es un entretenido rom-
pecabezas construir un toro modular.
pues salta a la vista que las caras que tenemos no son planas. No obstante, la enjundia de este
modelo no es sólo topológica, sino también geométrica.
Podemos fijarnos en que el toro tiene los 10 pentágonos por fuera y los heptágonos por den-
tro. El toro usual con la métrica usual, sabemos que tiene curvatura positiva por fuera (se ase-
meja a un balón), negativa por dentro (se asemeja a una silla de montar) y como la curvatura
es una aplicación continua, se tiene que anula entre medio. De hecho, por fuera, los pentá-
gonos están rodeados de hexágonos, lo cual nos puede recordar al balón de fútbol.
Ciertamente, la coloración del toro está en función de la curvatura: roja allá donde es posi-
tiva, morado donde es negativa, y amarillo cuando más se acerca a cero.
La razón por la cual nuestro toro modular adquiere esta curvatura no es topológica, sino geo-
métrica, y de hecho se debe a la forma que tienen los módulos que estamos empalmando. Al
formar un heptágono con los módulos zig-zag, vemos que adquiere por sí solo curvatura nega-
tiva, al plegar un hexágono, se puede posar tranquilamente sobre una mesa (curvatura cero),
y al plegar un pentágono, las aristas adquieren curvatura positiva. Al analizar los empalmes
de los módulos, vemos que forman pirámides que tiene como base un triángulo equilátero, y
se unen desde la mitad del lado, como se ve en el dibujo. Si ponemos seis triángulos de esa
manera, montan perfectamente. Si ponemos sólo cinco, nos falta un poco de ángulo para
completar 2p radianes. Eso que falta se
puede interpretar como el exceso de
ángulo en un punto interior del pentá-
gono, y es lo que proporciona la cur-
vatura positiva. Cuando ponemos siete
triángulos, en vez de faltar, sobra
ángulo, y eso es porque en el interior
hay curvatura negativa.
Un interesante reto consiste en diseñar Pentágono y hexágono con módulos zig-zag de Hull
toros con este mismo módulo usando
la menor cantidad de piezas posible. El toro de Gretter tiene 555 piezas. Tom Hull y sus alum-
nos han diseñado diferentes modelos de 240, 105 y 81 piezas, llegando al límite de lo física-
mente constructible. En vez de heptágonos, se usan octógonos y decágonos para dar curva-
tura negativa (cuanto menos piezas, menor tendrá que ser la curvatura, intuitivamente). La fór-
mula de Euler nos dice que tiene que tener el doble de pentágonos que de octógonos, y si usá-
mos decágonos, hay que usar 4 veces más pentágonos que decágonos.
[O6] Dados dos puntos p1 y p2 constructibles, y dos líneas constructibles l1 y l2, la línea que
refleja a p1 en l1 y a p2 en l2, si es que existe, es constructible.
Los cuatro primeros axiomas se pueden alcanzar con regla y compás. El quinto, también, y
de hecho, los puntos constructibles con regla y compás son exactamente los mismos que los
constructibles con los cinco primeros axiomas, y que es equivalente al menor subcuerpo del
cuerpo de los números complejos C, cerrado por raíces cuadradas. El sexto axioma es equi-
valente a la construcción de una tangente común a dos parábolas, exactamente a las defini-
das por p1,l1 y p2,l2. Se puede probar que hacer esto es equivalente a resolver una ecuación
de tercer grado.
En un artículo de Roger Alperin aparecido en el New York Journal of Mathematics (ver [Alp]),
se hace una discusión del alcance de los axiomas presentados, y se caracterizan los “puntos
de origami” como aquellos números del plano complejo C constructibles tras la aplicación
finita de los axiomas O1-O6. El resultado central es:
Teorema [Alperin]: El conjunto O de los puntos los puntos constructibles con origami se
puede caracterizar de las siguientes maneras:
ii) el conjunto de los puntos constructibles por intersección de líneas constructibles y cónicas
constructibles (con directrices, focos, radios y excentricidades constructibles).
Problema: Dado un trozo de papel y un grafo Mariquita (Tanaka Masashi) y mapa de cicatrices
dibujado en el papel donde cada arista es una
montaña o un valle, ¿cómo podemos saber si es el mapa de cicatrices de un modelo de papi-
roflexia?
Así planteado, este problema es muy difícil, casi inabordable. Por eso, tal y como se hace en
matemáticas, restringiremos nuestra atención a una clase más sencilla, los modelos planos,
eso es, figuras de papiroflexia que se pueden meter en un libro sin añadir nuevas cicatrices, o
dicho de otro modo, tales que el ángulo diedro en cada arista es múltiplo de p. La gran mayo-
ría de modelos de papiroflexia cae en esta categoría.
El grafo del mapa de cicatrices de un modelo plano cumple una serie de propiedades, que han
sido estudiadas por diversos plegadores, y que listamos a continuación. Las pruebas son ele-
mentales, pero no triviales:
• (Kawasaki) Sean a1 ,..., a2k todos los ángulos concurrentes en un vértice, contiguos
T. Hull en [Hull2] halla más resultados sobre las propiedades que tiene que cumplir un grafo
para corresponder a un modelo plano, y sobre las posibles asignaciones valle-montaña que
tiene un grafo determinado.
Una base es una aproximación esquemática a la figura que queremos obtener. La base resulta
de un número finito de pliegues, en cuya forma final se pueden observar las solapas y puntas
necesarias, con las longitudes deseadas que nos llevarán al modelo que queremos. Una vez
obtenida la base, no es difícil llegar al modelo, o por lo menos, ya es una cuestión artística y
abordable.
Consideraremos un tipo de bases: aquellas en las que se pueden distribuir las puntas de modo
que la base se proyecta ortogonalmente en un grafo plano, simple y sin caras, tal y como
vemos en la figura. El problema va a ser saber si dado un grafo de este tipo vamos a poder
encontrar un mapa de cicatrices que me proporcione una base que se proyecte sobre ese
grafo.
El método del árbol (grafo sin caras) de Lang es un método de similar estructura al de
Kawahata. Lang permite que los vértices del grafo del modelo estén también en el interior del
cuadrado de papel. Vamos a ilustrar su método con el siguiente ejemplo: Para conseguir un
perro, diseña un grafo con aristas de determinada longitud, y las distribuye en el cuadrado
intentando aprovechar toda la superficie del cuadrado. Ahora cabe plantearse si existirá un
mapa de cicatrices conteniendo este árbol que nos lleve a la base deseada. Lang ha encon-
trado una condición necesaria y suficiente para la existencia de un tal mapa de cicatrices, tal
y como se enuncia en el siguiente (ver [Lang2]):
Más aún, en dicha base, cada punto Pi es la proyección del punto ui para todo i.
Tanto del método de Kawahata-Meguro como del de Lang, por supuesto, se derivan proble-
mas adicionales. El primero es obtener mediante dobleces los ángulos que proporciona el
método. El segundo consiste en que, aun obteniendo un mapa de cicatrices, encontrar una
secuencia de plegado que nos lleve hasta la figura deseada es realmente complejo. No todo
en papiroflexia se basa en métodos matemáticos; la experiencia y la componente artística no
se pueden dejar de lado. Esto viene muy bien reflejado en el siguiente Origag :
5. CONCLUSIONES
Como conclusión, quisiéramos señalar que las conexiones entre las matemáticas y la papiro-
flexia no son meramente anecdóticas, y de hecho hemos visto cómo afloran de formas muy
distintas. No en vano, en Japón se celebran con frecuencia simposios de matemáticos papiro-
flectas donde exponen y comparten sus técnicas, y aparecen salpicadamente artículos de
papiroflexia en diversas revistas matemáticas (no sólo de divulgación). La papiroflexia consti-
tuye una atractiva forma de acercarse a las matemáticas, y queremos reivindicar desde estas
líneas un hueco para esta bella arte en la enseñanza, por su riqueza cultural y su gran valor
pedagógico.
6. BIBLIOGRAFêA
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(Seres de Ficción, El lado oscuro de la Papiroflexia), Ed. Salvatella, 2000.
[AEP] “Página web de la Asociación Española de Papiroflexia“, http://www.pajarita.org