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El Retiro

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PALACIO REAL DE MADRID

El Palacio Real se asienta sobre el solar del antiguo Alcázar de Madrid,


fortaleza medieval convertida en suntuoso palacio por Juan II, Carlos V y Felipe
II, que lo convirtió desde 1561 en la residencia oficial de los reyes de España.
El Alcázar, decorado espléndidamente por Felipe II y Felipe IV para cuya tarea
empleó a Velázquez, fue destruido por un incendio en la Nochebuena de 1734.

Felipe V decidió construir entonces el nuevo Palacio Real, empleando al


mejor arquitecto europeo de su tiempo, Filippo Juvarra. Cuando este murió en
1736 fue su discípulo Giambattista Sacchetti quien se encargó de realizar una
adaptación de su grandioso proyecto. Todo el edificio está formado por bóvedas
sin madera en la estructura y con muchas plantas, para que tuvieran cabida
todas las oficinas del gobierno, los oficios de la Real Casa y los servidores.

La primera piedra se puso en 1738 y la construcción no se acabó hasta 1751,


aunque hasta 1759 prosiguieron tanto la decoración escultórica del entorno
como las “obras exteriores”, siempre bajo la dirección de Sacchetti. Sin
embargo, la realización de su proyecto sufrió por continuos replanteamientos y
fue alterada por Francisco Sabatini, arquitecto de Carlos III, el primer monarca
que habitó en el Palacio Real donde se instaló en 1764.

Carlos III, que ya contaba con Corrado Giaquinto como pintor de la Corte
cuando llegó a Madrid en 1760, decidió llamar a los otros dos pintores de mayor
fama en Italia –y por tanto en Europa- para la decoración de su residencia: el
veneciano Giambattista Tiepolo y el alemán, de formación romana, Antonio
Rafael Mengs, su primer pintor de cámara. La sucesión de frescos pintados por
estos maestros en las principales salas, y por sus discípulos españoles en las
demás, constituye una de las características más importantes de esta
residencia donde Carlos III y Carlos IV vivían solo ocho semanas al año: en
diciembre, Semana Santa y parte de julio.

El cuarto del rey Carlos III, que abarca los aposentos de este soberano
ilustrado, conserva toda la decoración fija dirigida por Sabatini, uniforme en
toda la planta principal: puertas y ventanas de caoba maciza; ricos mármoles
españoles en embocaduras y frisos; estucos y frescos en las bóvedas. En el
siglo XVIII, además, las paredes del palacio quedaban completamente
cubiertas por los mejores cuadros de la Colección Real.

El Salón del Trono y la Cámara llamada de Gasparini constituyen los


conjuntos más representativos del gusto de Carlos III, apegado al estilo rococó
en su versión italiana más exuberante. A Carlos IV se deben importantes
conjuntos neoclásicos y piezas de mobiliario francés y a Fernando VII, la
apabullante colección de arañas francesas en bronce y cristal. La última
renovación decorativa a la que responde el estado histórico actual de la
decoración se debe a Alfonso XII en 1879.

A lo largo de la fachada de Oriente se extienden los aposentos de Carlos IV y


María Luisa, donde han habitado los sucesivos soberanos hasta 1931. Estas
salas son utilizadas habitualmente por S.M. el Rey para sus audiencias, pues el
Palacio Real de Madrid continúa siendo la residencia oficial del Rey de España.

La Real Armería, la más importante colección europea junto con la de Viena,


ambas debidas a los Habsburgo, fue instalada junto al Alcázar por Felipe II y
transferida al pabellón actual en 1891. También a Felipe II se debe la creación
del Parque de Palacio, llamado Campo del Moro.

Los jardines del Campo del Moro

Una tradición romántica sobre la conquista cristiana de Madrid hace que se


conozca popularmente como “Campo del Moro” el “parque de palacio”, creado
por Felipe II cuando terminó el Alcázar e instaló la Corte en Madrid. Durante la
construcción del Palacio Real en el siglo XVIII se idearon varios proyectos para
sus jardines. José Napoleón mostró especial atención por este parque –ya que
no podía desplazarse a los Reales Sitios- y encargó a Juan de Villanueva
ordenar el jardín con paseos arbolados y unirlo a la Casa de Campo mediante
un túnel y un puente, éste realizado ya por Isidro González Velázquez bajo
Fernando VII.

Isabel II ordenó en 1843 la completa replantación del jardín según proyectos


del arquitecto mayor Narciso Pascual y Colomer que seguían un trazado formal
aún hoy perceptible. Muy descuidado durante el Sexenio revolucionario, la reina
regente María Cristina de Habsburgo encargó a Ramón Oliva una reforma de
tipo paisajista con paseos de trazado curvo que, ligeramente modificada tras la
Guerra Civil, constituye el actual jardín histórico.

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